Informe de evaluación de Amazonía 2021
Capítulo 23
Impactos de la deforestación y el cambio
climático sobre la biodiversidad, los procesos
ecológicos y la adaptación ambiental
Desmate no limite da Resex do Lago do Cuniã, 2020 (Foto: Bruno Kelly/Amazônia Real)
Sobre el Panel Científico por la Amazonía (PCA)
El Panel Científico por la Amazonía es una iniciativa sin precedentes convocada bajo los
auspicios de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN) de las Naciones
Unidas. El SPA está compuesto por más de 200 científicos e investigadores destacados
de los ocho países amazónicos, la Guayana Francesa y socios globales. Estos expertos
se reunieron para debatir, analizar y ensamblar el conocimiento acumulado de la
comunidad científica, los pueblos Indígenas y otros actores que viven y trabajan en la
Amazonía.
El Panel está inspirado en el Pacto de Leticia por la Amazonía. Este es el primer informe
de su tipo que proporciona una evaluación científica exhaustiva, objetiva, abierta,
transparente, sistemática y rigurosa del estado de los ecosistemas de la Amazonía, las
tendencias actuales y sus implicaciones para el bienestar a largo plazo de la región, así
como oportunidades y opciones relevantes de políticas para la conservación y el
desarrollo sostenible.
Informe de evaluación de Amazonía 2021, Derechos de autor 2022, Panel Científico por la Amazonía. Traducido del
inglés al español por iTranslate, con el generoso apoyo del Banco Mundial. Este informe se publica bajo una licencia
Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC BY-NC-SA 4.0). ISBN: 978-1-7348080-4
Cita sugerida
Artaxo P, Almeida-Val VMF, Bilbao B, Brando P, Bustamante M, Coe MT, Correa SB, Cuesta F, Costa MH, Miralles–
Wilhelm F, Salinas N, Silvério DV, Val AL. 2021. Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre
la biodiversidad, los procesos ecológicos y la adaptación ambiental. En: Nobre C, Encalada A, Anderson E, Roca Alcazar
FH, Bustamante M, Mena C, Peña-Claros M, Poveda G, Rodriguez JP, Saleska S, Trumbore S, Val AL, Villa Nova L,
Abramovay R, Alencar A, Rodríguez Alzza C, Armenteras D, Artaxo P, Athayde S, Barretto Filho HT, Barlow J, Berenguer
E, Bortolotto F, Costa FA, Costa MH, Cuvi N, Fearnside PM, Ferreira J, Flores BM, Frieri S, Gatti LV, Guayasamin JM,
Hecht S, Hirota M, Hoorn C, Josse C, Lapola DM, Larrea C, Larrea-Alcazar DM, Lehm Ardaya Z, Malhi Y, Marengo JA,
Melack J, Moraes R M, Moutinho P, Murmis MR, Neves EG, Paez B, Painter L, Ramos A, Rosero-Peña MC, Schmink M,
Sist P, ter Steege H, Val P, van der Voort H, Varese M, Zapata-Ríos G (Eds). Informe de evaluación de Amazonía 2021.
Traducido del inglés al español por iTranslate. United Nations Sustainable Development Solutions Network, New York,
USA. Disponible de https://www.laamazonia quequeremos.org/pca-publicaciones. DOI: 10.55161/SNTO3592
Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
INDEX
RESUMEN GRÁFICO ............................................................................................................................................ 2
MENSAJES CLAVE ................................................................................................................................................ 3
RESUMEN.............................................................................................................................................................. 3
23.1 IMPACTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO SOBRE LA BIODIVERSIDAD, INCLUYENDO LA DINÁMICA
FORESTAL, EL CICLO DEL CARBONO, LOS ECOSISTEMAS COSTEROS Y DE AGUA DULCE...................... 4
23.1.1 CAMBIOS EN LA BIODIVERSIDAD PROVOCADOS POR EL CAMBIO CLIMÁTICO Y LA DEFORESTACIÓN ............................5
23.1.1.1 Bosques de tierras bajas .......................................................................................................................................... 5
23.1.1.2 Conectividad de tierras bajas con tierras altas .................................................................................................... 6
23.1.1.3 Ecosistemas acuáticos ............................................................................................................................................. 7
23.1.2 DINÁMICA FORESTAL EN UN CLIMA CAMBIANTE ...................................................................................................9
23.1.3 CICLO Y ALMACENAMIENTO DEL CARBONO ........................................................................................................ 11
23.1.4 IMPACTOS SOBRE EL AGUA DULCE .................................................................................................................... 14
23.1.5 CAMBIO CLIMÁTICO E HIDROLOGÍA ................................................................................................................... 15
23.2 IMPACTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO SOBRE LOS SERVICIOS ECOSISTÉMICOS .............................17
23.2.1 POLINIZACIÓN Y DISPERSIÓN DE SEMILLAS ....................................................................................................... 17
23.2.2 ECOSISTEMAS ACUÁTICOS ................................................................................................................................ 19
23.3 RETROALIMENTACIONES CLIMÁTICAS DE LA VEGETACIÓN Y LOS CAMBIOS EN EL USO DEL
SUELO..................................................................................................................................................................20
23.3.1 ALBEDO SUPERFICIAL Y BALANCE DE RADIACIÓN ............................................................................................... 21
23.3.2 CAMBIOS EN LA HUMEDAD DEL SUELO Y EVAPOTRANSPIRACIÓN ......................................................................... 23
23.4 EMISIONES E IMPACTO DE AEROSOLES BIOGÉNICOS Y DE LA QUEMA DE BIOMASA DENTRO Y
FUERA DE LA REGIÓN.......................................................................................................................................25
23.4.1 IMPACTOS DE LAS EMISIONES DE LA QUEMA DE BIOMASA SOBRE EL BALANCE DE RADIACIÓN ............................... 25
23.4.2 IMPACTOS DEL OZONO DE LOS PRECURSORES DE LA QUEMA DE BIOMASA SOBRE EL ECOSISTEMA .......................... 27
23.4.3 IMPACTOS DE LAS EMISIONES DE LA QUEMA DE BIOMASA SOBRE LAS NUBES Y LA PRECIPITACIÓN ......................... 28
23.5 CONCLUSIONES .........................................................................................................................................29
23.6 RECOMENDACIONES ................................................................................................................................29
23.7 REFERENCIAS ............................................................................................................................................30
Panel Científico por la Amazonía
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Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
Resumen Gráfico
Figura 23.A Impacto de las actividades humanas sobre el medio ambiente amazónico. El cambio climático afecta a la Amazonía a través
del aumento de la temperatura, la alteración de los patrones de precipitación y los eventos climáticos extremos, lo que lleva a una mayor
mortalidad de la vegetación y a la pérdida de la biodiversidad terrestre y acuática. Esto, junto con el cambio de uso del suelo a través de
la deforestación y la degradación, reduce la evapotranspiración, cambia la dinámica del ciclo del carbono, disminuye la resiliencia de
los ecosistemas y conduce a una mayor pérdida de biodiversidad y mortalidad de vegetación, emitiendo gases de efecto invernadero
que impactan no solo a nivel regional, sino también a nivel global. Por otro lado, la deforestación amazónica potencia el cambio climático.
Panel Científico por la Amazonía
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Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos
ecológicos y la adaptación ambiental
Paulo Artaxoa,b*, Vera M.F. Almeida-Valc, Bibiana Bilbaod, Paulo Brandoe, Mercedes Bustamantef, Michael T. Coeg, Sandra Bibiana
Correah, Francisco Cuestai, Marcos Heil Costaj, Fernando Miralles–Wilhelmk, Norma Salinasl, Divino Vicente Silvériom, Adalberto Luis
Valc.
Mensajes clave
● La Amazonía es una de las regiones de mayor riesgo, debido al cambio climático global,, con la posibilidad de que más del 90% de las especies estén expuestas a temperaturas sin precedentes para el año
2100.
● Las brechas de conocimiento sobre el balance de carbono en la Amazonía son significativas, incluyendo
el papel de la degradación forestal y el incremento de la fotosíntesis natural. Para cerrar estas brechas,
se deben integrar la detección remota de mediciones de CO2, la recolección de datos de flujos de agua e
intercambio de carbono tierra-atmósfera, con las mediciones obtenidas a través de aeronaves y modelos
matemáticos.
● Reducir las emisiones de la quema de biomasa es fundamental para minimizar los impactos negativos
en los ecosistemas y la salud humana.
Resumen
El cambio climático ya está impactando mecanismos críticos del funcionamiento de los ecosistemas amazónicos. El aumento observado en la temperatura, los cambios en la precipitación y el aumento de los eventos
climáticos extremos afectan los servicios ecosistémicos, la absorción de carbono y la duración de los períodos de sequía, entre otros efectos. También afecta la biodiversidad, seleccionando especies que tengan la
capacidad de adaptarse rápidamente al cambio climático, incluyendo los peces de agua dulce y otros grupos
ectotérmicos. En particular, los rendimientos de la pesca son importantes para la seguridad alimentaria y se
han visto afectados por el cambio climático de manera impredecible. Además, las proyecciones indican que
el cambio climático tendrá impactos adversos significativos en la polinización y la dispersión de semillas,
produciendo cambios en la distribución de especies y el desacoplamiento de las interacciones bióticas, afectando los servicios ecosistémicos esenciales para el mantenimiento de los ecosistemas naturales y agrícolas.
La precipitación en la Amazonía es sensible a las variaciones estacionales e interanuales de la temperatura
superficial del mar, así como a fenómenos climáticos como El Niño y La Niña. El aumento de la intensidad y
frecuencia de sequías e inundaciones tiene impactos importantes en el ciclo del carbono. Los niveles de agua
Institute of Physics, University of São Paulo, Rua do Matão 1371, CEP 05508-090, São Paulo - SP, Brazil, artaxo@if.usp.br.
Research Center for Greenhouse Gas Innovation – RCGI, Engineering School, University of São Paulo, Brazil.
c Instituto Nacional de Pesquisas da Amazônia, Av. André Araújo, 2936, Manaus - AM, 69067-375, Brazil.
d Universidad Simón Bolívar, Apartado 89000, Caracas 1080, Venezuela.
e Instituto de Pesquisa Ambiental da Amazônia, Brazil.
f University of Brasília, Brasilia, Federal District, 70910-900, Brazil.
g Woodwell Climate Research Center, 149 Woods Hole Road, Falmouth, MA, United States, 02540-1644.
h Mississippi State University, 775 Stone Blvd, Mississippi State, MS 39762, United States.
i Universidad de las Americas, De Los Colimes esq, Quito 170513, Ecuador.
j Viçosa Federal University, Av. Peter Henry Rolfs, s/n - Campus Universitário, Viçosa - MG, 36570-900, Brazil.
k University of Maryland, College Park, MD 20742, United States.
l Pontifical Catholic University of Peru, Av. Universitaria 1801, San Miguel 15088, Peru.
m Universidade Federal Rural da Amazônia, Estr. Principal da Ufra, 2150 - Curió Utinga, Belém - PA, Brazil.
a
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Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
en Óbidos han aumentado significativamente en los últimos 30 años, y la escorrentía de la cuenca del Xingu
ha aumentado en un 10% (posiblemente debido a la deforestación del 40% en dicha cuenca). La Amazonía
fue un fuerte sumidero de carbono en la década de 1980, y las mediciones recientes muestran un sumidero
de carbono mucho más débil en los bosques. La absorción neta media de carbono para la década de 1990 fue
-0,59 ± 0,18 Pg C y-1,mientras que para la década de 2010, los valores descendieron a -0,22 ± 0,30 Pg C y-1.
En años secos, como 2005 y 2010, el bosque pierde carbono a la atmósfera, aumentando las concentraciones
de gases de efecto invernadero. Por otros lado, el aumento de los eventos climáticos extremos está reduciendo la absorción de carbono por parte del ecosistema amazónico. Las emisiones de la quema de biomasa
también tienen impactos negativos significativos en el ecosistema, como la emisión de altas concentraciones
de ozono que afectan la apertura de los estomas y la salud humana. Los aerosoles generados por la quema
de biomasa alteran el balance de radiación, aumentando la radiación difusa en comparación con la radiación
directa que afecta el ciclo del carbono. El aumento en el albedo de la superficie asociado con la deforestación
cambia la temperatura superficial y la partición de energía. La degradación forestal podría ser tan crucial
como la deforestación en términos de emisiones de carbono. Nuestro conocimiento científico actual apunta
a que los bosques amazónicos se vuelven cada vez más susceptibles a los incendios forestales y las sequías.
Las retroalimentaciones entre el cambio climático y el funcionamiento de los ecosistemas amazónicos son
sustanciales y deben ser más estudiadas y cuantificadas, especialmente las retroalimentaciones en los ciclos
del agua y del carbono. Necesitamos más estudios integrados que relacionen la pérdida de biodiversidad con
el cambio climático, incluyendo la resiliencia. Adicionalmente, existe la necesidad de una red integral de
observaciones ambientales amazónicas para brindar a la sociedad capacidades de diagnóstico de los cambios que ya están experimentando los ecosistemas terrestres y acuáticos.
