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La Migración en el Siglo XXI

La Migración en el Siglo XXI Armenios naturalizados en Chile buscan a sus familiares en Etiopía. Casas prefabricadas canadienses hechas con madera colombiana. Multinacionales japonesas instalan empresas en Hong-Kong y producen con materia prima brasilera para competir en el mercado americano. Literatura griega adaptada para niños chinos de la Comunidad Europea. Relojes suizos falsificados en Paraguay y vendidos por camellos en el barrio mejicano de Los Ángeles. Turista francesa fotografiada semidesnuda con su novio árabe en el barrio de Chueca. Disneylandia, Jorge Drexler Todos somos migrantes Nadie sintetiza de mejor manera la migración en el mundo contemporáneo que el músico uruguayo Jorge Drexler en su canción Disneylandia. Y es que es cierto que hoy, más que nunca, vivimos en una suerte de bazar persa donde se mezclan las razas, las lenguas, las religiones y las culturas de manera que van desapareciendo, poco a poco, los estereotipos nacionales tradicionales para darle paso a unas culturas más permeables y heterogéneas. Este proceso de movilidad e intercambio, sin embargo, no es nuevo. De hecho la historia del homo sapiens ha sido la historia de su migración, desde que decidió bajar de los árboles en el Valle del Rift para conquistar la sabana africana en la búsqueda de alimentos. Desde entonces, y hasta hoy, la historia del hombre ha sido la de un constante caminar hacia lo desconocido en busca de mejor fortuna. Todos, directamente o por ascendencia, somos migrantes. Prácticamente ninguna comunidad salvo, quizás, los bosquimanos africanos, puede decir que ha permanecido en un territorio desde sus orígenes. En algún momento en la historia todos nuestros ancestros migraron hacia lugares que ofrecían mejores condiciones de vida. Algunos cruzaron el estrecho de Bering y descendieron a lo largo de América para asentarse finalmente en el trópico. Otros, aventureros y cazadores de fortuna, viajaron en carabelas en la búsqueda de tesoros o una nueva vida. Algunos lo hicieron por el espíritu de aventura y el deseo de explorar mundos desconocidos, otros por codicia y el deseo de enriquecerse y otros, quizá la gran mayoría, escapando de difíciles condiciones de vida o la persecución. No pocos fueron movilizados a la fuerza como da cuenta tristemente, por ejemplo, la historia del comercio de esclavos africanos a América. Lo paradójico es que esos mismos migrantes y aventureros fueron quienes, con el paso del tiempo, fueron definiendo una identidad común a través del cierre de sus fronteras, el ejercicio del poder soberano sobre su territorio y la diferenciación, no en pocas ocasiones artificial, de aquellos viviendo al otro lado de sus linderos. Así surgió esa dicotomía entre el yo y el otro, entre el nacional y el extranjero, entre el ciudadano y el inmigrante, con la consecuente discriminación de los segundos. Esta dicotomía se construyó bajo un criterio negativo donde el inmigrante era considerado como una amenaza y, en el mejor de los casos, como un mal necesario. Así entendidos, los migrantes atentaban contra los valores y las costumbres nacionales, promovían una cultura de la ilegalidad y el crimen, arrebataban los puestos de trabajo a los nacionales e imponían una carga a los servicios sociales de asistencia sin contribuir a su financiación. Las políticas migratorias se enmarcaban en el restringido ámbito de la asistencia humanitaria. Para países que, como Colombia, tienen un alto porcentaje de la población migrante, esta visión miope de la migración ha tenido un impacto negativo. Los colombianos han tenido normalmente que enfrentarse a las duras políticas migratorias de los países receptores, lo que no sólo genera un desgaste emocional y físico, sino que en muchas ocasiones da lugar a verdaderas tragedias personales y familiares. Esto es especialmente cierto para los migrantes ilegales pero lo es también, en menor medida, para los migrantes legales. Es únicamente gracias a la tenacidad y a la perseverancia de estos migrantes que finalmente logran establecerse en las comunidades de destino. La migración y el desarrollo La percepción negativa de la migración, por fortuna, ha comenzado a cambiar, si bien no a la velocidad que demandan las dinámicas actuales de la globalización. Estudios realizados durante los últimos 10 años han demostrado la fuerza transformadora de los migrantes y su impacto positivo tanto en las comunidades receptoras como en sus comunidades de origen. El más reciente Informe sobre las Migraciones en el Mundo 2013 publicado por la Organización Internacional para las Migraciones destaca cómo la migración ha pasado a ser un factor importante en el desarrollo sostenible en sus dimensiones económica, social y ambiental. La migración no sólo afecta a los migrantes y sus familias sino que puede tener un impacto importante en las economías de los países. Por ejemplo, las remesas enviadas de manera privada a familiares pueden ser utilizadas para la compra de vivienda lo que promueve la creación de empleo en el sector de la construcción. De igual manera, una persona que regresa de estudiar en el exterior trae consigo conocimientos que pueden beneficiar a la sociedad en su conjunto. Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Informe sobre las Migraciones en el Mundo, 2013, p. 33. Según los últimos estimativos de Naciones Unidas en el mundo hay 232 millones de migrantes, equivalentes al 3.2% de la población mundial. Se calcula que para el año 2014 las remesas enviadas por estos migrantes a los países en desarrollo crecerán un 5% para alcanzar los 435 billones de dólares. En 2013 estas remesas triplicaron los recursos de asistencia oficial para el desarrollo y fueron muy superiores al flujo de inversión extranjera directa hacia los países en desarrollo (excluyendo la China). The World Bank, Migration and Development Brief 23, 2014. http://siteresources.worldbank.org/INTPROSPECTS/Resources/334934-1288990760745/MigrationandDevelopmentBrief23.pdf A pesar de la evidente importancia de la migración y las remesas como fuente de capital, trabajo, comercio, inversiones, conocimiento y transferencia de tecnología, vale la pena recordar que dicho tema no figuró entre los Objetivos de Desarrollo del Milenio establecidos en la Cumbre del Milenio convocada por Naciones Unidas en el año 2000. Sin embargo, existe en la actualidad una creciente tendencia a incorporar el tema de la migración en la Agenda Mundial para el Desarrollo con posterioridad al 2015, fecha fijada para el cumplimiento de los objetivos del milenio. De hecho se han identificado ya áreas específicas para incorporar en dichas discusiones tales como la protección de los derechos de los trabajadores inmigrantes, la facilitación de la migración, la reducción de los costos de transferencia de remesas, la eliminación de la trata de personas y el reconocimiento de las habilidades del migrante. John Wilmoth, Globalization and Interdependance, October 2014 http://www.un.org/en/development/desa/population/migration/generalassembly/sessions/docs/Statement_JohnWilmoth_69thSession.pdf La inclusión del tema de la migración a las discusiones sobre desarrollo es de la mayor trascendencia pues permite ir remplazando la percepción del migrante como problema por la del migrante como solución. De acuerdo a modelos económicos del Banco Mundial se calcula que un incremento de 15 millones de trabajadores migrantes provenientes de países en desarrollo a la fuerza laboral de los países desarrollados para el 2025 (equivalente a un aumento del 3%) incrementaría el ingreso mundial en 350 billones de dólares. Estas ganancias serían mayores a que si se removieran la totalidad de las barreras comerciales aún existentes. Más importante aún, este ingreso tendría un importante efecto redistributivo dado que sería compartido entre los emigrantes mismos y los residentes de los países receptores y de origen. The Economist-Economist Debates, International Migration, 2009, par. 31, 32. http://www.economist.com/debate/days/view/371 Otra razón por la que los migrantes son importantes para las economías de los países desarrollados tiene que ver con el creciente desbalance demográfico entre los países ricos y los países pobres. Mientras que los primeros cuentan con poblaciones viejas, los segundos tienen poblaciones jóvenes. Pareciera entonces necesaria una mayor migración hacia los países desarrollados para cubrir los altos costos pensionales de una creciente población de la tercera edad. Ibid, par. 33. Como puede verse, recientes estudios demuestran la importancia de la migración en el desarrollo. Lamentablemente estos estudios todavía no se han traducido de manera suficiente en la adopción de políticas públicas acordes con las nuevas realidades. Las políticas de migración en Colombia En el caso de Colombia, la migración tiene una particular importancia dado no sólo el alto número de migrantes, sino también debido al elevado monto de las remesas. Después de México, Colombia es el país con mayor número de migrantes de América Latina. Se calcula que un 10% de la población, esto es, más de 4 millones de colombianos, viven por fuera del país. Afortunadamente desde hace varios años, el Estado colombiano, a través de varios gobiernos, ha venido dando importantes pasos para poner al migrante en el centro de las políticas públicas relacionadas con el desarrollo. Así lo demuestra, por ejemplo, la adopción en el año 2009 de la Política Integral Migratoria cuyo objetivo central es garantizar una atención suficiente, efectiva y coordinada sobre todas las dimensiones del desarrollo de la población colombiana en el exterior y los extranjeros residentes en el país. Esta política ha consolidado programas como Colombia Nos Une, que