Topofilia, Revista de Arquitectura, Urbanismo y Territorios
Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades "Alfonso Vélez Pliego" | BUAP
Año XIV | No. 23 | Octubre 2021- Marzo 2022
LAS RUTAS OPORTUNAS DE LA HISTORIA.
PATRIMONIO Y TURISMO EN EL CENTRO DE SALTILLO
Argelia Isabel Dávila del Bosque, mexicana, argelia.davila@uadec.edu.mx
Escuela de Artes Plásticas Prof. Rubén Herrera Unidad Saltillo
Universidad Autónoma de Coahuila, Arteaga Coahuila, México
Karina Soto Canales, mexicana, karina.sotocnl@uanl.edu.mx
Facultad de Arquitectura, Universidad Autónoma de Nuevo León
San Nicolás de los Garza, Nuevo León, México
Lizbeth Salgado Conrado, mexicana, lizbeth_salgado@uadec.edu.mx
Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, Unidad Torreón
Universidad Autónoma de Coahuila; Torreón, Coahuila, México
RESUMEN
El objetivo principal de la presente investigación es profundizar en la reflexión acerca de las
diferencias encontradas en la promoción y difusión del patrimonio arquitectónico del Centro
Histórico de la ciudad de Saltillo, Coahuila; el cual surge al establecer una confrontación discursiva
entre el turismo y la producción o consolidación de la marca ciudad como propósito de reactivación
y regeneración de los centros históricos del país. Se realiza un análisis comparativo donde se
relacionan y superponen la arquitectura patrimonial del sitio con respecto a los objetos
incorporados en la agenda turística, por medio de un registro de información de los elementos
arquitectónicos en una plataforma cartográfica se identifican similitudes y discordancias, las cuales
se representan gráficamente para exhibir ubicación y cualidades descriptivas de las edificaciones.
Como resultante se obtiene la simulación de la ruta turística que, de manera conveniente, desestima
otros bienes inmuebles de valor patrimonial, lo que evidentemente produce desventajas para la
permanencia y mantenimiento de las construcciones de valor patrimonial que construyen el
imaginario urbano y robustecen los factores de identidad local.
Palabras Clave: patrimonio urbano, marca ciudad, turismo
THE OPPORTUNE ROUTES OF HISTORY.
HERITAGE AND TOURISM IN THE CENTER OF SALTILLO
ABSTRACT
The main objective of this research is to deepen the reflection on the differences found in the
promotion and dissemination of the architectural heritage of the Historic Center of the city of
Saltillo, Coahuila; which arises from establishing a discursive confrontation between tourism and
the production or consolidation of the city brand as a purpose of reactivation and regeneration of
the historic centers of the country. A comparative analysis is carried out where the patrimonial
architecture of the site is related and superimposed with respect to the objects incorporated in the
tourist agenda, by means of a registry of information of the architectural elements in a
cartographic platform, similarities and discordances are identified, which are represented
graphically to exhibit location and buildings descriptive qualities. As a result, the simulation of the
Recibido: 23-07-20 | Aceptado: 02-09-20
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tourist route is obtained, which conveniently disregards other real estate of heritage value, which
evidently produces disadvantages for the permanence and maintenance of the constructions of
heritage value that build the urban imaginary and strengthen the factors of local identity.
Key words: urban heritage, city brand, tourism
INTRODUCCIÓN
El presente documento tiene como objetivo exhibir como la actividad económica del turismo y la
producción de "marca ciudad" promueve discursos de consumo del espacio con carácter o tintes
histórico patrimoniales, los cuales, al menos en el caso de estudio, presentan contrastes entre el
acervo de edificaciones de patrimonio y los circuitos o recorridos habilitados por diversas entidades
o instituciones gubernamentales.
En la actualidad pareciera que la aspiración de la arquitectura más que trascender es la de habilitar
escenografías (recreadas o simuladas. Sin embargo, las cuestiones relacionadas a la consolidación
de la identidad, por medio de la estética como anclaje del tiempo, desaprovechan aspectos
culturales y debilitan el carácter del lugar y los aspectos identitarios de su comunidad. Por
consiguiente, es oportuno y necesario recuperar postulados como el de Unwin (2003) quien señala
que la motivación elemental del objeto arquitectónico es el de distinguir el sitio para reconocer,
ubicar y desarrollar la identidad de la edificación y el contexto que la envuelve. En el caso de
análisis, la legibilidad de la imagen urbana del Centro Histórico de la ciudad de Saltillo (CHS) se
encuentra comprometida debido a que algunas de las construcciones de patrimonio arquitectónico
se excluyen de la oferta de los productos o instrumentos generados por organismos de gobierno,
ya sea en formato de circuito o ruta (paleontológica y vinícola), entonces al turista se le presenta
una versión ajustada, redimensionada y conveniente del conjunto que conforma el acervo tangible
de carácter histórico y cultural; dichas manipulaciones vulneran el valor del pasado porque las
edificaciones que se encuentran incorporadas al espacio de consumo patrimonial seguramente
recibirán apoyos económicos de diversos programas o presupuestos de los tres niveles de gobierno,
lo que ocasiona claras desventajas para aquellas construcciones desestimadas, y sobre todo, para el
mantenimiento y fortalecimiento de la identidad local.
