El silencio de la sexualidad femenina
Por Sofia de Castro
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Este libro no hubiera sido posible sin las palabras de mujeres que dicen algo sobre su sexualidad, testimonios que cuestionan el discurso común. Relatos de sujetos femeninos en análisis, conversaciones entre amigas, comentarios que emergen desde lugares remotos. Tras situaciones habituales, gestos reiterados, figuras familiares y movimientos fortuitos aparece la línea profunda interior que los explica; se esclarecen intenciones y anticipan resultados. Una línea consumada por raíces, azares, causas, pausas y consecuencias. Así nos enseña a leer el psicoanálisis.
Freud y Lacan nos dan las claves. Aquí se han seguido sus textos fundamentales sobre la sexualidad femenina y se han puesto en relación para investigar ambos goces en las mujeres: por un lado, el goce fálico, la satisfacción verdadera-fálica –satisfacción que se sitúa en su vientre, como una respuesta a la palabra del hombre que le hable según su fantasma fundamental–; por otro, el goce femenino –su ambivalencia, las condiciones de contingencia en las que tendría lugar, la posible cualidad del partenaire que lo desencadena, la índole de los fenómenos en el cuerpo de ese goce no-todo y la diferencia radical con el estrago padecido por algunas mujeres en sus relaciones sexuales y amorosas (que situamos del lado fálico)–; y la apertura, con esa experiencia, a una nueva posición en la existencia.
Ante un tema inagotable, con las palabras de unas mujeres sin remedio en la poesía, a través de unos textos freudianos y lacanianos elegidos, se han tratado de tejer algunos hilos que enlazan con la actualidad de las voces que están rompiendo el silencio proverbial de la sexualidad femenina. Se ha abierto el tiempo de hablar.
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El silencio de la sexualidad femenina - Sofia de Castro
EL SILENCIO DE LA SEXUALIDAD FEMENINA
Sofía de Castro
El silencio de la sexualidad femenina
Prólogo
Sergio Larriera
Epílogo
Lidia Ferrari
Índice de contenido
Portada
Portadilla
Legales
Prólogo, Palabras de Sergio Larriera
Introducción
Parte I. Tiempo de hablar
1. Alicia
2. El encuentro
3. Pablo
4 …Y el decidió
5. El deseo que fácilmente se esfuma
6. Il basilico é per sempre
7. Los peces
8. La certeza
9. Las mujeres guapas no tenéis amigas
10. Los orgasmos de las mujeres
11. Los objetos imposibles
12. Te confundes
13. El cuerpo en manos de algunos hombres
14. La escena primordial
15. Invasión
16. El bello Stefano
17. Qué soy para ti
18. Bacalhau a brás
19. Idas y venidas
20. Investigación
21. Juego
22. Navidad
23. Viaje
24. Fiesta
25. Qué será lo que saben esos brasileños que cantan así
26. Amor entre spritz y melanzane
27. Escribir
28. Estrago
29. Sueños de mujer
30. El cuerpo de los hombres
31. No llores
32. Canción del abandono
33. SPA
Parte II. La satisfacción verdadera-fálica
La satisfacción verdadera-fálica
1. Sobre la sexualidad femenina en Freud
La oscuridad impenetrable
Lo masculino y lo femenino
Algo sexual que no es genital
La tarea imposible
Onanismo, coito y fantasías
La mujer perversa polimorfa
Incompleto, fragmentario y poco grato
2. Ideas para pensar el goce fálico femenino
Una notable negligencia
La parte femenina que se pone en juego en la relación genital
El brillo de las ausencias
La fase fálica en la mujer
La representación de la sexualidad femenina condiciona su puesta en acto
La oscuridad sobre el órgano vaginal
La frigidez y la estructura subjetiva
A modo de recapitulación
3. Sobre el acto sexual, más allá de una reivindicación feminista
1. Algunos fenómenos atestiguados por mujeres
La simbología del daño
Fantasías para orgasmos
Sueños de mujer
2. Sobre el acto sexual en el Seminario 15
