Educación en mendoza (1973–1983). Lucha, represión, dictadura y microrresistencias.
LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS DE LA UNCUYO
DURANTE EL TERCER PERONISMO: DEMOCRATIZACIÓN,
GIRO A LA DERECHA Y REPRESIÓN (1973–1976)
Lourdes Murri
INCIHUSA–CONICET (Argentina)
ORCID ID https://orcid.org/0000-0001-9997-331X
1. Introducción1
L
a Universidad Nacional de Cuyo 2 (en adelante
UNCUYO o UNCu), localizada en la provincia de
Mendoza, al igual que las demás instituciones
estatales, no fue indiferente a los vaivenes –y sacudones–
políticos que se vivieron durante la década del setenta.
Para comprender la universidad que tenemos hoy tenemos
1 Una versión preliminar de este artículo fue presentada en las XVIII Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia en mayo de 2022, organizadas por la Universidad Nacional de
Santiago del Estero. Agradezco todos los comentarios y devoluciones que tuvieron lugar en el
marco de las mismas y que enriquecieron este trabajo.
2 La UNCUYO fue creada en 1939 y su jurisdicción abarcaba las provincias de Mendoza, San
Juan y San Luis. A comienzos de 1973, en los últimos meses de la dictadura autodenominada
“revolución argentina”, Lanusse aprobó la creación de universidades nacionales en San Juan
y San Luis a partir de institutos provinciales y facultades de la UNCUYO preexistentes. De esta
manera, la universidad mendocina quedó reducida a las facultades, escuelas y colegios secundarios localizados en la provincia de Mendoza.
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que mirar un poco más atrás. En este trabajo nos hemos
propuesto reconstruir algunos aspectos ligados a la educación
y la universidad durante el tercer peronismo (1973–1976),
periodo de corta duración, pero de marcada densidad, lo cual
queda graficado –entre otras cosas– por la sucesión de cuatro
presidencias en menos de tres años: Héctor Cámpora, Raúl
Lastiri, Juan Domingo Perón y Estela Martínez de Perón. Si
bien todas fueron gestiones peronistas, lejos estuvieron de ser
homogéneas: de Héctor Cámpora a “Isabelita” se produjo un
marcado cambio ideológico que podemos figurar como un
“giro” de izquierda a derecha.
En materia educativa, Jorge Taiana como ministro de
Cultura y Educación nombrado por Cámpora, fue un firme representante de la “tendencia peronista” e impulsó importantes
cambios que despertaron alertas entre sectores conservadores.
Su desplazamiento, un mes después de la muerte de Perón,
significó una ruptura de las reformas iniciadas y la institucionalización del peronismo de derecha en la cartera educativa
a cargo de Oscar Ivanissevich, quien ocupó el ministerio entre
agosto de 1974 y agosto de 1975. Su sucesor y continuador de
su política fue Pedro Arrighi, quien se mantuvo en el cargo
hasta el golpe de 1976. Estas gestiones, conocidas como “misión Ivanissevich” en referencia al ministro homónimo, se caracterizaron por la implementación de tecnologías de control y
disciplinamiento que se tradujeron en represión, con el objeto
de “depurar” las universidades, consideradas por los grupos de
derecha como un bastión de la “subversión”.
En la Universidad Nacional de Cuyo, la intervención encabezada por Roberto Carretero (1973–1974) acompañó un
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momento de apertura democrática y propuestas de profundas
reformas. En 1975 asumieron nuevas autoridades nombradas
desde Nación y fue durante el rectorado de Otto Burgos que se
eliminaron bruscamente los cambios de la gestión anterior y se
implementaron prácticas y políticas orientadas a la “depuración”
de todo aquello que no fuera acorde a los valores “cristianos,
nacionalistas y antimarxistas” (Molina Galarza, 2014, p. 106).
Para este trabajo tomaremos como unidad de observación
la Facultad de Filosofía y Letras (FFYL) de la UNCUYO. Dicha
selección se debe a que fue una de las unidades académicas
que con mayor ímpetu encaró el proceso de reforma universitaria en los años 1973–1974, bajo la gestión del decano Onofre
Segovia. A su vez, a partir del ascenso de la derecha peronista
con la misión Ivanissevich, esta facultad, junto con Ciencias
Políticas y Sociales (FCPYS), fue de las más golpeadas (Roig,
1998) y sus docentes y estudiantes estuvieron entre los grupos
más afectados.
En la FFYL –y también en otras unidades académicas
como FCPYS– existió un núcleo de intelectuales de derecha, que
durante los procesos de reforma y reacción hicieron públicas
sus posiciones políticas y, en algunos casos, tomaron abiertamente partido en contra del proceso de reforma. Estos intelectuales, si bien tenían puntos de encuentro que nos permiten
nuclearlos a la derecha del mapa ideológico, no constituían un
colectivo del todo homogéneo. Siguiendo a Celina Fares (2011),
a grandes rasgos podemos señalar entre las características más
sobresalientes de estas derechas la presencia del hispanismo
con influencia franquista, el nacionalismo conservador y el
catolicismo integrista. Respecto al peronismo, había quienes
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podían dialogar con este movimiento entendiéndolo como una
contención ante el comunismo, pero no faltaron quienes hicieran alarde de su marcado antiperonismo, como en los casos de
Dardo Pérez Guilhou y Rubén Calderón Bouchet (Fares, 2011).
Entendemos que estos intelectuales de derecha, quienes
contaban con cátedras y cargos claves en la universidad, sobre
todo a partir de 1955, se organizaron para rechazar las reformas
de la gestión de Carretero y a partir de la misión Ivanissevich
lograron ocupar (o retornar) espacios estratégicos en la universidad. En este sentido, algunas de las preguntas que orientan
nuestras indagaciones son: ¿Cómo se expresaron las alianzas y
resistencias hacia el proyecto reformista encarado por la gestión
de Roberto Carretero en la Facultad de Filosofía y Letras de la
UNCUYO? ¿Qué ocurrió en la universidad a partir de la llamada
misión Ivanissevich?
