IV JORNADAS DE ACTUALIZACIÓN
EN SEXOLOGÍA CLÍNICA
Hasta fechas relativamente recientes poco se ha hablado de la sexualidad
desde el campo de la salud. Por fortuna en 1974 un grupo de expertos de la
Organización Mundial de la Salud (OMS) definió la Salud Sexual como: "La
integración de los aspectos somáticos, emocionales, intelectuales y sociales
del ser humano sexual, en formas que sean enriquecedoras y realcen la
personalidad, la comunicación y el amor".
Además la OMS considera en ese mismo documento que se requieren
tres condiciones básicas para conseguir una salud sexual, estas serian:
La posibilidad de disfrutar de una actividad sexual reproductiva
equilibrando una ética personal y social.
El ejercicio de la sexualidad sin temores, vergüenzas, culpas, mitos,
falacias; en esencia, sin factores psicológicos y sociales que interfieran
en las relaciones sexuales.
El desempeño de una actividad sexual libre de trastornos orgánicos,
enfermo o alteraciones que la entorpezcan.
Más recientemente, en junio de 2005, la Asociación Mundial para la
Salud Sexual (WAS) proclamó en Montreal, Canadá, durante el XVII
Congreso Mundial de Sexología, la denominada Declaración de Montreal
“Salud Sexual para el Milenio” que entre otros puntos propone que es
necesario:
1. Proveer acceso universal a la información y educación de la sexualidad
integral.El logro de la salud sexual requiere que todas las personas,
incluyendo a los jóvenes tengan pleno acceso a una educación integral
de la sexualidad y a información y atención a su salud sexual durante
todo el ciclo vital.
2. Identificar, abordar y tratar inquietudes, padecimientos y disfunciones
sexuales.Puesto que la plenitud sexual tiene la capacidad de elevar la
calidad de vida, es crítico reconocer, prevenir y tratar las inquietudes,
padecimientos y preocupaciones sexuales.
3. Lograr el reconocimiento del placer sexual como un componente del
bienestar.
La salud sexual es más que la ausencia de enfermedad. El placer y la
satisfacción sexuales son componentes integrales del bienestar y requieren
su reconocimiento y promoción universal.
No obstante, resulta evidente que el lema de la O.M.S "salud para todos"
se convierte en papel mojado en el ámbito de la sexualidad si no se
incorpora la atención a la salud sexual en nuestra estructura sanitaria, la cual
debería cumplir una misión importante a nivel de PREVENCIÓN y
PROMOCIÓN de la salud sexual de la siguiente forma:
1. Nivel de Prevención Primaria:
Educación de la sexualidad.
Realizar estudios de prevalencia de los trastornos de la sexualidad.
Incrementar los recursos y habilidades personales y de pareja que
faciliten una sexualidad más saludable.
2. Nivel de Prevención Secundaria:
Incluir la entrevista sexológica dentro de la historia clínica habitual.
Desarrollo de habilidades diagnósticas en el ámbito de las disfunciones
sexuales.
Optimizar estrategias de intervención.
Creación de grupos de trabajo sobre Sexología para mejorar la atención.
3. Nivel de Prevención Terciaria:
Rehabilitación sexual de personas con necesidades físicas especiales.
Reeducación sexual en personas con necesidades psíquicas especiales.
Atención a la sexualidad en la enfermedad crónica.
Es la sexología clínica como ciencia aplicada, sin olvidar las ciencias
humanas y haciendo uso de la interdisciplinariedad y transdisciplinaridad, al
igual que el resto de componentes de ciencias de la salud (desde un
paradigma no organicista y holístico) quien debería cumplir la misión
fundamental en cuanto a prevención y promoción. Para ello la Sexología
Clínica tiene como ámbitos de intervención el asesoramiento y educación
sexual, el diagnóstico y tratamiento de las disfunciones sexuales, la terapia
de pareja e intervención en separación, la intervención en el trastorno
parafílico (siguiendo criterios DSM5; APA 2013), la intervención contra la
homofobia, asesoramiento e intervención en las transexualidades, y la
optimización de la sexualidad en la enfermedad crónica y en personas con
necesidades físicas y psicológicas especiales.
También debiera jugar la Sexología Clínica un papel relevante en el
peritaje y asesoramiento judicial, dada la especificidad de los temas que
abarca, donde apenas existe conocimiento especializado desde el ámbito
jurídico.
Por último, sobra mencionar que una ciencia se sostiene sobre las bases
de la investigación, de ahí la importancia de llevar a cabo estudios que
permitan avanzar en el conocimiento de esta importante ciencia.
El texto que sigue a continuación, investigaciones aportadas a las IV
Jornadas de Actualización en Sexología Clínica del Instituto Andaluz de
Sexología y Psicología, es buen reflejo de las aportaciones de jóvenes
sexólogos y sexólogas al enriquecimiento de la Sexología Clínica.
Francisco Cabello Santamaría. Presidente de las IV Jornadas de
Actualización en Sexología Clínica
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Índice de contenido
Cubierta
Identidades de género, estilo de apego y satisfacción en parejas
heterosexuales
Objetivos
Método
Muestra
Instrumentos
Procedimiento
Análisis de datos
Resultados
Análisis descriptivos
Análisis estadísticos
Conclusiones
Referencias
Prácticas eróticas de las trabajadoras transexuales del sexo (tts).
Introducción.
Transexualidad.
Trabajo sexual.
Sexualidad y prácticas eróticas.
Objetivos.
Metología.
La muestra.
Criterios de inclusión de la muestra.
Procedimiento para la realización de las entrevistas.
Resultados y conclusiones.
Percepción del deseo sexual.
Fantasías eróticas.
Satisfacción e insatisfacción sexual.
Prácticas eróticas.
Percepción del riesgo de contraer alguna ITS.
Limitaciones y líneas de investigación futuras.
Referencias bibliográficas.
Información sexual en pacientes con cardiopatía isquémica: estudio
observacional descriptivo de la población palentina
Resumen
Introducción
Metodología
Discusión
Conclusiones
Conflicto de intereses
Bibliografía
Pornografía: Hábitos de consumo y su relación con la satisfacción sexual en
adultos jóvenes
Introducción
Objetivos
Temática principal
Metodología
Resultados
Conclusiones
Las diferencias entre sexos en la percepción de infidelidad y su relación con
la intención de comportamiento
Objetivos y temática principal
Metodología
Resultados
Análisis de fiabilidad
Conclusiones
Referencias bibliográficas
Influencia de los estilos comunicativos en la precepción de satisfacción con
la relación de pareja
Introducción
Comunicación y satisfacción
Método
Participantes
Instrumentos
Procedimiento
Resultados
Discusión y conclusiones
Bibliografía
Estudio sobre la relación entre la Inteligencia Emocional y Ajuste de pareja
Apartadado teórico
Introducción
Fundamentación teórica
2.1 Inteligencia
2.2 Inteligencia emocional
2.3 Ajuste de pareja
2.4 Estado actual de la cuestión: algunos estudios previos
Apartado empírico
Diseño de investigación
La adolescencia y los mitos del amor: un estudio trasversal en la provincia
de Málaga
Resumen
Introducción
Objetivo
Temática principal
Método
Participantes
Instrumentos
Procedimiento
Análisis de datos
Resultados
Conclusiones
Cuando el embarazo no planificado se desea. Aproximación a las
trayectorias de vida y significado del embarazo y la maternidad en la
adolescencia.
Objetivos
Temática principal
Metodología
Resultados
1. Trayectorias de vida de las madres adolescentes
2. El significado de la maternidad en la adolescencia
Conclusiones
Referencias bibliográficas
La propensión a la excitación e inhibición sexual ¿cuestión de sexo o rol
sexual?
Resumen
Introducción
Método
Resultados
Conclusiones
Bibliografía
Actitud del profesorado hacia la sexualidad de las personas con discapacidad
intelectual
Introducción
Estudio empírico
Conclusiones
F1. Modelo conceptual de sexualidad subyacente en el profesorado
F2. Información y creencias sobre el desarrollo sexual de las personas con
DI; valoración que hacen sobre su educación sexual.
Referencias bibliográficas
Autor
Identidades de género, estilo de apego y
satisfacción en parejas heterosexuales
Alicia Ávalos Guerra, educadora social y sexóloga. IUNIVES.
Universidad Camilo José Cela
aliciaavalosguerra@gmail.com
Coautor: Silberio Sáez Sesma
Abstract
La presente investigación experimental, cuantitativa, transversal y
descriptiva, con una muestra de 186 sujetos heterosexuales de edades
comprendidas entre los 30 y 45 años y que conviven con sus parejas de
manera estable, trató de identificar factores individuales, principalmente
relacionados con el estilo de apego y la identidad de género, que influyen en
la satisfacción de las parejas heterosexuales de adultos jóvenes, con el fin de
aportar nuevos conocimientos a las intervenciones de terapia sexual y de
pareja en los años venideros, así como a las intervenciones de educación
sexual. Los objetivos fueron alcanzados prácticamente en su totalidad,
confirmando que el estilo de apego seguro se relaciona con la satisfacción
frente a otros estilos de apego. En cuanto a la identidad de género, la
muestra confirmó una mayor identificación del grupo de mujeres con la
androginia, a diferencia del grupo de hombres, donde predominó la identidad
masculina, pero no encontró relación entre identidad de género y
satisfacción.
Palabras clave: identidad de género, estilo de apego, satisfacción en
pareja, ansiedad, evitación, BSRI, CRP, EAD.
L a intersexualidad es un concepto sexológico acuñado por Magnus
Hirschfeld a finales del siglo XIX que hace referencia a un sexo que se va
haciendo en un continuo cuyos polos son dos representaciones teóricas y
“extremas”, de tal forma que cada individuo es un punto, un grado dentro de
un continuo. Esto implica que todas las personas poseen aspectos masculinos
o femeninos en diferente proporción, cuyo origen puede ser biológico,
psicológico o social. Estos últimos aspectos psicosociales adquiridos por la
interacción de los sexos en sociedad y mediados por dispositivos sociales,
políticos, económicos y culturales, son los que mayor peso tienen en la
construcción evolutiva del sujeto en el sentirse hombre o mujer de una
manera única e irrepetible, que se va redefiniendo durante su ciclo vital.
En las culturas occidentales, las parejas heterosexuales de hoy conviven
con nuevas expectativas sociales que prescriben cambios en los roles
sexuales que desempeñar dentro del ámbito familiar y doméstico en el que
interactúan. Teniendo en cuenta esta realidad, es posible que el porcentaje de
masculinidad y feminidad de los miembros de una pareja pueda dar
resultados diferentes en la satisfacción que éstos sienten dentro de la
relación. Diferentes estudios1-4 han demostrado que aquellos miembros con
un equilibrio mayor en ese porcentaje de aspectos masculinos y femeninos,
es decir, más andróginos, se sienten más satisfechos que aquellos con un
porcentaje más descompensado y que han asumido roles sexuales más
tipificados tradicionalmente como masculinos o femeninos, frente a otros
estudios que afirman que la satisfacción de la pareja también se da en
aquellas parejas más tipificadas sexualmente5 o autores que no ven en la
androginia un factor de éxito6-7.
Por otro lado, no son pocos los estudios que demuestran que el estilo de
apego de los individuos aprendido durante la infancia se mantiene estable a
lo largo de la vida, y que además es muy similar al modelo de los padres de
los individuos, quienes fueron el primer ejemplo de relación interpersonal en
los procesos de aprendizaje8-12. Este modelo de apego aprendido condiciona
la interacción de los sujetos con sus parejas en la edad adulta, pues éstas se
convierten en sus nuevas figuras de apego. De esta forma, diversos estudios
han analizado la correlación entre el estilo de apego y la satisfacción en
pareja, obteniendo similares resultados 13-16: el estilo de apego seguro se
relaciona con una elevada satisfacción en pareja.
Objetivos
-Corroborar nuevamente la relación del estilo de apego adulto con la
satisfacción en pareja.
-Proporcionar nuevos datos en relación a la androginia como rasgo
deseable en los miembros de las nuevas parejas de la sociedad actual.
-Identificar otras variables relacionadas con la satisfacción en pareja.
Método
Muestra
Los participantes del presente estudio, todos ellos de nacionalidad
española, constituyen una muestra de 186 adultos jóvenes heterosexuales, de
los cuales 83 son hombres (44,6%) y 103 son mujeres (55,4%), en edades
comprendidas entre los 30 y los 45 años. El 53,8% (n=100) de los
participantes tiene edades comprendidas entre 30 y 37 años, de los que el
44% son hombres (n=44) y el 56% son mujeres (n=56). El resto de la
muestra (46,2%, n=86) tiene edades comprendidas entre los 38 y 45 años, de
los que el 45,3% son hombres (n=39) y el 54,7% son mujeres (n=47).
Otra característica común en la muestra fue el requisito de haber
cohabitado con la pareja en un periodo superior a un año. Para ello se evaluó
el tiempo de la relación en dos niveles: tiempo total de la relación y tiempo
de convivencia. En cuanto al tiempo total de duración de la relación, esta
variable obtuvo una media de 10,8 años con un rango de 1 a 28 años.
Respecto a la variable tiempo de convivencia, los estadísticos descriptivos
mostraron una media de 7,4 años con un rango de 1 a 25 años. Del total de la
muestra, el 41,4% (n=77) no tenía hijos.
Instrumentos
Los instrumentos utilizados en esta investigación evalúan, además de los
datos sociodemográficos pertinentes, la identidad de género y el estilo de
apego de cada participante, así como la autopercepción de satisfacción con
su relación de pareja actual.
Datos sociodemográficos. Se diseñó un cuestionario para recoger datos
sociodemográficos con los que se realizaron clasificaciones en función del
sexo, edad, existencia y número de hijos, nivel de estudios y categoría
profesional.
Bem Sex Role Inventory, version reducida (1981). El BSRI reducido se
utiliza para conocer el grado en que las personas aceptan los estereotipos de
rasgo tipificados socialmente. Mide dos variables independientes y no
excluyentes mediante dos subescalas de 9 ítems cada una. Una vez
cumplimentado, la muestra puede clasificarse en cuatro categorías:
masculina, femenina, andrógina e indiferenciada. Según esa
autodescripción, los sujetos que se sitúan por encima de la mediana de la
dimensión masculinidad y por debajo en feminidad se clasifican como
masculinos, refiriéndose a sujetos que se autodescriben con atributos
típicamente masculinos; los que se sitúan por encima de la mediana en
feminidad y por debajo en masculinidad se consideran femeninos,
refiriéndose a sujetos que se autodefinen con atributos típicamente
femeninos; quienes se sitúan por encima de de la mediana de ambas
dimensiones se consideran andróginos, y se corresponde con sujetos que se
autodefinen con atributos tanto masculinos como femeninos; y quienes se
sitúan por debajo de la mediana de ambas se consideran indiferenciados,
siendo estos últimos sujetos que se autodescriben de manera débil con
atributos tanto masculinos como femeninos17. Este instrumento se sigue
considerando útil para operacionalizar los rasgos masculinos y femeninos
tipificados socialmente18 y su adaptación al castellano por López Sáez y
Morales en 1995 ha sido considerada como adecuada.
Experiences in Close Relationships (1998), adaptación española19,
Cuestionario de las Relaciones de Pareja (CRP). Este instrumento mide las
dos dimensiones del apego adulto (ansiedad y evitación) a través de dos
escalas de 18 ítems. La dimensión ansiedad se relaciona con el miedo al
rechazo o al abandono de la pareja, reflejando pensamientos acerca de sí
mismo: creencias acerca de la autoestima y de si uno va a ser aceptado o
rechazado por otros. La dimensión evitación se relaciona con la
incomodidad que produce el sentirse dependiente de otros y/o estar cerca de
los otros, refiriéndose a pensamientos acerca de los demás: creencias acerca
de tomar riesgos al acercarse o evitar a otras personas. Una vez calculada la
media de cada una de las escalas, se puede clasificar la muestra en cuatro
categorías que corresponden a los estilos de apego basados en los
pensamientos sobre uno mismo y sobre los demás11:
-Seguro, se caracteriza por bajos niveles de ansiedad y evitación.
-Preocupado, se caracteriza por altos niveles de ansiedad y bajos de
evitación.
-Desvalorizador, se caracteriza por bajos niveles de ansiedad y altos de
evitación.
-Temeroso, se caracteriza por altos niveles de ansiedad y evitación.
La “ansiedad de separación” y la “búsqueda de proximidad” son
dimensiones utilizadas en diversos cuestionarios y escalas que evalúan el
apego en las relaciones de pareja. Los estudios han demostrado una clara
ventaja en el uso de las dimensiones frente a la división categorial, pues la
pérdida de información es mínima, siendo muy útil en investigación. Esto se
debe a su gran flexibilidad para el análisis de datos utilizando correlaciones,
modelos de regresión múltiple y estructural20. Además se ha demostrado su
validez y ofrece con una gran simplicidad el comportamiento de apego de
los sujetos15.
Dyadic Adjustment Scale (Spanier, 1976), adaptación española 22, Escala
de Ajuste Diádico (EAD). Este cuestionario mide el grado de ajuste o
armonía de parejas que cohabitan, bien sean casadas o no casadas. Consta de
32 ítems y los participantes han de marcar los apartados que reflejen su
condición actual. La suma de todos los ítems da como resultado el grado de
ajuste a la pareja (puntuación máxima: 151), siendo 100 la puntuación
divisoria entre la armonía y el conflicto. Una puntuación superior a 125
suele indicar una actitud idealizada hacia la pareja, quizá demasiado influida
por los mitos de la pareja (frecuente en parejas que llevan poco tiempo).
Este test se comparó con la Escala de Ajuste Marital de Locke-Wallace
confirmando su validez, y ha sido el instrumento más utilizado para evaluar
la calidad y el ajuste de la pareja. Aunque la EAD tiene escasa tradición en
España, existe un estudio que avala sus propiedades psicométricas en
población española cuyos resultados muestran que la fiabilidad de la escala
es elevada (alfa de Cronbach = 0,92)23.
Procedimiento
Para la obtención de la muestra se diseñó un dossier en el que figuraban
los instrumentos detallados anteriormente acompañados de indicaciones
claras y concisas para su cumplimentación. Cada dossier fue entregado a
cada participante de manera directa través de dos medios: cuestionario en
papel y cuestionario online, en una proporción de 25% y 75%
respectivamente. Se trató, en la medida de lo posible, conseguir un muestreo
incidental, en el cual se procuró en todo momento obtener un porcentaje
similar de hombres y mujeres divididos en dos rangos de edad: de 30 a 37
años, y de 38 a 45 años.
Análisis de datos
Los análisis realizados dependieron de la naturaleza de los datos y del
objetivo del análisis. En todas las variables se realizaron análisis
descriptivos relativos a su distribución en la muestra evaluada. Se emplearon
análisis de varianza uni y bivariados para evaluar los posibles efectos de
determinados factores sobre una o más variables dependientes. El test
ANOVA se utilizó para determinar si existían diferencias significativas
entre variables numéricas y categoriales, mientras que para observar
diferencias entre porcentajes de dos o más categorías se realizaron pruebas
Chi cuadrado de Pearson y tablas de contingencia. Estos procedimientos
estadísticos se realizaron mediante el programa SPSS versión 22.
Resultados
Análisis descriptivos
En el grupo de hombres predominaron los hombres masculinos (34,9%) y
en el grupo de mujeres, las andróginas (29,1%).
En la muestra completa, la media de la ansiedad se situó en el 61,5 y la
de la evitación en el 47,77. Entre los grupos de estilo de apego apenas hubo
diferencias. Al segmentar la muestra por sexo, la media de la ansiedad en el
grupo de hombres se situó en el 57,28 y la de la evitación en el 50,41, siendo
e l desvalorizador su estilo de apego más representativo. Sin embargo, la
media de la ansiedad en el grupo de mujeres se situó en el 65,61 y la de la
evitación en el 45,65, siendo el preocupado el estilo de apego más
representativo frente al resto de categorías.
Según la escala de ajuste diádico, la media de satisfacción de la muestra
completa se situó en 111,30 puntos. El grupo de hombres obtuvo una
puntuación media de satisfacción de 113,25 puntos, y el grupo de mujeres,
de 109,74 puntos. Al dividir los grupos entre satisfechos, insatisfechos e
idealización de la pareja, en el grupo de hombres había alrededor de un 5%
más de satisfechos que en el grupo de mujeres y en el grupo de mujeres
había alrededor de un 8% más de insatisfechas que en el grupo de hombres.
En el caso de las relaciones idealizadas, fueron ligeramente superiores en el
caso de los hombres, alrededor de un 3% más.
Análisis estadísticos
Hipótesis 1: Relación entre sexo y estilo de apego.
El estadístico Chi cuadrado de Pearson encontró diferencias
significativas entre hombres y mujeres en relación al estilo de apego (p =
0,022).
Hipótesis 2: Relación entre identidad de género y satisfacción en pareja.
El test ANOVA no encontró diferencias significativas ni en la muestra
completa ni al segmentarla por sexo, ni tampoco al aplicar el filtro que
suprimía a aquellos que idealizaban la relación de pareja.
Hipótesis 3: Relación entre estilo de apego y satisfacción en pareja.
El test ANOVA encontró diferencias significativas tanto en la muestra
completa como segmentada por sexo, y también al suprimir a aquellos que
idealizaban la relación de pareja. Además, en la mayoría de los casos las
diferencias fueron altamente significativas (muestra completa: p=0,000;
hombres: p=0,006; mujeres: p=0,001). Las pruebas Post Hoc (Bonferroni)
indicaron una mayor satisfacción en los participantes con apego seguro,
frente a los estilos desvalorizador y temeroso.
Hipótesis 5: Relación entre ansiedad y evitación con satisfacción en
pareja.
La correlación bivariada de Pearson encontró relaciones lineales inversas
con la satisfacción tanto en la variable ansiedad (r = -0,168) como en la
variable evitación (r = -0,462) al tomar la muestra completa, siendo
altamente significativa en el caso de la evitación y, aunque estas relaciones
fueron débiles, resultaron significativas a nivel poblacional. En el grupo de
hombres hubo relaciones lineales inversas con la satisfacción tanto en la
variable ansiedad (r = -0,135) como en la variable evitación (r = -0,386),
siendo significativa en el caso de la evitación. Por último, en el grupo de
mujeres, los resultados fueron similares al grupo de hombres, habiendo
relación no significativa en el caso de la ansiedad (r = -0,156) y significativa
en el caso de la evitación (r = -0,544).
Otros análisis estadísticos: edad, sexo, años de relación, años de
convivencia y tener o no hijos con satisfacción
El estadístico Chi cuadrado de Pearson no encontró diferencias
significativas entre las variables edad y sexo con la satisfacción.
Por otro lado, la correlación bivariada de Pearson encontró relaciones
lineales inversas entre los años de relación y la satisfacción que, aunque
eran débiles, resultaron significativas a nivel poblacional. Esta misma
prueba no encontró relaciones lineales entre los años de convivencia y la
satisfacción. No obstante, al aplicar el filtro que suprimía a los participantes
con una visión idealizada de la relación, los resultados encontraron
relaciones lineales inversas muy significativas.
Finalmente, la prueba T no encontró diferencias significativas entre
tener o no tener hijos con la satisfacción, por lo que en esta muestra no hay
relación entre estas dos variables.
Conclusiones
La investigación, en su intención de aportar información sobre cómo las
diferencias individuales relacionadas con el apego y la identidad de género
podrían ser elementos de predicción en el sentimiento de satisfacción con la
pareja, alcanzó sus objetivos de manera satisfactoria.
En relación a la identidad de género, es importante resaltar esa
androginia deseada por las mujeres, adaptadas a la deseabilidad social
actual, que no se ha percibido en el grupo de hombres. Parece ser que para
ellas es más atractivo asumir roles típicamente masculinos que a la inversa,
lo cual indica déficits en cuanto al valor y la dignificación que reciben los
roles tradicionalmente femeninos en nuestra sociedad. Las soluciones
apuntarían a una revalorización de lo femenino, proporcionando así una
facilidad de elección personal en la asunción de roles, sea cual sea el sexo de
la persona, más libre y más coherente con sus deseos y su identidad. Como
afirma Garriga23, si ambos miembros de la pareja se sienten en el mismo
nivel, con igual valor y dignidad, la asunción de roles no llevaría a luchas de
poder, sino al reconocimiento y al respeto.
La investigación no halló relación entre identidad de género y
satisfacción, lo cual lleva a pensar que la satisfacción puede depender de
otros factores, pero no de la identidad de género de la persona. En cambio, el
estilo de apego y las dimensiones de ansiedad y evitación han demostrado
ser factores individuales indiscutibles cuya existencia influye en el
sentimiento de satisfacción de los individuos con sus relaciones de pareja.
En relación al apego, el estilo seguro, correspondiente a niveles bajos de
ansiedad y evitación, es el que garantiza mayor satisfacción en los
individuos con sus relaciones de pareja. Por tanto, conocer los estilos de
apego de los individuos puede ayudar en las intervenciones terapéuticas en
su objetivo de optimizar las relaciones de pareja.
La última gran aportación que ofreció la investigación fue la relación
entre años de relación y años de convivencia con la satisfacción, la cual se
ve disminuida con el paso del tiempo. A pesar de que este es uno de los
aspectos con los que la terapia de pareja parece tener más herramientas y
técnicas de intervención, no se puede obviar que muchas parejas que no
asisten a terapia se conforman al asumir la monotonía en la relación sin
solicitar ayuda por considerarlo normal, y abandonando gran parte de los
encuentros con sus parejas, tanto en el plano erótico como en el no erótico,
por no saber cómo reciclarlos a medida que pasa el tiempo. Desde esta
perspectiva, la educación sexual y los referentes mediáticos tienen la gran
labor de visibilizar la diversidad de encuentros de la pareja atendiendo a las
diferentes etapas de la vida y la cantidad de primeras veces que se pueden
experimentar a pesar del paso de los años.
En cuanto a los instrumentos utilizados, es posible que el BSRI-R
muestre problemas con algunos ítems que tienen connotaciones peyorativas
en el imaginario colectivo de la realidad social actual, como pueden ser, por
ejemplo, sumisión o llora fácilmente entre los femeninos, o agresivo o
dominante, entre los masculinos, lo cual puede influir en la respuesta dada
por los participantes al no corresponderse con algo deseado socialmente en
la actualidad. Los otros dos instrumentos (CRP y EAD) han sido
herramientas de gran utilidad para la investigación, logrando integrar los
aspectos psicológicos individuales con los aspectos de interacción con la
pareja, aportando la información necesaria para alcanzar los objetivos.
Sumado a esto, la identificación de participantes con visión idealizada de su
relación que ofrece la EAD, reforzó de manera muy significativa el estudio
de variables.
Finalmente, y como línea de investigación futura, sería interesante que
los instrumentos utilizados en la presente investigación fuesen acompañados
de escalas de deseabilidad social capaces de discriminar a los participantes
que pudieron contestar de una manera socialmente deseable de aquellos que
contestaron de manera honesta y sincera, pues atribuirse a uno mismo
valores socialmente peyorativos es menos seductor que atribuirse
valoraciones socialmente apetecibles. Al fin y al cabo, la influencia social
existe y las personas tienden a desear en sí mismos lo que la sociedad
ensalza.
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Prácticas eróticas de las trabajadoras
transexuales del sexo (tts).
Diversidades sexuales.
Iosu Azqueta Chocarro. Pedagogo, maestro y sexólogo.
IUNIVES Universidad Camilo José Cela
ioazqueta@yahoo.es
Coautor: Carlos de la Cruz M-Romo
El presente trabajo de investigación busca conocer las diferencias que se
dan en las prácticas eróticas de Trabajadoras Transexuales del Sexo (TTS),
cuando mantienen relaciones sexuales en el contexto de sus vidas privadas, y
cuando las mantienen en el contexto laboral-profesional. Debido a la enorme
discriminación y estigmatización que sigue sufriendo el colectivo de
personas transexuales en general, y de mujeres transexuales en particular,
muchas de ellas suelen tener grandes dificultades para encontrar un empleo.
Esto hace que sus opciones laborales muchas veces queden limitadas al
ejercicio de determinadas profesiones como las de peluquera o trabajadora
sexual. A día de hoy sigue existiendo un enorme desconocimiento en
relación a la erótica de este colectivo, y a las diferencias que pudieran darse
entre el ámbito privado y el laboral. Esta investigación surge de la necesidad
de conocer mejor esta realidad y proponer en un futuro posibles
intervenciones sexológicas con el colectivo.
Palabras clave: Transexualidad, trabajo sexual, identidad sexual, erótica
y sexualidad.
Introducción.
A modo de introducción y antes de entrar a describir y profundizar en la
temática, realizaremos una pequeña aproximación a la fundamentación
teórica que ha sustentado la investigación. Es por esto por lo que nuestra
propuesta a la hora de describir los referentes teóricos utilizados sea la de
dividirlos en tres bloques de contenidos: transexualidad, trabajo sexual y
sexualidad-prácticas eróticas.
Transexualidad.
El término actual de transexual deriva de la obra “The transsexual
phenomenom” del endrocrinó norteamericano Harry Benjamin publicada en
el año 66 1. En cualquier caso existen anteriormente diferentes intentos a
hora de comprender y nombrar el fenómeno.
Por nuestra parte y frente a definiciones propuestas por los manuales CIE
y DSM2 que o bien se centran en patologizar el fenómeno o bien en tratar de
definir la transexualidad como carencia de algo, asumimos la propuesta
realizada por Landarroitajauregui3 en la que utiliza las etiquetas de
EGOGÍNICOS y EGOÁNDRICOS. De esta forma, la denominación utilizada
se centra en las particularidades, y no tanto en las carencias de las personas,
estableciendo la identidad sexual (y el hecho de la autosexación) como el
criterio alosexante definitivo.
Es importante destacar que el ostracismo social, la discriminación y la
falta de comprensión a la que se suelen ver sometidas las personas
transexuales, hace que tengan que afrontar una enorme cantidad de
obstáculos, tanto a nivel personal como social. La transfobia no es un
fenómeno individual ya que puede incluir en multitud de ocasiones formas
institucionalizadas de discriminación, criminalización, patologización y
estigmatización4. En este sentido, y según cuenta Platero4 el informe
coordinado por Gerard Coll en el seno del proyecto europeo AHEAD y
presentado por la dirección de Derecho Civiles del Ayto de Barcelona (2011)
mostraba que existe un exclusión muy importante sobre las mujeres Trans,
que ha menudo no han podido cambiar sus documentos oficiales, y que ante
la falta de alternativas se dedican al trabajo sexual.
Trabajo sexual.
A la hora de intentar definir el concepto de trabajo sexual, nos
encontramos con la dificultad de acotar o señalar de manera más o menos
exacta a que nos estamos refiriendo, además de la dificultad de despojar el
término de las diferentes connotaciones que ha ido adquiriendo a lo largo del
tiempo.
La R.A.E. la define por otra parte como “Actividad a la que se dedica
quien mantiene relaciones sexuales con otras a cambio de dinero”5, mientras
que la OMS en una línea parecida habla de “Actividad en la que una persona
intercambia servicios sexuales a cambio de dinero o cualquier otro bien”6.
