MANUEL RETUERCE VELASCO
PEDRO IGLESIAS PICAZO
LOS «CASTILLOS» Y «PALACIOS»
DE MORA DE TOLEDO)
Agradecemos la ayuda prestada para la realización de este trabajo, que formó parte del
«Plan de actuaciones en las fortificac iones de Mora), al Ayuntamiento de Mora y a la
Asoc iación de Ami gos del Casti llo de Mora; espec ialmente en la persona de su
Vicepresidente, don Jesús Moreno. El trabajo, en su momento, fue encargado a quien
suscribe y a Pedro Iglesias Picazo, arquitecto, que realizó los esquemas de la planimetria
del castillo.
1. INTRODUCCIÓN
Como primera aproximación al conjunto histórico existente en el término
municipal de Mora de Toledo hay que decir que los restos arquitectónicos
que brevemente trataremos de describir y estudiar se sitúan en una estrecha
cadena montañosa, estribación de los Montes de Toledo. En concreto, en dos
alargados y estrechos cerros, separados por el collado por el que hasta hace
poco tiempo pasaba el camino que unía las poblaciones toledanas de Mora y
Tembleque. La altura máxima (965 m) de dicha cadena se alcanza en la parte
más meridional del cerro sur (fig. 1; lám. 1). En cada uno de ellos, el hombre,
a lo largo de los siglos, ha intervenido de muy distintas formas: transformando
el terreno, construyendo estructuras, poblando de un modo u otro sus laderas.
En definitiva, dejando su huella.
De norte a sur, los denominamos de la forma que sigue, citando só lo de
modo muy esquemático los grandes períodos y etapas de ocupación y las
principales estructuras que en ellos se encuentran, ya que hasta el momento
la ubicación e identificación de los resto s que en ellos se localizan ha dado
lugar a bastantes confusiones interpretativas:
1. Cerro del Morejón (cota máx. 899 m y 1,5 km de longitud NO-SE):
. Período Prehistórico: Pinturas rupestres .
. Período Moderno y Contemporáneo: Molino del Morejón, ermita de
. Nuestra Señora de la Antigua.
2. Cerro de los Castillos de Mora (cota máx. 965 m y 1,4 km de longitud N-S)
(fig. 1; lám. 1): En él, a su vez, se pueden distinguir perfectamente otras
dos alturas:
A) Cerro del Castillo de Mora (cota máx. 946 m) (lám. 2):
Período Prehistórico y Protohi stórico: Poblado de altura. Cima y
ladera este.
295
. Período Medieval:
· Etapa islámica: fortaleza y poblado en altura. Cima y ladera este.
· Etapa cristiana/islámica/cristiana: Castillo y fortaleza.
· Período Moderno: Castillo-palacio.
B) Cerro de MalvecillolPiedra Negra/Pe/ia Cristialla (cota máx. 965 m)
(Iám. 3):
. Período Medieval:
· Etapa cristiana: Casti llete o padrastro.
2. ETAPAS GENERALES DE OCUPACIÓN DE LOS CERROS
2.1. PERÍODO PROTOHISTÓRICO
La ocupación más anrigua del cerro del castillo de Mora se remonta a períodos
prehistóricos y protohistóricos. Si bien, ni en él ni en todo su entorno se ha realizado
nunca una excavación arqueológica sistemática, a partir de los cortes efectuados
en el terreno al realizar la carretera actual por la que se accede a la fortificación
medieval y de algunas prospecciones, se pueden ver distintos estratos
arqueológicos, derrumbes, muros y cerámicas de estas ampli as etapas
prerromanas: calcolítica, campanifoone, Edad del Bronce, etc. (PIÑÓN, BUENO &
PEREIRA, 1984: 12). Aparte de en la cima, donde se situaría la acrópolis-se localiza
un manantial en la propia cumbre-, el poblado protohistórico se ubicaba en la
ladera este del cerro, en donde, igualmente, se localizan varias fuentes de agua.
Por otro lado, en la Edad de Bronce hay que situar la cronología de las
pinturas rupestres de «La Zorrera», que se pueden contemplar en el cerro de
«El Morejón» (CABALLERO KU NK, Alfonso, 1981; PIÑÓN, BUENO & PEREIRA,
1984).
2.2. PERÍODO MEDIEVAL
2.2.1. Etapa islámica (siglos X-XI)
Con un inexistente pasado romano, las primeras menciones de Mora se
remontan a la Edad Media y, en concreto, a la etapa islámica.
Con un origen que muy bien se podría llevar hasta los siglos VIII o IX, la
primera mención del lugar de Mora corresponde al siglo X. En concreto, al año
930-931, en relación a la expedición de castigo que el califa Abderramán 111
emprendió contra la rebelde ciudad de Toledo :
«Cuando camino de Toledo paró an-Nasir en Algodor y
es /uva cerca de laror/aleza de Mora, que los toledanos IIsaban
contra los musulmanes y como rejitgio de !)revaricadores .
296
poniéndola a las órdenes del grandísimo criminal Mutarrif b.
'Abdarrahman b. Habib, an Nasir mandó a éste qlliell le
amonestara y asustara, ordenándole salir y entregar la fortaleza,
cosa que por necesidad se apresuró a hacer, al no haber modo
de resistir, bajando a pedir el amán, que an-Nasir le concedió
y, asegurada la fortaleza, salió de allí con sus nutridos ejércitos
y firme empeño, sin más distracción, ocupando los más altos
baluartes, tomando las puertas y apoderándose del llano para
saquear las cosechas, obligando a los toledanos a encerrarse
en su ciudad» (IBN HAYYAN. Muq/abas V , ed. 1981: 2 13).
De foona bastante clara, lbn Hayyan hace referencia explícita a que
Mora era una fortaleza que funcionaba como una defensa avanzada de Toledo
y que se encontraba situada en un lugar elevado.
La localización en alto de la Mora islámica no deja de ser normal, pues,
según lo que hasta el momento conocemos, la mayoría de los lugares habitados
de la región se situaban en parajes que contaban con defensas naturales,
generalmente en altura, a los que se añad ían unas más O menos potentes
lo rti licaciones, según la importancia concreta que cada uno de ellos tuviera
ell la jerarquización del territorio. Localizaciones en altura, que el propio
rclato de lbn Hayyan se encarga de recalcar. De este modo, al-Nasir, tras
Mora, «ocupa los más altos baluartes» - fortalezas donde viven los rebeldes- ,
«tOIllO las puerlas» - sitúa una guarnición leal que las controla y asegura la
~o l uni
ca
ión
- y «se apodera de/llano, saqueando las cosechas» -esenciales
pn ra la abastecimiento de la población de la campiña toledana: La Sisla, La
Sllgra , la Vega, etc.- .
Por el momento, las excepciones a dicha regla general sobre la situación
lopogrilfi ca de las fortalezas andalusíes o islámicas de la Meseta son muy
,'ScaSeIS. Una de ellas, precisamente, se encuentra al sur de Mora. En el lugar
de Guada lerzas, que se localiza en el paso natural de los Montes de Toledo,
,'11 el call1ino más transitado durante toda la Edad Media que unía Córdoba
, ' ,)11 Toledo. Pero se trataba de una parada -manzil- en la ruta, a modo de
Wllta fo rtilicada, y no de un verdadero lugar habitado que acogiera una
pnhlación estable.
¡' II nuestra opinión, con esta precisa localización en altura de la Mora
IHllll ni ca, que ya en la primera fuente escrita árabe que menciona la fortaleza
' JI,,'dJlllluy patente, creemos que se puede poner fin a las diferentes conjeturas
II"C 'x istian sobre el lugar concreto donde se situaba al antigua Mora, y que
NI' 1elllont an a diversos autores del siglo XIX que tratan el tema.
1\11 estc sentido y en relación a las diferentes hipótesis que a lo largo del
IKII' pasado y éste se han dado sobre la loca lización de los distintos lugares
297
habitados en la Edad Media del actual término municipal de Mora (JIMÉNEZ,
1970; FERNÁNDEZ, 1977; RODRÍGUEZ, 1990), creemos que, de la misma forma,
las fuentes escritas están bastante claras. El problema, que no es tal, reside en
la manera en que se ha interpretado y localizado los topónimos y descripciones
que se cita en los textos a unos mismos o diferentes lugares; tal como nos lo
muestra J. González (1975: 146), para quien no cabía duda de que en el cerro
existieron dos castillos en época medieval: el de Mora y su padrastro de
Piedra Negra.
Si se conoce la topografia comarcal y local, y si las fuentes escritas se
leen según un orden cronológico lógico, teniendo siempre presente los
sucesivas y cambiantes microtopónimos con que a lo largo de la Historia
puede tener un determinado paraje, pensamos que la interpretación sobre la
existencia, denominación y localización de los distintos lugares históricos
de época medieval del término de Mora está bastante clara.
Esta labor de clarificación de las fuentes escritas, teniendo siempre en
cuenta la visualización directa del terreno y los diferentes restos materiales
existentes, es la que trataremos de realizar en las páginas que siguen.
Tras este inciso argumental y volviendo a la Mora islámica, el poblado
se encontraba situado en el mismo emplazamiento que el protohistórico.
Es decir, en el sector septentrional del que hemos venido en denominar como
Cerro de los Castillos de Mora -el cerro del Castillo de Mora-, y en su ladera
oriental , según testifican algunos restos cerámicos andalusíes que hemos
podido ver en el corte realizado por la carretera de acceso.
