Sabino Aguilar -Julio C. Tello y la arqueología
Sabino Aguilar -Julio C. Tello y la arqueología
Sabino Aguilar -Julio C. Tello y la arqueología
Tello y la antropología
Sabino Arroyo Aguilar
,
RESUMEN
En este ensayo se aborda aspectos de la formación antropológica de
Julio C. Tello y su aplicación en la antropología política y religiosa, a
partir del análisis de sus trabajos publicados en la revista Inca (1923) y
en El Comercio, algunos de ellos compilados por Toribio Mejía Xesspe
en Páginas escogidas.
IMESTI&.4C/ONES 5«:= AÑo VII, W 11, pp. 123-144 [UNMSM fUHS, Lima, 2003] _ _ _ _ _ 123
prensiva y pluridimensional para múltiples estudios humanísticos y resoluciones cien-
tificas, sociales y pedagógicas de la cultura y personalidad humana con autoestima,
que contribuye a la revaloración cultural para el desarrollo social, afianzando a la
endoculturación definida (identidad cultural) de los pueblos estudiados.
Además, la antropología, como ciencia del hombre y de sus obras, surge «bajo
el signo del evolucionismo» (Malinowski, 1967), con el influjo de los adelantos cien-
tíficos (ciencias naturales y sociales) y de los acontecimientos histórico sociales de
los siglos XIX y XX. Por la misma razón, esta disciplina se instaura sobre,tres disci-
plinas pilares: la reconstrucción de los orígenes humanos (antropología fisica), los
descubrimientos y estudios prehistóricos (arqueología) y los materiales etnográficos
iniciados por la disciplina folclórica (que devienen en antropología cultural o social).
y por supuesto, sin perder el norte del quehacer antropológico, en las «sociedades
ágrafas» o de los grupos étnicos de la floresta tropical y, también, en las sociedades
agrarias "omo cultura rural y pueblos emigrantes al espacio urbano- con sus pro-
pios valores culturales.
Este es el ambiente cultural y cientifico cuando J.e. Tello se incorpora como
alumno becario a la Universidad de Harvard (1909-1911) donde se matricula en los
cursos de antropología general y americana, dirigido por los notables antropólogos
Franz Boas', Frederic W. Putnam, Roland B. Dixon y Pliny E. Goddard entre otros
(Mejía Xesspe, 1967). Los dos años de estudios antropológicos le sirvieron precisa-
mente para su formación integral en etnología, lingüística, sociología y su especializa-
ción en arqueología antropológIca. Al [malizar, obtiene el titulo académico de «Magíster
in Artibus». Luego, con la misma inquietud, se dirigió a Europa para ampliar sus cono-
cimientns y su línea de acción antropológica, recibiendo cursos especiales de antropo-
logía en la Universidad de Londres y, a su vez, fue nombrado delegado al xvrn
Congreso Internacional de Americanistas. Ya entonces fue considerado como uno de
los «antropólogos americanos» al haber mostrado el avance de la «ciencia médica
andina» con el trabajo Prehistoric Trepanning among the Yauyos of Pero, una
contribución a la ciencia humana. Además, en la Universidad de Berlín estudió los
cursos de antropología de Félix von Luschan y, en Francia, siguió etnología y sociolo-
gía americanas en la Universidad de París.
La permanencia académica de Tello en el extranjero se amplió mediante el
intercambio de experiencias o investigaciones científicas con los connotados estu-
diosos de fines del siglo XIX y comienzos del xx: Juan J. Tschudi, Clemente R.
\1arkham, Max Ohle, Alex Hrdlicka y Hiram Bingham entre otros, quienes se dedi-
caron a las investigaciones etnohistóricas, principalmente sobre el origen de los
Entre otras creaciones culturales, la retórica musical andina, como sabiduría popular,
sostiene que el «(Perú nació serrano», como afirmara González PIada: «No forman el
verdadero Perú las agrupaciones de criollos i extranjeros que habitan la faja
de tierra situada entre el Pacifico i los Andes; la nación está formada por {as
muchedumbres de indios diseminadas en la banda oriental de la cordillera. Tres-
cientos años há que el indio rastrea en las capas inferiores de la civilización,
siendo un híbrido con los vicios del bárbaro i sin las virtudes del europeo:
enseñadle siquiera a leer i escribir, i veréis si en un cuarto de siglo se levanta o
no a la dignidad del hombre. A vosotros, maestros d'eseuela, toca galvanizar
una raza que se adormece bajo la tiranía del juez de paz, del gobernador i del
cura, esa trinidad embrutecedora del indio. [. ..} Nuestros pobladores de la sie-
rra son hombres amodorrados, no estaluas petrificadas!! (slf: 65)2 González Prada
creía en una raza viva, en una cultura viva, creativa y transformadora que necesitaba
ser redimida de su condición de servidumbre por medio de la educación. Cree en la
magia de la «ciencia positiva occidenta!>, (ídem), que surgía precisamente con el espí-
ritu libertario de la humanidad. Y entre las «nuevas ciencias» nacían la antropología y
la arqueología.
