Bulletin de l'Institut français d'études andines
ISSN: 0303-7495
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Institut Français d'Études Andines
Organismo Internacional
Fraresso, Carole
Estudio arqueometalúrgico de un taller de transformación de cobre y de aleaciones tumbaga en el sitio
de huacas de Moche
Bulletin de l'Institut français d'études andines, vol. 39, núm. 2, 2010, pp. 351-387
Institut Français d'Études Andines
Lima, Organismo Internacional
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=12618862006
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Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines / 2010, 39 (2): 351-387
IFEA
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
Estudio arqueometalúrgico de un taller de
transformación de cobre y de aleaciones
tumbaga en el sitio de huacas de Moche
Carole Fraresso*
Resumen
La excavación arqueológica del Centro Urbano mochica, localizado entre los templos monumentales
de la huaca de la Luna y la huaca del Sol se inició en 1995 con el fin de mejorar el entendimiento
de la organización sociopolítica y económica del fenómeno cultural Mochica (150-850 d. C), en la
costa norte del Perú. Los resultados, basados en el estudio de vestigios en cerámica, textiles y piedras
semipreciosas registrados en varios talleres, han mostrado que diferentes actividades de producción
especializada, para la fabricación de los objetos suntuarios que se utilizaban en las ceremonias del
sitio, estaban controladas por los miembros de la elite local. En 2003, la excavación de un taller
metalúrgico, localizado en el complejo residencial CA-27, brindó la oportunidad de examinar, desde
un punto de vista arqueológico y tecnológico, los materiales y los procesos que eran empleados por un
grupo de artesanos de la huaca de la Luna.
El estudio de los vestigios materiales consistía, en primer lugar, en identificar por medio de exámenes
visuales los diferentes tipos de «desechos» y las estructuras. Luego, se realizó el estudio tecnológico
de varios tipos de vestigios metálicos (lingotes, caídas de metal, barras planas, fragmentos de varillas,
fallas de fabricación, etc.) y de artefactos no metálicos (fragmentos de crisoles, escorias de fusión,
toberas de arcilla, etc.) por medio de exámenes metalográficos de probetas observadas en sección.
Las composiciones químicas han sido obtenidas con un sistema de análisis en dispersión de energía de
rayos X (EDXS) acoplado al microscopio electrónico de barrido.
Los resultados permiten discutir nuevos datos directamente ligados a la organización local de un taller
metalúrgico. Además permiten caracterizar las aleaciones, procesos, técnicas de dorado y «cadenas
operativas» que empleaban los artesanos de la capital de la región Mochica Sur, entre aproximadamente
600 y 700 d.C.
Palabras clave: metal, tumbaga, Mochica, estudio tecnológico, taller, producción artesanal,
arqueometalurgia
*
Institut de Recherche sur les Archéomatériaux IRAMAT-CRP2A UMR5060-CNRS. Université Michel
de Montaigne de Bordeaux 3, Instituto Francés de Estudios Andinos, Lima.
351
Carole Fraresso
Étude archéometallurgique d’un atelier de transformation de cuivre et
d’alliages tumbaga du site huacas Moche
Résumé
La fouille archéologique du Centre Urbain Mochica, qui se trouve entre les temples monumentaux de la
huaca de la Luna et de la huaca del Sol, a été entreprise en 1995 afin de mieux comprendre l’organisation
socio-politique et économique du phénomène culturel Mochica (150-850 ap. J.-C.), sur la côte nord du
Pérou. Les résultats, qui se fondent sur les vestiges de céramiques, de textiles et de pierres semi-précieuses
mis au jour dans plusieurs ateliers, ont montré que différentes activités de production spécialisée étaient
sous le contrôle des membres de l’élite locale pour répondre aux besoins matériels des cérémonies qui
avaient lieu dans ces temples. En 2003, la fouille d’un atelier métallurgique, localisé dans le complexe
résidentiel CA-27, a permis d’examiner, d’un point de vue archéologique et technologique, les matériaux
et les procédés qui étaient utilisés par un groupe d’artisans de la huaca de la Luna.
L’étude des vestiges matériels a d’abord consisté à identifier, par des examens visuels, les différents types
de « déchets » et les structures. S’en suivit l’étude technologique de plusieurs types de vestiges métalliques
(lingots, chutes de métal, barres planes, fragments de tiges, ratés de fabrication, etc.) et d’artefacts
non métalliques (fragments de creusets, scories de fusion, tuyères en argile, etc.) par des examens
métallographiques en section. Les compositions chimiques ont été obtenues avec un système d’analyse
en dispersion d’énergie de rayons X (EDXS) couplé à un microscope électronique à balayage (MEB).
Les résultats obtenus livrent un éclairage nouveau sur l’organisation locale d’un atelier métallurgique.
De plus, ils permettent de caractériser les alliages cuivreux, les procédés, les techniques de dorure et
les « chaînes opératoires » qu’employaient les artisans de la capitale de la région Mochica Sud, vers
600-700 ap. J.-C.
Mots clés: métal, tumbaga, Mochica, étude technologique, atelier, production artisanale,
archéometallurgie
Archaeometallurgical study of a copper and tumbaga alloy workshop
at the site of Huacas de Moche
Abstract
The archaeological excavation of the Moche urban centre, located between the monumental temples
called Huaca de la Luna and Huaca del Sol, began in 1995 to get a better understanding of the social,
economic and political Moche Culture phenomena of the northern coast of Peru (150-850 AD.). The
results based on ceramic, textile and semiprecious stones remains, found in craftsmen workshops,
establish that different activities of specialized production were controlled by elite people to provide
the ceremonial services of both temples. In 2003, the archaeological excavation of a metallurgical
workshop, located in the residential complex CA-27, created the opportunity to examine, from the
archaeological and technological point of view, the workshop manufacturing processes used by a
Huaca de la Luna craftsmen group.
The study of the materials remains firstly consists of identifying, by external observation, the different
types of remains and structures. Secondly, we proceed to the technological study of selected metallic
artifacts (ingots, sheets off-cut, flat bars and rods fragments, spoilt objects, etc.) and non-metallic
artifacts (crucibles fragments, smelting slag, clay tuyeres, etc.) by metallographic examinations crosssection samples. Chemical compositions were obtained with an EDXS analysis system associated to
a Scanning Electron Microscope.Some results obtained make it possible to discuss the new data’s
implications regarding local metallurgical workshop organization. Furthermore, they permit us to
characterize base copper alloys, processes, gilding techniques and “operating chain(s)” that were
employed by the craftsmen of the Moche southern capital, between 600 and 700 A.D.
352
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
Key words: Metal, tumbaga, Mochica, technological study, metal workshop, craft production,
archaeometallurgy
INTRODUCCIÓN
Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo durante los veinte últimos años
en los principales sitios mochicas de la costa norte del Perú, y el descubrimiento
de varias tumbas «reales», en Dos Cabezas, El Brujo, Sipán, San José de Moro,
Pacatnamú, huaca del Pueblo y la huaca de la Luna indican claramente el uso
recurrente de numerosos adornos de metal en cobre y aleaciones preciosas de
calidades, estética y técnica muy notorias, entre 150 et 650 a. C. Los estudios
iconográficos y estilísticos han demostrado que los adornos suntuarios y objetos
ceremoniales de metal, principalmente descubiertos en contextos funerarios y
rituales, eran esencialmente fabricados para plasmar la identidad social de los
actores políticos de esta importante sociedad del antiguo Perú. La función de los
adornos de metal no era solamente estética sino más bien un medio de expresión,
para esta sociedad sin escritura, para justificar, comunicar y vehicular los mitos y
los símbolos de los diferentes poderes dominantes.
Sin embargo, hasta la fecha, muy pocos sitios o espacios de producción vinculados a
las actividades del metal son conocidos para los periodos de la cultura Mochica. En
el presente artículo, examinamos un espacio donde se llevaban a cabo actividades
metalúrgicas para la fabricación de objetos singulares que eran probablemente
directamente relacionados con las ceremonias y rituales que se realizaban en los
templos de la capital Mochica.
El objetivo de este trabajo es doble1. En primer lugar, se trata de realizar una
primera caracterización de los materiales, dispositivos y procesos que entran en
la o las «cadena(s) operativa(s)» de fabricación del taller metalúrgico de la huaca
de la Luna para responder a ciertas preguntas específicas: ¿Qué metal(es) y/o
aleación(es) trabajaban los metalurgistas mochicas en este taller? ¿Recurrían a la
fundición? Y si lo fuera, ¿Cómo y con qué tipo de dispositivos (hornos, sistema de
ventilación), de herramientas (moldes, crisoles, etc.) y procesos? ¿Cuáles fueron las
técnicas de fabricación utilizadas? ¿Recurrían a técnicas de deformación? En fin,
¿qué tipo(s) de pieza(s) eran manufacturadas en este taller?
En segundo lugar, pretendemos mejorar nuestra comprensión acerca de la
organización del mundo artesanal de la sociedad Mochica. En efecto, comprender
la organización espacial en barrios artesanales, los fenómenos de concurrencia o
de complementariedad de la producción entre diferentes unidades o acercarse al
rol y la posición social de los artesanos del metal son aspectos determinantes en
1
Este estudio entra en el marco más amplio de un trabajo de tesis doctoral llevado a cabo en
cooperación con el Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna-UNT, el Instituto Francés de Estudios
Andinos-IFEA y la Universidad Michel de Montaigne de Burdeos 3, Francia (Fraresso, 2007).
