Cofradías penitenciales en la pintura
sevillana de los siglos XIX-XX
Margarita SÁNCHEZ LATORRE
Dirección General de Bienes Culturales
y Museos. Sevilla
A mis padres y a mi hermana
y a mis sevillanos, José Antonio y Abel
I.
Introducción.
II.
La ciudad y sus cofradías.
III.
Las procesiones.
IV.
Anécdotas y guiños de Semana Santa.
V.
La Macarena y el Gran Poder.
VI.
La internacionalización artística de la Semana Santa sevillana.
VII. Conclusiones.
Religiosidad popular: Cofradías de penitencia,
San Lorenzo del Escorial 2017, pp. 865-880. ISBN: 978-84-697-5400-9
I. INTRODUCCIÓN
Es en el ámbito de la pintura costumbrista, aunque con escarceos también
hacia la de vistas urbanas, de casacón o incluso de historia, donde Sevilla podía
bucear en su Semana Santa y en sus cofradías penitenciales, para hacer de ellas
objeto y particularidad pictórica. Una ciudad de temperamento alegre, festivo,
soleada, que gusta de las escenas amables y complacientes, incluso chispeantes,
que este tipo de pintura y la propia ciudad, con su paisaje y su paisanaje, podían
ofrecer. Sin pretender hacer un catálogo exhaustivo mencionaremos algunas
de estas obras y sus autores, para finalmente ofrecer unas conclusiones acerca de
su originalidad estilística. Hemos de apuntar, no obstante, suscribiendo al profesor
Enrique Valdivieso, que es quien nos precede en la realización de este tipo de
compilación1, que, pese a ser la Semana Santa una de las fiestas mayores de
la ciudad, no ha recibido una atención equivalente por parte de los artistas. Hasta
mediado el Ochocientos2, se encuentran escasas referencias pictóricas. Este
momento coincide con la protección oficial que los Duques de Montpensier
prestan a dicha festividad y con el desarrollo del costumbrismo pictórico.
II. LA CIUDAD Y SUS COFRADÍAS
A caballo entre la pintura costumbrista y la de paisaje urbano, existe una
obra que suponemos de colaboración entre los dos primos José y Joaquín
Domínguez Bécquer3, Procesión en la Puerta del Perdón de la Catedral de
1
VALDIVIESO GONZÁLEZ, E., “Representaciones pictóricas”, en Sevilla penitente.
Tomo I. Sevilla 1995, pp. 343-382.
2 Una de las obras más tempranas de un pintor sevillano del XIX acerca de la Semana
Santa sería el grabado Los nazarenos de las cofradías de Sevilla de Antonio Mª Esquivel,
publicado en el tomo IV de la Revista del Liceo madrileño en 1838, que no hemos podido
contemplar directamente, pero que cita BANDA Y VARGAS, A. de la, Antonio María Esquivel.
Sevilla 2002, p.114.
3 Suponemos que se trata de una obra de colaboración entre ambos, pues la referencia
encontrada fija como autor “José Joaquín Domínguez Bécquer”, por lo que suponemos la
omisión de la conjunción “y”. VV. AA. José Jiménez Aranda. 1837 – 1903, Fundación El
Monte, Sevilla 2002, p. 170.
COFRADÍAS PENITENCIALES EN LA PINTURA SEVILLANA…
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Sevilla. El ambiente es penumbroso. Anochece. La puerta de acceso al patio
de los naranjos, procedente de la antigua mezquita almohade, abre su arco de
herradura, blasonado de figuras cristianas y con la Giralda como fondo. Fuera, la
muchedumbre, no muy numerosa y oscurecida como el propio seminocturno,
espera la salida del santo. Esta pintura está cerca de las vistas románticas de
David Roberts y de Jenaro Pérez Villaamil, artistas que influyeron especialmente
en José. La arquitectura monumental es de altura casi fantasmagórica, imaginada,
soñada e irreal, aunque no por ello, menos bella.
Del segundo de los citados procede la obra, fechada en 1853, de La plaza de
San Francisco durante el desfile de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de
la Pasión (San Sebastián, Museo de San Telmo), con una visión más realista
de la ciudad. Nos encontramos en uno de los nudos neurálgicos del desfile
pasionista, la confluencia de la Calle Génova y la Plaza de San Francisco, en
un recorrido de retorno desde la Catedral, con Cristo llevando su cruz con el
Cirineo y, aún en la calle Génova, la Virgen de la Merced y San Juan precedidos
de cirios y bajo palio4. Encabezan la procesión penitentes de negro, con ancho
fajín de esparto y medias hasta la rodilla, portando en oblicuo el cirial y
siguiendo las vías del tranvía en el pavimento, entre la muchedumbre que, de
pie o sentada, se despliega por toda la composición.
Pero si hay una obra cumbre en la pintura decimonónica en lo que a conjunción
de Semana Santa y marco urbano de Sevilla se refiere es una anónima aguada
sobre lienzo del Santo Entierro de mediados de la centuria (Sevilla, Ayuntamiento).
Caracteriza a esta obra, por un lado, la sabia descripción urbana del cortejo desde
la Plaza de la Gavidia hasta la Catedral, pasando por la Plaza del Duque, Sierpes,
Plaza de San Francisco y Calle Génova, con una selección de los monumentos
más emblemáticos de este recorrido. Por otro, la detallada reproducción de los
pasos integrantes de la procesión, según descripciones de 1854, y la fidelidad
José Domínguez Insausti (Sevilla, 1805-1841) toma el apellido Bécquer del segundo de su
padre. Formado en la Escuela local de Bellas Artes, desde los años 20 practicó la pintura independiente,
que vendía con facilidad en el mercado sevillano y entre los visitantes extranjeros. Sus prototipos se
mantendrían a lo largo de toda la pintura romántica sevillana. Sus vistas de la ciudad se verían
influidas por el contacto mantenido en 1833 con Jenaro Pérez Villaamil y el escocés David
Roberts. Fue padre del poeta Gustavo Adolfo Bécquer y del pintor Valeriano Bécquer, así como
primo y colaborador de Joaquín Domínguez Bécquer (Sevilla, 1817-1879). Éste también se
formó en la Escuela local de Bellas Artes, de la que llegó a ser catedrático y director, además
de profesor de dibujo de los hijos de los Montpensier y pintor honorario de Cámara. Su pintura
se caracterizó por un dibujo suelto y de colorido brillante, medios técnicos que le permitieron una
notable dedicación al retrato, a la representación de tipos populares y de pobladas escenas
festivas en ambientes urbanos. VALDIVIESO, E., Pintura sevillana del siglo XIX, Sevilla 1981,
pp. 53-57, y VALDIVIESO, E., Historia de la pintura sevillana: siglos XIII al XX, Sevilla 2002,
pp. 375-376 y 394-398.
