Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                
ISSN: 0213-2052 TABVLA IMPERII ROMANI Tabvla Imperii Romani A. CEPAS; D. PLÁCIDO; F.J. SÁNCHEZ-PALENCIA Dpto. de Ha Antigua y Arqueología. CEH del CSIC. Miembros del Comité Español de la TIR. RESUMEN: El equipo que coordina desde el CEH del CSIC el proyecto TIR hace una valoración historiográfica, tanto de sus precedentes cartográficos, como de las vicisitudes por las que pasó el proyecto desde su puesta en marcha, a finales de los años veinte, hasta su relanzamiento en los ochenta. También se plantea las perspectivas del proyecto como instrumento de estudio del territorio. ABSTRACT: The Secretary of the Spanish Comitee of TIR makes an historiographic evaluation of its cartographic predecessors and of the evolution of the project since 1920 until today. It is also discussed the future of the project as an useful instrument for the study of the territory. Hace ya siete años, en 1986, se emprendía de nuevo en España la realización de las hojas del proyecto Internacional para la edición del "Mapa del Mundo Romano" o Tabvla Imperii Romani (TIR, 1990). En el presente año se dará por finalizada la labor de recogida de datos y elaboración de fichas informatizadas y minutas cartográficas. Quedará cerrado así un importante ciclo de trabajo en el que habrán colaborado cerca de un centenar de investigadores siguiendo las directrices del Comité Español de la TIR. El ejercicio de reflexión acerca de la imagen de la Hispania Romana que se ha generado cartográficamente es el que nos ha impulsado a proponer el presente congreso. © Ediciones Universidad de Salamanca Stvd. hist., Ha antig. 13-14, 1995-96, pp. 153-163 154 A. CEPAS, D. PLÁCIDO, F.J. SÁNCHEZ-PALENCIA TABVLA IMPERII ROMANI Consideramos que la TIR es un excelente ejemplo aglutinante de las perspectivas que se pueden plantear en el estudio del territorio de la Península Ibérica en época romana y en esta ponencia pretendemos plantear los aspectos del tema en que puede incidir más directamente. Abordaremos en primer lugar los enfoques que han orientado la plasmación cartográfica o la recopilación topográfica referidas a la Hispania Romana, que obviamente nos obliga a ejercitar una crítica historiográfica desde los antecedentes de la propia TIR hasta su desarrollo en la actualidad. En segundo lugar nos ocuparemos del valor instrumental que puede alcanzar la TIR como documento de síntesis desde una perspectiva de proyección hacia futuros trabajos. Como pone de manifiesto R. Talbert (1992) en su reciente trabajo historiográfico sobre la cartografía del Mundo Clásico, la última mitad del siglo pasado fue especialmente prolífica en proyectos de Atlas sobre el tema. En realidad, las iniciativas entonces emprendidas, prolongadas más o menos y a veces mejoradas a lo largo del siglo actual, fueron las únicas que llegaron a completar sus objetivos. Tras los primeros proyectos de Atlas del Mundo Clásico que se realizan hacia mediados del siglo pasado, como los de Findlay (1854) y de Spruner-Menke (1865, aunque la primera edición es de 1850), cuatro grandes proyectos se van a desarrollar a lo largo de la segunda mitad de ese siglo (Talbert, 1992, 6-15): - El Atlas of Ancient Geography Biblical and Classical editado entre 1872 y 1874 por W. Smith y G. Grove. - Los dos proyectos del editor Murray (1899-1905 y 1904), con la supervisión de G.B. Grundy e impresos por Bartholomew of Edimburgh, de los que se nutren posteriormente otras ediciones como la de Everyman (Atlas Everyman's 1952). - El Atlas Antiquus de W. Sieglin (1855-1935), continuador y renovador del antiguo Sprunner-Menke y editado como éste por Justus Perthes de Gotha. - Los mapas regionales para el CIL y las Formae orbis antiqui de Heinrich Kiepert (CIL, 1892 y 1894-1914) (continuadas por su hijo Richard). Estos primeros trabajos cartográficos, verdaderos antecedentes del proyecto de la TIR, se insertan dentro de las corrientes geográficas y cartográficas historicistas del siglo pasado, por un lado, y dentro de lo que Schnapp (1991, 19-24) ha definido muy bien como el modelo