Bolskan, 19 (2002), pp. 85-95
ISSN: 0214-4999
El yacimiento del Barranco del Herrero
(San Martín de la Vega, Madrid).
Un hábitat calcolítico en el valle del Jarama
Jacobo Fernández - Primitivo J. Sanabria - Jorge Morín
Marta Escolà - Fernando Sánchez - Germán López
Mario López - José Yravedra - Carlos Fernández*
RESUMEN
INTRODUCCIÓN
Esta comunicación muestra los resultados de la
intervención arqueológica (excavación sistemática)
llevada a cabo en las obras de zanjeo para una conducción de agua potable al Parque de Ocio de San
Martín de la Vega (Madrid). El paraje conocido
como Barranco del Herrero presenta diferentes aterrazamientos para el cultivo agrícola de las terrazas
fluviales del río Jarama, sobre las cuales se disponía
el poblado prehistórico, en una posición dominante
sobre el valle de dicho río.
This paper presents the results of the archaeological operation (systematic excavation) carried out
in the trench works for piping drinking water to the
Park of San Martin de la Vega (Madrid). The place
known as Barranco del Herrero shows different bancals for the agricultural cultivation of the fluvial
terraces of the Jarama river, on which the prehistorical settlement was placed, in a dominating position
over the valley of this river.
El yacimiento del paraje denominado Barranco
del Herrero se encuentra situado al noreste del término municipal de San Martín de la Vega, en una zona
destinada a cultivos de regadío en las terrazas de la
margen izquierda de la cuenca media del río Jarama,
ubicado a la altura del PK 8 + 325 de la actual carretera M-506. Los trabajos de impacto ambiental para
la «Conexión Exterior de Agua Potable, fase 2.ª del
PP Parque de Ocio» (San Martín de la Vega), propiciaron la intervención arqueológica (excavación sistemática) del área afectada1.
A una cota aproximada de 520 m sobre el nivel
del mar, el terreno circundante presenta unas elevaciones medias bastante suaves, que oscilan entre los
500-540/560 m de altitud de las terrazas del Jarama,
propias de los cultivos de regadío y secano actuales,
y las zonas de páramo con cotas superiores a los 600
m situadas al noroeste (La Marañosa, 667 m), noreste (Pajares, 695 m), este (Vallequillas, 658 m) y
sureste (El Pingarrón, 695 m) de la zona de estudio.
Es precisamente su posición dominante sobre el
valle del río la característica principal de toda una
* Área de Prehistoria del Departamento de Arqueología y Paleontología y Recursos Culturales de Auditores de Energía y
Medio Ambiente, S. A. Avda. Alfonso XIII, 72, 28002 Madrid. Email: jmorin@audema.com; www.audema.com.
1
Los trabajos arqueológicos fueron dirigidos por Jorge
Morín de Pablos y su coste fue asumido por ARPEGIO, promotor
del proyecto de obra civil. El proyecto contó además con la supervisión y el apoyo de la Dirección General de Patrimonio de la
Comunidad de Madrid y sus técnicos. Queremos agradecer desde
estas líneas las facilidades dadas para la realización de nuestro trabajo a Jacinto Mellado, Susana Gómez y Laura Peces.
SUMMARY
86
serie de puntos similares, arroyos, barrancos, etc.,
que jalonan ambas orillas del río y vertebran y configuran el paisaje del lugar.
INTERVENCIÓN Y METODOLOGÍA
DE LA ACTUACIÓN ARQUEOLÓGICA
Los restos prehistóricos que ahora se presentan
forman parte de la actuación arqueológica ocasionada
como consecuencia de la segunda fase de actuación
del proyecto de obra de conexión exterior de agua
potable del PP Parque de Ocio (San Martín de la Vega).
Descripción del proyecto de obra
JACOBO FERNÁNDEZ ET ALII
zada la M-506, corre paralela a la misma por su margen derecha, hasta su intersección con la M-311 a la
altura del (p. k. 4 + 000) de la M-506, donde vuelve
a cruzarla.
La traza de la actuación en este tramo discurre
por la izquierda de la M-506 en direción Sur, hasta
llegar al paraje del Barranco del Herrero, en el que
cruza la actual M-506 (p. k. 8 + 326). Fue precisamente en este punto, al realizarse el zanjeo para ubicar
la tubería, donde se localizaron evidencias arqueológicas ocultas por más de 1 m de potencia de sedimento y aportes contemporáneos para las tierras de
regadío (fig. 1).
