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PROLEGOMENA ROMANICA Christoph Strosetzki / Isabel Hernando Morata / Christian Wehr (eds.) El teólogo en la España de la temprana modernidad Prolegomena Romanica. Beiträge zu den romanischen Kulturen und Literaturen Reihe herausgegeben von Mechthild Albert, Bonn, Deutschland Christoph Strosetzki, Münster, Deutschland Christian Wehr, Würzburg, Deutschland Wissenschaftlicher Beirat Susanne Friede, Bochum, Deutschland Kurt Hahn, Graz, Österreich Barbara Kuhn, Eichstätt, Deutschland Martin von Koppenfels, München, Deutschland Gesine Müller, Köln, Deutschland Carmen Rivero, Münster, Deutschland Stefan Schreckenberg, Paderborn, Deutschland In der Reihe ist die Publikation von Beiträgen zur Literatur und Kultur der Romania vom Mittelalter bis zur Gegenwart geplant. Dabei sind monographische Studien, Sammelwerke sowie Qualifikationsschriften willkommen. Die Bände erscheinen vor allem in deutscher und englischer Sprache, in Ausnahmen auch in Spanisch und Französisch. - Da sich die Literaturwissenschaften seit jeher durch ein fachübergreifendes Profil auszeichnen und Fragestellungen der Philosophie, Geschichte, Rechtswissenschaften oder Lebenswissenschaften integrieren, soll die Interdisziplinarität im Zentrum der Reihe stehen. Im Unterschied zu anderen Reihen verzichtet „Prolegomena Romanica“ bewusst auf eine literaturhistorische Eingrenzung, um das Fach in seiner ganzen Breite zu reflektieren. Auch der zunehmenden kulturwissenschaftlichen und intermedialen Orientierung soll durch Einbeziehung visueller Medien, aber auch der Architektur und bildenden Kunst Rechnung getragen werden, sofern der erkennbare Bezug zu philologischen Corpora, Erkenntnisinteressen und Methoden gewährleistet bleibt. Ein international besetzter wissenschaftlicher Beirat garantiert die Qualität der Veröffentlichungen der Reihe. Christoph Strosetzki  Isabel Hernando Morata  Christian Wehr Editors El teólogo en la España de la temprana modernidad Formas de vida seculares y espirituales. Impacto político, social y estético Editors Christoph Strosetzki Romanisches Seminar Universität Münster Münster, Germany Christian Wehr Romanisches Seminar Universität Würzburg Würzburg, Germany Isabel Hernando Morata Facultad de Filosofía y Letras Universidad de Granada Granada, Spain ISSN 2662-7590 ISSN 2662-7604 (electronic) Prolegomena Romanica. Beiträge zu den romanischen Kulturen und Literaturen ISBN 978-3-662-67087-3 ISBN 978-3-662-67088-0 (eBook) https://doi.org/10.1007/978-3-662-67088-0 J.B. Metzler © The Editor(s) (if applicable) and The Author(s), under exclusive license to Springer-Verlag GmbH, DE, part of Springer Nature 2023 This work is subject to copyright. All rights are solely and exclusively licensed by the Publisher, whether the whole or part of the material is concerned, specifically the rights of translation, reprinting, reuse of illustrations, recitation, broadcasting, reproduction on microfilms or in any other physical way, and transmission or information storage and retrieval, electronic adaptation, computer software, or by similar or dissimilar methodology now known or hereafter developed. The use of general descriptive names, registered names, trademarks, service marks, etc. in this publication does not imply, even in the absence of a specific statement, that such names are exempt from the relevant protective laws and regulations and therefore free for general use. The publisher, the authors, and the editors are safe to assume that the advice and information in this book are believed to be true and accurate at the date of publication. Neither the publisher nor the authors or the editors give a warranty, expressed or implied, with respect to the material contained herein or for any errors or omissions that may have been made. The publisher remains neutral with regard to jurisdictional claims in published maps and institutional affiliations. Einbandabbildung: © Konstantin / Stock.adobe.com Planung/Lektorat: Oliver Schütze This J.B. Metzler imprint is published by the registered company Springer-Verlag GmbH, DE, part of Springer Nature. The registered company address is: Heidelberger Platz 3, 14197 Berlin, Germany Tabla de contenido El teólogo en la España de la temprana modernidad - Formas de vida seculares y espirituales. Impacto político, social y estético . . . . . . . . . . Christoph Strosetzki, Isabel Hernando Morata and Christian Wehr La formación universitaria del teólogo en el Siglo de Oro . . . . . . . . . . . Rafael Ramis-Barceló Alfonso de Castro, paradigma del teólogo en la España de la temprana era moderna: teología, humanismo y derecho al servicio de la defensa de la cristiandad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Manuel Lázaro Pulido 1 11 29 Algo de lo que saber más: familia y modos de vida en el bajo clero secular rural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51 M.a Soledad Gómez Navarro El médico como teólogo en Viaje de Turquía y Guzmán de Alfarache . . . . Folke Gernert 69 Las curas del cura en el Quijote y la medicina clericalis . . . . . . . . . . . . Christoph Strosetzki 87 Séneca en los sermones de fray Hortensio Félix Paravicino . . . . . . . . . . 103 Isabel Hernando Morata La predicación y la memoria según Pedro Ciruelo (c. 1470-1548) . . . . . . 119 Luis Merino-Jerez Bartolomé de Las Casas, Avisos para confesores . . . . . . . . . . . . . . . . . 139 Thomas Eggensperger v VI Tabla de contenido «Sanctifying» the figure of the theologian in Spain (sixteenth to seventeenth centuries): texts and contexts . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149 Paula Almeida Mendes Luis de Granada y los primeros mártires de la fe católica en Inglaterra . 163 Jaume Garau Las teólogas de la España postridentina: Valentina Pinelo y el Libro de las alabanças y excelencias de la gloriosa Santa Anna (Sevilla, 1601) . . . . . . 177 Julia Lewandowska Cervantes, Shakespeare y la Magdalena: teología laica en el teatro . . . . 201 Gemma Delicado Puerto Placeres alrededor del trono real: La teología danzada del Corpus Christi en Juana de la Cruz (1481-1534) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215 María Victoria Curto Hernández La reinvención dramática de una santa contrarreformista: Vida y muerte de la monja de Portugal de Antonio Mira de Amescua . . . . . . . . . . . . . 233 Natalia Fernández Rodríguez Sobre el ventrilocuismo de la imagen en la autoridad espiritual femenina 249 Rebeca Sanmartín Bastida Los teólogos españoles y la brujería. Su reflejo en los manuales de confesores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263 Arturo Morgado García La reforma del clero en textos de eclesiásticos españoles de la primera mitad siglo XVI: denuncia y defensa de la dignidad sacerdotal . . . . . . . 281 Antonio Irigoyen López Francisco de Enzinas: del teólogo católico al mártir protestante . . . . . . 297 Marina Ortrud M. Hertrampf El clero y la teología en el Guzmán de Alfarache: un estudio sobre la relación entre religión y sociedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 311 Wolfgang Matzat La crítica del sentido literal: Pablo de Burgos contra Nicolás de Lyra . . . 329 Santiago García-Jalón Literatura vivida y monasterio interiorizado: la (auto-)construcción del teólogo en la obra san Ignacio de Loyola . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 345 Christian Wehr Tabla de contenido VII Imitatio Christi y salvación en El rufián dichoso, de Cervantes . . . . . . . . 355 Blanca Santos de la Morena Antigüedades europeas y americanas. Francisco Clavijero y su compromiso con la cultura indígena de los aztecas en su marco católico . 369 Jan-Henrik Witthaus Los teólogos Francisco de Vitoria OP, Juan Ginés de Sepúlveda, Bartolomé de Las Casas OP y José de Acosta SJ ante el Nuevo Mundo: el escolástico, el humanista, el moralista y el realista . . . . . . . . . . . . . . 