Asumimos en parte estas definiciones por su sencillez a pesar de que
entendemos que otras definiciones, inciden también en aspectos como la
frecuencia de los actos sexuales y la existencia de cierto número de personas
con los que se realiza el acto. De hecho, en este trabajo, tratamos con
mujeres transexuales que ejercen la prostitución ( o la han ejercido en
periodos largos de sus vidas) y que han mantenido “relaciones frecuentes”
con “cierto número de personas” a lo largo del tiempo. Debido a que en
todas ellas ha sido su principal fuente de ingresos, hablamos de trabajo
sexual y de Trabajadoras Transexuales del Sexo (TTS).
En cualquier caso y tal y como afirma Gimeno7, es la evaluación social y
la determinación legal de una sociedad lo que define qué es y que no es
prostitución.
En el caso de las mujeres transexuales, no solo han estado (y están)
invisibilizadas como colectivo, sino que a su vez lo han estado también en
los relatos sobre prostitución o trabajo sexual; esto es especialmente
relevante ya que en proporción, son más las mujeres transexuales que se
dedican a la prostitución que las mujeres cisexuales o no transexuales. Tal y
como afirma Nieto, “Así, cuando los actos personales y sociales trans
quedan encubiertos y no se desvelan, se están de hecho, deslegitimando,
porque detrás de todo ello hay un posicionamiento clínico, legal y, en suma,
institucional que lo sustenta”8. Podemos decir que lo que no se nombra no
existe.
Las mujeres transexuales que se dedican al trabajo sexual, sufren un
doble estigma: el estigma de “puta” y el de ser personas enfermas, como
consecuencia de la histórica patologización que han sufrido. Tal y como
afirma García (2013), “la patologización de las mujeres transexuales es tan
particularmente distinta como una enfermedad permanente e incurable,
mientras que en el caso de las prostitutas cisexuales se las asocia con
enfermedades o trastornos transitorios y viables de ser reparados”9.
En este mismo sentido, Espejo (2008) afirma que ”sin embargo, en lo
referente a las prácticas sexuales, parece que los estigmas y carencias que
afectan a la mujer en general no son exactamente iguales a como afectan a la
mujer transexual, por lo menos en lo que se refiere a la interiorización de
dichos estigmas”10.
Sexualidad y prácticas eróticas.
La expresión erótica en personas transexuales tiene una serie de
peculiaridades que en ocasiones, y por diversos motivos, pueden diferir de
las de personas cisexuales (no transexuales). Según refiere Fernández11
(2006), aspectos como la autoestima, la existencia de figuras de apego
consistentes en la infancia así como de relaciones significativas (amistad y
pareja), la aceptación por parte de la familia de origen, la imagen corporal,
la independencia económica, y el hecho de revelar la propia identidad,
condicionan las relaciones de pareja y la sexualidad en las personas
transexuales.
Por otro lado, Landarroitajauregui habla también de la necesidad de ser
percibidas eróticamente en función de la propia identidad sexual: “podemos
encontrar este mismo fenómeno de reconocimiento en la realización erótica
llevada a cabo en la más absoluta de las intimidades. Allí donde
supuestamente, y una vez cerrada la puerta, no hay más normas que las que
allí dentro se dicten. En este terreno erótico también aparece de forma
apremiante la necesidad de que el otro me clasifique, me reconozca me trate,
me interprete, me acaricie, me sienta etc como del sexo que me identifico”3.
Diferenciando las relaciones eróticas mantenidas en el ámbito privado de
las mantenidas en el laboral-profesional, el estudio realizado por Rosado et
al12 destaca que la mayoría de las mujeres entrevistadas practicaban sexo
oral a sus parejas (la mayoría sin preservativo), una gran parte de ellas
realizaban también sexo anal insertivo, mientras que prácticamente la
totalidad de ellas practicaban el sexo anal receptivo en las relaciones
mantenidas en el ámbito privado. Por lo demás, en el ámbito laboralprofesional se observaron conductas similares, de forma que la práctica más
habitual fue el sexo oral, seguida del sexo anal receptivo y por último el
sexo anal insertivo.
Objetivos.
El objetivo general de la investigación busca conocer las diferencias que
se dan en las prácticas eróticas de las Trabajadoras Transexuales del Sexo
(TTS), en los ámbitos privado y laboral-profesional. Para esto, y como
objetivos más específicos, se intentó profundizar en las diferencias
existentes entre los dos ámbitos en parcelas mas concretas de la erótica
como son: la percepción del deseo sexual, las fantasías eróticas, la
satisfacción e insatisfacción sexual, las prácticas eróticas y la percepción del
riesgo de contraer algún tipo de ITS (Infección de Transmisión Sexual).
Metología.
Para realizar la investigación utilizó una metodología de tipo cualitativo,
realizando un total de ocho entrevistas a mujeres transexuales trabajadoras
del sexo, mediante un cuestionario semiestructurado de elaboración propia.
La muestra.
La muestra del trabajo se compuso de ocho mujeres transexuales que
habían ejercido o ejercían como trabajadoras del sexo. Siete de ellas
trabajaban principalmente en la ciudad de Madrid, mientras que una de ellas
en la Comunidad Valenciana. De las ocho mujeres señaladas, cinco de ellas
ejercían en el momento de ser entrevistadas, mientras que las otras tres lo
hacía de forma más puntual o ya no ejercían. El rango de edad de las
entrevistadas osciló entre los 26 a los 55 años, con una media de edad de
unos 45 años. De las ocho participantes, tres de ellas eran de procedencia
española, mientras que las cinco restantes eran de origen latinoamericano.
Criterios de inclusión de la muestra.
Como criterios de inclusión en la investigación, se tuvo en cuenta que las
participantes del mismo fueran mujeres transexuales que hubiesen ejercido o
que ejerciesen como trabajadoras sexuales, y que aceptasen participar en
esta de manera libre y voluntaria. A pesar de no ser un criterio de exclusión
ni inclusión, hemos de señalar que ninguna de las mujeres entrevistadas se
había sometido a ningún tipo de Cirugía de Reasignación de Sexo (CRS), ni
tomaba ningún tipo de tratamiento hormonal.
Procedimiento para la realización de las
entrevistas.
Para la realización y grabación de las ocho entrevistas, fue necesario
contactar con once entidades que desarrollan su labor en el ámbito de la
atención y defensa del colectivo LGTB y en la prevención del VIH/Sida, así
como con cuatro personas activistas de estas mismas causa.
Para la obtención de las entrevistas se siguió el siguiente procedimiento:
1.- Diseño del cuestionario para las entrevistas 2.- Quedada con las
participantes para la realización y grabación de las entrevistas 3.- Grabación
de la entrevistas 4.-Transcripción y corrección de las entrevistas realizadas.
Las entrevistas tuvieron una duración aproximada de una hora, sumando
un total de nueve horas de grabación.
Para la grabación de las entrevistas, se pidió permiso a cada una de las
mujeres y se garantizó la confidencialidad y anonimato. Las distintas
grabaciones se realizaron con una grabadora de audio.
Resultados y conclusiones.
Ante la idea de conocer la percepción que tenían las participantes
respecto al manejo de las posibilidades de la propia fisionomía para la
obtención de placer erótico, la mayoría de las participantes refirió conocer
su fisionomía de forma que podían procurarse (y procurar) placer erótico sin
aparentes problemas. En cualquier caso, si que se mencionó por parte de una
de las mujeres, sentir vergüenza al desnudarse ante sus parejas privadas por
el hecho de que su genitalidad no concordase con la que le gustaría tener.
Percepción del deseo sexual.
En relación a la percepción del deseo sexual, fueron varias las cuestiones
en las que se pretendió profundizar. De este modo, podemos decir que la
principal motivación a la hora de mantener relaciones sexuales en el ámbito
privado fue la conexión e intimidad lograda con la pareja, mientras que en el
ámbito laboral-profesional las respuestas se decantaron más la obtención de
recursos económicos. Varias de las entrevistadas enumeraron cuestiones
como la compañía, el cariño, la intimidad y el buen trato como los
principales motivos que las animaban a mantener relaciones sexuales en su
vida privada. En el ámbito laboral, todas las entrevistadas hablaron de
cuestiones económicas como el principal motivo a la hora de mantener
relaciones sexuales con los clientes.
Respecto a la existencia de algún tipo de represión del deseo sexual en el
momento de mantener relaciones sexuales, podemos decir que en el ámbito
privado no se daría tal represión ya que solo una de las mujeres entrevistadas
comentó reprimir sus deseos cuando estaba con la pareja privada mientras
que el resto de entrevistadas comentaron no reprimirse. En el ámbito
laboral-profesional, al vivirse las relaciones mantenidas en este ámbito
como trabajo, la practica totalidad de las participantes refirieron reprimir
sus deseos sexuales; solo una mujer comentó no reprimirse cuando ejercía
en el trabajo y en ocasiones disfrutar y obtener placer en las relaciones
mantenidas con los clientes.
Al intentar conocer la existencia del deseo de que la relación sexual
mantenida “finalice cuanto antes”, podemos decir que este deseo solo se
mencionó en las relaciones mantenidas en el ámbito laboral-profesional.
Todas las mujeres entrevistadas comentaron no querer que la relación sexual
finalizase cuando estaban con sus parejas privadas, mientras que en el
ámbito profesional casi todas las entrevistadas hicieron referencia al deseo
de que la relación sexual “finalizase lo antes posible”, de forma que
pudieran “atender” así a otros clientes.
Por último, se preguntó por los aspectos que hacían que se desease a la
pareja sexual en los dos ámbitos. La práctica totalidad de las participantes
hicieron referencia al buen trato personal por parte de la pareja como
requisito para desearla en mayor o menor medida. En cualquier caso, en el
ámbito privado este “buen trato” se relacionó más con la vivencia de
situaciones de intimidad, complicidad y conexión personal con la pareja y el
hecho de ser tratadas en consonancia a la identidad sexual sentida. En el
ámbito laboral-profesional, “el buen trato” se refirió más al hecho de que el
cliente fuese respetuoso en las formas y también en relación a la identidad
sexual de la entrevistada. A pesar de esto, se hizo referencia también al
aspecto físico de las parejas sexuales como un aspecto que hacía desearlas,
aunque se le otorgó siempre una importancia secundaria.
Fantasías eróticas.
Al analizar la utilización de fantasías de tipo erótico en las relaciones
sexuales mantenidas, existieron claras diferencias entre el ámbito privado y
el laboral-profesional. En este último, la totalidad de mujeres entrevistadas
comentaron pensar en personas que deseaban sexualmente como forma de
estimularse cuando ejercían con clientes que no eran de su agrado. En el
ámbito privado sin embargo, la mayoría de entrevistadas dijeron centrarse
en sus parejas cuando estaban con ellas y no utilizar fantasías ni pensar en
nadie más.
Por otro lado y aunque muy relacionado con este aspecto, se preguntó
también por la utilización de fantasías o pensamientos de tipo no erótico
como forma de abstracción. En este sentido, se constató que este tipo de
fantasías no se utilizaban como recurso de abstracción ni en las relaciones
mantenidas en el ámbito privado, ni tampoco en el laboral-profesional.
Todas las mujeres entrevistadas dijeron centrarse en sus parejas cuando
mantenían relaciones sexuales en sus vidas privadas, y ninguna de ellas
comentó utilizar fantasías no eróticas como forma de abstracción de la
realidad que vivían cuando mantenían relaciones sexuales con los clientes.
Se consideró de hecho que se trataba de una estrategia contraproducente ya
que el cliente tardaba más en “terminar e irse”.
Satisfacción e insatisfacción sexual.
Adentrándonos en el apartado de la satisfacción e insatisfacción sexual, y
de cara a conocer la tendencia a la satisfacción de los deseos sexuales
propios o de la pareja, en el ámbito privado se habló del hecho de negociar
la satisfacción mutua con las parejas, y el hecho de no ceder exclusivamente
a las pretensiones y deseos de estas, por lo que hablaríamos de negociación y
no de cesión exclusiva. En el ámbito laboral-profesional sin embargo, las
entrevistadas hablaron en reiteradas ocasiones de satisfacer al cliente. En
cualquier caso, hay que matizar que normalmente esta tendencia a satisfacer
los deseos del cliente no fue total, ya que se nombraron determinadas “líneas
rojas” en relación a la utilización del preservativo, que en general no eran
negociables.
Al analizar el grado de satisfacción sexual percibido en las relaciones
mantenidas, encontramos unanimidad respecto al hecho de que todas las
entrevistadas comentaron estar satisfechas con las relaciones sexuales
mantenidas en el ámbito privado. En el ámbito laboral-profesional sin
embargo más que satisfacción o insatisfacción, se habló de “indiferencia” en
el momento de mantener relaciones con los clientes.
Preguntadas por los aspectos que mayor satisfacción sexual producían,
se constató que en el ámbito privado cuestiones como la conexión e
intimidad que se creaba con la pareja al ser tratadas en consonancia con la
identidad sexual sentida, era el aspecto al que mayor importancia se le
otorgaba. En el ámbito laboral-profesional sin embargo, no se le dio tanta
importancia a esta cuestión, y la satisfacción se relacionó con la obtención
de ingresos económicos. Es preciso matizar eso si que la satisfacción sentida
en el ejercicio profesional, no era para la mayoría de las entrevistadas una
satisfacción de tipo erótico, sino de otra índole (por el hecho de haber
ganado dinero). Solo una de las entrevistadas comentó sentir mayor placer
erótico en función de unos mayores ingresos económicos.
Se intentó medir también, aunque de forma específica en el ámbito
laboral-profesional, la obtención de una mayor satisfacción por la
realización de “un buen servicio profesional” al cliente. En este sentido,
debemos reconocer que los resultados obtenidos no fueron del todo claros ya
que algunas de las mujeres refirieron no sentir mayor satisfacción por
realizar bien o “de forma profesional” el servicio, mientras que otras
comentaron si sentir una mayor satisfacción por este hecho, relacionándolo
siempre con la idea de que después el cliente volvería a contratar sus
servicios. Otras participantes, hicieron referencia a la importancia que tenía
hacer un buen servicio profesional independientemente de los ingresos
económicos, y sentir satisfacción por haber hecho bien su trabajo.
Prácticas eróticas.
Profundizando en el tipo de prácticas eróticas más comunes, en el
ámbito privado se mencionaron (en el orden que sigue) el Sexo Oral
Receptivo, el Coito anal Receptivo y solo en algunas de las participantes,
también el Coito Anal Insertivo. En este aspecto, encontramos diversidad de
vivencias ya que algunas de las participantes vivían el hecho de penetrar a
sus parejas como algo tremendamente ofensivo ya que no encajaría con el
rol sexual correspondiente a la identidad sexual sentida, mientras que otras,
no le otorgaron tanta importancia. En el ámbito laboral-profesional, nos
encontramos también con una diversidad de discursos que nos permitiría
afirmar que el Sexo Oral Receptivo suele ser la práctica más solicitada por
los clientes, mientras que no podríamos saber con certeza si se da más el
Coito Anal Insertivo o el Receptivo. Las opiniones de las entrevistadas
difirieron mucho en esta cuestión.
En relación al grado de utilización de protección (preservativo) , la
mayoría de las participantes comentaron utilizar protección con sus parejas
de forma habitual y “bajar la guardia” en ocasiones muy puntuales. En el
ámbito laboral-profesional por otro lado, la respuesta fue unánime ya que
todas las mujeres entrevistadas comentaron usar siempre o casi siempre
preservativo con los clientes.
Profundizando en los motivos que llevan a la utilización o no de medidas
de protección, podemos afirmar que el ámbito privado la utilización de
protección se relacionó con el miedo a infectarse de algún tipo de Infección
de Transmisión Sexual (ITS), mientras que las situaciones de desprotección
(puntuales como ya dijimos) vendrían ligadas a la necesidad de distinguir
este tipo de relaciones de las mantenidas en el ámbito laboral al tratarse de
“alguien especial” y realizar algún tipo de diferenciación entre los dos
ámbitos. En el ejercicio profesional, el uso de protección se ligó por parte de
todas las participante a la posibilidad de contraer algún tipo de ITS.
Percepción del riesgo de contraer alguna
ITS.
Por último, se intentó conocer la existencia de diferencias en la
percepción del riesgo a la hora de infectarse de algún tipo de Infección de
Transmisión Sexual (ITS). En este sentido, podemos afirmar que la mayoría
de las mujeres comentaron percibir un mayor riesgo de infectarse en el
ámbito privado que en el profesional por las situaciones de dependencia
emocional que en ocasiones se daban en el contexto de sus parejas privadas.
Limitaciones y líneas de investigación
futuras.
La primera limitación de la investigación, ha sido la dificultad para
obtener el mismo grado de respuesta por parte de las mujeres entrevistadas.
Al tratarse de una entrevista semiestructurada, cada participante entrevistada
respondió en la extensión que quiso a cada cuestión planteada, de forma que
se alargó y profundizó en determinados aspectos mientras que en otros lo
hizo menos.
Por otro lado, destacaríamos también el tamaño de la muestra como una
segunda limitación. Se entrevistó a ocho mujeres transexuales que se
dedican en la actualidad, o que se dedicaron en periodos prolongados de sus
vidas al trabajo sexual, de forma que habría que tener en cuenta siempre que
al tratarse de un colectivo tan específico, el acceso al mismo resulta por si
mismo complicado. En cualquier caso, pensamos que habiendo tenido una
muestra mayor, los resultados hubieran tenido probablemente una mayor
relevancia.
La tercera limitación vendría a ser propia del formato mismo de la
investigación. Al tratarse, como ya hemos dicho, de entrevistas
semiestructuradas en las que las participantes contaron “hasta donde
quisieron”, y el hecho de que el entrevistador no conociese previamente a
ninguna de ellas, pudo haber influido y haber fomentado una inicial
desconfianza de las entrevistadas respecto al entrevistador y a la entrevista
misma. Pensamos que tal vez en un ambiente de mayor confianza, las
respuestas obtenidas hubieran sido más extensas y enriquecedoras.
La falta de estudios e investigaciones en relación a esta temática sería la
cuarta de las limitaciones encontradas. En la práctica, esto supuso una
enorme inversión de tiempo, esfuerzo y dedicación de cara a trazar el
enfoque y dirección definitivos de la investigación. Fue necesario para ello
mantener varias reuniones y encuentros con personas, colectivos y
asociaciones que trabajan con un colectivo tan específico como el de las
Trabajadoras Transexuales del Sexo (TTS).
Por último, debemos señalar que ninguna de las mujeres entrevistadas
estaba siguiendo ningún tipo de tratamiento hormonal ni se había realizado
ningún tipo de Cirugía de Reasignación de Sexo (entendiendo esta como
cirugía genital), en los periodos en los que desarrollaban su labor profesional
como trabajadoras sexuales. En este sentido, no sabemos si los resultados
hubieran variado si alguna de las participantes estuviera siguiendo algún tipo
de tratamiento hormonal o estuviese operada. Pensamos que es una cuestión
que de cara a futuros trabajos de investigación habría que tener en cuenta.
De cara a futuras investigaciones, sería conveniente obtener una muestra
mayor de población entrevistada, así como prestar también una mayor
atención a la procedencia (nacionalidad) de las entrevistadas, y valorar como
esta cuestión podría influir en la erótica y en la vivencia y desarrollo de la
identidad sexual.
De cara al futuro también, y como posibles líneas de intervención, vemos
la posibilidad de trabajar en el campo del asesoramiento y terapia sexual en
lo referente a la flexibilización de roles sexuales y en la consecución de una
vida erótica más satisfactoria para este colectivo.
Seria interesante por otra parte, valorar como la reciente implicación de
las familias de menores transexuales y la creación de asociaciones de padres
y madres influye en las futuras generaciones de personas transexuales.
Esperamos que esta mayor aceptación del entorno más cercano, repercuta de
forma positiva en las vidas de estas personas y en una mejor vivencia y
aceptación de la identidad sexual y de la vida erótica.
Para finalizar, vemos conveniente también valorar como influye el paso
de la edad en las prácticas y vivencias eróticas de este colectivo, y ver que
tipo de cambios se pudieran dar a lo largo del tiempo.
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mujeres que ejercen la prostitución y mujeres transexuales[Trabajo Fin
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Transexuales del Sexo: El Doble Estigma. Fundación Triángulo. Edita
Fundación Triángulo. 2011.
Información sexual en pacientes con
cardiopatía isquémica: estudio
observacional descriptivo de la población
palentina
Domínguez del Brío EM, Villaizán Antolín PL, Bartolomé Castro EM,
Molina Medina
N. Servicio de Urgencias del Complejo Asistencial Universitario de
Palencia.
Resumen
Objetivos: Conocer si los pacientes que han tenido un evento isquémico
han recibido educación sexual, evaluar la valoración que dan los pacientes a
la información recibida y si querrían más. Conocer si los pacientes han
buscado información.
Metodología: Estudio descriptivo observacional. Se ha tomado como
población los varones menores de 76 años diagnosticados de síndrome
coronario agudo (SCA) con y sin elevación del ST (SCACEST y SCASEST)
en el Complejo Asistencial Universitario de Palencia (CAUPA) del 1 de
septiembre de 2014 al 31 de agosto de 2015. Se contacta telefónicamente
con los pacientes y se les cita en su centro de salud para responder una
encuesta con ítems creados y los cuestionarios validados de Depresión de
Beck y deDeseo Sexual y Aversión al Sexo (DESEA) y el Índice
Internacional de Función Eréctil (IIEF).
Resultados: Contamos con una muestra de 52 pacientes de los cuales el
92.3% considera el sexo importante en su vida. El 43.6% de los pacientes no
tienen relaciones sexuales después del evento siendo la causa más frecuente,
la presencia de una disfunción (21.2%). Un 30.5% de los pacientes que
tenían relaciones sexuales antes del evento en la actualidad no las tienen
actualmente por diversos motivos. Sólo el 30.8% de los pacientes había
recibido información sexual y de ellos, el 62.5% la considera insuficiente y
el 81.2% desearía recibir más. El 73.1% de los pacientes no ha consultado
sobre su sexualidad en relación al SCA.
Conclusiones: El sexo es importante en la vida de las personas. Tras
padecer un SCA esta afirmación no cambia, sin embargo, la vida sexual de
algunos de nuestros pacientes sí lo hace y los programas habituales de
rehabilitación cardiaca, en caso de existir, parecen no ser suficientes para
solventar estos problemas. En general, los pacientes consideran que reciben
poca información, pero un alto porcentaje de ellos tampoco la busca,
perpetuándose el problema al relegar su vida sexual a un segundo plano,
desarrollando disfunciones en el paciente con un importante componente
psicógeno como factor mantenedor y en su pareja de manera secundaria. A
pesar de no buscar información por su cuenta o preguntar por ello, si se les
ofrece la mayoría estarían dispuestos a recibirla, signo inequívoco de que
están interesados en mejorar su vida sexual.
Palabras clave: información sexual, cardiopatía isquémica,
asesoramiento sexológico, relación médico-paciente, unidades de
rehabilitación cardiaca.
ABSTRACT Aims: To know about the sexual education received by
patients with recent Ischaemic Heart Event, their impression about the
information received or if they would like to have had more and if they have
searched for further information on their own.
Methodology: Observational descriptive study, with a sampling
population of males under 76 years old, with a diagnoses of Acute Coronary
Syndrome (ACS) with and without S-T elevation (STEMI and NSTEMI)
within the CAUPA Health Care Area, from September 1 st 2014 to August
31st 2015. Patients have been contacted by a telephone call and appointed at
the local Health Center to answer The Beck´s Depression Questionnaire, The
International Index of Erectile Function Questionnaire and an inquiry which
encloses appropriate questions for the aim of this study.
Results : We manage a sample of 52 patients. 92.3% of them, consider
sex as an important par of their life. 45.1% of them, do not have sexual
relations after suffering an Ischaemic Heart Event, being the most frequent
cause the presence of dysfunction (21.2%). 30.5% of patients who had
sexual relations before the Ischaemic Heart Event, do not currently have
them, due to several reasons. Only 30.8% of patients had received
information about sexuality, 62.5% of them consider it insufficient and
81.2% would like to have more. 73.1% of patients had not asked about
sexual activity in relation to ACS.
Conclusions: Sexuality is an important part of people´s life. This way of
thinking does not change after suffering an ACS. However, sexual activity
has changed for some of our patients. Regular cardiac rehabilitation
programs, if any, are not enough to solve this problem. Most patients feel
that they have received very little information, but they do not look for it
either. This might cause a important problem when sexual activity is hidden
in the background, developing different types of dysfunctions, with an
important psychological element as a keeping factor, which also have an
effect on their partners in a secondary way. Despite not seeking for
information on their own, if it is offered, most of them would be willing to
receive it. This makes very clear that they are interested in improving their
sexual life.
Key words: sexual information, ischaemic cardiopathy, sexological
counselling,
health-care
professional-patient
relationship,
Heart
Rehabilitation Department.
Correspondencia : Eva María Domínguez del Brío. Licenciado en
Medicina y Cirugía. Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria.
Servicio de Urgencias del Complejo Asistencial Universitario de Palencia.
Avenida Donantes de Sangre s/n 34005 Palencia (España) Tlf: 687824716.
edominguezbr@me.com.
Introducción
La cardiopatía isquémica es una de las enfermedades más importantes de
nuestra era, se calcula que aproximadamente la mitad de los varones y un
tercio de las mujeres de mediana edad en Estados Unidos sufrirán alguna
manifestación de esta cardiopatía, pero sus tasas de mortalidad están
disminuyendo en las últimas cuatro décadas1, esto justifica el aumento de
pacientes con lesiones coronarias que deben enfrentarse a reiniciar, con
mayores o menores gravámenes (físicos, psicológicos, farmacológicos…) la
normalidad de su vida en todos los aspectos, y por supuesto también su
sexualidad. La actividad sexual es un elemento esencial de la calidad de vida
de los pacientes cardiacos2, ya Eugene Echeimann a principios del siglo
pasado postuló los beneficios del coito para mejorar tanto la longevidad
como la salud de las personas y estudios llevados a cabo más recientemente
lo han confirmado3,4. A pesar de esto, la sexualidad continúa siendo un tema
tabú para profesionales sanitarios y pacientes5, y el silencio hace que
muchos de ellos abandonen sus relaciones o desarrollen disfunciones
sexuales propias y/o de sus parejas. Aunque las relaciones sexuales son
importantes para todas las personas, la vida sexual de algunos de nuestros
pacientes cambia tras el síndrome coronario agudo. La magnitud de este
problema llevó en 2013 a publicar por parte de la American Heart
Association (AHA) y la European Society of Cardiology on Cardiovascular
Nursing and Allied Professions (CCNAP) un documento de consenso sobre
el asesoramiento sexológico para pacientes con enfermedad cardiovascular y
sus parejas, en él se pone de manifiesto que los estudios llevados a cabo
sugieren que la información y el asesoramiento sobre temas sexuales no
están fácilmente disponibles para los pacientes, y la falta de estos puede ser
atribuibles tanto a los profesionales de la salud como a las opiniones
erróneas del paciente relacionadas con el counselling sexual después de un
evento coronario. A su vez, los resultados de los estudios cualitativos
descriptivos revelan que los pacientes con coronariopatía desean y necesitan
recibir información sobre la actividad sexual y un regreso seguro a ésta tras
el proceso agudo6.
Metodología
Participantes y diseño del estudio
Tomamos como población a estudio los varones menores de 76 años
diagnosticados de síndrome coronario agudo con o sin elevación del
segmento ST en el Complejo Asistencial Universitario de Palencia del 1 de
septiembre de 2014 al 31 de agosto de 2015. De la población de 93 pacientes
se dieron como perdidos aquellos cuyo lugar de residencia habitual se
asentaba fuera de la provincia (14), los pacientes recluidos en el Centro
Penitenciario de la localidad (2), y aquellos que habían fallecido durante el
periodo a estudio en un ingreso diferente al que les incluye (3). Se han
excluido del proyecto aquellos pacientes que fallecieron durante el ingreso
por el que debían ser reclutados. Se contactó telefónicamente con los
pacientes resultantes, 9 de ellos no fueron localizados por este medio y 13 no
dieron su consentimiento para participar en el estudio, de manera que la tasa
global de participación fue del 70% obteniendo una muestra definitiva fue
de 52 varones. Se les citó en su Centro de Salud de referencia para una
entrevista personal y de nuevo se solicitó el consentimiento verbal de los
pacientes en este momento.
Recopilación de datos
Las características médicas y socio-demográficas de los pacientes fueron
recogidas en un cuestionario ad hoc realizado para este evento. Tras realizar
una revisión bibliográfica en buscadores autorizados, no se ha encontrado
ningún cuestionario validado en el que se recojan las preguntan que nos
aportarían la información que buscamos, por ello se crearon unos ítems de
respuestas cerradas (todas ellas dicotómicas si/no, salvo tres que fueron de
respuestas múltiples, las que preguntan por los informadores que ofrecen
como respuestas: médico de atención primaria/cardiólogo/internet/otros y la
que interroga sobre la causa de no tener relaciones sexuales en la que se
ofertan como respuestas: miedo/no lo considero importante en el momento
actual/no me lo he planteado/no he recibido información/me lo prohíbe el
médico/no tengo deseo/tengo alguna disfunción después del infarto) para
obtenerla (Tabla1).Además de estos cuestionarios creados, los pacientes
contestaron también el Índice Internacional de Función Eréctil, el
Cuestionario de Depresión de Beck y el Cuestionario de Deseo Sexual y
Aversión al Sexo DESEA, todos ellos validados.
Tabla1. Ítems creados
¿Considera importante el sexo en su vida? ¿Tenía
vida sexual activa antes del SCA? ¿Ha recibido
información sobre su sexualidad después del SCA?
¿Quién ha sido el informador? ¿Considera que la
información que ha recibido es suficiente? ¿Ha
preguntado a alguien por su sexualidad tras el SCA?
¿A quién le ha preguntado? ¿Tiene vida sexual activa
en el momento actual? Si no tiene vida sexual activa
en la actualidad, ¿por qué? ¿Le gustaría mejorar la
información sexual recibida?
Análisis estadístico y resultados
A pesar de que nuestra muestra es representativa de la población a
estudio, el alfa de Cronbach obtenido en los ítems creados para saber si los
pacientes han recibido información y su evaluación de ésta es de 0.56 y hay
escasas posibilidades de aumentarlo porque el tamaño poblacional es muy
pequeño. Por este motivo hemos decidido llevar a cabo un estudio
descriptivo observacional. Los objetivos que nos hemos planteado responder
son: 1) conocer si nuestros pacientes que han tenido un SCA han recibido
educación sexual, 2) evaluar la valoración que se le da los pacientes a la
información recibida, 3) saber si los pacientes querrían mejorar la
información sexual recibida tras el SCA, 4) conocer si los pacientes han
buscado información sexual por su cuenta. Nuestros pacientes se agrupan en
su mayoría en una franja de edad entre 55 y 64 años (46.2%),
distribuyéndose equitativamente (26.9%) por debajo y por encima de esta
hasta los 18 años y los 75 respectivamente. El 73% de ellos tienen pareja en
el momento del estudio, el 92% se definen como heterosexual, el 6% como
homosexual y el 2% como bisexual al ser preguntados por su orientación
sexual. El 92% de los encuestados considera importante el sexo en su vida.