En lo alto del cerro del Castillo de Mora, y cerrándolo, si no totalmente,
sí que por lo menos por su lado este, el más accesible, se levantó un recinto
amurallado a modo de fortaleza o albacar (Iám. 7). De él quedan unos
interesantes e importantes restos, que más adelante describiremos.
Tras la mencionada primera y importante noticia que nos transmite
Ibn Hayyan, ninguna otra fuente escrita vuelve a hablar del pasado de Mora
a lo largo de los siglos X y XI.
2.2.2. Etapa cristiana/islámica/cristiana (siglos XI-XV)
Aunque no existe ningún dato contemporáneo expreso, todos los autores,
comenzando por don Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo entre los
siglos XII y XIII, están de acuerdo en que Mora pasó a manos de Alfonso VI
tras la toma de Toledo en 1085:
«La asegurada Castilla puso sitio a su Toledo. Disponiendo
campamentos para siete años y bloqueando sus entradas.
Aunque encumbrada en las rocas y enormemente poblada,
rodeándola el Tajo, repleta de /0.1' II/€!/ore.l' ('(¡.I'(IS, I/encida par la
29R
falta de alimento se entregó a su invicto enemigo. Aplaudan a
este Medinaceli, Talavera, Coimbra, Avila, Segovia, Salamanca,
Sepúlveda, Coria, Coca, Cuellar, Íscar, Medina, Canales, Olmos
y Olmedo. Madrid, Atienza, Riba, Osma con Rio de Piedras,
Valeranica, Mora, Escalona, Hita, Consuegra, Maqueda,
Buitrago, entrejúbilo canten por siempre a su vencedor: Alfonso,
que tus triunfos resuenen sobre las estrellas. Así tomó Toledo
en la era 1123 (! 085), fijándose muchas condiciones, a saber,
que los sarracenos conservarían de pleno derecho sus casas,
tierras y todo lo que poseían, ... )) (JIMÉNEZ DE RADA, ed. 1989:
247-248).
En 1114 Mora tiene como alcaide a Yaques Gómez, que la eonfia a Miguel
l3ellitis, primero, y más tarde a Sancho Carlón (GONZÁLEZ, 1934: IlI, 940).
Ila brá que esperar al año 1131, en el que la Crónica de Alfonso VII
(eel. 1997: 100) menciona a Munio Alfonso, de origen gallego, como alcaide
de l castillo de Mora, para volver a encontrar una cita acerca de Mora:
«En aquellos dias habia en Calatrava un caudillo por
nombre F arax, adalid de la tribu de los agarenos, y habia en
San Esteban otro que se llamaba Alf, de la tribu de los moabitas.
Estos dos caudillos llevaban a cabo una importante guerra y
numerosas matanzas en el territorio de Toledo y congregaron
junto a si a todos los caballeros de los moabitas y agarenos que
habia Oreja y en todas las ciudades y castillos hasta el río
llamado Guadalquivir. y, una vez reunidos, foeron de noche a
escondidas a los limites de las ciudades de los toledanos. en un
lugar oculto pusieron emboscadas, que en nuestra lengua se
llaman celadas, y esto paso desapercibido a Gutierre Armildez,
alcaide Toledo, que estaba en Alamin.
Al día siguiente muy de mañana unos pocos caballeros
moabitas salieron al campo, espantaron unos pocos bueyes y
empezaron como a huir. Gutierre Armildez les persiguió con
cuarenta caballeros y llegaron al lugar donde la emboscada
estaba preparada. A I ver esto, los emboscados, que permanecían
escondidos, salieron de repente, lucharon con Gutierre Armildez
y con sus caballeros, se recrudeció el combate en exceso,
Gufierre Armildez murió en la batalla y la mayor parte de los
caballeros que estaban con él murieron.
Un caballero de Toledo cuyo nombre era Munio Alfonso,
que había nacido en G'alicia y era alcaide de Mora , también
299
jite hecho prisionero juma con otros caballeros cristianos en el
citado combate y llevado a Córdoba, le encarcelaron y le
atormentaron con hambre y sed. Pero después de muchos días
pagó por su libertad oro, mucha plata, mulos, caballos y muchas
armas y til pagar su rescatelite a Toledo y de;pués a su castillo,
llamado Mora . Éste llevó a cabo posteriormente muchos
combates contra el territorio de los moabitas y de los agarenos
y mató a reyes extraordinarios y caudillos, según esta escrito
en este libro)).
Mora, Munio Alfonso se avergonzó y durante muchos días no
se atrevió a presentarse ante el emperador, sino que se expuso
a un gran peligro y co n amigos gu errero s de Toledo ,
Guadalajara, Talavera, Madrid, AvUa, Segovia y otras ciudades
no dejaba de hacer la guerra diariamente en el territorio de los
moabitas y de los agarenos, hacia numerosísimas matanzas,
incendios y saqueos, luchaba con muchos príncipes y caudillos
de los moabitas y de los agarenos, los vencía y mataba y tomaba
sus despojos».
A partir de esa fecha, si no muy numerosas, si que se suceden diversas y
variadas citas de acontecimientos que tienen a Mora como referencia. Es así,
que por lo menos desde 11 31 hasta 11 39, Munio Alfonso continuó al mando
del casti ll o de Mora, salvando un pequeño intervalo (1131) en el que fue
hecho prisionero por los musulmanes.
La Cró nica de Alfonso VII (ed. 1997: 109-110) relata los sucesos
ocurridos en la comarca de Mora entre 11 38 y 1139:
militar cuyo nombre era Martín Fernández, quien diariamente
La función de Munio Alfonso como alcaide de Mora finali zó en el
mo mento en el que la forta leza fue tomada por los almorávides, que se
aprovecharon de su <<negligencia)) en la guarda, y que la propia Crónica no
dcja de recalcar. El casti ll o de Mora, por tanto, volvió a manos de los
Illusulmanes, que, al contrario de su anterior alca ide gallego, «lo fortificaron
(' {J " hombres valien/es y provisiones».
Parece claro que la toma de Mora - muy probablemente, real izada
IIlcdiante un golpe de mano casual- formaba parte de una típica maniobra de
,, 1 'ara y asedio (GARCiA, 1998 : 101) realizada por los musulmanes para mitigar
dc a lguna manera el cerco que en ese mismo momento estaba ejerciendo
Alfo nso VII contra Oreja, junto al Tajo (G ONZÁ LEZ, 1975: 1, 143). De este
II IOdo, junto a los otros dos enclaves más septentrionales de Alcalá la Vieja y
111 rc lcrida Oreja, Mora se constituyó en una nueva plaza almorávide dentro
tic lerrilorio castellano, a medio camino entre Calatrava y la sitiada Oreja.
¡'" do ello, en la esperanza de parar la ofensiva castellana y seguir hostigando
11 111 ciudad de Toledo. A la postre, la respuesta almorávide no tuvo éxito pues
() r 'j a cayó definitivamente en manos castellanas en el verano de 11 39.
Sin embargo, la pérdida de Mora fue tan importante para Alfonso VII ,
'In . la rónica de su reinado nos dice que, el propio rey, de forma inmediata,
ti" I¡;ió el levantamiento de un nuevo castillo y que lo puso al mando de
MIli lill Fernández con la misión de hostigar de forma permanente al de Mora,
'1" . ""bia caído en manos almorávides. Con ello seguía la misma táctica de
,,",'dio que en ese mismo momento estaba realizando en Oreja, en cuyas
\ \\Il'unías levanta un «castillo nuevo» en sustitución una anterior torre de
Illlid ' 1'11 que fue quemada por los sitiados .
Ik los diversos episodios que relata la Crónica de Alfonso VII se
di' Pl'clldc que el nuevo casti llo que en las inmediaciones de Mora erigió el
" V ¡'"cia 11 39 Ó 11 40, y al que se nombra como de «la Piedra Negra», se
1111111 dt: un verdadero padrastro - (OIn obstáculo. impedimento o inconveniente
hac ia la guerra a los que estaban en Mol'o, hasla que el
'1/11' t 's /OI'!Jo () hace dano en una /1/Clteria. Tercera acepción de la palabra en el
emperador /0 lomó. Pero después que/o", III11.wlmrllles lomaron
1) ICA.E.L.. Lo que cn lénninos de fc)rlif¡cación , adquiere el signifi cado de
«Pero después de algunos años el rey Azuel (al-Zubair ben
Umar) de Córdoba, Avenceta, rey de Sevilla, y los demás reyes y
príncipes, tras reunirse una gran multitud de caballeros y peones
que había en el territorio de los agarenos, llegaron de nuevo a
las ciudades de Toledo, causaron muchos estragos y muchos males
en Escalona y en Alamín y tomaron el castillo llamado Mora por
negligencia de Munio Alfonso. Fue negligencia, digo, puesto que
no lo tenía protegido con hombres y alimemos como convenía, y
por esto lo tomaron los musulmanesy lo fortificaron con hombres
valientes y provisiones.
y los ejércitos de los moabitas y de los agarenos, cuando
venían al territorio de Toledo o a sus ciudades, no demoraban
nada allí excepto el combate de un solo día y de una sola noche,
regresaban inm ediatamente a su territorio por miedo al
emperador y por los guerreros que habitaban en Avila, Segovia
y toda Ex/remadura y por esto regresaban sin combatir.
