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Revista Antropologías del Sur Año 7 N°18 2020 Págs. 167 - 181 CICLO DE CONVERSACIONES ANTROPOLOGÍAS DEL SUR: ROSAMEL MILLAMAN REINAO CLAUDIO ESPINOZA*, PAULA CONTRERAS** & LUIS CAMPOS*** Resumen En esta octava entrevista del ciclo de conversaciones Antropologías del Sur, cuyo fin es revisar y pensar formas no hegemónicas de la disciplina, se presenta la trayectoria política, académica e intelectual de Rosamel Millaman Reinao (Puraquina, 1953-Temuco, 2022), fallecido a las pocas semanas después de realizada esta entrevista y quien se encontraba bastante enfermo al momento de la misma. Aún así, Rosamel estuvo dispuesto a recibirnos y a compartir con nuestro equipo su trayectoria y sus ideas respecto a los temas centrales que marcan la actualidad política del país, en especial a la situación que afecta a las comunidades mapuche. A través del relato de Rosamel puede apreciarse la estrecha relación entre su origen en una comunidad mapuche y su adhesión política, así como su ingreso a la universidad y la llegada a la antropología. Marcan estos procesos el contexto sociopolítico vivido en el país durante la década de 1970, que llevarán a Rosamel a la Universidad de Concepción, a su militancia política en el Partido Comunista, luego en los Centros Culturales Mapuche y Ad Mapu, a oponerse firmemente a la dictadura militar y tener que salir del país a mediados de la década de 1980. Su paso por el Doctorado en Antropología en CUNY (City University of New York) reafirmará una mirada clara respecto al rol político de la disciplina antropológica, cuestión que se reflejará en su quehacer hasta los últimos días de su vida. Como Revista Antropologías del Sur, homenajeamos modestamente desde este lugar a Rosamel, colega y amigo que tuvo un papel central en el devenir de las antropologías hechas en Chile. * Académico, Escuela de Antropología, Geografía e Historia, Universidad Academia de Humanismo Cristiano ** Académica, Escuela de Antropología, Geografía e Historia, Universidad Academia de Humanismo Cristiano *** Académico, Escuela de Antropología, Geografía e Historia, Universidad Academia de Humanismo Cristiano 167 168 | Ciclo de Conversaciones Antropologías del Sur — Entrevista a Rosamel Millaman Reinao AdS: Rosamel antes de comenzar queremos agradecer muy especialmente que te hayas dado el tiempo para recibirnos y para participar en este Ciclo de Conversaciones. Nos gustaría comenzar con tus orígenes: dónde naciste, dónde creciste y cómo llegaste a esta idea de estudiar antropología. Muy bien, yo creo que a veces ni uno mismo entiende los pasos que da en la vida, pero de alguna manera, el contexto donde nací, y también la historia de la gente que me ha rodeado, está asociado directamente a la antropología. Eso fue determinante en mi condición, porque yo adopté una posición política de muy chiquito. Nací en la comunidad Francisco Millaman, en Puraquina, cerca de Villarrica, al lado del río Toltén, y estuve ahí hasta los 9 años. Tuve que salir de ahí por un asunto de la escuela, ir a los pueblitos y ahí seguir mi enseñanza. Todo dentro de un contexto muy convulsionado, muy diferente a lo que estamos viviendo ahora, donde hay una convulsión muy compleja, en cambio en aquel momento era: o eres rico o eres pobre, y eso marcaba bastante el quehacer de la juventud que estaba con expectativas de cambio. Entonces esta crianza que tuve me marcó, obviamente. La comunidad me deja una huella y un recurso, por decirlo así, para pensar el mundo. En ese contexto entonces, fui escuchando información del mundo que yo no tenía…, la gente no tenía acceso, la radio fue un elemento que también marcó las diferencias, porque pude tener acceso a temprana edad a los discursos del compañero Fidel Castro y también de Eduardo Frei Montalva, los dos líderes que aparecían en mi oído en ese tiempo. Y al ingresar a la enseñanza media, yo ya tenía, más o menos, un cuadro general, una expectativa de lo que podría ser mi vida, y seguí en eso de indagar lo que era el marxismo. Ahí está la familia Teillier, histórica, que ha estado hasta el día de hoy en la zona, allí con ellos tuve un vínculo directo, pero no sabía de marxismo, no sabía de Engels, qué se yo, entonces fui donde un miembro del Partido Comunista de Pitrufquén, abogado, y me prestó el primer tomo de Vladimir Lenin, un libro grueso, pero no entendí mucho, sin embargo, en ese contexto se fue desarrollando la idea de los cambios en todos los planos, también en el Liceo de Pitrufquén. Nos tomamos el Liceo de Pitrufquén y por primera vez vi con mis ojos lo que escuchaba en la radio, el Grupo Móvil, que era el aparato de choque, por decirlo así, del gobierno, de carabineros, y verlos con esas pantallas de protección transparentes, claro que me dio susto, y Pitrufquén siendo un pueblito chico, cuesta poder alejarse en términos de evadir el control policial. Después de eso se produjo un impacto aquí en Temuco, de que en Pitrufquén había un movimiento que estaba sonando. Luego de esa situación terminé cuarto medio en Pitrufquén, sin ninguna posibilidad de continuar estudiando, porque no tenía condiciones económicas, mis viejos no tenían dinero o algún tipo de recurso para poder pagar el costo que era la universidad, entonces la única posibilidad que aparecía eran las universidades que tenían una apertura para recepcionar alumnos de la clase baja. Por ese entonces apareció un estudiante como a las tres de la tarde en mi casa, y me dice: vamos a juntarnos en un rato más con los amigos. Y en la junta se señala de que la Universidad de Concepción ofrece la posibilidad a gente pobre, campesinos, no aparecía la palabra mapuche en ese tiempo, para nada, entonces se decía que los campe- Revista Antropologías del Sur sinos podrían ingresar a la universidad sin mayor costo. Yo dije: aquí está la mía. Y ¿cómo llego a Concepción? Sin apoyo ni siquiera para el pasaje, por entonces yo vivía con mi hermana mayor, le dije: mire, existe la posibilidad de que pueda estudiar e irme a vivir a Concepción, esta tarde, y así fue, tomé la decisión y me fuí. Para ir a Concepción había que tomar el tren, el tren tenía un control periódico, con un inspector que hacía el fichaje de los boletos y, bueno, el hecho es que nos subimos cuatro estudiantes con un solo boleto y de Pitrufquén a Concepción