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VI Reunión Nacional de Investigadorxs en Juventudes Argentinas Estudios sobre Juventudes en Argentina VI Protagonismos juveniles a 100 años de la Reforma Universitaria Acciones y debates por los derechos que nos faltan COMPILADORAS D’Aloisio, Florencia - Plaza Schaefer, Valeria - Previtali, María Elena Compiladoras: D’Aloisio, Florencia | Plaza Schaefer, Valeria | Previtali, María Elena Autores/as: Blanco, Rafael | Burgos, Nélida | Caminos, María Fernanda | Carrizo, Mauro Casenave, Gabriela | Castro, Graciela | Cuellar Santillán, Gabriela | Dagnino Contini, Alida Díaz, Naira | Gareis, Luisina | Garriga Olmo, Santiago | Lerner, Vanesa Cynthia | López, Fabiana | Machinandiarena, Ana Paola | Monsó, Camila | Palomo, Cristian Previtali, María Elena | Recofsky, Marianela | Rodigou Nocetti, Maite | Rodríguez, Rocío María Sánchez, Estefanía | Solis, Ana Carol | Stacchiola, Octavio | Sánchez Bataller, Bernardo 3 D´Aloisio, Florencia Estudios sobre juventudes en Argentina VI : protagonismos juveniles a 100 años de la Reforma Universitaria: acciones y debates por los derechos que nos faltan / Florencia D´Aloisio; Valeria Plaza Schaefer; María Elena Previtali; compilado por Florencia D´Aloisio; Valeria Plaza Schaefer; María Elena Previtali. 1a ed . - Córdoba : Florencia D´Aloisio, 2019. Libro digital, PDF Archivo Digital: descarga ISBN 978-987-86-2838-7 1. Juventud. 2. Estudios. 3. Ciencias Sociales y Humanidades. I. D´Aloisio, Florencia, comp. II. Plaza Schaefer, Valeria, comp. III. Previtali, María Elena, comp. IV. Título. CDD 305.23 4 PONENCIA GT 12 ¿Jóvenes rurales? Entre trabajos y estilos en un pueblo rural-urbano de México Gareis, Luisina Becaria CONICET Laboratorio de Estudios Culturales y Sociales (LECyS), Universidad Nacional de La Plata luisinagareis@hotmail.com en Antropología Social realizada en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), México. Este trabajo se compone de dos partes que responden de manera diferente y complementaria la pregunta planteada. Primero, se realiza un análisis histórico sobre cómo se ha instituido la juventud rural desde los organismos internacionales con el fin de “modernizar el campo”. A partir de ese marco histórico, pre- Esta ponencia buscar describir y problematizar cómo se vive y conceptualiza el ser joven en un pueblo rural-urbano de la ciudad de México. La investigación se situó en el pueblo San Miguel Topilejo, una periferia rural-urbana que está siendo transformada por un proceso de desvalorización agrícola y una acelerada metropolización. En este paisaje urbano de desventajas y pobreza existen a la par actividades rurales -en extinción, pero aún presentes-, em- tendemos mostrar brevemente cómo influye el trabajo agrícola en la constitución identitaria y en la construcción de los estilos juveniles en relación a los otros ámbitos de socialización por los cuales los jóvenes están siendo modelados. En el segundo apartado se caracteriza cómo opera y se construye la frontera entre ser o no joven en este pueblo rural-urbano tanto desde la auto-adscripción de los mismos sujetos como desde la caracterización que realiza el pleos precarios y flexibles que se ofrecen en el resto de la comunidad. En la relación entre el mercado interno o en la ciudad. propia se definen las necesidades que se de- A lo largo de cinco meses de trabajo de campo realizando entrevistas y observación participante durante el 2016, se registraron diferentes actividades laborales realizadas por jóvenes buscando comprender cómo se constituyen las experiencias juveniles. Luego de un período de análisis de datos y escritura se presentan algunos resultados de la investigación que tuvo como resultado una tesis de Maestría trabajo y la constitución o no de una familia ben satisfacer cotidianamente, y son éstas las que principalmente caracterizan el periodo de la vida. Explicamos cómo llegamos a esta conclusión. Si bien este análisis se construyó a partir de mi experiencia en México, se trazan a lo largo de la ponencia puentes históricos con la realidad argentina. Algunas de las conclusiones analíticas pueden dar luz a procesos que están 247 ocurriendo en otras geografías. ventud rural, por qué ésta desaparece, cómo se forma y se transforma. Estas valiosas preguntas Palabras claves: juventud, también fueron el motor de la presente investi- rural-urbano, identidad gación, sin embargo, preferimos analizar a los y Introducción condensar la heterogeneidad y complejidad Quiénes son jóvenes, cómo se delinean los observada hemos decidido emplear esta deno- las jóvenes en contextos rurales-urbanos. Para límites de “lo juvenil”, qué hazañas, marcadores minación de compuesta como forma de poder sociales o rituales se experimentan para dejar nombrar este nuevo paisaje donde lo rural y lo de serlo es algo que la literatura especializada ya ha problematizado. Llegando a ciertos acuerdos explícitos o existiendo una superposición de certeras afirmaciones, hoy aparecen en la bibliografía criterios comunes sobre cómo pensar y representar las juventudes. Sin embargo, los y las jóvenes que viven en ámbitos rurales han sido históricamente invisibilizados en relación al rico corpus que existe para las juventudes urbanas. Si bien desde hace ya algunas décadas investigaciones se han preocupado y ocupado de la juventud rural en toda América Latina, creemos que en muchos casos se reifica la dicotomía entre lo rural vs lo urbano. Desde la geografía critica, Neil Brenner (2013) discute la persistencia de estas categorías ya que en la actualidad estamos inmersos en procesos de urbanización expandida que responden a la expansión del capitalismo a escala global. Argumenta que, aunque reiteradamente se ha evidenciado la continuidad económica, social y cultural que existe entre diferentes