El abogado del siglo XXI
El abogado del siglo XXI
El abogado del siglo XXI
DOCTRINA
EL ABOGADO DEL SIGLO XXI
Por LOURDES MORENO LISO y M.ª TERESA VIÑUELAS ZAHINOS
Profesora Derecho Mercantil Universidad de Extremadura Abogada del Ilustre
Colegio Provincial de Abogados de Badajoz
o I. INTRODUCCIÓN
Pretendemos a través de este trabajo analizar los elementos que más han influido
en los últimos años en esta profesión, y de qué manera el abogado, como parte de
una sociedad en continua evolución, debe adaptarse a la nueva realidad.
Consideramos que el primer gran cambio lo conforma la nueva normativa destina-
da a facilitar el establecimiento de los abogados europeos en un Estado miembro
distinto a aquel que le habilitó como profesional. Intentaremos demostrar la espe-
cial relevancia de estas normas para los abogados transfronterizos, que pueden
rentabilizar las ventajas que ofrece el Mercado Único y el crecimiento constante
de las relaciones jurídico privadas transcomunitarias. Son ya innumerables los au-
tores que han comentado la problemática que, sin grandes pretensiones cuantitati-
vas, genera el ejercicio de las libertades comunitarias por parte de un profesional
del Derecho, tanto en su vertiente de libre circulación de trabajadores (abogados
por cuenta ajena) como de libre prestación de servicios y derecho de estableci-
miento (abogados en libre ejercicio), por lo que únicamente será objeto de estudio
el establecimiento directo del abogado comunitario sin necesidad de previo reco-
nocimiento ni realización de prueba de aptitud que habilita la Directiva 98/5 y el
Real Decreto 936/2001, y que analizaremos bajo el epígrafe II, «El abogado trans-
fronterizo» (1).
Pero no sólo el Derecho comunitario y la apertura de fronteras han incidido en
nuestra profesión de forma significativa en los últimos años. También la propia
economía de mercado ha replanteado algunos temas importantes de la organiza-
ción de la Abogacía: la globalización, el alto grado de especialización, la organi-
zación empresarial de los bufetes. A este respecto será objeto de análisis la recien-
te sentencia Nova del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas (TJCE)
de 19 de febrero de 2002, que permite prohibir la formación de despachos multi-
disciplinares entre abogados y auditores, y la influencia que dicha sentencia puede
tener en el nuevo Estatuto de la Abogacía española (2). La aplicación de las nor-
mas del derecho de la competencia junto con un incremento de la misma, la publi -
cidad, ciertas normas deontológicas puestas en entredicho en los últimos meses, la
introducción de las nuevas tecnologías en el mundo jurídico, la mayor liberaliza-
ción de la profesión, en definitiva, un sinfín de circunstancias, que estructurare-
mos bajo epígrafes singulares, pero interrelacionados.
Por ello conviene reflexionar en este momento, comprobar la capacidad de res-
puesta a los nuevos planteamientos laborales y sociales y, como colectivo integra-
do en la Sociedad, descubrir y promover nuevas orientaciones y caminos profesio-
nales para los abogados del siglo XXI.
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conocimiento ya podía ejercerse el derecho de establecimiento. El avance vino de
la mano de la Directiva 1989/48, con una idea principal, clara y sencilla: la pre-
sunción de que si una persona posee las cualificaciones necesarias en un Estado
miembro para ejercer una profesión determinada, debería estar facultada para ejer-
cer la misma profesión en toda la Comunidad (principio de confianza mutua) (7).
De todas formas no se hablaba de una confianza ciega, dado que puede que en
Medicina la hepatitis C se trate de forma similar en todos los Estados miembros,
pero en el campo jurídico un caso de divorcio puede tener un tratamiento diferente
según el país donde se presente la demanda.
En lo que a la profesión jurídica se refiere, por tanto, podía caber una excepción.
Si tras un examen detallado resultan diferencias fundamentales entre la educación
y la formación que se requiere en el Estado de acogida, podrán exigirse unos me-
canismos de compensación que consistirán bien en una prueba de aptitud, bien en
un periodo de prácticas o experiencia profesional complementaria (8). En este es-
tado de cosas, los abogados europeos que más problemas tenían para establecerse
en otro país comunitario eran los españoles, dadas las deficiencias formativas con
relación a sus colegas europeos (9). Se ha criticado, contundentemente y desde
distintas ópticas y posiciones, el acceso directo de los licenciados en Derecho es-
pañoles al Mundo Jurídico, por lo que no incidiremos al respecto (10); pero sí re-
cogemos el temor al fraude que muestran determinados Estados miembros, por la
facilidad con la que España capacita profesionalmente a sus licenciados en Dere-
cho, pudiendo ser utilizadas las universidades españolas como puente para ejercer,
con el título español y amparándose en la Directiva de establecimiento, en sus res-
pectivos Estados de origen (11).
La Unión Europea comprobó, sin embargo, que sólo algunos Estados autorizaban
el ejercicio permanente de la abogacía utilizando su título de origen y que los que
lo permitían contemplaban diversas modalidades, limitando, por ejemplo, el cam-
po de actividad, o permitiendo el ejercicio sin inscripción ante las autoridades
competentes. Todo ello desvirtuaba el sentido de armonización de la abogacía eu-
ropea, produciendo desigualdades y distorsiones de la competencia entre los abo-
gados, lo cual acarreaba graves obstáculos en la libre circulación. El TJCE jugó y
sigue jugando un papel importante en la armonización de la profesión, como gran
intérprete del derecho comunitario (12).
Del lado de los usuarios del Derecho también se presionaba. La creciente activi-
dad intracomunitaria de las empresas, el auge de la economía y el constante incre-
mento de las relaciones comerciales y personales exigían dar una respuesta rápida
no sólo a la litigiosidad, que se resolvía en los tribunales, sino al reclamo de las
empresas de un asesoramiento cualificado para las operaciones transfronterizas,
en las que a menudo se superponen el Derecho internacional, el comunitario y los
Derechos nacionales.
Nace, en este contexto, la Directiva 1998/5, de 16 de febrero, que enseguida anali-
zamos junto con su transposición a la normativa española (13).
2. Ejercicio permanente del abogado en un Estado miembro distinto de aquel en el que se ha-
ya obtenido sin necesidad de reconocimiento del mismo
En esencia lo que la Directiva 1998/5 persigue es que con el título profesional que
habilita para el ejercicio de la abogacía en cualquier Estado de la Unión Europea,
el profesional tenga la posibilidad de establecerse en otro Estado miembro desde
el primer momento sin necesidad de prueba de aptitud alguna, con la mera utiliza-
ción del título de origen. Y una vez que el profesional haya acumulado una expe-
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riencia de tres años en el derecho del Estado de acogida con su título de origen, se
posibilita la equiparación al profesional de dicho Estado. Tras ese período de tres
años de experiencia se presume, siempre atendiendo al número de casos y natura-
leza de los mismos, que ese profesional está preparado para obtener la licencia
profesional.
Esta posibilidad tan amplia fue bien acogida por los abogados extranjeros estable-
cidos en los lugares donde, por razones turísticas (casos de las Islas españolas,
Marbella...) o profesionales (Madrid y Barcelona, principalmente), residen nacio-
nales, personas físicas o jurídicas, de otros Estados miembros (14). Sin embargo,
los abogados transfronterizos, como los extremeños, la contemplaron con indife-
rencia, a pesar de que la población portuguesa que reside en Extremadura está cre-
ciendo cada año, lo cual puede justificar el establecimiento de abogados portugue-
ses en localidades extremeñas cercanas a la frontera, y viceversa. Son numerosas
las empresas extremeñas que han decido establecerse en Portugal, lo que puede
animar a abogados extremeños a abrir sucursales en Portugal (15).