Respecto a los antecedentes sobre este tema, resulta llamativa la proliferación de investigaciones sobre distintos casos
nacionales, en contraste con la escasez de abordajes para la
provincia de Mendoza y la zona de Cuyo. A nivel nacional encontramos investigaciones sobre este periodo que reconstruyen
lo ocurrido en distintas universidades, siendo la de Buenos Aires (UBA) una de las más estudiadas (Seia, 2016; Besoky, 2017;
Izaguirre, 2011) tanto por tratarse de la universidad más grande
del país en número de matrícula como por estar situada en el
centro de la toma de decisiones. Algunos trabajos abordan la
misión Ivanissevich desde otros espacios, como la Universidad
del Sur y del Comahue que durante la gestión de Remus Tetu
fueron foco de violencia y terror (Gentile, 2013; Zambón, 2008).
Específicamente situado en este periodo se encuentra la tesis
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Educación en mendoza (1973–1983). Lucha, represión, dictadura y microrresistencias.
de maestría de Lucia Abbattista (2019) quien reconstruye la
gestión de Óscar Ivanissevich en el Ministerio de Cultura y
Educación, trabajo fundamental para quien quiera acercarse
al estudio de estos años desde las instituciones educativas.
También debe tenerse en cuenta las redes entre intelectuales
y con otros grupos de poder, el lugar de la derecha y la Iglesia
católica, entre otras cuestiones que exponen los trabajos de
Laura Graciela Rodríguez, en especial desde su libro Universidad, peronismo y dictadura 1973–1983, el cual resulta indispensable para revisar las políticas educativas y la universidad
a nivel nacional sin perder de vista las particularidades locales
de las cuales da cuenta la autora.
Respecto al periodo que nos interesa, es escasa la bibliografía específica sobre la provincia de Mendoza, pero podemos
destacar los trabajos de Laura Rodríguez Agüero sobre la represión predictatorial en escala local (2020; 2014). Violeta Ayles, en
el marco de su tesis doctoral, ha indagado sobre la experiencia
del PRT en Mendoza (2020). En el presente libro, encontramos
un capítulo donde la autora reconstruye la inserción de esta
organización en el movimiento estudiantil local (Ayles, ver).
Específicamente sobre la UNCUYO, uno de los trabajos
precursores es el libro de Roberto Vélez (1999) La represión en
la UNCUYO, en el cual se combina la lectura testimonial con un
importante acervo documental. Otro antecedente relevante para
la temática es el rescate de experiencias militantes vinculadas
a la universidad en Apuntes de Memoria: política, reforma y
represión en la Universidad Nacional de Cuyo en la década del
70. Este libro es el resultado de un proyecto de investigación
realizado por Nazareno Bravo, Mercedes Molina Galarza, Paula
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Baigorria y Esteban Tealdi (2014), el cual fue acompañado por
un documental con el mismo nombre, que recuperaba algunas
de las entrevistas realizadas en el marco de la investigación.
Desde un enfoque diferente, la tesis doctoral de Martín
Aveiro (2014) que dio lugar al libro “La universidad inconclusa.
De la Ratio Studiorum a la reforma universitaria en Mendoza
(1973–1974)”, es una de las investigaciones más profundas sobre este periodo en la universidad cuyana, poniendo el foco
del análisis en el proceso pedagógico en torno a la reforma
de la gestión de Carretero. Más contemporáneos a este trabajo, se encuentran los trabajos de Paula Baigorria (2021, 2018)
quien, a través del análisis de prensa local, reconstruye algunas
dimensiones de la represión hacia el movimiento estudiantil
antes y durante la última dictadura militar. Nuestro objetivo
es profundizar algunas de las líneas que estos trabajos han
podido abrir.
Para nuestra investigación hemos acudido a fuentes diversas. Por un lado, hemos consultado en la hemeroteca mayor
de la Biblioteca Pública General San Martín el diario local Los
Andes entre 1973 y 1976. Desde este diario se realizaba una
importante cobertura de los acontecimientos universitarios. Por
otro lado, contamos con el Centro de Documentación Histórica
de la UNCUYO (CDH), archivo creado en 1991 donde se alberga
gran cantidad de documentación de y sobre la universidad.
Hemos trabajado en especial con las Circulares de la Facultad
de Filosofía y Letras correspondientes al decanato de Onofre
Segovia (1973–1974), disponibles en el CDH. Finalmente hemos
realizado entrevistas en profundidad a ex docentes y estudiantes de esta casa de estudio.
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2. Momentos de reforma: la Universidad del pueblo para la
Liberación (1973–1974)
En los últimos años de la dictadura de la autodenominada “revolución argentina” (1966–1973) se sucedieron masivas
manifestaciones contra el régimen militar. Entre las principales demandas que las impulsaron destacaban la exigencia de
apertura del juego democrático con el llamado a elecciones y la
participación del peronismo en el mismo, cuyo líder se encontraba en el exilio desde 1955. En Mendoza, una de las mayores
expresiones antidictatoriales ocurrió en abril de 1972, con las
jornadas que pasaron a la historia como “Mendozazo”, las cuales formaron parte de un ciclo mayor de luchas iniciado con el
Cordobazo de 1969 y que se extendió por distintos puntos del
país. Es este contexto de una sociedad ampliamente movilizada
y que impugnaba a la dictadura desde distintos frentes –sindicales, organizaciones armadas, movimientos estudiantiles,
entre otros– que el grupo militar en el poder se vio forzado a
negociar la salida democrática. De esta manera, el peronismo
retornó a la arena electoral tras una larga proscripción.
El 25 de mayo de 1973 asumió la fórmula peronista elegida por el pueblo con Héctor Cámpora como presidente y
Vicente Solano Lima como vice. A tono con los resultados a
nivel nacional, en la provincia de Mendoza resultó ganadora
en segunda vuelta la lista del FREJULI (Frente Justicialista de
Liberación) con Alberto Martínez Baca y Carlos Mendoza como
gobernador y vice respectivamente. El nuevo gobierno despertó
enormes expectativas tras largos años de dictadura; de allí que
contara con una gran participación y politización en todos
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los sectores de la sociedad, lo cual se experimentó de manera
particularmente profunda en las instituciones universitarias,
las cuales fueron vistas como baluarte del nuevo proyecto de
país que se gestaba (Buchbinder, 2005).