territorios, crónicamente se vuelve a esencializar estas realidades. Este diagnóstico puede ser trasladado a investigaciones realizadas a una escala menor, por ejemplo, en las ciencias antropológicas. Desde la problemática que nos convoca, los interrogantes versan sobre las características de la ju- 248 urbano, como categorías diferenciadoras de la realidad, se han vuelto obsoletas ya que seguir catalogando ciertos espacios como “rurales” impide analizar la “huella generalizada de los procesos de urbanización”88 (Brenner y Schmid, 2016: 328). Más que sólo situar a la juventud contextualmente, nos proponemos cruzar el campo analítico del trabajo, como actividades de producción y reproducción realizadas por jóvenes, con la variable territorio. En el punto de encuentro entre juventud, prácticas económicas y la constitución histórica del territorio es que descubrimos quién y por qué se reconoce joven en San Miguel Topilejo. Ubicado en el margen sur de la Ciudad de México, este pueblo ha sido hasta hace poco tiempo un “típico” poblado rural, hoy más bien se encuentra sumergido en un proceso de transformación en base a la expansión urbana modernizadora89. Se conforma, así, un escenario que presenta una pluralidad de 88 Merrifield explica que en estos procesos de transformación “los lugares rurales, absorbidos y destruidos por unidades más vastas, se han convertido en una parte integral de la producción posindustrial y la especulación financiera” (2011: 469, citado en Brenner y Schmid, 2016: 324). 89 Las áreas rurales de los márgenes de la Ciudad de México se han visto subsumidas en dos procesos que han contribuido a su transformación: la incorporación de actividades ligadas al sector servicio o comercio a su repertorio económico, relegando cada vez más las actividades agrícolas, y la acentuación del proceso de metropolización, es decir, la llegada de nuevos habitantes, entrada de servicios y comercios y una conexión más fluida con la capital a través de caminos y carreteras (Salgado López, 2013; Orihuela Jurado y otros, 2015). posibilidades económicas que van desde actividades económicas “tradicionales”, por ejemplo, agrícolo-ganaderas o prácticas extractivas (caza, recolección, tala de árboles, entre otras), a los empleos asalariados formales e informa- les e, incluso, actividades ilegales que pueden 90 practicarse dentro del pueblo o en la ciudad. Lo que caracteriza todas estas opciones econó- micas es su carácter flexible y precario propio de la iniciativa neoliberal que impuso nuevas y más agudas condiciones de explotación sobre todo a la población juvenil. Hemos buscado aprehender las juventudes en su doble dimensión como transición histórico-social (en relación al marco cultural, las estructuras de poder y los modelos económicos-políticos dominantes) y la individual o biográfica (según las decisiones, las prácticas y condiciones materiales de cada sujeto) (Saraví, 2009; Salas y González, 2014). Analizar las transiciones a la adultez en contextos que también experimentan transformaciones político-socia- años que trabajaban en el campo, en la ciudad, de manera formal, informal o ilegal. Además, entrevisté a 20 personas mayores de la comunidad para poder conocer, complejizar y analizar el contexto histórico y los diferentes ámbitos de socialización y oportunidades laborales disponibles para los jóvenes. En simultáneo, realicé observación participante en diferentes procesos productivos. Concluí de aquella estadía que, en un pueblo rural-urbano donde conviven jóvenes rurales, jóvenes universitarios, jóvenes migrantes de barrios urbanos y populares, aprehender el significante “juventud” puede condensar la variabilidad existente en el territorio y los procesos de transformación económica y política que allí se están sucediendo. Construcción y destrucción de la “juventud rural” Cuando se empieza a bucear en la literatura sobre juventudes rurales, resalta la discusión les, como Topilejo, habilita a reflexionar sobre sobre la omisión e invisibilización de éstas en (ser) y como proceso (convertirse) (Vigh, 2006). su no-preocupación por el sujeto joven92 como dos dimensiones de la juventud; como posición la literatura tanto desde los estudios agrarios y Esta ponencia se enmarca en las indagacio- entre las investigaciones especializadas en ese nes realizadas para mi tesis de maestría91 (Ga- rango etario que, centradas en la moderni- desde septiembre a diciembre del 2016, tiem- incompatibilidad entre la juventud y lo rural nera continua. En este periodo realicé y luego ca que la invisibilidad casi total de este grupo reis, 2018). El trabajo de campo fue realizado po que residí en San Miguel Topilejo de ma- dad y la urbanización, fueron consolidando la (Roa, 2015). Durston (1997), por ejemplo, expli- analicé 25 entrevistas a jóvenes entre 15 y 29 en la historia académica se debió a que, a los 90 Bryan Roberts y Alejandro Portes refiriéndose a las consecuencias posibles de la implementación del modelo neoliberal sostienen que “es probable que surjan actividades económicas informales, pero también pueden aparecer otras formas menos convencionales de enfrentar la ausencia de oportunidades en el mercado laboral. Actividades delictivas (…) pueden ser interpretados, dentro de esta perspectiva, como formas alternativas de empleo” (2005: 22). 91 Gareis, Luisina (2018). Jóvenes, Trabajo e (I)legalismos en un pueblo rural—urbano de la Ciudad de México. Tesis de Maestría en Antropología Social. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), México. de hogar y debían trabajar tempranamente por 15 años en el campo, los sujetos ya eran jefes lo cual se creyó que no existía –o era muy breve- el periodo de moratoria estudiantil o juvenil (González, 2003). 