El Coloquio de Los Perros 6
El Coloquio de Los Perros 6
El Coloquio de Los Perros 6
CANUMFORA
Alicia Grinbank
(Buenos Aires, Argentina, 1949)
Entre su obra potica publicada destacan Bruma y verdor (1987), Curanto (1992) y
Alguien que amo rodea mi cintura (1993) en coautora con Manuel Bendersky. Coordina talleres
literarios y es profesora y traductora de francs. Su poemario indito La balsa de la medusa
ser prximamente publicado. De l extraemos estos cuatro poemas.
Incmoda
o es el dolor en la espalda
o es el agujero en el alma
o es la flor en la azalea.
Tango
Si me cortan la ciudad en pedazos
adnde ir a parar con mis huesos y mi
alma?
si no me dejan siquiera un friso
un conventillo un bar
si de todo hacen polvo de estrellas
shopping olvido.
Mudanzas
De todas las cosas que se fueron
qued una tetera blanca.
La prxima vez
en qu mesa?
ser la pieza n 24 en el remate?
alguien la oler buscndome?
La balsa de la medusa
Las casas navegan y nosotros perdemos pie
boyamos.
El amanecer nos despierta amontonados.
Bailotea el pavor en los ojos.
Flotan puertas mechones en la almohada.
Es alta la mar y quieta.
Si viniera esa tormenta de una vez:
hundirse ser ms bello
y todo volver a ser bello sin nosotros.
Amada G. Puentes
(Cartagena, Espaa, 1956)
Pedagoga y psicloga. Es autora del libro Viento de Levante (Nausica, 2001), del cual
extraemos estos dos poemas.
Ensoacin
Cmo ser esta noche Damasco.
Cuntos amantes reunirn los cafetines
cubiertos de seda con los brazos
abandonados entre la piel vestida
slo de perfume.
Las margaritas blancas cercan las bocas
humedecidas en aromas errantes
con la luz de las estrellas,
junto a la estela de un navo.
Naufrago por tener tantos rumbos.
Otoo
Te esperaba tras la ventana.
Llegas complaciente y, audaz,
conduces el brillo en penumbra.
Tu aire cuenta todo el ayer.
Aurora Saura
(Cartagena, Espaa, 1949)
Pasa su infancia en Alicante, pero se licencia en Murcia, en la especialidad de
Filologa Romnica. De sus tres libros publicados hasta la fecha Las horas (1986), De qu
rbol (1991) y Retratos de interior (1998) sobresale este ltimo por su intimismo y su
calidad. Es una poetisa que enamora en todas las formas posibles en que la poesa puede
hacerlo. En el interior de la sencillez concentra ella su bsqueda. Los dos poemas que aqu
presentamos son ms o menos inditos, puesto que como la propia Saura nos confiesa, est
rescribiendo toda su obra anterior.
Eternidad
La eternidad slo
podra ser ese instante
en el que diceel aire est tan quieto
que el agua se olvida de helarse.
Pero, quin querra esa
inmovilidad sin aristas
para siempre?
Cmo habitar la ausencia
de los gestos,
sentirse vivo
en la parlisis del viento?
Despedida
Triunfar del olvido
tu hermosura
T no te moriras.
La muerte no vendra a tocar tus ojos puros
y estaras a salvo
en mis palabras.
Este da es de fiesta
y de abandonos:
se aparta cada cual a su orilla
y nuestras horas
ya van tomando un aire
de mansitud y olvido.
An quisiera hoy que volvieras los ojos
por desear de nuevo
como antes tantas veces
que la muerte no tocara ese gesto
sino con el fervor
con que te miro.
Daniel Muoz
(Cartagena, Espaa, 1976)
Cursa estudios de Filologa Hispnica en la UNED. Este poema pertenece a su
primer libro Palabras sin recoger (2001).
Eduardo Chirinos
(Lima, Per, 1960)
2/ Odos
Mis odos son mi fuerza. Sin ellos
escuchara absolutamente todo: el zumbido
de las moscas, el crujido de la arena
las notas del timbal.
Transforman la palabra
en otros universos, la basura en ritmo
los murmullos
en frases locas que me hacen rer y rer.
Ellos me protegen.
del mundo se estrella en su burbuja
se deshace a mis pies y le digo:
Yo te conozco, ven cuando quieras.
La maldad
Emilio Batista
(Madrid, Espaa, 1975)
A este madrileo inquieto nos lo encontramos una noche extraa de lluvia en
Oviedo. No era extraa por la lluvia, sino por el grupo en el que bamos. Nos haban
invitado los amigos de la asociacin Voces del Chamam. Desde entonces, Emilio
compone y sigue en su inquietud. ltimamente anda por Finlandia, sacando preciosas fotos
nevadas de Helsinki.
Esteban Moore
(Buenos Aires, Argentina, 1952)
Ha traducido a Seamus Heaney, e.e. cummings, Wallace Stevens, Auden, Carver,
Bukowsky, Craig Czury, Heather Thomas, Ide Hintze, Ginsberg, Jack Collom y
Ferlinghetti. Como autor ha publicado La noche en llamas (1982), Providencia terrenal (1983),
con bogey en casablanca (1987), Tiempos que van (1994), Instantneas de fin de siglo (1999) y Partes
mnimas y otros poemas (1999). De este ltimo libro seleccionamos estos cuatro poemas en
prosa.
Zbignew Herbert
ese canto rodado - que se desplaza lento en el repetido ciclo de las aguas podr exponer en la palma de una mano - el mudo resplandor de su apariencia
- al tacto inseguro de tus dedos - una estructura nica
Bienes de la tierra
Francisco de Quevedo
los dedos pulgar e ndice - levemente combados en labor de pinzas presionan el contorno irregular - de esa piedrita que has recogido a la orilla del
ro - la colocan bajo la luz de una lmpara elctrica - que alumbra de su figura
- la suavidad de los bordes - el tallado paciente de las aguas
Fernando Caniza
(Buenos Aires, Argentina, 1970)
Es periodista del diario La Nacin. Posee un libro indito, Germen del abismo, del cual
hemos seleccionado este poema fragmentado numricamente.
