ALEJANDRO PÉREZ ORDÓÑEZ
SIERRA DE CÁDIZ ANDALUSÍ
ARQUITECTURA Y URBANISMO ISLÁMICOS
EN LA FRONTERA OCCIDENTAL
DEL REINO DE GRANADA
PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro
Sierra de Cádiz andalusí: Arquitectura y urbanismo islámicos en la
frontera occidental del Reino de Granada / Alejandro Pérez Ordóñez –
Editorial Lulu.com, 2009
163 p.; il.
ISBN 978-1-4092-8376-8
Primera edición, 2009
© 2009: Alejandro Pérez Ordóñez
Diseño cubierta: Alejandro Pérez Ordóñez
ISBN: 978-1-4092-8376-8
NOTA: Salvo indicación expresa, las fotografías y mapas reproducidos en este trabajo han
sido realizados por el autor. En el caso de los mapas topográficos y urbanos, la base
cartográfica utilizada es el Mapa Topográfico de Andalucía 1:10.000, Sevilla, Instituto de
Cartografía de Andalucía, 2000.
Impreso en España – Unión Europea
Printed in Spain – European Union
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ALEJANDRO PÉREZ ORDÓÑEZ
SIERRA DE CÁDIZ ANDALUSÍ
ARQUITECTURA Y URBANISMO ISLÁMICOS
EN LA FRONTERA OCCIDENTAL
DEL REINO DE GRANADA
XIV Premio de Investigación Histórica
CASTILLO DE MATRERA
Ayuntamiento de Villamartín (Cádiz)
Marzo de 2009
Prólogo de José Miguel Puerta Vílchez
3
4
Este trabajo ha sido realizado gracias a una beca
de Iniciación a la Investigación del Plan Propio
de la Universidad de Granada, con el beneplácito del
Departamento de Historia del Arte y el grupo de investigación
«Patrimonio urbano y monumental de Andalucía»,
bajo la supervisión del Dr. José Miguel Puerta Vílchez.
Contó, asimismo, con una gratificación adicional
por su publicación parcial, aprobada por
resolución de la Comisión de Investigación
de la Universidad de Granada de 16 de marzo de 2005.
En marzo de 2009 le ha sido concedido ex aequo
El XIV Premio de Investigación Histórica
“Castillo de Matrera” del Ayuntamiento de
Villamartín (Cádiz).
5
6
A mis padres, Antonio y María Dolores.
A mis amigos, especialmente a los que han compartido conmigo
en Granada los últimos años de la Licenciatura en Historia del Arte.
A los habitantes de la Sierra de Cádiz.
7
8
De Écija salió el Maestre,
capitán de la Frontera,
lleva gente de a caballo,
gente lucida y guerrera.
Por los campos de Morón
tendida lleva la seña.
Allá van a sestear
a aquese río de Olvera.
Allí saliera el Alcaide,
Alcaide viejo de Olvera:
−Manténgavos Dios, Señor,
vuestra partida, ¿do era?
−A Archite y Ubrique, Alcaide,
y a Benaocaz de la Sierra.
−Quien lo aconseja, Señor,
muy mal consejo vos diera,
que tres batallas he visto
perderse en aquesta sierra.
Respondiérale el Maestre,
Bien oiréis lo que dijera:
−Placerá a Dios, buen Alcaide,
que ésta sea la vengadera.
Romance fronterizo recogido en la CRÓNICA DE MORÓN
9
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12
ÍNDICE GENERAL
PRÓLOGO ......................................................................................................................17
PREFACIO .....................................................................................................................19
AGRADECIMIENTOS..................................................................................................23
1. INTRODUCCIÓN GEOGRÁFICA E HISTÓRICA...............................................27
1.1 EL MEDIO FÍSICO DE LA SIERRA DE CÁDIZ ......................................................27
1.2 BREVE RESEÑA HISTÓRICA DE LA COMARCA ................................................31
1.2.1 Hasta la Edad Media ...............................................................................................31
1.2.2 La Sierra de Cádiz como frontera occidental de al-Andalus...................................33
2. ARQUITECTURA DE ÉPOCA ISLÁMICA EN LA SIERRA DE CÁDIZ..........39
2.1 ARQUITECTURA MILITAR: CASTILLOS Y FORTALEZAS ...............................39
2.1.1. Castillo de Olvera ...................................................................................................40
2.1.2. Castillo de Alháquime.............................................................................................48
2.1.3. Castillo de Setenil ...................................................................................................52
2.1.4. Castillo de Matrera.................................................................................................58
2.1.5. Castillo de Zahara ..................................................................................................66
2.1.6. Castillo de Montecorto o del Moral........................................................................74
2.1.7. Castillo de Audita ...................................................................................................78
2.1.8. Castillo de Aznalmara.............................................................................................82
2.1.9. Castillo de Cardela o Fátima .................................................................................90
13
2.2
ARQUITECTURA
RELIGIOSA.
ALMINARES
REUTILIZADOS:
BENAOCAZ .................................................................................................................. 102
2.3 OBRAS DE INGENIERÍA....................................................................................... 108
2.3.1. La calzada medieval de Grazalema ..................................................................... 109
2.3.2. El acueducto (qanat) de Villaluenga del Rosario ................................................ 113
3. URBANISMO ISLÁMICO EN LA SIERRA DE CÁDIZ .................................... 123
3.1 TIPOLOGÍAS DE ASENTAMIENTOS URBANOS. PERVIVENCIAS Y
TRANSFORMACIONES .............................................................................................. 123
3.1.1. Núcleos post-islámicos......................................................................................... 125
3.1.2. Análisis morfológico de los núcleos de origen islámico ...................................... 129
Emplazamientos en cumbre........................................................................................................... 130
TORRE ALHÁQUIME................................................................................................................. 130
OLVERA....................................................................................................................................... 132
UN CASO SINGULAR: EL HÁBITAT SEMITROGLODÍTICO DE SETENIL DE LAS
BODEGAS .................................................................................................................................... 135
LA VILLA MEDIEVAL DE ZAHARA DE LA SIERRA............................................................ 141
Emplazamientos en ladera ............................................................................................................. 145
GRAZALEMA: EL BARRIO BAJO Y LA PUERTA DE LA VILLA ........................................ 145
BENAMAHOMA ......................................................................................................................... 149
VILLALUENGA DEL ROSARIO................................................................................................ 153
BENAOCAZ: EL BARRIO ALTO NAZARÍ ............................................................................... 157
UBRIQUE ..................................................................................................................................... 164
3.2. PROBLEMÁTICA DE LOS NÚCLEOS DESAPARECIDOS: ARCHITE,
AZNALMARA, AUDITA, BENAHUD, CARDELA, GAIDOVAR, GARCIAGO Y
PEÑALOJA ................................................................................................................... 168
4. CONCLUSIONES.................................................................................................... 174
5. FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA............................................................................... 178
ÍNDICE TOPONÍMICO ............................................................................................. 196
14
15
16
PRÓLOGO
Entre las satisfacciones que en ocasiones brinda la procelosa vida universitaria se
cuenta la lectura de textos, como el que tiene usted ahora entre sus manos, en los que
se conjugan la excelente y ágil expresión con el rigor investigador y la lúcida
reflexión. Pero la satisfacción es doble cuando se trata, inopinadamente además, de
una opera prima, primerísima habríamos de decir en puridad, realizada por un
alumno tan atento como de discreto comportamiento y magnífico sentido del humor,
Alejandro Pérez Ordóñez, que sin haber concluido aún su licenciatura se atrevía a
enfrentarse, con entusiasmo y resolución, a un exigente trabajo de campo, y de
biblioteca, sobre la arquitectura y el urbanismo de la Sierra de Cádiz en época
andalusí. El resultado, que hoy ve aquí la luz, ha superado con creces los escollos
presentados por la complejidad del material arqueológico y bibliográfico del tema
abordado, uno de esos temas que, por otro lado, adolecían de la debida atención por
parte de la investigación. Cuántas veces nos hemos quejado en el mundo académico,
y fuera de él, del olvido que envuelve a aquellos monumentos y obras de nuestro
patrimonio histórico-artístico que han sido marginados del saber por su carácter rural
o por no estar tocados por la estrella de la fama o gozar de ese halo de universalidad
e inmortalidad que poseen las más sobresalientes realizaciones de la Historia
impulsadas por los estados o nacidas de la mano de los más grandes creadores. De
ahí el que pacientes e inteligentes trabajos consagrados al estudio de una comarca
andaluza fronteriza y sin importantes urbes metropolitanas, como el emprendido aquí
por Alejandro Pérez Ordóñez, sean especialmente dignos de alabanza, sobre todo
cuando están elaborados con un pensamiento maduro, un enfoque práctico y un estilo
a la vez depurado y ameno.
En las páginas que siguen el lector encontrará un pormenorizado inventario y
análisis de los restos arquitectónicos y de los trazados urbanísticos de época islámica
17
que configuran la Sierra de Cádiz, sobre todo en época nazarí, confeccionado a partir
de un minucioso estudio de las fuentes escritas y de la exploración directa de cada
uno de los lugares y restos andalusíes de la zona de la que es natural el autor, hasta
trazar con encomiable claridad la trama urbana y artística sobre la que se vertebra la
vida de esta singular región del antiguo reino nazarí. El autor no escatima, tampoco,
la inclusión de los datos y de las observaciones pertinentes que nos informan sobre el
estado de conservación y el grado de protección oficial con que cuentan en la
actualidad los diferentes objetos materiales, artísticos, arqueológicos y urbanísticos
estudiados, lo que otorga a la obra una estimable operatividad para el seguimiento de
la futura evolución de tan rico patrimonio.
De la catalogación y descripción formal, técnica, estilística y visual de dichos
restos, más la pertinente contextualización histórico-artística y la revisión de la
documentación disponible sobre el legado monumental nazarí de la Sierra de Cádiz
resulta, en definitiva, un interesante y en buena medida inédito material conceptual y
gráfico útil para el adecuado conocimiento, disfrute y protección de dicho legado. El
caudal de los restos islámicos conservados en esta región, así como la intensa y no en
exceso distorsionada impronta que el abigarrado hábitat rural (militar, civil,
religioso...) floreciente en las postrimerías de la dominación islámica de la Península
Ibérica ha dejado en la Sierra de Cádiz demandaban un estudio sistemático y global
de la comarca como el que aquí, por fin, se ofrece.
Por todo ello, hemos de felicitarnos por la publicación de esta obra, con la que
asistimos al inicio, además, de la que con seguridad será una magnífica carrera
investigadora, la de nuestro entrañable amigo Alejandro Pérez Ordóñez, que nos
trae, aquí al oriente andaluz, el fresco y renovado aire de su querida sierra gaditana.
José Miguel Puerta Vílchez
Granada, 28 de febrero de 2005
18
PREFACIO
El texto que el lector tiene en sus manos es fruto de una investigación que
pretende ser un primer intento por abordar sistemática y unitariamente el estudio,
desde un punto de vista histórico-artístico, del patrimonio legado por la cultura
andalusí al espacio geográfico hoy conocido como Sierra de Cádiz. El tema no había
sido tratado hasta el día de hoy más que en aproximaciones parciales y dispersas, con
contribuciones monográficas de diversos autores, realizadas según varias
metodologías y en épocas diferentes. Así, se trataba de dotar de uniformidad a todos
esos trabajos y actualizarlos, a la vez que aprovechaba para integrar algunas, escasas
pero relevantes, aportaciones originales sobre algunos elementos inéditos1. El hecho
de plantearse un trabajo de tales características enfrenta al investigador con una serie
de problemas que debe solventar, definiendo varios parámetros antes de seguir
adelante.
Se trata, en primer lugar, de la definición del ámbito geográfico al que me voy a
referir. Es sabido que los límites administrativos de municipios, provincias y
comunidades autónomas, incluso de países, son el resultado en muchas ocasiones de
divisiones de tierras que poco o nada tuvieron que ver con la entidad cultural o
natural de los territorios que quedaban a un lado y a otro de la línea trazada en el
mapa, y sí con intereses económicos y políticos de toda índole, desvirtuando así la
delimitación de espacios que, por su desarrollo histórico, deben ser entendidos como
un continuum, aun en contra de lo que las autoridades administrativas tienen por sus
espacios jurisdiccionales. Así, la Sierra de Cádiz es una comarca poco definida desde
un punto de vista histórico-cultural. Me estoy refiriendo a los municipios gaditanos
de Setenil de las Bodegas, Alcalá del Valle, Torre Alháquime, Olvera, Algodonales,
El Gastor, Zahara de la Sierra, Puerto Serrano, Prado del Rey, El Bosque, Grazalema,
Villaluenga del Rosario, Benaocaz y Ubrique2. La restricción de mi estudio sólo a los
1
Es el caso del fenomenal qanat de Villaluenga del Rosario, incomprensiblemente olvidado por la
investigación, siendo las líneas que le dedico en esta obra las primeras que salen a la luz sobre el mismo.
También me refiero al núcleo medieval y recinto amurallado de Ubrique, que habían pasado igualmente
desapercibidos para arqueólogos e historiadores.
2
La Mancomunidad de Municipios de la Sierra de Cádiz incluye también a Villamartín, Espera, Bornos,
Arcos de la Frontera y Algar, si bien por sus características geográficas y socioeconómicas son realmente
pueblos adscritos a un espacio de campiña más vinculado con la ciudad de Jerez de la Frontera y el resto
19
municipios gaditanos corría el riesgo de dar una visión excesivamente parcial de este
territorio, por lo que decidí incluir en mi estudio la pedanía rondeña –y, por ende, de
la provincia malagueña– de Montecorto, a modo de enlace entre el entorno
septentrional de Setenil, Torre Alháquime y Olvera, por un lado, y la histórica
Serranía de Villaluenga, por otro. Otra inclusión es la del castillo de Matrera,
geográfica e históricamente dentro del espacio serrano, pero administrativamente
perteneciente al municipio campiñés de Villamartín, que tradicionalmente se
relaciona más con el entorno sevillano circundante que con la Sierra propiamente
dicha. De igual modo, el despoblado de Benahud se sitúa en una zona meridional de
la comarca, hoy comprendida en los Montes de Propios del extenso municipio de
Jerez de la Frontera, pero su filiación geográfica e histórica es claramente serrana. En
realidad, siguiendo este criterio de flexibilidad de los límites geográficos, podría
haber incluido muchos más enclaves del entorno de la sierra y de la zona central de la
Serranía de Ronda, incluso esta última ciudad con su riquísimo patrimonio artístico y
arqueológico, pero esto quizá habría ocasionado una excesiva confusión, además de
ampliar considerablemente el campo de estudio por abarcar un gran número de
elementos patrimoniales, de modo que opté por la relativa comodidad que me
proporcionaba un espacio más restringido.
Una vez decidido el espacio geográfico, también debía definir el marco
cronológico que iba a abarcar mi estudio. La consideración de la Sierra de Cádiz
como la porción más occidental del reino de Granada podría haber supuesto ceñirme
únicamente al periodo nazarí pero, dada la dificultad para datar con relativa exactitud
las construcciones andalusíes aquí tratadas, estimé preferible tomar todo el desarrollo
histórico de al-Andalus (711-1492) como margen temporal, de cierta amplitud, de
modo que pudiese incluir todas las estructuras arquitectónicas que pudiesen
adscribirse al mismo.
del ámbito provincial gaditano, contrarios a la orientación rondeña y malagueña de los pueblos que más
estrictamente considero serranos, existiendo también una diferenciación paisajística e histórica bastante
clara entre ellos. Mi delimitación de la Sierra de Cádiz sigue la propuesta por algunos geógrafos, como J.
M. Suárez Japón (especialmente en SUÁREZ JAPÓN, José Manuel: El hábitat rural en la Sierra de
Cádiz. Un ensayo de Geografía del Poblamiento. Cádiz, Diputación, 1982). Otra delimitación muy similar
es la realizada por la Dirección General de Ordenación del Territorio y Urbanismo de la Junta de
Andalucía (“Sierras de Grazalema y Olvera” en AA. VV. Redes de Centros Históricos en Andalucía.
Sevilla, Consejería de Obras Públicas y Transportes-Consejería de Cultura, 2002, pp. 119-123).
20
No obstante, un estudio que sólo tratase sobre la arquitectura islámica
necesariamente ofrecería una visión parcial de la herencia de esta cultura. De modo
que, entendiendo lo andalusí como un sustrato que caló profundamente en estas
tierras dejando una huella claramente visible aún hoy, y no sólo en lo arquitectónico,
como no podía ser menos tras casi ocho siglos de historia, consideré que estudiar las
tramas urbanas originadas en aquella época sería el mínimo complemento
indispensable para ofrecer un panorama más diversificado y exacto de los elementos
y concepciones hispanomusulmanes subsistentes en los pueblos serranos. Así, mi
punto de vista se aproxima a los conceptos globalizadores de la Arqueología del
Territorio y de la Historia del Arte como Historia de la Cultura.
Finalmente, el carácter de esta comarca como una tierra de frontera era otro rasgo
fundamental a destacar a lo largo de mi estudio, toda vez que la mixtificación de
formas y funcionamientos, o bien la superposición de unas encima de otras pero
quedando ambas perfectamente visibles y patentes, es una constante que ha aparecido
en todos los puntos de la investigación, así que el carácter fronterizo de la Sierra de
Cádiz también debía manifestarse en mi planteamiento inicial. Precisamente, la
adscripción de la comarca a la frontera del Reino de Granada fue el factor que
propició la impresionante proliferación de construcciones defensivas cuyo estudio
ocupa buena parte de las páginas de la presente obra, así como también configuró un
modelo urbanístico de emplazamientos estratégicos en lugares elevados que
igualmente facilitaran su protección frente a peligros externos. Todo ello se podrá
comprobar a lo largo de las páginas que siguen, en las que pretendo que el lector
descubra una comarca con un importante corpus patrimonial de herencia andalusí que
está apenas comenzando a ser estudiado y divulgado.
El sistema de trabajo ha sido necesariamente variado y multidisciplinar. A la
inexcusable búsqueda y revisión documental y bibliográfica añadí un intenso y
extenso trabajo de campo, que ha supuesto para mí la auténtica piedra angular de mi
labor. Partía así de la convicción de que el “monumento”, construcción
arquitectónica, yacimiento arqueológico o, en conjunto, elemento del patrimonio
histórico, es una fuente de primera mano que aporta por sí misma buena parte de la
información que requerimos para interpretarla. Si tenemos en cuenta que los
elementos artísticos que estudio en este libro tienen la consideración asimismo de
arqueológicos, quedará aún más reforzado mi convencimiento de que tenía la
21
obligación de visitar todos y cada uno de los lugares que deseaba tratar. De este
modo, realicé un buen número de viajes y excursiones, de los cuales salieron
incontables anotaciones y una gran cantidad de fotografías originales. Asimismo,
tuve la oportunidad de comprobar sobre el terreno la veracidad o no de los
levantamientos planimétricos hasta ahora realizados de las fortalezas serranas,
haciendo las oportunas correcciones y actualizando así el corpus cartográfico sobre
las mismas.
Esta publicación proviene de un trabajo de iniciación a la investigación.
Obviamente, el trabajo original ha debido adaptarse a las exigencias editoriales, pero
a pesar de ello el texto es prácticamente el mismo, salvando las oportunas
correcciones y actualizaciones, amén de algunas −muy pocas− inclusiones de la
bibliografía de más reciente aparición. La mayor modificación la supone la necesidad
de seleccionar el aporte gráfico que, si bien es fundamental, resultaba excesivo para
ser editado íntegro, ya que estaba formado por casi 500 fotografías y un buen número
de mapas, planos y gráficos. Aun así, espero que la selección publicada resulte lo
suficientemente ilustrativa y atractiva a la vez, además de contar con el valor que
supone su carácter de documentos gráficos originales y actuales. Aunque he puesto
todo el cuidado en la revisión y corrección de todo el texto y los gráficos antes de su
entrada en imprenta, de humanos es errar y los lectores sabrán disculpar cualquier
equívoco u omisión que se haya podido deslizar en las siguientes páginas.
22
AGRADECIMIENTOS
Deseo manifestar públicamente mi profundo y sincero agradecimiento para una
serie de personas e instituciones que, consciente o inconscientemente, han
contribuido a la realización del presente trabajo de investigación y sin cuya
colaboración su existencia no sería hoy posible, de modo que sus nombres merecen
ser reseñados aquí. He intentado ser exhaustivo para tratar de no olvidarme de nadie,
de modo que quizá muchos se sorprendan de aparecer en esta nómina, aunque
seguramente muchos otros también merecerían ser nombrados:
A Paco Solano Carrasco, compañero de aventuras por la Sierra de Cádiz, por
haber realizado conmigo peligrosas ascensiones como las de Aznalmara o Cardela y
un buen número de excursiones de exploración por senderos serranos.
A Fernando Sígler Silvera (UNED), por nuestra fructífera colaboración en
numerosos “combates por la Historia”.
A José Miguel Puerta Vílchez (Univ. de Granada), por haberse mostrado solícito
siempre más allá de sus estrictas obligaciones.
A los anónimos vecinos de Montecorto que ejercieron de espontáneos guías para
conocer el Castillo del Moral.
Al Excmo. Ayuntamiento de Villamartín (Cádiz), y especialmente a su Área de
Cultura, por haber valorado mi aportación a la historia de la Sierra de Cádiz
A Ángel Pablo Vilches, por su inestimable aportación bibliográfica y
cartográfica.
A Francisco Manuel Valiñas López (Univ. de Granada), por haberme animado
siempre a actuar según mis deseos.
Al P. Ildefonso González Pérez, párroco de Ubrique y Benaocaz, por su
sensibilidad a las cuestiones patrimoniales y haber facilitado enormemente mis
investigaciones, especialmente permitiéndome el acceso al campanario de Benaocaz.
A Salvador Gallego Aranda (Univ. de Granada), por su apoyo y colaboración con
la cordialidad acostumbrada.
Al santero de la ermita-santuario de Nuestra Señora de las Montañas, por sus
útiles indicaciones para acceder al castillo de Matrera.
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A la Fundación Ibn Tufayl de Estudios Árabes, especialmente a su presidente,
Jorge Lirola Delgado (Univ. de Almería), por confiar en mi trabajo e interesarse por
la historia y el patrimonio serranos.
A mis padres, por soportar pacientemente mis constantes viajes.
A Luis Javier Guerrero Misa, arqueólogo, por nuestras conversaciones sobre las
calzadas medievales.
A Antonio Montes Rivas, por su comprensión, al verse embarcado en una
aventura paralela.
A Ignacio Henares Cuéllar (Univ. de Granada), por su incondicional y
desinteresada apreciación crítica de mi trabajo.
A la asociación ubriqueña Papeles de Historia, por muchos pequeños detalles.
A Rafael Gerardo Peinado Santaella (Univ. de Granada), por sentir un sincero
interés, como especialista en la historia del Reino de Granada, hacia este trabajo.
A Vicente Millán Torres, por su ayuda con las fuentes árabes.
A Félix García Morá (Univ. de Granada), por aportarme su entusiasmo y sus
útiles consejos.
Al Área de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Alcalá la Real (Jaén), y en
concreto a Francisco Toro Ceballos, por mostrar interés hacia la parte castellológica
de mi investigación y reiterarlo en otros aspectos.
A Antonio Malpica Cuello (Univ. de Granada), por mostrarse abierto a mis
aportaciones sobre los husun fronterizos.
A Manuel Garrido Pérez, por su ayuda en lo tecnológico y su apoyo silencioso.
A José María Gutiérrez López, arqueólogo y director-conservador del Museo
Histórico Municipal de Villamartín (Cádiz), por su interés en la investigación
histórico-artística del castillo de Matrera y haberme facilitado materiales
hemerográficos.
A Fátima Peláez García de la Puerta (CSIC), por haber apreciado siempre mis
proyectos.
A Alberto García Porras (Univ. de Granada), por su cordialidad y sus atenciones
en materia de Arqueología Medieval.
A José Francisco Canto, por abrirme de par en par las puertas de Cardela.
A Virgilio Martínez Enamorado (CSIC), por sus certeras y válidas anotaciones al
respecto de Matrera.
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A Alejandro Muñoz López, por su apoyo y su acertada visión de la realidad.
A Natalia Cabello Izquierdo, por aportar espontáneamente su punto de vista como
arqueóloga sobre el núcleo islámico de Ubrique.
A Juan Manuel Román García, por ser otro curioso rastreador de la historia de su
tierra y facilitarme bibliografía de difícil acceso.
A Andrés María Adroher Auroux (Univ. de Granada), por haberme introducido
en el mundo de la Arqueología con su inconfundible estilo.
A Antonio López Fernández, por sus indicaciones técnicas sobre las ilustraciones
de esta publicación.
A Pedro Marfil Ruiz, arqueólogo de la Mezquita-Catedral de Córdoba, por su
inestimable ayuda y consejos para la publicación.
A Francisco Contreras Cortés (Univ. de Granada), por abrirme las puertas del
Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada.
A Nóra Lórant, por su buena intención de colaborar desde Budapest en el
conocimiento histórico de Andalucía.
A Isabel Díaz Orellana, por ser otra enamorada del castillo de Fátima y
contagiarme su entusiasmo por nuestro entorno.
A Jacinto Contreras Vázquez, por su auténtico interés y nuestro intercambio
bibliográfico en torno a Zahara y a los banu l-Hakim.
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26
1. INTRODUCCIÓN GEOGRÁFICA E HISTÓRICA
1.1 EL MEDIO FÍSICO DE LA SIERRA DE CÁDIZ
La llamada Sierra de Cádiz es la porción más occidental de la extensa Serranía de
Ronda incluida en la demarcación provincial de Cádiz, quedando el resto de dicha
serranía en la de Málaga. Esta separación es absolutamente artificial, de tipo
administrativo, ya que los caracteres tanto geomorfológicos y ecológicos como
históricos, etnológicos, etc., son comunes a ambos lados de la divisoria provincial. Se
trata de un área montañosa de áspero relieve, lo que ha causado su secular
aislamiento y su evolución propia relativamente al margen de corrientes exteriores
durante la mayor parte de su historia. En el ámbito concreto de la Sierra de Cádiz, se
distinguen claramente dos zonas: la Sierra Norte, de Algodonales o de Olvera, con un
relieve más suave de transición hacia las campiñas sevillanas y predominio del
cultivo del olivar, y la Sierra Sur, de Grazalema o de Ubrique, con las mayores
altitudes y pendientes, predominando los paisajes de roca viva caliza y los bosques
de encinas y alcornoques, donde destacan las actividades ganaderas y de
aprovechamiento forestal, además del turismo. Esta última zona está englobada en el
Parque Natural y Reserva Mundial de la Biosfera de la Sierra de Grazalema, y en el
Sur entronca con el Parque Natural de Los Alcornocales.
En la Sierra Norte destaca un amplio sector que forma parte de la depresión de
Ronda, la unidad más occidental del Surco Intrabético. En esta zona podemos
encontrar relieves llanos y alomados, especialmente en el límite con la provincia de
Málaga, donde confluyen los términos de Setenil y Ronda, así como en Las Vegas de
27
Torre Alháquime. A pesar de la mayor comodidad orográfica, los núcleos urbanos se
establecieron en las cumbres, dada la inseguridad fronteriza de la zona durante la
Edad Media. También aparecen, en la parte más occidental, algunas grandes sierras
aisladas, como la de Líjar, el Tajo de Algarín o el monte Malaver, además de la
cumbre amesetada de Las Mesas, ya en término malagueño de Ronda. Este sector es
la cuenca hidrográfica del Guadalporcún (también llamado Setenil o Trejo), afluente
del Guadalete, con el que se unirá entre La Muela y Coripe (Sevilla), en término de
Puerto Serrano. Los municipios de la Sierra Norte son Setenil de las Bodegas, Alcalá
del Valle, Torre Alháquime, Olvera, El Gastor3, Algodonales y Puerto Serrano.
También se incluye aquí la pedanía algodonaleña de La Muela.
La Sierra de Grazalema es de un relieve mucho más abrupto. Se trata de un gran
macizo calcáreo, de tortuosa orografía. Su brusca elevación sobre las bajas campiñas
gaditanas (desde el entorno de El Bosque y Prado del Rey, a unos 300 metros de
altitud, se asciende hasta los 1654 metros del pico Torreón en muy pocos kilómetros)
lo constituye en una auténtica muralla natural contra la que se estrellan las corrientes
de aire frío y húmedo procedentes del océano Atlántico, que descargan aquí con
fuertes precipitaciones, convirtiendo a la comarca en el punto de mayor pluviometría
del país, con una media de 2.000 mm anuales y picos de hasta 4.000 en los años muy
lluviosos. Estas precipitaciones son, algunas veces, en forma de nieve. Esta singular
climatología configura un paisaje absolutamente singular en su entorno bajoandaluz,
con abundante vegetación que se mantiene verde todo el año y da lugar a rasgos
etnográficos montañeses que parecen propios de regiones más meridionales. Baste
hablar de endemismos botánicos como el pinsapo, abeto relíctico del Terciario, o de
industrias como la de confección de mantas de lana, que tanta prosperidad
proporcionó a Grazalema en el siglo XIX.
Este macizo presenta una compleja hidrografía. Las formas de erosión kársticas
dan lugar a sumideros y resurgencias que conforman un auténtico laberinto entre las
aguas subterráneas y las superficiales. Son frecuentes formas de relieve de
hundimiento como los poljés (Llanos del Republicano, Llanos de Líbar) y las dolinas
(Laguna de Santa Lucía, Navazos), abundan las cuevas (Cuevas de la Manga, Cueva
del Berrueco) y simas (de Villaluenga, del Republicano o del Cabo de Ronda, del
3
Aunque El Gastor, por su cercanía, también podría considerarse de la Sierra de Grazalema, y de hecho
parte de su término pertenece al parque natural de este nombre.