4 VALDIVIESO GONZÁLEZ, E., o.c. 1995, p. 355.
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MARGARITA SÁNCHEZ LATORRE
a un detalle de época: la calle aparece casi vacía de viandantes, concentrándose los
espectadores en los balcones5.
La misma cofradía protagoniza La salida del Cristo de la Pasión en la
Semana Santa de Sevilla desde la puerta de los Palos6 de la Catedral, entre la
muchedumbre ataviada a la moda del siglo anterior, en un ejemplo de pintura
de casacón. Es una grisalla al óleo de 1897, hoy perteneciente a la Colección
El Monte de Sevilla, de José Jiménez Aranda7, realizada para su publicación en
La Ilustración Española y Americana. Pertenece a la última etapa de la vida del
pintor, que había regresado a Sevilla desde Madrid, tras la muerte en la primavera
de 1892 de su esposa y una hija, víctimas del cólera. Un año antes de realizar esta
pequeña composición, el artista confiesa epistolarmente a Sorolla que está sumido
aún en una honda depresión8. Quizá estas circunstancias personales, tan amargas y
al final de la vida, le predispongan a este tema. Hemos de recordar que José Jiménez
Aranda no realizaba en Semana Santa otros asuntos que no fueran de la Pasión y
muerte de Cristo, aunque no prestó excesiva atención a la Semana Santa en sí.
El Cristo de la Pasión seguirá siendo motivo recurrente de inspiración. En
el caso de Joaquín Turina y Areal9 se añadirá la recreación histórica al presentar
al célebre autor de la talla titular contemplando su primera salida a la calle
en Martínez Montañés viendo salir la procesión de Jesús de Pasión (Sevilla,
Hermandad de Pasión), sentado en sillón frailero, acompañado de penitentes,
flagelantes y devotos. Dos detalles historicistas más son la presencia de los
frailes y el hábito blanco de los cofrades, vinculado al origen mercedario de
la corporación. La pose del escultor en esta obra pudo ser recreada en el
monumento de la Plaza del Salvador, obra de Agustín Sánchez Cid en 192310.
5
VALDIVIESO GONZÁLEZ, E., Ibídem, 1995, pp. 347-353.
VALDIVIESO GONZÁLEZ, E., Ibíd., 1995, p. 358.
7 Hermano del también pintor Luis Jiménez Aranda, José (Sevilla, 1837 – 1903) fue un
artista de talento, de fácil dibujo, soltura en la captación del natural y habilidad compositiva,
virtudes que puso al servicio, fundamentalmente, de la pintura de casacones, que empezó a
practicar a raíz de su estancia en Roma (1871-1875), donde obtuvo el aprecio del Mariano
Fortuny, y durante su estancia en París (1881-1890), donde asimiló el estilo de Meisonier y
expuso en el Salón Anual. Su etapa en Madrid (1890-1893) coincidió con una modulación de
su pintura hacia el realismo que empezaba a estar de moda y con el que concurrió a la
Exposición Nacional de Bellas Artes de 1890. VALDIVIESO, E., o.c., 1981, pp. 99-105 y
VALDIVIESO, E., o.c., 2002, pp. 430-432.
8 VV. AA. José Jiménez Aranda…, p. 114.
9 Padre del compositor Joaquín Turina Pérez, nacido en Sevilla en 1847 y fallecido en dicha
ciudad en 1903. Fue discípulo de Antonio Cabral Bejarano y Manuel Wssel. Destacó por sus temas
históricos y costumbristas. VALDIVIESO, E., o.c., 1981, p. 133, y VALDIVIESO, E., o.c., 2002, p. 465.
10 GARCÍA DE LA CONCHA DELGADO, F., y PEÑA FERNÁNDEZ, J. de la, “Historia de
las Hermandades de penitencia”, en Sevilla penitente. Sevilla 1995, t. I, pp. 139-140. VALDIVIESO
GONZÁLEZ, E., o.c., 1995, p. 356.
6
COFRADÍAS PENITENCIALES EN LA PINTURA SEVILLANA…
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III. LAS PROCESIONES
A esta estirpe descriptiva pertenece una obra de Alfred Dehodencq (París,
1822-1882), pintor francés residente en Sevilla durante doce años, que trabajó
para los Duques de Montpensier, D. Antonio de Orléans y D.ª Luisa Fernanda
de Borbón, hermana de la Reina Isabel II, quienes establecieron una suerte de
segunda corte en la Sevilla decimonónica11. Por encargo del duque, hizo este
artista en 1851 dos lienzos que debían representar la dualidad lúdico-religiosa de
la ciudad para el Salón Cuadrado de su palacio sevillano. Un baile de gitanos en
los jardines del Alcázar, delante del Pabellón de Carlos V y Una cofradía pasando
por la Calle Génova (Málaga, Museo Carmen Thyssen) se refieren al baile
flamenco y a la Semana Santa como exponente máximo de ese doble carácter de
lo andaluz12. Cristo crucificado aparece, de nuevo, en la confluencia de la
Plaza de San Francisco con la Calle Génova, lugar predilecto de contemplación
de la Semana Santa para la burguesía de la época13.
Un ámbito urbano similar es el elegido por Manuel Cabral Bejarano14
para sus dos versiones de la Procesión del Viernes Santo o La Cofradía de
Montserrat por la Calle Génova de 1855 y 1862 (La Habana, Museo Nacional,
y Sevilla, Reales Alcázares, respectivamente). Nos encontramos a pleno sol,
un radiante Viernes Santo, con Cristo crucificado entre los ladrones y María
Magdalena y, de nuevo, en la confluencia de la Plaza de San Francisco con
la Calle Génova15. Aquí la multitud, en balcones y en la calle, es más apiñada y
sus actitudes particulares pasan más desapercibidas que en el lienzo de Dehodencq,
si bien es posible distinguir, por ejemplo, a la izquierda, al pobre y tullido
11 Discípulo de Léon Coignet en su juventud, el estilo pictórico de Dehodencq se
caracterizó por su soltura y colorido, influyendo en algunos de los artistas sevillanos del momento. Al
servicio de los Montpensier (1850-1863), se dedicó al retrato, a los hechos protagonizados por
dicha familia así como a la captación de escenas populares. VALDIVIESO, E., o.c., 1981, pp.
