María Rostworowski (1915-2016)
gabriela ramos
Universidad de Cambridge
gr266@cam.ac.uk
María Rostworowski ha partido a los cien años de edad dejándonos una
obra que es a la vez impresionante y difícil de evaluar. Reflexionar sobre
el aporte de una historiadora que desarrolló toda su producción desde
un lugar excéntrico obliga también a situar su contribución dentro de
un campo que a lo largo de su vida se fue configurando de una manera
especial, acaso única.
¿Cómo fue ese campo en el que Rostworowski produjo y diseminó su
obra? Lo he llamado excéntrico porque, como ella siempre se apresuraba
en señalar, no se sentía un producto de la educación formal. Insistía en
describirse como autodidacta. Con un delicado toque de orgullo, afirmaba no tener un solo papel que certificara que asistió a la escuela. No
porque jamás hubiera asistido a algún establecimiento educativo, sino
porque las extraordinarias circunstancias de su vida redujeron a polvo
o cenizas los vestigios de una educación formal. Y aunque no lo dijera,
con ello daba a entender que tampoco se sentía parte de la academia.
Por supuesto, la academia la leía, y fueron muchos los académicos
tanto dentro como fuera del Perú que se relacionaron con ella. Pero
Rostworowski no surgió de la academia y solo ejerció una vez la docencia
universitaria: en la Pontificia Universidad Católica del Perú. «Me llaman
doctora de cariño», decía. Con esta frase coloquial, que solo podía decirla
HIsTORICA XL.1 (2016): 153-157 / ISSN 0252-8894
http://dx.doi.org/10.18800/historica.201601.006
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una mujer, Rostworowski marcaba distancia de un medio tan necesario
como problemático para la producción de conocimiento puesto que, si
bien estimula y favorece el quehacer intelectual, puede imponer límites
a las ideas. Rostworowski demostró tener un pensamiento libre.
Sus temas de investigación, sus preguntas y su manera de encararlas
responden a ese campo especial en que se situó. Abordó temas e interrogantes inusuales para la historiografía y empleó métodos que reflejaron
su relación con el mundo que la rodeaba así como su distancia de la
academia. Si bien su producción historiográfica se inició con un género
muy convencional —con la biografía de un gran personaje— en un
contexto también bastante convencional —en un concurso para un
premio académico—, Rostworowski transgredió los parámetros establecidos. Al escribir la biografía de Pachacutec,1 desafió varios problemas a
la vez. Se trataba, para comenzar, de un personaje que, en ese momento,
no era considerado un prócer o un héroe «nacional». Para muchos en el
Perú sigue sin serlo hasta el día de hoy. Además, se trataba de alguien que
usaba una lengua distinta al español, que nunca supo de los europeos, que
no dejó «documentos históricos» que dieran testimonio de su vida y que
seguramente no concibió el tiempo de la forma como los historiadores
lo imaginamos; es decir, su legado presentaba una serie de problemas de
interpretación. Esta investigación abordó temas que aparecerían continuamente en sus siguientes trabajos y que transformarían la manera de
pensar y escribir la historia en nuestro país: quiénes son los sujetos de la
historia, qué fuentes se usan para escribir sobre ellos, a qué problemas
responde la investigación sobre estos sujetos históricos y a dónde pueden
conducirnos las respuestas a estas preguntas.
A Pachacutec Inca Yupanqui le siguieron trabajos que han sido ampliamente leídos y citados, y que revelan la significativa renovación que
Rostworowski introdujo en nuestra historiografía. En dos artículos
publicados en 1960, uno dedicado al estudio de las formas de parentesco
y su incidencia en la sucesión al poder entre los incas2 y otro destinado
1
2
Rostworowski 1953.
Rostworowski y Murra 1960.
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a un asunto fundamental en el manejo de un Estado o de cualquier
sociedad organizada, el de los pesos y las medidas,3 Rostworowski ofrecía
claves para emprender seriamente estudios históricos modernos sobre el
problema del Estado en los Andes.
Abordar esos problemas debió ser, en la época en que su producción
intelectual se hizo cada vez más abundante, un desafío considerable. La
literatura era escasa y los interlocutores, aunque inquietos y muy activos,
poco numerosos. La historia intelectual de los años en que sus estudios
cobraron mayor impulso es infortunadamente poco conocida. Rostworowski debió buscar y compilar fuentes, continuar proponiendo los
temas y escribir ella misma buena parte de esa historiografía que faltaba.
