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Concilios y El Espíritu Santo

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El Espíritu Santo en los

Concilios
Concilio-definición
• Es la Asamblea de los Obispos de todo el orbe católico, convocada
por el Romano Pontífice para definir y resolver los asuntos de la
Iglesia Universal bajo la Presidencia y con la aprobación del Romano
Pontífice. Es también la expresión más solemne del Magisterio de la
Iglesia.
Recorrido histórico
• 1. Concilio de Nicea
10. II Concilio de Letrán
• 2. Concilio de Constantinopla
11. III Concilio de Letrán
• 3. Concilio de Éfeso 12. IV Concilio de Letrán
• 4. Concilio de Calcedonia 13. I Concilio de Lyón
• 5. Concilio II de Constantinopla 14. II Concilio de Lyon
• 6. Concilio III de Constantinopla 15. Concilio de Vienne
• 7. Concilio II de Nicea 16. Concilio de Constanza
• 8. Concilio IV de Constantinopla 17. Concilio de Ferrara-Florencia
18. Concilio V de Letrán
• 9. I Concilio de Letrán
19. Concilio de Trento
Concilio de Nicea
• El principio del Concilio fue en Nicea en
Mayo de 325, cerca de Nicodemia (Norte de
Palestina).
• Participaron 300 obispos.
• En las primeras Sesiones se manifestaron
diversas tendencias sobre el Verbo.
Concilio de Nicea
• Una de ellas insistía en la unidad de
esencia divina, en la divinidad del Verbo y
en su distinción con el Padre (Postura
ortodoxa o Verdadera).
• La segunda postura hablaba de la divinidad
de Jesucristo con ideas subordinacionistas.
• La tercera postura era la de Arrio: El Verbo
es una criatura del Padre y distinta de Él en
esencia.
Concilio de Nicea
Fórmula del concilio: Se optó por la fórmula “homoousios” que significa
igual esencia, consustancial. Es decir que el Verbo es consustancial al
Padre.
Símbolo de Nicea: “ Genitum non factum, consustantialem Patri”, es
decir “El hijo no ha sido hecho, es consustancial al Padre”.
Sección primera. Cirilo de Jerusalén: aquello que el Espíritu
único e indivisible no es y lo que opera en la Iglesia

• El orgullo humano parece inclinar a ciertos bautizados (influenciados


por el demonio) a identificarse con el Espíritu Santo: Simón, Manes,
Montano, según Cirilo (cat. XVI, 6-9)
• El alma está expuesta a la oscuridad, al lobo. Inmundo demonio.
• Sobre este fondo tan sombrío, Cirilo describe la luminosa acción del
Espíritu: Viene a salvar, curar, enseñar, aconsejar, fortificar, esclarecer
la inteligencia, primero de aquel que lo recibe, luego, mediante él, de
los otros también.
Sección primera. Cirilo de Jerusalén: aquello que el Espíritu único e
indivisible no es y lo que opera en la Iglesia

• “Aquel que ha sido honrado por la visita del Espíritu Santo al alma
iluminada, ve de una manera sobrehumana lo que no sabía.
• Tiene visión de trascendencia.
• El Espíritu divino domina el tiempo y el espacio y vuelve al cristiano
partícipe de esta dominación.
Sección primera. Cirilo de Jerusalén: aquello que el Espíritu único e
indivisible no es y lo que opera en la Iglesia

• Cirilo insiste, además, sobre la unidad del Espíritu en un contexto


bíblico: “el plan salvador del que somos objeto forma un todo
estrechamente concertado y que viene del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo… El Espíritu Santo no es otro en la Ley y los Profetas,
otro en los Evangelios y los Apóstoles, sino es único y mismo Espíritu
santo, aquel que dijo las divinas Escrituras en el Antiguo y el Nuevo
Testamento” (cat. XVII, 5).
Sección primera. Cirilo de Jerusalén: aquello que el Espíritu único e
indivisible no es y lo que opera en la Iglesia

