BOE-A-2024-25519
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TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
25519 Pleno. Sentencia 136/2024, de 5 de noviembre de 2024. Recurso de
inconstitucionalidad 2901-2021. Interpuesto por cincuenta diputados del
Grupo Parlamentario Vox en el Congreso de los Diputados respecto del
artículo único, apartado quinto, de la Ley 8/2021, de 25 de febrero, de
modificación de la Ley 8/2008, de 10 de julio, de salud de Galicia. Reserva de
ley orgánica y competencias en materia de salud: nulidad de los preceptos
legales autonómicos que habilitan a los órganos autonómicos la adopción de
medidas preventivas y tipifican infracciones en materia de salud pública. Voto
particular.
ECLI:ES:TC:2024:136
la siguiente
SENTENCIA
I. Antecedentes
febrero, que modifica la redacción del art. 38.2 de la Ley 8/2008, de 10 de julio, de salud
de Galicia (en adelante, Ley 8/2008), introduce un elenco de supuestos de injerencia en
los derechos fundamentales que tienen su amparo en razones imperiosas de salud
pública. Los recurrentes ponen de manifiesto que esos supuestos están especialmente
vinculados a situaciones de emergencia sanitaria como la que, al tiempo de aprobación
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subapartado 6 iii) del art. 38 de la Ley 8/2008, estiman los recurrentes que estas
«suponen una efectiva derogación de los derechos fundamentales del art. 21 CE y de los
arts. 10 y 17 CE».
Los diputados recurrentes recalcan la importancia de los derechos de reunión y
manifestación como «vehículo de gran parte de las inquietudes que pueden sentir los
ciudadanos» y, en particular, como «manifestación colectiva de la libertad de expresión
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Tras quejarse del carácter más bien genérico de las alegaciones formuladas en el
recurso de inconstitucionalidad, el letrado de la Xunta reprocha, en primer lugar, a los
recurrentes que hayan impugnado la Ley 8/2021 del Parlamento de Galicia y no hayan
hecho lo mismo con normas de otras comunidades autónomas (se cita, en concreto,
Cataluña, Aragón, Islas Baleares y País Vasco) que establecen, a su juicio, medidas muy
similares. Señala, a continuación, que el objeto de la ley impugnada es «enfrentarse a
enfermedades infecciosas como el COVID-19», para lo cual el legislador gallego no
pretende arrogarse competencias que no le son propias, ni desarrollar los derechos
fundamentales y libertades públicas sino «concretar las medidas que pueden adoptarse
por las autoridades gallegas para la protección de la salud pública y […] sus
condicionantes».
El legislador gallego habría partido, a estos efectos, de la Ley Orgánica 3/1986,
de 14 de abril, «que representa el instrumento más importante existente en España de
lucha contra las pandemias». Con esa cobertura, la ley gallega se habría limitado a
concretar lo que en la Ley Orgánica 3/1986 está solamente implícito pero, en todo caso,
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se encuentra claramente autorizado. La Ley 8/2021 dota, con ello, de mayor seguridad
jurídica a la materia, complementando la citada ley orgánica. La aplicación posterior de
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catálogo cerrado de medidas a adoptar» e incluye, por ello, una mención a las medidas
«que se consideren necesarias en caso de riesgo de carácter transmisible». Lo que hace
la ley gallega es utilizar una cláusula del mismo tipo, si bien revestida de «muchos más
condicionantes».
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gallega de preceptos de la ley orgánica estatal. Recuerda, en este punto, con cita de la
STC 47/2004, de 25 de marzo, que la prohibición de reproducción «permite
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excepciones» cuando esa reiteración textual resulta necesaria para la comprensión del
precepto. En este caso, la reproducción obedece a la necesidad de mejorar el
entendimiento del precepto.
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Tras una exégesis general de la norma impugnada, el letrado del Parlamento precisa
que el art. 38.2 de la Ley 8/2008, en la redacción dada por la ley 8/2021, se dicta en el
ejercicio de las competencias asumidas por la Comunidad Autónoma de Galicia en
materia de sanidad. En coherencia con el art. 149.1.16 CE, que otorga al Estado la
competencia en materia de bases y coordinación general de la sanidad, el Estatuto de
Autonomía para Galicia (art. 33.1) concede a la comunidad autónoma la competencia de
desarrollo legislativo y ejecución en materia de sanidad interior. En ese marco de
competencias compartidas, en el que la comunidad autónoma tiene atribuciones
normativas para desarrollar la legislación básica, entiende que las medidas establecidas
en el art. 38.2 de la Ley de salud de Galicia respetan «escrupulosamente la normativa
estatal aplicable». Estima, igualmente, que «el precepto impugnado no adolece de vicios
de inconstitucionalidad derivados de la contravención del art. 149.1.1 CE» pues este
precepto solo puede utilizarse «cuando exista una relación directa e inmediata con el
derecho o derechos constitucionales afectados». Se garantiza, según se afirma, una
«igualdad básica o mínima, no una rigurosa o monolítica uniformidad del ordenamiento, ya
que esta igualdad o equidad no impone el ejercicio de las competencias autonómicas de
una manera y con unos resultados idénticos o semejantes, pues lo contrario impediría,
dentro del marco constitucional o estatutario el ejercicio de políticas autonómicas propias».