Bajo esta postura, se confrontan dos discursos, el que se apega a los parámetros metodológicos de
la valoración y reconocimiento del patrimonio (histórico, artístico, vernáculo o contextual),
estipulado en el Reglamento del Centro Histórico, Zonas e Inmuebles Protegidos del Municipio de
Saltillo, Coahuila de Zaragoza publicado el 26 de febrero del 2013 en el periódico oficial, y aquél
que se fuerza o aprovecha para potencializar y simular recorridos intangibles como parte de una
agenda turística, la cual, omite o desestima, si es necesario, piezas de valor auténtico, con el fin de
conservar el objetivo de su consumo. Derivado de lo anterior, en el reglamento antes mencionado
se definen cada una de las categorías de los elementos patrimoniales como: a) monumentos
históricos: aquellos inmuebles construidos en los siglos XVI al XIX, destinados a templos y sus
anexos; casas curales; conventos o cualesquiera otros dedicado a la administración, divulgación,
enseñanza o práctica de un culto religioso; así como a la educación y a la enseñanza, a fines
asistenciales o benéficos; al servicio y ornato público y al uso de las autoridades civiles y militares;
b) monumentos artísticos: inmuebles que revistan valor estético relevante, como: representatividad,
inserción en determinada corriente estilística, grado de innovación, materiales y técnicas utilizados
por análogas, y se señala que incluso se podrán considerar aquellos inmuebles por su significación
en el contexto urbano; y c) patrimonio vernáculo construido: constituye el modo natural y
tradicional en que las comunidades han producido su propio hábitat; se incluyen aquellas
intervenciones que respondan a la introducción de técnicas y materiales que mantengan un
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equilibrio de expresión, apariencia, textura y forma con la estructura original, y, d) arquitectura de
contexto: inmuebles que conforman el paramento de la calle y no conservan características
históricas , artísticas ni vernáculas.
El Centro Histórico de Saltillo, es un polígono bien delimitado, cuyos linderos se encuentran
contenidos en el reglamento antes mencionado (ver Figura 1), debido a la definición de las
características de los inmuebles, en él se contienen elementos y objetos de arquitectura, mayor y
civil (edificios que actualmente operan como equipamiento urbano, oficinas de la administración
municipal o espacios religiosos), publicitados y promovidos como parte del turismo local, además
se utiliza como referencia y se impulsan las rutas y muestras museográficas con el valor
previamente señalado; sin embargo, el acervo arquitectónico del lugar, reconocido con rigor
académico, difiere en la cantidad de objetos patrimoniales. De tal manera, en el afán de “vender”
turísticamente el Centro Histórico, se desestiman otras edificaciones con relevancia en sus
características arquitectónicas (fachadas y elementos ornamentales), aspectos que también
conforman la identidad colectiva.
El reconocimiento de los elementos de valor patrimonial de los objetos arquitectónicos y
urbanísticos, pertenecientes a la denominada arquitectura menor (zonas de vivienda en proceso de
transición para consolidar las nuevas zonas de comercio y servicio), presentes en la imagen urbana
a través de zonas o barrios, sendas e hitos, y posteriormente identificar los ajustes ya sea por
selección, proximidad o por carácter arquitectónico según sea el caso mayor o menor, permite
asimilar las condiciones con las que se producen los discursos en contraste del patrimonio-turismo,
diferenciados cada uno de los recursos o proyectos de consumo del acervo arquitectónico
patrimonial de la ciudad se observa cómo se desestima o minimizan el valor de la identidad del
Centro Histórico de la ciudad de estudio. Es el atributo de proximidad el aspecto locativo que
permite que algunas edificaciones ubicadas en el perímetro del Centro Histórico se consideren
dentro de la agenda turística de la ruta del vino y el catálogo del patrimonio (Subdirección del
Centro Histórico de la Dirección de Desarrollo Urbano con base en el catálogo del Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH) e Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA)). Las
rutas del consumo patrimonial evidencian ajustes a una agenda comercial del espacio urbano en
función de la economía local y la promoción de la marca ciudad, donde para efectos prácticos en
la promoción de los elementos de valor inmersos en la arquitectura menor, pueden omitirse ciertos
rasgos identitarios culturales, tradicionales e históricos de la ciudad, ya que explícitamente no se
ajustan al trazo de las “nuevas” rutas turísticas o incluso, el ajuste de la nomenclatura para sustraer
de la identidad términos con una connotación despectiva y poco atractiva desde una perspectiva de
mercado o consumo.
