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1
Gran parte de ellas se encuentran recogidas bibliográficamente en Shibles (1971), Van
Noppen (1985) y Van Noppen y Hols (1990).
2
Término acuñado por Eduardo de Bustos Guadaño (2000) en su libro La metáfora.
Ensayos transdisciplinares.
3
Son numerosos los intentos de organizar las distintas aportaciones en torno al fenómeno
metafórico; baste citar algunos, como los de Mooij (1976), Ortony (1993b), Kittay (1987) y
Way (1991). Sin embargo, cada uno de ellos debe ser tomado como orientativo, ya que
pueden desmontarse fácilmente con sólo alterar alguno de los criterios empleados (Vicente
Cruz 1995: 156). Para consultar un resumen sobre las distintas propuestas de clasificación,
véanse Samaniego Fernández (1996: 50-57) y Vicente Cruz (1995: 156, nota 29).
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I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
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Como procedimiento lingüístico que provoca el cambio semántico y como un tipo de
asociación mental basada en la semejanza de dos realidades (Winner y Gardner, 1977).
5
Autores como Soria Clivillés (1993: 44) consideran que la paráfrasis es independiente del
valor cognoscitivo de la metáfora, de tal manera que “de la idea de que las metáforas son
parafraseables no debe inferirse que no tienen valor cognoscitivo; lo mismo que de la idea
de que no son parafraseables no debe inferirse que lo tienen”. Compartimos la opinión de
Vicente Cruz (1995) según la cual la paráfrasis es un procedimiento que se activa para la
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Rosana Acquaroni Muñoz
comprensión metafórica, pero que no guarda una relación directa con su mayor o menor
valor cognoscitivo.
6
La cuestión de fondo que se plantea y que constituirá –no sólo durante la Edad Media–
uno de los temas de controversia más importantes es la relación que se establece entre la
lengua y el pensamiento, entre las palabras y las cosas que designan. Frente a los
convencionalistas, entre los que se contaba Aristóteles, que defendían que no existe
relación directa y natural sino convencional entre lenguaje y realidad, estaban los
naturalistas como Platón, que reconocían un vínculo natural e inmutable entre lenguaje y
realidad. Platón recoge en su diálogo Cratilo (383 a.C.) las claves de esta polémica entre
naturalistas y nominalistas. Según las tesis naturalistas, todas las palabras son
verdaderamente apropiadas por naturaleza para las cosas que representan y esta cualidad
inmanente puede ser captada por el filósofo si busca tras la apariencia de las cosas. La
figura de Sócrates, moderador de la discusión, toma claramente partido por Cratilo, defensor
de las tesis naturalistas, en detrimento de Hermógenes, representante de las tesis
convencionalistas. La defensa de la postura naturalista se asentó, sobre todo, tal y como se
57
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
recoge en Tusón (1982: 18), sobre dos pilares: la etimología y el simbolismo fonético. Nace
así la etimología como práctica enraizada en la búsqueda del verdadero significado que se
esconde tras la apariencia (etymo significa “verdadero” o “real”). El Cratilo está lleno de este
tipo de argumentaciones etimológicas falsas. Por poner un solo ejemplo, theoi (“dioses”) se
consideraba originado en théonta (“los que giran”), porque los dioses giraban en las esferas
celestes.
7
Aunque Platón utiliza el término metaférein con la acepción corriente de “traducir” (Bedell
Stanford, 1936), es Aristóteles, como veremos a continuación, el que acuña el término
metáfora y origina de manera explícita un nuevo campo de reflexión en torno a ella.
8
Ortony (1993b), uno de los autores más destacados en el estudio de la metáfora, distingue
dos grandes enfoques basándose en este criterio de la existencia o no de significado
metafórico frente al literal. El enfoque no constructivista, en el que quedarán enmarcados
aquellos trabajos sobre la metáfora pertenecientes a la retórica clásica, así como los de
autores como Black y Searle, que defienden dicha distinción y consideran el uso metafórico
del lenguaje como desviante y supeditado al propiamente literal. El otro enfoque, el
denominado constructivista, que tiende a minimizar o eliminar directamente la distinción
entre sentido literal y sentido figurado y considera la metáfora como una herramienta
esencial de la creatividad del lenguaje. Esta distinción es recogida por otros autores como
Moeschler y Reboul (1999) y Urios-Aparisi (2002).
58
Rosana Acquaroni Muñoz
9
Esta idea espacial de traslado o de desplazamiento del nombre se halla cristalizada en la
misma génesis del término metáfora: µετα-φορά: µετά, “al otro lado” y φέρω, “llevar”
(Eseverri Hualde, 1988: 397). Por otra parte, conviene aclarar que, tal y como recoge
Llamas Saíz (2005: 20, nota 7), el término griego έπιφορά puede ser traducido también
como transferencia o transposición. Nosotros emplearemos indistintamente los dos términos
a lo largo de este apartado.
10
A pesar de que esta definición aparece recogida en la Poética (Aristóteles, 2002), su
desarrollo conceptual se encuentra diseminado, no sólo en esta obra (Poética 21, 1457a y
1457b; 22, 1459a), sino también en el libro III de la Retórica (Aristóteles, 1999) (III 2, 1404b:
32-37; 1405a: 8-10; 1410b: 35; 1411a: 1-2; 1412a: 11 y ss.). Esta doble presencia sitúa a la
metáfora en una encrucijada entre dos disciplinas muy distintas que le asignan dos
funciones diferentes: la retórica, cuya finalidad es la elocuencia para la persuasión en el
discurso oral, y la poética, que busca producir placer a través de la imitación (mímesis) de
acciones humanas capaces de suscitar en el espectador terror y compasión.
11
Esta vinculación con el plano léxico, al entender que la metáfora consiste en denominar
realidades con nombres que son propios de otras realidades, será la que conduzca después
a la retórica postaristotélica (que se extenderá hasta el siglo XIX) a especializarse en la
clasificación; en la creación de taxonomías de las figuras de desviación o tropos, ya que la
metáfora sería una de las figuras de discurso (concretamente, se la clasificará como un
tropo de semejanza) que consta de una sola palabra.
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I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
12
Como hemos visto ya en la mención a Platón, podemos decir que la oposición propio-
transpuesto, generada a partir de Aristóteles, es en gran parte heredera de la vieja
controversia entre naturalistas y convencionalistas. Dicha polémica derivó desde el siglo II
a.C. en otra gran discusión acerca del grado de regularidad (analogía) o irregularidad
(anomalía) del lenguaje. “Así, a aquellos que sostenían que la lengua era esencialmente
sistemática y regular se les denomina generalmente analogistas y a los que adoptaron la
postura contraria se les llama anomalistas” (Lyons, 1971: 6). La pervivencia de estas
controversias y la distinción irreconciliable de los pares natural/convencional,
propio/transpuesto, analogía/anomalía, se dio por sentada a partir de la teoría retórica
postaristotélica, que provocó distintas reformulaciones terminológicas; de tal manera que lo
propio podrá en ocasiones ser identificado con el término literal y lo transpuesto con lo
figurado. En muchos casos, no en Aristóteles (véase Ricoeur, 2001: 29-30), se dará un paso
más, identificando el uso corriente, ordinario, de un nombre determinado con su sentido
propio, es decir, con su pertenencia originaria a una idea. Podríamos incluso trazar un
vínculo conceptual entre natural-propio-análogo y convencional-transpuesto-anómalo.
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Por ello, Aristóteles (1999: III, 1406b: 501-502) considera muy pró-
ximos, desde el punto de vista conceptual, los esquemas del símil (X es
como Y) y de la metáfora (X es Y). Aunque no llega a identificarlos13,
defiende cierto grado de equivalencia subyacente entre ambas estructuras:
13
Según Ricoeur (2001: 34), el hecho de que Aristóteles relacione en su Retórica la
metáfora con la comparación es una invitación a seguir el camino que conduce a
reconocerle su carácter de enunciado, y no interpretarla exclusivamente como una
desviación en el plano léxico, ya que la comparación ofrece una estructura discursiva, por lo
menos en apariencia. Por otro lado, será este acercamiento entre la metáfora y el símil lo
que posibilitará interpretar la metáfora como un símil abreviado. Estaríamos ante lo que
Black denomina enfoque comparativo.
61
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
habría podido ser empleado; sin embargo, hay que destacar que Aristóteles
no dice que el préstamo o desviación tenga que proceder necesariamente de
la idea de sustitución14.
14
“Algunas proporciones analógicas no tienen un nombre instituido, pero no por ello dejará
en absoluto de expresarse igualmente la relación. Por ejemplo, la acción de esparcir los
rayos desde el sol no tiene nombre. Sin embargo, hay una relación de semejanza entre esta
acción con respecto al sol y la de sembrar con respecto al grano, razón por la cual se ha
dicho sembrando los rayos por un dios constituidos” (Aristóteles, 2002: 21, 1457b).
Aristóteles recoge así un ejemplo en el que no existe el vocablo propio para designar uno de
los términos de la analogía: (B es a A como D es a C), es decir, la acción del sol es a su luz
como el sembrar es a la semilla. El término B no tiene nombre. En griego no existía un
término como el español “irradiar”.
15
La atribución de una dimensión cognitiva a la metáfora constituirá, según veremos más
adelante, uno de nuestros principales criterios para diferenciar entre las distintas líneas de
conceptualización de la metáfora. Además, dentro del reconocimiento de su capacidad para
ampliar el conocimiento de la realidad, existirán autores que la entiendan como
desvelamiento, descubrimiento de ciertas semejanzas y relaciones entre las cosas que
hasta la irrupción de dicha metáfora habían permanecido inadvertidas. Tal parece ser el
caso de Aristóteles, que precisa apoyarse en criterios de semejanza preexistente para
justificar la producción metafórica. Existe otra visión de la dimensión cognitiva de la
metáfora según la cual se considera que es la propia metáfora la que crea esas semejanzas
entre los términos (Black, 1966b).
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I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
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A pesar de no considerarse dentro del enfoque comparativo, autores contemporáneos de
la importancia de Ortony (1993a) reconocen un papel destacado a esa percepción de
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Rosana Acquaroni Muñoz
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I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
21
Nos referimos, sobre todo, al florecimiento cultural y de erudición que tuvo lugar a lo largo
del siglo XIII, durante el que se avivó el interés por la cuestión del significado, dando lugar a
numerosas obras bajo el título De modis significandi, que pretendían dilucidar los principios,
considerados constantes y universales, bajo los que la palabra se relacionaba con el
entendimiento humano y con la cosa significada. Los textos de los denominados modistae,
que constituyen una tendencia bastante uniforme dentro de la retórica, se elevan a 80 obras
reseñadas por Bursill-Hall (1975: especialmente 189-196). Al igual que los estoicos, la
gramática científica o especulativa propia de este período escolástico empleó la metáfora
del espejo (speculum) para ilustrar su visión del lenguaje como reflexión de la realidad
subyacente a todo fenómeno propio del mundo físico, real. Para ampliar este tema, véase
Lyons (1971: 14-16).
22
Para autores como Parente (2002), la adición del nexo comparativo como no es trivial ni
intrascendente, sino que debilita el compromiso semántico del enunciado original,
suavizando el efecto de la metáfora.
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23
Existen, por otro lado, muchos casos de parafraseo con un esquema de comparación que
no tienen nada que ver con el lenguaje figurativo. Pensemos, por ejemplo, en la siguiente
situación comunicativa planteada por Parente (2002): un niño le pregunta a su padre que
qué es una bicicleta y su padre responde que una bicicleta es como un triciclo. Tal y como
apunta Parente, se trata, en este caso, de una comparación literal, relacionada con un uso
aproximativo del lenguaje y no figurativo. Tendremos ocasión de retomar este mismo
razonamiento vinculándolo, esta vez, a uno de los criterios restrictivos que adoptamos en el
procedimiento de identificación metafórica aplicado a nuestro corpus de datos (III.1.2.).
24
Tal y como deja claro Black (1966b: 47) cuando se refiere al enfoque comparativo, las
palabras entre paréntesis son sobreentendidas por el lector, y en ningún caso enunciadas
explícitamente.
25
El esquema de este tipo de metáforas basadas en una relación analógica es el siguiente: (A
es a B como C es a D). Aristóteles proporciona ejemplos en su Poética (2002: 1457b, 20) a los
que ya nos hemos referido en el apartado I.1.1. Un ejemplo propiamente dicho de catacresis
basado en ese esquema analógico es: la cabeza del alfiler. Alfiler es a B lo que cuerpo es a
cabeza. B es el lugar vacío, el término propio no existente para designar esa parte concreta de
un alfiler. Sin embargo, siguiendo la argumentación de Bustos Guadaño (2000: 46-47, nota
16), lo que determina el carácter metafórico de la catacresis es el alcance que se le dé a la
definición del término. En nuestro ejemplo, si definimos cabeza como “parte superior del
cuerpo animal o humano”, la cabeza del alfiler sería una metáfora; pero, si fijamos la extensión
de la definición de cabeza diciendo que es “la parte superior de algo o alguien”, ya no se
trataría de un uso metafórico. Black define la catacresis como el uso de un vocablo en un
sentido nuevo con objeto de rellenar una laguna del vocabulario “(...) mas si la catacresis se
pone al servicio de una necesidad genuina, el nuevo sentido que así se introduce, pasa
rápidamente a formar parte del sentido literal: “naranja” puede haberse aplicado
originariamente al color por catacresis, pero tal palabra conviene ahora a éste con la misma
“propiedad” (o igual ausencia de metáfora) que al fruto” (Black, 1966b: 43).
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I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
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Platón ya utiliza este término “cosmética” referido a la metáfora. Véase nota 6 de Ricoeur
(2001: 17).
27
Como señala Bustos Guadaño (2000: 50): “esta desvinculación de la metáfora del reino
de lo cognoscitivo y su correspondiente destierro al ámbito de lo estético corre paralela, a
partir de la era moderna, a la tajante separación entre ciencia y arte, entre conocimiento y
placer (...) entre lenguaje del conocimiento [y] lenguaje del arte (...)”.
28
El término figura (skema conformatio, forma) fue especialmente utilizado por los
aristotélicos y debe su origen a la forma de un cuerpo.
29
Tal y cómo recoge Ricoeur (2001: 43-44, 67-68), la retórica griega era considerada como
arte de la persuasión, orientada hacia el dominio de la oratoria y constituida por tres
campos: argumentación, composición y elocución. La teoría de la argumentación y la de la
composición (poética) se separarán y la retórica quedará reducida, primero, a la elocución y,
después, a una simple clasificación de figuras, a una teoría de los tropos, perdiendo su
vinculación con la lógica (al despojarse de la correlación entre el concepto de persuasión y
de verosimilitud) y con la filosofía.
30
César du Marsais (1818: 34; citado en Todorov, 1981: 141) utilizará explícitamente la
metáfora del ropaje para explicar el carácter superficial, puramente decorativo y, por tanto,
prescindible de las figuras, que “revisten, por así decirlo, de ropajes más nobles esas ideas
comunes”.
