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mas mayores EDULP 2015.pdf

Más mayores, más derechos Diálogos interdisciplinarios sobre vejez Más mayores, más derechos Diálogos interdisciplinarios sobre vejez Jorge Pedro Paola María Nair Tordó Paula Mara Danel (Compiladores) Paola, Jorge Pedro Más mayores, más derechos : diálogos interdisciplinarios sobre vejez / Jorge Pedro Paola ; María Nair Tordó ; Paula Mara Danel ; compilado por Jorge Pedro Paola ; María Nair Tordó ; Paula Mara Danel. - 1a ed. - La Plata : EDULP, 2015. E-Book. ISBN 978-987-1985-62-3 1. Gerontología. 2. Trabajo Social. 3. Políticas Públicas. I. Tordó, María Nair II. Danel, Paula Mara III. Paola, Jorge Pedro, comp. IV. Tordó, María Nair , comp. V. Danel, Paula Mara, comp. VI. Título CDD 361.3 Más mayores, más derechos Diálogos interdisciplinarios sobre vejez Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó y Paula Mara Danel (compiladores) Diagramación: Eríca Anabela Medina Fotografía de tapa: Julieta Lloret Editorial de la Universidad Nacional de La Plata (Edulp) 47 N.º 380 / La Plata B1900AJP / Buenos Aires, Argentina +54 221 427 3992 / 427 4898 edulp.editorial@gmail.com www.editorial.unlp.edu.ar Edulp integra la Red de Editoriales de las Universidades Nacionales (REUN) Primera edición, 2015 ISBN N.º 978-987-1985-62-3 Queda hecho el depósito que marca la Ley 11723 © 2015 - Edulp Impreso en Argentina Dedicatoria Esta producción ha sido elaborada como una apuesta tendiente a generar visibilidad a los aportes que se vienen realizando desde el campo gerontológico, y en honor a todas y cada una de las personas mayores que vienen produciendo heterogéneos sentidos sobre el envejecer. Índice Prólogo 8 ParTe I. Diálogos sobre el envejecimiento y la producción de políticas públicas Capítulo 1. El marco político del envejecimiento activo como respuesta a la revolución de la longevidad 21 Capítulo 2. Políticas públicas y envejecimiento 40 Capítulo 3. Los modelos de atención a la vejez en Uruguay 59 Capítulo 4. El desafío del cuidado humano en Uruguay: dilemas para el Trabajo Social 79 Capítulo 5. Políticas públicas: la construcción de problemas y alternativas de intervención profesional 101 Capítulo 6. Planiicación situacional como proceso: un enfoque para la intervención social y la formación en Trabajo Social 111 ParTe II. Diálogos del Trabajo Social en el campo gerontológico Capítulo 7. Hacia una intervención crítica del Trabajo Social en el campo gerontológico 129 Capítulo 8. Hacia la construcción de un sujeto viejo diferente, desde el derecho a ejercer derechos 161 Capítulo 9. Performatividad de la intervención del Trabajo Social en el campo gerontológico 171 Capítulo 10. Concepciones sobre vejez en relación a los procesos de intervención 189 Capítulo 11. Los adultos mayores en un mundo fragmentado. Una perspectiva desde la intervención social 218 ParTe III. Diálogos sobre la producción de conocimiento en el campo gerontológico Capítulo 12. La formación del espíritu cientíico en el Trabajo Social y la vigilancia epistemológica en el campo gerontológico 227 Capítulo 13. Los fundamentos de los programas de educación para personas mayores: breve relexión de la díada docente-alumno en el proceso de enseñanza y de aprendizaje 259 Capítulo 14. Sentidos en pugna sobre los mayores en el contexto de la ley de servicios audiovisuales 280 Capítulo 15. Procesos socioculturales y subjetivos del envejecimiento y la vejez 304 Capítulo 16. Perspectivas críticas acerca de la construcción social de la vejez y las intervenciones socio-culturales 320 autores 347 Prólogo El presente libro aloja las relexiones de un grupo de trabajadores sociales y gerontólogos (Psicólogos, Licenciados en Ciencias de la Educación, Trabajadores Sociales y Médicos) que han participado de las III Jornadas de Trabajo Social en el campo gerontológico “Adultos Mayores y Trabajo Social: hacia la construcción de intervenciones críticas. Relexiones en torno a la construcción de intervenciones con adultos mayores”, desarrolladas en la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de La Plata, los días 30 y 31 de agosto de 2013. Las mencionadas jornadas fueron organizadas por la Facultad de Trabajo Social (FTS) de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) y la Carrera de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Contaron con el auspicio del Centro de Estudios de Trabajo Social y Sociedad –FTS, UNLP– y la adhesión del Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (INSSJyP)-Pami1. Fueron declaradas de interés por el Colegio de Trabajadores Sociales de la provincia de Entre Ríos, el Honorable Concejo Deliberante de la ciudad de Paraná, y la Dirección de Patologías Prevalentes de la Dirección Provincial de Medicina Preventiva del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires. Organizar estas jornadas ha sido un desafío, un juego en el que nos aventuramos y que permitió intercambios y relexiones colectivas. Se lograron conirmar las alianzas logradas, ampliarlas, generar diálogos 1 Obra social que brinda cobertura a 5.000.000 de adultos mayores. Más mayores, más derechos 8 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) y establecer objetivos a largo plazo. En tal sentido, se propició la generación de la Red Latinoamericana de Docentes Universitarios y Profesionales de Trabajo Social en el Campo Gerontológico (RedGeTS). Lo que permitió enfrentar preocupaciones comunes, así como: incrementar el intercambio a partir del desarrollo de nuevas redes de comunicación. Entendimos necesario superar el aislamiento regional e institucional y promover la visibilidad y sistematización de las experiencias locales, que habiliten una mayor integración de los diferentes saberes en este campo. Intentaremos quebrantar el aislamiento entre los diferentes profesionales y equipos que están trabajando desde el Trabajo Social en el campo de la Gerontología. Es necesario lograr una nueva circulación del conocimiento que amplíe los lugares hegemónicos instituidos. La circulación del conocimiento y el intercambio será la base que permitirá la interdisciplinaridad del trabajo de investigadores y profesionales, la optimización de los recursos y las sinergias, con un consecuente impacto positivo sobre las sociedades y los ciudadanos de todas las edades, especialmente los mayores. (Manes, Paola y Danel, 2011: 8) El Trabajo Social en el campo gerontológico conforma un desafío teórico-metodológico al que viene respondiendo desde hace aproximadamente cuarenta años, siendo que la producción teórica no ha sido abundante en nuestro medio. En ese sentido, las II Jornadas dejaron como producto inal, un libro que condensa las diferentes discusiones que se llevaron adelante2. Coincidimos con Geertz (1973) que escribir implica rescatar lo dicho, y ijarlo haciéndolo susceptible de consulta. En ese sentido, la posibilidad de consulta en una disciplina, que viene generando intervenciones con personas mayores en forma sistemática, se constituye en un aporte invalorable. 2 http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/27629 (consultado en Febrero de 2014) Más mayores, más derechos 9 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) En el tercer encuentro acompañamos relexiones que surgieron tanto del ámbito académico como de los escenarios interventivos. La intervención de Trabajo Social se entrelaza al mecanismo más abarcativo que la sociedad deine en cada época para dar respuesta a las manifestaciones de la cuestión social, y lo hace como especialista de lo social asistencial. Se trata de una práctica profesional especíica –no la única– sostenida por un conjunto de saberes fundados y argumentados teóricamente que le permiten comprender/decir/hacer, desplegando su intervención en los espacios públicos estatales y públicos societales, lugares estos que se estructuran como aspectos de la institucionalidad social de cada momento histórico. (Cazzaniga, 2007: 87) Cuando analizamos el “Trabajo social en el campo gerontológico” estamos poniendo en escena a la intervención, lo que nos invita a pensar la constitución del sujeto de nuestras praxis. ¿Qué sujetos aparecieron en las jornadas? ¿Cuáles (sujetos) estamos construyendo desde el Trabajo Social? ¿Cómo asumimos el desafío de aianzar la construcción de intervenciones críticas? Entendemos que en estos últimos años se han institucionalizado y ampliado mecanismos de seguridad social hacia las personas mayores, ¿cómo incide esto en las prácticas de los trabajadores sociales? ¿Qué idearios/paradigmas interjuegan en el campo especíico? A su vez, resultó imprescindible interrogar las ideas de ciudadanía que emergen en esta segunda década del siglo XXI. El Trabajo Social ha ampliado sus instancias de intervención y de investigación en el campo gerontológico. Se visualiza una fuerte incidencia de la investigación cualitativa, por lo que enfatizamos la necesidad de socializar las producciones que desde el Trabajo Social se vienen realizando. ¿Por qué se produce desde la investigación cualitativa? Entendemos que está entrelazado a la posibilidad de recuperar la voz de los sujetos con los que se interviene. Retomando a Miguel Más mayores, más derechos 10 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Bartolomé (2003), decimos que nos despegamos de las miradas que entienden a los sujetos como meros informantes, optando por comprenderlos mismos como interlocutores. Retomar la palabra, implica ahondar en los signiicados socialmente producidos y portados desde un espacio social particular. Las coordenadas del debate que se propusieron para las jornadas fueron las siguientes: • ¿Objetos o sujetos de intervención/investigación? • Políticas integrales en el proceso de envejecimiento • Modiicaciones en el pensamiento gerontológico actual • Relación Trabajo Social y gerontología crítica • ¿Lo asilar como ideario vigente? Desafíos y experiencias actuales • Interdisciplina y hegemonías • Lo político, la política y los adultos mayores • Lo cualitativo como estrategia para una intervención fundada • Subjetividad de los adultos mayores y de los trabajadores sociales • Los aportes de otras disciplinas al Trabajo Social • Procesos de fragilización y relaciones sociales. Dependencia/ discapacidad en la tercera edad Nuestra mirada gerontológica se centra en el análisis de la intervención del Trabajo Social dentro del enfoque crítico que caracteriza a la gerontología como una red centralmente interdisciplinaria. Las III Jornadas de Trabajo Social en el campo Gerontológico permitieron debates acerca del lugar que ocupa la conceptualización, la relexión, la investigación y la intervención en el marco de la tarea profesional de los trabajadores sociales. Destacamos el invalorable aporte que hemos recibido por parte del Comité Asesor de las jornadas integradas por la Dra. Margarita Rozas, Mgter. Jorge Paola, Dr. Alfredo Carballeda, Mgter. Susana Malacalza y Mgter. María del Carmen Ludi. Así como del comité académico: Mgter. Mariano Barberena, Mgter. Verónica Cruz, Mgter. Mariano Cardelli, Mgter. Liliana Cordero, Mgter. Paula Danel, Lic. Adriana Frávega, Lic. Romina Manes, Esp. Carina Messina, Mgter. Marcela Oyhandy, Lic. Claudio Rios, Lic. Natalia Samter, Más mayores, más derechos 11 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Mgter. Inés Seoane, Lic. Claudia Tello, Mgter. María Nair Tordó y Mgter. Alejandra Wagner. Un párrafo aparte amerita el comité Organizativo, que con denodado esfuerzo hizo posible la realización de las jornadas, alojar a participantes de diferentes lugares del país y el continente, por lo que expresamos nuestro agradecimiento3. En el presente libro encontraremos el aporte de notables referentes del Trabajo Social y del campo gerontológico de las Universidades de Buenos Aires, Entre Ríos, Catamarca, Isalud, La Plata (de Argentina), de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad Católica del Maule y Escuela de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Central (ambas de Chile), de la Universidad Nacional de la República de la República Oriental del Uruguay y del Centro Internacional de la Longevidad de la República Federativa de Brasil. Perseguimos generar, con los aportes de estos docentes e investigadores, diálogos entre quienes sostienen prácticas investigativas y quienes aportan a los procesos de producción de políticas públicas. La lógica expositiva del libro se concentra en tres apartados, el primero pone en relación “Diálogos sobre el envejecimiento y la producción de políticas públicas”. • En el primer capítulo, la Conferencia que brindara Alexandre Kalache quien actualmente es el Presidente del Centro Internacional de Longevidad de Río de Janeiro (Brasil). En su texto que se transcribe nos convoca a pensar la revolución de la longevidad como un triunfo de la humanidad, como la posibilidad de producir ciudades que sean amigables con todos sus habitantes. 3 Integrantes comité organizativo: Prof. Jorge Paola, Prof. María del Carmen Ludi, Prof. Claudia Tello, Lic. Natalia Samter, Lic. Romina Manes, Esp. Carina Messina, Mgter. Paula Danel, Lic. Verónica Cimatti, Lic. Analía Criado, Lic. Cecilia Molina, Esp. Marina Canal, Lic. Florencia Gallaman, Lic. Susana Jaimes, Lic. Paula Fulfaro y Mgter. María Nair Tordó, Lic. Maricel Valentini, Lic. Rocío Valdez, Lic. Jimena Disipio, Est. Norma Garrido, Est. Elisa Nicolini, Est. Soledad Troncatti, Est. Sandra Rosario Acuña, Est. Florencia Stazi Montero y Est. Clarisa Calfunao. Más mayores, más derechos 12 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) • En el segundo capítulo referido a la transcripción de la conferencia desarrollada por Silvia Gascón, se desenvuelven varios conceptos referidos a la concepción de la política pública gerontológica. Se referencia a la complejidad del concepto además de los diferentes elementos que hacen a la puesta práctica. Durante el desarrollo del escrito la autora retoma acciones que demuestran cómo la política pública destinada a personas mayores ha impregnado en nuestro país, así como se está instalando en la agenda pública, de cómo que se puede llegar a generar impacto a partir la formación y el compromiso de los profesionales que intervienen en diferentes organizaciones estatales, privadas y civiles. • El tercer capítulo, de Sandra Sande, nos plantea que el envejecimiento poblacional es uno de los mayores triunfos de la humanidad y uno de sus más grandes desafíos. En el siglo XXI, el envejecimiento impone exigencias económicas y sociales. Al mismo tiempo, las personas mayores ofrecen recursos, que suponen una importante contribución a la estructura socioeconómica. En el artículo da cuenta de las políticas desarrolladas en el Uruguay hacia las personas viejas, teniendo en cuenta que estos modelos relejan valores y actitudes de una época histórica y que pueden contradecirse e incluso excluirse mutuamente. Sande nos invita a relexionar sobre los modelos de justicia que se ponen en juego en el proceso de producción de políticas de vejez en su país. • En el cuarto capítulo “El desafío del cuidado humano en Uruguay: dilemas para el Trabajo Social”, de Teresa Dornell, Romina Mauro, Saphir Stemphele y Sandra Sande, los autores realizan un recorrido descriptivo acerca del envejecimiento poblacional. A continuación desarrollan los conceptos referidos a los cuidados, el cual incluye a la familia y especíicamente al rol de la mujer; los cuidados formales y el cuidado en las instituciones. El punto fuerte del texto llega cuando se mencionan la confección de las políticas de cuidados como eleMás mayores, más derechos 13 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) mentos de la estrategia de bienestar, destacando la formación del Sistema Nacional de Cuidados (SNC) y la creación del Plan Nacional de Envejecimiento y Vejez, en Uruguay. En tanto en las relexiones inales se exponen las ventajas y diicultades de la implementación del SNC. • En el quinto capítulo contamos con el aporte de Marcela Velurtas, quien nos invita a relexionar sobre la producción de políticas públicas, situando los análisis en las intervenciones profesionales como parte de la gestión en el campo de las políticas públicas/sociales entendiendo que alude a procesos de construcción de estas las políticas. Nos convoca a repensar la tensión entre universalismos y focalización y la noción de derechos y ciudadanía. Nos deja ideas en torno a algunos aspectos que identiica como desafíos que constituyen los objetivos que orientan y dinamizan inquietudes e intervenciones en términos de debates, producción de conocimientos, formación y ampliación de los horizontes en cada espacio de trabajo cotidiano. • En el capítulo número seis nos encontramos con un diálogo entre el envejecimiento, el Estado y la intervención. En ese sentido, María Gladys Olivo Viana plantea la gestión en el ámbito territorial centrada en la planiicación situacional y bajo el paradigma de la complejidad. Parte de la idea fuerza de la planiicación social situacional en tanto proceso y sistema, la cual obedece a una lógica de intervención desde la diversidad de realidades políticas, económicas, culturales e históricas, lo que da lugar a que surja como eje central una nueva mirada en el diseño, implementación y evaluación de políticas sociales en el espacio local. Hacia el inal del documento, la autora describe la intervención social, territorial y la formación, a partir del proceso de análisis de situación inicial, la cual incluye el diagnóstico situacional, el diseño de trayectoria y la evaluación de la situación deseada con perspectiva de retroalimentación. Más mayores, más derechos 14 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) El segundo apartado, lo denominamos “Diálogos del Trabajo Social en el campo gerontológico”, en el que encontraremos: • El séptimo capítulo “Hacia una intervención crítica del Trabajo Social en el campo Gerontológico”, autoría de Jorge Paola, presenta tres recorridos. En una primera etapa, el autor aborda los contenidos centrales de los enfoques críticos de la Gerontología y el Trabajo Social. A continuación, se conceptualiza el sentido y la orientación de la intervención social crítica del Trabajo Social en el campo Gerontológico y inalmente, desarrolla los supuestos necesarios para posibilitar una intervención crítica. El artículo constituye un aporte central a la coniguración teórico-analítica del Trabajo Social, teniendo en cuenta la trayectoria académico-interventiva del autor. • El octavo capítulo, comparte la producción de María del Carmen Ludi en el que desarrolla los conceptos y representaciones sociales de la vejez. Durante el recorrido del documento se relexiona acerca del concepto de envejecimiento y vejez desde las esferas de la sociedad, de las propias personas mayores, las familias, las políticas públicas y las residencias públicas y privadas. El énfasis está colocado fundamentalmente en los prejuicios y se los deine como la base de la construcción colectiva del imaginario social arraigado en vastos sectores de la población –incluidos los propios viejos– acerca de la vejez. • En el noveno capítulo encontraremos el texto “Performatividad de la intervención del Trabajo Social en el campo gerontológico” de Paula Danel. En el mismo, la autora comparte relexiones desde la investigación y la intervención profesional sobre los modos de producción social de vejez que se despliegan en los actuales escenarios de intervención. Con un claro aporte postestructuralista enriquece análisis que contribuyen a las relexiones del campo gerontológico. • En el décimo capítulo “Concepciones sobre vejez en relación a los procesos de intervención”, Cecilia Molina, Analía Criado y Verónica Cimatti comparten las relexiones que elaboraron Más mayores, más derechos 15 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) en el proceso de sistematización siendo parte del equipo de un Proyecto de Extensión Universitaria, Capacitación y Supervisión a equipos interdisciplinarios: saldando una deuda pendiente en temas de Discapacidad y Vejez. Retoman las narrativas de los profesionales que participaron de la experiencia de capacitación para comprender, a partir de las vivencias y experiencias cotidianas, de qué manera las visiones median en las intervenciones cotidianas de los trabajadores sociales. • En el undécimo capítulo hallamos las relexiones del Dr. Alfredo Carballeda quien en su texto “Los adultos mayores en un mundo fragmentado. Una perspectiva desde la intervención social” nos invita a relexionar sobre los modos contemporáneos de pensar a la vejez y los desafíos que se instalan frente intervención en lo social. Un profundo análisis que nos convoca a relexionar en forma colectiva. En el tercer apartado “Diálogos sobre la producción de conocimiento en el campo gerontológico”, compartimos los siguientes capítulos: • En el duodécimo capítulo, Marcelo Piña Morán instala preocupaciones de índole epistemológico. Presenta productos de una investigación en el marco de un proyecto denominado “Factores socioculturales que conforman la opinión pública y especializada de los roles sociales de las personas mayores de Chile en el período 2002-2012”. El autor, analiza a través de conceptualizaciones epistemológicas de Gastón Bachelard, los obstáculos que entorpecen y favorecen el desarrollo del Trabajo Social Gerontológico, haciendo una transposición de teorizaciones y aplicaciones prácticas y de intervención. Durante el desarrollo del escrito, el lector encontrará un análisis teórico pormenorizado de cinco elementos y obstáculos epistemológicos para la constitución del objeto de estudio del Trabajo Social y la Gerontología Social: a) la experiencia; b) el conocimiento general; c) el uso del lenguaje cientíico; d) el conocimiento unitario y pragmático y e) el conocimiento Más mayores, más derechos 16 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) cuantitativo. En síntesis, Piña Morán, realiza un recorrido de teorización y racionalización del proceso cientíico y de vigilancia epistemológica del Trabajo Social y de su intervención en el campo Gerontológico. • En el décimo tercer capítulo, escrito por María Tordó, se realiza un aporte teórico pedagógico acerca los programas de educación para personas mayores. Partiendo desde la concepción histórica hasta poner en juego los paradigmas educativos y la impronta de ellos al momento en que un docente genera una propuesta educativa. Además se pregunta y cuestiona acerca de las personas mayores como sujetos pedagógicos y las coniguraciones y estrategias didácticas de los docentes. Durante todo el recorrido se plantea a la educación permanente y no formal como una herramienta, como un medio para la integración social de las personas mayores. • En el décimo cuarto capítulo las autoras, Adriana Frávega y Virginia Mársico con su capítulo “Sentidos en pugna sobre los mayores, en el contexto de la ley de servicios audiovisuales”; nos invitan a relexionar desde el aporte de la comunicación la construcción de sentidos que constituyen las personas mayores, en tanto receptoras de medios de comunicación en Argentina. Las bases teórico-epistemológicas lo ubican en los estudios culturales de la recepción latinoamericanos, a in de interpretar a las personas mayores en la signiicación que realizan de sí mismos y en relación al resto de la sociedad, como sujetos activos dentro del proceso cultural/comunicacional en que se desenvuelven. • En el capítulo décimo quinto Marina Canal analiza los procesos socioculturales y subjetivos del envejecimiento y la vejez. Parte de considerar el envejecimiento como un momento más del devenir subjetivo que supone una recomposición psíquica a partir de los cambios que se presentan. Considerando un sujeto con una estructura psíquica abierta y compleja y con una concepción de historia no lineal en el que saliendo de los Más mayores, más derechos 17 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) parámetros de la edad y la maduración como únicos determinantes, el sujeto realiza un proceso singular y propio de los cambios y transformaciones ocurridos, en un movimiento de apertura en el que se conjugan el pasado, el presente y el futuro. Trae a escena los aportes que desde el psicoanálisis se vienen realizando al campo gerontológico. • En el décimo sexto capítulo José Yuni pone en discusión las perspectivas críticas acerca de la construcción social de la vejez y las intervenciones socio-culturales. Para inalizar, nos interesa compartir con los lectores qué cuestiones se juegan en los que hemos elegido “poner el cuerpo” en la investigación e intervención con los mayores. Las motivaciones no las hallaremos solamente en el plano discursivo, en las racionalizaciones, Las cadenas y esquemas cognitivos-afectivos que conectan (y desconectan) las prácticas sociales en tanto narraciones y visiones del mundo hechas cuerpo, constituyen los procesos que aquí se caracterizan como ideológicos. Los mecanismos y dispositivos señalados son un gozne práctico y procedimental donde se instancian los cruces entre emociones, cuerpos y narraciones (Scribano, 2009: 146) Nuestras narraciones estarán cargadas de emociones, teniendo en cuenta que el abordaje con mayores implica el intercambio con aquellos que socialmente son producidos como los no deseados. Los procesos de rupturas epistemológicas y epistemofílicas (Fernández, 2009) que hemos transitado, nos han permitido tomar elecciones, sostenerlas, militarlas y comunicarlas. Vi una vieja bruja. Contemplaba a aquella anciana, criatura y pensaba: una bruja. […] Pero ahí estaba, a mi lado, en la farmacia. Una menudencia encorvada, con la nariz que casi le tocaba con algo que parecía a una coia. […] Por alguna Más mayores, más derechos 18 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) razón me gustó, desde aquel momento. Al cogerle el trozo de papel, supe que cogía algo más. (Doris Lessing, 1987: 15) Trayectorias disciplinares diversas puestas en juego para enunciar certezas, interrogantes y dudas sobre los procesos de envejecimientos y vejez. Este libro condensa los diálogos que fuimos sosteniendo sobre la vejez en el marco de unas jornadas, pero sobre todo en las disputas que venimos generando sobre los modos hegemonizados de producir saberes sobre los mayores. En un contexto de ampliación de derechos, entendemos necesario dejar constancia de una forma posible de dialogar sobre la vejez. Bibliografía Bartolomé, M. (2003). “En defensa de la Etnografía. El papel contemporáneo de la investigación intercultural”. Revista de Antropología Social, 12 (199-222), Universidad Complutense de Madrid. Figari, C. y Scribano, A. (comps.) (2009). Cuerpo(s), Subjetividad(es) y Conlicto(s). Hacia una sociología de los cuerpos y las emociones desde Latinoamérica. Colección CLACSO COEDICIONES/CICCUS. En línea en: <http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/ coedicion/scribano/>. Consultado en febrero de 2014. Fernández, E. (2009). “De obstáculo epistemofílico a vínculo dialéctico. Relexiones acerca de una experiencia sobre lectura académica”. Primer Encuentro interdisciplinario para tratar la problemática de la lectura y la escritura en la Universidad, Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales. Geertz, C. (1995). La interpretación de las culturas, I. Barcelona: Gedisa. Más mayores, más derechos 19 ParTe I Diálogos sobre el envejecimiento y la producción de políticas públicas CaPÍTulo 1 el marco político del envejecimiento activo como respuesta a la revolución de la longevidad1 Alexander Kalache Buenos días a todas, porque son pocos los todos. Me gustaría conocer un poco más este público: tengo amigas y compañeras aquí de muchos años, y tengo otras que he conocido a lo largo de mis actividades profesionales. Pero no conozco a la gran mayoría. Quiero empezar con tres cuestiones, y para eso quiero que cierren los ojos y piensen a qué edad van a fallecer: la edad de la muerte. Piensen en la causa de la muerte, de qué van a morir. Y la tercera es, dónde esperan morir. ¿Alguien espera morir antes de los 60?, ¿entre 60 y 70?, ¿de 70 a 80?, ¿de 80 a 90?, ¿más de 90? Muy bien, entonces estamos con un grupo que espera vivir, en su gran mayoría, hasta los 80, o, en gran parte, a partir de los 90. Esta es una realidad cada vez más fuerte para nosotros, los latinoamericanos, porque la expectativa de vida está creciendo. Y para un grupo como este, la expectativa de vivir hasta los 90 y más 1 El presente capítulo es la transcripción de la Conferencia Central que brindara el Dr. Alexandre Kalache en las III JTSCG. Más mayores, más derechos 21 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) no es irreal. Ese es un cambio total. Hasta una o dos generaciones, vivir hasta los 80 ya era un hecho extraordinario. Mi madre tiene hoy 95 años, y prácticamente es una excepción de su generación, nacida en 1918, y que todavía sigue viva. Entonces, ese es el primer aspecto importante: la longevidad. Yo había puesto como título de esta presentación “La revolución de la longevidad”. Esa es una revolución; el hecho de que estamos viviendo más, y más, y más. La segunda pregunta que les hice fue por la muerte. ¿Cuántos esperan morir de Alzheimer?, ¿de accidentes cerebrovasculares?, ¿de cáncer?, ¿quién espera morir de un accidente cardiovascular, un ataque cardíaco? Este es un grupo que espera vivir hasta los 80 o 90, y sin muertes complicadas. No son realistas, porque yo tengo malas noticias: gran parte de los que estamos aquí vamos a morir de enfermedades crónicas de larga permanencia, que necesitan mucho cuidado. Ustedes son trabajadores sociales o estudiantes de Trabajo Social; eso es lo que nos toca: prepararnos para muertes que no son las muertes deseadas, que no son las muertes fáciles. Quizás, unos días de malestar, tiempo para despedirse de la familia, de los amigos y, pum, se van: no será así. Hay que prepararnos bajo un punto de vista profesional, bajo un punto de vista ético, porque hay cuestiones fundamentales que hay que preguntarnos: ¿qué tipo de muerte? Yo no quiero vivir ni morir como mi tía, que falleció hace 3 meses a la edad de 92 años, y que al inal de su vida se quedó 5 meses en un centro de tratamiento, donde tenía solamente media hora de visita de sus familiares y todo lo que pedía, porque seguía lúcida, era: “yo preiero 5 días de vida pero con mis hijos, con mis nietos, que 5 meses en este ambiente estéril, totalmente no familiar, impersonal”. Para eso es necesario que nos preparemos y contestar a las preguntas que esta revolución de la longevidad nos plantea. La tercera cuestión que les pregunté es dónde esperan morir: ¿en la calle?, ¿en un hospital?, ¿en un asilo residencia de ancianos?, ¿en casa? Qué irrealistas. Porque ustedes saben que la gran mayoría de las muertes son institucionales, que se producen a lo largo de muchos días, semanas, meses. Que si no nos preparamos, esperando morir a Más mayores, más derechos 22 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) los 80, 90, de ataques cardíacos en las casas, eso no es realista. Y de eso voy a hablar, porque si no nos preparamos para esta revolución de la longevidad, de cada vez más personas que van a morir a una edad muy avanzada de enfermedades crónicas de larga duración, complejas, y con la tecnología permitiendo cada vez más que mi tía pueda quedarse viva pero con una vida sin calidad que no le interesa ni a ella, ni a sus familiares, ni a sus amigos, pero le interesa sí a los médicos, a las instituciones que están teniendo lucro con estas muertes. Hay que preguntarnos qué tipo de sociedad estamos preparando para una vida larga que se sigue demorando. Envejecer con salud es la condición número uno para tener calidad de vida en la vejez, en la edad adulta. Creo que el riesgo de carecer salud, y más con la edad avanzada, es mayor. Pero además de la salud, es fundamental que las personas mayores tengan sus derechos a tener oportunidades aseguradas como contribuyentes-beneiciarios del proceso de desarrollo socioeconómico. Me interesó mucho ver aquí “más mayores, más derechos”, eso es fundamental. Es hacer hincapié en que las personas mayores sí tienen necesidades, pero sobre todo las personas mayores tienen que tener sus derechos respetados. Lo que queremos para nosotros, a medida que envejecemos, lo tenemos que querer para todo el colectivo de nuestra población. El enfoque de envejecimiento tiene que avanzar con la perspectiva del curso de vida. No es de esperar que cumplamos los 65 años, los 70, 60, como sea que deinamos la vejez, pero sí pensar que estamos envejeciendo desde que nacemos, y a lo largo de la vida, por lo tanto hay que invertir en nuestro proceso de envejecimiento para llegar con calidad de vida y con salud a esta edad. Y ese enfoque del curso de vida presupone que los niños de ayer, son los adultos de hoy, y serán las personas mayores de mañana. Cuántas veces nos olvidamos que queremos envejecer pero ponemos una pantalla para no pensar en nuestro proceso de envejecimiento y cómo queremos llegar ahí. Envejecer es lo que queremos y no estamos preparados para eso. Primero, veamos el envejecimiento a lo largo del curso de vida en relación a las enfermedades no transmisibles: las crónicas, los cánceMás mayores, más derechos 23 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) res, los problemas cardiovasculares, la diabetes, etc. Esas enfermedades tienen 4 factores de riesgo que son muy importantes. Si logramos a nivel de la comunidad y a nivel individual controlarlos, estaremos previniendo o postergando, en vez de tener diabetes o un problema cardiovascular a los 50 o 60, postergarlo hasta los 80, 90. Y esos factores son fumar, beber demasiado alcohol, la dieta poco saludable y la falta de actividad física. Si logramos controlar esos cuatro factores, estaremos controlando, postergando o previniendo gran parte de las enfermedades crónicas no transmisibles como gran mayoría de los cánceres, problemas cardiovasculares, hipertensión, obesidad, problemas osteomusculares, la propia depresión, etc. Entonces, las políticas de salud tienen que estar muy centradas en que, a medida que lleguemos a los 85 años, a los 90 años, comparando dos individuos, uno tiene un riesgo bajo, mientras que el otro, con la misma edad, tiene un riesgo mucho más alto. No es función de la edad, es función del acumulo de riesgos de fumar, del sedentarismo, de vivir demasiado, de ser obeso; todo eso hace que la variación entre individuos sea muchísimo mayor; no creo que pueda ser explicado por el número de años. Entonces, mucho está en nuestras manos. El sedentarismo, la alimentación inadecuada, el acto mismo de fumar y beber demasiado, no son solo cuestiones individuales; hay que pensar en los determinantes sociales de la salud: ¿por qué la gente bebe?, ¿por qué fuman?, ¿por qué son sedentarios?, ¿por qué nuestros entornos latinoamericanos son cada vez más violentos?, ¿por qué cada vez que uno va al supermercado encuentra que lo más barato y accesible está lleno de grasa y de azúcar, como las harinas, las papas, el arroz blanco, el alcohol, cuando lo que sabemos es que es importante comer color? Entonces una buena dieta depende de una serie de factores que son súper importantes, y no solamente culpabilizar a las víctimas. Otro aspecto del curso de vida es en relación a la capacidad funcional. Estoy hablando de capacidad funcional física, no de capacidad intelectual; estoy hablando de la capacidad cardiovascular, respiratoria, la fuerza muscular, etc. Nacemos totalmente dependientes de nuestras familias, en general, de nuestros padres; pero muy rápidamente llegaMás mayores, más derechos 24 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) mos al crecimiento y desarrollo, en la niñez o adolescencia, en la edad adulta, a más alto nivel de capacidad funcional. ¿Cuántos aquí tienen menos de 25 años? Muy bien, están todavía ascendiendo; todos nosotros estamos declinando. Pero no es un problema, porque desde que tienen expectativa de vivir hasta los 80 o 90, por encima de la línea, siguen muy bien: independientes, capaces de realizar las funciones de actividad cotidiana. Y eso es lo que queremos: llegar a los 85 sin dependencia, por encima de ese umbral de incapacidad. El problema está en una variable: llegamos a este nivel más alto de incapacidad “por culpa” de estos niños y adolescentes, porque han tenido la mala suerte de tener un nivel socioeconómico –de sus familias– muy bajo, de tener padres/madres de un bajo nivel educacional, de tener un entorno violento, de no tener la escolaridad adecuada, de no haber frecuentado escuelas de calidad. Y todo eso contribuye a que uno pueda llegar con niveles diferenciales de capacidad funcional. Después, en la edad adulta, se empiezan a destruir muy rápido porque fuman, porque son sedentarios, porque tienen una dieta inadecuada, pero también porque trabajan demasiado, están estresados, tienen que enfrentar un transporte público fatal: una hora y media, dos horas, para llegar al trabajo en trenes, en autobuses de mala calidad. Y terminas a las ocho de la noche, cuando regresas a la casa, totalmente exhausto. Voy a darles un consejo: hay que hacer un poco de yoga. Entonces hay que pensar en todo eso, porque cuando uno empieza con hipertensión, que no es bien diagnosticado, que no tiene acceso a un centro de salud, que no tiene acceso a medicamentos adecuados y hacer monitoreos. Todo se empieza a complicar hasta que tu vida, a los 60 años, haces un accidente cerebrovascular; y puedes seguir vivo 30 años más, hemipléjico, sin capacidad de comunicación, sin calidad de vida, con la necesidad de que alguien de tu familia deje de trabajar para darte cuidados. En la gran mayoría, son las mujeres, y todo eso complica. Entonces, como base de este envejecimiento activo hay que pensar una perspectiva de curso de vida que se pueda hacer para que la gente pueda envejecer por encima de este umbral de la incapacidad. Más mayores, más derechos 25 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Además, este umbral puede estar más alto o más bajo. Si está más bajo, tú condenas a un grupo grande de personas a estar discapacitado porque el entorno físico y social donde uno vive no es adecuado. Mientras que una misma discapacidad, por ejemplo, un dolor de la rodilla, si estás en un entorno más adecuado, con aceras adecuados, con rampas al nivel de escaleras, etc., puedes seguir con tu dolor en la rodilla, pero ahora tú estás otra vez por encima de esa línea que está más baja. Entonces hay que pensar en el entorno. Voy a hablar un poco más de eso cuando hablemos de las ciudades amigables. La revolución de la longevidad es total. Qué privilegio el nuestro, que estamos aquí, vivos, contribuyendo para responder a esta revolución. Revolución, según el diccionario, es algo que tiene un impacto súbito sobre toda la sociedad. Y eso es la longevidad, porque va a tener inluencia sobre todos los aspectos, no solamente sobre la atención social y sanitaria de salud, sino en todo lo que hacemos: en el transporte, cómo vivimos, cómo nos movemos. Todo va a ser inluenciado por esta revolución que nosotros como generación estamos teniendo el privilegio de responder, porque ninguna generación anterior ha tenido esta oportunidad, ni tampoco ninguna generación a partir de ahora, los hijos de los más jóvenes, ya no estarán respondiendo a esta revolución que a nosotros nos toca. Si comparamos a pirámide mundial de 1995 con la actual (2013) –período que en la historia de la humanidad no es nada– podremos observar que las bases de la pirámide nos releja menos, es decir menos jóvenes y cada vez más personas mayores. Podría poner aquí el 2050 y veremos cómo este proceso estará acelerándose en las próximas décadas a nivel mundial. Aquí lo pueden ver: en 2000, la población mundial total era de 6 mil millones; en 2050, seremos prácticamente 9 mil millones. Son 3 mil millones más de personas que nacerán entre esas décadas. Imaginen qué desafío educar, crear empleos, alimentar, tener un entorno adecuado para esos más de 3 mil millones de personas. Es un desafío para nosotros, para el sur, porque los países más desarrollados no aumentarán su población, se quedarán en 1.2. Nuevamente aquí, otra vez el privilegio que tenemos nosotros, que estamos consMás mayores, más derechos 26 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) cientes, de prepararnos para ese desafío tan inmenso de este crecimiento de la población de los países del sur. Pero estamos hablando de un aumento a nivel mundial del 50%. Por su parte, la población de más de 60 años va a pasar de 600 millones a 2000. Este es un aumento aún mayor, en términos proporcionales, del 350%. Los países más desarrollados seguirán envejeciendo, de 200 millones para 300, pero a nosotros nos toca este proceso acelerado de envejecimiento de 400 millones para 1.7. Este es un aumento de 450%. Ustedes, los jóvenes, si quieren tener una carrera interesante, a partir de ahora abracen el envejecimiento porque la demografía está señalando de una forma muy clara: ahí está la acción social de las próximas décadas. En las últimas seis décadas, a nivel mundial, el número de personas mayores aumentó solamente de 8 a 10%; en las próximas cuatro décadas, estará aumentando de 10 a 22%. Otra vez, la oportunidad que tenemos nosotros que estamos ahí metidos en ese proceso acelerado de longevidad. Entre 1950 y 2055, la población total del mundo aumentará menos que antes, pero la población de más de 60 años; la población de muy mayores, hasta los 80, 90, aumentará 26 veces. Entonces está clarísimo que eso nos toca y que eso es revolucionario. Mayores de 60 años en mi país, en 2013, 23 millones, es decir, el 12% de la población; en 2050, 64 millones, prácticamente el 30% de la población. 64 millones hace que solo la población de mayores de Brasil sea, comparado con los países latinoamericanos, el tercero. Solamente México y Brasil tienen hoy una población total de más de 60 millones. En 3 décadas Brasil es el tercero, en números, solamente de personas mayores. Y no es solamente la expectativa de vida. Tenemos un país, por ejemplo, como Francia en que las mujeres de 60 años ya esperan vivir 30 años más en promedio; y está aumentando esta tendencia. Entre 1965 y 2005, en los países más ricos la expectativa de vida aumentó 9 años, mientras que la edad de la población aumentó solamente 6 meses. ¿Qué pasó hace 2 o 3 años cuando el señor Sarkozy decidió que había que aumentar la edad de la jubilación de 60 a 62? En años no era casi nada si lo pensamos a lo largo de 20 años. La izquierda y la derecha se unieron para echar a Sarkozy. Entra Más mayores, más derechos 27 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Hollande, y la primera medida que tomó, populista en mi opinión, es disminuir otra vez de 62 para 60. Esto no es sustentable. ¿Qué van a hacer las mujeres francesas a los 60 años jubiladas? La familia ya no existe: tienen un nieto cuando mucho. Entonces, hay que pensar qué tipo de sociedad queremos para nosotros. ¿Qué hacer?, ¿lexibilidad contra la edad de la jubilación? Yo creo que debe haber una edad mínima; creo que 60 o 65 años ya no es sustentable ni que tampoco interese a la gente. ¿Una reforma previsional real? En mi país, los incentivos son para la jubilación precoz. La mayoría de la gente llega antes de los 60 a jubilarse, y eso ya no es de interés para ellos, pero tampoco para la economía, para el país, que está en franco proceso de revolución de la longevidad. Para muchos países, un estímulo es la migración internacional. Hay países que siguen todavía xenofóbicos, que no quieren inmigrantes, como por ejemplo Japón, que está desarrollando tecnología de punta para tener robots que cuiden de ti. Si me preguntan si yo a los 90 preiero ser cuidado y tratado por una persona o un robot, estoy seguro que preiero una persona con quien pueda hacer una interacción humana. Ya dije que los incentivos en mi país son para una jubilación precoz, sobre todo para los empleados del sector público, e incluso los militares. Eso es una herencia de las dictaduras del pasado. Para que se mantuvieran ieles al gobierno autoritario, había que agradar a los funcionarios públicos y, sobre todo, a los militares, entonces luego de 25 años de servicio, la jubilación. Yo tengo una cuñada que se jubiló a los 46 años porque había empezado a los 21, y llegó a un alto nivel en el Banco Nacional de Viviendas en Brasil. Termina a los 46 años con una experiencia considerable. Su madre acaba de cumplir 92 años, que es el doble de la edad que tenía mi cuñada cuando se jubiló; espero que ella viva más que su madre; si es así, ella va a vivir 50 años más con jubilación. En el caso de los funcionarios públicos de Brasil, signiica que tienen un sueldo actualizado por la inlación para toda la vida. ¿Eso es sustentable? Claro que no. Esta reforma previsional tiene un costo político que ningún político, ni los más populares en la historia de Brasil, como Lula, han tenido el coraje de hacer. Más mayores, más derechos 28 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) ¿Qué hacer, además? Es necesaria una innovación social, crear modelos creativos, estimulando no solo el sector público sino también todos los otros sectores, desde el privado a la sociedad civil. Ese es un desafío que no puede estar solamente en las manos del poder público, del gobierno. No podemos estar esperando que el gobierno nos cuide; hay que ser protagonistas de este proceso para dar respuesta a la revolución de la longevidad. Y otro hecho súper importante es que las tasas de fecundidad están en declive. Si miramos los años 50, 60, 70 y los 80, las diferencias que había en las tasas de fecundidad entre los países del norte y del sur eran inmensas. Pero hay una convergencia: incluso África, que todavía sigue con tasas de fecundidad altas, está en franco proceso de disminución. En 1970, solamente 22 países tenían tasas de fecundidad debajo de la reposición, lo que signiica que una pareja tiene menos de dos hijos. En 2020, se calcula que la gran mayoría de los países tengan tasas de fecundidad debajo de la reposición. Señoras, ¿no quieren tener hijos? Pero es natural que no quieran, porque ahora están en el mercado de trabajo. Madres, abuelas, bisabuelas siempre trabajaron, pero antes en la casa, en el hogar, sin cobrar. Las mujeres hoy no están interesadas en volver a trabajar, tener muchos hijos y resolver todos los problemas sociales: eso es para ser compartido, y yo voy a hablar un poco sobre la necesidad de cambiar el curso de vida para que eso sea posible. No puede ser solamente responsabilidad de vosotras tener más hijos, ¿por qué?, porque la sociedad así lo quiere. Las tasas de fecundidad en Brasil en 1975 eran prácticamente 6; hoy estamos en 1,8, incluso más bajo que en Argentina. Pero hay una cosa súper importante, bajo el punto de vista social: las tasas de fecundidad para las mujeres que tienen escolaridad de menos de 8 años están en 3,2; para las mujeres con una escolaridad de más de 8, la mitad. Si el sector público no educa este capital humano, estos niños que están naciendo en un entorno familiar con problemas sociales, problemas económicos, muchas de estas mujeres son solteras, etc., estaremos, otra vez, no contribuyendo a la sustentabilidad política del proceso socioeconómico del país. Hay que cuidar esos niños muy Más mayores, más derechos 29 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) bien porque son preciosos, son pocos. Antes, lo que algunos gobiernos latinoamericanos hicieron, en algunos países más que en otros, y en Brasil fue fatal, fue no cuidar a esta gente pobre que nacía y que era echada porque la mano de obra era barata. Es muy importante educar y preparar a esos jóvenes cada vez más escasos. En Brasil, según el último censo, el número de personas mayores se ha duplicado en los últimos 20 años. Disminución porcentual de todos los grupos más jóvenes de 25 años; hay 5 millones menos de niños menores de 5 años respecto a lo esperado si las tasas de fecundidad siguiesen en los niveles de 1990. Desde 2005, las tasas totales de fecundidad están debajo del nivel de reposición. Cuando yo nací, en 1945, la expectativa de vida en Brasil era de 43 años, hoy es de 75. ¿Qué nos ha añadido esos 32 años? Es una conquista social innegable, pero hay que prepararnos para un mundo muy diferente del mundo en que yo nací. Calculamos que en 2030 tengamos una expectativa de vida de 80 años. Pero no estoy hablando de 32 años de vejez, estoy hablando de 32 años de vida, y esto también es muy importante. Porque esta revolución de la longevidad tiene un efecto retroactivo en todas las etapas de la vida y hay que ser conscientes de eso. En 2050, el número total de personas mayores en el mundo será igual a toda la población mundial de 1945, cuando yo nací. Miren qué diferencia: en un siglo, y un siglo en la historia de la humanidad no es nada. Otra vez, la responsabilidad y el privilegio que tenemos nosotros para preparar el mundo en que nuestros hijos y nietos van a vivir. Los países desarrollados, primero se enriquecieron para después envejecer. Los países del sur, están envejeciendo muchísimo más rápidamente, pero todavía con altísimos niveles de pobreza y de miseria. No es necesario ir a África o a India, eso se ve aquí, en América Latina. Eso es muy importante, porque el contexto de envejecimiento es diferente y las soluciones y políticas de los países más desarrollados no nos sirven. Otra cuestión: quiero que imaginen qué estarán haciendo en la noche en que cumplan 85 años. ¿Alguno se imagina en un hospital Más mayores, más derechos 30 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) geriátrico?, ¿en una residencia de ancianos?, ¿celebrando con la familia, con los amigos?, ¿alguien se imagina haciendo algo que nunca había hecho antes, por ejemplo, escribir un libro, un viaje o algo así? La gran mayoría aquí estará celebrando o haciendo algo novedoso, teniendo proyectos. La inmensa mayoría de ustedes se imaginan activos hasta aquel momento mágico de la muerte del pajarito. Hay que trabajar irmes para eso. Una cultura para el envejecimiento debe ser una cultura del cuidado. Una vez más: aunque la gran mayoría pueda llegar a los 85 años y celebrar con los amigos o estar con un crucero, muchos van a necesitar de este cuidado, y es el tema que les toca profesionalmente a ustedes como trabajadores sociales, y a nosotros como sanitarios. Parece necesaria una reforma del currículum de todos los profesionales de la salud y los socio-sanitarios. Señores, estamos todavía preparando médicos, nutricionistas, trabajadores sociales, etc. del siglo XX. Por ejemplo, un estudiante de medicina hoy aprende todo sobre desarrollo infantil y mujeres embarazadas, y no hay mujeres embarazadas, y los niños son cada vez más raros. Aprenden anatomía en un atlas en el que hay un varón de 25 años, atlético, y después tiene que encontrar el hígado de una mujer obesa de 88: es imposible. Anatomía, isiología, isiopatología, farmacología, presentación de enfermedades. Porque aunque no tenga interés en geriatría, va a tratar con personas mayores, porque esa es la revolución de la longevidad. Y somos nosotros los responsables de tramar el futuro de esos jóvenes, porque no estamos abriendo sus ojos para el envejecimiento. Ellos quedarán frustrados, ignorantes; van a fallar en el cuidado de esas personas mayores que están bajo sus responsabilidad, incluso van a matar a muchos de los pacientes por estar en total ignorancia. Formar, dar apoyo y reconocimiento a la cuidadora informal. La inmensa mayoría de los cuidadores son en realidad cuidadoras. Son estas mujeres que hoy tienen que trabajar, cuidar a los hijos, cuidar a los ancianos, aportar ingresos a la economía familiar y no es posible pedirles nuevamente a las mujeres que solucionen los problemas sociales. Incentivar al hombre para participar más del cuidado. Es Más mayores, más derechos 31 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) importante el cuidado y el autocuidado. No hay nadie más interesado en mi propio cuidado que yo. Después, vienen los cuidados que me da la familia, mis amigos, vecinos. En tercer lugar, el cuidado comunitario: son los profesionales que trabajan en los centros de salud y en atención primaria de la salud. Finalmente, el cuidado institucional. Pero, ¿dónde estamos poniendo los recursos? La mayoría va para el institucional, muy poco para el comunitario, prácticamente nada para las mujeres que están cuidando en los hogares, y prácticamente cero para el esfuerzo individual del autocuidado. Hay que revertir eso. Ya dije que todos los profesionales necesitan ser competentes en relación a todos los aspectos relacionados al envejecimiento para ser los profesionales del siglo XXI. Y la acción fundamental es esta: estamos frente un mundo con más años de vida, pero es necesario añadir más vida a los años. Hay que repensar el curso de vida bajo el aspecto de la longevidad. El curso de vida tradicional no está adecuado al siglo XXI. La primera pequeña parte, reservada a aprender; la segunda, más larga, al trabajo; y la última, muy corta, para descansar y disfrutar. Eso es incompatible con la longevidad que hemos conquistado. Además, todo eso en un contexto de grandes transformaciones sociales y un rápido acumulo de conocimientos. Ya oyeron hablar de Bismark, el estadista alemán, que a inales del siglo XIX crea la previsión social. Estamos todavía atrapados en la idea de que fue muy adecuado para el siglo XIX el señor Bismark. ¿Cómo era la vida? La gente aprendía muy poco; era excepcional estar en la escuela a los 12 años; a partir de los 12 o 14 estaban todos trabajando, y trabajando duro. Y trabajaban hasta que caían muertos. Bismark vio las fábricas, y la gran mayoría de la gente no tenía el lujo de estar trabajando sentado en la computadora: necesitaban fuerza física. La gente vivía hasta los 46 años en Alemania. Él observó y encontró excepciones: muy pocos que tenían 60 años seguían vivos; y esos pocos estaban mal: con enfermedades crónicas para las cuales la medicina no tenía nada por hacer. Entonces Bismark llegó a la conclusión que era económicamente mejor mandarlos a las casas, jubiMás mayores, más derechos 32 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) larlos, no tenerlos ahí porque ya no eran más productivos y estaban cobrando sueldos de personas productivas. Entonces, mandarlos a la casa con una jubilación muy baja, y quedaban vivos 2 o 3 años más: eliminado el problema. 130 años después estamos haciendo lo mismo que Bismark ha hecho en Alemania: aprendemos más tiempo, empezamos a trabajar, pero básicamente trabajamos a lo largo de toda la vida y un día mágico estamos jubilados. La diferencia es que, en vez de 2 o 3 años de jubilación, ahora tenemos 30. Mi propuesta para el futuro es algo mucho más divertido, con muchos más colores: aprenderemos; la sociedad nos dará tiempo y oportunidades de aprender, de gozar la vida, de tener una juventud interesante. Por ejemplo, las mujeres empezarán a trabajar y tendrán oportunidad, con el soporte de los empleadores, sean ellos del sector público o privado, para que puedan tener hijos, porque es de interés de la sociedad. Pero no tener hijos, sacando tiempo y estando 4, 5, 8 años en la casa sin contribuir para la previsión social, y al inal de la vida estar en desigualdad con los hombres porque han contribuido menos años. No, es tener la oportunidad de tener hijos con asistencia. Un año puede ir al Machu Picchu para meditar, no sé, ¿por qué?, porque te tienes que re-energizar para la segunda edad de tu vida. Antes, a los 18 años podías hacer una elección: podías ser médico, mecánico, bombero, etc. porque no ibas a vivir más de 60 años. Pero hoy a los 45 años has transcurrido la mitad de tu vida, y muchas veces la decisión de los 18 no te sirve: reinvéntate, porque tú tienes más de la mitad de tus años delante de ti. A medida que envejecemos, hay que sacar más tiempo para cuidar de tus padres, de tus abuelos, de tu esposo, pero, otra vez, con asistencia. En lugar de una jubilación súbita, hacerlo gradualmente. Y a los 75 años puedes hacer un doctorado: no hay quien lo prohíba, tú tienes todavía capacidad de aprender, quizás de una forma distinta de cuando tenías 14 años, pero hay muchos que ya lo están haciendo. Entonces, es tener una vida individual, y también social, compatible con la longevidad y con esta revolución. Pero hay otro aspecto muy importante. La generación a la que yo pertenezco, que llamamos del baby boom, y que nacieron entre el 45 y Más mayores, más derechos 33 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) el 65, es una generación especial, no solamente por el gran número de nacidos sino también por tres hechos: con niveles de salud mejores que cualquier otra generación anterior, con niveles educacionales más altos, y en los países muy inluyentes en la cultura como Europa y América del Norte, viviendo en paz. Entonces esta generación tuvo el lujo de vivir en paz, con más salud, con más nivel educacional y con un dinero en el bolsillo. Todas las etapas que ha tocado ese baby boom, hemos revolucionado: la emancipación de las mujeres, la liberación sexual, la lucha contra el racismo en países como Estados Unidos, en África del Sur. Todo son lujos importantes. Y creamos en ese proceso de nuestras vidas una etapa de vida que antes no existía: la adolescencia. Si buscan en un diccionario de los años 40, 50, la adolescencia no estaba deinida como la conocemos hoy: una etapa de la vida especial para cambiar, para experimentar, para revelarse. En los años 60, los movimientos estudiantiles, el 68 de Francia, todo eso fue función numérica de ese baby boom. Y esos valores están escritos, no voy a cambiar ahora que estoy envejeciendo. Yo seguiré exigiendo los derechos: así como creamos la adolescencia, ahora vamos a crear otra transición en la etapa de vida que es gerontolescencia. Yo soy un gerontolescente. Mi abuelo falleció cuando tenía menos años de los que tengo hoy. Yo hoy estoy aquí envejeciendo a gritos, exigiendo, queriendo, actuando, activo. Les aseguro a los más jóvenes que dentro de 30 años recordarán lo que yo les he dicho aquí, y encontrarán en los diccionarios la deinición de gerontolescencia. Y hoy han conocido al primero. La población de hoy tiene el privilegio de liderar el proceso de envejecimiento activo. La contribución de grupos académicos, de gobiernos, a través de seminarios, para trabajar esta construcción social de lo que es el envejecimiento activo, que la OMS deine en este documento como un proceso continuo. Es un proceso y oportunidad para cuatro cosas: salud, que es fundamental, ya lo discutimos; educación continua, que es algo que añadimos a la deinición tradicional, ¿para qué?, con salud y con habilidades, conocimientos, participar de la sociedad integralmente. Y la seguridad, la protección, de saber que vas a envejecer si tienes salud, un techo sobre tu cabeza, comida en tu mesa, la Más mayores, más derechos 34 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) medicina necesaria. Promover la protección, porque el horror del envejecimiento es no saber si estarás protegido cuando más necesitas de esa protección. La educación en todos los niveles. No estoy hablando de educación formal académica, como aquí, estoy hablando para un mecánico de autos, para un panadero: todos necesitan estar continuamente aprendiendo más conocimientos porque la revolución de la tecnología, de la informática, nos obliga. Un mecánico de autos de hace 20 años atrás no tiene nada que ver con los conocimientos que se necesitan para los autos de hoy, que es todo electrónico, y si no los aprende, pierde su empleo. Eso es un reto para los individuos y también para la sociedad. Si dejamos que la responsabilidad sea toda individual, estamos culpabilizando a esa mujer que ha vivido a lo largo de toda su vida en la pobreza, con bajo nivel educacional, sobre su situación en la vejez. Es una responsabilidad de todos. Es fundamental considerar los determinantes sociales de la vejez. Este envejecimiento activo contempla burbujas que son muy importantes porque contribuyen individualmente para el envejecimiento activo. Son las burbujas de salud, servicios sociales, sanitarios, los determinantes personales, comportamentales; pero no solamente comportamentales en términos de evitar el sedentarismo, fumar, etc., también personales: no solamente mis genes, hereditarios, sino también aspectos que son poco valorados, por ejemplo la resiliencia que tenemos, la posibilidad de enfrentar problemas a medida que envejecemos con otros recursos que no teníamos cuando éramos muy jóvenes; mantener la autoestima, la autoeicacia, el optimismo, el buen humor. Mi suegro falleció hace 3 o 4 meses con 74 años. Cuando ya estaba en su ingreso inal al hospital, la enfermera abre la puerta: mi hijo estaba ahí de casualidad, él vive en Londres así que la enfermera no lo conocía y le preguntó “¿Tú quién eres?”, y el abuelito, ahí, en la cama, respondió antes que él: “es mi nieto”, y la enfermera le preguntó “¿cuántos nietos tienes?”, “hasta ahora solamente 3”. Y ese sentido del humor ha hecho que la gente lo quisiera siempre; estaba siempre acompañado: capital social. Porque tú tienes una personalidad que atrae a las personas en vez de estar envejeciendo y reclamando de todo. Entonces, autoestima, Más mayores, más derechos 35 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) optimismo, autoeicacia. Autoeicacia signiica que el gran pianista Rubinstein, al inal de su vida, con 89 años, todavía seguía como un virtuoso invitado a todas partes. Una periodista le preguntó: “usted está muy mayor pero sigue tocando una maravilla, ¿cómo lo explica?”, y él le contestó: “tres cosas: he reducido mi repertorio, he escogido piezas que me demandan menos físicamente, y entreno muchas más horas todos los días”. Eso es autoeicacia porque está viendo los recursos; puede ser que los recursos que tengas a los 80 no sean los mismos que cuando tenías 20, pero utilízalos bien. Para operacionalizar este marco político del envejecimiento activo fue que pensamos en un enfoque amigable de las personas mayores. Y el mejor ejemplo que puedo dar es de las escaleras de la Organización Mundial de la Salud. Yo trabajé en ese ediicio 14 años: muy imponente, negro con estrías blancas; esto confunde a los ojos. Cuando entras al ediicio, está más oscuro que afuera, no estás viendo muy bien que hay una escalera: parece más un tobogán. Para complicar un poco, los peldaños son muy largos y bajos, entonces no estás viendo muy bien lo que estás haciendo y tampoco puedes sentir con los pies. La OMS da dos oportunidades: una, puedes salir a mano izquierda, contra los cristales, o puedes caer hacia la derecha, donde la OMS ha puesto un jardín de cactus. Yo me pasé 14 años pidiendo “hay que hacer algo, no es necesaria mucha plata; hay que poner pasamanos de un lado y del otro”, “no se puede, por la estética”. “Hay que poner indicaciones de dónde empieza uno y termina el otro”, pero era antiestético. El punto sobre el que quiero llamar la atención es que no hay personas mayores trabajando en la OMS porque hay una jubilación compulsiva a los 60 años, con excepción de la directora general. Lo que era importante es que se hiciera una reforma; pensando en las personas mayores, estas escaleras serían amigables para todos, y eso es lo importante: lo que es bueno para una persona mayor, es bueno para toda la sociedad, incluso para nosotros. No olviden que vamos a envejecer. Y hay dos tendencias demográicas que deinen este ciclo de envejecimiento y organización. Cada vez más organizados, cada vez más envejecidos, fue que yo invité a un grupo de personas amigas para Más mayores, más derechos 36 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) colaborar y hacer los primeros proyectos de ciudades amigables para personas mayores. Un punto importante: en inglés no estamos hablando de cities friendly, sino agefriendly, amigable a la edad, a todas las edades. En inglés eso está bien expresado en el título: agefriendly, donde todos puedan vivir con dignidad, pero que también las personas mayores sean protagonistas; saber cómo es la experiencia de vivir donde sea que estemos viviendo. Empoderadas: un proceso de arriba hacia abajo, pero también de abajo hacia arriba. Yo voy a contar muy brevemente la historia. Empecé en Copacabana. ¿Cuántos aquí conocen Copacabana? Cuando uno habla de Copacabana, piensan en una playa llena de mujeres lindísimas en bikini y varones muy musculosos. Es eso, pero sobre todo Copacabana hoy es un barrio de personas mayores. La generación de mis padres, que habían ido para Copacabana cuando estuvo de moda, era un lujo vivir ahí. Ellos se quedaron pero sus hijos y nietos se fueron para otras partes de Río. Entonces envejeció naturalmente Copacabana, porque se fueron los más jóvenes y quedaron los habitantes originarios con los que se desarrolló Copacabana. Hoy tenemos una proporción de personas mayores en Copacabana que es igual que en Japón, que es el país más envejecido del mundo. Me invitaron para hacer la ponencia de apertura del Congreso Internacional de Gerontología en Río, pero había un precio: “Alex, venga y hable de algo que a los periodistas les interese”; “muy bien, yo voy a asociar Copacabana con envejecimiento”, y los de afuera se quedaron como un poco sorprendidos. Hice grupos focales con amigos y amigas preguntando si querían vivir en Copacabana y presenté los datos. Fue interesante porque los primeros datos de esta investigación informal, improvisada, fue “tenemos nuestros mejores amigos”, ¿saben quiénes son los mejores amigos de las personas mayores de Copacabana?, los porteros que están ahí abajo. Es un barrio donde es muy fuerte la presencia de este hombre que está ahí ayudando, monitoreando, hablando. Me acuerdo de una mujer mayor que decía: “¡ay, mi portero! Yo todas las noches oro para que él no muera porque está un poco viejito; yo estaría Más mayores, más derechos 37 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) perdida si él no estuviera”. Otra, que se había quedado viuda, y las amigas presionando: “tienes que ir a una psicóloga”; empezó y 3 meses después llegó a la conclusión: “¿para qué ir a la psicóloga? Tengo que coger un autobús, tengo que pagar; cuando empiezo a hablar algo más personal, termina la sesión. Yo voy a hacer eso con mi portero, que está ahí abajo; yo decido a qué hora, decido a qué hora termina la sesión y, mejor: no pago nada y los consejos son mejores que los de la psicóloga”. Después, con el interés que observé en el público, invité a un grupo de personas de varios países y empezamos a hacer, con base en esta investigación, un protocolo de vivienda, acceso a servicios, participación cívica, comunicación, información, acceso a trabajo, etc., que son las dimensiones de una ciudad amigable para las personas mayores. En 2013, esta red ya tiene más de 1400 integrantes. La semana que viene, estaremos en Quebec para una segunda conferencia internacional para intercambiar experiencias. Esto pasó a ser un fenómeno global fantástico. Y ahora ya estamos trabajando a nivel de Estados: en el Estado de San Pablo, en Australia del Sur, en Andalucía, para explorar no solamente las dimensiones de una ciudad amigable para las personas mayores sino también las políticas macro que dependen de las autoridades municipales, de los alcaldes. Amigos, mi último mensaje es que para vivir más allá de los 80 o 90, sobre todo hay que luchar contra la discriminación. Y eso signiica asegurar el consenso social. Estamos condenándonos, si no cambiamos los valores y las perspectivas de una vejez de exclusión. Y hay mecanismos que no están siendo contemplados. Hay que pensar en medidas que viabilicen este envejecimiento saludable y activo, que son imperativas. Necesitamos del aporte económico de reconocimiento de las personas mayores en este ciclo donde ellas serán cada vez más importantes en la distribución etaria de la población. Una cultura que valorice este envejecimiento es una cultura, sobre todo, centrada en la solidaridad. No hay mejor clima que lo que da la solidaridad. Solidaridad que hay que pensar en términos de crisis económicas. ¿Qué signiica la solidaridad en España, donde el 27% de la población está desempleada y las personas mayores tienen jubilacioMás mayores, más derechos 38 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) nes; que el 50% de los jóvenes en muchas partes no tienen empleo y que no tendrán dentro de los próximos años, y que tienen que vivir otra vez con sus padres o abuelos y depender de ellos? Redeinir, pero siempre pensando en la inclusión de todos. Esta solidaridad entre ricos y pobres, entre público y privado, entre hombres y mujeres, entre los países del norte y del sur, pero sobre todo es solidaridad entre jóvenes y personas mayores. Mi suegro falleció con 94 años y su bisnieta tenía 6 meses. Fue la primera vez que mi hijo hizo un chat para conocer a la familia. El bebé de 6 meses, que mira a los ojos y se aproxima en un reconocimiento sin barreras, sin prejuicios, nos habla de una atracción natural entre los jóvenes y las personas mayores. Eso es lo que queremos: mantener esa atracción natural entre los jóvenes y las personas mayores como respuesta a la longevidad. Luchemos por eso. Más mayores, más derechos 39 CaPÍTulo 2 Políticas públicas y envejecimiento1 Silvia Gascón Muchísimas gracias por la invitación. La verdad que me encanta estar acá, en mi ciudad, en esta Universidad tan querida, y además con gente conocida de tantas provincias argentinas, alumnos y exalumnos de la Maestría en Gerontología de la Universidad Isalud, compañeros y amigos de Desarrollo Social, de Pami y de tantas instituciones y organizaciones sociales que desde tanto tiempo venimos trabajando por los derechos de las personas adultas mayores. Un placer también compartir con amigos de otros países de Latinoamérica que nos visitan. En “la modernidad” el conocimiento era el único camino para acceder a “la verdad”. Y por supuesto este era el conocimiento “objetivo”, es decir que se lo viera desde afuera, despojados de ideas previas, descontextualizado, ahistórico. Para acceder a este conocimiento era necesario utilizar determinadas herramientas metodológicas, cuantitativas por cierto, que permitieran evaluar, y juzgar. Este conocimiento 1 Transcripción de la Conferencia brindada por la Mgter. Gascón en el marco de las III JTSCG Más mayores, más derechos 40 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) objetivo nos permitía acceder al “reino de la verdad”. Hoy sabemos que no es así. Fueron diversas las corrientes que repensaron y se replantearon esta perspectiva, hasta que surge una línea de pensamiento que nos proponer plantear el “conocimiento del conocimiento”. Fue después de la Segunda Guerra Mundial, porque parece que cuando uno toca fondo es cuando empieza a pensar de nuevo hacia dónde va su destino individual, grupal y colectivo, comienza a cuestionarse esa visión. Y esta posición abre el camino a la inteligencia, y también a la emoción; a la certeza, pero también a la creatividad; a la predicción, y también a la intuición y a la innovación. El cambio fundamental ese avanzar desde un pensamiento lineal centrado en la razón a un pensamiento complejo abierto a la historicidad, a la valoración de los afectos, en deinitiva a una racionalidad diferente. Pueden consultar a Gabriel Litovsky2, aquellos que deseen profundizar en cómo estas líneas de pensamiento inciden en la formación y capacitación profesional. Se trata de comprender que la realidad no es tal cual es, no es tal cual yo la veo, desde mi óptica personal o profesional. La realidad es compleja, es difícil de abordar, la realidad se aprehende desde diferentes ópticas y variadas disciplinas y es necesario contar con todas esas visiones, con diversos actores sociales, que a veces están en conlicto, que a veces están en acuerdo, pero que sabemos que están, y sabemos que tienen intereses diferentes, que piensan diferente, pero no por ello necesariamente son nuestros enemigos. Mi primera relexión apunta entonces a ¿cómo hacemos para construir hoy este nuevo país entendiendo la complejidad que signiica ponerse de acuerdo? Y yo creo que hace falta ponerse de acuerdo, que hay que trabajar al lado; hay que saber cuál es el rumbo, hacia dónde va el otro y hacia dónde voy yo. Y para eso hay que tener un objetivo y una meta clara. Esto de alguna manera también nos hizo pasar a otra forma de pensamiento. A dejar de lado ese pensamiento lineal, centrado en la razón, con las grillas, con las estadísticas, con los números, para empezar a 2 Licenciado Gabriel Litovsky, Director de Capacitación Profesional y Técnica. Ministerio de Salud del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Más mayores, más derechos 41 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) ponerle cara a los sujetos, cara a los territorios; para empezar a conceptualizar, a reconocer la importancia de la historia, a reconocer la importancia de los afectos, de las creencias, de la inclusión. Porque en realidad cuando nosotros hacemos, trabajamos, luchamos, ¿qué hacemos?, ¿qué es lo que nos mueve? Lo que nos mueve es el afecto, son las ganas, es el impulso, es el deseo. Ana María Fernández, en un libro que súper recomiendo, Jóvenes de vidas grises, analiza cómo este nuevo modelo lo que está haciendo es controlar a los jóvenes, controlar el deseo y controla a través de promover el consumo, y por el otro lado, los vacía de deseos, y sobre todo de deseos colectivos. Recuperar el deseo, la pasión, que es lo que en deinitiva nos mueve. Miren, Evita (Perón, Eva, 1951: 56) tenía una frase: “la mirada del corazón alarga la mirada de la inteligencia”, de alguna manera sintetiza esta primar relexión. La segunda relexión es acerca de la planiicación. Cuando planiicamos lo hacemos en un mundo que está cambiando. Si de algo estamos seguros, es que los cambios se producen con una velocidad como nunca se dio antes, y por eso lo más seguro es que planiicamos en medio de turbulencia e incertidumbre. Tenemos que tener en cuenta al planiicar que lo hacemos en un mundo que cambia todo el tiempo. Retomando el concepto de envejecimiento, esta revolución de la que nos habló el Doctor Kalache, es una muestra de las profundas transformaciones que están ocurriendo. Más mayores, más derechos 42 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) La primera pirámide muestra el envejecimiento en Argentina en el año 2000; un proceso de envejecimiento avanzado, propio del aumento en la expectativa de vida que se maniiesta cuando se empieza ensanchar la cúspide de la pirámide. Miren la pirámide que esperamos para el año 2025, las mujeres que, como saben, vivimos en promedio, 7 años más que los varones (por lo cual tenemos que buscar parejas 7 años más jóvenes, si no queremos quedarnos viudas). Y, inalmente, la pirámide del año 2050, donde por primera vez, y quizás para siempre, va a haber más personas mayores de 60 años que niños menores de 14 años. Sin embargo y como decía el Doctor Kalache: “seguimos formando médicos para que atiendan niños y no saben atender a adultos mayores”. Más mayores, más derechos 43 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Este proceso llamado envejecimiento poblacional, se está produciendo en todos los países de la región latinoamericana independientemente de su grado de desarrollo, como consecuencia del aumento de la longevidad y la disminución de la natalidad. Tal vez digo algo muy elemental, pero se dice que una población está envejecida cuando más del 10% tiene más de 60 años, o cuando más del 7% tiene más de 65 años. Cualquiera de los dos indicadores que tomemos, dan cuenta que Argentina ya está envejecida; es uno de los países, junto a Cuba, Chile y Uruguay, más envejecido de América Latina. Es importante señalar, sobre todo por el tema que voy a desarrollar más adelante. Que el grupo que más crece entre los adultos mayores es el de 75 años y más. Y este es el grupo que sí va a necesitar políticas especíicas; políticas especíicas para esas personas que están en riesgo alto de entrar en dependencia. Estos son algunos datos sobre envejecimiento en Argentina. Se espera que para el año 2050 sean más de 12 millones las personas mayores de 60 años, en nuestro país. Ahora debemos preguntarnos, ¿esto es un problema o un éxito de la sociedad? Las personas mayores ¿son una carga o son ciudadanos que contribuyen y participan activamente en nuestras sociedades? Muchas veces los medios de comunicación al hablar del envejecimiento lo presentan como un nuevo problema social: “será imposible solventar las jubilaciones”, “adultos mayores crecen y los recursos se disparan por las políticas destinadas a adultos mayores”. Les pregunto, entonces ¿es un problema que haya más personas mayores? ¿Es un problema que las personas vivamos más años? Ahora bien si decimos que no es un problema ¿cómo hacemos para incluir en la agenda pública un tema que es un éxito? Justamente las políticas públicas son acciones destinadas a acortar la distancia entre las necesidades y expectativas de las personas y la realidad. Están destinadas a resolver los problemas. Por otro lado quien haya pasado por una estructura de gobierno sabe que para conseguir recursos tenemos que presentar un problema: cuanto más viejos, cuanto más enfermos, cuantos más discapacitados, más recursos. Más mayores, más derechos 44 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Entonces, acá nos viene una primera disyuntiva de las tantas que hay: ¿cuál es el verdadero problema que plantea el envejecimiento poblacional? En realidad, el problema es que la revolución del envejecimiento requiere otras revoluciones; requiere revolución en las formas de planiicar, más coherencia, integralidad, coordinación. Nada se podrá hacer apelando a un solo sector. Requiere revolución en la organización de los sistemas de atención: las personas envejecidas necesitan atención socio-sanitaria, no puede marchar el sistema de salud por un lado y el sistema social por el otro; tenemos que coordinar. Requiere cambios fundamentales en la formación de los recursos humanos, como ya dijimos en las facultades de Medicina, poco y nada se habla del proceso de envejecimiento individual, ya sea normal o patológico, y lo mismo en Psicología, Trabajo Social, Derecho, Arquitectura. Muy difícil si no comenzamos desde la formación esperar después profesionales que enfrenten estos desafíos. Es preciso hacer modiicaciones en el sistema jurídico, hay que incrementar las leyes de protección a los mayores. Hay que pensar, por supuesto, en el sistema previsional y en la organización familiar y social que también está extenuada, porque prácticamente es la que todos los días está sosteniendo a ese familiar, que está con problemas de dependencia. España ha avanzado muchísimo en lo que son los sistemas integrados que ayudan desde que la persona comienza a necesitar ayuda para realizar sus actividades cotidianas, para que puedan permanecer en sus casas, en sus comunidades. Pero también hay avances en la organización y gestión de residencias para mayores. Entonces, en estas revoluciones que hablamos, las experiencias que activan una sola intervención no alcanzan: hace falta hacer un cambio total en el sistema, en la sociedad y en las políticas. Una deinición de política, de las tantas, es que una política pública es una cuestión impulsada por el Estado que concita atención o movilización de otros actores. Finalmente, eso tenemos que decir que está pasando en la Argentina, el tema del envejecimiento inalmente se ha empezado a instalar en la agenda pública. Hay congresos en la Facultad de Trabajo Social sobre envejecimiento, y las empresas haMás mayores, más derechos 45 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) cen jornadas para analizar el tema y promueven cursos pre-jubilatorios. Los arquitectos especializados en residencias para mayores están siendo demandados para la construcción de barrios u instituciones. Finalmente los medios de comunicación se han lanzado a enfocar el tema. En