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su vez, repercute y da razones a los castellanos para apoyar o no a algunos pretendientes al trono nazarí; y, por último, la absoluta importancia que tiene el escenario
de frontera entre Castilla y Granada, en donde la vocación diplomática granadina da
muestras de su valía e importancia al intervenir, para arreglar los conflictos de forma
pacífica, en ese espacio de fricción, tan inestable y tan proclive a las soluciones bélicas.
En suma, estimo que es un libro importante en el panorama bibliográfico de este
aspecto de los estudios granadinos que, sin duda, ayudará a tener una visión amplia,
detallada y coherente del tema, a la vez que ayudará a entenderlo más claramente.
Juan MARTOS QUESADA
Universidad Complutense de Madrid
MORROW, John Andrew. El minarete y el campanario. Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del mundo. Col. «Religious Studies Series 25». University Press of the South, 2015, 332 págs.
Nunca ha sido tan necesaria la recomendación que hacía el historiador británico
E. H. Carr acerca de conocer al autor antes de abordar el contenido de su obra como
con este libro que firma el canadiense John A. Morrow. Porque, a pesar de lo que
pueda pensarse, El minarete y el campanario... no es un estudio académico al uso,
con una metodología acorde con el campo de estudios al que a priori pertenecería.
Un repaso al CV del autor, disponible en la red (véase su página personal https://
johnandrewmorrow.com/), pone de manifiesto que la formación académica de Morrow está muy alejada del campo de los estudios árabes e islámicos. El profesor de
lenguas extranjeras en el Ivy Tech Community College de Indiana es experto en lengua y estudios hispánicos, con una tesis presentada en la Universidad de Toronto
titulada The indigenous presence in Rubén Darío and Ernesto Cardenal (2000). Su
aproximación a un campo de conocimiento tan diferente viene de su conversión al
Islam a los 16 años, coyuntura personal que lo llevará a completar sus estudios tanto
por canales académicos como extra-académicos en la tradición islámica. Además del
presente libro, es autor de otras obras como Religion and revolution: spiritual and
political Islam in Ernesto Cardenal (Cambridge: Cambridge Scholar Publishing,
2012) o Six covenants of the Prophet Muhammad in six languages: the original Arabic along with translations in English, French, Spanish, Portuguese, Italian, and
Russian, de próxima aparición.
Como se ha señalado antes, no considero que El minarete y el campanario... sea
un estudio que se ciña a criterios científicos, sino que se trata más bien de una apología religiosa cubierta de una retórica pseudo-histórica. La obra está dividida en 17
capítulos en los que trata de analizar y contextualizar los diferentes pactos que, según
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la tradición islámica, selló el Profeta Muhammad
con las diferentes comunidades
.
cristianas. El primer capítulo (pp. 15-77) se dedica a las relaciones del Profeta con
la Gente del Libro, como preámbulo al análisis, pero sobre todo a la verificación de
la autenticidad de los pactos con los monjes del Monte Sinaí (§ 2, pp. 79-116), con
los cristianos de Persia (§ 3, pp. 117-127), de Najran (§ 4, pp. 129-162), con los cristianos del mundo (§ 5, pp. 163-204), con los de Asiria (§ 6, pp. 205-220) o con los
cristianos armenios de Jerusalén (§ 7, pp. 221-230), tras lo cual J. A. Morrow ofrece
una traducción de los textos de los pactos en cuestión (§ 8-12, pp. 231-262). Finaliza
su particular repaso a estos hitos con un análisis de las autoridades, es decir, de los
personajes que aparecen en el isnad (§ 13, pp. 263-270) para luego ocuparse del modo en que se transmitieron los textos de los pactos (§ 14, 271-272), para finalizar con
una (nueva) contextualización de los acuerdos entre el Profeta y los diferentes grupos
cristianos. Y a las conclusiones generales (§ 16, pp. 293-304) le siguen, como colofón, unas «sugerencias para los futuros estudiosos» (§ 17, pp. 305-314).
