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La Bien Plantada

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COLECCIN UNIVERSAL

Eugenio d'Ors

LA BIEN PLANTADA DE XENIUS

ES PROPIEDAD
Copyright by Calpe, 1920.

Papel fabricado especialmente por

Li

Papblsra Espaola.

to LECCIN UNIVERSAL
EUGENIO D'ORS

La Bien Plantada
de Xenius
La traduccin del cataln ha
sido

hecha

por Rafael

Marquina.

JLVDRID-BARCELONA

MCMXX

"Tipogrfica Renovacin"

(C,

A.).

Larra,

8.

MADRID.

PROLOGO A LA SEGUNDA EDICIN

CASTELLANA

No siempre hemos vivido en buena harmona mi


Catalua y yo. Casi a diario me he batido con ella,
y tengo la punzante seguridad de haberla alguna vez lastimado, Habr joven amor

fe'.undo sin

pelea y herida? Si, pues, se ami>aran hoy en el


regazo de una Catalua materna ciertas vigorosas

criaturas que son hijas suyas y mas, bien ser

coyunturas anteriores de ataque y r^umisin.


Pero amor no se compone nicamente de teml)estades ni conyugalidad tiimpoco, sino, adems,
lie calmas serena.-.
Dase en ellas el amante a
larga contemplacin de la amada, y recoi're en
detalle los aspectos de su i)erfeccin. El "Cantar
de lo.? Cantares" se cant as; en el desmayo de
lo acabado de poseer. As, la "Vida Nueva", en
]Dor

la

nostalgia

igualmente,

el

interminable

de

lo

perdido.

As,

oportuno alejamiento guardado, mi

"Bien Plantada" pequea, en un momcinto de la


vida que era, a la vez, de nostalgia y de posesin,

porque era de recobramiento.


Tras mltiples peregrinaciones estudiosas regresaba el enamorado a su casa. Rico como un mercader de fortuna, fuerte por la caricia de sol y

viento en las alturas y en los mares.


le

acogi en vacaciones, con

el

La amada

vestido de verano,

como su misma desnudez. El sonr.,


y un a manera de juego docto de
espejos prolong hasta lo infinito el i'eflejo de
casi tan bello

sonri

ella,

aquellas sonrisas y su mutuo deleite.


Bien Plantada.

esto se

llaim Teresa, la

Libro votado a los auspicios de la paz, la paz,


a despecho de su vocacin,

le fu con gran diExtraas irritaciones y agitaciones acompaaron, para un sector de Catalua,


su primer hora de popularidad. Le un da en el
Diatari de un mal conocido escritor de Vich, el
oscuramente trgico Francisco Rierola, la siguien-

ficultad coincedida.

te expresin, referida a una pintura acadmica:


"Esas desmideces qu-e dan rribia..." Ese estado de
espritu en el cual una forma amable puede dar

rabia, a m, personalmente, me cuesta mucho de


comprender. Comprendo, es claro, la complacencia, el placer, el deseo, la exaltacin; comprender tambin, por otro lado, la aversin, el asco,
la angustia. Pero la ira, la rabia?... Ci*eo, sin
embargo, que semejante estado de espritu dista
mucho de lo excepcional entre gentes ibricas.
Parece que al dinamismo apasionado del ibero

fiero

sientan como un

insulto

algunos aspectos

de la belleza sencilla.
Pero en casos parecidos, echar sobre las gentes
toda la culpa suele ser tan cmodo como injusto.
Ahincando en el tema, y tal vez ahincado yo por
cierto remordimiento, he venido en sospechar yo

iiismo si en las ms inocentes pginas que jams


haya escrito pluma pudiera disimularse una envenenada fuente de turbacin. Algo que no puedo explicar, algo extrao y secreto debe de haber
el pobre libro, cuando, desde desordenar el
mbito de las contiendas literarias, turbio mbito
al fin, ha pasado tal vez, ms sutil y dramticamente, a tema de desorden en la soledad de algunas mentes o conciencias. Me dicen que se albergan hoy en las casas de salud de Catalua,
alg:unas mujeres con delirio de creerse la Bien

en

Plantada. Qu puedo yo hacer,

si

no tengo bas-

tante luz para reconocer aquella fuente,

nadie

ni

no

lo

gil

me

la seala tampoco, y

hago, sino

el

el

si

existe,

mal que haga

designio de los dioses por fr-

insti-umento de m?

Combatido por tenaces dudas, he dejado

mamente transcurrir

lti-

alg-unos aos sin proveer a

repetir las ediciones del texto o de su traduccin.

La ltima

edicin catalana se agot en 1912

confieso que he recibido con

mala disposicin

y
al-

gunas solicitudes nuevas... Pero hoy, ante una


ms amiga que las otras, honrosa como la que
ms, decido por

He

fin

poner trmino

al

perodo de

nimo puro, el pro


y el contra. El contra ya est dicho; permtaseme
ahora una palabra sobre el pro. Confusos andaban
los aires morales de mi tierra; su razn, que
aqu llamamos seny, enferma de vegetaciones paabstencin.

pesado, con

rsitas; su gusto, perdido entre las peores abo-

minaciones de un arte radicalmente reido con

cl.sico

lo

ha

y con

la

simplicidad.

Ahora todo

esto

enipe2:ado a mejorarse

y a ponerse en orden;
seguramente, mi dulce Teresa no es a ello extraa. Y si fu dicho que Helena vala la guerra de
Troya, bien vale algn mareo y algn chillido H
arribada majestuosa de un pueblo, bello como una
nave, a las playas de la normal civilizacin-

Eugenio d'Ors.
Canet de Mcor, 8 de diciembre de 1919.

PARTE PRIMERA
1

De

la

aparicin de la Bien Plantada

Quum cancrem
Vellit,

Pascerc

regen et procUa, Cinthius, aure-^

ct ad-monuit ;
ortortct ovis

Yo soy quien

dijo

un

Pastarem,

Tityre,

pinguis.

dcductuin dicere carmen.

da,

en glosas estricta;

y enamoradas, las gracias y virtudes de la noa-teamericana doncella curiosa, encuentro en una

pensin de familia en Ginebra; y ms tarde, el


encanto de la bella dama parisina que, dreyfusista diez aos atrs, se haba pasado despus ai

otro lado de la barricada, y saba razonarlo r


mientras saboi-eaba las pastas del te y los briliadores dtiles. Pero hoy, como me preparase a
decoi'ar el recuerdo de

Cinthius,

alguna otra lejana beldad.

ha venido a tirarme de

la oreja

y a de-

cirme: "Conviene Xenius, al cataln Glosador,

rc.

feminidades extrafas, sino las aromosas con el


perfume de su tierra, celebrar...*' Y por esto quisiera

ahora cantaros la Bien Plantada que ha


ms alta que las dems, estos clid(KS

florecido,


10
das de oro, en

un humildsimo lugar veraniego,

pequeito y blanco, cabe la azul amplitud mediterrnea.

Dbese ante todo sealar aqu

el

hecho pere-

grino de que la apai'icin de la Bien Plantada en


el

pueblo pequeo se ha realizado por tan mara-

manera, que nadie hoy

decir,

pesar de que su belleza es de las que atraen


mirada en seguida, ni cundo haya llegado

la

villosa

podi-a

ni

cundo por primera vez se mostrara a la pblica curiosidad. Esta aparicin de la Bien Plantada ha sido tan sutil y tan natural a un mismo
tiempo, como la de la primera estrella vesperal.
Ahora est aqu, y hace vin instante todava o
estaba. De dnde sale la estrella? De dnde
sale la doncella bonita ? Ibais a mirar un jardn,
ibais a m.iirar una barca, ibais a mirar la mar,
cuando os ha sorprendido la gracia de su cabeza,
por encima de las cabezas de sus hermanas. Despus ha desaparecido. Pero, una hora ms tarde,
la habis vuelto a ver dominando ahora las cabezas de un corro de amigas.
Por la noche, en el Casino, contis el caso a
vuestros amigos. Y todos vuestros amigos la han
visto al mismo tiempo y la han visto de la misma
manera. Vosotros habis empezado diciendo:
"
Hoy he visto por primera vez una muy guapa." Los amigos han dicho: " Y yo tambin!
Y yo tambin!... Y yo! ^Cmo es la vuestra?
As, as y as.
Es la ma misma. Y la ma.

la ma"...

11

Pero alguien sabe ms; sabe que la Bien Plantada es de Barcelona.


De Barcelona? A A^er! A ver! Crece aqu el
milagro. La Bien Plantada es de Barcelona y
nadie la conoce? U.na niiucliacha as no pasa inadvertida. No se la ha visto en invierno, en el
Liceo; en primavera en

el

"polo"?

No

se la

ha

hallado en ningn funeral? Los maaneros pe-

Gracia no la han diviAl atardecer, no ha com-

ripatticos del paseo de

sado una sola vez?

parecido ninguna al paseo de coches

puede atribuir,

ni

siquiera

nombre conocido, de
en

la

propiedad, en

crdito,
el

por

No

se le

referencia,

un

en la aristocracia,

comercio, en la bolsa, en

en la piedra artifien los futuros del algodn? Se tratar de


una sobrevenida? Se tratar ^las apariencias
la

industria, en

los

tejidos,

cial,

pueden engaar mucho de una aventurera ? Si


as es, de qu pas y por qu azar llegara aqu
ima aventurera?...
Pero no. Las apariencias pueden engaar mucho; no tanto. Pondramos las manos en el fuego... Todo, pues, ser puro prodigio en torno
a la aparicin, en

el

pueblecito veraniego, de tan

perfecta criatura?

La perfecta criatura pasea en este momento


por la playa. Viene conversando an con sus amigas. Es siempre la ms alta; y ms altos que ella
ya no hay sino el cielo y la noche. Callando aplicando el odo, podis, desde el balcn del Casino,
or sus palabras.

12

acontece entonces
Callando,

algo

ele

una

infinita

.iul-

poniendo el
alma en vuestra atencin, habis odo que la Bien
Plantada habla con sus amigas un cataln puro
V bien acordado.
zura.

aplicando

el

odo,

It

De

y externas condiciones
de la Bien Plantada

la figura

Gurdate, atlmiracin ma, gurdate de empujarme a lirismo, al venir al punto en que es de


razn que trate de la figura de la Bien Plantada
Ni a comparaciones te des, ni palabras imprecisas y prestigiosas,, fciles caminos de la fcil
sugestin, te sepan tentar. No cantes nada, no
exaltes nada, no mezcles nada. Define, cuenta,
mide... Haz por decir, como Stendhal, loco de pasin, no obstante, por la iglesia de San Pedro en
Roma, al empezar su descL-ipcin: Voici des dtails eccacts.

He aqu, pues, detalles exactos. Tiene la Bien


Plantada un metro ochenta y cinco centmetros
de altura. De los pies a la cintura, un metro veinticinco; sesenta centmetros de la cintura a la
cabeza. En tomo a esta inicial desproporcin dichosa se agrupan, en el resto, las ms acordadas
proporciones. As el pie, no demasiado pequeo,
es fino y viviente en toda su extensin, del taln
a la punta. Los tobillos parecen un poco anchos.

-i.<J

voz, pero es solo favov de la media blanca.


Al andar so adivinan las rodillas redondas, poderosas y perfectas. Y el problema de unir las lartal

gas viajeras extremidades con el tronco, que reposa, parece resuelto por la arquitectural natura
segn un escondido sutil artificio a la manera
del que el Renacimiento emple con la invencin
de los que se llamaron "duomos".

El tronco, pues, g^eneroso y del todo helnico,


pecado de excesivo en 1909, pero se aviene
plenamente con las modas sueltas, holgadas, cl-

liabra

sicas,
g'o.s;

aimonios simas, de 1911. Los brazos son laral nacor de la espalda, disminuyen

gruesos

dulcemente; lejos del defecto de los de la bailarina inisa Tro'uhanowa, que son tan anch.os cerca de
l;i axila como cerca de la mano. La'i manes de ia

Bien Plantada no las alabaramos ]^yc aristocrt:cas ciertamente, que anchas son y un poco bastss.
El busto est lleno de dignidad y no evento de
tambin a

cierta apariencia de fatiga, acorda-.a

modas de este verano. En espera de las maternales abundancias, este busto se consagi'a ahca
las

totalmente a la delicia suprema de la respiracin


juzgara un poco peciuea la cabeza sin

Q-iiz se
la

suntuosa cabellera, que es de un lubo obscuro,

salva de todo exceso y peinada con grande mtodo y limpieza. Desde la frente hasta el rodete

extremo de la cabellera, que es muy bajo, contaramos unos treinta y cinco centmetros. Mas, por
muy abajo que aqul descienda, deja +odava lugar a la ancha mai'aviila de una nuca que tiene

14

lla la

una

centro

el

acaso, a que

el

prominencia

leve,

debida,

rpido crecimiento de la donce-

ha habituado

al

vicio de bajar

un poco

la

cabeza.

Pero aqu ya los detalles exactos vcndian a


faltarme si yo intentase describir dos condiciones,
de imposible descripcin; el movimiento y los ojos.

No puedo

decir ms, por lo de no querer salir de

una economa estrecha, que

si el movimiento de
Bien Plantada es presidido por la Msica, la
gracia de sus ojos debe de caer bajo la competen-

la

cia y jurisdiccin de Urania,

musa de

la

Astro-

noma.

III

De

Hemos

la

y del modo de vestir


de la Bien Plantada

moda

dicho que la belleza de la Bien Plantada

se halla tranquilamente de acueixlo con las

das estivales de 1911.

esto necesita

una

mo-

expli-

Porque en verano de 1911 se cuentan dos


moda distintos. Uno, adoptado por las
mujeres ms inteligentes; otro, por aquellas que
cacin.

rdenes de

no

lo

son tanto. Este es

el

orden del vestir trabado

y ceido a ultranza; en el primero, conti'ariamente, la gracia est en la holgura, espuma y


frescor. Del

uno abominan a un tiempo mismo

moralistas y artistas; el flojo encanta a los ai'tistas, y si a los moralistas no los satisface por

15
cjmpleto,

tampoco saben qu graves reparos opo-

uev.

La Bien Plantada,
viste a la

moda

pues,

holgada,

como poda esperarse,

la cual es la

nica que

conviene, en general, a las ufanosas mujeres del

Cuando stas, por mala inteligencia y equivocada infoiTnacin de lo que se lleva en Pars,
(luieren encerrase en trabas y ligmenes, suelen
ofrecemos visiones tan inmodestas e indecorosas
que son con ellas la vista y el gusto del forastero
lamentablemente sorprendidos. Por el contrario,
holgui'a y espuma no slo sientan bien en el cuerpo noiTTial de nuestras tpicas beldades, sino que
se avendran tambin al cuerpo inmortal de las
estatuas clsicas de los museos. Estoy seguro de
que la blanca vestimenta que luca anoche la Bien
Plantada dira bien, tan bien como en el suyo,
en el cuerpo de la Venus de Mil o. Que quiz en
pas.

vida vesta

as.

y quiz haca sus vestidos ella

misma. Porque la cara de la Venus de Milo es


de tener muy buenas manos.
Veis? Hoy, con un vestido color de fresa, la
Bien Plantada ya estaba un poco, un punto menos herniosa. La alta criatura debe haberlo entendido as. Porque por la tarde la hemos ^alelt >
a ver vestida de blanco, como ayer, como anteayer,

como en toda buena

hora.

16

IV

De una

frase de la Bien Plantada, con la respuesta a algunos corresponsales indiscretos

Seoi'

don R,

V.,

seor clon

J.

M., seor que

mi otro indiscreto
corresponsal que intentis corromperme adoptando para firma "un admirador"! Qu inespei*ado
inters ha sabido conquistaros ahora por mis po"rmis ''un intrigado" y vos,

bres glosas? Qu! Vosotros habis podido leer a

recientemente publicada, de "Aforismos


Josepeh Joubert" sin que se os viniese a las
mientes preguntar si era posible procurarse la
obra entera del pensador admirable; vosoti'os habis escuchado mi elogio de los libixxs de Geoi-ges
5orel, por ejemplo, sin entrar en curiosidad do
averiguar qu editor los publicaba; vosotros hubisteis conocimiento de la aventura, annimamente narrada, del heroico inventor que viendo destruidas por un incendio todas sus notas, ruto de
^eleccin,
die

largos aos de trabajo,

tom bravamente

menzar, sin que atinaseis a preguntamie

el

a co-

nom-

bre del protagonista; vosotros habis recibido im-

pvidos las noticias acerca de la molemsima


teratura alemana, acerca del carcter, la

A.'ida

li-

la

obra de tantos novecentistas catalanes, acerca de


ios distintos sinsabores y calvarios del pintor Torres-Garca, acerca del fracasado proyecto de
biblioteca Lorentz, acerca de tantos

1?.

y tantos asun-

17
tos de palpitante actualidad, de transcendencia
incalculable... Y hoy, porque me place decorar

con unas cuantas rpidas notas la silueta adorable de una doncella muy nuestra, heos aqu despiertos,

heos aqu engolosinados, heos aqu escri-

bindome y poco menos que pidindome la direccin... Ah, mis buenos seores, mis pobres seores, lectores interesados, sincersimos admiradores mos Bien os sentar un poco de paciencia y
bien os sentar un poco de desengao. Porque
los detalles de esta verdica historia no se irn
dando a conocer sino poco a poco, segn un orden
acompasado y artstico; y algunos de estos detalles, algunos de stos que preguntis, no sern
dados a vuestra curiosidad ni ahora ni nunca.
Porque habis de saber, mis seores y caballeros
!

gentiles, que el arte del escritor pblico tiene su

deontologia, que no le es excusa desconocer, que

no

le

es lcito olvidar.

uno de

entre sus preceptos, ordena

como

el

los

ms

i'espeto

capitales,

ms

ex-

mdico por su enfeiTno o el


maestro por el nio que educa, ha de sentir el
escritor, el artista en general, por aquel pedazo
de vida que proporciona materia a su albedro.
Y aquel e.xquisito respeto debe doblarse cuando
este pedazo de vida y arquetipo es una feminidad
y dos veces doblarse cuando es una feminidad perfecta, reuniendo tantas como gracias de coiporal
ai-mona, gracias de juicio y de moral discrecin.
Y ahora, para vuestro aleccionamiento, para mi
aleccionamiento, para el cabal aleccionamiento de
quisito que,

el

Bien Plantada

18
todos, he aqu

en una

fiesta.

una frase de

la Bien Plantada, ayer,


Blanca, centrando el coro fragante

de las hermanas y de las amigas, inclinse para


tomar en sus largos brazos, hechos para la ordenacin y

el

estrechamiento cordial, una gentil

criatura que se haba entrado en

el

corro de los

mayores, Y alzndola y como mecindola un poco,


a los devotos que se acercaban, dijo:
"A m, por ahora, no me importan los hombres;
pero me gustara tanto tener criaturas que fuesen mas!"