había que colgarse de las barandas, un riesgo que ahora pienso no haría nunca. Bueno, el tren hacía escala en San Rosendo, y allí la policía de ferrocarriles se dio cuenta del grupo que andábamos y llegando a Concepción nos tomaron presos -porque en esa época te tomaban preso los funcionarios de ferrocarriles- y nos dejaron en una casucha, una especie de cuartel que tenían en cada estación, y allí nos soltaron como a las tres de la tarde y, junto a mis compañeros, partimos a la Universidad de Concepción, con toda una mística, con toda una euforia, con toda la alegría de conocer la Universidad y ver qué es lo que ofrecía. Caminamos de la estación a la Universidad y allá vimos las banderas rojas y negras en prácticamente toda la Universidad, esparcidos las Juventudes Comunistas, los Socialistas, -los sociolistos-…, les hablo del año 1971. Entonces llegaban los líderes políticos, cada uno con su papel de negocio con los estudiantes, la idea era captar militantes, y como yo llevaba el sello comunista de Pitrufquén entonces se me acercó la Jota, las Juventudes Comunistas, y la relación fluyó rápidamente. Al mismo tiempo comencé a trabajar en la postulación a una carrera a través de un programa que había conseguido la FEC, la Federación de Estudiantes, donde se podía hacer hasta una tercera postulación luego de dar Año 7 N°18 2020 Págs. 167 - 181 la Prueba de Aptitud Académica y entonces entré a estudiar periodismo, una carrera muy interesante que todavía me gusta. Ese fue el cuadro más o menos general que me llevó a asumir el tema del cual ustedes están interesados en conocer y, en ese contexto entonces, al final de este punto, aparece la situación del golpe de Estado. Yo era un militante completamente activo y comprometido y, por tanto, tuve que asumir mi rol dentro de la militancia, en particular en las unidades militares, esa era mi labor, ahora lo puedo decir, lo cual creó un problema porque el Hogar de Estudiantes donde yo estaba, Luis Emilio Recabarren se llamaba, fue allanado a las 7:45 de la mañana, y yo había salido del Hogar a las 7:30. Yo llevaba los nombres escondidos en mi cuerpo y recuerdo que, como se acercaba el 18 de septiembre, dije, bueno, la chapa que puedo tener es que voy a buscar pipeño, si me decían algo, bueno, vengo a comprar pipeño para las fiestas del 18 de Septiembre, esa era la relación que hice. En Tomé nos bajaron a todos y determinaron que debía volver a Concepción y en Concepción pasé frente al Hogar y todas las mochilas, libros, documentos despedazados, el guardia me dijo: Tú no puedes entrar. Le digo ¿Cómo no voy a poder entrar? Yo voy a entrar igual. Tenía que entrar y borrar algo que estaba en mi pieza, lo había dejado con candado, y cuando subo veo que el candado está puesto, pero el resto de la sala estaba toda abierta, allanada, entonces me pregunté ¿Qué les pasó con mi pieza? ¿Por qué no entraron? Esa fue una suerte muy grande, porque tenía que ver con vidas humanas, y bueno, bajé a agarrar mi chaqueta, siempre uno tenía una chaqueta que le gusta, era una verde oliva tipo la que usaba el comandante, así que más protegido me sentía. Abajo me estaban esperando los compañeros 169 170 | Ciclo de Conversaciones Antropologías del Sur — Entrevista a Rosamel Millaman Reinao de asuntos militares y ahí desaparezco, pasé completamente a la clandestinidad. Estuve prácticamente un año escondido. Las cosas no se dieron como se pensaba, las armas no llegaron, como se decía en Radio Moscú, y solo hubo ataques, muertes, desapariciones y persecución, solo eso era lo que se escuchaba. Yo dije, en ese contexto ¿Qué hago? ¿Sigo en esto?, al final el equipo se fue disgregando, no logró mantenerse y al final opté por ver la posibilidad de continuar con los estudios, y ahí llegué a la antropología, porque la misma Universidad de Concepción ofreció el retorno de estudiantes que no estuvieran involucrados en ninguna cuestión política y como yo no había estado, participé y entonces ingresé a antropología el año 1974. Ingresé a Antropología, creo yo, viendo todo el factor humano, viendo las desigualdades que uno ve en la vida de tan joven y, sobre todo, el auge que tiene y que tuvo el movimiento obrero y minero en esa zona, y que eso también rebotó en mi vida. Visitar la casa de los mineros, bajar a la mina, me abrió un mundo antropológicamente ilimitado. Conocí a un amigo que estudiaba arqueología y creo que eso también influyó mucho, porque trabajaba con los cacharros, con las cositas para identificar su significado y todo eso, y eso también era atractivo para mí. Así es que se dio esa condición y allí ingresé a la Antropología, ese fue el marco global que les puedo contar. AdS: Y ¿Qué te pareció la carrera de Antropología cuando entraste? ¿De qué se trataba? Se parecía bastante a arqueología, tenían una base arqueológica, donde estaba la Zulema Seguel y Campana, el famoso Orlando Campana Von Vriessen, ahí ellos desarrollaban una combinación entre antropología biológica, criminal, sociológica, una antropología que se dedicaba más a mirar los hechos que explicarlos. Además, fue un problema serio permanecer ahí con esa dirección, pues el director de la carrera era Hugo Wittig, que trabajaba en la Policía de Investigaciones en Talcahuano, tenía un cargo, Subprefecto creo que era. Lo que les voy a contar es tragicómico. Este tipo, trabajando mayormente en su actividad policial, varias veces fue a hacernos clases con el revolver puesto, él no se daba cuenta, y una vez, no sé qué araña le picó, iba con la intención de complicar la vida de los estudiantes porque nos ponía una nota. Llegó con prepotencia, autoridad, y nos obligó a sentarnos rápido, y no recuerdo la pregunta que hizo, pero era una pregunta que nadie podía responder, la traía preparada, tenía que ver con la historia de algunos pensadores de la línea biológica, entonces era un asunto que había que ir a buscar una enciclopedia para saber ese dato, no sé a quién le tocó primero, no sé si a Hans, o al Rolf, o a otros que también estaban. Entonces decía: si no sabe se queda parado, si no sabe se queda parado. Se quedaron parados cinco estudiantes. Era un clima de terror completamente, después pasa ese momento y ya, nos amenaza de que hay que venir a la Universidad a estudiar. Esta situación fue insoportable para varios, para mí también, y yo me quedé ahí