DOCUMENTOS DE TRABAJO
ISSN 2174-4912
LAS PRIMERAS ESCUELAS DE NEGOCIOS Y LA ÉLITE CORPORATIVA EN ESPAÑA
(1958-2000)
Luis Chirosa, Juan A. Rubio-Mondéjar y Josean Garrués-Irurzun
DT-AEHE Nº1907
www.aehe.net
March 2019
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DOCUMENTOS DE TRABAJO
ISSN 2174-4912
.
THE FIRST BUSINESS SCHOOLS AND THE CORPORATE ELITE IN SPAIN (1958-2000)
Luis Chirosa‡, Juan A. Rubio-Mondéjar§ y Josean Garrués-Irurzun**
DT- 1907, March 2019
JEL: N14, O12, L1, M5
ABSTRACT
Literature has highlighted the key role of business schools in spreading US management in
Europe after the Second World War, but has not found how to quantify its impact on the
economy. With such purpose, this article examines the relations between the two main Spanish
private business schools, IESE and ESADE, and the national corporate elite. By combining an
institutional approach and social networks analysis, it shows the incidence of business schools on
the board of directors of the largest Spanish corporations during the second half of the 20th
century, and explains their role as centers for elite reproduction.
Keywords: business schools, business elite, managerial capitalism, corporate network,
interlocking directorates.
RESUMEN
La historiografía ha destacado la importancia de las escuelas de negocios en la difusión de las
formas de gestión empresarial norteamericanas en Europa después de la Segunda Guerra
Mundial, pero no ha encontrado una forma de cuantificar su impacto sobre la economía. Con este
objetivo, el presente artículo examina las relaciones entre las dos principales escuelas de negocios
privadas españolas, IESE y ESADE, y la élite corporativa nacional. Combinando el enfoque
institucional con el análisis de redes sociales se muestra la incidencia de las escuelas de negocios
sobre los órganos directivos de las mayores sociedades anónimas españolas durante la segunda
mitad del siglo XX, y se explica su función como centros de reproducción de la élite.
Palabras clave: escuelas de negocios, élite corporativa, red corporativa, capitalismo gerencial,
consejeros cruzados.
‡
Universidad de Granada, Spain. E-mail: lchc@correo.ugr.es
Universidad Pablo de Olavide, Spain. E-mail: jarubmon@upo.es
**
Universidad de Granada, Spain. E-mail: jgarrues@ugr.es
§
2
LAS PRIMERAS ESCUELAS DE NEGOCIOS Y LA ÉLITE CORPORATIVA EN
ESPAÑA (1958-2000)1
1.- Introducción.
Es frecuente encontrar referencias a renombradas escuelas de negocios entre los currículums de
los individuos que dirigen las mayores compañías de cualquier país desarrollado 2 . Aunque
continúa abierto el debate sobre cuál es el factor diferencial que confieren a sus alumnos, es
evidente la estrecha relación que existe entre estos centros formativos y el mundo de los grandes
negocios. Instituciones como Harvard Business School, INSEAD o IMD, extendidas por
multitud de países, gozan de un elevado estatus internacional, con su nombre asociado a
personas de éxito y exclusivos programas educativos dirigidos a formar líderes de las élites
socioeconómicas. En las últimas dos décadas, dos instituciones españolas se han situado en los
puestos más altos de los rankings globales de las escuelas de negocios: el Instituto de Estudios
Superiores de la Empresa (IESE), cuyos programas de Educación Ejecutiva han sido
clasificados por la revista Financial Times como los mejores del mundo en los años 2015, 2016,
2017 y 2018; y la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas (ESADE),
habitual del top-10 en los rankings anuales elaborados por esta misma revista3.
A medida que los procesos industrializadores de los países posibilitaban la llegada de la gran
empresa moderna, y el capitalismo gerencial se abría paso, las escuelas de negocios de
inspiración estadounidense se expandieron por el mundo, dentro del denominado proceso de
“americanización” de la gestión4. Este proceso histórico no fue ni homogéneo ni sincrónico,
sino que se produjo en diferentes grados a medida que su llegada se iba confrontando con las
distintas particularidades nacionales, dando lugar no a réplicas locales, sino a configuraciones
híbridas (e.g., Kipping, Üsdiken, & Puig, 2004). Por ello, se necesita de contextualizaciones en
la singularidad de los países para comprender las causas, dinámicas, y alcance del mismo (e.g.,
Amdam, 1996).
1 Los autores desean agradecer los comentarios recibidos de Nuria Puig y del evaluador anónimo, que han
permitido mejorar considerablemente el texto final.
2
A finales de los años 1990s el 20% de los principales ejecutivos de las 200 empresas líderes del mundo tenían
una titulación MBA. En Estados Unidos el porcentaje ascendía el 39%; en Europa, tan solo alcanzaba el 11%
(Byrkjeflot, 2000, p.21).
3
En el año 2016 la primera posición la ocupaba IESE, y ESADE, la octava (Financial Times, Executive Education
2016). Junto a ellas, es habitual la presencia de otra escuela de negocios española, el Instituto de Empresa (IE),
fundada en 1973, por lo que no cabe considerarla entre las escuelas pioneras en España.
4
En sentido amplio, puede definirse americanización como la “transferencia creativa de tecnología, estructuras
organizativas, instituciones y (…) valores y códigos de comportamiento de Estados Unidos a otras partes del
mundo” (Fernández Pérez & Puig, 2009).
3
El estudio del caso español resulta especialmente sugestivo, pues permite contemplar algunas
cuestiones destacadas por la investigación especializada 5 . En primer lugar, las tesis sobre
americanización que asocian escuelas de negocios y procesos de industrialización tardía,
específicamente en países en que, con la asistencia estadounidense, se iniciaban movimientos
aperturistas hacia un mercado económico global. En segundo lugar, la relación que se establece
entre gran empresa moderna, directivos, y escuelas de negocios. La gran empresa española
presentaba, al inicio del periodo estudiado (década de 1950), importantes atrasos relativos
respecto a sus homólogas extranjeras (Carreras & Tafunell, 1993), mientras su dirección recaía
en una élite poco dinámica y arraigada en valores tradicionales. Esto plantea el debate sobre
qué tipo de empresario demandaban los nuevos tiempos para liderar la gran empresa; y hasta
qué punto las escuelas de negocios contribuyeron a cambiar o modernizar las señas de identidad
de este grupo social. En tercer lugar, el caso español es útil para examinar los determinantes del
éxito de las escuelas señalados por la historiografía, esto es, su capacidad para adaptar las
prácticas foráneas a las características autóctonas, así como el papel desempeñado por las redes
sociales que tejieron, en tanto que agentes modernizadores del empresariado (Puig &
Fernández, 2003).
Partiendo de estas consideraciones, el presente trabajo ofrece una aproximación cuantitativa y
cualitativa a las vinculaciones entre las dos escuelas de negocios privadas -IESE y ESADE- y
los miembros de la élite directiva de las 200 mayores compañías del país durante los cuarenta
años que siguen a su surgimiento (1958-2000). Se utiliza una fuente primaria como son los
directorios de antiguos alumnos de las escuelas para analizar el grado de penetración de las
mismas en el sistema de actores -empresas y directivos- al que enfocan sus servicios. De esta
penetración dependió su eficacia instrumental para transmitir las prácticas del management a
las grandes compañías locales. En tanto que proceso histórico, se examina la trayectoria
nacional asociando las escuelas a los cambios institucionales, así como a las características
dinámicas de la gran empresa española y de sus directivos, que se corresponden con los niveles
de análisis macro, meso y micro. A su vez, se presta especial atención a la participación de los
egresados en una de las instituciones clave para definir la cultura empresarial española de la
época: la red corporativa nacional. Dicha red alcanzaba su cénit en los años 1960, para entrar
en una fase de aparente disolución en las décadas posteriores, en consonancia a lo que ocurría
con las redes corporativas del resto de países desarrollados (Rubio & Garrués, 2016). Dado que
no existen indicadores para cuantificar el impacto de las escuelas de negocios o del proceso de
americanización de la gestión sobre el crecimiento económico de un país, con la metodología
expuesta se obtiene una aproximación a la incidencia de los mismos sobre la élite corporativa,
la que dirige las grandes empresas.
El texto se estructura como sigue. Tras esta introducción, el segundo apartado contextualiza el
origen de las primeras escuelas de negocios en el mundo, así como su posterior difusión por el
resto de países, señalando las singularidades del caso español. El tercer apartado presenta la
5
La historiografía específica sobre escuelas de negocios en España es escasa y eminentemente cualitativa. Los
trabajos más relevantes son obra de Puig y Fernández, que examinan en distintos textos las características
fundacionales de las escuelas (Puig, 2003; Puig & Fernández, 2003; Kipping, Üsdiken, & Puig, 2004). La
investigación cuantitativa que relaciona escuelas de negocios y élites empresariales es escasa a nivel internacional.