Cuando se les pregunta si han recibido información sexual tras el SCA, el
69.2% de los pacientes responden que no ha recibido ninguna y del 30.8% a
la que se le ha proporcionado, sólo
Tabla2. Porcentaje de pacientes que habiendo recibido información la
consideran suficiente o insuficiente.
A pesar de estos datos, sólo un 26.9% de los encuestados ha buscado
información por su cuenta, la mayor parte de ellos (61.5%) ha preguntado a
su médico de atención primaria, el 15.4% al cardiólogo, el 7.7% lo ha
buscado en internet y el 15.4% restante se ha informado con otros
especialistas sanitarios (urólogos, rehabilitadores, psiquiatras y enfermeros).
Del total de los pacientes un 78.8% de los desearía mejorar la información
sexual recibida, un 19.2% no querría mejorar y al 1.9% (1 paciente) le es
indiferente. De los pacientes que ya habían recibido información, el 81.2%
de los
Tabla3. Porcentaje de pacientes que habiendo recibido información
querrían o no mejorarla
Cuando se cruzan estos datos con los obtenidos en los ítems que evalúan
satisfacción sexual en el Índice Internacional de Función Eréctil apreciamos
cómo los pacientes que no quieren mejorar la información recibida o les es
indiferente hacerlo, presentan porcentajes más altos de disfunción severa en
satisfacción sexual. El 84.3% de los pacientes refería tener vida sexual
activa previa al SCA, considerándose vida sexual como relaciones sexuales
en pareja o en solitario, tras el evento coronario, esa cifra desciende hasta el
53.8%, es decir, un 30.5% de los pacientes han dejado de tenerla (Tabla4),
indicando como causas de la ausencia de vida sexual algún tipo de
disfunción en el 21.2% de los casos, falta de deseo (13.5%), no habérselo
planteado
Tabla4. Comparativa de los pacientes que tenían vida sexual activa
previa al SCA con los que la tienen después del evento.
Discusión
Como puede comprobarse, los resultados de nuestra muestra coinciden
con otros estudios realizados previamente tanto en pacientes jóvenes como
en mayores7 y es que la mayoría de los pacientes que han sufrido un SCA no
reciben información sobre su sexualidad y en caso de haberla recibido la
consideran casi siempre insuficiente. Aún así existe poca bibliografía
enfocada al número de pacientes que han recibido asesoramiento sexológico
después del SCA y mucho menos que evalúe la calidad y la eficacia de ésta.
En 2012, el Third Princeton Consensus Conference8 recomiendó el
Framingham Risk Score (FRS) (or the Systematic Coronary Risk Evaluation
[SCORE]) para Poblaciones Europeas para evaluar el riesgo cardiaco,
equiparando la actividad sexual a la actividad física, de manera que, se
consideró que el paciente tiene un bajo riesgo cardiaco si el es capaz de
caminar 1km en llano en 20 minutos o subir 2 tramos de escaleras en 10
segundos, o si al realizar una ergometría siguiendo el protocolo de Bruce
durante 4 minutos no se presentan síntomas. Las guías más recientes en
Estados Unidos refieren que un paciente con SCA sin complicaciones y sin
síntomas cardíacos durante una actividad física de leve a moderada puede
reanudar la actividad sexual después de 1 o más semanas del evento9
mientras que la Sociedad Europea de Cardiología recomienda que la
reanudación de la actividad sexual después del SCA no debe retrasarse si el
paciente es capaz de tolerar la actividad física 10. Aún así el riesgo de
padecer un infarto con la actividad sexual es bajo7. Las Unidades de
Rehabilitación Cardiaca están cada vez más presentes en nuestros hospitales,
facilitando la reincorporación física de los pacientes a su vida personal y
profesional, pero la información sobre sexualidad después del infarto que se
da en ellas no parece ser suficiente. Cuando se les da asesoramiento
sexológico se hace sobre todo por el cardiólogo y el médico rehabilitador,
pero en muchas de estas unidades no existe la figura del sexólogo como
profesional de referencia en este área. Los pacientes prefieren que sea el
profesional sanitario quien saque el tema de conversación, en la mayor parte
de las ocasiones por vergüenza 7, sin embargo, en casi todas las unidades
rehabilitadoras, el asesoramiento se hace de manera conjunta por lo que al
paciente le es más complicado poner de manifiesto sus preocupaciones y
dificultades. Las barreras que se plantean los profesionales de la salud al
abordar este tema es que creen que los pacientes no quieren información, la
inexperiencia del profesional, la falta de entrenamiento y la falta de tiempo
en la consulta. En el documento consenso desarrollado por la AHA y la ECS
recomiendan la educación sexual a los pacientes y sus parejas de manera
individual, adecuada a los problemas refieren los pacientes y con los medios
que tanto él como su pareja estén dispuestos a recibir6. Como cualquier
problema físico o psicológico, una disfunción sexual o el simple miedo a
que las relaciones sexuales le produzcan un nuevo evento coronario,
empeorará con el tiempo si el paciente no busca asesoramiento sexológico
(por el fenómeno de autoobservación) y no tiene una adecuada comunicación
con su pareja. El paciente tenderá a desarrollar una conducta evitativa de las
relaciones sexuales que va a repercutir en la pareja, quien lo puede entender
como que forma parte de la enfermedad y adquirir un rol de cuidadora que
desexualice la relación de pareja, o por el contrario, puede interpretarlo
como una pérdida de atracción hacia ella preguntándose cosas como “¿es por
mi culpa?, ¿soy poco atractiva?,¿tendrá otra persona?”, provocando a su vez
en la pareja una alteración de la autoestima y/o una disfunción sexual 11.
Nuestro estudio también pone de manifiesto, como otros realizados
previamente7, que los pacientes quieren recibir esa información, el 81.2% de
los pacientes estaría dispuestos a mejorar la información sexual o a recibir
más, les interesa recuperar su vida sexual y resolver las dudas que tienen con
respecto a las relaciones que pueden mantener y los fármacos que les pueden
afectar a su función sexual y los que pueden o no pueden tomar tras su
evento. Por su cuenta, sólo un 25% se atreve a buscar información sexual
quedándose el resto con dudas y en el peor de los casos con disfunción y un
deterioro en su calidad de vida individual y de pareja.
Conclusiones
La pérdida de las relaciones sexuales tras el SCA conlleva un descenso
en la calidad de vida, no sólo del paciente que ha sufrido el evento coronario
sino también de su pareja. Los pacientes desean solventar este déficit con
asesoramiento sexológico, algo que es difícil porque tanto a ellos como a
profesionales de la salud les cuesta sacar el tema en la consulta. Las
Unidades de Rehabilitación Cardiaca, amparadas en las recomendaciones de
la American Heart Association y de la European Cardiology Society, han
comenzado a incluir este tipo de educación en sus programas, puesto que el
sexo se considera un factor importante de calidad de vida en general y se ha
demostrado que mejora la salud y aumenta la longevidad. El asesoramiento
sexológico que se debería realizar en pacientes que han sufrido un SCA
debería llevarse a cabo por el equipo multidisciplinar de la unidad
coordinado por un sexólogo de referencia que pueda, no sólo resolver las
dudas que se produzcan en cuestión de disfunciones sexuales sino también
solventar los posibles conflictos que se generen en la pareja como
consecuencia de estas. La información que debería recibir el paciente
debería ser general, pero también sesiones individuales dirigidas a solventar
las dificultades y problemas específicas de cada paciente y su pareja.
Conflicto de intereses
Este estudio no está sometido a ningún conflicto de intereses y no ha
recibido ninguna subvención económica por ninguna entidad farmacéutica o
sanitaria pública o privada. Este proyecto tiene la aprobación de la Comisión
de Formación e Investigación de la Gerencia de Atención Primaria de
Palencia.
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Pornografía: Hábitos de consumo y su
relación con la satisfacción sexual en
adultos jóvenes
Alejandra Enebral Hernaiz
Psicóloga y Sexóloga. IUNIVES Universidad Camilo José Cela
ehalejandra@gmail.com
Coautora: Mª Victoria Ramírez Crespo
Comunicación extraída del Trabajo Final de Máster en Sexología:
Educación Sexual y Asesoramiento Sexológico, realizado en la Universidad
Camilo José Cela y presentado en Madrid el 14 de Marzo de 2015.
(Título completo del trabajo original: Satisfacción sexual y su relación
con el consumo de pornografía en adultos jóvenes: Un estudio cuantitativo)
España, 2015
Palabras clave: pornografía, satisfacción sexual, hábitos de consumo,
adultos
Introducción
El presente proyecto trata de profundizar en la posible relación existente
entre el consumo de pornografía y la satisfacción sexual en adultos de entre
18 y 35 años. Debido a la multitud de opiniones acerca de la conveniencia o
no de este tipo de contenidos y sobre su influencia en la satisfacción sexual y
de pareja, se considera relevante explorar si, efectivamente, se produce dicha
influencia y en función de qué variables. Asimismo, se trata de investigar la
existencia de un patrón diferenciado en la forma de consumo en varones y
mujeres. Como apuntan la mayoría de investigaciones al respecto, se espera
que exista un mayor consumo de pornografía en los varones, siendo los más
consumidores los que reporten menor satisfacción sexual. En cuanto a las
mujeres, debido a un patrón de consumo diferenciado, se espera que no
exista esa influencia negativa.
Objetivos
El objetivo principal del presente estudio es investigar la existencia de
una relación entre el consumo de pornografía y la satisfacción sexual, así
como las variables involucradas en dicha relación. Algunos de los objetivos
secundarios pueden concretarse de la siguiente manera:
Analizar si existe un patrón diferenciado de consumo de pornografía
en función del sexo
Investigar la relación entre la frecuencia de consumo de pornografía y
la satisfacción sexual
Analizar la relación entre el medio, situación y lugar de consumo de
pornografía y la satisfacción sexual
Explorar la relación entre la edad de inicio del consumo y la influencia
recibida para el consumo de pornografía y la satisfacción sexual
Investigar si la relación entre el consumo de pornografía y la
satisfacción sexual varía en función del conocimiento de la pareja
sobre el propio consumo
Explorar si la satisfacción sexual varía con realización de escenas de la
pornografía en la vida cotidiana
Estudiar si la relación entre el consumo de pornografía y la
satisfacción sexual varía en función de la frecuencia de las relaciones
eróticas
Temática principal
En el presente estudio se trata de averiguar cómo son los hábitos de
consumo de pornografía en función del sexo, así como la relación entre el
consumo de pornografía y la satisfacción sexual. Por este motivo, se
considera fundamental partir de una definición clara de cada uno de los dos
conceptos fundamentales. En primer lugar, nos encontramos con el concepto
de “pornografía”, que ha tratado de definirse y concretarse durante décadas
sin un acuerdo evidente entre los distintos autores. Para los efectos de este
estudio hemos considerado como “pornografía” cualquier “material, ya sea
imagen, vídeo o lectura de contenido explícito sexual destinado a producir o
que tiene el efecto de producir excitación (activación) sexual”. Por otra
parte, nos encontramos con el problema de escoger una definición clara del
concepto de “satisfacción sexual”, tanto por la subjetividad implícita de
dicha dimensión como por la consideración de si lo contrario de la
satisfacción sexual es la insatisfacción sexual, la nula satisfacción sexual o
la existencia de frustración sexual. En cualquier caso, para el presente
estudio tomaremos prestada la definición de satisfacción sexual propuesta
por Rodríguez (2010), a saber, como “el nivel de agrado, bienestar y ajuste
presentado frente a una interacción sexual que se evidencia a través de las
reacciones emocionales frente a la interacción sexual y la comunicación
verbal y no verbal con la pareja.” (Rodríguez, 2010).
Es evidente que la pornografía está a la orden del día, sea del tipo que
sea. De acuerdo con un informe elaborado en septiembre de 2014 por el
portal PornHub, conocido por reunir miles de videos de contenido
pornográfico de forma gratuita, nuestro país es el décimo del mundo donde
más porno se consume. Sin embargo, pocos estudios han tratado de
profundizar sobre la relación directa entre el consumo de pornografía y la
satisfacción con la vida sexual. Los que se han aventurado a hacerlo están a
menudo contaminados por ideas políticas o religiosas, desplazando el
objetivo del estudio a tratar de “condenar” o “promocionar” la pornografía.
Todos los estudios revisados muestran un mayor porcentaje de consumo en
los hombres que en las mujeres. Hald (2006) se propuso estudiar las
diferencias de género en el consumo de pornografía, encontrando que, en
comparación con las mujeres, los hombres se exponían a la pornografía a
una edad más temprana, consumían más pornografía en frecuencia y tiempo
y tendían a consumirla más habitualmente solos o con amigos. También
empleaban la pornografía más frecuentemente durante la masturbación que
las mujeres. En cuanto a los escogidos para el consumo de material
sexualmente explicito, en la mayoría de estudios actuales el medio más
seleccionado es el ordenador (con Internet). En cuanto a la relación con la
satisfacción sexual, el visionado de pornografía se ha asociado con una
menor satisfacción sexual en la mayoría de los estudios realizados.
Curiosamente, Bridges (2006) mantiene la relación negativa entre el
consumo de pornografía y la satisfacción sexual en los hombres, pero apunta
lo contrario en las mujeres.
Metodología
De acuerdo a nuestras hipótesis, se espera que existan diferencias
significativas en función del sexo en todas las variables referidas a los
patrones de consumo de pornografía, es decir, que existan patrones
diferenciados de consumo entre hombres y mujeres. Sin embargo, se espera
que tales diferencias solo afecten en la satisfacción sexual en algunas de
ellas. Por este motivo, la variable dependiente objeto de nuestra
investigación es la satisfacción sexual.
Las variables sociodemográficas que tendremos en cuenta son las
siguientes: (1) sexo: hombres o mujeres; (2) edad: entre 18 y 35 años; (3)
estado civil: soltero, en pareja, casado, u otros; (4) ocupación: estudio,
trabajo, estudio y trabajo, o en paro; y (5) orientación sexual: homosexual,
generalmente homosexual, bisexual, generalmente heterosexual, o
heterosexual. Nuestras variables independientes son las relativas a los
parámetros del consumo de pornografía. Concretamente: (1) frecuencia de
consumo; (2) motivo de consumo SÍ/NO; (3) medio de consumo; (4)
situación de consumo; (5) lugar de consumo; (6) edad de la 1ª exposición a
contenido pornográfico; (7) influencia inicial para el consumo; (8)
masturbación durante la pornografía (frecuencia); (9) tiempo de consumo;
(10) tipo de contenidos; (11) conocimiento por la pareja del consumo de
pornografía; (12) ) realización de escenas de la pornografía en la vida
cotidiana; (13) existencia de escenas consumidas que nunca llevaría a cabo;
(14) deseo de participar en película porno casera y (15) frecuencia de las
relaciones eróticas en la actualidad (teniendo en cuenta los últimos 6 meses).
Se ha recogido una muestra de N=318 participantes, 144 varones y 174
mujeres de entre 18 y 35 años. La media de edad de los varones ha sido de
25,28, con una desviación típica de 4,104, mientras que la media de edad de
las mujeres es de 25,1, teniendo una desviación típica de 3,682.
Para medir la satisfacción sexual, se ha utilizado el Index of Sexual
Satisfaction (ISS), de Hudson (1992), uno de los instrumentos más utilizados
para medir dicha variable. Contiene 25 ítems, 12 de los cuales están
redactados en positivo y 13 en negativo. Algunos se refieren a aspectos
específicos sobre el aspecto sexual, otros sobre la calidad general de la
relación y dos se refieren a los sentimientos de la pareja sobre el sexo en
general (Beere, 1990). Por otro lado, las variables sociodemográficas se
miden con preguntas concretas a modo de encuesta, con varias opciones de
respuesta, pero con la posibilidad de señalar solo una respuesta por pregunta.
Las variables independientes referidas al consumo de pornografía actual
(frecuencia, motivo, medio, situación, lugar, tiempo y tipo de contenidos);
inicio del consumo de pornografía (edad, influencia); masturbación durante
el consumo (frecuencia); conocimiento por la pareja del consumo de
pornografía; realización de escenas de la pornografía en la vida cotidiana;
existencia de escenas consumidas en la pornografía que nunca llevaría a
cabo en la realidad; deseo de participar en una película pornográfica casera;
y frecuencia de las relaciones sexuales/eróticas en la actualidad, se miden
con preguntas específicas con varias opciones de respuesta, algunas de las
cuales aceptan solo una respuesta, y otras respuesta múltiple. Dado que tras
la revisión de los distintos estudios realizados no se encontró un cuestionario
validado con dichas preguntas, se optó por redactar las preguntas concretas
para el presente estudio, a modo de encuesta. Sin embargo, se ha utilizado
como base el construido por Krauss (2013). Se ha diseñado el instrumento
por medio de un formulario de Google Drive para que los participantes
pudieran contestar al mismo de forma online.
Para la exploración de la existencia de un patrón diferenciado de
consumo entre hombres y mujeres, se ha realizado un análisis estadístico
descriptivo de las diferentes frecuencias y porcentajes en cada una de las
preguntas. En cuanto a la satisfacción sexual, se mide de forma cuantitativa,
y posteriormente se analiza la relación entre esta variable y el resto de
variables independientes referidas al consumo de pornografía, variables
demográficas y frecuencia de relaciones eróticas, todas ellas variables
cualitativas.
Resultados
Dado que partimos de considerar que existen diferencias debidas
precisamente al sexo, se analizan las siguientes variables por separado para
hombres y mujeres. Pasamos a continuación a comentar los resultados más
relevantes:
Frecuencia de consumo de pornografía. Se observa una diferencia
significativa según los sexos [χ² (5, N=318) = 120,374, p<0,05],
cumpliéndose la hipótesis de que los varones consumen pornografía más
frecuentemente que las mujeres. Por porcentajes, un 70,8 % de los hombres
informa consumir la pornografía, como mínimo una vez a la semana,
mientras que en las mujeres, solo un 13,8% de las mujeres señalaron
consumirla, como mínimo, una vez a la semana. Por otra parte, se esperaba
que en los varones, a medida que aumenta la frecuencia de consumo,
aumente la insatisfacción sexual. Sin embargo, no se cumple la hipótesis, ya
que la mayor media (menor satisfacción sexual) se obtiene cuando el
consumo es “Una vez a la semana” y la más baja (mayor satisfacción sexual)
cuando es “Ocasionalmente”. Tampoco se cumple la hipótesis de que los
varones que afirmen consumirla de forma más frecuente manifiesten una
menor satisfacción sexual que las mujeres con frecuencia similar.
Finalmente, vemos que en el grupo de los hombres no existen diferencias
significativas en la media de satisfacción sexual para las distintas
frecuencias de consumo de pornografía y por tanto debemos mantener la
hipótesis nula de igualdad de medias [F (5, (N=130) =2,057, p>0,05]. Sin
embargo, en el grupo de las mujeres se esperaba que no existirían
diferencias significativas en la media de satisfacción sexual en función de la
frecuencia de consumo, y eso es precisamente lo que se ha obtenido [F (5,
N=163) =0,710, p>0,05].
Medios de consumo. En este caso, la opción más marcada en ambos
sexos ha sido “Películas/vídeos de internet”, señalada por el 93,8% de los
hombres y el 64,9% de las mujeres. De acuerdo a nuestra hipótesis, se
esperaba que los hombres marcasen más los medios audiovisuales (TV,
ordenador, móvil) que las mujeres. Podemos comprobar que la hipótesis se
cumple, si bien en el caso de la TV los porcentajes son muy similares para
ambos sexos. Además, se esperaba que las mujeres señalasen la literatura
erótica en mayor medida que los hombres, lo que también se ha cumplido.
Por lo tanto, podemos confirmar que existen diferencias significativas en los
medios de consumo en función del sexo [χ² (8, N=286) = 93,246, p<0,05].
Finalmente, se esperaba que tanto los hombres como las mujeres que
consumieran literatura erótica, informasen de mayores niveles de
satisfacción sexual que los que no la consumen. Podemos comprobar que
esto es cierto en los hombres, pero en las mujeres la media más bajas se
obtiene en la categoría “Otros”. Las diferencias significativas solo se
obtienen en el grupo de varones entre la alternativa “Películas/vídeos de
TV/DVD” y las opciones “Películas/vídeos de Internet” y “Libros eróticos”.
Situaciones de consumo. La opción más marcada por ambos sexos ha
sido “Solo/a” (95,8% de varones y 79,3% de mujeres). En este caso, se
esperaba que los hombres usasen la pornografía más a menudo en solitario
que las mujeres, sin embargo, los resultados muestran que no existen
diferencias significativas en los dos grupos [χ² (3, N=286) = 5,586, p>0,05].
Por otra parte, se esperaba que aquellos hombres y mujeres que informasen
consumir la pornografía en pareja manifestasen estar más satisfechos
sexualmente. Sin embargo, se obtienen puntuaciones muy similares en las
distintas situaciones de consumo para hombres y mujeres, habiendo
únicamente diferencia en la opción “Acompañado/a de pareja”, en la que las
medias difieren en 8 puntos. Con nuestros datos podemos concluir que los
varones que consumen pornografía en pareja están más satisfechos que los
que no lo hacen, pero dicha diferencia no es significativa, y, por otra parte,
que no es cierto que las mujeres que consumen pornografía en pareja estén
más satisfechas que las que no lo hacen.
Lugar de consumo. En esta variable se ha encontrado que el lugar más
escogido es la propia casa o el dormitorio, tal y como esperábamos (como ya
encontraba Hald, 2006) en los dos sexos. No hay por tanto diferencias
significativas entre hombres y mujeres [χ² (4, N=286) = 2,120, p>0,05], ni
tampoco relación con la satisfacción sexual.
Edad de la primera exposición a contenido pornográfico de forma
voluntaria. En esta pregunta, la mayoría (49,3%) de los varones señalan
“Entre los 13 y los 15 años”, mientras que en las mujeres existe el mismo
porcentaje (29,9%) para las que señalaron “Entre los 13 y los 15 años” y
“Entre los 16 y los 18 años”, las opciones más señaladas. Un 18,4% de
mujeres señalan “A partir de los 18 años”, un 13,8% “Entre los 10 y los 12
años” y un 2,9% “Antes de los 10 años”. Por este motivo se cumple la
hipótesis de que esta edad es inferior en los varones que en las mujeres,
siendo las diferencias significativas [χ² (5, N=318) = 48,454, p<0,05]. Sobre
la relación con la satisfacción sexual, en los varones la media en satisfacción
sexual se estabiliza al llegar a los 13-15 años, y en las mujeres sobre los 1618 años.
Influencia sobre el consumo. En esta variable se esperaba que hubiera
más hombres que mujeres que informasen no haber sido influidos por nadie
a la hora de consumir pornografía. Pero como vemos, los porcentajes son
muy similares (57,6% en varones y 67,4% en mujeres) y por lo tanto no hay
diferencias significativas [χ² (5, N=303) = 9,943, p>0,05]. Además, se
esperaba que aquellos hombres y mujeres que fueron influidos por una
pareja a la hora de decidirse a consumirla, informasen de una mayor
satisfacción sexual. Efectivamente, la media más baja (21) se obtiene en la
opción “Pareja” en el grupo de varones, pero dado que solo 3 hombres y 10
mujeres marcaron la opción “Pareja”, es difícil afirmar con certeza el
cumplimiento de la hipótesis.
Conocimiento por la pareja sobre el propio consumo. En este caso, se
esperaba que los varones fuesen menos honestos con sus parejas sobre su
consumo de pornografía que las mujeres. Sin embargo, varones y mujeres
muestran porcentajes muy similares (40,3% y 39,7%). Así, debemos afirmar
que no existen diferencias significativas a la hora de ser honesto sobre el
propio consumo entre hombres y mujeres [χ² (3, N=287) = 2,785, p>0,05].
Por otro lado, se esperaba que aquellos participantes que se mostrasen
honestos con su pareja sobre su consumo de pornografía, manifestasen una
mayor satisfacción sexual. En esta ocasión, dentro de las mujeres que
consumen, las más satisfechas sexualmente son las que son honestas o serían
honestas con su pareja de tenerla sobre su consumo de pornografía, tal y
como esperábamos, mientras que dentro del grupo de varones se observan
menos diferencias. En ambos grupos, los sujetos más insatisfechos son los
que no tienen pareja pero en el caso de tenerla les ocultarían su consumo.
Las diferencias entre los grupos son significativas [F (3, N=136) = 2,702,
p>0,05].
Realización de escenas de la pornografía en la vida cotidiana. En esta
variable se obtienen porcentajes bastante similares en todas las opciones, y,
como vemos, no hay diferencias significativas entre los dos sexos [χ² (3,
N=290) = 6,525, p>0,05].
Por otra parte, se esperaba que aquellos hombres y mujeres que
manifestasen haberlo realizado de forma satisfactoria, informasen de una
mayor satisfacción sexual. En este caso, se ha obtenido que los varones y
mujeres más insatisfechos sexualmente son aquellos que no han realizado
todavía en su vida cotidiana escenas de la pornografía pero sí les gustaría
hacerlo. Los más satisfechos sexualmente son tanto los varones como las
mujeres que sí las han llevado a cabo y piensan que el resultado fue
satisfactorio. Podemos afirmar que las diferencias son significativas [F (3,
N=266) = 7,607, p<0,05].
Frecuencia de relaciones eróticas. En cuanto a la frecuencia de las
relaciones eróticas se analizaron en función de la frecuencia de consumo de
pornografía. Así, se esperaba una relación significativa entre ambas
variables en los hombres, de modo que fuese menor la frecuencia de
relaciones eróticas en los hombres que informen de una mayor frecuencia de
consumo de pornografía. Sin embargo, vemos que no hay diferencias
significativas entre los distintos grupos [χ² (30, N=144) = 31,137, p>0,05].
También se esperaba que esta variable fuese independiente de la variable
“Frecuencia de consumo” en el grupo de mujeres y así se ha obtenido [χ²
(30, N=174) = 37,246, p<0,05]. Finalmente, se esperaba una relación
significativa y negativa entre la frecuencia de relaciones eróticas y la
insatisfacción sexual. Podemos decir que tanto en los varones [F (6, N=130)
= 6,411, p<0,05] como las mujeres [F (6, N=163) = 4,007, p<0,05] ocurre
que una mayor frecuencia de relaciones eróticas se relaciona con una mayor
satisfacción sexual.
Media general de la muestra. Nuestra muestra obtiene una media en
satisfacción sexual de 29,90 puntos, indicando la probabilidad de que exista
un problema clínicamente significativo en la satisfacción sexual de estos
sujetos. Las medias generales de los varones y de las mujeres son muy
similares (28,57 vs 30,96), no habiendo por tanto diferencias significativas
(p>0,05). En comparación con estos dos estudios, los sujetos de nuestra
muestra estarían ligeramente más insatisfechos que las parejas estudiadas
por Moral (2011). Es difícil comparar esta puntuación con la obtenida en
otros estudios, ya que, aunque Santos Iglesias et al (2009) empleasen la
escala ISS lo hicieron con una versión de solo 5 alternativas y recodificada
en positivo, obteniendo una media global igual a 4,29 (o 42,9), muy por
encima del punto de corte, y que, en ese caso concreto, indicaba una buena
satisfacción sexual.
Conclusiones
Los hombres consumen pornografía más frecuentemente que las
mujeres. Pero el consumo de pornografía es muy elevado en los dos sexos,
algo que puede deberse a un clima de aceptación en la sociedad española,
siempre existente en el caso de los hombres, y creciente en el caso de las
mujeres, con la elaboración de materiales destinados específicamente a
ellas.
Varones y mujeres consumen pornografía fundamentalmente para
excitarse y para divertirse
Los medios más utilizados para el consumo son los vídeos de Internet y
del móvil y la literatura erótica (mujeres).
La mayoría de hombres y de mujeres consumen la pornografía en
solitario o en pareja, y lo hacen en sus casas o dormitorios.
Los varones se exponen voluntariamente a la pornografía a una edad más
temprana que las mujeres. Sin embargo, más mujeres que varones
comienzan a consumirla por decisión propia, ellos se dejan más
frecuentemente influir por otros
Los varones se masturban mucho más frecuentemente durante el
consumo de pornografía que las mujeres.
Ambos reconocen que son o serían honestos con su pareja sobre su
consumo de pornografía, y ambos también señalan de forma similar haber
realizado satisfactoriamente escenas de la pornografía en su vida cotidiana y
haber participado ya en películas pornográficas caseras o querer hacerlo
dependiendo de las circunstancias.
La mayoría de hombres frente a la mitad de las mujeres consumen
únicamente escenas que sí consideran que podrían llevar a cabo.
Los contenidos eróticos consumidos y preferidos son más variados en el
caso de las mujeres que de los hombres, incluyendo también contenidos no
sexualmente explícitos.
La frecuencia de consumo de pornografía no se relaciona con la
frecuencia de relaciones eróticas en ninguno de los dos sexos.
La satisfacción sexual está relacionada con la honestidad que se tiene o
se tendría con la pareja sobre el propio consumo de pornografía (mayor para
los más honestos), la realización de escenas de la pornografía en la vida
cotidiana (mayor para los que lo han hecho de forma satisfactoria) y la
frecuencia de relaciones eróticas (mayor para los que tienen relaciones
eróticas más frecuentemente).
Se obtienen diferencias en la satisfacción sexual en función de los
medios de consumo y la influencia recibida para el consumo de pornografía,
pero al tratarse de variables de respuesta múltiple y haber grandes
diferencias en las frecuencias de respuesta, es muy difícil extraer
conclusiones al respecto.
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Las diferencias entre sexos en la
percepción de infidelidad y su relación con
la intención de comportamiento
Elsa Fernández Zambrano. Máster
Oficial en Sexología: Educación Sexual y
Asesoramiento Sexológico.
IUNIVES Universidad Camilo José Cela Estudiante Grado de
Psicología, UNED/ Licenciatura ADE, UAM/ Máster in Marketing
Management, ESIC.
elsafz20@hotmail.com
Coautora: Ana Belén Carmona Rubio
Objetivos y temática principal
La infidelidad es un concepto complejo cuyo significado ha cambiado
mucho a lo largo de la historia y donde el papel de la cultura tiene un peso
muy marcado. Ser infiel se considera algo moralmente inaceptable o como
mencionan Espinoza et al.1 incluso un problema social pero, a pesar de esto
y de ser una de las causas más comunes de separación de una pareja, es algo
muy común en la mayoría de las culturas. Algunos autores indican que la
“infidelidad ocurre entre un tercio y un quinto de las relaciones
presumiblemente exclusivas”2.
Pero, ¿qué es la infidelidad? García-Méndez et al.3 y Weis et al. 4 ponen
de manifiesto que existe un consenso general al considerar un
comportamiento erótico con otra persona fuera de la pareja como
comportamiento infiel excepto para aquellas personas que se encuentran en
una relación abierta o poliamorosa. Sin embargo no existe el mismo
consenso cuando se trata de otros comportamientos no tan claramente
eróticos, incluso podría decirse que para cada persona existe un significado
diferente de infidelidad.
