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Psicoanálisis y teoría social: Inconsciente y sociedad de Freud a Žižek
Psicoanálisis y teoría social: Inconsciente y sociedad de Freud a Žižek
Psicoanálisis y teoría social: Inconsciente y sociedad de Freud a Žižek
Libro electrónico204 páginas4 horas

Psicoanálisis y teoría social: Inconsciente y sociedad de Freud a Žižek

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Información de este libro electrónico

El psicoanálisis es sin duda uno de los fenómenos culturales más influyentes y relevantes para la historia intelectual y cultural del siglo XX. Su carácter multifacético ha dado lugar a distintos tipos de aproximaciones: biografías de sus principales figuras, historias generales sobre la disciplina y estudios dedicados a explorar su influencia en diversos ámbitos. Sin embargo, los análisis sobre su vinculación con la teoría social no abundan.
Mauro Pasqualini repasa los principales esfuerzos realizados, desde Freud hasta nuestros días, por aplicar el psicoanálisis a la comprensión de distintos fenómenos sociales. En este recorrido, aborda las reflexiones de intelectuales como Slavoj Žižek, Erich Fromm, Herbert Marcuse, Wilhelm Reich y Louis Althusser. Así, observa cómo el encuentro entre el psicoanálisis y las humanidades fue el lugar donde se forjaron importantes conceptualizaciones acerca de temas tan cruciales del siglo xx como el totalitarismo, las angustias en torno a la sociedad de consumo, los problemas de integración en una sociedad multicultural o las expectativas sobre las transformaciones de la moral sexual.
Con una perspectiva panorámica y comparativa, este libro busca ser, en términos de Pasqualini, "un punto de partida para pensar qué utilidad puede tener hoy la vinculación entre psicoanálisis y teoría social y cuál sería la modalidad más adecuada para una relación productiva entre ambos mundos".
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 may 2022
ISBN9789877192186
Psicoanálisis y teoría social: Inconsciente y sociedad de Freud a Žižek

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    Psicoanálisis y teoría social - Mauro Pasqualini

    AGRADECIMIENTOS

    A lo largo del trabajo para este libro, me he beneficiado de la ayuda y los consejos de varias personas. En el plano editorial, Mariano Plotkin ha sido más que fundamental para dar una oportunidad a esta obra, aparte de esperar pacientemente su versión final. El grupo de estudios sobre saberes psi, organizado por él en el Centro de Investigaciones Sociales (CIS) del Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES), es también un espacio enriquecedor para discutir metodologías de abordaje a la historia de estas disciplinas. En el estudio de la relación entre psicoanálisis y antropología, Virginia Manzano ha sido una ayuda esencial, y su asistencia bibliográfica, más que certera y puntual. Como en tantas otras ocasiones profesionales, Valeria Manzano contribuyó con su incansable tolerancia, apoyo, escucha y discusión en momentos cruciales. Aparte de una intervención providencial para detectar los errores del texto, ella y Lucio han sido también una fuente constante de distracciones y diversiones varias que me han estimulado para poner un límite y un final al texto en esta vida. En lo atinente al saber psicoanalítico, mi papá, Gerardo Pasqualini, aportó su experiencia de décadas de práctica clínica, con comentarios profundos y valiosos que dejarán su huella también en reflexiones futuras. Su súbito fallecimiento en marzo de 2016 me ha dejado sin su compañía, pero lleno de agradecimiento y de recuerdos imborrables de su afectuosa tranquilidad. Es a él, entonces, a quien va dedicado este libro.

    PRESENTACIÓN

    EL PSICOANÁLISIS es, sin duda, uno de los fenómenos culturales más interesantes del siglo XX. Esto se debe, entre muchas cosas, a su carácter multifacético. Estudiar el mundo del psicoanálisis es incursionar en la historia de una teoría científica, una profesión, una corriente intelectual o un movimiento ideológico (en el sentido de una determinada visión del mundo). Esto explica por qué, desde hace ya varias décadas, existen distintos tipos de estudios y análisis de él. Hay, así, biografías de las principales figuras del psicoanálisis, desde Sigmund Freud a Jacques Lacan y desde Melanie Klein a Erich Fromm. Hay también historias generales del psicoanálisis, que recorren sus inicios, sus congresos, sus escisiones, sus instituciones y sus grandes exponentes. Hay, asimismo, estudios nacionales, dedicados a explorar la historia del psicoanálisis en países específicos. Y hay análisis más generales en torno a la influencia del psicoanálisis entre artistas, intelectuales y hombres de letras. Pero entre las diversas formas de aproximarse a él y a sus múltiples dimensiones, los estudios sobre su vinculación con la teoría social no abundan. Esto es entendible, en parte, si consideramos que la clínica es ciertamente el principal campo de aplicación del psicoanálisis. Sin embargo, existe una historia muy rica y relevante en torno a los esfuerzos por aplicarlo a la comprensión de distintos fenómenos sociales y culturales. En este libro repasamos algunos de ellos, con una doble intención.