La integración, por tanto, no es inmediata, sino progresiva: el profesional que de-
see ejercer en un Estado miembro distinto del propio que le capacitó deberá inscri-
birse previamente ante la autoridad competente, en nuestro caso ante el Colegio de
Abogados del domicilio profesional único o principal en el territorio español (16).
Además, el abogado, a pesar de que las normas que se examinan no son muy cla-
ras en su redacción, durante los tres años de equiparación debe estar colegiado en
la organización del Estado miembro de origen y en la del Estado de acogida. Y
ello se deduce de las formalidades que pueden exigirse para la inscripción en el
Estado de acogida; de la tramitación del expediente disciplinario, de tal forma que
si el Colegio de origen decide retirar al abogado la autorización para el ejercicio
profesional, también el Colegio de acogida, donde ejerce con su título de origen,
puede hacerlo; y del sometimiento a la normativa profesional y deontológica del
lugar de origen (17).
Para su inscripción el interesado deberá presentar, entre otros documentos, un cer-
tificado de la autoridad de origen que acredite que es un profesional de la Aboga-
cía. El certificado debe ser expedido en los tres meses anteriores a la solicitud y ha
de contener la correspondiente información disciplinaria, algo que añade la norma
española asimilándolo al certificado de penales que exige a los abogados españo-
les. A ello habría que sumar la traducción jurada al castellano del título y demás
documentos. El RD 936/2001, en su art. 7, instaura, tras la exigencia de una reso-
lución motivada sobre la inscripción, el silencio positivo, es decir, la admisión sin
motivar, si transcurren dos meses desde que el interesado presentó su solicitud, lo
que manifiesta la voluntad de facilitar el trabajo de los Colegios, que pueden aco-
gerse a la omisión, y la intención de que el ingreso de abogados comunitarios en
España sea prácticamente automático.
La doble colegiación no conlleva la doble deontología profesional, es decir, a pe-
sar de estar sometido a las normas de dos Colegios profesionales de distintos Esta-
dos miembros, el abogado migrante tendrá que aplicar las normas del Colegio del
territorio donde ejerza, sin que su Colegio de origen pueda sancionarle por aplicar
pautas de conducta permitidas que están en conflicto con las propias. Por ejemplo,
las normas de publicidad que siguen los abogados españoles son más restrictivas
que las que se contemplan en los estatutos de otros letrados europeos, por lo que
el establecimiento de un abogado español en París podría permitir una oferta pu-
blicitaria más amplia que la realizada en España.
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Volviendo al procedimiento de inserción del abogado migrante, los Colegios de
Abogados deberán llevar un Registro independiente de profesionales inscritos con
su título de origen, y en el plazo de quince días, desde que se realizó la inscrip-
ción, han de comunicar tal hecho al Consejo General de la Abogacía Española, pa-
ra que éste informe a la autoridad competente de origen y al Ministerio de Justicia
(18). Se resuelve así el problema del idioma (cada Consejo General parece que co-
rrerá con los gastos de traducción de las informaciones que reciba) y de garantizar
la seguridad de las comunicaciones. Porque si nuestra lengua nacional es fácil-
mente legible por ejemplo en Portugal, y las comunicaciones jurídicas entre Espa-
ña y Portugal son cada vez más fluidas, el obstáculo se agranda cuando hablamos
del griego, el austríaco... La comunicación entre Colegios, bien de forma directa o
indirecta, a través del CGAE, se revela fundamental cuando se trate de perseguir
fraudes a las normas objeto de estudio; tal pudiera ser el caso de un abogado que,
una vez que la organización del colegio de acogida haya comunicado la inscrip-
ción a la autoridad competente de su Estado de origen, cause baja en esta última
(19).
En Portugal, la transposición de la Directiva 98/5 se ha realizado a través de la
modificación del propio Estatudo da Ordem dos Advogados de 1984. La Ley
80/2001, de 20 de julio re-elabora el art. 173 del Estatuto para acomodar en su
profesión a los abogados provenientes de la UE. Los requisitos de acceso vienen
desarrollados en el «Regulamento de registo e inscrição dos advogados prove-
nientes de outros Estados membros da União Europeia». El abogado español que
se inscriba en la Ordem dos advogados, Conselho distrital de Evora (Portugal),
por ejemplo, tendrá que presentar, además del título de abogado previamente tra-
ducido al portugués, una fotocopia del DNI o pasaporte, un certificado de naci-
miento, otro de estar colegiado, certificado de penales y una declaración jurada de
no estar incurso en causa de incompatibilidad para el ejercicio de la profesión. La
norma portuguesa ofrece al interesado, al solicitar la inscripción, la elección entre
una prueba de aptitud (20) o demostrar un periodo de ejercicio de la abogacía co-
mo actividad profesional principal, con su propio título, durante tres años (21). Es
decir, regula en una misma norma, el derecho de establecimiento siguiendo, por
un lado, la vía de la Directiva general de reconocimiento de títulos (Directiva
1989/48) o, por otro, la vía de la Directiva 98/5, lo cual permite un mejor conoci-
miento general del contenido de esta libertad.
Si se prefiriera la opción de la prueba de aptitud, un «relator» o ponente nombra-
do por el presidente del Conselho distrital designará día y hora para la realización
de las pruebas, que serán evaluadas por un jurado formado por cinco abogados
con más de 10 años de inscripción, nombrados por el Conselho geral, siendo uno
de ellos el bastonario (decano de todos los abogados portugueses) o persona en
quien delegue. El Consejo General podrá nombrar a jueces y profesores de facul-
tades de Derecho de Portugal como miembros de este jurado, pero la proporción
de abogados será siempre superior (22). El examen de aptitud se compone de una
prueba escrita y otra oral. Ambas pruebas versarán sobre las siguientes materias
de Derecho portugués:
-- Derecho civil y procesal civil;
-- Derecho penal y procesal penal;
-- Organización judicial;
-- Derecho mercantil o Derecho administrativo, a elección del candidato, y
-- Deontología profesional.
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A pesar de que Portugal es un Estado mucho más centralizado que España, nos
sorprende que esta prueba de aptitud se realice en los Conselhos distritales de la
Ordem de Advogados, a diferencia de España, donde las pruebas se realizan en
Madrid.
Si el candidato no supera la prueba escrita, no podrá realizar la prueba oral; si
aprueba la escrita pero no realiza correctamente la oral, tampoco será inscrito. En
ambos casos se suspende el proceso de inscripción pero podrá volver a solicitarlo
pasados seis meses y actualizando los documentos requeridos para su inscripción.
En el supuesto de que se superen ambos exámenes, el abogado podrá ser inscrito
con el mismo tratamiento que un abogado portugués.
Para poder ejercer el derecho de establecimiento en Portugal, el abogado tendrá
que mantener un despacho estable y permanente en dicho territorio, lo cual tampo-
co requiere de grandes inversiones iniciales, pudiendo compartir gastos, incluso,
con el abogado portugués con quien trabaje en concierto (23).
