LA NECRÓPOLIS PARROQUIAL
DE LA IGLESIA DE SAN
BARTOLOMÉ DE BASARDILLA
(SEGOVIA).ESTUDIO ARQUEOANTROPOLÓGICO
Eva María Martín Rodríguez, Pedro Javier Cruz Sánchez
Eva María Enríquez Sánchez y Diego San Gregorio Hernández
RESUMEN:
La necrópolis de la iglesia parroquial de San Bartolomé, en la localidad de Basardilla
(Segovia), estuvo en funcionamiento sin solución de continuidad desde la fundación de
templo románico, a finales del siglo XII, hasta el siglo XVII. Entre los restos exhumados
encontramos el caso de un individuo que murió de forma violenta a causa de heridas de
arma blanca.
PALABRAS CLAVE:
Iglesia de San Bartolomé, necrópolis medieval y moderna, muerte violenta.
49
F
orma parte el presente trabajo de una tríada de artículos dedicados a la iglesia de San
Bartolomé, sita en el término segoviano de Basardilla, y a sus hallazgos arqueológicos,
algunos de los cuales hemos tenido oportunidad de presentar en anteriores números de
esta revista. Recodemos que, durante los meses de noviembre y mayo de 2004 y 2006
respectivamente, se llevó a cabo la excavación arqueológica en la iglesia parroquial de San
Bartolomé de Basardilla (Segovia), a instancias del Servicio de Restauración de la Junta de
Castilla y León, quien costeo dichos trabajos. Sendas campañas fueron realizadas por un equipo
de arqueólogos de Sercam S. C Servicios Culturales y Ambientales.
Las labores de excavación arqueológica se centraron sobre todo en el atrio de la iglesia,
espacio conocido como El Cementerio, y junto al muro septentrional del templo, donde una
importante grieta hacia peligrar la integridad del edificio. En conjunto se excavaron 8 sondeos
distribuidos, 5 de ellos en el ancillo de la iglesia, abarcando la totalidad del espacio, y los tres
restantes junto al lienzo norte del templo. En total se actuó sobre 52 m2, con el objeto de
delimitar el espacio cementerial de la parroquia, así como resolver problemas constructivos para
su futura restauración.
Ambas campañas han permitido documentar en extensión los límites del campo santo
en su lado septentrional, evidenciado la secuencia sepulcral relacionada con la parroquia de San
Bartolomé.
1.- Algo sobre el territorio.
La iglesia de la que nos vamos a ocupar está dedicada a San Bartolomé y se encuentra
ubicada en la población de Basardilla, municipio localizado en la mitad oriental de la provincia
de Segovia. La dispersión de los documentos escritos hace difícil la reconstrucción de la Alta
Edad Media en la zona en la que nos ocupamos en este artículo. A pesar de todo la arqueología
ha permitido contrastar información al respecto, así parece superada ya la famosa teoría del
desierto del Duero de Sánchez- Albornoz1. En su lugar lo que nos encontramos en estas tierras
segovianas en una territorio fronterizo, alejado de los centros de poder político y eclesiástico.
Los Anales Toledanos dan a entender que la repoblación en Segovia se inicia en el año
10882. A partir de este momento se forma la Comunidad de Villa y Tierra aquende Sierra, la
cual se dividió en nueve distritos, uno correspondiente a Segovia ciudad y sus arrabales y ocho
1
Martí. J. (2005) “Una frontera casi invisible: los territorios al norte del Sistema Central en la Alta Edad Media (siglos VIII-XI)”,
Stvdia Historica. Historia Medieval, 23: 89-114. Salamanca.
2
Martínez Diez, G. (1983): Las Comunidades de Villa y Tierra de la Extremadura castellana. (Estudio Histórico-Geográfico).
Madrid.
50
sexmos: San Llorente, Cabezas, Santa Olalla, Trinidad, San Martín, San Millán, El Espinar y
Posaderas.
Basardilla se incluyó dentro del sexmo de San Llorente; confinaba con los sexmos de
Cabezas y Valdelozoya, con la ciudad de Segovia y su término por poniente y con La Cuesta
por su flanco oriental. Este sexmo, por su ubicación geográfica, participaba de una importante
actividad ganadera gracias a que por su territorio discurre una de las principales cañadas de la
Meseta3.