Los temas que se incorporan para sustentar la investigación contemplan como eje central el
patrimonio arquitectónico reconocido mediante diversos productos de turismo como el catálogo de
construcciones de patrimonio. Algunas de los estudios que incorporan los temas del interés
investigativo se relacionan a su vez con la marca ciudad (vinculados principalmente al efecto sobre
las agendas económicas, específicamente del sector turismo), y que parten de la afirmación de que
la participación de la marca ciudad incorpora elementos que son ajenos a la identidad propia de las
localidades, lo cual hace que dichas narrativas sean falsas o impuestas (García y Méndez, 2018).
Asimismo, afirman que el carácter visual y la construcción de la marca ciudad contribuye a una
imagen genérica en donde se desdibuja y se generaliza el concepto de lo “colonial”. Moya (citado
por García y Méndez, 2018) afirma que: “El espacio de percepción es aquel espacio vivido a través
de la imagen”; esta, no solamente proporciona una información visual, sino también una
experiencia existencial”. Donde la arquitectura cobra un papel relevante debido a su protagonismo
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en los entornos urbanos. De igual manera, Enríquez (2018, p.326) afirma que las políticas públicas
que fomentan el turismo no siempre coinciden con la materialidad simbólica de sus espacios
urbanos que se encuentran presentes en el imaginario social local. La contribución de dichos
estudios consiente la exposición de la relevancia del vínculo del objeto arquitectónico en el espacio
urbano, de la necesidad de concebir territorios de reconocimiento que promuevan a su vez la
invitación o imposición de ciertos objetos a su contacto directo (sensorial) como parte de un
proceso de construcción identitaria promovida por actores políticos, económicos, entre otros.
La trascendencia del presente reside en el ejercicio de reflexión hacia los efectos de la
comercialización del espacio urbano mediante estrategias de consumo turístico, donde los objetos
dispuestos, reconocidos e integrados en la agenda, para su explotación, desestiman para propios y
extraños, las diversas características culturales que realmente confieren el sentido patrimonial; el
análisis y posterior interpretación de los objetos del paisaje urbano que consolidan el CHS
contrapuesto a las rutas del turismo exponen la redefinición del propósito del acervo arquitectónico
patrimonial, y exhibe su verdadero propósito con respecto a dichos bienes inmuebles en la
promoción, reconstrucción y consolidación de la imagen urbana. Su aprehensión y posterior
asimilación identitaria de mayor alcance en la construcción incesante de imaginarios urbanos.
EL ACERVO ARQUITECTÓNICO COMO INSUMO DEL ESPACIO TURÍSTICO
En el siglo XIV el patrimonio estaba definido como los bienes heredados de los padres, proviene
del latín patrimonium derivado de pater o patris, de la familia etimológica del padre. En el sentido
cultural, se considera que abarca todos los bienes que se encuentran ligados a la cultura, tradiciones,
creencias, valores, arquitectura, arte y demás manifestaciones de la actividad humana, lo que
incluye aquel producto del pensamiento (memoria) y la vida social, ya sea de manera individual o
colectiva. Según Gabriel Mérigo (2020, p.11) en el universo que conforman dichas actividades
humanas, existen expresiones que son más significativas para la sociedad, ya que constituyen los
símbolos de identidad, fundamentales en la cohesión social, como es el caso de la arquitectura o
las edificaciones de valor patrimonial perteneciente a la comunidad en donde se encuentra su
emplazamiento.
La arquitectura forma parte de los procesos históricos y culturales de una sociedad en donde se
plasman sus formas de ser y de sentir, así como de vivir en un determinado territorio, en
consecuencia, a través de las construcciones se comunica un mensaje que se enriquece con las
actividades propias de los usuarios, en palabras de García y Medina “siempre forma parte del
sistema de pensamiento global de una sociedad, ya que la arquitectura nunca se aparta como rama
separada y autónoma de la cultura” (2019, p.40).
Dichos mensajes forman parte del lenguaje arquitectónico de un lugar, los signos que se arraigan
y que son reconocibles a través del tiempo en un territorio determinado y, una manera de
reconocerlos es, mediante la analogía o el ícono, donde se establecen lazos de comunicación entre
el emisor y el receptor y que pueden ser históricos, culturales o sociales (García y Medina, 2019,
p.34). John Ruskin (citado por García Vázquez, 2016, p.47) se considera un pionero en la
reivindicación del valor patrimonial en el espacio urbano y, concordante a lo anterior, explica que
el patrimonio de la ciudad define la identidad personal de sus habitantes y, enfatiza que, su
presencia los enraíza.
Así también, hay posturas en las que se determina la escala de relevancia, más no geográfica, del
aspecto espacial en las características sociales de los habitantes, así, la ciudad es un mundo, porque
es un lugar, ocupado con símbolos y puntos de referencia, dicho espacio puede ser evocado por
quienes comparten un determinado sitio, por lo tanto, se sugiere que la identidad individual se
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relaciona con la identidad del lugar en el que se vive (Augé, 1998, p.149). Aunado a la anterior, se
considera oportuno al incorporar lo expuesto por Lynch (1972, p.60) quien señala que son en las
cosas reales las que se produce una mayor impresión; entonces, en el lugar, las edificaciones con
sus estilos arquitectónicos y demás elementos tangibles se rememora el pasado por que se
experimenta en él.
