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Orishas en Tenerife.

Orishas en Tenerife. Reelaboraciones simbólicas y el papel de la mujer en la integración sociocultural Por Grecy Pérez Amores, Universidad de la Laguna, Tenerife, Islas Canarias. Resumen: Dentro del universo de las denominadas religiones minoritarias de Canarias, podemos encontrar hoy algunas de raíz africana llegadas en su mayoría a través de distintos procesos migratorios. Las religiones afrocubanas (santería, palo monte, espiritismo cruzado) se han ido desarrollando en los últimos años en las Islas, conectándose con el ámbito esotérico y asentándose en espacios tan variados como novedosos (tiendas, locales de ocio, páginas Web en Internet, prensa, televisión). Conformando un contorno donde la economía representa un punto importante, aunque no el único implicado, el estudio de estas creencias y de cómo han sido aceptadas y asumidas, es un medio para comprender muchos procesos sociales que se dan actualmente en las islas. Pretendo un acercamiento al lugar que ocupan las mujeres en este contexto en la isla de Tenerife, abarcando los espacios rituales y simbólicos, pero también los procesos económicos donde estas desarrollan una parte importante de su actividad (tiendas esotéricas, consultas online, líneas de teléfono privadas o trabajos a domicilio) desde donde conforman los distintos procesos de difusión, mercantilización y reconstrucción litúrgica. Comprender el modo en que los nuevos dominios (tecnologías de la información, normas, leyes ecológicas y ambientales del país de residencia, mercado, costumbres y demandas sociales) reconstruyen los espacios religiosos, sociales, económicos y simbólicos que la mujer ocupa actualmente dentro de estas religiones. Palabras clave: religiones afrocubanas, género, mercantilización, medios de comunicación. Summary: Within the universe of the so-called minoritarian religions in the Canaries, we can now find some of them originary from Africa, but mostly coming through the migration processes. Afro-Cuban religions (Santeria, Palo Monte, Crossed Spiritism) have been developed in recent years in the islands, settling in areas as diverse as novel (shops, entertainment venues, internet websites, newspapers, television). Forming an area where economy is a vital point. Aims at a close analysis of the position of women in this context on the island of Tenerife, including the rituals and symbolic spaces, but also the economic processes where women develop an important part of their activity (esoteric shops, online consultations, private phone lines or work at home) from where they shape the diverse processes of distribution, merchandising and liturgical reconstruction. Understand how the new domains (information technology, standards, ecological and environmental laws in the country of residence, market, customs and social demands) reconstruct the religious spaces - social, economic and symbolic- that women inhabit within these religions. Keywords: Afro-Cuban religions, gender, commodification, mass media. BREVE INTRODUCCIÓN AL TEMA. MIGRACIONES, TURISMO Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN El caso de la isla de Tenerife es un ejemplo de cómo los distintos procesos migratorios pueden traer aparejados la aparición de relecturas religiosas enmarcadas en espacios donde ocio, mercado y medios de comunicación quedan actualmente muy conectados entre sí. La religión en este contexto, hoy, representa un complejo entramado de prácticas y creencias, nacidas tanto de un mayoritario catolicismo como de los valores y creencias de una creciente inmigración y la existencia de una población autóctona con tradiciones y creencias muy arraigadas. Canarias, como sociedad multirreligiosa, se nutre no solo de esa pluralidad, sino de una amalgama de prácticas y creencias presentes en la mente de sus habitantes, ofreciendo ya dentro del mismo catolicismo, una diversidad a revisar. Siguiendo el camino de las religiones afrocubanas (santería, vudú, palo monte, espiritismo cruzado) y su proceso de transformación simbólica y práctica, me adentraré en su difusión por Canarias donde el turismo, los movimientos migratorios y la mujer juegan un importante papel. Papel que intentaré definir teniendo en cuenta que la variedad de fenómenos implicados a la hora de visionarlas se diversifica en una multiplicidad donde los medios de comunicación, las estrategias económicas y los intereses privados se superponen en complejas iniciativas. Este análisis forma parte de un grupo de investigaciones que se han desarrollado a lo largo de muchos años en la Universidad de La Laguna de la mano de equipos como RELICAN y otros científicos sociales, donde ha quedado de manifiesto la importancia del tema en este contexto. He partido de diferentes investigaciones que sobre las religiones afrocubanas y su difusión se han desarrollado, mostrando el fenómeno de la difusión transnacional de las mismas y la existencia de identidades generadas por redes internacionales que hacen del mundo un todo y donde los inmigrantes reconstruyen su singularidad religiosa (Capone, 1999; García V, 2007; Argyriadis, 2005; Argyriadis & Juárez, 2005; Galván, 1997; Macías, 1992, 1995; Sierra & Rosario, 2001; Levitt, 2007, 2009). Por otra parte estudios sobre las relaciones de poder, jerarquías, identidad y género (Bourdieu, 2000; Moore, 