La restauración monárquica en Europa después de 1815 buscó restaurar el poder de los reyes y la vieja forma de gobierno anterior a la Revolución francesa, mediante la represión de ideas liberales y nacionalistas y pactos de ayuda mutua entre monarcas. Sin embargo, los intentos de restaurar el absolutismo solo fortalecieron los movimientos revolucionarios basados en ideas de libertad, soberanía popular y democracia, dando lugar a una lucha constante entre las fuerzas conservadoras y liberales durante el siglo XIX.
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La restauración monárquica en Europa después de 1815 buscó restaurar el poder de los reyes y la vieja forma de gobierno anterior a la Revolución francesa, mediante la represión de ideas liberales y nacionalistas y pactos de ayuda mutua entre monarcas. Sin embargo, los intentos de restaurar el absolutismo solo fortalecieron los movimientos revolucionarios basados en ideas de libertad, soberanía popular y democracia, dando lugar a una lucha constante entre las fuerzas conservadoras y liberales durante el siglo XIX.
La restauración monárquica en Europa después de 1815 buscó restaurar el poder de los reyes y la vieja forma de gobierno anterior a la Revolución francesa, mediante la represión de ideas liberales y nacionalistas y pactos de ayuda mutua entre monarcas. Sin embargo, los intentos de restaurar el absolutismo solo fortalecieron los movimientos revolucionarios basados en ideas de libertad, soberanía popular y democracia, dando lugar a una lucha constante entre las fuerzas conservadoras y liberales durante el siglo XIX.
La restauración monárquica en Europa después de 1815 buscó restaurar el poder de los reyes y la vieja forma de gobierno anterior a la Revolución francesa, mediante la represión de ideas liberales y nacionalistas y pactos de ayuda mutua entre monarcas. Sin embargo, los intentos de restaurar el absolutismo solo fortalecieron los movimientos revolucionarios basados en ideas de libertad, soberanía popular y democracia, dando lugar a una lucha constante entre las fuerzas conservadoras y liberales durante el siglo XIX.
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LA RESTAURACIÒN MONÁRQUICA
La restauración comenzó en Europa después
de la derrota final de Napoleón Bonaparte (1815-1848). En ese momento las antiguas monarquías se organizaron para recuperar el poder que habían perdido durante los años de la Revolución francesa y el Imperio napoleónico. Las potencias que se habían unido para derrotar a Napoleón resolvieron el destino de Europa. Los reyes europeos decidieron unirse para defender su poder y evitar que nuevas revoluciones o nuevos "napoleones" volvieran a quitárselo. La derrota definitiva de Napoleón fortaleció a los reyes europeos, que se unieron para recuperar su antiguo poder. Por primera vez los países de Europa dejaron de lado sus enfrentamientos e intentaron resolver sus problemas por medio del diálogo. Así fue que se crearon los congresos, donde se reunieron representantes de los países con dos objetivos principales. EL PRIMERO: derrotar las ideas que habían nacido en la Revolución francesa. EL SEGUNDO: controlar las manifestaciones nacionalistas que habían comenzado a surgir durante el Imperio napoleónico. Había que reprimir todas las ideas y movimientos que fueran contra la monarquía, para poder restaurar el orden político que había existido en Europa antes de la revolución. Los reyes querían recuperar su poder y mantenerlo, para ello, firmaron pactos entre sí, en los que se comprometían a ayudarse mutuamente en caso de que alguno de ellos sufriera el intento de una nueva revolución. Pero los intentos de los reyes por retornar al viejo sistema político solo generaron la fuerza de los movimientos revolucionarios que se sustentaban en las nuevas ideas de libertad, soberanía popular y democracia. De modo que en el resto del siglo XIX en Europa se produjo una lucha constante: entre los que deseaban devolverle el poder a los reyes y restaurar los privilegios de la nobleza y los que defendían las ideas del liberalismo político y el nacionalismo, que fueron contagiando a los pueblos europeos por la influencia de la Revolución francesa. Fue una batalla constante entre dos formas diferentes de entender la vida política, económica y social de Europa: la vieja Europa monárquica se enfrentó a la nueva Europa moderna e industrial.