Se procedió, por tanto, a la excavación del área
afectada, primando desde el primer momento el factor
temporal, entendido por el carácter de intervención de
urgencia que llevan implícitas este tipo de obras, y el
espacial; solamente pudo delimitarse una extensión
de apenas 33 m2, distribuidos en dos cortes3.
El proyecto de obra civil se desarrollaba dentro
de las áreas de protección arqueológica de la Comunidad de Madrid, lo que conllevaba que con anterioridad
a cualquier tipo de actuación en la zona se debía proceder a la realización de una prospección arqueológica
superficial intensiva de cobertura total. Como resultado de la misma no se localizaron evidencias arqueológicas, tan solo dos lascas simples de sílex y una lasca
de semidescortezado de cuarcita2, material que impide
su adscripción cronocultural correcta a un momento de
época paleolítica concreta, aunque su atribución de
forma indeterminada al Paleolítico inferior y medio
parece lo más lógico por la cantidad de asentamientos
similares documentados en el valle del Jarama.
Por lo que respecta al proyecto de la obra antes
mencionado, este transcurre entre los términos municipales de las localidades madrileñas de Arganda del
Rey y San Martín de la Vega, y tiene su punto de origen en el cruce de la Carretera Nacional N-III (p. k.
24 aproximadamente) con el camino secundario del
Porcal, término municipal de Arganda. Desde este
punto, conectada a una arteria ya existente, con titularidad del Canal de Isabel II, discurre por espacio de
unos 300 m de longitud paralela a la N-III, punto a
partir del cual quiebra para, nuevamente, marchar de
forma paralela a una tubería propiedad de Gas Natural SDG, hasta el momento en el que atraviesa la
M-506 (p. k. 2 + 600) por primera vez. Una vez cru-
Los trabajos de excavación arqueológica comenzaron a mediados del mes de julio de 2002 y finalizaron a principios del mes de agosto del mismo año.
Estos consistieron en la delimitación de dos zonas de
trabajo a ambos lados de la zanja del colector.
La primera, situada al oeste del colector, entre
este y la carretera M-506, constaba inicialmente de
una cuadrícula de 3 x 3 m (corte I), cata que, posteriormente, hubo que ampliar debido a que los primeros restos documentados correspondientes al fondo I
quedaban bajo el perfil norte del primer sondeo. El
corte II, como se denominó, consistió, por tanto, en la
ampliación hacia el norte de una cata de similares
dimensiones a la realizada con anterioridad. De esta
forma, los cortes I-II alcanzaban unas dimensiones
totales aproximadas de 18 m2, extensión lo suficientemente representativa como para realizar una mínima excavación en área (fig. 2).
La otra zona de trabajo se centró a la altura del
codo, en el lado este del colector (p. k. 8 + 160 – p. k. 8
+ 300), lugar en el cual, en el transcurso de la vigilancia arqueológica de movimiento de tierras, se
2
La conducción de agua potable en el Parque de Ocio de San
Martín de la Vega recorre las terrazas medias del río Jarama, área
proclive a encontrarse en superficie gran cantidad de cantos rodados de cuarcita provocados por el arrastre sedimentario del río. De
forma aislada aparecen fragmentos naturales de sílex, materia
prima escasa en dicho medio.
3
No se pudo abrir un área mayor de excavación, ya que el
trazado discurría sin franja de expropiación al tratarse de tierras de
cultivo. Sin embargo, gracias a la predisposición del propietario
de los terrenos, que permitió y autorizó la extensión de la excavación en zona no expropiada, se pudo intervenir un área representativa, como a posteriori los resultados terminaron por confirmar.
La excavación arqueológica
EL YACIMIENTO DEL BARRANCO DEL HERRERO (SAN MARTÍN DE LA VEGA, MADRID)
Fig. 1. Distribución de los yacimientos de época calcolítica en la Comunidad de Madrid
y mapa de situación del yacimiento del Barranco del Herrero.
87
88
JACOBO FERNÁNDEZ ET ALII
Fig. 2. Barranco del Herrero, San Martín de la Vega (Madrid). Plantas.
recogieron los materiales arqueológicos que justificaron la actuación. Se definió un área (corte III) con
unas dimensiones de 6 x 2,5 m2.
