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4 «Me he ido haciendo yo solo» Charles Powell: Entiendo que los libros de historia y política son inseparables y sería un sin senúdo establecer una separación, porque en su persona las dos cosas van muy unidas. Tengo una idea bastante clara de cómo es su biblioteca en esos dos ámbitos, pero quería hacerle unas preguntas para ver cuál fue la dinámica, cómo se fue con/armando; por ejemplo, el predominio de textos franceses es muy claro. Leopoldo Calvo-Sotelo: Yo, hasta un cierto momento, me manejaba muy mal en inglés; compraba textos, aparte de españoles, franceses o italianos. Luego, me di cuenta de que era inviable prescindir del inglés. Si se hace una cuenta del año en que está comprado cada libro, yo compraba al principio un 80 por ciento de libros en francés y un 20 por ciento en inglés. Estas cifras se invierten al cabo de los años, ya un poco tarde para sentar la base de una biblioteca - a u n q u e yo nunca pensé en sentar la base de una biblioteca- para tener, en fin, un núcleo que fuese más inglés que francés. La compra de libros extranjeros ¿ la hacía en sus viajes? Yo he ido mucho a París y Bruselas, pero he tenido menos ocasión de viajar a Inglaterra; en Londres, iba a Blackwells y Foyles y a las librerías que hay cerca de Piccadilly. Pero me manejaba mucho mejor en París, en las librerías en torno a la Sorbona. Los libros los he ido comprando personalmente. Hasta que ha venido la historia de pedirlos por Internet, no he utilizado otra forma, iba a una librería. Pero yo nunca he comprado pensando en hacer una biblioteca, he comprado lo que me ha interesado en cada momento, un libro trae a otro, como pasa siempre: aquí se cita al autor tal. .. Nunca he te- 100 Charles Powe/1 Me he ido haciendo yo solo nido la preocupación de una cierta coherencia. Es mucho suponer que de la afición de un lector -que sí lo he sido, de una afición variable, caprichosa incluso- pueda salir algo coherente. La coherencia la pondrá el que se asome y lo vea. Yo nunca he querido hacer eso: yendo a buscar cosas, he encontrado otras; con la excepción de algún libro que heredé de mi padre y salvo inicialmente, pues yo fui, a los dieciséis y diecisiete años, un gran napoleonista, como reacción frente a una enseñanza en que se presentaba a Napoleón como un monstruo, del que llegué a saber bastante. Una vez, siendo joven, volvía a Madrid desde Roma, adonde había ido invitado por cuenta de «la santa casa». Busqué un tren que paraba en Niza tres o cuatro horas. Y en Niza me encontré con que había una gran exposición napoleónica. Yo iba exactamente sin un duro, con el billete y unos bocadillos. Llegué al lugar y al tipo de la puerta le dije: «Soy español, soy aficionado a Napoleón, examíneme usted si quiere, pero déjeme entrar»; era un tipo razonable y entré sin nada, no pude darle ni propina. Repito, buscar un sistema en todo esto, en esta biblioteca, a mí me parece muy difícil. Portugal aparte de por Francia, no sé cual es el origen de eso si es biográfico o no. ' La impresión es que le ha interesado claramente sobre todo el siglo XIX y el xx, la edad contemporánea, tanto en historia europea como espa- ñola en general, aunque por supuesto hay obras de épocas anteriores. Y me imagino fundamentalmente que por motivos políticos. Luego me ha llamado la atención la insistencia en historias nacionales de algunos países que no sé si tiene una explicación biográfica, por ejemplo Japón, cosa bastante poco /recuente, eso no sé si obedece a un viaje suyo en algún momento o es casualidad. Desde el punto de vista histórico,Japón nunca me ha interesado demasiado, no he estado casi nunca en Extremo Oriente, ni en China y lo siento turísticamente y culturalmente. Pero sí estuve en Japón en 1970, en un viaje bastante largo, y llegué sobrevolando Siberia. De esos países me ha interesado más la geografía que la historia y me