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Carole Fraresso
la definición de los sistemas económico, técnico, social y político que estructuran
esta compleja sociedad.
1. EL TALLER METALÚRGICO DEL COMPLEJO RESIDENCIAL CA-27
1. 1. Localización y descripción
Los trabajos de investigación llevados a cabo por los arqueólogos, tanto durante
las excavaciones del Núcleo Urbano como en el templo de la huaca de la Luna,
indican que la población residente en este lugar incluía, además de dirigentes de las
esferas religiosas y administrativas, habitantes de clase media, cuyo estatus variaba
seguramente en función de las actividades y de las responsabilidades empeñadas
en cada sector: económico, administrativo y artesanal (Uceda, 2004b).
La organización urbana (canales de abastecimiento de agua, vías de circulación,
plazas públicas, residencias administrativas) y el desarrollo de las actividades
artesanales en la ciudad, durante las fases III y IV del sitio, es decir entre 400 y
900 d. C., parecen corresponder a una evolución neta de la división del trabajo
y una organización corporativa en la cual ciertos especialistas eran directamente
implicados en la producción de bienes de lujo (Canziani, 2003). Estos especialistas
trabajaban en un ámbito necesariamente estructurado en el cual sus tareas eran
controladas por y para la élite.
Durante la excavación arqueológica del complejo arquitectónico 27 (fig. 1), en
2003, los arqueólogos localizaron en el subconjunto 32, dos espacios (27-15 y
27-30), de 67 m2 y 55 m2, donde se registraron evidencias directas de actividades
metalúrgicas del cobre y/o de aleación(es) de cobre. Los diversos vestigios materiales
encontrados en el taller eran asociados a la capa de ocupación 2 (penúltima) que
corresponde a la fase IV de Larco, es decir entre 600 y 700 d. C. (fig. 2).
El ambiente 27-30, que sufrió modificaciones formales y funcionales a manera
de ampliaciones, consta de una pieza principal que está delimitada, al oeste,
por un acceso directo al Callejón Sur 27 y, al este, por una serie de pequeños
depósitos (27-25, 27-27, 27-28 y 27-29) (Chiguala et al., 2003: 112). Varios
vestigios materiales metálicos (fragmentos de láminas, varillas y barras, masas de
metal, gotas y salpicaduras de metal, zona de sales de cobre en el suelo) asociados
a vestigios cerámicos (fragmentos de crisoles con restos de metal adherido en
vitrificaciones, pequeñas toberas) y vestigios líticos (yunque, percutores y
pulidores), fueron registrados directamente sobre el piso y el relleno asociados a la
capa 2 del espacio 27-30 (Chiguala et al., 2003; Rengifo & Rojas, 2004). Notamos
la similitud de ciertos vestigios encontrados en el espacio 27-15, localizado al
norte del taller 27-30. Sin embargo, el mal estado de conservación, resultante
de la huaquería, así como la falta de vestigios en contextos primarios, no nos
permiten determinar la función artesanal exacta de este espacio.
2
El subconjunto 3 tiene una superficie de 290 m2.
354
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
355
Figura 1 – Localización de los sectores excavados en el centro urbano del sitio arqueológico de huaca de la Luna
Plano: Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna
Carole Fraresso
Figura 2 – Complejo residencial CA-27
Localización de los espacios 27-15 y 27-30 en el subconjunto 3 donde se registraron diferentes categorías
de vestigios materiales relacionados con actividades metalúrgicas (Plano: Proyecto Arqueológico Huaca de
la Luna)
1. 2. Testigos materiales de actividades metalúrgicas
Un total de 467 fragmentos y elementos metálicos, 92 fragmentos de crisoles
con restos de productos de corrosión de cobre, fragmentos de tiestos de
cerámica gruesa con metal vitrificado y 27 pequeñas toberas rectas con extremo
redondeado se encontraron en el subconjunto 3 del complejo CA-27. Con el fin
de comprender la organización del trabajo en el taller metalúrgico, convenía, en
un primer tiempo, localizar e identificar el material metálico, cerámico y lítico
presente en los ambientes 27-30 y 27-15 del subconjunto 3. La totalidad de
los vestigios ha sido observada y registrada en una base de datos para intentar
determinar su función y luego proceder a la selección del muestreo. El material
estudiado en el presente trabajo procede del contexto primario de la capa 2 y del
356
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
relleno asociado específicamente al espacio 27-30 (fig. 3a). Sin embargo, algunos
objetos directamente asociados al piso 2 del espacio 27-15 fueron también
seleccionados con el fin de realizar comparaciones.
Los primeros exámenes han permitido distinguir que estos vestigios resultaban
de actividades metalúrgicas asociadas a un taller de transformación del metal, es
decir donde se transformaba el metal para fabricar objetos. Recordamos que las
actividades metalúrgicas ligadas a la elaboración del metal, es decir a la obtención
del metal a partir de un mineral, no se llevan a cabo en el mismo sitio y no
son realizadas por los mismos hombres. Generalmente, un taller de elaboración
produce materias primas que serán luego trabajadas en otro sitio, en un taller de
transformación (Shimada, 1994: 202-203; Pernot, 2002: 123).
2. METODOLOGÍA ANALÍTICA
El estudio tecnológico consiste en realizar un examen metalográfico de muestras
pulidas, previamente realizadas en objetos seleccionados a partir de las preguntas
definidas. A continuación, se realizan análisis de composición elemental con el fin
de caracterizar los materiales considerados3.
Debido a las malas condiciones de preservación del material metálico (sin
resistencia mecánica/sin metal sano), el muestreo se restringió a 15 piezas
metálicas y las muestras realizadas son de pequeño tamaño4 (unos cuantos mm3).
Una preparación larga y meticulosa es necesaria para realizar los exámenes y
los análisis. Cada muestra ha sido engastada en una resina sintética, la cual se
coloca de tal manera que las observaciones se realizan en el plan direccional
elegido: longitudinal y/o transversal. Las muestras, así preparadas, recibieron
luego un cuidadoso proceso de pulido con diferentes pastas y papeles abrasivos
de granulometría cada vez más fina, de 50 µm a 0,25 µm.
Observaciones microscópicas de las muestras pulidas permiten caracterizar
las diferentes inclusiones (óxidos, plomo y sulfuros) presentes en el metal o la
aleación (Pernot & Hurtel, 1987). Luego, las observaciones microscópicas de
las muestras atacadas químicamente con una solución ácida5 permiten revelar
la microestructura granular del metal (o de la aleación) y obtener informaciones
acerca de la historia termomecánica del material, es decir sobre los últimos
procesos de fabricación —mecánicos y/o térmicos— aplicados a la zona del
objeto observada (Pernot, 1999: 66).
3
4
5
Los análisis físico químicos fueron realizados en el laboratorio del Institut de Recherche sur les
Archéomatériaux IRAMAT-CRP2A UMR 5060-CNRS. Université Michel de Montaigne de Bordeos.
El muestreo ha sido efectuado con una sierra de orfebre.
Percloruro férrico alcohólico: mezcla de 20 ml de cloruro férrico (FeCl3, d=1,26), 2 ml de acido
clorhídrico (HCl, d=1,18) y 96 ml de etanol (C2H5OH, d=0,79).
357
Carole Fraresso
Posteriormente, análisis elementales de composición, globales y locales, fueron
llevados a cabo por medio de un sistema de espectrometría de rayos X en dispersión
de energía, asociado con un microscopio electrónico de barrido (MEB/EDXS). El
principal interés de esta asociación fue la posibilidad de realizar análisis globales
del metal/aleación, aún presente, apartando los productos de corrosión, así como
análisis locales, focalizando el haz sobre una inclusión o un grano (Pernot, 2002).
3. RESULTADOS
3. 1. Dispositivos de calentamiento: hornos
Teóricamente, los tipos de hornos encontrados en talleres metalúrgicos de
transformación se dividen en dos grandes familias, dependiendo de su función:
horno de fusión y horno de recalentamiento. Estos aparatos metalúrgicos, muchas
veces mal conservados o frecuentemente confundidos con fogones de combustión
simples, son raras veces descubiertos o reconocidos in situ.
Cuatro dispositivos se reparten en el taller 27-30 (fig. 3a). En la zona sureste del
ambiente, los arqueólogos registraron en el suelo una amplia zona de combustión
o fogón, cuya forma y dimensiones (¿hoyo, hondonada?) no son especificadas
(Chiguala et al., 2003). Estaba asociada a varios fragmentos de cerámica de pasta
gruesa con restos de metal en vitrificaciones, pequeñas escorias de fusión, gotitas
y salpicaduras de cobre, probablemente caídas del crisol durante el proceso de la
colada del metal6, así como pequeñas toberas.
Cerca a esta zona carbonosa, se encontró un yunque fragmentado de piedra in situ
(fig. 3b). Mide 29 cm por 24 cm con un espesor de 6 cm y pesa aproximadamente
9 kg. La superficie rugosa de este yunque presentaba algunos restos de bolas
metálicas adheridas; las gotitas y salpicaduras de metal se registraron dispersas
alrededor suyo. Las dimensiones y las características de esta estructura no parecen
específicamente asociadas a operaciones de deformación como el martillado, sino
más bien a procesos diversos como el machacado u otras operaciones que entran
necesariamente en la cadena operativa de un taller metalúrgico: preparación de
las pastas arcillosas adecuadas para fabricar los crisoles, las toberas y/o de los
moldes, operaciones de desmolde7, etc.