Hiernaux y Lindón (2006, p.220) afirman que, en el estudio de la geografía cultural, el espacio
siempre se encuentra modificado o es producto de los fenómenos que ocurren en la naturaleza
como de los grupos sociales que lo habitan. Así también Ribeiro (1998) asevera que la cultura es
la representación simbólica de tradiciones y costumbres de una población. En este sentido, ésta se
presenta como un concepto totalizador, sin embargo, también la cultura que se elige para
preservarse y difundirse no se encuentra al alcance de todos. De igual manera Ribeiro (1998, p.133)
expone que la cultura “es un proceso a través del cual los hombres, para poder actuar en sociedad,
tienen que producir y utilizar constantemente bienes culturales: esa es la única forma por la que
pueden organizar la vida colectiva”. Sin embargo, la noción de cultura se relaciona no solo con las
obras sino también con una cierta capacidad humana de producirlas y disfrutarlas, no se puede
solamente entender la cultura de forma utilitaria sino también como una amalgama en donde se
entremezclan las relaciones sociales, la elaboración estética y los rituales que se producen y que se
encuentran cargados de significado. Por lo tanto, la cultura es en esencia un patrimonio colectivo
y conlleva un proceso de apropiación.
Algunos autores definen el Centro Histórico como un espacio público por excelencia y articulador
de la ciudad, un lugar en continua proyección, a través de él se exhibe la identidad, ésta bien puede
ser aceptada, transgredida o ignorada. Es el sitio donde se guarda la memoria y la identidad de las
ciudades y a partir de la cual empieza su expansión y crecimiento. Además, es el lugar donde se
encuentran lo simbólico y lo civil, también se concentran los poderes políticos que además lo
posicionan como el espacio que guarda la cultura, el poder, la tradición y la convivencia.
El centro histórico en palabras de Carrión (2005, p.95) es un espacio simbólico porque tiene un
patrimonio de símbolos que genera identidades múltiples, colectivas y simultáneas, su centralidad
y su historia le dan al ciudadano una carga identitaria de la cual apropiarse además de imprimir
carácter a toda la ciudad.
Uno de los mayores conflictos que enfrentan los centros urbanos es, sin lugar a duda, el efecto del
proceso de metropolización, su abandono y desocupación, degradan el lugar progresivamente. A
raíz de los proyectos turísticos de fomento económico se inicia un proceso de transfiguración, parte
de la regeneración que se presenta es el de restituir el valor del pasado, y cada lugar permite
encontrar nuevamente arraigo y autenticidad (Balandier, 1988, p.259). Este proceso explica Augé
(1998, p.103) se logra cuando se promueven imágenes “edificantes”, para lo cual se requiere
identificar colectividades y posteriormente arraigarlas en la historia, entonces consolidar y asentar
su imagen, para enaltecerla, así cada individuo pueda identificarse con ella.
Al establecer una serie de artilugios para frecuentar algún lugar también se promueve la
territorialización del mismo, en sus límites también se construye o reconstruye su comunidad a
partir de las relaciones que surgen entre los miembros, y por lo tanto se propicia la identidad (Bailly,
1978, p.117). Sin embargo, en la ejecución de la producción geográfica de la simbolización del
espacio, también intervienen alteridades, si bien pueden iniciar en una casa, un conjunto de
construcciones, una calle, ya sea por cualidades tangibles o intangibles de estas, bordes con los que
se denomina el lugar (barrios o tal como sucede en la presente investigación, el Centro Histórico)
también en el proceso se confrontan otredades, para el caso particular lo que metodológicamente
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se acepta como patrimonio y lo que económicamente es conveniente convertir en espacio de
consumo (Augé, 1996, p.100).
A lo anterior, Castells (2003ª, p.30) denomina “identidad proyecto”, donde el patrimonio se
convierte en un asunto económico cuando los actores sociales por medio de los materiales
culturales que disponen, buscan la transformación de toda la estructura social. Más no debe
asumirse que dichos proyectos identitarios terminan por lograr el objetivo de la revaloración
patrimonial, para lo cual, es preciso recuperar lo expuesto por Muñoz (2008, p.50) quien acepta
que si debido a la imagen de un lugar se produce su consumo, la imagen reproducida y replicada,
más no creada, en ella (la imagen) no trasciende la reproducción de las relaciones sociales y
culturales que lo caracterizan, la historia en sí misma contiene redes, por lo tanto, se debe
comprender que en el consumo de los sitios turísticos también se ejecuta la recreación o simulación,
incluso la síntesis de ambos.