Por su parte el emperador, al oír que Mora había sido
tomada, marchó allí, construyó frente a Mora otro castillo mejor
y mas firme, llamado Pelia Negra, lo guarneció con caballeros,
peones muy aguerridos y provisiones y lo el1fre 'ó a un je!e
300
un castillo que «se sitúa en un punto dominante y a una distancia más o
menos corta de hostigamiento desde el que puede combatirse a una posición,
castillo o plaza, situada a una cota inferion> (MoRA-FIGU EROA, 1994: 153).
En el caso que tratamos, no cabe duda que el nuevo castillo de Piedra
Negra que construye Alfonso VII, en una posición «mejor y mas firme» que
el preexistente de Mora, hay que situarlo en la cota más alta del que hemos
denominado como el Cerro de los Castillos, en su parte más meridional y,
por tanto, contraria a la del cerro del Castillo de Mora, que se localiza al
norte (fig. 1; lám. 1).
Para una mejor y más clara identificación del padrastro, la propia Crónica
de Alfonso Vll dice que el castillo de la Piedra Negra tiene como sobrenombre
el de la Peña Cristiana. Es decir, que se sitúa en una peña o piedra de color
negro, que podría derivar de los sombríos riscos de cuarcita constitutivos del
cerro. y para una definitiva diferenciación de los dos castillos situados a uno
y otro extremo de un mismo cerro -<:1 de los Castillos-, la misma Crónica
contrapone el sobrenombre - la Peña Cristiana- de la nueva fortificación real
con el nombre de la preexistente: La de la (Peña) Mora (Crónica del Emperador
Alfonso VI, ed. 1997: 116-118).
Exactamente el padrastro de Piedra Negra/Peña Cristiana se levantó en
la cota 965 , en una posición 19 m más alta que la del castillo de Mora (fig. 1;
láms. 1,3 Y 13). De muy dificil acceso, se sitúa en un espacio no muy amplio,
cabalgando entre las peñas y hendiduras de la roca, en el que aún hoy en día
son perfectamente visibles los restos de varias estructuras defensivas y
.diversos muros y paredones que permitieron ampliar y acomodar el terreno
para hacer posible una más o menos estable ocupación humana.
A este respecto y abundando en la identificación de los restos defensivos
situados en el cerro de la cota 965 con el padrastro de Piedra Negra construido
por Alfonso VII, la documentación bajomedieval es también muy clara pues
a dicho cerro - ya sin ninguna función militar, como más adelante se verá- se
le denomina como de Malvecino. Topónimo muy común en diversos lugares
de Casti lIa y que no es otra cosa que el apelativo popular con el que la memoria
local recuerda una posición que en un momento, 'casi siempre indeterminado,
ejerció de padrastro. Dicho topónimo de Malvecino, en el caso concreto de
Mora, se ha mantenido hasta hoy en día entre las personas de mayor edad.
Volviendo al relato histórico, a pesar de algunas opiniones que afirman
que Mora tras su caída en manos almorávides en el año 1139, paso,
sucesivamente, a poder castellano y almorávide, hasta su definitiva
recuperación por Alfonso VII en el mes de abril de 1144, las fuentps escritas
nos demuestran que durante los cinco años que transcurren dcsde el referido
1139, en el que los almorávides toman la fortal eza, a l de 11 44, siempre se
mantuvo como un enclave musulmán en territorio clIslcllano .
302
De entre los episodios que anteceden a su definitiva caída en 1144, interesa
re latar el sucedido un año antes, pues en él se nos muestra de nuevo con gran
claridad la diferencia de localización entre el castillo de Mora y el de Piedra
NegralPeña Cristiana; en poder almorávide y cristiano, respectivamente, en ese
año de 1143. Exactamente, nos referimos a los sucesos acaecidos en el verano
dc dicho año que relatan con gran número de expresivos detalles la Crónica de
i\ Ifonso VII -en la que se diferencia muy bien entre andalusíes «agarenos» y
al morávides «moabitas>>- y confirman los parcos Anales Toledanos.
A comienzos de 1143 (primero de marzo) tienen lugar los iniciales
enc uentros de las tropas musulmanas y la vanguardia toledana dirigida por
Munio Alfonso, en quien el rey vuelve a confiar, nombrándole como segundo
a Icaide de Toledo, a pesar de la anterior pérdida de la posición de Mora entre
1 1 3 ~ y 1139:
«Lidió Munio Alfonso con moros, e mato a dos reyes de
ellos, e el uno ovo nombre Azover, e el otro Abenceta, e aduxo
sus cabezas a Toledo. Esta batallafoe en el río que dicen Adoro
(Algodor) el primer día de marcia ... , era MCLXXXl/» (Anales
Toledanos 1. Ed. 1993).
« ... Munio Alfonso ... , como tenía por costumbre, se dirigió
con ellos a la mitad de la campiña de Córdoba y fijaron allí sus
tiendas, se apoderó de oro, plata y grandes riquezas, hizo
muchos prisioneros y causó numerosas muertes por toda la
campiña de Córdoba. Cierto prisionero musulmán escapó, huyó
y marchó ante el rey Azuel de Córdoba y ante Avenceta, rey de
Sevilla, que se habían reunido y buscaban un plan, cómo hacer
la guerra en el territorio de los cristianos y llegar a Toledo,
pero no encontraban el plan adecuado. Y de repente se presentó
el citado musulmán que había escapado de los cristianos y en
presencia de ellos dio a conocer todo lo que los cristianos habían
hecho en su territorio. Tras oír esto, inmediatamente mandaron
con gran rapidez hacer retumbar las voces y los pregones por
toda la campiña de Córdoba, Carmona y Sevilla y hacer resonar
los tambores y las trompetas en las ciudades, en los castillos y
en las aldeas. Se unieron a ellos muchos miles de caballeros,
peones y ballesteros y persiguieron a los cristianos por un
camino frecuentado por el que estos habían regresado. Pero
Munio Al/ansa, mirando a lo lejos, vio que a su espalda venían
por aquí y por allá abundantes tropas dispuestas de jinetes
moabitas y agarenos, los estandartes reales izados y tropas muy
numerosas de peones. balles teros. y agarenos.
303
Al ver es/o, Munio AI/onso se dio cuenta de que eran el rey
Azuel de Córdoba y Avenceta, rey de Sevilla, y dijo a sus
compañeros: «Veo que detrás de nosotros vienen los reyes de
los moabitas con g randes /ropas de caballeros y peones.
Apresurémonos ahora, vay amos al matorral de Montiel y
esperémosles alli con nuestras tropas dispuestas!!. Llegaron al
citado lugar, fijaron alli sus tiendas de campaña y todos, tras
doblar sus rodillas, invocaron al Señor en oración diciendo:
«Oh Jesús Nazareno, que por nosotros estuvis/e colgado del
madero y por nosotros derramaste tu sangre, he aquí que los
moabilas y los agarenos, enemigos tuyos y nuestros, se han unido
contra nosotros para perdernos. Compadécete de nosotros y
líbranos. Oh magna Virgen entre las vírgenes, intercede por
nosotros an/e tu hijo, nuestro Señor Jesucristo, y, si nos liberas,
./ielmeme daremos a tu iglesia construida en Toledo los diezmos
de todo lo que nos has dado o nos des. Santiago, apóstol de
Cristo, dejiéndenos en el combate, para que no perezcamos con
la terrible sentencia de los musulmanes!!.
Dicho esto, Munio Alfonso dispuso en orden de comba/e
dos ej érc itos muy poderosos d e caballeros contra lo s
musulmanes y de nuevo el susodicho Munio dijo: «Oh hijos de
los cris/ianos de Dios, confortaos y luchemos con audacia y
valentía contra Avenceta, rey de Sevilla, que es el mas júerte de
todos los musulmanes, pues/o que, si Avence/afi/era vencido o
matado, lodos es/án vencidos. Y procurad que ning uno de
nosotros muera huyendo, puest.o que es mejor para nosotros
morir en el combate en un solo lugar que dispersarnos por aquí
y por al!!. Y dijo de nuevo: «Recordad, compañeros míos, que
en otro tiempo yo y sesenta y dos caballeros que es /aban
conmigo, de los cuales algunos están presentes y otros quedaron
en nuestras ciudades, luchamos con el rey Texufln, con todo el
ejercito de Córdoba y con muchos miles de caballeros y peones
en el campo al que llaman Almodóvar de Tendas, el Señor los
puso en nuestras manos y fu eron vencidos, el rey Texufln huyó y
sus jefes militares, caudillos y muchos cientos de caballeros y
peones murieron, en tanto que los demás huyeron; y ninguno
de nosotros huyo, excepto un solo caballero, nos apoderamos
de sus innumerables despojos y regresamos en paz a nues tras
ciudades!!. Y de nue vo dijo: «Tan fácil es para Dios poner a
muchos en manos de pocos como a pocos enmallO.\' de ml/chos.
Sin embargo, s uceda ahora 101 como !t ( ~ " 1I dispues to la voluntad
304
del cielo!!. Luego tomaron parte en los sacrificios de los clérigos
que tenían consig o.