Los fragmentos de cerámicas de pasta gruesa con restos de metal en vitrificaciones
(fig. 4) podrían corresponder por ejemplo a los restos de una capa de arcilla gruesa
enlucida en un hoyo acondicionado en el suelo, muy similar a los tipos de hornos que
registró el equipo de Shimada en el taller de fundición de Pampa Grande (1994: 206).
Este conjunto de indicios materiales suele indicar cuáles actividades de fusión
(preparación de metal o de aleaciones) eran realizadas in situ. Sin embargo, queda
6
7
Estos desechos son generalmente reciclados, pero a veces da la casualidad que se encuentran
alguno de ellos.
Acción que consiste en romper el molde para retirar la(s) pieza(s) vaciada(s).
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Fotos: Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
Figura 3 – a: Taller en proceso de excavación y localización de las zonas de combustión en la pieza principal 27-30; b: Yunque o mesa de
trabajo in situ
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Carole Fraresso
Figura 4 – Fragmentos de cerámicas con evidencias de vitrificaciones de aspecto «burbujoso»
que resultan de actividades de fundición del cobre (1 083°C)
difícil determinar con certeza el tipo exacto de operación llevado a cabo en esta
parte del taller.
Del norte al sureste del espacio 27-30, tres zonas circulares de combustión están
también señaladas (Chiguala et al., 2003; Rengifo & Rojas, 2004). La primera se
localiza contra la pared del límite norte del ambiente, las dos otras se ubican, un
poco hacia atrás, en el centro del ambiente. Estas dos últimas, siendo de forma
muy simple, a modo de pequeños fogones, parecen corresponder a hornos de
recocido8. Entre los tres fogones se destaca una estructura circular simple, de
aproximadamente 30 cm de diámetro, con gran cantidad de carbón y ceniza blanca.
En el centro de la estructura era colocado sobre el suelo un adobe fuertemente
rubificado por el fuego (fig. 5). Este dispositivo circular abierto correspondía
muy probablemente a un horno de fusión. Así, el crisol conteniendo el metal a
derretir se acuña sobre el adobe en el centro del fogón; el horno, alimentado con
carbón de madera y ventilado con uno o varios sopletes, permite llegar a la fusión
8
Los hornos de recocido entran en el proceso de fabricación de piezas deformadas plásticamente.
El trabajo en frío hace que rápidamente el metal se vuelva frágil y quebradizo. Para facilitar la
propagación de las dislocaciones y homogeneizar la nueva estructura cristalina del metal, es decir
para que el metal trabajado pueda ser nuevamente deformado plásticamente sin miedo a que se
quiebre, el artesano aplica un recocido de recristalización a la pieza, lo cual es un recalentamiento
lento, debajo del punto de fusión. Recocidos sucesivos están, necesariamente, practicados durante
el trabajo del martillado para obtener láminas finas.
360
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
Figura 5 – Vestigios de un posible dispositivo de fusión: horno
abierto
Foto: Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna
del cobre (1 083°C) o aleaciones con base de cobre (aproximadamente 950°C,
dependiendo de la aleación). La localización de este horno contra la pared del
ambiente, podría explicarse por la búsqueda, de parte de los metalurgistas, de un
lugar más oscuro que les permitirá garantizar la buena lectura de las temperaturas
del metal (para la colada) y/o para efectuar operaciones de fundición al abrigo
de los corrientes de aire; estas implican, en efecto, un control cuidoso de las
temperaturas del horno (Chardron-Picault & Pernot, 1999: 197).
La ventilación controlada de los hornos se efectuaba mediante sopletes, cuya
evidencia arqueológica son las 27 toberas de arcilla cruda registradas (fig. 6). Estas
pequeñas toberas, de aproximadamente 3 cm de largo, son de forma recta y
presentan pocas alteraciones al nivel de su nariz o extremo inferior: vitrificaciones,
restos de metal adherido, fisuras, etc. Solo algunos especímenes muestran ligeras
alteraciones al nivel del extremo inferior como zonas de color negro y, a veces,
pequeñas zonas microporosas ligeramente vitrificadas. Estas observaciones sugerían
que la nariz de ciertas toberas estuvo directamente en contacto con la zona de
combustión, en atmósfera reductora (lo que explica el color negro); el cuerpo de
la tobera (rojizo), quedó expuesto al aire, en atmósfera oxidante. Sin embargo, la
gran mayoría del corpus de las toberas presentaba un color rojizo homogéneo o
ligeramente anaranjado en la parte de la nariz. Estas observaciones indican que
estas no estuvieron en contacto con el fogón. Las pequeñas dimensiones de las
toberas, así como las características de los tipos de alteración observados parecen
más bien indicar que se ubicaban encima del crisol, inclinados a 45°, de manera
que el chorro de aire esté directamente dirigido sobre el metal dispuesto en el
crisol (Oberweiler, 2005).
361
Carole Fraresso
Figura 6 – Ejemplos de toberas encontradas en
los talleres 27-15 y 27-30
Ciertas de ellas están decoradas con motivos
incisos. Varias toberas presentan una
ligera alteración de color así como zonas
microporosas ligeramente vitrificadas al nivel
de la nariz con forma redondeada (extremo
inferior)
3. 2. Recipientes de «cerámica»: los crisoles
Los fragmentos de crisoles y de moldes son vestigios materiales directos de las
actividades metalúrgicas de fusión. Más de 90 fragmentos claramente identificados
como crisoles fueron descubiertos en los espacios 27-30, 27-15, 27-25 et 27-27
(fig. 7). Se caracterizan por una pasta arcillosa muy porosa, de color gris oscuro
con, en algunos casos, restos de pequeñas inclusiones claras. Generalmente, el
lado convexo de los crisoles o de fragmentos de crisoles es colorado por zonas de
color verde y roja, y las vitrificaciones son muchas veces distinguibles. Ninguno
de los fragmentos de crisoles, registrados en el taller del CA27 presentaba
vitrificaciones visibles al ojo; la superficie interna solo presentaba una fina capa de
óxidos de cobre que podría indicar que los crisoles habían servido para una sola
operación de fundición. La superficie alisada del lado cóncavo de los fragmentos
observados indica que la preparación de estos recipientes ha sido relativamente
cuidada. La superficie, de color gris a dominante rosada, no presentaba restos de
óxidos de cobre. El lado cóncavo corresponde a la parte que estará directamente
en contacto con el horno. Su color rosado resulta de la atmósfera oxidante en
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Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
la cual se expone el crisol al retirarse del horno para realizar la colada del metal
derretido (Chardron-Picault & Pernot, 1999: 188).
La forma y dimensiones de crisoles enteros utilizados por los metalurgistas
mochicas eran, antes del presente estudio, totalmente desconocidas. Sin embargo,
la observación del fragmento 27-30 B.351 nos ayudó para reconstituir la forma
aproximada de ciertos tipos de crisoles utilizados en este taller (fig. 8). El crisol
tiene forma de pequeña copela, de 5 cm de diámetro y 3 cm de profundidad,
a la cual, por lo menos, un asa ha sido modelada en el borde; su volumen es
aproximadamente 30 ml, o sea 0,03 litros de metal.
Figura 7 – Ejemplos de fragmentos de crisoles registrados
en el contexto primario y el relleno asociado al piso
(penultima) de los espacios 27-15, 27-30 y el depósito
27-25
Figura 8 – Crisol en forma de copela utilizado en
el taller 27-30 que tiene por lo menos una asa
moldeada en su borde
Dibujo realizado a partir del fragmento 27-30 B.351.
El volumen total del recipiente es 30 ml. El volumen
calculado es aproximativo porque este tipo de
recipiente nunca se rellena totalmente (Dibujo: A.
Rohfritsch)
3. 2. 1. ¿Que derretían los metalurgistas de la huaca de la Luna en estos
crisoles?
Dos fragmentos de crisoles fueron sometidos a análisis de laboratorio con el fin de
determinar, primero, cuál(es) tipo(s) de metal(es) y/o aleación(es) era(n) fundido(s)
en estos recipientes; y luego, para tratar de obtener informaciones relativas a la(s)
receta(s) de preparación de los crisoles (fig. 9). Los primeros resultados presentados
en este trabajo constituyen un estado inicial y exploratorio de investigación puesto
que ningún otro estudio comparativo existe; estudios complementarios deben ser
desarrollados en este campo.
363
Carole Fraresso
Figura 9 – Localización de la muestra efectuada en sección
transversal en el fragmento de crisol 27-30 B.351
El segundo fragmento 27-15 B.355 ha sido totalmente
engastado en resina y observado en sección transversal
Se realizaron dos secciones de
fragmentos de crisoles, engastadas
y luego pulidas. Se siguió el mismo
protocolo, previamente descrito, para
realizar exámenes microscópicos y
análisis MEB/EDXS.
El espesor del cuerpo de los crisoles
está comprendido entre 12 y 20 mm.