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Cao, de Líbar) y en las cumbres son frecuentes los torcales, así como suelen aparecer
estrechos desfiladeros (Garganta Verde, Garganta Seca, Cañón de las Buitreras). Las
aguas vierten a las cuencas del Guadalete y de su afluente el Majaceite, alimentado
por los ríos El Bosque, Tavizna y Ubrique. También hay una pequeña zona, el curso
del río Guadares o Campobuche, que pertenece a la vertiente mediterránea y la
cuenca del Guadiaro, en los términos de Villaluenga y Grazalema. Los municipios
que pertenecen a la Sierra de Grazalema son Zahara de la Sierra4, Grazalema, El
Bosque, Prado del Rey, Villaluenga del Rosario, Benaocaz y Ubrique, incluyendo
también la pedanía grazalemeña de Benamahoma.
Las poblaciones más importantes de la comarca son, en el norte Olvera, y en el
sur Ubrique. Éste es el núcleo de mayor población (unos 18.000 habitantes), de
carácter más urbano y con mayor actividad socioeconómica, si bien por la escabrosa
orografía y la excentricidad de ambas cabeceras hay también otros puntos de
atracción extracomarcales, como Villamartín, Ronda, Arcos de la Frontera, Jerez de
la Frontera y las capitales de Cádiz, Sevilla y Málaga5. La ciudad campogibraltareña
de Algeciras, pese a su cercanía, se encuentra bastante aislada de este territorio por lo
abrupto del relieve y la deficiente calidad de las vías de comunicación (las carreteras
atraviesan las vastísimas extensiones boscosas del parque natural de Los
Alcornocales), no existiendo apenas contacto entre la Sierra de Cádiz y el Campo de
Gibraltar.
4
Zahara, por su mayor vinculación socioeconómica hacia los pueblos del norte y su apertura geográfica
hacia las tierras suaves de esa zona, podría salirse de esta relación, pero la mayor parte de su término
pertenece a la Sierra de Grazalema y su configuración urbanística también es más afín a esta subcomarca.
5
Villamartín se ha convertido en una especie de capital comarcal para algunos servicios, como los
sanitarios (hospital) o administrativos (sede de la mancomunidad de municipios de la Sierra de Cádiz),
desplazando incluso a núcleos de mayor población como Arcos y Ubrique. A pesar de ello, otras funciones
destacadas se localizan en otros puntos: las cabezas de partido judicial son Ubrique y Arcos de la Frontera,
y en Olvera se ha establecido un aula de la UNED, por ejemplo. Ronda pertenece a otra provincia, pero
sigue siendo el lugar al que muchos serranos acuden para hacer ciertas compras. El transporte público se
focaliza fundamentalmente en Ronda, Ubrique, Villamartín y Arcos.
29
Vista de Torre Alháquime, con Olvera al fondo. Éste es un paisaje típico de la Sierra de Olvera: campos
cultivados de cereal y olivar sobre lomas de relieve suave.
Paisaje de las cercanías de Benaocaz, típico de la Sierra de Grazalema: agrestes montañas calizas
salpicadas de pastos y restos de encinar.
30
1.2 BREVE RESEÑA HISTÓRICA DE LA COMARCA
1.2.1 Hasta la Edad Media
La Sierra de Cádiz estuvo poblada desde la Prehistoria, dándose en el triángulo
formado por Ubrique, Benaocaz y Villaluenga del Rosario una gran concentración de
yacimientos, sobre todo neolíticos6 (sima de la Veredilla, cuevas de la Manga, cueva
del Caldereto, etc.). Pero también hay testimonios del Paleolítico en el entorno, como
la famosa y sensacional Cueva de la Pileta, en la cercana Benaoján (Málaga), uno de
los pioneros descubrimientos del arte prehistórico, estudiada por los insignes Abate
Breuil, Hugo Obermaier y Juan Cabré7. Se han conservado monumentos megalíticos,
como el de Los Arenosos o del Chopo (entre Grazalema y Ronda), el de la Giganta
(El Gastor) o el conjunto dolménico del Tomillo (Alcalá del Valle), así como, en su
entorno inmediato, el importante dolmen de Alberite8, en los Llanos de Villamartín.
Encontramos vestigios fenicios, por irradiación de esta cultura desde sus
asentamientos costeros, como la trimilenaria Cádiz, en la ciudad ibero-romana de
Iptuci (Prado del Rey), Acinipo (Ronda) y la Silla del Moro (Ronda). El
6
Cf. GUERRERO MISA, Luis Javier: “El Neolítico en el Parque Natural ‘Sierra de Grazalema’: estado
actual” en Jornada de Campo de AEQUA-GAC. Montejaque, noviembre de 1998 (e.p.).
7
BREUIL, Henri; OBERMAIER, Hugo; CABRÉ, Juan: La Pileta à Benaoján. París, Institut de
Paleontologie Humaine, 1915. Una síntesis actualizada puede leerse en BECERRA PARRA, Manuel:
Breve historia de la villa de Benaoján: la Prehistoria. Ronda, 2002.
8
GUTIÉRREZ LÓPEZ, José María: “Nuevas contribuciones y líneas de investigación en la necrópolis
megalítica de Villamartín” en Papeles de Historia, 4 (1999). Madrid, Tréveris, pp. 13-34; BUENO
RAMÍREZ, P., et al.: “Estudios de arte megalítico en la necrópolis de Alberite” en Ibídem, pp. 35-60.
31
descubrimiento más espectacular ha sido el de una estatua de carácter fuertemente
orientalizante, aún inédita, en Acinipo, en las excavaciones llevadas a cabo en 2004
por el equipo de Manuel Carrilero Millán, de la Universidad de Almería. Según
investigaciones recientes9, parece que los celtas también estuvieron asentados en la
región, a tenor de los extraordinarios hallazgos en Ocuri (Ubrique), amén de los ya
conocidos de Acinipo y el Cerro de la Botinera (Algodonales).
El legado de Roma no es de menor importancia: los latinos ocuparon los antiguos
enclaves ibéricos, como Ocuri10, Iptuci, Lacidula (Grazalema) y Acinipo, quedando
englobados en el Conventus Gaditanus. Esta última e Iptuci tuvieron sus propias
cecas, privilegio con el que contaban como municipia que eran. Además, existió una
red de vías de comunicación, habiéndose conservado tramos de calzadas, como el
que transcurre entre Ubrique y Benaocaz11. En general, continuaron siendo los
caminos utilizados hasta la aparición de las modernas carreteras, por lo que fueron
objeto de obras de mantenimiento y reparación que han posibilitado su buen estado
de conservación actual en algunos casos.
No nos han llegado muchos testimonios claros del periodo visigótico, aunque en
él deberíamos encuadrar la pervivencia de los núcleos romanos, hasta la
transformación de la ocupación humana en este territorio con la llegada de tribus
norteafricanas en la segunda década del siglo VIII, comenzando la islamización y la
Edad Media en la zona. Sí podríamos destacar, de este periodo tardoantiguo, el
posible asentamiento de Sierra Margarita, también llamada Santa Margarita, cerca de
Benamahoma (aunque en el término municipal de Zahara de la Sierra), donde se
localizaron una mesa de altar y algunas inscripciones12.
9
Campaña de excavaciones finalizada el 30 de junio de 2003 y dirigida por Luis Javier Guerrero Misa,
Ángela Sánchez y Alberto García, en el marco del programa Arqueosierra de la Mancomunidad de
Municipios de la Sierra de Cádiz.
10
CABELLO IZQUIERDO, Natalia: “El yacimiento arqueológico de Ocuri: Una aproximación histórica.
Prólogo a su estudio” en Papeles de Historia, 4 (1999). Madrid, Tréveris, pp. 95-113.
11
GUERRERO MISA, Luis Javier; CABELLO IZQUIERDO, Natalia; PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro;
CASTRO RODRÍGUEZ, Manuel J.: Calzada romano-medieval Ubrique-Benaocaz. Ubrique, Tréveris
(col. Historia, 2; serie Patrimonio, 3), 2005.
12
Cf. CORZO SÁNCHEZ, Ramón (dir.): Grazalema. Cádiz, Diputación, 1982 (Col. Historia de los
Pueblos de la Provincia de Cádiz, t. II), p. 28.
32
1.2.2 La Sierra de Cádiz como frontera occidental de al-Andalus
La actual Sierra de Cádiz vivió en la Edad Media adscrita a la cora de Takurunna,
cuya cabecera era la ciudad de Ronda (Runda)13. Región poblada sobre todo por
beréberes, distribuidos en grupos tribales que dejaron huella en la toponimia, la
localización de información sobre ella en las fuentes es dificultosa. Sabemos, no
obstante, que la zona fue escenario de las guerrillas contra el poder cordobés
acaudilladas por el rebelde Umar ibn Hafsun entre los siglos IX y X. Ya en el siglo
XI, Ronda constituyó un reino taifa con los banu Ifran (de etnia beréber) al frente14.
Una vez constituido el Reino de Granada, bajo el mandato de la dinastía nazarí, se
detecta la presencia en esta porción más occidental de meriníes procedentes del
Magreb, y éstos son los que acaban consiguiendo el poder de la región al entablar
una alianza con el monarca nazarí Muhammad II, merced a la cual se pudo alcanzar
la independencia granadina y el final de su vasallaje con la Corona de Castilla.
Así, la región montañosa de Ronda se configuró desde antiguo como una comarca
con una marcada independencia15, y siempre con un acusado carácter de frontera.
Estas circunstancias provocaron que abundasen las fortificaciones que protegían los
pasos hacia el interior y que los núcleos urbanos se situasen en emplazamientos
estratégicos y orientados a la defensa de sus pobladores, como se podrá comprobar
en el capítulo dedicado al urbanismo. Durante el periodo de dominio nazarí, las
autoridades rundíes tuvieron la prerrogativa de nombrar a los alcaides (quwwad) de
estas fortalezas. Fue ésta la época de mayor actividad militar en la zona, pues
entonces formó parte de la conocida Frontera Militar (Frontaria o al-Farantira16).
13
Cf. MARÍN, Manuela: “Runda” en Encyclopédie de l’Islam. Leiden, E. J. Brill, 1994. Tomo VIII, pp.
635-636.
14
Cf. RUIZ DE ALMODÓVAR Y SEL, Caridad: “Notas para un estudio de la Taifa beréber de Ronda:
los Banu Ifran” en Andalucía Islámica, Textos y Estudios, II-III (1981-1982), pp. 95-106.
15
Tanto es así que incluso la región completa es omitida en la Geografía de al-Idrisi (JAUBERT, P.
Amédée (trad. árabe-francés): Géographie d’Édrisi. Tome Second. París, L’Imprimerie Royale, 1840),
hecho que parece indicar el hermetismo y aislamiento que llegó a conocer la zona, desembocando en este
desconocimiento por parte de los geógrafos, pues son pocos los que la citan y describen.
16
El término es controvertido, pese a ser usado en las fuentes tanto árabes como castellanas. Así, el
arzobispo Don Rodrigo Jiménez de Rada, en la primera mitad del siglo XIII, denomina “Frontaria” a todos
los territorios conquistados por Castilla y sus plazas fuertes avanzadas (XIMENIUS DE RADA,
Ordericus: Opera (Historia Arabum). Valencia, 1968 (facsímil de la ed. de 1793), p. 281). Por su parte, el
33
La conquista cristiana de este territorio comenzó por el Norte, cuando en 1327
caen en poder castellano las fortalezas fronterizas de Olvera (al-Wabira) y Torre
Alháquime (Bury al-Hakim), asediadas por las tropas del rey Alfonso XI (quien
otorga a Olvera una Carta de Población el uno de agosto del mismo año). Torre
Alháquime volvería a poder nazarí en 1333. Entretanto, desde el siglo XIII venían los
castellanos acercándose una y otra vez a Zahara (Sajrat Abbad) sin éxito, ya que se
trataba de uno de los lugares mejor fortificados. En 1407 son tomadas Zahara y Torre
Alháquime. Esta última quedaría definitivamente en territorio cristiano, mientras que
Zahara fue recuperada por los granadinos en 1481 hasta que cayó finalmente en
1483. Su conquistador, don Rodrigo Ponce de León, tomó el título de Marqués de
Zahara. Por su parte, Setenil (Xatanil) conoce ataques de tropas castellanas desde
1407, pero se mantiene inexpugnable hasta la tardía fecha del 21 de septiembre de
1484. Es entonces cuando es conquistado por los propios Reyes Católicos, al mando
de cuyo ejército estaba el Marqués de Cádiz, y tras un duro asedio de quince días.
Son éstas las últimas conquistas que abren el camino franco hasta las puertas de la
mismísima capital nazarí, en la última etapa de la Guerra de Granada.
El sector Sur, que es el que más nos interesa, es conocido en las fuentes como las
Siete Villas de la Serranía de Villaluenga. Estas siete villas eran Archite, Aznalmara
(hisn al-Marra), Benaocaz, Cardela, Grazalema (Qaryat Bani Salim), Ubrique y
Villaluenga. Su incorporación al señorío de la Casa de Arcos data de 1485, aunque su
conquista se realizó, evidentemente, algunos años antes. De hecho, Cardela fue
tomada en 1472, aunque el año siguiente volvió a estar en poder de los granadinos17.
Además, tras un periodo de tregua, tropas al mando de Rodrigo Ponce de León,
conde de Arcos y marqués de Cádiz, organizaron una razzia contra los pobladores
musulmanes de la zona, produciéndose la quema y saqueo de Villaluenga en 148118.
término arabizado “Al-Farantira” nos lo proporciona Ibn Jaldún (IBN JALDÚN: Histoire des Beréberes.
París, 1956 (trad. Barón M. G. de Slane), t. IV, pp. 73-74 y 460). No obstante, las dudas de los arabistas
respecto a este topónimo aún no han sido satisfactoriamente aclaradas.
17
El cronista Alonso de Palencia atribuye la hazaña al propio sultán Abu l-Hasan Ali o Muley Hacén: «(...)
el granadino Muley Albuhacén recobró a Cardela, expugnada antes por el Marqués de Cádiz (...)»
(PALENCIA, Alonso de: Guerra de Granada. Granada, Universidad, 1998 –edición facsímil con estudio
preliminar de Rafael Gerardo Peinado Santaella–, p. 28).
18
SÍGLER SILVERA, Fernando; CARRASCO SOTO, Juan (coords.): Las Siete Villas de la Serranía de
Villaluenga (1502-2002). Frontera, repoblación señorial y patrimonio mancomunado en Andalucía.
Ubrique, Tréveris, 2002, pp. 31-32.
34
La adscripción de este territorio al Señorío de las Siete Villas19 se produjo
mediante un privilegio dado en Jaén, capital del Santo Reino, el 11 de enero de 1490,
y firmado por los Reyes Católicos20. Tras la sublevación mudéjar de 1500-150121, se
inicia un proceso repoblador, al término del cual las siete villas quedaron reducidas a
cinco, con la despoblación de Cardela y Aznalmara. Archite quedó despoblado, por
causas aún desconocidas, en 155222. Las localidades que quedaron son hoy
municipios de la Sierra de Cádiz, a los que en la Edad Moderna se añadieron El
Bosque (surgido al amparo de la residencia señorial de los Ponce de León) y Prado
del Rey (una de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena fundadas por Pablo de
Olavide en nombre de Carlos III, aunque la mayor parte de ellas se crearon en tierras
de Jaén, Córdoba y Sevilla).
19
ACIÉN ALMANSA, Manuel: “Modificaciones en la Serranía de Villaluenga a raíz de su integración en
el señorío de la Casa de Arcos” en Papeles de Historia, 1 (1986). Ubrique, Asociación Papeles de Historia,
pp. 32-36.
20
Archivo Histórico Nacional (Toledo): sección Nobleza, Osuna, leg. 157. Para la trascripción más
completa y correcta de cuantas se han hecho, cf. SÍGLER SILVERA, F. et al.: op. cit., pp. 92-96.
21
DEVIS MÁRQUEZ, Federico: “Aspectos sobre la revuelta mudéjar de 1501 en la Serranía de
Villaluenga” en Papeles de Historia, 1 (1986). Ubrique, Asociación Papeles de Historia, pp. 37-44.
22
Cf. GUERRERO MISA, Luis Javier: “Archite: excavaciones de urgencia en un poblado bajomedieval
de la Serranía Gaditana” en Papeles de Historia, 1 (1986). Ubrique, Asociación Papeles de Historia, pp.
26-31; y del mismo: “Archite: nueva hipótesis sobre su desaparición” en SÍGLER SILVERA, F. et al.: op.
cit., pp. 75-89.
35
Ubrique, pese a su amplio desarrollo urbano durante el siglo XX, conserva los rasgos de su origen islámico
en las partes altas de su casco antiguo.
La fortaleza de Audita jugó un importante papel en las luchas de la Guerra de Granada.
36
Ronda siempre fue la ciudad principal que nuclearizó el territorio serrano.
La aspereza del relieve de la Sierra de Grazalema fue un factor fundamental para el mantenimiento de la
frontera castellano-granadina casi inalterada entre los siglos XIII y XV en este sector. En la imagen, la
ribera de Gaidovar desde las cercanías de Audita.
37
38
2. ARQUITECTURA DE ÉPOCA ISLÁMICA EN LA SIERRA
DE CÁDIZ
La arquitectura que el periodo andalusí ha legado a la Sierra de Cádiz es,
predominantemente, de carácter militar, como corresponde a su carácter fronterizo.
Una serie de castillos puntea su geografía, y aún son visibles los restos de algunas
cercas urbanas. Pero también hay obras con otro carácter, como el alminar de
Benaocaz, reutilizado como campanario de la actual iglesia cristiana, o el original
acueducto de Villaluenga del Rosario, además de una amplia red de caminos
históricos, de los cuales he seleccionado un tramo de calzada de Grazalema que, por
los estudios arqueológicos realizados, se ha calificado de medieval, a falta aún de
estudios similares sobre las demás antiguas vías comarcales.
2.1 ARQUITECTURA MILITAR: CASTILLOS Y FORTALEZAS
Las fortalezas serranas presentan una gran variabilidad formal y tipológica, fruto
de una dilatada historia que hace que sobre defensas tardorromanas se reedifiquen
estructuras andalusíes y estas últimas se vean modificadas con la ocupación
castellana, en algunos casos. En otras ocasiones, es llamativo el acentuado carácter
nazarí de las construcciones, como ocurre en Aznalmara. Hay que tener en cuenta la
gran dificultad de datar las construcciones militares, ya que son estructuras que
39
tienen una gran pervivencia y, por tanto, edificios pluriestratigráficos23. Paso a
continuación al estudio individualizado de cada una de ellas, ordenándolas
geográficamente de nordeste a suroeste, lo cual también supone un aproximado orden
cronológico, siguiendo el avance de la conquista castellana, advirtiéndose así que las
fortalezas más septentrionales de la comarca son las que presentan más intervención
de la arquitectura militar castellana24.
2.1.1. Castillo de Olvera
La tradición relaciona los remotos orígenes de Olvera con el municipio romano
de Ilippa, aún sin localizar. Sea o no así, lo cierto es que en el actual emplazamiento
de Olvera se asentaron los nuevos pobladores musulmanes. Su núcleo urbano se
organizaba sobre un elevado cerro, junto a una gran fortaleza, alzada sobre un
escarpado promontorio rocoso. Su privilegiada situación la convirtió en un lugar casi
inexpugnable, de gran importancia estratégica en los primeros ataques al reino nazarí
de Granada, en cuya línea defensiva Olvera ocupaba una posición destacada25.
23
Cf. MALPICA CUELLO, Antonio: “Los castillos en época nazarí. Una primera aproximación” en
MALPICA CUELLO, Antonio (ed.): Castillos y territorio en al-Andalus. Actas de las Jornadas de
Arqueología Medieval (Berja, 4-6 octubre 1996). Granada, Athos-Pérgamos, 1998, p. 256.
24
Desde la óptica castellana y siguiendo una metodología de investigación documental y archivística, fue
publicada una sucinta aproximación a la tenencia y manutención de estas fortalezas en QUINTANILLA
RASO, Mª. Concepción: “Acerca de las fortalezas de la Frontera de Granada a fines de la Edad Media” en
Castillos de España, 92 (1986). Madrid, Asociación Española de Amigos de los Castillos, pp. 3-16
(versión revisada de la publicada, aun con posterioridad, en QUINTANILLA RASO, Mª Concepción:
“Acerca de las fortalezas andaluzas en la frontera granadina durante el siglo XV” en IV Coloquio de
Historia Medieval andaluza: Relaciones exteriores del Reino de Granada (1988). Almería, Instituto de
Estudios Almerienses, pp. 251-272). Asimismo, otro trabajo reseñable en torno a los trabajos de
conservación de estas fortalezas fronterizas castellanas es ROJAS GABRIEL, Manuel: “Algunas notas
sobre la conservación y el estado edilicio de las fortificaciones castellanas en la frontera occidental
granadina durante el siglo XV” en Estudios de Historia y de Arqueología Medievales, IX (1993). Cádiz,
Universidad de Cádiz, pp. 185-216. En él se aportan datos extraidos de fuentes documentales sobre
intervenciones puntuales de algunas de las fortalezas incluidas en mi trabajo durante su periodo de
dominio castellano (post-conquista), como las de Zahara y Matrera.
25
Para estudiar la Olvera medieval sigue siendo fundamental el completo estudio de Manuel ROJAS
GABRIEL: Olvera en la Baja Edad Media (siglos XIV-XV). Cádiz, Diputación, 1987.
40
Encontramos algunas referencias a Olvera en las fuentes árabes. En primer lugar,
Ibn al-Jatib menciona la fortaleza (hisn) de Wabra o Wabira como uno de los husun
Takurunniya26, relatando la toma del castillo por Utman b. Abi l-Ula en 1327. En
otro pasaje del mismo texto27 se narra una expedición de Muhammad V a mediados
del siglo XIV contra varios castillos de los alrededores de Ronda, mencionando un
hisn Yira o Wayira que pudiera ser el mismo Olvera. El primer episodio aparece
también en otra fuente del mismo autor28: «Se aprovechó el tirano [Alfonso XI] de la
guerra civil de los musulmanes (fitna al-muslimin) y salió a primeros de saban de
este año (= junio-julio de 1327) y atacó la frontera de Olvera (tagr Wabira), estribo
de la guerra santa (rikab al-yihad), se apoderó de ella y de todos los castillos (alhusun) vecinos». También se quiere ver una referencia a Olvera en la afirmación de
que la familia de Umar Ibn Hafsun procedía de la «alquería de Waba de la cora de
Takurunna de las dependencias de Ronda antes del Islam (qaryat Waba min kurat
Takurunna min ‘amal Runda qabl al-Islam)»29. Además, tenemos una somera
referencia al lugar en la biografía del sultán meriní Abu l-Hasan redactada por Ibn
Marzuq, al-Musnad: «(...) a mi salida de Granada me dirigí a inspeccionar las
tierras de al-Andalus, registrando por escrito todo lo que se me había ordenado. Me
acompañaban los secretarios de Gibraltar y de Ronda, maravillándonos de todo lo
que [esta tierra] obtiene [de Abu l-Hasan] anualmente. Llegué hasta Zahara (alSajra) y la fortaleza (hisn) de Olvera (Uryawila) y el territorio vecino, deteniéndome
en la frontera entre musulmanes y cristianos, oyendo las quejas de la gente de ambas
religiones (...)»30.
26
IBN AL-JATIB: al-Ihata fi ajbar Garnata. Ed. Muhammad Abd Allah Inan, 1979, vol. IV, p. 79.
27
Ibíd., 1974, vol. II, pp. 78-79.
28
IBN AL-JATIB: al-Lamha al-badriyya fi l-dawla al-nasriyya. Ed. Muhibb al-Din al-Jatib, El Cairo,
1954, p. 93; trad. castellana de Emilio MOLINA LÓPEZ y José María CASCIARO RAMÍREZ: Historia
de los Reyes de la Alhambra: El resplandor de la luna llena (Al-Lamha al-badriyya). Granada,
Universidad, 1998, p. 101.
29
AL-WANSARISI: al-Miyar al-Murib wa-l-yami al-mugrib an fatawi ulama Ifriqiya wa-l-Andalus wa-l-
Magrib. Ed. Muhammad Hayyi, Rabat, 1981, vol. X, p. 110.
30
IBN MARZUQ: al-Musnad al-sahih al-hasan fi ma’atir (wa-mahasin) mawla-na Abi l-Hasan. Ed.
María Jesús Viguera Molins, Argel, 1981; trad. cast. María Jesús VIGUERA MOLINS: El Musnad:
hechos memorables de Abu l-Hasan, sultán de los benimerines. Madrid, Instituto Hispano-Árabe de
Cultura, 1977, pp. 325-326.
41
Olvera, la islámica Wabra, al-Wabira o Uryawila, fue conquistada por las tropas
del rey Alfonso XI en el verano de 132731. Desde entonces y hasta las campañas
iniciadas en 1482 que culminarán con la caída de Zahara y Ronda, siglo y medio más
tarde, Olvera será la principal avanzada cristiana en la Frontera. Tras las
negociaciones que siguen a la rendición los musulmanes continuarán conservando
sus viviendas y bienes, mientras los cristianos organizan su asentamiento, lo que se
lleva a cabo mediante la Carta de Población otorgada por Alfonso XI, que concede
importantes beneficios a los que se arriesgan a instalarse en la zona recién
conquistada, incluso eximiendo de penas de prisión a los homicidas que estuvieran
allí un año como mercenarios (de ahí el dicho popular de «mata al hombre y vete a
Olvera»). A mediados del siglo XIV, en un momento de gran inestabilidad por los
continuos ataques musulmanes, la villa pasa a formar parte del señorío de don
Alfonso Pérez de Guzmán. Algo más de un siglo después, según documento fechado
en Córdoba a 23 de julio de 1485, la villa y castillo de Olvera pasan a manos del
conde de Ureña. Finalmente, será nombrada ciudad el 8 de mayo de 1877 por Real
Decreto de Alfonso XII.
El castillo de Olvera es una soberbia estructura militar, a todas luces la más
sofisticada y avanzada de cuantas pueblan la Sierra de Cádiz. No obstante, también
es la más modificada por obras cristianas posteriores a su conquista. Así, su análisis
morfológico debe realizarse atendiendo a esta importante circunstancia.
Su planta general, alargada, es muy irregular, con entrantes y salientes,
adaptándose al sinuoso contorno de la peña sobre la que se sustenta. Debe
corresponder, grosso modo, a la planta del primitivo castillo islámico, identificable,
por su tamaño reducido y su adaptación al terreno, con un hisn (así lo califican los
textos árabes). La gran torre del homenaje que hoy marca su inconfundible silueta es
claramente obra cristiana, un donjon, aunque no sabemos si pudo construirse sobre
otra torre preexistente de la antigua estructura islámica. Tiene dos plantas, siendo
ocupadas por sendas estancias cubiertas por bóvedas de cañón. En la superior existe
un tiro de chimenea, rasgo claramente castellano y que concede un carácter
31
Ibn al-Jatib, como hemos visto, hace mención de la conquista de Olvera y la data con exactitud, si bien
algunos autores consideraban que aporta una cronología errónea. La tenida por correcta era la contenida en
la Carta Puebla, cuya fecha es el año 1365, pero de la era hispánica, correspondiente a 1327 en nuestra era
cristiana, de ahí la confusión.
42
residencial a la torre. Las escaleras son de caracol, muy estrechas y empinadas,
trazadas en el grosor del muro. La planta superior cuenta con un acceso directo desde
el exterior mediante un patín de tambor y una escalera adosada al muro. Es un
elemento añadido en época cristiana, pues se trataría de una puerta abierta a media
altura del muro a la que se accedería con una escalera de mano que se recogería en
caso de asedio, quedando aisladas las tropas en su interior, elemento frecuente en la
arquitectura militar meriní y nazarí, según lo ejemplifica el castillo de Jimena de la
Frontera (Cádiz). La torre cuenta con las esquinas redondeadas al exterior, rasgo de
influencia igualmente cristiana. Los vanos con arcos rebajados le aportan una gran
sobriedad. Está construida, al igual que todo el recinto, en mampostería de piedra
caliza, usándose este aparejo incluso para las bóvedas, pese a su amplia luz.
En el resto del recinto, dos pequeños cubos cilíndricos, casi garitas, cubiertos por
cupulillas hemisféricas con cuatro nervios en cruz, coronados por empinados
chapiteles cubiertos de teja, nos hablan también de la etapa castellana de la fortaleza,
especialmente por sus saeteras en forma de «orbe y cruz». Un rasgo de gran interés
es el acceso, que se realiza en doble recodo, pero trazado entre dos muros con un
arco de ingreso simple en cada uno (no es una puerta-torre). Este detalle puede
provenir del acceso original en recodo a la fortaleza islámica, pero fue reformado en
época cristiana como atestiguan los arcos, rebajados y levantados con un tipo de
piedra arenisca diferente al resto de los muros. La subida desde el pueblo a la
fortaleza, por una larga y empinada escalera tallada en la roca, muy peligrosa, que
finaliza en una barbacana almenada, añade otro poderoso elemento de defensa.
En el interior del recinto se aprecian restos de estancias, a espera de una
investigación arqueológica exhaustiva. Igualmente, existe el acceso a un aljibe y
otras dependencias subterráneas sin identificar. También existe una gran cisterna en
superficie, de planta rectangular y con el interior revestido de hormigón, de
características similares a la del castillo de Cardela.
Actualmente, el castillo, declarado Bien de Interés Cultural (BIC), es explotado
turísticamente32. Su visita se complementa con la del Museo Histórico de Olvera33 y
32
Cf. GUERRERO MISA, Luis Javier; COBOS RODRÍGUEZ, Luis María; SILES GUERRERO,
Francisco: “La integración de la Fortaleza de Olvera en la Ruta Arqueológica de los Pueblos Blancos: Una
apuesta de futuro basada en el pasado” en Revista de Feria y Fiestas de San Agustín, 36 (1999). Olvera,
Ayuntamiento.