filológico de la arqueología para esa época, por otra parte. Dos autores cabe destacar en especial: H. Kiepert y C. Müller. Kiepert, cuya obra finalizará su hijo Richard, es un directo seguidor de C. Ritter (Talbert, 1991, 13) y es considerado uno de los fundadores, junto con A. von Humboldt, de la Geografía moderna. El pensamiento de Ritter queda materialmente definido en el subtítulo de su Erkunde: "Geografía de acuerdo con la Naturaleza y la Historia del hombre, o Geografía General Comparada, como fundamento seguro para el estudio y conocimiento de las ciencias físicas e históricas". Poseía una visión empírica e inductiva de la Geografía en la que priman los datos © Ediciones Universidad de Salamanca Stvd. hist., Ha antig. 13-14, 1995-96, pp. 153-163 A. CEPAS, D. PLACIDO, F.J. SANCHEZ-PALENCIA TABVLA IMPERII ROMANI 155 observables sobre las conjeturas o hipótesis, pero sin limitarse a un descriptivismo, sino buscando los principios o leyes de organización en la relación entre la humanidad y el medio para alcanzar en último término la realidad que subyacía bajo ellos. Dentro de este claro teleologismo, la Geografía y la Historia eran para él inseparables (Estébanez, 1982, 26-28). Müller, por su parte, es bien conocido dentro de los estudios clásicos por sus ediciones de historiadores y geógrafos griegos. Su trabajo para el Atlas of Ancient Geography editado por Smith y Grove (1872-74) se concibió como un complemento de los diccionarios y enciclopedias sobre el mundo clásico y bíblico de la época, de la misma forma que lo fueron los mapas que ilustran su obra sobre Tolomeo o los geógrafos griegos menores. En este sentido no se diferencia mucho de la concepción general de la historia de la cartografía en el siglo XIX, entendida como una auxiliar de la historia de la geografía y más particularmente como una historia de los descubrimientos y las exploraciones geográficas. La geografía histórica que practican Kiepert y Müller supone para los estudios de la Antigüedad algo similar realmente a los descubrimientos que por entonces se están produciendo en los jóvenes continentes. Cual Livingston o Stanley, Müller y Kiepert desvelaron por primera vez la imagen física, es decir, la imagen adaptada a la moderna visión del mundo, de los autores antiguos. Ya no se trataba de representaciones esquemáticas o estereotipadas, sino de algo contrastable, de un redescubrimiento que permitía ulteriores comprobaciones. Como ha indicado Harley (1987, 17) se trataba ante todo de reconstruir la geografía histórica del pasado. De esta forma los mapas de Kiepert o Müller son concebidos simplemente como una evidencia antes inalcanzable técnicamente para servir de soporte geográficodescriptivo a una historia política en el sentido más tradicional del término. En palabras del propio Hübner (1888, 27) y como elocuente resumen de lo dicho: "El estudio de los geógrafos antiguos exige que se fije en mapas lo que sobre el estado de los conocimientos geográficos de cada época puede averiguarse". Esta corriente va a permanecer en esencia y a pesar del tiempo transcurrido como principal inspiradora del proyecto Iberische Landeskunde, tanto en la parte referida a la Geografía y Etnografía, llevada a cabo por Schulten, como en el índice topográfico de "las tribus y las ciudades de la antigua Hispania", realizado por Tovar. Su peso es especialmente vivo en las siguientes palabras de Schulten en el preámbulo de su obra (Schulten, 1959,1, 12 s.): "Desde que Karl Ritter inició la Geografía Histórica, es forzosa la compenetración de la geografía y de la Historia; porque la tierra es la residencia del hombre y el escenario de sus hechos. Geografía e Historia se entrecruzan y completan continuamente, no sólo en la descripción de campañas y batallas, sino también en otros aspectos ... En la época de Karl Ritter, Ernst Curtius y Heinrich Kiepert, se destacó con fuerza esta relación estrecha entre la Geografía y la Historia; pero luego, en época dominada por las ciencias naturales, fue descuidada, y sólo recientemente ha logrado otra vez mayor aprecio." Pero antes incluso de la ejecución de este último proyecto, se inicia el de la TIR, propuesto a escala internacional por O.G.S. Crawford en 1929. Su enfoque supuso una clara ruptura dentro de la visión de la cartografía del mundo clásico. Sus propuestas hay que entenderlas dentro del funcionalismo ambiental surgido © Ediciones Universidad de Salamanca Stvd. hist., Ha antig. 