asombró, en mi primer viaje sobre Siberia, en pleno invierno, que no está nevada, tiene un color pardo, salvo los ríos, que están blancos, porque están helados; todo el perma/rost está ahí almacenado y los ríos, el Obi, el Yenisey, blancos, varios meses al año. Cuando entras en Europa, es al revés: todo nevado y los ríos pardos, es muy curioso. Quizá aquí la geografía tenga que ver con la historia. Déjeme que le pregunte un poco sistemáticamente por algunos países europeos y luego hablamos de España. Hay un cierto interés por 101 Más bien biográfico. Mi su:gro, José Ibáñez-Martín, fue embajador en Port~gal durant~ una decada e íbamos mucho por Lisboa, por la tendencia de la mu1er a llevar en período de vacaciones a los nietos a casa de sus abuelos. Veraneábamos en el Palacio de Palhavá la residencia del embajador de España, que además era un lugar ~x~elente pero, com? no hab!a mucho que hacer, compraba algunos libros en_ ~ort~gues. Por eiemplo, compré un volumen publicado por el M1rnsteno de Asuntos Exteriores portugués -cuando se deci~i? que ya_se podían ~ub!icar los archivos- un primer tomo que salio del penado que comc1de con nuestra Guerra Civil, y encontré una cosa muy curiosa que no he visto destacada en nadie: cuando Salazar se entera de que estalla la Guerra Civil, piensa «¿Qué hacemos?». Y lo que prevalece es lo siguiente: nos interesa una España débil, por tanto, ayudemos al más débil, porque no nos interesa una España fuerte, y deciden que Franco al p rincipio era el más débil y ayudaron a Franco no tanto por ideología, que también, sino porque eso .suponía una España deshecha y Portugal dejaría de ser la amenazada. En fin, eran curiosidades temporales. En otro viaje, un poco antes de abril de 1974, recuerdo haber comprado el libro del General Spínola que se llamaba Portugal e o futuro publicado justo antes del golpe. ' También veo libros sobre Inglaterra comprados de una forma ecléctica, sobre el siglo XIX, algo de política inglesa del xx. ¿Qué relación ha tenido con el R eino Unido? Muy poca, por una razón de idioma, a la hora de hablarlo, no de leerlo. Entonces me manejaba peor en inglés que en francés o en alemán. Pero claro que me interesaba. Durante mucho tiempo mi lectura semanal era L'Express y luego el Nouvel Observateur, ; después cambié al The Economist, que es el que ahora compro. La calidad de los semanarios franceses ha bajado mucho. H e seguido la opinión francesa mucho, la inglesa mucho menos, muy poco. Participé en varias ediciones de las llamadas Tertulias hispano-británicas, que eran ocasión de conocer gente. Una de las cosas que me ha fastidiado toda la vida es que yo no podía de joven leer inglés, yo no tenía dinero a los diecisiete años para ir a pasar un verano en Inglaterra y aprendí inglés leyendo revistas técnicas en las que trabajaba desde los veinte años. Hacía reseñas de revistas técnicas inglesas. 103 Charles Powell Me he ido haciendo yo solo Ahí aprendí un poco de inglés industrial y he sentido siempre como una grave carencia la falta de inglés. que ha ganado, pero ¡también los franceses! ... Eso está contado en las Memorias de De Gaulle, que interpretaba el exabrupto muy favorablemente a Francia. A mí, como ve, me ha interesado todo muy poco seriamente como para ser estudiado muy seriamente por un gran estudioso como usted. 102 ¿Yeso ha influido en su interés por Estados Unidos? Estando en la Moncloa, me había invitado el embajador Enders a un viaje oficial a Estados Unidos, pero le dije: «Estamos negociando el ingreso en la OTAN y lo último que puede hacer un presidente del gobierno es ir a Washington, pues no dejará de decir alguien que va a recibir instrucciones»; y lo entendió. Después de ser presidente del gobierno, el embajador de Estados Unidos volvió a invitarme: «Ahora no tengo ningún problema», le dije. Pero él no sabía en qué partida presupuestaria encajar ese viaje; y a los tres días vino