43
cuenta con servicio de guías. Asimismo, los espacios de investigación arqueológica
se hallan debidamente vallados, y los pretiles consolidados y uniformados. La planta
baja de la torre carece de suelo, aflorando las irregulares rocas del terreno, por lo que
se ha habilitado una rampa metálica para facilitar el acceso a los visitantes. El
acondicionamiento del edificio, para hacerlo visitable, es muy respetuoso con los
restos históricos y su entorno. Esta integración de la investigación y los usos
turísticos resulta modélica en la Sierra de Cádiz, uno de cuyos principales motores
económicos es el turismo cultural y medioambiental.
33
Existe un catálogo divulgativo de los contenidos didácticos expuestos en dicho museo: AA. VV.:
Olvera, la Frontera y los castillos. Olvera, Centro Cultural La Cilla, 2001.
44
Planta general del castillo de Olvera.
La gran torre-donjon del castillo de Olvera.
45
Castillo de Olvera. Vista general del interior de la fortaleza desde su extremo norte.
Castillo de Olvera. Aljibe descubierto, cubo cilíndrico y restos de la torre norte desde la Torre del
Homenaje.
46
47
2.1.2. Castillo de Alháquime
El castillo de Alháquime se sitúa en el punto culminante del casco urbano de
Torre Alháquime, el cual se emplaza sobre un cerro redondeado en la ribera del
Guadalporcún, a sólo unos cuatro kilómetros de Olvera.
Tradicionalmente se relaciona su origen con el poblado militar romano de Castra
Gemina, pero no parece que Torre Alháquime existiera como tal hasta la época
musulmana. Torre Alháquime era Bury al-Hakim o Bury Ibn Hakim, asentamiento de
la célebre familia rondeña, procedente de Sevilla, de los banu l-Hakim, desde el siglo
XI, que terminó por configurarse como hisn de frontera. Dicha familia sevillana llegó
a Ronda con sus parientes los banu Abbad, quienes se establecieron en Zahara
(Sajrat Abbad). Ibn al-Hakim de Ronda fue el poderoso visir de la corte granadina de
Muhammad III (r. 1302-1309) y a él se debe la organización de la Cancillería de
Granada (Diwan al-Insa’), de la que fue su arraez. Además, fue maestro y predecesor
de Ibn al-Yayyab, quien a su vez lo fue de Ibn al-Jatib, el cual también ocupó el
cargo de arraez de la Cancillería y conoció la personalidad y obra de Ibn al-Hakim,
según pone de manifiesto en su propia obra.
En 1327, la conquista cristiana de Olvera provocó la huida de sus habitantes, que
buscan refugio en Ronda. Sin embargo, Torre Alháquime fue recuperada por los
ejércitos nazaríes sólo seis años más tarde. A principios del siglo XV fue tomada
efímeramente de nuevo, junto a Zahara, por los cristianos, permaneciendo durante
unas décadas bajo control de la familia Ribera, titulares del Adelantamiento de
Andalucía. Fue definitivamente conquistada por el marqués de Cádiz hacia el año
1485, volviendo entonces a formar parte del señorío de los Ribera (aquí nació
Nicolás de Ribera “El Viejo”, hijo del capitán Alonso de Ribera y Valdivieso, que
48
fue alcaide de la fortaleza34) hasta que, extinguida la línea masculina del linaje,
quedó integrada en los estados del ducado de Alcalá de los Gazules y, más tarde, en
los de la Casa de Medinaceli.
El castillo de Alháquime es una construcción de planta irregular y disposición
general oblonga, tendente a la forma cuadrangular. De él se conservan parte de los
muros (muchos de ellos muy modificados, ya que el castillo albergó el cementerio de
la población y esta función utilitaria sin duda ha provocado múltiples cambios y
reconstrucciones modernas) y algunas torres, además de una puerta (hoy existe una
segunda entrada, pero seguramente se abrió en época moderna). Se llega a él desde la
plaza, subiendo las escaleras que conducen a la puerta, de acceso directo bajo arco de
medio punto. Tras ella, unas estrechas escaleras se doblan en recodo hacia la derecha,
pero ya dentro del recinto, no pudiéndose calificar de puerta en recodo stricto sensu.
Junto a ella, al norte, se sitúa la única torre semicircular del recinto, siendo las demás
de planta cuadrada. Ésta es una característica que comparte con otros castillos de
época califal, como el de Priego de Córdoba35. No se ha conservado ningún vestigio
de la distribución interna del recinto. El aparejo es de mampostería enripiada, técnica
que parece haberse seguido utilizando en las reconstrucciones.
Por todas las características citadas, podemos hablar de una fortificación datable
en la época califal (siglos X y XI), basándonos exclusivamente en su estudio formal y
constructivo, a falta de datos documentales y/o procedentes de intervenciones
arqueológicas. De ser así, estaríamos hablando de la fortificación de mayor
antigüedad subsistente en la Sierra de Cádiz.
Su estado de conservación es mediocre. En la mayor parte de su perímetro, las
casas del pueblo se adosan directamente a la muralla, aprovechando sus muros, e
incluso se colocan antenas de televisión sobre ellos. En el interior del recinto, que ya
albergó el cementerio de Torre Alháquime, hoy trasladado a las afueras, se ha
habilitado recientemente un parque. Se han desarrollado trabajos de consolidación en
el sector Sur, así como los ya culminados de la puerta, que han permitido mejorar el
acceso al lugar. Tiene la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC).
34
SERRANO DÍAZ, Emilio: Castillos de Andalucía I. Castillos y fortificaciones de Cádiz y Córdoba.
Historia, leyenda y realidad. Madrid, Revista Geográfica Española, 1974, p. 51.
35
Castillo con el que presenta gran similitud en cuanto a planta y materiales constructivos, salvo por la
gran torre del homenaje de época cristiana que se añadió a la fortaleza prieguense.
49
Torres del castillo de Alháquime, semicilíndrica y prismática, recientemente restauradas.
A las murallas del castillo de Alháquime se adosan las viviendas inmediatas del casco urbano de Torre
Alháquime, e incluso se aprovechan para instalar cableados y antenas.
50
51
2.1.3. Castillo de Setenil
El castillo de Setenil se encuentra integrado con su actual núcleo urbano, siendo
identificable con el recinto del llamado Barrio de la Villa, en el punto más alto de la
población. Es difícil otorgarle una cronología fiable, ante la dificultad de una
excavación arqueológica. El estudio de los materiales de construcción tampoco nos
aporta datos definitivos al respecto, aunque puede tratarse de una fortaleza de gran
antigüedad, pues el hábitat humano en Setenil es un hecho continuado desde la
Prehistoria, como constatan los escasos estudios arqueológicos hasta hoy36. Sin
embargo, los materiales cerámicos de época medieval documentados son únicamente
nazaríes, faltando los de época emiral, califal o almohade37. Lo claro es que se trata
de una edificación hispanomusulmana, seguramente nazarí, posteriormente
reformada por sus ocupantes castellanos, a juzgar por el refuerzo de sillares en los
ángulos de la torre del homenaje.
36
Cf. GUERRERO MISA, Luis Javier: “Aproximación a la evolución histórica de Setenil de las Bodegas:
La intervención arqueológica de urgencia en la calle Calcetas” en Papeles de Historia, 4 (1999). Madrid,
Tréveris, pp. 61-93. En este trabajo afirma su autor que el casco urbano de Setenil «puede remontar su
origen como población hasta, al menos, el IV milenio antes de nuestra era» (p. 61). Cf. LÓPEZ
JIMÉNEZ, Jesús: “Intervención arqueológica en la fortaleza de Setenil (Cádiz)” en Anuario Arqueológico
de Andalucía 2003. Vol. II: Actividades sistemáticas y puntuales. Sevilla, Consejería de Cultura de la Junta
de Andalucía, 2006, pp. 130-146. Según los resultados de esta intervención, «se han evidenciado dos fases
cronológicas distintas. Una fase prehistórica reciente-protohistórica, con materiales del bronce finalorientalizante, y una “fase histórica” con material fundamentalmente romano (tardorromano), medieval
(nazarí) y moderno. (…) En época medieval y ante el contexto que marca la frontera castellano-nazarí, el
emplazamiento de Setenil se fortifica, manteniendo todo su entramado urbano hasta la actualidad» (p.
130).
37
Ibíd., p. 85.
52
Según las investigaciones de Luis Javier Guerrero38, el Setenil tardorromano
debió ser arrasado hasta sus cimientos, quedando la zona convertida en un extenso
descampado del que se extrajeron sillares y otros materiales constructivos para su
reutilización. La repoblación del lugar en la etapa hispanomusulmana hubo de
acontecer bajo el dominio meriní o nazarí. Las primeras noticias sobre un núcleo
estable de población en el actual emplazamiento de Setenil son aportadas por fuentes
árabes. En el Rawd al-qirtas se menciona que el 22 de noviembre de 1293 (=21 de du
l-hiyya de 692) el sultán de Marruecos Abu Yaqub entregó al nazarí Muhammad II
las fortalezas de Algeciras, Ronda y los castillos dependientes de ambas, siendo uno
de ellos el de al-Sitil o al-Xatil39. Los conquistadores, de mayoría beréber, levantaron
esta fortaleza que formaba parte de la Cora de Takurunna, con capital en Ronda.
Hasta el siglo XV Setenil se mantiene inexpugnable como uno de los pilares del
cinturón defensivo del reino granadino. Desde 1407 se suceden los ataques cristianos
a la fortaleza islámica, aunque no consiguen acabar con la resistencia de sus
moradores hasta 1484. Las tropas de los Reyes Católicos, capitaneadas por el
marqués de Cádiz, les someterán tras un duro asedio de quince días, que finaliza con
la rendición el 21 de septiembre de 1484. La toma de Setenil es una de las escenas de
la Guerra de Granada representadas en las tallas del coro de la catedral de Toledo.
Bajo el dominio cristiano, Setenil es declarada villa de realengo, gozando de la
consideración de los monarcas por su localización en el camino a Granada. De ellos
recibe en 1501 la Carta de Privilegios de la villa de Setenil, donde se dispone un
elevado número de franquicias y beneficios equiparables a los que por entonces
gozaba Sevilla.
De la antigua fortaleza de Setenil subsisten la torre principal y una secundaria que
flanqueaba la puerta de acceso al recinto. Dicho acceso, la Puerta de la Villa, se halla
hoy perdido, existiendo un arco de medio punto de fábrica moderna que indica la
situación de la antigua puerta, perpetuando su tradición, aunque se ha mantenido el
trazado en doble recodo de la calle de acceso. El conjunto fortificado se halla en una
de las cotas más altas de la actual población, en un promontorio formado por el
38
Ibídem.
39
Citado por DÍAZ MORANT, Antonio: “Fortificaciones altomedievales de El Havaral de Ronda” en
Actas del I Congreso Internacional Fortificaciones en al-Andalus (1998). Algeciras, Ayuntamiento, p.
443.
53
meandro más cerrado del río Guadalporcún (también llamado Trejo o Setenil, según
el tramo).
Al existir una única puerta de acceso, el trazado urbanístico actual es
absolutamente centrípeto, en torno a la gran torre que es hoy el vestigio principal de
la fortaleza. Se trata de una gran estructura prismática de construcción mixta, que
revela distintas reconstrucciones. Hay tramos de paramento en tapial, otros en
mampostería enripiada muy irregular, y las esquinas se refuerzan con sillares. Este
detalle constructivo lo relaciona con el cercano castillo malagueño de la Estrella, en
Teba40, así como otros ejemplos algo más alejados, caso de la torre de Urique, en
Alhaurín el Grande (Málaga)41. Contra lo que ocurrió en otros casos, en que las
primitivas construcciones en tapial se reforzaron con mampostería (como en la
alcazaba de Loja, por ejemplo), aquí el tapial aparece en partes altas, es decir, el
proceso constructivo fue el inverso respecto a los materiales empleados, y es el tapial
el medio usado para las reparaciones de la fábrica pétrea cronológicamente más
antigua.
La torre presenta dos entradas a distintos niveles. Por la puerta suroccidental se
accede a varias salas, muy deterioradas por usarse hoy de almacén y depósito de
escombros. Por la puerta sudoriental, en un nivel superior (se ha construido un
puentecillo para alcanzarla, ya que hay un pequeño foso entre ella y la calle), se
accede a una segunda planta. Junto a la puerta parte una estrecha escalera que, tras
trazar un recodo, conduce a la tercera y última planta, con una única sala de grandes
dimensiones (7 metros de lado, aproximadamente) cubierta por una bóveda vaída,
hoy hundida, quedando a cielo abierto.
Por el foso bajo la puerta SE se accede a los aljibes, abovedados, que procuraban
el abastecimiento de agua a la fortaleza. En proceso de recuperación, están cerrados
al público, como el resto de la torre, menos la primera planta, repleta de escombros y
otros materiales.
La manzana de casas adyacente a la torre por su flanco SO se halla construida
adosada a la antigua puerta y aprovechando los restos murarios de la primitiva
40
Sobre este castillo, cf. LÓPEZ GUZMÁN, Rafael (coord.): Arquitectura de al-Andalus. Almería,
Granada, Jaén, Málaga. Granada, Comares, 2002, pp. 969-971; donde se remite a una bibliografía más
amplia sobre el mismo.
41
Cf. Ibíd., pp. 772-774.
54
muralla, cuyos restos son perfectamente visibles en gran parte. Sus características
constructivas son las mismas que la torre, en mampostería. En el extremo NE, la
Iglesia Mayor también está construida sobre los fuertes cimientos de los primitivos
muros defensivos.
La torre se encuentra actualmente en un estado de conservación deficiente debido
a la erosión, pero fácilmente recuperable con sencillos trabajos de consolidación y
evitando el acceso a las partes peligrosas, que ya están en marcha. La Junta de
Andalucía financiará un proyecto de recuperación en el que se prevé una sala de
exposiciones en la planta baja y el archivo histórico y la recepción en la sala superior.
El casco antiguo de Setenil, bajo la denominación de “Villa de Setenil de las Bodegas
(Cádiz)”, incluyendo el castillo, está catalogado como Conjunto Histórico-Artístico,
según Decreto 15/1985 de 22 de enero, BOJA núm. 17, pág. 382.
55
La Torre del Homenaje, principal resto del castillo de Setenil.
Puerta SE de acceso al interior de la Torre del Homenaje de Setenil.
56
En Setenil, las casas que bordean la Peña se construyeron aprovechando las murallas de la fortaleza.
Castillo de Setenil: en la cara SE de la Torre del Homenaje se puede apreciar la combinación de piedra y
tapial en su fábrica.
57
2.1.4. Castillo de Matrera42
La fortaleza de Matrera, también llamada de Pajarete o de Almajar43, está situada
en la Sierra de Pajarete, entre Villamartín y Prado del Rey, a 523 metros sobre el
42
Emilio Serrano (SERRANO DÍAZ, E.: op. cit., p. 53) ya advierte sobre la amplia bibliografía existente
sobre Matrera, muy incrementada hasta hoy. Respecto a la contextualización histórica de Matrera y los
territorios adyacentes durante la Edad Media, son interesantes especialmente los trabajos de Manuel Rojas
Gabriel (ROJAS GABRIEL, Manuel: La frontera entre los reinos de Sevilla y Granada en el siglo XV
(1390-1481). Un ensayo sobre la violencia y sus manifestaciones. Cádiz, Universidad, 1995; ROJAS
GABRIEL, Manuel; PÉREZ, D.; GARCÍA FITZ, Francisco: “Operatividad castral granadina en la frontera
occidental durante el siglo XV” en Actas del I Congreso Internacional sobre Fortificaciones en al-Andalus
(1996). Algeciras, Ayuntamiento, pp. 281-294). Como estudios monográficos deben citarse: BENÍTEZ
RAGEL, Natalio: “Castillo de Matrera: aproximación histórica y arquitectónica” en Revista de
Humanidades, 1 (octubre 1989). Jerez de la Frontera, pp. 69-77; PANGUSIÓN CIGALES, Ernesto:
“Anexión de Matrera a la Corona de Castilla” en Cuadernos de Villamartín, 3 (marzo 1997). Villamartín,
Ayuntamiento, pp. 1-69; GUTIÉRREZ LÓPEZ, José María; MARTÍNEZ ENAMORADO, Virgilio:
“Matrera (Villamartín): Una fortaleza andalusí en el alfoz de Arcos” en Actas I Congreso de Historia de
Arcos de la Frontera. 750 Aniversario de la conquista de la ciudad por Alfonso X el Sabio. 1253-2003.
Arcos de la Frontera, Ayuntamiento, 2003, pp. 103-129; PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro: “El castillo de
Matrera en Villamartín (Cádiz): una fortaleza de frontera”, en Almajar, 2 (2005). Villamartín, Museo
Histórico Municipal, pp. 83-92. Las primeras menciones historiográficas al respecto, ya en torno al siglo
de antigüedad, las encontramos en el catálogo de Enrique Romero de Torres (ROMERO DE TORRES,
Enrique: Catálogo monumental de España. Provincia de Cádiz (1908-1909), vol. I. Madrid, Ministerio de
Instrucción Pública y Bellas Artes, ed. 1934) y los escritos de Miguel Mancheño (MANCHEÑO Y
OLIVARES, Miguel: “Antigüedades del partido judicial de Arcos de la Frontera y pueblos que existieron
en él” (1901) en Obra selecta (ed. M. J. Richarte García), vol. I. Cádiz / Arcos de la Frontera, Universidad
de Cádiz, Ayuntamiento de Arcos de la Frontera, 2002).
43
Conocida popularmente por “la Torre”, al ser ésta la estructura más sobresaliente de sus restos actuales.
58
nivel del mar44. Aprovecha una pequeña explanada en lo alto de dicha sierra, desde
donde se obtiene una amplia panorámica de la campiña y de la sierra. Estaba en
contacto visual con el castillo de Zahara y el punto de vigilancia de Iptuci (Cabezo de
Hortales), que conectaría con Cardela y Aznalmara.
No fueron los musulmanes los primeros en asentarse allí. Aunque falta un estudio
arqueológico sistemático, se han localizado en superficie restos tartésicos e ibéricos.
Se conocen antiguas atribuciones de su construcción a los visigodos45. Sin embargo,
nada seguro sabemos hasta la Edad Media. En 1256 el maestre de la Orden de
Calatrava Pedro Yáñez ganó la plaza, la cual fue definitivamente donada a la orden,
en 1257, por Alfonso X. Luego, en 1261, sufrió el acoso de los moriscos sublevados
en Jerez y fue socorrida, pero se perdió en 1322 cuando el clavero Juan Núñez
denuncia a Alfonso XI que el maestre de Calatrava D. Garci Lope «dexó perder
algunos castiellos de la orden». El mismo Alfonso XI cita su reconquista en 134146,
campaña en que se apodera también de otras plazas, como Alcalá de Benzaide
(Qal’at ibn Sa’id, hoy Alcalá la Real), Priego de Córdoba (Baguh), Rute (Rut) y
Benamejí (Banu Basir)47. En 1342 es donado a la ciudad de Sevilla, junto con las
tierras de su demarcación (el «Campo de Matrera», una amplia extensión de tierras
llanas y buenas para el cultivo que hoy conforma el municipio de Villamartín), por
privilegio rodado, dado el 1 de abril de ese año en Tordesillas. En 1408 el rey de
Granada prepara desde Zahara un ataque que finalmente no pudo llevar a cabo por la
intervención del infante don Fernando. De nuevo fue asediada por el caudillo beréber
Mohamed Ben Ozmin, siendo el conde de Arcos quien la defendió, consiguiendo
repelerlo en una batalla librada en las cercanías de Ubrique, entre Cardela y
Garciago, en la que se afirma que los castellanos tomaron 1300 prisioneros y 455
44
Aunque se incluye en el término municipal de Villamartín, localidad inmersa en la planicie de la
Campiña de Jerez, su ubicación en los límites naturales e históricos de la Sierra hace necesaria su inclusión
en este estudio.
45
Según el cronista local D. José Bernal Cisuela, cit. por SERRANO DÍAZ, E.: op. cit., p. 53.
46
Según se recoge en la Crónica del Rey don Alfonso el Onceno (Ed. C. Rosell, Madrid, Atlas (Biblioteca
de Autores Españoles, vol. LXVI), Madrid, 1953).
47
«(...) el rey don Alonso sitió a Alcalá de Bençayde, y durante el sitio se le dieron Yllora y Montefrío y
Moclín, y después Alcalá, (...) Cartabuey e Priego, Rute, Benamexí y la torre de Metrera» (CARRIAZO Y
ARROQUIA, Juan de Mata: “La «Historia de la Casa Real de Granada», anónimo castellano de mediados
del siglo XVI” en Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos VI (1957). Granada, Universidad, p. 27).
59
caballos48. El último hecho histórico que afectó a la fortaleza fue la conclusión en
1818 del prolongado pleito en el que se enfrentaron Sevilla y Villamartín por su
jurisdicción, saliendo favorable a esta última villa tras 97.200 días de proceso, del
cual quedó el dicho popular que reza: «Fue más largo que el pleito de Matrera».
El castillo se divide en dos partes bien diferenciadas: la torre del homenaje, rodeada
por un estrecho recinto amurallado, y el gran patio de armas o albacar, circunvalado
por una muralla de escasa elevación que lo ciñe completamente y con dos puertas de
acceso, una en la cara occidental, llamada Puerta de los Carros, y otra en la oriental,
elocuentemente llamada Puerta del Sol.
El albacar tiene planta irregular ligeramente elíptica y es de una gran amplitud,
con una longitud de 185 metros en su eje mayor (E-O) y un perímetro amurallado de
más de 500 metros. Posiblemente serviría de refugio para la población y el ganado
que habitaba en los alrededores en momentos de amenaza bélica49. Otros autores
consideran errónea esta identificación y piensan que se trataba de una auténtica cerca
urbana50, lo que implicaría la existencia de un núcleo de población estable en su
interior, extremo aún no aclarado dada la falta de excavaciones arqueológicas
sistemáticas en el lugar. La torre del homenaje se alza en el sector norte, en el lugar
más infranqueable, donde la pendiente cae casi en vertical. Es de planta rectangular,
de 15 metros de largo por 10 de ancho. Los muros tienen un grosor de casi 3 metros.
Tiene dos plantas, ambas cubiertas con sendas bóvedas de cañón, la de la planta baja
construida con lajas de piedra irregulares y la superior en ladrillo.
Esta diferenciación de materiales entre las dos bóvedas que, sin embargo, son
idénticas en su trazado y dimensiones puede obedecer a diversas causas. Una podría
ser que la superior se hundiera y fuese reconstruida con ladrillo en lugar de piedra,
bien por ser un material más barato y fácil de conseguir, bien por aligerar el peso y
evitar un nuevo derrumbe. Por otra parte, también puede que esta última razón
primase en el proyecto desde un principio y fuese construida directamente en ladrillo
48
Cf. UBRIQUE, Fray Sebastián de: Historia de la villa de Ubrique. Sevilla, 1945, p. 58.
49
Cf. EPALZA, Mikel de: “Funciones ganaderas de los albacares en las fortalezas musulmanas” en Sharq
al-Andalus, 1 (1984), pp. 47-54. Mazzoli-Guintard retoma el debate sobre las funciones de los albacares,
sin dar una solución definitiva pero decantándose por el uso como refugio temporal excepcional para
personas y ganado (MAZZOLI-GUINTARD, Christine: Ciudades de al-Andalus. España y Portugal en la
época musulmana (s. VIII-XV). Granada, Almed, 2000, pp. 149-153, esp. 153).
50
GUTIÉRREZ LÓPEZ, José María; MARTÍNEZ ENAMORADO, Virgilio: op. cit., p. 109.
60
en previsión de una sobrecarga estructural. En este caso, estaríamos ante una
concepción técnica relativamente avanzada en el diseño arquitectónico de esta
construcción, ya que no es frecuente este tipo de distribución de diferentes
materiales51.
La planta alta tiene un mayor desarrollo en altura que la inferior. La pérdida de
toda una fachada de la torre deja al descubierto estas estancias. Esta estructura
interna es semejante a la de la torre de Olvera, pero quizá no se vio tan modificada
por sus ocupantes castellanos como aquélla. Conserva tres saeteras, una en la primera
planta y las dos restantes en la segunda. Se aprecian los restos de un paso de ronda
protegido por muretes en la terraza superior. Los muros se realizan en mampostería
enripiada primero, y en mampostería de hiladas regulares en su parte superior,
denotando posiblemente un origen islámico y una reconstrucción cristiana. Las
esquinas se refuerzan con sillares, como ocurre con la Torre del Homenaje de Setenil.
En los muros que rodean a la torre aparece una parte de tapial52, recubierta y
reconstruida con mampostería, práctica que fue frecuente entre las construcciones
defensivas andalusíes, como ejemplifica la Alcazaba de Loja (Granada). Solía ocurrir
que las fortalezas eran construidas en principio con tapial y posteriormente se
reforzaban o reconstruían en mampostería. No obstante, a veces ocurrió al contrario y
el tapial se utilizó para reparar brechas en muros de piedra, como se observa
fácilmente en la torre de Setenil.
Se conservan seis cubos en la muralla: dos al norte, dos al oeste y dos al sur. Las
puertas del recinto, llamadas del Sol y de los Carros, se encuentran en cada caso
flanqueadas por dos robustas torres, aunque sólo se conservan los arranques de las
mismas. Se trata de sendas puertas de acceso directo con los paramentos laterales
rectos, sin mocheta, siendo así casos excepcionales en este territorio. Desconocemos
el tipo de arco que presentarían los vanos de acceso.
51
Por ejemplo, en el cercano castillo de Olvera, con una torre de características similares, ambas bóvedas
son de piedra; en el de Zahara también encontramos dos estancias superpuestas y cubiertas ambas en
piedra, pero los sistemas de cubrición son diferentes a los de Matrera y Olvera, pues los techos planos
descargan sobre dos arcos fajones rebajados cruzados perpendicularmente (Cf. COBOS RODRÍGUEZ,
Luis María: Zahara. Memoria recuperada del patrimonio arqueológico. Zahara de la Sierra,
Ayuntamiento, 2003, pp. 73-75).
52
Un estudio más detallado sobre este aspecto constructivo es el que realizan José María Gutiérrez López
y Virgilio Martínez Enamorado (op. cit., p. 111).
61
El estado en que se encuentra la fortaleza es ruinoso, con la torre medio derruida,
los muros que la rodeaban fragmentados y sin continuidad, y la muralla del albacar
con bordes irregulares y algunas brechas, amén de las puertas que han perdido sus
arcos. Pese a ello, el aspecto que el castillo presenta, aun en la distancia, es
imponente, debido a sus grandes dimensiones, tanto en extensión como en altura y
esbeltez de la torre. Asimismo, hay partes que demuestran una gran solidez en la
fábrica, como los cubos que flanquean las dos puertas. Se echa en falta un estudio
arqueológico sistemático que permita aportar nuevos datos sobre la historia y
evolución del yacimiento.
62
Restos de la torre del Homenaje del castillo de Matrera.
Uno de los cubos de la extensa muralla que rodea el albacar del castillo de Matrera.
63
Mapa topográfico del emplazamiento del castillo de Matrera.
El castillo de Matrera cuenta con un gran albacar que lo convierte en la fortaleza de mayor extensión
superficial de la comarca.
64
Planta general del castillo de Matrera.
65
2.1.5. Castillo de Zahara
Zahara53 es un caso excepcional para poder estudiar los asentamientos islámicos
en la Sierra de Cádiz, al estar su primitivo asentamiento medieval y el subsiguiente
de la Edad Moderna perfectamente discriminados, permitiéndose la investigación
arqueológica del primero sin apenas intromisiones de edificaciones de cronología
posterior.
Pero ciñéndonos en exclusiva al castillo, la situación se invierte, ya que la
estructura hoy visible e identificable con el mismo es el gran donjon de época
cristiana que se superpuso a la fortaleza islámica original, quedando escasos y
confusos restos de la misma alrededor de la gran torre. Éstos se reducen a paramentos
de una torre cuadrangular de pequeñas dimensiones y a dos pequeños cubos de
flanqueo (uno de ellos, a un nivel inferior y cercano al otro, quizá cumplió funciones
de torre avanzada o albarrana, aunque esto es dudoso por su exiguo tamaño),
arrasados completamente, también de planta cuadrangular. El resto de la muralla era
la cerca urbana que protegía el núcleo de población que se desarrollaba en su interior,
quedando varios tramos en irregular estado de conservación.
Zahara, al margen de las múltiples teorías generadas en torno a su etimología54, es
mencionada en las fuentes árabes como Sajrat Abbad55 o Sajrat Inad56, topónimo
53
Recientemente ha sido publicado un completo trabajo donde se recopilan los datos que se están
obteniendo de las campañas de excavaciones en este municipio integradas en los programas Arqueosierra I
y II: COBOS RODRÍGUEZ, Luis María: op. cit. Gran parte de sus aportaciones ya fueron publicadas por
el mismo autor en “La Villa Medieval de Zahara. Nuevas aportaciones históricas a través de la
arqueología”, en Papeles de Historia, 4 (1999), Madrid, Tréveris, pp. 143-158.
54
Cf. GARCÍA GÓMEZ, Emilio: “Paremiología y filología: sobre ‘zahar’ y ‘zahareño’” en Al-Andalus,
XLII (1977). Madrid / Granada, CSIC, pp. 391-408.