13-14, 1995-96, pp. 153-163 156 A. CEPAS, D. PLACIDO, F.J. SANCHEZ-PALENCIA TABVLA IMPERII ROMANI esencialmente de los estudios prehistóricos de la arqueología escandinava. Su visión ecológico-distributiva enlaza por lo tanto mejor con las corrientes naturalistas de la arqueología, siguiendo nuevamente la terminología de Schnapp, que con las filológicas dominantes dentro del academicismo oficial de comienzos de siglo. Como hemos puesto de relieve más extensamente en un reciente trabajo sobre la gestación y desarrollo de la TIR (Plácido, Sánchez-Palencia y Cepas, 1993), las causas esenciales que, según Crawford, impidieron que el proyecto se desarrollase con éxito en Europa fueron la dificultad de obtener una colaboración internacional allí donde las hojas en que estaba dividida afectaba a varios países y, sobre todo (y esta es una idea realmente obsesiva en Crawford) la total ignorancia cartográfica de los arqueólogos. Es decir, Crawford apuntaba en último término al choque entre las "dos culturas", la científica o aplicada, de carácter pragmático y donde sitúa a los cartógrafos y la humanística o de las palabras escritas, como él dice, donde sitúa a los historiadores y arqueólogos. De hecho, entre sus quejas, resalta el que se hiciese mucho uso de la biblioteca pero no se hiciese prácticamente ningún trabajo de campo. Pero quizás sea necesario matizar ahora estos razonamientos acerca del fracaso de la TIR. Admitidos los de carácter instrumental, puesto que no en vano las técnicas de caito y fotointerpretación que él estaba desarrollando no se generalizaron en Europa hasta los años 50 (Bradford en Inglaterra, Chevallier en Francia o Schmiedt en Italia), en la concepción de Crawford subyace una visión global y diacrónica del territorio, que él mismo puso en práctica en algunos trabajos de alcance restringido a Inglaterra (Wessex y Gales fundamentalmente), que en absoluto se estaban produciendo en el resto de los países. Volviendo al caso de España, la favorable aceptación del proyecto de la TIR e incluso su relativo éxito inicial (es uno de los pocos países que en 1931 tiene esbozadas y en pruebas dos hojas) se debe sin duda al favorable ambiente entonces existente en el ámbito histórico y en particular arqueológico. Hay que tener en cuenta que en el comité español están investigadores de la talla de un Bosch Gimpera, por poner uno de los ejemplos más significativos, que, licenciado en filología griega, y tras sus viajes de estudio por Alemania y el resto de Europa (Cortadella, 1991), acabará convirtiéndose en el principal historiador del momento. * * * * * Pero esta acogida favorable en nuestro país durará muy poco. Al final de la guerra civil, el exilio dispersó a buena parte de los investigadores que consiguieron hacer del Mapa del Mundo Romano un proyecto interdisciplinar, que coordinaba y hacía rentable el esfuerzo de varios organismos. Las funciones y los fondos entonces conseguidos se centralizaron ahora, como casi todo, en un solo organismo del nuevo CSIC (sustituto de la antigua Junta para la Ampliación de Estudios), el Instituto Diego Velázquez de Arte y Arqueología y se le otorgaron unos claros objetivos "nacionales". Por sendos decretos de 9 de marzo de 1940 y de 19 de abril de 1941 se le encargó a dicho Instituto tanto el Catálogo Monumental de España como el Fichero de Arte Antiguo. A la par, los presupuestos del © Ediciones Universidad de Salamanca Stvd. hist., Ha antig. 