74-75, y VALDIVIESO, E., o.c., 2002, p. 413.
12 DÍEZ, J.L., “Una cofradía pasando por la calle Génova, Sevilla” en:
http://www.carmenthyssenmalaga.org/obra/una-cofradia-pasando-por-la-calle-genova,-sevilla
[08/05/2017]
13 VALDIVIESO GONZÁLEZ, E., o.c., 1995, pp. 346-347.
14 Manuel Cabral Aguado (Sevilla, 1827-1891) fue hijo del también pintor Antonio Cabral
Bejarano, de quien tomó el apellido, y hermano de los también pintores Francisco y Juan Cabral
Bejarano. Su formación transcurre junto a su padre y en la Escuela de Bellas Artes de la ciudad, de
la que llegaría a ser profesor, además de pintor honorario de cámara de Isabel II, que apreciaba
mucho su obra. Aunque dedicado también al retrato y con algunas incursiones menores de género
histórico, la obra de Manuel Cabral Bejarano es sobre todo apreciada, a pesar de su dibujo
algo duro y su colorido un tanto convencional, por ser testimonio de las costumbres y vida de
la ciudad en la época. VALDIVIESO, E., o.c., 1981, pp. 78-81, y VALDIVIESO, E., o.c., 2002,
pp. 416-419.
15 VALDIVIESO GONZÁLEZ, E., o.c., 1995, p. 354.
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MARGARITA SÁNCHEZ LATORRE
que quizá espere un milagro de su devoción en esta Pascua, así como retratos
de familiares y amigos, entre ellos el de su padre y su hermano Francisco.
También José García Ramos16, exponente de otro tipo de escenas semanasanteras que comentaremos a continuación, deja testimonio de Procesión
por Sierpes (Sevilla, colección particular), una de las vías más significativas de
la carrera oficial. De factura suelta y abocetada, funde nazarenos, viandantes y
urbe en un mismo ambiente. Pero entre el encalado de las casas y la luz de
los cirios del paso, descuella el color negro, acercando esta obra a nivel formal a
la pintura de Nonell o Gutiérrez Solana, aunque sin carga crítica ni peyorativa.
Quizá esta obra sea ejemplo de reveses familiares sufridos en el cambio de
siglo, como la disolución de una academia creada, entre otros, con su hermano,
lo que oscurecerá su pintura y le restará donaire17.
El gusto por las cofradías penitenciales como argumento artístico rebasará
las fronteras del siglo XIX. Con una pincelada más suelta, más impresionista y
atenta a la evocación que al preciosismo, y una gama cromática reducida, en la
que destaca el ocre general, el blanco de los penitentes y algunos toques de rojo
y verde en el paso y en el monaguillo, encontraremos obras de la belleza de
La procesión de las Siete Palabras de Gonzalo Bilbao18 (Málaga, Museo Carmen
Thyssen). Representa su entrada en la catedral metropolitana, precisamente en
16 José García Ramos (Sevilla, 1852 – 1912) fue discípulo de José Jiménez Aranda, con el
que viajó a Roma y a París. En la Ciudad Eterna recibió también la influencia de Fortuny y
cultivó la pintura de casacón. No obstante, la mayor parte de su vida transcurrió en su ciudad
natal, donde se convirtió en el exponente de representación del casticismo andaluz, de escenas
y personajes populares, captados siempre en su aspecto divertido, eludiendo el carácter
trágico que también podía tener en determinados momentos la vida de las clases populares.
Fue autor de los carteles de Feria y Semana Santa de los años 1890, 1906, 1907 y 1912.
VALDIVIESO, E., o.c., 1981, pp. 116-119, y VALDIVIESO, E., o.c., 2002, pp. 439-443.
PÉREZ CALERO, G., El pintor José García Ramos 1852-1912. Exposición de obras de
colecciones particulares en el Ateneo de Sevilla, Sevilla 2012, p. 11.
17 PÉREZ CALERO, G., Ibídem, p. 9.
18 Gonzalo Bilbao (Sevilla, 1860 – Madrid, 1938) es el pintor sevillano más próximo a
Sorolla. Destacó por su interés en la captación de la luz y del instante con una pincelada
próxima al impresionismo. Su trayectoria fue la habitual en este tipo de pintores sevillanos:
formación en su ciudad natal, estudios en Roma, donde entra en contacto con José Villegas
(etapa de viajes que, en su caso, se vio completada con una estancia en París y dos años de
residencia en Tánger y Tetuán) y vuelta a su ciudad natal, donde llegaría a ser académico y
participante asiduo en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes. Su obra más famosa, Las
Cigarreras, compositivamente inspirada en Las Hilanderas de Velázquez, destaca por su
estudio perspectivo y de luces, aunque su argumento es el descanso de algunas cigarreras en
la fábrica para contemplar a una de ellas que amamanta a su bebé. Fue Bilbao un artista
notable, si bien a veces la crítica lo ha visto excesivamente inclinado a la captación de lo
anecdótico en su pintura, así como al encuadre fotográfico. VALDIVIESO, E., o.c., 1981, pp.
120-124, y VALDIVIESO, E., o.c., 2002, pp. 446-451.
COFRADÍAS PENITENCIALES EN LA PINTURA SEVILLANA…
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el año de la proclamación al trono de Alfonso XIII, 1902, y también año de la
visita de Sorolla a la Semana Santa sevillana, que volverá años después para
inspirarse y pintar una de sus Visiones de España, como luego veremos. En esta
obra, Bilbao actualiza la representación costumbrista sevillana, y pasionista
en particular, captando su imagen festiva y andaluza, con una nueva pincelada19.
Pero no será su única obra de este tipo.
Aunque fue tema querido por el artista, pocas representaciones se conocen
de este tipo en Gustavo Bacarisas20, si no es El desfile de la Cofradía de las
Siete Palabras, de 1925 (Sevilla, colección particular), obra hábilmente compuesta,
con el paso del Cristo de espaldas entre un grupo de nazarenos blancos y la
multitud que queda en tonos fríos, en un armonioso uso del fauvismo cromático al
servicio de la Semana Santa21.