A continuación llegaron los ejérci/os de los moabitas y de
los agarenos, con sus estandartes reales en alto, y dispusieron en
orden de combate sus numerosas y muy valientes tropas con/ro
las tropas de los cristianos. Y viendo el rey Avence/a que las tropas
de los cristianos eran muy pocos numerosas y que en ellas no
había ningún es/andarte de nobles, excepto únicamente el de
Munio Alfonso, alcaide de Toledo, dijo a los que es/aban a su
alrededor: «iOh locos cristianos, hijos de perra, de que modo
habéis venido a perder vuestras cabezas!!!. Pero, una vez iniciado
el combate, inmedia/amen/e el rey Avence/a de Sevillafi/e abatido
por dos caballeros de Toledo (uno se llamaba Pedro Alguacil, y
el o/ro Rober/o de Mongomariz), murió y su cabezafi/e cortada.
Así pues, al ver esto, el rey Azuel, los demás jefes militares
y caudillos, todo el ejercito de los moabitas y de los agarenos y
todos los peones dieron la espalda inmediatamente y huyeron
aquí y al por las sendas de los montes y se escondieron en cuevas
de piedra. Munio A!fonso y los demás cristianos los persiguieron,
y el rey Azuel en su huida sucumbió en /ierra bajo la lanza de
Munio Alfonso y su cabeza fi/e cortada. Murieron muchos k fes
militares y caudillos de los moabi/as y de los agarenos y muchos
miles de caballeros y peones, cuyo numero es incon/able. Fueron
apresados numerosos caudillos y j ej es militares y numerosos
caballeros nobles; y fi/ eron hechos prisioneros muchísimos
infantes, cuantos cada uno de los cristianos pudo l/evar en la
medida de sus fu erzas.
Se apoderaron de mucho oro y pla/a, de los estandar/es
reales, vestidos valiosos, armas de muy buena calidad, corazas,
cascos, escudos, cabal/os muy buenos con sus sillas, mulos,
mulas y camellos cargados de numerosas riquezas. Colgaron
las cabezas de los reyes en la pun/a de las lanzas, en las que
estaban los estandartes reales, y en cada una de las lanzas se
suspendieron las cabezas de los caudillos y jefes militares. Munio
AI/onso mando envolver los cuerpos de los reyes en espléndidos
paños de seda, los puso en una llanura verde y dejo con ellos a
los musulmanes para que los custodiasen hasta que fueran
retirados de allí. Yal volver al campamento can/aban un himno
y bendecían al SeñOl: porque S il mised cordia es eterna.
y llegó el día siguiente. En/onces MUl'lio Alfonso y sus
campaiiero.\' levl1J1larOI/ el cCllnpamenlo, llegaron a Toledo y
305
entraron en la ciudad por la puerta de Alcántara; delante de
ellos iban los estandartes reales en alto y las cabezas de los
reyes en la punta de las lanzas, después los caballeros nobles
cargados de cadenas, a continuación la población musulmana
con las manos atadas a la espalda. Les seguían los peones de
los cristianos llevando los caballos de los reyes y los mulos y
mulas de los caudillos, jefes militares y caballeros con sus
magnificas sillas repujadas de oro y plata, a continuación los
mulos y mulas que llaman acémilas y los camellos cargados de
armas y de toda clase de despojos.
y llegaron de tal modo ante las puertas de la iglesia de Santa
María, donde estaban presentes la emperatriz doña Berenguela,
esposa del emperador, el arzobispo de Toledo don Raimundo,
todo el clero, todos los caballeros de la ciudad y el pueblo entero,
que había acudido a ver el prodigio y la victoria. Y después que
vieron las cabezas de los reyes musulmanes en las puntas de las
lanzas, en las que estaban izadas las enseñas reales, todos
quedaron admirados y entraron en la iglesia de Santa María
cantando y entonando con enorme alegría el «Te Deum laudamus,
te Dominum confitemur» hasta elfinal. Y después que se dio la
bendición, el arzobispo y todos se marcharon a sus viviendas».
(Crónica del Emperador Alfonso VII, ed. 1997: 116-118).
Tras la victoria de Munio Alfonso de marzo, Alfonso VII se dispuso a
contraatacar devastando el valle del Guadalquivir, ya mediado el verano.
Pero antes de ponerse en campaña, ordenó que los alcaides de Hita, Martín
Fernández, y de Toledo, Munio Alfonso, se quedaran en tierras toledanas
defendiendo la retaguardia del avance real, y que redoblasen la vigilancia del
castillo de Mora, pues esperaba que los almorávides, aprovechando su
ausencia y en una maniobra envolvente, fueran a refortificar y reavituallar su
enclave de Mora. Tal como el monarca pensaba, así sucedió, como vuelven a
relatar las fuentes escritas cristianas:
« ... Después el primer día dagosto lidio Munio A Ifonso con el rey Alfage
en Mora e mataron ya Munio Alfonso, e levaron su brazo a Cardaba, era
MCLXXXII». (Anales Toledanos 1, ed. 1993).
«En el mismo año en que Munio Alfonso llevó a cabo las
citadas guerras, el emperador reunió grandes columnas de
caballeros, peones y ballesteros y acall7paron en Toledo, junto
al rio llamado Tajo. Finalmente el empel'adOl: (ras reunir a sus
dos caudillos, a sabe/: a MI/nio A!/OIlSO, ok'oide de Toledo. y a
306
Martín Fernández, alcaide de Hita y de otras ciudades, les dijo:
«Poneos alfrente de este pueblo y territorio y defendeos en la
plaza fuerte llamada Peña Negra, por sobrenombre Peña
Cristiana, y tened cuidado no sea que vengan los moabitas y
los agarenos y fortifiquen el castillo llamado Mora».
El propio emperador y todo su ejercito marcharon a la
región de Córdoba. Era la época de la siega, y mandó incendiar
todos los sembrados, cortar todos los arboles fmctlferos, viñas,
olivos e higueras, prendiófuego a todo el territorio de Córdoba,
Carmona y Sevilla y todo aquel territorio se quemó y no quedó
nada, excepto solamente las ciudades fortificadas y las plazas
fuertes; y efectuó grandes matanzas, numerosísimos
apresamientos y abundantes botines.
Pero en los días en los que el emperador se encontraba en
el territorio de Córdoba, el adalid Farax, jefe militar de
Calatrava, y todos los jefes militares y caudillos de los moabitas
y agarenos que había en todas las ciudades y plazas filertes
hasta el río llamado Guadalquivir se reunieron y tomaron la
determinación de ir al territorio de Toledo, fortificar el castillo
llamado Mora , poner emboscadas contra Munio Alfonso y
matarlo. Éste se encontraba en el castillo llamado Peña Negra.
Se llevó a cabo el día primero del mes de agosto. El
mencionado Munio, alcaide de Toledo, antes de que amaneciera
salió del citado castillo él mismo y cuarenta caballeros de Toledo
con él, tras dejar allí a su compañero Martín Fernández para
proteger el castillo. El referido Munio Alfonso y sus compañeros
subieron a un monte frente a Calatrava para ver y oír qué
sucedía. Y mientras los cabal/eros del alcaide de Toledo andaban
por aquí y por allá, encontraron a un musulmán que se escondía
en una cueva y. una vez apresado, le condujeron a presencia
del alcaide de Toledo. Pues bien, Munio Alfonso le dijo: «¿ De
quién eres tú, de dónde eres y adónde vas?». Éste le dijo: «Yo
soy un servidor agareno, esclavo de Farax, adalid de Calatrava,
y mi señor me ha enviado para acecharte». Munio Alfonso le
dijo: «¿Dónde está el adalid Farax?». Él le respondió: «He
aquí que me sigue a mis espaldas con lino gran multitud de
caballeros y peones llevando consigo camellos, mulos, cabal/os
y asnos cargados de harina y de toda clase de alimentos que
pueden comerse, con el/in dejarti/icar el castillo llamado Mora,
y después de esta multitud sigue el adalid Faraxjllnlo con una
gran muchedumbre de moabitas y agarenos. caballeros, peones
307
y ballesteros, cuyo numero es casi de cuatro mil. Y han venido
con la intención de matarte a ti y a los que están contigo, si
pueden encontrarte en algún lugan). Todavía tenía la palabra
en su boca y he aquí que el prim er contingente de los
musulmanes se presento inesperadamente, Munio Alfonso y sus
compañeros entablaron combate con ellos, inmediatamente los
musulmanes fu eron vencidos y dieron la espalda, muchos de
ellos fúeron muertos y los demás huyeron por aquí y por allá
dejando numerosos despojos en el campo de batalla.
Después de esto Munio Alfonso regresó a Peña Negra, refirió
a Martín Fernández todo lo que había hecho aquel día y que el
adalid Farax venía con un gran ejército para luchar con ellos, y,
tras celebrar consejo, comieron pan y vino. Después Munio
Alfonso, Martín Fernández y todos los caballeros que con ellos
estaban, una vez dispuestas las tropas, salieron al encuentro de
los musulmanes y encontraron las tropas de los pag anos
dispuestas en los pozos de Algodor. Iniciado el combate, muchos
de unos y otros cayeron muertos a golpe de espada, Martín
Fernández fúe herido, los musulmanes se separaron de los
cristianos y los cristianos de los musulmanes y quedó un gran
espacio entre las tropas de los musulmanes y de los cristianos.
