Sociohistórica, nº 8, 2000. ISSN 1852-1606
http://www.sociohistorica.fahce.unlp.edu.ar/
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Centro de Investigaciones Socio Históricas
Aníbal Viguera, La trama política de la apertura
económica (1987-1996). La Plata, Ediciones
Al Margen, UNLR FLACSO, 2000, 230 páqinas.
Luis Alberto Romero
Universidad de Buenos Aires. CON/CET.
En este libro, producto de una tesis doctoral
realizada en FLACSO-México, Aníbal Viguera
estudia las políticas de liberalización del comercio
exterior entre 1987 y 1996, en el contexto de
políticas más generales de "ajuste" y "reforma", de
éxito disímil. Sobre estas políticas generales han
aparecido recientemente trabajos de nota, de Juan
Carlos Torre, Vicente Palermo y Pablo Gerchunoff:
entre otros, así como numerosas monografías sobre
cuestiones específicas, pero nadie se ha ocupado
en particular de estas políticas de apertura
comercial.
Éstas son centrales en la formulación discursiva
del proyecto de reformas, aunque en las políticas
concretas, dominadas por el ajuste, finalmente
tuvieron un papel secundario e instrumental.
Inclusive nunca llegó a definirse con precisión cuál
de sus diversos objetivos era prioritario: mejorar la
competitividad y estimular la exportación, reducir
la inflación importando artículos producidos más
eficientemente en el exterior, o satisfacer las
demandas más genéricas, como las que suelen
plantear el Banco Mundial y otras instituciones.
Esta obra está bajo licencia
287
Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 2.5 Argentina
el JADERNOS DEI CISH 8
segundo semestre 2000
Esa amplia zona de indeterminación, que no se
encuentra, por ejemplo, en la cuestión cambiarla
o fiscal, le permite a Viguera estudiar en detalle el
juego entre las políticas económicas (policies) y la
práctica política cotidiana (politics).
En la Introducción se plantean los elementos
que estarán en juego en el análisis. Por una parte,
la evolución general de las empresas industriales
(o de las empresas en general) yel complejo proceso
de reestructuración de la propiedad, sobre todo a
partir de 1976, Y en particular la constitución de
los así llamados grupos económicos. Subraya
Viguera que el desmantelamiento del Estado
dirigista, acaecido desde 1976, no ha disminuido
-ya veces ha aumentado- el interés de estos actores
por las políticas estatales. Luego, traza un mapa
de la representación gremial de los intereses
empresarios, en el que se advierte su diversidad y
complejidad, y la frecuente superposición de
pertenencias. En este mapa se apoya una de las
hipótesis del trabajo: la fuerte fragmentación de
sus intereses y la dificultad para que se integren
en uno general compartido.
Cada uno de los tres capítulos siguientes está
dedicado a uno de los "tramosde la historia reciente;
el pasaje de Alfonsín a Menem, y la llegada de
Cavallo a Economía son los hitos de las etapas, en
las que se analiza la política económica global y el
papel que en ella cumple la política comercial; las
respuestas empresarias y los cambiantes
alineamientos, y finalmente la forma de la
interacción entre Estado y empresarios.
El punto de partida es la adopción en 1987
por Alfonsín y Sourrouille del programa de
reformas estructurales, que incluyó la apertura
económica. Esta fue defendida por razones de
288
Aníbal Viguera, La trama política de la apertura...
índole general, sin precisar ni tiempos o ritmos,
ni tampoco la prioridad entre los objetivos antes
apuntados. Por otra parte, la toma de un crédito
del Banco Mundial para instrumentar la apertura,
con metas y desembolsos parciales, parece haber
sido el principal motor de las iniciativas, que
culminaron en octubre de 1988 con una fuerte
reducción de los ítems de importación prohibida
o restringida. La política de apertura fue bien
recibida en general, de acuerdo con el credo liberal
dominante en el mundo empresario, pero fue
fuertemente resistida en lo particular por los
empresarios industriales, que se dividieron tratando
de salvar cada uno su posición particular. El
gobierno, que progresivamente dispuso de menos
fuerza política, avanzó poco -las metas del Banco
Mundial eran bastante genéricas- aunque ese fue
el terreno donde más cosas hizo.
