vol 43 | no 128 | enero 2017 | pp. 301-304 | reseñas |
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planeta de ciudades
Shlomo Angel
cambridge, ma: lincoln institute of land policy /
bogotá: universidad del rosario, 2015. 565 p.
Shlomo Angel es arquitecto y Ph.D en
Planeamiento Urbano y Regional de la
Universidad de California en Berkeley.
Su libro Planeta de ciudades es producto
de una investigación de ocho años y
cinco fases sobre la expansión urbana
global. El texto se complementa con
Atlas of Urban Expansion, en coautoría con Jason Parent, Daniel Civco y
Alejandro Blei. El estudio contó con la
financiación y apoyo académico de múltiples entidades: universidades, organismos multilaterales, gobiernos locales,
entidades públicas y privadas de financiación a investigación científica.
Analíticamente, el libro se puede dividir
en cuatro apartados: en el primero,
el autor plantea los aspectos de lo que
denomina el paradigma de la creación de
espacios. El segundo ofrece un recuento
histórico de la urbanización global hasta
llegar a la jerarquía de ciudades actual.
En el tercero, utiliza información estadística y de georreferenciación para dar
cuenta de la expansión urbana global
leída a través de siete aspectos de la
estructura espacial urbana (cobertura
del área urbana, densidad, centralidad,
fragmentación, compacidad, proyecciones de crecimiento de las manchas
urbanas en el período 2000-2050, y
tierras cultivables). Finalmente, señala
los elementos que debe considerar un
programa de expansión urbana, a saber:
proyección realista de la necesidad de tierras, límites metropolitanos generosos,
protección selectiva del espacio abierto
y red arterial de vías sin pavimentar.
issn impreso 0250-7161 | issn digital 0717-6236
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En lo que hace al primer apartado,
Angel explica que, en la actualidad,
el crecimiento de la población y su
correspondiente expansión urbana se
concentrarán en países en desarrollo de
Asia, África y Latinoamérica, mientras
que América del Norte, Japón y Europa
tenderán a estabilizar sus poblaciones
y urbes. Por consecuencia, las ciudades
de los primeros territorios deberán ser
ambiciosas si quieren gestionar adecuadamente la llegada de la nueva población. Plantea al respecto retomar la propuesta aplicada otrora en Nueva York y
Barcelona, el paradigma de la creación de
espacios.
La alternativa a la planificación tradicional que ofrece el autor puede ser
irritante para los lectores partidarios
de la contención urbana, pero se basa
en sólidos argumentos respaldados por
las fuentes consultadas, que llevarían a
una actuación realista frente a los desafíos actuales de la expansión urbana en
los países en desarrollo. El paradigma
propuesto se puede sintetizar en el
principio de hacer los preparativos
necesarios para acomodar la expansión
de la ciudad, y tiene como fundamento
cuatro pilares: expansión inevitable (por
lo que no es útil negarse esta realidad);
densidades sostenibles (debe haber un
punto intermedio que asegure un buen
transporte público, ahorrar energía en
los movimientos, estimular contactos
vecinales y no llegara la sobresaturación); viviendas dignas (aspecto en el que
plantea como problemas necesarios de
resolver la mejora cualitativa de las condiciones actuales y la creación de nuevas
viviendas); y obras públicas (debe haber
equilibrio entre los terrenos privados y
los equipamientos públicos).
Esta postura académica y política es
diametralmente opuesta al paradigma de
contención urbana,1 en tanto considera
que la expansión de las ciudades es incontenible, por lo que su crecimiento debe
acompañarse de unos mínimos de sostenibilidad, condiciones que permitan
mantener una buena calidad de vida e
integren a todas las personas que llegan
a la urbe. La creación de espacios postula
la necesidad de proyectar la cantidad de
suelos necesarios según las tendencias de
población actual, considerando algunos
aspectos técnicos específicos (vg. se debe
reservar espacio suficiente para vías,
equipamiento, viviendas y espacios/
servicios públicos). En ese sentido, el
autor destaca el papel preponderante
que deben tener las entidades públicas
al momento de reservar franjas de suelo
bien localizadas y distribuidas, que sean
destinadas para usos públicos (de tipo
equipamientos o reservas viales). Ello en
consideración a que el mercado, en su
lógica de maximización de beneficios,
tiende a no ser eficiente en la dotación
de suelos para tales usos, lo que genera
1 En este paradigma, el autor incluye todos los
trabajos académicos, técnicos y políticos que,
frente a la expansión de la ciudad, proponen una
suerte de medidas de contención universales
con las cuales desincentivar las dinámicas en
ciernes. Si bien no existe un consenso sobre
las principales características que se podrían
alinear a este paradigma, sí se encuentra en
académicos y técnicos expertos un discurso
común que rechaza el crecimiento urbano y que
se puede desglosar en los siguientes términos: la
expansión urbana se puede evitar por distintos
mecanismos, como la fijación de límites urbanos
estrictos, controles de migración nacionales e
internacionales, declaratoria de extensas zonas
como espacios de interés/cinturones verdes o la
aplicación de la densificación y reutilización de
franjas de suelo en desuso/subuso (aplicando
mayores factores de ocupación del suelo y
proyectos de revitalización).
Mendoza | Planeta de ciudades |
el caos y sobrecostos que actualmente
pagan todos los ciudadanos en urbes
que han crecido de manera espontánea
y no planificada.