este año ha habido por lo menos 5 estrenos en los que los protagonistas son personas mayores, actores mayores que presentan variadas formas de vivir el proceso de envejecimiento. Entonces, podemos decir que el tema se está incluyendo en la agenda pública. ¿Cómo hacemos ahora para darle un nuevo impulso en la agenda de gobierno? En el sentido de llegar a deinir una política pública que abarque todos los dispositivos necesarios a la hora de dar respuestas integrales. Básicamente, esto resume lo que piensan distintos investigadores que están desde hace mucho tiempo trabajando en el tema de políticas públicas. Hace falta coherencia, integralidad, transversalidad, participación social y, por supuesto, un Estado presente. Voy a intentar analizar estos términos, que son un poco abstractos, al campo de las políticas públicas para las personas adultas mayores. Lo primero es la coherencia. La coherencia signiica tener claro el objetivo, tener claro la misión. Cuando pienso en una política para el envejecimiento, ¿dónde me paro y adónde quiero ir? La diferencia que marca la política es esa: la política ayuda a diferenciar entre dónde estoy ahora y dónde quiero llegar, siempre tratando de elevarnos para arriba. Yo tenía un profesor que cuando llegaba tarde a clase decía “bueno, bastante que vino”. Entonces nos bajaba las expectativas y decíamos, “gracias, profe”. No, estamos acá abajo y queremos llegar acá bastante más arriba. Argentina tiene muchos recursos invertidos en envejecimiento. Programas, servicios, instituciones, planes, organismos. Ahora necesitamos que se pongan de acuerdo y trabajen juntos. Necesitamos una política integral e integrada fundada en la concepción de los derechos de las personas a lo largo de toda la vida. Y este es el segundo aspecto a lograr la integración de las políticas. Por supuesto con la efectiva participación social de las personas mayores y sus familias. Es necesario apoyar el rol de la familia, Más mayores, más derechos 46 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) que es insustituible. Podemos crear miles de modelos de gestión de atención, pero la hija o el hijo que pasa a saludar a sus padres, o el nieto que va a ver a la abuela, eso no se reemplaza con nada, entonces hay que apoyar a esa familia para que pueda continuar realizando esta tarea. En realidad el mundo está creciendo en un contexto de alta desigualdad, y a medida que pasan los años esas desigualdades se cristalizan. Por eso decimos que las personas mayores son tan heterogéneas, porque no es como un niño de 3 años que aprende a andar en triciclo y a los 6 ya puede aprender a leer y escribir, lo biológico en los primeros años pesa mucho, pero a medida que pasan los años, la misma edad no significa nada, casi nada. Ustedes van a Salta y ven una mujer de 66 años, como tengo yo, y no la van a ver igual, porque la educación, la salud, la cobertura social, el tipo de trabajo que uno hace, las redes familiares, los hijos, los compañeros, todo eso ayuda a envejecer de una manera o de otra. Entonces nosotros vemos en las personas envejecidas, vemos muy claro como cristaliza esa desigualdad, a la que estuvieron expuestos a lo largo de sus vidas. En general, se toma como indicador de igualdad/desigualdad la mortalidad infantil. Nosotros estamos insistiendo para que se tome también la expectativa de vida. Amartya Sen (2002) dice: “el principal consumo de los pobres es años de vida”; si una persona tiene la suerte de nacer en Buenos Aires, va a tener una probabilidad de vivir 6 años de vida más que una persona que nace en el Chaco, o en Formosa. La forma de vivir y envejecer se explica por los determinantes sociales del envejecimiento. Quiero compartir una frase que dijo uno de los grandes sanitaristas argentinos, el doctor Ramón Carrillo, ministro de salud del Presidente Perón, entre los años 46 al 54: “frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causa de enfermedad, son unas pobres causas”. Más mayores, más derechos 47 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Fue un verdadero precursor del concepto de determinantes sociales. Es poco lo que se puede hacer desde el hospital, en lugar de trabajar con los enfermos, trabajemos para que vivan sanos. Y la salud, en el sentido amplio del término implica mucho más que lo que se pueda hacer desde un ministerio. El concepto de determinantes sociales ubica a las personas individuales y en colectivo en el centro de la escena. Se puede gozar de buena salud aun padeciendo una, dos o más enfermedades, si tengo la oportunidad de continuar incluido, participando, decidiendo sobre mi vida. Entonces, volviendo a las políticas públicas y la deinición del problema ¿cuál es el problema? El problema es la exclusión. Exclusión del trabajo, exclusión del sistema educativo, exclusión muchas veces de la familia, la exclusión del mercado. La exclusión, que por supuesto es un fenómeno complejo porque tiene factores sociales, individuales, institucionales. Pero hay uno en el que me quiero detener porque es importante, sobre todo para los que no vienen del campo gerontológico y es la visión del envejecimiento; ¿cómo vemos el envejecer? Recién fui al baño de mujeres y vi un graiti que decía “la diferencia no es desigualdad”. Esta propuesta nos lleva inmediatamente a preguntarnos ¿cómo se construye la diferencia? Porque según cómo se construye la diferencia va a depender cómo se construye la desigualdad. Si yo deino una mujer como un no-varón, cuando construyo la diferencia estoy construyendo la desigualdad. Si yo deino un viejo como un no-joven, estoy construyendo desigualdad. Lo deino desde la carencia, lo que no es o lo que no tiene. Lo ubico un escalón o más abajo de los que si son o tienen. Si parto de lo que no tiene, le tengo que dar. Esa visión del envejecimiento desde las carencias, deine políticas sociales clientelísticas y asistencialistas. Argentina está liderando un proceso para que se apruebe una Convención de los Derechos de las Personas Mayores. Esto implica reconocer diferencias, incluso hacia el propio grupo de mayores que es muy heterogéneo, pero propone la igualdad en el tratamiento de sus derechos ciudadanos, la no exclusión, ni discriminación por razones de edad. Más mayores, más derechos 48 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Inclusión Social: seguridad económica, salud y entornos favorables La inclusión social y el cambio aseguran que personas en riesgo de pobreza aumenten sus oportunidades y sean reconocidos como ciudadanos. Mi abuelo solía cantar una canción que decía “Tres cosas hay en la vida, salud, dinero y amor”. Salud, dinero y amor, hoy descubrimos que son las claves de la inclusión: la seguridad económica, la atención socio-sanitaria y los entornos favorables que nos permiten encontrarnos con la familia, los amigos, las redes sociales, el amor y vivir en entornos amigables para con los mayores. La seguridad económica ¿Cómo hacen las personas mayores para tener seguridad económica? Básicamente a través de jubilaciones, pensiones, ahorros, trabajo, redes de apoyo. Argentina en estos últimos años, ha incrementado exponencialmente la cobertura previsional. Prácticamente el 100% de las personas mayores de 60 años tiene algún tipo de cobertura. Las jubilaciones ordinarias, las nuevas pensiones, por ejemplo para amas de casa, la lexibilización para que accedan al beneicio quienes no hayan cumplido con los años previstos de aportes o de edad trajo como resultado que la cobertura ha llegado casi al 100%. Sin embargo, todos apuntamos a una política social que vaya un poco más. Entonces, ¿qué decimos? Hay que medir mejor la canasta básica para saber cuántas personas mayores están por debajo de la línea de la pobreza en este momento; hay que incluir los medicamentos, que es el principal gasto de bolsillo de los mayores. Hay que incluir el costo del transporte, teniendo en cuenta que los muy mayores ven imposibilitado el acceso al transporte público por barreras arquitectónicas y de mal trato. Hay que lexibilizar el retiro, hay que pensar en la movilidad jubilatoria, y hay que desterrar mitos y prejuicios que hacen pensar que por ser jubilado se es pasivo, anciano. Más mayores, más derechos 49 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Salud En la salud, lo primero es el autocuidado. Cuando yo era chica había una libreta de ahorro que daban en la escuela, todos los días o por lo menos todas las semanas, guardábamos ahí unas monedas ahorrábamos. Con la salud es lo mismo: lo que ustedes, que son jóvenes, ahorren ahora con buenos hábitos alimentarios, sin sedentarismo ni hábitos nocivos, es capital de salud para después. El primer escalón de un buen sistemas socio-sanitario debería ser promover el autocuidado. Para mantener y proteger la salud. Pero como a medida que los años pasan es frecuente la aparición de enfermedades crónicas, muchas de las cuales producen dependencia, es necesario integrar una serie de modalidades de atención que vayan desde el autocuidado y el apoyo en domicilio hasta la internación geriátrica cuando sea necesario. Esta atención socio-sanitaria requiere recursos humanos formados en temas de envejecimiento, nuevos técnicos y especialidades y normas para el funcionamiento de los programas y las instituciones que prestan servicios. Me reiero particularmente a los cuidadores domiciliarios ya las residencias para mayores. Hoy tenemos miles de cuidadores que están entrando a las casas de los adultos mayores, sin ningún tipo de exigencia, ni control. No existen estándares que midan calidad de los servicios. Necesitamos instituciones que acrediten, que certiiquen. Hace falta que organismos formadores y utilizadores de recursos humanos se pongan de acuerdo y se aumenten las cuotas de coniabilidad y seguridad de familias y trabajadores. Porque si bien hay situaciones de violencia y abuso de profesionales o cuidadores hacia personas mayores, también profesionales y cuidadores son abusados y maltratados por instituciones o empresas que ofrecen servicios. Imposible dejar el tema salud, sin hablar del acceso universal a medicamentos esenciales, así como insistir una vez más en la necesidad de recursos para investigación. Más mayores, más derechos 50 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Cuidados integrales e integrados Los cuidados deben ser integrales, porque deben satisfacer los aspectos físicos, psicológicos y sociales de las personas, así como el entorno en el que habitan y circulan. Este es un poco el camino que yo les decía que va desde los centros de jubilados hasta las asociaciones de personas que tienen enfermedades especiales, y que en los países europeos son centrales para la atención de las enfermedades crónicas. Las asociaciones como las de familiares de pacientes con Alzheimer, personas que tienen artritis reumatoidea, y en esos grupos reciben una ayuda impresionante, y escuchan, y aprenden, y hablan, y cuentan, cosa que a veces con los profesionales de la salud no pueden. Hasta llegar a la residencia geriátrica. Este camino se va recorriendo a medida que la dependencia avanza. Cuando las personas son independientes, no precisan apoyos (son la mayoría de las personas mayores) pueden estar en su casa. A veces frente a situaciones particulares pueden necesitar apoyo voluntario, vecinos, amigos parientes y muchas veces lo obtienen. Cuando fue la inundación en La Plata, hicimos una nota para el periódico Lazos de la red Mayor, que circula en la ciudad de La Plata, y la gente nos decía: “los vecinos son oro”; y otros comentaban “si no hubiera sido por mi hijo yo me hubiera muerto”. Y ese hijo de 40 años dejó a su esposa con los chicos chiquitos, cruzó la ciudad como pudo y fue a ver a sus papás. Les salvó la vida. Cuando parte de la ciudad dormía, y los organismos especializados no alcanzaban a dar repuesta, estas redes familiares de apoyo estaban funcionando. Entonces, ahí hay un recurso fundamental, porque esto ayuda mucho a las personas mayores. Nosotros estamos trabajando en Resistencia. En un barrio pobre, un hijo dejaba a la mamá encerrada con llave, porque le daba miedo que alguien entrara a la casa o que la mamá se fuera a la calle y se perdiera. ¿Quién apareció?, una vecina…que conocía la situación…. se hizo amiga del hijo, este le dio la llave, y esa vecina todos los días va Más mayores, más derechos 51 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) a visitar a la señora. Estos casos se dan todos los días, Pero a veces no lo vemos. Y lo digo acá porque este es el campo especíico de ustedes. Si hay un rol que va a tener muchísima importancia, y cada vez más, es el rol de las trabajadoras sociales. Porque las personas mayores lo que más necesitan son redes de apoyo social, y ustedes tienen que ser expertas en fortalecer redes de apoyo social. Tenemos que descubrir estas redes y fortalecerlas. No se tratar de “bajar programas”, sino de escuchar “a los de abajo” en sus problemas y escuchar las soluciones que esperan. Ellos saben. En deinitiva. El cuidado integrado propone un abanico de servicios que acompañe los distintos grados de dependencia. El cuadro a continuación da cuentas de esto. Centros o clubes de mayores Servicios de apoyo en domicilio Centros de día Hospitales de día Viviendas tuteladas Residencias geriátricas Esto implica que el sistema de salud ponga el foco en las enfermedades no transmisibles. En el mundo desarrollado la transición demográica fue acompañada de la transición epidemiológica. Es decir se eliminaron las enfermedades transmisibles, las que se pueden prevenir y evitar y la mayoría de la población enferma y muere de enfermedades no transmisibles. Pero acá no es así. Los epidemiólogos y demógrafos han llamo polarización epidemiológica, a aquella situación de salud en la que coexisten enfermedades transmisibles con no-transmisibles. Esto sucede porque todavía hay personas que mueren de enfermedades prevenibles: niños que mueren de desnutrición, muertes por Chagas, enfermos de dengue y otras enfermedades llamadas de la pobreza. Más mayores, más derechos 52 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Ocasionadas por los determinantes sociales de la salud, ¡de la que nos hablaba el Doctor Carrillo hace casi 70 años! Sin embargo los profesionales se siguen formando en los hospitales, al lado de la cama de los pacientes internados, que representan el 2% de la población total. Poco pueden aprender de estas enfermedades agudas y mucho menos de las crónicas. La diabetes, el Parkinson, el cáncer, la obesidad, enfermedades con las que las personas pueden vivir muchos años, sin pasar por un hospital y además algunas de ellas en simultáneo. Formación de grado y posgrado, son temas en los que tenemos que avanzar para lograr mayor inclusión. Ciudades amigas de las personas mayores Finalmente me voy a referir a los entornos favorables, de los que habla el Plan de Madrid, en su tercer capítulo. Y me voy a referir a las ciudades amigas de las personas mayores. Este proyecto dio inicio en el año 2006 en 32 ciudades del mundo, siendo la ciudad de La Plata una de las seleccionadas para participar del primer proyecto y me tocó ser la directora, responsables del mismo. El proyecto fue diseñado por el Doctor Alexandre Kalache, jefe del programa envejecimiento activo y saludable de la Organización Mundial de la Salud en ese momento. Hoy, hay más de 500 ciudades en el mundo y varios estados, que están sumados a la experiencia. En Argentina, estamos trabajando en 3 ciudades: La Plata, Resistencia y Lezama. Como el tiempo se agota voy a presentar solamente cuáles son las principales barreras que aparecieron en las 3 ciudades estudiadas: 1) Veredas rotas: la gente dice: “el médico me dice que vaya a caminar, ¿pero cómo voy a salir a caminar si las veredas están rotas y tengo riesgo de caerme?” 2) El transporte: la gente no puede subir a los micros porque los escalones son muy altos, y además estacionan lejos de Más mayores, más derechos 53 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) la vereda. “Además ni bien te subís arrancan, y perdés estabilidad”. Tenemos programado un curso para choferes, para sensibilizarlos en relación al trato que requieren las personas de edad o con discapacidades. 3) La inseguridad: fue tema central en La Plata y Resistencias. Sin embargo en una localidad más chica “donde todos nos conocemos”, dicen los vecinos, el tema no surgió entre las principales barreras. 4) Barreras económicas y burocráticas para la atención de la salud: en La Plata, la gente decía “tengo que ir a sacar turno al hospital a las 5 de la mañana”. La Plata que tiene 7 hospitales para 500 mil personas, increíble. 5) Tránsito complicado, obstrucción de las calles, y falta de respeto, de consideración. En deinitiva, la casi totalidad de las personas de más de 75 años de los grupos sociales más bajos no salen de sus casas no pueden subir a un micro, no pueden caminar por la vereda y no pueden pagar un taxi. Entonces, una excelente política pública para personas mayores es que se arreglen veredas, que se mejore el transporte, para que las personas puedan incluirse y participar en las actividades. Este proyecto de ciudades amigables es una perla para la formulación de políticas públicas con todos los atributos de los que hablamos. Porque es un modelo diseñado desde una visión integral. Supone además la “coherencia” que da la visión de la ciudadanía y el enfoque de envejecimiento activo; tiene integralidad porque una ciudad amigable con las personas mayores, es una ciudad amigable con todas las edades: es buena para los niños, que pueden andar en bicicleta, las mamás con los cochecitos; es para todos. Tiene un enfoque de “transversalidad” requiere sumar todos los sectores: salud, educación, transporte, desarrollo social, vivienda. Es un “modelo de gestión local”, que requiere desde el vamos participación comunitaria. Y por supuesto un Estado presente, que participe del diseño del Plan de Mejoras, que escuche las voces de los mayores y que destine recursos. Más mayores, más derechos 54 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) La política de los sapos y la lucha por el poder Quizás lo más complicado de todo sea la diicultad para trabajar juntos, para ponernos de acuerdo, para lograr consenso. Para evitar la política de los sapos. ¿Saben qué hacen los sapos? Amartya Sen dice que las personas cada vez más nos parecemos a los sapos. Los sapos cavan su cuevita bien hondo, se meten adentro y se quedan en la cuevita tranquilos porque nadie puede entrar ahí; la cuevita es de ellos. Cuanto más tranquilos están, más honda la cuevita, mejor; pueden invitar a algún otro sapo, por un ratito siempre y cuando sean amigos. Pero igual tiene que estar atentos. Porque nunca falta otro sapo o una ranita entrenada para saltar. Y se puede meter en la cuevita que construyó ese sapo con tanto esfuerzo y quedarse allí…quizás para siempre. Y en medio de este armar cuevas se nos van las horas, y las horas, y las horas. Mientras la gente sufre, se enferma, se inunda, se desalienta, se muere. Construir cuevas no es luchar por el poder. La lucha por el poder es otra cosa: la lucha por el poder es una lucha por la transformación. Y no es ingenuidad querer un mundo más justo. Vale la pena pelear. Pero tengo que saber porque y para qué. Hace falta una escala de valores, una ética. Y entonces si vale la pena dar pelea. Y muchos compañeros dieron la vida por esto. Y no debemos olvidar. Pero la lucha no es por una oicina, o un cargo. La oicina, el cargo, la trayectoria sirve, si sirve para la gente. La gente está harta de escuchar que la gente hace cosas para su propio beneicio. Y por eso cada vez la política cotiza menos, cada vez la gente cree menos en “la política”. No estoy tan segura acerca de que la gente no votaría la mejora de la calidad institucional: la gente quiere mejores escuelas. He participado de reuniones y actos en las que las mujeres más pobres de los barrios aplaudían cuando alguien prometía mejores escuelas. Cuando alguien aseguraba que la escuela pública iba a ofrecer la misma garantía de formación que la privada. Pero hoy no es así, salvo escasas excepciones. Más mayores, más derechos 55 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Entonces es muy importante recuperar la calidad de las instituciones y la conianza, porque es necesario recuperar la conianza en el sistema político y en la democracia. Y tenemos que luchar por estas cosas. Sabemos que el que gobierna enfrenta todos los días tensiones por los recursos. Y de eso se trata la política. Esto lo saqué del diario, es un columnista habitual del diario, se llama Samuelson, y publica en el New York Times. La columna se titula escuelas o geriátricos3 y señala que el problema de salud en Estados Unidos es que cada vez hay más personas mayores y que los recursos se están destinando a ellos. Es imprescindible al hablar de políticas públicas y de planiicación, reconocer la variedad de actores. Y que cada uno tiene sus intereses. Es cierto que el profesional quiere que el proyecto esté bien armado, y el decisor político lo quiere para mañana, y el proveedor de servicios quiere vender, y el medio de comunicación quiere un título catastróico. Pero a mí me enseñaron hace mucho tiempo que la política era el arte de lograr el bien común. Entonces, la construcción política, no es jugar mi propio interés y sacar rédito personal. El in de la política es lograr el bien común. Construir poder para reunir a esos actores atrás de un in común. Convencernos que somos capaces, que podemos hacer un plan con una misión construida entre todos, ponernos el sombrero de la coherencia, del objetivo y de la misión, y marchar juntos. Otros países lo han hecho y algunos vecinos lo están haciendo. ¿Por qué nosotros no podemos? Básicamente, insisto es evitar la política de los sapos. Más Y y menos O. Sumar: sumar provincia, nación Y municipios; más público Y privado; más gobierno Y universidades; más sociedad civil Y gobierno; más unos Y otros. Más, vayamos juntos. Porque la gente vive ahí, en ese barrio, en este territorio, donde vivo yo, mi vecino, la mamá de ustedes, la tía. Y al lado tiene los veci- En línea en: <http://www.eldia.com.ar/edis/20130809/Escuelas-vs-geriatricos-opinion1.htm>. 3 Más mayores, más derechos 56 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) nos, los amigos. Allí también está el centro de salud, el centro de jubilados, y allí está la red, ellos la armaron, por ahí circulan sus ayudas. ¿Y qué esperan? Que desde la política pública se los apoye a ellos, que son los que están ahí todo el día, que saben lo que les pasa. No quieren que les bajen un programa nuevo pensado en una oicina a 600 km. Esta es la importancia de la participación comunitaria: la oportunidad de construir juntos. Y para eso es importante, necesaria e imprescindible la participación de las propias personas mayores. Las personas mayores están construyendo esto que hoy llamamos los nuevos movimientos sociales. Nuevas voces están apareciendo, que tienen características particulares, que deienden su identidad, que se basan en relaciones de cooperación y solidaridad, luchan por metas acotadas especíicas, desdeñan las formas tradicionales de participación política. Sus integrantes no provienen de los sectores más bajos o marginales. A veces falta esclarecer y formular más claramente los contenidos. Pero existe en la gente de edad el entusiasmo por participar. Lo vimos en La Plata con el proyecto de Ciudades Amigas de los mayores. Le fuimos encontrando el “sentido”, la defensa de los derechos. Un contenido más político, que reunirse para “estar”. Y esto genera mucho entusiasmo. Esta forma de trabajo, como dice Elina Dabas (1993), rompe la lógica de los sectores, que separan: salud por un lado, seguridad o transporte por el otro; rompe la lógica de las disciplinas, que dividen porque sumamos psicólogos, trabajadores sociales, médicos, arquitectos. Rompe la lógica de las jurisdicciones a nadie le preocupa si la vereda la arregla el Municipio, la Provincia o la Nación. Importa que se arregle la vereda. Y se rompe el prejuicio de que los mayores no pueden. Entonces, el reto es producir la diferencia que iguala. ¿Qué diferencia? “Desde lo ideológico”, generar conciencia de edad. Tenemos que aceptar que somos personas mayores y decirlo con orgullo. Generar conciencia de edad. Si todos los grandes nos queremos hacer los pendex, si no asumimos que estamos envejeciendo trabajando, estudiando, ayudando, cuidando. Si negamos para nosotros mismos este ideal Más mayores, más derechos 57 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) de envejecer con alegría. Nunca nadie va a ver a una persona mayor que pueda dar testimonio de esto. Dirán se comporta como un joven. Y responderemos. No, como una persona mayor que puede, que cree, que tiene deseos. “Con relación a las redes de apoyo”, ampliar las bases. Reunirnos con otros, de otras generaciones, con otras diicultades, encontrar un objetivo común para recorrer una parte del camino. “Desde las motivaciones para participar”. El sábado 5 de octubre al mediodía donde se juntan todos los candidatos, nosotros no vamos a ir con un cartel, con la cara del candidato. Vamos a ir con un cartel en donde la campaña va a ser por las veredas, el transporte, la salud y la participación. “Desde la estructura organizativa”, la diferencia es el trabajo en red. Con otras organizaciones, sin jefes, ni subordinados. Cada uno apoya desde un rol distintos, todos sumamos. “Desde el destino político”, tratar de auto sostenerse, para conservar autonomía. Es decir hacer valer mi opinión, tomar mis propias decisiones. Y inalmente tratar se sumar todo lo posible: el Estado, el sector privado, las familias, la sociedad civil, las organizaciones de mayores, ¿para qué?, para que el envejecimiento no sea más un problema social, sino por el contrario un éxito de la humanidad. Bibliografía Dabas, E. (1993). Redes de redes: prácticas de intervenciones en redes sociales. Paidós. Fernández, A. M. (2013). Jóvenes de vidas grises. Psicoanálisis y Biopolítica. Buenos Aires: Nueva Visión. Perón, E. (1951). La razón de mi vida. Buenos Aires: Peuser. Sen, A. (2002). “¿Por qué la equidad en salud?”. Revista Panamericana de Salud Pública, 11 (5-6) Washington. Consultado en febrero de 2014: <http://dx.doi.org/10.1590/S1020-49892002000500005>. Más mayores, más derechos 58 CaPÍTulo 3 los modelos de atención a la vejez en uruguay Sandra Sande Muletaber Los conceptos centrales de este análisis serán: la vejez con dependencia y las políticas sociales en torno a ella. El Uruguay es uno de los países más envejecidos de América Latina. El porcentaje de mayores de 65 años alcanza el 19% de la población y la edad mediana de la población es de 31 años. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), del año 2004, la prevalencia de la discapacidad alcanza al 7.6% y en el caso de los adultos mayores de 65 años la incidencia es de un 25%, lo que representa el 65% de las personas con alguna discapacidad. Estos datos deben, por lo menos ser problematizados. ¿En Uruguay se plantean políticas sociales que atiendan esta problemática? Si bien existen instituciones del ámbito de lo público y lo privado que brindan diferentes tipos de prestaciones: asistenciales, educativas, sociales, laborales, recreativas, estas no tienen sistemas de comunicación que permitan que la información circule de manera eiciente, lo que conlleva a duplicar esfuerzos que muchas veces impiden el acceso real a los servicios existentes. Si a esta realidad institucional se le suman los mecanismos afectivos propios que la problemática de la discapacidad geMás mayores, más derechos 59 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) nera, (entre otros: aislamiento, retracción, incomunicación, frustración e impotencia) se considera que la discapacidad constituye uno de los colectivos más vulnerables y más aún, si se le suma la fragilidad de la vejez. Una de las prácticas políticas que implementan las políticas sociales focalizadas parte de la adopción de los enfoques de riesgo social como fundamento técnico (Beck, 1997 y 1998; Giddens, 1991, 1992 y 1997; Lash, 1997) de la inclusión o no de la población en los beneicios. La propuesta de este trabajo es problematizar cuáles son los criterios teóricos, las concepciones de justicia y las formas de entender la vejez que subyacen en las políticas públicas destinadas a esta población, lo que conlleva a distinguir distintos modelos, según la base de información. En deinitiva: se pueden distinguir las diferencias según: la teoría sociológica que explica el tipo de sociedad, el contexto socio-histórico, las teorías sobre vejez que interpretan, la actividad asistencial que promueven y la concepción sobre salud-enfermedad que sustenten. aspectos teóricos y ilosóicos involucrados El marco teórico desde el cual nos paramos da cuenta de la mirada desde la cual nos posicionamos para ver la “realidad”. Si atendemos al diagnóstico weberiano de la modernidad, poco hay para salvar, pero existen otras perspectivas y a ellas atendemos desde esta propuesta. De alguna manera el proyecto de la modernidad relexiva intenta salvar a la modernidad de su agotamiento, desde un lugar distinto a la propuesta habermasiana, los teóricos del riesgo apuestan a la relexividad, para evitar el “desencanto”. La desigualdad en la sociedad contemporánea no solo es perceptible por la existencia de grandes y diferenciadas categorías que se correspondían con grandes morfologías colectivas, plantea Torres López (1999) sino que la desigualdad, tiende a darse también en el seno de esos mismos grupos, esto es así, en la medida de que las diferencias no aparecen como consecuencia de la pertenencia a un grupo, a partir de la cual se deriva una diferencia respecto a los de otro Más mayores, más derechos 60 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) cualquiera, sino, que la desigualdad se puede percibir entre los propios miembros del macro grupo al que se pertenece. La desigualdad, pues, no se da solo, ni principalmente, entre clases, entre colectivos conformados objetivamente en virtud de una determinada posición social frente a los derechos o al uso de los recursos, sino que se produce en el mismo seno de estos (Torres López, 1999). La posibilidad de caer en condiciones de pobreza está vinculada al ciclo de vida. Tradicionalmente, también podía deducirse que la desigualdad era el resultado de la pertenencia a un determinado origen, podríamos decir que de un conjunto de condiciones heredadas. Sin embargo, en la actualidad, la desigualdad deriva más bien del futuro que del pasado. Es una condición que se va a generar a lo largo del recorrido vital, y, es una gran medida, con independencia del origen social. (Torres López, 1999) La desigualdad estructural no cambia, pero se desarrolla, a partir de las trayectorias personales, nuevos tipos de desigualdad “intragrupal” añadidas (por viejo, por género, por discapacidad) que hace que pese más el punto de llegada. No es por lo tanto, el resultado de una determinada condición (desigual) de partida, sino de una contingencia del destino. La gran diferencia que hoy muestran nuestras sociedades (en realidad, la gran paradoja de la dinámica de “progreso” que se ha generado) es que, tradicionalmente, el ciclo de vida parecía tender hacia la igualdad, toda vez que el conlicto por el reparto y la necesidad de evitar niveles inaceptables de deslegitimación, habían provisto a los grupos sociales de instancias para paliar la desigualdad de partida o, por lo menos, para aliviarla a lo largo de la vida, mientras que actualmente parece estar sucediendo lo contrario. La condición desigual, o su resultado en términos de pobreza o marginación, puede ser un punto de llegada aunque no haya sido condición de partida. La modernidad (Giddens, 1997) puede deinirse por el conjunto de narrativas ordenadas de la vida social, cuya eicacia simbólica se Más mayores, más derechos 61 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) maniiesta como producto colectivo que se va modiicando con el tiempo, permitiendo el ejercicio del poder que, al presentarse como certeza, no es cuestionada y consecuentemente permite el orden social. La radicalización de la modernidad, da cuenta de que se va conigurando un orden diferente, en el que las discontinuidades más importantes en el ritmo y ámbito del cambio, así como en la naturaleza de las instituciones, empiezan a cuestionarse y pierden su carácter prescriptivo, fomentando la individualización. Para los teóricos del riesgo, el programa de política de la vida es producto de los límites de la toma de decisiones regidas por criterios meramente internos, ya que se ponen de relieve cuestiones morales y existenciales reprimidas por las instituciones esenciales de la modernidad (Giddens, 1995: 282). Por otro lado, la perspectiva de Zizek (1998) desde la conjunción del marxismo y el psicoanálisis, da cuenta de una teoría que plantea el ocultamiento de la explotación capitalista y su propuesta de, a partir de la idea de identiicación con el excluido, lograr mantener “las utopías”. Esto va de la mano con el intento de sostener una sociedad más justa a partir de la repolitización, generando debates sobre los grandes temas. El debate sobre el Sistema Nacional de Cuidados1 podría ser un intento sobre esa base, eso, si no queda en el plano del discurso, el tiempo y el resultado inal dará cuenta de ello. La justicia, como consenso en términos de dignidad humana, es difícil de cuestionar, lo que es materia de argumentación son las bases normativas que aseguren la igualdad. La propuesta de las capacidades de Sen (1995), aporta a entender la necesidad de tener en cuenta la variabilidad entre las personas y la capacidad en cuanto a mínimos, pero no puede olvidarse, nos dice Dubet (2011), que no solo es necesario reducir la desigualdad entre las posiciones sociales, como que cada persona esté en un lugar aceptable y asegurado, porque eso 1 Desde el 2008 se viene discutiendo en Uruguay la creación de un Sistema Nacional de Cuidado, el cual hasta la fecha no ha sido desarrollado. Más mayores, más derechos 62 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) brindaría a quienes están peor posicionados, como los viejos con discapacidad, la posibilidad de respuesta a sus necesidades. Sobre la vejez y las formas de entenderla La construcción del lenguaje, “cómo se nombra” ha ido dando cuenta de los cambios en la percepción de la vejez. El envejecimiento es un proceso natural, inevitable y que acompaña el proceso de la vida. Somos sujetos envejecientes y es parte de la condición humana, entenderlo así permite superar el prejuicio que nos separa del otro viejo como un alter ajeno y extraño, que no nos convoca. En la edad Antigua, la vejez no se estableció con una deinición sobre la edad de las personas. La juventud era la plenitud de la vida, sin referencia a los años, la vejez: podía empezar tanto a los 42 como a los 72 años. De hecho, la palabra senex, en latín, viejo, anciano, no se deinía en términos de número de años, sino que contemplaba la apariencia física, la actitud mental, la forma en la que una persona se piensa a sí misma, se muestra y como es percibida por los otros. (Muchinik, 2006: 32) Platón, presenta una visión individualista e intimista de la vejez, resalta la idea que se envejece como se ha vivido y de la importancia de cómo habría que prepararse para la vejez en la juventud. Aristóteles por su parte, presenta las diferentes etapas de la vida del hombre: la primera, la infancia; la segunda, la juventud; la tercera –la más prolongada–, la edad adulta, y la cuarta, la senectud, en la que se llega al deterioro y la ruina. Para Aristóteles, la juventud y la vejez eran polos opuestos, siendo la juventud una etapa de excesos y la vejez de conservadurismo. Cuando él describía a la población vieja, usaba el eufemismo de “esos en la edad avanzada”, atribuyéndoles la característica Más mayores, más derechos 63 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) de indecisión y suspicacia. A pesar de reconocer las posibilidades de una gran virtud entre la gente anciana. Aristóteles recomendaba prudencia al elegirlos para cargos públicos ya que consideraba que la mente envejecía al igual que el cuerpo. Según él, la vejez no garantizaba sabiduría y capacidad política. (Sánchez Delgado, 2005: 49) Desde esa época y hasta la actualidad, siguiendo un recorrido histórico2 se puede pensar que las formas de entender la vejez están siendo permeadas desde estos dos tipos polares3 Ser “viejo” no es sinónimo de dependencia, ni de vulnerabilidad, pero también es cierto que debemos dar cuenta como sociedad, que no hemos encontrado la clave para, cuando se aúnan la vejez y la discapacidad, ofrecer las ayudas necesarias. La vejez es un subconjunto de fenómenos y procesos que forman parte de un concepto más global: el envejecimiento. Nacemos envejeciendo, vivimos envejeciendo, y así morimos. La vejez es la etapa de la vida en que las señales del envejecimiento se hacen más evidentes y des habilitantes. Mientras que uno es un proceso (el envejecimiento), la otra es un estado (la vejez). La vejez es falta de proyecto, es caer en los preconceptos, estar imbuidos del viejísmo, y eso no depende de la edad cronológica, sino de la estructura psíquica. Se puede ser viejo a los 60 y estar en un proceso de envejecimiento a los 86 años. La vejez es siempre un momento de la vida en que se suman fragilidades, pero depende de diferentes factores: biológicos, sociales y culturales. Los factores biológicos si bien pueden estar condicionados por la genética, por ejemplo la duración de la vida, inciden y muchas veces prevalecen, las condiciones materiales: “cómo” y “qué tipo” de calidad de vida. Los factores sociales y culturales son también coadyuvantes a la hora de deinir el tipo 2 3 En este sentido ver Sander, S. “Envejecer en Uruguay: Políticas y olvidos”. Tesis de maestría. En el sentido weberiano del término. Más mayores, más derechos 64 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) de vejez […] la vida humana requiere un nivel de comprensión que aborde la complejidad del entorno. (Muchinik, 2005: 68) La vejez asusta, la discapacidad aterra, la vulnerabilidad nos acerca a la fragilidad humana y la dependencia nos confronta éticamente ¿Somos capaces como sociedad de abordar la dignidad humana sin romper con nuestros estereotipos? la vejez en uruguay El Uruguay es el país de América Latina con mayor proporción de adultos mayores. El número y el peso relativo de la población de 60 años y más se ha incrementado lenta y continuamente en los últimos años. La población de adultos mayores es urbana en su amplísima mayoría (92.5%) Con respecto a los ingresos, un 86% de los mayores de 65 años percibe ingresos propios por concepto de jubilaciones, pensiones, rentas o salarios. Un 14.6% pertenece a la población económicamente activa (PEA). Si bien este sector se ubica mayoritariamente en los quintiles de menor ingreso, el número de mayores de 65 años con necesidades básicas insatisfechas decreció en los últimos años como efecto de los sistemas de ajuste de jubilaciones y pensiones. El 7.26% de los adultos mayores son pobres, y de este porcentaje el 2.82% se encuentran en situación de extrema pobreza o indigencia. Se trata de una población alfabetizada (91% de los mayores de 60 años saben leer y escribir), con un promedio de años de estudio aprobados de 6.4 en la población de 60 y 64 años y de 4.7 entre los mayores de 85 años. Un 40% vive en hogares nucleares, una proporción algo menor (37%) en hogares extendidos o compuestos y un 19% hogares unipersonales. Los residentes en hogares colectivos son aproximadamente un 3%. Tiene cobertura de salud un 93%, ya sea a través de la ailiación mutual (59.5%) o de los servicios brindados por el Ministerio de Salud Pública. Si bien no hay datos precisos, algunos estudios estiman que un tercio de los mayores de 65 no son totalmente auto válidos, sobre todo debido a problemas de Más mayores, más derechos 65 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) carácter físico. Hay un predominio de mujeres, entre el 60% al 73% viven en hogares multigeneracionales, el 27% en hogares unipersonales, 40% viven solos o con otra persona de la misma edad y 4% de 65 años viven en hogares colectivos. El índice de envejecimiento es de 72, esto signiica que por cada 100 menores de 15 años hay 72 adultos mayores de 60 años, siendo mayor en el área metropolitana. Los datos del censo 2011 muestran que el 21.9% de las personas se encuentra entre 0 y 14 años, el 29.3% entre 15 y 34 años, el 34.9% entre 35 y 64 años y el 13.9% tienen 65 o más años. El departamento con mayor porcentaje de población de 65 o más años es Lavalleja (16.4%). Al 27/12/11, lo siguen Colonia (15.5%), Montevideo (15.3%) y Florida (15.2%). Por otra parte, los departamentos con mayor porcentaje de población menor de 15 años son Río Negro (26.1%), Artigas y Salto (26%) y Rivera (25.4%). En cuanto al índice de envejecimiento (población de 65 o más años/población de 0 a 14 años * 100), se observa que Montevideo supera a Lavalleja en este indicador, ya que por cada 80 personas mayores de 64 años residen 100 personas menores de 15 años (En línea en: <http://www.ine.gub.uy/censos2011>). La situación económica del Uruguay, país subdesarrollado y tercermundista no escapa a la crisis global. Las últimas décadas han generado serias diicultades que problematizan el mantenimiento de las prestaciones sociales vinculadas al Estado. Si bien los indicadores económicos parecen ser favorables según los datos del Ministerio de Economía (MEF), siguen manteniéndose los índices de pobreza infantil, los procesos de segmentación residencial y educativa. Estos altos indicadores ponen en riesgo los niveles de integración de una sociedad que va perdiendo capital social4. Es en este marco, donde el proceso de envejecimiento de la población plantea serios desafíos a la implementación de políticas sociales, ya que pone en cuestión el soporte de prestaciones al desbalancear la proporción de aportantes, sobre beneiciarios en el estado actual de la distribución capitalista. ¿Qué rol debería jugar el Estado? Los técnicos podemos apoyar los procesos, las personas podemos trabajar en mejorar algunos as4 En el sentido dado por Bourdieu. Más mayores, más derechos 66 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) pectos de la calidad de vida, pero hay condiciones que no se pueden manejar desde el proyecto relejo en el sentido dado por los teóricos de la modernidad relexiva (Giddens, 1995 y Beck, 2001) que de alguna manera sustentarían estas propuestas. En cuanto a la vejez, en nuestro país, desde la seguridad social, se han instrumentado distintas políticas focalizadas a las personas mayores, determinadas por la situación de déicit económico, desde los distintos organismos ejecutores de esas políticas, en varios períodos de nuestra historia institucional. Para los ancianos auto validos (80%) la medida más redituable es la prevención (deinida como la promoción de la salud y el envejecimiento saludable, envejecimiento activo). Pero en el caso de los ancianos vulnerables, se ve como necesaria la reconversión de la atención de salud en tanto modelo actual reglamentado, basado en cuidado de agudos y sin contrapartes sociales. Entre el 5 y el 7 % de los ancianos están institucionalizados (en residencias e instituciones públicas), lo que supone alrededor de 300.000 personas (el triple de las camas de agudos del país). El avance de la gerontología social ha mostrado que vejez y el proceso de envejecimiento se sustentan en las inluencias de los factores ambientales y sociales y que también se debe tener en cuenta que la estructura de la personalidad y del aparato psíquico va cambiando a lo largo de la vida. El interés se centra en las “transiciones” del ciclo de vida. Las que se realizan en la etapa de la vejez son: la sobrevivencia, el sentido del nido vacío, el retiro del empleo, la abuelidad, la soltería (por viudez, elección o divorcio) y los cambios en la vivienda. El aumento de la expectativa de vida, sobre todo entre los que sobrepasan los ochenta años, trae consecuencias en las familias. Hay un incremento de arreglos familiares con convivencia de más de cuatro generaciones, llegando a suceder que una persona pueda ser bisabuelo, abuelo, padre e hijo al mismo tiempo. Una de las implicaciones más profundas de la sobrevivencia a edades tardías es entonces, la problemática de los cuidados. El cuidado debe ser brindado, pero a su vez, el balance entre este y los costos familiares debe ser pensado. Adultos mayores cuidados Más mayores, más derechos 67 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) por sus hijos, que a su vez transitan la etapa de la vejez (abuelos de sesenta y más con bisabuelos de ochenta años y más) es un tema que debe pensarse desde la sociedad en su conjunto. Otro problema vinculado, reiere a la feminización de los cuidados En el ámbito público, el déicit de cuidado se ve –entre otros indicadores– en la insuiciencia de atención que prestan las políticas sociales a la situación de las madres, de los ancianos, de los enfermos de los impedidos […] En la situación actual del Uruguay, donde existe un déicit de cuidados importante, esta problemática no ha impactado aún con la fuerza que las cifras indican porque nuestro país tienen aún una generación de mujeres que amortiguan este impacto, es decir, mujeres de 60 y más años que no están involucradas al mercado de trabajo remunerado (amas de casa) y que de diversas formas responden a estas necesidades de cuidado insatisfechas. (Batthyany, 2010: 54) El cuidado de los mayores vulnerables recae fundamentalmente en lo que se denomina apoyo informal, es decir, en la familia, ergo: en las mujeres, estas se incorporan al espacio público (mercado de trabajo, ámbitos políticos y sociales) sin abandonar el espacio privado, conservando la atribución de roles tradicional en lo que concierne al cuidado de los dependientes. La dependencia ha sido un problema gestionado desde la familia constituyéndose en un problema de la cotidianidad de los individuos y sus familias, poco visible para la sociedad y los Estados. En el Uruguay, la atención a la dependencia en la vejez ha estado fuertemente sostenida en la familia y en la atención primaria a la salud. Ha sido un problema privado y sanitario. Esta situación ha conllevado a que la atención a las situaciones de vulnerabilidad, fragilidad y dependencia, esté claramente signada por la desigualdad. La atención que se recibe depende de las circunstancias, peripecias y capacidades de las familias y los individuos. La dependencia es entendida, como una situación personal ligada a la falta de autonomía física o intelectual que se caracteriza por una Más mayores, más derechos 68 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) necesidad importante y prolongada de ayuda o de asistencia para realizar los actos corrientes de la vida cotidiana, de modo particular lo referente al cuidado personal para desplazarse, vestirse, etcétera (Ley de Dependencia España, 2006). Se recibirá una mejor atención a partir del mercado, o a partir de un costo personal en las familias, centrado fuertemente en las mujeres. La privatización del cuidado conlleva a costos económicos, relacionales, emocionales y psíquicos, tanto para quienes son cuidados, como para quienes cuidan. Las repuestas dadas por el Estado uruguayo han sido pocas, hay un único Hospital Centro Geriátrico en todo el país. La población que atiende es de la capital, dejando sin cobertura a los demás departamentos, por razones obvias de infraestructura y recursos. Pero la respuesta no está exclusivamente en la conformación de más hospitales públicos, si bien son necesarios. Una excesiva medicalización de la dependencia es costosa para el sistema sanitario y sobre todo, no resuelve los verdaderos problemas de aquellos que pierden autonomía y no puede valerse por sí mismos, ni de sus familias. El modelo médico al colocar el foco en el tratamiento y en la gestión de los problemas como si fueran enfermedades, sostiene que las soluciones están más dentro del individuo que de la sociedad, esto llevaría nuevamente al desentendimiento de la responsabilidad social sobre la dependencia. El Estado uruguayo ha actuado a lo largo del tiempo en la previsión de situaciones sociales a través de la provisión de bienes y servicios (Filgueira, 2006; Hernández, 2000; Paredes, 2006 y 2008, Midaglia, 2001; Huenchuan, 1999, entre otros) articulados al mundo del trabajo. Las políticas pioneras en materia de vejez fueron las de seguridad social. Esta forma de provisión ha beneiciado históricamente a las “corporaciones y las clases medias y medias bajas que percibían ingresos generalmente de la función pública y de las jubilaciones. Ello se complementó con un pilar básico del modelo que fue la prestación universalista de servicios de salud y educación” (Perdomo, 2009: 59). El sistema de protección permanente, así como la extensión del sistema de seguridad social mediante la incorporación de beneicios no conMás mayores, más derechos 69 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) tributivos como transferencia de ingresos, se está implementando en Uruguay desde el año 2000, creándose nuevos dispositivos que aseguran el acceso a la protección social de los grupos excluidos. Los nuevos programas, de corte permanente, se conciben insertos en el sistema de seguridad social, como alternativa a la creación de sistemas asistenciales paralelos, para estos grupos se implementa la veriicación de medios para establecer condicionalidades para su recepción (Arim y otros, 2009). Son ejemplo de esto, la expansión del régimen de asignaciones familiares hacia los hogares de menores recursos (1999 y 2004), la prestación monetaria del ingreso ciudadano (PANES, 2005) y la reformulación de las asignaciones familiares (Plan de Equidad, 2008). En Uruguay, los planes implementados incluyen entre sus prestaciones esenciales transferencias de ingresos, se han convertido en una estrategia de acción generalizada en América Latina, la particularidad del caso uruguayo reside en la forma en que se pretende ensamblarlos con el resto de las intervenciones públicas. Aparentemente se intenta que estas iniciativas se transformen en uno de los eslabones articuladores de los servicios universales de bienestar con los programas especíicos de protección o asistencia social. (Midaglia, 2007) Las transferencias públicas se producen a través de una asignación de recursos desde el Estado a grupos de personas visualizadas como “carentes”. Está transferencia está sujeta a criterios de asignación: desde la necesidad o la pobreza, hasta la lógica de derechos universales. En el primer caso (pobreza) estarán sujetas a demostración, para aquellos que no acrediten “necesidad” la supervivencia dependerá del intercambio en el mercado, será pues una relación mercantilizada (Esping-Andersen, 1990). La veriicación de medios adopta fundamentalmente dos modalidades en nuestro país: la declaración de ingresos por debajo de determinado monto (asignaciones familiares hasta 2007) o índices privación (ingreso ciudadano) combinados con niveles de ingreso. Más mayores, más derechos 70 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) De los análisis realizados sobre la implementación de este tipo de políticas (Debate sobre políticas Sociales: 2009), los resultados son limitados: positivos en escolaridad, aspectos de salud y alimentación de hogares pobres, pero no han sido activos en la eliminación de la pobreza en el corto plazo y sobre todo los impactos son inciertos en el aspecto educativo del capital humano y en la reducción de la pobreza en el largo plazo. Con respecto a las diferencias de género y generación, estos programas presentan limitaciones para promover igualdad de género sobre todo, al no estar diseñados desde esa perspectiva. Si bien, al entregar las transferencias a las mujeres, reconocen la importancia que estas tienen en la administración de los recursos del hogar, reproduce la construcción de género existe, reforzando el modelo de responsabilidad en la gestión de lo doméstico. Si la vejez y/o la discapacidad son consideradas como un problema solamente médico, es decir: producto del deterioro, el accidente y la enfermedad, no se reiere a las condiciones de “bienestar”, pues para ello, se deben tener en cuenta otros factores, tanto las limitaciones como las facilidades (Serrat, 2004: 65), entonces el tipo de modelo deberá ser un modelo socializado. Pero, no se puede dejar de lado las condiciones materiales, entonces aparece el denominado modelo mercantilizado tratando de atender a las políticas asistenciales de la década del noventa. Serrat (2004) agrega la variable de la “riqueza” para poder dar cuenta de la brecha ente las personas que pueden o no acceder al mercado en busca de soluciones a las situaciones de dependencia. Si bien, se trata de modelizar, a partir de las diferentes variables no existen tipos “puros”, sobre todo a la hora de penar en las políticas públicas. Es claro, que existen zonas limítrofes, “grises” donde no es tan veriicable la base de información, ni los límites están deinidos, es por ello que se puede modelizar a las políticas desarrolladas en el país hacia las personas viejas, con énfasis en la discapacidad, entendiendo que estos modelos relejan valores y actitudes predominantes en una época histórica y que pueden contradecirse e incluso excluirse mutuamente. Más mayores, más derechos 71 Medicalizado Socializado Mercantilizado emergente Con Riqueza Con pobreza 72 Teoría Liberalismo Utilitarismo Neoliberalismo “proyecto relejo” Neoliberalismo “ausencia de proyecto colectivo” Sociedades postradicionales Contexto sociopolítico Siglos XIX y XX hasta 1950. Estado defensor de los derechos políticos y civiles Emergencia del Tercer Mundo. Estado de Bienestar 1950-1970 1970-2000 1970-2000 Igualdad de oportunidades Siglo XXI Igualdad de posiciones Políticas asistenciales Creación de Cajas previsionales. Conformación de asilos. Jubilaciones y pensiones casi universales Alma-ata Centros Diurnos, Ley sobre Residenciales Asistencia a la vejez Sistema Nacional de cuidados Teorías sobre vejez y discapacidad Medicalización de los conceptos Teoría de la separación Teoría de la actividad. Teoría de la subcultura Teoría de la separación Teoría de la modernización Envejecimiento como proceso Actividad asistencial Asilar-hospitalaria Actuaciones interdisciplinarias Cobertura por el mercado Interpretación de salud, enfermedad La salud como una responsabilidad individual La salud como un derecho Sistema clientelar De asilo a hospital geriátrico Pérdida de apoyos, vuelta a la responsabilidad individual Fuente: Elaboración propia en base a Serrat (2004) Autonomía-cuidados técnicos Sujeto envejeciente Construcción social de la discapacidad Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Más mayores, más derechos Tipo de Modelo Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) En cuanto a pensar en un modelo emergente, la propuesta estaría vinculada a una reconversión de la forma de entender a la vejez, la autonomía y a la dignidad humana por un lado y en su relación con el cuidado y la co-responsabilidad a la interna de las familias, resolviendo las inequidades de género. Para ello se debe dar cuenta que el “cuidado” de la dependencia no es un asunto privado, que deba resolverse a la interna de las familias, sino que es una problemática social, que debe tener su correlato en materia de políticas pública. Consideraciones inales Si realizamos un recorrido sobre las diferentes concepciones de justicia, daremos cuenta, de lo que cada particular tiempo histórico ha entendido como “lo justo” y como cada sociedad ha concebido la construcción de la compleja condición de “persona”. No es lo mismo ser un discapacitado, que una persona con discapacidad, y no todos los viejos son “abuelos”, como tampoco, toda la vejez es de una manera y no es solo una construcción del lenguaje, es una concepción de dignidad. Nombrar no es ingenuo, por ello, para dar cuenta de los diferentes modelos, se apeló también a las distintas formas de “nombrar” a través de los discursos sociales que permean la promulgación de las leyes en Uruguay. Si bien, se puede pensar en un modelo diferencial de apoyo, según los sectores, la responsabilidad del “cuidado”, de la dependencia ha sido en Uruguay, un problema “privado”. La dependencia no ha sido un “problema social”, sino un problema de las personas y de las familias. Se ha tratado a partir de las políticas públicas de cubrir algunos aspectos, aparece en los Estados la atención a la Seguridad Social y se promulgan leyes que van en el sentido de la protección de las personas en situación de vulnerabilidad. La necesidad de implementar políticas que atiendan a la dependencia, no trata de sustituir a las familias, ya que estas deben seguir siendo la unidad de referencia, incluso cuando los cuidados provenMás mayores, más derechos 73 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) gan del exterior, dado que son necesarias como instrumento vehicular entre la atención y la persona dependiente. Pero lo que se debe atender, lo que se tiene que proteger es a las personas, que estando en situación de vulnerabilidad, tienen el derecho de ser protegidos, no importa su peripecia, ni si tiene familia o no, o las circunstancias de estas. Desde el advenimiento de los gobiernos de izquierda en nuestro país, se han instrumentado distintas políticas para combatir la pobreza extrema y particularmente para las personas mayores que no cuenten con los años de aportes previsionales suicientes (ya sea porque se encontraban fuera del sistema por voluntad propia, como así también muchos situaciones en las cuales se les realizaban las retenciones al trabajador que luego no eran volcadas al BPS) se estableció una pensión no contributiva para los mayores de 65 años. El requisito para incorporarse es el haber integrado una familia que cobró el plan de emergencia y la propuesta es que se irán incorporando paulatinamente el resto de los mayores de 65 años que demuestren la carencia. En este sentido, la asistencia a la vejez evita bajar la edad “legal” para ser beneiciario de la pensión a la vejez, lo cual implica discrecionalidad, al no ser un derecho, lo puede quitar el gobierno de turno. Si se suma a la problemática de las políticas focales de trasfondo económico, la carencia de soportes sociales que “amortigüen” las diicultades que atraviesan los sujetos debido a la edad y sus consecuencias, no estaremos atendiendo la problemática de la vejez vulnerable. Es necesario construir un marco para el desarrollo de las potencialidades personales, es decir, potenciar la trayectoria vital de las personas, asegurando siempre el acceso al bienestar. En el cuidado a la dependencia, la familia ya se encuentra al máximo de su capacidad de cuidados. Es necesario trasladar la responsabilidad de la atención a la dependencia a la esfera pública y en mayor medida hacia la esfera social, basculando entre lo sanitario y lo social, encontrando la forma de integrarlo en un sistema de cuidados El planteamiento estatal del problema de la dependencia debería abordar el traslado de la responsabilidad desde la familia a la socieMás mayores, más derechos 74 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) dad y de la atención desde lo médico a lo social, cuando este sea el caso. No son las personas en situación de vulnerabilidad, dada por la dependencia quienes deben dividir sus necesidades entre lo social y lo sanitario, sino que la respuesta debe incluir a ambas, evitando el peregrinaje de las personas en busca de soluciones. Se requieren enfoques integrales, que procuren la equidad asociando las acciones frente a los pobres con la reforma y reforzamiento de las instituciones de seguridad social. El riesgo a futuro es acentuar la segmentación de las instituciones sociales entre quienes estén asegurados y quienes son asistidos temporalmente y esto, con la posibilidad cierta de que una nueva decisión política los deje sin protección. Es necesario entonces una politización de estos temas, dejar al mercado la respuesta sobre la vejez con discapacidad, es dejarse permear por la lógica del capital y entender que las circunstancias de vida de las personas dependen de su “proyecto” y que la responsabilidad por el cuidado de los viejos con discapacidad, es un problema privado. La oportunidad que la sociedad uruguaya se está brindando a partir del debate sobre el Sistema Integrado de Cuidados, debe dejar lugar a las propuestas que las disciplinas que intervienen con esta población tienen para decir, y esto es fundamentalmente necesario para el Trabajo Social. Una propuesta para “pensar” políticas públicas con respecto a la vejez necesitada de cuidados, debe incluir el fortalecimiento de la estructura social generando más cohesión social en torno a un sistema de derechos que impacte en la calidad de vida de esta población y su correlato en términos de autonomía. Bibliografía Abellán, P. M. (2001). “Independencia entre los mayores”. En Informe España 2001. Una interpretación de su realidad social. Madrid: Fundación Encuentro. Más mayores, más derechos 75 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Alayon, R. (2012). “Políticas Sociales ¿Universales o Focalizadas?”. Página 12. En línea en: <http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-189943-2012-03-19.html>. Arim, R. y otros (2009). Programas sociales y transferencias de ingresos en Uruguay: los beneicios no contributivos y las alternativas para su extensión. Cepal división de Desarrollo Social, Santiago de Chile. Aristóteles (2007). La Política. 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Si bien es saludable que se coloquen en la agenda estos temas, aún no se ha implementado el Sistema, asimismo, la focalización, por cuestiones de recursos, hace que no se atienda la realidad de los viejos uruguayos. En los últimos años, ha existido un creciente consenso en relación a la necesidad de pensar a las políticas públicas en general, y a las políticas sociales en particular, como parte de las obligaciones estatales para el cumplimiento efectivo de los derechos humanos. Tal enfoque supera la visión de las políticas sociales como parte de una lógica signada por la oferta de beneicios de tipo asistencial, que pueden o no ser asumidos por órganos estatales, para encauzarse en la deinición de parámetros mínimos de dignidad cuya garantía es res- Más mayores, más derechos 79 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) ponsabilidad del Estado. Se pasa de la consideración de las personas como meros “beneiciarios” de programas sociales, a su valoración en tantos titulares plenos de derechos. Existe una relación de reciprocidad entre los derechos humanos y las políticas de protección social. Por un lado, el discurso de los Derechos Humanos requiere para su garantía y exigibilidad, los contextos institucionales que permitan su ejercicio. Por otro lado, las políticas se basan en un enfoque de derechos, tendiente a la ampliación y protección de estos. En ambos sentidos, las personas se beneician del desarrollo en su calidad de “sujetos de derecho”. Vejez, envejecimiento y cuidado humano El conocimiento sobre la temática de la vejez ha tenido un gran impulso a partir de la década de los noventa. Se ha comprobado a lo largo de estas dos décadas que una buena vejez es posible, lo cual ha promovido un cambio rotundo de paradigma en el modo de pensar el tema, en diversos campos de las ciencias sociales, humanas y de la salud. (Zarebski, 2011: 22) Evitar que la edad biológica se dispare por sobre la cronológica es parte del aprendizaje sobre el envejecimiento “normal”, para ello, el auto cuidado y la salud son elementos indispensables en la preparación para esta vejez saludable. La variabilidad existente entre ambos procesos depende de cinco factores: el auto cuidado, la alimentación, el pensamiento, el sentimiento y el movimiento. Las transformaciones propias del envejecimiento suelen generar rechazo y resignación en las personas, cuando estas “alcanzan la vejez” suelen considerar que ya no tienen la misma energía y capacidad para hacer cosas, empiezan a tener diicultades en su salud, entre otros aspectos generalmente interpretados de forma negativa. Más mayores, más derechos 80 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) No hemos sido preparados para envejecer de manera positiva y saludable, de ahí que establecer una edad para determinar el inicio de la vejez es una construcción social, que estará de alguna manera establecida por la sumatoria de factores biológicos o psicológicos. “La categoría viejo es, por consiguiente, un estado adscrito, generalmente aceptado por las personas pertenecientes a él, pero no elegido” (Rodríguez, 2006: 15). Desde una perspectiva sanitaria, se recoge la deinición de la Organización Mundial de la Salud sobre el envejecimiento. Para este organismo internacional, el envejecimiento individual es […] un proceso normal que ocurre a todos los seres vivos, comienza en el momento en que se nace [y] se acentúa en los últimos años. Se produce una limitación de la adaptabilidad. Es un proceso no uniforme, es diferente de una especie a otra, de un hombre a otro, en un mismo ser humano no todos sus órganos envejecen al mismo tiempo. (OMS, 2000) El cuidado humano puede ser considerado como una función social que involucra tanto la promoción de la autonomía personal como la atención y asistencia a personas dependientes. Sin esta relación entre los individuos que brindan cuidados y aquellos que los necesitan, no sería posible la reproducción social y el desarrollo pleno de las capacidades individuales (Consejo Nacional de Políticas Sociales, 2011). Karina Batthyány deine al cuidado como “la acción de ayudar […] a una persona dependiente, en el desarrollo y el bienestar de su vida cotidiana […]” (2009: 94). El cuidado comprende actividades materiales que implican dedicación de tiempo y un involucramiento emocional y afectivo y puede ser realizado de forma remunerada o no (Aguirre, 2011). La distribución del cuidado ha asumido diferentes formas según el momento socio-histórico, y los agentes encargados de sostenerlo fueron la familia, el Estado y el mercado. La noción de cuidados, se genera y reproduce en la familia, ya que es la primera organización Más mayores, más derechos 81 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) social que auto-gestiona los cuidados; luego se desplaza de la esfera privada a la pública con el surgimiento del Estado de bienestar. En nuestro país el cuidado se ha caracterizado por ser históricamente familiarista y altamente feminizado, lo cual signiica que el mismo se ha resuelto durante el devenir de nuestra sociedad, en el seno de las familias. Estas son susceptibles a los cambios sociales, económicos y políticos del momento que se esté atravesando. Por este motivo se presenta la necesidad de desarrollar un Sistema Nacional de Cuidados que contemple estas transformaciones a nivel familiar y preste especial atención en las repercusiones directas que puedan tener en relación al cuidado de las personas que lo requieran. Entre los procesos que inciden en la demanda de cuidados y en las posibilidades de satisfacerla, se destacan los cambios en la fecundidad, el envejecimiento de la población y migraciones, los cuales impactan en el tamaño de los hogares, su estructura y composición (Arriagada, 2010). Las personas mayores de 65 años, a nivel mundial, alcanzan a ser 660 millones y el índice de envejecimiento mundial está en el orden del 7% (INE, 2011). En el contexto de América Latina, nuestro país (junto a Argentina) presenta la estructura demográica más envejecida de la región. Al observar la distribución de la población por grandes grupos de edades, se aprecia que el 21.9% se encuentra entre 0 y 14 años, el 29.3% entre 15 y 34 años, el 34.9% entre 35 y 64 años y el 13.9% tienen 65 o más años. En cuanto al índice de envejecimiento (población de 65 o más años/población de 0 a 14 años * 100), se observa que Montevideo, [...] por cada 80 personas mayores de 64 años residen 100 personas menores de 15 años. (INE, 2011) Según estudios prospectivos, esta situación irá en aumento, pero sobre todo se verá incrementada la población de 75 u 80 años (envejecimiento del envejecimiento). Más mayores, más derechos 82 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Mercado, cuidado e institucionalización Dentro de la oferta privatizada de cuidados se puede airmar que las empresas de compañía representan la opción más accesible para la mayoría de la población, claro está, que su calidad varía en función del precio. Sin embargo, los costos elevados de estas prestaciones no son una garantía efectiva de dicha calidad. En este ámbito, es necesario dejar al descubierto dos aspectos relevantes: en primer lugar, el 73% del personal de estas empresas son mujeres, lo que evidencia la feminización que ha tenido esta actividad a lo largo del tiempo, tanto en la esfera pública como en la privada (Berruek y otros, 2011). En segundo lugar, muchas de estas empresas no exigen un conocimiento previo de temas vinculados a la salud. Esto signiica que muchas de las personas encargadas de llevar a cabo la tarea del cuidado no están caliicadas para realizarlas, lo que puede llegar a derivar en servicios deicitarios. Si se sostiene que tanto el Mercado como el Estado son los responsables de garantizar alternativas de cuidado formal, esta precarización de los cuidados (en términos de calidad) representa un factor de vulnerabilidad, además de invisibilizar la brecha entre cuidado formal e informal. Esto último hace referencia a que los cuidados brindados por la familia (informales) tienen como motor el afecto o la responsabilidad asumida por los lazos de parentesco y carecen de formación especíica en la temática, por lo tanto, las iniciativas tanto públicas como privadas deberían brindar una alternativa profesionalizada que acompañe a las familias. La relación con el mercado, a través de las formas de cuidado rentadas, implica que las familias dispongan de un capital económico habilitante. Esto implícitamente condiciona el acceso de muchas familias que quedan por fuera por no disponer de los medios materiales para sostenerlo. En términos de Bourdieu (1987), este vínculo con el mercado también compromete el capital cultural y simbólico de las personas que ingresan a las instituciones. Visto desde otra perspectiva, la existencia de estas alternativas rentadas Más mayores, más derechos 83 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) posibilitan la ocupación de todo un sector destinado a la gestión y distribución de los cuidados, los cuales deberían ser regulados y monitoreados por el Estado, ya que esta función se encuentra dentro de las atribuciones del Programa del Adulto Mayor del Ministerio de Salud Pública. Los residenciales privados de ancianos representan otra de las propuestas para el cuidado de los adultos mayores, presentando las mismas problemáticas. En este aspecto, también juega un rol importante la institucionalización del adulto mayor y sus consecuencias en cuanto a la potencial pérdida de autonomía y condicionamiento de su identidad. La institucionalización implica el pasaje de una situación de vida en sociedad a un régimen que puede conceptualizarse como “institución total”. Se puede deinir a las instituciones totales, o establecimientos sociales, como un lugar de residencia y trabajo, donde un gran número de individuos en igual situación, aislados de la sociedad por un período apreciable de tiempo, comparten en su encierro una rutina diaria, administrada formalmente (Gofman, 1972). Al ingresar a estas instituciones, los adultos mayores deben adecuarse a distintos procedimientos, reglamentos y juicios que propone la misma, generando un duelo entre identidad construida e identidad impuesta. El concepto de identidad supone la construcción de un proceso continuo y constante durante el curso de vida de los individuos, moldeado por la singularidad y las normas instituidas en el imaginario social. Es “[…] el resultado transitorio de un proceso de apropiación simbólica de lo real que supone la competencia de un actor singular sobre un universo de signiicaciones […]” (Gagnon, 1993: 195). El desafío relacionado al fortalecimiento de la autonomía, se presenta en la promoción de una identidad libre de estigmas, a través de la cual el viejo se perciba como viejo y no como enfermo. “Nuestras emociones nacen, crecen o se extinguen en un medio humano que las refuerza o modera según la sacudida que reciben de él.” (Le Breton, 1999: 150). Relacionados estrechamente con el Más mayores, más derechos 84 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) concepto de identidad, se presentan las nociones de autonomía y dependencia, ya que son considerados factores determinantes en el proceso de construcción identitaria de los adultos mayores. La percepción subjetiva de cada ser puede verse alterada en la medida que este esté atravesando una pérdida de autonomía, principalmente si se encuentra en una situación de dependencia. En lo que reiere a los adultos mayores dependientes, el desafío yace en buscar alternativas para que las personas puedan preservarla aunque se encuentren en las situaciones más complejas. la familia, la mujer y los cuidados La familia nuclear ya no es la predominante, la organización de este tipo de familia se sustenta en una clara diferenciación de funciones entre los sexos. El hombre debería ser proveedor económico de la familia, insertándose en la producción […] y actuando en los ámbitos públicos (política, vida social). De su capacidad productiva y de su inserción social dependerán las condiciones de vida de su familia y el status que esta tenga en la sociedad, la mujer se encargaría fundamentalmente de los aspectos reproductivos, del cuidado domestico del hombre, niños y ancianos concentrando su actividad en el interior del hogar. (Aguirre y Fassler, 1994: 62-63) Se reconoce en la actualidad la existencia de diversos arreglos familiares en la sociedad, pero aun así, se naturalizó a la familia nuclear como “la gran familia”. Si se la mantiene como estándar de “normalidad” en este contexto donde las transformaciones sociales, económicas y culturales demuestran gran diversidad en cuanto a la relación de los individuos con sus familiares, sin duda, acarreará consecuencias negativas. Más mayores, más derechos 85 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) La situación más desfavorable se presenta para la mujer, ya que al mantener como deseable dicha estructura familiar genera que se produzcan mitos y estereotipos en torno a cómo debe actuar la misma. En la familia nuclear las mujeres desempeñaban el papel de ama de casa, madre y esposa, además de la potencial cuidadora de todo familiar dependiente. Esta exigencia se mantiene en la actualidad, aunque las mujeres participen en el mercado de trabajo, tengan intereses de desempeño personal, y el ser mujer ya no sea sinónimo de madre (Jelin, 1998). Los mandatos sociales que surgen en torno a la mujer en la sociedad hacen que sea diicultoso compatibilizar los papeles de hija, trabajadora, madre y esposa. Esto genera una situación difícilmente sostenible y generadora de crisis personales y familiares de gran intensidad y en algunos casos inductora de enfermedades. No es correcto decir que las mujeres son las que se encuentran en conlicto a la hora de conciliar familia y trabajo, las mujeres son portadoras de una problemática que es social, padecen las consecuencias negativas en términos de redistribución y reconocimiento pero no son quienes están en conlicto estrictamente. Debido a esto, es inconcebible realizar un análisis sobre la temática de cuidado sin hacer una referencia (por más breve que sea) al género. Esta es una categoría relacional, que no solo reiere al “deber ser” de hombres y mujeres, sino que también incluye símbolos, costumbres y conductas que hacen a las relaciones sociales entre los individuos de una sociedad determinada. A modo de complejizar las miradas y continuar en la inclusión desde una perspectiva que problematice las relaciones de género, cabría afirmar que una propuesta programática como es el Sistema Nacional de Cuidados podría responder a necesidades prácticas o a intereses estratégicos de género. Los proyectos que aspiran a mejorar las condiciones de vida mediante la atención de las necesidades prácticas mantienen y refuerzan las relaciones tradicionales entre hombres y mujeres. Por otro lado, aquellas políticas que se diseñan y ejecutan desde una perspectiva de género Más mayores, más derechos 86 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) deberán problematizar las posiciones ocupadas por las mujeres y los hombres. Los intereses estratégicos no solamente refieren al género, también pueden referirse a las condiciones raciales, étnicas, económicas y culturales. Se puede decir que los intereses estratégicos deben relacionarse e intervenir en tres conceptos claves: empoderamiento, autonomía y ciudadanía desde la institucionalización de los cuidados. Si se consideran los cambios en la estructura demográica y los nuevos arreglos familiares, a la luz de los nuevos roles desempeñados por las mujeres en el mercado de trabajo, se puede introducir el concepto de crisis del cuidado. Esto se reduce en una simple ecuación: cada vez hay más personas para ser cuidadas pero menos personas para cuidar. La crisis del cuidado tiene un carácter bidimensional, por un lado se reconoce un aumento de la demanda y complejidad del cuidado, que se produce de manera simultánea con la reducción de la oferta de cuidadores potenciales; y por otro, se observa una “crisis de reproducción social de largo plazo como la diicultad de asegurar la reproducción de una gran parte de los hogares y de las diicultades que tienen para alcanzar niveles satisfactorios de bienestar en múltiples dimensiones, incluyendo los cuidados” (Arriagada, 2010: 61). estructura de la población y crisis del cuidado Dada la estructura demográica actual en nuestro país, se hace ineludible comenzar a diseñar nuevas estrategias destinadas a los cuidados, con especial énfasis en la población vieja, procurando revisar y relexionar en torno a las políticas ya existentes. Esta preocupación vinculada a la calidad y gestión de los cuidados, debido en parte, a la falta de reposición poblacional (crisis del cuidado), representa un fuerte vector en el debate actual sobre políticas sociales a nivel regional y mundial. Más mayores, más derechos 87 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Gráicos en base a Rodríguez, F. y Rossel, C., 2009 Si se observan las gráficas presentadas, se pueden visualizar las transformaciones que ha tenido la población uruguaya a lo largo del tiempo, demostrando que estas se continuarán acentuando con el pasaje del mismo y que forman parte de una tendencia mundial. Más mayores, más derechos 88 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Gráicos en base a Rodríguez, F. y Rossel, C., 2009 Para enfrentarse con éxito a los cambios demográicos (y sus posibles consecuencias negativas para el crecimiento y el sostenimiento de los sistemas de protección social), deben desarrollarse nuevas formas de solidaridad entre las generaciones pensada desde la responsabilidad colectiva; basadas en el apoyo mutuo y en la transferencia de habilidades y experiencias. Desde este trabajo, se deiende Más mayores, más derechos 89 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) la propuesta de poner en marcha nuevas vías para valorizar el potencial de crecimiento que representan tanto las jóvenes generaciones como las personas mayores. Lo importante es que las personas adultas mayores tengan la oportunidad de seguir trabajando y contribuyendo al desarrollo si así lo desean (Buz y Bueno, 2006). El conlicto es