La mención más antigua que tenemos de Basardilla o Val Sardiella, perteneciente al
archidiaconatu Segoviense la encontramos en un documento fechado el 14 de septiembre de
12474, conservado en el Archivo Catedralicio, en el que se cifra la cantidad que debía de percibir
las autoridades eclesiásticas de cada lugar, en este caso, Val Sardiella XIIII morabedis et III
soldos5. No tenemos constancia de la existencia de otros documentos de época medieval, de ahí
que aquella bula de 1247 permita apuntar que al menos a mediados del siglo XIII la comunidad
de Basardilla ya existía y, casi por extensión, su iglesia que, por el análisis tipológico realizado,
casa bastante bien con estas fechas.
Plano y alzados de la iglesia de San Bartolomé de Basardilla (apud
García Calle, 2000: 33)
3
Asenjo, M. (1986): Segovia. La ciudad y su tierra a fines del Medievo. Segovia. 111-113.
4
“El Cardenal Gil de Torres, legado pontificio, ante las disputas originadas por el reparto d las rentas y tras haber encargado la
valoración de todas las rentas del obispado al deán D. Rodrigo, Juan arcediano de Segovia y Sancho arcediano de Sepúlveda,
confirma la valoración efectuada y señala al Obispo y dignidades lo que había de percibir cada uno”, en Villar García, L. M.:
Documentación medieval de la Catedral de Segovia (1115-1300). Colección Documentos y Estudios para la Historia del Occidente
Peninsular durante la Edad Media, 15. 1990: 236. Salamanca.
5
A. C. Segovia, Caja 21 nº 2-3-4.
51
2. El edificio
Originariamente la fábrica románica estaría formada por la capilla mayor y la nave
central, que datan de mediados del siglo XII y que se remata en un ábside. Este ábside muestra
presenta una cornisa decorada con una doble cinta vegetal, sustentada por una serie de
canecillos figurados.
No mucho después de la construcción de este primer edificio, posiblemente en torno al
siglo XIII, se añade un segundo ábside, todavía de estilo románico, aunque en esta ocasión los
canecillos no presentan decoración alguna. En su lienzo occidental se puede apreciar un arco de
medio punto que funcionaría en su origen como una entrada directa a éste sin necesidad de
pasar por la nave principal de la iglesia, es muy probable que este ábside funcionase en esos
momentos como capilla privada.
A mediados del siglo XVI, el templo sufre una importante remodelación y se amplia el
cuerpo principal del edificio con una segunda nave adosada a la ya existente, en su cara
meridional, trasladando la portada románica al lugar que hoy ocupa. Portada compuesta por
tres arquivoltas como es el uso de los templos de la zona, como es el caso de la iglesia de San
Pedro de Gaillos6. En la inferior se despliegan tres rosetas de seis pétalos en círculos perlados.
En estos maltratados capiteles, se adivinan tres personajes bajo arco que simbolizan una ciudad
y un par de cuadrúpedos enfrentados7. Esta ampliación deberíamos relacionarla con la
necesidad de la población de un templo de mayores dimensiones y con el ritual funerario, ya
que es en este momento cuando comienza la tradición de enterrar a los muertos dentro de los
muros de las iglesias.
La primera mención que encontramos en los libros de fábrica de la torre data de 16988 y
del año siguiente la primera noticia que conocemos de la sacristía9. Conformando con esta
última estancia el edificio de la iglesia, en esencia, tal y como ha llegado hasta nuestros días.
En un momento concreto, seguramente no anterior al siglo XIX, se levantó en la mitad
meridional de la iglesia una especie de atrio al que se accede por sendas puertas cuyo espacio se
le viene conociendo tradicionalmente por el nombre de El Cementerio, tradición por la cual es
creencia bien asentada en los vecinos de Basardilla de que en este espacio siempre se utilizó
como área cementerial. Se trata de una teoría sobradamente confirmada con los resultados de
nuestras excavaciones que a continuación pasamos a detallar de forma breve.
6
Herbosa, H. (2005) El Románico en Segovia. Segovia. 56.