4
metodología y fuentes en las que se apoya la investigación, definiendo y delimitando los
conceptos y el marco teórico del mismo. El cuarto apartado recoge los resultados, confirmando
que las escuelas de negocios consiguieron prestigiarse hasta establecerse como centros de
extracción de las élites directivas españolas. Al imbricarse en el sistema empresarial español,
dieron lugar a una configuración híbrida con reflejo en diversas esferas: 1) en la asociación
regional de las escuelas con las zonas industriales más desarrolladas del país; 2) en su afinidad
con los grupos empresariales, sociales y religiosos predominantes; 3) en la localización de sus
egresados en los sectores y empresas más relevantes de la economía nacional; y 4) en la
vinculación de los mismos dentro de la red corporativa española. Así, las escuelas de negocios
lograron erigirse como nuevas instituciones de reclutamiento de las élites directivas, y esto
influyó en la modernización de las mismas. El texto se cierra con unas breves conclusiones.
2.- Surgimiento y expansión de las Business Schools. El Management estadounidense.
Las primeras escuelas de negocios surgieron en EE.UU., Francia y Alemania a finales del
s.XIX, ligadas a los inicios de la segunda revolución industrial6. En cada uno de estos países
pioneros surgieron modelos de educación gerencial propios y diferenciados que fueron siendo
tomados como referencia por el resto de países y, supeditados a las particularidades nacionales
y a los procesos industrializadores de cada uno de ellos, se extendieron por el resto de Europa
y Japón desde comienzos del s.XX (Engwall & Zamagni, 1998).
De estos tres modelos educativos, el más extendido fue el estadounidense. Las escuelas de
negocios de inspiración norteamericana se identifican como instituciones propias de un
determinado estadio del desarrollo capitalista: el capitalismo gerencial. Su existencia es por
tanto indisociable del despliegue global de la gran empresa moderna. La proliferación de
empresas de cada vez mayor tamaño supuso un aumento de la complejidad organizacional y de
los requerimientos de capital de las compañías. El establecimiento y expansión de la empresa
industrial moderna dio lugar a una creciente demanda de directivos destinados a gestionar las
nuevas estructuras multidivisionales. Esto generó un mercado de función empresarial cada vez
más amplio, en el que las escuelas de negocios ofrecían una formación especializada en
administración y gestión de empresas, contribuyendo a fundar su identidad en tanto que
disciplina independiente. Así, con la progresiva racionalización y profesionalización de las
prácticas gerenciales, las nuevas instituciones educativas estadounidenses se convirtieron en
importantes habilitadoras del sistema. En ellas comenzó a conformarse una nueva clase de
líderes empresariales, los managers. Esta nueva clase social debía liderar el desarrollo industrial
del país, configurando la jerarquía directiva que marcaría la estrategia y la estructura de la
empresa industrial moderna en detrimento de fundadores y propietarios, en lo que se conoce
como la revolución gerencial estadounidense (Berle & Means, 1932; Chandler, 1977).
La difusión de las concepciones norteamericanas por el resto del mundo se produce una vez
finaliza la Segunda Guerra Mundial. Al tiempo que EE.UU. consolidaba su liderazgo mundial,
6
Los diferentes orígenes y modelos de escuelas de negocios en Amdam (1996, 2007) y Engwall & Zamagni
(1998).
5
su modelo productivo e industrial fue tomado como referente de éxito por el resto de países
capitalistas, que se inclinaron por sus nociones y formas de hacer negocios (e.g., Amdam, 2007;
Juusola, Kettunen, & Alajoutsijärvi, 2015). Este acercamiento les posibilitaría participar del
nuevo orden económico dirigido por la potencia, pero además, contarían con la ayuda política
y económica necesaria para recuperarse tras el conflicto bélico. Por otro lado, en el contexto de
la Guerra Fría con la URSS, Estados Unidos percibió la posibilidad de afianzar el liderazgo
mundial sumando socios afines al nuevo concierto económico y comercial regido por sus
dictados; librando simultáneamente la lucha con el bloque comunista en el plano ideológico
(e.g., Locke, 1996). La confluencia de ambos intereses abrió las vías para la expansión de la
propuesta estadounidense por el mundo, dando inicio a la pax americana.
La transferencia de las prácticas norteamericanas hacia Europa fue canalizada principalmente
a través del Programa de Recuperación Europea, popularmente conocido como Plan Marshall
(1948). Desde distintas instituciones, como la Agencia Europea de Productividad (EPA), o la
Fundación Ford, se promovieron programas de asistencia técnica, estableciendo intercambios
entre líderes de ambos lados del Atlántico con el objetivo de dar a conocer e introducir las
prácticas estadounidenses entre los países aliados (e.g., Amdam, 2007; Gourvish & Tiratsoo
1998; Gemelli, 1998)7. Entre las áreas de transferencia, la formación directiva ocupó un lugar
prioritario para las agencias estadounidenses (Álvaro, 2011a, p.81). Se pretendía incentivar
modelos productivos e industriales que se asemejaran al estadounidense, fomentando el libre
mercado, y la producción y el consumo a gran escala. Este proceso de americanización puede
entenderse como isomorfismo institucional: siguiendo la teoría neoinstitucionalista, aquellas
corporaciones que operan bajo un mismo sistema organizacional tienden a asemejarse debido
a procesos coercitivos, normativos o miméticos (Dimaggio & Powell, 1983). Así, alcanzando
distintos grados de isomorfismo en su espacio de interacción con las instituciones y actores
locales dominantes, e íntimamente ligadas al desarrollo industrial y empresarial de los países,
las escuelas de negocios se fueron instaurando como centros habilitadores del nuevo modelo
económico que se iba desplegando a escala mundial.
Mientras estos procesos de homogeneización institucional tenían lugar en el resto de Europa,
España sufría de un largo bloqueo internacional. La perpetuación de un Estado dictatorial una
vez concluida la Segunda Guerra Mundial, y la complicidad de facto del Régimen con las
potencias del Eje durante el conflicto, significó el rechazo de la comunidad internacional8. El
país quedó excluido del Plan Marshall, así como de las posibles vías de transferencia por parte
de los organismos internacionales. Además, las políticas autárquicas, adoptadas por el
franquismo una vez concluida la Guerra Civil, sumieron a España en una profunda crisis
económica y social. El desarrollo del tejido industrial español se asoció en gran medida al
dictado del Instituto Nacional de Industria (INI), el holding estatal creado en 1941 para
desarrollar los sectores estratégicos del país. El marco institucional, un régimen proteccionista
7
La EPA fue una creación estadounidense al amparo de la Organización Europea para la Cooperación Económica
(OECE). Se crearon centros de productividad nacionales y regionales, y las empresas comenzaron a introducir
progresivamente, y en función de sus circunstancias materiales, el sistema gerencial americano (Amdam, 2007).
8
La ONU había vetado la adhesión de España en 1945; veto al que siguieron numerosas sanciones diplomáticas
internacionales.
6
y discrecional que rehuía la lógica del mercado, hizo que la gran empresa española no se
asemejara a sus homólogas extranjeras, ni en su tamaño, ni en su gestión y dinamismo (Carreras
& Tafunell, 1993). Así, España parecía no cumplir con los requisitos para la llegada de las
nuevas concepciones gerenciales: ni un entorno geopolítico favorable, ni unas condiciones
materiales propicias para introducir las prácticas del management estadounidense. Sin embargo,
pronto se produjo una inflexión en ambos condicionantes.
Por un lado, el incremento de las hostilidades entre los Estados Unidos y la Unión Soviética en
el transcurso de la Guerra Fría, llevó al país norteamericano a considerar el territorio español
como destino estratégico para sus bases militares, del mismo modo que Grecia, Turquía o
Italia 9 . Como ocurrió con aquellos países, España accedió a la instalación de las bases
estadounidenses en su geografía a cambio de recibir ayuda económica, material militar y
asistencia técnica, cediendo en contra de las convicciones de integridad soberana nacional de
la dictadura. Por otro lado, de forma paralela, se efectuaba un viraje en la política económica
del Régimen, que ante el agotamiento del modelo económico y bajo la influencia externa,
parecía abandonar -no sin resistencia- los postulados autárquicos. La solución para salir del
colapso económico al que había conducido la política económica del primer franquismo pasaba
por acceder a la inversión extranjera, tanto económica, como tecnológica y técnica. Era
necesario desbloquear la economía nacional mediante un gradual movimiento de
homogeneización -o isomorfismo- con las nuevas reglas de juego. El cambio de mentalidad en
el seno del gobierno franquista vino simbolizado por la llegada a los puestos de poder de los
denominados “tecnócratas”, una nueva clase de dirigentes caracterizada por abordar desde una
perspectiva tecno-económica los asuntos políticos, y que pondría en marcha intensos programas
de estabilización, desarrollo y liberalización económica10. Afines al ideario estadounidense, los
tecnócratas avalaban las ideas de racionalización, gestión eficiente e incremento de la
productividad, en sincronía con la lectura del problema que hacían los organismos
internacionales de la época (Delgado, 2012)11. Se iban venciendo así las tensiones y recelos que
despertaban las ideas foráneas entre los círculos tradicionales de poder del país.