V
Del pucblecito donde veranea la Bien Plantada

No

obstante,

una de

las

preguntas de los cj-

rresponsales curiosos era del todo oportuna; aquella

que se

refiere al lugar

de veraneo de la Bien

Plantada. Ser preciso, no nombrarlo, este lugar,


que eso nada importa, sino poco a poco ir refiriendo el aspecto y la manera y color. Y no porque
el paisaje esencial a la figura; no porque,
segn sociologa tainiana o tcnica de impresionista, se d demasiada importancia al ambiente;
sino porque en el presente caso singularsimo, la
alta doncella de que hablamos, en los pocos das
que habita el lugar, de tal manera lo ha centrado,
que ya ella y las cosas que la rodean forman un
imperio nico. Y as como es necesario para la
definicin de un emperador considerar su imperio,

se crea

19

ha hecho esencial condicin al definirla hablai' del pueblo de su veraneo. Porque todo el pueblo es un ameno huerto suyo. Y parece a veces
tan perfecta es la Bien Plantada y tan nuestra Ja
as se

manera de su perfeccin que toda nuestra tierra


tomse tambin huerto suyo. Y que el mar lo es
tambin.

Repetimos, pues, que la Bien Plantada veranea


en un pueblecito de la costa. Un pueblecito pequeo, lestrecho sobre todo. Esto es el mar, diramos. Esto ya son campos, con granjas diseminadas y chaticas; y la montaa nace suavemente an
poco ms lejos. Entre el mar y los campos, el
pueblo, que, al pasar del tren, parece formado

por una sola


mitad.

calle.

La

riera lo atraviesa por la

estos de la riera seran los nicos r-

no se contase con unos huertos de nay ms lejos y ms altos, unos bellos cipreses flanqueando un casern blanqusimo con
las solanas de arcos i^ondos y las pequeas baboles,

si

ranjos,

laustradas neoclsicas. El resto del pueblo se consei'vara tambin blanco si no lo mancliaran y


am^rengasen algunas turpsimas abominaciones do
los annimos arquitectos y maestros de obras que
van infectando toda Catalua con el odioso estilo

que degrad nuestro Tibidabo. Pero, aun, entre

la

colina de gusto helnico y el suave recorte de la


playa, el pueblo conserva una bella lnea; aun los

redondos naranjos cerca de las casas sencillas y


rectas son un reposo de la mirada; aun hay una
pequea iglesia, humilde y familiar, pero de un

20
selecto gusto barroco,

que ha tenido

la

fortunu

d no ser objeto de la caridad iconoclasta de

al-

guna buena alma testadora; aun hay prticos

un

lado de la riera y en la plaza; y otros, junto al

mar, que, cortados por


tomarse,

si

los

fuese preciso

dos extremos, podran

^que

no

loggia bolonesa o toscana; aun

lo es

por una

hay en

la cons-

truccin serensimas verticales, horizontes repo-

sados y pequeos detalles de decoracin ntima,


sobrios, encantadores y coquetos; aun hay entre la
tierra,

la

vegetacin, las

casas

el

cielo

una

relacin segura, sin brusco salto; y puede decirse, en suma, que los desvarios arquitectnicos

no han daado excesivamente el pueblo.


En el invierno, la playa, pasada la lnea del
tren, es desnuda y desierta. Pero en el verano
la pueblan y animan las barracas y las casetas
de baos. Aumentan, adems, el nmero de las
barcas y se agita entre ellas una marinera actividad curiosa. Esta balnearia alegra es de un

y llena de sensualidad casta. Hay


una risuea pereza y como una liberacin, al desvestirse; crece en una misma familia la deliciosa
intimidad, y se forman entre las varias familias
como gentilicias unidades, ligadas tambin por el
oixien especial

lazo de haberse visto al aire libre con las piernas y los brazos desnudos. Luego, hay la ensoacin que mantiene a la gente tendida en la
playa hasta alta noche contemplando el juego
montono de las ondas.
Encima de la ya nombrada loggia hay un casino.

21
y su balcn es un mirador sobre la mar. Y al
me alcance d(v

otro lado de la riera, sin que se

masiado la razn, hay un Centro Esperantista, qu*^


ha tenido la bienaventurada ocurrencia de pinde verde la parte superior de su prtico. Este
verde se enlaza, desde ciertos puntos de vista,
con azules de la mar, y de ah nacen aiTnonas

ta-r

del

.ms delicado y dichoso

efecto.

Debajo del

Crculo Esperantista se halla la casa del tartanero, y el gran movimiento de vehculos alboroza
constantemente la riera, en la cercana de la playa. Ms arriba estn los cafs y las donosas tiendecitas donde se exponen, para la venta, ropas
azules de marineros y fajas bermejas o de otros
colores, amn de unas fajas de claro azul que ostentan, boixladas en grueso algodn, las flores ms
pomposas y variadas. Ms arriba an, estn las
quintas de los seores, cada una con un muro y
un barandal en la parte delantera, para cuando
la i'iera baja crecida. Ms all, los rboles se
hacen fronda y dan una nota de paisaje muy
dentro del gusto del pintor D. Jos Masriera. No
falta a un lado un gran estanque, con nades

zambullidores.

Y ms

lejos se aclaran los rboles

y desapai'ecen, y un puente de hierro enlaza dos


ramales de carretera. Por uno se va a la finca
de los cipreses. Y por el otro, al cementerio, donde no hay cipreses. Ms all del cementerio, ya
en el camino montaero, tambin desnudo de rboles, hay una ennita- donde se celebra romera
para la Virgen de Septiembre.

22

Ya

cmo el pueblecillo donde veraBien Plantada no ofrece nada de particular.


No es ni rstico ni escarpado ni pintoresco. Ni
ofrece el carcter de estacin a la moda ni de
lugar demasiado silvestre. Pero hay que quererle, precisamente por su humildad, en la que radica el secreto de su gracia y de su verdad profundjas. Es un pueblecito de ujia sutil y escondida elegancia, porque florece en l la raza sin
nea

veis, pues,

la

disturbios y porque las casas estn unidas a la

ms que unos fundamentos, y


mar, por algo ms que por un reflejo movedizo.
tierra por algo

al

VI
Nuevas revelaciones sobre
de

la

los ojos

Bien Plantada.

Comprendo que decir del mirar de la Bien


Plantada que parece presidido por la Musa de la
Astronoma, aunque es decirlo todo, no es decir
bastante. Temo singularmente que la definicin se
preste a interpretaciones muy errneas. Puede,
en efecto, entenderse que con ello viene a compararse los ojos de la excelsa muchacha como

han comparado tantos otros a las estrellas o


luminares. Y no es esto. Ms que ninguna estrella
seranos preciso traer a comparanza un cielo entero, y no precisamente un cielo natural, un cielo
se

a lo vivo, en nocturno o diurno aspecto, sino de

23

una manera

estricta, el cielo

de una lmina astro-

como lo hallamos en los atlas o en


que se ocupan en la matei'ia. As presentada, la comparacin no ha de tenerse como
nmica,

tal

los libros

como ptica y i'igurosamente liAquel verde plido y brillante de la litografa; aquellos puntos azules, blancos o encendidos; el misterio de aquellas parbolas en lneas
de construccin; aquellas pequeas zonas, diversa y precisamente coloridas; y, en fin, la emocin que produce, emocin grandiosa, extraa y
metafrica, sino
teral.

serena, a

un mismo tiempo, todo

se halla redu-

cido a unidad y compendio en los ojos de la Bien

Plantada.

Que son

clara profundidad.
ellos

vastos,

hmedos y

pestaas

las

llenos

tejen

de

sobre

una dulce sombra, como la que proyecta


mapas terrestres la jarcia tranquila de

sobre los
los

meridianos y paralelos.

Como

el

rostro

tiene

una

deliciosa

blancura

tambin que se compare la claridad


de la mirada a la que difunde el planeta Saturno.
Pero ya he dicho antes que todo lo que sea evolunar, ocurre

car particulai-mente un astro

me

parece cosa in-

tema de nuestra meditacin de hoy.


Un astro tiene una luz aguda, afilada, crudsima
y como temblorosa de fro; los ojos de la Bien
Plantada, al contrario, se extienden en una abundante calma y son suaves, y diramos mejor que
se tienden elsticos como un dulce felino en un
adecuada

al

gesto clido de pereza.

Mi pluma

es, ay!,

sobrado torpe para describir

24

un prodigio de tan
quisiera comunicar.

sutil sencillez

como

el

que os

Ojal, lectores, los ojos de

Bien Plantada se os aparezcan esta noche, en


sueos! Plenamente entenderais entonces todo ij
que de ellos he dicho, todo lo que de ellos dir.
la

tambin entenderais maana,

si

una vez des-

piertos quisieseis recordarlos o intentaseis expli-

cmo es difcil precisar, cmo es atormentadoramente imposible comunicar a los dems las
luces que sobre el asunto poseerais (1).

carlos,

VII
Del terrible poder de una mujer hermosa

Decimos bella. Decimos hermosa. Lo decimos


de una estatua, de una perspectiva, de una habitacin. Lo decimos tambin de una mujer. Esto
viene a significar que la palabra tiene dos senUno, terrible.
Uno, terrible. He aqu un pedacito del mundo
en paz. He aqu unas conciencias casi en la paz.
Y llega el destino. El destino son unos cuantos
msculos montados sobre un esqueleto. Estos
msculos viven; aunque no mucho; no se agitan;
estn sosegados en una calma real. Pero es todo

tidos.

Siguen aqu en el texto cataln, y a propsito de la


1.1^
palabra "claricies", usada por "Xenius", unas divagaciones
llenas de humor.

filolgicas,

25

un gran incendio a su alrededor. El pedacito de


prende, arde en el gran incendio. Las conciencias prenden, arden en el gran incendio.
La terrible pujanza de la mujer hermosa ha

mundo

sido siempre cantada por los poetas lricos

glo-

sada por los novelistas, que viven con los ojos


abiertos sobre el dolor del mundo. Pero a m la
descripcin que mejor y ms profundamente me
ha conmovido es la de una cancin catalana que
llaman La dama de Aragn. Es una cancin tan
suntuosa y tan trgica que parece ornada de prpura y caliente de sangre. Alientan las palabras
en ella ardorosas como los vientos del Sur. Cuando quiere aligerarse con aires de madrigal, estremece, y cuando quiere sonrer, la sents hme.ia
.

por las lgrimas de un llorar desesperado.


En Aragn hay una dama;
Es hermosa como un sol.
Tiene rubios los cabellos,

Que

le

llegan al

taln.

Amorosa Ana Mara,


Robadora

del

amor,

Ay, amor

Robadora del amor. Ladrona del amor. speperfume de crimen emana del cantar. He aqu
la robadora y su pecado. He aqu tambin la
sed inoestuosa y los grandes horrores:

ro

Y
''

su hermano la miraba
Con ojos de vivo amor;
"Si no me fueses hermana,
Casaramos los dos."

Amorosa Ana Mara,


Robadora
i

del amor,
Ay, amor
!.

26
pujanza! Por ella,
y enferaia. Piedad, Dios

Eis el poder, es la terrible


el

mundo

se desordena

mo, para estas A^ctimas sangrientas! Piedad, en

vuestra inftnita misericordia, hasta para


crilegio

el

sa-

Cuando ella entra en la Iglesia.


Entra un grande resplandor;
Cuando toma agua bendita,
Plores llenan el piln.
Capelln que dice misa
perdido la licin.
Por decir Dorninus vobiscum,
Dice: "Oh, cju dama veo yo."
Sacristn le responda
"Ma sea, vuestra no."
Amorosa Ana Mara,

Ha

Robadora

Ay,

amor.

del

amor

Ya, hasta los inocentes. No queda, pues, sino


temblar y santiguarse, como cuando cae un rayo.

VIII

De cmo
ce

Mas

la

pujanza de

para

el

la

Bien Plantada se ejer-

orden; para

el

desorden, no

veris que, por gracia de amabilsimo mi-

lagro, la beldad de esta doncella de

que os habla-

ba no ha trascendido a tumulto en tomo a ella,


sino a serenidad y simpata. S; una mujer hermosa puede ser como un rayo que cae. No as
la Bien Plantada, que es como un hogar encendido en medio de nuestras vidas. Y estriba el
secreto en su natural mesura y buen juicio.

27

Hemos dicho que exista en el cuerj;) de la


Bien Plantada una central falta de canon; es demasiado alta su cintura; en compensacin,

el

resto

una proporcin perfecta. Y tambin


su movimiento se ajusta a una proporcin perfecta. Y su manera de mirar. Y su voz. Y sus palabras. Y su manera de tender la mano. Y su
manera de deciros adis. Y su manera de vivir.
Y su manera de tratos y maneras. Y su manera de
ser amiga. Y, no hay que decirlo, su manera de
bailar. As
y no de otro modo que una gota de
^la
aceite en una extensin de ondas agitadas
se ajusta a

presencia de la Bien Plantada lo aquieta, serena

y ordena todo en muchos, muchos pasos a la


redonda y en muchas, muchas almas de la cercana.

Ah, yo quisiera que lo vieseis! Desde lejos,


narrando una gracia de la Bien Plantada,
ya puede encenderse una pasin. Desde lejos, con
slo

Bien Plantada, ya. se sienten


corazn las mordeduras de la sierpe. Yo,

slo recordar a la

en

el

pobre narrador de m, no s con qu imagen pueden haber decorado algunos ensueos mis dbiles
palabras, que ya no pasa da sin que me llegrae,
en comentario a la figura gentil, alguna carta, en
cuyo texto, a las veces humorstico, se siente batir, sin embargo, una gran ala de inquietud...
Ahora yo quisiei-a poder reunir a todos esos que
me escriben y llev.arlos, juntos, a presencia de la
Bien Plantada. A orilla del mar la aguardaramos. La veramos aparecer entre el mar y

28

y los montcubaos familiares y las tienducas pequeas, entre las granjas y las tartanas,
las casas y la lnea de la tierra

los cercanos, entre los

entre los trabajos y los cultivos, entre los cipreses y los naranjos, entre los corros de mujeres

que conversan, y de nios que juegan, y de hombres que reposan fumando, con la mirada ja en
el

horizonte.

La veramos aparecer entre todas

esas cosas, humildes, armoniosas y esenciales, tan


pariente de ellas, tan ligada a ellas, tan fiel a su
ley de simplicidad y de silencio, humilde, armo-

niosa y esencial, como ellas mismas. La veramos


aparecer, y en lugar de sentimos en inquietadora tormenta, una divina paz nos inundara

el

pe-

Advertiramos primeramente que nuestra


respiracin tornbase fcil, pausada, amplia y regular. Despus, que el corazn lata de prisa,
pero sin agitacin. Brotaran en seguida de nuestra boca palabras amables, calientes de cordialidad. Miraramos a la doncella fijamente, sin turbacin, pero tambin sin osada, y veramos que
ella sabe mirarnos tambin as. La veramos tan
sencilla, tan pueblo, que todo temor desaparecera
de nuestro gesto y de nuestra habla; pero, asimismo, la adivinaramos tan delicada, tan seora con aquella seora que slo puede proporcionar una larga y fiel obediencia a los designios silenciosos de la raza
que el respeto elevara ges-

cho.

to

y habla, ennoblecindolos. Su manera

justa,

equitativa y bien tasada de tratarnos a todos, nos


hara fraternizar. De ah nos nacera un deseo de

29

manos. Despus, de drsela a

Despus, de retener su mano entre las nuestras un


instante. Despus, de no abusar de este instant?
y abandonar su mano, porque ya a nosotros mismos nos habra comunicado el don del bien tasar.
As, de acercarse a la Bien Plantada, un hombre toma en mejor. En ser presidido por la Bien
Plantada hay ventaja de especial nobleza. En torno a la Bien Plantada todo es orden y acuerdo.
Que ella debe de ser la misma eternidad, hecha
bella apariencia y gozoso momento. Nada comparable a esta influencia. La influencia, la enseanza de la Bien Plantada! Si la pudiesen contemplar as y aprender de ella no un reducido
crculo de hombres, sino toda la tierra ma y todas
sus gentes! Si a esta escuela de la Bien Plantada
acudieran las generaciones a ganar en serenidad,
a curar de romanticismos, a salvarse de mentiras, a captar estilo y nornias de belleza y buen
vivir, y ante ella abjurasen todos de los pasados
ciarnos las

ella.

errores; y los ciudadanos, los poetas, los artistas,


los arquitectos, los polticos, los negociantes, los

maestros de escuela, supieran desde el instante


aquel infundir en las obras suyas y en su accin
un poco del espritu de esta inefable y profunda
enseanza!
...Por el momento, en el pueblecito marinero en
donde veranea, la Bien Plantada ha alcanzado ya
estos resultados maravillosos.

Que

las

dems mu-

chachas, menos hermosas que ella, menos admiradas y celebradas que ella, no le tengan envidia

30

complazcan a su vera y la
quieran; y que los hombres, en presencia suya,
se contenten todos por igual
y sin que se haya
ni celos, sino que se

registrado hasta hoy ninguna tentativa a desobe-

decer esta ley tcita

con

la noble alegra de ser

sus amigos.

IX
Del dulcsimo nombre de la Bien Plantada,
con otras particularidades

Ahoi-a va a declararse el nombre de la Bien


Plantada. Esta maana, al dejar el lecho, el glosador ha sentido imperiosamente la necesidad de

que ello se hiciera hoy. Ayer, hubiera sido demasiado pronto. Maana, seia ya pecado de tardanza. El aprendizaje en la Bien Plantada, por lo
muy fuertemente que se apoya en las esencias
verdaderas, puede darnos estas preciosas infalibilidades sobre lo oportuno.

Cmo

te

llamas,

Bien Plantada?

Me

llamo

Teresa.

Teresa, nombre lleno de gracias, cuando se pronuncia a la manera de los catalanes.