Palabras clave: Impactos del cambio climático, ciclo hidrológico, biodiversidad, ciclo del carbono, precipitación, pesca
23.1 Impactos del Cambio Climático sobre la Biodiversidad, Incluyendo la Dinámica Forestal, el
Ciclo del Carbono, los Ecosistemas Costeros y de
Agua Dulce
Los ecosistemas terrestres y el clima interactúan de
manera compleja a través de cambios en el forzamiento del clima y múltiples retroalimentaciones
biofísicas y biogeoquímicas que ocurren en diferentes escalas espaciales y temporales. El cambio climático impacta los ecosistemas de los bosques tropicales de varias maneras, pero la atribución no siempre es clara, porque la variabilidad natural del
sistema climático puede ser grande. La caracterización precisa de la variabilidad hidroclimática en la
Amazonía en varias escalas de tiempo es fundamental para comprender el vínculo entre el cambio climático y la biodiversidad (Cheng et al. 2013). La temperatura, la precipitación y los eventos climáticos
extremos están cambiando cada vez más en los bosques tropicales y amazónicos. La gran biodiversidad
de la Amazonía ayuda en cierta medida a proteger el
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bosque, pero existen límites y umbrales para los impactos ambientales. La dinámica compleja del bosque está estrechamente relacionada con el ciclo del
agua y el carbono, y los cambios en un solo componente afectan a toda la estructura. Geológicamente,
el levantamiento andino fue crucial para la evolución de los paisajes y ecosistemas amazónicos (ver
los Capítulos 1 y 2). Los patrones actuales de biodiversidad están profundamente arraigados en el período pre-cuaternario (Hoorn et al. 2010). Los estudios del paleoclima amazónico ayudan a comprender la formación y evolución de este rico entorno y
muestran evidencia de que el impacto humano en
los ecosistemas amazónicos podría haber sido sustancial durante los últimos milenios (Maezumi et al.
2018; Maksic et al. 2019; Cordeiro et al. 2014; Anhuf
et al. 2006).
Los ecosistemas de agua dulce también interactúan
con todo el ecosistema de manera compleja y, en el
caso de la Amazonía, la cuenca alberga una biodiversidad acuática sin precedentes. En cuanto a los
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Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
Figura 23.1 Vínculos entre el clima, la deforestación, la degradación forestal y los impactos de los incendios en los ecosistemas amazónicos. Para establecer políticas públicas sólidas sobre cambio de uso de suelo, es necesario tener una visión integrada de los principales
impulsores e impactos. Adaptado de Luiz Aragão.
peces, más de 2400 especies (ver el Capítulo 3),
desde grupos antiguos hasta modernos, habitan en
todo tipo de cuerpos de agua, como pequeños arroyos, lagos y ríos grandes, y muchos están adaptados
a condiciones difíciles. Algunas de estas especies de
peces son importantes fuentes de proteínas para la
población local (ver los Capítulos 15 y 30). Otras especies son esenciales para mantener el equilibrio
biológico de los sistemas locales y la regeneración
natural de los bosques inundables. Sin embargo, las
condiciones desafiantes actuales de cuerpos de
agua particulares, como el bajo pH, la alta temperatura y el bajo nivel de oxígeno disuelto, podrían empeorar por los cambios climáticos en curso. Como
muchas especies de peces ya viven cerca de sus límites fisiológicos, los impactos ambientales en esas
características del agua afectarían la biota acuática
local (Braz-Mota y Almeida-Val 2021).
Este capítulo discutirá los impactos observados y
pronosticados del cambio climático en los ecosistemas terrestres y acuáticos amazónicos. Nos centra-
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remos en los impactos sobre la biodiversidad, los
servicios ecosistémicos, el ciclo del carbono, la pesca y las emisiones de quema de biomasa. Todos estos aspectos están íntimamente relacionados, como
se muestra en el esquema de la Figura 23.1.
23.1.1 Cambios en la biodiversidad provocados
por el cambio climático y la deforestación
23.1.1.1 Bosques de tierras bajas
Recientes publicaciones indican que el cambio climático global puede afectar la distribución futura de
la biodiversidad y la composición de las comunidades ecológicas, el tamaño de las áreas de distribución de las especies, las probabilidades de extinción
y la riqueza local de las especies. Varios estudios paleoclimáticos han informado cambios en la biodiversidad y las comunidades ecológicas asociados
con el cambio climático en un rango de escalas de
tiempo (Anhuf et al. 2006; Cheng et al. 2013; Cordeiro et al. 2014). La variabilidad climática asociada
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Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
con el forzamiento interno (como el acoplamiento
océano/atmósfera/tierra) y externo (como la actividad solar o el vulcanismo) ha alterado los ecosistemas durante miles de años. Sin embargo, durante
los últimos 20.000 años, la Amazonía ha tenido un
clima relativamente estable.
Aunque la deforestación y la degradación de los bosques son actualmente la amenaza más importante
para la biodiversidad en la Amazonía (ver los Capítulos 19 y 20), el cambio climático se está convirtiendo en un factor cada vez más relevante. El cambio climático y la deforestación combinados podrían
causar una disminución de hasta un 58% en la riqueza de especies de árboles amazónicos para 2050.
Las especies pueden perder un promedio del 65%
de su área ambientalmente adecuada original, y un
total del 53% se consideran amenazadas (Gomes et
al. 2019). Algunas regiones amazónicas tienen más
probabilidades de verse afectadas por los impactos
sinérgicos de la deforestación y los cambios climáticos: el este de la Amazonía puede sufrir hasta el 95%
de la pérdida de bosques para 2050, seguido por el
suroccidente (81%) y el sur de la Amazonía (78%).
Además, existe la influencia de los incendios forestales en las interacciones entre la deforestación y el
cambio climático (Gomes et al. 2019).
Las composiciones florísticas y funcionales de los
bosques amazónicos de tierras bajas bien conservados han ido cambiando según los registros de inventarios a largo plazo que abarcan 30 años. Entre los
árboles recién reclutados, los géneros tolerantes a la
sequía se han vuelto más abundantes, mientras que
la mortalidad de los géneros dependientes de la humedad ha aumentado en las parcelas donde la estación seca es más intensa (Esquivel-Muelbert et al.
2019). Los resultados sugieren un cambio lento hacia una Amazonía más seca, con cambios en la dinámica de composición (reclutamiento y mortalidad)
consistentes con los factores causantes del cambio
climático. El aumento del dióxido de carbono atmosférico (CO2) está generando comunidades arbóreas compuesta por especies de mayor estatura. A
pesar de los impactos del cambio climático en la
composición de los bosques, los largos tiempos de
generación de los árboles tropicales implican una
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respuesta retardada de la diversidad de árboles al
cambio climático (Esquivel-Muelbert et al. 2019).
Aunque el cambio climático afecta la biodiversidad,
la diversidad de características de las plantas puede
permitir que los bosques amazónicos se adapten a
las nuevas condiciones climáticas protegiendo las
funciones del ecosistema amazónico (Sakschewski
et al. 2016; ver también el Capítulo 24). Sin embargo,
los riesgos para la biodiversidad aumentarán con el
tiempo con la progresión del cambio climático antropogénico, con proyecciones futuras de pérdida
de biodiversidad global potencialmente catastróficas. Las proyecciones (entre 1850 y 2100) de temperatura y precipitación, para estimar el tiempo de exposición de un gran grupo de especies a un clima potencialmente peligroso, han indicado que la perturbación futura de los ensamblajes ecológicos sería
abrupta (Trisos et al. 2020), debido a la exposición
simultánea de la mayoría de las especies a condiciones climáticas más allá de los límites de su nicho.
Según la trayectoria socioeconómica compartida
SSP5-8,5 (emisiones altas) del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), tales eventos afectarán a los bosques
tropicales en las próximas décadas.
A pesar del menor nivel de calentamiento en relación con las regiones templadas, la exposición es
más significativa en el trópico. La poca variabilidad
climática histórica y los gradientes térmicos poco
profundos significan que muchas especies se encuentran cerca de sus límites térmicos superiores
en toda su área de distribución geográfica. La Amazonía es una de las regiones (junto con el subcontinente Indio y el Indo-Pacífico) expuesta a mayor
riesgo, con más del 90% de las especies en cualquier
conjunto expuesto a temperaturas sin precedentes
para el año 2100 (Trisos et al. 2020).
23.1.1.2 Conectividad de tierras bajas con tierras altas
La Amazonía alberga una de las comunidades biológicas más diversas del mundo (ver los capítulos 2 a
4), y se pronostica para muchas especies la migración hacia hábitats más húmedos y fríos a medida
que las tierras bajas se vuelven más secas y cálidas.
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Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
Siendo la cadena montañosa más extensa y más alta
del continente, los Andes pueden representar el
único refugio para muchas especies amazónicas, lo
que podría resultar en una pérdida neta de especies
en los bosques de tierras bajas (Colwell et al. 2008).
Es probable que las especies amazónicas de las tierras bajas sean muy vulnerables al cambio climático
debido a su estrecho nicho térmico. Algunas áreas
de los Andes pueden aumentar en riqueza de especies debido a la inmigración de especies de tierras
bajas. Sin embargo, estas ganancias pueden verse
contrarrestadas por otras amenazas a la biodiversidad, como la pérdida de hábitat. En partes de los Andes del norte, se pronostica que los cambios de en
especies de aves, mamíferos y anfibios provocados
por cambios en el clima conducirán a ganancias
promedio mínimas de 21 a 27% en la riqueza de especies, según dos escenarios de emisiones según
Nakicenovic y Swart (2000) (Lawler et al. 2009).
Debido a que la mayoría de las especies tropicales
podrían migrar a hábitats que coincidan con sus requisitos ecológicos en respuesta al cambio climático, proteger la conectividad de las tierras bajas con
las tierras altas más frías puede brindar una ruta de
escape para muchas especies de la megadiversidad
amazónica y las partes bajas de los Andes. Los cinturones de bosque típicamente están subdivididos
en montano superior (2500 m hasta el límite del
bosque) y montano inferior (1500 a 2500 m). Sin
embargo, muy pocos gradientes altitudinales de hábitat intacto se extienden desde las tierras bajas a
ambos lados de los Andes hasta la línea de árboles o
más arriba. Debido a que los bosques a menudo permanecen en cinturones aislados en elevaciones intermedias, muchas especies enfrentarán temperaturas más altas, lo que las obligará a desplazarse hacia zonas más elevadas. Simultáneamente, los bosques pueden ser empujados cuesta abajo por la expansión de los centros de población humana y el
avance de la frontera agrícola.
23.1.1.3 Ecosistemas acuáticos
Un efecto significativo del cambio climático en la
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función de los ecosistemas acuáticos y su biodiversidad (ver el Capítulo 3) es la interrupción del ciclo
hidrológico natural debido a picos inusualmente bajos y altos en los niveles del agua durante sequías extremas e inundaciones (Marengo y Espinoza 2016;
ver también el Capítulo 22). Tales eventos extremos
afectan a plantas y animales, provocando cambios
en múltiples niveles, desde individuos y poblaciones hasta comunidades y ecosistemas, a escala local
y regional. En las llanuras aluviales de la Amazonía
central, la sequía extrema de 2005 afectó la salud de
los curimátidos detritívoros (branquinhas), lo que
provocó que los peces fueran más delgados en relación con la longitud de su cuerpo (Correia et al.
2015). También provocó cambios en la abundancia
de peces y la composición de las comunidades de
peces, que se notaron una década más tarde (Röpke
et al. 2017). En la Amazonía occidental, la sequía extrema de 2010 provocó una disminución significativa de las poblaciones de aves zancudas, delfines de
río y peces (Bodmer et al. 2018). En contraste, las
inundaciones extremas en 2009 y 2011-2015 causaron una disminución del 95% en la población de mamíferos terrestres y alteraron las interacciones depredador-presa. Estos cambios persistentes en la
abundancia de vida silvestre cambiaron el esfuerzo
de cacería y de pesca, y aumentaron la presión de
pesca local por parte de los pueblos indígenas locales durante el período de inundación (Bodmer et al.
2018).
Los niveles futuros más altos del nivel del mar tendrán impactos importantes en los sistemas acuáticos de la Amazonía. Las aguas marinas se adentrarían profundamente en la Amazonía central, alterando drásticamente las costas, los hábitats, los microclimas y los patrones regionales de lluvia (ver el
Capítulo 1). Esta gran incursión marina convertiría
grandes áreas de selva amazónica de tierras bajas
en hábitats estuarinos y marinos cercanos a la costa
y posiblemente llevaría a muchas especies a la extinción.
Muchas especies de peces en la Amazonía son migratorias (ver el Capítulo 3), y su capacidad para migrar está amenazada por el cambio climático. Los
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Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
bagres Goliat (Brachyplatystoma rousseauxii, B. platynemum, B. juruense y B. vaillantii) realizan las migraciones más largas documentadas de peces de agua
dulce en la Tierra (Barthem et al. 2017). Desde hábitats de desove de cabecera en/o cerca del piedemonte andino de Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú
hasta hábitats de cría en el estuario del Amazonas
en el océano Atlántico. Sus viajes migratorios pueden expandirse a 11.600 km cuando los juveniles
más viejos de B. rousseauxii regresan a sus lugares de
nacimiento (Barthem et al. 2017). Los bajos niveles
de agua durante eventos de sequía extrema pueden
producir la fragmentación temporal del río, el bloqueo de las migraciones de peces y las extinciones
locales (Freitas et al. 2012). Sin embargo, se necesitan estudios que evalúen la magnitud de las perturbaciones del cambio climático en las migraciones.
