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Rafael Fernández Mata (2018). «Los japonesismos artísticos». Anuario de Letras.
Lingüística y Filología, 6 (2), pp. 39-73.
Correo del autor: rafaelfernandezmata@gmail.com
Enlace del artículo: https://revistas-filologicas.unam.mx/anuario-letras/index.php/al/article/view/1518
LOS JAPONESISMOS ARTÍSTICOS
THE JAPANESE LOANWORDS FOR ART
Rafael Fernández Mata
Universidad de Córdoba (España)
rafaelfernandezmata@gmail.com
Resumen
En el conjunto de japonesismos utilizados en el español actual, los japonesismos artísticos
forman la cuarta mayor área referencial (8 ítems de un total de 92 vocablos). En el presente
artículo se pretende, por primera vez en la lengua española, realizar un estudio exhaustivo
de los japonesismos relativos al Arte, atendiendo a diferentes parámetros lingüísticos (formal, semántico e histórico), además de indicar su grado de adaptación al inventario léxico
del español.
Palabras clave: japonesismo, arte, préstamos léxicos, lexicografía española, Diccionario de la Real Academia Española
Abstract
Japanese loanwords related to Art constitute the fourth biggest semantic field (8 words out
of a total of 92) of all such words used currently in Spanish. For the first time concerning
Spanish, the artistic Japanese loanwords are described thoroughly from a formal, semantic
and historical perspective in the present article. Further, the degree of adaptation of these
loanwords within the Spanish lexical inventory will be indicated.
Keywords: japonesismo, art, loanwords, Spanish lexicography, Diccionario de la Real
Academia Española
Fecha de recepción: 03/09/2017
Fecha de aceptación: 01/03/2018
•
[ 39 ]
Los japonesismos artísticos
1. Introducción
Después de ordenar nuestro inventario de japonesismos actuales siguiendo parámetros semánticos,1 detectamos que el cuarto
mayor número de voces procedentes de la lengua japonesa está
formado por los vocablos pertenecientes al área referencial de
las artes, la cual cuenta con 8 voces procedentes de la lengua
japonesa: “butó”, “cabuqui”, “coto”, “iquebana”, “manga”, “maque”,
“origami” y “siamisén”.2
Nuestro trabajo queda dividido en tres grandes apartados.
En la sección de la metodología resumiremos los pasos que se
han seguido para reunir el listado de japonesismos relativos al
Arte. En este, además, expondremos sucintamente nuestra concepción sobre las etapas de los préstamos. En el tercer apartado
analizaremos las voces seleccionadas de acuerdo con diferentes
parámetros lingüísticos. En último lugar, ofreceremos los datos
concluyentes de nuestra investigación.
2. Metodología3
En nuestra tesis inédita, Los japonesismos de la lengua española: Historia y transcripción (2015), cruzamos la información de
diversas fuentes con dos objetivos: por un lado, obtener un in1
Si se desea conocer la metodología y fuentes empleadas para llegar al listado de 92
ítems léxicos y su clasificación semántica, cf. nuestro artículo “Los japonesismos del
español actual” (2017).
2
Al igual que en nuestra tesis inédita, Los japonesismos de la lengua española: Historia
y transcripción (2015), en todas aquellas voces de origen japonés que siguen nuestro
sistema de transcripción al alfabeto latino, emplearemos comillas inglesas (“ ”),
escribiendo en cursiva aquellas voces que todavía se consideran extranjerismos. Para
saber más sobre nuestros patrones transcriptivos véase “Método de transcripción
del japonés al español: los sonidos vocálicos, semivocálicos y consonánticos” [en
prensa]. A lo largo del presente artículo hemos transcrito todas las voces de origen
japonés (nombres propios, obras lexicográficas, ciudades, etc.) siguiendo nuestro
método de transcripción, con la única excepción de los nombres propios de los
autores que hemos consultado para nuestra bibliografía.
3
Lo presentado en este apartado es una síntesis de nuestra metodología, que se podrá
consultar completa en nuestro artículo “Los japonesismos bélicos y gubernamentales”,
publicado en el número anterior en esta misma revista.
40
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ventario actualizado de voces de origen japonés utilizadas en español; por otro, recabar el mayor número posible de datos sobre
la expresión, el contenido, el uso, la adopción y la historia-etimología de dichos términos. Para organizar la ingente cantidad
de información que obtuvimos, volcamos los datos en diferentes
cuadros.4 Una vez compilados siguiendo los parámetros recién
expuestos, pasamos a la descripción ordenada y detallada de
cada una de las voces.
Por lo que respecta a las fuentes relativas al análisis de los
japonesismos, hemos utilizado: (1) los corpus de referencia del
español5 pasado y actual (el CORDE, el CREA y el CORPES
XXI);6 (2) obras lexicográficas españolas, todas de corte sincrónico: DVUA, DEA, DRAE, 2001 —vigésima segunda edición—,
GDUEA, DUEAE, NDVUA, DUE, DClave y DLE, 2014 —vigésima tercera edición—; (3) otros diccionarios sincrónicos de
lenguas afines al español, bien por proximidad geográfica, bien
por conexiones históricas: MWCD y OED (inglés), DFL y LPR
(francés), DHLP y DPLP (portugués) y DOVLI y Zingarelli (italiano); (4) dos obras españolas fundamentales para el estudio
diacrónico (el DCECH y el buscador en línea del NTLLE); (5)
una obra lexicográfica japonesa (el Daiyirín).
En cuanto al grado de adaptación de los japonesismos en
el sistema léxico del español, nos hemos basado en la clasificación tripartita propuesta por Gómez Capuz (1998, 2005). Este
investigador se basa en diferentes parámetros lingüísticos y extralingüísticos7 para determinar tres estadios por los que pasan
4
Cuadros que, por motivos de espacio, omitiremos en este artículo, pero que se
pueden consultar en nuestra tesis inédita.
5
Quisiéramos advertir que nuestra concepción del estudio es panhispánica, es decir,
no hemos dado preferencia a ninguna norma o modalidad del español.
6
Para las abreviaciones usadas en este artículo, cf. el anexo que ofrecemos al final.
7
Dichos parámetros son: (1) adecuación grafía/sonido; (2) adaptación morfosintáctica (género, número, derivación, cambio de categoría gramatical, combinación,
etc.); (3) valor semántico (monosemia, polisemia, denotación, connotación, generalización, metáfora, metonimia, etc.); (4) conocimiento del significado (marcas
autonímicas: sinónimos, paráfrasis o explicaciones para su comprensión); (5) uso
y sentimiento por parte del hablante; (6) tiempo transcurrido desde su adopción.
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los préstamos léxicos: el momento de transferencia, el momento
de asimilación y el momento de madurez.
3. Japonesismos artísticos
3.1 “butó”
La voz “butó” procede del étimo 舞踏, [bɯtoː],8 cuya única
acepción japonesa es: ‘baile, en especial, al estilo occidental’
(Daiyirín).
Dentro del conjunto de las obras lexicográficas españolas,
solo queda inventariado por el NDVUA y el DClave, con la forma butoh. En cuanto al CORDE, no hallamos muestras. En los
corpus del español actual, los datos demuestran una clara preferencia por la forma oxítona butoh, sin tilde, pero con grafía
extranjerizante (3 casos de buto en CREA y 1 en CORPES XXI
vs. 5 casos de butoh en CREA y los 66 del CORPES XXI). En
comparación con los datos aportados por las obras lexicográficas extranjeras (LPR, DHLP y DOVLI), todo indica que el español comparte con la lengua francesa y la portuguesa preferencia
por la acentuación aguda, mientras que el italiano prefiere la
paroxítona. El patrón acentual del español puede deberse a un
calco exacto del originario japonés, o bien al influjo de las lenguas francesa y portuguesa, aunque su sistema de transcripción
gráfica sea más propio de la lengua inglesa —por lo que tampoco descartamos el influjo de esta lengua—.
En lo relativo a su significación, detectamos consenso en
los corpus del español (CREA y CORPES XXI) y las obras lexicográficas, tanto españolas (NDVUA y DClave) como extranjeras (LPR, DHLP y DOVLI), en las que se recoge el significado
del original japonés, esto es, el de ‘danza’ o ‘baile’. En CREA y
8
En cuanto a la transcripción fonética que llevamos a cabo en este artículo, ensombreceremos los segmentos vocálicos que, según nuestra percepción, se articulan con
mayor intensidad. Nos hemos basado en las muestras de hablantes nativos reales
contenidas en el diccionario de pronunciación en línea <http://es.forvo.com/>. Con
[ɯ] representamos un sonido vocálico, posterior, cerrado, sin protrusión labial (Tsujimura, 1996 [2007]: 17; Akamatsu, 1997: 31-32; Vance, 2008: 56-57).
