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CAPÍTULO 2 LA GUERRA DE LA RECONQUISTA Quisqueya Lora H. El dominio francés, caractErísticas y tEnsionEs La derrota francesa en Saint-Domingue a finales de 1803 con la capitulación del general Donatien Rochambeau, sucesor de Victor Emmanuel Leclerc, provocó una crisis de autoridad para el remanente francés en la isla; particularmente para la autoridad del general de brigada François Kerverseau, jefe para la antigua Parte Española, francesa en ese momento por el Tratado de Basilea de 1795. Para algunos autores la renuncia de Kerverseau era cuestión de tiempo. Esto explica el golpe de mando dado por el general Louis Ferrand, autoridad en el Departamento del Cibao, quien con un centenar de soldados partió desde Monte Cristi, pasando por Santiago y llegó a Santo Domingo, donde el 1.º de enero de 1804 desplazó a Kerverseau. Por lo visto, entre las tropas de Kerverseau había motivos para el descontento con su jefe. Por el contrario, las partidas bajo el mando de Ferrand le eran fieles al punto de llamarlo afectuosamente padre. Todo esto facilitó la adhesión de los franceses en Santo Domingo al proyecto de mantener el dominio francés sobre la Parte Este de la isla.1 Ahora Ferrand debía buscar la forma de sostener el Gobierno francés en la isla e impulsar el proyecto napoleónico. Se mandaron proclamas a diferentes puntos del Caribe emplazando a los soldados franceses dispersos a reagruparse en Santo Domingo. Alrededor de trescientos soldados respondieron a este llamado, y a estos se sumaron unos quinientos guardias españoles. 59 La Guerra de la Reconquista Ferrand impulsó los cortes de madera y el desarrollo de plantaciones cafetaleras y azucareras. A propósito del Tratado de Basilea, España y Francia habían establecido acuerdos mediante los cuales los corsarios franceses en el Caribe podían hacer capturas en los predios españoles, así como recalar en sus puertos. Estos corsarios tenían su interés centrado en el tráfico comercial inglés. Ferrand aprovechó al máximo la profusa actividad corsaria, emitiendo patentes para financiar su ejército, así como la administración de la Parte Este. Los corsarios franceses no solo prestaban atención a los barcos ingleses sino también a los barcos norteamericanos, que a partir de 1804 negociaban con Haití. Los esfuerzos por atraer de vuelta a los colonos que habían salido de la isla producto de la inestabilidad política habían resultado infructuosos. Cambiando de estrategia, por el decreto del 22 de enero de 1804 Ferrand determinó que «todas las propiedades de los habitantes de la Parte antes Española que se han embarcado, o se embarcaren sin pasaporte, bien sea antes, o bien sea después del bloqueo de la ciudad, serán secuestrados por el Gobierno y serán parte de los bienes nacionales todo el tiempo que durase el secuestro».2 Esta medida fue altamente impopular entre las élites emigradas. Según Utrera: «El embargo produjo el desafecto general hacia los franceses, y el desafecto causó, en realidad de verdad, el alzamiento dominicano en 1808, que culminó con la evacuación francesa de Santo Domingo».3 Ciertamente, el embargo produjo descontento en sectores importantes de Santo Domingo, pero igualmente este solo afectaba a una porción de la población poseedora de bienes embargables y que pudo migrar a otros lados. El descontento con los franceses tuvo otros elementos a tomar en cuenta. Como era natural, el Gobierno francés en Santo Domingo había profundizado las tensiones con Haití, prohibiendo el comercio entre ambas partes. El decreto emitido por Ferrand el 6 de enero de 1805 no solo desconocía la existencia del Estado vecino sino que claramente establecía la necesidad de «aniquilar la rebelión de los negros en la colonia de Santo Domingo» a través de la disminución de su población, y particularmente autorizando la captura de menores de 14 años para ser vendidos como esclavos. La presencia francesa en el lado oriental de la isla representaba una seria amenaza para el Estado haitiano, por lo que este decreto puede considerarse el detonante de la fallida invasión de Jean-Jacques Dessalines del 22 de febrero de ese mismo año.4 Otra incursión era previsible de no haber sido por la muerte del emperador en octubre de 1806 y la consecuente división de Haití en dos Estados: en el Norte el régimen de Henri Christophe y en el Sur la república encabezada por Alexandre Pétion. Las tensiones entre ambos lados relegaron a un segundo plano el problema de la presencia francesa en la parte occidental de la isla. 60 Historia general del pueblo dominicano Al prohibir el intercambio comercial con el Oeste, Ferrand estaba limitando las posibilidades económicas del Cibao y del Sur dominicanos. Estas zonas ya estaban constreñidas por la dificultad de exportación de maderas, tabaco y azúcar al mercado norteamericano por la guerra entre Francia e Inglaterra y el bloqueo naval que esta última había establecido sobre la isla de Santo Domingo como resultado de la ruptura de la Paz de Amiens en julio de 1803.5 A diferencia del resto de la antigua Parte Española, en Santo Domingo y sus alrededores los franceses encontraron su bastión de apoyo. Allí se desplegó una importante dinámica comercial que favoreció la exportación de maderas. También Ferrand desarrolló una serie de proyectos de infraestructura, como fortificaciones y reparaciones de obras existentes, que dieron trabajo y oficio a un importante grupo de artesanos y trabajadores especializados.6 El Gobierno francés en la isla aplicó una serie de políticas sociales que respondían a la intención del régimen de Napoleón Bonaparte de restablecer la esclavitud, o, en su defecto, la subyugación de la población de Santo Domingo, para impulsar la plantación como modelo productivo. Estas medidas estaban dirigidas especialmente a las personas de color, libertos o esclavos, para quienes resultaron muy impopulares y amenazadoras. El 31 de diciembre de 1807 Ferrand dio orden de que todas las personas de color mostraran un «título de libertad» que probara su condición de libertos. Miles de libertos, recientes y antiguos, no tenían estos documentos y tuvieron que presentarse ante un notario en busca de un título de libertad. Los documentos franceses muestran estas gestiones para probar estatus de libres.7 La política racial se extendió a otros aspectos de la vida cotidiana como tratar de evitar los matrimonios entre blancos y negros o impedir la escolarización de infantes negros franceses.8 El dominio francés mostró una contradicción. Por un lado, representó el establecimiento de una organización socio-política republicana, con sus instituciones, su discurso igualitario y la figura del ciudadano como sujeto de derecho. Por el otro, recrudeció la larga tradición colonial de la plantación esclavista como eje de desarrollo económico. Otro foco de tensión provino de los influyentes hombres de Iglesia. Los franceses impusieron un Estado laico que los llevó a confrontar las prácticas tradicionales españolas. No solo se produjeron expropiaciones de bienes rurales y de las rentas eclesiásticas, sino que también se alentó a obviar el pago del diezmo, lo que encontró simpatía en sectores de la clase propietaria, pero rechazo en los curas, figuras con un gran liderazgo entre una población de arraigado catolicismo.9 A todo lo largo de la conspiración antifrancesa aparecen los religiosos asumiendo papeles relevantes.10 A este panorama interno se sumaron el contexto internacional y particularmente los planes expansivos de Napoleón Bonaparte. 61 La Guerra de la Reconquista la invasión napolEónica a España y su impacto En santo domingo El 2 de mayo de 1808 se produjo la rebelión del pueblo de Madrid en contra de la autoridad francesa que desde finales de 1807 se había implantado en España. Mediante el Tratado de Fontainebleau, firmado en octubre de 1807, España y Francia habían arribado a un acuerdo que le permitió a Napoleón cruzar el territorio español para llegar a Portugal, aliada de los ingleses. El cruce de las tropas napoleónicas terminó en una ocupación de la península ibérica. El espíritu de rebelión se vio fortalecido por las abdicaciones de Bayona el 5 de mayo, día en que de forma sucesiva renunciaron al trono el rey Carlos IV y quien debía ser su sucesor Fernando VII, para dar paso al reinado del hermano de Napoleón, José Bonaparte. La asonada estimuló la formación de juntas provinciales de gobierno que reivindicaban la fidelidad a la Corona española. Estas juntas permitieron la creación, a su vez, de una Junta Central como forma de gobierno autónomo, pero fiel a la monarquía ibérica, en espera de la vuelta al poder de Fernando VII. Los hechos en España tuvieron su resonancia en el mundo colonial americano, en el que se replicaron las juntas. Desde España la Junta Central envió proclamas a todos los territorios americanos y las mismas llegaron a Puerto Rico y Cuba en el mes de julio de 1808, donde los gobernadores Toribio Montes y Salvador de Muro y Salazar o Marqués de Someruelos, respectivamente, las asumieron y difundieron, por lo que solo tardaron días en llegar a Santo Domingo. Aunque Ferrand hizo grandes esfuerzos para mantener las mejores relaciones posibles con las autoridades de Cuba y Puerto Rico, entre Ferrand y Toribio Montes hubo tensión desde un inicio. Esta tirantez tuvo que ver con las acusaciones de corrupción que hizo el primero sobre la gestión del segundo. Ferrand le denunció los que consideraba «abusos intolerables». La actitud poco receptiva de Toribio Montes cobró sentido cuando en julio de 1808 se rebeló frente a las autoridades francesas en Madrid y se sumó a la Junta de Sevilla. Más aún, Montes incautó un barco corsario francés que estaba en Puerto Rico. Sus oficiales fueron enviados en un barco bajo el mando del capitán Bracetti, quien aprovechó el viaje para entregar propaganda antifrancesa y habló públicamente del estado de rebelión en la vecina isla.11 Bracetti llamó a los dominicanos a tomar las armas «contra el enemigo que tenéis en vuestros hogares».12 Entre los papeles que circularon en Santo Domingo estaban las proclamas del propio Montes y del Marqués de Someruelos, así como la Gaceta del Gobierno de Puerto Rico, periódicos de La Habana y una proclama de 62 Historia general del pueblo dominicano Henri Christophe, instigando a la rebelión contra los franceses, pero además al restablecimiento de las relaciones comerciales con El Cabo.13 Para agosto de 1808 en las tres colonias de habla hispana del Caribe corrían rumores sobre lo que estaba pasando en la Península. En el caso de Santo Domingo, la agitación debió ser mayor, porque era la única de las tres islas ocupada por fuerzas francesas, por lo que en ella debieron tomar mayor cuerpo el rechazo a Francia y las proclamas a favor de Fernando VII. En esta situación, tanto los locales como las autoridades coloniales de Cuba y Puerto Rico, obviando las implicaciones jurídicas del Tratado de Basilea, empezaron a conspirar para derrocar el dominio francés en Santo Domingo. La escalada de tensión entre España y Francia entorpeció las relaciones de Santo Domingo con Cuba y Puerto Rico. Cerrado el contacto con Haití, a los habitantes de la antigua Parte Española no les quedaron muchas salidas económicas, y se hizo imperiosa la ruptura con Francia. Ferrand, comprendiendo con claridad el nuevo escenario, expresó: «La entrada de las tropas de Napoleón a España nos matará a todos aquí».14 El Marqués de Someruelos mostró en Cuba una actitud ambigua, pues difundió las proclamas y al mismo tiempo dedicó energías a proteger a los miles de emigrados franceses que desde los tiempos de la rebelión de esclavos de Saint-Domingue se habían dispersado por el Caribe. En Cuba llegaron a representar una cifra superior a las 10,000 personas, entre las que había ricos plantadores franceses muy bien valorados por el gobierno colonial.15 El capitán general de La Habana pidió a los españoles que «mostrasen una ilimitada tolerancia hacia tantos centenares de franceses que, lejos de su patria, vivían entregados al trabajo bajo la protección del pabellón español».16 primEros fErmEntos conspirativos En santo domingo Por lo visto en Santo Domingo, de manera más o menos simultánea, se dieron una serie de movimientos conspirativos contra Francia, entre los que se destacaron las gestiones en Cuba por Leonardo Pichardo y Cereceda, los enviados por el gobernador de Puerto Rico Salvador Félix y Cristóbal Huber Franco, que sumaron a Ciriaco Ramírez, además de las actividades encabezadas por Antonio Rendón Sarmiento y Juan Sánchez Ramírez. De estos cuatro, la primacía historiográfica reposa en el cuarto, por ser la figura que logró aglutinar a la 63 La Guerra de la Reconquista mayor cantidad de personas, encabezar acciones determinantes y, sobre