13-14, 1995-96, pp. 153-163 A. CEPAS, D. PLÁCIDO, F.J. SÁNCHEZ-PALENCIA TABVLA IMPERII ROMANI 157 Mapa Romano pasaron a engrosar el nuevo proyecto de las Cartas Arqueológicas sin cambiar de nombre, como si de lo mismo se tratase, bajo la dirección del entonces director del MAN y discípulo de Mélida, Blas Taracena. Es la respuesta autárquica (Olmos, 1993, 48) forzada por el aislamiento español y la pérdida de las fructíferas relaciones internacionales conseguidas en el período precedente. La burocratización del trabajo, la "arqueología de gabinete" que criticase Mélida (Almela, 1991), no hizo sino empezar. El decreto de 12 de junio de 1953 encargaba una relación de ruinas y yacimientos de España a la Comisaría General de Excavaciones, a realizar en el plazo de tan sólo seis meses. Más tarde, otro decreto, 22 de septiembre de 1961, creaba un nuevo Servicio de Información Artística, Arqueológica y Etnológica para hacerse cargo de todos los inventarios, como prueba de que todo lo anterior no había servido para nada. De hecho, sólo dos cartas, las de Soria por Taracena (1941) y de Barcelona por Almagro, Serra Ráfols y Colominas (1946), llegaron a realizarse. No es coincidencia que en las dos provincias se hubiese realizado una importante labor investigadora de arqueología en el período anterior a la guerra (F. y M.V. Romero, 1993, 13s; Dupré, Rafels 1991). El efecto negativo de la reducción al límite provincial de estos nuevos inventarios, sin duda útiles como recopilaciones, se vio acrecentado por la pérdida de la base topográfica en los esquemáticos mapas que los ilustraban. Esto no sólo dificultaba la valoración de la densidad de yacimientos por condicionantes geográficos o por vacíos en la investigación, como señala Balil (1984, 285), sino que anulaba la esencia de la cartografía como interpretación histórica, al no poderse establecer la relación entre la trama del poblamiento y el medio físico. Eran mapas históricos paradójicamente "mudos" que se situaban en un estadio incluso anterior al mapa de Kiepert, que no sólo representaba la topografía de forma figurada, sino que incluía los principales accidentes geográficos conocidos en la Antigüedad. Quedaba así clara la función estrictamente patrimonial y a escala provincial de este tipo de documentos, según señala el propio Director General de Bellas Artes (el Marqués de Lozoya) en la introducción de la Carta de Soria (Taracena, 1941, 6). De hecho, la publicación de las cartas posteriores, entre 1953 y la actualidad, dependieron de instituciones provinciales. Obviamente no podemos detenernos en el análisis de cada una de ellas y mucho menos en el de los múltiples trabajos similares de escala local o comarcal. Digamos, para resumir, que sólo con la aparición de la Carta Arqueológica de Teruel (Atrián y otros, 1980) se recupera al menos la base topográfica de la cartografía. Junto a las cartas, el otro gran proyecto que incidió en un mejor conocimiento del territorio de la Hispania Romana a partir de 1940 fue la publicación de la ya mencionada Iberische Landeskunde. La parte dedicada a la Geografía y Etnografía (Schulten, 1955-57 y 1959-63) debía mucho al trabajo previo llevado a cabo en las Fontes Hispaniae Antiquae, otro corpus que el mismo autor empezó a editar a partir de 1922 (Schulten, 1925-52; Schulten, Pericot, 1947; Schulten, Pericot, Rubio, 1959). Los índices topográficos por provincias romanas de las tribus y ciudades de la antigua Hispania (Tovar, 1974, 1976, 1989) han constituido hasta el momento actual el mejor repertorio de este tipo, aunque adolecen de un soporte cartográfico adecuado. En conjunto, el Iberische Landeskunde y las Fontes han © Ediciones Universidad de Salamanca Stvd. hist., Ha antig. 13-14, 1995-96, pp. 153-163 158 A. CEPAS, D. PLÁCIDO, F.J. SÁNCHEZ-PALENCIA TABVLA IMPERII ROMANI tenido una influencia notable entre los investigadores de la Hispania Romana. Si les añadimos el CIL con sus ampliaciones y actualizaciones, tendremos las bases sobre las que se asientan buena parte de los estudios en el campo de la Historia Antigua. Dada la formación filológica que tenían hasta hace muy poco la gran mayoría de los profesionales dedicados a esta última disciplina (Remesal, 1988; Bravo, 199D, no es de extrañar que sus principales aportaciones hayan sido de carácter identificativo, guiadas por una preocupación por fijar el emplazamiento de la toponimia y por la etnografía antigua. En todo