parte de este intercambio y es sin duda el habilitador de las transformaciones, se puede generar un cambio en cualquier momento de su vida por medio de una conducta relexiva (Buz y Bueno, 2006). Somos los viejos del Uruguay para dentro de unos años. Los niños son los viejos del futuro que se están gestando. Solo mediante el intercambio y la integración dinámica de la vejez a las necesidades sociales podremos entender que estar integrado y activo es formar parte, ser parte y sentirse parte de esta sociedad. Es en este complejo escenario que se comienza a gestar el Sistema Nacional de Cuidados, iniciativa originada en la agenda social (a manos de organizaciones de mujeres, principalmente la Red de Género y Familia), que luego sigue su recorrido avanzando hacia la agenda política y de gobierno. Políticas sociales en vejez y Sistema Nacional de Cuidados Se denomina Sistema Nacional de Cuidados (SNC) al “[…] conjunto de acciones públicas y privadas que se desarrollan de forma articulada para brindar atención directa a las personas y a las familias en el cuidado de su hogar y de sus miembros” (Salvador, 2010: 17). En la construcción colectiva de esta deinición, se determinó que referiría exclusivamente al cuidado de la población dependiente (excluyendo el cuidado del hogar) y también se optó por dejar por fuera al cuidado de enfermedad, ya que esto último es responsabilidad del Sistema de Salud. Se deinen como población objetivo tres grupos de personas: niños y niñas de 0 a 12, con énfasis en la primera infancia (de 0 a 3 años), luego personas en situación de dependencia por discapacidad y inalmente a las personas adultas mayores dependientes. La novedad Más mayores, más derechos 90 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) de esta iniciativa, es considerar un cuarto grupo dentro de su población objetivo, que son los cuidadores y cuidadoras remunerados/as o no. Para el SNC la calidad de los cuidados representa un aspecto central en la elaboración de la política, sosteniendo que su regulación es responsabilidad del Estado, como también lo es el apoyo a las familias. En este caso, la propuesta reconoce la necesidad de brindar formación y formular estrategias de seguimiento para acompañar a las familias, ya que cuando hablamos de cuidado informal, el afecto no es garantía de calidad. La presencia de una buena calidad en materia de cuidados, impacta positivamente en la vida cotidiana de las personas, reforzando su autoestima, salud mental y calidad de vida de los individuos y sus familias. Esta iniciativa estatal propone pasar del modelo familiarista tradicional a un modelo que promueva la corresponsabilidad. Busca garantizar la igualdad efectiva de oportunidades y de trato entre mujeres y varones. Ligado a esto, se recuerda lo aprobado por los participantes en la Décima Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, quienes acordaron formular y aplicar políticas de Estado que favorezcan la responsabilidad compartida equitativamente entre mujeres y hombres en el ámbito familiar, superando los estereotipos de género, y reconociendo la importancia del cuidado y del trabajo doméstico para la reproducción económica y el bienestar de la sociedad. (CEPAL, 2007: 6) Entre los principios orientadores del SNC se destaca la intención de constituirse como “una política participativa universal, focalizando sus acciones iniciales en los colectivos de mayor vulnerabilidad social. El diseño incluirá compromisos de mediano y largo plazo en la incorporación de colectivos hasta su universalización.” (Consejo Nacional de Políticas Sociales, 2011: 17). Por otro lado, se diseñarán estrategias de creación de servicios con la posibilidad de realizar transferencias monetarias. La prestación de Más mayores, más derechos 91 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) servicios por parte del sector público, o el subsidio a la provisión privada “[…] determina en gran medida la capacidad de control y protección, por parte del Estado, del servicio, y de los trabajadores y trabajadoras del sector.” (Consejo Nacional de Políticas Sociales, 2011: 18). Se reconoce como línea fundamental del SNC, la descentralización territorial, ya que la participación de la comunidad es considerada una pieza esencial para lograr desarrollar políticas adecuadas a los requerimientos locales. Finalmente, se procurará […] fortalecer, profesionalizar y revalorar la tarea de cuidado a través de la capacitación de los cuidadores y cuidadoras, tanto familiares como formales. A la vez, brindar capacitación para las personas que deseen incorporarse al mercado laboral luego de que sus tareas de cuidado sean sustituidas por el Sistema. (Consejo Nacional de Políticas Sociales, 2011: 18) Desde el SNC se presentan líneas de trabajo destinadas a la atención de los adultos mayores, diferenciando los servicios que fortalecerán el cuidado dentro y fuera del hogar. Se destaca la futura creación del Programa Nacional de Cuidados Domiciliarios, el cual busca ofrecer apoyo a las actividades desarrolladas dentro del hogar y facilitar la realización de otras fuera del mismo. Esto implicaría brindar un servicio que contribuya al cuidado que generalmente es gestionado por las familias, ofreciendo un número de horas semanales determinado cubierto por el Programa, para realizar esa tarea. Se introduce la propuesta de la Teleasistencia, la cual permitirá a través de tecnología de pronta respuesta, administrar las llamadas a los servicios de emergencia, atender demandas personalizadas, realizar un seguimiento a los individuos involucrados (recordar ingesta de medicación, consulta médica), entre otros. En lo que respecta a cuidados fuera del hogar, se busca expandir y fortalecer la presencia de los Centros Diurnos e implementar Centros de Referencia. El Plan de Envejecimiento y Vejez, que deine los lineamientos de las distintas acciones del Estado dirigidas al bienestar de todos los adultos Más mayores, más derechos 92 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) mayores, “[…] supone, en primer lugar, pensar la matriz de protección social desde la visión del ciclo de vida, detectando las lagunas, superposiciones y descoordinaciones de las respuestas públicas, buscando superar estas situaciones” (Plan Nacional de Envejecimiento y Vejez, 2012: 7). Se apunta a que las políticas estén coordinadas, y para esto fue creado el Instituto Nacional del Adulto Mayor, órgano que además se encarga de diseñar y analizar las políticas de vejez en Uruguay. Presenta un enfoque de derechos humanos, con el propósito de ampliar los mecanismos de protección de los viejos como sujetos de derechos y no como objetos de intervención, incorporando una perspectiva de género y otras coniguraciones transversales como la discapacidad, el origen étnico-racial y la orientación sexual. La propuesta implica enfocarse en aquellas “lagunas” de protección social en los casos de extrema vulnerabilidad, donde los derechos fundamentales (vivienda, salud, educación y seguridad social) no son contemplados. Además propone trabajar sobre temas relacionados a la violencia hacia los adultos mayores (familiar e institucional); promoviendo ambientes y ciudades saludables donde las personas puedan desenvolverse con facilidad, sin obstáculos ni limitaciones. También apunta a trabajar sobre las construcciones sociales que se dan en torno al concepto de vejez y de envejecimiento. Esto implica que se debe contribuir a la revisión de los prejuicios, estereotipos y creencias que aún prevalecen en la sociedad en torno a la vejez, no solo porque incide de manera negativa en la construcción de los propios procesos de envejecimiento, sino también porque este imaginario y representación social trasciende a las propuestas que hay desde el Estado para la población; “[…] el llamarlos inactivos, pasivos, pensar desde este lugar programas para ellos, para un sujeto asistido, nos coloca en la perspectiva de lógica de la tutela y no de los derechos” (Ludi, 2005: 160). Como bien se expresa en el documento del lanzamiento del Plan (2012), es importante considerar a las personas adultas mayores como “agentes de desarrollo”, esto supone valorar el aporte que estos hacen a la sociedad y de esta manera se reconoce una conceptualización positiva de la vejez. Más mayores, más derechos 93 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) relexiones inales El gobierno ha reconocido la importancia de adoptar una política de cuidados como un elemento central de la arquitectura del bienestar del país. Los datos que presenta el país en referencia al peril demográico, los cambios en las estructuras familiares y del empleo, el uso del tiempo y el trabajo no remunerado, dejan en evidencia las estructurales inequidades de género que plantean, entre otros problemas, una crisis de cuidado (Fassler, 2012). En el documento “Hacia un Modelo Solidario de Cuidados” aprobado por el gabinete social en septiembre del 2012, el […] cuidado es una función social que implica tanto la promoción de la autonomía personal como la atención y asistencia a personas dependientes. Esta dependencia puede ser transitoria, permanente o crónica, o asociada al ciclo de vida de las personas […]. El cuidado es un componente central en el mantenimiento y desarrollo del tejido social, tanto para la formación de capacidades como para su reproducción. (Instituto Nacional del Adulto Mayor –INMAYORES –/Ministerio de Desarrollo Social –MIDES–, 2012: 19) Hay tres elementos que se destacan como fundamento de la necesidad de un SNC: el reconocimiento de derechos sociales por parte del Estado y la determinación de corresponsabilidades en relación al cuidado de personas dependientes; la consideración de la dinámica demográica del país; el progresivo aumento de las tasas de actividad femenina, la importancia de la primera etapa de la vida en el desarrollo posterior de capacidades de las personas, y los problemas de calidad que presenta la provisión de cuidados por parte del mercado. La construcción del SNC ha atravesado ya diversas etapas: la primera de ellas durante 2010 y 2011 donde se constituye un grupo de trabajo y se elaboran los lineamientos y principios orientadores, una segunda etapa entre septiembre y noviembre de 2011 donde se reMás mayores, más derechos 94 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) alizan debates centrales y descentralizados a partir de documentos de discusión; una tercera etapa en 2012 en donde se confecciona el proyecto y se presenta al gabinete social, y una cuarta en 2012 y 2013 donde se diseña el sistema y se implementan experiencias pilotos. No se ha zanjado aún la dicotomía sobre la “carga” de los esfuerzos en materia de política social, como si se debiera elegir entre apoyar a la infancia y destinar recursos a los “viejos”, dicotomía fácilmente desmontable ya que no se trata de priorizar a uno sobre el otro, pero que a la hora de pensar en los dispositivos aparece como disyuntiva. Si no se toman decisiones de manera urgente, el futuro aparece no solamente incierto, sino también problemático. Uruguay tiene una deuda pendiente con sus viejos, el país más envejecido de América Latina no ha logrado revertir los prejuicios sobre esta población. País de paradojas, con una gerontocracia en la política partidaria y un “desprecio” hacia la vejez, fundado en el viejismo y en una cultura centrada en el trabajo que caliica a los inactivos como una carga social. Estas tareas se constituyen en acciones colectivas de todos y no solo de grupos aislados, fundamentalmente en el campo de las ciencias sociales, al poner el tema en la agenda pública – arena política. Es así que uno de los ines en las ciencias sociales y humanas es debatir, investigar, proponer, además de ser capaces de transferir de otras realidades estudiadas y conocidas las mejores respuestas en el sentido de estrategias de acción (policy transfers) para nuestro contexto y lograr que el SNC sea una política de aporte para nuestros viejos. Hay un diálogo social que se ha iniciado, con actores gubernamentales, fundamentalmente el MIDES, junto a la sociedad civil y algunos aportes de la academia, es un comienzo, pero no es suiciente. Se ha incorporado la perspectiva de género, y se apuesta a la de generaciones, sin embargo se insiste, en que es aún insuiciente; si la propuesta de las máximas autoridades del país es que las mujeres tengan más hijos y sobre todo más mujeres para cuidar a los viejos, hay algo en esta discusión que es ambivalente, lo cual conduce a una discordancia entre lo que se dice y lo que se sugiere. Más mayores, más derechos 95 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) El SNC es una herramienta, sin embargo se considera necesario continuar colocando el tema en la agenda, lo cual va a depender de todas las personas preocupadas por el cuidado humano. Por ello, se destaca el papel fundamental de la academia, en materia de investigaciones y aportes técnicos, además de la lucha continua de las organizaciones sociales. De todas formas, estas acciones solo serán viables en la medida que los decisores reciban las propuestas, ofreciendo una escucha responsable y coniable. En deinitiva, el SNC se presenta como innovador frente al diseño e implementación de Políticas Sociales, no solo a nivel nacional, sino también regional. Pero posee falencias en su discurso y correspondiente correlato con la práctica. Principalmente en lo que reiere a la universalidad de la política, la noción de corresponsabilidad y perspectiva de género. Si bien propone comenzar sus acciones a través de estrategias focalizadas para luego universalizarse, se sostiene que estas mismas prácticas son las que imposibilitarán en un futuro hacer el salto cualitativo hacia la universalidad, teniendo en cuenta también que la población beneiciaria en esta primera etapa estará compuesta por individuos en situación de vulnerabilidad económica, sin tener presente otros factores de vulnerabilidad vinculados al capital social. Esto signiica continuar diseñando “políticas sociales pobres para pobres”. En cuanto al abordaje y debates vinculados al tema de género, estos se ven resentidos, en la medida que la política se elabora con el in de fortalecer la imagen de la mujer (en contraste a su posición histórica) pero no logra superar la brecha entre los temas de feminidad y masculinidad en referencia a la corresponsabilidad. Depositando a su vez la responsabilidad en la familia y no en la articulación entre familia-mercado-Estado. La incorporación del concepto de corresponsabilidad, tanto dentro de las familias como en su relación con el Estado, se constituye en un pilar dentro del diseño de las políticas en materia de cuidados. Este es un derecho, tanto a cuidar como a ser cuidado, y como derecho debe ser incorporado y por sobre todo, debe ser posible ejercerlo. Más mayores, más derechos 96 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Un SNC que se piensa desde lo teórico pero que no tiene en cuenta en su diseño el presupuesto para la ejecución y ni siquiera lo prevé para la rendición de cuentas, es un sistema que no está pensado para ser ejecutado en el corto plazo. Por otro lado, se reconoce la existencia del derecho a “no cuidar”, pero está pensado desde el cuidado domiciliario, ¿cómo se conjuga esta contradicción? O el cuidado es una actividad obligatoria, principalmente por las potenciales consecuencias negativas que puede acarrear la no imposición o se deben prever alternativas. Al existir este “vacío” en torno a los cuidados ¿debería ser la sociedad civil quien tome la responsabilidad de hacerle frente y ofrecer alternativas viables para garantizar el derecho de todos y todas de recibirlos? En deinitiva, tanto para aquellos que necesiten cuidados, para los que deseen brindarlos y para los que no, debe presentarse una vía efectiva de contención. Este es el desafío. Bibliografía Aguirre, R. (1998). Sociología y Género. Las relaciones entre hombres y mujeres bajo sospecha. Uruguay: Doble Clic. (2011). Personas ocupadas en el sector de cuidados. Uruguay: Grupo de Trabajo de Sistema Nacional de Cuidados, Organización de las Naciones Unidas Mujeres, Organización Internacional del Trabajo. Aguirre, R. y Fassler, C. (1994). “¿Qué hombre? ¿Qué mujer? ¿Qué familias?” En Familias siglo XXI. Uruguay: Isis. Ediciones de las mujeres Nº 20. Arriagada, I. (2010). “La crisis de cuidado”. En Uso del tiempo, cuidados y bienestar. Desafíos de Uruguay y la región. 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Más mayores, más derechos 100 CaPÍTulo 5 Políticas públicas: la construcción de problemas y alternativas de intervención profesional Marcela Velurtas El presente trabajo surge de la presentación que realizara en las III Jornadas de Trabajo Social en el campo gerontológico (JTSCG), desarrolladas en la Facultad de Trabajo Social de la UNLP. En tal ocasión, tuvimos la oportunidad de compartir con estudiantes, profesionales, colegas de la Provincia de Buenos Aires, de distintos puntos del país y de la región un espacio de relexión y trabajo que surge y dirige su atención a los problemas que enfrentan las sociedades de las que somos parte, especialmente desde las políticas públicas y sociales que se despliegan en estos contextos y acerca de cómo vamos enfrentando estos desafíos. Es importante manifestar el agradecimiento al comité organizador integrado por docentes, graduados y estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Entre Ríos y de la Facultad de Trabajo Social de la UNLP por todo el trabajo y las gestiones que implican el desarrollo de una actividad de esta envergadura. Más mayores, más derechos 101 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Este tipo de encuentros nos permiten, indudablemente, enriquecernos en el intercambio de ideas y consideramos apunta a afectar nuestras prácticas cotidianas ya que nos permite analizar las expresiones de los problemas vinculados con las manifestaciones de la desigualdad, la exclusión, la pobreza, con los sujetos que padecen y dan cuenta de estos problemas. El campo de los servicios y programas condensan la atención –y a veces– también la desatención de situaciones, desde muy distintos posicionamientos. Ello, interpela a la Universidad habida cuenta que instala a los procesos de actualización y formación continua como desafíos para las unidades académicas y para los profesionales, en particular en esta ocasión de los trabajadores sociales y las políticas públicas en su conjunto. La presentación versa sobre estas cuestiones: • Una referencia a las intervenciones profesionales como parte de la gestión en el campo de las políticas públicas/sociales entendiendo que alude a procesos de co-construcción de estas las políticas. • una referencia a la tensión entre universalismos y focalización y la noción de derechos y ciudadanía. • Y por último señalar algunos aspectos que identiico como desafíos o considero pueden constituir los objetivos que orienten y dinamicen inquietudes e intervenciones en términos de debates, producción de conocimientos, formación y ampliación de los horizontes en cada espacio de trabajo cotidiano. Antes de entrar en estas cuestiones quiero introducir una referencia en perspectiva histórica, contextualizar, decir que hubo una década del apogeo neoliberal, la década larga a decir de Hintze (2007), que implicó, en general y en toda la región, un período en que cristalizaron intensas transformaciones económicas y sociales con sustantivas consecuencias y profundo impacto en la organización de la sociedad y –la comprensión, en general– de la “cuestión social”. Es necesario puntualizar –de algún modo– condiciones, ciertos umbraMás mayores, más derechos 102 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) les desde donde parten nuestras inquietudes. El ejercicio de contextualización tiene especiales implicancias en el campo de las políticas sociales y, en el campo de la gerontología tal como han señalado otros expositores de las jornadas. El mismo, alude a procesos especíicos de organización social y política y a la emergencia de formas de posicionarse frente a los sujetos y las situaciones que atraviesan. En el campo gerontológico por ejemplo, se han reformulado nociones de larga data hoy pensadas para sujetos activos, la disputa de concepción asilar, los debates por la situación de acceso a servicios y recursos de esta población, etc. Primera cuestión en clave de recuperar la atención sobre la dimensión política de las intervenciones de las políticas públicas En el sentido de aludir a que la política pública-social señala la presencia de cuestiones que tienen que ver directa o indirectamente con la construcción y ejercicios de poder político por los actores involucrados en ellas. Al decir de Vilas (2011), lo político no solo se asocia con una delimitación institucional dentro de la cual las políticas son diseñadas y ejecutadas o con un factor perturbador de la calidad, los alcances, la eicacia. Es necesario explicitar que la dimensión política de las políticas sociales en tanto políticas públicas. “Estaría señalando la apertura del debate sobre los cursos gubernamentales de acción a una variedad de actores sociales con intereses legítimos en los asuntos que serán objeto de determinadas acciones públicas” (Vilas, 2011: 112). Habría así una distinción especíica, según este autor, una referencia a lo público como esfera compartida por el estado y la sociedad (que reivindica el pluralismo social y político en el proceso de elaboración, ejecución y evaluación de las políticas) en donde se reconoce a los actores sociales que tienen un involucramiento político con variadas modalidades de participación. También existe otra/s Más mayores, más derechos 103 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) acepciones, de carácter más tecnocrático, que aluden a las políticas gubernamentales como producto de decisiones “desde arriba”. Pensar la dimensión política del conjunto de las intervenciones implica repensar –las– en el proceso de reproducción de las relaciones sociales, donde es posible sostener y naturalizar los problemas y las relaciones en las que los profesionales nos involucramos, pero también es posible /necesario pensar en procesos que (los) transformen –a partir de esa intervención–, que tiene la capacidad de cuestionar, visibilizar determinadas trayectorias y posibilitar otras alternativas. Para ello resulta indispensable una formación teórica continua que permita pensar, identiicar y construir, reconstruir los problemas sobre los que “interviene” en tanto los problemas sociales son • construcciones, la forma de elaborar/concebir problemas “reales”, son –serán– fundamento de la intervención. • la construcción intelectual o académica, implica/posibilita convoca a la acción del Estado, las instituciones y de los agentes asalariados, especialmente en mi caso asumiéndome como parte del colectivo de los trabajadores sociales. En este marco, y especialmente en los últimos años, se observa en distintos espacios como por ejemplo la infancia, pero también para este caso los adultos mayores, un reconocimiento de los sujetos en calidad de ciudadanos activos, que impregna buena parte de los discursos en política social, entendida como conjunto de acciones de gobierno dirigidas a intersectar, moderar las desigualdades. La clave: el acento en la participación como vía para la ampliación de los alcances de la ciudadanía formal y política1. Que incluye una vertiente relativa al mejoramiento de las condiciones de vida, a los procesos de carácter democráticos/democratizantes por lo que alude o debería connotar una mayor calidad de estas políticas e intervenciones. 1 Desarrollos asociados con el concepto tradicional de ciudadanía a los que se han ido sumando críticas y aportes que no profundizamos en esta oportunidad. Más mayores, más derechos 104 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) En este marco se visibilizan una serie de pautas, instituciones programas que se inscriben en esta perspectiva “de derechos”. Estos discursos, declaraciones normativas constituyen un horizonte que señala una nueva tendencia normativa, institucional que paulatinamente se “traduciría” en el conjunto de las intervenciones, pero que aún conviven y se tensionan cotidianamente que nociones de vieja data, con otras formas persistentes, con las que en Argentina convivimos desde hace más de 30 años que están orientadas por la noción de riesgo y la focalización. Cuando decimos horizonte no nos referimos a promesas incumplidas sino a aspiraciones a expectativas compartidas que deben adquirir materialidad, que requieren de hacerse efectivas. De derechos en construcción. La discusión sobre la igualdad/ciudadanía está presente en la Argentina, con énfasis, a partir de la reapertura democrática en los 80. Sin embargo fue evidente que la década del 90, se llevó puesto inclusive a buena parte de las ciencias sociales que no había profundizado esos debates, como señalaba Rinesi en el Seminario Latinoamericano de Escuelas de Trabajo Social, el año pasado2. Es evidente que en los últimos años y no solo por los efectos de la crisis, existe una fuerte preocupación por desarrollar la idea de los derechos, de una disputa donde el Estado es parte, garante. Los trabajadores sociales, solemos considerarnos parte de este territorio. En este marco, en la última década se reactivaron los debates, nuestro lenguaje, nuestra forma de interpretar y de actuar para poder entender y construir un espacio/campo/país más democrático, justo e igualitario y pensar cuáles son realmente obstáculos, que afectan la calidad del debate, de las intervenciones y la lógica del proceso político. Es frecuente en la Argentina, observar planteos en términos dicotómicos. Una tendencia a simpliicar-polarizar que refuerza los obstáculos. En este marco aparece la disputa sobre universalis2 XX Seminario Latinoamericano de Escuelas de Trabajo Social, desarrollado en la ciudad de Córdoba en septiembre de 2012. Más mayores, más derechos 105 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) mo-focalización, que impregna y tensiona las formas de pensar los procesos de intervención. El horizonte de trabajo se formula en términos de construir puentes que permitan acceder a ese horizonte, planteos que no obturan la construcción no cierran el campo de las preguntas, sino que abren a los procesos de elaboración de estrategias. El propósito es dar apertura, promover la visibilidad de las experiencias que desarrollamos, producir conocimientos sobre los problemas locales, particulares, sobre los que intervenimos, hacer un esfuerzo por articular formación continua, ejercicio profesional, investigación y producción de conocimientos sobre nuestra propia experiencia en cada campo. Al respecto, sintéticamente, señalar que las políticas sociales como toda política pública es producto del enfrentamiento y la negociación entre diferentes proyectos, en los que emergen diferentes actores sociales. En tal sentido, si interpretamos a las políticas públicas como resultado de estas negociaciones, podemos considerarlas como indicadores de (la) distribución del poder dentro del mismo Estado como así de la sociedad. En este sentido, y solo en contextos democráticos, constituyen espacios donde se producen y reproducen las relaciones sociales, “una `guerra de posiciones´. Toda situación social implica una redeinición de las relaciones de poder que varía en el tiempo y en el espacio” (Escolar, 2000: 46). Un segundo aspecto: universalidad y derechos Alude a un debate que cruza las intervenciones, en el que se expresan y dirimen estos distintos “enfoques” en pugna. Un horizonte que tiende a neutralizar la selectividad que se materializó –generalizada– en la formulación de requisitos que los destinatarios deben acreditar para acceder, a los servicios sociales, que signiica un refuerzo al disciplinamiento de los pobres, que, en general, refuerza la exclusión al estigmatizar a los beneiciarios. Ignora las externalidades positivas propias de una política social universal. Más mayores, más derechos 106 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) El denominado enfoque de derechos, y estoy siguiendo a Abramovich, Pautassi y otros docentes que trabajan este enfoque, está asociado a las nociones de igualdad, participación política e inclusión suele ser de uso frecuente entre los trabajadores sociales en referencia a las políticas sociales. Interesa señalar algunos aspectos sobre la pertinencia de este enfoque para el Trabajo Social en el actual contexto político, social e institucional. Reconocer que los llamados sectores excluidos son titulares de derechos que obligan al Estado, sujetos con derecho a demandar determinadas prestaciones y conductas. Para el Trabajo Social es un campo sustancial en el que realizar aportes, tanto en términos de incidencia y de contenido y orientación de las políticas públicas en sus distintos momentos: elaboración, gestión y evaluación. El lenguaje de los derechos tiene de por sí un valor ético y político, puede fortalecer las demandas sociales frente a situaciones de inequidad. En sus implicancias concretas siempre se corre el riesgo de utilizar una retórica que luego contraste con las expectativas generadas (Abramovich, 2006: 40). Es preciso tener en cuenta que las políticas sociales y muchas de las prestaciones estatales no han estado guiadas en su organización y funcionamiento por la lógica de los derechos. Los trabajadores sociales nos insertamos precisamente en estas instituciones por lo que el espacio ocupacional resulta propicio para realizar aportes especíicos en esta dirección. Por último, algunos desafíos: La pregunta sigue siendo: ¿de qué manera contribuimos al debate de la agenda respecto de las distancia entre la materialidad de las restricciones y la retórica de los derechos? En el marco de esta reunión reiteramos la necesidad y relevancia de pensar en clave política a la política social en el sentido de problematizar sistemáticamente la realidad y nuestra propia actuación. Muchos de los problemas que atendemos se encuentran oscurecidos por la masividad de las personas que los padecen, los procediMás mayores, más derechos 107 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) mientos estandarizados que se prevén para su atención, los requerimientos administrativos e institucionales, etc. El riesgo en estos casos consiste en automatizar, en el sentido de uniformar, los problemas y demandas que como dimensiones particulares se expresan ante los profesionales, todos los días. También como resultado de una paulatina institucionalización/alineación con el planteo derivado de las políticas sociales que contemplan el problema en el marco de una tendencia a estandarizar en términos de mínimos las respuestas en concordancia con el recorte de los problemas y la selección de los beneiciarios que los programas sociales exhiben. Ello constituye uno de los problemas cruciales para la intervención y un reto a los profesionales y para la misma Universidad en tanto alude la necesidad de potenciar el desarrollo de capacidades para un trabajo que requiere –por su complejidad– fundamentos cientíicos más sólidos para reorientar nuestra actuación. Ello nuevamente requiere repensar la relación entre la técnica y la política la distinción entre ambas es una decisión. Un mismo funcionario (Vilas, 2011), puede ser considerado técnico o político en función de ciertas circunstancias particulares. Que un informe sea técnico no signiica que carezca de proyecciones, efectos o implicancias políticas. Podría considerarse una ingenuidad señalar que bajo argumentos técnicos se revisten decisiones de carácter político. La idea del pensamiento único, la ausencia de otras alternativas son presentadas como argumentos que fundamentan decisiones cotidianamente. Con ese argumento “la gente” no tiene nada que decir, se clausura el debate, se restringe la participación. Por el contrario cuando más abierta la participación, en el caso de las intervenciones sociales –por lo menos– más cerca estaría “su éxito”. La eicacia de la gestión requiere del dominio de la cuestión de técnicas e instrumentos que supone conocer alternativas, costos beneicios. Pero no elude el referente de cuanto se afecta relaciones existentes o su transformación, relaciones de poder. La/s modalidad/es que asume la gestión pública se articula/n a una matriz determinada de relaciones entre el Estado y la Sociedad. Más mayores, más derechos 108 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) La calidad de las políticas nos reenvía a la idea de ciudadanía como concepto clave en un escenario de aspiraciones democráticas, frente a décadas de desmantelamiento estatal. Instituciones debilitadas frente a una sociedad demandante, donde no solo se trata de las respuestas que “da” el Estado y sus instituciones sino si se promueve, se estructura, habilita, voz, capacidad y poder. No resulta sencillo establecer relaciones entre el campo de los derechos y las políticas sociales. El potencial encuentro depende del conocimiento y la tensión que se establece en el proceso de construcción de este problema, de conocimiento e intervención con los actores, en clave de ciudadanía, con necesidades pero portadores de derechos. El universalismo constituye un horizonte estratégico (Andrenacci y Repetto, 2006) que le da sentido a nuestras intervenciones. En este caso, implica la expansión paulatina de las coberturas, la elevación de la calidad de los servicios y su homogeneidad, y la eicacia (que no es una mala palabra). Las políticas universalistas apuntan a un escenario de igualdad. El Trabajo Social despliega una intervención/producción que emerge como instrumental pero en la cual es necesario reconocer distintas lecturas y posicionamientos3. El Trabajo Social tiene un lugar de excepcional potencial, por la cercanía de los procesos, su capacidad para construir y visibilizar problemas que puede estar orientado a la construcción de ciudadanía. La producción de conocimientos es central no solo para aportar a los grupos con los que nos involucramos sino también para promover canales que pongan en diálogo los problemas con las formas de intervención. Somos parte de la cosa pública, inmersos en la gestión de la política social que podemos cualiicar. 3 Horkheimer (1983) “se tiende a olvidar que los datos que se nos ofrecen son preformados en sentido doble: por el carácter histórico del objeto percibido y por el carácter histórico del órgano perceptivo”. Este autor apunta a desnaturalizar el acercamiento del investigador, del profesional y rechaza (Piaget 1985) “el mito acerca del origen sensorial del conocimiento”. Más mayores, más derechos 109 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Bibliografía Abramovich, V. (2006). “Una aproximación al enfoque de derechos en las estrategias y políticas de desarrollo”. Revista de la Cepal, 88, 35-50. Andrenacci, L. y Repetto, F. (2006). Universalismo, ciudadanía y Estado en la política social latinoamericana. Washington D.C.: Instituto Interamericano para el Desarrollo Social. 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Más mayores, más derechos 110 CaPÍTulo 6 Planiicación situacional como proceso: un enfoque para la intervención social y la formación profesional en Trabajo Social María Gladys Olivo Viana Basándose en los antecedentes histórico-políticos de nuestro país, y las consecuencias en las comunidades de la post dictadura; desde diferentes enfoques y estudios se coincide, que en Chile, el eje del quehacer profesional en los temas sociales se debe orientar prioritariamente a relacionar la generación de conianzas, la recuperación de una cultura de relaciones colaborativas, buscando una articulación virtuosa entre individualismo y solidaridad, entre Estado y sociedad civil, y esencialmente reinventando el compromiso de los actores con el territorio, en la generación de Políticas Sociales que permitan a la ciudadanía, sentar bases sólidas de integración, participación y potenciación. A nivel del territorio, esta forma de identidad para la generación de conianzas y cultura colaborativa desde la práctica de vida cotidiana, podrá dar espacio a mejores y mayores oportunidades de promoción humana, encontrando de esta forma, no solo un modo efectivo de dar sentido a la existencia de las comunidades, sino una forma de vida para actuar en el mundo actual; “algo que no está disponible Más mayores, más derechos 111 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) para los que se satisfacen con hacer lo de siempre, para los que se cobijan en una racionalidad distanciada o para los que buscan el poder por el poder” (Flores y otros, 2000: 67). Este trabajo busca como su principal objetivo, una forma de relejar la situación de nuestros sistemas sociales en el contexto latinoamericano, y como estos obedecen a proyectos políticos que solo han determinado una visión de hombre individual, competitivo desde la sociedad en su conjunto y tecnócratas desde el Estado. Una apuesta hacia las nuevas generaciones profesionales de Trabajo Social se orienta a un actor social que integre miradas sociales, cientíicas y políticas, que le permitan incidir en decisiones relevantes y en ese marco de actuación profesional. algunos antecedentes Como breve referente histórico que da cuenta de la apreciación presentada en el párrafo anterior es que el ejercicio participativo es débil por la ausencia de los derechos humanos fundamentales de las personas en su relación de pares y con las instituciones; todo esto, como consecuencia social, cultural y comunitaria; de un largo periodo de la historia donde no estuvo presente el Estado de Derecho. En los datos aportados por instancias como los Informes de Desarrollo Humano en Chile, se visualiza que todos los sistemas en las comunidades, han sido permeados por este fenómeno político y social. El mundo social hoy se encuentra frente a escenarios emergentes y dinámicos, que se caracterizan por una marcada fragmentación social, fragilidad de los vínculos sociales, crisis de representación política, derivando todo ello en una falta de legitimidad de la participación de los miembros de las comunidades en general, y de las instituciones en particular. Esta característica, en lo esencial afecta la conianza, la credibilidad, la tolerancia, la convivencia democrática. Todos los factores enunciados, constituyen elementos sustanciales e ineludibles de trabajar para lograr una efectiva trayectoria en pro de la Justicia Social Más mayores, más derechos 112 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) y un ejercicio comunitario activo. Se hace necesario, sensibilizar para que los actuales fenómenos sociales que hoy coniguran el ejercicio profesional de Trabajo Social, traiga consigo una nueva forma de convivencia, junto a una estructura social lexible y democrática. En resumen, en la actualidad estamos frente a nuevos escenarios de la realidad social donde la acción profesional de los trabajadores sociales es una tarea nueva y desaiante, en el mundo de la generación de ideas. Este es hoy el reto para Trabajo Social y sus profesionales, o reiteramos mecánicamente las modalidades de intervención social paternalistas o intentamos problematizar de manera crítica el abordaje frente al contexto actual. Este artículo se basa en una propuesta para la gestión en el ámbito territorial mirado desde la Planiicación Situacional. el paradigma epistemológico para la propuesta de Trabajo Social en los procesos de planiicación situacional En la dinámica que ocurre al interior de las comunidades con las personas mayores, así como también en su interconexión con el mundo exterior, no cabe duda que los trabajadores sociales tienen diversas opciones. En el lenguaje de homas Kuhn (1962) antiguos o nuevos paradigmas aludiendo a la estructuración de un lenguaje para referirse a un tipo de realidad, y a una comunidad de practicantes respecto de una forma de razonar (Corbalán, 1997). Actualmente el pensar de tipo unidimensional y lineal, se percibe en crisis por la complejidad del mundo y por tanto de las realidades sociales a que nos vemos enfrentados; el paradigma complejo permite pensar a la vez nociones que son diferentes, antagónicas, distintas y opuestas, pero complementarias, interdependientes, inseparables y recíprocas (Ander Egg, 2001). La complejidad está estrechamente ligada a la interdisciplinariedad, concibiendo un modo de razonar que incluye desarrollar la capacidad de “asociar proposiciones aparentemente contradictorias” (Ander Egg, 2001: 97). Más mayores, más derechos 113 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) La idea central, surge en el sentido que para hacer Trabajo Social desde una mirada situacional, se propone la necesidad de trabajar bajo el Paradigma de la Complejidad, donde cada uno de los elementos de la realidad son interdependientes unos con otros, en un contexto del cual el análisis e intervención de Trabajo Social no se puede abstraer y donde cada realidad social presenta una multicausalidad de elementos, que considerados individualmente no son suicientes para buscar una alternativa eicaz de intervención profesional. Según señala Edgard Morin (1997) la problemática visualizada desde la complejidad, es un modo de abordar la realidad y de investigar, de acuerdo con la complejidad de la realidad. Es un modo de situarse humildemente frente a la incertidumbre y la ambigüedad en cuanto a la capacidad de conocimiento y comprensión de la realidad. Considerando las oportunidades surgidas al alero de la democracia participativa, es necesario proponer Trabajo Social al interior de las comunidades con una metodología en que tanto investigaciones, estudios e intervención social, se consideren en el reconocimiento de los diferentes actores sociales que coniguran una situación local; con la presencia, opinión y adhesión de las comunidades para lograr una acción profesional, donde el conocimiento y la acción son construidas a partir de la relación. Es en esa relación y en el lenguaje común de las comunidades, que entran en juego, una gama de consideraciones donde se oponen intereses, intervienen prejuicios, posturas ideológicas y opciones políticas de fondo, en torno a cada uno de los temas relativos a su vida cotidiana. En función de lo anterior, es posible airmar que, frente a las inquietudes iniciales de este trabajo y a los dilemas que sugiere una mirada de hombre ciudadano en los territorios, surge como idea fuerza la Planiicación Social Situacional que en tanto proceso y sistema, obedece a una lógica de intervención desde la diversidad de realidades políticas, económicas, culturales e históricas, que de alguna manera harán que el aprendizaje colectivo, entrando en dialogo unos con otros, aparezca como eje central para la nueva mirada en el diseño, implementación y evaluación de Políticas Sociales en el espacio local. Más mayores, más derechos 114 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Integrando el concepto de proceso democratizador en la intervención territorial Reconocer y aceptar la diversidad humana en los territorios desde la condición profesional, entendiendo formas diferentes de mirar el mundo, de ser y de hacer las cosas. Reconocerse e identiicarse con la condición de distintos, hace posible visualizar las cosas comunes para establecer oportunidades y fortalezas para el desarrollo, en la lógica estratégica y en el accionar comunicacional de la intervención. Esta tendencia surge desde la Teoría de Acción Comunicativa de Jurgens Habermas (1989), quien señala que en ese proceso, “no se hacen cálculos instrumentales para alcanzar el éxito, sino que se trata de lograr deiniciones comunes de la situación, para dentro de ellas, perseguir metas individuales” (Briones, 1999: 168). El concepto de acción comunicativa fuerza y obliga a considerar también a los actores como hablantes u oyentes que se reieren a algo en el mundo objetivo, en el mundo social y en el mundo subjetivo, y se entablan recíprocamente a este respecto pretensiones de validez que pueden ser aceptadas o ponerse en tela de juicio. Los actores no se reieren sin mas intentione recta a algo en el mundo objetivo, en el mundo social o en el mundo subjetivo, sino que relativizan sus emisiones sobre algo en el mundo teniendo presente la posibilidad de que la validez de ellas pueda ser puesta en cuestión por otros actores” (Habermas, 1989: 493) El autor propone una forma de comunicación que denomina paradigma del lenguaje “como acto de habla, tal como lo hacen las personas en su uso corriente, dando lugar con ello a una relación entre sujetos que se comunican en un intercambio discursivo” (Habermas, 1989: 71). Es clave para el Trabajador Social, intervenir haciéndose cargo de las formas multiculturales, económicas, históricas, políticas, de género, entre otras que se presentan en los territorios y que ocurren en el Más mayores, más derechos 115 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) núcleo básico de la familia; se proyectan en los grupos secundarios y en la convivencia de la comunidad. Todas estas manifestaciones, al no ser consideradas, han dado paso a una tendencia centralista que busca homogeneizar y por tanto diseñar políticas y formas de intervención universales que no representan el sentir de las personas. En este sentido, la estrategia de intervención descentralizada desde el Trabajo Social, sugiere la idea fuerza de “permanecer en el territorio” y no “bajar al territorio o a la comunidad” como frecuentemente se escucha en la institucionalidad estatal. Esta idea de “permanecer” en la lógica de generar vínculos que potencie los procesos y que se logra con la permanencia cotidiana en el territorio, donde se fortalecen los vínculos, los espacios de conversación y se estimula el desarrollo territorial, desde las más pequeñas tareas. Cobra vigencia, en esta visualización situacional, la relación sujeto-sujeto en las conversaciones para la acción, que antes ya se menciona, y que sugiere la idea de un ejercicio permanente de construcción conjunta, que además de otorgar un sentido a sus vidas, genere procesos de acción social de tipo colectivo, dinámico y propicios para la construcción de ciudadanía en los territorios. Es necesario para efectos de las estrategias de intervención territorial, tener presente, que durante mucho tiempo y en muchos casos, los sujetos sociales han permanecido invisibilizados como actores sociales, detrás de posturas paternalistas y clientelistas, que han tenido como resultado una tendencia a la homogeneización, falta de autonomía y pasividad. Considerando el escenario histórico actual, el Trabajador Social requiere conocer y comprender la realidad, que lo posicione como un otro actor frente al proceso; dejando el espacio abierto para que sean las propias personas, quienes generen cambios, de acuerdo a sus visiones, sensibilidades, aspiraciones y sueños, que orienten su desarrollo humano individual y colectivo. Los procesos de intervención profesional con personas mayores en los territorios, por tanto, podrán constituirse en espacios de conversaciones permanentes, aprendizaje y construcción de saberes Más mayores, más derechos 116 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) colectivos, que acompañen la coniguración de sujetos proactivos capaces de tomar sus propias decisiones. Sin perjuicio de lo anterior, todas aquellas realidades y situaciones de asistencia, prevención, promoción social, emergencia y pobreza, estarán incorporadas al quehacer profesional impulsando la formación de redes sociales que asuman lo inmediato, con visión de desarrollo y promoción humana. La formación en Trabajo Social, propone formar profesionales con una mentalidad estratégica, con un enfoque integral de la sociedad, capaces de contribuir activamente en los procesos de cambio social; para ello, el trabajo en equipo multidisciplinario requiere estar presente en la formación académica de los alumnos, a in de que en su futura gestión como trabajador social desde su labor cotidiana, esté en condiciones de desarrollar liderazgos que privilegien la participación de las personas, el reconocimiento de habilidades diversas y diferentes, el desarrollo de conianzas positivas. Este planteamiento, llevará a transformar los problemas cotidianos que afectan a las personas, en aquellas situaciones deseadas de “estar mejor”, teniendo como eje el ser humano y sus ininitas potencialidades, a nivel individual, grupal y comunitario. Se trata de buscar incidir en las Políticas Sociales de carácter local, a partir de las necesidades básicas detectadas en el trabajo cotidiano de los territorios. Asimismo se busca, en forma paralela, generar espacios profesionales propicios para participar en los niveles de decisión vinculante, que permitan una solución viable a partir de la realidad, la cultura, la identidad especíica y de esa manera transformarse en gestores de procesos de planiicación situacional basados en pensar, conocer, interpretar y hacer en forma integrada y operativa. Una Trayectoria de Transformación, se deine como el arte de unir, sumar y avanzar, en el tiempo preciso, es en síntesis el arte de conducir como líder una determinada estrategia. Unir para consolidar el apoyo logrado, sumar agregando nuevas fuerzas sociales al proceso perseguido y avanzar Más mayores, más derechos 117 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) hacia nuevas metas sobre la base de mayor poder obtenido, es la esencia de la cuestión que plantea el cumplimiento de una estrategia. (Matus, 1972: 125) Más allá de la propuesta profesional, este planteamiento para el Trabajo Social en el ámbito de territorial, busca proyectarse en el futuro, generando un espacio que tenga incidencia en el quehacer para el Desarrollo Humano; haciéndose relevante en ese contexto, los énfasis puestos, en las nuevas formas de ciudadanía e identidad territorial. una mirada situacional La Planiicación Situacional se entenderá como situaciones y momentos básicos que señalan una conducta colectiva desde los actores, determinando cuestiones teóricas y prácticas donde la situación constituye un espacio de producción social, y donde todo lo que ocurre, en esos términos, depende del “nosotros” en la interacción. Esta variante de la Intervención Social Territorial, se centra en la comunidad local, en tanto grupo social arraigado en un territorio con sus elementos comunitarios, tales como interacción, lazos mutuos, pertenencia, historia, solidaridad, que persiguen un cambio. Desde la mirada situacional, no existe una distinción mayor entre actores que viven las situaciones de la realidad y el profesional. Es “comprender la realidad desde adentro” o situarse en la realidad que se pretende explicar y trabajar. Una realidad no se explica de la misma manera por los distintos actores, ya que ello depende de la relación de los grupos sociales con la situación y de la situación con el escenario donde esta se contextualiza, es decir el ambiente externo al lugar donde ocurren los hechos, pero que sin embargo inluyen en la misma. En esta perspectiva las personas y los grupos se visualizan como agentes potenciales y el profesional como promotor del proceso, que conduce y facilita el proceso de Análisis de Situación Inicial a través del Diagnóstico Situacional, Diseño de Trayectoria y Evaluación de Más mayores, más derechos 118 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) la Situación Deseada con perspectiva de Retroalimentación. Pero al mismo tiempo, de manera proactiva identiica y adelanta situaciones dinámicas de conlicto que, al incorporarlas al proceso cumplen básicamente una función estabilizadora en el mismo. La idea del pensamiento situacional para Trabajo Social, busca: • Orientar las acciones y las decisiones, construyendo coherencia a través de una lógica de pensamiento multidimensional, que analiza y considera las complejas relaciones entre las personas, organizaciones y el ambiente en que se desarrollan. • Facilitar en las personas y en las organizaciones en el territorio la capacidad de imaginar un mundo propio, con múltiples posibilidades que dan lugar a nuevos y diversos aprendizajes individuales y colectivos; otorgando un sentido verdadero a la participación y democracia como compromisos éticos y políticos de Trabajo Social. • Proponer una perspectiva crítica y una voluntad de cambio permanente, con plena conciencia del valor de los procesos sociales de aprendizaje conjunto. un instrumento metodológico para la gestión territorial del trabajador social en la planiicación situacional Se dice que la planiicación no es otra cosa que el intento del hombre por crear su futuro y no dejarse arrastrar por los hechos. Por eso la planiicación se realiza en un medio resistente, en una realidad en constante dinámica, en una dirección y velocidad determinadas por el juego de fuerzas contrarias, concretas y en conlicto. La planiicación situacional, es entonces aquel cálculo que precede la acción de fuerzas sociales y políticas que luchan por tener grados crecientes de libertad y conocimientos para deinir las situaciones sociales existentes (situación inicial), las tendencias que persisten; (situación futura) las alternativas y brechas que se procesan en función de las soluciones posibles (situación deseada). Más mayores, más derechos 119 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) En deinitiva la planiicación situacional la entenderemos como la mediación entre el conocimiento y la acción para modiicar una situación en la siguiente lógica: Situación inicial S I Punto de partida para la planiicación situacional Situación futura SF Situación que se alcanza por evolución natural de la S I sin que medie intervención Situación deseada S D Es la situación a que se aspira llegar y se convierte en la razón de ser de la intervención planiicada. Trayectoria T Planes, programas y proyectos P Es el conjunto de proyectos estratégicos capaces de transformar la situación inicial en situación deseada. Es la acción o conjunto de acciones realizadas por los actores, con el propósito de mejorar situaciones de su realidad. La Planiicación Situacional tiene que entenderse entonces, como un proceso para la toma de decisiones, cuyo foco es la compleja, diversa y variada realidad social-política, económica y cultural, cuyo relejo en el desarrollo territorial de las comunidades, se perila uniicando crecimiento económico, sustentabilidad ambiental y equidad social con participación activa de actores sociales en los procesos. El Trabajador Social en su visión de futuro podrá ser capaz de concebirse asimismo y por el conjunto de actores en proceso, con la concepción de que el gestor del desarrollo es el hombre mismo, en un sistema dinámico, en espacios de libertad con identidad propia, con miradas comunes respecto al futuro, y esencialmente con profundos vínculos entre los miembros de la comunidad, que comparten y promueven un Proyecto Democrático de Territorio. Es así que solo cuando se está involucrado en una relación activa, sin juicios “a priori”, es posible cultivar la acción, la solidaridad y la promoción, como elementos base para hacerse cargo de los temas que involucra el Desarrollo Humano Sustentable y la condición ciudadana de las personas. Más mayores, más derechos 120 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Del diagnóstico normativo al situacional. Diseño de situación inicial El diagnóstico desde el punto de vista etimológico signiica “conocer a través de” (Pichardo Muniz, 1997: 97). Como punto de partida al proceso de Planiicación Territorial, se centrará en el conocimiento y análisis de los hechos sociales de la realidad de tal manera que se obtenga: - Caracterización de los grupos sociales ubicados en los territorios. - Identiicación de la naturaleza y magnitud de las situaciones que se busca atender desde la perspectiva de esos grupos sociales. - Análisis relexivo respecto a esas situaciones y a la probable evolución de la situación inicial. - Identiicación de los espacios sociales y territoriales propicios para la acción social en red. - Identiicación de los actores afectados o vinculados con la situación, en tanto fuerzas de apoyo o resistencia al proceso de intervención. - Identiicación y delimitación de las posibilidades de acción que permitirán transitar desde la situación inicial hacia la situación deseada. Bajo esta lógica de construcción de diagnóstico se perila el enfoque situacional, donde las personas serán los agentes protagónicos del desarrollo en el territorio, por lo tanto, son los actores de la gestión. Cada uno de estos actores en la búsqueda del desarrollo, juega un papel especíico, que se relaciona con intereses, opiniones, y distintas elaboraciones de la realidad (fuerzas sociales). Este dinamismo de los actores, promueve alianzas y conlictos con respecto a las situaciones que están en juego y que se encuentran en la realidad social donde actúan. De acuerdo al planteamiento de Kosik, Karel, la realidad es “un todo estructurado y dialéctico en el cual puede ser conocido cualquier hecho” (Kosik, 1976: 45). Más mayores, más derechos 121 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Deinición de trayectoria. Visión de proceso Planiicar situacionalmente para Trabajo Social, resulta complejo precisamente por lo heterogéneo del planteamiento de los actores, pero también porque el “ trabajo sobre la marcha” ha sido la tónica de los trabajadores sociales, es decir dando respuestas diarias a problemas diarios. Se entiende por trayectoria al conjunto integrado y complementario de planes, programas y proyectos estratégicos que son capaces de transformar progresivamente la situación inicial y acercarse a la situación deseada (Pitchardo Muñiz, 1997). La propuesta de intervención, para el Trabajo Social en el territorio, posiciona al Trabajador Social en la decisión política y ética respecto al diseño de planes, programas y proyectos y no solo en la ejecución. Asumiendo de esta forma, una tarea en equipo con otros actores y donde todo lo que allí ocurra en tanto intervención, dependerá del conjunto de actores en la interacción y del signiicado que estos atribuyan a los hechos. Vinculado a lo anterior entonces el diseño de Intervención Social pasa a constituirse en situacional, en el sentido de que por un lado, surge: - Una nueva forma de trabajar el diagnóstico, ya no como aquel instrumento lineal, descriptivo único y estático, sino, como una visión dinámica de cálculo interactivo que exige conocer las motivaciones y acciones posibles de otros; - Una forma de intervención multivariada, complementaria, recursiva, con una imagen objetivo consensuada de la realidad, que haga sentido para los distintos actores sociales, independiente cual sea la posición que ocupen en el Sistema Social. Vista de esta manera, la intervención territorial desde el Trabajo Social, queda contextualizada en los métodos de la Planiicación Situacional, que establecen por adelantado o determinan anticipadamente, las formas y medios para alcanzar los objetivos propuestos. Desde esta perspectiva se concibe el tema de aportar al desarrollo de las comunidades no solo desde la visión estructural, sino desde la percepción psico-social; del sentido que tiene para grupos y Más mayores, más derechos 122 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) comunidades lo que ocurre con ellos en el proceso. Representa por tanto, particular importancia en este proceso, un fuerte desarrollo de las comunicaciones, a través de la relexión cotidiana de acciones que están comprometidas en lo que puede denominar una red de conversaciones y acciones orientadas a incluir peticiones, promesas para llevar a cabo los compromisos asumidos por los “actores” en el diseño de la Situación Inicial, Trayectoria y Retroalimentación Evaluativa de los procesos. Esta organización en red permite promover la generación de nuevas políticas locales en función de los temas recurrentes de aquella red de conversaciones cotidianas, que desde la visión normativa permanecen como “temas crónicos”, sin resolver y que dejan en evidencia de forma espontánea, la ineicacia de las Políticas Sociales en el nivel local, por la falta de cercanía con la población en general. alcanzar la situación deseada. evaluación del proceso Sin duda que la planiicación para el Desarrollo Territorial, surge de las necesidades individuales y colectivas de las personas, que buscan su satisfacción, teniendo en cuenta la realidad social, cultural y política en que esta se desarrolla. Se concibe desde este enfoque entonces, la evaluación como un proceso cualitativo y cuantitativo de carácter permanente, que combina momentos relexivos, analíticos, explicativos e informativos, respecto a la situación inicial, la trayectoria y la situación que se busca lograr (situación deseada), en esta mediación entre el presente y el futuro, de la que da cuenta la Planiicación Situacional. Carlos Matus señala que: los procesos sociales, como procesos humanos ricos y complejos, están muy lejos de poder ser precisados y explicados con variables numéricas. La calidad y la cantidad se combinan para dar precisión a nuestras explicaciones y diseños. En Más mayores, más derechos 123 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) la jerarquía de las precisiones está primero la calidad y después la cantidad, como una condición a veces necesaria de la precisión, pero nunca como una condición suiciente. No podemos, por consiguiente, eliminar lo cualitativo de nuestros planes y disociarlo de lo cuantitativo con el pretexto de que lo no medible no inluye. (Matus, 1977: 49) Evaluar la intervención de Trabajo Social Territorial, se transforma en una investigación evaluativa innovadora, de carácter esencialmente cualitativo, sin perjuicio de lo cuantitativo, permanente y sistemático, en todos los momentos del proceso y que contempla elementos fundamentales como: - Una mirada profesional con criterio ético-político como elemento eje para participar e integrar el espacio en la toma de decisiones en materia de Política, Planes, Programas y Proyectos. - Una mirada con criterios de visualización futura que genere cambio a través de la incorporación de actores sociales, lexibilizando y democratizando los procesos en la medida que se complementen visiones. En este sentido, la evaluación en la perspectiva situacional debe estar dirigida hacia la identiicación de conjuntos relacionados con esquemas de distinción, propios de ejecutores, participantes y evaluadores, por sobre procesos aislados y explicaciones lineales de cada sistema de observadores por separado (Roman, 1999). En este campo, se proponen los siguientes puntos como eje para desarrollo del proceso desde los trabajadores sociales, basándose en el Enfoque de la Investigación Cualitativa de Miles y Huberman (1994): 1. En el plano de desempeño profesional se requiere: - Mantener un intenso contacto con el campo o situación de vida, relejo de la vida diaria de los individuos, grupos, sociedades y organizaciones. - Alcanzar una visión sistémica, amplia e integrada del contexto territorial y de sus formas de organización, respecto a su lógica, sus ordenaciones, sus normas explícitas e implícitas. Más mayores, más derechos 124 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) - Obtener datos sobre las percepciones de los actores desde su realidad, a través de un proceso de profunda atención, comprensión y posicionamiento en el territorio. - Explicar las formas en que las personas en situaciones particulares comprenden, narran, actúan y manejan sus situaciones cotidianas. 2. En el plano metodológico - El diseño de evaluación tendrá un carácter emergente, construyéndose a medida que se avanza en el proceso de intervención, a través del cual, se recaban nuevas visiones y perspectivas de los participantes. - Los procedimientos, técnicas e instrumentos más adecuados serán de tipo cualitativo siendo recomendable una combinación con algunos cuantitativos, que permitan construir de manera complementaria lo relevante y signiicativo para los actores en su conjunto. - Procurar el diseño de indicadores en una construcción conjunta (desde todos los actores), dado que son estos elementos quienes orientan en aquello que hay que mirar, en donde se debe mirar y en qué momento mirar para responder a los objetivos de la evaluación. La Investigación Evaluativa Innovadora, para la intervención de Trabajo Social apuntará entonces, al estudio de los cambios producidos a través del proceso, a nivel de pautas culturales, aprendizajes, representaciones, prácticas sociales en los individuos y comunidades, en contacto con sus propias realidades y situaciones. Asumir la evaluación social desde una perspectiva situacional, aportará con elementos que permitan dar respuestas efectivas, pertinentes, relevantes y sustentables a las realidades sociales en las familias, grupos, comunidades en momentos especíicos. Este enfoque permitirá al Trabajador Social generar las condiciones para fundamentar y participar en decisiones que involucren el diseño e implementación de las políticas para el desarrollo territorial y de esa forma superar las prácticas asistencialistas que hoy están Más mayores, más derechos 125 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) presentes en la formación y ejercicio profesional de Trabajo Social. Recordar que el mismo Aristóteles nos señala que la formación es una “actividad compleja, guiada esencialmente por valores”, donde el ser tiene su protagonismo. Finalmente señalar que la experiencia acumulada por la autora en los aspectos profesional, académico y político de esta propuesta para Trabajo Social, solo tiene sentido para quienes siempre están en búsqueda, para quienes creemos en el ser humano en situación de justicia social y para quienes la vida tiene un sentido que va más allá de intereses personalistas, para quienes procuramos un Trabajo Social comprometido y no instrumentalizados por los espacios de poder, sino aportando historia, cultura y experiencia en la gestión de los territorios. Bibliografía Ander Egg, E. (2001). Acerca del Conocimiento y del pensar Cientíico. Grupo Lumen-Humanitas. Colección Política, Servicios y Trabajo Social. Briones, G. (1999). Filosofía y Teorías de las Ciencias Sociales. Chile: Dolmen S.A. Corbalán, J. (1997). “Documento de Trabajo, Los Paradigmas de lo Social y las concepciones de intervención en la sociedad”. En Estudios Sociales, 92, 2º trimestre. Bélgica: Universidad Católica de Lovaina. 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Más mayores, más derechos 127 ParTe II Diálogos del Trabajo Social en el campo gerontológico CaPÍTulo 7 Hacia una intervención crítica del Trabajo Social en el campo gerontológico Jorge Pedro Paola El trabajo aborda alguno de los contenidos centrales de los enfoques críticos de la Gerontología y el Trabajo Social en la posibilidad de encontrar puntos de convergencia. En el análisis de estas posturas socio históricas se encuentran diferencias en los fundamentos que ambos esgrimen; el primero parte de ponderar los enfoques participativos en los procesos interventivos interdisciplinarios, mientras que en el segundo presenta un amplio repertorio de posturas: Trabajo Social antirracista; antiopresor, feminista, diversas ramas del enfoque comunitario en Trabajo Social, Trabajo Social radicalizado, marxista y distintas formas de investigación intervención militante y participativa. Con posterioridad conceptualiza el sentido y la orientación de una intervención social crítica del Trabajo Social en el campo Gerontológico aceptando que la misma se caracteriza por el desarrollo de criterios vinculados a la prevención social como lo constituye la práctica grupal intensiva, la consolidación de organizaciones institu- Más mayores, más derechos 129 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) cionales alternativas, los cuestionamientos al enfoque asilar, las tareas de preparación para el envejecimiento y de preparación para el retiro laboral, el impulso de los enfoques interdisciplinar y transdisciplinar en las prácticas. • Hacia el inal del trabajo se explicitan algunos supuestos implícitamente necesarios para posibilitar una intervención crítica: • La necesaria adecuación de los sistemas jubilatorios, tomando distancia del modelo bismarckiano hasta hoy vigente. • La necesidad de converger hacia políticas sociales integrales que tiendan a desfragmentar sus campos, tendiendo a enfoques de integración entre las mismas y a lograr avances en la articulación de sus servicios en la base. • Propone el difundir los criterios de montaje de un sistema de cuidados progresivos a partir del trabajo interdisciplinario, con el objetivo de ir paulatinamente aianzando sus posibles logros. • La posición, la disposición y el semblante de las/los trabajadores/as sociales frente a sus intervenciones críticas. Construcción de criticidad en el Trabajo Social y la gerontología Es posible que en el paso de la modernidad a la tardomodernidad (Giddens, 1995) haya prevalecido el criterio (y resabios de ese criterio se encuentren fuertemente adherido a nuestro presente) que los valores fundamentales de la libertad, la justicia y la solidaridad social deban quedar subordinados al crecimiento económico y a la redeinición de las relaciones sociales, entendiendo a dicha subordinación como “desprotección social” (Ludi, 2005: 43). Tanto los gerontólogos como los trabajadores sociales de la Argentina transitamos el período de mercantilización de lo humano y sacralización del mercado, como tan correctamente lo describe Margarita Rozas (2001) el tránsito del neoliberalismo de la década de 1990, el cual desde mi óptica es el responsable de la desarticulación de la Más mayores, más derechos 130 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) sociedad salarial y su consecuente ruptura de integración a través del trabajo. Ese contexto neoliberal, el cual reitero transitamos, caracterizado por las más altas tasas de desempleo y subempleo, precarización de las condiciones laborales, expoliación de los sistemas de previsión social, lexibilización laboral, trabajo temporal, deterioro del salario real, etc. importa un fuerte embate centralmente a la identidad, cuyos efectos sobre los sujetos sociales no pasaron, ni deben pasar inadvertidos, manifestándose aun diversos síntomas como lo constituyen para nuestro campo problemático del envejecimiento humano. A saber, aumento de la violencia contra los mayores, desorganización familiar, incremento en la desvalorización de la vejez y los viejos lo cual incide directamente en los códigos de la delincuencia y en algunas circunstancias hasta la eliminación física sin contemplaciones de los mismos, debilitamiento y/o ruptura de los sistemas de salud para la atención de los mayores con la consecuente estandarización en la prevalencia de las enfermedades. A partir de 2003 el discurso oicial (el de las Políticas Sociales) ha tomado distancia respecto de la década anterior. El énfasis está puesto en la inclusión social –para ello la integralidad de las políticas se conforma en un eje– a esto se le suma el papel activo del Estado, dando pie a análisis y propuestas que desafían a nuevos logros, nuevas metas. Por todo ello vamos a puntualizar algunas circunstancias que tienen que ver con nuestro campo problemático: la Gerontología como interdisciplina y el Trabajo Social respecto de sus intervenciones críticas. Algunas circunstancias tienen que ver con el desarrollo de la Gerontología Crítica tal lo relata José Yuni (2005), cuando reiere a Harry Moody (1988: 33) quien expresa: “un enfoque crítico es imprescindible para superar el estancamiento de la teoría gerontológica en estos últimos años y a su vez a los efectos de promover teorías del envejecimiento autorrelexivas que contribuyan a la construcción de un nuevo horizonte”. La Gerontología nació en el contexto de la sociedad postindustrial o moderna, donde el envejecimiento de la población ha adquirido su mayor complejidad, hace un poco más de 50 años, en la intersección de cambios sociales clave del siglo pasado. Más mayores, más derechos 131 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Birren, J. E. y Bengtson, V. E. (1988: 9) expresan que la Gerontología se asemeja a un ensamblaje multidisciplinario de esquemas explicativos, haciendo notar que desde sus comienzos ha estado dominada por la dimensión empírica “rica en datos y pobre en teoría”. En la década pasada, las principales publicaciones gerontológicas se han hecho eco de estos debates, otorgándoles un espacio relevante a aquellos trabajos interesados en esclarecer el “proyecto cientíico y social”. En tal sentido, las obras de autores como Schroots (1999), Bengtson y otros (1999) y Tornstam (1992, 1994) constituyen hitos importantes para guiar la relexión teórica necesaria para elucidar el saber y el hacer gerontológicos. Estos autores, valiéndose de una categoría propia del campo gerontológico, describen el proceso de producción de teorías –iniciado en la década del cuarenta–, identiicando sucesivas generaciones teóricas que fueron perilando diferentes aspectos del envejecimiento. Con los matices analíticos propios de cada autor, todos ellos concuerdan en que en la actualidad estaríamos en presencia de la tercera generación de teorías gerontológicas. Esta nueva generación surge a partir del rechazo del paradigma positivista y de las críticas al paradigma fenomenológico-comprensivo efectuadas por un conjunto multiforme de teorías emergentes (entre las que se identiican la Gerontología Posmodernista cuya expresión nos muestra trabajos ligados a replantear la visión negativa de la vejez demostrando que los mayores también presentan gradientes acumulativos de felicidad, la Gerontología Feminista que intenta cambiar la posición de las mujeres en la sociedad y la Gerontología Crítica que hoy nos ocupa. Obviamente hay consonancia entre las tres visiones, que se aincan a su vez, en las airmaciones de la teoría social contemporánea. La misma puede entenderse como un conglomerado de diferentes respuestas cuyos resultados se establecen relaciones de correspondencia y reciprocidad. A partir de este posicionamiento metateórico, (Yuni, J., 2006) los estudiosos del proceso de envejecimiento como fenómeno psicosocial han desarrollado, en la última década, un enfoque general, multiforme y potente, denominado Gerontología Crítica. Esta perspectiva gerontológica establece una clara demarcación con el enfoque que denomina Más mayores, más derechos 132 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Gerontología tradicional, de fuerte cuño positivista, sustentado en una concepción biomédica de los clásicos estudios de Gerontología Social. Una de las contribuciones más importantes de esta perspectiva ha sido la de reclamar un examen crítico de los modelos conceptuales desarrollados por la Gerontología tradicional, la consideración de sus supuestos y el análisis de la carga moral y ética de los constructos gerontológicos. La Gerontología Crítica plantea que los constructos filosóficos y científicos surgen y sirven para recrear el variado ambiente socio-histórico y son, de algún modo, simples extensiones del conocimiento popular. En tanto y en cuanto los científicos sociales comparten el mismo horizonte pre-reflexivo, que sirve como soporte simbólico y material del mundo social que pretenden estudiar, esta perspectiva va a sostener la influencia (e influjo) de las creencias, los valores epocales, los significados contextuales y la cosmovisión de una sociedad dada, en las construcciones conceptuales que estos elaboren para describir y explicar el envejecimiento y la vejez (Yuni, José, 2006: 41). El paradigma crítico plantea que es necesario que los mayores conquisten un lugar concreto dentro de la estructura sociopolítica, por ello centran su mirada en el tratamiento que las políticas y la sociedad brindan a los mayores evidenciando posiciones alternativas ante estrategias paliativas o asistencialistas. Desde ese lugar ha dado lugar a que la educación para mayores1 trate de promover esquemas educativos emancipatorios para los adultos mayores y a su vez promover la participación crítica, la toma de conciencia acerca de su sentido personal y social y de su “praxis” entendida esta como “[…] la comprensión de los sentidos, signiicados y procesos operantes en la coniguración de las prácticas situadas en procesos socio-históricos especíicos […]” (Yuni, J. A., 2006: 42). 1 En estos años se ha introducido en el lenguaje académico el concepto de gerontagogía. Este concepto designa un campo de prácticas, discursos y saberes acerca de la educación de las personas mayores. Martha Tayler designó geragogía a aquella educación para personas mayores asumida por personas de su misma edad. Más mayores, más derechos 133 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Tanto para la Gerontología como para las intervenciones críticas del Trabajo Social la teoría y la práctica son campos mutuamente constitutivos y dialécticamente relacionados, por lo que cualquier tipo de proyecto de intervención orientado hacia los adultos mayores debe encontrarse ligado a atender tanto a los posicionamientos y prácticas de los agentes involucrados, como a los signiicados que los mismos adquieren en la trama socio cultural. Ambos enfoques insisten en que se debe facilitar el ejercicio de la autodeterminación de los mayores y promover, a su vez, el obtener respuestas a la satisfacción de necesidades contextualizadas. Aunque una tradición crítica haya estado presente desde el nacimiento del Trabajo Social profesional, hasta la década de 1960 no surgió un cuerpo diferenciado de teorías-prácticas críticas. Desde entonces se ha puesto en jaque la autoimagen ocupacional del Trabajo Social como profesión asistencial, haciendo hincapié en la complicidad de los trabajadores/as sociales en la reproducción de las condiciones opresoras en el contexto de la práctica y fuera de ella. Hay un amplio conjunto de modelos que pueden considerarse críticos: Trabajo Social antirracista; antiopresor, feminista, diversas ramas del enfoque comunitario en Trabajo Social, Trabajo Social radicalizado, marxista y distintas formas de investigación intervención militante y participativa. En general las distintas interpretaciones relacionadas con el ámbito fáctico apelan a la investigación –acción– participativa por medio de la cual los participantes deben realizar procesos sistemáticos de exploración de conocimientos a partir del establecimiento de problemas de la vida cotidiana signiicativos para ellos. El modelo crítico prioriza la intervención social2 “con” los mayores, no se trata de “asistir” a las necesidades, considerando a los actores envejecidos como un mero objeto de intervención. 