El Cuento
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El Cuento
EL CUENTO
Facilitadora: Participante:
Belkys Mejías
María carrasco
C.I: 28.439.517
Índice
Silla para un psicótico……………………………………... pág. 06 La guerra del planeta de los magos………… ...Pág. 15
Una familia extravagante……… …………………………...pág. 08 La cabeza rosa del Marciano azul……………. Pág. 17
El robo de Mozart……………………………………………pág. 11
Hace muchos años, en el Reino Encantado vivía un chico llamado Adrián. A pesar de ser pobre, vivía con una sola — ¿Y cómo sabré si realmente soy digno de ella?—Ya
ilusión: convertirse en rey algún día. Adrián era el mejor malabarista de todo el reino, tanto que el rey lo invitó a lo verás. Sólo sé paciente. Adrián se acercó poco a
su castillo para que divirtiera a su hija la princesa. Adrián aceptó gustoso. Ya en el castillo comenzó con trucos que poco y de repente el estanque quedó tan iluminado que
fueron de los más sencillos a los más complejos. La princesa encantada le pidió que trabajara de malabarista para Adrián casi se desmaya dela emoción. Los patos, al ver
todos en el castillo. Antes de que Adrián pudiera aceptar, el rey notó que su hija empezaba a enamorarse de él y que Adrián era digno de aquella corona, se sumergieron
pensó: un pobre jamás se convertirá en el soberano de este reino. Adrián, sin más que decir, se fue indignado a su en el agua y se la trajeron. Adrián muy contento
casa, pero en el camino recordó la leyenda de una corona, una que hace años se había perdido y que brillaba si la regresó a su hogar y pidió una audiencia con el rey. En
persona que la portaba era pura de corazón. Adrián tomó lo poco que tenía y se encaminó en busca de la corona. el castillo todos quedaron muy sorprendidos al ver que
Cuando ya estaba cansado de buscar, se sentó a la sombra de un árbol y curiosamente escuchó voces pero nadie se Adrián tenía la corona. Prometió dársela al rey pero a
encontraba cerca de él, solamente había unos patos en un estanque. Adrián se dejó llevar por la curiosidad, quiso cambio él quería la mano de su hija. El rey accedió y se
investigar y… ¡oh maravilla! Los patos estaban platicando muy alegres, así que Adrián temeroso les dijo: — celebraron las bodas. Y así, un chico que nunca
¡Buenos días! ¿Me podrían decir dónde estoy?—Claro, estás en el estanque mágico —le contestaron—. ¿Pero, por renunció a sus sueños, de ser un malabarista pobre, se
qué estás aquí tan solo?—Estoy buscando la corona mágica que hace siglos se perdió, o bueno eso creo. —Bueno casó con la princesa y se convirtió en rey, un rey justo
chico, nosotros resguardamos esa corona, pero no se la daremos a cualquier persona, sólo a quien realmente sea y muy generoso con todos sus súbditos.
digno de ella.
Silla para un psicótico
Helen Armendáriz y Luz Elena Serrano Armendáriz
Esc. Sec. General No. 4 Prof. Apolonio M. Avilés, Saltillo.
Este era un hombre que amaba los muebles del hogar, en especial las sillas, pues eran su mueble preferido para pensar. Un
día decidió ir a un lugar donde se vendían todo tipo de muebles. Le pareció maravilloso. Además, descubrió una variedad de
sillas inmensa, de plata, de oro, de peluche, esponja y cuero. Pero ninguna le parecía la adecuada. Caminando por los
pasillos, giró su cabeza, de pronto su vista se detuvo en una muy especial, estaba sin terminar, fea, llena de defectos; era
horrorosa, pero a él no le importó. Pagó una gran cantidad por ella (el vendedor argumentaba que esa silla era del velador,
pero fue en vano). Una vez en casa, empezó por darle la textura exacta, después la pintó de colores pastel y por último, para
decorarla, usó hojas secas y objetos estilo vintage. Cansado y casi a punto de terminar su trabajo, se sentó y admiró su gran
belleza.
Final 1: De pronto sintió un gran temor, la silla parecía moverse, su amada silla ahora lo perseguía por toda la casa.
Final 2: Empezó por darle la textura exacta, después la pintó de colores pastel y por último, para decorarla, usó hojas secas
y objetos vintage. Cansado casi por terminar su trabajo, se sentó y admiró la belleza que había descubierto. Satisfecho, puso
en práctica su nueva aventura. Este hombre pensó en la belleza de una silla. Sonará loco pero de esto trata la historia: a
pesar de ver sillas muy hermosas, elige la más fea y opta por descubrir su belleza.