Las universidades, con predominio de la Juventud Peronista y la Tendencia, fueron el punto donde convergen
una enorme efervescencia estudiantil, militante y académica
(Franco, 2012). Las altas casas de estudio fueron pensadas por
estos grupos, no ya como espacios privilegiados de las élites
sino como una parte importante para el proceso de Liberación
Nacional. “La Universidad al servicio del pueblo” fue la consigna que impulsó la profunda transformación que se llevó a
cabo entre 1973–1974.
Jorge Taiana como ministro de Cultura y Educación concretó demandas impulsadas por el movimiento estudiantil, tales
como el ingreso irrestricto a las universidades. Según Laura
G. Rodríguez, esta medida pese a la corta duración de su implementación, impactó fuertemente en la matrícula, “llegando
a alcanzar una cifra récord de inscriptos –alrededor de 128
mil– que no hizo más que disminuir los años siguientes con la
vuelta al sistema de examen y cupos” (Rodríguez, 2015, p.23).
En las grandes ciudades del país se realizaron tomas de
instituciones públicas y privadas, en apoyo a las nuevas autoridades gubernamentales. Uno de los actores protagonistas
de estas tomas fue el movimiento estudiantil universitario y
secundario. Laura Luciani (2022) advierte que la participación
de estudiantes de nivel secundario ha sido muy poco atendida
por la historiografía. En el caso mendocino esta premisa se
confirma. Lo que hemos podido relevar a través de fuentes
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Educación en mendoza (1973–1983). Lucha, represión, dictadura y microrresistencias.
de la prensa es que el estudiantado secundario de Mendoza
se organizó con demandas que se extendieron por distintos
puntos de la provincia, articulando con zonas alejadas de la
capital como Rivadavia y Valle de Uco, lo cual demuestra la
existencia de redes estudiantiles, cuyo proceso aún no ha sido
reconstruido3. En este marco se extendieron organizaciones
estudiantiles de nivel secundario con signo peronista, las cuales
impulsaron espacios propios como congresos locales, regionales
y nacionales, así como también diversas actividades callejeras
de propaganda y visibilización.
En cuanto a la Universidad Nacional de Cuyo, fue el estudiantado de la Facultad de Medicina el que llevó adelante uno
de los procesos de lucha más significativos de aquel momento.
Esta institución permaneció tomada por los y las estudiantes
desde abril de 1973 por más de cincuenta días, con solidaridad
y acompañamiento activo de parte de estudiantes de otras
facultades y universidades como la Tecnológica.
En el marco de estas tomas, se realizaron multitudinarias
asambleas en las cuales el movimiento estudiantil propuso
a las nuevas autoridades, como a Roberto Carretero para el
rectorado y a Onofre Segovia para el decanato de la FFYL. Un
3 Laura Luciani ha publicado un reciente artículo donde reconstruye las tomas de colegios
secundarios en Rosario entre mayo y julio de 1973. Ver referencias en bibliografía. Específicamente sobre Mendoza no hay investigaciones sobre este tema salvo algunas menciones, como
en la tesis de Gabriela Scodeller (2009) Conflictos obreros en Mendoza (1969–1974): cambios
en las formas de organización y de lucha producto del Mendozazo: Un análisis del “borramiento” del conflicto como política de la memoria de la historiografía regional. (Tesis doctoral). Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
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caso que puede ser considerado como la excepción a la regla,
ya que el mandato estudiantil no prosperó, fue el de la Facultad de Medicina, en la cual había una importante presencia
de la TUPAC (Tendencia Universitaria Popular Antiimperialista
Combatiente) brazo estudiantil de la maoísta Vanguardia Comunista, cuyo candidato a decano, “Turco” Chediack, elegido
por la asamblea estudiantil no tuvo el visto bueno del rector4
(Ayles, 2020). Finalmente, Carretero nombró en el decanato de
Medicina a Ángel Marotta, quien era orgánico al peronismo.
El movimiento estudiantil organizado denunció a profesores y funcionarios que estaban abiertamente vinculados con la
dictadura saliente y que podrían ser obstáculo para el nuevo
proceso que se abría. Esto mismo ocurría en otras universidades del país, donde docentes funcionarios de la dictadura
o empleados de empresas multinacionales fueron expulsados
(Buchbinder, 2005).Jorge Taiana como ministro de Cultura y
Educación concretó demandas impulsadas por el movimiento
estudiantil, tales como el ingreso irrestricto a las universidades.
Ingeniero agrónomo de formación, su primera gestión como
rector de la UNCUYO se vio bruscamente interrumpida en
1955 con el golpe de la “Libertadora”, tras lo cual permaneció
desvinculado de manera forzada de la universidad, hasta su
nuevo nombramiento en 1973, que como vimos fue impulsado
por el movimiento estudiantil.
Arturo Roig fue elegido como Secretario Académico de la
gestión de Carretero. Roig era un reconocido filósofo, integrante
4 Para un mayor desarrollo del conflicto entre el estudiantado de Medicina y el deca-
nato ver capítulo de Ayles en este libro.
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Educación en mendoza (1973–1983). Lucha, represión, dictadura y microrresistencias.
de la corriente latinoamericana de la Filosofía de la Liberación.
Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCUYO y
fue uno de los principales mentores e impulsores de la reforma
universitaria. Tras su gestión con Carretero debió exiliarse y
recién pudo retornar a la UNCUYO en 1984, luego de haberle
ganado un juicio a la universidad.
La gestión de Carretero incluyó además a Onofre Segovia
decano de Filosofía y Letras y Emilio Tenti Farfani en Ciencias
Políticas y Sociales, entre otros. En pocos meses, se impulsaron
espacios para repensar y cuestionar la función social y política
de la universidad pública, acompañado de la apertura del proceso de diseño y ejecución de una reforma a nivel universitario
cuyos contenidos fueron de gran avanzada, incluso mirándolos
desde los lentes del presente.