radiante: «Ya sé donde encajarlo». Los requisitos de la tramitación administrativa de la invitación le obligaron a incluirme en el marco de un programa llamado ¡«viajes de futuras promesas»! Hice un viaje estupendamente bien organizado. ¿Y Alemania? Su generación ha sido bastante germanófila, ha practicado la admiración por Alemania como Estado, por la ciencia, por su desarrollo económico, etc. Por mi trabajo en la industria, tuve mucha relación con Alemania y con Holanda, muy poco con Inglaterra. Yo estudié alemán hasta que murió mi padre, a los siete años, y eso te deja una base para el alemán elemental de la empresa. A Alemania he ido una o dos veces al mes durante doce o quince años. Manejarse en alemán fonéticamente es más fácil: tiene una ventaja, que cuanto más chillas mejor te entienden, en inglés no. Leer a Thomas Mann es muy difícil, no pude leerlo; pero leer a Shakespeare y Milton, con un poco de ayuda, es más sencillo. Tenía una cultura inglesa de lectura culta y una cultura alemana de bronca a los hoteleros. Y episodios históricos alemanes, por ejemplo Weimar, ¿le interesó? No creo haber visto nada sobre esto en su biblioteca. No especialmente. A mí me interesaba la guerra y tengo ahí varios libros de Churchill y De Gaulle. En la Academia de Ciencias Morales hice una traducción muy libre de lo que dijo el mariscal Keitel en el acto de la capitulación de Alemania, cuando ve que entra el americano, el inglés y luego entra el francés, y dice Keitel: «¡Joder!, Francia también», yo lo traduje así - la expresión alemana no era «caramba»- que venga aquí el americano que ha ganado, el inglés Hablemos de España. No he visto nada sobre ]avellanos y me ha llamado la atención quizás porque yo soy un gran admirador de ]avellanos, para mí es la gran figura del siglo XVIII español. A mí Jovellanos siempre me ha interesado mucho y tengo algo de Jovellanos, pero en la biblioteca de Ribadeo. A un amigo de la ría, que tiene una biblioteca magnífica, un día le dije «J avellanos tiene unas palabras duras para Ribadeo y su comarca», y él encontró la obra. Sí, yo he comprado cosas de Jovellanos; la Reforma de la · Ley agraria me ha interesado, naturalmente, que tiene un lenguaje magnífico, pero a mí me interesaba más el siglo XIX. Por lo que hace a la Restauración -que hasta hace diez o quince años no tenía una buena Jama ni en la historiografía española ni en la extranjera- veo que tiene algo de Cánovas, pero no me parece que lo admire especialmente. Para mí, la fuente de información de esa época es el Cambó de Pabón. Ese libro a mí me interesó desde un principio, lo he leído y releído, en la primera edición. Luego me regaló otra edición lgnasi Guardans. Más que la historia de Cambó, el libro de Pabón es la historia de una época, lo tengo absolutamente leído, subrayado, roto. Quería hablar sobre Ortega y Gasset. Yo pude comprobar, cuando presidía usted la Fundación, que usted manejaba con gran Jami'liaridad la obra de Ortega. Yo de nada sé mucho, pero hay una cosa de la que sí sé mucho y es de Ortega y Gasset. Yo le decía entonces a su nieto Pepe Varela Ortega: «Me someto con un tribunal imparcial a un examen sobre la obra de Ortega; sé más de tu abuelo que tú» y nunca se sometió. Pepe Varela es un hombre muy valioso, un buen investigador. Él fue el que me dio una pista muy útil para conocer la historia política de mi abuelo Ramón Bustelo en Ribadeo. Yo me llevaba muy bien con Pepe, que es un hombre difícil: eso me recuerda una anécdota con Pérez-Llorca que, en una polémica que tuvimos, me mandó una 104 105 Charles Powell Me he ido haciendo yo solo carta, en la que me decía: «Leopoldo, que yo me llevo muy bien contigo a pesar de lo difíciles que somos», una frase preciosa. A Ortega y Gasset lo he leído y releído veinte veces, me ha influido de tal manera que quería escribir como Ortega cuando tenía veinte años, con aquel énfasis, con aquella