El gobierno de Menem dispuso de toda la
fuerza política que le faltó a Alfonsín, en buena
medida por el espectro de la crisis. Dentro de la
famosa "cirugía mayor sin anestesia" se incluyó la
eliminación de todo tipo de subsidios -una de las
claves del mercado cerrado- y se avanzó en una
apertura gradual, aunque el tema distaba de ser
prioritario. Tampoco lo era para los empresarios,
pues a los efectos de la protección importaba
mucho más el tipo de cambio, altamente inestable.
Durante su primer año Menem gobernó con los
empresarios dentro del gobierno, de modo que
todas las presiones y negociaciones sectoriales,
hechas en el mismo gabinete, oscurecían el
propósito general de la política económica. En el
período de Erman González, la conducción política
se distanció de los empresarios y asumió como
prioridad la estabilización mediante un ajuste
289
ClJADERNOS DEI CISH 8
segundo semestre 2000
recesivo. Las políticas incluían, como uno más de
sus instrumentos, la apertura importadora para
bajar los precios locales; el rechazo que suscitó s.e
atenuó por el alto valor del dólar, pero bastó para
marcar claros conflictos de intereses entre los
empresarios exportadores -industrias alimenticiasy los orientados al mercado interno.
Con la llegada de Cavallo y la ley de
Convertibilidad se alcanzó la estabilidad y el Estado
logró un margen de independencia suficiente para
imponer reglas a los actores económicos, con la
seguridad de poder capear los "golpes de mercado"
con los que habitualmente éstos presionan.Cavallo
retomó las políticas de apertura, convertidas en
un instrumento -de importanciano menor- de la
política antiinflacionaria, y más en general de
disciplinamiento de los empresarios. Se
simplificaron los aranceles y se benefició a las
actividades que producían más valor agregado,
liberándose la importación de los bienes de capital
no fabricados localmente. Cavallo presionó
fuertemente a los empresarios para que bajaran sus
precios -ésta y otras medidas permitieron reducir
. al mínimo la inflacó~
y combatió lo que él
llamaba comportamientos monopólicos. Se trataba
de objetivos de corto plazo, que' no incluían una
definición sobre el perfil productivo esperado, ni
políticas compensatorias en los casos de fuerte
competencia externa.
A esta competencia se sumó gradualmente el
atraso cambiario, por lo que muchos empresarios
se vieron fuertemente afectados. Sobre esta base,
Cavallo ofreció beneficios compensatorios a quienes
hubieran rebajado sus precios y respaldaran en
general el "modelo": reintegros a la exportación,
políticas anti dumping y otras formas de
290
Aníbal Viguera, La trama política de la apertura...
promoción tomadas del antiguo recetario, que se
adjudicaban caso por caso, casi personalmente (se
hablaba por ejemplo de un "decreto Arcar" de
protección al chocolate). Esto tenía un costo para
el Estado, y obligaba a compatibilizar estas medidas
con la política fiscal; a la vez, las mismas exigencias
fiscales llevaban a veces a elevar los impuestos a la
importación. Pero en ningún caso se discutieron
los parámetros generales de la Convertibilidad, de
modo que las demandas empresarias, más allá de
la búsqueda individual de una solución, apuntaron
a la flexibilización laboral ya la reducción del déficit
fiscal, es decir a la llamada "profundización del
modelo". En sus conclusiones, Viguera señala el
papel no central de la apertura económica dentro
del proyecto de ajuste y reforma, la falta de un
interés compartido de los empresarios frente a ella
y, en consecuencia, el amplísimo campo de
negociación, casi casuística, que se dio a lo largo
de esos años.