383 Mariano Delgado La predicación y la memoria según Pedro Ciruelo (c. 1470-1548) Luis Merino-Jerez El estudio del arte de la memoria ha experimentado un auge notable en los últimos decenios gracias a los trabajos señeros de Rossi, Yates, Carruthers y Bolzoni, entre otros1 . El caso español es bien conocido en lo que concierne a autores y obras posteriores a la segunda mitad del siglo XVI2 pero no sucede lo mismo con el período que va de finales del siglo XV a mediados del siglo XVI, a pesar de que es entonces cuando se advierte la eclosión definitiva de esta disciplina en el resto de Europa. Ciertamente, poco a poco se van despejando incógnitas sobre algunos autores hispanos de artes de memoria, no obstante, aún queda terreno por explorar, de ahí que en fecha relativamente reciente Kiss describiera como una terra incognita la situación del Ars memorativa en la España de los siglos XV y XVI3 . Precisamente este trabajo pretende contribuir al mejor conocimiento de uno de estos ejemplos de ars memorativa de autor español: el Opusculum brevissimum de arte memorativa que vio la luz en Alcalá de Henares, en 1528. Su autor es Pedro Sánchez Ciruelo (Daroca, hacia 1470 - Salamanca, 1548), un teólogo aragonés del que sabemos que destacó en varias ciencias, como las matemáticas, la astronomía y la lógica. Procedente de una familia de conversos4 , Pedro Ciruelo ingresó en la Universidad de Salamanca y allí permaneció hasta que se licenció en 1492. En este año se trasladó a París, en cuya universidad alternó la enseñanza de las matemáticas con el estudio de la teología. Como matemático, procuró, entre otras obras, la edición de la Aritmethica speculativa (1495) y la Geometria speculativa (1511) de Thomas Bradwardine, a quien se le atribuye un tratado de memoria artificial titulado De memoria artificiale adquirenda, del que tenemos constancia a través de dos manuscritos londinenses, editados, traducidos y estudiados en su día por Carrut1 Rossi, 2000; Yates, 2013; Carruthers, 1990, 2002a, b; Bolzoni, 1992, 1995; Coleman, 1992. Egido, 1986; Rodríguez de la Flor, 1996, 1995; Merino, 2007. 3 Kiss, 2016, p. 26. 4 Homza, 2000, p. 77; Lanuza, 2020, p. 56. 2 L. Merino-Jerez () Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Extremadura, Cáceres, Spain e-mail: lmerino@unex.es © The Author(s), under exclusive license to Springer-Verlag GmbH, DE, part of Springer Nature 2023 C. Strosetzki et al. (eds.), El teólogo en la España de la temprana modernidad, Prolegomena Romanica. Beiträge zu den romanischen Kulturen und Literaturen, https://doi.org/10.1007/978-3-662-67088-0_8 119 120 L. Merino-Jerez hers5 . Curiosamente Ciruelo también comparte con Thomas Bradwardine el interés por la astronomía, como muestra el comentario que publicó en París a la Sphera mundi de Sacrobosco, en el que tiene muy en cuenta las notas de Pierre de Ailly6 . En cualquier caso, más allá de estos intereses comunes no hay evidencias que nos inviten a pensar que Pedro Ciruelo se inspiró o conoció, al menos, el de De memoria artificiale adquirienda de Thomas Bradwardine. Un aspecto sobre el que se ha discutido recientemente es el de la adscripción de Pedro Ciruelo al humanismo. La cuestión ha sido bien planteada por Lanuza, aunque reducida al ámbito de la historia de la ciencia. Apunta Lanuza que, a pesar de que Flórez y Albares lo consideran un humanista, lo cierto es que aceptarlo como tal resulta como mínimo problemático7 . Suele aceptarse que una seña de identidad de los humanistas es la defensa de los studia humanitatis frente a la escolástica aristotélica entonces predominante. Pero lo cierto es que a este respecto Ciruelo no mostró una sensibilidad especial con la cultura clásica, de hecho, cultivó géneros asociados habitualmente con la escolástica, como muestran, por ejemplo, sus comentarios a los Posteriora Analytica de Aristóteles, que siguen el modelo tradicional de disputationes y questiones. Ciruelo fue además profesor de teología tomista y como tal no suscribió algunas tesis de Erasmo, como señaló Bataillon8 . Pero, por otra parte, también es cierto, como sostiene Kristeller, que es un error reducir el período (en nuestro caso estaríamos hablando de la primera mitad del siglo XVI en España) a un conflicto entre dos culturas aisladas, a saber, la escolástica y el humanismo, como si no hubiera vías de comunicación entre ellas. A este respecto, Homza señaló que la posición de Ciruelo fue evolucionando con el tiempo hasta el punto de que por su hebraísmo y por su forma de abordar la exégesis de los textos sagrados cabe hablar de él como un humanista del Renacimiento9 . Sin embargo, en el caso del arte de memoria, Ciruelo se muestra muy reacio a los hallazgos de la corriente retórica representada, por ejemplo, por Publicio y Pedro de Rávena, de tal modo que su obra es incluso menos permeable al humanismo que la de Johannes Romberch, un dominico alemán al servicio del inquisidor de Colonia10 . El tratado De arte memorativa de Ciruelo no se publicó como una obra absolutamente independiente, sino que forma parte de un volumen titulado Expositio libri missalis, del que solo conocemos una edición, la que se imprimió en 1528 en Alcalá de Henares, según consta en el colofón. No se trata de un volumen facticio pues la portada da cuenta de las diferentes obras que conforman el volumen: la Expositio 5 Carruthers, 1992a, b, 2002b, pp. 205-214; Rowland, 1978. Lanuza, 2020, pp. 53-89. 7 Lanuza, 2020, pp. 78-82; Flórez, 1986, 1990; y Albares, 1996, pp. 177-178. 8 Homza, 2000, p. 244, n. 87; Bataillon, 1966, p. 287. 9 «Pedro Ciruelo offers us an exceptionally labyrinthine perspective on religious authority because he was a converso who studied Hebrew, translated the Pentateuch, and practiced textual criticism, while simultaneously scattering compliments to Jerome and the Vulgate throughout his manuscript prefaces. He is a consummate example of an early modern intellectual pulled in two directions at once. His work illustrates how Renaissance humanism could lurk beneath the most conventional exterior» (Homza, 2000, p. 77). 10 Merino, 2020; Ramos Grané 2022a, b. 6 La predicación y la memoria según Pedro Ciruelo (c. 1470-1548) 121 libri missalis, que ocupa la mayor parte del volumen, y otros tres trataditos: De arte predicandi, De arte memorandi y De correctione kalendarii. Todas estas obras responden a un mismo propósito: el de guiar y facilitar la tarea de los predicadores. 1. La Expositio libri missalis La Expositio libri missalis ocupa la mayor parte del volumen y es la obra que por su extensión y calado justifica por sí sola el proyecto editorial. En los preliminares Ciruelo declara que su Expositio libri missalis —que en otros pasajes denomina officciorum ecclesiasticorum commentarii— es la continuación de un copiosissimo Apiario Toletano nuper aedito11 . Se trata, sin duda, del Apiarium de Enrique de Hamusco, un manual para predicadores que, según Cátedra, es muy convencional y muy poco abierto a novedades de ningún tipo12 . En lo que a la memoria se refiere, el Apiarium apenas habla de ella cuando se da por sentado que el predicador debe memorizar el sermón e incluso recitarlo a modo de ensayo delante de un amigo que ayude a corregir errores13 . El Apiarium de Hamusco pretende ser un instrumento al servicio de los predicadores, pero no contiene un Ars predicandi ni un Ars memorativa. Acaso sea esta la razón (o una de las razones) por la que Ciruelo se decidió a completar la Expositio libri missalis con sendos trataditos sobre el arte de la predicación y el arte de la memoria. Y, a decir verdad, aunque estos dos trataditos no forman parte «orgánica», por así decir, de la Expositio libri missalis, pues ni siquiera los menciona en los preliminares del volumen, lo cierto es que lo complementan y consecuentemente no resultan extraños al propósito editorial. Otra cuestión previa que no es fácil de resolver es el de la cronología de las diferentes obras que componen el volumen. Es probable que las diferentes obras 11 En el aviso que sigue a la portada: «Contestor omni homini qui hoc nostro opere uti voluerit ut ante omnia in quolibet officio ecclesiastico accipiat sensum litteralem epistolae evangelii et cuiuslibet alterius autoritatis bibliae in eo positae per homilias, sermones et alias glossas comunes doctorum, quas omnes fere inveniet recolectas in copiosissimo Apiario Toletano nuper aedito. Nam, litterali officiorum sensu praesupposito, hoc nostrum opus duos alios sensus, historicum et moralem, superaddens optime concipere poterit» (Ciruelo, Expositio, fol. 1v). Y también en la epistola prohemialis: «Nihil enim hac aetate conducibilius esse poterat Metropoli Toletanae et quidem ornatissimae quam si aeditioni Apiarii copiosissimi (quod nuper ab ea prodiit super eadem officia missalia in triplici sensum literali, mystico et morali) nostra haec quarta expositio accederet hystorialis» (fol. 2v). 12 Cátedra, 1992, p. 140. 13 «Postquam agendam concionem optime edidiceris; coram amico fido et erudito verbo ad verbum (ut dicitur) recitandam curabis» (Hamusco, Compendium totius totius sacre scripture divinum Apiarium, fol. A3v). En uno de los preliminares de la obra, el que lleva por título Vtilissima autoris instructio ineuntibus predicandi officium, Hamusco esboza una especie de brevísima suma retórica en la que repasa los puntos de la retórica clásica adaptados al oficio de predicador. Como propio de la invención hay que entender los que considera tres elementos fundamentales de su obra: los tematha de los evangelios, de uso en cada uno de los días del año; la exposición, y algunas materias dignas de ser memorizadas (invención) (Cátedra, 1992, p. 146). 