Ya desde las primeras páginas del libro, queda patente el objetivo que J. A. Morrow persigue con El minarete y el campanario...: lavar la imagen de los musulmanes
en América y defenderse de quienes los tachan de extremistas. Es una respuesta a
quienes acusan a Muhammad
de asesino sanguinario propagador del Islam por la
.
fuerza de las armas. Por esta razón, se centra exclusivamente en los pactos con los
cristianos, mientras que el trato que les reserva a los judíos es mucho más duro y crítico, ya que Morrow vive en un ámbito eminentemente cristiano. Asimismo, se trata
de arrebatar la bandera del momento fundacional de la nueva religión y los valores
que a esta etapa primigenia se le suponen a los radicales. Todo el libro gira en torno
a la idea del Islam como religión de paz, aglutinadora y superadora de los monoteísmos anteriores. Por este motivo, tanto el autor como el traductor al castellano, el argentino Héctor Horacio Manzolillo en el prólogo de la presente edición, llaman la
atención acerca de la necesidad de un entendimiento interreligioso para hacer frente
a los nuevos desafíos, como el «ecogenocidio» al que está abocado el planeta. A pesar de ese afán por ir más allá de las diferencias entre cristianos, judíos y musulmanes, las páginas objeto de análisis esconden un mensaje un tanto peligroso sobre el
que hay que llamar la atención. Quizás convenga recordar que se trata de una obra
escrita por un converso al Islam.
Subyace una carga ideológica que culpa de todos los males al materialismo de la
civilización occidental, que se contrapone a la espiritualidad de un mundo árabe tomado (erróneamente) como un bloque homogéneo. Esta idea convierte a Morrow,
a su pesar y de manera inconsciente, en rehén de una visión colonialista que hace de
los árabes un pueblo ahistórico, ajeno a los cambios experimentados en el mundo a
lo largo de los siglos, que los mantiene en un estado de «inocencia». Es indicativo
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del tono general que se persigue a lo largo de las páginas la siguiente afirmación que
se puede leer en la Introducción: «en la época de “la democracia” como panacea» (p.
10), aunque cada cual deberá sacar sus propias conclusiones. Hay en el fondo una
comparación entre los sistemas democráticos occidentales, de corte liberal-parlamentario, y el Islam como entidad político-religiosa, valorando cómo fueron los orígenes
de ambas construcciones. Argumenta J. A. Morrow que la democracia grecorromana
era esclavista y profundamente desigual, mientras que el Islam, desde sus inicios, se
mostró contrario a la esclavitud y propició la igualdad de todos, creyentes o no, independientemente de la edad o el género, lo que lleva inmediatamente, según este autor, a la superioridad del Islam frente a las democracias. Quizás olvide que, a día de
hoy, se sabe que en el mundo islámico pervive el tráfico de esclavos, si bien se desconoce su volumen; como también quizás olvide Morrow que puede escribir libros
como este gracias a los derechos que le garantiza un sistema tan pernicioso como la
democracia.
Con estas premisas como punto de partida, es legítimo pensar que no se trata de
un estudio científico acerca de unos hechos históricos en base a evidencias textuales.
Por el contrario, lo que articula Morrow es un discurso netamente religioso, que no
busca establecer un conocimiento más o menos riguroso del pasado, sino una Verdad
teológica, con todo lo que ello implica. Es más que evidente el mal uso —por desconocimiento— de la terminología histórica, interpretada continuamente a la luz de
la religión. De todo esto se deriva que el acercamiento a las fuentes, en su (casi) totalidad de la tradición islámica, se haga de manera acrítica. Toda hipótesis que ponga
en entredicho el discurso canónico islámico es rápidamente rechazada por el autor
argumentando que es el producto de «eruditos espiritualmente inseguros». Se añora
la «edad de oro» que representa el período profético durante el que Muhmmad
ejer.
ció el gobierno; un Muhammad
presentado
como
un
hombre
de
paz,
anti-colonialista,
.
pero que al mismo tiempo se muestra como gran estratega militar. El discurso queda
enmascarado tras una pretendida equidistancia entre la «leyenda negra» y la «leyenda
rosa». Pero lo que realmente ofrece es una actualización de la segunda adornada con
una argumentación que no se sostiene ante un análisis crítico, como la afirmación de
que fue Muhammad
quien elaboró el dogma de la Inmaculada Concepción.
