¿Jugamos a ser novios?
Por Reyna Cariño
4/5
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Información de este libro electrónico
Pero cuando la prensa empieza a hablar de más y sus padres, a hacer preguntas sugerentes, se ve en la necesidad de mentirles, asegurando que una chica tiene su corazón, y no contento con eso, se empeña en dar específicas cualidades.
Su novia es sencilla, amable y, sobre todo, normal.
Por suerte, él cree conocer a la persona indicada para que finja ser su novia. Jeanne es la joven más común que puede existir y con una aparente amabilidad que, él piensa, puede ayudarlo en su plan.
Pero cuando el momento llega, Jeanne decide no aceptar, a no ser que Matt le ofrezca algo a cambio, lo que sea que ella le pida.
Y cuando su aventura inicie, ¿será solo un juego?
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Comentarios para ¿Jugamos a ser novios?
16 clasificaciones2 comentarios
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Felicidades a la escritora, y todo su equipo, es una excelente obra ?
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Una de las mejores novelas que leído a un que un poco corta haci que espero con grandes expectativas la segunda parte
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¿Jugamos a ser novios? - Reyna Cariño
Publicado por:
www.novacasaeditorial.com
info@novacasaeditorial.com
© 2020, Reyna Cariño
© 2020, de esta edición: Nova Casa Editorial
Editor
Joan Adell i Lavé
Coordinación
Noelia Navarro
Portada
Vasco Lopes
Imagen de portada
Freepik
Corrección
Nadín Velázquez
Primera edición en libro electrónico: Julio de 2020
ISBN: 978-84-18013-49-2
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 917021970/932720447).
Reyna Cariño
Este ebook es para uso personal e intransferible. Cualquier copia o envío será rastreado para velar por el interés de los autores y la editorial e impedir la piratería.
Capítulo 01
¿Quieres ser mi novia?
Capítulo 02
¿No te dejan tener novio?
Capítulo 03
¿Pequeña familia?
Capítulo 04
¿Huele a chocolate?
Capítulo 05
¿Bailamos?
Capítulo 06
¿Te quiero?
Capítulo 07
¿Tu primera vez?
Capítulo 08
¿Consejos amorosos?
Capítulo 09
¿El gris combina con el verde?
Capítulo 10
¿Siguen observando?
Capítulo 11
¿Ser más como tú?
Capítulo 12
¿La familia Dilaw?
Capítulo 13
¿Te digo un secreto?
Capítulo 14
¿Rosas de chocolate?
Capítulo 15
¿Vacaciones familiares?
Capítulo 16
¿Habitación de tortura?
Capítulo 17
¿Color pollito?
Capítulo 18
¿Me gusta?
Capítulo 19
¿Por qué duele tanto?
Capítulo 20
¿La sonrisa de Matt?
Capítulo 21
¿Ya te extraño?
Capítulo 22
¿Un favor?
Capítulo 22
¿Chocolate cosmos?
¿Epílogo?
Capítulo ESPECIAL
¿Podemos conocerla?
Para mis lectores y familia:
Gracias por permitirme llegar hasta aquí.
Capítulo 01
¿Quieres ser mi novia?
—¿Quieres ser mi novia? —preguntó Matt, tan rápido que Jeanne creyó que aquellas palabras habían sido distorsionadas por el constante ruido del silbato y los gritos de los demás alumnos que estaban en el campo de futbol detrás de ellos.
Se obligó a sacudir su cabeza para convencerse de que no había escuchado mal, que, por la expresión de sufrimiento del muchacho en ese momento, pudo haber sido el caso.
Y es que ¿por qué Matt, el chico más popular del instituto, le preguntaría eso a ella?
Existía un noventa y nueve por ciento de probabilidades de que su audición estuviese fallando.
Sí, Jeanne era una chica bonita, pero, de acuerdo con muchos de sus compañeros y el propio Matt, ella estaba dentro del grupo de «chicas del montón» por ser considerada una alumna sin nada especial. Incluso en una mínima parte se podría decir que ella estaba de acuerdo, pues no se destacaba en lo académico ni en sus habilidades sociales. Por supuesto que tenía mucho más a su favor, pero no era algo que le preocupara demostrar en el instituto.