92 Roa (2015) explica que los estudios agrarios se preocuparon primero por la desaparición del campesinado y luego por los problemas del desarrollo agrario, las reformas agrarias del siglo XX, las formas de producción campesinas, entre otras, no problematizando la juventud rural. 249 Más que hacer una recapitulación desde fue construida tanto por organismos interna- cuándo, dónde y por qué surgió el término en cionales como por los estados nacionales. Al- las investigaciones académicas -lo cual ya han gunos de los primeros fueron: instituciones del realizado exhaustivamente otros autores como gobierno norteamericano (Instituto Interame- González (2003), Kessler (2006), Urteaga, Pa- ricano de Ciencias Agrícolas - IICA93), organi- checo y Román Pérez (2012), Roa (2015)- me zaciones no-gubernamentales (Fundación Ford interesa delinear cómo se construyó, desde las y Asociación Internacional Americana - AIA) y instituciones y la práctica estatal, la juventud ru- organismos internacionales como OEA94, FAO ral; proceso que toma relevancia en los proce- (Food & Agriculture Organization), Banco Inte- sos de transformación territoriales y en la con- ramericano de Desarrollo (BID). Uno de los pro- formación de la juventud dentro del territorio gramas para lograr el cometido propuesto por analizado. Bevilaqua Marin, desde una revisión los Estados Unidos fueron los Servicios de Ex- histórica para América Latina, explica el surgi- tensión Rural95 (Otero y Selis, 2016). Estas ins- miento de la juventud rural como resultado de tituciones implementaron diferentes propues- un “largo proceso de construcción social, des- tas desde brindar créditos a los jóvenes para encadenado por la expansión de las relaciones que incorporen tecnología agrícola, programas capitalistas de producción en el campo” (2009: educativos, clubes juveniles rurales, entre otros. 619), donde se los construyó principalmente Un ejemplo de estas políticas está plasmado en como “agentes de desarrollo”. el “Informe de los programas Juventudes Rura- En el marco de la Guerra Fría, dentro de las les de las Américas- 1964”96 donde se detallan múltiples políticas injerencistas en el plan de las acciones realizadas con el objetivo de “pro- combate al comunismo, Estados Unidos ge- mover el adelanto de las ciencias agrícolas” a neró diferentes programas e instituciones para promover el desarrollo tecnológico y elevar la productividad agrícola en América Latina. El supuesto que prevalecía era que los países del sur de América estaban poblados por campesinos que había que sacar de la ignorancia y modernizar. A partir de crear un imaginario social que asoció la juventud rural con el futuro, el progreso y el desarrollo, se implementaron programas sociales, en diversos países, para educar a este segmento poblacional. Se creía que los jóvenes tendrían mayor disposición que los adultos a incorporar tecnologías innovadoras, nuevos conocimientos e interiorizar las concepciones modernas del orden social (Bevilaqua Marin, 2009). Con esta función social, la juventud rural 250 93 Ver Cuarto Reporte del Programa Interamericano para la Juventud Rural, enero/marzo 1971, generado por esta institución. La misma continúa hasta nuestros días realizando estudios y congresos sobre la juventud rural en América Latina para el “bienestar” en estos países. En 1981 esta institución cambió de nombre al Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA). En el año 2000 publicaron el libro “Jóvenes y nueva ruralidad: Protagonistas actuales y potenciales del cambio. Un acercamiento conceptual a la situación y a la importancia del desarrollo humano de los sectores juveniles de América Latina y el Caribe en la aurora del 2000”. 94 “Informes Proyecto 39. Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas. Programa de Cooperación Técnica de la O.E.A.” Publicado en 1963. 95 Otero y Selis (2016) analizan el contenido de la revista “Extensión en las Américas” realizada por el IICA desde 1956 a 1967, que fue el elemento de difusión masiva de los Servicios Nacionales de Extensión Rural promovidos en casi todos los países de América Latina por Estados Unidos desde 1950. Explican que el papel histórico de estos programas fue impulsar el modelo industrial y la tecnificación en la agricultura e “introducir la “civilización científica” en el campo” (2016:45). 96 Este programa era un proyecto cooperativo entre el Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas de la OEA y la American International Association. través de la juventud (1964: 5). En el mismo, se formarse como “mestiza”97. Desde entonces explica que México contaba con 435 Clubes ju- el proyecto fue “mexicanizar al indio transfor- veniles y 10.163 miembros (1964: 12). mándolo en un ejidatario mestizo, moderno y El análisis de estos documentos permite laico” principalmente incidiendo en y desde la comprender que, por más que los estudios juventud (Aquino Moreschi, 2012:32, itálicas académicos hayan descubierto recientemente nuestras). En este contexto, la juventud rural la juventud rural, ésta ha estado presente en los fue concebida como una vía más rápida hacia planes de desarrollo y modernización que in- la “modernización” incentivando la desapari- tentan forjar ciertas pautas sociales asociadas a ción del campesinado tradicional e indígena, un modelo económico. Además, desde la épo- dando como resultado un continuo éxodo ru- ca de la Revolución en 1910, diferentes institu- ral juvenil, una mayor injerencia de las políticas ciones del Estado mexicano también contribu- estatales (en detrimento de la organización co- yeron a la consolidación de una juventud rural munitaria local) y una tendencia a una mayor tanto por las políticas educativas que buscaron proletarización campesina (Palerm, 2008; Ver- modernizar y homogeneizar al país como por el impulso económico focalizado a territorios gara-Camus, 2011). Algunas de las instituciones internacionales rurales. Warman (1972) explica que, luego de analizadas aún poseen injerencia en los secto- la Segunda Guerra Mundial, la clase dirigente res rurales-urbanos de América Latina y conti- mexicana adoptó la idea que, para lograr un rápido crecimiento y enriquecimiento, debía aumentarse la producción agrícola para exportación. De esta manera, se incentivó la “Revolución Verde” con la tecnificación del campo, el crédito y los saberes técnicos. Se fue incorporando, cada vez más, la lógica capitalista al mundo campesino al incorporar los métodos tayloristas y fordistas a la agricultura (Warman, 1972; Grammont, 2008). Por otra parte, Stavenhagen (1986) explica que la política educativa mexicana fue la base de la acción indigenista para alcanzar la deseada integración de las comunidades indígenas y campesinas. El objetivo de las medidas gubernamentales eran promover el desarrollo económico y social, difundir el español como lengua única nacional, promover un proceso de aculturación y homogeneización con el fin de construir una nueva nación que debía con- núan preocupándose por la población juvenil rural. Sin embargo, muchas de las políticas y discursos han sido modificados a la luz del régimen de acumulación flexible implementado desde fines de los 70s (Harvey, 2006) desde el Norte global. Solo a modo de ejemplificar algunos cambios, en el último informe realizado por las tres instituciones antes citadas (CEPAL, FAO e IICA) subrayan: “Con el objetivo de potenciar y distribuir más equitativamente el crecimiento económico, será necesario evitar las medidas proteccionistas y promover políticas inclusivas. En ese sentido, la inversión en educación, formación continua, adquisición de conocimientos y entrenamiento tecnológico, con énfasis en el mercado laboral y en la población joven, podrá facilitar la movilidad ocupacional y geográfica 97 Las escuelas creadas para los jóvenes en contextos rurales han estado históricamente dirigidas a la creación de un sector juvenil que pueda transformar su realidad local, que tienda a la modernización de la sociedad (Bevilaqua Marin, 2009). 251 de los trabajadores y la diversificación de las vados y promovidos por las prácticas estatales economías, además de fomentar la inversión también han tenido lugar (Gareis, 2018), sin empresarial y promover el dinamismo y la in- embargo, no han logrado la completa desa- novación en los mercados de productos y ser- parición de un sector juvenil que realiza acti- vicios, objetivos fundamentales del cambio es- vidades vinculadas con el campo y el bosque, tructural” (2017: 32; itálicas nuestras). se rige con lógicas campesinas o subsiste con actividades comunitarias. Pero, también, estos En este sentido, estas políticas nacionales e jóvenes han adquirido características de las ju- internacionales fungen como clivajes explicati- ventudes urbanas, incorporando elementos de vos –si mantenemos el eje en la juventud- so- la “modernidad” e implementado cada vez más bre los procesos de transformación que se die- tecnología en su vida y en su trabajo99 (Feixa ron históricamente en estos territorios rurales y y Gonzalez, 2013). Lo “rural” y lo “urbano” se que han contribuido al fenómeno denominado entremezclan y conjugan; se generan nuevas y “nueva ruralidad” o, con mayor poder explicativo adoptamos el concepto de Torres-Mazuera (2012), “ruralidad urbanizada”98. Además, se vuelven indispensables para contextualizar y otras formas, con diferentes colores y matices. Es así como, al observar a los jóvenes, podemos dar luz sobre los procesos de “urbanización extendida” en los cuales aparecen hete- explicar una idea muy repetida en los estudios rogéneos paisajes100 (Brenner, 2013), múltiples dedicados a entender la actualidad de la juven- y complejos estilos juveniles y diversas con- tud rural: “a diferencia de los adultos y ancia- cepciones que no remiten necesariamente a lo nos, los jóvenes han perdido el interés en ocu- “campesino-indígena” ni a lo “urbano-pobre”. parse de las actividades agropecuarias” (Salas En este proceso contribuyen una multiplicidad y González, 2014: 302), es decir ya no son ni quieren ser “campesinos”. de factores, pero nos interesa remarcar dos en relación a la transformación histórica mencio- En el contexto rural-urbano analizado, nada. El primero es la desaparición de incenti- estos cambios económicos y políticos incenti- vos económicos brindados al sector rural y el 98 Coincidimos con Torres-Mazuera cuando critica el concepto de “nueva ruralidad” porque no llega a aprehender la complejidad de la hegemonía que poseían las estructuras de poder que se centraban en la agricultura (y en México específicamente del ejido) en todas las dinámicas sociales locales; no observa los cambios endógenos en las relaciones de poder que se dieron en las transformaciones productivas de los territorios rurales; no busca analizar cómo estas “nuevas” actividades económicas se articulan con otros campos sociales. Buscando realizar una crítica profunda al modelo dicotómico de campo vs ciudad, la autora explica que la ruralidad desagrarizada sirve como un marcador histórico de lo que ya no existe: el “mundo rural organizado en torno a la agricultura y la tierra como principales recursos económicos locales” enfatizando, a su vez el incremento de actividades no agrícolas en las que se insertan la mayoría de los habitantes en espacios rurales. Propone que actualmente estamos en presencia de una ruralidad urbanizada como “el resultado inesperado de la intervención del Estado en sus múltiples programas y proyectos de desarrollo rural que han promovido proyectos productivos de tipo agropecuario” (2012: 22). gocios en diferentes esferas (ambiental, eco- 252 ahogo de estas poblaciones por los agro-nenómico, expropiación, imposición de modelos productivos, etc.) y, su contraparte, la creciente búsqueda de trabajos asalariados en contextos 99 Feixa y González (2013), a partir de estudios culturales, plantean que la juventud rural aparece abruptamente en los noventa gracias a los flujos comunicacionales, la rápida modernización y el consumo de bienes simbólicos segmentados que producen identidades juveniles. 