Tornasoles
1
Cruel, cruel, cruel,
los dientes muerden pocas memorables
ventanas, luces, espritus otoales.
2
El loco permanece en su gran secreto
lleno de vida y de muerte.
3
Es seguro que el extremo fatiga
al satisfecho y no al sediento.
4
Los puentes viejos abandonados.
5
Los barcos a la deriva en alta mar.
6
La lluvia es intensa y bella
aunque aglomera grises cascadas.
14
El borracho.
15
La ciudad empuja al vagabundo
fuera de sus fronteras. El loco
cobija su ser bajo su manta deshilachada.
16
Si el alma lo abandonase morira
con la herida de un cantaor.
17
Calle angosta.
Credulidad sin fundamento
salpicada por los autos
al pasar sobre un charco.
18
Los nios juegan sin temores
y los gusanos oscurecen el techo.
19
Gol! Gol! Gol!
Nosotros, vosotros, ellos, gritamos
todos con las gargantas irritadas
festejando el impacto de las olas
contra la escollera.
20
Isabel Alamar
(Valencia, Espaa, 1970)
Licenciada en Filologa Hispnica por la Universidad de Valencia, especializada en
Literatura Espaola y en Lengua y Literatura Valenciana. Es autora de diversos poemarios
como Un mundo para ti (1993), Galera de sentimientos (1995) u Hombres y mquinas (1999).
Algunos de sus poemas han aparecido en publicaciones como Etctera, Hojas literarias,
Aguamarina, Alas de mosca, Ventana abierta y en algunas revistas digitales. Su obra Con rabia y
erotismo (que incluye el poema Barrio marginal) va a ser publicada prximamente como
libro electrnico por la editorial digital Bronte.
Barrio marginal
Son las ocho de la maana
cuando abro la puerta del ascensor
y me encuentro un preservativo
tirado en el suelo.
Salgo a la calle y me cruzo
con dos putas cansadas
de ser jodidas en la noche.
Me detengo en la parada del bus
junto a dos yonquis que discuten
entre trago de cerveza y calada.
Procuro apartar mi vista hacia otro lado
y la poso en la acera de enfrente donde
un abuelo que pasa arranca y escupe
en medio de la calle.
Buenos das, barrio marginal.
Tinieblas
Lorenzo Plana
(Lrida, Espaa, 1965)
En su libro Ancla este creador encontr una voz propia. En Extrao se hace notar,
en palabras de otro gran escritor, Lorenzo Olivn, que Plana ha vivido ms y ha ganado en
madurez. En definitiva, hablamos del futuro de la literatura espaola en forma de verso.
El poema Infancia y mujer pertenece al libro La historia de Silly Boy. El poema
Huckleberry Finn pertenece al libro Ancla.
Infancia y mujer
Desde el tren en marcha veo las casas,
troceadas por los rboles
como nios que transitan
ms que una, muchas infancias.
He visto por un instante
a una mujer acariciar sus piernas
y el tren ha interrumpido mi vida.
Huckleberry Finn
Un da me escap de nuestro piso,
me estuvieron buscando mil ventanas.
S que ha pasado el tiempo:
llegarn a decirme que nadie invent el mar.
Y qu importa, si tienes
un instante despus de cada instante
y hay mil ventanas rotas,
un universo desproporcionado,
un mar sin inventar.
Manuel Vilas
La luz
Entraba la luz de la tarde, posndose en las pequeas botellas
del minibar de la habitacin de mi hotel, una luz de montaa
estbamos en el hotel ms caro de los Alpes, que traa el fro
de finales de agosto. Desde la terraza, ponte un jersey si sales
a la terraza, se poda ver esos pinos enormes, religiosos, fragmentos
de la carne de un dios inocente, por qu no quieres ver a nadie,
cabrn antisocial, te pasas los das aqu metido, bebiendo
y mirando los pinos?, me preguntaste, y yo te lo dije bien claro,
estoy jodidamente muerto, soy slo un cadver que viaja
por el mundo, un cabrn de vacaciones eternas, un asaltador
de minibares de hoteles de lujo, un consumidor de minibotellas,
y slo me importa esta luz, esta luz que ilumina la habitacin
porque esta luz es lo ms misterioso que he visto nunca,
parece como si en ella cupiese la vida que he vivido
y la que no podr vivir, todo mezclado, claro fantasma.
Tu falda y tus bragas negras estaban en la silla, y t sentada en el suelo
bebiendo un gintonic, si no me gustases tanto, dijiste, ven aqu,
volvamos a la cama, y empec a comerme tus brazos,
tus manos, tus uas bien cortadas, y la luz segua entrando
y resplandeca en las etiquetas de las pequeas botellas
del minibar. Eres un guarro, hijodeputa, no me lo hagas as,
eres un guarro, seguas diciendo, pero la luz no se marchaba nunca.
Muchas veces
la certidumbre de vivir me asombra
y luego una pasin
y luego nada.
Estar.
Estar es este lento
desguace inadvertido,
este hbito de ruina
de los ltimos mitos,
este sueo tan largo
de piedras y semanas
mientras arde la vida
y el silencio es un sntoma
que escarba.