El acuerdo firmado con los EE.UU. (Pactos de Madrid, 1953), permitió a España participar en
los programas de asistencia de los que había quedado marginada. Aunque fuera del Plan
Marshall, y debido a su atraso económico y a las particularidades sociopolíticas, España, junto
a otros países de la Europa meridional como Grecia, Turquía, Portugal o Yugoslavia,
conformaban una categoría propia dentro de las agendas de las instituciones de ayuda
9
Turquía representa un caso útil de estudio, por sus similitudes con España: un sistema político no homologable
a las democracias occidentales, pero que obtuvo el apoyo de Estados Unidos a cambio de erigir al país en aliado
contra el comunismo. Como España, recibió una importante ayuda financiera norteamericana, y desarrolló
prácticamente al mismo tiempo una serie de escuelas de negocios que implantaron el modelo americano de gestión,
impulsadas por la Fundación Ford (Álvaro, 2018).
10
Este grupo también ha sido caracterizado por compartir, muchos de ellos, su afiliación al Opus Dei, la Prelatura
católica fundada apenas tres décadas atrás y que se posicionó como grupo de influencia y poder dentro del régimen
franquista y de la sociedad española en general. El Opus Dei fue la institución que promovió la creación de IESE,
una de las primeras escuelas de negocios.
11
La Organización Europea para la Cooperación Económica (OECE), entre otros, había señalado el importante
lastre que suponían las arbitrarias inversiones públicas, así como la falta de competitividad de la economía
española.
7
estadounidenses (Álvaro 2011a, p.86). La asistencia norteamericana buscaba más incentivar
cambios endógenos en el seno de estos países que condicionar las ayudas a restricciones en
materia de política económica. Así, a través de programas de estancia e intercambio de
profesionales se fueron transmitiendo las virtudes del sistema estadounidense a actores con gran
influencia en la sociedad española12. Los informes de los empresarios participantes en estas
misiones apuntaban la necesidad de fomentar la cooperación entre la comunidad empresarial,
y entre esta y las instituciones educativas, involucrando a ambas en el campo del management13.
Los líderes españoles, convertidos a través de estos vínculos en los embajadores de las prácticas
estadounidenses, fundamentaron la conformación de una red empresarial encargada de impulsar
la modernización de las prácticas gerenciales y la creación de las primeras escuelas de negocios
en el país (Puig & Fernández, 2003). Se trataba de grupos previamente bien posicionados, con
acceso a los recursos necesarios para explotar las oportunidades del mercado español,
basándose en la aplicación de los avances técnicos y los sistemas de organización que adquirían
de su contacto con líderes e instituciones norteamericanas (Puig & Fernández, 2003). Muchos
de ellos podrían encuadrarse en la élite directiva española, es decir, entre el grupo de individuos
situados en las posiciones de máxima influencia en la toma de decisiones de las compañías de
mayor impacto sobre la economía nacional (Khan, 2012).
Los profesionales estadounidenses que participaron en los primeros programas de intercambio
observaron que la selección para puestos directivos en Europa respondía a una “sponsored
mobility”, de acuerdo a una actitud tradicional y colectivista que primaba razones de parentesco,
contextos socioeconómicos favorables y redes sociales; en contraste con EE.UU., donde se
tendía a seleccionar a los individuos en mayor medida con base en sus competencias formativas
o factores meritocráticos, dentro de una “contest mobility” (Byrkjeflot, 2000). En esta línea, la
evolución histórica del líder empresarial español ha sido tipológicamente conceptualizada con
la sucesión Fundadores-Herederos-Directivos (Moya, 1975; Nogueira, 2015, p.111). La figura
del empresario directivo constituyó históricamente un grupo minoritario en relación al
conformado por fundadores y herederos. Propiedad y control solían coincidir en una
empresarialidad española cuyas necesidades iniciales de capital provinieron históricamente más
de la autofinanciación (propia o familiar) o el matrimonio, que de la banca o de los mercados
de capitales (Díaz Morlán, 2013) 14 . La figura del directivo profesional comienza a ganar
relevancia en la escena empresarial española durante el desarrollismo franquista, en el marco
temporal considerado como "edad de oro del capitalismo español" (Martín Aceña & Martínez
Ruiz, 2007; Nogueira, 2011). Es en este periodo (1959-1975) cuando se establecen y desarrollan
12
Junto a este canal de transferencia, destacó el importante número de empresas norteamericanas que se instalaron
en España durante las décadas de 1950s y 1960s, permitiendo la transferencia de conocimientos y capacidades
(Álvaro, 2011b).
13
Miembros de la Comisión Nacional de Productividad Industrial (CNPI), institución a cargo del Ministerio de
Industria que canalizaba el programa de estancias, apuntaban en sus informes las dificultades para introducir en
España las formas de hacer negocios estadounidenses debido al menor tamaño de la industria, la falta de medios,
y las restricciones legislativas (Torres, 2016, p.84).
14
De forma similar a lo que ocurría en Europa y Estados Unidos, a pesar del incremento de los directivos
profesionales en el seno de las empresas, propiedad y dirección siguieron estrechamente vinculadas debido tanto
a una perpetuación de los fundadores o herederos en los órganos directivos, como a una cada vez mayor
participación de los directivos en la propiedad de las empresas (López & Valdaliso, 2010, p.396).
8
las escuelas de negocios, que debían desempeñar un papel clave entre las fuerzas institucionales
llamadas a operar, a través de la provisión de formación especializada en management, la
transición hacia esta figura tipificada (directivo). Se ha señalado que el nivel educativo formal
de los empresarios españoles no divergía demasiado del de sus homólogos extranjeros, estando
dicha formación relacionada directamente con un buen desempeño empresarial (Tortella,
Quiroga & Moral-Arce, 2011). No obstante, la formación formal especializada en funciones
directivas de los empresarios era escasa. Las competencias directivas previas en el país se
concentraban mayoritariamente en la formación empresarial que proveían las escuelas de
ingeniería y las escuelas de comercio, que replicaban el sistema formativo elitista francés
(Fernández Aguado, 1997; Kipping et al., 2004)15. Tanto en la agenda de desarrollo estatal,
como en la de las distintas asociaciones e instituciones pro-estadounidenses que fueron
surgiendo, resultaba prioritaria la formación directiva como herramienta vehicular para
aumentar la productividad y la gestión eficiente en la empresa española16.
En este contexto aparecieron en España hasta cuatro escuelas de negocios entre 1955 y 1958:
la Escuela de Organización Industrial (EOI); el Instituto Católico de Administración y
Dirección de Empresas (ICADE); el Instituto de Estudios Superiores de la Empresa (IESE); y
la Escuela Superior de Administración de Empresas (ESADE) 17. Excepto la EOI, impulsada
por los Ministerios de Educación e Industria, el resto provenían de la iniciativa privada.
Además, tenían en común su identidad religiosa, al estar promovidas por alguna de las dos
principales órdenes católicas del país: el Opus Dei o la Compañía de Jesús. Tanto EOI (1955)
como ICADE (1956), fundadas en Madrid, estuvieron originariamente orientadas a la
formación de gestores de la empresa pública y, en especial, al conjunto de empresas que
conformaban el INI. Su finalidad era formar a la nueva clase de dirigentes de la burocracia
industrial del organismo estatal, objetivo que se fue desvaneciendo a medida que el capitalismo
industrial privado se abría paso en el tejido empresarial del país y la inclinación liberal de la
economía española avanzaba. Como resultado de ello, la empresa pública, y los directivos
técnicos de la misma, fueron perdiendo importancia.
Por su parte, IESE y ESADE se fundaron en Barcelona por iniciativa privada de grupos
empresariales de la región. En 1958 se constituyó IESE, una ramificación de la Universidad de
Navarra que “confía los aspectos doctrinales y espirituales de su actividad formativa a la
15
El cuerpo de ingenieros, con una formación eminentemente técnica, gozaba de un alto estatus dentro del sistema
socioeconómico español (De Miguel & Linz, 1964).
16
Entre este tipo de instituciones destaca la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD), organización de
empresarios fundada en 1956, y financiada con fondos norteamericanos. Sus objetivos eran profesionalizar la
gestión empresarial y promover la cooperación entre empresarios y directivos, tratando de hacer compatible el
modelo gerencial de la gran empresa estadounidense con la cultura de la élite empresarial española (Nogueira,
2015; Álvaro, 2011b). La APD reunía entre sus miembros a representantes de las grandes empresas españolas,
bancos, y algunos Ministerios, entre otros, cuyo conjunto podía representar en torno al 70% del capital de las
empresas españolas (Frederick & Haberstroh, 1969, p.67).
17
Los autores valoraron la conveniencia de considerar a ICADE en el estudio, sin embargo, la imposibilidad de
acceso a fuentes homólogas impidió su inclusión. La EOI no se incluyó por no tratarse de una escuela promovida
por la iniciativa privada. Para un completo recorrido por los orígenes de las primeras escuelas de negocios en
España, véase Puig & Fernández (2003).