Por ello, resulta de interés investigar acerca de otras situaciones no tan
claramente eróticas que podrían considerarse igualmente infidelidad pero
donde no existe tanta unanimidad. En esta línea, se han seguido estudios
anteriores realizados por Hackathorn et al.5; Mattingly et al.6 y Wilson et
al.7 que evalúan la percepción hacia tres clases genéricas de conducta que
podrían implicar infidelidad: explícitas (conductas tradicionalmente
asociadas a la infidelidad), ambiguas (no asociadas de forma directa con la
infidelidad pero donde puede existir), y engañosas (conductas que se llevan a
cabo sin que la pareja sea consciente).
El objetivo general de esta investigación pretende conocer las diferencias
entre hombres y mujeres en su percepción de infidelidad y en la intención de
comportamiento.
A este objetivo contribuyen los siguientes objetivos específicos:
Observar las diferencias y similitudes entre hombres y mujeres en la
percepción de infidelidad.
Detectar las diferencias y similitudes entre hombres y mujeres
respecto a las intenciones de tener un comportamiento infiel.
Identificar la relación entre la percepción de infidelidad y el
comportamiento.
Para conseguir estos objetivos, se plantearon las siguientes hipótesis:
1. Se espera encontrar diferencias significativas entre hombres y mujeres
que confirmen que las mujeres perciben más comportamientos como
infieles, en comparación con los hombres.
2. Se espera encontrar que las mujeres perciben los comportamientos
engañosos y ambiguos más intensamente como comportamientos
infieles en comparación con los hombres.
3. Se espera encontrar que las parejas abiertas perciben que los
comportamientos engañosos implican infidelidad en mayor medida en
comparación con las parejas monógamas. Igualmente, se espera
encontrar que los comportamientos explícitos y ambiguos implican
infidelidad en menor medida para las parejas abiertas que para las
monógamas.
4. Se espera que los sujetos que tienen pareja y conviven con ella
percibirán los comportamientos explícitos como infidelidad en mayor
medida que los sujetos sin pareja o con pareja pero sin convivencia.
5. Se espera que los hombres muestren mayores intenciones de tener un
comportamiento infiel que las mujeres.
6. Se espera que no exista relación entre la percepción de infidelidad y el
comportamiento para ninguno de los dos sexos.
Metodología
En esta investigación colaboraron voluntariamente 437 personas (157
hombres y 280 mujeres) con un promedio de edad de 33 años. Dentro de la
muestra el 76,20% de la misma se identifica como heterosexual, el 11,90%
se identifica como bisexual y el 11,90% como homosexual. El 70% de la
muestra se encuentra en pareja de los cuales el 60,78% además conviven.
Estas relaciones tienen un promedio de 8 años y medio. Un 25,5% de las
personas en pareja se encuentra en una pareja abierta y un 74,5% está en una
relación monógama. Un 2% de los cuestionarios se eliminaron por estar
incompletos.
Para medir la variable “Percepción de infidelidad” se utilizó la escala
“Perceptions of Dating Infidelity Scale” (PDIS) de los autores Wilson et al.7.
Este cuestionario se puede aplicar tanto a sujetos en pareja como sin pareja.
Esta escala, de doce ítems en total está dividida a su vez en tres subescalas y
mide el grado de percepción de infidelidad respecto a tres tipos de
comportamientos: comportamientos explícitos (conductas tradicionalmente
asociadas a la infidelidad como coito, sexo oral, etc. con alguien que no sea
la pareja), comportamientos ambiguos (no asociadas de forma directa con la
infidelidad pero donde ésta puede existir como bailar o abrazar, etc. a
alguien que no sea la pareja) y comportamientos engañosos (se llevan a cabo
sin que la pareja sea consciente y pueden implicar infidelidad como mentir u
ocultar información a la pareja).
El formato de respuesta es de tipo Likert con opciones de 0 a 6 donde 0
significa “nunca implica infidelidad” y 6 significa “siempre implica
infidelidad” y cuyas puntuaciones van desde 0 a 24 puntos para la subescala
“explícitos”; de 0 a 36 puntos para la subescala “ambiguos” y de 0 a 12
puntos para la subescala “engañosos”. A mayor puntuación, mayor
asociación de esa conducta con una conducta infiel.
En el caso de la variable “Intención de comportamiento infiel”, se aplicó
el instrumento “Intentions Towards Infidelity Scale” (ITIS) de los autores
Jones et al.8 el cual mide las intenciones de comportamiento de involucrarse
en conductas de infidelidad en personas que están en una relación de pareja
por lo que solo se puede aplicar a personas que estén en pareja.
Este cuestionario se compone de 7 ítems en los que los sujetos indicaban
la probabilidad de que sucedan las situaciones formuladas tales como “¿cuál
sería la probabilidad de que seas infiel a una pareja si supieras que no te
pillarían?” o “¿cuál sería la probabilidad de que ocultes tu relación a una
persona atractiva que acabas de conocer?”. Estas preguntas disponían de una
escala de respuesta tipo Likert de 7 puntos de -3 a 3 donde -3 significaba
“nada probable” y 3 “muy probable” y cuyas puntuaciones van desde -21 a
+21. A mayor puntuación, mayores intenciones de tener un comportamiento
infiel en un futuro respecto a la pareja.
Los cuestionarios fueron aplicados de forma individual y anónima a
través de internet mediante la herramienta google drive. Se informó que las
respuestas eran totalmente anónimas y confidenciales. El diseño de la
investigación ha sido de tipo cuantitativo y para su análisis, se ha utilizado
el programa SPSS Statistics versión 19 de IBM.
Resultados
En primer lugar se presentará la fiabilidad de los instrumentos utilizados
y a continuación el contraste de hipótesis.
Análisis de fiabilidad
Para analizar la fiabilidad de los instrumentos utilizados, se ha empleado
el análisis alpha de Cronbach obteniendo un índice de fiabilidad mayor que
α=0,80 en las tres subescalas del PDIS, y de α=0,80 para las intenciones de
comportamiento medidas con el cuestionario ITIS.
Tabla 1
Resumen de los estadísticos de fiabilidad para la percepción de
infidelidad y la intención de comportamiento infiel
Alfa de
Alfa de Cronbach basada en
N de
Cronbach los elementos tipificados
elementos
PDIS
Explícitos
0,896
0,899
4
PDIS
Ambiguos
0,903
0,911
6
PDIS
Engañosos
0,802
0,802
2
ITIS
(Intención
Comporta.)
0,8
0,815
7
Contraste de hipótesis
Para el análisis de las dos primeras hipótesis se aplicó T Student para el
total de la muestra formada por 437 individuos. Respecto a los resultados
obtenidos (t/ t Student= -4,657, p=0,00/p<0,05) se acepta la hipótesis de
diferencia de medias que indica que hombres y mujeres muestran distintas
puntuaciones respecto a los comportamientos explícitos. Sin embargo, esto
no puede aplicarse a los comportamientos ambiguos (t/ t Student= -1,509,
p=0,132/p>0,05) ni engañosos (t/ t Student= 0,592, p=0,554/p>0,05).
Por otro lado, las medias encontradas en los comportamientos explícitos
indican una media absoluta significativamente superior en las mujeres
(Med=17,72) en comparación con los hombres (Med=14,53). Por todo esto
se puede decir que el sexo influye en la percepción de los comportamientos
explícitos siendo las mujeres quienes lo asocian de forma más intensa.
Tabla 2
Tabla 2
Diferencias entre hombres y mujeres en la percepción de infidelidad
Valores Absolutos
Percepción
t
Sig.
(bilateral)
Explícitos
Se
iguales
asumen
varianzas
4,657
0
Ambiguos
Se
iguales
asumen
varianzas
1,509
0,132
Engañosos
Se
iguales
asumen
varianzas
0,592
0,554
En el caso de la percepción de infidelidad en relación al tipo de pareja
también se aplicó T Student donde para los comportamientos explícitos (t/t
Student= -11,225, p=0,000/p<0,05), ambiguos (t/t Student= - 2,328, p=0,021
/p<0,05) y engañosos (t/t Student= 4,725, p=0,000/p<0,05), se acepta la
hipótesis de medias por la cual las parejas abiertas muestran distintas
puntuaciones frente a las parejas monógamas.
Tabla 3
Tabla 3
Prueba T de parejas abiertas en la percepción de infidelidad
Percepción
Valores Absolutos
Sig.
(bilateral)
t
Explícitos
Se
iguales
asumen
varianzas
Ambiguos
Se
iguales
asumen
varianzas
Engañosos
Se
iguales
asumen
varianzas
-11,225
0
-2,328
0,021
4,725
0
Para observar la relación de la situación de la pareja en la percepción de
infidelidad se utilizó un análisis Anova. Según los resultados obtenidos, se
acepta la hipótesis de diferencias de medias entre dichos grupos respecto a la
subescala de los comportamientos explícitos (F=4,639, p=0,01).
Tras este análisis, se realizó un análisis post hoc empleando como
criterio Bonferroni con el objetivo de hallar entre qué grupos hay diferencias
significativas. Los grupos entre los que se hallaron diferencias son los
grupos de que tienen pareja y conviven con ella respecto a los que no tienen
pareja (Diferencia de medias = 1,93, p=0,047) y los que tienen pareja pero
no conviven (Diferencia de medias =2,17, p=0,024). Estos resultados
contradicen la hipótesis planteada, ya que para esta muestra, los
comportamientos explícitos implican infidelidad en menor medida para las
personas que tienen pareja y conviven que para el resto de grupos.
Tabla 4
Tabla 4
ANOVA para la influencia de la situación en pareja en la
percepción de infidelidad
Suma
cuadrados
Percepción
Explícitos
de
Media
cuadrática
Intergrupos
452,063
226,032
Intragrupos
21144,77
48,721
Total
21596,833
F
Sig.
4,639
0,01
Tabla 5
Bonferroni para la influencia de de la situación de la pareja en la
percepción de infidelidad
Percepción
Situación
de la pareja
N
Medias
Explícitos
No
pareja
131
17,33
tengo
Pareja
estable
y
convivimos
186
15,4
Pareja
estable pero
no convivimos
120
17,58
Pareja
estable
y
convivimos
186
Diferencia
de medias
Sig.
1,930
0,047
2,177
0,024
15,4
Respecto al análisis de la intención de comportamiento en relación al
sexo se aplicó el análisis T Student a la muestra en pareja (306 sujetos). Sin
embargo, no se puede aceptar la hipótesis de diferencia de medias (t = 1,910,
p = 0,06/ p>0,05). Con los datos mostrados en este análisis se indica que
para esta muestra, el sexo no tiene relación con la intención de
comportamiento infiel.
Tabla 6
Tabla 6
Diferencia entre hombres y mujeres en la intención de comportamiento
infiel
Total Comportamientos
Valores Absolutos
t
Sig. (bilateral)
Se asumen varianzas iguales
1,91
0,06
No se asumen varianzas iguales
1,82
0,07
Por último, para observar la relación entre percepción de infidelidad y
comportamiento se utilizó la Correlación de Pearson para la muestra en
pareja. Tras realizarse el análisis se halló una correlación entre las
intenciones de comportamiento infiel y la percepción de comportamientos
engañosos (p = 0,000) siendo el coeficiente de correlación de Pearson de 0,230. Estos resultados indican una relación inversamente proporcional entre
ambas variables por lo que a mayores intenciones de comportamiento infiel,
menor percepción de los comportamientos engañosos como infidelidad y
viceversa.
En los casos de la percepción de los comportamientos explícitos y
ambiguos como infidelidad y la intención de comportamiento, no existe una
relación lineal que pueda ser identificada mediante este análisis. Por ello
puede decirse que la hipótesis planteada se cumple en el caso de los
comportamientos explícitos y ambiguos pero no en el caso de los engañosos.
Tabla 7
Tabla 7
Correlación entre la percepción de infidelidad y las intenciones d
comportamiento
Intención
Comportamiento
Corr.Pearson
Sig.
(bilateral)
Explícitos
Ambiguos
Engañoso
0,043
0,051
-0,23
0,457
0,376
0
Conclusiones
Tras el análisis realizado, se puede destacar que para ambos sexos los
comportamientos medidos en este estudio implican infidelidad siendo los
comportamientos explícitos los que más infidelidad implican y los ambiguos
los que menos, estos resultados también se han mencionado en el estudio de
Wilson et al. 7. Para las mujeres, los comportamientos explícitos como tener
coito, sexo oral, etc. con otra persona que no es la pareja implican
infidelidad en mayor medida en comparación con los hombres, resultados
que siguen la línea de las investigaciones de Canto et al.9; Fuentes10;
Hackathorn11y Wilson et al. 7. Sin embargo no se han hallado diferencias
significativas en cuanto a los comportamientos ambiguos y engañosos.
Esto podría deberse a que según McAlister et al.12 en España la
exclusividad en la pareja es una norma social donde, como mencionan
Contreras et al.13, se crean unas expectativas de exclusividad amorosa y
erótica dentro de la pareja. Esto podría explicar que unos comportamientos
se asocien inmediatamente como infidelidad y otros no.
El tipo de pareja también influye en la percepción de la infidelidad. Las
parejas abiertas perciben, que los comportamientos engañosos implican
infidelidad en mayor medida que las parejas monógamas. Mientras que en el
caso de los comportamientos explícitos y ambiguos, son las parejas
monógamas quienes perciben que implican más infidelidad. En este caso,
podría decirse que aunque la cultura tiene una importante influencia en la
infidelidad, no es solo el comportamiento en sí sino cómo cada persona lo
interpreta.
Se ha observado que los sujetos que conviven con la pareja, perciben que
los comportamientos explícitos implican menos infidelidad que las personas
que no tienen pareja estable o que la tienen pero no conviven. Estos
resultados estarían en línea con la afirmación de Tafoya et al. 2 quienes
indican que el concepto de infidelidad en una pareja va modificándose a
medida que la relación avanza por lo que las expectativas de exclusividad en
la pareja tanto eróticas como a otros niveles relacionales necesitan
renegociarse.
Los resultados del presente estudio podrían indicar que a medida que la
relación se consolida, se van valorando otros aspectos de la misma y la
exclusividad erótica no se percibe de la misma manera que en otras etapas
de la relación en las que está menos consolidada. Si bien que disminuya, no
quiere decir que sea menos importante o que cuando ocurra sea menos
doloroso puesto que aparecen como los comportamientos que más
infidelidad implican dentro de los comportamientos medidos en este estudio.
Respecto a las intenciones de comportamiento, no puede determinarse
que el sexo influya en esta variable en la muestra con la que se ha contado en
este estudio. En las intenciones de comportamiento pueden influir otras
variables que no se han contemplado en la presente investigación.
Se ha observado una relación entre la percepción de infidelidad de los
comportamientos engañosos y la intención de comportamiento, de forma que
a mayores intenciones de comportamiento infiel, menor percepción de los
comportamientos engañosos como infidelidad y viceversa. Esto podría
deberse a que los sujetos tratarán de minimizar las consecuencias tan
negativas que tiene la infidelidad ocultándolo a la pareja.
Como se ha comentado previamente, la infidelidad se entiende como un
hecho no deseable y amenazante para la sociedad y que según Brown, 1991,
cit. García-Méndez et al.3 evidencia que la fidelidad a una pareja no es
instintiva, sino que involucra compromiso y atención. En esta investigación
se ha utilizado un modelo determinado de situaciones que pueden implicar
infidelidad que si bien refleja algunos de los comportamientos más comunes
señalados en investigaciones previas, se trata de un modelo que mide el
grado en que un comportamiento se considera infidelidad pero es posible
que unos comportamientos sean más perturbadores que otros puesto que no
es el comportamiento en sí lo que representa una infidelidad sino cómo se
vive, cómo se interpreta. No obstante, se ha creído interesante investigar
sobre este tema para aportar mayor información sobre las diferencias entre
sexos respecto a la infidelidad y ayudar así en el proceso de negociación de
problemas de las parejas.
En futuras investigaciones podría ampliarse el número de sujetos de
diversas orientaciones del deseo para poder profundizar en el impacto de
esta variable en la percepción de infidelidad o indagar en las actitudes hacia
el deseo y la sexualidad en una muestra española y observar su influencia en
la percepción de la infidelidad y el comportamiento.
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Influencia de los estilos comunicativos en
la precepción de satisfacción con la
relación de pareja
Terapia de Pareja
Julia Fleta Pascual. Psicóloga y Sexóloga. IUNIVES Universidad
Camilo José Cela
fleta85@gmail.com
Coautora: Mª Victoria Ramírez Crespo
Introducción
El presente estudio pretende averiguar cómo afectan los distintos estilos
comunicativos en la percepción de satisfacción en las relaciones de pareja;
de manera más específica, intentar averiguar qué estilos comunicativos
tienen hombres y mujeres, y si éstos influyen de alguna manera en sus
relaciones amorosas. Una de las demandas más frecuentes en la terapia de
pareja tiene que ver con los problemas de comunicación y negociación; las
dificultades para entenderse, comprenderse y llevarse bien; esto está
llevando a que el índice de rupturas tanto matrimoniales como de parejas de
larga duración sea cada vez mayor. Por todo ello se pretende analizar los
estilos comunicativos que crean estos problemas para dar solución a las
demandas de las parejas en terapia. Parece interesante averiguar si, durante
una discusión de pareja, la postura que toma cada miembro de la diada y su
forma de reaccionar ante los problemas, así como el estilo de comunicación,
influyen de una u otra forma en su percepción de satisfacción con la
relación.
PALABRAS CLAVE : Comunicación humana, pareja, satisfacción,
estilos comunicativos.
Comunicación y satisfacción
Para Mucchielli1 la comunicación es una actividad humana fundamental.
Una comunicación encierra diferentes sentidos según los individuos
implicados en ella, así como los contextos en los que se insertan la
comunicación y las personas. Según el autor, la comunicación humana
integra las palabras, los comportamientos, las actitudes y todo tipo de
paralenguajes y constituye un tejido de complejas estrategias que persigue
obtener información sobre el otro, situarse como individuo, movilizar al
otro, clarificar la relación con ese otro y especificar las normas de referencia
de la situacion de intercambio. Para este autor, la comunicación interhumana
constituye a su vez un sistema gestual, de actitud y de comportamiento a la
vez, que hay que estudiar de forma global. Lo verbal y lo no verbal se
presentan como producciones cognitivas en recíproca interacción. Para
Mucchielli, la comunicación es un proceso permanente de elaboración y de
producción. De acuerdo con lo que explica el autor, la comunicación, como
forma de interacción debe estudiarse en su conjunto, teniendo en cuenta lo
que se dice (lo verbal) y lo que se expresa con el cuerpo (lo no verbal). Si se
fija la atención en lo puramente verbal se estaría perdiendo la mitad del
mensaje.
Dimbleby et. al.2 consideran que la comunicación es un proceso, en el
sentido de que no es estática, sino activa y en constante cambio. Para estos
autores, la comunicación es algo que hacemos, algo que realizamos y algo
que trabajamos cuando lo recibimos de los demás. Un factor que
consideramos importante dentro de la comunicación es el componente no
verbal del diálogo; tan importante es lo que se dice, como lo que “no se
dice”. Girbau3 en su libro, haciendo referencia a Berko, et. al.,4 señala cinco
rasgos de la comunicación no verbal: (1) Sirve para comunicar emociones y
sentimientos con mayor facilidad y precisión que la comunicación verbal.
(2) No se puede controlar conscientemente con facilidad. (3) Cuando entra
en conflicto con el mensaje verbal, la información no verbal es el reflejo
más preciso de los sentimientos. (4) Es más eficaz para expresar los
mensajes con menor enfrentamiento personal que la comunicación verbal.
(5) Sirve para interpretar el mensaje verbal recibido.
Dentro de los estilos comunicativos, Bengoechea5 establece en su
estudio la posibilidad de que existan estilos comunicativos más propios de
las mujeres y otros más propios de los hombres. En su trabajo ofrece las
siguientes diferencias entre los estilos de comunicación femenino y
masculino:
Características de la comunicación femenina: (1) Deseo de incluir en el
discurso como iguales a las otras personas participantes, haciendo énfasis en
la relación entre ellas. (2) Atención extrema a las palabras ajenas y a los
mensajes externos (verbales o no verbales). (3) Indicación expresa de su
escucha e implicación en la conversación. (4) Búsqueda de intimidad. (5)
Desarrollo de los temas de forma cooperativa.
Características de la comunicación masculina: (1) Deseo de afirmarse
frente a las demás personas participantes. (2) Su participación se mide más
por el tipo de intervención que por la demostración de atención. (3)
Búsqueda de objetividad y distanciamiento. (4) Desarrollo de los temas de
forma individualista y frecuentemente competitiva. (5) Expresión
aparentemente hostil de la solidaridad masculina.
Si se llevan estas características al mundo de la comunicación en la
pareja, se podría entender porqué a veces los hombres y las mujeres no
consiguen comunicarse. Se podría decir que hablan “idiomas” diferentes.
En cuanto a la satisfacción en la relación de pareja, se ha confeccionado
una definición que parte de las definiciones de varios autores,
considerándose una evaluación global y subjetiva que realiza la persona
acerca de la calidad de su relación y del ajuste con su pareja; que depende de
la valoración de las diferentes expectativas, tanto ideales como reales, y de
las valencias que la persona aplique a sus circunstancias. En un estudio
realizado por Delgado, et. al.,6 se explica que la satisfacción dentro de la
pareja se operativiza en función de los siguientes aspectos: (1) Las
conductas agradables o desagradables que cada miembro de la pareja se
proporcionan. (2) El tiempo dedicado a pasar juntos. (3) Las habilidades de
resolución de problemas. (4) El tipo de comunicación utilizado. (5) Las
atribuciones que cada miembro de la pareja realiza de la conducta del otro.
(6) La percepción sobre igualdad en los beneficios que cada cónyuge obtiene
de la relación de pareja.
Boland et. al.,7 consideran que, conceptualmente, se ha definido la
satisfacción marital como un conjunto de actitudes, sentimientos y
autoinformes sobre el propio matrimonio en términos de la polaridad
satisfacción versus insatisfacción, ajuste versus mal ajuste, felicidad versus
infelicidad.
En relación a la comunicación y la satisfacción general, Christensen et.
al.8 descubrieron que algunos de los resultados son consistentes con una
explicación de déficit de comunicación y la insatisfacción marital.
Encontraron que las parejas que no tiene dificultades utilizan más el estilo
de comunicación constructiva mutua que las parejas que mostraron
dificultades o las parejas que se divorciaron. Por el contrario, las parejas en
dificultades o que terminaron en divorcio utilizaban durante las discusiones
los patrones de evitación mutua y de demanda/retirada.
Sullaway et. al.9 realizaron una serie de estudios empíricos sobre el
patrón de comunicación que denominaron demanda/retirada, que podría
definirse como un patrón de comunicación disfuncional y demostraron lo
siguiente: (1) Los miembros de la pareja, cuando responden por separado,
pueden ponerse de acuerdo sobre la presencia de este patrón en su relación y
en las funciones que desempeña cada uno por separado. (2) La frecuencia de
este patrón en una relación está fuertemente asociada con la insatisfacción
marital. (3) El género predice la diferenciación de roles en el patrón, siendo
las mujeres tendentes a demandar (expresar afecto negativo y quejas), y los
hombres a retirarse.
Noller10 estudia los malentendidos en las relaciones de pareja a causa de
la comunicación no verbal. En su estudio encontró que las puntuaciones más
bajas en la Escala de Comunicación Marital se obtuvieron cuando los
hombres se comunicaban con las mujeres, y eso era debido a las pobres
habilidades de comunicación de los hombres. Los hallazgos de su
investigación parecen reflejar la importancia de la codificación de los
mensajes y de la falta de efectividad de los hombres en comunicar mensajes
positivos hacia sus parejas.
Método
Participantes
La muestra estuvo compuesta por 221 participantes en edades
comprendidas entre los 16 y los 55 años. El 76% (168) fueron mujeres y el
24% (53) fueron hombres. El 89% de la muestra tiene una orientación
heterosexual. El 61% tiene estudios universitarios o superiores y el 42% de
la muestra llevaba más de 5 años de relación siendo solamente un 15% de la
muestra la que llevaba menos de un año.
Instrumentos
Cuestionario de Patrones de Comunicación (CPQ) de Christensen y
Sullaway, (1984) validado para muestras españolas por Montes-Berges11
Para la validez de constructo, ejecutó un análisis factorial exploratorio
que arrojó ocho factores. Posteriormente y realizando varios análisis, los
factores quedaron reducidos a tres: Factor 1: Comunicación constructiva
mutua. Factor 2: Comunicación evitación, cesión, y demanda/retirada.
Factor 3: Comunicación agresiva. Estos tres factores mostraron unos índices
adecuados tras el análisis confirmatorio obteniendo una χ² (170,
N=379)=935.01; p< .000; CFI= .91, NFI= .89, RMSR= .666, RMSEA= .184.
En cuanto a la fiabilidad, el resultado de su estudio obtuvo una fiabilidad
total para el cuestionario de α= .75 para su muestra. La fiabilidad de la
escala original oscila entre 0.62 y 0.84.
Cuestionario de Satisfacción Marital de Kansas (KMS) (Schumm,
Nichols, Schectman, Grigsby, 1983) validado para muestras españolas por
Montes-Berges.
Con respecto a la validez de constructo, el análisis factorial libre arrojó
una solución factorial con un único factor que explicaba el 94,16% de la
varianza total y que saturaban los tres ítems con una carga de .98 para el
ítem 1 y de -97 para los ítems 2 y 3. En cuanto a la
fiabilidad de la escala global, mostró un Coeficiente de Alpha de
Cronbach de α= .97.
Procedimiento
Se creó un formulario online de Google que se distribuyó a través de las
redes sociales, del Colegio Profesional de Psicólogos Aragón y la
Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología. Una vez recopilados los
datos se procedió a su análisis a través del SPSS.
Resultados
En la primera hipótesis se esperaba que las mujeres puntuasen más alto
en el estilo comunicativo de comunicación constructiva mutua que los
hombres. La relación entre el sexo y el estilo de comunicación constructiva
mutua se analizó utilizando la prueba de Mann-Whitney para muestras
independientes. En función de los resultados obtenidos (U=2955 , p>0,05) se
rechazó la hipótesis de diferencia de medianas en este estilo comunicativo
entre hombres y mujeres.
En la segunda hipótesis se esperaba que los hombres puntuasen más alto
en el estilo comunicativo agresivo que las mujeres. La relación entre el sexo
y el estilo de comunicación agresivo se analizó mediante la prueba de MannWhitney. Según los resultados obtenidos no existen diferencias
significativas en el uso del estilo de comunicación agresivo entre el grupo de
hombres y mujeres (U=4373, p>0,05) con lo que se rechazó la hipótesis.
En la tercera hipótesis se esperaba que no hubiera diferencias
significativas entre hombres y mujeres en las puntuaciones del estilo de
comunicación de evitación, cesión y demanda/retirada. Para analizar esta
hipótesis se utilizó la prueba de Mann-Whitney. En función de los resultados
obtenidos (U=4314, p>0,05) se acepta la hipótesis de que no existen
diferencias significativas en las medianas de este estilo comunicativo entre
hombres y mujeres.
En la cuarta hipótesis se esperaba que las personas que tuvieran un estilo
de comunicación que puntuase alto en comunicación constructiva mutua
percibieran una mayor percepción de satisfacción en su relación de pareja.
Para analizar la relación entre la comunicación constructiva mutua y la
satisfacción se utilizó el coeficiente de correlación de Spearman. En función
de los resultados obtenidos (correlación de Spearman = 0,584 y p= 0,000) se
confirma una correlación positiva altamente significativa entre los dos
factores. Por tanto, se acepta la hipótesis de que el uso del estilo de
comunicación constructiva mutua correlaciona de manera positiva en la
percepción de satisfacción de las personas. Para comprobar si los resultados
se mantiene tanto para hombres como para mujeres, se segmentó la muestra
por sexos obteniendo una correlación positiva y significativa para ambos
grupos (mujeres: coeficiente de correlación=0,614 p=0,000; hombres:
coeficiente de correlación=0,520, p=0,000) así que se pasó a realizar una
prueba de regresión lineal para comprobar su influencia obteniendo que el
40,2% del uso del estilo de comunicación constructiva mutua influye de
manera positiva en la percepción de satisfacción.
En la quinta hipótesis se esperaba que las personas que tuvieran un estilo
de comunicación que puntuase alto en comunicación evitación, cesión y
demanda/retirada percibieran una menor satisfacción en su relación de
pareja. Para analizar la relación entre estos dos factores se utilizó el
coeficiente de correlación de Spearman. En función de los resultados
obtenidos (correlación de Spearman=-0,137 y p<0,05) se confirma una
correlación negativa entre estos factores. Por tanto, se acepta la hipótesis de
que este estilo de comunicación correlaciona de forma negativa en la
percepción de satisfacción en la relación. Se realizó un análisis de
correlación con la muestra segmentada por sexos obtenido que para el grupo
de las mujeres la correlación se mantenía (coeficiente de correlación= 0,208, p<0,05) pero para el grupo de los hombres no existía tal correlación
(coeficiente de correlación=0,070, p>0,05).
En la sexta hipótesis se esperaba que las personas que puntuasen alto en
comunicación agresiva percibieran una menor satisfacción en su relación de
pareja. Se utilizó el coeficiente de correlación de Spearman para analizar la
relación entre estos dos factores. Los resultados obtenidos (coeficiente de
correlación=-0,288 y p=0,000) confirman una correlación negativa altamente
significativa entre estos dos factores, por lo que se acepta la hipótesis de que
el estilo de comunicación agresiva tiene una correlación negativa en la
percepción de satisfacción. Se procedió a sementar la muestra por sexos y se
obtuvo una correlación negativa y altamente significativa en ambos grupos
(mujeres: coeficiente de correlación=-0,252, p=0,001; hombres: coeficiente
de correlación=-0,409, p=0,002). Lo que se realizó a continuación es una
prueba de regresión lineal obteniendo que el 6,3% del uso del estilo de
comunicación agresiva influye de manera negativa en la percepción de
satisfacción.
En la séptima hipótesis se esperaba encontrar diferencias en los estilos
comunicativos de las personas en función de su formación académica,
siendo mayores las puntuaciones en el estilo de comunicación constructiva
mutua para las personas con títulos superiores y mayores puntuaciones en la
comunicación evitación cesión y demanda/retirada y agresiva para las
personas con estudios básicos. Para analizar esta hipótesis se realizó la
prueba de Kruskal-Wallis. Según los resultados obtenidos mediante esta
prueba, donde se ha empleado como variable dependiente los distintos
estilos de comunicación, y como variable independiente los niveles de
estudios cursados, se rechaza la hipótesis de diferencias de medianas en los
estilos comunicativos en función del nivel de estudios dado que el nivel de
significación p>0,05 en los tres estilos comunicativos.
En la octava hipótesis se esperaba encontrar diferencias significativas
entre el nivel de estudios y la satisfacción percibida en la relación de pareja,
obteniendo mayores puntuaciones en satisfacción las personas con mayor
nivel de estudios y menores las puntuaciones en satisfacción en las personas
con menor nivel de estudios. Para analizar esta relación se ha utilizado la
prueba de Kruskal-Wallis. Aunque a un nivel descriptivo se observó un
ligero incremento en las medias de satisfacción en función del nivel de
estudios, los resultados obtenidos (Chi-cuadrado=2,442 y p>0,05) indican
que no existe relación significativa entre el nivel de estudios y la
satisfacción en la pareja, por lo que se rechazó la hipótesis.