Periodista. Su libro poemas encontrados en una gua michelin (y otros paisajes) obtuvo en
2000 el Premio de la Intendencia de Montevideo. En 2002 le fue concedida una mencin
en el Premio Casa de las Amricas por su libro poemas encontrados en un ao cualquiera. Su
primera obra editada es poemas encontrados en una sala vaca. De dicho libro seleccionamos
estos tres poemas.
slo el estruendo
el metal de las orugas
los gritos de la carne destrozada
por lo dems todo es silencio
no hay nieve
en malaposka
en pomerania
en ninguna de las siete riberas que ya han sido rebasadas
no hay nieve
es noviembre todava
tambin ser noviembre
a la hora de la ltima defensa acribillada
las huellas se confundirn congeladas en su fuego
caballos blancos
cargando contra tanques
EL PERRO
DE LOS BASKERVILLE
Antonio Orejudo
NOVELA FERROVIARIA
ngel Manuel Gmez Espada
La libertad del lector para elegir si est ante una o ante dos novelas. El lector
de Ventajas de viajar en tren tambin puede elegir si est leyendo una novela o
una coleccin de cuentos. Pero la principal deuda es que Ventajas de viajar en
tren, como El casamiento engaoso y Coloquio de los perros es una alegora de la
lectura. Todo lo que sucede en la novela no es ms que la conversacin de un
hombre y una mujer y las consecuencias que sta tiene en la vida de ella.
ECP: La gente ya no viaja en tren por el puro placer de hacerlo,
verdad? Y es cierto que se pueden encontrar tantos personajes
extraos?
AO: El mundo est lleno de personas extraas y feas. Nos cruzamos con
ellos todos los das. Lo que sucede es que en un viaje estamos mucho tiempo
sentados, mirando el paisaje y el pasaje, y tenemos ms tiempo para percibirlo.
Pero todos tenemos un personaje extrao dentro de nosotros. Unos lo dejan
suelto y otros no.
Juan Bonilla
EL DORMILN INSOMNE
ngel Manuel Gmez Espada
Sera pesado para el lector coloquial enumerar las virtudes del currculum literario de
este jerezano, de modo que tan slo apuntaremos que es autor de diversas novelas Yo
soy, yo eres, yo es (1995), Nadie conoce a nadie (1996), Cansados de estar muertos (1998), libros de
cuentos El que apaga la luz (1994), La compaa de los solitarios (1998), poemarios Partes
de guerra (1994) y Multiplcate por cero (1996) y trabajos periodsticos Veinticinco aos de
xitos (1993), El arte del yo-yo (1996), La holandesa errante (1998) y Academia Zaratustra (1999)
. Se nota que la impaciencia nos come por hablar con este best-seller ibrico alternativo,
verdad?
Denville
SKAR SARASKY
Aquello era demasiado. La persistencia del canto logr que Juan perdiera
la nocin del ritmo del reloj, del tren, de la planta ensambladora de tractores, del
cantar de los pjaros, y hasta de la brisa misma.
Cansado de adivinar qu podra ser el ruido que lo desvel por varias
noches, busc una escopeta y camin hacia el ro. Camin con sus pasos lentos
y firmes. Pas por encima de un tronco viejo, pis un puado de hojas, rode
una piedra milenaria y se hundi hasta los tobillos en un riachuelo lleno de
desperdicios que soltaba la fbrica de empaques para hamburguesa.
llanto.
Prob el ruido con su boca una vez ms, y entonces, lentamente, ella se volte y
vio que l la sealaba con su rifle. Lo mir y como si no entendiera el riesgo que
corra, y nuevamente volvi su mirada hacia la espuma caf-crema del agua y
sigui quejndose, o cantando.
Los oficiales la levantaron, uno de cada brazo, y fue cuando por fin la
mujer pareci asustarse. Se puso muy alterada y se quit las manos de los brazos
con un tirn. Mir a Juan y en su mirada pareca pedirle que no dejara que se la
llevaran. Juan dijo algo, pero los policas no supieron responder porque ellos
tambin estaban algo sobresaltados. La tomaron por las muecas y le pidieron
que los acompaara. Juan no supo qu decir: era su imaginacin, pero era el
canto, o llanto, de la loca que se llevaban que no lo haba dejado dormir durante
tantas noches lo que lo hizo imaginar que ella le suplicaba que la dejara quedarse.
ti. Juan le dio las gracias y pens que los irlandeses eran gente agradable, al
menos esa haba sido su experiencia con ellos.
En el hospital le dijeron que su estado se haba deteriorado
aceleradamente, cuando la trajeron, y que haca varias horas haba muerto. Juan
se puso muy plido, y se tuvo que sentar. Pobre mujer dijo en voz alta.
Pronto, todos se dieron a la tarea de buscar a sus familiares y las fotos de
la mujer recorrieron la televisin, circularon por los diarios y se ofreci
recompensa. Pero nadie reclam el cadver. El Denville Post ofreci, en su
edicin del sbado 14 de marzo de 1987, al lado de una noticia relacionada con
la reunin entre el presidente Reagan y el primer ministro Mulroney, sobre el
acid rain, una recompensa de mil dlares por cualquier informacin sobre la
mujer; adems, un pasaje ida y vuelta a Hawaii cortesa de American Airways y
tres meses de cereal CocoSweet, cortesa de McReynolds Inc.
Pero nadie respondi.
Juan se encerr en su casa. Se paseaba por la casa sin decir nada, sin
hacerle caso a los sonidos insignificantes, al reloj, a los pjaros, al zumbido
lejano de la maquinaria. Dej de beber caf, cuando por cuarta vez en una
semana se levant sin haber cerrado los ojos durante la noche. Empez a
encontrar refugio en el t chino, un t incoloro pero que lo calmaba ms que las
pastillas que le haba recetado el mdico. Como si no fuera poco el castigo que
se propinaba, empez a abandonar su pasin, lo que ms lo haca feliz, y dej de
cocinar.