Resultado de la excavación sistemática llevada a
cabo en los cortes descritos fue la identificación de
las estructuras correspondientes a tres momentos cronoculturales: una primera y efímera etapa de época
hispano-visigoda, solo atestiguada por el material
recuperado en uno de los fondos documentados; un
segundo período, asimilable a un momento de transición entre el final de la Edad del Bronce y los inicios
de la I Edad del Hierro en la Meseta, caracterizado
por el predominio de los llamados fondos de cabaña,
campo de silos o poblados de hoyos, en este caso de
mayor preponderancia ocupacional y ergológica y,
por último, una fase de ocupación calcolítica, evidenciada por la conservación de dos estructuras interpretadas como cabañas de habitación.
Bajo el paquete de tierra superficial que cubría
los restos de época prehistórica de una potencia aproximada de 1 m (UE 1-2), provocado por el factor
humano moderno para la creación de un gran bancal
para los cultivos de regadío, podía observarse la incidencia en el nivel de arcillas anaranjadas (UE 5).
Sobre este se excavaron las estructuras negativas
(silos, agujeros de postes, cabañas, etc.), de las huellas (UE 12) de la reja del arado de los cultivos de
secano de época moderna (fig. 2, corte 1). La alteración provocada por una agricultura intensiva desarrollada, especialmente, en espacios tan intensamente
cultivados como los de las zonas este y sureste de la
Comunidad de Madrid, ha dado origen al arrasamiento, descabezamiento y remoción de este tipo de
subestructuras arqueológicas. De esta forma, no
resulta extraño encontrar, entre estos primeros niveles revueltos por la maquinaria agrícola, materiales
característicos de la primera gran etapa cultural del
yacimiento, identificada como del Bronce final.
Solamente en una de las subestructuras, fondo
XII del corte II (UE 38 y 40), se documentó material
adscribible al mundo visigodo (fig. 2, corte 1-2). Se
trataba de un silo que cortaba una de las estructuras
de época anterior y que deparó restos de cerámica a
torno, material de vidrio y una punta de clavo de hierro de pequeñas dimensiones, fracturado y con la sección cuadrada en uno de sus extremos y forma apuntada en el extremo distal.
Mucho más significativa es la presencia del horizonte cultural del Bronce final meseteño Cogotas I
entre los restos cerámicos recuperados de los «hoyos» excavados, fundamentalmente, en los cortes I-II
(fig. 2; cortes 1 y 1-2). De esta etapa se definieron un
total de siete fondos (UE 7, UE 9, UE 11, UE 14,
UE 16, UE 18 y UE 37), todos ellos de escasa poten-
EL YACIMIENTO DEL BARRANCO DEL HERRERO (SAN MARTÍN DE LA VEGA, MADRID)
cia y planta entre ovalada y circular4. La explicación
a la escasa potencia de los fondos hallados debe buscarse, por un lado, en las labores agrícolas que, de forma continuada, han incidido negativamente en la conservación de las estructuras, y por otro lado, en la
ubicación del yacimiento, ya que este se sitúa en una
zona marginal en el reborde del denominado balcón
del páramo, precisamente en las proximidades del barranco natural que conforma una de las terrazas del río
Jarama.
Por lo que respecta a los restos de época calcolítica, se identificaron dos estructuras de grandes
dimensiones que, probablemente, pueden ser interpretadas como lugares domésticos de habitación; si
bien las evidencias conservadas en el corte I-II
hablan en favor de tal hecho, tal vez los restos del
corte III deban ser tomados con un poco más de cautela (fig. 2, cortes 1-2 y 3).