La tectónica y el cambio climático son marcas claras
en la evolución de la biota amazónica. Los peces
amazónicos han experimentado auges de especiación durante períodos críticos de disponibilidad de
oxígeno, altas temperaturas y niveles extremos de
dióxido de carbono (Albert et al. 2018). Las presiones
ambientales en estos períodos geológicos dieron
forma a la biología de miles de especies de peces en
la Amazonía, incluyendo la aparición de características fisiológicas, bioquímicas y de reproducción peculiares en estas especies (Val y Almeida-Val 1995).
Tres aspectos de la calidad del agua merecen ser
destacados aquí, dada su vinculación con la conservación del bioma amazónico ante los nuevos escenarios impuestos por los cambios climáticos actuales y previstos para el futuro cercano. Estos aspectos
son la disponibilidad de oxígeno en el medio acuático, la acidez del agua por disolución del CO2 y el aumento de la temperatura.
La disponibilidad de oxígeno siempre ha sido un
desafío ambiental importante para los peces en la
Amazonía; Los peces presentan una amplia gama de
adaptaciones para transferir oxígeno del ambiente a
los diferentes órganos (Val y Almeida-Val 1995; Val
et al. 1998). Ejemplos de estas adaptaciones son la
respiración aérea en Pirarucu (Arapaima gigas)
(Brauner y Val 1996) y la expansión de los labios inferiores de Tambaqui (Colossoma macropomum), una
Panel Científico por la Amazonía
importante especie comercial para toda la Amazonía (Saint-Paul 1984). Estas adaptaciones les permiten respirar en la superficie de la columna de agua y
ponerse en contacto con una atmósfera modificada.
El aumento de la temperatura contribuye a una mayor ventilación y, por tanto, a un mayor contacto de
las branquias y los órganos respiratorios con el agua
y el aire con propiedades modificadas (Almeida-Val
y Hochachka 1995).
A medida que el agua se calienta, pierde su capacidad de retener oxígeno, pero al mismo tiempo provoca una mayor demanda de oxígeno en animales
de sangre fría como los peces. Las especies de peces
amazónicos andinos, en particular los que habitan
en altitudes elevadas y prefieren el agua fría, son altamente susceptibles a las contracciones en su rango de distribución y eventualmente a la extinción a
medida que avanzan río arriba, en busca de agua
más fría (Herrera et al. 2020). Los aumentos en el
metabolismo de las especies de aguas cálidas en los
hábitats de las tierras bajas pueden desencadenar
una mayor ingesta de alimentos y causar consecuencias imprevistas en las redes alimentarias locales. Los Tambaqui expuestos a condiciones experimentales, que imitan la temperatura del aire elevada y el CO2 predicho por los escenarios de cambio
climático, aumentaron su ingesta de alimentos,
pero su crecimiento disminuyó en los escenarios de
calentamiento más extremos (Oliveira y Val 2017).
Estas respuestas fisiológicas de peces grandes y longevos como el Tambaqui pueden aumentar la competencia con otras especies de peces y reducir la capacidad de carga de los ecosistemas acuáticos.
Muchas especies de peces en la Amazonía son susceptibles a pequeños aumentos de temperatura
(Campos et al. 2018). La temperatura crítica máxima
de algunos grupos de peces ya está muy cerca de las
temperaturas máximas promedio actuales. Pequeños aumentos de temperatura afectan a múltiples
procesos fisiológicos. Los estudios con Tambaqui
demostraron que los procesos reproductivos más
básicos, como la fertilización, son sensibles a las
condiciones ambientales, incluyendo la temperatura y el pH (Castro et al. 2020). Además, los cambios
en los procesos metabólicos que proporcionan la
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Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
energía necesaria para la supervivencia de los peces
en diferentes situaciones pueden ser un ejemplo de
la mayor variabilidad ambiental en los ambientes
amazónicos.
Las aguas ácidas son comunes en la Amazonía (ver
el Capítulo 4). Las aguas negras del río Negro, por
ejemplo, son típicamente ácidas, y algunos de sus
lagos marginales pueden tener aguas con valores de
pH tan bajos como 3,5. Aun así, cientos de especies
de peces diferentes habitan estas aguas, incluyendo
cientos de especies de peces ornamentales que sustentan una importante economía de algunos pueblos amazónicos (ver el Capítulo 30). Estamos lejos
de conocer la resiliencia de los peces amazónicos a
las variaciones de pH. Sin embargo, sabemos que
utilizan diferentes estrategias para mantener la homeostasis iónica ante situaciones desafiantes impuestas por la acidez del río Negro (Gonzalez et al.
2002). También sabemos que los peces Tambaqui
son notablemente resistentes a la exposición al agua
ácida (Wood et al. 1998). Así, al menos para las especies estudiadas hasta ahora, salvo para la fertilización, el pH ácido no representa una limitante crítica.
Sin embargo, se necesitan más estudios con otras
especies de peces.
Estamos lejos de comprender los efectos del cambio
climático en los peces de la Amazonía. Sin embargo,
según los modelos del IPCC, ya sabemos que los peces se ven significativamente afectados cuando se
exponen a escenarios ambientales simulados de
temperatura, CO2 y humedad para el año 2100. En el
caso de Tambaqui, se observaron reajustes transcripcionales (Prado-Lima y Val. 2016), trastornos
vertebrales intensos con aumento de los niveles de
lordosis, cifosis y escoliosis (Lopes et al. 2018), y una
conversión alimenticia reducida, junto con una mayor demanda de alimento, pero con menores tasa de
crecimiento en los escenarios climáticos más drásticos (Oliveira y Val 2017). Las perturbaciones también ocurren con especies de peces ornamentales
en el Río Negro (Fé-Gonçalves et al. 2018). Sin duda,
la pesca y la acuicultura necesitarán incorporar
nuevas tecnologías ante los nuevos escenarios climáticos para mantener la producción de proteínas y
garantizar la seguridad alimentaria.
Panel Científico por la Amazonía
23.1.2 Dinámica forestal en un clima cambiante
La dinámica forestal se caracteriza por interacciones entre perturbaciones y procesos demográficos
(p. ej., reclutamiento, crecimiento y mortalidad),
que juntos dan forma a gran parte de la estructura,
el contenido de carbono y la composición de especies de los bosques amazónicos. A pesar de su alta
resiliencia, el cambio climático antropogénico está
alterando significativamente la dinámica de los bosques en toda la cuenca. Esto incluye bosques primarios, degradados y secundarios. El cambio climático
exacerba los impulsores crónicos (p. ej., el aumento
de la temperatura y el CO2) del cambio forestal y el
alcance, la frecuencia y la intensidad de los eventos
de perturbación únicos y combinados, incluyendo
los incendios forestales, las sequías, los derribamientos por el viento y el aumento de plagas. Una
pregunta pendiente es si tales interacciones entre
factores de estrés y perturbaciones serán lo suficientemente grandes como para superar la capacidad de los bosques tropicales para resistir y responder a tales cambios, especialmente cuando interactúan con el cambio de uso del suelo (ver el Capítulo
24).
Las emisiones globales de carbono han impactado
los bosques más remotos de la Amazonía al cambiar
la composición atmosférica y la temperatura del
aire. La acumulación de CO2 atmosférico ha contribuido al aumento del crecimiento de los bosques
primarios y las tasas de mortalidad a mediados de la
década de 2000 (Brienen et al. 2015). Aunque este
efecto probable del CO2 finalmente ha promovido
ganancias de carbono (C) forestal, especialmente
durante la década de 1990, las tasas de acumulación
de carbono ahora se están desacelerando. Una posible explicación de este cambio es que las pérdidas
por mortalidad forestal están superando las ganancias potenciales del crecimiento mejorado por los
bosques. Otro factor que contribuye al aumento de
la mortalidad, aparte del CO2, es el aumento de la
temperatura del aire en la región. Muchos árboles
amazónicos operan cerca de su límite bioclimático.
Por lo tanto, cuando la temperatura del aire aumenta, la respiración autótrofa aumenta los costos
relacionados con el carbono para el crecimiento de
9
Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
los árboles, lo que explica en parte por qué la acumulación de carbono en los bosques amazónicos
disminuye casi 9 MgC ha por grado centígrado de
aumento en la temperatura del aire (Hubau et al.
2020). Las temperaturas diurnas extremas son fundamentales para reducir las tasas de crecimiento de
los árboles.
Otra característica de los bosques intactos de tierras
bajas que está cambiando es su composición florística y funcional, con un cambio continuo en la composición de especies de árboles en la Amazonía hacia una comunidad asociada más seca ( EsquivelMuelbert et al. 2019). Estos cambios se han relacionado con los impulsores del cambio climático que
alteran el reclutamiento y la mortalidad de los bosques, y el CO2 atmosférico juega un papel importante. En general, estos cambios continuos en la dinámica de los bosques primarios han sido sutiles, y
registradas localmente en parcelas de campo ubicadas en bosques primarios.
Aunque los bosques han evolucionado estando expuestos a un pequeño nivel de perturbación, el aumento de los regímenes de perturbación puede causar una degradación forestal severa y prolongada.
Esto puede reducir drásticamente la riqueza de especies forestales, reducir la capacidad de almacenamiento de carbono y causar cambios significativos
en la composición de especies (hacia una comunidad de plantas más generalista y menos diversa).
Los bosques más susceptibles a estas perturbaciones crecen a lo largo de los márgenes sur y este más
secos de la Amazonía, donde la sequía, los incendios
forestales y la fragmentación ya interactúan de manera sinérgica (Morton et al. 2013; Alencar et al.
2015). Los bosques de tierras bajas (p. ej., igapos)
también son particularmente vulnerables a algunas
de estas perturbaciones, incluyendo las interacciones entre incendios y sequías (Flores et al. 2017). A
pesar de la extensa degradación causada por las interacciones sequía-incendio en la Amazonía, aún no
está claro cuánto es causado por el cambio climático
en sí, dadas las complejas interacciones que involucran el cambio de uso del suelo.
Panel Científico por la Amazonía
Aunque los bosques perturbados por la combinación de eventos extremos pueden recuperarse eventualmente, aún no está claro cuánto tiempo llevará.
Un solo evento de perturbación, como la sequía,
puede matar a las especies más susceptibles y seleccionar árboles más resistentes a la sequía, lo que potencialmente puede reducir la mortalidad de los árboles en eventos sucesivos. Además, estudios previos sugieren que incluso los bosques severamente
perturbados pueden recuperar algunas características previas a la perturbación (p. ej., flujos de H2O)
durante décadas (Chazdon et al. 2016). Sin embargo,
se espera que el cambio climático aumente los riesgos de nuevas perturbaciones que afecten el área,
quizás antes de que se produzca la recuperación. Si
bien los niveles más altos de CO2 atmosférico pueden facilitar la recuperación de los bosques, las perturbaciones más frecuentes darían como resultado
un empobrecimiento crónico de la biomasa y la biodiversidad, especialmente en paisajes que se vuelven más fragmentados por la deforestación (ver el
Capítulo 24). De hecho, a medida que cambia el
clima regional, se espera que la resiliencia de los
bosques disminuya (Schwalm et al. 2017).
Los estudios de modelaje indican que el cambio climático tendrá efectos potencialmente significativos
sobre los bosques en un futuro próximo. Considerando solo los bosques primarios, el aumento de la
concentración atmosférica de CO2 teóricamente podría compensar las pérdidas en las reservas de carbono por el aumento de la temperatura. Sin embargo, estudios recientes sugieren que el efecto de
fertilización con CO2 está limitado principalmente
por la disponibilidad de otros nutrientes y la diversidad de estrategias funcionales entre especies
(Fleischer et al. 2019). La mayoría de los modelos
predictivos de vegetación o Modelos del Sistema Terrestre (ESM, por sus siglas en inglés) que se utilizan
para proyectar trayectorias potenciales de los bosques amazónicos son demasiado sensibles a la fertilización con CO2, carecen de limitaciones de nutrientes adecuadas, no son muy sensibles a la variabilidad de la precipitación y carecen de perturbaciones como la mortalidad de árboles inducida por se-
10
Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
quías por los incendios forestales, y efectos de
borde. Otra prioridad para los modelos de vegetación dinámica es la representación de la hidrodinámica de las plantas, la distribución de agua y nutrientes debajo del suelo y la repartición de la radiación solar entre las copas de las plantas en competencia (Fisher et al. 2018).
Mejorar nuestra comprensión de los impactos potenciales del cambio climático en los bosques en el
futuro cercano requiere un monitoreo a largo plazo,
desde árboles individuales hasta todo el continente.
También implica mejorar los modelos dinámicos
actuales de vegetación global, que son la principal
herramienta utilizada para pronosticar las posibles
trayectorias de los bosques tropicales. Los ESM predicen que la Amazonía será más seca que en la actualidad, con una sensibilidad adicional exacerbada
de los modelos de vegetación sobre el efecto de fertilización con CO2 (Ahlström et al. 2017). Aunque estos modelos han avanzado rápidamente, este sistema extraordinariamente complejo con más de
15.000 especies de árboles aún no se ha entendido
por completo. Los posibles legados de una mayor
degradación de los bosques por la agravación de las
perturbaciones pueden persistir durante largos períodos. Esto requiere la urgencia de identificar umbrales potencialmente catastróficos de deterioro de
la salud de los bosques asociados con el aumento de
las temperaturas y los cambios en los patrones de
precipitación (ver el Capítulo 22).