exageración, aquellas metáforas ... todo el mundo que quiera discurrir, a los diecisiete, dieciocho hasta los veintiséis, edad clave que Ortega cifra para el final de una formación, me avergüenza decirle que mi fe religiosa se ha afirmado leyendo a Unamuno, y no leyendo al Padre Ramírez». Ortega me ha influido mucho, en su interpretación política y en su interpretación histórica de España, nada sistemática, pues también. Pero en la política ~no es broma- no hay texto útil de Ortega, como no sea un texto aislado que sueltas en el Congreso para descolocar a un adversario. ¿Quienes serían los autores españoles que más le han influido? Ortega, desde luego. Sería el primero. ¿ Qué libro de Ortega le ha sido útil políticamente o ha releído con fines utilitarios? Le preguntaba por Cánovas porque cuando ustedes estaban pensando sobre lo que podía ocurrir después de la muerte de Franco, Fraga -que es el precursor en esto- rescata a Cánovas, porque está pensando en una España más o menos democrática para la etapa posfranquista. Su ideal en el fondo .siempre fue el de la Restauración, él se veía como el Cánovas de la segunda Restauración, no sé si veía a Felipe González como el Sagasta, pero en todo caso a usted ¿le interesó la Restauración desde esa perspectiva o le interesó más bien en abstracto? No es fácil contestar a eso, pero mi impresión es que en la política no te sirve ningún libro bueno para obtener fórmulas políticas aplicables a situaciones concretas, casi te estorba, más bien. Como aplicación de lo que ahí pasó o las consecuencias de lo que allí pasó aplicadas a lo que estaba pasando, yo creo que no; no se trataba de imitar, sino ... ¿Y las Consideraciones de Ortega sobre Cataluña? ... de aprender, y ¿respecto de la cuestión católico-religiosa? En Pláticas de familia veo un interés suyo por el PSP, el Partido Social Popular. Unamuno también. Azorín, que no es siempre apreciado. En general, todos los del 98; Machado, los dos. No comparto ese desprecio por Manuel, que era un buen poeta. A Ganivet lo leí muy pronto. Los novelistas, no. Galdós: yo he sido mal lector de novela, la leo cuando tengo gripe, que estoy una semana en la cama. Sí. La verdad es -vuelvo a decirle- que no encuentras tampoco en Ortega soluciones a los problemas, encuentras un método, una manera de discurrir, una actitud. A Ortega yo lo he leído mucho, y aunque sea una vergüenza decirlo -yo no soy filósofo- sus libros más filosóficos, que son los menos, por ejemplo, el mamotreto sobre Leibniz, muy tardío, o El tema de nuestro tiempo y los que plantean su posición metafísica, los he leído enteros y además en las ediciones de Austral, libros que luego se van deteriorando, pues estaban editados pobremente. ¿YUnamuno? Unamuno, en otra manera. En aquella época yo iba a confesarme con cierta regularidad a los jesuitas, con el Padre Ramón Ceñal, un tipo estupendo y yo le decía: «Cuando leo a Unamuno, me da la impresión de que tengo que pedirle permiso a usted, ¿pero por qué? Yo, que he tenido la crisis religiosa que todo el mundo tiene, Del PSP fue cofundador mi padre. La historia de la democracia cristiana a mí siempre me ha interesado, porque creo que uno de los grandes errores de la historia española es que aquí no ha habido un gobierno democristiano como en Italia y Alemania. Creo que después de la guerra eso es lo que había que haber tenido. Y ahí hubo un intento prematuro-en el año 1922- del primer partido democrático de España, poco después del partido italiano, el partito populare. Me interesaba también porque hay una historia de familia; en la familia Calvo-Sotelo, casi ninguno, ni los hombres ni las mujeres, tuvieron una curiosidad intelectual por analizar la obra y el pensamiento de José Calvo-Sotelo, era el protomártir y ya está. Tenían una posición cerrada; y a mí me consideraban poco menos que un rojo, algo hereje incluso en materia religiosa. Y como le decía a Ceñal: a mí me hace mucho más bien para reafirmar mi fe el Charles Powell Me he ido haciendo yo solo agnóstico Renan que todos los libros que me mandan ustedes. Yo he tenido ahí una posición rara, porque tampoco he tenido maestros, sino que me he ido haciendo yo solo. Pero eso no llevaba muy lejos. ¿En la democracia cristiana no había proyecto, entonces? 