Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                
ALEJANDRO PÉREZ ORDÓÑEZ SIERRA DE CÁDIZ ANDALUSÍ ARQUITECTURA Y URBANISMO ISLÁMICOS EN LA FRONTERA OCCIDENTAL DEL REINO DE GRANADA PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro Sierra de Cádiz andalusí: Arquitectura y urbanismo islámicos en la frontera occidental del Reino de Granada / Alejandro Pérez Ordóñez – Editorial Lulu.com, 2009 163 p.; il. ISBN 978-1-4092-8376-8 Primera edición, 2009 © 2009: Alejandro Pérez Ordóñez Diseño cubierta: Alejandro Pérez Ordóñez ISBN: 978-1-4092-8376-8 NOTA: Salvo indicación expresa, las fotografías y mapas reproducidos en este trabajo han sido realizados por el autor. En el caso de los mapas topográficos y urbanos, la base cartográfica utilizada es el Mapa Topográfico de Andalucía 1:10.000, Sevilla, Instituto de Cartografía de Andalucía, 2000. Impreso en España – Unión Europea Printed in Spain – European Union 2 ALEJANDRO PÉREZ ORDÓÑEZ SIERRA DE CÁDIZ ANDALUSÍ ARQUITECTURA Y URBANISMO ISLÁMICOS EN LA FRONTERA OCCIDENTAL DEL REINO DE GRANADA XIV Premio de Investigación Histórica CASTILLO DE MATRERA Ayuntamiento de Villamartín (Cádiz) Marzo de 2009 Prólogo de José Miguel Puerta Vílchez 3 4 Este trabajo ha sido realizado gracias a una beca de Iniciación a la Investigación del Plan Propio de la Universidad de Granada, con el beneplácito del Departamento de Historia del Arte y el grupo de investigación «Patrimonio urbano y monumental de Andalucía», bajo la supervisión del Dr. José Miguel Puerta Vílchez. Contó, asimismo, con una gratificación adicional por su publicación parcial, aprobada por resolución de la Comisión de Investigación de la Universidad de Granada de 16 de marzo de 2005. En marzo de 2009 le ha sido concedido ex aequo El XIV Premio de Investigación Histórica “Castillo de Matrera” del Ayuntamiento de Villamartín (Cádiz). 5 6 A mis padres, Antonio y María Dolores. A mis amigos, especialmente a los que han compartido conmigo en Granada los últimos años de la Licenciatura en Historia del Arte. A los habitantes de la Sierra de Cádiz. 7 8 De Écija salió el Maestre, capitán de la Frontera, lleva gente de a caballo, gente lucida y guerrera. Por los campos de Morón tendida lleva la seña. Allá van a sestear a aquese río de Olvera. Allí saliera el Alcaide, Alcaide viejo de Olvera: −Manténgavos Dios, Señor, vuestra partida, ¿do era? −A Archite y Ubrique, Alcaide, y a Benaocaz de la Sierra. −Quien lo aconseja, Señor, muy mal consejo vos diera, que tres batallas he visto perderse en aquesta sierra. Respondiérale el Maestre, Bien oiréis lo que dijera: −Placerá a Dios, buen Alcaide, que ésta sea la vengadera. Romance fronterizo recogido en la CRÓNICA DE MORÓN 9 10 11 12 ÍNDICE GENERAL PRÓLOGO ......................................................................................................................17 PREFACIO .....................................................................................................................19 AGRADECIMIENTOS..................................................................................................23 1. INTRODUCCIÓN GEOGRÁFICA E HISTÓRICA...............................................27 1.1 EL MEDIO FÍSICO DE LA SIERRA DE CÁDIZ ......................................................27 1.2 BREVE RESEÑA HISTÓRICA DE LA COMARCA ................................................31 1.2.1 Hasta la Edad Media ...............................................................................................31 1.2.2 La Sierra de Cádiz como frontera occidental de al-Andalus...................................33 2. ARQUITECTURA DE ÉPOCA ISLÁMICA EN LA SIERRA DE CÁDIZ..........39 2.1 ARQUITECTURA MILITAR: CASTILLOS Y FORTALEZAS ...............................39 2.1.1. Castillo de Olvera ...................................................................................................40 2.1.2. Castillo de Alháquime.............................................................................................48 2.1.3. Castillo de Setenil ...................................................................................................52 2.1.4. Castillo de Matrera.................................................................................................58 2.1.5. Castillo de Zahara ..................................................................................................66 2.1.6. Castillo de Montecorto o del Moral........................................................................74 2.1.7. Castillo de Audita ...................................................................................................78 2.1.8. Castillo de Aznalmara.............................................................................................82 2.1.9. Castillo de Cardela o Fátima .................................................................................90 13 2.2 ARQUITECTURA RELIGIOSA. ALMINARES REUTILIZADOS: BENAOCAZ .................................................................................................................. 102 2.3 OBRAS DE INGENIERÍA....................................................................................... 108 2.3.1. La calzada medieval de Grazalema ..................................................................... 109 2.3.2. El acueducto (qanat) de Villaluenga del Rosario ................................................ 113 3. URBANISMO ISLÁMICO EN LA SIERRA DE CÁDIZ .................................... 123 3.1 TIPOLOGÍAS DE ASENTAMIENTOS URBANOS. PERVIVENCIAS Y TRANSFORMACIONES .............................................................................................. 123 3.1.1. Núcleos post-islámicos......................................................................................... 125 3.1.2. Análisis morfológico de los núcleos de origen islámico ...................................... 129 Emplazamientos en cumbre........................................................................................................... 130 TORRE ALHÁQUIME................................................................................................................. 130 OLVERA....................................................................................................................................... 132 UN CASO SINGULAR: EL HÁBITAT SEMITROGLODÍTICO DE SETENIL DE LAS BODEGAS .................................................................................................................................... 135 LA VILLA MEDIEVAL DE ZAHARA DE LA SIERRA............................................................ 141 Emplazamientos en ladera ............................................................................................................. 145 GRAZALEMA: EL BARRIO BAJO Y LA PUERTA DE LA VILLA ........................................ 145 BENAMAHOMA ......................................................................................................................... 149 VILLALUENGA DEL ROSARIO................................................................................................ 153 BENAOCAZ: EL BARRIO ALTO NAZARÍ ............................................................................... 157 UBRIQUE ..................................................................................................................................... 164 3.2. PROBLEMÁTICA DE LOS NÚCLEOS DESAPARECIDOS: ARCHITE, AZNALMARA, AUDITA, BENAHUD, CARDELA, GAIDOVAR, GARCIAGO Y PEÑALOJA ................................................................................................................... 168 4. CONCLUSIONES.................................................................................................... 174 5. FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA............................................................................... 178 ÍNDICE TOPONÍMICO ............................................................................................. 196 14 15 16 PRÓLOGO Entre las satisfacciones que en ocasiones brinda la procelosa vida universitaria se cuenta la lectura de textos, como el que tiene usted ahora entre sus manos, en los que se conjugan la excelente y ágil expresión con el rigor investigador y la lúcida reflexión. Pero la satisfacción es doble cuando se trata, inopinadamente además, de una opera prima, primerísima habríamos de decir en puridad, realizada por un alumno tan atento como de discreto comportamiento y magnífico sentido del humor, Alejandro Pérez Ordóñez, que sin haber concluido aún su licenciatura se atrevía a enfrentarse, con entusiasmo y resolución, a un exigente trabajo de campo, y de biblioteca, sobre la arquitectura y el urbanismo de la Sierra de Cádiz en época andalusí. El resultado, que hoy ve aquí la luz, ha superado con creces los escollos presentados por la complejidad del material arqueológico y bibliográfico del tema abordado, uno de esos temas que, por otro lado, adolecían de la debida atención por parte de la investigación. Cuántas veces nos hemos quejado en el mundo académico, y fuera de él, del olvido que envuelve a aquellos monumentos y obras de nuestro patrimonio histórico-artístico que han sido marginados del saber por su carácter rural o por no estar tocados por la estrella de la fama o gozar de ese halo de universalidad e inmortalidad que poseen las más sobresalientes realizaciones de la Historia impulsadas por los estados o nacidas de la mano de los más grandes creadores. De ahí el que pacientes e inteligentes trabajos consagrados al estudio de una comarca andaluza fronteriza y sin importantes urbes metropolitanas, como el emprendido aquí por Alejandro Pérez Ordóñez, sean especialmente dignos de alabanza, sobre todo cuando están elaborados con un pensamiento maduro, un enfoque práctico y un estilo a la vez depurado y ameno. En las páginas que siguen el lector encontrará un pormenorizado inventario y análisis de los restos arquitectónicos y de los trazados urbanísticos de época islámica 17 que configuran la Sierra de Cádiz, sobre todo en época nazarí, confeccionado a partir de un minucioso estudio de las fuentes escritas y de la exploración directa de cada uno de los lugares y restos andalusíes de la zona de la que es natural el autor, hasta trazar con encomiable claridad la trama urbana y artística sobre la que se vertebra la vida de esta singular región del antiguo reino nazarí. El autor no escatima, tampoco, la inclusión de los datos y de las observaciones pertinentes que nos informan sobre el estado de conservación y el grado de protección oficial con que cuentan en la actualidad los diferentes objetos materiales, artísticos, arqueológicos y urbanísticos estudiados, lo que otorga a la obra una estimable operatividad para el seguimiento de la futura evolución de tan rico patrimonio. De la catalogación y descripción formal, técnica, estilística y visual de dichos restos, más la pertinente contextualización histórico-artística y la revisión de la documentación disponible sobre el legado monumental nazarí de la Sierra de Cádiz resulta, en definitiva, un interesante y en buena medida inédito material conceptual y gráfico útil para el adecuado conocimiento, disfrute y protección de dicho legado. El caudal de los restos islámicos conservados en esta región, así como la intensa y no en exceso distorsionada impronta que el abigarrado hábitat rural (militar, civil, religioso...) floreciente en las postrimerías de la dominación islámica de la Península Ibérica ha dejado en la Sierra de Cádiz demandaban un estudio sistemático y global de la comarca como el que aquí, por fin, se ofrece. Por todo ello, hemos de felicitarnos por la publicación de esta obra, con la que asistimos al inicio, además, de la que con seguridad será una magnífica carrera investigadora, la de nuestro entrañable amigo Alejandro Pérez Ordóñez, que nos trae, aquí al oriente andaluz, el fresco y renovado aire de su querida sierra gaditana. José Miguel Puerta Vílchez Granada, 28 de febrero de 2005 18 PREFACIO El texto que el lector tiene en sus manos es fruto de una investigación que pretende ser un primer intento por abordar sistemática y unitariamente el estudio, desde un punto de vista histórico-artístico, del patrimonio legado por la cultura andalusí al espacio geográfico hoy conocido como Sierra de Cádiz. El tema no había sido tratado hasta el día de hoy más que en aproximaciones parciales y dispersas, con contribuciones monográficas de diversos autores, realizadas según varias metodologías y en épocas diferentes. Así, se trataba de dotar de uniformidad a todos esos trabajos y actualizarlos, a la vez que aprovechaba para integrar algunas, escasas pero relevantes, aportaciones originales sobre algunos elementos inéditos1. El hecho de plantearse un trabajo de tales características enfrenta al investigador con una serie de problemas que debe solventar, definiendo varios parámetros antes de seguir adelante. Se trata, en primer lugar, de la definición del ámbito geográfico al que me voy a referir. Es sabido que los límites administrativos de municipios, provincias y comunidades autónomas, incluso de países, son el resultado en muchas ocasiones de divisiones de tierras que poco o nada tuvieron que ver con la entidad cultural o natural de los territorios que quedaban a un lado y a otro de la línea trazada en el mapa, y sí con intereses económicos y políticos de toda índole, desvirtuando así la delimitación de espacios que, por su desarrollo histórico, deben ser entendidos como un continuum, aun en contra de lo que las autoridades administrativas tienen por sus espacios jurisdiccionales. Así, la Sierra de Cádiz es una comarca poco definida desde un punto de vista histórico-cultural. Me estoy refiriendo a los municipios gaditanos de Setenil de las Bodegas, Alcalá del Valle, Torre Alháquime, Olvera, Algodonales, El Gastor, Zahara de la Sierra, Puerto Serrano, Prado del Rey, El Bosque, Grazalema, Villaluenga del Rosario, Benaocaz y Ubrique2. La restricción de mi estudio sólo a los 1 Es el caso del fenomenal qanat de Villaluenga del Rosario, incomprensiblemente olvidado por la investigación, siendo las líneas que le dedico en esta obra las primeras que salen a la luz sobre el mismo. También me refiero al núcleo medieval y recinto amurallado de Ubrique, que habían pasado igualmente desapercibidos para arqueólogos e historiadores. 2 La Mancomunidad de Municipios de la Sierra de Cádiz incluye también a Villamartín, Espera, Bornos, Arcos de la Frontera y Algar, si bien por sus características geográficas y socioeconómicas son realmente pueblos adscritos a un espacio de campiña más vinculado con la ciudad de Jerez de la Frontera y el resto 19 municipios gaditanos corría el riesgo de dar una visión excesivamente parcial de este territorio, por lo que decidí incluir en mi estudio la pedanía rondeña –y, por ende, de la provincia malagueña– de Montecorto, a modo de enlace entre el entorno septentrional de Setenil, Torre Alháquime y Olvera, por un lado, y la histórica Serranía de Villaluenga, por otro. Otra inclusión es la del castillo de Matrera, geográfica e históricamente dentro del espacio serrano, pero administrativamente perteneciente al municipio campiñés de Villamartín, que tradicionalmente se relaciona más con el entorno sevillano circundante que con la Sierra propiamente dicha. De igual modo, el despoblado de Benahud se sitúa en una zona meridional de la comarca, hoy comprendida en los Montes de Propios del extenso municipio de Jerez de la Frontera, pero su filiación geográfica e histórica es claramente serrana. En realidad, siguiendo este criterio de flexibilidad de los límites geográficos, podría haber incluido muchos más enclaves del entorno de la sierra y de la zona central de la Serranía de Ronda, incluso esta última ciudad con su riquísimo patrimonio artístico y arqueológico, pero esto quizá habría ocasionado una excesiva confusión, además de ampliar considerablemente el campo de estudio por abarcar un gran número de elementos patrimoniales, de modo que opté por la relativa comodidad que me proporcionaba un espacio más restringido. Una vez decidido el espacio geográfico, también debía definir el marco cronológico que iba a abarcar mi estudio. La consideración de la Sierra de Cádiz como la porción más occidental del reino de Granada podría haber supuesto ceñirme únicamente al periodo nazarí pero, dada la dificultad para datar con relativa exactitud las construcciones andalusíes aquí tratadas, estimé preferible tomar todo el desarrollo histórico de al-Andalus (711-1492) como margen temporal, de cierta amplitud, de modo que pudiese incluir todas las estructuras arquitectónicas que pudiesen adscribirse al mismo. del ámbito provincial gaditano, contrarios a la orientación rondeña y malagueña de los pueblos que más estrictamente considero serranos, existiendo también una diferenciación paisajística e histórica bastante clara entre ellos. Mi delimitación de la Sierra de Cádiz sigue la propuesta por algunos geógrafos, como J. M. Suárez Japón (especialmente en SUÁREZ JAPÓN, José Manuel: El hábitat rural en la Sierra de Cádiz. Un ensayo de Geografía del Poblamiento. Cádiz, Diputación, 1982). Otra delimitación muy similar es la realizada por la Dirección General de Ordenación del Territorio y Urbanismo de la Junta de Andalucía (“Sierras de Grazalema y Olvera” en AA. VV. Redes de Centros Históricos en Andalucía. Sevilla, Consejería de Obras Públicas y Transportes-Consejería de Cultura, 2002, pp. 119-123). 20 No obstante, un estudio que sólo tratase sobre la arquitectura islámica necesariamente ofrecería una visión parcial de la herencia de esta cultura. De modo que, entendiendo lo andalusí como un sustrato que caló profundamente en estas tierras dejando una huella claramente visible aún hoy, y no sólo en lo arquitectónico, como no podía ser menos tras casi ocho siglos de historia, consideré que estudiar las tramas urbanas originadas en aquella época sería el mínimo complemento indispensable para ofrecer un panorama más diversificado y exacto de los elementos y concepciones hispanomusulmanes subsistentes en los pueblos serranos. Así, mi punto de vista se aproxima a los conceptos globalizadores de la Arqueología del Territorio y de la Historia del Arte como Historia de la Cultura. Finalmente, el carácter de esta comarca como una tierra de frontera era otro rasgo fundamental a destacar a lo largo de mi estudio, toda vez que la mixtificación de formas y funcionamientos, o bien la superposición de unas encima de otras pero quedando ambas perfectamente visibles y patentes, es una constante que ha aparecido en todos los puntos de la investigación, así que el carácter fronterizo de la Sierra de Cádiz también debía manifestarse en mi planteamiento inicial. Precisamente, la adscripción de la comarca a la frontera del Reino de Granada fue el factor que propició la impresionante proliferación de construcciones defensivas cuyo estudio ocupa buena parte de las páginas de la presente obra, así como también configuró un modelo urbanístico de emplazamientos estratégicos en lugares elevados que igualmente facilitaran su protección frente a peligros externos. Todo ello se podrá comprobar a lo largo de las páginas que siguen, en las que pretendo que el lector descubra una comarca con un importante corpus patrimonial de herencia andalusí que está apenas comenzando a ser estudiado y divulgado. El sistema de trabajo ha sido necesariamente variado y multidisciplinar. A la inexcusable búsqueda y revisión documental y bibliográfica añadí un intenso y extenso trabajo de campo, que ha supuesto para mí la auténtica piedra angular de mi labor. Partía así de la convicción de que el “monumento”, construcción arquitectónica, yacimiento arqueológico o, en conjunto, elemento del patrimonio histórico, es una fuente de primera mano que aporta por sí misma buena parte de la información que requerimos para interpretarla. Si tenemos en cuenta que los elementos artísticos que estudio en este libro tienen la consideración asimismo de arqueológicos, quedará aún más reforzado mi convencimiento de que tenía la 21 obligación de visitar todos y cada uno de los lugares que deseaba tratar. De este modo, realicé un buen número de viajes y excursiones, de los cuales salieron incontables anotaciones y una gran cantidad de fotografías originales. Asimismo, tuve la oportunidad de comprobar sobre el terreno la veracidad o no de los levantamientos planimétricos hasta ahora realizados de las fortalezas serranas, haciendo las oportunas correcciones y actualizando así el corpus cartográfico sobre las mismas. Esta publicación proviene de un trabajo de iniciación a la investigación. Obviamente, el trabajo original ha debido adaptarse a las exigencias editoriales, pero a pesar de ello el texto es prácticamente el mismo, salvando las oportunas correcciones y actualizaciones, amén de algunas −muy pocas− inclusiones de la bibliografía de más reciente aparición. La mayor modificación la supone la necesidad de seleccionar el aporte gráfico que, si bien es fundamental, resultaba excesivo para ser editado íntegro, ya que estaba formado por casi 500 fotografías y un buen número de mapas, planos y gráficos. Aun así, espero que la selección publicada resulte lo suficientemente ilustrativa y atractiva a la vez, además de contar con el valor que supone su carácter de documentos gráficos originales y actuales. Aunque he puesto todo el cuidado en la revisión y corrección de todo el texto y los gráficos antes de su entrada en imprenta, de humanos es errar y los lectores sabrán disculpar cualquier equívoco u omisión que se haya podido deslizar en las siguientes páginas. 22 AGRADECIMIENTOS Deseo manifestar públicamente mi profundo y sincero agradecimiento para una serie de personas e instituciones que, consciente o inconscientemente, han contribuido a la realización del presente trabajo de investigación y sin cuya colaboración su existencia no sería hoy posible, de modo que sus nombres merecen ser reseñados aquí. He intentado ser exhaustivo para tratar de no olvidarme de nadie, de modo que quizá muchos se sorprendan de aparecer en esta nómina, aunque seguramente muchos otros también merecerían ser nombrados: A Paco Solano Carrasco, compañero de aventuras por la Sierra de Cádiz, por haber realizado conmigo peligrosas ascensiones como las de Aznalmara o Cardela y un buen número de excursiones de exploración por senderos serranos. A Fernando Sígler Silvera (UNED), por nuestra fructífera colaboración en numerosos “combates por la Historia”. A José Miguel Puerta Vílchez (Univ. de Granada), por haberse mostrado solícito siempre más allá de sus estrictas obligaciones. A los anónimos vecinos de Montecorto que ejercieron de espontáneos guías para conocer el Castillo del Moral. Al Excmo. Ayuntamiento de Villamartín (Cádiz), y especialmente a su Área de Cultura, por haber valorado mi aportación a la historia de la Sierra de Cádiz A Ángel Pablo Vilches, por su inestimable aportación bibliográfica y cartográfica. A Francisco Manuel Valiñas López (Univ. de Granada), por haberme animado siempre a actuar según mis deseos. Al P. Ildefonso González Pérez, párroco de Ubrique y Benaocaz, por su sensibilidad a las cuestiones patrimoniales y haber facilitado enormemente mis investigaciones, especialmente permitiéndome el acceso al campanario de Benaocaz. A Salvador Gallego Aranda (Univ. de Granada), por su apoyo y colaboración con la cordialidad acostumbrada. Al santero de la ermita-santuario de Nuestra Señora de las Montañas, por sus útiles indicaciones para acceder al castillo de Matrera. 23 A la Fundación Ibn Tufayl de Estudios Árabes, especialmente a su presidente, Jorge Lirola Delgado (Univ. de Almería), por confiar en mi trabajo e interesarse por la historia y el patrimonio serranos. A mis padres, por soportar pacientemente mis constantes viajes. A Luis Javier Guerrero Misa, arqueólogo, por nuestras conversaciones sobre las calzadas medievales. A Antonio Montes Rivas, por su comprensión, al verse embarcado en una aventura paralela. A Ignacio Henares Cuéllar (Univ. de Granada), por su incondicional y desinteresada apreciación crítica de mi trabajo. A la asociación ubriqueña Papeles de Historia, por muchos pequeños detalles. A Rafael Gerardo Peinado Santaella (Univ. de Granada), por sentir un sincero interés, como especialista en la historia del Reino de Granada, hacia este trabajo. A Vicente Millán Torres, por su ayuda con las fuentes árabes. A Félix García Morá (Univ. de Granada), por aportarme su entusiasmo y sus útiles consejos. Al Área de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Alcalá la Real (Jaén), y en concreto a Francisco Toro Ceballos, por mostrar interés hacia la parte castellológica de mi investigación y reiterarlo en otros aspectos. A Antonio Malpica Cuello (Univ. de Granada), por mostrarse abierto a mis aportaciones sobre los husun fronterizos. A Manuel Garrido Pérez, por su ayuda en lo tecnológico y su apoyo silencioso. A José María Gutiérrez López, arqueólogo y director-conservador del Museo Histórico Municipal de Villamartín (Cádiz), por su interés en la investigación histórico-artística del castillo de Matrera y haberme facilitado materiales hemerográficos. A Fátima Peláez García de la Puerta (CSIC), por haber apreciado siempre mis proyectos. A Alberto García Porras (Univ. de Granada), por su cordialidad y sus atenciones en materia de Arqueología Medieval. A José Francisco Canto, por abrirme de par en par las puertas de Cardela. A Virgilio Martínez Enamorado (CSIC), por sus certeras y válidas anotaciones al respecto de Matrera. 24 A Alejandro Muñoz López, por su apoyo y su acertada visión de la realidad. A Natalia Cabello Izquierdo, por aportar espontáneamente su punto de vista como arqueóloga sobre el núcleo islámico de Ubrique. A Juan Manuel Román García, por ser otro curioso rastreador de la historia de su tierra y facilitarme bibliografía de difícil acceso. A Andrés María Adroher Auroux (Univ. de Granada), por haberme introducido en el mundo de la Arqueología con su inconfundible estilo. A Antonio López Fernández, por sus indicaciones técnicas sobre las ilustraciones de esta publicación. A Pedro Marfil Ruiz, arqueólogo de la Mezquita-Catedral de Córdoba, por su inestimable ayuda y consejos para la publicación. A Francisco Contreras Cortés (Univ. de Granada), por abrirme las puertas del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada. A Nóra Lórant, por su buena intención de colaborar desde Budapest en el conocimiento histórico de Andalucía. A Isabel Díaz Orellana, por ser otra enamorada del castillo de Fátima y contagiarme su entusiasmo por nuestro entorno. A Jacinto Contreras Vázquez, por su auténtico interés y nuestro intercambio bibliográfico en torno a Zahara y a los banu l-Hakim. 25 26 1. INTRODUCCIÓN GEOGRÁFICA E HISTÓRICA 1.1 EL MEDIO FÍSICO DE LA SIERRA DE CÁDIZ La llamada Sierra de Cádiz es la porción más occidental de la extensa Serranía de Ronda incluida en la demarcación provincial de Cádiz, quedando el resto de dicha serranía en la de Málaga. Esta separación es absolutamente artificial, de tipo administrativo, ya que los caracteres tanto geomorfológicos y ecológicos como históricos, etnológicos, etc., son comunes a ambos lados de la divisoria provincial. Se trata de un área montañosa de áspero relieve, lo que ha causado su secular aislamiento y su evolución propia relativamente al margen de corrientes exteriores durante la mayor parte de su historia. En el ámbito concreto de la Sierra de Cádiz, se distinguen claramente dos zonas: la Sierra Norte, de Algodonales o de Olvera, con un relieve más suave de transición hacia las campiñas sevillanas y predominio del cultivo del olivar, y la Sierra Sur, de Grazalema o de Ubrique, con las mayores altitudes y pendientes, predominando los paisajes de roca viva caliza y los bosques de encinas y alcornoques, donde destacan las actividades ganaderas y de aprovechamiento forestal, además del turismo. Esta última zona está englobada en el Parque Natural y Reserva Mundial de la Biosfera de la Sierra de Grazalema, y en el Sur entronca con el Parque Natural de Los Alcornocales. En la Sierra Norte destaca un amplio sector que forma parte de la depresión de Ronda, la unidad más occidental del Surco Intrabético. En esta zona podemos encontrar relieves llanos y alomados, especialmente en el límite con la provincia de Málaga, donde confluyen los términos de Setenil y Ronda, así como en Las Vegas de 27 Torre Alháquime. A pesar de la mayor comodidad orográfica, los núcleos urbanos se establecieron en las cumbres, dada la inseguridad fronteriza de la zona durante la Edad Media. También aparecen, en la parte más occidental, algunas grandes sierras aisladas, como la de Líjar, el Tajo de Algarín o el monte Malaver, además de la cumbre amesetada de Las Mesas, ya en término malagueño de Ronda. Este sector es la cuenca hidrográfica del Guadalporcún (también llamado Setenil o Trejo), afluente del Guadalete, con el que se unirá entre La Muela y Coripe (Sevilla), en término de Puerto Serrano. Los municipios de la Sierra Norte son Setenil de las Bodegas, Alcalá del Valle, Torre Alháquime, Olvera, El Gastor3, Algodonales y Puerto Serrano. También se incluye aquí la pedanía algodonaleña de La Muela. La Sierra de Grazalema es de un relieve mucho más abrupto. Se trata de un gran macizo calcáreo, de tortuosa orografía. Su brusca elevación sobre las bajas campiñas gaditanas (desde el entorno de El Bosque y Prado del Rey, a unos 300 metros de altitud, se asciende hasta los 1654 metros del pico Torreón en muy pocos kilómetros) lo constituye en una auténtica muralla natural contra la que se estrellan las corrientes de aire frío y húmedo procedentes del océano Atlántico, que descargan aquí con fuertes precipitaciones, convirtiendo a la comarca en el punto de mayor pluviometría del país, con una media de 2.000 mm anuales y picos de hasta 4.000 en los años muy lluviosos. Estas precipitaciones son, algunas veces, en forma de nieve. Esta singular climatología configura un paisaje absolutamente singular en su entorno bajoandaluz, con abundante vegetación que se mantiene verde todo el año y da lugar a rasgos etnográficos montañeses que parecen propios de regiones más meridionales. Baste hablar de endemismos botánicos como el pinsapo, abeto relíctico del Terciario, o de industrias como la de confección de mantas de lana, que tanta prosperidad proporcionó a Grazalema en el siglo XIX. Este macizo presenta una compleja hidrografía. Las formas de erosión kársticas dan lugar a sumideros y resurgencias que conforman un auténtico laberinto entre las aguas subterráneas y las superficiales. Son frecuentes formas de relieve de hundimiento como los poljés (Llanos del Republicano, Llanos de Líbar) y las dolinas (Laguna de Santa Lucía, Navazos), abundan las cuevas (Cuevas de la Manga, Cueva del Berrueco) y simas (de Villaluenga, del Republicano o del Cabo de Ronda, del 3 Aunque El Gastor, por su cercanía, también podría considerarse de la Sierra de Grazalema, y de hecho parte de su término pertenece al parque natural de este nombre. 28 Cao, de Líbar) y en las cumbres son frecuentes los torcales, así como suelen aparecer estrechos desfiladeros (Garganta Verde, Garganta Seca, Cañón de las Buitreras). Las aguas vierten a las cuencas del Guadalete y de su afluente el Majaceite, alimentado por los ríos El Bosque, Tavizna y Ubrique. También hay una pequeña zona, el curso del río Guadares o Campobuche, que pertenece a la vertiente mediterránea y la cuenca del Guadiaro, en los términos de Villaluenga y Grazalema. Los municipios que pertenecen a la Sierra de Grazalema son Zahara de la Sierra4, Grazalema, El Bosque, Prado del Rey, Villaluenga del Rosario, Benaocaz y Ubrique, incluyendo también la pedanía grazalemeña de Benamahoma. Las poblaciones más importantes de la comarca son, en el norte Olvera, y en el sur Ubrique. Éste es el núcleo de mayor población (unos 18.000 habitantes), de carácter más urbano y con mayor actividad socioeconómica, si bien por la escabrosa orografía y la excentricidad de ambas cabeceras hay también otros puntos de atracción extracomarcales, como Villamartín, Ronda, Arcos de la Frontera, Jerez de la Frontera y las capitales de Cádiz, Sevilla y Málaga5. La ciudad campogibraltareña de Algeciras, pese a su cercanía, se encuentra bastante aislada de este territorio por lo abrupto del relieve y la deficiente calidad de las vías de comunicación (las carreteras atraviesan las vastísimas extensiones boscosas del parque natural de Los Alcornocales), no existiendo apenas contacto entre la Sierra de Cádiz y el Campo de Gibraltar. 