68
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31
Dentro de las llamadas por la retórica clásica figuras del discurso, se distinguían los
esquemas o figuras de construcción y las figuras retóricas. Las primeras se definen
como una “construcción gramatical que se aparta de la considerada formal” (Moliner, vol. 1.,
1988: 1302). Las figuras retóricas, en cambio, se definen en relación no tanto con la forma,
sino con la variación de significado, como “cualquier manera de decir que, buscando más
expresividad o mayor efecto, bien se introduce alguna variación en el uso corriente de las
palabras (...) o en su significado (...), o bien se combinan de una manera efectista” (Moliner,
vol. 1, 1988: 1302). Cuando la figura retórica afecta exclusivamente a una palabra se
denomina tropo. La distinción entre los distintos tropos se establece de acuerdo a cuál sea
la relación entre el significado propio de la palabra y el impropio: la metáfora sería un tipo
de tropo, junto con la sinécdoque y la metonimia. Cuando la relación depende de la
conexión, estamos ante casos de sinécdoque; cuando dependen de la correspondencia, los
ejemplos son de metonimia; y cuando depende de la semejanza, el tropo es una metáfora
(Soria Clivillés, 1993: 48-49). La metáfora consiste, según el diccionario de María Moliner,
en usar las palabras con sentidos distintos de los que tienen propiamente, pero que guardan
con éste una relación descubierta por la imaginación.
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Esta interpretación de lo metafórico como atentado a la verdad y a la claridad de la razón
aparece ya en Platón, uno de los máximos detractores del lenguaje figurativo. Sin embargo,
las obras tanto de Platón como de Locke encierran una contradicción: ambos excluyen a la
metáfora del campo del conocimiento, pero, al mismo tiempo, se valen de ella en la práctica
para desarrollar el cuerpo teórico de su pensamiento: Platón es, seguramente, uno de los
más prolíficos usuarios de recursos literarios (Parente, 2002) y Locke, por su parte, utiliza
metáforas brillantes para enunciar sus teorías; por ejemplo, se refiere a la mente humana
como una hoja de papel en blanco o virgen tablilla de cera. Para ampliar el tema sobre esta
contradicción, consúltense Bustos Guadaño (2002: 53, nota 17) y Haack (1994).
33
Frente al papel constructivo y creador que se le da al individuo según el empirismo
(Hume), las corrientes racionalistas (de Platón a Heidegger) conciben el conocimiento
científico como captura o apropiación de la realidad objetiva preexistente en la naturaleza de
la que se extrae su esencia, su verdad. En lo que respecta al lenguaje se considera que su
relación con la realidad y el pensamiento es transparente.
70
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34
Gianbattista Vico, con su obra Scienza nuova, excede esta tarea preliminar de aproximación
histórica que nos habíamos planteado al comienzo del capítulo. Vico constituye un punto de
partida, un apoyo teórico para autores como Marcel Danesi, en el tránsito hacia la
fundamentación de la importancia y el valor comunicativo que la metáfora posee y la
necesidad de incluirla urgentemente en el ámbito de la enseñanza-aprendizaje de las L2. Para
profundizar en la visión viquiana del lenguaje humano, se puede consultar la amplísima
bibliografía que aparece recogida en el artículo de Danesi (1999-2000: 107-108).
35
Esta manera de interpretar el fenómeno de la metaforización como un recurso básico de
enriquecimiento de las lenguas nos conduce a otra reflexión formulada, por ahora, a modo de
pregunta: ¿no constituirá también la metáfora una herramienta imprescindible para el
enriquecimiento discursivo de la L2 y la apropiación de la lengua meta (LM)? Como veremos
más adelante en este mismo capítulo, Marcel Danesi, artífice de la incorporación del concepto
de competencia metafórica en el ámbito de la enseñanza-aprendizaje de L2, es el primero en
detectar y lamentarse del hecho de que “el discurso propio de los aprendices de segundas
lenguas está caracterizado por un grado antinatural de literalidad” (Danesi, 1991a: 189).
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Dentro de esta tendencia se inscribe otro autor de finales del XIX, Alfred Biese, que sostiene
también el carácter metafórico por excelencia de la lengua. La metáfora es capaz de dar
cuerpo a instancias puramente espirituales y a espiritualizar lo corporal. Esta idea de la
utilización de la experiencia corpórea para materializar ideas de carácter abstracto es, en
esencia, la misma que inspiró el experiencialismo de Lakoff y Johnson y del que hablaremos
en el apartado I.1.4.1. Por otro lado, esta idea de la vinculación de lo nuevo a lo ya conocido
como motor de conocimiento está en la propuesta pedagógica del aprendizaje significativo
que se implantará en la metodología de L2 a partir del enfoque comunicativo.
37
Este radical cambio de perspectiva se encuentra recogido de forma dispersa en varios pasajes
de la obra nietzscheana, pero se concentra con mayor fuerza analítica y desarrollo en Sobre
verdad y mentira en sentido extramoral, obra que fue publicada póstumamente en 1903.
72
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38
Esta concepción será retomada en la década de los ochenta, ya en un marco propiamente
cognitivista, donde el lenguaje tiene una naturaleza cognitiva y simbólica y observa que las
metáforas de ahora serán mañana sentidos literales: “Today’s metaphor is tomorrow’s literal
sense” (Moore, 1982: 3).
39
Esta expresión, metáfora viva, corresponde también al título de una de las obras de
Ricoeur, clave en la reflexión sobre la metáfora.
40
Véase Cía Lamana (2001).
73
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
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Nos interesa resaltar esta circunstancia de exclusividad. Con el enfoque interactivo de
Black, que es, en gran medida, un desarrollo de las ideas planteadas por Richards (1971), la
metáfora se estructura y constituye como un enunciado; sin embargo, la atención se
concentrará en una palabra (foco), y será, precisamente, el contraste entre una palabra
tomada en sentido metafórico y otras en sentido literal (marco), pero que forman parte del
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Richards (1971) no llegó a concretar explícitamente una definición exacta de estas
nociones, por lo cual, nosotros adoptamos la interpretación que de ambos términos
proporciona Soria Clivillés (1993: 89) y que coincide con la de otros muchos autores.
46
Nos estamos refiriendo a los grandes poetas y teóricos del romanticismo literario,
Coleridge, Wordsworth y Shelley, para los cuales la metáfora tenía el poder de conformar la
realidad a través de la capacidad sintética de la imaginación frente a la analítica de la razón.
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Black planteará su reflexión filosófica sobre el problema de la metáfora y acerca del
propio lenguaje a partir de un análisis propiamente lingüístico de la metáfora. Adoptará una
metodología analítica en la que seleccionará ejemplos de metáforas que le sirvan como
modelos para discriminar criterios, propiedades en común capaces de fijar su identificación,
delimitación y detección como fenómeno. Estos planteamientos teóricos tendrán,
posteriormente, gran influencia en la psicología cognitiva.
48
Black, M. (1966): Modelos y metáforas, Madrid, Tecnos (Black, 1966a).
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La aparición de un término (foco) tomado metafóricamente, pero inserto dentro de un
marco no considerado metafórico, constituye una condición de cumplimiento obligatorio para
que podamos hablar de la existencia de una metáfora, ya que, como aclara el propio Black
(1966b: 38): “Cuando se pretende construir la oración entera con palabras usadas
metafóricamente el resultado es un proverbio, una alegoría o un acertijo (...)”.
50
Como sabemos, en el caso de los HNN, ocurre con frecuencia que no son capaces de
acceder al sentido metafórico de un enunciado a pesar de conocer el significado literal de
todas las palabras, puesto que la construcción metafórica puede resultar totalmente
disparatada cuando se intenta trasladar a otra comunidad lingüística.
51
Pensemos, por un momento, en toda la carga cultural transmitida acerca de este animal
en los cuentos infantiles, por ejemplo.
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METÁFORA
52
Diccionario de la RAE, 2001: 72.
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53
Desarrollamos a lo largo de este apartado sólo aquellos principios básicos relacionados
directamente con la teoría cognitiva de la metáfora, dejando al margen cualquier otro
aspecto que no afecte a esta teoría. Para tener una visión panorámica más exhaustiva de la
lingüística cognitiva, véanse Cuenca y Hilferty (1999) y Ungerer y Schmid (1996), así como
el capítulo primero de Cifuentes Honrubia (1994), en el que se desglosan los principios de la
lingüística cognitiva. Otra publicación periódica de consulta obligada, ya que recoge desde
1990 los distintos desarrollos de la lingüística cognitiva, es la revista Cognitive Linguistics.
Destaca también la serie Cognitive Linguistics Research y la colección Cognitive Linguistics
in practice, así como numerosos estudios monográficos publicados por las editoriales
Mouton de Gruyter y John Benjamins. Existe, además, la International Cognitive Linguistics
Association (ICLA) que cuenta con página en Internet: www.cognitivelinguistics.org y la
Asociación Española de Lingüística Cognitiva (AELCO), cuya sede se encuentra en la
Universidad de Murcia y que también dispone de página web: www.um.es/~lincoing.
54
El adjetivo cognitivo conlleva cierta imprecisión, al haber sido empleado para calificar
diversas ciencias (psicología, lingüística, antropología), así como distintas tendencias
contrapuestas dentro de una misma disciplina. Es el caso del modelo lingüístico generativo,
que fue el primero que proclamó su carácter cognitivo, en clara oposición a las teorías
conductistas y a la lingüística estructuralista americana; y de la lingüística cognitiva, que
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57
El holismo se opone a la corriente del modularismo, relacionada con el paradigma
generativista, que concibe la cognición humana como un conjunto de subsistemas
jerárquicos, desde un punto de vista estructural, y funcionalmente autónomos, cada uno de
los cuales corresponde a una capacidad cognitiva diferente. El módulo lingüístico estaría
compuesto a su vez por submódulos: el sintáctico, el semántico, etc. Los modularistas
equiparan metafóricamente la inteligencia humana a un programa informático.
58
Existen, en este sentido, coincidencias con la corriente funcional de la lingüística, en la
medida en que ambas concepciones tratan el lenguaje como fenómeno mental, a cuyo
sistema intentan acceder a partir de su descripción.
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La semántica cognitiva se construye a partir de cuatro teorías lingüísticas cognitivas: la
semántica de marcos (Fillmore, 1982), la gramática cognitiva (Langacker, 1987-1991), la
teoría sobre la metáfora y la metonimia (Lakoff y Johnson, 1980) y la teoría de los espacios
mentales (Fauconnier, 1985), y agrupa distintas líneas de trabajo, entre las que destaca la
teoría de prototipos o semántica de los prototipos, por ser, quizá, la más difundida.
60
Véanse Lakoff y Johnson (1996: 228-268) y Johnson (1987).
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61
La traducción al español más extendida del concepto embodiment es encarnación o
corporeidad.
62
La teoría de la gestalt (patrón de orden) parte de la psicología de la gestalt para
posteriormente convertirse, en lo que al estudio de las gestalts cognitivas se refiere, en la
denominada psicología de modelos, a la que pertenece la psicóloga Eleanor Rosch. El
punto de partida de la teoría de la gestalt es la concepción de que los seres humanos
percibimos siempre formas completas y que, para que esta manera de percibir sea posible,
es necesaria la existencia de un fondo en el que se enmarque cada forma. La gestalt (Von
Ehrenfels, 1890) se define como un patrón de orden, una configuración de la materia que se
percibe globalmente y cuyos principios esenciales son la transponibilidad, según la cual la
gestalt es independiente a la materia específica o soporte en el que se concreta (por
ejemplo, reconocemos el mismo rostro de una persona tanto en una foto como en un dibujo
o una escultura), y la supersumatividad, que establece que las propiedades de la gestalt
completa no son el resultado de la suma de sus componentes. Si, por ejemplo, miramos con
una lupa cada parte de un rostro humano veremos bien todas las arrugas, los poros, los
pelos, etc., pero no podremos captar cuál es la expresión del rostro. Para tener una idea
más detallada sobre las propiedades y la tipología de las gestalts, consúltese lo recogido en
Geck Scheld (2000: 30-32).
63
A pesar de que este término ha sido, en ocasiones, traducido por mapeo, nosotros
adoptamos la traducción proyección, término que alternaremos con el de mapping,
recomendada por los profesores de la UCM Marisa Blanco y Enrique Palancar Vizcaya que
han tomado la iniciativa en la Red (en mensaje enviado a lingcog@fcu.um.es el 8 de junio
de 1999) de elaborar una propuesta consensuada de traducción de términos de lingüística
cognitiva al español, con el fin de paliar, en la medida de lo posible, la falta de unidad
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terminológica que dificulta la utilización del español como lengua de investigación en esta
disciplina.
64
Cuenca y Hilferty (1999: 71-72) lo ejemplifican con la palabra rodilla, que no podría
entenderse correctamente si no hacemos referencia a la concepción de una pierna, que
actúa como uno de los dominios cognitivos de rodilla, es decir, como una estructura
coherente de conocimiento subyacente que la enmarca. Otros dominios cognitivos
necesarios para comprender la palabra rodilla son los que incluyen el conocimiento de la
flexibilidad, la locomoción, la articulación, etc.
86
Rosana Acquaroni Muñoz
65
El concepto de dominio cognitivo (Langacker, 1987-1991), coincide, básicamente, con
conceptos surgidos en otras líneas de trabajo dentro de la semántica cognitiva: modelo
cognitivo idealizado (Lakoff, 1987) del que daremos amplia cuenta en el apartado I.1.4.2.,
marco (Fillmore, 1985) y espacio mental (Fauconnier, 1985).
87
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
66
Tal y como recogen Cuenca y Hilferty (1999: 17, nota 7), “esta postura está encontrando
resonancia entre investigadores que trabajan en el marco de la ciencia cognitiva como el
premio Nobel Gerald Edelman (1992) y el reconocido neurólogo Antonio Damasio (1994)”
(Edelman, 1992; Damasio, 1996).
88
Rosana Acquaroni Muñoz
(1d) [la felicidad es] Fuerte y vibrante, la felicidad nos sacude y nos llena a
la misma vez (SP490/2/PRET)
89
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
90
Rosana Acquaroni Muñoz
Nos interesa tener bien presente que, aunque los modelos cognitivos
idealizados son entidades conceptuales (no lingüísticas), el lenguaje,
considerado por la lingüística cognitiva una actividad cognitiva más, también
se rige por estos mismos principios de organización. Estas estructuras de
conocimiento están, por tanto, integradas con el significado de una
expresión lingüística y permiten su caracterización al proporcionarle un
contexto apropiado y situar dicho significado en su entorno conceptual
adecuado. En esta misma línea de pensamiento, los modelos culturales
(Ungerer y Schmid, 1996: 50) vienen a ser los modelos cognitivos
idealizados compartidos por personas que pertenecen a un mismo grupo o
subgrupo social; a pesar de estar fijados, su naturaleza es dinámica y su
configuración flexible, ya que pueden variar y adaptarse a las circunstancias
cambiantes que impone la propia realidad o a las nuevas necesidades
expresivas que van surgiendo.