La observación en sección transversal
del fragmento 27-30 B.351 muestra
tres zonas distintas de aspecto muy
heterogéneo (fig. 10). La segunda
muestra considerada, 27-15 B.355,
presenta las mismas características
analíticas; solo presentaremos los
resultados del estudio del 27-30 B.351.
La zona 1 corresponde a la pasta original del crisol (fig. 10). Esta amplia zona
de 8 a 15 mm de espesor es muy porosa. Los poros observados se relacionan
probablemente con improntas del desgrasante orgánico (excrementos de
animales, pelos, fibras vegetales, etc.) utilizado en la preparación de la pasta
del crisol (Valencia Espinoza, 2001: 38; Oberweiler, 2005; Fraresso, 2008); sin
embargo, es difícil, en este caso, identificar precisamente
la naturaleza exacta del desgrasante (vegetal o animal).
La presencia de granos de cuarzos es dominante; estos
son visibles al ojo y algunos tienen un tamaño del orden
del milímetro. Los análisis llevados a cabo en esta matriz
de color gris oscuro, y presentados en la figura 11,
indican naturalmente la presencia mayoritaria del silicio
(65-70 % en SiO2), siendo los otros elementos mayores
constituyentes de la pasta arcillosa: el aluminio (15-17 %
en Al2O3) y el hierro (7,5- 8,5 % en Fe2O3). El color gris
oscuro de la pasta interna resulta del ámbito reductor
generado por el horno alimentado en carbón de madera
y el metal durante la fusión (Chardron-Picault & Pernot,
1999: 188).
La zona 2 es más heterogénea y muestra zonas
de diferentes colores (fig. 10). Esta capa con color
dominante rojo, tiene un espesor entre 3 y 4 milímetros.
Está salpicada por zonas de color verde intenso que
Figura 10 – Sección pulida del corte
transversal del fragmento de crisol 27- se explican por la presencia del cobre y se distinguen
30 B.351 observado con microscopia específicamente en esta capa nódulos metálicos de
óptica
dimensiones variables (de 100 µm a 1 mm). Los análisis
Una neta estratificación de zonas globales en la zona roja muestran una disminución
heterogéneas es visible: (1), (2) y (3)
sensible de los porcentajes en silicio (46-52 % en SiO2),
364
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
en aluminio (8,5-15 % en Al2O3) y hierro (3-4 % en Fe203) en paralelo a la aparición
de óxidos de cobre, entre 5 y 12 % en CuO (lo que explica el color) y un fuerte
aumento del calcio (17-23 % en CaO). Subrayamos también la aparición del fósforo
(2-3 % en P2O5) que está asociado al calcio (fig. 11). La presencia de fosfato de
calcio parece indicar el añadido intencional de ceniza de huesos (probablemente
animales) en la preparación de la pasta arcillosa como desgrasante, pero otros
estudios comparativos son necesarios para averiguar la receta de preparación de
estos crisoles9. Se observan igualmente, en esta capa, algunos poros que resultan
del encierro de gases durante la vitrificación de «escorias internas» en los crisoles
de fusión (Queixalos et al., 1987). Numerosos nódulos metálicos se observan
también en este estrato que atestiguan tanto la presencia de escorias internas,
como de la fusión del metal en el recipiente.
Na2O
MgO
SiO2
65 70
P2O5
K2O
CaO
TiO2
1–
1,5
Al2O3
15 17
Zona 1
gris
1,5 - 2
Zona 2
rojo
Zona 3
verde
Fe2O3
7,5 –
8,5
CuO
Nd
2-3
1-2
0,7
1,5 2,5
23,5
8,5 15
1,5
-3
1-2
17 23
Nd
1-2
5-7
46 52
42 60
0,5
3-4
5 - 12
1
11,5
2-3
Nd
1, 5
-2, 5
30 - 42
Nd
Figura 11 – Composición elemental de óxidos (wt%) de cada estrato observado en la sección transversal
del fragmento de crisol 27-30 B.351
Teniendo en cuenta la gran heterogeneidad del material, se presentaron los porcentajes mínimos y máximos
de los diferentes elementos constitutivos. Los nódulos metálicos no han sido tomados en cuenta en esta
serie de análisis. Nd= no detectado
Una segunda serie de análisis puntuales se llevó a cabo con el fin de determinar
qué tipo de metal o aleación se fundía(n) en estos crisoles. Se reportaron los
resultados en la figura 12.
Los nódulos metálicos están esencialmente compuestos de cobre aleado con
oro, en porcentajes variables (entre 2 y 11 %). Los bajos porcentajes de plata
detectados (≤ a 2 %) corresponden seguramente a impurezas naturales del oro.
A este paso del estudio, dos hipótesis pueden ser consideradas:
1) aleaciones ya «listas» bajo forma de pequeños lingotes y traídos al taller desde
otro lugar, los cuales eran refundidos en los crisoles del taller para refinarlos;
2) o el mismo metalurgista preparaba aleaciones en este espacio, en cantidades
previamente definidas, dependiendo de los objetivos técnicos y/o estéticos
buscados.
9
Una mezcla de arcilla con ceniza de huesos parece haber sido aplicada sobre la superficie interna
del crisol. Este tipo de enlucido (o cemento) facilitará la separación de las impurezas presentes en
el metal o la aleación a fundir; es decir que una parte de las suciedades serán «chupadas» por el
cemento.
365
Carole Fraresso
Metal o
Aleación
Código
27-15 B.109
Cobre
27-15 B.105
27-15 B.109
27-15 B.102
27-30 B.17
27-30 B.10
27-30 B.17
27-30 B.68
27-30 B.09
27-25 B.25
Aleaciones
(Cu-Au-Ag)
(Cu-Au)
27-30 B.62
27-15 B.59
Tipo de objeto
Escoria
Composición de
nódulos metálicos
presentes en la matriz
vítrea
Fragmento de barra
Gota de metal
Lingote
Gota de metal
Gota de metal
Cinta doblada
Masa circular
deformada
Barra con sección
rectangular
Espátula
Varilla
Fallo de fabricación
Varilla
abandonada en proceso
Composición (wt%)
Cu
(%)
Au (%)
Ag
(%)
97 - 99
nd
nd
99,8
100
100
99,7
100
100
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
100
nd
nd
100
nd
nd
100
nd
nd
76
19,5
4,5
98
1,5
0,5
Nota
S (0,2 %)
Si (0,3 %)
Tratamiento
electroquimico
Figura 12 – Composiciones elementales de los nódulos metálicos observados en los cortes
transversales de los fragmentos de crisoles 27-30 B.351 y 27-15 B.355. Los resultados están
normalizados al 100 % (wt%). Los porcentajes del oro son muy variables, entre 2 y 11 %.
Nd= no detectado
La segunda hipótesis parece la más probable. La gran heterogeneidad de los valores
del oro, así como la presencia de dos nódulos en cobre no aleado, identificados
en la zona 2 del crisol 27-15 B.355, prueban claramente que estos crisoles servían
para preparar aleaciones con base de cobre y que el proceso de la fusión (la mezcla)
no era terminado. Es, entonces, a partir de cobre no aleado, probablemente
bajo forma de pequeños lingotes, que el metalurgista preparaba sus aleaciones,
añadiendo pocas cantidades de oro o practicando el reciclado de desechos o piezas
fuera de uso como caídas de metales (recortes de láminas de cobre dorado por
ejemplo) o piezas por reciclar conteniendo poco porcentaje de oro.
La zona 3, la cual pertenece a la superficie interna del borde del crisol, tiene un
espesor de 1 mm. Presenta un color verde y gris, esencialmente relacionada a la
presencia de óxidos de cobre, entre 30 y 42 % en CuO (fig. 11). Esta fina capa
corresponde a la pared interna del crisol (fig. 10).
La dimensión y la forma de los crisoles (de 0,03 l de capacidad), así como aquellas
de las toberas, demuestran que pequeñas cantidades de metal (300 g de cobre
máximo), y consecuentemente, objetos de muy pequeñas dimensiones, eran
fabricados en el taller de la huaca de la Luna. Los dos fragmentos de crisoles
estudiados en este trabajo están constituidos por una mezcla compuesta por una
arcilla, un desgrasante orgánico y un desgrasante mineral. Señalamos que esta
366
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
pasta arcillosa responde apropiadamente a las propiedades mecánicas necesarias
para la fundición del cobre y de aleaciones con base de cobre: resistencia a
altas temperaturas y a los choques térmicos que pueden producirse durante la
fusión del metal en el crisol. Una preparación particularmente cuidadosa ha sido
aplicada para la fabricación de estos recipientes pero es difícil determinar, a partir
de estos únicos ejemplos, si sus utilizaciones eran destinadas a una sola o varias
operaciones de fusión. Las recetas precisas utilizadas por los artesanos del valle de
Moche quedan además por explorar. El desgrasante orgánico (animal o vegetal), la
naturaleza mineral del desgrasante mineral, el añadido de cenizas de huesos en la
mezcla así como las proporciones exactas deben ser estudiadas en futuros trabajos.