Teresa es un nombre castellano. All es un

nombre mstico, ardiente, amarillo, spero. Es


un nombre que rima con todas estas cosas de que
ahora se habla tanto: "la fuerte tierra castellana",
"el paisaje austero,

desnudo, pardo", "los hombres

graves vestidos de fosca bayeta", "Avila de los


Caballeros", "el ahna ardiente de la santa", "Zuloaga, pintor de Castilla", "El retablo del amor",

"La mstica sensualidad, esposa de Cristo o mujeiTica". Ya sabis, no?, qu linaje de cosas quiero decir.

Pero llega

el

mismo nombre a nuestra

tierra,

y de pasarlo por la boca de otra manera a<lquiere otro sabor. Un sabor a un mismo tiempo dulce

y casero, caliente y substancioso como


torta azucarada. Teresa es

manos capaces de

la

el

un nombre que

caricia,

de la
tiene

de la labor y del

un nombre modesto v
Teresa es un nombre hacendoso. Teresa
es un nombre para responder, con voz de contralto: "Sei-vidora, me llamo Teresa". Teresa es el
nombre de las que tienen, como la Adelaisa del
conde Amaldo que se llam Adelaisa slo por-

abrazo. Teresa es a la vez

muy

fino.

que viva en unos tiempos muy romnicos, histoun poco de sotabarba y


riados y ornamentales
un hoyuelo en cada mejilla.
Y ahora que he nombrado a Adelaisa, me ocurre meditar sobre cul pueda ser la semejanza o
desemejanza que la Bien Plantada tenga con ella.
En las dos, vive, enrgica, la Raza. Imagino, no
obstante, que Adelaisa era tacto y color, y la Bien

Plantada ya es medida. Las dos quieren decir insPero en Adelaisa el instinto parece dirigirse a los fines de la especie, mientras que en la
ma lo que sutilmente funciona es el instinto de

tinto.

la

Raza; es

decir, algo

que ya es inteligencia, y

32

profunda, inconscientemente, cultura, Adelaisa habra sido lo

mismo que

fu,

si

contase slo con

En cambio, Ja
Bien Plantada no fuera tal vez lo que es hoy,
si no hubiera existido Auzias March. Tomando las
cosas desde otro lado, Adelaisa es de montaa y
Teresa, de marina. Tomndolas an en otra suerte de diferencias, Adelaisa corresponde a la arquitectura romnica, mientras nuestra Teresa corresponde al neoclasicismo.
Ay, qu deliciosa sensacin de intimidad, empezar a nombrar Teresa a la que hasta hoy conocamos solamente por Bien Plantada!
Teresa, Teresa galana, alabado sea tu nombre
dulcsimo! Todas las Teresas que hemos conocido
eran galanas; pero t la de ms galana. Y as,
adoramos en ti el recuerdo de las dems.
la tierra

Noche

el

alta,

cielo

de su patria.

saliendo

Casino,

del

aquellos

de

entre nosotros que poseen una voz de bartono

cantan una cancin, ya fuera de moda, que dice:


Teresa,

Yo tengo impresa
Tu cara de ngel
En mi interior
;

Melancola

Me matara
Si

a otro otorgabas

Tu puro-ooo-amor

s;

La

gran verdad dice

la cancin.

situacin est en ella fielmente reflejada.

Hoy todos vivimos en paz y en orden y en mejoramiento y aprendizaje espiritual, porque Teresa

33
nos trata por igual a todos. Pero

el

da que

lle-

a distinguir a uno!...
Y, no obstante, es claro que habr de distinguir

ft-ue

uno

He

taixie o

temprano.

aqu, pues, la posicin del conflicto, plan-

teada netamente en

drama que

el

se estime.

Bien Plaitada

primer acto, como en todo

PARTE SEGUNDA

Donde

se pone en claro que la Bien Plantada

nos fu trada de las Amrcas

momentos de familiar y abandonada


da aire con un gran abanide ropa, la madre de la Bien Plantada, que tie-

Dulces

pltica! Mientras se

co

la noble morenez del rostro unos claros


como ella, dice:
La chica no naci aqu. Naci en Asuncin.
Slo hace dos aos que hemos regresado. Al lli-

ne en
ojos

gar aqu, apenas saba algunas palabras de cataln. Pero a los dos meses, lo hablaba ya como
nosotros.

Y desde entonces han permanecido ustedes


en Barcelona?
S;

pero hemos vivido hasta ahora

muy

re-

Al principio, su padre estaba ausente y


no conocamos a nadie.
Ahora, finalmente, nos es aclarada la sbita
tradas.

aparicin de Teresa, que,

maravill como un milagro.

en un principio, nos
Y no hay milagro en

Teresa, que todo en ella es natural. O, por mejor

35

milagro y naturalidad son en


misma.

decir,

ella

una cosa

Y su maiido de usted, seora, es americano,

con una cierta inquietud de

quizs?

^pregaintis

que todo vuestro trabajo espiritual sobre el smbolo vivo caiga por tierra.
No, seor, no. Es de aqu. De muy cerca do

Villanueva.

Aleluya! Todo, todo se ha salvado.

La Raza

es,

en la admirable criatura, pursima. Gracias, seor

padre de la Bien Plantada, seor casi desconociseor obscuro, gracias por vuestra discrecin.
Gracias por el precioso auxilio que a esta pequea

do,

investigacin terica que escribimos con la san-

gre de nuestras venas habis aportado con \'uestra feliz oportunidad de nacer muy cerca de Villanueva j' Geltr.
Si, la

raza es pura. Slo va aadido un gi-an^

de providencial extranjei^a. Para que una sangre


se renueve es preciso un poco de otra sangre. Una
profunda ley as lo exige. La Bien Plantada, doctora en nacionalidad, nos fu trada de las Amricas. A los franceses, Napolen no les lleg de
la Ci'cega?

Ella vino hace dos aos y

Y,

si

el

mar nos

la trajo.

antes decamos que Teresa era de tierras de

marina, aliora, mejor infonnados, podemos decir


que es del mismo mar. Yo he sospechado siempre
que, para las patrias costeas, en lugar de ser los

mares colonias y extensin de

la tierra, era la

tierra colonia y extensin del mar. Sabios actua-

36

a&egnran que toda vida viene del mar. As


Teresa, reformadora de nuestra vida...

les

Lleg en un navio una maana, una otoal maana de oro, y las ondas, escolta y guardia de honor a quien el destino, desde su lejana, confiaba
la carga preciosa, no se sosegaron hasta dejarla
en nuestro puerto, abrigada y segura.

II

De

la colonia

que tiene el honor de contarla


en su seno

La colonia que tiene el honor de contar en su


seno a la Bien Plantada no es muy numerosa. Se
nos ofrece compuesta por dos elementos: los que
"nos conocemos de toda la vida" y los venidos
por primera vez. Es preciso aadir que bastan seis
o siete aos, y aun no consecutivos, para entrar
en la categora de "conocidos de toda la vida".
Y consgnese, adems, que los que vienen por primera vez hallan tan simptico y acogedor recibimiento que al cabo de un mes pueden tenerse ya
por conocidos de toda la vida.
La Bien Plantada ha venido por primera vez,
pero "sus abuelos ya eran de por aqu". Las
colinas, las blancas casas de prticos neoclsicos,
los

huertos de naranjos, la han recibido sin sorLa colonia ya se ha contado sorpren-

presa.

dise grandemente el primer da.

Por algn tiem-

37

po la aparicin de la Bien Plantada tvose por


cosa de milagro. Ya sabis cmo se ha hallado la
razn de todo, para que no quede en nuestra Teresa, ni en tomo a nuestra Teresa, nada que no
sea razonable.

Una

vez acogida,

ella,

sin esfuerzo

sin tan

siquiera desearlo colocse en cuatro das en la

presidencia; y ahora,

como

el

pueblo, la colonia

tambin de la Bien Plantada y huerto


suyo. Esta colonia est compuesta por buenas
gentes, generalmente acomodadas y generalmente sin empaque. Es severamente criticado el gusto de alguna sobrevenida que luzca demasiadas
toaletas, y asimismo lo es el de los poseedores de
automvil, que pasan a gran velocidad por las
carreteras, levantando una nube de polvo que oblies imperio

gan a tragarse a los pacficos viajeros de charretas y tartanas. El otro da, un seor, hacendado
respetable, que haca el trayecto en la diligencia, al

hallarse en tal desagradable circunstancia,

"Ven ustedes? Estas cosas son la razn


de que haya anarquistas."
Est, en cambio, muy bien visto por todo el
mundo adquirir una finca en el pueblo para edificar en ella una casa a gusto del propietario y
en la que ste lleva a la prctica, con algunos
declar:

ornamentos, pero sin exageraciones de ninguna


clase, sus personales ideas ^^bre el confort;

es todava

lo

ms

tener ya esta casa y realizar de


vez en cuando algunas obras que mantengan on
aire de

novedad su aspecto y acrecienten su

re-

38
galo. Estas propiedades reciben sin distincin el

nombre de
les

torres

"torres".

se

los propietarios de las ta-

distinguen todava por la

mayor

de su vestir y trato, en comparacin de


los que ^^ven en torres alquiladas o en la fonda.
Su manera de vestir es cmoda y holgada, aunque con la mayor correccin. No hallaramos sesencillez

guramente entre

la colonia que cuenta con la Bien


Plantada ni los ltimos figurines para el yacthing,
ni imprevistos modelos de calzado y sombreros, ni
peiTos de lujo ni sombrillas revolucionarias. Pero

como

las

aqu

reunidas

discretsimas

odian todo exceso, tambin fu

muy

personas

desfavorable-

mente

recibido lo que aos atrs tena por hbito


hacer un veraneante, hombre de sangre flamen-

que por

no ha vuelto a comparecer , y
mangas de camisa y aun, a las veces, en triste camiseta. Deca
todo el mundo: "Que me dispense ese buen seor;
l ser tan rico como se quiera, pero eso que hace,
francamente, no est bien hecho", y alguien aa-

ca

cierto

era pasear por todas partes en

da:

''Parece mentira, xin

hombre de carrera!";

porque el flamenco seor tena el ttulo de ingeniero agrnomo. En la playa, naturalmente, la libertad es ms amplia. Se puede perfectamente remar en tricot azul y con pantalones cortos de pescador que, a falta de faja, se tiene buen cuidado
de ir subiendo de vez en cuando. La lengua oficial es la catalana para los hombres y tambin
para las seoritas menores de treinta aos. Las
que pasan de esta edad, as como las seoras ma-

39
deber de usar, sobre todo
delante de alguien que haya vivido en Amrica,
la lengua castellana.
La mayor parte de los seores que integran,
yores, se creen en

el

honrndola, esta plcida y civil colonia de que


hablo, tienen negocios en Bai-celona, que no aban-

donan porque nos hallemos en verano. Se van en


el expreso de la maana y regresan en el de la
tarde, que, ahora
vlame Dios y cmo se acorta

llega

a obscuridad cerrada. Otros hay


que vienen slo el sbado, volviendo a marcharse

el

da!

e)

lunes,

ms

los que tienen un trabajo


como mdicos, abogados, ten-

y son stos

personal, tales

deros y diputados a Cortes. Sus honorables esposas pasan la semana hablando entre ellas de ellos

y sus especiales idiosincrasias y manas. Pero,


es de ley, constituyen las muchachas el mayor ornamento de la colonia. Este ao ha sido
de una bendita gracia, ao de suerte; no todas,
naturalmente, son de primer orden, pero tampoco hay ninguna a qu^en pueda llamarse fea; y el
nmero de las francamente hermosas resulta crecido. De algunas de ellas se hablar con ms extensin al tratar de las amigas de la Bien Plantada. En el jardn donde sta florece, todas son
flores. De distinto color, en un principio, pero ahora blancas todas, porque todas han acabado por
^estirse de blanco. As vestidas van a la playa,
as a la estacin, as al Casino, cuando un msico o prestidigitador de paso da alguna velada,

como

as a las excursiones en

gaya compaia, a aquellas

40

buenas grandes excursiones en que se alquilan


cinco tartanas, en que cada familia paga su escote y la una aporta el vino, pongo por caso,
y la otra la tortilla-fiambre. As acuden tambin
al baile, cuando hay baile, que es dos veces alda, por falta de una. Y en las fiestas mayores y
en las romeras, ms bailes. Y tambin, por dos
aos seguidos, organizse un cotilln. Pero esto
se ha abandonado, por tres motivos: porque no
acababa de convencer; porque no daba resultado,
y,

sobre todo, porque, como declar todo


la una, no haba ambiente.

el

mun-

do a

Mayor constancia se ha tenido en otra prctica observada ao tras ao: la de que ao tras
ao hubiese entre

Ya

los de la colonia

"un disgusto".

sabis a qu se llama "un disgusto".

Una

vez

se produca por rivalidad entre los del Casino


los del Crculo Esperantista.

Otras, por cuestin

de las banderas espaola y catalana y de cul


de ellas se haba izado ms ostensiblemente en el
entoldado, durante el baile. Otras, porque un labrador haba dicho, oyendo la msica de un batalln: "Vaya una orquesta de patateros!" y un
militar haba querido que le prendieran. Y otras,
finalmente, por si se celebraba o no una misa de
campaa con motivo de la llamada ley de Aso-

Pero hoy se ha roto la inveterada costumbre. La influencia de la Bien Plantada se ha


ejercido. Alguien haba sospechado al principio
que, precisamente, de ella nos vendra el disgusto.
Pero eso era no conocerla bastante. Porque ella

ciaciones.


41
es

equilibrio,

rededor,

slo

templanza, medida, y, a su alpuede darse concordia y benigna

avenencia.
III

De

sus hermanas

Tres hermanas son en la casa. Teresa es la segunda. La mayor se llama Sara. La ms chica,
Eugenia.
La razn humana halla un profundo placer en
distribuir cada una de las realidades que contempla, en tres partes ordenadas. Una a manera do
ley debe presidir este placer.

se deleita

ms

singulannente, y reposa, cuando la ordenacin de


estas tres partes de tal manera se concierta que
la perfeccin

ms

exquisita e inestable se halle

en el centro, siendo la primera una veixle spera


sabrosa preparacin, y la ltima, una. blandura y
exceso, entrados ya en caminos de la decadencia.
As tenemos: Esparta, Atenas, Macednia. Esla filosofa presocrquilo, Sfocles, Eurpides

tica, la filosofa socrtica

la filosofa alejandri-

y corintio. En
Monarqua, la Repblica y el Imperio:
en el Renacimiento, los primitivos, los clsicos,
los barrocos;
y Florencia, Roma, Vencia; y en
las grandes teox*as ideolgicas, empirismo, inteJectualismo, pantesmo y en la vida vegetal, primavera, esto, otoo; fresas, melocotn, granana;

^los

Roma,

rdenes drico,

la

jnico

42
da;

y en
y tres

^hoja, flor, fruto;

tringulo, tres

el

:in-

trminos en el silogismo; y Venus, Minerva, Juno, eternos smbolos, presentndose ante la eleccin, siempre en
suspenso, del eterno Paris.
gulos y tres lados;

Pues bien: Eugenia es una preparacin a la


Bien Plantada, pero todava con austeridades de
orden drico; Sara es una continuacin, pero ya
con un blando florecimiento a lo corintio. Eugenia

un

es

Romano; Teresa, un

Giulio

un Guido Reni.
...
Cuando a hora de ocaso,

las tres se

a la orilla del mar, enlazadas por

que pasa ante vosotros algo

muy
sal

rtmico

Ticiano; Sara,

muy

pasean

el talle, sents

importante y

os parece leer la Historia Univer-

de Bossuet.

IV

De

Ya no

sus amigas

es la guirnalda de las hermanas, sino la

Y no ya tres figuras, sino siete.


tambin un nmero que satisface a
la razn. Y no falta tamipoco en el nuevo grupo aquello en que mirada de hombre se com-

de las amigas.
Siete

es

place.

Cosa oportuna es, al describir el jardn de la


Bien Plantada, hablar de las blancas flores que
son sus amigas.

Nombremos

la

primera

por

asociacin de nu-

43

aquella cuadrada, dura, nivea beldad del


Norte de tan clara cabellera y de ojos un poco

que se complacen en
ojos de
nuca de
ver atoi-mentar las bestezuelas Si

cas

ciTieles

los

as los

la

Bien Plantada es ondulante y como vencida,


la de sta es victoriosa. Y llana, slida y blanca
como un bloque de sal.
Ved a su hermanita, que se cubre la frente
como con una niebla de misterio con un flojo

la

peinado, color de oro en cenizas.


todo, bajo

ms de

este

misterio,

a pesar de

sus dulces ojos tienen

esplnicos que de soadores.

He

aqu una graciosa y alta morena, de ojos


vivos, cejas abundosas, risa fresca y andar un

poco desacompasado. De una de sus risas queda


pendiente nuestra inquietud. Y como le sirve de
apellido el nombre de uno de los tres Reyes, parece que ha de poder traemos todos los dones.

He

aqu otra morenita, de pequea cabeza como


el peso de una cabellera complica-

abatida bajo

distribuida en bandos desiguales, al estilo


de 1835, y que os parece haber adivinado ya on
algn, daguerreotipo viejo y velado.
da,

He
seo, o

aqu la pomposa, como una Niobe de Mucomo un racimo a punto de reventar. Es

ms convertir en blanca
mucho tiempo ha vestido su opulenta
generosidad, de un color rosa.
Ahora, he aqu la ms menuda y gentil de to-

sta la que ha costado


or, y por

das, la de la cabecica deliciosa

con

la fina

y mvil, dibujada

nobleza de una raza oriental v anti-

44
gnu.

He

odo que la llamaban inia tanagra... No,

no; mejor la llamaramos un hallazgo de Antinoe.

Cuando de pequeuela se perda por la selva encantada de Hansel y Gretel, la Mala Viejuca, en
lugar de comrsela, la dej de lado, para que le
valiera de figurita de ajedrez.
Son seis amigas en el huerto de la Bien Plantsda. Y la Bien Plantada, siete.

V
De

No

la

casa en que vive

pertenece a su familia. La han alquilado


temporada.

para

la

Es

la

primera en

la va bien

sombreada que

contina la riera, y que se conoce en


por paseo de los seores. Es tambin la

el

pueblo

ms

anti-

gua. Por su aspecto, debe datar de una treintena

de aos. Esta vejez, a los ojos vulgares de los


veraneantes, la coloca en relacin de inferioridad
respecto a las otras. La madre de la Bien Planta-

da se disculpa a veces de haberla tomado, dicindonos: "Cuando mi esposo se decidi, ya estaba


alquilado todo". No llegara a adivinar nunca, la
pobre, cmo conviene el particular estilo de la
torre anticuada a la belleza y escondida significacin de su hija maravillosa!