A Santiago Martínez22 le corresponde el mérito de haber sabido conjugar
la emoción contenida y la objetividad en una época de divorcio entre los
temas religiosos y el arte. Ese equilibrio, tanto en las tonalidades claras y poco
estridentes, como en el porte sosegado de imágenes y penitentes, es patente
en El paso de la Amargura, dispuesto en su templo de San Juan de la Palma
(ca. 1955, Sevilla, colección particular) o El altar del Cristo de la Expiración
del Museo, durante la Cuaresma (1967, Sevilla, colección particular)23.
Otras obras contemporáneas de artistas menos conocidos, pero destacables
por la hábil captación de las imágenes, luces y entorno son Cristo de Santa
Cruz cruzando por los Alcázares de Ferreira (Sevilla, colección particular)
o la Virgen de la Estrella de B. Sierra (Sevilla, colección particular)24.
19
PÉREZ CALERO, G., “La Procesión de las Siete Palabras” en http://www.carmen
thyssenmalaga.org/obra/la-procesion-de-las-siete-palabras [08/05/2017]
20 Fue Bacarisas (Gibraltar, 1873 – Sevilla, 1971) un artista internacional, formado en
Roma y París, con una etapa de residencia en Buenos Aires, lo que le abrió el mercado
estadounidense. En 1914, en la plenitud de su carrera, se instala en Sevilla, donde residirá
hasta su muerte, salvo el paréntesis de la Guerra Civil. Su obra es una mezcla de estilos
internacionales desarrollados a partir del postimpresionismo, con cierto toque decorativista
modernista y colorido fauve. VALDIVIESO, E., o.c., 2002, p. 480.
21 VALDIVIESO GONZÁLEZ, E., o.c., 1995, pp. 363-364.
22 Martínez (Villaverde del Río, 1890 – Sevilla, 1979) fue discípulo de Gonzalo Bilbao y
de José García Ramos. Completó su formación en Madrid, donde conoció a Sorolla,
convirtiéndose en uno de los pintores herederos de su estilo. Su obra transcurre
fundamentalmente en Sevilla, donde practicó una pintura serena, con costumbrismo alejado
de tipismo y anecdotismo y un apacible impresionismo. VALDIVIESO, E., o.c., 2002.
23 VALDIVIESO GONZÁLEZ, E., o.c., 1995, p. 364.
24 VALDIVIESO GONZÁLEZ, E., o.c., 1995, p. 366.
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MARGARITA SÁNCHEZ LATORRE
IV. ANÉCDOTAS Y GUIÑOS DE SEMANA SANTA
Aunque, en un principio, a los pintores sevillanos pareció interesarles la
propia Semana Santa como festividad a representar en sí, igual que se hacía
con otras temáticas festivas cual ferias o romerías, o como excusa engalanadora
del espacio urbano, no tardaron en surgir escenas costumbristas menores,
propias de estas festividades, pero al margen del magno acto procesional en
sí. Momentos como los que preceden la salida de la procesión en el templo,
o las actividades que ocupan a los penitentes al margen del desfile, así como
las contingencias de la lluvia, etc. son algunos de los instantes que pudieron
captar y testimoniar aquellos pintores.
Aunque no ambientada en Sevilla, José Jiménez Aranda ofrece uno de
estos momentos previos en Penitentes en la basílica inferior de Asís, pintura
de 1874. Se trata de una de las llamadas pinturas de casacón, modalidad de
pintura costumbrista inspirada en el siglo XVIII y que tendría en pelucas y
casacas las notas indumentarias principales de sus personajes. Pero es una
pintura también comparable a aquellas que evocan las galerías pictóricas del
momento o el arqueologismo monumental, dada su pormenorizada descripción
del templo italiano. Probablemente la obra responda a alguna visita a la localidad
franciscana de Asís, muy unida a los hermanos Benlliure. José Jiménez Aranda
fue muy apreciado en esta etapa italiana por Mariano Benlliure y esta pintura
está fechada precisamente el mismo año de su muerte. Es una pintura que
combina el cuadro de costumbres, en su modalidad de casacón, con el trasunto
goyesco y el ensamblaje en el estudio de distintas escenografías de carácter
arqueologizante y grupos de personajes en distintas actitudes y vestimentas,
propio de la pintura de historia, y algo que también practicaba otro sevillano,
José Villegas25. Por lo que respecta al cuadro de costumbres, nos ofrece la
procesión a medio formar, y algunos penitentes que, espalda descubierta, se
azotan y portan la cruz, a imitación de Cristo.
Mencionaremos también aquí una obra de la etapa italiana de José Villegas
Cordero26, La procesión del Redentor (Bilbao, Colección Anitúa), de 1888,
25
VV. AA. José Jiménez Aranda…, p. 236.
José Villegas Cordero (Sevilla, 1844 – Madrid, 1921) fue uno de los pintores con más
talento de su tiempo. De haber pertenecido a las vanguardias artísticas, hubiese sido
probablemente uno de los artistas de su generación más destacados. Formado en Sevilla, completó
sus estudios artísticos en Madrid, como copista del Museo del Prado y especialmente de
Velázquez, cuyo influjo es notable en su pintura, y en Roma, donde llegó a ser director de la
Academia Española. A los 65 años volvió a Madrid, donde fue director del Museo del Prado.
Villegas cultivó los temas propios de su época: el asunto histórico, el retrato, el costumbrismo, donde
combinó la pintura de tipos populares andaluces e italianos, así como el tema marroquí, y
26
COFRADÍAS PENITENCIALES EN LA PINTURA SEVILLANA…
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captada en Venecia, lugar de frecuentes estancias. Combina la captación à
plein air de los efectos atmosféricos (uno de los canales venecianos por donde
transcurre la comitiva en un día de lluvia) y la recreación veduttista del
entorno urbano.
El ya citado Manuel Cabral Bejarano pinta en 1862 una escena de taberna,
Después de la procesión. Dos nazarenos, negro y blanco, de espaldas y de perfil
al espectador se muestran junto a la barra, junto a otros miembros de la
muchedumbre popular que los ha observado, ofreciendo así un contrapunto tanto
compositivo (el penitente blanco que centra una escena de tonos terrosos, en
que su compañero oscuro pasa casi desapercibido), como narrativo, esbozando
una escena relajada, sin crítica ni excesos en este caso, contrapuesta a la
rigurosidad de la penitencia pasionista.
