Ética: Definiciones y teorías
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Ética - Miguel Ángel Polo Santillán
1. Ética y moral
Dos términos aparecen en el debate social: la ética y la moral, aunque por lo general de modo impreciso. Ejemplo de esa imprecisión es el uso de la expresión ‘una acción ético-moral’, como si fuera una sola palabra. Por ello, es necesario, aunque nada sencillo, esclarecer estos términos, porque los eticistas, sean filósofos o no, la definen de múltiples maneras. Cada uno tiene su idea de ética, y su idea de moral.
El francés Axel Kahn dice que el mundo contemporáneo es un gran consumidor de la palabra ‘ética’, pero le repugna utilizar la palabra ‘moral’ (2006: 7). Esto puede ser por dos razones: porque la moral está asociada con costumbres o tradiciones que limitan la libertad, o porque es identificada con deberes, sean particulares o universales; por lo que más obras prefieren usar el término ‘ética’ (introducción a la ética, ética kantiana, ética ecológica, ética profesional, códigos de ética, etcétera).
Esta doble problemática —usar los términos de manera indistinta e imprecisa y rechazar el uso de la palabra ‘moral’— hace que esta cuestión no sea baladí. Además, no solo es un tema propedéutico, sino que está en juego la naturaleza misma de la ética y la forma de desarrollarla. Primero procederemos a ver la complejidad del problema, luego haremos un bosquejo histórico de la relación entre ética y moral, y terminaremos con algunas conclusiones.
1.1 La complejidad de la ética
Partimos de un hecho: existe una diversidad de definiciones de ética, dependiendo de ellas también se definirá la moral. ¿Cómo explicar este fenómeno? ¿Cómo clasificar esta multiplicidad de definiciones de ética? ¿Cómo darles unidad? Exploremos tres posibilidades de entender las distintas definiciones de ética:
a) La diversidad se puede entender por los cambios culturales, desde las perspectivas antigua, medieval, moderna y contemporánea. Las definiciones de las últimas épocas no cancelan las anteriores. Podemos incluir en esta perspectiva los renovados planteamientos clásicos, como las propuestas neoaristotélicas o neotomistas. Aquí también se encuentra la propuesta de fundar la ética en las ciencias, dado el valor de estas en la configuración del pensamiento y la praxis de la sociedad actual. Cualquiera sea la perspectiva epocal que se asuma, desde ahí se definirá la ética.
b) Otra forma de entender y organizar esta complejidad es a partir de las necesidades o problemas de una época; por ejemplo, entenderlas como teleológicas y deontológicas. En ese sentido, la ética es identificada con las éticas teleológicas y la moral con las deontológicas. Una distinción que nos permite comprender las facetas y los problemas que están involucrados cuando hablamos de ética o moral. Si bien es cierto esta distinción también surge en una época, sin embargo, no busca tanto seguir una tradición como organizar los distintos debates y problemas.
c) Una tercera posibilidad es dejar simplemente al uso cotidiano las palabras, es decir, hablar de manera indistinta, porque es el juego de dicho uso el que marcará las pautas de su significado. No cabe duda de que el uso es uno de los elementos que intervienen en los significados, pero no se puede ignorar la historia de las palabras, además de las doctrinas y teorías que las han definido previamente.
En lo que sigue se presenta una forma de entender y valorar las definiciones de ética y moral, atendiendo a su contexto epocal, para darnos cuenta de que sus definiciones han estado ligadas a los cambios culturales e históricos.
1.2 Ética y moral: Bosquejo de una relación
Las formas de entender la ética están muy ligadas a las maneras de entender la filosofía y a los temas centrales de cada época.¹ Así, el paradigma naturalista y racionalista de la filosofía griega marcó la forma de entender la ética, mientras que el paradigma subjetivista moderno hizo entender la ética en correspondencia con ese modelo. Mientras que el paradigma lingüístico contemporáneo hace que la filosofía se entienda como una investigación sin compromiso moral alguno o como una actividad de clarificación del discurso moral.² Especifiquemos más estas formas en que se ha manifestado la ética en Occidente. Esto pretende ser un bosquejo, como tal solo presentaremos los aspectos que consideramos más relevantes de cada época. Posteriormente veremos una variedad de definiciones de ética pertenecientes a la época contemporánea. Pero empecemos por el término griego de donde deriva la palabra ética.
1.2.1 Del êthos a la ética
¿Por qué la etimología? Quizá la etimología no sea el camino privilegiado, pero es un camino que puede permitir acercarnos a la realidad de la cual queremos hablar. Dice el filósofo español Aranguren, autor del clásico texto Ética: "La etimología nos devuelve la fuerza elemental, gastada, con el largo uso, de las palabras originarias, a las que es menester regresar para recuperar su sentido auténtico, la arkhé, que es, como diría Zubiri, no lo arcaico por el mero hecho de serlo, sino por lo que tiene de árquico" (Aranguren 1965: 22).