a través del portal RedEsColombia busca: i) fortalecer a la comunidad colombiana en el exterior; ii) mejorar la oferta de servicios y beneficios a los migrantes con miras a elevar su calidad de vida; iii) acompañar a los migrantes que regresan a Colombia; iv) desarrollar iniciativas para la migración ordenada de colombianos y, finalmente; v) identificar y reconocer a colombianos que se distinguen por sus logros profesionales y personales. Más recientemente, con la expedición de la Ley 1465 de 2011, se creó el Sistema Nacional de Migraciones y se establecieron normas para la protección de los colombianos en el exterior. Asimismo, esta Ley creó el Fondo Especial para las Migraciones destinado a ofrecer asistencia humanitaria a colombianos en el exterior en casos de emergencia. Estas políticas son, sin duda, un paso en la dirección correcta pero están aún lejos de cosechar los frutos esperados y de satisfacer las expectativas de millones de migrantes. Como punto de partida para mejorar la ejecución de las políticas públicas en materia de migración es necesario contar con un mejor sistema de información. Las dificultades para contar con un sistema fiable, integral y periódico de esta naturaleza son algo común en el mundo entero, no sólo en Colombia. La creación en 2011 de la Unidad Administrativa Especial Migración Colombia encargada, entre otros temas, de la consolidación y el análisis de la información sobre migraciones, ha permitido contar con mejores datos sobre el flujo internacional de personas, pero carece de información suficiente sobre la caracterización del migrante colombiano y sus necesidades. El estudio más actualizado sobre la materia es el elaborado por la Misión en Colombia de la Organización Internacional para las Migraciones bajo el título Perfil Migratorio de Colombia 2012. Este documento contiene información importante sobre el volumen de migrantes colombianos, su caracterización por sexo y edad, así como los principales países y ciudades de destino. También incluye capítulos específicos sobre remesas, migración laboral, migración irregular, retorno de nacionales y refugiados. Aunque este documento representa un avance en el estudio de la migración de colombianos, el mismo es claro en señalar que dicho fenómeno debe ser mejor documentado, contar con sistemas de información más precisos, que se fundamenten en conceptos claros y en estrategias novedosas. Organización Internacional para las Migraciones, Perfil Migratorio de Colombia 2012, 2013, p. 115. Por primera vez en el 2013, la Organización Internacional para las Migraciones llevó a cabo la llamada Encuesta Mundial Gallup que evalúa el bienestar de los migrantes en el mundo entero. Este es un estudio novedoso dado que se enfoca en comprender mejor la opinión que tienen los migrantes de sus propias vidas, es decir, su aproximación es subjetiva y no sólo objetiva. Enfoques de este tipo resultan muy útiles para incorporar en el sistema de información nacional, dado que permiten adaptar las políticas públicas, y sus correspondientes programas, a las necesidades reales de los migrantes. Las remesas Otro tema de fundamental trascendencia para los migrantes es el relacionado con las remesas que, como ya se mencionó, juegan un papel importante en las economías de los países de origen. En el caso de Colombia estas remesas representan ingresos superiores a aquellos derivados de exportaciones tradicionales, tales como el café, las flores, el banano o los textiles. Ibid, p. 56. Se calcula que los ingresos a nuestro país por concepto de remesas para el 2014 alcanzarán los 4,200 millones de dólares, equivalentes a 1.1% del PIB. The World Bank, Remittance Data-Inflows, October 2014. Los costos de transferencia de dicha remesas continúan siendo un problema de preocupación entre los migrantes, a pesar de que existe una tendencia global hacia la reducción de dichos costos. El promedio global para el envío de un valor equivalente a 200 dólares bajó del 8.9% en el tercer trimestre de 2013 al 7.9% en el tercer trimestre de 2014. The World Bank, Migration and Development Brief 23, 2014, p. 12. http://siteresources.worldbank.org/INTPROSPECTS/Resources/334934-1288990760745/MigrationandDevelopmentBrief23.pdf En el caso de América Latina el costo de transferir este mismo monto fue del 6% en el tercer trimestre de 2014, comparado con el 7.3% en el mismo período del año anterior. Aunque América Latina fue la región que experimentó una mayor baja, existe todavía espacio suficiente para reducir estos costos aún más, como lo demuestran los operadores de transferencia de dinero de algunos países del sudeste asiático que cobran menos del 1% por dichas transacciones. Ibid, p. 13. Para esto se requiere profundizar en el desarrollo de instrumentos para realizar transferencias en línea y promover una mayor competencia entre los prestadores de estos servicios. Asimismo se necesita