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CORPES XXI el japonesismo suele aparecer en contextos en los
que se mencionan vocablos relacionados con el arte escénico
(danza, teatro, bailarín, etc.).9 Sobre sus valores morfológicos,
los corpus (CREA y CORPES XXI) y los diccionarios españoles (NDVUA y DClave) coinciden en describirlo como un sustantivo masculino, acompañado en ocasiones por los artículos
masculinos, el-un, y otras formas contractas, del. Con este género ha pasado a otras lenguas romances, como la portuguesa (DHLP), la italiana (—invariable— DOVLI) o la francesa
(LPR). No hallamos muestras de plural, porque el español no
suele contabilizar las artes escénicas, aunque se podría inferir
que su plural es los butós. Como ya indicaba el DClave, existe un
patrón combinatorio bastante extendido, como elemento apositivo: danza buto(h). Si bien, hemos observado la aparición repetitiva de otras combinaciones: (un/del) bailarín (de) butoh, hacer butoh —en presente de indicativo, gerundio o infinitivo—.
Llama también la atención el uso de la fórmula con función
adjetiva a lo buto.
La primera documentación textual de la palabra, con el significante buto, tiene lugar en 1986 (en el diario español El País,
9
Algunas muestras del CREA:
Su baile, sacado del buto, es una herética unión de la tradición y el kamikaze, la
parsimonia oriental y la ruptura de los heavy metal.
Danza buto japonesa a cargo de uno de los grandes maestros.
Ushio Amagatsu, exponente de la lentitud y delicadeza de esta danza
pendular, dirige a la formación en su misterioso ritual y compara elegantemente
el equilibrio de un bailarín de butoh con un recipiente lleno de líquido que no
puede contener una sola gota de más.
Otras del CORPES XXI:
Nuestro bailarín japonés secretamente adoptaba cierta actitud femenina en su
danza que es propio del butoh, una danza tan vanguardista que por momentos
define una sexualidad confusa y eso me encanta.
Rhea Volij, bailarina y coreógrafa de danza butoh, participó en la creación de
Debajo del cielo, un poético espectáculo de danza-teatro que enaltece la idea de
reconciliación.
Hay una frase que circula entre los que hacemos butoh que es de Zea-Mi, el
creador del teatro noh: para bailar hay que mover diez décimos el espíritu.
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el número del 2 de agosto). Sin embargo, no sería hasta el 2003
cuando el NDVUA recogiera dicha voz con la grafía extranjerizante butoh. Desde su primer registro escrito no observamos
variación significativa, pero sí formal, pues en la actualidad se
ha impuesto la transcripción extranjerizante con h final.
Por lo que respecta a las lenguas occidentales consultadas,
el DHLP data su primera aparición en 1960, mientras que el LPR
la sitúa en 1983. Existe disparidad de opiniones en cuanto al nacimiento de este movimiento artístico: por un lado, el NDVUA
ubica su nacimiento a mediados de 1950, pero el LPR retrasa
su aparición a la década de los sesenta. El DHLP se encuentra a
medio camino entre estas dos propuestas, ya que da el año 1959.
Sea como fuere, es de esperar que esta voz viniera utilizándose
desde los sesenta.
Si consideramos todos los datos anteriores, creemos que
la voz “butó” pertenece al grupo de los japonesismos que se
encuentran en la etapa de transferencia, pues existen pruebas
que lo vinculan a este primer estadio: variación formal (tanto
articulada10 como gráfica), monosemia, pertenencia a un campo
técnico en particular (el arte escénico). A pesar de las pruebas
anteriores, resulta sorprendente que en todos los corpus solo hayamos observado dos casos de marcas autonímicas (una forma
de danza, una danza tan vanguardista…), lo cual nos hace pensar que los datos obtenidos pertenecen a un contexto en el que el
término es ampliamente conocido por los informantes, es decir,
se trata de textos especializados en el “butó”, como la expresión
a lo buto antes mencionada. Tal vez por su estrecha relación con
el teatro, desde el punto de vista morfológico, haya pasado a la
lengua española como sustantivo masculino. Por otro lado, su
10
Aunque el DClave indique su acentuación aguda, lo cierto es que entrevistas con
hablantes nativos de español demuestran que la tendencia a usar el patrón acentual
llano está viva. Sobre todo, tenemos que tener presente que los hablantes de español
que se hayan topado con la palabra por primera vez de manera escrita, sin ver la tilde,
solo con la transcripción extranjerizante acabada en h, han podido creer que se trata
de una palabra paroxítona. Asimismo, el propio DClave indica que se trata de un
extranjerismo y que, como tal, debe escribirse usando marcas gráficas que indiquen
su estatus de elemento exógeno.
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repercusión, según el CORPES XXI, es baja (0.35 casos por millón).
3.2 “cabuqui”
La palabra “cabuqui” viene del étimo japonés, con doble posibilidad gráfica, 歌舞伎 o 歌舞妓 [kabɯk’i],11 que en japonés
posee dos acepciones: ‘1) Representación teatral en la que, en
lugar de actrices, se emplean hombres caracterizados como tales (oiama) y en la que se incluyen componentes como la danza
interpretativa o la actuación musical; 2) De comportamiento
voluptuoso, con gusto por la apariencia fastuosa y excéntrica’
(Daiyirín).
Tanto en los corpus (CREA y CORPES XXI) como en las
obras lexicográficas españolas (DEA, DUEAE, NDVUA, DUE,
DClave y DLE, 2014) y extranjeras (MWCD, OED, DFL, LPR,
DOVLI y Zingarelli) se utiliza la transcripción extranjerizante kabuki. Únicamente los diccionarios portugueses (DHLP y
DPLP) emplean un patrón ortográfico adaptado a su lengua mediante la transcripción cabúqui; no obstante, el DPLP también
aporta la variante extranjerizante con k. Sobre su acentuación,
por la ausencia de tildes en las muestras de los corpus y en los
diccionarios españoles, inferimos que esta voz ha sido adoptada
con patrón paroxítono, similar al de la lengua de origen.
En lo relativo a su valor semántico, en los corpus del español (CREA y CORPES XXI) hallamos dos significados: como
sustantivo (‘género o modalidad teatral japonesa’) y como adjetivo (‘relativo a este género’). Sin embargo, solo tres obras lexicográficas españolas (DEA, DUEAE y DLE, 2014) recogen dos
acepciones, una como sustantivo y otra como adjetivo. Las obras
lexicográficas extranjeras (MWCD, OED, DFL, LPR, DHLP,
DPLP, DOVLI y Zingarelli) solo aportan una definición como
sustantivo. Vemos, pues, que en todas las lenguas analizadas el
japonesismo deriva de la primera acepción descrita en el Dai-
11
[k’]: sonido consonántico, dorsal, palatalizado, oclusivo, sordo (Akamatsu, 1997:
78; Vance, 2008: 92-93).
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yirín, esto es, la de ‘representación teatral en la que, en lugar de
actrices, se emplean hombres caracterizados como tales y en la
que se incluyen componentes como la danza interpretativa o
la actuación musical’. De este modo, en CREA y CORPES XXI, el
japonesismo suele aparecer cerca de vocablos relacionados con
las artes escénicas (teatro, danza, actor, gesto, dramático, etc.).12
En cuanto a su integración en el sistema morfológico del
español, los corpus (CREA y CORPES XXI) y los diccionarios
españoles (DEA, DUEAE, NDVUA, DUE, DClave y DLE, 2014)
concuerdan en describirlo como un sustantivo masculino, por
lo que suele aparecer junto a los artículos, el-un, o la amalgama
de preposición y artículo, del. Con este género ha pasado a otras
lenguas romances, como la portuguesa (DHLP y DPLP), la italiana (—invariable— DOVLI y Zingarelli) o la francesa (DFL y
LPR). Aunque no hallamos muestras de plural en los corpus, en
12
Algunas muestras del CREA:
Estas dos “repeticiones”, la del kabuki y la del policial “negro”, difieren también
por las características de la secuencia extensa donde se instalan. El gesto arbitrario
del teatro japonés se incluye dentro de un repertorio finito y conocido de obras,
fijadas por una tradición de muchos años, conocidas por el espectador, y por los
que lo antecedieron.
Y no se trata, para el caso, de la diferencia en la producción de un signo como
en el teatro kabuki (el actor, en esa vieja forma japonesa de arte dramático, es
festejado por el modo en que ejecuta un gesto arbitrario que representa una
emoción), sino por la repetición de un acto motivado: la forma en que Bogart
exhala el humo y masca unas palabras; o Mitchun congela su mirada oblicua,
sobre otra que furtivamente le dirigen.
Los alegres trabajadores de la rumba fueron relevados por los hombres del
tango, que ingresaron en la ritual penumbra del escenario de riguroso esmoquin
y con sus rostros de palidez de albayalde, como máscaras de teatro kabuki.
Otras del CORPES XXI:
Pero además Kaji le contó que un famoso actor kabuki acababa de morir
envenenado por el fugu.
Luego en Europa tuve la oportunidad de asistir a muchos festivales y conocer
el Noh y el kabuki (teatro tradicional de Japón) que ejercieron sobre mí una gran
fascinación.
El teatro kabuki es un teatro popular, sobre todo si se le contrapone al teatro
“no” del siglo xiv.
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el DUEAE se da un ejemplo de su forma plural: los cabuquis. Si
tenemos en cuenta que el plural de otros géneros dramáticos se
forma añadiendo /-s/ (por ejemplo: comedia-comedias, tragediatragedias), no es de extrañar que para esta voz se haga lo mismo.