En cuanto a la alegada infracción de la reserva de ley orgánica, considera el letrado
que «las medidas preventivas previstas en el apartado impugnado no constituyen
desarrollo frontal ni comportan restricciones que supongan limitación especial de
derecho fundamental alguno». Se trata, simplemente, de «modulaciones provisionales y
limitadas a la forma en que ciertas personas disfrutan en determinadas circunstancias y
no generalizadas del derecho concernido en los términos que establece la Ley
Orgánica 3/1986». Considera, en este sentido, que el art. 43 CE legitima a establecer
limitaciones a los derechos fundamentales, en particular al art. 15 CE, y que «no todo lo
que afecta a los derechos fundamentales es un desarrollo directo o global de los
aspectos esenciales de los derechos fundamentales».
En el caso que nos ocupa se produciría, en realidad, una «colaboración
internormativa entre la Ley Orgánica 3/1986 y la Ley gallega 8/2021». La ley gallega
establece un «régimen jurídico de regulación de medidas preventivas en materia de
salud pública» que se enmarcaría dentro del «contenido nuclear de la protección de la
salud pública definido por la Ley Orgánica 3/1986, con la que tienen perfecto engarce las
medidas preventivas, dotando a la actuación de la administración autonómica de
predictibilidad y seguridad jurídica».
10. Por escrito de 1 de septiembre de 2021, con entrada en el registro del Tribunal
en la misma fecha, el letrado de la Xunta de Galicia puso en conocimiento del Tribunal el
acuerdo de la Comisión Bilateral de Cooperación Administración General del Estado-
Comunidad Autónoma de Galicia alcanzado el 28 de julio de 2021 en relación con el
apartado 5 del artículo único de la Ley del Parlamento de Galicia 8/2021, de 25 de febrero,
de modificación de la Ley 8/2008, de 10 de julio, de salud de Galicia. Posteriormente,
mediante escrito de fecha 12 de enero de 2022, presentado en el registro del Tribunal en
esa misma fecha, comunicó también la publicación (en el «Diario Oficial de Galicia» de 31
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11. Por providencia de 5 de noviembre de 2024, se señaló ese mismo día para
deliberación y votación de la presente sentencia.
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fragmentos iniciales del art. 38.2 de la Ley 8/2008, que se limitan a reproducir, con leves
variaciones, el contenido de los artículos segundo y tercero de la Ley Orgánica 3/1986,
ya que esta reiteración carecería de amparo en un título competencial propio e invadiría
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Ley Orgánica 3/1986. La única pretensión de la norma impugnada habría sido dotar a
dicha regulación orgánica de una mayor densidad normativa, concretando los supuestos
de injerencia y explicitando, asimismo, los requisitos que son necesarios para su
aplicación práctica. Se trataría, por tanto, de una colaboración del legislador ordinario, en
este caso del autonómico (en el ejercicio de sus competencias en materia de sanidad
interior), tendente a dar mayores garantías a los ciudadanos frente a la intromisión en
sus derechos fundamentales. Esa intromisión no sería, en todo caso, equiparable a una
suspensión de los referidos derechos, pues la norma gallega tiene una incidencia
territorialmente limitada y está sujeta a requisitos de ejecución, fundamentalmente la
sujeción al principio de proporcionalidad (art. 38 ter de la Ley 8/2008, no impugnado),
que ajustan su alcance a las circunstancias y al contexto de cada caso, con el
consiguiente control jurisdiccional a cargo de los jueces ordinarios.
Para una mejor comprensión del objeto del presente proceso constitucional han de
hacerse las siguientes precisiones iniciales:
lugar adecuado para tal fin. A estos efectos, se entenderá por cuarentena la restricción
de las actividades y la separación, de las demás personas que no están enfermas, de
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Aunque todo el contenido del art. 38.2 de la Ley 8/2008, que acaba de ser
reproducido, ha sido objeto de redacción ex novo por la Ley 8/2021, puede advertirse
que el precepto se divide, a efectos del presente recurso de inconstitucionalidad, en dos
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a) Un primer fragmento está formado por las letras a) y el inciso primero de la letra
b). Presenta este primer bloque dos particularidades: (i) se corresponde sustancialmente,
aunque no literalmente, con la redacción anterior del art. 38 de la Ley 8/2008 (antiguos
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apartados 1 y 2); y (ii) es reproducción casi literal de algunos contenidos que ya figuran
en la Ley Orgánica 3/1986, de 14 de abril, de medidas especiales en materia de salud
pública. En particular, la letra a) reproduce el artículo segundo de la Ley
Orgánica 3/1986, mientras que la letra b), inciso primero, reproduce, en esencia, si bien
con algún giro lingüístico de menor relevancia (como la mención al «ambiente» en lugar
del «medio ambiente») el artículo tercero de la referida ley orgánica.
Estas particularidades condicionan el contenido impugnatorio del recurso de
inconstitucionalidad, pues los diputados recurrentes reprochan exclusivamente a este
primer complejo normativo haber incurrido en una reproducción indebida del contenido
de la Ley Orgánica 3/1986, de 14 de abril.
b) El resto del precepto impugnado supone, en cambio, una innovación sustancial
respecto a la redacción anterior del art. 38 de la Ley 8/2008. A partir del segundo inciso
de la letra b) (desde «[e]n particular, podrán adoptarse las siguientes medidas» hasta el
final del apartado), se contempla un largo elenco de medidas concretas de protección de
la salud pública, dividido en siete subapartados. Dicho elenco no figuraba en la redacción
originaria de la Ley 8/2008 y tampoco es reproducción de norma alguna contenida en la
legislación sanitaria estatal; en particular, no tiene correspondencia con un elenco similar
que se contenga en la Ley Orgánica 3/1986.