1991; Contreras, 2007). Algunos insistiendo en el papel del cuerpo (Barreto, 1982, 2002, 2004) y en el papel de la mujer en estas religiones (Rubiera & Argueyes, 1997). En el estudio de estas religiones en contextos como Cuba (Bolívar, 1990; Ortiz, 1916) así como las transformaciones y relecturas donde la individualización de la religión y el anhelo de pureza representan un reto social (Beck, 2009). En estos procesos surgen espacios religiosos trasnacionales donde la mujer ocupa unos campos delimitados reconstruyendo y modificando las representaciones simbólicas, estereotipos, escenificaciones o relaciones de parentesco y género (Santana, J. 2007; Galván, 2005). Por otra parte, he desarrollado un trabajo de campo, donde la observación participante, entrevistas, encuentros y citas, centradas en el área de Tenerife han sido fundamentales, en especial en aquellos contextos donde estas creencias se han personificado, como negocios y tiendas esotéricas, páginas Web y programas de televisión. Desde finales del 2007 el trabajo se ha desplegado atendiendo a la propia dinámica de estas creencias que, en una constante adaptación a los contextos de acogida se reinterpretan y redefinen para permanecer anclándose en la nueva realidad. Para abarcar de modo coherente este estudio, se ha tenido que tener en cuenta algunos fenómenos como las migraciones, el turismo y la explosión tecnológica de los últimos años. En este texto no haré sino mención de ellos como una nota introductoria pues en esta ocasión me centraré en aquellas cuestiones relativas a la estrategia de permanencia y adaptación que estas creencias han llevado a cabo, teniendo en cuenta el papel que las mujeres han jugado en ello. Las migraciones, sobre todo las ocurridas a lo largo de las últimas décadas (1980- 2008) y en especial las de origen latinoamericano: Cuba, Venezuela o Brasil, se unen a fenómenos como el turismo o los medios y redes de comunicación que han delimitado el contorno de las islas, en una dinámica donde la disposición internacional que hasta ese momento las caracterizaba, se matiza con un marcado carácter global. En este ámbito las mujeres conforman un grupo a tener en cuenta, siendo, en el caso de los países antes mencionados, una parte importante de la inmigración. Dentro de las actividades que desarrollan al emigrar a Canarias (cuidado de mayores, menores, tareas domésticas, servicios) las ligadas a las religiones afrocubanas representan un fenómeno más a la hora de comprender los procesos espirituales que actualmente recomponen el mapa religioso de las islas. Unificándose a otras prácticas y técnicas de adivinación como el tarot, son una salida económica desde sus hogares, locales comerciales o a través de Internet. Aunque las mujeres ocupen un lugar secundario en la jerarquía religiosa de estas creencias quedando excluidas de muchas actividades, son en muchos casos, intermediarias entre babalawos y clientes, entre mercancía y consumidor, representando una población que desarrolla su actividad económica (pública o privada) en contextos muy diversos y enmarcadas en la práctica de otras labores como la venta, el trabajo doméstico o el cuidado de los hijos. El turismo, por su parte, ha tenido una gran repercusión en la llegada de estos cultos, pues no solo se trata de la estrecha y antiquísima relación entre Cuba y Canarias, sino del modo en que, desde la misma Cuba, se han establecido muchos vínculos religiosos. No podemos olvidar que el desarrollo del turismo en este país viene muy relacionado con la necesidad de la recaudación de divisas, pues la actividad económica depende en buena medida de ello. La oferta turística relacionada con las religiones afrocubanas, es en la actualidad un motivo de complejas transformaciones y manipulaciones, tanto a nivel macro, como micro social. Mucho antes de los años 90 estas formaban parte de la estrategia gubernamental en Congresos, talleres y espectáculos, siendo en 1923 fundada la Sociedad del Folclore Cubano y las visitas de políticos y personajes internacionales engalanadas con sus espectáculos. Pero hasta entonces no eran consideradas un bien a proteger, explotar y difundir por parte de las instituciones gubernamentales como una parte vital de la identidad del pueblo (Argyriadis, 2005). Hoy, legitimadas por el discurso oficial con su autoridad, la imagen del practicante de estos cultos es una parte primordial de la identidad cubana, elevando la santería a la categoría de cultura cubana. Pero esta oferta no permanece en la isla, sino que sale de la mano de aquellos turistas que, cautivados por la peculiaridad y efectividad de los rituales, dan un paso más, adentrándose en el conocimiento y la iniciación. Así, introducidos en los cultos, regresan a Canarias desde donde continuaran su camino religioso, regresando de forma intermitente a Cuba para desarrollar determinados rituales, que, por distintas razones no pueden hacerse en las islas. Sin pretender dar mayor protagonismo que a otros elementos fundamentales en la difusión de las religiones afrocubanas en Tenerife, los medios de comunicación (tanto físicos como virtuales) son sin duda vitales para comprender no solo su llegada sino su permanencia. La capacidad de movilidad de la población es actualmente incuestionable y esta capacidad alcanza también a los símbolos, las prácticas y las creencias. Con las personas