Puede ser que el abogado español prefiera ejercer la abogacía en Portugal utilizan-
do su propio título. En tal caso debe manifestarlo en el escrito de solicitud de ins-
cripción, y se le dispensa de la prueba de aptitud. La valoración de este periodo de
rodaje se hará en función del número de procesos de Derecho portugués o Dere-
cho comunitario que realice. El relator o ponente del proceso de inscripción podrá
pedir aclaraciones sobre las actuaciones desarrolladas, cursos o seminarios en ma-
teria de Derecho portugués, y podrá convocar al candidato para una entrevista en
lengua portuguesa donde se compruebe su dominio sobre el Derecho interno o el
comunitario.
Una vez registrado, el profesional migrante se asimila al local. No se trata de una
equiparación en plano de igualdad, pero casi. Desde ese momento se someterá a
todos los deberes, obligaciones, prohibiciones e incompatibilidades que el aboga-
do local, y disfrutará de los mismos derechos, en especial del derecho de voto en
las elecciones a Junta de Gobierno del Colegio de abogados donde se encuentre
inscrito (24). Sin embargo, nada se expresa en la normativa española de la posibi-
lidad del ejercicio del derecho de voto pasivo, o derecho a ser elegido como
miembro de la Junta del Colegio. Es un problema que podría plantearse en un fu-
turo, sobre todo en zonas turísticas, donde los titulares alemanes de propiedades
inmobiliarias se incrementan cada año, y el establecimiento de un buen número de
abogados procedentes de ese Estado puede llegar a provocar el interés por partici-
par en la gestión colegial (25). En nuestra opinión, habría que contemplar esta po-
sibilidad en los Estatutos de los Colegios, que son quienes tienen potestad de auto-
rregulación. En el caso de que se limitara al abogado comunitario el ejercicio del
derecho de sufragio pasivo, el profesional podría alegar, por analogía, las Directi-
vas que regulan la ciudadanía europea, y que permiten a los residentes comunita-
rios votar y ser elegidos en las elecciones locales y municipales (26). Tampoco se
le podría oponer esta opción en virtud de la excepción del art. 45 del TUE, que ex-
cluye del ámbito del derecho de establecimiento aquellas actividades que impli-
quen el ejercicio de la autoridad pública (27). Sin embargo y a pesar de todo lo an-
terior, consideramos que el derecho al sufragio pasivo en las instituciones colegia-
les, aunque no se recoja expresamente en el Real Decreto 936/2001, parece estar
amparado por el Estatuto General de la Abogacía Española (28). Más explícito al
respecto es el Estatuto de la Abogacía portuguesa, que menciona expresamente
que los abogados de la Unión Europea establecidos y registrados en Portugal ele-
girán, de entre sí, a un representante al Consejo General de Abogados portugue-
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ses. Por tanto les concede, desde su máxima norma profesional, un puesto de re-
presentación colectiva (29).
Una vez inscritos en un Colegio de Abogados español, los abogados migrantes
tienen obligación especial de ejercer la profesión con mención expresa de que su
título no es el nacional, indicando la procedencia del mismo, y en ningún caso
pueden utilizar bajo su nombre la denominación «abogado», expresada en cual-
quiera de las lenguas oficiales de España (30). Si se tratase de un abogado del
Reino Unido, deberá expresar su nacionalidad, dado que la terminología que utili-
zan sus profesionales, barrister o solicitor, es la misma que la de Irlanda y podría
inducir a error, inseguridad jurídica y confusión en el consumidor de servicios ju-
rídicos. Lo mismo ocurre con el nombre de la profesión en Bélgica, Francia y Lu-
xemburgo (Avocat), en Bélgica, Alemania y Austria (Rechtsanwalt) y en Dina-
marca, Finlandia y Suecia (Advokat). Se trata, además, de zonas limítrofes donde
la circulación del abogado es más probable.
El abogado migrante, además, deberá cumplir con la obligación de asegurar los
posibles daños que cause en el ejercicio de su actividad, de ahí que el art. 13 del
Real Decreto le exija contratar un seguro de responsabilidad profesional si no está
cubierto, o lo está parcialmente, por un seguro en su Estado de origen.
¿Puede un abogado nacional de otro Estado comunitario inscrito en un Colegio
profesional español desempeñar las mismas actividades profesionales que los abo-
gados españoles? La respuesta que dan los arts. 5 de la Directiva y 11 del Real
Decreto es positiva, pero con limitaciones. Durante esos tres años que permanezca
como abogado inscrito, podrá prestar asesoramiento jurídico en materia de Dere-
cho de su Estado, en Derecho comunitario, internacional e incluso español, pero
en lo referido a las actividades de defensa ante Juzgados y Tribunales, asistencia,
comunicación y visitas con detenidos y presos, deberá actuar concertadamente con
un abogado colegiado en un Colegio español. Se vuelve al concepto de la Directi-
va del 77 sobre libre prestación de servicios, que establecía la necesidad de con-
cierto con un abogado local cuando se actuara ante tribunales. El Real Decreto,
con buen criterio, dada la eliminación del principio de territorialidad y puesto que
los abogados españoles pueden actuar ante cualquier órgano jurisdiccional o ad-
ministrativo español sin necesidad de previa colegiación en la circunscripción del
tribunal donde se vaya a actuar, hace referencia al concierto con un letrado espa-
ñol, sea local o no. Lo más útil sería poder contar con un abogado de enlace en ca-
da Estado de la Unión Europea, opción que se ajusta más a grandes despachos, y
que referido a la abogacía en zonas rurales nos debe animar al concierto particular
con colegas europeos transfronterizos. El Consejo de Colegios de Abogados de la
Unión Europea dispone en su página web de un buscador europeo de abogados,
que da acceso a los Consejos Generales de los 15 Estados de la UE, los tres del
EEE y 11 del resto de Europa (31). Desde sus páginas puede consultarse una am-
plia base de datos con las referencias principales de muchos abogados y sus zonas
de actuación. Si la colaboración se prevé duradera, lo más útil sería la constitución
de una Agrupación europea de interés económico.
La concertación durante los tres primeros años es precisa incluso si la interven-
ción de abogado en el proceso es potestativa y el cliente opta por defenderse con
asistencia letrada.
La limitación más tajante para los abogados inscritos hasta su total asimilación a
los letrados españoles transcurridos los tres años necesarios, la encontramos en la
prohibición de incorporación a las listas del Turno de Oficio y de ejercer activida-
des que, aunque estén autorizados para realizarlas en su país de origen, la ley es -
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pañola las reserve a otros profesionales, como pudiera ser actividades de notarios,
auditores... Con relación a la primera de las limitaciones, tiene en parte su lógica
por el principio general del Derecho comunitario de prohibición de discriminación
por razón de la nacionalidad y ello por coincidencia del periodo de experiencia
exigido a los letrados españoles para el acceso al Turno de Oficio. Lo que no tiene
sentido es que se permita la concertación con un abogado español para las mismas
actividades que se realizan en el Turno de Oficio (actuación ante Tribunales, asis-
tencia, visitas a detenidos) en régimen, incluso, de libre prestación de servicios, y
se les niegue el acceso al mismo a los que pretenden un establecimiento continua-
do. Es la misma contradicción que se encuentran los letrados españoles que co-
mienzan, que pueden actuar ante cualquier tribunal pero hasta que transcurran tres
años no pueden acceder al Turno de Oficio.