Para concluir el apartado es necesario recuperar a Castells (2003) quien sostiene que este proceso
de valoración identitaria es posiblemente la principal, incluso única, fuente de significado en un
período de la historia donde más bien se percibe la desestructuración de las organizaciones e
instituciones, donde de igual manera desaparecen los movimientos sociales y las expresiones
culturales; por lo tanto, el afán de recuperar el pasado, es también el reconstruir la identidad local.
METODOLOGÍA
Para cumplir con el objetivo de este trabajo se plantea la necesidad del abordaje desde una
perspectiva cualitativa, existen referentes actuales de recursos metodológicos para contrastar y/o
relacionar las imágenes con la marca ciudad y la identidad, para la obtención de los discursos
contrapuestos se recopilan y administran la información con cualidades socioespaciales, por lo cual
se utilizan herramientas metodológicas para reconocer la distribución de los espacios
arquitectónicos diferenciados por la naturaleza en la que se permea el carácter patrimonial,
productos del sector turismo o por el reglamento del Centro Histórico, por lo que se procesa los
datos en softwares de sistemas de información geográfica (Arcmap) lo cual permite diferenciar y
enfatizar la configuración socioespacial de los tema de investigación.
Se localizan por medio de información cartográfica los bienes inmuebles de carácter patrimonial
en contraposición con los mapas turísticos ofrecidos por el gobierno municipal de la ciudad. Los
mapas exhiben las diferencias entre zonas con nombres similares como “Centro”, barrios y
edificaciones.
La información cartográfica, permite la localización de los bienes inmuebles catalogados o
identificados como patrimonio en la zona de estudio (mapas y planos), para lo cual se utiliza el
programa ArqMap. Adicionalmente, se realiza una revisión del espacio geográfico del CHS como
se muestra por medio de la plataforma de Google Maps; así como el contenido bajo la normativa
del Reglamento del Centro Histórico, zonas e inmuebles protegidos del municipio de Saltillo,
Coahuila de Zaragoza. (Periódico Oficial, 2013).
En materia de análisis espacial, se recurre a documentos donde se examinan las edificaciones de
carácter patrimonial, los cuales incorporan variables como la localización, barrios o zonas de
carácter histórico, entre otros aspectos (Checa, 2012; Moya, Monjo y Díez, 2017), y con la
exposición de los casos de estudio se facilita el formato, escala geográfica y áreas de análisis, sobre
todo, aclaran que ésta se encuentra en función del atributo locativo de la proximidad y
accesibilidad.
Dado que se realiza una selección de los elementos arquitectónicos, para el análisis de las imágenes
resultantes de la delimitación y catalogación del patrimonio, correspondientes a esta investigación,
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se utilizaron métodos de revisión del contenido en la red de mapas turísticos del municipio para
contrastar la información y así comprobar las discrepancias entre los discursos de análisis.
Tanto la metodología de análisis como la correspondiente a la recolección de la información se
realizó en la zona de estudio que corresponde al Centro Histórico del municipio en cuestión.
NORMATIVIDAD VIGENTE DEL CENTRO HISTÓRICO DE SALTILLO
Normativa
Tal como se ha mencionado previamente es en el Reglamento del Centro Histórico, Zonas e
Inmuebles Protegidos del Municipio de Saltillo, Coahuila de Zaragoza que se incluyen las
disposiciones, definiciones y parámetros en materia de la protección e identificación de zonas y
edificaciones de valor patrimonial. para Subdirección del Centro Histórico de Saltillo, la cual se
describe en su Anexo 1. Tal como se explica en apartados anteriores también establece las
categorías y características de los inmuebles y espacios de valor patrimonial: históricas, artísticas,
vernáculas y contextuales y se encuentran definidos dentro del Título primero, Disposiciones
Generales en su Capítulo Primero titulado: Disposiciones preliminares; además indica la
clasificación mediante la cual se dictamina y da valor al valor cultural de las edificaciones, así
como su delimitación física. Se incorpora de igual manera, otras dependencias o instituciones como
son el INAH y INBA, de las cuales se desprende el reglamento municipal antes citado.
Para este documento en particular se consideran la siguiente información sobre del reglamento en
cuestión, Artículo dos, sustraído del glosario de términos donde se especifica la definición de los
conceptos referidos en el documento se citan los siguientes:
XXV. Inmuebles protegidos: Construcciones de valor patrimonial histórico con características de
conservación, que se encuentran fuera del perímetro del Centro Histórico, contemplados en el
anexo 1 de este reglamento.
XXXV. Patrimonio Cultural Edificado: Inmueble, monumento o conjunto de inmuelbes o
monumentos, con valor arquitectónico, histórico, artístico, vernáculo y contextual relevante, ya sea
por sus características de representatividad, inserción en determinada corriente estilística,
significación en el contexto urbano, grado de innovación, materiales, técnicas utilizadas,
antigüedad o por estar relacionada con un evento histórico, o por constituir una creación
arquitectónica que ofrece testimonio de la civilización o de una fase representativa de la evolución
del municipio, o por contar con rasgos que con el tiempo han adquirido un significado cultural,
dentro o fuera del perímetro del centro histórico.