La turbación de la mujer en relación al acto sexual
No hay acto sexual
El deseo inconsciente y la confusión entre amor y deseo
3. No hay preformación orgánica para el deseo
4. Deshaciendo el malentendido
1. No están privadas de goce fálico
2. El goce fálico no las acerca a los hombres, más bien las aleja
3. La reducción de la genitalidad a la reproducción
4. Freud tenía idea
5. La satisfacción verdadera-fálica, que se sitúa en su vientre
Parte III. Una aproximación al goce femenino
Introducción
1. Justificación de la investigación
2. Justificación del título: Una aproximación al goce femenino. Las matemáticas
3. Experiencias de goce
4. Cuestiones previas
Capítulo 1. Aún, Encore, En-corps
1. Algunas mujeres y gentes dotadas. Algo que las sacude, algo que las socorre
2. Algunas lo sienten. Ninguna lo aguanta
3. Primeras conclusiones, primeras preguntas
Capítulo 2. Situarse en la última enseñanza de Lacan. Los virajes lacanianos
1. El goce
Los conceptualizaciones del goce en la enseñanza de Lacan
El goce omnipresente de Aún
2. El más allá
3. El Otro
Capítulo 3. Esa parte del goce femenino que es un puro acontecimiento de cuerpo
1. La última y la muy última enseñanza de Lacan
: el goce femenino, el goce como tal.
2. Más allá de la prohibición: Acontecimiento de cuerpo
3. Decir sí a la femineidad: la escena del fantasma
Capítulo 4. Una aproximación al goce femenino
1. Acontecimiento de cuerpo
2. Fenomenología sexual. Orgasmos vs fenómenos extraños
3. Posiciones femeninas y estado de poesía
Capítulo 5. Conclusiones
1. Reseña del recorrido
2. Conclusiones finales
Epílogo, Lidia Ferrari
Palabras finales y agradecimientos
Referencias bibliográficas
© Grama ediciones, 2022
Manuel Ugarte 2548 4° B (1428) CABA
Tel.: 4781–5034 • grama@gramaediciones.com.ar
http://www.gramaediciones.com.ar
© Sofía de Castro, 2022
Diseño de tapa: Gustavo Macri
Ilustración: Marián Alzola
Primera edición en formato digital: diciembre de 2022
Versión: 1.0
Digitalización: Proyecto 451
Hecho el depósito que determina la ley 11.723
Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro por medios gráficos, fotostáticos, electrónico o cualquier otro sin permiso del editor.
A las que han visto,
a las que gozan,
a los que aman.
Prólogo
Palabras de Sergio Larriera
El libro de Sofía de Castro es una respuesta al desafío que plantea su título. Su manera de romper el silencio se desliza de la rigurosa expresión, aunque siempre amable, de las cuestiones más duras de la prosa oficial, esa prosa que cada psicoanalista debe cultivar y contrastar a lo largo de su vida, en la inacabable conversación que lo reúne con otros, y a la vez de ellos lo separa. La palabra de Sofía sabe deslizarse de esa disciplinada práctica teórica a la poética sexual de los discursos de mujeres y hombres, amantes y artistas, que encienden con sus voces el fuego que impulsa la escritura de las diversas dimensiones en que se desenvuelve ese decir que, ni caso ni viñeta, es testimonio.
Vino algo, un ronroneo surgido de algún lugar primordial
. Seres que se debaten en aceptar un placer del que solo conocen el principio
.
Si los hablantes no somos más que una x a la hora de sexuarnos, estamos condenados a portar la marca de la inexistencia cada vez que hagamos un alto en uno de los ángulos del mágico cuadrado que nos acorrala.
Cualquiera sea la fórmula elegida para sostener la que creemos nuestra identidad sexual, nos debatiremos en la impostura que impone la máscara a unos seres perforados a quienes, a garrotazos, la vida ha desalojado de la esfera protectora. De la belleza de la buena forma a la vulgaridad universal del toro-garrote (le tore trique).
La relación sexual: buscar en el cuerpo del otro la alteridad informe de lo que, en lo que llamo mi cuerpo
, no me pertenece por inaccesible.