2 Entendemos por intervención social un campo social de análisis del cual se ocupan diferentes disciplinas y profesiones. Más mayores, más derechos 134 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Nosotros airmamos que desde el Trabajo Social y trazando un paralelo con lo hasta ahora planteado, no hay una manera única de interpretar nuestra profesión, no solamente sobre la base del debate acerca de las posiciones endogenistas e histórico críticas (Montaño, 2000: 9-10), sino más bien teniendo en cuenta las distintas vertientes que van construyendo los caudalosos y diversos brazos del “río de la realidad” que son capaces de dar cuenta de su vigencia. Tampoco partimos de airmar que es factible hablar hoy de un Trabajo Social gerontológico, porque ello responde a los lineamientos de la disciplina enmarcada en la lucha por la especialización, y esa lucha no es representativa para nuestro enfoque en nuestra preocupación actual. Parte de ella fue construida por la inluencia estructural funcionalista en el Trabajo Social y nunca pudo consolidarse. Como expresáramos anteriormente el Trabajo Social desde la perspectiva disciplinar encuentra su marco de referencia en las teorías sociales que conforman lo que conocemos como ciencias sociales, por lo tanto para dar cuenta de la signiicación de la misma toma en cuenta el desenvolvimiento dialéctico de los nuevos paradigmas que dan vida a los debates actuales. Debemos necesariamente remitirnos acerca de qué ha estado ocurriendo en estas en los últimos años. Las teorías psicológicas y del lenguaje desarrolladas durante el siglo XX dieron por tierra la airmación desarrollada durante el siglo XIX acerca que el objeto de estudio de las ciencias sociales era el hombre. Las modalidades de hacer ciencia se han ido modiicando según el modelo cientíico dominante en cada época. Pero también cuando volvemos a pensar que nos debemos ciertas explicitaciones desde dónde partimos, y ello nos hace resaltar la cuestión de los caminos del Trabajo Social de hoy. A partir de los aportes de María Lucía Martinelli (1997) en cuanto a resaltar que los términos del debate se encuentran relacionados con la identidad del Trabajo Social, con cierta identidad cultural o particularidad profesional más que tratar de dilucidar una concepción especíica de la profesión. Más mayores, más derechos 135 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Nos parece importante incorporar la sabia reflexión de Gösta Esping Andersen (2001: 123) en cuanto a la necesidad de revisar las bases de la edificación que la política social ha logrado consolidar expresando: para la mayoría de las legislaturas, la tarea de elaborar políticas consiste en ajustar y adaptar lo nuevo a las leyes y prácticas existentes: los cimientos que ya han sido echados no se cuestionan. Huelga decir que, como de costumbre, son los técnicos, burócratas y abogados quienes terminan por dominar la política. Esta relexión la efectúa bajo el título “¿Burócratas o Arquitectos?”, y lo hace pensando en la reconstrucción del Estado de Bienestar en Europa3. Nos parece oportuna la apelación a la estructuración del ediicio, dado que a su vez Susana Cazzaniga (2007) entre nosotros ha publicado en “Hilos y Nudos” cierta similitud con el planteo dado que expresa que en la construcción del ediicio del Trabajo Social de hoy aparecen sintetizando los posibles proyectos profesionales a que hiciéramos alusión anteriormente en dos tendencias: “Una visión arquitectónica del Trabajo Social”, aquella que poniendo en juego la imaginación proyecta un orden político en donde el pensamiento y la acción se maniiesten combinados. Es en esta visión que según la autora se engloba la búsqueda de fundamentos teóricos, la búsqueda de mediaciones conceptuales que den cuenta de intervenciones como puesta en acto con sentido ético y político en proyección, incorporando las dimensiones de investi3 Es interesante tomar la metáfora que emplea dado que desde esa metáfora abre tres caminos para la reformulación edilicia asumiendo la tarea como arquitectos hacedores de lo nuevo: la primera instancia parece acercarse a la tradición paretiana en cuanto a la búsqueda de mayor eiciencia sin pérdidas para nadie, la segunda tiene que ver con el maximin de Rawls, sintetizando entonces que el gran desafío para aquellos grupos que intenten este camino consiste en aumentar la eiciencia de las políticas y las decisiones, y a su vez, de manera conjunta, deben democratizarse las oportunidades de vida. Más mayores, más derechos 136 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) gación y de intervención como constitutivas del campo. El otro polo que contrapone lo constituye “la visión ingenierilmente mecanicista del Trabajo Social” que transita los caminos del hacer y del cómo, que asimilamos a la visión gerenciadora, entre otras, que tanta difusión obtuviera durante la década de 1990 (Cazzaniga, 2007: 69-70). Estas posibles tendencias tienen en algunos casos solo alcances académicos, y en otros llegadas operativas, dado que el convertir categorías cognoscitivas conceptuales en realidades hasta cierto punto palpables constituye una tarea ímproba. Nos interesa a partir de aquí centrarnos en al análisis de la aparición de los nuevos paradigmas y su doble relación con el Trabajo Social y con la misma interdisciplina que se preocupa por los viejos y los procesos de envejecimiento. Cuando decimos paradigma nos estamos reiriendo a distintas formas de trabajo y tipos particulares de interrogantes acerca de la realidad que, en cierto momento, son aceptados por los miembros de la comunidad profesional del Trabajo Social, y de la gerontología como signiicativos para sus campos problemáticos. Y a partir de aquí nos parece importante manifestar que comenzamos a encontrar algunos caminos que orientan la relexión: la racionalidad cientíico-tecnológica del paradigma positivista supone, en términos generales, que los hechos sociales presentan rasgos de estabilidad y universalidad que les brindan una relativa autonomía de los condicionantes históricos y sociales. El modelo positivista presenta dos pilares en su formulación social: el funcionalismo y el estructuralismo. Mediante la combinación de ambos enfoques (estructural funcionalismo) se han efectuado una considerable multiplicidad de estudios en los campos más diversos: el de la familia, la burocracia, las profesiones y la política, entre otras. Desde la perspectiva funcionalista para estudiar cualquier sociedad hay que analizar de qué modo se combinan sus diversas “partes” o instituciones, con el fin de garantizar la continuidad de esa sociedad en el tiempo. Bajo este paradigma el Trabajo Social se presenta como una tecnología social en tanto que su intervención intenta disminuir el Más mayores, más derechos 137 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) “problema social” de la vejez y atemperar los “desajustes y estados deicitarios” que las personas mayores pueden presentar. El objetivo central estaría dado en que los mayores deben ser ajustados a los papeles socialmente prescriptos para ellos. El carácter instrumental y tecnológico de la intervención social se traduce en programas para el ajuste social (programas de preparación para el envejecimiento o para el aprendizaje de tecnologías). La vejez es interpretada como un problema disfuncional que requiere ser corregido a través de intervenciones puntuales. El Trabajador/a Social es un tecnólogo en la medida en que se limita a la aplicación de técnicas pre-establecidas (enlatadas) que atiende a los viejos conceptualizados como “individuos” que se encuentran transitando el período de involución, declinamiento, pérdida de capacidad, etc. Desde el plano de la gestión institucional, y desde una óptica similar a la hasta ahora descripta, podemos airmar que los enfoques fordista-taylorista, fayolista y algunas de las corrientes de las relaciones humanas han sostenido, bajo la inluencia de estas ideas, que las organizaciones conforman un sistema que no se relaciona con el entorno, es decir una estructura organizacional con condiciones de predictibilidad y respuesta uniformes, características de los sistemas cerrados (enfoque mecánico). La crítica a esta visión es que se concentró en los principios de funcionamiento interno de las organizaciones, como si los problemas fueran independientes de los cambios del entorno, sin prestar atención a, por ejemplo, la motivación y la moral del trabajo entre otros. No toman en cuenta a estos aspectos como posibles elementos que afecten el funcionamiento del sistema. George Mead (1968) subrayó la importancia del lenguaje y de los símbolos en la vida social humana y, posteriormente, la perspectiva que elaboró pasó a llamarse interaccionismo simbólico. Mead prestó más atención a los procesos sociales pequeños que a la sociedad en su conjunto. Aunque los comienzos del interaccionismo simbólico son bastante antiguos, esta perspectiva solo comenzó a ser inluyente después que Herbert Blumer publicara, bajo ese título, su trabajo en 1938. Más mayores, más derechos 138 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) En el decir de Berenice Neugarten (1994): El fenómeno del envejecimiento no comienza cuando las personas cumplen 60 años. Comienza cuando las personas fueron concebidas y se desarrolla durante toda la vida, por lo tanto la edad cronológica no es un concepto utilizable ni en la investigación ni en la educación. A partir de la Asamblea Mundial del Envejecimiento, realizada en Viena en 1982, se denomina anciano a toda persona mayor de 60 años. Se trata de la deinición que más generaliza el concepto de viejo y el que se adopta, a partir de allí, para estudiar la problemática de la vejez. Esta airmación cuando se reiere a cuestiones geográicas y entran a considerarse la situación de la pobreza encuentra serias limitaciones dado que es un hecho común que se deina por viejo a personas más jóvenes. En esas comunidades, tanto los roles sociales que se les asigna a esas personas (jubilados, abuelos, etc.), como un proceso biológico de desgaste, lleva a producir personas que se consideran viejas a edades más tempranas que la referida (Oddone, 1995). Desde el constructivismo social se rechaza la idea del envejecimiento como algo “natural”, un principio establecido, argumentando que cada experiencia individual se encuentra transversalizada por factores socioculturales. Vejez posee connotaciones distintas de acuerdo a los diferentes períodos históricos y culturales. De manera similar las condiciones materiales de existencia durante la infancia o las conductas saludables a lo largo de las distintas etapas vitales tengan impactos diferenciales sobre las posibilidades de longevidad. Mientras tanto, los interaccionistas simbólicos sostienen que la vida social depende de nuestra capacidad para imaginarnos a nosotros mismos en otros roles sociales, en este caso en el rol del viejo que vamos a ser. Teniendo en cuenta la edad cronológica, surgió la clasiicación que divide al grupo de personas mayores entre los “viejos-jóvenes” (60-74 años) y los “viejos-viejos” (75 y más). Esta deinición supone Más mayores, más derechos 139 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) distintos grados de autonomía, al explicitar que los primeros son los más activos y los segundos los más dependientes y enfermos (Neugarten, B., 1994). El inconveniente de esta deinición es que separa las categorías dentro del par salud-enfermedad y liga estrechamente a la vejez con esta última. Podemos observar que cuando una sociedad no provee recursos y oportunidades para que las personas mayores desempeñen papeles signiicativos es cuando produce un verdadero desajuste que las afecta negativamente. La concepción gerontológica de este enfoque se apoya en la teoría de la actividad (R.W. Havighurst y R. Albrecht, 1953) y de la psicología del ciclo vital4. “La vejez puede considerarse un símbolo de cierre, un momento en el que es necesario brindar un signiicado a las experiencias e integrar la comprensión adquirida en el transcurso de los años” (Yuni y Urbano, 2005: 40). El trabajador social es un facilitador que genera las condiciones para que las personas mayores puedan darse cuenta de los signiicados del diario vivir. El abordaje grupal es la estrategia preponderante bajo este enfoque. La participación en actividades grupales, en centros de jubilados, en los programas universitarios para adultos mayores (Programa Universitario para Adultos Mayores-Programa de Educación Permanente para Adultos Mayores) que se difundieron en nuestro país posteriormente a la década de 1970, han dado cuenta de la importancia de lo colectivo en la intervención con mayores. Aceptemos en principio que existe un paradigma dialéctico, fundamentado en el materialismo histórico, que desde el punto de vista de su desarrollo se ha opuesto y posibilitado un camino acerca de 4 El enfoque del ciclo vital o ciclo de la vida, fue establecido por la psicología evolutiva y presupone que todos pasamos por las mismas etapas de la vida. El ejemplo típico es el de la teoría de Eric Ericsson, donde pasamos de la infancia a la niñez temprana, a la edad del juego, a la edad escolar, a la adolescencia, etc. Progresivamente se fue abandonando este concepto de etapa y se adopta en cambio el de curso de vida. Este concepto es menos “estandarizado” y deine las experiencias de cada vida de manera singular y con un anclaje histórico personal. Más mayores, más derechos 140 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) la superación de la propuesta positivista. Aceptemos también que el paradigma crítico de la actualidad es heredero de la ilosofía marxista de la cual puntualiza un conjunto de errores y de problemas que, de algún modo han exigido su revisión. Hablamos de paradigma crítico para referirnos a un modelo epistemológico –teórico– metodológico que alberga a numerosas teorías sociales y que en las últimas décadas ha logrado un notable grado de sistematización conceptual. En tal sentido las aportaciones de Habermas, Bourdieu y Giddens, representan los intentos más relevantes para sistematizar una estructura teórica (una ilosofía de lo social y una teoría del paradigma) Estos autores critican el predominio de la razón instrumental (basada en la relación instrumental entre medios y ines) como elemento fundamental de la ideología del siglo XX derivada de la ciencia positivista y se plantean la creación de una ilosofía de la emancipación a través de un proceso dialéctico. (Yuni y Urbano, 2005: 47) Epistemológicamente los autores mencionados coinciden en su crítica al positivismo, particularmente su posición mecanicista y su pretensión de objetividad. También critican a la fenomenología por su idealismo (lo social es una idea, que solo puede estudiarse a partir de los signiicados mentales de los actores sociales), su subjetivismo (es difícil encontrar reglas que permitan discriminar el sentido biográico, particular de la acción, del signiicado social de la acción humana) y por obviar la cuestión de las distorsiones provocadas por la alineación que produce la naturalización de las prácticas. Sostienen que el acceso a las formas de representación de sí mismos y de lo social a través de los signiicados tropieza con la diicultad de que la adquisición de esos signiicados son producidos en condiciones de arbitrariedad, desigualdad o constricciones de la estructura social, de las cuales el sujeto no es consciente y por lo tanto su comprensión del mundo está distorsionada. Más mayores, más derechos 141 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) La visión del actor social que postulan las teorías apoyadas en el paradigma crítico, se oponen a las que explican la constitución del sujeto, como determinado o producido por las estructuras sociales o que consideran al sujeto como una entidad ideal sin un anclaje real. Para la teoría crítica el sujeto es producto de un proceso de subjetivación en el que él mismo juega un rol activo y seleccionador de los rasgos identiicatorios. Coinciden en señalar que la comprensión de lo social requiere poder dar cuenta de la centralidad del lenguaje en los procesos de interacción, de construcción de signiicados y de otorgamiento de sentidos. Sin embargo no tratan al lenguaje como otro objeto social, sino como un elemento clave y co-constitutivo de lo social. Por el lenguaje se vehiculizan relaciones de poder, desigualdades y códigos diferentes y diferenciadores que se transforman en formas de conciencia, en categorías mentales y en principios para la acción. La distribución del lenguaje sigue el patrón de las estructuras de clases en la sociedad y, por ello implica un acceso desigual a los códigos. La distribución desigual del lenguaje implica desigualdad en la distribución de signiicados y por lo tanto construcción de categorías mentales particulares, mundos de sentidos diferentes y un uso diferenciado en los códigos lingüísticos. A diferencia del positivismo que pretendía obtener una visión a histórica del sujeto, el paradigma crítico postula el compromiso socio-histórico de los actores. La subjetividad, sostiene, es fruto de la experiencia, del inlujo de las relaciones sociales y del marco socio-cultural en el que se desenvuelven, y también de las interpretaciones subjetivas sobre esas condiciones objetivas. La construcción de signiicados individuales y la apropiación del conocimiento son la resultante de la interacción sujeto-sujeto en un marco histórico y cultural dado, por ello tanto el conocimiento como el signiicado son de naturaleza esencialmente social. En resumen el paradigma crítico propone que toda acción social, todo signiicado social supone una cuota de reproducción, de repetición y de rutina, y a la vez, representan una posibilidad de creación y de reconstrucción de nuevos signiicados. Más mayores, más derechos 142 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) El proyecto de construcción de una ciencia social crítica puede condensarse en lo que Habermas (1988) sostiene una ciencia social que promueva la emancipación y libere a los actores sociales de sus ataduras y restricciones. En deinitiva, de lo que se trata es de construir una ciencia social que parta del carácter humano (requiere un conocimiento activo de los que intervienen en la práctica de la vida social), que sea proclive a generar cambio social, y que posea innegables implicaciones políticas. La ciencia social crítica será aquella que yendo más allá de la crítica aborde la praxis crítica; esto es, una forma de práctica en la que la formación de los agentes tenga su consecuencia directa en una acción social transformadora. Es evidente que la construcción de esta ciencia social crítica debe encontrar cauces comunes con los esfuerzos en bien de la construcción de un Trabajo Social que sea capaz de consustanciarse y vivir estos postulados. La reconceptualización fue efectuada a contrapelo del estructural funcionalismo, y sin embargo por cuestiones que seguramente tengan que ver con los procesos de hegemonía, los reacomodamientos posteriores hicieron que otras tendencias bajo la misma fundamentación la remplacen. El Trabajo Social es una práctica teórica, y con ello damos cuenta que la relación práctica-teoría es un par contradictorio dialéctico y que debe manejarse e interpretarse como tal. Si bien han pasado casi treinta años y el Estado Protector fue parcialmente “desguasado” ante nuestros ojos, algunas de estas airmaciones se encuentran vigentes hoy, aunque la realidad contextual sea otra muy diferente a la de aquella época. Con lo cual estamos airmando que existen tendencias muy arraigadas de orden burocratizante en la cual persiste cierto refugio que diluye toda posibilidad de conigurar una fuerza instituyente de distinto orden a lo actualmente conocido. De allí la imperiosa necesidad presente, tantas veces reclamada, de profundizar los canales investigativos que posibiliten hacer explícitas las cuestiones teóricas que fundamentan la intervención. Más mayores, más derechos 143 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Con anterioridad airmamos que el Trabajo Social desde la perspectiva gerontológica ganó espacios en la medida que se expandió el Estado de Bienestar o Protector entre nosotros. Ese Estado se desarrolló con los gobiernos populistas en las décadas del cuarenta y cincuenta y del desarrollismo de manera inmediata posterior, lo que implicó la expansión de los derechos sociales, el desarrollo de consumos colectivos y una legislación protectora del trabajo (en el campo gerontológico incide puntualmente la expansión de los derechos previsionales). Pero la no resolución de respuestas concretas ante los distintos cambios de modelo económico que soportó la región, la “cuestión social” se instaló en el centro de las relaciones antagónicas entre capital y trabajo. Como señalara Margarita Rozas en nuestro tiempo: La sub proletarización intensiicada del trabajo lleva al cambio de las formas anteriores del trabajo: de tiempo completo a tiempo parcial, temporario, subcontratado, tercerizado, que marca hoy a las sociedades generando un proceso dual interno y externo, es decir sociedades más ricas y pobres; al interior de los países, diferencias cada vez más grandes entre pobres y ricos, agravado en intensidad en los países denominados subdesarrollados. (Rozas, 2001) Es decir se instala con los procesos de exclusión social que remiten a las antiguas categorías de explotación la “nueva cuestión social”. Vamos a ir distinguiendo distintos períodos en el tratamiento de la cuestión social aplicada a la vejez. La prevalencia hegemónica por mucho tiempo de la concepción liberal, patentizada en la temática de la vejez subsumida en la pobreza en la cual los problemas de los viejos y del envejecimiento forman parte de la vida natural y su resolución y tratamiento debe encontrar alguna posible respuesta en el ámbito estrictamente individual familiar. Atemperados los primeros rigores del liberalismo económico se elaboran y ponen en marcha (desde la estructura del poder hegeMás mayores, más derechos 144 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) mónico) sistemas de pensiones, cuyo origen es la concepción bismarkiana del seguro social. Otra cuestión la constituyen aquellos individuos que, por circunstancias diversas y con toda seguridad fuera de sus posibilidades personales, que no han logrado trabajar a lo largo de su vida y engrosan el ejército de reserva, y que por lo tanto el liberalismo vigente considera no merecedor de una pensión: los pobres estructurales constituyen el objeto fundamental de las política benéica para la vejez. En ese marco los aportes de los trabajadores sociales a la problemática del envejecimiento humano no son nuevos. Para nosotros la historia del Trabajo Social se funde con las modiicaciones y cambios que aparecen en escena en la historia de la gerontología en la que pesan las distintas teorías del terreno psi y sociales. Podemos decir que en la Argentina se constituyó y se evidenció con mayor gravedad a partir de las jornadas de diciembre de 2001 un nuevo escenario, las miradas de los cientistas sociales convergen hacia los movimientos, las fuerzas populares, su oposición y resistencia. Las nuevas estrategias desplegadas por los sectores populares constituyen uno de los factores centrales para el logro de una interpretación acerca de la realidad. Los mayores forman parte de esos movimientos sociales en nuestra sociedad. La preocupación afecta a los trabajadores sociales enrolados en ese propósito ya que su práctica profesional se vincula directamente a la cuestión social. Esta vinculación ofrece una perspectiva que es la de situarnos en el Trabajo Social como una de las formas de tratamiento de la cuestión social con la intención de contribuir a la construcción de una sociedad más justa y una fuente de posibilidades para la canalización de ese propósito. Es importante explorar la dimensión política y las condiciones teórico-metodológicas de la intervención profesional. La asunción de la dimensión política de la profesión, es decir, el reconocimiento y ejercicio consciente del carácter de actores sociales de los agentes profesionales, insertos con intencionalidad propia en la trama de intereses del proceso social donde se desenvuelve su Más mayores, más derechos 145 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) intervención es revalorizada actualmente por el colectivo profesional vinculada por una parte al compromiso ético de la profesión con los sectores populares, insistiendo en la necesidad de efectuar devoluciones sistematizadas a los ines de lograr mejores condiciones a los copartícipes, y por otro lado a aquellos que la valorizan en dicho sentido pero suponen que en paralelo debe ser convertida en objeto de producción teórica. El Trabajo Social desde la perspectiva gerontológica desarrolló criterios vinculados al ámbito de la prevención social como lo constituye la práctica grupal intensiva, la consolidación de organizaciones institucionales alternativas los cuestionamientos al enfoque asilar, las tareas de preparación para el envejecimiento y de preparación para el retiro laboral, el impulso de los enfoques interdisciplinar y transdisciplinar en las prácticas. Así como también en su desarrollo, tal como lo describiera Abraham Monk (1977), y que sintetiza los objetivos de la perspectiva gerontológica en Trabajo Social que sostenemos en la actualidad: • El Trabajo Social debe preocuparse por investigar las nuevas situaciones sociales por las que atraviesan los mayores y adecuar sus posibles intervenciones a los nuevos y cambiantes contextos en los que se desarrolla. • Trata de fortalecer el desempeño social de los mayores enfatizando la continuidad de los roles pasados y el desarrollo creativo de nuevos roles sustitutos y compensatorios. • Intenta a ayudar a los viejos a ejercitar el control de sus propias vidas a través del trabajo en grupos, asambleas y comités de gestión institucional. • Procede preventivamente, mediante los medios de comunicación disponibles, a alertar acerca de aquellas cuestiones que afectan la vida de los mayores y que aún no se encuentran incorporadas en la agenda pública de preocupaciones. • Participa en la planiicación, gestión y ejecución de las políticas sociales a in de construir espacios que multipliquen y mejoren las condiciones de vida de los mayores. Más mayores, más derechos 146 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) • Planea ambientes sociales protésicos y sistemas de apoyo que compensen las limitaciones de desempeño en la vida cotidiana. • Fomenta el intercambio y la ayuda mutua entre las personas de diferentes generaciones. • No identiica a las personas mayores como un problema social, ni los sobreprotege. • Intenta generar sistemas de servicios y recursos comprensivos, accesibles y capaces de autosostenerse. ¿Qué implica para nosotros una intervención crítica del Trabajo Social en el campo Gerontológico? Partimos de la airmación que el objeto de nuestra intervención profesional es pensarnos a partir de recuperar la construcción histórica propuestos por la perspectiva crítica. La posibilidad de realizar una intervención profesional es responder a los siguientes interrogantes que explicitamos: para nosotros es importante destacar la posición, es decir el punto de vista de los trabajadores/as sociales ¿Cuál es la mirada del Trabajo Social, mejor dicho de los trabajadores/as sociales?, ¿desde dónde mira el Trabajo Social en este campo?, ¿desde dónde se construye la mirada del otro que nos mira?, ¿desde dónde somos constituidos por la mirada del otro?, ¿cuáles son los lugares de encuentro de estas miradas?; ¿miramos la realidad social desde un paradigma del sujeto que es constituido en tal en tanto sujetado a la voluntad del otro asistencialista, mediador, terapista, gestor, solucionador de problemas? ¿Desde qué disposición lo hacemos? Cuando airmamos disposición lo hacemos desde nuestra aptitud para poder modiicar nuestra perspectiva, imaginamos a los profesionales releyendo sus cuaderno de campo, releyendo atentamente sus entrevistas, sus notas, conforma otro momento crítico en el que hace su aparición la ruptura: ¿desde dónde nos representamos el Trabajo Social y la realidad de la que somos productores y producto: desde un paradigma de la caMás mayores, más derechos 147 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) rencia –es decir, del pobre que no tiene posibilidad real de acceso a los bienes materiales que son signiicados como signos del bienestar y el éxito económico– que persiste en legitimar e institucionalizar el estatuto caritativo y neoilantrópico o, por el contrario, desde uno de la aspiración societal que procura legitimar, institucionalizar y socializar la práctica del derecho a tener todo el mundo todos los derechos?; ¿desde dónde construimos realidades, desde dónde tratamos de hacer propuestas de sociedad: desde el paradigma de la ciudadanía asistida o desde el de la ciudadanía emancipada? Para dar respuesta a estas preguntas acordamos que deberemos partir de reconocer las instituciones en las que nos desempeñamos, ya que deinen procesos laborales que es necesario clariicar a los efectos de reconstruir las demandas especíicas hacia la profesión y ubicar el potencial de su contribución. Para fortalecer el desempeño de las/los trabajadores sociales es necesario abordar el reconocimiento de los medios de trabajo necesarios para organizar la intervención; los objetivos profesionales y su concordancia con los objetivos institucionales y centralmente con las necesidades de la población de adultos mayores. Airmamos que es factible el desarrollo de una perspectiva crítica si se dan desde el marco decisional algunas cuestiones que tienen que ver con modiicaciones que interpretamos como “supuestos” necesarios para poder acceder a la posibilidad de profundizar nuestro enfoque. 1. El primer supuesto lo explicamos desde el marco teórico que la academia debería comenzar a plantear Las teorías gerontológicas desde la perspectiva social nos posibilitaron un argot común, una manera de comprender dónde estábamos parados. La agenda implícita de estas teorías era cómo entender la integración social de los viejos, cuál es su adecuación en un mundo social de condiciones cambiantes. Más mayores, más derechos 148 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Las posturas críticas le exigen a estas teorías que logren contextualizar sus airmaciones, dado que todas ellas hicieron fuerte hincapié en el nivel singularmente microsocial. Posteriormente a la década de 1970 aparecen otras teorías, que si bien su cuño sigue siendo similar, incorporan datos contextuales de orden sociopolítico y económico acerca de las relaciones generacionales. La Gerontología nos debe aún una conceptualización clara acerca de cómo llamar a nuestro sujeto de preocupación… Es necesario trascender las visiones negativas acerca de la vejez, de la normalidad en la vejez. Por otra parte en el orden teórico metodológico se ha estado revisando el concepto ericksoniano de “ciclo de vida”…abriendo paso a la teoría del curso de la vida que Lalive d’Epinay5 (2005) caracterizó como paradigma que según el mismo posee la virtud de articular los aspectos psicológicos, sociales e históricos de la trayectoria vital. 2. En segundo lugar vamos a puntualizar algunos supuestos contextuales: los regímenes jubilatorios del seguro social Uno de ellos que para nosotros es fundamental tiene que ver con la asignación de recursos, con los sistemas jubilatorios. Desde el plano general el sistema del seguro social fue diseñado por Bismarck hacia ines del siglo XIX y tiene que ver implícitamente con la construcción de la sociedad industrial y sus normativas acerca de asegurar a los operarios contra riesgos derivados del trabajo, garantizar ingresos al retiro laboral y a su vez garantizar reproducción de la mano de obra. Las leyes de Bismarck constan de tres principios o pilares en donde se asienta su lógica a saber: Este autor plantea que el paradigma del curso de la vida conforma una cosmovisión, que incide en la forma de investigación e intervención en la realidad, considerando a la misma interdisciplinaria y al transcurrir vital de los sujetos como un conjunto de procesos que acontecen desde el nacimiento hasta la muerte. 5 Más mayores, más derechos 149 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) - El primero se relaciona con la biografía laboral, se trabajaría durante treinta años en forma continua y a tiempo completo. La sociedad de la máquina generaría los puestos de trabajo suicientes para la población en edad de trabajar, ergo existiría pleno empleo. - En segundo lugar asevera que el jefe de familia masculino es el proveedor principal y trabajador formal que cotiza; mujer e hijos inactivos que están asegurados en calidad de dependientes. - Por último deine la existencia de tres generaciones: los niños y jóvenes, los adultos en edad de trabajar y los viejos que dejarían de hacerlo Obviamente los cambios socioeconómico políticos operados en el transcurso de estos cien años de vigencia de las ideas bismarckianas; las modiicaciones en la producción de bienes, la transición demográica y epidemiológica, la participación femenina en el mercado de trabajo, las modiicaciones de las tasas de divorcios; aparición de la informalidad; hogares monoparentales y unipersonales, entre otros ponen en duda la plena vigencia de los principios que preconiza y obligan a la adecuación epocal de la totalidad del sistema. 3. El tercer supuesto expresa que para lograr una intervención crítica se torna imprescindible un movimiento de mayores fortalecido Pierre Bourdieu (2000) hacia el inal del siglo XX manifestó que “[…] no hay política social sin un movimiento social que la respalde, y ello se logra a través de renovadas solidaridades de un movimiento social capaz de enfrentar los poderes económico-inancieros en el lugar de su ejercicio […]”. No es factible pensar al movimiento social argentino del futuro según el modelo del movimiento obrero del siglo XX en nuestro país. Es decir debemos sobreediicar y aprender de esa historia...pero los escenarios de la actualidad son muy diferentes. El desafío que se plantea hoy es poder articular las particularidades de lo territorial arMás mayores, más derechos 150 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) ticulándolas sectorialmente, a in de no perder el valor integrador de las políticas públicas, pudiendo consensuar parámetros de bienestar pero sin dejar de visibilizar las particularidades territoriales locales. Los movimientos de piqueteros, los estallidos, la “desailiación” y nueva inscripción barrial-territorial, típica de la secuencia posterior al 2001, los procesos de organización popular y nuevos “repertorios” en el campo de la participación y movilización social cuentan con posibilidades de concebir nuevas formas de organización, nuevas armas de lucha y nuevas solidaridades. No hay condición previa más absoluta para la construcción de un movimiento social renovador en la Argentina que la profunda autocrítica de las formas habituales de pensar del sindicalismo tradicional, de la politización de los movimientos sociales y de la discriminación organizacional de épocas pasadas. Las formas colectivas de expresión de los mayores, los Centros de Jubilados se encuentran envueltos en la vorágine de estos cambios: • Son espacios construidos por los adultos mayores. • No dependen de nuestra intervención para su existencia, por lo cual el planteamiento de la intervención deberá ser oportuna y pertinente para que sea efectiva. • Mantienen una fuerte idea de clase (“jubilados y pensionados”) que no debe asociarse a la visión de los viejos como población de “pasivos” (identidad colectiva). • La presencia barrial es un importante componente para sus participantes (pertenencia a una comunidad particular). • La estructura organizativa (Comisión Directiva y socios) brinda continuidad institucional. • Además, son instituciones nucleadas entre sí (Sarmiento y Danel, 2006: 4). Es muy importante volver a dar signiicación a los mismos. Cuando el trabajo profesional de la intervención social de los trabajadoras/es sociales alcanza a los centros, su desarrollo y vitalidad alcanza otras dimensiones. Más mayores, más derechos 151 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) 4. El cuarto supuesto tiene que ver con el desarrollo de políticas sociales y de salud para mayores articuladas En cuanto a los cambios que se avizoran en la estructura, formulación y ejecución de las políticas sociales y de salud, se hace necesario: • La integración horizontal de los servicios, es decir cadenas locales, regionales o provinciales. Ya no hay cabida para la organización aislada. • La integración vertical, múltiples niveles de atención y de servicios de salud con enfoque socio-sanitario en un mismo sistema coordinado…La famosa articulación en la base como tarea previa al establecimiento de un sistema de cuidados progresivos. • La superación de la fragmentación. Esto reiere a que nuestros servicios históricamente han surgido y surgen de distintas fuentes de poder…por un lado ello posee cierto aspecto favorable… en la medida de lograr competencia, posibles innovaciones, etc. La otra cara la observamos en la superposición, el solapamiento de prestaciones; que reiere a la inadecuada distribución de recursos diluyendo totalmente los efectos buscados. • La revisión acerca de la excesiva medicalización del enfoque de atención de los mayores. En la sociedad civil y gubernamental, muchas autoridades y organizaciones crean e implementan políticas y estrategias que afectan la salud. Las políticas de todos los sectores necesitan ser analizadas y alineadas para maximizar las mejores respuestas en salud. La atención en salud puede y debe estar al lado de las políticas en empleo, inanzas, seguridad social, vivienda, transporte, justicia, desarrollo rural y urbano y mantenerse en el marco legislativo. Los adultos mayores y las organizaciones de la sociedad civil que los representan deben ser consultados sobre cómo sus opiniones pueden hacer contribuciones importantes para alcanzar mayor satisfacción en los servicios ofrecidos. Más mayores, más derechos 152 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Silvia Gascón y Nélida Redondo6 sostienen que la tradición institucionalizante funciona como una de las trabas culturales que diicultó hasta el presente una programación eiciente de cuidados continuos para las personas mayores frágiles y dependientes. La inercia de lo instituido culturalmente determina que sea usual confundir todavía situaciones de distinta naturaleza: el aumento de la edad cronológica, la pobreza y la enfermedad discapacitante. A pesar del cambio que se ha evidenciado en el pensamiento en las últimas décadas aún persiste como consecuencia no deseada de la referida inercia: la institucionalización y la “medicalización” de los adultos mayores en situaciones de vulnerabilidad social. Aparece una alta incidencia de los casos en que las personas carecen de vivienda; situaciones como esta entran constantemente en contradicción con los pensamientos actuales y el enfoque de derecho que se pretende infundir en las nuevas políticas sociales. En el terreno de la atención de mayores en los procesos de institucionalización se hace necesario profundizar los acuerdos que existen entre nosotros acerca del desarrollo de ciertos modelos de tipiicación del Trabajo Social en el campo de la atención de mayores: 1. Modelo de atención de los mayores enfocado como una política para pobres, una “política acerca de las carencias”–a la cual asimilamos con el modelo uniprestacional asilar en los procesos de institucionalización–. 2. Modelo tecnocrático ingenieril-modelo modernista, visible a partir de 1980 entre nosotros. 3. Modelo de Intervención crítica, un modelo donde los viejos son sujetos de derecho. 6 Silvia Gascón y Nélida Redondo describen el funcionamiento de modelos de atención progresivos en “Programación de servicios integrados de cuidados de larga duración para personas de edad con pérdida de autonomía en Argentina, Chile y Uruguay” (2005). Organización Panamericana de la Salud, Gobierno de Quebec, Canadá y Ministerios de Salud de Argentina, Chile y Uruguay. Más mayores, más derechos 153 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) 4. A la tipiicación anterior se debe integrar un modelo de atención primaria adaptada a la situación de los mayores. Sentimos que las Jornadas de Trabajo Social en el campo gerontológico posibilitan concordar y acrecentar entre nosotros aquellos “criterios” que lentamente están siendo incorporados por todos, y que se expresan como cierta consolidación de intervenciones que tengan como marco una sociedad tendencialmente más inclusiva y dispuesta a apropiarse de un concepto de estado social de derecho y de justicia cuyo sujeto no es ya el sujeto cosiicado y sujetado al malestar, la carencia, la disfonía social y la alienación, sino el sujeto de derecho, de dignidad, de reconocimiento en y por el otro, es decir, el sujeto de aspiración que desea autoairmar su condición humana y ejercer su libre voluntad de compromiso con la realización plena de su deber ser. 5. El quinto supuesto tiene que ver con la efectiva implementación de enfoques interdisciplinarios La palabra interdisciplinariedad aparece por primera vez en 1937, y su inventor es el sociólogo Louis Wirtz. Antes, la Academia Nacional de Ciencia de los Estados Unidos había empleado la expresión cruce de disciplinas, y el Instituto de Relaciones Humanas de la Universidad de Yale había propuesto el término demolición de las fronteras disciplinarias. homas Kuhn (2005) en su obra, de por sí signiicativa para la sociología de la ciencia, no abordó el problema de la interdisciplinariedad, aunque sí trató el problema de la especialización. En la obra monumental publicada por la Unesco, “Principales tendencias de la investigación en las ciencias sociales y humanas”, el problema de la recombinación de las especialidades se examina apenas de modo fugaz. El capítulo de este libro redactado por Jean Piaget, con el título “Problemas generales de la investigación interdisciplinaria y mecanismos comunes”, trata de problemas muy importantes, pero el tema que parece anunciar el título apenas se aborda en Más mayores, más derechos 154 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) las dos últimas páginas, que no obstante tienen el mérito de proponer la expresión recombinación genética, respecto de las “nuevas ramas del saber” (Piaget, J., 1970: 524). Otros autores sí mencionan este tema, admitiendo que es difícil de encuadrar. Así, por ejemplo, Edgar Morin dice lo siguiente: He utilizado sin deinirlos los términos de interdisciplinariedad, multi o polidisciplinariedad y transdisciplinariedad. Si no los he deinido es porque son polisémicos e imprecisos. Por ejemplo, la interdisciplinariedad puede signiicar pura y simplemente que distintas disciplinas se consideren al mismo tiempo, del mismo modo que los diferentes países se reúnen en las Naciones Unidas en una misma asamblea sin que puedan hacer más que airmar, individualmente, sus propios derechos nacionales y sus propias soberanías en relación con la injerencia del vecino. Añade enseguida que interdisciplinariedad puede signiicar también intercambio y cooperación. (Morin, E., 1998: 8) Hoy en día nadie puede conocer más de una sola disciplina en su totalidad. La ambición de dominar dos o más disciplinas completas es poco realista y utópica. El enfoque multidisciplinario posee una diicultad central al propugnar la división de la realidad en diversos fragmentos. El desile de disciplinas, que no coinciden casi nunca, permite en el mejor de los casos un paralelismo útil, pero no una síntesis. En las ciencias sociales el progreso cientíico se logra sobre todo en las interfaces, en los intersticios de las disciplinas. Las innovaciones más originales y fecundas resultan de la recombinación de especialidades situadas en el punto de conluencia de varias disciplinas, que no son necesariamente contiguas. Roberto Follari expresa que lo interdisciplinario es la conjunción de lenguajes diferentes, que hablan de cosas distintas, en términos diferentes y por lo tanto implica un arduo esfuerzo mancomunar Más mayores, más derechos 155 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) puntos de vista, acercar diferencias de signiicado de las palabras y construir un marco (citado por Cazzaniga, S., 2009: 105). Los planteos interdisciplinarios corresponde que lo analicemos desde dos perspectivas: una vinculada a la realidad académica con que hemos conceptualizado el tema hasta aquí, mientras que otra corresponde a la realidad de su desarrollo fáctico, en el cual algunos intentos han dejado huellas francamente frustrantes. El reto del trabajo en equipo y su práctica se ha manifestado en Gerontología con mayor intensidad que en otras áreas profesionales. El enfoque gerontológico puede ser de utilidad y beneficiar a otras poblaciones; mostrando a las profesiones las ventajas de una visión global de la propedéutica y la heurística del tratamiento interdisciplinar. Por último tomando alguna de las conclusiones de lo que signiicó nuestra II Jornada allá en agosto de 2011: en este marco, cualquier intervención en el área social o de la salud, si pretende superar un simple adaptacionismo acrítico y producir cambios con el objetivo de modiicar las condiciones de existencia de las personas mayores y favorecer sus potencialidades, no puede dejar de tener en cuenta estas realidades como inherentes a la cotidianeidad de las personas y no solo como un dato de contexto. Desde esta perspectiva, la teoría social y las intervenciones profesionales no pueden plantearse de manera aséptica, tal como fuera denunciado por la reconceptualización del Trabajo Social en décadas pasadas. Tampoco bajo formas desideologizadas de acción, pues eso constituye en sí mismo una postura altamente ideologizada, implícitamente servil a las relaciones de poder hegemónicas. Teniendo en cuenta lo anterior, proponemos un Trabajo Social en el campo Gerontológico participativo y crítico, que en sus estudios e intervenciones incluya la perspectiva de las personas involucradas, teniendo presente en dicha incorporación las sujeciones y relaciones productivas, sociales e institucionales de las personas mayores, como constitutivas de las mismas. Planteamos la construcción de un Trabajo Social que incluya en su análisis la dimensión ético-política del conocimiento como bien público y su contriMás mayores, más derechos 156 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) bución a los procesos transformadores que son inherentes al pleno ejercicio de los derechos humanos. Parafraseando a Simone de Beauvoir (1970: 642) expresamos: Cuando se ha comprendido lo que es la condición de los viejos, no es posible conformarse con reclamar una política de vejez más generosa, un aumento en las pensiones, alojamientos sanos, ocios organizados. Todo el sistema es lo que está en juego y la reivindicación no puede sino ser radical. Hay que lograr interpretar el curso de la vida desde otra visión, desde otra perspectiva, y en ello se encuentra inscripto en el presente el Trabajo Social desde el campo Gerontológico en la actualidad. Bibliografía Barca, R., Oddone, M. J. y Salvarezza, L. (2001). “Caracterización psicosocial de la vejez”. Secretaría de Tercera Edad y Acción Social. En Informe sobre Tercera Edad en la Argentina. Buenos Aires: Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. (2001). “Actualización del debate internacional sobre la problemática del envejecimiento y la vejez”. Secretaría de Tercera Edad y Acción Social. En Informe sobre Tercera Edad en la Argentina. Buenos Aires: Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. Birren, J. E. y Bengtson, V. E. (eds.) (1988). “Preface”. En Emergent heories on Aging. New York: Springer. Bengtson, V. L., Rice, C. J. y Johnson, M. L. 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Más mayores, más derechos 160 CaPÍTulo 8 Hacia la construcción de un sujeto viejo diferente, desde el derecho a ejercer derechos María del Carmen Ludi El objetivo de la presentación es compartir algunas relexiones acerca de la concepción de envejecimiento y vejez que subyace en el trato que la sociedad tiene con viejos/as (viejismo: prejuicios y estereotipos-desinterés-no registro-otros); en el trato que la/s familia/s tiene/n con viejos/as (protección-sobre protección-desprotección); en diferentes políticas y programas, diseñados y destinados a personas mayores (lógica de tutela/lógica de derecho); en organismos públicos estatales y público societales que trabajan con personas mayores; en residencias colectivas para ancianos, gerontológicas y geriátricas. Partimos de considerar que “los modos de ver se plasman en modos de hacer” (Matus y Teresa, 1999), de allí que según la perspectiva que se sustente acerca de la vejez: ideológica, teórica, política, caracterizarán los diferentes espacios en los que se involucran las personas mayores en nuestra sociedad. En síntesis: el trato que se brinda a las personas mayores, ancianos, a través de determinadas actitudes, expresa la concepción que se tiene frente al propio envejecimiento. Más mayores, más derechos 161 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Desde nuestra perspectiva, consideramos que la vejez se construye social y culturalmente en cada espacio y tiempo, a partir de determinadas condiciones materiales y simbólicas de vida; adopta una multiplicidad de rostros. Envejecer es un proceso particular y complejo que comprende factores biológicos, psicológicos, sociales; constituye una experiencia singular, concreta, “marcada” por las huellas de trayectorias de vida, de prácticas sociales. A la vez, identiicamos dos dimensiones que adquieren alta signiicación: una reiere a la concepción de vejez, su construcción y coniguración socio-cultural, sus representaciones sociales, sus implicancias; la otra reiere a la vejez como condición humana, como proceso de envejecimiento y momento de la vida de una persona, con sus limitaciones y posibilidades de adaptación activa ante los cambios que lo posicionan en una situación diferente, nueva, desconocida; que lo sitúan en un espacio de tensión respecto de sus necesidades, posibilidades y contexto de satisfacción de las mismas; en cuya relación toman relevancia las manifestaciones de la cuestión social y las diferentes formas de protección social especíicas. Los conceptos y representaciones sobre este momento de la vida que podemos explicitar, tanto como aquellos que subyacen, fundamentalmente los prejuicios, son la base de la construcción colectiva del imaginario social arraigado en vastos sectores de la población –incluidos los propios viejos– acerca de lo que concebimos como vejez. Para quienes trabajamos con viejos, el profundizar determinadas cuestiones acerca del envejecer, nos genera ciertas vivencias y pensamientos contradictorios, ya que esto de desprenderse de prejuicios, de alejarse de una imagen social de suma carga negativa, no es tarea sencilla. Nos interpela tanto a nivel intelectual como emocional, en lo más profundo, este aspecto y momento de la condición humana. Casi seguro porque todos llevamos, siendo niños, jóvenes, adultos, una futura vejez dentro de nosotros y sin embargo se nos hace casi imposible –al decir de Proust– imaginar nuestra propia vejez... de allí que los temores siempre estén. Entonces, tendremos que apelar a la racionalidad para encontrar respuestas, algunas distintas, otras Más mayores, más derechos 162 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) que se preservan. Sostenemos que el edaismo, el viejismo (Salvarezza, 2002) está profundamente arraigado. En todas las épocas y culturas diferentes la cuestión del envejecer ha provocado la relexión de algunos, la indiferencia de muchos, el rechazo de otros. De allí que uno de nuestros objetivos es instalar el tema, trabajar los prejuicios y la discriminación hacia las personas viejas, aportar a la construcción de una ideología diferente acerca de la vejez, intentando recuperar prácticas y valores que sustenten otros modos de vida –para lo cual se hace necesario también impulsar luchas a otro nivel– que tiendan a modiicar el lugar de los viejos en la sociedad, en el barrio, en la familia. Lugar en el que como sociedad los ubicamos y ellos se ubican1. Actualmente en la sociedad encontramos diversas posturas y propuestas acerca del envejecimiento. Algunas apuntan a la búsqueda de tecnología de rejuvenecimiento o de prolongación de la vida; otras niegan o disfrazan la vejez, casi todas pretendiendo alargar la llegada de una imagen que les devuelve fealdad, arrugas, canas, “marcas” no queridas, imagen que los acerca a la propia muerte. La generación de imágenes eufóricas de la vejez, ligadas a mostrar vitalidad y belleza solo desde el lugar del joven, impulsadas por el mercado, devuelve a los viejos una imagen no real. Muy pocas propuestas se sustentan en mostrar otra idea de vejez basada en otros parámetros de belleza, de productividad, de utilidad... de vida, diferentes a los que hegemonizan y atraviesan el sistema capitalista de producción y reproducción en el que vivimos. Cuando el individualismo, el consumo, la productividad, son los aspectos más revalorizados y cuando en nuestra cultura el futuro se construye en términos de protagonismo activo ligado a la eicacia y eiciencia, la vejez es mirada como una especie extraña. El viejo para la sociedad, según Simone de Beauvoir, ya no hace nada, se deinen por una exis, no por una praxis. De este modo es entendible el rótulo de sector pasivo puesto a los viejos en un mundo hiperactivo, que releja el énfasis puesto en lo que disminuye, en 1 Ver Simone de Beauvoir (1970): lugar y papel que la sociedad asigna al anciano. Más mayores, más derechos 163 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) lo que aminora, en lo que ya no es; en el que ya no cabe la búsqueda de nuevos sentidos, en que “los proyectos languidecen por la creencia de dicha certeza inminente” (Coriat, 2001). En un trabajo de investigación que realizáramos en 2004, surge que para la gran mayoría de los viejos, la familia es centralmente el lugar de crianza de los hijos, de la educación que entienden va más allá de lo que enseña la escuela. Asocian el respeto y trato hacia los viejos en la familia a: cómo se ha dado dicha crianza, en qué marco y clima familiar, al hecho de haber ido compartiendo con los hijos lo feo y lo lindo de la vida. Hacen referencia a que “a la familia la hace uno”. Otro aspecto central que surge es el tema de los “cuidados” que la familia realiza o debiera realizar; cuidados que deben ser mutuos, entre los distintos miembros del grupo familiar, ya se trate de cuidados ante problemas de salud, de apoyo material, de contención afectiva; la familia es la que acude cuando hay problemas familiares graves, cuando ocurre algo; sienten a la familia como un reaseguro para el enfrentamiento de los mismos. La tarea de cuidar, de “hacerse cargo”, recae mayoritariamente en las mujeres, familiares o no, porque “siempre ha sido así”. En la relación situación familiar-proceso de envejecimiento, la familia comienza a “hacerse cargo” de los viejos a medida que va dándose cuenta de las “cosas” que estos ya no pueden afrontar. Así, se generan distintos tipos de apoyo o se refuerza el que se venía dando, se comparten tareas domésticas, mandados, se brinda mayor acompañamiento, lo que dependerá también de la situación de salud de los viejos. Muchas veces la necesidad de cuidado se da de manera repentina ante una crisis de salud muy fuerte, entonces la resolución tiene que ser rápida, surgiendo en algunos, sentimientos de ambivalencia: hacerse cargo de los padres, delegar su cuidado a otra persona. Sin dudas en esto jugará la historia familiar, la relación que exista entre ellos, la “obligación” familiar-social, los sentimientos que los une, el reconocimiento social, el mandato social. Asimismo, este “hacerse cargo” del cuidado, dependerá también de las condiciones materiales y simbólicas de vida del viejo y su familia. Para los viejos Más mayores, más derechos 164 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) y su entorno más próximo, la cuestión de la dependencia constituye un aspecto muy importante a considerar como problemática, sobre todo lo que atañe a la subsistencia económica y la salud. El riesgo de enfermar y morir forman parte también de su vida cotidiana; la “invalidez” constituye la amenaza más seria a cualquier estrategia de vida “independiente”. De allí que la necesidad de sostén del anciano y fundamentalmente del anciano enfermo genere un espacio de tensión en la relación familia-protección. La atención de un enfermo crónico demanda un monto considerable de recursos de diferentes características y aquí aparece uno de los principales obstáculos para estos sectores excluidos social y económicamente, ya que a algunas “desventajas” que suelen ocurrir en la vejez, se les suman las de “la pobreza”. También puede darse una reducción de la “protección cercana o próxima” por deterioro de los soportes relacionales (internos y externos), ya que la inserción social de un individuo depende al mismo tiempo de su inscripción en la familia y en una red relacional más amplia, enfrentándolo a fenómenos diferentes, que hacen a una restricción de las protecciones que la familia garantiza y una fragilización de su estructura; hoy –la familia– opera más que como principio de estabilidad relacional, como un sistema precarizado de intercambios, a la vez provisorio y amenazado que permite hablar de “familia insegura” (De Riso, S., 2001). Salvarezza (2002), sostiene que la familia es el escenario dominante en el cual se dan las diversas coniguraciones que las familias estructuran. La vida ha ido cambiando mucho, también lo hace la organización familiar y por consiguiente la ubicación de los viejos dentro de ella. Aun así, esta sigue siendo la principal proveedora de bienes y servicios para los mismos. Como profesionales tenemos que considerar la naturaleza cambiante de los roles multigeneracionales dentro de la familia que envejece; los adultos mayores mantienen compromisos de trabajo y actividades comunitarias, visitan amigos y disfrutan del ocio; continúan buscando bienestar físico y psicológico, movilidad, la familia sigue siendo un contexto y un recurso para la mayoría de las personas mayores. Más mayores, más derechos 165 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Tanto en el marco de relaciones: familia/ancianos, como en las relaciones ancianos/personal de residencias gerontológicas y geriátricas, identiicamos relaciones dominantes de: - sobreprotección: la que podemos visualizar en la “infantilización” de los viejos, traducida en no permitirles que hagan cosas relativas a su vida diaria, aunque sea en un ritmo más lento; en acompañarlos al médico y hablar por ellos comentando “sus” síntomas; al compartir salidas e indicar qué es lo que desean; al estar “encima” todo el tiempo para evitar “problemas”; entre otras. La tendencia al adoptar esta postura, genera pérdida de autonomía, de conianza, de seguridad. Los pone en el lugar de “inutilidad” que la sociedad ha previsto ya. - desprotección: conductas y/o acciones ligadas al desconocimiento del otro, a la ignorancia de su existencia, de su presencia, y en casos extremos, al abandono. Estas casi siempre sobredeterminan uno de los tipos de violencia más comunes en la vejez: el maltrato psico-emocional. El “no trato”, el no registro del otro, el no cuidarlos, no tocarlos, no tomar en cuenta sus deseos y requerimientos, el tratarlos como “objetos”, producen un daño irreparable en su identidad y subjetividad. En la mayoría de las Residencias Gerontológicas y Geriátricas, el modo en que mayormente se nombra a los residentes es: “abuelo”, “abuelita”, confundiendo de esta manera la condición de vejez con la de abuelidad. En la cotidianidad institucional se suma a las cuestiones de desarraigo, la de pérdida de la identidad, ya que hay viejos que ven pasar sus días sin que nadie los “nombre”, contribuyendo a procesos de despersonalización que muchos sufren en dichos lugares. También se da a nivel de los espacios públicos, en hospitales, en organizaciones para y de personas mayores, cuando desde el sentido común, mucha gente llama “abuelo” para evitar decir viejo o anciano, encerrando también muchas veces, una carga de “lástima”, de “pobrecito”, siempre ligado a prejuicios. Sabemos que “llegar a viejo” hoy es una posibilidad casi para el conjunto de la población, acontecimiento mundial que plantea un importante avance en la historia de la humanidad y que más Más mayores, más derechos 166 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) allá de posicionarnos en una perspectiva de envejecimiento activo, saludable, productivo, vital, conigura a la vez “un gran problema social”, destacándose la feminización creciente y el aumento de generaciones convivientes. De esta manera, a las cuestiones ligadas al “viejísimo”, se suman las relacionadas a lo económico. El no querer envejecer implica también el no querer empobrecer (relación ingreso percibido ($) por quienes están en actividad económica e ingreso a percibir ($) luego con el haber jubilatorio –en nuestro país la Jubilación mínima es $ 2476,982– y comprende al 75% del total) con la consiguiente modiicación sustancial en condiciones y niveles de vida. La relación vejez y pobreza asume características diferentes, con aspectos más relevantes ligados a determinados requerimientos para afrontar la vida diaria. Históricamente en los modos de nombrar y en las respuestas generadas en tanto políticas sociales, encontramos: cliente, sector pasivo, beneiciario, usuario. Hoy con mayor fuerza: sujeto, actor social, ciudadano. Comienza a instalarse la idea de sujeto, en oposición a objeto, airmando la capacidad de producir y ser producido, de decidir e inluir, de ubicarse como titular de derechos y obligaciones. Las diferentes alternativas han girado y giran en torno a intervenir con medidas reparadoras y preventivas, desde perspectivas contrapuestas: de Tutela o de Derechos. La tutela niega básicamente la autonomía, está fuertemente arraigada e impregna las intervenciones sociales. Sus ideas fuerza: condición de débil, que no puede decidir ni manejarse por sus propios medios, generando respuestas casi siempre desde la beneicencia y ilantropía. El “pobre” es mantenido en constante estado de necesidad y dependencia, argumentado en que la miseria (estructural) no es una injusticia, es algo inevitable, un accidente del progreso que habrá que aliviar. La beneicencia se convierte en la mejor “arma de control” ya que la tutela desactiva la posibilidad de la revuelta. Implica una relación en la que el que recibe tiene conocimiento de quién es su donador y el destino de su donación; perpetúa el sometimiento, la idea 2 Para consultar monto de jubilaciones y pensiones: <http://www.anses.gob.ar> Más mayores, más derechos 167 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) de estar siempre en deuda y agradecido. Este tipo de asistencia se reserva el medio de manipular a los asistidos, de prorrogar su dependencia, de instituir una vigilancia permanente. Sobre esta matriz (ideológica, epistemológica, teórica) fuertemente liberal, sobre la idea de libertad individual, se montan las intervenciones estatales: se adjudican las causas de los problemas a situaciones individuales, por lo tanto se requieren resoluciones de corte individual; los “individuos” que sufren problemas están faltos de moral ya que no son capaces “ni pueden” hacerse cargo de sus problemas, de allí la necesidad de pensar en dispositivos tutelares a través de medidas de previsión y protección, más desde la solidaridad que desde la igualdad: combinación de rasgos de paternalismo, de disculpa, de justiicación. En el fondo está presente una relación de dominación. En esta línea consideramos importante problematizar acerca de las relaciones que encontramos entre la lógica de tutela, la autonomía, la asistencia y el asistencialismo. En las cuestiones ligadas a los viejos, distinguimos mayormente entre Políticas de Salud, Previsión Social, Asistencia Social. Si tenemos en cuenta que la capacidad de organización y presión es un determinante clave en la apropiación de recursos, dicha capacidad, entre otras cosas, no es lo que caracteriza al sector añoso. Luego, las mismas históricamente, han tenido un carácter residual, casi siempre ligadas a la asistencia, aun al asistencialismo. En toda acción profesional subyace lo político, posicionamiento explícito o implícito, ya sea para perpetuar el orden social instituido o para modiicarlo. La construcción de un sujeto viejo diferente, desde la instalación de los viejos como sujetos de derecho, tendría que constituir nuestro ideario en la intervención social cotidiana. Cierre provisorio Pensamos que es importante profundizar las relexiones que intentan romper con creencias, prejuicios y estereotipos que aún prevalecen acerca de la vejez, que impactan en la construcción de los propios Más mayores, más derechos 168 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) procesos de envejecimiento y que subyacen al momento de tratar a los viejos, al pensar programas sociales en dicho campo. Nuestro posicionamiento ético-político como profesionales, debe situarnos en un lugar de lucha conjunta con las familias, con y desde las distintas organizaciones que los viejos conforman, aportando al logro de reconocimiento y ejercicio de los derechos políticos, económicos, sociales y culturales en pos del ejercicio de una ciudadanía íntegra, plena; en la misma naturaleza contradictoria de las políticas público-sociales. Contribuir a instalar en la agenda pública, en los diferentes niveles de gobierno, la cuestión del “Envejecimiento y Vejez” en relación a la Protección Social, como una de las problemáticas centrales de las próximas décadas, como decisión política en una estructura orgánica, de trabajo sistemático, que incorpore a los Viejos en su carácter de ciudadanos en el sistema de políticas público-sociales. De allí el desafío de lograr propuestas innovadoras. En forma especíica, contribuir a la formulación de programas sociales; al diseño de estrategias de intervención social; al trabajo interdisciplinario en la construcción y/o fortalecimiento de espacios familiares, sociales e institucionales, ligados a viejos/as, como principales contenedores del envejecer. Bibliografía Coriat, S. A. (2001). “Inluencia del entorno en la vejez”. En Revista Encrucijada, 3. Buenos Aires: UBA. de Beauvoir, S. (1970). La Vejez. Buenos Aires: Sudamericana. De Riso, S. (2001). “Familia y crisis en el in de siglo permanencia y cambio”. En De Jong, E. La familia en los albores del nuevo milenio: relexiones interdisciplinarias: un aporte al Trabajo Social. Buenos Aires: Espacio. Informes Finales, Diseños, Proyectos y Documentos de Trabajo (1997/2010). Proyecto de Extensión “Llegar a Viejo”. Proyectos de Investigación “Envejecimiento y Vejez…”. Facultad de Trabajo Social, Universidad Nacional de Entre Ríos. Más mayores, más derechos 169 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Lera, C. (2008). Ficha de Cátedra “Trabajo Social Contemporáneo”. Licenciatura en Trabajo Social, Facultad de Trabajo Social, Universidad Nacional de Entre Ríos. Ludi, M. (2005). Envejecer en un contexto de (des) protección social. Claves para pensar la Intervención Social. Buenos Aires: Espacio. (coord.) (2012). Envejecimiento y Espacios Grupales. Buenos Aires: Espacio. Ludi, M., Messina, C. y Loizaga, M. (2008). “Envejecimiento y Vejez. Construcción de nuevas imágenes – Reinvención de viejas respuestas”. En Revista UTOPIAS. Facultad de Trabajo Social, Universidad Nacional de Entre Ríos. Matus, T. (1999). Propuestas Contemporáneas en Trabajo Social. Hacia una Intervención polifónica. Buenos Aires: Espacio. Paola, J., Samter, N. y Manes, R. (2011). Trabajo Social en el campo gerontológico. Aportes a los ejes de un debate. Buenos Aires: Espacio. Salvarezza, L. (2002). Psicogeriatría. Teoría y clínica. Buenos Aires: Paidós. (comp.) (1998). La Vejez. Una mirada gerontológica actual. Buenos Aires: Paidós. Más mayores, más derechos 170 CaPÍTulo 9 Performatividad de la intervención del Trabajo Social en el campo gerontológico Paula Mara Danel En este capítulo se pondrá el acento en el reconocimiento de la performatividad de nuestras prácticas profesionales a la hora de pensar los procesos contemporáneos de producción social de vejeces. Es decir, los procesos de producción social de vejez que se despliegan en las prácticas de intervención de los/las trabajadores/as sociales. En esa línea, se pondrá el acento en algunas de las características que asumen los escenarios en los que construimos nuestras intervenciones quienes disputamos posiciones en el campo gerontológico. Bucearemos intentando evidenciar las implicancias del ejercicio de la profesión en relación al envejecimiento y la vejez en escenarios situados, en este “estar siendo”. Intervención profesional del Trabajo Social Los grandes dilemas que han tensionado la intervención profesional del Trabajo Social a lo largo de su historia como Más mayores, más derechos 171 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) profesión se relacionan, a manera de hipótesis, con su origen pragmático que fue estructurando un saber que luego se fue racionalizando en la sociedad moderna. Este proceso de racionalización generó un debate basado en un conjunto de dicotomías entre: teoría/práctica, investigación/intervención, academia/ejercicio profesional. Las respuestas a este conjunto de debates, a nuestro juicio, no han sido asumidas por el conjunto de profesionales. (Rozas Pagaza, 2012: 1) En ese sentido, desde el Trabajo Social se han realizado diferentes esfuerzos intelectuales tendientes a comprender, interpretar y explicar las dinámicas sociales que se despliegan en los procesos de intervención. Esta categoría (intervención) fue pensada como dispositivo (Carballeda, 2010), artiicial, y hasta como campo problemático (2001). Estas alternativas conceptuales perseguían hacer inteligibles algo de lo que acontece en los procesos de las prácticas sociales. ¿Qué dimensiones debiéramos poner en juego para analizar los procesos interventivos?, ¿qué coordenadas hacen posible la coniguración de un espacio-tiempo particular en el que se desarrolla la intervención del Trabajo Social? La perspectiva relacional (Bourdieu, 1992, 1994) aporta estrategias analíticas que nos permiten complejizar los análisis para argumentar la posición que ocupamos como profesionales de la cuestión social. Su lectura relaciona diversos aspectos, dimensiones que hacen particular la cuestión social en cada momento histórico y, en consecuencia conmueven al campo profesional. El autor mencionado nos da la posibilidad de vincular el campo profesional con el capital simbólico, lo que nos permitió situar el análisis en el conocimiento y experiencia adquirida de los agentes profesionales. Capital simbólico enlazado a la categoría de trayectoria profesional que nos facilitó visualizar los mecanismos de legitimación, las formas de valoración del prestigio profesional, los mecanismos de construcción de autoridad y poder en el dominio del conocimiento disciplinar. Las reglas que supone el funcionamiento del campo, hacen Más mayores, más derechos 172 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) posible la construcción de hegemonías en el mismo. En ese sentido, el “ámbito gerontológico” se constituye en un espacio socio ocupacional del quehacer profesional desde hace más de 40 años, destacándose una creciente demanda (en la actualidad) de trabajadores sociales para el campo especíico. Por ello, se constituye en un elemento fundamental la relexión sobre las concepciones que arraigamos de vejez, al tiempo que la recuperación de la construcción socio-histórica de la vejez se torna en un aporte central para los procesos de intervención profesional en este campo, ya que nos permite identiicar ciertas continuidades y rupturas en la forma de intervenir en lo social. Los “otros” ocupan centralidad, ya que tematizar la intervención no es otra cosa que analizar las trayectorias vitales de aquellos sujetos con los que trabajamos. Esto se enlaza con la idea de dotación desigual y diversa de capital social, económico, político y simbólico. En artículos anteriores (Danel, 2012) plateaba que el actual contexto lo denominábamos post neoliberal o neo intervencionista estatal. Los rasgos más sobresalientes que señalaba son: ampliación de los mecanismos de seguridad social en general y hacia los mayores en particular a través de políticas de inclusión previsional (las mismas posibilitaron la inscripción en la agenda pública de las necesidades de aquellos adultos mayores que han visto signada su trayectoria vital por la exclusión del mercado formal de trabajo). Ampliación de cobertura en salud, con un claro ejemplo de la mejora de los servicios del INSSJyP1-Pami. La inclusión de políticas promocionales/preventivas que aportan desde la colectivización a mejoras en la calidad de vida. En este escenario, nos surgen los siguientes interrogantes (Danel, 2012): ¿qué particularidades del proceso de envejecimiento se han impuesto en los escenarios de intervención del Trabajo Social? ¿De qué modo las manifestaciones de la cuestión social ponen en primer 1 Instituto Nacional de Jubilados y Pensionados, Obra Social que cubre a 4.500.000 ailiados de los cuales el 75 % es mayor de 65 años. La cobertura se brinda a aquellos perceptores de jubilación y/o pensión de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES). Para ampliar sobre el particular, se sugiere <http://www.pami.org. ar/me_in_historia.php> Más mayores, más derechos 173 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) plano a los mayores y sus padecimientos? ¿Qué características asume el Trabajo Social frente a estas necesidades de los sujetos con los que trabajamos? ¿Qué vejeces se producen en estos escenarios? El Trabajo Social adquiere su materialidad en el proceso de construcción de respuestas a aquellos que ha conigurado como sujetos de su práctica. Sujetos que son legítimos, en tanto se instituyen en tensión y concordantes con las argumentaciones disciplinares, de los programas/leyes que coniguran el plano normativo jurídico del escenario institucional (Danel, 2013). Los sujetos se instalan en el lugar esperado/deseado por el discurso profesional, lo que nos permite visualizar las contradicciones, disputas, hegemonías y subalternidades que se expresan en el campo gerontológico. El trabajador social en el proceso de intervención contribuye a la construcción de los sujetos. Por una parte, por el poder de la enunciación y por las respuestas posibles que se despliegan. Las vejeces como producción social, en el movimiento contradictorio entre autonomía y dependencia encuentra en las intervenciones de estos/as profesionales experiencias heterogéneas, ambiguas, complejas. El escenario de la acción se deine como un espacio social, el cual puede o no contener un espacio físico, que no debe ser deinido a partir de este último. Quiere decir que hay una mutua implicación entre las categorías actor social, acción social (o práctica social) y espacio social, que no puede entenderse de manera autónoma, aislada una de otra. El espacio social es una relación entre actores, que se gesta al desarrollarse una acción. El espacio social puede ser caracterizado como un campo de fuerzas. (Paola, y Danel, 2009: 45) La noción de escenario será central para avanzar en la caracterización/interpretación de la categoría intervención profesional en el actual contexto en el campo gerontológico. Comprendemos a los agentes sociales tanto en su capacidad de agencia (hacer-transformar) como en su constitución a partir del discurso social y fundaMás mayores, más derechos 174 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) mentalmente de la mirada del otro. Individuo sujetado a la estructura social y a sus propios deseos (y al de los otros), que tiene capacidad de agencia por lo tanto reproduce el “estado de cosas” y tiene potencia para transformarlo. Performatividad La gerontología avanzó en consensos en torno a las potencialidades que tiene el trabajo con los adultos mayores colectivizados. Se ha puesto en agenda los beneicios de las actividades creativas, recreativas, de movimiento, y hasta estas virtudes fueron cooptadas por la hegemonía médica en tanto imposición de un discurso que biologiza las relaciones sociales, económicas, y políticas (Danel, 2012). Un poco menos hemos dicho en relación a los desafíos que nos impone la situación de dependencia en adultos mayores. Existen consensos en cuanto a la necesidad de desarrollar, desde la política pública, dispositivos de cuidados progresivos. Ahora bien, qué singularidad adquiere la dependencia en los procesos de intervención que en nuestra cotidianeidad desplegamos. Los formidables aportes de Judith Butler (2002) (libro Cuerpos que importan) nos permiten identiicar la noción de sujeto, cuerpo y performatividad. En tal sentido, junto a compañeros de ruta2 venimos analizando la cuestión de cómo en los procesos de intervención profesional moldeábamos a los sujetos en pos de intentar que encajen en nuestras categorías conformadas previamente. Algunas categorizaciones provienen de los “tipos de usuarios” que prevén las organizaciones en las que trabajamos (reglamentos, normativas de cada organización). Pero existen otras categorías, que responden a formas de pensar a los sujetos más allá y más acá de nuestras intervenciones. Agradezco los aportes que realizaron a este capítulo las Licenciadas: Criado, Analía, Molina, Cecilia, Cimatti, Verónica y Tordó, María Nair. Su compromiso con la profesión y con los mayores hacen posible que avancemos en apuestas estratégicas colectivas. 