En la novena hipótesis se esperaba que no hubiera diferencias
significativas en las puntuaciones de satisfacción con la relación en función
de los años de la misma. La hipótesis se analizó con la prueba de KruskalWallis. Los resultados de la prueba (Chi-cuadrado=2,148 y p>0,05) indican
que no existen diferencias significativas entre el nivel de satisfacción y el
tiempo de duración de la relación, con lo que se acepta la hipótesis.
Discusión y conclusiones
En relación a la primera hipótesis, donde se relacionaba el sexo con la
comunicación constructiva mutua, los resultados obtenidos no corroboran lo
que se esperaba. Se cree que varias pueden ser las causas de que la hipótesis
no se confirme: en primer lugar, el sesgo en la muestra referente al sexo
puede estar influyendo en los resultados, ya que la muestra de mujeres
triplica a la de los hombres. No se sabe si teniendo el mismo numero de
sujetos de ambos sexos los resultados hubieran sido diferentes. En segundo
lugar, se debe considerar la edad de la muestra; los sujetos tienen una media
de 29 años, lo que se considera una muestra muy joven, puede ser que el
efecto de la educación en los jóvenes haya cambiado la tendencia en el uso
del estilo de comunicación constructiva mutua. Esto puede ser muy
interesante dado que la Educación Sexual se está impartiendo en las aulas de
colegios e institutos y quizá estos resultados estén mostrando un cambio
positivo en la forma en la que las parejas jóvenes se comunican. Al ser la
muestra muy joven, hubiera sido interesante obtener una muestra de
personas de más de 60 años para realizar una comparativa generacional, y
poder comprobar si realmente se está produciendo un cambio en los patrones
de comunicación en comparación con estudio previos.
Con respecto a la segunda hipótesis sucede lo mismo que en la anterior;
no se han encontrado diferencias significativas en el uso del estilo de
comunicación agresiva entre hombres y mujeres. Los resultados del análisis
descriptivo de los ítems del cuestionario que miden el estilo agresivo
indican un muy bajo uso de este tipo de comunicación en la muestra, tanto
para los hombres como para las mujeres, ya que ninguno de los ítems obtuvo
una puntuación media mayor de 3 (en una escala de 1 a 9). De este resultado
se concluye que en la presente muestra la agresividad, ya sea física o verbal,
no es una opción a la hora de solucionar un problema de pareja. En un
estudio de Fernández-Fuertes, et.al.12 donde se estudiaba las características
de comportamiento agresivo en las parejas de adolescentes encontraron que
las agresiones verbales-emocionales constituían el tipo de agresión más
característica mientras que las agresiones físicas se situarían en el otro
extremo. La mayoría de los participantes de su estudio reconocía la
existencia de agresiones en su relación de pareja, sobre todo verbalesemocionales mientras que las agresiones físicas eran las menos habituales.
En contraste con esta investigación, los resultados del presente estudio en
cuanto al uso del estilo de comunicación agresiva en la muestra no obtuvo
puntuaciones altas, ni tampoco diferencias significativas entre hombres y
mujeres. Tal vez la edad de los participantes, el hecho de que la muestra de
mujeres triplique a la de los hombres y la formación académica de la
muestra puedan estar influyendo en los resultados obtenidos. Quizá el hecho
de que se esté impartiendo charlas en los colegios e institutos de Educación
Sexual estén mostrando una tendencia de cambio en cómo las parejas
jóvenes se enfrentan a las discusiones y no se opte por la agresividad como
medio de resolución de problemas.
En cuanto a la tercera hipótesis, los resultados del estudio indican que no
existen diferencias significativas entre hombres y mujeres en el uso de este
estilo de comunicación. Este estilo de comunicación es en el que más se han
centrado las investigaciones previas, ya que el género puede influir en la
actitud que se toma dentro de una discusión de pareja. En un estudio de
Christensen et. al.13 establecen que, durante una discusión de pareja, las
mujeres son más tendentes a demandar (ya sea a través de quejas o críticas)
y los hombres más tendentes a la retirada o la evitación. Los autores
establecen que quizá el proceso de socialización de hombres y mujeres desde
que nacen es diferente y Christensen14 argumentó que este tipo de
diferencias de socialización generan un conflicto básico relativo a la
intimidad en el matrimonio; es probable que la mujer quiera mayor cercanía
y necesidad de comunicación, mientras que el hombre es probable que
quiera una mayor autonomía. Los resultados de la presente investigación
apuntan a que no hay diferencias significativas en el uso de la comunicación
evitación, cesión y demanda/retirada. Se cree que pueda ser precisamente
porque los hombres utilicen la evitación del conflicto o la retirada de una
discusión y las mujeres utilicen el estilo de demanda. De hecho, las mujeres
obtuvieron una media de 49,37 en este estilo de comunicación y los hombres
de 51,22. También resulta interesante que las puntuaciones de este estilo de
comunicación se disparasen en los ítems correspondientes a la cesión. Esto
indica que en la muestra, las parejas optan muchas veces por ceder ante sus
parejas, sobre todo en lo relativo a la reconciliación. Este estilo de
comunicación se considera disfuncional ya que lo que está reflejando es una
falta de comunicación (evitación o cesión) o un patrón ineficiente de
comunicación (demanda/retirada) donde un miembro de la pareja intenta
comunicarse y el otro se retira. Se es optimista en cuanto al bajo uso de este
estilo de comunicación salvo en algunos ítem, ya que refleja que la muestra
prefiere comunicarse con sus parejas antes que eludir un problema.
La cuarta hipótesis de esta investigación si corrobora lo esperado, dado
que los resultados apuntan a una alta correlación entre el estilo de
comunicación constructiva mutua y la satisfacción percibida por la persona
sobre su relación de pareja. Los resultados obtenidos tanto en el índice de
correlación, como en el estudio de regresión (R2 = 0,402, t= 12,146,
p=0,000) indican una alta significación en la correlación de la comunicación
constructiva mutua y la satisfacción percibida por la persona sobre su
relación, así como una relación lineal altamente significativa entre ambos
factores. Se considera que una buena comunicación con la pareja, donde se
es capaz de hablar de cualquier tema, donde se solucionan los problemas
entre ambos utilizando las habilidades de comunicación y donde cada
miembro de la pareja puede expresar sus deseos, inquietudes, problemas,
etc. hace que la persona realice una valoración alta de la satisfacción que
tiene con su pareja y con la relación. Tras los resultados obtenidos se
confirma que el 40,2% de la satisfacción en la relación de pareja está
explicada por el uso del estilo comunicativo de construcción mutua, lo que
indica un alto porcentaje de la satisfacción, con lo que se asume que una
buena comunicación con la pareja hará que la persona sienta mayor
satisfacción con su relación.
En relación a la quinta hipótesis, los resultados del presente estudio
coinciden, en parte, con los encontrados por Christensen et. al.13, ya que se
ha obtenido una correlación negativa significativa entre el patrón de
comunicación evitación, cesión y demanda/retirada y la satisfacción en la
pareja. Lo que ha resultado interesante en estos resultados es que cuando se
realizó la correlación de Spearman con la muestra segmentada por sexos, los
resultados mostraron algunas diferencias. En el caso de las mujeres, la
correlación aumentó de manera más significativa pero en el caso de los
hombres los resultados no indican una correlación significativa entre este
estilo de comunicación y la insatisfacción. Se podría extraer de estos datos
que, comparando la muestra en su conjunto, sí existiría una correlación
negativa significativa entre el estilo de comunicación de evitación, cesión y
demanda/retirada y la satisfacción. El hecho de que al sementar la muestra
por sexos los resultados cambien podría deberse a que el número de mujeres
en la muestra es mucho mayor al de los hombres. Sería interesante averiguar
si, con una muestra igual de hombres y mujeres, los resultados serían
diferentes. Quizá para las mujeres este patrón de comunicación sea
influyente en su satisfacción con la relación, pero para los hombres no tenga
ningún tipo de influencia. Averiguar esto podría ser de gran ayuda de cara a
trabajar con las parejas en terapia, ya que muchas de ellas acuden a consulta
por problemas en la comunicación.
En relación a la sexta hipótesis se ha encontrado una alta significación
negativa en la correlación entre el estilo de comunicación agresivo y la
satisfacción. Cuando se segmentó la muestra por sexos los resultados no
variaron, obteniendo que para ambos grupos los resultados fueron
significativamente negativos. Para comprobar la influencia de estos factores
se realizó una prueba de regresión en la que se obtuvo una influencia del
6,3% de la comunicación agresiva sobre la insatisfacción, así como una
relación lineal altamente significativa entre ambas variables (t=-3,830,
p=0,000). De estos resultados se concluye que este estilo de comunicación es
el que más afecta a la satisfacción en la pareja. De los tres estilos
comunicativos, éste es el más disfuncional de todos, mostrando una alta
correlación negativa entre la comunicación agresiva y la satisfacción. Dentro
de la terapia de pareja, averiguar si alguno de los miembros de la pareja
utiliza este estilo de comunicación sería interesante, por una parte para
trabajar la Educación Sexual y explicar la influencia que tiene el uso de este
estilo comunicativo en la satisfacción de la pareja y, por otra parte, para
trabajar en las habilidades de comunicación y resolución de problemas y
ayudar a que la pareja utilice un estilo de comunicación más funcional que le
permita solucionar los problemas sin utilizar la agresividad verbal o física.
Los resultados obtenidos en la séptima hipótesis llevan a su rechazo ya
que no existen diferencias significativas entre los estilos de comunicación
utilizados y los estudios cursados en esta muestra. Se podría considerar que
estos resultados están sesgados dado que un alto porcentaje de la muestra
tiene un nivel alto de estudios. Tal vez si se hubiera obtenido una muestra
mayor de personas con bajo nivel de estudios los resultados hubieran sido
diferentes. O tal vez, el nivel de estudios no determine las habilidades
comunicativas que pueda tener una persona ya que existen otras múltiples
inteligencias que podrían ser mucho más valoradas en una relación que el
nivel de estudios alcanzado.
Los resultados de la octava hipótesis indican que no existe relación
significativa entre el nivel de estudios y la satisfacción percibida con la
relación de pareja. No se sabe si el hecho de tener una muestra mucho mayor
de personas con altos niveles de formación pueda estar influyendo en los
resultados. Sería interesante obtener una muestra igual en ambos grupos y
realizar una réplica del estudio para corroborar la hipótesis, pero, con los
datos obtenidos de la muestra, no parece que el nivel de estudios que se haya
alcanzado tenga ninguna influencia en la satisfacción que se tiene con la
relación de pareja. Quizá no es una cuestión tanto de formación académica
lo que pueda influir en la satisfacción en las relaciones de pareja, sino el
estilo de comunicación y las habilidades comunicativas que las personas
posean. A veces se centra la atención en los niveles de inteligencia
conceptual y se olvida que la inteligencia emocional es tanto o más
importante. Unas buenas habilidades de comunicación, la empatía, la
asertividad, la resolución de problemas o el manejo de las emociones puede
ser más útil en una relación de pareja que el nivel de estudios que se ha
llegado a alcanzar. Tal vez las personas en sus relaciones de pareja valoran
más en sus compañeros/as otro tipo de variables antes que la formación
académica.
En relación a la última hipótesis, los resultados obtenidos tras el análisis
estadístico de ésta lleva a aceptarla. No se han encontrado diferencias
significativas en los distintos rangos de duración de la relación de pareja en
las puntuaciones de satisfacción. Esto puede ser debido a que no es tanto una
cuestión de cuantos años se lleve de pareja con una persona, sino del
entendimiento que se tiene entre ambos y de las habilidades que la pareja
tenga para resolver los problemas, así como otras variables, como el tiempo
dedicado a la pareja, el uso del tiempo libre, etc. En el estudio de DíazMorales et. al.15 estudiaron el concepto de semejanza a la hora de elegir
pareja y concluyeron que las personas tienden a emparejarse con otros
similares en vez de complementarios. Quizá la relación entre personas
semejantes, que tienen la misma visión de la vida, o que tiene estilos de
resolución de problemas parecidos, tiene más influencia en la satisfacción
que el tiempo de relación que se lleve con una persona.
En cuanto a las lineas de investigación futuras, sería interesante realizar
una réplica del estudio con una muestra mayor de personas, donde todas las
personas de la sociedad queden reflejadas, con diferencias generacionales y
superando las limitaciones encontradas a lo largo de este estudio para
realizar una comparativa, tanto de este estudio, como una comparativa
generacional, para observar si ha habido algún cambio en el patrón de
comunicación de las personas. Nos gustaría pensar que la larga lucha para
que los jóvenes reciban una adecuada Educación Sexual desde pequeños esté
dando sus frutos, y las personas consigan, en sus relaciones amorosas, una
alta satisfacción a todos los niveles.
También se considera muy interesante realizar una réplica de este
estudio con una muestra mayor de población homosexual, dado que sólo se
ha conseguido un 5% de personas homosexuales y un 5% de bisexuales en
este estudio, lo que ha imposibilitado la realización de una comparativa
entre las relaciones homosexuales y heterosexuales a nivel de comunicación.
A nivel práctico, esta investigación puede servir para trabajar en terapia
de pareja las habilidades de comunicación, ya que ha quedado patente que
los diferentes estilos de comunicación que usan las personas correlacionan,
tanto positiva como negativamente, con la percepción de satisfacción con la
relación de pareja. Enseñar a las parejas la influencia que puede llegar a
tener una correcta y efectiva comunicación en su percepción de satisfacción
es importante a la hora de trabajar con ellos. Muchas pareja se quejan de que
no se entienden, de que no son capaces de comunicarse sin discutir. Explicar
a estas parejas que hombres y mujeres a veces tenemos estilos de
comunicación diferentes, y que utilizamos la comunicación de forma
distinta, con otros fines, puede ayudarnos a que se comprendan mejor.
Esta investigación también puede ayudar a enseñar dentro de las aulas a
los jóvenes el correcto uso de la comunicación y las implicaciones que sus
estilos comunicativos tienen o tendrán en sus futuras relaciones. Si
enseñamos dentro de las aulas que el tipo de comunicación que se usa puede
determinar o predecir el grado de satisfacción que la persona tendrá sobre su
relación quizá consideren utilizar de forma correcta la comunicación, así
como un estilo de comunicación funcional en sus futuras relaciones. Sería un
campo interesante de trabajo dentro de la Educación Sexual.
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Estudio sobre la relación entre la
Inteligencia Emocional y Ajuste de pareja
Mª del Camino Rodríguez Ferreira
Psicóloga y Sexóloga. IUNIVES. Universidad Camilo José Cela
camino_rodriguez@hotmail.com
Coautora: Natalia Rubio Arribas
Apartadado teórico
Introducción
Las emociones y una adecuada gestión de las mismas serán de relevancia
a la hora de manejarnos y desenvolvernos en la sociedad, pues éstas nos
ayudan a conocernos -aportando información necesaria y significativa sobre
cómo vivimos, experimentamos e interpretamos diversas situaciones y
contextos sociales- y conocer mejor el mundo en el que vivimos. Sin
embargo, será habitual que las personas a experimenten realidades en sus
vidas en las que el componente emocional pueda desencadenar en
situaciones problemáticas: no saber cómo construir y manejar una relación
de pareja, cómo gestionar los sentimientos y emociones que pueden sentir o
cómo manejarse en situaciones de crisis personal en las que las emociones
se puedan desbordar.
A pesar de las evidencias marcadas desde la teoría acerca de la
importancia de las emociones en el desarrollo integral de las personas y de
la necesidad de conceder a esta esfera de la vida la relevancia que merece, es
un hecho que no se aborda el tema con la consideración necesaria. Así, desde
diferentes programas desarrollados en el marco de la educación formal, se
concede poca o nula importancia al “componente emocional” a lo largo de
los procesos madurativos del individuo, siendo reducido o escaso el
acompañamiento, la formación y la ayuda aportada a la hora de aprender una
adecuada y saludable gestión afectivo-emocional-sentimental, así como sus
implicaciones en las esferas socio-relacionales del individuo. Así, parece
que la opción más adecuada sea el integrar emoción y cognición, dejando
que la acción o conducta incitada por la emoción sea razonada y siendo esto
la base de lo que se denomina Inteligencia Emocional:“que nuestra emoción
nos movilice y nuestra razón nos guíe” 1.
Dado que los seres humanos nos vemos implicados en múltiples
relaciones interpersonales, el presente estudio trata de analizar la relación
existente entre la relación de pareja y el nivel de Inteligencia Emocional
(IE), tratando de conocer en qué medida la IE influye sobre el ajuste
percibido en pareja y el papel que diversas variables pueden estar jugando en
dichas cuestiones, como el sexo o tiempo de duración de la pareja.
Fundamentación teórica
2.1 Inteligencia
Existe gran complejidad a la hora de presentar una definición válida de
inteligencia, pues se trata de un concepto de gran vaguedad conceptual que
ha sido definido y conceptualizado de modos diferentes. Además, el mismo
surge muy ligado a la cultura y en Occidente, las habilidades que se
relacionan con la inteligencia serán competencias de índole cognitivo y
metacognitivo además de otras habilidades de tipo intelectual. A
continuación, se realiza un breve recorrido por tres enfoques primordiales
que han existido a lo largo del tiempo en función de la concepción de la
inteligencia:
Enfoque psicométrico: dentro de este enfoque se encuentran aquellas
teorías o posturas pioneras sobre inteligencia que sentaron las bases
para el surgimiento de las demás. Desde el mismo se defiende que la
inteligencia es un rasgo estático e inmodificable que forma parte de
cada persona y por tanto será una cualidad de tipo biológica.
Enfoque cognitivo: defiende entre otros aspectos que la inteligencia
vendrá compuesta por una serie de habilidades de pensamiento que
permitirán resolver diversos problemas. Se considera que la
inteligencia no es estática sino dinámica.
Tercer Enfoque: plantea un enfoque del pensamiento mucho más
amplio y completo que el cognitivo, no hablando tanto de diversas
habilidades en la inteligencia sino de inteligencias múltiples o
diferentes tipos de inteligencia entre las que no solo destacarán
aspectos puramente cognitivos, sino diversas habilidades de corte
social o personal.
Frente a estos enfoques se encuentran otras teorías que se van alejando
de cuestiones puramente cognitivas y dirigen los pasos hacia el concepto de
IE:
Teoría de las inteligencias múltiples : teoría postulada en 1983 por
Howard Gardner, dando gran relevancia al contexto y la cultura. Según
el mismo, la inteligencia no será una capacidad única o general sino
que estará formada por varias inteligencias independientes entre sí que
implican diversas habilidades que se pondrán en marcha en función del
entorno y las demandas del mismo.
Teoría triárquica de la inteligencia: teoría formulada por Robert
Sternberg en el año 1985. Según este, la inteligencia vendrá
determinada por 3 dimensiones básicas: la experiencia de cada sujeto,
e l contexto y una serie de componentes mentales que se encargan de
operar sobre las representaciones internas que cada uno tiene sobre el
entorno que le rodea y la información que recibe.
En definitiva, el concepto de inteligencia sufre un cambio a partir de
estas propuestas, desmarcándose de las nociones tradicionales y sirviendo de
base para la aparición como tal de dicho constructo.
2.2 Inteligencia emocional
Los orígenes del término IE se remontan al año 1990, año en el que Peter
Salovey y John Mayer publican un artículo titulado “Emotional Intelligence”
2 , dando comienzo a una gran cantidad de investigaciones a lo largo de los
años.
Nos encontramos ante un tipo de inteligencia que incluye la habilidad
para supervisar y entender las emociones propias y ajenas, discriminar entre
ellas y usar dicha información para el pensamiento y la conducta 3. Dicho
término se basa en la inteligencia de las emociones o de cómo ser más
inteligente a través de las mismas. Así, la combinación del sistema
emocional y cognitivo favorece un procesamiento más adecuado y realista
de la información que el proporcionado por ambas partes por separado.
Si bien existen diversas teorías y autores ligados al concepto de IE, la
definición presentada será la propuesta por Mayer y Salovey, por ser quizá la
que serviría de base para autores posteriores. Según estos, la IE es “la
habilidad para percibir, valorar y expresar emociones con exactitud; la
habilidad para acceder y/o generar sentimientos que faciliten el
pensamiento; la habilidad para comprender emociones y el conocimiento
emocional y la habilidad para regular las emociones promoviendo un
crecimiento emocional e intelectual” 4.
2.3 Ajuste de pareja
Nos encontramos en una cultura en la cual, de modo general, se da la
monogamia, entendiendo la unión amorosa adecuada o completa la ocurrida
entre dos personas y que por tanto dará lugar a la pareja: “Las parejas son
situaciones de hecho creadas por los sujetos. Los sujetos se atraen y desean.
Y desean, más allá de hacerse mal, hacerse bien entre ellos y organizarse
para convivir pacíficamente” 5.
Así, para que una pareja se construya, afiance y mantenga en el tiempo,
deberá existir un deseo mutuo por parte de ambos miembros, pilar básico y
fundamental en la sexualidad. Sin embargo, para que la relación perdure,
será necesaria la existencia de otros factores que den estabilidad a dicha
unión, como podrá ser la comunicación, la cohesión entre sus miembros o el
grado de semejanza/disimilitud entre otros. Todo este conjunto de factores
dará lugar al llamado “ajuste de pareja”.
Spanier, en el año 1976, define el ajuste diádico o marital como “una
evaluación cualitativa de un estado y un proceso de acomodación ente dos
personas cuyo resultado se determina por el grado de las diferencias
problemáticas en la pareja, las tensiones interpersonales y la ansiedad
personal, la satisfacción diádica, la cohesión diádica y el consenso sobre
aspectos de importancia para un buen funcionamiento en pareja” 6. Así, se
han circunscrito cuatro áreas que inciden en el ajuste diádico: consenso,
satisfacción, cohesión y expresión de afecto.
2.4 Estado actual de la cuestión: algunos estudios
previos
Desde la década de los 80, los estudios existentes respecto al ajuste y
satisfacción de las parejas se han incrementado, quizá debido a la relación
cada vez más evidente entre la salud y el estado de la pareja. Así, el ajuste
diádico se ha relacionado con el bienestar personal7, encontrando que un
bajo ajuste se relaciona con mayores niveles de depresión8, ansiedad9 y
problemas de salud en general, constituyéndose como un importante
predictor del funcionamiento familiar.
Psicólogos experimentales como Gottman10 defienden que determinadas
variables de interacción como la crítica, el desprecio o una actitud defensiva
(que denotan una baja IE), son los predictores más importantes en la
disolución de una relación. Por otro lado, se considera que los factores que
sirven de protección en la calidad de la relación serán algunos como
emociones positivas, conductas de apoyo y afecto. Así, se puede deducir que
un buen ajuste de pareja se relacionará con emociones más positivas, siendo
esto corroborado por estudios en los cuales se ha encontrado que diversos
rasgos influyen negativamente en el ajuste diádico como es la alexitimia.
La alexitimia consiste en una dificultad para identificar, expresar o
reconocer diferentes sentimientos o emociones. Si bien la influencia de la
misma en las relaciones interpersonales ha sido poco estudiada
empíricamente, Kristal 11 y Krueger 12 señalaron que los sujetos que
presentan este desorden eran poco empáticos, lo cual dificultaría en gran
medida sus relaciones. Además, Posner 13 afirmó que además de una baja
empatía también presentaban una tendencia a un estilo de apego evitativo.
Por ello, tal y como sugieren los clínicos a pesar de la escasez de
investigación, los sujetos con alexitimia presentarán limitaciones en sus
vínculos emocionales. Esto ayuda a la hora de determinar la importancia que
tiene la IE en un buen ajuste de pareja.
Por otro lado, se ha encontrado que determinadas áreas cerebrales
encargadas del procesamiento emocional serán más grandes en las mujeres
que en los hombres. Además, Eisler y Blalock 14 encuentran que los hombres
manifiestan sus emociones en menor grado e intensidad que las mujeres.
También, en diversos estudios se ha encontrado que cuando se emplean
instrumentos de autoinforme, los hombres tienden a sobreestimar sus
capacidades frente a las mujeres, esto es, tienden a puntuar más alto en los
niveles de IE aun cuando esto no resulte así cuando se emplean pruebas de
carácter objetivo. Dado que el instrumento aquí empleado era de este tipo, la
hipótesis planteada se mueve en dicha dirección, esperando que los hombres
puntúen más alto que las mujeres en IE.
Apartado empírico
Diseño de investigación
3.1 Objetivos de la investigación
Cualquier estudio de investigación se realiza apoyándose en una serie de
objetivos que otorguen dirección, coherencia y finalidad al mismo. Así, los
objetivos generales y específicos planteados en este estudio han sido los
siguientes:
• Conocer la relevancia que las emociones juegan en las relaciones
interpersonales
• Explorar la relación existente entre IE y Ajuste de pareja
• Analizar el papel que la IE juega en la satisfacción de pareja
• Conocer el papel que la variable sexo juega en las variables a estudiar
• Investigar si existe relación entre el sexo y el nivel de IE
• Evaluar si existe relación entre el sexo y la cantidad de ajuste percibido
en pareja
• Evaluar si el tiempo de relación de la pareja influye en el ajuste
existente
3.2 Hipótesis
En función de los objetivos planteados y de los datos obtenidos tras una
revisión bibliográfica, se formulan las siguientes hipótesis:
- Hipótesis 1: Se espera encontrar una correlación significativa entre la
IE y el ajuste de pareja, de tal modo que a mayores niveles de IE mayor
ajuste existirá.
- Hipótesis 2: Se espera encontrar una correlación significativa entre IE
y satisfacción con la pareja, de tal forma que a mayores niveles de IE mayor
satisfacción.
- Hipótesis 3: Se espera que existan diferencias significativas en el nivel
de IE en función del sexo, de tal modo que los hombres informen de un
mayor nivel de IE que las mujeres en los tres factores empleados para medir
IE.
- Hipótesis 4: No se espera encontrar diferencias significativas en el
ajuste de pareja en función del sexo.
- Hipótesis 5: Se espera encontrar diferencias significativas en el ajuste
diádico en función del tiempo de duración de la pareja, encontrando que los
sujetos que lleven más tiempo de relación presentarán medias más elevadas
que los que llevan menos tiempo.
• Metodología y procedimiento
La metodología empleada en la elaboración de este trabajo ha sido
cuantitativa, es decir, se ha realizado una investigación de campo que ha
requerido el acceso a una muestra, el empleo de una serie de instrumentos
estandarizados y la elaboración de un cuestionario final. Tras la
cumplimentación del mismo, se ha realizado un análisis estadístico que
ayudara a la comprensión de los resultados obtenidos. En este caso, los
estadísticos empleados han sido: T de Student, para comprobar si la variable
sexo es relevante en el ajuste y en el nivel de IE, Análisis de Varianza de un
factor, para conocer si existen diferencias significativas en el ajuste entre
varios grupos en función del tiempo de duración en pareja y una Correlación
de Pearson, dirigida a evaluar en qué medida la IE se asocia con el ajuste y
la satisfacción en pareja.
En cuanto a la recogida de datos, se elabora un cuestionario mediante la
plataforma Google Docs y una vez confeccionado se difunde mediante vía
telemática, empleando diversas redes sociales cómo Facebook, Twitter y
correo electrónico. Dicho cuestionario estaba formado por una carta de
presentación del mismo, en la que se explica a los sujetos la finalidad del
estudio así como se garantiza la confidencialidad y protección de los datos
obtenidos; un instrumento Ad-hoc, en el que se incluyen ítems de corte
sociodemográfico relativos al sexo, la edad o el tiempo de duración de la
pareja; una escala para evaluar la VI (IE), en este caso el Trait Meta Mood
Scale (TMMS-24) en versión reducida y adaptada al castellano y una escala
para evaluar la VD (Ajuste de pareja), empleando para ello la Escala de
Ajuste Diádico (EAD).
La unidad de estudio en la que se ha centrado esta investigación han sido
sujetos de entre 20 y 35 años de edad que se encuentren manteniendo una
relación de pareja, estén casados o no. Además, también se requiere que la
pareja mantenga una relación de convivencia. Así, se ha contado con la
participación de 290 sujetos (N= 290), contando con la participación de 104
hombres y 186 mujeres.
• Resultados derivados de las hipótesis
- Hipótesis 1: Se espera encontrar una correlación significativa entre la
IE y el ajuste de pareja, de tal modo que a mayores niveles de IE mayor
ajuste existirá.
Tras la aplicación de una correlación de Pearson en la que se relacionan
los tres factores integrantes de la IE con el ajuste global se obtienen los
siguientes resultados:
- Percepción Emocional (PE) y ajuste: (r = 0,038; p = 0,521) tal y como
se observa no existirá correlación significativa entre percepción
emocional y ajuste.
- Comprensión Emocional (CE) y ajuste: (r = 0,395; p = 0,000) en
función de los resultados obtenidos se puede aceptar la hipótesis formulada
según la cual existirá correlación significativa ente ambas variables.
- Regulación Emocional (RE) y ajuste: (r = 0,336; p = 0,00) de igual
modo que en el caso anterior, se da una correlación significativa entre la
regulación emocional y el ajuste de pareja, de tal modo que se puede
aceptar la hipótesis que indica la presencia de una relación lineal positiva
entre ambas variables.
Así, una vez aplicada la correlación de Pearson entre los factores que
componen la IE y el ajuste de pareja, se comprueba cómo existe una
correlación lineal positiva entre comprensión y regulación emocional y
ajuste de pareja, es decir, que a mayores niveles en esos factores, mayor
ajuste existirá, con lo que se puede aceptar la hipótesis que plantea dicha
relación. Sin embargo, no se encuentra relación entre la percepción
emocional y el ajuste de pareja, lo cual indicaría que dichas variables no
correlacionan.
- Hipótesis 2: Se espera encontrar una correlación significativa entre IE
y satisfacción con la pareja, de tal forma que a mayores niveles de IE mayor
satisfacción.
Tras la aplicación de la correlación de Pearson se encuentran los
siguientes resultados:
- PE: (r = -0,015; p = 0,795) se encuentra en este caso que la relación
existente entre ambos factores no es significativa, por lo que se rechaza la
hipótesis planteada.
- CE: (r = 0,302; p = 0,000) a tenor de los resultados y el nivel de
significación existente se acepta la hipótesis planteada, confirmando la
existencia de correlación positiva entre ambas variables, de tal modo que
a mayores niveles en un factor, mayores niveles se darán en el otro.
- RE: (r= 0,240; p = 0,000) se acepta la hipótesis que plantea la
existencia de correlación significativa y directa entre ambas variables, de
tal modo que a mayores niveles de regulación emocional mayor satisfacción
en pareja existirá.
- Hipótesis 3: Se espera encontrar diferencias significativas en el nivel
de IE en función del sexo, de tal modo que los hombres informen de mayor
nivel de IE que las mujeres.