Si cesáramos de perseguir tan fastidiosa relación –así la llamó Lacan hablándole a los italianos– tal vez accediéramos a un amor más digno.
Este libro pareciera conducir a eso, a ganar valor para decir y a perder miedo en el hacer.
Y si algo vino, algo exigido desde las profundidades del cuerpo, ha sido porque a esa mujer, el cuerpo de algún hombre no le ha dado miedo.
Un hombre que, una vez tendido el puente de eréctil consistencia, fue capaz de desprenderse de su preciada pieza, abandonándola al misterio.
Un hombre para quien la miseria de su fantasma solo sea la yesca de la que arrancará la chispa. Quizás sus palabras, entonces, lleguen a encontrar el tono, el ritmo y la melodía del fantasma fundamental de esa mujer. Cual botella de náufrago quizás lleguen al destino que le asegure disfrutar del deseo de ella y tal vez hasta de su amor. Para ello deberá olvidar la pobreza de su teatro, para lograr asistir como privilegiado artesano al estertor voluptuoso de la infinitud.
¿Cuánto ha tenido que perder ese hombre, que rechazar, que velar, para vislumbrar lo que sucede del otro lado del muro?
Tantas identidades, abandonadas como trapos viejos, pues solo en la niebla, borrada la silueta de todo lo que es, olvidado lo que fue y depurado el futuro de todo cálculo, ahora fortuna impredecible, ya sin objetos y sin sexo, lo alcanzará el resplandor de lo indecidible: la pura vida humana, fuerza insondable de lo que existe.
Será virtud de una mujer hacer donación de ese momento, tan ajeno a sí misma y sin embargo tan impronunciablemente propio. Un lapso de amor, tan contingente como la contingencia carnal que los reunió en su impenetrable separación.
Junio de 2022
Introducción
El silencio de la sexualidad femenina, doble silencio: el que guardan las mujeres sobre sí mismas y el que existe en nuestra sociedad al respecto.
Freud y Lacan lo comprobaron. El primero escribe en Tres ensayos para una teoría sexual
(1905), el hombre, cuya vida amorosa es la única que se ha hecho asequible a la investigación, mientras que la de la mujer permanece envuelta en una oscuridad todavía impenetrable
, e insistirá en 1933 sobre el enigma
de la sexualidad femenina. Lacan por su parte imploró
a las mujeres que dijeran algo sobre ella; lo podemos leer a lo largo de varios Seminarios y es en Aún, donde dirá literalmente: Este asunto de la relación sexual, si desde algún punto puede aclararse es, justamente, por el lado de las damas […] Es muy notable. Ellas no han hecho avanzar ni un ápice la cuestión de la sexualidad femenina
.
No es un problema menor hablar de la sexualidad femenina cuando sabemos que los poderes reaccionarios, los intentos de involución, dirigen inicialmente sus miradas al ejercicio de un control sobre los cuerpos de las mujeres. Pero no se queda solo en algo explícito, hay algo más sutil: la representación social y cultural que se hace de la sexualidad femenina condiciona su ejercicio, su puesta en acto. La concepción que se ha hecho de la misma históricamente ha sido, como poco, negligente, sino interesada. ¿En qué lugar nos encontramos ahora? ¿Hacia dónde deberíamos ir?
Mientras se redactan estas páginas, como reivindicación en el 8 de marzo de 2021, Día de la Mujer, han instalado un clítoris gigante en París, en la plaza del Trocadero, a la mirada de la Torre Eiffel. La artista que lo ha creado y los activistas explican que es para denunciar el analfabetismo sexual.
La investigación que se muestra en las páginas siguientes se inició con la parte que se ha numerado como tercera, y es un estudio sobre el goce femenino. Sin embargo, ahora, desde la perspectiva de los hechos recientes protagonizados por mujeres, se impone la necesidad de empezar en un escalón anterior: ¿cómo hablar del goce no-todo si voces femeninas apuntan insistentemente a que el goce fálico de la mujer es un gran desconocido?