2 Más mayores, más derechos 175 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Podríamos iniciar con la categoría de Ideal regulatorio, que propone Foucault. Esto nos permitiría identiicar aquellas prácticas en las que intentamos modiicar las prácticas sociales del “otro” a un ideal constituido desde “nuestro punto de vista como actor” (Guber, 2004). La ciencia del hombre no solo ha sido etnocéntrica y androcéntrica, sino que también ha sido adultocéntrica. Pero mientras la crítica relativista y feminista hace tiempo que ha hecho mella en la consideración de la diversidad cultural, la crítica generacional no ha conseguido todavía deconstruir los estereotipos predominantes sobre los grupos de edad subalternos, percibidos a menudo como preparación al –o como regresión del– modelo adulto (Feixa, 1997: 15). ¿Cómo estas demarcaciones se expresan en la coniguración de nuestros procesos de intervención? El hombre del que se nos habla y al que se nos invita a liberar es ya en sí el efecto de un sometimiento mucho más profundo que él mismo. Un “alma” que lo habita y lo conduce a la existencia, que es una pieza en el dominio que el poder ejerce sobre el cuerpo. El alma, efecto e instrumento de una anatomía política; el alma prisión del cuerpo (Foucault, 2005: 36) Anatomo-política y biopolítica como estrategias de producción de los sujetos. Moldeados a requerimiento del modo de producción capitalista, tanto los trabajadores sociales como los adultos mayores ponemos en evidencia tales molduras (de moldeado). Butler nos plantea “El poder opera en la constitución de la materialidad misma del sujeto, en el principio que simultáneamente forma y regula al ‘sujeto’ de la sujeción” (2010: 62). ¿Cómo se imbrican los discursos de las políticas gerontológicas y los dispositivos de atención progresiva con los avances normativos jurídicos emanados desde el enfoque de derechos? El lenguaje de los derechos tiene de por sí un valor ético y político, puede fortalecer las demandas sociales frente a situaMás mayores, más derechos 176 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) ciones de inequidad. En sus implicancias concretas siempre se corre el riesgo de utilizar una retórica que luego contraste con las expectativas generadas. (Abramovich, 2006: 40) En este punto, entiendo necesario comentar las narrativas, emociones que surgieron en la presentación de este texto en la mesa del Congreso. Los compañeros de mesa y los participantes de la misma, planteaban que pensar en la performatividad supone asumir un lugar de protagonismo y responsabilidad. Esto remitió indudablemente a los aportes ilosóicos de Levinas El pensamiento es atención al otro, respuesta a su rostro, búsqueda de la comunicación, consideración de las diicultades del otro. La cercanía hacia el otro no es para conocerlo, sino para mantener una relación ética en el sentido de que el otro me afecta y me importa, por lo que me exige que me encargue de él, incluso antes de que yo lo elija. Por tanto no podemos guardar distancia con el otro. El otro es el origen de la responsabilidad. (Lévinas, E., 2000: 80) En las vinculaciones que realizamos con los mayores, ellos nos importan. No es un dato menor asumir que cuando me vinculo al otro ya no soy el mismo. La presencia del otro me inscribe en la escena pública. Butler nos invita a pensar qué estrategias discursivas y de poder operan en la constitución de la materialidad de los cuerpos. Problematizar la materia de los cuerpos puede implicar una pérdida inicial de certeza epistemológica, pero una pérdida de certeza no es lo mismo que el nihilismo político. Por el contrario, esa pérdida bien puede indicar un cambio signiicativo y prometedor en el pensamiento político. Esta deslocalización de la materia puede entenderse como una manera de abrir nuevas posibilidades, de hacer que los cuerpos importen de otro modo (Butler, 2010: 57) Más mayores, más derechos 177 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Regulación de los cuerpos, sujeción de los mismos, nos permiten ahondar en las coordenadas presentes en la coniguración del campo problemático del Trabajo Social en relación a la vejez en situación de discapacidad/dependencia. Nombrar a los sujetos con los que trabajamos por sus dependencias, cotidianamente, podría conigurar cierta performatividad. Es decir, que nuestras prácticas reiterativas y referenciales mediante la cuales nuestros discursos producen los efectos que nombra. Si nuestras intervenciones consideran al “otro” como incapaz, heterónomo, seguramente coniguraremos a los sujetos de nuestra práctica como dependientes de nuestras decisiones (Danel, 2012). ¿Cuándo reconocemos estar nombrando al otro a partir de sus déicits? ¿En qué escenarios? ¿Qué observamos cuando vamos a una residencia? ¿A quiénes miramos?, ¿a quiénes escuchamos? ¿Quién es el otro? ¿Quién nos importa? Además, la producción de lo no simbolizable, de lo indecible, lo ilegible, es siempre, una estrategia de abyección social. ¿Es siquiera posible distinguir entre las reglas socialmente contingentes de formación del sujeto, entendidas como producciones reguladoras del sujeto a través de la exclusión y la forclusión y un conjunto de “leyes” y “estructuras” que constituyen los mecanismos invariables de forclusión a través de los cuales cualquier sujeto llega a ser tal? (Butler, 2010: 271) La discapacidad en la vejez ha ocupado un lugar silenciado, acallado, y oculto en las producciones académicas del Trabajo Social. ¿Tendrá que ver con los sujetos que transitan nuestros espacios socio-ocupacionales? ¿O por cómo los constituimos? ¿Cómo opera el discurso médico en este tema? Lo biológico no es externo sino que está dentro de la cultura. La cuestión social en tanto vertebrador del campo profesional, nos invita a pensar la idea de reproducción de la fuerza de trabajo y las condiciones de reproducción de los seres humanos (Rozas Pagaza, 2011). Más mayores, más derechos 178 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Y en tal sentido, analizar las demarcaciones entre lo normal/anormal en tanto producción de sujetos concordantes con las necesidades del modo de producción, nos permite avanzar en la coniguración de interrogantes que nos habiliten recorridos analíticos que abunden en profundidad. Al redeinir los criterios de normalidad –en un contexto en el cual el biopoder se cruza con la lógica del consumo y adquiere una nueva dinámica asociada al mercado–, la enfermedad también se redeine: es un error de programación que debe ser corregido para reactivar la salud del alma y el cuerpo, tanto individuales como colectivos. Ya no es necesario identiicar un origen patológico para los síntomas: basta apenas veriicar su distancia con respecto al modelo considerado normal. (Sibilia, 2009) El siglo XXI recrea la discapacidad, los déicits que la originan como algo inmanente que solo aparece en escena en la medida que se aleja de aquello que se supone normal. Pero al mismo tiempo, lo atrapa y conigura como espacio garante de rentabilidad. En esas tensiones intervenimos. Si el cuerpo normal, con funcionamientos normales es quien actúa como condición de posibilidad de estar/siendo en el mundo contemporáneo claramente es el discurso médico el que hegemoniza las demarcaciones en disputa (Danel, 2012). En esta misma línea argumentativa se inscribe el desarrollo del Trabajo Social feminista, quienes plantean que una mirada igualitarista debiera atravesar las principales actividades que incumben al Trabajo Social: deinición de problemas sociales, trabajo en comunidad, asesoramiento y Trabajo Tocial institucional (Dominelli y Mcleod, 1999: 29). Por ello, se torna imperativa la necesidad de generar rupturas con las perspectivas esencialistas (Bourdieu, 1990) en los procesos de producción de saberes. Nos interesa plantear la propuesta de Lins Ribeiro (2006) en torno a la categoría de descotidianizar. El autor propone una estrategia metodológica: “al estudiar ‘su’ propia sociedad el Más mayores, más derechos 179 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) investigador busca realizar la operación inversa, convertir lo familiar en exótico, usando –por principio y por racionalización metodológica– una posición de extrañamiento” (Lins Ribeiro, 2006: 228). En la misma trayectoria relexiva, Agier (2012) nos propone ideas sobre el sujeto desde procesos de descentramiento, es decir: - descentramiento geo-cultural reconociendo la necesidad de generar igualdades políticas y epistemológicas desde los “lugares” desde dónde se produce saber (des-europizar) - un segundo descentramiento que consiste en desplazar el lugar y el momento de la mirada desde el centro y el orden, hacia los bordes y el desorden (incluir situaciones de frontera) - tercer descentramiento es político en el sentido de que privilegia el accionar y el momento de cambio que introduce una modiicación en el orden social dado, generando así la posibilidad de ver y de comprender el movimiento y el cambio que están ocurriendo Mirar a el sujeto/los sujetos en movimiento, situados, post-coloniales será parte de los itinerarios relexivos que intentamos transitar. Las propuestas de descotidianizar para producir saberes, para generar rupturas, permite comprender los esfuerzos que las ciencias sociales vienen generando para construir conocimiento desde estos lugares del mundo desde visiones post-coloniales que retoman la corporalidad como pista para un pensamiento contra hegemónico (Scribano, 2006). La objetivación cientíica no está completa si no incluye el punto de vista del sujeto que la opera y los intereses que él puede tener por la objetivación (especialmente cuando él objetiva su propio universo), pero también el inconsciente histórico que él compromete inevitablemente en su trabajo. (Bourdieu, P., 2003: 43) El aporte de Bourdieu junto al de Lins Ribeiro nos ha permitido visualizar la búsqueda analítica transitada en pos de efectuar un proceso de añadidura entre las prácticas profesionales y los objetos legítimos de investigación. Más mayores, más derechos 180 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) En relación a las prácticas de intervención en lo social, traemos a escena discusiones que se han gestado en el Trabajo Social. Teresa Matus plantea: El núcleo del Trabajo Social es una intersección, un cruce entre los sujetos y el fenómeno social que los convoca. Consecuentemente, si la categorización social se realiza en términos estigmatizadores, esos sujetos llevarán esa marca en forma persistente. De allí que estudiar los modelos de intervención social que se realicen y sus formas enunciativas, resulta clave en el logro de mayores oportunidades para el desarrollo y fortalecimiento de la ciudadanía. (Matus, 2006: 34) ¿De qué modo estamos enunciando lo que les pasa a los sujetos envejecientes? ¿Cómo los nombramos? ¿Qué expectativas tenemos en torno a su trayectoria? ¿Opera cierto pesimismo en el momento de deinir las estrategias de cuidado? Este texto es solo la invitación a repensarnos en los procesos interventivos, reconociendo que como agentes sociales situados percibimos el mundo social de múltiples formas y eso opera en nuestras prácticas sociales. Percepciones, sensaciones y emociones constituyen un trípode que permite entender dónde se fundan las sensibilidades. Los agentes sociales conocen el mundo a través de sus cuerpos. Por esta vía un conjunto de impresiones impactan en las formas de “intercambio” con el contexto socio-ambiental. Dichas impresiones de objetos, fenómenos, procesos y otros agentes estructuran las percepciones que los sujetos acumulan y reproducen. (Scribano, 2006: 145) En ese sentido, retomo algunas de las coordenadas que planteara en 2011, en las II Jornadas de Trabajo Social en el campo gerontoMás mayores, más derechos 181 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) lógico, algo que intentó ser una cartografía conceptual y que propongo revisar juntos: • una de las cuestiones que operan en nuestras intervenciones es la idea de familia, relaciones interpersonales, aquello ligado al orden de lo vincular. Por una parte podríamos identiicar cuestiones de tipo moralizantes, o normalizadoras expresadas en creer que existe un modelo de relación familiar (ideal regulatorio). Ejemplo de ello es el entender que aquellas formaciones sociales que se diferencian de los tipos ideales familiares que construimos son deicitarias, nuestra performatividad está vinculada a “estereotipos de conducta”. La familia como constructo se instituye en una de las coordenadas del campo problemático del Trabajo Social, por lo tanto planteamos que Hablar de familia es hablar de estructura y dinámica. La característica que adopten ambos componentes del concepto, ayudan a dibujar la identidad de un grupo co-residente, en torno a la subsistencia y la reproducción social. En tanto estructura, la organización familiar constituye un campo de posiciones e intereses, que asume a una morfología contingente (histórica social) en el que se articulan las distintas posiciones de sus miembros de un sistema de uso, transferencia y control del poder en torno a actividades cotidianas. En tanto dinámica, la organización familiar va construyendo históricamente determinadas “reglas de juego” en base a las cuales explican la comunicación, el afecto, la insatisfacción, etc. [...] la dinámica familiar se estructura en un tiempo y espacio articulando a sus miembros desde el género y la generación. (Gattino, Aquin, 1999: 14) Pensar en las familias desde esta perspectiva relacional nos habilitaría a generar rupturas con aquellas prácticas que en el desarrollo de mi tesis de maestría identiiqué como censoras del amor ilial, que obviamente se inscribe en el concepto de ideal regulatorio foucaultiano. Más mayores, más derechos 182 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) • Las nociones de género que se imponen en el devenir de las intervenciones. Pareciera que por un lado, se naturalizaran ciertas obligaciones femeninas de brindar asistencia a aquellos que requieren la ayuda permanente de terceros para el desarrollo de las actividades de la vida diaria. Pues entonces, coniguramos estrategias de intervención desde el supuesto que la familia, en particular sus miembros femeninos (las hijas) están dispuestas (y deben) cambiar pañales, higienizar, etc. Danani plantea que La familiarización del bienestar (y comunitarización) crea condiciones de potencial pérdida de autonomía de las mujeres frente a los hombres y de los ancianos [...] frente a los adultos jóvenes; potencial pérdida de autonomía que se concreta si se condiciona la satisfacción de necesidades a diversos modos de control, de distintos grados y estilos de formalización. (Danani, 2009: 45) Otro aporte necesario y pertinente es el proveniente del Trabajo Social feminista, quienes plantean que el motivo dominante en la práctica institucional ha sido reforzar el rol de las mujeres como proveedoras de asistencia personal en el escenario doméstico. Problematizar las prácticas interventivas sustentadas desde miradas patriarcales debe respaldarse en el igualitarismo en todas sus dimensiones sociales. Por último, incluimos el aporte de Martha Nussbaum quien plantea Buena parte de este trabajo de asistencia se realiza habitualmente sin retribución y sin un reconocimiento público de que se trata un trabajo. Organizar esta asistencia de un modo que no explote al cuidador también parece ser una de las tareas básicas de una sociedad justa. (Nussbaum, 2012: 113) • Categoría de política social en tanto “proceso socio político, institucional, económico y cultural, en el que se construyen el trabajo y la política y en el que una sociedad deine los sujetos, Más mayores, más derechos 183 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) objetos y medios legítimos para la satisfacción de necesidades” (Lindenboim y Danani, 2003), es decir que las disputas de sentido en torno a aquello que debiera ser resuelto en el ámbito público o aquello que se instituye en objeto legítimo de acción pública, intervención estatal. Con esto queda plasmado una idea de estado ampliado (gramsciano), algo así como arena de lucha. Esta coordenada enriquecida por las actuales discusiones sobre el enfoque de derechos. ¿Los mayores se instituyen en sujetos de derechos? Los que intervenimos con mayores, ¿hemos incluido en nuestro repertorio/caja de herramientas los saberes producidos desde este enfoque? • También se recrea el concepto de gestión cuando pensamos en las políticas sociales en tanto campo complejo con múltiples dimensiones que se relacionan entre sí. A saber: políticas, económicas, culturales, institucionales, generacionales, género, etc. Gestión en el sentido que le asigna Chiara y Di Virgilio (2009), es decir como articulación de recursos (humanos, inancieros, técnicos, organizacionales y políticos) que persiguen la eiciencia y la eicacia. Y al mismo tiempo entendida, mirada, como los problemas políticos que se suscitan en la dinámica de la gestión fundamentalmente pensando en la participación de agentes con intereses divergentes que operan para construir su demanda/agenda. Otra cuestión es la gestión situada en los escenarios de organizaciones que brindan estadía permanente a adultos mayores y planteamos que existen tres modelos de gestión en disputa (junto con Jorge Paola) el Asilar, el modernista y el de Derechos Humanos. • Territorialidad como noción permanente en nuestras argumentaciones de la intervención. Retomamos la idea de dimensión espacial, que al mismo tiempo nos interpela en la refutación hacia las teorías que entienden posible estudiar ciertos fenómenos y posteriormente ver su inscripción en el espacio. Espacio pensado desde la materialidad y la dimensión simbólica (Catenazzi y Da Representacao, 2009: 1119). Ahora bien, se analiza Más mayores, más derechos 184 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) un espacio que asume las particularidades de territorio por la apropiación y autorreferencia. Una señal de atención que creo pertinente marcar es cierta esencialización en la que podemos caer cuando pensamos en los atributos de la territorialidad. Claramente, el territorio en tanto espacio material y simbólico que se instituye en signiicativo a partir de ciertas prácticas sociales de adscripción identitaria. Pero se requiere el reconocimiento de las relaciones socio políticas que se desarrollan y expresan en el territorio. Lewcotivtz (2004) nos alertaba hace unos años que debíamos ser precavidos cuando planteábamos las intervenciones en clave de abordaje, es decir cual cuento de piratas que “bajan” al territorio a los ines de identiicar necesidades (desde nuestra mirada producir sujetos de asistencia) y creer que nuestra claridad pueden “echar luz” a los procesos y ordenarlos (en el sentido de ponerlos en su lugar). • Categoría de poder, en su acepción foucaultiana para destacar que las intervenciones profesionales aportan a la producción de las condiciones de vida y de reproducción social pero sobre todo producen realidad en el sentido que construimos en nuestras intervenciones a los agentes como autónomos o heterónomos. La idea de vejeces frente a las homologaciones de idearios de vejez unívocos y el reconocimiento de la distribución desigual de bienes económicos, políticos, y simbólicos es imprescindible para iniciar procesos de intervención superadores. Este aporte nos permite acercarnos a revisar las construcciones que de la “otredad” realizamos en los procesos de intervención. Es decir, cómo se construyen los límites entre las edades, entre los funcionamientos corporales, etc. Al mismo tiempo, la idea de acompañar al otro nos coloca la discusión sobre la autonomía del sujeto ineludible si pretendemos avanzar en posturas superadoras. Este trabajo se constituye solo en un intento de análisis, de cartografía analítica para identiicar puntos nodales de la intervención de los/las trabajadores/as sociales en el actual contexto. Más mayores, más derechos 185 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Por tanto, los procesos de intervención social no pueden ser vistos como simples formas de operacionalizar políticas, sino como los gestores de un espacio público peculiar. En este mismo sentido, el potencial de intervenciones sociales innovadoras es su posibilidad de contribuir a transformar dicha esfera globalizada. Consecuentemente, si se presta atención a las formas de intervención, se está desplegando un foco que permite analizar el contenido, las características, las luces y sombras del resplandor de lo público. (Matus Teresa, 2006: 39) Bibliografía Abramovich, V. (2006). “Una aproximación al enfoque de derechos en las estrategias y políticas de desarrollo”. Revista de la Cepal, 88, 35-50. Bourdieu, P. (1980). “El sentido práctico”. Argentina: Siglo Veintiuno. (1997). “Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción”. España: Anagrama. Bourdieu, P. y Wacquant, L. J. D. (1995). Respuestas. Por una antropología relexiva. México: Grijalbo. Castel, R. (2009). La metamorfosis de la cuestión social. Buenos Aires: Paidós. Carballeda, A. (2010). “La intervención en lo social como dispositivo. Una mirada desde los escenarios actuales”. Revista Abajo Social. 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En su ejecución participaron estudiantes, auxiliares docentes, graduados y profesores de las Facultades de: Humanidades y Ciencias de la Educación; Psicología y Trabajo Social (como Unidad Ejecutora). Los objetivos perseguidos en el espacio de capacitación y supervisión, eran: revisar conceptos gerontológicos e incorporar conocimientos teóricos y prácticos acerca del proceso psicosocial del envejecimiento y la discapacidad; desarrollar e incorporar herramientas para la gestión de las organizaciones; orientar actitudes y habilidades tendientes a favorecer la articulación y el trabajo interdisciplinario. El espacio de capacitación y la supervisión se extendió durante seis meses del año 2011 según lo pautado en la planiicación. La dirección del proyecto estuvo a cargo de la Magíster Paula Danel. Más mayores, más derechos 189 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) capacitación para comprender, a partir de las vivencias y experiencias cotidianas, de qué manera las visiones median en las intervenciones cotidianas de los trabajadores sociales. Los objetivos de la sistematización estuvieron direccionados en la búsqueda por producir un diálogo entre extensionistas y quienes ejercen la profesión en organizaciones que trabajan con Adultos Mayores, enriquecido desde la mirada antropológica y orientado a relexionar en torno a las intervenciones de los trabajadores sociales en el campo gerontológico. Introducir “lo hablado” por las/os trabajadores sociales, en relación a sus intervenciones cotidianas en el campo de la vejez persigue develar los sentidos puestos en juego en torno a los procesos de envejecimiento y vejez. Posar la mirada sobre “lo hablado” es un punto signiicativo en vistas a contribuir al debate pues “[…] la palabra, como comportamiento humano, signiicante del mundo, no solo designa a las cosas, las transforma; no es solo pensamiento, es praxis” (Ernani María Fiori, 2009: 23). Es decir, se funda la relexión de “lo hablado” entendiendo la palabra en tanto palabra y acción, construcción social e histórica. En este trayecto los interrogantes que guiaron el proceso intentaron vislumbrar ¿Cuáles eran algunas de las “miradas” explicitadas por los/as trabajadores sociales, en torno a la vejez y a esos “otros” con los cuales trabajan y que “corporizan” la misma? ¿Cómo esas “miradas” puestas en palabras inscriben límites y/o posibilidades en las prácticas de intervención profesional? De modo tal que, se tomarán como punto de análisis, las narrativas de los profesionales en relación a la vejez y a esos otros que corporizan la misma poniéndolos en tensión con las categorías analíticas que han servido de insumo relexivo para repensar las prácticas de intervención profesional en el campo, con la intención de plantear interrogantes, vislumbrar tensiones y extender desafíos. El presente focaliza en la temática de vejez especíicamente analizando aquellos aspectos que hacen a la dimensión etaria como estructurante de la práctica social. Este trabajo es un desarrollo analítico, enriquecido desde la mirada antropológica, que persigue analizar la vejez desde el reMás mayores, más derechos 190 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) conocimiento que los límites entre las edades responden a una construcción social. Complejizando la mirada de los procesos de intervención que los trabajadores sociales despliegan en torno a los mayores. En un primer momento se compartirán las nociones de vejez que aparecen arraigadas en los decires de los profesionales que participaron de la capacitación realizada en el marco del proyecto de extensión2. ¿Por qué resulta importante observar las nociones/conceptualizaciones de los profesionales sobre la vejez? Porque nos permitirá adentrarnos en las diversas perspectivas que dan cuenta del marco teórico metodológico que los profesionales ponen en juego. La dimensión teórico-metodológica3, en tanto una de las tres dimensiones presentes en el ejercicio profesional adquiere relevancia, porque el conocimiento es un medio de trabajo sin el cual el profesional no puede objetivar su labor. Estos conocimientos son fundamentales para analizar la realidad y al mismo tiempo –y como parte del mismo proceso–, establecer líneas de intervención profesional. Es decir, releja la manera en que los profesionales entienden las problemáticas cotidianas de las personas mayores y las intervenciones con ellas. Susana Cazzaniga (2001) plantea que la intervención profesional de los trabajadores sociales es la puesta en acto de un trabajo o acciones, a partir de una demanda social (solicitud de intervención), en el 2 Para dicha actividad se utilizó particularmente como insumos los trabajos prácticos que presentaron los participantes durante el segundo encuentro presencial de la capacitación. El objetivo de dicho trabajo práctico era, identiicar las deiniciones en torno a la vejez, que manejaban los profesionales y abordar a partir de la relexión individual y grupal las representaciones sociales que subyacen en los asistentes al curso, de modo tal de volver visibles los signiicantes sociales que se encuentran latentes cuando hablamos e intervenimos en el campo de la vejez. 3 Según Parra (a pesar de la diversidad) en todo ejercicio profesional se deben contemplar tres dimensiones inherentes e indisolubles entre sí: una dimensión teórico-metodológica, puesto que la profesión, y su intervención, se encuentra sustentada en una determinada concepción del mundo, de hombre y de sociedad, a partir de la cual se analiza la realidad social y se fundamenta una cierta práctica profesional. Una dimensión operativo-instrumental, es decir, a través de determinados instrumentos y técnicas se operativizan los fundamentos teórico-metodológicos. Y una dimensión ético-política, pues, las dimensiones antes mencionadas contienen determinados valores que, justamente, guían y orientan la intervención profesional y, por lo tanto, le otorgan una direccionalidad a la profesión (Parra, 2008: 9). Más mayores, más derechos 191 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) marco de una especiicidad profesional. Vista de esta manera, la intervención profesional presenta un aspecto necesario de destacar: su origen está atravesado por el lugar que esa profesión tiene asignado en el imaginario social. Esto es, la construcción histórico-social que de esa profesión se ha realizado: funciones, características, práctica, resultados esperados, etc. Asimismo la autora señala que para intervenir es preciso, comprender el por qué/respecto de que/para que se actúa. Es decir, siempre existe un anclaje teórico, el cual es necesario elucidar. Se vuelve imprescindible exponer las visiones y las categorías conceptuales desde donde se nombran los aspectos y los actores involucrados en la intervención. Para responder a “respecto de qué intervenimos” será necesario realizar el ejercicio de deconstrucción de las demandas, que en tanto profesionales estamos llamados a intervenir, ya que tal como plantea Carballeda (1997) “la intervención no es un episodio natural, sino una construcción artiicial de un espacio-tiempo, de un momento que se constituye desde la perspectiva de múltiples actores que se nos presentan” (Cazzaniga, 2009: 2). Es por ello que en un segundo momento, se propone desandar a “la edad” como una primera categoría analítica a tener en cuenta. ¿Por qué la edad? Porque es una categoría que en un primer momento no despierta interrogantes, es “natural” y se deine per se. Sin embargo los límites que dicha categoría establece responden a construcciones sociales. La vejez entendida como constructo posee connotaciones disímiles según períodos históricos y culturales, según el tipo de organización socio económica y política de cada sociedad y según el grupo social que se trate siendo consecuentemente variante, los valores predominantes, el modo en que se caracteriza y caracterizó a las personas mayores, las representaciones, los mitos y prejuicios circundantes, los roles asignados y la atención que se les prestó (y se les prestará) como colectivo. Por tal motivo, se considera esencial en un tercer momento, realizar una recuperación socio histórica de la vejez, como otro lineaMás mayores, más derechos 192 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) miento central. Dicha recuperación se torna un aporte indispensable para pensar los procesos de intervención profesional en la actualidad, permite en su devenir identiicar continuidades y rupturas en las formas de concebir e intervenir en la temática. Se propone recuperar por medio de un recorrido histórico (que no pretende ser exhaustivo) el interés, las concepciones, las visiones predominantes y las prácticas que en cada momento histórico, algunas de las diferentes sociedades, se han forjado en relación a la vejez y los sujetos envejecientes. Finalmente, a forma de conclusión el interés está centrado en pos de plantear interrogantes y extender desafíos a la luz del recorrido analítico trazado. esos “otros” que nombramos La noción de vejez, explicitada por los profesionales que participaron, aparece (mayormente) vinculada a la variable “tiempo”, recortando a la vejez en una etapa de la vida que se circunscribe a la edad cronológica. Se maniiesta que “el viejo es una persona de edad avanzada”, resaltando como hito fundamental la jubilación. Es decir según su entender el sujeto ingresa a la vejez al adquirir los años estipulados legislativamente para el retiro laboral. En este sentido y en palabras de Laura Irene Golpe, “la vejez, está asociada con la pérdida del capital de poder de los agentes sociales segregados por las marcas que deja el paso del tiempo, pero no como rito de inclusión, sino como un rito de segregación” (Golpe, 2003: 34. En Danel, P. y otros, 2011). Algunos profesionales maniiestan que en la actualidad “el anciano se encuentra como excluido, discriminado en términos de ser considerado inútil, como que ya vivió lo que tiene que haber vivido, se lo imagina en deterioro, con menos capacidades y más posibilidades de enfermar4” (registro de los participantes del proyecto). 4 Lo entrecomillado corresponde a las airmaciones vertidas en los talleres realizados en el marco del proyecto de extensión que se analiza. Más mayores, más derechos 193 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) En cuanto a las características atribuidas a esta “etapa de la vida” todos marcan la presencia de un cambio físico, psicológico y social, de transformaciones tanto en el cuerpo como en la afectación del tiempo, del cambio de diversas funciones y de los roles dentro de la sociedad, incluso dentro del mismo núcleo familiar. Tales “transformaciones” aparecen como si fueran patrimonio único de la vejez, no entrando en consideración que cambios y transformaciones se vivencian también en otras “etapas de la vidas” de un sujeto. En relación a ello, y anudado a las airmaciones de Golpe (2003) a diferencia de las transformaciones y cambios ocurridos en otros períodos asociados a una “percepción de apertura” al “mundo adulto y productivo”, las transformaciones acaecidas en este período, se encuentran relacionadas exclusivamente con “una percepción de clausura”. Al intentar describir dichas transformaciones visualizadas los profesionales centraron sus respuestas en torno a los cambios visibles en el cuerpo y en relación a la imagen. Entre los que mencionaron: los cambios corporales, los cambios en la expresión, la disminución de la vista, cambio en la marcha, la pérdida de cabello, la pérdida de audición, la disminución de la función genitora, la piel arrugada y el uso del bastón. Descripciones desde las cuales, puede inferirse, se realzan desde los parámetros de “normalidad”5. Parámetros que se esgrimen como tipo y valor. A esos cambios o transformaciones que los profesionales perciben, en todos los casos se le anudo una valoración, en donde “las posibilidades que el sujeto posee” es la variable que aparece como determinante. Señalándose como presentes y determinantes en relación a las “posibilidades” los factores 5 Retomando los dichos de Indiana Vallejos (2004: 20) “El concepto de normalidad es una invención de la modernidad, que se instaura como categoría que rige la mirada de los médicos, los educadores y los criminólogos a partir del siglo XIX. Como categoría se construye desde la negación, es una categoría inventada para conirmar lo propio e instalar el control, expulsar, aniquilar, corregir, censurar, moralizar, domesticar todo lo que excede sus propios límites, todo lo otro. […] la normalidad es un concepto que permite establecer demarcaciones entre lo uno mismo y lo otro […] se construye como categoría de señalamiento”. Más mayores, más derechos 194 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) culturales, geográicos y sociales, casi siempre leídos en clave de acceso individual a recursos materiales y a servicios y prestaciones. Frecuentemente se hizo mención a que “la vejez es un fenómeno biológico de progresivo deterioro”. Desde dicha concepción biológica, la vejez aparece asociada y vinculada casi exclusivamente a la enfermedad. Aunque los profesionales reconocen que no todos los adultos mayores padecen enfermedades, registran en su desempeño cotidiano que la mayoría de los viejos (con los cuales trabajan) “padecen” algún tipo de enfermedad y que la demanda a la cual son llamados a intervenir, generalmente se encuentra contorneada por dicha situación. Reconociendo como actitudes y características propias y exclusivas de la vejez las “actitudes de padecimiento, en relación a problemas de salud” y la medicalización: “la mayoría de ellos se encuentran medicalizados”. La vejez en tanto percibida como enfermedad adquiere inexorablemente un valor negativo6. Asimismo, un número importante de profesionales coinciden en considerar a ese “período de la vida” como un momento asociado a la debilidad, pasividad e indefensión. Explicitándose, por ejemplo, que el adulto mayor vuelve a ser niño habida cuenta que se presenta demandante, necesita más atención y contención. Se indica que “se lo considera alguien vulnerable, posible de robar, aprovechar”. En cuan6 En función a esto, me resultó interesante resaltar los dichos de Conrad (1982). El autor sostiene que la enfermedad y los morbos son construcciones humanas, no existen sin que alguien los reconozca y deina. El mismo entiende por Morbo a un proceso destructivo especíico en un organismo, con causas y síntomas igualmente específicos, frente a lo cual, a veces, lo que se considera morbo es simplemente apartarse de la salud. Es decir, que entran en juego las signiicaciones que el hombre da voluntariamente a ciertas condiciones, de modo que no hay ni enfermedades ni morbos en la naturaleza. Según el autor utilizamos los fenómenos bio isiológicos como base para etiquetar una condición u otra. El hecho de que haya acuerdo general sobre que constituye una enfermedad en realidad no cambia nada. Como juicios sociales, plantea el autor, las enfermedades son juicios negativos, siendo como condición indeseable. Por lo cual, llamar a algo enfermedad en la sociedad humana tiene consecuencias independientemente de las condiciones biológicas del organismo. La diagnosis médica afecta el comportamiento de las personas, las actitudes que adoptan ante sí mismas y las que los demás adoptan frente a ellas. Es decir que “la enfermedad es una construcción social basada en el juicio humano de cierta condición existente en el mundo, de cierta forma igual que la belleza, depende del espectador”. Más mayores, más derechos 195 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) to a algunas de las características descritas que dan sustento a dichas airmación, los profesionales narran que “una de las características de los adultos mayores es la diicultad en el desplazamiento”, remarcándose en relación a ello que “[…] les cuesta reconocer y aceptar que necesitan acompañamiento de un otro porque su motricidad, ya no es la misma que hace algunos años atrás” (registro de taller). Algunos profesionales reconocieron a las personas mayores como egoístas, con posturas negativas, pesimistas, demandantes, agresivas e insatisfechas. Se señalan la negatividad en el juego o el humor, como dos de las actitudes que más se observan. Sin embargo ante esto, uno de los profesionales explicita “[…] No todos son iguales hay algunos viejitos piolas”. La mayoría de los profesionales detalla como presente en las personas mayores un diálogo dirigido al pasado, a la soledad y a las enfermedades. Se distinguió entre el envejecimiento mental, intelectual y espiritual del físico, marcando como impronta que “este envejecimiento (se reieren al mental, intelectual y espiritual) no está directamente asociado a la edad”. Se subrayan en este sentido apreciaciones tanto negativas “el viejo es una persona de edad avanzada, que es viejo por el mal humor, porque se vive quejando y se la pasa dando discursos”, como positivas “sin embargo algunos de los adultos mayores son personas activas, optimistas, que disfrutan de la vida, joviales, vigorosas, creativas y fuertes”. Es interesante aquí mencionar que las percepciones positivas en relación a las personas mayores, nuevamente se encuentran puntualizadas en relación a la posesión de modos propios de valores y atributos socialmente atribuidos a la juventud. Es decir, pareciera ser más óptima aquella vejez que no se aleja de los estándares adultos/juveniles. Simultáneamente, se indica que en general se piensa que la vida ya está cumplida y que no hay mayores expectativas por delante. Se pone de tal forma en maniiesto las ideas de initud de la vida, lo que nos remite a pensar que cuando hablamos de vejez se hace alusión irremediablemente a la caducidad de la vida y a las representaciones, mitos y creencias que hemos construidos en relación a este momento vital. Más mayores, más derechos 196 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Es signiicativo destacar que solo uno de los profesionales mencionó que las características y cualidades de las personas mayores son disímiles y que según su parecer están directamente relacionadas con su historia de vida y personalidad, el cual explicitó En principio pienso no en la vejez sino en que lo que existen son vejeces, creo que la vejez como sustantivo no existe sino que lo que existe son diversos modos de envejecer. Cada persona transita particularmente un proceso de envejecimiento, hablando de proceso de envejecimiento desde el punto de vista de las transformaciones que se ponen en juego en la subjetividad de cada sujeto… Por último, fue posible recuperar que la noción de vejez y sus implicancias respecto al género aparecen contempladas solo en las mujeres profesionales. Cuando se hace mención a ello, las mismas expresan una diferenciación entre las “viejas de antes” y las “viejas de ahora” aunque prevalece la noción de la mujer como puramente ocupada de la reproducción familiar, marcando que la vejez es un momento en “el que el cuidado de los hijos no demarca tanta atención y por ello facilita emprender otras actividades”. Como puede apreciarse se desprenden de las concepciones explicitadas por los profesionales, una mirada homogeneizante de la vejez, desconociendo en su gran mayoría la heterogeneidad en las formas de envejecer y la multiplicidad de elementos operantes; cubriendo de un manto de naturalidad el posicionamiento adoptado en relación a la concepción de dicho colectivo. Bajo estas concepciones imperantes la vejez pareciera estar dotada de una existencia propia, externa y anterior al sujeto que la porta. Relacionado con el punto anterior, se expresan en los decires de los profesionales, con marcado peso las representaciones negativas propias del estereotipo construido en el marco del modelo social hegemónico. Construcción atravesada por mitos y estereotipos, que son matriz de violencia y exclusión y sustento de argumentaciones que siMás mayores, más derechos 197 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) túan a los adultos mayores como “Objetos de cuidado y/o asistencia” que pasivizando a los mismos y atentando en pos del reconocimiento de los mismos en tanto sujetos históricos y de derechos. la edad como categoría analítica Variadas y frondosas son las producciones que deslindan conceptualizaciones en torno a la vejez. Distintas disciplinas, desde diversas regiones y en variados momentos históricos orientaron sus trabajos en pos de deinir qué se entiende por vejez y envejecimiento7. Por lo tanto, responder a: ¿qué entendemos por vejez? No es una tarea sencilla. Para superar esta primera diicultad en busca de establecer puntos de partida, es relevante poder desandar a “la edad” como una primera categoría analítica necesaria de tener en cuenta. ¿Por qué la edad? Porque es una categoría que en un primer momento no despierta interrogantes, es “natural” y se deine per se. Si uno busca en diccionarios la palabra edad tiene su origen en el latín aeta y es un vocablo que permite hacer mención al tiempo, es deinida como “tiempo transcurrido desde el nacimiento: un niño de corta edad”, como “duración de la vida” o como “duración de una cosa material”, como “cada uno de los períodos de la vida”. Ahora bien, todos hemos nacido y todos “portamos” edad cronológica, pero la característica esencial que se resalta aquí es, que la edad se inscribe como un demarcador de límites, anudada al tiempo. Como señala Edmund Leach (1978), cuando empleamos símbolos (verbales o no verbales) para distinguir una clase de cosas de otras, estamos creando límites artiiciales en un campo que es “por naturaleza” continuo, por lo tanto esta noción de límite exige relexión. Aquí hacemos mención al envejecimiento individual y/o personal y no al envejecimiento poblacional o demográico. Este último, se reiere especíicamente al proceso de transformación de la estructura de edad de una población, por la cual aumenta la población en edades avanzadas. 7 Más mayores, más derechos 198 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Como se puede constatar en varios estudios antropológicos, la edad ha sido considerada, junto con el sexo, como un principio universal de organización social. Como uno de los aspectos más básicos y cruciales de la vida humana. Carles Feixa, en su libro Antropología de las edades sostiene que […] Todos los individuos experimentan a lo largo de su vida un desarrollo isiológico y mental determinado por su naturaleza, y todas las culturas compartimentan el curso de la biografía, en períodos a los que atribuyen propiedades, lo que sirve para categorizar a los individuos y pautar su comportamiento en cada etapa. Pero las formas en que estos períodos, categorías y pautas se especiican culturalmente son muy variadas. (San Román, 1989: 130. En Feixas, 1996) Por tanto una de las claves de la aproximación antropológica a la edad, es su consideración como constructo modelado por la cultura8, posicionamiento que posibilita la comprensión del carácter relativo de la división de las edades “cuya terminología es extraordinariamente cambiante en el espacio, en el tiempo y en la estructura social” (Feixa, 1996: 02). Asimismo, la edad se conigura como matriz de una serie de distinciones que marcan diferencias conceptuales necesarias de ser reconocidas. Primeramente ha de tenerse en cuenta que la edad como condición natural no siempre coincide con la edad como condición social (Bernardi, 1985: 1. En Carles Feixa,1997). Esta distinción supone comprender que la edad como condición social asigna una serie de estatus y de roles desiguales a los sujetos. 8 La cultura es las tramas de signiicación en las que el hombre está inserto y que él mismo ha producido, “es ese entramado, esa urdidumbre” (Geertz). Consiste en estructuras de signiicaciones socialmente establecidas a partir de las cuales las personas hacen cosas, perciben el mundo que lo rodea y lo interpretan. Supone modos compartidos de signiicar, de otorgar sentido que son propios de contextos socio históricos especíicos y proveen orientaciones para la acción (Magdalena Felice, 2011). Más mayores, más derechos 199 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Seguidamente es marcada la distinción que refiere a la edad psicológica entendida como la medición del desarrollo cronológico de un individuo desde su nacimiento hasta el presente y la edad estructural conceptualizada como la capacidad del individuo para desarrollar ciertas actividades sociales, lo que se traduce en ritos de paso como la iniciación o en lindes legales como la mayoría de edad o la jubilación. Otra contraste reseña a la edad como ciclo vital el cual marca los grados de edad por los cuales han de pasar los miembros individuales de una cultura y la noción de generación que indica el modo en que se agrupan a los individuos según las relaciones que mantienen con sus ascendientes y sus descendientes y según la conciencia que tienen de pertenecer a una cohorte generacional. Por último, debe diferenciarse la edad como imagen cultural, noción que contempla la atribución de un conjunto de valores, estereotipos y signiicados a los sujetos portadores. Por lo tanto, retomando la airmación en la relexión de Feixa, es posible aseverar que así como no son universales los períodos en los que se dividen el ciclo de vida, menos aún lo son los contenidos culturales que se le adjudican a cada uno.9 Tal cual señala Sandra Huenchuan Navarro, se marca como impronta la distinción de una dimensión cronológica en la deinición de vejez y la construcción cultural que opera en tal deinición, comprendiendo que los límites de las edades responden a una construcción social. Por ende, la vejez como proceso vital es producto de una serie de factores que interrelacionados adquieren valor diferencial según el contexto [...] siendo en este sentido, construido el concepto de viejo como un producto de la representación más o menos positiva, que formula cada sociedad, en función de sus valores y del modelo que 9 Desde el punto de vista antropológico, el concepto de vejez, al margen de la relación directa con la edad cronobiológica o natural de cada individuo, está intrínsecamente determinada por el proceso de producción, por el consumo de determinada tendencia y también los ritmos vitales impuestos por la sociedad (Fericgla: 70-71. En Sandra Huenchuan Navarro, 1998). Más mayores, más derechos 200 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) establece para hombres y mujeres es decir a “ la construcción social del viejo” o el modo en que culturalmente se caracteriza al colectivo de los viejos en una sociedad determinada o grupo social (Martínez, M. R. y otros, 2008). Reforzando lo expuesto hasta el momento, Lourdes Pérez Ortiz (1997) distingue a las categorías “edad” y la “estructura social” como las dos grandes dimensiones posibles de ser utilizadas para relejar la existencia material y conceptual de la vejez en tanto fenómeno social. La misma sostiene que: la edad y la estructura o sistema social […] representan dos caras de la misma moneda. Por un lado, la edad es entendida como la gran variable estratiicadora u ordenadora que permite comprender la vejez y, por el otro, la sociedad y sus reglas imponen pautas de comportamiento y de conducta creando la vejez. Por tanto, existiría el concepto de edad (y por lo tanto de vejez porque la estructura social lo desea) […] Como estas dos fuentes actúan simultáneamente, la edad existe en una determinada sociedad y la sociedad se articula en función de las edades. Es decir, edad y sociedad se contienen una a la otra delimitando el terreno donde surge con propiedad el fenómeno social de la vejez. (Pérez Ortiz, 1997: 21) Analizar la vejez bajo esta perspectiva posibilita complejizar la mirada atentos a los procesos de intervención social, establecer el modo en que se expresa el ser viejo en cada momento y lugar (Martínez, M. R. y otros, 2008) dando cuenta de los límites sociales y cronológicos como arbitrarios sociales. Posibilita contemplar una variedad de facetas que en ella se anudan, ante lo cual no es preciso solo dar cuenta del paso del tiempo cronológico sino también reconocer presentes aspectos isiológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos y culturales. Más mayores, más derechos 201 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Los sujetos envejecientes experimentan cambios psico físicos y sociales derivados de esta etapa de la vida. Estos cambios se encuentran enlazados a la idea de proceso, proceso de envejecimiento10 que se pueden reconocer desde tres dimensiones anudadas: la psicológica11, la biológica12 y la socio cultural13. Este proceso se inicia junto con la vida y forma parte del propio devenir. A cada persona le aguarda una vejez peculiar, así como fue singular su El proceso de envejecimiento es “un proceso dinámico y multidimensional que opera a lo largo de la vida de los seres humanos y se encuentra influido por diversos factores endógenos y exógenos por sobre las personas […]” (Paola Jorge, 2011). Entenderlo de tal forma implica aceptar por lo menos dos cuestiones. Primero, que dicho fenómeno no comienza cuando las personas cumplen cierta edad (en el caso argentino, se adoptan los 60 años como límite inferior para hablar de población Adulta Mayor, según la recomendaciones del INDEC) sino que comienza desde la concepción y se desarrolla durante todo el transcurso de la vida y como segundo punto “implica aceptar que el mismo no es una enfermedad, ni un error evolutivo, sino un proceso con múltiples resultados. La vejez entonces es tan heterogénea en sus manifestaciones unitarias como los seres humanos sujetos a las mismas” (Paola Jorge, 2011). En relación a la dimensión psicológica Petriz señala que la vejez es un proceso 11 de elaboración y resigniicación de la historia de investiduras, que conmocionan las estructuras constitutivas (narcisística, edípica y proyecto identiicatorio), e implican transformaciones en la subjetividad. Constituiría entonces uno de los temas relevantes en este momento de la vida la redistribución de la libido, dado que es característico de este momento la perdida de los lugares u objetos en que se había colocado la libido como ser el trabajo, los hijos, la pareja, por ejemplo. Así resulta que este sujeto se ve nuevamente enfrentado a la necesidad de realizar duelos. En la vejez se realizan tres duelos, los cuales son: el duelo por la pérdida del cuerpo erótico adulto (genitalidad como estructurante, ya que en la vejez la sexualidad caduca como estructurante), duelo por la identidad adulta (potencia, funciones desempeñadas y logradas, por ejemplo jubilación, cambio de activo a pasivo), duelo por la pérdida de objetos (muerte o migración). 12 Desde el punto de vista biológico, Birren y Renner sostienen que “el envejecimiento se refiere a los cambios regulares, que ocurren en los organismos maduros, genéticamente representativos que viven bajo condiciones ambientales representativas y que se presentan con el avance de la edad cronológica” (Salvarezza, 2000). 13 En cuanto a esta dimensión los aportes son complejos y múltiples, pero básicamente es necesario tener en consideración que cada tipo de sociedad produce “su proceso de envejecimiento”, como así también sustrae de los mismos los aspectos que considera “patológicos”. Pero sin perder de vista que este proceso no es idéntico para cada persona que lo transita, pues “surgen diferencias según la clase, el nivel educativo, la autonomía personal, el género, las cargas de trabajo y los problemas vitales” (Paola Jorge, 2011), el acceso a los recursos, entre otros. 10 Más mayores, más derechos 202 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) historia vital. Las personas somos sujetos y como tales poseemos determinados atributos –algunos compartidos– y otros personales. Tenemos cosas en común con toda la sociedad en la cual vivimos, pero también con la generación a la que pertenecemos, compartimos con grupos de pertenencia, la clase social. Por último, poseemos atributos que nos son propios y que de alguna manera se construyeron en nuestra trayectoria de vida. Todos somos sujetos individuales, pero también sociales e históricos porque vivimos y nos relacionamos con otros, porque nuestra existencia transcurre, la producimos y reproducimos en un período de tiempo específico del devenir de la humanidad. Entonces, la edad cronológica no presenta ambigüedades, una persona cumple años todos los años. Sin embargo no sucede lo mismo con la “condición de vejez” cuyo significado ha variado y continuará modificándose pues varía en un momento histórico, de una cultura a otra, de una región a otra, de un país a otro y dentro del mismo país la salud, la situación económica, social y familiar y sus implicancias para las personas mayores son claramente diferenciables según la clase social, el género y la etnia y su lugar de residencia. Variando los tiempos de los sujetos envejecientes, el disfrute sexual, los roles y funciones desempeñadas, el ocio, las relaciones intergeneracionales establecidas, la presencia de enfermedades, sus formas y efectos, las causas de muerte, etc. (Aranibar Paula, 2001). Por lo tanto, y en correspondencia al planteo de Sandra Huenchuan Navarro, se puede afirmar que el acceso a recursos, las oportunidades y las posibilidades de disfrute son disímiles entre los sujetos envejecientes, ya que las diferenciaciones sociales –tales como género, clase social y etnicidad– operan, si se les relaciona con la edad y la estructura social, en un tiempo histórico determinado, configurando la heterogeneidad del envejecimiento en general y de los viejos, en particular, denotando la presencia de “vejeces”. Más mayores, más derechos 203 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) recuperando la construcción socio histórica de la vejez que heredamos desde el occidente14 Hacia fines del siglo XVII se inicia un extraordinario empuje demográfico que es acompañado por tres sucesos que durante el siglo XIX transformaron la sociedad europea: la revolución industrial, la urbanización y la aparición y el desarrollo del proletariado como nueva clase. Asimismo, según Le Bretón entre los siglos XVI y XVII nace el hombre de la modernidad: un hombre separado de sí mismo, “objetivamente diferenciado del resto de los Hombres, convertido en individuo […]” (Le Bretón, 2002: 56). Correlativamente, “[al plantearse como individuo] […] la separación que ordena entre él y su cuerpo es típica de un régimen social en el que el individuo prima por sobre el grupo” (Le Bretón, 2002: 61). Vinculado a este naciente individualismo, es decir emparentado con el debilitamiento de los lazos entre los sujetos y el aspecto más voluntario de los contactos, con el aumento de la vida privada opuesta a la vida pública, emerge en el siglo XVI, un sentimiento nuevo: la curiosidad. Esta hace posible observar nuevamente “el deslizamiento del cuerpo fuera de la persona y su caracterización con fin en sí mismo” (Le Bretón, 2002: 57). Este movimiento convierte al saber del cuerpo en el patrimonio más o menos oficial de un grupo de especialistas protegido por las condiciones de racionalidad de su discurso [de tal forma que] […] el divorcio respecto del cuerpo dentro del mundo occidental remite históricamente, a la escisión entre la cultura erudita y lo que queda de las culturas populares, de tipo comunitario. (Le Bretón, 2002: 60-61) 14 Por una cuestión de extensión del presente artículo se hará una puntualización general. Para profundizar se puede consultar con las autoras. Más mayores, más derechos 204 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Aparecen, por lo tanto, dos visiones del cuerpo opuestas. Una lo desprecia, se distancia de él y lo caracteriza como algo de materia diferente a la del hombre que la encarna; se trata, entonces, de poseer un cuerpo; la otra mantiene la identidad de sustancia entre el hombre y el cuerpo; se trata entonces de ser el cuerpo. (Le Bretón, 2002: 60) Durante los siglos XVII y XIX el liberalismo como paradigma llegó a imponerse a través de las llamadas “revoluciones burguesas”15 posibilitando el desarrollo “natural” de la economía de mercado y el ascenso progresivo del capitalismo. Estas transformaciones resultaron nefastas para los viejos pertenecientes a la clase proletaria, pues en condición de obrero y asalariado, con el avance de los años no se encontraban en condiciones de seguir produciendo, siendo su destino la muerte prematura o la extrema miseria16. Finalmente, en el último cuarto del siglo XIX se marca la transición del capitalismo competitivo al capitalismo de los monopolios o fase imperialista. En esta fase las representaciones, ideas y valores presentes alcanzan un creciente y marcado desprestigio de la vejez, de modo tal que los viejos se convierten en objeto de representaciones sociales con un marcado tinte negativo. En esta “era” la admiración hacia el cuerpo joven, productivo, esbelto, vigoroso y bello, el culto a la moda, la exaltación de la imagen y la celebración de lo efímero y desechable se esgrimen como deseables y rentables para el mercado. Concordantemente, el estereotipo de Hombre impulsado por el mo- 15 De la que se identiica como paradigma a la Revolución Francesa, pero que no fue ni la primera ni la única, ya que deben mencionarse también la Revolución de 1688 en Inglaterra y la Revolución en Norteamérica que concluyó con la Declaración de Independencia de Estados Unidos, en 1776. 16 La literatura del siglo XIX, en conjunto, consideró la vejez con un criterio realista. Los novelistas se esforzaron por trazar un cuadro completo de la sociedad y describen a los ancianos pertenecientes a las clases dirigentes y las pertenecientes al resto de las capas sociales. En los obras de los novelistas rusos casi no se encuentran viejos obreros puesto que en realidad en el proletariado era difícil llegar a viejo, pero las iguras de los viejos campesinos son numerosas (María Paz Martínez Ortega, 2002: 44). Más mayores, más derechos 205 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) delo político-económico hegemónico supone resaltar la igura de una persona joven, activa y partícipe del mercado de consumo17. En tal sentido es ilustrativo y preciso el resumen de la valoración negativa de la vejez que aporta Matras (1990). El autor señala los siguientes rasgos como característicos de dicha valoración: físicamente disminuido, mentalmente deicitario, económicamente dependiente, socialmente aislado y con una disminución del estatus social. Se fomenta así, una imagen del Adulto mayor que lo representa como inútil y enfermo, a la que se suman otras características sumamente negativas. Se parte del supuesto de que el viejo tiene una afectividad gastada, aplanada, que siente menos, que tiene una mayor diicultad de comunicación que no logra comunicarse espacialmente con las otras generaciones. Se le adjudica una incapacidad para adquirir nuevas habilidades, una menor inteligencia, una mayor propensión a la enfermedad, una menor creatividad y una ausencia de sexualidad. (Zafaronni, 2004: 125-126) Estas visiones estereotipadas son representadas en mitos y prejuicios18. Entre los cuales según Carbajo Vélez, M. C. podemos encontrar: • los mitos optimistas e idealizados sobre la vejez, son aquellos que sobrevaloran esta etapa vital, la describen y nominan como la edad de oro y suponen que la persona mayor queda liberada de pasiones e impulsos juveniles irracionales, alcanzando plena libertad, sosiego en el ocio y paz. Se considera En palabras de Iamamoto, el proceso capitalista de producción da cuenta de la manera de los hombres de producir y reproducir las condiciones materiales de la existencia humana y las relaciones sociales a través de las cuales realizan la producción. En este proceso se reproducen las ideas y representaciones que expresan estas relaciones y las condiciones materiales en las cuales se producen, encubriendo el antagonismo que las permea. De tal forma que creara sujetos y exaltará valores y principios eicientes a sus intereses. 18 Esos estereotipos y creencias tradicionales, y a la vez contemporáneos, son tanto positivos o idealizados como negativos aunque predominan más los estereotipos negativos. Pero, la mayor parte de ellos son erróneos. 17 Más mayores, más derechos 206 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) asimismo que la experiencia acumulada por los años, aportan a la persona mayor discreción, prudencia y juicio. • Los biológicos que versan en que la consideración médica sobre la vejez ha incidido en la concepción del envejecimiento como involución y senilidad19. La equiparación de vejez y persona mayor con senilidad contribuye injustamente a concebir la vejez como etapa vital cargada de achaques físicos, con abundancia de enfermedades y trastornos psicoisiológicos y, por lo tanto, como etapa necesitada de permanente asistencia médica en hospitales y residencias de personas mayores. Esta perspectiva también reseña la vejez como última etapa de la vida, resaltando la cercanía de la muerte. • En relación a los psicológicos, los estereotipos negativos construidos señalan que en la vejez se produce un deterioro y declive de los recursos psicológicos sensoriales, memorísticos, cognitivos y atencionales, entre otros. Sobre este mito se asientan las visiones que adjudican, a los Adultos Mayores, actitudes de aislamiento intimista, de depresión, de rigidez en los comportamientos, de los cambios de humor injustiicados. • Finalmente desde el punto de vista social/negativista de la vejez, se señala que se incurre en connotaciones de inutilidad, aislamiento, improductividad y desvinculación de la persona mayor respecto a los intereses sociales y relacionales comunitarios. También, se menciona que con frecuencia se insiste en equiparar vejez con etapa de la jubilación. Esta entendida generalmente como deicitaria en recursos económicos, lo cual ha acentuado la imagen peyorativa que suele rodear a la igura de la persona mayor relacionándola directa e unívocamente a pobreza, asilo, abandono y soledad. El modelo médico hegemónico, conceptualizo, a los cambios biológicos ocurridos en la vejez, casi en forma general, en términos de déicit e involución acentuando la percepción de la vejez como un proceso degenerativo y de decrepitud (Ver Paola, J., 2001). 19 Más mayores, más derechos 207 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Estos mitos y prejuicios postulan visiones optimistas e idealizadas sobre la vejez o por el contrario resaltan aspectos negativos y peyorativos (que son los más comunes), sin embargo ambos diicultan el envejecer y limitan los procesos de inclusión de los adultos mayores en la sociedad. En resumen, en cuanto al sistema de concepciones que más abundan en nuestro presente, es posible señalar que los mismos se expresa en nuestra realidad en discriminaciones y prejuicios excluyentes; matriz de violencia estructural, generacional, política y cotidiana en la que se encuentran los expuestos Adultos Mayores en nuestro país20 (Danel, P., 2008: 2). Concluyendo Si retomamos lo trabajado, es posible trazar un recorrido analítico que parte de entender que no todas las personas envejecen de idénti- 20 “La violencia estructural se encuentra vinculada a la desigualdad social, es decir a la distribución desigual de la riqueza socialmente producida. La mayoría de las personas mayores que perciben algún beneicio previsional, es con el haber mínimo, por lo que no cubren sus necesidades básicas, no supera la línea de pobreza, lo cual los ubica en un lugar de vulnerabilidad”. Y aquí podríamos incluir el concepto de violencia generacional que trabaja Laura Golpe “entendemos la violencia generacional hacia los viejos como la forma de dominación naturalizada, que se ejerce sobre estos agentes singulares argumentando las huellas del cuerpo, el egreso de la estructura productiva, el debilitamiento de sus potencialidades y deseos, la caducidad de sus saberes, o la obsolescencia de su estilo de vida, o la vulnerabilidad de su salud para la asignación de servicios sociales”. Por otra parte, y retomando lo expuesto por Mariano Barberena, en Argentina se produjo un proceso de invisibilización de los adultos mayores sin cobertura previsional. Este sector de la ciudadanía ha quedado soslayado y negado tras el proceso de nominar a todos las personas mayores como jubilados. Este último señalamiento se podría vincular al ejercicio de la violencia política, ya que los mayores no logran inscribir en la agenda pública sus necesidades como plausibles de ser abordadas y/o solucionadas. Y si pensamos especíicamente en los adultos mayores que se hallan institucionalizados podríamos airmar que están expuestos a la violencia cotidiana, entendiendo que este concepto “hace referencia no solo a aquellas condiciones estructurales de sufrimiento vinculadas a la pobreza sino también a la coerción y a la opresión ligadas a la desigualdad de poder y de género, las que en conjunto se imponen en la vida diaria de determinados conjuntos sociales, promoviendo la corporización de sus efectos” (Danel, P., 2008: 2-3). Más mayores, más derechos 208 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) ca forma, existe una distribución desigual y diversa de las formas de envejecimiento (Danel, Paula, 2007) ante lo cual es más pertinente deinir a la vejez, como un entrecruzamiento particular y subjetivo de cada ser humano y su propia historia; proceso singular sujeto a la trayectoria vital (de aquel que porta los años) y a las variables histórico sociales más amplias. De forma tal que, si bien la edad cronológica no presenta ambigüedades, la “condición de vejez” ha sido signiicado de forma variable (y continuará modiicándose) de acuerdo al momento histórico, la cultura, según se trate de una región u otra. También variará de un país a otro y dentro del mismo país será posible encontrar variaciones claramente diferenciables según la clase social, el género, la etnia y su lugar de residencia. En cuanto a las formas de concebir a la vejez es posible remarcar que a lo largo de la historia se esgrimió una visión pesimista de la misma. Visión que entendió a la vejez, a rasgos generales, como un estado deicitario que llevaba consigo pérdidas [diversas] signiicativas e irreversibles. Este sistema de concepciones tiene una línea de continuidad hasta la contemporaneidad. Continuidad que se vislumbra en relación a la mirada estereotipada de la vejez y se expresa en discriminaciones y prejuicios excluyentes; matrices de violencia estructural, generacional, política y cotidiana en la que se encuentran los expuestos Adultos Mayores en nuestro país (Danel, P., 2008: 2). En cuanto a las intervenciones en relación a los viejos, que los diferentes actores han desplegado a lo largo de los tiempos, también es posible referenciar rupturas y continuidades. En el capitalismo naciente (si bien la Iglesia no pierde el lugar privilegiado de atención caritativa) los viejos pasan a formar parte del indiferenciado contingente de diferentes, que son controlados y administrados por los Estados como “objeto de asistencia”. En la edad contemporánea el Estado toma para sí la administración de las manifestaciones de la cuestión social y lo hace de manera fragmentada, parcializada, aprehendida como problemáticas particulares y operacionalizadas a través de una batería de “políticas sociales”. En el caso argentino, dichas políticas en Más mayores, más derechos 209 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) relación personas mayores serán pensadas e implementadas mayoritariamente desde la seguridad social y el ámbito de la salud. A partir de los 90, las políticas sociales de corte neoliberal que se implementan en nuestro país, inscriben las respuestas dadas a la vejez, en un doble movimiento dinámico, entrelazado y complejo que instala a los viejos (en tanto población objetivo) como “objeto de cuidado”, de “medicalización” y de “protección/tutela” al mismo tiempo que, en consonancia con la tendencia mercantilizadora, los instituye como un “mercado rentable”. Ahora bien, los contextos y los escenarios cambiantes caracterizan a nuestras sociedades en las últimas décadas y marcan una serie de interrogantes en lo que respecta a la intervención en lo social. Coincidiendo con Carballeda, manifestamos que las nuevas expresiones de la cuestión social son caracterizadas por una complejidad que remite tanto a los aspectos objetivos como subjetivos de los problemas sociales. Puede decirse que las problemáticas sociales complejas son transversales, y abarcan una serie de diicultades que se expresan en forma singular en la esfera del sujeto. Reclaman intervenciones desde diferentes ámbitos, lo que implica nuevos desafíos para las posibilidades de la interdisciplina y podríamos agregar lo intersectorial. Pareciera que cada caso, cada momento de intervención requiere un proyecto para construir a partir de la diversidad de ese “otro”, y se observa la necesidad de su palabra, su comprensión y explicación del problema como forma de aproximación. Ahora bien, si a la luz de estos antecedentes entrecruzamos lo explicitado por los profesionales del Trabajo Social, es posible señalar continuidades en torno a las percepciones y concepciones de vejez explicitadas por la mayoría de los profesionales. Prima una mirada homogeneizante de la vejez que obtura la posibilidad de elucidar la heterogeneidad en las formas de envejecer y la multiplicidad de elementos operantes; cubriendo de un manto de naturalidad el posicionamiento adoptado en relación a la concepción de dicho colectivo. Apareciendo entonces la “vejez”, como dotada de una existencia propia, externa y anterior al sujeto que la porta. Emerge una construcMás mayores, más derechos 210 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) ción conceptual carente de mediaciones, situación que encuadra la intervención desde una comprensión de la “vejez” entendida como problemática en sí misma. Es decir, pareciera ser que el problema de los viejos es la vejez. Relacionado con el punto anterior, se expresan con marcado peso (en los decires de los profesionales) las representaciones negativas propias del estereotipo construido en el marco del modelo social hegemónico. Construcción atravesada por mitos y estereotipos, que como fue mencionado son matriz de violencia y exclusión a la vez que (en el mismo movimiento) pasivizan a las personas mayores y atentan en pos del reconocimiento de los mismos, como sujetos históricos y de derechos, situándolos contrariamente como “objetos de cuidado y/o objetos de asistencia”. El superar estos obstáculos, en vista a procesos de intervención destinados a generar abordajes territoriales que aporten al ejercicio de ciudadanía y al mejoramiento de la calidad de vida de los viejos, nos incita a realizar el esfuerzo por ubicarnos en una posición que implique una ruptura con el sentido común, que apunte a superar lo evidente más allá de sus manifestaciones inmediatas y los significados socialmente construidos acerca de una situación o grupo en particular. Para tal acción reviste suma importancia [a modo de puntapié inicial] poder alejarnos de las concepciones que nos guían hacia interpretaciones que circunscriben a la vejez como un problema en sí, construyendo y reinscribiendo, junto a los sujetos a partir de la escucha, los problemas y las soluciones posibilitando la puesta en escena de la singularidad del sujeto que “demanda” dando lugar a la ruptura con respuestas que homogenizan. Es decir, en la intervención con las personas mayores se torna fundamental la ruptura con prácticas profesionales signadas por una mirada homogeneizante y tutelar, que se sostienen en la exaltación de los valores morales y humanitarios disociándose de los procesos particulares y de las trayectorias de vida de los sujetos concretos en pos de implementar propuestas estandarizadas que aún hoy perduMás mayores, más derechos 211 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) ran fuertemente en el ejercicio profesional. En este sentido, es fundamental poner en tensión las implicancias de dicha práctica en el campo de la vejez, interrogándonos sobre el lugar que adquiere el Adulto Mayor en la elaboración de los procesos de intervención. Es necesario interpelarnos sobre la cuestión ética de las prácticas de Trabajo Social y la imperiosa necesidad de reconocer al “otro” como sujeto histórico y de derecho. Asimismo, teniendo en cuenta que en Argentina la atención hacia la población mayor se estructuró y se privilegió desde el ámbito de la salud y el nexo unívoco que se establece según lo expresado por la mayoría de los profesionales entre vejez y enfermedad, será vital en nuestras intervenciones poder desandar el binomio salud/enfermedad desde la idea de proceso que en tanto dinámico, complejo y contradictorio, se estructura más allá de la existencia de un hecho mórbido diagnosticado como enfermedad. Es a partir del cuestionamiento de dichas prácticas que podemos elaborar una propuesta que tienda a tomar en cuenta al “otro”, que busqué traducir la demanda con el “otro”, aportando en el proceso de toma de decisiones en consonancia con sus intereses. Las narrativas de los trabajadores sociales invitan a pensar que la profesión solo podrá ser comprendida en tanto inserta en espacios sociales singulares con atravesamientos estructurales. Esto implicará en términos analíticos la generación de conocimientos teóricos que permitan comprender una sociedad compleja, con viejos y nuevos problemas que le asignan un nivel de complejidad y transformación de valores y necesidades. Reconociendo la transformación de los actores y la presencia de nuevos agentes que se incorporan y que ponen en cuestión los modos y concepciones de la matriz de intervención tradicional. En el mismo movimiento, nos insta a relexionar en torno al espacio ocupacional, introduciendo en la discusión, las transformaciones operadas en el mercado del trabajo y las consecuencias que las mismas han tenido sobre las condiciones de trabajo de los trabajadores sociales, en tanto elemento que entrecruza estructura y condiciona toda práctica profesional. Más mayores, más derechos 212 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) En este sentido los esfuerzos del colectivo profesional tienen que estar orientados a descifrar y elucidar los emergentes actuales que estructuran nuestro campo de actuación. Es primordial, comprender los dispositivos de intervención social en donde recreamos nuestras prácticas profesionales. Comprensión que posibilitará, a su vez, la búsqueda de intersticios donde podamos plasmar acciones y estrategias creativas e innovadoras en pos de los derechos de los sujetos, que se inscriban material y simbólicamente en la escena pública. Reconocimiento es primordial en la construcción de la autonomía relativa del Trabajo Social (Danel, P. y otros, 2011) Pensar la intervención profesional en ámbitos de vejez requiere contribuir al debate acerca del proyecto ético-político, que como profesionales buscamos fortalecer. El mismo nos permitirá posicionarnos como actores críticos frente a una realidad compleja, repensando y reairmando qué tipo de intervención queremos favorecer, qué medios elegimos para ello y con qué ines las desplegamos. Es necesario preguntarnos del rumbo ético político que le ijamos a nuestras intervenciones, comparto en este sentido los dichos de Iamamoto: El rumbo ético-político requiere un profesional informado, culto, crítico y competente. Exige romper tanto con el teoricismo estéril como con el pragmatismo que deja prisionero al profesional en el hacer por hacer, pensando en metas e intereses inmediatos. Demanda competencia, pero no la competencia autorizada y permitida, la competencia de la organización que diluye el poder como si no fuera ejercido por nadie, como si derivara de las “normas” de la institución, de la burocracia. El requisito es otro, se trata de una competencia crítica capaz de descifrar la génesis de los procesos sociales, sus desigualdades y las estrategias de acción para enfrentarlas. Más mayores, más derechos 213 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Supone competencia teórica y idelidad al movimiento de la realidad, competencia técnica y ética-política que subordine el cómo hacer y este al “deber ser”, sin perder de vista sus raíces en el proceso social. (Iamamoto, M., 2003: 100) Bibliografía Antunes, R. (2005). “Los sentidos del trabajo. Ensayo sobre la airmación y la negación del trabajo”. Taller de Estudios Laborales: Herramienta Ediciones. Aranibar, P. 