66
procedente de al-sajra, que significa peña, haciendo alusión a su emplazamiento
como montaña rocosa fortificada, más el nombre propio Inad o Abbad57, pudiendo
esta última variante hacer referencia al célebre místico rundí Ibn Abbad58 o a su
familia. Sin embargo, el tipo de fortificación que encontramos en Zahara es de rango
intermedio, es decir, sería un hisn o fortaleza que domina un territorio en el que se
incluyen otras atalayas o fortalezas menores al tiempo que protege a una población
que habita el núcleo urbano asociado al mismo. Ibn Abi Zar menciona Zahara en su
Rawd al-qirtas como el lugar donde el sultán meriní Abu Yusuf y el rey de Castilla
Alfonso X mantuvieron una entrevista en 1282. El motivo de este encuentro
diplomático era el interés del sultán norteafricano por respaldar al rey en su
enfrentamiento con su hijo Sancho, contribuyendo así a profundizar las divisiones
internas del poder castellano. Otro encuentro celebrado en Zahara fue el que tuvo
lugar entre Alfonso X y su hijo Sancho IV: «Celebraron ambos una entrevista en los
alfoces de Zahara, de la cora de Takurunna (bi-ahwaz al-Sajra min kurat
Takurunna), como es sabido»59. También aparece Zahara en al-Musnad, la biografía
del sultán meriní Abu l-Hasan, de la pluma de Ibn Marzuq (ca. 1371): «Llegué hasta
Zahara (al-Sajra) y la fortaleza de Olvera (hisn Uryawila) y el territorio vecino,
55
Con este topónimo árabe identifica Martínez Ruiz, aunque con dudas, a Zahara (MARTÍNEZ RUIZ,
Juan: “Toponimia gaditana del siglo XIII” en Cádiz en el siglo XIII. Cádiz, Universidad / Diputación,
1983, p. 102). Con él coinciden los hermanos Jesús y José de las Cuevas, pero basándose en al-Idrisi
(CUEVAS, Jesús y José de las: La Sierra de Cádiz. Zahara de la Sierra. Cádiz, Instituto de Estudios
Gaditanos, 1970, p. 4).
56
Como Sajrat Inad aparece citado en una casida de 34 versos del Diwan del poeta áulico nazarí Ibn
Furkun, en la que se canta la supuesta gesta en la que se elogia al sultán Yusuf I: «Cuando los musulmanes
habitantes de Ronda (Runda) y Sajrat Inad –Dios la devuelva– sacaron a quienes había allí muertos y
cautivos, excepto unos pocos de ellos que se hicieron fuertes en su alcazaba (qasba), al llegar la noticia
que trajo el mensajero, yo dije felicitando a su noble lugar en ese momento, e improvisando, al miércoles
4 de du l-hiyya del año 812 (= 9 de abril de 1410) (...)» (IBN FURKUN: Diwan Ibn Furkun. Ed.
Muhammad ben Sarifa. Rabat, Academia del Reino de Marruecos, 1987, pp. 156-158).
57
Ambos nombres apenas se diferencian por escrito en grafía árabe. Ben Sarifa afirma que en la casida
antes citada el topónimo aparece como Inad en dos ocasiones, lo mismo que en otras fuentes, pero que
también se puede escribir Abbad (Ibídem).
58
Ibn Abbad de Ronda (733/1333 Ronda - 792/1390 Fez) es uno de los máximos representantes de la
escuela xadilí (una de las vías -tariqa- de la mística islámica).
59
IBN AL-JATIB: al-Lamha..., op. cit., p. 56; trad. castellana, p. 53.
67
deteniéndome en la frontera entre musulmanes y cristianos (...).»60 También hay
referencias en fuentes cristianas. La Historia de la Casa Real de Granada cita a
«Zaara» como uno de los lugares «quel rey de Marruecos tenía en Granada»61.
Alonso de Palencia la describe como «(...) la villa de Zahara, confinante con Ronda,
adyacente a la jurisdicción de Sevilla y baluarte para la seguridad de los campos
que dominaba (...).»62
La Zahara islámica estuvo en la primera línea defensiva de la frontera castellanogranadina desde los primeros intentos de conquista en el siglo XIII. Tras sucesivas
tentativas y escaramuzas, Zahara cae en poder de los castellanos en 1407, tomada por
el infante don Fernando (que luego sería Fernando de Antequera y Fernando I de
Aragón). Fue recuperada para el Islam en 1481, al romper Muley Hacén (Abu lHasan Ali) la tregua iniciada en 1478. Su caída definitiva tuvo lugar en 1483, cuando
es tomada por sorpresa. La villa pasa a engrosar las propiedades de su conquistador,
don Rodrigo Ponce de León, que añade a sus títulos el marquesado de Zahara, por
documento fechado en Córdoba el 20 de julio de 1485.
La torre-donjon es de características muy similares a la de Olvera, con dos plantas
residenciales y un tiro de chimenea en la superior, culminada en una terraza y con las
esquinas redondeadas. En concreto, se detecta una similitud aún mayor con la torre
del castillo santiaguista de Segura de la Sierra (Jaén), pero también con otros casos
como Pinto (Madrid), Arroyomolinos (Madrid)63, Jumilla (Murcia), Feria (Badajoz)
y Cazorla (Jaén). La diferencian de la olvereña la distribución cuatripartita de las
estancias interiores, por dos arcos rebajados cruzados que dejan libre el espacio
central común, los arcos de medio punto en ladrillo de las ventanas y las escaleras,
abiertas en el grosor del muro perimetral y cubiertas de bóvedas de cañón inclinadas
escalonadas. La terraza superior carece de almenado, existiendo un resalto del pretil
60
IBN MARZUQ: al-Musnad al-sahih al-hasan fi ma’atir /wa-mahasin/ mawla-na Abi l-Hasan. Ed.
María Jesús Viguera Molins, Argel, 1981; trad. cast. María Jesús Viguera Molins: El Musnad: hechos
memorables de Abu l-Hasan, sultán de los benimerines. Madrid, Instituto Hispano-Árabe de Cultura,
1977, pp. 325-326.
61
CARRIAZO Y ARROQUIA, Juan de Mata: “La «Historia...”, p. 29.
62
PALENCIA, Alonso de: Guerra de Granada. Granada, Universidad, 1998 (edición facsímil con estudio
preliminar de Rafael Gerardo Peinado Santaella), pp. 25-26.
63
Cf. SÁEZ LARA, Fernando: “Catálogo de castillos, fortificaciones y recintos amurallados de la
Comunidad de Madrid” en Castillos, fortificaciones y recintos amurallados de la Comunidad de Madrid.
Madrid, Consejería de Educación y Cultura de la Comunidad de Madrid, 1993, pp. 108-113.
68
en los ángulos que le otorga un perfil muy característico, fruto de una reforma
reciente64. El nivel de la terraza se halla diferenciado visualmente en el alzado por
una cornisa de dos hiladas decrecientes de ladrillo, y la base de la torre se abre en
ligero talud, otorgándole una gran robustez. Además de las amplias ventanas, hay
saeteras con función de iluminación (no pueden ser defensivas dada su excesiva
altura y disposición abocinada ascendente, contraria a la lógica poliorcética). El
aparejo es de mampostería irregular, sin distribución en hiladas, identificable con
obra cristiana y no nazarí. El ladrillo se utiliza para las puertas y ventanas en jambas
y arcos de medio punto. Se hace necesaria una intervención arqueológica, tanto de
excavación como de estudio de estratigrafía vertical de las estructuras murarias, que
aporte datos sobre el origen de la torre y sus posibles antecesoras en el lugar, ya que
es presumible que fuese levantada sobre la base de una primitiva torre andalusí.
En el actual casco urbano de Zahara, adosada a la cabecera de la Capilla de San
Juan de Letrán, se conserva la llamada Torre del Reloj. Reutilizada como campanario
de la citada capilla, se trataba originalmente de una torre vigía, como delata su
ubicación en lo alto de un espolón rocoso, en situación avanzada del recinto
fortificado zahareño. Se ilumina con saeteras y vanos rectangulares en su cuerpo
superior, previo al cuerpo de campanas con arcos de medio punto. Se cubre con
chapitel de teja árabe a cuatro aguas. Sus paramentos están completamente enlucidos
y encalados. Su planta cuadrada con las aristas redondeadas la relaciona formalmente
con la Torre del Homenaje, estando datada en el siglo XVI.
El estado de conservación de la Torre del Homenaje es excelente, estando
restaurada muy respetuosamente, dispuesta para su explotación turística. En cuanto a
los restos subsistentes del hisn originario, no podemos decir lo mismo, hallándose en
lugar peligroso, al borde de precipicios que caen sobre el sector sur de la población
actual, siendo necesaria una consolidación de los mismos.
Actualmente la villa de Zahara de la Sierra, declarada Conjunto Histórico
Artístico por Real Decreto en 1983 –a partir de la nueva ley 16/1985 del Patrimonio
Histórico Español, el castillo tiene la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC)–,
constituye uno de los enclaves más atractivos y visitados de la Sierra de Cádiz.
64
Emilio Serrano publicó una fotografía en la que se observa la torre sin estos remates (SERRANO DÍAZ,
E.: op. cit., lámina encartada sin paginación).
69
Torre del Homenaje castellana del castillo de Zahara.
70
Sala de la primera planta de la Torre del Homenaje de Zahara.
Castillo de Zahara: Los restos del hisn originario son mucho menos espectaculares que la gran torredonjon castellana.
71
La Torre del Reloj de Zahara, una antigua torre vigía avanzada reutilizada como campanario de la capilla
de San Juan de Letrán.
72
Desde el hisn de Zahara se dominaba un amplio territorio serrano.
73
2.1.6. Castillo de Montecorto o del Moral
El llamado Castillo del Moral65 se sitúa en las cercanías de Montecorto, pedanía
del municipio malagueño de Ronda, pero lo incluyo en mi estudio por hallarse en una
de las vías de acceso a la Serranía de Villaluenga, el pasillo natural entre Ronda y la
depresión Bética, a través del alto valle del Guadalete. Su ubicación es un punto que
comunica visualmente la fortaleza de Audita con los puntos de vigilancia de
Gaidovar y Acinipo.
El emplazamiento de esta fortificación es impresionante, sobre una enhiesta roca,
aparentemente inaccesible, desgajada de la montuosa ladera del Malaver a media
altura, dominando una extensa panorámica de la serranía, concretamente todo el alto
valle del Guadalete y el sector más septentrional del Macizo de Grazalema66.
Este castillo ha de ser el mencionado en las crónicas castellanas como
Montecorto67, seguramente correspondiente al islámico Munt Kurt, Munt Qurt o
65
“Castillo del Moral. Montecorto (Málaga)” en LÓPEZ GUZMÁN, Rafael (coord.): Arquitectura de al-
Andalus. Almería, Granada, Jaén, Málaga. Granada, Comares, 2002, pp. 923-924.
66
Pitt-Rivers hace una apresurada descripción de Montecorto en la que, atendiendo únicamente al
emplazamiento actual de su casco urbano, nacido en época moderna en una suave ladera bastante más
abajo que el castillo, afirma que este pueblo no es un lugar estratégico, dato cierto pero no aplicable a su
fortaleza: «La única [población] que no tiene una situación estratégica es Montecorto, que en los últimos
treinta años ha crecido mucho. Es la única población moderna de la zona» (PITT-RIVERS, Julian A.: Un
pueblo de la sierra: Grazalema. Madrid, Alianza, 1989, p. 41).
67
«El granadino Muley Albuhacén (...) ocupó el castillo de Montecorto, y después de tomado por los
nuestros, se le arrebató nuevamente.» (PALENCIA, A. de: op. cit., p. 28.)
74
Munt Gur68, de presumible etimología beréber69. Lo primero que sabemos del mismo
es la entrada del infante don Fernando en el siglo XV. En 1479 pasa a manos
cristianas, dotándosele de una guarnición dependiente de Ronda: «Asy mismo es
nuestra merçed e voluntad que sea tierra de la jurediçión de Ronda el Burgo e
Avdita e Montecorto, e todas las otras villas e lugares que solían ser de la dicha
çibdad de Ronda»70. Cuando la ciudad es tomada en 1485, los castillos de
Montecorto y Audita son mandados derribar por el rey, y los habitantes de dichas
villas quedan desde entonces como siervos mudéjares.
Los restos constructivos que subsisten en el lugar son mínimos, pues la propia
peña, cortada a pico por todos sus frentes, cumpliría la principal función defensiva de
forma natural, añadiéndose únicamente elementos para facilitar el acceso y la
subsistencia de una pequeña guarnición71: un camino de ingreso excavado en el
flanco occidental y dos pequeños aljibes, uno de mampostería y otro labrado en la
propia roca. No parece que hayan existido otras obras permanentes en el lugar,
cabiendo la posibilidad de cerrarse el recinto con empalizadas u otro tipo de
estructuras efímeras, ya que el emplazamiento no constituyó hábitat humano (la aldea
se situaría ladera abajo, como ocurre con el actual pueblo de Montecorto), sino punto
de vigilancia de ocupación más o menos eventual.
La zona arqueológica de El Moral está declarada Bien de Interés Cultural (BIC),
incluyendo esta declaración las estructuras correspondientes a la fortificación nazarí
y una necrópolis megalítica localizada junto a la misma.
68
IBN ABI ZAR: al-Anis al-mutrib bi-rawd al-qirtas fi ajbar muluk al-Magrib wa-tarij Madinat Fas. Ed.
Abd al-Wahhab b. Mansur, Rabat, 1973, p. 384; trad. castellana Ambrosio Huici Miranda: Rawd al-qirtas.
Valencia, 1964, p. 702.
69
Cf. MARTÍNEZ ENAMORADO, Virgilio: “A propósito de un pasaje del Rawd al-qirtas de Ibn Abi Zar.
Identificación de tres topónimos beréberes de la Serranía de Ronda” en Estudios sobre Patrimonio,
Cultura y Ciencias Medievales, III-IV (2001-2002). Cádiz, Agrija Ediciones, pp. 127-148.
70
CARRIAZO Y ARROQUIA, Juan de Mata: “Asiento de las cosas de Ronda, Conquista y Repartimiento
de la ciudad por los Reyes Católicos (1485-1491)” en Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos, III,
anejo (1954). Granada, Universidad, p. 27.
71
Así parece deducirse al leerse lo siguiente en la crónica de Alonso de Palencia: «(...) la guarnición de
Montecorto, cerca de Ronda, (...) resolvió entregársele, (...) tomada Ronda, y desconfiados de poderse
sostener allí más tiempo (...).» (PALENCIA, A. de: op. cit., p. 189.)
75
El tajo del Moral, sobre el que se sitúa esta pequeña fortaleza, en los alrededores de Montecorto.
Mapa topográfico del emplazamiento del castillo del Moral.
76
Entorno de la zona arqueológica de El Moral, en Montecorto (Málaga), con el pico Malaver al fondo.
77
2.1.7. Castillo de Audita
La fortaleza de Audita, constantemente citada en las crónicas de la Guerra de
Granada, es un punto clave en el sistema defensivo de la serranía. Se localiza cerca
del cauce del Guadalete, en terrenos del Cortijo de la Cañada de Granado72, sobre una
puntiaguda roca que domina todo el alto valle del río (hoy embalsado) hasta Zahara,
constituyendo una de las llaves del acceso hasta Ronda de los atacantes cristianos.
Su emplazamiento es singular, en una roca inverosímil rodeada de bosques de
encinas. Por su reducido tamaño no debió pasar de ser un punto de vigilancia, pero
no parece preparada para resistir un asedio. En este sentido, sus características son
similares a las del cercano castillo de Montecorto o del Moral.
Simonet cita el topónimo Athith como lugar cercano a Montecorto. Por su parte,
Virgilio Martínez Enamorado identifica Audita (al-Tit) con uno de los husun
entregados por el sultán meriní Abu Yaqub al nazarí Muhammad II en du l-qada del
año 692 (=24 de octubre de 1293), afirmando que corresponde al lugar que aparece
en el Rawd al-qirtas como Tit, con tres grafías diferentes, pues considera que la
evolución de éstas a Audita o Abdita es totalmente factible73. Con todo, las únicas
referencias fiables las dan fuentes cristianas. Parece ser que Audita fue conquistada
72
Al igual que en el caso del cercano Castillo del Moral, en Montecorto, esta fortaleza se incluye en el
término municipal de Ronda, en la provincia de Málaga (aunque el límite con la de Cádiz pasa a escasos
metros del lugar), pero históricamente pertenece a la unidad cultural e histórica que suponía la Serranía de
Villaluenga y, a mayor escala, la Serranía de Ronda. Precisamente su ambigüedad geográfica, en el límite
entre dos provincias, induce a confusiones como la del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH),
que en su base de datos BDI-PHA lo incluye repetido en el municipio de Grazalema y en el de Ronda,
denominándolo «Peñón de Audita» en el primero y «Agüita» en el segundo.
73
Cf. MARTÍNEZ ENAMORADO, Virgilio: “A propósito...” (op. cit.).
78
por Martín Alonso de Sotomayor, señor de Alcaudete, en 1407, aunque pronto volvió
a manos musulmanas. Pasó de nuevo a los castellanos cuando se tomó Ronda en
1485. Según Hernando del Pulgar, los castillos de Audita, Benamaquiz (alquería en
el piedemonte de la Sierra de Mijas) y Montecorto fueron mandados derribar por el
rey, si bien posteriormente aparecen como subsidiarios de la alcaldía de Ronda,
librando presupuesto común Audita y Montecorto.
El Peñón de Audita o de Agüita es un agudo espolón rocoso de caliza, cortado en
vertical por todos sus frentes excepto el meridional, donde la pendiente del terreno
margoso circundante lo hace más accesible. Aquí es donde se localizan los pocos
restos constructivos que aún subsisten. Se trata, principalmente, de una gran torre
semicircular, adosada a la pared rocosa, de fábrica de mampostería caliza enripiada
con lajas de pizarra, aparejo típicamente nazarí que permite su adscripción
cronológica a este periodo (siglos XIV y XV). Se cubrió esta torre con una bóveda
semiesférica, como indica la inclinación de sus arranques, pues se halla desplomada,
si bien conserva los dos desagües que la atravesaron. Además de la torre, se aprecian
dos muros que cerraban el pequeño recinto formando un ángulo recto: uno orientado
E-O, que debió alojar la entrada a la fortaleza, y el otro (S-N), junto al que se adosa
el aljibe que garantizaba el suministro de agua al lugar. Al sur, ya al pie del peñón,
subsisten otros fragmentos de muros que conformarían un breve circuito inferior con
la correspondiente puerta de acceso, alcanzando apenas una elevación de un metro
actualmente.
Por las características descritas, estamos ante un ejemplo de sajra o pequeña
fortificación emplazada en un lugar agreste que facilitaba la defensa, y dependiente
de un hisn (en este caso, sería el de Zahara), con una pequeña guarnición que
habitaba un poblado cercano (Audita siempre es citado como «castillo y lugar» en las
crónicas74, por lo que debió estar habitado aunque fuese de manera dispersa, igual
que sigue ocurriendo hoy con el cercano caserío de Gaidovar).
Su estado de conservación es malo, pues está en un lugar aislado, integrado en
una finca de propiedad particular, de modo que sus estructuras han podido
reutilizarse con fines ganaderos y buena parte de sus materiales constructivos deben
de haberse expoliado para ser empleados en otras construcciones. Asimismo, la gran
74
«Asimismo se rindieron al Marqués el castillo y lugar de Audita.» (PALENCIA, A. de: op. cit., p. 189.)
79
humedad de su entorno (no olvidemos que la comarca de la Sierra de Cádiz es una de
las zonas de mayor pluviosidad de la península Ibérica) hace que los factores
degradantes medioambientales hayan provocado un gran deterioro de su fábrica. No
obstante, la fortificación de Audita también adolece hasta el momento presente de
estudios arqueológicos que aporten nuevos y rigurosos datos a su investigación. El
Peñón de Audita está declarado Bien de Interés Cultural (BIC).
80
El Peñón de Audita.
Plano topográfico del emplazamiento del castillo de Audita.
81
2.1.8. Castillo de Aznalmara
El castillo de Aznalmara es, con diferencia, la más compleja e impresionante
fortificación nazarí de la Sierra de Cádiz. Su apariencia en la distancia es modesta,
alejada de la espectacularidad que presentan otras fortalezas con reformas cristianas,
como las de Olvera, Matrera y Zahara, pero una visita al lugar permite comprobar
cómo sus dimensiones son las más amplias y sus infraestructuras las más avanzadas
de todos los casos que venimos estudiando.
Aznalmara se sitúa en la cumbre de un escarpado cerro rocoso, en el centro del
valle del río Tavizna, corazón geográfico de la Serranía de Villaluenga. El acceso es
dificultoso por la propia orografía, siendo sólo posible por una estrecha cornisa (en
uno de los tramos incluso se tallaron escalones sobre la roca viva del terreno), en
todo momento vigilada por su poderosa torre almenada. Su situación estratégica le
pone en contacto visual con las cumbres de Ocuri (Salto de la Mora, Ubrique) e
Iptuci (Cabezo de Hortales, Prado del Rey), los cuales enlazan a su vez con Cardela y
Matrera, respectivamente, quedando todo el sector occidental de la serranía
perfectamente articulado desde el punto de vista defensivo.
Su topónimo, hisn al-Mara, se repite en otra fortaleza cercana al pueblo de Valle
de Abdalajís (Málaga)75. Simonet le da el significado de «Castillo de la Mujer», si
bien Manuel J. Castro Rodríguez76 aporta otra interpretación. Se basa en la mención
en el Rawd al-qirtas de una fortaleza llamada Marur, no identificada, que él opina
que pudo ser ésta, significando entonces su nombre de hisn al-Marur «fortaleza del
75
76
Cf. LÓPEZ GUZMÁN, Rafael (coord.): op. cit., pp. 975-977.
Cf. CASTRO RODRÍGUEZ, Manuel J.: “Aznalmara, la fortaleza del agua amarga” en Ubrique
Información, 195 (27/2/2002). Ubrique, Publicaciones del Sur, pp. 16-17.
82
agua amarga», en alusión a los manantiales de aguas sulfurosas que abundan en su
entorno, así como también ocurre en otros lugares de la Sierra de Cádiz. Otra
posibilidad sería Murur (=paso, travesía) o Marra (=los que cruzan o pasan), que
vendría explicada por su situación intermedia en el valle del río Tavizna, uno de los
accesos naturales a la serranía, y de paso obligado hacia el Puerto del Boyar, por
donde se continúa hacia Ronda. Sin que podamos resolver satisfactoriamente esta
cuestión filológica, su toponimia popular es variada, siendo conocido también como
castillo de Doña Amara (corrupción de Aznalmara), de Margacena (por la amarga
última cena que la tradición afirma que tuvo aquí el rey visigodo don Rodrigo la
víspera de su derrota en la batalla del Guadalete) o de Tavizna (por conocerse así la
zona en la que se ubica y el río que por allí pasa). Otra variante toponímica es
Vinalmaras, como aparece citado en el manuscrito 19.540 de la Biblioteca
Nacional77, que inspira la remota posibilidad de una denominación clánica
(Benalmara) no refrendada por las fuentes medievales (en realidad debe ser una
errata, pues en el mismo texto también aparece la variante Analmaras78).
Tomás López, en su Mapa del Reino de Sevilla, de 1767, basado en el que
publicó Francisco Molet, denomina a esta fortaleza Almara, suprimiendo el prefijo
Azn-, procedente del árabe hisn (= castillo o fortaleza, en general), realizando así una
adaptación de su toponimia original; pero en su Mapa del Reino de Granada,
dedicado a Godoy, parte 3ª, la denomina Tavizna. Así se comprende que
posteriormente Francisco Coello, en su Mapa de la Provincia de Cádiz (Madrid,
1866), desorientado por la duplicidad de nombres, haga de esta fortaleza dos,
ninguna de las cuales corresponde exactamente con su emplazamiento efectivo,
designando con el nombre de Tavizna a la situada más al norte y con el de
Aznalmara la que indica más al sur.
Aznalmara estaba en la primera línea de defensa de la frontera occidental del
reino nazarí. Contamos con escasos datos para reconstruir la evolución histórica del
77
Incorrectamente titulado Descripción de Medina Sidonia. 1600, corresponde realmente al siglo XVIII y
fue rebautizado por Antonio Domínguez Ortiz como Descripción de caminos y pueblos de Andalucía
(DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio: Sociedad y Estado en el siglo XVIII español. Barcelona, Ariel, 1976) y
trascrito por José Jurado (JURADO SÁNCHEZ, José: Caminos y pueblos de Andalucía (siglo XVIII).
Sevilla, Editoriales Andaluzas Unidas, 1989; el topónimo Vinalmaras aparece en la p. 94).
78
Ibíd., p. 120.
83
lugar, especialmente antes del periodo nazarí. Por la cerámica encontrada en
Aznalmara (en prospecciones, ya que nunca se ha excavado) se puede pensar que el
origen de Aznalmara fue un oppidum ibero. Fragmentos de terra sigillata nos
indican, además, un posible asentamiento romano, de modo que encontramos en
Aznalmara la sucesión cultural típica en la Sierra de Cádiz de oppida ibéricos
controlados por los romanos, como los de Ocuri (Ubrique), Iptuci (Prado del Rey) o
el Cerro de la Botinera (Algodonales). Este asentamiento previo ibero-romano,
dominando una zona con abundante agua y tierras fértiles en su entorno, constituyó
un magnífico emplazamiento para los beréberes que llegaron a la sierra tras la
ocupación de la península en 711. Ya en 1239 pasará a los nazaríes, tras un incierto
periodo de dominación meriní. En 1410 será conquistada por las tropas castellanas
acaudilladas por el infante don Fernando (precisamente en las cercanías de
Aznalmara, subiendo hacia Benaocaz, existe el lugar llamado Puerto de Don
Fernando). Aún le quedaría a esta fortaleza un breve periodo de vida útil, al asentarse
en ella las tropas napoleónicas, de modo que fue escenario de la Guerra de la
Independencia, como lo demuestra fehacientemente el hallazgo de una bayoneta
francesa en el lugar.
Veamos ahora la descripción morfológica de la fortaleza. El ingreso en el recinto
fortificado se realiza por una interesante puerta en doble recodo, único ejemplo en la
Sierra de Cádiz, y la más evolucionada de todas las que se conservan en esta
comarca. La puerta ha perdido sus bóvedas y arcos, pero la subida aún se debe
realizar trazando el doble recodo que marcan sus muros, obligando al visitante a
trazar dos giros sucesivos de 90 grados en sentido horario. A continuación se sigue
por una barbacana entre la cerca y la muralla natural que conforman las propias
rocas, y tras una última curva se llega a la gran torre. También es posible el acceso de
la gran puerta directamente a una entrada en la muralla que da acceso directo a la
explanada central, que podría usarse como vía de evacuación rápida en caso de
emergencia o bien para sorprender a un atacante que lograse llegar hasta la entrada
de la fortaleza. Mª Paz López79 identifica este ingreso como el principal por acceder
directamente a la puerta en recodo al final de la barbacana.
79
Cf. LÓPEZ GARCÍA, María Paz: «Castillo de Aznalmara (Benaocaz)». Papeles de Historia (Ubrique),
2 (1996), pp. 93-102.
84
La torre mayor, de grandes dimensiones y planta cuadrada, presenta disposición
en dos plantas, originalmente separadas por un falso techo de madera, hoy inexistente
(quedan las cornisas y mechinales en los que apoyaría). En la inferior se sucede un
buen número de saeteras hacia los cuatro puntos cardinales y, en la superior, un
generoso almenado cumple la misma función, otorgando una potente defensa que
cubría todos los flancos de la fortaleza. La anchura de los merlones es irregular,
aunque su altura sí es uniforme. En el sector norte de la torre hay unas estructuras
con arquillos de medio punto que no han podido ser identificadas. Igualmente, hay
restos de una cisterna, hoy colmatada de escombros.
Saliendo de la torre descrita se accede a una gran explanada, de unos 100 x 50
metros, de planta irregular, adaptada a los contornos del cerro. En su parte oriental,
junto a la torre y en una zona en declive aterrazada por varios muros de contención,
hay una gran alberca revestida de hormigón, que recogía el agua de un manantial
situado en este punto80, siendo ésta la estructura de almacenamiento hidráulico
andalusí de mayores dimensiones en la Sierra de Cádiz. En el centro de la explanada
hay otro aljibe, de dimensiones más modestas, elevado en toda su altura (2 metros
aproximadamente) sobre la superficie, que estuvo cubierto con bóveda de cañón en
ladrillo, hoy perdida (estructura muy similar a los pozos pequeños del qanat de
Villaluenga del Rosario81). En uno de sus lados estrechos (Sur) se abre una puerta
para acceder a su interior. Al fondo de la explanada (Oeste) se levanta una pequeña
torre de planta pentagonal, hoy arrasada excepto su base maciza, a la que se sube por
una rampa, que ha sido identificada como una modificación realizada por las tropas
napoleónicas en el siglo XIX. A su derecha (Norte) hay un pequeño ensanche de la
explanada en el que se abre una poterna que da a una escarpada subida desde el
fondo del valle del río Tavizna. La mencionada torre forma parte de un lienzo de
muralla que cierra la fortaleza por su lado occidental.
La técnica de construcción predominante es la típica mampostería enripiada
nazarí, usándose tanto la piedra caliza como la arenisca locales, ambas abundantes en
el entorno. No hay restos de tapial ni de otro tipo de aparejo, apareciendo el
hormigón de cal para las estructuras hidráulicas y el ladrillo sólo puntualmente en los
80
Cf. CASTRO RODRÍGUEZ, Manuel J.: «Aznalmara...», pp. 16-17.
81
Cf. PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro: Arquitectura y urbanismo islámicos en la frontera occidental del
Reino de Granada: la Sierra de Cádiz. Trabajo de investigación inédito.
85
escasos arcos de medio punto y arranques de bóvedas de cañón. Se han hallado restos
de madera en los huecos que albergaban los dinteles de algunas saeteras. Por sus
características, por tanto, estamos ante la construcción más claramente nazarí de
cuantas pueblan la Sierra de Cádiz, no habiendo sufrido apenas modificaciones ni
añadidos por parte de los castellanos tras su conquista, como sí ocurrió en otras
fortalezas del entorno (salvo las posibles reformas decimonónicas).
