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Malva de Silvina Ocampo

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Malva

de Silvina
Ocampo

Mara Eugenia Alvarado


Hierro

Ficha tcnica
-Autor: Silvina Ocampo
-Obra: Malva en Los das de la noche
-Ao de publicacin: 1970
-Gnero: fantstico, surrealista
-Sinopsis: Una narradora cuenta ancdotas, que le
han contado o que lleg a presenciar, de Malva
Lpez, una mujer furibunda y elstica que en
momentos de mucha desesperacin llega a morderse,
arrancarse y
comerse partes de su cuerpo, sin
sangrar, pudiendo hacerlo aunque sean difciles de
alcanzar y aun estando rodeada de gente.

Silvina Inocencia Ocampo (19031993)


Naci
el 21 de julio en Buenos Aires, Argentina.
Su hermana menor, Victoria Ocampo fue la editora de la revista Sur.

De una familia acomodada, Ocampo fue educada en casa y


estando tan sola lleg a depender mucho del afecto de la gente
que trabajaba en su hogar.
Estudi dibujo y pintura en Pars, antes de concentrarse en la
literatura. Public libros de cuento, poesa y novelas desde 1937
hasta 1988.
En 1933 conoci a Adolfo Bioy Casares y se cas con l en 1940.
l ya tena una hija de otra mujer, Marta, que S. Ocampo adopt
y que muri tres semanas despus que ella en un accidente
automovilstico.
Tambin fue traductora de autores ingleses y norteamericanos.

14 de diciembre de

Obra:

El caballo alado (cuentos infantiles), Buenos Aires, De la flor,


1976.
La naranja maravillosa (cuentos infantiles), Buenos Aires,
Viaje Olvidado (cuentos), 1937
Sudamericana, 1977.
Enumeracin de la patria (poesa), Buenos Aires, Sur, 1942
Canto Escolar (cuentos infantiles),Buenos Aires, Fraterna,
Espacios mtricos (poesa), Buenos Aires, Sur, 1942.
1979.
Los sonetos del jardn (poesa), Buenos Aires, Sur, 1946.
Autobiografa de Irene (cuentos), Buenos Aires, Sur, 1948. Reeditado rboles de Buenos Aires (poesa), Buenos Aires, Crea, 1979.
La continuacin y otras pginas, Buenos Aires, Centro Editor
en Orin, 1976.
Poemas
de
amor
desesperado
(poesa),
Buenos
Aires, de Amrica Latina, 1981.
Encuentros con Silvina Ocampo, dilogos con Noem Ulla,
Sudamericana,1949.
Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1982.
Los nombres (poesa), Buenos Aires, Emec, 1953.
Pginas de Silvina Ocampo, seleccionadas por la autora,
Pequea antologa, Buenos Aires, Editorial Ene, 1954.
El pecado mortal (antologa de relatos), Buenos Aires, Eudeba, 1966. prlogo de Enrique Pezzoni, Buenos Aires, Editorial Celtia,
Informe del cielo y del infierno (antologa de relatos), Prlogo de 1984.
Breve Santoral (poesa), Buenos Aires, Ediciones de arte
Edgardo Cozarinsky, Caracas, Monte Avila, 1970.
La furia (cuentos), Buenos Aires, Sur, 1959. Reeditado en Orin, Gaglione, 1985.
Y as sucesivamente (cuentos), Barcelona, Tusquets, 1987.
1976.
Las invitadas (cuentos), Buenos Aires, Losada, 1961. Reeditado en Cornelia frente al espejo, 1988.
Las reglas del secreto (antologa), Fondo de Cultura
Orin, 1979.
Econmica, 1991.
Lo amargo por dulce (poesa), Buenos Aires, Emec, 1962.
Obras en colaboracin
Los das de la noche (cuentos) ,1970
Con Adolfo Bioy Casares:
Amarillo celeste (poesa), 1972
Los que aman, odian, 1946.
El cofre volante (cuentos infantiles), 1974
El tobogn (cuentos infantiles), 1975

Obra:
Destacan personajes femeninos independientes y libres que
deconstruyen los estereotipos de gnero.
Cuestionamiento de los valores sociales y el orden establecido.
Descripciones o acontecimientos grotescos.
Distorsin de la realidad.
Humor y parodia.

Malva Lpez
Es muy flexible y aparentemente tranquila.
Tiene cabello como de animal.
Usa huesos para afilarse los dientes.
Un trmite en la escuela de su hija-el dedo
meique entero.
Recogiendo naranjas cuando hay trfico
para ditraerse-la rodilla hasta el hueso.
Tardanza en una fbrica de alpargatashombro.
Una colilla de cigarrillo tirada a la
alfombra-taln.