100 Brenner (2013) propone una concepción de urbanización que contiene dos momentos dialécticamente interrelacionados (la concentración y la extensión) que están ocurriendo a escala planetaria. Por ende, se deben analizar más bien estos procesos de transformación, y sugiere, como horizonte político, luchar por un bien común mundial tanto campesinos, trabajadores agrícolas, poblaciones indígenas con todos los sectores de la ciudad. de pluriactividad laboral: aspecto mayoritaria- zo de raíz urbanocéntrica. Esta heterogeneidad mente resaltado por otros investigadores (Sa- es cada vez mayor en base a los procesos de las y González, 2014). transformación que se están sucediendo desde El segundo es la actualidad que posee el dis- lo económico, lo político, la mayor influencia curso generado en los 1950s sobre quienes se de los medios de comunicación e interrelación dedican a trabajar la tierra con la imperiosa ne- urbano-rural, entre otros. Por lo tanto, conside- cesidad de modernización y educación de la “ju- ramos que intentar encasillar a los y las jóvenes ventud rural”. Un joven nos dice; “algunos pien- de San Miguel Topilejo como “rurales” o “urba- san ‘los que se dedican a la agricultura son de lo nos” resulta una tarea inútil por las caracterís- más bajo, no tienen que hacer otra cosa… Esos ticas que presenta el territorio y las múltiples canijos como no saben hacer otra cosa, tienen adscripciones que hay en él. que dedicarse al campo’ o ‘no tienen estudios y les da miedo emprender en otra área’ y, hasta cierto punto también nos lo inculcaron ‘Tienes que estudiar porque, si no estudias, te vas a quedar aquí a trabajar la tierra’ y digo ‘carajo, ¿está mal?” (Javier, 27 años). Estos imaginarios sociales que sustentan actos discriminatorios – tanto dentro del pueblo como en la ciudad- se vuelven performativos para los jóvenes vinculados a las actividades agrícolas ya que existe Juventudes entre trabajos,necesidades y estilos En las sociedades contemporáneas la mayoría de la población completa la transición joven- adulto entre los 15 y 29 años habiendo cumplido con ciertos “marcadores sociales”101. Según Gonzalo Saraví (2009), estos últimos pueden resumirse en: la transición de la escuela al trabajo; la formación de una nueva una continuidad entre lo indígena y lo campe- familia; obtener la independencia residencial; y sino empobrecido. Se yuxtaponen sumándose la construcción de una identidad propia. Con dos opresiones, la raza y la clase, generadas y legitimadas por el sistema colonial y el sistema capitalista; lo cual puede agravarse al tratarse de jóvenes. Una de las maneras de escapar a estos juicios sociales es modificar las formas de vestir y los gustos musicales, combinar estilos juveniles u ocultar en qué trabajan. Así es como, dentro de esta compleja estructura territorial de “urbanización expandida”, las prácticas juveniles van tomando diferentes tónicas. Kessler encuentra que existe “consenso en rechazar la idea de la existencia de una identidad juvenil rural totalmente distinta a la urbana” (2006: 29). Además, el autor llama a continuar indagando sobre la pluralidad de “juventudes rurales”, sin intentar homogeneizarlas, esfuer- respecto a la juventud rural también ha sido un interrogante frecuente determinar cuándo ocurren los puntos de inflexión, Kessler explica entonces que “ciertos estudios proponen extender la juventud hasta los 29 años, por la herencia tardía de la tierra, así como otros marcan su inicio en los 10 años, debido a la precoz inserción en el mundo laboral, en particular por colaborar en las tareas familiares. A modo de ilustración de la pluralidad de perspectivas, una revisión general de los trabajos muestra que el límite inferior llega en ciertos casos hasta los 101 En base a esta afirmación, la mayoría de los organismos internaciones, las políticas públicas y los estudios académicos abocados a las juventudes sitúan entre estas edades su intervención y práctica, existiendo algunas diferencias internas dentro de estos límites. Tanto el INEGI como el Instituto Mexicano de la Juventud toman el parámetro etario para definir la juventud entre 15 y 29 años. 253 8 años y el superior a los 40” (2006: 19). En el cién allí comienzan a tomar algunas decisiones contexto rural-urbano analizado, tal transición y a controlar los medios de trabajo. Como han presenta ciertos matices propios de la carac- trabajado desde pequeños con su familia, el in- terización territorial. Para aprehenderla no sólo greso al ámbito laboral no se constituye como hemos considerado los discursos hegemónicos un parámetro definitorio. A su vez, esta transi- institucionales y adultocéntricos que definen a ción no se relaciona con una característica del la juventud sino también la constitución de los sujeto (edad, conocimiento, casamiento, hijos), propios sujetos como actores sociales. Es de- sino más bien se debe a la condición o deci- cir, la propia adscripción de cada individuo a tal categoría en relación con el reconocimiento social y su propia identificación (Urteaga, 2010). La especificidad disciplinar de la antropología es, como tanto se ha dicho, “estar allí” 102 y una parte poco analizada de la metodología es, generalmente, cómo el/la antropólogo/a va vinculándose a las personas con quienes consumará una entrevista o compartirá días enteros de conversación. En mi experiencia, este aspecto me ha permitido entender quiénes son jóvenes en Topilejo y por qué. Efectuar la pregunta “¿me podrías presentar a un joven que conozcas?” desataba