A este segundo complejo normativo se refiere el resto de impugnaciones formuladas
por los diputados recurrentes, muy particularmente la infracción de la reserva de ley
orgánica (art. 81.1 CE) y la vulneración de los concretos derechos fundamentales
afectados (arts. 15, 17, 18, 19 y 21 CE) por contener la ley impugnada, según se afirma,
una habilitación legislativa para la suspensión de dichos derechos fundamentales, lo que
solo sería legítimo respecto de algunos de ellos (los contemplados en el art. 55.1 CE) y
en los supuestos excepcionales de estado de excepción o estado de sitio (art. 116 CE).
B) La redacción dada al art. 38.2 de la Ley 8/2008 por el apartado quinto del
artículo único de la Ley 8/2021, no ha sido modificada con posterioridad por el legislador
gallego. Ahora bien, después de la interposición del presente recurso de
inconstitucionalidad, se ha producido una reforma de la Ley de salud de Galicia que
guarda conexión directa con el precepto impugnado. Se trata de la Ley del Parlamento
de Galicia 18/2021, de 27 de diciembre, de medidas fiscales y administrativas, que, en
su art. 34, añade una nueva disposición adicional segunda a la Ley 8/2008. Esa
disposición adicional tiene por rúbrica «[a]plicación de las medidas de vacunación en el
marco de las competencias estatales de coordinación general de la sanidad y de la
estrategia nacional de vacunación». Su contenido es el siguiente:
Ley Orgánica 3/1986 en el concreto ámbito del desarrollo y la regulación de los derechos
fundamentales concernidos.
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configurar aspectos conexos o accesorios que no pertenecen a ese núcleo esencial; (ii)
en segundo lugar, y para aquellos contenidos que puedan considerarse mera regulación
de aspectos conexos (y no auténtico desarrollo de derechos fundamentales a efectos del
art. 81.1 CE), habrá de determinarse si esa colaboración internormativa de la ley
ordinaria autonómica con la ley orgánica se ha realizado dentro del marco constitucional
de distribución de competencias, sin vulnerar los títulos estatales previstos en el
art. 149.1.1 y 16 CE. Como ya se advirtió, esta segunda impugnación también va
exclusivamente referida al segundo inciso de la letra b) del art. 38.2 de la Ley 8/2008.
c) En tercer lugar, y como consecuencia accesoria del resultado de las
impugnaciones anteriores, habrá que pronunciarse sobre la posible inconstitucionalidad
de los fragmentos de la norma impugnada [los ya citados apartados a) y b), inciso
primero] que se limitan a reproducir, con variaciones mínimas de contenido, los artículos
segundo y tercero de la Ley Orgánica 3/1986, de 14 de abril, impugnación que los
diputados recurrentes articulan exclusivamente desde el punto de vista de la prohibición
(relativa, como se verá) de reproducción de normas estatales por parte del legislador
autonómico.
d) Finalmente, y solo en relación con el art. 38. 2 b) subapartado 7, se considera
que la cláusula de cierre que habilita a las autoridades gallegas para adoptar
cualesquiera otras medidas restrictivas de derechos fundamentales vulnera la garantía
de seguridad jurídica del art. 9.3 CE. Esta cuestión será objeto de análisis en último
lugar, salvo que la eventual estimación de alguna de las anteriores haya determinado ya
la declaración de inconstitucionalidad y nulidad de este concreto subapartado de la
norma impugnada.
A) Delimitación de la impugnación.
«operar una suspensión de los derechos fundamentales del art. 19 CE», tanto en la
dimensión de libre elección de residencia como en la de libre circulación por el territorio
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nacional, por lo que requieren, igualmente, la cobertura del estado de excepción o del
estado de sitio.
c) Respecto a «la prohibición de acceder o salir a determinadas zonas de la vía
pública establecida en el núm. 6 ii)» sostienen los actores que también «conlleva la
absoluta imposibilidad de celebrar reuniones o manifestaciones en dicha vía», lo que
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implicaría, según se alega, la suspensión ilegítima del derecho de reunión (art. 21 CE).
Según se afirma, solo «en estado de excepción o sitio cabe someter a autorización
previa, prohibir o disolver concretas reuniones o manifestaciones en dichas zonas». Lo
mismo ocurriría con las restricciones a las agrupaciones de personas del subapartado 6
iii), que, según los recurrentes, suspenden la efectividad de «los derechos
fundamentales del art. 21 CE y de los arts. 10 y 17 CE».
d) Las medidas previstas en los subapartados 2, 4, 5, y 6 iv) supondrían, por su
parte, la suspensión de los derechos a la integridad física (art. 15 CE) y a la intimidad
personal (art. 18 CE). Estos derechos no están recogidos entre los que pueden ser
suspendidos según el art. 55.1 CE. Los recurrentes consideran, por esta razón, que
resultan radicalmente vulnerados por la norma impugnada puesto que sería, en todo
caso, constitucionalmente ilegítimo el sometimiento a tratamiento, examen médico,
pruebas diagnósticas y profilácticas de las personas enfermas o con síntomas sin contar
con su consentimiento.