7
Garma, D. (1998)Rutas del románico en la provincia de Segovia.80-81 Segovia
8
A.P. Basardilla. Libro de fábrica nº 3, folio 23.
9
A.P. Basardilla. Libro de fábrica nº 3, folio 15.
52
3. La necrópolis parroquial.
Las evidencias exhumadas en el transcurso de la excavación han sido de dos tipos; por
un lado, un nivel con una importante presencia de cerámicas correspondiente a un ritual muy
difundido en el Antiguo Régimen, que ya ha sido sobradamente estudiado por uno de nosotros
en números anteriores de esta misma publicación10, y por otro lado las evidencias propias del
nivel cementerial de la iglesia.
La ocupación paulatina del área funeraria se realiza en las inmediaciones del templo,
con un mayor o menor grado de proximidad al mismo, conforme a la ley vigente desde el
periodo visigodo y ratificada posteriormente por Alfonso X. Ésta expresaba que los cementerios
debían ocupar todo el contorno de los templos con una dispersión en todas las direcciones de
30 pasos11. Esta tradición que continúa hasta el siglo XVIII, cuando, con la promulgación de la
Real Cédula de 3 de abril de 1787, se ordena la construcción de cementerios extramuros.
Aquella decisión es tomada en consonancia con los nuevos tiempos y la nueva mentalidad
ilustrada en un intento por constituir una religiosidad más intimista, lejos de los actos notorios y
externos, más propios de tiempos pretéritos. A estas razones ideológicas se le sumaban una
serie de preceptos relacionados con la sanidad e higiene, tanto privada como pública12.
En un primer momento esta normativa sólo se aplicó en las ciudades y villas de mayor
13
rango , perviviendo las antiguas costumbres en las pequeñas poblaciones hasta mediados del
siglo XIX. Este es el caso de Basardilla, donde a mediados del siglo XIX Madoz ya hace
referencia a un camposanto municipal funcionando fuera del núcleo habitado.
A pesar de que la necrópolis se comienza a utilizar cuando se construye la iglesia,
finales del siglo XII, principios del XIII, y se mantiene en funcionamiento cuatro siglos más, la
tipología de los enterramientos documentados, así como el ritual que los acompaña no sufre
cambios significativos a lo largo de su historia. Todos los enterramientos que hemos podido
documentar son meras fosas excavadas en el sustrato geológico o en el propio relleno, de tipo
bañera o antropomorfas (fig.1). En todos los casos orientadas siguiendo el eje este oeste, con la
cabecera al oeste y los pies al este, como es tradicional en el mundo cristiano. Esta morfología
de enterramiento cuenta con una dilatada tradición desde primeros tiempos del cristianismo y
nace de una verdadera obsesión por enterrarse apud ecclesiam14 .
10
Cruz Sánchez, P. J. (2008): “Un interesante conjunto cerámico del siglo XVIII procedente de la Iglesia de San Bartolomé de
Basardilla (Segovia). Estudios del Patrimonio Cultural, nº 00. Valladolid. 32-47
11
Caballero Arribas, J. (1993/ 1994): “La plaza de San Vicente de Ávila: Necrópolis parroquial y nivel romano” Numantia 6.
Arqueología en Castilla y león. Valladolid. 139-153.
12
13
García, F. (1996): Los castellanos y la muerte. Religiosidad y comportamientos colectivos en el Antiguo Régimen. Valladolid.
Rodríguez, F. J. (1994): “Sobre tapias, cipreses y cruces. Notas para el estudio de los cementerios andaluces”. Demófilo.
Enfermedad y muerte en la cultura andaluza 13. Granada. 121-137
14
Ariés, Ph. (1985): El hombre ante la muerte. Madrid
53
Dentro de esta relativa monotonía, encontramos algunos detalles que merece la pena
resaltar; así han aparecido tres tumbas, una en la primera campaña y dos en la última, que
presentan la cabeza del individuo delimitada por piedras en posición vertical (fig.2), marcando
una cabecera que creemos, no pretendió en ningún momento remedar aquellas del tipo de las
denominadas olerdolanas o enterramientos antropomorfos de repoblación, las cuales por su
parte muestran una clara diferenciación de la cabecera respecto del cuerpo, que en nuestro caso
no encontramos. Parece más bien una solución más eventual o casual que otra cosa o incluso
que marquen un momento cronológico determinado, ya que en el resto de las tumbas no
encontramos esta suerte de cabecera. Estas tres tumbas se localizaron junto al muro
septentrional del templo.