Una escena protagonizada también por un penitente, al margen del desfile, es
la de Procesión en la Campana (colección particular), en la que un nazareno, de
rostro descubierto, ha salido de la procesión y es objeto de atención y sorpresa
por los viandantes. En obras así, José García Ramos desarrolla un costumbrismo
basado en el contacto real, diario y directo con lo cotidiano, al margen de
tópicos románticos27, en el que el humor es también bienvenido. Un suceso
inesperado pone en fuga toda la sobriedad del desfile y alienta la escapada
individual en ¡Hermanos, sálvese quien pueda! O inoportunamente, la lluvia
anula o interrumpe salidas procesionales en La tormenta o la anulación de la
procesión y Procesión interrumpida por la lluvia. En la primera, García
Ramos nos ofrece una escena en la que el clima intempestivo está a punto de
ofrecer un tumulto de confusión, pérdida de lámparas, etc., ante el gesto
exasperado de sacerdotes y hermanos mayores. La segunda presenta también
el momento en que la comitiva se apresura a guarecerse en el interior de la iglesia
con una pintura más evolucionada, más sintética compositiva y pictóricamente,
que recuerda a la pintura impresionista y fin de siècle francesa. El pintor
solía frecuentar las iglesias en los momentos previos a la salida procesional y
gustaba de captar estas inclemencias meteorológicas, que, en muchas ocasiones,
daban al traste con las ilusiones de todo un año, pero que el pintor sabía
captar con cierto toque de gracia y humor, sin tintes de trágica decepción,
como sugiere incluso el cromatismo de estas obras28.
especialmente el tema taurino, también la pintura de casacón, y el paisaje. En su etapa final se
acercó también al modernismo y al simbolismo y concibió una de sus series más conocidas,
Decálogo, inspirada en la actitud del hombre hacia Dios. VALDIVIESO, E., o.c., 1981, pp.
105-110 y VALDIVIESO, E., o.c., 2002, pp. 433-436. VV.AA., José Villegas Cordero (1844
-1921). Catálogo de exposición. Obra Social y Cultural de Cajasur, Córdoba 2001.
27 PÉREZ CALERO, G., El pintor José García Ramos…, p. 23.
28 Ibídem, p. 24.
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MARGARITA SÁNCHEZ LATORRE
Testimonio del mundo de las relaciones personales que tienen la Semana
Santa como excusa es Nazareno de La Macarena (Sevilla, colección particular),
donde un penitente es objeto de coqueto reclamo por varias jóvenes sonrientes. La
obra se fecha con posterioridad a 1889, cuando se introdujo nuevo hábito en
la cofradía, lo que puede contribuir también a la admiración de las jóvenes por el
cofrade: túnica y capa blanca y capirucho morado o verde según acompañara
a Cristo o la Virgen29.
García Ramos participó también en un proyecto editorial que le permitió
realizar cincuenta dibujos y cuatro óleos referentes a la vida andaluza, de una
manera realista, sin edulcorar ni folklorizar, por lo cual es una obra cumbre
del Regionalismo andaluz, donde arte y literatura se dan la mano. Nos referimos a
La Tierra de María Santísima del ecijano Benito Mas y Prat, obra publicada
en Barcelona en 1891. No falta en este proyecto la Semana Santa sevillana,
donde desplegó su talento en la captación de detalles de rostros, atuendos,
ornamentos, etc. (…Posee también un manto notabilísimo, ¿Quién no ha
presenciado con admiración..?, Por eso se dirige a las imágenes y canta,…
Y llevan grandes cruces al hombro, Las puertas de los templos se ven
tomadas)30.
Otro proyecto editorial interesante, y que entronca también con la descripción
de los nazarenos, como tipo popular de la Semana Santa es la serie
Nazarenos de Sevilla de Francisco Hohenleiter Castro31, realizada para el
libro de “Semana Santa de 1927”, donde se describen los cofrades de todas
las hermandades del momento, con esmerada atención a los detalles de su
atuendo y sobre fondo de sus Cristos, Vírgenes y barrios. No faltarían tampoco
en la nómina de este autor hermosas escenas que describen La salida del paso
de la Coronación de espinas y El tránsito del paso del Nazareno por el interior
de la Catedral (Sevilla, Hermandad del Valle), ambas de 1911, así como las
plumillas de 1930, como La salida del Gran Poder32.
La crónica de época también tiene la pintura y la Semana Santa como
protagonista. José Arpa Perea33, consolidada su formación en Roma y de
29 GONZÁLEZ GARCÍA, F. J., “La Cofradía de la Macarena como tema de la pintura
sevillana”, en Boletín de las Cofradías de Sevilla, 514 (2001) 41.
30 PÉREZ CALERO, G. El pintor José García Ramos…, pp. 7, 32.
31 Hohenleiter (Cádiz, 1889 – Sevilla, 1968) es un artista afincado en Sevilla, de hábil
color y dibujo, puesto al servicio de la pintura decorativa, de ilustraciones y carteles, así como
de pervivencia de la pintura de casacón en la primera mitad del siglo XX. VALDIVIESO, E.,
o.c., 2002, p. 481.
32 VALDIVIESO GONZÁLEZ, E., o.c., 1995, pp. 360-361.
33 A pesar de su humilde origen, José Arpa Perea (Carmona, 1858 – Sevilla, 1952) pudo
desarrollarse artísticamente durante las clases nocturnas de la Escuela de Bellas Artes y
COFRADÍAS PENITENCIALES EN LA PINTURA SEVILLANA…
875
vuelta en Sevilla a finales del siglo XIX y antes de su marcha a América,
recogerá en un dibujo de 1893 el trágico Incendio del manto de la Virgen de la
Amargura en la Procesión del Domingo de Ramos, que aparecerá reproducido en
“La Ilustración Española y Americana”. Y no será la única vez que trate este
asunto, el del incendio sufrido por la imagen a su entrada en la Plaza de San
Francisco el año precisamente que estrenaba respiraderos, pues volverá a
hacerlo de vuelta a Sevilla, treinta años después, tras largos años en México
y Texas, en Paso de Palio de la Amargura (Sevilla, colección particular),
aunque en este caso centrado sólo en la imagen, vista de espaldas, en una
pintura de toque impresionista y vibrante, donde la protagonista es la luz, de
los cirios, del incendio, casi fundidos en una única corona en torno al manto
de la Virgen, y donde el dibujo prácticamente ha desaparecido.