Tras excavar en el nivel geológico de arcillas
anaranjadas en el que se encontraban las estructuras
negativas de los fondos del Bronce final (UE 5), en el
corte I-II se localizó un suelo compacto (UE 6-III),
bastante endurecido y de color blanquecino, debido a
la presencia de carbonatos, que sellaba los niveles
inferiores de la estructura y que se ha interpretado
como el relleno posterior al abandono del espacio
doméstico. Bajo este relleno de colmatación, se
detectó otro suelo o piso (UE 6-IV) formado por una
capa de arcillas y yesos endurecidos de 4 ó 5 cm de
espesor, de características similares a la anterior. Este
suelo de habitación contaba, además, con las huellas
dejadas por los agujeros de poste que sostendrían la
techumbre de la estructura. Se documentaron un total
de cuatro agujeros de poste, todos ellos de forma circular u ovalada; tres alineados en dirección NorteSur, correspondientes al eje menor (UE 49, UE 51 y
UE 53), y uno más (UE 47), situado en la parte más
al Sureste (fig. 2, corte 1-2). Pudieron recuperarse,
igualmente, los restos de lo que pudiera interpretarse
como el recubrimiento de las paredes o cubierta de la
cabaña, ya que en el perfil E de los cortes I-II se recogieron pellas de barro endurecido o fragmentos de
adobes de color anaranjado (UE 27).
4
De los diámetros de las bocas de los fondos que han podido documentarse, casi en la mitad de los detectados solo pudo definirse una parte de los mismos, ya que se encontraban afectados por
los límites impuestos por la propia excavación. Estos ofrecen unas
dimensiones bastante regulares, que oscilan entre el metro de los
más pequeños (fondos I, III y VI) y el metro y medio del fondo V,
sin duda alguna el de mayores dimensiones, a pesar de verse cortado por el perfil del corte II.
89
Por lo que respecta a los restos del corte III, se
localizó un segundo fondo de cabaña, denominado
fondo VII-cabaña II. Esta estructura se encuentra cortada por la zanja del colector por un lado y delimitada por la zona sin expropiar por el otro, por lo que no
se pudo obtener la planta de toda la superficie. También en esta ocasión pudo localizarse el suelo de la
cabaña (UE 21-IV), y algo especialmente relevante
desde el punto de vista arquitectónico, un agujero de
poste (UE 35) dentro del cual se encontraron dos piedras de caliza que debieron funcionar a modo de
calzo (fig. 2, corte 3).
Es difícil conocer las dimensiones exactas de las
estructuras, puesto que estas se encuentran, una vez
más, condicionadas por los problemas provocados
por la extensión de la zona excavada. Aún así, podría
plantearse para la estructura de los cortes I-II una
planta de forma ovalada o elíptica, considerando
como eje mayor la línea que marca las mayores
dimensiones, en este caso la que parte desde el agujero de poste (UE 47) en sentido transversal al eje
menor de orientación Norte-Sur, agujeros de poste
(UE 49, UE 51 y UE 53). Calculados ambos ejes
(4,42 x 3,35 m), la extensión de la planta de la cabaña sería de 11,62 m2.
La estructura del corte III presenta, por las circunstancias ya comentadas, una forma más irregular
y unas dimensiones bastante más discretas; con un
eje mayor de orientación Noroeste-Sureste (de 3 m),
y un eje menor Este-Oeste (de 2,35 m), y podría
aventurarse una superficie del espacio habitado de
8,24 m2.
Si de forma estimativa hemos definido las dimensiones de los ámbitos domésticos I y II, más difícil resulta, en la mayoría de las ocasiones, interpretar
su carácter funcional, debido a las escasas evidencias
que ofrecen desde el punto de vista de la organización del espacio interno. En este sentido, las cabañas
de los cortes I-II y III han arrojado información bastante relevante sobre los elementos de tipo arquitectónico que conforman este tipo de espacios domésticos, pero poco más podemos afirmar en ambos casos,
salvo las dimensiones aproximadas de ambas y el
posible carácter de habitación que parece demostrar
la cabaña I con su suelo de ocupación y posterior fase
de abandono.
Fase hispanovisigoda
Reducida a una presencia casi testimonial, la
contextualización de los materiales de época hispa-
90
JACOBO FERNÁNDEZ ET ALII
novisigoda recuperados en el Barranco del Herrero
pasan por acudir, necesariamente, a los datos que
nos proporcionan otros yacimientos recientemente
publicados, como los de Arroyo Culebro en Leganés
—con un importante campo de silos, asociado a
hábitat de cabañas—, el de Gózquez en San Martín
de la Vega o el propio asentamiento de Arroyo Culebro, conformado por casas rectangulares con zócalos de piedra y alzados de adobe (BARROSO et alii,
2002; VIGIL ESCALERA, 2000)5. Se trata de vicus que
aprovechan las potencialidades agropecuarias del
entorno: una ganadería extensiva de carácter cerealístico y una ganadería transterminante de ribera. En
los momentos finales del mundo hispanovisigodo
adquiere un mayor predominio la práctica de la ganadería.