Transcurridos los mencionados tres años como abogado inscrito, la integración,
previa solicitud del interesado, entra en su recta final. Junto con la solicitud de in-
corporación de pleno derecho al Colegio de Abogados, se acompañarán documen-
tos e informaciones que demuestren el trabajo realizado, especialmente, en Dere-
cho español (cursos recibidos, asuntos que haya tratado, intervenciones concerta-
das ante Tribunales...). Si, a juicio del Colegio, no quedara suficientemente acredi-
tada una actividad efectiva y regular en España, se le podrá exigir el sometimiento
a una entrevista personal en la sede colegial. En cualquier caso la decisión dene-
gatoria es susceptible de recurso colegial y jurisdiccional (32).
Por otro lado, siempre queda la opción que concede la Directiva general de reco-
nocimiento de títulos, Directiva 48/89, de concurrir a la prueba de aptitud que
convoca el Consejo General de la Abogacía con carácter anual.
A modo de conclusión, los Colegios profesionales van a tener un papel protago-
nista en lo referente al ejercicio, integración progresiva y control de las liberta-
des comunitarias. Para ello será preciso, con la ayuda de las nuevas tecnologías
(una Intranet, una base de datos especializada...), una buena comunicación con
los Colegios de Abogados comunitarios más próximos y una correcta llevanza del
Registro de Abogados inscritos. En su adaptación al nuevo Estatuto General de la
Abogacía Española (EGAE), los Colegios Profesionales deberán recoger el dere-
cho positivo que incorpora el RD 936/2001 y facilitar una verdadera integración
a los abogados migrantes, en especial lo referente al derecho de sufragio activo y
pasivo en los órganos colegiales.
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Derecho civil, normalmente con la celebración de contratos de arrendamiento de
servicios (35). El carácter laboral también es destacado por la jurisprudencia, a
través del extinto Tribunal Central de Trabajo, quien señala que «el ejercicio de
una profesión liberal no excluye por sí solo la existencia de un contrato de trabajo,
si en el vínculo contractual habido entre las partes se dan las notas... que configu-
ran la relación labo-
ral» (36). De este modo, aunque un abogado sea contratado por un bufete o una
empresa, deberá estar en posesión de un título académico y profesional --este últi-
mo controlado--, tendrá que respetar las normas disciplinarias y deontológicas, y
la relación con el cliente será directa, con la responsabilidad profesional que de
ello deriva y la consiguiente obligación de guardar secreto profesional.
Es por ello que en el abogado que presta sus servicios profesionales en un bufete
el concepto laboral de trabajador por cuenta ajena y trabajo dependiente puede
quebrarse, y determinar bien «la atenuación o relajación de la dependencia», bien
«la reducción de la misma a las circunstancias del acto de trabajo (pero no a su
contenido)» (37). Y ello es así porque, aun cuando su relación laboral sea la de
trabajador por cuenta ajena, el profesional es el último responsable de su trabajo
ante el cliente. Dicho aspecto también es destacado por la jurisprudencia del Tri-
bunal Supremo que ha señalado que «dado que el servicio prestado en profesiones
que requieren una titulación superior, ha de desarrollarse... por el profesional de
acuerdo con sus conocimientos sin tolerar injerencias injustificadas, resultando la
dependencia... entre otras manifestaciones, por la realización de los trabajos para
los que se le requiere, por los tiempos fijados para llevarlos a efecto, por la presta-
ción de sus servicios en las dependencias de la empresa» (38).
Y es que aunque un abogado forme parte de un despacho colectivo, a quien se le
habilita para el ejercicio de la abogacía es al abogado individual y no al bufete,
que es quien goza de la representación procesal (39), ya que la razón de ser de los
despachos colectivos es otra: captación de clientela, ofrecer mejores servicios...
(40).
En caso de la existencia de una relación laboral en el seno de un despacho colecti-
vo, hay un dato que nunca se debe olvidar por encontrarnos ante una actividad
profesional: la libertad e independencia en el desarrollo de la misma. Por tanto la
cabeza visible del despacho colectivo, exista una relación laboral o no, tiene como
fin orientar, dirigir y supervisar los asuntos pero en ningún caso a costa de la li-
bertad e independencia individual de cada profesional de ese despacho colectivo
(41).
Lo expuesto anteriormente es básicamente la teoría de las relaciones laborales en
el seno de un despacho colectivo, pero para el abogado que comienza su andadura
profesional la distancia entre la realidad y la teoría es grande. El trabajo de un pa-
sante, salvo excepciones, aunque cumpla las características de una relación laboral
de ajenidad y dependencia, no se formaliza a través de contrato alguno y la contra-
prestación económica es ínfima, incluso por debajo del salario mínimo interprofe-
sional, en caso de que exista. Este hecho, reconocido por el propio Presidente del
Consejo General de la Abogacía española genera abusos en perjuicio siempre del
débil (42). Es evidente que en estos casos al no existir relación laboral, salvo que
se demuestre en los tribunales, no es posible su regulación a través de un Conve-
nio Colectivo (43). Por tanto, consideramos desde este foro que la solución la
constituiría la regulación de la pasantía por parte del Ministerio de Justicia, y en
su defecto y a la espera de la ansiada regulación el Consejo General de la Aboga-
cía como órgano representativo de los abogados, recomendar la regulación de la
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misma, con los derechos y obligaciones del abogado y pasante, aunque siempre a
modo de recomendación y sin vinculación jurídica alguna, lo que hace dudar de su
eficacia.
Otro problema importante en las relaciones laborales y que afecta principalmente
a los abogados pasantes es su desubicación. Es muy habitual que el abogado pa-
sante realice funciones de secretaría y en realidad del abogado que depende recibe
poca formación práctica. Volvemos de nuevo a buscar la misma solución al pro-
blema: la regulación de la pasantía, lo que permitiría a los Colegios profesionales
controlar y exigir dicha formación al abogado pasante.
También el propio abogado puede mejorar su situación profesional, a través de la
formación y especialización en materias que consideramos constituyen yacimien-
tos de empleo. Ya se abordó en el primer epígrafe de este trabajo la importancia
del gran mercado abierto al oeste de España. Insistimos de nuevo en esta idea, y
sobre todo para los profesionales que comienzan consideramos que es un campo
abierto sin profesionales suficientemente preparados. Para ello resulta importante
el aprendizaje tanto del Derecho del país vecino como del lenguaje jurídico portu-
gués.
En resumen, además del trabajo por cuenta ajena, dos son las vías en que puede
discurrir la actividad profesional:, a través de un contrato de trabajo, o una rela-
ción civil. En caso de la existencia de una relación laboral en el seno de un des-
pacho colectivo, hay un dato que nunca se debe olvidar por encontrarnos ante
una actividad profesional: la libertad e independencia en el desarrollo de la mis-
ma. Los abusos existentes en las relaciones laborales en el seno de los despachos
colectivos, sobre todo en los abogados que inician su andadura profesional, se
podrían mitigar con una adecuada regulación de la pasantía por parte del Minis-
terio, y en su defecto y a la espera de la ansiada regulación, el Consejo General
de la Abogacía, como órgano representativo de los abogados, debería a modo de
circular regular las relaciones entre abogado y pasante, aunque siempre a modo
de recomendación y sin vinculación jurídica alguna, lo que nos hace dudar de su
eficacia. También el propio abogado puede mejorar su situación profesional, a
través de la formación y especialización en materias que consideramos constitu-
yen yacimientos de empleo, como el Derecho portugués, el arbitraje y las nuevas
tecnologías.
