TERAPIA PSICOLÓgICA
2008, Vol. 26, Nº 2, 241-251
Copyright 2008 by Sociedad Chilena de Psicología Clínica
ISSN 0716-6184 (impresa) · ISSN 0718-4808 (en línea)
Efectividad de las Intervenciones en Apego con Infancia Vulnerada
y en Riesgo Social: Un Desafío Prioritario para Chile1
Effectiveness of Attachment Interventions with Traumatized Childhood in Social Risk:
A Challenge of Priority for Chile
Esteban Gómez Muzzio
Sociedad Protectora de la Infancia, Chile
María Magdalena Muñoz
Sociedad Protectora de la Infancia
Pontiicia Universidad Católica de Chile, Chile
María Pía Santelices
Pontiicia Universidad Católica de Chile, Chile
(Rec: 06 marzo 2008 Acep: 28 octubre 2008)
Resumen
El artículo revisa los problemas que enfrentan los niños y niñas vulnerados en diversas esferas de su desarrollo
psicosocial, asociado en ocasiones a un trastorno de apego inseguro habitualmente de tipo desorganizado.
Se plantean conceptos de la teoría del apego que resultan esenciales para comprender gran parte de los fundamentos que actualmente orientan las intervenciones desarrolladas en el campo de la salud mental infantil,
los programas sociales y los sistemas de protección a la infancia. Luego se desarrolla una revisión de la
literatura especializada sobre intervenciones preventivas en apego y se revisan brevemente tres modalidades
de psicoterapia basadas en evidencia con prometedoras aplicaciones en el campo de la infancia vulnerada.
Se concluye relevando la importancia de difundir e incorporar prácticas basadas en evidencia en el trabajo
con infancia vulnerada en sus derechos, especialmente para el contexto chileno, en el cual actualmente es
una prioridad la prevención en salud mental infantil.
Palabras Clave: Apego, intervención temprana, infancia vulnerada, salud mental infantil.
Abstract
The paper review the problems that face traumatized children on diverse areas of their psychosocial development, linked sometimes to an insecure attachment disorder, commonly of a disorganized kind. Essential
concepts of attachment theory are described, to understand a great part of the pillars that are orienting the
interventions developed on the ield of infant mental health, social programs, and childhood protection systems. Later, a review of the specialized literature about preventive interventions on attachment is developed,
and three psychotherapy modalities are briely reviewed based on evidence with promisingly applications
on the ield of traumatized children. It concludes emphasizing the importance of diffusing and incorporating evidence based practices in the work with traumatized childhood, especially for the Chilean context, in
which today prevention on infant mental health is a priority.
Key words: Attachment, early intervention, traumatized childhood, infant mental health.
1
La elaboración del presente artículo contó con el inanciamiento del Proyecto FONDECYT Nº 1070839. Correspondencia a: egomez@protectora.cl
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La teoría del apego ha demostrado ser un sólido y productivo marco de investigación de las ciencias médicas y
sociales en los últimos 30 años (Berlin & Cassidy, 2001;
Barth, Crea, John, Thoburn & Quinton, 2005). A medida
que numerosos estudios comprobaban o enriquecían sus
postulados centrales, comenzó cobrar relevancia para
una gran variedad de áreas relacionadas con el desarrollo
humano. Los campos de la psicopatología, psicología clínica, ciencias de la salud, ciencias cognitivas, programas
sociales y sistemas de protección a la infancia, se han
visto transformados de una u otra forma por la teoría que
el psiquiatra y psicoanalista John Bowlby propuso en 1969
para comprender la forma en que las interacciones afectivas
tempranas entre cuidador e infante inluyen en el desarrollo
biopsicosocial humano posterior.
Fruto de los grandes avances que se han obtenido en
esta área, ha sido posible diseñar, implementar y evaluar
el impacto de numerosas intervenciones destinadas a modiicar los problemas relacionados con el apego entre los
seres humanos. A la fecha se ha visto que varias de estas
intervenciones han logrado efectos moderados, pero aun se
desconoce con claridad los mecanismos que operan para
generar estos cambios (Broberg, 2000; O´Connor & Zeanah,
2003; Robinson, 2002).
En diversos países y regiones del mundo, se ha observado en los últimos años un movimiento orientado
al desarrollo de políticas públicas a favor de la Infancia,
emergiendo como tema prioritario para agentes académicos,
gubernamentales y de la sociedad civil la Infancia Temprana
como foco de acción y relexión. Especíicamente en Chile,
esta preocupación se ha concretado a través de la generación de un Sistema de Protección Integral a la Infancia
llamado “Chile Crece Contigo”, cuyos destinatarios son
los niños y niñas desde la gestación hasta los 4 años de
edad (Consejo Infancia, 2006). Dentro de esta política, el
enfoque integral incluye tanto a los infantes como a sus
familias y la comunidad en que están inmersos y a su vez,
busca intervenir en todas las áreas del desarrollo: físico,
cognitivo y socioemocional. La iniciativa de generar un
Sistema de Protección Integral a la Infancia en Chile, en
especial de la infancia temprana, pone de relieve la importancia creciente de contar con sólidos fundamentos para el
desarrollo de prácticas basadas en evidencia en temas de
intervención temprana en general y de intervenciones en
apego en particular.
Un área en la cual estas intervenciones han cobrado
cada vez mayor relevancia es el de las organizaciones e
instituciones dedicadas a la prevención, protección y reparación en temáticas de la infancia vulnerada en sus derechos,
especialmente en Residencias de Protección, Programas de
Familias de Acogida y Servicios de Adopción (Barth, Crea,
John, Thoburn & Quinton, 2005; Pearce & Pezzot-Pearce,
2001; Timmer et al., 2006). El presente artículo pretende
poner a disposición de profesionales, organizaciones e
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instituciones que trabajan con temáticas relacionadas
a la vulneración de derechos de la infancia en Chile y
Latinoamérica, una revisión actualizada tanto del marco
teórico general que sustenta estas intervenciones (generales
y especializadas) como de las características y resultados de
las mismas. Sobre esta base, se espera promover avances en
el diseño, implementación y evaluación de intervenciones
pertinentes al complejo desafío que, hoy más que nunca,
adquiere una particular relevancia: ofrecer a todos los niños
y niñas de nuestra sociedad, especialmente a aquellos que
han sufrido severas vulneraciones y traumatismos en su
historia de vida, espacios de desarrollo y fortalecimiento
de factores protectores y mecanismos de resiliencia que
garanticen su adecuado crecimiento biológico, cognitivo,
socioemocional, ético y espiritual.