A partir de ese da la gente comenz a comentar malignamente la


mano estropeada de Malva. Nadie pudo ver ni la rodilla, ni el hombro, ni
otras partes magulladas, siempre cubiertas; pero la mano, aun con el
guante, no lograba disimular la falta del dedo.

El mundo es perverso, pero Malva ignoraba lo que decan de ella. Esto


fue una suerte, pues bastante desdichada era ya con lo que le suceda.
Sin poderlo remediar, fue destruyendo, en sucesivos momentos de
locura, las partes ms difciles de alcanzar, de su carne. Por un ascensor
demorado en algn piso, por un telfono pblico que se tragaba las
monedas, por un trmite demasiado largo en el Departamento Central
de Polica, por una cola interminable formada en queseras, donde se
encaprichaba en comprar personalmente queso Parmesano, por la
conversacin de una mujer charlatana, por la incompetencia de una
vendedora que se equivocaba de mercadera y explicaba por qu se
equivocaba, sin traer nunca la mercadera, quedaban pocas partes del
cuerpo de Malva sin mordiscos que llegaran al hueso.

El espectculo result sorprendente. Yo no saba que Malva tuviera


tanta elasticidad en el cuerpo. Hubiera podido trabajar de contorsionista
en un circo. Se arque como una vbora, y echando la cabeza hacia
atrs, se mordi el taln, hasta arrancrselo. Felizmente llevaba puesta
una culotte negra, de otro modo el espectculo hubiera sido indecoroso.
Haba gente: el ministro de educacin y una pianista italiana, a la
elegante luz de las velas. Algunas personas estpidas aplaudieron. (...)
Al alejarse, ponindose bufandas, sombreros y abrigos, las visitas
murmuraron algunos lugares comunes: "Hay que nacer acrbata", "Hay
que empezar desde la infancia", "No se pueden hacer esas cosas de un
da para el 48 otro", "Hay que dar tiempo al tiempo", "Se acuerdan de
Claudia, cuando se desnud?", "Y Roberto que perdi el brazo
izquierdo", "Caramba, caramba".

En el suelo quedaban an las marcas de pasos mojados, sobre la


madera del piso, que comunicaba con el cuarto de bao. Las mir
atentamente. No eran improntas de pies humanos. Pareca que un perro
o un lobo hubiera rondado por ah. Sobre su mesa de vestir mir el
peine y el cepillo con restos de cabellos. Pero, qu digo. No eran
cabellos; nada de humanos tenan esos pelos cortos, duros, negros, con
las puntas rojizas. Al pie de su cama encontr tres huesos, realmente
preciosos, de forma caprichosa. Reconoc el buen gusto de Malva, que
descubra la belleza en todas partes. Pregunt a su marido para qu
Malva coleccionaba esos huesos, aunque bien saba que eran adornos.
Me respondi que los usaba para afilar sus dientes. "Era tan excntrica"
agreg con risa de lobo. Entonces record la risa contagiosa de Malva.
Una risa extraa, aguda, intempestiva, tal vez contagiosa. A veces yo
misma me sorprendo riendo as.

Nunca sabr si Malva muri, si se destruy ntegramente a mordiscos,


si est encerrada en algn lugar de la ciudad o en selvas de Brasil,
donde a veces sueo que se ha perdido, despus de huir en un barco.
Esta ciudad no era para ella. Que terminara tan pronto de comer su
propio cuerpo era humanamente imposible. Yo creo que an le
quedaban muchos dedos, una rodilla, un hombro, la nuca, las
pantorrillas, todos sitios alcanzables para la boca de una contorsionista
como ella. No ha muerto, pens, y esta sospecha me pareci ms
horrible que la certidumbre de su muerte.

Bibliografa
Koger, Grove, Salem Press. Silvina Ocampo. Biographical Encyclopedia, January, 2014.
(S.A.) (S.F.) https://pasiondelalectura.wordpress.com/2015/03/25/los-dias-de-la-noche-de-silvina-ocampo/
Ocampo, Silvina. CUENTOS COMPLETOS Vol. II. (1970). Emec. Buenos Aires, 1999.
Surez, H., Carolina. El tratamiento subversivo de los estereotipos de gnero y edad en la obra de Silvina
Ocampo. Anales de Literatura Hispanoamericana. 2013, vol.42 pag. 367-378.

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