Como sustantivo, no detectamos preferencia por ningún patrón
combinatorio, pero, como elemento apositivo, se suele usar pospuesto a dos sustantivos: teatro y actor. Teatro kabuki es el patrón sintáctico más repetido.
De acuerdo con la información del Daiyirín, el “cabuqui”
tiene sus comienzos en la era Quecho (1596-1615). En español,
según el CREA, el primer registro escrito data de 1984 (en la
obra argentina de Óscar Traversa, Cine: el significado negado).
Su primera aparición en una obra lexicográfica española tiene
lugar en el DEA, esto es, en 1999. Desde su primer registro escrito no observamos variación formal o significativa.
A pesar de que el “cabuqui” se cultivara en Japón desde finales del siglo xvi, los primeros registros escritos de esta palabra
en otras lenguas tienen lugar a fines del siglo xix: así, en francés, su primera aparición es de 1895; de cuatro años más tarde,
1899, es la fecha proporcionada por los dos diccionarios ingleses
(MWCD y OED). Los diccionarios italianos (DOVLI y Zingarelli) ofrecen el año de 1957, y, en portugués, según el DHLP, se registra en 1995. En definitiva, parece ser que esta voz fue tomada
por otras lenguas vecinas a lo largo del siglo xx, probablemente
a través del francés —dada la grafía extranjerizante— y que, por
influencia del método de transcripción galo, pasara así a la lengua española.
Teniendo en cuenta la información previa, opinamos que
el préstamo “cabuqui” se encuentra en el grupo de japonesismos
que han sido casi totalmente asimilados por la lengua española. No podemos afirmar que se trata de una voz patrimonial,
pues su transcripción extranjerizante, su referente significativo (‘género o modalidad de teatro japonés’) y el uso de marcas
autonímicas (esa vieja forma japonesa de arte dramático, teatro
tradicional de Japón)13 lo hacen ser percibido como elemento
13
En los corpus solo hemos hallado dos marcas autonímicas.
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exógeno. Asimismo, el CORPES XXI demuestra que su repercusión en lengua española es baja (0.28 casos por millón). Por
otro lado, posee características morfosintácticas y semánticas
que demuestran que puede ser sometido a los recursos neológicos internos del sistema español. Así, en primer lugar, es sólido el uso en todos los ejemplos como sustantivo masculino.
En segundo lugar, posee un patrón combinatorio firme (teatro
kabuki, actor kabuki) en el que actúa como adjetivo, derivado de
su forma originaria sustantiva.
3.3 “coto”
La voz “coto” proviene del étimo, con triple significante, 琴, 箏 o
筝 [koto], cuya acepción en lengua japonesa (‘nombre popular
del so. Principalmente usado desde épocas modernas. 琴 (coto)
es el canyi de lectura común que lo sustituye’) remite a otra voz,
箏 o 筝, [soː], que posee las siguientes acepciones: ‘1) Instrumento de cuerda pulsada de la familia de las cítaras japonesas y
chinas. Con una caja larga de madera (generalmente de paulonia) en cuya superficie hay trece cuerdas tensadas. Se toca con
unas uñas o púas colocadas en los dedos de la mano derecha y
cada cuerda va afinada sobre un puente móvil; 2) Lectura japonesa para 琴 (quin). Usado desde la Edad Antigua. También
se utiliza para designar multitud de instrumentos de cuerda del
mismo tipo que el so y el quin (cítaras con una larga caja); 3) En
origen, nombre usado para referirse a todos los instrumentos de
cuerda. Estos se nombraban dividiéndose en quinnocoto, sonocoto, biuanocoto, iamatogoto, cudaragoto y siraguigoto’ (Daiyirín).
Encontramos consenso entre las muestras de los corpus
(CORDE, CREA y CORPES XXI) y la forma gráfica extranjerizante, koto, reflejada en las obras lexicográficas, tanto extranjeras (MWCD, OED, DFL, LPR y DOVLI)14 como española
(NDVUA). Sobre su acentuación, por la ausencia de marcas
acentuales en las muestras de los corpus y del diccionario espa14
Únicamente el DHLP ofrece la forma coto.
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ñol inferimos que se trata de una voz paroxítona, que coincide
con el patrón acentual de la lengua de origen.
Por lo que respecta a su significado, detectamos consenso
en los corpus del español (CORDE, CREA y CORPES XXI) y las
obras lexicográficas, española (NDVUA) y extranjeras (MWCD,
OED, DFL, LPR, DHLP, y DOVLI), pues todos proceden de la
primera acepción para los significantes [koto] y [soː], es decir,
se hace alusión al ‘instrumento de cuerda pulsada de la familia
de las cítaras japonesas y chinas. Con una caja larga de madera
(generalmente de paulonia) en cuya superficie hay trece cuerdas
tensadas. Se toca con unas uñas o púas colocadas en los dedos
de la mano derecha y cada cuerda va afinada sobre un puente móvil’ (Daiyirín). De este modo, en las muestras españolas
de los corpus el japonesismo suele aparecer cerca de palabras
relacionadas con la música (música, instrumento musical, arpa,
guitarra, flauta, laúd, tamboril, escuchar, etc.).15
En cuanto a su integración en el sistema morfológico del
español, los corpus (CORDE, CREA y CORPES XXI) y el NDVUA coinciden en describirlo como un sustantivo masculino,
con adyacentes del tipo: el, un, del, el cual, elaborado. Con este
género ha pasado a otras lenguas romances, como la francesa
(DFL y LPR), la portuguesa (DHLP) y la italiana (DOVLI, como
masculino invariable). A pesar de que no hallamos muestras de
plural, se podría deducir que su plural es los cotos, pues, al tratarse de un instrumento, este se puede concebir como un ele-
15
En el ejemplo del CORDE leemos: No es lo mismo ver bailar a un oso que escuchar
el koto, nuestra arpa horizontal, el teiko, el tamboril japonés.
En CREA: Una inmigrante japonesa que llegó al país pocos años antes de la
segunda Guerra Mundial, Kiyo Mishima de Cita, originaria de la prefectura de
Fukuoka, isla de Kyushu, trajo consigo, como parte de su menaje, un instrumento
musical, el koto (véase p. 208), el cual está elaborado con madera del árbol paulonia.
Mide casi dos metros de largo, tiene treinta centímetros de ancho y una altura de
aproximadamente quince centímetros. La cabecera del instrumento se levanta
colocando manualmente unos soportes de madera. Cuenta con trece cuerdas de seda
y con trece puentes movibles de marfil, que dan los tonos requeridos.
En el CORPES XXI: corrobora la japonesa, con el cuchillito caliente en las manos.
Sus palabras suenan afónicas, la cuerda de un koto desagarrada en medio de un
concierto.
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mento tangible y contable. Tampoco hallamos preferencia por
ningún tipo de patrón combinatorio.
El primer registro escrito de esta voz ocurre en la década
de los sesenta del siglo xx, concretamente, de acuerdo con los
datos del CORDE, en 1964 (en la obra española de José María Gironella, El Japón y su duende). Su primera documentación
en una obra lexicográfica española tendría lugar en 2003, en el
NDVUA. Desde su primer registro escrito no hemos detectado
variación gráfica o significativa.
De las lenguas occidentales consultadas, el inglés es la
primera en tener testimonios de este vocablo: 1795 (MWCD y
OED). Para el francés, el LPR data su primera aparición en 1907,
mientras que el DOVLI sostiene que, para el italiano, esta voz se
registra en el siglo xx.
Si consideramos todos los datos anteriores, creemos que la
voz “coto” pertenece al grupo de los japonesismos que se encuentran en proceso de transferencia. En primer lugar, por su
grafía extranjerizante. En cuanto a su significación, se debe tener presente su valor monosémico y su pertenencia a un campo técnico en particular (los instrumentos japoneses). Otro
elemento clave para adscribirlo al grupo de japonesismos en
proceso de transferencia son las marcas autonímicas, del tipo:
arpa japonesa, instrumento parecido a un laúd o una guitarra de
veinte cuerdas, nuestra arpa horizontal, un instrumento musical.
Debemos añadir, asimismo, su repercusión circunstancial o no
significativa, según el CORPES XXI, pues únicamente recoge
dos ejemplos.
3.4 “iquebana”
El préstamo “iquebana” procede del étimo japonés, con triple
posibilidad de representación, 生け花, 活花 o 挿花 [ikebana],
que en japonés posee tres acepciones: ‘1) Arte tradicional característico de Japón consistente en combinar ramas, tallos, flores
y hojas de plantas que se usan como materiales en un recipiente
o jarrón, ajustando su forma para crear una obra destinada a ser
contemplada; 2) En la era Muromachi, usar cubos en los que se
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cultivaban flores o plantas para adornar el interior de la habitación; 3) Flor central alrededor de la que se organiza el arreglo
de iquebana y que formaliza la expresión deseada, en teoría, el
nacimiento de la planta’ (Daiyirín).