122 L. Merino-Jerez se compusieran en fechas diferentes. La Expositio libri missalis pudo componerse pocos años después de la publicación del Apiarium de Hamusco, hacia 1520, como sugiere el hecho de que cuando se refiere al Apiarium lo hace como una obra recientemente editada. Si esto fuera así, la Expositio debió componerse en fecha próxima a 1519. En cambio, los trataditos de predicación y de arte de memoria probablemente estarían más próximos a la fecha de publicación del volumen de Ciruelo, esto es, 1528. Así lo sugiere el hecho de que Ciruelo no los menciona en los preliminares del volumen, donde solo habla de la Expositio. Sea como fuere, la obra más reciente es el De arte memorativa, según cabe deducir de este pasaje en el que se habla del De arte predicandi: De este arte memorativa, muchos, sobre todo rétores, han escrito muchas cosas a la estela de Marco Tulio, el príncipe de ellos, porque es muy útil y necesaria para el oficio del buen orador. Sin embargo, como sus [reglas] generalmente son demasiado prolijas y oscuras para simples teólogos y para nuestros predicadores, he decidido seleccionar unas pocas cosas que a todos les resulten ante todo claras, fáciles y útiles de muchas maneras. Igualmente procuré seguir este método en otro opúsculo sobre el arte de predicar ya enviado por delante14 . 2. El De arte predicandi Según Cátedra, el De arte predicandi de Ciruelo es un arte esencialmente medieval y poco original, pues acarrea bastantes pasajes fácilmente localizables en los tratados más difundidos de la Edad Media. Cátedra le reprocha a Ciruelo no hacerse eco de las novedades que, por ejemplo, Melanchton había introducido en su tratado De rhetorica (1519) sirviéndose de las doctrinas de Cicerón y Quintiliano. En su lugar, continúa Cátedra, Ciruelo sigue a los tratadistas medievales y cita como obras de referencia a autores de épocas anteriores, como Vicente Ferrer o la Summa de exemplis de Giovanni de San Gimigniano (1499). A pesar de todo, finalmente Cátedra le reconoce a Ciruelo el mérito de plantearse cuestiones prácticas a partir de su propia experiencia como sacerdote15 . Con estos precedentes cabe preguntarse entonces de qué modo está presente la memoria y el arte de memoria en el De arte predicandi de Ciruelo. En primer lugar, conviene saber que en ningún pasaje del De arte predicandi se alude al tratado De arte memorativa y ello a pesar de que es evidente que, en general, Ciruelo avala el uso de la memoria en la práctica de la predicación. Así se advierte, por ejemplo, cuando habla del uso de las autoridades haciendo derivar unas de otras, siguiendo las reglas de la invención y de la improvisación. En este segundo caso, propone 14 «De hac itaque arte memorativa multi multa scripserunt maxime rhetores post Marcum Tullium eorum principem, quia est valde utilis est et necesaria ad officium boni oratoris; quia tamen illa communiter sunt prolixa valde et obscura planis theologis et predicatoribus nostris, idcirco hic decrevi ex multis pauca elicere, que sint omnibus apprime clara et facilia atque multipliciter utilia, quemadmodum et in alio opusculo de arte predicandi iam premisso eundem modum habere curavi» (Ciruelo, De arte memorativa, fol. 276v). 15 Cátedra, 1992, pp. 132-134. La predicación y la memoria según Pedro Ciruelo (c. 1470-1548) 123 procurarse una autoridad abriendo la Biblia al azar, pero no con el propósito de desarrollarla en el sermón sino con el de memorizarla para conocimiento y práctica de la técnica de la invención16. También alude a la memoria, en este caso de los oyentes o fieles, cuando explica cómo debe elaborarse el final del sermón. Para componer el final del discurso recomienda a los predicadores más experimentados que hagan una interpretación moral de alguna figura de la Biblia o de algún ejemplo memorable de los antiguos. Se logra así, por medio del epílogo, reforzar los ánimos del auditorio grabando todo el discurso en su memoria, pues las cosas que se dicen al final «magis memorie commendantur et tenacius herent»17 . No es esta la única ocasión en la que el texto de Ciruelo evoca expresiones típicas de las artes de memoria, según se advierte, por ejemplo, cuando trata de la disposición de los temas del sermón que describe como «in loco ponere»18 . No faltan tampoco las representaciones simbólicas de los animales, que son habituales en las artes de memoria. Así sucede, por ejemplo, en el caso de Ezequiel, donde Ciruelo se sirve del valor simbólico de los seres que representan a los cuatro evangelistas para representar otros tantos vicios: «la soberbia, en la imagen del león; la avaricia, en la del buey; la lujuria, en la del hombre; y la rapiña, en la del águila»19 . Hay algunos pasajes más que nos invitan a pensar que Ciruelo conoce y aplica reglas propias de las artes de memoria. Así sucede, por ejemplo, en el capítulo titulado «Del método general de dividir el sermón en sus partes», donde propone proceder «ad membrorum consonantiam», es decir, procurando la rima o la coincidencia fónica de la parte final de los enunciados a la manera de «los que hacen ritmos, pues ayuda mucho a la memoria tanto del que predica como del pueblo que escucha»20 . Más explícitamente aún, a la hora de ampliar un sermón por medio de 16 «Adverte tamen quod istarum autoritatum, quarum altera per alteram dividitur, prima que assumitur in thema sermonis, est artificiose inquirenda per artem superius datam in capitulo de inventione thematis. Secunda vero autoritas in promptu accipienda est ex casuali apertione Biblie ubicumque occurreret, et in quam primum coniecti fuerint oculi, et hec non est propalanda in sermone sed solum memoriter retinenda ad ingenium seu artificium divisionis predicte» (Ciruelo, De arte predicandi, 1528, fol. 273r). 17 «Item vero cum predicator finem sui sermonis habere voluerit ad aliquam figuram Biblie moraliter exponendam vel ad aliquod exemplum antiquorum memorabile se convertat, quo animos auditorum reficiat, quasi per epilogum totum eis sermonem imprimens, nam que in fine dicuntur magis memorie commendantur et tenacius herent» (De arte predicandi, fol. 274r). 18 «Propheticos libros trifariam dividimus ad complementum huius septenarii. In primo loco posuimus tres maiores prophetarum: Esaiam, Hieremiam et Ezechiam, quorum libri apud hebreos sunt de canone sacre scripture. In secundo posuimus Danielem, cuius liber inter agiographia numeratur. In tertio loco librum duodecim prophetarum minorum collocavimus . . . » (De arte predicandi, fol. 275v). 19 «unde per quatuor illa animalia ad hoc propositum quattuor principalia vicia populi christiani intelligi posset: superbia, in facie leonis; avaritia, in facie bovis; luxuria, in facie hominis; er rapina, in facie aquile» (De arte predicandi, fol. 275v). 20 «Divisio sermonis quantum commode fieri possit reducenda est ad membrorum consonantiam, id est, similem terminationem instar eorum qui rithmos factitant, nam hoc iuvat multum memoriam sive predicantis sive populi audientes» (De arte predicandi, fol. 272r). La importancia del ritmo para la memorización había sido ya proclamada por Quintiliano: «nam sicut facilius versus ediscimus, quam prosam orationem; ita prosæ vincta, quam dissoluta» (Inst. 11, 2, 3). 124 L. Merino-Jerez la división, Ciruelo propone usar alfabetos mnemotécnicos haciendo que cada letra simbolice una virtud. Algunas de las relaciones que Ciruelo establece entre letras y virtudes coinciden con las del alphabetum del Ars brevis de Llul, pero no todas21 . No sorprende que sea así, pues el propio Ciruelo advierte que la atribución que se haga a cada letra puede estar avalada o no por la tradición de los doctores, es decir, que admite relaciones establecidas ad placitum22 . Probablemente, sin saberlo, Ciruelo hace suyo uno de los principios que inspira la teoría sobre la construcción de imágenes del arte de memoria en la retórica clásica. En efecto, el autor de la Rhetorica ad Herennium pretende que el orador elabore su propio repertorio de imágenes en función de sus necesidades, sus gustos y sus conocimientos: «Ya que las imágenes deben reproducir los contenidos, nosotros mismos debemos establecer las semejanzas de cada uno de ellos»23 . Se trata, pues, de que el usuario del sistema sea, al mismo tiempo, el codificador del mismo. Finalmente, en este mismo apartado Ciruelo aplica otra técnica para dividir el sermón en partes, como si de un alfabeto mnemotécnico se tratara. El procedimiento consiste en servirse de las letras que componen la palabra del tema, de modo tal que sirvan como iniciales de otras palabras con las que se amplía el contenido del enunciado principal24 . 