• Pero el Espíritu no es solamente uno – de una perfecta unidad – con


el Padre y el Hijo; es, también uno en sí mismo, único, indivisible aún
cuan divide sus dones: “Nosotros no enseñamos de él sino una fe
inquebrantable. Porque el Espíritu es un solo y mismo ser, el que
repartía los carismas a cada uno de manera especial según su
voluntad (1 Co 12, 11).
Sección primera. Cirilo de Jerusalén: aquello que el Espíritu único e
indivisible no es y lo que opera en la Iglesia

• En cuanto a Él, es indivisible. El Paráclito no es otra persona al costado


del Espíritu santo, sino es un solo y mismo ser bajo denominaciones
diferentes: viviente y subsistente, hablando y actuando. Él también es
el Santificador de todas las criaturas racionales que está sometidas a
Dios por Cristo: ángeles y hombres.”
Sección primera. Cirilo de Jerusalén: aquello que el Espíritu único e
indivisible no es y lo que opera en la Iglesia

• Para Cirilo, el Espíritu es llamado santo en tanto que santifica los


ángeles y los hombres dispuestos a cooperar con él. Parece
interesarse más en la acción del Espíritu en la Iglesia que en su
relación con el Padre y el Hijo.
Sección segunda: Basilio de Cesarea: el
Espíritu perfecciona y unifica
• “El Señor ordena, la Palabra crea, el Soplo afirma. Pero afirmar, qué es
sino perfeccionar en santidad [volver firme], inmutable y sólidamente
fijado en el bien… No hay santidad sin el Espíritu”.
• “El Espíritu se concibe como un todo en sus partes, cuando se trata de
la distribución de los dones de gracia, de los carismas. Porque somos
miembros los unos de los otros pero provistos de dones diferentes…
Los miembros unidos concurren al Cuerpo de Cristo en la Unidad del
Espíritu.
Del Espíritu Santo
[Decretum Damasi, de las Actas del Concilio de Roma, del año 382]

• Se dijo: Ante todo hay que tratar del Espíritu septiforme que descansa
en Cristo. Espíritu de sabiduría: Cristo virtud de Dios y sabiduría de
Dios [1 Cor. 1, 24]. Espíritu de entendimiento: Te daré entendimiento
y te instruiré en el camino por donde andarás [Ps. 31, 8]. Espíritu de
consejo: Y se llamará su nombre ángel del gran consejo [Is. 9, 6 ¡ LXX].
Espíritu de fortaleza: Virtud o fuerza de Dios y sabiduría de Dios [1
Cor. 1, 24]. Espíritu de ciencia: Por la eminencia de la ciencia de Cristo
Jesús [Eph. 3,19]. Espíritu de verdad: Yo el camino, la vida y la verdad
[Ioh. 14, 6]. Espíritu de temor [de Dios]: El temor del Señor es
principio de la sabiduría [Ps. 110,10]...
Del Espíritu Santo
[Decretum Damasi, de las Actas del Concilio de Roma, del año 382]