    En primer lugar, consideramos que la historia de la relación entre psicoanálisis y teoría social tiene una relevancia especial para la historia intelectual y cultural del siglo XX. Al aproximarnos a las diferentes experiencias que buscaron integrar el psicoanálisis con las humanidades, descubrimos un mundo de autores de una importancia enorme en su momento, y que usaron el psicoanálisis para abordar temas más que notables. Hacer la historia de la relación entre psicoanálisis y otras disciplinas es repasar cuestiones que marcaron debates centrales, tales como la represión sexual, el origen del totalitarismo, los peligros atribuidos al conformismo consumista o las implicancias de la ideología en la vida social. De la misma manera, hacer la historia de aquella relación nos permite restituir una dimensión muchas veces pasada por alto en la historia de disciplinas como la sociología o la antropología.

    En segundo lugar, al estudiar la historia del psicoanálisis y la teoría social se nos impone plantearnos una pregunta: ¿en qué sentido el psicoanálisis puede contribuir a las disciplinas humanísticas, como la historia, la sociología, la antropología, la crítica literaria o la filosofía? Pregunta que puede también ser planteada en sentido inverso: ¿de qué forma las humanidades pueden contribuir al psicoanálisis? Estas preguntas, sin embargo, son tan ambiciosas que no nos proponemos responderlas, sino simplemente mantenerlas como guía para desarrollar los argumentos de este libro. En todo caso, esperamos que las siguientes páginas puedan aportar a un principio de respuesta. Sobre todo, apuntamos a señalar algunos ejes en los que las humanidades se han beneficiado en su diálogo con el psicoanálisis. Por un lado, el psicoanálisis expande el área de fenómenos relevantes para el estudio de lo social. A través del intercambio con el psicoanálisis, distintos autores han podido llamar la atención sobre la importancia de áreas como las relaciones interpersonales, la sexualidad, la familia, así como acerca del mundo del juego, los rituales, el humor, la fantasía y lo afectivo, en tanto dimensiones significativas para entender la política, la religión y las instituciones más formales que rigen la vida social. Por otro lado, el psicoanálisis ha ayudado a cuestionar nociones simplistas o estrechas de racionalidad. Apelar al psicoanálisis ayuda a entender que los sujetos colectivos —como los individuales— no se comportan de acuerdo a una lógica instrumentalista ni perciben los motivos de sus acciones de manera transparente.

    Este libro se propone como una aproximación introductoria a algunos encuentros cercanos entre el mundo del psicoanálisis y la teoría social. No está basado en fuentes inexploradas ni en documentos originales nunca publicados. Tampoco agota todas las experiencias en que la teoría social y el psicoanálisis han dialogado. En este sentido, es más bien fragmentario y panorámico. Pero es esta última perspectiva la que nos parece más productiva. Mediante una mirada general y comparativa de distintos casos, se puede llegar a conclusiones enriquecedoras acerca de debates y problemas que han atravesado el siglo XX, y cómo el psicoanálisis ha ayudado a plantearlos y desarrollarlos. De tal forma, este libro es también una invitación a continuar con el área de estudios en torno al psicoanálisis y la teoría social. Si bien esto tiene ya un interés intrínseco, un ideal manifiesto de esta obra es que sirva como punto de partida para pensar qué utilidad puede tener esa vinculación y cuál sería la modalidad más adecuada para una relación productiva entre ambos mundos.