ello puede verse una continuidad del modelo filológico, si bien es cierto que existe un mayor acento en el estudio de las estructuras sociales e institucionales, en su articulación y evolución como formas de ocupación y organización del territorio peninsular, pero siguen siendo estructuras sociales sin territorio más allá de su contenido jurídico, sin medio físico visible. Hay que añadir a este panorama las aportaciones de la Arqueología Clásica. También aquí ha seguido existiendo una importante dependencia del modelo filológico, completada con un enfoque de la Arqueología como Historia del Arte. Buenos ejemplos pueden ser el mismo A. García y Bellido1, que compila y actualiza repertorios de arqueología española junto a la edición comentada de fuentes literarias antiguas, o A. Balil a través de sus estudios próximos a la línea de Bianchi Bandinelli. Es cierto que han existido algunas aportaciones interesantes, pero casi siempre más ligadas a estudios de topografía que a verdaderos enfoques territoriales. De esta forma alcanzamos el año de 1982, fecha en que se reeditan los volúmenes dedicados a la Hispania romana de la historia de R. Menéndez Pidal, y vuelve a ser la cartografía de Kiepert para el CIL, resumida y privada de su orografía, la que sirve de base para los mapas más detallados (Mangas y otros, 1982, 103114). Es cierto que se han vertido críticas en relación con este anacronismo, pero tampoco se ha sabido articular ninguna alternativa. Valga como ejemplo, seguramente muy poco conocido, la que expresa García y Bellido hacia el trabajo antes mencionado de Schulten (1959, I, 4): "En lo que atañe concretamente a este libro, el lector encontrará, aparte ciertos juicios temerarios, de algunas comparaciones inoportunas, un evidente "retraso"bibliográfico. ...En efecto, la bibliografía moderna utilizada por el autor para comentar e interpretar los textos antiguos rara vez es posterior al primer tercio cumplido de este siglo, por lo que no se ha extraído provecho alguno de multitud de trabajos (sobre todo arqueológicos y filológicos) publicados al calor del fecundo renacimiento de los estudios clásicos de todo orden iniciado hacia el comienzo del segundo cuarto de este siglo en España." ***** 1. Estamos más de acuerdo con el juicio que de él hace Olmos (1991, I4ls) que con el expresado por Arce (1991,209-211) sobre su importancia en la "creación e impulso" como disciplina de la Ha Antigua en España. © Ediciones Universidad de Salamanca Stvd. hist., Ha antig. 13-14, 1995-96, pp. 153-163 A. CEPAS, D. PLÁCIDO, F.J. SÁNCHEZ-PALENCIA TABVIA IMPERII ROMANI 159 Hasta hace algunos años, los escasos estudios territoriales emprendidos en las provincias hispanas, se centraban casi exclusivamente en las áreas meridionales (valle del Guadalquivir) y levantinas y en torno a zonas de especial interés como el territorio emeritense (Roselló, 1974). Ya avanzada la década de los ochenta otras áreas empezaron a ser objeto de investigaciones en este sentido, al mismo tiempo que se empezaban a poner a punto metodologías e instrumentos de trabajo específicos (cartointerpretación, análisis fotografía aérea, técnicas de teledetección, etc.). En estos años, sin duda el enorme avance tuvo mucho que ver con la asimilación de formas de trabajo y corrientes de investigación ya puestas en marcha: interés por la historia agraria, consideración patrimonial del paisaje y nueva evaluación de la información arqueológica. Por centrarnos como elemento de comparación en la zona donde ya se han publicado las hojas correspondientes de la TIR (K-29 y K-30), los trabajos realizados en la Meseta Norte, en el centro-noreste y en el noroeste peninsulares responden a este interés global, pero se enfrentan a una serie de particularismos históricos —y por lo tanto de la organización de los paisajes antiguos— que escapan a algunos de los modelos excesivamente estrictos diseñados a partir de otras zonas del Imperio. No siempre se ha evaluado correctamente esta rica diversidad y en algunos casos los esfuerzos de los investigadores se centran, de manera casi exclusiva, en el análisis