4 Zahara, por su mayor vinculación socioeconómica hacia los pueblos del norte y su apertura geográfica hacia las tierras suaves de esa zona, podría salirse de esta relación, pero la mayor parte de su término pertenece a la Sierra de Grazalema y su configuración urbanística también es más afín a esta subcomarca. 5 Villamartín se ha convertido en una especie de capital comarcal para algunos servicios, como los sanitarios (hospital) o administrativos (sede de la mancomunidad de municipios de la Sierra de Cádiz), desplazando incluso a núcleos de mayor población como Arcos y Ubrique. A pesar de ello, otras funciones destacadas se localizan en otros puntos: las cabezas de partido judicial son Ubrique y Arcos de la Frontera, y en Olvera se ha establecido un aula de la UNED, por ejemplo. Ronda pertenece a otra provincia, pero sigue siendo el lugar al que muchos serranos acuden para hacer ciertas compras. El transporte público se focaliza fundamentalmente en Ronda, Ubrique, Villamartín y Arcos. 29 Vista de Torre Alháquime, con Olvera al fondo. Éste es un paisaje típico de la Sierra de Olvera: campos cultivados de cereal y olivar sobre lomas de relieve suave. Paisaje de las cercanías de Benaocaz, típico de la Sierra de Grazalema: agrestes montañas calizas salpicadas de pastos y restos de encinar. 30 1.2 BREVE RESEÑA HISTÓRICA DE LA COMARCA 1.2.1 Hasta la Edad Media La Sierra de Cádiz estuvo poblada desde la Prehistoria, dándose en el triángulo formado por Ubrique, Benaocaz y Villaluenga del Rosario una gran concentración de yacimientos, sobre todo neolíticos6 (sima de la Veredilla, cuevas de la Manga, cueva del Caldereto, etc.). Pero también hay testimonios del Paleolítico en el entorno, como la famosa y sensacional Cueva de la Pileta, en la cercana Benaoján (Málaga), uno de los pioneros descubrimientos del arte prehistórico, estudiada por los insignes Abate Breuil, Hugo Obermaier y Juan Cabré7. Se han conservado monumentos megalíticos, como el de Los Arenosos o del Chopo (entre Grazalema y Ronda), el de la Giganta (El Gastor) o el conjunto dolménico del Tomillo (Alcalá del Valle), así como, en su entorno inmediato, el importante dolmen de Alberite8, en los Llanos de Villamartín. Encontramos vestigios fenicios, por irradiación de esta cultura desde sus asentamientos costeros, como la trimilenaria Cádiz, en la ciudad ibero-romana de Iptuci (Prado del Rey), Acinipo (Ronda) y la Silla del Moro (Ronda). El 6 Cf. GUERRERO MISA, Luis Javier: “El Neolítico en el Parque Natural ‘Sierra de Grazalema’: estado actual” en Jornada de Campo de AEQUA-GAC. Montejaque, noviembre de 1998 (e.p.). 7 BREUIL, Henri; OBERMAIER, Hugo; CABRÉ, Juan: La Pileta à Benaoján. París, Institut de Paleontologie Humaine, 1915. Una síntesis actualizada puede leerse en BECERRA PARRA, Manuel: Breve historia de la villa de Benaoján: la Prehistoria. Ronda, 2002. 8 GUTIÉRREZ LÓPEZ, José María: “Nuevas contribuciones y líneas de investigación en la necrópolis megalítica de Villamartín” en Papeles de Historia, 4 (1999). Madrid, Tréveris, pp. 13-34; BUENO RAMÍREZ, P., et al.: “Estudios de arte megalítico en la necrópolis de Alberite” en Ibídem, pp. 35-60. 31 descubrimiento más espectacular ha sido el de una estatua de carácter fuertemente orientalizante, aún inédita, en Acinipo, en las excavaciones llevadas a cabo en 2004 por el equipo de Manuel Carrilero Millán, de la Universidad de Almería. Según investigaciones recientes9, parece que los celtas también estuvieron asentados en la región, a tenor de los extraordinarios hallazgos en Ocuri (Ubrique), amén de los ya conocidos de Acinipo y el Cerro de la Botinera (Algodonales). El legado de Roma no es de menor importancia: los latinos ocuparon los antiguos enclaves ibéricos, como Ocuri10, Iptuci, Lacidula (Grazalema) y Acinipo, quedando englobados en el Conventus Gaditanus. Esta última e Iptuci tuvieron sus propias cecas, privilegio con el que contaban como municipia que eran. Además, existió una red de vías de comunicación, habiéndose conservado tramos de calzadas, como el que transcurre entre Ubrique y Benaocaz11. En general, continuaron siendo los caminos utilizados hasta la aparición de las modernas carreteras, por lo que fueron objeto de obras de mantenimiento y reparación que han posibilitado su buen estado de conservación actual en algunos casos. No nos han llegado muchos testimonios claros del periodo visigótico, aunque en él deberíamos encuadrar la pervivencia de los núcleos romanos, hasta la transformación de la ocupación humana en este territorio con la llegada de tribus norteafricanas en la segunda década del siglo VIII, comenzando la islamización y la Edad Media en la zona. Sí podríamos destacar, de este periodo tardoantiguo, el posible asentamiento de Sierra Margarita, también llamada Santa Margarita, cerca de Benamahoma (aunque en el término municipal de Zahara de la Sierra), donde se localizaron una mesa de altar y algunas inscripciones12. 9 Campaña de excavaciones finalizada el 30 de junio de 2003 y dirigida por Luis Javier Guerrero Misa, Ángela Sánchez y Alberto García, en el marco del programa Arqueosierra de la Mancomunidad de Municipios de la Sierra de Cádiz. 10 CABELLO IZQUIERDO, Natalia: “El yacimiento arqueológico de Ocuri: Una aproximación histórica. Prólogo a su estudio” en Papeles de Historia, 4 (1999). Madrid, Tréveris, pp. 95-113. 11 GUERRERO MISA, Luis Javier; CABELLO IZQUIERDO, Natalia; PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro; CASTRO RODRÍGUEZ, Manuel J.: Calzada romano-medieval Ubrique-Benaocaz. Ubrique, Tréveris (col. Historia, 2; serie Patrimonio, 3), 2005. 12 Cf. CORZO SÁNCHEZ, Ramón (dir.): Grazalema. Cádiz, Diputación, 1982 (Col. Historia de los Pueblos de la Provincia de Cádiz, t. II), p. 28. 32 1.2.2 La Sierra de Cádiz como frontera occidental de al-Andalus La actual Sierra de Cádiz vivió en la Edad Media adscrita a la cora de Takurunna, cuya cabecera era la ciudad de Ronda (Runda)13. Región poblada sobre todo por beréberes, distribuidos en grupos tribales que dejaron huella en la toponimia, la localización de información sobre ella en las fuentes es dificultosa. Sabemos, no obstante, que la zona fue escenario de las guerrillas contra el poder cordobés acaudilladas por el rebelde Umar ibn Hafsun entre los siglos IX y X. Ya en el siglo XI, Ronda constituyó un reino taifa con los banu Ifran (de etnia beréber) al frente14. Una vez constituido el Reino de Granada, bajo el mandato de la dinastía nazarí, se detecta la presencia en esta porción más occidental de meriníes procedentes del Magreb, y éstos son los que acaban consiguiendo el poder de la región al entablar una alianza con el monarca nazarí Muhammad II, merced a la cual se pudo alcanzar la independencia granadina y el final de su vasallaje con la Corona de Castilla. Así, la región montañosa de Ronda se configuró desde antiguo como una comarca con una marcada independencia15, y siempre con un acusado carácter de frontera. Estas circunstancias provocaron que abundasen las fortificaciones que protegían los pasos hacia el interior y que los núcleos urbanos se situasen en emplazamientos estratégicos y orientados a la defensa de sus pobladores, como se podrá comprobar en el capítulo dedicado al urbanismo. Durante el periodo de dominio nazarí, las autoridades rundíes tuvieron la prerrogativa de nombrar a los alcaides (quwwad) de estas fortalezas. Fue ésta la época de mayor actividad militar en la zona, pues entonces formó parte de la conocida Frontera Militar (Frontaria o al-Farantira16). 13 Cf. MARÍN, Manuela: “Runda” en Encyclopédie de l’Islam. Leiden, E. J. Brill, 1994. Tomo VIII, pp. 635-636. 14 Cf. RUIZ DE ALMODÓVAR Y SEL, Caridad: “Notas para un estudio de la Taifa beréber de Ronda: los Banu Ifran” en Andalucía Islámica, Textos y Estudios, II-III (1981-1982), pp. 95-106. 15 Tanto es así que incluso la región completa es omitida en la Geografía de al-Idrisi (JAUBERT, P. Amédée (trad. árabe-francés): Géographie d’Édrisi. Tome Second. París, L’Imprimerie Royale, 1840), hecho que parece indicar el hermetismo y aislamiento que llegó a conocer la zona, desembocando en este desconocimiento por parte de los geógrafos, pues son pocos los que la citan y describen. 16 El término es controvertido, pese a ser usado en las fuentes tanto árabes como castellanas. Así, el arzobispo Don Rodrigo Jiménez de Rada, en la primera mitad del siglo XIII, denomina “Frontaria” a todos los territorios conquistados por Castilla y sus plazas fuertes avanzadas (XIMENIUS DE RADA, Ordericus: Opera (Historia Arabum). Valencia, 1968 (facsímil de la ed. de 1793), p. 281). Por su parte, el 33 La conquista cristiana de este territorio comenzó por el Norte, cuando en 1327 caen en poder castellano las fortalezas fronterizas de Olvera (al-Wabira) y Torre Alháquime (Bury al-Hakim), asediadas por las tropas del rey Alfonso XI (quien otorga a Olvera una Carta de Población el uno de agosto del mismo año). Torre Alháquime volvería a poder nazarí en 1333. Entretanto, desde el siglo XIII venían los castellanos acercándose una y otra vez a Zahara (Sajrat Abbad) sin éxito, ya que se trataba de uno de los lugares mejor fortificados. En 1407 son tomadas Zahara y Torre Alháquime. Esta última quedaría definitivamente en territorio cristiano, mientras que Zahara fue recuperada por los granadinos en 1481 hasta que cayó finalmente en 1483. Su conquistador, don Rodrigo Ponce de León, tomó el título de Marqués de Zahara. Por su parte, Setenil (Xatanil) conoce ataques de tropas castellanas desde 1407, pero se mantiene inexpugnable hasta la tardía fecha del 21 de septiembre de 1484. Es entonces cuando es conquistado por los propios Reyes Católicos, al mando de cuyo ejército estaba el Marqués de Cádiz, y tras un duro asedio de quince días. Son éstas las últimas conquistas que abren el camino franco hasta las puertas de la mismísima capital nazarí, en la última etapa de la Guerra de Granada. El sector Sur, que es el que más nos interesa, es conocido en las fuentes como las Siete Villas de la Serranía de Villaluenga. Estas siete villas eran Archite, Aznalmara (hisn al-Marra), Benaocaz, Cardela, Grazalema (Qaryat Bani Salim), Ubrique y Villaluenga. Su incorporación al señorío de la Casa de Arcos data de 1485, aunque su conquista se realizó, evidentemente, algunos años antes. De hecho, Cardela fue tomada en 1472, aunque el año siguiente volvió a estar en poder de los granadinos17. Además, tras un periodo de tregua, tropas al mando de Rodrigo Ponce de León, conde de Arcos y marqués de Cádiz, organizaron una razzia contra los pobladores musulmanes de la zona, produciéndose la quema y saqueo de Villaluenga en 148118. término arabizado “Al-Farantira” nos lo proporciona Ibn Jaldún (IBN JALDÚN: Histoire des Beréberes. París, 1956 (trad. Barón M. G. de Slane), t. IV, pp. 73-74 y 460). No obstante, las dudas de los arabistas respecto a este topónimo aún no han sido satisfactoriamente aclaradas. 17 El cronista Alonso de Palencia atribuye la hazaña al propio sultán Abu l-Hasan Ali o Muley Hacén: «(...) el granadino Muley Albuhacén recobró a Cardela, expugnada antes por el Marqués de Cádiz (...)» (PALENCIA, Alonso de: Guerra de Granada. Granada, Universidad, 1998 –edición facsímil con estudio preliminar de Rafael Gerardo Peinado Santaella–, p. 28). 18 SÍGLER SILVERA, Fernando; CARRASCO SOTO, Juan (coords.): Las Siete Villas de la Serranía de Villaluenga (1502-2002). Frontera, repoblación señorial y patrimonio mancomunado en Andalucía. Ubrique, Tréveris, 2002, pp. 31-32. 34 La adscripción de este territorio al Señorío de las Siete Villas19 se produjo mediante un privilegio dado en Jaén, capital del Santo Reino, el 11 de enero de 1490, y firmado por los Reyes Católicos20. Tras la sublevación mudéjar de 1500-150121, se inicia un proceso repoblador, al término del cual las siete villas quedaron reducidas a cinco, con la despoblación de Cardela y Aznalmara. Archite quedó despoblado, por causas aún desconocidas, en 155222. Las localidades que quedaron son hoy municipios de la Sierra de Cádiz, a los que en la Edad Moderna se añadieron El Bosque (surgido al amparo de la residencia señorial de los Ponce de León) y Prado del Rey (una de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena fundadas por Pablo de Olavide en nombre de Carlos III, aunque la mayor parte de ellas se crearon en tierras de Jaén, Córdoba y Sevilla). 19 ACIÉN ALMANSA, Manuel: “Modificaciones en la Serranía de Villaluenga a raíz de su integración en el señorío de la Casa de Arcos” en Papeles de Historia, 1 (1986). Ubrique, Asociación Papeles de Historia, pp. 32-36. 20 Archivo Histórico Nacional (Toledo): sección Nobleza, Osuna, leg. 157. Para la trascripción más completa y correcta de cuantas se han hecho, cf. SÍGLER SILVERA, F. et al.: op. cit., pp. 92-96. 21 DEVIS MÁRQUEZ, Federico: “Aspectos sobre la revuelta mudéjar de 1501 en la Serranía de Villaluenga” en Papeles de Historia, 1 (1986). Ubrique, Asociación Papeles de Historia, pp. 37-44. 22 Cf. GUERRERO MISA, Luis Javier: “Archite: excavaciones de urgencia en un poblado bajomedieval de la Serranía Gaditana” en Papeles de Historia, 1 (1986). Ubrique, Asociación Papeles de Historia, pp. 26-31; y del mismo: “Archite: nueva hipótesis sobre su desaparición” en SÍGLER SILVERA, F. et al.: op. cit., pp. 75-89. 35 Ubrique, pese a su amplio desarrollo urbano durante el siglo XX, conserva los rasgos de su origen islámico en las partes altas de su casco antiguo. La fortaleza de Audita jugó un importante papel en las luchas de la Guerra de Granada. 36 Ronda siempre fue la ciudad principal que nuclearizó el territorio serrano. La aspereza del relieve de la Sierra de Grazalema fue un factor fundamental para el mantenimiento de la frontera castellano-granadina casi inalterada entre los siglos XIII y XV en este sector. En la imagen, la ribera de Gaidovar desde las cercanías de Audita. 37 38 2. ARQUITECTURA DE ÉPOCA ISLÁMICA EN LA SIERRA DE CÁDIZ La arquitectura que el periodo andalusí ha legado a la Sierra de Cádiz es, predominantemente, de carácter militar, como corresponde a su carácter fronterizo. Una serie de castillos puntea su geografía, y aún son visibles los restos de algunas cercas urbanas. Pero también hay obras con otro carácter, como el alminar de Benaocaz, reutilizado como campanario de la actual iglesia cristiana, o el original acueducto de Villaluenga del Rosario, además de una amplia red de caminos históricos, de los cuales he seleccionado un tramo de calzada de Grazalema que, por los estudios arqueológicos realizados, se ha calificado de medieval, a falta aún de estudios similares sobre las demás antiguas vías comarcales. 2.1 ARQUITECTURA MILITAR: CASTILLOS Y FORTALEZAS Las fortalezas serranas presentan una gran variabilidad formal y tipológica, fruto de una dilatada historia que hace que sobre defensas tardorromanas se reedifiquen estructuras andalusíes y estas últimas se vean modificadas con la ocupación castellana, en algunos casos. En otras ocasiones, es llamativo el acentuado carácter nazarí de las construcciones, como ocurre en Aznalmara. Hay que tener en cuenta la gran dificultad de datar las construcciones militares, ya que son estructuras que 39 tienen una gran pervivencia y, por tanto, edificios pluriestratigráficos23. Paso a continuación al estudio individualizado de cada una de ellas, ordenándolas geográficamente de nordeste a suroeste, lo cual también supone un aproximado orden cronológico, siguiendo el avance de la conquista castellana, advirtiéndose así que las fortalezas más septentrionales de la comarca son las que presentan más intervención de la arquitectura militar castellana24. 2.1.1. Castillo de Olvera La tradición relaciona los remotos orígenes de Olvera con el municipio romano de Ilippa, aún sin localizar. Sea o no así, lo cierto es que en el actual emplazamiento de Olvera se asentaron los nuevos pobladores musulmanes. Su núcleo urbano se organizaba sobre un elevado cerro, junto a una gran fortaleza, alzada sobre un escarpado promontorio rocoso. Su privilegiada situación la convirtió en un lugar casi inexpugnable, de gran importancia estratégica en los primeros ataques al reino nazarí de Granada, en cuya línea defensiva Olvera ocupaba una posición destacada25. 23 Cf. MALPICA CUELLO, Antonio: “Los castillos en época nazarí. Una primera aproximación” en MALPICA CUELLO, Antonio (ed.): Castillos y territorio en al-Andalus. Actas de las Jornadas de Arqueología Medieval (Berja, 4-6 octubre 1996). Granada, Athos-Pérgamos, 1998, p. 256. 24 Desde la óptica castellana y siguiendo una metodología de investigación documental y archivística, fue publicada una sucinta aproximación a la tenencia y manutención de estas fortalezas en QUINTANILLA RASO, Mª. Concepción: “Acerca de las fortalezas de la Frontera de Granada a fines de la Edad Media” en Castillos de España, 92 (1986). Madrid, Asociación Española de Amigos de los Castillos, pp. 3-16 (versión revisada de la publicada, aun con posterioridad, en QUINTANILLA RASO, Mª Concepción: “Acerca de las fortalezas andaluzas en la frontera granadina durante el siglo XV” en IV Coloquio de Historia Medieval andaluza: Relaciones exteriores del Reino de Granada (1988). Almería, Instituto de Estudios Almerienses, pp. 251-272). Asimismo, otro trabajo reseñable en torno a los trabajos de conservación de estas fortalezas fronterizas castellanas es ROJAS GABRIEL, Manuel: “Algunas notas sobre la conservación y el estado edilicio de las fortificaciones castellanas en la frontera occidental granadina durante el siglo XV” en Estudios de Historia y de Arqueología Medievales, IX (1993). Cádiz, Universidad de Cádiz, pp. 185-216. En él se aportan datos extraidos de fuentes documentales sobre intervenciones puntuales de algunas de las fortalezas incluidas en mi trabajo durante su periodo de dominio castellano (post-conquista), como las de Zahara y Matrera. 25 Para estudiar la Olvera medieval sigue siendo fundamental el completo estudio de Manuel ROJAS GABRIEL: Olvera en la Baja Edad Media (siglos XIV-XV). Cádiz, Diputación, 1987. 40 Encontramos algunas referencias a Olvera en las fuentes árabes. En primer lugar, Ibn al-Jatib menciona la fortaleza (hisn) de Wabra o Wabira como uno de los husun Takurunniya26, relatando la toma del castillo por Utman b. Abi l-Ula en 1327. En otro pasaje del mismo texto27 se narra una expedición de Muhammad V a mediados del siglo XIV contra varios castillos de los alrededores de Ronda, mencionando un hisn Yira o Wayira que pudiera ser el mismo Olvera. El primer episodio aparece también en otra fuente del mismo autor28: «Se aprovechó el tirano [Alfonso XI] de la guerra civil de los musulmanes (fitna al-muslimin) y salió a primeros de saban de este año (= junio-julio de 1327) y atacó la frontera de Olvera (tagr Wabira), estribo de la guerra santa (rikab al-yihad), se apoderó de ella y de todos los castillos (alhusun) vecinos». También se quiere ver una referencia a Olvera en la afirmación de que la familia de Umar Ibn Hafsun procedía de la «alquería de Waba de la cora de Takurunna de las dependencias de Ronda antes del Islam (qaryat Waba min kurat Takurunna min ‘amal Runda qabl al-Islam)»29. Además, tenemos una somera referencia al lugar en la biografía del sultán meriní Abu l-Hasan redactada por Ibn Marzuq, al-Musnad: «(...) a mi salida de Granada me dirigí a inspeccionar las tierras de al-Andalus, registrando por escrito todo lo que se me había ordenado. Me acompañaban los secretarios de Gibraltar y de Ronda, maravillándonos de todo lo que [esta tierra] obtiene [de Abu l-Hasan] anualmente. Llegué hasta Zahara (alSajra) y la fortaleza (hisn) de Olvera (Uryawila) y el territorio vecino, deteniéndome en la frontera entre musulmanes y cristianos, oyendo las quejas de la gente de ambas religiones (...)»30. 26 IBN AL-JATIB: al-Ihata fi ajbar Garnata. Ed. Muhammad Abd Allah Inan, 1979, vol. IV, p. 79. 27 Ibíd., 1974, vol. II, pp. 78-79. 28 IBN AL-JATIB: al-Lamha al-badriyya fi l-dawla al-nasriyya. Ed. Muhibb al-Din al-Jatib, El Cairo, 1954, p. 93; trad. castellana de Emilio MOLINA LÓPEZ y José María CASCIARO RAMÍREZ: Historia de los Reyes de la Alhambra: El resplandor de la luna llena (Al-Lamha al-badriyya). Granada, Universidad, 1998, p. 101. 29 AL-WANSARISI: al-Miyar al-Murib wa-l-yami al-mugrib an fatawi ulama Ifriqiya wa-l-Andalus wa-l- Magrib. Ed. Muhammad Hayyi, Rabat, 1981, vol. X, p. 110. 30 IBN MARZUQ: al-Musnad al-sahih al-hasan fi ma’atir (wa-mahasin) mawla-na Abi l-Hasan. Ed. María Jesús Viguera Molins, Argel, 1981; trad. cast. María Jesús VIGUERA MOLINS: El Musnad: hechos memorables de Abu l-Hasan, sultán de los benimerines. Madrid, Instituto Hispano-Árabe de Cultura, 1977, pp. 325-326. 41 Olvera, la islámica Wabra, al-Wabira o Uryawila, fue conquistada por las tropas del rey Alfonso XI en el verano de 132731. Desde entonces y hasta las campañas iniciadas en 1482 que culminarán con la caída de Zahara y Ronda, siglo y medio más tarde, Olvera será la principal avanzada cristiana en la Frontera. Tras las negociaciones que siguen a la rendición los musulmanes continuarán conservando sus viviendas y bienes, mientras los cristianos organizan su asentamiento, lo que se lleva a cabo mediante la Carta de Población otorgada por Alfonso XI, que concede importantes beneficios a los que se arriesgan a instalarse en la zona recién conquistada, incluso eximiendo de penas de prisión a los homicidas que estuvieran allí un año como mercenarios (de ahí el dicho popular de «mata al hombre y vete a Olvera»). A mediados del siglo XIV, en un momento de gran inestabilidad por los continuos ataques musulmanes, la villa pasa a formar parte del señorío de don Alfonso Pérez de Guzmán. Algo más de un siglo después, según documento fechado en Córdoba a 23 de julio de 1485, la villa y castillo de Olvera pasan a manos del conde de Ureña. Finalmente, será nombrada ciudad el 8 de mayo de 1877 por Real Decreto de Alfonso XII. El castillo de Olvera es una soberbia estructura militar, a todas luces la más sofisticada y avanzada de cuantas pueblan la Sierra de Cádiz. No obstante, también es la más modificada por obras cristianas posteriores a su conquista. Así, su análisis morfológico debe realizarse atendiendo a esta importante circunstancia. Su planta general, alargada, es muy irregular, con entrantes y salientes, adaptándose al sinuoso contorno de la peña sobre la que se sustenta. Debe corresponder, grosso modo, a la planta del primitivo castillo islámico, identificable, por su tamaño reducido y su adaptación al terreno, con un hisn (así lo califican los textos árabes). La gran torre del homenaje que hoy marca su inconfundible silueta es claramente obra cristiana, un donjon, aunque no sabemos si pudo construirse sobre otra torre preexistente de la antigua estructura islámica. Tiene dos plantas, siendo ocupadas por sendas estancias cubiertas por bóvedas de cañón. En la superior existe un tiro de chimenea, rasgo claramente castellano y que concede un carácter 31 Ibn al-Jatib, como hemos visto, hace mención de la conquista de Olvera y la data con exactitud, si bien algunos autores consideraban que aporta una cronología errónea. La tenida por correcta era la contenida en la Carta Puebla, cuya fecha es el año 1365, pero de la era hispánica, correspondiente a 1327 en nuestra era cristiana, de ahí la confusión. 42 residencial a la torre. Las escaleras son de caracol, muy estrechas y empinadas, trazadas en el grosor del muro. La planta superior cuenta con un acceso directo desde el exterior mediante un patín de tambor y una escalera adosada al muro. Es un elemento añadido en época cristiana, pues se trataría de una puerta abierta a media altura del muro a la que se accedería con una escalera de mano que se recogería en caso de asedio, quedando aisladas las tropas en su interior, elemento frecuente en la arquitectura militar meriní y nazarí, según lo ejemplifica el castillo de Jimena de la Frontera (Cádiz). La torre cuenta con las esquinas redondeadas al exterior, rasgo de influencia igualmente cristiana. Los vanos con arcos rebajados le aportan una gran sobriedad. Está construida, al igual que todo el recinto, en mampostería de piedra caliza, usándose este aparejo incluso para las bóvedas, pese a su amplia luz. En el resto del recinto, dos pequeños cubos cilíndricos, casi garitas, cubiertos por cupulillas hemisféricas con cuatro nervios en cruz, coronados por empinados chapiteles cubiertos de teja, nos hablan también de la etapa castellana de la fortaleza, especialmente por sus saeteras en forma de «orbe y cruz». Un rasgo de gran interés es el acceso, que se realiza en doble recodo, pero trazado entre dos muros con un arco de ingreso simple en cada uno (no es una puerta-torre). Este detalle puede provenir del acceso original en recodo a la fortaleza islámica, pero fue reformado en época cristiana como atestiguan los arcos, rebajados y levantados con un tipo de piedra arenisca diferente al resto de los muros. La subida desde el pueblo a la fortaleza, por una larga y empinada escalera tallada en la roca, muy peligrosa, que finaliza en una barbacana almenada, añade otro poderoso elemento de defensa. En el interior del recinto se aprecian restos de estancias, a espera de una investigación arqueológica exhaustiva. Igualmente, existe el acceso a un aljibe y otras dependencias subterráneas sin identificar. También existe una gran cisterna en superficie, de planta rectangular y con el interior revestido de hormigón, de características similares a la del castillo de Cardela. Actualmente, el castillo, declarado Bien de Interés Cultural (BIC), es explotado turísticamente32. Su visita se complementa con la del Museo Histórico de Olvera33 y 32 Cf. GUERRERO MISA, Luis Javier; COBOS RODRÍGUEZ, Luis María; SILES GUERRERO, Francisco: “La integración de la Fortaleza de Olvera en la Ruta Arqueológica de los Pueblos Blancos: Una apuesta de futuro basada en el pasado” en Revista de Feria y Fiestas de San Agustín, 36 (1999). Olvera, Ayuntamiento. 43 cuenta con servicio de guías. Asimismo, los espacios de investigación arqueológica se hallan debidamente vallados, y los pretiles consolidados y uniformados. La planta baja de la torre carece de suelo, aflorando las irregulares rocas del terreno, por lo que se ha habilitado una rampa metálica para facilitar el acceso a los visitantes. El acondicionamiento del edificio, para hacerlo visitable, es muy respetuoso con los restos históricos y su entorno. Esta integración de la investigación y los usos turísticos resulta modélica en la Sierra de Cádiz, uno de cuyos principales motores económicos es el turismo cultural y medioambiental. 33 Existe un catálogo divulgativo de los contenidos didácticos expuestos en dicho museo: AA. VV.: Olvera, la Frontera y los castillos. Olvera, Centro Cultural La Cilla, 2001. 44 Planta general del castillo de Olvera. La gran torre-donjon del castillo de Olvera. 45 Castillo de Olvera. Vista general del interior de la fortaleza desde su extremo norte. Castillo de Olvera. Aljibe descubierto, cubo cilíndrico y restos de la torre norte desde la Torre del Homenaje. 46 47 2.1.2. Castillo de Alháquime El castillo de Alháquime se sitúa en el punto culminante del casco urbano de Torre Alháquime, el cual se emplaza sobre un cerro redondeado en la ribera del Guadalporcún, a sólo unos cuatro kilómetros de Olvera. Tradicionalmente se relaciona su origen con el poblado militar romano de Castra Gemina, pero no parece que Torre Alháquime existiera como tal hasta la época musulmana. Torre Alháquime era Bury al-Hakim o Bury Ibn Hakim, asentamiento de la célebre familia rondeña, procedente de Sevilla, de los banu l-Hakim, desde el siglo XI, que terminó por configurarse como hisn de frontera. Dicha familia sevillana llegó a Ronda con sus parientes los banu Abbad, quienes se establecieron en Zahara (Sajrat Abbad). Ibn al-Hakim de Ronda fue el poderoso visir de la corte granadina de Muhammad III (r. 1302-1309) y a él se debe la organización de la Cancillería de Granada (Diwan al-Insa’), de la que fue su arraez. Además, fue maestro y predecesor de Ibn al-Yayyab, quien a su vez lo fue de Ibn al-Jatib, el cual también ocupó el cargo de arraez de la Cancillería y conoció la personalidad y obra de Ibn al-Hakim, según pone de manifiesto en su propia obra. En 1327, la conquista cristiana de Olvera provocó la huida de sus habitantes, que buscan refugio en Ronda. Sin embargo, Torre Alháquime fue recuperada por los ejércitos nazaríes sólo seis años más tarde. A principios del siglo XV fue tomada efímeramente de nuevo, junto a Zahara, por los cristianos, permaneciendo durante unas décadas bajo control de la familia Ribera, titulares del Adelantamiento de Andalucía. Fue definitivamente conquistada por el marqués de Cádiz hacia el año 1485, volviendo entonces a formar parte del señorío de los Ribera (aquí nació Nicolás de Ribera “El Viejo”, hijo del capitán Alonso de Ribera y Valdivieso, que 48 fue alcaide de la fortaleza34) hasta que, extinguida la línea masculina del linaje, quedó integrada en los estados del ducado de Alcalá de los Gazules y, más tarde, en los de la Casa de Medinaceli. El castillo de Alháquime es una construcción de planta irregular y disposición general oblonga, tendente a la forma cuadrangular. De él se conservan parte de los muros (muchos de ellos muy modificados, ya que el castillo albergó el cementerio de la población y esta función utilitaria sin duda ha provocado múltiples cambios y reconstrucciones modernas) y algunas torres, además de una puerta (hoy existe una segunda entrada, pero seguramente se abrió en época moderna). Se llega a él desde la plaza, subiendo las escaleras que conducen a la puerta, de acceso directo bajo arco de medio punto. Tras ella, unas estrechas escaleras se doblan en recodo hacia la derecha, pero ya dentro del recinto, no pudiéndose calificar de puerta en recodo stricto sensu. Junto a ella, al norte, se sitúa la única torre semicircular del recinto, siendo las demás de planta cuadrada. Ésta es una característica que comparte con otros castillos de época califal, como el de Priego de Córdoba35. No se ha conservado ningún vestigio de la distribución interna del recinto. El aparejo es de mampostería enripiada, técnica que parece haberse seguido utilizando en las reconstrucciones. Por todas las características citadas, podemos hablar de una fortificación datable en la época califal (siglos X y XI), basándonos exclusivamente en su estudio formal y constructivo, a falta de datos documentales y/o procedentes de intervenciones arqueológicas. De ser así, estaríamos hablando de la fortificación de mayor antigüedad subsistente en la Sierra de Cádiz. Su estado de conservación es mediocre. En la mayor parte de su perímetro, las casas del pueblo se adosan directamente a la muralla, aprovechando sus muros, e incluso se colocan antenas de televisión sobre ellos. En el interior del recinto, que ya albergó el cementerio de Torre Alháquime, hoy trasladado a las afueras, se ha habilitado recientemente un parque. Se han desarrollado trabajos de consolidación en el sector Sur, así como los ya culminados de la puerta, que han permitido mejorar el acceso al lugar. Tiene la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC). 34 SERRANO DÍAZ, Emilio: Castillos de Andalucía I. Castillos y fortificaciones de Cádiz y Córdoba. Historia, leyenda y realidad. Madrid, Revista Geográfica Española, 1974, p. 51. 35 Castillo con el que presenta gran similitud en cuanto a planta y materiales constructivos, salvo por la gran torre del homenaje de época cristiana que se añadió a la fortaleza prieguense. 49 Torres del castillo de Alháquime, semicilíndrica y prismática, recientemente restauradas. A las murallas del castillo de Alháquime se adosan las viviendas inmediatas del casco urbano de Torre Alháquime, e incluso se aprovechan para instalar cableados y antenas. 50 51 2.1.3. Castillo de Setenil El castillo de Setenil se encuentra integrado con su actual núcleo urbano, siendo identificable con el recinto del llamado Barrio de la Villa, en el punto más alto de la población. Es difícil otorgarle una cronología fiable, ante la dificultad de una excavación arqueológica. El estudio de los materiales de construcción tampoco nos aporta datos definitivos al respecto, aunque puede tratarse de una fortaleza de gran antigüedad, pues el hábitat humano en Setenil es un hecho continuado desde la Prehistoria, como constatan los escasos estudios arqueológicos hasta hoy36. Sin embargo, los materiales cerámicos de época medieval documentados son únicamente nazaríes, faltando los de época emiral, califal o almohade37. Lo claro es que se trata de una edificación hispanomusulmana, seguramente nazarí, posteriormente reformada por sus ocupantes castellanos, a juzgar por el refuerzo de sillares en los ángulos de la torre del homenaje. 