llegan las ideas y con ellas, el cambio. Pero no solo se trata de un movimiento físico de objetos y personas con sus creencias, sino del movimiento a través de las redes de la información que hacen posible la movilidad constante del conocimiento y una inevitable difusión e interacción de cultos y manifestaciones religiosas. En Internet se debate y fluye, no solo el hasta hace poco tiempo, conocimiento secreto de babalawos, sino que se distribuyen, reafirman y nacen relaciones de poder y novedades religiosas que repercuten en múltiples facetas de estos cultos (iniciaciones, consultas, cartas del año, objetos rituales). La religión se mueve por la red a través de los hilos invisibles de la tecnología, instaurándose junto a la magia y el esoterismo en páginas donde una simple clave de acceso y un pago con tarjeta “visa”, nos remite a universos donde la fe y la mercancía distribuyen su potencial. La peculiaridad de estas creencias, nacidas ya del sincretismo y la improvisación ha hecho que se adapten con facilidad a los cambios, entre ellos, los que las actuales formas de comunicación promueven. Rapidez, eficacia y anonimato son fórmulas a las que estas religiones responden. Ahora, las Web, las líneas 806, un reconocido restaurante o una legal floristería atienden las demandas. Y es que aunque son muchos los que hacen usos de estos servicios, son muy pocos los que lo admiten, pues todavía perduran prejuicios raciales, religiosos y sociales. Una realidad que critica, teme, pero usa estas ancestrales y actualizadas creencias. Ancestrales porque sus raíces se hunden en un África atávica y animista y una América colonial. Actuales porque en cada momento se han adaptado y reajustado quedando inmersas en unas dimensiones de eficacia, no solo tecnológica, sino estética y económica y porque forman parte de las dinámicas sociales, culturales y religiosas de hoy. Los contextos donde estas religiones aparecen pueden estar muchas veces relacionados con otros ámbitos de carácter mágico o esotérico. Magia, esoterismo y religión son ámbitos que deben, no obstante ser diferenciados, pues, aunque convergen en el universo aparente de estas creencias, tienen sus propias particularidades, que en el caso que nos ocupa representa una forma más de definir el modo en que estas prácticas se han asentado en Tenerife. MAGIA Y RELIGIÓN. UN PASEO ESOTÉRICO POR TENERIFE La religión, vista como un sistema de fe y culto que unen hombre y dios o al hombre con el resto del mundo, representa una de las tantas formas de definirla a lo largo del tiempo. Expresión hacia un poder sobrehumano que tiene control sobre el destino de los hombres o como un sistema unificado de creencias y prácticas sobre lo sagrado y lo prohibido, engendrando lo esencial de la sociedad e idealizándola (Durkheim, 1968). La magia, por otra parte, hecha de creencias y ritos, ha sido considerada más rudimentaria y con fines casi técnicos y utilitarios sintiendo “…una especie de placer profesional en profanar las cosas santas…” (Durkheim, 1968:46). Podemos, por tanto, comenzar intentando realizar un acercamiento al concepto de religión, en el que se basará este texto. No entraré en detalles históricos, pues las respuestas son tan múltiples como contradictorias. Para ver más allá de una creencia en seres espirituales (Tylor, 1987), pero intentando ante todo (lo que resulta sino imposible, si muy improbable) no padecer de religiocentrismo, podemos decir que es un sistema de creencias que siempre porta un sentido para aquel que la profesa, siendo un proceso que abarca los espacios de lo cognitivo, tanto como de lo social: “…Las religiones son sistemas culturales y simbólicos que ofrecen explicaciones del mundo (…) religión sería tanto lo social como lo individual, tanto lo gestual como lo cognitivo, tanto lo que se construye por medio de las culturas como lo imaginario, tanto lo que no se expresa bien más allá de los silencios como lo que brilla en lo espectacular y anega los sentidos. La religión se caracteriza por la diversidad, por la pluralidad…” (Díez de Velasco, 2006:16). Dentro de esta noción, pues, deben comprenderse los enunciados que propongo. Algo que nos remite más allá de un Dios o dioses hasta el universo donde lo sagrado y lo profano parecen fundirse en un cotidiano acontecer donde sobrevivir y conseguir los objetivos más mundanos se equiparan a la búsqueda interior, la salvación del cuerpo y el alma y el crecimiento espiritual. Magia y religión dan cuenta de lo sobrenatural pero de modo diferente. La religión hace que los individuos se sientan ligados entre sí por una fe común y pertenecientes a una colectividad, mientras la magia, aun cuando no carece de cierta generalidad no liga a los hombres y se rige por fuerzas inconstantes e impersonales donde la semejanza, la simpatía y el contacto dictan sus leyes (Frazer, 1922). Es un arte que se ejecuta con ciertos fines (Malinowski, 1948). Hoy, la variedad espiritual presente en Tenerife, muestra una realidad donde los católicos creen en la reencarnación, la ecología espiritual santifica la naturaleza y el zodiaco se alterna con las fiestas sacras (Beck, 2009). El caso de las religiones afrocubanas presentes en Tenerife y visionadas en contextos donde la magia y el esoterismo se dan cita, puede llevarnos a suponer que estas creencias no conforman una religión en las islas, sino un sistema