De la morgue le avisaron que la mujer recibira si ltimo adis el da
diecisis. Juan fue el nico presente para despedirla, pero no esper a que
sacaran las cenizas, se fue a penas metieron el cadver en el incinerador. Le dijo
adis con la mano en alto, y regres a su casa. Al llegar encontr una nota del
trabajo donde le daban dos das para presentarse a su puesto o de lo contrario
asumiran que daba por terminado el contrato. Ech el papel a la basura y se fue
a MacDonalds. Jams haba comido esas cosas, pero como penitencia empez a
que se pens que no eran algas sino algn tipo de parsito de ro que intentaba
invadir la civilizacin.
Esa noche, cuando acab la tormenta, Juan estaba sentado frente al
televisor, viendo comerciales, tirado sobre una alfombra con olor a agua de mar,
cuando se tuvo que poner de pie. Camin hacia la puerta. Sali. Se dirigi hacia
el ro, nuevamente, cuando escuch el llanto, o el quejido, o el canto, que se
desplazaba en la distancia como una brisa de luna. Y sonri.
Puntarrn
[fragmento]
SALVADOR GARCA JIMNEZ
Las callejas colgando, en rosario de guijarros hasta el ro, aguantan las
desgalichadas casuchas del barrio spero y renegrido. Este puntal de Cehegn
tiene estampa de postracin hincada, acatando el sufrimiento del ms mineral
de sus hombres. Entre ellas, enarenadas por las ltimas lluvias que han sacado
lustre al pueblo, se pone a prueba la fatiga y, conforme los aos sentencian a la
carne, un resoplido de niebla desparrama nostalgias que se cuelan a travs de
las rendijas y cerraduras de los postigos de almagra. As, los viejos,
arregostados a la altura, llegan con la saliva reseca y las piernas desmayadas,
igual que una de esas brisas flojas que al instante de aparecer cae en picado
sobre las espigas, para beberse en la taberna un tinto y jugrselo a las cartas
mientras sus nietos distraen la espera agazapados en cualquier refugio, con el
dedo ndice en ficcin de pistola, a punto de ponerse manos arriba.
No nos engaemos.
No va a ser peor que cuando la guerra.
Terminaron por no hacerse cbalas. Nadie arrancara de las piedras del
Puntarrn al terco y soador ceheginero.
Parece que han cado chuzos en la alcoba.
Ella doblega su voluntad y deposita un beso en la frente del hombre
que suspira agotado. Flota sobre sus hombros la cabellera deshecha. Se
dejaran cortar ambos un brazo por recuperar aquellos besos largos, fragantes
de juventud, que ahora resultaba intil recuperar.
Se retiran avergonzados, sofocando sus pensamientos, a cada extremo
de la cama, rezando una oracin rutinaria para procurar dormirse.
...Maslibranosdelmalamn.
El Puntarrn apa su corazn canso a la grupa de los sonmbulos
morciguillos. Cuatro lmparas solamente a sus costados representan la vela
de un muerto, lo destacan con su luto reciente de coraza. Un gorigori asciende
del Argos cantado por un orfen de ranas.
chamarices, gorriones a las cabezas que el sol le abras en la suya. Y les asusta,
si se retiran mucho a la fuente del Recuesto, al cabecico de San Agustn, el que
se vaya reduciendo hasta volverse casi un boln de china. Tambin al
medioda les mete miedo en los huesos, cuando lo observan despus de darle
de comer a sus padres a la huerta; y se mueve, vibra con un halo azulado,
como si fuese a dar un brinco a otra roca ms alta por la baba del sol que lo
lame, y ellos se lo imaginan en silencio un monstruo legendario, un lagarto
colosal aprisionado por un cielo de jarapa.
Al volver, lo saludan. Vienen cargados con un saco de panochas tiernas
para asar en la lumbre, encorvados como una humillacin que les hace la
noche por irlo reconquistando a medida que lo acarician con sus pasos
menudos.
No lo cambiaran ni por un rascacielos, ni por un chal en la playa,
aunque murieran un da sin haber visto el mar. Lo tienen tan multiplicado, tan
presente en los mismos charcos de agua de lluvia donde luce un moo de
nubes indiferentes; en las alas que les proporciona el ejercicio de sus cuestas,
en la piel tostada por su tacaera con las sombras..., que se partiran la crisma
con el que les dijera que su barrio estaba podrido. Si se contagiasen de la mala
corazonada de los viejos, seguro que el pecho se les quebrantara de tristeza.
de la novela Puntarrn (Ayuntamiento de Cehegn, 2002)
EL CURIOSO PERTINENTE
Nabokov y su lectura de El Quijote
CARLOS YUSTI
caer en el fatdico error de buscar en las novelas la llamada vida real. Vamos a
no tratar de conciliar la ficcin de los hechos de la ficcin. Para el autor de
Lolita las novelas eran slo cuentos de hadas excelsos. Contenan mundos
originales en s mismas muy distantes/distintos del mundo real del lector. De
all que remate as su punto de vista: Pensemos en el dolor fsico o mental, o
en cosas como la bondad, la misericordia, la justicia, o en la locura; pensemos
en estos elementos generales de la vida humana, y estaremos de acuerdo en
que sera provechoso estudiar de qu manera los maestros de la narrativa lo
trasmutan en obra de arte.