23.1.3 Ciclo y almacenamiento del carbono
El equilibrio a largo plazo entre la absorción de carbono durante la fotosíntesis y las pérdidas de carbono durante la respiración y la mortalidad de la vegetación dicta cuánto carbono pueden almacenar
los bosques amazónicos. El ecosistema amazónico
maduro almacena grandes cantidades de carbono
por encima y por debajo del suelo (~150–200 Gt C;
ver el Capítulo 6). La producción de biomasa leñosa
(tejido vegetal de vida más larga y una importante
reserva de C) representa aproximadamente del 8 al
13% de la absorción fotosintética de carbono. La
Panel Científico por la Amazonía
mayor parte del resto se vuelve a expulsar a la atmósfera. Simultáneamente, una fracción menor se
almacena como azúcares y almidón, destinados al
crecimiento o al mantenimiento de procesos fisiológicos. La productividad primaria bruta total (PPB)
asignada para el crecimiento (productividad primaria neta; PPN) oscila entre el 30 y el 45%, y una mayor parte de la PPN se utiliza para el incremento de
la madera (39%) que para la producción de hojas
(34%) y raíces finas (27%) (Malhi et al. 2011). Hay relativamente pocas mediciones directas de la PPN y
PPB en la Amazonía. La magnitud de la PPB varía
significativamente con la precipitación y el estado
de los nutrientes del suelo, con los valores más altos
encontrados en los bosques húmedos del noroeste
del Amazonas y los valores más bajos encontrados
en regiones con una estación seca prolongada
(Malhi et al. 2015). Sin embargo, pocos estudios han
cuantificado todos estos componentes de la PPN y
su distribución entre los componentes del bosque.
La variabilidad espacial de la absorción de C y la productividad de los bosques amazónicos se relaciona
fuertemente con los gradientes climáticos a lo largo
de la cuenca. En general, la fotosíntesis es más baja
en regiones con una precipitación anual total promedio < 2.000 mm y estaciones secas más largas >
3,5 meses (Guan et al. 2015). Las áreas húmedas extremas pueden limitar la PPB debido a la alta cobertura de nubes y la poca disponibilidad de luz (Lee et
al. 2013). A pesar de la variabilidad en el PPB a lo
largo de la Amazonía, la mayoría de los bosques primarios de gran altura promedian entre 20 y 40 MgC
(megagramos de carbono o 106 g)/ha por año (Malhi
et al. 2011). La PPN puede seguir patrones espaciales similares a los de la PPB, ambas tienen diferencias comunes debido a la influencia de la respiración autótrofa en la PPN (Brando et al. 2019a).
Estudios recientes han demostrado que el ciclo del
carbono forestal en la región está cambiando, con
implicaciones importantes para este gran reservorio mundial de carbono. Hace algunas décadas, los
bosques primarios de la Amazonía estaban removiendo carbono de la atmósfera a una tasa de aproxi-
11
Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
Figura 23.2 Cambios netos a largo plazo en la biomasa aérea de los bosques tropicales maduros en la Amazonía. Tendencias en productividad y mortalidad en todos los sitios desde 1985 hasta 2010. a) Cambio neto de biomasa, b) mortalidad de biomasa y c) productividad
forestal. Es posible observar una disminución en el cambio neto de biomasa debido a un aumento en la mortalidad de la biomasa. Adaptado de Brienen et al. 2015.
madamente 0,5 toneladas por hectárea por año
(Ometto et al. 2005; Araujo et al. 2002; Chambers et
al. 2001; Artaxo et al. 2021). Sin embargo, la tasa de
acumulación de carbono ha disminuido drásticamente en las últimas dos décadas. Una razón importante para esta reducción son las sequías significativas que causan reducciones generalizadas en el
Panel Científico por la Amazonía
crecimiento de los árboles y aumentos en la mortalidad de los árboles, especialmente los más grandes
y ricos en carbono, como se muestra en la Figura
23.2 (Brienen et al. 2015; Brando et al. 2019a). Otra
posible causa de la reducción es el aumento del CO2
atmosférico, lo que promueve mayores tasas de renovación forestal (McDowell et al. 2018). Como re-
12
Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
sultado combinado de estos cambios, la capacidad
de acumulación de carbono de los bosques no perturbados se está debilitando tanto para la Amazonía
como para África tropical, con la posibilidad de que
los bosques se conviertan en fuentes globales de
carbono (Hubau et al. 2020; Brienen et al. 2015; Gatti
et al. 2021).
Dado el impacto significativo del clima (precipitación, temperatura, nubosidad) en la geografía de las
reservas de carbono y la productividad de los bosques amazónicos, se espera que los cambios climáticos en curso provoquen cambios significativos en
el ciclo del carbono forestal. Los cambios futuros de
temperatura y precipitación, además del aumento
de los eventos climáticos extremos, traerán estrés
adicional (Lovejoy y Nobre 2018, 2019; Nobre et al.
2019; Aguiar et al. 2016). Aunque se estima que los
bosques tropicales intactos son el sumidero de carbono más grande de la Tierra (Pan et al. 2011; Phillips et al. 2009; Ometto et al. 2005), la estabilidad de
este sumidero es susceptible al calentamiento climático y a procesos de perturbación (Lenton et al.
2008). Se espera que un cambio en los regímenes de
sequía reduzca la capacidad de almacenamiento de
carbono de los bosques tropicales, especialmente
aquellos ubicados en la parte sureste de la Cuenca.
Tales cambios en las interacciones clima-bosque
muy probablemente cambiarán las emisiones y los
procesos atmosféricos que se han discutido en las
secciones anteriores, especialmente si el cambio climático global se ve agravado regionalmente por la
deforestación (Hoffmann et al. 2003). Los bosques
quemados en la Amazonía tienen reservas de carbono un 25% más bajas de lo esperado 30 años después de los incendios, sin una mayor recuperación
en la dinámica de crecimiento y mortalidad (Silva et
al. 2018; ver también el Capítulo 19).
La Amazonía actualmente está sujeta a presiones
que van mucho más allá del cambio climático (ver
los Capítulos 14–21). Una amplia gama de perturbaciones severas, ya sean naturales o provocadas por
el hombre, han amenazado directa o indirectamente
la salud, las funciones y los servicios de los ecosistemas en la Amazonía, afectando la biodiversidad y las
Panel Científico por la Amazonía
funciones de almacenamiento de carbono (Trumbore et al. 2015). Un problema importante es que estas perturbaciones interactúan con el cambio climático global y tienen efectos potencialmente agravantes en las reservas de carbono de los bosques (ver
también el Capítulo 19). En el sureste de la Amazonía, los bosques se vuelven mucho más vulnerables
a los incendios a lo largo de sus bordes con campos
agrícolas, durante las sequías y las olas de calor, y
donde la tala elimina la cubierta vegetal. Una vez
que los bosques se queman, tienden a ser perturbados más severamente por las tormentas que los bosques primarios, lo que explica por qué las reservas
de carbono forestal pueden reducirse en un 90%
cuando se ven afectados por estas perturbaciones
(Brando et al. 2019b).
Desafortunadamente, las reservas de carbono de los
bosques amazónicos no están amenazadas solo por
las interacciones entre las perturbaciones de los
bosques y el cambio climático. La deforestación
también ha sido un impulsor esencial de las reducciones del almacenamiento de carbono. En las últimas tres décadas, la selva amazónica brasileña ha
perdido 741.759 km2 de bosques (MapBiomas
2020), lo que representa el 19% del área boscosa
amazónica brasileña. La tasa anual de deforestación
amazónica se redujo considerablemente de 27.772
km² a 4.571 km² por año entre 2004 y 2012, lo que
demuestra que es posible y factible reducir la deforestación tropical (Figura 23.3; ver también el Capítulo 17). Desafortunadamente, de 2012 a 2020, la
deforestación aumentó significativamente y la tasa
anual de deforestación en 2020 fue de 10.851 km²
debido a cambios en las políticas nacionales brasileñas para la región amazónica. La deforestación de
2019 en la Amazonía brasileña liberó aproximadamente 559 MtCO2, según estimaciones del Instituto
Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil
(INPE 2021), y la presión de la deforestación está aumentando las emisiones de carbono. Los bordes restantes del bosque se han vuelto mucho más inflamables y propensos a quemarse (Brando et al. 2020).
Estas emisiones van en contra de las Contribuciones
Nacionalmente Determinadas (NDC) de Brasil al
Acuerdo de París, cuyo compromiso es eliminar la
deforestación ilegal para 2030.
13
Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
Figura 23.3 Serie temporal del área anual deforestada en la Amazonía brasileña, de 1977 a 2020. Datos del programa INPE PRODES.
Existe un debate en curso sobre el flujo neto de carbono entre los bosques amazónicos y la atmósfera
cuando se considera toda la cuenca (consulte el Cuadro cruzado sobre el presupuesto de carbono de el
SPA). Algunos estudios indican que la acumulación
de carbono de los bosques es lo suficientemente
grande como para compensar las pérdidas de carbono por perturbaciones y deforestación, mientras
que otros señalan que los bosques amazónicos actúan como fuentes de carbono (p. ej., Pan et al. 2011;
Gloor et al. 2012; Baccini et al. 2017; Schimel et al.
2015; Brienen et al. 2015). Este aparente desacuerdo
se debe principalmente a que el flujo neto de carbono es la diferencia entre dos grandes flujos brutos. Las emisiones de carbono resultan principalmente de la deforestación, y la absorción de carbono
se debe al crecimiento de los bosques, probablemente respaldado por la creciente concentración de
CO2 en la atmósfera.
Panel Científico por la Amazonía
En consecuencia, cualquier cambio en los procesos
que afectan las interacciones atmósfera-biosfera
puede cambiar significativamente la transferencia
neta de carbono entre los bosques tropicales y la atmósfera, con repercusiones sustanciales para los
niveles de CO2 atmosférico y el clima global (Lewis
2006; Chambers y Silver 2004). En otras palabras, si
se evitaran la deforestación, la degradación forestal,
los incendios forestales y los efectos de borde, la absorción neta de carbono de los bosques amazónicos
contribuiría mucho más eficazmente a la eliminación de carbono de la atmósfera (Houghton et al.
2018).
23.1.4 Impactos sobre el agua dulce
Los ecosistemas de agua dulce de la Amazonía han
sido impactados por cambios en el paisaje durante
su formación y evolución (ver los Capítulos 1 y 2).
14
Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
Aunque sean naturales, estos cambios dejan una
huella que formará parte de varios ecosistemas, y
todos los organismos acuáticos están adaptados a
ellos. El mayor impacto evolutivo en la historia reciente del agua dulce es la captura de ríos debido a
cambios geológicos (Val et al. 2014). La captura de
ríos es un mecanismo geomórfico de reorganización
de redes por el cual una cuenca captura grandes
porciones de la red de una cuenca adyacente, creando así una barrera para la dispersión de especies.
Los cambios en el paisaje de los cuerpos de agua
amazónicos, como la reorganización de la red de
drenaje, influyen en el rango de distribución y la conectividad de la biota acuática y, por lo tanto, en su
evolución (Albert et al. 2018). Dichos cambios naturales han ocurrido en la Amazonía desde el levantamiento andino, lo que resultó en un cambio en el
paisaje y provocó la pérdida de hábitat (Wittmann y
Householder 2016). La pérdida de hábitat es el principal impulsor tanto de la aparición como de la extinción de nuevas especies, siendo esta última el impacto más sustancial en los sistemas de agua dulce.
Sin embargo, los impactos continuos no dan suficiente tiempo para que los conjuntos de peces, las
especies o las poblaciones se recuperen o se puedan
adaptar a las nuevas condiciones, lo que amenaza la
persistencia de las especies en esos ecosistemas.
Las actividades humanas recientes han causado varias pérdidas de hábitat y la extinción de muchas especies en el tiempo evolutivo actual. Estos cambios
están ocurriendo tan rápido que actualmente se conoce como la sexta extinción masiva (Ceballos et al.
2017). Además de las tasas de extinción actuales, los
impactos de la minería, las centrales hidroeléctricas, la sobrepesca y la liberación de contaminantes
industriales, urbanos y médicos generan efectos sinérgicos sobre la biota acuática en el paisaje de la
cuenca Amazónica (ver el Capítulo 20). Como ya se
mencionó, los peces del Amazonas están adaptados
a condiciones extremas como pH bajo, oxígeno disuelto variable (cambios tanto espaciales como diurnos/nocturnos), y también falta periódica de oxígeno y tipos variables de agua que tienen diferentes
cantidades de carbono orgánico disuelto (DOC).
Panel Científico por la Amazonía
La mayoría de las acciones antrópicas inducen cambios en estas características de calidad del agua, lo
que resulta en aumentos de temperatura, hipoxia y
acidificación. Los efectos sinérgicos de la liberación
de herbicidas causan daños tisulares, celulares y en
el ADN que son agudos y aún peores cuando los peces enfrentan hipoxia y temperaturas más altas
(Silva et al. 2019; Souza et al. 2019).