B) Doctrina aplicable.
posterior de este tribunal que ha ido estableciendo una caracterización distinta de las
facultades de restricción legislativa de los derechos fundamentales en contextos de crisis
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(i) El legislador sanitario está habilitado por el art. 43 CE para prever medidas de
intervención en los derechos fundamentales de intensidad muy variable, según las
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fundamentales, sino los que derivan del art. 116 CE y su ley orgánica de desarrollo,
concretamente: (i) la limitación temporal estricta, ya que la suspensión de la eficacia de
determinados preceptos constitucionales no puede mantenerse indefinida en el tiempo
sin cuestionar la vigencia de la Constitución misma; (ii) el control político cualificado que
resulta tanto del propio artículo 116 CE como de la Ley Orgánica 4/1981, de 1 de junio; y
(iii) el control jurídico de la concurrencia del presupuesto de hecho habilitante, pues la
suspensión de los derechos fundamentales solo ha de ser posible en situaciones
realmente excepcionales y anómalas, cuya delimitación ha de ser sumamente estricta.
C) Resolución de la impugnación.
De acuerdo con lo que acaba de exponerse, y en contraste con lo que sostienen los
recurrentes, la suspensión y la restricción de los derechos fundamentales no pueden
distinguirse abstractamente por la intensidad de la injerencia impuesta, razón por la cual
podemos desestimar de plano la alegación de inconstitucionalidad formulada con este
concreto fundamento.
Es claro que el legislador gallego ha previsto en el art. 38.2 b) de la Ley 8/2008
medidas de intervención concretas, diseñadas para supuestos de hecho que están
delimitados en abstracto por su relación con situaciones graves de crisis sanitaria. Las
medidas previstas están, además, expresamente sujetas, en su concreta aplicación
práctica, al principio de proporcionalidad (art. 38 ter) y están sometidas, en todo caso,
al debido control judicial. Se articulan, en definitiva, como supuestos legislativos de
restricción de derechos fundamentales que tienen la finalidad de proteger la salud
colectiva y cuya intensidad queda modulada por la aplicación del principio de
proporcionalidad. Como queda dicho, el hecho de que alguna de las medidas previstas
pueda tener un contenido limitativo especialmente intenso no afecta a su calificación
jurídico-constitucional como «restricciones» ni implica, en modo alguno, la previa
declaración de estado de excepción o estado de sitio (en relación con los derechos
fundamentales expresamente contemplados en el art. 55.1 CE).
La esencia del presente proceso constitucional se centra, en realidad, en determinar
si esas hipótesis de restricción (que no suspensión) de derechos fundamentales
arbitradas por la Ley 8/2021 cumplen con uno de los requisitos formales más relevantes
de nuestro sistema constitucional: la reserva de ley orgánica del art. 81.1 CE.
Como se explica con detalle en los antecedentes, los recurrentes alegan, como
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motivo subsidiario del que acaba de ser desestimado, que las medidas contenidas en el
art. 38.2 b) inciso segundo de la Ley 8/2008, introducidas por la Ley del Parlamento de
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Galica 8/2021, infringen la reserva de ley orgánica del art. 81.1 CE. Argumentan, al
efecto, que la Ley Orgánica 3/1986, de 14 de abril, de medidas especiales en materia de
salud pública, «no efectúa remisión alguna al legislador autonómico» y que la norma
impugnada desborda los «aspectos meramente complementarios», pues introduce
medidas concretas que no están previstas en la mencionada ley orgánica estatal.
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nuestro enjuiciamiento, una somera síntesis de la doctrina elaborada por este tribunal en
relación con la concreta reserva establecida en el art. 81.1 CE.
Dicho análisis lo centraremos en los siguientes aspectos: A) el principio de
interpretación restrictiva que rige la interpretación de la referida reserva a los fines de
preservar el principio democrático y evitar petrificaciones del ordenamiento jurídico; B) el
criterio delimitador general del ámbito de la reserva, basado en el binomio desarrollo
directo/ regulación complementaria, con específica referencia a su significado particular
en el ámbito de las restricciones de derechos fundamentales; C) los criterios
interpretativos auxiliares que, de acuerdo con nuestra doctrina, sirven para perfilar en
cada caso concreto ese criterio delimitador general.
ley orgánica, y las normas procedimentales que permiten su efectiva ejecución, que, por
no afectar al ámbito o alcance del derecho, pertenecerían ya al espacio de regulación
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a) En primer lugar, aunque es cierto que «[l]a reserva de ley orgánica no puede
interpretarse de forma tal que cualquier materia ajena a dicha reserva por el hecho de
estar incluida en una ley orgánica haya de gozar definitivamente del efecto de
congelación de rango y de la necesidad de una mayoría cualificada para su ulterior
modificación (art. 81.2 CE), pues tal efecto puede y aun debe ser excluido» [por todas,
STC 5/1981, de 13 de febrero, FJ 21 A)], eso no significa que el propio legislador
orgánico no tenga, a la postre, un cierto margen de configuración. Según hemos
señalado, el legislador orgánico puede «concretar con mayor o menor intensidad el
ámbito de la reserva», circunstancia que, indudablemente, facilita el enjuiciamiento de
constitucionalidad frente a los casos en los que, por no existir regulación orgánica sobre
la materia, «el contraste […] debe hacerse con el contenido abstracto de la reserva de
ley orgánica» (STC 173/1998, de 23 de julio, FJ 7). Es por ello que el criterio delimitador
seguido por el legislador orgánico al definir su propio ámbito de regulación también
constituye un criterio hermenéutico auxiliar.
b) En segundo lugar, en los casos en los que la diferenciación entre «desarrollo
directo» y regulación complementaria no resulta, prima facie, claramente diferenciable
«la inclusión en una u otra categoría dependerá del grado más o menos intenso de
proximidad con uno u otro ámbito» [SSTC 173/1998, de 23 de julio, FJ 7, y 135/2006,
de 27 de abril, FJ 2 c)]. Por lo tanto, cuando la norma regulada no admite una
subsunción evidente en alguna de las dos categorías, debe examinarse si, por sus
propias características, tiene una relación más directa con el ámbito material y límites del
derecho o con las reglas complementarias que facilitan su aplicación práctica.