9
Prelatura del Opus Dei”18. Aunque no contara con financiación directa americana, destacaba el
importante contacto por parte de sus fundadores con miembros de la Harvard Business School
(Gemelli, 1998). ESADE se creó el mismo año, promovida por la asociación empresarial y
religiosa Enseñanza y Formación, con el apoyo de la Compañía de Jesús, encargada de la
gestión y la docencia de la escuela. Esta orden religiosa ya contaba con una larga experiencia
en la formación especializada de gestores de empresa a través de la Universidad Comercial de
Deusto19. Los estatutos de la nueva institución, ESADE, señalaban como objetivo la creación
de un centro de enseñanza superior dirigido a la investigación en ciencias empresariales y a la
formación de personas capacitadas para regir y crear empresas bajo una visión social y cristiana.
En síntesis, la eclosión de las primeras escuelas de negocios privadas de inspiración
estadounidense se produjo en España tardíamente, y no por casualidad, en la segunda mitad de
los años 1950. Respondiendo a la coyuntura nacional e internacional, fueron promovidas por
las élites dominantes -tanto empresariales como religiosas y políticas-, que a través de
asociaciones con vínculos en el extranjero, articularían una modernización endógena en la
empresarialidad española. Desde sus inicios estuvieron destinadas a incrementar el capital
humano de los directivos transmitiendo la cultura corporativa y el cientifismo del management,
especialmente a aquellas compañías llamadas a liderar el desarrollo que experimentó el país en
las décadas subsiguientes. Su éxito institucional dependería, en primera instancia, de un eficaz
ensamblaje en la red empresarial existente, ganando la legitimidad suficiente para instaurarse
como nuevos centros de formación y reclutamiento de los miembros de la élite empresarial.
3.- Fuentes, metodología y marco conceptual.
Con el fin de analizar las vinculaciones entre las principales escuelas de negocios y los consejos
de administración de las mayores compañías españolas, se ha procedido de la siguiente manera.
En primer lugar, se ha delimitado el concepto de élite directiva, que en este texto se corresponde
con aquellos individuos que ocupan cargos en los consejos de las mayores sociedades anónimas
que operan en el país. Esto supone dejar fuera a otras personas que podrían incluirse en esta
categoría: altos directivos que no son presidentes, ni consejeros delegados, ni miembros de los
consejos de administración de estas compañías, así como a los altos cargos de empresas que no
adoptan la forma de sociedades anónimas, aunque en el periodo analizado (1960-2000) lo
habitual es que las mayores empresas presenten esta forma jurídica.
Para evaluar las dinámicas y los ritmos de la americanización en la economía española se ha
construido una base de datos que incluye a los miembros de los consejos de administración de
las 200 mayores compañías españolas, para los años 1960, 1970, 1980, 1990 y 2000. El número
de empresas de la muestra responde a la intención de asociar las escuelas de negocios al proceso
18
Directorio de Antiguos Alumnos IESE. Universidad de Navarra, 1999.
La Universidad Comercial de Deusto, fundada en Bilbao en 1916, fue pionera en ofertar programas en dirección
de empresas y economía a nivel universitario en España. Vinculada a la élite de familias industriales vizcaínas,
posee un alto grado de prestigio a nivel nacional. El presente trabajo no la considera al no tratarse de una institución
surgida dentro del proceso de americanización de la gerencia aquí analizado.
19
10
desarrollista que experimentó el país20. Los rankings de mayores empresas, en función de sus
activos, se han elaborado con datos procedentes de los Anuarios Financieros de Bilbao, los
listados de Dun & Bradstreet y los directorios Dicodi y Axesor. De estas mismas publicaciones,
completadas con otros anuarios, se han extraído los consejos de administración de las
compañías. En tercer lugar, con el objeto de rastrear la vinculación de los directivos con las
escuelas de negocios, se ha cruzado esta información con aquella obtenida de los Directorios
de Antiguos Alumnos de dos instituciones emblemáticas, IESE y ESADE, para el periodo 19582000. De los directorios se han extraído los datos referentes al tipo de programa formativo y al
año de promoción en los que se registró la presencia de los individuos en las entidades
formativas. La hemeroteca de la prensa escrita española de la época (ABC y La Vanguardia) ha
complementado cualitativamente la investigación con testimonios directos de los protagonistas.
Para analizar las vinculaciones entre los egresados en las escuelas de negocios y la red
corporativa española, el estudio instrumentaliza el concepto de élite corporativa. El criterio
establecido es que tienen esta condición aquellos presidentes, consejeros delegados o
consejeros que están, al menos, en dos de las mayores 200 compañías del país, y que, además,
se encuentran en el componente principal de la red corporativa. El componente, desde el punto
de vista del análisis de redes sociales, es un conjunto de actores que se encuentran vinculados
sin solución de continuidad entre ellos. El componente principal es el de mayor tamaño en una
red social, y en lo que respecta a la red corporativa, incluye a los actores con más centralidad e
influencia entre los consejeros múltiples -interlocking- de las empresas españolas21. Es decir,
que aunque un actor no esté vinculado directamente a los demás, indirectamente sí lo está, a
través de un tercero. Para el análisis formal de la red corporativa, se hace uso de las herramientas
teóricas y metodológicas propias del análisis de redes sociales. Se ha recurrido al software
Ucinet 6, con el fin de obtener los indicadores estadísticos que permiten representar
gráficamente la red, configurarla estructuralmente, y ubicar a los actores estudiados dentro de
la misma (Borgatti, Everett & Freeman, 2002).
Desde un punto de vista teórico, el trabajo se apoya en las tesis sobre variedades de capitalismo,
con el fin de establecer modelos institucionales de contraste (e.g., Hall & Soskice, 2001). La
red corporativa es considerada como una institución que se adecúa bien a un sistema capitalista
de mercado influenciado por el Estado (en inglés, State-influenced Market Economies; en
adelante, SME). Este modelo, que reúne patrones tanto de las economías coordinadas de
mercado (Coordinated Market Economies, CME), como de las economías de libre mercado
(Liberal Market Economies, LME), ha sido caracterizado, en el caso español, por la
intervención estatal en la coordinación de la economía y por la organización de la actividad
corporativa en grupos empresariales (Rubio & Garrués, 2018).
Por su parte, las escuelas de negocios son consideradas, a priori, como instituciones propias de
una LME, donde la actividad empresarial se desarrolla en el marco de acuerdos competitivos,
20
Navarro Rubio, ministro de Hacienda entre 1957 y 1965, señalaba cómo se planteó una reactivación económica,
con especial atención para las aproximadamente 200 empresas españolas que constituían el “cuerpo económico
del país” y los grupos bancarios que las sostenían (Navarro Rubio, 1991, p.151).
21
Este tratamiento se apoya en las investigaciones sobre interlocking directorates. Para un estado de la cuestión
considerando la variable temporal, véase David & Westerhuis (2014).
11
y los esfuerzos de los actores se coordinan fundamentalmente a través de las fuerzas del
mercado. La formación y acreditaciones de las escuelas de negocios se presuponen
favorecedoras de la competitividad y la selección meritocrática para altos puestos de dirección.
Partiendo de este marco conceptual se pretende corroborar o refutar, de acuerdo con la
investigación previa sobre los procesos de americanización, si la interacción de ambas
instituciones -escuelas de negocios y red corporativa- favoreció una configuración institucional
híbrida, y en qué medida esta configuración reflejó patrones de cada uno de los dos modelos
ideales de capitalismo señalados. Para ello se presta atención a las continuidades o cambios que
se produjeron en su trayectoria a lo largo de medio siglo de existencia, lo que debe contribuir a
mejorar el conocimiento sobre el contexto y la toma de decisiones de los llamados a ser líderes
del sector empresarial español.
4.- Las escuelas de negocios y la élite directiva española.
4.1.- Hipótesis 1: ¿Lograron las escuelas de negocios establecerse como nuevas instituciones de
extracción de la élite directiva española?
La evolución del número de egresados de IESE y ESADE en los consejos de administración de
las 200 mayores sociedades anónimas del país presentó una trayectoria ascendente a lo largo de
los cuarenta años posteriores a la fundación de las escuelas (tabla 1). Esta tendencia es más
apreciable si se consideran únicamente los puestos más altos de la dirección, los CEO. Para el
periodo 1980-2000, en torno al 15% de los altos CEO españoles habían pasado por las aulas de
alguna de las dos instituciones (D). Como elemento comparativo, en el mismo periodo la
Harvard Business School lograba captar un 8% de los principales CEO de las firmas del Fortune
200 (Neff & Ogden, 1999).
Tabla 1. Egresados de IESE y ESADE en los consejos de las 200 mayores empresas españolas.
1960
A. Asientos en los consejos de dirección
1970
1980
1990
2000
2558
2845
2405
1753
1731
B. Egresados en los consejos (%)
2%
5,3%
11,2%
12,8%
12,2%
C. CEO
238
213
274
245
278
0,8%
4,2%
14,6%
14,7%
15,5%
D. CEO que son egresados (%)
Fuente: elaboración propia, véase texto. CEO: presidentes y consejeros delegados.