Además de enseñarnos mucho sobre la política
económica de esos años, el trabajo de Viguera
ayuda a reflexionar sobre problemas más generales
de la investigación y la escritura histórica. Viguera
analiza inicialmente las teorías más comunes para
explicar las relaciones entre intereses económicos
y políticas estatales, que agrupa en "sociocéntricas"
y "estadocéntricas",. para concluir que todas son
útiles, la verdad no se agota en ninguna de ellas, y
lo que hay que hacer es tomarlas en cuenta e
investigar. Pero luego, a lo largo de su libro va
cobrando forma una manera de mirar la cuestión
que responde a una de esas preguntas teóricas que
siempre atrapan al historiador: la constitución de
los actores sociales y su forma de expresión política.
291
el JADERNOS DEI CISH 8
segundo semestre 2000
Empieza por subrayar la complejidad y
diversidad de los intereses del campo de los
empresarios industriales, todas las líneas internas
de conflicto, y por otra parte la diversidad de la
representación corporativa, donde los nucleamientos
específica-mente gremiales -malamente articulados
en la Unión Industrial- se suman a grupos de índole
ideológica, o simplemente clubes de lobbistas. De
ese modo, el interés colectivo de los empresarios
industriales, que los análisis más clásicos solían
presentar como un hecho, simplemente derivado
de la existencia del sector industrial y de su relación
con otras fracciones empresarias o con los obreros
(en rigor, "la clase obrera"), aparece para Viguera
como algo que debe ser 'investigado y explicado:
como una construcción que eventualmente puede
darse, pero que en otras ocasiones no se produce.
Ello remite a la entidad del "otro" contra quien se
construye la identidad, a las tradiciones, a los
ámbitos de interacción, a las creencias y discursos
circulantes, a la práctica de dirigentes, promotores
y activistas. N o es difícil establecer un paralelismo
entre esta manera de pensar a los empresarios y
aquella que Edward P Thompson desarrolló para
explicar la formación de la clase obrera inglesa.
Igualmente significativas son las reflexiones sobre
el actor estatal. Se subrayan los eventuales intereses
o perspectivas propios de las elites estatales y su
autonomía, mayor o menor según las circunstancias:
lo paradójico de la década del noventa fue que el
desmantelamiento del estado dirigista, sumado a la
crisis
de
la
hiperinflación
robusteció
considerablemente esa autonomía que suele
concederse a los "pilotos de tormenta'. ¿Cómo
encarar la relación entre las políticas y sus impulsores
sociales? Viguera descarta el fácilqui bono, según el
292
Aníbal Viguera, La trama política de la apertura...
cual el beneficiario ha de ser el impulsor, no sólo
porque los gobernantes encaran muchas series de
problemas simultáneamente, de modo que sus
respuestas implican un compuesto de beneficiarios,
sino porque cabe el razonamiento inverso: la acción
estatal puede constituir el interés, que sin ella no
existiría.
Pero Viguera no abandona la idea más clásica
-madre de estas reflexiones- de que en algún punto
los intereses dominantes en la sociedad tienen algo
que decir sobre la política. Lo hace -repito aquí la
conocida formulación de Raymond Williams sobre
la determinación- en términos de incitación y
límite: impulso a actuar en un sentido, como el
del Banco Mundial colocando su receta aperturista,
planteada en términos muy generales, a través de
los créditos para realizarla; restricción de los
grandes actores sobre la orientación general -muy
general- de las políticas públicas a través de su
acción sobre los aspectos coyunturales, es decir los
llamados, en su forma extrema, "golpes de
mercado".
Ni una cosa ni la otra dicen mucho sobre la
política concreta, coyuntural y diaria, que estudia
con mucha prolijidad Viguera. Por una parte,
contrapone la adhesión ideológica general de los
empresarios a algún tipo de apertura (con los
matices de '~gradul",
"inteligente", "exportadora",
según los casos y las conveniencias) con la obstinada
resistencia a abandonar, en el caso particular de
cada uno, los beneficios y prebendas concedidos.