Esta torre fu edificada por encargo de un

bol-

45
Barcelona, en tiempos de la "fiebre de

sista de

no estar influida
en su estilo e ntimo sentido por los delirios subsiguientes a la Exposicin Universal de 1888. As,
foiTna un edculo modesto y gracioso. Un poco
de amaneramiento neoclsico le da sabor. Es cuadrada, y el techo se corona de un gentil terrado
con cuatro bolas en los cuatro ngulos, cada una
de ellas rematada, por gracia, en punta. El balcn, sobresaliendo de la fachada principal, se
apoya en dos esbeltas columnas. A uno y otro
lado de estas columnas aparecen dos pedestales,
muy segundo Imperio, que sustentan dos estatuas
oro". Tuvo, pues, la fortuna de

en barro cocido, pintadas de blanco. Una de estas


estatuas es la ''Primavera", segn declara un r-

La otra es el "Invierno", y sta


mano una a manera de herrada, que
y de la que mana algo amerengado. Y una

tulo a sus pies.


lleva en la

inclina

leyenda en la heri'ada dice: "Nieve". Esta nieve


obliga a la melanclica figura a cubrirse con un

pero no le impide mostrar desnudo


seno derecho, redondo y gracioso. Desde el

velo de viudez
el

barandal a la reja se extiende un jardn, no por


pequeo menos bien cuidado. Hay en medio del
jardn un surtidor en crculo, en cuyo centro antao pescaba un pescador policromo; ogao, a
i

estatuta ha desaparecido. Entre los rboles cun-

tase

una palmera no muy

distraccin,

getacin

palmera

.<^e

del

alta

de la que, por

omiti hablar, al tratar de la ve-

pueblo.

Hasta el ao pasado esta


una deslumbrante bola de

se espejeaba en

46
metal.

Pero

mandado

el

padre de la Bien Plantada na

quitar esta bola, sin que se haya alcan-

zado averiguar

el

porqu.

El mismo seor, abandonndose a sus humores


fantsticos, ha pegado en las blancas paredes de
la salita de recibimiento los retratos de

don An-

Maura y del aviador Bleriot, recortados de


algn viejo Nuevo Mundo; pero habiendo coloca-

tonio

do

la efigie del

ltimo demasiado cercana a la es-

pita del gas, que, en horas nocturnas, ilumina la

habitacin, las moscas, en plena irreverencia con-

tra los adelantos de la humanidad, han establecido en la estampa su cuartel general


con to-

das las dependencias cuartelarias. A la izquierda


de Bleriot y del gas, est el piano, utilizado sobre todo por Sara, que frecuentemente deja mecerse en l toda su tierna sensibilidad. Hllainse
tambin en la habitacin cmodos balancmes y
una chaisse longue mal avenida con todo y ocupando gran espacio. El comedor, que est iaimediato, tiene ms carcter, sobre todo, por gracia
de sus cromos, que representaai sombreados paisajes alpinos, y de las litografas, donde ee figu-

ran barcos, en varios colores, ya un poco bebidos


por el sol, pero todava brillantes. La mayor parte
de las habitaciones particulares estn en el primer piso. La ventana de la Bien Plantada se
abre a la derecha del balcn principal... A veces,
en la alta noche, vemos que el maJ ajustado postigo de esta ventana da paso a un rayo de luz.
Al principio, esto nos hizo ensoar. Qu cuidado,

47

qu inquietudes ocuparan las vigilias de Tei'esa?


Ms tarde supimos que es todo lo contrario. Que
la egregia doncella no est desvelada, sino que, por
el sueo excesivo, durmese muchas veces sin nimo de acercarse a la llave de la luz elctrica, un
poco alejada del lecho.

VI
De

las cosas

que

la rodean.

Adems de la casa, de la colonia, del pueblo y


de las hermanas y de las amigas, hay, en tomo a
la Bien Plaaitada, algunas cosas, algunos aspectos
de vida, algunas escenas o espectculos que adivinamos colocados especial y directamente bajo su
oculta advocacin y dependencia.

Delante de la iglesia, once nias jugaban sardaneando lentamente, mientras cantaban una cancin en forma de dilogo. Este dilogo, siguiendo
las reglas del juego, comporta algunos incidentes

As la
rueda de las once nias se desarrolla y desenlaza
de una manera numeral y perfecta. Y la pequea
dramticos, pero estrictamente rituales.

escena esencial viene a ser colonia del imperio de


la Bien Plantada.

En
el

oti'a ocasin, se

fondo,

da,

una baja

un rbol

compone

as el paisaje:

colina tranquila.

solitario

fueie.

En

la izquier-

la derecha,

una

alquera enana. Cerca del rbol, un carro reposa,

48
con los brazos en auto, recortndose finamente a
contraluz. Dos hombres, uno delante y otro detrs
de un mulo fino de blancuzca panza, lo van con-

duciendo poco a poco y en silencio desde el carro


a la casa. Esta escena la copia la realidad de una
pequea tabla admirable de Torres Garca. Taimbin la contempla hoy nuestro entendimiento bajo
la advocacin de la Bien Plantada.
Ahona empieza a obscurecer. En la lejana, un

bosque es pasto de las llaanas. La riora se llena de


grupos que munmurian oomentarios. Todos se pregxintan: "Cul es la causa de esto?" "Quiz alguna mano criminal!..." Alguien insina: "A voces son los pastores que..." Ha obscurecido mu-

En

momento, precedido de todo su rebay en silencio, con la gorra


hasta los ojos, pasa el pastor. Se han roto las
coaiversaciones. Hay un largo callar. Tambin

cho.

este

o, envuelto en polvo

aqu hallamos algo que depende de la Bien Plantada.

En la quietud del medioda, chirra un molino


de viento. Qu cosa, un molino de viento! El solo
cumple y se hace su faena y su fiesta. Su cabeza
es loca, pero en sus entraas, el oculto sencillo
mecanismo no se detiene en su generosidad. Es
la mquina que trabaja y que juega. Es la mquina que trabaja jugando. El molino de viento
es un castillo viga en el imperio de la Bien Planteada.

Y un barco de vela? Mirad qu graciosa y


esencial se nos presenta la utilitaria disposicin

49

un barco de vela! Ninguna cosa en l que sea


pero ninguna cosa en l que no sea elegante. Ahora son tres que parten a un tiempo.
Como el alma de un poema hace camino en sus
versos bien medidos y fluentes, el alma de la Bien
Plantada hace camino en el avanzar de los bar<le

intil,

cos de vela.

Habis contemplado alguna vez, con toda calma, en un agua obscura y transparente, los movimientos de un pez ? Son una deliciosa mezcla de
calmas y de inquietudes. Recuerdan el estilo de
Jenofonte, serensimo y nervioso a un mismo
tiempo. Pero ninguno de estos movimientos es intil o puramente expresivo. Todos tienen su razn, y nicamente as pueden tener todos su msica. Y en esta continua presencia de la razn,
aun de la que llamaramos inconsciente razn, radica su nobleza. La razn, a veces, no la descubrimos, pero sentimos la nobleza. Los movimientos del pez en el mar, como los del estilo de Jenofonte, entran todos en la jurisdiccin de la Bien
Plantada.

Ahora, leamos

el

loga natural", de
este ttulo:

primer captulo de la "TeoSibiude. Solamente

Raimundo

Teologa Natural, ya seala que se


ha pen-

trata de alguna cosa razonable, que se

sado segn el sentido de armona y segn buen


El captulo que digo es de una mai-avillosa

juicio.

audacia tranquila. Cuanto mejor musculadas ee


tienen las alas,

ms

lejos se

puede volar. Pero


una gran

este volar de Sibiude fu siempre de

Bien Plantada

50
elegancia mental. Que* hay una elegancia para

i^

mente, como para vestir. Las elegancias de Sibiude se diran copias de las elegancias de la Bien
Plantada. Y tambin la Bien Plantadla es una
manera de Teologa Natural.
Pensemos, despus de todo esto, en la danza
de la sardana. Pejisemos en los usos y costumbres de nuestro viejo Derecho. Pensemos en la tabla de

Dalmau y en

las

cabezas retratadas tn

Pensemos en el Libro del Consulado de Mar.


Pensemos en Ampurias y en las excavaciones de
Ampurias. Pensemos en Esculapio, numen tutelar
de nuestra actual restauracin clsica. Pensemos
ella.

en la escultura de Ciar, en la escultura de Casanovas, en la pintura de Sunyer. Pensemos en la

Hombre que Trabaja y Juega. Pengran friso de otro pintor: "Pal-las


presenta a las nueve Musas la Filosofa, que entra a ser dcima Musa." Pensemos en la deliciosa
decoracin reposadora del vestbulo del Instituto. (Pensemos en el Instituto mismo y en sus hoFilosofa del

semos en

el

ras largas

de

silenciosa,

Pensemos en

caliente,

sonriente la-

que presenciamos de la enseanza de las Humanidades. Pensemos en las traducciones homricas del doctor
doctsimo de esta restauracin. Pensemos en la
memoria sobre Baquilides escrita por un estubor.

la restauracin

diante cataln y en la traduccin ntegra de Menandro, cumplida por otro, dichosamente. Pensemos en las ms antiguas torres seoriales de
Sarria.

Pensemos en nuestras viejas masas y en

51

algunas moileinas, que ahora nuestros arquitectos


saben levantai-. Pensemos en los muebles tpicos
que algunos de nuesti'os mueblistas empiezan a
reproducir, acomodndolos a graciosas modernidades. Pensemos en las paredes blancas y usas,

en la industria de l-s encajeras, en el mar azul,


en la lnea amable de nuestras costas y de nuestras montaas. Pensemos en nuestro culto a los
Santos y ei el Canto Espiritual, en el que Maragall celebra la eternidad de lo sensible. Pensemos en nuestra habla, que despus de un siglo de
balbuceo literario resucita hoy a nivel de cultura, razonada, diserta, sutil, flexible, acogedora

benvola de elegantes extranjeras, pero siempre


firme en sus lneas esenciales. Pensemos en nuestros Hombres, en los poderosas y en los humildes, en los Abuelos y en los del da, en los del

Magna" y en
de las "rnicas"; y en los que hicieron la
Lonja y en los que hicieron el Liceo; y en lo.s
grandes mdicos, que daban siempre el buen con-

prtico de Ripoll y en los del "Art


los

sejo y

tomaban sobre

las responsabilidades

ms

delicadas; y en los grandes .Jurisconsultos, arcas


de Justicia; y en los grandes Trabajadores, ca-

pitanes de industria, y en este otro que ya preside,

con una eficacia tranquila que parece apren-

dida directamente en las vivas fuentes de la Bien


Plantada, la Generalidad, es decir, Repblica de

gentes de Catalua. Pensemos, sobre todo,


en nuestras mujeres, desde la Teresa Bou de Auzias March, hasta las Teresas de hoy, como ?ta
las

52
poi*

m celebrada, hermana y centro y exquisita

culminacin de Sara y de Eugenia. Porque las


mujeres son los palpitantes canales por donde lle-

ga a

lo

futuro la sangre ancestral y toda su gra-

cia infinita.

PAUSA O INTERMEDIO
Pw

esta virtud que decimos radicar en las

vamos a hablar de algunas de

jeres,

ellas

musiis

condiciones.

nos valdremos de la ocasin para referir la


salvaje que, por estar muy lejos del
imperio de la Bien Plantada, puede servirnos, un
dia u otro, como trmino de com,paracin y conde

un nio

traste.

UNA BAILADORA
Esta es una doncella que ha venido al pueblo de
Bien Plantada para bailar. Ayer fu a Badalona, a bailar. Maana ir a Argentona, a bailar...
Por el mdico tiene prohibido bailar.
Por el confeso^'.
la

Por sus padres.

No
No
No
No
No
No

le
le

gusta la msica.
gusta conversar.

quiere casarse.

ha amado, ni amar nunca.


es vanidosa.

es

capHchosa,

54

Le repugnan

los

hombres.

Baila porque bailar es su ley.


ta viorir bailando es su destino.

Baila

j)or la

misma razn que

extenuarse hast,

poeta, escri-

bes versos.

Baila en este Diomento. Al bailar, cierra los ojos.


El bailador, vulgarisitno, desaparece de su vista.
Inclina la cabeza hacia el lado izquiei-do. Respira
profundamente. Tiene sin sangre los labios, y dos
rosas se encienden en sus nvejillas; cubren su
frente amallas perlas de sudor.
Se rodean de violeta sus ojos... Baila, baila.
Baila con el Destino.

UNA COLORADA LABRIEGA


Esta es una labriega colorada que haba sido
una blanca muchacha de servicio. Vuestros padres
la recuerdan de cuando la tuvieron de camarera.
Era, en aquellos das, blanca como una gota de
leche, rubia

como un

hilo de oro, bonita

como

una.

Virgen, viva como la ardilla y casquivana como


un Dios nos libre. Peinaba su cabeza locuela con

a la moda. De tan fachendosa, no


usaba delantal para salir a la calle, y si acaso
Jiaba de llevar paquetes, los encomendaba a algn
vmchachuelo, gastndose diez cntimos. Todos tenan algo que decir de ella. Pronosticbanle unos
que acabtt'a mal y que su cabeza loca la arrastrara a ser mala cabeza. Otros, con cierta picantez
7inos rodetes

55
Js envidia

muy

muchacha

se

a menudo, pensaban que aquella


con quien quisiera, y que
podra, cuando le viniera en gana, parar en seorona y tisar soinhrtios eyigalanados, y pasearse, y
no trabajar... Porque a todos los hombres volva
locos. En cuanto a los dependientes de comestibles
del barrio, era un verdadero escndalo. Cuando
ella sala a la calle, todos los mozos dejaban la
casa/ra

faena por el placer de 'tnirarla. Cuando iba a la


fuente, por agua, era detrs de ella hecha pi'ocesin de seguidores, casados y todos, que daba
vergenza. Vuestros padres no podan salir a lo.
calle sin hallar, al pie de la escalera, media docena de sujetos parados como en encantainiento.
Haba tenido novios de todos los oficios, v algunos
ya rumbositos y finos, que se les vea de buena
casa. Una noche de verbena, el alcalde del baivio
haba bailado con la blanca moza todos hs bailes.
Se sisur7'aba que el esterero de la esquina, in
viudo, haba ya anunciado que se casara con ella,
y que por tal haba reido con los hijos... Pero
ella, la camarera blanca, todo era rer y bromear,
y bailar, y cortejar, y divertirse, y sorber el seso a
todo el mundo...
Un da compareci, no s de qu
lejano rincn de montaa, un labrador joven,
casi negro de tan moreno, feo, con seales de vi-

ruela, extrate, hosco, viudo y con un hijo, cargado de deudas y zafio e inhbil, que no saba qu
hacer de sus manos cuando no trabajaba; y tan
callado, que no podan arrancrsele dos palabras
seguidas. Hasta tina docena dijo solamente en un

56
largo cuarto de hora

cha blanca y

le

el

dia que habl a la inucha-

dijo que si quera casarse con l

se la llevaria a sti montaa... Y he aqni que la


blanca muchacha dijo que si. Y casaron, y el labrador se la lleva... Oh, misterio! Quin enten-

dera del alma de estas muchachas?


alegres, alocadas;

aos,

ni

el

rey

bailan, ren,

les es

Son guapas,

cortejan aos y

buen mozo, y podran as-

pirar a seoronas y arrastrarse a maln cosa, y


un da baja de la montaa un negro labriego zafio
se las lleva, y ellas con ello se contentan... Esta
que digo fu muy lejos, al fin del mundo, a tres
horas de tartana de la estacin. Y todava la casa
de su marido estaba alejada una hora de poblado.

un da la doncella blanca, simplemente, ponindose sola, en la paz de las montaas, a trabajar la tierra... En los primeros tietnAll se recogi

pos se desmejoraba visiblemente. Pero con la

lle-

gada del primer cro, ella tornse labriega perfecta y robusta como conviene a una labriega. Y
engrues, y se pein ms lisamente cada da, y se
le

obscurecieron los cabellos.

de blanca que era,

tomla colorada, encarnada. Hoy es una


lo.briega encarnada y gozosa. Sale a recibiros con
alegra en los ojos. Y porque os conoci de pequeuelos y porque Jiace tantsimo tiempo que no
el

sol

as vea, os apretuja con abrazos


llizcos casi sensuales,

cantes.

y golpes y pebromas pi-

os alborota con

UNA DONCELLA DE CABELLOS DE ORO


una princesa de cuento, s7io una sePor razn de economa, ahora
Casino est a media luz. Es una deliciosa noche

Esta no

es

orita de Casino...
el

estival, de luna llena. A travs de las grandes


ventanas, encuadradas de verde, el dlo serensi-

mo

es de

un maravilloso

azul herldico... Esta

doncella de los cabellos de oro est sola en

rincn sombro, tocando

el

viano.

hiciendo solamente,

paldas,

metlica

pompa

La vemos

un

de es-

en la penumbra, la

de su casco natural... Natural?

natural? Al lado vuestro, unas seoras


tema. Vosotros no las escuchis. Vosotros permanecis en admiracin ante la resplandeciente hermosura de aquella cabellera. Adm,ira-

Todo

discuten

el

Porque esta cabellera tiene un


No hablamos de su color. No hablamos de la materia. No hablamos de
su amplia y generosa ordenacin en el peinado.
Hemos dicho acento, y tan fcil como ha sido hacin

rectierdo.

singular acento de Pars.

llar la

palabra

nos sera

creto del encanto.

Oro de

difcil

analizar

las cabelleras

el se-

femeninas de Pars, nostalgia de Pars, visiones de Pars, bellezas y fiebres de Pars! Para completar
el prestigio, os por primera vez aqu un vals que
fu all moda hace cinco aos, que llaman
"L'amour qui meure" y que ahora interpreta
briosamente, en la penumbra, la nia de los cabellos de oro.
,

58

La nia

de los cabellos de oro cesa de tocar y


Las nostalgias de Pars, las
visiones de Paris, las bellezas y las fiebres de Paviene hacia, la luz.

y Pars mismo, se desvanecen... Hablis con


Sents que nada tiene que ver con vuestro
fantasear. Tocaba "Uamour qui meure" por casualidad. Estaba sola en la peyutnbra, por casualidad. Tambin parece que tenga por casualidad
rts,

ella.

sus cabellos magnficos... Callen las seoras co-

La

oneytaristas !
a-qii.