La exposición de algunas especies, particularmente
el Tambaqui (una especie modelo), a las salas climáticas construidas para imitar el escenario futuro
pronosticado por el IPCC para el año 2050 reveló
muchos daños y cierto grado de mortalidad en los
peces sometidos a temperaturas más cálidas. La expresión génica del transcriptoma completo mostró
que los genes expresados diferencialmente actúan
para reajustar o adaptar la expresión de proteínas y
responder a cambios en su metabolismo (Fé-Gonçalves et al. 2020). Es decir, o ajustan su metabolismo o mueren. Sin embargo, son pocos los estudios considerando los efectos del cambio climático en
la dimensión de la biota acuática en la Amazonía.
Estamos lejos de comprender cómo la compleja red
de impactos causados por el ser humano en el pasado reciente modificará la biota acuática en varios
niveles ecológicos y biológicos.
23.1.5 Cambio climático e hidrología
Varios factores climáticos perturban el ciclo hidrológico de la cuenca amazónica. La precipitación en
la Amazonía es sensible a las variaciones estacionales e interanuales de la temperatura superficial del
mar (TSM) en los océanos tropicales (Fu et al. 2001;
Liebmann y Marengo 2001; Marengo et al. 2008a,b;
ver también los Capítulos 5 y 22). El calentamiento
del Pacífico oriental tropical durante eventos de El
Niño suprime las lluvias de la estación húmeda al
modificar la Circulación de Walker (Este-Oeste). Las
teleconexiones a gran escala conducen a cambios
simultáneos en el trópico y en el hemisferio norte,
alterando el flujo de humedad hacia la Amazonía e
induciendo eventos de sequía (Williams et al. 2005;
Ronchail et al. 2002). Además, las variaciones en la
15
Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
Figura 23.4 Serie temporal a largo plazo de la descarga del río Amazonas en Óbidos durante la estación seca (azul), la estación húmeda
(verde) y todo el año (rojo). Fuente: Gloor et al. (2013).
precipitación amazónica también están vinculadas
a la TSM en el Atlántico tropical (Liebmann y Marengo 2001). Un calentamiento del Atlántico norte
tropical en relación con el sur conduce a un desplazamiento hacia el noroeste en la Zona de Convergencia Intertropical (ZCIT) y compensa el descenso
de la masa de aire seco atmosférico sobre la Amazonía, a veces produciendo intensas sequías como las
de 1963 y 2005 (Marengo et al. 2008a,b). Gloor et al.
(2013) mostraron que la descarga del río Amazonas
en Óbidos aumenta significativamente durante las
estaciones seca y húmeda. Esto podría deberse a un
aumento en la entrada de vapor de agua del Atlántico tropical debido al aumento sustancial de la temperatura de la superficie del mar desde la década de
Panel Científico por la Amazonía
1980. En la Figura 23.4 se muestra una serie temporal de la descarga del río Amazonas en Óbidos.
Las observaciones y los modelos sugieren que la deforestación a gran escala podría causar un clima
más cálido y algo más seco al alterar el ciclo hidrológico regional (ver también el Capítulo 22). Resultados de modelos (Sampaio et al. 2007; Sampaio 2008)
sugieren que si se pierde más del 40% de la extensión original de la selva amazónica, la precipitación
disminuirá significativamente en la Amazonía
oriental. La deforestación total podría causar que la
Amazonía oriental se calentara más de 4°C, y la precipitación de julio a noviembre podría disminuir en
un 40%. Fundamentalmente, estos cambios serían
16
Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
adicionales a cualquier cambio resultante del aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI); la reducción de la deforestación puede
compensar los impactos de los GEI. Se ha sugerido
que entre el 20% y el 25% de la deforestación en toda
la cuenca puede ser un punto de inflexión más allá
del cual la pérdida de bosques causa impactos climáticos que provocan una mayor pérdida de bosques (ver el Capítulo 24; Sampaio et al. 2007).
Una pregunta clave es si existe una tendencia general a largo plazo durante las últimas décadas hacia
condiciones de sequía y, de ser así, en qué medida
está asociada con las emisiones de GEI y la deforestación. Li et al. (2008) muestran que el Índice de Precipitación Estándar (IPS), una medida de los cambios en la precipitación normalizados por la desviación estándar, sí sugiere una tendencia de sequía
más generalizada en el sur de la Amazonía entre
1970 y 1999. Previamente, las tendencias estudiadas por Marengo (2009) para el período 1929-1998
sugirieron que no existió ninguna tendencia de precipitación unidireccional en toda la región amazónica. Sin embargo, se identificó una ligera tendencia
negativa/positiva en la Amazonía norte/sur. Para
comprender las discrepancias entre estos estudios,
es necesario evaluar las escalas de tiempo en las que
se analizaron los datos. Quizás, el aspecto más crítico del cambio de la precipitación natural amazónica es la variabilidad interanual e interdecadal de
la precipitación. Los estudios han identificado una
tendencia negativa para el sur de la Amazonía durante 1970–1999 que coincidió con la tendencia a la
baja de la precipitación de mediados de la década de
1970–1998 de la variabilidad interdecadal de la precipitación en el norte de la Amazonía (Marengo
2009). Esta variabilidad decadal parece estar relacionada con las variaciones interdecadales de la
TSM en el Atlántico tropical (ver el Capítulo 22).
A pesar de algunos avances en la reducción de las
tasas de deforestación de 2002 a 2011, después de
2005, algunas partes de la cuenca Amazónica, como
la región amazónica oriental, una zona de transición
entre los entornos de selva tropical y sabana, siguen
Panel Científico por la Amazonía
siendo particularmente vulnerables a la conversión
del uso del suelo para la agricultura (Coe et al. 2013).
La expansión e intensificación de la agricultura (ver
el Capítulo 15) cambia la forma en que la precipitación y la radiación entrantes se dividen entre los flujos de calor sensible y latente y la escorrentía (Bonan
2008; Coe et al. 2013; Foley et al. 2005; Neill et al.
2013). En relación con los bosques que reemplazan,
los cultivos y los pastos tienen una densidad y profundidad de raíces reducidas y un índice de área foliar (LAI) más bajo. Esto disminuye la demanda de
agua y la evapotranspiración (ET) (Coe et al. 2009,
2013; Costa et al. 2003; D’Almeida et al. 2007; Moraes et al. 2006; Lathuillière et al. 2012; Nepstad et al.
1994; Pongratz et al. 2006; Scanlon et al. 2007). A escala local y regional (es decir, cuencas hidrográficas
de 10 a 100 000 km2 ), tales reducciones en la evapotranspiración conducen a un aumento de la humedad del suelo y la escorrentía (Coe et al. 2011,
2009; Hayhoe et al. 2011; Neill et al. 2006). A escala
continental (es decir, la cuenca Amazónica), estos
cambios en la cobertura del suelo pueden reducir la
precipitación y disminuir la escorrentía (D'Almeida
et al. 2007; Davidson et al. 2012; Stickler et al. 2013).
23.2 Impactos del Cambio Climático sobre los Servicios Ecosistémicos
23.2.1 Polinización y dispersión de semillas
La naturaleza en la Amazonía tiene una gran riqueza
de ecosistemas y biodiversidad, que son indispensables para brindar servicios ecosistémicos en todas
las escalas (Díaz et al. 2019). A escala de paisaje a regional, los bosques amazónicos regulan el ciclo hidrológico (Salazar et al. 2018), la calidad del agua y
el ciclo de nutrientes, lo que apoya la biodiversidad
de agua dulce y bosque (Menton et al. 2009). Los servicios ecosistémicos son el resultado de las interacciones entre varios componentes bióticos y abióticos, con la biodiversidad apoyando las funciones
ecosistémicas que afectan la vida en el planeta
(Mace et al. 2012). El cambio climático antropogénico es una de las principales amenazas actuales
para la biodiversidad vinculada al declive de espe-
17
Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
cies (Díaz et al. 2019). Entre las interacciones bióticas, la polinización y la dispersión de semillas juegan un papel esencial en la determinación de la diversidad y distribución de las plantas en los ecosistemas naturales (Wang y Smith 2002) y la producción agrícola. En este contexto, las abejas, aves y
murciélagos que actúan como polinizadores, dispersores de semillas y controladores de plagas son
cruciales (Kremen et al. 2007). Estos grupos son susceptibles a factores ecológicos que operan espacialmente, lo que hace que sus servicios sean muy contextuales (Kremen 2005; Mitchell et al. 2015).
Las aves son buenos indicadores biológicos de los
impactos del cambio climático en los servicios de los
ecosistemas. Su ocupación de todos los hábitats terrestres y el consumo de prácticamente todos los tipos de recursos brindan funciones y servicios ecosistémicos críticos como la polinización, la dispersión de semillas y nutrientes, la depredación y la recolección. Miranda et al. (2019) compilaron datos
extensos de presencia de especies representativas
del sureste de la Amazonía para evaluar el impacto
potencial del cambio climático en los conjuntos de
aves. Utilizando el Modelado de distribución de especies (MDE), analizaron cómo los diferentes escenarios de cambio climático podrían afectar el patrón
de distribución de especies y las composiciones de
ensamblaje. Agruparon las especies en función de
su dieta principal (frugívoros, insectívoros, nectarívoros y otros) como proxy de los servicios ecosistémicos (dispersión de semillas, control de plagas y
polinización). Estimaron que entre el 4% y el 19% de
las especies no encontrarían un hábitat adecuado
considerando toda el área de estudio. Dentro de las
áreas protegidas actualmente establecidas, la pérdida de especies podría ser superior al 70%. Los resultados sugirieron que los frugívoros serían el
grupo más sensible, trayendo consecuencias sobre
las funciones de dispersión de semillas y la regeneración natural. Además, identificaron las partes occidental y norte del área de estudio como climáticamente estables. Al mismo tiempo, el cambio climático afectará potencialmente a los ensamblajes de
aves en el sureste de la Amazonía con consecuenci-
Panel Científico por la Amazonía
as negativas para sus funciones ecosistémicas (Miranda et al. 2019).
Los murciélagos también han sido asociados con
cientos de especies de plantas (Kunz et al. 2011;
Ghanem y Voigt 2012). Ocupan diferentes nichos
tróficos y realizan diversas funciones en la naturaleza, actuando como polinizadores de flores (nectarívoros), dispersores de semillas (frugívoros) y controladores de plagas (insectívoros). Los murciélagos
frugívoros realizan funciones de manera complementaria con las aves en los mismos hábitos tróficos, diversificando el microhábitat donde depositan
las semillas, contribuyendo así con un servicio significativo al considerar la cantidad y calidad de la
dispersión de propágulos (Jacomassa y Pizo 2010;
Sarmento et al. 2014).
Los efectos del cambio climático en la distribución
de las especies de murciélagos que se encuentran en
el Bosque Nacional de Carajás (oriente del Amazonas, sureste del estado de Pará, Brasil) se examinaron mediante el MDE (Costa et al. 2018). Los autores
evaluaron 83 especies de murciélagos para identificar las especies potencialmente más sensibles a los
cambios climáticos y si podrían encontrar áreas
adecuadas en el área de Carajás en el futuro. Además, evaluaron las áreas prioritarias que protegen
al mayor número de especies del cambio climático.
Una fracción considerable (57%) de las especies
analizadas no encontraría lugares adecuados en Carajás bajo los escenarios de cambio climático. Los
polinizadores, los dispersores de semillas y los murciélagos más generalistas (omnívoros) serían potencialmente los más afectados y sufrirían una disminución del 28 al 36% en las áreas adecuadas en el
escenario de 2070, lo que afectaría a las plantas que
interactúan con los murciélagos. Según los escenarios, las áreas protegidas actuales en el estado brasileño de Pará no protegerían a la mayoría de las especies en el futuro.
Ambos estudios (Miranda et al. 2019 y Costa et al.
2018) enfatizan que el posible efecto del cambio climático y la ubicación de las áreas protegidas deben
18
Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
ser considerados para las estrategias de conservación de los servicios de polinización y dispersión de
semillas en el caso de un cambio climático futuro.
Además de los murciélagos y las aves, las proyecciones indican los impactos del cambio climático en la
distribución de las abejas en la Amazonía, afectando
la polinización de los cultivos (Giannini et al. 2020).
Usando dos algoritmos diferentes y datos geográficamente explícitos, los análisis y proyecciones de la
distribución de 216 especies que se encuentran en
el Bosque Nacional Carajás mostraron que el 95% de
las especies de abejas enfrentaría una disminución
en su área total de ocurrencia. Solo entre el 4 y el
15% encontraría hábitats climáticamente adecuados en Carajás. Las abejas con distribuciones geográficas medias y restringidas y polinizadores de
cultivos vitales experimentarían pérdidas significativamente mayores en las áreas de ocurrencia, mientras que las abejas generalistas de amplio rango
permanecerían. La disminución de las especies polinizadoras de cultivos probablemente generará impactos negativos en los servicios de polinización.
El cambio climático promoverá la redistribución de
la biodiversidad, y las diferencias específicas de las
especies en respuesta a los cambios pueden desacoplar la distribución de las especies que interactúan.
Tales efectos generalizados e indirectos del cambio
climático pueden tener efectos indirectos sobre las
economías y el bienestar humano. La extracción de
nueces de Brasil, açai, guaraná, cacao y otros pueden ser actividades socioeconómicas críticas asociadas con productos no maderables en la Amazonía
(Peres y Lake 2003; Zuidema y Boot 2002; ver también el Capítulo 30). Los efectos potenciales de la
discrepancia en la distribución de la dispersión de
semillas y la polinización de las nueces del Brasil
fueron estudiados por Sales et al. (2021). Las proyecciones indicaron que los polinizadores de las nueces
de Brasil perderían casi el 50% de su distribución
adecuada en el futuro, lo que llevaría a una reducción de casi el 80% en el potencial de coexistencia.
