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Ponencias
IV Congreso Internacional
de Civilización Andalusí
Homenaje al ilustre arabista
D.Emilio García Gómez
35 marzo 1998
Bajo el patrocinio del
........
Prof. Dr. Farouk Ismael
""
Rector de la Universidad de El Cairo
Organizado por el
Opto. de Leng. y Lit. Hispánicas
en colaboración con
los Optas. Científicos de la
Facultad de Letras
El Cairo
marzo 1998
I
triste destino de los moriscos expulsados. Esta obra nos enseña, entre otras
cosas que la expulsión de los moriscos no fue un acto tan popular como se ha
creído. La comedia dramatiza las injusticias de la pragmática de 1567 contra la
cultura de los moriscos y los horrores de la rebelión a que dio origen.
Calderón declara que los moriscos son españoles, y el resultado es una
de sus comedias más conmovedoras.
"
La fundamentaci6n de la moral en Ibn l;Iazm
Jose 'Puig Montada
Universidad Compluetnse
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Gracias a la traducción que hizo Emilio García Gómez del Collar
de la paloma!, hoy en día a cualquier lector español el nombre de Ibn
I:Iazm le resulta familiar. Para este lector Ibn Hazm es un ensayista, un
psicólogo, y un amante de la poesía.
El propio Ibn I:Iazm, sin embargo, no estaría muy de acuerdo con
esta clasificación. Ibn l;Iazm era un experto en el Corán, conocía los
hadices, la ciencia de la unidad divina y del derecho, la historia, y
siempre destacaba por su espíritu polémico. Su trilogía fundamental está
constituida por un examen polémico de las religiones y de las escuelas
teológicas2 -- al que los lectores españoles pueden acceder gracias al
trabajo de M. Asín Palacios3 -- por un tratado de fundamentos jurídicos"
y por una obra de jurisprudencias. Su producción escrita es ingente y casi
toda gira en tomo al islam, a su teoría y su práctica.
En el islam, ningún acto del creyente escapa a la calificación
moral; se suele clasificar los actos humanos en obligatorios, recomenday prohibidos6• Esta
bles, indiferentes (o legítmos), desaconjbl~,
valoración, en primer lugar, se hace de acuerdo con -el Corán y las
tradiciones recogidas en los hadices. El respeto a la valoración y el
cumplimiento consecuente de las obligaciones establecidas no sólo es
objeto de sanción en la comunidad musulmana sino que será recompensado en la vida futura.
El sistema de Ibn J::Iazm no solamente coincide con estas directrices sino
incluso e·s más radical:
1) Solamente el Corán y las tradiciones
300
301
contienen las normas de actuación. 2) Estas normas afectan a todos los
actos humanos. 3) El sentido y objeto de estas normas se encuentra en la
otra vida.
1) Ibn I:Iazm afmna, e insiste en ello, que el Corán y los hadices
auténticos son la única fuente normativa. La ley religiosa' o shan:a, está
expresada en la palabra divina o Corán y el musulmán de"be entender el
Corán en su sentido litera17 • Ibn Ijazm sígue la escuela ~
y rechaza el
principio de analogía que le permitiría interpretar el texto sagraQ9 con cierta
libertad. No está dispuesto más que aceptar el consenso o ijmá:, pero en
condiciones limitadas, es decir, un consenso unánime entre los compañeros
inmediatos del Profetas.
Hacer de la revelación la base de toda la normativa presupone
aceptar que el Corán y las tradiciones han sido revelados por Dios a
Mahoma, y que este es su profeta. El paso inmediato, por tanto, es
demostrar la autenticidad de la revelación, de lo contrario caería en un
círculo vicioso, o como decía George Hourani:
[lbn I:Iazm was] well aware that 10 make revelatíon fue frrst source
of alI religious knowledge is self-defeating, because itleaves nothing
but a circular argument on which to base the authenticity of
revelation itselt'.
¿Cómo sabemos, pues, que la revelación. básicamente el Corán, es
auténtica? Según Hourani, Ibn I:Iazm sería consciente de la dificultad y
recurriría a la razón como único medio de probar que el Corán es la
verdadera palabra de Dios y que Mahoma es su enviado auténtico. Hourani
alude a unos pasajes del rJ}klim 1o • en los que Ibn Ijazm destaca el valor de
nuestros medios de conocer, sean facultades intelectuales o sentidos, para
concluir que la razón establece "los preámbulos" de la revelación.