XLVI. Zonas protegidas: Áreas territoriales con valor histórico, artístico, vernáculo o de belleza
natural, que pueden corresponder a bienes, sitios o zonas típicas, que forman parte del patrimonio
cultural y en consecuencia requieren protección.
Por último, se revisaron documentos hemerográficos del Archivo Municipal de Saltillo, de donde
fueron extraídas imágenes cartográficas o mapas, que muestran gráficamente lo que se establecía
como el perímetro del Centro Histórico, así como sus calles principales, dicha zona se contrasta
con la nueva dimensión de lo reglamentado como CHS, como se muestra en la Figura 1.
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Figura 1. ZONA CENTRO DE LA CIUDAD EN CONTRASTE CON EL ÁREA
DELIMITADA POR EL REGLAMENTO MUNICIPAL
Fuente: Elaboración propia.
La imagen anterior demuestra como a través de mecanismos de regulación promovidos por las
administraciones locales (municipales y estatales) se ajusta o redimensiona un espacio que la
comunidad reconoce como Centro, lo cual genera incertidumbre, tanto en el ámbito que refiere al
mantenimiento del acervo patrimonial, como en lo que respecta a la identidad.
Tal como se ha señalado en apartados anteriores, son diversos los componentes que conforman y
construyen la identidad, en lo que respecta al aspecto tangible de las edificaciones, es en la imagen
urbana donde se encuentran y sustraen los elementos, símbolos, hitos, materiales de construcción,
gamas cromáticas con las que individuos y comunidad establecen vínculos en la experiencia
cotidiana de habitar un lugar para construir la representación del espacio, como ese lenguaje
codificado con el que las entidades sociales ejercen el “espacio representacional”. En el CHS, y su
contexto inmediato se presentan recursos ornamentales en la arquitectura (mayor y menor) que de
acuerdo a lo establecido en el reglamento se considera patrimonio vernáculo construido (ver Figura
2).
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Figura 2. ELEMENTOS ORNAMENTALES DE LA ARQUITECTURA PATROMONIAL CON
VALOR TIPO VERNÁCULA
Fuente: Elaboración propia
La figura anterior contiene algunos de los recursos ornamentales presentes en la arquitectura
religiosa, civil, así como la arquitectura propia de los barrios que se construye desde el siglo XVI
y que de acuerdo a lo establecido en el reglamento se considera como patrimonio vernáculo
construido. Los elementos decorativos (color, material, forma) de las referencias fotográficas
utilizadas en la figura 2 contienen elementos repetitivos de las fachadas que se sitúan en
edificaciones dentro y en las proximidades del perímetro del Centro Histórico, las cuales elaboran
el discurso arquitectónico del lugar.
El territorio
El concepto ha sido abordado por diversos autores, el término en sí, posee a su vez un componente
social y económico, un espacio en el que se vive por ende también es un lugar donde se reside,
visita, consume; el uso se vincula al tiempo (horario y día de la semana) (Muñoz, 2008, p.27). Por
lo tanto, es preciso incorporar el razonamiento expuesto por Capel (2016) quien establece a dicho
elemento espacial como un eje a partir del cual se plantean problemas y que, de igual manera,
estimula la colaboración interdisciplinaria. De igual manera, se considera oportuna la aportación
del filósofo Félix Guattari (1989), quien explica lo siguiente:
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El territorio es lugar de significación de prácticas, hábitat de culturas, soporte del ser, al
tiempo que el ser cultural forja sus territorios simbólicos y existenciales en relación con lo
real que habita. La relación cultura-naturaleza se juega en el territorio.
Esta relación está ligada a la percepción del que vive en un hábitat determinado, pondera lo que le
rodea y lo utiliza para su subsistencia, sin embargo, no es sólo la supervivencia lo que hace al
humano habitar, es también lo que representa para sí mismo y para sus congéneres en relación con
la naturaleza que le rodea.
En general, el aspecto espacial se forma por la incorporación de elementos tangibles e intangibles
que lo componen, incluyendo al ser humano. De forma similar, cada territorio contiene otros
factores relacionados con el medio natural que lo definen y caracterizan, como: el agua, el tipo de
suelo y su uso, los ecosistemas, el tipo de vegetación, el clima propio del lugar, solo por mencionar
algunos, la suma de todos habilita entornos y paisajes únicos. En el caso de estudio, se puede
señalar de mayor incidencia en el resultado de los objetos arquitectónicos, sus materiales y
dimensiones los relacionados al clima, viento y asoleamiento, lo que directamente impacta en la
vegetación que se incluye en los espacios públicos abiertos.
En los que respecta a los elementos vinculados al aspecto cultural se entiende que en las
edificaciones también se permean tradiciones y costumbres; lo cual produce elementos que
distinguen a cada territorio, en dichos símbolos, objetos, formas se contienen características propias
de los habitantes que incluso exhiben la forma de percibir el mundo. Entonces, el territorio es más
un marco geográfico cultural, y bajo esa óptica se construye la presente investigación, para entender
desde la disciplina ubicación y carga social.