67
Como veremos con más detenimiento en el apartado siguiente, al hablar de la estructura
de las categorías, con “representatividad” nos estamos refiriendo a los llamados efectos de
prototipicidad. Adelantamos la siguiente reflexión: no todas las facetas de ese conocimiento
enciclopédico acerca de una entidad tienen el mismo valor: hay especificaciones que tienen
más relevancia que otras, mayor centralidad, y no pueden ser omitidas. Otras, sin embargo,
son más prescindibles y ocupan, dentro de esa estructura, un lugar más periférico.
68
Lakoff propone un quinto tipo de modelos cognitivos, los denominados simbólicos, que
tienen la particularidad de asociar fenómenos lingüísticos a los cuatro modelos que
mencionamos aquí. Véase Lakoff (1987: 462-584).
91
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
1. Modelos proposicionales
3. Modelos metafóricos
4. Modelos metonímicos
69
A partir de estudios psicológicos contrastados llevados a cabo por Eleonor Rosch (Rosch,
Simpson et al., 1976) y sus colaboradores, se llega a la conclusión de que existen tres
niveles de organización categorial: el nivel básico (basic level), el nivel superordinado
(superordinate level) y el nivel subordinado (subordinate level). Estos dos últimos se definen
de acuerdo a su menor o mayor grado de especificidad en relación con el nivel básico: si el
concepto de perro pertenece a la categoría del nivel básico, animal y caniche se sitúan,
respectivamente, en el nivel superordinado y subordinado. Como queda claro con el
ejemplo, tanto el nivel superordinado como el subordinado dependen parasitariamente del
nivel básico: el nivel superordinado porque comparte con él atributos, lo necesita para poder
asociarse a una imagen mental; y el nivel subordinado porque se basa en atributos
diferenciales del nivel básico y sirve para aportar algo más de información con un mayor
coste de esfuerzo cognitivo para su procesamiento.
92
Rosana Acquaroni Muñoz
Por otro lado, los miembros que forman parte del nivel básico, se
identifican, asimismo, con las primeras palabras que comprenden y emplean
los niños y suelen corresponder también con el vocabulario básico objeto de
aprendizaje en el ámbito de las L2, entre las que se cuentan los nombres
comunes, que parecen poseer, además, una consideración especial dentro
del lexicón mental. Siguiendo el ya clásico ejemplo de soltero (bachelor),
descrito por Fillmore, proponemos nuestro conocimiento estructurado de
matrimonio, según el modelo español, concepto actualmente debatido en el
DRAE. Una definición que dijera “unión de hombre y mujer concertada
mediante determinados ritos o formalidades legales” no alcanzaría al
verdadero significado de la palabra, ya que está definida, en realidad, con
respecto a un modelo cognitivo idealizado de una sociedad en la cual lo
normal es llegar a una determinada edad al matrimonio y que éste sea
monogámico. Surgen así expresiones como “estar en edad de merecer”.
Además, tenemos una idea de cómo es el típico matrimonio, dependiendo
de los años que lleven casados, que va desde la imagen idílica de los recién
casados en permanente luna de miel, al matrimonio visto como una situación
rutinaria más o menos llevadera o, directamente, como una auténtica carga.
A pesar de la reciente aprobación en España de la ley de matrimonios
homosexuales, el modelo cultural todavía sigue considerando como
prototípico la unión entre dos personas de diferente sexo.
93
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
70
Para una descripción en detalle de estos esquemas, véanse los capítulos 2, 3, 4 y 5 de
Johnson (1987).
71
La metonimia para la lingüística cognitiva constituye el otro gran procedimiento cognitivo
en el que utilizamos una entidad para referirnos a otra que está relacionada con ella. Se
diferencia de la metáfora en el hecho de que la metonimia opera dentro de un único
dominio, asociando entidades conceptualmente adyacentes, mientras que la metáfora
asocia entidades que proceden de dos dominios distintos. De esta manera, nos referimos
indirectamente al producto a través de la mención del productor cuando decimos, por
ejemplo, “¿Tienes un kleenex?” Cada vez es mayor el interés que despierta el estudio de la
metonimia entre los lingüistas cognitivos; prueba de ello son los numerosos trabajos que se
han publicado en estos últimos años (Barcelona, 1997, 2000).
72
Existe un tercer procedimiento mediante el cual emergen estructuras conceptuales
abstractas: la proyección del nivel básico a las categorías subordinadas y superordinadas,
que se consideran también estructuras conceptuales indirectamente significativas.
94
Rosana Acquaroni Muñoz
95
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
73
Tal y como señalan Winner y Gardner (1977: 113), la semántica cognitiva comparte con la
de corte estructural la idea de componencialidad del significado, definido a partir de un
conjunto de rasgos. La diferencia radica, sin embargo, en el sentido que le da cada una de
las semánticas a esos componentes o rasgos de significado: “Los componentes de los que
habla la semántica estructural son rasgos distintivos, funcionales, constitutivos de un
significado de lengua. En cambio, los rasgos a los que se refiere la semántica cognitiva son
rasgos que permiten establecer oposiciones entre clases de cosas, no entre significados”.
74
Todos estos atributos corresponden a aspectos del significado de toro que
tradicionalmente han sido considerados como connotativos, relacionados con nuestro
contexto cultural y con la forma que tenemos de ver el mundo. Tal y como veíamos en la
introducción, existen sustanciales diferencias entre la imagen mental de un toro que posee
un español, un indio o un inglés nativos. Sin embargo, desde una perspectiva cognitiva,
estos aspectos connotativos no pueden ser disociados de los denotativos.
96
Rosana Acquaroni Muñoz
75
Ejemplares como el coral suponen un problema categorial, ya que comparten rasgos
propios de la categoría animal y de la vegetal.
76
En la versión transformacional de la semántica componencial se ha llegado incluso a
postular la posibilidad de establecer rasgos universales, válidos para todas las lenguas.
97
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
98
Rosana Acquaroni Muñoz
78
La semántica de prototipos o semántica cognitiva sustituye la noción de rasgo o
componente, propia del enfoque clásico, por la de atributo, que será la que utilicemos a
partir de ahora.
79
La versión ampliada de la semántica de los prototipos prefiere considerar al prototipo
como imagen mental o entidad cognitiva que puede corresponderse o no con un miembro
concreto de la categoría (en nuestro ejemplo, perro o gato). Puesto que éste ya no se define
respecto a la realidad, sino en relación con un modelo cognitivo idealizado, se habla, más
que de prototipos, de efectos de prototipicidad. Para una ampliación de las diferencias entre
la versión estándar y la ampliada, véanse Lakoff (1987) y Kleiber (1995).
99
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
80
Se trata de una investigación pionera en torno a los colores focales en opinión de Muñoz
Tobar, ya que ha servido de argumento no sólo “para la noción de prototipo, sino, también
para la lingüística cognitiva en general, (...) y la semántica de prototipos es, en cierto
sentido, una generalización de las conclusiones acerca de la categorización del color”
(Muñoz Tobar, 2005). Este estudio revela que, aunque los términos para referirse a los
distintos colores varían en relación con las distintas lenguas, existe un inventario universal
de, al menos, 11 colores focales y cada uno de ellos es el ejemplar central más estable
dentro de la categoría en torno a la cual se organizan todos sus demás miembros y cuya
base es cognitivo-perceptiva; esta evidencia experimental contradice la hipótesis estruc-
turalista de la arbitrariedad de las categorías lingüísticas, así como la concepción de su
organización en unidades discretas con rasgos esenciales.
100
Rosana Acquaroni Muñoz
81
Es el caso de las redes conceptuales que se configuran exclusivamente a partir de
estructuras pertenecientes a un mismo dominio cognitivo o modelo cognitivo idealizado. Por
ejemplo, el caso anterior de madre.
101
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
82
Diccionario de la RAE, 2001: 330.
83
Como tendremos ocasión de explicar ampliamente en el apartado I.1.4.4.5., el resultado
de esta proyección entre diferentes dominios es una metáfora conceptual que puede ser
enunciada como LA VERGÜENZA ES CALOR.
102
Rosana Acquaroni Muñoz
84
Mientras que entre dos términos polisémicos se comparte, además de la forma
fonológica, atributos de significación, en la homonimia sólo comparten la misma forma
fonológica y sus significados no tienen nada que ver el uno con el otro. Es el caso de banco,
con sus dos significados diametralmente distintos: “entidad financiera” y “asiento para
sentarse varias personas”. Sin embargo, tal y como explican Cuenca y Hilferty (1999: 129,
135-136), al sentido originario (“asiento para varias personas”) se le suma uno más
específico “asiento para varias personas donde se realizan préstamos de dinero”, ya que,
parece ser que los primeros “prestamistas” establecían su “negocio” en un banco de la calle
“comercial” de las ciudades y allí era a donde acudían sus clientes a realizar las
transacciones comerciales. El desarrollo económico y financiero provoca que este último
sentido caiga en desuso y se termine identificando directamente con “entidad financiera”.
Así tendríamos una cadena basada en una relación de semejanza de familia, puesto que el
sentido originario y éste último no comparten rasgos comunes, sino que se relacionan a
través del sentido intermedio extinguido. Es precisamente la pérdida de ese eslabón de
conocimiento en la cadena de significados de banco lo que origina la relación homónima
entre los dos sentidos, al haberse roto la cadena polisémica inicial.
85
Como tendremos oportunidad de ver a lo largo del capítulo II, dedicado a explicar nuestra
propuesta didáctica de Taller de Escritura Creativa, nosotros hemos intentado incorporar
esta concepción categorial.
86
Como ejemplifican Cuenca y Hilferty (1999: 48), la imagen mental de perro que
modelamos cuando oímos: (1) El cazador tomó su escopeta, dejó la cabaña y llamó a su
perro, (2) Llevó a su perro al salón de belleza canino para que le arreglaran los rizos y (3)
Los policías alinearon a sus perros para enfrentarse a los alborotadores, no puede ser la
misma.
103
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
87
Para no desbordar innecesariamente la exposición teórica, hemos optado por no dedicar
un apartado especial a esta obra reciente de Lakoff y Johnson (1999), a pesar de haberla
manejado. En ella se incorporan nuevas aportaciones provenientes de los resultados
obtenidos por la ciencia cognitiva de segunda generación (Christopher Johnson (1997) y su
teoría de la conflación, Joe Grady (1997) y su teoría de la metáfora primaria o Fauconnier y
Turner con su teoría del blending conceptual), y que fuerzan a los autores a revisar algunos
aspectos desarrollados en 1980, así como a abandonar las hipótesis de la
unidireccionalidad y la de la invariancia. Sin embargo, sí hemos integrado en el apartado
I.1.4.4.5., dedicado a los tipos de metáforas conceptuales, aquellas aportaciones que
atañen a su clasificación y que suponen una modificación o un ajuste de la de 1980.
88
Nosotros nos hemos referido ya a algunos: Richards y Black (I.1.3.).
104
Rosana Acquaroni Muñoz
105
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
89
Lakoff sostiene en un espléndido libro escrito en colaboración con Mark Turner, titulado
More than cool reason: a field guide to poetic metaphor (Lakoff y Turner, 1989), que es la
poesía y no al revés la que se vale de este recurso conceptual cotidiano que es la metáfora.
90
En la versión en español, esta nueva manera de entender la metáfora se traduce como
concepto metafórico (Lakoff y Johnson, 1996: 42). Nosotros preferimos el término adoptado
por Cuenca y Hilferty (1999), metáfora conceptual, por parecernos más claro en oposición a
expresión metafórica.
106
Rosana Acquaroni Muñoz
91
A lo largo de esta obra de 1980, Lakoff y Johnson aportan infinidad de ejemplos que
demuestran la ubicuidad de la metáfora así como su dimensión cognitiva. Véase Lakoff y
Johnson (1996).
92
No hemos querido incluir exactamente las mismas expresiones metafóricas de Lakoff y
Johnson (1996: 40), por parecernos, algunas de ellas, un tanto forzadas, fruto, quizá, de la
traducción. De todas formas, sí nos hemos inspirado en ellas a la hora de buscar nuestros
propios ejemplos.
93
Existe una dificultad para la formalización de las metáforas conceptuales en forma de
enunciado, ya que se trata de una reconstrucción, de una destilación conceptual a partir de
las evidencias que proporciona el análisis de las distintas expresiones metafóricas
localizadas. Para ampliar la información sobre esta cuestión, véase el artículo de Emilio
Rivano: “Un modelo para la descripción y el análisis de la metáfora” y el de Jorge Osorio:
“Metáfora y análisis conceptual de discurso”; ambos se pueden consultar en
www2.udec.cl/~cognicio.
107
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
94
No hace falta decir que con este ejemplo nos referimos, no al deseo de que alguien llegue
el viernes, sino a las ganas que tiene el emisor de que la semana pase lo más deprisa
posible para que sea viernes cuanto antes.
95
Una metáfora es considerada convencional en la medida en que sea automática,
inconsciente, no requiera esfuerzo y esté arraigada en su sistema conceptual como modo
de pensar entre los miembros de una comunidad lingüística (Lakoff y Turner, 1989).
Teóricamente hablando, el número potencial de expresiones metafóricas es infinito. Además
de las expresiones metafóricas convencionales, que, en muchas ocasiones, pasan
desapercibidas para el hablante nativo, ya que se trata de esquemas tan
convencionalizados e integrados en el sistema conceptual que no es capaz de reparar
conscientemente en su naturaleza metafórica, siempre se pueden acuñar nuevas
expresiones metafóricas que se inscriban dentro de esa misma metáfora conceptual. El
grado de mayor o menor conciencia de uso en relación con las metáforas más
convencionalizadas será un tema que trataremos en relación con los aprendices de L2, en
el capítulo III, cuando abordemos la cuestión de los criterios empleados para la
identificación metafórica (III.1.1.1. y III.1.2.).
108
Rosana Acquaroni Muñoz
96
Tal y como lo definen Lakoff y Johnson (1996: 16), se entiende por isomorfismo “el
reconocimiento de un conjunto de relaciones comunes en el seno de entidades diferentes”.
Como podemos apreciar, ya no estamos hablando de semejanzas o analogías.
97
Las metáforas convencionales presentes en el lenguaje cotidiano han sido
sistemáticamente consideradas metáforas muertas por las teorías tradicionales sobre la
metáfora, frente a las auténticas metáforas, que eran las literarias, las poéticas. A partir del
siglo XX se empieza a llamar a éstas metáforas vivas.
98
Como anota Carmen González Marín en su traducción (Lakoff y Johnson, 1996: 94, nota
29), en español, se amplía la nómina con expresiones como la falda, la garganta o la cara
de la montaña, por lo tanto, sería posible defender también, tal vez, la existencia en español
de esta misma metáfora conceptual (UNA MONTAÑA ES UNA PERSONA).