En este yacimiento, pese a estar declarado Bien de Interés Cultural (BIC), nunca
se han realizado excavaciones arqueológicas, sólo algunas prospecciones que han
aportado diversos restos de cerámicas medievales, pero faltan estudios más
profundos.
86
El castillo de Aznalmara.
Plano topográfico del emplazamiento de la fortaleza de Aznalmara.
87
Planta general del castillo de Aznalmara.
88
La gran torre del castillo de Aznalmara o Tavizna.
Vista del castillo de Aznalmara desde la carretera Ubrique-El Bosque.
89
2.1.9. Castillo de Cardela o Fátima82
La antigua fortaleza de Cardela, conocida popularmente como Castillo de Fátima,
tiene una estratégica situación que le valió sufrir repetidos asedios por tropas
castellanas y granadinas, y sus actuales ruinas conforman un interesante yacimiento
arqueológico que habla elocuentemente de su intenso pasado.
Este castillo se sitúa actualmente en el extremo occidental del término municipal
de Ubrique, a unos cuatro kilómetros de su núcleo urbano. Su emplazamiento ya
impresiona al verlo en la distancia83: una roca cortada con una pared casi vertical,
cuyo punto más alto está a 667 metros sobre el nivel del mar. Se trata de un lugar
privilegiado desde el punto de vista estratégico. Desde allí se domina un amplio
territorio tanto de la zona que estuvo bajo dominio nazarí como del sector de sus
enemigos castellanos: todo el valle del río Ubrique hasta su unión con el Majaceite
(hoy bajo el embalse de los Hurones) y buena parte de las llanuras del valle del
Guadalete en torno a Arcos de la Frontera. Dichos valles eran las vías naturales de
penetración de las tropas castellanas. Este castillo se hallaba en contacto visual con
otros puntos de vigilancia que pudieron estar situados en Iptuci y en Ocuri, y éstos a
82
PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro: “Cardela, llave de la frontera occidental del reino nazarí de Granada” en
V Congreso Internacional Estudios de Frontera. Funciones de la red castral fronteriza. Homenaje al
profesor José Torres Fontes (Alcalá la Real, 2003). Jaén, Diputación, 2004, pp. 607-616; PÉREZ
ORDÓÑEZ, Alejandro: “Un hisn de frontera: el castillo de Cardela o Fátima, en Ubrique (Cádiz)” en
www.arqueologiamedieval.com, Granada, Grupo de Investigación “Toponimia, Historia y Arqueología del
Reino de Granada”, 9/3/2005.
83
«Cardela, cuando se le ve por primera vez produce una impresión imborrable de estupor y asombro,
que aumenta al contemplarla por el lado norte en su imponente grandeza y en sus vistas inimitables y
bellísimas. Cortada a pico por todos sus frentes, sólo tiene una subida dificilísima al NE.» (UBRIQUE,
Fray S. de: op. cit., p. 44.)
90
su vez conectarían con Aznalmara y Matrera, quedando perfectamente coordinado
todo el sistema defensivo de este flanco oeste de la Sierra de Cádiz84.
No sabemos cuándo pudo ser edificada esta fortificación, pero a falta de
excavaciones arqueológicas que nos aporten datos al respecto –dado el silencio de las
fuentes hasta prácticamente las luchas en la Guerra de Granada–, cabe la posibilidad
de que se tratase de un emplazamiento defensivo preislámico o, al menos, de una
temprana época hispanomusulmana. En efecto, la presencia de un gran aljibe con un
grueso revestimiento de hormigón lo emparienta con las cisternas de características
similares que existen en el yacimiento ibero-romano de Ocuri, a unos cuatro
kilómetros. Cardela bien pudo ser un punto fortificado asociado a este antiguo núcleo
de población, cuya función principal era la vigilancia de la calzada que pasaba por las
cercanías (hay un tramo bien conservado entre Ubrique y Benaocaz85). Además,
según testimonios de particulares, en el lugar se han hallado numerosas puntas de
flecha prehistóricas, así como alguna notable moneda romana, amén de otros muchos
restos que hayan podido ser expoliados, lo cual contribuye a reforzar la teoría de un
asentamiento continuado desde la más remota antigüedad hasta el final de la Edad
Media. No obstante, la mayor parte de las obras subsistentes en Cardela lo adscriben
a las fortalezas medievales del reino nazarí. El hisn Cardeila es mencionado por
algunos autores, sin citar la fuente86, entre las posesiones del guerrillero Umar ibn
Hafsun y también se cita en el Rawd al-qirtas como Qardala, castillo que, junto con
otros, fue entregado por el meriní Abu Yaqub al soberano nazarí Ibn al-Ahmar el 21
de du l-hiyya de 692 (=22 de noviembre de 1293), en agradecimiento por su ayuda
contra los castellanos87. En la edición de Beaumier aparece con la grafía errónea
84
Discrepo en este punto con las apreciaciones del profesor Valdecantos (VALDECANTOS DEMA,
Rodrigo: “El castillo de Cardela en Ubrique (Provincia de Cádiz)” en Estudios de Historia y de
Arqueología medievales, IX (1993). Cádiz, Universidad, pp. 246-247), quien afirma que no existe contacto
directo con Ubrique –cuyo sector más alto del casco antiguo se aprecia perfectamente– y sí con Matrera –
cuando realmente no es visible su emplazamiento desde Cardela, aunque se pudieron comunicar
indirectamente a través de Iptuci–.
85
GUERRERO MISA, L. J.; CABELLO IZQUIERDO, N.; PÉREZ ORDÓÑEZ, A.; CASTRO
RODRÍGUEZ, M. J.: op. cit.
86
Es el caso de Fray Sebastián de Ubrique (UBRIQUE, Fr. S. de: op. cit., p. 44 y p. 46).
87
Cit. por ROMERO DE TORRES, Enrique: Catálogo monumental de España. Provincia de Cádiz (2
vols.). Madrid, 1934 (1908-1909), p. 500.
91
Tardela, que Simonet corrige y convierte en Cardela88. Hay que esperar a las crónicas
castellanas para encontrar menciones más explícitas a esta fortaleza.
Cardela fue tomada por Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz, asistido por
su hermano Manuel, en octubre de 1472, en una acción bélica auspiciada por el
alcaide de Arcos, Pedro de Verz. Hay quien ha visto en esta intervención un reflejo
de las luchas nobiliarias castellanas del momento entre el marqués de Cádiz y el
duque de Medina Sidonia89, pues así respondería el primero a la toma de Jimena por
parte del segundo en 1470. Tras esta conquista, don Rodrigo saqueó la qarya de
Garciago, cercana a Ubrique. Cardela volvió a poder musulmán, como he citado más
arriba, al año siguiente, pero ésta fue una circunstancia pasajera.
Ya he mencionado cómo la fortaleza de Cardela o, como es conocida
popularmente, Castillo de Fátima, se sitúa en un emplazamiento natural que la hace
aparentemente inexpugnable. Su flanco sudoriental está perfectamente protegido por
una caída de gran verticalidad de un centenar de metros, seguida por un glacis natural
de unos cincuenta metros más de desnivel. En total, tenemos más de 150 metros de
diferencia entre la máxima altitud de la roca y los terrenos de relieve más suave en su
base (donde hoy se sitúa el Caserío de Fátima). Sobra decir que, al deambular por las
partes altas, un resbalón puede resultar fatal (de ahí la dificultad para la visita del
lugar). La parte situada al NE es una aguda crestería en la que se suceden grandes
rocas muy erosionadas a modo de ciclópeo almenado natural. A su término, hay un
collado por donde hoy se accede al emplazamiento desde Ubrique (donde existe un
humedal estacional, conocido como Laguna de Fátima), y al otro lado de este paso
natural se yergue el imponente Cerro del Torero, de 896,5 metros. A media ladera del
mismo hay un picacho calizo que bien pudo constituir una pequeña atalaya asociada
con el castillo para cerrar el acceso por el collado. Al NO del recinto fortificado se
extiende una profunda hondonada seguida de una loma, todo ello formando una
pseudomeseta en la parte alta de la montaña. Toda esta porción se halla hoy cubierta
de monte alto muy espeso de encinas, acebuches y lentiscos. Entre la espesura aún se
88
SIMONET BACA, Francisco Javier: Descripción del Reino de Granada bajo la dominación de los
Naseritas sacada de los autores árabes y seguida del texto inédito de Mohammed Ebn Aljatib. Madrid,
Atlas, 1982 (facsímil de la edición de Madrid de 1860), p. 131.
89
Para el Padre Sebastián de Ubrique, esta rivalidad nobiliaria y las luchas de los nobles en la corte
impidieron un ataque directo a Ronda, cuyo paso quedaba desprotegido tras la caída de Cardela
(UBRIQUE, Fr. S. de: op. cit., p. 62).
92
mantienen los restos de unos gruesos muros que forman estancias, restos del poblado
que, según parece, existió asociado a la fortificación (recuérdese que se conquistó
como una de las Siete Villas). Se trata de muros formados con grandes piedras
calizas, roca muy erosionable, lo que provoca que se encuentren muy degradados. Si
se ha conservado parte de ellos en pie es por su reutilización como estructuras
ganaderas. Finalmente, el flanco SO es el de relieve más suave, con pendientes que
descienden hacia el valle del río Ubrique (hoy embalsado en este sector).
El acceso90 a pie se realiza hoy alcanzando en primer lugar el collado junto a la
laguna. Desde allí se inicia el sendero de subida que conduce hasta los restos del
poblado. A partir de aquí, el escaso tránsito hace que la maleza se apodere del
camino y hay que servirse de la intuición para acercarse por el mejor camino hasta la
roca sobre la que se alzan las ruinas del castillo. Se llega así hasta la fortaleza
propiamente dicha por su flanco NO. Todo él es una pared vertical (en la que se
aprecian ligeros vestigios de refuerzos de mampostería), pero en el extremo más
septentrional se alzan los restos de lo que fue la única puerta de entrada al recinto. De
ella sólo quedan en pie parte de las jambas, en las que aún se detectan los huecos en
los que se incrustaban los goznes. La fábrica es de las más sólidas de toda la
construcción (lógico al ser el punto más vulnerable), en sillería bien escuadrada de
caliza. Se trata de una puerta de mocheta simple, que es el tipo más primitivo de las
puertas de fortalezas andalusíes (sigo la clasificación planteada por Fernando
Valdés91), y en este detalle me baso para afirmar que la tipología de la fortaleza no es
nazarí, sino muy anterior (incluso preislámica, quizá tardorromana), aunque puede
ser un rasgo arcaizante. Desde la puerta se inicia un muro (hoy arrasado hasta el nivel
del suelo) donde se traza un hueco a modo de garita para un posible cuerpo de
guardia.
El avance hacia el corazón de la fortaleza continúa girando hacia la derecha (no
es una puerta en recodo –baxura–, aunque este recorrido quebrado ha llevado a hacer
90
Quien desee visitar el lugar ha de tener en cuenta que se encuentra en una finca de propiedad privada de
uso ganadero y que, por tanto, debe pedirse permiso a los propietarios para acceder a ella.
91
VALDÉS FERNÁNDEZ, Fernando: “La arquitectura militar en al-Andalus. Ensayo de sistematización”
en HUERTA HUERTA, Pedro Luis: La fortificación medieval en la Península Ibérica. Actas del IV Curso
de Cultura Medieval (Aguilar de Campóo, 21-26 de septiembre de 1992). Aguilar de Campóo, Fundación
Santa María la Real, Centro de Estudios del Románico, 2001, pp. 125-136.
93
esta definición errónea en trabajos anteriores92). Se llega así ante otra puerta cuyas
jambas son la roca madre, conservándose los arranques de un arco de medio punto
(detalle que, de nuevo, invita a pensar en la influencia de la arquitectura
tardorromana en las obras defensivas andalusíes del waliato, emirato y califato
cordobés). A la derecha, vigilando el tránsito entre ambas portadas, se levanta un
fuerte cubo poligonal, el más grande de los dos que hoy aún se elevan. Si se continúa
hacia la parte más alta, mirando hacia la izquierda, sobre la fuerte pendiente que
desemboca en el precipicio, se aprecia el arranque de dos cubos semicirculares que
formarían parte de un muro exterior o antemuro hoy desaparecido. Así, el visitante se
hallaría circulando por una barbacana entre dos lienzos de muralla. Al poco se llega a
la parte principal de la fortaleza. Los restos que hoy quedan son dos aljibes, uno
mayor y otro menor adosado al mismo.
La gran cisterna, con una capacidad estimada de unos 20000 litros, de planta
trapezoidal de 11,5 x 2,5 metros aproximadamente, es el elemento de mayor interés,
junto con la puerta ya comentada. Su recubrimiento interno es de hormigón de cal y
piedra, formando una gruesa capa. Se cubre con una interesante bóveda apuntada de
sillares, elemento constructivo realmente poco común en este tipo de edificaciones, y
de carácter fuertemente arcaizante por su simplicidad. Los muros de cierre laterales
se realizan con ladrillos colocados a soga. Pese a esta curiosa cubierta abovedada, el
acabado exterior de la cisterna es una superficie plana de hormigón. Este detalle y el
recubrimiento de grandes sillares bien trabajados por la cara SE hacen sólida la
hipótesis, ya defendida por Manuel J. Castro93, de que esta estructura sirvió de base a
una gran torre cuadrangular, claramente la torre del homenaje del castillo, pese a que
algunos autores han sostenido que no la tuvo94. Adosado a dicha cisterna por su lado
92
«Las puertas se abren en la cara NE del cerro, orientada la del antemural (sic) al N, (...) y la segunda
al E, en recodo.» (VALDECANTOS DEMA, R.: op. cit., p. 269). «(...) Las entradas (...) son en recodo,
no tanto por hábito edilicio de los musulmanes como por imposición orográfica (...)» (Ibíd., p. 270).
93
CASTRO RODRÍGUEZ, Manuel J.: “El castillo de Cardela, fortaleza medieval” en Ubrique
Información, 184 (12/12/2002). Ubrique, Publicaciones del Sur, p. 11.
94
Discrepo con la opinión del profesor Valdecantos de que Cardela careció de torre del homenaje o
principal (VALDECANTOS DEMA, R.: op. cit., p. 274). El mismo autor admite, no obstante, que sobre
los aljibes debió existir alguna construcción, pero descarta, incomprensiblemente, la idea de que fuese una
torre («Probablemente en la meseta de los aljibes hubo dos modestas estancias de las que no quedan
vestigios, salvo unos ligeros redientes en uno de los muretes de la cara W, que apuntan el arranque de
una pared perpendicular, y los abundantes restos de tejas (...)»; ibíd., pp. 268-269.). Otro argumento a
94
SO se halla un aljibe de menor tamaño, de planta rectangular de unos 2 x 1 metros y
sin cubrición. Posiblemente se trató de una pila en la que recoger el agua de la gran
cisterna o bien se usó como abrevadero para caballerías.
Siguiendo el desarrollo de la fortaleza hacia el SO, de los aljibes arranca un
lienzo de muro bastante bien conservado, en gruesa mampostería con mortero de cal.
Este muro se escalona para adaptarse a los desniveles del terreno, y junto con el muro
exterior forma un estrecho pasillo o coracha que conduce a la torre sur. Se trata de un
torreón bastante aislado, a modo de torre albarrana como defensa adelantada. Su base
está sobre una reducida roca (debió ser de planta pequeña), y hoy sólo queda un trozo
de muro con un gran agujero que no debe identificarse con la preexistencia de un
vano, sino sólo como un derrumbe95. El acceso a este punto es hoy en día
extremadamente peligroso.
Vista la descripción morfológica del yacimiento, podemos comprobar cómo la
obra defensiva que en él se detecta es mínima. En efecto, la fortificación principal
sería la propia roca, la defensa vendría dada por el propio relieve abrupto del lugar, a
lo que se añadirían las intervenciones mínimas indispensables96. En este sentido, el
modelo de fortaleza se aproxima al de una sajra, fortificación de reducidas
dimensiones que aprovecha las condiciones naturales del espacio en que se ubica sin
apenas alterarlas. No obstante, en nuestro caso, se trata de una edificación de mayor
tamaño, con lo que se adscribiría a la denominación más general de hisn
(«fortificación» en general, usado para distinguirlas de los castillos feudales así como
de otras estructuras militares mayores como los qila, sing. qala –«alcalá»–, y los
qusur, sing. qasr –«alcázar»–), aunque con la particularidad antes mencionada. El
arcaísmo de sus elementos constructivos invita a aventurar dataciones remotas, pero
favor de la existencia de la torre es que en los mapas históricos que he consultado (Archivo Histórico
Nacional, sección Nobleza (Toledo), Planos 5/141; ibíd., 7/149) se representa la fortaleza de Cardela con
al menos tres torres, que serían la mayor central más la torre albarrana y el gran cubo defensivo de la
entrada.
95
El profesor Valdecantos identifica erróneamente este hueco con un vano, pero sus perfiles irregulares
que no denotan la existencia de jambas, arco ni dintel indican que no lo fue, así como su situación a ras de
suelo, lo que hace impensable el diseño de una amplia ventana a la altura de los tobillos de un hombre, y
menos en una torre defensiva donde sería más lógica la presencia de una estrecha saetera a una altura
conveniente (Cf. VALDECANTOS DEMA, R.: op. cit., p. 268).
96
Cf. VALDECANTOS DEMA, R.: op. cit., p. 267.
95
la perfecta adaptación al relieve quizá sea una característica más propiamente
relacionada con el periodo hispanomusulmán y, de hecho, muchos de sus muros
podrían pertenecer a esta época y especialmente a la etapa nazarí. La presencia de
elementos defensivos más evolucionados, como la coracha y la torre albarrana
justifican,
con
las
lógicas
reservas,
esta
hipótesis.
El
material
usado
predominantemente es piedra caliza local, muy erosionable, lo que ha provocado,
unido al abandono del lugar por lo inaccesible, el mal estado de conservación en que
nos ha llegado. Asimismo, la carencia de trabajos arqueológicos impide que podamos
contar con más datos, de momento, sobre este yacimiento declarado Bien de Interés
Cultural. Una adecuada campaña de excavación podría sacar a la luz testimonios
materiales que nos permitiesen afinar más nuestros razonamientos y completar el
exiguo conocimiento que tenemos aún del lugar, dada la escasez de referencias en
fuentes históricas y lo breve de sus elementos subsistentes. Cardela, sin duda, nos
deparará sorpresas en el futuro.
96
Vista general del cerro de Fátima, en cuya cumbre, sobre el gran acantilado central, se sitúan los restos de
la fortaleza de Cardela.
El cubo N del castillo de Cardela, que defendía la entrada al recinto fortificado.
97
Planta general del castillo de Cardela o Fátima (basado en Rodrigo Valdecantos: op. cit.).
Mapa topográfico del emplazamiento del castillo y poblado medievales de Cardela.
98
Planta y sección de los aljibes de Cardela (basado en Rodrigo Valdecantos: op. cit.).
99
El castillo de Fátima, en Ubrique, presenta una interesante coracha que conecta el núcleo principal de la
fortificación con una torre albarrana o avanzada.
100
101
2.2 ARQUITECTURA RELIGIOSA. ALMINARES REUTILIZADOS:
BENAOCAZ
Aparte de las abundantes fortalezas y recintos militares ya vistos, hay otros
testigos arquitectónicos del pasado andalusí, si bien con menor profusión de
ejemplos. Es el caso de la arquitectura religiosa, de la cual únicamente puedo
documentar con bastante seguridad el posible alminar de Benaocaz, aunque existen
otras torres de iglesias que pudieran presentar características similares, cuyo estudio
detallado queda emplazado para mejor ocasión en el futuro.
La iglesia parroquial de San Pedro, en Benaocaz, posee una esbelta y sencilla
torre-campanario que presenta signos de haber sido el alminar de la antigua mezquita
reutilizado al transformarse el recinto, en la segunda mitad del siglo XVI, en iglesia
cristiana. Se trata de una edificación de planta cuadrada, de unos 10 metros de altura.
Al exterior es de una gran sencillez, con los paramentos enlucidos y encalados
completamente lisos, sólo interrumpidos por algún pequeño vano de iluminación y el
reloj en una de sus caras. Una simple cornisa pintada en rojo separa el cuerpo de
campanas, con cuatro balcones en arco de medio punto y con rejas de forja que
albergan tres campanas. Cada balcón se inscribe en un plano rehundido de forma
rectangular, a modo de alfiz, pintado todo él en rojo. Un entablamento, igualmente
pintado de color rojo, un ático liso y encalado, con jarrones decorativos en las
esquinas, y el puntiagudo chapitel, rojo una vez más, con una gran cruz en su
extremo, rematan la construcción. La ubicación lateral descentrada de la torre
respecto a la iglesia refuerza exteriormente su aspecto de alminar97.
97
El aspecto exterior de esta torre coincide en buena medida con los rasgos que López Guzmán atribuye a
algunos campanarios altoandaluces procedentes de la reutilización de alminares: «(...) sin decoración
exterior a excepción de pequeñas ventanas, a veces sencillas aspilleras para la iluminación. (...) Además,
102
En el interior es donde se pueden apreciar sus rasgos de herencia islámica. Se
observa que los muros se realizan en ladrillo con cajones de mampostería. Esta
técnica de construcción relaciona esta torre con algunos alminares, ya estudiados por
especialistas98, de la provincia de Málaga, como los de Igualeja, la Ermita de la
Virgen de Gracia en Archidona, Benaque, Daimalos, Corumbela y Salares. Un
detalle atípico de esta torre es que no presenta machón central, como es habitual en
este tipo de construcciones. No obstante, su presencia no es absolutamente necesaria,
pues están documentados otros casos, como el de Comares99. El interior se halla
completamente modificado, con escaleras modernas que dejan un hueco central, si
bien su orientación levógira parece remitir a su origen como alminar islámico. Debió
estar compartimentado con falsos suelos de madera, como atestiguan los mechinales
en los que entrarían las vigas que los sostendrían, las dos mayores en diagonal de
esquina a esquina. El alminar tuvo más vanos que los que presenta hoy, pues existen
dos que están cegados, invisibles desde el exterior. Son ventanucos rectangulares
pequeños, abocinados, con dinteles de madera. En la parte más alta, bajo el cuerpo de
campanas, se habilitó una estancia, cerrada de fábrica, para la maquinaria del reloj.
La gran similitud de este alminar con los malagueños de Igualeja y Benaque
permite datarlo en el siglo XIII, coincidiendo con la cronología más antigua que
los paramentos se blanquean (...).» (LÓPEZ GUZMÁN, Rafael: Arquitectura mudéjar. Del sincretismo
medieval a las alternativas hispanoamericanas. Madrid, Cátedra, 2000, p. 171.)
98
Especialmente María Dolores Aguilar García en su tesis doctoral (AGUILAR GARCÍA, María Dolores:
Málaga mudéjar. Arquitectura religiosa y civil. Málaga, Universidad, 1979, pp. 36-48), donde estudia
detalladamente estos y otros alminares reutilizados, incluso los ya desaparecidos, proporcionando
información exhaustiva. Cf. también, de la misma autora: “Dos alminares malagueños” en Actas del XXIII
Congreso Internacional de Historia del Arte. España entre el Mediterráneo y el Atlántico. Granada,
Universidad, 1973, t. II, pp. 15-21 –sobre los alminares de Árchez y Salares, con mención también al de
San Sebastián en Ronda–; LÓPEZ GUZMÁN, Rafael (coord.): op. cit., pp. 796-798 –Alminar de Árchez–,
803-804 –Mezquita de la Ermita de la Virgen de Gracia, Archidona–, 829-830 –Alminar de Benaque–,
859-861 –Alminar de Corumbela–, 862-864 –Alminar de Daimalos–, 879-880 –Alminar de Igualeja–,
931-933 –Alminar de San Sebastián, Ronda–, 963-965 –Alminar de Salares–.
99
Cf. la planta reproducida en AGUILAR GARCÍA, Mª. D.: Málaga mudéjar..., p. 46.
103
aporta, de momento, el yacimiento arqueológico nazarí del Barrio Alto de
Benaocaz100.
La iglesia de San Pedro se encuentra cerrada al culto desde hace años debido a la
reforma que se está llevando a cabo (cuyos gastos venían siendo sufragados por los
propios benaocaceños, lo que explica la lentitud de las obras)101. La torre no se halla
incluida en el proyecto de rehabilitación, pero su mal estado de conservación
requeriría una intervención. La fábrica de los muros perimetrales es sólida y no
presenta defectos estructurales, lo que unido a su condición de ser los únicos restos
de la construcción islámica original hace que deban ser conservados. Pero toda la
estructura interna moderna de escaleras y el cuarto del reloj representan un peligro
por un hipotético derrumbe, ya que su armadura básica es de madera, que se
encuentra muy degradada.
100
Emilio Serrano propone, sin fundamento alguno, la adscripción almohade de esta construcción: «El
pequeño pueblo tiene entre sus encantos una bonita torre de la Iglesia que puede ser almohade»
(SERRANO DÍAZ, E.: op. cit., p. 29).
101
Recientemente, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía ha concedido a la Diócesis de
Asidonia-Jerez una subvención de 102.523,34 euros para la restauración de la iglesia de San Pedro de
Benaocaz. Esta ayuda ha sido hecha pública a través de una resolución de la Dirección General de Bienes
Culturales de 24 de mayo de 2004, difundida en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía el 14 de junio
de 2004. La subvención obedece a un convenio de colaboración suscrito el 28 de julio de 2003 entre la
Consejería de Cultura y el Obispado de Asidonia-Jerez.
104
La torre-campanario de la iglesia de San Pedro de Benaocaz, antiguo alminar de la mezquita.
105
Interior del alminar de Benaocaz.
106
107
2.3 OBRAS DE INGENIERÍA
El siguiente apartado que quiero abordar es el de las obras de ingeniería, de las
cuales también contamos con algunos interesantes ejemplos. Podríamos dividir estas
construcciones en dos grupos: vías de comunicación y estructuras hidráulicas. Entre
la densa red de vías de comunicación medievales, calzadas empedradas con su bagaje
de puentes, alcantarillas y todo tipo de intervenciones para superar las dificultades
orográficas, selecciono únicamente el tramo de Grazalema que ha sido estudiado y
recuperado, habida cuenta que la completa documentación y estudio de la totalidad
del kilometraje de vías históricas de la comarca supondría un trabajo desmesurado
fuera del alcance de mi concreto propósito actual102. A ella sumo una espectacular
aportación inédita: el magnífico ejemplo de qanat o conducción hidráulica
subterránea que se conserva en Villaluenga del Rosario, una espléndida estructura
hasta ahora inadvertida por los investigadores especializados.
102
No obstante, señalo aquí que hay referencias sobre una intervención arqueológica relacionada con la
“Calzada Medieval de la Manga de Villaluenga” en CASTILLO BELINCHÓN, Rocío: “Actuación de
emergencia para la consolidación de la “Fuente de Agua Nueva” vinculada a la “Calzada Medieval” de la
Manga (Villaluenga del Rosario, Cádiz)” en Anuario Arqueológico de Andalucía 2001. Vol. III:
Actividades de Urgencia (1). Sevilla, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, 2004, pp. 154-162.
Asimismo, la Calzada Romano-Medieval de Ubrique a Benaocaz ha sido estudiada por diversos miembros
de Papeles de Historia, trabajo reflejado en las siguientes publicaciones: GUERRERO MISA, Luis Javier;
CABELLO IZQUIERDO, Natalia; PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro; CASTRO RODRÍGUEZ, Manuel J.:
Calzada romano-medieval Ubrique-Benaocaz. Ubrique, Tréveris (col. Historia, 2; serie Patrimonio, 3),
2005; CABELLO IZQUIERDO, Natalia: “La calzada romano-medieval de Ubrique a Benaocaz” en
Papeles de Historia, 5 (2006), pp. 63-66. Existen otros muchos tramos, en su mayoría inéditos, de vías
empedradas en la comarca, muchas de ellas coincidentes con vías pecuarias (cañadas reales).
108
2.3.1. La calzada medieval de Grazalema
El camino tradicional para subir al emplazamiento de Grazalema, antes de la
construcción de la carretera en 1917103, siempre fue el llamado Camino del Solar o
Cañada Real de Ronda, que accede a la población por el Arrabal hasta llegar a la
Puerta de la Villa, que estudio en páginas posteriores. Se trata de una calzada
empedrada que, por los estudios realizados104 en el programa Arqueosierra II (para su
inclusión en la Ruta Arqueológica de los Pueblos Blancos), se ha identificado como
obra medieval, más que perteneciente a periodos anteriores (como la que conecta
Ubrique, Benaocaz y Villaluenga con el yacimiento de Acinipo, en el término
municipal de Ronda, que consiste en un tramo de la vía romana de Carteia –San
Roque, Cádiz– a Astigi –Écija, Sevilla–). La razón para ello es que no parece que
existiese población en el emplazamiento de Grazalema en época preislámica, así
como tampoco aparece referencia a esta vía en las guías de caminos de la Antigüedad
(Itinerario de los Vasos de Vicarello, Itinerario de Antonino y Anónimo de Rávena),
pero sí a la otra calzada comarcal antes citada105. En un itinerario anónimo del siglo
XVIII106 se encuentra esta vaga mención a los accesos a la villa de Grazalema:
103
PITT-RIVERS, J. A.: op. cit., p. 86: «La primera carretera para vehículos motorizados llegó a
Grazalema en 1917 como ramal de la principal Jerez-Ronda. Hacia 1935 la población fue también
conectada con Ubrique y empezó a construirse otra carretera a Zahara por encima de las montañas
[puerto de las Palomas], aunque no llegó a acabarse hasta después de la guerra. Una carretera local que
baja el valle [Ribera de Gaidovar] hasta dar a la principal se terminó en 1930. Después de la guerra se
hizo una carretera por el paso que une Benamahoma con Grazalema [puerto del Boyar]». La carretera
Grazalema-Ubrique fue trazada por el ingeniero Juan Romero Carrasco (Ubrique, 1870-Cádiz, 1932) (Cf.