Tras dos décadas operando, las escuelas de negocios lograron formar a un importante porcentaje
de la élite directiva, y sus niveles de captación ya convergían con los registrados en el resto de
países europeos. A finales de los años 1990, el 13% de los altos directivos españoles habían
estudiado en IESE o ESADE. En las mismas fechas, un 11% de los principales ejecutivos
europeos tenían una titulación en una escuela de negocios (Byrkjeflot, 2000). Existió sin
embargo una notable diferencia entre ambas instituciones. En promedio, la representación de
IESE en la cúpula directiva de las mayores compañías del país fue diez veces superior a la de
ESADE a lo largo del periodo estudiado. Esto refleja el tácito reparto de mercado inicial entre
las dos escuelas, que dirigieron sus servicios a distintos tipos de clientes. La estrategia de IESE,
12
en palabras de su fundador, era la de nutrirse de “personas de vértice”, esto es, de directivos ya
consagrados en la dirección de empresas, proporcionándoles una formación pos-universitaria.
ESADE, en cambio, comenzó ofertando una formación en la etapa universitaria, dirigida a
individuos con una trayectoria directiva aún no consolidada. Como resultado, el desfase
temporal entre el año de promoción y el año de ocupación directiva será mayor entre los
egresados de ESADE que entre aquellos de IESE, y por extensión, se observa una menor
incidencia sobre la élite directiva del país a lo largo de este periodo. La coincidencia espacial y
temporal de ambas escuelas no supuso, sin embargo, hostilidades. Al contrario, entre el grupo
de trece empresarios que promovieron la fundación de ESADE, había cinco alumnos de IESE
(Torres, 2016). Por lo tanto, se puede afirmar que, si bien no como fuente única, IESE logró
establecerse como una importante institución de extracción de la élite directiva española. Se
confirman así las primeras impresiones de los consultores de la Fundación Ford que, en 1969 y
tras de diez años de funcionamiento de las escuelas, observaron que "la Compañía de Jesús (y
en menor medida las escuelas estatales) domina los niveles sociales medio e inferior, mientras
el Opus Dei está apoderándose rápidamente del nivel elevado, que es sin duda el más fuerte
económicamente" (Frederick & Haberstroh, 1969, p.91). Se constata además el efecto
multiplicador al que aludía Juan Ginebra, segundo Decano de la institución, cuando señalaba
que “aunque el número de alumnos será siempre reducido, su influencia en la sociedad ha de
ser muy grande”22. Este nuevo cuerpo de directivos formados en las escuelas de Barcelona fue
una réplica privada al cuerpo de directivos de la empresa pública formados principalmente en
las escuelas de Madrid, aunque el tránsito hacia el aperturismo económico y la privatización de
entidades públicas, fue propiciando, como se verá, un solapamiento -o hibridación- entre
ambos.
4.2.- Hipótesis 2. ¿Contribuyeron las nuevas escuelas de negocios a configurar un modelo híbrido
entre el management estadounidense y las singularidades del sistema empresarial español?
Para responder a esta cuestión debe considerarse una influencia recíproca: la adaptación de las
escuelas a la idiosincrasia del sistema nacional y la adaptación del empresariado español a las
escuelas de negocios. Respecto a la primera, del mismo modo que las características de las
escuelas de negocios variaron entre los distintos países en función de sus desarrollos
particulares, también exhibieron diferencias dentro de un mismo país, motivadas por las
circunstancias locales y regionales en que se implantan. En España destacaban tres provincias
industriales: Madrid, Vizcaya y Barcelona. La arbitrariedad estatal del INI había contribuido a
incrementar los históricos desequilibrios regionales del tejido industrial español en favor de
estas zonas. Alberto Ullastres, ministro de Comercio, situaba a España en una posición
intermedia entre los países subdesarrollados y los desarrollados. Para la consecución de los
planes de desarrollo, destacaba la necesidad de localizar regionalmente las actividades
industriales (Ullastres, 1962). En el caso de Barcelona, la iniciativa privada en algunos sectores
había mantenido, pese al aislamiento nacional, un tejido empresarial relativamente consistente
y dinámico, con una larga tradición como distrito industrial. Se trataba, sobre todo, de pequeñas
22
Actividades del IESE. (25 de junio de 1969). ABC, p.51.
13
y medianas empresas de índole familiar, ligadas a la burguesía catalana, que configuraban una
red medianamente cohesionada, con vínculos en el extranjero, y proclives a la modernización.
La confianza empresarial que suscitaron los movimientos de aperturismo económico fomentó
el interés de los empresarios catalanes por explotar la oportunidad que ofrecía la creación de
centros de formación. Dada la organización industrial del país, al igual que en Madrid y en
Vizcaya, en Barcelona las escuelas de negocios contaban con la demanda necesaria y con los
factores empresariales idóneos para llevar a cabo su actividad. Considerando que tanto Madrid
como Vizcaya contaban con centros similares para la formación gerencial, no es de extrañar
que, sobre todo en los primeros años de su actividad, ambas escuelas se nutrieran
mayoritariamente de alumnos catalanes. Entre los objetivos de éstas estaba la creación de
vínculos para imbricarse en la industria y el entorno empresarial catalán, dentro de los nichos
que dejaba la empresa pública (Puig & Fernández, 2003). Esta correlación regional se estableció
también entre el domicilio social de las empresas en que se colocaron los egresados y las tres
principales zonas industriales del país: entre el 80% y el 90% de los alumnos repartieron sus
cargos en empresas radicadas en Barcelona, Madrid o Vizcaya, durante todo el periodo
analizado.
Junto a la adaptación regional, se produjo también una adaptación sectorial de las escuelas a las
dinámicas del tejido industrial español 23 . En 1960, las mayores compañías del país eran
industriales (Carreras & Tafunell, 1993). En consecuencia, en su primera etapa destacaron los
titulados que ocuparon puestos directivos en empresas de la industria química (e.g., Hidro-Nitro
Española, Antibióticos), y la minería y transformación de metales (e.g., Hullera Española,
Siderúrgica Asturiana). Así, las primeras promociones de alumnos estuvieron conformadas
mayoritariamente por perfiles técnicos e ingenieros, acordes a lo que la estructura empresarial
y el proceso industrializador del momento requería. La distribución sectorial de los egresados,
entre las mayores doscientas empresas, evolucionó directamente relacionada con la
reestructuración empresarial de la economía española a lo largo de las cuatro décadas (tabla 2).
El boom financiero de la década de 1970, con el establecimiento de grandes bancos industriales,
se reflejó en la ocupación de los puestos directivos por parte de los graduados (hasta un 38%).
Posteriormente, con el proceso de reconversión industrial iniciado a principios de la década de
1980 y con la incorporación a la Comunidad Económica Europea (1986), la industria pesada al
amparo del INI experimentó una progresiva descomposición. Con la liberalización del mercado
interno y el proceso de privatización de empresas públicas (1980s-1990s), las grandes
compañías industriales fueron perdiendo peso paulatinamente en favor de los sectores bancario
y energético, que constituyeron desde 1970, y hasta el 2000, el destino principal para la mayor
proporción de egresados. De este modo, los directivos privados fueron replicando a aquellos
que constituían el cuerpo de directivos del sector público, cuya formación recaía principalmente
en las escuelas de negocios de Madrid (EOI e ICADE). Se produjo, durante todo el periodo
estudiado, una importante circulación en ambas direcciones de los directivos entre la empresa
pública y la privada, reproduciendo el patrón de movilidad característico del sistema
empresarial americano (Nogueira, 2015).
23
Lógicamente, los resultados del análisis están condicionados por la estructura de la gran empresa española y la
desigual representación sectorial de las 200 mayores sociedades anónimas.
14
Tabla 2. Distribución sectorial de los egresados en las escuelas de negocios (%).
Banca, seguros y otras actividades financieras
Energía
Minería y 1ª transformación de metales
I. Química
Construcción
I. Maquinaria (no eléctrica)
Transporte y comunicaciones
I. Agroalimentaria
I. Construcción material transporte
I. Petróleo, combustibles nucleares y carbón
Comercio
Cemento y materiales de construcción
Telecomunicaciones
Otros sectores*
1960
8,0
2,0
22,0
24,0
8,0
12,0
4,0
2,0
6,0
2,0
1970
38,2
14,6
6,2
3,5
3,5
4,9
6,8
2,8
2,8
3,5
2,1
2,1
1980
14,3
18,6
8,6
6,2
5,4
5,8
7,4
5,4
2,7
3,1
0,8
6,6
10,0
9,0
15,1
1990
18,3
21,6
1,9
2,8
7,5
5,5
1,4
6,6
7,5
8,5
9,9
1,9
1,9
4,7
2000
10,2
22,3
0,5
0,5
6,9
2,9
5,8
8,3
5,3
8,3
5,3
1,9
6,8
15,0
Fuente: elaboración propia, véase texto. * Otros sectores incluye: industria textil, papel, madera, maquinaria
eléctrica y hostelería, representados de media en proporciones inferiores a los del resto de actividades que figuran
en la tabla.