Se predijo que la riqueza de polinizadores locales
disminuiría en un 20%, lo que podría disminuir la
Panel Científico por la Amazonía
redundancia de la polinización y la resiliencia a los
cambios ambientales. Otro estudio señaló la magnitud de la pérdida de los servicios de dispersión de
semillas por parte de los primates en función de la
futura redistribución de especies. Los primates son
notables dispersores de semillas, constituyendo
hasta un 40% de la biomasa de frugívoros en los bosques tropicales (Chapman 1995). Las proyecciones
indican contracciones promedio de 56% (23 a 100%
de reducción) en las áreas aptas de los primates estudiados (Sales et al. 2021).
23.2.2 Ecosistemas acuáticos
Se predice que el cambio climático afectará los servicios ecosistémicos proporcionados por los ecosistemas de agua dulce, incluyendo el acceso al agua
potable, la electricidad derivada de la energía hidroeléctrica, la navegación y, lo que es más importante,
la pesca (Castello y Macedo 2016), la principal fuente de proteína animal y el principal motor económico en la región amazónica. El valor monetario de
las pesquerías amazónicas se estima en más de USD
400 millones anuales, y solo en la Amazonía brasileña involucra a más de 200.000 pescadores (Barthem et al. 1997; Barthem y Goulding 2007; Duponchelle et al. 2021). Sin embargo, estas cifras probablemente subestiman el valor real de las pesquerías
amazónicas, dado que el pescado utilizado para el
consumo en los hogares de los pescadores no está
incluyendo en las estadísticas de desembarque de
pesquerías y porque las pesquerías a pequeña escala son altamente heterogéneas a escala natural,
social y económica (Castello et al. 2013).
Los rendimientos de las pesquerías se ven afectados
por el cambio climático de manera impredecible.
Por ejemplo, durante diez años (1994-2004), la longitud del cuerpo de los peces de los ríos Amazonas
central (Solimões), Madeira y Purus ha disminuido
en respuesta a la intensificación de la sequía. Este
cambio en el rendimiento de los peces refleja una
disminución en la abundancia de peces depredadores grandes, que se compensa con el aumento del
número de peces más pequeños que se alimentan
19
Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
en la parte inferior de la cadena alimentaria (Fabré
et al. 2017). Durante el mismo período, los rendimientos de las pesquerías en el bajo río Amazonas
(Óbidos, Santarém y Monte Alegre) se redujeron en
un 50% en relación con los de los lagos adyacentes
de llanura aluvial. Además, las especies de peces objetivo respondieron de manera diferente a los factores de estrés ambientales locales relacionados con
el cambio climático, como la reducción de la descarga, la temperatura del agua elevada y el viento,
pero también a los factores de estrés a escala mundial, como la temperatura de la superficie del mar y
los índices climáticos relacionados con los eventos
de El Niño-Oscilación del Sur (Pinaya et al. 2016).
Calcular las pérdidas económicas debidas a las reducciones en el rendimiento de la pesca inducidas
por el cambio climático es un desafío debido al escaso conocimiento sobre el rendimiento de la pesca
por tipo de hábitat (p. ej., lagos inundables, bosques
inundados, sabanas inundadas; Barros et al. 2020;
Castello et al. 2018; Goulding et al. 2019) y la falta de
estadísticas pesqueras confiables a largo plazo para
evaluar las tendencias en toda la cuenca.
Aunque los ecosistemas acuáticos brindan muchos
más servicios a las poblaciones humanas además de
la pesca, la falta de cuantificación de muchos de
esos servicios dificulta nuestra capacidad para estimar las pérdidas. Es probable que las sequías extremas reduzcan el acceso al agua dulce para beber y
bañarse, alteren los regímenes de flujo natural, lo
que a su vez afectará la navegación fluvial y el acceso
a zonas de pesca, caza y cultivo fuera del cauce, y
afectará los servicios culturales, incluyendo la recreación y la persistencia de lugares sagrados, generalmente ligados a los rápidos de los ríos. Por último,
se esperan gradientes espaciales en los efectos del
cambio climático sobre los servicios ecosistémicos,
dadas las diferencias en los regímenes de flujo y patrones de precipitación a lo largo de la cuenca a medida que se avanza de norte a sur y de oeste a este
(ver el Capítulo 22).
Las actividades acuícolas pueden ser consideradas
un servicio ambiental cuando se realizan en estanques naturales o jaulas en los ríos. Es uno de los ser-
Panel Científico por la Amazonía
vicios que tienen como objetivo proteger las poblaciones de peces silvestres y aumentar la disponibilidad de proteínas para la humanidad. Sin embargo,
esta actividad tiene algunos efectos adversos en los
sistemas naturales de agua si no es monitoreada por
especialistas. Las instalaciones de acuicultura doméstica carecen de control y regulación y pueden
usar y liberar muchas sustancias tóxicas al medio
ambiente natural. Aunque esta actividad se considera esencial para evitar la sobrepesca y proporciona proteínas a la población local, todavía se considera una amenaza para el medio ambiente (Silva
et al. 2019).
23.3 Retroalimentaciones Climáticas de la Vegetación y los Cambios en el Uso del Suelo
El ecosistema amazónico se ve directamente afectado por el clima y los cambios en el uso del suelo de
muchas maneras, pero también existe una retroalimentación entre estos dos procesos que puede amplificar los impactos negativos (Betts y Silva Dias
2010). La deforestación para la expansión de tierras
agrícolas afecta el clima a través de cambios en el
balance de energía y agua y el ciclo del carbono. Por
ejemplo, los pastos y los cultivos que normalmente
reemplazan a los bosques tienen una menor capacidad para reciclar el agua a través de la evapotranspiración, y el agua adicional tiende a aumentar la escorrentía. Una gran cantidad de emisiones de carbono de la deforestación del Amazonas contribuyen
al aumento de los GEI atmosféricos y la temperatura
a nivel mundial, que también se espera que aumenten la eficiencia del uso del agua forestal a través de
la fertilización con CO2 y reduzcan la cantidad de vapor de agua reciclada a la atmósfera. Estudios recientes han mostrado un mayor déficit de vapor en
toda la Amazonía, pero aún se desconoce si se trata
de una tendencia transitoria o permanente ni cómo
puede afectar al bosque y generar retroalimentación
a largo plazo. La ET reducida puede afectar la precipitación, pero los cambios en respuesta a la deforestación dependen de qué tan grande y dónde ocurra
la misma. Por lo tanto, el impacto de la deforestación
y el cambio climático en la hidrología en cualquier
lugar será una función compleja de esos impactos
20
Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
competitivos (Coe et al. 2009).
La conversión y la degradación de los bosques afectan al clima a través de dos vías. La primera es a través del ciclo del carbono. A nivel mundial, la fotosíntesis elimina casi el 30% de todas las emisiones antropogénicas mundiales de CO2 cada año. Los bosques tropicales son la fracción más significativa de
ese secuestro de carbono. Con una superficie de 7,3
millones de km², el carbono almacenado en los bosques de la Amazonía (~150-200 mil millones de toneladas de carbono almacenado en suelos y vegetación) equivale a más de diez años de emisiones globales actuales de combustibles fósiles de carbono.
Más de la mitad de todas las emisiones de CO2 de las
naciones amazónicas resultan de la deforestación y
la degradación, y la contribución total al contenido
global de CO2 atmosférico ha sido significativa (Global Carbon Project 2019). Solo las emisiones netas
de 2003 a 2016 se estimaron en 4,7 Gt CO2 (Walker
et al. 2020).
El segundo mecanismo por el cual la deforestación y
la degradación afectan el clima es a través del balance energético e hídrico. Los bosques tropicales
tienen un albedo bajo, una evapotranspiración alta
y una rugosidad alta en comparación con las tierras
de cultivo y los pastos que a menudo los reemplazan
(ver el Capítulo 7). Esas características controlan el
clima local y, con menor fuerza, el clima global. El
bajo albedo da como resultado la absorción de una
fracción significativa de la radiación solar entrante
y la producción de alta energía neta en el sistema forestal. Gran parte de esa energía se usa en el proceso
de enfriamiento de la evapotranspiración, que generalmente es alta durante todo el año debido a la luz
solar y las lluvias relativamente abundantes o la humedad almacenada en el suelo. La rugosidad superficial relativamente alta y la conductancia aerodinámica aumentan la mezcla atmosférica de ET y energía en la troposfera (Panwar et al. 2020). La deforestación y la degradación reducen la evapotranspiración, aumentan la temperatura superficial (eg, Silvério et al. 2015) y, si son lo suficientemente grandes, pueden reducir la precipitación a nivel regional
(p. ej., Butt et al. 2011; Spracklen y Garcia- Carreras
Panel Científico por la Amazonía
2015; Leite-Filho et al. 2019). El tipo de uso del suelo
que sigue a la deforestación tiene un impacto menor
pero aún importante, y los cultivos tienen un impacto relativamente más significativo que los pastos
(Silvério et al. 2015).
Las altas tasas de deforestación y degradación de los
bosques han afectado la biodiversidad, la resiliencia
de los bosques y el clima en las últimas décadas (Davidson et al. 2012). Además de la deforestación a
gran escala, la Amazonía ha experimentado una
gran degradación forestal, calculada en 1.036.080
km² en los últimos 30 años (Mapbiomas 2020). Para
el 2018 se han perdido 870.000 km² de bosques en
la Pan Amazonía (Mapbiomas 2020). Sin embargo,
existe fuerte evidencia que sugiere que ocurre a la
misma o más significativa escala que la deforestación (Walker et al. 2020).
23.3.1 Albedo superficial y balance de radiación
La deforestación para expandir la agricultura da
como resultado cambios permanentes en el balance
de radiación de la superficie, lo que afecta el clima a
escala local y regional. Los cultivos y pastos que normalmente reemplazan a los bosques tienen sistemas de raíces superficiales y una temporada de crecimiento estacional, lo que tiende a disminuir la radiación superficial neta (Rnet, definida como la suma de los flujos de radiación solar de onda corta y
onda larga neta absorbidos por la superficie terrestre) (Coe et al. 2016). La reducción de Rnet está relacionada con aumentos en el albedo de la superficie
y el flujo saliente de radiación de onda larga, lo que
limita la capacidad del sistema para reciclar el agua
a través de la evapotranspiración. Estos cambios locales en el Rnet y el balance hídrico alteran la circulación y acortan la temporada de lluvias (Butt et al.
2011; Knox et al. 2011), afectando la productividad
de los cultivos en la frontera agrícola de las regiones
del Amazonas y el Cerrado.
El albedo superficial es la relación entre la radiación
reflejada y la radiación solar total incidente en el espectro de longitud de onda corta. Es el principal factor que afecta el balance de radiación terrestre y se
21
Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
Figura 23.5 Variación estacional del albedo del bosque, pastizal y soya. Se representa una única temporada de cultivo de soya. Se puede
observar un fuerte aumento en el albedo superficial cuando el bosque se cambia a pastizales o soya. Figura adaptada de Costa et al.
(2007).
ha considerado con frecuencia en los estudios climáticos globales y regionales. Las principales fuentes identificadas de variación del albedo de la superficie terrestre son la cubierta terrestre, el ángulo de
elevación solar, la humedad de la cubierta vegetal y
la cubierta de nubes (Pinker et al. 1980; Bastable et
al. 1993; Culf et al. 1995).
El albedo de diferentes coberturas terrestres tropicales se ha estudiado durante más de 40 años. Las
primeras mediciones en la Amazonía durante el Experimento Micrometeorológico de la Región Amazónica (ARME) indicaron un albedo promedio de
12,3±0,2% para un bosque tropical cerca de Manaus, Brasil (Shuttleworth 1984). Más tarde, durante
el Estudio de Observación del Clima Amazónico Anglo Brasileño (ABRACOS), Bastable et al. (1993 ) verificaron un albedo promedio de 13,1% para el mismo
Panel Científico por la Amazonía
sitio y 16,3% para un potrero cercano, una diferencia de 3,2%. Sintetizando las mediciones en tres sitios de bosques amazónicos y tres sitios de pastos,
Culf et al. (1996) encontraron albedos promedio de
13,4% y 18%, respectivamente (4,6% de diferencia).
El albedo estacional para la selva tropical, los pastos
y los sistemas de cultivo de soya típicos de la Amazonía se muestran en la Figura 23.5. El albedo de la
selva tropical y los pastos proviene de Culf et al.
(1996). Los resultados señalan que el albedo del bosque es más estable a lo largo del año, presentando
poca variabilidad con respecto a la elevación del sol
y la humedad de las hojas y del suelo. Sin embargo,
el albedo del pasto es más sensible a estos factores,
mostrando una gran variabilidad durante el año. La
altura de la cubierta vegetal, la densidad de la vegetación, la proporción de suelo desnudo expuesto o la
22
Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
inclinación predominantemente vertical de las hojas explican la mayor variabilidad del albedo del
pasto. Es importante observar la diferencia significativa entre el albedo del bosque (aproximadamente
13%) y el albedo de los pastos (17%), mientras que
la soya muestra un albedo global y estacionalmente
variable mucho más alto.