• Porque el Espíritu Santo no es sólo Espíritu del Padre o sólo Espíritu


del Hijo, sino del Padre y del Hijo. Porque está escrito: Si alguno
amare al mundo, no está en él el Espíritu del Padre [1 Ioh. 2, 15; Rom.
8, 9]. Igualmente está escrito: El que no tiene el Espíritu de Cristo, ése
no es suyo [Rom. 8, 9]. Nombrado así el Padre y el Hijo, se entiende el
Espíritu Santo, de quien el mismo Hijo dice en el Evangelio que el
Espíritu Santo procede del Padre [Ioh. 15, 26], y: De lo mío recibirá y
os lo anunciará a vosotros [Ioh. 16, 14].
Concilio de Constantinopla
Se convocó este Concilio en el año 381 para combatir las herejías trinitarias
que habían surgido, en especial el macedonianismo, herejía contra el
Espíritu Santo.
Si las anteriores herejías defendían la inferioridad del Verbo, lógicamente
tenían que decir lo mismo del Espíritu Santo. En el siglo IV se niega la
divinidad del Espíritu Santo. San Atanasio escribe un libro contra los herejes
y los llama luchadores contra el Espíritu Santo. Macedonio es el Jefe de
esta herejía. Fue Patriarca de Constantinopla. La esencia de su doctrina era
que Padre y el Hijo son iguales, el Espíritu Santo es una persona de Dios,
una especie de ministro y superintendente de sus gracias, como un primer
ministro. Es superior a los ángeles pero subordinado al Padre.
Concilio de Constantinopla
Defensores del Catolicismo: Fueron San Atanasio, S. Gregorio
Nacianceno, S. Gregorio Niceno, S. Ambrosio y S. Hilario de Poitiers.
El Papa San Dámaso condenó a Macedonio en el año 380. Al año
siguiente se le condenó de nuevo en el Concilio de Constantinopla.
Credo Niceno-Constantinopolitano
Símbolo Niceno=Constantinopolitano  [Versión sobre el texto griego] 150 Creemos en un
solo Dios, Padre omnipotente, creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles o
invisibles. Y en un solo Señor Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios, nacido del Padre antes
de todos los siglos, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, nacido no hecho,
consustancial con el Padre, por quien fueron hechas todas las cosas; que por nosotros los
hombres y por nuestra salvación descendió de los cielos y se encarnó por obra del Espíritu
Santo y de María Virgen, y se hizo hombre, y fue crucificado por nosotros bajo Poncio
Pilato y padeció y fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras, y subió a los
cielos, y está sentado a la diestra del Padre, y otra vez ha de venir con gloria a juzgar a los
vivos y a los muertos; y su reino no tendrá fin. Y en el Espíritu Santo, Señor y vivificante,
que procede del Padre, que juntamente con el Padre y el Hijo es adorado y glorificado, que
habló por los profetas. En una sola Santa Iglesia Católica y Apostólica. Confesamos un solo
bautismo para la remisión de los pecados. Esperamos la resurrección de la carne y la vida
del siglo futuro. Amén.
Credo Niceno-Constantinopolitano
• El Credo que se estableció es el Credo de San Epifanio (Credo de la
Misa): “ Et Spiritu Sancto dominum et vivificantem qui ex Patre
filioque procedit” (Y en el Espíritu Santo , Señor y dador de vida que
procede del Padre y del Hijo).
El problema del Filioque
• Dentro de la Iglesia la doctrina del Filioque se declaró dogma de fe en
el Cuarto Concilio de Letrán (1215), el Segundo Concilio de Lyon
(1274) y en el Concilio de Florencia (1438-1445). Así la Iglesia propuso
de forma clara y con autoridad la enseñanza de la Sagrada Escritura y
de la tradición sobre la Procesión de la Tercera Persona de la
Santísima Trinidad.
La Escritura esclarece la cuestión del Filioque
• En cuanto a la Sagrada Escritura, los escritores inspirados llaman al
Espíritu Santo el Espíritu del Hijo (Gál. 4,6), el Espíritu de Cristo (Rom.
8,9), el Espíritu de Jesucristo (Fil. 1,19), de la misma forma que le llaman
Espíritu del Padre (Mt. 10,20) y el Espíritu de Dios (1 Cor. 2,11). De ahí que
le atribuyen al Espíritu Santo la misma relación con el Hijo que con el
Padre.

• Ahora bien, según la Escritura, el Hijo envía al Espíritu Santo (Lc. 24,49;
Juan 15,26; 16,7; 20,22; Hch. 2,33; Tito 3,6), de la misma manera que el
Padre envía al Hijo (Rom. 3,3) y como el Padre envía al Espíritu Santo (Jn.
14,26).

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