Los resultados obtenidos tras la aplicación de la prueba T para muestras
independientes en cada uno de los factores que componen al constructo IE
han sido:
- PE: (t= -2,859; p = 0,005), por lo que si existen diferencias
significativas entre hombres y mujeres en el grado de atención o
percepción emocional. Sin embargo, se rechaza la hipótesis planteada
puesto que las mujeres presentan una mayor puntuación media (M =
29’5806) que los hombres (M = 27,25).
- CE: (t = 0,697; p = 0,486), por lo que no existen diferencias
significativas en el grado de comprensión intrapersonal de las emociones
entre hombres y mujeres, lo que nos lleva a rechazar la hipótesis planteada.
- RE: (t = 0,088; p = 0,930), no existen diferencias significativas en el
nivel de regulación emocional entre hombres y mujeres, rechazando la
hipótesis de partida.
- Hipótesis 4: No se espera encontrar diferencias significativas en el
ajuste de pareja en función del sexo
En función de los resultados obtenidos (t = 0,196; p = 0,845) se acepta la
hipótesis planteada.
- Hipótesis 5: Se espera encontrar diferencias significativas en el ajuste
en función del tiempo de duración de la pareja, encontrando que los sujetos
que lleven más tiempo de relación presentarán medias más elevadas que los
que llevan menos tiempo
En función de los resultados obtenidos tras la aplicación del análisis de
varianza de un factor y empleando al ajuste global de pareja como VD y los
4 grupos existentes de tiempo en pareja como VI, se rechaza la hipótesis
planteada según la cual existirán diferencias significativas en la
percepción de ajuste de pareja en función del tiempo de duración de la
misma puesto que (F = 1,380; p = 0,249).
• Conclusiones y líneas futuras de actuación
Una vez realizados los análisis estadísticos pertinentes, se pueden
interpretar y sacar conclusiones de los datos obtenidos, conociendo así con
detalle la realidad estudiada.
Parece acertado suponer que a mayores niveles de IE, mayor será la
capacidad para manejarse de forma adecuada en una relación, llegando a
acuerdos o decisiones consensuadas siendo capaz de ponernos en la piel del
otro. Así, parece acertado plantear que a mayor IE mayor ajuste y
satisfacción existirá y por ende, dichas variables correlacionen juntas de
forma directa.
Tras la aplicación del análisis estadístico oportuno, se encuentra sin
embargo que si bien los factores de comprensión y regulación emocional
correlacionan con el ajuste y la satisfacción de un modo directo, en la
variable de atención o percepción emocional no se encuentra dicha relación.
Una posible explicación a esto podría encontrarse en que la capacidad para
atender, percibir o identificar las emociones será beneficiosa para el ajuste y
satisfacción en pareja hasta cierto punto y sin llegar a alcanzar altos niveles,
pues si uno está muy pendiente de lo que le pasa al otro y se preocupa en
demasía sobre ello, puede provocar el efecto contrario, generando malestar
en uno mismo o en la pareja.
En cuanto al sexo como factor de relevancia en el nivel de IE, se ha
encontrado que no existen diferencias significativas entre hombres y
mujeres en regulación y comprensión emocional, aunque si se han
encontrado diferencias en la percepción emocional, siendo las mujeres las
que obtienen puntuaciones más elevadas. Esto podría explicarse debido a la
mayor tendencia existente en las mujeres a la rumiación. En cuanto al ajuste,
no existen diferencias significativas entre hombres y mujeres entendiendo
así que quizá el mismo se ve influenciado por otras cuestiones.
Por otro lado, parece oportuno plantear que cuanto mayor sea el tiempo
de duración de la relación, mayor será el conocimiento y confianza entre sus
miembros y así, mayor será el ajuste. Sin embargo, lo resultados muestran
que esta no será una variable de relevancia que influya en el ajuste,
encontrado que si bien no será significativo, aquellos sujetos que llevan
menos tiempo de relación presentan puntuaciones más elevadas en el ajuste.
Una explicación para ello podría ser que cuanto menos tiempo lleve una
pareja, es probable que la misma se encuentre en el llamado proceso de
enamoramiento, proceso en el que se idealiza la relación y lo positivo tanto
de ésta como de la otra persona, por lo que el ajuste también alcanzaría
niveles elevados. Además, se presupone que a menor tiempo de relación, las
expectativas serán menos realistas, considerando que su calidad es mayor
que la de una pareja que lleve más tiempo de relación.
Por todo lo comentado hasta el momento, en cuanto a las propuestas de
acción sería interesante añadir el trabajo de campo con las emociones al
sistema educativo formal, pues si bien esto puede estar recogido en el
currículum educativo, en la práctica no suele concederse tanta importancia a
este aspecto. Así, se nos prepara para un desarrollo a nivel cognitivo,
dejando la formación emocional o la educación en valores a la familia o
entorno. Sin embargo, no será poco frecuente encontrar a personas que no
sepan manejar sus emociones, que no las comprendan o sepan identificarlas
y en definitiva, que ante situaciones de complejidad emocional no sepan
lidiar con ellas.
Así, sería adecuado potenciar la detección temprana de las inquietudes,
dificultades o demandas de corte emocional que puedan surgir en los
individuos para ir creando una base que ayude a entender y manejar el
ámbito emocional, ya sea a través de programas concretos llevados a cabo en
la escuela como pautas de actuación en la familia. Por ello, sería interesante
el ampliar las áreas de trabajo con las emociones, no dejando simplemente
que esto sea asunto de la familia o educación más informal, sino contando
con un trabajo y actuación de corte transversal que actúe en el individuo
de forma simultánea desde diferentes frentes: escuela, familia y sociedad,
por lo que sería óptimo elaborar programas específicos para el abordaje de
cuestiones de corte emocional tanto desde el sistema educativo y dirigido a
los alumnos, como programas de formación a padres que ayuden a trabajar
el mismo tema en el hogar.
Dado que en el presente estudio se hace referencia a las relaciones de
pareja y a la
importancia de la IE en la calidad de las relaciones interpersonales,
especialmente las de pareja, el hecho de que desde edades tempranas se
trabaje con las emociones, su comprensión, su manejo y sobre todo, se dé
permiso a los sujetos para sentir y expresarse sin miedo a ser juzgados, ya
estará sentando una buena base para desarrollar y crear relaciones sociales
de calidad, ya no sólo dentro del ámbito de pareja sino fuera de ella.
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La adolescencia y los mitos del amor: un
estudio trasversal en la provincia de
Málaga
Cristina Guerra Marmolejo
Universidad de Málaga
cristi_guerra@hotmail.com
Enfermera
Francisco Javier del Río Olvera
Instituto Andaluz de Sexología y Psicología
Isabel María Morales Gil
Universidad de Málaga
Resumen
En investigaciones previas se ha demostrado la permanencia de los mitos
sobre el amor asociados al amor romántico imperante en la sociedad
occidental hoy en día. En la misma línea se ha sugerido la correlación entre
el mantenimiento de estos mitos con actitudes machistas. Con el fin de
analizar esta cuestión, se presenta un trabajo cuyo objetivo es analizar la
permanencia de los mitos románticos en la población adolescente de la
provincia de Málaga y analizar las diferencias que el género y la edad
producen en dicho concepto. Para ello se administró el cuestionario Escala
de Mitos sobre el Amor de Bosch en una muestra representativa de 879
adolescentes. Los resultados indican que los mitos más aceptados en general
son el mito de la "media naranja", el mito de la omnipotencia y el mito de la
pasión eterna, habiendo diferencias significativas entre el género aceptando
los chicos mitos diferentes a las chicas. Los hallazgos de este estudio
sugieren que la mitología romántica sigue presente en los adolescentes
españoles, creándoles ideas erróneas sobre el amor.
Palabras claves:Mitos románticos; sexualidad; adolescentes; educación
sexual
Introducción
El amor es una construcción cultural que evoluciona y cambia con cada
periodo histórico. Es a principios del s.XIX cuando se crea un lazo de unión
entre los conceptos de amor romántico, matrimonio y sexualidad1. El amor
romántico es considerado la relación interpersonal más íntima, y conlleva la
aceptación de la importancia especial de la relación amorosa, manteniéndola
por encima de los problemas que pueda suponer, y a pesar de las renuncias
que haya que hacer2. En la cultura occidental en las últimas décadas la
relación entre el matrimonio, el amor y la sexualidad se ha ido estrechando
cada vez más, centrándose la base del matrimonio en el amor, y el "estar
enamorado" en la de la formación de la pareja, haciéndose esta forma de
amor normativa en la sociedad. El matrimonio evoluciona hacia una
elección personal, y el amor romántico y la satisfacción sexual deben darse
dentro del mismo3.
En esta concepción romántica del amor desempeñan un papel
fundamental los denominados mitos romántico o mitos del amor. Un mito es
sólo una creencia pero que se formula de tal forma que aparece como una
verdad y es expresada de forma categórica y poco flexible. Normalmente
conllevan una gran carga emotiva y suelen ayudar a mantener la ideología
del grupo, resultando de este modo resistentes al cambio y al razonamiento
4 . Los mitos románticos son creencias sobre el amor, poseedoras de una gran
carga afectiva, compartidas por la mayoría de la población, y que forman el
estereotipo cultural occidental sobre el amor romántico. Son ideas que se
consideran naturales y verdaderas, pero que realmente son ficticias,
engañosas e irracionales y que forman parte de nuestro sistema de valores,
reforzando el modelo de amor imperante. Yela 3 realiza un análisis de los
mitos románticos existentes. Por el interés para el presente estudio se
analizarán sólo cinco: mito de la "media naranja", es la creencia de que
existe una pareja predestinada y por tanto es la única elección posible; mito
de la omnipotencia, es la creencia de que el amor lo puede todo; mito del
matrimonio, creencia de que el amor debe concluir como la unión estable de
la pareja y ser la base del matrimonio; mito de la pasión eterna, es la
perdurabilidad del amor y la pasión primera a lo largo de todos los años;
mito de los celos, identifica éstos con el "amor verdadero".
Los mitos románticos siguen transmitiéndose en el proceso de
socialización5 y en la narrativa escrita y visual, marcando el modelo
sociocultural por el que deben guiarse las relaciones sexuales en pareja. Es
importante que la sociedad sea consciente de estos mitos, conociendo su
existencia y su origen sociocultural, para poderlos hacer visibles y
reflexionar sobre ellos6. Se ha manifestado la importancia que la sociedad
occidental le da al amor romántico y a la aceptación de los mitos sobre el
amor. En ésta misma línea varios estudios sugieren que el concepto de amor
romántico puede estar relacionado con el surgimiento y el mantenimiento de
la violencia de género7,8. Debido a que el amor romántico favorece las
relaciones de poder en la pareja, teniendo el papel dominante el hombre y el
de entrega la mujer. Los mitos románticos son una expresión de la sociedad
patriarcal que justifican el machismo9.
Respecto al amor romántico en la adolescencia hay que tener en cuenta
que existen diferencias importantes en comparación con la juventud y la
edad adulta. Estas diferencias están relacionadas en su mayoría con los
cambio psicofisiológicos que experimenta esta población, de tal modo que
es la etapa en la cual el desarrollo psicosexual es más evidente. Comienzan
las fantasías sexuales, se consolida la identidad sexual y tienen inicio los
sentimientos y conductas sexuales, es decir, comienzan con las
manifestaciones amorosas. Diferentes estudios han demostrado que las
conductas de emparejamiento y relaciones sexuales se producen en los
adolescentes de hoy día a edades más tempranas10-14, situando la edad media
del primer coito en torno a los 15 años15-18, encontrándose incluso en
algunos de ellos datos de una media de edad más baja19-23. Por otra parte los
adolescentes consideran que tienen una buena información sexual en su
mayoría, aunque esto no vaya ligado al cambio de comportamiento o
conductas10, para eliminar las conductas de riesgo por otras más saludables
y seguras.
A pesar de su percepción de estar bien informados 18,20, hay estudios que
demuestran que los adolescentes son una población con un gran número de
mitos y creencias erróneas13.
Objetivo
Comprobar la permanencia de los mitos románticos en población
adolescente para obtener una idea clara de las influencias en esta población
de dichas creencias.
Temática principal
Este trabajo se incluye dentro de la temática Educación Sexual.
Método
Participantes
La muestra estaba compuesta por 879 estudiantes, 439 chicos y 440
chicas, de cinco institutos diferentes de la provincia de Málaga (Alfaguara,
Casabermeja, Emilio Prados, Fernando de los Ríos y Los Montecillos). Del
total del alumnado el 6.03% (53) se encontraba en primero de secundaria en
el momento de participar en la investigación, el 15.47% (136) en segundo, el
39.48% (347) en tercero y el 39.02% (343) en cuarto. La edad media era de
14.85 años, con una desviación típica de 1.32. El 26.39% (232) vivía en una
zona rural y el 73.61% (647) vivía en una zona urbana.
Del total de participantes el 35.62% (312) reconoce no haber tenido
pareja nunca, y el 64.38% (564) ha tenido pareja en algún momento de su
vida, siendo la edad media de la pareja de 12.54, con una desviación típica
de 2.11. Reconocen haber tenido relaciones sexuales el 22.35% (190), con
una media de edad de 14.53 años (DT=1.19) en su primera relación, y la
pareja tenía una edad media de 15.69 años (DT=1.88). De los que han
mantenido relaciones sexuales, sólo el 79.68% reconoce haber utilizado
algún método anticonceptivo. Así mismo, reconocen tener una orientación
heterosexual el 95.69% (821), homosexual el 1.86% (16) y bisexual el
2.45% (21).
Instrumentos
Se administró un cuestionario ad hoc para recoger los datos sociodemográficos y el cuestionario Escala de Mitos sobre el Amor (EMA; Bosch
et al., 2007). El cuestionario EMA consta de ocho ítems, que se contestan en
un formato de respuesta tipo Likert, con rango de puntuaciones que van del 1
(completamente en desacuerdo) al 5 (completamente de acuerdo). De tal
manera que a mayor puntuación mayor será el nivel de aceptación del mito
en cuestión. Los mitos evaluados por este cuestionario son el mito de la
media naranja (ítem 1), el mito de los celos (ítem 5), el mito de la
omnipotencia (ítems 3 y 8), el mito del matrimonio (ítem 4), el mito de la
pasión eterna (ítem 2), y el mito de la compatibilidad amor-violencia (ítems
6 y 7). Los autores del cuestionario informaron de una fiabilidad mediante el
alfa de Cronbach del 0.506. En la presente investigación, el alfa de Cronbach
obtenido fue de 0.500.
Procedimiento
Se realizó un muestreo por conglomerados no probabilístico, consistente
en seleccionar institutos de la provincia de Málaga y solicitarles participar
en el estudio. Para que la muestra fuera lo suficientemente amplia se
seleccionaron cinco institutos. Los institutos fueron seleccionados al azar
dependiendo si eran urbanos o rurales, y se intentó que fuesen de comarcas
diferentes; si un instituto no aceptaba la investigación se sustituía por otro
de las mismas características.
Análisis de datos
Se calculó la puntuación total de cuestionario en la muestra, así como la
media, la desviación típica y el porcentaje. También se realizaron dichos
cálculos en función de algunas de las variables sociodemográficas. Se
realizó la prueba de Kolmogorov-Smirnov para verificar el cumplimiento
del supuesto de normalidad. El contraste de las diferencias de medias en las
variables sociodemográficas se realizó mediante la prueba U de MannWhitney. Finalmente, se calculó la correlación mediante el estadístico Rho
de Spearman. El análisis de datos se realizó con el programa estadístico
IBM© SPSS© Statistics Versión 19.
Resultados
En la Tabla 1 se presentan las puntuaciones medias y desviaciones
típicas en cada uno de los ítems del cuestionario junto con la puntuación
total, tanto agrupados por sexos como en la muestra total. Así mismo, para
saber cuántas de las personas participantes creían en los mitos presentados
en el cuestionario, se establece el 4 (De acuerdo) como punto de corte en
cada uno de los ítems. El porcentaje de las personas que están de acuerdo
con el mito, y por tanto creen en él, también se presenta en la Tabla 1.
Tabla 1. Puntuación media (M), desviación típica (DT) y porcentaje de
acuerdo con el ítem (%).
Chicas
Chicos
M
DT
%
M
DT
%
Ítem 1
3.72
1.11
61.04
3.48
1.22
56.04
Ítem 2
4.10
1.01
75.23
3.85
1.14
69.02
Ítem 3
3.94
1.13
71.36
3.49
1.25
52.85
Ítem 4
2.29
1.15
12.95
2.53
1.25
21.64
Ítem 5
2.27
1.25
18.41
2.54
1.34
27.79
Ítem 6
1.44
0.92
5.23
1.61
1.06
7.74
Ítem 7
1.24
0.67
1.59
1.48
0.96
6.15
Ítem 8
3.81
1.19
62.05
3.72
1.27
60.14
Puntuación
Total
22.78
4.24
22.69
4.38
Se observa que los mitos a los que las personas participantes ofrecen una
mayor credibilidad son los de los ítems 2 (mito de la pasión eterna), 3 (mito
de la omnipotencia), 8 (mito de la omnipotencia) y 1 (mito de la media
naranja). La puntuación media obtenida por las chicas es ligeramente
superior a la obtenida por los chicos. Los porcentajes de las chicas son
mayores en los ítems 1 (mito de la media naranja), 2 (mito de la pasión
eterna), 3 (mito de la omnipotencia) y 8 (mito de la omnipotencia), y ellos
obtienen porcentajes mayores en los ítems 4 (el mito del matrimonio), 5 (el
mito de los celos), 6 (el mito de la compatibilidad amor-violencia) y 7 (el
mito de la compatibilidad amor-violencia).
Se realizó la prueba de Kolmogorov-Smirnov para verificar el supuesto
de normalidad de la muestra. El resultado no permite asumir el supuesto de
normalidad (Z=10.125; ρ=0.000). Por esa razón se utilizaron estadísticos no
paramétricos para verificar la diferencia entre las puntuaciones de la
muestra.
Se realizó una correlación bivariada, utilizando el estadístico Rho de
Spearman, para analizar la relación de los ítems entre sí y con la edad de los
participantes. Los resultados señalan que existe correlación significativa (al
0.05) entre la edad y la puntuación total del cuestionario (Rho=-0.075;
ρ=0.026). También se encontró correlación significativa (al 0.01) entre los
ítems 3 y 8 (Rho=0.191; ρ=0.000; ambos ítems miden el mismo mito), y
entre los ítems 6 y 7 (Rho=0.599; ρ=0.000). Finalmente, se hace necesario
destacar que el ítem número 5 (mito de los celos), correlaciona
positivamente (al 0.01) con el ítem 1 (Rho=0.184; ρ=0.000), el 4
(Rho=0.329; ρ=0.000), el 6 (Rho=0.223; ρ=0.000), el 7 (Rho=0.240;
ρ=0.000) y el 8 (Rho=0224; ρ=0.000).
Se compararon las puntuaciones medias entre cada ítem y la puntuación
media total, entre los chicos y las chicas, mediante la prueba U de MannWhitney, para verificar si las diferencias entre los sexos era
estadísticamente significativa (ver Tabla 1). Se comprobó que las
diferencias eran estadísticamente significativas en la puntuación media total
y entre todos los ítems excepto el ítem 8.
Conclusiones
Como se manifiesta en este estudio sigue existiendo entre la población
adolescente una elevada mitología romántica. La mayoría están de acuerdo
con los mitos de la pasión eterna, de la omnipotencia y de la media naranja,
por el contrario se muestran en desacuerdo con los mitos de compatibilidad
amor-violencia, el de los celos y el del matrimonio. Estos resultados son
similares a los realizados en estudios anteriores 4,6. En el caso del mito
sobre el matrimonio, respecto al que la muestra rechaza y que contrasta a la
aceptación de dicho mito en los otros estudios, puede estar suscitada esta
diferencia por la edad promedio de la muestra que se sitúa en 14.85 años.
Respecto al sexo existen diferencias entre los mitos que más aceptación
tienen, siendo en las chicas los mitos de la media naranja, el de la
omnipotencia y el de la pasión eterna; mientras que en los chicos por el
contrario son los mitos de los celos, el matrimonio y la compatibilidad
amor-violencia los más aceptados. Esta diferencia puede deberse a la carga
sexista que se les inculca aún hoy día a los adolescentes, ya que tal y como
se ha visto en el estudio, los mitos amorosos correlacionan con actitudes
machistas y de violencia de género. Se puede decir que la mitología amorosa
está estrechamente unida al género, y de ahí la diferenciación de los mitos
predominantes en cada sexo. Como era de esperar las chicas tienen una
conceptualización más romántica del amor y la pareja, mientras que ellos
siguen manteniendo los mitos relacionados con la violencia y la celopatía,
teniendo todo esto una clara herencia cultural.
En este estudio se expuso la existencia de mitos sobre el amor entre los
adolescentes, y su presencia puede estar mediatizada por variables como el
sexo 24 y la edad, variables que influyen en la perdurabilidad de mitos25. Se
debe tener presente que los mitos son ideas compartidas por la mayoría de la
sociedad por lo que la presencia de éstos están relacionados también con los
patrones de educación que recibe cada persona, además de con la carga
cultural y religiosa en la que se desarrolle una persona. Hoy en día la
mayoría de los adolescentes dicen obtener la información sobre la
sexualidad a través de internet y/o la televisión. En éstos medios la
información normalmente está distorsionada, haciendo una exaltación de
estereotipos y mitologías, es por ello por lo que se mantienen o incluso se
aumenta la existencia de mitos en los adolescentes, pudiéndose llegar
incluso éstos a radicalizar.
Como se observa en los resultados, la tendencia en el decrecimiento de la
edad media del primer coito se confirma, siendo la media en este estudio de
14.53 años. Hay que destacar que a pesar de sus concepciones de estar bien
informados, únicamente el 73.61% declaró haber utilizado algún método
anticonceptivo en su primera relación sexual, habiendo decrecido el uso de
anticonceptivos en relación con otros estudios 26. Este dato es de mucho
interés ya que el no usar siempre preservativo se considera una conducta de
riesgo, y está relacionada con los embarazos no deseados y las infecciones
de transmisión sexual (ITS), ambos en aumento en la población
adolescente27,28. Los adolescentes acceden hoy día a una edad más temprana
al sexo, no sólo porque se tenga una actitud más positiva y abierta hacia al
sexo, sino que muchos acceden por encajar en el grupo y obtener la
aprobación de los demás compañeros y amigos que ya han tenido relaciones
sexuales. Ésta es hoy día entre los adolescentes una medida de coerción y
presión para medir la popularidad, sin haber experimentado realmente el
deseo de tener relaciones sexuales. Durante este estudio se ha observado que
no utilizan siempre métodos anticonceptivos, porque si va unido el sexo a
otras sustancias nocivas, como el alcohol, no valoran el riesgo de la misma
forma; pero lo más importante porque no son conscientes ni están bien
informados del riesgo de contagio de ITS entre ellos. Esas informaciones a
veces erróneas obtenidas de internet, les hace creerse inmunes ante los pocos
problemas de los que ellos tienen conocimientos.
Para terminar se destacan las limitaciones de este trabajo así como
posibles líneas de investigación en futuros trabajos. Dentro de las
limitaciones, sobre la selección de los participantes, se ha de decir que
responde a un muestreo incidental, que junto con el rechazo de algunos
padres y madresy centros para que la investigación se llevara a cabo en los
alumnos y alumnas de 1º y 2º de E.S.O., dificulta la generalización de los
resultados. Hay que tener en cuenta que la base de las actitudes sexuales
viene propiciada por la educación sexual recibida en el hogar, de ahí que las
actitudes sexuales de los adolescentes están muy condicionadas por las
actitudes sexuales de sus padres, tendiendo aquella a reproducir la misma
que la recibida en casa. Por otra parte, se cree que estudios con acceso a
otras poblaciones adolescentes con características socio-demográficas
diferentes, pueden arrojar más información de los mitos arraigados en los
adolescentes españoles en general y sobre sus conductas sexuales. La
limitación que tuvo este estudio fue que se hizo en centros escolares
públicos, por lo que no obtuvimos información sobre los adolescentes que
tienen un nivel económico alto y van normalmente a centros privados, ni
sobre los adolescentes no escolarizados, o sobre aquellos que tienen alguna
discapacidad y van a centros educativos especiales, sin que por ello deje de
ser parte de la sociedad adolescente española. Por último se plantea la
necesidad de investigar más sobre las necesidades de formación en
sexualidad de los adolescentes españoles, y sobre el motivo que puede estar
influyendo para que a pesar de la gran cantidad de información de la que
dispone dicha población no tengan actitudes sexuales más saludables, como
se observa también en estudios anteriores29-31. Pese a estas limitaciones, los
resultados obtenidos son relevantes y ponen de manifiesto la perdurabilidad
de los mitos románticos en los adolescentes, estando éstos relacionados con
conductas de doble moral o machistas patriarcales. Es por ello importante
que tanto los niños y las niñas como los adolescentes y las adolescentes
españolas reciban una correcta educación sexual, que resalte actitudes
positivas ante la sexualidad y que la desmitifiquen, para que tengan un
desarrollo sexual personal gratificante.
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Cuando el embarazo no planificado se
desea. Aproximación a las trayectorias de
vida y significado del embarazo y la
maternidad en la adolescencia.
Área temática: Salud Sexual y Reproductiva
Noemi Parra Abaúnza. Antropóloga Social, Trabajadora Social y
Sexóloga IUNIVES Universidad Camilo José Cela. Universidad de Las
Palmas de Gran Canaria.
Profesora Asociada del Departamento de Psicología y Sociología de
la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Licenciada en
Antropología Social y Diplomada en Trabajo Social. Máster Oficial en
Sexología y Máster en Género y Políticas de Igualdad. Coordinadora de
Malegría Sexología.
noemi.parra@ulpgc.es
Coautor: Carlos de la Cruz Martín-Romo
Palabras clave: embarazo en la adolescencia, subjetividades de género,
maternidad precoz, sexualidad.
Objetivos
Los objetivos generales que nos proponemos con este estudio
exploratorio realizado en Las Palmas de Gran Canaria entre 2012 y 2014 son
conocer las trayectorias de vida de las madres adolescentes y desvelar el
significado que adquiere la maternidad para las ellas. En correspondencia
con estos, nos planteamos los siguientes objetivos específicos: conocer el
perfil socioeconómico de las madres adolescentes entrevistadas, su biografía
sexual de las madres adolescentes entrevistadas, sus estrategias de
afrontamiento del embarazo, las consecuencias de la maternidad
adolescente, sus concepciones del amor y la pareja, cómo construyen el
deseo de ser madres y sus ideas y valoración de la interrupción del embarazo
como opción.
Temática principal
El embarazo y la maternidad en la adolescencia es un fenómeno que
sigue generando alarma social a pesar de que el porcentaje de madres
adolescentes ha disminuido en todas las Comunidades Autónomas a lo largo
de las generaciones. Siguiendo los datos del INE en 2012, en Canarias en
doce años se han reducido casi a la mitad (48,11%), aún así, es la tercera
Comunidad Autónoma con un porcentaje más elevado de nacimientos de
mujeres entre 15 y 20 años del estado español (de las cuales el 40% son
extranjeras). La cifra de nacimientos está un punto por encima de la media
del estado español. En concreto, en Las Palmas de Gran Canaria, donde se
realiza este estudio, el total de nacimientos hasta 19 años fue 78, el 2,6% del
total. Como afirma Delgado1 el hecho de pertenecer a áreas más
desarrolladas del país desde el punto de vista económico reduce el riesgo de
embarazo precoz hasta en un 40% respecto a las zonas más desfavorecidas y
en el caso de la educación, lo reduce en un 37%. Es destacable en este
sentido que Canarias es la tercera comunidad con una tasa de riesgo de
pobreza más alta2.
Algunos autores están revisando las aproximaciones tradicionales y
realizando aportaciones novedosas para encarar este fenómeno. Adoptan una
postura crítica con los enfoques que justifican el acercamiento a la realidad
del embarazo en la adolescencia como problema psicosocial,
sociodemográfico y de Salud Pública. Proponen un análisis de comprensión
de este fenómeno a partir de las protagonistas, dándoles voz, con un
acercamiento desprejuiciado hacia ellas y revisando los datos existentes al
respecto. Destacan la diversidad y heterogeneidad de las vivencias de las
madres adolescentes y afrontan un abordaje desde las capacidades de las
propias adolescentes para salir adelante e inciden en los elementos
socioculturales que intervienen en el significado del embarazo y la
maternidad adolescentes, así como su influencia en sus trayectorias de vida.
En este sentido, un estudio reciente en España realizado por la Federación de
Planificación Familiar Estatal afirma que “el contexto personal de
satisfacción y de proyectos personales, la censura moral, la falta de apoyo
afectivo, la ausencia de recursos específicos, la falta de información,
orientación y acompañamiento sobre las posibles decisiones disponibles, y
los juicios morales sobre el potencial resultado del embarazo, afectan a las
chicas tanto o más que las consecuencias biológicas de haber tenido un
embarazo”3.
Más allá de la atención a las consecuencias de la maternidad adolescente,
nos preguntamos sobre cuáles son los factores que la sustentan y que están
en la base del deseo de ser madre en la adolescencia en un contexto social
que la considera un “desajuste”. La sociedad española ha experimentado
profundas transformaciones en las últimas décadas en relación con la
emancipación de las mujeres y el reconocimiento de sus derechos y esta se
considera una de las variables más significativas del cambio social en los
países industrializados4. Las transformaciones sociales y la conquista de los
derechos de las mujeres están redefiniendo las expectativas en términos de
escolarización, inserción profesional, relaciones familiares y sexualidad que
se atribuyen a las jóvenes, de manera que se podría considerar que el
embarazo en la adolescencia rompe con esas expectativas5. Las mujeres
adolescentes que se embarazan, lo hacen frente a una tendencia social de
retraso de la maternidad, priorización de la independencia y logros
personales de las mujeres que van redefiniendo las subjetividades
femeninas. Para comprender este deseo, que podríamos decir a primera vista
que va a contra corriente, consideramos fundamental hacer una análisis
desde la perspectiva de género. Las representaciones de género constituyen
elaboraciones simbólicas visuales y discursivas acerca de las relaciones
entre los hombres y las mujeres y su lugar en la sociedad, de manera que
constituyen el conjunto de ideas, de creencias y de significados a través de
los cuales cada sociedad en un tiempo histórico concreto define los atributos
sociales y psicológicos, así como los estereotipos de mujeres y hombres. Del
mismo modo estas representaciones sociales definen un horizonte normativo
que regula las pautas de interacción entre las mujeres y los hombres,
estableciendo modelos de relación social. Ahora bien, hay una socialización
para la continuidad de lo anterior y otra para el cambio, es decir, el proceso
de socialización no está exento de conflictos y negociaciones de los propios
sujetos que también son agentes de transformación social6. A pesar de esta
capacidad de agencia, siguen existiendo una serie de mandatos sobre los que
se construyen las diferencias entre mujeres y hombres, que se interseccionan
con otras variables. Entre ellos, la maternidad expresa la feminidad, tal
como plantea Tubert “soy mujer porque soy madre. Soy madre porque soy
mujer”7, por lo que las representaciones que configuran el imaginario social
de la maternidad tienen un enorme poder reductor, en la medida en que todos
los posibles deseos de las mujeres son sustituidos por uno: el de tener un
hijo; y uniformador, en tanto la maternidad crearía una identidad homogénea
de todas las mujeres. Como sostiene Dadoorian, el embarazo es deseado por
ellas, desempeñando así un determinado papel en su vida “será a través de su
deseo de ser madre que se convertirá en mujer”8. Así, es posible ver el
embarazo y la maternidad como una forma de afirmar la subjetividad
femenina, incluso se apunta a que el deseo inconsciente, en algunos casos,
podría ser el responsable de una concepción imprevista por la minimización
del riesgo, en este sentido, Megías et al afirma que “la posibilidad de
quedarse embarazadas es vivida por las chicas desde una perspectiva que, en
alguna medida, minimiza la dimensión emocional de la amenaza. Primero
porque se entiende como un accidente (…). Después porque, pese a lo que el
discurso políticamente correcto preconiza, el peso de la influencia de los
estereotipos en los roles de género hace que, todavía, haya una cierta forma
de expresión del sentido maternal en muchas adolescentes y jóvenes”9. Por
otro lado, parece que en contextos fuertemente marcados por desigualdades
de género y clase, la maternidad se presenta como fuente de reconocimiento
social. Por ello, consideramos fundamental interseccionar el género con
otros factores de tipo sociocultural y/o sociodemográficos que podrían
ofrecer un sentido distinto a la maternidad en general y en la adolescencia en
particular. En este sentido, para muchas jóvenes la maternidad es un medio
para reafirmar su deseo de salir adelante, continuar estudiando, o una marca
de transición hacia otro estatus. Es necesario comprender los imaginarios
que tienen vigencia entre las jóvenes, que inciden en la formación de sus
relaciones afectivas, en sus ideas acerca de pareja, familia y sexualidad no
son casuales, sino producto de dinámicas y procesos culturales.