Dentro de estos sectores, si bien los egresados comenzaron colocándose mayoritariamente en
compañías de la parte media y baja del ranking, con el transcurso de los años los egresados de
IESE y ESADE lograron posicionarse cada vez en compañías de mayor tamaño, en la parte alta
del ranking. Desde 1980, el 30% de los presidentes y consejeros formados en IESE o ESADE
desempeñó su actividad en empresas del cuartil superior de las 200 mayores sociedades
anónimas.
Tabla 3. Distribución de los directivos formados en IESE y ESADE en las 200 mayores empresas.
Ranking Empresa
1-50 (Q1)
51-100 (Q2)
101-150 (Q3)
151-200 (Q4)
TOTAL
Directivos formados en escuelas de negocios (%)
1960
1970
1980
1990
8,3
25,6
29,1
31,0
27,8
25,6
29,9
18,0
30,6
30,5
21,4
20,0
33,3
18,3
19,7
31,0
100,0
100,0
100,0
100,0
2000
30,9
18,1
27,7
23,4
100,0
Fuente: elaboración propia, véase texto.
Los resultados confirman empíricamente lo señalado por la investigación preliminar (Puig &
Fernández, 2003): ambas instituciones, y en especial IESE, lograron ir adaptándose con éxito a
las distintas particularidades específicas del sistema empresarial español 24 . No obstante,
considerando que fueron instituciones promovidas desde los propios grupos de poder
24
La rápida y efectiva adaptación de IESE vino sin duda impulsada por la estrecha relación que mantuvieron sus
profesores con empresas españolas a través de sus trabajos de consultoría. Uno de los principales objetivos de la
institución era contar con un cuerpo de docentes no eminentemente teórico, sino conformado por agentes activos
y conocedores de la realidad empresarial en la que operaban (Torres, 2016).
15
preexistentes, cabe preguntarse si en esta influencia se convirtieron en un instrumento de
renovación o de continuismo con respecto a las prácticas de reclutamiento tradicionales.
4.3.- Hipótesis 3: ¿Supusieron las escuelas de negocios un elemento de continuidad, favoreciendo
la auto-reproducción de las élites preexistentes; o un elemento de cambio, incorporando patrones
para su renovación a través del reclutamiento y formación de nuevos miembros externos?
Para responder a esta pregunta se han considerado tres cuestiones: (i) las barreras de entrada
que presentaron para la selección del alumnado; (ii) las dinámicas del proceso de captación de
altos directivos; y (iii) su penetración en la red de la élite corporativa española.
Respecto a la primera cuestión, las tasas de matriculación han supuesto históricamente, y a nivel
global, una alta barrera de entrada en las escuelas de negocios. La matrícula para el primer curso
de IESE (1958) ascendía a 25.000 ptas., cantidad inasumible para la mayoría de familias
españolas de la época25. Además, se buscaban candidatos con una trayectoria profesional de al
menos diez años preferentemente en puestos de dirección. Los criterios, extremadamente
exclusivos, acotaban la oferta de IESE a individuos previamente bien posicionados en el sistema
socioeconómico y empresarial del país, reforzando el patrón tradicional elitista de acceso a altos
puestos de dirección. Además, en tanto que miembros de familias privilegiadas, los primeros
clientes de las instituciones contaban ya con un nivel de estudios superior a la media española26.
Aunque ESADE, por su parte, presentaba unos criterios de selección menos elitistas en cuanto
a las trayectorias empresariales de sus clientes, el hándicap también lo ha constituido
históricamente el elevado precio de sus cursos. Atendiendo a este criterio, se concluye que las
escuelas de negocios, aplicando exclusivas barreras de entrada, no fomentaron en sus inicios
tanto una renovación de la élite directiva, como una modernización de los directivos
previamente bien posicionados en el sistema empresarial preexistente. La renta personal (o
familiar) sí parece determinar en este caso el nivel educativo especializado de los líderes
empresariales españoles, en contra de lo afirmado por Tortella, Quiroga & Moral-Arce (2011)27.
Este patrón, sin embargo, fue variando desde la década de 1970 en adelante, cuando la oferta
de las escuelas se fue diversificando entre programas exclusivos y programas más económicos
25
El salario mínimo interprofesional anual en España en el año 1963 era de 21.600 ptas (INE, Anuario Estadístico
de España). Aún hoy, cuando en España el salario medio anual se sitúa en torno a los 23.000 €, los precios de
matriculación en IESE pueden oscilar entre los 28.400 € de su Programa de Dirección General (PDG), y los
115.000 € del programa Global Executive MBA (Fuente: https://executivemba.iese.edu/admisiones-ytasas/tasas/). Por su parte, la matriculación para el Executive MBA de ESADE para el curso 2018-2019 asciende
a 62.500 €.
26
En España, el 78% de la élite empresarial tenía estudios superiores, mientras que la población adulta masculina
con tal formación era apenas del 2%. (Linz, 1964). En el caso de IESE, entre los alumnos de las diez primeras
promociones había: 113 ingenieros, 75 licenciados en Derecho, 40 químicos, 16 economistas, 11 licenciados en
Ciencias Exactas, 9 farmacéuticos, 7 arquitectos y 7 militares (Torres, 2016).
27
Deben señalarse, sin embargo, las importantes diferencias muestrales entre ambos trabajos. En este, la muestra
incluye a todos los componentes de un consejo de administración, donde los gerentes no solo no están excluidos,
sino que vienen ampliamente representados. En cambio, el texto de Tortella, Quiroga & Moral-Arce (2011) hace
referencia a empresarios, en un marco cronológico más amplio.
16
y accesibles, democratizando los procesos de selección a medida que la estrategia de las
instituciones se ha dirigido a un público más extenso28.
Consecuentemente, la trayectoria de reclutamiento de los egresados presentó dos etapas. Una
primera, entre su fundación y 1970, donde las escuelas consiguieron ganar prestigio gracias a
la captación (hasta un 5%) de la élite corporativa ya consolidada. Y un segundo periodo, entre
1970 y 2000, en el que, gozando del estatus alcanzado en la etapa previa, eclosiona su capacidad
para formar miembros o captar clientes que aún no han accedido a altos puestos directivos. De
los primeros 38 egresados con puestos directivos (que en 1960 ocupaban 50 cargos en el consejo
de administración), solamente 2 habían cursado previamente estudios en las escuelas de
negocios29. Los 36 restantes ya ostentaban un puesto de alta dirección entre las 200 mayores
compañías antes de obtener su titulación. Es decir, al menos durante la primera década, los
puestos de dirección constituyeron la ruta de acceso hacia las escuelas de negocios, y no al
revés. Este patrón parece invertirse desde 1970 en adelante, cuando los programas de formación
muestran en mayor grado una función de renovación, comenzando a preceder al alto puesto
directivo en la carrera de los individuos.
4.4.- Consejeros cruzados: egresados de IESE y ESADE en la red corporativa española.
La tercera cuestión, la penetración de las escuelas de negocios en la red corporativa, precisa de
un apartado completo. La estructura empresarial española ha estado altamente supeditada a las
redes sociales de la élite socioeconómica (Miguel & Linz, 1964). En este sentido, las escuelas
de negocios, además de por su oferta formativa, se han prestigiado históricamente por su
capacidad para crear una red de contactos entre sus alumnos/clientes, y entre estos y las
empresas del sistema. Las asociaciones de antiguos alumnos en las escuelas de negocios, así
como las funciones de patronazgo que las grandes compañías ejercen sobre las mismas,
responden a la necesidad de garantizar su propia reproducción, función inherente a toda red
social elitista (Whitley, Thomas, & Marceau, 1981) 30 . En este sentido, la capacidad de
networking de los individuos a través de las Asociaciones de Antiguos Alumnos se asocia a una
tipología de relaciones informales, difíciles de rastrear y cuantificar; por lo que se pone el foco
28
En su primera promoción, la oferta formativa de IESE consistía en su Programa de Alta Dirección (PADE). Con
los años, aparecieron nuevos programas, como el Programa de Dirección General (PDG), el Programa de
Desarrollo Directivo (PDD) o el Programa Master en Economía y Dirección de Empresas (MBA), dirigidos a
distintos niveles directivos, abriendo a su vez el abanico de precios. Una estrategia similar se siguió desde ESADE.
29
Debe considerarse el desfase temporal entre el momento en que un alumno adquiere su graduación, y su
incorporación a un puesto directivo o viceversa.
30
Las redes de antiguos alumnos de las escuelas de negocios han desempeñado históricamente una importante
función en la socialización de sus clientes, así como en la generación de fondos y legitimidad para las instituciones
(Byrkjeflot, 2000; Crainier y Dearlove 1999). La Agrupación de Miembros del IESE, creada por la primera
promoción de 1959, cuenta hoy día con más de 40.000 alumni. ESADE por su parte cuenta con más de 42.000
alumnos en su red internacional (Directorios de Antiguos Alumnos IESE y ESADE).