Sin embargo, y es mi opinión, Ibn Ijazm se basa en los milagros
como prueba de la autenticidad del Corán, y lo hace de una manera tan
radical que poco espacio deja para la razón. Destaca que Mahoma dio de
beber a su ejército sediento en TabUk y en I:Iudaibiya haciendo un milagro:
el agua manaba de un vaso que sostenía en su mano. Mahoma dio de comer
milagrosamente a su ejército en la batalla de la "Trinchera" yen cada de
Jabir. Arrojó un puñado de arena contra la tribu de Hawazin y los cegó a
todos ll •
El milagro más extraordinario, sin embargo, es el car.ácter único del
Corán. Aunque Mahoma retó a sus contemporáneos a que compusieran una
obra parecida, ninguno fue capaz, pues todos sabían muy bien que no
poseían la inspiración divina necesaria.
Ibn Ijazm no duda de la autenticidad ni de los milagros descritos en
los hadices porque la cadena de los transmisores es correcta. En cuanto a
la unicidad del Corán no concibe otra explicación que su carácter milagroso.
El valor de la razón está, por tanto, limitado a su usó para obtener
conocimiento, como instrumento y no como contenido. Las dificultades que
ello supone no parecen preocuparle a Ibn Ijazm, que ha sentado ya los
cimientos para cualificar moralmente las acciones humanas.
2) La razón no interviene en esta cualificación: Si .formulamos la
pregunta clásica "¿Qué hace que una acción sea buena o mala?" Ibn Ijazm
tiene una respuesta defInida. No e~ist
lo bueno o 10 malo de manera
objetiva, sino que son así solamente porque Dios hace que sea bueno
malo l2 •
El bien más alto es sin duda la fe, y el peor mal, la no-creencia o
infIdelidad (kufr). Incluso aquí, todo depende de la voluntad divina y nada
es objetivo. Ibn Ijazm da ejemplos sumamente ilustrativos:
Si antes de haber revelado Dios la prohibición de beber vino hubiese
302
303
r-
lr"?,' li
profesado alguien la creencia de que el vino era ilícito, ese hombre
habría sido infiel e incurrido en pecado de infidelidad, siempre que
el tal hubiese sabido de cierto que el Profeta lo consideraba lícito.
En cambio, luego, esa infidelidad se convirtió en fe ortodoxa!3.
varón casrse y cohabitar con dos, tres o cuatro mujeres, 10 cual es una
acción "indiferente y buena" (mublih lJ,asan), pero no se lo pennite a la
1s
mujer. Sin embargo, esto está prohibido en otras religiones •
Para Ibn I,iazm, la fe no es más que aquello que Dios ha denominado
fe, ni infidelidad más que aquello que Dios denomina infidelidad!4, de modo
que aquí su postura es totalmente opuesta a la muttazila, para la que existen
razones objetivas. Dado que no existe una fundamentación objetiva de 10
que es bueno o malo, desaparece el peligro de tener unos valores, el bien
y el mal, co-eternos con Dios:
3) A Ibn ij:azm poco le interesa si una vida virtuosa es también una
No había ninguna inteligencia en la que lo bueno fuera bueno, ni lo
malo, malo así como no existía ningún alma, intelectiva o no, en la
cual lo bueno fuera hecho bueno o lo malo, malo... hasta que Dios
creó las almas, las dotó de entendimientos creados y Dios hizo malo
lo que hizo malo, e hizo bueno lo que hizo bueno, según lo
explicáis1s •
En consecuencia, las virtudes y los vicios no están defmidos por la
realización de actos buenos o malos, sino por obedecer o desobedecer los
mandamientos de Dios, cuya voluntad suma todas las virtudes. En palabras
del propio Ibn ij:azm:
No hay más virtud que la obediencia a lo que Dios ordena o insta,
ni más vicio que perpetrar aquello que Dios ha prohibido o declarado pecaminoso16•
Resultado inevitable de esta concepción "decretista" de los valores
morales es que el hombre solamente puede conocer lo que es bueno o malo,
si escucha la Palabra de Dios17 • Ibn ij:azm conoce bien otras religiones y .
compara, por ejemplo, las normas matrimoniales. El islam le pennite al
304
vida feliz, porque a él no le cabe duda de que la verdadera felicidad se
encuentra en la otra vida y en forma de recompensa. A lo largo de todas sus
obras ésta es su mayor preocupación, y su doctrina puede resumirse del
modo siguiente:
Todo difunto tiene que estar sujeto a prueba y a interrogatorio, tras
del cual vendrá para él o felicidad o desgracia hasta el día de la
resurrección, en el cual recibirá la recompensa de sus méritos,
siendo trasladado· al paraíso o al fuego 19•
.