facilitar el acceso a estos instrumentos por parte de las familias de migrantes en los países receptores de las transferencias. El colombiano migrante Para nadie es un secreto que los colombianos tenemos una mala imagen en el exterior. Es cierto que dicha imagen ha comenzado a cambiar y que, como lo demuestran las diferentes ediciones de 100 Colombianos, hay muchos compatriotas que dejan en alto el nombre de nuestro país. Sin embargo, todavía nos falta un largo camino por recorrer. A pesar de que como a colombianos nos duele en el alma cada vez que alguien lastima con un comentario o una actitud nuestra dignidad por razón de nuestra nacionalidad, no podemos desconocer que dichos comportamientos están, por lo menos parcialmente, sustentados en la realidad. En este sentido, no es suficiente que los colombianos tengamos una buena imagen de nosotros mismos y que la defendamos a ultranza, sino que es necesario que el mundo tenga una buena percepción de nosotros. Tenía razón Gabriel García Márquez cuando citando a Julio César en su novela Memoria de mis putas tristes decía: es imposible no terminar siendo como los otros creen que uno es. ¡Somos como el mundo nos percibe, esa es la realidad! ¡Pero es una realidad que tenemos que cambiar! Cambiar esa percepción del colombiano requiere que conozcamos nuestra historia, que reconozcamos nuestras debilidades y defectos y, por qué no, que seamos autocríticos con los aspectos negativos de nuestra cultura. Solo así podremos potenciar y dar credibilidad a los auténticos valores que nos definen como nación, tales como el trabajo duro, la solidaridad, la hospitalidad, la adaptabilidad, el empuje, la creatividad y, no menos importantes, la alegría y el buen humor. La diáspora colombiana está en una posición privilegiada para promover éstos y otros valores de nuestra identidad, no sólo porque está inmersa en las comunidades y en las culturas de los países donde reside, sino además porque ha tenido la oportunidad de tener una visión más elaborada sobre los rasgos que definen nuestra identidad de colombianos. Vivir lejos de Colombia permite tomar distancia de nuestra cultura y compararla con la de otras latitudes del mundo. Si hay algo que enriquece al colombiano migrante, es precisamente eso: el tener acceso a personas y culturas diferentes de la propia. Esto permite reafirmar nuestra identidad y nuestro amor por Colombia pero al mismo tiempo nos da la posibilidad de asimilar las culturas de los países donde vivimos e incorporar, con buen criterio, los valores que consideramos positivos. Es sobre la base de esta permeabilidad de las culturas, típica del mundo globalizado de hoy, que los colombianos debemos desarrollar nuestra identidad y potenciar los valores que nos definen como nación. Para esto, es necesario que los colombianos migrantes nos integremos a las comunidades receptoras y participemos de la vida política, social y cultural de los países donde residimos. Es desde ahí desde donde los colombianos podemos aportar al bienestar de esas comunidades y demostrar nuestro ingenio y nuestra fuerza transformadora. ¡Así es como mejor podemos contribuir a mejorar la imagen de nuestro país! Para ello es necesario vencer las barreras idiomáticas y culturales y entablar un diálogo constructivo con las comunidades de los países de residencia y otras comunidades de migrantes. Estar inmersos en estas comunidades es lo que nos permite sacar a relucir lo mejor de nuestra colombianidad. En este sentido, las políticas nacionales de acompañamiento al migrante colombiano deben estar enfocadas no sólo en promover la integración de los colombianos entre sí, sino también en facilitar la integración de las comunidades de colombianos en las comunidades receptoras. No tiene porqué existir contradicción entre promover dicha inserción y fomentar los vínculos con nuestro país. Deben ser dos caras de una misma moneda cuyo eje es el bienestar del migrante. Es común que un migrante sienta que no es de aquí y que no es de allá; que no es de ninguna parte. Remplazar este sentimiento por uno donde el migrante pueda sentirse como perteneciente a dos mundos es, no solo la mejor forma de promover su bienestar, sino también de promover la buena imagen de los colombianos y del país. Un migrante colombiano integrado es un ser humano realizado que influye positivamente en su entorno sin perder por ello su identidad. Las personas reunidas en esta tercera edición de 100 Colombianos son una excelente muestra de lo que debemos ser los migrantes colombianos en el siglo XXI: seres humanos que han asimilado la cultura de otros países y al mismo tiempo conservan con orgullo su identidad de colombianos. Ojalá que su ejemplo sirva de inspiración a otros muchos compatriotas residentes en el exterior para que se unan a esa fuerza de cambio positiva que nuestro país tanto necesita. Julián Guerrero Orozco Arusha, Tanzania, noviembre 2014