José Arpa Perea es un pintor más conocido por su dedicación al paisaje y
al retrato. No obstante, cultivó también el tema religioso y popular, especialmente
en Sevilla y en su última etapa. Y frente a otros artistas sevillanos, como José
García Ramos, que se dedicaron mayormente a captar el costumbrismo de la
Semana Santa, a Arpa le interesaría desde el punto de vista del ambiente, la luz,
los destellos de cirios y mantos, convirtiendo estas obras de Semana Santa en
escenas que ahondan en su sentir impresionista34. Un ejemplo de ello es
Cofradía de la Trinidad (Sevilla, colección particular)35.
Además de a esta cofradía, y también en esta época, Arpa dedicó una
serie de obras a la popular talla de la Semana Santa sevillana de Francisco Ruiz
Gijón, “el Cachorro”. La primera, de 1940 (Carmona, colección particular),
gracias también a Eduardo Cano, que supo reconocer su talento. Completó su formación en
Roma entre 1883 y 1886, donde contactó con José Villegas, gracias a una beca de la
Diputación de Sevilla. Arpa sorprendió al público de su época por su sentido del color y su
capacidad para captar paisajes y exteriores de forma extraordinaria. Además de su estancia en
Roma, en 1895 viajó a Marruecos y a partir de 1897 residió en América durante treinta y dos
años, primero en México donde llegó a ser catedrático de la Academia de San Carlos, y
después en Texas donde pintó paisajes tan extraordinarios como el Gran Cañón del Colorado
del Museo de Bellas Artes de Sevilla. VALDIVIESO, E., o.c., 1981, pp. 124-126, y
VALDIVIESO, E., o.c., 2002, p. 451.
34 RODRÍGUEZ SERRANO, C., "La temática religiosa en la obra del pintor José Arpa:
devociones populares", en XV Simposium sobre hermandades de Sevilla y su provincia,
Sevilla 2014, pp. 131, 140.
35 Valdivieso la fecha con posterioridad a 1928. VALDIVIESO GONZÁLEZ, E., o.c.,
1995, p. 338. Puede tratarse también de Procesión, obra fechada hacia 1930 por C. Rodríguez
Serrano en su tesis doctoral (fig. 475). RODRÍGUEZ SERRANO, C., El pintor José Arpa
Perea y la renovación de la pintura sevillana de su tiempo, Universidad de Sevilla, Sevilla
2015, pp. 88, 188, 189, 190, 227, 296. Tesis doctoral dirigida por el catedrático D. Enrique
Valdivieso González y codirigida por el catedrático D. José Fernández López. RODRÍGUEZ
SERRANO, C., o.c., 2014, pp. 131-148.
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MARGARITA SÁNCHEZ LATORRE
fue un regalo de bodas en el que representa la imagen en procesión, en un
ambiente de blanca luz, que todo lo tiñe y que tan bien casa con el tono
general abocetado de la obra. El Santísimo Cristo de la Expiración de la
Hermandad del Patrocinio (Carmona, Iglesia de Santa María de la Asunción), de
1942, de tipo hiperrealista, pudo ser un encargo particular finalmente ubicado en
su actual sede36. Otra similar, dedicada a dicha Hermandad, es copia de la
anterior, pero centrada en el busto.
Un nuevo costumbrismo de todo lo que rodea a la Semana Santa (desfiles,
visitas en las iglesias, madre vistiendo al niño de nazareno, etc.) nos lo ofrece
Alfonso Grosso37, pintor que gusta de temas religiosos, conventuales y de Semana
Santa, en El desfile de Santa Cruz por Guzmán el Bueno, Jueves Santo en San
Juan de la Palma, La salida del Silencio o Vistiendo al nazareno38.
V. LA MACARENA Y EL GRAN PODER
También existen algunas referencias a la Hermandad de la Esperanza
Macarena, estrella de la madrugada del Viernes Santo, creada en el convento
de frailes basilios de 1595. Sus disputas con la Santa Cena, radicada en idéntica
sede, la trasladaron en 1653 a la parroquia de San Gil, por su mayor cercanía
a los hortelanos, sus principales cofrades, donde añaden a su título el de la
Sentencia de Cristo. Durante el siglo XIX luchará por mantener su estación
de penitencia y será en 1855 cuando comience el auge que la llevará a la
construcción de una nueva basílica en 194939.
Esta cofradía ha generado una serie de obras específicas, en algunos
casos de pintores que sólo son conocidos por haber firmado obras con esta
temática. Entre los conocidos, destaca Virgilio Mattoni40 que en 1896 pinta
36
RODRÍGUEZ SERRANO, C., Ibídem, p. 141.
Grosso (Sevilla, 1893 – 1983) fue un artista defensor del arte tradicional y académico,
con la única concesión vanguardista de la soltura de la pincelada y el cromatismo en el color,
puesta al servicio del costumbrismo, del retrato y de la pintura de interiores religiosos y
conventuales, cuya atmósfera supo captar como ningún otro artífice. Fue discípulo de Bilbao
y García Ramos. VALDIVIESO, E., o.c., 2002.
38 VALDIVIESO GONZÁLEZ, E., o.c., 1995, p. 365. GONZÁLEZ GARCÍA, F. J., o.c., p. 42.
39
GARCÍA DE LA CONCHA DELGADO, F., y PEÑA FERNÁNDEZ, J. de la, o.c., pp. 147-149.