La Teoría del Apego
El sistema de apego es uno de muchos sistemas conductuales que ha evolucionado para promover la sobrevivencia
y la reproducción de la especie (Broberg, 2000; Robinson,
2002). La teoría del apego asigna una importancia central
a los vínculos afectivos tempranos que se generan entre
el bebé y su cuidador o cuidadores primarios. Establece
que existe una motivación intrínseca en los seres humanos
a generar lazos emocionales prolongados y consistentes,
desde el nacimiento hasta la muerte, con la función principal de obtener cuidado, protección y estimulación en
su desarrollo evolutivo por parte de una persona con más
sabiduría o posibilidades de sobrevivencia (Bowlby, 1969;
Broberg, 2000; Berlin & Cassidy, 2001; Robinson, 2002;
Lecannelier, 2004).
El apego en la concepción de Bowlby es el proceso que
lleva del estrés a la calma, de sentirse amenazado a sentirse
seguro (Bowlby, 1969; Svanberg, 1998, Cassidy, 1999).
Cuando se ha desarrollado un apego seguro, el infante tendrá
la posibilidad de explorar progresivamente, sobre una base
de seguridad y conianza, el mundo que lo rodea, facilitándose la tarea de alcanzar saludablemente los diversos hitos
de su desarrollo y explotando al máximo su potencial si las
condiciones de su entorno lo permiten (Grossmann, et al.
2002; Marvin & Britner, 1999).
Cabe señalar que la contraparte del sistema de apego
del infante, es el sistema de cuidados del adulto (Broberg,
2000; Cassidy, 1999) que es antecedido por el estado mental
o representaciones de los padres respecto al apego (Berlin &
Cassidy, 2001). Esta asociación entre (a) representaciones
de apego en los padres, (b) conductas de parentalidad y (c)
estilos de apego en los niños, ha sido respaldada de forma
robusta por diversos meta-análisis con muestras de hasta
4.000 díadas madre-infante (Berlin & Cassidy, 2001), y
ha servido de fundamento para diversas intervenciones
en apego.
Finalmente, cabe señalar que en los últimos años la
teoría del apego ha evolucionado hasta convertirse en un
EFEctiVidad dE las intErVEncionEs En apEgo con inFancia VulnErada y En riEsgo social:
un dEsaFío prioritario para chilE
modelo central del desarrollo infantil. En esta línea podemos
decir que “los estudios de apego seguro demostraron que
éste sirve como fundamento para el posterior desarrollo
afectivo, social, cognitivo y conductual a lo largo del ciclo
vital” (Hughes, 2004, p. 264). El desarrollo de un apego seguro, con el conjunto de conductas de cuidado y protección
que involucra, permite al niño satisfacer sus necesidades
primordiales de afecto y seguridad, para posteriormente
aprender a distinguir y responder a las señales socio-afectivas de sus cuidadores. En este sentido, las interacciones
diádicas y luego triádicas que emergen dentro de esta relación son centrales para el desarrollo neuropsicológico del
niño pequeño (Hughes, 2004).
Apego en Niños Vulnerados
Numerosas investigaciones han respaldado en las últimas décadas la coniguración de apego desorganizado o
ansioso/evitativo en niños que han sufrido una combinación
de diversas formas de maltrato físico y psicológico, abuso
y/o negligencia por parte de sus cuidadores en la temprana
infancia (Carlson, Cicchetti, Barnett & Braunwald, 1989;
Cichetti & Barnett, 1991; Hughes, 2004; Finzi, Ram, HarEven, Shnit & Weizman, 2001). Asimismo, se ha visto que
en niños físicamente maltratados existe una predominancia
de apego evitativo, mientras que niños que han sufrido
negligencia física tienden a mostrar un apego ansioso/
ambivalente (Finzi et al., 2001).
Estos niños, a medida que crecen, comienzan a desarrollar una necesidad compulsiva de controlar su entorno;
al no haber podido vivenciar a sus cuidadores como fuente
de tranquilidad y seguridad, sino más bien como fuente
de terror en sus vidas2 (Broberg, 2000), llegan a sentir que
deben intentar controlarlos, a través de estrategias como
la manipulación, la sobreadaptación, la complacencia, la
intimidación o la inversión de roles (Hughes, 2004; Finzi
et al., 2001).
Según han señalado Curtis, Alexander y Lunghofer
(2001) y Hughes (2004) hay una carencia importante de
investigación con respecto al tratamiento de niños maltratados provenientes de contextos multiproblemáticos y
vulneradores, que residen fuera de su familia de origen (en
sistemas de familias de acogida o residenciales, o que han
sido adoptados). Lo que se ha visto hasta la fecha, es que las
intervenciones con niños en edad más avanzada, que presentan una historia de vida de este tipo (y que se constituyen
en la población objetivo de los programas de protección
infantil) suelen ser difíciles, arduas y complejas. Estos niños
y niñas presentan “evitación y vigilancia ansiosa, junto con
recuerdos aterradores e intrusivos secundarios al trauma”
2
La experiencia de “terror” en el infante puede generarse debido a una
vivencia de ansiedad y temor constante en el cuidador que se trasmite
al niño (ej., un cuidador extremadamente temeroso de cometer errores);
o bien como producto de una relación efectivamente amenazadora y
agresiva del cuidador hacia el niño.
243
(Hughes, 2004, p. 263), lo que diiculta su participación en
tratamientos e intervenciones psicológicas. Si a esto se le
agregan las características de un apego desorganizado, como
la desregulación afectiva, existe un riesgo mucho más alto
de fracaso en la intervención (Hughes, 2004).
Se ha remarcado que en niños que por diversas razones
(relacionadas con una grave vulneración) han debido ser
separados de su familia de origen, permanece un trasfondo
de desconianza básica que diiculta bastante la llegada de
posteriores cuidadores y profesionales (Pearce & PezzotPearce, 2001). La salida de su familia de origen y el riesgo
de colocaciones múltiples posiciona a estos niños en un riesgo aumentado de padecer trastornos de apego (Robinson,
2002; Pearce & Pezzot-Pearce, 2001; Timmer et al., 2006).
En este sentido, diversas investigaciones han encontrado
que se observa con bastante frecuencia desórdenes de
apego equivalentes a la forma “desinhibida” del trastorno
reactivo vincular especiicado en el DSM-IV (O´Connor
& Zeanah, 2003). Por lo tanto, la reconstrucción de una
conianza básica que permita avanzar hacia la selectividad
en la relación de apego se constituiría en un aspecto nuclear
de las intervenciones para lograr un apego seguro en niños
institucionalizados, en familias de acogida o adoptados
(Lieberman, 2003; Pearce & Pezzot-Pearce, 2001).