De tal manera, en este libro se ofrecen tres partes, bien diferenciadas. La primera de ellas la integran testimonios de mujeres, con los que todo empezó; son relatos de sujetos femeninos en análisis, también de amigas; mujeres, en fin, hablando de su sexualidad. Están en el origen de la obra, tienen entidad y poder por sí mismos, por lo cual no se han querido intercalar como viñetas clínicas entre la teoría ni realizar con ellos una interpretación cerrada. Sin embargo, sí se podrá apreciar que iluminan dudas que pudieran surgir de una posible oscuridad teórica. La tercera parte, sobre el goce no-todo, fue redactada al mismo tiempo que esta primera. Se presenta aquí tal y como se expuso, con forma de Memoria académica. En ella se hace un recorrido por los conceptos fundamentales que sirvieron a Lacan para enunciar el goce femenino en el Seminario 20, Aún; prosigue en su muy última enseñanza y en el concepto de acontecimiento de cuerpo
como rúbrica esencial; incluye lo que consideramos un testimonio sobre el goce femenino vertido en una muy famosa canción del reconocido poeta y compositor Chico Buarque, al que se ha supuesto, por su decir, en posición femenina. Las conclusiones a las que se llegó en esta investigación son las siguientes: la ambivalencia del goce femenino; la diferencia radical con el estrago padecido por algunas mujeres en sus relaciones sexuales y amorosas, que consideramos del lado del goce fálico; las condiciones de contingencia en las que tendría lugar el goce femenino; la posible cualidad del partenaire que lo desencadena; la apertura a una nueva visión de la existencia.
En la segunda parte del libro, la de más reciente elaboración, se ha realizado una lectura de algunos escritos principales de Freud sobre la sexualidad femenina para ponerla en relación con dos textos muy concretos de Lacan (aunque ocasionalmente nos lleven a otros): Ideas directivas para un Congreso sobre sexualidad femenina
y "D’écolage o despegue de la Escuela, y todos ellos, a su vez, con nuestra contemporaneidad. Se trata de indagar qué le pregunta Lacan a Freud en los mismos y cómo llega con ello a los conceptos de goce fálico y goce femenino. Se ha titulado esta parte
La satisfacción verdadera-fálica", por ser un término que Lacan emplea en el segundo texto mencionado, fechado al final de su enseñanza, y que consideramos esclarecedor.
El tema es inagotable, desde aquí solo se han tratado de escoger en unos textos freudianos y lacanianos concretos –que sin duda reconducen a otros– algunos hilos que enlacen con la actualidad de las voces que están rompiendo el silencio proverbial de la sexualidad femenina. Se ha abierto el tiempo de hablar.
PARTE I
Tiempo de hablar
1. Alicia
Vino algo. La respiración se tornó sonora y rápida, como si algo de afuera viniera exigiendo el alma. Los músculos se iban calmando y el dolor que a veces pesa cambiaba por un placer igual al que dan sus manos. Llegaban sacudidas que ayudaban a una satisfacción hasta entonces desconocida.
Sucede en ocasiones. Me oigo en un ronroneo propio de gata en celo que surge de algún lugar primordial; el cuerpo se debate en aceptar un placer del que solo conoce el principio; se extiende suave pero, al mismo tiempo, reclama más. Algo ruega que aquello no acabe. Siento una presión aguda en las sienes y una gran furia porque él no está. En mi cama, a la hora de la siesta, de rabia grito un lamento ronco.
No puedo prevenirlo, viene con tanta fuerza e impaciencia que, más allá de cualquier propósito y fuera de toda voluntad, un día, mi cuerpo invoca loco. Cualquier idea de masturbación ante eso que llega se torna ridícula, no solo por minúscula, sino porque pertenece a otro orden. Entonces, estremecida y sacudida por algo exigido desde las profundidades del cuerpo y en contra de todos los órdenes del mundo le envío un mensaje: Ven a follar conmigo
.
Al sexo no le van bien las palabras. Suena el timbre, salta el corazón; mis latidos salen disparados hacia la puerta. Nunca oigo su primera frase; le sonrío con un ¿Qué?
y en respuesta su brazo me levanta por la cintura hasta su aliento caliente y allí está, la carne en mis labios. Esto, contesta.