5.3 Enjuiciamiento.
Por su parte, las medidas relativas a la entrada y salida en «zonas afectadas» por el
riesgo de propagación de una enfermedad transmisible [previstas en el subapartado 6 i)
y ii)] implican, por concepto, un margen de libertad deambulatoria compatible con el
art. 17 CE, de modo que puede considerarse que afectan exclusivamente a la libertad de
circulación del art. 19 CE.
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integridad personal del art. 15 CE». La afectación que sobre dicho derecho fundamental
tiene esta concreta medida es, por lo tanto, inequívoca.
d) Las medidas de «sometimiento» a observación, vigilancia del estado de salud,
examen médico y pruebas diagnósticas de personas que presenten síntomas
compatibles con la enfermedad transmisible o que, en general, supongan un riesgo de
transmisión de dicha enfermedad (subapartado 4) y las pruebas diagnósticas de cribado
[subapartado 6 iv)] afectan potencialmente, por su parte, a los derechos a la integridad
física (art. 15 CE) y a la intimidad personal (art. 18 CE). La utilización de medios más o
menos intrusivos para la realización de la medida determinará, en el caso concreto, el
derecho fundamental específicamente afectado, pues la integridad física (art. 15 CE) y la
intimidad personal (art. 18 CE) también guardan en nuestra doctrina, de modo similar a
lo que ocurre con la libertad deambulatoria y la libertad de circulación, una cierta relación
de grado.
En particular, cuando el método en el que se concreten las referidas medidas
suponga un riesgo, aunque sea meramente potencial, de lesión o menoscabo de la
salud, existirá, de acuerdo con nuestra doctrina, una intromisión en el derecho
fundamental a la integridad física» (STC 207/1996, de 16 de diciembre, FFJJ 2 y 3). Y lo
mismo ocurrirá cuando la medida afecte a «la incolumidad corporal», esto es, al derecho
de la persona a no sufrir menoscabo «en su cuerpo o en su apariencia externa sin su
consentimiento», pues el hecho «de que la intervención coactiva en el cuerpo pueda
suponer un malestar (esto es, producir sensaciones de dolor o sufrimiento) o un riesgo o
daño para la salud supone un plus de afectación, mas no es una condición sine qua non
para entender que existe una intromisión en el derecho fundamental a la integridad
física» (STC 207/1996, de 16 de diciembre, FJ 2).
En cambio, la afectación del art. 18 CE se producirá cuando el método empleado
concierna el «criterio dominante en nuestra cultura sobre el recato corporal» (por todas,
STC 37/1989, de 15 de febrero, FJ 7) y, en todo caso, cuando responda a una «la
finalidad» de indagación de datos íntimos, como ocurre, evidentemente, cuando trata de
averiguarse si una persona es portadora de una determinada enfermedad
[SSTC 207/1996, FJ 3; 234/1997, de 18 de diciembre, FJ 9 B), y 206/2007, de 24 de
septiembre, FJ 4].
e) Finalmente, la regla de cierre del subapartado 7 del art. 38.2 b) de la Ley 8/2008,
en cuanto deja abierta la posibilidad de otras medidas de injerencia, no expresamente
contempladas, sobre los mismos derechos fundamentales en los que ya inciden las
medidas enumeradas en los subapartados anteriores, también afecta potencialmente a
dichos derechos.
redacción dada por la Ley 8/2021, establece un nuevo régimen sancionador, en los
arts. 41 bis, 42 bis y 43 bis (no impugnados), específicamente dirigido a sancionar los
casos de «falta de cumplimiento voluntario» de las medidas previstas en los distintos
subapartados del art. 38.2 b) de la Ley 8/2008, lo que revela, con más claridad aún, que
dichas medidas tienen un significado coactivo.
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Sentado que el objeto de normación de los distintos subapartados del art. 38.2 b)
inciso segundo de la Ley 8/2008, consiste en la regulación de medidas de intervención
restrictivas de los derechos contemplados en los arts. 15, 17, 18.1, 19 y 21.1 CE, es
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claro que nos encontramos ante un ámbito normativo reservado por la Constitución al
legislador orgánico.
No obstante, la exposición de motivos de la Ley 8/2021 trata de justificar que la
reserva de ley orgánica ha sido respetada con la siguiente declaración (apartado II):
Esa tarea delimitadora del ámbito de eficacia del derecho, reservada al legislador
orgánico, es, justamente, la que el legislador ordinario gallego ha realizado a través de la
determinación de las diversas medidas de restricción, por lo que, prima facie, es claro
que se ha infringido lo dispuesto en el art. 81.1 CE. Con todo, someteremos esta
conclusión a los criterios hermenéuticos auxiliares que, tal y como se explicó, resultan de
la doctrina de este tribunal.