Esta

es

artificialidad tiene escaso higai-

una seorita muy natural.

tranquila, tnuy nuestra.

Est

Muy

Se casa-

pron^netida.

r y ser, como merece, Tnuy dichosa... Adis, el


ensueo! Se ha ido por las ventanas verdes, volando hacia

el

azul herldico del

cielo...

UNA DAMA EXCURSIONISTA


Esta

es

una dama

excursionista, toda vestida

de blanco, con zapatos blancos y medias blancas,


y guantes blancos, y una paonela florecida de rosas blancas. La he llamado "La dama excursionista'" y la qmlabra no es justa, porque la esen,

funcin de la dama en blanco no es hacer excursiones, s7io nicamente subir a la cima de las
montaas. Atraviesa carreteras y pueblos, rpida
cial

e indiferente.
rio, ni el
el

No

le

interesan

portal roinnico, ni

puente del diablo, ni

medicinal.

Ni

gtico

campana-

umbroso, ni
escondida fuentecica

nada de esto, ni
habla. Habla solamente

contetwpla

sarle cerca, de ello

la

el

el valle

al pa-

al lie-

59
fiar

cumbre, civando ya

la

el

camino

se pierde y
viento loco obliga

ascensin se hace difcil y el


a la ligereza de las faldas blancas a m,odelar estrechamente dos nobles colicmnas solemnes. Enla.

Mejor

tonces ella habla.


chilla.

Dice:

dicho, grita.

Jiiiiiiiiiiiii!,

Jiiiii,

grandes concavidades de

llene las

gando en

Mejor

dicho,

para que su voz


la tierra,

cabal-

los vientos.

V&ris que por la maana, al salir del pueblo

cumbres de

-para escalar las

vestida de blanco, que es


ble,

montaa, la dama
y rica y afa-

bella

lleva siempre largo cortejo de jvenes tmi-

dos. Estos jvenes

ando en
ren

la

muy

el

han pasado toda

amor de

la

la excursionista...

los crueles prejuicios

noche soPero quie-

de una sociedad deo'-

pita que, para gozar amor, sea pi'eciso antes hablar de armor.

liablar de

empezar a media
insinuai'se,

pues,

amor

es cosa que debe

voz, confidencialmente.

Cmo

con esta mujer que no habla,

que slo chilla Jiiii, Jiiiiiiiii cuando llega a la


cumbre de las montaas?
Asi los jvenes enamoradizos no pueden cmnenzar. Han de resignarse a chillar, al llegar a las
alturas, Jiiiiiiiiii, Jiiiiiiiiii, con la bella dama vestida de blanco y, en aquellos momentos, toda encendida de fatiga y de

risa.

UNA FRIVOLA
Esta

es

el teclado

una

ci-iatura inocente e infernal. Sobre


de sus dientes, ma')xivillosamente blan-

60
todas las sonatas de la risa.

cos, saltan

La

piet

amarilla, con la fogosa amarillez ibrica, guarda,

entre sus sombras azules,

el tnal

el

pecado, in-

ditos.

Loca, loca criatura! Novia de doce novios; fbula de la vecindad y de la villa; luz y alegria de
todos los bailes y de todas las fiestas; tierna y verde sombra de un arbolado francs, perdida, sin
haberse acabado de borrar, sobre esta tierra roja!

Yo

la quiero por su repugnancia al dolor y a


muerte! Yo la quiero por su poca caridad y
por aquel gran rodeo que da para no pasar por
la

delante del cementerio.

PARIENTA DE FUNERAL
Quin

Uno de

que preside
cuando el ofertorio de
las seoras. Y el otro responde: "No la conozco.
Debe de ser alguna paoienta de la pobre mam."
duelo

el

es sta?

lo

Debe de

pregunta a

los seores

otro,

Una

parienta lejana, vieja, cada


parienta que seguramente fu
hundindose en plida miseria mientras el resto

en

serlo.

olvido.

Una

Se la dej de lado. Se
cada vez menos. Por fin, se la perdi
de vista. Ya no se la volvi a nombra/r... Por qu
todo esto? Dernasiado jvenes hs seores que presiden el duelo, no sabHan aclarar historia tan

de

la familia jyrosperuba.

la frecuent

obscura.

La

vieja pasa, cirio en mano.

la

temblona luz

)1

del cirio, el rostro plido parece muerto.

La

otvano

que sostiene el cirio es muy larga y medio la cubre un mitn zurcido; ceidos a la mano, el brazo
y el cuerpo apa/recen vestidos de una ropa obscura, color de hbito, color de faena de tintorero.

Bajo

el

rostro plido, otro rostro

ms

plido,

una

fotografa en un m,edalln demasiado grande para


miniaturas...

La

vieja pasa.

Roza

la p7-esidencia del duelo sin

mirar. Sin mirar y sin decir la palabra de la obscura historia, el secreto de su vida. Sin decir:

Yo

soy aquella prima vuestra que cas por

amor.

EL NIO SALVAJE

Este es un nio salvaje, harapossimo, que repoo' el polvo s%i miserable cuerpo de seis

vuelca
aos.

Al nio salvaje

le

falta

un

ojo,

segura/mente a

consecuencia de una de estas peligrosas diabluras a que todava se entrega cerca de los lavade-

margen de las carreteras. En el lugar doncorrespondera tener el ojo tiene una llaga,

ros, al

de

le

que se complace en mostrar y que sabe con los


dedos agrandar horrorosamente para espanto de
las personas que le miran. El otro ojo es de un
pursimo azul.

Al nio salvaje le gusta martirizar Uis besteGuerrea sin tregua con los gatos, arranca

zuelas.

de

los

rboles los nidos e infringe largusimos.

62

refinados tortnentos a los pajarillos. Tuesta lentamente los murcilagos, despus de haberlos cla-

vado en una puerta. Desbarata con

los pies

todo

y aplasta las minsculas obreras. Abre en canal a los saltamontes,


y corta primero la cabeza y despus la cola a las
lagartijas. Toma de una mariposa las dos alas
ho'itniguero que halla al paso,

juntas y la hiere con treinta y dos alfilerazos antes del alfilerazo mortal... Slo guarda ternura

para un cierto jiei'ro, cojo y libertino.


Al nio salvaje le exasperan las rumbosas jardineras de los seores, que pasan por los caminos
rpidas y cascabeleantes. Monta en el estribo,
desafiando el ltigo del cochero. Cuando se ve
obligado a bajar, las persigue con malas palabras

hasta que se pierden de vista y


cido. Dice a voz en grito:

Carretelas,
No

ha enronque-

carretelas!

por qu se

le

que esto es un insulto.

habr metido en

el

magtn

VII

La caridad.
Bordaba Teresa en

el

jaixln;

acercaba a la reja. Nosotros

lo

un mendigo
vemos desde

se
el

caf. El

pobre dice:
Una gracia de caridad, por
Responde Teresa:
Dios le ampare, hei'mano.
El insiste:

amor de Dios.

Una caridad, buena seorita.


Y
Hoy no hacemos caridad; vuelva a pasar
el

ella:

el

martes.

En efecto: es costumbre en el pueblo que los


pobres pasen los martes. Aquel da, en cada casa
de la colonia le es dado a cada uno alguna cosa.
Quin cinco, quin diez cntimos, quin dos. Es
una cosa ordenada y razonable. Se tiene por tocada de avaricia la casa que no da nada. Pero se
tieoie, por otra parte, por abuso que un pobre
pida caridad en da distinto o que el mismo martes pase dos veces, como ha hecho alguno. La
generalidad, empei'o, se conforma honradamente
con la regla. Casas hay en las que, por ahorrarse
la molestia de ir de un lado para otro, se deja

64

sobre ano de los mojones de la entrada

una

co-

lunmita de monedas de cinco cntimos. Cada mendigo toma la suya, ahorrndose asimismo la molestia de pedir y dar las gracias, y sigue sose-

gadamente su camino.
Alguna vez, y contra costumbre, algn mendigo llega

el

mircoles; pero a travs de la reja

explica sus razones:

-^Imposible fu llegarme ayer. El dolor acrecime el sufrimiento al andar, mal cuitado de m...

Entonces le es dado lo debido, con toda equidad.


Pero ste de hoy es de otra calaa. Hosco y tan
malcarado que no sera agradable hallarle de noche en el bosque. Se aleja murmurando en alta
blasfemias y reniegos.
aqu que uno de los contertulios del caf,
mozo impresionable y aprendiz de dramaturgo, se
A'oz

He

rebela contra todo esto:

Le ha dicho que volviera el martes! Hasta


qu punto de maldad inconsciente puede llegar
una mujer de su casa! La bella boca ha pronunciado tal vez la ms cruel de las irrisiones. Que
vuelva el martes! Y si este miserable va de camino, se muere de hambre, de hambre!, de esa
cosa terrible que no puede ni sospechar lo que sea
esa indolente que borda en el jardn.
Responda otro de los conitertulios, un mdico
'Siempre en la vida, como en las comedias, son
mdicos los que dicen cosas as
Quin, ste? Este; ir de camino y morirse
de hambre? Habis de saber que todos esos men-


65
digos son de por aqu cerca. Viven todos mezcla-

dos en una especie de campamento que tienen

ms

all

de la colina.

veces, al pasar de noche

por cerca de aquel lugar, he odo baranda y


zambra y guitarreo, y todo lo que queris.

Ya

el impresionable ha cambiado de opinin.


Ves? Esto tambin es un abuso y tendra
que prohibirse. Lo que hay aqu es un gran fomento de holgazanes. Hay mucha gente que vive
a costa de los dems. Y eso es como roba'. S,
como robar.

Y narra a continuacin algunas historias de


mendigos a los que al morir se ha hallado una
gran fortuna o muchas casas que les eran propiedad, o gran puado de monedas de oro, avaramente escondidas bajo su yacija. Pero dice entonces otro amigo:
Yo, la verdad, no creo que ninguno de estos
que pasan los martes sea millonario. Con guitarreo y todo, su existencia no la quisii*amos para
nosotros. Es muy dolorosa, creedme, es muy dolorosa.

Mientras tanto, al raido de las voces de su


madre de la Bien Plantada

hija y del mendigo, la


se

ha asomado al balcn.
pregunta qu ha pasado.
Este hombre responde Teresa

dicho que volviera

el

a quien he

martes.

Todava el mendigo refunfua, volviendo el


ya un poco lejos. La madre y la hija contemplan al insolente, rebelado contra la costumrostro,

BlEN Plantapa

66

Le contemplan alejarse furioso, amenazador,


siempre hosco.

bre.

dice la

fundas

madre unas palabras naturales y pro-

No debe ser de aqu!


VIII

Los annimos.

Demasiado aprisa asegurbamos que todo detomo a la Bien Plantada, buena voluntad y acordamiento. Traen a menudo a colacin
vena, en

que los pjaros nocturnos, cuando


no mueren, sino que se esconden. Hasta sus escondrijos les va persiguiendo, sin saber-

los moralistas

nace

el da,

entonces entran
secretamente en furia... Pero, despus de todo,
los pjaros nocturnos son criaturas del Seor y
no conocen los annimos.
En lo que va de temporada se han recibido en
casa de Teresa treinta y dos annimos. A ella la
mueven a risa, y ren todos tambin en la casa.
Pero cada vez se renueva un instante en que,
les all, la clara risa del sol. Ellos

como

si

una tumba

pasar, todo

el

se agrietase,

se

entrev, al

escondido horror.

Es fuerza, pues, Dios de misericordia, que exisun nima amarilla de odio,


destilando, solitaria, en la tiniebla vergonzosa, su
ta en alguna parte

veneno! Pobre

ser,

cunta piedad infunde tu co-

67
barda!

He

aqu que t ahora te ocultas, mal ni-

ma amarilla, y nadie puede ver lo que haces. He


aqu que te encorvas sobre un pa,pel, y tus dedos
exanges contrahacen fatigosamente una escriuna mueca, y tus
y esconden, y la
frente se obscurece con las sombras del mal. lOh,.
un espejo ahora, y podras ver tu fealdad! Pero
vana e intil cosa sera un espejo si no te llegaba
acompaado de una caricia, pobre alma amarilla,
un poco de consuelo, porque t tienes metida muy
adentro una amargura y nadie ha sabido consolarte y nadie llega a ti, y cuando t ests escondido escribiendo un nnnimo, no hay sobre la tierra ninguna memoria amorosa que te halle a
tura. El pliegue de tu boca es

ojos parece

como que

faltar y se pregunte

se retiran

qu debes hacer en

acjuel

instante.

Una

vez, en la plaza de Urqunaona, vi a

uno

de esos seres que escriben annimos, y yo saba


por un azar que l se dedicaba a este trabajo vil.

Era un hombre de mediana estatura, de cara deslustrada y barba negra, ya por los lados encan

Andaba torpemente, como los que estnamenazados por terribles enfermeda es hei*v"fosas. Observ que en el centro de la cadena dei
reloj colgaba un redondo medalln ostentando una
cid a.

iluminada miniatura; pero era esta miniatura la


fotografa de una cupletista popular. Tal vez
aquel hombre no haba podido poner en su medrJln el retrato de nadie ms. Le vi avanzar, con
inseg^uro paso, hasta la casa de Correos. Sac ana

68
carta del bolsillito posterior del pantaln

la

buzn precipitadamente. Su maino tuvo


entonces un ^sto extrao; acercse a la hendedura por donde la carta haba desaparecido como
para aprehenderla de nuevo. Despus hundi
aqulla resueltamente en el bolsillo. Y nuestro
hombre entr en el estanco prximo para comprar
y encender un cigarro. Estas son cosas, Dios mo,
que traen las lgrimas a los ojos!
Vigila, Teresa, que los pjaros nocturnos no
mueren porque nazca el da. O mejor, no vigiles.
Haz como el sol: ignora siempre el mal y sus
ech en

el

hrridos
l'eresa,

escondrijos.

No hay mayor

que tu claridad y tu

vigilancia,

rer sonoro.

IX
Donde

Bien Plantada toma un ltimo bao


de mar.

la

Hay en

Pars

un rincn

transcurrido algunas de las

mi

vida.

Cousin".

oculto,

ms

donde

haj

claras horas de

Hablo de la llamada "Biblioteca Vctor

Es reservado

el

ingreso a ella; las auy nunca la con-

torizaciones, difciles de obtener;

currencia llega a media docena de lectores. Pero,

una vez all, se hallan a libre disposicin, en plena comodidad y rodeados de muy prcticos medios de reseamiento, todos los tesoros de la bibliografa filosfica antigua y moderna... Pues

69
bien; recuerdo de aquel rincn un da trgico y
delicioso: el da 13 de julio, vspera de la fiesta
naciooial fraiicesa.

Al da

siguiente, la Biblioteca

se clausura por cuatro meses...


diante,

sobre todo

el

el

pobre estuque

extranjero, que sabe

cuatro meses despus ya no estar en Pars, quisiera, en aquella ltima tarde suprema, poder

pasar

los ojos

por todos los libros aun no desflo-

nmero de los que le faltan,


y que ya jams hallar reunidos; aprenderse de
memoria los textos que ya no podr consultar;
evacuar las mil consultas que tiene preparadas;
prolongai', en fin, eternizar aquel momento, pasado el cual una puerta cerrada se intei*pondr,
quiz para siempre, entre su sed ardiente de conocimento y el agua abundosa y fresca que la conrados; leer

el infinito

solara.

Con anloga disposicin de espritu hemos ido


hoy SL contemplar, cabe una ola llena de sol todava, pero picante ya de un frescor otoal, el ltimo bao de

mar

de la Bien Plantada.

X
Del smbolo de la Bien Plantada.

Ahora ya poseemos la claridad y su segui'idaJ


Ahora la vemos a ella, a ella toda y su
sentido, y sabemos por qu importa a la Raza

tranquila.

tanto, tanto, que nos

da quietamente, con cada

70

uno de sus gestos, con cada uno de sus dichos


lacnicos, una leccin de catalanidad eterna, de
tradicin, de patriotismo mediterrneo, de espx'itu

clsico.

La Bien Plantada ha

sido este verano

nuestro libro de texto, y ya pronto podramos

presentamos a examen.
El smbolo de la Bien Plantada es un rbol.
No decimos bien plantado de un rbol que tiene
fuertes races en la tierra?
las
res.

S,

pero observad que

ramas son otras races, unas races superioPor las races bajas, el rbol est bien plan-

tado en la tierra. Por las races altas est bien


plantado en el aire y en el cielo.
As, nuestra Teresa. La divina carne en que
est fabricada Teresa bebe la noble savia de todos los muertos de su Raza, que es la nuestra, y
de su cultura. Esta carne es muy antigua y muy
cultivada, y ello le procura olor. Pero la foi'ma y

movimiento reciben su gracia por la atraccin


poderosa del porvenir. Tienen tambin en el cielo
3US races y nutrimiento. La Raza dispone de Teresa para renovarse y florecer y fructificar en cul-

el

tura nueva. Y es esta oculta atraccin, es esta


plantacin en lo futuro, lo que habla por su boca
cuando ella dice, casi sin darse cuenta, aquella
casta palabra, tan bien dicha y tan de admirar,
deseai'a haber criaturas suyas.

que

Bien Plantada, Bien Plantada! Porque tienes

buena planta, buenos

finitos dars!

EPISODIO DE

MAGDALENA

AMIGA DE LA BIEN PLANTADA

Ahora es la Virgen de Agosto, cuando la tierra


madura. Magdalena, apresta a bailar tu cuer-

est

po, porque los tiempos estn tambin maduros, y


de la rama del poivenir caer, en el centro mismo
del crculo de tu danza, esta dorada fruta llena
de aromas, que t llamas un novio.
Un novio es la plena claridad de los cielos, hecha
mirada, y el pleno sentido del mund.o, hecho mostacho. Uno novio es uria cosa fuerte como el vino
y dulce como la torta esponjosa q\ie venden en la
tahona. Un novio llega, mira, dice una sola pala-

y ya toda tu pequea vida queda siisj)ensa y


temblorosa como una sutil telaraa en el bosque,
que se sostiene en solo una rama, y no sabemos
bra,

si

estar all dentro de

un

instante.

alguien que baila, pero no mucho.

Ha

Un

novio es

venido jmra

y nadie del p^ieblo le haba visto an.