La variabilidad estacional del albedo de los cultivos
depende de varios factores, incluyendo el sistema
de cultivo adoptado (cultivo único o cultivo doble), el
cultivo en sí (soya, maíz) y la fecha de siembra. Otros
factores son los residuos de cultivos en el campo
después de la cosecha, el albedo del suelo mismo y
si el campo se ara o no antes de plantar. Aquí presentamos datos de albedo de soya de Costa et al.
(2007), ajustado por una fecha de siembra tardía
(noviembre). El albedo de la soya (solo para la temporada de crecimiento) indica un aumento del albedo a medida que crece el cultivo y una disminución del albedo a medida que el cultivo pierde hojas
y se seca. Para el período entre temporadas de crecimiento, el albedo aumenta nuevamente debido a
los residuos de cultivo (paja) en el suelo, disminuyendo a medida que la paja se descompone y el
campo se prepara para la siembra. Aunque muchos
detalles de esta curva estacional variarán de acuerdo con los factores enumerados anteriormente, el
albedo de los cultivos suele ser mucho más alto que
el albedo de los pastos y el albedo del bosque.
Sena et al. (2013) analizaron los cambios en el albedo de la superficie debido al forzamiento radiativo
del cambio de uso del suelo sobre Rondonia entre
2000 y 2009. El flujo de la parte superior de la atmósfera (TOA, por sus siglas en inglés) para la profundidad óptica del aerosol (POA) = 0 (sin partículas
de aerosol) para áreas forestales fue de 147 W/m², y
en áreas deforestadas, este valor fue de 160 W/m².
La diferencia de 13 W/m² es el forzamiento radiativo
debido a un cambio en la reflectancia de la superficie del bosque a las regiones deforestadas de Rondonia. La evapotranspiración también ha cambiado
significativamente, de áreas forestales a pastizales
con una columna de vapor de agua de 0,35 cm más
Panel Científico por la Amazonía
pequeña en el pastizal. Esto es aproximadamente el
10% del vapor de agua total de la columna, un cambio muy significativo.
23.3.2 Cambios en la humedad del suelo y evapotranspiración
Más de la mitad de la precipitación en la Amazonía
se transfiere a la atmósfera a través de la evapotranspiración, consumiendo mucha energía y enfriando la superficie (ver el Capítulo 5). Sin embargo,
las transiciones en el uso del suelo pueden interrumpir este sistema al reducir drásticamente la
evapotranspiración. Por lo tanto, los cambios en la
evapotranspiración y la humedad del suelo asociados con el uso del suelo y el cambio de la cobertura
del suelo, incluyendo la deforestación y la degradación, son cruciales para comprender las posibles
trayectorias de la salud de los bosques amazónicos
en los próximos años. Los pastizales y las tierras de
cultivo que normalmente reemplazan a los bosques
tienen raíces más pequeñas y no acceden a la humedad del suelo profundo ni a las aguas subterráneas y
tienen una temporada de crecimiento mucho más
corta que los bosques a los que reemplazan (Coe et
al. 2016; Costa et al. 2007; Negrón Juárez et al. 2007;
Pongratz et al. 2006). Por ejemplo, los cultivos y los
pastos en el sur del Amazonas evaporan a tasas
equivalentes a las de los bosques, pero solo durante
2 a 3 meses al año en el pico de la temporada de crecimiento (von Randow et al. 2012). Al mismo tiempo,
los bosques evaporan a tasas casi máximas (>100
mm/mes) durante un máximo de 10 meses al año
debido a su acceso a la abundante humedad del
suelo almacenada en los 10 m superiores de la columna de suelo.
Estas diferencias tienen un profundo impacto en la
distribución estacional de la evapotranspiración y el
total anual. Esto ha sido ampliamente estudiado a
escalas espaciales grandes y pequeñas en los entornos de la Amazonía y el Cerrado. La conversión de la
vegetación nativa da como resultado una disminución en la ET media anual de aproximadamente un
30%, y durante la estación seca, esta disminución es
23
Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
mucho mayor (Arantes et al. 2016; Lathuillière et al.
2012; Panday et al. 2015; Spera et al. 2016). Los cambios en la ET tienen un impacto directo en otras variables que influyen en el equilibrio del agua superficial, la humedad del suelo y el aumento del almacenamiento de agua subterránea. Este impacto
puede llegar hasta un 30% a nivel local, mientras
que en el flujo de la corriente puede alcanzar entre
3 y 4 veces en las corrientes de cabecera pequeñas y
hasta en un 20% en los ríos muy grandes como el
Tocantins/Araguaia (Coe et al. 2011; Hayhoe et al.
2011; Heerspink et al. 2020; Levy et al. 2018; Neill et
al. 2013).
Gran parte de la precipitación en la Amazonía es el
resultado de la humedad reciclada por el bosque
(Salati y Vose 1984; Maeda et al. 2017). Por lo tanto,
la disminución de la ET resultante de la deforestación afecta directamente la cantidad, la ubicación y
el momento de la lluvia. Numerosos estudios observacionales y de modelos matemáticos han mostrado
un vínculo claro entre la deforestación y el inicio tardío y el final más temprano de la temporada de lluvias (Butt et al. 2011; Debortoli et al. 2015; Fu et al.
2013). A través de la elaboración de modelos matemáticos, Li y Fu (2004) y Wright et al. (2017) demostraron que la evapotranspiración al aumentar la humedad en la atmósfera durante la estación seca tardía, resulta un factor crucial necesario para iniciar
las lluvias. Observaron también que la iniciación se
acelera entre 2 y 3 meses en comparación con las simulaciones sin ET forestal. La evidencia indica que
la humedad de la estación seca en la Amazonía disminuye, lo que hace que la estación seca sea más severa (Barkhordarian et al. 2019). Utilizando un análisis detallado de datos de pluviómetros en el sur de
la Amazonía, Leite-Filho et al. (2019) estiman que
por cada 10% de aumento en la deforestación, el
inicio de la temporada de lluvias se retrasa aproximadamente 4 días (ver también el Capítulo 22), lo
que equivale a un retraso promedio de 11 a 18 días
en el inicio de la temporada de lluvias en Rondônia,
Brasil (Butt et al. 2011).
Las emisiones de GEI y la deforestación tienen efectos opuestos sobre la evapotranspiración. El au-
Panel Científico por la Amazonía
mento de las emisiones (y el aumento de la temperatura atmosférica asociado) tiende a aumentar la
ET, mientras que la deforestación (y la conversión
de tierras a la agricultura asociada) disminuye la ET.
Se ha sugerido que una reducción general en el área
de bosque amazónico desplazará, a gran parte de la
Amazonía, a un régimen climático permanentemente más seco (Malhi et al. 2008). A escala anual, la
ET reducida por la deforestación sólo compensa
parcialmente el efecto positivo de las emisiones de
GEI en la ET, lo que resulta en un aumento neto de
la escorrentía para fines de este siglo. En el sureste
de la Amazonía, las simulaciones de modelos con
una pérdida de área forestal del 50% combinada con
el cambio climático llevaron a una disminución
constante de ET, que compensa los cambios positivos de ET debido solo al cambio climático. Por ejemplo, las proyecciones del modelo del balance hídrico
en la cuenca del Xingu (Guimberteau et al. 2017) son
consistentes con Panday et al. (2015), quienes encontraron efectos opuestos de la deforestación y los
impactos de GEI durante los últimos 40 años utilizando una combinación de observaciones a largo
plazo de lluvia, escorrentía y descarga.
En general, el aumento resultante de la escorrentía
debido a la deforestación (es decir, las disminuciones de ET están asociadas con aumentos de la escorrentía) es consistente con otros estudios a escala local y regional (p. ej., Sterling et al. 2013; Rothacher
1970; Hornbeck et al. 2014). Por ejemplo, el aumento de la escorrentía anual en la cuenca del Xingu
(+8%; Guimberteau et al. 2017) debido a la deforestación es del mismo orden que los resultados de Stickler et al. (2013), quienes encontraron un aumento
de 10 a 12% en la escorrentía dado un 40% de deforestación en esta cuenca. De agosto a octubre, en las
cuencas del sureste, la deforestación amplifica el
efecto del cambio climático en la reducción de la ET,
particularmente en el sur de la cuenca del Tapajós y
en el norte de las cuencas del Madeira y Xingu, donde las áreas deforestadas son las más grandes. Por
lo tanto, la deforestación contribuye al aumento de
la escorrentía (+27% en el Tapajós).
En resumen, la disminución significativa inicial de
24
Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
la ET iniciada por la deforestación ya ha afectado
gran parte de la Amazonía, en particular el sur de la
cuenca, y tiene una retroalimentación a gran escala
de la precipitación. Los cambios en la hidrología en
respuesta a la deforestación dependen de dónde y
cuán grande sea la deforestación (Coe et al. 2009;
Heerspink et al. 2020). Sin embargo, la evidencia sugiere que se puede esperar que los cambios climáticos sean de la misma escala que los cambios asociados con el aumento de los gases de efecto invernadero y la misma dirección: aumento significativo de
las temperaturas, disminución de la precipitación y
reducción de la duración de la temporada de lluvias.
23.4 Emisiones e Impacto de Aerosoles Biogénicos
y de la Quema de Biomasa Dentro y Fuera de la Región
El ambiente amazónico está dominado por dos claras estaciones. En la estación húmeda, la atmósfera
está dominada por partículas de aerosol biogénicas
primarias naturales emitidas directamente por la
vegetación (Prass et al. 2021; Whitehead et al. 2016;
Pöschl et al. 2010). En la estación seca, las emisiones
de la quema de biomasa tienen fuertes impactos en
los ecosistemas amazónicos y las propiedades atmosféricas (Davidson et al. 2012; Andreae et al.
2004; Andreae et al. 2012; Andreae 2019). Las emisiones significativas de monóxido de carbono, precursores de ozono, óxidos de nitrógeno, partículas
de aerosol y otros compuestos alteran significativamente la composición atmosférica en grandes áreas
de América del Sur, y pueden viajar miles de kilómetros (Andreae et al. 2001; Freitas et al. 2005; Reddington et al. 2016). Los compuestos críticos de las
emisiones forestales, como los compuestos orgánicos volátiles (COV) biogénicos, están cambiando, posiblemente asociados con temperaturas más altas
(Yáñez-Serrano et al. 2020). Estas emisiones tienen
impactos significativos en el ecosistema, incluyendo el balance de radiación, la química atmosférica y la salud humana (Forster et al. 2007; Artaxo et
al. 2013; Bela et al. 2015; Butt et al. 2020). Las emisiones de incendios se calculan con el área quemada
por el fuego derivada de datos de sensores remotos
y factores de emisión medidos en experimentos de
Panel Científico por la Amazonía
campo (van Marle et al. 2017; Randerson et al. 2012).
Se espera que la variabilidad climática futura aumente el riesgo y la severidad de los incendios en los
bosques tropicales. En la Amazonía, la mayoría de
los incendios son provocados por humanos. Una
forma de evaluar la columna de aerosol en la atmósfera es observar la profundidad óptica del aerosol
(POA), que expresa la cantidad total de partículas en
toda la columna de aerosol. La POA se puede medir
utilizando un sensor de espectrorradiómetro de
imágenes de resolución moderada (MODIS) o fotómetros solares de la red NASA AERONET.
Los impulsores de los incendios amazónicos son
complejos y muy diversos (ver el Capítulo 19). La Figura 23.6 muestra una vista esquemática de la compleja relación entre los principales impulsores de
incendios. Los impactos también son diversos, y las
emisiones de los incendios influyen en el ciclo regional del carbono y el agua, la salud humana y la salud
de los ecosistemas, además de contribuir significativamente al calentamiento global. La deforestación
global es responsable del 13% de las emisiones de
gases de efecto invernadero (Global Carbon Project
2020).
23.4.1 Impactos de las emisiones de la quema de
biomasa sobre el balance de radiación
La alta carga de aerosoles de la quema de biomasa
impacta el forzamiento radiativo directo (FRD) sobre grandes áreas en los bosques tropicales (Procópio et al. 2003; Eck et al. 2003). La distribución geográfica de FRD sigue las fuentes y el transporte de
los aerosoles que queman biomasa y los impactos en
áreas fuera de la región amazónica, como el centro
y sur de Brasil, el norte de Argentina, Pantanal y
otras regiones. Como la mayoría de los aerosoles
que queman biomasa dispersan la luz solar, el impacto en la temperatura es enfriar la superficie. Las
emisiones de carbono negro (un componente de aerosol absorbente) de la quema de biomasa amazónica cambia el albedo de la nieve y el hielo en los glaciares tropicales, lo que afecta el derretimiento de
los glaciares andinos (Aliaga et al. 2021; Bianchi et al.
2021). El componente de carbono negro absorbe la
25
Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
Figura 23.6 Diagrama esquemático de la compleja relación entre los principales impulsores de incendios en la Amazonía. Figura
adaptada de Barlow et al. 2020.
radiación solar y tiene un efecto de calentamiento
en la parte superior de la capa límite. El forzamiento
radiativo superficial promedio puede llegar a -36
W/m² (Sena y Artaxo 2015; Reddington et al. 2016).