todo, concitar el apoyo de Puerto Rico y España como caudillo del proceso. La acción de Leonardo Pichardo y Cereceda se limitó a gestionar ante la Capitanía General de La Habana para recibir apoyo que le permitiera volver a Santo Domingo a expulsar a los franceses, pero esta iniciativa no logró movilizar al gobierno colonial habanero.17 Un segundo conspirador del que tenemos conocimiento fue Antonio Rendón Sarmiento, quien viajó a Puerto Rico para hacer contactos y encontrar apoyo. El 29 de julio de 1808 Rendón estaba en Mayagüez, donde supo de acontecimientos en España. Consiguió varios ejemplares del Manifiesto de Sevilla, del Diario de Valencia y otras noticias para traerlos a Santo Domingo. El 9 de agosto desembarcó en El Jobero, en el este de la isla, donde se refugió en la casa de Sánchez Ramírez, para quien llevaba una carta de recomendación del presbítero Juan Pichardo en la que lo presentaba «como sujeto que tenía mucho conocimiento en el Departamento del Norte» y «para que lo dirigiera bajo de la protección de los vecinos que le parecieran más a propósito».18 Las fechas de los movimientos iniciales de Rendón no están claras, pero se sabe que el primero de septiembre de 1808 escribió al vicario de Santiago de los Caballeros, Vicente Luna, poniéndolo al día de sus pasos y asuntos. El vicario le respondió el 9 de octubre, en carta que demuestra que para ese momento Sánchez Ramírez era una figura reconocida en la conspiración contra los franceses. Luna se quejó de «la falta de correspondencias que debe hacernos don Juan Sánchez, quien se ha tomado a su cargo estos asuntos». Aun así, en todo momento la misiva da a entender la existencia de dos figuras prominentes y cercanas: Sánchez y Rendón. «Y le encargo a Ud. y a Sánchez no nos tengan más tiempo en confusiones». El prelado explica que en Santiago solo estaban a la espera de una señal para desplazar a las autoridades francesas. «En esta de Santiago no tenemos cuidado, pues no llegan a ocho los franceses que hay, y el Comandante General parece a nada resistirá: nosotros ponemos ahora un expreso que es de nuestra confianza y bien instruido, para que a Ud. y Sánchez los imponga en las cosas que pasan por acá, que todas son buenas».19 Según el Diario de la Reconquista, en Higüey Juan Sánchez Ramírez encontró a Rendón el 5 de septiembre, enterándose de que este había quemado las cartas que traía por temor a ser aprehendido con ellas. Para Utrera, «habiendo cambiado las diligencias hasta extraviar a sus perseguidores con el extravío de su huida, al fin dio con la más negra de todas las dichas, pues quien le salvó la vida, llevándolo a paraje recóndito, le arrebató la bandera de la liberación extranjera de la Patria».20 Según este enfoque, Juan Sánchez Ramírez retuvo a Rendón Sarmiento en El Seibo y esto hizo que su liderazgo quedara tronchado, 64 Historia general del pueblo dominicano siendo Sánchez Ramírez quien asumió el mando determinante en el proceso. Usó los contactos creados por Rendón Sarmiento para recibir y enviar informaciones a Puerto Rico. Aunque se sabe que desde agosto Sánchez Ramírez se estaba moviendo en busca de apoyo para su causa, para Utrera fue el último en solicitar formalmente la ayuda española para la expulsión de los franceses. Mientras duró el cerco, Rendón tuvo papeles de responsabilidad. Por ejemplo Sánchez Ramírez le encomendó la conducción de presos a Puerto Rico, cosa que se verificó el 2 de mayo de 1809.21 Pero a finales de ese año Rendón denunció a Sánchez Ramírez por «haber sido mirado con el mayor desprecio, tratando de oscurecerle su mérito que tan notoriamente ha contraído». Rendón peleaba su primacía como caudillo de la Reconquista y revelaba las artimañas usadas por Sánchez Ramírez para desplazarlo.22 Ciertamente, Sánchez Ramírez usó la estrategia de acusar de intrigas a sus contrincantes políticos —como hizo con Ciriaco Ramírez y Cristóbal Huber— incluyendo a Rendón en las investigaciones de la conspiración de 1810, conocida como la de los italianos. José Núñez de Cáceres, ya como gobernador interino, desestimó los cargos en mayo de 1811, luego de la muerte de Juan Sánchez Ramírez.23 El lEvantamiEnto dEl sur: cristóbal HubEr franco, salvador félix y ciriaco ramírEz Cristóbal Huber Franco y Salvador Félix, con el apoyo del gobernador de Puerto Rico, llegaron a las costas de Barahona el 23 de septiembre de 1808 y empezaron la agitación del Sur de la Parte Española, donde establecieron contacto con Ciriaco Ramírez, una figura clave del proceso de Reconquista. Sobre esta facción hay varios elementos de confusión. Por ejemplo, José Gabriel García estableció que solo Félix fue el enviado por Montes a Santo Domingo y que fue una vez en la isla cuando se vinculó con Huber Franco.24 Pero parece claro que Huber, natural de Madrid, sí llegó de Puerto Rico, de donde era vecino, ejerciendo de comerciante y cabo de escuadra del Regimiento Fijo de allí. Su afiliación a la causa dominicana contra los franceses se explicaba porque tenía como segunda intención ser nombrado, por gestiones de Montes, secretario particular en el Virreinato del Perú.25 Pero si hay alguien con papel dudoso en esta situación fue Salvador Félix, ya que no hay constancia de que fuera agente de Montes, por cuanto los documentos oficiales de Puerto Rico no lo mencionan.26 Hasta donde sabemos Félix fue uno de los dominicanos 65 La Guerra de la Reconquista que se sumaron a la conspiración contra los franceses en Puerto Rico y en esa situación se asoció a Huber y viajó a Santo Domingo. Dos días después de su llegada, en Fundación, jurisdicción de Neiba, se inició la rebelión.27 Del Monte les concede a ambos personajes esa primacía y afirma que una vez hecho el levantamiento se les sumaron Ciriaco Ramírez y Manuel Jiménez.28 Utrera criticó el proceder del gobernador de Puerto Rico, Toribio Montes, porque «se dio a la empresa sin haber prevenido la unidad de acción de sujetos de nombre conocedores del país, depositando su confianza en hombres absolutamente desconocidos como patriotas dominicanos, tales como Huber, que nunca había estado en Santo Domingo, Salvador Félix habitante sin calidad social, y Ciriaco Ramírez, advena en el Sur dedicado a trabajar en sus conucos».29 Una semana después del desembarco se establecieron los primeros contactos con Ciriaco Ramírez, hacendado o conuquero, según se mire.30 Fue descrito como un hombre «blanco, recio, natural de Cádiz, vecino de Azua, casado, agricultor, de 38 años» y dueño de cafetales.31 Se tiene constancia de que en 1804 figuraba como comandante en Azua.32 El 2 de octubre aceptó integrarse a la rebelión «y hace desembolsos para la consecución de armas y municiones en Haití».33 Ramírez constituyó una pieza clave, pues logró sumar a sectores del Cibao y del Sur, junto a su cuñado Manuel Jiménez. Como se verá más adelante, su figura quedó eclipsada ulteriormente por el liderazgo de Sánchez Ramírez.34 Posteriormente, como parte de la causa que se le siguió en 1810 por su supuesta vinculación en la llamada Conspiración de los Italianos, Sánchez Ramírez describió el proceso que lo llevó a integrarse a la lucha de Reconquista. Afirmó que fue contactado el 30 de septiembre de 1808 por Antonio Félix con un recado de Cristóbal Huber y Salvador Félix informándole de la guerra entre España y Francia e invitándolo a que «se dispusiese a romper la guerra a los franceses». Respondió Ramírez que, como hacendado, no podía tomar ese riesgo sin datos seguros, por lo que se le ofreció presentarle documentos, cosa que se cumplió al día siguiente cuando le trajeron varios «impresos de Sevilla relativos a la revolución de España, un documento que acreditaba haberse fletado un buque para conducir a dicho Félix y otros, un pasaporte y una instrucción en copia de las que había dado el señor gobernador y capitán general de Puerto Rico, don Toribio Montes, y firmada por Huber y Félix».35 Aquí se hace evidente la importancia del manejo de la información, pues en aquella época, de escaso acceso al documento escrito, cuando la desinformación jugaba un papel determinante, ¿cómo saber qué estaba pasando realmente? ¿En quién confiar? Los sectores favorables a la dominación 66 Historia general del pueblo dominicano francesa hacían circular desmentidos con relación a lo acontecido en España o recurrían simplemente a la intimidación. Ramírez señaló que una serie de personas recibieron misivas en las que se les persuadía de «desistir de la empresa» y que «se sometiesen al Gobierno francés», «que era falso cuanto se decía de España, que todas las cosas estaban compuestas».36 Por lo visto, con los documentos que vio Ciriaco Ramírez se sintió convencido de que eran verdaderos y se percató de la envergadura del asunto. Había sido persuadido con el poder de la letra impresa, que en ese contexto era determinante, sumado al proyecto, Ramírez se dedicó a buscar aliados, entró en contacto con otros personajes santiagueros como Diego Polanco, Miguel Álvarez y Miguel de los Santos. El 5 de octubre Ciriaco Ramírez «declaró la guerra, sin más armas que once fusiles y un trabuco y cien hombres, poco más o menos, y otros días más de doscientos, manteniéndose acampado una legua distante de la villa de Azua que ocupaban los enemigos». Fue el 11 de ese mes cuando por primera vez se encontró con Huber, después de la derrota de los franceses en Malpaso, y fue allí cuando quedó formalmente establecida la alianza.37 Según el propio relato de Ramírez, el 19 de octubre participó en una escaramuza en la que hubo de retirarse por la superioridad de los galos. Toribio Montes escribió el 15 de octubre a Francisco Saavedra, presidente de la Junta Central en España, para solicitar ayuda para los dominicanos. El 18 de octubre llegó a la isla procedente de Puerto Rico la goleta Monserrate con el aviso de Baltazar Paniagua y otros emigrados de que en unos días zarparían hacia Santo Domingo los auxilios pedidos. Desde finales de septiembre Huber Matos había escrito a Pétion solicitando armas y municiones, pertrechos que fueron entregados a Manuel Jiménez.38 Además de la colaboración de la República del Sur de Haití, el triunvirato (Huber, Ramírez y Félix) había tenido contacto con el presidente de la parte Norte, Henri Christophe, del que también habían recibido respuesta favorable. Toribio Montes mostró estar preocupado por esta asociación. En carta del 15 de octubre de 1808 a Francisco Saavedra, presidente de la Junta Central de Regencia, Gobierno español en ausencia del rey, explicó el apoyo de Haití a la causa de la reconquista. «Los negros que ocupan la parte francesa son adictos a los españoles, y estos aseguran no tener de aquellos el más leve recelo». Pero Montes mostró tener recelos y les ordenó a sus agentes «que de ningún modo admitan ni se valgan de sus personas».39 El 28 de octubre Montes escribió a Christophe en los siguientes términos: «[…] que por lo que toca a gente para arrojar y destruir a los franceses, la tienen sobrada; pero se hallan en ánimo de admitir las armas y municiones 67 La Guerra de la Reconquista que les faltan, de las que la generosidad de V. E. les ha ofrecido».40 En consecuencia, las órdenes eran no permitir el involucramiento de haitianos pero sí recibir armas y municiones. Más adelante se atribuyó el éxito de conseguir el apoyo de los gobernantes de la Parte Oeste al decir: «me valí por medio de oficios amistosos y proclamas del general negro Enrique Cristóbal, y del de los mulatos, Alexandre Péthion, y ambos, no solo me contestaron atentamente, sino que por mi influjo franquearon algunas armas, municiones y otros efectos de guerra».41 El triunvirato enfrentó a los franceses en tres combates importantes: Malpaso, Los Conucos y Sabana Mula. El 23 de octubre el coronel Aussenac atacó con 150 hombres a los rebeldes de Ciriaco Ramírez ubicados en Sabana Mula.42 Este ataque resultó exitoso para los franceses, pues obligó a los rebeldes a dispersarse. Pero habiendo recibido auxilios en armas del gobierno haitiano de Pétion, por medio de las gestiones de Manuel Jiménez, cambió el panorama. Con esta ayuda, y logrando reunir alrededor de mil hombres, entre ellos doscientos montados, los criollos pudieron apoderarse de Tábara y forzaron a los franceses a replegarse a Sabanabuey.43 Según Ciriaco Ramírez, sus tropas se prepararon para atacar la villa de Azua. Los franceses, informados por Agustín Batista del próximo ataque, abandonaron el poblado luego de incendiar 24 casas, por lo que el 5 de noviembre las tropas de Ramírez y Huber pudieron entrar en el mismo. la conspiración En El EstE: Juan sáncHEz ramírEz, primEros pasos La rebelión de la región Este estuvo encabezada por Juan Sánchez Ramírez, oriundo de Cotuí, pero con intereses económicos en Samaná, El Seibo e Higüey. Antonio del Monte y Tejada le atribuyó haber ocupado puestos de importancia, entre ellos la función de corregidor de su pueblo natal,44 pero Utrera lo descartó.45 Parece que por poco tiempo ocupó el puesto de comandante de armas en su natal Cotuí. Poseedor de tierras en el Este, le cabe el título de terrateniente. Lemonnier-Delafosse lo llamó un «rico hacendado».46 Definirlo como hacendado limitaría la diversidad de papeles que desempeñó según la documentación. Se le muestra comprando y vendiendo terrenos y esclavos, como funcionario del gobierno colonial español y como figura de prestigio local. En diciembre de 1795 apareció supervisando el inventario de las alhajas de la iglesia de Cotuí por designación del gobernador Joaquín García, a propósito de la cesión a Francia. 