3. El De arte memorativa El De arte memorativa consta de tres capítulos que, en líneas generales, reproducen el esquema básico de este tipo de manuales. El primero sirve de justificación e introducción a la obra25 ; el segundo analiza los lugares26 y el tercero las imágenes de la memoria27 . En esta ocasión me limitaré a señalar aquellos aspectos más 21 Llul, Ars brevis, fol. [1]. «Posset alio modo per literas thematis fieri divisio sermonis in plures partes secundum diversas literarum interpretationes, sive ille sint certe et approbate a doctoribus sive non. Dicitur enim quod a significat principium; b, iustitia; etc» (De arte predicandi, fol. 272r). 23 «Quoniam ergo rerum similes imagines esse oportet, ex omnibus rebus nosmet nobis similitudines eligere debemus» (Rhet. Her. 3, 33). 24 «Potest sermo dividi in tot partes quot sunt litere thematis, si sit unius dictionis, vel principialioris dictionis que ponitur in themate, accipiendo ex qualibet litera unam dictionem que incipiat ab illa litera. Vt in sermone sancti Petri Apostoli, si acciperetur hoc thema: Tu es Petrus (Mat. 16). Posset ista dictio ‹Petrus› dividi per literas suas in plures dictiones, ut si pro ‹P› intelligeremus pietate eius; pro ‹e›, episcopalem dignitatem eius; pro ‹t›, temperantia et sobrietate; pro ‹r›, rectitudinem et equitatem; pro ‹u›, unitatem et simplicitatem; pro ‹s›, sanctitatem ac firmitatem eius in religione christiana» (De arte predicandi, fol. 272r). Es decir, los términos de la palabra o palabras del tema se usan como alfabeto mnemotécnico que sirve para la división del sermón en partes y la exposición ordenada, en este caso, de las virtudes de San Pedro. 25 «Caput primum est opusculi prohemium de prerequisitis in arte ista» (Ciruelo, De arte memorativa, fol. 276r). 26 «Caput secundum de ordinatione locorum vel subiectorum artis memorative» (De arte memorativa, fol. 276v). 27 «Caput tertium de modis variis fingendi ydola vel phantasmata rerum memorabilium» (De arte memorativa, fol. 277r). 22 La predicación y la memoria según Pedro Ciruelo (c. 1470-1548) 125 destacados en cada uno de estos tres capítulos tomando como punto de partida el artículo ya clásico de Flórez, quien traduce y comenta el texto de Ciruelo28 . Ciruelo no comienza su obra reivindicando la necesidad y utilidad del arte de la memoria, a diferencia de otros autores como, por ejemplo, Romberch, que le dedica a esta cuestión los tres primeros capítulos de su Congestorium. En realidad, el tratado de Ciruelo se abre con un prohemium que contiene una breve disertación sobre la memoria como potencia del alma. Pudiera pensarse que, al menos desde este punto de vista, Ciruelo sigue el modelo de Ars memorativa de Publicio, pero en realidad no es así, porque Ciruelo no plantea el asunto en los términos neoplatónicos y ciceronianos de Publicio, sino en unos términos genuinamente aristotélicos y, sobre todo, tomistas. Queda claro, así, el propósito del autor de situarse en un plano filosófico y no retórico. Según Ciruelo, la memoria es una potencia doble, pues hay una memoria sensitiva y otra intelectiva. La sensitiva posee un órgano propio: la parte posterior de la cabeza que llamamos occipucio (la misma de la que habla Romberch en su Congestorium), en la que se conservan los phantasmata de las cosas corporales percibidas por los sentidos externos o los phantasmata que abstraemos de otras cosas sentidas. En cambio, la memoria intelectiva, que algunos llaman intellectus possibilis y otros thesaurus specierum intelligibilium, carece de un órgano propio en el cuerpo. Esta memoria es la misma, según Ciruelo, de la que habla San Agustín en el De trinitate cuando sostiene que la imagen de Dios en el alma racional consiste en estas tres potencias: intelecto, memoria y voluntad29 . No parece, sin embargo, que esta sea exactamente la fuente de la que bebe directamente Ciruelo30 . A este respecto, resulta lógico pensar que se inspirara directamente en Santo Tomás o en cualquiera de sus comentaristas, como hace, por ejemplo, Romberch en el Congestorium31 . 28 Flórez, 1986. «Memoriam anime rationalis potentiam duplicem distingunt veri philosophi: alteram sensitivam et alteram intellectivam. Sensitiva organum habet determinatum in corpore hominis, hoc est, extremam partem capitis, que dicitur occiput, ubi dicunt reservari phantasmata rerum corporalium, quas per sensus exteriores percepimus vel ex aliis rebus sensatis earum phantasmata abstraximus. Intellectiva vero memoria a quibusdam dicitur intellectus possibilis, ab aliis thesaurus specierum intelligibilium, que potentia nullum in corpore habet organum determinatum; et de hac loquitur sanctus Augustinus in 6 libro de trinitate, ubi ponit imaginem dei in anima rationali consistere in intellectu, memoria et voluntate» (De arte memorativa, fol. 276r). 30 Obsérvese que, como ya señaló Flórez, 1986, p. 289, el texto confunde la cita, ya sea por la incuria del autor o más probablemente del impresor, pues en el libro 6 del De trinitate no se trata esta cuestión. Acaso Ciruelo está parafraseando este otro pasaje de la Summa Theologica de Santo Tomás en el que también se cita a San Agustín: «Sed memoria in parte sensitiva est alia potentia a sensu, ut supra dictum est. Ergo memoria partis intellectivae est alia potentia ab intellectu. Praeterea, secundum Augustinum, memoria, intelligentia et voluntas sunt sibi invicem aequalia, et unum eorum ab alio oritur. Hoc autem esse non posset, si memoria esset eadem potentia cum intellectu. Non est ergo eadem potentia. Sed contra, de ratione memoriae est, quod sit thesaurus vel locus conservativus specierum. Hoc autem philosophus, in III de anima, attribuit intellectui, ut dictum est. Non ergo in parte intellectiva est alia potentia memoria ab intellectu» (q. 79, art 7). 31 Romberch alude explícitamente a la Summa Theologica: «De naturali item memoria, quotuplex et quae qualisve potentia animae, apud beatum Thomam in prima parte Summae Theologicae q. 77, art. 8 ad quartum et q. 79, art. 7 et q. 78, art. 4 et in variis locis dispiciendum relinquo» (Romberch, Congestorium artificiose memorie, fol. B1r). En el mismo sentido, Juan Damasceno, De ortodoxia 29 126 L. Merino-Jerez Sea como fuere, el aspecto fundamental del planteamiento de Ciruelo es señalar el hecho de que la memoria intelectiva necesita de la participación previa de la memoria sensitiva, del mismo modo, dice, que el intelecto requiere de la phantasia. Esto es así, concluye, porque como señala Aristóteles en el De anima «no es posible entender cosa alguna sin el phantasma», es decir, no se puede pensar sin imágenes32 . Esta idea, como es sabido, es desarrollada ampliamente por Tomás de Aquino, a quien Ciruelo, sin embargo, no cita. Cabe decir pues, que la disquisición de Ciruelo discurre en términos propiamente tomistas y conduce a la conclusión de que la memoria en su conjunto depende de la memoria sensitiva. Por tanto, es esta memoria sensitiva la que conviene conservar, ayudar y acrecentar con el ejercicio o con la técnica33 . Con estos presupuestos, Ciruelo identifica las posibles causas del mal funcionamiento de la memoria, que, en su opinión, son tres. La primera es el deterioro del órgano que regula la memoria sensitiva: «El acto de la memoria intelectiva no es posible cuando el órgano de la memoria sensitiva está deteriorado por una herida o por un humor aletargante»34 . No obstante, Ciruelo omite cualquier consideración sobre los habituales consejos fisiológicos y medicinales que otros autores anteriores y contemporáneos aducen en apoyo de la memoria natural. El tratamiento fisiológico y dietético de la memoria natural, presente en Publicio y en tantos otros, está ausente del tratado de Ciruelo35 . Un segundo problema es la falta de práctica: «Incluso estando sano y bien dispuesto, el órgano de la memoria sensitiva no funciona fidei, lin. 2, c 20 de memoria: «Organum vis memoratricis, posterior ventriculus cerebri, quem occipitium vocant et qui in eo animalis spiritus» (fol. B1r). Más explícitamente en el comentario de Iacobus Faber Stapulensis: «Quemadmodum duplex es vis cogitativa, sensus et intellectus, duplex est memoria, utpote sensualis et intellectualis». En cualquier caso, el tratamiento que Romberch presta a esta cuestión es más amplio que el de Ciruelo, pues se hace eco de la triple distinción de Alberto Magno (la memoria conservativa de lo sensible; la conservativa de las especies inteligibles, que se encuentra en la parte posterior del cerebro; y la memoria que está en la parte superior de la razón y conserva lo esencial de la similitud entre lo verdadero y lo bueno) y, sobre todo, de Santo Tomás: «Divus autem Thomas duplicem asserit esse memoriam, naturalem unam quae est in parte intellectiva, potentia pure cognoscitiva et conservativa tantum specierum; aliam quae est in parte sensitiva, quae est thesaurus specierum intentionalium sive intentionum sensibilium cum sensu acceptarum, cuius organum est in extrema parte capitis ut ex hac figura patere potest» (fol. B1v). 