Pero Munio Alfonso, dándose cuenta de que la situación no
lefavorecía, dijo a Martín Fernández: «Don Martín, sepárate de
mí tú y todos tus caballeros, vete a Peña Negra y protége/o con
diligencia, no sea que vengan los moabitas y los agarenos por el
lado opuesto y ocupen antes el castillo, y se originará una gran
confilsión en el palacio de nuestro señor el emperador Por lo
demás, mis compañeros y yo lucharemos con ellos; suceda tal
como la voluntad del cielo haya dispuesto». Martín Fernández y
todos sus caballeros regresaron al castillo para custodiarlo. A su
vez Munio Alfonso dijo a un hijastro suyo, hijo de su esposa, al
que aquel año había hecho caballero en el día de la Pascua:
«Vete a Toledo a casa de tu madre y cuida de ella y de mis hijos,
tus hermanos. No quiera Dios que tu madre quede privada de ti y
de mí en un solo día». Entonces aquel caballero le dijo: «No iré,
sino que moriré contigo». Entonces Munio Alfonso le golpeó
enforecido con la contera de la lanza y él marchó a Toledo contra
su voluntad llorando y lamentándose.
En aquel momento los moabitas y los agarenos luchaban contra
Munio AIfonso y sus compai7eros y c (~y e "vl1
heridos muchos de linos
y de aIras. Una vez que Mllnio Afji:mso vio que él y SIIS compai'1eros
308
estaban completamente vencidos, subieron a un risco llamado Peña
del Ciervo, y los arqueros le siguieron. El toledano Munio foe herido
gravemente por los arqueros y murió; todos los caballeros que
estaban con él murieron a su alrededor, y la mayor parte de los
j efes militares de los moabitas y de los agarenos murieron.
El adalid Farax llegó y cortó su cabeza, el brazo derecho
con el hombro, lo mano y su pie derecho con la pierna, le despojó
de sus armas y envolvió su cuerpo mutilado en lienzos limpios.
Cortaron muchas cabezas de los caballeros cristianos, y enviaron
la cabeza de Munio Alfonso a Córdoba, al palacio de la esposa
de Azuel, y a Sevilla, al palacio del rey Avenceta, después al otro
lado del mar 01 palacio del rey Texufin, con el fin de que se
conociese en todo el territorio de los moabitas y de los agarenos.
El brazo y el pie de Munio Alfonso y las cabezas de los demás
caballeros los colgaron sobre una alta torre que hay en Calatrava.
(Crónica del Emperador Alfonso VII, ed. 1997: 119-122).
1:11 e fecto, el gobernador de Calatrava, Farax, en cuanto se aseguró de la
IlI lseneia del Emperador, marchó hacia el norte para reforzar el enclave
olinoril vide de Mora. Tras unos rnuy interesantes sucesos previos de espionaje
y 'nClIcnlros de armas entre las tropas de Farax y una avanzada cristiana
dl ll gida por Munio Alfonso, el combate definitivo entre los almorávides y
1", 'lIslcllanos tuvo lugar en los pozos del río Algodor, en las inmediaciones
Ik Mo ra y de Piedra Negra. Con el fin de frenar al gran ejército de Farax que
l' di rig ía a Mora, a los dos jefes castellanos no les quedó más remed io que
hll illl' al ll ano y dejar una mínima guarnición de vigilancia en el padrastro de
1'1'dl'll Neg ra. Iniciado el combate, el propio Munio Alfonso pronto vio que
NII f'lIcrzas iban a ser vencidas por las musulmanas, por lo que, para evitar
11110 lolal de rrota de las fuerzas castellanas, ordenó que Martín Fernández se
\ ¡¡ Iviese a la Piedra Negra. De esta forma, al menos, esta importante posición,
1111 1 ,'1 11'0 para Alfonso Vil , no caería en manos de la vecina guarnición
II lilIi ,,'(,vicle de Mora, que, muy envalentonada por la victoria que en esos
111" " 1'IIl os eslaban obteniendo en el llano las tropas de Farax, sin duda, la
IIIl l'lI loría lomar por la retaguardia.
Si n emba rgo, la completa victoria de Faraxjunto al Algodor, en la que
1111 11 11'1 cl caudi llo de la Frontera, Munio Alfonso, y la muy probable toma
1lI 'II lIi draSlro de la Peña Negra, fue el canto del cisne del poder almorávide
11 1111 Mesela : Al año siguiente ( 11 44), Mora cayó definitivamente en poder
'" 1\,1111110 «lúe presa M(}rtt en el mes de abril, era MCLXXXiJ¡)- y la
11'1 11 111 1 du la vang uardia almo ráv ide en la Meseta, Ca latrava , tres ali os
di NI"II' S (u lle ro de 1147).
309
A partir de 1150 las referencias a Mora son diversas y algo confusas,
debido sobre todo a la introducción del calificativo «la Vieja» para referirse
a ella. Es así, que en dicho año, Alfonso VII dio a Rodrigo Muñiz «esta villa
que es llamada Mora la Vieja con todos sus términos y pertenencias, según
lo foe en tiempo de los sarracenos»'.
En nuestra opinión, en el documento de donación, el monarca se refiere
a la antigua posición musulmana del cerro más septentrional (cota 946) del
Cerro de los Castillos, que toma la nueva apelación de Mora la Vieja, en
contraposición a Mora la Nueva, que no sería otra que la fundación realizada
por él mismo, pocos años antes, en el cerro más meridional -cota 965-.
Es decir, el padrastro de la Piedra Negra o de la Peña Cristiana, que así, con
esta nueva referencia, sería también conocido con una tercera denominación,
siquiera limitada a muy pocos años: Los más inmediatos a la recuperación
de la antigua Mora. De dicho documento, parece deducirse también que, una
vez pacificada la comarca, se intentaba favorecer el desarrollo de la primitiva
posición de Mora, encomendando su repoblación a un particular.
Sin embargo, parece que el intento de repoblar la ladera oriental del cerro
fracasó. Los tiempos eran otros y el papel de cabecera de la comarca que hasta
entonces habia estado en el poblado de la ladera del Cerro de los Castillos,
poco a poco, se fue traspasando a la actual posición de Mora de Toledo, ya
situada en el llano, a occidente de las Moras anteriores. En relación a ello y en
2
3 10
6/1V/1150, Toledo:
(Christm). In Dei nomine el eil/S gratia. Ego Adefonsus, Hispanie imperator, una eum
.filio meo rege Sondo vobis Ruderico Nunniz el jiliis ves tris el omni generatione vestre.
Facio carlam dona/ionis de ¡¡la vil/a que vocatur Moura la Vela cum ornnibus suis
lerminis el pertinenciis sicuI filit in tempare sarracenorum; dono e/iom vobis quantum
habeo in illa villa de Re/ves lam de regalengo quam de mor/uorum. El hoc lacio pro
servilia qllod multociens michifecistis in parlibus sarracenorum a/que christianorum.
Si vero, in posterum, aliquis ex meo ve! alieno genere hoc meum lac/um rumpere
lemplaveril, sit malediclus el excomunicatus el cum luda, truditare Domini, in inferno
dumpnalus, et insllper peclel regle parti mille morabilinos.
Facla carta in Toleto, anno tercio qua fuir capla Baelia el Almaria, era M''LXXX''VlfI''
el qua! 6 V/!¡O idus aprilis, imperante Ade/onso imperatore in Toleto el in Legione, in
Gallecia el in Ca.'1lella, in Baetía el in Almaria: Garsia rex Navarra el comes Barchinonie
tune temporis vasalli imperaloris.
Ego Adefonsus impera/or, hune cartam qllam fieri ¡ussi, propria monu mea roboro
alque confirmo.
(J. a col.) Santius rex,filius imperatoris, con!, comes Pontius, maiordomus imperatoris.
con!, Nunus Petriz alferiz imperatoris, co,,!!, Arias Calvus de Gal/etia. conj
(2." col.) Domnus R. toletanus archiepiseopus, Hispanie et tocius primas, conj, Gula
Rllderiguiz alcaidi in Tole/o, con! lulianus Alvazil de la Cape/a, COI?! , Stefanus
Abembran, zafalmedina. conf
MARTíN, 1974: doc. n.o 14.
"tlcstra opinión, cabe la posibilidad de que la exitosa puebla de la Mora del
lla no, con anterioridad, se llamara el Palumbar (El Palomar) -un lugar que
ha sla ahora no ha sido identificado y que en el año 1155 es dado por
ti llonso VII a las personas de García y Juan Negro y a Miguel Juanes y Sancho
1'''rez. El propio documento es bastante claro acerca de su situación: entre
Mora la Vieja y Mascaraque, y entre Yegros (hoy despoblado al norte de Mora)
.Y él lugar no identificado de Sus Fi/us (¿El Rastro del Puerco?) que, lógicamente,
N,· localizaría más al sur, cerca del actual pueblo de Manzaneque J- .