El hábitat del Bronce Final – I Edad del Hierro
La segunda fase de ocupación se corresponde
con el característico asentamiento en llano de fondos de cabaña, campo de silos o poblados de hoyos6, ubicados en las proximidades de las terrazas
fluviales de los ríos, aunque también se han atestiguado en los cerros testigo del corredor del Henares,
caso del yacimiento ya clásico del Ecce Homo
(ALMAGRO y FERNÁNDEZ, 1980; ALMAGRO y DÁVILA, 1988 y 1989).
Sin duda alguna es en la confluencia del río
Manzanares con el Jarama donde de forma más cuantificable ha venido siendo definido el patrón de asentamiento de dicho horizonte cultural. A los yacimientos ya emblemáticos de Vascos (PÉREZ DE BARRADAS,
1936), Colonia de San Fermín, El Oxígeno, El Almendro, km 7 de la carretera de Andalucía, La Aldehuela,
Francisco Pérez (MÉNDEZ, 1982) y La Torrecilla
(CERDEÑO et alii, 1980), se suman los más recientemente publicados del Arenero de Soto I (MARTÍNEZ y
MÉNDEZ, 1983), los del km 3,5 izquierda de la carretera de San Martín de la Vega (MÉNDEZ y GÁLVEZ,
1984), Perales del Río (BLASCO, CALLE y SÁNCHEZ,
Para el contexto general, véase BARROSO y MORÍN (2002).
Como sugiere Díaz del Río, «el uso actual de otros términos, como campos de hoyos u hoyas, amplía innecesariamente un
vocabulario que, aunque reduce el matiz interpretativo de la terminología anterior, incide en renunciar precisamente a aquel aspecto
ya obviado por la investigación. Se trata de una discusión semántica de dudosa trascendencia (DÍAZ DEL RÍO, 2001: 132). Tampoco
vamos a entrar ahora en la funcionalidad de dichas estructuras;
para una acertada visión crítica al respecto, ver BELLIDO (1996) y
DÍAZ DEL RÍO (2001).
5
6
1991) o el del Arenero de Soto II (PERNIA y LEIRA,
1992). Pero también los fondos documentados en el
Barranco del Herrero vienen a significar un hecho,
cuando menos digno de mencionar, y es la relevancia
que, poco a poco, y por las circunstancia consabidas,
va adquiriendo el valle del Jarama. Así lo ponen de
manifiesto los yacimientos situados más al sureste de
la región de Madrid, caso de los enclaves de Gózquez,
San Martín de la Vega o el hábitat de La Indiana
(MORÍN et alii, 2000), en la localidad de Pinto.
Por lo que se refiere al material arqueológico
recuperado, este es mayoritariamente cerámico. El
reducido número de la muestra permite afirmar que
se trata de un material con un alto grado de fragmentación, con un escaso patrón de elementos singulares
representados salvo algunas decoraciones. Sin
embargo, y a pesar de todo ello, tanto las cerámicas
recuperadas en los primeros niveles de revuelto como
las extraídas de los fondos excavados, son lo suficientemente significativas para mostrar un repertorio
de técnicas y motivos decorativos adscribibles a una
etapa de transición entre el final de la Edad del Bronce de la Meseta, momento de plenitud de Cogotas I,
y los primeros materiales sintomáticos de la I Edad
del Hierro.
De esta forma, del denominado Horizonte final
de Cogotas I se han documentado las típicas técnicas y motivos de este período; junto a la excisión y
el boquique, otras más simples como las ungulaciones, las incisiones en espiga y las digitaciones sobre
el borde; motivos de guirnaldas y en zigzag empleando la técnica del boquique, decoraciones excisas con similares motivos en zigzag y un par de
fragmentos de línea cosida horizontal al interior y al
exterior forman el repertorio decorativo de dicho
momento.
Pero estos materiales vienen acompañados de
otros que nos indican su pertenencia, si no a un
momento posterior, sí tal vez a una etapa de transición o convivencia entre ambos períodos. La presencia de mamelones perforados transversalmente, decoraciones a la almagra y fondos planos de talón, junto
con el hallazgo de acabados escobillados, son evidencias suficientemente representativas y relativamente abundantes entre los materiales de la I Edad
del Hierro del área madrileña7.