morfológico, con el objetivo de ajustar las realidades detectadas a los modelos predefinidos. En tal circunstancia los avances han sido esencialmente cuantitativos, como pueden ejemplificar los numeroso estudios sobre la red viaria (Red viaria, 1990), los pueblos prerromanos y su integración en el mundo romano (Santos, 1993) o la ampliación regional del marco geográfico de las cartas, como en Aragón (Atlas, 1991; Burillo y otros, 1993). En la última década algunas tesis doctorales y proyectos de investigación han incidido de forma específica en el tema de los catastros romanos, destacando en particular, dentro de la zona antes mencionada, los estudios de E. Ariño (1986, 1990, Ariño y otros, 199D sobre La Rioja y Aragón. Las tramas catastrales estudiadas en los citados trabajos corresponden a los núcleos de Gracchurris, Calagurris, Osea, Libia y Caesaraugusta. Como señalan Fernández-Posse y de Alvaro (1993), la nueva Ley del Patrimonio Histórico (1985), la descentralización de España con el Estado de las Autonomías y la sustitución del concepto de monumento y de objeto artístico por otro de más amplio contexto histórico en la consideración de los yacimientos arqueológicos e incluso la reivindicación de los paisajes culturales a través de las disposiciones patrimoniales europeas han propiciado nuevas perspectivas para los estudios territoriales, dotándolos de una proyección social hace poco impensable. La necesidad de establecer planeamientos concretos ha generado cierto enfrentamk:nto entre visiones patrimoniales e históricas de la investigación, condenadas sin duda a unificarse. Pero, en último término ha propiciado una mayor contextualización territorial de los estudios. El interés del proyecto de la TIR radica esencialmente en la visión de conjunto que puede proporcionar sobre toda la Hispania Romana, dentro de un marco de comparación con el resto del Mundo Romano. En este sentido puede considerar© Ediciones Universidad de Salamanca Stvd. hist., Ha antig. 13-14, 1995-96, pp. 153-163 160 A. CEPAS, D. PLÁCIDO, F.J. SÁNCHEZ-PALENCIA TABVLA IMPERII ROMANI se como "infraestructura para la investigación", puesto que plasma gráficamente el estado actual de nuestros conocimientos sobre la Península en época romana, poniendo además al alcance de los investigadores un verdadero diccionario topográfico, ya que cada hoja incluye entre 1000 y 1500 entradas o voces (en función del territorio que comprenda), con sus correspondientes índices complementarios, principales fuentes documentales y bibliografía actualizada. En esencia se basa en la recopilación de una información resumida sobre cualquier entidad cartografiable (núcleo de población, accidente geográfico, división administrativa, infraestructura viaria,...) de la Hispania Romana. A partir de ella se realiza la publicación de cada hoja, que consta de: 1. Los mapas correspondientes a las diversas hojas. 2. índices topográficos y temáticos de todas las entidades recogidas en entradas o que aparezcan dentro de sus correspondientes textos. Consideramos que la documentación así conseguida, informatizada tanto textual como cartográficamente, permite contemplar a la TIR, más allá de su plasmación en resultado final, como un auténtico punto de partida para incorporar sobre su soporte estudios tanto que profundicen en aspectos temáticos cuanto que amplíen su escala geográfica. Ahora bien, somos conscientes de que, precisamente por su elevada escala (1:1.000.000) y ámbito de aplicación global, la TIR difícilmente puede ser por sí misma generadora de una estrategia de investigación en los estudios del territorio. Es más, sin pretender sacar discusión ahora los múltiples problemas que nos ha planteado su ejecución, si queremos resaltar algunos de carácter general. El más evidente se refiere a las limitaciones que implica la plasmación cartográfica de la Península Ibérica dentro de unas categorías tipológicas heredadas de planteamientos realizados en los años 20 y 30 y muy sesgadas por su carácter jerárquico objetual. Nos referimos, por ejemplo, al hecho de tener que relacionar los establecimientos rurales o villas en función prácticamente de valor "artístico" del tipo de hallazgos. Pero seguramente el mayor problema radica en el obstáculo que suponen esas mismas categorías tipológicas para intentar reflejar los diversos ritmos de ocupación y explotación del territorio en las diversas zonas de la Península: bajo una misma simbología puede aparecer un castro romanizado o una torre defensiva. En fin, estas reflexiones ponen de relieve la pertinencia de este congreso. © Ediciones Universidad de Salamanca Stvd. hist., Ha antig. 