3. 3. Los «desechos» metálicos del taller
El material metálico está constituido por pequeños «desechos», es decir pedazos
de metal que pesan algunos gramos; ningún objeto precioso (de oro o plata)
ha sido registrado en los espacios 27-30 ó 27-15 del taller. Los desechos suelen
identificarse como bases de cobre, cuyas composiciones químicas quedan por
determinar. El corpus registrado comprende caídas de metales (recortes de
láminas), esbozos abandonados durante el proceso de fabricación o fallas de
fabricación (barras y varillas de sección rectangular o circular, semi cuenta),
subproductos resultantes de operaciones de fundición (escorias de fusión10, gotitas
y salpicaduras), un pequeño lingote y semi productos (barras, masas metálicas
circulares) y por fin piezas acabadas que pueden ser productos manufacturados
en el mismo sitio o piezas fuera de uso depositadas en el taller y destinadas a un
futuro reciclado. Trataremos los objetos acabados con mucha prudencia puesto
que ningún criterio permite determinar si estuvieron fabricados o importados
en el taller: recordamos que no conocemos el tipo de organización relacionado
a las prácticas del reciclado en las actividades metalúrgicas mochicas, y más
globalmente a aquellas del antiguo Perú.
3. 3. 1. Objetos seleccionados
Una selección de 15 piezas metálicas, de las cuales se efectuó tomas de muestras
mínimas, se hizo para realizar la lectura tecnológica de los materiales y procesos
involucrados en el taller mediante las herramientas de laboratorio. En la totalidad
del corpus observado, ninguna pieza presentaba huellas de herramientas visibles
al ojo. Entre los objetos seleccionados, se pueden distinguir cinco categorías de
objetos: desechos resultantes de operaciones de derretido o fusión (dos escorias
y tres gotitas), piezas en curso de fabricación (una media cuenta, dos fragmentos
de barras con espesores respectivas de 2 y 5 mm y una masa metálica circular
deformada), fallos de fabricación y caídas de trabajo (una barra con sección
10
Impurezas que suben a la superficie de metal en fusión. El artesano puede sacar estos residuos con
un palillo o una varilla.
367
Carole Fraresso
rectangular, una cinta doblada tres veces y un fragmento de lámina con evidencias
de restos de dorado), semi productos (una masa metálica y una barra con sección
rectangular de 2 mm de grosor) y, finalmente, un objeto acabado (una espátula). El
conjunto de las muestras presenta un buen estado de conservación. De la muestra
total estudiada e ilustrada en la figura 13, solamente tres muestras (fragmento de
lámina dorada, media perla y una gotita) estaban fuertemente corroídas, es decir
que no quedaba metal susceptible de ser analizado.
Figura 13 – Selección efectuada a partir del corpus de piezas metálicas registradas en los
espacios 27-15 y 27-30 (enmarcados)
El espacio 27-25 corresponde a un pequeño depósito
368
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
3. 3. 2. Composición de los metales y aleaciones
Los resultados de las composiciones elementales obtenidas por cada pieza han
sido reportadas en la figure 14. El corpus estudiado se divide en tres grandes clases
de metales y aleaciones:
• Cobre no aleado (10 casos).
• Cobre poco aleado, con 1,5 % de oro, seguramente resultante del reciclado
(1 caso).
• Aleación ternaria con aproximadamente 20 % de oro, tipo Cu‑Au‑Ag tumbaga
(1 caso).
Entre los vestigios de cobre no aleado, se destacan claramente cuatro piezas que
corresponden a desechos resultantes de operaciones de fundición, como las
escorias de fusión y las gotitas de cobre. Cinco otros corresponden a vestigios
de la producción local (27-15 B.105, 27-15 B.102, 27-30 B.17, 27-30 B.68 y
27-30 B.09). Están compuestos de cobre remarcablemente «limpio», excepto el
fragmento de barra deformada 27-15 B.105 que presenta un bajo porcentaje de
azufre (0,2 %); el azufre aquí presente en estado de impureza está seguramente
relacionado al origen del mineral.
Metal o
Aleación
Código
27-15 B.109
Cobre
27-15 B.105
27-15 B.109
27-15 B.102
27-30 B.17
27-30 B.10
27-30 B.17
27-30 B.68
27-30 B.09
Aleaciones
(Cu-Au-Ag)
(Cu-Au)
Sin metal
sano
Tipo de objeto
Escoria
Composición de nódulos
metálicos presentes en la
matriz vítrea
Fragmento de barra
Gota de metal
Lingote
Gota de metal
Gota de metal
Cinta doblada
Masa circular deformada
Barra con sección
rectangular
Composición (wt%)
Cu
(%)
Au
(%)
Ag
(%)
97 - 99
nd
nd
99,8
100
100
99,7
100
100
100
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
100
nd
nd
Nota
S (0,2 %)
Si (0,3 %)
Tratamiento
electroquímico
27-25 B.25
Espátula
100
nd
nd
27-30 B.62
Varilla
Fallo de fabricación
76
19,5
4,5
27-15 B.59
Varilla
abandonada en proceso
98
1,5
0,5
27-15 B.59
Media cuenta
-
-
-
Dorado
27-30 B.17
Fragmento de lamina
-
-
-
Dorado
27-30 B.17
Gota de metal
-
-
-
Figura 14 – Composiciones elementales (wt%) de los diferentes objetos metálicos seleccionados
Los resultados están normalizados al 100 % (wt%). Nd = no detectado
369
Carole Fraresso
A continuación, la presencia de cobre poco aleado debe ser subrayada. Los
resultados de composición elemental del fragmento de una barra abandonada
en curso de fabricación indica la presencia del oro (1,5 % en Au) y de la plata
(0,5 % en Ag) en bajos porcentajes; estos elementos están presentes en estado
de impurezas; la plata siendo una impureza natural del oro. Notamos que la
voluntad, de parte del metalurgista de preparar aleaciones con tan poca cantidad
de oro es una hipótesis que debemos rechazar. En efecto, añadir 1,5 % de oro
no tendrá consecuencias sobre las propiedades mecánicas del cobre y este bajo
porcentaje de oro tampoco modificará el color de la aleación. Sin embargo, añadir
a un metal «nuevo» una aleación ya «hecha» facilita, por su bajo punto de fusión,
el arranque del proceso de aleación (Pernot, 1998a: 124). En el caso presente,
es muy probable que la poca cantidad de oro detectada no esté relacionada con
la intención de preparar una aleación, sino más bien atestigua la práctica del
reciclado, es decir de operaciones de refundición de objetos o desechos (caídas
de trabajo, fallos de fabricación, objetos, etc.), tal vez de cobre dorado.
En cambio, la barra con sección rectangular 27-30 B.62 compuesta por 76 %
de cobre, 19,5 % de oro y 4,5 % de plata es claramente una aleación ternaria
intencional donde la presencia de la plata es probablemente también asociada a
la del oro. Esta categoría de aleación corresponde a aleaciones preciosas de color
amarillo que serán más duras que el cobre no aleado, pero que quedan, a la vez,
relativamente deformables. Este tipo de material duro se pule bien y refleja mejor
la luz que los materiales blandos, los cuales son más sensibles a las ralladuras
(Chardron-Picault & Pernot, 1999: 182). Esta clase de aleación, también llamada
tumbaga, es muy representativa de las prácticas metalúrgicas mochicas puesto
que está, en la mayoría de los casos, relacionada con la fabricación de objetos
dorados con la técnica de enriquecimiento de superficie en oro o depletion gilding
technique (Lechtman, 1973; 1984).
3. 4. Lectura tecnológica
3. 4. 1. Subproductos de la fusión del cobre
Entre los desechos registrados durante la excavación del ambiente 27-30 del taller,
hemos seleccionado una pequeña escoria y tres gotitas de salpicaduras las cuales,
en contextos de talleres de transformación, son testigos directos de las actividades
de fundición (fig. 15).
Las escorias son masas informes que presentan pequeñas dimensiones. Están
parcialmente o totalmente vitrificadas y presentan un color oscuro con zonas
vitrificadas de color verde a rojo. La sección pulida examinada al microscopio
óptico revela la presencia de pequeñas bolas metálicas esparcidas en una ganga
de aluminio-silicato (53,3 % en SiO2 et 12,7 % en Al2O3), con calcio (5,6 % en
CaO) y un alto porcentaje en óxidos de cobre (20 % en CuO). Observamos la
presencia de numerosos poros en la totalidad de la superficie, que corresponden
a pozos de difusión de los gases. El tamaño de los nódulos metálicos presentes en
370
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
Figura 15 – Pequeña escoria y gotitas de fusión con indicaciones de
las zonas de tomas de muestra
la ganga es muy variable, entre 20 y 500 µm (fig. 16a). Los nódulos son de cobre
no aleado (97-99 % en Cu) lo cual, durante el proceso de fusión del metal en el
crisol, puede formar una aleación de tipo eutéctico «Cu-O» que se caracteriza
por la formación de dendritas de Cu2O (Scott, 1991; Lechtman, 1997) (fig. 16b).
Figura 16 – a: Observación metalográfica
en sección pulida de la escoria de fusión
(ampliación x10)
Se observan varios poros (en negro)
correspondientes a pozos de desgasificación
que se forman durante la fusión del metal.