7
Cerámicas similares se han recuperado en un gran número
de yacimientos como Arroyo Culebro, el cerro de San Antonio y
La Capellana.
EL YACIMIENTO DEL BARRANCO DEL HERRERO (SAN MARTÍN DE LA VEGA, MADRID)
Fig. 3. Material cerámico procedente de la excavación del Barranco del Herrero: 1-18 Bronce final – Hierro I; 19-33 Calcolítico.
91
92
La fase de ocupación calcolítica
La cerámica de la primera fase se caracteriza por
la ausencia de decoración. Las formas mejor representadas son las simples, como los cuencos de pequeño y mediano tamaño de perfiles esféricos y ovoides.
Entre los bordes predominan los de tendencia entrante, aunque también los encontramos rectos y salientes,
mientras que las bases están escasamente documentadas. Los tratamientos superficiales están bastante
cuidados, siendo los más utilizados el alisado y el
espatulado. Las pastas son de buena calidad con desgrasantes finos y colores grisáceos, con predominio
de la cocción reductora. En ocasiones encontramos
perforaciones junto al borde.
Un conjunto vascular muy semejante lo encontramos en el yacimiento de La Esgaravita, situado
también en el valle del Manzanares (MARTÍNEZ,
1979). Otros yacimientos de esta etapa con materiales similares en el área madrileña son los de la Loma
de Chiclana (FERNÁNDEZ, 1971) y el Ventorro (PRIEGO y QUERO, 1992).
En este conjunto, y en el área madrileña en
general, destaca la ausencia de elementos como las
cazuelas carenadas o la decoración de pastillas repujadas, que nos acercan al occidente peninsular y que
sí aparecen en otros puntos de la cuenca media del
Tajo. Tampoco aparecen cerámicas pintadas ni elementos que definen un calcolítico pleno, como los
crecientes y morillos, sí documentadas en otros yacimientos madrileños como el Espinillo (BAQUEDANO,
BLANCO, ALONSO y ÁLVAREZ, 2000: 53).
Entre el material recuperado en el contexto calcolítico, destaca especialmente por su abundancia y
representatividad la industria lítica8. A grandes rasgos, debe anotarse que la materia prima transportada
por el río Jarama es fundamentalmente cuarcita, por
lo que la industria tallada exhumada en la excavación
se elaboró principalmente con sílex alóctono, es
decir, de las inmediaciones del valle de dicho río,
como son las parameras terciarias, en cuyas calizas se
insertan nódulos de sílex, además de la posible captación de rocas silíceas y ópalos en La Marañosa
(BUSTILLO, 1976) o en las propias terrazas del valle
del río Manzanares.
Por otro lado, muy lejos de caracterizarse la
industria lítica por la abundancia de dientes de hoz,
8
La industria lítica ha sido objeto de un estudio monográfico a cargo de Germán López López, que se publica en estas mismas actas.
JACOBO FERNÁNDEZ ET ALII
como sucede en otros entornos geográficos de la
Meseta sur, como en La Mancha (BURGALETA y SÁNCHEZ, 1988), en el ámbito de la región madrileña y en
el caso que nos ocupa, existe una presencia escasa de
piezas retocadas (láminas retocadas, denticulados,
muescas, puntas pseudolevallois, etc.), aunque destaca la presencia de dos puntas de flechas —con pedúnculo y aletas bifacial y unifacial— prestando su
mayor atención a la existencia de diferentes cadenas
operativas de producción lítica.
De este modo, existe un predominio de muestras
de una cadena operativa de producción de lascas. Por
otro lado, se observa la presencia, aunque poco representativa, de una cadena operativa diferente, dirigida
a la obtención de productos alargados, como son
láminas y laminitas, las cuales pudieron emplearse
retocadas o no, ya que presentan filos agudos y cortantes.
El hallazgo de restos fragmentados de molinos
de mano realizados en granito (materia prima alóctona), así como alisadores y manos de molino en
forma de cantos de cuarcita e incluso una azuela,
pulimentada en roca basáltica (fibrolita) son reflejo
de una economía productora, de explotación agrícola y ganadera, como parecen indicar los datos
procedentes del estudio de los restos faunísticos
exhumados9.