A Nabokov le interesaba El Quijote como expresin esttica con sus
defectos o sus aciertos artsticos y no como mito intelectualizado, como
apologa humanista ni revelacin psiquitrica y moral. No estaba interesado en
perderse en esa palabrera rebuscada de crticos que colocaban la novela en un
altar lleno de mistificaciones tan disparatadas como el personaje principal de la
historia. En torno a El Quijote se desarrolla un choque de opiniones, a decir
del mismo Nabokov, que algunas tienen el timbre de la mente firme pero
pedestre de Sancho y otras recuerdan la furia de don Quijote contra los
molinos. Existe toda una comparsa gazmoa y erudita que busca ahogar las
pretensiones sencillas de su autor como fue la de contar una historia
entretenida con un personaje fuera de serie. A este respecto el escritor ruso
escribe: Se ha dicho de El Quijote que es la mejor novela de todos los
tiempos. Esto es una tontera, por supuesto. La realidad es que no es ni
siquiera una de las mejores novelas del mundo, pero su protagonista, cuya
personalidad es una invencin genial de Cervantes, se cierne de tal modo
sobre el horizonte de la literatura, coloso flaco sobre un jamelgo enteco, que el
libro vive y vivir gracias a la autntica vitalidad que Cervantes ha insuflado en
el personaje central de una historia muy deshilvanada y chapucera, que slo se
tiene en pie porque la maravillosa intuicin artstica de su creador hace entrar
en accin a don Quijote en los momentos oportunos del relato.
As mismo le atraa el libro como novelista, trataba de encontrar los
mecanismos estilsticos y no esa periferia que rodeaba a la novela de
Cervantes, atiborrada de apologas y crticas laudatorias pomposas. Le
importaba una higa lo poco que se conoca de la vida de Cervantes y por esa
razn le dice a sus alumnos: Slo puedo echar una mirada de reojo a su vida,
que ustedes, sin embargo, encontraran fcilmente en diversas introducciones a
su obra. Aqu lo que nos interesa son los libros, no las personas. Lo de la
mano tullida de Cervantes no lo sabrn por m.
notas a pie de pgina y descifrando los usos del lenguaje de la poca. Quiz El
Quijote se lea como curiosidad lingstica, pero un lector atento descubrir la
magia del caballero andante y su singular escudero. Lo escrito por Nabokov
valdr para este tiempo y muchos otros: Estamos ante un fenmeno
interesante: un hroe literario que poco a poco va perdiendo contacto con el
libro que lo hizo nacer; que abandona su patria, que abandona el escritorio de
su creador y vaga por los espacios despus de vagar por Espaa. Fruto de ello
es que don Quijote sea hoy ms grande de lo que era en el seno de Cervantes.
Lleva trescientos cincuenta aos cabalgando por las junglas y las tundras del
pensamiento humano, y ha crecido en vitalidad y estatura. Ya no nos remos
de l. Su escudo es la compasin, su estandarte es la belleza. Representa todo
lo amable, lo perdido, lo puro, lo generoso y lo gallardo. La parodia se ha
hecho parangn.
Nos vemos
DOMINGO NAVARRO
La lengua oral, cuyos estudios de mayor rigor analtico se han
potenciado en la segunda mitad del siglo pasado, presenta caracteres
sobresalientes e inditos. Uno de los ms interesantes es sin duda alguna su
extremada y aleatoria configuracin estructural en el hecho comunicativo; se
permiten as las transformaciones ms singulares. Lo que en la lengua escrita
sera un atentado contra la norma, en la lengua coloquial es un uso
perfectamente aceptable, incluso estratificado, consolidado en la masa social.
Aunque Heberto Padilla haba venido unos meses antes a los Estados
Unidos, su llegada a Miami no lleg hasta finales del mes de mayo de 1980. La
Universidad Internacional de la Florida (FIU) lo invit a una presentacin
ante el pblico expectante que deseaba escucharlo en la capital del exilio
cubano. Padilla, quien ya haba entrado en contacto con Arenas, sugiri el
nombre de quien pensaba era su amigo, desde el tiempo en que ambos
estaban en desgracias dentro de Cuba, para una presentacin que tena
programada en el Ateneo de dicha universidad. Arenas apenas llevaba tres
semanas en el sur de la Florida y recuerdo perfectamente el evento de esa
noche en el auditrium. Yo era parte de ese numeroso pblico que se
congreg para escuchar a Padilla y a su acompaante de panel, cualquiera que
hubiese sido ste. Lo dems es pura fantasa. Las personas se preguntaban
quin era Reinaldo Arenas. No obstante, lo que pas ese da marc la ruta de
ambos escritores en los Estados Unidos. Segn el brevsimo captulo dedicado
a Miami en la autobiografa de Reinaldo Arenas Antes que anochezca, una pgina
y media, el escritor dice:
La Universidad Internacional de la Florida me invit a dar una conferencia el
primero de junio de 1980. La titul El mar es nuestra selva y nuestra esperanza y habl por
primera vez ante un pblico libre. Junto a m estaba Heberto Padilla; l habl primero.
Realmente, su caso fue penoso; lleg absolutamente borracho a la audiencia y, dando
tumbos, improvis un discurso incoherente y el pblico reaccion violentamente contra
l. (p. 308)
al olvido por parte de los mismos exiliados. Hay una especie de sentido de destruccin y de
envidia en el cubano; en general, la inmensa mayora, no tolera la grandeza, no soporta que
alguien destaque y quiere llevar a todos a la misma tabla rasa de la mediocridad general; eso
es imperdonable. Lo ms lamentable de Miami es que all prcticamente todo el mundo
quiere ser poeta o escritor, pero sobre todo poeta. (p. 312)
Existen dos buenos motivos para que intercambiemos palabras de sabidura sobre
blues, jazz y literatura con Jos Antonio Martnez Muoz (Murcia, 1959): uno, por ser
locutor radiofnico desde hace aos de un espacio dedicado exclusivamente al blues, y
otro, por ser un excelente poeta y prosista que en muchos de sus versos y prosas formula
esa atmsfera jazzstico-literaria que tan escasos buenos resultados ha producido entre los
escritores espaoles de la segunda mitad del siglo XX. Seguiremos amparndonos en la
famosa excusa de Es que es una msica que no pertenece a nuestra cultura, o bien
empezaremos a romper esquemas de una vez sobre la anquilosada idea del respeto y
continuacin de las tradiciones heredadas de nuestro pasado? Escuchemos, para ver si nos
alumbra un poco, a este bluesman ibrico de la literatura.