Por eso, en el Perú o en el área andina, la antropología y la arqueología no podían
desarrollarse de otra manera, sino retroalimentándose desde su nacimiento. No para
mostrar a la milenaria civilización como un glorioso pasado muerto, sino para entender
y revalorar al hombre andino actual como heredero y actor de la gran sabiduría que
prevalece y se muestra incólume ante la civilización moderna, excluyente y exclusi-
vista, en el proceso de glohalización mundial. De ahí que el Perú nació pujante y más
grande que sus problemas, fundado por su varíedad y cualidad cultural y social para
las ciencias humanas; es decir, no existe una ciencia humana o social que no redima a
la humanidad. Por esta racionalidad, la antropología nació no solo para inventaríar el
presupuesto cultural, como efecto de la expansión y cambio cultural producidos por
las sociedades industriales, sino también para defender y revalorar a las sociedades
cree que el <ándio» atado a la servidumbre, el mestizo inclinado a la «sangre de los súbditos~) y la
aristocracia criolla que deSCIende de la nobleza española -y «dejó su descendencia dejenerada i
despilfarradora: el vencedor de la independencia legó su prole de militares y oficinistas»- fueron los
grandes males causantes de la derrota en la Guerra del Pacífico, las que resume cuando dice: «",pero los
verdaderos vencedores, las annas del enemigo, fueron nuestra ignorancia i nuestro espíritu de servidum-
bm), Ya pasó casi un siglo de esta severa observación acerca de nuestros defectos y de la carencia de la
(~usticia sociah), al iniciar el tercer milenio: ¿cuánto habremos superado ese vicio cultural, la actitud de
servidumbre y dependencia para evitar otra humillante derrota, viniere de dónde viniere?
3 El 22 Y 23 de noviembre de 1981 reiniciaron este rito de pasaje de los muertos, previa adquisición de la
licencia (permiso legal) y bajo la dirección de los devotos y mayordomos, Tomaza Ramos y esposo, del
barrio "Señor de Arequipa". Esta actividad religiosa, más que pagana, fue difundida por los promesantes
en la emisora local. por lo cual nos infonnamos y asistimos a compilar la infonnación en dichos días
Entre otras referencias la mayordoma y otros asistentes afirman que esta tradición habría sido prohibida
por el conocido «T .OCOI) prefecto Pastorelli (loco por contravenir a la costumbre andina).
Julio C. Tello, como andino y como emigrante de la cultura rural, proviene de la muy
afamada tierra de los dioses, donde el gran Pariaqaqa (Pariacaca) y su numerosa
familia se distribuyen todo el territorio de la región cisandina de Warochirí (Huarochirí).
que ocupan en posesión hasta la confluencia con la región yunga de Lima, en que rige
el ostentoso y prestigiado Pachakamaq (Pachacamac), pariente del primero y dios
principal del valle sur de Lima.
Pariaqaqa es el omnipotente Aukillo o el Apu Wamani de mayor rango de la
región cisandina occidental, cuyo aposento se ubica en el gran nevado que lleva el
mismo nombre de Pariaqaqa; y el resto de las montañas sagradas de baja altura están
ocupadas por la parentela del dios mayor, según sus rangos y linajes (F. de Ávila;
1966; 1987)'. Esta organización de los «aukilloS», «mallkos» o dioses de las montañas
sagradas fue conocida por Tello, quien desde niño se nutrió de la sabia «tradición de
Huarochirí», mediante los relatos míticos de los mayores o a través de la ritualización
de las fiestas religiosas u otras actividades «costumbristas» del mundo comunal cam-
pesino, como formas de socialización de sus miembros.
Esta actitud predispuesta de Tello, por su origen andino y como antropólogo, le
impulsó a analizar y entender el mundo cósmico andino con suma accesibilidad y
confianza. Como cientifico social redescubre y contribuye a la ciencia religiosa. A
esta preocupación corresponden los estudios etnohistóricos y arqueológicos de la re-
ligión en el antiguo Perú (del dios Wiraqocha), los trabajos etnológicos sobre los mitos
cosmogónicos de la floresta tropical del oriente y de la sierra andina (Tello, 1967) y
especialmente las investigaciones etnográficas que realiza acerca del «Culto al Dios
Wallallo» y la ceremonia de «Wari-Wari, Wali-Wali, Walina o Warina» del distrito
arqueológico de Casta (Tello, 1923)6.