En el conjunto de restos óseos del Barranco del
Herrero nos encontramos con un predominio de Sus
domesticus en NR y NISP en todos los momentos, lo
que no coincide con lo mostrado por el MNI, en el
que predominan los ovicápridos. Junto a los suidos y
los ovicápridos, representados tanto por cabra como
por oveja, hay que añadir algunos restos de vaca,
pero también de gallo y gato entre las especies
domésticas, y de ciervo y conejo entre las salvajes.
Entre los momentos reconocidos se ve que el
único periodo con un NR representativo es el Calcolítico. Por el contrario, el Bronce y el visigodo tienen
pocos restos, pero no difieren de las características
mostradas por el Calcolítico.
El conjunto óseo en general se muestra poco
fragmentado, lo que ha permitido obtener una gran
cantidad de medidas osteométricas. Por el contrario,
las corticales óseas no han tenido una conservación
muy buena, lo cual imposibilita su observación. Por
ello, muchas de las interpretaciones que se pueden
hacer aquí no dejan de ser suposiciones. Las marcas
9
El estudio de la fauna ha sido realizado por José Yravedra
Sainz de los Terreros.
EL YACIMIENTO DEL BARRANCO DEL HERRERO (SAN MARTÍN DE LA VEGA, MADRID)
de corte documentadas en vaca y en los ovicápridos
indican que ambos animales fueron consumidos. Por
otro lado, el predominio de adultos entre las vacas y
los ovicápridos podría implicar algunos usos económicos no exclusivamente cárnicos relacionados con
la tracción, el desarrollo de las labores agrícolas o el
aprovechamiento de ciertos recursos como la lana o
la leche. La abundancia de cerdo doméstico, la de
ciervo y conejo probablemente se relacionen con el
consumo de carne; sin embargo, al no haber marcas
de corte que indiquen esto, no podemos confirmarlo,
aunque los restos de estos animales, y los de vaca,
oveja y cabra sí presentan alteraciones térmicas que
pueden relacionarlos con actividades alimenticias.
Un factor que puede haber influido en la escasa
fragmentación del conjunto óseo puede ser la rápida
sedimentación, que impidió la acción de la alteración
subaérea, o el carroñeo de pequeños carnívoros, cuya
acción ha quedado registrada por algunas marcas de
diente. Por otro lado, la sedimentación se produjo en
medios de cierta humedad, con encharcamientos que
han provocado la abrasión de las corticales y su mala
conservación.
En lo referente a la proporción de las partes esqueléticas destaca la abundancia de elementos apendiculares, y en concreto de los cuartos delanteros, que
en todos los animales predominan sobre los traseros.
CONCLUSIONES
La mayoría de las intervenciones llevadas a
cabo en Madrid suelen venir motivadas por el crecimiento urbanístico producido en los últimos años en
la región, lo que ha permitido la excavación de abundantes yacimientos. Esta multiplicación en el número
de actuaciones ha impedido también una mayor difusión de los resultados. Otro problema derivado del
carácter de estos trabajos es que no siempre se puede
realizar una excavación en extensión y la superficie
de trabajo está condicionada por las características de
la obra en que se enmarca, a menudo reducida a simples cortes estratigráficos que ofrecen una visión sesgada del registro arqueológico.
Las limitaciones impuestas por el carácter preventivo de esta intervención y por la escasa superficie excavada impiden hacer excesivas valoraciones
de los restos, siendo necesaria la realización de una
campaña de excavaciones más amplia. Pese a todo se
puede extraer un conjunto de conclusiones que contribuyen a completar el conocimiento de las primeras
etapas metalúrgicas en el área madrileña.
93
La ubicación del yacimiento en terraza fluvial
responde al patrón de asentamiento calcolítico en
Madrid, un modelo que se mantiene desde el Neolítico hasta época prerromana en torno a los ríos Manzanares, Henares y Jarama. De este modo, en el
barranco del Herrero vamos a encontrar al menos dos
fases de ocupación prehistórica, un hecho muy
común entre los asentamientos madrileños, donde la
continuidad en la ocupación y explotación del entorno da como resultado el hallazgo de varias etapas en
la mayoría de yacimientos excavados.