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das en un sentido mercantil. Entre otras cuestiones por la laguna o vacío normati-
vo existente respecto al ejercicio en grupo de la profesión y la negativa de la Di-
rección General de los Registros y Notariados a inscribir sociedades profesionales.
Fue muy comentada la RDGRN de 2 de mayo de 1986, que admitía la inscripción
de una empresa de profesionales liberales pero alegando que se trataba de una so-
ciedad de intermediación, no de una verdadera sociedad profesional (45). Esta in-
terpretación generó la práctica entre los profesionales liberales de camuflar la
cláusula estatutaria que recoge el objeto social de la empresa bajo la etiqueta de
«asesoría», «consulting» o similar (46). Hoy en día ya están generalmente admiti-
das en todos los Estados miembros las Sociedades mercantiles como formas de or-
ganizar la profesión.
Los abogados, especialmente los jóvenes, suelen agruparse en despachos profesio-
nales, de forma que ponen en común y comparten medios materiales y/o persona-
les para el ejercicio individual de la profesión, pero no se produce el salto a la
constitución como empresa mercantil. ¿Dónde está el problema?
Parece innegable que la organización empresarial de un despacho de abogados só-
lo puede conllevar ventajas:
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abogacía y la auditoría pueden ser ámbitos complementarios, dado que las presta-
ciones jurídicas, en especial en Derecho mercantil, necesitan cada vez más la in-
tervención de expertos en contabilidad, fiscalidad, organización y reestructuración
de empresas o el asesoramiento en dirección y gestión de empresas (49). Una co-
laboración integrada permite responder mejor a las necesidades de los clientes que
trabajan en un contexto económico y jurídico cada vez más complejo e internacio-
nal. Sin embargo la organización de ambas profesiones dista mucho de poderse
acoplar a fórmulas de colaboración asociada: el mercado de los auditores está alta-
mente concentrado en pocas empresas, mientras que la abogacía se estructura con
un marcado carácter descentralizado, aprovechando las economías de escala y res-
petando la prohibición de los conflictos de intereses a que están sujetos los aboga-
dos en todos los Estados miembros. Pero es que además, el abogado se encuentra
en una situación de independencia y debe garantizar que todas las decisiones que
adopte en un determinado asunto responden al interés exclusivo de su cliente; en
cambio, el auditor realiza una actividad de «control», de manera que puede dar a
conocer a terceros su informe personal sobre la fiabilidad de la contabilidad de sus
clientes, puesto que no está sujeto al secreto profesional (50). EL TJCE admite la
prohibición de colaboración integrada que marcaba el Consejo General de la Abo-
gacía de los Países Bajos con base en el respeto a los principios deontológicos de
esta profesión, en especial la salvaguarda del secreto profesional y la independen-
cia de la defensa del cliente. En este mismo sentido, aunque con una fórmula más
abierta en su redacción, se adoptó el art. 28 del EGAE (51).
Otra respuesta, quizás más aproximada, dado el cúmulo de factores que pueden
inclinar a un abogado en su decisión de constituir una sociedad entre profesionales
o una Sociedad profesional propiamente dicha, la localizamos en la legislación
fiscal. Las empresas que tributan en el régimen de transparencia fiscal tienen una
base imponible del 35% en el impuesto de la Renta. Se trata de un tipo fijo, no va-
riable en función al volumen de actividad; por tanto a un grupo de abogados le in-
teresará elegir un determinado tipo social si su nivel de ingresos le obliga a contri-
buir en un mayor tanto por ciento manteniendo su status de profesional indepen-
diente.
El despacho caracterizado por un abogado que lo hace casi todo (gestión, comer-
cialidad, administración, cobro, archivo, etc...) y que llega con calidad mermada
también a casi todo, tiene sus días contados. El abogado del nuevo siglo ha de ma-
nejar con soltura las nuevas tecnologías, aprovecharse de la sociedad de la infor-
mación y mantenerse, ahora más que nunca, permanentemente actualizado tanto
en legislación como en jurisprudencia. El cliente, además de justicia, exige cali-
dad en la dirección de sus intereses jurídicos, y ello requiere estudio, especializa-
ción y una alianza con el enemigo invisible, el Tiempo. Una visión empresarial
del despacho que empieza a imponerse con fuerza. De ello también tiene que dar-
se cuenta la Administración, que de forma sistemática excluye a las profesiones li-
berales del régimen de ayudas y subvenciones a la constitución de pymes, coope-
rativas, sociedades laborales... Parece que entienden que a los abogados no nos
cuesta, o nos cuesta menos, iniciar la actividad, o que las inversiones a realizar se
agotan en la formación universitaria del profesional. Utilizamos este foro para de-
mandar la aplicación del principio de igualdad sin restricciones. Tan empresa es
una cooperativa textil como una sociedad limitada laboral constituida por aboga-
dos que así se autoemplean.
Las ventajas de las sociedades multiprofesionales, constituidas por titulados de
distinta formación, pueden localizarse en los siguientes puntos:
12
-- El alto grado de especialización y división del trabajo conlleva la necesidad de
recurrir a otros profesionales más adecuados que colaboran en la resolución de los
asuntos.
-- Un uso eficiente de la información sobre el cliente y el asunto que presenta obli-
ga a menudo a buscar otras fuentes de información. Si el abogado trabaja en equi-
po con otros profesionales podrá disponer de un conocimiento global, podrá ofre-
cer una respuesta más certera al problema, reducirá costes de subcontratación y
mejorará sensiblemente el servicio profesional.
-- Al cliente también le resulta más ventajoso porque se reduce el reenvío a otros
profesionales, y finalmente,
-- Se incrementa la reputación de la Sociedad (marketing jurídico).
Una de las formas jurídicas más apropiadas para el ejercicio en grupo con otros
profesionales es la Agrupación de Interés Económico, dado el carácter auxiliar de
la misma (52). No obstante, este tipo de sociedades presentan todavía algunos va-
cíos legales que habrá que contemplar; por ejemplo, qué colegio profesional ejer-
cerá el control de la sociedad multidisciplinar, en qué Colegio se inscribe la em-
presa, qué tipo de control se le aplica, cómo se resuelven los problemas de compa-
tibilización de las normas deontológicas, si se admite o no la pertenencia como
miembros de la sociedad a profesionales sin obligación de colegiación, etc.
La utilización de Internet en la abogacía también ha influido significativamente en
la imagen profesional del despacho jurídico. La forma de publicitar los servicios
que realizan los abogados está cambiando. Incluso algún Colegio (53) está llevan-
do a cabo actividades formativas de marketing jurídico, lo que demuestra el «cam-
bio de imagen» que está experimentando la abogacía española, más profesionali-
zada, más acorde con la nueva sociedad. Aún son pocos los que aplican técnicas
de marketing jurídico, tales como análisis de mercado, la diferenciación positiva
del despacho frente a la competencia, cómo conseguir más clientes y cómo dar un
mejor servicio para conservar a los clientes actuales, el fortalecimiento de la ima-
gen del despacho o del abogado, diversificación de materias, objetivos mercado-
técnicos, análisis beneficios/estrategias... Marketing, por supuesto, en el marco de
la ética y la deontología. Sí, algo que suena muy empresarial, poco acorde con el
carácter tradicional de nuestra profesión, pero fundamental para aprovechar la
condición de abogados transfronterizos. Españoles y portugueses estamos dejando
de darnos la espalda; abogados y nuevas tecnologías deben hacer lo mismo.