En este último estudio sobre Casta queremos resaltar dos aspectos que creemos
relevantes y correlativos con el tiempo y los materiales etnográficos:
Primero, según los ritos y mitos registrados por Ávila, existe el ordenamiento
cronológico de la historia de la región cisandina de Huarochirí con relación a la lucha y
superposición de los dioses locales y regionales, y porla legitimidad del territorio (con-
quista y colonización). Asi, el antiguo dios invasor Wal/allo Qarwancho fue expulsado
de la cuenca sagrada de Huarochirí por el onmipotente Pariaqaqa hacia la región de los
Hatun Xauxas y de los Wankas, allí se transformó en uno de los nevados del complejo
Waytapallana. Actualmente, Waytapallana (en la Cordillera Central) es el principal
5 Texto quechua traducido por J.M. Arguedas: Dioses y Hombres de Huarochirí (1966) y por Gerald
Taylor como Ritos y tradiciones de Huarochirí del siglo XVll (1987, 1999).
6 En la revista Inca, vol. 1, W II de 1923. Se describe [a configuración geográfica, los restos arqueológicos,
la organización social y el pensamiento religioso (ritos y mitos) de San Pedro de Casta con relación a la
Fiesta del Agua y a la historia del mundo imaginario del sitio arqueológico de Markawasi, asociado a los
dioses andinos prehispánicos y contemporáneos.
7 Su testículo fue escondido en la cueva por su contrincante Wampu y este «(dídimOl) fue muy codiciado y
buscado por los «yachib) (curanderos o sacerdotes andinos) por tener ((propiedades mágicas o maravi-
llosas de las Wakam y también por los dioses menores o por los hombres para darles fuerza y poder;
señala que la «desaparición de Wallallo fue la ruina de todos sus súbditos; las tierras
se hicieron estériles» y todo desapareció por la rapacidad de «WampU». De ahí,
todavía «se presenta Wallallo anualmente para animar las sementeras, viene
del Ko[{ao sólo por corto tiempo, y es gracias a sus ansiadas visitas que germi-
nan y crecen las sementeras; que cae las lluvias y que todos los campos se
fertilizan» (Idem: 517).
Estos datos evidencian la vigencia de los dioses andinos precolombinos con distin-
tos nombres y con las mismas funciones o afines, como afirma Tello, que en el «mun-
do mitológico de los antiguos, todos los cerros fueron residencias de dioses» y ahora
siguen protegiendo a los pueblos, castigando o beneficiando con la multiplicación de
los ganados, fertilizando las chacras y enfermando o curando a los hombres, según la
práctica del culto (fiesta del agua) y la recordación con la comida de los dioses (con l.
ofrenda o el pagapu).
Y aún más, según la comunicación personal del antropólogo Francisco Peña,
los campesinos de los centros poblados de la cuenca de Casta, aÚn desarrollan el
rito de propiciación para la lluvia; para ello, una comisión de ancianos, los más
aunque fue hallado por el HYachik del Titikakm). Por eso se cree que por este poder se «enriqueció la
región de Wampw), ya que con tener ese preciado testículo, se propicia (<abundantes cosechas de maíz,
papas, kinuas, okas. y todos los productos alimenticios que ofrece la tierra».
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sabios depositarios de la antigua tradición, viaja en secreto al litoral de Lima para
recoger las aguas desde el fondo de Lamarqocha o Qochamama (la Madre Mar o
Madre Laguna) en un recipiente muy especial (barril de madera) y lo trasladan
también confidencialmente hasta la cima de la cumbre más alta de la jurisdicción
(que puede ser el cerro Soqtakuri u otro), donde es depositada como una ofrenda
singular para el dios de los cerros (Aukillos o Mallkos), con previa invocaCIón y
plegaria para la lluvia.
Según nos reafirma nuestro interlocutor, como parte de esta cultma, dicho
líquido salado se gasifica por la acción de la intemperie (calor del sol en la altura
y viento húmedo que asciende del litoral), convirtiéndose en las nubes de lluvia y,
efectivamente, llueve para esa fecha como efecto del rito de propiciación. Aun-
que dicha lluvia puede c'onvertirse en una fuerte tempestad aluviónica que podría
ocasionar desastres, en el caso de no controlarse el tapón del pico del recipiente.
Es decir, previenen que la gasificación del líquido debe salir del barril en forma
controlada, para que la lluvia también sea controlada a las exigencias del tiempo y
de la siembra. Esta manifestación es una formidable pista para seguir con otro
estudio religioso más sistemático, para comprender que la cultura religiosa andina
es (<un patrimonio dificil de colonizar» (Arguedas; 1981), como lo es en toda socie-
dad de economía agraria.