UBRIQUE, Fr. S. de: op. cit., p. 491).
104
PAVÓN LÓPEZ, Miriam: “Memoria de la intervención arqueológica de urgencia de la calzada
medieval del Barrio Bajo de Grazalema (Cádiz)”, informe para la Mancomunidad de Municipios Sierra de
Cádiz, inédito, 2001; PAVÓN LÓPEZ, M.: “Grazalema. La calzada medieval” en SÍGLER SILVERA,
Fernando; CARRASCO SOTO, Juan (coords.): Las Siete Villas de la Serranía de Villaluenga (15022002). Frontera, repoblación señorial y patrimonio mancomunado en Andalucía. Ubrique, Tréveris, 2002,
pp. 59-67.
105
Según Miriam Pavón (“Grazalema...”, p. 65).
106
Manuscrito anónimo conservado en la Biblioteca Nacional (Madrid), nº. 19.540, datado hacia 1744,
estudiado por D. Antonio Domínguez Ortiz (Sociedad y Estado en el siglo XVIII español. Barcelona,
109
«Todos los caminos que se dirigen a la dicha villa [de Grazalema] son ásperos,
pedregosos (...)»107. En cualquier caso, esta calzada se debió construir como un ramal
desgajado de la vía principal Carteia-Astigi arriba mencionada, para facilitar el
acceso a la Grazalema medieval, que quedaba algo apartada de su trazado.
Se trata de una vía pavimentada con losas de piedra caliza, delimitada en sus
bordes por sendos encintados de piedras más grandes, de forma oblonga, dispuestas
longitudinalmente, que configuran las cunetas para evacuar las aguas pluviales. De
trecho en trecho se abren los aliviaderos transversales, trazados en diagonal
siguiendo la pendiente, con la función de permitir el paso de las aguas de un lado a
otro, evitando que se acumulen en la parte transitable de la calzada. En los tramos
con fuerte pendiente, el desnivel se salva con escalones, trazados con encintado como
los aliviaderos y las cunetas. Las características descritas son similares a las del resto
de calzadas de la comarca, bien por la persistencia de las técnicas tradicionales, bien
por haber sufrido semejantes reformas a lo largo de su historia (al ser el principal
medio de comunicación entre los pueblos serranos hasta la aparición de las carreteras
modernas, en el siglo XX, fueron mantenidas y reparadas periódicamente108).
Ariel, 1976, p. 224) y trascrito y comentado en JURADO SÁNCHEZ, José: Caminos y pueblos de
Andalucía (s. XVIII). Sevilla, Editoriales Andaluzas Unidas, 1989.
107
Ibíd., p. 56.
108
A modo de ejemplo, podemos documentar reparaciones periódicas (anuales en algún periodo) hasta el
siglo XVIII al menos, para la calzada Ubrique-Benaocaz, lo cual demuestra que era vía de uso habitual
para el tránsito entre estas poblaciones hasta la apertura de las carreteras actuales por diferentes trazados y,
consiguientemente, debía mantenerse en buen estado: «El camino que de esta villa [Benaocaz] sale para la
de Ubrique (...), sin embargo de repetidos aliños que anualmente se le hace, es trabajoso su tráfico»
(JURADO SÁNCHEZ, J.: op. cit., p. 118).
110
Mapa con el trazado del tramo estudiado de la calzada de Grazalema (en amarillo).
111
Tramo central de la calzada de Grazalema.
Tramo en curva inmediato al casco urbano grazalemeño.
112
2.3.2. El acueducto (qanat) de Villaluenga del Rosario109
En Villaluenga del Rosario se conserva una soberbia estructura hidráulica de
conducción de agua a la población. Se trata de un qanat o acueducto subterráneo,
datable en época islámica (ya que la arqueología del lugar no registra presencia de un
núcleo urbano anterior y, además, es una obra de ingeniería característica de la
cultura material andalusí). La parte visible de esta estructura, en uso hasta bien
entrado el siglo XX, son los registros o pozos cubiertos (qubba) que se suceden de
tramo en tramo, y en los que voy a centrar mi estudio.
Respecto a la terminología para referirse a estas estructuras de ingeniería, me
remito en primer lugar al trabajo de síntesis del investigador Basilio Pavón110. Este
autor informa de que “la voz árabe qanat es empleada en los países árabes para
designar galerías o túneles subterráneos construidos por la mano del hombre para
captar las aguas de las lluvias almacenadas en capas de arena permeables que
descansan sobre otras impermeables. A todo lo largo de su recorrido el qanat tiene
una serie de pozos debidamente espaciados cuyas profundidades eran marcadas por
los diferentes niveles del terreno. (...) También es muy variable la longitud de la
galería o túnel desde el manantial o veneros hasta su salida en campo abierto, valle
109
Cf. PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro: “El qanat de Villaluenga del Rosario”. Artículo electrónico de
divulgación (versión reducida en html y completa en pdf):
http://www.villaluengadelrosario.com/index.php?option=com_content&task=view&id=53&Itemid=1,
depositado en el repositorio institucional Digital.CSIC: http://hdl.handle.net/10261/5503; y PÉREZ
ORDÓÑEZ, Alejandro: “Infraestructuras hidráulicas andalusíes en la Sierra de Cádiz: el qanat de
Villaluenga del Rosario (Cádiz)”, en Papeles de Historia, 6 (2009). Ubrique, Editorial Tréveris (e.p.).
110
PAVÓN MALDONADO, B.: Tratado de arquitectura hispano-musulmana I: Agua. Aljibes, puentes,
qanats, acueductos, jardines, ruedas hidráulicas, baños, corachas. Madrid, CSIC, 1990, p. 185.
113
o depresión en que se instalaba un depósito o alberca terminal desde la que el
líquido elemento era distribuido mediante acequias”. Henri Goblot ya había sido
minucioso en su esfuerzo definitorio de los qanats, dando dos definiciones erróneas
(por una parte: “(…) les qanats servent à capter des sources et des eaux de
ruissellement au pied de la montagne, les galeries souterraines permettant de lutter
contre l’evaporation, particulièrement importante dans ces régions”; y por otra: “les
qanats seraient des files de puits atteignant une couche profonde et réunis par une
galerie”), y una correcta, que sería la siguiente: “Les qanats sont une technique de
caractère minier qui consiste à exploiter des nappes d’eau souterraines au moyen de
galeries drainantes”111. Así pues, este investigador francés hace notar que los qanats
no sirven para captar aguas superficiales y conducirlas subterráneamente para evitar
la evaporación, así como que su nota definitoria principal no es la mera alineación de
pozos, por más que éste sea su aspecto visible sobre el terreno. En realidad, estamos
hablando de la perforación de una galería subterránea, dotada de pozos, que permite
la conducción del agua de una capa freática.
Basilio Pavón nos sigue informando de que las galerías subterráneas son muy
propias de las regiones desérticas y que ya eran conocidas en la Arabia antigua. Es
famosa la villa bíblica (Números 32, 42 y Crónicas 2, 23) de Qanatha112, cuyo
nombre posee la misma etimología que estas galerías, y en donde en el periodo
anterior a la llegada de los medos y los persas existían canales en parte subterráneos
y en parte superficiales que conducían el agua a distintas poblaciones. También es
una técnica empleada en la meseta del Irán (Jorasán y Nisapur), bajo los abbasíes,
según el testimonio, del siglo XI, de al-Karayi113, autor de un Tratado de exploración
de aguas subterráneas (Kitab inbat al-miyah al-jafiyya), en cuyos treinta capítulos
aborda los diversos problemas técnicos del qanat. En cuanto al Occidente islámico,
los qanats aparecen en Túnez bajo los aglabíes (siglo IX), existiendo dos teorías: su
origen cartaginense o romano y la invención local sin influencias externas, aunque lo
más aceptable es la idea de su importación a pequeña escala por la progresión del
Islam de Este a Oeste114.
111
GOBLOT, H.: Les qanats. Une technique d’acquisition de l’eau. Paris, Mouton, 1979, pp. 25-27.
112
Ibíd., p. 19.
113
Cf. VERNET, Juan, CATALÁ, A.: “Un ingeniero árabe del siglo XI: al-Karayi”, Al-Andalus, 35-1
(1970), pp. 69-91.
114
GOBLOT, Henri: Les qanats. Une technique d’acquisition de l’eau. Paris, Mouton, 1979, pp. 121-122.
114
En al-Andalus no hizo fortuna el término qanat, a pesar de la abundancia de estas
estructuras. Miquel Barceló hizo un sucinto estudio sobre la presencia de qanat’s en
al-Andalus a partir de la toponimia, poniéndolos en relación con los Qanit que
surgieron con la nueva ordenación territorial andalusí, que derivaron en Canet y
Cañete, ejemplificando su hipótesis con los actuales Cañete la Real (Málaga), Cañete
de las Torres (Córdoba) y el Qanit de Esporles (isla de Mallorca). No se puede
descartar que la técnica de estas canalizaciones subterráneas medievales proceda en
parte de época romana, ya que hay cronistas árabes que describen conducciones y
artificios hidráulicos hechos por «los antiguos» (entre ellos, al-Maqqari), pero otros
sí que fueron creación andalusí, como el qanat de Alange (Badajoz) descrito en el
relato de su asedio por el emir Muhammad (873-874) en el Muqtabis de Ibn Hayyan.
Qal’at al-Hanas (Alange) era defendida por Abd al-Rahman b. Marwan al-Yilliqi y
los sitiados trataron de captar agua construyendo un qanat. Según Ibn Hayyan, “[los
sitiados] construyeron muros en torno a los pozos que les protegieran de los
proyectiles y sobre ellos colocaron pesadas planchas de madera recubiertas de
pieles de vaca. En el fondo de los pozos excavaron galerías para captar agua.
Frecuentemente pasaban de un pozo al otro circulando por aquellas galerías
mientras los manjaneques creaban permanentes situaciones de peligro al arrojar
proyectiles de día y de noche”. Se trata, pues, de una de las referencias más antiguas
que conocemos acerca de la difusión de esta técnica en al-Andalus.
Entre los qanats andalusíes más antiguos conocidos se cuentan los de Medina
Elvira (Atarfe, Granada), ya divulgados en 1875 por los hermanos Oliver Hurtado115:
“Pozos alineados, formando calles, que se estienden [sic] desde los Baños hasta el
Atarfe”, (…) “Acueducto abierto en la piedra y descubierto al plantar olivos en
1871”, (…) “Acueducto subterráneo que atraviesa dicho cementerio y se dirige á la
ciudad”, (…) “Pozos convertidos en viviendas á la entrada del pueblo de Atarfe”,
(…) “Nuevos pozos descubiertos á espaldas del Cortijo de las Monjas, en cuya
estensión [sic] se han encontrado utensilios de todos géneros y varios tiempos”. La
investigación arqueológica de este yacimiento se realiza en la actualidad bajo la
dirección de Antonio Malpica Cuello, si bien no se han obtenido resultados sobre la
materia que nos ocupa.
115
OLIVER HURTADO, José, OLIVER HURTADO, Manuel: Granada y sus monumentos árabes.
Málaga, Imprenta de M. Oliver Navarro, 1875, pp. 617-618.
115
El mismo investigador fue quien acompañó a Miquel Barceló en sus visitas a
Cañete la Real (el 5 de abril de 1981) y Cañete de las Torres116. El arqueólogo
catalán apenas aporta, del primero, el testimonio indirecto según informadores
locales de que el qanat de Cañete la Real recogía agua de las sierras calcáreas que
rodean el emplazamiento, donde supone que “deu haver-hi aqüifers a poca
profunditat”, además de constatar que el acceso a la galería, con una escalera de
piedra, fue tapiado durante la Segunda República, y que dicha galería, al cabo de
unos 50 metros, se bifurcaba en otras dos más largas (sin mayor precisión en sus
datos).
Barceló da también sucintos datos sobre la estructura hidráulica de Cañete de las
Torres, ya descrito por el cronista Al-‘Udri (muerto en 1085), quien menciona un
Qanit a 25 millas (35,5 kilómetros) al este de Córdoba. El arqueólogo afirma que en
la zona se encuentran al menos siete pozos de construcción relativamente moderna y
que extraen el agua mediante motores eléctricos, aunque también hay un pozo “que
té una reputació de gran antiguitat i que, segons el nombrosos informadors,
conserva sempre el mateix nivell”. Del qanat de Esporles, en Mallorca, aporta
información más detallada: “L’obra és senzillament impressionant. És una galeria de
volta amb pedra seca i folrada de lloses de pedra en el trespol i les voreres. Té 196
metres de llargària i una alçada desigual que oscil·la entre 0,62 metres, al punt de
sorgiment de l’aigua a la superficie, i 1,25 metres vora el “pou mare”. L’amplària
oscil·la entre 0,85 metres i 0,97 metres”.
Basilio Pavón menciona en su Tratado de arquitectura hispano-musulmana una
serie de ejemplos de conducciones subterráneas de aguas de fuentes no superficiales:
Huelva, Sevilla, Córdoba, la captación de agua Vélez-Málaga, Madrid, la Fuente
Grande de Ocaña (Toledo), Mallorca, Guadalupe (Cáceres), Jaén, Gibraltar e incluso
algunos ejemplos africanos117.
El acueducto o qanat de Villaluenga se extiende a lo largo de un kilómetro
aproximadamente, desde las faldas de la sierra Peralto, siguiendo un desarrollo
paralelo al cauce del arroyo Albarraín, hasta llegar a la población, donde finaliza su
trayecto en la que hoy sigue siendo conocida como «fuente terminal del acueducto»,
la fuente pública de la que se abastecía la población. En los últimos metros de
116
BARCELÓ, Miquel: “Qanat(s) a al-Andalus”, Documents d’Análisi Geográfica, 2 (1983), pp. 14-18.
117
PAVÓN MALDONADO, Basilio: op. cit., pp. 204-217.
116
trazado previos a la citada fuente, el qanat se convierte en una acequia elevada sobre
fábrica maciza de mampostería, que nivela las acusadas irregularidades del sustrato
de grandes rocas calizas naturales sobre el que se asienta. La existencia de una
importante capa freática en la zona de captación del qanat queda corroborada además
por la toponimia, pues el lugar es conocido como La Mina.
Las partes visibles del qanat son, además del tramo final ya descrito, 4 grandes
pozos y 16 registros de menor tamaño. De los pozos mayores, tres tienen la misma
configuración. Se trata de qubbas o alcubillas, estructuras prismáticas, de planta
octogonal, cubiertas con bóveda esquifada. Se alzan en ladrillo siguiendo un sistema
proporcional muy estricto. Los lados miden 3 metros, siendo éste el módulo a partir
del cual se puede diseñar toda la estructura. La altura total del pozo es de 8 metros,
repartidos entre un zócalo o basamento de 0,5 metros, un paramento liso de 4,5
metros y la cúpula, que mide 3 metros más. Entre el paramento y la bóveda se coloca
una cornisa formada por varios ladrillos con distintos perfiles, rectos y curvos. Las
bóvedas eran originalmente de ladrillo tabicado, aunque se aprecian reparaciones en
las que se ha recurrido a la aproximación de hiladas. Cada pozo tiene un vano en uno
de sus lados para acceder al agua, siendo un arco adintelado con despiece de dovelas
de ladrillo.
Por sus características, estas qubbas octogonales son similares a las alcubillas de
Ajalvir (Madrid)118, si bien aquéllas son de estructura más compleja y mejor trazada
que éstas, y no se trata, como allí, de reconstrucciones contemporáneas. Pero el
paralelo más cercano, tanto por su tipología como desde el punto de vista geográfico,
se encuentra en el aljibe octogonal del castillo de Gibralfaro, en Málaga, si bien éste
se halla profundamente modificado en la actualidad (ha perdido la cúpula y presenta
una cubierta en teja árabe, además de contar con un enfoscado que oculta la
conformación de sus paramentos). Así, frente a estos escasos ejemplos con
semejanzas y paralelos, las qubbas del qanat de Villaluenga del Rosario son las
mejor conservadas de sus características a nivel nacional, lo que las dota de un
extraordinario valor de testigos arqueológicos.
Uno de los pozos tiene planta hexagonal irregular, con dos lados más largos de 6
metros, pero que salvo este detalle, sigue el resto del sistema proporcional y cumple
118
Ibíd., pp. 198 y 208-209.
117
todas las otras características en cuanto a alzados, materiales, etc. No sabemos la
causa de esta diferencia.
Los pequeños registros son construcciones prismáticas cuadrangulares, de 2
metros de lado y otros dos de altura. Se cubren con bóvedas de medio cañón de
ladrillo. Al ser los muros perimetrales más gruesos que la bóveda, ésta queda algo
retranqueada, creándose una contracurva en los laterales. Los pozos están espaciados
entre sí unos 40-60 metros.
Este qanat ha sido utilizado durante siglos, como evidencian los frecuentes
arreglos que presentan los pozos, a veces en mampostería, con enlucidos o incluso
con ladrillos industriales de terracota, del siglo XX. Los vanos de los pozos mayores
están tapiados, seguramente por el peligro de caída para personas y animales y ante la
cumplida funcionalidad que sobradamente aportaban los más pequeños. En cuanto a
los pozos pequeños, han tenido una suerte irregular. Alguno carece de cubierta, a
otros se les ha ampliado la puertecilla de acceso, o tienen agujeros en la bóveda. Los
hay casi completamente reconstruidos, en mampostería y ladrillo burdamente
mixtificados. Uno de ellos ha quedado dentro del recinto de la Piscina Municipal de
Villaluenga, habiendo sido completamente reconstruido en ladrillo, en una
improvisada y perfeccionista anastilosis. Otros dos están integrados en la trama
urbana de Villaluenga, formando parte de un parquecillo a la entrada del pueblo.
No son los hasta aquí comentados los únicos pozos del entorno. Junto al pueblo
pero en la dirección opuesta al trazado del qanat hay otro pozo de idéntica
disposición que los pequeños de aquél, reutilizado como abrevadero, con un pequeño
pilar cuadrangular adosado para cumplir su nueva función. A diferencia de los
demás, se halla completamente encalado. A la salida de Villaluenga en dirección a
Benaocaz hay otro pequeño pozo, esta vez de planta circular y cubierto con bóveda
de media naranja, con puertecilla de arco de medio punto, completamente enfoscado
y encalado. En el interior del pueblo, en el patio de la casona que hoy acoge la
Escuela de Espeleología, hay otro pozo, llamado del Albarrabal, de grandes
dimensiones, de planta circular y cubierto con una amplia bóveda rebajada. Su
fábrica es de ladrillo. Se trata de una estructura de uso colectivo que ha formado
parte de la red local de abastecimiento de agua, constituyendo hasta la década de
1970 uno de los puntos clave de dicha red, debido a su uso como abrevadero. En la
actualidad es un punto alternativo de la red municipal de aguas que utilizan,
118
fundamentalmente, ganaderos y agricultores de la localidad. Parecido a estos dos es
el llamado Pozo de Santa Lucía, ya en las cercanías de Ubrique, y que la tradición
popular atribuye obstinadamente a constructores musulmanes, situado al pie del
despoblado preislámico de Ocuri. Igualmente, existe otro pozo similar en una finca
particular cercana al puerto de Los Alamillos, en el término municipal de Grazalema.
En Las Covatillas, junto al balbuceante cauce del arroyo de Campobuche, se ha
reconstruido modernamente otro pozo siguiendo estos caracteres tradicionales. Por
último, existen pozos similares en lugares menos accesibles del término municipal
payoyo, como el Paso de la Magdalena, los Llanos del Republicano y Cancha
Bermeja, cerca de los Llanos de Líbar y el límite con la provincia de Málaga. Pese a
esta abundancia de estructuras de captación de aguas tipificables como qubbas de
tradición constructiva andalusí, en la mayoría de los casos se trata de pozos aislados,
individuales, y los más destacados son sin duda los que, por el contrario, forman
parte del qanat ya comentado, dada su singularidad.
No es casual la ubicación de estas estructuras hidráulicas en Villaluenga y su
carencia en otras localidades. Villaluenga se sitúa en el corazón hidrográfico de la
Sierra de Grazalema (el caput aquae natural de la comarca, podríamos decir), en un
terreno alto, esponjoso y permeable que recibe las aguas pluviales y las hace aflorar
por multitud de manantiales del entorno, vertiendo sus aguas tanto a la cuenca
mediterránea (río Guadiaro; su afluente el Guadares nace a pocos metros de la
cabecera del qanat, siendo conocido aquí como arroyo de Campobuche) como a la
atlántica (río Guadalete; la Sima de Villaluenga, abierta frente al caserío de la
localidad comunica sus filtraciones con el potente manantial de El Algarrobal, en
pleno casco urbano de Ubrique, cuyas aguas alimentan el río Ubrique, afluente del
Majaceite y éste a su vez del Guadalete). Las localidades del entorno se sitúan
siempre junto a manantiales o cursos fluviales. Sin embargo, Villaluenga carece de
los mismos, siendo necesaria la captación de esa agua que abunda pero fluye
rápidamente hacia otros lugares. De ahí la proliferación de pozos y conducciones en
el pueblo más alto de la sierra.
119
Mapa topográfico con la situación de los pozos que componen el qanat de Villaluenga del Rosario, siendo
A, B, C y D los principales y numerados de 1 a 16 los secundarios; T es el tramo final en superficie y F la
fuente terminal.
Mapa esquemático basado en ortoimágenes.
120
Qanat de Villaluenga del Rosario: Vista de los pozos 4, 5, 6 y 7.
Uno de los pozos principales (C), de planta octogonal, del qanat de Villaluenga del Rosario.
121
La fuente terminal del acueducto se sitúa a la entrada de Villaluenga del Rosario.
122
3. URBANISMO ISLÁMICO EN LA SIERRA DE CÁDIZ
3.1
TIPOLOGÍAS
DE
ASENTAMIENTOS
PERVIVENCIAS Y TRANSFORMACIONES
URBANOS.
Estudiar las características morfológicas de las tramas urbanas heredadas de la
cultura hispanomusulmana supone encontrarse con la dificultad de la continuidad del
asentamiento humano en estos núcleos. Normalmente la trama islámica original se ha
visto ampliada en épocas posteriores siguiendo pautas de trazado viario y
arquitectura popular tan semejantes que resulta muy difícil diferenciar las partes
correspondientes a un periodo y a otro. Ello es debido a que en todas las etapas de su
desarrollo, estando habitados por pobladores musulmanes, judíos o cristianos, los
factores condicionantes han sido similares. En otras palabras, que tanto en sus
orígenes andalusíes como en los siglos de pertenencia a la Corona de Castilla han
sido idénticos los modelos constructivos, las técnicas y herramientas, las
posibilidades de modificación del terreno para asentar una población, etc. De este
modo, no se puede hablar de tramas urbanas andalusíes stricto sensu, sino que hay
que tener en cuenta esta pervivencia de las formas y trazados y, por tanto, referirnos
mas bien a una arquitectura y un urbanismo tradicionales de raigambre islámica,
términos más ambiguos pero que seguramente reflejan mejor la problemática de este
asunto.
No obstante, a veces se puede deslindar con relativa facilidad lo andalusí de lo
que no lo es. Por ejemplo, en los casos en que se conservan restos de cerca urbana,
como en Olvera y Setenil, se puede analizar de forma individualizada la trama que
quedaba intramuros, aparte de la expansión posterior fuera del recinto fortificado,
123
pues cada una queda claramente delimitada por el cinturón de las murallas. Otra
posibilidad son los despoblados, donde la arqueología puede trabajar para extraer
datos rigurosos sobre el desarrollo histórico de esos enclaves. De estos casos
contamos en la Sierra de Cádiz con la Villa Medieval de Zahara y el Barrio Alto de
Benaocaz
como
ejemplos
donde
la
distribución
urbanística
permanece
suficientemente visible como para permitir un estudio formal y funcional. Otros
despoblados, desgraciadamente, no pasan hoy de emplazamientos aún no excavados
o incluso sólo vagamente localizados por la información de las fuentes literarias.
También hay que tener en cuenta las transformaciones que necesariamente sufren
las poblaciones islámicas tras su conquista e integración en la Corona de Castilla.
Una muy importante es la sustitución de las mezquitas por iglesias, como medio de
redefinición visual y espacial del núcleo urbano119. Otro cambio es la pérdida del
valor defensivo que, en la Edad Media, daba su sentido a la estructura compacta y
frecuentemente amurallada de estos pueblos, que ahora se expandirán más allá de sus
límites primitivos, desapareciendo las cercas o integrándose en la imbricada malla de
construcciones domésticas. Ello incluso condujo al completo traslado de todo el
núcleo urbano a un nuevo emplazamiento, como veremos que ocurrió en Zahara. La
implantación de casas nobles y órdenes religiosas, que generalmente también
ocasionaron modificaciones más o menos sustanciales en el paisaje arquitectónico de
pueblos y ciudades, e incluso en la trama urbanística –al aglutinar edificaciones
islámicas anteriores, creando nuevas manzanas en las que establecer sus palacios y
monasterios–, no parece haber tenido, sin embargo, una especial incidencia en la
Sierra de Cádiz. Los señoríos en los que quedaron integradas estas tierras tuvieron
siempre su sede en otras poblaciones, como Arcos de la Frontera o Marchena. Sólo la
119
Rafael López Guzmán ha sabido sintetizar este proceso: «La conversión de una ciudad islámica en
cristiana o la definición de una nueva urbe supone, de forma inmediata, la creación de elementos visuales
que representen el nuevo poder instaurado. Éste queda patente con la definición de la catedral o iglesia
mayor que se realiza por sustitución de la mezquita principal de la ciudad, incumpliendo, como en el caso
de Toledo, el estatuto de capitulación. A ello se une la conformación del sistema de parroquiales de
barrio, creando una especie de malla superpuesta de carácter ideológico que controla la totalidad de la
población» (LÓPEZ GUZMÁN, Rafael: Arquitectura mudéjar... (op. cit.), pp. 132-133). Sobre la
materialización de este proceso en el ámbito de la Sierra de Cádiz, cf. PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro:
“Viejas mezquitas, nuevas iglesias. Materializaciones formales de la implantación del cristianismo en la
Sierra de Cádiz tras la conquista castellana (1485-1500)” en V Jornadas de Historia Abadía. Iglesias y
Fronteras (Alcalá la Real, 2004). Jaén: Diputación, 2005, pp. 633-642.
124
creación de una finca de recreo en el bosque de Benamahoma supuso una intrusión
física de los Ponce de León en territorio serrano, siendo el germen del actual pueblo
de El Bosque.
Con estas premisas, haré un breve estudio morfológico de los núcleos más
antiguos de los pueblos serranos de origen islámico y preislámico, haciendo mención
aparte de los casos excepcionales antes citados.
3.1.1. Núcleos post-islámicos
En primer lugar, hay que descartar una serie de núcleos que carecen de desarrollo
andalusí por haber surgido con posterioridad a la conquista castellana. Se trata de las
actuales poblaciones de Alcalá del Valle, Algodonales, El Gastor, La Muela, Puerto
Serrano, El Bosque y Prado del Rey.
Alcalá del Valle, pese a su topónimo, debe su origen a las 25 familias
musulmanas que salieron de Setenil tras su conquista, a fines siglo XV, y se
establecieron como moriscos, previo permiso de los Reyes Católicos, en el cerro
llamado El Castillón120, arabizado en Alcalá. No se les permitió permanecer en su
cumbre, que les proporcionaba una ubicación defensiva, así que debieron fundar su
asentamiento en el fondo del valle que aporta el «apellido» a la población. Así, su
trazado corresponde a la Edad Moderna, y su cronología se refleja en sus calles
rectilíneas que abarcan la llana vega del arroyo de los Molinos, que atraviesa el
núcleo.
Otras poblaciones en la misma circunstancia son Algodonales y El Gastor, en un
principio aldeas de Zahara, segregadas en época moderna, que no debieron tener
desarrollo urbano en la Edad Media, dado el silencio que guardan las fuentes
respecto a las mismas. Sólo Virgilio Martínez121 identifica El Gastor con el hisn
Qabtur mencionado por Ibn al-Jatib en su Ihata122, aunque no tenemos constancia
arqueológica que lo refrende. Seguramente su crecimiento se disparó con la
120
AGUAYO DE HOYOS, Pedro: “El Cerro del Castillón”, Revista de Feria de Alcalá del Valle, 2003,
pp. 39-41.
121
MARTÍNEZ ENAMORADO, Virgilio: Al-Andalus..., op. cit., p. 603.
122
IBN AL-JATIB: al-Ihata..., op. cit., vol. II, 1974, p. 87.
125
pacificación de la zona tras la conquista cristiana. La búsqueda de los trazados rectos
en su viario confirman, como en el caso de Alcalá, su cronología tardía. La Muela es
hoy una pedanía de Algodonales, pero se trata de un caserío que ha acumulado un
número considerable de población, pese a carecer de estructura urbana (más bien es
una aglomeración de viviendas rurales), así que tampoco es relevante para nuestro
estudio.
Puerto Serrano es un pueblo de llanura, aunque en los límites de la sierra.
Siempre estuvo vinculado a Morón y su entorno de la campiña sevillana, pero al
dársele un término municipal propio, en 1835, quedó integrado en la provincia de
Cádiz. Su situación periférica en la Sierra de Cádiz se manifiesta en todos los
aspectos: morfológicos, históricos, socioeconómicos, etc.
El origen de El Bosque está en la residencia que allí se construyeron los Ponce de
León, Señores de las Siete Villas, situada junto al Bosque de Benamahoma, excelente
para la caza. Se conoció en principio como Marchenilla, por Marchena, a la sazón
capital de los estados de la Casa de Arcos, y después como Nuestra Señora de
Guadalupe, por la advocación de la ermita levantada en el lugar, hoy iglesia
parroquial.
Prado del Rey es una de las Nuevas Poblaciones fundadas por Pablo de Olavide
en nombre de Carlos III. Esta famosa operación de repoblación se centró sobre todo
en Sierra Morena y el valle del Guadalquivir, pero también surgió este núcleo, quizá
el menos conocido de esta serie de fundaciones de urbanismo ortogonal.