Metodología
El método de investigación que hemos utilizado es el cualitativo, su
idoneidad en nuestro caso está en que se interesa por el orden no factual de
la realidad social (opiniones, deseos, inquietudes, intenciones, fantasías,
etc.), esto es, por los significados, los cuales se inscriben en discursos, que
se elaboran y expresan en relación con otros y que adquieren sentido en un
contexto determinado10. Pone el énfasis en estudiar los fenómenos sociales
en el propio entorno en que ocurren, priorizando los aspectos subjetivos de
los hechos humanos, explorando el significado de los mismos. De este
modo, algunos de los rasgos definitorios el método cualitativo son la
subjetividad, la empatía, la riqueza y la proximidad11. La selección de este
enfoque metodológico no sólo se justifica por su idoneidad técnica, sino por
su sensibilidad ética: apostamos por recuperar a las mujeres jóvenes como
interlocutoras válidas en el proceso de creación de conocimiento, evitando
actitudes paternalistas y condescendientes. Asimismo, esta investigación
despliega una determinada estrategia metodológica dentro del continuum
cualitativo, la estrategia de la triangulación12 . El repertorio de técnicas de
este estudio son: documentación, entrevistas semiestructuradas en
profundidad y observación. Nuestra muestra ha sido seleccionada de entre el
universo constituido por madres adolescentes en la ciudad de Las Palmas de
Gran Canaria. Siguiendo a Delgado, consideramos madres adolescentes
aquellas mujeres que han experimentado la concepción del primer hijo
nacido vivo antes de los 20 años. Los criterios que hemos seguido para
conformarla son: los contextos relevantes (institutos y los centros de salud),
la oportunidad (por las dificultades de acceso a las mujeres) y unos mínimos
de homogeneidad y heterogeneidad interna. Para ello, tenemos dos grupos:
1) mujeres embarazadas en el momento de la entrevista y 2) mujeres que
hayan concebido su primer hijo antes de los 20 años y que éste no tenga más
de 3 años en el momento de la entrevista. Finalmente, hemos accedido a los
mujeres entrevistadas que cumplían con estos criterios muestrales a través
del muestreo bola de nieve (especialmente indicado cuando acceder al marco
muestral es complicado). Tanto los porteros como las propias mujeres nos
han recomendado posibles participantes para este estudio. En total se
entrevistaron a siete mujeres y trece “porteros”.
Resultados
Hemos descrito un conjunto de categorías analíticas o “grandes temas”
que extraemos de los objetivos del estudio para captar los aspectos
relevantes de la información recogida. A partir de ellos elaboramos nuestro
informe de análisis de la realidad.
1. Trayectorias de vida de las madres adolescentes
Perfil socioeconómico y sociocultural. El nivel socioeconómico de
todas las familias es bajo. Para el sostenimiento de sus hijos, requieren de
apoyos familiares amplios. Las familias de origen, tienen situaciones
similares de desempleo, baja cualificación y/o empleos precarios. En
muchos casos requieren prestaciones económicas de Servicios Sociales que
no siempre llegan o son concedidas y las viviendas en las que viven, en
barrios de estrato medio-bajo de Las Palmas de Gran Canaria, son de baja
renta o viviendas sociales. La mayoría de las parejas de las mujeres no
trabajaban en el momento del embarazo, sólo tres de ellos tenía empleo.
Posteriormente, otros consiguen empleos de baja cualificación. En el caso de
que convivan con la familia de origen, los que trabajan aportan recursos
económicos al mantenimiento del hogar, cuando no conviven o están
separados, los padres no hacen un aporte económico regular. Las redes
familiares de apoyo, son importantes para poder sostener a la nueva familia
(especialmente las de la familia materna). De hecho, podemos ver que antes
de la valoración de las propias capacidades de la pareja para ofrecer las
provisiones necesarias para sostener a su hijo, se valoran las de la familia de
origen. En general, la cuestión económica no es valorada por la pareja en el
momento de tomar la decisión de si seguir adelante no con el embarazo o
respecto a buscar el embarazo, aunque sí son conscientes de las limitaciones
que conlleva. Posteriormente, va a ser un tema central que va a condicionar
sus decisiones.
Biografía sexual
- Experiencias amorosas previas. Las experiencias previas son
generalmente escasas. El padre suele ser la primera o segunda pareja que
tienen y el rumbo de la relación está marcado por la falta de experiencia. En
la configuración de estas parejas, parece pesar la concepción del amor como
fusión en conjunto con una serie de rasgos sexistas.
- Prácticas coitales tempranas. Es común la precocidad en las prácticas
coitales, en las que, en la mayoría de las ocasiones, no ha habido otras
experiencias eróticas previas. La primera vez se vive como una prueba que
hay que pasar, donde su satisfacción y placer queda en un segundo plano y ni
siquiera es esperado. Hay más precocidad entre las mujeres de origen
latinoamericano entrevistadas. Por último, es común que tengan sus
primeras relaciones eróticas con chicos mayores que ellas.
- Minimización del riesgo. Se produce una minimización de los riesgos
en la que media, en algunos casos, la deseabilidad del embarazo. Pero es más
común que la deseabilidad no se dé de forma explícita.
- Uso inconsistente, mal uso y falta de información sobre
anticoncepción. Usan el preservativo con personas que no conocen, pero
cuando se entiende que la relación se consolida (esto es variable) se deja de
utilizar o se usa de manera inconsistente. Entre las justificaciones para no
usar anticoncepción encontramos: la “pérdida de cabeza”, no se valoran las
consecuencias sino la oportunidad, las ocasiones en las que funciona mal el
preservativo hacen que se invalide este método y la pérdida de placer. Como
alternativa utilizan el coito interrumpido o “marcha atrás” o el preservativo
se utiliza de manera inconsistente. Como vemos, no se prevé el uso de
métodos “a lo mejor había” y se sabe que su uso es necesario para prevenir
situaciones indeseadas. Es común que no tengan conocimientos claros sobre
los métodos hormonales, su funcionamiento y sus efectos, a pesar de
tomarlos. Del mismo modo aparecen prejuicios y desconocimiento de su
salud reproductiva. En este aspecto, hay bastantes elementos comunes entre
ellas. Es llamativa la falta de información veraz sobre la anticoncepción Un
elemento importante del relato es la responsabilidad de ellas sobre la
anticoncepción, en ningún caso hacen referencia que haya supuesto una
negociación o compromiso mutuo.
c) El embarazo y sus estrategias de afrontamiento
- La importancia del apoyo familiar. Para las familias, en general, es una
decepción, un hecho que va a marcar las vidas de sus hijas de manera
irremediable y que, además, en la medida en que sus hijas todavía dependen
de ellos, es una decisión que no es propia pero cuyas consecuencias van a
tener que asumir. Lo más destacable en todas ellas es que se les facilita que
tomen la decisión libremente ofreciéndoles las opciones y el papel más
importante es el jugado por sus madres.
- Los estudios. El embarazo tiene un efecto inmediato en el curso de los
estudios de las mujeres adolescentes que se quedan embarazadas. Suelen
tener problemas a nivel educativo previos y no tener un rumbo de estudios
bien definido, con alguna excepción. En algunos casos hay abandonos de los
estudios previos al embarazo. Todas ellas estudiaba la ESO, Bachillerato y
algún Ciclo Formativo en el momento del embarazo.
• Consecuencias de la maternidad en la adolescencia
- Los estudios, la formación y el empleo. La actitud que se tome desde el
centro educativo sería un elemento a considerar respecto a la continuidad de
los estudios de las chicas. Destaca que quieren continuar con sus estudios.
Mientras están embarazadas, en mayor o menor medida, han pensado cómo
hacerlo. Todas establecen un tiempo tras el nacimiento del bebé para su
incorporación que va desde los tres meses hasta el año. Las mujeres que
entrevistamos que ya son madres, algunas se incorporaron a los estudios al
mes de nacido su hijo y todas están estudiando en la actualidad. Los estudios
y el trabajo forman parte de sus expectativas de vida y están muy presentes a
lo largo de sus relatos. La maternidad hace que las prioridades que tenían
hasta ahora cambien y que la formación para el empleo ocupe un lugar
central. Es destacable la importancia que dan a la independencia económica
respecto a sus parejas actuales o posibles parejas en el futuro. Todas tienen
presente una dedicación profesional que puedan compaginar con la
maternidad. El tipo de formación a la que optan antes de estar embarazadas
es de formación profesional. Sólo una continuó con el itinerario establecido
previamente, las otras optaron por Ciclos Medios feminizados. Su
continuidad o no con los estudios, profesionalización, la calidad del trabajo
que desempeñen y si está condicionado por su maternidad adolescente sería
un tema de estudio para un próximo trabajo. Se afirma que el acortamiento
de los estudios es uno de los mayores hándicaps de las mujeres que
experimentaron un embarazo precoz, pero habría que indagar sobre el nivel
de estudios en mujeres de determinados entornos socioeconómicos y
socioculturales sin embarazo precoz para ver cómo interactúan ambos
factores.
- La unidad de convivencia. Ninguna de nuestras informantes vivía con
sus parejas en el momento de conocer el embarazo. Las opciones de
convivencia que se dan son: cada miembro de la pareja con su familia de
origen, quedando el hijo a cargo de la madre o que uno de los miembros de
la pareja se integre en la unidad familiar del otro (normalmente el chico se
integra en la de la chica). Todas tienen la idea de crear su propia unidad de
convivencia familiar, pero la situación económica y la continuidad de los
estudios de ellas, lo impiden. No es una condición para tener un hijo. Del
mismo modo, el matrimonio no es una prioridad.
- Los apoyos a la crianza y los roles de género. Un aspecto importante
para que las mujeres puedan seguir con su itinerario de estudios es el apoyo
en la crianza. Principalmente provee ese apoyo la familia extensa de madre.
También se hará uso de guarderías cuando la madre de las chicas trabajen. El
apoyo de las parejas es menor, ellos presentan más dificultades para asumir
roles de cuidados. Esto influye en la relación de pareja, hasta el extremo de
que en ocasiones se rompe tras el nacimiento del hijo o hija. En los casos en
los que las parejas siguen adelante juntas y el padre asume
responsabilidades, los roles de género son muy tradicionales, de manera que
él es el sostenedor económico de la familia y ella realiza las tareas de
crianza, poniendo en un segundo plano su promoción profesional.
2. El significado de la maternidad en la adolescencia
• Concepciones del amor y la pareja
No podemos extraer grandes conclusiones, pero creemos que las
expectativas del amor y la pareja pueden explicar algo de porqué se
minimiza la percepción del riesgo y se desea seguir adelante con un
embarazo en la adolescencia. Prevalece una idea del amor como fusión.
Entre los rasgos que lo caracterizan están los siguientes: negación de la
autonomía personal, carácter de destino lo que añade una alta trascendencia
en la vida de las personas por encima de otras posibilidades, la idea de “todo
lo puede” y la idea de que el conflicto personal está ausente. Algunas de
ellas, arrastran relaciones de abuso, falta de valoración, etc. y las parejas con
las que deciden tener un hijo, representan lo contrario para ellas.
• La construcción del deseo de maternidad: expectativas y significado.
La construcción del deseo de maternidad está muy relacionado con las
ideas sobre el amor. El embarazo, sea buscado o no, viene a confirmar la
fusión y consolidación de ese sentimiento, donde los roles de género están
presentes. Decidir ser madre o no serlo, aparece en un momento vital (la
adolescencia) en el que la toma de decisiones se configura como un aspecto
central en la construcción de la propia identidad. Pero la decisión de seguir
adelante con un embarazo no planificado no siempre se presenta de forma
tan rápida ni contundente y entrará en juego la valoración que se haga de la
situación en la que intervienen, la pareja, la familia, el contexto social, etc.
Pesa cierta idea de inevitabilidad. Incluso lo pueden llegar a ver como un
evento en la vida positivo. Las expectativas no siempre se cumplen, hay que
enfrentarse a la realidad y salir adelante, cambiar las prioridades y
esforzarse, como es normal, surgen contradicciones, lo que no llevan a sus
rechazo de sus hijos e hijas, sino a una valoración desde la madurez de su
situación de las decisiones que tomaron Es muy bonito ser madre, pero yo
pensaba que ya había vivido mucho la vida, que me lo había pasado muy
bien y que estaba bien tener un hijo, pero me estoy dando cuenta de que no,
que la vida sigue y que tengo una edad que es bonita vivirla (E2)
c) El aborto
Ante un embarazo no planificado se tienen dos opciones: seguir adelante
o interrumpirlo. Las mujeres que participaron en este estudio quisieron
seguir adelante, pero valoraron las opciones. En ella, entran en juego la
opinión moral que tenían sobre el aborto, la información, el entorno, etc.
Todas muestran en mayor o menor medida una valoración moral de rechazo
del aborto. Otra cuestión que pesa en el imaginario social tiene que ver las
secuelas de tipo psicológico que consideran que puede tener sobre la mujer
el aborto. Existe un importante déficit de información veraz sobre la
interrupción voluntaria del embarazo, su proceso y el impacto sobre la
mujer, etc.
Conclusiones
Este es un estudio aproximativo cuyos resultados no son representativos
de la realidad del embarazo y la maternidad adolescentes, pero sí son
resultados significativos que aportan algunas claves de interés para seguir
profundizando en el análisis de este fenómeno. Algunas de las conclusiones
provisionales que se apuntan son:
Las trayectorias de la vida de las madres adolescentes están marcadas
por los siguientes aspectos:
El perfil socioeconómico es de bajo nivel económico de las unidades
de convivencia de origen, ellas están cursando sus estudios cuando
sobreviene el embarazo y sus parejas mayoritariamente están
desempleadas. Viven en barrios de estrato medio-bajo de Las Palmas
de Gran Canaria. Es importante destacar que un porcentaje elevado son
mujeres de origen inmigrante.
Las experiencias amorosas y eróticas previas de nuestras informantes
son, generalmente, escasas; es común la precocidad en las prácticas
coitales; se da un uso inconsistente, mal uso e ideas erróneas de los
métodos de prevención y uso generalizado de métodos no seguros; se
destaca en la minimización del riesgo, la valoración que hagan de la
relación que tienen; por último, ellas son las responsables de la
anticoncepción.
El apoyo familiar es fundamental para ellas.
Los estudios se ven afectados pero es destacable que suelen tener
problemas a nivel educativo previos y no tener un rumbo de estudios
bien definido.
Consecuencias del embarazo y la maternidad adolescente: la
formación adquiere un lugar central entre sus prioridades vinculado a
su independencia; conviven con sus familias de origen, habitualmente
en la materna; en muchos casos requieren de prestaciones de los
Servicios Sociales para completar sus ingresos; el apoyo a la crianza
es fundamental para la continuidad de su itinerario educativo, el papel
principal lo tienen sus madres, con respecto a sus pareja se observan
roles de género muy marcados, que dificultan la asunción de
responsabilidades masculinas en la crianza.
Respecto al significado de la maternidad en la adolescencia, las
expectativas del amor y la pareja pueden explicar algo de porqué se
minimiza la percepción del riesgo y se desea seguir adelante con un
embarazo en la adolescencia. Prevalece una idea del amor fusional y
algunas de las informantes, arrastran relaciones de abuso, falta de
valoración, etc. que otorgan mayor significación a sus relaciones
actuales (si se sienten valoradas). El embarazo, sea buscado o no,
viene a confirmar la fusión y consolidación de ese sentimiento, donde
los roles de género están presentes. El hecho de estar embarazadas
significa la confirmación de la identidad sexual: soy una mujer, a
través de un elemento central en la configuración de las subjetividades
de género: la maternidad. Por otro lado, decidir ser madre o no serlo,
aparece en un momento vital (la adolescencia) en el que la toma de
decisiones se configura como un aspecto central en la construcción de
la propia identidad que queda afirmada. Entre nuestras informantes,
todas muestran en mayor o menor medida una valoración moral de
rechazo del aborto, ideas falsas y falta de información.
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12. Vallés M. Técnicas cualitativas de investigación social. Reflexión
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La propensión a la excitación e inhibición
sexual ¿cuestión de sexo o rol sexual?
Andrea Rueda Granero.
Universidad Camilo José Cela.
andrearueda7@hotmail.com
Coautora: Mª Victoria Ramírez Crespo
Resumen
Objetivo: conocer si las diferencias entre individuos en la propensión a
la excitación e inhibición sexual se deben al sexo o al rol sexual.
Se parte de la existencia de un mecanismo de control dual de la respuesta
sexual, que no solo varía entre individuos sino también en un mismo sujeto.
Dichos mecanismos serían el de excitación sexual y el de inhibición, ambos
necesarios para la respuesta sexual. Siendo consciente que los seres humanos
somos seres sexuados, y que no podemos desprendemos del largo proceso de
sexuación, se investiga si es el hecho de ser hombre o mujer lo que fomenta
una mayor o menor predisposición a los distintos sistemas de control dual de
la respuesta sexual o el hecho de ser andrógino, masculino, femenino o
indiferenciado. Es decir, enfrentamos por un lado la influencia de un proceso
bio-psico-social (el sexo) o de un rol definido por la sociedad (roles
sexuales).
Metodología: se utilizó un cuestionario de datos sociodemográficos, así
como el BSRI versión española y el SIS/SES-SF también versión española.
El cuestionario estuvo disponible online y el único requisito para poder
participar era tener más de 18 años.
Resultados: tras la realización de los análisis pertinentes se observa que
existen diferencias significativas entre hombres y mujeres en la
predisposición a la excitación e inhibición sexual, pero sin embargo, éstas no
son registradas entre roles sexuales.
Conclusiones: es el sexo el factor que tiene mayor influencia en el
Sistema de Control Dual de la respuesta sexual, sin olvidar, que estos
sistemas varían en función del momento vital del individuo. Además, según
los datos obtenidos en la muestra y comparándolos a estudios anteriores
observamos que las diferencias entre sexos van evolucionando conforme se
ha visto modificado el rol de las mujeres y de los hombres en las relaciones
eróticas.
Introducción
La respuesta sexual humana es entendida como el conjunto de cambios
que ocurren en el organismo producto de estímulos sexuales. Los primeros
en estudiar y formular este término fueron Masters y Johnson1 (1966)
quienes desarrollaron el modelo sexual lineal tanto para hombres como para
mujeres, con estadios secuenciales de excitación (cambios fisiológicos
consecuencia de estímulos sexuales), meseta (cambios físicos que preparan
al cuerpo para las últimas fases), orgasmo (liberación de la tensión
acumulada) y resolución (vuelta al estado inicial de reposo). Muchos otros
autores estudiaron esta conducta humana, como Kaplan2 (1970) quien añade
el factor motivacional, hablando de una primera fase de deseo o Snarch3
(1991) quien acaba con la linealidad de los modelos proponiendo que el
deseo puede estar presente durante todo el ciclo o no, incluso aparecer sin
las demás fases y a la inversa. Además, Carrobles y Sanz 4(1991), resaltan la
importancia de la satisfacción o valoración de la respuesta sexual. Una de las
primeras autoras que estudia esta conducta humana atendiendo a las
diferencias entre sexos es Rosemary Basson5 (2000), quien propone un
modelo alternativo para la respuesta sexual femenina en el que reconoce que
la motivación sexual para tener experiencia sexual surge del deseo de tener
“ganancias” del tipo proximidad emocional, vinculación con la pareja,
compromiso, amor, aceptación, intimidad, que no son sexuales pero que son
más importantes que el apetito, el deseo sexual o la necesidad biológica de
hacer sexo.
Pero ¿a la hora de responder ante estímulos y situaciones eróticas las
diferencias se deben al hecho de ser hombre o mujer, entendido esto como
un largo proceso de sexación, o más bien se deben a una serie de caracteres
sexuales terciarios que nos permiten hablar de feminidad y masculinidad?
Existe gran diversidad de respuestas ante un mismo estímulo lo que es
interpretado como la influencia en dicha respuesta de factores como el
estado de ánimo, experiencias previas, desconocimiento de las preferencias
del compañero, personalidad …Sin embargo, a lo largo de los años la
variabilidad individual relacionada con la respuesta sexual humana ha sido
poco investigada, y aquellos estudios que enfrentaban dicho objetivo se
centraban en aspectos como las actitudes o las tendencias sexuales.
Es con el modelo del Control Dual de la Respuesta Sexual cuando
empieza a defenderse que el arousal sexual (nivel de activación cognitivo) y
sus conductas asociadas dependen del balance entre el sistema de excitación
sexual y el de inhibición sexual. Por lo que el peso de los procesos de
excitación e inhibición sexual determinan que tenga lugar o no una respuesta
erótica en un sujeto y una situación determinada. Además, se asume el
principio de variabilidad individual en la propensión a la excitabilidad e
inhibición sexual, y es esta la razón que permite destacar la relevancia de
explorar las diferencias individuales. Además, asume otros enunciados:
Los sistemas de inhibición y excitación sexual reflejan mecanismos
generales y no tan específicamente sexuales (Gray, 1982 en Janssen,
Bancroft6, 2006).
Además ambos son sistemas adaptativos que sirven para múltiples
funciones biológicas (Bandroft, 1999 en Janssen, Bancroft6, 2006). El
sistema de inhibición reduce la probabilidad de respuesta sexual en
situaciones en las que la actividad sexual sería peligrosa o distractora
de las tareas exigidas al individuo en una situación determinada.
Los individuos varían en la propensión tanto a la excitación como a la
inhibición sexual. Para la mayoría estas propensiones dan lugar a una
respuesta adaptativa y no problemática.
Los efectos de los estímulos sexuales están mediados por las
características psicológicas y neurofisiológicas de los individuos
involucrados, influenciado tanto por factores genéticos como por el
aprendizaje temprano.
El Modelo de Control Dual está basado en su mayoría en los hombres,
sin embargo, destacar que existen estudios que señalan que las diferencias
entre sexos en los humanos se deben a factores socio-culturales y
biopsicosociales, lo que lleva a concluir que las mujeres poseen mayores
mecanismos inhibitorios que los hombres, lo que les hace más susceptibles a
la supresión social y cultural de su sociedad (Bancroft7, 2009).
Son muchos los estudios que utilizan la variable sexo para dividir la
muestra y comprobar si existen o no diferencias. Sin embargo, en este
estudio se plantea que las diferencias quizá se deban a aspectos relacionados
con la feminidad/ masculinidad y no solo por el hecho de ser hombre o
mujer.
Fernández8 (1988) definir el sexo como una realidad fundamentalmente
biológica pero que implica una serie de procesos prenatales y el desarrollo
psicosocial a lo largo del ciclo de la vida. Es decir, por más que el sexo
tenga un contenido principalmente biológico se incluye de manera inevitable
la influencia social de la realidad en la que vivimos. El punto de partida de
esta investigación es la sexología sustantiva desarrollada por Amezua 9
(1999). Desde este planteamiento el sexo hace referencia al hecho de ser
hombre o mujer a través de un largo proceso de sexuación. Con un doble
planteamiento de lo sexual: planteamiento dimórfico (dos formas) y
planteamiento de intersexualidad (grado). Estamos sometidos a una sucesión
compleja de acontecimientos bio-psico-sociales que hace que seamos –y no
podamos no ser– seres sexuados: hombres o mujeres. Acontecimientos
sexuantes que finalizan con resultados sexuados (Sáez10, 2000).Cuando
hacemos referencia a la feminidad o masculinidad, atendemos a los
caracteres terciarios relacionados con los roles sexuales que también nos
configuran como hombres o mujeres pero que no pertenecen a un
planteamiento dimórfico, sino intersexual. Esto implica que todos
desarrollamos una serie de conductas categorizadas como femeninas o
masculinas (en diferente grado) sin importar el sexo que poseemos.
Fernández11 (2011) enuncia que el desarrollo de la investigación y teoría
de la feminidad y masculinidad ha sido abundante a lo largo del siglo XX,
destacando dos planteamientos. En la primera mitad de siglo XX se plantea
que la feminidad/masculinidad es un constructo bipolar. Se partía de un
presupuesto subyacente: la masculinidad y feminidad constituían un único
continuo, con la particularidad de que cada uno de los polos era opuesto al
otro. En la segunda mitad del siglo XX se desarrollan tres planteamientos
teóricos (Bakan, 1966; Koestler, 1967, 1978; Parsons y Bales, 1955). Tienen
en común la consideración de que todas las personas mostramos dos
conjuntos de características psicológicas que han de ser estudiadas de forma
independiente. Además, en los tres casos a pesar de una terminología
distinta - instrumentalidad y expresividad (Parsons y Bales, 1955); agency y
communion (Bakan, 1966); tendencias asertivas e integrativas (Koestler,
1967, 1978 ) -aparece un denominador común: defienden que en cualquier
grupo humano necesariamente se ha de contar con un tipo de individuos que
la conduzcan hacia el cumplimiento de unos objetivos concretos dentro de
un contexto social determinado (objetivos externos de ejecución) y con otra
clase de personas preocupada por la cohesión y las buenas relaciones entre
los componentes del grupo.
En esta nueva concepción, la masculinidad y la feminidad representan
dos conjuntos de habilidades conductuales y competencias interpersonales
que los individuos -independientemente de su sexo- usan para relacionarse
con su medio (Kelly y Worell, 1977). La principal representante de este
nuevo enfoque es Sandra L. Bem12 (1974) quien defiende que continuar con
una perspectiva bipolar de la masculinidad-feminidad provoca que no se
atienda a dos aspectos importantes y relevantes:
• Que muchas personas pueden ser categorizadas como andróginas, es
decir, que pueden ser tanto masculinas como femeninas, instrumentales y
expresivas, asertivas e integrativas, en función de la adecuación de los
comportamientos a las diferentes situaciones.
• Que aquellos individuos con una clara dominancia de la masculinidad o
feminidad pueden estar fuertemente limitados en la variabilidad de
comportamientos cuando pasan de una situación a otra.
Teniendo en cuenta todo lo aquí expuesto, el objetivo principal de la
presente investigación es conocer si en la predisposición a la excitación e
inhibición sexual tiene más peso el sexo, el rol sexual o la interacción de
ambos factores. Para ello se estudia si existen diferencias en la
predisposición a la excitación e inhibición sexual entre los sujetos de la
muestra en función del sexo y de los roles sexuales.
Método
Se llevó a cabo una recogida de datos online en la que la única condición
que debían cumplir los sujetos voluntarios que rellenasen el cuaderno de
cuestionarios era ser mayor de 18 años. Los instrumentos utilizados fueron:
Encuesta de datos sociodemográficos: donde se recoge información
referente al sexo, la edad, la orientación del deseo erótico, la
existencia (o no) y duración de la relación de pareja, la formación y la
dedicación profesional.
Cuestionario de Roles Sexuales de Bem (BSRI): compuesto por 40
items de los que 20 hacen referencia a las características que la
sociedad considera deseables para los hombres, y otras 20 para las
mujeres. Los sujetos indican en una escala tipo Likert del 1 al 7, el
grado en que consideran que le describen cada uno de los adjetivos.
La escala de excitación e inhibición sexua formato brevel (SIS/SESSF): formada por 14 ítems, de los cuales 6 pertenecen a la Escala de
Excitación sexual, 4 a la de Inhibición Sexual por miedo a la ejecución
y otros 4 a la de Inhibicion Sexual por miedo a las consecuencias. Los
sujetos deberían indicar su grado de acuerdo con cada enunciado en
una escala tipo Likert de 4 niveles.
Resultados
En la tabla 1 se muestra la distribución de participantes según sexo. La
muestra está compuesta por 336 sujetos de los cuales un 45.8% son hombres
y un 54.2% mujeres, es decir, 154 hombres y 182 mujeres. En cuanto a la
edad, se cuenta con una población distribuida entre los 18 y los 58 años
(tabla 2).
Tabla 1. Distribución de la muestra según sexo.
Hombres
Mujeres
Frecuencia
154
182
Porcentaje
45.8%
54.2%
Tabla 2. Distribución de la muestra por edad.
Media
28.8
Mín.
18
Máx.
58
Mayor frecuencia
23 (50 sujetos)
Además como observamos en la tabla 3, la muestra queda dividida en un
30.9% de sujetos femeninos, 30.1% indiferenciados, 20.5% andróginos y
19% masculinos, lo que corresponde a 102,101, 69 y 64 sujetos
respectivamente.
Tabla 3. Distribución de la muestra según el rol sexual.
Andróginos
Masculinos
Femeninos
Indifere
Frecuencia
69
64
102
101
Porcentaje
20.5
19
30.9
30.1
Se ha realizado un análisis más detallado de los sujetos, conociendo la
frecuencia de cada rol tanto en hombres como en mujeres. Como se observa
en la tabla 4, es en las mujeres donde existe mayor coincidencia entre su
sexo y su rol sexual (39.6% mujeres femeninas), sin embargo, en los
hombres se encuentra una mayor proporción de indiferenciados (30.5%).
Además, se observa como el rol sexual menos frecuente en las mujeres es el
masculino (13.2%) mientras que en los hombres es el femenino (19.5%)
Tabla 4. Distribución de la muestra divida por sexos según rol sexual.
Andróginos
H
M
Frecuencia 37
32
Porcentaje 24 17.6
Masculinos Femeninos Indiferenciados
H
M
H
M
H
M
40
24
30
72
47
54
26 13.2 19.5 39.6 30.5
29.7
La tabla 5 muestra la existencia de diferencias entre hombres y mujeres
tanto en propensión a la excitación como en los dos tipos de inhibición
sexual. En concreto, las mujeres presentan una mayor tendencia a la
excitación sexual que los hombres (t=3.671, p=0.00). Mientras que son los
hombres quienes registran una mayor tendencia a la inhibición sexual tanto
por miedo a la ejecución como por miedo a las consecuencias (SIS1: t=
4.186, p=0.00; SIS2: t=5.449, p=0.00).