(,/1XII 155. Toledo:
(Christus). In nomine Domini Ihesu Christi. Ego Adefonsus , tocius Hispanie imperator,
una cum filio meo rege Sancio, vobis lohanni Nunniz, Dominico Petri, Almalde "',
rohanni Stephaniz et Martino Sanchiz, Petra Zabrano et lohanni Velasco el l Dominico
Ma rtin el Pelagio Garganta, Martino Serrano et Petro Petriz, Ennego et Michaeli Furtunio,
lohanlli Chico, /3 Sebastian 'Abulheit, lben Muskek, Dominico iben Ezed, Didacus,
lusll1S Heir, Abozicrianmander, Steban Lopez, Michael Lopez, Tome de Matrinna, lben
Ci abdi razac, lustus iben Zaged, Martin Sabez, Petro Ferrero, Martin Sebastiall, Vincent
Fe rrarius, Gabdilmelh, / Johannes Dominguez, Pelagio Martiniz, Dominico Melena,
Ilarboroi iben Hudeis, Johannes Serranus, Nunno, Martin Binedero, Petro Casa, Petro
Albacal, Dominico Parhas, Abozicri , Dominico Garcia, Micad Dominguiz, Digudel,
I)ominico Iohannis, Tom e Abiahia, Petro Petriz, Dominico Garsia, I Filip, Salbator
Pl!1riz, Maior Gadsalla, Micaela Almalde. El per-. es t ~ l roto, faltan cuatro o cinco
rl!lr:1S antes de csta palabra. presbiter, Cara Susu, Petrus diaconus, lohannes iben Melende,
I'd ro Diaz, Pelagi o Pastor, Zet Minor, Andres iben Girit, lben Bazo b et omni collationis
S¡lll cti Vincentii. Quod c a me villa que vocatur Egrus vobiscum postulavit, facio inde
carlam /6 donationis. Dono etenim eam vobis et filiis vestris et posteritati vestre cum
O1l1 nib us suis pertinelltiis ut ab hac die habeatis ea libera et quieta vos et filii vestri et
o llllli s ge neratio vestra el fac iati s de ea quicquid volueritis, donando, vendendo vel
cOI1(;arnbiando / cuicumque vo- lueritis libere et qui ete; quin etiam do et concedo vobis
irluln alium locum que dicitur Egre llus ut supradicto modo eum habelltes; in ipso rivo
dil!IO A19odor loca molendinorum et piscatoria iure hereditario posideatis.l Si Yero, in
[loslcflltn , aliquis ex meo vel alieno genere hoc meum factum rumpere temptaverit, sit
Illn rcd iclus et excomunicatus et cum luda, traditore Domini, in illfenno dempnatus et
¡llsuper pariat regie parti duo Ma morabitinos /9 Facta carta in Toleto anno secundo quo
1tl i1 capta Baecia et Almaria, era M a CLXXX VIII-, imperante Adefonso imperatore
111 TOrClO el in Legione, in Gallecia et in Castella, in Negara et in Saragocia, in Baecia et
111 Armaria ; I Garsia, rex Navarre, tunc temporis vassallus imperatoris.
I "~ o Ade ro nslls imperalor hanc cartam quam fieri iussi , propria manu mea roboro atq ue
\'Ollli rlllO .....signo: Signum Imperatoris).
/ ( 1':11col .) Rex Sanci us, lilius imperaloris, con f., Comes Poncius, maiordomus imperatoris,
\ '0 111'.. Nllnnlls Petri z, alferiz imperatoris conf., Arias Calvus, de Gallecia, conf.
/ 12 (2.<1 co l.) Domnus R. , loletanus archiepiscopus, Hispaniarum primas conf,. Guter
Hudcri gui z, aica id c in Toleto, cont'. , Alvazil de Capella conf., Stephanus aben Cebriall,
II ditl lll cdina, con!'.,' loha nn es Fcrnandcz, canonicus ecclesie Beati lacobi el scriptor
Ir llpura lor is, pe!' mHIlUtll Illélgistri l-lu goni s / canccl larii, scripsit.
h 11)1..: 11 Buzo.
M Al\ilN. Il)74 : dol..:. n." 24.
3 II
Otra prueba del fracaso del intento de repoblar la villa de Mora la Vieja en
la ladera del cerro, es que Alfonso VIII, en documento de donación otorgado a
la orden de Santiago en 1171, ya no habla de la villa sino del castro de Mora; es
decir, de la antigua fortaleza situada en lo alto del cerro más septentrional del
cerro de los Castillos'. E, igualmente, con el fin de apoyar y asegurar el control
del castro de Mora (Mora la Vieja), el mismo monarca castellano, en 1180, da
a dicha Orden el castillo (padrastro) de la Piedra Negra 5 Castillo que vuelve a
tomar su primitiva denominación - resaltada en el propio documento-;
seguramente porque el nombre de Mora la Nueva, en aquellos momentos, ya
se estaba reservando para la villa que iba desarrollándose en el llano occidental
4
(la actual Mora). La donación a la Orden del padrastro era de todo punto lógica,
Jl ues, para evitar posibles peligros contra la fortaleza principal, era evidente
que el poseedor de Mora la Vieja tuviera también el castillo de la Piedra Negra.
De todas formas, la posesión por parte de la Orden del castillo de la
Pi edra Negra no debió ser muy efectiva, pues en 1224 - probablemente, a
pelición de la propia Orden-, Fernando III manda al maestre de Santiago
"derribar hasta los cimientos las torres de la Peña Negra, en la colina de
A!orw), previendo el posible daño que desde ellas se podía hacer contra la
Ii)rla leza de Morao. La radical solución que finalmente se dio al problema
23/11111171:
(Christus, alfa y omega) In nomine Domini , amen. Quod affluens regum benignitas alicui
donandum disponit, dignulll est ut liUerarum apicibus adnotatum posterorum memorie
comendetur.ldcircocgo Ildefonsus, Dei gratia Yspaniarum rex, unacum uxore meaAlienor
parcntum meorum ct salute propria, facio cartam donationis el concessionis uobis Deo
cl Sancti lacobi militie magistro, scilicct, Petro Fernandi, et omnibus sllccessoribus
ucs tris cunctisque eiusdem ordinis fratribus presentibus et fllturis, in perpetllum
lIa lituram. Dono itaque uobis et concedo castellum de Petra nigra, quod dicitur Petra
nigra, cum ingressibus el egressibus, cum terminis el i'rontariis, el cum omnibus directuris
e L pcrtinentiis suis, iure hereditario llobis et omnibus successoribus uestris perpetuo
1ibe re ac quiete habelldum et irreuocabiliter possidendum, ita quod de eo possitis facere
qui cquid uobis placuerit, donando, uendendo, concambiando, impignorando uel quidlibet
aliud raciendo.
Si Cluis uero huillS mee donationis et concessionis cartam in aliquo rumpere, inquietare
lid diminllere presllmpserit, iram Dei omnipotentis plenarie incurrat, et cum luda, Domini
proditore, penas in inferno patiatur eternas, el insuper regie parti quinque milia aureorum
in coto persoluat, et uobis fratribus militie Sancti ¡acobi uel uocem uestram pulsanti
dalllpllul11 quod inluleril dllpplalum restituat.
Facta carta apud Toletum, era MnCcaXVlua, XVW blendas lanllarii.
I ~ I ego A. rex, regnan s in Toleto et Castella, hane cartam, quam fieri mandaui, manu
prop ria roboro et conlirmo.
(S igno rodado) SIGNVM ALDEFONSI REGIS CASTELLE.
(En semicírculo) Rodcricus Guterrez, maiordomus curie regis, conf., Gomez Garsie de
¡{oela, alferiz regis, conf.
(1 .10 col.) Raimundus, Palentinus episcopus, conf., Petrus, Burgensis episcopus, conf.,
S;lI llius, Abulensis episcopllS, conf., Gllndizalulls, Secobiensis episcopus, conf., Comes
h .;rrand us conf., Comes Petrus -conf.
regina, de eximiis exigua Deo fideliter anerre procuran s, dono el concedo Deo el uniuersis
fratribus de Castes presentibus atque futuris, pro animabus allí el patris mei, necnon et
parentum meorum , pro salute etiam anime mee, castrum quod Maura uocatur, in Toleti
termino situm; el uillam ¡lIam que Moszot nuncupatur in Campis el iacel ínter Sanctum
Ciprianum et Sanctam Mariam , cum omnibus eorum terminis, uidelicel, cum terris, uineis,
pratis, pascuis, riuis, molendinis, piscariis. cum cultis et incultis, cum montibus et fontibus,
cum ingressibus el egressibus, et cum olnnibus pertinentiis et directuris eorum; et unas
domos in Toleto, et alteras in Macheda, CUIn uineis suis; et singulis ann is, de regiis redditibus
duos mille morabetinos , ut omnia predicta iure hereditario deinceps uos uestrique
successores im pcrpetuum habeatis et possideatis.
Si quis uero huius mee donationis paginam rumpere temptauerit, iram Dei omnipotentis
plenari c in-c urrat, el lude, Domini nostri consors proditoris fiat, et regie parti centum
libras auri persolual; el hoc meum factum semper inuiolabile maneal.
Facta carta Secobic, era MUCC"IX' XO ka len das Aprilis.
Et ego rex IIdefonsus, regnans in Toleto et Castella, in Naiara et Extrematura, hanc
cartam, quam fieri iussi , propria manu roboro et confirmo.
(Signo rodado.) SIGNVM REGIS ALDEFONSI.
(En círculo.) Rodericus Gonsaluez, alferiz regís, conf. Petrus Garsie, maior dompnus
curie regis, conf.
(Primado.) Cenebrunus, Toletanus archiepiscopus et Hyspaniarum primas, confirmat.