17
sobre las relaciones formales y explícitas que establecen los mismos a través de los consejos de
administración en que participan, recurriendo al análisis de consejeros cruzados31.
En el caso español, la mayoría de las grandes empresas han compartido históricamente
consejeros cruzados, dando lugar a una densa red corporativa (e.g., Rubio & Garrués, 2016).
Durante todo el periodo analizado, en torno al 20% de los consejeros egresados en IESE y
ESADE tuvieron la condición de consejeros cruzados en la red corporativa española (tabla 4,
fila G). Este grupo consiguió estar representado en una quinta parte de las 200 mayores
compañías del país (H). La proporción de egresados en las escuelas de negocios que fueron
consejeros comunes llegó a alcanzar y superar la proporción total de individuos que formaron
redes de consejeros -interlocks- desde 1970 en adelante (F/C).
Tabla 4. Egresados en IESE y ESADE en la red corporativa española.
A. Consejeros
B. Consejeros cruzados
C. (B/A). (%)
D. Consejeros egresados
F. Consejeros cruzados egresados
G. (F/D). (%)
H. Empresas con consejeros cruzados
egresados
1960
1590
439
27,6
38
8
21
1970
2143
426
19,8
115
22
19,1
1980
1842
369
20
196
42
21,4
1990
1499
199
13,2
172
32
18,6
2000
1476
175
11,8
168
28
16,6
16
41
69
50
37
Fuente: elaboración propia, véase texto.
En teoría, la llegada de las escuelas de negocios, vehiculando prácticas gerenciales más propias
de las LME, debía promover una inflexión en las dinámicas empresariales tradicionales en el
país. De hecho, la red corporativa española fue diluyéndose desde 1970 en adelante,
convergiendo con lo observado en las redes corporativas del resto de países capitalistas (Rubio
& Garrués, 2016). Sin embargo, al contrario de lo esperado, aunque en términos absolutos la
participación en la red corporativa de los egresados en las escuelas fue descendiendo desde
1980, en términos relativos se situó desde entonces por encima de los niveles medios del total
de directivos, presentando patrones más propios de una SME, y por ende, reproduciendo
prácticas tradicionales del empresariado español.
Similares conclusiones se desprenden del análisis de los parámetros estructurales de los
egresados en su relación con la red corporativa española (figura 1). La red corporativa general
incrementó sus indicadores -centralidad e intermediación- a lo largo del s. XX hasta la década
de 1960, en paralelo al crecimiento capitalista del país32. La agrupación de compañías públicas
en torno al INI (en especial empresas químicas, energéticas y militares), unidas al papel
vertebrador de la banca sobre la industria española, facilitaron la existencia de la red de
31
Los consejeros cruzados -interlocking directorates- han sido interpretados bajo numerosas funcionalidades:
desde un mecanismo de cohesión de las élites, hasta una forma de coordinar las estrategias empresariales o
mecanismos para reducir los costes de transacción entre entidades.
32
El grado de centralidad es indicador del número de enlaces que posee un nodo con los demás. El grado de
intermediación es indicador de la capacidad para controlar la información que tiene un directivo.
18
directivos múltiples -interlocking directorates- hasta estos años 33 . Las conexiones entre
empresas públicas y entre estas y las empresas privadas reforzaron aún más la red de consejeros,
hecho que se explica por la circulación de los directivos entre la empresa pública y la privada
(Nogueira, 2015). Desde 1970, en cambio, la red fue perdiendo consistencia. Tanto la ratio de
los grados de centralidad entre directivos múltiples egresados y directivos múltiples generales,
que mide la coincidencia de un consejero cruzado con otro en la misma compañía; como el ratio
de los grados de intermediación entre directivos múltiples egresados y directivos múltiples
generales, que refleja el número de pares de directivos que pueden conectarse con un tercero,
mostraron una trayectoria ascendente a lo largo de todo el periodo. Esto responde a una
creciente proporción de egresados en los sectores que articularon históricamente la red
corporativa española: la banca y el sector eléctrico (véase tabla 4). Considerando la red
corporativa como institución instrumental para caracterizar la variedad de capitalismo del país,
la participación de egresados en las empresas públicas y privadas que articularon la red española
puede entenderse como reproducción de las prácticas tradicionales de la empresarialidad
nacional, reforzando la caracterización en la modalidad de SME de la economía española
(Rubio & Garrués, 2018).
Figura 1. Tendencia de la ratio entre las medidas estructurales de la red corporativa española y
las medidas estructurales de la red de egresados en las escuelas de negocios.
Fuente: elaboración propia.
A estos patrones de continuidad con la tradicional élite española por parte de los egresados en
las escuelas de negocios, aporta más luz el análisis del perfil de los directivos participantes del
componente principal de la red corporativa. Puede contrastarse observando el porcentaje de los
consejeros formados en las escuelas de negocios que tienen origen social en la élite corporativa
sobre el total de consejeros cruzados formados en dichas escuelas que se situaron en el
componente principal de la red corporativa (tabla 5). La pertenencia a la élite se ha determinado
mediante el análisis cualitativo de cada uno de los directivos, recopilando información sobre el
33
Uno de los motivos institucionales que explican la existencia histórica de interlocking directorates es la
preeminencia de la banca sobre los mercados de capitales como soportes financieros de la industria de los países
(e.g., Aguilera, 1998; Windolf & Beyer, 1996).
19
grupo social y las profesiones de sus padres. La tendencia de este indicador apunta a una suave
reducción de la proporción de los individuos que, antes de formarse en las escuelas de negocios,
ya eran miembros de la élite corporativa, por ascendencia familiar. De nuevo, hay que
establecer diferencias entre ambas escuelas. Como observaron los consultores estadounidenses
"los estudiantes de las escuelas de la Compañía de Jesús pertenecen a un estrato social más bajo
y a familias no tan opulentas como las de los alumnos de IESE (Opus Dei)" (Frederick &
Haberstroh, 1969, p.91). Con el tiempo, el porcentaje de egresados directivos que no provienen
de este grupo socio-profesional aumentó; no obstante su representación continuó siendo
significativa: en el 2000, un tercio de la élite proviene de la élite tradicional34. Se observa una
transición en la que actúan dos fuerzas que se solapan dentro de las escuelas de negocios: una
fuerza de reproducción (aunque modernizadora) de la élite preexistente; y una fuerza de
renovación de la misma a través de miembros externos.
Tabla 5. Miembros del componente principal que han estudiado en las escuelas de negocios y
provienen de la élite empresarial española (%).
Élite Corporativa
1. No
2. Sí
3. s.d.
1960
37,5
37,5
25,0
1970
22,7
63,6
13,6
1980
45,2
33,3
19,0
1990
56,3
25,0
12,5
2000
42,9
32,1
17,9
Fuente: elaboración propia, véase texto. S.d.: sin datos
Los datos refuerzan la división en dos etapas diferenciadas en el reclutamiento de las escuelas
expresada en el apartado anterior. En el corte inicial de 1960 (anexo 1), el componente principal
de la red, aún primigenio y, por lo tanto, exiguo, ejemplificaba la adaptación de las nuevas
instituciones al entorno en que se instalaron. En los primeros años, la estrategia consistió en
promocionar los programas entre un pequeño círculo de amigos y conocidos (Torres, 2016)35.
Así, la red corporativa refleja una importante presencia de familiares catalanes, vinculados en
ocasiones a través de sus propias empresas heredadas. Son, por ejemplo, los casos de Roca
Soler y Roca Portet, directivos de Roca-Radiadores; o de Rivière Manen y Rivière Caralt, de
Siderúrgica Asturiana36. La preeminencia de Rivière y Roca en la red corporativa de egresados
en las escuelas de negocios se asocia a la especial vinculación de ambos grupos familiares a la
red estadounidense, bien a través de la ayuda técnica, bien por su participación en la
34
Los resultados pueden compararse con los obtenidos en el análisis de los presidentes y consejeros delegados de
las mayores 125 empresas españolas realizado por Rubio, Garrués y Chirosa (2018). Según este trabajo, la élite
corporativa tradicional va perdiendo protagonismo a medida que transcurre el último siglo. La misma tendencia
que se aprecia en el estudio de los miembros del componente principal formados en las escuelas de negocios.
35
Torres, analizando los orígenes del IESE, señala que en las diez primeras promociones, el 71,3% de los alumnos
trabajaba en la misma empresa en la que había comenzado su carrera, indicador de la escasa movilidad, propia de
la importancia de la empresa familiar. Además, el 23,4% de los mismos se ocupaba en cuatro o más compañías
(Torres, 2016).
36
El caso de la familia Rivière ha sido utilizado como paradigma de los límites entre la tradición familiar y la
modernización gerencial en la economía española (Fernández-Pérez, 1999; Puig & Fernández, 2003). Además de
los directivos citados, numerosos miembros de ambas familias constan entre los egresados históricos de IESE o
ESADE, reflejo de la estrecha vinculación de las nuevas instituciones formativas y la burguesía familiar catalana
de la época.