68 Historia general del pueblo dominicano Emigró en 1803 a Puerto Rico y estando allí, en 1806, el comandante militar de Higüey lo apoderó para velar por sus asuntos en Mayagüez. Retornó a la isla en 1807 y un año después, en vísperas de iniciar sus acciones conspirativas, figuró como contador en la testamentaría de Sebastián Rijo en Higüey.47 Según Del Monte y Tejada, en el contexto de la Revolución Francesa y ya iniciada la rebelión de esclavos en Saint-Domingue, Juan Sánchez Ramírez luchó con las tropas españolas contra los franceses junto con el batallón de los negros auxiliares encabezados por Jean François y Georges Biassou en el que se le atribuyó ser «un guerrillero astuto, entendido y valiente».48 Los hechos subsiguientes fueron de mucho dramatismo y complejidad: los años de indefinición, con una Francia que no ocupó inmediatamente su recién obtenida colonia, la acción unilateral de Toussaint Louverture en 1801, la expedición de Leclerc en 1802 y la consecuente segunda fase del Gobierno francés. Al referirse a Juan Sánchez Ramírez, José Gabriel García lo describió como un «honrado propietario natural del Cotuí, que habiendo emigrado en 1803, tuvo que volver al cabo de cuatro años, a rehacerse de las pérdidas que había experimentado durante su viaje, trabajando un corte de madera que tenía en El Macao».49 Mientras que para García ese viaje de Sánchez Ramírez se relacionaba con la necesidad de recuperar bienes perdidos, cosa que puede interpretarse de las propias palabras de Sánchez en el Diario,50 para Del Monte y Tejada el traslado a Puerto Rico estaba directamente relacionado con los planes subversivos. Este autor atribuye a Sánchez Ramírez toda la preponderancia de la acción, poniéndolo en contacto con figuras claves del proceso de Reconquista como Andrés Muñoz51 en Santiago, Ciriaco Ramírez en el Sur y «un tal Sarmiento» en El Seibo, cuya relevancia ya ha sido descrita.52 Los hechos de Bayona, en mayo de 1808, generaron un súbito fervor hispánico entre algunos sectores que contribuyó a fortalecer el apoyo a la idea de sacar a los franceses del Caribe y facilitó conseguir adeptos para la conspiración. Entre agosto y septiembre de 1808 Juan Sánchez Ramírez se movió por Cotuí, La Vega, Santiago, Bayaguana, El Seibo e Higüey para motivar el levantamiento. Al llegar a Santo Domingo el 9 de agosto, Ferrand lo invitó a un encuentro. En el Diario este encuentro figuró como un almuerzo en el que el general francés buscaba atraer a su administración a un hombre considerado hasta ese momento «amigo de los franceses».53 Gilbert Guillermin, por su parte, lo calificó de «intrigante y audaz, osó sentarse a la mesa del general Ferrand en la misma época en que acababa de consumar su crimen y de esparcir los fermentos de la rebelión en la parte del Este».54 Y ciertamente tenía mucha razón. Sánchez Ramírez había estado agitando los ánimos en diferentes 69 La Guerra de la Reconquista pueblos, pero Santo Domingo mostró no ser el espacio de mayor arraigo para el movimiento de Reconquista: «Del ocho al once traté de sondear los ánimos de algunos españoles que tenían influxo en la ciudad, con quienes me insinué, y, encontrándolos demasiadamente tibios, los esforcé representándoles mis ideas».55 Ese mismo día Ferrand hizo una proclama a los habitantes de la Parte Española. En ella buscaba controlar la agitación o el «huracán» que ya se encontraba en el Caribe. Reconoció que Puerto Rico se hallaba en una «fermentación política» que, según él, «parece nacer de algunos movimientos de discordia y de desavenencia entre los franceses y españoles en Europa». Se apoyaba en las debilidades naturales de la circulación de informaciones: «Las diferentes relaciones que han llegado a nuestra noticia acerca de aquellos acontecimientos, presentan tantas y tantas contradicciones de incoherencia y de inverosimilitud que aun la existencia de ellas es todavía, para nuestros ojos, llenos de oscuridad, casi impenetrable». De esta forma buscaba cuestionar la fiabilidad de las informaciones existentes que entonces podrían ser consideradas rumores. Su proclama apelaba a la unidad: «franceses y españoles todos juntos no hacemos más que un solo pueblo de hermanos y amigos». Los llamó a repudiar «las instigaciones, ya sean de fuera, ya sean del interior, que conducirían a sembrar funestas semillas de desconfianza, discordia y de desorden».56 En realidad para esta fecha, y por correspondencia que Ferrand escribe a Puerto Rico, todo parece indicar que verdaderamente desconocía los últimos eventos ocurridos en España.57 Como ya se señaló, el gobernador de Puerto Rico había tomado un diligente activismo, e hizo llegar a Santo Domingo, a través del capitán Bracetti, una proclama dirigida a sus habitantes en la que hacía un llamado a la lucha: «Armaos pues contra nuestros opresores, uníos a nosotros, destruid por vuestra parte y romped las cadenas que os oprimen».58 Según el Diario, a mediados de agosto Sánchez Ramírez estaba buscando un medio para comunicarse con Toribio Montes en Puerto Rico. Luego de varios intentos fallidos, fue alrededor del 17 de septiembre cuando consiguió una embarcación con la que pudo enviar una comunicación a la isla vecina. Se sabe que Sánchez Ramírez escribió al gobernador y al oficial de Mayagüez Baltazar Paniagua. Solo se conservó la segunda carta, en la cual se arroja luz sobre el estado del movimiento. Sánchez Ramírez manifestó su consternación por su imposibilidad de comunicarse con la autoridad española más cercana, en este caso Puerto Rico, «porque las correspondencias que han venido, unas han sido denunciadas y quemadas antes de llegar a mis manos, y otras interceptadas por el mismo Gobierno».59 Las denuncias de las que habló fueron hechas por «perversos 70 Historia general del pueblo dominicano españoles, que en sus entrañas se han hecho franceses». Defendió su imprescindibilidad en el movimiento en contra de los franceses al afirmar que «no hay otro que se atreva a nada».60 Se quejó Sánchez Ramírez al decir que «últimamente ellos no cesan, tomando medidas y fingiendo que reciben todos los días correspondencias de Europa».61 Nuevamente se percibe el poder de la información para manejar la situación política en su provecho. Ser creíble muchas veces tenía que ver con poseer un documento escrito o, mejor aún, impreso. Los intrigantes seguro que jugaron un papel fundamental en generar la duda, allí donde no aparecía el documento legitimador. Sánchez Ramírez consideró que la confirmación del apoyo de Puerto Rico era imprescindible para darle fuerza al movimiento y autoridad a su figura. «Yo he ofrecido a los de esta que le obtendremos, y si no lo ven verificarse, desconfiarán, desmayarán y vendrán los engaños franceses a conseguir la ruina de muchos».62 En la carta Sánchez Ramírez afirmó que por información de José Moreno —capitán de la embarcación con la que logró escribir finalmente a Montes— que en el Sur «los ánimos están dispuestos y tomadas medidas». Explicó que se dirigía allí para unificar el movimiento cuando supo la orden de captura emitida por Ferrand contra Rendón Sarmiento, Manuel Carvajal y su persona, por lo que el encuentro y la unificación con los conspiradores sureños no se pudo verificar. Esto tuvo consecuencias a mediano plazo, generando tensiones que no se resolvieron del todo hasta la Junta de Bondillo. A pesar de eso, les dio a los sureños su voto de confianza: «Yo nunca he dudado de aquella gente».63 En este momento, septiembre de 1808, mientras más grande, fuerte y unificado, parecía que el movimiento encontraría partidarios con más facilidad. Pidió a Puerto Rico el envío de 200 sables, armas de fuego, piedras de chispas, entre otros recursos. Pero además solicitó tropas y que estas vinieran acompañadas de su jefe militar. Comprendiendo quizás el contexto social y temas como el estatus, los rangos y el rígido escalafón social español, humildemente planteó: yo sé bien que nunca los militares pueden gustar de someterse, aun mediando un conviene, a ningún paisano: yo no soy de los hombres orgullosos por mandar, solo miro a que salgamos con la cosa emprendida, me apersono como interesado al bien para, según el conocimiento local, ser útil en lo que pueda, y me conformaré en todo a las órdenes de nuestro Gobierno, y jamás hará impresión en mí el que se prefiera a cualquiera que se juzgue de más utilidad y obedecerle.64 71 La Guerra de la Reconquista Es destacable el hecho de que para el momento en que Sánchez logró enviar la comunicación, faltaban apenas unos días para la llegada a la isla de los enviados de Montes, Huber y Félix, es decir, que ya el gobernador de Puerto Rico estaba decidido a apoyar la causa de los criollos antifranceses de Santo Domingo. la HEgEmonía dE Juan sáncHEz ramírEz Frente a un nuevo escenario rebelde en el Este, Ferrand mandó a sus tropas ubicadas en el Sur a concentrarse en Santo Domingo.65 Sin saberlo se creaban las condiciones para facilitar el cerco que los criollos podrían poner sobre la capital después de la batalla de Palo Hincado, próximo reto militar que tuvieron que asumir los franceses, apenas unos días después de la retirada de Azua. En un primer momento pareció que el grupo del Sur era el que llevaba la vanguardia en la lucha contra los franceses. Sus acciones militares preceden a las que Sánchez Ramírez encabezó en el Este. Inicialmente fue el Sur el que tuvo las conexiones más sólidas con el Gobierno español y que había conseguido la ayuda de los dos gobiernos haitianos. Pero a partir del 26 de octubre la correlación de fuerzas empezó a desplazarse del Sur al Este, donde se inició la ofensiva encabezada por Sánchez Ramírez y un grupo de veintiún hombres que entraron en El Seibo: Hice mi entrada en ella la mañana del veinte y seis, llevando enarbolado el pabellón español y gritando con la tropa de patriotas que me seguían: ¡Viva nuestro Rey Fernando 7º!, cuya consolante voz arrebató los corazones de aquel pueblo; pasamos a la iglesia parroquial, en que me recibió el padre cura Morillas, cantó el tedeum, y desde aquel momento me reconoció y recibió el vecindario por caudillo de los patriotas españoles.66 El próximo paso fue el arresto del representante francés, el teniente coronel Manuel Peralta, llevado a cabo por Manuel Carvajal, hecho que generó un enfrentamiento entre afrancesados y criollos en Higüey.67 En El Seibo, Sánchez Ramírez reunió personas de Neiba, Azua, San Juan y Las Matas, logrando aglutinar, según José Gabriel García, seis compañías bajo el mando de Vicente Mercedes.68 La cifra dista mucho de los treinta jinetes con los que 72 Historia general del pueblo dominicano Sánchez Ramírez entró en El Seibo.69 El control sobre este poblado le permitió establecer un punto militar en San Gerónimo, a las afuera de la capital, y a partir de ahí cortar la comunicación de Santo Domingo con Samaná, lugar clave para los franceses. Desde este momento quedó claro a los franceses que enfrentaban dos focos rebeldes más o menos bien definidos: en el Sur el triunvirato de Félix, Huber y Ramírez, y en el Este el movimiento encabezado por Juan Sánchez Ramírez. Entonces se iniciaron los movimientos estratégicos que permitieron el triunfo de los locales en Palo Hincado. Se prepararon los bagajes necesarios para acarrear de Yuma los auxilios de Puerto Rico que llegaron el 29 de octubre.70 Se recibieron cuatrocientos fusiles y cartuchos, que vinieron en cuatro buques y una goleta que debían retornar cargados de caoba.71 En esos días Sánchez Ramírez escribió a otros comandantes de los pueblos del Sur y del Norte, de los que ya había noticias de haberse sublevado pequeñas porciones de españoles, exigiendo que acelerasen el envío de patriotas.72 El 30 de octubre Ferrand hizo una nueva proclama, con «mil promesas y otras tantas amenazas».73 Esta era muy diferente a la que había hecho el 9 de agosto, que solo buscaba exhortar a la tranquilidad. Se lamentó de que, a pesar de sus exhortaciones, muchos fueron sordos a ellas y se habían sumado a la conspiración. Usó todo tipo de improperios y acusó a los implicados de «malvados», «vagabundos», «holgazanes», «bandoleros»; y a los que habían viajado desde Puerto Rico los llamó una «turba asquerosa de salteadores que ha vomitado en nuestras costas». Aunque en el documento no se mencionó a ningún caudillo, hubo un reconocimiento del desembarco desde Puerto Rico de 200 a 300 personas, lo que puso en evidencia a toda la población la magnitud del movimiento. Nuevamente se jugó la carta de la desinformación, bajo el argumento de que no habría ninguna reintegración a España sin un acuerdo entre ambas potencias, restando calidad al movimiento en desarrollo. Informó de la próxima marcha de las tropas de línea y de la Guardia Nacional al frente de las cuales iría él personalmente. Amenazó a los poblados del Este, particularmente a El Seibo e Higüey, al decirles que «los días de la clemencia han pasado» ya que «se han dado órdenes para que sufran un castigo que sirva para siempre de ejemplo».74 Hecho el anuncio, se iniciaron los preparativos para el lance que tuvo lugar una semana después. Como muy bien había señalado el vicario Vicente Luna en septiembre, sobre la poca presencia francesa en Santiago y la disposición de los santiagueros de desplazar a las autoridades ante la primera señal, así lo hicieron. Cuenta Del Monte y Tejada que estos «organizaron sus columnas, prendieron a don Agustín Franco de Medina y en número de seiscientos pusiéronse en marcha para ir a reunirse a D. Juan Sánchez en El Seibo».75 73 La Guerra de la Reconquista palo Hincado, El momEnto dEfinitorio «Pediré a Clío con ardiente anhelo, que, embocando su trompa, los campeones cante de Palo-hincado, y sus acciones».76 La Batalla de Palo Hincado, el 7 de noviembre de 1808, fue el enfrentamiento determinante de la Reconquista. La clave del resonante éxito de las tropas nativas ha tenido diversas interpretaciones. Para Utrera la razón del triunfo no se encontraba en la capacidad de estratega militar de Sánchez Ramírez, ni en las armas a disposición de los españoles, sino más bien en un evento fortuito: la lluvia de la noche anterior que había mojado la pólvora e inutilizado los fusiles. Esto hizo que la batalla terminara siendo un encuentro cuerpo a cuerpo, a golpe de bayoneta los franceses, y a machete los dominicanos. Dado que estos últimos eran diestros en su uso, esto determinó el combate a favor de las tropas españolas.77 De esta forma, en cierta medida, Utrera desmeritó las habilidades militares de Juan Sánchez Ramírez. Los franceses, en el relato de Lemonnier-Delafosse, explicaban su derrota por tres factores: en primer lugar, la actitud de Ferrand de pretender encabezar el enfrentamiento cuando, como líder, debió resguardar su figura; en segundo lugar, la superioridad numérica dominicana y, en tercer lugar, y sobre todo, por la acción de Tomás Ramírez, encargado de la Guardia Nacional, quien al frente de doscientos jinetes, apenas iniciada la contienda, traicionó a los franceses y se pasó a las tropas españolas.78 Emilio Cordero Michel coincide con los franceses en este último punto, pero presenta dos elementos diferentes: la escogencia adecuada del lugar y la táctica de rodear con la caballería a las tropas francesas y atacarlos con armas blancas.79 Del Monte y Tejada atribuyó a la soberbia de Ferrand la falta de preparación táctica para el encuentro: «Creyendo el general Ferrand que su sola presencia bastaría para imponer respeto a los dominicanos, salió de Santo Domingo con quinientos hombres veteranos». Manuel Peralta iba en la vanguardia con la proclama que debió intimidar a los insurrectos. Las tropas de Sánchez Ramírez no solo hicieron caso omiso a las amenazas contenidas en la misma sino que, incluso, apresaron a Peralta. Según Del Monte y Tejada, Ferrand simplemente no prestó atención a las operaciones militares de sus oponentes. Para él, en términos numéricos, los dominicanos llevaban ventaja, pues al encuentro se presentaron 1,200 hombres, lanceros y de infantería, y 600 jinetes.80 74 Historia general del pueblo dominicano La escogencia de Palo Hincado no fue casual. Sánchez Ramírez explicó que «habiendo yo observado antecedentemente las ventajas que ofrecía la situación de Palo Hincado, distante como media legua al oeste de El Seibo, retiré en el acto mismo toda mi gente a este paraje».81 En dicho lugar dispuso la siguiente organización: • Trecientos hombres frente al camino real, infantería armada de fusiles, al mando del teniente Francisco Díaz. • Doscientos hombres por la derecha donde forma la tierra un quebrado, sin armas de fuego, para la realización de una emboscada al mando del capitán de urbanos Pedro Reinoso. • Un trozo de caballería, armado de sable y lanza, bajo las órdenes del capitán de dragones de El Seibo Vicente Mercedes, cubría el flanco de la derecha. • Otro trozo de caballería, armado igual, bajo el mando de Antonio de Sosa, nativo de Los Llanos, que cubría el flanco de la izquierda. • Treinta hombres fusileros en pequeña emboscada en la retaguardia del enemigo, bajo el mando de José de la Rosa, natural de Puerto Rico. • Veinticinco hombres bien armados en el camino de Anamá. • Sánchez Ramírez se colocó como jefe en el centro del ejército y Manuel Carvajal como su segundo. Contó además con Pedro Vásquez y Miguel Febles como ayudantes mayores.82 Según este listado, solo se puede asegurar la presencia de 555 soldados, pues resulta difícil determinar cuántos hombres formaban un «trozo de caballería». Sánchez Ramírez no proporcionó una cifra exacta de los hombres bajo su guía, pero afirmó que no llegaban a mil.83 En la obra Segunda campaña de Santo Domingo se aseveró que las tropas francesas eran apenas 620 soldados, frente a un ejército dominicano que oscilaba entre 1,200, según Agustín Franco, y 2,300 según el capitán Bosquet, quien encabezó una avanzada que hizo un reconocimiento de las tropas dominicanas apostadas en Palo Hincado.84 Cordero Michel habló de 1,800 hombres, 600 procedentes del Cibao y 1,200 reunidos por Sánchez Ramírez.85 Es oportuno considerar que es posible que las fuentes francesas sobredimensionaran la cantidad de tropas con tal de justificar la derrota. Por otro lado, en el bando contrario, en las fuentes dominicanas, una tropa menor acentuaría la bravura de sus hombres y el éxito de la batalla; pero una mayor cantidad de soldados mostraría el compromiso colectivo con la Reconquista. Se puede considerar que las tropas dominicanas eran mayores que las francesas. 75 La Guerra de la Reconquista Fue justo antes del inicio del combate cuando Sánchez Ramírez hizo una arenga, ya célebre historiográficamente:86 «Pena de la vida al que volviere la cara atrás; pena de la vida al tambor que tocare retirada; y pena de la vida al oficial que lo mandare, aunque sea yo mismo».87 En su descripción a la Junta Central española del 28 de noviembre de 1808 Toribio Montes presentó una frase menos articulada pero en esencia la misma.88 Señaló que ya Sánchez Ramírez había hecho su discurso cuando se oyó al general Ferrand ofrecer cien pesos para quien tomase la bandera española. En su Diario, aunque no habla de este hecho, Sánchez Ramírez confesó que «recelaba» que entre sus subalternos se produjera un acto de cobardía o traición.89 El cambio de bando de Tomás Ramírez, el tercero de esta historia, que tanto peso tiene en el relato francés, no fue referido por el Diario de Sánchez Ramírez. Utrera matizó el hecho y consideró esta aseveración como una ficción de los franceses. Habló más bien de que las tropas españolas dirigidas por Ramírez «se apartaron del combate» y acusó a Sánchez Ramírez de no querer reconocer acciones como estas porque minimizaban su liderazgo.90 La traición de Tomás Ramírez fue descrita por Lemonnier-Delafosse así: Ramírez dejó a Ferrand, se dirigió a su gente y un grito repercutió en los aires: ¡A muerte! Cargaron, pero fue sobre nuestra infantería, la que entonces atacada por la espalda, por los flancos y recibiendo también fuego de frente se encontró envuelta por los cuatro lados, sin poder hacer la menor maniobra para escapar de semejante traición.91 Parece de consenso que la Batalla de Palo Hincado se definió a favor de las fuerzas criollas rápidamente. García relató que tomó minutos para que se convirtiera en un «campo de muerte y desolación».92 Del Monte y Tejada describió el triunfo español así: «pero apenas la columna acababa de desplegarse para poner en línea de batalla, rompieron los dominicanos un fuego horroroso que desordenó las filas, y, cargando los jinetes por los flancos, fueron desbaratados».93 Su relato sugiere el uso de armas de fuego y contradice la tesis de la lluvia y la humedad que inutilizó las armas españolas. Por cualquiera de los motivos argumentados —ubicación estratégica, cantidad de tropas criollas, descuido por la parte contraria, efectos climatológicos— la realidad fue que prontamente se hizo evidente el descalabro de las fuerzas francesas: entre siete y ocho minutos ya teníamos por nuestro el campo de batalla lleno de cadáveres franceses, sin otra pérdida por nuestra parte que la de siete hombres, comprehendidos los dos capitanes 76 Historia general del pueblo dominicano D. Vicente Mercedes y D. Antonio de Sosa, que mandaban a derecha e izquierda la caballería y un nombrado Juan de la Cruz.94 La medida del triunfo de Palo Hincado puede ser el dato de que apenas 18 franceses pudieron retornar a Santo Domingo,95 entre ellos el ingeniero Lemonnier-Delafosse, sobreviviente y uno de los narradores esenciales de esta contienda. Las tropas españolas solo sufrieron siete muertos y 47 heridos, frente a un inexacto dato de «un campo lleno de cadáveres» franceses.96 Aquí entró la contraparte francesa, la que aportó información más concreta, pero no necesariamente más fiable. Según Lemonnier-Delafosse hubo 100 apresados y 315 franceses muertos.97 Del imponente ejército inicial solo 40 (según los franceses) o 18 (según Sánchez Ramírez), pero pocos desde cualquier enfoque, pudieron retornar a Santo Domingo.98 Consciente del estrepitoso fracaso, Ferrand «decidió no sobrevivir a su derrota».99 La huida y suicidio del jefe francés constituyó un relato fundamental en la rememoración de este evento. En retirada Ferrand con un grupo de sus hombres, habiendo recorrido aproximadamente una hora, se separó de los soldados que lo acompañaban y se quitó la vida de un pistoletazo. Sánchez Ramírez especuló sobre las razones que llevaron al general francés a tomar una decisión tan dramática: como la retirada era de veinte leguas lo menos para llegar a Capital, y recapacitó que a distancia tan larga no podía dejar de caer en nuestras manos, o bien, avergonzado de considerarse vencido y destruida enteramente la tropa que había traído para amarrarnos y conducirnos como bestias, según había dicho divulgar con arrogancia, se quitó él mismo la vida, después de haber corrido como una legua.100 Los soldados que lo acompañaron apenas cubrieron su cuerpo con ramas de árboles y retomaron su marcha acelerada hacia Santo Domingo al escuchar la cercanía de los españoles. Así lo encontró Pedro Santana,101 enviado a perseguirlo junto a 50 dragones. Procedió a cortar su cabeza, la que fue llevada a Sánchez Ramírez como trofeo junto a su caballo.102 Lemonnier-Delafosse catalogó el acto de Santana de crueldad y barbarie: «aquellos monstruos separaron su agraciada cabeza del tronco para llevarla a la isla de Puerto Rico donde la exhibieron en la punta de una pica en la plaza pública de la ciudad».103 La acción no constituye un hecho ajeno al ámbito colonial, en el que la violencia y el castigo tenían un lugar primordial. Los rebeldes eran torturados a la vista pública y sus cabezas mostradas en la picota que todo parque de pueblo tenía. 