126
Pese al pintoresquismo de su casco antiguo, El Bosque nació durante la Edad Moderna.
Aunque muy cercano al castillo de Matrera, Prado del Rey es fruto de la política repobladora
decimonónica de Carlos III.
127
128
3.1.2. Análisis morfológico de los núcleos de origen islámico
Si atendemos a los emplazamientos, descubrimos dos tipos: en cumbre y en
ladera123, cada uno de ellos con todas las matizaciones que queramos añadirles124.
Los primeros son Setenil, Torre Alháquime y Olvera. En cuanto a los pueblos en
laderas, se trata de los situados en la Serranía de Villaluenga (Grazalema,
Benamahoma, Villaluenga del Rosario, Benaocaz y Ubrique). Zahara estaría incluido
en este último grupo, si bien al estar coronada por la fortaleza se aproxima al
primero. Resulta curioso constatar esta división territorial entre ambos tipos de
emplazamiento. La razón puede ser que la zona septentrional de la Sierra de Cádiz
presenta un relieve, en general, menos acusado que la meridional, por lo que allí la
máxima defensa la proporcionan las cumbres. Sin embargo, la Sierra de Grazalema
es lo suficientemente agreste como para que un pueblo en la falda de una montaña
obtenga defensa natural gracias a la orografía, añadiéndose la obra de fortificación
imprescindible. Además, no resultan habitables las altas cumbres rocosas, de más de
1000 metros de altitud y con escasa vegetación, que se dan en este sector, por lo que
los núcleos forzosamente han de situarse en cotas inferiores, más cerca del terrazgo.
123
Ya Pitt-Rivers percibe la existencia de estos dos tipos de emplazamiento: «Las casas, blancas de cal y
techadas de teja roja, juntas en una loma o en el flanco de la montaña oteando sus alrededores.» (PITTRIVERS, J. A.: op. cit., p. 41).
124
Christine Mazzoli-Guintard hace una clasificación más exhaustiva de los núcleos urbanos andalusíes,
pero estimo que en el ámbito relativamente reducido de nuestra comarca la variabilidad no es tan acusada
como para adoptar un esquema tan complejo, si bien me parece el más completo y acertado al día de hoy.
La investigadora francesa habla de los siguientes tipos: ciudad-espolón, ciudad-acrópolis o ciudad
“clásica” de al-Andalus, ciudad de colina, ciudad en llano con cinturón de agua, ciudad-puente y Toledo
como caso excepcional (MAZZOLI-GUINTARD, C.: op. cit., pp. 68-73).
129
Emplazamientos en cumbre
En los pueblos en cumbre el trazado viario aparece adaptado al terreno y
subordinado a la fortaleza que los corona, de modo que son trazados concéntricos,
como se ejemplifica a la perfección en el caso de Torre Alháquime.
TORRE ALHÁQUIME
Este núcleo se sitúa en un cerro redondeado coronado por la fortaleza, siendo ésta
rodeada por las calles que trazan curvas concéntricas adaptándose a las curvas de
nivel. Las viviendas se escalonan debido a las fuertes pendientes, en un modelo
arquitectónico que Suárez Japón ha calificado como «casas en altura»125. El pueblo
debió estar protegido por una cerca urbana, como atestiguan los restos de la Puerta de
la Villa. Se encuentra integrada en el edificio que hoy ocupa el ayuntamiento torreño,
muy modificada, pero mantiene su trazado en recodo de origen islámico. La cubierta
se realiza con bóvedas de arista, y los arcos son de medio punto. Los paramentos se
hallan completamente encalados.
125
SUÁREZ JAPÓN, José Manuel: El hábitat rural en la Sierra de Cádiz. Un ensayo de Geografía del
Poblamiento. Cádiz, Diputación, 1982, pp. 463-464.
130
Plano urbano actual de Torre Alháquime.
131
OLVERA
En Olvera y Setenil el trazado concéntrico no es tan evidente, pero también se
tiende al mismo. Sin embargo, la mayor planitud de estas cumbres hace que las
manzanas de casas se disgreguen más, siendo menos lineales que en Torre
Alháquime. En Olvera se accede al recinto amurallado por una subida en doble
recodo (actual calle Calzada). El visitante aparece así en la extensa plaza que corona
hoy la población, rodeada por la gran mole de la iglesia parroquial de la Encarnación,
la Casa de la Cilla (hoy Museo Histórico), y la hilera de viviendas que tapan los
accesos al cementerio y al castillo. La mezquita bien pudo estar situada donde hoy
aparece la iglesia. Por la trasera de la misma se accede al pequeño y recoleto Barrio
de la Villa, nombre que alude a su condición de núcleo original de la población. Se
trata de un pequeño espacio de calles cortas y estrechas, irregulares, que van
rodeando el cerro por debajo de la iglesia, quedando todo el conjunto ceñido por la
muralla de la que hoy sólo se conservan los cubos de flanqueo. Dichos cubos son
cuadrangulares (excepto uno semicircular), completamente macizos, construidos en
mampostería enripiada, como casi todas las fortificaciones nazaríes.
132
Plano de la cerca y núcleo medieval de Olvera.
133
Olvera presenta un emplazamiento urbano en cumbre típico del norte de la comarca. [Foto cedida por
Francisco Valiñas.]
Un agreste precipicio separa el casco urbano de Olvera de su fortaleza.
134
UN CASO SINGULAR: EL HÁBITAT SEMITROGLODÍTICO DE
SETENIL DE LAS BODEGAS
En Setenil, las calles del Barrio de la Villa forman casi una espiral que tiene como
centro la Torre del Homenaje. El acceso se realiza por el Arco de la Villa, vestigio de
la puerta en doble recodo que aquí existió (el trazado permanece en la calle de
acceso, aunque no se ha conservado la fábrica de la puerta). Queda en pie un cubo de
muralla que flanqueaba dicha puerta, en mampostería de hiladas regulares. El trazado
extramuros se adapta al relieve del cañón fluvial trazado por el río Guadalporcún.
Pero el rasgo más destacado del urbanismo setenileño es su peculiar arquitectura
popular de viviendas semitroglodíticas. El hecho de traer a colación en un estudio de
estas características un caso de arquitectura popular, aun siendo claro que no se trata
de un fenómeno puramente adscribible al mundo cultural andalusí con exclusividad,
tiene su lógica justificación. La razón es que se trata de un caso atípico de hábitat
humano en esta región y que, por sus caracteres intrínsecos, presenta una continuidad
de uso desde época prehistórica hasta hoy, seguramente con escasas alteraciones. La
cultura nazarí, que conformó definitivamente el aspecto formal del Setenil que hoy
conocemos, se encontró seguramente con este peculiar hábitat, adaptándolo y
transformándolo en las actuales casas-cueva que a continuación paso a describir y
comentar brevemente. Además, muestras similares de hábitat semitroglodítico se
encuentran nada menos que en el yacimiento de Bobastro, en las Mesas de Villaverde
(Ardales, Málaga).
El excepcional emplazamiento del casco urbano de Setenil de las Bodegas ha
provocado este caso singular de arquitectura popular. Setenil, según queda dicho, se
sitúa a lo largo del tajo fluvial excavado por la corriente del río Guadalporcún
135
(también llamado Trejo o Setenil), pero no sobre sus bordes, como ocurriría
normalmente126, sino en el interior mismo de la garganta. En este caso, se trata de un
cañón excavado en un terreno en el que los depósitos sedimentarios de roca caliza se
intercalan en fajas horizontales o inclinadas con paquetes de margas arcillosas. Ello
provoca un fuerte proceso erosivo en el que la infiltración del agua entre los límites
de ambos materiales geológicos provoca el vaciado de las arcillas y el modelado de
la caliza en formas ondulantes vistas en sección vertical. Así se originan grandes
cornisas de roca que protegen un espacio hueco inferior, a veces de gran amplitud,
que es el aprovechado para la ocupación humana.
No se trata, por tanto, de cuevas excavadas artificialmente, como es el caso del
hábitat troglodítico de ciertas comarcas de la Andalucía oriental (hoyas de Guadix y
Baza, entre otras). Realmente se aprovecha la pared rocosa como fondo de la
vivienda y la cornisa extraplomada como cubierta, cerrándose por delante con
fachadas y tejados (parcialmente, en los casos que sobresalen algo más del alero
rocoso) análogos a los del resto de viviendas «normales» del pueblo. Esta
peculiaridad
ha
llevado
a
Suárez
Japón
a
calificarlas
de
«viviendas
127
semitrogloditas» . Este investigador las define como sigue:
Ocurre que no se trata en Setenil tanto de la ocupación de una cueva, en sentido
riguroso del término, sino que las casas se construyen desde la oquedad,
saliendo de ellas, entre otras cosas para captar luz y conseguir la salida de
humos, de manera que en parte son cuevas y en parte son casas, por lo que las
calificamos de viviendas semitrogloditas128.
Así Setenil, desde su núcleo fortificado originario en lo alto de la Peña, irradia su
expansión urbana en sinuosos jirones que van siguiendo los meandros tallados en la
roca, con la peculiaridad de que los campos de cultivo no se extienden «junto a» las
casas, sino «sobre» las mismas129, ya que las viviendas quedan embutidas bajo la
roca, y ésta sirve de base a los terrenos cultivables de olivar que a partir de allí se
126
Son frecuentes los ejemplos: Ronda (Málaga), Sorbas (Almería), Cuenca, Alpuente (Valencia), Rello
(Soria), Chodos (Castellón), Cantavieja (Teruel), etc.
127
Ibíd., pp. 468-473.
128
Ibíd., p. 468.
129
Ibíd., p. 400.
136
extienden por todo el término setenileño. Incluso se da el caso de existir dos niveles
superpuestos de calles y viviendas, al existir tanto por debajo como por encima de las
cornisas rocosas. Otro caso extremo es el de un tramo de la calle Cuevas de Sombra,
en el que la roca tiene un vuelo tan amplio que no sólo cobija a las viviendas que
bajo él se adosan, sino que cubre todo el ancho de la vía, «apoyándose» en las
viviendas del lado opuesto, creándose así, durante un trecho de una veintena de
metros, un auténtico túnel con fachadas de viviendas populares a ambos lados y un
impresionante techo plano de roca caliza natural.
La planta de estas viviendas suele ser tremendamente sencilla, con sólo uno o dos
niveles en profundidad, y en altura sólo planta baja y sobrado o desván (es raro el
caso en que la altura de la oquedad rocosa permite alguna planta más). Suele tratarse,
por tanto, de viviendas pequeñas, dado el condicionante del escaso espacio
disponible bajo las rocas. En muchos casos, las situadas hacia las afueras del pueblo
están abandonadas o se reutilizan como corrales para animales, almacenes, talleres,
etc. Actualmente, sin embargo, las casas-cueva se empiezan a valorar como atractivo
turístico para el pueblo y muchas se están rehabilitando como casas rurales o
establecimientos hosteleros.
137
Plano urbano actual de Setenil de las Bodegas.
Una calle de casas-cueva, alojadas bajo la cornisa rocosa tallada por la erosión fluvial.
138
Vista parcial del casco urbano de Setenil de las Bodegas, desarrollado a lo largo del cañón fluvial del
Guadalporcún.
139
140
LA VILLA MEDIEVAL DE ZAHARA DE LA SIERRA
El asentamiento urbano actual de Zahara de la Sierra, pese a su carácter agreste y
su pintoresquismo, data de la Edad Moderna. La Zahara islámica se situaba en un
nivel superior, en la ladera de la peña que da la espalda al pueblo actual. En época
cristiana, perdida la necesidad de defensa, el núcleo descendió a su nuevo
emplazamiento, buscando una situación algo más cómoda.
El despoblado que se desarrolla hoy en la parte alta de la peña es conocido como
la Villa Medieval de Zahara, campo de trabajo de la arqueología, pues es sabido que
debido al carácter de continuidad de los asentamientos de origen islámico (y
preislámico) son difíciles los estudios arqueológicos rigurosos que aporten datos
objetivos sobre la vida en este periodo130. En este sentido, podemos afirmar que en la
Sierra de Cádiz, con los despoblados de esta villa medieval y el Barrio Alto de
Benaocaz, la arqueología medieval tiene un campo de estudio incomparable en el
contexto del antiguo reino nazarí.
La Villa Medieval estuvo rodeada de un cinturón de murallas. Según Cobos
Rodríguez, «el sistema poliorcético de Zahara, es decir, el planteamiento técnico de
defensa y ataque de la fortaleza, se basaba en su relieve accidentado con su orografía
irregular, en la cerca urbana cuyo flanco Oeste es la misma peña, en el recinto castral
o última línea defensiva en la parte más alta, y por último en la Torre Mayor,
antecedente de la actual Torre del Homenaje»131. Estas murallas son, en su mayor
parte, de mampostería enripiada típicamente nazarí, trabada con mortero de cal y
130
Cf. MALPICA CUELLO, Antonio: “El ocaso del Islam occidental” en LÓPEZ GUZMÁN, Rafael
(coord.): La arquitectura del Islam occidental. Barcelona, Lunwerg, 1995, pp. 182-183.
131
COBOS RODRÍGUEZ, Luis María: op. cit., p. 62.
141
arena, en algún caso de mampostería irregular, delatando reconstrucciones de época
castellana. Su traza es absolutamente irregular, adaptándose a las abruptas
ondulaciones del terreno. A lo largo de su desarrollo se distribuyen hasta ocho cubos
de flanqueo, cuatro de ellos semicirculares y el resto cuadrangulares. La única puerta
de acceso es la llamada Puerta de la Villa, al norte del yacimiento, que sigue siendo
el punto de ingreso, desde el final de la calle El Fuerte. Ya existía en época islámica,
si bien los restos actuales corresponden a una reconstrucción cristiana. Se trata de
una puerta de mocheta simple, cubierta con un arco carpanel recientemente perdido.
El grosor de los paramentos laterales permite pensar en la necesidad de soportar una
considerable carga vertical, así que debió ser una puerta con un destacado volumen
constructivo.
No se ha documentado aún el trazado urbanístico que adoptó el hábitat nazarí,
pero sí se han estudiado la necrópolis y la mezquita de Sajrat Abbad. La necrópolis,
extramuros, como resulta preceptivo en el mundo islámico, se ha localizado en la
Colada de la Loma del Calvario, al sur del pueblo, donde hoy está su depósito de
agua potable. En las obras de construcción de dicho depósito, en 1967, se
descubrieron tres enterramientos y posteriormente (1972) los trabajos de Rosario
Cabrera y Magdalena Valor132 culminaron con el registro y documentación de hasta
siete tumbas integrantes de una necrópolis islámica, datada entonces en el siglo XIV.
Dos de estos enterramientos eran de fosa simple, uno doble y otro triple, excavadas
todas en tierra y con contorno de piedras irregulares en el caso de la triple fosa.
También fue descubierta la mezquita, en este caso en las excavaciones
arqueológicas desarrolladas en 1994, bajo los restos de la primitiva iglesia de Santa
María de la Mesa (siglo XVI). Apareció una pilastra de mampostería revestida de
yeso con el arranque de un arco de herradura. Tras el desaparecido arco se accedía a
una estancia de planta cuadrangular, con un banco de mampostería de piedra y
ladrillo en su lado sur y una atarjea de ladrillo en la pared norte. La pared este la
conformaba parcialmente la roca natural. Todo el interior de la estancia debió estar
enlucido, a tenor de los restos que se han conservado. El pavimento era de yeso,
aunque en el centro se aprecia un arreglo posterior con ladrillos colocados
132
CABRERA GARCÍA, Rosario; VALOR PIECHOTTA, Magdalena: “La necrópolis medieval de
Zahara de la Sierra (Cádiz) y otros hallazgos arqueológicos en su término municipal” en Boletín del Museo
de Cádiz, IV (1983-1984). Cádiz, Museo de Cádiz, pp. 89-99.
142
irregularmente. La cubierta debió de realizarse con teja árabe, sobre cimbra de vigas
de madera y encañado cubierto de yeso, según los vestigios aparecidos de los citados
materiales.
Planta general esquematizada del castillo y villa medieval de Zahara de la Sierra.
143
Restos de la Puerta de la Villa de Zahara de la Sierra.
144
Emplazamientos en ladera
Los pueblos en ladera, en la Serranía de Villaluenga, se sitúan generalmente sobre
un espolón o promontorio rocoso que sobresale de la montaña. Sobre él se disponen
manzanas bastante irregulares, más o menos adaptadas al terreno (a veces hay fuertes
pendientes que podrían evitarse haciendo un rodeo para trazar la calle).
GRAZALEMA: EL BARRIO BAJO Y LA PUERTA DE LA VILLA
En Grazalema, el núcleo islámico original se identifica, grosso modo, con el
actual Barrio Bajo, en torno a la Puerta de la Villa, a donde se llegaba tras ascender
por la calzada de acceso a la población. Esta estructura no se ha conservado, pero hoy
existe un entramado de pasadizos en recodo que testimonian su presencia pasada. Se
trataría de una entrada con dos alternativas de acceso, al modo de la Puerta de las
Armas de la Alhambra. Al transeúnte se plantearían dos opciones, derecha o
izquierda, para acceder a la población. Hacia la derecha, el arco da paso directamente
a una estrecha callejuela que, tras dos recodos, confluye en la actual calle principal.
Hacia la izquierda se planteaba un recodo que, tras un alargado pasadizo, nos hace
ingresar en la actual plaza de los Asomaderos.
Ambos recorridos se efectúan actualmente bordeando la iglesia parroquial de
Nuestra Señora de la Encarnación, quizá levantada sobre la originaria mezquita
mayor, como solía ocurrir (aunque es más probable que este papel correspondiera a
la actual iglesia de San Juan, pese a que su situación es más periférica respecto al
núcleo originario, pero está mejor integrada en el urbanismo grazalemeño). El resto
145
de vías del Barrio Bajo grazalemeño tienen un trazado radial en torno a una plazoleta
(la Plaza de Andalucía), que realmente es un solar vacío ordenado como plaza de
nueva creación. Su carácter compacto y cerrado nos hace pensar en un pequeño
núcleo fortificado. Nos han quedado restos de murallas en el sector inmediato a la
Puerta de la Villa, hoy embutidas en las casas del pueblo. De todos modos, es muy
difícil determinar el trazado andalusí, ya que Grazalema sufrió importantes
modificaciones urbanísticas durante la Edad Moderna y la apertura de la Plaza de
España a modo de plaza mayor a buen seguro hizo desaparecer manzanas y calles de
la antigua trama medieval. A un nivel inferior del Barrio Bajo todavía queda una
zona conocida como el Arrabal (calle Ángeles), pero no cabe suponer que se trate de
un arrabal medieval, pues la peligrosidad de esta zona fronteriza no debió permitir el
surgimiento de barrios extramuros hasta su pacificación, ya entrada la Edad
Moderna.
El casco antiguo de Grazalema ha sido declarado Bien de Interés Cultural (BIC)
con la categoría de Conjunto Histórico por la Junta de Andalucía, en sesión del
Consejo de Gobierno del 8 de julio de 2003. La zona así declarada abarca
estrictamente las áreas que se corresponden con la expansión de la localidad hasta
principios del siglo XX, incluyendo el Arrabal, dejando fuera los nuevos desarrollos
urbanísticos producidos a partir de la década de 1970. En diciembre de 2004 ha sido
definitivamente aprobado el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de
Grazalema133, que incluye un conjunto de fórmulas de mayor protección al casco
urbano, como la prohibición de construir nuevos hoteles para evitar la masificación
turística.
133
“Obras Públicas aprueba los planeamientos urbanísticos de Grazalema, Conil y San José del Valle” en
EL PAÍS, ed. Andalucía, 10.068 (26 de diciembre de 2004), p. 3.
146
Plano urbano actual de Grazalema.
Uno de los arcos que atestiguan actualmente la primitiva situación de la Puerta de la Villa de Grazalema.
147
Quedan escasos y discretos restos de la cerca urbana grazalemeña.
148
BENAMAHOMA
Benamahoma134 no constituía un lugar de importancia. No aparece citada en las
fuentes, por lo que debió ser una pequeña alquería. No obstante, su topónimo parece
responder, según Virgilio Martínez Enamorado135, a una «casa de Muhammad» (bina
Muhammad), quizá relacionado con el grupo tribal de los banu Muhammad integrado
en el tronco de los lamtuna136. Desde antiguo fue un cruce de caminos, y la riqueza
de sus tierras de cultivo junto con la abundancia de agua hicieron que el lugar fuese
conocido como Las Huertas de Benamahoma. El Diccionario de Madoz informa que
el nacimiento del pueblo fue a instancias de las Cuatro Villas de la Serranía de
Villaluenga, de donde procedía su población cristiana, quedando los vecinos de cada
una bajo la jurisdicción propia de su villa de origen, de modo que Benamahoma
carecía de jurisdicción y término propios. Tras la división de los términos en el siglo
XIX, Benamahoma quedó integrada en el de Grazalema, donde continúa hoy como
pedanía. Dada la riqueza de recursos con que tradicionalmente contó el pueblo
(agricultura, ganadería y una variada artesanía: carboneros, caleros, molineros de
trigo, silleros, tejeros, bataneros y artesanos del cobre), su población alcanzó a
principios del siglo XX los 1.300 habitantes, descendiendo posteriormente hasta los
menos de 500 que tiene en la actualidad.
Su trazado urbano es lineal, en torno a una larga calle principal, y alguna calle
secundaria paralela a la misma, mostrando, no obstante, el carácter agrupado que
134
Cf. SÍGLER SILVERA, F.; CARRASCO SOTO, J. (coords.): op. cit., p. 123.
135
MARTÍNEZ ENAMORADO, Virgilio: Al-Andalus..., op. cit., p. 490.
136
Cf. IBN ABD AL-MALIK AL-MARRAKUSI: al-Dayl wa-l-Takmila li-Kitabay al-Mawsul wa-l-sila,
vol. III (2 partes). Ed. Muhammad ben Sarifa, Rabat, Academia del Reino de Marruecos, 1984, p. 405.
149
caracteriza el poblamiento en la comarca. Este alargado plano se curva adaptándose a
la ladera de la Sierra del Pinar en la que se asienta, sobre las húmedas huertas que le
han valido el sobrenombre de Las Huertas (y el gentilicio de huerteros para sus
habitantes). El sencillo trazado urbano que vengo comentando no permite hablar
propiamente de rasgos islámicos, sino de unas características más universales
referidas a un pequeño caserío de montaña.
La reciente aprobación del PGOU de Grazalema, municipio al que pertenece
Benamahoma, también le afecta, permitiéndose la construcción de dos hoteles, una
planta de embotellado de agua mineral, 300 viviendas protegidas y un polígono
industrial, pendiente de un proyecto para su integración paisajística.
Como dato curioso, de índole más bien etnográfico, apuntaré que en
Benamahoma se mantienen los únicos festejos de Moros y Cristianos de Andalucía
Occidental, con unas características especiales que los diferencian de los de la Alta
Andalucía, el Levante y Aragón. El origen de estas fiestas en Andalucía parece
encontrarse en luchas festivas entre nobles y caballeros agrupados en dos bandos,
moros y cristianos. Dada la ausencia de monumentos y restos arqueológicos de su
pasado andalusí, podemos afirmar que esta curiosa fiesta, aparte de su evidente
topónimo, es el principal testigo de la herencia hispanomusulmana y fronteriza de
Benamahoma.
150
Plano urbano actual de Benamahoma.
151
152
VILLALUENGA DEL ROSARIO
La importancia de Villaluenga en época islámica queda refrendada por la
presencia del qanat estudiado en líneas anteriores. El núcleo originario del pueblo no
difiere demasiado del actual, escasamente desarrollado. Se situaría en un pequeño
promontorio, en el centro de la actual población, donde hoy se ubica la iglesia
parroquial de San Miguel, quizá sobre la mezquita originaria. Las calles se trazan
sinuosas en torno a la misma, adaptándose a las pendientes del terreno y tendiendo a
la linealidad conforme se alejan, siguiendo los trazados de los caminos. De este
aspecto alargado parece provenir su topónimo.
153
Plano urbano actual de Villaluenga del Rosario.
154
Tras la conquista castellana, Villaluenga del Rosario ostentó la capitalidad de las Siete Villas, señorío de
los Ponce de León.
155
156
BENAOCAZ: EL BARRIO ALTO NAZARÍ137
El núcleo urbano de Benaocaz ha ido progresivamente descendiendo por la ladera
en la que se ubica, quedando abandonadas las viviendas situadas en las zonas más
altas. Allí se sitúa el Barrio Alto, que también es conocido como Barrio Nazarí, el
cual supone un campo de trabajo excepcional para la investigación arqueológica.
Aunque los restos arquitectónicos visibles se han datado en los siglos XVII y XVIII
(como demuestran algunas portadas con pilastras y dinteles moldurados de carácter
clásico), el barrio conserva el trazado urbanístico, la estructura parcelaria y la
volumetría de las casas de época islámica. Las calles del barrio son estrechas e
irregulares, empedradas con guijarros (a veces presentan guías de ladrillo en diseño
de “espina de pez”). Los materiales cerámicos más antiguos encontrados pertenecen
a la época tardorromana (siglo IV d.C.). Existen algunos restos almohades, pero el
estrato más potente, como cabía esperar, es el nazarí (de ahí la denominación popular
del barrio desde la aparición de cerámicas nazaríes en 1987). La zona se irá
fortificando paulatinamente conforme avanzan las conquistas de los castellanos y,
137
Hasta ahora, el único estudio de conjunto publicado sobre este yacimiento es el de María del Carmen
Raimóndez: “Benaocaz. El Barrio Nazarí” en SÍGLER SILVERA, F.; CARRASCO SOTO, J. (coords.):
op. cit., pp. 69-73.
157
aunque Benaocaz quedaba en segunda línea de defensa138, sus características
morfológicas lo definen como un núcleo fortificado.
El asentamiento urbano benaocaceño estaba bastante bien protegido por su propia
orografía, puesto que se sitúa en un emplazamiento elevado (793 metros de altitud) al
pie de las altas sierras del Caíllo y del Endrinal, en un punto que permitía mantener
comunicación visual directa con los castillos de Cardela y Aznalmara y el punto de
vigilancia de Ocuri139. Así, no se han encontrado restos de muralla que circundara el
núcleo urbano, por lo que sería el propio entramado de viviendas el que prestaría la
protección necesaria a sus habitantes. Las calles estrechas y serpenteantes suponen
también un elemento defensivo. Su emplazamiento, en una ladera escarpada, hacía
que los gruesos muros, con escasos y pequeños vanos, cumplieran la función de una
auténtica muralla. Los accesos al barrio eran estrechos y formando recodos, con lo
que cualquier obstáculo móvil permitiría impedir la entrada de caballería. Nos
encontramos, por tanto, ante un auténtico núcleo fortificado. El Barrio Alto se
compone en la actualidad de una calle principal, sinuosa, de orientación norte-sur
aproximadamente, de la que parten calles secundarias perpendiculares ladera arriba y
abajo. La organicidad del diseño urbano islámico queda refrendada en esta ocasión
tanto por la adaptación al relieve como por la necesidad defensiva antes mencionada.
Por lo que respecta al conjunto del trazado histórico de Benaocaz, ya no
exclusivamente a su Barrio Alto, se trata de un núcleo apiñado en torno a la iglesia de
San Pedro, construida seguramente sobre el solar de la mezquita, como ahora
veremos. El trazado es de una gran irregularidad en torno a la misma, incluso con
viviendas adosadas a los muros del templo140, creándose así una manzana de forma
138
La primera línea estaría constituida por las fortalezas de Aznalmara y Cardela en el último periodo de la
resistencia islámica en la zona, es decir, desde 1256, año de la conquista de Matrera, hasta 1485, en que
caen las Siete Villas.
139
Ocuri u Ocurris era el topónimo del oppidum ibero-romano que se situaba sobre el monte hoy conocido
como Salto de la Mora, junto a Ubrique, despoblado ya en época medieval, aunque, por su situación
estratégica como punto de enlaces visuales entre Benaocaz, Archite, Ubrique, Cardela y Aznalmara, es
decir, una auténtica atalaya natural que domina su entorno más inmediato en un radio de varios kilómetros,
posiblemente siguió cumpliendo funciones de vigilancia sin que se hiciera necesario edificar ninguna
fortificación (torre, etc.).
140
Esto es algo muy habitual en el mundo islámico, puesto que la mayoría de los edificios se conciben “de
dentro hacia fuera”, en torno a patios centrales que focalizan todo el interés visual y elementos
ornamentales, y no como en el mundo occidental donde estas características las cumplen las fachadas
158
no regular circundada por calles estrechas, quebradas y sinuosas. Estas características
son las mismas para el resto del viario. El emplazamiento en un lugar de relieve
suave (aunque rodeado de zonas más agrestes) ha propiciado que las vías no
muestren adaptación al relieve (es decir, no siguen las curvas de nivel, como sí
ocurre en núcleos situados en lugares con mayores desniveles), sino que se
distribuyan de un modo más libre.
exteriores. Al no existir fachadas, las estructuras arquitectónicas se adosan unas a otras sin problema
originando modelos orgánicos de gestación de la ciudad con fenómenos tan característicos como los
adarves (calles sin salida). Sobre estos procesos morfogenéticos se puede consultar la tesis doctoral de D.
Javier GARCÍA-BELLIDO GARCÍA DE DIEGO: Coranomía, los universales de la Urbanística, y
especialmente su capítulo 11: “Una interpretación generativa de la morfogénesis de la ciudad islámica”
(tesis
inédita
que
se
puede
consultar
en
Internet
en
la
dirección
http://perso.wanadoo.es/javgb78/tesis.html).
159
Plano del Barrio Alto nazarí de Benaocaz y vista de parte de sus ruinas desde el campanario de San Pedro,
antiguo alminar de la mezquita.