porque no tenía otra alternativa, entonces ahí el Hans Gundermann, el Rolf Foerster y el Héctor González se movieron y armaron un paquete y se trasladaron a la Universidad de Chile, y ahí termina nuestro proyecto; en cambio nosotros, el grupo más inofensivo, creo yo, se queda. En el fondo, este tipo director de la carrera, tenía algo, creo yo, en sus ideas, porque es de los Revista Antropologías del Sur Wittig de aquí de Malleco, uno va conociendo la historia después, con los años va escarbando en la cosa y, en el fondo, al parecer, era una pelea colonial que tenía contra ellos ¿Por qué tanto odio a esos estudiantes? Bueno, en ese tiempo el objetivo era mantener un respeto hacia mí, cuando un día me cita a su oficina y me dice: Rosamel, quiero hablar secretamente contigo, espero que esto no salga de entre los dos. Hay un grupo -me dijo- en tu curso, que son agentes de la CNI1 -oh shit, dije yo- ¿Cómo me está dando ese dato? ¿Cómo puede ser? ¿la CNI? Y ahí hablamos algo de la CNI y todo, y ellos me han dicho que tú eres comunista, ay, entonces qué hago ahora, confiésese ante mí, que igual es comunista, porque yo reconozco tu esfuerzo, como estás estudiando, te tengo cierto respeto como estudiante mapuche. Y este policía, al final, tiene una especie de sentido de proteger a Rosamel. He estado recordando, que ese día me fui a la Agüita de la Perdiz2, que ese era mi escondite, mi espacio de seguridad que tenía, y también de sobrevivencia, ahí era difícil que entraran los policías, salvo que tuviesen un buen equipo, así que ahí estuve yo, preguntándole a la gente, porque en ese momento yo estaba solo y no había comunicación con ningún compañero con nadie de la Jota, por ese tiempo no había dirección de mando, dirección política, entonces yo me quedé ahí, cuando el tipo me dijo mira, te están acusando de que eres comunista, y que hay estudiantes que son de la CNI, chuta, la alternativa era buscar alguna estrategia, y la estrategia que plantearon lo viejos comunistas de la población: quédese tranquilito, no más, compadre, no le va a pasar nada, siga yendo a clases, siga llegando a la hora, y esa recomendación fue de mucha madurez que dieron los viejos. Año 7 N°18 2020 Págs. 167 - 181 En general, la Universidad de Concepción albergaba una cantidad significativa de estudiantes mapuche, era un recurso que estaba allí como esperando el momento. El año 1975 el Partido Comunista recibe una represión descabellada en Chile, cae la mayor parte del Comité Central, los hombres clave, y eso golpea a la Universidad también, teníamos detenidos en la Universidad, como siete estudiantes, la mayoría de la Escuela de Medicina, y seguía la represión porque alguien se fue de lengua, como se dice, no aguantó la tortura. En fin, esa historia es larga, para otra entrevista. Ahí pasé momentos duros, porque enfrentar una cosa así, que los tipos anden rasguñando mi espalda y yo tenía que hacerme el tonto, que no pasa nada, eso fue muy duro y yo no sé de dónde sale esa energía, esa cosa que tiene el ser humano de enfrentar el momento y salir de la situación. Después, a los años, a Pinochet se le ocurre sacar la Ley Indígena3, en 1979, entonces en Concepción tuvimos, como grupo, la preocupación de los mapuche sobre la ley, con las comunidades y todo. Eso fue fantástico, lo que hicimos los pocos mapuche en ese momento de Concepción. Antropología partió con el movimiento contra la Ley Indígena, y eso es bueno recordarlo a los cabros jóvenes ahora, porque a veces les llega la fiebre, creen que todo el mundo es blanco y negro, y en esa época los cabros de Antropología se la jugaron, se la jugaron en medio de la represión, entonces formamos el equipo de trabajo y levantamos una especie de grupo de análisis de la ley, y determinamos levantar una actividad cultural que se llamó “La Semana Cultural Mapuche”, y allí conocimos el grupo de antropólogos: Ana María Oyarce, Aldo Vidal, René San Martín, y otros que ya no se ven, ellos fueron a dar confe- 171 172 | Ciclo de Conversaciones Antropologías del Sur — Entrevista a Rosamel Millaman Reinao rencias vinculadas a la situación mapuche, y esa relación fue muy buena. Ahí creo que tuve un rol importante, porque decía, bueno, aquí tienen que estar los lonkos, las machis, los líderes mapuche también. Entonces partimos para el sur, iba yo a cargo del asunto, así que iba a todas partes, y allí se conecta Bíobío con otros territorios, de Malleco por ejemplo, con José Luis Huilcamam, y ahí partió la Semana Cultural Mapuche, entonces se produjo un vínculo entre los antropólogos y las bases mapuche, algo muy lindo. Se hizo un acto final, cultural, social y político, modesto era el espacio, pero era una declaración, y eso se hacía en un gimnasio cerca del regimiento que hay en Concepción, y pudimos reunir dos mil personas, en ese momento nadie era capaz, ni el Sindicato de la Construcción, era capaz de reunir una cantidad de gente tan numerosa, pero la actividad tuvo costos, tomaron detenido a un cabro [joven] que creo que no era de la Universidad, eso fue como a las nueve de la noche, lo toman, lo amarran frente al diario, no sé cómo se llamaba, un diario popular en Concepción, y lo hacen explotar, el compañero explotó por todas partes, chuta, y ahí pensamos lo que habíamos hecho y todo eso. Se produce un bajón, como dice la juventud. Y en ese contexto llegamos a los ochenta con la Ley Indígena, yo fui elegido en Arauco, con el voto de la Provincia de Arauco y con el voto de los peñis de Concepción, para asistir al segundo Congreso de los Centros Culturales Mapuche. Los Centros Culturales nacen en forma relativamente autónoma, aunque la iglesia tuvo influencia directa ahí, pero nosotros no teníamos nada que ver con los Centros Culturales, nosotros nos conformamos de forma autónoma, de forma autónoma fuimos desarrollando todas esas Semanas Culturales, y los invitados fueron los dirigentes de los Centros Culturales. Bueno, yo tengo una especie de no sé qué, manía, pero cuando veo mucha gente transformo el discurso, trato de estar con la gente dialogando, cerré el discurso, interesante parece…, no recuerdo el número de candidatos que había, pero supongamos diez, once, yo saqué la absoluta mayoría, solamente una persona no votó por mí, entonces era un problema porque al final esas cosas que también ocurren ahora, en el que se reúne