Por todo ello, destacamos que el abogado del siglo XXI ha de actualizar su ima-
gen y la mejor forma de hacerlo es trabajando en grupo, dotar al despacho de
una organización empresarial y colaborar codo con codo con profesionales de
otros campos, ofreciendo al cliente una respuesta global en la defensa de sus inte-
reses. Para esta reestructuración es necesario contar con los avances informáti-
cos, lo cual exige inversiones que, al igual que ocurre en empresas de otros secto-
res, deberían estar incluidas en las ayudas y subvenciones públicas.
La investigación jurídica no salva vidas, pero sí contribuye a mejorarlas. Como
botón de muestra sirvan estas nuevas perspectivas que se ofrecen en la organiza-
ción del trabajo de los abogados.
o V. ANEXO BIBLIOGRAFICO
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1998.
(1) Vid. anexo bibliográfico, con una selección actualizada de lecturas imprescin-
dibles para el análisis del tema.
(2) En palabras de D. Carlos Carnicer, actual presidente del Consejo General de la
Abogacía Española realizadas el pasado 13 de marzo, «La noticia de la sentencia
del Tribunal de Luxemburgo, en el caso Nova, tiene un profundo calado porque el
año pasado se aprobó el Estatuto General de la Abogacía --que llevaba muchísi-
mos años esperando a ser aprobado-- precisamente porque una de las cuestiones
que se discutía era la incompatibilidad absoluta, desde el principio, entre ambas
profesiones. Pero es verdad que se estaban desarrollando determinadas presiones
por parte de las compañías de auditoría, sobre todo las más grandes. Y es cierto
que, animados de la mejor voluntad, estuvimos analizando la posibilidad de inten-
tar conjugar los intereses de los ciudadanos que buscan servicios multidisciplina-
res. En esa buena voluntad y ánimo de encontrar alguna fórmula estuvimos para
facilitar a los ciudadanos servicios multidisciplinares lo más amplios posible. En
el Estatuto se prohibió la existencia de sociedades asesoras legales y sociedades
auditoras que tuviesen el mismo accionariado. Pero esa idea del Estatuto recién
aprobado habrá que revisarla porque con esta sentencia se ratifica que los intere-
ses de todo tipo, y sobre todo los económicos, han de quedar completamente sepa-
rados».
(3) ABELLAN HONRUBIA, V., «La libre circulación de profesionales liberales
en la CEE», en Gaceta Jurídica de la CEE, D-9, 1988, pág. 204, y OLESTI RA-
18
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celona, 1994, págs. 85 y ss. MONTOYA MELGAR, A. y GALIANA MORENO,
J. M. y otros, Derecho Social Europeo, 2.ª ed., Tecnos, Madrid, 1999, pág. 133.
(4) Directiva 1977/249 del Consejo, de 22 de marzo de 1977, dirigida a facilitar el
ejercicio efectivo de la libre prestación de servicios por los abogados. DOCE L 78
de 26 de marzo (EE 06 V1, pág. 224).
(5) Sobre esta cuestión véase, APRELL LASAGABASTER, M. C., «Libre presta-
ción de servicios por los abogados. Regla de exclusividad territorial (Comentario
a la Sentencia del TCJE de 25 de febrero de 1988, causa 427/85)», en Revista de
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circulación de abogados en la CEE», en Noticias/CEE, núm. 53, 1989, págs. 162-
167.
(6) STJCE Comisión contra República Italiana, de 7 de marzo de 2002, asunto C-
145/99.
(7) Directiva 1989/48 de 21 de diciembre de 1998, relativa al reconocimiento de
títulos de enseñanza superior que sancionan formaciones de un mínimo de tres
años. DOCE L 19 de 24 de enero de 1989.
(8) Dinamarca es el único Estado que ha optado por el período de prácticas y ello
porque la prueba de aptitud se trata de una prueba más rigurosa que el período de
prácticas y constituye «un mecanismo que permite una más fácil criba de los po-
tenciales migrantes», BOIXERAU CARRERA, A., /.../ ob. cit., pág. 7.
(9) Sobre la formación universitaria y profesional de los abogados europeos véase
ADAMSON HAMISH, Free Movement of Lawyers, Butterworths, London, Du-
blín, Edinburgh, Brussels, 1992.
(10) Prueba de la actualidad del tema lo constituye la Ponencia II presentada por
D. José Luis López de Sancho Pérez en las III Jornadas de Juntas de Gobierno de
los Colegios de Abogados de España. Valencia, 25 a 27 de octubre 2001.
(11) Se han producido quejas por parte de algunos Estados, como Italia, donde se
han dado casos de abogados que han sido suspendidos y obtienen en España, a
través del Ministerio de Educación, la homologación de su título, pudiéndose co-
legiar otra vez en Italia, burlando así la suspensión. Vid. Diario Cinco Días, de 15
de marzo de 2001, pág. 34.
(12) Entre otras, resultan relevantes para la abogacía, la sentencia de 21 de junio
de 1974, Asunto 2/74, Reyners, Recopilación de la Jurisprudencia del T. J. Selec-
ción, 1974 pág. 273, sentencia de 4 de diciembre de 1974, asunto 41/74, Van Du-
yn, Recopilación de la Jurisprudencia del TJ Selección 1974, párrafo 18, pág. 537,
sentencia de 3 de diciembre de 1974, Asunto 33/74, Van Binsbergen en LOPEZ
GARRIDO, D., Código de la Comunidad Europea, /.../ ob. cit., pág. 1456, párrafo
2. Sentencia de 28 de abril de 1977, Asunto 71/76 Jean Thieffry contra Conseil de
l'ordre des avocats a la court de París, en LOPEZ GARRIDO, D., Código de la
Comunidad Europea, /.../ ob. cit., pág. 1543, sentencia de 7 de febrero de 1979,
Asunto 115/78, Knoors, en LOPEZ GARRIDO, D., Código de la Comunidad Eu-
ropea, /.../ ob. cit., pág. 1551; sentencia de 17 de diciembre de 1981, asunto C-
279/80, Webb, Recueil de la Jurisprudence de la Cour 1981, pág. 3305, sentencia
de 12 de julio de 1984, asunto C-107/83, Klopp, Recueil de la Jurisprudence de la
Cour, 1984, pág. 2971. Sentencia de 19 de enero de 1988, Asunto 292/86, Gu-
llung, Recopilación de la Jurisprudencia del Tribunal 1988, pág. 111. Sentencia de
19
7 de mayo de 1991, Asunto C-340/1989, Vlassopoulou, TJCE 1991\166, Senten-
cia de 30 de noviembre de 1995, Asunto C-55/1994, Gebhard, TJCE, 1995/212,
Sentencia de 19 de febrero de 2002, Asunto Nova C/309/99.
(13) Directiva 1998/5/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 16 de febrero
de 1998, destinada a facilitar el ejercicio permanente de la profesión de abogado
en un Estado miembro distinto de aquel en el que se haya obtenido el título. DO-
CE L 77/36, de 14 de marzo de 1998. Para un resumen detallado de la Directiva,
vid. ROMERO GARCIA MORA, G., «Libertad de establecimiento de Abogados
en la Comunidad Europea», en Diario La Ley, núm. 5256, 27 de febrero de 2001.
Véase también NEBBIA, P., The New Directive on Lawyers' Establishement:
Uses and Abuses, European Curret Law Yearbook, 1998, pág. XIII.