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Ley Orgánica 3/1986 una mera habilitación de injerencia, que hubiera de ser
especificada en la ley ordinaria a través de concretas medidas de restricción.
Cabe apostillar que el criterio delimitador seguido por las dos leyes de 1986 no ha
resultado alterado con posterioridad. En particular, la regulación contenida en la
Ley 33/2011, de 4 de octubre, general de salud pública (también de naturaleza ordinaria),
de las potestades de la autoridad sanitaria estatal (título V) incluye diversas «medidas
especiales y cautelares» (como la inmovilización de productos y sustancias, la
intervención de medios materiales y personales, el cierre preventivo de instalaciones,
establecimientos, servicios o industrias, la suspensión del ejercicio de actividades o la
fijación de condiciones para corregir deficiencias detectadas en instalaciones,
establecimientos, servicios e industrias, todo ello, nuevamente, con sujeción al principio
de proporcionalidad), que, en coherencia con la línea seguida por la Ley 14/1986, de 25
de abril, afectan exclusivamente a derechos fundamentales no sometidos a reserva de
ley orgánica, muy particularmente al derecho de propiedad y a la libertad de empresa
(art. 54).
En definitiva, el análisis concreto de la legislación orgánica en vigor confirma la
apreciación efectuada, prima facie, acerca de la invasión de contenidos regulatorios
reservados al legislador orgánico.
b) Entrando en el segundo criterio auxiliar de exégesis, no puede acogerse el
argumento de los letrados de la Xunta de Galicia y del Parlamento gallego según el cual
la norma autonómica impugnada ha de reputarse constitucional porque únicamente
pretende dotar de mayor certidumbre o predeterminación a la regulación contenida en la
ley orgánica estatal, argumento este sobre el que pivota, igualmente, la justificación de la
exposición de motivos.
El requisito de certidumbre o predeterminación implica, de acuerdo con nuestra
doctrina, que la norma de restricción o limitación de un derecho fundamental ha de ser
«suficientemente precisa y previsible en cuanto su aplicación y duración». Por ello, «la
insuficiente predeterminación ex ante» de la restricción o limitación constituye «un
defecto inmanente de la redacción legal del precepto» que afecta «a la calidad de la ley,
esto es, a la accesibilidad y previsibilidad del alcance de la norma» (SSTC 184/2003,
de 23 de octubre, FJ 3; 261/2015, de 14 de diciembre, FJ 5; 25/2022, de 23 de febrero,
FJ 7, y 42/2022, de 21 de marzo, FJ 3).
Del mismo modo, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos afirma que las
restricciones de derechos incluidos en el convenio, para ser consideradas legítimas,
deben estar previstas en una norma que cumpla las exigencias del principio de calidad
de la ley, accesible para sus destinatarios y lo suficientemente precisa para hacer
previsibles sus consecuencias [SSTEDH de 26 de abril de 1979, caso Sunday Times
(núm. 1) c. Reino Unido, § 49, y más recientemente, de 15 de octubre de 2015, caso
Kudrevićius y otros c. Lituania, § 108, y las allí citadas].
Salta a la vista, en esta doctrina, la estrecha relación que el requisito de calidad de la
ley, en cuanto exige delimitar los concretos contornos de la restricción para dotar de
certidumbre a su alcance, tiene con la determinación del ámbito material del derecho
fundamental afectado. Esa relación es, desde luego, más intensa que la que puede
presentar con las pautas o reglas instrumentales de aplicación. De ahí que, aun si se
aceptase a efectos puramente dialécticos la premisa según la cual la ley impugnada solo
trata de suplir un déficit de concreción o predeterminación detectado en la legislación
orgánica sectorial, la conclusión sobre la inconstitucionalidad de la norma impugnada no
habría de variar, pues la debida certidumbre del ámbito material de injerencia es un
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aspecto que determina decisivamente hasta dónde llega la protección del derecho
fundamental concernido.
cve: BOE-A-2024-25519
Ha de concluirse, de acuerdo con lo expuesto, que el elenco de medidas del art. 38.2
b) inciso segundo de la Ley 8/2008 (que, como se delimitó ya en el fundamento
jurídico 2, va desde «[e]n particular» hasta la finalización del propio apartado), excede
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del ámbito propio de la ley ordinaria y aborda aspectos esenciales del desarrollo directo
de los derechos fundamentales afectados, Por tal razón, hemos de declararlo
inconstitucional y nulo.
Esta declaración de inconstitucionalidad y nulidad debe llevar consigo, por conexión
o consecuencia del art. 39.1 LOTC, la del régimen sancionador específicamente
asociado a las medidas que resultan anuladas (véase, al respecto, la STC 72/2021,
de 18 de marzo, FJ 6). Deben reputarse inconstitucionales y nulas, en particular:
(i) Las letras c), d), e) y f) del art. 41 bis de la Ley 8/2008, en cuanto tipifican como
infracciones leves la negativa injustificada a someterse a reconocimiento médico o a
pruebas diagnósticas, la negativa injustificada a someterse a medidas de prevención
consistentes en la vacunación o inmunización y el incumplimiento de medidas de
limitación de la libertad deambulatoria o de circulación, así como el incumplimiento de las
limitaciones a las agrupaciones de personas y reuniones, siempre que todas ellas hayan
tenido «una incidencia escasa o sin trascendencia directa en la salud de la población».