Todo lo contrario a Matt, que con su cabellera negra y sonrisa deslumbrante era no solo el chico más popular y guapo del instituto, sino también a sus dieciocho años estaba posicionado como un modelo profesional que tenía vueltas locas a las chicas y a las agencias de modelaje. Y a este chico sí le gustaba destacarse.
Por ello todo el mundo lo quería... Bueno, eso estaba en duda.
Pero todo eso daba igual, la duda de Jeanne en ese momento era ¿por qué aquella pregunta, al parecer dirigida a ella, había salido de la boca de Matt?
Volteó a ambos lados disimulando un poco antes de regresar su mirada a él, quien, confundido, imitó su acción antes de volver rápido la vista y poner una expresión cansada.
—¿Qué? —preguntó Jeanne, aún incrédula.
—Que si quieres ser mi novia —repitió Matt con detenimiento, en un tono que demostraba no estar dispuesto a preguntarlo una vez más. Cada una de las letras las había dicho entre dientes.
Se veía tan incómodo que Jeanne tenía la seguridad de que él no quería estar ahí, con ella, y mucho menos haciéndole esa clase de confesión.
—¿Por qué? —insistió buscando obtener una respuesta lo bastante buena para seguir escuchándolo.
Ella sabía que debía haber algo detrás de aquella pregunta, puede que no se destacara en lo académico, pero se consideraba una persona inteligente. Además, en su clase de teatro le habían enseñado sobre el lenguaje corporal y la boca de Matt decía una cosa, pero su cuerpo comunicaba otra. Algo que a ella no le daba buena espina, para nada. Detrás de esa pregunta había algo más y ella lo sabría antes de rechazar al chico de manera apropiada.
Matt cerró los ojos y suspiró hacia el cielo antes de regresar a ella.
—Te necesito —habló sin rodeos y guardó silencio, dedicándole una larga mirada, esperando una reacción en ella, pero al no obtener nada parecido, continuó—. Eres una chica asocial, no tienes amigas y es muy fácil que pases desapercibida en el instituto. Eres perfecta para formar parte de mi plan.
—Ajá —soltó girando la cabeza hacia la cancha de deportes, calculando la velocidad adecuada para poder huir de ahí y dejar al rarito de Matt delirar solo.
—¡No huyas, que ni me has dejado terminar! —exclamó el modelo recargándose en los bebederos para obstruirle la visión—. Si me escuchas, ambos podremos sacar ganancias con esto.
—¿Ganancias? —cuestionó con interés.
Astuta, era astuta, no interesada, ¿de acuerdo?
—Sí. Hablando se consiguen grandes oportunidades. Si aceptas ser mi novia, conocerás cada una de mis brillantes ideas —comentó Matt con algo más de confianza, en realidad, estaba dejando salir su lado altanero y prepotente que le hacía girar los ojos con solo escucharlo respirar.
—Sí, verás. Hay cientos de chicas en este instituto con las que puedes salir y ten por seguro que aceptarían sin explicaciones, no dirían ni una sola palabra si les hablas con voz sexy al oído.
—Eso es seguro —dijo como alguien que sabe que es irresistible para casi todas las mujeres del mundo—, pero tú eres más fácil.
Esas palabras le hicieron dejar caer su cabeza de lado, lanzándole una advertencia con la mirada. Levantó una ceja y frunció sus labios.
Matt pareció percatarse de sus palabras y se aclaró la garganta antes de seguir hablando, pero, desde luego, no se disculpó, ni por asomo.
—Lo que quiero decir es que es más sencillo salir contigo, o se supone que debía serlo, y que mantengas tu apariencia normal que pedírselo a cualquier otra chica —gruñó con enfado—. Se supone que esto no iba a tomarme más de dos minutos. Parte de mi plan era hacerte una sencilla pregunta y que tú aceptaras, salir de aquí tomados de la mano y después dar la noticia por Instagram. Pero no, me tienes aquí rogándote y sin darme la respuesta que necesito escuchar.