36 Cf. GUERRERO MISA, Luis Javier: “Aproximación a la evolución histórica de Setenil de las Bodegas: La intervención arqueológica de urgencia en la calle Calcetas” en Papeles de Historia, 4 (1999). Madrid, Tréveris, pp. 61-93. En este trabajo afirma su autor que el casco urbano de Setenil «puede remontar su origen como población hasta, al menos, el IV milenio antes de nuestra era» (p. 61). Cf. LÓPEZ JIMÉNEZ, Jesús: “Intervención arqueológica en la fortaleza de Setenil (Cádiz)” en Anuario Arqueológico de Andalucía 2003. Vol. II: Actividades sistemáticas y puntuales. Sevilla, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, 2006, pp. 130-146. Según los resultados de esta intervención, «se han evidenciado dos fases cronológicas distintas. Una fase prehistórica reciente-protohistórica, con materiales del bronce finalorientalizante, y una “fase histórica” con material fundamentalmente romano (tardorromano), medieval (nazarí) y moderno. (…) En época medieval y ante el contexto que marca la frontera castellano-nazarí, el emplazamiento de Setenil se fortifica, manteniendo todo su entramado urbano hasta la actualidad» (p. 130). 37 Ibíd., p. 85. 52 Según las investigaciones de Luis Javier Guerrero38, el Setenil tardorromano debió ser arrasado hasta sus cimientos, quedando la zona convertida en un extenso descampado del que se extrajeron sillares y otros materiales constructivos para su reutilización. La repoblación del lugar en la etapa hispanomusulmana hubo de acontecer bajo el dominio meriní o nazarí. Las primeras noticias sobre un núcleo estable de población en el actual emplazamiento de Setenil son aportadas por fuentes árabes. En el Rawd al-qirtas se menciona que el 22 de noviembre de 1293 (=21 de du l-hiyya de 692) el sultán de Marruecos Abu Yaqub entregó al nazarí Muhammad II las fortalezas de Algeciras, Ronda y los castillos dependientes de ambas, siendo uno de ellos el de al-Sitil o al-Xatil39. Los conquistadores, de mayoría beréber, levantaron esta fortaleza que formaba parte de la Cora de Takurunna, con capital en Ronda. Hasta el siglo XV Setenil se mantiene inexpugnable como uno de los pilares del cinturón defensivo del reino granadino. Desde 1407 se suceden los ataques cristianos a la fortaleza islámica, aunque no consiguen acabar con la resistencia de sus moradores hasta 1484. Las tropas de los Reyes Católicos, capitaneadas por el marqués de Cádiz, les someterán tras un duro asedio de quince días, que finaliza con la rendición el 21 de septiembre de 1484. La toma de Setenil es una de las escenas de la Guerra de Granada representadas en las tallas del coro de la catedral de Toledo. Bajo el dominio cristiano, Setenil es declarada villa de realengo, gozando de la consideración de los monarcas por su localización en el camino a Granada. De ellos recibe en 1501 la Carta de Privilegios de la villa de Setenil, donde se dispone un elevado número de franquicias y beneficios equiparables a los que por entonces gozaba Sevilla. De la antigua fortaleza de Setenil subsisten la torre principal y una secundaria que flanqueaba la puerta de acceso al recinto. Dicho acceso, la Puerta de la Villa, se halla hoy perdido, existiendo un arco de medio punto de fábrica moderna que indica la situación de la antigua puerta, perpetuando su tradición, aunque se ha mantenido el trazado en doble recodo de la calle de acceso. El conjunto fortificado se halla en una de las cotas más altas de la actual población, en un promontorio formado por el 38 Ibídem. 39 Citado por DÍAZ MORANT, Antonio: “Fortificaciones altomedievales de El Havaral de Ronda” en Actas del I Congreso Internacional Fortificaciones en al-Andalus (1998). Algeciras, Ayuntamiento, p. 443. 53 meandro más cerrado del río Guadalporcún (también llamado Trejo o Setenil, según el tramo). Al existir una única puerta de acceso, el trazado urbanístico actual es absolutamente centrípeto, en torno a la gran torre que es hoy el vestigio principal de la fortaleza. Se trata de una gran estructura prismática de construcción mixta, que revela distintas reconstrucciones. Hay tramos de paramento en tapial, otros en mampostería enripiada muy irregular, y las esquinas se refuerzan con sillares. Este detalle constructivo lo relaciona con el cercano castillo malagueño de la Estrella, en Teba40, así como otros ejemplos algo más alejados, caso de la torre de Urique, en Alhaurín el Grande (Málaga)41. Contra lo que ocurrió en otros casos, en que las primitivas construcciones en tapial se reforzaron con mampostería (como en la alcazaba de Loja, por ejemplo), aquí el tapial aparece en partes altas, es decir, el proceso constructivo fue el inverso respecto a los materiales empleados, y es el tapial el medio usado para las reparaciones de la fábrica pétrea cronológicamente más antigua. La torre presenta dos entradas a distintos niveles. Por la puerta suroccidental se accede a varias salas, muy deterioradas por usarse hoy de almacén y depósito de escombros. Por la puerta sudoriental, en un nivel superior (se ha construido un puentecillo para alcanzarla, ya que hay un pequeño foso entre ella y la calle), se accede a una segunda planta. Junto a la puerta parte una estrecha escalera que, tras trazar un recodo, conduce a la tercera y última planta, con una única sala de grandes dimensiones (7 metros de lado, aproximadamente) cubierta por una bóveda vaída, hoy hundida, quedando a cielo abierto. Por el foso bajo la puerta SE se accede a los aljibes, abovedados, que procuraban el abastecimiento de agua a la fortaleza. En proceso de recuperación, están cerrados al público, como el resto de la torre, menos la primera planta, repleta de escombros y otros materiales. La manzana de casas adyacente a la torre por su flanco SO se halla construida adosada a la antigua puerta y aprovechando los restos murarios de la primitiva 40 Sobre este castillo, cf. LÓPEZ GUZMÁN, Rafael (coord.): Arquitectura de al-Andalus. Almería, Granada, Jaén, Málaga. Granada, Comares, 2002, pp. 969-971; donde se remite a una bibliografía más amplia sobre el mismo. 41 Cf. Ibíd., pp. 772-774. 54 muralla, cuyos restos son perfectamente visibles en gran parte. Sus características constructivas son las mismas que la torre, en mampostería. En el extremo NE, la Iglesia Mayor también está construida sobre los fuertes cimientos de los primitivos muros defensivos. La torre se encuentra actualmente en un estado de conservación deficiente debido a la erosión, pero fácilmente recuperable con sencillos trabajos de consolidación y evitando el acceso a las partes peligrosas, que ya están en marcha. La Junta de Andalucía financiará un proyecto de recuperación en el que se prevé una sala de exposiciones en la planta baja y el archivo histórico y la recepción en la sala superior. El casco antiguo de Setenil, bajo la denominación de “Villa de Setenil de las Bodegas (Cádiz)”, incluyendo el castillo, está catalogado como Conjunto Histórico-Artístico, según Decreto 15/1985 de 22 de enero, BOJA núm. 17, pág. 382. 55 La Torre del Homenaje, principal resto del castillo de Setenil. Puerta SE de acceso al interior de la Torre del Homenaje de Setenil. 56 En Setenil, las casas que bordean la Peña se construyeron aprovechando las murallas de la fortaleza. Castillo de Setenil: en la cara SE de la Torre del Homenaje se puede apreciar la combinación de piedra y tapial en su fábrica. 57 2.1.4. Castillo de Matrera42 La fortaleza de Matrera, también llamada de Pajarete o de Almajar43, está situada en la Sierra de Pajarete, entre Villamartín y Prado del Rey, a 523 metros sobre el 42 Emilio Serrano (SERRANO DÍAZ, E.: op. cit., p. 53) ya advierte sobre la amplia bibliografía existente sobre Matrera, muy incrementada hasta hoy. Respecto a la contextualización histórica de Matrera y los territorios adyacentes durante la Edad Media, son interesantes especialmente los trabajos de Manuel Rojas Gabriel (ROJAS GABRIEL, Manuel: La frontera entre los reinos de Sevilla y Granada en el siglo XV (1390-1481). Un ensayo sobre la violencia y sus manifestaciones. Cádiz, Universidad, 1995; ROJAS GABRIEL, Manuel; PÉREZ, D.; GARCÍA FITZ, Francisco: “Operatividad castral granadina en la frontera occidental durante el siglo XV” en Actas del I Congreso Internacional sobre Fortificaciones en al-Andalus (1996). Algeciras, Ayuntamiento, pp. 281-294). Como estudios monográficos deben citarse: BENÍTEZ RAGEL, Natalio: “Castillo de Matrera: aproximación histórica y arquitectónica” en Revista de Humanidades, 1 (octubre 1989). Jerez de la Frontera, pp. 69-77; PANGUSIÓN CIGALES, Ernesto: “Anexión de Matrera a la Corona de Castilla” en Cuadernos de Villamartín, 3 (marzo 1997). Villamartín, Ayuntamiento, pp. 1-69; GUTIÉRREZ LÓPEZ, José María; MARTÍNEZ ENAMORADO, Virgilio: “Matrera (Villamartín): Una fortaleza andalusí en el alfoz de Arcos” en Actas I Congreso de Historia de Arcos de la Frontera. 750 Aniversario de la conquista de la ciudad por Alfonso X el Sabio. 1253-2003. Arcos de la Frontera, Ayuntamiento, 2003, pp. 103-129; PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro: “El castillo de Matrera en Villamartín (Cádiz): una fortaleza de frontera”, en Almajar, 2 (2005). Villamartín, Museo Histórico Municipal, pp. 83-92. Las primeras menciones historiográficas al respecto, ya en torno al siglo de antigüedad, las encontramos en el catálogo de Enrique Romero de Torres (ROMERO DE TORRES, Enrique: Catálogo monumental de España. Provincia de Cádiz (1908-1909), vol. I. Madrid, Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, ed. 1934) y los escritos de Miguel Mancheño (MANCHEÑO Y OLIVARES, Miguel: “Antigüedades del partido judicial de Arcos de la Frontera y pueblos que existieron en él” (1901) en Obra selecta (ed. M. J. Richarte García), vol. I. Cádiz / Arcos de la Frontera, Universidad de Cádiz, Ayuntamiento de Arcos de la Frontera, 2002). 43 Conocida popularmente por “la Torre”, al ser ésta la estructura más sobresaliente de sus restos actuales. 58 nivel del mar44. Aprovecha una pequeña explanada en lo alto de dicha sierra, desde donde se obtiene una amplia panorámica de la campiña y de la sierra. Estaba en contacto visual con el castillo de Zahara y el punto de vigilancia de Iptuci (Cabezo de Hortales), que conectaría con Cardela y Aznalmara. No fueron los musulmanes los primeros en asentarse allí. Aunque falta un estudio arqueológico sistemático, se han localizado en superficie restos tartésicos e ibéricos. Se conocen antiguas atribuciones de su construcción a los visigodos45. Sin embargo, nada seguro sabemos hasta la Edad Media. En 1256 el maestre de la Orden de Calatrava Pedro Yáñez ganó la plaza, la cual fue definitivamente donada a la orden, en 1257, por Alfonso X. Luego, en 1261, sufrió el acoso de los moriscos sublevados en Jerez y fue socorrida, pero se perdió en 1322 cuando el clavero Juan Núñez denuncia a Alfonso XI que el maestre de Calatrava D. Garci Lope «dexó perder algunos castiellos de la orden». El mismo Alfonso XI cita su reconquista en 134146, campaña en que se apodera también de otras plazas, como Alcalá de Benzaide (Qal’at ibn Sa’id, hoy Alcalá la Real), Priego de Córdoba (Baguh), Rute (Rut) y Benamejí (Banu Basir)47. En 1342 es donado a la ciudad de Sevilla, junto con las tierras de su demarcación (el «Campo de Matrera», una amplia extensión de tierras llanas y buenas para el cultivo que hoy conforma el municipio de Villamartín), por privilegio rodado, dado el 1 de abril de ese año en Tordesillas. En 1408 el rey de Granada prepara desde Zahara un ataque que finalmente no pudo llevar a cabo por la intervención del infante don Fernando. De nuevo fue asediada por el caudillo beréber Mohamed Ben Ozmin, siendo el conde de Arcos quien la defendió, consiguiendo repelerlo en una batalla librada en las cercanías de Ubrique, entre Cardela y Garciago, en la que se afirma que los castellanos tomaron 1300 prisioneros y 455 44 Aunque se incluye en el término municipal de Villamartín, localidad inmersa en la planicie de la Campiña de Jerez, su ubicación en los límites naturales e históricos de la Sierra hace necesaria su inclusión en este estudio. 45 Según el cronista local D. José Bernal Cisuela, cit. por SERRANO DÍAZ, E.: op. cit., p. 53. 46 Según se recoge en la Crónica del Rey don Alfonso el Onceno (Ed. C. Rosell, Madrid, Atlas (Biblioteca de Autores Españoles, vol. LXVI), Madrid, 1953). 47 «(...) el rey don Alonso sitió a Alcalá de Bençayde, y durante el sitio se le dieron Yllora y Montefrío y Moclín, y después Alcalá, (...) Cartabuey e Priego, Rute, Benamexí y la torre de Metrera» (CARRIAZO Y ARROQUIA, Juan de Mata: “La «Historia de la Casa Real de Granada», anónimo castellano de mediados del siglo XVI” en Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos VI (1957). Granada, Universidad, p. 27). 59 caballos48. El último hecho histórico que afectó a la fortaleza fue la conclusión en 1818 del prolongado pleito en el que se enfrentaron Sevilla y Villamartín por su jurisdicción, saliendo favorable a esta última villa tras 97.200 días de proceso, del cual quedó el dicho popular que reza: «Fue más largo que el pleito de Matrera». El castillo se divide en dos partes bien diferenciadas: la torre del homenaje, rodeada por un estrecho recinto amurallado, y el gran patio de armas o albacar, circunvalado por una muralla de escasa elevación que lo ciñe completamente y con dos puertas de acceso, una en la cara occidental, llamada Puerta de los Carros, y otra en la oriental, elocuentemente llamada Puerta del Sol. El albacar tiene planta irregular ligeramente elíptica y es de una gran amplitud, con una longitud de 185 metros en su eje mayor (E-O) y un perímetro amurallado de más de 500 metros. Posiblemente serviría de refugio para la población y el ganado que habitaba en los alrededores en momentos de amenaza bélica49. Otros autores consideran errónea esta identificación y piensan que se trataba de una auténtica cerca urbana50, lo que implicaría la existencia de un núcleo de población estable en su interior, extremo aún no aclarado dada la falta de excavaciones arqueológicas sistemáticas en el lugar. La torre del homenaje se alza en el sector norte, en el lugar más infranqueable, donde la pendiente cae casi en vertical. Es de planta rectangular, de 15 metros de largo por 10 de ancho. Los muros tienen un grosor de casi 3 metros. Tiene dos plantas, ambas cubiertas con sendas bóvedas de cañón, la de la planta baja construida con lajas de piedra irregulares y la superior en ladrillo. Esta diferenciación de materiales entre las dos bóvedas que, sin embargo, son idénticas en su trazado y dimensiones puede obedecer a diversas causas. Una podría ser que la superior se hundiera y fuese reconstruida con ladrillo en lugar de piedra, bien por ser un material más barato y fácil de conseguir, bien por aligerar el peso y evitar un nuevo derrumbe. Por otra parte, también puede que esta última razón primase en el proyecto desde un principio y fuese construida directamente en ladrillo 48 Cf. UBRIQUE, Fray Sebastián de: Historia de la villa de Ubrique. Sevilla, 1945, p. 58. 49 Cf. EPALZA, Mikel de: “Funciones ganaderas de los albacares en las fortalezas musulmanas” en Sharq al-Andalus, 1 (1984), pp. 47-54. Mazzoli-Guintard retoma el debate sobre las funciones de los albacares, sin dar una solución definitiva pero decantándose por el uso como refugio temporal excepcional para personas y ganado (MAZZOLI-GUINTARD, Christine: Ciudades de al-Andalus. España y Portugal en la época musulmana (s. VIII-XV). Granada, Almed, 2000, pp. 149-153, esp. 153). 50 GUTIÉRREZ LÓPEZ, José María; MARTÍNEZ ENAMORADO, Virgilio: op. cit., p. 109. 60 en previsión de una sobrecarga estructural. En este caso, estaríamos ante una concepción técnica relativamente avanzada en el diseño arquitectónico de esta construcción, ya que no es frecuente este tipo de distribución de diferentes materiales51. La planta alta tiene un mayor desarrollo en altura que la inferior. La pérdida de toda una fachada de la torre deja al descubierto estas estancias. Esta estructura interna es semejante a la de la torre de Olvera, pero quizá no se vio tan modificada por sus ocupantes castellanos como aquélla. Conserva tres saeteras, una en la primera planta y las dos restantes en la segunda. Se aprecian los restos de un paso de ronda protegido por muretes en la terraza superior. Los muros se realizan en mampostería enripiada primero, y en mampostería de hiladas regulares en su parte superior, denotando posiblemente un origen islámico y una reconstrucción cristiana. Las esquinas se refuerzan con sillares, como ocurre con la Torre del Homenaje de Setenil. En los muros que rodean a la torre aparece una parte de tapial52, recubierta y reconstruida con mampostería, práctica que fue frecuente entre las construcciones defensivas andalusíes, como ejemplifica la Alcazaba de Loja (Granada). Solía ocurrir que las fortalezas eran construidas en principio con tapial y posteriormente se reforzaban o reconstruían en mampostería. No obstante, a veces ocurrió al contrario y el tapial se utilizó para reparar brechas en muros de piedra, como se observa fácilmente en la torre de Setenil. Se conservan seis cubos en la muralla: dos al norte, dos al oeste y dos al sur. Las puertas del recinto, llamadas del Sol y de los Carros, se encuentran en cada caso flanqueadas por dos robustas torres, aunque sólo se conservan los arranques de las mismas. Se trata de sendas puertas de acceso directo con los paramentos laterales rectos, sin mocheta, siendo así casos excepcionales en este territorio. Desconocemos el tipo de arco que presentarían los vanos de acceso. 51 Por ejemplo, en el cercano castillo de Olvera, con una torre de características similares, ambas bóvedas son de piedra; en el de Zahara también encontramos dos estancias superpuestas y cubiertas ambas en piedra, pero los sistemas de cubrición son diferentes a los de Matrera y Olvera, pues los techos planos descargan sobre dos arcos fajones rebajados cruzados perpendicularmente (Cf. COBOS RODRÍGUEZ, Luis María: Zahara. Memoria recuperada del patrimonio arqueológico. Zahara de la Sierra, Ayuntamiento, 2003, pp. 73-75). 52 Un estudio más detallado sobre este aspecto constructivo es el que realizan José María Gutiérrez López y Virgilio Martínez Enamorado (op. cit., p. 111). 61 El estado en que se encuentra la fortaleza es ruinoso, con la torre medio derruida, los muros que la rodeaban fragmentados y sin continuidad, y la muralla del albacar con bordes irregulares y algunas brechas, amén de las puertas que han perdido sus arcos. Pese a ello, el aspecto que el castillo presenta, aun en la distancia, es imponente, debido a sus grandes dimensiones, tanto en extensión como en altura y esbeltez de la torre. Asimismo, hay partes que demuestran una gran solidez en la fábrica, como los cubos que flanquean las dos puertas. Se echa en falta un estudio arqueológico sistemático que permita aportar nuevos datos sobre la historia y evolución del yacimiento. 62 Restos de la torre del Homenaje del castillo de Matrera. Uno de los cubos de la extensa muralla que rodea el albacar del castillo de Matrera. 63 Mapa topográfico del emplazamiento del castillo de Matrera. El castillo de Matrera cuenta con un gran albacar que lo convierte en la fortaleza de mayor extensión superficial de la comarca. 64 Planta general del castillo de Matrera. 65 2.1.5. Castillo de Zahara Zahara53 es un caso excepcional para poder estudiar los asentamientos islámicos en la Sierra de Cádiz, al estar su primitivo asentamiento medieval y el subsiguiente de la Edad Moderna perfectamente discriminados, permitiéndose la investigación arqueológica del primero sin apenas intromisiones de edificaciones de cronología posterior. Pero ciñéndonos en exclusiva al castillo, la situación se invierte, ya que la estructura hoy visible e identificable con el mismo es el gran donjon de época cristiana que se superpuso a la fortaleza islámica original, quedando escasos y confusos restos de la misma alrededor de la gran torre. Éstos se reducen a paramentos de una torre cuadrangular de pequeñas dimensiones y a dos pequeños cubos de flanqueo (uno de ellos, a un nivel inferior y cercano al otro, quizá cumplió funciones de torre avanzada o albarrana, aunque esto es dudoso por su exiguo tamaño), arrasados completamente, también de planta cuadrangular. El resto de la muralla era la cerca urbana que protegía el núcleo de población que se desarrollaba en su interior, quedando varios tramos en irregular estado de conservación. Zahara, al margen de las múltiples teorías generadas en torno a su etimología54, es mencionada en las fuentes árabes como Sajrat Abbad55 o Sajrat Inad56, topónimo 53 Recientemente ha sido publicado un completo trabajo donde se recopilan los datos que se están obteniendo de las campañas de excavaciones en este municipio integradas en los programas Arqueosierra I y II: COBOS RODRÍGUEZ, Luis María: op. cit. Gran parte de sus aportaciones ya fueron publicadas por el mismo autor en “La Villa Medieval de Zahara. Nuevas aportaciones históricas a través de la arqueología”, en Papeles de Historia, 4 (1999), Madrid, Tréveris, pp. 143-158. 54 Cf. GARCÍA GÓMEZ, Emilio: “Paremiología y filología: sobre ‘zahar’ y ‘zahareño’” en Al-Andalus, XLII (1977). Madrid / Granada, CSIC, pp. 391-408. 66 procedente de al-sajra, que significa peña, haciendo alusión a su emplazamiento como montaña rocosa fortificada, más el nombre propio Inad o Abbad57, pudiendo esta última variante hacer referencia al célebre místico rundí Ibn Abbad58 o a su familia. Sin embargo, el tipo de fortificación que encontramos en Zahara es de rango intermedio, es decir, sería un hisn o fortaleza que domina un territorio en el que se incluyen otras atalayas o fortalezas menores al tiempo que protege a una población que habita el núcleo urbano asociado al mismo. Ibn Abi Zar menciona Zahara en su Rawd al-qirtas como el lugar donde el sultán meriní Abu Yusuf y el rey de Castilla Alfonso X mantuvieron una entrevista en 1282. El motivo de este encuentro diplomático era el interés del sultán norteafricano por respaldar al rey en su enfrentamiento con su hijo Sancho, contribuyendo así a profundizar las divisiones internas del poder castellano. Otro encuentro celebrado en Zahara fue el que tuvo lugar entre Alfonso X y su hijo Sancho IV: «Celebraron ambos una entrevista en los alfoces de Zahara, de la cora de Takurunna (bi-ahwaz al-Sajra min kurat Takurunna), como es sabido»59. También aparece Zahara en al-Musnad, la biografía del sultán meriní Abu l-Hasan, de la pluma de Ibn Marzuq (ca. 1371): «Llegué hasta Zahara (al-Sajra) y la fortaleza de Olvera (hisn Uryawila) y el territorio vecino, 55 Con este topónimo árabe identifica Martínez Ruiz, aunque con dudas, a Zahara (MARTÍNEZ RUIZ, Juan: “Toponimia gaditana del siglo XIII” en Cádiz en el siglo XIII. Cádiz, Universidad / Diputación, 1983, p. 102). Con él coinciden los hermanos Jesús y José de las Cuevas, pero basándose en al-Idrisi (CUEVAS, Jesús y José de las: La Sierra de Cádiz. Zahara de la Sierra. Cádiz, Instituto de Estudios Gaditanos, 1970, p. 4). 56 Como Sajrat Inad aparece citado en una casida de 34 versos del Diwan del poeta áulico nazarí Ibn Furkun, en la que se canta la supuesta gesta en la que se elogia al sultán Yusuf I: «Cuando los musulmanes habitantes de Ronda (Runda) y Sajrat Inad –Dios la devuelva– sacaron a quienes había allí muertos y cautivos, excepto unos pocos de ellos que se hicieron fuertes en su alcazaba (qasba), al llegar la noticia que trajo el mensajero, yo dije felicitando a su noble lugar en ese momento, e improvisando, al miércoles 4 de du l-hiyya del año 812 (= 9 de abril de 1410) (...)» (IBN FURKUN: Diwan Ibn Furkun. Ed. Muhammad ben Sarifa. Rabat, Academia del Reino de Marruecos, 1987, pp. 156-158). 57 Ambos nombres apenas se diferencian por escrito en grafía árabe. Ben Sarifa afirma que en la casida antes citada el topónimo aparece como Inad en dos ocasiones, lo mismo que en otras fuentes, pero que también se puede escribir Abbad (Ibídem). 58 Ibn Abbad de Ronda (733/1333 Ronda - 792/1390 Fez) es uno de los máximos representantes de la escuela xadilí (una de las vías -tariqa- de la mística islámica). 59 IBN AL-JATIB: al-Lamha..., op. cit., p. 56; trad. castellana, p. 53. 67 deteniéndome en la frontera entre musulmanes y cristianos (...).»60 También hay referencias en fuentes cristianas. La Historia de la Casa Real de Granada cita a «Zaara» como uno de los lugares «quel rey de Marruecos tenía en Granada»61. Alonso de Palencia la describe como «(...) la villa de Zahara, confinante con Ronda, adyacente a la jurisdicción de Sevilla y baluarte para la seguridad de los campos que dominaba (...).»62 La Zahara islámica estuvo en la primera línea defensiva de la frontera castellanogranadina desde los primeros intentos de conquista en el siglo XIII. Tras sucesivas tentativas y escaramuzas, Zahara cae en poder de los castellanos en 1407, tomada por el infante don Fernando (que luego sería Fernando de Antequera y Fernando I de Aragón). Fue recuperada para el Islam en 1481, al romper Muley Hacén (Abu lHasan Ali) la tregua iniciada en 1478. Su caída definitiva tuvo lugar en 1483, cuando es tomada por sorpresa. La villa pasa a engrosar las propiedades de su conquistador, don Rodrigo Ponce de León, que añade a sus títulos el marquesado de Zahara, por documento fechado en Córdoba el 20 de julio de 1485. La torre-donjon es de características muy similares a la de Olvera, con dos plantas residenciales y un tiro de chimenea en la superior, culminada en una terraza y con las esquinas redondeadas. En concreto, se detecta una similitud aún mayor con la torre del castillo santiaguista de Segura de la Sierra (Jaén), pero también con otros casos como Pinto (Madrid), Arroyomolinos (Madrid)63, Jumilla (Murcia), Feria (Badajoz) y Cazorla (Jaén). La diferencian de la olvereña la distribución cuatripartita de las estancias interiores, por dos arcos rebajados cruzados que dejan libre el espacio central común, los arcos de medio punto en ladrillo de las ventanas y las escaleras, abiertas en el grosor del muro perimetral y cubiertas de bóvedas de cañón inclinadas escalonadas. La terraza superior carece de almenado, existiendo un resalto del pretil 60 IBN MARZUQ: al-Musnad al-sahih al-hasan fi ma’atir /wa-mahasin/ mawla-na Abi l-Hasan. Ed. María Jesús Viguera Molins, Argel, 1981; trad. cast. María Jesús Viguera Molins: El Musnad: hechos memorables de Abu l-Hasan, sultán de los benimerines. Madrid, Instituto Hispano-Árabe de Cultura, 1977, pp. 325-326. 61 CARRIAZO Y ARROQUIA, Juan de Mata: “La «Historia...”, p. 29. 62 PALENCIA, Alonso de: Guerra de Granada. Granada, Universidad, 1998 (edición facsímil con estudio preliminar de Rafael Gerardo Peinado Santaella), pp. 25-26. 63 Cf. SÁEZ LARA, Fernando: “Catálogo de castillos, fortificaciones y recintos amurallados de la Comunidad de Madrid” en Castillos, fortificaciones y recintos amurallados de la Comunidad de Madrid. Madrid, Consejería de Educación y Cultura de la Comunidad de Madrid, 1993, pp. 108-113. 68 en los ángulos que le otorga un perfil muy característico, fruto de una reforma reciente64. El nivel de la terraza se halla diferenciado visualmente en el alzado por una cornisa de dos hiladas decrecientes de ladrillo, y la base de la torre se abre en ligero talud, otorgándole una gran robustez. Además de las amplias ventanas, hay saeteras con función de iluminación (no pueden ser defensivas dada su excesiva altura y disposición abocinada ascendente, contraria a la lógica poliorcética). El aparejo es de mampostería irregular, sin distribución en hiladas, identificable con obra cristiana y no nazarí. El ladrillo se utiliza para las puertas y ventanas en jambas y arcos de medio punto. Se hace necesaria una intervención arqueológica, tanto de excavación como de estudio de estratigrafía vertical de las estructuras murarias, que aporte datos sobre el origen de la torre y sus posibles antecesoras en el lugar, ya que es presumible que fuese levantada sobre la base de una primitiva torre andalusí. En el actual casco urbano de Zahara, adosada a la cabecera de la Capilla de San Juan de Letrán, se conserva la llamada Torre del Reloj. Reutilizada como campanario de la citada capilla, se trataba originalmente de una torre vigía, como delata su ubicación en lo alto de un espolón rocoso, en situación avanzada del recinto fortificado zahareño. Se ilumina con saeteras y vanos rectangulares en su cuerpo superior, previo al cuerpo de campanas con arcos de medio punto. Se cubre con chapitel de teja árabe a cuatro aguas. Sus paramentos están completamente enlucidos y encalados. Su planta cuadrada con las aristas redondeadas la relaciona formalmente con la Torre del Homenaje, estando datada en el siglo XVI. El estado de conservación de la Torre del Homenaje es excelente, estando restaurada muy respetuosamente, dispuesta para su explotación turística. En cuanto a los restos subsistentes del hisn originario, no podemos decir lo mismo, hallándose en lugar peligroso, al borde de precipicios que caen sobre el sector sur de la población actual, siendo necesaria una consolidación de los mismos. Actualmente la villa de Zahara de la Sierra, declarada Conjunto Histórico Artístico por Real Decreto en 1983 –a partir de la nueva ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español, el castillo tiene la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC)–, constituye uno de los enclaves más atractivos y visitados de la Sierra de Cádiz. 64 Emilio Serrano publicó una fotografía en la que se observa la torre sin estos remates (SERRANO DÍAZ, E.: op. cit., lámina encartada sin paginación). 69 Torre del Homenaje castellana del castillo de Zahara. 70 Sala de la primera planta de la Torre del Homenaje de Zahara. Castillo de Zahara: Los restos del hisn originario son mucho menos espectaculares que la gran torredonjon castellana. 71 La Torre del Reloj de Zahara, una antigua torre vigía avanzada reutilizada como campanario de la capilla de San Juan de Letrán. 72 Desde el hisn de Zahara se dominaba un amplio territorio serrano. 73 2.1.6. Castillo de Montecorto o del Moral El llamado Castillo del Moral65 se sitúa en las cercanías de Montecorto, pedanía del municipio malagueño de Ronda, pero lo incluyo en mi estudio por hallarse en una de las vías de acceso a la Serranía de Villaluenga, el pasillo natural entre Ronda y la depresión Bética, a través del alto valle del Guadalete. Su ubicación es un punto que comunica visualmente la fortaleza de Audita con los puntos de vigilancia de Gaidovar y Acinipo. El emplazamiento de esta fortificación es impresionante, sobre una enhiesta roca, aparentemente inaccesible, desgajada de la montuosa ladera del Malaver a media altura, dominando una extensa panorámica de la serranía, concretamente todo el alto valle del Guadalete y el sector más septentrional del Macizo de Grazalema66. Este castillo ha de ser el mencionado en las crónicas castellanas como Montecorto67, seguramente correspondiente al islámico Munt Kurt, Munt Qurt o 65 “Castillo del Moral. Montecorto (Málaga)” en LÓPEZ GUZMÁN, Rafael (coord.): Arquitectura de al- Andalus. Almería, Granada, Jaén, Málaga. Granada, Comares, 2002, pp. 923-924. 66 Pitt-Rivers hace una apresurada descripción de Montecorto en la que, atendiendo únicamente al emplazamiento actual de su casco urbano, nacido en época moderna en una suave ladera bastante más abajo que el castillo, afirma que este pueblo no es un lugar estratégico, dato cierto pero no aplicable a su fortaleza: «La única [población] que no tiene una situación estratégica es Montecorto, que en los últimos treinta años ha crecido mucho. Es la única población moderna de la zona» (PITT-RIVERS, Julian A.: Un pueblo de la sierra: Grazalema. Madrid, Alianza, 1989, p. 41). 67 «El granadino Muley Albuhacén (...) ocupó el castillo de Montecorto, y después de tomado por los nuestros, se le arrebató nuevamente.» (PALENCIA, A. de: op. cit., p. 28.) 74 Munt Gur68, de presumible etimología beréber69. Lo primero que sabemos del mismo es la entrada del infante don Fernando en el siglo XV. En 1479 pasa a manos cristianas, dotándosele de una guarnición dependiente de Ronda: «Asy mismo es nuestra merçed e voluntad que sea tierra de la jurediçión de Ronda el Burgo e Avdita e Montecorto, e todas las otras villas e lugares que solían ser de la dicha çibdad de Ronda»70. Cuando la ciudad es tomada en 1485, los castillos de Montecorto y Audita son mandados derribar por el rey, y los habitantes de dichas villas quedan desde entonces como siervos mudéjares. Los restos constructivos que subsisten en el lugar son mínimos, pues la propia peña, cortada a pico por todos sus frentes, cumpliría la principal función defensiva de forma natural, añadiéndose únicamente elementos para facilitar el acceso y la subsistencia de una pequeña guarnición71: un camino de ingreso excavado en el flanco occidental y dos pequeños aljibes, uno de mampostería y otro labrado en la propia roca. No parece que hayan existido otras obras permanentes en el lugar, cabiendo la posibilidad de cerrarse el recinto con empalizadas u otro tipo de estructuras efímeras, ya que el emplazamiento no constituyó hábitat humano (la aldea se situaría ladera abajo, como ocurre con el actual pueblo de Montecorto), sino punto de vigilancia de ocupación más o menos eventual. La zona arqueológica de El Moral está declarada Bien de Interés Cultural (BIC), incluyendo esta declaración las estructuras correspondientes a la fortificación nazarí y una necrópolis megalítica localizada junto a la misma. 