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RESUMEN
ABSTRACT
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Consejo de Investigación - Universidad Nacional de Salta.
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SOSA MARCELA BEATRIZ
semiotics of theatre. The recent initiation of Project only permit us to move on the
hypothesis’ground, in a first approximation to the questions which we are studying.
En los primeros tramos del Proyecto que estamos llevando a cabo (1), surgió
la confirmación rotunda de la hipótesis planteada: la reescritura anima, en proporciones
insospechadas hasta para nosotros mismos, la práctica teatral.
Ahora bien, ¿qué clase de reescritura es ésta? ¿Existe una sola o hay varias
posibilidades de reescritura? ¿Lleva marcas identificatorias, se denuncia a sí misma
como tal, esto es, como una reescritura...? ¿O prefiere silenciar su origen...? ¿Y por
qué ocurre en forma tan frecuente y sistemática? ¿Será un síntoma importante de la
sensibilidad estética de nuestros tiempos?
Estos interrogantes forman parte de una serie de cuestiones que abordaremos,
en una primera aproximación, partiendo de las formulaciones teóricas de tres grandes
dramaturgos españoles: Antonio Buero Vallejo, Alfonso Sastre y José Sanchis
Sinisterra. La selección de nombres realizada intencionalmente para poner mojones
en la dramaturgia hispánica, se justifica por los intentos de un «nuevo teatro»,
efectuados, desde la post-guerra, por Sastre y Buero Vallejo y, desde la década del
’60, por Sanchis Sinisterra.
El «nuevo teatro» español puede situarse en los albores del ’50: en 1949 Buero
Vallejo estrena Historia de una escalera estipulando, desde este primer texto, su voluntad
de sacudir la conciencia del público y de sacarlo de prácticas evasivas y acomodaticias,
herederas esclerosadas del benaventismo y del «astracán» (Ruiz Ramón 1980, 337).
1. A. BUERO VALLEJO:
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Buero Vallejo cita muchas «influencias» -como él las llama- y poco le importa si
esto degrada su originalidad. Antes bien, el lector reacciona precisamente en la
forma opuesta: entre el hervor silencioso de tantos autores y textos, suena
extrañamente distinta, individualizada, la voz bueriana.
Su procedimiento escritural sigue el mismo esquema en diversos textos: en
Las palabras en la arena (1949) utiliza un breve episodio de los Evangelios; en Casi
un cuento de hadas (1953) Buero adapta la fábula de Charles Perrault, «Enriquete, el
del copete»; en Mito (1968) incorpora las andanzas de Don Quijote; en Las meninas
(1960) y en Diálogo secreto (1985) Velázquez y su célebre pintura «Las hilanderas»
presiden la gestación textual. En La tejedora de sueños (1952) reescribe la historia de
Ulises y Penélope, partiendo no solo del texto homérico sino de lo que ha acuñado
la tradición literaria. En las palabras de Iglesias Feijóo (quien prologa la edición de
Cátedra), encontramos una interesante sugerencia que nos acerca al meollo de la
cuestión:
2. ALFONSO SASTRE:
Una detallada lista de los sucesivos títulos desechados para el nuevo texto de
Sastre, que se llamó Tragedia fantástica de la gitana Celestina o Historia de amooor
y de magia con algunas citas de la famosa tragicomedia de Calixto y Melibea, puede
dar indicios del cauce que imprimió el dramaturgo al material celestinesco:
¡Arde, Celestina!
Celestina en la hoguera
Arde la Celestina
¡Arde la vieja puta Celestina!
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Celestina o las tragedias corporales
Tratado de Celestina y de las tristezas y alegrías de la carne humana
Quema de Celestina
...
3. J. SANCHIS SINISTERRA:
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CONCLUSIONES
Hasta ahora los pasos de nuestra investigación nos han conducido a certificar
la práctica de la reescritura en el teatro español contemporáneo y a deslindar las
grandes líneas en las que se desenvuelve. Inclusive hemos podido detectar algunas
ideas directrices en el procedimiento escritural vigente.
El dramaturgo, en tanto lector hipertrofiado -doblemente sagaz-, actúa como
si los textos tuvieran espacios vacíos o intersticios en su trama que muestran hilos
sueltos o desaprovechados. Así, rellena esos huecos, corrige, traspone, inventa:
imagina nuevas situaciones para esos personajes y/o nuevos personajes para esas
situaciones. Les otorga un suplemento de pasado o de futuro (o ambos). O bien saca
una cita del hipotexto y la inserta en otro tejido, en otra parte del nuevo texto,
practicando la «técnica del injerto». De improviso las palabras adquieren un relieve
inusitado, a la manera de un foco que iluminase enfáticamente un sector del escenario.
Ha conseguido, con el roce de los dos discursos, un efecto de doble sentido: la
familiaridad y el distanciamiento.
Por exceder los límites del presente trabajo, dejamos para otro lugar la
interpretación de los móviles y las consecuencias de esta práctica.
NOTAS
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BIBLIOGRAFIA
AA.VV. (1977) Teatro español actual. Madrid, Cátedra y Fundación Juan March.
RUIZ, RF (1980) Historia del teatro español. Siglo XX. 4ªed., Madrid, Cátedra.
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