La reforma ponía en debate no sólo la función de la
universidad sino también su organización interna, los sentidos de la extensión universitaria, el replanteo de las prácticas
pedagógicas, la formación que se impartía y los métodos de
evaluación, entre otras cuestiones. Una de las principales críticas en este sentido, fue la que se realizó hacia las tradicionales
cátedras, las cuales fueron cuestionadas por responder a un
sistema caduco, feudal y patronal (Arpini, 2019).
De esta manera, se apuntaba a la construcción de nuevos vínculos entre docentes y estudiantes, novedosos métodos
pedagógicos y formas diferentes de entender el proceso de
enseñanza–aprendizaje, las cuales se fueron delineando de
manera democrática, con participación de todos los claustros,
en un proceso que buscaba redefinir la función social y los
objetivos de la Universidad (Arpini, 2019). Esta experiencia fue
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impulsada por un amplio y heterogéneo sector integrado por
“profesores jóvenes casi en su totalidad y una decidida mayoría
estudiantil” (Roig, 1998, p.99).
La coyuntura de cambios no fue exclusiva de la UNCUYO,
ya que reformas similares tuvieron expresión en otros lugares,
como la Universidad Nacional de La Plata bajo el rectorado
de Rodolfo Agoglia, o en Salta con profesores de la talla de
Rodolfo Kusch y Horacio Cerutti Guldberg (Arpini, 2019). En
la Universidad Nacional San Luis también se llevaron a cabo
profundos cambios en la gestión de su primer rector Mauricio
López, quien se encuentra desaparecido por el Terrorismo de
Estado desde 1977.
La Facultad de Filosofía y Letras ( FFYL) de la UNCUYO
bajo el decanato de Segovia, fue una de las unidades académicas más comprometidas con la reforma. Permanentes
comisiones de trabajo y asambleas interclaustros se suscitaron
durante la segunda mitad de 1973 y 1974 para trabajar en la
reforma de los planes de estudio atendiendo a las perspectivas
epistemológicas, los contenidos disciplinares, el proceso de
enseñanza–aprendizaje, los métodos de evaluación y las formas
de organización en la facultad. Docentes, no docentes, graduados/as y estudiantes participaron sin distinciones, teniendo voz
y voto en cada uno de los pasos que condujeron a la reforma.
El proceso de reforma de la FFYL se desarrolló en dos
instancias: la primera, denominada “diagnosis”, consistió en la
elaboración de un diagnóstico respecto al estado de cada una
de las carreras y de la Facultad en general, identificando los
problemas y proponiendo soluciones concretas para cada espacio y/o carrera. Este diagnóstico concluyó en un documento
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elaborado con la participación de los distintos claustros de la
Facultad. A la par, se realizaron instancias de debate para la
nueva ley universitaria. El segundo momento de este proceso
fue el de la implementación de la reforma, la cual entró en
vigencia a partir de enero de 1974. Exactamente un año después, sería derogada.
Así como la reforma tuvo grandes adeptos, especialmente
entre estudiantes y profesores y profesoras jóvenes, un grupo
de docentes vinculado a las gestiones anteriores (en especial
ex decanos y sus colaboradores), quienes por lo general eran
titulares de cátedras clave, mostraron posiciones de abierto
rechazo a los cambios que se estaban implementando. Estos
docentes se nuclearon en la Asociación de Docentes e Investigadores de la Facultad de Filosofía y Letras (ADIFYL). Desde
este espacio buscaron frenar y obstaculizar la reforma en
marcha ya que consideraban que atentaba contra sus intereses
(Murri, 2023).
Una de las carreras más abiertamente reacias al proceso
de reforma era Historia. Entre sus profesores se contaban con
figuras emblemáticas de la derecha tradicionalista, como Pedro
Santos Martínez quien además de ser una de las caras visibles
de ADIFYL, era profesor titular de Historia Argentina II, director
del Departamento de Historia y posteriormente sería el rector
de la UNCUYO durante el Terrorismo de Estado.
Podemos afirmar que, en el contexto de elaboración de la
reforma y su implementación, tuvo lugar una abierta disputa por
la historia entre grupos académicos con intereses y proyectos
opuestos. Tomaremos como ejemplo uno de los casos más notorios que permite observar las posiciones de un lado y de otro.
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En el marco de reforma de la carrera de Historia, durante
el periodo de diagnosis, en setiembre de 1973, antes que se
avanzara en un cambio total del plan de estudios, se estableció
la primera transformación importante: la materia de primer
año “Introducción a la Historia” desaparecía y en su lugar se
establecía “Historia de la lucha del pueblo argentino por la
Liberación”. En una circular interna de la Facultad se informaba
el cambio de espacio curricular, con el argumento de que un
curso introductorio a la Historia, común a todas las carreras,
debía estar orientado a:
… el conocimiento claro y fundado de la situación de dependencia de nuestro país en sus distintos aspectos, del proceso
que llevó a esa situación y de las principales luchas que ha
sostenido el pueblo argentino por la liberación, principalmente
en el siglo XX. (Circular n°16, FFYL, UNCu, 1973).
En el mismo documento se afirmaba que espacios de estas características debían brindar al estudiantado herramientas
para “adquirir conciencia clara de su responsabilidad social lo
cual incluye la tarea ineludible de criticar al sistema de dominación” (Circular n°16, FFYL, UNCu, 1973). En este sentido, y
dado que la asignatura vigente hasta ese momento no cumplía
con tales expectativas, la circular aclaraba que el cambio iba
más allá de la nomenclatura, e implicaba transformaciones
epistemológicas y de definiciones políticas:
… un curso orientado intencional y explícitamente al
conocimiento de la historia de las luchas del pueblo argentino
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Educación en mendoza (1973–1983). Lucha, represión, dictadura y microrresistencias.
por su liberación, a fin de que sea un momento esencial de la
formación de nuestros estudiantes y quede así netamente referido al servicio de la construcción de la sociedad que anhela
el pueblo de nuestra Patria. (Circular n°16, FFYL, UNCu, 1973)
Bajo la firma de Mariano Zamorano y José Luis Massini,
ADIFYL elevó nota al rectorado en protesta por el cambio de
cátedra y se posicionó en abierto enfrentamiento con el decano
de FFYL. Algunas de las razones que adujeron para solicitar
se diera marcha atrás con el cambio de espacio curricular invocaban a los derechos estudiantiles, al señalar una “ruptura
del contrato académico” entre quienes ingresaron con un plan
de estudios determinado que empezaba a transformarse. Este
argumento fue rápidamente refutado por el mismo estudiantado, quienes desde la Comisión Coordinadora Provisoria de
Estudiantes expresaron apoyo a la propuesta del nuevo espacio curricular. Por otro lado, ADIFYL sostenía que la nueva
asignatura adolecía de falta de especificidad disciplinar, así
como también expresaba “inquietud por la situación moral y
legal de los profesores de la cátedra eliminada” (Circular n°19,
FFYL, 1973).