Por otro lado, Enrique Leff (2004) asegura que “El territorio es el lugar clave donde la gente
reconfigura su identidad a través de formas culturales de valorización del ambiente y de
reapropiación de la naturaleza”. El territorio cuenta con varios niveles: el de apropiación o
pertenencia, el de poder que incluye los aspectos sociales, económicos, políticos, culturales y el de
frontera que lleva en sí mismo los límites que lo circundan. Este lugar, desde la perspectiva del
autor, es el sitio donde se encuentra arraigada la identidad y donde además se conjugan lo real, lo
imaginario y lo simbólico. Los pobladores de un lugar dotado de tradiciones construyen sus propios
territorios, más en una escala local que global; la globalización, de alguna manera, desdibuja
tradiciones en aras de mercantilizar el espacio y asignar un valor económico.
Antecedentes de Saltillo
Saltillo es la capital del estado de Coahuila de Zaragoza y se ubica al sureste del territorio estatal.
Esta localidad se funda, según datos oficiales, el 25 de julio de 1577. Entre 1591 y 1827, la ciudad
estaba conformada por dos tipos de pobladores, europeos e indígenas tlaxcaltecas, separados
geográficamente por la calle que actualmente lleva por nombre: Allende, en ese lugar se presentaba
un cuerpo de agua (acequia) cuya función era la de borde, y por lo tanto ambos grupos se
encontraban separados (Recio, 2017).
Para iniciar la confrontación de discursos, se recopila información concerniente al turismo, con
datos recuperados de la Secretaría de Desarrollo Económico en el proyecto de Centros Históricos
se inicia la delimitación con la que se ajusta la historia del lugar.
El primer plano de la traza urbana de la ciudad -que aún se conserva- fue realizado por el Cuerpo
Nacional de Ingenieros, que en su momento era comandado por el General Antonio López de Santa
Anna, el cual se realiza en diciembre de 1835, según los archivos de la familia Recio Dávila y
muestra elementos presentes en la actualidad (Recio, 2017). Los elementos señalados en la Figura
3, corresponden a: el espacio de la catedral de Santiago, la Plaza Principal -ahora plaza de armasy la calle de Hidalgo, la cual se encuentra señalada en dicho plano como calle Real.
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Figura 3. PLANO DE SALTILLO, 1858, POR EL CUERPO NACIONAL DE INGENIEROS
Fuente: RECIO, 2017 con intervención del autor.
Debido a cuestiones temporales, los elementos antes señalados se convierten, sin discusión, en
espacios de valor patrimonial, ya sea a través de la cronología de la evolución del asentamiento o
en su defecto por la habilitación de las edificaciones.
Más al tratar el tema de la imagen urbana, es un asunto casi obligatorio incorporar la aportación de
Kevin Lynch (2018) quien expone que en la mente de los habitantes de una ciudad existe una
imagen general, esta se constituye por muchas otras sueltas y que son necesarias para que cada
individuo actúe “adecuadamente dentro de su entorno y para que coopere con sus conciudadanos”,
el autor refiere que la existencia de una imagen pública se origina con la conjunción de imágenes
individuales y propias, las cuales a su vez forman parte del imaginario o lo que define como: la
imaginabilidad del espacio urbano, el cual surge a partir la historia del lugar, su significado dentro
de la sociedad, la función que tiene, entre otras. Aunado a lo anterior, Narváez Tijerina (2015)
enuncia es posible pensar “que en el corazón de la ciudad material y de la ciudad imaginaria,
habitan los restos de su historia, y que, como viejas cicatrices en el territorio, establecen la base
para el desarrollo de una morfología posible”. Esto es, que la imagen se produce en dos partes, la
primera, la imagen según el habitante, su historia, su significado y, la segunda, donde los vestigios
dejados a lo largo del tiempo y que trazan el rumbo para la conformación de la traza urbana y de
la ciudad.