160
Benaocaz: una calle del Barrio Alto y detalle del pavimento.
161
Barrio Alto Nazarí de Benaocaz.
162
163
UBRIQUE
Ubrique y Grazalema fueron los núcleos más prósperos de la Serranía de
Villaluenga, lo que propició la aparición de ensanches burgueses en los siglos XVIII
y XIX en ambas poblaciones. En Ubrique, el núcleo más antiguo se situaría en torno
a la actual iglesia de San Antonio141. Se trata de un pequeño núcleo agrupado en
torno a unas pocas e irregulares callejuelas en un promontorio rocoso142. Su
emplazamiento es el más agreste de todos, construyéndose las casas entre las peñas,
que aparecen por doquier entre las construcciones, incluso en casos espectaculares
como el popular Peñón de la Becerra, extraplomado sobre la calle Torre y
aparentemente embutido contra la fachada de una de sus casas, sin que quede claro al
observador si la casa se apoya en la roca o es al revés. Precisamente el nombre de
dicha calle alude, probablemente, a la construcción que debió existir en lugar de la
iglesia de San Antonio143, sin que sepamos si pudo ser de carácter defensivo o bien
141
Así lo considera ya el Padre Sebastián: «No se sabe si el Ubrique árabe, que debía ser un mísero
poblado, que destruyó el marqués de Cádiz, era la antigua Occurris o el Salto de La Mora, el Ubrique el
alto, o probablemente la población que se agrupaba en torno a la iglesia de San Antonio» (UBRIQUE, Fr.
S. de: op. cit., p. 68). El Ubrique el Alto que cita el capuchino corresponde a una explanada de la Sierra de
Ubrique, a un nivel superior al emplazamiento actual del casco antiguo, entre los picos de la Cruz del Tajo
y la Viñuela, donde la abundancia de restos cerámicos induce a pensar en un posible asentamiento
medieval, como comentaré más adelante.
142
Correspondería a las actuales calles Caracol, Caracolillo, Callejón del Norte y el tramo de la calle de la
Torre más inmediato a éstas. Más hacia los dudosos bordes de este primitivo núcleo se hallarían las
actuales calles Unión, Cuestezuela, Calvario, San Martín, San Gregorio, Saúcos, Guindaleta y
Fuentezuela.
143
El Padre Sebastián también lanzaba esta hipótesis: «Esta destrucción explica que en Ubrique no haya
quedado un solo resto ni recuerdo de la dominación árabe, y si alguna torre debió existir fue demolida al
edificar la iglesia de San Antonio» (UBRIQUE, Fr. S. de: op. cit., pp. 68-69). Sin embargo, yo no
164
referirse al alminar de la mezquita, aunque me inclino más por esta opción, al no
haber otro solar apto para su situación, dadas las fuertes pendientes y el suelo rocoso
e irregular. Se trató de un núcleo fortificado, como atestiguan los restos de murallas
reutilizados e integrados en viviendas, en las calles Torre, Cuestezuela y Callejón del
Norte. Se trata de muros de mampostería con sillares en las esquinas, tipo de fábrica
que hemos visto en los castillos comarcales de Matrera y Setenil, teniendo otros
paralelos en el resto de al-Andalus. Destaca, especialmente, el interesante inmueble
de la calle Torre número 47, que por su disposición parece tratarse de una torre
defensiva adaptada como vivienda. Su situación algo apartada de la alineación del
resto de inmuebles de la calle parece confirmar este origen militar. También el
perfecto y regular recodo que traza la pequeña calle Caracolillo, justo frente a la
vivienda antes descrita, induce a pensar en la existencia de una puerta en recodo –
baxura– en el lugar, ejerciendo la actual calle Caracol la función de empinada subida
hasta el núcleo fortificado. Se hacen necesarias catas arqueológicas en diversos
puntos de este entorno para documentar fehacientemente estas hipótesis. El trazado
viario es el más irregular de toda la Sierra de Cádiz, por la razón ya indicada de la
rocosa y difícil orografía, originando rincones de gran tipismo. El casco histórico de
Ubrique ha sido recientemente declarado Bien de Interés Cultural (BIC).
comparto su opinión de que no queden restos andalusíes en Ubrique, si bien están ocultos o muy
disimulados.
165
Plano urbano actual del casco antiguo de Ubrique.
Posibles torres defensivas del primitivo recinto amurallado de Ubrique, reutilizadas como viviendas.
166
167
3.2. PROBLEMÁTICA DE LOS NÚCLEOS DESAPARECIDOS:
ARCHITE, AZNALMARA, AUDITA, BENAHUD, CARDELA,
GAIDOVAR, GARCIAGO Y PEÑALOJA
La Serranía de Villaluenga estuvo más densamente poblada en época islámica
que tras la conquista cristiana, y también existieron entonces más núcleos poblados,
muchos de los cuales fueron paulatinamente desapareciendo por causas diversas:
En el siglo XV la población de la Serranía de Villaluenga experimentó
significativas modificaciones: los habitantes de Gaidovar se trasladaron a
Grazalema en 1410; los de Peñaloja se distribuyeron a mediados del siglo entre
Grazalema, Villaluenga y Montejaque; los de Benahud se trasladaron a Cortes
hacia 1470. También se dio en otro momento el tránsito de habitantes de Tempul
hacia Cortes. En 1472 el marqués de Cádiz destruyó Garciago, y sus habitantes
marcharon a Ubrique. Más adelante destruyó Audita. Al finalizar la guerra de
Granada se despoblaron Aznalmara y Cardela. En el primer tercio del siglo XVI
desapareció Archite y sus pobladores se fueron a Ubrique144.
Estos lugares desaparecidos no siempre son fácilmente localizables e
identificables. Son visibles, por ejemplo, los restos del poblado de Cardela, junto a la
fortaleza del mismo nombre, siendo un terreno virgen para la Arqueología al hallarse
en zona montuosa. Los restos de viviendas muestran construcciones realizadas con
piedras calizas de gran volumen dando lugar a muros de un considerable grosor.
144
SÍGLER SILVERA, Fernando; CARRASCO SOTO, Juan (coords.): Las Siete Villas de la Serranía de
Villaluenga (1502-2002). Frontera, repoblación señorial y patrimonio mancomunado en Andalucía.
Ubrique, Tréveris, 2002, p. 39.
168
Lo mismo ocurre con Benahud o Benajú145, en el corazón del inmenso alcornocal que
se extiende entre Ubrique y Jimena de la Frontera, en zona limítrofe entre los
términos municipales de Jerez de la Frontera y Cortes de la Frontera, así como de sus
respectivas provincias de Cádiz y Málaga. Este poblado se situó en el mismo solar
que la ciudad iberorromana de Saepona, que fuera descubierta y descrita por el cura
de Cortes don Francisco Javier Espinosa con profusión de detalles146.
Frente a los ejemplos de Cardela y Benahud, Gaidovar ha sido tradicionalmente
un entorno de explotación agrícola y nunca ha estado completamente despoblado,
pues hoy es un diseminado de Grazalema, punteado de casas de labor, con una
escuela rural y una ermita. Estas características dificultan claramente la investigación
de un antiguo asentamiento humano en el lugar, dada la extrema variabilidad que ha
podido sufrir el uso del suelo a lo largo de toda la historia, ya que posiblemente
nunca existió un núcleo aglutinado que diera lugar a un casco urbano típicamente
serrano.
Garciago, en las cercanías de Ubrique, es un lugar donde se detectan materiales
arqueológicos (cerámicos, sobre todo) en superficie, pero no quedan al descubierto
restos constructivos, estando también pendiente de investigación arqueológica.
En cuanto al poblado de Aznalmara, no sabemos con certeza cuál fue su
ubicación exacta, pues los únicos restos visibles hoy son los del castillo, aunque
debió situarse en sus cercanías. Cabe la posibilidad de que se tratase de una entidad
de población dispersa que usase la fortaleza como reducto de defensa en caso de
necesidad, lo que haría menos detectable los restos de sus viviendas, algunas quizá
situadas bajo las actuales casas de labor del entorno.
Peñaloja, junto a Grazalema, sí está perfectamente localizado, al abrigo de una
pared rocosa en las faldas de la sierra del Endrinal, pero ha sido seriamente
deteriorado por una cantera. Sin embargo, aún se podrían extraer datos de una
actuación arqueológica adecuada si se realizase. Actualmente, en la zona sólo es
145
Sobre este despoblado, cf. CABRILLANA CIÉZAR, Nicolás: El problema de la tierra en Málaga:
pueblos desaparecidos. Málaga, Primtel, 1993, p. 80.
146
ESPINOSA Y AGUILERA, Francisco Xavier: La antigua Saepona, hallada en su sitio, junto á Cortes
por el Cura de dicha Villa; ó varias cartas eruditas acerca de este descubrimiento, y otras antiguedades
de España. Málaga, Imp. de la Dignidad Episcopal y de la Santa Iglesia, 1770 (fecha de la censura).
169
apreciable a simple vista un conjunto de majanos que acumulan una gran cantidad de
piedras, procedentes de las antiguas construcciones.
El propio caso de Ubrique ofrece dudas pues, aunque parece bastante probable
que su emplazamiento actual es el originario de época islámica, dados los restos
visibles de antiguas murallas, se plantea la posibilidad de que existiese otro
emplazamiento ladera arriba, en el lugar conocido como Ubrique el Alto, donde se
han localizado cerámicas nazaríes. Una vez más, la falta de intervenciones
arqueológicas no nos permite llegar más lejos.
Iptuci, la antigua Colonia Ituci Virtus Iulia de época romana, sobre el monte
llamado Cabeza de Hortales, continúa poblada hasta el año 1133, en que fue
completamente arrasada por las tropas de Alfonso VII, no siendo repoblada
posteriormente al encontrarse en zona fronteriza y en litigio hasta la Guerra de
Granada, a finales del siglo XV. No obstante, no quedan restos constructivos
atribuibles a la cultura hispanomusulmana, habiéndose mantenido sus estructuras
iberorromanas durante su periodo de habitación medieval (aún hoy su muralla con
cubos semicilíndricos se encuentra en buen estado de conservación). En época
medieval era conocido como “castillo de Hortales”.
El único caso bien estudiado (excavado) hasta el día de hoy es el de Archite147. El
poblado se situaba cercano a Benaocaz, junto a la calzada que comunicaba estos
pueblos de la Serranía de Villaluenga. Así, parece que la razón de ser de su
emplazamiento era la de ejercer un control de paso por esta vía de comunicación.
Según Luis Javier Guerrero (arqueólogo que dirigió las excavaciones en Archite), su
desaparición se produjo hacia mediados del siglo XVI debido a una avenida de agua
que arrasó el lugar, provocando el brusco abandono de sus habitantes. Es de gran
interés el estudio de la cerámica aparecida en el yacimiento, con un enorme
paralelismo con la de Qasr al-Sagir, en el norte de Marruecos, cercano a Ceuta. Esta
ciudad fue conquistada por los portugueses en 1458 y fue abandonada en 1550,
quedando despoblada desde ese momento, sólo dos años antes de que le ocurriera lo
mismo a Archite. El paralelo cronológico y tipológico con Archite es asombroso,
147
Cf. GUERRERO MISA, Luis Javier: «Archite: excavaciones de urgencia en un poblado bajomedieval
de la Serranía Gaditana». Papeles de Historia (Ubrique), 1 (1986), pp. 26-31; GUERRERO MISA, Luis
Javier: «Archite: nueva hipótesis sobre su desaparición», en SÍGLER SILVERA, Fernando et al.: Las
Siete Villas..., pp. 75-89.
170
quedando claramente manifiesta la unidad cultural que mantenía este extremo sur de
la península Ibérica con el norte de África, estando ambos bajo el control meriní. No
obstante, aún no se pueden aportar nuevos datos sobre su arquitectura y su trazado
urbano, salvo que tendrían características homólogas a las ya descritas para el Barrio
Alto de Benaocaz.
171
El tajo de Peñaloja, cerca de Grazalema, a cuyos pies se situó un núcleo de población andalusí hoy
desaparecido.
Vista del Cabezo de Hortales, sobre el que se emplazaba el oppidum de Iptuci y que posteriormente
también tuvo ocupación andalusí.
172
El Salto de la Mora, en cuya cumbre amesetada se sitúan los restos arqueológicos del oppidum de Ocuri,
junto al actual núcleo urbano de Ubrique. Para la población andalusí se eligió un emplazamiento diferente
al ibero-romano.
Un aspecto de las excavaciones en Archite [Foto cedida por Luis Javier Guerrero Misa].
173
4. CONCLUSIONES
A lo largo de este estudio se ha revisado un conjunto de núcleos urbanos y obras
arquitectónicas y de ingeniería con unas características determinadas que permiten
trazar unos rasgos comunes para la historia medieval del conjunto de la Sierra de
Cádiz. Hemos podido apreciar que se trata de un territorio caracterizado por las
luchas y disputas fronterizas, un espacio osmótico en el que lo castellano y lo
granadino se interrelacionan hasta el punto de confundir al observador, que
difícilmente discierne lo que provenía de un lado o de otro de aquella antigua
frontera.
Efectivamente, la reutilización de las estructuras militares y religiosas, como es el
caso del antiguo alminar de Benaocaz convertido en campanario cristiano o de la
gran mayoría de las fortalezas de la zona, nos hablan de esta perdurabilidad que al
mismo tiempo conlleva una mixtificación de formas y usos, una suerte de koiné
arqueológica que conforma el color peculiar de la Andalucía penibética, es decir, de
las tierras que integraron el Reino de Granada.
Hemos visto cómo en muchas de estas fortalezas, a las estructuras de un hisn
primitivo se superponen torres-donjon de raigambre europea, construidas por los
conquistadores castellanos. Son los casos de Olvera, Zahara y Matrera. A veces se
trata de fortificaciones de una gran sencillez, muy adaptadas al relieve rocoso y
agreste que, de manera natural, asume el grueso de la función defensiva, como ocurre
en Montecorto, Audita y Cardela, sobre todo. No obstante, no debe confundirse este
aparente arcaísmo con una cronología más antigua, sino que es el pragmatismo de
aprovechar al máximo las ventajas que la orografía naturalmente ofrece el que
conduce a estas discretas y simples soluciones, no exentas de pintoresca belleza, sin
embargo. Mucho ha quedado en los tópicos literarios procedentes del Romanticismo
174
del carácter rudo y belicoso del serrano148, no pareciendo haber demasiadas
diferencias, desde ese punto de vista, entre las medievales razzias fronterizas y los
modernos ataques de bandoleros o la fantasmal presencia de los maquis en estas
zonas montuosas, en lo que al concepto se refiere.
Pero actualmente, superados estos prejuicios, no debemos caer en la trampa de
tomar una supuesta identidad étnica como razón de la existencia y perpetuación de
los tópicos o, aún peor, de su implantación como falaces verdades históricoculturales cuasi dogmáticas. Antes al contrario, como venimos diciendo, imperativos
de carácter práctico son los que aconsejaron en su momento la reutilización de las
estructuras, además de una reinterpretación que les imprimiera el sello de sus nuevos
beneficiarios pero no borrase la huella de los anteriores. En este proceso de
aculturación, que en los antiguos territorios granadinos se produjo con más obligada
rapidez que en ningún otro lugar de la península Ibérica, fue habitual que las
mezquitas se convirtiesen en iglesias cristianas, sus alminares en los nuevos
campanarios149, y los castillos que otrora defendieron la potestad de gobernantes
musulmanes en poderosos baluartes de la fe cristiana.
El reino de Granada en su conjunto, y la Sierra de Cádiz en particular, están
mucho más marcados en su configuración espacial por la cultura islámica que por la
cristiana, toda vez que la mayor parte de su Edad Media se identifica con la primera.
El territorio que los castellanos tan duramente y poco a poco van conquistando se les
presenta como un mundo urbano, de poblamiento denso, concentrado en núcleos y
muy bien vertebrado por estructuras de caminería, irrigación, etc. Así, pocas
modificaciones se van a introducir en este microcosmos bien organizado, de modo
148
Tópico que, por otra parte, ya fue generado en la propia Edad Media: «La aspereza de aquellas
montañas face ser hombres robustos y ligeros; e guerreros, porque en aquellas fronteras syempre
continuaron la guerra contra los cristianos. Estas gentes acostumbran mostrar sus fijos de pequeños a
tirar la ballesta, y en esta Arte y por el gran çelo que tienen, son Maestros, que no yerran de dar en
qualquier lugar do tiran» (PULGAR, Hernando del: Crónica de los Reyes Católicos. Ed. Juan de Mata
CARRIAZO Y ARROQUIA. Madrid, Espasa-Calpe (Col. de Crónicas Españolas, VI), 1943, vol. 2, p.
165).
149
PÉREZ ORDÓÑEZ, Alejandro: “Viejas mezquitas, nuevas iglesias. Materializaciones formales de la
implantación del cristianismo en la Sierra de Cádiz tras la conquista castellana (1485-1500)” en V
Jornadas de Historia Abadía. Iglesias y Fronteras (Alcalá la Real, 2004). Jaén, Diputación, 2005, pp. 633642.
175
que el aspecto de sus poblaciones va a conservar hasta el día de hoy una
configuración seguramente bastante aproximada a la que debió tener en sus orígenes
medievales. Las tramas urbanas han tenido pocos cambios, bastantes menos que la
arquitectura, y los planos actuales de los pueblos serranos nos dicen mucho de su
pasado islámico. Así ha quedado de manifiesto en el estudio del urbanismo de estos
pueblos, pudiendo detectarse cómo el propio trazado urbano se erige en factor
defensivo del núcleo de población (esto ocurre con el poblado fortificado que
constituyó el Benaocaz nazarí). Sin embargo, no siempre el núcleo originario
medieval se mantiene habitado, y entonces los caseríos se desplazan hacia zonas más
cómodas pero cercanas (como Zahara o, posiblemente, Ubrique) o incluso llegan a
desaparecer (Archite, Benahud, Garciago, etc.), actuando aquí una casuística variada
en donde no se pueden establecer normas generales fiables para sistematizar estos
procesos.
En definitiva, podemos apreciar cómo la Sierra de Cádiz es un entorno en el que
la huella de lo andalusí, y especialmente de lo nazarí, sigue muy presente,
pudiéndose rastrear en un rico panorama de edificaciones y entidades urbanísticas
que conservan todo el bagaje de formas que nuestros antepasados musulmanes nos
legaron y aún perduran en nuestra cultura visual actual. Ahora lo necesario es que
nosotros seamos capaces de valorarlo en su justa medida y velemos por su protección
y mantenimiento para que la acción progresivamente destructora del paso del tiempo
no nos deje algún día huérfanos de esta bella herencia colectiva.
176
177
5. FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
En el subsiguiente listado recojo las fuentes literarias y obras historiográficas que
he manejado durante mi investigación. Muchas de ellas, aunque no todas, aparecen
citadas en las notas. Por otra parte, esta selección también pretende ser un punto de
partida para todo aquél que esté interesado en ampliar su conocimiento de los temas
aquí tratados, de modo que he procurado ser exhaustivo en los puntos que presentan
menos publicaciones (especialmente las que tratan temas locales y material
hemerográfico muy especializado) y más selectivo en otros asuntos, de carácter más
general, de los que existen mayor número de publicaciones. He prestado asimismo
especial atención a las obras de más reciente aparición, aunque igualmente listo otras
de notable antigüedad pero que suponen un referente fundamental aún hoy en la
materia tratada o bien son fuentes de indispensable consulta.
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A
Acinipo, 32, 74, 109
Aguilar de Campóo, 93, 194
Agüita, 78, 79
Ajalvir, 117
al-Andalus, 20, 33, 41, 60, 165, 178, 179, 182, 186, 187, 188, 192, 194
Albarrabal, 118
Albarraín, 116
Alberite, 31
Alcalá de Benzaide, 59
Alcalá de los Gazules, 49
Alcalá del Valle, 19, 28, 31, 125, 193
Alcalá la Real, 24, 59, 90, 189, 190
Alcaudete, 79
Algarín, 28
Algeciras, 29, 53, 58, 182, 187, 188, 192
Algodonales, 19, 27, 28, 32, 125
Alháquime, 20, 28, 34, 48, 49
Alhaurín el Grande, 54
Almajar, 58, 189
Almería, 40, 54, 74, 136, 183, 186, 191
Alpuente, 136
Andalucía, 2, 5, 25, 33, 34, 48, 49, 55, 83, 104, 109, 110, 136, 146, 150, 168, 174, 179, 180,
183, 184, 185, 186, 189, 191, 192
Antequera, 68
Aragón, 68, 150
Archidona, 103, 179
Archite, 9, 34, 35, 168, 176, 184
Arcos, 19, 29, 34, 35, 58, 59, 90, 92, 124, 126, 182, 185, 187, 190
Arcos de la Frontera, 19, 29, 58, 90, 124, 185, 187, 190
Ardales, 135
Argel, 41, 68, 186
arroyo de los Molinos, 125
Arroyomolinos, 68
Astigi, 109
Audita, 74, 75, 78, 79, 80, 168, 174
Aznalmara, 23, 34, 39, 59, 82, 83, 91, 168, 169, 181, 186
196
B
Badajoz, 68
Barrio Alto, 104, 124, 141, 184
Barrio Nazarí, 157, 191
Baza, 136
Benahud, 20, 168, 169, 176
Benajú, 169
Benamahoma, 29, 32, 109, 125, 126, 129, 149, 150
Benamaquiz, 79
Benamejí, 59
Benaocaz, 9, 19, 23, 29, 31, 32, 34, 39, 91, 102, 104, 109, 118, 124, 129, 141, 157, 174, 176,
182, 184, 185, 186, 191
Benaoján, 31, 180
Benaque, 103
Bobastro, 135
Budapest, 25
C
Cádiz, 20, 24, 27, 29, 31, 32, 34, 40, 43, 48, 49, 53, 58, 67, 75, 78, 83, 91, 92, 109, 126, 130,
142, 164, 168, 169, 178, 179, 181, 182, 183, 184, 185, 186, 187, 188, 189, 190, 191, 192,
193, 194
Calatrava, 59
Caldereto, 31
Campo de Gibraltar, 29
Campobuche, 29, 119
Cancha Bermeja, 119
Cardela, 23, 24, 34, 43, 59, 82, 90, 91, 92, 94, 96, 168, 169, 174, 181, 189, 194
Carteia, 109
Castillo del Moral, 23, 74, 78
Castra Gemina, 48
Cazorla, 68
Cerro de la Botinera, 32
Colada de la Loma del Calvario, 142
Comares, 54, 74, 103, 186
Córdoba, 35, 42, 49, 59, 68, 191, 192
Corona de Castilla, 33, 58, 123, 124, 188
Cortes, 168, 169, 182
Cortijo de la Cañada de Granado, 78
Corumbela, 103
Cuatro Villas, 149
Cuenca, 136
Cueva de la Pileta, 31
D
Daimalos, 103
depresión Bética, 74
depresión de Ronda, 27
E
Écija, 9, 109
197
El Bosque, 19, 28, 29, 35, 125, 126
el Burgo, 75
El Castillón, 125
El Gastor, 19, 28, 31, 125
F
Fátima, 24, 25, 90, 92
Feria, 43, 68, 185
Fez, 67
Frontera, 9, 33, 34, 42, 43, 44, 58, 90, 109, 168, 169, 178, 184, 185, 187, 189, 191, 192, 193
G
Gaidovar, 74, 79, 109, 168, 169
Garciago, 59, 92, 168, 169, 176
Gibraltar, 41
Granada, 5, 7, 34, 40, 41, 48, 53, 54, 58, 59, 60, 61, 66, 68, 74, 75, 78, 90, 91, 103, 168, 170,
179, 180, 181, 183, 186, 187, 188, 189, 190, 191, 192, 193
Grazalema, 19, 27, 28, 29, 31, 32, 34, 39, 74, 78, 108, 109, 119, 129, 145, 146, 149, 150, 164,
168, 169, 180, 182, 188, 190, 192, 194
Guadalete, 28, 29, 74, 78, 83, 90, 119
Guadalporcún, 28, 48, 54, 135
Guadalquivir, 126
Guadares, 29, 119
Guadiaro, 29, 119
Guadix, 136, 180
H
Hortales, 59, 82, 170
I
Igualeja, 103
Ilippa, 40
Iptuci, 31, 32, 59, 82, 90, 91, 170
J
Jaén, 24, 35, 54, 68, 74, 90, 186, 189, 190
Jerez de la Frontera, 19, 20, 29, 58, 169, 180
Jimena, 43, 92, 169
Jumilla, 68
L
la Manga, 28, 31
La Mina, 117
La Muela, 28, 125, 126
Lacidula, 32
Las Covatillas, 119
Las Huertas, 149, 150
Las Huertas de Benamahoma, 149
198
Las Mesas, 28
Las Vegas, 27
Levante, 150
Líbar, 28, 119
Líjar, 28
Llanos del Republicano, 28, 119
Loja, 54, 61
Los Alamillos, 119
Los Alcornocales, 27, 29
Los Arenosos, 31
los Hurones, 90
M
Madrid, 31, 32, 41, 49, 52, 58, 59, 66, 68, 74, 83, 91, 92, 103, 109, 113, 117, 175, 180, 182,
183, 184, 186, 189, 190, 192, 193
Magreb, 33
Majaceite, 29, 90, 119
Málaga, 27, 29, 31, 54, 74, 78, 82, 103, 119, 135, 136, 169, 179, 181, 183, 184, 186, 187, 188,
192, 194
Malaver, 28, 74
Marchena, 124, 126
Margacena, 83
Marruecos, 53, 67, 68, 149, 185
Matrera, 20, 23, 24, 58, 59, 61, 82, 91, 165, 174, 180, 185, 188, 189, 191
Medina Sidonia, 83, 92
Medinaceli, 49
Mesas de Villaverde, 135
Mijas, 79
Montecorto, 20, 23, 74, 75, 78, 174
Montes de Propios, 20
Morón, 9, 126
Murcia, 68, 179
O
Ocuri, 32, 82, 90, 91, 119
Olvera, 9, 19, 27, 28, 29, 34, 40, 41, 42, 43, 44, 45, 48, 61, 67, 68, 82, 123, 129, 132, 174, 178,
179, 185, 191
P
Pajarete, 58
península Ibérica, 80, 175
Peñaloja, 168, 169
Peñón de la Becerra, 164
Pinto, 68
Prado del Rey, 19, 28, 29, 31, 35, 58, 82, 125, 126
Priego, 49, 59
Pueblos Blancos, 43, 109, 185, 190
Puerto del Boyar, 83
Puerto Serrano, 19, 28, 125, 126
199
R
Rabat, 41, 67, 75, 149, 185, 192, 194
Rávena, 109
reino de Granada, 20, 175
Reino de Granada, 21, 24, 33, 40, 83, 92, 174, 179, 180, 183, 191, 192, 193
Rello, 136
Ronda, 27, 28, 29, 31, 33, 41, 42, 48, 53, 67, 68, 74, 75, 78, 79, 83, 92, 103, 109, 136, 179,
181, 182, 183, 188, 189, 190, 192
Rute, 59
S
Salares, 103
Salto de la Mora, 82
San Roque, 109
Santa Lucía, 28, 119
Santo Reino, 35
Segura de la Sierra, 68
Serranía de Ronda, 20, 27, 75, 78, 188
Serranía de Villaluenga, 20, 34, 35, 74, 78, 82, 109, 129, 145, 149, 164, 168, 182, 184, 189,
191, 192
Setenil, 19, 27, 34, 52, 53, 55, 61, 123, 125, 129, 132, 135, 136, 165, 182, 184, 185, 193
Setenil de las Bodegas, 19, 28, 52, 135
Sevilla, 2, 28, 29, 35, 48, 53, 58, 59, 60, 68, 83, 109, 110, 179, 180, 181, 184, 185, 186, 187,
188, 190, 191, 192, 194
Sierra de Cádiz, 7, 19, 20, 21, 23, 24, 27, 29, 31, 32, 33, 35, 39, 42, 44, 49, 66, 67, 69, 82, 83,
91, 124, 126, 129, 130, 141, 165, 174, 175, 176, 182, 190, 193
Sierra de Grazalema, 27, 29, 129
sierra del Endrinal, 169
Sierra del Pinar, 150
Sierra Margarita, 32
Sierra Morena, 35, 126
Sierra Norte, 27
Sierra Sur, 27
Siete Villas, 34, 93, 109, 126, 168, 184, 188, 191, 192
Sorbas, 136
Soria, 136
Surco Intrabético, 27
T
Takurunna, 33, 41, 53, 67
Tavizna, 29, 82, 83
Teba, 54
Tempul, 168
Tordesillas, 59
Torre Alháquime, 19, 28, 34, 48, 49, 129, 130, 132, 193
Torreón, 28
Trejo, 28, 54, 136
U
Ubrique, 9, 19, 23, 25, 27, 29, 31, 32, 34, 35, 59, 60, 82, 90, 91, 92, 94, 109, 119, 129, 164,
168, 169, 170, 176, 179, 181, 182, 184, 187, 189, 191, 192, 194
200
Ubrique el Alto, 170
Urique, 54
V
Valencia, 33, 75, 136, 185, 194
Valle de Abdalajís, 82
Vicarello, 109
Villa Medieval, 66, 124, 141
Villaluenga, 19, 28, 31, 34, 39, 108, 109, 113, 116, 118, 119, 129, 153, 168, 188
Villaluenga del Rosario, 19, 29, 31, 39, 108, 113, 129, 188
Villamartín, 19, 20, 24, 29, 31, 58, 59, 185, 188, 189
Z
Zahara, 19, 29, 32, 34, 41, 42, 48, 59, 61, 66, 67, 68, 69, 78, 79, 82, 109, 124, 125, 129, 141,
142, 174, 176, 180, 181, 182, 191, 193
Zahara de la Sierra, 19, 29, 32, 61, 67, 69, 141, 142, 180, 181, 182, 193
201
202