109
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
110
Rosana Acquaroni Muñoz
99
Como explica Lakoff (1993), las metáforas conceptuales se consignan en letras
mayúsculas y se utiliza la forma ES del verbo copulativo como manera abreviada o
esquemática de hacer referencia a la proyección metafórica desde un dominio origen Y
hacia un dominio destino X (X ES Y; X se entiende, al menos parcialmente, en términos de
Y). ES no debe ser entendido como si se tratara de una proposición o una ecuación.
100
Los conceptos de source domain y target domain, han sido traducidos al castellano de
diversas maneras. Cuenca y Hilferty (1999) optan por dominio origen y dominio destino,
mientras que otros autores prefieren dominio de origen y dominio de llegada (Geck Scheld,
2000) o dominio fuente y dominio meta, como proponen Marisa Blanco y Enrique Palancar
Vizcaya. Nosotros usaremos indistintamente dominio origen o dominio fuente y dominio
destino o dominio meta, aunque trataremos de evitar éste último (dominio meta), para no
crear confusión con el término meta, utilizado en el ámbito de la LA para designar a la L2
objeto de aprendizaje (lengua meta).
111
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101
Como tendremos ocasión de comprobar en el capítulo II, dedicado a exponer nuestra
propuesta didáctica, hemos utilizado este tipo de ejercicios de imaginación en el Taller de
Escritura Creativa (por ejemplo: la actividad 3a de la secuencia II.5.2.3.).
112
Rosana Acquaroni Muñoz
102
Es el caso del ejemplo proporcionado por Lakoff y Johnson: la metáfora espacial LO
BUENO ES ARRIBA, donde el bienestar se identifica con una orientación “hacia arriba”,
coherente con otras metáforas conceptuales como FELIZ ES ARRIBA, SALUD ES ARRIBA,
VIVO ES ARRIBA, CONTROL ES ARRIBA (Lakoff y Johnson, 1996: 55).
113
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
(2a) (...) la felicidad incluye una vida tranquila con simplicidad (SP482/4)
(3d) [la felicidad es] una rosa para la nariz, una fresa para la lengua, seda
para la piel y dulces para los ojos (SP490/2)
(4a) (...) la cara de mamá esta iluminada por el paz del alma (SP482/6)
114
Rosana Acquaroni Muñoz
115
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
I.1.4.4.3. Unidireccionalidad
116
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117
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
103
Optamos por traducir invariance no por invariancia sino por invariabilidad, tal y como lo
hacen Cuenca y Hilferty (1999).
104
Hay que aclarar, sin embargo, que la hipótesis de la invariabilidad no aparece planteada
en Lakoff y Johnson (1999), posiblemente porque, a día de hoy, no existe constatación
empírica de la existencia de los esquemas de imagen, ni de su participación en el
funcionamiento metafórico en lo que respecta tanto a la producción como a la comprensión.
118
Rosana Acquaroni Muñoz
BARRERA
1. Estructurales
2. Orientacionales
3. Ontológicas
119
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
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105
Los ejemplos aquí consignados en cursiva proceden de Lakoff y Johnson (1996). Los
demás son nuestros.
121
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
122
Rosana Acquaroni Muñoz
106
Nos estamos refiriendo, sobre todo, a Grady, Narayanan, Christoper Johnson y Fauconnier.
107
La teoría de la conflación, enunciada por Christopher Johnson en 1997, sostiene que en
los primeros estadios del aprendizaje del ser humano, las experiencias y juicios valorativos,
por un lado, y las experiencias sensomotrices, por otro, emergen de modo conjunto e
indiferenciado, es decir, de manera conflada o fundida. El resultado es que el niño no
distingue durante ese primer período entre las dos clases de experiencias. Por ejemplo, la
experiencia subjetiva de sentir afecto está indisolublemente correlacionada con la
experiencia sensomotora de sentir calor (el calor que se percibe al estar en brazos de
alguien, por ejemplo, la madre). El niño establece asociaciones entre ambos dominios.
Posteriormente, el niño es capaz de discriminar las dos experiencias (período de
diferenciación); pero, las asociaciones establecidas durante el período de conflación
persisten y constituyen la base para la proyección entre dominios (cross-domain mapping)
de las metáforas conceptuales. Esta teoría fundamenta la existencia de expresiones tales
como cálida sonrisa (Lakoff y Johnson, 1999: 46). Las experiencias tempranas como la
anterior conducen a proyecciones metafóricas universales, en el sentido de muy extendidas
y compartidas por distintas culturas.
108
El proceso de blending o integración conceptual aportado por Fauconnier y Turner
(1998) opera sobre dos espacios mentales con la finalidad de conseguir un tercer espacio
denominado blend, que integra parcialmente la estructura de los otros dos, pero con una
estructura emergente nueva que puede incluir elementos que no pertenecen de modo
123
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
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125
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Rosana Acquaroni Muñoz
110
Véase I.1.4.3.
128
Rosana Acquaroni Muñoz
metáfora lingüística
METÁFORA
plano conceptual
METÁFORA CONCEPTUAL
LA VIDA ES UN VIAJE
dominio meta/destino dominio fuente/origen
111
A pesar de que todavía no nos hayamos referido a los trabajos de esta autora,
adelantamos que su aportación será decisiva para encarar nuestro estudio empírico, tal y
como quedará patente en III.1.1.1.
129
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
Una vez que hemos perfilado, desde un punto de vista teórico, nuestro
objeto de estudio, nos circunscribirnos al campo de la enseñanza-
aprendizaje de L2112 para abordar la noción de competencia metafórica
112
El estudio de la CM en el ámbito de la L1 no va a ser abordado en esta investigación, por
considerar que excede los objetivos que nos hemos marcado. Baste decir que, a pesar de
que existen estudios pioneros en décadas anteriores, es en los años setenta cuando
comienza realmente el desarrollo de la investigación en torno a la metáfora, que quedará
afianzado durante la década de los ochenta. En lo que al campo de la psicología se refiere,
existen distintas líneas de investigación de acuerdo a la edad de los sujetos que son objeto
de estudio. También parece que son más numerosos los trabajos dedicados a esclarecer
aspectos de la CM, en comparación con los que se centran en investigar la producción. Un
artículo importante es el de Howard Gardner, psicólogo del desarrollo, al igual que su colega
Ellen Winner (Gardner y Winner, 1979), interesados ambos en el estudio experimental del
desarrollo o el colapso de las capacidades para el lenguaje metafórico (metaphoric
language capacities) en niños de muy corta edad. En él, los autores sacan a relucir, entre
otras, dos áreas de interés en relación con la metáfora, compartidas tanto por filósofos como
por psicólogos: la especificidad de los procesos metafóricos (se preguntan si la destreza
metafórica (metaphoric skill) está interrelacionada con las habilidades lingüísticas o se trata
de una capacidad humana más amplia que se identifica con los procesos percetivos y
conceptuales generales) y la cuestión de si el uso metafórico es mejor explicarlo sondeando
la estructura del lenguaje (por ejemplo, los rasgos semánticos del tópico y del vehículo) o
considerando sus aspectos pragmáticos.
130
Rosana Acquaroni Muñoz
(CM) y su desarrollo, desde la acuñación del término en 1988, hasta las más
recientes aportaciones. Queremos recalcar que este abordaje teórico quiere
constituir en sí mismo una contribución a su estudio –no conocemos ningún
otro trabajo en el que se hayan organizado, de acuerdo a algún criterio, las
diversas incursiones teóricas sobre la CM en L2–. Estas reflexiones servirán
también para enmarcar y posibilitar la investigación empírica que
desarrollaremos en el capítulo III.
131
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
132
Rosana Acquaroni Muñoz
113
En pedagogía se considera heurístico todo aquel procedimiento didáctico cuya función
sea la de estimular a los estudiantes a aprender partiendo de la experiencia o a través de
sus propios descubrimientos. En relación con el aprendizaje, son heurísticos todos aquellos
“procesos inquisitivos o de descubrimiento de conocimientos, ya sean conscientes o
inconscientes” (Richards, Platt et al., 1997: 200).
114
La utilización de la metáfora como estrategia para favorecer la comprensión de
aquellos conceptos o unidades léxicas que plantean dificultades está bastante extendida
entre el profesorado en general. En el área de la enseñanza-aprendizaje de L2, Danesi
destaca el modelo glosodinámico (glossodynamic model) de Renzo Titone (Titone y
Danesi, 1985; Titone, 1973, 1982), que es, en su opinión, el que mejor ha sabido integrar
la utilización de la metáfora como procedimiento didáctico de instrucción en esta área;
instrucción “que se hace particularmente conveniente cuando se trata de establecer lazos
afectivos, lo que Titote denomina nivel ego-dinámico (ego-dynamic level) con los
aprendices” (Danesi, 1986: 6). Para tener una idea panorámica sobre el modelo
glosodinámico, consúltese Ainciburu (2004).
133
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
115
A la hora de traducir los términos abilitiy y skill nos hemos encontrado con diversas
opciones. El Diccionario bilingüe español-inglés de Larousse (versión electrónica) traduce
ability como capacidad o facultad, y recoge, asimismo, una acepción como sinónimo de skill,
que traduciríamos por dote o aptitud. En este mismo diccionario, skill aparece como
habilidad, destreza e, incluso, técnica. Según el Diccionario de falsos amigos (Prado, 2001),
ability no es exactamente habilidad, sino capacidad, inteligencia, aptitud, talento, ingenio de
una persona. Recurrimos al Diccionario de lingüística aplicada y enseñanza de las lenguas
(Richards, Platt et al., 1997), según el cual skill se traduce por destreza. Ante tanta
confusión y con ánimo de simplificar y no inducir a error, hemos optado por traducir a lo
largo de esta investigación, skill por destreza y ability por habilidad o capacidad
indistintamente, al entender el término en la línea marcada por Widdowson (1983), Candlin
(1986) y Bachman (1990), según la cual ability incluye tanto el conocimiento o competencia
como la capacidad para poner en práctica ese conocimiento en el uso de la lengua. No es
casual que tanto communicative competence como communicative language ability se
traduzcan en español como competencia comunicativa. En cuanto al término skills, aunque
se tiende a identificarlo con las cuatro destrezas generales (expresión y comprensión orales
y escritas), existen otras muchas específicas en las que se materializa la competencia o
habilidad lingüística. Más recientemente, en congruencia con los avances alcanzados en el
estudio del análisis del discurso y la lingüística del texto, se tiende a considerar la
interacción oral como otra destreza diferenciada, puesto que en la conversación se activan
de forma simultánea e indisociable la expresión oral y la comprensión auditiva. Además de
la interacción, el MCER (2002) reconoce la existencia de otra destreza o actividad
comunicativa: la mediación (oral y escrita), que se pone en marcha cuando un hablante
actúa como intermediario entre dos o más interlocutores (generalmente, hablantes de
distintas lenguas, pero no siempre) que no pueden comprenderse de forma directa.
Interpretar, traducir, resumir o parafrasear lo que los interlocutores dicen o escriben,
constituyen actividades de mediación. Como en otras ocasiones, hemos optado, a veces,
por incluir entre paréntesis el término en inglés (skill o ability), para que el lector tenga la
oportunidad de extraer conclusiones que pueden ser discrepantes con nuestra traducción.
116
Estos materiales no deben reducirse a proporcionar a los estudiantes listas de
expresiones idiomáticas con el fin de que las aprendan de memoria. Danesi (1986: 8)
esboza una serie de propuestas de explotación didáctica, todavía rudimentarias, que, a
pesar de traicionar en parte el enfoque comunicativo, contienen implícitamente algunas de
las habilidades en las que se va a concretar el concepto de CM: habilidad para reconocer
una proferencia metafórica, para valorar su relevancia (ser o no apropiada, desde el punto
de vista cultural), la habilidad para comprenderlas, así como para producirlas.
134
Rosana Acquaroni Muñoz
117
Traducimos el término communicative strategy por estrategia comunicativa, para
distinguirlo de estrategia de comunicación (communication strategy), a pesar de que, según
Richards (Richards, Platt et al., 1997: 484), communication strategy corresponde también en
español al término estrategia comunicativa. La expresión communication strategy aparece
por primera vez en 1972 en el artículo de Selinker titulado “Interlanguage” (1972), y hace
alusión a uno de los cinco procesos psicolingüísticos que subyacen al comportamiento
interlingüístico. Creemos que Danesi, cuando se refiere al lenguaje figurado en términos de
communicative strategy está hablando de lo que se conoce en el ámbito de la enseñanza-
aprendizaje de L2 como estrategia de comunicación, pero lo cierto es que el vínculo entre
uso metafórico y EC no se desarrolla como para poder afirmarlo categóricamente.
118
Danesi no cita explícitamente el modelo de CC al que se está refiriendo, sin embargo,
por una cuestión cronológica, teniendo en cuenta que su artículo se publica en 1986,
creemos que está aludiendo al modelo de Canale y Swain (1980) y Canale (1983).
135
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
119
A pesar de que Graham Low, el siguiente autor que vamos a abordar, utiliza una
expresión distinta (metaphoric competence y no metaphorical competence, como Danesi)
para referirse a la CM en relación con una L2, desde un punto de vista estrictamente
bibliográfico ambos coinciden en la fecha: 1988. Sin embargo, se da una curiosa
circunstancia: el artículo de Low es una versión revisada en el mes de diciembre de 1986,
pero corresponde a una versión anterior de una ponencia presentada en el 15th FIPLV
World Congress, celebrado en Helsinki entre los días 22 y 26 de julio de 1985. El artículo de
Danesi publicado en 1988 procede, a su vez, de una ponencia defendida en la Third Annual
Conference of the American Association of Teachers of Italian, el 27 o el 28 de diciembre de
1986 en Nueva York. Por lo tanto, se podría decir que Low se adelanta a Danesi en cuanto
a su conceptualización en el marco de la enseñanza de L2. No obstante, hemos encontrado
que casi todos los autores que estudian después la CM (Jeannette Littlemore, Gloria Valeva,
Frank Boers e Itzvan Kecskes, entre otros) consideran a Danesi como el acuñador del
término específico para L2. Ese es el motivo por el que hemos optado por incorporar
primero a Danesi en este apartado.
120
Con el término competencia lingüística Danesi no se está refiriendo a uno de los
componentes que integran el modelo de competencia comunicativa instaurado por Canale
(1983), sino que nos remite a un estadio anterior a la conceptualización de la competencia
comunicativa (Hymes, 1971), asociado a enfoques gramaticales, y que implica el
conocimiento explícito e implícito del sistema de reglas (fonológicas, morfológicas,
sintácticas, etc.) que rigen el código lingüístico.