la plana mayor, política, y ellos deciden quién va a ser el elegido, y se hizo eso, allí fue elegido Santos Millao, porque tenía una historia probada de compañero de primer nivel, que no cambiaría sus posturas, y que tenía más claridad y fortaleza que el resto de los candidatos. Ese fue el último año de los Centros Culturales, entonces en ese contexto soy elegido y, pesqué mi mochila, mi saco de dormir, de Concepción y me vine no más, como cualquier agitador político de una pobla4, entonces eso también fue impactante porque en ese momento era un estudiante universitario que había egresado, había terminado los cursos, que estaba metido con esos indios, hoy día le toca estar donde le toca estar. No había en ese momento ninguna persona, por decirle así, profesional, intelectual, como se le llame, que tuviera participación en el movimiento directamente. No había ninguno, después empezaron a aparecer, después del retorno a la democracia. Bueno, pero en los ochenta había un poco de disputa por apoderarse de los Centros Culturales, tonteras que se dan en todas partes, tener control del movimiento. Entonces empezaron a comentar el vínculo con el MIR, yo pienso que era como plasmar la represión que se sufrió en Concepción, más que en otras regiones, porque ahí estaba concentrada la población mirista, y entonces, finalmente, yo Revista Antropologías del Sur desarrollo acá mi actividad como dirigente hasta el año 1986 y después de la muerte de Nattino, Parada y Guerrero, me dio un cuadro depresivo tremendo, y los peñi no entendían nada de depresión, hasta ahora, mucha gente no entiende todavía lo que es depresión, entonces me toma un psiquiatra que siempre lo recordaré, de apellido Insunza, de los comunistas Insunza, de la Vicaría, y él me trató el problema como si fuese epilepsia, claro, la enfermedad de epilepsia te dan pastillas para incentivar el sueño y todo eso, pero no era eso, así es que el año 1986 yo me veo muy mal en términos de que no tengo respaldo, estoy solo y vuelo a Estados Unidos ¿Por qué? Porque en esos avatares de la vida, yo conocí a una novia el día lunes, por un percance, porque le dije que estaba clandestino, que no podía salir públicamente a mostrar mucho mi cuerpo, mi identidad en la calle, entonces le dije mira, llega a la estación… abajo, después de Mapocho, bien conocida, la estación…, se me olvido el nombre, del lado sur nos vamos a encontrar, de la vereda, yo parto del lado del Pacífico y tú partes del lado de los Andes ¿Por qué? Porque ese contacto surge, en los encuentros, surge natural, en cambio estar esperando en un paradero, a veces por diez, quince minutos, era fatal, pero ella andaba al otro lado norte, gritando, con el cogote para allá, para acá, demasiado evidente. El jueves declaraba el matrimonio, y el viernes nos casamos, el viernes se va ella a Estados Unidos embarazada. Ahí empieza otra fase de mi vida, de matrimonio, hijos, y todo eso. Me fui a Estados Unidos, a Nueva York, en el corazón del imperio, en ese tiempo teníamos al imperio aquí, batallando por todos lados. El punto central de esta historia fue que no le achuntaron el disparo a Pinochet, eso determinó mi ida, porque con la crisis que estaba viviendo, Año 7 N°18 2020 Págs. 167 - 181 sin mucho respaldo de seguridad, lo más óptimo, por decirlo de alguna manera, era irme. En ese contexto llego a Estados Unidos y tengo una buena recepción de parte de los judíos y de parte de los negros ¿Por qué? Porque yo en el periodo de ser dirigente mapuche en los Centros Culturales, alguien de esas personas escuchó mi discurso, mi denuncia sobre la situación mapuche, uno habla y no sabe quién te está escuchando, y después de eso fui apoyado para poder ingresar al CUNY ¿Por qué al CUNY? Porque en CUNY hay gente, digámoslo derechamente, de izquierda y que, ante una persona como Rosamel que viene, no sé, se imaginarán el sur de Chile, era una oportunidad para poderlo ayudar, entonces había una beca y me la gané, y pude ingresar a la Escuela de Graduados en Nueva York, con todos los problemas del inglés, yo odiaba el inglés, no lo odio hoy día, pero tenía problemas, y eso es terrible porque nunca vas a aprender una lengua si le tenías distancia. Y eso fue, faltan otras historias, pero eso en general. AdS: Rosamel, regresando un poco en el tiempo, ¿cómo fue tu proceso de titulación en Concepción? ¿Tuviste que hacer una tesis o fue a través de otro mecanismo? Y en el mismo ámbito, dada las condiciones políticas que te tocó vivir durante los estudios, ¿podían hacer trabajo de campo? No me pude titular. Cuando terminé los estudios el año 1980 egresé de los cursos que exige la carrera, pero no me pude titular. Después, cuando fui elegido aquí en Temuco, me titulo, no me titulo, fue otra la respuesta. Sobre el trabajo de campo, sí, salíamos y ahí fue muy importante la influencia de los arqueó- 173 174 | Ciclo de Conversaciones Antropologías del Sur — Entrevista a Rosamel Millaman Reinao logos, porque en general la Universidad de Concepción, por ejemplo, había todo un historial de la provincia de Arauco de estudios arqueológicos, habían llegado los franceses, tenían todo distribuido e investigaban la zona, entonces al tener la carrera de antropología, logran incorporar en la malla la salida a terreno como algo obligatorio, pero un trabajo de terreno al estilo arqueológico. AdS: Y en Nueva York, ¿qué profesores pudiste conocer? A Wolf, por ejemplo, y ¿Quiénes fueron tus colegas? Con los profesores tuve una relación muy de respeto y de compañerismo en el trabajo colectivo. June Nash me invitó tres veces a su casa en Nueva York, dos en verdad en NY y una a un departamento que tenía ella en Washington, las tres visitas la pasé pero…, lo único que me preocupaba era qué estaba haciendo yo ahí (risas), ella me llevaba cosas, se daba el tiempo toda la mañana de andar con un cabro que no sabes si va a hacer atorrante en su vida, no sé…, se murió de cáncer también la viejita. Eric Wolf ¿Sabe qué? Les cuento esto a los cabros de Antropología, sureños, me invitó al Lehman College, el Lehman College queda dentro del Bronx, yo creo que hay que tener cuidado, no es la imagen que presentan las películas, hay como dos Bronx, uno que muestra la televisión y el otro Bronx que es de clase media, clase alta, entonces la clase alta tiene una sede