Trastornos asociados a Problemas de Apego
Existe abundante evidencia empírica que respalda el
rol fundamental del apego en el desarrollo integral del ser
humano. Consecuentemente, numerosas investigaciones
han respaldado las consecuencias negativas asociadas a
trastornos en las conductas de apego en la infancia temprana (Soares & Dias, 2007; Finzi et al., 2001; Pearce &
Pezzot-Pearce, 2001). Los niños que han sido clasiicados
con apego inseguro se encuentran en mayor riesgo de desarrollar comportamientos desadaptados y psicopatología
con posterioridad (Soares & Dias, 2007; Finzi et al., 2001);
así, se ha descrito que estos niños pueden presentar mayor
riesgo de trastornos de la conducta alimentaria, trastorno
oposicionista desaiante, agresividad en la edad escolar,
problemas externalizantes, diicultades en el manejo de
emociones negativas, mayores niveles de estrés, mayor
riesgo de desarrollar trastornos ansiosos en la adolescencia
y de síntomas disociativos tempranos, entre otros problemas
de alta complejidad (Robinson, 2002; Soares & Dias, 2007;
Finzi et al., 2001; Pearce & Pezzot-Pearce, 2001).
Sin embargo, Barth et al. (2005) han señalado que la
asociación entre problemas de apego y psicopatología en
edades posteriores de la vida no debe hacerse sin precaución. Según señalan estos autores, existe evidencia de que
los caminos que sigue un niño a lo largo de su desarrollo
son complejos, inluenciados por múltiples variables y no
siempre predecibles desde los estilos de apego identiicados
en la temprana infancia. Así, “mientras los problemas de
apego pueden predisponer a un niño hacia futuros problemas
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conductuales, estos problemas deben ser evaluados y tratados dentro del contexto del actual entorno del niño” (Barth,
et al., 2005, p. 259).
Intervenciones en Apego
La literatura acerca de intervenciones dirigidas a inluir
sobre el desarrollo de un apego sano (promocionales y preventivas), a mejorar el estilo de apego actual (tratamiento),
o a intervenir sobre condiciones o consecuencias asociadas
al desarrollo de trastornos de apego (reparatorias), se ha
incrementado notoriamente en los últimos veinte años
(Berlin & Cassidy, 2001; Broberg, 2000; BakermansKranenburg, van IJzendoorn & Juffer, 2005), desarrollándose principalmente en países de habla inglesa, por lo que
las conclusiones de estos estudios deben ser matizadas con
el contexto socio-cultural especíico en que las intervenciones a desarrollar tengan lugar. Otra precaución que se ha
explicitado en la literatura reciente es que no todo tiene que
ver con problemas de apego, especialmente en sistemas de
protección infantil como la institucionalización y familias
de acogida, o en familias con niños adoptados (Barth et al.,
2005; Lecannelier, 2004; Curtis, Alexander & Lunghofer,
2001). Al ser niños y niñas que han sido separados de sus
familias de origen muchas veces por serias vulneraciones
a sus derechos, tiende a prevalecer la sospecha de un daño
irreparable en el apego, desde lo cual se suele extrapolar
una explicación unitaria a todos los problemas que estos
niños puedan presentar (sin tomar en cuenta que muchas
veces son problemas similares a los que se encuentran en
la población en general). En relación con estos niños y
niñas y sus familias, Barth et al. (2005) han recomendado
“que un rango más amplio de intervenciones basadas en
evidencia deberían estar disponibles y que deben darse
pasos para ayudar a hacer esas intervenciones más sensibles a las necesidades únicas de familias adoptivas y de
acogida” (p. 262).
La información que a continuación se presenta ha sido
organizada en torno a tres grandes grupos: (a) características generales de las intervenciones; (b) intervenciones con
resultados prometedores; y (c) psicoterapias relacionadas
con apego. La distinción entre intervención y psicoterapia nos parece relevante, en tanto una intervención es un
conjunto de acciones que pueden o no incluir el uso de
psicoterapia.
Características generales de las intervenciones
Recientemente, Juffer, Bakermans-Kranenburg y van
IJzendoorn (2005), del Centro para Estudios del Niño &
Familia de la Leiden University, desarrollaron una amplia
revisión de 70 estudios, después de una selección en base
a criterios como que las intervenciones estuviesen dirigidas
al desarrollo socio-emocional del niño y que no se concentraran solamente en el desarrollo cognitivo del mismo, o
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que las investigaciones usaran mediciones observacionales
y no auto-reportes de los padres (ya que se interesaron en
cambios conductuales más que de actitudes o creencias).
De acuerdo a estos autores, los programas de intervención
en apego se han focalizado en los infantes, en los padres o
en ambos, y se han aplicado en:
(a) grupos con características especiales, por ejemplo,
minorías étnicas,
(b) grupos con características clínicas, por ejemplo,
presencia de desórdenes de ansiedad o trastornos conductuales en los niños, o
(c) grupos con múltiples factores de riesgo, por ejemplo,
bajo nivel socioeconómico en madres adolescentes, familias
multiproblemáticas, etc.
Según O´Connor y Zeanah (2003), las intervenciones
en apego tienen tres características comunes: (a) se focalizan en la interacción padre-hijo; (b) en general están
diseñadas para infantes y niños pequeños; (c) y la mayoría
de las intervenciones se centran en la díada y suponen que
la variable principal a modiicar es la falta de sensibilidad
del progenitor.
Según Juffer, Bakermans-Kranenburg y van IJzendoorn
(2005), los programas de intervención en apego tienen
fundamentos teóricos y empíricos diversos e incluso
divergentes respecto a los parámetros que inluencian el
desarrollo infantil y las variables que deben focalizarse en
la intervención, lo que se traduce en objetivos, métodos de
intervención e intensidades y frecuencias diferentes.
En una revisión y meta-análisis reciente sobre 15
intervenciones preventivas (N = 842) que incluyeron la
medición del apego desorganizado infantil como evaluación
de resultados, se encontró que las intervenciones efectivas
comenzaban a los 6 meses de edad del bebé (y no antes).
Asimismo, los hallazgos de este estudio muestran que las
intervenciones que se focalizaron sólo en intervenir la sensibilidad materna fueron signiicativamente más efectivas
en reducir el apego desorganizado que aquellas que también
trabajaron el apoyo parental y las representaciones mentales de apego (Bakermans-Kranenburg, van IJzendoorn &
Juffer, 2005).