68 IBN ABI ZAR: al-Anis al-mutrib bi-rawd al-qirtas fi ajbar muluk al-Magrib wa-tarij Madinat Fas. Ed. Abd al-Wahhab b. Mansur, Rabat, 1973, p. 384; trad. castellana Ambrosio Huici Miranda: Rawd al-qirtas. Valencia, 1964, p. 702. 69 Cf. MARTÍNEZ ENAMORADO, Virgilio: “A propósito de un pasaje del Rawd al-qirtas de Ibn Abi Zar. Identificación de tres topónimos beréberes de la Serranía de Ronda” en Estudios sobre Patrimonio, Cultura y Ciencias Medievales, III-IV (2001-2002). Cádiz, Agrija Ediciones, pp. 127-148. 70 CARRIAZO Y ARROQUIA, Juan de Mata: “Asiento de las cosas de Ronda, Conquista y Repartimiento de la ciudad por los Reyes Católicos (1485-1491)” en Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos, III, anejo (1954). Granada, Universidad, p. 27. 71 Así parece deducirse al leerse lo siguiente en la crónica de Alonso de Palencia: «(...) la guarnición de Montecorto, cerca de Ronda, (...) resolvió entregársele, (...) tomada Ronda, y desconfiados de poderse sostener allí más tiempo (...).» (PALENCIA, A. de: op. cit., p. 189.) 75 El tajo del Moral, sobre el que se sitúa esta pequeña fortaleza, en los alrededores de Montecorto. Mapa topográfico del emplazamiento del castillo del Moral. 76 Entorno de la zona arqueológica de El Moral, en Montecorto (Málaga), con el pico Malaver al fondo. 77 2.1.7. Castillo de Audita La fortaleza de Audita, constantemente citada en las crónicas de la Guerra de Granada, es un punto clave en el sistema defensivo de la serranía. Se localiza cerca del cauce del Guadalete, en terrenos del Cortijo de la Cañada de Granado72, sobre una puntiaguda roca que domina todo el alto valle del río (hoy embalsado) hasta Zahara, constituyendo una de las llaves del acceso hasta Ronda de los atacantes cristianos. Su emplazamiento es singular, en una roca inverosímil rodeada de bosques de encinas. Por su reducido tamaño no debió pasar de ser un punto de vigilancia, pero no parece preparada para resistir un asedio. En este sentido, sus características son similares a las del cercano castillo de Montecorto o del Moral. Simonet cita el topónimo Athith como lugar cercano a Montecorto. Por su parte, Virgilio Martínez Enamorado identifica Audita (al-Tit) con uno de los husun entregados por el sultán meriní Abu Yaqub al nazarí Muhammad II en du l-qada del año 692 (=24 de octubre de 1293), afirmando que corresponde al lugar que aparece en el Rawd al-qirtas como Tit, con tres grafías diferentes, pues considera que la evolución de éstas a Audita o Abdita es totalmente factible73. Con todo, las únicas referencias fiables las dan fuentes cristianas. Parece ser que Audita fue conquistada 72 Al igual que en el caso del cercano Castillo del Moral, en Montecorto, esta fortaleza se incluye en el término municipal de Ronda, en la provincia de Málaga (aunque el límite con la de Cádiz pasa a escasos metros del lugar), pero históricamente pertenece a la unidad cultural e histórica que suponía la Serranía de Villaluenga y, a mayor escala, la Serranía de Ronda. Precisamente su ambigüedad geográfica, en el límite entre dos provincias, induce a confusiones como la del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), que en su base de datos BDI-PHA lo incluye repetido en el municipio de Grazalema y en el de Ronda, denominándolo «Peñón de Audita» en el primero y «Agüita» en el segundo. 73 Cf. MARTÍNEZ ENAMORADO, Virgilio: “A propósito...” (op. cit.). 78 por Martín Alonso de Sotomayor, señor de Alcaudete, en 1407, aunque pronto volvió a manos musulmanas. Pasó de nuevo a los castellanos cuando se tomó Ronda en 1485. Según Hernando del Pulgar, los castillos de Audita, Benamaquiz (alquería en el piedemonte de la Sierra de Mijas) y Montecorto fueron mandados derribar por el rey, si bien posteriormente aparecen como subsidiarios de la alcaldía de Ronda, librando presupuesto común Audita y Montecorto. El Peñón de Audita o de Agüita es un agudo espolón rocoso de caliza, cortado en vertical por todos sus frentes excepto el meridional, donde la pendiente del terreno margoso circundante lo hace más accesible. Aquí es donde se localizan los pocos restos constructivos que aún subsisten. Se trata, principalmente, de una gran torre semicircular, adosada a la pared rocosa, de fábrica de mampostería caliza enripiada con lajas de pizarra, aparejo típicamente nazarí que permite su adscripción cronológica a este periodo (siglos XIV y XV). Se cubrió esta torre con una bóveda semiesférica, como indica la inclinación de sus arranques, pues se halla desplomada, si bien conserva los dos desagües que la atravesaron. Además de la torre, se aprecian dos muros que cerraban el pequeño recinto formando un ángulo recto: uno orientado E-O, que debió alojar la entrada a la fortaleza, y el otro (S-N), junto al que se adosa el aljibe que garantizaba el suministro de agua al lugar. Al sur, ya al pie del peñón, subsisten otros fragmentos de muros que conformarían un breve circuito inferior con la correspondiente puerta de acceso, alcanzando apenas una elevación de un metro actualmente. Por las características descritas, estamos ante un ejemplo de sajra o pequeña fortificación emplazada en un lugar agreste que facilitaba la defensa, y dependiente de un hisn (en este caso, sería el de Zahara), con una pequeña guarnición que habitaba un poblado cercano (Audita siempre es citado como «castillo y lugar» en las crónicas74, por lo que debió estar habitado aunque fuese de manera dispersa, igual que sigue ocurriendo hoy con el cercano caserío de Gaidovar). Su estado de conservación es malo, pues está en un lugar aislado, integrado en una finca de propiedad particular, de modo que sus estructuras han podido reutilizarse con fines ganaderos y buena parte de sus materiales constructivos deben de haberse expoliado para ser empleados en otras construcciones. Asimismo, la gran 74 «Asimismo se rindieron al Marqués el castillo y lugar de Audita.» (PALENCIA, A. de: op. cit., p. 189.) 79 humedad de su entorno (no olvidemos que la comarca de la Sierra de Cádiz es una de las zonas de mayor pluviosidad de la península Ibérica) hace que los factores degradantes medioambientales hayan provocado un gran deterioro de su fábrica. No obstante, la fortificación de Audita también adolece hasta el momento presente de estudios arqueológicos que aporten nuevos y rigurosos datos a su investigación. El Peñón de Audita está declarado Bien de Interés Cultural (BIC). 80 El Peñón de Audita. Plano topográfico del emplazamiento del castillo de Audita. 81 2.1.8. Castillo de Aznalmara El castillo de Aznalmara es, con diferencia, la más compleja e impresionante fortificación nazarí de la Sierra de Cádiz. Su apariencia en la distancia es modesta, alejada de la espectacularidad que presentan otras fortalezas con reformas cristianas, como las de Olvera, Matrera y Zahara, pero una visita al lugar permite comprobar cómo sus dimensiones son las más amplias y sus infraestructuras las más avanzadas de todos los casos que venimos estudiando. Aznalmara se sitúa en la cumbre de un escarpado cerro rocoso, en el centro del valle del río Tavizna, corazón geográfico de la Serranía de Villaluenga. El acceso es dificultoso por la propia orografía, siendo sólo posible por una estrecha cornisa (en uno de los tramos incluso se tallaron escalones sobre la roca viva del terreno), en todo momento vigilada por su poderosa torre almenada. Su situación estratégica le pone en contacto visual con las cumbres de Ocuri (Salto de la Mora, Ubrique) e Iptuci (Cabezo de Hortales, Prado del Rey), los cuales enlazan a su vez con Cardela y Matrera, respectivamente, quedando todo el sector occidental de la serranía perfectamente articulado desde el punto de vista defensivo. Su topónimo, hisn al-Mara, se repite en otra fortaleza cercana al pueblo de Valle de Abdalajís (Málaga)75. Simonet le da el significado de «Castillo de la Mujer», si bien Manuel J. Castro Rodríguez76 aporta otra interpretación. Se basa en la mención en el Rawd al-qirtas de una fortaleza llamada Marur, no identificada, que él opina que pudo ser ésta, significando entonces su nombre de hisn al-Marur «fortaleza del 75 76 Cf. LÓPEZ GUZMÁN, Rafael (coord.): op. cit., pp. 975-977. Cf. CASTRO RODRÍGUEZ, Manuel J.: “Aznalmara, la fortaleza del agua amarga” en Ubrique Información, 195 (27/2/2002). Ubrique, Publicaciones del Sur, pp. 16-17. 82 agua amarga», en alusión a los manantiales de aguas sulfurosas que abundan en su entorno, así como también ocurre en otros lugares de la Sierra de Cádiz. Otra posibilidad sería Murur (=paso, travesía) o Marra (=los que cruzan o pasan), que vendría explicada por su situación intermedia en el valle del río Tavizna, uno de los accesos naturales a la serranía, y de paso obligado hacia el Puerto del Boyar, por donde se continúa hacia Ronda. Sin que podamos resolver satisfactoriamente esta cuestión filológica, su toponimia popular es variada, siendo conocido también como castillo de Doña Amara (corrupción de Aznalmara), de Margacena (por la amarga última cena que la tradición afirma que tuvo aquí el rey visigodo don Rodrigo la víspera de su derrota en la batalla del Guadalete) o de Tavizna (por conocerse así la zona en la que se ubica y el río que por allí pasa). Otra variante toponímica es Vinalmaras, como aparece citado en el manuscrito 19.540 de la Biblioteca Nacional77, que inspira la remota posibilidad de una denominación clánica (Benalmara) no refrendada por las fuentes medievales (en realidad debe ser una errata, pues en el mismo texto también aparece la variante Analmaras78). Tomás López, en su Mapa del Reino de Sevilla, de 1767, basado en el que publicó Francisco Molet, denomina a esta fortaleza Almara, suprimiendo el prefijo Azn-, procedente del árabe hisn (= castillo o fortaleza, en general), realizando así una adaptación de su toponimia original; pero en su Mapa del Reino de Granada, dedicado a Godoy, parte 3ª, la denomina Tavizna. Así se comprende que posteriormente Francisco Coello, en su Mapa de la Provincia de Cádiz (Madrid, 1866), desorientado por la duplicidad de nombres, haga de esta fortaleza dos, ninguna de las cuales corresponde exactamente con su emplazamiento efectivo, designando con el nombre de Tavizna a la situada más al norte y con el de Aznalmara la que indica más al sur. Aznalmara estaba en la primera línea de defensa de la frontera occidental del reino nazarí. Contamos con escasos datos para reconstruir la evolución histórica del 77 Incorrectamente titulado Descripción de Medina Sidonia. 1600, corresponde realmente al siglo XVIII y fue rebautizado por Antonio Domínguez Ortiz como Descripción de caminos y pueblos de Andalucía (DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio: Sociedad y Estado en el siglo XVIII español. Barcelona, Ariel, 1976) y trascrito por José Jurado (JURADO SÁNCHEZ, José: Caminos y pueblos de Andalucía (siglo XVIII). Sevilla, Editoriales Andaluzas Unidas, 1989; el topónimo Vinalmaras aparece en la p. 94). 78 Ibíd., p. 120. 83 lugar, especialmente antes del periodo nazarí. Por la cerámica encontrada en Aznalmara (en prospecciones, ya que nunca se ha excavado) se puede pensar que el origen de Aznalmara fue un oppidum ibero. Fragmentos de terra sigillata nos indican, además, un posible asentamiento romano, de modo que encontramos en Aznalmara la sucesión cultural típica en la Sierra de Cádiz de oppida ibéricos controlados por los romanos, como los de Ocuri (Ubrique), Iptuci (Prado del Rey) o el Cerro de la Botinera (Algodonales). Este asentamiento previo ibero-romano, dominando una zona con abundante agua y tierras fértiles en su entorno, constituyó un magnífico emplazamiento para los beréberes que llegaron a la sierra tras la ocupación de la península en 711. Ya en 1239 pasará a los nazaríes, tras un incierto periodo de dominación meriní. En 1410 será conquistada por las tropas castellanas acaudilladas por el infante don Fernando (precisamente en las cercanías de Aznalmara, subiendo hacia Benaocaz, existe el lugar llamado Puerto de Don Fernando). Aún le quedaría a esta fortaleza un breve periodo de vida útil, al asentarse en ella las tropas napoleónicas, de modo que fue escenario de la Guerra de la Independencia, como lo demuestra fehacientemente el hallazgo de una bayoneta francesa en el lugar. Veamos ahora la descripción morfológica de la fortaleza. El ingreso en el recinto fortificado se realiza por una interesante puerta en doble recodo, único ejemplo en la Sierra de Cádiz, y la más evolucionada de todas las que se conservan en esta comarca. La puerta ha perdido sus bóvedas y arcos, pero la subida aún se debe realizar trazando el doble recodo que marcan sus muros, obligando al visitante a trazar dos giros sucesivos de 90 grados en sentido horario. A continuación se sigue por una barbacana entre la cerca y la muralla natural que conforman las propias rocas, y tras una última curva se llega a la gran torre. También es posible el acceso de la gran puerta directamente a una entrada en la muralla que da acceso directo a la explanada central, que podría usarse como vía de evacuación rápida en caso de emergencia o bien para sorprender a un atacante que lograse llegar hasta la entrada de la fortaleza. Mª Paz López79 identifica este ingreso como el principal por acceder directamente a la puerta en recodo al final de la barbacana. 79 Cf. LÓPEZ GARCÍA, María Paz: «Castillo de Aznalmara (Benaocaz)». Papeles de Historia (Ubrique), 2 (1996), pp. 93-102. 84 La torre mayor, de grandes dimensiones y planta cuadrada, presenta disposición en dos plantas, originalmente separadas por un falso techo de madera, hoy inexistente (quedan las cornisas y mechinales en los que apoyaría). En la inferior se sucede un buen número de saeteras hacia los cuatro puntos cardinales y, en la superior, un generoso almenado cumple la misma función, otorgando una potente defensa que cubría todos los flancos de la fortaleza. La anchura de los merlones es irregular, aunque su altura sí es uniforme. En el sector norte de la torre hay unas estructuras con arquillos de medio punto que no han podido ser identificadas. Igualmente, hay restos de una cisterna, hoy colmatada de escombros. Saliendo de la torre descrita se accede a una gran explanada, de unos 100 x 50 metros, de planta irregular, adaptada a los contornos del cerro. En su parte oriental, junto a la torre y en una zona en declive aterrazada por varios muros de contención, hay una gran alberca revestida de hormigón, que recogía el agua de un manantial situado en este punto80, siendo ésta la estructura de almacenamiento hidráulico andalusí de mayores dimensiones en la Sierra de Cádiz. En el centro de la explanada hay otro aljibe, de dimensiones más modestas, elevado en toda su altura (2 metros aproximadamente) sobre la superficie, que estuvo cubierto con bóveda de cañón en ladrillo, hoy perdida (estructura muy similar a los pozos pequeños del qanat de Villaluenga del Rosario81). En uno de sus lados estrechos (Sur) se abre una puerta para acceder a su interior. Al fondo de la explanada (Oeste) se levanta una pequeña torre de planta pentagonal, hoy arrasada excepto su base maciza, a la que se sube por una rampa, que ha sido identificada como una modificación realizada por las tropas napoleónicas en el siglo XIX. A su derecha (Norte) hay un pequeño ensanche de la explanada en el que se abre una poterna que da a una escarpada subida desde el fondo del valle del río Tavizna. La mencionada torre forma parte de un lienzo de muralla que cierra la fortaleza por su lado occidental. La técnica de construcción predominante es la típica mampostería enripiada nazarí, usándose tanto la piedra caliza como la arenisca locales, ambas abundantes en el entorno. No hay restos de tapial ni de otro tipo de aparejo, apareciendo el hormigón de cal para las estructuras hidráulicas y el ladrillo sólo puntualmente en los 80 Cf. CASTRO RODRÍGUEZ, Manuel J.: «Aznalmara...», pp. 16-17. 81 Cf. PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro: Arquitectura y urbanismo islámicos en la frontera occidental del Reino de Granada: la Sierra de Cádiz. Trabajo de investigación inédito. 85 escasos arcos de medio punto y arranques de bóvedas de cañón. Se han hallado restos de madera en los huecos que albergaban los dinteles de algunas saeteras. Por sus características, por tanto, estamos ante la construcción más claramente nazarí de cuantas pueblan la Sierra de Cádiz, no habiendo sufrido apenas modificaciones ni añadidos por parte de los castellanos tras su conquista, como sí ocurrió en otras fortalezas del entorno (salvo las posibles reformas decimonónicas). En este yacimiento, pese a estar declarado Bien de Interés Cultural (BIC), nunca se han realizado excavaciones arqueológicas, sólo algunas prospecciones que han aportado diversos restos de cerámicas medievales, pero faltan estudios más profundos. 86 El castillo de Aznalmara. Plano topográfico del emplazamiento de la fortaleza de Aznalmara. 87 Planta general del castillo de Aznalmara. 88 La gran torre del castillo de Aznalmara o Tavizna. Vista del castillo de Aznalmara desde la carretera Ubrique-El Bosque. 89 2.1.9. Castillo de Cardela o Fátima82 La antigua fortaleza de Cardela, conocida popularmente como Castillo de Fátima, tiene una estratégica situación que le valió sufrir repetidos asedios por tropas castellanas y granadinas, y sus actuales ruinas conforman un interesante yacimiento arqueológico que habla elocuentemente de su intenso pasado. Este castillo se sitúa actualmente en el extremo occidental del término municipal de Ubrique, a unos cuatro kilómetros de su núcleo urbano. Su emplazamiento ya impresiona al verlo en la distancia83: una roca cortada con una pared casi vertical, cuyo punto más alto está a 667 metros sobre el nivel del mar. Se trata de un lugar privilegiado desde el punto de vista estratégico. Desde allí se domina un amplio territorio tanto de la zona que estuvo bajo dominio nazarí como del sector de sus enemigos castellanos: todo el valle del río Ubrique hasta su unión con el Majaceite (hoy bajo el embalse de los Hurones) y buena parte de las llanuras del valle del Guadalete en torno a Arcos de la Frontera. Dichos valles eran las vías naturales de penetración de las tropas castellanas. Este castillo se hallaba en contacto visual con otros puntos de vigilancia que pudieron estar situados en Iptuci y en Ocuri, y éstos a 82 PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro: “Cardela, llave de la frontera occidental del reino nazarí de Granada” en V Congreso Internacional Estudios de Frontera. Funciones de la red castral fronteriza. Homenaje al profesor José Torres Fontes (Alcalá la Real, 2003). Jaén, Diputación, 2004, pp. 607-616; PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro: “Un hisn de frontera: el castillo de Cardela o Fátima, en Ubrique (Cádiz)” en www.arqueologiamedieval.com, Granada, Grupo de Investigación “Toponimia, Historia y Arqueología del Reino de Granada”, 9/3/2005. 83 «Cardela, cuando se le ve por primera vez produce una impresión imborrable de estupor y asombro, que aumenta al contemplarla por el lado norte en su imponente grandeza y en sus vistas inimitables y bellísimas. Cortada a pico por todos sus frentes, sólo tiene una subida dificilísima al NE.» (UBRIQUE, Fray S. de: op. cit., p. 44.) 90 su vez conectarían con Aznalmara y Matrera, quedando perfectamente coordinado todo el sistema defensivo de este flanco oeste de la Sierra de Cádiz84. No sabemos cuándo pudo ser edificada esta fortificación, pero a falta de excavaciones arqueológicas que nos aporten datos al respecto –dado el silencio de las fuentes hasta prácticamente las luchas en la Guerra de Granada–, cabe la posibilidad de que se tratase de un emplazamiento defensivo preislámico o, al menos, de una temprana época hispanomusulmana. En efecto, la presencia de un gran aljibe con un grueso revestimiento de hormigón lo emparienta con las cisternas de características similares que existen en el yacimiento ibero-romano de Ocuri, a unos cuatro kilómetros. Cardela bien pudo ser un punto fortificado asociado a este antiguo núcleo de población, cuya función principal era la vigilancia de la calzada que pasaba por las cercanías (hay un tramo bien conservado entre Ubrique y Benaocaz85). Además, según testimonios de particulares, en el lugar se han hallado numerosas puntas de flecha prehistóricas, así como alguna notable moneda romana, amén de otros muchos restos que hayan podido ser expoliados, lo cual contribuye a reforzar la teoría de un asentamiento continuado desde la más remota antigüedad hasta el final de la Edad Media. No obstante, la mayor parte de las obras subsistentes en Cardela lo adscriben a las fortalezas medievales del reino nazarí. El hisn Cardeila es mencionado por algunos autores, sin citar la fuente86, entre las posesiones del guerrillero Umar ibn Hafsun y también se cita en el Rawd al-qirtas como Qardala, castillo que, junto con otros, fue entregado por el meriní Abu Yaqub al soberano nazarí Ibn al-Ahmar el 21 de du l-hiyya de 692 (=22 de noviembre de 1293), en agradecimiento por su ayuda contra los castellanos87. En la edición de Beaumier aparece con la grafía errónea 84 Discrepo en este punto con las apreciaciones del profesor Valdecantos (VALDECANTOS DEMA, Rodrigo: “El castillo de Cardela en Ubrique (Provincia de Cádiz)” en Estudios de Historia y de Arqueología medievales, IX (1993). Cádiz, Universidad, pp. 246-247), quien afirma que no existe contacto directo con Ubrique –cuyo sector más alto del casco antiguo se aprecia perfectamente– y sí con Matrera – cuando realmente no es visible su emplazamiento desde Cardela, aunque se pudieron comunicar indirectamente a través de Iptuci–. 85 GUERRERO MISA, L. J.; CABELLO IZQUIERDO, N.; PÉREZ ORDÓÑEZ, A.; CASTRO RODRÍGUEZ, M. J.: op. cit. 86 Es el caso de Fray Sebastián de Ubrique (UBRIQUE, Fr. S. de: op. cit., p. 44 y p. 46). 87 Cit. por ROMERO DE TORRES, Enrique: Catálogo monumental de España. Provincia de Cádiz (2 vols.). Madrid, 1934 (1908-1909), p. 500. 91 Tardela, que Simonet corrige y convierte en Cardela88. Hay que esperar a las crónicas castellanas para encontrar menciones más explícitas a esta fortaleza. Cardela fue tomada por Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz, asistido por su hermano Manuel, en octubre de 1472, en una acción bélica auspiciada por el alcaide de Arcos, Pedro de Verz. Hay quien ha visto en esta intervención un reflejo de las luchas nobiliarias castellanas del momento entre el marqués de Cádiz y el duque de Medina Sidonia89, pues así respondería el primero a la toma de Jimena por parte del segundo en 1470. Tras esta conquista, don Rodrigo saqueó la qarya de Garciago, cercana a Ubrique. Cardela volvió a poder musulmán, como he citado más arriba, al año siguiente, pero ésta fue una circunstancia pasajera. Ya he mencionado cómo la fortaleza de Cardela o, como es conocida popularmente, Castillo de Fátima, se sitúa en un emplazamiento natural que la hace aparentemente inexpugnable. Su flanco sudoriental está perfectamente protegido por una caída de gran verticalidad de un centenar de metros, seguida por un glacis natural de unos cincuenta metros más de desnivel. En total, tenemos más de 150 metros de diferencia entre la máxima altitud de la roca y los terrenos de relieve más suave en su base (donde hoy se sitúa el Caserío de Fátima). Sobra decir que, al deambular por las partes altas, un resbalón puede resultar fatal (de ahí la dificultad para la visita del lugar). La parte situada al NE es una aguda crestería en la que se suceden grandes rocas muy erosionadas a modo de ciclópeo almenado natural. A su término, hay un collado por donde hoy se accede al emplazamiento desde Ubrique (donde existe un humedal estacional, conocido como Laguna de Fátima), y al otro lado de este paso natural se yergue el imponente Cerro del Torero, de 896,5 metros. A media ladera del mismo hay un picacho calizo que bien pudo constituir una pequeña atalaya asociada con el castillo para cerrar el acceso por el collado. Al NO del recinto fortificado se extiende una profunda hondonada seguida de una loma, todo ello formando una pseudomeseta en la parte alta de la montaña. Toda esta porción se halla hoy cubierta de monte alto muy espeso de encinas, acebuches y lentiscos. Entre la espesura aún se 88 SIMONET BACA, Francisco Javier: Descripción del Reino de Granada bajo la dominación de los Naseritas sacada de los autores árabes y seguida del texto inédito de Mohammed Ebn Aljatib. Madrid, Atlas, 1982 (facsímil de la edición de Madrid de 1860), p. 131. 89 Para el Padre Sebastián de Ubrique, esta rivalidad nobiliaria y las luchas de los nobles en la corte impidieron un ataque directo a Ronda, cuyo paso quedaba desprotegido tras la caída de Cardela (UBRIQUE, Fr. S. de: op. cit., p. 62). 92 mantienen los restos de unos gruesos muros que forman estancias, restos del poblado que, según parece, existió asociado a la fortificación (recuérdese que se conquistó como una de las Siete Villas). Se trata de muros formados con grandes piedras calizas, roca muy erosionable, lo que provoca que se encuentren muy degradados. Si se ha conservado parte de ellos en pie es por su reutilización como estructuras ganaderas. Finalmente, el flanco SO es el de relieve más suave, con pendientes que descienden hacia el valle del río Ubrique (hoy embalsado en este sector). El acceso90 a pie se realiza hoy alcanzando en primer lugar el collado junto a la laguna. Desde allí se inicia el sendero de subida que conduce hasta los restos del poblado. A partir de aquí, el escaso tránsito hace que la maleza se apodere del camino y hay que servirse de la intuición para acercarse por el mejor camino hasta la roca sobre la que se alzan las ruinas del castillo. Se llega así hasta la fortaleza propiamente dicha por su flanco NO. Todo él es una pared vertical (en la que se aprecian ligeros vestigios de refuerzos de mampostería), pero en el extremo más septentrional se alzan los restos de lo que fue la única puerta de entrada al recinto. De ella sólo quedan en pie parte de las jambas, en las que aún se detectan los huecos en los que se incrustaban los goznes. La fábrica es de las más sólidas de toda la construcción (lógico al ser el punto más vulnerable), en sillería bien escuadrada de caliza. Se trata de una puerta de mocheta simple, que es el tipo más primitivo de las puertas de fortalezas andalusíes (sigo la clasificación planteada por Fernando Valdés91), y en este detalle me baso para afirmar que la tipología de la fortaleza no es nazarí, sino muy anterior (incluso preislámica, quizá tardorromana), aunque puede ser un rasgo arcaizante. Desde la puerta se inicia un muro (hoy arrasado hasta el nivel del suelo) donde se traza un hueco a modo de garita para un posible cuerpo de guardia. El avance hacia el corazón de la fortaleza continúa girando hacia la derecha (no es una puerta en recodo –baxura–, aunque este recorrido quebrado ha llevado a hacer 90 Quien desee visitar el lugar ha de tener en cuenta que se encuentra en una finca de propiedad privada de uso ganadero y que, por tanto, debe pedirse permiso a los propietarios para acceder a ella. 91 VALDÉS FERNÁNDEZ, Fernando: “La arquitectura militar en al-Andalus. Ensayo de sistematización” en HUERTA HUERTA, Pedro Luis: La fortificación medieval en la Península Ibérica. Actas del IV Curso de Cultura Medieval (Aguilar de Campóo, 21-26 de septiembre de 1992). Aguilar de Campóo, Fundación Santa María la Real, Centro de Estudios del Románico, 2001, pp. 125-136. 93 esta definición errónea en trabajos anteriores92). Se llega así ante otra puerta cuyas jambas son la roca madre, conservándose los arranques de un arco de medio punto (detalle que, de nuevo, invita a pensar en la influencia de la arquitectura tardorromana en las obras defensivas andalusíes del waliato, emirato y califato cordobés). A la derecha, vigilando el tránsito entre ambas portadas, se levanta un fuerte cubo poligonal, el más grande de los dos que hoy aún se elevan. Si se continúa hacia la parte más alta, mirando hacia la izquierda, sobre la fuerte pendiente que desemboca en el precipicio, se aprecia el arranque de dos cubos semicirculares que formarían parte de un muro exterior o antemuro hoy desaparecido. Así, el visitante se hallaría circulando por una barbacana entre dos lienzos de muralla. Al poco se llega a la parte principal de la fortaleza. Los restos que hoy quedan son dos aljibes, uno mayor y otro menor adosado al mismo. La gran cisterna, con una capacidad estimada de unos 20000 litros, de planta trapezoidal de 11,5 x 2,5 metros aproximadamente, es el elemento de mayor interés, junto con la puerta ya comentada. Su recubrimiento interno es de hormigón de cal y piedra, formando una gruesa capa. Se cubre con una interesante bóveda apuntada de sillares, elemento constructivo realmente poco común en este tipo de edificaciones, y de carácter fuertemente arcaizante por su simplicidad. Los muros de cierre laterales se realizan con ladrillos colocados a soga. Pese a esta curiosa cubierta abovedada, el acabado exterior de la cisterna es una superficie plana de hormigón. Este detalle y el recubrimiento de grandes sillares bien trabajados por la cara SE hacen sólida la hipótesis, ya defendida por Manuel J. Castro93, de que esta estructura sirvió de base a una gran torre cuadrangular, claramente la torre del homenaje del castillo, pese a que algunos autores han sostenido que no la tuvo94. Adosado a dicha cisterna por su lado 92 «Las puertas se abren en la cara NE del cerro, orientada la del antemural (sic) al N, (...) y la segunda al E, en recodo.» (VALDECANTOS DEMA, R.: op. cit., p. 269). «(...) Las entradas (...) son en recodo, no tanto por hábito edilicio de los musulmanes como por imposición orográfica (...)» (Ibíd., p. 270). 93 CASTRO RODRÍGUEZ, Manuel J.: “El castillo de Cardela, fortaleza medieval” en Ubrique Información, 184 (12/12/2002). Ubrique, Publicaciones del Sur, p. 11. 94 Discrepo con la opinión del profesor Valdecantos de que Cardela careció de torre del homenaje o principal (VALDECANTOS DEMA, R.: op. cit., p. 274). El mismo autor admite, no obstante, que sobre los aljibes debió existir alguna construcción, pero descarta, incomprensiblemente, la idea de que fuese una torre («Probablemente en la meseta de los aljibes hubo dos modestas estancias de las que no quedan vestigios, salvo unos ligeros redientes en uno de los muretes de la cara W, que apuntan el arranque de una pared perpendicular, y los abundantes restos de tejas (...)»; ibíd., pp. 268-269.). Otro argumento a 94 SO se halla un aljibe de menor tamaño, de planta rectangular de unos 2 x 1 metros y sin cubrición. Posiblemente se trató de una pila en la que recoger el agua de la gran cisterna o bien se usó como abrevadero para caballerías. Siguiendo el desarrollo de la fortaleza hacia el SO, de los aljibes arranca un lienzo de muro bastante bien conservado, en gruesa mampostería con mortero de cal. Este muro se escalona para adaptarse a los desniveles del terreno, y junto con el muro exterior forma un estrecho pasillo o coracha que conduce a la torre sur. Se trata de un torreón bastante aislado, a modo de torre albarrana como defensa adelantada. Su base está sobre una reducida roca (debió ser de planta pequeña), y hoy sólo queda un trozo de muro con un gran agujero que no debe identificarse con la preexistencia de un vano, sino sólo como un derrumbe95. El acceso a este punto es hoy en día extremadamente peligroso. Vista la descripción morfológica del yacimiento, podemos comprobar cómo la obra defensiva que en él se detecta es mínima. En efecto, la fortificación principal sería la propia roca, la defensa vendría dada por el propio relieve abrupto del lugar, a lo que se añadirían las intervenciones mínimas indispensables96. En este sentido, el modelo de fortaleza se aproxima al de una sajra, fortificación de reducidas dimensiones que aprovecha las condiciones naturales del espacio en que se ubica sin apenas alterarlas. No obstante, en nuestro caso, se trata de una edificación de mayor tamaño, con lo que se adscribiría a la denominación más general de hisn («fortificación» en general, usado para distinguirlas de los castillos feudales así como de otras estructuras militares mayores como los qila, sing. qala –«alcalá»–, y los qusur, sing. qasr –«alcázar»–), aunque con la particularidad antes mencionada. El arcaísmo de sus elementos constructivos invita a aventurar dataciones remotas, pero favor de la existencia de la torre es que en los mapas históricos que he consultado (Archivo Histórico Nacional, sección Nobleza (Toledo), Planos 5/141; ibíd., 7/149) se representa la fortaleza de Cardela con al menos tres torres, que serían la mayor central más la torre albarrana y el gran cubo defensivo de la entrada. 