(ii) La letra c) del art. 42 bis, si bien solo en el concreto inciso «c), d), f)», en cuanto
tipifica como infracciones graves las contenidas en las referidas letras del art. 41 bis
cuando «pudieran producir un riesgo o un daño grave para la salud de la población,
siempre que no sean constitutivas de infracción muy grave».
(iii) Las letras d) y e) del art. 42 bis, en cuanto en ellas se tipifica como infracción
grave la falta de cumplimiento voluntario de las medidas de aislamiento y cuarentena
«cuando no sea constitutivo de infracción muy grave».
(iv) Las letras b) y c) del art. 43 bis, en cuanto en ellas se tipifica como infracción
muy grave la falta de cumplimiento voluntario de las medidas de aislamiento y
cuarentena «de forma repetida o reiterada, o cuando se produjese daño grave o riesgo o
daño muy grave para la salud de la población».
A) Delimitación de la imugnación.
Una vez declarada la inconstitucionalidad y nulidad del art. 38.2 b) inciso segundo de
la Ley 8/2008, resta únicamente por resolver la impugnación planteada por los actores
en relación con el apartado a) y el inciso primero del apartado b) del referido precepto.
Los recurrentes estiman, como con más detalle se explica en los antecedentes, que
ese concreto fragmento normativo «copia por completo» lo dispuesto en los artículos
segundo y tercero de la Ley Orgánica 3/1986, de 14 de abril, pese a que la Comunidad
Autónoma de Galicia carece, según afirman, «de toda competencia para legislar» sobre
la materia. Esto determina, en su opinión, la vulneración de las competencias estatales
en materia de bases y coordinación general de la sanidad (art. 149.1.16 CE) y sobre
fijación de las condiciones básicas de igualdad en el ejercicio de los derechos
(art. 149.1.1 CE).
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Los letrados de la Xunta de Galicia y del Parlamento gallego reconocen, por su parte,
que hay, en efecto, una reproducción prácticamente literal de los citados preceptos de la
cve: BOE-A-2024-25519
Ley Orgánica 3/1986 pero estiman que se ha realizado legítimamente, como herramienta
útil para ejercer la competencia de la comunidad autónoma en materia de «sanidad
interior».
Las partes no plantean, en definitiva, controversia alguna sobre el presupuesto
fáctico de la impugnación, pues, tal y como se anticipó en el fundamento jurídico 2, es
claro que las letras a) y el inciso primero de la letra b) del art. 38.2 de la Ley 8/2008
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reproducen, con leves variaciones, los contenidos de los artículos segundo y tercero de
la Ley Orgánica 3/1986. El único punto de discrepancia versa, en realidad, sobre el
cumplimiento de los requisitos establecidos por este tribunal en su doctrina relativa a las
llamadas leges repetitae, que pasamos a reseñar a continuación.
B) Doctrina aplicable.
De acuerdo con nuestra doctrina, se han de distinguir dos supuestos distintos de lex
repetita (por todas, STC 157/2021, de 16 de septiembre, FJ 6).
C) Enjuiciamiento.
El Estatuto de Autonomía para Galicia (EAG), aprobado por Ley Orgánica 1/1981,
de 6 de abril, establece en su art. 33.1 que corresponde a la Comunidad Autónoma de
Galicia el desarrollo legislativo y la ejecución de la legislación básica del Estado en
materia de sanidad interior.
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Asimismo, es claro que las medidas previstas en los artículos segundo y tercero de la
Ley Orgánica 3/1986, reproducidas por el legislador gallego en la norma impugnada,
pueden ser aplicadas por todas las administraciones públicas competentes en materia
sanitaria, según la propia ley orgánica dispone. El artículo primero de la Ley
Orgánica 3/1986 señala, en efecto, que tiene por objeto regular las medidas que pueden
adoptar las «autoridades sanitarias de las distintas administraciones públicas». El
artículo segundo se refiere, por su parte, a las medidas preventivas que pueden adoptar
las «autoridades sanitarias competentes» y el artículo tercero menciona a la «autoridad
sanitaria». Guardan, por ello, conexión evidente con las competencias normativas y
ejecutivas de la comunidad autónoma en el ámbito de la «sanidad interior».
b) La reproducción de normas estatales contenidas en el art. 38.2 a) y b) inciso
primero de la Ley 8/2008, contribuye a hacer más comprensible una regulación
autonómica realizada al amparo del título competencial de sanidad interior (art. 33.1
EAG).