77 La Guerra de la Reconquista Ferrand fue catalogado como un «débil estratégico» pero también como una figura paternal para los españoles a quienes «había colmado de beneficios, y aún más, que les había dado una segunda vida».104 El general de brigada Joseph-David du Barquier fue el sucesor de Ferrand. Dos días después de Palo Hincado emitió un decreto en el que declaraba el estado de sitio y refería la muerte de su antecesor en los siguientes términos: «El general en jefe ha muerto; pereció víctima de su ciega confianza».105 La derrota de los franceses, confirmada con el acto sobrecogedor del suicidio de Ferrand, contribuyó a la construcción de toda una épica de la que se nutrieron los imaginarios nacionales posteriores.106 En el momento, sin duda alguna, como sugiere García, la victoria de Palo Hincado generó un entusiasmo que permitió «la generalización del movimiento reconquistador en toda la Parte Española, cuyo mando se preparó a asumir el caudillo vencedor».107 Sánchez Ramírez no dudó en atribuir el éxito de Palo Hincado a la intervención divina y su persona como el escogido para llevarla a cabo.108 El EstablEcimiEnto dEl sitio dE santo domingo y la Junta dE bondillo El sitio de Santo Domingo se inició el 15 de noviembre de 1808 y se prolongó durante ocho meses, hasta el 15 de julio en 1809. Ese período puede dividirse en tres momentos: • Noviembre-diciembre de 1808: Preparación del cerco por los domínicoespañoles, organización para resistir por los franceses y definición de la autoridad por la Parte Española. • Enero-mayo de 1809: Intento español de forzar la rendición francesa y de los franceses por romper el cerco. • Junio-julio de 1809: Intervención inglesa a favor de los españoles, negociaciones y rendición francesa. Logrado el triunfo contra los franceses en Palo Hincado, según la visión francesa, las tropas españolas se descuidaron, por lo que los escasos sobrevivientes pudieron llegar a Santo Domingo e iniciar el atrincheramiento detrás de sus murallas. «El enemigo, muy ocupado, ya en matar, ya en despojar a las víctimas, no envió en nuestra persecución sino unos cuantos jinetes».109 El 78 Historia general del pueblo dominicano general Du Barquier pudo aprovechar el tiempo en reorganizar sus tropas y prepararse para el inevitable cerco. Las tropas francesas que custodiaban pueblos del interior bajo el mando del coronel Aussenac fueron llamadas de vuelta a Santo Domingo. Esta acción facilitó que la población de otros lugares pudiera sumarse al proceso de reconquista. «Ciriaco Ramírez, a pesar de la superioridad de sus fuerzas, no siguió, sino de lejos, al coronel Aussenac en su retirada».110 Fue el 15 de noviembre, ocho días después de Palo Hincado, cuando se estableció formalmente el sitio de Santo Domingo. Los ingleses estaban pendientes de la situación en la isla y entraron en escena cuando se supo la muerte de Ferrand. Fue entonces cuando bloquearon temporalmente el puerto de Santo Domingo con el buque Polyprhemus dirigido por el comodoro Cumby.111 Mientras tanto la fragata La Franchise, bajo las órdenes del capitán Charles Dashwood, el 14 de noviembre tomaba posesión de Samaná, punto estratégico y significativo para los franceses.112 Juan Sánchez Ramírez dispuso la organización de sus tropas en el cerco de la manera siguiente: • Una división al mando de Manuel Carvajal en la orilla opuesta del río Ozama, con Miguel Febles de segundo. • Pedro Vásquez en el extremo occidental de la plaza, que abrazaba los dos caminos que van al Norte para Santiago y el que sigue al Sur para Azua, dejándole de segundo a Emeterio Vilaseca. • Todas las avanzadas se pusieron a medio tiro de cañón de la plaza haciéndose levantar los correspondientes parapetos. • El castillo de San Gerónimo fue ocupado por 350 hombres bajo el mando del capitán José Álvarez.113 Mientras que Sánchez Ramírez tenía el control de la porción oriental del país, sobre el resto de la Parte Española influían otros criollos, encabezados por Félix, Huber y Ramírez. Fue a finales de noviembre cuando estos llegaron con sus tropas a reforzar el cerco de Santo Domingo. Entonces se hicieron evidentes las tensiones que terminaron por definir a Sánchez Ramírez como el líder indiscutible del proceso. Aunque el triunfo de Palo Hincado catapultó a Sánchez Ramírez como figura principal del movimiento, no había consenso absoluto. En el Cibao y el Sur el triunvirato seguía teniendo influencia. Fue a partir del sitio de Santo Domingo cuando el Diario de Sánchez Ramírez mostró las tensiones existentes entre los sectores. Ciriaco Ramírez fue sistemáticamente criticado por 79 La Guerra de la Reconquista Sánchez Ramírez.114 Las acciones del bando sureño en Neiba, San Juan y otros pueblos fueron calificadas de tumultuosas y desordenadas bajo la acusación de «ser aquellos sujetos conocidamente revoltosos, de mala conducta y sin ninguna antecedente representación que los hiciese respetables».115 Sánchez Ramírez los acusó de ser la causa por la que los pueblos de Azua y Baní aún no se habían proclamado a favor de la Reconquista. Y de hecho se atribuyó a sí mismo haberlo conseguido gracias al envío de Antonio Ortiz, natural de esa zona, quien con sus gestiones «causó tan buen efecto» «que sin vacilar aquellos dos vecindarios se decidieron a favor del empeño común».116 Utrera matizó la anécdota, precisando las condiciones particulares de ambas poblaciones: Azua con una dotación francesa de 300 hombres y la quema de 34 casas que amedrentaron a la población, y Baní con una importante cantidad de residentes franceses que hicieron poco significativas las expresiones iniciales de solidaridad con la causa española. Desde que empezó el cerco, Sánchez Ramírez se hacía llamar general en jefe de la Reconquista.117 Por su parte, Ciriaco Ramírez exigió constantemente el establecimiento claro de una figura de autoridad e inició gestiones para realizar una asamblea en la que se definiera esto. La Junta de Bondillo fue el instrumento que permitió convertir a Sánchez Ramírez en jefe indiscutido del proceso. Esto fue facilitado por el hecho de que la misma se llevó a cabo sin la presencia de Ciriaco Ramírez y Cristóbal Huber, produciéndose su desplazamiento como posibles líderes del movimiento. El 12 de diciembre de 1808118 se reunieron en las cercanías de Santo Domingo, en el lugar llamado Bondillo,119 dieciocho personas que, además de Sánchez Ramírez, se proclamaron representantes de las diferentes jurisdicciones de la Parte Este de la isla, bajo la denominación de diputados. Allí reunidos, en «nombre del pueblo de la Parte Española de la isla de Santo Domingo», acordaron los siguientes puntos: 1 Reconocer a Fernando VII como rey de España y a la Suprema Junta Central de Madrid como el legítimo gobierno. 2 «En atención al mérito que se ha adquirido siendo el caudillo y motor de la gloriosa empresa de librarse el pueblo de Santo Domingo del vergonzoso yugo del tirano Napoleón… la Junta nombra por gobernador político y militar e intendente interino a D. Juan Sánchez Ramírez comandante general del Ejército español en Santo Domingo». 80 Historia general del pueblo dominicano Participantes en la Junta de Bondillo120 Diputados Rango Lugar 1 Diego Polanco Coronel de las milicias Departamento del Cibao 2 Marcos Torres Coronel de dragones Ciudad de Santiago 3 José Pérez Comandante Ciudad de La Vega 4 Agustín Paredes Comandante Villa de Cotuí 5 Antonio Ortiz Oficial del Consejo Higüey 6 Pedro Zorrilla Capitán de las milicias Villa de El Seibo 7 José Vásquez Presidente del Consejo Jurisdicción de Los Llanos 8 Silvestre Aybar Comandante militar Jurisdicción de Monte Grande 9 Bruno Severino Teniente de las milicias Bayaguana 10 Antonio Alcántara Capitán de las milicias Ciudad de Monte Plata 11 Joaquín Filpo Habitante Villa de Azua 12 Ciriaco Aquino Comandante de dragones Villa de San Juan 13 José Espinosa Teniente coronel de las milicias Las Matas 14 Francisco García Habitante Villa de Neiba 15 Pedro Garrido Oficial del Consejo Jurisdicción de Baní 16 Antonio Mota Capitán de dragones Partido de Los Ingenios 17 Isidoro de los Santos Comandante militar Partido de La Isabela 18 Pedro Andújar Partido del Ozama Capitán de milicias 3 El gobernador en lo sucesivo convocará los miembros de la Junta siempre que lo tenga a bien y será el presidente de ella, en la inteligencia de que esta sola queda con voz consultiva, y la decisiva solo pertenecerá al gobernador. 4 Se confirmaron todas las disposiciones legales y administrativas que regían antes de la ocupación francesa, pero se acordó que luego se haría una organización de la colonia como provincia española. 5 El gobernador prestará juramento de fidelidad ante la Junta Central de Madrid y obediencia a las leyes españolas.121 De esta forma logró el caudillo cotuisano dar legitimidad a su ascendente autoridad y desplazar a las figuras de Ciriaco Ramírez y Cristóbal Huber, pero también en cierta medida equiparar sus atribuciones a las del gobernador de Puerto Rico, Toribio Montes, reconocido como «protector de la empresa».122 El mismo 12 de diciembre, sin saber lo que pasaba en Santo Domingo, Montes escribió a Sánchez Ramírez una misiva en la que lo instó a seguir 81 La Guerra de la Reconquista sus órdenes y le envió unas instrucciones en las que le confirió el grado de segundo comandante y rango de teniente coronel.123 Sin aún haber recibido estas comunicaciones, Sánchez Ramírez escribió de inmediato a Montes para informar y justificar lo ocurrido en Bondillo. Consideró su designación una necesidad debido a «las intrigas de algunos sujetos con siniestros fines» y el riesgo que representaba que el caudillo no se encontrara «investido de la autoridad necesaria».124 En la carta del recién designado gobernador político y militar interino de Santo Domingo, este se aseguró de dejar en claro su subordinación a Montes al darle tratamiento de «venerado señor» y finalizar su mensaje con «Yo siempre quedo a las órdenes de usted, como anteriormente le tengo significado, deseoso de las ocasiones en que manifestarle mi sumisión».125 Las órdenes enviadas desde Puerto Rico, cuando finalmente llegaron a su destino, encontraron en Santo Domingo una situación irreversible. Aun así, le tomó casi dos meses a Montes reconocer formalmente lo decidido en la Junta, cosa que hizo el 5 de febrero de 1809.126 Algunos han catalogado Bondillo como «el primer parlamento o asamblea constituyente en la historia dominicana».127 Sin duda alguna hubo allí una representación de los principales poblados de la colonia y una acción autónoma de empoderamiento local. Según Sánchez Ramírez, para la constitución de la Junta se llamó «a un individuo de cada pueblo de todos los de toda esta Parte Española que se hallan en el Ejército, y que cada uno fuese elegido por el número de vecinos de los que han concurrido de cada pueblo a esta reunión».128 Observando su composición era notoria la presencia militar. Solamente los representantes de Neiba y Azua figuran como habitantes. Estas eran justamente las zonas de influencia de Ciriaco Ramírez y Cristóbal Huber, figuras ausentes de la Junta, por lo que se interpreta que eran ellos, y quizás solamente ellos, los que podían figurar como representantes militares de dichas localidades. Por lo que, más que asamblea constituyente, se podría hablar de una junta militar. Pero, sin duda alguna, fue un real espacio de autodeterminación, constituyendo un evento inédito en la historia de Santo Domingo. Como Ciriaco Ramírez y su grupo no participaron de la Junta, a su llegada encontraron el hecho consumado. «Sánchez, más sagaz que su competidor, había llegado mucho antes a la reunión de Bondillo a despojarlo de sus pretensiones».129 Y efectivamente, los resultados de Bondillo llevaron a Ramírez a retirarse a su hogar temporalmente argumentando problemas de salud. Las tensiones entre ambos caudillos no cesaron ahí, faltando un mes para finalizar el sitio Ciriaco Ramírez fue acusado de cometer excesos en los pueblos del Sur y provocar la muerte del comandante Casillas. Fue enviado preso a Puerto Rico, donde fue juzgado y liberado, retornando a Santo Domingo el 82 Historia general del pueblo dominicano 17 de julio de 1810, justo a tiempo para ser acusado junto a Cristóbal Huber de participar en la conspiración de «los italianos» en septiembre de ese mismo año. Acusación de la que también fue descargado.130 Entre historiadores contemporáneos existe una corriente que atribuye a Ciriaco Ramírez pertenecer a una facción independentista y que en Bondillo se debatió la posibilidad de proclamar la ruptura colonial. No hay referencia a esto en ninguna de las fuentes documentales contemporáneas a la Reconquista, como tampoco en los informes y cartas de Juan Sánchez Ramírez y Toribio Montes y el Diario de Sánchez Ramírez o las dos obras básicas francesas de Lemonnier-Delafosse y de Guillermin. No se sostiene la idea de que el gobernador de Puerto Rico haya apoyado agentes que resultaron ser propagadores de la idea de la independencia y que facilitaran armamentos a un Ramírez antimonárquico y republicano. Del Monte y Tejada, en una de las primeras historias de Santo Domingo, no refiere la existencia de un partido independentista, pero sí habla de «desavenencias entre los dominicanos, siendo la de más nota una polémica en regla sostenida entre el Dr. don Bernardo Correa Cidrón y don Juan Sánchez sobre la legalidad de los procedimientos de uno y otro». El cura afrancesado escribió tres veces a Sánchez Ramírez para tratar de convencerlo de su errónea posición política contra Francia. Estas desavenencias se redujeron a la confrontación España-Francia.131 La obra de Del Monte y Tejada vio la luz en 1852, cuarenta años después de los eventos de la Reconquista, por lo que resulta perfectamente posible que haya escuchado o sabido de esa «tradición», pero no lo menciona. Quince años después, José Gabriel García publicó su versión del Compendio de la historia de Santo Domingo. Determinado