horas y los das de mxima audiencia. Hasta cierto punto es normal y hasta
cierto punto es beneficioso, ya que la audiencia de estos espacios es reducida
pero fiel y no se ve sometida a los vaivenes de otras franjas horarias. Pero,
claro est, a m me gustaran ms otros horarios mejores.
que asombra. Quiz el mayor poeta del blues adems de otras tantas
cosas haya sido Willie Dixon, pero hay muchos hermosos ejemplos de
verdadera poesa en los textos del blues, como estos versos de Robert
Johnson, que traduzco librrimamente de su Me and the devil blues: Entirrame
a la vera del camino / para que mi viejo y malvado espritu / pueda subir a un
Greyhound y alejarse.
ECP: Crees que la literatura popular que nace del blues podra ser
culturalmente paralela a las coplas populares flamencas, a textos
antiguos y annimos de canciones celtas, a la literatura popular cubana
musicada en el son, a las primeras milongas de los arrabales
bonaerenses, etc?
JAMM: Quiz esto requiera ms conocimiento y estudio de lo que yo
tengo. Tal vez an estn por hacer las lecturas crticas y en profundidad de
estas letras. En cualquier caso, s que hay un elemento comn importantsimo
entre el blues y el flamenco (quiz tambin entre ms gneros): su origen en la
injusticia y el sufrimiento humanos.
ECP: De qu manera naci la idea de escribir tu extenso poema
nocturno para saxo? Cmo planteaste su modo de escritura? Te
inspiraste quiz en algn tema jazzstico de largo aliento? Escuchabas
msica mientras lo componas? Por qu se abre y se cierra con citas de
Luis Rosales y Safo? Puedes contestarme por partes, eh.
JAMM: El deseo de escribir un largo y torrencial poema amoroso me
oblig a buscar una frmula que permitiese vertebrarlo e impedir que se
cayera. Decid inspirarme en la estructura con que ejecutan los jazzmen los
standars: una meloda que se desarrolla y a la que se retorna despus de
romperla con los breaks improvisados. Adems, esta estructura cclica me
permita intentar una atmsfera obsesiva y de cancelacin temporal que
Me piden los colegas de El coloquio de los perros que les escriba algo sobre
el pop. Otro da escribir del pop, porque hoy lo que me pide el cuerpo es
hacerlo sobre el jazz. O sea. Sobre cmo en un principio todo fue blues, y
cmo de ah sali el rock y el pop, y tambin el jazz y lo dems. Reconozco
que el jazz me encanta. Pero no el jazz petardo de los que aporrean sin
compasin sus instrumentos, ni el jazz de vanguardia carente de ritmo y
meloda, ni el jazz cochambroso de los que se van por los cerros de beda
haciendo experimentos que te destrozan las neuronas. Me gusta el jazz que
sali de Orleans y extendieron los negros por todo el mundo, y que hoy es
tocado en todo el mundo por negros y por blancos, por indios y amarillos.
Algunos se empean en presentar al jazz como lo que no es. Le buscan
parentescos con el rock, con el flamenco, con la msica clsica. Y no es nada
de eso. El jazz es sonido de la calle, improvisacin, la fuerza de un saxo que
habla y que se re, la meloda y el ritmo de un solo de piano, el tempo que
imponen los platillos, la batera, el contrabajo. All That Jazz fue el nombre de
una pelcula en la que la vida era solamente jazz. Son muchos los que viven
por y para el jazz. Hay jazzmanacos que sienten esta msica como una
pasin. Hay quien escribe slo de jazz porque el jazz es su sustento. Hay
quien adora el jazz, pero que lo sigue a trompicones, como un servidor, pues
las guerras del periodismo y las otras guerras te dejan sin tiempo para nada.
Los jazzmen montan su vida en torno al jazz. Aman, sufren, disfrutan del jazz,
viajan con el jazz, duermen y suean con el jazz. El jazzmen se supera con los
aos. Toca mejor cuanto ms viejo es. Sigue en el escenario con 50, con 60,
con 70 aos o ms.
UN CHIEN ANDALOU
El fantasma de Hamlet
NATALIA CARBAJOSA
Poco poda imaginar el bardo de Stratford que, cuatro siglos despus de
haber escrito algunas de las obras ms imaginativas, populares y sublimes de la
literatura universal, estas iban a abandonar su medio natural para ser volcadas
una y otra vez en el nuevo arte de masas. Antes de la aparicin del sonido, ya
se contaban por docenas versiones francesas, italianas, rusas o britnicas de las
piezas ms conocidas, entre las cuales destacan un Hamlet de Georges Mlis
y otro con Sarah Bernhardt en el papel del hroe, tal y como vena
representndolo en el teatro. De entre los Hamlet sonoros, han trascendido a
la historia reciente del cine, por diferentes motivos, los de Olivier, Konzintsev,
Zefirelli y Branagh. Todos cuentan una misma historia y, sin embargo, todos
inventan una historia que jams termina de ser contada.