Las muestras de los corpus del español actual (CREA y
CORPES XXI) concuerdan con las de las obras lexicográficas
españolas (DEA, DUEAE, NDVUA, DUE, DClave y DLE, 2014)
y extranjeras (MWCD, OED, DFL, LPR, DHLP, DOVLI y Zingarelli), puesto que en todos se representa el japonesismo con la
grafía extranjerizante ikebana. Sobre su acentuación, en lengua
española no hay lugar a dudas, tanto la representación gráfica
—y descripción fónica (DUE y DClave)— de algunos diccionarios como la de los corpus demuestra que no existen variantes
articulatorias: esta palabra ha sido adaptada con acentuación
llana, diferente a la del étimo japonés.
En lo relativo su significado, se observa concordancia entre las obras lexicográficas, españolas (DEA, DUEAE, NDVUA,
DUE, DClave y DLE, 2014) o extranjeras (MWCD, OED, DFL,
LPR, DHLP, DOVLI y Zingarelli), y las muestras de los corpus
españoles (CREA y CORPES XXI). Todos los ejemplos proceden de la primera acepción del término en lengua japonesa, es
decir, hacen referencia al ‘arte tradicional característico de Japón
consistente en combinar ramas, tallos, flores y hojas de plantas
que se usan como materiales en un recipiente o jarrón, ajustando su forma para crear una obra destinada a ser contemplada’
(Daiyirín). De este modo, en los corpus el japonesismo suele
aparecer en contextos en los que se mencionan términos relacionados con las artes, sobre todo decorativas (adornos, decorar,
bols de porcelana, pintar, bordar, decoración floral).16
16
Encontramos en el CREA:
La ceremonia del té (planta de origen chino) se desarrolló notablemente en China
durante la dinastía Sung, y su ritual imbuido de la “visión” propia del budismo
Zen hacía de esa “Ceremonia” (vacía de sentido según el cine americano, lleno
de estúpidas reverencias, adornos de ikebana y bols de porcelana, kimonos
y pajaritos enjaulados) una ayuda para la meditación, o sea que el lugar era
de rigurosa modestia (una cabaña de bambú), rodeado de verde natural (sin
jardinería japonesa) y de pájaros libres (no enjaulados).
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Los japonesismos artísticos
Al respecto de su información morfológica, los corpus
(CREA y CORPES XXI) y los diccionarios españoles (DEA,
DUEAE, NDVUA, DUE, DClave y DLE, 2014) convienen en
describirlo como un sustantivo masculino, por lo que suele aparecer junto al artículo determinado, el-los, o la amalgama de
preposición y artículo, del. Con este género ha pasado a otras
lenguas romances, como la italiana (—invariable— DOVLI y
Zingarelli) o la francesa (DFL y LPR). En portugués, según el
DHLP, ha sido adoptada como sustantivo femenino. Tanto en
CREA como en CORPES XX observamos usos sólidos de plural
mediante el morfema /-s/: ikebanas. Como sustantivo, no detectamos preferencia por combinaciones sintácticas, aunque el
siguiente patrón combinatorio parece recurrente: curso de ikebana. Como elemento apositivo, solo un caso, se usa en: arreglo
floral ikebana.
En español, según el CREA, el primer registro escrito data
de 1982 (en el tomo 4 de la obra argentina Curso práctico de cerámica, de Jorge Fernández Chiti). Si bien, en su primera aparición en una obra lexicográfica española, el DEA proporciona un
ejemplo, del 4 de noviembre de 1973 del desaparecido periódico
español Ya. Desde su primer registro escrito no observamos variación formal o significativa.
Por lo que respecta a otras lenguas, el inglés es la primera
en recoger por escrito esta voz, en 1901, según MWCD y OED.
En italiano, confróntense DOVLI y Zingarelli, la primera aparición se fecha en 1963. El LPR la data en 1969 para el francés. Por
Se cuidó de preservar el teatro Noh (teatro de máscaras), la ceremonia de
té, sado, y el arreglo floral, kado o ikebana, que tuvieron su nacimiento en los
shogunatos anteriores.
Hay capítulos sobre la esgrima del samurai, la poesía haiku, el arte y ceremonia
del té, y podría habérsele añadido el tiro con arco —que Herriguel explica en su
libro clásico— o el arreglo floral ikebana, pero no el bonsai, que no es Zen.
En el CORPES XXI:
¿Por qué no tomas un curso de ikebana ya que tanto te gustan las flores?
se ha articulado en torno al rojo, el blanco roto, las plantas desnudas como raíces,
el bambú y el ikebana.
Si los hay de ikebana, de ceremonia del té, y de reiki, seguro que también los
hay de geisha.
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Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 2, año 2018: 39-73
Rafael Fernández Mata
último, el DHLP proporciona la ambigua datación de ‘siglo xx’
para el portugués. Tanto por la grafía extranjerizante como por
la variación en el patrón acentual con respecto a la voz original,
creemos que el inglés ha actuado como lengua intermediaria entre el japonés y el español, pues, aparte de haber sido recogido
por escrito, en lengua inglesa la voz se ha adaptado con patrón
paroxítono.
Teniendo en cuenta la información recién expuesta, opinamos que “iquebana” se encuentra en el grupo de japonesismos
entre el momento de transferencia y el proceso de asimilación.
En primer lugar, presenta grafía extranjerizante, pero estable.
Por otro lado, su integración morfológica se demuestra sólida
a lo largo de las muestras contenidas en los corpus del español.
Si bien, desde el punto de vista significativo, esta voz, monosémica, viene acompañada en numerosas ocasiones por marcas
autonímicas que vienen a traducir o explicar su significado: arte
floral, arreglo(s) floral(es), una técnica oriental de decoración floral que sirve para reflejar el espíritu. Asimismo, el CORPES XXI
demuestra que su repercusión en lengua española es circunstancial o no significativa (0.08 casos por millón).
3.5 “manga”
El japonesismo “manga”, del étimo japonés 漫画 [manga], posee tres acepciones en lengua japonesa: ‘1) Dibujo elaborado haciendo uso evidente de la omisión y la exageración que incluye
una crítica o una sátira al mismo tiempo que invita a la risa.
Caricatura; 2) Historia expresada con dibujos o con dibujo y
diálogos; 3) Dibujo pintado por libre impulso’ (Daiyirín).
En el conjunto de los corpus (CREA y CORPES XXI) y las
obras lexicográficas españolas (DVUA, GDUEA, DUEAE, NDVUA, DClave y DLE, 2014) viene recogida la grafía manga(s).
Todas las obras lexicográficas extranjeras que inventarían esta
voz (MWCD, DFL, LPR, DHLP, DPLP, DOVLI y Zingarelli) emplean el significante manga. Por lo que respecta a su acentuación, tanto por las formas aportadas por los corpus como por la
información fonética recogida en GDUEA y DClave, sabemos
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 2, año 2018: 39-73
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Los japonesismos artísticos
que esta voz ha pasado a la lengua española como voz paroxítona, similar a la del étimo japonés. Con este patrón acentual ha
pasado al inglés (MWCD), al francés (LPR) y al italiano (DOVLI y Zingarelli). El portugués presenta patrón oxítono (DHLP)
y también paroxítono (DPLP).
Por lo que respecta al significado del término, detectamos
acuerdo entre los corpus del español (CREA y CORPES XXI)
y las obras lexicográficas, tanto españolas (DVUA, GDUEA,
DUEAE, NDVUA, DClave y DLE, 2014) como extranjeras
(MWCD, DFL, LPR, DHLP, DPLP, DOVLI y Zingarelli). El DEL
(2014) es la obra lexicográfica española que, a nuestro entender,
mejor especifica las acepciones de la voz, ya que presenta tres
significaciones, dos pertenecientes a su función como sustantivo
y una tercera relativa a su uso como adjetivo. Como sustantivo, significa ‘cómic o tebeo de origen japonés’ (DVUA, DUEAE,
NDVUA, DClave17 y DLE, 2014) o ‘género correspondiente al
manga’ (GDUEA, DUEAE18 y DLE, 2014). Como adjetivo, indica que ‘la cualidad de algo está relacionada con el manga’ (DLE,
2014). Comprobamos, pues, que las acepciones españolas proceden de las dos primeras significaciones del étimo japonés, esto
es, las referentes al ‘dibujo elaborado haciendo uso evidente de la
omisión y la exageración que incluye una crítica o una sátira al
mismo tiempo que invita a la risa’ y a la ‘historia expresada con
dibujos o con dibujo y diálogos’ (Daiyirín). En los corpus del
español (CREA y CORPES XXI) el japonesismo suele aparecer
en contextos donde se mencionan vocablos relativos a las artes
pictóricas (anime, historieta, grafismo, estética, dibujo animado,
trazo, cómic, ilustración, etc.).19
17
El DClave indica la naturaleza sencilla del dibujo.
El DUEAE mezcla la primera acepción con esta segunda.
19
En CREA:
18
El salón, que se instalará en la estación de França entre el 27 y el 29 de octubre,
estará dedicado al “manga” (historieta japonesa), el “anime” (historieta japonesa
animada) y al sector del videojuego.
El primero es lo fácilmente que el grafismo “manga” (trazo redondo, amable,
del todo legible y muy ligado a la estética de dibujo animado) es capaz de dar gato
por liebre a aquellos que catalogan los productos por su apariencia.