(14) Vid. Diario El País-Negocios, 19 de agosto de 2001, pág. 22
(15) Para un análisis económico de esta cuestión, vid. DE LA MACHORRA Y
CANO, L. F., La economía ibérica: una fuerte apuesta de futuro, Editora Regio-
nal, Junta de Extremadura, 1.ª ed., 1999; Gabinete de Iniciativas Transfronterizas
«Guía empresarial de negocios transfronterizos de Extremadura, Alentejo y Beira
Interior», en Rev. Caudal, noviembre 1999. Fundación Rei Afonso Henriques
«España y Portugal, horizonte 2010», en Rev. Política Exterior, 2001. La idea del
desarrollo de esta libertad también ha podido ser contrastada en el marco del pro-
yecto Grotius «El Futuro de la Cooperación Judicial Europea en zonas rurales»,
organizado por el Ilustre Colegio Provincial de Abogados de Badajoz, cofinancia-
do por la Comisión Europea. Dentro de este proyecto se enviaron encuestas a más
de 1.600 profesionales de la Justicia entre abogados, jueces, fiscales, secretarios
judiciales y policía judicial de España y Portugal, operativos en la zona fronteriza
entre el Alentejo portugués y la Comunidad Autónoma de Extremadura. De las
encuestas enviadas a abogados relacionadas con la libre prestación de servicios se
obtuvieron las siguientes respuestas:
¿Ha intervenido en algún asunto judicial relacionado con Portugal o con algún
ciudadano portugués? ¿En cuántos? Preguntados por su experiencia en asuntos
transfronterizos, se dan porcentajes similares en ambos grupos, con un 61% en
Portugal y un 65% en España. En ambos países se da también un porcentaje alto
de profesionales que han trabajado en menos de 3 casos: 44% en España y 36% en
Portugal, mientras sólo un 3% de los encuestados españoles y un 9% de los portu-
gueses dicen haber intervenido en más de 10 casos de este tipo.
(16) Arts. 3.1 de la Directiva 1998/5 de 16 de febrero y 4 del RD 936/2001.
(17) Arts. 3.2 de la Directiva 1998/5, 5.2, 9 y 14 del RD 936/2001.
(18) Art. 8.2 del RD 639/2001.
(19) Vid. MORENO LISO, L., VIÑUELAS ZAHINOS, T., «La libre circulación
del abogado europeo: trabajador por cuenta propia, trabajador por cuenta ajena.
Análisis de la Directiva 1998/5, de 16 de febrero de 1998, del Parlamento Euro-
peo y del Consejo, a la luz de la Sentencia de 7 de noviembre 2000 del TJCE», en
Rev. Aranzadi Social, núm. 5, junio 2001, págs. 87 a 110.
(20) Arts. 6 y 7 del Reglamento.
(21) Arts. 8 a 10 del Reglamento.
(22) Arts. 6 del Reglamento.
(23) Art. 3 del Reglamento.
(24) Art. 12 del Real Decreto.
(25) De hecho, y si nos trasladamos al ámbito de la ciudadanía europea, pudimos
comprobar en las últimas elecciones municipales cómo concurría un candidato
20
alemán a la alcaldía de Mallorca. El alto incremento de venta de vivienda a ex -
tranjeros refleja su intención de estabilidad y permanencia en España.
(26) Ver Directiva 1994/80 del Consejo de 19 de diciembre de 1994, por la que se
fijan las modalidades de ejercicio del derecho de sufragio activo y pasivo en las
elecciones municipales por parte de los ciudadanos de la Unión residentes en un
Estado miembro del que no sean nacionales (DOCE de 31 de diciembre). Sobre la
ciudadanía europea véase, PEREZ VERA, E., «La ciudadanía europea en el Trata-
do de Maastricht», AA.VV., Hacia un nuevo orden internacional europeo, Tec-
nos, Madrid, 1993, págs. 1123 a 1140. LIÑAN NOGUERAS, D. J., «De la ciuda-
danía Europea a la ciudadanía de la Unión», en Gaceta Jurídica, D-17, 1992,
págs. 63-99. BRUPURON, C. M., «De la Europa de los ciudadanos a la ciudada-
nía de los europeos», La Europa de los ciudadanos, Centro de documentación Eu-
ropea, Universidad de Valladolid, 1993. págs. 183-195.
(27) Vid. sentencia Reyners (sentencia de 21 de junio de 1974, Asunto 2/74, Rey-
ners, Recopilación de Jurisprudencia del TJ Selección 1974, párrafo 46, pág. 273)
que determina que «no es admisible la extensión de la excepción permitida por el
art. 55, a una profesión entera, más que en los casos en que las actividades así ca-
racterizadas se relacionen de tal forma que la liberalización del establecimiento
tenga por efecto imponer al Estado la obligación de admitir el ejercicio, incluso
ocasional, por los no nacionales, de funciones que impliquen autoridad pública.
Asimismo el Tribunal determina que no puede considerar como participación en
el poder público, a las actividades más características de la profesión de abogado,
como la consulta y asistencia jurídica, la representación y defensa de las partes,
aun cuando la interposición o asistencia del abogado sea obligatoria o suponga el
objeto de una reserva establecida por la Ley». Véase DORDOLOT, F. X., «L'avo-
cat au régard du Traité de Rome aprés l'arrêt de la Cour de Justicce du juin 1974»,
en Revue du Marché Común, núm. 179, 1974, págs. 473-480.
(28) RD 658/2001. Art. 13.1. La incorporación a un Colegio de Abogados exigirá
los siguientes requisitos: a) Tener nacionalidad española o de algún Estado miem-
bro de la Unión Europea o del acuerdo sobre el Espacio Económico Europeo de 2
de mayo de 1992 salvo lo dispuesto en tratados o convenios internacionales o dis-
pensa legal. Art. 35. Son derechos de los colegiados:
a) Participar en la gestión corporativa y, por tanto, ejercer los derechos de peti-
ción, de voto y de acceso a los cargos directivos, en la forma que establezcan las
normas legales o estatutarias.
b) Recabar y obtener de todos los órganos corporativos la protección de su inde-
pendencia y lícita libertad de actuación profesional.
c) Aquellos otros que les confieran los Estatutos particulares de cada Colegio.
(29) Decreto-Lei núm. 84/1984, de 16 de Março, Art. 172 D.2. «Os advogados da
União Europeia estabelecidos em Portugal a título permanente e registados nos
termos do número anterior elegerão, de entre si, um representante ao Congresso
dos Advogados Portugueses».
(30) Art. 10 RD 936/2001.
(31) www.ccbe.org
(32) Art. 19 del Real Decreto.
(33) RD 658/2001. Sección cuarta: «Ejercicio individual, colectivo y multiprofe-
sional» (arts. 27-29).
(34) Los criterios establecidos para identificar una profesión liberal con los que
coincidimos plenamente son: «la exigencia de una alta capacitación profesional
cuya prueba viene practicada por la posesión de un título expedido al interesado
21
después de cursar los pertinentes estudios de nivel superior»; todo ello unido a «la
reglamentación del acceso y ejercicio de la profesión sometiendo la misma a un
estatuto con frecuencia de marcado carácter corporativo», donde se incluyen, en-
tre otras, «normas disciplinarias y relativas a la deontología profesional», junto a
«la independencia en el ejercicio de la profesión, que normalmente está basada en
el mantenimiento de una relación personal entre el profesional y su cliente», ade-
más del «secreto profesional», y la «responsabilidad personal por los actos profe-
sionales». A ello habría que añadir que el acceso se encuentra limitado o al me-
nos, controlado a través de la colegiación obligatoria para ejercer. GARRIDO FA-
LLA, F. y FERNANDEZ PASTRANA, J. M.ª, «Competencias y responsabilida-
des profesionales», en Actualidad administrativa, núm. 1, diciembre-90/enero-91.