32 «nihil potest homo intelligere sine phantasmata» (Aristóteles, De anima III , 7, 431 a 16-17). Tomás de Aquino, De sensu et sensato, tractatus II (De memoria et reminiscencia), lectio 2, n. 4. En el mismo sentido en el comentario al De anima: «phantasmata, quae sunt obiecta intellectus, sine corporeis organis esse non possunt» (Q. d. de anima, a. 1 ad 11); «nulla operatio potest esse animae sine corpore, neque etiam intelligere, de quo magis videtur; quia non est intelligere sine phantasmate, ut philosophus dicit: phantasma autem non est sine corpore» (Q. d. de anima, a. 14 arg. 14). 33 «Tota vis memorandi in homine pendet ex memoria sensitiva quam oportet summopere conservare, iuvare et exercitio vel arte augere» (De arte memorativa, fol. 276r); «Praeterea, memoria est potentia animae sensitivae, ut philosophus probat» (Summa Theologica q. 78, art. 4). 34 «Sicut enim leso organo phantasie impeditur intelligere, ut accidet vulneratis aut freneticis, ita etiam corrupto organo memorie sensitive, vulnere aliquo vel humore causante letargicam, impeditur actus memorie intellective» (fol. 276 r). 35 Publicio, Oratoriae artis epitoma, fols. H2v-H4r. La predicación y la memoria según Pedro Ciruelo (c. 1470-1548) 127 bien por falta de práctica (ex defectu exercitii), lo cual impide que se retenga con rapidez y facilidad lo que se ha de memorizar»36 . Pero tampoco aquí se incluye reflexión alguna sobre la conveniencia de practicar mucho la memoria, ni las circunstancias en las que debe desarrollarse esta práctica. A lo sumo, señalará más abajo que una buena memoria natural, la práctica y la técnica son las claves para que cualquier individuo disfrute de una buena memoria, lo cual, por cierto, forma parte de la tradición mnemotécnica más antigua37 y es aplicable, además, a cualquier otra disciplina, como ya señalara Romberch38. Si el primer problema de la memoria se deriva de una naturaleza deteriorada y el segundo de la falta de práctica, el tercero es el de los errores o equivocaciones, aunque, a decir verdad, Ciruelo no es demasiado explícito al explicar en qué consisten tales errores: «En la práctica de la memoria y en el acto de la intelección se comete un error múltiple, que se corrige o evita con el arte de la memoria»39 , por lo que debemos deducir que estos errores son precisamente los que aborda en los dos capítulos siguientes, donde explica la ordenación de los lugares y la elaboración de imágenes apropiadas: además de una buena memoria natural y de la práctica frecuente de la memorización, ayuda mucho al individuo el arte de la memoria, que se apoya en algunas reglas o preceptos que conducen a la posesión del orden adecuado en la memorización. Sin él, el individuo estará lleno de múltiple confusión, como declara Agustín en el libro 11 de sus Confesiones, aduciendo el testimonio de Anaxágoras sobre el caos40 . Llegado a este punto, Ciruelo señala que el ars memorativa se basa principalmente en los phantasmata y en los actos de la memoria sensitiva. Cita como autoridad a Aristóteles, allí donde dice que «los que quieren recordar forman un ídolo, es decir, un phantasma corporeum». Idolum, según Romberch, —que dedica todo un capítulo de su Congestorium al repaso de los diferentes nombres de la imagen— es una imagen «vana», en el sentido de que sólo se representa a sí misma: 36 «Adhuc autem sano et bene disposito existente organo memorie sensitive, ex defectu exercitii multi impediuntur in actu memorandi, quia nec prompte nec faciliter recipiunt ea que memoranda sunt, cum non sint habituati in frequenter memorando» (De arte memorativa, fol. 276). 37 «Si quis tamen unam maximamque a me artem memoriae quaerat, exercitatio est et labor» (Quint., Inst. 11, 2, 40). 38 «Non equidem poculi more tibi aut cuivis alii scientiam infundere concessum habeo, sed, cum in quavis disciplina tria potissimum exigantur ad habitus conquisitionem: natura, usus et ars» (Romberch, Congestorium artificiose memorie, fol. L7v). 39 «Denique in exercitio memorandi sicut et in actu intelligendi multiplex solet contingere error, qui per doctrinam et artem corrigitur vel evitatur (. . . ) preter bonam memoriam naturalem cum frequenti exercitio memorandi multum iuvat hominem ars memorativa, que innititur quibusdam regulis seu preceptis, quibus homo dirigitur ad habendum rectum ordinem in memorando, quem, si non habuerit homo, plenus erit multiplici confussione» (De arte memorativa, fol. 276r). 40 Flórez advirtió que la cita de Ciruelo es errónea, pues no consta que Agustín mencione a Anaxágoras en el libro 11 de sus Confesiones. En su lugar, propone como fuente el capítulo octavo del libro décimo de esta misma obra (Flórez, 1986, p. 290). Acaso Ciruelo se refiere a este otro pasaje donde habla de la creación en estos términos: «Primo ergo materia facta est confusa et informis, unde omnia fierent quae distincta atque formata sunt, quod credo a Graecis chaos appellari» (Aug., Gen. C. Manich. 1, 5, 9). 128 L. Merino-Jerez «como si se emplea la imagen de una toga para representar una toga»41 . Por tanto, la justificación del ars memorativa deriva precisamente de su capacidad para convertir las cosas incorpóreas o espirituales en imágenes provistas de forma, que son aquellas con las que opera la memoria sensitiva. según el testimonio de Aristóteles, quienes quieren recordar fingen un ídolo, esto es, un phantasma corporeum, pues, aunque las cosas a memorizar sean incorpóreas o espirituales, el arte de memoria se encarga de reducirlas a res corporales, esto es, las representa como phantasmata corporalia42 . Esta capacidad de representar con imágenes corporales res que carecen de materialidad es lo que le permite a Ciruelo justificar el arte de memoria como un sistema per locos et imagines coherente con el contexto filosófico y más concretamente tomista en el que se inscribe. El planteamiento aristotélico-tomista es del todo evidente tanto en el léxico (obsérvese el uso de idolum y phantasma en lugar de imago) como en el rechazo explícito de las artes de memoria que siguen el modelo ciceroniano, a las que les reprocha su excesiva complejidad: «Sobre el arte de la memoria muchos han escrito muchas cosas, sobre todos los rétores posteriores a Cicerón, que es el primero de ellos» y esto es así «porque el arte de la memoria es muy útil y necesaria para el oficio de buen orador». «Sin embargo», sigue diciendo, «como estas artes son por lo común demasiado prolijas y oscuras para nuestros sencillos teólogos y predicadores, he decidido seleccionar de muchos autores unas pocas cosas que les resulten a todos claras y fáciles»43 . Antes de pasar al estudio particular de los lugares y de las imágenes, Ciruelo introduce una breve disquisición sobre los que considera que son los principios generales del ars memorativa, aunque, a decir verdad, se trata solo de dos corolarios de la doctrina previamente expuesta. El primer principio destaca el predominio de la memoria sensitiva en el funcionamiento del sistema. Sostiene Ciruelo que todas las cosas que se quieran memorizar, sean corporales o espirituales (materiales o inmateriales), substancias o accidentes, deben ser representadas como si fueran res corporales y que su imagen (simulachrum) debe adaptarse a ello. Es decir, la imagen debe ser reconocible como imagen de un ser corpóreo. «Al hacerlo así», sigue Ciruelo, «la res se pone a la vista y se muestra visibilis et palpabilis», como si fuera un objeto perceptible por los sentidos, lo cual permite que se imprima mejor en la memoria para su conservación44 . Como corolario de su disquisición repite el testi41 Romberch, Congestorium artificiose memorie, fol. D8v. «Consistit autem memorativa ars principaliter in phantasmatibus et in actibus memorie sensitive, teste Aristotele, in 2 libro de anima versus finem, ubi ait quod memorari volentes ydolum sibi fingunt, id est, phantasmata corporeum, quamvis enim res memorande sint incoporee et spirituales, ars memorativa reducit eas ad res corporales, id est, fingit eis phantasmata corporalia» (De arte memorativa, fol. 276v). 43 «De hac itaque arte memorativa multi multa scripserunt maxime rethores post Marcum Tullium eorum principem, quia est valde utilis et necessaria ad officium boni orathoris. Quia tamen illa communiter sunt prolixa valde et obscura planis theologis et predicatoribus nostris, iccirco decrevi ex multis pauca elicere, que sint omnibus apprime clara et facilia atque multipliciter utilia» (De arte memorativa, fol. 276v). 