Más variedad parece presentar el sistema de cubrición, encontramos, por un lado, las
que utilizan como única cubierta la propia tierra y por otro las que cuentan con una especie de
solado de mortero por encima de ellas. Esta variedad nos marca dos momentos distintos del
camposanto, siendo las segundas más antiguas que las primeras, ya que estas cortan al citado
solado.
Caso a parte son dos ejemplos, localizados ambos junto al muro del ábside del altar
mayor; en este caso el cadáver queda cubierto por lajas de piedra sin desbastar colocadas
directamente sobre la roca excavada (fig.3). La mayor elaboración de estos sepulcros, así como
su ubicación, parecen corresponderse con un miembro respetado dentro de la pirámide
socioeconómica de la Val Sardiella medieval15. Posiblemente, éste sea el único rasgo
significativo dentro del desarrollo espacial de la necrópolis, ya que el resto de las tumbas no
parece guardar ningún tipo de orden, disponiéndose en el entorno del templo de manera
anárquica, cortándose en ocasiones entre ellas. Esta situación no es excepcional dentro del
conjunto de necrópolis medievales y es producto de la larga vida del complejo cementerial y la
falta de espacio a la que se tienen que enfrentar a lo largo de los siglos.
Esta circunstancia la podemos encontrar en otras necrópolis coetáneas ya excavadas
como es el caso de San Andrés de Cuéllar16, el caso que se detectó en la propia catedral del
Burgo de Osma17 o en la iglesia románica de Santo Tomé de Zamora18, entre otros tantos.
15
Van den Eyden Ceruti, E. (2002): “Los niveles medievales del yacimiento de Camesa- Rebolledo. Apuntes sobre la más antigua
ocupación medieval de Cantabria”. Sautuola: Revista del instituto de Prehistoria y Arqueología Sautuola.8. 261- 296.
16
Arias, J. (1993): “Necrópolis medieval de San Andrés (Cuellar, Segovia)” Numantia 4. Arqueología en Castilla y León.
Valladolid. 229- 238
17
Arquetipo, S. L. (1996): “Trabajos arqueológicos en la catedral de Burgo de Osma (Soria)” Numantia 6. Arqueología en Castilla
y León. Valladolid. 205-224.
18
Viñé, A.I; Salvador, M y Laén, H. (1999): “La iglesia románica de Santo Tomé de Zamora y las estructuras exhumadas en su
entorno” Numantia 7. Arqueología en Castilla y León. Valladolid. 149- 162
54
En cuanto al ritual, no parece haber cambios significativos a lo largo de los siglos, al
menos si los hubo no han dejado huella en el registro arqueológico. La cabeza del difunto se
coloca en todos los casos mirando al nacimiento del sol, decúbito supino con los brazos
cruzados sobre el abdomen o el pecho, y envueltos en un sudario como hemos podido
comprobar en la postura de los huesos, con las rodillas juntas, piernas cruzadas y hombros en
una posición que sólo es posible con esta prenda. Esta tesis se ve apoyada en la falta de restos
de prendas de vestir, únicamente se ha documentado durante la segunda campaña de
excavación, en una de las tumbas situadas junto al muro norte de la iglesia, una placa de bronce
con la impronta de la trama del tejido, que bien puede corresponderse con la vestimenta del
difunto o con el propio sudario.
Es de destacar, en este tipo de necrópolis, la tradición de introducir monedas con los
inhumados, a lo lago de nuestra excavación hemos documentado un total de 7 tumbas en las
que podemos asegurar que se ha enterrado al difunto con una moneda de bronce y en cuatro de
ellas podemos localizar esta pieza entre los dedos del difunto (fig.4). De estas monedas, tres se
corresponden con blancas de los Reyes Católicos y se encuentran entre las tumbas más
recientes de la necrópolis, en torno a los siglos XIV y XV. No hemos podido documentar este
hecho entre las tumbas primigenias, aunque sí contamos con ejemplos de esta práctica en los
primeros momentos de la Edad Media en nuestra comunidad. Este es el caso de la abadía de
Husillos (Palencia)19 o en el monasterio de San Andrés de Arroyo20.