40 Virgilio Mattoni de la Fuente (Sevilla, 1842 – 1923) se forma en la Escuela de Bellas
Artes de la ciudad, donde es alumno de Joaquín Domínguez Bécquer y Eduardo Cano de la
Peña, y perfecciona su técnica en una estancia en Roma de dos años. Aunque cultivó todos los
géneros de su tiempo (retrato, pintura costumbrista, de historia, religiosa...) es en estos dos
últimos donde alcanzó notabilidad. En la pintura de historia porque realizó algunas de sus
mejores y más estudiadas obras, a veces no exentas de cierta aparatosidad, caso de Las
37
COFRADÍAS PENITENCIALES EN LA PINTURA SEVILLANA…
877
La Virgen de la Esperanza saliendo de la iglesia de San Gil (Sevilla,
colección particular). Está obra, firmada y dedicada por su autor, ha pertenecido
desde su realización a una familia cofrade residente cerca del Arco de la
Macarena. Su argumento es la interpretación simbólica de María, según los
estatutos de la cofradía. La Virgen de la Macarena es “entendida como la
doble expectación de María ante el nacimiento de Cristo y la entrega de su
cuerpo para la redención de los pecados”, a través de los objetos que salen de
un sepulcro en primer término (cruces y senatus)41. El palio de la Virgen se
recorta sobre la iglesia mudéjar y la noche estrellada. Y la precede un nazareno de
gran tamaño, que ondea un estandarte que envuelve toda la composición y gira su
rostro para escuchar una saeta. No faltan otros elementos trascendentes como
la dama arrodillada a los pies de la imagen, con los brazos extendidos, en
una suerte de devoción incontenible, que recuerda a otra de sus famosas
obras, Las postrimerías de Fernando III. A nivel artístico ofrece también la
innovación de incorporar el lienzo desnudo como parte de la composición,
que se recorta irregularmente sobre él, sobresaliendo distintos elementos
(escudo, estandarte, sepulcro...) del motivo pintado propiamente dicho. Es,
además, hasta ahora, la única pintura que aúna simbolismo y tema pasionista.
Mattoni, de hondo sentir religioso y preocupado por la conservación del
patrimonio, como miembro de la Comisión Provincial de Monumentos, nos ofrece
detalles de tipo historicista, como la portada original de la iglesia de San Gil
antes de su mutilación a principios del siguiente siglo. Mattoni fue requerido
y ofreció su asesoramiento en distintas remodelaciones artísticas llevadas a cabo
en imágenes procesionales, entre ellas, como asesor en 1880 y 1898 para la
restauración y remodelación del paso de la Sentencia, adecuándolo al gusto
historicista y realista, y en 1881 asesoró en la intervención de la Macarena42.
Otro conocido, Francisco Hohenleiter Castro con La Macarena en la
calle (1923, Sevilla, colección particular), describe el paso de la Virgen y el
momento en que el capataz, vestido de manera anacrónica, con peluca y
levita, se dirige a los costaleros, así como diversos grupos, de acólitos, de
majas abanicándose…43.
postrimerías de Fernando III, segunda medalla en la Exposición Nacional de 1887. Pero fue
su espíritu especialmente cristiano el que le predispuso para la realización de pinturas de
carácter religioso originales, en las que asimiló la influencia modernista y prerrafaelita,
dándoles un nuevo aire, místico e imaginario, y al que a veces sumó también la ambientación
historicista. VALDIVIESO, E., o.c., 2002, p. 438.
41 LUQUE TERUEL, A., “Virgilio Mattoni y la Hermandad de la Macarena de Sevilla”
en Laboratorio de Arte, 27 (2015) 470.
42 Ibídem, pp. 459-482.
43 VALDIVIESO GONZÁLEZ, E., o.c., 1995, pp. 360-362. GONZÁLEZ GARCÍA, F. J.,
o.c., 41.
878
MARGARITA SÁNCHEZ LATORRE
Alfonso Grosso, ya citado también, nos ofrece dos escenas de la Macarena
por la calle Parras, pero quizá su mayor homenaje haya sido tomar el rostro
de la Esperanza Macarena para la Apoteosis de la Inmaculada Concepción
sobre Sevilla, en la Catedral, realizada en 1954 para el primer centenario de
la proclamación del dogma44.
Entre los artistas menos conocidos, pero más relevantes en esta temática,
destaca un hermano cofrade, Manuel Flores Pérez, con El paso de la Sentencia en
su barrio y La Macarena en el Arco (Sevilla, Hermandad de la Macarena),
obras de los años 60-70, o La Macarena en la calle, durante la noche de
Rafael Cantarero, de 1949 (Sevilla, colección particular)45.
Respecto a la segunda de las populares imágenes sevillanas, recientemente se
ha descubierto una Procesión de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, de 1921,
de Gonzalo Bilbao. Su particularidad reside en hacerla desfilar por un itinerario
irreal e imaginado, el barrio de Santa Cruz, donde la cofradía nunca procesionó.
Precisamente en el año de ejecución de esa obra se coloca en la Plaza de Santa
Cruz el monumento de la Cerrajería, anteriormente situado en la confluencia
de Cerrajería y Sierpes (de ahí las serpientes)46. Otro pintor menos conocido,
Braulio Ruiz Sánchez nos ofrecerá en 1945 también el ambiente luminoso de El
paso del Gran Poder ante la capilla de los Panaderos (Sevilla, Hermandad del
Gran Poder)47.
VI. LA INTERNACIONALIZACIÓN ARTÍSTICA DE LA SEMANA
SANTA SEVILLANA
Aunque a nivel cronológico hayamos ofrecido obras posteriores, queremos
utilizar algunas obras significativas y de pintores no sevillanos para poner fin
a la nómina de ejemplos de cofradías penitenciales, pintura y ciudad de
Sevilla. En 1911 Sorolla (Valencia, 1863 – Cercedilla, 1923) recibió el encargo de
Archer Huntington de realizar “Visión de España”, ciclo de pinturas para la
biblioteca de la Hispanic Society de Nueva York, que representase las
costumbres y cultura hispanas. Para ello, realizó 14 paneles de distintas
dimensiones: el mayor, La fiesta del pan, dedicado a Castilla, cuatro a
Andalucía (tres a Sevilla y uno a Huelva), dos a Valencia y Alicante y uno
respectivamente a Aragón, Navarra, País Vasco, Cataluña y Extremadura.
44
VALDIVIESO GONZÁLEZ, E., o.c., 1995, p. 365. GONZÁLEZ GARCÍA, F. J., o.c., 42.
VALDIVIESO, E. , o.c., 1995, pp. 366-367. GONZÁLEZ GARCÍA, F. J., o.c., 41-44.
46 GUEVARA PÉREZ, E., “Una pintura de Gonzalo Bilbao sobre la procesión de Nuestro
Padre Jesús del Gran Poder”, en Boletín de las Cofradías de Sevilla, 635 (2012) 58.