de ritos mágicos con el fin de conseguir determinados fines. Programas de adivinación en televisión por el tarot, librerías esotéricas donde se convocan ángeles protectores y ánimas familiares (Eggún para los cultos afrocubanos) o tiendas donde las antiguas y modernas espiritualidades unifican clientela como una parte importante de su materialización. Sin embargo, esta superposición de recursos no debe llevarnos a error. Muchos de los practicantes de las religiones afrocubanas (sobre todo los de la Regla de Ocha o santería) están bautizados por el rito católico. Así mismo, dentro de los católicos de la isla de Tenerife existan muchos que no desdeñan acudir a leerse el tarot, consultar el zodíaco de las publicaciones locales o acudir a una vidente. Tampoco rechazan acudir a un sanador o a una curandera para algunos problemas de salud o solicitar los servicios de una santera publicitada en la prensa local, sin embargo una gran parte sí que pone reparos ante la visión de ofrendas depositadas en cementerios o playas de la isla. Tenemos entonces que en Tenerife existe una población cuyas costumbres cotidianas le permiten asumir con cierta facilidad algunas de las actividades desarrolladas por los cultos afrocubanos, estando sin embargo rechazados en cuanto a recurso público (aceptar públicamente que se accede a dichos servicios) y cuando supone una violencia estética o psicológica (sacrificios animales, posesión). El siguiente gráfico puede darnos una idea aproximada de cómo se entrelazan las creencias de la población entrevistada en el ámbito de las religiones afrocubanas y según la observación hecha a lo largo de estos meses. Cuando se hace una llamada a un programa de televisión o se acude a una cita para que te develen el futuro o te resuelvan un problema, la relación que se establece entre cliente y adivino/a o brujo/a es siempre de carácter personal y puede desaparecer terminada la transacción o solucionado el conflicto. Se trata de una relación privada e individual que no tiene que conducir al interesado a avanzar más allá y que puede identificarse con la relación que se establece con la magia. Esto es lo que ocurre en muchos casos, pero no siempre. En algunas ocasiones el cliente no termina su relación en respuestas telefónicas o generalizaciones. Acude hasta entablar un vínculo no solo con aquel/lla que da respuestas y soluciones sino con otros creyentes y practicantes. Es en este ámbito donde comienza su paso de cliente a creyente, adentrándose en el ámbito de la religión y participando en rituales colectivos y celebraciones menos privadas, dando un paso para formar parte de una comunidad religiosa. Los negocios implicados, sean de carácter virtual (páginas Web, programas de televisión o consultas telefónicas) o real (tiendas y negocios de múltiples tipos) son el primer paso para conocer y acercarse a estas religiones afrocubanas, donde a diferencia de Cuba, no forman parte de la religiosidad popular, como sí lo son otros componentes mágicos. Las creencias y prácticas relacionadas con la brujería no son una rareza en Canarias, donde la persecución de los años inquisidores (siglo XVI-XVII) no acabó con muchas tradiciones que eran consideradas brujería y que protagonizaban las mujeres (Fajardo, 1992). Las curanderas, yerberas, rezadoras, adivinadoras, santiguadoras o parteras, salvaguarda de las tradiciones, rituales, prácticas sociales y medicinales, fueron creadoras a lo largo de los cambios que el mundo desplegó a su alrededor, legando un conocimiento de las plantas, minerales y la naturaleza en general que muchas veces fue tachado de brujería. En este contexto, estas religiones permanecen veladas dentro del universo de lo esotérico, donde son aceptadas con facilidad al no impactar negativamente en la sensibilidad local donde la magia no es una novedad y un Ebbó (trabajo de santería) puede fácilmente identificarse con un ritual mágico hecho por una curandera. Los niveles de consumo religioso deben entonces identificarse para comprender los tipos de relación existentes en este contexto social y cultural. No siempre ocurre que aquel que acude a un servicio religioso sea a la larga partícipe del mismo. En muchas ocasiones no se traspasa el umbral de la magia. Se compran determinados productos sujetos a fines concretos y ni siquiera se tienen nociones de que aquello que se ha solicitado pertenece al espacio de las religiones afrocubanas, viéndose como parte de un ritual mágico general. Es importante entonces distinguir cuando se trata de un servicio y cuando estamos ante el preludio que nos conduce a rituales colectivos y a creencias religiosas. Si tomamos, por ejemplo, las consultas a programas de televisión (aun cuando se trata de un medio de comunicación público) las demandas más frecuentes intentan solventar dudas generales sobre el futuro, la salud o los problemas familiares, siendo mayoritariamente una clientela femenina la que solicita y da respuesta a las demandas, pareciéndose más a la relación establecida con una curandera que con un sacerdote. Si vemos una página de un periódico como “El Día” o “La Opinión”, puede sorprendernos que las adivinas y tarotistas sean también mujeres cuya publicidad fundamental es su nacionalidad: cubana o venezolana, como reclamo de autenticidad. En este contexto, como ya expliqué, la relación entre ambas partes no pasa de la de cliente