Químico LL
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FACIAL II
Debido a la mayor exposición solar a lo largo de su vida, la población anciana presenta mayor daño actínico
en la piel. Como hemos comentado, es difícil establecer un límite preciso entre los cambios cutáneos
secundarios al paso del tiempo y los producidos por la agresión solar, ya que habitualmente coexisten.
Además de los cambios intrínsecos por el envejecimiento, en las áreas donde la radiación ultravioleta (UV)
incide con mayor frecuencia se producen alteraciones degenerativas adicionales. Estos cambios no
solamente son estructurales, sino que suponen una aceleración de la pérdida progresiva de las funciones
cutáneas. El daño por radiación ultravioleta es mayor en los tipos de pieles más claras (foto tipos I y II de
Fitzpatrick) y en determinadas áreas como el dorso de las manos, la cara, el escote y la parte superior de la
espalda.
Lapiel envejecida que no ha sido expuesta a la luz solar es
también laxa y con acentuación de los pliegues, pero es fina
y no presenta los signos de daño actínico mencionados. Las
alteraciones histológicas de la piel foto dañada son similares
a las de una piel envejecida, aunque más intensas.