Los muertos perviven, por tanto, en dos estadios. En el primero,
sobrevive el espíritu, pues el cuerpo muerto no vuelve a la vida en su
sepultura. La morada de estos espíritus es el ba~,
aunque los espíritus
de los profetas y de los mártires van directamente al paraíso. En el segundo
estadio, Dios da vida a los huesos de los muertos21 , los cuerpos resucitan
y los espíritus vuelven a ellos. Evidentemente, el paraíso yel infierno son
para Ibn ij:azm lugares físicos localizables22, y el fuego es fuego real. Sus
pruebas son el Corán y los hadices.
***
El balance no puede ser más negativo, en contra de la razón, pero
uno debe preguntarse si no existen en las obras de Ibn ij:azm pasajes tales
305
que contrarresten esta doctrina, otros puntos de vista. En principio, en el
mismo Fi~al,
la filosofía ocupa el siguiente lugar:
La filosofía ... no es otra cosa que la corrección o mejora del alma
humana, conseguida, ya por medio de la práctica de las virtudes
morales y de la buena conducta en esta vida para alcanzar en la otra
la salvación, ya por medio de una buena organización social, así
doméstica como política23 •
impone a la razón, como
La primera limitación que Ibn ~azm
filosofía, es considerarla sólo filosofía práctica, moral y política, aunque
admite también su valor como método, tal como veíamos, al principio de
la exposición. Así pues, la filosofía nos "enseña a distinguirlas virtudes de
los vicios, yen base a demostraciones apodícticas, a separar la verdad del
error" .
Ahora bien, si la filosofía o razón puede conocer las virtudes y los
vicios, Ibn ~
¿no entra en contradicción con su tesis de que lo bueno
y lo malo es aquello que Dios ha decidido que sea así, y que así lo ha
rvelado? Pero, en las líneas siguientes, no parece darse cuenta y de nuevo
insiste en la doble dimensión interna y externa de la filosofía práctica, como
"mejora del mundo".24
La reforma interior consiste en cumplir los preceptos de la shan~,
la ley religiosa, que prohiben el pecado, mientras la reforma exterior se
basa en la defensa de la ciudad. La reforma interior, o de las almas, y a la
cual añaden los filósofos la reforma de los cuerpos, debe entenderse como
no matar, no cometer adulterio, no robar, etc25. Ibn ~azm
pasa
confusamente de filosofía a ley religiosa y no quiere admitir que las leyes
de los filósofos sean ind~pets
de las religiosas. En cualquier caso,
estas leyes reveladas son indispensables para el buen fuñcionamiento e
306
I
integridad del mundo.
Su argumentación toma entonces otros derroteros. Quiere demostrar
que estas leyes religiosas, tan necesarias para el buen orden del mundo, han
sido reveladas por Dios y no inventadas por los hombres. Ibn l;Iazm no se
refiere tan sólo a las leyes en cuanto parte de las religiones reveladas sino así lo entiendo -- también a aquellas leyes que aparecen en1a filosofía.
¿Inventaron pues los sabios estas leyes? Ibn l;Iazm rechaza esta
hipótesis porque entonces la falsedad se impondría. Si los mismos hombres
hubiesen ingeniado las leyes para mantener el orden y la justicia entre ellos,
con la amenaza de un castigo y la promesa de un premio futuros, pero todo
ello fuera un engaño,
Lo real se convertiría en falso y la verdad en vicio, y 10 falso en
real y verdadero, y la mentira sería una virtud. El mundo no se
sustentaría más que en la falsedad26 •
Por fm aparece una prueba racional en la base de su doctrina, aunque
dt;. índole pragmática. La veracidad de las leyes resulta necesaria para
asegurar no tan sólo el buen orden del mundo sino también corregir en la
vida futura las injusticias de éste. Pero Ibn ~azm
es un hábil polemista, no
se da por satisfe cho y él mismo se plantea una objección: Todo es un
engaño, pero la masa sin educación no practica las virtudes, a no ser que
se la amenace con el castigo en el más allá, de modo que los sabios hacen
un uso permitido de la mentira, tal como los musulmanes bajo ciertas
circunstancias pueden mentir.