95 El profesor Valdecantos identifica erróneamente este hueco con un vano, pero sus perfiles irregulares que no denotan la existencia de jambas, arco ni dintel indican que no lo fue, así como su situación a ras de suelo, lo que hace impensable el diseño de una amplia ventana a la altura de los tobillos de un hombre, y menos en una torre defensiva donde sería más lógica la presencia de una estrecha saetera a una altura conveniente (Cf. VALDECANTOS DEMA, R.: op. cit., p. 268). 96 Cf. VALDECANTOS DEMA, R.: op. cit., p. 267. 95 la perfecta adaptación al relieve quizá sea una característica más propiamente relacionada con el periodo hispanomusulmán y, de hecho, muchos de sus muros podrían pertenecer a esta época y especialmente a la etapa nazarí. La presencia de elementos defensivos más evolucionados, como la coracha y la torre albarrana justifican, con las lógicas reservas, esta hipótesis. El material usado predominantemente es piedra caliza local, muy erosionable, lo que ha provocado, unido al abandono del lugar por lo inaccesible, el mal estado de conservación en que nos ha llegado. Asimismo, la carencia de trabajos arqueológicos impide que podamos contar con más datos, de momento, sobre este yacimiento declarado Bien de Interés Cultural. Una adecuada campaña de excavación podría sacar a la luz testimonios materiales que nos permitiesen afinar más nuestros razonamientos y completar el exiguo conocimiento que tenemos aún del lugar, dada la escasez de referencias en fuentes históricas y lo breve de sus elementos subsistentes. Cardela, sin duda, nos deparará sorpresas en el futuro. 96 Vista general del cerro de Fátima, en cuya cumbre, sobre el gran acantilado central, se sitúan los restos de la fortaleza de Cardela. El cubo N del castillo de Cardela, que defendía la entrada al recinto fortificado. 97 Planta general del castillo de Cardela o Fátima (basado en Rodrigo Valdecantos: op. cit.). Mapa topográfico del emplazamiento del castillo y poblado medievales de Cardela. 98 Planta y sección de los aljibes de Cardela (basado en Rodrigo Valdecantos: op. cit.). 99 El castillo de Fátima, en Ubrique, presenta una interesante coracha que conecta el núcleo principal de la fortificación con una torre albarrana o avanzada. 100 101 2.2 ARQUITECTURA RELIGIOSA. ALMINARES REUTILIZADOS: BENAOCAZ Aparte de las abundantes fortalezas y recintos militares ya vistos, hay otros testigos arquitectónicos del pasado andalusí, si bien con menor profusión de ejemplos. Es el caso de la arquitectura religiosa, de la cual únicamente puedo documentar con bastante seguridad el posible alminar de Benaocaz, aunque existen otras torres de iglesias que pudieran presentar características similares, cuyo estudio detallado queda emplazado para mejor ocasión en el futuro. La iglesia parroquial de San Pedro, en Benaocaz, posee una esbelta y sencilla torre-campanario que presenta signos de haber sido el alminar de la antigua mezquita reutilizado al transformarse el recinto, en la segunda mitad del siglo XVI, en iglesia cristiana. Se trata de una edificación de planta cuadrada, de unos 10 metros de altura. Al exterior es de una gran sencillez, con los paramentos enlucidos y encalados completamente lisos, sólo interrumpidos por algún pequeño vano de iluminación y el reloj en una de sus caras. Una simple cornisa pintada en rojo separa el cuerpo de campanas, con cuatro balcones en arco de medio punto y con rejas de forja que albergan tres campanas. Cada balcón se inscribe en un plano rehundido de forma rectangular, a modo de alfiz, pintado todo él en rojo. Un entablamento, igualmente pintado de color rojo, un ático liso y encalado, con jarrones decorativos en las esquinas, y el puntiagudo chapitel, rojo una vez más, con una gran cruz en su extremo, rematan la construcción. La ubicación lateral descentrada de la torre respecto a la iglesia refuerza exteriormente su aspecto de alminar97. 97 El aspecto exterior de esta torre coincide en buena medida con los rasgos que López Guzmán atribuye a algunos campanarios altoandaluces procedentes de la reutilización de alminares: «(...) sin decoración exterior a excepción de pequeñas ventanas, a veces sencillas aspilleras para la iluminación. (...) Además, 102 En el interior es donde se pueden apreciar sus rasgos de herencia islámica. Se observa que los muros se realizan en ladrillo con cajones de mampostería. Esta técnica de construcción relaciona esta torre con algunos alminares, ya estudiados por especialistas98, de la provincia de Málaga, como los de Igualeja, la Ermita de la Virgen de Gracia en Archidona, Benaque, Daimalos, Corumbela y Salares. Un detalle atípico de esta torre es que no presenta machón central, como es habitual en este tipo de construcciones. No obstante, su presencia no es absolutamente necesaria, pues están documentados otros casos, como el de Comares99. El interior se halla completamente modificado, con escaleras modernas que dejan un hueco central, si bien su orientación levógira parece remitir a su origen como alminar islámico. Debió estar compartimentado con falsos suelos de madera, como atestiguan los mechinales en los que entrarían las vigas que los sostendrían, las dos mayores en diagonal de esquina a esquina. El alminar tuvo más vanos que los que presenta hoy, pues existen dos que están cegados, invisibles desde el exterior. Son ventanucos rectangulares pequeños, abocinados, con dinteles de madera. En la parte más alta, bajo el cuerpo de campanas, se habilitó una estancia, cerrada de fábrica, para la maquinaria del reloj. La gran similitud de este alminar con los malagueños de Igualeja y Benaque permite datarlo en el siglo XIII, coincidiendo con la cronología más antigua que los paramentos se blanquean (...).» (LÓPEZ GUZMÁN, Rafael: Arquitectura mudéjar. Del sincretismo medieval a las alternativas hispanoamericanas. Madrid, Cátedra, 2000, p. 171.) 98 Especialmente María Dolores Aguilar García en su tesis doctoral (AGUILAR GARCÍA, María Dolores: Málaga mudéjar. Arquitectura religiosa y civil. Málaga, Universidad, 1979, pp. 36-48), donde estudia detalladamente estos y otros alminares reutilizados, incluso los ya desaparecidos, proporcionando información exhaustiva. Cf. también, de la misma autora: “Dos alminares malagueños” en Actas del XXIII Congreso Internacional de Historia del Arte. España entre el Mediterráneo y el Atlántico. Granada, Universidad, 1973, t. II, pp. 15-21 –sobre los alminares de Árchez y Salares, con mención también al de San Sebastián en Ronda–; LÓPEZ GUZMÁN, Rafael (coord.): op. cit., pp. 796-798 –Alminar de Árchez–, 803-804 –Mezquita de la Ermita de la Virgen de Gracia, Archidona–, 829-830 –Alminar de Benaque–, 859-861 –Alminar de Corumbela–, 862-864 –Alminar de Daimalos–, 879-880 –Alminar de Igualeja–, 931-933 –Alminar de San Sebastián, Ronda–, 963-965 –Alminar de Salares–. 99 Cf. la planta reproducida en AGUILAR GARCÍA, Mª. D.: Málaga mudéjar..., p. 46. 103 aporta, de momento, el yacimiento arqueológico nazarí del Barrio Alto de Benaocaz100. La iglesia de San Pedro se encuentra cerrada al culto desde hace años debido a la reforma que se está llevando a cabo (cuyos gastos venían siendo sufragados por los propios benaocaceños, lo que explica la lentitud de las obras)101. La torre no se halla incluida en el proyecto de rehabilitación, pero su mal estado de conservación requeriría una intervención. La fábrica de los muros perimetrales es sólida y no presenta defectos estructurales, lo que unido a su condición de ser los únicos restos de la construcción islámica original hace que deban ser conservados. Pero toda la estructura interna moderna de escaleras y el cuarto del reloj representan un peligro por un hipotético derrumbe, ya que su armadura básica es de madera, que se encuentra muy degradada. 100 Emilio Serrano propone, sin fundamento alguno, la adscripción almohade de esta construcción: «El pequeño pueblo tiene entre sus encantos una bonita torre de la Iglesia que puede ser almohade» (SERRANO DÍAZ, E.: op. cit., p. 29). 101 Recientemente, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía ha concedido a la Diócesis de Asidonia-Jerez una subvención de 102.523,34 euros para la restauración de la iglesia de San Pedro de Benaocaz. Esta ayuda ha sido hecha pública a través de una resolución de la Dirección General de Bienes Culturales de 24 de mayo de 2004, difundida en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía el 14 de junio de 2004. La subvención obedece a un convenio de colaboración suscrito el 28 de julio de 2003 entre la Consejería de Cultura y el Obispado de Asidonia-Jerez. 104 La torre-campanario de la iglesia de San Pedro de Benaocaz, antiguo alminar de la mezquita. 105 Interior del alminar de Benaocaz. 106 107 2.3 OBRAS DE INGENIERÍA El siguiente apartado que quiero abordar es el de las obras de ingeniería, de las cuales también contamos con algunos interesantes ejemplos. Podríamos dividir estas construcciones en dos grupos: vías de comunicación y estructuras hidráulicas. Entre la densa red de vías de comunicación medievales, calzadas empedradas con su bagaje de puentes, alcantarillas y todo tipo de intervenciones para superar las dificultades orográficas, selecciono únicamente el tramo de Grazalema que ha sido estudiado y recuperado, habida cuenta que la completa documentación y estudio de la totalidad del kilometraje de vías históricas de la comarca supondría un trabajo desmesurado fuera del alcance de mi concreto propósito actual102. A ella sumo una espectacular aportación inédita: el magnífico ejemplo de qanat o conducción hidráulica subterránea que se conserva en Villaluenga del Rosario, una espléndida estructura hasta ahora inadvertida por los investigadores especializados. 102 No obstante, señalo aquí que hay referencias sobre una intervención arqueológica relacionada con la “Calzada Medieval de la Manga de Villaluenga” en CASTILLO BELINCHÓN, Rocío: “Actuación de emergencia para la consolidación de la “Fuente de Agua Nueva” vinculada a la “Calzada Medieval” de la Manga (Villaluenga del Rosario, Cádiz)” en Anuario Arqueológico de Andalucía 2001. Vol. III: Actividades de Urgencia (1). Sevilla, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, 2004, pp. 154-162. Asimismo, la Calzada Romano-Medieval de Ubrique a Benaocaz ha sido estudiada por diversos miembros de Papeles de Historia, trabajo reflejado en las siguientes publicaciones: GUERRERO MISA, Luis Javier; CABELLO IZQUIERDO, Natalia; PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro; CASTRO RODRÍGUEZ, Manuel J.: Calzada romano-medieval Ubrique-Benaocaz. Ubrique, Tréveris (col. Historia, 2; serie Patrimonio, 3), 2005; CABELLO IZQUIERDO, Natalia: “La calzada romano-medieval de Ubrique a Benaocaz” en Papeles de Historia, 5 (2006), pp. 63-66. Existen otros muchos tramos, en su mayoría inéditos, de vías empedradas en la comarca, muchas de ellas coincidentes con vías pecuarias (cañadas reales). 108 2.3.1. La calzada medieval de Grazalema El camino tradicional para subir al emplazamiento de Grazalema, antes de la construcción de la carretera en 1917103, siempre fue el llamado Camino del Solar o Cañada Real de Ronda, que accede a la población por el Arrabal hasta llegar a la Puerta de la Villa, que estudio en páginas posteriores. Se trata de una calzada empedrada que, por los estudios realizados104 en el programa Arqueosierra II (para su inclusión en la Ruta Arqueológica de los Pueblos Blancos), se ha identificado como obra medieval, más que perteneciente a periodos anteriores (como la que conecta Ubrique, Benaocaz y Villaluenga con el yacimiento de Acinipo, en el término municipal de Ronda, que consiste en un tramo de la vía romana de Carteia –San Roque, Cádiz– a Astigi –Écija, Sevilla–). La razón para ello es que no parece que existiese población en el emplazamiento de Grazalema en época preislámica, así como tampoco aparece referencia a esta vía en las guías de caminos de la Antigüedad (Itinerario de los Vasos de Vicarello, Itinerario de Antonino y Anónimo de Rávena), pero sí a la otra calzada comarcal antes citada105. En un itinerario anónimo del siglo XVIII106 se encuentra esta vaga mención a los accesos a la villa de Grazalema: 103 PITT-RIVERS, J. A.: op. cit., p. 86: «La primera carretera para vehículos motorizados llegó a Grazalema en 1917 como ramal de la principal Jerez-Ronda. Hacia 1935 la población fue también conectada con Ubrique y empezó a construirse otra carretera a Zahara por encima de las montañas [puerto de las Palomas], aunque no llegó a acabarse hasta después de la guerra. Una carretera local que baja el valle [Ribera de Gaidovar] hasta dar a la principal se terminó en 1930. Después de la guerra se hizo una carretera por el paso que une Benamahoma con Grazalema [puerto del Boyar]». La carretera Grazalema-Ubrique fue trazada por el ingeniero Juan Romero Carrasco (Ubrique, 1870-Cádiz, 1932) (Cf. UBRIQUE, Fr. S. de: op. cit., p. 491). 104 PAVÓN LÓPEZ, Miriam: “Memoria de la intervención arqueológica de urgencia de la calzada medieval del Barrio Bajo de Grazalema (Cádiz)”, informe para la Mancomunidad de Municipios Sierra de Cádiz, inédito, 2001; PAVÓN LÓPEZ, M.: “Grazalema. La calzada medieval” en SÍGLER SILVERA, Fernando; CARRASCO SOTO, Juan (coords.): Las Siete Villas de la Serranía de Villaluenga (15022002). Frontera, repoblación señorial y patrimonio mancomunado en Andalucía. Ubrique, Tréveris, 2002, pp. 59-67. 105 Según Miriam Pavón (“Grazalema...”, p. 65). 106 Manuscrito anónimo conservado en la Biblioteca Nacional (Madrid), nº. 19.540, datado hacia 1744, estudiado por D. Antonio Domínguez Ortiz (Sociedad y Estado en el siglo XVIII español. Barcelona, 109 «Todos los caminos que se dirigen a la dicha villa [de Grazalema] son ásperos, pedregosos (...)»107. En cualquier caso, esta calzada se debió construir como un ramal desgajado de la vía principal Carteia-Astigi arriba mencionada, para facilitar el acceso a la Grazalema medieval, que quedaba algo apartada de su trazado. Se trata de una vía pavimentada con losas de piedra caliza, delimitada en sus bordes por sendos encintados de piedras más grandes, de forma oblonga, dispuestas longitudinalmente, que configuran las cunetas para evacuar las aguas pluviales. De trecho en trecho se abren los aliviaderos transversales, trazados en diagonal siguiendo la pendiente, con la función de permitir el paso de las aguas de un lado a otro, evitando que se acumulen en la parte transitable de la calzada. En los tramos con fuerte pendiente, el desnivel se salva con escalones, trazados con encintado como los aliviaderos y las cunetas. Las características descritas son similares a las del resto de calzadas de la comarca, bien por la persistencia de las técnicas tradicionales, bien por haber sufrido semejantes reformas a lo largo de su historia (al ser el principal medio de comunicación entre los pueblos serranos hasta la aparición de las carreteras modernas, en el siglo XX, fueron mantenidas y reparadas periódicamente108). Ariel, 1976, p. 224) y trascrito y comentado en JURADO SÁNCHEZ, José: Caminos y pueblos de Andalucía (s. XVIII). Sevilla, Editoriales Andaluzas Unidas, 1989. 107 Ibíd., p. 56. 108 A modo de ejemplo, podemos documentar reparaciones periódicas (anuales en algún periodo) hasta el siglo XVIII al menos, para la calzada Ubrique-Benaocaz, lo cual demuestra que era vía de uso habitual para el tránsito entre estas poblaciones hasta la apertura de las carreteras actuales por diferentes trazados y, consiguientemente, debía mantenerse en buen estado: «El camino que de esta villa [Benaocaz] sale para la de Ubrique (...), sin embargo de repetidos aliños que anualmente se le hace, es trabajoso su tráfico» (JURADO SÁNCHEZ, J.: op. cit., p. 118). 110 Mapa con el trazado del tramo estudiado de la calzada de Grazalema (en amarillo). 111 Tramo central de la calzada de Grazalema. Tramo en curva inmediato al casco urbano grazalemeño. 112 2.3.2. El acueducto (qanat) de Villaluenga del Rosario109 En Villaluenga del Rosario se conserva una soberbia estructura hidráulica de conducción de agua a la población. Se trata de un qanat o acueducto subterráneo, datable en época islámica (ya que la arqueología del lugar no registra presencia de un núcleo urbano anterior y, además, es una obra de ingeniería característica de la cultura material andalusí). La parte visible de esta estructura, en uso hasta bien entrado el siglo XX, son los registros o pozos cubiertos (qubba) que se suceden de tramo en tramo, y en los que voy a centrar mi estudio. Respecto a la terminología para referirse a estas estructuras de ingeniería, me remito en primer lugar al trabajo de síntesis del investigador Basilio Pavón110. Este autor informa de que “la voz árabe qanat es empleada en los países árabes para designar galerías o túneles subterráneos construidos por la mano del hombre para captar las aguas de las lluvias almacenadas en capas de arena permeables que descansan sobre otras impermeables. A todo lo largo de su recorrido el qanat tiene una serie de pozos debidamente espaciados cuyas profundidades eran marcadas por los diferentes niveles del terreno. (...) También es muy variable la longitud de la galería o túnel desde el manantial o veneros hasta su salida en campo abierto, valle 109 Cf. PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro: “El qanat de Villaluenga del Rosario”. Artículo electrónico de divulgación (versión reducida en html y completa en pdf): http://www.villaluengadelrosario.com/index.php?option=com_content&task=view&id=53&Itemid=1, depositado en el repositorio institucional Digital.CSIC: http://hdl.handle.net/10261/5503; y PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro: “Infraestructuras hidráulicas andalusíes en la Sierra de Cádiz: el qanat de Villaluenga del Rosario (Cádiz)”, en Papeles de Historia, 6 (2009). Ubrique, Editorial Tréveris (e.p.). 110 PAVÓN MALDONADO, B.: Tratado de arquitectura hispano-musulmana I: Agua. Aljibes, puentes, qanats, acueductos, jardines, ruedas hidráulicas, baños, corachas. Madrid, CSIC, 1990, p. 185. 113 o depresión en que se instalaba un depósito o alberca terminal desde la que el líquido elemento era distribuido mediante acequias”. Henri Goblot ya había sido minucioso en su esfuerzo definitorio de los qanats, dando dos definiciones erróneas (por una parte: “(…) les qanats servent à capter des sources et des eaux de ruissellement au pied de la montagne, les galeries souterraines permettant de lutter contre l’evaporation, particulièrement importante dans ces régions”; y por otra: “les qanats seraient des files de puits atteignant une couche profonde et réunis par une galerie”), y una correcta, que sería la siguiente: “Les qanats sont une technique de caractère minier qui consiste à exploiter des nappes d’eau souterraines au moyen de galeries drainantes”111. Así pues, este investigador francés hace notar que los qanats no sirven para captar aguas superficiales y conducirlas subterráneamente para evitar la evaporación, así como que su nota definitoria principal no es la mera alineación de pozos, por más que éste sea su aspecto visible sobre el terreno. En realidad, estamos hablando de la perforación de una galería subterránea, dotada de pozos, que permite la conducción del agua de una capa freática. Basilio Pavón nos sigue informando de que las galerías subterráneas son muy propias de las regiones desérticas y que ya eran conocidas en la Arabia antigua. Es famosa la villa bíblica (Números 32, 42 y Crónicas 2, 23) de Qanatha112, cuyo nombre posee la misma etimología que estas galerías, y en donde en el periodo anterior a la llegada de los medos y los persas existían canales en parte subterráneos y en parte superficiales que conducían el agua a distintas poblaciones. También es una técnica empleada en la meseta del Irán (Jorasán y Nisapur), bajo los abbasíes, según el testimonio, del siglo XI, de al-Karayi113, autor de un Tratado de exploración de aguas subterráneas (Kitab inbat al-miyah al-jafiyya), en cuyos treinta capítulos aborda los diversos problemas técnicos del qanat. En cuanto al Occidente islámico, los qanats aparecen en Túnez bajo los aglabíes (siglo IX), existiendo dos teorías: su origen cartaginense o romano y la invención local sin influencias externas, aunque lo más aceptable es la idea de su importación a pequeña escala por la progresión del Islam de Este a Oeste114. 111 GOBLOT, H.: Les qanats. Une technique d’acquisition de l’eau. Paris, Mouton, 1979, pp. 25-27. 112 Ibíd., p. 19. 113 Cf. VERNET, Juan, CATALÁ, A.: “Un ingeniero árabe del siglo XI: al-Karayi”, Al-Andalus, 35-1 (1970), pp. 69-91. 114 GOBLOT, Henri: Les qanats. Une technique d’acquisition de l’eau. Paris, Mouton, 1979, pp. 121-122. 114 En al-Andalus no hizo fortuna el término qanat, a pesar de la abundancia de estas estructuras. Miquel Barceló hizo un sucinto estudio sobre la presencia de qanat’s en al-Andalus a partir de la toponimia, poniéndolos en relación con los Qanit que surgieron con la nueva ordenación territorial andalusí, que derivaron en Canet y Cañete, ejemplificando su hipótesis con los actuales Cañete la Real (Málaga), Cañete de las Torres (Córdoba) y el Qanit de Esporles (isla de Mallorca). No se puede descartar que la técnica de estas canalizaciones subterráneas medievales proceda en parte de época romana, ya que hay cronistas árabes que describen conducciones y artificios hidráulicos hechos por «los antiguos» (entre ellos, al-Maqqari), pero otros sí que fueron creación andalusí, como el qanat de Alange (Badajoz) descrito en el relato de su asedio por el emir Muhammad (873-874) en el Muqtabis de Ibn Hayyan. Qal’at al-Hanas (Alange) era defendida por Abd al-Rahman b. Marwan al-Yilliqi y los sitiados trataron de captar agua construyendo un qanat. Según Ibn Hayyan, “[los sitiados] construyeron muros en torno a los pozos que les protegieran de los proyectiles y sobre ellos colocaron pesadas planchas de madera recubiertas de pieles de vaca. En el fondo de los pozos excavaron galerías para captar agua. Frecuentemente pasaban de un pozo al otro circulando por aquellas galerías mientras los manjaneques creaban permanentes situaciones de peligro al arrojar proyectiles de día y de noche”. Se trata, pues, de una de las referencias más antiguas que conocemos acerca de la difusión de esta técnica en al-Andalus. Entre los qanats andalusíes más antiguos conocidos se cuentan los de Medina Elvira (Atarfe, Granada), ya divulgados en 1875 por los hermanos Oliver Hurtado115: “Pozos alineados, formando calles, que se estienden [sic] desde los Baños hasta el Atarfe”, (…) “Acueducto abierto en la piedra y descubierto al plantar olivos en 1871”, (…) “Acueducto subterráneo que atraviesa dicho cementerio y se dirige á la ciudad”, (…) “Pozos convertidos en viviendas á la entrada del pueblo de Atarfe”, (…) “Nuevos pozos descubiertos á espaldas del Cortijo de las Monjas, en cuya estensión [sic] se han encontrado utensilios de todos géneros y varios tiempos”. La investigación arqueológica de este yacimiento se realiza en la actualidad bajo la dirección de Antonio Malpica Cuello, si bien no se han obtenido resultados sobre la materia que nos ocupa. 115 OLIVER HURTADO, José, OLIVER HURTADO, Manuel: Granada y sus monumentos árabes. Málaga, Imprenta de M. Oliver Navarro, 1875, pp. 617-618. 115 El mismo investigador fue quien acompañó a Miquel Barceló en sus visitas a Cañete la Real (el 5 de abril de 1981) y Cañete de las Torres116. El arqueólogo catalán apenas aporta, del primero, el testimonio indirecto según informadores locales de que el qanat de Cañete la Real recogía agua de las sierras calcáreas que rodean el emplazamiento, donde supone que “deu haver-hi aqüifers a poca profunditat”, además de constatar que el acceso a la galería, con una escalera de piedra, fue tapiado durante la Segunda República, y que dicha galería, al cabo de unos 50 metros, se bifurcaba en otras dos más largas (sin mayor precisión en sus datos). Barceló da también sucintos datos sobre la estructura hidráulica de Cañete de las Torres, ya descrito por el cronista Al-‘Udri (muerto en 1085), quien menciona un Qanit a 25 millas (35,5 kilómetros) al este de Córdoba. El arqueólogo afirma que en la zona se encuentran al menos siete pozos de construcción relativamente moderna y que extraen el agua mediante motores eléctricos, aunque también hay un pozo “que té una reputació de gran antiguitat i que, segons el nombrosos informadors, conserva sempre el mateix nivell”. Del qanat de Esporles, en Mallorca, aporta información más detallada: “L’obra és senzillament impressionant. És una galeria de volta amb pedra seca i folrada de lloses de pedra en el trespol i les voreres. Té 196 metres de llargària i una alçada desigual que oscil·la entre 0,62 metres, al punt de sorgiment de l’aigua a la superficie, i 1,25 metres vora el “pou mare”. L’amplària oscil·la entre 0,85 metres i 0,97 metres”. Basilio Pavón menciona en su Tratado de arquitectura hispano-musulmana una serie de ejemplos de conducciones subterráneas de aguas de fuentes no superficiales: Huelva, Sevilla, Córdoba, la captación de agua Vélez-Málaga, Madrid, la Fuente Grande de Ocaña (Toledo), Mallorca, Guadalupe (Cáceres), Jaén, Gibraltar e incluso algunos ejemplos africanos117. El acueducto o qanat de Villaluenga se extiende a lo largo de un kilómetro aproximadamente, desde las faldas de la sierra Peralto, siguiendo un desarrollo paralelo al cauce del arroyo Albarraín, hasta llegar a la población, donde finaliza su trayecto en la que hoy sigue siendo conocida como «fuente terminal del acueducto», la fuente pública de la que se abastecía la población. En los últimos metros de 116 BARCELÓ, Miquel: “Qanat(s) a al-Andalus”, Documents d’Análisi Geográfica, 2 (1983), pp. 14-18. 117 PAVÓN MALDONADO, Basilio: op. cit., pp. 204-217. 116 trazado previos a la citada fuente, el qanat se convierte en una acequia elevada sobre fábrica maciza de mampostería, que nivela las acusadas irregularidades del sustrato de grandes rocas calizas naturales sobre el que se asienta. La existencia de una importante capa freática en la zona de captación del qanat queda corroborada además por la toponimia, pues el lugar es conocido como La Mina. Las partes visibles del qanat son, además del tramo final ya descrito, 4 grandes pozos y 16 registros de menor tamaño. De los pozos mayores, tres tienen la misma configuración. Se trata de qubbas o alcubillas, estructuras prismáticas, de planta octogonal, cubiertas con bóveda esquifada. Se alzan en ladrillo siguiendo un sistema proporcional muy estricto. Los lados miden 3 metros, siendo éste el módulo a partir del cual se puede diseñar toda la estructura. La altura total del pozo es de 8 metros, repartidos entre un zócalo o basamento de 0,5 metros, un paramento liso de 4,5 metros y la cúpula, que mide 3 metros más. Entre el paramento y la bóveda se coloca una cornisa formada por varios ladrillos con distintos perfiles, rectos y curvos. Las bóvedas eran originalmente de ladrillo tabicado, aunque se aprecian reparaciones en las que se ha recurrido a la aproximación de hiladas. Cada pozo tiene un vano en uno de sus lados para acceder al agua, siendo un arco adintelado con despiece de dovelas de ladrillo. Por sus características, estas qubbas octogonales son similares a las alcubillas de Ajalvir (Madrid)118, si bien aquéllas son de estructura más compleja y mejor trazada que éstas, y no se trata, como allí, de reconstrucciones contemporáneas. Pero el paralelo más cercano, tanto por su tipología como desde el punto de vista geográfico, se encuentra en el aljibe octogonal del castillo de Gibralfaro, en Málaga, si bien éste se halla profundamente modificado en la actualidad (ha perdido la cúpula y presenta una cubierta en teja árabe, además de contar con un enfoscado que oculta la conformación de sus paramentos). Así, frente a estos escasos ejemplos con semejanzas y paralelos, las qubbas del qanat de Villaluenga del Rosario son las mejor conservadas de sus características a nivel nacional, lo que las dota de un extraordinario valor de testigos arqueológicos. Uno de los pozos tiene planta hexagonal irregular, con dos lados más largos de 6 metros, pero que salvo este detalle, sigue el resto del sistema proporcional y cumple 118 Ibíd., pp. 198 y 208-209. 117 todas las otras características en cuanto a alzados, materiales, etc. No sabemos la causa de esta diferencia. Los pequeños registros son construcciones prismáticas cuadrangulares, de 2 metros de lado y otros dos de altura. Se cubren con bóvedas de medio cañón de ladrillo. Al ser los muros perimetrales más gruesos que la bóveda, ésta queda algo retranqueada, creándose una contracurva en los laterales. Los pozos están espaciados entre sí unos 40-60 metros. Este qanat ha sido utilizado durante siglos, como evidencian los frecuentes arreglos que presentan los pozos, a veces en mampostería, con enlucidos o incluso con ladrillos industriales de terracota, del siglo XX. Los vanos de los pozos mayores están tapiados, seguramente por el peligro de caída para personas y animales y ante la cumplida funcionalidad que sobradamente aportaban los más pequeños. En cuanto a los pozos pequeños, han tenido una suerte irregular. Alguno carece de cubierta, a otros se les ha ampliado la puertecilla de acceso, o tienen agujeros en la bóveda. Los hay casi completamente reconstruidos, en mampostería y ladrillo burdamente mixtificados. Uno de ellos ha quedado dentro del recinto de la Piscina Municipal de Villaluenga, habiendo sido completamente reconstruido en ladrillo, en una improvisada y perfeccionista anastilosis. Otros dos están integrados en la trama urbana de Villaluenga, formando parte de un parquecillo a la entrada del pueblo. No son los hasta aquí comentados los únicos pozos del entorno. Junto al pueblo pero en la dirección opuesta al trazado del qanat hay otro pozo de idéntica disposición que los pequeños de aquél, reutilizado como abrevadero, con un pequeño pilar cuadrangular adosado para cumplir su nueva función. A diferencia de los demás, se halla completamente encalado. A la salida de Villaluenga en dirección a Benaocaz hay otro pequeño pozo, esta vez de planta circular y cubierto con bóveda de media naranja, con puertecilla de arco de medio punto, completamente enfoscado y encalado. En el interior del pueblo, en el patio de la casona que hoy acoge la Escuela de Espeleología, hay otro pozo, llamado del Albarrabal, de grandes dimensiones, de planta circular y cubierto con una amplia bóveda rebajada. Su fábrica es de ladrillo. Se trata de una estructura de uso colectivo que ha formado parte de la red local de abastecimiento de agua, constituyendo hasta la década de 1970 uno de los puntos clave de dicha red, debido a su uso como abrevadero. En la actualidad es un punto alternativo de la red municipal de aguas que utilizan, 118 fundamentalmente, ganaderos y agricultores de la localidad. Parecido a estos dos es el llamado Pozo de Santa Lucía, ya en las cercanías de Ubrique, y que la tradición popular atribuye obstinadamente a constructores musulmanes, situado al pie del despoblado preislámico de Ocuri. Igualmente, existe otro pozo similar en una finca particular cercana al puerto de Los Alamillos, en el término municipal de Grazalema. En Las Covatillas, junto al balbuceante cauce del arroyo de Campobuche, se ha reconstruido modernamente otro pozo siguiendo estos caracteres tradicionales. Por último, existen pozos similares en lugares menos accesibles del término municipal payoyo, como el Paso de la Magdalena, los Llanos del Republicano y Cancha Bermeja, cerca de los Llanos de Líbar y el límite con la provincia de Málaga. Pese a esta abundancia de estructuras de captación de aguas tipificables como qubbas de tradición constructiva andalusí, en la mayoría de los casos se trata de pozos aislados, individuales, y los más destacados son sin duda los que, por el contrario, forman parte del qanat ya comentado, dada su singularidad. No es casual la ubicación de estas estructuras hidráulicas en Villaluenga y su carencia en otras localidades. Villaluenga se sitúa en el corazón hidrográfico de la Sierra de Grazalema (el caput aquae natural de la comarca, podríamos decir), en un terreno alto, esponjoso y permeable que recibe las aguas pluviales y las hace aflorar por multitud de manantiales del entorno, vertiendo sus aguas tanto a la cuenca mediterránea (río Guadiaro; su afluente el Guadares nace a pocos metros de la cabecera del qanat, siendo conocido aquí como arroyo de Campobuche) como a la atlántica (río Guadalete; la Sima de Villaluenga, abierta frente al caserío de la localidad comunica sus filtraciones con el potente manantial de El Algarrobal, en pleno casco urbano de Ubrique, cuyas aguas alimentan el río Ubrique, afluente del Majaceite y éste a su vez del Guadalete). Las localidades del entorno se sitúan siempre junto a manantiales o cursos fluviales. Sin embargo, Villaluenga carece de los mismos, siendo necesaria la captación de esa agua que abunda pero fluye rápidamente hacia otros lugares. De ahí la proliferación de pozos y conducciones en el pueblo más alto de la sierra. 