La teora teatral afirma que ningn texto dramtico est completo hasta
que se representa, y que cada versin puede considerarse, en cierto modo, una
nueva obra. Sin pretender rebatir este planteamiento ni negar la eficacia visual
que proporciona la presencia en escena de un fantasma agente o actante, es
preciso discernir o, cuando menos preguntarse, puesto que as lo permite el
Firmamentos remojados
El cine Tropical no tena techo. Si uno se aburra con la pelcula tena la
alternativa de admirar el cielo cuajado de estrellas siempre y cuando no
lloviera, en cuyo caso haba que correr a todo dar. Es fama (como dira
Borges) que los aguaceros en el trpico se sabe cundo comienzan pero nunca
cundo terminan. La seal para ponerse en movimiento no era la humedad en
nuestras ropas (cualquiera podra confundirla con el consom turbio con que
nos impregnaba el calor de 30 y pico de grados), sino el mareo lloriqueante
que lesionaba la pantalla, como si una miopa aderezada de grises se hubiera
enseoreado de aquellos espectros amables que platicaban recalcando las
eses, aspirando las jotas y aprovechando cualquier intersticio argumental
para atiborrarnos de corridos machistas, de rumberas veleidosas y de boleros
aterciopelados. Muchas veces ese astigmatismo tenue, desencadenado por las
gotas que descendan sin solicitar excusas, se confunda con las lgrimas
opparas de Libertad Lamarque aprehendiendo el aire vaco dejado atrs por
sus hijos descarriados (los susodichos, infaliblemente, se regeneraban en el
ltimo rollo), de Magda Lpez penando el veneno de sus amores ayunos de
compensacin, y de Sara Garca estrujando sus gorgorinos de abuela sin
tiempo. Lgrimas en las nubes suspendidas sobre nosotros y lgrimas en el
paredn que encajaba los caonazos melodramticos de un proyector
traqueteante.
Al desconfort de la intemperie haba que aadirle la carencia de
asientos. Nosotros, nios al fin, no hacamos mientes en tomar el suelo como
sucedneo de invisibles butacas, mientras que los mayores tenan que traer sus
propias silletas de cuero de res. Pero la gota que rebos el vaso fue cuando los
roedores, que en los otros cines deambulaban por encima de nuestras cabezas,
No te rajes
La profusin de ratas, creo, decret a la postre la desaparicin del
Tropical. Nos quedaban el Paraso y el Royal para seguirnos identificando con
los charros y los melodramas. En el segundo haba balcn, por el cual se
pagaba un real (unos doce centavos de dlar al cambio de entonces), mientras
que patio costaba el doble, es decir, un bolvar. En las vespertinas de los
sbados nadie en su sano juicio deseaba estar abajo, pues los de arriba los
hacan objeto de bromas pesadas, a veces de muy escasos rasgos higinicos.
Hasta que el propietario se enter y redobl la vigilancia. Los capturados in
fraganti eran inmediatamente expulsados, por lo que deban conformarse con
el relato pormenorizado de quienes s habamos permanecido en la oscuridad
cmplice, sin dejar por ello de tirar la piedra y esconder la mano.
Fue en el Royal donde descubr la esencia de mi venezolanidad doblada
al acento mexicano. Primero con la versin de la vida de Simn Bolvar
realizada en los aos 40 bajo la direccin de Miguel M. Delgado, el sempiterno
regista de Cantinflas, y el rol protagnico de Julin Soler. Todava conservo en
el fondo de mis retinas la impronta, que ahora podra calificar como
neoexpresionismo mestizo, de la secuencia del paso de la cordillera, con los
incontables soldados, troperas y caballos atribulados de soroche (mal del
Pero no es el cine una mentira irredenta que nos impele a traspasar las
barreras de lo intangible en una usanza que es mltiple y a la vez tan singular y
personal, al decir de Guillermo Cabrera Infante y de Juan Nuo, al absorber
aquellos follajes histrinicos en una sala oscura como si fusemos una
tripulacin de elegidos para un viaje transparente y, al unsono, estamos
ngrimos, esculidos, slo guarnecidos por nuestras propias escamas
sensoriales, mientras aquel tiovivo ilusorio nos traga, de la misma forma que el
tremedal se zamp a Lorenzo Barquero, para luego aventarnos sin espasmos
cuando el monoslabo Fin irrumpe ante nuestros ojos. Viene siendo, por
consiguiente, un enganche mltiple que no hace materia, contradiciendo a
Leibniz cuando afirmaba que todas las sustancias son almas y lo que
llamamos 'materia' slo es una confusa percepcin de muchas almas. El
monoslabo nos deporta hacia la realidad, al sueo de Caldern de La Barca
que es ms mentira que la ilusin con que nos arroparan los fotogramas, pues
el cine es la novela desplegada ante el odo y sobre todo ante la vista, la
narrativa que o nos acelera el corazn, o bien nos humedece los prpados, o
verdaderamente resultaba una tortura tener que aguardar durante aquellos das
interminables. Pero ya tenamos tema de conversacin inextinguible para
todos los recreos de la semana.
Como nia-mujer fue Sue Lyons en Lolita, del maestro Stanley Kubrick
segn la novela de Nabokov, que pude ver de estreno en el Morichal (aun
cuando a mi pueblo las copias llegaban bien-pero-bien rayadas) porque en tal
apartado rincn de provincias se les olvidaba que exista una cosa denominada
censura o, ms bien, acceso restringido para los menores. Y tuve que dejarme
impresionar por esas artes hechiceras de nnfula confeccionada de brisas,
hacindome hoy en da, casi cuarenta aos despus, una pregunta que no
deseo que se convierta en un epitafio neutro: me convertir yo en un maduro
raboverde infatuado por una ninfeta de ojos de vampirizada miel?
LA ESPAOLA INGLESA
Emilio Coco
(S. Marco in Lamis, Italia, 1940)
Mantiene una intensa actividad como crtico, antologista y traductor de la poesa
italiana al espaol y viceversa. Entre sus numerossimos trabajos podemos recordar
Abanico. Antologia della poesia spagnola doggi (Levante, 1986), Poesa italiana contempornea (Deva,
1991), Antologia della poesia basca contemporanea (Crocetti, 1994), Doce poetisas italianas
(Torremozas, 2000) y El fuego y las brasas (Celeste/Sial, 2001). Como creador ha publicado
Profanazioni (Levante, 1990), Que hago yo aqu esperando que la salsa acabe ya de hervir (Mquina
de Sueos, 1991), Le parole di sempre (Amadeus, 1994) y Piano Bar (El Toro de Barro, 2001),
traducido al espaol por Rosa Lentini. Colabora en programas culturales de la RAI y en
numerosas revistas italianas y espaolas. Dirige la coleccin I Quaderni di Abanico, en la
cual se publican, en edicin bilinge, textos y antologas de poetas espaoles
contemporneos.