El hechizo de lectura
Italia Segovia Triana
Esc. Sec. General No. 21 Javier Luis Cabello Siller, Saltillo
Se preguntó una y otra y muchas veces más qué sucedió antes de encontrar ese pequeño dije con forma de
linterna...Ese pobre chico aislado en su casa misteriosa, con un nombre desconocido. Su linterna le concedía
ciertas habilidades, algunas de gato y otras de lobo, ambas combinadas. Sólo le duraban de la media noche hasta
el amanecer. Durante dos semanas soñó lo mismo. Seguía un camino en el bosque, pero siempre despertaba antes
de llegar a su destino: — ¡No puede ser! —dijo sobresaltado. Realizó su rutina diaria, cuando acabó eran las 10
p.m. Decidió sentarse a mirar televisión, y entonces empezó a marearse...— ¡Auch!, mi cabeza, me duele mucho.
La linterna comenzó a brillar más que de costumbre, empezó a escuchar una voz: —Sigue hasta lo más profundo
del bosque y entra ahí...Despertó. Eran las 11:47 p.m., se había quedado dormido pero aun así le hizo caso a la
voz de su sueño y se dirigió al bosque. Al salir de su casa, sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo y dijo: —
Ya son las doce. Siguió su camino hacia el bosque, cuando llegó a la parte más profunda del bosque encontró un
árbol muy peculiar con un espiral en el centro. Se acercó poco a poco y logró transportarlo. Caminó por un
pasillo oscuro hasta llegar a una habitación rodeada de estantes con libros, en el centro había una mesa, encima
de ella una fotografía de una familia y él dijo: — ¡Es mi familia!
El viaje inesperado de la hormiga en el sombrero
Karen Monserrat Pérez Beltrán
Esc. Sec. General No. 3 Francisco I. Madero, Saltillo.
Hace mucho tiempo vivía un perro llamado Mozart. No era un perro cualquiera, pues caminaba
y hablaba. De todos los animales era el más inteligente, pero se sentía solo ya que era el único
que iba más allá de los ladridos. Un día, cansado de ser diferente, se sentó a observar cómo sus
compañeros ladraban a la gente que pasaba. Duró horas y horas escuchando los sonidos,
entonces se dio cuenta de que los demás perros seguían un patrón al ladrar. A eso le llamó
música. Era increíble lo que había descubierto; esto lo llevó a componer melodías no sólo con
ladridos, sino con todo tipo de sonidos. Mozart pensó en llevar la música al mundo humano
pero se dio cuenta de que un campesino lo escuchaba. Mozart corrió y corrió pero este
campesino lo atrapó, lo llevó a su casa y ahí lo encerró. El campesino le preguntó su nombre.
Desde ese momento, el campesino se hizo llamar Mozart y lo obligó a decirle todo lo que sabía
de música. Porque ese hombre no era un tonto y usó los conocimientos para su beneficio. Por
eso ahora conocemos a Mozart como un genio musical.
Cama superhéroe
Arely Berenice Rodríguez Solís
Esc. Sec. General No. 21 Javier Luis Cabello Siller, Saltillo.
Había una vez una pequeña cama angosta y maloliente que quería ser mejor.
Nadie quería dormir en ella, ni siquiera un perro. La pequeña cama pensaba que
si se convertía en superhéroe, tal vez todos querrían descansar en ella pues así lo
hacían las personas en las camas anchas y con un agradable olor. Cierto día, un
gato llegó maullando tristemente y la cama pudo observar que estaba lastimado.
Entonces la cama pensó: es el momento ideal, lo cuidaré y todos me querrán sin
dudarlo. Le habló al gato y éste de inmediato se recostó en ella. —Gracias —
dijo el gato—, es muy amable de tu parte. Nadie me ayudó, fue una suerte
encontrarte. —De nada —respondió la cama—, mi mayor sueño es ser
superhéroe y tú me has dado la oportunidad. — ¿Superhéroe? —Preguntó el
gato asustado—, ¿en serio?—Muchas gracias, al fin conseguiré mi sueño.
El amor de una cobra por su cuaderno
Yvonne Yatziri Rodríguez Solís
Esc. Sec. General No. 21 Javier Luis Cabello Siller, Saltillo.
—Porque eres especial para mí. Puede que te sientas inseguro por el hecho de que somos diferentes y
piensas que todo va a terminar muy pronto, pero mis intenciones no son esas. Ambos se miraron con
intensidad, con los corazones latiendo a mil por hora por todo lo que sentían en ese momento, pensando
en su futuro, en su historia, en su amor y, sin pensarlo, se tomaron de la mano, se abrazaron, se besaron
e hicieron todo lo posible para creer que nada cambiaría entre ellos de manera tan repentina. Después
los dos se fueron en silencio hacia el rincón de su amor creado por todos sus sentimientos.
— ¿Me amas? —volvió a preguntar el cuaderno, ya que tenía duda, quería saberlo con todas las ganas
del mundo, ya que sabía que su última hoja sería utilizada muriendo lentamente y con dolor. La cobra
apenas iba a contestar cuando el cuaderno cayó al suelo esperando el último momento de cortar su
última hoja.
El ojo sin casa
Sofía Elizabeth Sifuentes Zapata
Esc. Sec. General No. 21 Javier Luis Cabello Siller, Saltillo
https://www.seducoahuila.gob.mx/leer/assets/cuentos-breves.pdf