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Fragmentación social y vejez La crisis del lazo social se entromete en la cultura, la sociedad y en la vida cotidiana de todos los sectores sociales generando diferentes formas de desencanto y padecimiento. La falta de certezas que impuso el relato neoliberal, no implica solo una mirada al futuro, sino también al presente y al sentido del pasado. Signiica un bloqueo premeditado en la búsqueda de explicación y comprensión de los fenómenos sociales. Así, desde esas perspectivas prevalece la visión del presente como una especie de lugar único en el cual se puede habitar. En los adultos mayores, la fragmentación social construye nuevas formas de complejidad, en la manifestación de problemas sociales que se presentan como representaciones de la cuestión social actual. La imagen de un cuerpo que envejece, en un mundo que sobrevalora la juventud y la lozanía, la conciencia de que ese Más mayores, más derechos 218 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) cuerpo ya no responde como antes a los requerimientos o las necesidades de movilidad o fuerza […] la pérdida de estatus o ingresos que acompañan al retiro laboral […] (López La Vera, B. M., 2012: 183) Dan cuenta de una serie de cuestiones que desde los escenarios actuales de intervención social construyen más formas de interpelación a las prácticas. El desencanto, la desazón, el aislamiento, forman parte de una serie de circunstancias que dan cuenta de impactos objetivos y subjetivos que van de la mano de una sociedad, donde todo lo que envejece debe ser desechado. Estas cuestiones, si bien marcan interrogantes hacia el futuro, también invitan a pensar la necesidad de relexión tanto del presente como del pasado. Una vía de entrada posible a estas cuestiones es viable a partir de la relexión y el análisis acerca de la serie de sentidos que fueron construyendo la historia de vida de un adulto mayor desde un presente que se construye en un mundo transformado por la zozobra y el estupor signado a través de la inmediatez y la velocidad. El otro, dentro de la lógica de mercado, en tanto objeto de consumo, cuando envejece irremediablemente comienza a ser desahuciado, abandonado, desechado de diferentes maneras. Esa forma particular del abandono recorta los intercambios, las reciprocidades, la sociabilidad y especialmente el sentido de pertenencia. De este modo, los lazos sociales comienzan a tener nuevas conformaciones y sentidos signados por el temor a seguir descendiendo hacia los oscuros terrenos habitados por los fantasmas de la ausencia, la percepción de la exclusión social y la sensación de inutilidad. Desde sí mismo, ese otro, ahora desvalorizado día a día puede asumir naturalmente ese mandato societario expresando su propia exclusión a partir de ir recortando su propia historia, construyendo un proceso de desmemoria que va más allá de las especulaciones neurológicas que aparecen como una profecía perversa y auto cumplida. Esas subjetividades también fragmentadas, en cada parte de ellas, se Más mayores, más derechos 219 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) van mutilando, recortando, cercenando y resignando haciendo que se deje de lado, a veces de manera vergonzante trozos de la propia historia, que pareciera que no merecen ser transmitidos. Tal vez para que no sean detectadas por la mirada implacable de una sociedad que de distintas maneras va construyendo barreras invisibles, recortando circulaciones, perspectivas, afectos y fundamentalmente sentido a todo aquello que no cumpla con la lógica de las leyes del mercado. La vejez implica en muchas veces la sensación de estar cada vez más lejos de los otros, desde una forma de exclusión que se suma y trasciende lo económico y social. En estos escenarios, los viejos, que pueden, se disfrazan de jóvenes a través de múltiples procedimientos y desde esa mutación comprada, adquirida, en un mercado preparado especialmente para ello, se construye una especie de máscara con la intención de no ser detectado, pasar desapercibido desde la imagen y a veces, también desde la palabra. Así esos espacios sociales, en tanto artiiciales son lugares donde terminan comprando, quienes tienen el poder para hacerlo, lo efímero con la promesa de lo eterno. En el siglo XXI, la enfermedad recupera las metáforas del siglo XIX y el XX, junto con ellas se va construyendo una nueva medicalización de la vejez, tanto desde la promesa de la juventud eterna como el ingreso a complejos laberintos farmacológicos que intentan entenderla como una enfermedad crónica. “En el siglo XXI, la enfermedad recupera viejas metáforas y personajes ilustres (contagio por contacto, transiguración nocturna), porque vuelven los terrores del siglo XIX” (Link, 2006: 249). El siglo XXI también ubica en el lugar de lo monstruoso a la vejez, como sinónimo de deformación de aquello que no debe ser visto u ocultado. La persona adulta mayor es un sujeto alrededor del cual social e históricamente se han construido identidades imágenes, ideas, creencias sobre el sentido de su existencia lugar y papeles sociales que este cumple y el cuidado y tipos de cuidado que esta persona puede obtener. Todas las identidades son construidas y en la construcción de estas identidades se Más mayores, más derechos 220 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) utilizan materiales de la historia, la geografía, las instituciones productivas y reproductivas, la memoria colectiva y las fantasías personales, los aparatos de poder y las revelaciones religiosas (Castells, 1999: 263)1 Es posible, desde la intervención en lo social buscar alternativas que trabajen cada uno de los temas expresados. El valor de la palabra, la historia, la memoria, se difumina en regiones cada vez más complejas, donde muchas veces se pierden, básicamente porque no tienen valor de recambio ni peso en un mercado, donde lo efímero y lo bello, solo signado por el hedonismo y si posee valor negociable en tramas sociales preconcebidas y artiiciales donde no importan las ideas, es lo que predomina en los sistemas de valor. Así, el terrorismo de mercado, no permite, impide y bloquea toda posibilidad de expresión de aquello que no sea negociable en términos de la lógica del costo beneicio. La vejez, ingresa rápidamente en ese laberinto construido desde miradas, obstáculos y expresión de imposibilidades se aproxima a lo “incomunicable” ante la pérdida de valor de las palabras y de la historia vivida en escenarios donde lo nuevo trasciende la rapidez de la información de los canales de noticias y se presenta como inexorablemente adelantado e inaccesible. En la vejez, la mirada, la evocación, la perspectiva y el cuerpo de transforman en nuevas forma de narración. La historia de vida se inscribe en los cuerpos y dialoga con el lazo social, la vejez se va instalando de manera lenta, paulatina y va dejando una serie de inscripciones que se visibilizan de pronto, sin previo aviso especialmente desde la mirada de los otros que construyen una serie de marcas imprevistas e inesperadas que van construyendo nuevas formas de ruptura biográica. Pero esas señales del paso del tiempo que van tomando forma en los cuerpos, no solo avisan que a la muerte se aproxima, sino que dan cuenta de algo tal vez peor, la inquietud que pro1 Citado por Delia Sánchez Delgado en Análisis y perspectivas de las construcciones sociales de la vejez, 2007. Más mayores, más derechos 221 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) duce la idea de transformarse en una “cosa” viva pero desechable. Así, la vejez se va construyendo a través de nuevas e impensadas formas de padecimiento subjetivo constituido a través de certezas no muy claras, junto con temores y la angustia que produce lo desconocido. lo social, presencias y ausencias Desde lo social, este se hace singular en el encuentro y articulación de una nueva forma de aproximación a la comprensión y explicación de las necesidades y problemas, la reconiguración de la sociabilidad y una nueva y compleja relación con sistemas de protección social que transforman al adulto mayor en un nuevo sujeto inesperado. El encuentro entre lo marco social y lo singular se transforma en un espacio de construcción de subjetividades sufrientes donde sobresale lo contextual como común denominador en la constitución causal de estas. Así el padecimiento subjetivo ligado a la vejez puede ser leído como un proceso histórico social que dialoga con el contexto y el clima de época. También desde la vejez se van elaborando nuevas demandas institucionales, territoriales y familiares. La noción de padecimiento subjetivo, mirada desde lo social implica el reconocimiento de pérdidas materiales y simbólicas como así también una serie de diicultades para elaborarlas y proyectar la llegada a nuevas formas de relación con los otros. Modalidades, no explicitadas, poco escritas, borradas de las pautas culturales, tal vez por el mandato de la lógica neoliberal que obliga a mirar solo el presente, pero también a borrar de forma violenta el pasado y como consecuencia la relación entre el sujeto, los otros, lo sagrado, la naturaleza y consigo mismo. El azoramiento que generan las demandas dentro del territorio de la vejez, tal vez puedan comprenderse desde esas ausencias. De ese modo, la sensación de desaparición de la sociedad que atraviesa a la cultura se singulariza en la vejez. Ese todo lejano, a veces añorado en cualquiera de sus formas es reemplazado por un lazo social ortopédico, violento, que olvida en forma premeditada signiiMás mayores, más derechos 222 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) caciones culturales y sentidos. Esa ausencia de la otredad, se expresa en las diicultades en procesos de construcción de identidad, de ratiicación de lo que se es, generando, otra manera de incertidumbre. De este modo, el terrorismo de mercado se transforma en otra forma de ordenar lo social ahora desde los temores que generan las extrañezas y las ausencias. Las ausencias en la vejez, presentan otro punto de inlexión, como a la mayoría de los temas sociales el discurso neoliberal, trató de imponer una mirada única, también desde lo temporal. En otras palabras, la vejez, la niñez, los problemas sociales, son fundamentalmente desde este relato puro presente. Estas circunstancias no son solo metodológicas se entrecruzan con las formaciones ideológicas que construyen una nueva forma de explicación de los problemas y temas sociales. Para el neoliberalismo no hay historia, impidiendo esta forma de comprender y explicar en los fenómenos sociales, políticos y culturales su condición de proceso, pero fundamentalmente sus características causales ni siquiera en términos de pregunta. En otras palabras para las políticas públicas y las intervenciones sociales neoliberales el adulto mayor es visto desde el presente generándose acciones solo desde esa perspectiva. recuperar la sociedad algunas cuestiones relacionadas con la intervención social La intervención social en los escenarios actuales se encuentra con una nueva serie de interrogantes en la búsqueda de la integración de aquello que la crisis fragmentó. En los territorios de la vejez esta tarea se muestra con algunos elementos singulares y se aproxima claramente a la noción de Derecho Social. La intervención en clave de integración de la sociedad, implica la propuesta de otro orden discursivo, nuevas gramáticas y relatos que nominen y construyan más y nuevas formas de encuentro e interrelación. En los diálogos entre lo contextual, lo territorial y lo microsocial que la intervención facilita se hace posible recuperar gramáticas perMás mayores, más derechos 223 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) didas, resigniicarlas, recuperando la palabra, estableciendo otros órdenes discursivos. En ellos la presencia de lo colectivo, lo histórico y lo propio en términos de identidades compartidas se presenta como un camino posible y necesario. La intervención se hace viable, especialmente desde una búsqueda que integre presente y futuro y no se transforme en una mirada nostálgica del pasado. Retomando los aportes de Delia Sánchez Delgado y Robert Castel es posible plantear algunas cuestiones relacionadas con la intervención social. Por un lado la construcción de identidad tiene un claro correlato con la cultura, los fenómenos económicos sociales, lo contextual con expresiones a nivel micro social. Desde esta perspectiva, la identidad se transforma en un eje estratégico de intervención social, desde donde es posible pensar una serie de dispositivos instrumentales que la trabajen en la singularidad de lo territorial, teniendo en cuenta que esas identidades son construidas y de construidas en diferentes climas de época y contextos que pueden ser transformados, desde la práctica. Por ejemplo, el reciente desarrollo de los trabajos del grupo “Cine en Movimiento”2 desde esas prácticas por ejemplo es posible de construir, imaginarios, papeles asignados y especialmente el “lugar” de los viejos en nuestra sociedad, de este modo, las identidades, imágenes, idas y creencias que llevan a una situación de búsquedas de un equilibrio biomédico, pueden ser transformadas en un movimiento que conlictivamente construye otro lugar, similar o diferente al asignado, pero especialmente desde la perspectiva de cada uno de ellos, donde la cultura es un nuevo anclaje que discute con el consultorio médico y la certiicación de la imposibilidad. Estas contingencias que se expresan claramente en el espacio de la intervención social, dan cuenta de nuevas perspectivas que facilitan reconstruir identidades desde la otredad desde una coniguración situada, especialmente en lo territorial. En estos aspectos, la recuperación de la noción de proceso de intervención social, este caso entender la vejez como proceso de enve- 2 Ver: Pérez Castillo, E. (2014, 8 de mayo). “Grandes protagonistas”, Página/12. Más mayores, más derechos 224 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) jecimiento, conlleva a trabajar con formas de comprensión y explicación situadas e integradas en pasado y presente. La intervención social a través de la palabra, la mirada y la escucha se presenta como una posibilidad rejerarquizar el lugar del relato como capacidad reconstitutiva en la perspectiva de construcción de continuidades de orden existencial que permitan la elaboración de más y nuevas formas de encuentros que faciliten el encuentro del lazo social perdido. En síntesis, trabajar en los lugares donde el “vacío social” generó rupturas en formas de relación y tramas sociales. Bibliografía Arroyo Rueda, M. C., Ferreira, M. R. y Mancinas Espinosa, S. E. (2011). 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Más mayores, más derechos 225 ParTe III Diálogos sobre la producción de conocimiento en el campo gerontológico CaPÍTulo 12 la formación del espíritu cientíico1 en el Trabajo Social y la vigilancia epistemológica en el campo gerontológico Marcelo Piña Morán Este artículo se basa en la experiencia que tiene el autor en investigación social, especialmente como investigador responsable del proyecto Fondecyt2 Nº 11121162, denominado: factores socioculturales que conforman la opinión pública y especializada de los roles sociales de las personas mayores de Chile en el período 2002-2012. En el mencionado estudio, se plantean dos preguntas centrales: ¿cuáles son algunos de los obstáculos epistemológicos en la formación del espíritu cientíico del Trabajo Social? y ¿qué vigilancia se propone para vencer esos obstáculos epistemológicos en el Trabajo Social con enfoque Gerontológico? Para fundamentar las respuestas 1 Artículo inédito que se desarrolló para el libro denominado Trabajo Social en Chile, 90 años de trayectoria, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile. 2 Este artículo forma parte del Proyecto Fondecyt N°11121162 denominado: Factores socioculturales que conforman la opinión pública y especializada de los roles sociales de las personas mayores de Chile en el período 2002-2012, que inancia la Comisión Nacional de Investigación Cientíica y Tecnológica de Chile, CONICYT. Más mayores, más derechos 227 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) a esas preguntas, el artículo se basa en los aportes de Gastón Bachelard en su texto denominado: “La Formación del Espíritu Cientíico”. la formación del espíritu cientíico. Contribución a un psicoanálisis del conocimiento objetivo Bachelard comienza su análisis, señalando que el pensamiento cientíico es arrastrado hacia “construcciones” más metafóricas que reales, donde al relexionar sobre la evolución del espíritu cientíico, “se discierne de inmediato un impulso que va de lo geométrico, más o menos visual, a la completa abstracción” (Bachelard, 2004: 8). El libro pretende mostrar la importancia del pensamiento cientíico abstracto, siendo relevante probar que pensamiento abstracto no es sinónimo de mala conciencia cientíica. La abstracción despeja, aligera y dinamiza el espíritu. El autor señala que proporcionará pruebas al respecto, estudiando las diicultades de las abstracciones correctas, profundizando sobre el obstáculo que presenta la experiencia, estimada natural e inmediata. Para clariicar el trabajo, se distinguen grandes períodos del pensamiento cientíico. El primero es el estado precientíico, que comprendería a la vez la antigüedad clásica y los tiempos de renacimiento y de nuevos esfuerzos, con los siglos XVI, XVII y aun el XVIII. El segundo período, que representa el estado cientíico, en preparación a ines del siglo XVIII, se extendería hasta todo el siglo XIX y comienzos del XX. (Bachelard, 2004: 9) En tercer lugar, señala que la era del nuevo espíritu cientíico se presenta exactamente en 1905, cuando la Relatividad einsteiniana modiica conceptos fundamentales que se consideraban ijos para siempre, donde la razón ensaya las abstracciones más audaces. En veinticinco años aparecen los pensamientos de la mecánica cuántica, Más mayores, más derechos 228 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) mecánica ondulatoria de Louis de Broglie, física de las matrices de Heisenberg, mecánica de Dirac, mecánicas abstractas y muy pronto las físicas abstractas que ordenan las posibilidades de la experiencia. Para el desmenuzamiento de los problemas y de las experiencias, es necesario mencionar una especie de ley de los tres estados para el espíritu cientíico, la que se describe a continuación: 1. El estado concreto, donde el espíritu conoce las primeras imágenes del fenómeno y se apoya en una literatura ilosóica que gloriica la naturaleza. 2. El estado concreto-abstracto, “en el que el espíritu adjunta a la experiencia física esquemas geométricos y se apoya sobre una ilosofía de la simplicidad” (Bachelard, 2004: 11). 3. El estado abstracto, donde el espíritu emprende informaciones que voluntariamente son substraídas a la intuición del espacio real. En este proceso es primordial hacer la psicología de la paciencia cientíica, donde a la ley de los tres estados mencionados es necesario adjuntar la ley de los tres estados del alma: 1. Alma pueril o mundana, llena de asombro ante el fenómeno instrumentado y pasivo hasta en la dicha de pensar. 2. Alma profesional, orgullosa de su dogmatismo, apoyada en su primera abstracción y en los éxitos escolares de su juventud. 3. Alma en trance de abstraer y de quintaesenciar, conciencia cientíica dolorosa, trastornada en cada momento por las objeciones de la razón y poniendo permanentemente en duda un derecho particular a la abstracción. El autor señala que la abstracción es un deber cientíico y que la tarea de la ilosofía cientíica es psicoanalizar el interés, destruir todo tipo de utilitarismo y dirigir el espíritu de la representación a la abstracción. Por otro lado, indica que el propósito de este libro es delinear la lucha contra algunos prejuicios, donde los argumentos polémicos pasan frecuentemente al primer plano. En ese contexto, es importante mencionar que una experiencia cientíica es la que contradice a la experiencia común. Como la experiencia común no está compuesta, no puede ser veriicada, permaneciendo como hecho y no como ley. Más mayores, más derechos 229 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Para conirmar cientíicamente la verdad, es conveniente veriicarla desde varios puntos de vista. 1. La noción de obstáculo epistemológico. Plan de la obra. Al investigar las condiciones psicológicas del progreso de la ciencia, es necesario plantear el problema del conocimiento cientíico en términos de obstáculos. “Es ahí donde mostraremos causas de estancamiento y hasta de retroceso, ahí donde discerniremos causas de inercia que llamaremos obstáculos epistemológicos” (Bachelard, 2004: 15). Se conoce en contra de un conocimiento previo, modiicando conocimientos mal adquiridos o superando todo aquello que diiculta la espiritualización. La ciencia se opone a la opinión, ya que esta piensa mal y traduce necesidades en conocimientos. El espíritu cientíico nos impide tener opinión respecto a situaciones que no comprendemos y que tampoco sabemos formular claramente. Es fundamental saber plantear los problemas, ya que para un espíritu cientíico el conocimiento es respuesta a una pregunta. Cuando el espíritu preiere conirmar su saber y no aquello que lo contradice, entonces domina un espíritu conservativo y el crecimiento espiritual se detiene. Cuando el conocimiento empírico se racionaliza, “nunca se está seguro de que los valores sensibles primitivos no afectan a los raciocinios” (Bachelard, 2004: 17). Se puede reconocer que la idea cientíica que es muy familiar se carga con un concreto psicológico demasiado pesado, perdiendo su vector de abstracción. En la investigación cientíica el espíritu no se siente impedido de variar las condiciones, de salir de la contemplación de lo mismo y buscar lo otro, vale decir, dialectizar la experiencia. La noción de obstáculo epistemológico, se puede estudiar en el desarrollo histórico del pensamiento cientíico y en la práctica de la educación. Lo que se encuentra en la historia del pensamiento cientíico, está muy lejos de servir efectivamente a la evolución de este pensamiento. Se plantea que solo la razón dinamiza a la investigación, ya que va más allá de la experiencia común, siendo el esfuerzo de racionalidad Más mayores, más derechos 230 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) y construcción el que debe interesar al epistemólogo. “El historiador de la ciencia debe tomar las ideas como hechos. El epistemólogo debe tomar los hechos como ideas, insertándolas en un sistema de pensamientos” (Bachelard, 2004: 20). Si un hecho es mal interpretado en una época, sigue siendo un hecho para el historiador. Sin embargo, para el epistemólogo es un obstáculo, un contrapensamiento. La noción de obstáculo pedagógico también es desconocida en la educación. Los profesores de ciencias creen que el espíritu se inicia con una lección, repitiendo una clase o una demostración. El interés debería centrarse en cambiar (no adquirir) una cultura experimental. A continuación se describen cinco obstáculos epistemológicos y se vinculan con la línea de investigación en Trabajo Social y Gerontología Social. 2. El primer obstáculo: La experiencia básica. La experiencia básica es colocada por delante y por encima de la crítica. He aquí entonces la tesis ilosóica que sostendremos: el espíritu cientíico debe formarse en contra de la Naturaleza, en contra de lo que es, dentro y fuera de nosotros, impulso y enseñanza de la Naturaleza, en contra del entusiasmo natural, en contra del hecho coloreado y vario. (Bachelard, 2004: 27) Es deber del espíritu cientíico formarse reformándose. El pensamiento precientíico no busca la variación, sino la variedad y esta arrastran al espíritu de un objeto a otro, sin método. La investigación de la variación se liga a un fenómeno particular, trata de objetivar todas las variables y favorece la comprensión del concepto. Más adelante el autor señala, sin la conirmación racional de la experiencia que determina la posición de un problema, sin este acudir constante a una construcción racional bien explícita, se facilitará la constituMás mayores, más derechos 231 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) ción de una especie de inconsciente del espíritu cientíico, que luego exigirá un lento y penoso psicoanálisis para ser exorcizado. (Bachelard, 2004: 48) Es necesario reanimar la crítica y poner al conocimiento en contacto con las condiciones que le dieron nacimiento. Para que una experiencia sea verdaderamente racionalizada, debe insertarse en un juego de razones múltiples. La teoría de la racionalización discursiva y compleja tiene en su contra la necesidad de certeza inmediata, considerando que el conocimiento de donde se ha partido era cierto. La experiencia solo es un obstáculo epistemológico, toda vez que se antepone a la crítica. Uno de los obstáculos en Trabajo Social y en Gerontología, es considerar solo el enfoque empírico-analítico como base para todo tipo de investigación social. De carácter positivista o con cercanía a esa ilosofía, representa “la tradición galileana que, desde la ilustración, quería demostrar de una vez que la búsqueda de conocimiento culmina en el dominio de la naturaleza y el progreso material” (Mardones, 1982: 133). “Fue sistematizada por Comte y tiene entre sus teóricos más relevantes a Durkheim, Popper, Kuhn, Piaget, Luhmann y Elsner” (Vergara, 2006: 272). Para poder avanzar en la superación de este obstáculo, es relevante que los equipos de investigación discutan respecto de la diversa producción internacional en torno a la epistemología de las ciencias sociales. Se pueden plantear acorde a la teoría habermasiana de los intereses cognoscitivos, tres grandes posturas epistemológicas. Además de la empírica-analítica, se destacan las siguientes: Postura Fenomenológica, Hermenéutica y Lingüística Su origen está en las concepciones teleológicas de Aristóteles y sus raíces más cercanas en Hegel y en la historiografía y lingüística alemanas. Se constituyó en una respuesta crítica al positivismo y a su idea de adecuar los conocimientos cientíico-sociales al modelo empleado por las ciencias naturales, particularmente la física y la matemática. Más mayores, más derechos 232 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Sus teóricos sostienen que las ciencias sociales poseen una racionalidad diferente y metodologías propias frente a las ciencias naturales [...] coinciden en considerar la “comprensión” (Verstehen) como el método adecuado para acceder al mundo humano que es signiicativo e intencional, aunque sus nociones sobre la comprensión sean diferentes. (Vergara, 2006: 273) Posición Dialéctica y Crítico-Hermenéutica Diiere del objetivismo empiricista y del subjetivismo de la postura comprensiva. El análisis dialéctico implica el ejercicio constante de la autocrítica, que cuestiona los procesos de positivación y cristalización de lo social, ya señalados por el joven Hegel; y los de fetichización analizados por Marx. Esta postura continúa con la Escuela de Frankfurt y se convierte en el ejercicio permanente de la crítica en Adorno. Se desarrolla paralelamente a las investigaciones de Ernest Bloch y George Lucas y conduce a los nuevos intentos de fundamentación de las ciencias humanas con Jürgen Habermas y K.-O. Apel. (Vergara, 2006: 273) Profundizando un poco este tema, según Habermas3 la tímida discusión abierta por el neokantismo respecto a las diferencias metodológicas entre las ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu está hoy olvidada. La autocomprensión positivista predominante entre los investigadores ha adoptado la tesis de la unidad de las ciencias empíricas: el dualismo que se creía fundado en la lógica de la 3 Basado en el texto de Habermas denominado: “La Lógica de las Ciencias Sociales”, especíicamente en el capítulo II, “La Hermenéutica”. Más mayores, más derechos 233 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) investigación, se reduce, según los criterios del positivismo, a una diferencia de desarrollo entre esas dos clases de ciencias. (Habermas, 1996: 1) Las ciencias nomológicas se extienden actualmente más allá del ámbito de las ciencias naturales teoréticas para incorporar ámbitos como la economía, psicología, sociología y ciencia política. Por otro lado, las ciencias histórico-hermenéuticas continúan su camino por las viejas vías. No existen indicios de que sus procedimientos se puedan integrar del todo al modelo de las ciencias experimentales estrictas. Esta yuxtaposición de teoría analítica de la ciencia y relexión hermenéutica de fundamentos, parece no molestar a ninguna de las partes en su consolidada autoconciencia. No existiría ningún motivo para analizar este síndrome de dualismo cientíico si no hubiese un ámbito en que permanentemente se conduce a síntomas que implican una discusión. Es en el campo de las ciencias sociales donde chocan y se vinculan enfoques y ines diversos. En el estado actual de las disciplinas sociales resulta tentador plantear que los problemas metodológicos que no están aclarados se deben a una confusión que se podría remediar mediante una limpieza lógica a fondo y a un programa de ciencia unitaria. Desde esta perspectiva, los positivistas plantean que del “purgado corpus de las ciencias sociales tradicionales habría de surgir una ciencia empírico-analítica del comportamiento, universal y en principio unitaria, que en su estructura no tendría por qué distinguirse de las ciencias teoréticas de la naturaleza” (Habermas, 1996: 81)”. Estos enfoques rivales en ciencias sociales tienen entre sí una estrecha relación que se origina negativamente en que a la sociedad no puede encasquetarse en el conjunto de teorías generales de la misma forma en que cabe hacerlo con los procesos objetivados de la naturaleza. Mientras que las ciencias de la naturaleza y las ciencias del espíritu se pueden profesar mutua indiferencia y soportar una convivencia más enconada que pacíica, las ciencias sociales Más mayores, más derechos 234 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) tienen que dirimir bajo un mismo techo la tensión de esos planteamientos divergentes; aquí es la propia práctica de la investigación la que obliga a relexionar sobre la relación entre procedimientos analíticos y procedimientos hermenéuticos. (Habermas, 1996: 83) Un investigador social debe considerar este nexo metodológico como una oportunidad y no un obstáculo, que le permita la integración de métodos de investigación acorde a una formulación clara del problema de investigación para su disciplina y/o campo de estudio. 3. El conocimiento general como obstáculo para el conocimiento científico. La falsa doctrina de lo general ha retardado el progreso del conocimiento cientíico. Un psicoanálisis del conocimiento objetivo debe analizar cuidadosamente todas las seducciones de la facilidad, de esa forma, se llegará a una teoría de abstracción cientíica verdaderamente sana. El autor propone una serie de ejemplos, donde concluye que “si se mide el valor epistemológico de estas grandes verdades comparándolas con los conocimientos erróneos que han reemplazado, no cabe duda que estas leyes han sido eicaces. Mas ya no lo son” (Bachelard, 2004: 68). En este punto es donde las etapas pedagógicas no son completamente homólogas a las históricas, incluso estas leyes generales bloquean actualmente el pensamiento. Estas leyes contestan sin que se las interrogue y deinen palabras más que cosas. Al inalizar el autor plantea que el espíritu cientíico puede extraviarse al seguir dos tendencias contrarias: la atracción de lo singular y la atracción de lo universal. En el plano de la conceptualización, deinimos esas dos tendencias como características de un conocimiento en comprensión y de un conocimiento en extensión. (Bachelard, 2004: 73) Más mayores, más derechos 235 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Habría que elaborar una palabra, entre comprensión y extensión, para referirnos a la actividad del pensamiento empírico inventivo. El matiz intermediario se puede realizar si el enriquecimiento en extensión se hace necesario, tan coordinado como la riqueza en comprensión. Será necesario deformar los conceptos primitivos, analizar las condiciones de aplicación de esos conceptos e incorporar las “condiciones de aplicación de un concepto en el sentido mismo del concepto” (Bachelard, 2004: 73). En este punto reside el carácter dominante del nuevo racionalismo que implica una sólida unión entre la experiencia y la razón. La riqueza de un concepto científico se mide por su poder de deformación. Para englobar nuevas pruebas experimentales, será menester entonces deformar los conceptos primitivos, estudiar las condiciones de aplicación de esos conceptos. Un conocimiento que carezca de precisión, o mejor, un conocimiento que no esté dado con sus condiciones de determinación precisa no es un conocimiento cientíico. Un conocimiento general es casi fatalmente un conocimiento vago. Para comprender el vínculo de este obstáculo con el estudio de los roles sociales de las personas mayores en Chile, a continuación se describe la teoría de roles en gerontología y posteriormente se mencionan los antecedentes generales de la investigación. Teoría de Roles en Gerontología Cualquier rol o conjunto de roles, contienen signiicados diversos dependiendo si es visto desde un enfoque individual o social. Sin embargo, desde ambas perspectivas el sujeto aprende a pensar y a comportarse de maneras que son acordes con el papel que desempeña, de tal forma que el desarrollo de una sucesión de roles conlleva coniguraciones predecibles de la personalidad. Desde este enfoque, “el ciclo vital puede ser visto como una sucesión de roles y constelaciones de roles cambiantes, siendo posible ordenar y predecir el comMás mayores, más derechos 236 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) portamiento a lo largo del tiempo a medida que los individuos pasan por una determinada sucesión de roles” (Neugarten, 1999: 109). Respecto de la Teoría de Roles, estudiando los roles especíicos de la senectud, Rosow plantea que en la edad senil se establece un fenómeno de contracción de los roles. Esto inluye en que las personas mayores están menos involucradas en roles funcionales relevantes, por ejemplo: algunos roles profesionales o familiares. Los adultos mayores se involucran más en los roles simbólicos o signiicativos, que se caracterizan por tener funciones o responsabilidades menos signiicativas, como es el caso de los roles de jubilación, divorcio y viudez. En este sentido, el viejo, a veces, adquiere algunos roles nuevos, pero el envejecimiento es, entre otras cosas, una carrera de pérdida de roles, hasta que, con la edad del retiro, la persona adquiere un último y deinitivo rol: el de la persona que no tiene roles. (Buendía, 1994: 60) Esta situación implica que el sujeto carece de normas al quedar vacío de expectativas (activas y pasivas) de rol, con las consecuencias de desorientación que se generan, ya que la persona carece de normas y expectativas. Es una situación que se desarrolla cuando el individuo llega a la jubilación, produciéndose una ruptura con las aspiraciones que habían orientado su vida hasta ese momento. De aquí en adelante es considerado no productivo y quien no produce, estorba. La pérdida de los roles funcionales es lo que ocasiona la exclusión de los ancianos de una participación signiicativa en el grupo social, lo que conlleva una disminución de las recompensas, del aprecio personal, etc. Tal como lo plantea Rosow, el comportamiento de los individuos ancianos podría tener menos repercusiones sociales que el de los jóvenes o adultos. Esta es la razón por la que emanan del grupo cultural menos expectativas normativas de ejecución hacia esos ancianos. (Rubio, 1996: 104) Más mayores, más derechos 237 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Esta teoría incorpora en su noción de persona vieja, una determinada estructura de la sociedad y una ideología que plantea una reducción de la persona asociada a la entidad productiva. Según Aranibar (2001) la Teoría del Vaciado de Roles señala que en la vejez el individuo pierde sus roles más relevantes, lo que implica también la pérdida de normas asociadas a esos roles. Esta situación no es necesariamente desfavorable para los ancianos, ya que puede incorporar una sensación de “libertad” al desligarlos de pautas y obligaciones establecidas. Sin embargo, también puede ocurrir que se transforme en una situación de total desestructuración del anciano denominada desaparición social del anciano. Al inalizar la descripción de esta teoría gerontológica, es importante señalar que la teoría de la actividad, desarrollada por Havighurst (1963, 1968), es en realidad un corolario de la teoría del rol: el autoconcepto, la autoestima de las personas depende de las actividades (entiéndase roles) que son típicas de la edad madura (es decir, de la plenitud de fuerzas, de pleno rendimiento); son actividades propias de esa edad las que dan prestigio, poder, independencia. Consiguientemente, la persona que deja de ejercer tales actividades verá desaparecer su imagen, su prestigio, su poder, de ahí que las personas han de intentar seguir activas, desarrollando actividades (se supone que productivas) típicas de la edad madura. (Buendía, 1994: 61) Factores socioculturales que conforman la opinión pública y especializada de los roles sociales de las personas mayores de Chile en el período 2002-2012 Además de los antecedentes de la teoría de roles descritos anteriormente, desde un punto de vista empírico, el tema de los roles sociales ha sido destacado a nivel mundial en las principales instancias de discusión en torno al proceso de envejecimiento y vejez. Por ejemplo, Más mayores, más derechos 238 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) en la primera Asamblea Mundial sobre Envejecimiento en Viena, en agosto de 1982, una de las recomendaciones señalaba: “en el contexto de bienestar social, la asamblea subraya que los servicios han de tener como objetivo la creación, promoción y mantenimiento del rol activo y útil del anciano el mayor tiempo posible en y para la comunidad” (Lehr, 1999: 28). En la Segunda Asamblea Mundial sobre Envejecimiento desarrollada en Madrid en el año 2002, se mencionó que la contribución social y económica de las personas de edad va más allá de sus actividades económicas, ya que con frecuencia esas personas desempeñan funciones cruciales en la familia y en la comunidad. En Chile, una de las situaciones diagnosticadas en la Política Nacional del Adulto Mayor del año 1996 señalaba que “desde un punto de vista sociocultural, se puede señalar que el rol de los Adultos Mayores en la sociedad actual es inexistente y que esta carencia está asociada a valoraciones negativas sobre la vejez” (Política Nacional del Adulto Mayor, 1996: 5). En la investigación que está desarrollando el autor de este trabajo, interesa conocer los factores socioculturales, desde la perspectiva de la opinión pública y especializada4, que conforman la percepción social de los roles sociales de las personas mayores de Chile en el período 2002-2012. Se trata de elaborar nuevas formas de “pensar” los roles sociales y actualizar el análisis del “rol sin rol”, en una relexión centrada en el “rol con rol”, que destaque sus responsabilidades, status y prestigio social. Se selecciona este período, ya que interesa analizar los debates públicos y especializados que se han llevado a cabo en Chile, desde la Segunda Asamblea Mundial de Envejecimiento 2002 y el Segundo Examen y Evaluación del Plan de Acción Internacional de Madrid sobre Envejecimiento, realizado en Nueva York entre el 6 y el 15 de febrero de 2013. 4 Respecto de la metodología de investigación, para la opinión pública se consideran los diarios La Cuarta y El Mercurio y en la especializada, publicaciones desarrolladas por el Observatorio Social de Envejecimiento y Vejez de la Universidad de Chile, el Programa del Adulto Mayor de la Pontiicia Universidad Católica de Chile, el Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama), y la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile. Más mayores, más derechos 239 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Respecto de los hallazgos preliminares, uno de los objetivos se reiere a necesidades de la vida cotidiana de las personas mayores. Se destacan en la opinión pública y especializada temas referidos a formación en gerontología y geriatría, maltrato en las personas mayores, mitos y estereotipos; y solidaridad intergeneracional. Como resultado preliminar, se puede señalar que en la opinión pública respecto de la percepción social de la vida cotidiana incluye la presencia de mitos y estereotipos, tales como: vejez asexuada y diicultad en el aprendizaje de las personas mayores. A su vez, la opinión especializada analiza la relevancia de la formación de profesionales en el área de la gerontología, gerontología social y geriatría. De esa forma, se pueden revertir a nivel profesional los prejuicios respecto del proceso de envejecimiento y vejez. Uno de los temas que se destaca es la relevancia de la formación gerontológica. Se enfatiza en la necesidad de que los profesionales tengan formación en gerontología y geriatría. Esta propuesta es coherente con las instancias y acuerdos internacionales, así como con las políticas nacionales de Envejecimiento, en las que se enfatiza la formación en gerontología y geriatría. Por ejemplo, la Estrategia Latinoamericana 2003 de Implementación del Plan Madrid señala en uno de sus objetivos, la necesidad de promover la formación de recursos humanos en gerontología y geriatría para los prestadores actuales y futuros de servicios de salud, especialmente en el nivel de atención primaria. También se puede mencionar, que a cinco años de aprobado el Plan de Acción Internacional de Madrid sobre Envejecimiento y a cuatro años de aprobada la Estrategia Regional de Implementación para América Latina y el Caribe del Plan Internacional de Madrid, se llevó a cabo los días 4, 5 y 6 de Diciembre del 2007 en la ciudad de Brasilia, Brasil; la Segunda Conferencia Regional Intergubernamental sobre Envejecimiento en América Latina y el Caribe: hacia una sociedad para todas las edades y de protección social basada en derechos. En la oportunidad los Gobiernos de América Latina y el Caribe aprobaron la declaración de Brasilia sobre Envejecimiento. Más mayores, más derechos 240 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Uno de los temas que destaca la declaración señala: instamos a los centros académicos, a las sociedades cientíicas y a las redes de cooperación en población, envejecimiento y desarrollo, a realizar estudios detallados, diversiicados y especializados sobre el tema, así como a organizar reuniones de trabajo e intercambio, y crear y apoyar centros de estudios, investigación y formación de recursos humanos en este ámbito. (Declaración de Brasilia, 2007: 4) Asimismo, los días 1, 2 y 3 de Diciembre de 2007 se realizó el Foro Regional sobre Envejecimiento de Organizaciones de la Sociedad Civil de América Latina y el Caribe: Evaluación del Plan de Acción Internacional sobre Envejecimiento. En esa instancia de trabajo se aprobó la Carta de Brasilia 2007-Declaración de la Sociedad Civil, en la que en uno de sus puntos se menciona: Exigimos que se hagan efectivas las recomendaciones 82 y 83 del Plan de Acción de Madrid (2002), referidas al fortalecimiento de los procesos de incorporación del enfoque gerontológico en las currículas académicas con énfasis en la visión de vejez activa, participativa y saludable. (Carta de Brasilia, 2007: 5) El nexo que tiene este hallazgo de la relevancia de la formación gerontológica con este obstáculo epistemológico, se centra en el análisis de las condiciones de aplicación de un concepto gerontológico en el sentido mismo del concepto para el Trabajo Social con enfoque Gerontológico. Se trata de la validez que tiene un concepto por su poder de deformación. Será una tarea del investigador deformar los conceptos primitivos y estudiar las condiciones de aplicación de esos conceptos, acorde a las características especíicas del contexto sociocultural en el que se planteen los problemas de investigación. Profundizando en esta perspectiva de estudio, el autor de este trabajo entiende la gerontología social como un enfoque que analiza el Más mayores, más derechos 241 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) proceso de envejecimiento y la etapa de la vejez, considerando (entre otras) las siguientes dimensiones: biológica, psicológica, económica, política, cultural, educativa y social. A partir de un enfoque pluridisciplinario centra su interés en la perspectiva sociocultural, siendo su propósito desarrollar investigaciones e intervenciones gerontológicas. En este marco surge la relexión disciplinaria de la investigación del Trabajo Social con enfoque Gerontológico, entendido como un campo de estudio que requiere conocer, analizar y aplicar las teorías, metodologías y métodos de la gerontología social. Cuando no hay formación5 en gerontología social, se trata más bien de Trabajo Social con personas mayores, pero no de un Trabajo Social con enfoque Gerontológico. 4. Un ejemplo de obstáculo verbal: la esponja extensión abusiva de las imágenes familiares. En este punto, el autor considera un caso en el que una sola imagen y hasta una sola palabra constituye toda explicación. Describe obstáculos del pensamiento cientíico como hábitos puramente verbales. Entonces se tratará de una explicación verbal por referencia a un sustantivo cargado de epítetos, sustituto de una sustancia rica de poderes. Aquí, tomaremos la pobre palabra esponja y veremos que permite expresar los fenómenos más variados. Esos fenómenos se expresan: se cree entonces explicarlos. Se les reconoce: se cree entonces conocerlos. (Bachelard, 2004: 87) A través de diversos ejemplos, Bachelard enfatiza que las metáforas seducen la razón. Se trata de imágenes especíicas y lejanas que se transforman en esquemas generales. Señala: Formación formal a través de diplomados o posgrados, pero también se puede adquirir los conceptos en la experiencia como investigador(a) social en el campo gerontológico. 5 Más mayores, más derechos 242 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Un psicoanálisis del conocimiento objetivo debe pues aplicarse a decolorar, si no a borrar, estas imágenes ingenuas. Cuando la abstracción haya pasado por ahí, ya habrá tiempo para ilustrar los esquemas racionales. En resumen, la intuición básica es un obstáculo para el pensamiento cientíico; solo una ilustración que trabaje más allá del concepto, añadiendo un poco de color sobre los rasgos esenciales, puede ayudar al pensamiento cientíico. (Bachelard, 2004: 93) Para la formación del espíritu cientíico, el riesgo de las metáforas inmediatas es que no son imágenes pasajeras, se dirigen a una forma de pensamiento autónomo y terminan en el reino de la imagen. En las investigaciones que se realizan en Trabajo Social con enfoque Gerontológico, es pertinente clariicar la concepción de gerontología que se utiliza como base de la problematización, ya que esta guía y da sentido a la investigación. Para evitar el obstáculo verbal y pensar que un enfoque permite explicar todo el tema del envejecimiento y la vejez, a continuación se explica la diferencia entre la gerontología tradicional de corte positivista y la gerontología crítica. La Gerontología Crítica, que apoyada en las contribuciones de la Teoría Social Contemporánea, fundamentalmente los aportes de un conjunto de ilósofos y teóricos sociales que han inluido en las Ciencias Sociales y Humanas (también en la Gerontología). De esta forma, tanto la tradición de la Escuela de Frankfurt como los aportes de Habermas, Foucault, Bourdieu, Giddens, Morin, Lacan, Guattari, Lipovetsky, Vattimo y Bauman –por citar los más relevantes– han ido conigurando una nueva concepción ontológica, gnoseológica y epistemológica desde la cual abordar el conocimiento de lo humano, sus obras, su cultura y su organización social. (Yuni-Ariel, 2008: 153) A partir de este enfoque teórico, algunos estudiosos del proceso de envejecimiento y la vejez como un fenómeno psicosocial han Más mayores, más derechos 243 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) desarrollado el enfoque de la Gerontología Crítica. Desde esta perspectiva, se establece una clara demarcación con el enfoque más tradicional de la gerontología, de gran inluencia positivista y con fundamentos en una concepción biomédica. La Gerontología Crítica plantea que los enfoques ilosóicos y cientíicos recrean el ambiente socio-histórico, siendo de algún modo simples prolongaciones del conocimiento popular. Los cientíicos sociales tienen el mismo horizonte prerelexivo que actúa como soporte simbólico y material del mundo que pretenden estudiar. Desde esta visión se sostiene que en las construcciones conceptuales de los estudiosos del envejecimiento y la vejez, existe una importante inluencia de las creencias, valores, signiicados contextuales y la cosmovisión de la sociedad a la que pertenecen. Al rechazar la supuesta neutralidad teórica y valorativa del cientíico social, “la Gerontología Crítica postula que el sustrato básico de la producción de teoría gerontológica son los distintos saberes y conocimientos, cientíicos y no cientíicos, que circulan en la trama social en un momento histórico determinado” (Yuni-Ariel, 2008: 154). Se plantea que el conocimiento gerontológico es conocimiento social, siendo relevante analizar la carga ética, moral y valorativa que posee. La utilización de enfoques teóricos no se limita solo a la circulación de temas entre los cientíicos, sino que también tiene un uso social mediado entre otros por el contexto económico, cultural, social y político. En la investigación en curso, una de las categorías se reiere a la participación sociopolítica de las personas mayores. Como hallazgo preliminar se puede mencionar que la opinión pública se centra en el ejercicio de los derechos y beneicios a los que pueden acceder las personas mayores. La opinión especializada, se plantea el concepto de ciudadanía civil, política, social y cultural en el contexto de derechos y deberes de los adultos mayores en el contexto actual. 5. El conocimiento unitario y pragmático como obstáculo para el pensamiento cientíico. Aparece, cuando se plantea que todas las dificultades se pueden resolver a través de una visión general del mundo y una simMás mayores, más derechos 244 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) ple referencia a un principio genérico de la naturaleza. Bachelard muestra cómo generalidades semejantes y conexas son obstáculo para el desarrollo del pensamiento científico, en este tema expresa lo siguiente: Para el espíritu precientífico la unidad es un principio siempre deseado, siempre realizado con poco esfuerzo. No hace falta más que una mayúscula. Las distintas actividades naturales se convierten así en manifestaciones variadas de una única y misma Naturaleza. No se puede concebir que la experiencia se contradiga y tampoco que se separe en compartimientos. Lo que es verdad para lo grande debe ser verdadero para lo que pequeño e inversamente. Frente a la menor dualidad se sospecha un error. Esta exigencia de unidad plantea una cantidad de falsos problemas. (Bachelard, 2004: 103) Uno de los obstáculos epistemológicos vinculados con el poder y unidad de la naturaleza, es el coeiciente de realidad que el espíritu conservador y precientíico atribuye a todo lo que es considerado natural. Desde esta perspectiva, hay una valoración sin discusión respecto de la vida diaria y que confunde al espíritu cientíico. También hay que analizar la inluencia de la inducción utilitaria que conduce a generalizaciones exageradas. Todo pragmatismo, al ser un pensamiento mutilado, conduce a la exageración. El hombre no sabe limitar lo útil, es capitalizado sin cesar. “En todos los fenómenos se busca la utilidad humana, no solo por la ventaja positiva que puede procurar, sino como principio de explicación. Encontrar una utilidad, es encontrar una razón” (Bachelard, 2004: 110). Si hay una utilidad que no caracterice un rasgo particular, se menciona que ese carácter no está explicado. Para un racionalismo pragmático una nota que no es útil es considerada irracional. Más mayores, más derechos 245 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Respecto de la necesidad de generalizar hasta el extremo, el autor señala que en ocasiones mediante un solo concepto, se arrastra a ideas sintéticas que no se alejan de su poder de seducción. Para un espíritu precientíico, la unidad de explicación a través de un solo carácter es seductora. Uno de los obstáculos del conocimiento unitario y pragmático que debe considerar el espíritu conservador en la investigación gerontológica, se reiere a la presencia de ideas erradas en torno al proceso de envejecimiento y vejez. En la categoría de investigación centrada en las necesidades de la vida cotidiana de las personas mayores, se mencionan prejuicios todavía muy arraigados, como por ejemplo: los viejos no son capaces de aprender, no se adaptan al cambio, pobreza y vejez van juntas, los viejos se vuelven niños, la sexualidad es cosa de jóvenes, vejez es sinónimo de enfermedad y la persona mayor no tiene futuro. Si el equipo de investigación no analiza estas ideas en su proceso de problematización, el espíritu conservador puede explicitar concepciones de envejecimiento y vejez pasiva, que impidan la aparición del vector de abstracción que vincule lo cotidiano y los enfoques teóricos. Asimismo, es importante situar la problematización en el contexto del pensamiento y la cultura en la que se generan. No todas las culturas tienen la misma percepción social respecto del proceso de envejecimiento y la vejez. Es importante no fragmentar el análisis en el proceso de investigación y problematizar considerando diversas categorías presentes en contextos (entre otros) sociales, culturales, económicos, políticos y económicos. 6. Los obstáculos del conocimiento cuantitativo. El objeto científico siempre es un objeto nuevo, su comprensión inmediata suele ser inadecuada. Se requiere de largos estudios para que de un fenómeno nuevo aparezca una variable conveniente. En este sentido, Bachelard se refiere a que la precisión numérica es permanentemente un motín de cifras, en la que surge Más mayores, más derechos 246 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) uno de los signos más típicos de un espíritu no científico, el pretender la objetividad científica. Después de varios ejemplos, señala el espíritu precientíico abusa de las determinaciones recíprocas. Según él, todas las variables características del fenómeno están en interacción y el fenómeno se considera como igualmente sensibilizado en todas sus variaciones. Ahora bien, aun cuando las variables estén ligadas, su sensibilidad no es recíproca. Hay que hacer de cada investigación un caso especial. (Bachelard, 2004: 257) Una confusión similar surge en el espíritu precientíico cuando no considera la realidad de las escalas. Transporta juicios experimentales de lo pequeño a lo grande y de lo grande a lo pequeño. Desde el punto de vista de la enseñanza cientíica, es más simple centrar el resultado. Sin embargo, la enseñanza de los resultados no es cientíica. Si no se explicita la línea de producción que condujo a los resultados, el alumno combinará el resultado con imágenes familiares. Lo que se requiere es que “comprenda” a su manera, ya que agrega razones personales. En la experiencia del autor de este artículo, un espíritu conservador en la investigación del Trabajo Social con enfoque Gerontológico, solo buscará y validará una racionalidad empírico-analítica. Es conservador no por seleccionar este tipo de racionalidad para el proceso de investigación, sino por el hecho de atraparse en una y no considerar otras racionalidades para el desarrollo de los estudios. Un espíritu cientíico debe conocer además otras formas de acercamiento a la investigación social gerontológica. Tal es el caso de los planteamientos de Schutz, quien sobre la metodología de las ciencias sociales enfatiza que todo el conocimiento del mundo, tanto en el sentido común como en el pensamiento cientíico, supone construcciones, vale decir, conjunto de abstracciones, generalizaciones, formalizaciones e idealizaciones propias del ámbito respectivo de orgaMás mayores, más derechos 247 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) nización del pensamiento. Desde esta perspectiva, los hechos puros y simples no existen. Desde el inicio todo hecho es extraído de un contexto universal por la actividad de la mente, de tal forma, que se trata siempre de hechos interpretados, ya sea que se los considere separados de su contexto a través de una abstracción artiicial, o bien estén insertos en él. En uno u otro caso, designan su horizonte interpretativo interno y externo. Con relación a la estructura particular de las construcciones de las ciencias sociales, Schutz plantea que los objetos de pensamiento construidos por los expertos en ciencias sociales se reieren a los objetos de pensamiento construidos por el pensamiento de sentido común del hombre que vive su vida cotidiana entre sus semejantes, y se basan en estos objetos. Las construcciones usadas por el especialista en ciencias sociales son, pues, por así decir, construcciones de segundo grado, o sea, construcciones de las construcciones hechas por los actores en la sociedad misma, actores cuya conducta el investigador observa y procura explicar de acuerdo con las reglas de procedimiento de su ciencia. (Schutz, 1962: 38) Si bien es cierto, se han descrito en este obstáculo otras formas de racionalidad para problematizar y llevar a cabo el proceso de investigación, no se debe confundir con el hecho de que el espíritu conservador se atrapa al utilizar siempre el mismo tipo de racionalidad. Podría ocurrir entonces, que también surja un espíritu conservador atrapado en enfoques como el fenomenológico, hermenéutico o crítico. Para evitar este obstáculo, es de vital importancia no olvidar que la metodología se ajusta al problema de investigación y no como ocurre en ocasiones, que se tiene deinida la fase de constatación y campo, antes que la fase de ruptura que incluye el proceso de problematización. Más mayores, más derechos 248 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) La vigilancia epistemológica Como la plantea Bachelard, “la epistemología se diferencia de una metodología abstracta en su esfuerzo por captar la lógica del error para construir la lógica del descubrimiento de la verdad como polémica contra el error y como esfuerzo para someter las verdades próximas a la ciencia y los métodos que utiliza a una rectiicación metódica y permanente (G. Canguilhem, texto Nº 1)” (Bourdieu, 2008: 18). Bachelard enfatizó el carácter complejo de las teorías cientíicas y rechazó un racionalismo simpliicador. En este sentido, uno de sus propósitos era: ampliar el marco y la estructura de la razón, revalorizando la capacidad de abstracción del pensamiento. Al igual que otras iguras de su época, utilizó el psicoanálisis como una herramienta que puede guiar al cientíico en la tarea de “vigilancia”, sin la cual es imposible la construcción de la experiencia cientíica. “Vigilar”, en este caso, signiica ir de lo real a lo artiicial, de la representación a la abstracción. Bachelard caracterizó el pensamiento cientíico como un encadenamiento de errores (obstáculos) rectiicados. Esta rectiicación se hace posible gracias a la vigilancia epistemológica realizada por el investigador. Tanto la captación del obstáculo como la vigilancia son posibles gracias a un nuevo tipo de racionalismo, al cual denominó racionalismo aplicado. (Gracia, 2000: 265) Se distinguen tres grados de la vigilancia epistemológica. El primer grado corresponde a la vigilancia simple, como espera de lo esperado. No se produce el cuestionamiento, surge la conianza y no es posible pensar por separado al sujeto y el objeto. El segundo grado, explicita los métodos y su vigilancia metódica para la aplicación metódica de los métodos. El cientíico que vigila desarrolla un proceso de recomienzo permanente, rectiica, regulariza y normaliza. Más mayores, más derechos 249 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Es la tarea que se hace cuando se construye la experiencia científica contra el obstáculo de la experiencia común. El racionalismo aplicado6 es un pensamiento recomenzado que previene a la razón de ahogarse en el dogmatismo. Es una filosofía mixta que trata de sintetizar racionalismo y empirismo, teoría y experiencia, y que realiza el segundo momento de la vigilancia, la vigilancia del método. (Gracia, 2000: 269) En el tercer grado, aparece la interrogación propiamente epistemológica. Es la que puede romper con las censuras de la razón y con falsos absolutos de la cultura tradicional. “Como se ve, la sociología del conocimiento y de la cultura y, en particular, la sociología de la enseñanza de las ciencias, es un instrumento casi indispensable de la vigilancia del tercer grado” (Bourdieu, 2008: 129). En este nivel se produce la vigilancia del método, ya que es puesto a prueba y le solicita una inalidad racional y no una utilidad pasajera. Es el instante de la problematicidad y de la crítica aguda. Los planteamientos de Bachelard referidos a que el hecho cientíico se conquista, construye, comprueba, es retomada por Bourdieu como los momentos que debe atravesar toda epistemología de las ciencias sociales: ruptura con los obstáculos (conquista del objeto), construcción del objeto y racionalismo aplicado (comprobación) (Gracia, 2000: 270) 6 Este trabajo no pretende profundizar en el racionalismo aplicado. Solo se mencionará que Bourdieu señala que “El racionalismo aplicado rompe con la epistemología espontánea fundamentalmente cuando invierte la relación entre teoría y experiencia. La más elemental de las operaciones, la observación, que describe el positivismo como un registro tanto más iel cuanto menos supuestos teóricos implica, se hace cada vez más cientíica en tanto los principios teóricos que la sostienen son más conscientes y sistemáticos” (Bourdieu, 2008: 91-92). Más mayores, más derechos 250 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) A continuación se mencionan estos momentos y se aplican a la experiencia del investigador en el tema del Envejecimiento y la cultura; y los roles sociales de las personas mayores. 1. La ruptura Se trata de revisar los obstáculos que aparecen cuando se trabaja cientíicamente en el ámbito de las ciencias sociales. En el caso de los obstáculos epistemológicos mencionados en la primera parte de este trabajo se sugiere además lo siguiente: Experiencia básica: Considerar un enfoque epistemológico al momento de seleccionar el tema de la investigación (tal como se explicó en la descripción del obstáculo). Revisar la institucionalidad del tema a nivel mundial, como por ejemplo: asambleas mundiales de envejecimiento, principios a favor de las personas mayores, estrategia latinoamericana de envejecimiento, declaraciones, políticas sociales, segundo examen y evaluación del plan de acción internacional de Madrid sobre envejecimiento, etc. Conocimiento general: Conocer las teorías gerontológicas y profundizar en aquellas asociadas al campo de investigación. En el caso de la investigación de los roles sociales, se profundizó en las siguientes teorías: actividad, continuidad, roles, crítica y economía política. Obstáculo verbal: Considerar la gerontología explicativa, crítica, comprensiva, interpretativa y explicativa. Asimismo, analizar las diversas concepciones de envejecimiento y vejez. Analizar la diferencia entre Trabajo Social con personas mayores y Trabajo Social con enfoque gerontológico. Conocimiento unitario y pragmático como obstáculo para el pensamiento cientíico: Más mayores, más derechos 251 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Revisar los mitos y estereotipos en torno al proceso de envejecimiento y vejez, asociados al contexto sociocultural de estudio. No estudiar a las personas mayores como sujetos aislados de su contexto económico, social, cultural y político. Obstáculos del conocimiento cuantitativo: Se sugiere considerar los aportes de Guba y Lincoln para el desarrollo del proceso de investigación. Mencionan las siguientes preguntas: La pregunta ontológica. ¿Cuál es la forma y la naturaleza de la realidad, más aún, qué es aquello que podemos conocer de ella? [...] 2. La pregunta epistemológica. ¿Cuál es la naturaleza de la relación entre el conocedor o posible conocedor y qué es aquello que puede ser conocido? [...] 3. La pregunta metodológica. ¿Cómo el investigador (el futuro conocedor) puede descubrir aquello que él o ella creen puede ser conocido? (Guba y Lincoln, 1994: 6) Más que la relevancia de un estudio cuantitativo y/o cualitativo, se sugiere profundizar en la coherencia que existe en las dimensiones ontológica, epistemológica y metodológica que conlleva todo el proceso de investigación. 2. La construcción del objeto Es primordial considerar que es justamente la construcción lo que va a dar al objeto su lugar de pertenencia cientíica, que no es necesario que tenga relación con su lugar fáctico, “real”. De ahí la insistencia –siguiendo a Bachelard– en la construcción contra la experiencia […] Por otra parte, no es posible dejar de lado las preconstrucciones del lenguaje tanto por el lado del cientíico como de su objeto de estudio. Bourdieu menciona Más mayores, más derechos 252 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) como ejemplo algunos trabajos sobre el lenguaje en distintas culturas. (Gracia, 2000: 272-273) Al respecto, se puede señalar que la percepción social de las personas es inluida por la sociedad en la cual se encuentran insertas. El envejecimiento es un fenómeno natural y se reiere a un proceso gradual de cambios y transformaciones de orden biológico, psicológico y social que ocurren en el transcurso del tiempo. El envejecimiento social se reiere a los hábitos, papeles y relaciones en este ámbito, pues a medida que las personas envejecen cronológica, biológica y psicológicamente sus funciones y relaciones sociales también se alteran. Siendo la vejez un hecho biológico y una construcción social, es importante señalar que la ancianidad es un concepto básicamente cultural. Todo ser biológico envejece y aparecen deterioros físicos, pero esta situación no se relaciona con una determinada edad biográfica, símbolos específicos o un espacio social universal; cada cultura, según la cosmovisión imperante, define quién es anciano al margen de dolencias y deterioros físicos. Un ejemplo es el siguiente: Entre diversos pueblos indígenas americanos, un anciano es el individuo que sobrevive cuando ya han muerto la mayoría de miembros de su grupo de edad, con los que atravesó los ritos iniciáticos (lo cual tiene que ver con sus relaciones sociales); en los países occidentales es considerada anciana, la persona que está jubilada (lo que tiene que ver con una legislación laboral, dado que el trabajo es el factor central en la vida de los occidentales, especialmente de los hombres); en algunas sociedades africanas se tiene por anciano el individuo que por razones de edad, ya ha perdido algunos dientes y tiene dificultad para masticar, etc. (Fericgla, 1999: 5) Más mayores, más derechos 253 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Respecto del concepto de cultura, Cliford Geertz –al igual que Max Weber– plantea que el hombre es un animal inserto en tramas de signiicación que él mismo ha creado, considera que el análisis de la cultura ha de ser una ciencia interpretativa en busca de signiicaciones. Para efectos de la investigación, se vinculan los aportes de la gerontología crítica (ya mencionada) con la concepción de cultura de Raymond Williams en torno a la sociología de la cultura. Se entiende la cultura en su forma reciente, como una convergencia de intereses y métodos diversos que se sitúan tras otros campos ya deinidos, como son la sociología de la religión, de la educación y del conocimiento. Una sociología moderna de la cultura, ya sea en sus estudios especíicos o en sus aportes a una sociología más general, tendrá como primer objetivo el investigar activa y abiertamente acerca de las relaciones trasmitidas y asumidas, así como de otras relaciones posibles y demostrables. Actualmente, la Sociología de la Cultura debe considerar: los sentidos antropológicos y sociológicos de la cultura, como todo un modo de vida diferenciado dentro del cual un sistema signiicante característico, se considera como esencial y esencialmente implicado en todas las formas de actividad social; y el sentido más especializado de cultura, como actividades artísticas e intelectuales que incluyen no solo las formas tradicionales de producción, sino todas las prácticas signiicantes desde el lenguaje, pasando por las artes, la ilosofía hasta el periodismo, la moda y publicidad (Williams, 1981). Desde esta visión, los roles sociales de las personas mayores están construidos y adquieren su signiicación acorde al contexto sociocultural de estudio, situación a considerar en el vector de abstracción y en las preguntas formuladas por el investigador. 3. Comprobación Los momentos epistemológicos responden a un orden que se debe considerar en el trabajo cientíico. Sin embargo, no se deben Más mayores, más derechos 254 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) reducir a un orden cronológico, sino que la vigilancia implica no omitir ninguno de ellos. La vigilancia epistemológica en este momento implica analizar la concepción de envejecimiento y vejez que da sentido a la investigación, además su articulación con el enfoque epistemológico y metodológico. Consideraciones inales A modo de ideas fuerzas, se destaca lo siguiente en la Formación del Espíritu Cientíico del Trabajo Social y la Vigilancia Epistemológica del Campo Gerontológico: 1. El vector de abstracción considera la relevancia práctica y teórica de la investigación. 2. El espíritu conservador debe analizar los obstáculos epistemológicos y la vigilancia epistemológica en todo el proceso de investigación. 3. Considerar la vigilancia epistemológica en sus tres grados. 4. Para la formación del espíritu cientíico en Trabajo Social, son fundamentales los aportes de Gastón Bachelard7, los que deben ser analizados en el contexto especíico de cada investigación. 7 Por la extensión de este trabajo no se profundiza respecto de los límites de la Epistemología bachelardiana y de la propuesta de relexividad planteada por Bourdieu. En un libro que está desarrollando el autor de este trabajo, se abordará este tema. Por el momento solo se menciona lo siguiente: Límites de la Epistemología Bachelardiana: Respecto de la formación de los obstáculos epistemológicos surge la pregunta “¿qué necesidad hay de que siempre se formen y se vuelvan a formar obstáculos epistemológicos?” (Lecourt, 1987: 26). En la experiencia del autor de este trabajo, su influencia es fundamental para el desarrollo de la práctica científica y su aporte es la reflexión de la enseñanza científica para la producción de conocimientos en Trabajo Social y Gerontología Social. De la vigilancia epistemológica a la reflexividad: en el Oficio de Sociólogo Bourdieu, Chamboredon y Passeron plantean la importancia de la vigilancia epistemológica. “Va a ser el recurso por el cual el investigador va tomando nota de todas y cada una de las operaciones implicadas en su investigación, comenzando por lo que a él le ocurre. En este sentido, Bourdieu llamará la atención, varios años después, sobre tres sesgos fundamentales a los que está expuesto todo investigador. Uno de ellos es su origen social, otro es la posición que ocupa en el Más mayores, más derechos 255 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) 5. Analizar los tres momentos (ruptura, construcción y comprobación) que conlleva la epistemología de las ciencias sociales en el proceso de investigación. 6. No se trata de de profundizar respecto de la especiicidad de la investigación del Trabajo Social en el campo de la Gerontología Social, sino que más bien el desafío es articular su investigación en el contexto de las disciplinas de las ciencias sociales y profesiones comprometidas con la temática del Envejecimiento y la Vejez. Bibliografía Aranibar, P. (2001). Acercamiento conceptual a la situación del Adulto Mayor en América Latina. Santiago de Chile: Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía-División de Población de la CEPAL. Bachelard, G. (1972). La formación del Espíritu Cientíico. Buenos Aires: Siglo XXI. Bourdieu, P., Chamboredon, J.-C. y Passeron, J.-C. (2008). El oicio de Sociólogo. México: Siglo XXI. Buendía, J. (1994). Envejecimiento y Psicología de la Salud. Barcelona: Siglo XXI. Declaración de Brasilia (2007). “Segunda Conferencia Regional Intergubernamental sobre Envejecimiento en América Latina y el Caribe: hacia una sociedad para todas las edades”. Brasilia: Naciones Unidas. Declaración de la Sociedad Civil (2007). “Carta de Brasilia 2007”. Brasilia: Foro Regional sobre Envejecimiento de Organizaciones de la Sociedad Civil de América Latina y el Caribe. campo académico y, el tercero, es su sesgo intelectual o las principales influencias teóricas que consciente o inconscientemente el académico reconoce. La vigilancia descansará en el adecuado control que estos tres sesgos operan en el trabajo de investigación” (Velasco, 2003: 3). Al analizar estos sesgos, se aporta al proceso de reflexividad en Trabajo Social y Gerontología Social, que implica no solo al investigador responsable, sino que a todo el equipo de trabajo. Más mayores, más derechos 256 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Del Rincón, D., Arnal, J., Latorre, A. y Sans, A. (1995). Técnicas de Investigación en Ciencias Sociales. Madrid: Dykinson. Fericgla, J. (2002). Envejecer, una Antropología de la Ancianidad. Barcelona: Herder. (1999). 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Proyecto Fondecyt 11121162 “Factores socioculturales que conforman la opinión pública y especializada de los roles sociales de las personas mayores de Chile en el período 2002-2012”. Santiago de Chile: Comisión Nacional de Investigación Cientíica y Tecnológica de Chile (CONICYT). Plan de Acción Internacional de Viena sobre el Envejecimiento (1982). Asamblea Mundial Sobre el Envejecimiento. Viena: Naciones Unidas. Plan de Acción (2002). “Informe de la Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento”. Madrid: Naciones Unidas. Rubio, R., Osorio, L. y Rodríguez, P. (1996). Temas de Gerontología II. Granada: Universidad de Granada. Sánchez, C. D. (2000). Gerontología Social. Buenos Aires: Espacio. Schutz, A. (1962). El Problema de la Realidad Social. Buenos Aires: Amorrortu. Vergara, J. (2005). Pensamiento Crítico Latinoamericano. Concepto de Epistemología. Santiago de Chile: Universidad Católica Silva Henríquez. Velasco, D. (2003). “Relexividad y reuniicación de las ciencias sociales. 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A partir de la aceptación general de que estamos viviendo en una sociedad del conocimiento, la tecnología y el aprendizaje continuo, las personas mayores intentan buscar por medio de la educación un espacio que les sea propio lo que conduce a la pregunta ¿cuál es el rol de la educación al respecto? La educación, desde sus orígenes siempre estuvo ligada a la necesidad de realización de deseos o expectativas puestas en otro, ya sea niño o adulto, tratando de formar o desarrollar en los educandos ciertos rasgos. Como airma José Yuni, la educación es por deinición un proyecto y una acción intencional mediante la cual se pretende formar y transformar a otro, es un proceso de mediación y transmisión cultural, proceso que se basa en la existencia de un vínculo, de una relación humana, humanizante enmarcada en un encuentro en Más mayores, más derechos 259 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) un tiempo y espacio diseñado por la institución educadora. La educación a lo largo de la vida parte de la premisa que la identidad personal es un proceso constante de reelaboración, reconstrucción y resigniicación de la experiencia vital desplegada en las coordenadas de oportunidades y restricciones de un tiempo histórico. En esa dirección, la educación es un poderoso instrumento socio-cultural para que las personas mayores puedan reconigurar su identidad personal y social. (Yuni, 2010: 15-16) El campo educativo para la población de sesenta años y más en Argentina, es algo reciente, según Yuni, J., Catoggio, M. y Arce de Blanco, M. (2002: 254), “se han conformado tres circuitos educativos claramente diferenciados en sus metas, periles y cobertura”. Por otro lado, la díada docente-persona mayor, no ha tenido gran desarrollo, la mayoría de los profesionales que ejercen la docencia en espacios tales como talleres, grupos de relexión, seminarios, etc., lo realizan sin tener una capacitación pedagógica gerontológica. Como airma Petriz, G. (2002), en términos educativos, la preocupación por las transformaciones subjetivas producidas por la participación (de las personas mayores) en actividades educativas hizo que se pusiera el énfasis en el sujeto de la educación y no en la docencia. Desde su implementación en la década del 90 hasta la actualidad, los programas educativos para personas mayores han crecido exponencialmente, centrar la mirada en el componente de la díada docente-persona mayor, hace que se comience a teorizar y relexionar acerca de una relación pedagógica y didáctica que ha sido poco abordada. los orígenes de los programas universitarios para personas mayores: una breve reseña histórica La educación universitaria para las personas mayores inició paralelamente en Estados Unidos y en Francia hacia la década de 1960. Más mayores, más derechos 260 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) En el año 1963, Estado Unidos da inicio a la primera etapa de educación universitaria para personas mayores bajo la forma de actividades culturales universitarias para el uso del ocio al modo de los Elders Hostels. La segunda etapa, fue registrada hacia el año 1973, en esta década, las universidades estadounidenses introdujeron los ciclos de conferencias universitarias sin evaluación como modo de implementar actividades para las personas mayores. Finalmente, la última etapa surge a partir de 1985, en este período, la educación para personas mayores estadounidenses adoptó el estilo y las normas del sistema universitario de enseñanza superior, la cual incluía la evaluación y un sistema de créditos que permitían la obtención de un diploma. Este modelo denominado anglosajón, se caracterizó (y hasta la actualidad continua siéndolo) por la autogestión y la organización clásica del sistema universitario; lo que permite al colectivo de la población mayor la adquisición de una certificación. Sin embargo, el modelo de educación universitario para personas mayores que impregnó en Argentina fue el creado por el profesor Pierre Vellas (23 de febrero de 1973). Este docente, creó en Toulouse la primera Universidad de la Tercera Edad (en adelante UTE), las actividades que proponía se agrupaban en torno a tres componentes: a) enseñanza, b) investigación y c) servicio a la comunidad. Hay que destacar, que las UTE creadas por Pierre Vellas además de tener el componente de la enseñanza destinado a las personas mayores, tiene otro elemento, esto es, la enseñanza y formación en gerontología a estudiantes y/o profesionales que desean perfeccionar sus conocimientos en el campo del envejecimiento. En este sentido, los currículums de las casas de altos estudios de nuestro país están en deuda, son muy pocas las carreras de formación de grado que incluyen contenidos referidos a la gerontología y el envejecimiento poblacional. De estos dos modelos descriptos en párrafos precedentes, el anglosajón y el francés, surgen mixturas que se evidencian en nuestro país a partir de la convivencia de diferentes circuitos y programas de Más mayores, más derechos 261 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) educación para la población mayor. Argentina fue el primer país de América Latina en desarrollar Programas Universitarios para Mayores (en adelante PUM). Estos programas en su mayoría se radicaron en las secretarías de extensión de las universidades públicas y se vieron favorecidos por el contexto de democratización política. En su mayoría están destinados a personas mayores de 60 años y con un nivel educativo básico (primario) y toman como fundamento a la educación permanente y no formal y presentan un currículum lexible y abierto, donde cada sujeto educativo puede elegir su propio itinerario formativo dentro de las modalidades de dictado de clases, tales como talleres, seminarios, grupos de relexión, etc. Desde los inicios de esta modalidad educativa se han gestado tres circuitos educativos que se diferencian cada uno de ellos a partir de sus proyectos educativos institucionales (PEI), en donde se plasman sus metas, periles de los cursantes y de los docentes, además de la cobertura y alcance que se pretende. El primer circuito lo conforma una desarticulada pero extensa red de servicios educativos y recreativos ofrecidos por los centros y asociaciones de jubilados. Su oferta tiende a limitarse a las actividades físicas y a una serie de cursos matrizados en estereotipos de género, dirigidos a la población femenina de clase media baja o baja. Estas actividades se inscriben en las tareas asistencialistas que realizan las asociaciones de jubilados, que proveen servicios de salud e incluso alimentación. Un segundo circuito es el de los servicios educativos ofrecidos por las Universidades Públicas. Desde sus inicios en 1983 hasta el presente, ha tenido una rápida expansión, que se ha visto acentuada en la segunda década de los noventa, período en el que se crearon el 40% de los programas en funcionamiento. Actualmente, veintitrés universidades, ofrecen programas especiales para adultos mayores. Este circuito está claramente orientado a los sectores socio-culturales medios y medios altos, que son los principales usuarios que se centra en la Más mayores, más derechos 262 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) actualización del adulto mayor y en la preparación para desempeñarse en el mundo contemporáneo. En muchos casos, las metas educativas se orientan a favorecer el acceso de las personas mayores al patrimonio cultural de la humanidad. (Yuni, 2010: 5-6) Una característica importante es que esos programas de educación permanente que ofrecen las universidades a través de las secretarías de extensión universitaria se autoinancian con aportes de matrículas y mensualidades que abonan los cursantes, esto quiere decir que no reciben ningún aporte presupuestario de las universidades y tampoco reciben fondos del gobierno nacional o provincial. Los PUM, al tener que inanciarse y autogestionar sus recursos, generan fragmentación y segmentación social, pues solo acceden aquellos que pueden pagar la educación que ofrecen los programas universitarios de educación permanente y coincidentemente quienes asisten (en su mayoría mujeres y profesionales jubilados), es la población que ha tenido oportunidades educativas en la primera mitad de siglo XX en nuestro país. El tercer circuito inicia a partir del año 1995 aproximadamente, esta modalidad educativa denominada Universidades de la Tercera Edad1, predomina en las ciudades pequeñas en las que no hay universidades. En general, son generadas y dirigidas hacia los sectores culturales medios-altos de esas poblaciones. Los mismos participantes organizan y dictan los cursos. Los gestores de estas experiencias son grupos de personas mayores, pese a que su oferta también incluye a los miembros de la segunda edad. Muchas de estas experiencias se están realizando dentro del movimiento asociacionista y están ligadas a cooperativas u otras organizaciones de la sociedad. Aunque las Universidades de la Tercera Edad no están vinculadas con las instituciones académicas, toman los fundamentos de los orígenes de las Universidades Medievales. Para más información acerca de los orígenes de las Universidades, ver Le Gof, J. (1990). Los intelectuales en la Edad Media. España: Gedisa. 