(2. "col.) Petrus Roderici deAzagraconj, Ferrandus Roderici de Turgello con/, Didacus
' ~ 'xe l e li z con/. Petrus Garsie de Lerma con/, Ordonius Garsie con¡:, Diaz, merinus
I , ' ~ i.\' in Cas/ella, con!
col.) Raimllndlls. Palentinlls episcoplls. conf. Willelmlls, Secobiensis episcopus,
CO I?f. , losce/mus. Segontinlls episcopllS, con¡:. Petrus, Burgensis episcopus, con¡:. Comes
Albarus con¡:, Comes Nimio con!, Comes Pon/ius con/. Comes Petrus conf
( / . (1
(2. n col.) Gundisalus de Marannone con f., GondisaJuus Roderici con±:, Petrus Roderici
conf., Rudericus Guterrez conf, Petrus Guterrez con f., Lop Lopez conf, Garsia Escanno
conf., Gonsaluo Copil1in conf.
(Línea inferi01) Petrus, regis notarius, Raimllndo e.xistente cancel/ario. hanc scripsil.
5
3 12
GONZÁLEZ, 1960: doc. 157.
1180, diciembre 16. Toledo.
(Christus, alfa y omega) Inter cetera pietatis opera precipuum esl chri stianam rel ig ionem
ab inlcursibus sarracenorum defensare, el eos qui postposita seculari pompa ad hoc pro
salute animarum suarum et ad defensionem Christianitali s cons tilllli Slln l prolllou erc
donationibus et exaltare. Eapropter ego Aldefon sLl s, Dei gnllia rex 'aslell e et Tol cti,
una cum uxore mca Alienor reg ina, libcnli animo el uOllln!¡l[ e spolllan cu, pro élllilllabu s
(U ne" inferior) Magister Geraldus, regis notarius, Petro de Cardona, existent ancellario,
Ncrip:') it.
1960: doc. 352.
14/ 11 / 1224
NO lulll s it olllnibu s presentibus el futuris quod ego Ferrandus, Dei gratia rex Castelle et
'l'1,l1¡,;ti. mand o Llobis domno Garsie Gonzalui de Candamio, instanti magistro milicie
SUll cli lacobi e l lolÍ eiusdem Ordinis fratrum conuentui, quod diruatis funditus iHas
(1Ill'¡';S de Rupe ni gra in col le ele Mora. Et ego concedo quod mandaui illas diruere,
~ ' t1 I S i d en ln :') dampnul1l quod inde opido de Mora posset ellenire istud prece pi fi eri.
l'IH.:1Hcarla in Tol eto. rcgc ex p., XlIII die Februarii , era M
LXII , anno regni mei VIJO
(loN/ÁII I I., 1!) ~n:
doc. 192.
(lIINIÁ LEí.'. ,
11
ce
3 13
que representaba la existencia del castillo de Piedra Negra fue bastante sensata,
pues, para ese momento, su ma ntenim iento, además de muy oneroso, era
totalmente innecesario desde el punto de vista táctico; y, por otro lado, si por
cualquier azar, dicha posición caía en manos de un hipotético enemigo de la
Orden, las fortificaciones a llí existentes volverían a recobrar la función de
padrastro para la que en origen habían sido levantadas. Simplemente, con su
derribo, se acababa de forma definitiva con un potencial oponente de la
fortaleza santiagista de Mora. De este modo, se acabó con una construcción
milita r que fe neció en su original función, que era inútil y que podía
constituirse en peligrosa.
Por otro lado, el interés de los restos arquitectónicos que constituyeron
el padrastro de la Peña Negra, además de los históricos para con él mismo y
para con la vecina fortaleza de Mora, reside en que es una de las escasísimas
construcciones de la zona de la que conocemos de forma muy precisa c uando
se levantó (año 1140) y cuando se mandó derribar (año 1224). A ello se
añade su corta vida - alrededor de ochenta y cinco años- , con lo que, cualquier
investigación que se pueda hacer sobre los restos y materiales aún existentes
en lo alto del cerro se constituiría en punto de referenci a para el conoci miento
de diversas características de los modos y sistemas de construcción en la
región, a caballo de los sig los XII Y XIII.
Por último, la documentación de los siglos bajomedievales conservada
del castillo de Mora es mu y pormenorizada. A diferencia de la anterior, que
se limitaba a seña lar só lo e l nombre de la fortaleza , describe mu y
detalladamente todas las defensas y dependencias que existían en lo alto del
cerro. Se trata fundamentalmente de las actas que se conservan de los Libros
de Visitas que la Orden de Santiago hacía periódicamente de sus posesiones'.
3. LAS CONSTRUCCIONES DEL CERRO DE LOS CASTILLOS
3.1. Cerro del Castillo de Mora
Dejando aparte los di versos restos de construcción existentes en la ladera
este del cerro, de época prehistórica y altomedieval, correspondientes a
arquitecturas domésticas, sólo trataremos, y de forma muy breve, de los restos
defensivos que se levantan en la c umbre.
El antiguo acceso al cerro se hacía desde el collado que lo separa de
El Morejón (fig. 1). Desde este punto, a través de una no muy empinada y
nada tortuosa senda, se remontaba el cerro en dirección sur. Después de dar
7
3 14
En la B.N. (Mss.) se conservan las Visitas efectuadas en los años de 1478, 1494, 15\1 ,
1528 Y 1554-56. Casi toda la documentación está aún por transcribir y estudiar.
una ampl ia y pina curva hacia la izquierda, se llegaba a una pequeña plataforma,
¡u nto a unos altos farallones rocosos, localizados hacia la mitad del cerro, y en
los que se local iza un manantial. Desde este punto se ascendía rodeando todo
el "Irallón por el este hasta alcanzar la cresta intermedia del cerro, desde donde,
,elomando la dirección sur y ya en línea recta y tras un pequeño y último
1rceho calzado, se alcanzaba la entrada a la fortaleza por el norte (Iám. 4).
Para una mejor comprensión, teniendo en cuenta los datos proporcionados
JI" r las diversas fuentes escritas, la enri scada topografía, en la que se
di I""encian muy bien varias terrazas (Iáms. 5 y 6), Y los vestigios aún existentes
de la forta leza de Mora, hemos establecido la siguiente zonificación (fig. 2) Y
r l'tlno logía de los restos arquitectónicos (figs. 4 y 5):
Z ona A: El albacar:
Así llamado en los Libros de Visita de la Orden de Santiago, ocupa la
I ~ r:lza
inferior del cerro, siendo el espacio libre de mayor superficie. En él se
I"" tliza la entrada a la fortaleza (Iám. 4), una gran falla, que vi no a jugar el
pllpcl de foso defensivo de la terraza superior del castillo, y en la que surge un
1I111l1a ntial, y una explanada con restos de habitación (Iáms. 5 y 6). Al recinto
' ''perior, necesariamente, se tenía que acceder mediante un palenque de madera
deS:'1xlrccido, que se situaría en la parte más septentrional esta terraza.
A I no rte del albacar se encuentra situada la puerta principal de entrada al
,'II, li llo (fig. 5; lám. 4), muy tardía, a caballo de los siglos XV y XVI, pero que,
IlIdudablemente, sustituyó a una anterior de la que resta un pequeño machón
IIlI egrado en ella. A la izquierda, existía un cuerpo de guardia, y según las
I" elll cs escritas, un portillo, hoy desaparecido, que se localiza ría en las
1IIIIIcd iaciones de la torre A l . De ésta última se conserva una buena parte de su
1IIII iguo basamento de planta cuadrangular, con grandes si llares de cuarcita y
11 111'izos de ladríllos en las esquinas. Después de una indeterminada destrucción
rll' lodo este sector, tras su refortificación, no se volvió a reconstruir la torre,
1"vII lllii ndose una nueva muralla que se retranquea con respecto a la anterior y
1\11 ' lerm ina en una simple esquina, que es sustitutiva de aquella.
/1 pa li ir de dicha torre esquinera, se conservan otras cuatro más (A2-A5)
(I"I/Is. 5. 6 Y 7), unidas entre si por la muralla, y que datamos, al igual que la
1" ""era Y las sigui entes, dentro del período omeya, quizás en su etapa emira\.
1' 11 ,"1 mo me nto indeterminado, islámico omeya o correspondiente a las
1" " Icrio rcs ocupaciones cristianas o musulmanas -almorávides-, pero en todo
l'II NIl, Iras un g ran deterioro y derrumbe sufrido en la primera construcción
1"'1 1"111110 este de la muralla, teniendo como basamento la obra primitiva, se
h\vtlllln rOI1 de nuevo con una distinta fábrica de mampostería, se reformaron
t\ In ' l lISO, se hic ieron algunas va ri ac io nes en la alineación de algún tramo de
I I ~ pnrumcnlo s de un ión enlrc las torre s. A simi smo, se ap recia un
3 15
relevantamiento de las torres en el que se e mplea una diferente técnica, a
base de mampuestos encintados de ladrillo junto con mac izos esquineros,
también de ladrillos, y que poseen unas dimensiones muy diferentes a los de
la primigenia construcción , a la que toda esta reforma defensiva se superpone
(Iáms. 8, 9 Y 10).