a construir la historia nacional, García habría difundido, sin duda alguna, la existencia de una facción nacionalista en el seno de la guerra contra la dominación francesa, pero en su texto tampoco encontramos referencias a esto. Según García, la Junta buscaba terminar los desacuerdos entre los dos caudillos principales, desacuerdos que podrían perjudicar la unidad necesaria para lograr la rendición de los franceses.132 En la historiografía dominicana la referencia más temprana que hemos hallado es la de Federico Henríquez y Carvajal, quien a inicios del siglo xx se refirió al tema: Una vaga tradición, sin embargo, no comprobada hasta ahora, pretende que en el famoso «Consejo de Bondillo», convocado por Juan Sánchez Ramírez, el jefe de la Reconquista, a fines de 1808, hubo un voto en contra de la reincorporación de Santo Domingo a España y a favor de la constitución de un Estado libre y soberano. Ese voto —que 83 La Guerra de la Reconquista tal vez solo fuese una opinión incidental y aislada— se le atribuye al promotor y jefe de la revolución reconquistadora en las comarcas sureñas de la Maguana: don Ciriaco Ramírez. Es una mera tradición y se confunde con la leyenda.133 Como puede verse, Henríquez y Carvajal enfatizó la condición de «vaga» y «cercana a la leyenda» la tesis de la facción independentista. En el siglo xix fueron dos historiadores haitianos los que hablaron de la presencia de esta facción: Thomas Madiou en su obra Histoire d’Haïti134 y Beaubrun Ardouin en Études sur l’histoire d’Haïti.135 Fueron ellos los que hicieron referencia explícita a la existencia de dos grupos enfrentados, uno favorable a la metrópoli y otro independentista, el primero asociado a Juan Sánchez Ramírez y el segundo a Ciriaco Ramírez. Pero tampoco presentaron elementos probatorios que sustenten tal tesis. Esto nos lleva a aventurar la hipótesis de que la lectura de los historiadores haitianos contribuyó a dar origen a esa «tradición» entre los historiadores dominicanos del siglo xx. El cErco sobrE los francEsEs Establecido el cerco, la estrategia española pareció ser apostar al agotamiento francés. Fueron menos las escaramuzas iniciadas por el bando español que los intentos franceses por romper el asedio.136 El 8 de diciembre de 1808 estos últimos atacaron sin éxito el fuerte de San Gerónimo, punto fuerte de los españoles, pero con esta acción lograron desorganizar las avanzadas militares españolas y tomar ciertas provisiones, como ganado y víveres.137 El 20 de diciembre las tropas de Sánchez Ramírez recibieron refuerzos enviados desde Puerto Rico a través del puerto de Palenque. El inicio del año 1809 encontró a Santo Domingo fracturada. La capital estaba aún ocupada por los franceses mientras que el resto de la colonia se había sumado a la Reconquista pero sin autoridad formal. Las fuerzas francesas se concentraban en Santo Domingo dejando el interior del país en una situación ambigua, sin autoridad efectiva, más que aquella asumida de manera autónoma por los diferentes poblados. Henri Christophe, gobernante de la parte Norte de Haití, aprovechó esta situación para ocupar los poblados de San Rafael y San Miguel.138 Esto resultó ser un problema secundario para Sánchez Ramírez, quien necesitaba buscar apoyos y reafirmar su autoridad 84 Historia general del pueblo dominicano como el legítimo gobernante de Santo Domingo, por lo que procedió tempranamente a contactar a los dos gobiernos haitianos existentes entonces. El 23 de diciembre de 1808 escribió a Christophe dándole las gracias por los envíos de armas y municiones entregadas por el brigadier José Campos Tavares. Pétion, por su lado, le respondió su carta del 28 de diciembre expresándole su alegría por su elección por parte de sus compatriotas y agradeció la franqueza de las relaciones entre ambos: «Usted debe estar seguro del interés que tengo en el éxito de sus operaciones contra los franceses. Usted sabe hasta qué punto el pueblo del que soy jefe es enemigo de esa nación».139 En la misma carta, para «prevenir toda mala interpretación», le informó que sus soldados atravesarían Las Caobas e Hincha para ir a hostilizar al «opresor del Norte».140 Quizás está aclaración se refiere precisamente a la ocupación hecha por Christophe de San Rafael y San Miguel. Sánchez Ramírez mantuvo excelentes relaciones con la parte haitiana y estas perduraron durante todo el período de la España Boba, pero fue notorio que con el tiempo tomó partido a favor de Christophe, con quien desarrolló una alianza.141 El 6 de enero se produjo un nuevo ataque francés a las avanzadas comandadas por los capitanes Salvador Ruiz y Esteban Rosas reforzadas las fuerzas dominicanas. El enemigo huyó precipitadamente.142 El 24 de enero 1,200 franceses, por el lado de San Gerónimo, atacaron a trescientos dominicanos que guarnecían las posiciones de Santa Ana y Las Jabillas. Con este ataque los franceses lograron ocupar el fuerte de San Gerónimo, dándoles una posición privilegiada. Los franceses habían sumado a sus tropas a los esclavos domésticos que se encontraban en la plaza, a los que ofrecieron libertad, vestimenta y dinero. En algún momento usaron la estrategia de hacer pasar esclavos como prófugos con la intención de sonsacar a favor de ellos a los esclavos españoles que estaban fuera. Pero, por lo visto, fueron descubiertas sus intenciones. Algunos de esos esclavos fueron vendidos a Puerto Rico y otros fueron sumados al Batallón de Morenos. En las tropas reconquistadoras también estuvieron presentes los esclavos y libertos, aunque Juan Sánchez Ramírez había recibido instrucciones precisas desde Puerto Rico con relación a no admitir negros ni franceses en la expedición porque no se les debía tener confianza.143 Una serie de libertos, algunos de origen francés, se destacaron en la Reconquista, entre ellos Pablo Alí, Juan Bambí y José Cordero, cuyas acciones fueron reconocidas positivamente en varios momentos del Diario.144 La promesa de gestionar la libertad a los esclavos sumados a las tropas de los reconquistadores fue cumplida por Sánchez Ramírez, quien la pidió a España el 24 de julio de 1810.145 85 La Guerra de la Reconquista La amenaza del hambre hizo que los franceses iniciaran incursiones nocturnas en busca de animales, frutos y cultivos cercanos. Sánchez Ramírez denunció la cooperación inglesa con los franceses, particularmente la entrada de barcos ingleses en el puerto de Santo Domingo. El 30 de enero escribió a La Habana pidiendo el bloqueo de Santo Domingo para de esta forma blindar el cerco contra los franceses. Ante la respuesta negativa, y sin muchas opciones, Sánchez Ramírez solicitó nuevamente la presencia británica, que tardó varios meses en concretarse. Mientras tanto los franceses llevaron a cabo varias iniciativas para romper el bloqueo y los domínico-hispanos buscaron la forma de repeler estos intentos y de debilitar su resistencia. El 20 de febrero, bajo la autoridad de Aussenac, los franceses realizaron un ataque que fue a su vez respondido por los españoles dos días después. El primero de marzo Ciriaco Ramírez, de vuelta entre los reconquistadores, intentó sin éxito recuperar San Gerónimo. En marzo se efectuó un canje de prisioneros entre ambas partes, lo que permitió reunificar familias separadas desde finales del año anterior, cuando se estableció el cerco, y retornar franceses presos desde la batalla de Palo Hincado. A finales de marzo, cuatro meses después de iniciado el asedio, los franceses lanzaron un nuevo ataque por la zona de Galard. Durante los ocho meses que duró el sitio, los españoles recibieron refuerzos en varias ocasiones. En febrero y abril llegaron apoyos de Puerto Rico en tropas y armamentos.146 La esperada ayuda inglesa retornó en mayo bajo el mando del capitán Price Cumby quien, a bordo del Poliphemo, había estado en la zona al inicio del cerco, pero ahora tenía órdenes concretas de ayudar en la toma de la plaza. El 28 de mayo Sánchez Ramírez inició un bombardeo por mar y tierra: «rompieron fuego nuestras dos lanchas cañoneras mandadas por el teniente de fragata D. Martín María Espino y el alférez D. Francisco Torralbo; esta división de mar estaba a las órdenes del teniente de navío D. Ramón Power con quien había yo concertado las operaciones».147 las nEgociacionEs finalEs Entre noviembre y diciembre de 1808 Juan Sánchez Ramírez hizo varias intimaciones al general Joseph-David du Barquier para su rendición que fueron totalmente ignoradas. En mayo del año siguiente nuevamente se realizaron intentos de lograr la rendición de los franceses. La presencia inglesa, más activa durante los meses de mayo y junio, fue determinante para quebrar la 86 Historia general del pueblo dominicano resistencia francesa. Se inició así la etapa final de la Reconquista. La llegada el 27 de junio de la fuerza naval encabezada por el mayor general Hugh Lyle Carmichael determinó el fin del cerco. El 30 de junio Carmichael recorrió las avanzadas militares dominicanas. Los ingleses establecieron su cuartel general en San Carlos y Sánchez Ramírez movió el suyo a una ubicación cercana, alegando razones de espacio. El capitán Manuel Caballero quedó designado como su representante ante los ingleses. Entre el 3 y el 4 de julio se iniciaron las conversaciones con los franceses, y, finalmente, el día 7 del mismo mes se firmó la capitulación suscrita por cuatro partes: dos inglesas, el comandante en jefe de las tropas británicas, Hugh Carmichael y el comandante de las fuerzas navales, comodoro Cumby; una española, el comandante en jefe de las tropas españolas, el general Juan Sánchez Ramírez, y una francesa, el comandante en jefe de las tropas francesas, general de brigada Du Barquier. Sánchez Ramírez delegó en José Joaquín del Monte las negociaciones finales con los franceses.148 La realidad fue que los domínico-hispanos tuvieron una participación limitada en las referidas conversaciones. De hecho, los franceses se negaron a reconocer a Sánchez Ramírez y, ciertamente, habían sido sistemáticamente despreciativos de la autoridad del caudillo cotuisano. Aunque este aparece como firmante de los acuerdos, en todo momento el texto solo reconoce dos bandos beligerantes: el de los ingleses y el de los franceses. Se usó la siguiente expresión: «las tropas de su majestad británica y sus aliados, de una parte y las tropas francesas de la otra», es decir, como si el conflicto que había devorado la colonia de Santo Domingo durante prácticamente un año se hubiera producido entre ingleses y franceses, dejando a los locales como simples accesorios.149 El acuerdo estableció que hasta la completa evacuación francesa, la plaza quedaba bajo control inglés. Se garantizó la salida honrosa de las tropas francesas y su envío a la metrópoli. Se permitió salir a todos los civiles con sus «bagajes, papeles, equipamientos y propiedades movibles», pero que estos «tendrán la opción de vender lo que no juzgaran conveniente llevar». A aquellos que optaren por quedarse se les respetarían sus propiedades.150 La colaboración inglesa no fue un acto de generosidad desinteresada. De hecho Sánchez Ramírez tuvo que negociar también con los ingleses para dar por terminada su ocupación de la plaza. Los términos del acuerdo angloespañol fueron muy onerosos para los criollos, pues debían reembolsar a los ingleses los gastos incurridos en el bloqueo de la plaza que ascendían a 400,000 pesos.151 Estos se consignaron, fundamentalmente, en dos documentos: Convención interaliada para el reparto de los despojos franceses (31 de julio de 1809)152 y Convenio anglo-español de comercio con validez interinaria 87 La Guerra de la Reconquista (9 de agosto de 1809). Mediante este último se acordó «Que todos los buques que tengan pabellón de la Gran Bretaña, navegando conforme a las leyes, serán libremente admitidos en todos los puertos que están bajo el Gobierno español de la isla, a donde pagarán los mismos derechos e impuestos como los buques españoles, gozando los privilegios, libertades y derechos en la navegación y comercio igualmente como los últimos».153 Los ingleses intervinieron en la mayoría de los procesos independentistas americanos y en ellos repitieron la fórmula aplicada en Santo Domingo, con grandes ventajas comerciales. Este acuerdo hizo de Inglaterra una fuerza determinante en la economía de la isla y en la futura República Dominicana.154 El gobernador de Puerto Rico no tardó en manifestar su descontento por la forma y los términos del convenio: «Lamento que los ingleses, sin haber contribuido tan esencialmente como las tropas españolas que han derramado su sangre, que han sufrido pérdidas, y gastos la Nación, no haya sido esta la que haya hecho la Capitulación, pues era a quien correspondía y no a aquella, que solamente ha sido auxiliar».155 Diez días antes de la entrada de Juan Sánchez Ramírez