A pesar de esta dispersión y diversidad, es posible argumentar que dentro de los programas que buscan estimular
un apego seguro o mejorar el estilo de apego existente,
pueden diferenciarse tres líneas centrales de intervención:
(1) intervenciones dirigidas a estimular la sensibilidad o
responsividad conductal de los padres; (2) programas que
se focalizan en las representaciones mentales de apego o
modelos operativos internos de los padres; (3) e intervenciones que intentan estimular o proveer de apoyo social a los
padres (Broberg, 2000; Berlin & Cassidy, 2001; O´Connor
& Zeanah, 2003; Egeland, Weinield, Bosquet & Cheng,
2000, citado por Juffer, Bakermans-Kranenburg y van
IJzendoorn, 2005; Pearce & Pezzot-Pearce, 2001).
EFEctiVidad dE las intErVEncionEs En apEgo con inFancia VulnErada y En riEsgo social:
un dEsaFío prioritario para chilE
Fundamentos para Intervenciones dirigidas a
estimular la Sensibilidad Parental
Al respecto, cabe señalar que diversas investigaciones
han revelado que la sensibilidad parental se constituye en
una variable central para el desarrollo de un apego seguro
(de Wolf & van IJzendoorn, 1997: Golsmith & Alansky,
1987, en Juffer, Bakermans-Kranenburg & van IJzendoorn,
2005). Este hallazgo ha sido replicada en países orientales,
lo que da mayor validez y universalidad al constructo
(Vereijken, Riksen-Walraven & Kondo-Ikemura, 1997).
De acuerdo a Ainsworth, Velar, Waters y Wall (1978, citado por Juffer, Bakermans-Kranenburg y van IJzendoorn,
2005), la sensibilidad parental es “la habilidad de percibir
las señales del niño correctamente, y reaccionar a estas
señales inmediata y adecuadamente” (p. 6). La sensibilidad
materna incluye componentes tales como la sincronía, la
mutualidad, el apoyo emocional, una actitud general positiva, y conductas de estimulación del infante (Horvath &
Weinraub, 2005). Un aspecto central de la sensibilidad es
la capacidad del cuidador para adaptarse al contexto y su
disposición a responder a las señales del niño, dejando en
sus manos el liderazgo de la situación (Broberg, 2000). La
sensibilidad materna y sus conductas de ternura y calidez
facilitan la internalización de la interacción madre-hijo en
el bebé y potencian su habilidad para modular sus afectos
y conductas (Kivijärvi et al., 2004). En una situación ideal,
la adecuada lectura de las señales del bebé por parte de su
madre aumenta el placer mutuo y el disfrute de estar juntos
en ambos integrantes de la díada (Kivijärvi et al., 2004). Se
ha enfatizado que una de las principales señales que una
madre debe aprender a leer en la interacción temprana con
su hijo(a) es la conducta de llanto y sus múltiples signiicados, frente a los cuales despliega (o no) su comportamiento
de sensibilidad materna (Kivijärvi, 2004). Estos elementos,
se sigue, debiesen ser considerados por profesionales que
busquen intervenir sobre la sensibilidad de los cuidadores,
sobretodo en lactantes y niños pequeños. En usuarios que
correspondan a la descripción de familias multiproblemáticas y en riesgo social, además, debe considerarse que la falta
de sensibilidad a las señales comunicativas y de empatía en
las relaciones tiende a ser un fenómeno habitual (Gómez,
Muñoz & Haz, 2007).
Cabe señalar que la metodología de intervenciones cuyo
objetivo principal es incrementar la sensibilidad parental va
desde enseñar a los padres habilidades observacionales para
hacer de ellos mejores perceptores, a psicoeducar respecto
a temas relevantes en el desarrollo de su hijo (lo que facilitaría que los padres puedan percibir a su hijo de manera
menos distorsionada por las propias creencias e historia de
vida), o modelar los comportamientos deseados, y reforzar
positivamente conductas de sensibilidad y responsividad
adecuada, por ejemplo, mediante el uso de video-feedback
(Juffer, Bakermans-Kranenburg y van IJzendoorn, 2005;
Suárez, Muñoz, Gómez & Santelices, 2008).
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Fundamentos para Intervenciones dirigidas a
modiicar las Representaciones Mentales de Apego
La capacidad de mentalización es entendida como “la
capacidad de inferir estados mentales (creencias, planes,
deseos, emociones, expectativas, etc.) en uno mismo y
los otros” (Lecannelier, 2002, p. 195). En psicología del
desarrollo se ha llamado a esta capacidad de mentalización “teoría de la mente”, y puede comprenderse como
“una capacidad universal de interpretar la conducta de los
otros y de uno mismo a través de categorías mentalistas”
(Lecannelier, 2002, p. 196), identiicándose su aparición
alrededor de los 4 años de edad. Sin embargo, no debe
confundirse este momento de emergencia de la teoría de
la mente con la airmación de que antes de eso no existen
procesos que dan posibilidad, estructura y características
de funcionamiento a la teoría de la mente, ya que los procesos intersubjetivos y de apego tempranos juegan un rol
gravitante en la aparición posterior de ésta. Contrariamente
al innatismo propuesto por los creadores del modelo sobre
la Teoría de la Mente, Fonagy y otros investigadores han
demostrado fehacientemente que
“…esta capacidad no es innata sino que es un logro
evolutivo en donde un mayor o menor desarrollo de ella se
relacionaría con la calidad de los apegos con un cuidador.
Es decir, que padres que poseen mayor desarrollo de esta
habilidad de mentalización tienden a tener niños más seguros, 3 o 4 veces más que los padres inseguros” (Lecannelier,
2002, p. 196).
En esta línea, Fonagy et al., (1995a) demostraron en
un estudio longitudinal con 92 niños, que la capacidad
de mentalización o capacidad relexiva del adulto es una
variable predictora del desarrollo de un apego seguro, lo
que a su vez se constituye en una variable predictora de una
adquisición precoz de Teoría de la Mente. En un terreno
especulativo, Fonagy (1999) ha propuesto que un apego
seguro proporcionaría un contexto en que el niño puede
explorar de forma segura la mente del cuidador/a, y así
lograría conocer más sobre las mentes.
Intervenciones con resultados prometedores
Las intervenciones en apego, como se ha remarcado en
este artículo, se han focalizado principalmente en la estimulación de la sensibilidad parental, en el fortalecimiento de la
capacidad de mentalización de los cuidadores y en brindar
apoyo social a los padres. Como elemento transversal,
podría concebirse que dichas intervenciones se orientan
a fomentar una mayor comprensión y visualización de las
características y necesidades únicas de su hijo(a), lo que a
su vez impactaría sobre la relación vincular entre ambos,
pudiendo modiicar en mayor o menor medida el tipo de
apego observado.