44 «Prima suppositio ima insinuata est quod ars memorativa maxime innititur phantasmatibus aut simulachris rerum corporalium. Ita quod quelibet res memoranda sive sit corporalis sive spiri42 La predicación y la memoria según Pedro Ciruelo (c. 1470-1548) 129 monio de Aristóteles: memoriter volentes ydolum sibi fingunt, que más bien parece tomado del comentario de Tomás de Aquino45 . Como segundo principio añade Ciruelo que no vale una imagen cualquiera, sino que la imagen corporal (phantasma corporeum) se debe adaptar a la res, es decir, no puede ser absolutamente arbitraria, sino que debe guardar algún tipo de relación con la res representada. A esta relación es a la que la retórica ciceroniana denominaba similitudo, esto es, el vínculo de significado que une a la imagen mnemotécnica con el objeto representado. A este respecto, la adaptación de la imagen (phantasma o figura corporalis) a cualquier res que se vaya a memorizar, incluyendo las espirituales o invisibles, puede hacerse, según Ciruelo, por cualquiera de los siguientes mecanismos que, a la postre, no son sino reglas de asociación de inspiración aristotélica y tomista: a partir de la naturaleza de la res, partir de la causa o el efecto, a partir de lo semejante o lo contrario, a partir de algún suceso, y, finalmente, a partir de la coincidencia fónica del nombre de la res espiritual con el nombre de otra res corporalis, que sea muy conocida por el usuario del ars memorativa46 . Este es el marco teórico en el que se desarrolla el capítulo tercero del tratado, donde ahonda en la figuración de imágenes que representen cosas que carecen de forma corporal, como son las espirituales o invisibles, o bien objetos, añade ahora, cuya apariencia desconocemos: Hemos dicho que a cualquier materia del arte de memoria se le debe asignar una imagen corpórea de la res a memorizar, la cual, sin duda, en las materias corpóreas está a la vista a partir del conocimiento sensitivo, intuitivo o abstracto, esto es así, porque tales res son conocidas en sí mismas o en otras res que fácilmente conducen a las personas al conocimiento de aquellas por medio de alguna semejanza o diferencia, causalidad o efecto, o por algunas relaciones de este tipo entre una cosa y la otra47 . Cuando se trata de materias espirituales o incorpóreas es difícil representar imágenes corpóreas, de ahí que Ciruelo proponga seis reglas, en las que resulta inevitable apreciar ecos más o menos lejanos de la tradición retórica. La primera regla es tualis, substantia vel accidens, fingenda est ac si esset res corporalis, et ei suum phantasma est adaptandum. Per hoc enim res illa quasi ante oculos ponitur visibilisque ac palpabilis demonstratur; ac proinde melius memorie imprimitur ut reservetur, iuxta dictum Aristotelis allegatum, quod memorari volentes ydolum sibi fingunt» (De arte memorativa, fol. 276v). 45 Tomás de Aquino: «Passio phantasiae est in nobis cum volumus, quia in potestate nostra est formare aliquid, quasi apparens ante oculos nostros, ut montes aureos, vel quicquid volumus, sicut patet de illis qui recordantur, et formant sibi idola eorum quae sibi videntur ad votum» (De anima, lib. 3 l. 4 n. 19). 46 «Secunda est debita adaptatio phantasmatis vel figure corporalis cuilibet rei memorabili quantumcumque res illa sit spiritualis et invisibilis, et hec adaptatio sit quandoque ab illius rei natura, quandoque a sua causa vel effectu, nonnumquam a suo simili vel a suo contrario, aut ab aliquo eventu ac denique ex consonantia vocabuli illius rei ad vocabulum alterius rei corporalis, que sit notissima homini arte memorativa utenti» (De arte memorativa, fol. 276v). 47 «Cuilibet subiecto artis memorative diximus esse atribuendam imaginem corpoream rei memorabilis, que quidem in rebus corporalibus in promptu est noticia sensitiva eorum, intuitiva vel abstractiva. Hoc est quia tales res in seipsis cognite sunt vel in aliis que faciliter manuducunt homines in noticiam illarum per aliquam similitudinem aut dissimilitudinem, causalitatem vel effectualitatem, vel per aliquas huiusmodi habitudines unius rei ad aliam» (De arte memorativa, fol. 277r). 130 L. Merino-Jerez sobre la sustancia y el accidente. Por ejemplo, si lo que se ha de memorizar es una substantia concreta, conviene imaginársela en su lugar haciendo o sufriendo algo48 . La recomendación de adoptar «imágenes en acción» (imagines agentes) ya estaba en la retórica clásica y tiene un amplio recorrido en las artes de memoria de la época49 . Del mismo modo, si se trata de memorizar la imagen de un individuo concreto que nunca hemos visto, Ciruelo propone recurrir a su status, oficio o dignidad, de tal modo que se le represente con la imagen de su indumentaria, ya sea religiosa, como la de un obispo, o secular, como la de un soldado50 . En cambio, si se trata de memorizar un accidente (accidens) conviene representarlo con la imagen de aquello en lo que dicho accidente se encuentre en su más alto grado. Así, por ejemplo, la nieve (substantia) puede representar el color blanco (accidens); y el carbón o el cuervo, el color negro51 . La segunda y tercera reglas explican cómo memorizar vicios y virtudes, en un caso, y las diferentes ciencias, en el otro. Para memorizar vicios y virtudes se han de emplear figuras de personas, animales o cosas que los representen. Por ejemplo, en vez de la castidad, se pone la imagen de una monja muy casta; o un cerdo, en lugar de la lujuria52 . En el caso de las ciencias, Ciruelo propone usar imágenes de doncellas ataviadas con sus respectivas insignias. Por ejemplo, la gramática con la vara; la aritmética con la tabla o el cálculo etc53 . 48 «Si res memorabilis fuerit aliqua substantia specifice et communiter proposita, oportet ipsam imaginari in loco suo aliquid agere vel pati» (De arte memorativa, fol. 277v). 49 «Id accidet, si quam maxime notas similitudines constituemus; si non multas nec uagas, sed aliquid agentes imagines ponemus» (Rhet. Her. 3.30). 50 «Si autem aliquis homo particularis nunquam visus proponeretur, oportet recurrere ad eius statum, officium vel dignitatem, ut sic attribuatur ei conveniens figura sui habitus, puta ecclesiastici vel secularis, episcopi vel religioso aut militis . . . » (De arte memorativa, fol. 277v). Recuerda aquí la teoría sobre los insignia de Publicio: Summi pontificis tyara, cardinalium phoeciniceus pileus, episcoporum mitra, aurea calcarea militarem dignitatem, aurei annuli zonaeque margaritae et gemmae medicum (Publicio, 1485, f. H2r); o de Romberch: Insignia denique plurimum competunt facili imaginationi, ut exempli causa pro dignitate personarum praecipua eorum insignia capiamus (Romberch, 1520, fol. E5v). 51 «In accidente autem proposito oportet effingere simulachrum illius rei in qua maxime inveniri solet, ut pro albedine, nivem aut cignum; pro nigredine, carbonem aut corvum, et sic de aliis» (De arte memorativa, fol. 277v). El uso del accidente para significar al sujeto también es doctrina habitual en las artes memorativas de adscripción retórica, tal como puede verse en el caso de Publicio: «Accidens et proprium subiecto notabitur, ut nigredo in mauro; suscedo in arabis, rubedo in dalmatis, albedo in gallicis» (Oratoriae artis epitoma, fol. H1r). 52 «Secunda regula sit de virtutibus et viciis: quod fingantur eis figure personarum vel aliorum animalium, ut pro castitate figuram honestissime monialis; pro temperantia, mixtura aque cum vino; pro charitate, panis; pro spe, ancora; et pro fide, scutum, ut Paulus apostolus adoptat. Item pro superbia, leo; pro invidia, serpens; pro luxuria, porcus; et sis de multis aliis» (De arte memorativa, fol. 277v). 