Vino solo en una tartana, con una maleta de cuero
y nquel que lleva grabadas sus iniciales. Es amigo de unos jvenes que t conoces demasiado, y al
la fiesta,

72
principio pareca que slo

hubiese venido para

y hacer hurla de todo. Las jhabis visto al pasar, y no se sabe cul ha

hromea/r con ellos

venes le
narrado la maravillosa historia. Se llama Pons y
Serra, se lUmia Ignacio de Fuster, se llampi Sol
y Sola, se llamea simplemente Luis. Las letras de
estos nombres parecen escritas en diamantes rosa
sobre el platino de una joya, o dibujadas en la
noche con cohetes, estrellas y clarishrias bengalas.
Le falta un ao para tcT^ninar la carrera. Cuando
falta un ao para teivninar la carrera, la vida se
ensancha unte los ojos, coTno un diorama en un
anfiteatro vasto. Sobre la frente del joven a quien
falta un ao para salir de facultad brilla un sol
de oro que le tie de encarnado hasta el blando
de las orejas. Su sangre circula triunfalmente,
pero con perfecta seguridad. Puede entrar, m/irar
a su alrededor, sentarse y subir, ya a punto de
sentarse, los dos pliegues verticales del pantaln.
Lleva, amn de unos zapatos blancos, unos calcetines morados con flores negras, y, mirarlos, es cosa
turbadora como un pecado. Tambin lleva en el
ojal una flor, que acaso le ha sido ofrendada por
una mujer. Saca un diario del bolsillo, enciende
un cigarro, y asi podra pasar horas y horas fumando y leyendo. Pero he aqu que, sbitamente,
le empuja su destino. Se levanta, le acompaan
sus amigos, y avanza hacia ti, doncella. Se detiene,

podra volver a sentarse, podHa desviar su ca1:0, avanza hacia ti, avanza hasta ti.

mino. Pero

ahora

los

amigos

te

dicen su nombre, y ahora

73

hay una

vaca a tu lado.

silla

acontece que

se sienta en ella, y t le 'preguntas,


si es

ya turbada,

sta ki primera vez que ha estado aqu.

Brillad, astros del cielo; brillad, claras luces


del

entoldado; agitaos, abanicos, como aplausos

ms intensamente buqus
preparados para el baile de
raw/os! El galn sigue sentado a tu vera, y no se
va, y charla que charla. No sabras decir cmo
tu abanico se halla en su^ tnanos, y l se hace
de multitud; incensiad

floridos que

estis

aire, y t sientes cmo de l a ti llega tu propio


perfume. Y adivinas que, como se ha hecho dueo
de tu abanico, se har seor y maestro de tu vida.
Cuando l ha bailado contigo, ya no se te acerca
nadie ms. Ahora cierras los ojos y te das a imaginar que todos los hombres y todas las mujeres
son tus enermgos y corres un gran riesgo, y l es
quien te a/mpara. Tus padres acaban de moj'ir, y
t no tienes miedo, porque l est contigo. Un novio es la esperanza misma que Jiabla al odo y
tiene dos brazos fuera de ti. Es la delicia de la
sangre y el mago que tiene la llave de todas las
primaveras y todos los veranos que estn por venir. Los novios a quienes falta un ao para terminar la carrera pueden casarse de aqu a dos
aos. Mientras tanto, cada da dan una nueva se-

guridad, como

una almohada ms para el reposo.


y se es orgullosa, y se es distrada

se es dichosa,

y ensoada, y se piensa en la bella camisa que


hay que adornar, y en la alegra de los pisos
recin puestos, en los que los armarios de luna

pueden sobresaltar todava, en la obscuridad, al


entrar sin luz en una habitacin que no se conoce
an, ]ye7'o que ya ha recibido el uis grande secreto
de la vida.
Aho7-a es la Virgen de Agosto, cuando toda la

La Virgen de Agosto es como


que regala, a la doncella que danza
a su pie, un novio magnifico, que centra el crculo
de su bailar.
tierra est 'madura.

un rbol

bello,

11
... Pero viene
la lluvia, oh, Magdalena que esperabas el don de un prometido del rbol de la
Virgen de Agosto! Viene la lluvia, rica y sonora;

as ha cado, podrido, desde la raina, el fi-uto


que estaba en sazn. Viene la lluvia, y en la alcoba
obscura se siente cohibida y ociosa tu pobre alma
pequeita, herida por la gran injusticia de las
cosas. Una lluvia, en medio del verano, es como
un momento del invierno que nos pone ceniza en
la frente. Recuerda, Magdalena, que el verano es
breve y que cada hora que pasa es una esperanza
que se va. Recuerda que la ilusin pende de un
minuto y que hay azares que, como perros hambrientos, pueden devorar los minutos de la ilusin
y llenarse de su sangre la boca. Recuerda que una
fiesta es frgil negocio y que la felicidad naca
de ina fiesta; y los trtenos que ahora retumban
por las montaas quiebran tu ensueo, como se
quiebra un cristal.

Hay

en la obscura alcoba de una casa de campo

lina doncella

que llora porque

llueve...

Reos, la-

briegos brutales; reos, criadas tnalignas. Reos,

que ahora en

Casino
doncella que llora porque no hay fiesta, y toda sm esj)eranza estaba eji la fiesta y en su resplandor.
Reos, follajes goteantes y pomposos. Rete t,
tierra, reanimada por la humedad.
Los pobres corazoncitos tienen S7is pequeas
riejos calaverones cnicos

jugis vuestra partida de billar.

el

Hay una

tragedias, y la vida es pobre porque la enflaque-

cen la lluvia y la muerte. Los novios a quienes


les falta un ao para acabar la carrera no se

uruestran cjiando

y sus pulidos zapatos


De aqu a unas semanas es la Virgen de las Mercedes; de aqu a mas
semanas ms. Todos los Santos y el Da de los
Muertos. Y vendr la muerte para ti, doncella,
llueve,

blancos no pisarn el barro.

antes de que haya venido para ti la vida; porque


el da de la Virgen de Agosto, la lluviu

un ao,

una fiesta.
Pasa una mujer calzada con zuecos y que

estorb

le-

ba, bajo la lluvia, la cabeza cubierta con la falda.

Pasa un muchachuelo silbando; y porque pasa


establo levantan las bestias un gran mugir.

jioo' el

Ya no pasa nadie ms... Es el da de la Vigen


de Agosto y no hay fiesta, y en las cerradas alcobas, la vida se aparece a las muchachas como %in
largo camino sin consuelo.

76

///

No

mucho, y

noche fu opulenta en
lejanas, y en
bailes. Magdalena sala a la Rarnibla, con la mano
extendida por ver si llova an. Un llovizneo la
mojaba. Pero provena de los rboles; de los r...

llovi

astros, en msicas,

la

ya cercanas, ya

boles que se sacudan, con

rumor jocundo, bajo

Zas

estrellas fulgurantes.

La Virgen de Agosto no trajo esta vez un prometido. Trajo tres cortejadores. No importa; todava

stibe

ms

airriba la esperanza.

Tres corte-

jadores, tres cortejadores para escoger.

alegre como

un

Uno es

cascabel. Otro, fooynal y confortan-

com^ un sincero apretn de manos. El otro es


triste, y tiene en la mirada todas las
dulzuras. Si el uno acompaaba a Magdalena en
te

de aspecto

ms tarde con
contempla desde lejos. As la
felicidad de Magdalena se vesta de tres ilusiones
como de tres tnicas. La tnica que engalana, la
tnica que abriga y aquella ottxu escondida que
acaricia a flor de piel.
Ahora va a nacer el da, y sobre las sbanas en
desorden hay una plida doncella desvelada. Doncella, doncella, t habas soado un cortejo, y te
ha sido dado Amor. T queras agua para tu sed,
y te han se7^id,o el vino trastomador. Tres cortejadores no valen lo que un novio; pero son algo
Qns embriagante que un novio. Un novio es vida.
los bellos valses, el otro platicaba

ella,

el tercero la

tres cortejadores son

dulzura,

y he aqu

demasiada vida. Pedas


Pedas consuelo,

las voluptades.

y he aqu el orgullo. El orgullo es una corona de


fuego que cerca la frente de las doncellas, derramando en su corazn cada minuto tina gota de un
veneno verde y pastoso como una esmeralda desheclva.

aos,

Se tienen

reina,

el

diez

y ocho aos, se tienen veinte


mover la cabeza como una

orgullo hace

sentir, bajo la espiima de las muselinas,

pujanza del seno en flw. Se tienen


y es como una
fiesta. Ya no hay que llorar; que la belleza se
trae su propia fiesta, y se han tenido en una sola
noche tres cortejadores. Pero hay que enfebrarse,
que la vida no es dulce, sino ardiente. He aqu
los amores y las historias de amor! He aqu la
pasin que conmueve, de que hablan las canciones
y las ley cridas! He aqu tres novelas de amor en
una noche, porque la lluvia no fu larga y los rboles goteaban bajo las estrellas; porque se tienen
veinte aos y se ha sentido, al valsar, el placer profundo de inclinar sobre un hombro la cabeza y de
la infernal

diez

ocho, se tienen veinte aos,

''errar los ojos.

XI
Lluvia y sospecha.

'Mira

cmo

verano. Con

el

llueve,

mira! Es que termina

el

consuelo de esta deseada frescura

despus de tanto ardor, nos llega, sin embargo,


una aguda melancola. Porque murieron los gayos
das y ahora el otoo nos separar y acaso nuestra misma Presidenta y Profesora no sabr instiiiimo'S sino

en recuerdo.

Dime; no
ha ocurrido nunca que Teresa poda tener en otra parte un novio?
Qu quieres decir?
Lo que
no sera posible que Terese te

digo.

Si

sa hubiese ya escogido, por lo


creto de su corazn

Pero

menos en

el

se-

esta suposicin

odiosa nos destruira

todo su sentido y toda su enseanza No se cifra


el ntimo valor de sta en la soberana ecuanimi!

dad? Y nuestra actitud pacfica y nuestro aquietamiento de pasiones, ccn su consiguiente provecho, no provienen, no dependen de que ella no
haya escogido ni escoja? Teresa se debe a la Raza:
se resei'vara para un hombre ? Teresa es platnica esencial: se tomara aristotlica? Ella, que
es lo general vivo, se limirtara a lo

?>a,?'CtZa?\^

T'J

ella,

que es una Categora, puede empobrecere

hasta quedar limitada a una Ancdota?

'Yo no sospecho de ning-uno de aqu. No lo


sabramos ya?... Pero la misma igualdad enti-e

puede significar ventaja para


Hallamos siempre a nuestra aniga tan
me atrevo a decir tan sonmbula!

.nosotros establecida

algn

otro.

disti'ada...

Yo pensara que escucha bajo la tien-a la voz

de sus muertos; o en los aires, la voz de sus futuros.

O, a
voz del amor ausente.
Sacrilegio!
Ella debe de creer, contrariamente, en algo
sagrado. Ella no conoce su sentido.
Pero obedece.
Obedeciendo a su sentido, precisamente busca
lo lejos, la

lo

en

la manera de cumplir la misin


Qu importamos nosotros ? Qu impornuestro aprendizaje tiTincado ? Qu impor-

lo individual

propia.
tara

tara el desgarramiento de nuestro corazn ?

He

aqu una mujer que la Raza ha escogido para


restau^r la Raza.

ella cree,

naturalmente, que

Raza es tener un novio.


S, ya habamos previsto, como inevitable, la
tragedia. Ya sabamos que un da u otro la Bien
el

metilo para restaurar la

Plantada tendra que escoger... Pero nuestra imaginacin colocaba tan lejos el vencimiento de esta
necesidad!

No contbamos

con

lo trgico

que nos rodea,

lo trgico del da, lo ti-gico cotidiano.

Tal goza

de la vida que ya oculta en las entraas la enfer-

80

medad de que ha de

morir.

nuestro espritu s^

nutra de la Bien Plantada, cuando la Bien Plan-

tada ya tiene novio.


Pero, en fin, t te fundas...
En nada. En la distraccin. En algn incidente de la charla. En alguna murmuracin de
las seoras. En algn detalle por este estilo. En
nada, repito; si no es en que hoy llueve y hay nieblas en mi ahna, como en el cielo, y me hasto
de muerte y casi, casi llorara!

PARTE TERCERA
I

Fisiologa de la Bien Plantada.

No hay
salud.

sobre la tierra mejor foa-tuna que la

la Bien Plantada es tan rica de ella

como

conviene a su propia misin y perfecto cumplimiento.

El hambre.
Siemiipre es una mda prueba para un dios o
para una diosa ser vistos cuando comen. Como la
excursin de hoy ha durado todo el da, ha sido
inevitable que visemos cmo come nuestra Teresa. Nuestra Teresa tiene buen apetito. No es
vegetariana. No es excesivamente golosa. Devora
con tanta dignidad como naturalidad.

El sueo.
Juegos de manos en el Casino. Las once. Teresa se inclina al odo de una su pequea amiga, y.
cabeceando ligeramente, le dice:

No puedo ms, se me cierran


Bien Plantada

los ojos.
6

82

El iiiucJio sueo de la Bien Plantada es diariamente objeto de nuestras bromas.


La excelsa criatura halla tal vez en el secreto
de su dormir no slo un renuevo de substancia
sino tambin Uin renuevo de inspiracin. A la hora
de su sueo es cuando lo Inconsciente le dicta sus
;.

consejos infalibles.

Este gusito del donnir es confesado ingenuaella, las ocupaciones se escalonan en


sigxiienite orden de ipreferencia
Primera, dormir.
Segunda, baarse.

mente. Para
el

Tercera, t al teatro.

Cuarta, bailar.
Quinta, recibir cai-tas de las amigas.
Sexta, coser.

Sptima, lavar, en verano, si no se lo prohibiesen, con los brazos bien hundidos en el agua.
OotaAT^a, leer.

Novena, hacer visitas, conversar y otros deber?


Que la sociedad impone.
Dcima, contestar las cai-tas de las amigas.

El rubor.

No

por qu

el

otro da, leyendo la glosa en

daba por smbolo un rbol, Teresa se


loiboi-iz. Fu un espectculo delicioso, de ms vala por su rareza. Nuestra amiga, en efecto, es
de las menos fciles al rubor. En general, conserva siempre su rostix) una divina impasibilidad
la

que se

lunaria.

le

Si

El sencio.
Calla tanto y tan bien!

La

distraccin.

palabra prcwiunciada ayer en la conversacin


no podemos olvidar aquella conversacin!
es verdad; el estado habitual de nuestra
Teresa, ms que de distraccin, se dira de sonambulismo. Es tan alta, tan quieta, tan i^al,
por indiferencia a lo que le rodea, que a veces la
sospecharamos de otro mundo.
Pero desde. ayer, una nueva sospecha nos muerde el corazn. De otro nruundo, s; pero de otro
S, la

mundo humano y muy


samos en

ello,

prxhno... Cuanto

cuantos

ms

ms peaims la

das pasan,

terrible hiptesis se hace verosmil. Mil detalles


confiiTnarls,, r^^ii! rrcss la han recogido y
dan ya por segura. Alguien, incluso, cita nombres y cuenta historias. La Bien Plantada debe
de tener un novio, fuera do aqu, cerca de aqu.

parecen
la

II

Fiel contraste.

La

Bien Plantada y un diputado demcrata.

Que se sepa! Que se diga! A la Bien Planle ha salido un pretendiente. Ha venido estos das al pueblo, y as un joven diputado de la

tada

84
mayiora parlamientaria; diputado por algn rin-

cn de Galicia. Nos hemos redo mucho.


Como nuestra Teresa es tan pueDlo

funda,

fina, fiehnente

pueblo

el

^tan

pro-

diputado, tan

demcrata, no se han entendido. El quiso deslumhrarla y caiutivar'la inmediatamente. Ella, con


slo verle, ya advirti los puntos que calzaba.
Era por la noche, y dulcemente conversbamos,
sentados a la redonda en el paseo de los seores.
Las estrellas, lavadas por una anterior lluvia
breve, brillaban como nunca, y el aprendiz di-amaturgo, en pltica con la Bien Plantada, le deca
imas bellas cosas, un poco singulares, que ella entenda a medias, pero que, en su sagrado sonambulismo, deban de conmoverla profundamente.
Las hermanas y las amigas secreteaban con disci-ecin. Entonces compareci el joven diputado,
presentado por la familia amiga que le tiene por
husped. Con mirada certera de hombre de presa,
escogi en seguida su vctima, se coloc cerca de
ella, ya que no poda a su lado, y nos dijo, en
castellano desafinado por la galaica fontica nativa:

Este joven modernista que le da conversacin


pierde el tiempo. En este pas, en Espaa, la mujer no tiene cultura.

Dijo joven modernista porque en las ciudades


l vive se habla todava de modernistas.
Dijo la mujer, y no las mujeres, porque ellos, los

donde

jvenes diputados demcratas, hablan as. Dijo


cultura, que en su vocabulario quiere decir ins-

85
tniccin, poixjue nunca llegara l a sospechar
que una mujer como Teresa, tan obediente a la
oculta tradicin, antigua y noble, de su Raza, tendra una cultura, aunque no supiese leer.
Desipus empez a brillar en la conversacin.
Tres tpicos tiene la suya: las alabanzas a Madrid, y, si es verano, a San Sebastin; las cuestiones referentes al ejercicio de su carrera de
abogado, y "las ideas". Generalmente explana las
opiniones que se le ocurren sobre estos temas, por
turno, pasando de uno a otro sin violencia ni

bruscos saltos.
Dijo que haba estado en el Kursal de San
y despus, al venir a Barcelona, haba
querido ver la Rabassada:
Sebastin,

Hay que desengaarse: catalanes no


no sirven ustedes^para estas
No hay
los

ven

sir-

cosas.

aqu aquella animacin, aquella esplendidez, aquella

alegra;

que

es claro,

que no importa

el

dinero

vamos
Si ustedes
viesen aquellos automviles una de aiitomviles
que da la hora a la puerta del Kursaal de San
no se mira

Sebastin

el

duro,

Nadie deca nada, como suele ocurrir en tales


casos, y aquel joven se haca la fiesta para l solo,
animado nada ms por la aquiescencia monosilbica de alguna seora madura. Cuando la disertacin lleg a los temas profesionales, las muchachas se aburrieix)n y fuei-on a continuar a cierta
distancia su secreteo. Cuando se lleg al captulo
de "las ideas", algunos seores, temiendo

"el dis-

86
el famoso anual "disgusto" que este ao
nos hemos ahorrado, se levantaron de las sillas.

gusto",

mundo los imit y se disolvi la reunin.


diputado no dej a la Bien Plantada, hasta
su reja, y aun creo que despus, ya cerrada la
puerta, le pase la calle largo nato.
Al da siguiente era domingo, da de misa... En
cuanto vio en la plaza a Teresa, que vena con
sus amigas, el pretendiente se le acerc para darle
conversacifn. Hizo algunas graciosas caricaturas
vei'bales de las personas que entraban en la

Todo
Pero

el

el

io:lesia.