119 Mapa topográfico con la situación de los pozos que componen el qanat de Villaluenga del Rosario, siendo A, B, C y D los principales y numerados de 1 a 16 los secundarios; T es el tramo final en superficie y F la fuente terminal. Mapa esquemático basado en ortoimágenes. 120 Qanat de Villaluenga del Rosario: Vista de los pozos 4, 5, 6 y 7. Uno de los pozos principales (C), de planta octogonal, del qanat de Villaluenga del Rosario. 121 La fuente terminal del acueducto se sitúa a la entrada de Villaluenga del Rosario. 122 3. URBANISMO ISLÁMICO EN LA SIERRA DE CÁDIZ 3.1 TIPOLOGÍAS DE ASENTAMIENTOS PERVIVENCIAS Y TRANSFORMACIONES URBANOS. Estudiar las características morfológicas de las tramas urbanas heredadas de la cultura hispanomusulmana supone encontrarse con la dificultad de la continuidad del asentamiento humano en estos núcleos. Normalmente la trama islámica original se ha visto ampliada en épocas posteriores siguiendo pautas de trazado viario y arquitectura popular tan semejantes que resulta muy difícil diferenciar las partes correspondientes a un periodo y a otro. Ello es debido a que en todas las etapas de su desarrollo, estando habitados por pobladores musulmanes, judíos o cristianos, los factores condicionantes han sido similares. En otras palabras, que tanto en sus orígenes andalusíes como en los siglos de pertenencia a la Corona de Castilla han sido idénticos los modelos constructivos, las técnicas y herramientas, las posibilidades de modificación del terreno para asentar una población, etc. De este modo, no se puede hablar de tramas urbanas andalusíes stricto sensu, sino que hay que tener en cuenta esta pervivencia de las formas y trazados y, por tanto, referirnos mas bien a una arquitectura y un urbanismo tradicionales de raigambre islámica, términos más ambiguos pero que seguramente reflejan mejor la problemática de este asunto. No obstante, a veces se puede deslindar con relativa facilidad lo andalusí de lo que no lo es. Por ejemplo, en los casos en que se conservan restos de cerca urbana, como en Olvera y Setenil, se puede analizar de forma individualizada la trama que quedaba intramuros, aparte de la expansión posterior fuera del recinto fortificado, 123 pues cada una queda claramente delimitada por el cinturón de las murallas. Otra posibilidad son los despoblados, donde la arqueología puede trabajar para extraer datos rigurosos sobre el desarrollo histórico de esos enclaves. De estos casos contamos en la Sierra de Cádiz con la Villa Medieval de Zahara y el Barrio Alto de Benaocaz como ejemplos donde la distribución urbanística permanece suficientemente visible como para permitir un estudio formal y funcional. Otros despoblados, desgraciadamente, no pasan hoy de emplazamientos aún no excavados o incluso sólo vagamente localizados por la información de las fuentes literarias. También hay que tener en cuenta las transformaciones que necesariamente sufren las poblaciones islámicas tras su conquista e integración en la Corona de Castilla. Una muy importante es la sustitución de las mezquitas por iglesias, como medio de redefinición visual y espacial del núcleo urbano119. Otro cambio es la pérdida del valor defensivo que, en la Edad Media, daba su sentido a la estructura compacta y frecuentemente amurallada de estos pueblos, que ahora se expandirán más allá de sus límites primitivos, desapareciendo las cercas o integrándose en la imbricada malla de construcciones domésticas. Ello incluso condujo al completo traslado de todo el núcleo urbano a un nuevo emplazamiento, como veremos que ocurrió en Zahara. La implantación de casas nobles y órdenes religiosas, que generalmente también ocasionaron modificaciones más o menos sustanciales en el paisaje arquitectónico de pueblos y ciudades, e incluso en la trama urbanística –al aglutinar edificaciones islámicas anteriores, creando nuevas manzanas en las que establecer sus palacios y monasterios–, no parece haber tenido, sin embargo, una especial incidencia en la Sierra de Cádiz. Los señoríos en los que quedaron integradas estas tierras tuvieron siempre su sede en otras poblaciones, como Arcos de la Frontera o Marchena. Sólo la 119 Rafael López Guzmán ha sabido sintetizar este proceso: «La conversión de una ciudad islámica en cristiana o la definición de una nueva urbe supone, de forma inmediata, la creación de elementos visuales que representen el nuevo poder instaurado. Éste queda patente con la definición de la catedral o iglesia mayor que se realiza por sustitución de la mezquita principal de la ciudad, incumpliendo, como en el caso de Toledo, el estatuto de capitulación. A ello se une la conformación del sistema de parroquiales de barrio, creando una especie de malla superpuesta de carácter ideológico que controla la totalidad de la población» (LÓPEZ GUZMÁN, Rafael: Arquitectura mudéjar... (op. cit.), pp. 132-133). Sobre la materialización de este proceso en el ámbito de la Sierra de Cádiz, cf. PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro: “Viejas mezquitas, nuevas iglesias. Materializaciones formales de la implantación del cristianismo en la Sierra de Cádiz tras la conquista castellana (1485-1500)” en V Jornadas de Historia Abadía. Iglesias y Fronteras (Alcalá la Real, 2004). Jaén: Diputación, 2005, pp. 633-642. 124 creación de una finca de recreo en el bosque de Benamahoma supuso una intrusión física de los Ponce de León en territorio serrano, siendo el germen del actual pueblo de El Bosque. Con estas premisas, haré un breve estudio morfológico de los núcleos más antiguos de los pueblos serranos de origen islámico y preislámico, haciendo mención aparte de los casos excepcionales antes citados. 3.1.1. Núcleos post-islámicos En primer lugar, hay que descartar una serie de núcleos que carecen de desarrollo andalusí por haber surgido con posterioridad a la conquista castellana. Se trata de las actuales poblaciones de Alcalá del Valle, Algodonales, El Gastor, La Muela, Puerto Serrano, El Bosque y Prado del Rey. Alcalá del Valle, pese a su topónimo, debe su origen a las 25 familias musulmanas que salieron de Setenil tras su conquista, a fines siglo XV, y se establecieron como moriscos, previo permiso de los Reyes Católicos, en el cerro llamado El Castillón120, arabizado en Alcalá. No se les permitió permanecer en su cumbre, que les proporcionaba una ubicación defensiva, así que debieron fundar su asentamiento en el fondo del valle que aporta el «apellido» a la población. Así, su trazado corresponde a la Edad Moderna, y su cronología se refleja en sus calles rectilíneas que abarcan la llana vega del arroyo de los Molinos, que atraviesa el núcleo. Otras poblaciones en la misma circunstancia son Algodonales y El Gastor, en un principio aldeas de Zahara, segregadas en época moderna, que no debieron tener desarrollo urbano en la Edad Media, dado el silencio que guardan las fuentes respecto a las mismas. Sólo Virgilio Martínez121 identifica El Gastor con el hisn Qabtur mencionado por Ibn al-Jatib en su Ihata122, aunque no tenemos constancia arqueológica que lo refrende. Seguramente su crecimiento se disparó con la 120 AGUAYO DE HOYOS, Pedro: “El Cerro del Castillón”, Revista de Feria de Alcalá del Valle, 2003, pp. 39-41. 121 MARTÍNEZ ENAMORADO, Virgilio: Al-Andalus..., op. cit., p. 603. 122 IBN AL-JATIB: al-Ihata..., op. cit., vol. II, 1974, p. 87. 125 pacificación de la zona tras la conquista cristiana. La búsqueda de los trazados rectos en su viario confirman, como en el caso de Alcalá, su cronología tardía. La Muela es hoy una pedanía de Algodonales, pero se trata de un caserío que ha acumulado un número considerable de población, pese a carecer de estructura urbana (más bien es una aglomeración de viviendas rurales), así que tampoco es relevante para nuestro estudio. Puerto Serrano es un pueblo de llanura, aunque en los límites de la sierra. Siempre estuvo vinculado a Morón y su entorno de la campiña sevillana, pero al dársele un término municipal propio, en 1835, quedó integrado en la provincia de Cádiz. Su situación periférica en la Sierra de Cádiz se manifiesta en todos los aspectos: morfológicos, históricos, socioeconómicos, etc. El origen de El Bosque está en la residencia que allí se construyeron los Ponce de León, Señores de las Siete Villas, situada junto al Bosque de Benamahoma, excelente para la caza. Se conoció en principio como Marchenilla, por Marchena, a la sazón capital de los estados de la Casa de Arcos, y después como Nuestra Señora de Guadalupe, por la advocación de la ermita levantada en el lugar, hoy iglesia parroquial. Prado del Rey es una de las Nuevas Poblaciones fundadas por Pablo de Olavide en nombre de Carlos III. Esta famosa operación de repoblación se centró sobre todo en Sierra Morena y el valle del Guadalquivir, pero también surgió este núcleo, quizá el menos conocido de esta serie de fundaciones de urbanismo ortogonal. 126 Pese al pintoresquismo de su casco antiguo, El Bosque nació durante la Edad Moderna. Aunque muy cercano al castillo de Matrera, Prado del Rey es fruto de la política repobladora decimonónica de Carlos III. 127 128 3.1.2. Análisis morfológico de los núcleos de origen islámico Si atendemos a los emplazamientos, descubrimos dos tipos: en cumbre y en ladera123, cada uno de ellos con todas las matizaciones que queramos añadirles124. Los primeros son Setenil, Torre Alháquime y Olvera. En cuanto a los pueblos en laderas, se trata de los situados en la Serranía de Villaluenga (Grazalema, Benamahoma, Villaluenga del Rosario, Benaocaz y Ubrique). Zahara estaría incluido en este último grupo, si bien al estar coronada por la fortaleza se aproxima al primero. Resulta curioso constatar esta división territorial entre ambos tipos de emplazamiento. La razón puede ser que la zona septentrional de la Sierra de Cádiz presenta un relieve, en general, menos acusado que la meridional, por lo que allí la máxima defensa la proporcionan las cumbres. Sin embargo, la Sierra de Grazalema es lo suficientemente agreste como para que un pueblo en la falda de una montaña obtenga defensa natural gracias a la orografía, añadiéndose la obra de fortificación imprescindible. Además, no resultan habitables las altas cumbres rocosas, de más de 1000 metros de altitud y con escasa vegetación, que se dan en este sector, por lo que los núcleos forzosamente han de situarse en cotas inferiores, más cerca del terrazgo. 123 Ya Pitt-Rivers percibe la existencia de estos dos tipos de emplazamiento: «Las casas, blancas de cal y techadas de teja roja, juntas en una loma o en el flanco de la montaña oteando sus alrededores.» (PITTRIVERS, J. A.: op. cit., p. 41). 124 Christine Mazzoli-Guintard hace una clasificación más exhaustiva de los núcleos urbanos andalusíes, pero estimo que en el ámbito relativamente reducido de nuestra comarca la variabilidad no es tan acusada como para adoptar un esquema tan complejo, si bien me parece el más completo y acertado al día de hoy. La investigadora francesa habla de los siguientes tipos: ciudad-espolón, ciudad-acrópolis o ciudad “clásica” de al-Andalus, ciudad de colina, ciudad en llano con cinturón de agua, ciudad-puente y Toledo como caso excepcional (MAZZOLI-GUINTARD, C.: op. cit., pp. 68-73). 129 Emplazamientos en cumbre En los pueblos en cumbre el trazado viario aparece adaptado al terreno y subordinado a la fortaleza que los corona, de modo que son trazados concéntricos, como se ejemplifica a la perfección en el caso de Torre Alháquime. TORRE ALHÁQUIME Este núcleo se sitúa en un cerro redondeado coronado por la fortaleza, siendo ésta rodeada por las calles que trazan curvas concéntricas adaptándose a las curvas de nivel. Las viviendas se escalonan debido a las fuertes pendientes, en un modelo arquitectónico que Suárez Japón ha calificado como «casas en altura»125. El pueblo debió estar protegido por una cerca urbana, como atestiguan los restos de la Puerta de la Villa. Se encuentra integrada en el edificio que hoy ocupa el ayuntamiento torreño, muy modificada, pero mantiene su trazado en recodo de origen islámico. La cubierta se realiza con bóvedas de arista, y los arcos son de medio punto. Los paramentos se hallan completamente encalados. 125 SUÁREZ JAPÓN, José Manuel: El hábitat rural en la Sierra de Cádiz. Un ensayo de Geografía del Poblamiento. Cádiz, Diputación, 1982, pp. 463-464. 130 Plano urbano actual de Torre Alháquime. 131 OLVERA En Olvera y Setenil el trazado concéntrico no es tan evidente, pero también se tiende al mismo. Sin embargo, la mayor planitud de estas cumbres hace que las manzanas de casas se disgreguen más, siendo menos lineales que en Torre Alháquime. En Olvera se accede al recinto amurallado por una subida en doble recodo (actual calle Calzada). El visitante aparece así en la extensa plaza que corona hoy la población, rodeada por la gran mole de la iglesia parroquial de la Encarnación, la Casa de la Cilla (hoy Museo Histórico), y la hilera de viviendas que tapan los accesos al cementerio y al castillo. La mezquita bien pudo estar situada donde hoy aparece la iglesia. Por la trasera de la misma se accede al pequeño y recoleto Barrio de la Villa, nombre que alude a su condición de núcleo original de la población. Se trata de un pequeño espacio de calles cortas y estrechas, irregulares, que van rodeando el cerro por debajo de la iglesia, quedando todo el conjunto ceñido por la muralla de la que hoy sólo se conservan los cubos de flanqueo. Dichos cubos son cuadrangulares (excepto uno semicircular), completamente macizos, construidos en mampostería enripiada, como casi todas las fortificaciones nazaríes. 132 Plano de la cerca y núcleo medieval de Olvera. 133 Olvera presenta un emplazamiento urbano en cumbre típico del norte de la comarca. [Foto cedida por Francisco Valiñas.] Un agreste precipicio separa el casco urbano de Olvera de su fortaleza. 134 UN CASO SINGULAR: EL HÁBITAT SEMITROGLODÍTICO DE SETENIL DE LAS BODEGAS En Setenil, las calles del Barrio de la Villa forman casi una espiral que tiene como centro la Torre del Homenaje. El acceso se realiza por el Arco de la Villa, vestigio de la puerta en doble recodo que aquí existió (el trazado permanece en la calle de acceso, aunque no se ha conservado la fábrica de la puerta). Queda en pie un cubo de muralla que flanqueaba dicha puerta, en mampostería de hiladas regulares. El trazado extramuros se adapta al relieve del cañón fluvial trazado por el río Guadalporcún. Pero el rasgo más destacado del urbanismo setenileño es su peculiar arquitectura popular de viviendas semitroglodíticas. El hecho de traer a colación en un estudio de estas características un caso de arquitectura popular, aun siendo claro que no se trata de un fenómeno puramente adscribible al mundo cultural andalusí con exclusividad, tiene su lógica justificación. La razón es que se trata de un caso atípico de hábitat humano en esta región y que, por sus caracteres intrínsecos, presenta una continuidad de uso desde época prehistórica hasta hoy, seguramente con escasas alteraciones. La cultura nazarí, que conformó definitivamente el aspecto formal del Setenil que hoy conocemos, se encontró seguramente con este peculiar hábitat, adaptándolo y transformándolo en las actuales casas-cueva que a continuación paso a describir y comentar brevemente. Además, muestras similares de hábitat semitroglodítico se encuentran nada menos que en el yacimiento de Bobastro, en las Mesas de Villaverde (Ardales, Málaga). El excepcional emplazamiento del casco urbano de Setenil de las Bodegas ha provocado este caso singular de arquitectura popular. Setenil, según queda dicho, se sitúa a lo largo del tajo fluvial excavado por la corriente del río Guadalporcún 135 (también llamado Trejo o Setenil), pero no sobre sus bordes, como ocurriría normalmente126, sino en el interior mismo de la garganta. En este caso, se trata de un cañón excavado en un terreno en el que los depósitos sedimentarios de roca caliza se intercalan en fajas horizontales o inclinadas con paquetes de margas arcillosas. Ello provoca un fuerte proceso erosivo en el que la infiltración del agua entre los límites de ambos materiales geológicos provoca el vaciado de las arcillas y el modelado de la caliza en formas ondulantes vistas en sección vertical. Así se originan grandes cornisas de roca que protegen un espacio hueco inferior, a veces de gran amplitud, que es el aprovechado para la ocupación humana. No se trata, por tanto, de cuevas excavadas artificialmente, como es el caso del hábitat troglodítico de ciertas comarcas de la Andalucía oriental (hoyas de Guadix y Baza, entre otras). Realmente se aprovecha la pared rocosa como fondo de la vivienda y la cornisa extraplomada como cubierta, cerrándose por delante con fachadas y tejados (parcialmente, en los casos que sobresalen algo más del alero rocoso) análogos a los del resto de viviendas «normales» del pueblo. Esta peculiaridad ha llevado a Suárez Japón a calificarlas de «viviendas 127 semitrogloditas» . Este investigador las define como sigue: Ocurre que no se trata en Setenil tanto de la ocupación de una cueva, en sentido riguroso del término, sino que las casas se construyen desde la oquedad, saliendo de ellas, entre otras cosas para captar luz y conseguir la salida de humos, de manera que en parte son cuevas y en parte son casas, por lo que las calificamos de viviendas semitrogloditas128. Así Setenil, desde su núcleo fortificado originario en lo alto de la Peña, irradia su expansión urbana en sinuosos jirones que van siguiendo los meandros tallados en la roca, con la peculiaridad de que los campos de cultivo no se extienden «junto a» las casas, sino «sobre» las mismas129, ya que las viviendas quedan embutidas bajo la roca, y ésta sirve de base a los terrenos cultivables de olivar que a partir de allí se 126 Son frecuentes los ejemplos: Ronda (Málaga), Sorbas (Almería), Cuenca, Alpuente (Valencia), Rello (Soria), Chodos (Castellón), Cantavieja (Teruel), etc. 127 Ibíd., pp. 468-473. 128 Ibíd., p. 468. 129 Ibíd., p. 400. 136 extienden por todo el término setenileño. Incluso se da el caso de existir dos niveles superpuestos de calles y viviendas, al existir tanto por debajo como por encima de las cornisas rocosas. Otro caso extremo es el de un tramo de la calle Cuevas de Sombra, en el que la roca tiene un vuelo tan amplio que no sólo cobija a las viviendas que bajo él se adosan, sino que cubre todo el ancho de la vía, «apoyándose» en las viviendas del lado opuesto, creándose así, durante un trecho de una veintena de metros, un auténtico túnel con fachadas de viviendas populares a ambos lados y un impresionante techo plano de roca caliza natural. La planta de estas viviendas suele ser tremendamente sencilla, con sólo uno o dos niveles en profundidad, y en altura sólo planta baja y sobrado o desván (es raro el caso en que la altura de la oquedad rocosa permite alguna planta más). Suele tratarse, por tanto, de viviendas pequeñas, dado el condicionante del escaso espacio disponible bajo las rocas. En muchos casos, las situadas hacia las afueras del pueblo están abandonadas o se reutilizan como corrales para animales, almacenes, talleres, etc. Actualmente, sin embargo, las casas-cueva se empiezan a valorar como atractivo turístico para el pueblo y muchas se están rehabilitando como casas rurales o establecimientos hosteleros. 137 Plano urbano actual de Setenil de las Bodegas. Una calle de casas-cueva, alojadas bajo la cornisa rocosa tallada por la erosión fluvial. 138 Vista parcial del casco urbano de Setenil de las Bodegas, desarrollado a lo largo del cañón fluvial del Guadalporcún. 139 140 LA VILLA MEDIEVAL DE ZAHARA DE LA SIERRA El asentamiento urbano actual de Zahara de la Sierra, pese a su carácter agreste y su pintoresquismo, data de la Edad Moderna. La Zahara islámica se situaba en un nivel superior, en la ladera de la peña que da la espalda al pueblo actual. En época cristiana, perdida la necesidad de defensa, el núcleo descendió a su nuevo emplazamiento, buscando una situación algo más cómoda. El despoblado que se desarrolla hoy en la parte alta de la peña es conocido como la Villa Medieval de Zahara, campo de trabajo de la arqueología, pues es sabido que debido al carácter de continuidad de los asentamientos de origen islámico (y preislámico) son difíciles los estudios arqueológicos rigurosos que aporten datos objetivos sobre la vida en este periodo130. En este sentido, podemos afirmar que en la Sierra de Cádiz, con los despoblados de esta villa medieval y el Barrio Alto de Benaocaz, la arqueología medieval tiene un campo de estudio incomparable en el contexto del antiguo reino nazarí. La Villa Medieval estuvo rodeada de un cinturón de murallas. Según Cobos Rodríguez, «el sistema poliorcético de Zahara, es decir, el planteamiento técnico de defensa y ataque de la fortaleza, se basaba en su relieve accidentado con su orografía irregular, en la cerca urbana cuyo flanco Oeste es la misma peña, en el recinto castral o última línea defensiva en la parte más alta, y por último en la Torre Mayor, antecedente de la actual Torre del Homenaje»131. Estas murallas son, en su mayor parte, de mampostería enripiada típicamente nazarí, trabada con mortero de cal y 130 Cf. MALPICA CUELLO, Antonio: “El ocaso del Islam occidental” en LÓPEZ GUZMÁN, Rafael (coord.): La arquitectura del Islam occidental. Barcelona, Lunwerg, 1995, pp. 182-183. 131 COBOS RODRÍGUEZ, Luis María: op. cit., p. 62. 141 arena, en algún caso de mampostería irregular, delatando reconstrucciones de época castellana. Su traza es absolutamente irregular, adaptándose a las abruptas ondulaciones del terreno. A lo largo de su desarrollo se distribuyen hasta ocho cubos de flanqueo, cuatro de ellos semicirculares y el resto cuadrangulares. La única puerta de acceso es la llamada Puerta de la Villa, al norte del yacimiento, que sigue siendo el punto de ingreso, desde el final de la calle El Fuerte. Ya existía en época islámica, si bien los restos actuales corresponden a una reconstrucción cristiana. Se trata de una puerta de mocheta simple, cubierta con un arco carpanel recientemente perdido. El grosor de los paramentos laterales permite pensar en la necesidad de soportar una considerable carga vertical, así que debió ser una puerta con un destacado volumen constructivo. No se ha documentado aún el trazado urbanístico que adoptó el hábitat nazarí, pero sí se han estudiado la necrópolis y la mezquita de Sajrat Abbad. La necrópolis, extramuros, como resulta preceptivo en el mundo islámico, se ha localizado en la Colada de la Loma del Calvario, al sur del pueblo, donde hoy está su depósito de agua potable. En las obras de construcción de dicho depósito, en 1967, se descubrieron tres enterramientos y posteriormente (1972) los trabajos de Rosario Cabrera y Magdalena Valor132 culminaron con el registro y documentación de hasta siete tumbas integrantes de una necrópolis islámica, datada entonces en el siglo XIV. Dos de estos enterramientos eran de fosa simple, uno doble y otro triple, excavadas todas en tierra y con contorno de piedras irregulares en el caso de la triple fosa. También fue descubierta la mezquita, en este caso en las excavaciones arqueológicas desarrolladas en 1994, bajo los restos de la primitiva iglesia de Santa María de la Mesa (siglo XVI). Apareció una pilastra de mampostería revestida de yeso con el arranque de un arco de herradura. Tras el desaparecido arco se accedía a una estancia de planta cuadrangular, con un banco de mampostería de piedra y ladrillo en su lado sur y una atarjea de ladrillo en la pared norte. La pared este la conformaba parcialmente la roca natural. Todo el interior de la estancia debió estar enlucido, a tenor de los restos que se han conservado. El pavimento era de yeso, aunque en el centro se aprecia un arreglo posterior con ladrillos colocados 132 CABRERA GARCÍA, Rosario; VALOR PIECHOTTA, Magdalena: “La necrópolis medieval de Zahara de la Sierra (Cádiz) y otros hallazgos arqueológicos en su término municipal” en Boletín del Museo de Cádiz, IV (1983-1984). Cádiz, Museo de Cádiz, pp. 89-99. 142 irregularmente. La cubierta debió de realizarse con teja árabe, sobre cimbra de vigas de madera y encañado cubierto de yeso, según los vestigios aparecidos de los citados materiales. Planta general esquematizada del castillo y villa medieval de Zahara de la Sierra. 143 Restos de la Puerta de la Villa de Zahara de la Sierra. 144 Emplazamientos en ladera Los pueblos en ladera, en la Serranía de Villaluenga, se sitúan generalmente sobre un espolón o promontorio rocoso que sobresale de la montaña. Sobre él se disponen manzanas bastante irregulares, más o menos adaptadas al terreno (a veces hay fuertes pendientes que podrían evitarse haciendo un rodeo para trazar la calle). GRAZALEMA: EL BARRIO BAJO Y LA PUERTA DE LA VILLA En Grazalema, el núcleo islámico original se identifica, grosso modo, con el actual Barrio Bajo, en torno a la Puerta de la Villa, a donde se llegaba tras ascender por la calzada de acceso a la población. Esta estructura no se ha conservado, pero hoy existe un entramado de pasadizos en recodo que testimonian su presencia pasada. Se trataría de una entrada con dos alternativas de acceso, al modo de la Puerta de las Armas de la Alhambra. Al transeúnte se plantearían dos opciones, derecha o izquierda, para acceder a la población. Hacia la derecha, el arco da paso directamente a una estrecha callejuela que, tras dos recodos, confluye en la actual calle principal. Hacia la izquierda se planteaba un recodo que, tras un alargado pasadizo, nos hace ingresar en la actual plaza de los Asomaderos. Ambos recorridos se efectúan actualmente bordeando la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación, quizá levantada sobre la originaria mezquita mayor, como solía ocurrir (aunque es más probable que este papel correspondiera a la actual iglesia de San Juan, pese a que su situación es más periférica respecto al núcleo originario, pero está mejor integrada en el urbanismo grazalemeño). El resto 145 de vías del Barrio Bajo grazalemeño tienen un trazado radial en torno a una plazoleta (la Plaza de Andalucía), que realmente es un solar vacío ordenado como plaza de nueva creación. Su carácter compacto y cerrado nos hace pensar en un pequeño núcleo fortificado. Nos han quedado restos de murallas en el sector inmediato a la Puerta de la Villa, hoy embutidas en las casas del pueblo. De todos modos, es muy difícil determinar el trazado andalusí, ya que Grazalema sufrió importantes modificaciones urbanísticas durante la Edad Moderna y la apertura de la Plaza de España a modo de plaza mayor a buen seguro hizo desaparecer manzanas y calles de la antigua trama medieval. A un nivel inferior del Barrio Bajo todavía queda una zona conocida como el Arrabal (calle Ángeles), pero no cabe suponer que se trate de un arrabal medieval, pues la peligrosidad de esta zona fronteriza no debió permitir el surgimiento de barrios extramuros hasta su pacificación, ya entrada la Edad Moderna. El casco antiguo de Grazalema ha sido declarado Bien de Interés Cultural (BIC) con la categoría de Conjunto Histórico por la Junta de Andalucía, en sesión del Consejo de Gobierno del 8 de julio de 2003. La zona así declarada abarca estrictamente las áreas que se corresponden con la expansión de la localidad hasta principios del siglo XX, incluyendo el Arrabal, dejando fuera los nuevos desarrollos urbanísticos producidos a partir de la década de 1970. En diciembre de 2004 ha sido definitivamente aprobado el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Grazalema133, que incluye un conjunto de fórmulas de mayor protección al casco urbano, como la prohibición de construir nuevos hoteles para evitar la masificación turística. 133 “Obras Públicas aprueba los planeamientos urbanísticos de Grazalema, Conil y San José del Valle” en EL PAÍS, ed. Andalucía, 10.068 (26 de diciembre de 2004), p. 3. 146 Plano urbano actual de Grazalema. Uno de los arcos que atestiguan actualmente la primitiva situación de la Puerta de la Villa de Grazalema. 147 Quedan escasos y discretos restos de la cerca urbana grazalemeña. 148 BENAMAHOMA Benamahoma134 no constituía un lugar de importancia. No aparece citada en las fuentes, por lo que debió ser una pequeña alquería. No obstante, su topónimo parece responder, según Virgilio Martínez Enamorado135, a una «casa de Muhammad» (bina Muhammad), quizá relacionado con el grupo tribal de los banu Muhammad integrado en el tronco de los lamtuna136. Desde antiguo fue un cruce de caminos, y la riqueza de sus tierras de cultivo junto con la abundancia de agua hicieron que el lugar fuese conocido como Las Huertas de Benamahoma. El Diccionario de Madoz informa que el nacimiento del pueblo fue a instancias de las Cuatro Villas de la Serranía de Villaluenga, de donde procedía su población cristiana, quedando los vecinos de cada una bajo la jurisdicción propia de su villa de origen, de modo que Benamahoma carecía de jurisdicción y término propios. Tras la división de los términos en el siglo XIX, Benamahoma quedó integrada en el de Grazalema, donde continúa hoy como pedanía. Dada la riqueza de recursos con que tradicionalmente contó el pueblo (agricultura, ganadería y una variada artesanía: carboneros, caleros, molineros de trigo, silleros, tejeros, bataneros y artesanos del cobre), su población alcanzó a principios del siglo XX los 1.300 habitantes, descendiendo posteriormente hasta los menos de 500 que tiene en la actualidad. Su trazado urbano es lineal, en torno a una larga calle principal, y alguna calle secundaria paralela a la misma, mostrando, no obstante, el carácter agrupado que 134 Cf. SÍGLER SILVERA, F.; CARRASCO SOTO, J. (coords.): op. cit., p. 123. 135 MARTÍNEZ ENAMORADO, Virgilio: Al-Andalus..., op. cit., p. 490. 136 Cf. IBN ABD AL-MALIK AL-MARRAKUSI: al-Dayl wa-l-Takmila li-Kitabay al-Mawsul wa-l-sila, vol. III (2 partes). Ed. Muhammad ben Sarifa, Rabat, Academia del Reino de Marruecos, 1984, p. 405. 149 caracteriza el poblamiento en la comarca. Este alargado plano se curva adaptándose a la ladera de la Sierra del Pinar en la que se asienta, sobre las húmedas huertas que le han valido el sobrenombre de Las Huertas (y el gentilicio de huerteros para sus habitantes). El sencillo trazado urbano que vengo comentando no permite hablar propiamente de rasgos islámicos, sino de unas características más universales referidas a un pequeño caserío de montaña. La reciente aprobación del PGOU de Grazalema, municipio al que pertenece Benamahoma, también le afecta, permitiéndose la construcción de dos hoteles, una planta de embotellado de agua mineral, 300 viviendas protegidas y un polígono industrial, pendiente de un proyecto para su integración paisajística. Como dato curioso, de índole más bien etnográfico, apuntaré que en Benamahoma se mantienen los únicos festejos de Moros y Cristianos de Andalucía Occidental, con unas características especiales que los diferencian de los de la Alta Andalucía, el Levante y Aragón. El origen de estas fiestas en Andalucía parece encontrarse en luchas festivas entre nobles y caballeros agrupados en dos bandos, moros y cristianos. Dada la ausencia de monumentos y restos arqueológicos de su pasado andalusí, podemos afirmar que esta curiosa fiesta, aparte de su evidente topónimo, es el principal testigo de la herencia hispanomusulmana y fronteriza de Benamahoma. 150 Plano urbano actual de Benamahoma. 