Qu hago yo aqu
Qu hago yo aqu esperando que la salsa
termine de cocer no tengo pluma
ni un trozo de papel al que confiar
la tristeza ma en verso endecaslabo
el agudo deseo de la muerte
que surge justo cuando ms tenaz
Eugenio Montale
(Gnova, Italia, 1896-1981)
Este poeta combati en la I Guerra Mundial, fue fundador y director de varias
publicaciones, lleg a dirigir la biblioteca del Gabinete Vieusseux en Florencia,
abandonando dicho cargo en una Italia preblica a causa de sus convicciones antifascistas.
Tonje Keller
(Londres, Reino Unido, 1972)
Pas en Londres su infancia y adolescencia. Recorri gran parte de Europa, se hizo
arquitecta en Pars y vive desde 1998 en un pequeo pueblo de Mlaga, donde
compatibiliza su profesin tcnica y sus intereses literarios. Desde 1999 ha colaborado con
diversas revistas culturales de Mlaga, Murcia y Madrid. Si bien todava se resiste a escribir
en nuestro idioma, participa activamente en sus traducciones. Ha publicado Victorian
London (1996), De la langue la plus belle (1996) y Scenes of disaster (1998), traducidas al espaol
en el tomo Amor y catstrofe (Ampuries, 1999). Estos poemas pertenecen al libro indito
Jams volver a ti.
Ya no me quedan sueos
Nac despus de que el hombre conquistara la Luna,
despus de que las drogas descubriesen su nefasto poder.
Crec cuando ya se haba asimilado el absurdo como expresin del alma,
cuando las miradas no eran ya suficiente para expresar las cosas.
Recorr caminos ya trazados, senderos abiertos por pisadas anteriores,
montaas misteriosas de folletos de viaje.
Viaj a pases lejanos cuya lengua aprendieron en la guerra mis mayores.
Cre tocar mi alma, pero la qumica lo explica todo.
Ando por lugares, por costumbres, por inercias de otros tiempos,
y me pregunto por qu si nada hay nuevo en este mundo
me siento tan abandonada por caminos que ya todos conocen.
Ya no me quedan sueos,
pero cada uno de estos instantes es tan nuevo para m
Ya no tengo nombre
Miro el poema,
y est acabado aqu,
sobre la mesa.
Salgo a contemplar el da,
a contemplar la madurez del da,
el trabajo terminado,
la casa en calma,
el poema ya sobre la mesa.
Me echo a descansar,
cierro los ojos
y ya no tengo nombre.
Haiku
Tengo una duda:
si te hablan las flores,
si las escuchas.
En pocos versos:
la nada es el poema
de la memoria.
As el poema:
sentimientos ajenos,
lejanas guerras.
Margalit Matitiahu
(Tel Aviv, Israel, 1935)
Tras el Holocausto, sus padres, procedentes de Salnica y descendientes de
judeoespaoles de Len, se establecieron en Tel Aviv, llevando con ellos el ladino o sefard
que Matitiahu aprendi de nia. Comenz a escribir en hebreo. En 1988 dio visiblemente el
paso hacia la escritura en la lengua originaria de sus padres con Curtijo quemado, un
desgarrador testimonio de la destruccin nazi. Desde entonces, los libros en ladino se han
sucedido en obras como Los visajes, Alegrica, Cartas, Simientes de amor, Matriz de luz y Las
escaleras de media noche. Se ha convertido en una apasionada investigadora y difusora del
sefard, participando en programas de radio en ladino durante ms de 25 aos, en
congresos y encuentros de todo el mundo. Vive actualmente en Kiriat Ono (Israel).
Pontes de tiempo
Los dias volan sobre pontes
llevados por el aire.
El camino se alonja hasta el lugar
onde los sinios hacen sinios.
Un momento se va
el otro se entrega...
La rutina fragua muros
atados a cuedras con eudos blandos...
Se van desatando en el tiempo
que nace preguntando...
Un momento se va
el otro ya entregado...
Saber caminar
Hay de saber caminar,
manobrar entre los mobles
de la camareta...
No destobrar la endependencia de los objectos,
dar pasos siguros,
no romper...
Verso la tadre,
saber estar a tu lado
en la estrechura de la nochada
entre las solombras...
Rosaly
Oh, Rosaly,
la mujer
con la cara que transpara
el frescor de la maana
y la tristeza de la noche.
Oh, Rosaly,
con el corte de su pelo,
con sus vestidos largos,
onde se penetra la soledad de su querpo.
Oh, Rosaly,
la mujer
que crece de sus palabras
al espuntar el da
y la arevatan al escurecer.
Estonses devienen sus cejas
dos cuchillos en combate.
Oh, Rosaly,
la mujer
que planta la luna en el aroma de los campos
onde busca un amor piedrido.
Oh, Rosaly,
la mujer
que es un rbole,
y sus races de poesa
hundidos en la locura,
en el selencio de sus ramos.
DESPEDIDA
Noche de agosto en Cartagena. El ordenador encendido mientras
suenan los grandes clsicos de El coloquio. Fumados, fumando, escribimos este
tardo nmero seis y grabamos canciones para nuestras musas, que, sin querer,
esta noche tambin han venido a visitarnos. Brindamos con cerveza y whisky.