.
El minarete y el campanario... habría que inscribirlo en el extremo opuesto a las
obras de aquéllos revisionistas que cargan las tintas sobre los aspectos negativos del
Islam. Persigue un objetivo legítimo, pero lo hace a costa de falsear el pasado, lo cual
no conduce a un mejor conocimiento de la realidad islámica, sino a su conversión en
una suerte de «paraíso perdido», en una utopía difícilmente realizable, repitiendo el
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tópico de la escasa capacidad de adaptarse a los cambios por parte de los musulmanes, siempre pendientes de un pasado que los paraliza.
Carlos MARTÍNEZ CARRASCO
Universidad de Granada
MOSCOSO GARCÍA, Francisco. Diccionario de árabe marroquí. En Biblioteca
Arabo-Románica et Islámica 10. Gijón: Ediciones Trea, 2015, 633 págs.
La oportunidad de una obra de estas características no puede ser mayor dada la
importancia mediática que las cuestiones relacionadas con el mundo árabe en general
y con todo lo marroquí en particular están adquiriendo en nuestro país, por una parte
y por la otra dada la centralidad que el árabe marroquí, por distintos motivos, está
adoptando en el propio Marruecos donde proliferan debates en torno a su empleo
como lengua de enseñanza —por la que nuestro autor aboga decididamente—, a la
estandarización de su grafía, e incluso a su oficialización. Obras como este Diccionario de árabe marroquí ayudan sin duda a que el prestigio creciente del dariía aumente
y se vaya consolidando.
El autor ha consagrado su trayectoria investigadora precisamente al estudio de
esta variedad lingüística no sólo con la publicación de varias monografías en torno
al tema, sino también con la organización de un congreso bianual sobre la cuestión.
Al tratarse de un tema candente, pues implica la identidad de toda una comunidad
lingüística dentro y fuera de Marruecos, es fundamental ir observando la curva de la
evolución, los escollos con los que se encuentra el dariía en su tránsito de la periferia
al núcleo y las propuestas para ir sorteándolos. En este sentido, la organización del
congreso que cada dos años acomete el autor es de una importancia primordial para
dicha comunidad de habla y para la el área de investigación a ella dedicada.
El presente diccionario es la segunda edición impresa que viene a aumentar la
primera realizada por la fundación Ibn Tufayl en el año 2007. Así pues, la versión
de 2015 que estamos reseñando está, en palabras del propio autor, “revisada y notablemente enriquecida” pues, aunque un trabajo de esta envergadura admite a priori
la existencia de inevitables erratas y lagunas derivadas de la dispersión dialectológica
propia del carácter oral y no codificado del árabe marroquí, se trata de una labor de
recopilación, selección y traducción de dieciséis mil entradas —cuatro mil más que
la versión anterior— muy completa, precisa y detallada.
Las fuentes del diccionario son variadas y complementarias pues por una parte se
asienta sobre el trabajo de campo del autor, por otra en el análisis de los medios de
comunicación que empiezan a utilizar el árabe marroquí de forma continua o intermitente y en tercer lugar en las referencias que la literatura contemporánea proporciona
ya sea poesía —de los autores de zéjel contemporáneo como Ahmed Lemsyeh, MouMEAH, SECCIÓN ÁRABE-ISLAM [0544-408X] 66 (2017), 329-354