y proveedor, aunque en este caso la mercancía sea información privilegiada, siendo individual y no colectiva. Pero cuando nos movemos por los locales, una vez superada la fase de contacto privado, cuando se pasa a la esfera pública (pública y velada a la vez) y el cliente se hace creyente, con posibilidad de tornarse en practicante, la realidad es otra y el papel de la mujer también. Pasamos del universo de la magia al de la religión y en este tránsito muchas cosas varían. Estos anuncios presentes en los clasificados de la prensa local se encuentran en la sección de futurología (El Día), esoterismo (La Opinión), ciencias ocultas (La Provincia) servicios (Canarias 7) o varios (Diario de Aviso) según la publicación, abarcando un amplio espacio editorial y repitiéndose los anunciantes en muchas ocasiones. El propio nombre de la sección nos lleva a comprender la aparente y estrecha relación que se da entre estas religiones y las creencias denominadas esotéricas, abarcando el espiritismo, magia negra y otras espiritualidades. El siguiente anuncio del periódico “El Día” nos da una imagen de la frágil línea que separa para muchos de los lectores religión y magia, lo que en muchos casos es aprovechado por los anunciantes para crear expectación: “…Alta Magia negra, la reina del vudú, bruja vidente brasileña, abre caminos, unión pareja con macumba. Trabajo fuerte. 662-595835…” (El Día, 01/03/10:64) La televisión es otro de los espacios fundamentales para comprender el modo en que estas religiones se exteriorizan en Tenerife, aunque teniendo en cuenta el hecho de que muchas de las cadenas televisivas son visionadas en todo el territorio nacional. Programas como Astro show, Minutos mágicos o El futuro en tus manos, nos presentan una santería edulcorada, donde videncia, zodiaco, espiritismo o incluso ciencias como la psicología, comparten plató y a excepción de uno, son todos emitidos a altas horas de la noche. Debo aclarar que solo he tenido en cuenta los canales ofertados en la TDT, no en canales de pago (IMAGENIO, ONO o CANAL PLUS) teniendo en cuenta que se trata de analizar aquellos programas a los que la mayoría tiene acceso. En este ámbito ha quedado claro que las mujeres tienen un lugar predominante siendo las que realizan el trabajo adivinatorio ante la cámara, tras los teléfonos de contacto, así como siendo casi el 99% en la demanda de los servicios. Ellas ponen cara al tarot y al zodiaco y aunque en algunos casos la figura masculina está presente (acompañante y locutor introductorio) no realiza ninguna actividad de carácter adivinatorio mágico-religioso. No digo que en la práctica cotidiana de las religiones afrocubanas en Tenerife esto ocurra siempre, sino que en la idea que de las mismas muchos tienen y el modo en que estas se presentan, ocurre invariablemente que se integran a otras prácticas más aceptadas o al menos más familiares a la sociedad. Un velo del que estas religiones se apropian para ser admitidas sin demasiados reparos, aunque como se verá, no siempre funciona. Pero detengámonos por un momento en algunos de estos locales donde magia y religión confluyen en un intento por mitigar los problemas prácticos del asentamiento religioso. Los escenarios religiosos no son aquí los templos-casas del orisha de Cuba, santuarios-museos promovidos por el gobierno como un producto turístico más, ni las casas de los practicantes, sino lugares mucho más comunes en la sociedad capitalista moderna. Los nuevos espacios se insertaran en el tejido urbano y empresarial de Tenerife. Pequeños locales en calles peatonales, avenidas o centros comerciales, atrayendo clientes con productos relacionados con otras realidades esotéricas (Zen, nuevas espiritualidades, autoayuda, etc.) y enmarcadas en contextos tan variables como: librerías, bazares, floristerías o tiendas de bisutería y ropa. Es en este paisaje donde el papel de la mujer se hace más visible, pues serán las encargadas de dar la cara al cliente y elaborar el discurso que permita un cómodo acercamiento. Las mujeres se ocuparan además de la venta de perfumes, talismanes, flores, libros, pociones, imágenes religiosas, velas, collares…etc. siendo los atractivos de frente al público, pero en la trastienda, tras una cortina o puerta siempre cerrada, una habitación espera las visitas más personalizadas donde la Ciprea Moneta (cauri) adivinará en el Diloggún. Se venden objetos y sustitutos para paliar las carencias de productos necesarios en los rituales y ofrendas (CD y DVD con los sonidos para cada ceremonia, bellísimas soperas para evitar los calderos de hierro donde huesos y sangre quedan al descubierto hiriendo las sensibilidades de los conversos, plantas exóticas, etc.). Desde estos locales, las simbologías disuelven las diferencias estéticas y culturales promoviendo una práctica ahora sumergida en la legalidad de un nuevo entorno social. Cambiando no solo los aspectos formales, sino también el acontecer religioso en general, transformación esta que no permanecerá en Canarias, sino que emigrará con los que regresan o viajan a Cuba recubiertos del barniz estético y cultural del Archipiélago. LAS MUJERES EN LAS RELIGIONES AFROCUBANAS EN TENERIFE: ENTRE PATTAKÍES, NORMAS Y COMERCIALIZACIÓN Las mujeres conforman en el mundo un importante medio de transmisión cultural. Con ellas llegan las tradiciones, las costumbres y las leyendas, el