Revista del Departamento de Geografía. FFyH – UNC – Argentina. ISSN 2346-8734
Año 8. Nº 14- 1º semestre 2020 Pp. 402-406
http://revistas.unc.edu.ar/index.php/cardi/index
Recibido: 5 de marzo de 2020 - Aceptado: 3 de julio de 2020//
Andares vacilantes. Sergio Chejfec por Liesbeth François
- Reseña -
En el ámbito académico latinoamericano y europeo,
muchos han sido, y continúan siendo, los estudios que
vinculan Geografía, Urbanismo y Literatura. Lo
anterior, quizás, constituya un intento por tomar nota
de la estrecha y compleja relación entre los seres
humanos, sus narraciones, sus subjetividades y sus
entornos espaciales. Hace apenas dos años con el libro
Andares vacilantes: la caminata en la obra narrativa
de Sergio Chejfec, de la investigadora belga Liesbeth
François, la editorial argentina Beatriz Viterbo ha
sumado otro título a la extensa bibliografía que
hermana aquellas disciplinas antes mencionadas. En
esta oportunidad constituyen objetos de estudio algunos
libros de un escritor argentino contemporáneo, que ha
Andares vacilantes. La caminata en
la obra narrativa de Sergio Chejfec,
Liesbeth François, Beatriz Viterbo.
Editora, Rosario, ISBN 978-950845-372-3, 306 páginas, 2018.
venido ganando la atención y el reconocimiento de la
crítica literaria latinoamericana y europea por la
solidez y calidad de sus textos: Sergio Chejfec.
La “Introducción” de este libro nos coloca ante algunas
de las características de la escritura de Chejfec, sus orígenes como intelectual, su paso por el
grupo Shanghai1 y su posición dentro del panorama de las literaturas argentinas. A la par de lo
anterior, en este mismo momento es presentada la noción de caminata, que para la autora
constituye un componente fundamental en el conjunto de los procedimientos narrativos de
este escritor. Muy por el contrario de lo que connota la expresión en inglés “a walk in the
park” asociada en lo fundamental con una tarea fácil de realizar, una actividad sin esfuerzo
(François, p. 13), la autora propone pensar la noción de caminata en la obra de Chejfec como
1
Grupo que como bien reconoce Liesbeth François, fue fundado en 1987 por, entre otros, Martín Caparrós, Alan
Pauls, Daniel Guebel, Ricardo Ibarlucía y que tuvo como intención desvincularse de los estereotipos asociados al
éxito del Boom latinoamericano (18).
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un proceso que pone en disputa y en crisis “la aparente sencillez de nuestras actividades más
cotidianas” (13), y no como una instancia o motivo para respirar, ordenar pensamientos o salir
al aire libre. En esta acción de la caminata, realizada por, y especialmente importante para, la
gran mayoría de los personajes de Chejfec, la investigadora vislumbra que el gusto por el
paseo excede la función práctica, pues en Chejfec “caminar se convierte en una estrategia de
narración, que simultáneamente aborda las ilusiones y decepciones que esta actividad ha
deparado a lo largo de su propia historia como tema y procedimiento literario” (16).
Como anuncia la autora en la “Introducción”, su acercamiento a la noción de caminata
demanda un estudio multidisciplinar que tenga en cuenta la complejidad de tal noción y que
se la perciba como práctica espacial y como crítica cultural del espacio. Es por ello que en el
capítulo primero (“Pisadas y mapas: imaginarios de la caminata”), la autora construye un
amplio y variado marco de teorías que la guían en el proceso de análisis emprendido en los
subsiguientes capítulos. Aquí, la autora arma un panorama en el que se dan cita ideas
provenientes de la filosofía, la sociología, los estudios culturales y los estudios literarios.
Resonarán en este capítulo figuras tales como: flâneur, flânerie, promenade, dérive, nómada,
migrante,
marginado,
lugar,
espacio
liso,
espacio
estriado,
territorialización,
desterritorialización y reterritorialización. Todas ellas van apareciendo en un panorama
histórico-teórico en el que la autora da cuenta de un conocimiento profundo de las teorías de
Henri Lefebvre y Michel de Certeau, puestas en diálogo con una larga tradición de estudios
sobre el espacio que tiene como referentes, entre muchos otros, a Walter Benjamin, George
Simmel, Guy Debord, Raoul Vaneigem, Iam Sinclair, Will Self, Robert Tally, Ewdard Soja o
Gilles Deleuze y Félix Guattari.