Cabe señalar que varios de estos programas han mostrado resultados estadísticamente signiicativos en mediciones
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realizadas meses después de inalizada la intervención,
con respecto a las variables que se buscaba intervenir en el
programa (por ejemplo, en la sensibilidad materna, en el
respeto por la autonomía del niño o en el apoyo parental al
niño/a) (Juffer, Bakermans-Kranenburg & van IJzendoorn,
2005). Entre las investigaciones que han mostrado resultados estadísticamente signiicativos están las siguientes:
Scholz y Samuels (1992, citado por Juffer, BakermansKranenburg y van IJzendoorn, 2005), intervinieron 32
familias primerizas australianas con padres normales en
su hogar, mediante masajes al bebé y videos educativos,
con resultados positivos en mejorar la calidez parental y la
responsividad del infante.
Spiker, Ferguson y Brooks-Gunn (1993, citado por
Juffer, Bakermans-Kranenburg y van IJzendoorn, 2005)
dirigieron una intervención a gran escala para padres de
infantes prematuros y de bajo peso al nacer. Como parte
del Programa de Salud y Desarrollo Infantil, se incluyeron
a 985 participantes, quienes recibieron tres modalidades de
servicios (visitas domiciliarias, actividades en el centro, y
reuniones grupales de apoyo parental). Las metas incluían
proveer apoyo social y emocional a los padres, y potenciar
sus habilidades interaccionales, y se encontraron cambios
pequeños pero estadísticamente signiicativos (en el posttest a los 30 meses) en la interacción madre-hijo, que fue
caliicada como más sincrónica en relación al grupo de
control.
Riesen-Walraven, Meij, Hubbard y Zevalknik (1996,
citado por Juffer, Bakermans-Kranenburg y van IJzendoorn,
2005), describieron un programa de intervención intensivo,
focalizado en estimular la sensibilidad parental en 37 madres de bajo nivel socioeconómico pertenecientes a minorías
étnicas, mediante 16 semanas de visitas domiciliarias basadas en modeling de actividades lúdicas y psicoeducación.
En el post-test, a los 18 meses, se observó que las madres
intervenidas marcaron más alto en comparación con el
grupo de control en tres de cuatro dimensiones (presencia
apoyadora, respeto por la autonomía del niño y encuadre
de estructura y límites).
Egeland y Erickson (1993, citado por BakermansKranenburg, van IJzendoorn & Juffer, 2005) evaluaron un
programa de intervención preventiva para madres de alto
riesgo (con factores como pobreza, falta de educación,
ser madres solteras, y circunstancias vitales inestables)
y múltiples problemas. La intervención combinó visitas
domiciliarias e intervención grupal, comenzando durante el
embarazo y continuando durante el primer año de vida del
bebé, promediando 30 sesiones y siendo realizado por madres con alguna experiencia en trabajar con familias pobres.
Entre las técnicas utilizadas estuvo el dar consejos sobre parentalidad adecuada y el video-feedback. Esta intervención
mostró resultados positivos en diversas medidas, como la
sensibilidad materna, si bien no se detectaron efectos sobre
el apego seguro ni una mejoría del apego desorganizado (de
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hecho, habían más niños con apego desorganizado que en
el grupo de control: 41% v/s 19% del total).
Otro programa que intervino con madres en alto riesgo
de desarrollar una parentalidad inadecuada (principalmente
debido a pobreza, historias de abuso y falta de apoyo social), consistía en visitas domiciliarias y reuniones grupales
madre-infante, comenzando durante el embarazo y prolongándose hasta el primer año post-parto, con un promedio
de 17 sesiones grupales y 36 visitas domiciliarias, siendo
implementado por profesionales de salud mental (Heinicke,
Fineman, Ruth, Recchia, Guthrie, y Rodning, 1999). Los
objetivos de esta intervención eran mejorar la sensibilidad
materna, las representaciones de apego y el apoyo social.
En el post-test, a los 12 meses de inalizada la intervención,
se encontraron resultados positivos y signiicativos en todas
las medidas evaluadas, con respecto al grupo de control:
sensibilidad materna, respeto de la madre por la autonomía
del hijo, estilo de apego, y mejoría del apego desorganizado
(13% de niños con apego desorganizado v/s 27% del grupo
de control).
van den Boom (1995, citado en Robinson, 2002) realizó una intervención con madres e infantes, en la cual los
infantes eran seleccionados poco después del nacimiento
de acuerdo a sus niveles de irritabilidad. La intervención
duraba 3 meses y se basaba en un programa de entrenamiento a la madre en percibir las claves únicas de sus hijos,
interpretarlas y aprender respuestas apropiadas a dicho comportamiento. La medición a los 12 meses de edad mostró
un incremento signiicativo en la sensibilidad y sincronía
materna en relación al grupo de control, y disminución
del llanto, aumento de la sociabilidad y mejor exploración
de su entorno en los infantes que el grupo de control. El
seguimiento a los tres años mostró la mantención de los
efectos.
Bakermans-Kranenburg, Juffer y van IJzendoorn (1998)
realizaron un estudio con madres de clase media-baja previamente clasiicadas con representaciones de apego inseguro (según resultados de la Entrevista de Apego Adulto).
Dicho estudió comparó dos tipos de intervenciones en
apego, estando la primera dirigida a mejorar la sensibilidad
materna mediante información escrita sobre parentalidad
sensible y video-feedback, mientras que la segunda intervención se concentró en mejorar las representaciones
de apego de la madre mediante discusiones adicionales
acerca de su historia de apego temprana. El video-feedback
utilizado en ambas intervenciones incluyó los siguientes
elementos: (a) aprender a reconocer el comportamiento de
búsqueda de contacto y de exploración del bebé; (b) desarrollar una mejor percepción de las señales y expresiones
sutiles del bebé; (c) la relevancia de responder adecuada y
prontamente a las claves del bebé y (d) mejorar la sintonía
afectiva y el intercambio de emociones entre la madre y su
hijo(a). Ambas intervenciones se realizaron en cuatro visitas
domiciliarias entre los 7 y 10 meses de vida del bebé. En el
EFEctiVidad dE las intErVEncionEs En apEgo con inFancia VulnErada y En riEsgo social:
un dEsaFío prioritario para chilE
Tabla 1. Síntesis de población, técnicas y resultados obtenidos en
Rango de población intervenida
- Progenitores primerizos normales
- Madres de NSE medio-bajo con representaciones de apego inseguro
- Madres de minorías étnicas y NSE bajo
- Madres de alto riesgo social y múltiples
problemas
- Madres de infantes con altos niveles de irritabilidad al nacer
- Progenitores de infantes prematuros y bajo
peso al nacer
-
Rango de técnicas usadas
Masajes al bebé
Videos educativos y psicoeducación
Visitas domiciliarias
Reuniones grupales de apoyo parental
Video-feedback sobre conductas parentales
Entrenamiento en sensibilidad materna
Abordar la historia de apego de los padres
Rango de aspectos que mejoraron
-
post-test a los 13 meses de vida del infante, los resultados
mostraron mejorías signiicativas (tamaño de efecto de
.87) en la sensibilidad materna en ambas intervenciones,
en comparación con el grupo de control.