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Rafael Fernández Mata
Detectamos en las muestras de los corpus (CREA y CORPES XXI) que esta voz se utiliza tanto en singular (manga) como
en plural (mangas), mostrando a su vez estabilidad gráfica. A
pesar de que el DUEAE indica que su plural es manga, lo cierto
es que en los corpus se prefiere la combinación los mangas (2
casos en CREA y 5 en CORPES XXI) a los manga (3 casos en
CORPES XXI). Por lo que respecta al género, todas las obras
lexicográficas españolas (DVUA, GDUEA, DUEAE, NDVUA,
DClave y DLE, 2014) indican que se trata de una voz masculina.20 Únicamente hallamos un caso empleado como femenino
en Uruguay, una manga (historieta japonesa), en CORPES XXI.
Su especialización como sustantivo masculino tal vez se deba a
la existencia de la voz femenina la manga en el sistema léxico español, a fin de evitar solapamiento formal y semántico. En otras
lenguas romances ha pasado también como sustantivo masculino (francés: DFL y LPR, portugués: DHLP) o sustantivo masculino invariable (italiano: DOVLI y Zingarelli). Encontramos discrepancia en el DPLP para el portugués, pues esta obra sostiene
que se trata de un sustantivo femenino. Detectamos preferencia
por los patrones combinatorios: (estilo) manga japonés, manga
Los dibujos tienen una sencillez de líneas que los aproxima al estilo del manga
japonés y presentan a los cántabros, con largas cabelleras, vestidos con pieles y
correas, siguiendo un estereotipo ampliamente seguido en las ilustraciones de
este pueblo prerromano.
Este conjunto de personajes desopilantes se mueve en un escenario decorado
con dibujos de los tebeos manga japoneses.
En CORPES XXI:
El “manga”, que es la forma de denominar la narrativa gráfica japonesa, encuentra
una gran demanda entre los aficionados.
Un simple manga erótico, ahora la sociedad se está volviendo cada vez más
abierta en lo que respecta a sexualidad.
Sin embargo, Hanawa imaginó el manga hilvanando historias de su
cotidianidad. Un cómic perturbador, que dice mucho del rígido autocontrol de
la sociedad nipona.
Influida por el manga o historieta japonesa, la industria televisiva de la
animación en los primeros años 60 abarató los procesos de producción.
20
Probablemente por su equivalencia semántica a otros referentes como el tebeo o
el cómic.
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Los japonesismos artísticos
y anime / anime y manga. En cuanto a su uso sintáctico como
elemento pospuesto a un sustantivo, solo hallamos una muestra
en CORPES XXI de los dos ejemplos que proporciona el DClave: cómic manga. Tampoco hallamos rastro en los corpus de los
ejemplos propuestos por el DLE, 2014 de su uso adjetivo.
La primera documentación textual de la palabra tiene lugar
en la década de los noventa del siglo xx, concretamente, según
datos del CREA, en el periódico español La Vanguardia del 30
de junio de 1995. No obstante, gracias al ejemplo proporcionado
por el DVUA, podemos adelantar su aparición a agosto de 1993,
en la revista mensual española Muy Interesante. Desde su primer
registro escrito no observamos variación formal o significativa.
Por lo que se refiere a las lenguas extranjeras consultadas,
el MWCD sitúa su primer registro cerca de 1951. Para el italiano, el DOVLI indica que su primera aparición data de 1992
y el Zingarelli, de 1987. En cuanto al francés, LPR sostiene que
su primer registro es de 1991. Parece ser que esta voz se introdujo a finales de la década de los ochenta y comienzos de la de
los noventa en lenguas occidentales muy próximas al español, el
francés y el italiano. Es de suponer que en español este vocablo
corriera la misma suerte.
Si consideramos toda la información previa, creemos que
“manga” pertenece al grupo de los japonesismos que se encuentran casi incorporados al léxico español. En primer lugar,
su grafía está adaptada y su patrón acentual resulta sólido. Por
otro lado, su información semántica es estable y ha crecido hasta
lograr funcionar también como adjetivo. Si bien, su uso morfológico presenta alguna variación para el plural, que a veces
no toma /-s/; y, en numerosas ocasiones encontramos marcas
autonímicas que explican su significado: historieta japonesa,
cómic japonés. En cuanto a su repercusión en el sistema léxico
del español, la herramienta del CORPES XXI resulta imprecisa,
pues no tiene en cuenta los 57 casos registrados para el singular.
Si tenemos en cuenta que 22 casos equivalen a 0.11 casos por
millón en la frecuencia normalizada,21 una regla de tres nos pro21
Tomamos como referencia el japonesismo “futón”.
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Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 2, año 2018: 39-73
Rafael Fernández Mata
porcionaría 0.28 casos por millón para esta palabra, por lo que
su repercusión es baja.
3.6 “maque”
El japonesismo “maque” deriva de la voz 蒔絵 [mak’ie], que en
japonés hace referencia a la ‘técnica de lacado en la que se pinta
con laca un diseño al que se adhiere plata, oro, hojalata o pigmentos’ (Daiyirín).
Las muestras de los corpus (CORDE, CREA y CORPES XXI) y las obras lexicográficas españolas (DRAE, 2001,
GDUEA, DUEAE, DUE y DLE, 2014) recogen siempre la forma
maque, con la sorprendente pérdida de la vocal tónica japonesa
[mak’ie] > [máke].22 Por la ausencia de marcas acentuales en las
muestras de los corpus y por la información fónica del GDUEA,
sabemos que la palabra posee un patrón acentual llano, aunque
el étimo japonés contaba con tres sílabas y la adaptación española solo poseía dos.
Por lo que concierne a su significado, según las obras lexicográficas, en español posee tres acepciones: ‘1) sustancia
amarilla y resinosa parecida a la laca, formada en las ramas de
los árboles con la exudación producida por las picaduras del
insecto aje (DUEAE); 2) laca, barniz (DRAE, 2001, GDUEA,
DUE, DLE, 2014); 3) Ailanto (árbol simarubáceo) o zumaque
del Japón’ (DRAE, 2001, DUE, DLE, 2014). Comprobamos, de
este modo, que el único significado que posee esta palabra en
japonés (‘técnica de lacado en la que se pinta con laca un diseño
al que se adhiere plata, oro, hojalata o pigmentos’, Daiyirín) se ha
conservado en español como ‘laca, barniz’. En los corpus (CORDE, CREA y CORPES XXI)23 se utiliza especialmente con esta
22
No obstante, hemos de tener presente que esta es la pronunciación actual del étimo
japonés, que puede ser muy similar a la articulación de la voz cuando esta fue adoptada por españoles.
23
En CORDE:
Pruébase lo dicho con dos convincentes razones que lo persuaden: la primera
es que, siendo sólo un navío el que se permite que de Filipinas pase a Acapulco,
Puerto de la Nueva España, con 300.000 pesos de valor de carga, en que no sólo
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Los japonesismos artísticos
acepción, aunque, por extensión, se suele aplicar también a ‘las
piezas que llevan este tipo de laca o barniz’ o a ‘la técnica con la
que se producen estas piezas’.
Las obras lexicográficas (DRAE, 2001, GDUEA, DUEAE,
DUE y DLE, 2014) describen la voz como sustantivo masculino, y así aparece en todas las muestras de los corpus (CORDE,
CREA y CORPES XXI), junto a elementos que indican su género: el, al, del, finísimo. No encontramos casos de plural, ni preferencia por ninguna combinación sintáctica recurrente.
Contamos con varias fechas de primera documentación
textual para esta voz. Por un lado, el CORDE indica que su
primer registro data de 1733.24 Por otro lado, en el DCECH se
van sedas, sino algodón, pelo de camello, loza, cera, pimienta, canela clavo, marfil,
té, café y otra variedad de drogas medicinales, y maque, no era capaz abundasen
con esta sola embarcación tanto los tejidos de seda, y lienzos de algodón, si no
hubiese otra entrada, porque aunque es cierto que el empaque de los chinos es
reducido, y en mil palmos empacarán lo que los europeos en tres mil, no se dice
por esto tengan habilidad para reducir el peso de mil quintales a quinientos, con
que es visto que aquel navío no podrá cargar más peso que el regular a su tamaño
y la habilidad del empaque servirá para que traiga más vacíos la embarcación, no
más peso.
Goma de algarrobo, del que se cría en las selvas donde hay piedras y peñascos,
porque los otros no la crían, es buena para dar lustre a las estatuas y pinturas, y
aun lo será para maque.
En CREA:
Ni siquiera habían alcanzado a darle maque al ataúd.
en Oaxaca se conservan algunos pequeños talleres en donde se trabaja el
maque.
Sin embargo, actualmente los artefactos urupenses se han transformado
sustancialmente. El artículo básico sigue siendo la batea, al cual hay que agregar
las jícaras y los guajes decorados todos al maque.
En CORPES XXI:
24
[…] el gran “máistro Chú” —un artista ebanista, tallador, que me decía,
preparando el maque caliente que lo batía con un alambre en un tarro de avena
Quaquer—.
[…] rectitud del arquitrabe, los capiteles corintios, los fustes de las columnas,
las molduras de puertas, el maque en la madera.