47 VALDIVIESO GONZÁLEZ, E., o.c., 1995, p. 366.
45
COFRADÍAS PENITENCIALES EN LA PINTURA SEVILLANA…
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Para emprender esta enorme tarea, Sorolla se documentó con ahínco, primero con
fotografías y revistas, y luego, siguiendo los postulados noventayochistas a
cuya generación pertenecía, viajando a las distintas regiones para captar su
luz, sus objetos, sus tipos populares y paisajes48. Todo un largo proceso que
comenzó en 1911 y terminaría siete años después. El artista, que había visto
por primera vez la Semana Santa sevillana en 1902, viaja a comienzos de
marzo de 1914 de nuevo a la capital andaluza y en el Convento de San Clemente
realiza Los nazarenos. Sevilla, una obra en la que recoge, en primer término,
los penitentes negros del Cristo del Gran Poder, según sus propias palabras
“por ser menos carnaval” este color, acompañando a una Virgen de palio,
identificada como nuestra Señora del Mayor Dolor en su Soledad, de la
Hermandad de la Carretería49, para colgarlo en los muros de una institución
extranjera como muestra del carácter de esta ciudad y de lo andaluz. La Semana
Santa sevillana no podía viajar más lejos. En esta etapa sevillana, hizo también
estudios para la Virgen del Valle (Paso de la Virgen del Valle y Virgen del Valle.
Sevilla) y otro de la Virgen del Rosario de Monte Sión.
En parecidas fechas, otro artista extranjero de postulados artísticos totalmente
diferentes vendría a incorporar la Semana Santa sevillana a la vanguardia
artística internacional. El artista dadaísta Francis Picabia (París, 1878-1953)
visita a unos familiares residentes en Sevilla durante la Semana Santa de
1902 y 1909. Fruto de esta última visita serían la serie de obras de 1912: La
procession, Séville, Musique de procession y Crucifixion, donde la magna
fiesta religiosa sevillana es traducida al cubismo50.
VII. CONCLUSIONES
Para finalizar, queremos poner de manifiesto que, a pesar de los distintos
momentos elegidos o de la técnica y estilo empleados, la pintura sevillana de
Semana Santa se caracteriza por su tono amable. Puede enaltecer sus decorados
urbanos o presentarlos más o menos fidedignamente, centrarse en momentos
de salida significativos o en microescenas de la multitud, entre otros, pero
prevalece su tono sereno, a veces picaresco, pero siempre, como los cielos de
la ciudad, despejado, libre de nubarrones. Esa nota de alegría y buen humor la
diferencia notablemente de otros pintores españoles, que muestran otra cara de la
48
Los demás paneles andaluces serán El Encierro. Sevilla, concluido en diciembre de 1914, El
baile. Sevilla, Los toreros. Sevilla, de mayo de 1915, La pesca del Atún. Ayamonte, que termina a
finales de junio de 1919, con el que finaliza su Visión de España. PONS-SOROLLA, B., Joaquín
Sorolla. Vida y obra, Madrid 2001, pp. 397, 436, 440-441, 503, 588 y 594.
49 Ibídem, pp. 426-427. VALDIVIESO GONZÁLEZ, E., o.c., 1995, p. 360.
50 VALDIVIESO GONZÁLEZ, E., o.c., 1995, pp. 366-369.
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MARGARITA SÁNCHEZ LATORRE
misma moneda: la Semana Santa como parte del dominio religioso de la vida y las
conciencias, del atavismo, de la locura y lo grotesco.
No tenemos que recordar más que el Cristo de la Sangre (1911, Madrid,
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía), de Ignacio Zuloaga (Eibar, 1870 –
Madrid, 1945), una sumisa representación social ante la imagen greñuda y
ensangrentada, de rostro oculto, que produce cierto terror y rechazo. O a José
Gutiérrez Solana (Madrid, 1886 – 1945), con La Procesión de Semana Santa
(1935, depositado en el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander
y Cantabria)51. La Virgen y la Magdalena, en andas, sobre la multitud del
pueblo, de rostros endurecidos, colectivizados, donde hasta la disposición de
las manos de los frailes evoca los grilletes del presidio, y la población, los
cielos y la orografía, auguran algo fatal, tormentoso, ruinoso. Pinturas en que
la Semana Santa se alinea con la España negra, la del atraso social. Una idea
parecida la evoca también Francisco de Goya (Fuendetodos, 1746 – Burdeos,
1828), el genial aragonés, precursor de distintas corrientes de la modernidad
pictórica. Son sus distintas versiones de Procesión de disciplinantes (h.
1815-1819, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; 1820,
Buenos Aires, Museo Nacional y otra versión quizá copia de Eugenio Lucas
en Madrid, Museo Lázaro Galdiano52), que sangran bajo un puente donde se
hacina la multitud indistinta, junto a la actitud orante de monstruosas damas
de mantilla blanca.
En esa misma idea incide, de un modo más sutil, Viernes Santo en Castilla
(1904, Bilbao, Museo de Bellas Artes) de Darío de Regoyos (Ribadesella, 1857
– Barcelona, 1913). Unas andas y unos penitentes, negros, que atraviesan el arco
del puente por el que en ese mismo instante circula, también negro, el ferrocarril.
Dos imágenes, la de lo consuetudinario y la del progreso que se cruzan en un
instante, dándose la espalda la una a la otra.
51
“José Gutiérrez Solana en el Espacio Génesis del MAS”, en infoENPUNTO. Edición digital.
(28/05/2016) http://infoenpunto.com/not/18465/jose-gutierrez-solana-en-el-espacio-genesis-del-mas/
[26/05/17]
52 BOZAL, V., Francisco Goya. Vida y obra, Madrid 2005, vol. II, pp. 169-170.
RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS, A., “La Procesión de Disciplinantes de la Academia de
Belplas Artes de San Fernando. Goya y la religiosidad popular”, en Anales de Historia del Arte,
volumen extraordinario (2008) 389-405. Museo Lázaro Galdiano. CER.es (http://ceres.mcu.es/),
Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, España.
http://ceres.mcu.es/pages/ResultSearch?txtSimpleSearch=Disciplinantes&simpleSearch=0&hi
pertextSearch=1&search=simple&MuseumsSearch=&MuseumsRolSearch=1&listaMuseos=null
[27/05/2017]