El decano Segovia respondió a ADIFYL y elevó al rector
un documento donde detallaba las razones que condujeron a
la creación de “Historia de la lucha…”. Por un lado, se evidenciaba una disputa en las formas de entender el conocimiento
científico. Para los grupos más conservadores el saber aparecía como algo neutral, despolitizado, atemporal. La nueva
propuesta se basaba en la búsqueda de un saber situado, en
permanente cambio y discusión y por sobre todo implicado
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Patricia Chaves / Alejandro Paredes / Laura Rodríguez Agüero
en la transformación de la realidad. En este sentido el decano
sostenía:
Los temas propedéuticos al saber histórico no están limitados exclusivamente a los conocimientos abstractos sobre
el estatuto epistemológico o sobre el método de la ciencia.
También pueden formar parte de ellos los temas que ayuden a
comprender la realidad nacional. […] sólo en esa perspectiva, los
mismo estudiantes de Historia superarán la mera búsqueda de
fechas y documentos, para captar la historia como un proceso
en que se juega el destino de la patria. (Circular 19, 1973, FFYL).
Finalmente, Segovia manifestó sentir “decepción” por la
actitud de los profesores de ADIFYL, quienes además de esgrimir “posiciones carentes de fundamento”, habrían escudado en
supuestos intereses gremiales lo que en realidad era una disputa política dentro de la universidad para ir contra un proceso
que ya había demostrado contar con apoyo de las mayorías.
Lo cierto es que pujas como estas fueron frecuentes durante los meses de reforma, pero también debemos aclarar que
no todos los docentes sostuvieron posiciones claras de apoyo o
rechazo al proceso de reforma, ya que hemos podido observar
casos de posturas más bien dudosas, aparentes neutralidades
o actitudes contradictorias que respondían al cuidado de intereses personales. El más evidente era el caso de profesores
que iban como firmantes en comunicados públicos contrarios
a la reforma pero que luego aparecían firmando en su defensa.
Estas idas y vueltas y constantes contradicciones muchas veces
denotaban una toma de posición que, más indiferente a la
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Educación en mendoza (1973–1983). Lucha, represión, dictadura y microrresistencias.
disputa política subyacente, priorizaba la conservación de un
cargo o futuro cargo, entre otros intereses de índole individual
profesional.
El decano en reiteradas ocasiones manifestó que la Facultad atravesaba por su periodo más democrático y que todas
las decisiones se tomaban a partir de un abierto diálogo entre
todos los sectores. De allí que, en nombre de la Reconstrucción Nacional, llamaba a trabajar a la comunidad en conjunto,
reconociendo las diferencias, pero sin renunciar a las propias
ideas, manteniendo un clima de respeto. Si bien afirmaba que
todas las opiniones constructivas serían consideradas, advertía
que “el gobierno peronista de la Facultad no podrá admitir
actitudes que obstaculicen en nuestro ámbito el proceso de
Reconstrucción” (Circular N° 38, 1973, FFYL UNCu).
Pese a ello, la disputa continuó durante 1974, tanto hacia
dentro de la Facultad como a través de la prensa local, la cual
publicaba comunicados de ADIFYL y la posterior respuesta de
las autoridades universitarias o docentes que los respaldaban.
ADIFYL se fue identificando cada vez más con los profesores de
la carrera de Historia, donde estaba el núcleo duro conservador
antiperonista. Llegaron a acusar al decano de “ideologizar” al
Departamento de Historia e incluso de intentar eliminarlo. Pese
a ello, todos debieron adaptarse al nuevo plan de estudios.
El movimiento estudiantil de la FFYL apoyó y formó parte activa de todo el proceso de reforma. De allí que también
denunciaran a aquellos docentes que buscaban abiertamente
obstaculizar la reforma. En distintas asambleas convocadas
por el Centro de Estudiantes se votó la expulsión de varios de
estos profesores. Algunos de los docentes cuestionados fueron
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Patricia Chaves / Alejandro Paredes / Laura Rodríguez Agüero
Luis Campoy, quien estaba a cargo de la cátedra de Sociología,
Ignacio Granero en Griego, Jorge Comadrán Ruiz en Historia,
Francisco Ruiz Sánchez en Pedagogía y Emilia P. de Zuleta en
Literatura. Entre las acusaciones esgrimidas contra este grupo,
el estudiantado señalaba que boicoteaban de manera constante la reforma que se estaba implementado y postergaban
la ejecución de lo acordado en este marco entre docentes y
estudiantes. A su vez denunciaban que todos ellos –no sólo
los aquí enumerados sino un número mayor–, representaban
el continuismo en la facultad, ya que venían haciendo carrera
y ocupando cargos de gestión en las dictaduras anteriores.
Pese a esta y otras denuncias, la gestión de Segovia no
expulsó a ningún/a trabajador/a por más reaccionarias y opositoras que fueran sus posiciones, ya que consideraba que un
pilar de la reforma era la democratización, por lo cual confiaba
en que podría mediante el diálogo lograr un trabajo en conjunto. Los docentes denunciados por el centro de estudiantes
continuaron en sus cátedras atacando la reforma. Durante
la misión Ivanissevich y la última dictadura muchos de ellos
(en su mayoría varones) ocuparon cargos de gestión y todos
lograron hacer carrera.