Mire, mire esta beatona que ahora se acerca


con su gran abanico del tiempo de Mara Castaa.
Esta seora ^respondi dulcemente Teresa
es mi madre.

<!

Despus de misa haba danzas. Naturalmente,


joven diputado demcrata no saba bailar.

La Bien Plantudd y un

Hoy ha venido

al

pueblo se

actor.

dice

si

tiene aqu

de aqu, que ha regresado despus de largos aos de viaje por las prolincias y la Amrica, volviendo rico, segn se
cuenta, en fama y en oro.
Por la tarde, cuando l tomaba caf, Teresa pasaba por su lado. El la miraba largamente y
yo los miraba a los dos. Y l me movi a infinita

parientes

piedad.

^un actor, hijo

87

He aqu el que se ha vendido su Raza; y he


aqu a su lado, como forzando a la comparacin,
la que resta profundamente, esencialmente obediente a su Raza. El, segn clamor pblico, tiene
lo

que se llama una foi-tuna y un nombre. Pero


una nobleza. Y en la cara amarga del

ella tiene

actor se lee la terrible cada, y en el rostro serensimo de la Bien Plantada se lee el tranquilo
orgullo.

El ya no es
cai-a.

ella es

ms que un "artista"; una msuna mujer completamente.

La Bien Plantada y
...

Ni tampoco

se

la

seora Pona.

han escondido todos los pjael pueblo una seora a la

ras nocturnos. Vive en

que es costumbre llamar seora Pona, por varias


razones. Una de ellas, la de que, efectivamente,
se llama un nombre as.
La seora Pona, pues, no halla del todo bien
la manera de vestir de la Bien Plantada. Censura
su exagei'acin. Ninguno de nosotros lo haba ad\ertido. Ella, s. Y querra que lo advirtiese todo
el mundo, y procura conseguirlo con palabras speras, torciendo la boca de labios esti^echos, mientras brillan con fuego pei-N'erso sus ojos, un poco
estrbicos.

No

hace mucho publicaba un diario de Barceledo un elocuente artculo contra las


modas del da. La seora Pona lo recort. Y. como
lona

muy

88

desde que la prensa se ocupa de la Bien Plantada ha nacido en esta colonia la preocupacin de

que la mitad de

que sale impreso por esos diaalusiones a cosas de aqu,


pobre seora iba enseando aquel recorte a toda

rios contiene

la
el

lo

sutiles

maindo, diciendo con rer torcido:

Por quin cree usted que lo dicen ?


Sospecho que ha acabado por enviar el recorte
bajo sobi'e a nuestra respetada Presidenta. Y entonces ha nacido en nosotros la sospecha de si
sera la seora Pona la autora de los treinta y
dos annimos.
Como en los pueblos todo acaba por saberse,
todava ha llegado a ltima hora una noticia de
sensacin. La seora Pona se hace estrechar todas
las faldas por una acretlitada modista local.

La Bien Plantada y

la

Gioconda.

Estos das se ha hablado tanto de la Gioconda,


que, naturalmente, nace el deseo de contrastarla

con la Bien Plantada.

De Boticelli a la Gioconda hay un progreso


en humanidad. Pues la misma suma de progreso
y en igual sentido hay de la Gioconda a la Bien
Plantada.

Podemos, por consiguiente, escribir esta proporcin:


I^a

Bien Plantada

a la Gioconda

la

Gioconda

Botice'.li.

8>

La Bien Plantada y

la ''Damisela

Beata"

Pensar que en 1900 haba catalanes que, teniendo quiz una Bien Plantada a su vera, se entiietenan ejerciendo de pre-rafaelistas!

Iai

Bien Plantada y otras heronas de novela.

He querido tambin contrastar nuestra Teresa


con las heronas de algunas novelas modernas. He
\'isto en seguida la diferencia esencial de que
stas suelan acabar cuando el libro acaba; mientras que la nuestra, gloria, pompa y pi'ez de la
vida, instrumento indispensable de vida, profeso-

ra de vida, no sabra morir as

como

as,

parn

que una novela tenninase.


Tal vez, cuesta confesarlo, nuestro egosmo de
alumnos preferira verla antes muerta que habiendo escogido un hombre. Pero ella no se confoiTnara tan fcilmente.

La Bien Plantada y un mulo

de noria.

La misma profunda, tranquila, noble


en

los dos!

obediencii.

so

La Bien
He

Planteada y Pitgoras.

aqu la doctrina de Pitgoras, en Crotona,

el siglo

VI

antes del Seor: "Los

Nmeros son

los

principios y la esencia de las cosas."

Es sta tambin docti'ina de Teresa llamada la


Bien Plantada; doctrina profesada, casi sin palabras, en un pueblecillo de marina, provincia de
Barcelona, en el ao e gracia de 1911. Quien pue<la

entender, entienda.

III

Donde

es conocido

Esta es

el

novio de

la glosa del

es la glosa del

cribimos un

gran

poema

la

Bien Plantada.

amargor de

boca... Esta
Pero nosotros no essino un ensayo terico

dolor.

lrico,

sobre la filosofa de la catalanidad.

Demos

cuen-

ta precisa del fenmeno, sin lgrimas, como, a


su tiempo, dimos cuenta de la figura y hennosura
de Teresa, sin exaltacin.

Lo sospechado, lo insinuado, lo previsto, acaba


de realizarse ante nuestros ojos. La Bien Plantada tiene un novio. La cosa es pblica. Uno de
estos das ser oficial. Se dice que el da de Ao
Nuevo ser pedida

He

la

mano

de la excelsa doncella.
He aqu desierto

aqu rota nuesti'a imagen.

nuestro templo.

91

La Ancdota ha devoi-ado la Categora.


Hemos tenido tres das de fiesta. La taz-de

del

primero, todava nuestra T<resa bail con todo

mundo. Mas por

el

noche vimos ya, desde la entrada, que estaba sentado a su lado, en animada
conversacin, un joven alto como ella, moreno,
elegante, con una cuidada barba de diplomtico.
Aquella noche, nuestra Presidenta no bail connadie. Al da siguiente slo bail con l. Al tercer
<la ni ha acudido al baile, ni siquiera la hemos
visto. Este ha sido el primer da pasado sin verla
jies<le hace dos me-es. Pero casi esta ausencia ha
sido para todos nosotros un alivio, de tal manera se nos rcnipa el corazn al ver cumplida
la catstrofe; de tal manera, al verla a ella
agitada, contenta y as encendida, a ella, la
silenciosa, la
disti-ada,
la lunar sonmbula!,
una ra)bia vergonzosa encenda nuestra sangre y
nos hara romper en llanto o cometer cualquier
la

locura!

Seamos

justos.

Si

en este naufragio podemo.s

salvar algunos de los tesoros que debemos a la


Bien Plantada, salvemos, sobre todo, el sentimien-

ecunime de

to

pues, que

por

ms

el

la

justicia.

Hagamos

constar,

novio de Teresa es digno de

de una cualidad.

Hagamos

ella,

constar que es

bien plantado tambin. Esta mujer ha nacido para


la Raza y cumple su destino. Y la Raza se restaura sin nosotros, y esto es todo. Y esto es una
espantosa tragedia.

Hace tiempo que nuestra amiga conoca

al

ga-

92
ln.

Pero

no haba podido venir hasta hoy. Aho-

ra ha venido; y en la noche de la tercera fiesta


se ha vuelto a Barcelona, tranquilo y triunfado}-.

IV
Donde se consuma

Ahora entre nosotros

se

la tragedia.

ha encendido

y las pasiones corren, como bestias


calle. Nuestra Doctora en armona
hemos perdido. Ella representaba la
representaba la Tradicin. Ahoi-a es

la guea-ra,

por
ya no es;
locas,

la
la

Cultura, ella

como si nosotros no tuvisemos pasado. Somos como unos


salvajes unos catalanes salvajes
y la desterrada violencia ha alzado dentro de nosotros nuevo
castillo, y ya no podemos dirigimos la palabra sin

ofendemos.
Ahora volvemos a ser como aciuellos otros que
viven en la desarmona miserablemente, como los
que no abandonan el reniego de la boca, el reniego
de gesto, el reniego de ideas; como los que apamaldirejan verbos violentos y blasf emadoi-es
cientes y malsonantes o componen prosas brbaras y iTsticas; como los que extreman las opiniones para plantarse en dramticas actitudes; como
los que gritan estentreamente; como los que en
Barcelona cantan por las calles la cancin de la
Sarasa y la cancin de la Serafina, como los que
escriben parodias en los peridicos satricos, como
,

93

que en las "peas" destilan su veneno, como


que llevan chalecos tiniculentos y se llenan
los dedos de brillantes, como los que contorsionan
los productos de las artes en frenticas estilizaciones, como los que escriben Cartes de fora en
La Campana de &racia, como los que discuten de
poltica a tiros, coano los que asesinan por cuestin de partido, como los que destrozan brbaramente, sin sobresalto ni inquietud de odo, la prosodia y la sintaxis magnficas del castellano. Volveanos a ser como Don Juan de Serrallonga y los
bandoleros, como los guerrilleros y los almogvares, como los del ao 8 y los de las guerras carlistas y los caudillos de barricadas y los que violaron las sepulturas en julio de 1909. Volvemos a
&r los iberos furiosos, perdiendo nuestro dominio civil de mediterrneos. Volvemos a ser africanos, porque lo europeo, lo clsico que hay en nosoifcros, slo el culto a la Bien Plantada puede manlos

los

tenerlo, acrecerlo

y restaurarlo.

Se ha consumado la tragedia. Todo el edificio


de nuestra lenta educacin espiritual se fundaba
en el rgimen de igualdad devota a que Teresa
nos sujetaba. Un novio ha sobrevenido; la igualdad se ha roto. Y todo ha vacilado y ha venido a
tierra. Ahora es el desierto, y en el desierto, el
hombre para el hombre, un lobo. Y ya entre nos-

otros se halla quien proyecta competencias desesperadas, bajos crmenes...


'Y an, fortuna que habemos dolor!... Fortuna
de esta melancola del verano que se va, del fin

94
del

buen

de

tienupo,

La separacin prxima...

ha coismnado la tragedia, y
nada se puede intentar.

Donde unas

-iabemios

Se

todos que ya

sirvientas van a deshacer la caseta de

baos de

la

Bien Plantada.

El da es nublado y tristsimo, y nuestro mar


parece un mar del Norte. Ni un barco en toda su
extensin, ni un aJLma en la playa desnuda. Ha llovido. Silba un viento obscuro son las cinco y media de la tarde, y se adivina que alguna cosa muy
;

bella entra en agona.

Dos criadas de

andar marchan silenciodonde se hallaban


las casetas de baos, no hace mucho, ix)deadas de
sas, riera abajo,

recio

hasta

el sitio

tan dulce alegra y deporte. Un conocido, cruzndose con ellas, les ha dicho, tanto la tarde ha obscurecido, "Buenas noches".
Tocan, tocan en la iglesia, ron^piendo el encantamiento melanclico de la hora gris, campanas
intenninables. Dicen que all, en la punta, ayeicay un rayo, anatando a una criatura de cinco
aos. En algunas casas, a travs de los balcones
abiertos, se oye

horas.

En

cmo rezan

el

una, la voz agria de

ya a estas
una muchachuela

rosario

canta una especie de cantilena que dice as: "Y no


Y los ricos no hacen

tienen los pobres trabajo.

trabajar.

Por

mantener

vendier o empear.

mos todos

isi

podemos,

^De la patria

la

la

Se

familia

misa y

Y la

al

glocria

han de

Rosario ^Vaalcanzaremos

celestial..." Fuera de esto y de la


voz del mar, sorda y suspirante, hay un silencia
de muerte.

Las dos muchachas han llegado a la playa. De


tantas barracas multicolores que la adornaron,

ya no queda sino una que todos conocemos por la


all, cerrada y olvidada ya hace das, con la gran vela empapada,
medio podrida por la lluv.'a. Es una caseta de
construccin americana, cmoda y fcilmente desmontable. Ahora las sirvientas la desmontan, con
de la Bien Plantada. Queda

cieita inhabilidad, pero saliendo del paso.

ha

La

vela

y desenterrados los palos gentiles,


pintados de blanco y amarillo. Ya han venido a
tierra puertas y paredes. De un cabo a otro de la
playa se siente este vaco. Ahora todo queda ms
descampado, ms desnudo, ms triste.
Los movimientos de las sirvientas se han hecho
sido plegada,

apresurados y precisos.

Un hombre

tn se acercaba al lugar,

con un oai-rey ahora caxga y se lleva

bien atadas las maderas. Las muchachas, unidas


poa- las

manos, dan

al

mar, ya negro, una mirada

Han

callado todos los otros rumores, y


la voz de las olas se ha hecho ms sorda y suspi-

postrera.

como el gemir inacabable de un cautivo. El


gigante dice de su queja, de aquella queja tan
vasta y misterioisa, que, aun siendo casi humana,,
nadie ha llegado a entender jams.
rante,

mar

96

VI
"Quand vous serez Vien vieille,
du feu, devisant

assise auprs
ilirez,

chantant

7)ies

'jers et

le soir, a chandelle,
et filant,

vous merveillant

Ronsard me celebrnit du temps que

j'estoit

belle.

Lors vous n'aurez servante oyant tonne nouvelle


desj sous le labeur demy someillant
qui au brit de Ronsard ne s'aille rveillant
henissant vostre nom de louange inmortelle.
Te seray sous la terre. et fantosme sans os
par les ombres mirteux je prendr y mon reps;
vous serez au fouyer nne vieille accroupie.

mon amour et vostre fiel desdain


vivez, si m'en croyes, n'attendez demain,
cuillez des aujoiird'hui les roses de la vie."
Regrettant

Este soneto de Ronsard

lo

he copiado, a inten-

cin de la Bien Plantada, del libro segundo de los

Sonnets pour Helln.

VII

Donde

la

Bien

Plantada contesta

el

soneto de

Ronsard.

He

recibido este billete de la Bien Plantada:

"Amigo Xenius:
Vuestro Ronsard dice: Cueillez des aujcnirPhui
les roses

de la

vie.

La

rosa de la

Un

laf ectuoso

ma

es

mi

novio.

apretn de manos de
Teresa."

)7

Nunca mi
bra. Casi
el

me

aaniga hubiera dicho tanto de pala-

espanta verla escribir as. "Pero es


Werther lo que nos hace va-

deca

amor

"

liente.?.

VIII

La

ascensin de

la

Bien Plantada.

Tristeza y descaecimiento pesaban sobre mi co-

razn y con sus mil agujas punzbale la inquietud, y por sobre la revuelta yacija rod el curso

de las horas y los minutos de las horas, destilando cada uno su veneno y su toi*mento. Eia alta
noche y acaso las primeras claridades del crepsculo filtraranse a travs de la obscuridad,
cuando, finalmente, una suave fatiga descendi a
los ojos dolientes, cerrndolos con una maternal
dulzura. Acontecime entonces soar el sueo que.
con la ayuda de Dios, probar de narraros, porque el blsamo que me procuraba, j'o quisiei-a,

amn, derramarlo soln-e vosotros todos.


Hallbame, pues, en medio de una yenna y noble llanura que reconoc en seguida como perteneciente a las cercanas de la santa ciudad de Roma.
En el aire mudo, en muchos rincones del horizonte, que verdeaba por las humedades pantanosas,
r.inguna figura de rbol o arbusto se divisaba, sino
!a mole chata de un tmulo en iniinas o una compaa de tres arcos, melanclico resto de la fbrica de algn acueducto.

Bien

Plantad.v

Empezaba a

obscurecer;
7

98

resplandeci alguna impaciente prematura estre-

y la tarde qued imbuida de una a manera


de sordo pavor. Luca cola uno de los astros, como
un cometa lvido, y me ocurri entonces recordar
que la muerte de Julio Csar haba sido anunciada por signos as. Una cabra loca saltaba por all
lanzando balidos siniestros, con las ubres heridas,
goteantes de sangi'e. De improviso pas furiosamente, en bicicleta, un hombre joven de quebrado
color, que en seguida reconoc ser mi amigo
Jos Pijoan, el cual clamaba a grandes gritos:
Bisogna andar alia ferrovia! Bisogna andar
alia ferrovia! Una bandada de cuervos negros se
lla,

alz de

uno de

los

arcos del acueducto.

oitix)s

smbolos y presagios.
Sbitamente, la obscuridad se hizo en mi interior y seait que un aura fresca me regalaba con
la gracia

de un gran consuelo. La

tomndose

infinitaanente

ms

visiin

dulce.

cambi,

Ahora me

ms lejos de Roma, en Tvoli,


verdor y de los placei-es, dignificada por
tantas gracias antiguas y toda musical por sus
cascadas y cascatinas; y de Tvoli, en los jardines de la villa de Hiplito de Este, que son, paia
soiprendi un poco
la del

recordados cuando la fiebre abrasa, los ms maravillosos jardines del mvmdo. Ya sabis que estos
jaa-dines dibujan gran raanpa, distribuida en escalones y pisos simtricos, desde la reja inferior
hasta el Cassirt-o cincocentista, que es pequeo y
armonioso y degradado de pintura como un joyel
leproso. Yo vea todas estas cosas tal como ellas

>t>

son, desde abajo, y me hacam conipia a diestra


y siniestra, subiendo desde los encendidos rosales
hasta el nivel del Cassino los altsimos cipreses,
aquel pei-petuo milagro de cipreses, tan negros,
'.terciox)elados y profundos, y que son, despus de
los del Giardino Giusti, cerca de Santa Mara in
rgano en Verona, los mximos cipreses de Italia.
Yo vea todas estas cosas, digo, y mi nimo permaneca suspenso cuando de uno de los bosquecillos laterales, simplemente y por sus pasos contados, una divinal figura se acerc hacia donde yo
estaba, toda cubierta con un candido vestido que
yo, ay de m!, bien conoca, pero ahora desceido de cintura, y con la cabellera suelta y los
pies des.nudos sobre la arena y las amplias losa;5
del jardn- Era Teresa. Era Teresa, y de as mirarla, tan hermosa, inocente y tranquila, se me
apret el corazn y enrojeci mi frente, y un
gran arrepentimiento me llen de lgrimas los
ojos; que la vspera haba yo tenido malvado pensamiento, como que la deseaba la muerte, por tal
que de su personal y concreto existir no se gozara nadie, sino que los discpulos verdaderos pudisemos seguir en adoracin y aprovechamiento
de su pura esencia, emplendola toda en la noble
labor de nuestra espiritual edificacin. Dolor y
vergenza movanme, pues, a llorar, cuando la
amiga se lleg hasta m y me daba las dos manospara que se las besara y yo me postilaba y consegua besarla tambin el pie sijiiestro que se
haba avanzado, fresco y rosado y ambarino, a?