de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, que es el Lehman College y ahí trabajaba Eric Wolf. Un día me invitó a que fuera a su oficina a almorzar, pero una invitación a almorzar, no como los otros gringos que me invitaron, por ejemplo, un día me invita a almorzar una chiquilla y resulta que ella se adelanta, paga, y yo quedo a la cola y tengo apenas tres dólares para pagar el almuerzo ¿Qué clase de invitación es esta? Y tuve que mentir, cualquier cosa para salir, pero con Wolf fue distinto, un almuerzo pagado al estilo latino. Y Wolf me dice, Rosamel, con toda la trayectoria que tú tienes ¿Qué vienes a hacer aquí a CUNY? Cuando aquí es pura retórica (risas), eso me dijo, aquí es pura retórica, y le contesté que la Antropología va primero para abrir mi cerebro, no sé, a otros campos, que la gente a veces no se da cuenta, y creo que eso ha sido importante en todo lo que es ser antropólogo. Y ahí siguió la conversa con Eric Wolf, muy respetuoso, muy, cómo te dijera, una persona que te da seguridad. Un día en la biblioteca me encuentra, en la biblioteca de la Universidad, que estaba cuatro subterráneos para abajo del suelo de la ciudad, y yo siempre me recordaba de algunos poderes que me pudieran proteger en caso de terremoto, porque quedas como pastel ahí, de repente aparece Eric Wolf, y me dice, -siempre me habló en castellano-, ando buscando un autor -me dijo, no recuerdo el nombre- que escribió como hace cincuenta años atrás sobre nacionalismo, vamos cachando la cosa del viejito, del nacionalismo que estaba surgiendo en esa década, porque me dijo a los viejos hay que leerlos, él pasó el aviso. Y la otra persona con las que también mantuve buenas relaciones fue con Leith Mullings, esa fue una relación entre gente de izquierda. Hablábamos las cosas…, porque la Embajada de Estados Unidos me ha hecho algunas invitaciones y yo en un encuentro en Columbia me encontré con ella, y le conté los riesgos que tiene el estar vinculado a los poderes que hay en el mundo, sí -me Revista Antropologías del Sur dijo- pero yo creo en ti, y ellos van a tratar y tratar, pero cuando ya no lo logran, se paran. Estoy hablando en términos de que la CIA o el FBI o cualquier organismo de inteligencia, pueda hacerte soplón, o algo así, dentro de la academia, porque eso también existe. Año 7 N°18 2020 Págs. 167 - 181 sentarte tres horas y exponerte a que te agarre la CNI, entonces con un grupo de compañeros Weichafe -no estaba todavía ese nombre-, logramos un mínimo de seguridad, en mi caso, así que yo di la charla y volé, no sé qué pasó, si hubo guerra entre los mapuche y los chilenos, no tengo idea (risas) esa fue la experiencia, nada más que eso, muy puntual. AdS: Rosamel, antes de irte a Nueva York ocurre algo importante también en Chile, está todo esto del atentado a Pinochet, la segunda ola de represión, pero justo antes se crea el Colegio de Antropólogos, tú participaste en la creación del Colegio de Antropólogos ¿Nos puedes contar cómo fue eso? AdS: Y luego de eso partes a Nueva York y haces el doctorado allá. ¿Qué te dejó ese doctorado? ¿Qué aportó a tu mirada de la Antropología? ¿Qué de distinto tenía el doctorado de Antropología en Nueva York? La historia es con la Milka Castro y José Bengoa también por ahí. Bueno, yo creo que el volumen de antropólogos en Santiago siempre ha sido significativo y eso en un contexto del avance que tiene el movimiento social en Chile, le va permitiendo a los grupos menos poderosos, por decirlo así, tener espacios para poder discutir los temas que son de preocupación. Y en ese sentido, la Comisión Chilena de Derechos Humanos, Vicaría de la Solidaridad, escritores, personas, curas, simpatizaban con la idea de que se levantara el Colegio, se le dio vuelta y todo lo demás, y se determina que sea la Comisión Chilena la sede, pues en caso de haber represión debíamos tener un nivel de protección. Una sesión que recuerdo, donde participé, porque en otras estaba clandestino, recuerden que yo estuve un año y tanto clandestino, y en ese tiempo se realizó el primer Congreso de Antropología, y dentro de los temas tratados fue lo de los mapuche y los campesinos, ahí se nombró a los mapuche. Ahí participó Bengoa, Aldo Vidal y la Milka en esa mesa. Estando clandestino no era fácil ir a Bueno, yo creo que es como caer en la casa misma ¿No? Los dos primeros años del programa los desarrollé con mucha irregularidad, por el inglés, siempre con el problema de no escribir bien, o los famosos papers, eso fue una seria limitación. En términos teóricos se me hizo fácil, porque si tenías el marco de la economía política -leí todas las bases con las que sustenta el marxismo su marco filosófico, político, económico-, te enganchas en cualquier momento en cualquier tema, tiene una mediana respuesta. Entonces las clases, todas en inglés, los textos todos en inglés, y el tema crítico de los cabros era entender a Marx, entonces yo era el profesor ayudante, así que ahí se creó un ambiente con los latinos, ese ambiente fue fenomenal con los latinos, los caribeños y se fue dando una manera de conexión, porque casi todos los cursos partían con un marco de economía política, y el que no cachaba ahí no podía entender la enfermedad en Zambia, por ejemplo, y con los mismos profesores que hicieron la investigación, no con libros que vienen de otras personas. 175 176 | Ciclo de Conversaciones Antropologías del Sur — Entrevista a Rosamel Millaman Reinao Creo que en mi caso faltó sacar mayor provecho a eso, porque eran viejitos, ya viejos, casi todos, que tenían la paciencia de escuchar al estudiante, que tenían esa disposición, entonces el programa doctoral, a ver, cómo le dijera, era duro, duro de lectura, en los análisis, pero también el programa doctoral era un marco social de convivencia política, eso era, sigue siendo creo. Entonces, no fue un tema el asunto de la inserción, y después ya que agarraste vuelo, te vas, con la dificultad de siempre sí, que yo nunca dominé el inglés, porque además el mapuche estaba criando pavos allá en Estados Unidos, eso es un tremendo error en términos de estrategia, para terminar o hacer un doctorado solo, o si eres casado, terminas el doctorado separado (risas), eso. AdS: Y ¿Qué hiciste para doctorarte? ¿Qué tesis trabajaste? Ah no, fíjate que el diseño, no es llegar y hacer el asunto, segundo año pasas a una segunda fase, en