3. Momentos de represión: el avance reaccionario (1974–1976)
A partir de la muerte de Perón, el 1 de julio de 1974 –e
incluso antes también– se observa un crecimiento de los sectores de la derecha peronista, los cuales ganaron espacios de
poder, desplazando a los grupos reformistas y revolucionarios
expresados en la Tendencia Revolucionaria. El juicio político a
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Educación en mendoza (1973–1983). Lucha, represión, dictadura y microrresistencias.
Martínez Baca y el ascenso de su vice Carlos Mendoza como
gobernador puede ser tomado como ejemplo de este marcado
“giro a la derecha”. La nueva coyuntura presentaba una perspectiva adversa a los cambios que se estaban implementado
en las universidades. En agosto de 1974 el ministro Taiana
fue desplazado por Oscar Ivanissevich, iniciándose una depuración en todas las universidades de elementos considerados
de izquierda.
Ivanissevich había sido ministro de Cultura y Educación
entre 1948 y 1956. Al momento de su segundo mandato tenía
setenta y nueve años. Coincidimos con Juan Carnagui y Lucia
Abbattista quienes afirman que su nombramiento “tuvo un
fuerte carácter de restauración de la ortodoxia peronista en
relación con lo que estaba sucediendo en el Ministerio durante
la gestión de Jorge Taiana” (Carnagui y Abbattista, 2014, p.4).
En agosto de 1975 Ivanissevich fue reemplazado por Pedro
Arrigui, quien continuó con la “misión” de su antecesor. Entre otros dichos que nos orientan sobre su posición política e
ideológica, “Arrighi caracterizó a la reforma universitaria de
1918 como la “punta de lanza de la revolución bolchevique”
que “abrió las puertas para la permanente subversión” (Abbattista, 2019, p.173).
Apenas asumido el flamante ministro, las universidades
nacionales fueron intervenidas y las autoridades vinculadas
a Taiana y a la “Tendencia” desplazadas, lo mismo que
profesores/as y trabajadores/as que sufrieron persecuciones,
cesantías, expulsiones y amenazas, teniendo muchos/as de
ellos/as que optar forzosamente por el exilio externo e interno.
Se dictaron normas que blindaron de “legalidad” ciertas
155
Patricia Chaves / Alejandro Paredes / Laura Rodríguez Agüero
prácticas represivas, amparadas en las leyes de prescindibilidad,
aplicadas contra el cuerpo docente y trabajadores no docentes
de las universidades. Otra de sus medidas fue establecer cupos
por carreras y exámenes de ingreso obligatorios, eliminando
así el ingreso irrestricto.
La mayoría de los rectores de las distintas universidades nacionales pusieron a disposición su renuncia o fueron
alejados de los cargos, generándose un radical cambio en la
orientación política de los mismos. Las universidades pasaron
a estar dirigidas por representantes de la derecha nacionalista
peronista, entre quienes podemos nombrar a Alberto Ottalagano en la Universidad Nacional de Buenos Aires, Mario Menso
en Córdoba, Remus Tetu en la Universidad del Sur y Comahue
y Otto Burgos en la UNCUYO por mencionar los ejemplos más
notorios.
Como ha observado Patricia Orbe (2017), tanto la gestión
de Ivanissevich como las intervenciones de Burgos en la UNCUYO, Ottalagano en la UBA, Remus Tetu en la UN del Comahue
y UN Sur, entre otros fueron celebradas por académicos nacionalistas reaccionarios desde la revista Cabildo y –posterior
a su censura en febrero de 1975– desde El Fortín. La autora
observa que buena parte de este grupo de intelectuales eran
docentes efectivos en universidades públicas y que desde este
lugar exhortaban por una “cruzada” nacionalista y cristiana
en la universidad, contra liberales y marxistas que eran representantes del caos (Orbe, 2017). En esta revista participaban
profesores de la UNCUYO como Enrique Díaz Araujo, Enrique
Zuleta Álvarez y Rubén Calderón Bouchet.
Apenas producido el cambio en la cartera educativa a
156
Educación en mendoza (1973–1983). Lucha, represión, dictadura y microrresistencias.
nivel nacional, Carretero aduciendo razones de salud presentó
su renuncia como rector, quedando en su lugar quien hasta
entonces era decano de Ciencias Económicas, Guido Liserre, el
cual tuvo la ardua tarea de sostener una universidad diseñada
a contramarea de la ola reaccionaria que se estaba imponiendo
desde el gobierno nacional. Su gestión duraría apenas un par
de meses, ya que en enero de 1975 Ivanissevich nombró como
rector interventor a Otto Burgos, quien fue la máxima autoridad
de la UNCUYO hasta el golpe militar de 1976.
Conocida la noticia de la renuncia de Carretero, se realizaron asambleas en distintas facultades, para posteriormente
converger en una asamblea general de estudiantes, docentes
y trabajadores no docentes de las distintas unidades académicas en el hall de Filosofía y Letras, en el marco de la cual se
decidió expresar un abierto apoyo al rector saliente Carretero
y a las autoridades ligadas a su gestión que continuaban en
sus cargos, como el decano de FFYL Onofre Segovia. Además
se declaró estado de alerta y movilización en defensa de las
conquistas logradas durante los quince meses de su gestión
(Los Andes, 19 agosto 1974). A la par se conformó la Asociación
de Trabajadores de la Educación de Filosofía y Letras (ATEFYL),
órgano gremial integrado por más de sesenta docentes para
apoyar la reforma y a la gestión de la Facultad ante la avanzada
conservadora (Murri, 2023).
Desde mediados de 1973 se sucedieron amenazas e
intimidaciones contra docentes y estudiantes militantes de
la reforma. El primero de los casos –y uno de los más notorios– fue el de la bomba contra el profesor y filósofo Enrique
Dussel, ocurrido en octubre de ese año. Entre los argumentos
157
Patricia Chaves / Alejandro Paredes / Laura Rodríguez Agüero
justificatorios de dicho ataque, los autores del mismo, integrantes del “Comando de Operaciones Anticomunistas José Rucci”
acusaban a Dussel de “apátrida y de envenenar las conciencias
de la juventud con la inmunda doctrina marxista” (Ciriza y
Rodríguez Agüero, 2015, p.62).