una catarata de reflexiones sobre la edad o qué era lo que hacían los “jóvenes de Topilejo”. Siguiendo un criterio etario, muchos adultos aclaraban “pero ya se casó”, “ya no estudia” o “trabaja en la casa”. A su vez, muchos jóvenes entre 15 y 29 años dijeron “yo ya no soy joven”, siendo la responsabilidad individual el principal parámetro definitorio: “ya tenemos la responsabilidad de ellos tres (hijos) y tenemos que trabajar” eran los motivos que respaldaba la condición de adultez de una pareja de 20 años. A quienes se identifica como campesinos, tanto ellos mismos como los adultos de la comunidad suelen mencionar que devienen en sión de padres o abuelos de seguir trabajando la tierra, con lo cual paulatinamente los hijos comienzan a tomar protagonismo en la esfera productiva en el terreno familiar o porque heredan uno propio. En algunos casos cuando los jóvenes conforman una nueva familia nuclear, los padres o abuelos suelen ceder una porción de tierra o prestar algún medio de producción (herramientas o insumos agrícolas, un lugar en el mercado local para vender, un vehículo para usar como taxi pirata o para transformar lo que produzcan), pero siempre están supeditados a las decisiones o “consejos” de la generación anterior mientras éstos últimos se involucren en la producción. En general, todos los jóvenes de Topilejo comienzan a trabajar desde pequeños –entre los 8 y los 12 años- al ser considerados como “sujetos económicos” dentro de su núcleo familiar. Por lo que la transición escuela-trabajo pierde peso determinante. Esta particularidad puede adjudicarse al carácter “campesino” histórico que prevalece entre las familias103 donde todos los miembros son reconocidos como parte de la unidad social y económica con compromisos productivos y reproductivos, sea que en la actualidad cultiven para el autoconsumo, se dediquen al comercio o adultos entre los 25 y 35-40 años, ya que re102 Quien popularizó esta idea haciendo un juego de palabras entre el “estar allí” y “estar aquí”, como la etapa de escritura, fue Clifford Geertz en su famoso libro el “Antropólogo como autor” de 1989. 254 103 Siguiendo a Ángel Palerm, la unidad campesina funciona como una “unidad que produce, vende mercancías y trabajo, consume y se reproduce” donde se guían principalmente por una lógica de valores de uso, pero poseen una íntima relación con el sistema capitalista (2008: 306). servicios104. A esto debemos agregar que, frente la adultez. Generalmente si se sienten forzados a la reestructuración económica mexicana y las a trabajar para alimentar a su familia nuclear, sucesivas crisis desde los años ochenta del siglo si tuvieron hijos y/o si son responsables de su pasado, el ingreso de los jóvenes al mercado la- trabajo (sea una parcela de tierra, un comercio boral es parte de una estrategia de supervivencia o un carro), suelen considerarse adultos y serán de los sectores desfavorecidos (González de la reconocidos como tales por la comunidad. Rocha, 2006). El trabajar desde niños y ser agen- Como en otras geografías, las trayectorias tes económicos dentro de la estructura familiar de los jóvenes son cada vez más imprevisibles, no genera, entonces, la eliminación de la con- zigzagueantes, volátiles, contradictorias (Ma- dición infantil o juvenil. Más bien, el carácter de chado Pais, 2007) y, en lo laboral, inestables las relaciones productivas y reproductivas –y sus (Kessler, 2004). Lo curioso es que la auto-ads- sucesivas modificaciones- fungen como los pará- cripción juvenil también puede zigzaguear con metros que determinan el proceso de transición las cambiantes trayectorias laborales, aunque a a la adultez. ritmos distintos. Ángel trabajo desde pequeño En la relación entre el trabajo y la constitu- con su padre en un comercio de pescado, se ción -o no- de una familia propia se definen casó a los 16 años y se mudó con su mujer y su las necesidades que se deben satisfacer cotidia- hija a un pueblo cercano, donde pasó por dife- namente y, de la mano, cómo se busca y lo- rentes trabajos en condición de dependencia, gra solventarlas. Aunque entre los pobladores alquiló un taxi que tuvo que auto-administrar, pueden operar inconscientemente algunos de pero le fue mal porque “era muy joven”. Por las los “marcadores sociales” identificados por Sa- malas condiciones económicas, volvió con su raví (2009), mayoritariamente son las formas y “nueva” familia a vivir a la casa de sus padres motivos por los cuales realizan sus actividades en Topilejo e instaló un puesto de verdura pro- económicas cotidianas las que “marcan” la au- pio y aprendió a administrarse solo, “trabajaba to-adscripción juvenil, es decir, depende de la para él” a los 20 años con lo que mantenía a su posición, función y compromiso dentro de los esposa e hija. Luego tuvo problemas, se separó procesos de trabajo en los que están involucra- y su esposa se volvió a vivir con su propia fa- dos. Si se sabe o no se sabe, si se controlan o no milia y se llevó a la hija. Ahora él trabaja como los medios de producción, si se debe “agachar ayudante en el puesto de pescado de su padre, la cabeza” porque están en proceso de apren- quien le da dinero según sus necesidades co- dizaje, si se trabaja para los fines de semana, tidianas y envía dinero a su ex nuera y nieta. para los gustos personales o para aportar eco- Ángel siente que volvió a ser un joven de 22 nómicamente en el hogar materno son facto- años que trabaja en relación de dependencia res que influyen en determinar la transición a para sus necesidades de fin de semana. 