Autor anónimo (1733): Establecimiento de la Real Compañía de Comercio de
58
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 2, año 2018: 39-73
Rafael Fernández Mata
sostiene que la primera documentación se hizo en el DRAE de
1884. Si bien, el NTLLE adelanta su primer registro lexicográfico
a la obra de Salvá, de 1846. Frago (1997: 114), a través de la obra
de Boyd-Bowman,25 indica que en Nueva España se documenta
este japonesismo en 1718: 5 cazuelas de maque, 5 platillos de maque, 9 caxitas de maque, 5 platillos de maque, negros. Pero, por el
momento, la referencia más antigua que se tiene de esta voz, con
forma maqui, la aporta Juan Gil (1991: 380), en el informe del
viaje que el capitán Sebastián Vizcaíno realizó a Japón en 1611:
Y vista esta confussión y que la gente moría de ambre y estava rota
y empeñada, y que por mar ni por tierra se podían ir —unos podíamos ir—, hizo junto con su gente y les propuso el casso y la nezesidad en que se estava y, pues deçían eran basallos de Su Magestad, se
animasen hasta bender las camisas y los que tenían alguna ropa la
prestasen; que él desde luego haçía oblaçión de toda la que tenía de
algunos idalgos de México, que le avían encargado de maqui para el
regalo de sus casas, y la suya, y un negro que tenía, y los colchones
de su cama se llevase a Yendo y se hiziese barata, y todo se bendiese
por cuenta y raçon para satisfazer a sus dueños.
Aunque no encontremos esta forma en otras lenguas extranjeras, Corominas advierte que: “ha de tratarse de la misma
palabra que el port. maquié […], documentada desde 1684 (Dalgado)”. Efectivamente, en Dalgado (1921: 36) encontramos la
forma maquié, en la que se ha deshecho el hiato del significante
original, esto es [mak’ie]. Si tomamos como propio de la época
este patrón acentual para el étimo japonés, en español, dada la
Filipinas y reglamento para el comercio de ella: “La carga que han de traer de retorno
los navíos de esta Compañía, a estos reinos, para vender y consumir en ellos, se ha
de componer de cobre, seda torcida, seda en rama, thé, buy, y verde, losa, piezas
de maque, piedras, tejidos de algodón, pimienta, clavo, nuez moscada, raíz de
China, canela, ruibarbo, galanga, cacao, guta, goma, atincar, almizcle, menjui y otros
géneros, y yerbas medicinales, que tengan consumo en Europa”. Obra editada por
Antonio Muro Orejón para la Escuela de Estudios Hispanoamericanos de Sevilla,
1969-1977.
25
Se refiere a Léxico hispanoamericano del siglo xviii (1983: 1887), Madison.
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 2, año 2018: 39-73
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Los japonesismos artísticos
tendencia antihiática de nuestra lengua,26 pudo correr la misma
suerte que en portugués y presentar alguna forma intermedia
como maquié, con la pérdida posterior de la vocal periférica [i]
y una adecuación del patrón, que cambió de aguda a llana, como
la mayoría de las voces hispanas.27
Posteriormente, de sustantivo derivó a verbo, maquear. Según el DCECH, su primer registro es del DRAE de 1884, aunque,
de nuevo, el NTLLE adelanta su documentación lexicográfica a
la obra de Salvá, de 1846, donde se informa de su estatus de verbo anticuado y provinciano, usado en México con el significado
de “charolar”.28 En efecto, Frago (1997: 114) halla en numerosas
constancias textuales sevillanas el participio derivado de dicho
verbo, fechadas en 1793: una belonera maqueada; una cama con
dos banquillos de madera y cinco ttablas, todo nuebo, de pino de
Flandes, en ciento y ochenta reales vellón, con su cartón y de cavesera monos dorados y maqueados, una velonera maqueada en oro
fino; etc. No obstante, el CORDE nos proporciona un ejemplo
datado en 1764: doce taburetes bordados y maqueados.
Frago considera que este japonesismo: 1) arraigó pronto en
el sur de España y, 2) pudo haber perdido su significado originario hace bastante tiempo. Para demostrar su hipótesis se basa
en la suma de varios factores: a) la interrupción de la importación asiática de este elemento —aunque, durante el xviii, el
galeón de Acapulco seguía transportando elementos con este
barniz hasta Andalucía—; b) los ebanistas no tardaron en copiar
el barniz oriental; c) las expresiones familiares del tipo ir bien
maqueado o maquearse, con significado de ‘ir bien arreglado o
26
Confróntense Lapesa (19819 [2005]) o Quilis (1993 [2006]).
Lapesa (19819 [2005]) o Quilis (1993 [2006]).
28
Para la igualación de maquear y charolar, leemos en Frago, “La confusión
mexicana de maquear con charolar, previa igualación de maque y charol, con triunfo
del segundo elemento del par sinonímico, se ve cumplida en el registro de 1796,
“bandejas…, maqueadas de negro”; pero ya en 1718 se comprueba la coincidencia
semántica con “5 platillos de maque, negros”. El fenómeno tiene fácil explicación,
habida cuenta de que se trata de dos clases de barniz —ambos apreciados, aun
cuando el más costoso fuera el maque—, si bien el procedente de China, el charol,
llegó al puerto de Acapulco en abundancia muchísimo mayor, y, al parecer, también
durante más tiempo” (1997: 116).
27
60
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 2, año 2018: 39-73
Rafael Fernández Mata
compuesto’, usadas tanto en el sur de España como en Madrid;29
d) el cambio semántico que recoge el Vocabulario Andaluz de
Alcalá Venceslada para maquear, ‘insistir mucho en algo, ser
latoso’ —para la provincia de Córdoba— y de maquea ‘acción
y efecto de maquear, insistir, ser pesado’ —sin localización—,30
probablemente, como sostiene Frago, por “la exageración en el
aliño personal, o por el tipo humano delatado por su llamativa
indumentaria” (1997: 115).
Por tanto, considerando la información precedente, estamos en disposición de afirmar que la voz «maque» pertenece
al grupo de los escasos japonesismos que forman parte de las
voces patrimoniales del español. No presenta grafía extranjerizante, se encuentra adaptada al sistema morfológico del español,
con derivación verbal: maquear. Asimismo, ha incluido nuevas
realidades semánticas a sus acepciones, confundiéndose incluso
con la voz charol. Según el CORPES XXI, su repercusión es circunstancial o no significativa (0.00 casos por millón). En último
lugar, hemos de añadir que este vocablo pertenece al grupo de
japonesismos utilizados a comienzos del xvi, aunque probablemente ya hubiera constancia de él desde finales del xv.
3.7 “origami”
El japonesismo “origami” procede del étimo, con doble posibilidad representativa, 折り紙 u 折紙 [oɺ’igam’i],31 que posee las
29
Según Frago, “la posesión de muebles adornados con tan preciado barniz daba una
nota de distinción, de donde la expresión coloquial” (1997: 115).
30
Frago indica: “Cabría esperar, en principio, una coincidencia en la geografía
lingüística de maquear y de maquea con este último significado figurado” (1997:
115).
31
Como ya indicamos en nuestra tesis inédita, el sonido coronal, aproximante y
sonoro [ɺ], presenta un lugar coronal y un modo de articulación indeterminados, por
lo que sus realizaciones podían variar: esta unidad rótico-lateral japonesa contaba con
un campo de dispersión que incluía realizaciones cercanas a nuestra rótica, alveolar,
percusiva [ɾ] y nuestra alveolar, lateral [l] (Ladefoged y Johnson, 1975 [2011]: 15 y
179; Ladefoged y Maddieson, 1996: 243; Akamatsu, 1997: 105-110 y 113-115; Vance,
2008: 89). [ɺ’] sonido aproximante, coronal, palatalizado, sonoro (Akamatsu, 1997:
110-113 y 115-116). [m’]: sonido consonántico, bilabial, palatalizado, nasal, sonoro
(Akamatsu, 1997: 117; Vance, 2008: 87).
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Los japonesismos artísticos
siguientes acepciones en lengua japonesa: ‘1) Entretenimiento
en el que se dobla papel coloreado para formar grullas, barcos,
personajes (sirvientes de un samuray) u otros objetos. Labor de
origami. También, los objetos creados con papel doblado de ese
modo; 2) Papel doblado en dos; 3) Nota realizada con un papel
de los tipos Josio o Torinoco doblado en horizontal. Se utiliza
para documentos oficiales o listas de regalos. Costumbre procedente de finales del periodo Jean; 4) En pintura mural o antigüedades, informe de un experto que sirve de verificación del origen
o la autoría de la obra; 5) En artes marciales u otras artes: prueba de la adquisición de una habilidad determinada’ (Daiyirín).
Detectamos uniformidad tanto en las muestras de los corpus (CORDE, CREA y CORPES XXI) como en las de las obras
lexicográficas, españolas (DUEAE y DClave) o extranjeras
(MWCD, OED, DFL, LPR, DHLP, DPLP, DOVLI y Zingarelli):
en todas se recoge la forma origami. Por la ausencia de marcas
gráficas de acentuación en las muestras de los corpus españoles y
por la información del DClave conocemos su patrón acentual: se
trata de una palabra paroxítona, diversa a la esdrújula japonesa.