Las monedas no deben ser consideradas en ninguno de los casos como objetos de un
ajuar, sino como una parte del ritual funerario; se trata de una costumbre que enlaza
directamente con la tradición grecolatina de la barca de Caronte, el barquero al que era
necesario pagar con una moneda para que ayudara a cruzar la laguna Estigia. Se trata de un rito
precristiano que a partir del siglo VII continúa en el territorio catalán21, aunque perdiendo su
sentido original, y prosigue a lo largo de toda la Edad Media en la zona castellano leonesa,
perviviendo hasta el siglo XVI, como podemos comprobar en el cementerio de Basardilla, o
incluso el XVII, como ocurre en la necrópolis de Astigarribia (Guipúzcoa)22
19
M.C.R. Gabinete Arqueológico C. B. (1997): “Excavación arqueológica de urgencia en el claustro de la abadía de Husillos
(Palencia)”. Informe inédito depositado en el Servicio Territorial de Educación y Cultura de la Junta de Castilla y León en
Palencia. 191.
20
Unoveinte, S. L. (2006): Excavación arqueológica en la Abadía Cisterciense de San Andrés de Arroyo. Santibáñez de Ecla
(Palencia). Informe inédito depositado en el Servicio de Restauración del Patrimonio Histórico de la Dirección General de
Patrimonio y Bienes Culturales de la Junta de Castilla y León en Valladolid. Valladolid.
21
Crespo, J. Garrido, S. Margareto, P. Catalán, L. (2006): “La necrópolis altomedieval de Renedo de Inera (Palencia).” Sautuola
/XII. Instituto de Prehistoria y Arqueología. Santander. 301-312.
22
Azcárate, A. y García, I. (1989): “Pervivencias rituales precristianas en las necrópolis del País Vasco durante el medievo” Actas del
III Congreso de Arqueología Medieval Española, Tomo II. Oviedo 483-492.
55
Algunos autores apuntan a que esta práctica, entre la gente medieval, podría estar
relacionada con la sustitución de la hostia sagrada, depositada en la boca del difunto23, por una
de estas monedas. Si bien esta puede ser una teoría perfectamente valida, sobre todo en
aquellas necrópolis donde la pieza numismática aparece en la cavidad bucal como es el caso de
la Catedral de Tudela (Navarra)24, sin embargo no es del todo acertado cuando hablamos de
monedas depositadas en la mano o en el pecho, aunque nos sigue pareciendo una explicación
plausible.
Junto a inhumaciones de carácter individual, que son las menos, también se han
documentado osarios la mayoría forman parte bien como estratos revueltos, mezclados con
restos cerámicos y numismáticos, o bien como reducciones colocadas, normalmente a los pies de
otro individuo, dentro de fosas que son ocupadas una y otra vez a lo largo de los años. Este tipo
de prácticas son muy comunes en los cementerios para ahorrar espacio y para mantener la
cercanía familiar en la ultratumba25, lo que convertiría estas fosas reutilizadas en auténticos
panteones familiares. Para conocer más acerca de los restos humanos encontrados debemos
recurrir al estudio realizado por el equipo dirigido por D. Luis Caro Dobón, catedrático del
Área de Antropología Física de la Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales de la
Universidad de León, encargados desde la administración como una tarea complementaria a las
propias de excavación. El equipo de la Universidad de León estudió un total de 52 individuos
de diferentes edades como se puede ver en la siguiente tabla:
EDAD
VARONES
MUJERES
INDETERMINADOS
TOTAL
0- 6
4
1
12
17
7-12
2
12
14
1
1
2
18
13-20
21-40
9
41-60
1
7
1
52
TOTAL
Tabla elaborada a partir del estudio antropológico realizado por el equipo dirigido por el profesor Luis Caro Dobón.
23
Azcárate, A. y García, I. (1989). op. cit. 483-0492.