—Debe ser difícil para ti insistir tanto, ¿verdad? —comentó con diversión.
—¿Quieres ser mi novia sí o no? —volvió a preguntar entre dientes.
—No lo sé. —Colocó el dedo índice en su barbilla y ladeó un poco la mirada—. Es que hasta el momento sigo sin comprender qué ganaría con esto.
Matt puso los ojos en blanco como si esperase esa respuesta desde el inicio.
—Saldrás conmigo, es lo mejor que te puedes ganar. —Se señaló de arriba abajo y ella entendió que él hablaba en serio.
Soltó una fuerte carcajada antes de colocar ambas manos en su cintura.
—No, ya, en serio —dijo, aún riendo.
—¿Qué es lo qué quieres?
—¿Qué puedes darme? —cuestionó.
—No lo sé. Dime qué quieres y lo conseguiré para ti, no lo dudes. —Se acercó a ella atreviéndose a tomarla por el mentón con suavidad y casi pudo percibir cierta duda por parte de él al hacer esa acción.
Ella sonrió.
—Primero, aparta tu mano de mi cara. —Él dejó caer su mano, resoplando—. Y segundo, hoy puedo no tener nada en mente, pero, tal vez, mañana quiera el mundo.
—Pues lo conseguiré para ti.
La sonrisa de suficiencia no cabía en su rostro.
Matt observó a Jeanne y no comprendió cómo una chica con esa apariencia podía tener una personalidad tan... molesta. Ella cargaba esa imagen de niña bien portada, esa chica que solo se volteaba a ver una vez de lo común que resultaba ser. Su lacio y largo cabello y ojos castaños junto a su color de piel claro y cuerpo con apenas curvas no la destacaban del resto de chicas del instituto, era lo que el mundo conocía por persona «normal».
Y él necesitaba a alguien que derrochara normalidad.
Al menos era una de las características que estuvo buscando en una mujer durante semanas. Y cuanto más se cruzaba con ella en los pasillos del instituto, más se había convencido de elegirla. Pero jamás pensó verse envuelto en esa situación.
¿Por qué Jeanne no podía aceptar como cualquier otra chica y listo?
¿Por qué incluso en ese momento ella parecía estar a punto de rechazarlo aun después de haberle prometido el mundo?
¿Y si ella no era una buena opción para llevar a cabo su plan?
Tal vez sería bueno decirle que todo eso era una broma y buscar a alguien más.
Pero no había nadie más.
Suspiró fijando la vista en sus ojos castaños.
—Entonces, ¿aceptarás ser mi novia? —preguntó por última vez. Si ella se negaba, entonces asumiría las consecuencias que lo llevaron a cometer tales actos.
Ella vio al piso sacudiendo sus zapatos, con cierta duda en sus acciones.
—¿Cuánto tiempo será? —preguntó, levantando la mirada a él.
—Un par de meses. Todo eso podemos hablarlo después de clases. Solo necesito que estés un ochenta por ciento convencida, o de lo contrario, hablarte de todo esto sería una pérdida de tiempo y tendría que matarte —terminó, en un intento de broma que no le salió como esperaba al ver la expresión de Jeanne.
Ella hizo un movimiento de cabeza, que interpretó como un asentimiento, y enseguida extendió su delgada mano a él. De inmediato la estrechó, pues no planeaba dejar escapar ese porcentaje de posibilidad.
Cuando ella intentó apartarse, él apretó su mano más fuerte.
—Necesitamos una foto para Instagram, de esta forma haré el anuncio oficial y, al finalizar las clases, seremos la pareja sensación del momento —comentó con emoción sacando su celular del bolsillo del pantalón.
—¿Aunque solo esté convencida un ochenta por ciento de aceptar tu trato? —preguntó intentando zafarse de su mano.
—Sí, vas a ver que todo saldrá bien, ambos saldremos beneficiados de este pequeño juego y lo mejor es que no habrá sentimientos de por medio —habló tan convencido que ni él mismo podía creer la confianza que tenía en ese trabajo.