a Santo Domingo, este expresó su insatisfacción por la falta de soldados, tanto por la deserción de algunos como por la negativa de otros de venir «a tomar las armas contra el enemigo en defensa de la Patria». Expresó su preocupación con relación a la toma de la plaza: la misma debía verificarse muy pronto, y yo me veré avergonzado de no tener caballería con que entrar en ella, solo un puñado de dragones mal montados en unos fustes peor ataviados, que es lo que queda en los Cantones, y ese defecto podía muy bien suplirse si todos los habitantes, cualesquiera que sean, que tenga un caballo, su silla y una muda de ropa tal cual decente que ponerse vinieran inmediatamente, como buenos patriotas, a hacer lucir de algún modo nuestras tropas, o por lo menos, a que no tenga que criticar tanto las de fuera, siendo los extranjeros en número tan regular y tan rumboso.156 Durante buena parte del cerco, Sánchez Ramírez mostró estar intranquilo por el estado de las tropas y los pertrechos militares, pero también a causa de la falta de formalidad de su improvisado ejército. Por lo menos tres comunicaciones, en marzo, abril y mayo de 1809, dirigidas a Juan Antonio Aybar en Puerto Rico, atestiguan sus afanes. En ellas le pide gestionar, entre otras cosas, «ropa para el vestuario de las tropas».157 Sus preocupaciones tenían fundamento, pues los franceses despreciaban las tropas criollas y hablaban 88 Historia general del pueblo dominicano con sorna de «si acaso podía llamarse ejército a aquella muchedumbre de negros, formando guerrillas, medio desnudos».158 Una apreciación francesa de la entrada de Sánchez Ramírez a la plaza la describió así: Este general, paisano improvisado militar, estaba vestido de una manera tal que provocó nuestra risa. Un sombrero guarnecido con galones dorados, de un tamaño asombroso; una casaca abigarrada con mechones y nudos de cintas de los siete colores, adornada con bordados que le cubrían todo el cuerpo. Nunca un Polichinela de feria estuvo más cómico. Pero lo que era más original, más increíble, era un cuadro de molduras de oro, de seis pulgadas, cuadradas, bajo cuyo vidrio brillaba iluminada esta leyenda; el retrato hermoso del rey Fernando VII. El retrato de ese famoso y leal rey, en nombre de quien habían ocurrido tantos infortunios en las colonias. A cada movimiento del caballo, el aparato dorado, golpeaba el pecho de aquel jinete-general.159 El triunfo de la Reconquista vino acompañado de grandes dificultades para el liderazgo de Sánchez Ramírez. Toribio Montes entró en tensiones disgustado con lo que parecieron ser atribuciones asumidas libremente por el dominicano, como comunicarse directamente con la Suprema Junta en un parte escrito el 28 de julio. El gobernador de Puerto Rico escribió una serie de cartas en las que criticaba agriamente a Sánchez Ramírez y ponía en duda su capacidad para dirigir la colonia: «Son necesarios allí sujetos bien acreditados, instruidos, celosos, desinteresados y de mucha política para consolidar aquel gobierno, conservar la mejor inteligencia, trato y buena armonía con los negros y mulatos que entre sí están siempre en guerra; pues de lo contrario se pueden seguir funestas consecuencias».160 El reconocimiento formal francés de la soberanía española en la Parte Este de la isla de Santo Domingo tuvo que esperar el fin del régimen napoleónico, mediante el Tratado de París el 30 de mayo de 1814. Llegaba a su fin el sueño francés de recuperar la tierra que una vez fue su perla colonial. El rEtorno al dominio Español El hecho de que el poder real y efectivo de los franceses era endeble en la mayoría de los poblados del interior y que su autoridad se concentró en Santo 89 La Guerra de la Reconquista Domingo facilitó el éxito militar por parte de las huestes reconquistadoras. Amplios sectores de corte popular, guiados por las élites locales, apoyaron con fuerza el rechazo a los franceses. La Reconquista puede interpretarse desde un enfoque regional, como una reacción del interior contra la capital, donde se concentraron la reactivación económica y los grandes beneficiarios del régimen francés. España era ciertamente una perspectiva más tranquilizadora para muchos sectores de color, libertos y esclavos. La España a la que volvía Santo Domingo seguía siendo esclavista y colonial; pero sin la agresiva política del emperador Napoleón de reesclavización y de impulso de la plantación. El país volvió al dominio español y con él a algunas formas y normas de antaño. Pero nada fue igual. España tampoco era la misma, la experiencia juntista sentó un precedente que influyó en el establecimiento de la Constitución de Cádiz en 1812 y en los procesos independentistas americanos. La Real Audiencia, que durante tres siglos había tenido su asiento en Santo Domingo, se había trasladado a Cuba después que se produjo la cesión a Francia en 1795. Con la Reconquista, Santo Domingo quedó bajo la autoridad de Cuba, formando parte del distrito jurisdiccional de Puerto Príncipe.161 La situación de guerra y el cerco provocaron el consumo del ganado disponible, así como el abandono de las labranzas y haciendas. La Reconquista no solo costó sacrificios a las tropas sino también recursos. Las ayudas recibidas no fueron gratuitas y fueron pagadas, en dinero o en especie, madera o esclavos,162 al tiempo que dieron lugar a acuerdos políticos y comerciales. La reconquistada Santo Domingo estaba endeudada, pues tenía que pagar importantes indemnizaciones a Inglaterra y Puerto Rico. Santo Domingo pasó a depender del dinero enviado desde México, pero el situado brilló por su ausencia, estrangulando el gobierno colonial. El descontento se propagó en amplios sectores. El 30 de abril de 1810 Juan Sánchez Ramírez fue elevado a la categoría de brigadier de los Reales Ejércitos y nombrado gobernador y capitán general de Santo Domingo.163 Por primera y única vez un criollo dominicano asumió la máxima autoridad en Santo Domingo. Pero sobre todo, un movimiento interno había gestado un liderazgo propio, con un líder que tuvo que ser reconocido por la corona española. En su nombramiento el rey Fernando VII expresó: mis paternales sentimientos de amor y gratitud debidos al celo, valor y lealtad de vos, el brigadier de mis Reales Ejércitos, don Juan Sánchez Ramírez, y a los fidelísimos naturales de mi isla Española de Santo Domingo, han ocupado constantemente mi Real atención con el objeto de proporcionar a aquellos beneméritos y generosos 90 Historia general del pueblo dominicano vasallos por cuantos medios son proporcionados y adaptables; que la primera posesión del Nuevo Mundo sea tan gran, rica y opulenta como merecen sus sacrificios, sus esfuerzos y su constancia […].164 A pesar de esta declaración, las atenciones y medidas brillaron por su ausencia y con el paso del tiempo muchos colaboradores de Sánchez Ramírez se sintieron despreciados por la Corona. Todavía en 1821 el descontento con España se hacía presente entre las élites de Santo Domingo. La llamada Independencia Efímera se llevó a cabo por la determinación de dejar de «aguantar con paciencia estúpida los desprecios de la España». En la Declaratoria de Independencia, José Núñez de Cáceres le reclamó a España que «con el arrojo y feliz éxito de la reconquista tenía derecho a esperar un general olvido de su demerito, y las más afectuosas demostraciones de gratitud […] los que en la campaña ocuparon los primeros puestos por su valor y habilidad apenas se entra en la plaza, descienden a los grados inferiores, o se quedan sin nada».165 A finales del siglo xix César Nicolás Penson narraba que «los soldados del ejército reconquistador “no obtuvieron recompensa alguna”, lo que dio margen al descontento y a las ideas separatistas porque tales eran los vientos que soplaban del continente».166 Ciertamente, además de haber experimentado 20 años de exposición a las ideas revolucionarias y republicanas francesas, Santo Domingo volvió al régimen colonial en la víspera del inicio de las independencias americanas. Al año siguiente, 1810, la pólvora de la conspiración y la rebelión se esparció por todo el continente. Esto hizo de Santo Domingo un espacio inestable en el que a las penurias económicas se sumaron conspiraciones y rebeliones de diversa índole. Juan Sánchez Ramírez apenas sobrevivió un año a la gesta que encabezó, al fallecer el 11 de febrero de 1811. Núñez de Cáceres, teniente de gobernador, desempeñó interinamente el mando de la colonia hasta la llegada del nuevo gobernador mariscal de campo Carlos Urrutia y Matos en mayo de 1813. Con él España volvió a asumir la designación de gobernadores foráneos. 91 La Guerra de la Reconquista notas J. B. Lemonnier-Delafosse, Segunda campaña de Santo Domingo, Santo Domingo, 1975, p. 101. 2 Juan Sánchez Ramírez, Diario de la Reconquista, Ciudad Trujillo (Santo Domingo), 1957, p. XXIX. 3 Ibíd., p. XVIII. 4 Emilio Cordero Michel, Cátedras de historia social, económica y política dominicana (His-111), Santo Domingo, 2015, pp. 236-240. 5 Emilio Cordero Michel, Ensayos II, Santo Domingo, 2016, p. 90. 6 Fernando Picó, «Relaciones de Santo Domingo y Puerto Rico según la correspondencia del general Ferrand (1804-1808)», Clío, Año 82, No. 185 (enero-junio de 2013), p. 259. 7 Sobre el proyecto de reesclavización y el impacto de las medidas en este sentido durante el Gobierno francés, ver los trabajos de Graham Nessler, «They always knew her to be free: Emancipation and re-enslavement in french Santo Domingo, 1804-1809», Slavery & Abolition, vol. 33, No. 1 (2012), pp. 87-103, «The Shame of the Nation: The force of reenslavement and the law of “slavery” under the regime of Jean-Louis Ferrand in Santo Domingo, 1804-1809», New West Indian Guide, vol. 86, Nos. 1-2 (2012), pp. 5-28. 8 Picó, «Relaciones», p. 246. 9 Cordero Michel, Ensayos II, p. 92. 10 En enero de 1809 el cura afrancesado Bernardo Correa y Cidrón trató de convencer a Juan Sánchez Ramírez para que abandonara la rebelión contra Francia, y este le respondió en los siguientes términos: «la Providencia me ha favorecido con una compensación del mismo género, al enviarme tres sacerdotes que no me abandonan y que me ayudan con sus consejos en los asuntos de importancia». Estos tres sacerdotes debieron ser el padre Morillas, cura de El Seibo, el presbítero Pedro Moreno, cura de Bayaguana, y el presbítero Vicente de Luna, cura de Santiago de los Caballeros, conspiradores iniciales. Otros curas relevantes fueron José Moreno de Cotuí y Juan Pichardo de Higüey. Véase Bernardo Correa y Cidrón, Vindicaciones y apologías, Andrés Blanco Díaz (ed.), Santo Domingo, 2009, p. 28. 11 Picó, «Relaciones», pp. 254, 263-264. 12 Gilbert Guillermin, Diario histórico (Guerra domínico-francesa de 1808), Santo Domingo, 1976, p. 32. 13 Picó, «Relaciones», p. 265. 14 Thomas Madiou, Histoire d´Haïti, t. IV, Port-au-Prince, 1987, p. 172. 15 Alain Yacou, «La presencia francesa en la isla de Cuba a raíz de la revolución de SaintDomingue (1790-1809)», en En torno a las Antillas hispánicas: ensayos en homenaje al profesor Paul Estrade, Madrid, 2004, p. 225. 16 Sánchez Ramírez, Diario, pp. XXXI-XXXII. 17 Ibíd., p. XXXI. 18 Ibíd., p. 333. 1 92 Historia general del pueblo dominicano Ibíd., p. 251. Ibíd., p. XXXIII. 21 Ibíd., p. 281. 22 Ibíd., pp. 333-338. 23 Ibíd., pp. 341 y 358. 24 José Gabriel García, Compendio de la historia de Santo Domingo, 4 tomos, Santo Domingo, t. I, p. 329. 25 En enero de 1809 Sánchez Ramírez lo envió preso a Puerto Rico, pero Montes, su protector, lo liberó. En octubre de ese mismo año fue implicado junto a Ciriaco Ramírez en la Conspiración de los Italianos, por lo que estaba de vuelta en la isla. Al igual que este, fue descargado de las acusaciones. García, Compendio, t. I, pp. 348-349. 26 Utrera considera que fueron Huber Franco y Ciriaco Ramírez los dos iniciadores de la resistencia antifrancesa. En Sánchez Ramírez, Diario, p. XXXII. 27 García, Compendio, t. II, p. 329. 28 Antonio del Monte y Tejada, Historia de Santo Domingo, 4 tomos, Santo Domingo, 1890, t. III, p. 216. 29 Sánchez Ramírez, Diario, p. 22. 30 Ibíd., pp. 22 y 24. 31 Ibíd., p. 350. 32 Picó, «Relaciones», p. 246. 33 Sánchez Ramírez, Diario, p. 25. 34 Utrera atribuyó a Andrés Muñoz Caballero, escritor del Diario, una cuota de responsabilidad en el desplazamiento y casi invisibilización de la figura de Ciriaco Ramírez, «por cuanto a hombre tan benemérito como Ciriaco Ramírez, que había precedido a Sánchez Ramírez en la opugnación a los franceses, se le había dejado en deshonroso anonimato, salvo que fue tenido por faccioso y perseguido y encarcelado por tal», Sánchez Ramírez, Diario, p. XLIII. 35 Ibíd., p. 350. 36 Ibíd., p. 351. 37 Ibídem. 38 Madiou, Histoire d´Haïti, t. IV, pp. 174-175 y García, Compendio, t. I, p. 329. 