136
Rosana Acquaroni Muñoz
121
Danesi aporta en este artículo datos significativos en relación con la frecuencia de
aparición de figuras del discurso (figures of speech), entre las que se cuentan las metáforas,
dentro de la totalidad del material léxico usado en los manuales para el aprendizaje del
italiano como L2. El porcentaje no supera el 5% y, en su mayoría, se trata de expresiones
idiomáticas que el estudiante tiene que memorizar. En el ámbito de la enseñanza de E/LE
no existen datos acerca de la frecuencia con que aparece lenguaje metafórico en los
manuales. Diremos, a modo de ejemplo, que incluso en un excelente manual como es
Abanico (2001), pensado para un nivel avanzado y cuyo objetivo prioritario es la enseñanza
del léxico, el lenguaje metafórico que aparece es en su mayoría idiomático y está
organizado a partir de criterios semánticos y no cognitivos, como si se tratara de
expresiones aisladas sin ningún tipo de motivación conceptual que las vincule. Véanse, en
concreto, las actividades 1 y 7 del libro del alumno (2001: 12, 83), dedicadas a presentar
una serie de modismos agrupados por emplear, todos ellos, partes del cuerpo y nombres de
verduras y frutas, respectivamente.
137
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
122
Danesi se refiere a los estudios desarrollados, sobre todo, a partir de la década de los
setenta, sobre CM en el marco de la psicología y en relación con la L1. Para una visión
panorámica sobre estos trabajos, véase Gibbs (1994).
123
Maiguashca considera la CM como un componente de la competencia léxica. Véase
Maiguashca (1993).
124
Nos hemos limitado a traducir dos de los ejemplos, a pesar de que todos ellos funcionan
también metafóricamente en español. Consignamos ahora aquí en italiano todos los
recogidos por Danesi: (1) Maria è così lenta. È una tartaruga; (2) Quella donna è cattiva e
crudele. È una vipera; (3) Com’è ostinato. È un mulo; (4) Com’è furbo. È una volpe; (5)
Com’è sporco. È proprio un maiale.
125
Traducimos aquí user por emisor en lugar de por usuario, tal y como indica el diccionario
138
Rosana Acquaroni Muñoz
consultado (Collins Smith, 2000) para así respetar el par emisor (sender)-receptor (receiver),
tan enraizado en la teoría lingüística y que remite a una determinada forma de entender la
comunicación, el modelo del código.
126
Tal y como está construida la oración, parece que debemos considerar los conceptos
metafóricos y las imágenes metafóricas como sinónimas e intercambiables. Más adelante, al
hablar Danesi de la teoría cognitiva de la metáfora, comprobamos que se está refiriendo en
los dos casos a lo que Lakoff y Johnson acuñaron como metáforas conceptuales.
127
Hemos preferido traducir el término inglés lexical field por campo semántico, forma
alternativa al literal campo léxico, porque nos sentimos más familiarizados con este término.
Tal y como recogen Richards, Platt et al. (1997: 49-50), ambos términos sirven para
designar “la organización de palabras y expresiones relacionadas entre sí en un sistema
que muestra las relaciones que existen entre ellas”.
139
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
140
Rosana Acquaroni Muñoz
128
Véase el capítulo II.
141
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
129
Aunque Danesi no la reproduce en mayúsculas, nosotros nos hemos tomado la libertad,
en aras de la coherencia, de escribir esta metáfora conceptual en mayúsculas, tal y como se
142
Rosana Acquaroni Muñoz
143
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
Pero, para que la metáfora pueda dar ese salto desde el plano
estrictamente teórico hacia el aplicado y ocupar el lugar destacado que le
corresponde, debe sufrir, primero, algún tipo de adaptación o
reinterpretación. La propuesta de Low es orientar dicha reinterpretación en
términos de destrezas (skills), no sólo aprovechando que éstas ya
constituyen un aspecto importante para muchos de los programas
comunicativos, sino porque esta reformulación conduce a un camino
particularmente productivo para el diseño de materiales didácticos.
144
Rosana Acquaroni Muñoz
131
Véase I.1.3.
132
De hecho, existe toda una línea de investigación encabezada por Gerard Steen (Crisp,
Heywood y Steen, 2002; Semino y Steen, 2001; Steen, 1992, 1994, 1999a, 1999b, 2001a,
2001b, 2002a, 2002b, 2002c), integrante junto con Low del grupo de investigación
Pragglejaz, que propone la utilización de un nivel intermedio proposicional que sirva de
puente entre el nivel lingüístico y el conceptual y que posibilite la identificación metafórica en
los corpus objeto de estudio.
145
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
133
Desde nuestro punto de vista, constituye también cierta imprecisión arriesgada utilizar el
término transferencia en lugar del de proyección (mapping), propio de la terminología
cognitiva, por el hecho de que en el ámbito de la LA existe un concepto muy bien delimitado
que se denomina transferencia y que se refiere al empleo en una LE/L2 de elementos
lingüísticos y/o conocimientos propios de otra lengua (generalmente, la L1) como estrategia
de aprendizaje y/o comunicación. A pesar de que un uso indiscriminado del término puede
dar lugar a confusión, nosotros lo hemos mantenido aquí, y también en el caso de Cameron
(1999a, 2003). Véase III.1.1.1.
134
Mantenemos aquí la referencia bibliográfica correspondiente a la edición del artículo a la
que hemos tenido acceso y que aparece recogida en nuestra bibliografía. Sin embargo, Low
recoge en su bibiografía otra edición anterior del mismo artículo que incluimos ahora en esta
nota: Lakoff, G. y Kövecses, J. (1983): “The cognitive model of anger inherent in American
English”, (Mimeo) Cognitive Science Program, Institute of Human Learning, University of
California at Berkeley.
146
Rosana Acquaroni Muñoz
147
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
135
Op. cit. en Low, 1988: 128.
136
Es interesante señalar cómo las funciones descritas en 4 y 5 recuerdan mucho a la
manera en que son enunciadas las funciones comunicativas en el ámbito de L2: pedir
información, expresar gustos y deseos, etc. Sin embargo, en esta ocasión, no sería posible
establecer una correspondencia directa y ejemplificarlas con determinadas expresiones
representativas para esas funciones (Perdone, ¿podría decirme...?, Me encanta.../ Me
gustaría mucho.../Quiero..., siguiendo con nuestro ejemplo). Se está apelando a una manera
de conceptualizar; a posiciones discursivas o pragmáticas más sutiles, y, por lo tanto,
menos previsibles o sistematizables en una lista.
137
Op. cit. en Low, 1988: 128.
138
Op. cit. en Low, 1988: 128.
148
Rosana Acquaroni Muñoz
Todos murmuran día y noche sobre qué debe hacer el capitán pero no lo
hace. Todos saben que estamos tranquilos ahora pero el cielo es muy
tenebroso. Algo grande viene. Algo muy grave y nuestro capitán
parece que lo quiere traer. ¿Por qué? NO querría yo viajar en un navío de
guerra, sólo un barco tranquilo. Mientras las ondas se hinchan, nuestro
capitán parece más arrogante que pensativo. Dice que nos conduce a un
puerto ideal pero no dice cómo, cuándo o por qué. También habla el
capitán de la gloria de nuestro barco. Habla y habla y habla pero
139
Existen otros estudios en la misma línea, como Lakoff (1992), sobre el discurso político
durante la primera guerra del Golfo, o el de Lakoff (2004) cuya traducción al español ha sido
recientemente publicada (Lakoff, 2007).
140
Siguiendo con el desarrollo metafórico del texto, pensamos que se está refiriendo a la
población estadounidense, en general; aunque también podría tratarse de los soldados
estadounidenses enviados a Irak, en particular.
149
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
mientras está hablando estoy buscando una chalupa para irme de este
barco glorioso141. (SP482/16/)
Por otro lado, Low advierte que estas no son las únicas seis funciones
que podemos atribuir al uso de la metáfora. Existen otras tan importantes
como su uso para condensar o resumir un argumento o como dispositivo de
antivacilación (anti-hesitation device), donde el hablante gana tiempo
seleccionando y explorando una metáfora apropiada. La metáfora se
convierte, entonces, en nuestra opinión, en un instrumento imprescindible
para el uso estratégico y discursivo de la lengua.
141
Puede referirse a la guerra en sí o a los Estados Unidos (en este caso, sería: barco
glorioso).
142
Curiosamente Low sólo empleará el término competencia metafórica (metaphoric
competence) en el título del apartado 4: “Hacia una caracterización de la competencia
metafórica”, donde ya la utilización de la preposición hacia incide en el carácter provisional
que atribuye a lo expuesto en él. Además, de esta expresión que Low toma de los
psicólogos que estudian la CM en L1 (Gardner y Winner, 1979; Pollio y Smith, 1980; Lee y
Kamhi, 1990; Marschark y Nall, 1985; Vosniadou y Ortony, 1986) existe la de metaphorical
competence acuñada, como acabamos de ver, por Marcel Danesi. Hemos comprobado que
los seguidores de la línea de conceptualización iniciada por Danesi adoptarán –con alguna
excepción, como Nuessel y Cicogna (1994)– metaphorical competence, mientras que
aquellos investigadores más cercanos a la línea de trabajo abierta por Low preferirán
denominarla metaphoric competence. Consideramos que ambos términos son sinónimos y
nosotros los traducimos por competencia metafórica.
150
Rosana Acquaroni Muñoz
151
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
152
Rosana Acquaroni Muñoz
143
Low considera imprescindible aclarar en una nota que los términos conciencia
(awareness) y conocimiento (knowledge) son usados indistintamente, ya que no sabemos
todavía cómo puede ser consciente un hablante u oyente de los detalles sobre la producción
o la comprensión metafóricas. Al mismo tiempo que las metáforas son, con frecuencia,
creadas, estructuradas e, incluso, usadas de forma inconsciente, los hablantes de una
lengua tienen la posibilidad de inventar, de forma consciente, metáforas, como es el caso de
los escritores. Low concluye que se requiere mucha más investigación sobre el tema para
poder distinguir y perfilar las diferencias.
153
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
154
Rosana Acquaroni Muñoz
144
Hemos preferido, como en otras ocasiones, buscar ejemplos que funcionen en español y
sustituir los propuestos por Low.
155
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
145
En esta ocasión también hemos preferido buscar un ejemplo en español para sustituir al
original en inglés, por considerar que perdía sentido con la traducción.
156
Rosana Acquaroni Muñoz
146
Las campañas publicitarias, en su afán por persuadir y captar la atención de sus
potenciales destinatarios, incorporan juegos semánticos y figuras retóricas como la
dilogía, mediante la cual se consigue revitalizar el significado literal de una proferencia
metafórica, pero manteniendo vivo, al mismo tiempo, su sentido metafórico. Para ilustrar
este recurso y ver cuáles podrían ser sus aplicaciones didácticas en la clase de E/LE,
véase Pinilla Gómez (1998).
157
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
147
Op. cit. en Low, 1988: 129.
148
Nosotros mismos elaboramos una actividad titulada El libro de las preguntas, cuya
finalidad era la de ejercitar la conciencia de interacción metafórica, y donde cada alumno
tenía que contestar, en los mismos términos, una serie de preguntas poéticas formuladas
por Pablo Neruda y recogidas en su obra póstuma El libro de las preguntas. Para más
detalles, consúltese Acquaroni Muñoz (2006).
158
Rosana Acquaroni Muñoz
149
Otro problema con el que nos hemos tenido que enfrentar, al realizar la traducción, es el
planteado por los términos competence (competencia) y proficiency, que, según el
Diccionario Collins (2000), se deben traducir por competencia.
159
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
Los textos discursivos, tanto orales como escritos, producidos por los
aprendices de una L2 denotan, con frecuencia, un alto grado de fluidez
verbal, fruto del entrenamiento al que se les somete para que consigan un
firme control sobre los aspectos lingüísticos que intervienen en la
comunicación en contextos específicos de interacción, pero demuestran un
escaso nivel de FC, es decir, de propiedad o adecuación conceptual en sus
producciones, si las comparamos con las de los HN:
150
En su artículo, Danesi (1994b: 454) añade “(pragmático)” al término comunicativo, a
modo de aclaración. Esta adición nos da una idea más precisa del sentido que tiene para él
el conocimiento comunicativo.
160
Rosana Acquaroni Muñoz
151
Véase I.1.4.4.2.
161
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
152
En un artículo posterior, Danesi (1994b: 454) sustituirá el término “estructuración
metafórica” por “razonamiento metafórico” (metaphorical reasoning). No hay que olvidar
que, tal y como queda reflejado en las fechas de publicación de sus artículos, Danesi está
trabajando a la vez en dos niveles de acercamiento al fenómeno metafórico. Por un lado, la
conceptualización teórica (noción de competencia metafórica, fluidez conceptual, etc.) y, al
mismo tiempo, aspectos neurolingüísticos en relación con la metáfora. De hecho, en 1994,
publica también el artículo (1994a). Para establecer un paralelismo entre su interés por uno
y otro aspecto, véanse Danesi (1984, 1985, 1988a, 1989, 1990, 1991b, 1994a, 2002a) y
Danesi y Mollica (1988).
162
Rosana Acquaroni Muñoz
163
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
Debe existir, por parte del profesor, una intención didáctica expresa
de dedicar un espacio al estudio y a la práctica de la CM, de manera similar
a cómo se enseñan aspectos gramaticales o comunicativos, puesto que:
153
Danesi revisó diez manuales correspondientes a distintos niveles (elemental, intermedio
y avanzado) de francés, italiano y español de la Universidad de Toronto en busca de
posibles contenidos metafóricos. Ni uno solo de aquellos manuales había dedicado un
capítulo, una unidad o una sección a tratar nada relativo a la metáfora o a los conceptos
metafóricos. En su examen pudo localizar algunos ejemplos esparcidos en diálogos, frases
modelo (model sentences), pero, en cualquier caso, la densidad metafórica era muy baja
(menos del 10%), como si los autores huyeran de cualquier clase de utilización metafórica.
Nos hubiera gustado poder aportar más datos precisos sobre esta investigación, sobre todo
en relación con los manuales de español, sin embargo, nos ha sido imposible acceder a
dicha información. Por otro lado, somos conscientes de que, dado el escaso número de
manuales examinados, no se pueden extraer conclusiones definitivas. A pesar de todo,
Danesi (1994b), en su artículo, considera que esa antinatural literalidad que caracteriza el
discurso de los aprendices de una L2 es consecuencia directa del “antinatural grado de
literalidad en los libros de texto (unnatural degree of “textbook literalness”)” (Danesi, 1994b:
453), más allá de la metodología adoptada, que hace que los estudiantes no tengan la
oportunidad de tener contacto directo con las estructuras metafóricas inherentes a la lengua
y a la cultura meta. El estudio sistemático de este aspecto constituiría, a nuestro juicio, un
interesante tema de investigación.
164
Rosana Acquaroni Muñoz
154
Lo que el análisis de errores y el estudio de las EC resuelve, en numerosas ocasiones,
etiquetando el fenómeno como de transferencia lingüística de L1 a L2.
165
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
166
Rosana Acquaroni Muñoz
Pongamos un ejemplo:
(1) *El próximo viernes se apaga el curso
167
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
168
Rosana Acquaroni Muñoz
155
Para un primer acercamiento a las teorías de Langacker, véase Cuenca y Hilferty (1999).