En lo concerniente a su valor semántico, existe acuerdo tanto en los corpus del español (CORDE, CREA y CORPES XXI)
como en las obras lexicográficas españolas (DUEAE y DClave)
y extranjeras (MWCD, OED, DFL, LPR, DHLP, DPLP, DOVLI
y Zingarelli), pues coinciden con la primera acepción del término en la lengua prestataria, esto es, ‘arte o técnica que consiste
en doblar hojas de papel para conseguir figuras u objetos, o los
objetos conseguidos con esta técnica’ (Daiyirín). En las acepciones de algunas obras lexicográficas (MWCD, OED, DLF, LPR,
DHLP y DPLP) se incluye, además, la procedencia japonesa de
esta técnica o arte. En los corpus del español el japonesismo suele aparecer en contextos donde se mencionan vocablos relacionados con las artes plásticas o manualidades (colores, adorno,
cerámica, exhibición, acuarela, orfebrería, artesanía, etc.) o los
objetos que se realizan con esta técnica (figuritas de papel, barcas, flores, animalitos, etc.).32
32
En CORDE:
62
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Rafael Fernández Mata
En cuanto a su morfología, los corpus (CORDE, CREA y
CORPES XXI) y los diccionarios españoles (DUEAE y DClave) lo describen como un sustantivo masculino, apareciendo en
ocasiones junto al artículo masculino, el-un, o la amalgama de
preposición y artículo, del. Con este género ha pasado a otras
lenguas romances, como la francesa (DLF y LPR), la portuguesa
(DHLP y DPLP) la italiana —masculino invariable— (DOVLI y
Zingarelli). Observamos formas en plural acabadas en /-s/, origamis, acompañadas de adyacentes concordados: sus origamis,
esos origamis. Detectamos cierta preferencia por combinaciones
sintácticas del tipo: taller de origami, técnica(s) (japonesa) del
origami.
La primera documentación textual de la palabra tiene lugar
en la década de los sesenta del siglo xx, concretamente, según
datos del CORDE, en 1964 (en la obra española El Japón y su
En el colegio les enseñaban a hacerlas utilizando para ello los maravillosos
papeles llamados origami, de todos los colores.
En CREA:
Adelantando en la primera sala del pabellón, el visitante da con una vívida
manifestación dekinari, el principio estético de la simplicidad y ausencia de
adornos, en la forma de una exhibición de origami. Un diorama de artesanías
de papel que pinta el contraste entre el paisaje original y el presente, demuestra la
manera como ha procedido el desarrollo sin abdicar de la naturaleza.
También maestros y maestras mexicanos que enseñan el arreglo floral o el
origami.
Durante estas vacaciones, los niños podrán aprender a confeccionar papalotes,
jugar con arcilla, los encantos del origami y hasta cómo atraer mariposas a su
jardín, en los talleres que se dictarán en el Museo Nacional.
En CORPES XXI:
[...] quieran que sus hijos compartan ratos de sana diversión al tiempo que
aprenderán diversas actividades manuales, como pintura, origami, además
de baile, música, fotografía, bisutería, estampado de franelas y moldeado en
plastilina, entre otros.
Devendra le ofreció a Mariana el pedazo de papel que traía en la mano. Una
pieza de origami.
Del techo de polines de cedro colgaban móviles de origami de colores
primarios. La única forma que adoptaban las figuras era, sin variedad, la de un
león [...].
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 2, año 2018: 39-73
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Los japonesismos artísticos
duende, de José María Gironella); aunque su primera aparición
en una obra lexicográfica española no sería hasta 2003, en el
DUEAE. Desde su primer registro escrito no observamos variación formal o significativa.
De las lenguas occidentales consultadas, el inglés es la primera en tener testimonios de este vocablo: 1922, según el OED,
y 1956, en el MWCD. El LPR la fecha en 1972 para el francés. El
Zingarelli data su primer registro en 1964 y el DOVLI en 1974
para el italiano. Dado que el inglés fue la primera lengua occidental en usar este japonesismo con un patrón acentual paroxítono, es probable que el español tomara esta voz del inglés, pues
el étimo japonés es esdrújulo.
Si consideramos todos los datos anteriores, creemos que el
japonesismo “origami” se encuentra casi por completo asimilado. En primer lugar, su grafía es estable y no presenta elementos
extranjerizantes. Asimismo, su patrón acentual es sólido. Por
otro lado, a pesar de que se caracteriza por la monosemia, su
significado resulta en ocasiones más que comprendido (taller de
origami, técnica japonesa del origami, etc.). Tampoco detectamos
variación morfológica. Aunque su repercusión en lengua española, según el CORPES XXI, sea baja (0.47 casos por millón), lo
cierto es que hallamos numerosos ejemplos en el periodo que
comprende desde 1991 hasta 2006. Tal vez, el hecho de que esta
palabra no haya sido incluida en casi todas las obras lexicográficas, a excepción de dos (DUEAE y DClave), se deba a la preferencia por otra voz más asentada en el sistema lingüístico del
español, papiroflexia —cfr. al respecto el DClave— cuyo primer
registro escrito, según el CREA, es de 1990, y aparece recogido
por la RAE desde 1989.
3.8 “siamisén”
El japonesismo “siamisén” deriva de la voz 三味線 [s’am’isen]33
o [sam’isen], que en japonés posee las siguientes acepciones: ‘1)
33
[s’] sonido coronal, palatalizado, fricativo, sordo (Akamatsu, 1997: 91-92; Vance,
2008: 78, 81).
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Rafael Fernández Mata
Tipo de instrumento de cuerda pulsada. El cuerpo está hecho
de piel de perro o gato estirada a la que se une un mástil (sao)
en el que se tensan tres cuerdas. Se toca con púa (bachi). Tiene
distintas denominaciones según el grosor del mástil (futozao,
chuzao, josozao); 2) Actos y habla destinados a dejar perplejo al
interlocutor’ (Daiyirín).
En el conjunto de los corpus españoles (CORDE, CREA
y CORPES XXI) no hay variedad formal, se muestra una clara preferencia por la forma con grafía extranjerizante shamisen.
Únicamente hallamos un caso de samisen en CREA. En NDVUA se recoge la transcripción con sh, esto es, shamisen, mientras que el DUE ofrece el significante adaptado samisén. En las
obras lexicográficas extranjeras se observa alternancia gráfica,
especialmente en inglés (OED), aunque las dos formas predominantes alternan entre significante sin elemento palatal inicial:
samisen (MWCD, OED, DFL y DHLP), y con fricativa, palatal
inicial: shamisen (MWCD, OED, DFL, LPR, DHLP y Zingarelli).
La variación entre sh- y s- iniciales que observamos en todas
las lenguas analizadas, incluida la española, está causada por
la propia alternancia que existe en japonés. En nuestro modelo
de transcripción hemos optado por la transcripción “siamisén”,
puesto que el elemento palatal inicial, [s’a-], en japonés es el más
común. También encontramos variación en su patrón acentual
en español: por un lado, tanto las muestras de los corpus como
la del NDVUA indican que se trata de una voz paroxítona, pues
no vienen acompañadas de tilde; por otro lado, el DUE sí señala con marca gráfica de acentuación que esta voz ha pasado al
español con patrón oxítono, como su voz de origen. De nuevo,
nuestra propuesta prefiere adaptar la transcripción a la voz originaria.
Por lo que respecta a su significado, coinciden los corpus
del español (CORDE, CREA y CORPES XXI) y las obras lexicográficas, tanto españolas (NDVUA y DUE) como extranjeras
(MWCD, OED, DFL, LPR, DHLP y Zingarelli). Todos tienen
en común que proceden de la primera acepción del Daiyirín
para esta voz, esto es, ‘tipo de instrumento de cuerda pulsada.
El cuerpo está hecho de piel de perro o gato estirada a la que
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Los japonesismos artísticos
se une un mástil (sao) en el que se tensan tres cuerdas. Se toca
con púa (bachi). Tiene distintas denominaciones según el grosor
del mástil (futozao, chuzao, josozao)’. De este modo, suele aparecer en las muestras de los corpus junto a palabras como: recitar
poesías, la guitarra japonesa, cantar antiguas melodías, acordes,
escuchar, flauta, tocar, bailar, oír, música, etc.34
En español, tanto las obras lexicográficas (NDVUA y DUE)
como las muestras de los corpus indican que esta voz ha sido
adaptada con género masculino. Así, en los corpus (CORDE,
CREA y CORPES XXI) suele estar acompañada por artículos
(el, un) o amalgama de preposición y artículo (del). En cuanto a
su plural, no encontramos significantes formados con el morfema /-es/, sino la fórmula: los shamisen (CORPES XXI). En francés ha sido tomado como elemento masculino, tal vez por su
referente más próximo, le luth (‘el laúd’),35 también masculino
(cfr. DFL y LPR). Sin embargo, en portugués ha pasado con género femenino (DHLP). En cuanto al italiano, el Zingarelli no
ofrece descripción morfológica al respecto. Por último, no encontramos preferencia por patrones combinatorios, más allá del
previsible tocar el “siamisén”.