A continuación, se sintetizarán las principales características con respecto a la población intervenida, técnicas
usadas y resultados obtenidos en las intervenciones descritas
previamente. Es importante clariicar que estos listados no
implican que una sola intervención se aplique a todos los
casos, use todas las técnicas ni haya demostrado su efectividad para todos los resultados señalados. El objetivo de
este análisis es solamente ilustrar el rango de temáticas,
herramientas y posibilidades que tiene la intervención en
apego hasta la fecha.
Como aparece relejado en la Tabla 1, las características de los participantes en las intervenciones consignadas
son bastante diversas, incluyendo desde padres primerizos
sin mayores diicultades, hasta madres que responden a la
clasiicación de familias multiproblemáticas y en riesgo
social (Gómez, Muñoz & Haz, 2007). La mayoría de estas
intervenciones deinieron su población objetivo según
características y factores de riesgo de las madres, como
pobreza, poca educación, historias de maltrato o falta de
apoyo social, mientras que dos intervenciones lo hicieron
desde características de riesgo identiicables en los infantes,
como altos niveles de irritabilidad, prematuridad y bajo
peso al nacer.
En este grupo de 7 intervenciones con efectividad probada, se consideraron ciertos elementos técnicos comunes.
Como puede observarse en la Tabla 1, es habitual incorporar
visitas domiciliarias y técnicas psicoeducativas. Algunas
intervenciones incluyen el uso de video-feedback y otras las
reuniones grupales de madres, pero de una forma u otra todas buscan dar retroalimentación a las madres respecto a su
sensibilidad y conductas de parentalidad que despliegan en
la interacción cotidiana con sus hijos(as). Especíicamente,
247
Calidez parental
Sensibilidad materna
Presencia apoyadora
Respeto por la autonomía del
niño
Encuadre de estructura y límites
Sincronía en la relación madrehijo
Responsividad del infante
Disminución del llanto
Aumento de la sociabilidad del
infante
Exploración del entorno en el
infante
una intervención incorporó el uso de masajes al bebé y de
videos educativos y otra intervención la discusión sobre
la historia de apego temprana de las madres, apuntando a
mejorar sus representaciones de apego.
Con respecto al rango de aspectos que mejoraron en las
intervenciones consignadas previamente, es posible señalar
que en las madres incluyó una mejoría en su calidez, sensibilidad, apoyo y respeto y un aumento en su capacidad de
ijar límites y de dar estructura. La relación madre-hijo se
evaluó como más sincrónica; y en el infante se identiicó
una mayor responsividad y sociabilidad, disminución del
llanto y mejor exploración de su entorno.
Psicoterapias relacionadas con Apego
Entre las diversas modalidades de intervención,
aquellas que especíicamente se han desarrollado bajo la
modalidad de psicoterapia y que han recibido respaldo
empírico incluyen:
La psicoterapia infante-cuidador (infant-parent psychotherapy, IPP), que se dirige a reducir la parentalidad disfuncional mediante la exploración clínica de la experiencia de
la madre y del infante en el contexto de sus interacciones
durante la sesión terapéutica; así, uno de sus principales
objetivos es liberar a los padres de los antiguos “fantasmas”
que han invadido su guardería (Berlin & Cassidy, 2001;
Lieberman, 2004). La IPP “intenta promocionar apego seguro en los infantes cambiando las representaciones mentales
parentales de sus propios apegos” (Pearce & Pezzot-Pearce,
2001, p. 32). La efectividad de esta intervención ha sido
probada en diversos estudios. Por ejemplo, Cicchetti (1998,
en Pearce & Pezzot-Pearce, 2001) estudió los cambios en
el estilo de apego experimentados por niños cuyas madres
habían participado en IPP, conformando tres grupos: un
primer grupo de madres con depresión clínica al momento
de iniciar IPP; un segundo grupo de control con madres
clínicamente deprimidas pero que recibieron una forma
TERAPIA PSICOLÓgICA 2008, Vol. 26, Nº2, 241-251
248
EstEBan góMEz Muzzio / María MagdalEna Muñoz / María pía santElicEs
tradicional de tratamiento en vez de IPP; y un tercer grupo
de control de madres sin depresión y sus hijos. Los resultados fueron impresionantes: a los 36 meses de seguimiento,
la IPP se asoció con una reducción signiicativa en el apego
inseguro de los niños del primer grupo (desde 44% a 25%).
Por el contrario, hubo un aumento signiicativo del apego
inseguro en los niños del segundo grupo (desde 36% hasta
47%). Resultados similares han sido reportados en diversos
estudios de caso (Juffer, Duyvesteyn & van IJzendoorn,
1994; Leifer, Wax, Leventhal-Belfer, Fouchia & Morrison,
1989, ambos en Pearce & Pezzot-Pearce, 2001).
La interacción guiada (interaction guidance, IG) es
una modalidad de terapia basada en evidencia, diseñada
para familias multiproblemáticas o multi-estresadas, que
han mostrado ser resistentes a otras formas de abordaje
(McDonough, 1993; 2004). La interacción guiada se fundamenta en la teoría del apego y el enfoque clínico sistémico,
y se focaliza en las interacciones madre/padre-niño(a);
intercala sesiones de juego familiar grabadas en video,
con sesiones de exposición y discusión junto al padre y/o
madre, de secuencias de interacción positivas y negativas
escogidas por el terapeuta, ayudando a los padres a mejorar
su comprensión del hijo(a), identiicar y reforzar sus propias
competencias, a disfrutar de la relación con su hijo(a) y a
mejorar el vínculo afectivo entre ambos (Forcada-Guex,
2007; Suárez et al., 2008). Diversos estudios han mostrado
su efectividad en mejorar la sensibilidad materna o la sensibilidad del cuidador (Robert-Tissot, et al., 1996), en infantes
con problemas de alimentación, y en disminuir la comunicación disruptiva entre madres y sus bebés (Benoit et al.,
2001), entre otros resultados. En Chile, Suárez et al. (2008)
han ilustrado su potencial de aplicación en organizaciones
sociales con niños y familias de elevada complejidad, con
una importante historia de trastornos vinculares, diversas
vulneraciones transgeneracionales y apego interrumpido
por procesos de institucionalización temprana, si bien se
requiere mayor investigación sobre su efectividad.