53 «Tertia regula de artibus et scientiis que depingi solent ut puelle quedam virgines cum suis insignibus, ut grammatica cum ferula, aritmetica cum tabula aut calculo, geometria cum circino, astrologia cum quadrante vel astrolabio, musyca cum lyra vel organo, perspectiva cum speculo et sic de multis aliis» (De arte memorativa, fol. 277v). Estos recursos son también habituales en las artes de memoria, que se inspiran en el De nuptiis Philologiae et Mercurii de Marciano Capella (Merino, 2007, p. 207). La predicación y la memoria según Pedro Ciruelo (c. 1470-1548) 131 La cuarta regla propone hacer un uso combinado de las reglas anteriores sirviéndose de textos que puedan usarse a modo de catálogo de asociaciones entre contenidos espirituales e imágenes de cosas corpóreas. Cita, en concreto, dos títulos: la Glosa ordinaria de la Biblia sobre el Pentateuco de Moisés y la Suma de ejemplos y semejanzas de las cosas naturales y artificiales, que también recomienda en su De arte predicandi54 . Estas obras pueden alimentar el imaginario del predicador, del mismo modo que la literatura emblemática alimenta el del humanista, pero a diferencia de la emblemática, la fuente no se usa para encontrar la imagen, sino para establecer la asociación de significado entre la imagen y la res. La quinta regla abandona la doctrina sobre la asociación y se limita a recomendar que en las argumentaciones y otros tipos de discursos, que no sean el sermón, se memorice solo la parte central (argumentum) adoptando para ello una figura corpórea que sea adecuada al asunto55 . Aunque no lo cita, todo apunta a que Ciruelo tiene en mente el ejemplo de la Rhetorica ad Herennium, en el que se explica cómo memorizar una escena de envenenamiento para su uso en un contexto judicial56 . Para memorizar una argumentación o un discurso extenso no hace falta el arte de memoria en toda su extensión, sino lo que denomina memoria local, es decir, el estudio directo del texto, sin convertir la escritura en imágenes. Por último, para memorizar los vocablos desconocidos de otra lengua, recomienda servirse de palabras de nuestra lengua que suenen igual57 . También se debe aplicar en palabras y materias muy conocidas por nosotros, sobre todo, cuando al tener a la vista la res que se va a memorizar no se nos ocurre la imagen de una figura corpórea. En ese caso debemos recurrir a otra cosa cuyo nombre guarde relación con el de la res que vamos a memorizar58 . En última instancia estamos ante un caso en el que la similitudo o vínculo de significado entre la res y la imagen que la repre54 «Quarta regula comprehendit omnes precedentes simul sumptas. Quod videatur Glossa ordinaria Biblie super Penthatheucum Moisi . . . nam ibi per res illas corporeas designantur misteria spiritualia ecclesie Christi, similiter et virtutes et vicia humane vita. Sed pro his qui Glossam illam non habent requirenda est Summa quedam de exemplis et similitudinibus rerum naturalium et artificialium, que totam glossam ordinariam Biblie recolligens fere omnia corporalia transfigurat ad spiritualia . . . » (De arte memorativa, fol. 277v). 55 «Quinta regula sit de argumentationibus et aliis orationibus: quod in eis memorandis oportet attendere medium vel principaliorem partem in qua est tota vis et ei fingenda est propria figura corporalis secundum exigentiam rei de qua ibi sit sermo ex regulis supradictis, nam ad memoriter capiendum singula verba prolixe orationis vel argumentationis non opus est arte, sed exercitio memorie localis per paginas et cartas ipsius scripture» (De arte memorativa, fol. 277v). 56 Rhet. Her. 3. 33. 57 «Sexta regula: quod ad memorandum vocabula ignota alterius lingue oportet recurrere ad vocabula nota lingue nostre, que cum eis concordant in principio vel fine aut utroque modo, et tunc fingende sunt eis figure illarum rerum que significantur per illa vocabula nobis nota . . . » (De arte memorativa, fol. 277v). 58 «Ista quoque regula est summopere advertenda in vocabulis et rebus nobis notissimis, nam quando in promptu nobis proponitur aliqua res memoranda, si secundum regulas predictas non statim se offerat nobis conveniens imaginatio figure debite corporalis, recurrere debemus ad vocabulum et considerare vocabulum alterius rei nobis notissime habens similitudinem cum eo, nam talis rei imaginem possumus priori rei attribuere, ut carbunculo figuram carbonis igniti, et saluti figuram salis et sic de aliis multis» (De arte memorativa, fol. 277v). 132 L. Merino-Jerez senta se establece a partir de la relación que hay entre los nombres (a dictionibus) y no entre los sujetos u objetos (a rebus), a diferencia de lo expuesto por Ciruelo en las reglas anteriores. La etimología, la derivación y la paranomasia son ejemplos de relación a verbis (como figuras de dicción en la retórica) mientras que las primeras cinco reglas establecen similitudines a rebus, como figuras de pensamiento y tropos. Todas ellas están bien representadas en los tratados de memoria previos y contemporáneos, incluso en los de tradición retórica. En general, las reglas descritas por Ciruelo se basan en que el usuario conozca de antemano el vínculo de significación que ha de unir la imagen y la res representada. Esta idea del conocimiento previo es aún más evidente en la doctrina sobre los lugares que arranca en el segundo principio general y continúa en el segundo capítulo del tratado. En ambos casos, Ciruelo consagra el orden como garante de la pervivencia de las imágenes en la memoria59 . El capítulo segundo comienza con el rechazo de la doctrina retórica de los lugares: En los principales rétores que han escrito sobre este arte encontramos una gran confusión respecto a la disposición y ordenación de lugares y sujetos, hasta el punto de que aprenderlos de memoria resulta más laborioso y difícil que memorizar las res principales, porque esos lugares son para el que aprende tan desconocidos o incluso más que las cosas que pretende memorizar. Así pues, para evitar la confusión y facilitar el arte de memoria damos esta única lección60 . Consecuentemente, a diferencia de los tratados más difundidos, como los de Publicio, Pedro de Rávena y Romberch, Ciruelo omite cualquier consideración sobre el tamaño, la iluminación o la separación de los diferentes lugares. En vez de ello, propone que «el usuario de la memoria artificial se quede con los lugares y sujetos que le resulten más conocidos desde su infancia, que hasta tal punto están impresos en su memoria que de ningún modo puede olvidarse de ellos»61 . Lugares de este tipo son las casas, las personas, los perros, las acémilas y cosas de este tipo de su lugar de nacimiento o de cualquier otro lugar en el que haya vivido durante toda su infancia. Tan bien grabados están estos primeros recuerdos de sus pagos y aldeas que, al evocarlos, recordará fácil e inmediatamente el orden de cada una de las casas, la jerarquía de las personas que viven en cada hogar, descendiendo de los mayores a los menores; y los animales domésticos como caballos, mulas, asnos y así hasta llegar a perros y gatos. Esta sucesión de lugares, personas y animales debe trasladarse luego a una suerte de memorial que siga el orden original, sin añadir nada más que el número que señale la posición que ocupa cada elemento dentro 59 «Secunda suppositio: quod ars memorativa maxime iuvat ad servandum ordinem in rebus memorandis, ita quod de unaquaque illarum sciatur post quam aliam sequatur vel quam precedat. Ordo enim rerum maxime servat memoriam» (De arte memorativa, fol. 276v). 60 «Apud rethores huius artis precipuos autores magnam certe confusionem invenimus circa locorum vel subiectorum positionem atque ordinem, in quibus memoriter capiendis maior sit labor ac difficultas quam in rebus principaliter memorandis, cum illa loca sint eque vel magis ignota addiscenti quam res quas memorari desiderat» (De arte memorativa, fol. 276v). 61 «Ad evitandam igitur confussionem et ad facilitandam memorativam artem hoc unum tradimus documentum: quod artificiose memoraturus eligat sibi loca vel subiecta abineunte etate vel a pueritia sibi notissima et que adeo sint memorie eius impressa ut nullatenus talium oblivisci possit salva cerebri sui bona dispositione atque in columitate ab omni lesione et corruptivo humore» (De arte memorativa, fol. 276v). La predicación y la memoria según Pedro Ciruelo (c. 1470-1548) 133 de la serie, especialmente decenas y centenas. De esta forma, concluye Ciruelo, el usuario podrá hacerse con centenares e incluso miles de lugares, cuyo orden está impreso ya de manera natural desde su infancia62 . Según vemos, Ciruelo sucumbe a la moda, digámoslo así, de procurar muchos lugares, incluso miles, siguiendo la estela de Pedro de Rávena, quien no dudaba de jactarse de sus capacidad en este punto63 . Además, la numeración de los lugares y la agrupación, por ejemplo, en decenas y centenas es también habitual en las artes de memoria, pero en el caso de Ciruelo no hay que perder de vista su amor por los números, como demuestra, por ejemplo, en el De arte predicandi, donde exhibe sin rubor sus dotes de matemático64 . Algo más original es su distinción de lugares fijos y variables. El conjunto de lugares numerados en el memorial que cada uno compone a partir de sus recuerdos infantiles es susceptible de un doble uso. Cuando se trata de memorizar el libro de cabecera de una disciplina —que es el único caso de memorización de libros que Ciruelo admite—, los contenidos se deben asignar ordenadamente a una serie de lugares, y esta asignación es definitiva, no se puede cambiar; de tal modo que lugares e imágenes quedan indisolublemente unidos de por vida65 . Sin embargo, el usuario puede ir ocupando bloques de 50 lugares para atender otro tipo de necesidades, como pueden ser un sermón, una disputa, etc. Estos bloques —tres o cuatro a lo sumo— se pueden reutilizar sustituyendo unas imágenes por otras. 