—Desde luego.
—Ahora, la foto. —Se acercó a ella para poder abrazarla por la espalda, Jeanne ladeó un poco su cabeza y sonrió, él también hizo lo mismo y tomó la foto.
Revisó la pantalla de su celular, pero la imagen no le convenció del todo, sin dudarlo dos veces la eliminó y volvió a abrazar a Jeanne, que parecía sorprendida por no haberle avisado de que la tocaría otra vez.
—Tenemos que vernos más felices, sonríe a la cámara de nuevo —le pidió y ella rodó los ojos antes de sonreír.
Tomó una nueva foto, pero antes de que Jeanne se alejara, la tomó por la cintura y revisó la imagen.
Lo malo de ser modelo y tener visión de fotógrafo era que no cualquier trabajo le convencía. En esa la iluminación no era lo más adecuada y el rostro de Jeanne se veía muy pálido a su lado.
Observó a su alrededor y el fondo del árbol a unos pasos de ellos era perfecto, ese efecto de luz y sombras de las hojas y ramas conseguiría crear una increíble atmósfera para la fotografía.
Levantó el celular y antes de pedirle a su casi novia falsa que posara para la cámara, ella ya estaba sonriendo. Con solo la sonrisa de Jeanne se activó el disparo automático de la cámara y la foto se tomó sin él haber volteado.
Molesto, vio la previsualización y se sorprendió al ver lo natural de esa fotografía.
Él estaba mirando a Jeanne y parecía estar enamorado de ella.
Era un excelente actor. Qué orgulloso estaba.
Se encogió de hombros y entró a su Instagram para subir la foto, agregó una corta descripción, buscó a Jeanne para etiquetarla y en cuestión de segundos ese pequeño juego ya estaba hecho.
—Te acabo de etiquetar en Instagram, deberías darle me gusta y dar repost a la imagen, así será más creíble y oficial.
Escuchó a Jeanne suspirar y la vio sacar su celular.
—¿Ya me seguías en Instagram? —le preguntó entrando a su perfil. Él consiguió distinguir que ella contaba con apenas dos notificaciones, qué triste.
—Sí —dijo en respuesta a su pregunta—. Te empecé a seguir hace un par de semanas, ¿cómo no te diste cuenta?
—Mi hermanita es quien usa mi cuenta porque mis padres no la dejan tener redes sociales, así que, a cualquier novedad en mis redes, ella es la primera en enterarse —la escuchó mientras la vio entrar a la fotografía de su perfil y compartirla—. Listo, la compartí y le puse muchos corazones amarillos.
Resopló y guardó su celular en el bolsillo de su pantalón.
—No se te vaya a derretir el corazón con tanto amor, ¿eh? —comentó con sarcasmo, pero Jeanne ya estaba caminando para alejarse de él—. ¡Oye! Hoy pasaré por ti después de clases para hablar con detalle de todo esto.
Ella agitó su mano sin voltear a verlo y siguió caminando.
Bien, debía reconocer que fue difícil, pero lo consiguió. Jeanne casi era su «novia» y, cuando aclarara todas sus dudas, de seguro ambos conseguirían engañar al mundo el tiempo suficiente.
Todo estaba saliendo bien.
Asintió satisfecho y caminó al lado contrario de Jeanne sin dejar de escuchar las notificaciones en su celular.
Al finalizar las clases la relación entre él y Jeanne era oficial.
¡Eran el tema de conversación del momento! No solo entre los alumnos, también profesores y demás personal del instituto estaban susurrándose mientras lo veían caminar por los pasillos. Susurros nada discretos, pues, a decir verdad, escuchó con facilidad a varios estudiantes decir que Jeanne lo engatusó para que salieran y que, a pesar de la seriedad de la castaña, había utilizado sus habilidades para convencerlo de salir.