Julio C. Tello, con el estudio del pensamiento religioso de San Pedro de Casta hizo
el esfuerzo de mostramos la necesidad de integrar las preocupaciones antropológicas,
arqueológicas e históricas para entender la SOCIedad andina de nuestro tiempo en su
dimensión real. Por eso, logró plasmar la interdependencia de las tres disciplinas y
muy especialmente de las dos primeras, así como cuando surgieron y formaron parte
de la nueva ciencia antropológica. Su condición de andino y antropólogo le facilitó
usar y comprender tanto la etnografia de los cronistas en asociación con el pensa-
miento religioso andino de su tiempo, como de los dioses del mundo andino registrados
por Guamán Poma, Joan Santa Cruz Pachacutic Salcamayta, Inca Garcilaso y de
otros cronistas hispanos, así como de la administración religiosa (documentos de la
inquisición y de la extirpación de las idolatrías), con relación al proceso de la conquista
y expansión colonial.
De la misma forma, fundó la revista Inca, órgano del Museo de Arqueología de la
UNMSM, una publicación trímestral de los estudios antropológicos y arqueológicos,
con la clara finalidad y preocupación de publicar el resultado de los diversos estudios
sobre la población andina, como nos muestra la relación siguiente del contenido de los
cuatro números del primer volumen que salió durante el año de 1923:
N° 1: ENERO-MARZO
o Pedro E: Villar Córdoba: Las ruinas de la provincia de Canta
N° 2: ABRIL-JUNIO
oJ. Frisancho: La propiedad agraria y el caciquismo
oR. Camón: La mujer y el niño en el antiguo Perú
oE. Soler: Viaje arqueológico en Perú y Bolivia
o lP. Aza: Machiguenga
oJ.D. Ancharen.: K'iop.la
oC. Díaz: Kunibo
oF. Mostajo: Apuntes etnológicos
oVarios: Folklore: Zorro y Wachwa
oF.L. Herrera: Plantas y flores simbólicas de los Incas
oCarlos A. Romero: Festividades del tiempo heroico del Cuzco
oAnónimo: Tecnología Indígena
• Julio C. Tello y P. Miranda: Wallal/o
oEditor: Fonética de la lengua kechwa.
N° 3: JULIO-SETIEMBRE
oH. Kunike: El jaguar y la luna en la mitología de la altiplanicie andina
oC.A. Romero: ¿Quién fue el heredero legítimo de Manco?
oJulio C. Tello: Wzra Kocha (continuación)
• F.L. Herrera: Nomenclatura indígena de las plantas
• Anónimo: Tecnología indígena
• Anónimo: Idolatrias de los indios wankas
• Anónimo: La despoblación del Perú
oC.A. Romero: Breves apuntes sobre la perpetuidad de las encomiendas en el Perú
o P. de la Mata: Arte de la lengua cholona
oF. Mostajo: Apuntes etnológicos
N° 4: OCTUBRE-DICIEMBRE
o T.A. Joyle: Pakcha
oEditor: Colegios de caciques
oT. Mejía Xesspe: Costumbres indigenas (distrito Toro de la prov. Unión, Arequipa)
oM. Jiménez de la Espada: El cumpi-uncu hallado en Pachacamac
oGregario Cangas: Miscegenación étnica
Señor de Muruway de Tarma, Señor de Wayllay de Lircay, Señor de Maynay de Huanta, etc. Los cuatro
últimos santos patrones están emparentados al nivel de los «Hermanos CristO» y se distribuyen el
espacio de la sierra centro·sur andina formando una unidad cultural multirregional. Su organización
jerárquica de mayor a menor y su función de patrón tutelar como benefactor o severo sancionador de los
pueblos es semejante o se confunde con la organización jerárquica de los dioses andinos o de los apu
wamanis de Waytapallana, Wamanrasu, Rasuwillka y Qarwarasu.
FOTO 4: Las Wakas y los restos de la Iglesia en el sitio arqueológico del Bosque de
Piedras de Rumiwasi (Casas de Piedra) en Acobamba de Huancavelica.
ASTUHUAMÁN, César:
1998 «La ruta de los dioses y el adoratorio de Pariacaca», en Sequilao N° 12,Año VII.
FUENZAUDA, Fernando
1980 «Santiago y el Wamani: aspectos de un culto pagano en Moy,m. En Debotes N' 5,
PUCP, Lima.
PAREJA, Jessica
1m «Estudios arqueológicos en la comunidad de ChacHa)), En Rev. de Antropología
Runamanta N' 1, \JC'lFv, Lima.
MALINOWSKJ, B.
1%7 Una teoría científica de la cultura y otros ensayos. Edit. Sudamericana, Argentina.
MARTiNEZ, Gabriel
1989 Espacio y pensamiento. 1 Andes Meridionales. Hisbol, La Paz.
ORTIZ, Alejandro
1977 Huarochirí, cuatrocientos años después. puep, Lima.
'fELLO, Julio C.
1967 Páginas escogidas. UNMSM, Lima.
1923 RevistaInca, Vol. 1, W 1,2, 3 y4. Lima.
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