conocimiento mágico y el cotidiano, pero también la adaptabilidad y la posibilidad del cambio. En el caso de las religiones afrocubanas, las mujeres representan un elemento vital en la difusión de estos cultos. Llegadas de Venezuela, Cuba o Brasil se ocuparán de su imagen exterior encargándose de ofrecer al occidente europeo una cara apropiada, limando de asperezas morales y psicológicas unos ritos poco tolerables para estas sociedades y haciéndose eco de los cambios que se establecen en los mismos. En Canarias, en diciembre del 2009, había unas 86.287 mujeres venidas de América entre las que podemos señalar unas 11.098 de nacionalidad cubana, residiendo en la isla de Tenerife unas 4.511 censadas. En Tenerife estas creencias conforman una peculiaridad formal y simbólica adaptándose a los entornos geográficos y a las normativas legales establecidas. Los ríos de Ochún son aquí correrías de agua dulce como el Barranco de Igueste de San Andrés en Santa Cruz. Los sacrificios a Changó se depositan en la Montaña Roja del Médano por el color rojo que la tierra presenta en esta y cuando no hay la posibilidad de sustitutos, los mecanismos llegan a límites de una abrumadora solvencia. Como cuando una creyente tuvo que entregar un trabajo a Ochún y al no encontrar aguas dulces no dudó y lo echó al mar diciendo “…Yemayá lo entregará por mí...” (Galván, 2005). Recomponiendo los espacios, los dioses se acomodan en una angosta y novedosa orografía, redefinidos desde esta religión por la forma, el color, la materia o la significación local. Los antiguos lugares sagrados de la isla son ahora dominio de los orishas y vuelven a recibir sacrificios y ofrendas. Tanto leyes como normas sociales enmarcan estos cultos y las practicantes deben responder a ello cuando ejecutan su labor. Los orishas se conforman con sacrificios de aves y no de mamíferos. Los músicos son sustituidos por grabaciones graduables que evitan permisos para festejos hasta altas horas de la noche y muchas obligaciones religiosas son interpretadas con menos presión (vestuario, horarios). Recuerdo una noche en que una informante Iyabó estaba en el cine y se le hizo algo tarde y al percatarse de ello, se quedó pensativa y luego relajándose exclamó “…En Cuba aún no son las 12:00 de la noche…” Los objetos de culto se hacen ahora portátiles (Eleguas de bolsillo y sutiles amuletos) cumpliendo con la demanda de una sociedad que pasa por el filtro de la discreción y el dinamismo. Y es que no podemos olvidar que estas religiones, al emigrar tropiezan con una gran variedad de limitaciones que incluye leyes, tradiciones y normas morales. La ley 8/1991 del 30 de abril para garantizar la salvaguarda de los animales domésticos en el ámbito de la Comunidad Autónoma de Canarias, prohíbe el sacrificio fuera del contexto de la alimentación y según determinadas normas de higiene entre otras. La Ley 37/2003 del 17 de noviembre sobre el ruido, en lo referente a la evaluación y gestión del ruido ambiental, prohíbe los sonidos en determinados horarios y zonas residenciales, por ejemplo. Todo ello nos lleva a comprender que resulta muy complejo el desarrollo de algunos rituales, celebraciones y prácticas en general en el contexto canario. Las mujeres tienen múltiples identidades y no solo en cuanto a la dualidad: origenresidencia, sino en el de residencia mismo (Levitt, 2007). Los contextos en los que se mueven las creyentes y practicantes definen su comportamiento y manifestación religiosa. No solo son madres, esposas, hijas, profesionales sino también iyalochas, madrinas o apetesbi. Su entorno religioso las enmarca en una nueva jerarquía donde prohibiciones, deberes y derechos se entrecruzan. Mientras se encargan de preparar los rituales, parecen desarrollar tareas femeninas comunes (cocinar, hacer la compra, coser) sin embargo la idea de la pluralidad de identidades va más allá de las diferencias geográficas o residenciales comunes a los movimientos migratorios actuales: En Cuba puedes ser considerado un poderoso babalawo y en Canarias un camarero de una disco gay (Santana, 2007) o una practicante heredera de las creencias familiares en Cuba y en Tenerife, una actriz de programas infantiles dedicada al trabajo con menores. Identidades que permanecen en esferas independientes donde la persona puede ir y venir cómodamente y cuando hablo de ir y venir, no solo me refiero a movimientos físicos, sino a movimientos virtuales. Los cultos afrocubanos, adaptables y volubles, hacen que para los orishas que descienden a las islas de la mano de turistas conversos o inmigrantes practicantes, el espacio de lo sagrado resulta sorprendentemente dinámico, encontrando mil rostros atractivos para conjurar el siglo XXI. En Tenerife existe una red de practicantes y creyentes, de vendedores y compradores, de proveedores y clientes desde el que las creencias se difunden y se asientan y como ya indiqué, se hace vital diferenciar entre los distintos niveles y gradaciones, que van desde lo individual a lo colectivo, de la cita casual al trabajo personal, de la creencia a la práctica, de la magia a la religión. Desde las texturas locales los orishas son parte del universo religioso de las islas, donde las negras ceremonias han sido cautelosamente blanqueadas para convalidar sus atractivos. Las mujeres son las encargadas de procesar y construir muchos de los elementos formales y