156
Danesi cita este artículo como publicado en 1993, en lugar de en 1992. Sin embargo, tal
y como hemos tenido oportunidad de comprobar, se trata de un error que subsanamos aquí.
169
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
Del mismo modo, eliminamos la letra “b” de la siguiente publicación de 1993 citada por
Danesi, al no existir una anterior en ese mismo año (1993a).
157
Hay que puntualizar que, mientras en los HN, dicha imprecisión conceptual se produce,
en líneas generales, en ámbitos de conocimiento mucho más específicos y como
consecuencia de no conocer lo propio de determinada ciencia o especialidad, en el caso de
los HNN, esa imprecisión se manifiesta en su discurso cotidiano.
158
El psicólogo norteamericano Howard Pollio, junto a otros colegas, demostró
empíricamente hasta qué punto los elementos metafóricos de la comunicación no pueden
ser interpretados como simples desviaciones semánticas de las formas literales en las que,
en apariencia, se basa el discurso: sólo en lengua inglesa, la mayor parte de los hablantes
producen 3000 nuevas metáforas y 7000 expresiones idiomáticas a la semana.
170
Rosana Acquaroni Muñoz
171
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
172
Rosana Acquaroni Muñoz
ausente y para que sea adquirido tenemos que darles a los aprendices la
oportunidad de acceder a esos dominios conceptuales metafóricos en
forma de repertorios. Hay que puntualizar, que, paradógicamente, toda la
ejemplificación que sigue empleando Danesi está constituida por expre-
siones metafóricas convencionales, sin incluir nunca proferencias
metafóricas ni usos metafóricos idiosincrásicos propios de los HNN. De
hecho, no utiliza en ningún momento ejemplos extraídos de los estudios
empíricos en los que se basa.
173
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
174
Rosana Acquaroni Muñoz
175
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
159
Consideramos que Russo se está refiriendo, con otras palabras, a lo que Danesi
denomina fluidez verbal (verbal fluency).
176
Rosana Acquaroni Muñoz
160
Existe, de hecho toda una línea de investigación inaugurada por Kecskes en la que se
estudia la influencia de la L2 en la L1. Para ampliar, consúltese Kecskes (1998).
177
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
161
Esta concepción estaría más en consonancia con el enfoque plurilingüe que defiende
el MCER (2002), según el cual las lenguas y culturas que van siendo objeto de aprendizaje
para un individuo no se guardan “en compartimentos mentales estrictamente separados,
sino que desarrolla una competencia comunicativa a la que contribuyen todos los
conocimientos y las experiencias lingüísticas y en la que las lenguas se relacionan entre sí e
interactúan” (2002: 16).
162
Esta línea de investigación está encaminada al estudio de aspectos de la comunicación
no verbal, así como a destacar la importancia del lenguaje gestual (expresiones faciales,
manuales, etc.) y corporal (posturas, rituales de contacto interpersonal, etc.) en sí mismo, su
interconexión con los modos de significación verbal en las interacciones conversacionales y
la necesidad de incorporarla a las prácticas de la enseñanza dentro del aula. Danesi recoge
una amplia nómina de investigaciones. Véase Danesi (2000a: 22-24).
178
Rosana Acquaroni Muñoz
163
Danesi constata que existen muy pocas publicaciones que traten acerca de la
contribución de la semiótica en la enseñanza de una L2. En el ámbito de E/LE, contamos
con una muy reciente, la de González Landa (2004).
164
El modeling, que nosotros traducimos por modelado, es la capacidad innata que
demuestran las distintas especies, incluida la humana, para producir las formas necesarias
para representar y comprender aquellos objetos, acontecimientos, sentimientos, acciones e
ideas percibidos en el mundo que las rodea, que guarden para ellas algún significado,
propósito o función útil.
179
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
165
Según Danesi, la semiosis se define en términos de “capacidad biológica (biological
capacity) para producir y comprender formas, mientras que el modelado sería la actividad
de producir realmente dichas formas” (Sebeok y Danesi, 2000: 6); sin embargo, en nuestra
opinión, la línea que separa los dos conceptos se hace, a lo largo de la obra, difícil de
perfilar con suficiente claridad. En el segundo libro que comentaremos, Danesi vuelve a
definir semiosis, y lo hace en estos términos: “capacidad de las especies para producir y
comprender tipos específicos de modelos requeridos para el procesamiento y la codificación
del input perceptivo a su propia manera” (Danesi, 2000a: 177).
166
Otros dos conceptos que, a nuestro juicio, se solapan y provocan confusión, son los de
forma (form) y modelo (model). La forma es entendida como “una imagen mental (mental
image) o una representación externa (external representation) de algo”, mientras que se
considera modelo a “una forma que ha sido imaginada o construida externamente (a través
de algún medio físico) para representar un objeto, acontecimiento, sentimiento, etc.
180
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181
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
182
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168
Sebeok y Danesi establecen un paralelismo entre estos procesos de modelado y la
183
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
REPRESENTACIÓN HUMANA
manera en que son desplegados los primeros estadios de aprendizaje en la vida de un niño:
“Cuando el niño entra en contacto con un objeto nuevo, su reacción instintiva es explorarlo
con los sentidos, por ejemplo, cogerlo con las manos, llevárselo a la boca, olerlo, escuchar
algún sonido que éste emita, y observar visualmente sus rasgos. Esta fase exploratoria de
conocimiento del objeto constituye una etapa de modelado sensorial (sensory modeling
stage). El modelo interno resultante (imagen mental) permite al niño reconocer el mismo
objeto posteriormente sin tener que examinarlo de nuevo cada vez, “partiendo desde el
principio” con su sistema sensorial (...). A medida que el niño crece, empieza a ocuparse
más y más de una conducta semiótica que reemplaza a la fase sensorial (sensory phase).
Por ejemplo, empieza señalando el objeto e imitando los sonidos que éste emite, y no
solamente cogiéndolo con la mano, o llevándoselo a la boca, etc. Estas imitaciones e
indicaciones son los primeros esfuerzos del niño para representar el mundo en términos
humanos. A partir de entonces, el repertorio de actividades de representación
(representational activities) del niño aumenta de manera espectacular, a medida que
aprende más y más a cómo referirse al mundo a través de recursos de modelado
singularizado, compuesto, cohesivo y conectivo a los que está expuesto en el contexto
cultural” (Sebeok y Danesi, 2000: 5-6).
184
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185
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
186
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169
Véase nota 25 en III.1.1.2.
187
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188
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170
Los términos superficial structure y surface structure pueden ser traducidos
189
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
190
Rosana Acquaroni Muñoz
nosotros hemos optado por traducir imparting por desarrollo. Transcribimos aquí el
fragmento original en inglés: “Gearing SLT (Second Laguage Teaching) in all its components
–methodology, materials development, testing, etc.– towards imparting conceptual fluency,
without underplaying the roles of linguistic and communicative competence in SLA (Second
Language Acquisition), entails teaching how the SL (Second Language) encodes concepts
of all kinds”.
173
Según recogen García-Pelayo y Gross (1993: 45), en inglés, los adjetivos compuestos se
forman añadiendo -bearing al nombre, como en meaning-bearing. En español, a menudo
corresponde con el sufijo -ífero/a; por ejemplo, en fruti-bearing=fructífero. Sin embargo, en
el caso que no ocupa es imposible aplicar esa regla (*significatífero) y, por eso, lo hemos
traducido a partir del sentido de relación o conexión que posee bearing.
191
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
174
Hemos optado por la única traducción al español existente del término
interconnectedness principle, principio de interconexión, aparecida en Danesi (2000b), a
pesar de que principio de interconectividad, fuera, quizá, una expresión más ajustada al
término en inglés aunque no contemplado en el DRAE.
192
Rosana Acquaroni Muñoz
175
Véase I.1.4.3.
176
Danesi cree conveniente aclarar que el significado de asociación usado en este libro es
193
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
empleado para recalcar que los signos engendran sus significados sólo en relación con
otros signos. Las relaciones puede ser forjadas a través de los sentidos, mediante la
observación de los rasgos físicos de los referentes, o mediante inferencia, con la aplicación
de asociaciones de sentido a los referentes que son percibidos como poseedores de los
mismos rasgos.
177
Su curiosidad por los aspectos neurolingüísticos relacionados con la actividad
metafórica, lleva a Danesi a entrar en lo que Cameron (2003) denomina nivel neurológico,
dedicado al estudio de la actividad neurológica que se produce durante el procesamiento
metafórico y que constituye, en sí mismo, un área de investigación fuera de nuestro alcance.
Este nivel de estudio es el que está en una fase más temprana de investigación, pero se
trata de uno de los más prometedores, ya que podrá llegar a contribuir al desarrollo
congruente de los otros dos niveles (teórico y de procesamiento). Véanse Danesi (1984,
1987, 1988a, 1991b, 1994a, 2003) y Danesi y Mollica (1988).
194
Rosana Acquaroni Muñoz
178
Recordemos que el término metaforma no es nuevo, ya nos referimos a él cuando
hablábamos del sistema de modelado conectivo primario. En el glosario de Sebeok y
Danesi (2000) se define como “un concepto abstracto que resulta de la conexión entre un
dominio meta abstracto con un dominio fuente concreto”; se corresponde, por lo tanto, como
ya dijimos, con lo que sería una metáfora conceptual para la teoría cognitiva de la metáfora.
195
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
179
Según recoge Hoffman (1983), los HN de inglés usan una media estimativa de 3000
metáforas novedosas a la semana. También afirma que las palabras poseen más
significados connotativos (metafóricos) que denotativos. Estos significados connotativos
presentan, además, una mayor frecuencia de uso.
196
Rosana Acquaroni Muñoz
197
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
180
Littlemore toma esta clasificación de Horn (1982). La inteligencia fluida se refiere a la
capacidad (ability) para procesar nueva información y adquirir nuevas destrezas (skills),
frente a la inteligencia cristalizada que corresponde a la capacidad para procesar la
información adquirida y desplegar las destrezas (skills) aprendidas.
181
La teoría de las inteligencias múltiples, propuesta por Howard Gardner en 1983 –y
publicada en español en 2001– concibe la inteligencia como un conjunto de facultades o
competencias intelectuales humanas que no se limitan a la mera capacidad de raciocinio,
sino que cubren un amplio espectro cognitivo. Hemos preferido acudir a la traducción al
español de la obra de Gardner y consignar los tipos de inteligencia tal y como aparecen ahí
enunciados, en lugar de traducirlos nosotros del artículo de Littlemore. Gardner distingue:
inteligencia lingüística (verbal), musical (rhythmic), lógico-matemática (mathematical),
espacial (visual), cinestesicocorporal (kinaesthetic), interpersonal (interpersonal),
intrapersonal (intrapersonal) y naturalística (naturalistic). Cada una de estas inteligencias
posee su propia historia de desarrollo y corresponde a un área cerebral localizada, así como
a una determinada organización neural; son, además, relativamente autónomas entre sí,
aunque suelen actuar de forma armónica. Según Gardner, esta clasificación no sólo puede,
sino que debe, ir perfilándose y ajustándose cada vez con mayor precisión a medida que se
vaya consolidando la investigación en campos como la neurobiología. Considera, además,
que, por definición, la nómina de inteligencias humanas no va a ser nunca irrefutable o
universal, ya que está condicionada por la importancia y el grado de valoración que se les
dé a determinadas habilidades o competencias intelectuales humanas dentro de un contexto
o ambiente cultural específico. Gardner pone el ejemplo de la habilidad de reconocer caras,
una capacidad que parece ser hasta cierto punto autónoma y que está representada en un
área específica del sistema nervioso humano, pero que, sin embargo, no parece ser muy
apreciada por las culturas, en general, como para adquirir el estatuto de inteligencia.
Gardner presenta, aunque no de manera exhaustiva, una serie de ocho especificaciones
biológicas y/o psicológicas que funcionan como prerrequisitos imprescindibles para que
podamos considerar determinadas habilidades como inteligencias. Hacemos referencia a
estos prerrequisitos al referirnos a lo argumentado por Littlemore (2002a) para demostrar
que la inteligencia metafórica cumple con todos ellos.
182
El término inteligencia metafórica, tal y como recoge Michael Berman (2002) en su
réplica a lo expuesto por Littlemore en su artículo de 2001 (2001b) ya había sido usado por
Davis, Garside et al. (1998).
198
Rosana Acquaroni Muñoz
183
Conviene aclarar que, no es que cada individuo tenga un tipo de inteligencia, sino que la
inteligencia de cualquier individuo está compuesta por múltiples aspectos que Gardner
califica de inteligencias. Las diferencias entre individuos se establecerán por el grado de
desarrollo o de predominio de determinadas facultades o competencias.
199
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
184
Danesi también demuestra interés desde sus primeros artículos por el desarrollo de la
investigación metafórica desde el punto de vista neurológico. En concreto, Danesi (1986)
cita los trabajos llevados a cabo por Winner y Gardner (1977) según los cuales la
investigación sobre las diferentes funciones de los dos hemisferios cerebrales revelan que el
lenguaje metafórico es el resultado de la interacción bimodal entre funciones del hemisferio
izquierdo y el derecho. Por lo tanto, los procesos de metaforización no pueden ser atribuidos
de forma aislada a las funciones analíticas del hemisferio izquierdo. Según Danesi, todas las
formas de lenguaje emocional y figurativo estarían contenidas y controladas por el
hemisferio derecho y estructuradas por el izquierdo. Véanse Danesi (1988a, 1991b, 1994a,
2003) y Danesi y Mollica (1988).
200
Rosana Acquaroni Muñoz
185
El MTT es un test que contiene 26 tríadas de dibujos. Al tratarse de una prueba en la que
no interviene ningún elemento lingüístico puede ser considerado un test de desarrollo
puramente cognitivo. Cada tríada ofrece tres posibilidades de emparejamiento. Se les pide a
los niños que formen todas las parejas posibles entre los dibujos. Por ejemplo, una tríada
ofrece dibujos de un niño pequeño sobre la hierba, un aspersor de riego y un capullo de
rosa. Existen las siguientes posibles combinaciones: el niño pequeño y el aspersor de riego:
el niño pequeño puede jugar con el aspersor; el aspersor y el capullo de rosa: alguien puede
rociar de agua el capullo de rosa con el agua del aspersor; y el niño pequeño y el capullo de
rosa: los dos son dos estados tempranos de desarrollo. Este tercer emparejamiento es el
que se considera una asociación metafórica.
201
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
186
Hay que advertir que la numeración que se consigna en esta referencia bibliográfica no
corresponde a la original del artículo publicado en la revista Les Cahiers de l'APLIUT, 22 (4);
ya que ante la imposibilidad de conseguirlo, acudimos a la propia Jeannette Littlemore
quien, muy amablemente, nos proporcionó una versión en formato electrónico.