Sin embargo, no sólo esto conforma el imaginario de una ciudad, es un entretejido de conceptos e
imágenes tangibles que se vuelven complejas de definir y de explicar; tal es el ejemplo del barrio
denominado anteriormente como “El Andrajo”, el cual se localiza en la intersección de las calles
Dionisio García Fuentes y Arteaga, donde se ubicaba la Penitenciaría, que es el lugar que ahora
alberga la Tesorería del Estado. Pablo Cuellar (citado en Recio, 2017) y afirma que dicho nombre
se asigna por el estado de pobreza de la población que habitaba en él, así como asociado a la mala
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calidad de las viviendas, este barrio no forma parte de la ruta turística actual y su nombre ha sido
sustraído de la cotidianidad, al lugar en referencia se le adherido al CHS. Otro ejemplo de la
modificación conveniente de la nomenclatura original se produce en el barrio de “Los
Tlaxcaltecas”, se encontraba en la zona donde actualmente la agenda turística le denomina “Barrio
de San Francisco”, su nombre tiene una connotación religiosa, dado que la iglesia de los frailes
franciscanos, así como su casa parroquial se encuentra en esta zona. Otro ejemplo relevante es el
sitio donde ahora se ubica el Archivo Municipal de la ciudad, este barrio anteriormente denominado
“El Barrial”, que con el paso del tiempo sucumbe su origen para ser renombrado como Colonia
Zarco, debido a que el General Francisco Zarco, tuvo conocimiento de la adquisición de estos
terrenos y estuvo involucrado en su distribución, posterior a la Revolución Mexicana en esta zona
se edifican construcciones como el edificio de la Terminal del Ferrocarril Saltillo Oriente , la cual
es hoy sede del Archivo Municipal de Saltillo (Recio, 2017), edificación que no se encuentra en la
ruta turística del CHS ni en el catálogo del CHS (Figura 4).
Figura 4. MODIFICACIONES A LA NOMENCLATURA DE BARRIOS PARA LA
EJECUCIÓN DE PROYECTOS TURÍSTICOS (RUTA DEL CHS)
Fuente: Elaboración propia.
La imagen previa exhibe como dentro del Centro Histórico se ha modificado a conveniencia la
nomenclatura original del espacio sin considerar el efecto que tiene en la consecución de la
cronología y la evolución del asentamiento. De tal manera, la agenda turística ha permeado otros
nombres anclados en edificaciones o sucesos con menor carga despectiva, y con lo que el
imaginario urbano se modifica con su circulación a través de diferentes recursos de comunicación
(redes sociales, páginas de gobierno, entre otros).
Cabe mencionar que la información expuesta en las políticas públicas o económicas se ofrece al
consumidor paseos y visitas a las zonas señaladas en la figura 5, sin embargo, del conjunto de
edificaciones o elementos arquitectónicos o urbanísticos se ha favorecido la selección de lo que
coincide con el perímetro del CHS estipulado en el reglamento.
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Figura 5. LOCALIZACIÓN DE INMUEBLES CON VALOR PATRIMONIAL
CONTRASTADOS (EDIFICACIONES CATALOGADAS O INCORPORADOS EN
PROGRAMAS TURÍSTICOS) EN EL CENTRO DE SALTILLO
Fuente: Elaboración propia con información del Reglamento del Centro Histórico de Saltillo
Coahuila.
La imagen resultante de la geolocalización de los inmuebles que se encuentran dentro del catálogo
del CHS publicado en el Periódico Oficial del Estado (POF. 2013), identifica todas estas
construcciones dentro de lo que antiguamente se conocía como la zona centro de la ciudad, no así,
del documento legal actual que lo respalda. Se contrasta la información para obtener aquellas
edificaciones que se encuentran tanto en el documento oficial como en la ruta turística del
municipio, con lo cual se exhibe la manipulación para la promoción de la imagen urbana de valor
patrimonial a nivel regional o nacional, el habitante de Saltillo puede identificar las omisiones en
la procuración del acervo del patrimonio tangible del CHS.
CONCLUSIONES
La información cartográfica permite identificar la desconexión entre los discursos técnicos
(arquitectura y urbanismo) y turísticos, en el análisis contrapuesto se desestiman elementos y se
transforman las nomenclaturas si así fuese necesario, tales artilugios trastocan la historia del lugar,
y vulnera la identidad del Saltillense, ya que fractura la continuidad de su pasado y transgrede la
evolución natural. Dichas maniobras incluso podrían tener repercusiones en el corto, mediano y
largo plazo, porque se permite que los objetos de valor no trasciendan y se abandonen del interés
público, por lo que se niega la dimensión y diversidad del acervo actual.
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En la revisión de la información para el registro de bienes inmuebles de patrimonio se identifica
que el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe no ha sido incorporado a ninguno de los
documentos que pudiera reconocerlo como una edificación de valor. Sin embargo, sus
características de estilo arquitectónico, gama cromática, proporción y material, pueden reconocerse
como un elemento distintivo y único de la arquitectura religiosa de la entidad, así también de
acuerdo a sus cualidades tangibles integra la imagen urbana de Saltillo como hito (por su
autenticidad), nodo (afluencia de visitantes, fieles o peregrinos) o barrio, en este último caso en
particular durante las fiestas patronales.
En palabras de Castells, el patrimonio se convierte en un objeto de cambio y busca la
transformación de toda la estructura social. El estudio del patrimonio y sus símbolos permite la
revalorización del mismo por encima del sentido económico, turístico o de la administración en
curso, retomar la historia de nuestras ciudades ya que es en el pasado donde se puede encontrar
certidumbre acerca de la identidad y esto permitiría la permanencia y consolidación cultural de
tradiciones, así como de la cohesión social que se requiere para valorar el entorno, el paisaje urbano
y las ciudades.
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