Ibn l;Iazm rechaza la comparación, pero admitir la mentira es un
punto débil en su argumentación, porque para él, los casos en que está
permitida están determinados por el Corán. A falta de pruebas razonadas,
307
Ibn l;Iazm acaba exclamando: "Nada es bueno ni malo sino aquello que Dios
respectivamente declara ser bueno o malo "21.
El argumento principal, sin embargo, no se derrumba del todo: Si
las nonnas morales son convenciones humanas, nos encontramos en un
mundo de mentira. Por tanto, estas leyes que aparecen tanto en la
filosofía como en las religiones son verdaderas. Ahora bien, Ibn l;Iazm
olvida a los filósofos y se ocupa de las religiones, de las cuales nos dice
solamente una puede ser la verdadera. Así da un paso en falso, pues en
vez de buscar aquellas normas generales que puedan compartir las distintas
religiones, se centra en sus peculiaridades. Ibn l;Iazm se refiere de manera
despectiva a "este hereje" ,28 el cual pretendía hacer coincidir todas las leyes
reveladas, y sólo consiguió que todas le llamasen mentiroso. Solamente una
puede ser la verdadera.
¿Se puede reconocer la verdadera religión a través de sus leyes
positivas? Dado que una religión prohibe lo que otra autoriza, habría que
averiguar cuál es la norma correcta, pero:
En el entendimiento no está la prohibición de nada relativo a todo
aquello cuya prohibición establecen las leyes religiosas, ni el
mandamiento de nada relativo a todo aquello que establecen las leyes
religiosas. Carece.de sentido buscar en el entendimiento el criterio
decisivo, puesto que todo está en los límites de lo P9sible29.
Ibn l;Iazm nos invita a encontrar la verdadera religión con ayuda de
silogismos apodícticos, pero no especifica más detalles. No queda otra
salida que regresar al comienzo de nuestro estudio, donde Ibn l;Iazm
demuestra, en base a los milagros, que el Corán y los hadices auténticos son·
la única palabra de Dios.
308
Tampoco su tratado de ética, La reforma de los caracteres'°
resuelve en favor de la razón el problema de la fundamentación de los
valores morales. En un artículo publicado no hace mucho en la Revista
del Instituto Egipcw, en Madrid31 traté del tema y llegué a la conclusión
de que la ética filosófica expuesta en este libro no supone una
alternativa, pues la filosofía no tiene capacidad en sí pilfa reformar el
alma y corregir los caracteres. En términos similares se expresa en un
tratado sobre la utilidad de las ciencias de los antiguos32.
t
Las ciencias de los antiguos, que comprenden la filosofía, lógica,
geometría, astronomía y astrología, y medicina, son útiles pero su
utilidad es relativa y está limitada a este mundo'3, Por el contrario, la
revelación nos da la fuerza primero, para corregir ·los caracteres,
segundo, para no cometer injusticias y tercero, para salvar nuestra alma,
de modo que la utilidad de la filosofía es para lo eterno. Ésta necesita
la ayuda de la profecía, sin la cual no puede corregir los caracteres, y la
causa, siempre según Ibn I:Iazm, estriba en que la voluntad humana no
tiene fuerza para imponerse y hacer que se realice lo que decide. Pero
además los filósofos ni siquiera se ponen de acuerdo, según Ibn I:Iazm,
en cómo deben coregirse los caracteres34 •
Con estos elementos de juicio, podemos concluir aquí el examen
e intentar delimitar el papel de la razón en la doctrina de Ibn I:Iazm.
Éste no quiere diferenciar, dentro de las leyes religiosas, entre principios
universales y prescripciones cultuales, llevado por su convicción de que
sólo y todo el islam es verdadero, ni admite una interpret.ación alegórica.
Esta actitud le priva a la razón de autonomía. El islam debe fundamentarse en la acción milagrosa de Dios, y los valores morales se
fundamentan en la palabra de Dios, y por tanto el papel de la razón no
es otro que servir y ser instrumento en una argumentación casi siempre
de carácter polémico.
309
Notas
18.
1. Madrid, 1952, y con numerosas ediciones.
2. AI1i~(J
19.
jf l-milol wa-/-ahwd' wa·/-milal. 5 vols. en 3 tomos. El Cairo, 1321/1903, reimpreso 1400/1980.