Según los datos del Daiyirín y el Zingarelli, este instrumento, de origen chino, fue introducido en Japón a mitad del siglo
34
En algunas muestras del CORDE leemos:
Recitaron unas poesías, acompañándose con el shamisen.
Llevaban en la mano la guitarra japonesa, el shamisen.
En CREA:
El gran tesoro de su poesía perdurará como los bosques eternos a los que los
espíritus vienen a cantar antiguas melodías de las que el shamisen tan sólo extrae
unos cuantos acordes.
Sin embargo, escuchaba el shamisen y la flauta desde la cuna, y en la infancia
caminó unido a las marchas musicales, que no escaseaban por entonces.
En CORPES XXI:
Por la mañana, Kaori se levantó muy temprano para tocar el shamisen.
En su mente oía la música del shamisen, la voz de Ayumi, y bailaba, movía
las manos […]
35
En este sentido, en español puede haber ocurrido de manera similar.
66
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xvi. Si bien, de acuerdo con los datos del CORDE, el primer registro escrito de esta palabra en español, con la forma shamisen,
data de 1964 (de nuevo en el libro español de José María Gironella, El Japón y su duende), aunque no aparecería, con la misma
grafía, en una obra lexicográfica española hasta el NDVUA, esto
es, 2003. Desde su primer registro escrito no hemos observamos
cambios semánticos, pero sí alternancia gráfica.
En otras lenguas europeas, su datación es mucho anterior:
en inglés, los primeros testimonios son de 1616, según el OED.
Aunque el MWCD señala el año de 1864. En francés, el primer
registro, según el LPR es de 1882. Creemos que el francés sirvió
como lengua intermediaria entre el japonés y el español, pues
en español presenta grafía extranjerizante, con el dígrafo sh.
Asimismo, en las descripciones semánticas de los diccionarios
franceses se hace referencia a le luth, esto es, al laúd (cfr. DFL y
LPR), instrumento similar de género masculino y referente por
el que, tal vez, en la lengua francesa el «siamisén» fue adoptado
como sustantivo masculino. En español, los primeros testimonios escritos son posteriores y en el NDVUA se menciona en su
descripción semántica el referente laúd. No obstante, este hecho
contrasta con las menciones, como marcas autonímicas, que se
realizan al término guitarra, sustantivo femenino, para compararlo con el instrumento japonés en los corpus.
Teniendo en cuenta la información de los párrafos precedentes, consideramos que el japonesismo “siamisén” se halla
en proceso de transferencia. Existen numerosas muestras que
prueban su inestabilidad en el sistema: variación gráfica o transcripción extranjerizante, inestabilidad acentual y morfológica
en el plural. Por otro lado, observamos que, desde un punto de
vista semántico, funciona como un elemento exógeno, pues su
referente es un instrumento perteneciente a otra cultura, que
normalmente viene explicado con la marca autonímica: la guitarra japonesa (de tres cuerdas), o guitarra típica (del Japón). Asimismo, su repercusión es circunstancial o no significativa (0.02
casos por millón), como sostiene el CORPES XXI.
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 2, año 2018: 39-73
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Los japonesismos artísticos
4. Conclusiones
Tras analizar los datos anteriores, podemos extraer las siguientes conclusiones:
(a) Desde un punto de vista articulatorio, solo la voz “siamisén” cuentan con dos pronunciaciones diversas y, por ende,
con dos transcripciones distintas. La alternancia viene dada por
la lengua de origen, ya que en japonés el elemento inicial puede
ser articulado como sonido prepalatal, [ʃ], o como sonido coronal, [s]. Por otro lado, en su adaptación a la lengua española,
observamos preferencia, como no podía ser de otro modo, por
el patrón acentual paroxítono.36 Cuentan con un ritmo acentual
diferente al del étimo proparoxítono los japonesismos: «iquebana» y «origami», que han sido adaptados como voces llanas.
(b) De acuerdo con la morfología de las voces, el 100%
pertenecen a la categoría de los sustantivos, todos masculinos.
De estos, cuatro pueden combinarse como elemento apositivo:
“butó”, “cabuqui”, “iquebana” y “manga”. Encontramos, asimismo, un sintagma preposicional, a lo buto, con función adjetiva,
y un verbo, maquear, que deriva del sustantivo “maque”. Por último, “butó”, “cabuqui”, “iquebana”, “manga”, “origami” y “siamisén” se repiten en diversas combinaciones sintácticas.
(c) En lo concerniente al plano semántico, casi la totalidad
de las voces mantiene semejanza con el/los significado/s original/es de los étimos. Solo las acepciones lexicográficas de «maque» parecen haberse desarrollado ligeramente distintas a las del
étimo; si bien, en los corpus (CORDE, CREA y CORPES XXI)
pueden encontrarse ejemplos cuyo valor semántico resulta muy
cercano al del étimo japonés, esto es, el de ‘técnica de lacado’.
Si atendemos a los valores semánticos originarios, de las ocho
voces, dos son empleadas para hacer referencia a un tipo de técnica o arte (“iquebana” y “origami”), dos más, a un instrumento
(“coto” y “siamisén”), y otras dos, a las artes escénicas (“butó” y
36
A excepción de “butó” y “siamisén”, con patrón agudo similar al de los étimos. Por
lo que respecta a “maque”, se trata de una palabra paroxítona, como la originaria
japonesa [mak’ie], aunque se haya producido la síncopa de la vocal tónica y, con esta,
un desplazamiento de sílaba tónica.
68
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Rafael Fernández Mata
“cabuqui”). El resto (“manga” y “maque”) se utilizan para denominar otros elementos, diferentes entre sí, relativos al arte.
(d) Un análisis cronológico nos revela que el 87.5% de los
japonesismos artísticos se introdujeron en la lengua española a
lo largo del siglo xx (1964: “coto”, “origami” y “siamisén”; 1973:
“iquebana”; 1984: “cabuqui”; 1986: “butó”; 1993: “manga”). Por
otro lado, una voz (“maque” 1611) se incluye dentro del selecto
grupo de japonesismos introducidos en la primera etapa de contacto (1580-1619) entre los pueblos hispánicos y Japón.37
(e) Si consideramos la repercusión de las voces en el sistema léxico del español actual, cuatro vocablos se caracterizan por
un uso circunstancial o no significativo: “coto”, “maque”, “siamisén”, “iquebana”;38 mientras que los otros cuatro poseen una
frecuencia baja: “cabuqui”, “manga”, “butó”, “origami”.
(f) En último lugar, de acuerdo con el grado de adaptación
al sistema léxico del español, tres voces son extranjerismos, esto
es, préstamos léxicos no adaptados pues se encuentran todavía
en pleno proceso de transferencia: “butó”, “coto” y “siamisén”.
Un elemento se encuentra a medio camino entre el momento
de transferencia (primera etapa) y el momento de asimilación
(segunda etapa): “iquebana”. Tres japonesismos (“cabuqui”,
“manga” y “origami”) están en un estadio intermedio entre el
momento de asimilación y el momento de madurez. Únicamente “maque” constituye un caso de palabra patrimonial.
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37
Véase Fernández Mata (2017: 162-164).
Los ordenamos de menor a mayor, según la frecuencia normalizada. Si coincide el
número de frecuencia, ordenamos alfabéticamente.
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ANEXO: Listado de abreviaciones empleadas
CORDE
CORPES XXI
CREA
Daiyirín
DClave
DCECH
DEA
DFL
DHLP
DLE
DPLP
DOVLI
DRAE
DUE
72
Corpus diacrónico del español
Corpus del español del siglo XXI
Corpus de referencia del español actual
大辞林 > Daiyirín
Diccionario Clave: diccionario de uso del español
actual
Diccionario crítico etimológico castellano e
hispánico
Diccionario del español actual
Dictionnaire de Français Larousse
Dicionário Houaiss da Língua Portuguesa
Diccionario de la lengua española
Dicionário Priberam da Língua Portuguesa
Il Devoto-Oli: vocabolario della lingua italiana
Diccionario de la Real Academia Española
Diccionario de uso del español
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 2, año 2018: 39-73
Rafael Fernández Mata
DUEAE
DVUA
GDUEA
LPR
MWCD
NDVUA
NTLLE
OED
Zingarelli
Diccionario de uso del español de América y
España
Diccionario de voces de uso actual
Gran diccionario de uso del español actual
Le Petit Robert de la langue française
Merriam-Webster’s Collegiate Dictionary
Nuevo diccionario de voces de uso actual
Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española
Oxford English Dictionary
lo Zingarelli 2015. Vocabolario della lingua italiana
•
Rafael Fernández Mata: Cursó filología hispánica en la Universidad de Córdoba 2004-2008 y realizó dos másteres: uno
en ciencia del lenguaje y lingüística hispánica (UNED 20082010) y otro en enseñanza del español como lengua extranjera
(Universidad Pablo de Olavide 2009-2010). En 2016 se doctoró en lenguas modernas, traducción y ELE por la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla). Ha trabajado como docente
de español en España, Estados Unidos, Portugal e Italia. En
la actualidad trabaja como profesor sustituto interino para la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Córdoba.
Su tema principal de investigación son los japonesismos de la
lengua española.
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 2, año 2018: 39-73
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