Casi nadie puede escapar actualmente al fútbol, menos a un Mundial. Incluso aquellos que no tiene... more Casi nadie puede escapar actualmente al fútbol, menos a un Mundial. Incluso aquellos que no tienen interés por su desenlace terminan empapándose, o al menos enterándose de sus principales títulos. En este culto mediático a la sociedad del espectáculo es pertinente preguntarse qué pasaría si no vemos en directo los partidos de fútbol que los medios de comunicación nos anuncian como algo transcendental para el país en cuestión, o inclusive para el mundo. En un plano individual, es probable que no suceda nada si alguien se priva del Mundial de FIFA de fútbol masculino en su categoría mayor. Siendo más provocadores, hasta resultaría sano y agradable salir a caminar en paz y en armonía en aquellos instantes donde los países parecen paralizarse por aquellos partidos “de vida o muerte”. Horas y horas de televisión, radio, prensa escrita, que sin decirlo abiertamente, instalan climas de neurosis que van de lo colectivo a lo individual, o vice-versa. Periodistas, comentaristas, “especialistas”, desquiciados para predecir si un equipo puede o merece ganar sobre el otro, o si el director técnico de turno ha hecho las alineaciones del equipo correctamente.
Casi nadie puede escapar actualmente al fútbol, menos a un Mundial. Incluso aquellos que no tiene... more Casi nadie puede escapar actualmente al fútbol, menos a un Mundial. Incluso aquellos que no tienen interés por su desenlace terminan empapándose, o al menos enterándose de sus principales títulos. En este culto mediático a la sociedad del espectáculo es pertinente preguntarse qué pasaría si no vemos en directo los partidos de fútbol que los medios de comunicación nos anuncian como algo transcendental para el país en cuestión, o inclusive para el mundo. En un plano individual, es probable que no suceda nada si alguien se priva del Mundial de FIFA de fútbol masculino en su categoría mayor. Siendo más provocadores, hasta resultaría sano y agradable salir a caminar en paz y en armonía en aquellos instantes donde los países parecen paralizarse por aquellos partidos “de vida o muerte”. Horas y horas de televisión, radio, prensa escrita, que sin decirlo abiertamente, instalan climas de neurosis que van de lo colectivo a lo individual, o vice-versa. Periodistas, comentaristas, “especialistas”, desquiciados para predecir si un equipo puede o merece ganar sobre el otro, o si el director técnico de turno ha hecho las alineaciones del equipo correctamente.
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