La terapia de interacción padre-hijo (parent-child
interaction therapy, PCIT) es una terapia breve basada en
evidencia, que utiliza psicoeducación, tareas para la casa
y coaching en vivo, en una situación de juego diádica o
familiar monitoreada por el terapeuta desde otra sala (espejo
o similar). A través de instrucciones entregadas por medio
de un aparato de transmisión auricular, el terapeuta ayuda a
Tabla 2. Modalidades de Terapia relacionadas con Apego
Objetivo Transversal a las Tres Modalidades Terapéuticas
Mejorar la interacción entre el [padre/madre/cuidador] y el [hijo(a)/niño(a)], promoviendo un estilo relacional más seguro y adecuado a
las necesidades y características de cada uno y del sistema familiar/institucional.
Terapia
Población
Objetivo Especíico
Técnica
Resultados
Psicoterapia
Padres cuya parentalidad
Infante-Cuidador se ve interferida por los
antiguos “fantasmas de su
guardería”; se benefician
padres o madres con cierta
capacidad de insight
Terapia de
Familias multiproblemáticas
Interacción
o multi-estresadas, que han
Guiada
mostrado ser resistentes a
otras formas de abordaje
Terapia de
Interacción
Padre-Hijo
Lograr un cambio en las Exploración clínica de la
representaciones mentales experiencia de la madre y
de apego de los padres
del infante en el contexto de
sus interacciones durante la
sesión terapéutica
Cierta evidencia respecto al
logro de una reducción signiicativa del apego inseguro
en los niños
Sesiones de juego familiar grabadas en video, con
Sesiones de exposición y
discusión junto al padre y/o
madre, de secuencias de interacción positivas y negativas
escogidas por el terapeuta
Psicoeducación, Tareas para
la casa y Coaching en vivo,
en una situación de juego
diádica o familiar monitoreada mediante instrucciones
dadas por el terapeuta desde
otra sala.
Es una intervención
manualizada.
Cierta evidencia avala su
efectividad para mejorar la
sensibilidad materna o la
sensibilidad del cuidador y
disminuir la comunicación
disruptiva entre madres e
hijos
Amplia y robusta evidencia
empírica muestra su efectividad para reducir problemas
conductuales en niños, en
padres biológicos inmersos
en una relación de maltrato
con sus hijos y en niños colocados en Familias de Acogida
con serios trastornos emocionales, conductuales y vinculares fruto de una historia de
maltrato y vulneración
Fortalecer las competencias
parentales, el disfrute de la
relación y el vínculo afectivo entre padre o cuidador
e hijo
Niños con desórdenes con- Practicar competencias paductuales y para díadas con rentales especíicas y evitar
maltrato leve a moderado
conductas disfuncionales en
la interacción de los padres o
cuidadores con sus hijos
TERAPIA PSICOLÓgICA 2008, Vol. 26, Nº2, 241-251
EFEctiVidad dE las intErVEncionEs En apEgo con inFancia VulnErada y En riEsgo social:
un dEsaFío prioritario para chilE
los padres a practicar competencias parentales especíicas y
a evitar conductas disfuncionales en la interacción con sus
hijos (Herschell, Calzada, Eyberg & McNeil, 2002). Tiene
dos fases: (1) la Interacción Dirigida por el Niño, también
descrita como etapa de mejoramiento de la relación vincular
y (2) la Interacción dirigida por el Padre, también descrita
como la etapa de manejo conductual (Timmer et al., 2006).
Está indicada en niños con desórdenes conductuales y
para díadas con maltrato leve a moderado, buscando como
objetivo transversal lograr una mejoría en la relación vincular entre el niño(a) y la igura parental (Hensler, Wilson
& Sadler, 2004). Es una de las terapias que ha acumulado
mayor cantidad de respaldo empírico en Estados Unidos,
demostrando su efectividad principalmente para reducir
problemas conductuales en niños (Eyberg et al., 2001),
en padres biológicos inmersos en una relación de maltrato
con sus hijos (Timmer, Urquiza, Zebell, & McGrath, 2005)
y en niños colocados en Familias de Acogida con serios
trastornos emocionales, conductuales y vinculares fruto
de una historia de maltrato y vulneración (Timmer et al.,
2006), entre otros resultados no relacionados con el foco
de este artículo.
Discusión y Conclusiones
De acuerdo a lo expuesto en este artículo, las intervenciones desarrolladas desde el marco conceptual de la teoría
del apego resultan pertinentes para el abordaje de una serie
de temáticas presentes en infantes, niños y niñas que han
sufrido diversas vulneraciones y traumatismos en su historia
de vida. Esto, por cuanto una de las áreas que más se daña al
recibir maltrato, abuso sexual o negligencia en la temprana
infancia es precisamente el apego, resultando a su vez perjudicados todos los procesos de desarrollo biopsicosocial
que se relacionan con el tipo de apego gestado en dicha
etapa. Por tanto, si se busca reparar las secuelas de dichas
vulneraciones y/o prevenir el desarrollo de daños mayores
en estos niños y niñas, los fundamentos y metodologías de
las intervenciones expuestas, tanto psicosociales como terapéuticas, resultan de primera importancia para diseñadores
de programas y políticas públicas, para administradores de
organizaciones sociales y para los profesionales y operadores de servicios relacionados.
A partir de la revisión bibliográica realizada, es posible
constatar que la efectividad de las intervenciones promocionales, preventivas y reparatorias en apego, se relaciona
con el foco de la intervención. De esta manera, la literatura
plantea que las intervenciones más efectivas son aquellas
centradas en mejorar la sensibilidad parental con respecto a
las señales del hijo, que aquellas centradas en la promoción
directa de la seguridad en el apego de los infantes.
Este aspecto podría comprenderse a la luz de la evidencia que muestra que el proceso de cambio es más factible
de observar en una dimensión conductual que en una
249
dimensión representacional; es decir, sería más fácil modiicar patrones de interacción, que cambiar el estilo de apego
propiamente tal de los infantes o los modelos operativos
internos de los cuidadores. Estas consideraciones podrían
ser relevantes para enfatizar la importancia de promover
una respuesta sensible en los cuidadores de niños(as) en
riesgo psicosocial, por ejemplo, al realizar promoción
en salud mental infantil, al capacitar al personal de trato
directo en los sistemas residenciales o al intervenir con los
cuidadores de familias de acogida especializadas, entre
otras posibilidades.