106 Y la democracia cristiana ¿le ha parecido interesante, hubiera sido interesante en los cuarenta si España hubiera sido una Italia, pero más adelante no? No pudo ser en el año 1922, porque en el 1923 vino la dictadura. Porque la CEDA ¿no le interesó? No. Yo he tenido siempre un rechazo. Le decía a Federico Silva: «No hay quien los aguante; en el YA, hasta las novias de la página de huecograbado son feas». Y se enfadaba. Los propagandistas fueron los que le acogieron. La democracia cristiana era difícil de sufrir, la estética era muy mala, no la de Herrera, que era una persona importante. Abelardo Algara ¿estaba todavía en la ACNdP? Estaba, pero no era el presidente. Un democratacristiano, muy buena persona, no tenía ni vocación política ni vocación intelectual. Puente Ojea pasó por allí antes de hacerse marxista. Osario llegó más tarde, le llamábamos «el nuevo». Otra personalidad notable a la que traté en aquel círculo -y después- era Miguel Sánchez Mazas, un tipo inteligentísimo, especialista en lógica matemática. Un día se presentó con su mujer en la «santa casa», pues él participaba en aquella tertulia, y aquello se interrumpió. Federico Silva llamó a un aparte a Miguel y le dijo que aquello no podía ser. Y se marchó con gran escándalo. Fue muy amigo mío. Vivía en la colonia de «El Viso», sin un duro, con un montón de hijos. Lo metieron en la cárcel. Fuimos a su casa, donde hacía un frío espantoso. Yo le dije a su mujer, María Luisa Cutanda: «Tú te vas a casa de tu suegro», que era Rafael Sánchez Mazas. Y allí la llevamos con sus hijos. A Miguel yo le llevaba dinero cuando estaba exiliado. Este fue el hombre que puso en lenguaje algebraico el barbara celaren!. Hizo una cosa muy difícil: algebrizar la estructura de los silogismos. En fin , los democristianos no tenían más idea que lo de la accidentalidad de las formas de gobierno, que lo decían todo el tiempo. 107 Proyecto político, no. ¿La figura de Gil Robles le interesó? ~ interesó como P:r~onaje político, pero como actitud, también up1camente democnstlana, no. Yo, como era muy joven entonces pensaba «a este le faltó valor, cuando tiene el poder en la man~ -porque tiene la minoría mayor-, no lo arranca». Ha~ ~astantes libros en su biblioteca sobre la Segunda República. Qumera preguntarle sobre algunas figuras de la República. En la República yo era un niño y no me enteré de mucho. Sí recuerdo el asesinato de Calvo-Sotelo, estando en Ribadeo y ya lo he contado. en Plática.s de familia. Antes, en Madrid, yo me enteraba que iba al Instituto Escuela de la mano de mi madre con bombazos en la calle General Oráa. Aquello nos d ivertía mucho, pero mi madre se asustaba y nos llevaba por otra calle hacia el este. ' ¿Ha leído el libro de Alfonso Bullón de Mendoza sobre José CalvoSotelo? · Sí. Y otro reciente que ha publicado ahora Rodríguez Labandeira. A mí Bullón no me consultó y cuando me cita, lo hace sin valorar adecuadamente el contexto. La estimación de José Calvo-Sotelo es muy .curiosa en la derecha. Ximénez de Sandoval, en su Biografía apasionada de ]ose Antonio, dedica medio capítulo «al caso CalvoSotel?», uno de los primeros textos escritos en donde se injuriaba a Jose Calvo-Sotelo y se defendía a José Antonio. Se insertaba en aquella polémi.ca ,que zanjó Serrano al decir «aquí no hay más que un muerto»; Ximenez de Sandoval llamaba cobarde a Calvo-Sotelo. Y aquello dio lugar a un incidente, del que fui testigo. Estaba yo en el estreno de una comedia con mi tío Joaquín Calvo-Sotelo, hermano de José, tendría yo dieciséis años, y me dijo, cuando