202
Rosana Acquaroni Muñoz
187
Esta puntualización teórica acerca de que una metáfora convencional puede ser
percibida por un HNN como novedosa nos parece muy acertada, pero, efectivamente, difícil
de aplicar en un análisis. En el caso de la interpretación metafórica, tendríamos que saber
si, en efecto, es la primera vez que el aprendiz la lee o la escucha en ese contexto
comunicativo. En el caso de la producción metafórica, esta decisión implica, además, otro
componente: determinar la intencionalidad del hablante a la hora de proferir esa metáfora.
La intencionalidad es una propiedad de textualidad o de comunicación discursiva que pone
de manifiesto su no neutralidad. Cualquier texto está orientado o es portador de una carga
intencional que es consecuencia directa del deseo de influir en los efectos del mensaje por
parte del emisor. Para poder inferir la intencionalidad de un texto o de un enunciado hay,
entre otras cosas, que enmarcarlo en su contexto e ir analizando las pistas lingüísticas que
facilita el propio texto o enunciado.
203
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
188
Para ampliar este concepto, consúltese Carroll (1993).
189
En el texto original, en inglés, dice “the base domain”. Fieles a nuestro deseo de claridad
y homogeneidad terminológica, hemos optado por traducir esta expresión como dominio
fuente, en contraposición con el concepto de dominio meta, al que se hace inmediata
referencia.
190
La diferencia entre pensamiento divergente (divergent thinking) frente a pensamiento
convergente (convergent thinking) fue propuesta por primera vez por Guilford (1967).
204
Rosana Acquaroni Muñoz
205
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
191
Para tener una visión detallada de los subprocesos que la integran, consúltese Gentner
(1983: 234).
192
“Base concept”, en el texto original. Como en otros casos, hemos optado por el término
más generalizado en el ámbito de la lingüística cognitiva.
193
Esto es debido a que, mientras que las diferentes partes de información que son
representadas visualmente pueden ser recordadas de forma simultánea, cuando éstas son
representadas verbalmente sólo pueden ser recordadas de forma secuencial. Los
profesores pueden ayudar a los estudiantes favoreciendo el desarrollo de su fluidez
asociativa y de su razonamiento analógico en clase, al fomentar la formación de imágenes
mentales interactivas a partir del significado literal del término y el contexto en el que éste
aparece, cuando se enfrentan con una metáfora novedosa. Littlemore desarrolla estas
técnicas en su artículo (2002b), para aplicarlas con estudiantes de economía.
206
Rosana Acquaroni Muñoz
207
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
208
Rosana Acquaroni Muñoz
194
Estudios como el de Boers (2000) han demostrado cómo el desarrollo de la conciencia
metafórica mejora la retención del vocabulario.
195
Nos estamos refiriendo a Kumaravadivelu (1988), Bialystok (1990), Poulisse (1990) o
Kellerman y Bialystok, (1997), entre otros. Littlemore destaca el caso de Poulisse (1990:
136-140), que, además, observa algunas diferencias individuales en los aprendices a la
hora de acercarse a las diferentes tareas diseñadas para provocar la utilización de EC.
Poulisse reconoce que, para comprender verdaderamente el uso de estrategias
compensatorias, es necesario tener en cuenta, entre otras cosas, el estilo cognitivo de los
aprendices.
209
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
196
El estilo cognitivo constituye una de las variables individuales, junto con otras tales como
la edad, la aptitud, los factores socio-psicológicos (motivación y actitud) o la personalidad,
que explican las diferencias de resultados entre los aprendices en cuanto a la adquisición
y/o el aprendizaje de una L2. Dicha variable da cuenta de cómo el aprendiz percibe, procesa
y recupera habitualmente la información (Schmeck, 1988) o de qué manera aborda un
determinado problema. A partir de la década de los setenta, fruto del importante desarrollo
que experimentó la investigación en adquisición de L2, tanto los investigadores como los
propios profesores tomaron conciencia de lo importante que era, para el éxito del proceso
de aprendizaje, tener en cuenta estos aspectos individuales diferenciadores en su
interacción con la práctica educativa. El concepto de estilo cognitivo se considera más
restringido que el del estilo de aprendizaje, que engloba al primero e incluye, además de los
comportamientos estrictamente cognitivos, las variables afectivas (Villanueva y Navarro,
1997: 49). Según Brown (1994), cuando el estilo cognitivo se incorpora a un contexto
educativo concreto tenemos que hablar de estilo de aprendizaje. El estilo cognitivo hay que
concebirlo en términos de tendencia y no de pertenencia categórica e inamovible. De hecho,
como tendremos oportunidad de ver más adelante, los tests de estilos cognitivos se
organizan en relación con un continuum entre dos polos o extremos
(independencia/dependencia de campo, auditivo/visual, holístico/analítico, etc.); existen,
incluso, trabajos que contemplan la posibilidad de que el estilo cognitivo de un individuo
pueda variar en determinadas condiciones o circunstancias concretas (Witkin y
Goodenough, 1981) o se acomode a exigencias contextuales o cognitivas específicas
(Schmeck, 1981). Esta posibilidad de acomodación y mutabilidad del estilo cognitivo brinda
la posibilidad a los docentes de que estimulen el desarrollo de varios estilos cognitivos en
clase, diversificando al máximo los materiales y las metodologías. Para ampliar esta
información, consúltese (Larsen-Freeman y Long, 1994).
197
Tal y como recoge Pinilla Gómez (1997), dentro de la evolución experimentada en el
estudio de las EC, se distinguen tres etapas: la primera etapa conocida como fase
lingüística o descriptiva proporciona una definición interaccional: Selinker (1972), Varadi
(1973), Tarone, Cohen y Dumas (1976), Tarone (1977, 1980, 1981), Bialystok y Fröhlich
210
Rosana Acquaroni Muñoz
(1980), Bialystok (1981), Corder (1983); la segunda etapa o fase de transición, que propone
una definición de corte psicolingüístico o psicológico: Faerch y Kasper (1980-1983-1984) y
Harding (1983); y la tercera etapa (fase cognitiva o explicativa) aporta una definición de
carácter procesal: Bialystok (1990) y Poulisse (1990).
198
Faerch y Kasper relacionan las EC con los procesos mentales cognitivos que subyacen
al uso estratégico, situándolas en el marco de las estructuras cognitivas como una “subclase
de planes verbales potencialmente conscientes, que se desarrollan durante la fase de
planificación (recuperación de elementos relevantes del sistema lingüístico) y que son
gestados por el propio estudiante para dar respuesta a un problema comunicativo” (Faerch y
Kasper, 1980: 81; 1983c). Esta definición se enmarca en el contexto de la IL del estudiante
como ser individual, que experimenta el problema y reacciona estratégicamente con el fin de
resolverlo. Frente a las definiciones de la etapa anterior, la denominada lingüística o
descriptiva, esta nueva definición considera que ya no es una condición necesaria la
presencia o la intervención cooperativa de un interlocutor al que el HNN le pide ayuda
directamente. Además, se amplia su estudio al discurso escrito. Es importante destacar, por
las implicaciones pedagógicas que conlleva, el hecho de que se reconozca en esta
definición la existencia de una conciencia potencial, es decir, que los planes estratégicos
para la resolución del problema comunicativo pueden ser conscientemente desplegados y,
en consecuencia, el profesor puede elegir una metodología que promueva la conciencia
lingüística del aprendiz.
199
El trabajo de Poulisse publicado en 1990, junto con el de Bialystok (1990), pertenece a la
tercera etapa (fase cognitiva o explicativa) que plantea una definición procesal de las EC:
consideradas como procesos que operan sobre las representaciones del conocimiento
conceptual y lingüístico, mecanismos empleados por el HNN para lograr sus propósitos
comunicativos, siendo consciente de los problemas o carencias que surgen durante la fase
de planificación de una secuencia lingüística. Poulisse elabora su propuesta taxonómica a
partir del modelo psicolingüístico de producción discursiva (psycholinguistic model of speech
production) de Levelt (1989), que distingue dos niveles de producción: el conceptual y el
lingüístico.
200
Se conoce como Proyecto Nijmegen al trabajo de investigación que Poulisse llevó a
cabo en la universidad holandesa del mismo nombre, bajo la supervisión de Bongaerts y
Kellerman, sobre el empleo de EC por parte de estudiantes holandeses de inglés. Su
objetivo fue ir más allá de las diferencias lingüísticas y examinar los procesos psicológicos
subyacentes que había detrás del uso de las EC. El fruto directo de esa investigación fue,
precisamente, este libro de Poulisse (1990). El Proyecto Nijmegen es considerado todavía
hoy como una de las investigaciones más provechosas en el campo de las EC.
211
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
acuñación léxica
circunloquio
analítica
descripción
conceptual
paráfrasis
aproximación
global/holística
mímica
creatividad morfológica
lingüística préstamo
transferencia extranjerismo
traducción literal
Fig. I.11. Taxonomía de estrategias de Poulisse (1990)
212
Rosana Acquaroni Muñoz
ESTRATEGIAS CONCEPTUALES
holísticas conceptuales analíticas conceptuales
comparación original metafórica análisis componencial
comparación convencional metafórica función
palabra relacionada (related word) actividad
comparación negativa lugar
superordinada emoción
213
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
holística_________________________________________analítica
verbal___________________________________________visual
Fig. I.13. Dimensiones del estilo cognitivo según Riding y Cheema (1991)
214
Rosana Acquaroni Muñoz
201
Nos referiremos con más detalle a este test en el apartado III.3.5.2., cuando hablemos de
su utilización en nuestra investigación empírica.
215
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
202
En este trabajo, los autores llegan a identificar, por primera vez, tres componentes –
originalidad, fluidez y habilidad para encontrar significado a una metáfora– como aspectos
diferenciados dentro de un constructo más general, el constituido por la competencia
figurativa. En su estudio, piden a 70 adultos que completen 11 tests con los que tratan de
valorar la producción original metafórica (los participantes tienen que continuar de manera
original oraciones como, por ejemplo, “La otra era una voz más suave, tan suave como...”),
la comprensión (los participantes tienen que explicar un oxímoron como “delicada armadura”
(delicate armour), la fluidez asociativa (los participantes tienen que imaginar todos los usos
posibles para un objeto determinado) y la creatividad (los participantes tienen que escribir
una breve composición comparándose con algún animal). A partir de los resultados
216
Rosana Acquaroni Muñoz
obtenidos en las 11 pruebas practicadas, Pollio y Smith identifican tres factores que, en su
opinión, están relacionados respectivamente con tres aspectos de la CM: el uso figurativo
innovador con la originalidad en la producción metafórica, la fluidez asociativa con la fluidez
en la interpretación metafórica y, por último, los silogismos con la habilidad para encontrar
significado a una metáfora.
217
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
218
Rosana Acquaroni Muñoz
203
La primera versión del artículo corresponde al mes de enero de 2004, y se titulaba “As
219
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
220
Rosana Acquaroni Muñoz
language ability) y cuáles pueden ser las implicaciones que esta contribución
trae consigo para la enseñanza-aprendizaje de una L2.
207
Aunque esta subcompetencia aparece en el libro como léxico-gramatical, en el artículo
de Littlemore y Low (2006a), al igual que en el modelo de Bachman (1990), se la denomina,
simplemente, gramatical.
221
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
No están claras, a juicio de los autores, las razones por las que le ha
costado tanto a la metáfora penetrar en las corrientes de enseñanza de la
lengua, pero podrían ser las siguientes:
208
Como ejemplos claros de esa invisibilidad los autores aportaban, en la versión no
publicada de artículo, dos ejemplos muy significativos: el Oxford handbook of applied
linguistics (2002), de más de 600 páginas, publicado en el 2002, no dedica ni un solo
capítulo a la metáfora, ni siquiera una referencia al lenguaje figurado. Lo mismo ocurre con
la obra Introduction to applied linguistics de Schmitt (2002), editada también el mismo año.
En el ámbito del español como E/LE, la única referencia explícita a la CM en una obra de
esas características la encontramos en Acquaroni Muñoz (2004a, 2007).
209
En opinión de Littlemore y Low, esta conclusión se extrae del hecho de que, a pesar de
que Lakoff y Johnson (1980) describen la metáfora conceptual como algo estructurado,
analizable y determinado por la cultura, éstas se plantean en el contexto del lenguaje
222
Rosana Acquaroni Muñoz
223
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
A pesar de que:
224
Rosana Acquaroni Muñoz
211
Para profundizar en las conexiones existentes entre metáfora, colocación y desarrollo de
la competencia léxica, véase el espléndido trabajo de tesis doctoral de Higueras García
(2004).
225
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
212
Esta necesidad se ha visto reflejada en el procedimiento de identificación de metáforas
lingüísticas que ideamos para nuestro estudio empírico, a partir del de Cameron (2003) y
que exponemos en el apartado III.1.2.
213
Desde su primera conceptualización (Hymes, 1971), la CC ha sido desarrollada sobre
todo por autores provenientes del área de la adquisición de L2, dando lugar a los siguientes
modelos: el de Canale y Swain (1980) y Canale (1983), que surge con el propósito de
construir un marco teórico para el diseño curricular y la evaluación de programas de L2; el
de Bachman (1990), basado en el anterior, incorpora la distinción entre competencia
pragmática y organizativa; el de Celce-Murcia, Dörnyei y Thurrell (1995), proviene
igualmente del área de la adquisición de L2, pero se aplica también para describir el uso de
la L1. Para tener una visión panorámica de lo que supone cada uno de estos modelos,
consúltese Cenoz (1996, 2004).
226
Rosana Acquaroni Muñoz
214
Hay que aclarar que Bachman en ningún momento hace referencia expresa a la CM; sin
embargo, sí se refiere a la metáfora cuando se habla de la función imaginativa del lenguaje.
La función imaginativa del lenguaje nos permite crear o ampliar nuestro propio entorno con
propósitos humorísticos o estéticos, que se materializan gracias a la forma en que se utiliza
el lenguaje. Los ejemplos son los chistes, las fantasías, las metáforas y otros usos
figurativos del lenguaje, y también asistir al teatro o ver películas o leer novelas o poesía por
placer (VV.AA., 1995: 115). En el MCER (2002), la única vez que se nombra la metáfora es
en relación con la competencia léxica y se hace en los siguientes términos: “Metáforas
lexicalizadas, semánticamente opacas; por ejemplo, “Estiró la pata” (murió); “Se quedó de
piedra” (se quedó asombrado); “Estaba en las nubes” (no prestaba atención)” (2002: 105).
227
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
215
Esta condición convierte su propuesta en un verdadero modelo de CC, en comparación
con las propuestas anteriores de Canale (1983) y Canale y Swain (1980), que, al ignorar
esas relaciones entre componentes, están más en la línea de ser taxonomías en lugar de
modelos. Para más detalles sobre esta apreciación, consúltese Cenoz (1996).
216
Mantenemos la traducción propuesta en Cenoz (1996). Nos parecería inducir a
innecesaria confusión traducirla por competencia lingüística, que remite directamente al
concepto chomskyano.