151 152 VILLALUENGA DEL ROSARIO La importancia de Villaluenga en época islámica queda refrendada por la presencia del qanat estudiado en líneas anteriores. El núcleo originario del pueblo no difiere demasiado del actual, escasamente desarrollado. Se situaría en un pequeño promontorio, en el centro de la actual población, donde hoy se ubica la iglesia parroquial de San Miguel, quizá sobre la mezquita originaria. Las calles se trazan sinuosas en torno a la misma, adaptándose a las pendientes del terreno y tendiendo a la linealidad conforme se alejan, siguiendo los trazados de los caminos. De este aspecto alargado parece provenir su topónimo. 153 Plano urbano actual de Villaluenga del Rosario. 154 Tras la conquista castellana, Villaluenga del Rosario ostentó la capitalidad de las Siete Villas, señorío de los Ponce de León. 155 156 BENAOCAZ: EL BARRIO ALTO NAZARÍ137 El núcleo urbano de Benaocaz ha ido progresivamente descendiendo por la ladera en la que se ubica, quedando abandonadas las viviendas situadas en las zonas más altas. Allí se sitúa el Barrio Alto, que también es conocido como Barrio Nazarí, el cual supone un campo de trabajo excepcional para la investigación arqueológica. Aunque los restos arquitectónicos visibles se han datado en los siglos XVII y XVIII (como demuestran algunas portadas con pilastras y dinteles moldurados de carácter clásico), el barrio conserva el trazado urbanístico, la estructura parcelaria y la volumetría de las casas de época islámica. Las calles del barrio son estrechas e irregulares, empedradas con guijarros (a veces presentan guías de ladrillo en diseño de “espina de pez”). Los materiales cerámicos más antiguos encontrados pertenecen a la época tardorromana (siglo IV d.C.). Existen algunos restos almohades, pero el estrato más potente, como cabía esperar, es el nazarí (de ahí la denominación popular del barrio desde la aparición de cerámicas nazaríes en 1987). La zona se irá fortificando paulatinamente conforme avanzan las conquistas de los castellanos y, 137 Hasta ahora, el único estudio de conjunto publicado sobre este yacimiento es el de María del Carmen Raimóndez: “Benaocaz. El Barrio Nazarí” en SÍGLER SILVERA, F.; CARRASCO SOTO, J. (coords.): op. cit., pp. 69-73. 157 aunque Benaocaz quedaba en segunda línea de defensa138, sus características morfológicas lo definen como un núcleo fortificado. El asentamiento urbano benaocaceño estaba bastante bien protegido por su propia orografía, puesto que se sitúa en un emplazamiento elevado (793 metros de altitud) al pie de las altas sierras del Caíllo y del Endrinal, en un punto que permitía mantener comunicación visual directa con los castillos de Cardela y Aznalmara y el punto de vigilancia de Ocuri139. Así, no se han encontrado restos de muralla que circundara el núcleo urbano, por lo que sería el propio entramado de viviendas el que prestaría la protección necesaria a sus habitantes. Las calles estrechas y serpenteantes suponen también un elemento defensivo. Su emplazamiento, en una ladera escarpada, hacía que los gruesos muros, con escasos y pequeños vanos, cumplieran la función de una auténtica muralla. Los accesos al barrio eran estrechos y formando recodos, con lo que cualquier obstáculo móvil permitiría impedir la entrada de caballería. Nos encontramos, por tanto, ante un auténtico núcleo fortificado. El Barrio Alto se compone en la actualidad de una calle principal, sinuosa, de orientación norte-sur aproximadamente, de la que parten calles secundarias perpendiculares ladera arriba y abajo. La organicidad del diseño urbano islámico queda refrendada en esta ocasión tanto por la adaptación al relieve como por la necesidad defensiva antes mencionada. Por lo que respecta al conjunto del trazado histórico de Benaocaz, ya no exclusivamente a su Barrio Alto, se trata de un núcleo apiñado en torno a la iglesia de San Pedro, construida seguramente sobre el solar de la mezquita, como ahora veremos. El trazado es de una gran irregularidad en torno a la misma, incluso con viviendas adosadas a los muros del templo140, creándose así una manzana de forma 138 La primera línea estaría constituida por las fortalezas de Aznalmara y Cardela en el último periodo de la resistencia islámica en la zona, es decir, desde 1256, año de la conquista de Matrera, hasta 1485, en que caen las Siete Villas. 139 Ocuri u Ocurris era el topónimo del oppidum ibero-romano que se situaba sobre el monte hoy conocido como Salto de la Mora, junto a Ubrique, despoblado ya en época medieval, aunque, por su situación estratégica como punto de enlaces visuales entre Benaocaz, Archite, Ubrique, Cardela y Aznalmara, es decir, una auténtica atalaya natural que domina su entorno más inmediato en un radio de varios kilómetros, posiblemente siguió cumpliendo funciones de vigilancia sin que se hiciera necesario edificar ninguna fortificación (torre, etc.). 140 Esto es algo muy habitual en el mundo islámico, puesto que la mayoría de los edificios se conciben “de dentro hacia fuera”, en torno a patios centrales que focalizan todo el interés visual y elementos ornamentales, y no como en el mundo occidental donde estas características las cumplen las fachadas 158 no regular circundada por calles estrechas, quebradas y sinuosas. Estas características son las mismas para el resto del viario. El emplazamiento en un lugar de relieve suave (aunque rodeado de zonas más agrestes) ha propiciado que las vías no muestren adaptación al relieve (es decir, no siguen las curvas de nivel, como sí ocurre en núcleos situados en lugares con mayores desniveles), sino que se distribuyan de un modo más libre. exteriores. Al no existir fachadas, las estructuras arquitectónicas se adosan unas a otras sin problema originando modelos orgánicos de gestación de la ciudad con fenómenos tan característicos como los adarves (calles sin salida). Sobre estos procesos morfogenéticos se puede consultar la tesis doctoral de D. Javier GARCÍA-BELLIDO GARCÍA DE DIEGO: Coranomía, los universales de la Urbanística, y especialmente su capítulo 11: “Una interpretación generativa de la morfogénesis de la ciudad islámica” (tesis inédita que se puede consultar en Internet en la dirección http://perso.wanadoo.es/javgb78/tesis.html). 159 Plano del Barrio Alto nazarí de Benaocaz y vista de parte de sus ruinas desde el campanario de San Pedro, antiguo alminar de la mezquita. 160 Benaocaz: una calle del Barrio Alto y detalle del pavimento. 161 Barrio Alto Nazarí de Benaocaz. 162 163 UBRIQUE Ubrique y Grazalema fueron los núcleos más prósperos de la Serranía de Villaluenga, lo que propició la aparición de ensanches burgueses en los siglos XVIII y XIX en ambas poblaciones. En Ubrique, el núcleo más antiguo se situaría en torno a la actual iglesia de San Antonio141. Se trata de un pequeño núcleo agrupado en torno a unas pocas e irregulares callejuelas en un promontorio rocoso142. Su emplazamiento es el más agreste de todos, construyéndose las casas entre las peñas, que aparecen por doquier entre las construcciones, incluso en casos espectaculares como el popular Peñón de la Becerra, extraplomado sobre la calle Torre y aparentemente embutido contra la fachada de una de sus casas, sin que quede claro al observador si la casa se apoya en la roca o es al revés. Precisamente el nombre de dicha calle alude, probablemente, a la construcción que debió existir en lugar de la iglesia de San Antonio143, sin que sepamos si pudo ser de carácter defensivo o bien 141 Así lo considera ya el Padre Sebastián: «No se sabe si el Ubrique árabe, que debía ser un mísero poblado, que destruyó el marqués de Cádiz, era la antigua Occurris o el Salto de La Mora, el Ubrique el alto, o probablemente la población que se agrupaba en torno a la iglesia de San Antonio» (UBRIQUE, Fr. S. de: op. cit., p. 68). El Ubrique el Alto que cita el capuchino corresponde a una explanada de la Sierra de Ubrique, a un nivel superior al emplazamiento actual del casco antiguo, entre los picos de la Cruz del Tajo y la Viñuela, donde la abundancia de restos cerámicos induce a pensar en un posible asentamiento medieval, como comentaré más adelante. 142 Correspondería a las actuales calles Caracol, Caracolillo, Callejón del Norte y el tramo de la calle de la Torre más inmediato a éstas. Más hacia los dudosos bordes de este primitivo núcleo se hallarían las actuales calles Unión, Cuestezuela, Calvario, San Martín, San Gregorio, Saúcos, Guindaleta y Fuentezuela. 143 El Padre Sebastián también lanzaba esta hipótesis: «Esta destrucción explica que en Ubrique no haya quedado un solo resto ni recuerdo de la dominación árabe, y si alguna torre debió existir fue demolida al edificar la iglesia de San Antonio» (UBRIQUE, Fr. S. de: op. cit., pp. 68-69). Sin embargo, yo no 164 referirse al alminar de la mezquita, aunque me inclino más por esta opción, al no haber otro solar apto para su situación, dadas las fuertes pendientes y el suelo rocoso e irregular. Se trató de un núcleo fortificado, como atestiguan los restos de murallas reutilizados e integrados en viviendas, en las calles Torre, Cuestezuela y Callejón del Norte. Se trata de muros de mampostería con sillares en las esquinas, tipo de fábrica que hemos visto en los castillos comarcales de Matrera y Setenil, teniendo otros paralelos en el resto de al-Andalus. Destaca, especialmente, el interesante inmueble de la calle Torre número 47, que por su disposición parece tratarse de una torre defensiva adaptada como vivienda. Su situación algo apartada de la alineación del resto de inmuebles de la calle parece confirmar este origen militar. También el perfecto y regular recodo que traza la pequeña calle Caracolillo, justo frente a la vivienda antes descrita, induce a pensar en la existencia de una puerta en recodo – baxura– en el lugar, ejerciendo la actual calle Caracol la función de empinada subida hasta el núcleo fortificado. Se hacen necesarias catas arqueológicas en diversos puntos de este entorno para documentar fehacientemente estas hipótesis. El trazado viario es el más irregular de toda la Sierra de Cádiz, por la razón ya indicada de la rocosa y difícil orografía, originando rincones de gran tipismo. El casco histórico de Ubrique ha sido recientemente declarado Bien de Interés Cultural (BIC). comparto su opinión de que no queden restos andalusíes en Ubrique, si bien están ocultos o muy disimulados. 165 Plano urbano actual del casco antiguo de Ubrique. Posibles torres defensivas del primitivo recinto amurallado de Ubrique, reutilizadas como viviendas. 166 167 3.2. PROBLEMÁTICA DE LOS NÚCLEOS DESAPARECIDOS: ARCHITE, AZNALMARA, AUDITA, BENAHUD, CARDELA, GAIDOVAR, GARCIAGO Y PEÑALOJA La Serranía de Villaluenga estuvo más densamente poblada en época islámica que tras la conquista cristiana, y también existieron entonces más núcleos poblados, muchos de los cuales fueron paulatinamente desapareciendo por causas diversas: En el siglo XV la población de la Serranía de Villaluenga experimentó significativas modificaciones: los habitantes de Gaidovar se trasladaron a Grazalema en 1410; los de Peñaloja se distribuyeron a mediados del siglo entre Grazalema, Villaluenga y Montejaque; los de Benahud se trasladaron a Cortes hacia 1470. También se dio en otro momento el tránsito de habitantes de Tempul hacia Cortes. En 1472 el marqués de Cádiz destruyó Garciago, y sus habitantes marcharon a Ubrique. Más adelante destruyó Audita. Al finalizar la guerra de Granada se despoblaron Aznalmara y Cardela. En el primer tercio del siglo XVI desapareció Archite y sus pobladores se fueron a Ubrique144. Estos lugares desaparecidos no siempre son fácilmente localizables e identificables. Son visibles, por ejemplo, los restos del poblado de Cardela, junto a la fortaleza del mismo nombre, siendo un terreno virgen para la Arqueología al hallarse en zona montuosa. Los restos de viviendas muestran construcciones realizadas con piedras calizas de gran volumen dando lugar a muros de un considerable grosor. 144 SÍGLER SILVERA, Fernando; CARRASCO SOTO, Juan (coords.): Las Siete Villas de la Serranía de Villaluenga (1502-2002). Frontera, repoblación señorial y patrimonio mancomunado en Andalucía. Ubrique, Tréveris, 2002, p. 39. 168 Lo mismo ocurre con Benahud o Benajú145, en el corazón del inmenso alcornocal que se extiende entre Ubrique y Jimena de la Frontera, en zona limítrofe entre los términos municipales de Jerez de la Frontera y Cortes de la Frontera, así como de sus respectivas provincias de Cádiz y Málaga. Este poblado se situó en el mismo solar que la ciudad iberorromana de Saepona, que fuera descubierta y descrita por el cura de Cortes don Francisco Javier Espinosa con profusión de detalles146. Frente a los ejemplos de Cardela y Benahud, Gaidovar ha sido tradicionalmente un entorno de explotación agrícola y nunca ha estado completamente despoblado, pues hoy es un diseminado de Grazalema, punteado de casas de labor, con una escuela rural y una ermita. Estas características dificultan claramente la investigación de un antiguo asentamiento humano en el lugar, dada la extrema variabilidad que ha podido sufrir el uso del suelo a lo largo de toda la historia, ya que posiblemente nunca existió un núcleo aglutinado que diera lugar a un casco urbano típicamente serrano. Garciago, en las cercanías de Ubrique, es un lugar donde se detectan materiales arqueológicos (cerámicos, sobre todo) en superficie, pero no quedan al descubierto restos constructivos, estando también pendiente de investigación arqueológica. En cuanto al poblado de Aznalmara, no sabemos con certeza cuál fue su ubicación exacta, pues los únicos restos visibles hoy son los del castillo, aunque debió situarse en sus cercanías. Cabe la posibilidad de que se tratase de una entidad de población dispersa que usase la fortaleza como reducto de defensa en caso de necesidad, lo que haría menos detectable los restos de sus viviendas, algunas quizá situadas bajo las actuales casas de labor del entorno. Peñaloja, junto a Grazalema, sí está perfectamente localizado, al abrigo de una pared rocosa en las faldas de la sierra del Endrinal, pero ha sido seriamente deteriorado por una cantera. Sin embargo, aún se podrían extraer datos de una actuación arqueológica adecuada si se realizase. Actualmente, en la zona sólo es 145 Sobre este despoblado, cf. CABRILLANA CIÉZAR, Nicolás: El problema de la tierra en Málaga: pueblos desaparecidos. Málaga, Primtel, 1993, p. 80. 146 ESPINOSA Y AGUILERA, Francisco Xavier: La antigua Saepona, hallada en su sitio, junto á Cortes por el Cura de dicha Villa; ó varias cartas eruditas acerca de este descubrimiento, y otras antiguedades de España. Málaga, Imp. de la Dignidad Episcopal y de la Santa Iglesia, 1770 (fecha de la censura). 169 apreciable a simple vista un conjunto de majanos que acumulan una gran cantidad de piedras, procedentes de las antiguas construcciones. El propio caso de Ubrique ofrece dudas pues, aunque parece bastante probable que su emplazamiento actual es el originario de época islámica, dados los restos visibles de antiguas murallas, se plantea la posibilidad de que existiese otro emplazamiento ladera arriba, en el lugar conocido como Ubrique el Alto, donde se han localizado cerámicas nazaríes. Una vez más, la falta de intervenciones arqueológicas no nos permite llegar más lejos. Iptuci, la antigua Colonia Ituci Virtus Iulia de época romana, sobre el monte llamado Cabeza de Hortales, continúa poblada hasta el año 1133, en que fue completamente arrasada por las tropas de Alfonso VII, no siendo repoblada posteriormente al encontrarse en zona fronteriza y en litigio hasta la Guerra de Granada, a finales del siglo XV. No obstante, no quedan restos constructivos atribuibles a la cultura hispanomusulmana, habiéndose mantenido sus estructuras iberorromanas durante su periodo de habitación medieval (aún hoy su muralla con cubos semicilíndricos se encuentra en buen estado de conservación). En época medieval era conocido como “castillo de Hortales”. El único caso bien estudiado (excavado) hasta el día de hoy es el de Archite147. El poblado se situaba cercano a Benaocaz, junto a la calzada que comunicaba estos pueblos de la Serranía de Villaluenga. Así, parece que la razón de ser de su emplazamiento era la de ejercer un control de paso por esta vía de comunicación. Según Luis Javier Guerrero (arqueólogo que dirigió las excavaciones en Archite), su desaparición se produjo hacia mediados del siglo XVI debido a una avenida de agua que arrasó el lugar, provocando el brusco abandono de sus habitantes. Es de gran interés el estudio de la cerámica aparecida en el yacimiento, con un enorme paralelismo con la de Qasr al-Sagir, en el norte de Marruecos, cercano a Ceuta. Esta ciudad fue conquistada por los portugueses en 1458 y fue abandonada en 1550, quedando despoblada desde ese momento, sólo dos años antes de que le ocurriera lo mismo a Archite. El paralelo cronológico y tipológico con Archite es asombroso, 147 Cf. GUERRERO MISA, Luis Javier: «Archite: excavaciones de urgencia en un poblado bajomedieval de la Serranía Gaditana». Papeles de Historia (Ubrique), 1 (1986), pp. 26-31; GUERRERO MISA, Luis Javier: «Archite: nueva hipótesis sobre su desaparición», en SÍGLER SILVERA, Fernando et al.: Las Siete Villas..., pp. 75-89. 170 quedando claramente manifiesta la unidad cultural que mantenía este extremo sur de la península Ibérica con el norte de África, estando ambos bajo el control meriní. No obstante, aún no se pueden aportar nuevos datos sobre su arquitectura y su trazado urbano, salvo que tendrían características homólogas a las ya descritas para el Barrio Alto de Benaocaz. 171 El tajo de Peñaloja, cerca de Grazalema, a cuyos pies se situó un núcleo de población andalusí hoy desaparecido. Vista del Cabezo de Hortales, sobre el que se emplazaba el oppidum de Iptuci y que posteriormente también tuvo ocupación andalusí. 172 El Salto de la Mora, en cuya cumbre amesetada se sitúan los restos arqueológicos del oppidum de Ocuri, junto al actual núcleo urbano de Ubrique. Para la población andalusí se eligió un emplazamiento diferente al ibero-romano. Un aspecto de las excavaciones en Archite [Foto cedida por Luis Javier Guerrero Misa]. 173 4. CONCLUSIONES A lo largo de este estudio se ha revisado un conjunto de núcleos urbanos y obras arquitectónicas y de ingeniería con unas características determinadas que permiten trazar unos rasgos comunes para la historia medieval del conjunto de la Sierra de Cádiz. Hemos podido apreciar que se trata de un territorio caracterizado por las luchas y disputas fronterizas, un espacio osmótico en el que lo castellano y lo granadino se interrelacionan hasta el punto de confundir al observador, que difícilmente discierne lo que provenía de un lado o de otro de aquella antigua frontera. Efectivamente, la reutilización de las estructuras militares y religiosas, como es el caso del antiguo alminar de Benaocaz convertido en campanario cristiano o de la gran mayoría de las fortalezas de la zona, nos hablan de esta perdurabilidad que al mismo tiempo conlleva una mixtificación de formas y usos, una suerte de koiné arqueológica que conforma el color peculiar de la Andalucía penibética, es decir, de las tierras que integraron el Reino de Granada. Hemos visto cómo en muchas de estas fortalezas, a las estructuras de un hisn primitivo se superponen torres-donjon de raigambre europea, construidas por los conquistadores castellanos. Son los casos de Olvera, Zahara y Matrera. A veces se trata de fortificaciones de una gran sencillez, muy adaptadas al relieve rocoso y agreste que, de manera natural, asume el grueso de la función defensiva, como ocurre en Montecorto, Audita y Cardela, sobre todo. No obstante, no debe confundirse este aparente arcaísmo con una cronología más antigua, sino que es el pragmatismo de aprovechar al máximo las ventajas que la orografía naturalmente ofrece el que conduce a estas discretas y simples soluciones, no exentas de pintoresca belleza, sin embargo. Mucho ha quedado en los tópicos literarios procedentes del Romanticismo 174 del carácter rudo y belicoso del serrano148, no pareciendo haber demasiadas diferencias, desde ese punto de vista, entre las medievales razzias fronterizas y los modernos ataques de bandoleros o la fantasmal presencia de los maquis en estas zonas montuosas, en lo que al concepto se refiere. Pero actualmente, superados estos prejuicios, no debemos caer en la trampa de tomar una supuesta identidad étnica como razón de la existencia y perpetuación de los tópicos o, aún peor, de su implantación como falaces verdades históricoculturales cuasi dogmáticas. Antes al contrario, como venimos diciendo, imperativos de carácter práctico son los que aconsejaron en su momento la reutilización de las estructuras, además de una reinterpretación que les imprimiera el sello de sus nuevos beneficiarios pero no borrase la huella de los anteriores. En este proceso de aculturación, que en los antiguos territorios granadinos se produjo con más obligada rapidez que en ningún otro lugar de la península Ibérica, fue habitual que las mezquitas se convirtiesen en iglesias cristianas, sus alminares en los nuevos campanarios149, y los castillos que otrora defendieron la potestad de gobernantes musulmanes en poderosos baluartes de la fe cristiana. El reino de Granada en su conjunto, y la Sierra de Cádiz en particular, están mucho más marcados en su configuración espacial por la cultura islámica que por la cristiana, toda vez que la mayor parte de su Edad Media se identifica con la primera. El territorio que los castellanos tan duramente y poco a poco van conquistando se les presenta como un mundo urbano, de poblamiento denso, concentrado en núcleos y muy bien vertebrado por estructuras de caminería, irrigación, etc. Así, pocas modificaciones se van a introducir en este microcosmos bien organizado, de modo 148 Tópico que, por otra parte, ya fue generado en la propia Edad Media: «La aspereza de aquellas montañas face ser hombres robustos y ligeros; e guerreros, porque en aquellas fronteras syempre continuaron la guerra contra los cristianos. Estas gentes acostumbran mostrar sus fijos de pequeños a tirar la ballesta, y en esta Arte y por el gran çelo que tienen, son Maestros, que no yerran de dar en qualquier lugar do tiran» (PULGAR, Hernando del: Crónica de los Reyes Católicos. Ed. Juan de Mata CARRIAZO Y ARROQUIA. Madrid, Espasa-Calpe (Col. de Crónicas Españolas, VI), 1943, vol. 2, p. 165). 149 PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro: “Viejas mezquitas, nuevas iglesias. Materializaciones formales de la implantación del cristianismo en la Sierra de Cádiz tras la conquista castellana (1485-1500)” en V Jornadas de Historia Abadía. Iglesias y Fronteras (Alcalá la Real, 2004). Jaén, Diputación, 2005, pp. 633642. 175 que el aspecto de sus poblaciones va a conservar hasta el día de hoy una configuración seguramente bastante aproximada a la que debió tener en sus orígenes medievales. Las tramas urbanas han tenido pocos cambios, bastantes menos que la arquitectura, y los planos actuales de los pueblos serranos nos dicen mucho de su pasado islámico. Así ha quedado de manifiesto en el estudio del urbanismo de estos pueblos, pudiendo detectarse cómo el propio trazado urbano se erige en factor defensivo del núcleo de población (esto ocurre con el poblado fortificado que constituyó el Benaocaz nazarí). Sin embargo, no siempre el núcleo originario medieval se mantiene habitado, y entonces los caseríos se desplazan hacia zonas más cómodas pero cercanas (como Zahara o, posiblemente, Ubrique) o incluso llegan a desaparecer (Archite, Benahud, Garciago, etc.), actuando aquí una casuística variada en donde no se pueden establecer normas generales fiables para sistematizar estos procesos. En definitiva, podemos apreciar cómo la Sierra de Cádiz es un entorno en el que la huella de lo andalusí, y especialmente de lo nazarí, sigue muy presente, pudiéndose rastrear en un rico panorama de edificaciones y entidades urbanísticas que conservan todo el bagaje de formas que nuestros antepasados musulmanes nos legaron y aún perduran en nuestra cultura visual actual. Ahora lo necesario es que nosotros seamos capaces de valorarlo en su justa medida y velemos por su protección y mantenimiento para que la acción progresivamente destructora del paso del tiempo no nos deje algún día huérfanos de esta bella herencia colectiva. 176 177 5. FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA En el subsiguiente listado recojo las fuentes literarias y obras historiográficas que he manejado durante mi investigación. Muchas de ellas, aunque no todas, aparecen citadas en las notas. Por otra parte, esta selección también pretende ser un punto de partida para todo aquél que esté interesado en ampliar su conocimiento de los temas aquí tratados, de modo que he procurado ser exhaustivo en los puntos que presentan menos publicaciones (especialmente las que tratan temas locales y material hemerográfico muy especializado) y más selectivo en otros asuntos, de carácter más general, de los que existen mayor número de publicaciones. He prestado asimismo especial atención a las obras de más reciente aparición, aunque igualmente listo otras de notable antigüedad pero que suponen un referente fundamental aún hoy en la materia tratada o bien son fuentes de indispensable consulta. AA. VV.: Olvera, la Frontera y los castillos. Olvera, Centro Cultural La Cilla, 2001. AA. VV. Redes de Centros Históricos en Andalucía. Sevilla, Consejería de Obras Públicas y Transportes-Consejería de Cultura, 2002. ABELLÁN PÉREZ, Juan: El Cádiz islámico a través de sus textos. Cádiz, Universidad, 1996. ACIÉN ALMANSA, Manuel: “La fortificación en al-Andalus” en LÓPEZ GUZMÁN, Rafael (coord.): La arquitectura del Islam occidental. Barcelona, Lunwerg, 1995, pp. 29-41. ACIÉN ALMANSA, Manuel: “Poblamiento y fortificación en el sur de al-Andalus. La formación de un país de husun” en III Congreso de Arqueología Medieval española (1989). Oviedo, t. I, pp. 135-150. 178 ACIÉN ALMANSA, Manuel: Ronda y su Serranía en tiempo de los Reyes Católicos, vol. I. Málaga, Universidad, 1979. ACIÉN ALMANSA, Manuel: “Sobre la función de los husun en el sur de alAndalus. La fortificación en el Califato” en I Coloquio Hispano-Italiano de Arqueología Medieval (Granada, 1990). Granada, 1992, pp. 263-274. AGUADO GONZÁLEZ, Francisco Javier: “Repoblación de las fortalezas fronterizas con el Reino de Granada: Archidona, Olvera y Ortegícar (1460-1550)” en Homenaje al profesor Juan Torres Fontes, vol. I. Murcia, Universidad, 1987, pp. 25-39. AGUAYO DE HOYOS, Pedro: “El Cerro del Castillón”, Revista de Feria de Alcalá del Valle, 2003, pp. 39-41. AGUILAR GARCÍA, María Dolores: “Dos alminares malagueños” en Actas del XXIII Congreso Internacional de Historia del Arte. España entre el Mediterráneo y el Atlántico, II (1973). Granada, Universidad, pp. 15-21. AGUILAR GARCÍA, María Dolores: Málaga mudéjar. Arquitectura religiosa y civil. Málaga, Universidad, 1979. ALCOCER MARTÍNEZ, Mariano: Castillos y fortalezas del antiguo Reino de Granada. Tánger, Publicaciones del Instituto General Franco para la investigación hispano-árabe, 1941. ANTÓN SOLER, Pablo; OROZCO AGUAVIVA, Antonio: Historia medieval de la provincia de Cádiz a través de sus castillos. Cádiz, Diputación, 1976. ARAGÓN MACÍAS, Rafael: Misceláneas a la villa de Ubrique. Manuscrito del siglo XIX. Archivo Histórico Municipal de Ubrique. ARIÉ, Rachel: L'Espagne musulmane au temps des Nasrides (1232-1492). París, Boccard, 1990 (reimpresión y actualización de la edición de 1973). AZUAR RUIZ, Rafael: “Una interpretación del hisn musulmán en el ámbito rural” en Revista del Instituto de Estudios Alicantinos, 37 (1982). Alicante, pp. 33-41. AZUAR RUIZ, Rafael: “Las técnicas constructivas en al-Andalus. El origen de la sillería y del hormigón de tapial” en V Semana de Estudios Medievales (Nájera, 1994). Logroño, 1995, pp. 125-142. BAENA GALLÉ, José Manuel: “Dos propuestas de itinerarios culturales en Andalucía Occidental sobre Arquitectura Militar” en Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, 36 (septiembre 2001). Sevilla, Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), pp. 211-215. 179 BARCELÓ, Miquel: “Qanat(s) a al-Andalus”, Documents d’Análisi Geográfica, 2 (1983), pp. 3-22. BARCELÓ, Miquel; KIRCHNER, Helena y NAVARRO, Carmen: El agua que no duerme. Fundamentos de la arqueología hidráulica andalusí. Granada, El Legado Andalusí, 1996. BARRIOS AGUILERA, Manuel y PEINADO SANTAELLA, Rafael Gerardo (dirs.): Historia del Reino de Granada (3 vols.). Granada, Universidad, 2000. BAZZANA, André: “La défense des communautés rurales dans l’Espagne musulmane” en BAZZANA, André y HUMBERT, André (eds.): Prospections Aériennes. Les paysages et leur histoire. Madrid, Casa de Velázquez, 1983, pp. 105122. BAZZANA, André: “Forteresses du Royaume nasride de Grenade (XIIIème-XVème siècles): la défense des frontières” en Études de Castellologie Médiévale, IX-X (1983). Château Gaillard, pp. 301-328. BECERRA GARCÍA, Juan Manuel (dir.); CAMPUZANO ARTILLO, Gabriel: Grazalema: Informe diagnóstico del conjunto histórico. Sevilla, Consejería de Obras Públicas y Transportes de la Junta de Andalucía, Dirección General de Urbanismo, 1992. BENÍTEZ RAGEL, Natalio: “Castillo de Matrera: aproximación histórica y arquitectónica” en Revista de Humanidades, 1 (octubre 1989). Jerez de la Frontera, pp. 69-77. BERTRAND, Maryelle: “Cuevas artificiales y estructuras de poblamiento medievales en la Hoya de Guadix (Granada)” en Anuario Arqueológico de Andalucía/1986 (1987), vol. II: Actividades sistemáticas. Sevilla, pp. 236-241. BERTRAND, Maryelle: “El hábitat troglodítico antiguo en la Hoya de Guadix (Granada). Elementos de tipología” en Arqueología Espacial, 10 (1986). Teruel, Coloquio Microespacio 4, pp. 263-283. BREUIL, Henri; OBERMAIER, Hugo; CABRÉ, Juan: La Pileta à Benaoján. París, Institut de Paleontologie Humaine, 1915. BRU MADROÑAL, Antonio: Las Ordenanzas de la villa de Zahara. Transcripción y aproximación a su estudio. Zahara de la Sierra, Ayuntamiento, 2003. CABELLO IZQUIERDO, Natalia: “La calzada romano-medieval de Ubrique a Benaocaz” en Papeles de Historia, 5 (2006), pp. 63-66. 180 CABELLO JANEIRO, Manuel: Ubrique, encrucijada histórica para caminos juveniles. Ubrique, autor, 1987. CABRERO GARCÍA, Rosario; VALOR PIECHOTTA, Magdalena: “La necrópolis medieval de Zahara de la Sierra (Cádiz) y otros hallazgos arqueológicos en su término municipal” en Boletín del Museo de Cádiz, IV (1983-1984). Cádiz, Museo de Cádiz, pp. 89-99. CABRILLANA CIÉZAR, Nicolás: “Los despoblados de la provincia de Málaga tras la expulsión de los moriscos (1570-1600)” en Mainake, XI-XII (1989-1990). Málaga, Diputación, pp. 251-266. CABRILLANA CIÉZAR, Nicolás: El problema de la tierra en Málaga: pueblos desaparecidos. Málaga, Primtel, 1993. CAPARRÓS LORENZO, Rodolfo: “Arquitectura militar en la Sierra de Segura. Una interpretación paisajística y territorial” en Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, 36 (septiembre 2001). Sevilla, Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), pp. 225-233. CARRIAZO Y ARROQUIA, Juan de Mata: “Asiento de las cosas de Ronda, Conquista y Repartimiento de la ciudad por los Reyes Católicos (1485-1491)” en Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos, III, anejo. Granada, Universidad, 1954. CARRIAZO Y ARROQUIA, Juan de Mata: “La «Historia de la Casa Real de Granada», anónimo castellano de mediados del siglo XVI” en Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos, VI (1957). Granada, Universidad, pp. 7-56. CASTILLO BELINCHÓN, Rocío: “Actuación de emergencia para la consolidación de la “Fuente de Agua Nueva” vinculada a la “Calzada Medieval” de la Manga (Villaluenga del Rosario, Cádiz)” en Anuario Arqueológico de Andalucía 2001. Vol. III: Actividades de Urgencia (1). Sevilla, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, 2004, pp. 154-162. CASTRO, Adolfo de: Historia de Cádiz y su provincia desde los remotos tiempos hasta 1814. Cádiz, Diputación, 1985. CASTRO RODRÍGUEZ, Manuel J.: “El castillo de Cardela, fortaleza medieval” en Ubrique Información, 184 (12/12/2002). Ubrique, Publicaciones del Sur, p. 11. CASTRO RODRÍGUEZ, Manuel J.: “Aznalmara, la fortaleza del agua amarga” en Ubrique Información, 195 (27/2/2002). Ubrique, Publicaciones del Sur, pp. 16-17. 