En el futuro, estudios más documentados deberán trazar su recorrido
centrándose en aspectos sustanciales antes que en los anecdóticos que
abundaron en las entrevistas, homenajes y artículos periodísticos que
sobre ella se multiplicaron al final de su vida. Se debe dar cuenta, así,
de sus intercambios con investigadores nacionales que fueron aproximadamente contemporáneos suyos. Rostworowski, por ejemplo, trabó
amistad con mujeres intelectuales que también abrieron camino en los
estudios andinos. En sus escritos, menciona a menudo a la arqueóloga
Josefina Ramos de Cox (1927-1974), con quien acostumbraba hacer
trabajo de campo. Compartió lecturas e intereses comunes sobre la costa
prehispánica con la estudiosa Anna María Soldi (1919-2009), y forjó
una estrecha amistad con Rosalía Ávalos, quien además de su notoria
actividad intelectual y política, dirigió la Revista del Museo Nacional.
Rostworowski dirigió brevemente el Museo Nacional de Historia y, desde
allí, se relacionó con investigadores jóvenes. El diálogo con estudiosos
como John H. Rowe y John V. Murra se trasluce en sus páginas al tratar
aspectos diversos sobre la política y la historia material de las sociedades
prehispánicas. Los intercambios con Murra se muestran más claramente
en los estudios que se nutrieron de la información procedente de las
3
Rostworowski 1960; esta publicación fue fruto del trabajo presentado al II Congreso
Nacional de Historia en 1958.
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visitas, censos y tasas de tributos y los juicios por recursos naturales que
Rostworowski identificó, estudió y divulgó a lo largo de su vida.4
Su interés en el problema del parentesco y en los principios que ordenaban las sociedades andinas prehispánicas se nutrió de sus lecturas de
los documentos producidos en las primeras décadas del dominio colonial. Aunque su conocimiento de documentos de archivo era amplio,
encontró límites para abordar problemas tales como la religión o los
desafíos que enfrentaron las gentes de los Andes en la transición hacia
un orden dominado por los españoles. Parecía convencida de que el
conocimiento de las fuentes era suficiente para entender los Andes, pues
creía que estos eran únicos. Pero su actitud industriosa y su posicionamiento excéntrico la impulsaron a nadar contra la corriente e interesarse
en la historia de las provincias que fueron avasalladas por los incas, sus
recursos y sus formas de hacer política. Sus escritos sobre los recursos
renovables y su preocupación por lo que hoy conocemos como la historia
del medio ambiente fueron tan novedosos como inspiradores. Quienes
la conocimos sabemos que lo cotidiano era un aspecto inseparable de su
conversación, sus reflexiones y sus preguntas. Libre de las presiones de la
academia y con una profunda empatía por la gente de los Andes, María
Rostworowski fue también la historiadora que mejor nos mostró que era
no solo posible sino también necesario escribir la historia de las mujeres
y hombres anónimos, los artesanos, pescadores, agricultores, tejedores y
alfareros, los antepasados de los peruanos comunes y corrientes de hoy.
Le agradecemos por su extraordinario legado.
Rostworowski, María. 1953. Pachacutec Inca Yupanqui. Lima: Imprenta
Torres Aguirre.
_____. 1960. Pesos y medidas en el Perú pre-hispánico. Lima: Imprenta
Minerva.
4
Especialmente importantes son sus ediciones de las visitas de Cajamarca (Rostworowski
1992), la tasa de Pedro de la Gasca (Rostworowski 1983-1984) y la visita de Pachacamac
de Rodrigo Cantos de Andrade (Rostworowski 1999).
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_____. 1983-1984. «La Tasa ordenada por el Licenciado Pedro de la Gasca
(1549)». Revista Histórica. T. 34: 53-102.
_____. 1992. Las visitas a Cajamarca, 1571-72/1578. Lima: Instituto de
Estudios Peruanos, 2 vols.
_____. (ed.). 1999. El Señorío de Pachacamac: el informe de Rodrigo Cantos
de Andrade de 1573. Lima: Instituto de Estudios Peruanos y Banco
Central de Reserva del Perú.
Rostworowski, María y John V. Murra. 1960. «Succession, Coöption to
Kingship, and Royal Incest Among the Inca». Southwestern Journal of
Anthropology. Vol. 16, núm. 4: 417-427.