228
Rosana Acquaroni Muñoz
estructuras de competencia en
conocimiento lengua
competencia
estratégica
mecanismos
psicofisiológicos
contexto de situación
competencia en lengua
competencia competencia
competencia textual competencia ilocutiva
gramatical sociolingüística
217
A los componentes que aparecen en este esquema, que reproduce con otro formato el
de Bachman (1990: 87) hay que sumarles la competencia estratégica.
218
Seguimos a Cenoz (1996) que traduce abilities por habilidades.
229
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
219
Según Langacker, el lenguaje natural tiene un carácter consustancialmente simbólico y
su función primordial es la de significar. Las lenguas son sistemas simbólicos que poseen
un plano fonológico y otro conceptual. Por lo tanto, no sólo no conviene separar el
componente gramatical del semántico, sino que la gramática debe ser considerada como la
estructuración y simbolización del contenido semántico a través de una forma fonológica.
Langacker defiende, asimismo, que, al ser el lenguaje parte de la cognición humana, la
forma de las construcciones lingüísticas no es arbitraria, sino que responde a razones de
economía (mayor eficacia con el menor esfuerzo) respaldadas por su iconicidad, es decir,
por la manera en que esa forma lingüística refleja la propia experiencia del mundo. La
iconicidad ayuda a explicar, por ejemplo, la razón por la que los pronombres suelen ser más
cortos que los sustantivos o los sintagmas nominales a los que sustituyen: la reducción del
significado léxico se materializa icónicamente en una reducción formal. Otro claro ejemplo
en el plano sintáctico-discursivo sería el hecho de que la información que conecta con lo
que se supone ya conocido por el oyente ocupe las primeras posiciones en el orden
sintáctico, mientras que las últimas posiciones parecen ser ocupadas por lo más novedoso;
con esta disposición se facilita la comprensión del oyente que, al disponer del contenido
más relevante y, al mismo tiempo, más difícil de prever al final, cuenta con más datos y más
tiempo para procesar la información. La gramática es una disciplina en continua evolución;
en palabras de Langacker (1987-1991: 57) “un conjunto de rutinas cognitivas, que se
constituyen, conservan y transforman a través del uso lingüístico”.
230
Rosana Acquaroni Muñoz
(4) Let’s go out. Yes, that’s a good idea (como referencia a lo dicho
anteriormente) / He suggested going out. We thought this would be a
good idea (como referencia a lo ya escrito)
220
Véase I.3.1.1.
231
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
221
Con humanización hacemos referencia a un término creado por Low en un trabajo de
1992 (Low, 1992), que nos parece muy difícil de traducir al tratarse de un juego de palabras:
human-sized remite, por un lado, a humanización y, por otro, a tamaño, a talla (size), en el
sentido de que, a su juicio, el uso de la metáfora permite una consideración del sistema
lingüístico más a la medida del ser humano. Para más detalles, véase Low (1992).
232
Rosana Acquaroni Muñoz
233
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
222
El uso metafórico de “go + verbo” no es sólo propio del inglés sino que se da en lenguas
románicas como el francés y el español. Como advierten Littlemore y Low, en la versión no
publicada del artículo, esto no significa que los límites y las correspondencias sean idénticas
entre estas lenguas. Por ejemplo, los aprendices de inglés como L2 cuya lengua materna
sea el español tendrán que hacer pequeños pero, al mismo tiempo, difíciles ajustes al
querer transferir al inglés expresiones como, por ejemplo, “ir mejorando” (to improve/to get
better).
223
En esta ocasión hemos traducido los ejemplos originariamente en inglés (“If we invest in
this project, we’ll lose all our money”, “If we invest in this project, we’re going to lose all our
money”, respectivamente) al español porque funcionan de la misma manera en las dos
lenguas.
234
Rosana Acquaroni Muñoz
224
Los autores ponen el ejemplo de Holme (2001, 2003), que plantea el uso de esquemas
subyacentes de viajes y espacios para ayudar a los aprendices a llegar a los marcadores
(markers) de tiempo/aspecto, a través de la experiencia corpórea directa. Lindstromberg y
Boers (2005) consideran que las técnicas de respuesta física total (total physical response)
pueden facilitar el aprendizaje, por ejemplo, de los verbos de movimiento.
225
Para Bachman el texto constituye una unidad lingüística esencial, integrada por dos o
más enunciados o frases que estén estructurados según las reglas de cohesión y
organización retórica, y que puede ser tanto oral como escrito. La competencia textual
235
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
afecta, por lo tanto, al uso conversacional de la lengua, es decir, a los mecanismos para
marcar las relaciones de cohesión en el discurso oral de manera que éste sea apropiado al
contexto y eficaz para alcanzar las metas comunicativas de los interlocutores; a las
convenciones para establecer, mantener y terminar una conversación, a la organización de
los turnos de palabra, etc.
226
Si recordamos por un momento la definición de metáfora de Urios-Aparisi (I.1.2.), entre
las necesidades comunicativas que la metáfora satisface como recurso lingüístico,
destacaba: la definición o aclaración de un concepto, la síntesis y la simplificación, que
están acorde con las funciones anteriormente citadas.
236
Rosana Acquaroni Muñoz
227
Esta función está en relación con la habilidad para controlar e interpretar “evasivas”,
formulada por Low en 1988.
228
Tal y como recuerda el propio Bachman (1990), la noción de competencia ilocutiva se
gesta a partir de la teoría de los actos de habla de Searle (1969), que distingue: actos
locutivos, actos proposicionales y actos ilocutivos. El primer tipo es el acto de decir algo. El
segundo conlleva una referencia a algo o expresa un predicado sobre algo. El tercero es la
función que realizamos cuando decimos algo (pedir, aconsejar, afirmar). El significado de
una proferencia se puede describir en relación con su contenido proposicional (referencia y
predicación) y/o con su fuerza ilocutiva. Tanto Austin (1962) como Searle (1969) incluyen
también los actos perlocutivos, que vendrían a ser el efecto que un acto ilocutivo concreto
produce en el oyente.
237
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
Las funciones ideativas tienen que ver con el uso que hacemos de la
lengua para intercambiar información, así como para transmitir los
sentimientos que dicha información nos provoca. La metáfora se convierte
así en un buen recurso para expresar nuestra evaluación personal sobre
determinada experiencia o situación; por eso mismo, si un oyente o lector no
es capaz de acceder a su comprensión, el resultado puede ser no captar229
ese contenido evaluativo ofrecido por el hablante o por el escritor. En lo que
a la producción se refiere:
(13) He went beyond the advertised topic (Él fue más allá del tema dado)
229
Littlemore ha llevado a cabo diferentes estudios empíricos que demuestran que la
metáfora constituye uno de los obstáculos mayores para la comprensión lectora de textos
de economía por parte de estudiantes de L2. Véanse Littlemore (2001c, 2002b, 2004a) y
MacCormac (1988).
238
Rosana Acquaroni Muñoz
230
Aunque Littlemore y Low no hacen referencia explícita a ellas, Bachman (1990: 93),
siguiendo a Halliday (1973), distingue tres clases de funciones manipulativas: la función
instrumental (instrumental function), con la que usamos la lengua para conseguir hacer
cosas (sugerencias, peticiones, mandatos, advertencias, amenazas, intenciones, ofertas,
etc.); la función reguladora (regulatory function), cuya intención es controlar o manipular de
forma directa la conducta de los otros y la nuestra (formulación de reglas, leyes, normas de
comportamiento). Por último, la función interaccional (interactional function) que pretende
formar, mantener o cambiar las relaciones interpersonales; por ejemplo, los usos fáticos de
la lengua (saludos, preguntas rituales acerca de la salud o comentarios sobre el tiempo)
donde el contenido proposicional está subordinado a la función primaria interaccional que
consiste en mantener la relación entre los interlocutores.
239
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
231
Littlemore y Low (2006a: 277) ponen el ejemplo estudiado por Lerman (1985) de la
manera en que los ayudantes de Nixon usaron una gran variedad de proferencias
metafóricas para referirse indirectamente a las actividades ilegales en las que el presidente
se vio involucrado.
232
Un buen ejemplo, en opinión de los autores, puede ser la tarea a la que se enfrenta
cualquiera que lea un reciente artículo publicado en la revista The New Scientist (12 de abril
de 2003) sobre la teoría evolutiva de los organismos multicelulares (snowball theory). El
tema es la evolución darwiniana basada en la posibilidad de la mutación, pero muchos de
los fragmentos clave del texto están repletos de metáforas de animación (animacy
metaphors), seguramente con la intención de generar impacto e interés en el lector
(Littlemore y Low, 2006a: 277).
240
Rosana Acquaroni Muñoz
233
Se trataba de tres profesores de japonés integrantes de un curso de inglés con fines
específicos en la Universidad de Birmingham que participaban en un debate sobre la
conveniencia o no de la enseñanza explícita de la gramática en la clase de idiomas. En un
momento dado de la discusión surge un intercambio entre los participantes donde se pone
en juego la metáfora conceptual APRENDER UNA LENGUA ES UNA INMERSIÓN (EN EL
AGUA).
241
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
234
Véase I.3.1.1.
242
Rosana Acquaroni Muñoz
235
Según Jakobson (1974: 138), la función poética o estética es aquélla que se orienta
hacia el mensaje como tal y proyecta el principio de equivalencia del eje de selección sobre
el eje de combinación. La equivalencia se convierte en rasgo constitutivo de la secuencia.
243
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
Se sabe todavía muy poco acerca de hasta qué punto los aprendices
transfieren sus preferencias metafóricas de su L1 a la L2, pero, según
estudios como el de Lam (2000) sobre la modificación de la identidad, no
parece que exista de forma inherente la necesidad, por parte del aprendiz,
de adoptar la misma imagen o identidad en la L2.
244
Rosana Acquaroni Muñoz
En opinión de los autores, si ponemos las dos opciones en una balanza, "las
ventajas de jugar con el L2 parecen pesar más que las desventajas"236.
236
El Taller de Escritura Creativa, como tendremos oportunidad de ver a lo largo del próximo
capítulo, nace con el propósito de ser un espacio donde poder canalizar el uso creativo y
lúdico del lenguaje.
237
Cuando alude a la función imaginativa y la nombra de forma explícita.
238
Las figuras del discurso se refieren al uso no literal de la lengua e incluyen la metáfora, el
símil, la metonimia, las expresiones idiomáticas, la ironía y la hipérbole.
245
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
239
Véase I.3.4.1.
240
La competencia estratégica (CE) –cuyo estudio surge en el marco de la adquisición de L2
y de la psicología cognitiva– puede ser definida como el conocimiento y habilidad del
aprendiz para resolver problemas comunicativos que se originan, o bien por un déficit en
cualquiera de las otras áreas que componen la CC, o bien por la interferencia de
246
Rosana Acquaroni Muñoz
247
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
248
Rosana Acquaroni Muñoz
249
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
243
En el artículo de 2006 al que estamos aludiendo en este apartado, las estrategias de
compensación citadas son acuñación léxica y paráfrasis. Sin embargo, en el libro se refieren
a la acuñación léxica, el circunloquio y la transferencia de la L1. La estrategia de
circunloquio implica el empleo de descripciones extensas para sustituir ítems de vocabulario
desconocidos por el aprendiz. Creemos que, a pesar de que Littlemore y Low parten de la
taxonomía de Poulisse (1990), que distingue entre paráfrasis y circunloquio, ellos utilizan
ambos términos para designar la misma estrategia.
244
Con respecto a las de transferencia de la L1, Littlemore y Low (2006b) consideran en su
libro que, aunque en la inmensa mayoría de los casos, es improbable que la transferencia
conlleve pensamiento figurativo, una posible excepción son las estrategias de transferencia
creativa (Littlemore y Low, 2006b: 187), a las que haremos referencia en este mismo
apartado.
250
Rosana Acquaroni Muñoz
(16) fue importante para mí que me voy a España para crear amistades y
memorias nuevos (SP376A/5/POST): memories>memorias
(recuerdos)
245
Los ejemplos pertenecientes a nuestro corpus de datos que adelantamos aquí están
comentados en el apartado III.1.3.
251
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
(21) Cuando era niña, tenía los pensamientos diferentes de que fue la
amistad (SP375A/1/POST): tenía los pensamientos
diferentes>pensaba de otra forma
De esta forma:
246
Interpretamos aquí el verbo señalar (signal) como una referencia a los marcadores de
metáfora o recursos que el aprendiz despliega para marcar que alguna manera que está
usando el término metafóricamente. Nos referiremos a ellos en el capítulo III.
252
Rosana Acquaroni Muñoz
253
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
PERSPECTIVA PEDAGÓGICA
Danesi (1986)
Littlemore y Low (2006)
dimensión
procesal-estratégica
(Low, 1988)
COMPETENCIA
METAFÓRICA Danesi
dimensión
(1992, 1994, 1998, 2002)
integradora
PERSPECTIVA Littlemore (2001)
PSICOLINGÜÍSTICA
Littlemore y
dimensión Low (2006)
funcional-descriptiva
(Danesi, 1988)
Low (1988)
254
Rosana Acquaroni Muñoz
247
Existen otros trabajos que siguen esta línea y proponen también el empleo de la
metáfora conceptual como criterio organizador del vocabulario porque favorece no sólo su
comprensión sino su adquisición. Véanse Boers (1998, 1999, 2001, 2004), Lindstromberg y
Boers (2005), Luciani (2001), Pérez Bernal (2004) y Gutiérrez Pérez (2004).
248
Littlemore y Low (2006: 207), a pesar de juzgar, en líneas generales, como prometedor
este enfoque de la metáfora conceptual (“conceptual metaphor” approach), en el que los
contenidos de las unidades didácticas se organizan en torno a distintos dominios
conceptuales (amor, tiempo, etc.) que subyacen a determinadas expresiones metafóricas,
consideran que, por ejemplo, los textos elaborados por Lazar (2003) para su propuesta
Meanings and metaphors. Activities to practise figurative language, están sobrecargados de
metáforas lingüísticas, y esto hace que suenen artificiales.
255
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
1. Dimensión procesal-estratégica
Por ese motivo, uno de sus objetivos ha sido tratar de dilucidar cuáles
son y cómo actúan aquellos procesos mentales o cognitivos que se
despliegan en el procesamiento lingüístico y que están especialmente
implicados en la comprensión o la producción metafórica del aprendiz.
256
Rosana Acquaroni Muñoz
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I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
2. Dimensión funcional-discursiva
258
Rosana Acquaroni Muñoz
3. Dimensión integradora
259
I. El lugar de la competencia metafórica en el marco de los estudios de interlengua
COMPETENCIA COMUNICATIVA
(Canale, 1983)
Fig. I.17. Lugar que ocupa la CM con respecto a la CC según Danesi (1986)
subcompetencia asociativa
COMPETENCIA COMUNICATIVA
competencia
competencia competencia competencia
léxico-
textual ilocutiva sociolingüística
gramatical
COMPETENCIA ESTRATÉGICA
COMPETENCIA METAFÓRICA
Fig. I.20. Lugar que ocupa la CM con respecto a la CC según Littlemore y Low (2006)
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