ABELLAN HONRUBIA, V., «La libre circulación de profesiones liberales en la
CEE», /.../ ob. cit., pág. 199. De la misma opinión, ALVARGONZALEZ FIGA-
REDO, M., «El sistema General de Reconocimiento de los Diplomas de Enseñan-
za Superior. La libre circulación de personas y servicios y el ejercicio de las profe-
siones liberales», en Noticias/CEE, núm. 90, julio 1992, pág. 38, que determina
que la profesión liberal implica la necesidad de que exista una capacidad profesio-
nal sancionada por la posesión de un título otorgado una vez que el interesado ha
cursado unos estudios de nivel superior. Otros caracteres pueden encontrarse en la
existencia de una reglamentación para el acceso y el ejercicio de la profesión; en
la existencia de un estatuto, en ocasiones de marcado carácter corporativo, estatu-
to que incluye normas tanto de deontología profesional como normas disciplina-
rias y en la responsabilidad personal por las actividades profesionales y la obliga-
ción al secreto y a la confidencialidad profesional y una particular relación entre el
profesional y su cliente.
(35) MONTOYA MELGAR, A. y CAMARA BOTIA, A., Abogados: profesión
liberal y contrato de trabajo, Tecnos, Madrid, 1990, pág. 9. Sobre esta segunda
modalidad regulada por el Derecho Civil que no va a ser objeto de análisis en este
trabajo, véase ALONSO PEREZ, M. T., Los contratos de servicios de abogados,
médicos y arquitectos, Barcelona, 1997, Bosch.
(36) Sentencia del Tribunal Central de Trabajo de 7 de marzo de 1978.
(37) MARTIN VALVERDE, A., RODRIGUEZ-SAÑUDO, F. y GARCIA MUR-
CIA, J., Derecho del Trabajo, 9.ª ed., Tecnos, Madrid, 2000, págs. 41 y ss. Un tra-
bajo es por cuenta ajena «cuando los frutos o resultados del trabajo no son adqui-
ridos ni siquiera en un primer momento por el trabajador», y se habla de trabajo
dependiente «cuando una persona distinta del trabajador tiene un poder jurídico de
disposición sobre el esfuerzo laboral de este último». Cuando el trabajo por cuenta
ajena es ejercido por un profesional liberal, «las formas de dependencia son más
sutiles y relajadas», sin afectar «a la lex artis o reglas técnicas de ejecución del
trabajo».
(38) Sentencia del Tribunal Supremo de 11 de diciembre de 1989.
(39) Sobre esta cuestión ALBIEZ DORMAN, K. J., JAIMEZ TRASSIERRA, M.
C., OLARTE ENCABO, S., Las formas societarias del despacho colectivo de
abogados, Granada, 1992.
(40) FAGNART, «L'exercice en socièté de la profesión d'avocat. Questions de
responsabilité professionnelle», en L'exercice en societé des professions liberales,
Bruxelles, 1989, pág. 36.
(41) RD 658/2001 de 22 de junio, art. 27.4: «La abogacía también podrá ejercerse
por cuenta ajena bajo régimen de derecho laboral, mediante contrato de trabajo
formalizado por escrito y en el que habrá de respetarse la libertad e independencia
22
básicas para el ejercicio de la profesión y expresarse si dicho ejercicio fuese en ré-
gimen de exclusividad». Véase TRIGO GARCIA, B., «¿Regulación del ejercicio
societario de la abogacía mediante normas reglamentarias? El Real Decreto
658/2001, de 22 de junio, por el que se aprueba el Estatuto General de la Aboga-
cía Española», en Diario La Ley, 19 de abril de 2002, págs. 1-5.
(42) Véase el reportaje «La justicia, gran reforma pendiente de la democracia, pe-
se al exceso de letrados», publicado en El País, 31 de marzo de 2002.
(43) Algún autor ha visto similitud entre la pasantía y el contrato en prácticas.
MONTOYA MELGAR, A. y CAMARA BOITIA, A., Abogados: profesión libe-
ral y contrato de trabajo, Madrid, 1990, pág. 28.
(44) Vid. SERRANO CAÑAS, José Manuel, «Los profesionales liberales ante el
nuevo Derecho de la Competencia», en Rev. Derecho de los Negocios, julio-agos-
to 2001, págs. 17 a 28.
(45) Se planteaba la inscripción de una sociedad de responsabilidad limitada cuyo
objeto social era la prestación de «toda clase de servicios y asesoramientos a em-
presas, personas físicas, contables, fiscales, jurídicas, de administración, gestión y
representación».
(46) Vid. entre otros, CAMPING VARGAS, Aurora, La Sociedad Profesional, Ci-
vitas, Madrid, 2000. CAPILLA RONCERO, F., «Sociedades de profesionales li-
berales. Cuestiones sobre admisibilidad», El ejercicio en grupo de profesionales
liberales, Granada, 1993. GARCIA PEREZ, R., El ejercicio en sociedad de profe-
sionales liberales, Barcelona, 1997. DELGADO GONZALEZ, A. F., Las socie-
dades profesionales, Madrid, 1996. MORENO LUQUE CASARIEGO, C., Socie-
dades profesionales liberales, Barcelona, 1994. PAZ-ARES, C., «Las sociedades
profesionales (Principios y bases de la regulación proyectada)», en RCDI, núm.
653, 1999.
(47) Al estilo de lo que hacen los profesionales de la medicina ante un caso com-
plicado en sus reuniones de «sesión clínica».
(48) Expresión acuñada por el Tribunal de Defensa de la competencia en su Infor-
me sobre el ejercicio de las profesiones liberales (Madrid 1996).
(49) Sentencia TJCE de 19 de febrero de 2002, C-309/99 Nova.
(50) La incompatibilidad desaparece, por ejemplo, en el Derecho alemán, que im-
pone el secreto profesional a sus auditores.
(51) En contra, vid. el trabajo de VAZQUEZ ALBERT, Daniel, «Sociedades pro-
fesionales de abogados y auditores: materiales para una regulación», galardonado
con el VI Premio Cuadernos de Derecho y Comercio, del Consejo General del
Notariado el 14 de marzo de 2002 (Diario La Ley 25-31 marzo 2002).
(52) Vid. la justificación que ofrece CAMPING VARGAS, A., La Sociedad Pro-
fesional, op. cit., págs. 42-43.
(53) El Colegio de Abogados de Zaragoza organizó una conferencia el 21 de mar-
zo de 2002 sobre la aplicación del marketing, la diferenciación positiva del despa-
cho frente a la competencia, cómo conseguir más clientes y cómo dar un mejor
servicio para conservar a los clientes actuales, el fortalecimiento de la imagen del
despacho o del abogado... Marketing en el marco de la ética y la deontología pro-
fesional. La conferencia fue impartida por miembros de la empresa Marketing Ju-
rídico Consultores, una de las primeras empresas que, comprobando los resultados
de esa área en el resto de Europa, se han especializado en la materia.
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