Liberalismo para todos, pero prebendas para mí;
o como decía aquel campesino comunista, "cuando
venga el comunismo, entre lo que ya tengo y lo
que me toque, estaré bien".
Se trata pues de una reacción casi cerril,
293
el JADERNOS DEI CI5H 8
segundo semestre 2000
imposible de articular en un interés general, pero
que puede poner eficientemente piedras en la política
de apertura, sobre todo aprovechando la debilidad
de los gobiernos. Cuando encuentra un interlocutor
fuerte, que suma una política definida con un claro
triunfo discursivo -tal el caso de Caballo- la
resistencia disminuye, y se entra en el territorio que
Viguera ilumina: la negociación caso a caso. Ese
terreno fue abierto por el propio Cavallo (su famoso
pragmatismo), presto a buscar un acuerdo siempre
que se aceptara el modelo en general: en los años
prósperos de la convertibilidad se distribuyó, de
manera cuidadosamente selectiva-al punto de llegar
a la prebenda personal y el favor político- toda una
serie de incentivos y asistencias. Viguera cita un
delicioso texto de Miguel Angel Broda, revelador
de esta suma de ambigüedades; quien suele
presentarse como el custodio de la ortodoxia, dice:
"hay que ser prácticos y a mis clientes les digo que
hagan lobby, porque da resultado en la Argentina
[...] el modelo es, a mi juicio, permanente, (pero)
yo veo que esta es una administración que no es
invulnerable a las presiones".
El trabajo culmina con una interesante reflexión
sobre "el círculo virtuoso de la política reformista"
(al que el autor, en su único desliz de subjetividad,
llama alternativamente "vicioso"): dada la rigidez
de los parámetros de la Convertibilidad, y lo
acotado de lo que se puede obtener en términos
de prebendas, las demandas de los empresarios
apuntan a las llamadas "reformas de segunda
generación" -la flexibilidad laboral, la reforma
previsional o la reducción del déficit fiscal en las
provincias. Es posible que se pueda argumentar
aquí sobre la constitución de un interés general de
los empresarios, pero ello requiere un escenario más
294
Aníbal Viguera, La trama política dela apertura...
amplio que el planteado en el texto: deben aparecer
los sindicatos, los gobiernos provinciales y el
peronismo político, que también son interlocutores
en la definición de políticas. Igualmente, se extraña
un mayor desarrollo· de la dimensión ideológica y
discursiva, pues finalmente la apertura comercial
se sustenta fuertemente en un prejuicio ideológico
(en el sentido de que sus bondades son predicadas
an tes de cualq uier experiencia), y la
Convertibilidad y el modelo terminan siendo ellos
mismos artefactos discursivos. Creo que esta
deliberada reducción del campo coloca a este
trabajo en el terreno de las monografías.
En ese terreno, se advierte que está hecha por
un historiador (al respecto, recuerdo haberle
preguntado hace muchos años a un distinguido y
excelente científico social sobre su modo de trabajar;
"primero pienso cómo me parece que fueron las cosas
-me dijo-, y después busco la información"). Como
el mismo Viguera dice, su trabajo consiste en
investigar y no en deducir; en partir de preguntas y
no de respuestas. Creo haber señalado que ello no
significa ignorar los modelos teóricos, sino tomarlos
como estímulo y no como receta, y a la vez
adecuarlos a los resultados de la investigación.
Por otra parte, su capacidad analítica es
destacable: sigue su problema día a día, recorre las
distintas variaciones, explora las alternativas a su
explicación, pero nunca pierde de vista el dibujo
del conjunto ni el lugar al que quiere llegar.
Finalmente, la calidad de la escritura es óptima,
por la precisión y por la disciplina que se impone:
es difícil encontrar en las doscientas páginas una
ambigüedad, o siquiera una frase de más. Diría
que se trata del trabajo de un historiador que
maneja sus herramientas con seguridad y pericia.
295