    I. EN EL COMIENZO FUE EL CRIMEN. INDIVIDUO, SOCIEDAD Y CULTURA EN LA OBRA DE FREUD

    SIGMUND FREUD siempre defendió que el psicoanálisis, aparte de ser una teoría y una técnica psicoterapéutica, debía ser también una disciplina en diálogo con las humanidades, especialmente con la antropología, la estética, la historia de las religiones o el folclore. Freud, de hecho, dedicó gran parte de su tiempo a especular sobre la relación entre individuo y sociedad, o a teorizar sobre la naturaleza del arte, o acerca del origen de la cultura y la religión, desde una perspectiva psicoanalítica. No fue el único en abrirse a estas exploraciones. Del círculo de pioneros nucleados en torno a Freud a principios del siglo XX, autores como Otto Rank, Ernest Jones, Karl Abraham o Sándor Ferenczi también se dejaron llevar por el interés en usar el psicoanálisis para aproximarse a temas de arte y mitología. Más aún, la conversación del psicoanálisis con disciplinas también recientes, como la sociología, o con cuerpos doctrinarios, como el marxismo, fue intensa en distintos momentos y contextos históricos. La relación entre la disciplina creada por Freud y las humanidades es, de hecho, una parte sustancial de la historia intelectual del siglo XX.

    En este capítulo vamos a repasar las ideas centrales de Freud sobre temas de sociedad, arte y religión. Hacer esto implica consultar textos muy heterogéneos, que incluyen desde pequeños ensayos sobre temas específicos hasta obras más grandilocuentes y programáticas acerca del origen de la civilización o el destino de la religión. Más allá de esta diversidad, podemos decantar, de la lectura de estos textos, dos supuestos básicos que unifican las ideas de Freud sobre el tema de la relación entre el individuo, la sociedad y la cultura. El primero es que la convivencia entre el individuo y la sociedad es irremediablemente conflictiva, no importa el tiempo ni el lugar, ni la forma de organización social o distribución del poder. Según Freud, para poder convivir en sociedad el individuo debe renunciar a instintos e inclinaciones que, de ser satisfechos, harían la convivencia imposible. Pensar la integración social, para Freud, implica entonces observar de qué manera una determinada colectividad procesa esta frustración. El segundo supuesto, vinculado al anterior, es que la cultura es del orden del síntoma. Para Freud, temas como el ritual, el arte, la religión y los mitos son expresiones colectivas análogas a los síntomas neuróticos detectables a nivel individual o a fenómenos psicológicos más extendidos, tales como los sueños, el juego infantil, los actos fallidos o incluso el humor. Lo común a todos estos fenómenos individuales o colectivos es que son una solución de compromiso a conflictos emocionales inconscientes y que tienen como característica desahogar energías que se encuentran reprimidas. Plantear que la cultura es del orden del síntoma tiene también otra consecuencia metodológica importante: la cultura es interpretable. Los símbolos y las prácticas deben ser interrogados para poder acceder a contenidos que se encuentran latentes. Es lo que Freud hizo en sus estudios sobre el arte, los mitos o la religión.

    Prestar atención a estos dos supuestos es útil para capturar ideas articulantes en textos muy heterogéneos. Estas ideas troncales se nos presentan a través de escritos sobre temas múltiples, muchas veces fragmentarios y episódicos. En las siguientes secciones vamos a hacer un repaso de estos textos freudianos, sobre la base de tres temas: los escritos más sociológicos acerca de la relación entre individuo y sociedad, pero también sobre el origen de la civilización (es decir, de la moral, el derecho y la religión); los escritos en donde refiere al arte mediante una teoría de la fantasía; y finalmente la manera en que analiza la religión. Es a través de un repaso de estos temas que podemos arribar a una mirada más integradora de las perspectivas freudianas o psicoanalíticas sobre la relación entre el individuo, la sociedad y la cultura. Como plantearemos en las conclusiones, revisar estos ejes nos ayuda a comprender de qué manera esta esfera de la reflexión de Freud resulta más que relevante para entender cómo buscó definir o posicionar el psicoanálisis en más de un aspecto.