se encendió la luz en el entreacto, «espera aquí que tengo que ajustar cuentas a un canallita». Se acercó a Ximénez de Sandoval, le insultó y le abofeteó y el otro se agarró a la corbata de Joaquín, hubo un revuelo lleg~ la policía, nos llevaron a la comisaría, no pasó nada, pero eÍ escandalo era que los falangistas no querían que nadie robara la 109 Charles Powe!! Me he ido haciendo yo solo primacía al grupo que formaban ellos y, naturalmente, Calvo-Sotelo era a olvidar, cuando no a injuriar. Uno de los temas interesantes en relación con UCD es la ausencia de antecedentes atractivos. Ustedes no se podían vincular fácilmente con la CEDA y supongo que la búsqueda de raíces democristianas también era problemática. 108 Una rivalidad entre mártir y protomártir. Eso ¿le ha podido predisponer en contra de la figura de José Calvo-Sotelo? No, no, pero la familia era así. Y valga el inciso, aunque la gente crea otra cosa, el apellido Calvo-Sotelo le ha servido a uno para distinguirlo en años muy próximos a la guerra, pero luego a mí me ha traído muchas más complicaciones. Bullón intenta reivindicar el papel de José Calvo-Sotelo en la tradición conservadora española, y esa es la gran pregunta ¿ Qué papel ocupa realmente? ¿Cuál es el legado de José Calvo-Sotelo para usted? ¿Ha hecho un esfuerzo por reconstruir esa figura? Su imagen estaba oscurecida, mejor dicho, pintada con el color del asesinato. Aquello fue tan tremendo que en mi casa no se podía hablar de ello. Luego he leído todo lo que he podido y me parece que era un hombre enormemente inteligente. La obra más despegada de una política concreta fue el Estatuto Municipal. En la presentación del libro de Bullón dijo una cosa Otero Novas que yo había pensado pero no la había oído públicamente y lo cito: «A Calvo-Sotelo lo matan cuando tenía cuarenta y tres o cuarenta y cuatro años; ¿Qué pensábamos nosotros cuando teníamos cuarenta y tres años? ¿qué pensamos ahora con cincuenta? Calvo-Sotelo hubiera tenido un recorrido político -el que fuera- pero que tenía una importante semilla parlamentaria y liberal, un hombre que tenía también otras contaminaciones». Yo he pensado que eso es verdad. Eso está bien visto. De José Calvo-Sotelo leí Mis servicios al Estado, dos libros de artículos, que se llaman La voz de un perseguido, y yo creo que llegué a entender lo que era José Calvo-Sotelo. La CAMPSA vivió setenta años, no era un invento tan malo; y por otro lado, yo tenía un respeto grande por la cabeza jurídica, administrativa, la capacidad de acción y la valentía de un hombre, de un parlamentario, al que le quitan la vida. Esto es un poco lo que yo podría decir. Volviendo al tema de la tradición conservadora española, que es muy problemática, ¿qué tradición conservadora española, con qué elementos de esa tradición se identificaría usted, si es que hay alguno? Eso está excelentemente preguntado. Mi respuesta para ese momento es que no había, no había antecedentes. En la ausencia de referentes atractivos, es preciso tener en cuenta que ha habido una Guerra Civil, ha habido una discontinuidad brutal. Un hombre con el que yo tengo mucha amistad, José Antonio Muñoz Rojas, me reprochaba, él que no es jurista, «¿Cómo los de UCD no habéis pedido la colaboración de hombres como Pedro Gamero del Castillo?». Y le respondí: «Pues porque no nos sirve de gran cosa en la política actual». Yo tenía la relación de los monárquicos, a cuyo director, Joaquín Satrústegui, yo le tenía mucho cariño. A Satrústegui lo conocí en los años ochenta. Me fascinaba, porque tenía un secretario al que le decía: «Fulano, los papeles sobre tal y tal que están allí y allá» y sabía exactamente donde estaban los comunicados de la Plataforma de Convergencia Democrática o los papeles de la Comisión de los Nueve. · Venía con nosotros a pintar fachadas. Jaime García Vinuesa, un ingeniero de caminos, era el ejecutor y decía: «Leopoldo, hay una