Varias inclusiones metálicas (esferas en
blanco) se observan en la ganga de la
escoria
b: Detalle de una inclusión metálica de
cobre (en blanco) donde se observan
dendritas de Cu2O (en gris oscuro),
(ampliación x50)
371
Carole Fraresso
Las gotitas y salpicaduras de cobre descubiertas en el taller tienen una forma más
o menos esférica, relativamente homogénea, y sus diámetros varían entre 7 y 12
milímetros. La observación de las secciones pulidas de las gotitas 27-15 B.109 y
27-30 B.17 enseñan una matriz de cobre (en amarillo) con poros (en negro) así
como el avance de los productos de corrosión del cobre en periferia. Numerosos
precipitados de óxidos de cobre (Cu2O), con forma globular, están dispersados
en la matriz del cobre (fig. 17). La presencia de
precipitados se relaciona con las condiciones más
o menos oxidantes llevadas durante la fusión del
metal en el crisol.
3. 4. 2. Fusión del cobre y preparación de
aleaciones
El trabajo del artesano empieza con la preparación
del metal por la fusión de las materias primas que
fueron previamente obtenidas en un centro de
elaboración; es decir que vuelve a derretir los
metales, almacenados bajo forma de lingotes en
el taller, para refinarlos y/o preparar aleaciones.
Figura 17 – Observación metalográfica en Es importante recordar que aún no conocemos
sección pulida del corte transversal de
la geometría ni las dimensiones de los lingotes
una gotita de cobre (ampliación x50)
o semi productos11 elegidos por los metalurgistas
Numerosos nódulos de óxidos están
mochicas.
Tampoco sabemos si estuvieron
dispersados en la matriz de cobre
preparados cerca del lugar de extracción y luego
transportados al taller de transformación, o bien si
estuvieron directamente preparados en este último sitio.
En esta etapa de la cadena operativa, se presentan diferentes posibilidades al
artesano. Puede elegir usar un cobre no aleado o también mezclar diferentes
metales para preparar aleaciones, operación a la cual el reciclado es muchas veces
asociado. Dependiendo de los objetivos técnicos o estéticos buscados, su metal o
aleación será, más o menos, purificado a través de operaciones de refinado12. La
calidad de los metales y/o aleaciones que definimos, en las culturas antiguas, en
término de «limpieza», es un criterio tecnológico importante puesto que refiere al
éxito de las operaciones de deformación, es decir que un esbozo sano con pocas
inclusiones disminuye los riesgos de la cebadura de fisuras (Pernot, 1994: 851).
11
12
Un lingote es una pieza de metal o aleación bruta de fundición destinada al transporte y/o al
almacenamiento; su geometría no está relacionada con el tipo de pieza que fabricara el orfebre;
antes de ser utilizado será refundido. Los semi productos son piezas con geometría precisa: barras,
varillas, hilos metálicos, placas etc. (Pernot, 1998a: 123).
El refinado, también llamado purificación, es la o las refundición(es) de los metales o aleaciones, que
permite separar las inclusiones (el azufre y el plomo en el caso del cobre) o las suciedades presentes
en estos últimos. Durante la fusión en el crisol, las inclusiones forman escorias de fusión (capa
mugrienta) en la superficie del metal líquido, que el metalurgista quita y bota al costado al mismo
tiempo con una varilla de madera dura por ejemplo.
372
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
Entre nuestro muestreo, un pequeño lingote con forma ovalada B27-15 B102
fue identificado (fig. 18a). Está compuesto por cobre no aleado remarcablemente
«limpio» (100 % en Cu). La totalidad de la superficie observada en sección pulida
muestra un estado metalúrgico bruto de fundición caracterizado por la presencia
de amplios granos dendríticos delimitados por precipitados de óxidos de cobre; los
cuales indican que el metal en fusión ha estado en contacto con el aire (fig. 18b).
La solidificación del metal se efectuó lentamente en temperatura ambiente.
Figura 18 – a: Pequeño lingote de cobre con forma ovala 27-15 B.102. Localización de la zona
de toma de muestra
b: Observación en sección transversal de la sección pulida al microscopio electrónico de
barrido, en modo electrones retrodispersados (ampliación x450)
Estado metalúrgico bruto de fundición. Los granos dendríticos de cobre (gris claro) están
delimitados por precipitados de óxidos de cobre (Cu2O), en gris oscuro
3. 4. 3. Esbozos en curso de trabajo y fallas de fabricación
Se destacan también claramente masas metálicas deformadas, barras y varillas.
Estos objetos corresponden a esbozos en curso de trabajo o de fabricación del
taller que atestiguan claramente una producción local. Hemos seleccionado
primero dos masas metálicas. La primera 27-15 B.105 es de forma rectangular.
Mide 28 mm de largo, entre 8 y 11 mm de ancho y tiene 5 mm de espesor, su
masa es 3 g. La segunda 27-30 B.68, con forma circular, tiene un diámetro de
15 mm y un grosor entre 3 y 5 mm, su masa es 5 g (fig. 19).
La pieza de cobre 27-15 B.105, con azufre como impureza (0,2 % en S) presenta
una corrosión intergranular avanzada. El estado metalúrgico es bruto de fundición
(fig. 20) con ligeras evidencias de recristalización en el borde derecho de la sección
observada; la pieza ha sido ligeramente deformada y ligeramente recocida. Estas
observaciones indican que el artesano empezó por deformar la pieza pero que no
continuó el trabajo de deformación.
La pieza de forma circular 27-30 B.68 es de cobre no aleado muy «limpio»
(100 % en Cu); ha sido deformada para formar cuatros ángulos (fig. 19). El
examen metalográfico muestra claramente que la superficie total de la pieza es
373
Carole Fraresso
Figura 19 – Esbozos en proceso de
fabricación
Localización de las zonas de tomas de
muestra
Figura 20 – Pieza esbozada 27-15 B.105
Observaciones metalográficas de la sección transversal pulida y atacada con una solución
acida de percloruro férrico durante 30 s. La superficie observada presenta un estado
de corrosión intergranular avanzado. El estado metalúrgico presenta amplios granos
dendríticos típicos de un estado bruto de fundición. La parte derecha de la imagen
muestra una ligera zona recristalizada y amplios granos con maclas de recocido (300 µm)
en un estado final recristalizado (fig. 21). La pieza recibió uno o varios ciclos de
martillado y recocidos sucesivos; el estado final es recocido.
Tres varillas observadas en sección pulidas completan nuestro examen (fig. 22). La
primera, 27-30 B.62, es un fragmento de varilla con sección rectangular de 74 mm
de largo y 3 mm de ancho, tiene 1 mm de espesor y su masa es 2 g. El segundo
objeto, 27-30 B.09, es una varilla con sección rectangular que mide 40 x 5 mm y
presenta 2 mm de espesor, su masa es 1 g; está ligeramente doblada. Finalmente,
la varilla 27-15 B59, con sección cuadrangular, es un fragmento deformado. Mide
27 x 4 mm con 3 mm de espesor y su masa es 1 g.
Las varillas 27-30 B.09 y 27-15 B.59 están compuestas de cobre no aleado, otra
vez muy «limpio» (100 % en Cu). Las observaciones microscópicas revelan un
374
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
Figura 21 – Esbozo 27-30 B.68
Observación metalográfica de la sección transversal pulida y atacada con una
solución acida de percloruro férrico durante 60 s (ampliación x5). La corrosión
intergranular empieza desde los bordes de la pieza y progresa en el metal (en
negro). El estado metalúrgico final es totalmente recristalizado, los granos
presentan maclas de recocido de dimensiones variables, entre 100 µm y 400 µm
Figura 22 – Varillas en proceso de fabricación
Localización de las zonas de tomas de muestra. El fragmento de varilla 27-15
B.59 ha sido examinado en su totalidad
estado de corrosión avanzado al nivel de los bordes de cada muestra. Ambas
presentan un estado metalúrgico totalmente recristalizado y pequeños granos con
maclas de recocido, entre 10 y 60 µm (fig. 23). Las piezas han recibido varios
encadenamientos de deformación en asociación con recocidos de recristalización.
La ausencia de líneas de deslizamiento indica que la última operación efectuada
por el metalurgista ha sido un recocido en atmósfera, más o menos, oxidante,
375
Carole Fraresso
seguramente aplicado para ablandar el
metal con el fin de seguir su deformación
con nuevas series de martillado. Estamos
claramente en presencia de esbozos
en proceso de fabricación que han sido
abandonados en el taller.
Finalmente, la varilla 27-30 B.62, con
sección rectangular, destaca notablemente
de las dos precedentemente descritas:
primero, por su composición química y
luego, por su estado metalúrgico final. Se
trata de una varilla en aleación ternaria
intencional de 76 % de cobre, 19,5 %
Figura 23 – Observación metalográfica de la sección
transversal pulida y atacada con una solución acida de oro y 4,5 % de plata. La observación
de percloruro férrico durante 35 s. (ampliación en sección transversal, tras el ataque
x50)
químico, reveló en primer lugar un estado
Varilla 27-15 B.59. Estado metalúrgico totalmente metalúrgico final deformado con granos
recristalizado con pequeños granos y maclas térmicas,
muy alargados así como la presencia de
entre 20 et 60 µm
líneas de deslizamiento que subraya el
alto grado de deformación recibido por
la pieza (fig. 24). La aleación tiene algunos poros y el borde superior de la varilla
muestra la progresión longitudinal de una fisura; el inicio de otra fisura, la cual
progresa hacia el interior de la matriz, se observa abajo en la parte inferior de la
varilla (fig. 25a).