todos los doctorados, donde los profes se reúnen allí, ven las calificaciones y dicen este tipo sí merece respaldo de doctor para hacer su doctorado, y allí ofrecen una beca a cada estudiante para visitar el lugar donde piensan hacer el trabajo de campo, la universidad lo financia, te financia esa estadía, entonces no la pude hacer porque mi punto de referencia para hacer el trabajo de campo fue el Wallmapu, no pude obtener esa beca por esa situación, entonces tú partes varios años, por decirlo así, de la tesis al término del doctorado mismo. Entonces un equipo de tres personas te guían el asunto y uno de ellos es el responsable, y te van ahí determinando los informes, los borradores, y progresivamente iban agudi- zándose esas exigencias, entonces yo termino los cursos del programa doctoral, no me acuerdo qué año, después trabajé un poco en la misma CUNY en un programa de pregrado, ahí tuve una primera experiencia de enseñar, mayormente con latinos, polacos, suecos. Eso fue con lo que me vine a Chile en 1989, con la expectativa de terminar de escribir el texto acá, y esa es la deuda que tengo, esa es la gran deuda que tengo…, pero bueno, me recuerdo más de la quema de camiones y el nacimiento de la CAM5 que cuando volví (risas). Al regreso llegué a Temuco y busqué un lugar para vivir, fuera de la ciudad, y llego aquí, a esta comunidad, que llega a ser comunista porque era la única alternativa que les quedaba a los viejos de los años cuarenta, cincuenta, a través de la CUT6, donde muchos eran panaderos, muchos estaban en Santiago, y sabían del poder que tenían estas fuerzas políticas. Entonces, bajo la dictadura, antes de irme, aquí había dos familias europeas que querían expulsar, Rendel y Ulrich. Rendel quería tomar todo ese pedazo de tierra ahí abajo, como cinco hectáreas. Ulrich quería tomar toda esta parte donde está el corte de la tierra aquí, y cuando yo vi el problema, pucha, fue como animarme a no sé qué cosa. Me vine para acá, a esta comunidad y como dirigente de los Centros Culturales y después de AdMapu, conformamos los grupos de resistencia, que no los he visto igual a como lo están haciendo ahora. Entonces, cuando retorno ando buscando un lugar para vivir, y un peñi aquí me dice, bueno, yo te paso, no sé qué cosa, yo tengo un pedazo de tierra, que es de media hectárea, un pedacito de tierra, pero de mucha cantera, de mucha piedra, poco lo que se puede plantar, algunas plantas tiran para arriba, otras no, Revista Antropologías del Sur entonces, cuando llego a esto, me propone eso, y al final bueno, tuve que verlo jurídicamente. Llegamos a la conclusión de que tiene que ser con papel, esos papeles solamente eran válidos por derecho y por costumbre, y por escrito, tenía que ser por escrito. Y ahí se compró este pedacito, una compra. No fue un regalo, tuve que entregar billete. Después, hacer la ruca, una casa, fiesta total, doscientas cincuenta personas, más o menos, aquí en la inauguración de la casa, habían como seis asadores allá afuera, y la gente que trajo pollo, ganso, chancho, oh, qué manera de comer (risas). Eso fue la inauguración de esta casa. Después hice otra ruca, más o menos parecida. AdS: ¿Y en qué trabajaste a tu regreso? ¿Cuándo llegaste a la Universidad Católica de Temuco? Eso fue en la misma fecha en que llegué a Chile. Fue una mera casualidad, porque eso es un proyecto con Corfo, Corfo aprobó el proyecto, y ese proyecto involucraba un antropólogo, que estaba en ese momento en Suiza, fue compañero en la Universidad de Concepción. En marzo me visita el Aldo Vidal y me dice que hay un cupo en la Universidad Católica para un antropólogo y al año siguiente fui a conversar con la Teresa Durán, a quien conocía desde antes por los Centros Culturales, pero me tenía miedo, no quería que yo estuviera por un viejo asunto. El tema es que la Teresa estaba forzada a que el proyecto se muriera o salvar el proyecto, el resto de la gente de la Católica quería salvarlo, pero la única salvación era Rosamel, porque quedaba tiempo, algo así como de aquí al jueves, ahí ingresé a Antropología, de esa manera. Año 7 N°18 2020 Págs. 167 - 181 AdS: Y en esa época ¿Quiénes eran tus colegas ahí en la Universidad? Bueno, el Aldo es el que aparecía ahí como más nítido. Después un muchacho de Valparaíso, era muy loco ese tipo porque de un paper sacaba tres papers y a distintas revistas, se jugaba esa posibilidad antes. La Layla Harcha que es una arqueóloga, la Ximena Navarro. AdS: Y ¿Qué te parecía esa Escuela que se creó en Temuco? Una Escuela de Antropología que tiene su sello también, digamos que era distinta a otras Escuelas de Antropologías, porque tiene estudiantes distintos y temáticas distintas, además una influencia muy fuerte de la doctora Durán ¿Cómo fue el desarrollo de esa Escuela? Bueno, yo creo que, dentro de los colegas, se ve críticamente a lo que ha llegado la Escuela, el Departamento o la carrera, por una cuestión de inserción dentro de la institución. Para ingresar y hacer los trámites la universidad te ofrece una serie de cosas, todo muy bien, para acá y para allá, y después quedas completamente abandonado, entonces tus proyectos, tus ideas, tus asuntos que pudieras proponer como actividad de investigación no tiene el respaldo, no tiene respaldo efectivo. Es lo que le pasó un poco a José Manuel Zavala. Él tenía una serie de ideas, de proyectos, en el ámbito de la etnohistoria, pero para recibir a algún otro colega de otra parte del mundo, le costaba un tremendo problema para poder hacerlo partícipe de un proyecto de investigación. El trámite para publicar, que es otro asunto crítico, la gente no tenía, no había una política para publicar, obviamente apareció el ISI 177 178 | Ciclo de Conversaciones Antropologías del Sur — Entrevista a Rosamel Millaman Reinao [WOS], que crea un marco que dificultaba el desarrollo de los colegas, porque día a día eso se hacía más exigente, entonces ahí hay otro problema que viene de afuera. Y lo otro es que Antropología vive en la periferia, como en todas las universidades, entonces tenemos algunos candidatos a ciertos cargos estratégicos, pero no son elegidos por el resto de la gente, por ejemplo, en investigación debería haber un antropólogo ahí, dirigiendo la línea de investigación de la Universidad, y de política ahora, que tiene que ver con lo llamado intercultural, no