181 CERVERA Y JIMÉNEZ ALFARO, Francisco: Museo Arqueológico de Cádiz. Guía histórica de los archivos, bibliotecas y museos de España. Madrid, 1925. COBOS RODRÍGUEZ, Luis María: “La villa medieval de Zahara. Nuevas aportaciones históricas a través de la arqueología” en Papeles de Historia, 4 (1999). Madrid, Tréveris, pp. 143-158. COBOS RODRÍGUEZ, Luis María: Zahara. Memoria recuperada del patrimonio arqueológico. Zahara de la Sierra, Ayuntamiento, 2003. CORZO SÁNCHEZ, Ramón (dir.): Benaocaz. Cádiz, Diputación, 1982. CORZO SÁNCHEZ, Ramón (dir.): Grazalema. Cádiz, Diputación, 1982. CORZO SÁNCHEZ, Ramón (dir.): Ubrique. Cádiz, Diputación, 1982. Crónica del Rey don Alfonso el Onceno. Ed. C. Rosell, Madrid, Atlas (Biblioteca de Autores Españoles, vol. LXVI), Madrid, 1953. CUEVAS, Jesús de las; CUEVAS, José de las: Setenil. Cádiz, Instituto de Estudios Gaditanos, 1970. CUEVAS, Jesús de las; CUEVAS, José de las: La Sierra de Cádiz. Cádiz, Instituto de Estudios Gaditanos, 1970. CUEVAS, Jesús de las; CUEVAS, José de las: Zahara. Cádiz, Instituto de Estudios Gaditanos, 1970. DEVIS MÁRQUEZ, Federico: “Aspectos sobre la revuelta mudéjar de 1501 en la Serranía de Villaluenga” en Papeles de Historia, 1 (1986). Ubrique, Asociación Papeles de Historia, pp. 37-44. DEVIS MÁRQUEZ, Federico: Mayorazgo y cambio político: Estudios sobre el mayorazgo de la Casa de Arcos al final de la Edad Media. Cádiz, Universidad, 1999. DÍAZ MORANT, Antonio: “Fortificaciones altomedievales de El Havaral de Ronda” en Actas del I Congreso Internacional Fortificaciones en al-Andalus (1996). Algeciras, Ayuntamiento, 1998, pp. 441-447. EPALZA, Mikel de: “Funciones ganaderas de los albacares en las fortalezas musulmanas” en Sharq al-Andalus, 1 (1984), pp. 47-54. ESLAVA GALÁN, Juan: “Materiales y técnicas constructivas en la fortificación bajomedieval” en Cuadernos de Estudios Medievales, XII-XIII (1984), pp. 271-278. ESPINOSA Y AGUILERA, Francisco Xavier: La antigua Saepona, hallada en su sitio, junto á Cortes por el Cura de dicha Villa; ó varias cartas eruditas acerca de 182 este descubrimiento, y otras antiguedades de España. Málaga, Imp. de la Dignidad Episcopal y de la Santa Iglesia, 1770 (fecha de la censura). FERNÁNDEZ LÓPEZ, Sebastián: “Adaptación del aparato militar granadino defensivo al sistema defensivo castellano (sector occidental)” en Baetica, 11 (1988), pp. 343-352. FERNÁNDEZ LÓPEZ, Sebastián: Catalogación y estudio de las fortalezas medievales de Málaga y su territorio. Málaga, Universidad, 1987. Tesis doctoral inédita. FERNÁNDEZ LÓPEZ, Sebastián: “Sobre aljibes hispano-musulmanes” en Estudios de Historia y Arqueología Medievales, VII-VIII (1987-1988). Cádiz, Universidad, pp. 209-221. FUSARO, Florindo: La città islamica. Roma, Laterza, 1984. GARCÍA FITZ, Francisco: “La frontera castellano-granadina a fines del siglo XIII” en IV Coloquio de Historia Medieval andaluza: Relaciones exteriores del Reino de Granada (1988). Almería, pp. 23-35. GARCÍA GÓMEZ, Emilio: “Paremiología y filología: sobre ‘zahar’ y ‘zahareño’” en Al-Andalus, XLII (1977). Madrid / Granada, CSIC, pp. 391-408. GARCÍA-BELLIDO GARCÍA DE DIEGO, Javier: Coranomía, los universales de la Urbanística. Estudio sobre las estructuras generativas en las Ciencias del Territorio. Tesis doctoral inédita. Madrid: Universidad Politécnica de Madrid, 1999. GARRIDO DOMÍNGUEZ, Francisco: La mina secreta del Palacio del Rey Moro de Ronda. El esplendor de la Izna-Rand Onda musulmana. Madrid, Albia-Grupo Espasa, 1991. GIESE, Wilhelm: Sierra y Campiña de Cádiz. Una contribución histórica y etnolingüística a la investigación de Andalucía. Cádiz, Universidad, 1996. GLICK, Thomas F.: From Muslim Fortress to Christian Castle. Social and Cultural Change in Medieval Spain. Manchester / Nueva York, Manchester University Press, 1995. GOBLOT, Henri: Les qanats. Une technique d’acquisition de l’eau. Paris, Mouton, 1979. GÓMEZ, Mayca: Castillos de la provincia de Cádiz. Cádiz, Patronato Provincial de Turismo, 1995. 183 GOZALBES CRAVIOTO, Carlos: “Las corachas hispano-musulmanas de Málaga” en Jábega, 34 (1981). Málaga, Diputación, pp. 61-70. GUERRERO MISA, Luis Javier: “Archite: excavaciones de urgencia en un poblado bajomedieval de la Serranía Gaditana”, en Papeles de Historia, 1 (1986, 2ª ed. 1996). Ubrique, Asociación Papeles de Historia, pp. 26-31. GUERRERO MISA, Luis Javier: “Archite: nueva hipótesis sobre su desaparición” en SÍGLER SILVERA, Fernando; CARRASCO SOTO, Juan (coords.): Las Siete Villas de la Serranía de Villaluenga (1502-2002). Frontera, repoblación señorial y patrimonio mancomunado en Andalucía. Ubrique, Tréveris, 2002, pp. 75-89. GUERRERO MISA, Luis Javier: “Memoria de las excavaciones arqueológicas de urgencia en Archite (Benaocaz, Cádiz)” en Anuario arqueológico de Andalucía 1985, t. III (Actividades de Urgencia) (1987). Sevilla, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, pp. 34-39. GUERRERO MISA, Luis Javier: “Apuntes para la historia local de Benaocaz” en Papeles de Historia, 2 (1990). Madrid, Tréveris, pp. 79-86. GUERRERO MISA, Luis Javier: “Carta arqueológica de Benaocaz (Cádiz): inicio a la sistematización arqueológica de la Serranía Gaditana” en Anuario arqueológico de Andalucía 1987, t. II (1990). Sevilla, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, pp. 354-366. GUERRERO MISA, Luis Javier: “Excavaciones de urgencia en el Barrio Alto de Benaocaz (Cádiz)” en Anuario arqueológico de Andalucía 1988, t. III (1991). Sevilla, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, pp. 71-77. GUERRERO MISA, Luis Javier: “El Neolítico en el Parque Natural ‘Sierra de Grazalema’: estado actual” en Jornada de Campo de AEQUA-GAC. Montejaque, noviembre de 1998 (e.p.). GUERRERO MISA, Luis Javier: “Aproximación a la evolución histórica de Setenil: la intervención arqueológica de urgencia en la calle Calcetas” en Papeles de Historia, 4 (1999). Madrid, Tréveris, pp. 61-93. GUERRERO MISA, Luis Javier; CABELLO IZQUIERDO, Natalia; PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro; CASTRO RODRÍGUEZ, Manuel J.: Calzada romanomedieval Ubrique-Benaocaz. Ubrique, Tréveris (col. Historia, 2; serie Patrimonio, 3), 2005. 184 GUERRERO MISA, Luis Javier; COBOS RODRÍGUEZ, Luis María; SILES GUERRERO, Francisco: “La integración de la Fortaleza de Olvera en la Ruta Arqueológica de los Pueblos Blancos: Una apuesta de futuro basada en el pasado” en Revista de Feria y Fiestas de San Agustín, 36 (1999). Olvera, Ayuntamiento. GUERRERO MISA, Luis Javier; MARÍN GÓMEZ, Juan Ignacio: “Setenil (Cádiz): pervivencia de un modelo de hábitat en cuevas desde la prehistoria reciente hasta nuestros días” en Actas de los XI Encuentros de Historia y Arqueología: El urbanismo como fenómeno histórico y social. De la aldea neolítica a la ciudad romana. San Fernando (e.p.). GUERRERO MISA, Luis Javier; PERDIGONES MORENO, Lorenzo: “Excavaciones arqueológicas de urgencia en el Peñón Gordo (Benaocaz, Cádiz)” en Anuario arqueológico de Andalucía 1985, t. III (Actividades de Urgencia) (1987). Sevilla, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, pp. 29-33. GUTIÉRREZ LÓPEZ, José María; MARTÍNEZ ENAMORADO, Virgilio: “Matrera (Villamartín): Una fortaleza andalusí en el alfoz de Arcos” en Actas I Congreso de Historia de Arcos de la Frontera. 750 Aniversario de la conquista de la ciudad por Alfonso X el Sabio. 1253-2003. Arcos de la Frontera, Ayuntamiento, 2003, pp. 103129. HEREDIA HERRERA, Antonia (presid.): Inventario de los archivos municipales de Alcalá de Guadaira, Pruna y Estepa. Sevilla, Diputación, 1987. IBN ABD AL-MALIK AL-MARRAKUSI: al-Dayl wa-l-Takmila li-Kitabay alMawsul wa-l-sila, vol. III (2 partes). Ed. Muhammad ben Sarifa, Rabat, Academia del Reino de Marruecos, 1984. IBN ABI ZAR: al-Anis al-mutrib bi-rawd al-qirtas fi ajbar muluk al-Magrib wa-tarij Madinat Fas. Ed. Abd al-Wahhab b. Mansur. Rabat, 1973 (Trad. castellana HUICI MIRANDA, Ambrosio: Rawd al-qirtas. Valencia, Textos Medievales nº 13, 19642, 2 vols.). IBN FURKUN: Diwan Ibn Furkun. Ed. Muhammad ben Sarifa. Rabat, Academia del Reino de Marruecos, 1987. IBN JALDÚN: Histoire des Beréberes. París, 1956 (trad. Barón M. G. de Slane). IBN AL-JATIB: al-Ihata fi ajbar Garnata. Ed. Muhammad Abd Allah Inan, 4 vols. El Cairo, 1973-1977 (I: 1973, II: 1974, III: 1975 y IV: 1977). 185 IBN AL-JATIB: al-Ihata fi ajbar Garnata. Nusus yadida lam tunsar. Ed. de nuevos fragmentos de Abd Allah Saqur. Tetuán, 1988. IBN AL-JATIB: al-Lamha al-badriyya fi l-dawla al-nasriyya. Ed. Muhibb al-Din alJatib. El Cairo, 19543 (Trad. castellana MOLINA LÓPEZ, Emilio y CASCIARO RAMÍREZ, José María: Historia de los Reyes de la Alhambra: El resplandor de la luna llena (Al-Lamha al-badriyya). Granada, Universidad, 1998). IBN MARZUQ: al-Musnad al-sahih al-hasan fi ma’atir (wa-mahasin) mawla-na Abi l-Hasan. Ed. María Jesús Viguera Molins, Argel, 1981; trad. cast. María Jesús Viguera Molins: El Musnad: hechos memorables de Abu l-Hasan, sultán de los benimerines. Madrid, Instituto Hispano-Árabe de Cultura, 1977. IGARTUBURU Y PEREDO, Luis de: Manual de la provincia de Cádiz. Cádiz, Diputación, 1847. JAUBERT, P. Amédée (trad. árabe-francés): Géographie d’Édrisi. París, L’Imprimerie Royale, 1840. JIMÉNEZ MARTÍN, Alfonso, et al.: Arquitectura en al-Andalus. Documentos para el siglo XXI. Barcelona, Lunwerg, 1996. JIMÉNEZ MATA, María del Carmen: La Granada islámica. Contribución a su estudio geográfico-político-administrativo a través de la toponimia. Granada, Universidad, 1990. JURADO SÁNCHEZ, José: Caminos y pueblos de Andalucía (s. XVIII). Sevilla, Editoriales Andaluzas Unidas, 1989. LÓPEZ DE COCA CASTAÑER, José Enrique: “Cádiz, frontera del Islam (12531284)” en Cádiz en el siglo XIII. Actas de las «Jornadas Conmemorativas del VII Centenario de la muerte de Alfonso X el Sabio». Cádiz, Universidad, 1983, pp. 6574. LÓPEZ GARCÍA, María Paz: “Castillo de Aznalmara (Benaocaz)” en Papeles de Historia, 2 (1996). Madrid, Tréveris, pp. 93-102. LÓPEZ GUZMÁN, Rafael (coord.): Arquitectura de al-Andalus. Almería, Granada, Jaén, Málaga. Granada, Comares, 2002. LÓPEZ GUZMÁN, Rafael: Arquitectura mudéjar. Del sincretismo medieval a las alternativas hispanoamericanas. Madrid, Cátedra, 2000. LÓPEZ JIMÉNEZ, Jesús: “Intervención arqueológica en la fortaleza de Setenil (Cádiz)” en Anuario Arqueológico de Andalucía 2003. Vol. II: Actividades 186 sistemáticas y puntuales. Sevilla, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, 2006, pp. 130-146. MALPICA CUELLO, Antonio: “Las fortificaciones de la frontera nazarí-castellana” en Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, 36 (septiembre 2001). Sevilla, Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), pp. 216-224. MALPICA CUELLO, Antonio: Los castillos en al-Andalus y la organización del territorio. Cáceres, Universidad de Extremadura, 2003. MALPICA CUELLO, Antonio: “Los castillos en época nazarí. Una primera aproximación” en MALPICA CUELLO, Antonio (ed.): Castillos y territorio en alAndalus. Actas de las Jornadas de Arqueología Medieval (Berja, 4-6 octubre 1996). Granada, Athos-Pérgamos, 1998, pp. 246-293. MALPICA CUELLO, Antonio: “El ocaso del Islam occidental” en LÓPEZ GUZMÁN, Rafael (coord.): La arquitectura del Islam occidental. Barcelona, Lunwerg, 1995, pp. 181-194. MALPICA CUELLO, Antonio: Poblamiento y castillos en Granada. Granada, El Legado Andalusí, 1996. MANCHEÑO Y OLIVARES, Miguel: “Antigüedades del partido judicial de Arcos de la Frontera y pueblos que existieron en él” (1901) en Obra selecta (ed. M. J. Richarte García), vol. I. Cádiz / Arcos de la Frontera, Universidad de Cádiz / Ayuntamiento de Arcos de la Frontera, 2002. MANCILLA ANGULO, José Luis; MORALES BENÍTEZ, Antonio: Ubrique. Inventario del Archivo Municipal. Cádiz, Diputación, 2002. MARÍN, Manuela: “Runda” en Encyclopédie de l’Islam. Leiden, E. J. Brill, 1994. Tomo VIII, pp. 635-636. MARTÍNEZ ENAMORADO, Virgilio: Al-Andalus desde la periferia. La formación de una sociedad musulmana en tierras malagueñas (siglos VIII-X). Málaga, Diputación, 2003. MARTÍNEZ ENAMORADO, Virgilio: Un espacio de frontera. Fortalezas medievales de los valles del Guadalteba y del Turón. Málaga, Universidad, 1997. MARTÍNEZ ENAMORADO, Virgilio: “La terminología castral en el territorio de Ibn Hafsun” en Actas del I Congreso Internacional sobre Fortificaciones en alAndalus (Algeciras, 1996). Algeciras, Ayuntamiento, pp. 33-78. 187 MARTÍNEZ ENAMORADO, Virgilio: “A propósito de un pasaje del Rawd al-qirtas de Ibn Abi Zar. Identificación de tres topónimos beréberes de la Serranía de Ronda” en Estudios sobre Patrimonio, Cultura y Ciencias Medievales, III-IV (2001-2002). Cádiz, Agrija Ediciones, pp. 127-148. MARTÍNEZ MONTÁVEZ, Pedro: Perfil del Cádiz hispano-árabe. Cádiz, Caja de Ahorros de Cádiz, 1974. MARTÍNEZ RUIZ, Juan: “Toponimia gaditana del siglo XIII” en Cádiz en el siglo XIII. Actas de las «Jornadas Conmemorativas del VII Centenario de la muerte de Alfonso X el Sabio». Cádiz, Universidad, 1983, pp. 93-121. MAZZOLI-GUINTARD, Christine: Villes d’al-Andalus. L’Espagne et le Portugal à l’époque musulmane (VIIIe-XVe siècles). Rennes, Presses Universitaires de Rennes, 1996 (Trad. cast.: Ciudades de al-Andalus. España y Portugal en la época musulmana (s. VIII-XV). Granada, Almed, 2000). MIRÓ DOMÍNGUEZ, Aurora: Ronda, arquitectura y urbanismo. Málaga, Confederación Española de Cajas de Ahorros, 1987. MORA-FIGUEROA, Luis de: Glosario de arquitectura defensiva medieval. Cádiz, Universidad, 1994. MORA-FIGUEROA, Luis de: “Influjos recíprocos entre la fortificación islámica y la cristiana en el medievo hispánico” en Actas del I Congreso Internacional sobre Fortificaciones en al-Andalus (Algeciras, 1996). Algeciras, Ayuntamiento, p. 153. MORALES, Alfredo J.: “Arquitectura militar. Un patrimonio entre el olvido y la invención” en Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, 36 (septiembre 2001). Sevilla, Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), pp. 197-204. MUÑOZ CARRILLO, Cristobalina; MOSCOSO ZAPATA, Alonso; BENÍTEZ ROMÁN, Antonio: Villaluenga del Rosario. Villaluenga del Rosario, s/f. OLIVER HURTADO, José, OLIVER HURTADO, Manuel: Granada y sus monumentos árabes. Málaga, Imprenta de M. Oliver Navarro, 1875. PALENCIA, Alonso de: Guerra de Granada. Ed. Rafael Gerardo Peinado Santaella. Granada, Universidad, 1998 (facsímil de la ed. de Antonio Paz y Meliá, 1910). PANGUSIÓN CIGALES, Ernesto: “Anexión de Matrera a la Corona de Castilla” en Cuadernos de Villamartín, 3 (marzo 1997). Villamartín, Ayuntamiento, pp. 1-69. PAVÓN LÓPEZ, Miriam: “Grazalema. La calzada medieval” en SÍGLER SILVERA, Fernando; CARRASCO SOTO, Juan (coords.): Las Siete Villas de la 188 Serranía de Villaluenga (1502-2002). Frontera, repoblación señorial y patrimonio mancomunado en Andalucía. Ubrique, Tréveris, 2002, pp. 59-67. PAVÓN LÓPEZ, Miriam: “Memoria de la intervención arqueológica de urgencia de la calzada medieval del Barrio Bajo de Grazalema (Cádiz)”, informe para la Mancomunidad de Municipios Sierra de Cádiz, inédito, 2001. PAVÓN MALDONADO, Basilio: “Corachas hispanomusulmanas. Ensayo semántico arqueológico”, en Al-Qantara. Revista de estudios árabes, VII (1986), Madrid, CSIC, pp. 331-381. PAVÓN MALDONADO, Basilio: “De nuevo sobre Ronda musulmana”, en Awraq, 3 (1980). Madrid, Instituto Hispano-Árabe de Cultura, pp. 131-174. PAVÓN MALDONADO, Basilio: “Dos ciudades fortalezas islámicas un tanto olvidadas: Tarifa y Gafiq o Belalcázar”, en Al-Qantara. Revista de estudios árabes, X (1989), Madrid, CSIC, pp. 543-564. PAVÓN MALDONADO, Basilio: “Notas sobre arte y arqueología hispanomusulmana en Andalucía”, en Andalucía islámica. Textos y estudios, 2-3 (1981). Granada, Universidad, pp. 207-235. PAVÓN MALDONADO, Basilio: Tratado de arquitectura hispano-musulmana I: Agua (aljibes, puentes, qanats, acueductos, jardines, desagües de ciudades y fortalezas, ruedas hidráulicas, baños, corachas). Madrid, CSIC, 1990. PAVÓN MALDONADO, Basilio: Tratado de arquitectura hispano-musulmana II: Ciudades y fortalezas. Madrid, CSIC, 1999. PAVÓN MALDONADO, Basilio: Ciudades hispano-musulmanas. Madrid, Mapfre, 1992. PEMÁN MORÁN, César: “Informe sobre la situación arqueológica de la provincia de Cádiz en 1940” en Informes y Memorias de la Comisaría de Excavaciones Arqueológicas, 1954 (2ª edición). PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro: “Cardela, llave de la frontera occidental del reino nazarí de Granada” en V Congreso Internacional Estudios de Frontera. Funciones de la red castral fronteriza. Homenaje al profesor José Torres Fontes (Alcalá la Real, 2003). Jaén, Diputación, 2004, pp. 607-616. PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro: “El castillo de Matrera en Villamartín (Cádiz): una fortaleza de frontera” en Almajar, 2 (2005). Villamartín, Museo Histórico Municipal, pp. 83-92. 189 PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro: “Un hisn de frontera: el castillo de Cardela o Fátima, en Ubrique (Cádiz)” en www.arqueologiamedieval.com, Granada, Grupo de Investigación “Toponimia, Historia y Arqueología del Reino de Granada”, 9/3/2005. PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro: “Viejas mezquitas, nuevas iglesias. Materializaciones formales de la implantación del cristianismo en la Sierra de Cádiz tras la conquista castellana (1485-1500)” en V Jornadas de Historia Abadía. Iglesias y Fronteras (Alcalá la Real, 2004). Jaén, Diputación, 2005, pp. 633-642. PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro: “El qanat de Villaluenga del Rosario”. Artículo electrónico de divulgación (versión reducida en html y completa en pdf): http://www.villaluengadelrosario.com/index.php?option=com_content&task=view&i d=53&Itemid=1 Depositado en el repositorio institucional Digital.CSIC: http://hdl.handle.net/10261/5503 PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro: “Arquitectura y urbanismo andalusíes en Benaocaz (Cádiz) y sus despoblados de Archite y Aznalmara”, en Papeles de Historia, 6 (2009). Ubrique, Editorial Tréveris (e.p.). PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro: “Infraestructuras hidráulicas andalusíes en la Sierra de Cádiz: el qanat de Villaluenga del Rosario (Cádiz)”, en Papeles de Historia, 6 (2009). Ubrique, Editorial Tréveris (e.p.). PÉREZ REGORDÁN, Manuel: De Arcos a Ronda por la Serranía Gaditana. Ruta de los Pueblos Blancos. Arcos de la Frontera, autor, 2004. PINILLOS ORTIZ DE LANDALUCE, Fernando: Historia de Grazalema. Madrid, Gráficas Sebastián, 1987. PITT-RIVERS, Julian A.: Un pueblo de la sierra: Grazalema. Madrid, Alianza, 1989. POLEY Y POLEY, Antonio: Cádiz y su provincia: descripción geográfica y estadística ilustrada con mapas. Sevilla, Tipografía de E. López y Compª., 1901. PULGAR, Hernando del: Crónica de los Reyes Católicos (2 vols.). Ed. Juan de Mata Carriazo y Arroquia. Madrid, Espasa-Calpe (Col. de Crónicas Españolas, VI), 1943. QUINTANILLA RASO, Mª. Concepción: “Consideraciones sobre la vida en la frontera de Granada” en III Coloquio de Historia Medieval andaluza: La sociedad medieval andaluza. Grupos no privilegiados (1984). Jaén, Diputación. 190 QUINTANILLA RASO, Mª. Concepción: “Acerca de las fortalezas de la Frontera de Granada a fines de la Edad Media” en Castillos de España, 92 (1986). Madrid, Asociación Española de Amigos de los Castillos, pp. 3-16. QUINTANILLA RASO, Mª. Concepción: “Acerca de las fortalezas andaluzas en la frontera granadina durante el siglo XV” en IV Coloquio de Historia Medieval andaluza: Relaciones exteriores del Reino de Granada (1988). Almería, Instituto de Estudios Almerienses, pp. 251-272. RAIMÓNDEZ, María del Carmen: “Benaocaz. El Barrio Nazarí” en SÍGLER SILVERA, Fernando; CARRASCO SOTO, Juan (coords.): Las Siete Villas de la Serranía de Villaluenga (1502-2002). Frontera, repoblación señorial y patrimonio mancomunado en Andalucía. Ubrique, Tréveris, 2002, pp. 69-73. RÍU RÍU, Manuel: “Apéndice. La arqueología medieval en España” en BOÜARD, Michel de: Manual de Arqueología Medieval. De la prospección a la Historia. Barcelona, Teide, 1977. RODRÍGUEZ ESTÉVEZ, Juan Clemente: “Las fortificaciones medievales en Andalucía Occidental. Un legado a conservar” en Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, 36 (septiembre 2001). Sevilla, Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), pp. 205-210. ROJAS GABRIEL, Manuel: “Algunas notas sobre la conservación y el estado edilicio de las fortificaciones castellanas en la frontera occidental granadina durante el siglo XV” en Estudios de Historia y de Arqueología medievales, IX (1993). Cádiz, Universidad, pp. 185-216. ROJAS GABRIEL, Manuel: “El castillo de Olvera (provincia de Cádiz)” en Estudios de Historia y Arqueología Medievales, V-VI (1985-1986). Cádiz, Universidad, pp. 427-450. ROJAS GABRIEL, Manuel: “Matrera: un castillo de Sevilla en la frontera de Granada” en Andalucía entre oriente y occidente (1236-1492) : Actas del V Coloquio de Historia Medieval de Andalucía (1988). Córdoba, Diputación, pp. 359-366. ROJAS GABRIEL, Manuel: Zahara y su castillo en la Edad Media. Cádiz, Diputación, 1983. ROJAS GABRIEL, Manuel: Olvera en la Baja Edad Media (siglos XIV-XVI). Cádiz, Diputación, 1987. 191 ROJAS GABRIEL, Manuel: La frontera entre los reinos de Sevilla y Granada en el siglo XV (1390-1481). Un ensayo sobre la violencia y sus manifestaciones. Cádiz, Universidad, 1995. ROJAS GABRIEL, Manuel; PÉREZ CASTAÑERA, María Dolores; GARCÍA FITZ, Francisco: “Operatividad castral granadina en la frontera occidental durante el siglo XV” en Actas del I Congreso Internacional sobre Fortificaciones en al-Andalus (1996). Algeciras, Ayuntamiento, pp. 281-294. ROMERO DE TORRES, Enrique: Catálogo monumental de España. Provincia de Cádiz (1908-1909). Madrid, Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, ed. 1934 (2 vols.). RUIZ DE ALMODÓVAR Y SEL, Caridad: “Notas para un estudio de la Taifa beréber de Ronda: los Banu Ifran” en Andalucía Islámica, Textos y Estudios, II-III (1981-1982), pp. 95-106. SÁEZ LARA, Fernando: “Catálogo de castillos, fortificaciones y recintos amurallados de la Comunidad de Madrid” en Castillos, fortificaciones y recintos amurallados de la Comunidad de Madrid. Madrid, Consejería de Educación y Cultura de la Comunidad de Madrid, 1993. SANCHO DE SOPRANIS, Hipólito: “Jerez y el Reino de Granada a mediados del siglo XV” en Tamuda. Revista de investigaciones marroquíes, II (1954). Rabat, Ministerio de Educación Nacional, Juventud y Deportes, pp. 287-308. SARTHOU CARRERES, Carlos: Castillos de España. Madrid, Espasa-Calpe, 1943. SERRÁN PAGÁN, Ginés: Cultura e Historia de Grazalema. Replanteamiento de la Antropología en un pueblo andaluz. Málaga, Caja de Ahorros de Ronda, 1984. SERRANO DÍAZ, Emilio: Castillos de Andalucía I. Castillos y fortificaciones de Cádiz y Córdoba. Historia, leyenda y realidad. Madrid, Revista Geográfica Española, 1974. SÍGLER SILVERA, Fernando y CARRASCO SOTO, Juan (coords.): Las Siete Villas de la Serranía de Villaluenga (1502-2002). Frontera, repoblación señorial y patrimonio mancomunado en Andalucía. Ubrique, Tréveris, 2002. SIMONET BACA, Francisco Javier: Descripción del Reino de Granada bajo la dominación de los Naseritas, sacada de los autores árabes, y seguida del texto inédito de Mohammed Ebn Aljathib. Madrid, Atlas, 1982 (facsímil de la edición de Madrid, Imprenta Nacional, 1860). 192 SIMONET BACA, Francisco Javier: Descripción del Reino de Granada sacada de los autores arábigos (711-1492) con noticias biográficas cronológicas de los principales escritores en tiempo de la dominación árabe y apéndices con textos históricos. Ámsterdam, APA (Academic Publishers Associated)-Oriental Press (University Press Amsterdam), 1979 (reimpresión de la ed. Granada, 1872). SOLER, Ángel y ZOZAYA, Juan: “Castillos omeyas de planta cuadrada: su relación funcional” en III Congreso de Arqueología Medieval Española (Oviedo, 1989), vol. II: Comunicaciones. Oviedo, 1992, pp. 265-272. SPÍNOLA, Carlos (coord.): Monumentos de la provincia de Cádiz, pueblo a pueblo. Cádiz, Federico Joly & Cía. / DIARIO DE JEREZ, 1997. SUÁREZ JAPÓN, José Manuel: El hábitat rural en la Sierra de Cádiz. Un ensayo de Geografía del Poblamiento. Cádiz, Diputación, 1982. SUÁREZ JAPÓN, José Manuel: Frontera, territorio y poblamiento en la provincia de Cádiz. Cádiz, Universidad, 1991. SUÁREZ JAPÓN, José Manuel; RAMOS SANTANA, Alberto: Torre Alháquime. Cádiz, Diputación, 1982. SUÁREZ JAPÓN, José Manuel; RAMOS SANTANA, Alberto: Alcalá del Valle. Cádiz, Diputación, 1983. SUÁREZ JAPÓN, José Manuel; RAMOS SANTANA, Alberto: Setenil. Cádiz, Diputación, 1983. TERRASSE, Henri: Les forteresses de l'Espagne musulmane. Madrid, Cátedra de la Fundación del Conde de Cartagena, 1954. TOLEDO JORDÁN, José Manuel: El Cádiz andalusí (711-1485). Cádiz, Diputación, 1998. TORRES BALBÁS, Leopoldo: “Las puertas en recodo en la arquitectura militar hispano-musulmana” en Al-Andalus, XXV (1960), Madrid, Escuela de Estudios Árabes, pp. 419-440. TORRES DELGADO, Cristóbal: El antiguo Reino Nazarí de Granada (1232-1340). Granada, Anel, 1974. TORRES DELGADO, Cristóbal: El Reino Nazarí de Granada (1482-1492): ¿Muerte o resurrección? Granada, Albaida, 1997. TORRES DELGADO, Cristóbal: La fortaleza de Zahara de la Sierra: Pérdida y recuperación. Madrid, CSIC, pp. 343-371. 193 TORRES FONTES, Juan: “La cautividad en la frontera gaditana (1275-1285)” en Cádiz en el siglo XIII. Actas de las «Jornadas Conmemorativas del VII Centenario de la muerte de Alfonso X el Sabio». Cádiz, Universidad, 1983, pp. 75-92. TOSCANO SAN GIL, Margarita: “Inventario de los yacimientos arqueológicos y lugares de interés histórico y etnográfico de la Sierra de Grazalema” en Boletín del Museo de Cádiz, 4 (1985). Cádiz, Museo de Cádiz, pp. 33-46. UBRIQUE, Fray Sebastián de: Historia de la villa de Ubrique. Sevilla, Imprenta Divina Pastora, 1945. VALDECANTOS DEMA, Rodrigo: “El castillo de Cardela en Ubrique (Provincia de Cádiz)” en Estudios de Historia y de Arqueología medievales, IX (1993). Cádiz, Universidad, pp. 241-287. VALDÉS FERNÁNDEZ, Fernando: “La arquitectura militar en al-Andalus. Ensayo de sistematización” en HUERTA HUERTA, Pedro Luis: La fortificación medieval en la Península Ibérica. Actas del IV Curso de Cultura Medieval (Aguilar de Campóo, 21-26 de septiembre de 1992). Aguilar de Campóo, Fundación Santa María la Real, Centro de Estudios del Románico, 2001, pp. 125-136. VÁZQUEZ OTERO, Diego: Castillos y paisajes malagueños. Málaga, Diputación, 1960. VERNET, Juan, CATALÁ, A.: “Un ingeniero árabe del siglo XI: al-Karayi”, AlAndalus, 35-1 (1970), pp. 69-91. AL-WANSARISI: al-Miyar al-Murib wa-l-yami al-mugrib an fatawi ulama Ifriqiya wa-l-Andalus wa-l-Magrib. Ed. Muhammad Hayyi, 13 vols. Rabat, 1981. XIMENIUS DE RADA, Ordericus: Opera (Historia Arabum). Valencia, 1968 (facsímil de la ed. de 1793). 194 195 ÍNDICE TOPONÍMICO A Acinipo, 32, 74, 109 Aguilar de Campóo, 93, 194 Agüita, 78, 79 Ajalvir, 117 al-Andalus, 20, 33, 41, 60, 165, 178, 179, 182, 186, 187, 188, 192, 194 Albarrabal, 118 Albarraín, 116 Alberite, 31 Alcalá de Benzaide, 59 Alcalá de los Gazules, 49 Alcalá del Valle, 19, 28, 31, 125, 193 Alcalá la Real, 24, 59, 90, 189, 190 Alcaudete, 79 Algarín, 28 Algeciras, 29, 53, 58, 182, 187, 188, 192 Algodonales, 19, 27, 28, 32, 125 Alháquime, 20, 28, 34, 48, 49 Alhaurín el Grande, 54 Almajar, 58, 189 Almería, 40, 54, 74, 136, 183, 186, 191 Alpuente, 136 Andalucía, 2, 5, 25, 33, 34, 48, 49, 55, 83, 104, 109, 110, 136, 146, 150, 168, 174, 179, 180, 183, 184, 185, 186, 189, 191, 192 Antequera, 68 Aragón, 68, 150 Archidona, 103, 179 Archite, 9, 34, 35, 168, 176, 184 Arcos, 19, 29, 34, 35, 58, 59, 90, 92, 124, 126, 182, 185, 187, 190 Arcos de la Frontera, 19, 29, 58, 90, 124, 185, 187, 190 Ardales, 135 Argel, 41, 68, 186 arroyo de los Molinos, 125 Arroyomolinos, 68 Astigi, 109 Audita, 74, 75, 78, 79, 80, 168, 174 Aznalmara, 23, 34, 39, 59, 82, 83, 91, 168, 169, 181, 186 196 B Badajoz, 68 Barrio Alto, 104, 124, 141, 184 Barrio Nazarí, 157, 191 Baza, 136 Benahud, 20, 168, 169, 176 Benajú, 169 Benamahoma, 29, 32, 109, 125, 126, 129, 149, 150 Benamaquiz, 79 Benamejí, 59 Benaocaz, 9, 19, 23, 29, 31, 32, 34, 39, 91, 102, 104, 109, 118, 124, 129, 141, 157, 174, 176, 182, 184, 185, 186, 191 Benaoján, 31, 180 Benaque, 103 Bobastro, 135 Budapest, 25 C Cádiz, 20, 24, 27, 29, 31, 32, 34, 40, 43, 48, 49, 53, 58, 67, 75, 78, 83, 91, 92, 109, 126, 130, 142, 164, 168, 169, 178, 179, 181, 182, 183, 184, 185, 186, 187, 188, 189, 190, 191, 192, 193, 194 Calatrava, 59 Caldereto, 31 Campo de Gibraltar, 29 Campobuche, 29, 119 Cancha Bermeja, 119 Cardela, 23, 24, 34, 43, 59, 82, 90, 91, 92, 94, 96, 168, 169, 174, 181, 189, 194 Carteia, 109 Castillo del Moral, 23, 74, 78 Castra Gemina, 48 Cazorla, 68 Cerro de la Botinera, 32 Colada de la Loma del Calvario, 142 Comares, 54, 74, 103, 186 Córdoba, 35, 42, 49, 59, 68, 191, 192 Corona de Castilla, 33, 58, 123, 124, 188 Cortes, 168, 169, 182 Cortijo de la Cañada de Granado, 78 Corumbela, 103 Cuatro Villas, 149 Cuenca, 136 Cueva de la Pileta, 31 D Daimalos, 103 depresión Bética, 74 depresión de Ronda, 27 E Écija, 9, 109 197 El Bosque, 19, 28, 29, 35, 125, 126 el Burgo, 75 El Castillón, 125 El Gastor, 19, 28, 31, 125 F Fátima, 24, 25, 90, 92 Feria, 43, 68, 185 Fez, 67 Frontera, 9, 33, 34, 42, 43, 44, 58, 90, 109, 168, 169, 178, 184, 185, 187, 189, 191, 192, 193 G Gaidovar, 74, 79, 109, 168, 169 Garciago, 59, 92, 168, 169, 176 Gibraltar, 41 Granada, 5, 7, 34, 40, 41, 48, 53, 54, 58, 59, 60, 61, 66, 68, 74, 75, 78, 90, 91, 103, 168, 170, 179, 180, 181, 183, 186, 187, 188, 189, 190, 191, 192, 193 Grazalema, 19, 27, 28, 29, 31, 32, 34, 39, 74, 78, 108, 109, 119, 129, 145, 146, 149, 150, 164, 168, 169, 180, 182, 188, 190, 192, 194 Guadalete, 28, 29, 74, 78, 83, 90, 119 Guadalporcún, 28, 48, 54, 135 Guadalquivir, 126 Guadares, 29, 119 Guadiaro, 29, 119 Guadix, 136, 180 H Hortales, 59, 82, 170 I Igualeja, 103 Ilippa, 40 Iptuci, 31, 32, 59, 82, 90, 91, 170 J Jaén, 24, 35, 54, 68, 74, 90, 186, 189, 190 Jerez de la Frontera, 19, 20, 29, 58, 169, 180 Jimena, 43, 92, 169 Jumilla, 68 L la Manga, 28, 31 La Mina, 117 La Muela, 28, 125, 126 Lacidula, 32 Las Covatillas, 119 Las Huertas, 149, 150 Las Huertas de Benamahoma, 149 198 Las Mesas, 28 Las Vegas, 27 Levante, 150 Líbar, 28, 119 Líjar, 28 Llanos del Republicano, 28, 119 Loja, 54, 61 Los Alamillos, 119 Los Alcornocales, 27, 29 Los Arenosos, 31 los Hurones, 90 M Madrid, 31, 32, 41, 49, 52, 58, 59, 66, 68, 74, 83, 91, 92, 103, 109, 113, 117, 175, 180, 182, 183, 184, 186, 189, 190, 192, 193 Magreb, 33 Majaceite, 29, 90, 119 Málaga, 27, 29, 31, 54, 74, 78, 82, 103, 119, 135, 136, 169, 179, 181, 183, 184, 186, 187, 188, 192, 194 Malaver, 28, 74 Marchena, 124, 126 Margacena, 83 Marruecos, 53, 67, 68, 149, 185 Matrera, 20, 23, 24, 58, 59, 61, 82, 91, 165, 174, 180, 185, 188, 189, 191 Medina Sidonia, 83, 92 Medinaceli, 49 Mesas de Villaverde, 135 Mijas, 79 Montecorto, 20, 23, 74, 75, 78, 174 Montes de Propios, 20 Morón, 9, 126 Murcia, 68, 179 O Ocuri, 32, 82, 90, 91, 119 Olvera, 9, 19, 27, 28, 29, 34, 40, 41, 42, 43, 44, 45, 48, 61, 67, 68, 82, 123, 129, 132, 174, 178, 179, 185, 191 P Pajarete, 58 península Ibérica, 80, 175 Peñaloja, 168, 169 Peñón de la Becerra, 164 Pinto, 68 Prado del Rey, 19, 28, 29, 31, 35, 58, 82, 125, 126 Priego, 49, 59 Pueblos Blancos, 43, 109, 185, 190 Puerto del Boyar, 83 Puerto Serrano, 19, 28, 125, 126 199 R Rabat, 41, 67, 75, 149, 185, 192, 194 Rávena, 109 reino de Granada, 20, 175 Reino de Granada, 21, 24, 33, 40, 83, 92, 174, 179, 180, 183, 191, 192, 193 Rello, 136 Ronda, 27, 28, 29, 31, 33, 41, 42, 48, 53, 67, 68, 74, 75, 78, 79, 83, 92, 103, 109, 136, 179, 181, 182, 183, 188, 189, 190, 192 Rute, 59 S Salares, 103 Salto de la Mora, 82 San Roque, 109 Santa Lucía, 28, 119 Santo Reino, 35 Segura de la Sierra, 68 Serranía de Ronda, 20, 27, 75, 78, 188 Serranía de Villaluenga, 20, 34, 35, 74, 78, 82, 109, 129, 145, 149, 164, 168, 182, 184, 189, 191, 192 Setenil, 19, 27, 34, 52, 53, 55, 61, 123, 125, 129, 132, 135, 136, 165, 182, 184, 185, 193 Setenil de las Bodegas, 19, 28, 52, 135 Sevilla, 2, 28, 29, 35, 48, 53, 58, 59, 60, 68, 83, 109, 110, 179, 180, 181, 184, 185, 186, 187, 188, 190, 191, 192, 194 Sierra de Cádiz, 7, 19, 20, 21, 23, 24, 27, 29, 31, 32, 33, 35, 39, 42, 44, 49, 66, 67, 69, 82, 83, 91, 124, 126, 129, 130, 141, 165, 174, 175, 176, 182, 190, 193 Sierra de Grazalema, 27, 29, 129 sierra del Endrinal, 169 Sierra del Pinar, 150 Sierra Margarita, 32 Sierra Morena, 35, 126 Sierra Norte, 27 Sierra Sur, 27 Siete Villas, 34, 93, 109, 126, 168, 184, 188, 191, 192 Sorbas, 136 Soria, 136 Surco Intrabético, 27 T Takurunna, 33, 41, 53, 67 Tavizna, 29, 82, 83 Teba, 54 Tempul, 168 Tordesillas, 59 Torre Alháquime, 19, 28, 34, 48, 49, 129, 130, 132, 193 Torreón, 28 Trejo, 28, 54, 136 U Ubrique, 9, 19, 23, 25, 27, 29, 31, 32, 34, 35, 59, 60, 82, 90, 91, 92, 94, 109, 119, 129, 164, 168, 169, 170, 176, 179, 181, 182, 184, 187, 189, 191, 192, 194 200 Ubrique el Alto, 170 Urique, 54 V Valencia, 33, 75, 136, 185, 194 Valle de Abdalajís, 82 Vicarello, 109 Villa Medieval, 66, 124, 141 Villaluenga, 19, 28, 31, 34, 39, 108, 109, 113, 116, 118, 119, 129, 153, 168, 188 Villaluenga del Rosario, 19, 29, 31, 39, 108, 113, 129, 188 Villamartín, 19, 20, 24, 29, 31, 58, 59, 185, 188, 189 Z Zahara, 19, 29, 32, 34, 41, 42, 48, 59, 61, 66, 67, 68, 69, 78, 79, 82, 109, 124, 125, 129, 141, 142, 174, 176, 180, 181, 182, 191, 193 Zahara de la Sierra, 19, 29, 32, 61, 67, 69, 141, 142, 180, 181, 182, 193 201 202