Figura 24 – Varilla 27-30 B.62
Observaciones metalográficas de las secciones transversales
pulidas y atacadas con una solución acida de percloruro férrico
durante 15 s.
a: Aleación ternaria intencional con 76 % de cobre, 19,5 %
de oro y 4,5 % de plata
Se observa la presencia heterogénea de un metal precioso
en las superficies, superior e inferior, de la pieza. En el borde
superior, se puede distinguir la progresión de dos fisuras
progresando hacia el interior de la matriz (ampliación x20)
b: Estado metalúrgico final muy deformado
Los granos son muy alargados y atravesados por líneas de
deslizamiento que se caracterizan por la presencia de estrías
(ampliación x100).
376
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
Por otra parte, la observación en sección longitudinal de la varilla precisa los gestos
llevados a cabo por el artesano. En efecto, el examen indica que la pieza recibió
diversas grandes deformaciones por series de martillado alternadas en ambas
caras; los bordes laterales no fueron deformados. La cara superior (fig. 25a) sufrió
deformaciones más fuertes que se caracterizan por el alargamiento importante de
los granos en esta zona específica (fig. 25b). Esta cara, más deformada, presenta
igualmente una superficie muy irregular que se manifiesta al nivel de una fisura
importante (fig. 25a). La cara inferior, menos deformada, estaba posicionada sobre
el yunque. Estas observaciones prueban que estamos probablemente enfrentados
a evidencias de un accidente de trabajo durante el proceso de deformación, es
decir que el artesano no parece haber aplicado un recocido de recristalización
en el momento adecuado. La continuación de la deformación por martillado
Figura 25 – Varilla 27-30 B.62
Observaciones metalográficas de la sección longitudinal pulida y atacada con una solución acida de
percloruro férrico durante 15 s.
a: Estado metalúrgico final muy deformado que se caracteriza por la orientación y la forma
alargada de los granos y los poros (en negro)
La cara superior de la pieza recibió deformaciones más fuertes y muestra una superficie muy
irregular consecuente al inicio de una fisura que provocó el paro inmediato del trabajo de la pieza
(ampliación x5)
b: Detalle de la cara superior muy deformada. Los golpes de martillo han sido aplicados
perpendicularmente a la superficie (ampliación x20)
377
Carole Fraresso
provocó la ruptura de la aleación, la cual se caracteriza por el inicio de una
fisura irreversible y, consecuentemente, la interrupción inmediata del proceso de
fabricación de la pieza.
En fin, las observaciones en secciones, transversal y longitudinal, revelaron la
presencia de un metal precioso (oro y/o oro-plata) específicamente localizado,
de manera muy irregular, en los bordes de la varilla (fig. 24a). Una segunda serie
de análisis puntuales complementada por un análisis de concentración en perfil
fueron efectuados con el fin de estudiar la formación de este enriquecimiento en
oro y/o oro-plata en la superficie de la pieza (fig. 26). Los resultados revelan un
neto enriquecimiento en oro al nivel de la superficie, en paralelo a la disminución
respectiva del cobre (fig. 27). Este fenómeno es característico de la técnica de
dorado por empobrecimiento de la superficie en cobre o depletion gilding.
Esta segunda serie de análisis y exámenes que confirma las observaciones
metalográficas, prueba que estamos en presencia de una pieza claramente
abandonada durante su fabricación a causa de error o accidente en el proceso.
El proceso de dorado por empobrecimiento de la superficie en cobre, que se
relaciona con la fabricación de piezas por martillado y tratamientos de recocido
en sucesivos, no fue terminado.
Aunque sea imposible determinar la forma y la finalidad precisa de este conjunto
de piezas es, sin embargo, posible concluir que operaciones de fundición de
cobre y aleación (tumbaga) refinados se efectuaban en el taller. Luego, la cadena
Figura 26 – Varilla 27-30 B.62
Observación en microscopia electrónica, en modos de electrones
retrodispersados (ampliación x450), acoplado a un análisis de perfil de
concentración EDXS. La sección pulida observada pone en evidencia la
presencia heterogénea de un metal precioso específicamente localizado
en las superficies de la pieza (en blanco) donde se observan microporos
(en negro)
378
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
Cu
Ag
Au
90
80
71.3
80,8
70
% massique
60
63,3
50
49.3
40
38.5
30
30,3
23.3
15,7
20
12.2
10
6.4
5.2
3.5
0
0
4
8
12
16
20
24
28
32
36
40
44
48
52
56
60
64
68
72
76
Profondeur (µm)
Figura 27 – Varilla 27-30 B.62
Perfil de concentración realizado a partir de 53 medidas, a 2 µm de intervalo, desde la superficie hacia
la matriz de la aleación. Los resultados muestran un enriquecimiento brusco del oro en la superficie
y un empobrecimiento respectivo del cobre. El pico de oro observado a 10 µm de profundidad de la
superficie y asociado a la disminución neta del cobre, corresponde a un grano de oro. A partir de 6 µm
de profundidad de la superficie, el valor del oro empieza por aumentar en paralelo a la disminución
progresiva del cobre. La plata tiene un porcentaje medio bastante constante; aumenta netamente a
2 µm de distancia de la superficie en asociación con el oro; la plata siendo disuelta en el oro.
operativa seguía con operaciones de deformación plástica de pequeños objetos
en asociaciones con tratamientos de recocido de recristalización.
3. 5. El material lítico
Un total de 28 objetos líticos, asociados al piso y el relleno de ocupación de la
capa 2, se registró en los espacios 27-15 y 27-30 (fig. 28). Pocos objetos han sido
formados, es decir, que una forma precisa y destinada a un uso preciso, no ha sido
dada (paralepípedos, cilindros, conos, etc.). Ciertas piedras presentan huellas de
golpe, otras parecen estar en proceso de fabricación.
La mayoría de los estigmas identificados en los objetos resultan de impactos que
destacaron esquillas. Otros tipos de huellas resultan de roces; se caracterizan por
superficies lisas y planas. Los materiales empleados son rocas duras de origen
magmática: andesita, granito y granodiorita (Chinguala et al., 2003: 125).
379
80
Carole Fraresso
Figura 28 – Material lítico encontrado en las piezas 27-15 y 27-30
Excepto dos posibles martillos y un fragmento de yunque pulido,
la mayoría de las piezas no presentan las calidades morfológicas y
técnicas requisitas para el trabajo de metales
Entre este conjunto de material lítico, tres grandes categorías de herramientas se
reconocen. La primera corresponde a herramientas «activas», es decir de golpe.
Se componen de dos martillos pulidos con forma alargada, de los cuales una o las
dos extremidades redondeadas presenta(n) huellas de impacto. Notamos que la
mayoría de los objetos líticos encontrados en el subconjunto 3 está principalmente
constituida por bloques irregulares con huellas de cascos evidentes; estos últimos
no entran en la cadena operativa de fabricación de objetos de metal.
La segunda categoría de herramienta está representada por la presencia de
un solo fragmento de tas (o pequeño yunque) cuya forma original formaba un
paralelepípedo, de superficie plana y lisa.
Finalmente, la última categoría se compone de objetos planos y más o menos
lisos, cuyas superficies presentan evidencias de frotamiento. Este tipo de piezas
podría corresponder a pulidores; sin embargo, la morfología de estos últimos no
380
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
responde a los criterios generalmente definidos para estas herramientas (Carcedo,
1992; 1998).
4. CONCLUSIONES Y DISCUSIÓN
Entre 600 y 700 d. C., los artesanos del taller metalúrgico CA-27 de la huaca de la
Luna realizaban operaciones de fusión para refinar el cobre y preparar aleaciones
tumbaga con el fin de obtener metales con propiedades adecuadas a la fabricación
de pequeños objetos de cobre y cobre dorado por martillado. Remodelaciones
indican que hubo dos fases continuas de funcionamiento en cada espacio; los
espacios 27-15 y 27-30 fueron ampliados; sin embargo, es imposible precisar
cuánto tiempo funcionaron.
4. 1. Taller de transformación: actividades de fundición y
posfundición
Algunas interrogantes quedan abiertas, particularmente a propósito de las
estructuras de hornos y los tipos de moldes utilizados por los metalurgistas
mochicas. Los hornos de fusión (fundición) y los hornos de recocido no son aún
distinguidos con precisión. Las técnicas del vaciado (con moldes permanentes o
de uso único, cera perdida, fundición en arena) para la fabricación de los esbozos
o de las piezas tampoco son identificadas.
Las actividades de fundición están, por lo tanto, deducidas en el taller por la
identificación y caracterización de fragmentos de crisoles, los restos de un horno de
fusión circular de estructura simple, pequeñas toberas y también por la presencia
de un pequeño lingote y dos esbozos de cobre no aleado remarcablemente limpio.
Aunque ningún molde o fragmentos de moldes hayan sido encontrados, este tipo
de «herramienta» fue necesariamente utilizada en el taller para la fabricación de
los esbozos. Recordemos que los moldes de uso único (arcilla o arena) no dejaban
vestigios materiales de manera obligatoria. Asimismo, el artesano puede deshacerse
de los fragmentos tirándolos por otro lugar, después del desmolde. Por otro lado,
los moldes permanentes no son abandonados por el artesano sino guardados
cuidadosamente para futuros usos; y en ciertos casos hasta los acompaña, junto
a otras herramientas, en su tumba (Carcedo & Vetter, 2002; Fraresso, 2007). La
ausencia de conos de alimentaciones13 puede explicarse, por otra parte, por la
práctica del reciclado.