E n varios puntos de todo este sector se ap recia muy bien que los
relevantamientos de las to rres se hicieron en un momento posterior a aquel
en que se hizo el de la parte superior de la murall a, pues se adosaron a una
obra -realizada en tapial- que, a la postre, quizá por su menor consistencia,
acabó por derrumbarse y desaparecer (Ián¡. 8). Precisamente, por estar más
protegidos del viento y el agua por las propias torres, sólo quedan tras éstas
algunos restos in formes de esta fábrica de tapial de la muralla.
La segunda torre (A2) se construyó sobre una piedra e n voladizo y
conserva su base original , pero e n mu y mal estado (Iáms. 9 y 10). La base de
la tercera torre (A3) está tallada en la roca y también conserva restos antiguos;
sus esquinas están rehechas desde abajo en época bajomedieval, po rque se
había pe rdido todo, pero conserva la parte central del momento original de la
construcción (Ián¡. 8).
La muralla de detrás de la tercera torre es original pero ha recibido recalces
en una época posterior. La c uarta to rre (A4) es la que en la actualidad está en
peor estado de conservación (flg 6). A pesar de ello, es la que alcanza una
mayor altura, observándose mu y bien cómo conserva varias fabri cas: La
primitiva, formada por grandes si llares con macizos de ladrillo en las esquinas,
su relevante de mampostería encintada con nuevos macizos esquineros de
ladrillo, la de hormigón y, por último, la labor de mam postería encofrada.
La quinta to rre (AS), cimentada en la roca y encofrada contra la muralla,
alca nza poca altura. Está reconstruida de nuevo en época baj omedi eval. Más
hacia el sur existe una sexta torre (A6) que hoy día está aislada por el derrumbe
de la muralla. Probablemente, en origen, habría una o dos torres más, para
así poder cerrar mejor y por completo todo el área que se pretendía defender.
Todas las torres son macizas, de planta cuad rangular, con muy poco
saliente y escasa anchura. En cada una de ellas, y a pesar de las posteriores
reformas, se aprecia perfectamente un primitivo aparejo formado por grandes
sillares de c ua rcita, con e nripi ado del mi smo material, encuadrados por
macizos de ladrillo en las esquinas exteriores.
La totalidad de la muralla está mu y deteri orada, no conservándose
nada de su altura orig inal y, en algunos tramos, incluso, el derrumbe ha
sido tal que ha dejado vistos los perfiles de los escombros producto de la
caída de todas las dependencias que existieron en el interior del albacar.
Esta circunstancia sucede, sobre todo, entre las torres A2 y A3 Y e ntre las
AS y A6.
3 16
Zona B: Terraza baja
En general toda esta zona se encuentra totalmente llena de escombros.
Según los Libros de Visita de los ss. XV Y XVI, estaba separada del albacar
por medio de una puerta. Al interior yen primer término, existía una bodega,
II lmacenes de harina, una caballeriza grande, etc. Más adelante, había un
pal io de dime ns iones no mu y grandes, a lrededor del c ual se abrían
II posentamientos en planta baj a y alta, y a los que se accedía por medio de
II na escalera; aquí se situaba una cocina con chimenea y ventanas al patio,
II nll pequeña despensa, otras dos habitaciones pequeñas y otra mayor. En la
pll rte sur aún se abre el portillo de Malvecino, situado junto a un cubo que lo
¡' lIarda. En todo el frente oriental , a partir de una garita situada en el extremo
de la peña, la muralla es de tipo cortina con entrantes y salientes en ángulo.
Zona C: Terraza alta
Se localiza en el sector suroccidental del castillo. Actualmente está llena
de escombros. A ella se accede a través de una escalera a la que le faltan varios
de los peldaños, y que fue construida en un momento en el que el castillo se
,'onvirlió en una pequeña residencia palacial, entre los siglos XV y XVI. Tras
,' 1111, se abría una puerta en recodo de la que hoy día sólo restan sus trazas. En
'1ex tremo sur quedan aún los vestigios de la esquina de una gran y espectacular
glll·ila. Todo su ángulo S.E., en el invierno de 1998/99, y debido a las lluvias de
111 eslación se desplomó en el barranco. En ella, en época bajomedieval, se
II loja ba un almacén de grano y dos habitaciones - hoy en día relle nas de
l'Ncombros- . La muralla occidental es recta. En ella, aloj ada en todo su grosor,
" . li bre una escalera de caracol por la que se llegaba, tras unas gradas en doble
" 'l'odo, a un portillo abierto en una barbacana situada en una cota bastante más
IHljll quc cerraba el espacio externo entre las peñas. Toda la obra, tanto interior
1'111110 exterior, realizada en este frente se podría datar en el siglo xv.
Zcma D: Torreón
Aunque hoy día está bastante deteriorado y algo transformado en su
IlIlnlitiva distribución, aún se conserva la terraza y la bóveda que encierra la
l'l\nllll'<l superior; además del hueco de la escalera. Transformada en varias
1I1'lIsioncs durante la baja Edad Media y el S. XV!, vio como se ampliaba o
11 ' \ 111 'Ia su espacio (Iám. 11). En origen tuvo una entrada en alto que, con
¡tIlNterio ridad -q uizá en el siglo XVI-, fue convertida en ventana y reemplazada
¡tl ll una nueva, situada en la misma cota que la de las habi taciones palaciales
tll,l slIr. Es muy probable que aquí, por encima de la puerta, se situara un escudo,
lit I desaparecido. Por un vano abierto en su cara oeste se accedía di rectamente
lit" '1ada rve a la zona del Espolón. En su interior, no muy dificil de rehabilitar,
rllI ptleden ver bastan tes gmlfiri, algunos de ellos del siglo XVIII.
Zona E: El Espolón
Ocupa todo un espacio muy alargado de la terraza superior, entre el ton'eón
y el extremo norte de la fortaleza. Junto a aquel, existe un pequeño espacio, a
modo de pequefta barbacana interior, que separaba ambas zonas. A través de
un portillo (E 1) Y unas escaleras se accedía a todo el espacio de el Espolón.
La muralla es de tipo cortina, con ángulos, y se adapta perfectamente a la roca;
sólo existe un torreón macizo con planta en D (E2) en la parte occidental.
Al interior se conservan muy bien los paramentos y todo su rejuntado. Todo el
espacio es muy escabroso y la roca resalta por todo él. Sólo existe una
dependencia de planta ovoide (E5) en el extremo norte que, constructivamente,
es anterior a todo el resto del recinto y que podría corresponderse con una
pequeña capilla. Se conservan dos vanos de entrada (E3 y E4), a una cota muy
superior que la del albacar (lám. 6). Necesariamente, para acceder a toda esta
zona desde éste último, en tiempos, hubo de haber puentes y accesos de madera.
Parece que el más antiguo debió ser el situado más al norte (E4).
3.2. Cerro de Malvecino
A lo la rgo del cerro d e M a lv ec ino, aju stá ndose e integrándose
perfectamente en la casi absoluta angostura del espacio (fig. 1; láms. 3 y 12).
se encuentran los ves tigios de lo que fue el padrastro de Piedra Negra. Desde
una cota superior domina perfectamente el castillo de Mora, que se sitúa a
sus pies (Iám. 13).
Es te padrastro, considerado como palatium en la Crónica de
Alfonso Vil , estaba formado por dos pequeños conjuntos. En la parte más
septentrional se di stingue un pequefto recinto fortifi cado en tomo a dos torres
de planta cuadrangu lar situadas a norte y sur, y en la que destaca la más
meridional por donde se realizaba el acceso al casti llete (Iám. 14). En el
extremo sur del cerro, a una distancia de unos 15 m, se localizan los restos de
lo que fue una torre aislada del recinto anterior, a modo de atalaya, que vigilaba
el acceso principal al cerro por el sur y una posible ag rura secundaria.
Los restos que aún quedan en pie de la obra de Alfonso Vil revelan de
forma muy precisa el sistema de construcción de la época. Se presenta el
llamado aparejo «toledano» , formado por cajones con hiladas de mampostería
careada de cuarcita irregular y encintada con verdugadas d e ladrill o
(Iám. 14). Se alternan los tipos A Y A l diferenciados por J. M. Rojas y
R. Villa (1999) e n el aparejo «to ledano» , con lo que se podría remontar en
algunas décadas dentro del siglo x rr la datación propuesta por estos autores
para el subtipo A l . Una característica que no es frecuente que vaya asociada
a estos dos tipos de aparejo, y que es posible observar en algunos de los
paramentos conservados, es la ex istencia de cajones no corridos. Es decir,
interrum pidos por machones de lad rillos, que quizás fueron colocados así
3 18
con la finalidad de dar una mayor fortaleza a la torre por los operarios
musulmanes o cristianos toledanos- que trabajaban al servicio del Emperador.
Por lo que hoy día se puede ver, la orden dada por Fernando III de demoler
el pad rastro de Piedras Negras no fue cumplida en su totalidad, pues quedaron
pa rte de sus paramentos en pie. Sin embargo, la labo r realizada fue suficiente
pa ra impedir una hipotética ocupación estable de la fortaleza, que era lo que
cn último término se pretendía con el derribo.
La posible recuperación del lugar y la habilitación de sus accesos, no
so lo es importante para comprender los avatares en que se vio envuelto el
castillo vecino, sino que las vistas que desde el cerro de Piedras Negras existen
de los restos fortificado s de Mora y la comarca son una experiencia
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