Un epígrafe que considero de particular relevancia dentro de este primer capítulo es aquel que
la autora dedica a los estudios pertenecientes a lo que se ha dado en llamar spatialturn, una
corriente de pensamiento que ha implicado un cambio radical con respecto al historicismo
presente en los discursos críticos a partir de las últimas décadas del siglo XIX. Advierto en
este epígrafe un gesto, por parte de la autora, de insertar la obra literaria en un panorama de
abordaje y explicación denso que dé cuenta de la multiplicidad de sentidos que ella alberga.
La investigadora pone en crisis el concepto mismo de espacio literario, proveniente de una
perspectiva fenomenológica o estructuralista (Bachelard, Lotman, Greimas) y modula aquel
concepto a la luz de una trama de apertura transdisciplinaria y dinámica (donde coinciden
geografía, sociología, psicología, filosofía, artes) que el propio spatialturn promueve. Por
todo lo anterior, encontraremos en esta sección un breve y certero análisis de las ideas de
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Henri Lefebvre (producción del espacio y trialéctica espacial) y de otros pensadores que
empiezan a dar forma a una geografía radical marxista como Doreen Massey, David Harvey o
Manuel Castells.
En el segundo capítulo (“Todo lo andado se desvanece en El aire”) Lisbeth François intenta
alejarse de una lectura de los textos de Chejfec que se refiera estrictamente al contexto
literario e histórico nacional, en pos de centrarse en la función de la caminata como
herramienta para presentar determinado mundo ficcional. Para realizar este análisis, François
toma en cuenta la inscripción geográfica y temporal de El aire como elemento fundamental,
pues ella advierte que esto le permite delinear la manera en que el libro se inscribe en una
tradición literaria y cultural de la caminata que desborda las fronteras de la ciudad y de la
nación (89). De este modo, durante este capítulo asistimos al desplazamiento del foco de las
lecturas de El aire como una crítica a la situación socioeconómica de la Buenos Aires de los
años 90 y, como lectores, vislumbramos una crítica a las concepciones celebratorias de la
caminata. En este capítulo, François concibe dos apartados: en el primero, se dedica a
examinar la manera en que la caminata, como estrategia descriptiva del entorno urbano,
alcanza sus límites en la obra analizada; mientras que en el segundo, se enfoca en la forma en
que el mundo narrado se presenta como altamente condicionante de los movimientos
deambulatorios (90). En este sentido, para Liesbeth François, la capital argentina es en El aire
un territorio que se vacía de sus referencias identitarias, relacionales e históricas en un marco
en el que el propio espacio parece expulsar aquellas pautas, haciéndose irreconocible,
perdiendo la idea de “lugar”, y borrando las propias huellas de la ocupación humana (125).
Por su parte, el tercer capítulo de este texto (“Alejarse del centro, adentrarse en la Boca de
Lobo”) constituye un análisis del libro mencionado en el título de este acápite, en el que la
investigadora da cuenta de la manera en que la caminata se inscribe en una red de significados
socioculturales e ideológicos. En este análisis, Liesbeth François advierte que la caminata se
constituye como movimiento desestabilizador que logra romper con los esquemas espaciales
fijos. En la observación detallada y en las sensaciones que se describen en esta obra, la
investigadora entrevé los beneficios de una lentitud que pone en contacto a los individuos de
manera más estrecha con el entorno recorrido. Para ella, a través de la inscripción espacial que
aquí realiza Chejfec, la caminata se relaciona con las deambulaciones de corte surrealista y
situacionista, que privilegiaban las zonas periféricas, semirurales y no funcionales de la
ciudad (137). En este capítulo, además, la autora hará uso y discutirá en el marco del texto
literario con algunas nociones de Lefebvre (espacio vivido, espacio diferencial) y de Deleuze
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y Guattari (espacio liso, espacio estriado) que le posibilitan ampliar sus interpretaciones
alrededor de la liberación de los individuos (personajes del texto) en caminata con respecto a
las normas impuestas por el espacio urbano.