A partir de noviembre de 1974 las violencias y ataques
directos hacia intelectuales y militantes peronistas y de izquierda, se incrementaron dentro y fuera de la universidad.
Otro atentado con bomba, esta vez en la casa del decano de
FFYL Onofre Segovia, generó olas de repudio. La bomba con-
tra Segovia no había sido el primer ni único ataque contra el
decano. Una entrevistada recuerda unos “miguelitos” (clavos)
que le habían colocado a Onofre en las ruedas del auto un
día que salían de la Facultad (Entrevista a Adriana, estudiante
de FFYL, comunicación personal, 2021). También fue víctima
de atentados el autor de “El marxismo se come a los niños”,
el filósofo Oward Ferrari y su esposa Nélida López de Ferrari,
ambos profesores de FFYL. Los grupos parapoliciales como el
Comando Anticomunista Mendoza y el Comando Moralizador
Pio XII ya estaban actuando en toda la provincia5 (Rodríguez
Agüero, 2014) . En la universidad los testimonios señalan que
era frecuente la presencia de patotas y policías de civil en las
aulas y pasillos.
En enero de 1975 fue nombrado rector interventor de la
UNCUYO Otto Herbert Burgos, quien provenía de la carrera de
5 Para un desarrollo de la represión estatal y paraestatal en Mendoza ver Rodríguez Agüero
(2014) citada en la bibliografía y el capítulo de Laura Rodríguez Agüero y Paula Ferreyra en el
presente libro.
158
Educación en mendoza (1973–1983). Lucha, represión, dictadura y microrresistencias.
Historia y fue el principal representante de la misión Ivanissevich en Mendoza (Murri, 2023). Luis Campoy, profesor de
la FFYL y miembro de ADIFYL, fue el secretario académico de
Burgos, y según Roberto Vélez, habría sido colaborador de los
servicios de inteligencia antes y durante la última dictadura
(Vélez, 1999, p.167). El mandato de Otto Burgos coincidió con
la escalada de violencia en la universidad. Sobre el flamante
rector se comentaba “tenía vínculos con la CNU y que era un
“facho nazi”” (Rodríguez, 2015, p.69). Burgos justificaba públicamente la represión en la universidad afirmando que:
Los agitadores marxistas y los responsables del desquicio que hizo necesaria la intervención del gobierno nacional,
cualquiera sea la denominación con que se encubren, serán
sancionados como corresponde, no en razón de sus ideas, sino
por su condición de instrumentos de una política disolvente y
subversiva que atenta contra el orden académico y compromete
la seguridad de la nación (Los Andes, 1 de abril 1975).
Con el cambio en el rectorado, todas las autoridades
universitarias relacionadas a la gestión de Carretero fueron
desplazadas. Lo mismo ocurrió con los cargos docentes, empezando a conocerse las listas de cesanteados/as y de contratos
no renovados. En reemplazo de Segovia asumió como decano
de la FFYL Julio Torres quien sólo estuvo unas semanas en el
cargo, dado que falleció por causas que no hemos determinado.
En su lugar asumió Julio Seco Villalba, quien se mantuvo en
el cargo de decano hasta mediados de 1975, cuando el ministro Arrighi lo nombró rector–interventor de la Universidad
159
Patricia Chaves / Alejandro Paredes / Laura Rodríguez Agüero
Nacional de La Pampa. La última decana de la misión Ivanissevich en la FFYL de la UNCUYO fue la historiadora Rosa
Zuluaga, quien se convirtió en la primera decana mujer de
dicha institución, y además su gestión fue el “puente” entre
democracia y dictadura, ya que continuó en el cargo luego del
24 de marzo de 1976 (Murri, 2023).
En febrero de 1975, el nuevo decano FFYL Juan Torres
derogó la resolución que aprobaba los planes de estudio de
1974 en la facultad y de esta manera se daba marcha atrás con
toda la labor iniciada a mediados de 1973. Las cátedras y sus
tradicionales docentes titulares volvían a su antigua posición
y la participación estudiantil quedaba anulada. Algunas de las
razones esgrimidas para derogar la reforma y cualquier resabio
de la misma, aducían que se trataba de un plan contrario a
la ley universitaria, que se guiaba por modelos extranjerizantes, que era ajeno a la tradición argentina y que favorecía el
anarquismo pedagógico dando lugar al extremismo subversivo
(Aveiro, 2014, p.194).
Durante el rectorado de Burgos a más de sesenta docentes
de la UNCUYO no se les renovó la designación por considerarlos
“no confiables para la docencia” (Nómina de personal CDH
UNCu, 1976). Desde 1975 muchos/as docentes –en el caso de
Filosofía y Letras la mayoría integrantes de ATEFYL y activos
partícipes de la reforma– fueron cesanteados/as o expulsados/
as de la universidad (Murri, 2023). Hubo quienes pudieron
retornar en democracia, pero muchos/as, producto del exilio,
continuaron sus carreras en otros países o ejercieron en otras
universidades del país.
Particularmente profundo fue el impacto de la represión
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Educación en mendoza (1973–1983). Lucha, represión, dictadura y microrresistencias.
entre docentes de la carrera de Filosofía, de allí que Adriana
Arpini se refiera al “exilio filosófico” experimentado a partir
de 1974–1975, contra quienes fueron partícipes de los debates
que impulsaron la Filosofía de la Liberación: Enrique Dussel,
Horacio Cerutti Guldberg, Arturo Roig, entre otros (Arpini,
2020).
En cuanto al movimiento estudiantil, la misión Ivanissevich impuso la prohibición de centros de estudiantes y asambleas en las universidades. Pero además de las expulsiones,
suspensiones y obstáculos varios contra quienes eran identificados como estudiantes–militantes (prototipo de “subversivo”
para los grupos conservadores), cientos de estudiantes fueron
víctimas de la represión; desde arengas y amenazas hasta la
violencia física directa, se produjeron allanamientos en los
hogares, detenciones, secuestros, vejaciones y asesinatos.