39 Luis Alfonso Escolano Giménez, «La Guerra de la Reconquista en Santo Domingo (18081809): una lucha por la continuidad histórica», Boletín del Archivo General de la Nación, Año LXXI, No. 125 (septiembre-diciembre de 2009), p. 641. 40 Sánchez Ramírez, Diario, p. 245. 41 Ibíd., p. 323. 42 Esta acción es ubicada por Ciriaco Ramírez el 24 de octubre en sus declaraciones de 1810. Sánchez Ramírez, Diario, p. 323. 43 García, Compendio, t. I, p. 331. 44 Del Monte y Tejada, Historia, t. III, p. 215. 45 Utrera aclara que solo hubo un corregidor en la colonia de Santo Domingo y fue en el siglo xvi, posterior a las Devastaciones, a una persona cuyo nombre no se ofrece, en premio por su persecución de negros cimarrones en San Juan de la Maguana. Sánchez Ramírez, Diario, p. XXXIV. 46 Lemonnier-Delafosse, Segunda campaña, p. 174. 19 20 93 La Guerra de la Reconquista Documentos del Fondo Archivo Real de Higüey, Archivo General de la Nación, Santo Domingo: ARH.1.27R-60. Otorgamiento de poder, 4 de junio de 1806; ARH.3.10R-44, Despacho del gobernador Joaquín García, 15 de diciembre de 1795 a 25 de enero de 1796; ARH.1.27R-64, Venta de terrenos, 1.º de octubre de 1806; ARH.1.29R-06, Testamentaría, 4 de julio a 10 de septiembre de 1808. 48 Del Monte y Tejada, Historia, t. III, p. 215. 49 García, Compendio, t. I, p. 324. 50 «De esta triste situación y de la esperanza con que contaba sobre alguna parte de mi caudal, que quedó en esta isla, aunque destrozada por el Gobierno francés, me vino la resolución de volver a Santo Domingo», Sánchez Ramírez, Diario, p. 2. 51 Andrés Muñoz fue la persona responsable de escribir el Diario de Reconquista. Dolido José Joaquín del Monte por el desplazamiento del que fue víctima como mano derecha de Juan Sánchez por Muñoz, en 1811 hizo referencia a este personaje. Sobre él dijo que fue uno de los miembros de la Asamblea Central formada por Toussaint Louverture y de los firmantes de la Constitución de 1801, «puso sus manos en los despojos de las iglesias del Norte; hecho que si no dimanó de él, lo autorizó como presidente por el Gobierno francés del Cibao». Consideró que se aprovechó de Sánchez Ramírez, «cuya sencillez conocía y sobre quien tenía antiguo ascendiente por haber sido comandante por los negros del pueblo del Cotuí, cuando aquél estaba de presidente del Cibao», Sánchez Ramírez, Diario, p. 356. 52 Del Monte y Tejada, t. III, p. 216. 53 Sánchez Ramírez, Diario, p. 4. 54 Guillermin, Diario histórico, p. 281. 55 Sánchez Ramírez, Diario, p. 10. 56 Ibíd., pp. 245-247. 57 Picó, «Relaciones», pp. 260-263. 58 Escolano Giménez, «La Guerra de la Reconquista», p. 666. 59 Estos documentos que refiere Sánchez Ramírez podrían aludir a los que había traído Antonio Rendón Sarmiento, y que le fueron confiscados por los franceses. Sánchez Ramírez lo encontró el 4 de septiembre de 1808 escondido en El Seibo y allí supo de la existencia de esos «manifiestos de Sevilla y otros papeles anónimos», Sánchez Ramírez, Diario, p. 247. 60 Ibídem. 61 Ibíd., p. 248. 62 Ibíd., p. 247. 63 Ibíd., p. 248. 64 Ibídem. 65 Ibídem. 66 Ibíd., p. 32. 67 Ibídem. 68 Según el diccionario militar, una compañía es la octava parte de un batallón y tiene entre 200 y 260 hombres. J. D. W. M., Diccionario militar, Madrid, 1863. 69 García, Compendio, t. I, p. 329. 70 Ibíd., pp. 328-329. 71 Sánchez Ramírez, Diario, p. 38. 72 Ibíd., pp. 33-34. 47 94 Historia general del pueblo dominicano Del Monte y Tejada, Historia, t. III, p. 217. Sánchez Ramírez, Diario, pp. 254-256. 75 Agustín Franco era un militar y funcionario afrancesado de importancia. Del Monte y Tejada, Historia, p. 217. 76 Fragmento del poema «A los vencedores de Palo Hincado», escrito por José Núñez de Cáceres. Gustavo Adolfo Mejía Ricart, Crítica de nuestra historia moderna, Santo Domingo, 2007, p. 55. 77 Utrera compara la situación prácticamente con el único hecho comparable: la Batalla de la Sabana Real de La Limonade en 1691, «La batalla de Palo-Hincado tenía su sello peculiar desde 117 años atrás, cuando en un teatro semejante, con guerreros semejantes y semejantes armas, las españolas, principalmente el machete criollo y la lanza del hatero oriental, humillaron las contrarias». Sánchez Ramírez, Diario, p. XXXVI. 78 Lemonnier-Delafosse, Segunda campaña, p. 162. 79 Cordero Michel, Cátedras, p. 264. 80 Del Monte y Tejada, Historia, t. III, p. 217. 81 Sánchez Ramírez, Diario, p. 50. 82 Ibíd., pp. 53-54. 83 José Gabriel García tomó al pie de la letra la descripción del Diario y la incluyó en su Compendio, p. 333. 84 Lemonnier-Delafosse, Segunda campaña, p. 160. 85 Cordero Michel, Cátedras, p. 263. 86 Núñez de Cáceres parafraseó esta arenga en su poema «A los vencedores de Palo Hincado», publicado en 1820: 73 74 Soldados, hoy se debe, pelear por la Patria, y yo confío: que nadie ceda, ni a partido venga: la vida pierda quien cobarde huyere, matadme a mí, si yo la espalda diere. Sánchez Ramírez, Diario, p. 55. «Que se imponía pena de la vida al jefe que diera la voz de retirada, aunque fuese él mismo; igual pena al tambor que la tocase, aun siendo mandado, y también al que volvieses la espalda, o la cara, y no caminase sobre el enemigo después de la primera descarga, avanzando sin aguardar más orden», Sánchez Ramírez, Diario, p. 259. 89 Ni Del Monte y Tejada ni Meriño rememoran la arenga, pero José Gabriel García la reproduce íntegramente del Diario. Manuel Ubaldo Gómez la cita en Resumen de la historia de Santo Domingo, Santo Domingo, 1983, p. 73. 90 Sánchez Ramírez, Diario, pp. 62-63. 91 Lemonnier-Delafosse, Segunda campaña, p. 163. 92 García, Compendio, t. I, p. 334. 93 Del Monte y Tejada, Historia, p. 217. 94 Sánchez Ramírez, Diario, pp. 58-59. 95 Ibíd., p. 60. 96 Ibíd., p. 57. 97 Ibíd., p. 59. 87 88 95 La Guerra de la Reconquista Ibíd., p. 60. Lemonnier-Delafosse, Segunda campaña, p. 164. 100 Sánchez Ramírez, Diario, p. 58. 101 Padre del que fue el primer presidente de la República Dominicana en 1844. 102 Del Monte y Tejada, Historia, t. III, pp. 214 y 217. 103 Lemonnier-Delafosse, Segunda campaña, pp. 172-173. 104 Ibíd., p. 168. 105 Guillermin, Diario histórico, p. 63. 106 En el contexto de la dictadura de Trujillo, un grupo de historiadores reunidos en el Instituto de Investigaciones Históricas estableció que esta batalla «marca la etapa culminante de una evolución» que contribuyó a crear «el primer escenario en que se estrenó el alma nacional, en que brotó el embrión de la Patria». Instituto de Investigaciones Históricas, «Período de la Reincorporación a España», Boletín del Archivo General de la Nación, Año 3, No. 9 (1940), p. 6. 107 García, Compendio, t. I, p. 335. 108 Correa y Cidrón, Vindicaciones y apologías, p. 27. 109 Lemonnier-Delafosse, Segunda campaña, p. 164. 110 Guillermin, Diario histórico, p. 267. 111 Lemonnier-Delafosse, Segunda campaña, p. 177. 112 Sánchez Ramírez, Diario, p. 259. 113 Ibíd., p. 71. 114 Por ejemplo, el 8 diciembre Sánchez Ramírez acusó a Ciriaco Ramírez y a Huber Franco de huir del puesto que defendían en un ataque francés a San Gerónimo. Sánchez Ramírez, Diario, p. 85. 115 Ibíd., p. 66. 116 Ibíd., p. 68. 117 Gustavo Adolfo Mejía Ricart, Historia de Santo Domingo, t. VII, Ciudad Trujillo (Santo Domingo), 1956, p. 289. 118 El Diario inició su relato de la Junta el 13 de diciembre, aunque el documento trata del día doce. El Acta de la Junta enviada al gobernador de Puerto Rico tenía esa misma fecha. Utrera considera que la reunión fue el día 12, pero que al día siguiente se hicieron la redacción final y la firma. Antonio del Monte y Tejada, así como los historiadores haitianos Thomas Madiou y Beaubrun Ardouin, hablaron del 18 como fecha de la Junta. La fecha fue uno de los temas de debate propiciados por el Instituto de Investigaciones Históricas entre 1936 y 1939. Rufino Martínez zanjó la cuestión con la siguiente afirmación: «la fecha anterior o posterior a la establecida, no pone ni quita en el fondo de la cuestión». Instituto, «Período», pp. 1-21. 119 Para información sobre la ubicación de Bondillo, ver Francisco Bernardo Regino, «Entre Bayona y Bondillo: guerra de independencia de España y Guerra de la Reconquista de Santo Domingo, 1808-1814», Clío, Año 86, No. 193 (enero-junio de 2017), p. 122. 120 Listado según la enumeración dada en el Diario de la Reconquista, pp. 95-98. 121 Ibíd., pp. 99-100. 122 Ibíd., p. 103. 123 Ibíd., pp. 260-262. 98 99 96 Historia general del pueblo dominicano Ibíd., p. 263. Ibídem. 126 Ibíd., pp. 268-269. 127 Wenceslao Vega, Los documentos básicos de la historia dominicana, Santo Domingo, 1994, p. 154. 128 Sánchez Ramírez, Diario, p. 263. 129 Guillermin, Diario histórico, p. 82. 130 Ibíd., pp. 348-352. 131 Correa y Cidrón, Vindicaciones y apologías, p. 220. 132 La Junta de Bondillo «desconcertó los planes de Ciriaco Ramírez, que por despecho se retiró a poco de su campamento con el pretexto de hallarse enfermo, abandonado por su mentor don Salvador Féliz», García, Compendio, t. I, p. 340. 133 Federico Henríquez y Carvajal, «Un prócer reaccionario», Cuba Contemporánea, Año XIV, Nos. 167-168 (noviembre y diciembre de 1926), p. 274. 134 Madiou, Histoire d’Haïti, t. IV, p. 181. 135 Beaubrun Ardouin, Études sur l’histoire d’Haïtí: Suivies de la vie du général J. M. Borgella, t. 7, París, 1853, p. 255. 136 Señala Utrera que «[...] generalmente fueron los franceses quienes llevaron la iniciativa en los encuentros por verse libres de aquel cerco», Sánchez Ramírez, Diario, p. XXXVI. 137 Mejía Ricart, Historia, t. VIII, p. 294. 138 Franklin Franco Pichardo, La población dominicana: raza, clases, mestizaje y migraciones, Santo Domingo, 2012, p. 208. 139 «Vous devez etre certain de tout l’intéret que je prends au succés de vos operations contre les français. Vous savez á quel point le peuple dont je suis le chef est enemi de cette nation», Madiou, Histoire d’Haïti, t. IV, pp. 183-184. 140 Ibídem. 141 Justo antes de morir Sánchez Ramírez, en febrero de 1811, hizo un comunicado en el que llamó a los dominicanos a mantener la unión, la sumisión a España y continuar las relaciones de amistad con nuestros aliados vecinos. En la parte Norte de Haití, Christophe hizo publicar en la Gaceta Oficial el texto de Sánchez Ramírez y se realizaron pompas fúnebres en honor al caudillo de la Parte Española, además de que los oficiales civiles y militares debían ir de luto durante un mes, Ardouin, Études, p. 406. 142 Sánchez Ramírez, Diario, p. 136. 143 Mejía Ricart, Historia, t. VII, p. 300. 144 Sánchez Ramírez, Diario, pp. 176, 192 y 198. 145 Ibíd., pp. 176-177. 146 García, Compendio, t. I, p. 344. 147 Sánchez Ramírez, Diario, p. 216. 148 Ibíd., p. 298. 149 Ver la capitulación francesa en Sánchez Ramírez, Diario, pp. 298-301. 150 Ibídem. 151 Frank Moya Pons, Manual de historia dominicana, Santo Domingo, 1981, p. 208. 152 Sánchez Ramírez, Diario, pp. 308-310. 153 Ibíd., pp. 312-313. 124 125 97 La Guerra de la Reconquista «Todas las exportaciones de la República Dominicana por un lapso de más de 60 años, exportaciones que descansaron fundamentalmente en maderas preciosas, café, un poco de azúcar (durante la ocupación haitiana), miel, cera y palo de campeche y guayacán, así como la casi totalidad de sus importaciones de productos industrializados, estuvieron controladas por los ingleses», Cordero Michel, Cátedras, p. 271. 155 Sánchez Ramírez, Diario, p. 305. 156 Ibíd., pp. 295-296. 157 Fondo José Gabriel García, Archivo General de la Nación, Santo Domingo: DO AGN José Gabriel García.4.1.C14-Exp4-Doc1 Carta de Juan Sánchez Ramírez a Juan Antonio Aybar, 19 de abril de 1809; DO AGN José Gabriel García.4.1.C14-Exp4-Doc6 Carta de Juan Sánchez Ramírez a Juan Antonio Aybar, 22 de marzo de 1809; DO AGN José Gabriel García.4.1.C14-Exp4-Doc10 Carta de Juan Sánchez Ramírez a Juan Antonio Aybar, 19 de mayo de 1809. 158 Lemonnier-Delafosse, Segunda campaña, p. 205. 159 Ibídem. 160 Sánchez Ramírez, Diario, p. 320. 161 María Ugarte, Historia, diplomática y archivística. Contribuciones dominicanas, Santo Domingo, 2010, p. 79. 162 Sánchez Ramírez realizó varios envíos de esclavos a Puerto Rico. Por ejemplo, en abril de 1809 mandó 13 esclavos tomados a los franceses para su venta y en beneficio del Real Erario. Fondo José Gabriel García, Archivo General de la Nación, Santo Domingo: DO AGN José Gabriel García.4.1.C14-Exp4-Doc5 Carta de Juan Sánchez Ramírez a Juan Antonio Aybar, 17 de abril de 1809. 163 Sánchez Ramírez, Diario, p. XLVIII. 164 Ibíd., p. IL. 165 El Haití Español de Núñez de Cáceres hizo de la Reconquista su épica fundacional estableciendo dos festividades: el 7 de noviembre por la Batalla de Palo Hincado y el 11 de junio por la toma de Santo Domingo después de la entrega francesa, Emilio Rodríguez Demorizi, Santo Domingo y la Gran Colombia. Bolívar y Núñez de Cáceres, Santo Domingo, 1971, pp. 46-47. 166 César Nicolás Penson, Cosas añejas, Santo Domingo, 2015, p. 223. 154 98