El cuarto capítulo (“Arrastrando los pies y mi pluma: Mis dos mundos”) se concentra en el
análisis del libro que fuera elegido, por la revista Quimera, como el mejor texto de 2008
escrito en Argentina. Para Liesbeth François Mis dos mundos es el texto por excelencia para
estudiar la vinculación entre modelos de la caminata y la actividad literaria en la obra de
Chejfec, pues en esta novela la acción de caminar y la transcripción de los pensamientos sobre
la identidad personal y literaria del narrador-protagonista se vinculan estrechamente con el
acto de escribir (186). Aquí la autora recupera al Michel de Certeau de La invención de lo
cotidiano…, al enunciar la caminata como parole frente a la ciudad como langue; elementos
que le permiten postular que este texto proporciona una sintaxis (no exenta de paradojas)
entre la acción del caminar y el acto mismo de la escritura. Declara que en esta obra de
Chejfec la relación caminata-escritura se manifiesta “bajo la forma radical de un
cuestionamiento de ambas ocupaciones: el escritor protagonista de este libro vive una crisis
tanto de su deseo por caminar como de su deseo por escribir” (187).
La división por capítulos concluye con el número quinto (“Intersecciones: hacia una poética
de la caminata”), dedicado a sistematizar el uso literario y crítico de la noción de caminata en
la obra del escritor argentino. Asistimos en este apartado a la explicación de los tres grandes
planos: el de la representación, el del contenido ideológico y el de la escritura misma, a los
que la autora acude en pos de ofrecer una pormenorización de ellos en cada una de las obras
analizadas en este libro. En este último capítulo, la investigadora reconoce que, si bien estos
planos han sido analizados individualmente (por cuestiones metodológicas) en cada uno de
los apartados del libro, aquellos están vinculados estrechamente entre sí y cada uno participa
de los otros dos. Destaca que el análisis de El aire (llevado a cabo en el segundo capítulo, en
el que se analiza la obra en el plano de la representación) muestra que la noción de caminata
como herramienta idónea para “representar” determinado escenario urbano es en sí misma
desestabilizadora en este texto. Ello es evidente en la actitud de Barroso, su personaje
principal, que es incapaz de representarse lo que no está delineado urbanísticamente (238).
Mientras, en el plano ideológico el análisis de Boca de lobopromueve una reflexión en torno a
la caminata como acción problematizadora de las ideas de libertad, lo cual entra en
contradicción con las versiones utópicas de la caminata como instancia tranquilizadora. De la
anterior interpretación, resulta igualmente relevante el reconocimiento, por parte de la
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investigadora, de la interrogación ideológica a la bibliografía deambulatoria (246) que realiza
Chejfec en esta obra; pues para ella “el hecho de que ese otro [el caminante] aparezca
radicalmente abierto e indeterminado coloca a los personajes frente a una disyuntiva ética:
¿cómo acercarse a los demás y su falta de definición?; ¿cómo respetar la resistencia al
encierro de la determinación?” (247). Por su parte, el análisis del plano de la escritura literaria
le posibilitó a Liesbeth François postular que en las obras de Chejfec existe un estrecho
vínculo entre caminar y escribir, pues en ambas acciones subyacen la determinación y la
indeterminación, la estabilidad y la desestabilización. En este sentido, la autora lee en la
caminata de Chejfec “el motivo que desencadena una reflexión tanto abierta como incómoda
acerca del estatuto de la literatura y el sentido de practicarla”. François concluye con la
propuesta de que “si existe alguna idea más o menos estable que transmite la obra de Chejfec
acerca del nexo entre caminata y escritura, esta idea apunta hacia la improductividad de la
búsqueda de sentidos o experiencias estéticas, y de las esperanzas de que estas actividades
ofrezcan algo más que su pura duración, su pura existencia” (259).
Por último, recupero de este trabajo la revisión y lectura bibliográfica que su autora llevó a
cabo durante la investigación; aspecto reconocible no solo en el listado final que se recoge en
el texto, sino en el conjunto de ideas que se presentan a lo largo de todo el libro. De lo
anterior, destaco la búsqueda ampliada de textos, teorías e ideas que le permitieron a Liesbeth
François abordar el fenómeno literario en sí mismo poniéndolo en relación con los contextos
críticos y teóricos con los que dialogan (o con los que pueden ponerse a dialogar
creativamente) cada una de estas ficciones de Chejfec. Andares vacilantes… no solo
constituye un significativo aportepara el estudio de la obra de este escritor argentino, sino que
es también un intento por ampliar los marcos de abordaje de las obras narrativas, tomando
como referente, en esta oportunidad, las contribuciones de la geocrítica.
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5 de marzo de 2020
Cómo citar
Viera, Katia (2020) Andares vacilantes. Sergio Chejfec
[Reseña]. Cardinalis, 8 (14), 402-406. Recuperado a partir de
2
por
Liesbeth
François
Licenciada en Letras por la Universidad de La Habana, Cuba. Becaria doctoral del IDH-CONICET, UNC,
Argentina. katiaviera4@gmail.com
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