Psicología y Economía
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La Economía y la Psicología presentan múltiples similitudes dado que pertenecen al campo de las ciencias sociales y se ocupan, desde distintas perspectivas, del estudio del comportamiento humano. Existen múltiples investigaciones de... more
La Economía y la Psicología presentan múltiples similitudes dado que pertenecen al campo de las ciencias sociales y se ocupan, desde distintas perspectivas, del estudio del comportamiento humano.
Existen múltiples investigaciones de antigua data explicitadas en las teorías económicas clásica, neoclásica, keynesiana e institucionalista basadas en aspectos conductuales, como así también en estudios más recientes realizados en el campo de la denominada Psicología Económica, la Economía del Comportamiento, entre otros enfoques, que dan cuenta de ello.
Las distintas teorías económicas, liberales, socialistas, intervencionistas, neoliberales o de otro tipo, vigentes durante el S.XX y comienzos del presente siglo parten de premisas psicológicas y existenciales, explicitadas o no, que implican una determinada visión de la vida y escala de valores aunque algunas de ellas pretendan presentarse como valorativamente neutras.
La políticas económicas de corte neoliberal aplicadas en nuestro país y América Latina a partir de los años 70 generaron consecuencias sociales y económicas negativas tales como: regresión en la distribución del ingreso, disminución significativa de puestos de trabajo, incremento de la deuda externa de las naciones, pérdida de autonomía por parte de los estados, menor desarrollo económico, fragmentación social, aumento de la vulnerabilidad de amplios sectores de la población, etc. El fundamento de tales políticas, que aún hoy cuentan con fuerte vigencia en la Unión Europea y en los EE.UU., se halla en diversas premisas vinculadas con el hedonismo y una supuesta racionalidad de los mercados que cuentan con atributos cuasi metafísicos que orientan y determinan el comportamiento de los agentes que los conforman.
Por otra parte, las políticas económicas intervencionistas, de distinto tenor y contenido ideológico, aplicadas en estas latitudes desde comienzos del presente siglo presentan rasgos claramente diferenciados pues se sustentan en concepciones diametralmente opuestas acerca del comportamiento humano y el rol de estado y los mercados en la economía.
La aplicación de las mismas, si bien ha mejorado la situación preexistente, dista de ser satisfactoria para resolver la problemática de la pobreza, fragmentación y vulnerabilidad social de vastos sectores de la población. Podemos observar, más allá de las políticas utilizadas, la presencia de aspectos culturales y conductuales en las elites gobernantes, asociados con frecuencia a la corrupción sistémica, que repercuten no solo en la generación y asignación de los recursos económicos sino en el comportamiento político social de las comunidades involucradas. A los efectos de superar tales dificultades es necesario procurar, desde un abordaje interdisciplinario, la detección y análisis de las variables que dan origen y explican tales comportamientos y su impacto en la permanencia y reproducción de la pobreza en nuestra sociedad y numerosas naciones del mundo.
Existen múltiples investigaciones de antigua data explicitadas en las teorías económicas clásica, neoclásica, keynesiana e institucionalista basadas en aspectos conductuales, como así también en estudios más recientes realizados en el campo de la denominada Psicología Económica, la Economía del Comportamiento, entre otros enfoques, que dan cuenta de ello.
Las distintas teorías económicas, liberales, socialistas, intervencionistas, neoliberales o de otro tipo, vigentes durante el S.XX y comienzos del presente siglo parten de premisas psicológicas y existenciales, explicitadas o no, que implican una determinada visión de la vida y escala de valores aunque algunas de ellas pretendan presentarse como valorativamente neutras.
La políticas económicas de corte neoliberal aplicadas en nuestro país y América Latina a partir de los años 70 generaron consecuencias sociales y económicas negativas tales como: regresión en la distribución del ingreso, disminución significativa de puestos de trabajo, incremento de la deuda externa de las naciones, pérdida de autonomía por parte de los estados, menor desarrollo económico, fragmentación social, aumento de la vulnerabilidad de amplios sectores de la población, etc. El fundamento de tales políticas, que aún hoy cuentan con fuerte vigencia en la Unión Europea y en los EE.UU., se halla en diversas premisas vinculadas con el hedonismo y una supuesta racionalidad de los mercados que cuentan con atributos cuasi metafísicos que orientan y determinan el comportamiento de los agentes que los conforman.
Por otra parte, las políticas económicas intervencionistas, de distinto tenor y contenido ideológico, aplicadas en estas latitudes desde comienzos del presente siglo presentan rasgos claramente diferenciados pues se sustentan en concepciones diametralmente opuestas acerca del comportamiento humano y el rol de estado y los mercados en la economía.
La aplicación de las mismas, si bien ha mejorado la situación preexistente, dista de ser satisfactoria para resolver la problemática de la pobreza, fragmentación y vulnerabilidad social de vastos sectores de la población. Podemos observar, más allá de las políticas utilizadas, la presencia de aspectos culturales y conductuales en las elites gobernantes, asociados con frecuencia a la corrupción sistémica, que repercuten no solo en la generación y asignación de los recursos económicos sino en el comportamiento político social de las comunidades involucradas. A los efectos de superar tales dificultades es necesario procurar, desde un abordaje interdisciplinario, la detección y análisis de las variables que dan origen y explican tales comportamientos y su impacto en la permanencia y reproducción de la pobreza en nuestra sociedad y numerosas naciones del mundo.