cuadran con el perfil del académico que está allí presente, yo no sé por qué llevaron al colega Jorge Pinto a la Católica, no lo sé en este momento ¿Qué está haciendo allí? Por qué llega él a ese cargo que tiene… La gente dice que no hace nada! (risa) entra, sale a veces, y se va, entonces el contexto, la fuerza que tenga la Antropología ahí, es muy poco determinante en cómo tú te vas a insertar, y cómo tú vas a proyectar. Se proyecta y cuando está el proceso listo, cae todo. Ahora Antropología, aunque esté grabado este asunto, me echan a mí, porque a mí me echaron sin mayor argumento académico, sino administrativo, financiero. A los meses se va el Fabián Le Bonniec. Se fue a la Universidad de la Frontera (UFRO). Ahora la carrera está tambaleando, por los part time, tiraron part time en tercero y cuarto año, entonces por ahí escuché que hay paro también. AdS: Una participación que tuviste también fue en la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato, a través de la COTAM, la Comisión de Trabajo Autónoma Mapuche, Con Víctor Caniullán, José Quidel… Ese fue un momento histórico para el pueblo mapuche, porque de alguna manera se estaba tratando la situación mapuche de una manera global, por eso digo pueblo mapuche. Bueno, en este periodo del 2000, Lagos estaba de presidente ¿No?, estaban pasando cosas que ya dentro del movimiento no se aceptaba, y el auge del concepto de autonomía se estaba trabajando en las comunidades, cada una puso sus interpretaciones, pero el hecho de que el gobierno pretenda diseñar un modelo para resolver la historia, digamos, de desigualdad que ha vivido el pueblo mapuche frente al Estado, fue un tema que llevó a los líderes y al movimiento a plantear una posición crítica, negativa. Ahí aparecieron Aucán, Galvarino Raimán, muy notoriamente el peñi Adolfo Millabur, como los dirigentes mapuche más reconocidos públicamente en la región, en el fondo ellos eran los más reconocidos dentro de esa relación entre el movimiento y el Estado. Entonces ellos tomaron la dirección de eso, y ahí estaba esta señora, la ministra Krauss, en ese momento, y la estrategia de Lagos era aprobar o no una ley, una cosa así, y hacerlo con todos los recursos que surgieran de esta Comisión de Verdad y Nuevo Trato. Entonces el tema comenzó a ser analizado por varias organizaciones, y se presenta un rechazo al mismo enunciado que se planteó en los primeros momentos de cómo sería esta Comisión, en la composición, y lo que hicieron los peñi fue poner una tabla, pescar un cartón, un papel, y ya ¿Quiénes son los miembros? Uno, dos, tres ¿Quiénes son los winka? Uno, dos, tres, Revista Antropologías del Sur cuatro, cinco, seis, el noventa y ocho, cien por ciento de la gente no era mapuche o indígenas, esas cifras son claves cuando comienza uno a discutir la reivindicación indígena, la proporción, la gente ahora es mucho más aguda. En ese sentido entonces, fueron invitados los dirigentes a la moneda, incluso para ir a firmar el documento, y ahí Galvarino y otros mantuvieron la posición negativa de participar, porque no se veían representados, porque los investigadores no son los más confiables, los que están allí, porque los propusieron y no reflejan la cultura, la sociedad mapuche. Y en ese impacto de choque y de inflexión, surge plantear…, ya no podía más lo del gobierno tampoco, de que pudiéramos crear una propia Comisión de estudio, controlada por mapuche y que ojalá sean todos mapuche. Se crea esta Comisión, se crea dentro del movimiento que se llamó Identidades Territoriales y allí entonces se dijo que lo que exigía el gobierno, que debería haber un académico investigador reconocido, una persona que debiese tener también manejo de la administración pública, y ahí apareció Mauricio Huenchulaf, también dijeron que sería bueno un machi en el equipo, Victor Caniullan, ¿quién más? Éramos cuatro. Y bueno, se conforma esta nueva Comisión. Yo no andaba en el asunto de estos cupos políticos, yo estaba en la Universidad y ligado también a la base, y de pronto aparece Huenchumilla como portavoz del gobierno y me propone entonces que eso se materialice lo más rápido posible, y también nos pidieron un proyecto, qué investigación íbamos a hacer, qué tipo de investigación. Se hizo eso, se conversó conmigo por mi trayectoria, pero supuestamente también por el manejo científico, para que los informes que surjan que no sean panfleto o el discurso de alguien, en fin, chequear un poco de que eso sea adecuado, algo concreto. Año 7 N°18 2020 Págs. 167 - 181 Así partió la Comisión, se crearon entonces siete líneas de investigación: educación, ley, economía, control político, territorio, medio ambiente, fueron las que se aprobaron, entonces el proyecto nuestro fue hacer terreno, ahí tomamos un poco la herencia de los antropólogos, todo esto tiene que ser con terreno, porque aquí nadie va a escribir sobre los mapuche estando en su escritorio. Se adopta entonces la estrategia de crear equipos y en cada equipo había un equipo específico que era responsable de la investigación. Cuando se incorpora por primera vez en un estudio así a los peñi argentinos, de la Pampa, allá se hicieron reuniones, se hicieron entrevistas, y se incorpora entonces el pensamiento de los peñi de esa región, y se va conformando un volumen importante, fueron cientos de páginas, en economía solamente teníamos como ochenta páginas. El gobierno establece la fecha de entrega del informe nuestro, que ya lo teníamos bastante avanzado. Faltando una semana, entran milicos aquí a esta Comunidad, yo voy al trabajo en la mañana y veo a militares que vienen avanzando por el callejón que ustedes subieron, y bueno, les pregunto ¿Por qué están ustedes aquí? Silencio total, ningún paco7 contestó. Siguen avanzando las patrullas con los pacos a la casa, y tratan de detenerme, ahí no sabían los pacos con qué chicha se estaban curando, yo no realicé ningún golpe a los pacos, a los carabineros, pero sí trabas, lo poco de judo que sé, les costó subirme al bus, y ya detenido en este caso, yo sin respuesta, sin nada ahí, detenido por agresión a carabineros y no sé qué cuestión que me pasaron, uso de no sé qué cosa. Cuando se paran unos pacos y yo estoy amarrado adentro, mis hijos abren la puerta y esto era un mar de sangre, y yo no sabía qué estaba pasando en el fondo, los 179 180 | Ciclo de