Si bien la etimología puede acercarnos a los primeros significados de la palabra, a su plenitud original
dice Aranguren, no hay que olvidar los significados posteriores y actuales.³ Pero ahora detengámonos en su etimología griega. ¿Qué nos dice el significado griego de donde deriva la palabra ética? Hay que distinguir un doble origen, porque la palabra ética procede de dos vocablos griegos:
a) Ēthos , con eta, cuyo sentido antiguo es morada, lugar donde se habita. Se usaba para referirse al lugar donde viven los animales (Aranguren 1965: 21-22). Luego se usó para referirse a los hombres, como modo de ser o forma de vida. Se puede traducir como modo de ser o estar, forma de vivir o habitar un territorio, de crearlo, de recrearlo, modo de relacionarnos con el universo y con los demás hombres. Este es el sentido que ha explorado Heidegger, quien nos ha devuelto la atención hacia este êthos, como estancia propia de nuestro ser, en la que nos movemos, vivimos y somos, que nos transforma y podemos transformar.
Decíamos que Heidegger ha puesto la atención en êthos como estancia, morada, propia de nuestro ser, hasta sostener que la ética es en realidad ontología. Afirma:
De acuerdo con la significación fundamental de la palabra η´ θος, ha de decir ahora el nombre ética que ella piensa la estancia del hombre, entonces aquel pensar, el que piensa la verdad del ser como elemento originario del hombre, como el de un ec-sistente, es en sí ya la ética original. Pero este pensar es entonces primeramente ética porque él es ontología. Pues la ontología piensa sólo al ente (’óν) en su ser (Heidegger 1970: 57).
Heidegger toma como sustento de su tesis el fragmento 119 de Heráclito, cuya traducción, según Diels, sería: "Su carácter propio es para el hombre su daimon (es decir, su destino)". Sin embargo, recurriendo al significado antiguo de êthos, Heidegger lo traduce así: El hombre, en la medida en que es hombre, habita en la vecindad del dios
. Maliandi comenta al respecto:
Según Heidegger, Heráclito habría querido precisamente contraponer êthos y daimon, y, a la vez, mostrar que, sin embargo, esos conceptos coinciden en el hombre. La morada
del hombre, su esencia, aquello a lo cual pertenece, aquello que le es más propio, contiene, sin embargo, al dios, es decir, a aquello que aparentemente lo trasciende (1994: 15).
Heidegger recuerda un texto de Aristóteles donde aparece la anécdota de unos forasteros que visitan a Heráclito, quien se hallaba calentándose junto al fuego. Mientras se acercaban Heráclito les dijo: aquí también están presentes los dioses
.
Todo esto hace decir a Heidegger que el ser se manifiesta en la morada del hombre. Así, el fragmento 119 no es un texto ético sino ontológico. O dicho con sus palabras, la verdadera ética es ontología, un pensar que afirma la morada del hombre en el ser. La verdad del ser es en el hombre lo primero y más originario.
Por su parte, Zubiri ha señalado que êthos tiene un significado amplio:
[…] el vocablo griego êthos tiene un sentido infinitamente más amplio que el que damos hoy a la palabra ética
. Lo ético comprende, ante todo, las disposiciones del hombre en la vida, su carácter, sus costumbres y, naturalmente, también lo moral. En realidad, se podría traducir por modo o forma
de vida, en el sentido hondo de la palabra, a diferencia de la simple manera
(Zubiri 1948: 223).
Sin embargo, también el mundo griego derivó la ética de otro término.
b) Éthos (έθος), con épsilon, suele traducirse como hábito o costumbre. Ha sido Aristóteles quien derivó la virtud ética del éthos, queriendo señalar que el modo de ser
se logra mediante el hábito. Dice: "[…] la [virtud] ética (ethiké) procede de la costumbre (éthous), como lo indica el nombre que varía ligeramente del de ‘costumbre’ (éthous)" (EN, II, 1, 1103 a 17-18).⁴
La virtud ética se constituye así en una segunda naturaleza que se logra a través del hábito, de actos que se practican a través del tiempo. Mientras el páthos es dado por naturaleza, la virtud ética es adquirida por el hábito (éthos). Dice el estagirita: […] así, pues, es necesario que ejercitemos nuestras actividades de una manera determinada, porque las diferencias de conducta dan lugar a hábitos distintos. La manera en que uno ha sido educado desde la niñez tiene, en estas condiciones, no poca importancia
(EN, II, 2, 1103 b).
Eso le permite a Aristóteles relacionar éthos con héxis (costumbre, hábito, disposición adquirida). Esta forma de entender la virtud ética ha tenido doble importancia:
i) La forma aristotélica se constituyó en el sentido clásico de la virtud ética, entendida esta como una disposición adquirida por hábito, un modo de comportarnos que se logra como segunda naturaleza.
ii) La forma aristotélica de entender la ética hizo que se centrara la atención en las acciones (sin ellas no es posible hábito alguno) y las cualidades del agente, pero quedó olvidada la dimensión más amplia del êthos: el cuidado de la estancia, la preocupación por la morada en la que vivimos y recreamos, el espacio