24
Tobar, I y Sesma, J. (2008): “Enterramientos en la catedral de Tudela”. La tierra te sea leve. Arqueología de la muerte en
Navarra. Pamplona: 221.
25
García, M. op.cit.
56
En general, los finados estudiados presentan patologías propias de una vida dura, con
una alimentación deficitaria con múltiples lesiones que no han sido curadas correctamente,
condiciones que conforman una vida de subsistencia propia de las sociedades rurales de la Edad
Media.
El análisis morfológico de los restos exhumados ha permitido determinar el tamaño, la
forma y la robustez de los individuos. Así sabemos que los ocupantes de la necrópolis de
Basardilla eran de estatura baja, con una musculatura poco desarrollada en las articulaciones y
con toda una suerte de patologías propias de una vida dura y una alimentación deficitaria. La
media de vida se encontraba en torno a los 35 años, si no tenemos en cuenta la mortalidad
infantil y juvenil, por otro lado muy elevada como se ha podido ver a lo largo del estudio. Si
unimos estos últimos datos, la media de edad bajaría hasta menos de 30 años.
Con respecto al cráneo, han sido pocos los que se han podido estudiar, debido a su mal
estado de conservación, pero según los estudios del equipo del profesor Luis Caro Dobón, son
individuos con rasgos raciales mediterráneos, que comparten cierto grado de familiaridad que se
han podido rastrear en las suturas craneales metópicas que presentan un alto porcentaje de
sujetos adultos sin que nos sea posible precisar el grado de consanguineidad.
Estas suturas pueden persistir después de la edad de obliteración, en torno a los dos
años, y pueden ser un rasgo genético26 , aunque también pueden verse afectadas por factores
ambientales, como puede ser la carencia de hierro durante la edad de crecimiento27. Si bien, en
estos casos, la pervivencia de las suturas metódicas va acompañada de otras evidencias de esta
malnutrición28.
Teniendo en cuenta estos datos pasaremos a estudiar con más atención varias fosas que
han despertado nuestro interés. Así durante la primera de nuestras campañas se excavó una
tumba situada a los pies de la portada románica, ocupada por tres individuos, dos adultos,
hombre y mujer, con sutura metópica abierta y una niña de entre 3,5 y 4 años, sobre el pecho de
uno de los adultos. La disposición de los esqueletos así como los cráneos de los mismos, nos
parecen estar indicando cierto grado de parentesco entre los ocupantes de esta inhumación. No
es raro encontrar en fosas de necrópolis medievales los restos de un adulto junto a los de un
infante, en muchas ocasiones, cuando el niño es lactante o neonato, se coloca a este entre las
piernas de, la que suponemos, su madre, esta situación nos la encontramos en la iglesia de
26
Torgense, J. (1951): “The developmental genetics and evolutionary meaning of de metopic suture.” Amer. J. of Phys. Antrhopol.
10: 463- 514.
27
Stuart- Macadam, P. (1985): “Porotic hyperostosis: Representative of a childhood condition” Amer. J. of Phys. Antrhopol.66: 391-
398.
28
Herrerín, J. (2008): Estudio antropológico de la necrópolis de la catedral de El Burgo de Osma (Soria). Soria. 154.
57
Palenzuela (Palencia)29 y en la colegiata de Santa María de Briviesca (Burgos)30. La distinta
disposición del cuerpo del niño en nuestro ejemplo puede responder a la edad del mismo, si
bien en la necrópolis de Renedo de Inera (Palencia)31, se localiza un enterramiento con
individuos de similares características a los nuestros y el niño sigue apareciendo entre las
piernas del adulto.
Otro caso de enterramiento múltiple nos lo encontramos en la cara norte de la iglesia
de San Bartolomé, en esta ocasión encontramos 8 sujetos que comparten la fosa situada junto al
muro norte de la iglesia, más, comparten cierto grado de parentesco. Los cráneos de los adultos
recuperados, dos en total, presentan un metopismo característico que pude rastrearse
genéticamente. Esta afirmación de la existencia de este panteón familiar no es demasiado
concluyente ya que un alto grado de los cráneos adultos recuperados en toda la necrópolis
presentan distintos grados de metopismo craneal, lo que sugiere un alto grado de
consanguineidad entre los habitantes de Basardilla, algo, por otro lado, nada extraño en una
población de estas características.