Unido a lo anterior, los estudios señalan que la evaluación de los resultados de las intervenciones en apego
muestran mayor validez cuando son medidas con instrumentos de observación de la calidad de la interacción, y
no solamente con instrumentos de auto-reporte, los cuales
están sujetos a los efectos de la deseabilidad social. Esto
constituye un desafío para la realidad chilena, puesto que
es necesario contar con instrumentos de observación debidamente validados para la realidad nacional y esta área es
aún un campo de incipiente desarrollo.
Por otra parte, la evidencia existente muestra que son
más eicaces las intervenciones breves con un foco claro
y acotado, por sobre intervenciones de abordaje amplio y
de largo plazo (Broberg, 2000). De acuerdo a los autores
revisados en este artículo, las intervenciones focalizadas son
fundamentales para avanzar sin extraviar el norte en la multiplicidad de problemáticas que el entorno de estos niños(as)
suele presentar. Por otra parte, la experiencia práctica de los
programas de la Sociedad Protectora de la Infancia de Chile
(SPI) ha mostrado que el daño biopsicosocial que muchas
veces cargan estos niños es de tal magnitud (por ejemplo, en
sistemas residenciales o en programas de familias de acogida) que una intervención breve habitualmente sólo logra
generar cambios de corto plazo, necesitando ser reforzados
periódicamente por los profesionales para favorecer su real
integración en la arquitectura neurológica y psicológica del
niño, niña o adolescente, y de las personas signiicativas de
su entorno familiar, social e institucional.
Como una forma de superar la dicotomía técnica de
“intervenciones de corto plazo” v/s “intervenciones de largo
plazo”, proponemos que el diseño de programas psicosociales que trabajen con infancia gravemente vulnerada en
sus derechos, debiese estructurarse en torno a una serie de
intervenciones especíicas y focales, sólidamente articuladas e integradas entre sí, pero que a su vez cuenten con un
sistema de apoyo y refuerzo periódico a la mantención de
los cambios y logros obtenidos en dichas intervenciones.
Para ejempliicar a grandes rasgos esta idea, tomaremos la
experiencia de la SPI con el uso de psicoterapia y talleres
de apego en su programa de Familias de Acogida en Puente
Alto, es decir, en un programa en el que los niños han debido ser separados de su familia de origen y colocados en
TERAPIA PSICOLÓgICA 2008, Vol. 26, Nº2, 241-251
250
EstEBan góMEz Muzzio / María MagdalEna Muñoz / María pía santElicEs
una nueva familia, producto de las serias vulneraciones de
derecho recibidas en su historia.
En el marco de dicho trabajo, sea con familias especializadas o con miembros de la familia extensa, ha sido
necesario apoyar los procesos de integración y convivencia
familiar del niño o niña, quien muchas veces carga con secuelas y problemáticas que requieren atención profesional
especializada, la cual en general no se ha encontrado disponible en la red de salud pública chilena. En estos casos, el
uso de diversas formas de psicoterapia (incluida la terapia de
Interacción Guiada) y de talleres de apego para promover la
sensibilidad parental en los cuidadores, han sido recursos de
gran impacto en la experiencia de este programa, usándose
como instancias propicias para mejorar la dinámica familiar
y/o para integrar las experiencias traumáticas vividas a la
historia personal y familiar.
Sin embargo, creemos que para apoyar efectivamente
los cambios obtenidos mediante el uso de terapias como la
Interacción Guiada (véase Suárez et al., 2008) y los talleres
de apego, debe entenderse el lugar de dichas intervenciones
en el contexto de un abordaje integral que considere asimismo aspectos relacionados con la red formal e informal
del niño(a), de la satisfacción de sus necesidades básicas o
de los recursos relacionales (por ejemplo, tutores de resiliencia) que puedan encontrarse en su entorno signiicativo,
entre muchos otros. Estos aspectos usualmente han sido
intervenidos por los trabajadores sociales del programa o
por los mismos terapeutas en coordinación con otros actores
de la red institucional.
De acuerdo a la literatura revisada y a la experiencia
práctica de los autores, creemos que esta conclusión es
válida para las diversas situaciones que se enmarquen en el
contexto del abordaje de problemas de apego en infantes,
niños y niñas con una historia de vulneraciones de derechos:
la psicoterapia, los talleres y las intervenciones focales son
útiles y efectivas, pero no se recomienda basarse únicamente en el uso de estos recursos para abordar las problemáticas vinculares y relacionales de la infancia gravemente
vulnerada en sus derechos. Es necesario articular estos
recursos con sistemas más amplios y estables en el tiempo
de monitoreo, seguimiento y apoyo a la mantención de los
avances, que permitan a su vez prevenir recaídas o detectar
necesidades de nuevas intervenciones de forma oportuna.
Esta igura no existe en la actualidad como alternativa,
en la red de servicios disponibles para las organizaciones
sociales que trabajan con infancia gravemente vulnerada,
debiendo ser suplida por los esfuerzos bien intencionados
pero insuicientes de los propios equipos psicosociales.
Si bien una preocupación relevante para las políticas
públicas chilenas es el estudio del costo/beneicio de las
intervenciones realizadas, en nuestro país se cuenta con
escasos estudios basados en la evidencia. Es por ello que
el análisis de la revisión bibliográica realizada puede constituir un aporte en la optimización de los recursos en salud
TERAPIA PSICOLÓgICA 2008, Vol. 26, Nº2, 241-251
mental infantil, puesto que considerar los resultados de las
investigaciones recientes en materia de efectividad de tratamientos de promoción de apego en la infancia temprana,
puede orientar de mejor forma los esfuerzos en el diseño de
las intervenciones y coordinaciones necesarias.
Por último, es importante destacar que los estudios
muestran que, si bien las intervenciones en apego son más
sensibles en la temprana infancia, pueden además abordarse,
con eicacia demostrada, en todas las etapas del desarrollo.
Esto puede ser particularmente relevante para niños de larga estadía en sistemas residenciales o casos en los cuales
la protección haya llegado en edades más avanzadas (por
ejemplo, en adopciones tardías).
En el escenario actual del contexto chileno, se presenta
una serie de desafíos para avanzar en el diseño, implementación y evaluación de programas de intervención orientados
a la salud mental infantil y la protección de la infancia,
y se espera que en un futuro cercano se multipliquen los
avances en esta materia, para así poder alcanzar como país
las metas actuales del Sistema de Protección Integral a la
Infancia, sobre todo en grupos de mayor riesgo como la
infancia vulnerada y en desprotección social.
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TERAPIA PSICOLÓgICA 2008, Vol. 26, Nº2, 241-251