Las actividades de posfundición están relacionadas con una segunda categoría
de vestigios: hornos o fogones simples de recocido, toberas, caídas y recortes de
13
Los conos de alimentación son los positivos del orifico de entrada por donde fue colado el metal en
fusión. Generalmente, tras el desmolde, el cono de alimentación está cortado y reciclado, es decir
refundido.
381
Carole Fraresso
láminas, fallas de fabricación durante el proceso de deformación plástica y huellas
de limaduras que se manifiestan por la presencia de una mancha de sales de cobre
oxidado sobre el suelo, sugiriendo la práctica de operaciones repetidas de pulido.
El estudio tecnológico indica que operaciones de deformación eran realizadas
en este espacio. Se traduce por la puesta en forma de varillas y/o tal vez láminas
por series de operaciones de martillado y tratamientos térmicos de recocido en
sucesivo para fabricar pequeños objetos, de los cuales ciertos de ellos presentarán
un aspecto final dorado. En efecto, las observaciones de la varilla 27-30 B.62
prueba que la técnica del dorado por empobrecimiento de la superficie en cobre,
la cual es inherente al proceso de deformación por martillado de aleaciones
tumbaga, era utilizada, entre 600 y 700 d.C., en el taller del Núcleo Urbano de la
huaca de la Luna. Conviene subrayar que ninguno de los vestigios está relacionado
con operaciones de decoración, acabado, ensambladura o reparación.
Finalmente, es imposible precisar qué tipo(s) de pieza(s) u objeto(s) eran producidos
en este taller. Los objetos acabados (espátula, punta y tumi en miniatura) que se
registraron en la zona perturbada por la escorrentía del taller, no son de ninguna
manera objetos discriminantes que permiten saber si fueron fabricados localmente
o bien importados a este espacio. Es interesante constatar que nos encontramos
en el mismo caso de figura que aquel del taller Mochica Tardío de Pampa Grande,
para el cual Izumi Shimada señaló que era difícil saber si las últimas etapas de
fabricación de las piezas eran realizadas en el taller o en otro lugar (Shimada,
1994; 2001). No conociendo lo(s) tipo(s) de objeto(s) producido(s) en estos
talleres, cabe señalar lo siguiente:
• Primero, la fabricación de objetos vaciados o de ciertos tipos de piezas no implica
necesariamente la realización de una decoración. En efecto, la cadena operativa
de fabricación de ciertas piezas también puede terminar con una operación
simple de pulido. Es también factible que la realización de las decoraciones
y las operaciones de acabado de ciertos objetos de lujo, sean efectuadas por
otro grupo de hombres cuyos conocimientos y competencias no serán iguales.
El lugar exacto es sin embargo todavía difícil de determinar puesto que ningún
taller especializado en este tipo de actividades es conocido.
• Hélène Bernier señala la presencia de cuatro categorías de herramientas líticas
en el complejo arquitectural CA-37, localizado al sur del complejo CA-27 del
Núcleo Urbano (fig. 1). Entre estas categorías de herramientas, dos de ellas
podrían entrar en la cadena operativa de fabricación de piezas de metales por
deformación (yunque y martillo). Según el trabajo de la autora, actividades
relacionadas con la talla de piedras semipreciosas para la fabricación de adornos
y mosaicos eran principalmente llevadas a cabo en el taller del complejo CA-37
(Bernier, 2005: 205-207). ¿Sugiere la presencia de herramientas características
al oficio de orfebrería en el mismo sitio una coordinación estrecha del trabajo
entre diferentes unidades de producción? ¿Ciertas operaciones de deformación
específicas (embutido, doblado, repujado, etc.) efectuadas en la fabricación
de ciertas categorías de objetos (p.e: orejeras circulares), pudieron haber sido
realizadas en paralelo a la elaboración de su mosaico decorativo? No se descarta
382
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
esta posibilidad técnicamente coherente. El orfebre y el «decorador» pueden
juntar sus competencias respectivas en las diferentes fases de fabricación de un
objeto sin que rechacemos la posibilidad de que estas dos actividades distintas
puedan también ser realizadas por el mismo hombre o grupo de hombres.
4. 2. Discusión
Los artesanos que trabajaban en el taller del Núcleo Urbano de la huaca de la
Luna eran especializados en técnicas de fundición y de posfundición pero no
necesariamente en el trabajo de un único metal. Los artesanos preparaban cobres
bastante purificados, es decir que tienen las buenas calidades requeridas para el
trabajo por deformación y aleaciones preciosas tipo tumbaga.
Los tipos de competencias pueden dividirse en dos especialidades: el «fundidor»,
quien puede estar, a la vez, a cargo de la fusión del cobre y operaciones de refinado
así como de la preparación de las aleaciones y de las operaciones de vaciado; y
el «batidor» quien dará forma a una parte del esbozo o a la totalidad de la pieza
por operaciones de deformación: martillado y recocido alternados. La ausencia
o presencia de un «decorador» en el taller es difícil de asegurar. Las operaciones
de pulido pueden entonces ser realizadas al final de la cadena operativa, por el
fundidor o el batidor.
A continuación, el estudio del taller metalúrgico 27-30 de la huaca de la Luna indica
que no hay una fuerte separación espacial de las diferentes etapas de la cadena
operativa; es decir que no parece existir propiamente dicho un taller de fundición,
un taller de martillado o un taller de decoraciones y acabados, específicamente
dedicados a una sola función tecnológica. Es interesante subrayar que este tipo
de organización espacial se observa también en las descripciones del taller de
Galindo, localizado en el mismo valle (Bawden, 1996) mientras que una división
neta del espacio y de las actividades suelen aparecer en el taller Mochica Tardío
de Pampa Grande, localizado más al norte, en el valle de Lambayeque (Shimada,
1994; 2001). ¿Existieron diferentes territorios técnicos regionales o locales? Es
difícil responder a esta pregunta en el estado actual de nuestra investigación.
Primero, porque ningún estudio aqueometalúrgico similar está disponible; y
segundo, porque es aún imposible precisar si una categoría de producto, centrada
en la manufactura de objetos específicos (como adornos, objetos ceremoniales,
instrumentos de música, herramientas, etc.) pudo haber constituido la marca de
una identidad productiva (Pernot, 2006: 15). Sin embargo, existen suficientes
índices positivos para continuar en este camino de investigación.
Finalmente, las evidencias arqueológicas del Núcleo Urbano del sitio de la
huaca de la Luna tienden a mostrar que un sistema de organización artesanal
especializado, en el cual diferentes grupos y tal vez corporaciones, de carácter
social y religioso, participaban en la representación del poder. En efecto, los
diversos trabajos relativos a la organización de varios talleres especializados
en actividades de producción diversificada (metalurgia, textil, talla de piedras
semipreciosas, fabricación de cerámica fina, fabricación de chicha, etc.) tienden
383
Carole Fraresso
a definir un modelo de organización controlado de la producción por las clases
dirigentes de esta capital (Chapdelaine, 1997; 2001; Uceda & Armas, 1997;
Rengifo & Rojas, 2004; 2008; Uceda, 2004b; Bernier, 2005; 2008). A partir de
estos diversos trabajos y su correlación con los resultados del estudio tecnológico
del taller metalúrgico CA-27 dos hipótesis surgen.
• La primera sería que esta unidad de producción (constituida por los espacios
27-15 y 27-30), la cual no está restringida a una sola función operatoria, estaba
a cargo de una sola «dirección»: los ocupantes del complejo residencial CA-27
por ejemplo (Uceda, 2004b).
• La segunda hipótesis sería que esta unidad fabricaba semiproductos (láminas
por ejemplo) que eran luego transferidos a otro taller, donde operaciones de
decoración, ensamblaje y acabado eran realizadas bajo control de «patrones»
diferentes (Chardron-Picault & Pernot, 1999: 201).
La cuestión de la «dirección» de las actividades artesanales en el sitio de la huaca
de la Luna sigue delicada. Las diferentes actividades artesanales organizadas
en la ciudad parecen haber sido controladas directamente para y por la élite
dirigente de este importante centro ceremonial (Uceda, 2004a). Así, las unidades
de producción, organizadas en barrios, dependían quizás de un patronato dirigido
por ciertos miembros de la élite, los cuales eran probablemente especializados
en un tipo de actividad y solucionaban las decisiones económicas (materiales,
productos, cantidades, etc.). No obstante, la presencia de barrios artesanales y la
permanencia de las actividades, entre 400 y 900 d. C. podrían igualmente reflejar
un control de la producción bajo la forma de corporaciones o guildas de artesanos;
es decir, de una producción asegurada por grupos de hombres que se reunían para
señalar la potencia de su(s) organización(es) (Pernot, 1998b: 60). Estas hipótesis
abren nuevos campos de reflexión sobre la sociedad Mochica, pero subrayan a la
vez la necesidad de aportar conocimientos más precisos sobre el mundo artesanal
mochica (organización, técnicas, producción) y sobre su evolución cronológica en
un mismo lugar.
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