Conversaciones Antropologías del Sur — Entrevista a Rosamel Millaman Reinao pacos habían ingresado por el otro lado y les dispararon a los peñi que estaban en ese lado, era un corte de árboles que era forestal, y veo a los cabros como si fueran parte de lucha en El Salvador, con hachas, cuchillos, los utensilios de la casa lo convirtieron en armas. Si esa grabación está ojalá la encontrara alguien, porque después el fiscal militar me dijo oiga, si hubiese tenido usted un arma, me mata a todos los pacos -sí le dije, los habría matado a todos, sin contemplación -¿Y por qué le tienen tanta desconfianza, odio a carabineros? Me dijo el pobre milico, en esas preguntas que me hicieron en la fiscalía. Entonces estuve en la cárcel, ahí me encontré con Llaitul, después de unas largas vacaciones (risas) ahí nos encontramos, y al cuarto día salimos libre, sin cargos en absoluto. Hay algo que reclamé y sigo reclamándole a la Antropología, que solamente el José Manuel fue el único colega que se refirió a la detención mía, la Universidad, el rector, el director de Escuela, bueno, estaba la Teresa parece, si recuerdo bien, ninguna palabra de la Universidad, entonces quedé en la opinión pública como si esto fue un acto delictivo. Se murió la Comisión de Verdad y Nuevo Trato, qué más, entonces si tú me preguntas en qué quedó, quedó en el maltrato, en eso quedó, una decepción y también, bueno, la gente entendió, pero de todas maneras el esfuerzo de que la gente se juntara para discutir sus asuntos, eso fue. Y las sesiones que tuvimos en Santiago fueron hartas, con el resto, donde estaba el mismo Aylwin, y gente de la iglesia, militares también había en la discusión. Obviamente Bengoa ahí era el punto más conocido. Eso fue la Comisión de Verdad Histórica. AdS: Hoy formas parte de la Comunidad de Historia Mapuche ¿Hay alguna relación que tú hayas visto entre lo que fue el esfuerzo de la COTAM con lo que se logra constituir posteriormente? Entonces se observa una especie de movimiento de descolonización epistemológica, ves esa conexión entre ese grupo que conformó la COTAM y la Comunidad de Historia Mapuche… No, para nada, nada. La enseñanza sí, la enseñanza en términos de la confianza y los celos que hay que tener. O sea, hay una relación, pero no exclusivamente con ellos, hubo una lección para mucha gente, de toda esa experiencia. Hay hartas cosas, como el control de los textos, de la publicidad que uno puede hacer. AdS: Rosamel, y una pregunta inevitable estando aquí en el Wallmapu, en tu casa y hablando contigo ¿Cómo ves tú hoy día el escenario tan conflictivo que hay en este territorio? Digamos, con un gobierno que vuelve a poner a los militares, una presión de la derecha y de las forestales, los dueños de fundo que llaman a militarizar la Araucanía, organizaciones y comunidades mapuche en resistencia. ¿Cómo ves ese escenario, a propósito de algo muy conocido que escribiste junto a Charles Hale respecto al indio permitido y al indio prohibido, al indio insurrecto ¿Cómo ves la situación? Todo ello además en medio del proceso constituyente… Bueno, yo creo que la cosa tiene una historia que no es corta, algunos hechos demuestran que hay una reapropiación del pensamiento anticolonial mapuche, y de apropiación también de las Revista Antropologías del Sur formas de lucha, la manera de luchar. Y viendo el periodo corto, porque este es un periodo que estamos viviendo, tal vez se alargue por mucho tiempo, así como están las cosas, yo creo que sí. El tema crítico, yo no sé si el fracaso de la reforma agraria, la tortura y todo eso, dejó una huella tan profunda en el pueblo mapuche que eso también reaparece en la lucha actual, y esto te demuestra que la democracia también jugó con el pueblo mapuche, cooptó a los líderes, los convirtió en funcionarios a una parte importante de ellos, y crea e influye en esta retórica que construyó este modelo económico y este modelo político en la democracia, conceptos que son propios de esta democracia, que bueno, yo creo que murió esa vieja democracia de los años 90’. Ahora estamos viviendo otro tipo, se parece pero no son. Entonces esta rabia de los fracasos es parte constituyente de lo que está pasando hoy día, y la imposición sigilosa de cualquier forma, como dicen los peñi, de cualquier forma llegan los winka, entonces no hay un modelo que les garantice a las comunidades, a las familias, de que sus derechos van a ser respetados. Entonces, esa democracia deja un espacio abierto, toda esa experiencia, para que esta cuestión no de para más, ¡si no da para más! y la juventud cansada ha dicho eso, entonces frente Año 7 N°18 2020 Págs. 167 - 181 a un modelo que lo único que sigue es primando y dominando, no queda otra alternativa que llegar a las opciones más violentas y más armadas de parte de un sector mapuche, esa es la visión que tiene un sector. No hay credibilidad, siento que es imposible de lograr, la gente no cree en los funcionarios, ni en Boric ni en el nuevo gobierno, algunos tal vez, pero eso creo que deja también una situación abierta para que se levanten voces radicales y la fricción entre ellos también ¿Quién tiene más armas? ¿Yo? ¿O quién? ¿Quién va a atacar con armas ¿Yo? ¿O me mantengo así? Eso, la CAM planteó en un momento las armas, hace bastante tiempo, cuando estaba en una crisis interna, yo sabía de la crisis interna que existía, y tira el tema, y eso fortalece su posición radical contra el Estado, y adhiere entonces a una acción política activa, más violenta, entonces eso no hay que olvidar, las disputas que hay al interior, una disputa seria, seria. Eso es, no sé, yo me estoy cansando también. AdS: Muchas gracias Rosamel por recibirnos, por compartir estas historias y regalarnos este tiempo tan valioso. Notas 1 Central Nacional de Información, policía secreta de la dictadura de Pinochet. 2 Se refiere a una toma de terrenos caracterizada por un alto poder de resistencia y donde la polícía no entraba. 3 Se hace referencia al decreto 2.568 dictado el 25 de marzo de 1979 y que vino a modificar, en plena dictadura la anterior legislación indígena Nº 17.729. 4 Diminutivo de ‘población’, sector residencial de clases populares. 5 Coordinadora de Comunidades en Conflicto Arauco-Malleco. Organización mapuche de resistencia y control territorial. 6 Central Única de Trabajadores. 7 Carabinero, policía. 181