1 Más mayores, más derechos 263 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) En el año 2008, aparece en el circuito educativo de los programas para personas mayores el proyecto Universidad para Adultos Mayores Integrados el cual se basa en la modalidad PUM. El Instituto de Seguridad Social de Jubilaciones y Pensiones-Pami decide implementar en diferentes universidades públicas y privadas del país el Programa denominado UPAMI y lo realiza a través de un convenio con el Consejo Interuniversitario Nacional. Según lo establece la Res. Nº 1274/2008 del INSSJP-Pami, el programa UPAMI, tiene como objetivos favorecer a través de la educación y dentro del ámbito universitario el mejoramiento de la calidad de vida y la estimulación e integración de la que es parte la persona mayor. En la actualidad, el programa UPAMI, se implementa en veinticuatro universidades nacionales y es financiado completamente por INSSJP-Pami. Si bien comparte las mismas características de los programas universitarios que dependen de las secretarías de extensión (PUM), la diferencia radical, está dada en que las personas que asisten no contribuyen con ningún tipo de matrícula ni mensualidad monetaria, lo que lo transforma en un programa sumamente accesible para toda la población afiliada a la obra social. Los fundamentos educacionales de los programas universitarios para personas mayores La palabra educación, signiica “sacar de adentro”, esto da cuenta que, por un lado, está ligada al ser del hombre y a su trascendencia, pero por otro, al objetivo de facilitar la ampliación de espacios vitales de creatividad, autonomía y participación social. La educación se transforma en una herramienta por la cual, las personas pueden encontrar a través de su asistencia a diferentes propuestas educativas, espacios de relexión, expresión e identidad. Existen diferentes tipos de educaciones, formal, no formal, informal, permanente, continua, laica, religiosa, moral, etc. Sin embargo, Más mayores, más derechos 264 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) todas ellas están atravesadas por diferentes ideologías que responden a ciertos paradigmas educativos2. Estos paradigmas se han ido modiicando a través de los hechos históricos y han respondido y responden a las necesidades que el hombre ha tenido que afrontar en correspondencia a las revoluciones cientíicas, industriales, políticas, sociales, económicas, entre otras. Cuando se mencionan los paradigmas3 siempre se hace referencia a un modelo aportado por una comunidad cientíica, que si bien pueden dar estructura también dan lugar a la articulación de los componentes o dimensiones a estudiar dentro de un modelo. La educación como disciplina, cuyo objeto de estudio no solo involucra los procesos de enseñanza y de aprendizaje, sino también las dimensiones políticas, sociales, económicas, ilosóicas y la salud de la población ha estado atravesada por el devenir de la historia de la humanidad y ha respondido a los diferentes modelos que de este han surgido, incluyendo los paradigmas del conocimiento. Es de esta concepción de donde se desprende en líneas generales la posibilidad de contar con paradigmas educativos que han marcado y encuadran las políticas educativas implementadas en nuestro país tanto en el sistema de educación formal como en el no formal. Aunque en la actualidad no existe una clasiicación única que permita identiicar los paradigmas educativos, de la literatura sobre el tema, se podrían identiicar y sintetizar los siguientes cuatro modelos, a saber: • Tradicional: también llamado: “enfoque práctico-artesanal” por Pérez Gómez (1993); “concepción tradicional-oicio” por 2 Paradigma Educativo: en la bibliografía pedagógica también se puede encontrar este término como racionalidades pedagógicas; modelos pedagógicos o enfoques pedagógicos, siendo todos ellos sinónimos. 3 Paradigma: realizaciones universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad cientíica. […] Un paradigma incluye tanto leyes y teorías como sus aplicaciones y los instrumentos que los cientíicos acostumbran utilizar en ese momento. En otras palabras, proporcionan modelos de los que surgen tradiciones coherentes de investigación cientíica (Gaeta, 2001). Más mayores, más derechos 265 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Rodríguez y Gutiérrez Ruíz (1995); y “tradición academicista” por Davini (1995). • Tecnicista: denominado por otros autores como “enfoque técnico-academicista” por Pérez Gómez (1993); concepción tecnológica por Rodríguez, y Gutiérrez Ruíz (1995) y “tradición eicientista” por Davini (1995). • Crítico y de construcción social: citado por otros autores como “pedagogía crítico social” en Saviani (1980); Libaneo (1984); Mello (1982) y Tedesco (1987); entre otros. • Crítico hermenéutico relexivo: también llamado: “enfoque hermenéutico-relexixo” por Pérez Gómez (1993); “enfoque orientado a la indagación y la enseñanza relexiva” por Rodríguez y Gutiérrez Ruíz (1995); “hermenútico-participativo” por Davini (1995), sin embargo, esta autora concluye que este paradigma no se ha instaurado en el contexto educativo latinoamericano. Habitualmente se reconocen varios paradigmas, cada uno de ellos implica atributos particulares en las distintas dimensiones pedagógicas-didácticas que conforman un programa educativo pero a su vez también responden a diferentes corrientes psicológicas, filosóficas, sociológicas, políticas y económicas de enseñanza y de aprendizaje. A continuación, en la Tabla 1, se realiza una síntesis de lo que propone cada paradigma educativo con respecto a las dimensiones pedagógico-didácticas de un programa educativo. El propósito de esta síntesis, es identiicar características propias de cada enfoque y que resultan de utilidad para el análisis y la relexión del proceso de enseñanza y de aprendizaje. Los aportes de los paradigmas ayudan a comprender no solo el proceso de enseñanza y aprendizaje de los cursos para personas mayores, sino también, posibilitan la visualización de la ilosofía educacional que subyace en los mismos. Más mayores, más derechos 266 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Más mayores, más derechos 267 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Retomando el concepto de educación de los programas educacionales para personas mayores estos se basan en la concepción de la educación permanente y no formal. Hacia inales de la década del 70, se deinió a la educación permanente como: un proyecto global encaminado tanto a reestructurar el sistema educativo existente, como a desarrollar todas las posibilidades de formación fuera del sistema educativo. En ese proyecto el hombre es el agente de su propia educación, por medio de la interacción permanente de sus acciones y su relexión. La educación permanente, lejos de limitarse al período de la escolarización, abarca todas las dimensiones de la vida, todas las ramas del saber y todos los conocimientos prácticos que puedan adquirirse por todos los medios y contribuir a todas las formas de desarrollo de la personalidad. […] Por lo que los procesos educativos, que siguen a lo largo de la vida, sea para niños, jóvenes y adultos, cualquiera que sea su forma, deben considerarse como un todo. (UNESCO, 1979: 365) De esta última deinición se deduce que la educación permanente se caracteriza por el vitalicio proceso educativo, que abarca toda la extensión de la vida individual, desde el nacimiento hasta la muerte, y ciertamente de la vida social en su transcurrir histórico. Se apoya en una determinada concepción de educación como un desenvolvimiento integral del hombre; a partir de la criticidad, la participación y la construcción y reconstrucción del mundo. Desde esta concepción, la educación involucra los conocimientos, las destrezas, los hábitos y actitudes, pero los rebasa al convertirse en un proceso deseable de la vida en el cual cada hombre y cada sociedad pueden ser sujetos activos de su propio desarrollo y expansión. Por otro lado, la educación no formal se define como la organización de “todo sistema exterior a la enseñanza tradicional, que opera independientemente del sistema escolar o en relación de Más mayores, más derechos 268 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) este, para permitir formarse o perfeccionarse a una determinada población sean jóvenes o adultos” (Coombs, P., 1974, citado en Fainholc, B., 1987: 13). De los conceptos anteriormente deinidos se desprende que la verdadera educación, aunque comprende necesariamente la formal no se queda en ella, sino que también abarca la no formal, la cual se impulsa en ámbitos institucionales no formales y más allá de las edades son ámbitos en los que coexisten hombres y mujeres de todas las edades y condiciones, en este caso, las personas mayores que asisten a los distintos cursos. El actual desafío de la educación para personas mayores es lograr la integración social. Entendida esta última como una práctica educativa que “atiende a la producción de efectos de inclusión cultural, social y económica, al dotar a los sujetos de los recursos pertinentes para resolver los desafíos del momento histórico” (Núñez, 1999: 26). Si se tiene en cuenta el origen y el contexto en el que fueron creados los programas de educación para personas mayores en Argentina, se puede observar que responden muy claramente a esta última deinición, dado que desde sus orígenes, está destinado a personas que buscan un nuevo proyecto de vida en donde la educación es utilizada como el medio, como una herramienta para la elaboración y constitución subjetiva del “proyecto vejez”. En toda práctica educativa, inclusive en la permanente y no formal, están implícitos los procesos de transmisión y adquisición de saberes, en este caso, cada uno de los componentes de la tríada (docente, alumno y saber) interviene implícita y explícitamente desde su lugar de participación o acción. Según, Paulo Freire (2006: 136), en este encuentro pedagógico, “el alumno y docente se constituyen en comunión, transformando el proceso de enseñanza y aprendizaje singular para cada uno de ellos”, en tanto el saber estará caracterizado por la especiicidad del objeto de estudio. El docente, en este caso, profesionales especializados y formados en diferentes matrices disciplinarias, tienen un doble desafío, por un lado, realizar la transposición didáctica (pasaje del saber sabio al saMás mayores, más derechos 269 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) ber enseñado y de este al saber aprendido) y a su vez el compromiso de la “vigilancia epistemológica del saber”4. En el proceso de enseñanza y aprendizaje, la tarea del educador es esencial ya que tiene la responsabilidad de movilizar al sujeto educativo, provocar interés y legitimidad del conocimiento, de modo que la persona mayor, pueda no solamente interesarse por el contenido, sino también que se apropie del mismo y pueda utilizarlo en espacio de desarrollo personal y doméstico. Es aquí en donde la concepción problematizadora de educador-educando debe superarse, porque como airma Paulo Freire (2006: 15) “nadie educa a nadie – nadie se educa a sí mismo–, los hombres se educan entre sí con la mediación del mundo”. En esta mediación, la tarea del docente es fundamental, por un lado, el peril del alumno y de los profesionales seleccionados (docentes) hacen que el encuentro pedagógico sea único (el profesional posee una carga emocional, afectiva y de saber sabio) por otro, la persona mayor, tiene la característica de volver a ser estudiante, muchas veces con una carga importante de imposibilidades y desventajas económicas, sociales, culturales y de salud. Este es el momento, en que se genera una “dialógica” en la cual docente y alumno a través de sus historias de vida originan un nexo único e irrepetible, que se verá relejado en el proceso de enseñanza y de aprendizaje. Mediante “sus mundos” y representaciones sociales producirán uno en el otro y viceversa, un estado único de relexión, en el que cada uno, se llevará un aporte, que tendrá singular importancia, pero que solo ellos conocerán. Esta, es una de las causas por las cuales es tan difícil describir objetivamente el proceso de enseñanza y de aprendizaje. 4 La vigilancia epistemológica se impone particularmente en el caso de las ciencias del hombre en las que la separación entre la opinión común y el discurso cientíico es más imprecisa que en otros casos. […] El descubrimiento no se reduce nunca a una simple lectura de lo real y las coniguraciones que esta propone a la percepción. […] es sabido que el acto de descubrir que conduce a la solución de un problema sensorio-motor o abstracto debe romper las relaciones más aparentes, que son las más familiares, para ser surgir el nuevo sistema de relaciones entre los elementos (Bourdieu, P., Chamboredon, J. y Passeron, J., 1976: 27-29). Más mayores, más derechos 270 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Las personas mayores como sujetos pedagógicos La educación es una práctica social compleja, en la que intervienen sujetos (educadores y educandos) con una historia escolar única y un contexto social, político y económico que determinan ciertos modos de productos y producciones sociales. Como airma Adriana Puiggrós (2006: 29), la educación es una práctica productora, reproductora y transformadora de los sujetos. En el sistema educativo moderno, siempre se trata de sujetos (educadores) que intentan incidir en otros sujetos (educandos) para lograr que se transformen en adultos, ciudadanos, amas de casa, dirigentes, sometidos, profesionales o lo que fuere. Por otro lado, toda pedagogía5 deine su sujeto. Cada una determina los elementos y el orden de las series que la constituyen como conjunto signiicante, cuya función es mediar entre los sujetos políticos y sociales, y el habitus6 que se pretende inculcar. Se deine como sujeto pedagógico, a la relación entre educador y educando, al producto de la vinculación entre los complejos sujetos sociales que ingresan a las situaciones educativas. Si se piensa en los orígenes del sistema educativo formal argentino, este se caracterizó por la homogeneización y normalización de los sujetos a partir del Pedagogía: es un campo con conocimientos y propuestas operativas que tienen el compromiso de mejorar la educación. […] Es una disciplina que se conforma desde distintos ángulos, con preocupaciones y procedimientos diferentes, dependiendo de la perspectiva teórica que movilice o dónde se inscriba. […] Así, la Pedagogía ha incorporado conocimientos y métodos –y por esa vía se ha conformado también– de distintos cuerpos del saber que la han conigurado como un espacio no homogéneo, en cuyo seno conviven conocimientos, métodos, preocupaciones diferentes y difícilmente uniicables (Furlán, 1993). 6 Habitus: sistema de disposiciones duraderas […] estructuras estructuradas dispuestas a funcionar como estructuras estructurantes […] sistema de esquemas, de percepción, de pensamiento, apreciación, acción […] principio de producción de prácticas y principio de su organización y racionalidad objetiva (Tenti, E., 1981). 5 Más mayores, más derechos 271 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) tiempo y el espacio escolar; en tanto los sujetos tenían una visión de que el mismo les permitiría ascender tanto social como económicamente, hoy se presenta para el sistema educativo no formal otro sujeto pedagógico, las personas mayores. Estas se caracterizan por ser un sujeto que busca a través de la educación una herramienta para el mejoramiento de la calidad de vida y que le permita a su vez entender las transformaciones subjetivas que transita en el devenir de la vejez. Yuni, J. (2008: 3) deine al sujeto pedagógico persona mayor como una persona que en tanto sujeto biopsico-social y ético se ubica en la posición de aprendiente, alumno, adquirente, educando. El sujeto pedagógico se caracteriza por sus capacidades, habilidades, saberes, motivaciones y metas de desarrollo personal ligadas a las condiciones particulares del desarrollo evolutivo, el ejercicio de ciertos roles sociales y a las demandas sociales para adquirir determinados conocimientos necesarios para ser reconocido como miembro de una comunidad o de grupos particulares dentro de ella. ¿Por qué otorgarle relevancia al concepto de sujeto pedagógico persona mayor? Porque como ya se mencionó, esta población busca a través de los espacios educativos un modo de integración social que le permita entender y desarrollarse en la comunidad en la que vive, además de mejorar su calidad de vida y elaborar subjetivamente el proceso de la vejez. Para responder a estas necesidades, todo diseño educativo, tales como talleres, seminarios, grupos de relexión, etc. tienen que garantizar lexibilidad y adaptación en su implementación. El educando (persona mayor) ha transitado una vida y esto le ha aportado experiencia que la expone implícita y explícitamente en el aula, esto inluenciará muchas veces de sobremanera tanto en el desarrollo de la propuesta educativa como en la labor docente y/o planiicación áulica diaria. Es por ello que la formación académica del docente acerca del proceso de envejecimiento poblacional y de la vejez en todas sus dimensiones y de las características de los sujetos pedagógicos con los que se trabaja, se Más mayores, más derechos 272 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) transforma en un recurso. El profesional se encuentra ante una situación en la tríada educativa en la que mediará por un lado, su rol docente, por otro su saber sabio (que implica vigilancia epistemológica) y el alumno quien acarrea un saber común o también denominado saber vulgar (que muchas veces tratará de imponer en el aula) y se transformará en el desafío del “saber”. Finalmente, cuando el docente que trabaja con personas mayores logra el equilibrio en la práctica áulica, esto es en la relación de la tríada docente-alumno-saber, habrá de proponerse teorizar y racionalizar esa relación, para transformar el aula en un lugar de relexión e investigación. Algunos componentes del proceso de enseñanza y de aprendizaje que se encuentran implícitos en el desempeño docente La docencia como práctica social de un colectivo, “es considerada como una actividad que se desarrolla en el aula por un profesor con un grupo de alumnos y como tal trasciende los límites de lo individual, porque como toda profesión, se desarrolla y ejerce por un colectivo” (Rueda Beltrán y Díaz Barriga, 2000: 5). La igura del docente es reconocida como eje articulador de las actividades de la enseñanza, tanto a nivel de política nacional como en el discurso de la calidad de la educación. Aunque para la labor docente no hay un consenso acerca de lo que es ser un “buen docente”. En cuanto a la docencia con personas mayores mientras en los países más desarrollados se ha encaminado hacia una profesionalización, en nuestro país, “la caliicación y las competencias profesionales son producto del ejercicio de la función y del mayor o menor oicio en la tarea” (Yuni, 2008: 13). Según Elizabeth Flores (2010: 3), cuando se discute acerca de lo que es la docencia universitaria, la mayoría coincide en ubicarla como “una función o tarea del profesor universitario en relación con la enseñanza. Esta función, implica una serie de acciones que van Más mayores, más derechos 273 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) desde la capacitación hasta la labor estrictamente pedagógica, esta última es denominada desempeño docente”. Se deine el desempeño docente como al conjunto de capacidades desplegadas por los educadores en el proceso de enseñanza y de aprendizaje, dentro del aula. Estas capacidades generadas por el docente implican una estrategia de enseñanza que es la manera en que el educador acerca al sujeto pedagógico al objeto de estudio y a los instrumentos para hacerlo. La diferencia con una estrategia de aprendizaje radica en que esta, es la manera en que un sujeto –el educando– se acerca a un objeto de estudio, interactúa con él y le da signiicado. Las estrategias de enseñanza dependen, en general, de las características personales y profesionales del docente (esto es, su biografía escolar como producto del sistema educativo y de su socialización profesional) y de la institución en que se realiza la implementación de los cursos que dicta. Cabe aclarar que todo proceso de enseñanza presupone una aproximación personal al acto de enseñar, según Litwin, E. (2007: 78), posibilita a los docentes estructurar el campo de una manera particular y realizar un peculiar recorte disciplinario, fruto de sus historias, puntos de vista, perspectivas y también, limitaciones. Los docentes llevan a cabo las prácticas en contextos que les dan signiicado y que se visualizan en planiicaciones, rutinas y actividades que dan cuenta de este entramado. Deinir las prácticas de la enseñanza nos remite a reconocer que cada nuevo estudio de las dimensiones de análisis que se entraman en la enseñanza adquiere su signiicación en una totalidad explicativa e interpretativa, en la que se interrogan también las miradas personales. Las estrategias de enseñanza ideadas por los docentes conduce a pensar inevitablemente en lo que Litwin, E. (2007: 80) ha denominado coniguraciones didácticas. Esta autora, las deine como Más mayores, más derechos 274 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) la manera particular que despliega el docente para favorecer los procesos de construcción del conocimiento. Esto involucra una construcción elaborada en la que se pueden reconocer los modos como el docente aborda múltiples tareas de su campo disciplinar y que se expresa en el tratamiento de los contenidos, su particular recorte, los supuestos que maneja respecto del aprendizaje, la utilización de prácticas metacognitivas, los vínculos que establece en la clase con las prácticas profesionales involucradas en el campo de la disciplina de que se trata, el estilo de negociación de signiicados que genera, las relaciones entre la práctica y la teoría que incluyen lo metódico y la particular relación entre el saber y el ignorar. Estos conceptos, estrategias de enseñanza y de aprendizaje y coniguraciones didácticas trascienden hacia el proceso educativo con personas mayores a través del desempeño docente, este se podría deinir como el conjunto de acciones pedagógicas y didácticas empleadas por los profesionales provenientes de diferentes matrices disciplinares que se plasman en propuestas educativas y que se ponen práctica al momento de la implementación de los diferentes cursos. A través de actividades educativas no formales, se busca: estimular inalidades y objetivos; acciones especíicas (pragmática); generar interés y motivación, sin dejar de tener en cuenta las condiciones sociales, económicas, de salud y ambientales en las que viven y se desarrollan las personas mayores. La revisión de la literatura acerca del desempeño docente con personas mayores en Argentina, indica que solo se ha implementado un único estudio7 en el que participaron personas mayores que asisten a programas de educación no formal (universitarios y no universitarios) y los resultados generales a grandes rasgos demostraron que las personas mayores cuando se toman el rol de alumnos consideran im“Modelos organizacionales y aspectos psicopedagógicos en la educación de Adultos Mayores en la República Argentina”. CONICET. Dirección de estudio del Doctor José Yuni. 7 Más mayores, más derechos 275 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) portante que los docentes tengan competencia para gestionar la vida grupal de la clase; así como el dominio de los contenidos elegidos por el docente y inalmente dos cualidades: en primer lugar la paciencia y en segundo lugar que los educadores sean alegres. Como se puede apreciar en nuestro país no son mayoritarios los estudios referentes a la díada docente-alumno y el proceso de enseñanza y de aprendizaje. Es necesario plantear e indagar sobre las condiciones personales y profesionales del docente; es allí donde se condensan expectativas y proyecciones y también saberes experienciales (actuales o biográicos) que las personas mayores han construido sobre lo que para ellos es un buen educador. Conocer esta visión de las personas mayores que asisten a actividades educativas, permitiría por un lado, mejorar los procesos de enseñanza y de aprendizaje y por otro, comenzar a pensar en la profesionalización de la docencia para personas mayores. Como airma Giroux, H. (1997: 98), los profesores como intelectuales han de contemplarse en función de los intereses ideológicos y políticos que estructuran la naturaleza del discurso, las relaciones sociales del aula y los valores que ellos mismos legitiman en su enseñanza. Si los profesores han de educar a los estudiantes para ser ciudadanos activos y críticos deberían convertirse ellos mismos en intelectuales transformativos. Conclusión En la transición sociodemográfica que atraviesa nuestro país, la educación se transforma en una oportunidad y una herramienta, por un lado, el docente es quien puede manipular el proceso de enseñanza y de aprendizaje para aportar y transformar el conocimiento, en tanto, las personas mayores pueden utilizar a la educación para mejorar su calidad de vida a través de la geneMás mayores, más derechos 276 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) ración de nuevos proyectos que le permitan transitar la vejez. De este modo, la educación trasciende la díada docente-alumno, el docente acompaña el proceso de la construcción del saber sabio al saber enseñado y de este al saber aprendido, mientras que las personas mayores logran la trascendencia del devenir de la vejez a través de la participación. En la actualidad, los avances en la divulgación e instalación de las diversas modalidades de programas educativos para personas mayores nos conduce a repensar y relexionar acerca de la díada docente-alumno. Esta díada, tiene que ser cuestionada y analizada desde el proceso de enseñanza y de aprendizaje a partir del docente. Al presente, la mirada se ha centrado en el sujeto pedagógico (persona mayor) y en las transformaciones subjetivas de este a partir de su participación en los espacios educativos. Los programas de educación para personas mayores se incrementan día a día, cada vez más adultos mayores son parte de esta modalidad educativa y la docencia aumenta en forma paralela, relexionar sobre el proceso de enseñanza y de aprendizaje aportará teoría y una mejor calidad educativa por parte de las instituciones que sostienen estos programas. Poner énfasis, en profesionalizar a las personas que se desempeñan como docentes (prevenientes de diferentes matrices disciplinarias), es el reto. Se hace necesario analizar el proceso de enseñanza y de aprendizaje no solo desde la teoría sino también desde la práctica docente, replantear el desempeño y el rol docente para la construcción de los espacios educativos es un desafío. Teorizar y racionalizar acerca del hacer docente dará luz para mejorar las propuestas educativas para las personas mayores y los docentes. Bibliografía Bourdieu, P., Chamboredon, J. y Passeron, J. (1976). El Oicio del Sociólogo. Presupuestos Epistemológicos. México: Siglo XXI. Más mayores, más derechos 277 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Diker, G. y Terigi, F. (2005). La formación de maestros y profesores: hoja de ruta. Buenos Aires: Paidós. Fainhold, B. (1993). Educación a distancia. Buenos Aires: De la Flor. Fernández Lópiz, E. (2002). Psicogerontología para educadores. 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Términos, imágenes y expresiones que constituyen un estigma y limitan las reales posibilidades de integración y participación socio-cultural-política y económica de los sujetos de más edad. En pleno siglo XXI resulta inexplicable mantener los preceptos instalados por el capitalismo occidental que ubica a las personas de Más mayores, más derechos 280 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) edad como “desechables” ante la pérdida del rol económico, que el propio sistema les asignara en función de la dicotomía productividad/no productividad, actividad/pasividad de actores y grupos. La subversión de sentidos aludida más arriba, entiende que es fundamental identiicar a los adultos mayores ya no como sujetos a proteger o negados de la vida pública, sino como personas con derechos, capaces de ser independientes, útiles y válidos sin poner en dudas sus capacidades emocionales, cognitivas y valorativas. La vejez es un tema que se proyecta en este siglo con importancia, ya que el alto grado de desarrollo de la ciencia trajo aparejado un notorio crecimiento de las expectativas de vida en la población mundial y regional, que hoy interpelan a resigniicar el lugar que ocupa y la forma en que se construyen los imaginarios sociales en torno a esta generación. Los antiguos esquemas vinculados a la inmovilidad de los viejos carecen ya de fundamentos a manos de una realidad: la humanidad se está volviendo cada vez más longeva. Según Naciones Unidas, una sociedad está envejecida cuando la población mayor de sesenta y cinco años es superior al 7% del total. Actualmente nuestro país presenta una estructura demográica que indica su envejecimiento: las personas de más de 60 años ocupan el 14.25% del total (Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda 2010). Estas estadísticas colocan a la Argentina junto con Uruguay y Chile entre los países latinoamericanos de mayor envejecimiento. Este avance demográico, obliga a los Estados a diseñar políticas que aseguren la promoción, protección e integración social de los adultos mayores. Actualmente hay cada vez más personas que llegan a ser longevas manteniendo una buena calidad de vida. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que “la población mundial de 65 años o más es el grupo etario de crecimiento más rápido”, en tanto que “en los próximos cinco años, el número de personas mayores de 65 será superior al de los niños menores de 5 años”1. 1 Datos extraídos de la nota periodística: Muñiz, N. (2012, 7 de abril). “En cinco años habrá más adultos mayores que niños”. Diario Popular. Más mayores, más derechos 281 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Las organizaciones supra gubernamentales deinen recomendaciones para la implementación de políticas que favorezcan la consolidación de la valorización de la vejez. Finalizando la década del 90 la OMS auspició esta nueva concepción de envejecimiento activo2 vinculado no solo a la salud, sino también a rescatar y revalorizar el lugar protagónico de los adultos mayores en las comunidades tendiendo a reducir su vulnerabilidad y exclusión. Un aspecto a tener en cuenta lo representa su valor cultural e histórico, en tanto transmisores de saberes y experiencias a las generaciones que los suceden. Resigniicar el rol de las personas de edad, recuperar y ejercitar la memoria colectiva atendiendo a sus experiencias, se convierte así en uno de los grandes desafíos de estas épocas. En este contexto, la comunicación social toma un lugar estratégico para aportar herramientas que favorezcan cambios en las signiicaciones que las generaciones jóvenes les adeudan, como también para transformar las maneras de entenderse los propios mayores, cuando se autocondenan y se niegan a actuar o se subsumen en roles sociales mínimos. Porque también es cierto que muchas veces son ellos mismos los que incorporan discursos y prácticas negativas circulantes sobre vejez y envejecimiento por los restantes actores. Abrir un nuevo campo de sentidos requiere tanto de la comunicación/educación (Huergo: 2005) para promover inter-aprendizajes, como de la apropiación de lenguajes para comunicar que empoderen a la gente mayor, con herramientas para realizar producciones y protagonizar la esfera pública con discursos y acciones efectivamente propios. 2 La Organización Mundial de la Salud deine el envejecimiento activo “como el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el in de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen. El envejecimiento activo se aplica tanto a los individuos como a los grupos de población. Permite a las personas realizar su potencial de bienestar físico, social y mental a lo largo de todo su ciclo vital y participar en la sociedad de acuerdo con sus necesidades, deseos y capacidades, mientras que les proporciona protección, seguridad y cuidados adecuados cuando necesitan asistencia” (OMS, 2002). Más mayores, más derechos 282 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) De los medios, a comunicar la vejez desde la vejez Se deiende el principio que sostiene Comunicar es un derecho y este nos corresponde a todos, sin diferencia de edad, género, origen, creencia, educación, etc. Por eso se dice que el derecho a la comunicación es un derecho fundamental, universal e indivisible. Este derecho es también el de estar informados y elegir a través de qué medio y forma queremos informarnos. (Fravega, 2012: 32) Las intervenciones y estudios sobre procesos y prácticas de la comunicación propician las transformaciones y las luchas por el sentido. Asimismo la comunicación es fundamental por su aporte para intervenir en ámbitos comunitarios, educativos, políticos y culturales. En este caso, la intención es provocar y acompañar las transformaciones necesarias para que las personas mayores se integren y se apropien de herramientas para su visibilización e irrupción en el espacio ciudadano. No es un tema menor que, a su vez, estas luchas por la construcción de un paradigma positivo de la vejez, deban desenmascarar cómo y con qué mecanismos operan los medios de comunicación. Dado que muchos prejuicios y estereotipos se materializan especialmente a través de discursos e imágenes circulantes por la televisión, la radio, la prensa y los productos de la industria cultural. Y en los últimos años, cada vez más por las redes de la tecnología digital. Por ejemplo, es común observar en los noticieros a las personas mayores como víctimas de delitos, enfermedades, problemas económicos, abandono familiar, de demandas jubilatorias, etc. En contraste, existe poco contenido que los muestre como partícipes activos en el ejercicio de sus derechos, al frente de emprendimientos comerciales, solidarios, como protagonistas políticos, o de organizaciones sociales, etc. El estudio realizado por la doctora en comunicación Analía Brandolín de la Universidad Nacional de Río Cuarto sobre la representaMás mayores, más derechos 283 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) ción de la vejez en noticieros televisivos, señala que en los contenidos locales y nacionales […] la vía de entrada a los ciudadanos viejos está reservada mayoritariamente al mundo de imágenes negativas referidas a disminución biológica, dependencia, pobreza, abandono, fealdad y presencia de la muerte. Es decir, a los viejos comunes se los excluye en cuanto a contar sus historias de vida; a decir, qué piensan, quiénes son, qué sienten y hacen, cuáles son sus propuestas, reclamos y/o demandas, Así también de cómo han contribuido a su país, cuáles son sus metas y logros personales y comunitarios. Según Brandolín (2006) los viejos adquieren visibilidad en la agenda noticiosa televisiva de acuerdo a las siguientes categorías: • como problemas sociales • como víctimas de violencia • como curiosidad-rareza • con indicios de comicidad o burla La investigadora cordobesa (Brandolin, 2006: 6) recuerda que se vive “en un contexto de sociedad de consumo donde se privilegia el modelo juvenil exitoso en contraste con un modelo de vejez marginal”. De este modo se refuerza una imagen que poco tiene que ver con las identidades y variadas condiciones de transitar por la vida, lo cual nada tiene que ver con los años que se tengan. Por otro lado, las referencias mediáticas y los discursos sociales en general los reducen a las categorías de “abuelo” o “jubilado”, como si cumplieran esos únicos roles dentro de la sociedad y no realizaran otras actividades como pintar, bailar, administrar, estudiar, gustar de la moda, entre otros consumos y producciones culturales. Estas últimas prácticas y lugares sociales vienen siendo atribuidas culturalmente a los restantes grupos de edad, especialmente a los jóvenes. Con ello se refuerza la construcción de un patrón de belleza, éxito y poder de bienes materiales y simbólicos expulsor de las personas Más mayores, más derechos 284 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) viejas en el plano del deseo y de legitimación social. Nadie quiere llegar a viejo o, por lo menos, nadie quiere parecer viejo. La Doctora Mónica Roque3 es clara en este punto cuando reiere que “Llamarlos abuelos o jubilados resulta reduccionista y despersonalizado. Las personas mayores tienen múltiples roles: esposos, amantes, profesionales, militantes políticos o sociales, dirigentes, algunos padres, algunas madres, algunos abuelos o abuelas, pero todos personas sujetos de derechos” (Roque, 2012). Los medios contribuyen a instalar las líneas de pensamiento de la comunidad, a establecer la agenda de los asuntos que se discuten en el cotidiano. Y también pueden potenciar o destruir la reputación de una organización, persona o grupo, proporcionando información y elementos para que el público forme sus opiniones en una u otra dirección. Los medios de comunicación moldean gustos y tendencias e incluso inluyen, en la manera en que el individuo se relaciona consigo mismo, con sus semejantes y con el mundo. En síntesis, muestran una creciente inluencia como formadores de modelos culturales; ya que determinan en gran parte ideas, hábitos y costumbres. Durante la década del 2000, y sobre tras las recomendaciones de la Segunda Asamblea Mundial de Envejecimiento4, representantes de países de América del Sur sostuvieron un tratamiento de la temática del envejecimiento y propusieron líneas de acción tendientes a incrementar la visibilidad de la población mayor en la agenda pública y en los medios masivos. La repercusión de estas recomendaciones en la radio, la gráica y televisión argentinas produjo que se dedicaran amplios espacios en los medios, pero para hablar solo sobre delitos contra los adultos mayores. Con lo cual no solo instalaron en las audiencias la idea de desprotección e inseguridad de los ancianos –especialmente de las grandes Directora Nacional de Políticas para Adultos Mayores de la Secretaria Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, Ministerio de Desarrollo Social, Argentina. 4 Para ampliar sobre el particular, se recomienda <http://undesadspd.org/Portals/0/ ageing/documents/Fulltext-SP.pdf > 3 Más mayores, más derechos 285 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) ciudades–, sino que además propiciaron en los mismos un grado mayor de miedo y soledad. Se ha constatado que la televisión junto con la radio son los medios de mayor penetración en la vida cotidiana de las personas, y más aún en las capas populares; esta característica sería aplicable también a las personas de más edad. Estos discursos se articulan con otros discursos sociales y mediaciones (Barbero: 1987) que refuerzan, anulan y/o condensan sentidos. El colombiano Jesús Martín Barbero realizó un análisis sobre la construcción social de las edades, donde llamó la atención a mirar cómo la cultura del consumo y lo juvenil no tiene en cuenta a los Adultos Mayores. El autor indica que la acción de los medios transforma el sentido y el valor del tiempo y el espacio: la manera como los medios, prensa y especialmente radio y televisión, al fabricar cada vez más presente, al perder aceleradamente cualquier tipo de perspectiva contextual, temporal histórica, están devaluando una de las claves que durante siglos y aún hoy, constituye para muchas culturas el valor más importante de los ancianos: la memoria. (Barbero, 1997: 25) Se trata entonces de desarmar el entramado de signiicaciones con prejuicios instalados (en el siglo anterior), y empezar a construir una nueva matriz donde las personas mayores sean protagonistas, y no como víctimas, rarezas o abuelos que se hacen cargo de sus nietos; sino actuantes verdaderos de la escena social y política, en tanto transmisores y creadores de saberes y experiencias a generaciones de menos edad. Por tal motivo cobra vital importancia revisar y modiicar el modo en que comunicamos la vejez, el modo en que los viejos mismos se dicen y representan a sí mismos, y los modos en que las comunidades e instituciones construyen signiicados hacia ellos. Por su parte en el plano nacional existe una efervescencia de debates y pugnas en temas de comunicaciones mediáticas y comunitaMás mayores, más derechos 286 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) rias. Esto se da porque los proyectos y decisiones del gobierno nacional de los últimos diez años tienen a la comunicación entre sus temas estratégicos prioritarios. A partir de la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual promulgada el 10 de octubre de 2009 por la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, se asiste a un proceso que busca la democratización de la palabra y promoción al acceso y difusión de bienes culturales. El marco legal y la decisión política crean condiciones alentadoras para la producción de contenidos audiovisuales y radiales que abarque a todas las voces de la sociedad. Y en este espacio propicio es posible y deseable efectuar la inserción de los adultos mayores, respetándolos como audiencias y usuarios de medios y tecnologías, como ya sucede con otros grupos sociales como, por ejemplo, los jóvenes. Por tanto, se hace necesario profundizar estudios, debatir al respecto y activar el fomento de proyectos en cuestiones atinentes a los mayores o viejos, vejeces y envejecimiento que tensionen y enfrenten las posturas que aún les impiden que ellos mismos propongan y expresen convicciones e inquietudes. En síntesis, las nuevas condiciones sociales de producción que habilita la Ley de Medios, interpela a las diferentes disciplinas a trabajar en la formulación de propuestas que contribuyan a revertir el paradigma edaísta (Iacub: 2008). El hecho tal vez más contundente desde la aprobación de la Ley de Medios hasta el momento, y como parte de las políticas públicas dirigidas hacia este sector, lo constituye la creación del canal ACUA MAYOR. La experiencia cuenta, en el sistema de Televisión Digital Abierta5. Este es el primer y único espacio audiovisual de Latinoamérica dedicado íntegramente a los adultos mayores. En su presentación queda expresa la decisión de producir contenidos en la “Televisión pública e inclusiva, para un envejecimiento activo y positivo”. El Ministerio Nacional de Desarrollo integra también el Comité Orientador de contenidos. 5 Más mayores, más derechos 287 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Desde su programación se busca construir una mirada desprejuiciada y abierta de esta etapa vital con contenidos innovadores y creativos poniendo como protagonistas a los adultos mayores. Como se indica en el spot de lanzamiento, es “un espacio necesario porque existen muchas maneras de envejecer, muchas maneras de ser adulto mayor”6. Por lo cual, con la creación y puesta en funcionamiento del canal, resulta fundamental aportar contenidos desde diferentes espacios trans e interdisciplinarios que no solo muestren, sino que también contribuyan a la modiicación del paradigma estigmatizante y negativo. El objetivo de máxima debe consistir en sumar la colaboración e intervención directa de las personas de edad para que ellas mismas creen ideas, géneros y formatos comunicacionales, eligiendo temas, mostrando sus intereses y poniendo en agenda gustos, necesidades, y deseos que las involucren. La acción ciudadana de los receptores tomara cabal sentido si se empoderara a los viejos para que –como se viene insistiendo– sean ellos mismos quienes encaren la tarea de desmitiicar prejuicios y propugnen signiicaciones de sí mismos según ellos decidan. Incluirlos en las novedosas formas de comunicación con que otros sectores socioculturales ya se comunican favorecerá su reconocimiento y potenciación como sujetos activos dentro de sus grupos y comunidades. El hecho de constituirse como sujetos productores de sentidos en y para los medios, favorecerá la valoración subjetiva de los adultos mayores, en tanto se piensen y sientan a sí mismos involucrados en los procesos de transformaciones político-culturales e históricas del país. Así, el surgimiento de “la televisión de los más grandes”, como se denomina a ACUA MAYOR, signiica no solo reparar situaciones de exclusión que viven a diario los adultos mayores en los medios de comunicación, sino impulsar estrategias comunicacionales para fortalecer los imaginarios sobre la adultez, generando mejores condiciones de vida e integrándolos en todos los ámbitos de la vida comunitaria. 6 Para ver el spot, en línea en: <http://www.youtube.com/watch?v=Tpq1sxm0UIU> Más mayores, más derechos 288 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Se entiende además que otorgarles un rol protagónico y activo en la producción de los contenidos mediáticos radiales y audiovisuales los habilita para el pleno ejercicio de sus derechos, a través de la libre expresión. Derecho no solo de informarse sino también de crear formas y signiicados a comunicar, desde una relexión crítica de los temas y conlictos presentes y pasados que les importan. Es decir, que sean los mismos mayores quienes accedan a ejercer su posibilidad de hacer públicos los aspectos que creen se deben visibilizar y debatir en el espacio público, en tanto ciudadanos y no solo como consumidores pasivos. Pequeños relatos, grandes experiencias Las relexiones, condiciones de contexto y posiciones conceptuales mostradas anteriormente marcaron las prácticas investigativas de campo, recientemente iniciadas, necesarias para profundizar sobre las prácticas de comunicación de los mayores en tanto públicos y usuarios de los dispositivos culturales-tecnológicos de la comunicación. La indagación que se sintetiza tiene su antesala en la experiencia de extensión creada hace diez años en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata. En el año 2003 se comenzó un proyecto con adultos mayores para su inclusión educativa dentro del ámbito no formal, garantizando el derecho a la educación para toda la vida. A través de talleres, cursos y seminarios –dictados por jóvenes extensionistas– se logró disminuir las diferencias socio-educativas para que las personas mayores se sintieran protagonistas de nuevas prácticas comunicacionales. Este intercambio con jóvenes estudiantes de las carreras de Comunicación Social y del Profesorado en Comunicación, trazó un camino de inclusión en un proyecto político cultural y popular llevado a otros barrios y ciudades bonaerenses. Los mayores pensaron y protagonizaron diversas producciones: un video minuto denominado “Los derechos de la Tercera Edad” Más mayores, más derechos 289 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) (2005); el documental “La TV de los grandes” (2007) en que reconstruyeron la historia de la TV desde sus propios recuerdos y vivencias cotidianas de la época; el documental “Corazón de Barrio” (2008) narrando la historia de los barrios de La Plata, y del Municipio de La Costa y Miramar (Buenos Aires). Estas realizaciones muestran la recuperación de la memoria colectiva y su transmisión a las futuras generaciones, como también la apropiación de los nuevos lenguajes y tecnologías de la comunicación, constituyéndose los mayores en el legado vivo para los debates de hoy y del futuro nacional y regional. En el año 2012 se dio continuidad a la producción mediante la realización del taller audiovisual “1, 2, 3 Acción!”; allí los alumnos asumieron el rol de periodistas y comunicadores desplegando su creatividad. Los talleres generaron vínculos e inter-aprendizajes, para analizar críticamente los medios de comunicación y concretar mensajes propios en diferentes lenguajes y formatos de la comunicación social. Dado el avance de la experiencia y el marco nacional antes descripto, se consideró pertinente realizar una investigación sobre preferencias y prácticas de recepción en el público de más de 60 años. Las preguntas de partida reieren a saber ¿cuáles son las prácticas de uso y consumo que protagonizan las personas mayores? y ¿cuáles sus posturas sobre las producciones mediáticas televisivas y radiales, como también de las nuevas tecnologías de la información? ¿Qué valoran de los contenidos de los medios de comunicación nacionales? La tarea inicial para dar respuesta deinió la necesidad de obtener un Mapa de Consumos Culturales y Mediáticos de las personas de edad, y obtener una descripción que muestre cuáles, cómo y por qué utilizan los medios y las tecnologías; y además qué temas les interesan y cómo signiican sus prácticas cotidianas frente a sus emisiones. Así también, se propuso abordar sobre la apropiación que hacen de los nuevos dispositivos mediáticos, sus géneros y formatos, y sobre las signiicaciones que transmiten sus contenidos. Tal como lo hemos planteado al inicio del texto el trabajo de campo se inscribe en las tareas del proyecto de investigación dirigido por la Licenciada Mendoza Padilla, incluyendo a los mayores dentro de una Más mayores, más derechos 290 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) investigación mayor de índole interpretativo-propositiva sobre audiencias como un aporte de las universidades públicas a la programación de la TV Pública Nacional. Para la construcción del Mapa se administró una encuesta a 200 personas, distribuidas entre los concurrentes a los talleres de comunicación en La Plata y a personas de centros de jubilados de las ciudades bonaerenses de Mar del Plata y Chascomús. El formulario diseñado incluyó además preguntas abiertas sobre aspectos referidos al rol del periodismo, la credibilidad de los medios, la utilización de tecnologías de la comunicación; también cantidad de horas que consumen radio, televisión, Internet o preferencias de lectura como diarios, revistas o libros. Este trabajo apunta inaugurar una línea exploratoria dentro de los Estudios Culturales de la Recepción Latinoamericanos que atienda un nuevo sujeto, desde las dimensiones socio-culturales y políticas que los caracterizan. Resultados preliminares de la investigación En este apartado presentaremos los primeros hallazgos del abordaje empírico, habida cuenta que hemos transitado los primeros tramos de análisis de la información recabada por las encuestas. A modo de presentación se comparten las primeras emergencias: Acerca de la muestra: para entender la información resultante es menester caracterizar inicialmente a quienes se interrogó. Se tomaron como base 200 encuestas a adultos mayores de La Plata, Gran La Plata, Mar del Plata y Chascomús. El rango de edad abarca desde los 50 a los 85 años. Las tres cuarta partes son mujeres (76%). Esta primera muestra revela que los encuestados poseen un recorrido educativo medio, llegando a mencionar estudios universitarios de grado y posgrado. No existen personas en situación de analfabetismo. Se observa también que en su totalidad los personas son autoválidas en sus actividades cotidianas, tanto las propias del manejo de su Más mayores, más derechos 291 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) hogar como en relación con la satisfacción de sus necesidades personales básicas (aseo, vestimenta, alimentación). Así también, casi todos pertenecen a sectores de clase media urbana. La información sobre sus hogares da cuenta de que poseen las condiciones básicas de existencia material –servicios en sus hogares de luz, gas, agua– y en sus barrios los servicios estructurales –asfalto y transporte público–. Estos datos sirven para comprender ciertas especiicidades sobres preferencias y las prácticas de consumo, y se puede suponer –provisionalmente– una relación con la condición social-educativa-económica de los encuestados con sus opiniones y acciones frente y con los medios y las nuevas tecnologías. La mayoría están jubilados (80%) y gran parte de ellos siguen trabajando7. Gráico I 7 Aquí también es factible realizar un paréntesis para conirmar la tesis del modelo de adulto activo, en cuanto que el retiro laboral o jubilación no implican necesariamente el retiro de la vida social-productiva de la gente. Más mayores, más derechos 292 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) En la muestra analizada se halló que una vez jubilados mantienen trabajos por cuenta propia: en comercios, oicios (costura, pintura, enfermería), actividades que “replican” las prácticas laborales efectuadas en sus vidas laborales previas. Por ejemplo, quienes trabajaron de docentes pasan a dar clases particulares en el saber especíico de su competencia. O quienes fueron empleados de sectores de la producción o servicios, una vez retirados se dedican a asesorar en el mismo ramo de actividad. En el caso de las mujeres, casi todas entienden que siguen trabajando; sea como amas de casa o por trabajos atinentes de la vida privada: costura, enfermería, pedicuría, auxiliar de niñera. Gráico II No obstante, es ínimo el porcentaje de jubilados que han dado un giro copernicano en lo laboral. Se detectó un único caso de alguien que luego de trabajar en relación de dependencia toda su vida, hoy dice tener su propio micro-emprendimiento. Más mayores, más derechos 293 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) En cuanto modos de estar en la esfera privada. La mayoría están con sus familias (50%) o con sus parejas (19%). Casi la tercera parte se halla sin compañía (28%)8. De ello puede inferirse por qué cuando reieren sus miedos de índole social se focalizan en la inseguridad por delitos, y “a los políticos y a la economía”, y en mucha menor medida temores en la esfera privada. Aproximaciones a los usos y consumos mediático culturales y tecnológicos: la información recabada directamente asociada al objeto principal del estudio permite adelantar algunas notas distintivas sobre usos, preferencias y opiniones de los mayores con las producciones mediáticas y tecnológicas. El cuestionario diseñado para la construcción del Mapa incluyó ítems sobre: medios de comunicación (televisión, radio, diarios, otras publicaciones); programas y periodistas preferidos; libros; música (géneros y estilos); posesión y uso de computadoras e Internet; utilización de celular y computadora; como también elección de periodistas y programas favoritos. Sobre computadoras y prácticas informatizadas: la mayoría de la gente de más edad tiene altas posibilidades de contar con computadora. Un alto porcentaje (75%) maniiesta tener un aparato en su casa y utilizarlo, ya sea por sus propios medios o mediante la ayuda de terceros. Cabe recordar que el acceso a las computadoras ha sido favorecido por las recientes políticas públicas del Gobierno Nacional mediante el Programa “Acceso a Computadoras para Jubilados y Pensionados” implementados desde Administración Nacional de la Seguridad Social, mediante créditos para la adquisición de notebooks y netbooks. No obstante las condiciones materiales favorables, persiste aún un grupo que maniiesta poseer la tecnología pero no utilizarla, ya 8 Otro prejuicio social muy común consiste en pensar en los viejos desde la soledad. Por ejemplo cuando se les preguntó “a qué le tiene miedo”, prevalecieron las incertidumbres proyectadas a las enfermedades o muertes de familiares y seres queridos. Y no tanto a sus propias enfermedades o cercanía de la muerte. Los miedos se apoyan en la esfera íntima familiar. Más mayores, más derechos 294 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) sea por desconocimiento y/o por encontrarse aún en el proceso de aprendizaje (casi siempre en cursos y talleres de informática). Similar situación se observa respecto de la conexión a Internet. Cada vez son más los viejos que se conectan (75%). En la muestra analizada, tan solo un mínimo del 10 por ciento dijo no utilizar la Web por no tener acceso al servicio. Un dato destacable es que el 5% accede a la red a través de los teléfonos celulares, lo cual podría representar la emergencia de una práctica comunicacional comúnmente atribuida a los más chicos. Cuando se consulta sobre las prácticas en Internet, prevalece la búsqueda de información (el 75%), y dentro de esta leer diarios o estudiar, mientras que los demás lo hacen por entretenimiento. Hay un 20% que utiliza Internet para comunicarse con amigos y familiares, fundamentalmente quienes los tienen distantes, en el exterior o interior del país. En estos casos hacen uso del correo electrónico, el chat, Facebook y otras redes que aprendieron a manejar en los últimos años. Es aún ínimo el grupo que entra a la Web para jugar (5%), ver videos y escribir en su propio blog (5%), lo que demuestra que estas prácticas siguen siendo propiedad de las generaciones menores. No así si se profundiza acerca del tiempo de conexión a Internet. Se nota un peso importante de “navegantes mayores” cuando se obtiene el dato que muestra a la mitad de los encuestados que pasan entre dos y cuatro horas diarias conectados. Es menor el peso de quienes mantienen conexión por más de cuatro horas diarias (5%). E igual mínimo porcentual dice usar la red solo una hora por día (5%). Como se mencionó más arriba, el teléfono celular se está convirtiendo en un dispositivo tecnológico muy presente en la vida de los adultos mayores. Actualmente casi todos tienen un aparato (90%) y es prácticamente nulo el porcentaje de quienes maniiestan no saber usarlo al menos en una de sus funciones (3%). Los consultados maniiestan usar el celular para el envío y recepción de mensajes de texto –las tres cuartas partes marcaron esta opción– y para llamadas telefónicas (15%). Es una manera de transporMás mayores, más derechos 295 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) tar el teléfono de línea a otro aparato, sin mediar modiicaciones en los usos anclados en los intercambios de mensajes de voz y escritos tal como lo vienen haciendo con el teléfono ijo. Contradiciendo el sentido común transmitido por el paradigma de vejez negativa, lo habitual en el uso del celular ya no queda exclusivamente asociado a la comunicación escrita o verbal de mensajes. Resulta novedoso detectar que la gente de más edad, también aprovecha el dispositivo tecnológico para sacar fotos, escuchar música, hacer videos y reproducirlos. Estas acciones se suman al hecho de navegar en Internet. Estas prácticas también resultan novedosas puesto que se pensaban atributos exclusivos de los jóvenes. Por otra parte, es factible inferir otros consumos culturales, ya que se consultó también por la cantidad de libros leídos durante el último año. La lectura es una práctica distintiva y habitual de las personas mayores; se constató que en un año, casi la mitad lee entre uno y tres libros (40%). La densidad de esta práctica cultural, queda reforzada cuando se observa que existen quienes dicen haber leído entre 3 y hasta 5 libros anuales; en más de un 40 por ciento. En cuanto a gustos musicales, las personas mayores valorizan la música nacional especialmente el folclore y el tango, aunque también expresan escuchar otros géneros como el jazz, pop latino o cumbia. Otro punto central para la construcción del Mapa es el atinente a los vínculos que establecen con los medios de comunicación, en cuanto consumidores o ciudadanos. Hasta el momento, puede reportarse que si bien un 10% admite ser consumidores de “todos los medios de comunicación”, los indicadores ubican a la radio y la televisión como los medios de mayor preferencia entre los adultos. Se puede mencionar que la radio alcanza casi el 90% en el total de los encuestados, mientras que la televisión le sigue con menor impacto (75%). En cuanto a la programación radial, el 65% preieren los informativos. Listaron noticieros, información general, culturales y educativos; y en orden descendente los de entretenimientos, juegos y musicales. Más mayores, más derechos 296 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) A la hora de señalar un periodista de preferencia, la nota distintiva demuestra la dispersión ideológica y de estilos9. Gráico III Preferencias sobre periodistas: la variedad de opciones por referentes periodísticos está mostrando que a cierta edad, los radio escuchas y los televidentes no negocian “lealtades”, lo cual evidencia una amplitud de criterios de elección. Es decir, no habría en las generaciones añosas lazos por modas o condicionamientos de pertenencia etaria. Como se mencionó antes, la televisión representa el otro de los medios elegidos por la gente mayor. Los aparatos están en todos los hogares dispuestos en la mayoría en espacios compartidos de las casas, como living, cocinas o comedores. Incluso casi todos expresaron tener al menos un televisor en la casa, ya sea en lugares compartidos como privados. Los adultos mayores tampoco son ajenos a la cultura de la pantalla (Orozco Gómez, 2012). En parte, por el elevado número representado por posesión del aparato televisor (40% de TV en más de un ambiente habitacional). Esta situación se ve favorecida por la entrega de decodiicadores para la TV digital por parte del Gobierno Nacio- 9 Se identiican con Víctor Hugo Morales, Magdalena Ruiz Guiñazú, Jorge Lanata, Héctor Larrea, Antonio Carrizo, “Chiche” Gelblung, Fernando Bravo, Eduardo Aliverti, Nelson Castro, Oscar González Oro y Sandra Russo. Más mayores, más derechos 297 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) nal, en primera instancia a jubilados desde abril del 2010, lo cual permanece constante. En lo que reiere a preferencias de programas televisivos, no se detecta hasta el momento ningún rasgo distintivo en los gustos de los mayores comparados con las restantes preferencias del público nacional, en general. Una excepción está dada por una reiterada mención a los noticieros. Se expresa “mirar” noticieros, programas políticos, novelas, series, deportivos, documentales. En cuanto al tiempo frente a la pantalla televisiva, los más grandes destinan en promedio entre tres y cuatro horas diarias a la televisión. Es interesante comprender el motivo por el cual eligen los programas: para entretenerse “sin violencia” (series, novelas) o para ocupar el horario con “algo entretenido”, son las frases más comunes. Gráico IV Al mismo tiempo, es alto el consumo de prensa gráica, llegando a representar el 25% del total. Y a diferencia con lo que ocurre con la radio y la televisión, en cuanto a “lealtades” por formatos, géneMás mayores, más derechos 298 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) ros y actores, los adultos mayores establecen una especie de “contrato” con el diario local. Abona esta airmación el dato sobre que el 80% se mantiene como primera opción al diario local como el más leído, dejando en segundo orden el hábito de lectura de diarios de tirada nacional. relexiones inales Aunque se reconoce el crecimiento en cuanto a accesos y usos de las nuevas tecnologías de la información en los adultos mayores, de la información obtenida hasta el momento, se demuestra que los adultos mayores siguen las pautas y los gustos de recepción de medios de comunicación masivos tradicionales, y por ahora exentos de su incursión generalizada en los soportes digitales. Ello quedó mostrado, aunque provisionalmente, en la cantidad de horas que dedican cotidianamente a la radio, televisión, revistas, libros y a la prensa gráica. Las personas de más de 60 años coinciden en sus prácticas cotidianas mediáticas con públicos ubicados en otros grupos etarios. Por ejemplo, la convergencia como una modalidad de recepción en los públicos contemporáneos. Esta ausencia de diferenciación abona al paradigma de vejez positiva, y de los viejos como consumidores activos de medios. En cuanto a preferencias ideológicas y partidistas a través del periodismo y representantes del arte, sus elecciones son variadas y múltiples, sin mostrarse prevalencia alguna de una matriz ideológica asociada a partido político alguno. En contraste, su adhesión a los formatos de entretenimiento son más bien limitados, rechazando programas prototípicos como el de Tinelli por su “chabacanerismo” y supericialidad. El sector indagado no se destaca por sus consumos y usos múltiples de las nuevas tecnologías, como sí lo representan los niños, los jóvenes y los adultos jóvenes. Esta información no se encuentra Más mayores, más derechos 299 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) cerrada toda vez que existe la explícita manifestación de los mayores por querer “aprender” el uso de las computadoras y de navegar por Internet. En atención a la apertura comunicacional que la nueva Ley de Medios sustenta para todas las voces de la sociedad, resulta de relevancia social, política y cultural profundizar estudios como el aquí iniciado en otros territorios universitarios y de organizaciones sociales, frente a la inversión material y simbólica provenientes de las políticas públicas en la materia. Así también, enriquecerán y actualizarán diseños de estrategias en educación en medios de comunicación y producciones culturales, así como en el reconocimiento de las personas más viejas en los espacios públicos y las redes sociales ubicados en Internet. Porque “la audiencia no es solo tiempo de exposición ante el medio, ella representa un mundo más complejo intervenido por la familia, los grupos de amigos, la escuela y la visión psicosocial de las personas” (Hernández Díaz, 2000: 89), a lo cual este trabajo agrega que la historia vivida y las experiencias de los mayores integran el acervo histórico cultural de los itinerarios televisivos, radiales y gráicos de estas sociedades, marcando el plus identitario que la historia y el presente les adeuda. El abordaje cualitativo que prosigue a la presente instancia investigativa deberá incursionar en las subjetividades e inter-subjetividades de los mayores, a través de una estrategia de intercambios grupales para debatir y relexionar junto a ellos de manera crítica el rol de los medios y las tecnologías de comunicación en la sociedad. La instancia de investigación que prosigue intentará sumar conocimientos sobre los modos en que la industria mediático-digital intercepta a esta generación para luego sí proyectar contenidos que respondan acertadamente y/o resigniiquen los discursos mediáticos sobre vejez y envejecimiento. Más mayores, más derechos 300 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Bibliografía Barbero, M. J. (1997). De los medios a las mediaciones; comunicación cultura y hegemonía. Ciudad de México: Gustavo Gilli. Bourdieu, P. (1983). Campo de poder y campo intelectual. Buenos Aires: Folios. Bourdieu, P., Chamboredon, J.-C. y Passeron, J.-C. (2000). 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Carta de Derechos de las Personas Mayores. Buenos Aires: Secretaria de Niñez, Adolescencia y Familia. Más mayores, más derechos 303 CaPÍTulo 15 Procesos socioculturales y subjetivos del envejecimiento y la vejez Marina Canal Desde hace un tiempo se viene planteando un fenómeno denominado revolución gris a partir del aumento de personas mayores en la población. En los últimos cien años se ha producido una revolución de una magnitud sin precedentes en el equilibrio entre las generaciones. La revolución empezó en los países desarrollados, los primeros en beneiciarse de la industrialización, el desarrollo económico y las ventajas de la higiene y el agua corriente. Desde entonces ha acelerado su marcha y se ha extendido considerablemente. Tal situación ha colocado al envejecimiento como tema central y lo ha transformado en un suceso de masas. Mucho creen que una vida más larga equivale a más tiempo de incapacidad y mala salud y, sin embargo, lo que se está comprobando es que el período de incapacidad y enfermedad disminuye, no aumenta, a medida que se alarga la duración de la vida. El desafío consiste en envejecer lo mejor posible. Para la sociedad el desafío de un buen envejecer es una cuestión de primer orden que afecta a todos los aspectos de la vida, sociales, económicos, médicos Más mayores, más derechos 304 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) y espirituales. Para el individuo, el desafío consiste en alcanzar una edad avanzada con la mejor salud posible y desarrollar los recursos y actitudes que mantengan la independencia y la calidad de vida el mayor tiempo posible. Para afrontar estos desafíos, debemos conocer el proceso de envejecimiento de la mejor manera posible y abordarlo desde diferentes disciplinas. La longevidad, como manifestación social, le ha ganado espacio al sujeto como productor de su propia organización psíquica y subjetiva. Desde la psicología el objetivo es investigar, intervenir, y echar luz sobre los procesos singulares, subjetivos, e individuales, con el in de focalizar en el sujeto que envejece, en ese sentido, interesa posicionar la comprensión de la vejez y el envejecimiento como una nueva organización subjetiva. Todas las perspectivas vinculadas al estudio del envejecimiento, desde la medicina, la sociología, la ilosofía, requieren de una mirada psicológica del sujeto que envejece. Constituye un riesgo pensar el envejecimiento como consecuencia exclusiva del efecto de una transformación tecnológica-cientíica. En el mejor de los casos, corresponde hacer entrecruzamientos entre la psicología, y el mundo actual envejecido con el in de pensar intervenciones críticas. Ideas prejuiciosas, efectos en las actitudes Tomando los aportes de T. Kirkwood (2000), quien nos presenta, entre múltiples temas, uno de los aspectos que presentan diicultad es como se consigue tener una actitud adecuada de algo que está tan enraizado en las conciencias hasta el punto de haber creado tantos prejuicios e ideas preconcebidas. Al menos se puede visualizar y deinir a partir de allí dos actitudes hacia el envejecimiento, el fatalismo y la discriminación por edad. El fatalismo nos lleva a comprender el envejecimiento por un desgaste natural de las cosas, las cosas se gastan con el tiempo y lo mismo ocuMás mayores, más derechos 305 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) rre con el cuerpo de las personas, y si bien es cierto que una persona de 20 años, de 50 y de 80 no tienen la misma velocidad para correr, no signiica ni se desprende que la persona de 80 debe hacerse un ovillo y esperar la muerte. El fatalismo, introduce una idea distorsionada en la precepción del envejecimiento y produce en su entrecruzamiento con la discriminación por razones de edad actitudes poco deseables, y perjudiciales hacia y contra el envejecimiento. Se comprende fácilmente que la mayoría de las personas jóvenes, adultas y mayores que consultemos acerca de cuanto quieren vivir que su respuesta sea vivir tanto tiempo como se mantenga la calidad de vida y tenga la ilusión de un nuevo día. En Navrongo, al noroeste de Ghana, en África, las relaciones entre los jóvenes y viejos no son tan lineales, en sus palabras muestran las ambivalencias y contradicciones. Uno de los jóvenes de Ghana escribió: Los viejos tienen que desempeñar un papel importante en la sociedad. Representan la vida, la historia, la experiencia, la importancia del pasado en el presente. Pueden ser rocas de seguridad entre las arenas movedizas del cambio rápido. Cómo la gente está convencida de que los viejos no tardarán mucho en morirse, sus familiares no le dan lo mejor. Los viejos tampoco se preocupan mucho de sí mismos. Muchos de ellos llevan harapos y normalmente parecen sucios. En nuestra sociedad los viejos son hombres y mujeres que más experiencia en medicina, hierbas, adivinación, predicción, control del poder negro africano, etc. Aunque son muy respetados por el importante papel que tienen, la gente les teme y todos se andan con mucho cuidado con ellos, pues temen que puedan hacerles algo diabólico. Los viejos se sienten inseguros en la sociedad porque la mayoría de la gente los evita. Aunque en nuestra sociedad los viejos están relacionados con muchas cosas malas, siempre están protegidos, pues son los personajes importantes de cualquier actividad tradicional. Más mayores, más derechos 306 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Podemos observar en estos fragmentos textuales, escritos por un joven africano, la complejidad que plantea la visión hacia los mayores. Aun cuando se les reconoce un lugar valorado e importante, convive la idea del rechazo y la desvalorización. En este sentido, en el estudio del envejecimiento y su profundización, estos fragmentos son relejo del análisis de las inluencias, interacciones, e interdependencias entre los discursos sociales, las representaciones sociales que estos portan y los procesos de subjetivación de las personas mayores en nuestra sociedad. Estos discursos inciden en la construcción de los esquemas de autopercepción y autovaloración de las personas mayores y en la construcción de la subjetividad de los mismos. El análisis de los discursos sociales permite observar las articulaciones entre la estructura social y la estructura psicológica de los agentes sociales. Los discursos sociales, son, a la vez, el modo y el medio por el que las categorías sociales, en tanto sistema de clasiicación de la realidad, se incorporan como categorías mentales de percepción y apreciación de la realidad y por ende, constituyen el juicio y el sistema de disposición actitudinal de los sujetos. La operación social que se efectúa mediante la producción, trasmisión, y reproducción de los discursos sociales, es decir, sujetos sujetados a un conjunto de signiicados que le permiten dar sentido a su experiencia individual y social. Desde esta perspectiva, los discursos, tal como viéramos en los párrafos trascriptos, nos permite acceder a las producciones de sentido acerca de la vejez y del sujeto envejecente. Y en ese sentido, nos vuelve siempre, el interrogante acerca de cómo cada quien metaboliza y procesa los efectos de sentido en su propia subjetividad. Psicología y envejecimiento En el libro Donde el corazón te lleve, de Susanna Tamaro (2007); escritora italiana, la abuela, quien escribe cartas a su nieta, le relata: Más mayores, más derechos 307 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Si alguna vez llegas a los ochenta, comprenderás que a esa edad nos sentimos como hojas a inales de septiembre. La luz del día dura menos y que el árbol, de a poco a poco, empieza a acaparar para sí las sustancias nutritivas. Nitrógeno, cloroila, y proteínas son reabsorbidas por el tronco y con ellos se van también el verdor y la elasticidad. Estamos todavía suspendidos en lo alto, pero sabemos que es cuestión de poco tiempo. Una tras otra van cayendo las hojas vecinas: las ves caer y vives en el terror de que se levante viento ¿Nunca te diste cuenta tesoro? hemos vivido sobre el mismo árbol, pero en estaciones diferentes. (Tamaro, 2007: 70) Este fragmento resulta ilustrativo y lo tomamos desde el valor metafórico como representación signiicativa del reconocimiento de la vejez como un momento particular y subjetivo. Desde la psicología, partimos de considerar el envejecimiento como un momento más del devenir humano que implica para el aparato psíquico una reformulación identiicatoria con efectos en la producción de la subjetividad. En un proceso psíquico de inscripción y de creación de nuevas representaciones de sí, exige un trabajo de sentido y signiicación que atañe a los otros en la construcción de su proceso identiicatorio, ligado a la formulación de una nueva identidad; habilitando al sujeto a la formulación de un nuevo proyecto vital. Requiere el sujeto reacondicionar sus proyectos, no solo en función de sus contenidos, sino en sus posibilidades de realización; constituye la manera en que el proceso y proyecto identiicatorio en su funcionamiento otorgan continuidad histórica al yo en sus múltiples cambios. Entendiendo lo histórico, en una dimensión no lineal/cronológica de sucesos, sino como esa particular y singular forma de enhebrar los hilos de los acontecimientos vivenciados e interpretados en una cronología temporal. La historia del sujeto no es una historia lineal, una semirrecta desde el pasado, sino una historia recursiva. La trama subjetiva diseñada por el sujeto con el in de encontrarse con su propio yo, requiere de los otros, otros signiicativos, (familiares, sociales, pares), que reconozcan y ceMás mayores, más derechos 308 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) dan un lugar para el envejecimiento y el envejecente. Otros, implicados en el proceso singular y social, que en algunos casos son facilitadores y otros perturban la posibilidad de transformación. Son múltiples y heterogéneos los aportes teóricos que han formalizado conceptos que colocan al envejecimiento como un momento particular y especíico del devenir del sujeto en su trayecto vital. Insistimos desde la psicología en comprender el envejecimiento como un momento más del devenir subjetivo que supone una recomposición psíquica a partir de los cambios que se presentan. Considerando un sujeto con una estructura psíquica abierta y compleja y con una concepción de historia no lineal en el que saliendo de los parámetros de la edad y la maduración como únicos determinantes, el sujeto realiza un proceso singular y propio de los cambios y transformaciones ocurridos, en un movimiento de apertura en el que se conjugan el pasado, el presente y el futuro. Diferentes concepciones teóricas, D. Neugarten (1999), Bianchi, H. y Gagey, J. (1992), cuestionan el vector de edad cronológica para deinir la vejez. Los autores citados reieren, a partir de sus investigaciones, que la edad ha dejado de ser un parámetro válido y relevante para comprender y conceptualizar la complejidad que suscita el envejecimiento como momento subjetivo y social. Asimismo somos testigos de una paradoja, difícil de atravesar, la humanidad desea vivir muchos años pero rechaza y desmiente el envejecimiento. Las frases al estilo; “que joven estás”, “estás igual”, “vos no sos vieja/o”, insisten sobre la idea de la eterna juventud y niega las marcas producto del paso del tiempo. En este escenario en el que conviven el aumento de la población de adultos mayores, los prejuicios hacia la vejez, y la búsqueda de inclusión de los mayores en la sociedad, nos desaiamos a construir un diseño con propuestas cuyo eje medular sea el encuentro con su identidad. Constituye un punto álgido el estudio y la intervención con personas mayores, puesto que aún existen prejuicios sostenidos a lo largo de estos años colocando al envejecimiento desde el lado del rechazo o, por el contrario, desde la idealización, perturbando y entorpeciendo el conocimiento especíico en el abordaje y acompañamiento de los mayores. Más mayores, más derechos 309 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) El envejecimiento es un tema complejo y conlictivo porque el sujeto que la transita se encuentra en un nuevo momento de construcción, reelaboración y reposicionamiento psíquico, el que aún se entrecruza con una mirada social y un imaginario que rechaza y desmiente la vejez. Cambios, transformaciones, sujeto, subjetividad En lo planteos de Marco Tulio Cicerón (2001) en De Senectute, en el dialogo Catón el mayor o sobre la vejez, que escribió en la madurez, Cicerón se pregunta, de qué manera la vejez desplaza a la juventud más raudamente que la juventud a la infancia, observando el hecho de que los sujetos no se lamentan por haber realizado el pasaje de la infancia a la juventud. Tanto uno como otro son pasajes rápidos y violentos y sin embargo la vejez recibe todas las críticas y resistencias. Ambos pasajes requieren de un psiquismo que con una temporalidad propia de los procesos psíquicos inscriba los cambios y transformaciones que involucran tales pasajes y pueda advenir la nueva subjetividad. Quizás podamos sospechar que tal rechazo se produce porque las personas mayores tienen que realizar duelos en cadena, se multiplican las perdidas y la necesidad subsecuente de descargar el objeto perdido y de volver a emplear en otra parte la energía libidinal disponible. Duelos relativos a su imagen corporal, duelo a veces brutal con relación a su identidad socio profesional, cuando la edad de la jubilación llega, duelo por los objetos amados que poco a poco o bruscamente se han hecho inalcanzables por la muerte o la perdida de posibilidades materiales de alcanzarlos. A la par, que el advenimiento a la vejez va acompañado del reconocimiento de la proximidad de la muerte propia y de la conciencia de initud. Partimos de considerar el envejecimiento como un momento más del devenir subjetivo que supone una recomposición psíquica a partir de los cambios que se presentan. Considerando un sujeto con una estructura psíquica abierta y compleja y con una concepción de Más mayores, más derechos 310 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) historia no lineal en el que saliendo de los parámetros de la edad y la maduración como únicos determinantes, el sujeto realiza un proceso singular y propio de los cambios y transformaciones ocurridos, en un movimiento de apertura en el que se conjugan el pasado, el presente y el futuro. El envejecimiento es un