4. Conclusión El Ars memorativa de Ciruelo reproduce plenamente la teoría tomista sobre el funcionamiento de la memoria. Esto es lógico si tenemos en cuenta que en el momento de composición de la obra Ciruelo ocupaba la cátedra de teología en la 62 «Quia vero ordo istorum subiectorum est sibi quam familiarissimus quasi a natura, facillimum esset ei subiecta illa omnia enumerare ita bene ordine everso vel retrogrado sicut ordine directo» (De arte memorativa, fol. 277r). 63 «Ego autem quia omnes homines Italiae copia rerum absque chartarum reuolutione superare uolui, in Sacris scripturis, iure canonico ciuilique et aliis multarum rerum auctoritatibus, dum essem adolescens mihi centum millia locorum paraui et nunc ipsis decem millia addidi, in quibus per me dicenda posui, ut in promptu sint» (Rávena en Merino, 2007, p. 142). 64 Cuando se plantea cómo desdoblar una autoridad por medio de otra, comparando sus respectivos enunciados, Ciruelo propone usar el mismo orden que observan los numeratores al hacer la multiplicación. 65 «Advertendum insuper quod his subiectis vir discretus duobus modis uti potest. Primo fixe, secundo mobiliter. Fixe utitur subiectis sive memorie quando solum ad memoranda ea que in uno libro continentur adaptat illa subiecta et nunquam ad alique alia in tota vita sua. Mobiliter autem se habet in subiectis quando eiisdem utitur in diversis negociis. Itaque subiecta que ei hodie deserviunt ad memorandum unan magnam disputationem et item alio die ad aliud negocium occurrens. Subiectorum ergo sui memorialis unusquisque partem faciat subiecta fixa et illis utatur in memorandis principalibus capitibus libri principalis sue facultatis, qui dicitur textus illius scientie (. . . ) Partem aliam subiectorum accipiat mobiliter pro casibus et negociis sibi repente occurrentibus» (De arte memorativa, fol. 276v). 134 L. Merino-Jerez Universidad de Alcalá. El marco teórico queda claramente establecido al comienzo mismo del tratado y se mantiene en la descripción del sistema, en el léxico que usa, en la justificación del texto y en la doctrina, que está perfectamente alineada con la filosofía aristotélica-tomista. En pocos tratados puede verse tan claramente como en este la deuda del sistema per locos et imagines con la interpretación aristotélica y tomista del funcionamiento de la memoria como potencia del alma (memoria sensitiva). Pedro Ciruelo es consciente del auge de las artes de memoria y del desarrollo que ha alcanzado esta disciplina a la estela de la teoría ciceroniana de la Rhetorica ad Herennium. Sin embargo, su Ars memorativa exhibe en algunos aspectos un cierto alarde antirretórico. El alejamiento de Ciruelo de la tradición retórica, en la que cabe adscribir ejemplos de éxito como los de Publicio y Pedro de Rávena, resulta evidente tanto desde un punto de vista formal como conceptual. Ciruelo adopta el léxico escolástico en la definición de los elementos constitutivos del ars. A los lugares los llama loci et subiecta, y a las imágenes simulacra e idola. Ni siquiera el dominico Romberch había llegado tan lejos a este respecto, pues, aunque dedica un capítulo a repasar los diferentes términos que se usan para referirse a las imágenes, concluye finalmente que en un arte de memoria son todos ellos intercambiables y, de hecho, no duda en usar imago sin rubor alguno. En el caso de Ciruelo, en cambio, la palabra imago está prácticamente proscrita y el término similitudo aparece poco y siempre ajustado al sentido que tiene en la filosofía tomista. Desde un punto de vista conceptual, el alejamiento del modelo retórico se aprecia también en la diferente respuesta que proporciona Ciruelo al doble reto al que se enfrentan los usuarios del arte de memoria, a saber, la perdurabilidad y la fidelidad de los elementos del sistema. El sistema per locos et imagines se basa, en última instancia, en conseguir imágenes que no se escapen, por así decirlo, de sus respectivos lugares (imagines firmae) e imágenes que, al ser recuperadas, devuelvan el significado que se les ha confiado previamente (imagines fideles). Para ello, el modelo retórico de inspiración ciceroniana propone actuar sobre los elementos del sistema, es decir, invita a marcarlos de manera tal que por una parte se refuerce la perdurabilidad en la memoria y, por otra, se garantice la fidelidad del mensaje. Para lo primero (firmitas), la Rhetorica ad Herennium propone tener en cuenta a la misma naturaleza, que nos enseña que las cosas corrientes y habituales no nos emocionan, a diferencia de lo que sucede con las cosas sorprendentes y extraordinarias, por lo que son estas últimas las que se deben emplear para la memorización66 . En consecuencia, la fuente retórica clásica recomienda marcar las imágenes atribuyéndoles, por ejemplo, una belleza o una fealdad excepcional67 . La tradición retórica posterior reproduce esta doctrina, según vemos, por ejemplo, en los tratados de Pu66 «Nunc quoniam solet accidere, ut imagines partim firmae et acres et ad monendum idoneae sint, partim inbecillae et infirmae, quae uix memoriam possint excitare [. . . ] usitatae res facile e memoria elabuntur, insignes et nouae diutius manent in animo [. . . ] Docet ergo se natura vulgari et usitata re non exsuscitari, novitate et insigni quodam negotio commoveri» (Rhet. Her. 3, 35-36). También Séneca: «adeo naturale est magis noua quam magna mirari» (Nat. 7.1.4). 67 «Imagines igitur nos in eo genere constituere oportebit quod genus in memoria diutissime potest haberi. Id accedit si quam maxime notatas similitudines constituemus [. . . ], si egregiam pulchritu- La predicación y la memoria según Pedro Ciruelo (c. 1470-1548) 135 blicio y Leporeo68 . Y en cuanto a lo segundo (fidelitas), también se propone marcar la imagen, esto es, caracterizarla en consonancia con lo que debe significar69 . Ciruelo, en cambio, prescinde de toda caracterización de lugares e imágenes y, en su lugar, propone usar solo lugares e imágenes conocidos por el usuario. La reducción del sistema que propone Ciruelo no es singular ni casual. Cabe recordar aquí que el cambio de modelo se refleja en la diferente forma del leer el pasaje capital de la Rhetorica ad Herennium en el que se plantea esta cuestión. Con el paso de los siglos la imago notata de la versión clásica acaba siendo sustituida por la imago nota, según vemos, por ejemplo, en el Congestorium de Romberch70 e incluso en las ediciones contemporánea del texto de la Rhetorica ad Herennium71 . A esta nueva corriente es a la que se adscribe Pedro Ciruelo, y lo hace básicamente por razones de utilidad práctica. La preferencia por un sistema que se basa en el uso del conocimiento previo de sus elementos encaja perfectamente con su propósito de elaborar un modelo sencillo y funcional que esté orientado a la práctica predicatoria. Ciruelo reconoce la utilidad del modelo retórico para la formación de oradores en la antigüedad clásica, pero cree que este modelo es excesivamente complejo para los predicadores y teólogos de su época. Cabe concluir, pues, que el de Ciruelo es un sistema deliberadamente sencillo. Ciruelo no aspira, como Romberch, a elaborar un compendio erudito; ni, como Publicio, a satisfacer la demanda de estudiantes ávidos de memorizar manuales; ni, como Pedro de Rávena, a explotar el pathos en el sistema. Lo que Ciruelo propone es un modelo que por su sencillez sea realmente útil para los plani predicatores et theologi a quienes se dirige. 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G7v). «Haec ridiculi motus, mirabilis gestus, trucis crudelisque vultus, stuporis, tristiciei et severitatis plena esse debet» (Leporeo, Ars memorativa, fol. 14r). 69 «si aliquas exornabimus, ut si coronis aut ueste purpurea, quo nobis notatior sit similitudo» (Rhet. Her. 3, 37). 70 «Quoniam rerum similitudines imagines esse oportet, ex omnibus uerbis nosmet notas nobis similitudines eligere debemus» (Romberch, Congestorium artificiose memorie, fol. D8v). 71 «Id accidet, si quam maxime notas similitudines constituemus; si non multas nec uagas, sed aliquid agentes imagines ponemus; si egregiam pulcritudinem aut unicam turpitudinem eis adtribuimus; si aliquas exornabimus, ut si corona aut veste purpurea, quo nobis notatior sit similitudo» (Maturantius, Rhetorica ad Herennium cum commentariis, fol. O3v). Merino, 2015, p. 107. 136 L. Merino-Jerez Bolzoni, Lina, La stanza della memoria, Torino, Einaudi, 1995. 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