La primera fase de ocupación parece corresponder a un yacimiento de mayor extensión, probablemente un poblado que dominara el barranco del
Herrero, controlando una zona de gran importancia
ganadera. El barranco del Herrero se encuadraría
dentro del grupo de yacimientos establecidos en las
cercanías de los valles fluviales que tienen como
objetivo primordial el aprovechamiento de pastos
complementándolo con la actividad agrícola, como
parece deducirse de los restos líticos y faunísticos
recuperados en la excavación. El yacimiento del
Barranco del Herrero posee los rasgos habituales de
otros hábitats inmersos en este horizonte cultural:
formas y decoraciones cerámicas, establecimiento en
las cercanías de un curso fluvial, con buenos pastos
para el ganado, presencia de las típicas subestructuras
de fondos de cabañas, etc.
Nos encontramos posiblemente con un poblado
abierto, frecuentes en los inicios de la Prehistoria
madrileña, que contaría con una serie de unidades
domésticas compuestas por simples cabañas de planta oval semiexcavadas en la tierra y con una estructura de madera que soportaría una cubierta realizada
con materiales perecederos.
Estructuras similares a las documentadas en esta
fase del yacimiento se han localizado en dos yacimientos madrileños: el Capricho (Alameda de Osuna) y el Juncal (Alcalá de Henares).
En el Capricho (Alameda de Osuna, Madrid) se
documentó una vivienda calcolítica de planta circular
con zanja de cimentación perimetral, agujeros de
poste y otros elementos asociados con esta unidad de
habitación, como hogares, silos y abundantes artefactos (DÍAZ DEL RÍO, 2001: 174).
En el Juncal (Alcalá de Henares) también se
documentaron una serie de estructuras compuestas
por suelos de arcilla apisonada y estructuras constructivas compuestas por tabiques realizados con
bloques de arcilla y postes de madera con estructuras
de almacenaje en el interior (DÍAZ DEL RÍO, 2001:
190).
94
JACOBO FERNÁNDEZ ET ALII
En otros yacimientos como La Esgaravita (Alcalá de Henares) o en el Ventorro (PRIEGO y QUERO,
1992) se han documentado cubetas de grandes
dimensiones excavadas en el subsuelo, que han sido
interpretadas como cabañas pese a no contener agujeros de postes ni hogares. También en el Espinillo se
han identificado como probables cabañas fondos de
gran profundidad, algunos de los cuales presentaban
hogares en su interior (BAQUEDANO, BLANCO, ALONSO y ÁLVAREZ, 2000).
Se obtuvo una datación por termoluminiscencia
a partir de una muestra cerámica procedente de los
niveles inferiores de la cabaña del corte I-II (cabaña
1), que fue analizada por el Laboratorio de Datación
y Radioquímica de la Universidad Autónoma de
Madrid y proporcionó los siguientes resultados10:
MAD-3225: 5208 ± 433 años BP
Son escasos los análisis radiocarbónicos realizados en la Meseta sur encuadrables en esta fase calcolítica. Esta fecha se puede poner en relación con las
dataciones obtenidas en la fase precampaniforme del
poblado madrileño del Ventorro: 1930 ± 90 a. C.
(PRIEGO y QUERO, 1992: 368 y 369), que en fechas
calibradas se eleva a 2365 cal. BC (CASTRO, LULL y
MICÓ, 1996) y con las proporcionadas por el poblado
de la Loma del Lomo: 3225 y 2665 cal. BC (ibídem).
Contamos también con las recientes dataciones procedentes del yacimiento de Gózquez (San Martín de
la Vega, Madrid), que en fechas calibradas se sitúan
entre entre el 3355-2580 y 2890-2490 cal. BC y de
Las Matillas, 2890-2590 cal. BC (DÍAZ DEL RÍO,
2001: 211).
El contexto, por tanto, se puede fechar a finales
del IV milenio a. C. y se ajusta bien a las periodizaciones establecidas para la cuenca media del Tajo, en
la que el Calcolítico precampaniforme se ha datado
entre el 3050-2200 cal. BC, extrapolando las fechas
obtenidas en la Meseta norte, asociadas con el Horizonte de las Pozas, con el que el calcolítico madrileño presenta claras analogías materiales (DÍAZ DEL
RÍO, 2001: 69; CASTRO, LULL y MICÓ, 1996: 102).
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