3. Abenhdlllm de C{¡rdoba y su historia critica de las ideas r~ligosa.
I.'Aba~,
5 vols. Madrid, 19271932; reimpreso 1984.
4. AI-UlkOm fj-usm al-ahkOm. Ed. A.M. ShSlcir, El Cairo, 134548/192628; reimpreso, con una introducción de
8 vals: en 2 t~mos,
Beirut, 1983.
5. AI-mulJallO bi-l-l1tlu}rjf sharlJ al-mujall/J bi-l~khtOr.
Ed. M.A. Shlldr, 11 vals. El Caao, 13571933; reimpresión
s.a.
6. J. Schacht, An Introduction to Islomic Law, (1964; Oxford, 1984), p. 121.
7. 1~Ilctm,
Fifal. vol. 4, p. 67. Trad. M. Asln, AbenhdZl1m, tomo 4, p. 230.
20. 1bn "'um lo sitúa en el primer cielo, contiguo a la capa del fuego. Fi~l.
vol. 4, p. 70.
21. Fifal, vol. 4, p. 81.
22. Ibn "'azm localiza el paraíso en el sexto cielo: Fi~al,
vol. 4, p. 82.
23.
Fifal. vol. 1, p. 94: 1518. Trad. As!n, Abenhdzam, lomo 2, pp. 205206.
24.
Fifal, vol. 1, p. 94: 23, isMIJ a/·:lJlam.
25. F4al, vol. 1, p. 95: 37.
vol. 3, pp. 23.
8. MU~la1,
vol. 3, p. 106.
Fi~al.
26. Fifal, vol. 1, p. 95: 1819. Trad. Asln, p. 205.
# 96. Vol. l. p. 54.
27. Fifal, vol. 1, p. 96.
9. "Reason and Revelation in lbn "'azm's Ethical Thought", en P. Morewedge (ed.) Islomic Philosophical1ñeology
(Albany: SUNY, 1979), pp. 142164; aqul, p. 143.
10. 1~lcbm.
11. Fi~al,
28. Hadh8 l-makhdhúl, Fi~al,
vol. 1, p. 97: 18. M. Perlmann 10 idendrlta con el médico judío IsmA'11 lbn alQar~d,
"lbn "'azm on lhe Equivalente of Preofs", 1ñe Jewish Quarterly Review, 40 (1950), pp. 279·280.
vol. 1, pp. 2829, p. 66.
29.
vol .... l. pp. 104107. Cf. vol. 5, p. 7.
12. Htl/¡unlJ qabf~1
p. 101: 1516.
Fí~al,
vo!.I, p. 98. 1-3.
30.
illO mi qabbalJo-hf1 Al/lJh al!' I}asan illlJ mtllJassana-hu Allllh. F4al, vol. 3, pp. 111: 18. Similar:
13. Fifal, vol. 3, p. 111. Trad. M. Asln, Abenhdzhm, vol. 4, p. 25.
Riidla jf 1IIudOwát an-m¡fQs wa-tahdhfb a/-akhl/Jq wa-Z.-ZUhd jf r-radhlJ 'j[, El Cairo, 1908. Trad. espaflola de
M. Asín Palacios, Los caracteres y lo conducta, Madrid, 1916. &l. Y trad. francesa de Nada Tomiche Al-akhl/Jq
lI'a-s-siyar, o Epftre moraIt, Beirut, 1961. Trad. inglesa de M. AbuLaylah.ln Pursuit ofVirtue, Londres, 1990.
31. "Ibn "'uro y el e.~toicsm
representado por Séneca", en Revista del Instituto Egi;,:io de Estudios Islámicot 37
(1995), pp. 91-95.
14. J:7~al,
vol. 3, p. 112: 12.
15. Fi~n/,
vol. 3, p. 100. 1520. Similar, P. 105: 56;
32. 'Rlst1lat
16. l1.llclJm, vol. 1, p. S: 14-15.
at-tawqif :all1 sht1r( an-najlJt bi-kluifdr a{-{arfq. Ed. 1. 'Abbls, RasIJ'U. vol. 3 (Beirut, 1982), pp.
131-138.
33. Una argumentación parecida se puede leer en el
(Chicago, 1982), pp. 216-219.
17. Fifal, Vol. 3, p. 105: 18. 106: 3.
34. At-tnwjfq :nll1 sMn~
310
an-najdt. p. 134: 9-12.
311
KitlJb mardtib aI-:ulf1m, ed. A.O. Chejne en: 11m Havn