13-14, 1995-96, pp. 153-163 A. CEPAS, D. PLÁCIDO, F.J. SÁNCHEZ-PALENCIA TABVLA IMPERII ROMANI 161 BIBLIOGRAFÍA: E.: Les divisions administratives de I'Espagne Romaine. Paris, 1923. ALMAGRO BASCH, M.; SERRA RÁFOLS, J. de C ; COLOMINAS ROCA, J.: Carta Arqueológica de España. Barcelona. Madrid, 1945. ALMELA BOIX, A.: "La aportación de José Ramón Mélida a la consolidación de la Arqueología como disciplina científica en España", Historiografía de la Arqueología y de la Historia Antigua en España (siglos XVLU-XX). Madrid, 1991,131-134. ARCE, J.: "A. García Bellido y los comienzos de la Historia Antigua de España", Historiografía de la Arqueología y de la Historia Antigua en España (siglos XVLUXX). Madrid, 1991, 209-211. ARIÑO GIL, E.: Centuriaciones romanas en el valle medio delEbro, provincia de La Rioja, Logroño, 1986. ARIÑO GIL, E.: Centuriaciones romanas en el Convento furídico Caesaraugustano. La región aragonesa. Zaragoza, 1990. ARIÑO, E; LANZAROTE, M.P.; MAGALLÓN, M.A.; MARTÍN BUENO, M.: "Las vías de Italia in Hispanias y Ab Asturica Terracone. Su influencia en el emplazamiento, catastros y desarrollo de algunas ciudades en el valle medio del Ebro", Bolskan, 8, 1991, 243-270. ATLAS EVERYMAN'S: Atlas of Ancient and Classical Geography, J.M. Dent and Sons Ltd., London, 1952, (l a ed. 1907). ATLAS DE ARAGÓN: Atlas de Historia de Aragón. Zaragoza, 1991. ATRIÁN y OTROS: Carta Arqueológica de España, Teruel. Teruel, 1980. BALIL, A.: "La Carta Arqueológica de España. Precedentes, origen y desarrollo", Trabalhos de Antropología e Etnología, 24, 1984, 281-290. BRAVO, G.: "Elementos para un estudio de las tendencias en la historiografía española del último cuarto de siglo", Historiografía de la Arqueología y de la Historia Antigua en España (siglos XVLLL-XX). Madrid, 1991, 213-217. BURILLO, E; IBÁÑEZ, J.; LOSCOS, R.M.; MARTÍNEZ, M.R.; POLO, C; SIMÓN, J.M.; SOPEÑA, M.C.: "Prospección e informatización para la elaboración del Inventario Arqueológico de Aragón", Actas. Inventarios y Cartas Arqueológicas. Valladolid, 1993, 99-115. CIL, Corpus Lnscriptionum Latinarum. Lnscriptionum Hispaniae Latinarum. Supplementum, II, supp, (HOBNER, AE. ed.) Berolini apud Georgium Reimerum, 1892. CORTADELLA y MORRAL, J.: "La formación académica de Bosch Gimpera: de la filología griega a la protohistoria peninsular", Historiografía de la Arqueología y de la Historia Antigua en España (siglos XVILL-XX). Madrid, 1991, 161-166. DUPRE 1 RAVENTOS, X.; RAFELS I FONTANALS, N.: "Política arqueológica de la Generalitat de Catalunya durante la República", Historiografía de la Arqueología y de la Historia Antigua en España (siglos XVLll-XX). Madrid, 1991, 173-176. ALBERTINI, © Ediciones Universidad de Salamanca Stvd. hist., Ha antig. 13-14, 1995-96, pp. 153-163 162 A. CEPAS, D. PLACIDO, F.J. SANCHEZ-PALENCIA TABVLA IMPERII ROMANI J.: Tendencias y problemas actuales de la Geografía, Madrid, 1982. a FERNÁNDEZ-POSSE, M D.; DE ALVARO, E.: "Bases para un inventario de yacimientos arqueológicos", Actas. Inventarios y Cartas Arqueológicas. Valladolid, 1993, 65-72. FINDLAY, A.G.: Classical Atlas to illustrate Ancient Geography, William Tegg and Co., Londres, 1854, (26 mapas). GARDINER, R.A.: "The International Map of the Roman Empire", Geographical Journal, 139, 1973, 107-111. HARLEY, J.B.: "The map and the development of the History of Cartography", The History of Cartography. I. Cartography in Prehistoric, Ancient and Medieval Europe and the Mediterranean (f.B. Harley - D. Woodward eds.), I, The Univ. of Chicago Press, Chicago and Londres, 1987, 1-42. a HÜBNER, E.: La