20
construcción de las bases militares y su vinculación tecnológica a grupos empresariales
norteamericanos (Puig & Álvaro, 2004). Ambos casos pueden visualizarse además en la red
primera como paradigmáticos de la evolución tipológica del empresariado español: herederos
descendientes de fundadores cuya formación en las escuelas de negocios les conferirá la
categoría de directivos.
Desde la década de 1970 se observa un nuevo patrón. España transita políticamente desde la
dictadura a la democracia y, económicamente, con la crisis energética internacional se pone
freno a la etapa expansionista previa. Se inician movimientos para reconfigurar el tejido
industrial construido en torno al INI, que se prolongan durante toda la década siguiente. A estos
se unen las posteriores políticas de liberalización y desregulación de los mercados con la
adhesión del país a la Comunidad Económica Europea en 1986. En lo que resulta un
paralelismo, los procesos de privatización y liberalización económica coincidieron con la
expansión y el aperturismo por parte de las escuelas. Tiene lugar una transición desde el
localismo regional de los inicios a una visión nacional, y posteriormente global, más allá de que
desde sus inicios contuvieran una vocación internacional gracias a sus vínculos con
instituciones extranjeras homólogas. En este sentido, si bien persiste en la red una notable
presencia de individuos catalanes, los egresados dejaron de provenir casi exclusivamente de
Barcelona, y el ámbito de influencia de las instituciones se extendió por el territorio nacional.
La asistencia a los cursos era obligatoria, por lo que en este cambio influyó sin duda la
fundación de los campus de IESE y ESADE en Madrid en 1974 y 1982 respectivamente, así
como otros campus internacionales que fueron inaugurando en los años siguientes. El
componente principal de la red corporativa del año 1980 muestra además una menor presencia
de empresas y grupos familiares que el anterior. No obstante, aún destaca la importancia de la
empresa pública, y la red se articula de forma preponderante a través de egresados que
participan en compañías del sector energético. Es complicado clasificar tipológicamente a los
egresados que forman parte de la red corporativa nacional desde 1980 en adelante. Pueden darse
diversos casos. Desde aquellos que simultanean cargos en empresas poco afines sectorialmente,
pero comunicadas financieramente, como es el caso de José Antonio Vicens Gómez Tortosa
(Banco Urquijo, Vallehermoso e Hidroeléctrica de Cataluña); hasta aquellos que lo hacen en
grupos sectorialmente afines, como José Luis Díaz Fernández (Banco de Santander, Hispanoil,
ENPETROL, ENIEPSA, PETROLIBER, ENAGAS, ENDESA…), el cual simultanea hasta 8
cargos, preferentemente en la industria del petróleo, aunque destacando su participación en
banca. La presencia de egresados que participaron en empresas públicas vinculadas al INI
refleja la extensión e incidencia que fueron alcanzando sobre el sistema empresarial en su
conjunto las escuelas estudiadas, pues a pesar de orientarse esencialmente hacia la empresa
privada, formaron también a importantes líderes de la empresa pública, función en principio
encomendada a las escuelas de Madrid.
En respuesta a las hipótesis planteadas y a tenor de lo observado, se concluye que las escuelas
de negocios cumplieron ambas funciones: una función continuista con las prácticas
empresariales preexistentes manifestada, sobre todo en sus inicios, en la exclusividad elitista de
sus programas y en la participación de sus egresados en la red corporativa nacional bajo
patrones tradicionales; y una función renovadora, en las últimas décadas, que permitió la
21
entrada a la cima del poder empresarial a individuos que, si bien procedían de familias
acomodadas y de un cierto nivel económico, no descendían de la élite corporativa anterior. Con
todo, se advierte en su trayectoria el solapamiento funcional propio de una configuración
híbrida entre las instituciones gerenciales, y las características precedentes del sistema
empresarial español.
5.- Conclusiones.
A lo largo de las cuatro décadas que siguieron a su surgimiento, IESE y ESADE lograron
imbricarse progresivamente en el sistema de actores -grandes empresas y directivos- a los que
dirigieron sus servicios. Desde una etapa inicial en la que, impulsadas por las élites
preexistentes, se nutrieron de un reducido círculo de conocidos y familias empresariales bien
posicionadas en Cataluña, fueron ganando legitimidad hasta lograr que sus egresados ocuparan
cada vez más puestos de dirección en empresas líderes a nivel nacional. En su relación con la
cúpula directiva de las 200 mayores compañías, IESE consiguió reclutar a una creciente
proporción de los altos directivos del país, erigiéndose como un importante centro para la
extracción de las élites directivas nacionales. Los números son claros: dos décadas después de
su fundación, una única institución ya era capaz de orientar la formación de hasta el 14% de los
CEO de las 200 mayores compañías españolas. Esto constata el efecto multiplicador que
tuvieron sus programas: un número reducido de egresados con una gran incidencia en la gran
empresa nacional.
La investigación refuerza la tesis sobre la americanización, que afirma que la expansión global
de las escuelas de negocios dio lugar a configuraciones híbridas entre el modelo del
management estadounidense y las distintas particularidades nacionales. La adaptación de las
primeras escuelas de negocios españolas a las singularidades del país se expresó en distintas
esferas: en la correlación regional con las zonas industriales más desarrolladas de España; en
su afinidad fundacional con los grupos religiosos y empresariales predominantes; en la
participación de sus egresados en los sectores y empresas más relevantes; y en su vinculación
con la red corporativa preexistente. Esta recurrente participación de los egresados en la red de
consejeros cruzados española a través de empresas históricamente articuladoras de la misma,
contribuyó a tejer una red corporativa más propia de economías que se apoyan en prácticas
empresariales coordinadas influenciadas por el Estado (SME) que en mecanismos competitivos
de mercado (LME). Por otro lado, a pesar de que las altas barreras de entrada que presentaron
las convirtieron en centros exclusivos y elitistas, lograron introducir un elemento renovador,
que se manifestó en una mayor presencia de miembros externos en las cúpulas directivas,
impulsando un cambio progresivo en la morfología del perfil del alto directivo español. Este
nuevo grupo de directivos, atendiendo a las circunstancias elitistas, probablemente estuviera
constituido por individuos de las clases medias altas empresariales que, a través de la formación
y contactos adquiridos en las escuelas, lograran ascender hacia puestos más altos de la jerarquía
empresarial. En teoría, la llegada del capitalismo gerencial, con la profesionalización de la
dirección, debía promover una inflexión en las dinámicas empresariales tradicionales en el país.
Entendiendo que únicamente dos centros de formación no pueden ser determinantes para
22
influenciar un cambio estructural profundo en las dinámicas nacionales, se destaca el factor
multiplicador de su influencia sobre el conjunto, avivando el debate sobre el papel que ejercen
dichas instituciones en las sociedades en que operan a través de su formación, socialización y
acreditaciones. Sería excesivo, sin embargo, afirmar que la mayor presencia de egresados en
las escuelas de negocios en las compañías líderes del país supuso un incremento de la
productividad y el desempeño empresarial general, contribuyendo de forma determinante al
crecimiento económico experimentado por España en las décadas siguientes. Aunque el capital
humano de la gran empresa española se viera incrementado mediante la formación influenciada
por el modelo estadounidense de liderazgo, y replicar las prácticas de este modelo supusiera
una ventaja para los países de industrialización tardía, no es posible establecer una relación
causal entre el paso por una escuela de negocios y el éxito de una empresa midiendo la
efectividad gerencial, como tampoco es factible medir en términos cuantitativos el impacto de
la formación de los directivos sobre el PIB del país. Para llevar a cabo un análisis de estas
características, se considera necesario reconstruir el proceso de toma de decisiones de un
número representativo de compañías -no solamente las exitosas-, asociando dichos procesos a
los resultados obtenidos comparativamente -de éxito o fracaso-.
Finalmente, si bien no puede sostenerse que se produjera una total homogeneización
institucional, sí puede afirmarse que esta fue suficiente para contribuir, en la medida de sus
capacidades, a homologar institucionalmente a la empresarialidad española con las nuevas
reglas del juego globales. Prueba de que se alcanzó esta homologación es el prestigio del que
las principales escuelas de negocios españolas gozan dentro del sistema internacional de centros
para la educación gerencial. La experiencia española puede servir de referente para estudios
similares sobre procesos de americanización en países de industrialización tardía que
presentaron similares características políticas y económicas a lo largo del siglo XX, como en
los casos del sur de Europa: Portugal, Italia, Grecia o Yugoslavia; o economías emergentes de
Sudamérica como Chile, México, Argentina o Brasil.
23
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27
ANEXO
Ilustración 1. Los egresados de IESE y ESADE en la red corporativa española (1960).
Fuente: elaboración propia.
28
Ilustración 2. Egresados de IESE y ESADE en la red corporativa española (1980).
Fuente: elaboración propia.
29