tapia nueva en Colón y está completamente blanca». Mi inspiración política era el grupito aquel, no el de Joaquín Satrústegui. El grupito de fieles a Joaquín lo formaban ocho o diez a los que conocíamos cariñosamente como la canalla monárquica y ahí estaban Piniés, hermano del embajador, Miralles, gente de poco fuste intelectual. Luego había unos senior monárquicos que eran la tradición de la derecha. Un almirante que se llamaba Rodríguez Pérez Soler y nos paseaban a los de diecisiete años para que nos adoctrinaran, José Pemartín, ingeniero , muy cultivado, de lo mejor que había. De ahí fue de donde sacamos la idea, que para mí era muy elemental: si yo me apunté y me puse aquí la insignia «JIII» - y parece que da vergüenza decirlo- a las Juventudes Monárquicas, era para decir: «Tú ¿con quien estás?», estar con don Juan quiere decir no estar ni con el 18 de julio ni con el 14 de abril, eso es lo que ha traído de verdad la tercera vía, y eso es lo que ha roto Zapatero. Ahí no estábamos ni con el 18 de julio pero tampoco con el 14 de abril. Ese era el grupo de gentes con el que andaba. Pero pocas cabezas. 110 Charles Powell Me he ido haciendo yo solo En fin, pero me preguntaba por la influencia del conservadurismo español en el principio de UCD o en la Transición. Yo no recuerdo nombres, porque la verdad es que no pudimos usar a ninguno, y le acabo de contar lo del disgusto de Muñoz Rojas conmigo, cuando me dijo: «No vuelvo a verte, si no llamáis a Pedro Gamero». viene mi imagen- es lo que le pasa a.Jesucristo cuando quiso hacer algo nuevo: no echa mano de los esenios -que eran intelectuales de primera- echa mano de unos simples pescadores. Y así, el hombre que hizo de verdad la transición era Suárez, que no sabía especialmente de nada. Pemartín, Valdecasas, cuando nos adoctrinaban sobre lo que había que hacer el día D cuando muriera Franco, tiraban de un cajón y no enseñaban nada: D+ 1, D+2. Llegó Adolfo Suárez, que no tenía nada de eso, pero sí intuición, coraje ... Es verdad que hay problema de déficit de tradición, de autores, de ideas, de referentes. Creo que debemos ser realistas a la hora de juzgar la labor de UCD: se hizo lo que se pudo con los mimbres intelectuales e históricos que había. José Calvo-Sotelo no dejó ni escuela, ni sucesores. A mí siempre me asombró cuánto había de paisano gallego entre los calvosotelistas fieles . El hombre más importante era José Meirás, un abogado con un despacho en Madrid, sin mayor relevancia, pero José no hizo escuela, ni dejó unos seguidores notables. No tuvo tiempo. También es verdad que el esfuerzo, coronado con éxito, de los falangistas, de expropiar y quedarse con todo lo que no fueran ellos fue lo que acabó con cualquier otra cosa. Raymond Carr pensaba que Calvo-Sotelo era importante. No sé si identificó exactamente por qué pero tenía muy clara la idea de que ahí había una cierta solidez. Y lo hubiera sido si hubiera vivido veinte años más. Y era un hombre moderno. Al hacer los planes para la CAMPSA, se plantea: «Hay que ir a comprar yacimientos petrolíferos en el extranjero»; y dice esto setenta años antes que Repsol. Es de una modernidad extraordinaria. Mientras Azaña es muy decimonónico, Calvo-Sotelo es muy moderno y eso es lo que yo creo que Bullón no ve, que es lo interesante en Calvo-Sote/o. Otro ejemplo, Miguel Maura, un hombre negativo en el fondo, que no construye, un magnífico analista, pero no un hombre de acción, es víctima del fracaso de la República. Por eso, en los setenta era tan difícil para ustedes en UCD buscar una bandera a la que se pudieran enganchar. No había nada. Quiero recordar una imagen, que escandalizó en «la santa casa»: vamos a ver, cuando hay que hacer algo nuevo -y después de Franco había que hacer algo nuevo- porque el precedente inmediato era la República y no valía, y lo inmediatamente anterior tampoco valía y antes era la prehistoria ... pues eso -y aquí 111