simbólicos de las mismas y la actividad económica que realizan en este contexto es fundamental para la economía doméstica de muchas familias de inmigrantes de nacionalidad venezolana o cubana, por ejemplo. A ellas les corresponde la tarea de elaborar los altares, ahora occidentalizados estética y materialmente (telas caras, imágenes muy elaboradas y pulcras, recipientes cubiertos y decorados, vajilla ostentosa). Las ofrendas, alimentos procesados con productos locales que pueden sustituir a los autóctonos (jutía ahumada por ratones a Elegguá, chivos por aves a Oggún) o coser soberbias vestimentas para las imágenes. Son ellas las que educan a los niños, las que acuden a comprar y a trabajar en los locales desde los que las nuevas formas religiosas se expanden. Las que salen en los anuncios de la prensa local y sus voces las que responden a las llamadas telefónicas, mientras esconden bajo las camisetas de Benetton, sus distintivos jerárquicos. Una jerarquía que responde a tradiciones y costumbres androcéntricas. Multitud de mitos y tradiciones orales cimientan estas jerarquías, atribuyendo culpas del pasado, como una Pandora que desencadena los males sobre sí misma. La habitual creación de lo femenino desde lo masculino o la caracterización de la vanidad y la ligereza, masculinizando lo femenino como fuente de vida o el tabú de la menstruación y su valor negativo amparando limitaciones y subordinación (Cabrera, 1980, 1989). Una variedad de estereotipos que se repiten en las culturas donde muchos espacios y prácticas quedan vedados (Sociedad Secreta Abakuá o la Ifá). También se proscribe la homosexualidad no permitiéndoles ejercer de babalawos o paleros. En Canarias, aprovechando la distancia geográfica, algunos ocultan su condición para poder ejercer y alcanzar altos puestos en la jerarquía religiosa. Género, creencias, orientación sexual e identidad son dimensiones que se superponen (Santana. J, 2007). Las limitaciones y prohibiciones son vistas como algo natural, trasmitiéndose desde una tradición enmarcada en patrones machistas donde la iniciada debe adecuar su comportamiento a la tipología impuesta. De ese modo la práctica social queda limitada a aquellas funciones que generan relaciones de poder. No pueden, por ejemplo dirigir las ceremonias de sus ahijados o tocar los tambores batá (habitáculo de orishas). Solo llegan al nivel de un Apetesbí (ayudante) nunca a niveles superiores de la jerarquía religiosa. La organización sacerdotal de las religiones afrocubanas según la herencia lucumí reconoce tres niveles jerárquicos: el iyawó o iyabó; los babalochas e iyalochas; y el babalawo. Siguiendo este orden tenemos el siguiente esquema jerárquico sintetizado, donde las mujeres estarían a la derecha y los hombres a la izquierda, quedando el nivel superior destinado solo a los hombres. Existe, no obstante, la idea de que una mujer muy anciana, puede llegar a poseer la sabiduría de un babalawo aunque nunca podrá consagrar el Obá. Todo esto conduce a cierta marginación religiosa (concepto con el que algunos practicantes no coinciden) que no está regulada por ninguna norma concreta y se acepta sin contradicción con la idea de que estas poseen mayor poder espiritual que los hombres, quedando menospreciadas por lecturas tradicionalistas de leyendas conservadas en los Pattakíes (Bolívar, 1990). Pero cada vez son más las que se cuestionan las formas de control y poder intentando, si no ejercer, al menos aprender lo mismo que los hombres. El conocimiento, antes secreto y oral, es ahora moneda de cambio y cuando se puede pagar se puede poseer. En este contexto marcado por la permisividad de ciertos ritos, los ritos afrocubanos se adueñan de las pretéritas devociones y la curandera es visible tras el rostro de la iyalOcha y oraciones como “…arenitas del mar, orillitas del mar, sanarme a el enfermo…” (Fajardo, 1991:154) son el eco de un “…Yemayá Olokún atara mawá osaya bi, Olokún, Iyamí Yemayá onuó oma kué te ro oké bembo le keló mi fon ma lo mi ma kué kué mi lodo kekere ya mofé ya emí ni ba tioko isilé Orisha fumi Iyá…” (Cabrera, 1980:21) La magia y la hechicería como territorio femenino fue parte de la subsistencia de muchas mujeres que dependían de esos conocimientos “secretos” pasados oralmente de madre a hija y utilizado para procurarse el alimento. En Canarias hoy, muchas inmigrantes hacen el mismo uso de ese conocimiento como un medio de subsistencia familiar y de la renovación y la creatividad simbólica, la posibilidad del rito. Resulta fecundo fabular la memoria histórica y adentrarse en leyendas y conjuros para comprender la actualidad religiosa del Archipiélago donde la religiosidad popular se une a las celebraciones y los mitos para conjurar una actualidad donde los problemas y necesidades se repiten. Los locales ligados a los cultos afrocubanos son hoy frecuentados por mujeres y hombres, y las que trabajan en los mismos son un canal de entrada de tradiciones, objetos y saberes, pero también de salida, pues con ellas retornan costumbres y transformaciones surgidas en la cultura del lugar de residencia, como el uso de determinados contextos, materiales y elementos simbólicos (negocios públicos claramente lucrativos, tipos de ceremonias, estilo de las decoraciones, altares impolutos, un Omo Orisha menos provocador o fundamentos más discretos) Son la cara oculta pero también la cara