También existía otro rumor en donde comentaban que él llevaba mucho tiempo interesado en Jeanne, ya que en ocasiones se lo había visto observándola, y era verdad, las últimas dos semanas no paró de seguirla con la mirada cada vez que la veía pasar cerca de él, pero en su defensa solo la observó cuando se dio cuenta de que era buena candidata para pretender ser su novia y eso era todo. No había nada más.
Llegó al salón de Jeanne en el momento que la profesora dio la indicación de salir del aula. Se recargó en la pared, a un costado de la puerta para poder verla y que no se escapara, pero esa posición también le permitió ver las miradas que sus compañeros le dedicaban a su «novia». Algunas eran amistosas acompañadas de sonrisas, pero otras, sobre todo de las chicas, eran envidia pura. Era cierto lo que había escuchado en la agencia; la peor enemiga de la mujer era otra mujer.
Los alumnos fueron saliendo de todos los salones y, como era costumbre, muchos llamaron su atención para despedirse, ya sea desde lejos agitando las manos o los hombres dándole una palmada en el hombro. También era común que las chicas le dieran un beso en la mejilla, pero en ese momento se encontraban distantes, dudando de si era adecuado ahora que tenía novia y, sobre todo, que estaba justo fuera de su salón.
Por cierto, asomó la cabeza, pues tenía ya un par de minutos esperando a Jeanne y no salía, pero una palmada en el hombro lo hizo desequilibrar y entrar al salón a trompicones. Los pocos estudiantes que estaban dentro voltearon a verlo y escuchó una carcajada que supo que había provenido de Jeanne cuando la vio cubrirse la boca con velocidad.
—Alguien vino por ti —comentó una chica rubia, alta de ojos verdes que siempre estaba cerca de Jeanne o corriendo detrás de una pelota de futbol. A pesar de conocer los nombres de las dos amigas de Jeanne, no estaba seguro de si ella era Micah o Mónica, el hecho de que empezaran con la misma letra lo confundía.
Jeanne se levantó de su asiento y después de despedirse de su amiga, dándole un abrazo y un beso en la mejilla, se acercó, se detuvo frente a él y lanzó un suspiro acompañado de un encogimiento de hombros, a la espera de algo.
—¿Nos vamos? —Él le extendió la mano y ella permaneció unos segundos viéndolo antes de aceptar.
Salieron del salón y caminaron por los pasillos del instituto sin dejar de ser el centro de atención. Los estudiantes no hablaban con claridad, solo se escuchaban susurros y se veían las intensas miradas sobre ellos. Era peor que ser el tema principal de un programa de chismes. Aun así, intentó hacer plática con Jeanne para que todo fuese más natural, pero a pesar de obtener respuestas de vuelta, se sentía todo muy cortante.
Cierto era que debía hacer un esfuerzo por conocerla mucho más, pero ya tendría tiempo para ello.
Aún seguían tomados de la mano, por ello se dio cuenta de cuando Jeanne tropezó y, de no ser por sus reflejos, que alcanzó a tomarla con velocidad por la cintura, ella habría caído.
La ayudó a ponerse de pie y de inmediato la vio dirigir la mirada a un grupo de cuatro chicas que empezaron a soltar carcajadas burlescas y solo se detuvieron cuando él las volteó a ver. Sus rostros se tornaron serios y dos de ellas se apartaron con vergüenza.
—Deberías aprender a caminar —soltó una chica alta de cuerpo grande e intimidante que estaba dirigiéndose solo a Jeanne.
—El mismo consejo para ti —le respondió la castaña con una sonrisa—. No es correcto caminar con los pies hacia afuera, porque puedes entorpecer a los demás y ensuciar tus pulcros zapatos.
La chica, que empezó a reconocer como integrante de su club de «fans», no ocultó su enojo y lo volteó a ver con mala cara.
—¡Cómo puede ser posible que salgas con ella! —le reclamó gritando en medio del pasillo. De reojo vio cómo todo el mundo empezó a rodearlos, incluido un par de profesores que estaban atentos por cualquier disturbio que se pudiese ocasionar.
Lanzó un suspiro, ya cansado de ese día, y rodeó con un brazo los hombros de Jeanne.
—Te agradezco por ser mi