Solo a modo de comparación, el forzamiento antropogénico global que impulsa el cambio climático es
de +2,3 W/m² (Boucher et al. 2013).
En la Figura 23.7 se muestra una serie temporal
larga (2000–2021) de profundidad óptica de aerosoles en cinco sitios de la Amazonía brasileña. En la
estación húmeda se observa una carga atmosférica
de aerosoles muy baja, con una atmósfera muy limpia. Por otra parte, la POA se encuentra entre los valores más altos observados en todo el mundo durante la estación seca, con una variabilidad significativa de un año a otro. Esta alta variabilidad de un
año a otro está parcialmente impulsada por el clima
Panel Científico por la Amazonía
y también por las políticas que afectan la deforestación y la quema de biomasa (Morgan et al. 2019).
Las nubes y los aerosoles influyen en el flujo de radiación activa fotosintética (PAR) crítica para la asimilación de carbono (Intercambio Ecosistémico
Neto - IEN) por parte de los bosques. Además, la relación entre la radiación difusa y la directa está controlada por las nubes, y los aerosoles y las plantas,
las cuales realizan la fotosíntesis de manera más eficiente con la radiación difusa debido a la mayor penetración de la radiación en la cubierta vegetal del
bosque (Rap et al. 2015; Procópio et al. 2004). El análisis del cambio en el IEN de los datos de la torre del
Experimento de Biosfera-Atmósfera a Gran Escala
en Amazonía (LBA, por sus siglas en inglés) de 1999
a 2002 en Rondônia muestra un aumento del 29%
en el IEN cuando el POA aumentó de 0,10 a 1,5 a 550
26
Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
Figura 23.7 Serie de tiempo largo (2000-2021) de profundidad óptica de aerosoles (POA) en 5 sitios en la Amazonía brasileña. La variabilidad significativa de un año a otro está impulsada por el clima y las políticas públicas para reducir la deforestación y las emisiones
de quema de biomasa.
nm. En Manaus (torre ZF2), el efecto del aerosol en
el IEN representó un aumento del 20% en el IEN.
Una alta carga de aerosoles (POA por encima de 3 a
550 nm) o una alta cobertura de nubes conduce a reducciones en el flujo solar total y una disminución
sustancial en la fotosíntesis hasta el punto en que
IEN se aproxima a cero (Cirino et al. 2014). Los estudios de modelado a gran escala muestran resultados
similares en términos de fuertes efectos de aerosoles en la absorción de carbono para la Amazonía. Las
simulaciones de modelos con tres veces las emisiones de quema de biomasa de 2012 muestran aumentos significativos del 20 al 40% en la radiación
superficial difusa, PPB y PPN, especialmente en
agosto, en el pico de la temporada de quema de biomasa (Rap et al. 2015).
23.4.2 Impactos del ozono de los precursores de la
quema de biomasa sobre el ecosistema
La Amazonía en la estación húmeda muestra con-
Panel Científico por la Amazonía
centraciones de ozono (O3) muy bajas (<20 ppbv), y
el ecosistema se ajusta a esta baja concentración de
O3. Sin embargo, en la estación seca, se observaron
valores altos de 40 a 80 ppbv a favor del viento de las
columnas de quema de biomasa (Bela et al. 2015),
con el consecuente daño a la vegetación. La quema
de biomasa emite cantidades significativas de precursores de ozono, óxidos de nitrógeno (NOx) y COV
que conducen a la formación de ozono superficial
viento abajo de la quema (Bela et al. 2015; Artaxo et
al. 2013). El ozono troposférico es un importante
contaminante del aire que causa efectos adversos en
la salud humana, los cultivos y la vegetación natural
(Jacobson et al. 2014; Reddington et al. 2015; Pacifico et al. 2015). Las simulaciones con un modelo de
transporte químico global muestran que la concentración de NO2 aumenta en 1 ppbv por década y la
del ozono en 10 ppbv por década, lo que representa
un aumento sustancial en ambos valores (Pope et al.
2020). Pacifico et al. (2015) utilizaron el modelo climático del sistema terrestre HadGEM2 del Reino
Unido para evaluar el impacto de la quema de bio-
27
Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
masa en el ozono superficial y su efecto en la vegetación. El impacto del daño por ozono de la quema
de biomasa actual en la productividad de la vegetación es de aproximadamente 230 TgC año−1. Este
impacto del daño por ozono sobre los bosques amazónicos es del mismo orden de magnitud que la liberación de dióxido de carbono debido a los incendios
en toda la región de América del Sur, lo que demuestra que el efecto es significativo. El aumento del
ozono dañará aún más la vegetación natural y reducirá la fotosíntesis (Pacífico et al. 2015; Sitch et al.
2007). Esta situación conducirá a mayores reducciones en el rendimiento de los cultivos viento abajo
de los incendios forestales, incluyendo a Mato Grosso y a Goiás (Brasil), con grandes áreas de agronegocios. Estos efectos combinados podrían afectar sustancialmente la vegetación natural, la agricultura y
la salud pública, con una posible degradación de los
servicios de los ecosistemas y pérdidas económicas.
El ozono también es un importante gas de efecto invernadero, por lo que las emisiones de la quema de
biomasa también contribuyen al aumento de la temperatura global y al forzamiento radiativo.
23.4.3 Impactos de las emisiones de la quema de
biomasa sobre las nubes y la precipitación
Las nubes se forman a partir de tres ingredientes
principales: vapor de agua, partículas de aerosol que
actúan como núcleos de condensación de nubes
(NCC) y condiciones termodinámicas atmosféricas
(Boucher et al. 2013). La compleja interacción físicoquímica que se observa en la cuenca Amazónica incluye los procesos de formación de lluvias, ciclos
diurnos, estacionales e interanuales, la organización espacial de las nubes, los mecanismos que controlan la NCC, la interacción entre la vegetación, la
capa límite, las nubes y la capa superior de la troposfera (Liu et al. 2020). La combinación de todos estos
procesos define un clima estable que produce, en
promedio, una precipitación a 2,3 metros sobre el
área de la cuenca Amazónica, equivalente a 14×106
km3 de lluvia por año. Sin embargo, estos mecanismos complejos no lineales únicos han sido modificados por las actividades humanas (Silva Dias et al.
2002; Pöschl et al. 2010). La quema de biomasa con
Panel Científico por la Amazonía
emisiones significativas de partículas de aerosol altera las concentraciones de NCC, cambiando la microfísica de las nubes, la vida útil de las nubes y la
precipitación (Andreae et al. 2004). En condiciones
de mucho vapor de agua, estos NCC adicionales incrementan la cantidad de gotas de tamaño reducido.
Estas gotitas iniciales más pequeñas reducen la eficiencia de las gotitas para crecer hasta alcanzar un
tamaño precipitable, lo que aumenta la vida útil de
la nube y reduce la precipitación. El efecto de las nubes convectivas profundas es difícil de predecir debido al conocimiento insuficiente disponible sobre
la microfísica de las nubes de fase mixta y de hielo
(Artaxo et al. 2021; Machado et al. 2018). Las partículas de aerosol biogénicas primarias son partículas
de núcleos de hielo (NH) que son necesarias para
producir nubes de hielo profundas (Prenni et al.
2009; Schrod et al. 2020; Patade et al. 2021). Hay diferencias significativas entre las gotitas de las nubes
de entornos vírgenes y contaminados que queman
biomasa, como se observó en el experimento
GoAmazon2014/15 (Martin et al. 2010; Nascimento
et al. 2021), incluyendo las diferencias en la distribución vertical de las concentraciones del número
de gotas de las nubes, especialmente en las nubes
convectivas (Wendisch et al. 2016).
La evapotranspiración brinda una proporción significativa de la humedad atmosférica sobre la Amazonía, y se vuelve cada vez más crítica hacia la parte
occidental de la cuenca (Spracklen et al. 2012; Molina et al. 2019). La deforestación y el aumento del
CO2 atmosférico reducen la evapotranspiración, la
cantidad de agua disponible para la lluvia en la cuenca occidental del Amazonas, y tienen un impacto
adverso en la resiliencia de la selva tropical (Zemp
et al. 2017). Este efecto se extiende más allá de la
cuenca Amazónica hacia la región del Río de la Plata,
para la cual la evapotranspiración amazónica es una
fuente vital de humedad (Camponogara et al. 2014,
2018; Zemp et al. 2014).
En términos de quema de biomasa, los aerosoles
afectan la precipitación y la circulación del viento,
donde la interacción de muchos factores dificultan
establecer la causalidad a partir de estudios pura-
28
Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
mente observacionales (Zhang et al. 2009). Los cambios en las propiedades de la superficie, la evapotranspiración, el albedo, las condiciones termodinámicas y otros parámetros dificultan la predicción de
los efectos de los aerosoles en la precipitación (Artaxo et al. 2020). Uno de los pocos estudios de observación de los impactos de la quema de biomasa en
la lluvia fue realizado por Camponogara et al. (2014).
Al combinar el Reanálisis, los datos de la Misión de
Medición de Lluvias Tropicales (TRMM) y los datos
de AERONET de 1999 a 2012 durante septiembrediciembre, se derivó una relación clara entre los aerosoles y la precipitación. Los resultados muestran
que las altas concentraciones de aerosol tienden a
suprimir la precipitación. Se observó una reducción
significativa de la precipitación en la cuenca del
Plata con el aumento de los aerosoles derivados de
la quema de biomasa en la Amazonía.
La falta de una red significativa de observación meteorológica en la Amazonía hace que la evaluación
de los cambios en la precipitación sea bastante complicada e imprecisa. Lo mismo es cierto para una red
extendida de observación de aerosoles y gases traza.
23.5 Conclusiones
No hay duda de que los impactos del cambio climático y la deforestación en la Amazonía son grandes,
diversos y bien documentados. A escala local o regional, el cambio climático y el cambio antropogénico del uso del suelo ya están impactando los ecosistemas amazónicos tanto en los componentes de
la biodiversidad, el ciclo del carbono, el ciclo hidrológico o la quema de biomasa. Asimismo, la deforestación está contribuyendo al cambio climático a través de las emisiones de carbono. Así, la deforestación de los bosques tropicales es responsable del
13% de las emisiones globales de CO2 (Global Carbon Project 2020), estando Brasil, Colombia, Bolivia
y Perú entre los 10 países con mayor deforestación
de la región tropical. Reducir la deforestación sería
la forma más rápida y económica de mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero, con muchos
beneficios colaterales. Los bosques tropicales sufren un estrés significativo por el cambio climático,
Panel Científico por la Amazonía
en particular un aumento de la temperatura, un ciclo hidrológico alterado y un aumento de los eventos
climáticos extremos. Reducir la quema de biomasa
es esencial para minimizar varios aspectos negativos asociados con las altas concentraciones de aerosoles, ozono, monóxido de carbono y óxidos de nitrógeno en grandes áreas de América del Sur. Los
tres efectos principales del cambio climático en los
sistemas acuáticos (tanto marinos como de agua
dulce) son el calentamiento de los océanos y las
cuencas hidrográficas, la acidificación y la pérdida
de oxígeno. Si consideramos solo estos efectos, podemos esperar pérdida de hábitat, cambios en la migración de peces, perturbaciones en el tamaño de
sus poblaciones y en su distribución espacial. Estos
son los principales impactos que el cambio climático provocará en la biota de los sistemas acuáticos.
Otros efectos pueden ser la pérdida de biodiversidad
en sistemas de agua continentales o marinos. Se espera la pérdida de biodiversidad no solo por la deforestación directa, sino también por las diferentes
sensibilidades de las especies de plantas al aumento
de la temperatura y la reducción de la precipitación.
Es importante enfatizar que además de reducir la
deforestación en las regiones tropicales, también es
fundamental reducir el uso de combustibles fósiles
para reducir la tasa de cambio climático.
23.6 Recomendaciones
● Se necesita una red integral de observatorios am-
bientales amazónicos y un sistema para compartir datos comparables para detectar cambios en
los ecosistemas terrestres, de agua dulce y estuarinos.
● Se necesitan estudios más integrados sobre la
pérdida de biodiversidad y el cambio climático,
así como la resiliencia de las especies.
● Es necesario considerar el posible efecto del
cambio climático y la ubicación de las áreas protegidas para las estrategias de conservación, teniendo en cuenta los servicios de polinización y
dispersión de semillas.
● Más estudios sobre las retroalimentaciones entre
el cambio climático y el funcionamiento del ecosistema amazónico son cruciales y deben ser me-
29
Capítulo 23: Impactos de la deforestación y el cambio climático sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos y la
adaptación ambiental
●
●
●
●
jor conocidos y cuantificados, especialmente en
el caso de carbono y vapor de agua.
Es necesario realizar estudios sobre el balance
hídrico de toda la cuenca considerando la evapotranspiración, los ríos atmosféricos (Capítulo 7) y
todos los componentes del balance hídrico en la
Amazonía.
Se necesitan estudios sobre la resiliencia de los
ecosistemas y las especies ante el aumento de las
temperaturas y la reducción del suministro de
agua.
Además de reducir la deforestación, también es
fundamental reducir la quema de combustibles
fósiles, que es la principal causa del cambio climático.
Se necesitan estudios de paleoclima para investigar las variaciones climáticas pasadas para ayudar a comprender la variabilidad climática natural y comprender mejor el papel histórico de los
humanos en la configuración del paisaje en varias escalas de tiempo.
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