Arqueología de España, Sucesores de Ramírez y C . Barcelona, 1888. MANGAS MANJARRES, J. Y OTROS: España romana (218 a.d.J.C - 414 d.J.C). La sociedad, el derecho, la cultura. Historia de España (fundada por R. Menéndez Pidal, dirigida por J.M. Jover Zamora), II, 2, Espasa Calpe S.A., Madrid, 1982. MÜLLER, C: Geographi GraeciMinores, 3 vols., Firmin - Didot et Soc, Paris (reed. Hildesheim, 1965), 1855-61. MÜLLER, C: Claudi Ptolomaei Geographia, Ed. Firmin - Didot et Soc, París, 1901. MURRAY'S Handy Classical Maps, 1899-1905 MURRAY'S Small Classical Atlas, 1904 OLMOS, R., "A. Schulten y la historiografía sobre Tartessosen la primera mitad del siglo XX", Historiografía de la Arqueología y de la Historia Antigua en España (siglos XVUI-XX). Madrid, 1991, Í35-144. OLMOS, R.: "Historiografía de las primeras cartas arqueológicas en España", Actas. Inventarios y Cartas Arqueológicas. Valladolid, 1993, 45-56. PASAMAR ALZURIA, G.; PEIRÓ MARTÍN, I.: "Los orígenes de la profesionalización historiográfica española sobre la Prehistoria y la Antigüedad (tradiciones decimonónicas e influencias europeas)", Historiografía de la Arqueología y de la Historia Antigua en españa (siglos XVIII-XX). Madrid, 1991, 73-77. PLÁCIDO, D.; SÁNCHEZ-PALENCIA, F.J.; CEPAS, A.: "El mapa del mundo romano", Actas. Inventarios y Cartas Arqueológicas. Valladolid, 1993, 57-64. RED VIARIA: Simposio sobre la red viaria en la Híspanla Romana. Zaragoza, 1990. REMESAL, J.: "Historia Antigua. Estado actual de una disciplina académica", Actas. 1er Congreso Peninsular de Historia Antigua (G. Pereira Menaut, ed.) Santiago de C, 1988, III, 313-320. a ROMERO CARNICERO, F.; ROMERO CARNICERO, M V: "La Carta Arqueológica de Soria y la arqueología soriana cincuenta años después", Actas. Inventarios y Cartas Arqueológicas. Valladolid, 1993,19-43 ESTÉBANEZ, © Ediciones Universidad de Salamanca Stvd. hist., Ha antig. 13-14, 1995-96, pp. 153-163 163 A. CEPAS, D. PLÁCIDO, F.J. SÁNCHEZ-PALENCIA TABVLA IMPERII ROMANI ROSELLÓ VERGER, V.M. (ed.): Estudios sobre centuriaciones romanas en España, Madrid, 1974 SANTOS, J.: Indígenas y romanos en el Norte de la Península Ibérica. San Sebastián, 1993. SCHNAPP, A.: "Modele naturaliste et modele philologique dans l'Archéologie Européene du XVIéme au XlXéme siécles", Historiografía de la Arqueología y de la Historias Antigua en España (siglos XVIII-XX), Madrid, 1991, 19-24. SCHULTEN, A.: Fontes Hispaniae Antiquae, I-IVy VI. Barcelona, 1925-1955. SCHULTEN, A.: Iberische Landeskunde, II vol., Heitz, Strasboug - Kehl, 1955-57. SCHULTEN, A.: Geografía y Etnografía antiguas de la Península Ibérica, 2 vols., CSIC, Madrid, 1959 y 1963. SCHULTEN, A.; PERICOT, L.: Fontes Hispaniae Antiquae, IX. Barcelona, 1947. SCHULTEN, A.; PERICOT, L., RUBIO, L.: Fontes Hispaniae Antiquae, VIII. Barcelona, 1959. SIEGLIEN, W.: Atlas Antiquus. Atlas zurgeschichte des Altertums. 1855-1935. SMITH, W.; GROVE, G. (ed.): An atlas of ancient geography biblical and classical. 1872 y 1874 SPRUNER, K. - MENKE, TH., Atlas Antiquus, Justus Perthes, Gotha, 1865 (3 a ed.). TALBERT, R.J.A.: "Mapping the Classical World Major Atlases and Map Series 19721990", fournal of Roman Archaeology, 5, 1992, 5-38. TARACENA AGUIRRE, B., Carta Arqueológica de España. Soria. Madrid, 1941. TIR, SECRETARÍA (SÁNCHEZ-PALENCIA, F.J. - PLÁCIDO, D. - MORA, G. - PUERTA, C. CEPAS, A.): "La Tabvla Imperii Romani: su estado actual en España", Archivo Español de Arqueología, 63, 1990, 358-66. TIR, K-29: Tabvla Imperii Romani. Hoja K-29: Porto. Conimbriga-Bracara-LvcvsAstvrica. (BALIL, A.; PEREIRA, G.; SÁNCHEZ-PALENCIA, F.J. eds.) CSIC - IGN - M° Cultura. Madrid 1991. TIR, K-30: Tabvla Imperii Romani. Hoja K-30: Madrid. Caesaravgvsta - Clvnia. (FATAS, G.; CABALLERO, L.; GARCÍA MERINO, C ; CEPAS, A. (eds.) CSIC - IGN - M° Cultura. Madrid, 1993TOVAR, A.: Iberische Landeskunde I: Baetica. Baden-Baden, 1974. TOVAR, A.: Iberische Landeskunde II: Lusitania. Baden-Baden, 1976. TOVAR, A.: Iberische Landeskunde III: Tarraconensis. Baden-Baden, 1989. © Ediciones Universidad de Salamanca Stvd. hist., Ha antig. 13-14, 1995-96, pp. 153-163