    UN ANTAGONISMO INDESTRUCTIBLE

    Freud se manejó con una definición muy básica de cultura. Para él, se trata de la situación en que los hombres se elevan por encima del estatus de los animales y las bestias, y en la que se organizan para dominar la naturaleza y regular las relaciones entre sí. En su visión de las cosas, cultura y civilización son términos totalmente intercambiables. En ambos casos, se trataría de un estadio de organización humana en el que surgen normas e instituciones regulando la convivencia en el marco de una situación de abundancia que permita emanciparse de la necesidad inmediata.¹ Si bien esto parece bastante general, Freud fue más preciso en señalar el problema básico en torno a la cultura o la civilización, y que organiza su reflexión al respecto: los individuos que la integran deben renunciar a impulsos instintivos básicos. Exactamente qué instintos son los que se deben suprimir y cuáles son los efectos de esta represión es algo que Freud fue desarrollando a medida que modificaba sus modelos psicológicos o sus teorías de los instintos, a la par que cambiaba su visión acerca de la sociedad contemporánea. Procedemos desde sus reflexiones más sencillas hacia las más elaboradas si atendemos a cómo responde a las siguientes preguntas: ¿cómo se puede dar la integración social siendo que la cultura impone tales restricciones? ¿Cuáles son, para el hombre civilizado, los efectos de las renuncias que hace en pos de la cultura?

    En un primer nivel de análisis, las reflexiones de Freud proponen un conjunto de respuestas que se puede considerar como una mezcla de análisis agudos con algunas nociones psicoanalíticas aplicadas. A este grupo pertenecen comentarios episódicos, como su observación de que la internalización de normas sociales es menos problemática entre los sectores privilegiados, ya que pueden gozar de los beneficios del desarrollo social, mientras que para los sectores desposeídos que no acceden a ellos la coerción y la amenaza serían las principales vías de integración. También existirían otros mecanismos, tales como la implicación narcisista: idealizar los valores de una sociedad para hacer las renuncias más llevaderas. Esto, en parte, explicaría por qué las clases subordinadas suelen aferrarse a los valores de los sectores dominantes. Cuando una posición social depara muchos sacrificios y pocos beneficios, exaltar el orden que las subordina es, paradójicamente, una manera de compensar el malestar por sus privaciones. Vinculada a este mecanismo estaría la tendencia a despreciar a ciertos grupos (otras naciones, pueblos colonizados, minorías étnicas o religiosas) como forma de cohesión social. A la par que se trasladan los conflictos y la agresividad interna hacia el exterior, mediante este narcisismo de las pequeñas diferencias los grupos sociales se erigen en objetos de su propia admiración.²

    Otros mecanismos de integración social surgen de la convergencia entre las demandas de la cultura y las modalidades de la formación del carácter o la dinámica de los instintos. Es lo que sucede con lo que Freud denomina el carácter anal (en el que el interés y la curiosidad por la zona anal y sus excreciones se transforman en obsesión por el orden y la limpieza), o con la sublimación (que transforma impulsos originalmente antisociales en ideales aceptados y altruistas).³ Podemos también expandir la lista agregando el papel de los rituales y las festividades. Aquí lo que se pone en juego es la capacidad de circunscribir a fechas y momentos muy determinados el desahogo de aquellos impulsos que deben ser contenidos el resto del tiempo en pos de la comunidad.⁴ De otros dos mecanismos cruciales para Freud nos ocuparemos más adelante: el arte, que imagina los deseos como realizados, y la religión, que contribuye a hacer posible la renuncia instintiva. Finalmente, podríamos mencionar otros efectos vinculados al conflicto entre represión de los instintos y cultura: las intoxicaciones, la neurosis o la psicosis, que no dejarían de ser efectos de las demandas de la civilización sobre la vida instintiva del individuo.

    PARRICIDIO Y CIVILIZACIÓN

    Hacer una lista de los mecanismos de integración social que según Freud limitan o neutralizan el conflicto entre individuo y sociedad nos da solo una idea inicial y superficial de sus concepciones sobre la civilización. Profundizar un poco más en su pensamiento nos lleva a reconstruir una reflexión cuya trama se despliega a lo largo de escritos separados por varias décadas. En el centro de este razonamiento se encuentra una de las ideas más creativas y grandilocuentes de Freud: la teoría del parricidio originario como origen de la moral, la religión y las primeras instituciones sociales. Según esta teoría, las primeras creaciones culturales (el tabú, que prohíbe ciertas prácticas, y el totemismo, que establece rituales de celebración y sacrificio de animales considerados sagrados) son el resultado de un crimen por el cual se disolvió la horda primitiva. Siguiendo a Charles Darwin, Freud considera que esta última sería uno de los estadios inmediatamente anteriores a la sociedad humana, y que se caracterizaría por el hecho de que el miembro más anciano monopolizaba a las mujeres y excluía a los miembros más jóvenes (que

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