104 Esto puede corresponderse con la cualidad de campesinidad, como propone Woortmann (1988), es decir a la producción cultural de la familia, a la reproducción de la unidad familiar, más allá de la producción material, de la familia como pool de fuerza de trabajo. Aunque no estamos preguntándonos aquí por si operan internamente en términos mercantiles o anti-mercantiles como lo plantea para el sur de Brasil. En contextos de precariedad, como es Topilejo, “el trabajo en sí mismo se vuelve una necesidad para los jóvenes” (Salas y González, 2014: 299). Las actividades con las cuales logran la reproducción se conforman en un factor clave en 255 la experiencia de transición a la adultez, no sólo en el trabajo; o poder poner un “negocio” y fijar en la dimensión económica (Saraví, 2009), sino sus propias reglas. también para la construcción de la subjetividad Esta caracterización sobre cómo se vive la (Pérez Islas y Urteaga, 2001). Muchos jóvenes experiencia de transición a la adultez en este entrevistados asocian su condición juvenil a territorio tiene sus raíces en la convergencia la posición de subordinación en la cual se en- entre factores rurales y urbanos. La construc- cuentran en sus trabajos ya que “no conocen”, ción de carreteras que han generado un fácil “no saben”, “están aprendiendo” o no poseen el acceso a la ciudad, la expansión tecnológica (y control sobre los medios de producción. Esto, con ello el acceso a luz corriente en la parte por un lado, justificará y permitirá que se gene- céntrica del pueblo y a internet), mayor esco- ren situaciones de opresión, discriminación y/o larización dentro del pueblo y fuera de él y la explotación que viven y naturalizan en sus pro- llegada masiva de personas de escasos recur- cesos laborales, por ejemplo, menores salarios, sos que residían antes en la ciudad de México más horas de trabajo, sin derechos o en peores han generado un entrecruzamiento de formas condiciones de negociación (Gareis, 2018). Por de vivir, abriendo posibilidades y obturando otro lado, estas condiciones laborales genera- otras trayectorias. Localmente persisten prácti- rán que se desee salir de tal condición “juvenil”, cas que, desde una mirada esencialista, pueden es decir cambiar de status social (Vigh, 2006). caracterizarse como “tradicionales”, “rurales”, Meillassoux (1987 [1975]) y Federici (2015), “comunitarias” o “indígenas”; por ejemplo, las han explicado que la división social de traba- costumbres agrícolas-ganaderas como andar a jo ha estado históricamente construida a par- caballo en las calles, las prácticas mitológicas y tir de criterios de género y edad que, según festividades asociadas a los ciclos agrícolas; las Narotzky (2004), influyen en el control diferen- fiestas patronales con mole y atole; mayordo- cial de los medios de producción y, así, en una mías con sus “topiles” y “tamaleras”; música de desigual distribución del poder a lo largo del banda sonando cada fin de semana; las cha- proceso laboral. En este sentido, si la condición rrerías, la botas y los sombreros de hombres y de ser joven basada en la falta de habilidades mujeres; las madres y abuelas con mandil ca- o conocimientos los ubica en una posición de minando por el mercado o trabajando, entre subordinación laboral permanente, la solución miles de otras prácticas cotidianas (comidas, es aprender más, intensificar su trabajo, ser olores, colores) que poseen una raíz ancestral. 105 más productivos para volverse “adultos” reco- Sin negar todo lo anterior, hay quienes pre- nocidos laboralmente: transcurrir el proceso. fieren caracterizar a Topilejo como un barrio Las opciones a largo plazo para lograrlo son periférico de la ciudad con gente que viaja to- “ser sus propios patrones”; adquirir el conoci- dos los días al centro a trabajar o estudiar en miento suficiente para tener un puesto mayor las universidades, quienes visten con “ropa de 105 Meillassoux (1984) demostró que, en comunidades donde existen comunidades domesticas de producción, son los mayores quienes al tener el conocimiento y el control en la distribución de los recursos, poseen la autoridad, lo cual se va modificando a medida que los jóvenes crecen y adquieren conocimientos. 256 ciudad y se maquillan”; muchos jóvenes hacen grafitis o andan en patinetas con pantalones ajustados y gorra; adolescentes que, antes de casarse, se preocupan por su estética y van al gimnasio (lo cual hace 10 años no ocurría ex- le gusta es el rap plica una joven de 28 años); ha llegado el con- Luisina: ¿Cuál es la relación de escuchar sumo de drogas sintéticas y la inhalación de banda o vestirse como charro y trabajar en el solventes industriales y también el rap, reggae, campo? reggaetón, música electrónica, entre otros. Roberto: No es como te vistes, sino más bien Así se conforma un paisaje particular cuan- cómo trabajes. Porque, imagínate, si trabajas do todos los -diferentes, heterogéneos y hasta por allá abajo (en la ciudad) y te vas así vesti- contradictorios- elementos anteriormente des- do… criptos logran combinarse, entre-mezclarse, Sofía: Se van a burlar de ti (…) Mucha gente fusionarse. En la juventud, lo que se observa te ve como raro. Te quedan viendo así como es una mixtura de estilos de vida, por ejemplo “que piche india”106 (Sofía, 24 años y su herma- una joven punk es campesina dentro de la uni- no Roberto, 21 años. Familia campesina, traba- dad familiar (siembran maíz y otras verduras) jan y viven juntos) e incentiva el consumo de pulque natural que ellos mismos hacen; estudiante de abogacía, Los estilos de vida no se construyen ni de- Edgardo en los días de fiesta usas sus botas y finen únicamente por ciertos bienes de consu- sombrero; fanático de los caballos con los cua- mo, sino que incluyen modos particulares de les trabaja con su padre, Enrique prefiere ir a los hablar, vestirse, tipos musicales, actividades de bares de música electrónica por el centro de la ocio o diversión, entre otros elementos (Saraví, ciudad; estudiante de enfermería por la ciudad, 2015). Sí un componente fundamental de los Griselda es escaramuza los fines de semana; y