Los besos, los cuerpos blandos, las manos y la humedad inician un tiempo sin reloj, sin dolor y sin pena. Extraídos desde la muerte, en la vida por el placer.
Después es capaz de sostenerme hasta que en mí se extingue eso, y él permanece conmigo hasta mi propia eternidad; apoyada en su cuerpo las sacudidas crecen; y Luca espera silencioso, atento con su abrazo, que vengan y que cesen, hasta que la respiración agitada acaba.
Luca debe saber que en ésto cada uno está solo porque a veces, al final, mira dentro de mis ojos y dice ¡Hola!
2. El encuentro
Fue irresistible aquella mirada de quererlo todo de mí.
Su cuerpo acompañaba el compás, llamando para saltar.
Tan sin miedo como un anhelo infantil.
Mirada de una decisión sin Otro.
Estábamos en una fiesta, era un domingo de primavera con luz naranja y verde seco. Me citó a cenar; no a solas, un amigo le acompañaba; y habló de una rebeldía que exigían su inteligencia y su ser pero que él ataba sumisa a la autoridad a la que rendía cuentas.
Después sintió frío y no me buscó hasta el verano.
3. Pablo
Había pasado el año anterior acostándose, sin demasiadas pretensiones, con algunos de los hombres guapos que se le acercaban. El final del verano había sido duro; unos latidos fuertes del corazón le despertaban cada madrugada a las cuatro cincuenta. ¡Un misterio aquella puntualidad con la que venía el sobresalto!
Pablo ya no llamaba más. Para alejar la pena y combatir la angustia no se le ocurría otra cosa que levantarse de la cama y hacer ejercicio. Esperaba el amanecer con unas pesas en las manos o haciendo abdominales; intentaba controlar el cuerpo con un cuidado de sí
foucaultiano, el que le había enseñado su amiga Nieves después de la primera separación, a los veinticinco años: Ahora que estás sola tienes que cuidarte mucho.
Pablo se fue sin decírselo. Se le olvidó. Era un hombre, como tantos, de huidas y ausencias, pero hasta ese mes de septiembre había regresado siempre. En cambio, esta vez no debió ya parecerle divertido volver, aunque solo fuera para charlar un poquito con ella, contarle su última reflexión, cenar los lunes. Durante cinco años se vieron frecuentemente. Ahora, a veces, también cenan.
No es que él no le avisara desde el inicio que no servía para marido, ni novio, ni pareja, ni cosa semejante. Un día, al principio, le regaló un anillo de plata comprado en Buenos Aires que estimaba mucho. Se lo quitó del dedo un sábado por la noche andando por la calle Libertad mientras nervioso hablaba de su interés en conocerla. Es de esos hombres de antes, que precisa de unas palabras de declaración para presentarse ante una mujer y frecuentarla. Esa noche, a las tres de la madrugada, cocinaron pasta italiana en su casa. Ya no quedan restaurantes abiertos a esas horas en Madrid.
Aquello que fue ocurriendo entre los dos él lo llamaba Una gran conversación
. No la estropees
, avisaba cuando alguna vez ella reclamaba eso que llaman una relación estable.
No hubo ninguna declaración más, y tampoco advirtió que un día se iría así…, como sin darse cuenta.
Creyó que sin sus besos y sin su voz se quedaría paralizada para siempre. Le invadió la certeza extraña de que ya no haría nunca nada. Sumergida en libros, estudiaba mucho, para no dar lugar a la tristeza. Hasta que un día tuvo suerte: un hombre puso su deseo en hacerse visible ante ella. Con su mirada se escondió silencioso entre los pliegues de su vida. Sin hacer ruido, con la suavidad de sus frases cortas y con su cuerpo caliente desvaneció sombras. Un día de junio, las manos de Luca alzaron el vestido blanco, subieron por sus piernas y se quedaron ahí un tiempo.
¿Cómo será el que he elegido esta vez? ¿Qué hará él con las mujeres? ¿Será de los que las abandonan?