En este sentido, una ex dirigente estudiantil, miembro del
Centro de Estudiantes de la FFYL, recuerda:
La derecha fue terrible, denunció en cada facultad por eso
mucha gente tuvo que esconderse, e irse también…porque los
tenías en las aulas. Recuerdo que venían a las asambleas, nos
amenazaban…y con la Misión Ivanissevich no sólo los profesores
se tuvieron que ir sino que empezó a venir la policía y el ejército
a la facultad. La policía estaba todo el tiempo en la facultad, los
tenías en los portones del parque pero también en la puerta de
la facultad, y no sólo en las puertas sino ya adentro, entraban a
las aulas a ver cómo se estaban dando las clases, qué se decía.
En forma clandestina, porque no iban vestidos de policía, iban
de forma clandestina. Entonces era la CNU y la misma policía
161
Patricia Chaves / Alejandro Paredes / Laura Rodríguez Agüero
que iba a controlar y metiéndose en las aulas y las clases. (Entrevista a ex dirigente estudiantil, en Murri, 2023, p.16).
Como ha señalado Arturo Roig, desde inicios de 1975 con
la misión Ivanissevich “la Universidad, como institución del
saber, entró en un proceso de quiebra, de empobrecimiento.
Generó en su seno un clima, el más negativo para el saber
mismo, caracterizado por la desconfianza, el miedo y el terror”
(Roig, 1998, s/n).
El 21 de marzo de 1976, a las puertas de la implementación de la última dictadura cívico–militar fueron secuestrados/
as y asesinados/as Susana Bermejillo, militante estudiantil de
Filosofía y Letras de la UNCUYO afiliada al Partido Comunista y
Mario Susso, dirigente estudiantil de la Universidad Tecnológica
Nacional y militante del PCR. Estos asesinatos habrían tenido
relación con grupos paramilitares vinculados a la Concentración Nacional Universitaria y la Triple A (Lesa Humanidad
Mendoza, 2021). Bermejillo había sido activa participe como
delegada estudiantil en todas las etapas de la reforma en la
FFYL y acababa de defender su tesis sobre Lingüística (Murri,
2023).
Tras estos asesinatos la universidad permaneció unos
días cerrada “por desinfección” (Vélez, 1999, p.175). De esta
manera, el 24 de marzo de 1976 no hubo actividad. Roberto
Vélez sugiere que esta medida se debía a que las autoridades
sabían que se vendría un nuevo golpe militar. Se iniciaban siete
años de la última y más terrible dictadura de nuestra historia.
162
Educación en mendoza (1973–1983). Lucha, represión, dictadura y microrresistencias.
4. Reflexiones finales
El propósito de este trabajo era realizar una primera
aproximación a la historia reciente de la UNCUYO , y particularmente de la Facultad de Filosofía y Letras, observando
los años que van entre 1973 y 1976, donde se sucedieron en
un primer momento experiencias originales de participación,
renovación y democratización en para luego, interrumpido
este proceso bruscamente, dar lugar a prácticas de control,
censura y represión que abrieron un ciclo de violencias que
la dictadura profundizó.
La experiencia de la “misión Ivanissevich” en Mendoza
ha sido poco explorada pese a haber dejado una profunda
huella en quienes vivieron esos años y en materia pedagógica. El retroceso de la reforma de planes de estudio, la
expulsión, cesantía y diversas maneras de depurar el plantel
docente, la desmovilización estudiantil y su represión directa,
incluso apelando al terror, se sucedieron dentro de la universidad como parte de una coyuntura muy convulsionada,
con avanzadas represivas desde el Estado y organizaciones
paraestatales.
El proyecto de reforma de planes de estudio en la universidad, llevado a cabo de forma democrática y participativa, y
sin lugar a dudas cuasi revolucionario, tuvo en la Facultad de
Filosofía y Letras uno de los espacios donde con mayor profundización y transversalidad pudo diseñarse. Sin embargo, esto
condujo a la organización de grupos académicos de derecha,
quienes se nuclearon para resistir ante lo que consideraban un
ataque a la educación universitaria pero también a sus intereses
163
Patricia Chaves / Alejandro Paredes / Laura Rodríguez Agüero
corporativos, en especial por el cuestionamiento al sistema de
cátedras desde el cual estos grupos ejercían influencia.
A partir de 1974 la relación de fuerzas cambió de la
mano de un giro conservador a nivel nacional y provincial
en el gobierno. Entendemos que fue con la llamada “misión
Ivanissevich” que el grupo académico vinculado a la derecha
más reaccionaria consolidó su poder en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCUYO a través de los cargos de gestión
y la acumulación de capital simbólico, desplazando mediante
estrategias represivas a los sectores progresistas.
El cambio en la cartera de Educación significó un fuerte
recambio de autoridades universitarias y un proceso de “depuración” de personas e ideas en la universidad. La FFYL por
haber sido una de las unidades académicas con mayor empuje
en el proceso previo fue de las más afectadas y tanto docentes
como estudiantes sufrieron amenazas, expulsiones, cesantías y
ataques directos. La depuración combinó elementos aparentemente legales como la aplicación de las leyes de prescindibilidad como también prácticas de violencia directa y clandestina
–bombas, amenazas, asesinatos– que fueron implementando el
clima de terror previo al golpe de Estado.
Hay varios aspectos que ameritan una lectura más profunda: aún no hay listados definitivos de los y las integrantes
de la comunidad universitaria que vieron interrumpidos sus
proyectos de vida y laborales con la misión Ivanissevich. Queda
a futuro seguir revisando listados, testimonios, resoluciones
para poder visibilizar en qué carreras, qué organizaciones, en
qué facultades se vivieron las mayores afectaciones antes del
golpe militar y durante éste.
164
Educación en mendoza (1973–1983). Lucha, represión, dictadura y microrresistencias.
Sin embargo, podemos afirmar que la carrera de Filosofía
fue una de las más golpeadas por la misión Ivanissevich ya que
en la misma se encontraban intelectuales militantes, importantes teóricos y teóricas y gestores de la reforma impulsada
durante la gestión de Carretero–Roig. Queda seguir avanzando
sobre la organización y las ideas que nucleaban profesores
del grupo conservador, antirreformista y reaccionario que es
el que se benefició de la represión –si no la alentó– y ocupó
cargos claves en la universidad, particularmente como hemos
visto aquí en FFYL.
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