En lo que refiere al segundo apartado, el
autor realiza un recuento histórico del
modelo de desarrollo seguido por las
ciudades del mundo, del cual destaca la
importancia que ha tenido el transporte
en la posibilidad de ampliar la ciudad
más allá del ‘límite caminable’, mejorando el radio de comercio posible. Su
incidencia es tal que el autor habla de
tres estadios: la ciudad a pie con radios
de máximo dos kilómetros (ciudad
amurallada), a la que sucedieron las
primeras ciudades monocéntricas del
siglo xix que, apoyadas en los primeros
sistemas de transporte (carruajes, tren y
automóvil) ampliaron las fronteras anteriores e integraron nuevos territorios
en un único tipo de dirección (centroperiferia); y, por último, la más contemporánea, en la que aparecen nuevas centralidades independientes de la primera,
con lo cual se complejiza el tejido urbano
y la circulación de bienes y servicios se
torna multidireccional (centro-periferia,
periferia-centro, periferia-periferia).
Del tercer apartado vale la pena destacar
la robustez de la información procesada para obtener conclusiones que
fuesen significativas a escala planetaria.
Toma como base 120 ciudades que en
el año 2000 tenían cien mil habitantes
o más (revisión de información censal,
encuestas e imágenes satelitales en el
período 1990-2000), una muestra de
otras 3643 ciudades con información
al año 2000, a las que se suman los
datos censales de 20 ciudades estadounidenses para el período 1910-2000 y
de 65 para los años 1950-2000, además
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de elaborar 30 mapas históricos de las
principales ciudades del mundo. Toda
la información digital está disponible en
el sitio web “Atlas of Urban Expansion”
del Lincoln Institute of Land Policy,
con el propósito de compartir conocimiento/generar conciencia frente a la
importancia de incorporar la expansión
urbana dentro de la agenda de los decisores técnicos. En ese sentido, el libro es
mucho más que un interesante ejercicio
estadístico, pues presenta visiones de
futuro sobre las ciudades.
El análisis se enriquece mediante la
construcción de siete índices que hacen
a la forma de la mancha urbana, con los
cuales se llega a algunas conclusiones
que pueden ir en contra del sentido
común: es necesario desescalar la preocupación por el crecimiento poblacional
de las grandes urbes, pues no existe un
tamaño de población que sea eficiente/
ideal para la ciudad, pese a los esfuerzos
de distintos académicos por calcularlo;
las ciudades grandes no están creciendo
más que las urbes de otras escalas (sus
tasas relativas de crecimiento son equiparables); hasta tanto no se aplique una
planificación que potencie el rol diferenciado de todo el sistema urbano de
un país –incluyendo ciudades intermedias y pequeñas–, el factor de atracción
de las ciudades principales continuará
siendo un elemento común y de difícil
control, tal y como ocurre en los países
en desarrollo; existen regularidades en el
desarrollo urbano de todas las ciudades
analizadas que evidencian una tendencia
a la descentralización dentro de todos
los sistemas urbanos (área de influenciacomplementariedad); debe calcularse
una densidad/compacidad/fragmentación que sea sostenible según las características específicas de la ciudad; la
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expansión urbana es inevitable, y ello
exige una respuesta integral de parte de
las entidades administrativas para realizar los planes de expansión adecuados.
Por último, en lo que hace al cuarto
apartado, Angel señala los elementos
que él considera necesario desarrollar
en una agenda adecuada de creación de
espacios: proyección realista de la necesidad de tierras (con fórmula ‘duplicar la
población es triplicar el espacio urbano
construido’), límites metropolitanos
generosos (que sean ajustables según
las dinámicas propias de la metrópolis),
protección selectiva del espacio abierto
(destacando nuevamente la importancia
de la base estatal dentro de la planeación,
donde una tercera parte de los suelos de
expansión debe ser destinada a equipamientos públicos) y red arterial de vías
sin pavimentar (en la que no se debe
superar la distancia de un kilómetro
entre cada vía principal, siguiendo lo
establecido por el urbanismo de proximidad, y se debe asegurar un transporte
público de buena calidad que desincentive el uso de automóvil particular).
Con argumentos de esta clase, es innegable el aporte que Angel brinda en
su texto al ejercicio de la planificación
urbana, a la vez que resucita el debate
frente a la postura política, académica y
técnica que se quiere adoptar y aplicar
en futuros años según el tipo de desarrollo urbano que queremos para nuestras ciudades. Al respecto, proporciona
un marco conceptual consistente, abundante información y recomendaciones
verificadas con los datos empíricos que
sirven de base para una nueva gestión
urbana; una que contemple la necesaria
administración de la expansión urbana,
pues, como él mismo apunta, “esto es
especialmente pertinente para el futuro
de nuestras ciudades, ciudades que son
de lejos nuestros proyectos más grandes,
ambiciosos y complejos” (p. 391).
Alejandro Mendoza
Universidad Nacional de Colombia, Bogotá,
Colombia2
e-mail: amendozaj@unal.edu.co
2 Especialista y magíster en Planificación Urbana
y Regional por la Facultad de Arquitectura,
Diseño y Urbanismo de la Universidad de
Buenos Aires y sociólogo por la Universidad
Nacional de Colombia, con experiencia en
procesos de gestión urbana en Colombia (Chía)
y Argentina (Morón). La presente reseña se
deriva de la investigación desarrollada en el
marco del grupo de investigación “Proyecto
Urbano y Arquitectura del Territorio”, de la
Facultad de Artes de la Universidad Nacional
de Colombia, sede Bogotá dc.