visible de estos cultos. Oculta porque su papel invisible pero fundamental queda subordinado al de los hombres y visible porque ponen cara y voz a estos cultos. Santeras y adivinas con el don de la discreción, prácticos datáfonos y pociones a la carta que no desentonan entre herbolarios y centros de estética Zen. Los locales, hoy se han diversificado y muchos imparten cursos rápidos de lectura del tarot o de santería, buscando sobrevivir en un contexto donde la crisis económica ha paralizado muchas ventas. Algunos, incluso se plantean cerrar al público, darse de baja como tienda y permanecer a modo de “distribuidora mayorista legal”, mientras el dueño legal se acoge a la jubilación. Junto a las cruces de las carreteras locales, los altares derruidos de antiguos conventos, los orishas se acomodan. Babalú Ayé es idolatrado en un santuario de La Laguna y Oshún sonríe desde Anaga. Elegua viaja cómodamente en un bolsillo y la cascarilla, el rosario y el palo de siguaraya comparten vitrina. CONCLUSIONES La individualización de la fe religiosa y su conversión en mercancía resultan temas de gran interés en un contexto como Tenerife, donde, como en muchas partes del mundo, la interacción de distintas religiosidades “no pone en riesgo el alma del creyente” (Beck, 2009) que puede consumir todas las ofertas del mercado, aunque no se trate de un consumo arbitrario. Esta diversidad implica ahora una interacción mayor entre los distintos espacios simbólicos y en el caso de las religiones afrocubanas no se trata de un mero traspaso de creencias en forma sistemática y prescrita, sino de una constante reelaboración y adaptación donde no ocurre una homogenización de los cultos, pero tampoco una separación fáctica entre el “origen” y el “destino”. Ocurre una transformación no solo práctica sino también simbólica. En este contexto, cuando las particularidades orográficas, legales, económicas y culturales instauran su peso sobre el universo religioso, es donde se detiene esta investigación, centrándose en el papel que las mujeres juegan dentro del mismo. Ellas, llegadas en mareas migratorias, herederas de tradiciones o conversas serán las encargadas de proponer la imagen externa de estas creencias ante el nuevo horizonte. No se trata de que las mujeres tengan en sus manos el control de los cultos. De hecho, como he comentado, la jerarquía religiosa una vez más responde a cánones machistas, heredados de los textos sagrados y de las sociedades de donde estas creencias provienen y se legitiman. Este texto intenta exponer, como, aunque el papel religioso de las mujeres esté preestablecido y limitado, no significa que estas no sean artífices de vitales procesos donde sus manos y sus voces entretejen los hilos de un tejido cultural y simbólico capaz de crear novedosas conciliaciones que en muchas ocasiones hacen posible su introducción y aceptación en los nuevos contextos de acogida. No se trata de reducir un fenómeno tan múltiple y complejo como éste a las migraciones, las redes tecnológicas o el turismo, sino de verlas como un medio para explicar de modo la expansión del consumo religioso. Se trata de comprender como estos fenómenos, aunque autónomos e independientes entre sí, forman una realidad que aporta datos muy importantes en la tarea de definir, explicar, comprender y dar una lectura coherente de este fenómeno. De la consulta a la práctica activa, de la trastienda a la vitrina, de lo privado a lo público, de la magia a la religión. Podemos decir que en la actualidad existe en Tenerife una red de creencias religiosas ligadas a los cultos afrocubanos con sus propias particularidades, que se visualizan desde distintos espacios donde estas se dan cita y donde estas acuden a solventar sus problemas: tiendas, páginas Web, anuncios de prensa, programas de televisión. En la actualidad, centrados, no solo en los problemas del amor y el destino, sino en la inestabilidad laboral y la precariedad económica, lo que se traduce en un acercamiento a estos sistemas de consulta, que se han puesto muy de moda, llegando a colmar los horarios nocturnos televisivos y las páginas de la prensa local, pero repercutiendo negativamente en la cantidad de locales abiertos al público. En estos espacios, la mujer ocupa un lugar fundamental, no ya desde el punto de vista del poder espiritual, sino en la práctica, materialización y transformación de estas creencias. Las limitaciones culturales que enmarcan su poder y coartan las estrategias económicas, las dificultades para solventar las diferencias y las carencias materiales o las normativas legales, son también la base de novedosas relecturas y transformaciones en las que la mujer no agota sus recursos. Las religiones afrocubanas se han asentado en Tenerife y en el siglo XXI el monte se ha mudado a la ciudad de la mano de la mujer. BIBLIOGRAFÍA Appadurai, Arjun, 2001, La modernidad desbordada. Dimensiones culturales de la globalización. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires. Argyriadis, Kali, 2005, “El desarrollo del turismo religioso en La Habana y la acusación de mercantilismo”. En Desacatos. Revista de Antropología Social 18: 29- 52. Argyriadis, Kali, 2004, Religión de indígenas, religión de científicos: construcción de la cubanidad y la santería” En Desacatos. Revista de Antropología Social 17: 29- 52. 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