tema complejo y conlictivo porque el sujeto que la transita se encuentra en un nuevo momento de construcción, reelaboración y reposicionamiento psíquico el que aún se entrecruza con una mirada social y un imaginario que rechaza y desmiente la vejez. El sujeto se encuentra ante la exigencia de procesar cambios que emergen como novedad (I. Bereinstein) y pugnan por una localización en la estructura psíquica del sujeto. Entendiendo por novedad aquello que no está prefigurado, lo que no tuvo lugar hasta el momento en que ocurre y que sorprende a la subjetividad. El carácter de novedad exige y funda un tiempo y un espacio en la estructura psíquica. Así es que, el sujeto envejecente se enfrenta a la elaboración de: • El encuentro con una imagen corporal que lo desconcierta, desconoce, imagen ajena, extraña. Le impone un conlicto, una tensión, una herida. ¿Quién es ese que me mira? Se pregunta el sujeto en el encuentro con un real desconocido, su cuerpo. Signos de un cambio que cambia, canas, arrugas, pérdidas de la visión, disminución muscular, otros ritmos y por qué no la presencia de alguna enfermedad, dan cuenta de un cuerpo perdido y de una novedad a signiicar. Vivencia del Yo horror conceptualiza D. Singer (1998) para designar ese momento que patentiza para el sujeto otro que lo mira desde la imagen relejada en el espejo, en una foto, en un video, en otro. El yo horror, contracara del yo ideal constituido en aquel encuentro con la mirada de la madre en el espejo (estadio del espejo), impone el conlicto y desencadena la angustia del encuentro que presentiica lo desconocido y ajeno, a lo conocido y siniestro. En Revuelta y resignación. Acerca del envejecer (1968) de Jean Más mayores, más derechos 311 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Améry, seudónimo del escritor y ilósofo Hans Mayer, el autor hace referencia a cinco ensayos que tocan temas centrales de la vejez. Reiere Améry con relación al cuerpo, en el umbral de la vejez aparecen algunas señales corporales de extrañeza respecto de nuestro propio cuerpo, un autoextrañamiento. Según Améry, aparece una mancha en el yo. La imagen que le devuelve el espejo al sujeto que envejece ya no se encuentra en correspondencia con la autoimagen estabilizada a lo largo de la vida: ella se opaca o se fractura. La angustia del yo ante el empañamiento de uno mismo se relaciona con lo más temido: el horror del no-yo. Emparentado con lo siniestro de Freud, donde lo familiar se vuelve extraño. Y es en este sentido, agrega Améry, en consecuencia, el sujeto envejecido se siente vulnerable y atacado por el propio cuerpo, vivido como exterior, ajeno y persecutorio, hasta fantasear con arrancárselo. El sujeto se pregunta, se interroga, se cuestiona a partir del encuentro con aquella imagen desconocida. Presencia del conlicto identiicatorio que compromete y cuestiona la estructura narcisística en el encuentro con la initud. Se resuelve en un intenso y arduo trabajo psíquico de elaboración del cuerpo nuevo/viejo, de asunción de una nueva representación de sí y de su imagen cuerpo, que le permita proyectarse con un cuerpo nuevo. Resigniicación de la estructura narcisística, trabajo de historización de sus vínculos con otros en el cuerpo a cuerpo, y sus relaciones con el mismo en distintos momentos de su vida. Constituye un momento de crisis que exigirá la recomposición y re construcción identiicatoria. El yo intentará desde su función de historiador encontrar en el proceso identiicatorio los puntos de coincidencia, de coherencia con sí mismo en plena novedad. El sujeto requiere de un tiempo a posteriori para signiicar la experiencia, “para comprender mejor, hay que admitir la no contemporaneidad de la experiencia y la signiicación” (Green, A., 2002). Sándor Márai (2005: 68), en el libro La Mujer Justa, lo expresa de una manera brutal: Más mayores, más derechos 312 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) La vejez, esa ladrona asesina. Un buen día se tizna la cara, igual que un ladrón, y entra en la habitación. Con las dos manos te arranca el pelo de la coronilla, de un puñetazo en la boca te quita los dientes, te roba la luz de los ojos, los sonidos de los oídos, los buenos sabores del estómago. Bien sabemos que los aportes de la literatura nutren nuestras conceptualizaciones teóricas porque apelan a la metáfora y simbolismos para dar cuenta de momentos de la vida. • Una nueva posición subjetiva familiar/social a partir del registro de un cambio en sus funciones. De activo a pasivo, expresión de la jubilación, de productor a garante. Elaboración de su posición en la estructura edípica, resolución de la trama edípica, renuncia a la posición de ser productor, genitor, de la familia, para acceder a un nuevo posicionamiento de garante y trasmisor de creencias y mitos familiares. Donante y garante de un lugar para el hijo. Reemplazo de un deseo de muerte por un anhelo a que cumpla la función asignada y esperada por el conjunto. Resigniicación de la estructura edípica, se resuelve aquella sintaxis de P. Aulagnier (1977) desear la muerte del padre sabiendo que su propio hijo deseara la muerte propia. Verdadero trabajo y proceso de elaboración psíquica que supone un yo en la tarea de inscribir nuevas novedades y acontecimientos. Citando a Freud en Un trastorno de la memoria en la Acrópolis (1936), “pareciera que lo esencial del éxito consistiera en llegar más lejos que el propio padre y que tratar de superar al padre fuese aún algo perdido”. La abuelidad será una de sus formas, pero también será la formulación de nuevos proyectos posibles a concretar. Bianchi (1992) propone el concepto de sublimación como central en el envejecimiento para comprender las formas de resolución de las mociones pulsionales y los nuevos destinos que la pulsión encuentra. El sujeto encuentra nuevos intereses en el exterior, creativos e idealizados como fuentes de placer. Más mayores, más derechos 313 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) • La conciencia del tiempo como inito y su propia muerte. Ya no es todo el tiempo como en la adolescencia/juventud, es el tiempo del presente, del ahora, transitorio, perecedero. En una cita a Haidegger, Améry relexiona, si la vida no es un ser para la muerte y desde allí plantea los efectos de la conciencia de la proximidad de la muerte en el envejecente. El yo hace el duelo de su propia desaparición, sobre la base de la negatividad de la misma, y en este punto la irreversibilidad del tiempo se une con la transitoriedad de Freud, S. y la problemática del duelo. La vejez, en este sentido, obliga a asumir la irreversibilidad de la propia existencia en el tiempo. Plantea Freud en La Transitoriedad (1915/1916) que el valor y el placer de las cosas están en la escasez del tiempo. La formulación de un proyecto futuro estará apuntalada, en la vejez, sobre el valor de la transitoriedad como elaboración del tiempo como inito, perecedero, que lo hace más bello y placentero. Representado en la perdida de seres queridos (pares/pareja) que lo dejan siendo el próximo de la cadena, será entonces el envejecimiento el tiempo de balance, de lo realizado, e irrealizable, de lo posible o no posible de aquello formulado en su momento adolescente. Serán otros (nietos) los que puedan continuar con su obra. Lo planteado anteriormente marca la complejidad del proceso de envejecimiento. El concepto de complejidad reúne en si la paradoja del orden, del desorden, y de la organización. En el seno de la organización hay espacio y lugar para lo uno, lo múltiple, lo diverso. Implica a su vez un reconocimiento de un principio de incertidumbre e incompletud. Verdadero proceso complejo de elaboración psíquica, el trabajo de duelo es el concepto articulador en tanto trabajo elaborativo, como proceso intrapsíquico, realizado pieza por pieza, en que la libido enlazada, ligada, iniciará un recorrido y trayecto de desprendimiento y desvinculación para relanzarse a nuevas ligaduras, nuevas representaciones, nuevas aperturas. En tal sentido, recomposición subjetiva, construcción nunca acabada de autoconstrucción del yo por el yo para deinir su proyecto Más mayores, más derechos 314 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) futuro (Aulagnier, 1975). El yo en su función de historiador construirá sus relatos que harán posible una nueva composición. Buscando aquellos puntos ijos que le darán la continuidad a través de los cambios. Principio de permanencia y cambio (P. Aulagnier, 1991). El proceso de elaboración se acompaña con los modos o el modo en que el sujeto se acompaña. Los otros que sostienen, niegan o desmienten el momento vital. Consideramos aquí los otros privilegiados y el conjunto de otros como representación social. El conjunto de signiicaciones sociales imaginarias Castoriadis, C. (1997), que operan como organizadoras de sentido en cada época social histórica estableciendo lo permitido, lo prohibido, lo bueno, lo malo, lo valorado. Los cambios y transformaciones mencionadas, exigen una elaboración psíquica singular. El yo cambia, dentro de su continuidad, y la gama de recursos defensivos y recursos libidinales se encuentran disponibles para complejizar el proceso en cuestión. La complejidad del proceso de envejecimiento se visualiza en lo intersubjetivo (en los modos en que el sujeto metaboliza sus propios cambios), lo intersubjetivo (metabolización de sus vínculos) y lo transubjetivo (metabolización de las marcas sociales). Vejez y acontecimiento La noción de acontecimiento requiere ser pensada e historizada a través de las mutaciones que ha sufrido a lo largo del tiempo. Como todo concepto fue tomando diferentes formas y conceptualizaciones. Para Reinhart Koselleck (2008), los acontecimientos no pueden ser más que narrados, aun cuando presentan una cronología natural inmutable. Siguiendo al autor mencionado planteamos que es preciso mínimamente un antes y un después para constituir la unidad de sentido que hace de cada cosa que sucede un acontecimiento, el acontecimiento no existe en estado bruto, es siempre el resultado de un discurso, de una representación, el producto de una lucha y una interacción de sentidos plurales. Más mayores, más derechos 315 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Alan Badiou (2008), plantea el acontecimiento como aquello interpretación que logra hacer consistir a un hecho imprevisto en algo radicalmente nuevo, impensable bajo las reglas de la consistencia de la situación anterior. La vejez, como momento clave, se anuda a esta idea de acontecimiento en tanto coyuntura, novedad, irrupción. En el momento de la crisis vital, el sujeto se encuentra en una lucha entre el intento de mantener rígidas sus defensas y la angustia que emerge del reconocimiento de las transformaciones. Se produce la crisis del envejecimiento con la posibilidad de establecer una nueva organización psíquica y producir un acontecimiento. Asimilando las conceptualizaciones realizadas por Julio Moreno (1999), con respecto a la pubertad, podemos pensar el envejecimiento como un momento de cambios, un tiempo de transformación, el envejecimiento puede conigurarse como acontecimiento, trauma, o catástrofe. En el acontecimiento, lo nuevo perturbador la irrupción de los cambios que emergen en la estructura, encuentra las vías de transformación produciendo a partir de las marcar simbólicas un sentido novedoso. Antes y después se anudan en el relato del acontecimiento. En el envejecimiento, la memoria se hace presencia y presente a través del valor de la reminiscencia, no es la acumulación de recuerdos el valor de la memoria, sino el valor del sentido y la signiicación que otorga el proceso reminiscente. El envejecimiento produce una nueva subjetividad en el yo, realizando un trabajo elaborativo de los cambios mencionados. El trauma y la catástrofe, propone el autor, dejan al yo inerme ante la posibilidad de producir un acto nuevo. relexiones inales Reconocemos la complejidad del tema, lo singular y lo social se entrecruzan y se apuntalan en la construcción de una nueva subjetividad envejecente. Estos espacios de intercambio, son la conirmación de que el envejecimiento requiere de una especialidad en su tratamiento Más mayores, más derechos 316 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) y sus intervenciones, no simple y sencillamente porque las personas mayores han aumentado en su número, sino porque su atención requiere de conocimientos actuales y renovados. Las exigencias y demandas de las personas mayores, como del campo gerontológico disciplinar, requieren de un estudio profundo y sistemático. Lamentablemente y muy a pesar nuestro, el mayor problema en el campo de la vejez, es seguir negando y desconocer que existe como tal. Sabemos que aquello que se oculta queda como silenciado y en secreto a través de las generaciones, y que aquello oculto se maniiesta siempre en su peor versión, síntomas, patología, enfermedades, etc. Desmitiicar prejuicios e ideas erróneas contribuye a conocer al propio sujeto que es. Para inalizar trascribimos un fragmento del libro La nueva ignorancia de Kovadlof No se trata de ayudar al hombre y a la mujer entrados en años a pasar el tiempo, como si para ellos todo se redujera a durar simplemente, inmersos en actividades francamente escapistas. No se trata de evadirse sino de encontrarse. De que la ancianidad logre ocupar, en la percepción de sus semejantes y en el medio donde vive un ámbito propio, personalizado. Con ello se contribuirá a brindarle recursos para un conocimiento más aceptable de sus posibilidades, deseos y necesidades, y se ayudará a disolver en alguna medida la honda incomprensión sobre la vejez. (Santiago Kovadlof, 2007) Bibliografía Aulagnier, P. (1977). 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Esos dispositivos condensan las luchas de signiicación en torno a los imaginarios de la vejez y contribuyen a la normalización y disciplinamiento de la experiencia individual y colectiva del envejecer. Los dispositivos crean sensibilidades gerontológicas diferenciadas y operan como espacios de identiicación subjetiva y de socialización política. En la parte inal del capítulo se esbozan un conjunto de proposiciones orientadas a la coniguración de inter- Más mayores, más derechos 320 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) venciones sociales críticas en el marco de las políticas gerontológicas, las dinámicas institucionales y los compromisos ético-políticos de los operadores sociales en el campo gerontológico. el campo de la Gerontología Crítica y la comprensión de la vejez En las últimas décadas se ha conigurado un enfoque multiforme y diverso conocido como Gerontología Crítica, que reconoce los aportes de las Teorías Sociales Críticas como sustento epistémico y marco de interpretación cientíica de la vejez y el envejecimiento (Achenbaum, 1997). A lo largo del siglo XX diferentes corrientes teóricas provenientes de fuentes tan diversas como la obra de Antonio Gramsci, las teorías del conlicto de raíz neomarxista y neoweberiana, las contribuciones de las autoras feministas, los estudios culturales sobre la vejez, el construccionismo social, el psicoanálisis y más recientemente los estudios sobre la globalización han cimentado las bases de un conjunto de enfoques y principios que coniguran el campo de la Gerontología Crítica. Como señalamos en otra parte (Yuni y Urbano, 2008) la coniguración de este campo teórico comenzó a generarse a ines de la década del setenta, al aplicarse un conjunto de nociones y posicionamientos epistémicos provenientes de enfoques sociales críticos al análisis de temáticas vinculadas a la vejez y el envejecimiento. La convergencia de la producción académica con movimientos de acción colectiva y de reivindicación de derechos por parte de algunas minorías (mujeres, minorías sexuales, personas de color, etc.) favoreció la problematización del enfoque bio-médico hegemónico articulado con visiones funcionalistas e individualistas; y contribuyó a la progresiva coagulación de modelos teóricos desde dentro del campo de las teorías de la Gerontología Social (Arber y Ginn, 1996). Podría decirse que entre los setenta y los noventa se produjo el pasaje desde una heteronomía conceptual basada en el préstamo de Más mayores, más derechos 321 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) categorías y teorías sociales para el análisis de aspectos puntuales del envejecimiento, hacia una autonomía teórica creciente de la Gerontología Social, sustentada en marcos analíticos producidos desde el campo gerontológico. Tanto es así, que en la Enciclopedy of Gerontology: Age, Aging and Aged compilada por James Birren, aparece un artículo de Carroll Estes y Chris Philipson (2007) en el que identiican algunas ramas conceptuales que estructuran la Gerontología Crítica; entre ellas señalan la Economía Política del Envejecimiento, la Gerontología Humanista o Gerontología Cultural y la Gerontología Feminista. No es nuestra intención en este capítulo abordar la caracterización de estas corrientes, sino tematizar un conjunto de tópicos relevantes para la comprensión de la vejez y el envejecimiento en nuestro contexto socio-cultural. Los autores enrolados en la Escuela de Frankfurt inauguraron un cuestionamiento radical al papel que tiene la Ciencia Moderna en la colonización del mundo de la vida y en los procesos de racionalización de la vida y de las relaciones sociales. En tal sentido, uno de los posicionamientos de la Gerontología Crítica consiste en la airmación de que las políticas de producción de conocimiento sobre la vejez y el envejecimiento deben favorecer la comprensión de los determinantes socio-culturales que construyen procesos de opresión y de segregación de las personas mayores. En tal sentido, el conocimiento gerontológico aspira a convertirse en una herramienta para la concientización de la sociedad y de los propios mayores acerca de las formas en que en cada contexto socio-histórico se construyen condiciones que tienden a perpetuar ciertas formas opresivas y de control basadas en la desvalorización de los mayores como colectivo social. La investigación gerontológica basada en una perspectiva crítica pretende contribuir a develar el papel de los sistemas de dominación (entre otros el del propio sistema cientíico-tecnológico y el de las profesiones gerontológicas); a la creación de prácticas relexivas y emancipatorias capaces de generar nuevas praxis sociales tanto en el nivel de las políticas, de las organizaciones de atención y servicios gerontológicos, de los imaginarios y representaciones sociales; Más mayores, más derechos 322 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) así como de las prácticas de empoderamiento de los adultos mayores en relación con sus derechos y con la conquista de la autonomía en el plano personal y de la vida social. Como airma Minkler (1996) la Gerontología Crítica promueve la producción de teorías como una empresa emancipatoria que apunta hacia la liberación de los sistemas de dominación y de depreciación del signiicado de la vejez. Como proyecto epistémico sustenta una visión humanista orientada a comprender el signiicado individual y social de la experiencia de envejecer, en el marco de las ideologías, valores e imaginarios que cada sociedad sostiene y que estructuran su vida social, en el marco de sistemas más amplios como el patriarcado, la globalización o las articulaciones producidas por el sistema capitalista, por citar los más relevantes (Formosa, 2005). En deinitiva, el interés epistémico de la Gerontología Crítica no se orienta a la producción de tecnologías que normativicen y disciplinen el proceso social del envejecimiento; ni a la producción de subjetividades según un modelo deseable de vejez, sino a ofrecer claves de lectura y reinterpretación de la experiencia social, que permitan generar nuevas formas de concientización y estrategias conducentes a nuevas praxis políticas de acción personal y colectiva, instituyentes de prácticas sociales incluyentes e igualitarias. Desde esa perspectiva, los investigadores y las investigaciones gerontológicas deben estar orientados por un compromiso político emancipatorio, donde el eje no sea escudriñar a los adultos mayores, sino investigar con ellos para favorecer el agenciamiento de sus condiciones y posibilidades de transformación de su realidad. la “invención” de la vejez y el envejecimiento en la sociedad contemporánea Así como la Modernidad inventó la Infancia como categoría cultural que permitía pensar con cierta especiicidad acerca de los niños (diferenciándolos de los adultos) y saber de ellos para poder normativizarlos con el in de ajustarlos a las necesidades de las institucioMás mayores, más derechos 323 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) nes sociales, el siglo XX inventó la vejez. Si bien las transformaciones demográicas produjeron el crecimiento exponencial de la población de adultos mayores, estas son a su vez el resultado de las políticas del Estado de Bienestar que a través de las políticas públicas de trabajo, salud y bienestar social generaron las condiciones materiales para favorecer el envejecimiento de la estructura social. No obstante, la emergencia de la vejez como objeto de conocimiento de las ciencias sociales se constituyó a partir del carácter problemático y dilemático que le plantea a las sociedades capitalistas, occidentales y urbanizadas, el fenómeno del envejecimiento poblacional y las transformaciones cualitativas en los modos de ser, vivir y construir la vejez como destino individual y como proyecto de comunidad. En tal sentido, el saber gerontológico inspirado en la perspectiva empírico-analítica y en su proyecto de cambio social basado en la tecnologización de la experiencia vital (Habermas, 1975), constituyó a la vejez en un campo de saber que permitiera la intervención, planeación, racionalización y gestión del proceso de envejecimiento entendido como un problema (biológico, psicológico, social e institucional) que había que resolver. Producir un saber acerca de la vejez y el envejecimiento devino una necesidad de las sociedades capitalistas de posguerra que debieron enfrentar el no lugar que la propia lógica e ideología del sistema de dominación destinaba a las personas y colectivos de personas envejecidas. Siguiendo los aportes de los teóricos del Curso de la vida (D´Epinnay y otros, 2005) podemos airmar que a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y hasta la actualidad se observa una clara tendencia a la institucionalización de la vejez. Justamente la noción de institucionalización connota el carácter de invención contemporánea de la vejez como un momento otro de la vida humana y reiere al proceso social a través del cual se segmenta el curso de la vida en edades sociales (por ejemplo, infancia, adolescencia, juventud, adultez, vejez, ancianidad) a cada una de las cuales se le asignan representaciones, valores, prácticas, ideologías, recursos y oportunidades vinculadas a un conjunto de roles y expectativas que regulan los intercambios entre las diferentes generaciones. Más mayores, más derechos 324 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Otro sentido que posee la noción de institucionalización del curso de la vida reiere a la dinámica social contemporánea mediante la cual se crean determinadas instituciones que regulan y modelan la experiencia de cada edad social de acuerdo a las ideologías e imaginarios hegemónicos. Así, en el contexto de la posguerra las sociedades capitalistas industriales extendieron la jubilación como mecanismo de rotación de la fuerza de trabajo inserta en el mercado laboral, a la vez que se “inventó” una ideología que tiende a construir la vejez como un tiempo de retiro, de ocio y disfrute. No obstante, ya en la década de los setenta diferentes sociólogos de la vejez denunciaron que la vejez era una edad sin roles sociales signiicativos, en tanto que las etiquetas de pasivos, retirados o improductivos producía su invisibilización y segregación de la vida social. Las últimas décadas del siglo XX fueron testigos de una transformación cuantitativa y cualitativa del envejecimiento, lo que potenció la creación de nuevas instituciones dirigidas a capturar la experiencia de las nuevas vejeces, caracterizadas por la diversidad y la heterogeneidad. La enorme variabilidad interindividual en el proceso de envejecimiento, así como la emergencia de diferentes estándares de vejez, puso de relieve la necesidad de comprender la vejez como un proceso signado por la diversidad, la segmentación y también la desigualdad en las posibilidades, condiciones y recursos que coniguran el proceso de envejecimiento. Como veremos a continuación, este proceso tiene importantes consecuencias a nivel de la producción de conocimientos gerontológicos así como en el plano de las intervenciones de las políticas sociales y de las profesiones del campo. la construcción social de la vejez a la luz de transformaciones estructurales La Gerontología Crítica como perspectiva teórica de comprensión de la vejez y el envejecimiento ha contribuido decisivamente a aianzar la noción de que la vejez es una construcción social y, por lo tanto, es Más mayores, más derechos 325 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) el resultado del interjuego entre las características de las estructuras sociales y las dinámicas especíicas que estas generan (Berger y Luckman, 1991). En ese proceso dialéctico se crean, mantienen y reproducen ideologías, imaginarios y prácticas relativas a la vejez. Las perspectivas gerontológicas neomarxistas han brindado una explicación acerca de la incidencia de las relaciones económicas, en la producción de ciertas condiciones materiales que determinan el acceso de las personas mayores a los recursos, su participación en la distribución de la riqueza, sus aportaciones económicas a través de la participación en el mercado de trabajo y en la economía familiar, y los conlictos de equidad intergeneracional que plantea la competencia por los bienes y recursos materiales. En tal sentido, esta corriente teórica aportó evidencia signiicativa que permitió comprender que las relaciones económicas sustentadas en el modelo capitalista de acumulación, producía muchas de las problemáticas y desigualdades que atraviesan a grandes grupos de adultos mayores. Sin embargo, las contribuciones de las corrientes feministas permitieron complejizar la perspectiva de análisis al mostrar la articulación entre el modelo de producción capitalista y otros sistemas de dominación, en particular del patriarcado y del Estado a través de las políticas públicas, por citar las más relevantes. En ese contexto, las feministas muestran que el género es un principio organizador central en la economía, en las relaciones de poder en las instituciones sociales y en la vida social a lo largo del curso de la vida, conformando la experiencia individual del envejecimiento y con una profunda inluencia en la distribución desigual de recursos económicos, simbólicos, vinculares y psicológicos entre varones y mujeres mayores. En base a estas aportaciones se ha acuñado el concepto de estándares múltiples de envejecimiento (Sontag, 1975), que enfatiza cómo la estructura social produce diferentes tipos de vejeces, de acuerdo a la combinación de un conjunto de condiciones más o menos opresivas, que brindan ciertas posibilidades y restricciones generadoras de una matriz diferencial y desigual de modos de envejecer y de formas de transitar la vejez (Formosa, 2005). Más mayores, más derechos 326 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Desde la perspectiva de los estudios sociales ya no es posible hablar de vejez, sin soslayar la diversidad y heterogeneidad de vejeces con capacidades y condiciones diferenciadas de portar y disputar signiicados y espacios dentro de la vida social. Así ser anciana, pobre, analfabeta y campesina conigura ciertas expectativas, condiciones y posibilidades de experimentar la vejez, ampliamente diferenciadas de las que se generan como anciana, de clase media alta, con niveles educativos medios y altos que reside en un núcleo urbano. Si a estas variables estructurales les agregamos el efecto de otras como la orientación sexual, la etnia y la capacidad funcional de salud las vejeces se multiplican en un mosaico variado de posiciones y condiciones de la vejez. Y no se trata solo de una cuestión de acceso a bienes culturales, sino de acceso a los recursos de la salud, de la seguridad social, de inserción y participación en las relaciones de producción y reproducción de las condiciones de existencia. En cada uno de los contextos mencionados anteriormente circulan diferentes imaginarios, representaciones y valores que les otorgan a estas ancianas recursos, prerrogativas y exigencias diferenciadas, que dotan de un signiicado singular a las múltiples experiencias de envejecer y de estar integradas de determinada manera en la red de relaciones sociales. En deinitiva, de acuerdo a esta perspectiva teórica la estratiicación, diferenciación y multiplicación de formas sociales de vejez sería el producto de sistemas interconectados de opresión y dominación que operan tanto en el macro nivel (en el que se conectan el sistema de clases sociales, la raza y el género con otros sistemas de opresión como el Estado y otras instituciones sociales) como en el micro nivel, en el que se intersectan los procesos por los cuales cada individuo o grupo social ocupa una posición social particular con las estructuras más amplias de dominación En años recientes los llamados estudios de la globalización (Baars, Dannefer, Phillipson y Walker, 2006) proponen nuevas categorías de análisis para comprender la construcción social de la vejez. Para estos autores la globalización entendida como un proceso económico, político y cultural produce una transformación de las relaciones econóMás mayores, más derechos 327 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) micas y modiica la lógica regulatoria propia de los Estados Nacionales. Los autores señalan dos procesos macroestructurales que inciden directamente sobre los procesos de envejecimiento: la pérdida de capacidad regulatoria de la edad cronológica en los nuevos escenarios sociales y la mercantilización de la vejez. En lo cultural, se detecta la deslocalización y desterritorialización de los procesos de construcción de identidades individuales y sociales y una dislocación de la estratiicación social a partir de la edad. La edad cronológica continúa teniendo un papel relevante en la estratiicación social, en tanto que las instituciones que regulan las edades de la vida (especialmente aquellas vinculadas a la estatalidad y sus instituciones) la utilizan para regular diferentes aspectos de la vida social (por ejemplo, la escolaridad, los derechos políticos, la jubilación). Paradojalmente, se observa que los estilos de vida tienden a autonomizarse cada vez más de la asignación de roles basados en la edad cronológica, lo que produce un dislocamiento de la estratiicación basada en la edad1. Para los analistas culturales, este fenómeno se encuentra estrechamente vinculado con la presión de los mercados y la industria en conigurar una identidad de adulto mayor vinculada a un estilo de vida basado en el consumo. Blaikie (1999) analiza las imágenes de la vejez en la producción cultural europea de in de siglo XX y señala que los adultos mayores son animados a desarrollar un nuevo tipo de estilo de vida como jubilado, a partir de un desplazamiento del énfasis en la enfermedad y la disminución de la salud como problema, hacia una concepción de saludabilidad, emancipación y renovación. Para el autor, este desplazamiento está directamente asociado a la cultura del consumo y a una mayor sensibilidad del mercado hacia el potencial de los adultos mayores como consumidores. Un análisis más extenso de este proceso desde una perspectiva cultural puede encontrarse en Yuni, J. (2007). “Envejecimiento y cambio cultural. Tramas y coniguraciones emergentes”. En Ver y Vivir la Ancianidad: hacia el cambio cultural. Buenos Aires: Fundación Navarro Viola. 1 Más mayores, más derechos 328 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Desde otras perspectivas Gilleard (1996) y Melucci (1995) airman que al desestabilizarse los procesos sociales y culturales –heredados de la Modernidad– que regulaban el curso de la vida y particularmente a la vejez, se produce una crisis en los procesos de identiicación basados en el territorio, la nacionalidad o la clase social, lo que favorece que la identidad basada en el consumo de estilos de “vida saludables y activos” opere como un modelo anticipatorio y deseable de vejez. De ese modo, la convergencia de diferentes industrias en torno a las condiciones de vida de los adultos mayores ha producido un mercado diversiicado orientado a la población envejecida. No deja de ser sugerente la idea de que la diversiicación de las vejeces señaladas anteriormente pueda ser una necesidad del capitalismo global de ampliar y profundizar la ampliación de los mercados mediante la segmentación entre los grupos de edad; y dentro de ellos la diversiicación de productos, mercancías y nichos de negocios, según las diferencias estructurales que los deinen. Los adultos mayores no solo se convierten en un mercado potencial para diferentes consumos, sino que ellos mismos son transformados en una mercancía. La mercantilización del envejecimiento opera sobre aquellos sectores directamente vinculados a la salud, la muerte, la estética, el cuidado del cuerpo, la calidad de vida, los sistemas de jubilaciones, el consumo de opciones para el ocio, la educación, el turismo, la industria alimentaria, etc. La mercantilización no solo implica la provisión de bienes y servicios en el marco de las regulaciones del mercado, sino también la operatoria del marketing y la publicidad a través de las cuales se crean nuevas necesidades de consumo y se ponen en circulación discursos legitimadores que otorgan sentido a esas prácticas sociales. Las estrategias de mercantilización ponen en circulación un discurso híbrido que posee la capacidad de producir sentidos que desbordan el hecho mismo del consumo y refuerzan una ideología individualista que lleva a sostener que se envejece como se ha vivido, enmascarando el efecto de los procesos estructurales que asignan en forma desigual posibilidades y recursos Más mayores, más derechos 329 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) materiales y simbólicos a través de los cuales las personas, los grupos y los colectivos efectivamente construyen los itinerarios que los conducen a ciertas experiencias de vejez. La mercantilización de la vejez es indisociable de la operatoria de las tecnologías de la información y la comunicación que contribuyen a la circulación de un discurso instituyente de ciertos imaginarios de vejez, entre los que se destaca prototípicamente la construcción de la noción de envejecimiento activo, convertido en acontecimiento discursivo que estructura los discursos de las políticas públicas, del mercado, de los medios de comunicación y de las propias organizaciones de mayores (Yuni, Urbano y Arce, 2003). Es a través de los medios como agencias de producción cultural y de difusión de representaciones sociales globalizadas de la vejez y el envejecimiento, como se produce una fuerte operación instituyente que pretende refundar otra ontología de la vejez. Esa operación instituyente, consiste en la pretensión de borramiento de las representaciones de la vejez como una etapa de declinación y un proceso irreversible de decrepitud y deterioro, para poner en la supericie de los discursos sociales una representación de la vejez como un momento del curso de la vida, que se caracteriza por la continuidad de los valores estructurantes del estilo de vida adulta en las sociedades modernas, urbanas y occidentales, tales como la productividad, la actividad, la competitividad y la competencia social. En otras palabras, los medios de comunicación y las industrias culturales contribuyen eicazmente con la dinámica de las relaciones económicas promovidas por el capitalismo mediante la formación de una ideología gerontológica que promueve el envejecimiento exitoso como meta de autorealización (individual e individualista) y sanciona moralmente a las vejeces frágiles, incapacitadas y vulnerabilizadas por las condiciones de vida producidas por el sistema de dominación. Recientes estudios sobre los estereotipos que sobre las personas mayores reproducen los programas de icción que se emiten en el prime time de la televisión alemana, muestran que las personas mayores son presentadas como personas activas, sin enfermedades ni incapacidades de Más mayores, más derechos 330 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) ningún tipo, con buenas condiciones académicas y con un amplio poder dentro del sistema familiar. En el caso de los personajes que representan hombres mayores, generalmente aparecen como detentadores de poder económico y social. Pese a que los adultos mayores aparecen subrepresentados en relación a los adolescentes, jóvenes y adultos que aparecen en las series, están investidos de cualidades y atributos que no son extensibles a la población alemana. En nuestro medio, aún son incipientes estos análisis que permiten comprender las ideologías gerontológicas que pretenden instituir un nuevo imaginario sobre la vejez. El proceso de mercantilización de la vejez reconoce dos fenómenos convergentes que coniguran las demandas de consumo: la tecnologización del cuerpo envejecido y la estetización de la vejez. Ambos procesos se sustentan en la lógica evitativa de la vejez que deine su (no) lugar social y según la cual el problema no es ser viejo, sino parecerlo. Todo aquello que sea portador de los fantasmas de la vejez (el deterioro, la fragilización, la invalidez, la soledad o la incapacidad mental) debe ser invisibilizado y arrojado a los márgenes de la corriente dominante de producción de discursos sociales sobre el envejecimiento (cientíicos, políticos, culturales, de los medios) y de sensibilidades individuales y colectivas (Kovadlof, 2001). En tal sentido, puede notarse el sentido político de esta operatoria en tanto que la identidad de consumidor se estructura en torno a lo que propone el mercado y la identidad de beneiciario de las instituciones inventadas para su atención permite justiicar las prácticas tutelares (Yuni, 20002) de los gestores y operadores del campo social, mediadas por 2 En el análisis de las experiencias de educación no formal orientadas a las personas mayores en nuestro país, acuñamos el concepto de prácticas tuteladas para indicar aquellas lógicas institucionales que asumen la representación del deseo (subjetivo y social) de las personas mayores. Profesionales, técnicos, cientíicos, políticos y especialistas del campo gerontológico se convierten en intérpretes de las necesidades y aspiraciones de las personas mayores, sin arbitrar estrategias y medios para que ellas puedan ejercer su autonomía, participar en la toma de decisiones de las organizaciones y elaborar un discurso con y desde su propia voz. En ese contexto, los miembros de las generaciones más jóvenes “capturamos” la palabra y normalizamos la vida cotidiana de las personas mayores, enajenando su experiencia como sujetos envejecidos. Cfr. Yuni (2000). “El mito del eterno retorno: Educación, subjetividad y adultos ma- Más mayores, más derechos 331 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) las lógicas políticas que los tratan como sujetos con derechos (por lo tanto cosiicados y objetalizados por las instituciones) y en contadas ocasiones como sujetos de derecho. Como señala Golpe (2011) las corrientes hegemónicas del campo gerontológico reproducen la relación de doble vínculo que la sociedad mantiene con los adultos mayores, por el cual los discursos sociales entran en franca contradicción con las acciones y las prácticas realizadas tanto en el ámbito de las relaciones privadas como institucionales. En deinitiva, esta contradicción es producida por la confrontación entre las representaciones sociales duales y antagónicas sobre la vejez, producidas en el Medioevo y resigniicadas por la Modernidad. Así, en un extremo se hallan las representaciones de la vejez como etapa de sabiduría, de contemplación y recolección de los frutos de los aprendizajes vitales y una vida virtuosa, mientras que en el otro se encuentra la vejez como un castigo, como un período de sufrimiento físico y moral producido por los excesos de una vida licenciosa3. En ese contexto de fricciones y contradicciones de los imaginarios, los valores, los discursos y las prácticas sociales, se produce la dinámica de construcción social de la vejez como un fenómeno paradojal, elusivo, contradictorio y controversial. La caracterización realizada en clave antropológica por Laura Golpe (2011: 28) es altamente elocuente de este proceso que se estructura sobre una fantasmática agónica sobre la vejez y su destino: La vejez es ‘algo’ de lo que muchas veces se hace referencia de modo colateral: como última etapa cronobiológica, inal de la vida, tercera edad, pero casi nunca se deine en profundidad, ni se aborda su signiicancia humana en los imaginarios. En yores”. En Duschavski, S. (comp.). Tutelados y Asistidos: Programas sociales, políticas públicas y subjetividad. Buenos Aires: Paidos, Colección Tramas Sociales. 3 En un análisis sobre los discursos de la prensa escrita referidos a la vejez, el cuerpo y la estética en el envejecimiento realizamos una reconstrucción de la metáfora religiosa como núcleo estructurador del discurso al que apela la publicidad de los productos de la industria fármaco-estética para convalidar su eicacia terapéutica o para describir procesos de naturaleza biológica. Cfr. Yuni, Urbano y Arce (2001). Discursos sociales sobre el cuerpo, la estética y el envejecimiento. Córdoba: Brujas. Más mayores, más derechos 332 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) primer lugar, si nos referimos al sujeto encarnado en singular nadie quiere envejecer, y mucho menos que se le note. La visualización y enunciación de la vejez propia debe ser acallada de nuestras biografías, susurrada en efímeros momentos irónicos e intimistas y fragmentada del espacio público. En segundo lugar, la vejez siempre es de los otros, la vejez es ajena, aunque no sea cierto, a diferencia de la juventud que es siempre propia. Son múltiples las signiicaciones y muchos sus anclajes imaginarios, por eso de la vejez…no se habla, se habla de los viejos, que son otros: sujetos en diáspora. Desde una mirada de los imaginarios sociales instituidos, la vejez ajena adquiere múltiples signiicaciones que están atravesadas por la idea del tiempo lineal y por la centralidad del logos: a) declinación, basada en el imaginario biológico de apoptosis; b) obsolescencia, basada en el imaginario cultural de anacronía; c) abyección, basada en el imaginario estético de decrepitud, d) silencio, basada en un imaginario de anatema, e) desesperanza, basada en un imaginario de pérdida de la motivación vital. A continuación abordaremos uno de los fenómenos que caracterizan nuestra contemporaneidad y que permiten la materialización de estos procesos macro-estructurales en espacios más acotados de la vida social, las organizaciones destinadas a las personas mayores. El siglo XX no solo pretende instituir una sensibilidad singular para pensar la vejez, sino que inventa nuevas instituciones sociales cuya intención es cubrir el amplio espectro de necesidades y potencialidades de las personas mayores. la invención de dispositivos gerontológicos Con el in de comprender las transformaciones socio-culturales operadas en la construcción social de la vejez y su imbricación con otros procesos sociales, a continuación apelaremos a la concepción Más mayores, más derechos 333 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) foucaultiana de dispositivo como marco analítico que nos permita repensar algunas cuestiones centrales vinculadas a las intervenciones críticas en el campo gerontológico. Desde esta perspectiva, los diferentes modelos de organizaciones sociales destinadas a la población mayor conforman una red de "dispositivos" que llevan en sí los ideales culturales de la sociedad acerca de los destinos del envejecer4. Estos ideales pueden estar connotados de forma positiva u operan como lo abyecto que la sociedad trata de evitar, ocultar o negar. Los ideales sociales son en sí mismos una construcción histórico-política y por lo tanto solo pueden ser comprendidos en las coordenadas de cada formación social y en el siempre permanente e inacabado proceso de producción cultural. El análisis de los ideales culturales que una sociedad dada sostiene sobre/para la vejez es una condición para comprender su construcción como fenómeno social y como experiencia individual. En efecto, los ideales sociales que se plasman en diferentes tipos de organizaciones gerontológicas, se constituyen en un conjunto de exigencias que condicionan las posibilidades e (im)posibilidades de aquellos que pertenecen a ese colectivo. De ese modo, los ideales que proyectan y ofertan los dispositivos socio-culturales destinados a la población mayor como representantes del campo social, se traducen en demandas de subjetivación que interpelan a los propios adultos mayores y condicionan la relación que mantienen con las instituciones y los otros grupos generacionales. Se puede airmar que existe un proceso de mutualidad recíproca entre el sujeto envejecido/envejeciente y la estructura socio-cultural, que es mediado por las organizaciones y los dispositivos socio-culturales. La dinámica de este proceso se asienta en la interdependencia entre los cambios que acontecen en el medio sociocultural, los cambios que experimentan las personas mayores en sus diferentes vías de desarrollo Una exposición más detallada sobre este tema puede verse en: Urbano, C. y Yuni, J. (2013). “Envejecimiento Activo y dispositivos socio-culturales ¿una nueva forma de normativizar los modos de envejecer?”. Revista Publicatio, Ciencias Humanas, 21(2), 259-270. Ponta Grossa: Universidade Estadual de Ponta Grossa. 4 Más mayores, más derechos 334 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) (biológico, social, psíquico y espiritual) y los cambios que ellos mismos introducen en tanto agentes productores de cultura. En ese sentido, los dispositivos socio-culturales (Kaminsky, 1998; Käes, 1977; Foucault, 1978) que coniguran los establecimientos destinados a contener a la población de adultos mayores, se constituyen en “sistemas sociales abiertos” que guardan estrecha relación con otros sistemas sociales tales como la familia, el Estado, las características de la comunidad en la que se encuentran insertos, las relaciones económicas y de producción, etc. Por tal motivo, el campo gerontológico como dispositivo de saber-poder, puede entenderse como un ámbito heterogéneo de prácticas y discursos sociales (cientíicos, políticos, económicos y sociales), constituido por un conjunto variado de organizaciones que atienden diferentes dimensiones y necesidades especíicas de la población de mayor edad. Como se dijo, la segunda mitad del siglo XX se caracterizó por la creación e invención de diferentes instituciones que puedan “capturar”, disciplinar y producir diferentes modos de envejecer que remiten a distintas iguras de la vejez. Esta invención de dispositivos se caracteriza por la particular articulación de ciertas imágenes de la vejez, con imaginarios diferenciados que ponen en juego combinatorias que deinen la función social de cada tipo de instituciones a la vez que legitiman las posibilidades y alcances de cada tipo de intervención. En el campo social contemporáneo encontramos múltiples organizaciones encargadas de atender las necesidades de salud, de educación, de promoción de la calidad de vida, de compensación de déicits en el acceso a recursos materiales, etc. Cada una de ellas se estructura en torno a una función social diferente y portadora de un imaginario institucional singular respecto a la vejez, el envejecimiento y sus potencialidades. En tal sentido, es importante el análisis de los imaginarios, creencias, valores y discursos sobre la vejez y el envejecimiento propuestos e impuestos por/en la cultura, en tanto que ellos coniguran los modos representacionales que le permiten a cada sociedad en un contexto histórico determinado establecer qué es la vejez, cuáles son los rituales de entrada, cuáles las funciones y roles sociales, cuáles los modos deseables de ser una persona mayor. Más mayores, más derechos 335 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) En diferentes investigaciones etnográicas desarrolladas en geriátricos, centros de jubilados, hospitales de día o talleres educativos, hemos mostrado que cada una de esas organizaciones articula de modo singular ciertas representaciones particularizadas y sesgadas de la vejez con otros imaginarios e instituciones sociales (Yuni y Tarditi, 2002). Así, en los hospitales de día las representaciones sobre la vejez y el proceso de envejecimiento se articulan con los imaginarios de la locura; en los geriátricos el binomio vejez-enfermedad/deterioro se constituye en el nodo fundacional de su imaginario institucional, mientras que en los centros de jubilados la vejez se articula con la pobreza y por lo tanto sus prácticas tienen un sesgo remedial y compensatorio. En el caso de los programas educativos estas son las únicas organizaciones en que se conjuga la vejez con un imaginario positivo centrado en el desarrollo y despliegue de capacidades y potencialidades latentes. En esa línea de indagación, se encontró que estos imaginarios promovían ciertas representaciones acerca de la vejez y del proceso de envejecimiento que operaban activamente en la deinición de la orientación de las políticas gerontológicas, la organización funcional de cada tipo de instituciones y las prácticas de los trabajadores; a la vez que conformaban un conjunto de actitudes y disposiciones claramente diferenciadas de los usuarios directos o indirectos. En deinitiva, cada tipo de organización despliega y conigura una racionalidad gerontológica institucional que es portadora de representaciones, discursos y prácticas que producen activamente modos de deinir, sentir y crear diferentes vejeces (Yuni y Urbano, 2013). La estructura social provee a sus miembros añosos –a través de diferentes tipos de instituciones y organizaciones estructuradas mediante dispositivos especíicos– de las herramientas culturales y los recursos necesarios para interpretar y afrontar los cambios. En tanto, los sujetos mayores intervienen activamente sobre los condicionantes que operan en los procesos de producción de estos cambios contribuyendo a crear, modiicar o resigniicar los dispositivos que el proceso de producción socio-cultural ha inventado para atenderlos/contenerlos. Más mayores, más derechos 336 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) El dispositivo se hace cuerpo(s) y subjetividad(es) De acuerdo a la perspectiva de la Gerontología Crítica, existe una relación de mutua interdependencia entre el sujeto mayor, la sociedad y la cultura. Las identidades personales de los sujetos mayores se matizan y apuntalan en los atravesamientos e intercambios que se producen y que se ponen en juego en la participación como sujetos singulares en diversos grupos sociales y dispositivos culturales. En la elaboración/deinición de la/s identidad/es de adulto mayor se opera una coparticipación de mutua reciprocidad entre las representaciones discursivas que circulan en la trama social y la selectividad personal, que pone en juego la adherencia identiicatoria de los sujetos mayores a la diversidad de modos de envejecer y ser adulto mayor en la sociedad contemporánea. Mediante las prácticas e interacciones que se producen en los intercambios entre los sujetos, las instituciones y los diferentes dispositivos culturales continúa operándose durante la vejez el proceso de humanización. Es a través de la participación de los sujetos mayores en los distintos modelos de organización institucional en donde se operan los efectos de cambio de sentido en el imaginario social, y se ofrecen los recursos para la subjetivación y la resigniicación de su identidad personal y social. El repertorio de herramientas ofrecidas por los dispositivos socio-culturales destinados a los sujetos mayores responde a acciones sustentadas en valores, creencias, signiicados, mitos, prejuicios, ideales y exigencias de qué es ser mayor y que devienen en demandas normativas de cómo envejecer. Por tanto estas acciones son planeadas por los dispositivos culturales de modo intencional e intentan hacerse cuerpo en los discursos que se transforman en prácticas institucionalizadas que modelan el sentir, el pensar y el hacer del colectivo de adultos mayores y de los grupos generacionales que conforman las redes de apoyo social acerca de cómo se debe envejecer y qué se espera de las personas mayores en esos contextos. En el interior de los dispositivos culturales de/para adultos mayores se materializan procesos de socialización que adquieren características particulares de acuerdo al tipo de organización, al conjunto Más mayores, más derechos 337 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) de pautas, funciones, roles, distribución de autoridad y modalidades de comunicación entre los sujetos implicados en la interacción comunicativa y participativa. Las diferentes organizaciones responden a los imperativos de los diversos modelos institucionalizados de vejez, los que performan sus prácticas y operan como normas regulatorias que deinen las concepciones acerca de qué es la vejez, qué es bueno y qué es posible para ella. En ese marco de institucionalización de las personas mayores se produce el proceso de envejecimiento individual, que se realiza en, mediante y dentro de instituciones y organizaciones sociales en las que se despliega su curso vital. Mediante su implicación y participación en el interior de los distintos modelos de organizaciones sociales los adultos mayores se impregnan de modo imperceptible de las imágenes e imaginarios acerca de la vejez y el envejecimiento que portan esas agencias de transmisión, producción y reproducción socio-cultural, prestándoles el cuerpo para encarnar esos ideales en experiencias singulares, ancladas en un tiempo personal y en una temporalidad social más amplia. Es en el intercambio entre las individualidades de los sujetos y los artefactos culturales portadores y portavoces de creencias, valores y signiicados acerca del envejecer en donde su produce un “modelado” en/de los mayores. Estos son impregnados sutilmente de mensajes que aluden a modos de ser y de hacer-se sujeto envejecido a través de los devenires de la temporalidad. De este modo, es posible dar cuenta de procesos de identiicación de los sujetos mayores con ciertos modelos de envejecimiento propuestos por los distintos dispositivos socio-culturales. Es en las interacciones entre el sujeto individual, las instituciones y las herramientas socio-culturales que la sociedad pone a disposición de sus miembros, en donde se produce un acopio de representaciones que le permite a los adultos mayores signiicar sus trayectorias biográicas y anticipar destinos posibles para su envejecer. No obstante, este pasaje de la institución gerontológica al sujeto mayor requiere de un proceso de agenciamiento, que se produce en la dinámica de las prácticas sociales. Cada sujeto mayor se enMás mayores, más derechos 338 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) cuentra constantemente agenciando sus procesos de resigniicación identitaria y de conformación de su subjetividad en el interior de los dispositivos socio-culturales. Ese proceso de agencialidad supone atravesar los itinerarios del tiempo para afrontar y resolver las crisis que interpelan su sentido de continuidad y unicidad de su condición existencial. Esta noción de agencialidad supone recuperar el papel activo y creativo que los propios adultos mayores tienen en la creación de imaginarios, en la resigniicación de las organizaciones sociales y en la reconiguración de prácticas sociales. En otras palabras, los mismos adultos mayores al apropiarse de las herramientas socio-culturales que les provee la comunidad pueden resigniicar su experiencia, transformar sus condiciones de existencia y los modos de representarse su papel social y sus modos de contribución e integración a la comunidad. De las lecturas críticas a las intervenciones críticas En las secciones anteriores hemos abordado una serie de tópicos que permiten comprender la vejez y el envejecimiento a la luz de las teorías que conforman el campo conceptual de la Gerontología Crítica. Hemos dicho al respecto que este paradigma postula un programa de reconocimiento de la vejez a partir de la deconstrucción de aquellos procesos socio-culturales que sirven para perpetuar las condiciones de opresión, exclusión y marginación de las personas mayores en cada formación social. En lo que sigue nos proponemos puntualizar algunas derivaciones de estas lecturas críticas, vinculándolas al campo de las intervenciones sociales. Pretendemos que estas puntualizaciones contribuyan al ejercicio de prácticas profesionales relexivas y a la interpelación de rutinas, procedimientos y lógicas gerontológicas que des-subjetivizan a las personas mayores y los enajenan de su experiencia vital. Posicionarse en una perspectiva crítica en tanto operadores del campo social y como agentes de diferentes dispositivos gerontológicos requiere que identiiquemos nuestros atravesamientos ideolóMás mayores, más derechos 339 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) gicos, teóricos, sociales y psicológicos en tanto que constituyen un horizonte pre-relexivo que modela nuestras actitudes, prejuicios, ideales y prácticas. Reconocer nuestra implicación con las dimensiones maniiestas y latentes de la vejez y el envejecimiento, es el paso necesario para desnaturalizar nuestras prácticas y comprender su naturaleza social y política. Solo en el desvelamiento de las marcas ideológicas, políticas, éticas y culturales que portan nuestras prácticas de intervención para/con/entre adultos mayores, es posible desentrañar los efectos de sentido que estas tienen en los procesos de dominación y de colonización del mundo de la vida, y en el papel que estos tienen en la signiicación individual y colectiva del envejecimiento como proceso y de la vejez como vivencia y experiencia subjetiva. Nos parece sugerente la idea de Boaventura de Sousa Santos (2012) de provocar y convocar una ecología de saberes que permita la construcción de una teoría social crítica que vaya más allá de la racionalidad dominante, perezosa e indolente que caracteriza a la producción cientíica que pretende la racionalización, normalización y dominación del mundo social. En tal sentido, un posicionamiento crítico supone adoptar una distancia saludable de las teorías gerontológicas y reconocer los sesgos que estas contienen y producen al pretender darle un carácter universal a procesos altamente dependiente de los contextos sociales y de los universos culturales de referencia. La Gerontología Crítica constituye una interpelación y una oportunidad para dar cabida a la diversidad, multiplicidad y heterogeneidad de vejeces que se presentan en el campo social. El trabajo de desvelamiento requiere tomar referencia de otras vejeces no codiicadas, normalizadas y disciplinadas en términos del saber/poder de las instituciones modernas. Así, se hace necesario sostener un proceso de producción de conocimiento situado que permita reconocer las singularidades y diferencias constitutivas de condiciones y procesos materiales y simbólicos diferenciadores de formas diversas de construcción de las vejeces. En ese trabajo de lectura comprensiva de lo múltiple y diverso que anida en la coniguración social de la vejez, es necesario poner en cuestión los supuestos que subyacen los modos cientíicos y tecno-burocráMás mayores, más derechos 340 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) ticos de “leer” el envejecimiento y la situación de las personas mayores en nuestra sociedad. En tal sentido, la lectura social de la vejez no puede centrarse únicamente en la edad como marcador de una experiencia subjetiva y social con cierta especiicidad en el curso de la vida, sino que requiere abordar su articulación con otros criterios de clasiicación, estratiicación y jerarquización social tales como el género, la condición socio-económica, las orientaciones sexuales, la etnicidad, la pertenencia a minorías o grupos vulnerados o las coniguraciones de la estatalidad y de lo político que operan en el territorio. En la medida que tengamos a disposición conocimientos que den cuenta de la diversidad de vejeces y de los complejos procesos socio-culturales que las coniguran, tanto más efectivo será el proceso de descentramiento de las categorías gerontológicas hegemónicas, creadas al amparo de las necesidades de reproducción del sistema capitalista, en el contexto de las sociedades centrales de consumo y del modelo occidental de vida urbano como parámetro de organización de la vida social. Otra estrategia para construir una praxis concientizadora de la contribución de las prácticas profesionales a la construcción de determinados modos de envejecer y de deinir la vejez, consiste en considerar a las políticas públicas y las políticas sociales como dispositivos instituyentes de imaginarios, prácticas y discursos que hacen parte de la lucha de poder que sostienen diferentes actores e instituciones que se disputan los beneicios materiales y/o simbólicos de sus intereses por la vejez. En tanto operadores sociales críticos, es necesario reconocer el campo gerontológico como un espacio de juego en el que se juegan intereses de producción y reproducción económica, moral, política y cultural. De acuerdo a la perspectiva que hemos trazado previamente, nuestras prácticas y discursos institucionales son los que hacen presente y concretizan las tensiones y contradicciones que conforman el campo social y, por lo tanto, nuestra sola presencia y acción posee un sentido político. Una actitud comprometida como operadores sociales críticos requiere de un posicionamiento paradojal que obliga a mantener una distancia crítica de los discursos tecno-burocráticos que pretenden Más mayores, más derechos 341 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) instituir simbólicamente los modos de decir y producir la vejez en el marco de las necesidades de la gobernanza y el bio-poder y, a la vez, profundizar el compromiso y la empatía con los adultos mayores como sujetos autónomos, con voz propia, capaces de imaginar y decidir destinos posibles para su vejez. Los operadores sociales críticos desarrollan una práctica situada y contextualizada en territorios materiales y simbólicos que deinen la topología de lo social y crean paisajes humanos y sociales cargados de signiicación. Por ello, es necesario atender a los modos culturales con que los grupos sociales dan signiicado y sentido a la experiencia de envejecer como experiencia individual y como recurso para la colectividad. Esta lectura requiere apelar a la lógica del palimpsesto para hacer emerger signiicaciones latentes que estructuran los compromisos intergeneracionales. Por ejemplo, el análisis de las prácticas informales de cuidado de las personas mayores en las grandes ciudades no solo debe atender a los recursos familiares disponibles en la coniguración familiar, sino también a la circulación en la trama familiar de valores y prácticas ancestrales de cuidado, provenientes de la pertenencia a grupos étnicos, religiosos o del contexto socio-cultural de origen en el caso de familias migrantes. Boaventura de Sousa Santos (2010) sostiene que la operatoria de la Ciencia y particularmente de las ciencias sociales produce ausencias en tanto que permite “nombrar, pensar, decir y conigurar” determinadas realidades sociales, produciendo el silenciamiento e invisibilización de otras. Como hemos visto anteriormente, la corriente dominante de la Gerontología ha contribuido a la producción de una visión de las personas mayores como parte de un grupo social vulnerable, marginalizado e improductivo. Frente a ello, el desafío para los operadores sociales críticos es reconocer el potencial de los viejos y sus comunidades en la generación de oportunidades para el buen vivir, como proyecto contrahegemónico que sostiene un sistema de valores diferentes a los que promueve el capitalismo. Para ello, los operadores sociales tienen que potenciar en las organizaciones y servicios gerontológicos, prácticas generativas y agénticas de lo comunal (Kotre, 1995) que perMás mayores, más derechos 342 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) mitan revalorizar y “poner en la escena social” las diferentes formas de productividad social que realizan las personas mayores, así como sus contribuciones al conjunto de la sociedad (Willis y Dalziel, 2009). Un posicionamiento crítico y relexivo supone que los agentes sociales revisen la orientación e intereses de sus prácticas. Un índice de una intervención socio-gerontológica no-crítica, es aquella en la que se impone una lógica tutelar que condiciona la participación real de los adultos mayores y el empoderamiento de sus capacidades de transformación. Asimismo, en el diseño de intervenciones y de instituciones es necesario evitar la estandarización de la vejez como usuarios o clientes de las organizaciones de atención gerontológica, para dar lugar a un pasaje de los adultos mayores como sujetos sociales participantes y participativos. No obstante, pensamos que este pasaje no se produce solo por un posicionamiento de los operadores sociales, sino por estrategias sustentadas una pedagogía de la participación que comenzando a veces por la tutela-dependencia puedan progresar hacia el reconocimiento de la voz de los adultos mayores y la efectivización del principio de autonomía como capacidad de decidir y elegir. Las intervenciones sociales críticas demandan la construcción de una visión realista de la vejez que permita abordar los fantasmas que la rodean y coniar en las fantasías sobre otros destinos posibles para envejecer. Ello supone cuidarse tanto del optimismo ilusorio depositado en un imaginario de vejez exitosa, dorada y saludable, como del pesimismo que nos deja en la intemperie de la desesperanza de la declinación y el deterioro. Los aportes de los teóricos del campo crítico sostienen que toda práctica es política y que el conocimiento crítico tiene que sustentar nuevas praxis sociales. En tanto operadores del campo social, nuestro accionar adquiere sentido y signiicado en la intervención social en sus dimensiones más profundas. Como dijimos previamente, esto supone implicarse desde lo social, lo profesional y lo personal en la transformación de los discursos, las acciones y las instituciones, evitando el abstencionismo que no aporta recursos ni abre posibilidades para las actuales y futuras generaciones de mayores. Más mayores, más derechos 343 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Finalmente, las intervenciones sociales críticas encuentran su piso de sustentación en la visión que impulsan las políticas de reconocimiento de los derechos de los ancianos. En tal sentido, una exigencia ético-política de la perspectiva crítica es considerar a los adultos mayores como sujetos políticos y no meramente como sujetos de las políticas, permitiéndoles ser parte de lo nuevo, de la invención, de la creación de lo social a partir de prácticas inclusivas. Bibliografía Achenbaum, W. A. (1997). “Critical gerontology”. En Jamieson, A., Harper, S. y Victor, C. (eds.) Critical approaches to ageing and later life (pp. 16-26). Buckingham: Open University Press. Arber, S. y Ginn, J. (1996). Relación entre género y envejecimiento. Madrid: Narcea. Baars, J., Dannefer, D., Phillipson, C. y Walker, A. (eds.) (2006). Aging, Globalization, and Inequality: the new critical gerontology. 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Cuenta con publicaciones de interés gerontológico. alfredo Carballeda es Doctor en Ciencias Sociales y tiene un Magíster en Trabajo Social (UNLP-Pontiicia Universidad Católica de San Pablo). Es diplomado superior en Ciencias Sociales con mención en Sociología por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Es licenciado en Servicio Social por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Además, es docente e investigador de la Facultad de Trabajo Social de la UNLP, habiendo aportado a la formación del recurso docente, contribuyendo a la conformación de equipos interdisciplinarios, y a la constante formación de trabajadores sociales en materia de investigación. Se desempeñó como docente en varias universidades del país y el exterior, tanto en grado como en posgrado. Es investigador del Programa de Incentivos. Es, también, miembro del Cetys (Centro de Estudios de Trabajo Social y Sociedad) e integra el Consejo Asesor. Contribuye profusamente al bagaje del colectivo disciplinar y a los debates del conjunto de las cien- Más mayores, más derechos 347 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) cias sociales, con más de 75 artículos publicados en revistas especializadas, 13 capítulos de libros especíicos; y 7 libros de su exclusiva autoría. Verónica Cimatti es Licenciada en Trabajo Social (UNLP). Es adscripta en la cátedra Antropología Social II de la Facultad de Trabajo Social (FTS) e integra el equipo docente del Seminario temático de vejez en la UNLP. Colaboradora del Proyecto de Investigación “Identidades colectivas: la relación nosotros – otros en los procesos de intervención”. Trabajadora social del Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (INSSJP) - Pami La Plata. analía Criado es Licenciada en Trabajo Social (UNLP). Cuenta con una amplia trayectoria en el sector de salud y en la gestión de políticas sociales. Integra el equipo docente del Seminario “Análisis crítico de las intervenciones de los trabajadores sociales en el campo de la vejez”. Desarrolla tareas como extensionista. Es también Trabajadora Social de la Gerencia de Promoción Social y Comunitaria del INSSJP-Pami. Paula Mara Danel es Magíster en Trabajo Social por la UNLP y es licenciada en Trabajo Social por la misma unidad académica. Es diplomada en Gerencia Social y Políticas de Discapacidad (Organización de los Estados Americanos-FLACSO). Se encuentra cursando el doctorado en Trabajo Social en la UNLP. Es docente de Antropología Social II en la FTS de la UNLP. Investigadora y extensionista de la misma facultad. Además, es trabajadora social del INSSJyP. Cuenta con publicaciones sobre el campo de la vejez y la discapacidad. Posee amplia experiencia de gestión de políticas públicas. Teresa Dornell es Magíster en Trabajo Social. Docente en la Universidad de la República (UdelaR). Es coordinadora del Proyecto Integral “Cuidado Humano, Derechos e Inclusión Social” y del Más mayores, más derechos 348 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) “Área de Vejez y Trabajo Social”. Integra la Red de Envejecimiento y Vejez. Además, coordina Programa de Salud Mental de la UdelaR; y es integrante de Comisiones para la Creación de Protocolos de interés gerontológico del Ministerio de Salud Pública del Uruguay. adriana Fravega es Licenciada en Comunicación Social por la UNLP. Es docente, investigadora y extensionista de la misma institución. Es Directora del Centro de Extensión “Comunicación y Adultos Mayores” de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social (FPyCS) en la UNLP. Profesora de Comunicación en Organizaciones II (FPyCS-UNLP); y profesora de Metodología de la Investigación Social en la Universidad Nacional de Avellaneda. Silvia Gascón es Magíster en Dirección y Gestión de Servicios de Bienestar Social y Servicios Sociales por la Universidad de Alcalá. Es profesora de Psicología Instituto Superior del Profesorado J. N. Terrero. Es directora de la Maestría en Gestión de Servicios de Gerontología por la Universidad Isalud. Es además, miembro del Consejo Directivo de Help Age International, Directora del Estudio y Líder del proyecto “Ciudades Amigables con la Edad” de la Organización Mundial de la Salud (OMS); e integrante de la Comisión Asesora del Programa “Envejecimiento Activo y saludable” del Ministerio de Salud de la Nación. También es consultora de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en “Stándares de calidad para instituciones de larga duración para personas mayores con pérdida de autonomía” y de “Servicios de Apoyo en domicilio para personas mayores con dependencia” para HelpAge International. Integra del Comité Consultivo Regional de las Américas en Envejecimiento y Salud de la Organización Panamericana de la Salud. Editora responsable del periódico “Lazos de la Red Mayor”. Fundadora de la Red Mayor La Plata. Más mayores, más derechos 349 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) alexandre Kalache es médico por la Universidad de Brasil (actual Universidad Federal de Río de Janeiro). Tiene un magíster y un doctorado cursados en el Reino Unido. Es docente e investigador en la Universidad de Oxford y Londres. Generó una multiplicidad de centros de investigación sobre envejecimiento y vejez. Dirigió el Programa Mundial “Envejecimiento y Ciclo de Vida” de la OMS (sede Ginebra), poniendo en marcha el Marco de Políticas del Envejecimiento Activo y el movimiento global sobre la edad de Ciudades Amigas, entre otras muchas iniciativas duraderas. Asumió la presidencia de la International Longevity Centre-Brasil (Río de Janeiro). Es Embajador Global de HelpAge International y Asesor Principal de la Academia de Medicina de Nueva York. María del Carmen ludi es Magíster en Trabajo Social; especialista en Gerontología. Es profesora en la UNER de “Intervención Profesional y Vida Cotidiana” e “Intervención Profesional e Institucionalidad Social”. Es Directora del Proyecto de Investigación “Envejecimiento y Vejez”; y fue Directora del Proyecto de Extensión “Llegar a Viejo” (FTS-Universidad Nacional de Entre Ríos). Cuenta con varias publicaciones sobre el campo de la vejez y el Trabajo Social. Virginia Marsico es Licenciada en Comunicación Social (UNLP). Es docente de Comunicación y Medios, y fue profesora del Taller de Producción Audiovisual en la FPyCS (UNLP). Es investigadora en formación e integrante del Centro de Comunicación y Adultos Mayores de la FPyCS-UNLP. romina Mauros es estudiante avanzada y pasante del Área de Vejez y Trabajo Social, y de la Comisión Coordinadora del Programa de Salud Mental de la UdelaR. Integra la Comisión para la Creación de un Protocolo de Prevención de Caídas y Creación de un Protocolo de Prevención y Actuación frente a Demencias del Programa del Adulto Mayor del Ministerio de Salud Pública. Más mayores, más derechos 350 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Cecilia Molina es Licenciada en Trabajo Social (UNLP). Es adscripta de la Cátedra Antropología Social II de la FTS de la UNLP. Es colaboradora del Proyecto de Investigación “Identidades colectivas: la relación nosotros – otros en los procesos de intervención” PPID/ T002. Además es Trabajadora Social de Obra Social provincial. María Gladys olivo Viana es Doctora con Formación para la Investigación Pedagógica y Social en Investigación Psicopedagógica y Social por la Universidad de Granada (UGR). Tiene un magíster en Ciencias de la Educación, con mención en Gestión Educacional, por la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación. Es Asistente Social por la Universidad de Chile. Actualmente es Académica Asociada de la Escuela de Trabajo Social (Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Central). Jorge Pedro Paola es Magíster en Políticas Sociales y es licenciado en Servicio Social (UBA). Es especialista en planiicación y Gestión de Políticas Sociales. Es profesor de Trabajo Social en la UBA. Además, es investigador de la misma unidad académica, con una amplia trayectoria en la formación de recursos humanos. Cuenta con publicaciones que aportan a las discusiones gerontológicas, del Trabajo Social y la política pública. Cuenta con una amplia trayectoria de intervención profesional en el campo gerontológico, tanto en ámbitos públicos como privados. Marcelo Piña Morán es Doctor en Estudios Americanos, mención Pensamiento y Cultura por la Universidad de Santiago, Chile. Tiene un Posdoctorado en Gerontología Social y un Master en Gerontología Social Aplicada por la Universidad de Barcelona y es Licenciado en Trabajo Social por la Universidad Católica del Maule. Además, es académico de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad Católica del Maule. Cuenta con publicaciones sobre Envejecimiento y Trabajo Social. Más mayores, más derechos 351 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) Sandra Sande Muletaber es Magíster en Ciencias Sociales con Opción Trabajo Social (UdelaR). Cuenta con estudios de Posgrado en Psicogerontología por la Universidad Maimónides. Es docente e investigadora de Trabajo Social en la UdelaR. Cursa el doctorado en Ciencias Sociales (UdelaR). Además es supervisora del Proyecto Integral “Cuidados, Derechos e Inclusión Social” de la UdelaR. Es Jefa del Departamento de Trabajo Social del Hospital Centro Geriátrico Dr. Luis Piñeyro del Campo (Uruguay). Stemphele Saphir es estudiante avanzada y pasante del Área de Vejez y Trabajo Social de la UdelaR. Es pasante del Equipo de Recepción del Programa de Salud Mental de la UdelaR. Integra la Comisión para la Creación de un Protocolo de Prevención de Caídas y Creación de un Protocolo de Prevención y Actuación frente a Demencias del Programa del Adulto Mayor del Ministerio de Salud Pública. María Nair Tordó es Magíster en Gestión de Servicios de Gerontología (Universidad Isalud). Es licenciada y profesora en Ciencias de la Educación (UNLP). Cursa la maestría en Gestión y Desarrollo de la Seguridad Social –UBA-INSSJP–. Es coordinadora de la Maestría en Gestión de Servicios de Gerontología y docente en la misma. Coordinó cursos de capacitación y posgrado en diversas organizaciones del sector. Desarrolló tareas de investigación como becaria de organismos de Ciencias y Técnica. Desarrolla tareas en Coordinación de Proyectos Formativos, Unidad Desarrollo Estratégico y Gestión para la Calidad, INSSJP-Pami. Marcela Velurtas es Magíster en Política Social, es especialista en Planiicación y Gestión de Políticas Sociales; y es licenciada en Trabajo Social (UBA). Es doctoranda en Trabajo Social (UNLP). Tiene una amplia trayectoria como docente e investigadora en las carreras de Trabajo Social de la UNLP y UBA. Autora de ponencias y artículos relacionados con la las políticas sociales y la Más mayores, más derechos 352 Jorge Pedro Paola, María Nair Tordó, Paula Mara Danel (Compiladores) intervención profesional en el campo de la justicia penal juvenil. Cuenta con experiencia en el ejercicio profesional en esas áreas y en gestión universitaria. José Yuni es Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación (UGR). Tiene un magíster Scientae en Metodología de la Investigación Cientíica (UNER). Es especialista en Psicogerontología por la Universidad Maimónides y especialista en Metodología de la Investigación Cientíica y Técnica (UNER). Es licenciado en Ciencias de la Educación por la Universidad Católica de Córdoba. Profesor de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales (Universidad Nacional de Río Cuarto); y es profesor en la Universidad Nacional de Catamarca. Además, es investigador Independiente del CONICET. Fue profesor de posgrados en universidades nacionales y extranjeras. Publicó numerosos libros sobre formación docente, educación de adultos mayores y metodología de la investigación. Colabora en el Comité editorial de revistas nacionales e internacionales de Educación y Educación Superior. Más mayores, más derechos 353