Tabla 5. Diferencias entre hombres y mujeres en la Escala de Excitación
Sexual (SES) y las de Inhibición Sexual (SIS1 y SIS2)
SES
SIS1
SIS2
Sexo
Hombre
Mujer
Hombre
Mujer
Hombre
Mujer
Media
2.145
2.382
3.167
2.865
2.412
1.993
Desviación tip.
0.616
0.561
0.607
0.699
0.695
0.709
t
Sig. (bilateral)
SES
3.671
0.00
SIS1
4.186
0.00
SIS2
5.449
0.00
Sin embargo, en la tabla 6 se muestra como no se han encontrado
diferencias en propensión a la excitación e inhibición sexual en función del
rol sexual de los sujetos.
Tabla 6. ANOVA no significativo para propensión a la excitación e
inhibición sexual en función del rol sexual de los sujetos.
ANOVA
F
0.976
0.880
1.703
SES
SIS1
SIS2
Sig.
0.404
0.452
0.166
Por último, en la tabla 7, se muestra que sólo se ha encontrado relación
lineal entre masculinidad y propensión a la inhibición sexual por miedo a las
consecuencias. Dicha relación es positiva y toma un valor de 0.130
(p=0.017), lo que es interpretado como que a mayor grado de masculinidad,
mayor propensión a la inhibición sexual por miedo a las consecuencias.
Tabla 7. Correlaciones entre SIS/SES y masculinidad/feminidad
SES
SIS1
SIS2
Masculinidad
Feminidad
Correlación
-0.072
0.029
Sig. (bilateral)
0.188
0.602
Correlación
0.083
-0.018
Sig. (bilateral)
0.127
0.742
Correlación
0.130*
-0.071
Sig. (bilateral)
0.017
0.195
Conclusiones
Se observa que la participación en el estudio es similar para ambos
sexos, lo que ha permitido hacer comparaciones hombres-mujeres. Además,
el rol sexual más frecuente es el femenino seguido del indiferenciado y el
que menor representación tiene en la muestra es el masculino. Estos datos
nos permite enunciar una mayor separación entre el sexo y el rol sexual de
los sujetos, al no tener como roles predominantes el masculino y femenino,
aunque cabe destacar que las mujeres sí se sienten más identificados con el
rol esperado por la sociedad, es decir el femenino, que los hombres, quienes
se identifican más con el rol sexual indiferenciado. Esto es coherente con las
conclusiones encontradas en un estudio sobre los roles sexuales en población
granadina, donde se concluye que existe un mayor rechazo de las
características tradicionales masculinas que de las femeninas (Moya13,
1984). Este rechazo puede haber provocado que en la sociedad, y en
concreto, en nuestra muestra, los sujetos informen sentirse menos
identificados con atributos masculinos que femeninos.
En cuanto a los resultados obtenidos por hombres y mujeres en relación a
la excitación e inhibición sexual, llama la atención que sean las mujeres las
que tengan medias significativamente mayores a los hombres en propensión
a la excitación sexual y que sean ellos los que muestren mayor
predisposición a la inhibición debido tanto al miedo a la ejecución como al
miedo a las consecuencias. Estos datos son contrarios a los encontrados por
Brancroft7 (2009) quien concluyó que las mujeres poseen mayores
mecanismos inhibitorios que los hombres, lo que les hace más susceptibles a
la supresión social y cultural de su sociedad. Sin embargo, debemos resaltar
que esto no implica que uno u otro sexo tengan mayor excitabilidad, sino
que en su respuesta sexual tienen más peso uno u otro sistema de control. Es
probable, que esta mayor activación del sistema de excitación sexual de las
mujeres se relacione con el modelo alternativo de la respuesta sexual
humana propuesto por Rosemary Basson5 (2000) donde se afirma que la
motivación sexual de las mujeres surge de aspectos como la proximidad
emocional, la vinculación a la pareja, el compromiso, el amor y el afecto.
Esta podría ser una de las causas, abalada también por una mayor proporción
de mujeres con pareja (64.3%) que hombres (47.4%).
Una mayor predisposición de los hombres al sistema de control sexual
inhibitorio debido al miedo a la ejecución puede ser explicada como
consecuencia de una mayor presión subjetiva experimentada por los
hombres a la hora de mantener relaciones eróticas. Actualmente, la mujer
cada vez tiene un papel más activo en dichas conductas y se le otorga una
mayor experiencia, lo que provoca que muchos se enfrenten a la situación
con la sensación de tener que demostrar ser un buen amante, por lo tanto,
con mayor ansiedad. Se conoce que a mayor ansiedad mayor propensión a la
inhibición sexual por miedo a la ejecución (Janssen6, 2006). Además, en
cuanto a la mayor media de los hombres en tendencia a la inhibición sexual
debida a miedo a las consecuencias, señalar que son los ítems relacionados
con la posibilidad de que otras personas puedan verte manteniendo
relaciones eróticas los que tienen mayor peso, lo que hace intuir que la
presencia de terceros es un estímulo aversivo para los hombres mientras que
para las mujeres su efecto es mucho menor.
No se han encontrado diferencias en la predisposición a excitación e
inhibición sexual en función del rol sexual, lo que nos permite concluir que
es el sexo la variable que tiene mayor peso en el Sistema de Control Dual de
la respuesta sexual. Esta afirmación cobra mucho más sentido si tenemos en
cuenta que el rol sexual es un concepto evaluado en función de lo que la
sociedad espera de hombres y mujeres y mucho más relacionado con la
personalidad y las conductas individuales que con la biología. Es decir, el
peso de lo aprendido y de la influencia socio-cultural es mucho mayor en
cuanto al rol sexual que en cuanto al sexo. Esto resulta coherente con uno de
los principios fundamentales de la Teoría del Control Dual donde se afirma
que los efectos de los estímulos sexuales están mediados por las
características psicológicas y neurofisiológicas de los individuos,
influenciado tanto por factores genéticos como por el aprendizaje temprano.
A pesar de que el aprendizaje puede jugar un papel determinante, la
variabilidad individual en los procesos de excitación e inhibición sexual
tiene un trazado estable, y esto se puede deber, al menos en una parte, a una
determinación genética.
Para concluir, podemos explicar las diferencias en la respuesta sexual
humana en función de la gran variabilidad entre sujetos en cuanto a los
mecanismos de control dual de dicha respuesta. Además, es el sexo el que
tiene mayor influencia en los sistemas de excitación e inhibición sexual, y
esto puede deberse a un mayor peso de la genética que de lo social. Sin
olvidar, que el sexo es un todo en el que no solo influye la predisposición
genética, y es esto lo que nos permite entender cómo poco a poco el mayor
protagonismo de las mujeres en la sociedad va permitiendo que estas
comiencen a tener menos barreras inhibitorias y como consecuencia, sean
los hombres los que empiecen a mostrarlas con mayor frecuencia. Por
último, es importante destacar que tanto el sistema de excitación sexual
como el de inhibición sexual pueden modificarse en función del momento, la
edad o el estado de ánimo de los sujetos.
Bibliografía
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Fecha de consulta: 30 de septiembre de 2015
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Artículo 8.
Actitud del profesorado hacia la
sexualidad de las personas con
discapacidad intelectual
Leticia Villalta Sevilla
Maestra de Educación Infantil, Psicopedagoga y Sexóloga.
IUNIVES Universidad Camilo José Cela.
urka1780@gmail.com
Coautor: Carlos de la Cruz Martín-Romo
Introducción
El presente trabajo pretende contribuir al estudio de la sexualidad en
personas con discapacidad intelectual (DI).
La presencia de mitos, creencias erróneas y prejuicios en torno a la
sexualidad de las personas con DI, ha condicionado sus posibilidades y
oportunidades de vivir plenamente su dimensión sexual. Sus derechos
sexuales están, en gran medida, determinados por padres, cuidadores y
profesionales, responsables principales de ofrecerles los apoyos necesarios a
lo largo de su vida, participando activamente en su desarrollo.
El papel fundamental de los profesionales es actuar como mediadores,
ofreciendo conocimientos, valorando las posibilidades y proporcionando
apoyo a las familias y a las personas con DI, para conseguir el mayor grado
de integración y normalización sexual que deseen y sea posible. Por tanto, la
perspectiva desde la que los profesores visualicen la sexualidad, influirá en
la manera de educar y orientar a sus alumnos y a las familias, condicionando
el desarrollo sexual.
A través de este trabajo, pretendemos aportar información sobre las
actitudes del profesorado hacia la sexualidad de las personas con DI:
conocer el concepto de sexualidad subyacente, sus creencias sobre el
desarrollo sexual de las personas con discapacidad y la valoración que hacen
de su educación sexual. Para ello, hemos estructurado el trabajo en tres
partes: marco teórico, estudio empírico, y discusión y conclusiones.
MARCO TEÓRICO
La revisión teórica sobre la que se sustenta esta investigación se basa en
cuatro conceptos fundamentales: discapacidad intelectual, sexualidad,
educación sexual y actitudes.
Siguiendo la definición propuesta por la Asociación Americana de
Discapacidad Intelectual y del Desarrollo 1 la discapacidad intelectual se
caracteriza por limitaciones significativas tanto en el funcionamiento
intelectual como en la conducta adaptativa, manifestándose en habilidades
adaptativas, conceptuales y prácticas. Se considera que el marco del
funcionamiento humano consta de dos componentes principales:
dimensiones y apoyos. Las capacidades y debilidades de la persona se
identifican desde diferentes dimensiones que abarcan aspectos, tanto de la
persona, como del ambiente en que se encuentra. De esta manera, se
pretenden establecer y concretar los apoyos necesarios para favorecer el
funcionamiento de cada individuo.
Como apoyos se entienden los recursos y estrategias cuya finalidad es
promover el desarrollo, la educación, los intereses y el bienestar personal,
mejorando el funcionamiento individual, reduciendo así el desajuste
existente entre sus competencias y las demandas del entorno.
Concretamente, entre los principales recursos personales de apoyo se
encuentra el profesorado, encargado de promover el desarrollo personal de
las personas con DI, donde se encuentra la vivencia y expresión de la
sexualidad.
L a Sexualidad de las personas con DI es similar a la del resto de
personas. Siguiendo a López 2, se pueden establecer ciertas especificidades
comunes en la sexualidad de las personas con DI:
Dificultades para acceder a contextos normalizados.
Negación de la educación sexual como consecuencia de las creencias
erróneas y mitos sobre su sexualidad.
Déficit cognitivos, emocionales y conductuales.
Los efectos de los medicamentos sobre las emociones y la sexualidad.
Mayor vulnerabilidad a los abusos, el acoso y la violación.
Del mismo modo, López 3, señala algunos derechos afectivos y
sexuales concretos de las personas con discapacidad como son:
Derecho a la integridad y propiedad de su cuerpo. Para ello han de
ser conscientes de que son dueños de su cuerpo y libres para
realizar aquellas cosas que les gusten e interesen.
Derecho a recibir educación afectiva y sexual en la familia y en
los centros educativos.
Derecho a tener la vida sexual y afectiva que deseen y sea posible,
según sus propias características personales.
Un aspecto a tener en cuenta es que los derechos sexuales de las personas
con DI son en parte determinados por las creencias que padres, cuidadores,
profesores y el sistema legal tienen con respecto a la capacidad de las
personas con DI de decidir y ser conscientes de su vida.
Desde la Sexología y siguiendo a De la Cruz 4, hablar de educación
sexual es fundamentalmente hablar del Hecho Sexual Humano (HSH). Por
tanto, el objetivo principal de su educación sexual debe ser el de contribuir a
que aprendan a conocerse, a aceptarse y a expresar su erótica de modo que se
sientan felices y satisfechos.
Es tarea de todos, contribuir a atender, educar y prestar apoyos a la
sexualidad de las personas con DI adaptándose a cada persona, sus
capacidades, el momento evolutivo, a sus intereses, deseos, motivaciones,
necesidades…y en función de ello, aportar los apoyos necesarios que le
permitan desenvolverse en entornos sociales normalizados. En las
intervenciones debe ponerse el acento en las personas, ofreciendo una
educación sexual basada en un modelo biográfico-profesional tal y como
señala López 3.
Las actitudes condicionan nuestras conductas. A partir de la experiencia,
las personas adquirimos una cierta predisposición que condiciona nuestra
manera de responder ante los estímulos. Por tanto, una determinada actitud
será fruto de informaciones, vivencias, valoraciones e intenciones, y
permitirá a una persona posicionarse frente a la sexualidad y a sus distintas
manifestaciones.
De la Cruz 4 plantea, desde el marco del HSH el modelo trirreferencial
de Amezúa y Foucart sobre las actitudes, donde se diferencian tres
categorías:
Actitudes normativas: referidas a la existencia, presencia, obligatoriedad
de algún tipo de norma que regula y articula el HSH. Actitudes tanto
prohibitivas como permisivas, profundamente arraigadas en nuestra cultura.
Actitudes de combatividad: actitudes de emocionalidad más intensa,
principalmente sobre aspectos sometidos a juicio. Se produce en los polos de
ataque y defensa y se fundamenta en razones como la experiencia personal o
una cierta ideología.
Actitudes de comprensividad: definidas por el acercamiento,
aprehensión, empatía comprensión hacia el objeto sexual de juicio; actitudes
de cultivo de las sexualidades.
De esto se desprende que, la perspectiva desde la que los profesores
visualicen la sexualidad, influirá en la manera de educar y orientar a sus
alumnos. Ellos son los que proporcionan la información acerca del mundo, y
lo hacen desde su perspectiva particular, lo que puede implicar una
orientación basada en mitos o creencias erróneas en torno a la sexualidad.
Diferentes estudios recogen la importancia de las actitudes y las
variables que influyen en los juicios de aceptabilidad: género, edad,
proximidad, etc. Sin embargo, existe poca o ninguna información acerca de
cómo los diferentes factores influyen e interactúan en las actitudes hacia la
sexualidad de las personas con DI, constituyendo este punto el objeto de
estudio de nuestra investigación.
Estudio empírico
El objetivo general de este estudio de carácter trasversal es: Analizar las
actitudes del profesorado hacia la sexualidad y educación sexual de las
personas con DI. Dada la complejidad y amplitud del concepto de actitud, en
nuestro caso, consideramos oportuno centrarnos en dos factores
fundamentales: concepto general sobre sexualidad (Factor 1: F1); creencias
sobre el desarrollo sexual de las personas con DI y valoración sobre su
educación sexual (Factor 2: F2).
En el estudio, se plantean hipótesis basadas, por un lado, en la relación
entre F1: concepto de sexualidad, y F2: creencias sobre la sexualidad de las
personas con DI y valoración sobre su educación sexual; y por otro lado, en
las diferencias existentes en F2 en función de diversas variables
sociodemográficas (sexo, edad, nivel educativo en el que imparten clases y
años de experiencia profesional).
La muestra teórica estuvo compuesta por 140 profesores en activo de
centros educativos de carácter público, que impartían clase a alumnado de
los siguientes niveles educativos: Educación Infantil, Educación Primaria,
Educación Secundaria Obligatoria y Centros/Unidades de Educación
Especial. El procedimiento de muestreo fue incidental, en función de la
disposición del profesorado a colaborar.
La falta de instrumentos adaptados y validados sobre sexualidad en
población con DI, nos llevó a utilizar la única escala encontrada, en el
momento de la investigación, sobre este tema: Escala de Actitudes respecto
a la sexualidad de personas con discapacidad mental (Oliva L., y Calderón
M.).
Con el fin de adecuar la escala a la población objeto de estudio y a los
propósitos de la investigación realizamos una serie de modificaciones sobre
la escala original en la presentación de algunos ítems, el número de
respuestas y en la distribución de las afirmaciones por factores de estudio.
Del mismo modo, incluimos algunos ítems al principio para recoger
datos sobre diferentes variables sociodemográficas y adjuntamos al final del
cuestionario una escala ad hoc referente a F2.
A través de estos cambios y modificaciones creamos una escala adaptada
específica para estudiar las actitudes hacia la sexualidad de las personas con
DI en el profesorado. Una vez creada la escala definitiva, se pasaron los
datos a un formulario online de Google cuyo enlace se difundió,
principalmente, vía email a los centros educativos de Toledo.
Finalizada la aplicación de la escala, se analizaron los datos obtenidos
comenzando con la comprobación de la normalidad de la muestra y el
estudio de las características psicométricas de fiabilidad.
Una vez realizados estos análisis, los resultados fueron sometidos a
estudio de tipo descriptivo y comparativo. El programa utilizado para la
realización de los análisis fue Statiscs Program for Social Sciences (SPSS).
Conclusiones
El objetivo general que nos planteamos en este estudio fue el de analizar
las actitudes del profesorado hacia la sexualidad y educación sexual de las
personas con DI. Para ello, elaboramos una escala adaptada que fue
sometida a diferentes análisis de fiabilidad, comprobando que contaba con
una buena consistencia interna y sus ítems estaban altamente interrelacionados (Alfa de Cronbach= 0,837).
La escala adaptada, creada para estudiar las actitudes del profesorado,
tiene una alta fiablidad. Esto nos permite concluir que, a través de este
estudio, se ha generado un nuevo instrumentos de investigación en el ámbito
de la sexualidad y la DI.
Los resultados derivados de la aplicación de la escala definitiva nos
permitieron conocer el modelo conceptual de sexualidad subyacente en el
profesorado (F1), e identificar la información y creencias que tienen sobre el
desarrollo sexual de las personas con DI, así como la valoración que hacen
sobre su educación sexual (F2).
F1. Modelo conceptual de sexualidad subyacente en el
profesorado
Las medías de los ítems de este factor nos indicaron, que las actitudes
del profesorado hacia la sexualidad, se enmarcan en un concepto amplio y
positivo de la sexualidad, ya que sus puntuaciones son mayores de 4 (en una
escala de 1 a 5). Únicamente, los ítems 20 y 22 tuvieron valores inferiores.
En nuestra opinión, la puntuación obtenida en la afirmación número 20,
referida al desarrollo de la sexualidad en el ámbito familiar, pudo estar
condicionado por la idea que se tiene de la sobreprotección de las familias
ya que, tal y como señala López 2, puede ser la causa de que las personas con
DI: no exploren el entorno, no aprendan a equivocarse, y por tanto, no
puedan descubrir su sexualidad limitando su desarrollo sexual. Del mismo
modo, esta afirmación, pudo entenderse como que, estar de acuerdo con esto,
suponía que únicamente la sexualidad se forma en el seno familiar.
El ítem 22 hace referencia a la imagen de uno mismo y la propia
sexualidad. Cobo 5 plantea que la sexualidad es una parte integrante de
nuestra personalidad e identidad, que marca nuestra forma de interaccionar y
estar en el mundo desde una triple dimensión. Las puntuaciones en este ítem
pueden deberse a que dos de estas dimensiones son comúnmente asociadas a
la sexualidad: la recreativa y la reproductiva; sin embargo, no ocurre lo
mismo con la dimensión relacional. En ella se hace referencia a todo lo que
la sexualidad posee de interacción, de comunicación, etc., aspectos sociales
especialmente vinculados a la propia imagen personal.
F2. Información y creencias sobre el desarrollo sexual
de las personas con DI; valoración que hacen sobre su
educación sexual.
Sobre los resultados obtenidos en este factor, podemos concluir que la
actitud del profesorado hacia la sexualidad y educación sexual de las
personas con DI es buena, mostrando posturas liberales con medias
superiores a 4.
En este caso cuatro son los ítems con valores inferiores: 21. Capacidad
del profesional para abordar aspectos de educación sexual, 25. Libertad para
ejercer su sexualidad, 27. Capacidad para actuar cuando exploran su cuerpo
o se tocan para darse placer y 28. Sexualidad de personas con DI gravemente
afectadas.
Sobre los ítem 25 y 28 pueden estar influyendo mitos y prejuicios
existentes aún en torno a la sexualidad en personas con DI. Éstos pueden
hacer pensar que se trata, como señalan De Dios y García6, de seres
asexuados, infantilizados, dependientes, que necesitan protección. De ahí la
importancia, como señalan Verdugo et al 7, de romper con los mitos y
prejuicios existentes que limitan las posibilidades y oportunidades de las
personas con DI para vivir la sexualidad; promoviendo el máximo nivel de
integración y normalización también en el campo de sus necesidades
afectivas y sexuales.
Llama la atención, la baja puntuación de las variables 21, 25 y 27 en
comparación con el resto, confirmándose en este caso lo que Del Carmen 8
recoge en su estudio, sobre sentimientos de ambivalencia en cuanto al tema
de la sexualidad en jóvenes con DI; por un lado, quieren darles la
oportunidad de decidir por ellos mismos, pero por otro, resulta complicado
darles libertad para decidir sobre aspectos relacionados con la sexualidad.
Además, siguiendo a López 3, debemos tener en cuenta el uso por parte
de los profesionales de sus creencias personales, opiniones o su propia
biografía sexual, para orientar o regular la sexualidad de las personas con
DI, determinando las posibilidades de estas personas para decidir y vivir con
plenitud su sexualidad.
Por otro lado, la falta de capacidad percibida para abordar aspectos de
educación sexual en el aula, sin especificar el tipo de alumnado, pone en
evidencia las inseguridades con las que el profesorado trabaja este tipo de
contenidos en el aula. Es cierto, como dice Sáinz 9, que es necesario atender,
educar y prestar apoyos a la sexualidad de las personas con DI. Sin embargo,
para poder desarrollar esta labor, es imprescindible la puesta en práctica de
programas de educación sexual dirigidos a los profesionales que aporte la
información y formación necesaria para llevarlo a cabo.
Otras de las hipótesis planteadas en nuestro estudio, tenían como
objetivo comprobar la posible relación entre los diferentes factores (F1 y
F2), y analizar la presencia de diferencias en las actitudes del profesorado,
hacia la sexualidad y educación sexual de las personas con DI (F2), en
función de diversas variables sociodemográficas. A continuación iremos
analizando cada una de ellas:
Hipótesis 1: se espera que los profesores con una actitud favorable
hacia la sexualidad tengan una actitud positiva hacia la sexualidad de las
personas con DI y su educación sexual.
En general, los resultados del estudio apoyan esta hipótesis dado que
ambos factores mantienen una correlación positiva y aceptable.
Consecuentemente, la mayor puntuación en el concepto de sexualidad
redunda en una percepción mejor de la sexualidad y educación sexual en
personas con DI. De esto se desprende que, la perspectiva desde la que los
profesores visualicen la sexualidad, influirá en la manera de educar y
orientar a sus alumnos, Navarro y Hernández10. Por tanto, los sesgos que
tienen las personas que participan en la educación sexual, no sólo afectan a
la manera en que transmiten la información relacionada a la sexualidad, sino
que, siguiendo a Morentín et al 11, también influyen de manera directa el
estilo de supervisión y las decisiones que se toman en relación a la
sexualidad de las personas con DI.
La existencia de actitudes y creencias negativas y reduccionistas de la
sexualidad, hace que las personas con DI, además de con sus propias
limitaciones, se encuentren con impedimentos sociales que hacen aún más
difícil el acceso a su vida íntima y sexual.
Hipótesis 2: se espera encontrar diferencias significativas entre
hombres y mujeres en relación a su actitud hacia la sexualidad y educación
de las personas con DI, siendo las medias de este factor superiores en el
grupo de mujeres.
Al contrario de lo encontrado por otros estudios recogidos por Morales et
al 12, los resultados mostraron diferencias significativa en F2 en función del
sexo, siendo las puntuaciones superiores en el grupo de mujeres, lo que
confirma el postulado de esta segunda hipótesis.
Estas puntuaciones pueden estar condicionadas por la asignación
histórica de roles, y comportamientos diferenciados entre hombres y
mujeres. Tradicionalmente la crianza, el cuidado y la educación han sido
tareas desarrolladas fundamentalmente por mujeres, lo que puede influir
positivamente en sus actitudes hacia la importancia de educar y favorecer el
placer, la comunicación y el intercambio afectivo, aspectos íntimamente
relacionados con la sexualidad.
Hipótesis 3: se espera encontrar diferencias significativas entre los
diferentes grupos de edad siendo el profesorado del grupo de edad menor
(de 25 a 40 años) el que muestre medias en su actitud hacia la sexualidad y
educación sexual de personas con DI, superiores o significativamente
superiores.
Los resultados de este estudio no muestran actitudes más liberales en el
grupo de profesionales más jóvenes (menos de 40 años), tal y como se
presentaba en otros estudios. Al contrario de lo planteado, las medias de los
dos grupos de edad son muy parecidas, por lo que no se han hallado
diferencias en la actitud hacia F2 en función de la edad. Este resultado
corrobora el planteamiento de otros autores citados por Morales et al 12,
sobre la escasa influencia de la edad en este aspecto.
Hipótesis 4: se espera que el profesorado que trabaja con alumnado de
educación infantil (EI) obtenga puntuaciones mayores en relación a su
actitud hacia la sexualidad y educación sexual de las personas con DI.
Estudios referentes a la actitud hacia la discapacidad recogidos por
García-Fernández et al 13, ponían de manifiesto que ésta era más favorable
cuanto menor era el nivel educativo del alumno. Siguiendo este argumento
propusimos nuestra hipótesis observando en los datos que, al contrario de lo
planteado, el profesorado de la etapa de EI tiene unas puntuaciones
inferiores al resto de niveles, habiendo únicamente diferencias significativas
entre los niveles de EI y Centros/Unidades de Educación Especial (CEE).
El grupo que presenta una media mayor es el de profesores de CEE,
afirmándose así lo que Morales et al 12 señalaban sobre la influencia, en los
juicios de aceptabilidad, de la proximidad hacia las personas con DI.
El profesorado de la etapa de EI (alumnado de 3 a 6/7 años) es el que
obtuvo menores puntuaciones en relación a F2. Sin embargo, las
puntuaciones en relación a la concepción general sobre sexualidad (F1), es
alta. Por este motivo pensamos que estas puntuaciones pueden deberse
fundamentalmente a una idea equivocada sobre la educación sexual.
La educación sexual no se limita a cuestiones anatómicas o a la
prevención de riesgos para la salud; la sexualidad se vincula también a los
deseos, los sentimientos y los aspectos relacionales de la afectividad.
En este sentido, siguiendo a De la Cruz 4, son múltiples y de gran
trascendencia las cuestiones referidas a la sexualidad que están presentes
desde el nacimiento y en la primera infancia: el descubrimiento del propio
cuerpo y la experimentación de sensaciones a través de la autoexploración y
de los contactos (caricias, besos, abrazos...) con otros cuerpo; las relaciones
y los vínculos afectivos con las figuras de apego y los sentimientos hacia
ellas; la conciencia del propio sexo y de la existencia del otro y de las
diferencias entre ambos; la curiosidad por el cuerpo adulto (masculino y
femenino); las primeras nociones sobre los estereotipos y características
asociadas a lo femenino y a lo masculino, etc.
La sexualidad acompaña al ser humano desde su nacimiento, por tanto,
es preciso que el profesorado de EI esté formado en este ámbito y sea
consciente de la necesidad de orientar a sus alumnos desde EI en el
desarrollo de su sexualidad, no sólo para su futuro, sino para que la vivan
satisfactoriamente en su propio presente.
Hipótesis 5: se espera que el profesorado con más años de experiencia
profesional (de 20 a 35 años) tenga una actitud menos favorable hacia la
sexualidad y educación sexual de las personas con DI.
López 2 señala que la sexualidad de las personas con discapacidad está
rodeada de prejuicios, mitos o falsas creencias, que se ven más
intensificadas al referirnos a personas con DI.
Durante mucho tiempo, se ha dudado de su capacidad para disfrutar y
vivir la sexualidad, por ello, no se consideraba necesario el abordaje de este
tema. Desde la educación, el objetivo prioritario era conseguir que no
despertara en estas personas la necesidad sexual y controlar sus
manifestaciones de forma represiva.
Hasta la década de los 90 no se empezaron a hacer explícitos los
problemas y necesidades que existían en torno a la educación sexual de las
personas con discapacidad. Por este motivo, queríamos comprobar si las
personas que comenzaron su andadura profesional bajo este modelo de
educación sexual, habían modificado su forma de entender la sexualidad de
las personas con DI y el enfoque de la educación sexual con estos alumnos.
En los resultados obtenidos observamos que no hay diferencias
significativas en sus medias en función del tiempo de experiencia
profesional, por lo que rechazamos la hipótesis propuesta. Esto nos refleja,
por un lado, la aceptación de la sexualidad de las personas con DI y, por
otro, la asunción por parte del profesorado de los nuevos modelos de
educación sexual basados en un enfoque biográfico-profesional, López 3.
Limitaciones del estudio y Futuras líneas de investigación
Al igual que sucede con el resto de estudios empíricos, en este caso,
también se pueden señalar una serie de limitaciones. La novedad del tema
seleccionado puede suponer un inconveniente, al carecer de referencias que
faciliten el estudio y análisis de los planteamientos, errores y aportaciones
de investigaciones precedentes.
Otra de las limitaciones encontradas, proviene del procedimiento de
muestreo, basado en la disponibilidad de aquellas personas que quisieran
participar y centrado en profesorado de Castilla-La Mancha, especialmente
de la provincia de Toledo.
Del mismo modo, la falta de escalas específicas para investigar las
actitudes del profesorado en este tema, nos obligó a elaborar una Escala
Adaptada, la cual debería haber seguido diferentes fases, algunas de las
cuales nosotros no realizamos (prueba de jueces o expertos, prueba piloto
entre otras).
Así mismo, sería conveniente realizar estudios centrados en las actitudes
de familiares y personas cuidadoras pues constituyen, junto con el
profesorado, la unidad educativa principal de las personas con DI,
participando activamente en su desarrollo y ofreciendo los apoyos
necesarios para favorecer su bienestar personal y sexual. Por tanto, la
perspectiva desde la que familiares y cuidadores visualicen la sexualidad,
influirá decisivamente en la manera de educar y orientar su vida sexual.
Siguiendo esta línea, sería interesante estudiar posibles formas y
estrategias de trabajo en educación sexual, desde el ámbito familiar y
profesional. Es esencial que las partes integrantes de esta unidad educativa
participen, colaboren y se coordinen en la educación de las personas con DI;
siendo esta corresponsabilización clave para lograr el éxito en las
intervenciones educativas.
Finalmente, destacar la importancia del estudio y puesta en práctica de
programas de educación sexual eficaces dirigidos a familiares, cuidadores y
profesorado. Concretamente, consideramos que la formación de
profesionales tiene que procurar crear espacios formativos donde se
adquieran, de forma crítica, actitudes, conocimientos y estrategias de
intervención que permitan atender, educar y prestar apoyos a la sexualidad
de las personas con DI, contribuyendo a que aprendan a conocerse, a
aceptarse y a expresar su erótica de modo que se sientan felices y
satisfechos.
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11. La propensión a la excitación e inhibición sexual ¿cuestión de sexo o
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