Mención aparte merece un individuo inhumado en una de las, ya descritas, tumbas con
cubiertas de lajas propias del siglo XIII, en el que se documentó a lo largo de las dos fases de
excavación el esqueleto post-craneal de aquel, para finalizar su total inhumación en la segunda
campaña, cuando se recogió y documentaron los restos óseos restantes.
El estudio antropológico de su esqueleto ha permitido comprobar que murió de forma
violenta, como consecuencia de un ataque de arma blanca llevado a cabo por varias personas.
Las heridas localizadas evidencian que, dicho ataque, fue llevado a cabo en varias direcciones.
Sus huesos presentan cortes producidos por objetos incisos cortantes de diferente tamaño y
dirección. Encontramos cortes en el sacro, el humero derecho y en los dos coxales, que se
corresponden con un arma blanca de pequeño tamaño, sin embargo las de la primera falange
del quinto dedo de la mano derecha, el de la sexta costilla derecha, la séptima izquierda y varias
vértebras dorsales y lumbares, se corresponden con un arma de mayor tamaño, una espada tal
vez.
Todas estas lesiones se corresponden con un ataque llevado a cabo por varios
individuos, ya que las heridas encontradas evidencian que dicho ataque se produjo en varias
direcciones. Le clavaron varias veces un arma blanca de gran tamaño en su costado izquierdo,
29
Sercam. Servicios Culturales y Ambientales S. C. (2006): Informe de la intervención arqueológica en la iglesia de Santa Eulalia
de Palenzuela (Palencia). Fase IV. Informe inédito depositado en el servicio de Cultura de la Junta de Castilla y León en Palencia.
10- 17.
30
Aicara. Arqueología y Patrimonio Cultural, S. L. (2007): Informe técnico de la intervención arqueológica en la excolegiata de
Santa María de Briviesca. Informe inédito depositado en el servicio de Cultura de la Junta de Castilla y León en Burgos. 25- 40.
31
Crespo, J., Garrido, S., Margareto, M.P y Catalán, L. (2006). op.cit. 301-312.
58
infligiéndole un corte a la altura del vientre, le provocaron cortes en el brazo derecho y por
último le atacaron por la espalda, lo que explicaría las lesiones de las costillas. La victima intentó
parar alguno de estos golpes levantando el brazo derecho en alto, por lo que su dedo meñique
sufrió un corte. En conjunto las lesiones fueron mortales, por lo que podemos decir que este
hombre adulto murió como consecuencia de un ataque de, al menos, dos armas blancas.
Este individuo es el único de todos los estudiados en esta necrópolis, en el que se ha
documentado una muerte violenta. Así mismo la tumba de este sujeto ocupa un lugar
privilegiado dentro del área cementerial, junto al ábside del altar mayor, y una elaboración más
cuidada que las de la mayoría, datos parecen darnos a entender que nos encontramos entre un
miembro privilegiado dentro de la sociedad medieval de esta comunidad, sin que podamos
precisar más detalles al respecto.
Cómo sucedieron los acontecimientos es algo que se escapan a nuestro limitado
conocimiento del suceso, tal vez fuese victima del bandolerismo de la zona o simplemente una
riña familiar; pero esto no lo podemos saber. Pero lo que sí observamos es que fue atacado por
la espalda, ¿estaría huyendo o le emboscaron en un camino solitario?
Ilustración tomada del manuscrito del poema épico germano Percival
atribuido al poeta Wolfram von Eschenbach, datado en torno
al primer cuarto del siglo XIII.
59
Fig.1. Vista general de las tumbas del atrio de la
iglesia, se puede observar la tendencia ligeramente
antropomorfa de la fosa situada en el centro
Fig.2. Detalle de una de las tumbas con cubierta de
lajas
60
Fig.3. Detalle de las piedras situadas a ambos lados
del cráneo a modo de orejeras.
Fig.4. Esqueleto y detalle de las falanges de un
individuo infantil con una moneda de bronce en la
mano.
61