El precepto impugnado guarda, en particular, conexión con el art. 38 ter de la
Ley 8/2008, que, bajo la rúbrica «[a]dopción de medidas preventivas en materia de salud
pública» establece reglas instrumentales para la ejecución, entre otras, de las medidas
previstas en los artículos segundo y tercero de la Ley Orgánica 3/1986. Este precepto,
sintéticamente: (i) habilita, en función de la situación de urgencia, que no se siga un
procedimiento administrativo específico (apartado 1); (ii) exige que la resolución que
acuerde las medidas contenga una motivación ajustada a los principios científicos, a las
pruebas científicas y a la información disponible en ese momento, que tenga en cuenta
el principio de precaución, que seleccione los métodos menos invasivos o intrusivos y
que se dé preferencia, en todo caso, a la colaboración voluntaria de los afectados
(apartado 2); (iii) dispone que la motivación de las medidas restrictivas de derechos
fundamentales concrete suficientemente la concurrencia de los requisitos de adecuación,
necesidad y ponderación de «beneficios y ventajas», típicos del juicio de
proporcionalidad (apartado 3); (iv) obliga a determinar la duración de las medidas, sin
perjuicio de sus posibles prórrogas (apartado 4); (v) ordena la publicación de las medidas
en el diario oficial correspondiente, cuando afecten a una pluralidad indeterminada de
personas, y dispone la audiencia de las personas afectadas cuando estas estén
determinadas (apartado 5); (vi) prevé la posibilidad excepcional de intervención sobre las
cosas y compulsión sobre las personas (apartado 6); (vii) obliga a dar información a la
población de los riesgos existentes y de las medidas adoptadas, tanto para facilitar que
la ciudadanía pueda protegerse del riesgo detectado como para facilitar la cooperación
voluntaria con la administración pública (apartado 7).
Hay que reseñar, en este punto, que el art. 38 ter de la Ley 8/2008 no ha sido
impugnado por los recurrentes y que estos no han aportado, por tanto, alegación alguna
sobre su posible inconstitucionalidad por razones competenciales. Se han limitado a
impugnar el art. 38.2 a) y b) inciso primero por su carácter de lex repetita. Para
rechazar esta concreta impugnación, basta, por ello, con constatar que la reproducción
de las medidas previstas en los artículos segundo y tercero de la Ley Orgánica 3/1986
contribuye a la mejor comprensión del régimen normativo complementario contenido,
para su ejecución en el ámbito territorial de Galicia, en el citado art. 38 ter de la
Ley 8/2008, en cuanto precepto dictado al amparo de la competencia en materia de
sanidad interior.
c) Finalmente, las variaciones introducidas al reproducir los artículos segundo y
tercero de la Ley Orgánica 3/1986 son mínimas y, en todo caso, no desnaturalizan el
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En definitiva, las letras a) y b) inciso primero del art. 38.2 de la Ley 8/2008 no
incurren en el único vicio de inconstitucionalidad que les atribuyen los recurrentes, por lo
que su impugnación ha de ser desestimada.
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FALLO
Voto particular que formulan los magistrados don Ricardo Enríquez Sancho, don Enrique
Arnaldo Alcubilla, la magistrada doña Concepción Espejel Jorquera y los magistrados
don Cesar Tolosa Tribiño y don José María Macías Castaño a la sentencia recaída
en el recurso de inconstitucionalidad número 2901-2021
1. Planteamiento.
La sentencia de la que discrepamos resuelve en primer lugar una queja que cabe
calificar de inexistente, en el sentido de no planteada por los recurrentes. Y al hacerlo
lleva a cabo un overrruling explícito de la doctrina que este tribunal estableció en la
STC 148/2021, de 14 de julio, resolutoria del recurso de inconstitucionalidad interpuesto
por más de cincuenta diputados del Grupo Parlamentario Vox del Congreso de los
Diputados contra el Real Decreto 463/2020, de 14 de marzo, por el que se declara el
estado de alarma para la gestión de la situación de crisis sanitaria ocasionada por el
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contra el Real Decreto 463/2020, de l4 de marzo por el que se declaró el primer estado
de alarma para la gestión de la crisis sanitaria ocasionad por el COVID-19.
cve: BOE-A-2024-25519
Dicha sentencia se aprobó con una exigua mayoría de seis votos contra cinco, y en
uno de esos votos uno de los magistrados discrepantes ya auguraba que, en un futuro,
con una nueva composición del Tribunal Constitucional, esa doctrina debería ser
revisada. Ya se ha producido ese nuevo escenario que preveía ese magistrado y, en
efecto, la doctrina de la STC 148/2021, ha sido revisada por esta de la que discrepamos.
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No solo se ha cumplido ese pronóstico sino que todo el desarrollo del fundamento
jurídico 4 está claramente inspirado en los votos particulares que acompañaban esa
sentencia.
(i) La STC 148/2021 se aprobó con una exigua mayoría seis a cinco y la cuestión
principalmente debatida fue si las medidas de restricción a la libre circulación de
personas que uno de sus preceptos establecía, podían considerarse como una limitación
de derechos (viable en un estado de alarma, aunque sujeto al control judicial con apoyo
en el principio de proporcionalidad) o una auténtica suspensión de derechos, solo
aceptable si se hubiera declarado el estado de excepción.
Prevaleció para hacer esa distinción una concepción gradualista: la limitación era un
género y la suspensión, la especie. Cuando las limitaciones impuestas eran de una tan
gran intensidad que, de hecho, desnaturalizaban el contenido del derecho, ya no
estábamos ante una limitación de derechos, sino ante su suspensión.
Los cinco votos particulares que acompañan la sentencia coinciden en muchas cosas
y desde luego en una: la distinción entre suspensión y limitación de derechos no puede
afrontarse desde una óptica gradualista, sino mas bien formal. La suspensión requiere
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una específica declaración en tal sentido, lo que supone que la regulación constitucional
de las garantías que acompañan al derecho desaparecen.
cve: BOE-A-2024-25519
Por el contrario, las limitaciones, aunque puedan tener idéntico contenido a las
medidas adoptadas tras la suspensión, cuentan con las garantías propias de toda
limitación de derechos fundamentales y su control puede llevarse a cabo a través del
principio de proporcionalidad.
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