estilos de vida son las “prácticas de consumo” Juan, bajando madera ilegalmente del bosque al darles forma y contenido, citando al autor, para consumir y/o vender, logra juntar el di- también las “prácticas de trabajo” contribuyen nero necesario para comprar un par de tenis a conformar los estilos juveniles. En los ejem- mensualmente ya que se le gastan al patinar en plos anteriores lo que completa los estilos de “skate” por las tardes con sus amigos. vida y permite imaginar el collage encontrado Roberto: Antes a nosotros nos criticaban que en Topilejo son las heterogéneas combinacio- “pinches charritos” y ahora vas y hay mucha nes entre consumo y trabajo que pueden aso- gente que son solo vaqueros de fiesta (…) A mí ciarse indistintamente a lo tradicionalmente no me ha dado pena, siempre me he vestido así caracterizado como lo “urbano” vs. lo “rural”. Sofía: Entre nosotros tenemos diferentes Tanto las tareas en el campo (agrícolas, gana- gustos de música, porque a mí me gusta mu- deras, en el bosque) como los trabajos en la cho el sonido. Y mis hermanos y mi marido me ciudad -y las diferencias de género asociadas a hacen burlan porque en el sonido muchos se andan moneando Luisina: ¿Y a ti qué música te gusta? Roberto: La banda Sonia: Mi esposo (23 años) no se viste charrito ni nada de eso, su género de música que 106 “Pinche india” es un descalificativo ofensivo que condensa la yuxtaposición antes mencionada: se genera una discriminación racial (india) unida a la clase (pobre) sufrida porque provienen de un lugar rural y por dedicarse a trabajar la tierra, no necesariamente porque se identifiquen con un grupo étnico, lo cual no es el caso de Topilejo quienes se autodenominan pueblos originarios, pero no indígenas. Ver López Caballero (2012) y Gareis (2018). 257 cada uno- delinean las formas de vida y éstas, las necesidades como las maneras de trabajar a su vez, configuran y modifican las prácticas y van cambiando a medida que transcurren la ex- subjetividades de los jóvenes con las cuales se periencia juvenil. Es de la relación entre necesi- compondrán los estilos de vida. dades y trabajo -en la cual se hace palpable la tensión entre la posición del sujeto dentro de Conclusiones múltiples estructuras de poder (el ser juvenil) Más allá de las particularidades que posee y el proceso (convertirse en adulto, cambiar de el contexto mexicano de un pueblo rural-urba- status)- de la cual depende la adscripción de no que está en un proceso de transformación otros y de ellos mismos a la categoría “joven”, conformando nuevos paisajes, estilos de vida ya sea para buscar quedarse en ella (moratoria y subjetividades juveniles, muchos de los ele- cultural) o para escapar107 (Vigh, 2006). mentos analizados pueden dar luz para indagar En cómo se definen las necesidades y de- la llamada “juventud rural” en otras geografías. seos en cada sujeto y en cómo trabaja no sólo Intentaré subrayar algunos puntos haciendo podemos aprehender relaciones económicas, hincapié en los puentes que se pueden trazar sino también valores morales, dimensiones es- con el extremo sur de América Latina. tético-políticas, obligaciones y deberes. En es- Primeramente, se delinea una historia de tos contextos, el trabajo crea sujetos, modela intervención formulada desde los centros im- subjetividades, influye en los procesos de so- perialistas destinada a la juventud que trabaja cialización y conforma estilos juveniles en rela- en las tierras de cultivo en toda América Lati- ción –simultánea y, a veces, contradictoriamen- na. Muchas de las instituciones analizadas aún te- con otros aspectos de la vida social. continúan planificando e interviniendo en la ruralidad de nuestros países. Realizar un trazado Vocabulario de todas estas políticas y su transformación a Atole: es una bebida de origen prehispánico lo largo del tiempo para cada zona puede brin- consumida en México. En su forma original es dar nuevas luces analíticas para comprender el una cocción de maíz en agua, con una mode- contexto en que los jóvenes crecen y trabajan. rada viscosidad y se sirve caliente. Del náhuatl A la hora de analizar jóvenes de sectores atolli ‘aguado’ empobrecidos, hemos corroborado la impor- Charrería: Es el conjunto de destrezas, habi- tancia de focalizar en cuáles son las necesida- lidades ecuestres y vaqueras propias del charro des –entendiendo que son históricas y social- mexicano. Todo ello conforma un deporte es- mente determinadas (Narotzky, 2004)- que se pectáculo de gran popularidad y raigambre en deben y desean resolver cotidianamente para México. garantizar la reproducción y las maneras que se tienen, inventan o imponen para resolverlas. Es decir, debemos analizar las relaciones económicas en que se involucra cada sujeto y cómo lo hace para analizar las heterogéneas experiencias de transición a la adultez. Tanto 258 107 Vigh (2006) analizando la juventud de Bissau propone que, mientras que en Occidente la juventud es representada como un espacio o tiempo para la diversión, las oportunidades y la libertad, en el Sur es un tiempo de marginalidad y liminalidad social. Ser joven no parece algo festivo, sino desolador donde, en relación al contexto de pobreza y violencia, no se logra fácilmente ganar status, es decir, salir de ese tiempo de “muerte social” como él llama, es ahí donde el proceso toma relevancia. Charros/ charritos: solían ser los jinetes. presentada al XX Congreso de la Asociación Ahora se les dice a quienes se visten con botas Latinoamericana de Sociología, São Paulo, y sombreros de vaqueros. Se asocia al campo, ALAS. los caballos y la música de banda, traída del norte de México. Escaramuza: son las mujeres que hacen charrería. Federici, S. (2015). Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria (2da Ed.). 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