100

como un capullo de te. Pero ella retirbalo bajo


la ropa y me alargaba nuevamente las manos para
que yo dignamente me pusiera de nuevo en pie; y
me haca despus con la derecha un gracioso signo para que supiese escucharla aquietadamejite.
Tornse entonces solemne la tarde en torno a ella
hasta las fontanas callaron, y, como una bandada
de blancas palomas en un rayo de sol, bajaron
de ella hasta m estas aladas palabras:
;

No

llores,

Xenius; enjuga

el rostro

trasmuda-

do y que los hombres y los dioses vean conve]tirse esta tu pena en aquello que puede ser definitivo servicio de toda pena, esto es, en obsti-

nada concentracin que acrece la energa del doy la torna fuente de trabajo eficaz. Mi
ngel de la guarda ha querido revelarme la noche
pasada tu mal pensamiento, y yo me he entristecido por ti y te he compadecido y me he puesto
en seguida en ruta con ansias de traer un poco
de consuelo a tu alma enfei-mada. Que no en vano
obre ti, como sobre todo hombre de tu tiempo

loroso

desgraciadsimo, trabajaron aquellas abominadas

fuerzas Je descomiwjsicin que por mal nombre

romanticismo y que, como encrespadas


os arrebataron de la
roca viva de lo eterno para abandonaros en el
ponto de los accidentes y de las pasiones y de
las viles ancdotas y de las fatalidades enemigas.
El engao de la hora que pasa os deslumhraba
con sus fascinaciones, y as casteis desde el cielo
de las cosas inmortales a las cenizas de la natu-

llamis

olas de revuelta marina,

101

Porque eso que ei> llamado la natura, y en


que vuestra debilidad os hace decaer tan a menudo, no es otra cosa que la ceniza que se desprende de los ideales cuando se elevan atrevidsimos al cielo, y su residuo y escombro. Has visto
alguna vez cuando los nios, por fiesta, dnse
a encender estos giles artificios de fuego que

ra.

se

llaman cohetes, cmo, mientras sube por

el

ya condesperdicio? Pues de

aire la dorada estela, cae al suelo algo

sumido

e intil,

un

ligero

fonnada

la natura, que cay de


cuando ascendan. Loco de S/quel que
abandona la serenidad, y loco de aquel que deja
que el polvillo de las apariencias llegue a empaar el espejo puro de su espritu, hecho para

esta ceniza est

las ideas,

reflejar la gloria y lo azul y el curso nuisical


de las cuatro lunas y los meteoros maravillosos.
"Loco t, ms que ningn otro, si ahora, el
pequeo accidente de mi existir moi-tal saba alterar tu suprema calma y malograba con pasin
y trasmudamiento el lento crecer de las semillas
que dentro de ti ha sembrado mi aprendizaje para
que pruebes a tu vez de vea-terlas generoso sobre
los otros. Api-endizaje practicaste en m con aplicacin y piedad tanta que pronto aprendiste mi
secreto, que es lo central de m misma y lo de
ms precio. Piensa, Xenius; piensa cmo me he
dado y cmo t has tenido la parte mejor. Un
novio te turbara, una miserable ancdota epitalmica? Como t me has posedo, Xenius, jams
hombre en la tierra me poseer. T formulaste

102

mi

definicin,

que es lina manera de conquista.

T
el

aprendiste de mi esencia y la e&paix:as por


mundo. T aspiraste mi oculto perfume y con-

No hay bien esno hayamos los dos cambiado como


Tin anillo. Mejor me sabes t que yo misma; y,
parecido a los que guardan las llaves de las frreas arcas de un opidento mercader, t guai-das
la llave de mis movimientos y el secreto de su
coordinacin. Y de todo el oro, escondido en el
fondo, tienes aihora soberana y dueanza.
"Toma de este oro tanto como quieran tus
manos y dei'rmalo entre los hombres, y derrmalo especialmente sobre tu Raza, que de l est
en miseria y necesidad viva. Como las monedas
de un imperio la cara de su emperador y la leyenda de su escudo, el oro de la Bien Plantada
llevar impresos la imagen y el verbo de la Bien
Plantada. Verbo de salvacin, poi-que lo es de
normalidad y de medida. Yo no he venido a instaurar una nueva ley, sino a restaurar la ley
templaste desnuda mi entelquia.

piritual que

antigua.

No
Tu

quiero traeros revolucin, sino con-

Raza, Xenius, est hoy postrada por


grande mal. Hay los largos siglos de servitud
que han extinguido en ella la virtud antigua. Hay
la corrupcin de las ai-tes, madre de las i)eores
violetncias. Hay los hombres furiosos que perpetan la anarqua. Hay los decoradores frentico?
que han desacostumbrado Je toda armona vuestros ojos. Hay los malos pensadores que tienesn
las vernaculares ocxirrencias, y los malos periodis-

tinuacin.

103
tas que tienen confusionaiio el gusto,

pedagogos,

plagiadoi^es

de las

los malo.<

turpitudes

ms

de los fumistas noa-teatnericanos. Pero todo


esto es tambin ceniza y polvo que cae de los ideales cuando suben al cielo. Todo pasar y rpidamente, porque se acercan los tiempos y mil signos la plenitud anuncian. En verdad, s decirte.
Xenius, que la gloria futura de tu Raza ninguna criatiia-a nacida en dolor ser capaz de narilarla. Vendr, vendr el da en que el Mediterrneo, mar nuestix), ver nacer de las espumas
las nuevas ideas, como naci Cypris, y la mente
de los hombres se ajustar al ritmo de las olas
y sern escritas sus leyes sobre la espalda de los
i<liotas

delfines, resplandeciente

la luz del sol.

No

ves

a Italia, esta admirable adolescente, cmo se lanza,

impaciente de batallas,

mar

adentro, Oriente

adentro, y Nike alada se posa en la proa de sus


navios que llevan, ms alta que las banderas, la
bendicin del Padre Pontfice de las gentes cat-

Retrocede la morisma infiel y un viento


de antiguas glorias hace estremecer los laureles
de todas las islas. Y no resonaba ahora mismo,
en uno de los rincones de este mar, tina voz filosfica, no entendida todava por nadie, aaunciando la resurreccin de Paj? No acarician hoy

licas?

selectos entendimientos la concepcin

la pala-

bra "pluralismo"? No deshacis ya los caminos


de ciencia y meditacin que os haban alejado demasiado de las lecciones ancestrales armoniosas?
En breve ser hecha la luz, y los hombres reco-

104

nocern nuevamente que, ms que en toda la


brbara ciencia que habis aprendido, hay verdad y sabidura en una som-isa de Scrates o en
tina voladora y cantadora metfora de Platn, el
divino. El g-usto ir haciendo cada da ms ainada
la moderacin y decaer as el culto impuro del
Becerro, y los hombres sern menos tirnicamente
movidos per el apetito del logro, y se dar su
justo precio al ocio exquisito y al sagrado juego
y a las formas acabadas y a la irona. Ver
entonces resplandecer la nobleza de tu fina Raza
en toda su claridad. Las razas toscas o meno?
refinadas os envidiarn y no tendrn, sin embargo, bastante boca para alabaros, y proclamarn
pocr todos los mbitos que sois parecidos a los
ngeles o semidioses.

"Mientras tanto, que cada uno desvele y cultive


hay de anglico, esto es: el
ritmo pui'o y la suprema unidad de la vida; lo
que declarado quiere decir: la elegancia. Aconsejaron los ltimos romnticos: Haz tu propia
vida como un poema. La Bien Plantada aconseja
mejor: Haz tu propia vida como la elegante demostracin de un teorema matemtico. Desarrollando fiinemente este proposito en lo esencial
no temis los accidentes, y aun podis complaceros graciosamente en las pequeas curvas. Si vigilis con despierta conciencia el normal desarroaquello que en l

llo

de vuestra conducta, todas las desviaciones mose fundirn en una larga rectitud.

mentneas

Scrates poda frecuerutar, sin mcula de su alba

105
tnica de lsofo, la compaa de los retricos,

de las hetairas y de los libertinos. As mis amigos podrn pasar por aulas y redacciones y aun
por teatros y ramblas, y aun, si tan bajo quieren
llegar, por taberaas y lustros, sin perder la esencial elegancia de su vida, sin turbamiento de su
serenidad; porque llevarn consigo a todas partes una misma primaca de los valores de conteniplacin, una irona rica en indulgencias y una
misma majestad y prudente juicio y mesura. Pero
t, dilecto, te reservars ms, en memoria y signo
de haber odo directamente mi palabra. T has
de ser ejemplo de cabna y no sers infiel al sentido de la proporcin. Veo que se ha serenado tu
rostro mientras yo te hablaba y que las lgrimas
se evaporaron. As te quiero; y solamente a precio de esta contencin podrs anvmciar mi palabra. Ve, pues, e instruye a las gentes, bautizndolas noveceaitistas en nombre de Teresa. Yo, en
tus caminos por el mundo, jams te abandonar.
Invisible, ir siguindote en tiis andanzas. Si en

duda te ves, o en peligro, invcame,


alguna seal sabr revelarte mi
oculta asistencia y confortamiento. Yo conozco
tus debilidades, como t has conocido mis fuerzas. Adis, Xenius, y recibe ahora para todas tus
eanpresas y viajes mi bendicin."
Dijo: y mi nimo estaba embargado, y yo no
mova pie ni labio, y mi corazn pei-ananeca detenido y en alto todo mi ser y en suspensin de
su marcha circular los cuati-o humores o tempera-

disturbio o

y en

seg-uida

106
nientos. As la vi,

en

el

saonente las

Ora

como ya

silenciosa

y tiernsima

mirar, se alejaba de m ascendiendo calmoinacabables

desapai"ca

volva

a,

verla

graderas del

detrs de

en un

piso

un

jardai.

bosquecillo,

superior.

Lleg

ora
al

un mitiuto despus la divis an


ms alta, y en seguida en el mismo cielo. La
blanca vestimenta se hizo imprecisa a mi mirada.
De pronito, mis ojos ya no la vieron ms.
Cassino. Pero

En el lugar donde ella desapareca as, apuaitaba una estrella de plata. Es una estrella nueva.
Maana los astrnomos la vern, la catalogarn
le darn un nombre. Pero yo, mientras aliente, en
cualquier crepsculo o noche de mi corta existencia, por tierra o por mar, en prspera como en
adversa fortuaia, en peregrinajes o navegacioaies,
en hora de placer o en hora de desesperanza, en
lecho de

maanero gozoso despertar

o alzando los

ojos ai cielo vespertino desde la yacija de larga

agona, no sabr dar a la estrella otro noanbre que


el

nombre dulcsimo de

la

Bien Plantada.

EPILOGO
Rememos, Nando, rememios, que la noche se nos
y el mar se alborota. Caen mis brazos rendidos de fatiga, y el calambre muerde mis
pies en el fondo de la barca. Ahora adivino el
pensamiento que no dices. Ahora piensas que si
vieme encima

dejaba de ayudarte, t, solo, adelantaras ms.


Nando; aqu me tienes en tus mamos
por entero. T me guas, en ti confo, soy tuyo
pai-a la vida y para la muerte. Oh, Nando, mi
bravo pescador, el flaco, el de la cara hosca, el
de los ojos clai-os, el del maravilloso sencio, que
nunca has pronxmciado siete palabras seguidas y
todiava obscuras y enfuriniadas
Tu sencio,
oh mi nombre de Pueblo!, oh, seor mo y mi
gua, ha defendido <;omo mi escudo tu pureza, la
ha exacerbado, coano un cilicio! As este pobi*e
cuerpo tuyo, spero y combatido, es taanbin un
a manera de templo de cosas inmortales. Rema,

:,'o

Sea, pues,

Nando, cumple

la

pre, ante l negro


da...

mira

profunda

mar

ley,

cooifuso.

la iplaya desnuda,

mudo como

siem-

La Bien Plantamira a

lo

lejos

vaca y cerrada la casa! la Bien Plantada era


lo mismo que una esplendorosa baslica de aque-

108
lla

misma

religin de que t eres

pequeuca ermi-

Ahora ella nos ha abandonado y slo


nos quedas t para apreaidei" y rezar delante de
ti. Yo acudir, pues, oh puro hombre de Pueblo,
ta marijiera.

Yo vendr de cuando en cuando a


para repasar en el pequeo catecismo las lec-

a ,tu escuela
ti,

ciones estudiadas en la Biblia magnfica.

con-

servas tambin la Raza y obedeces sus designios


tambin, como Teresa los obedeca y las sumisas
besteauelas del Seor, que cumplen las tareas

Hay en una nacin una sola Bieai


Plantada, pero hay millones de trabajadores si-

inacabables.

y esforzados. Adorar la viviente imagen


de una mujer arquetpica es cosa de un verano
nico; pero es preciso remar cada da. Las inspilenciosos

raciones significan momentos divinos; pero la continuidad representa tambin una inspiracin que
santifica una larga serie de moanentos. Deja, pues,

Nando, mi pescador, que al saltar a tierra, antes


de separamos, la mano en la mano, los ojos en
ios ojos, te d las gracias por la leccin que me
has diotado y qtie sabrs dictarme todava ms de
una vez: la leccin de la callada energa, del
trabajo cotidiano y humilde.

PIN

D c

IM

e:

ras.

rri')loso

a la segrunda eUioin

castiliana

PAUTB PniMEEA;

JT.

De
De

III.

De

[.

la aparicin de la Bien Flautada

y externas condiciones de la Bien

la figura

Plantada
la

12

moda y

modo de

del

vestir

de la Bien

Plantada

IV.De una

14

frase de la Bien Plantada con la res-

puesta a algunos corresponsales indiscretos

Del pueblecito donde


VI. Nuevas revelaciones
V.

veranea la Bien Plantada.


sobre los ojos de la Bien

Plantada
^'IT. Del

IX.

cmo

U.

pujanza de la Bien Plantada se


para el orden; para el desorden, no.
Del dulcsimo nombre de la Bien Plantada, con

Donde

De

particularidades

la

claro que la Bien

colonia que

tiene

el

su seno

hermanas
sus amigas
las

casa en que vive


cosas que la rodoan

intermedio

-\>

se pone en

sus

la

24

SO

Plantada

nos fu trada de las Amricas

en

De
IV. De
V. De
VI. De

III.

.T.iusa

una mujer hermosa

la

Parte segunda
r.

de

ejerce s

otras

'^

2-

poder

terrible

De

VIH.

l''-

'.

honor de contarla
36
41

42
44
47
53


lio
Ps

La caridad
annimos
IX. Donde la Bien Plantada toma un ltimo bao
de mar
X. Del smbolo de la Bien Plantada
Episodio de Magdalena, anuga de la Bien Plantada....
XI. Lluvia y
VII.

VUL ^Los

so.gpeclia

TERCKKA

P.iRTB
I.

Fisiolosa

^11.

Fiel

de

la

Bien

Plantada

Donde es conocido novio de la Bien Plantada.


Donde se consuma la tragedia
V. Donde unas sirvientas van a deshacer la caseta de baos de la Bien Plantada
VI. Soneto de Ronsard
el

IV.

de

vm.La
Epilogo

la

6S

69
Ti

7S

SI

contraste

Donde

6S
j

III.

VIL-

63

Bien

Plantada

contesta

Ronsard
ascensin de la Bien Plantada

al

8S
>0

92

94
Slj

soneto
96.

97

lO"

CONDICIONES

ECONMICAS

DE LA

COLECCIN UNIVERSAL
Cuando

CALPE

proyect esta hermosa serie

de libros maestros, atendi inmediatamente a


resolver dos partes principalsimas del proble-

ma:

la de la produccin abundante y la de la
economa en el precio.
La primera, que forzosamente haba de ser
crecida, en virtud de la inmensa cantidad de
obras que integran el gran libro de la literatura universal, qued resuelta con la ayuda de
numerosos y distinguidos literatos y traducto-

res que,

adems de su produccin

ocupan en

el difcil

original, se

trabajo de escudriar las

ms famosas del mundo, y, aadido


a poder contar con muchos y modernos
materiales de artes grficas, ha sido posible
llegar a una produccin de
bibliotecas
esto,

VEINTE NMEROS DE UNAS CIEN PAGINAS CADA MES


tamao 10
valen a un

V2

15 V2 centmetros, que equi-

total de

unas

VEINTICUATRO MIL PAGINAS ANUALES

Pero hubiera quedado incompleto nuestro


si a la mencionada produccin no hubiramos podido hermanar la economa en el
precio. Al efecto, merced a un gran esfuerzo de
organizacin y a los muchos elementos y despropsito,

embolsos destinados a esta Biblioteca, hemos


fijar para los volmenes suel-

conseguido poder

tos el nfimo precio de

TREINTA CNTIMOS CADA NUMEKO


que quedan reducidos a
dad de

^F

la limitadsima canti-

TICINCO CNTIMOS

j suscriban por un trimestre,


un ao, a la proporcin de quince pesetas cada tres meses.
El tipo de volumen regular es el de unas

para

los

que

un semestre

CIEN PAGINAS
con un nmero de orden, y al precio de treinta
cntimos cada uno; pero cuando por la extensin del original sean precisas ms pginas, el

volumen ser
tres o cuatro

doble, triple o

cudmple, con

nmeros de orden, y a

dos,

los pre-

cios de

60 cents., 90 cents, y 1,20 pts.

por tomos sueltos, o a la proporcin de


50 cents., 75 cents, y 1,00 pts. por suscripcin.

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niversity of Toronto

Library

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