La Señora Fez
La Señora Fez
La Señora Fez
silenciosa, de la cual sali solo dos veces una durante el velorio y la otra al final del entierro. Solo para decir Yo ya cumpl Se haban conocido cuando ella era muy joven y se haban ido a vivir en un pueblo del interior que era tan joven y tan nuevo como ellos. Tardo un tiempo en darse cuenta que los borrachos no son alegres sino insoportables. Y en aquella noche en la que su marido muri ella ya haba vivido 45 largusimos aos. Durante todos los aos que vivieron juntos, ms de 30 y aun cuando a l se le fue haciendo agrio el aliento, ella nunca dejo de estar con l. El la llevo a vivir a un poblado que al principio era una suma de casas de cartn y despus fue una suma de casas mal construidas. El lugar fue creciendo junto con ellos y de ah nunca por 30 aos sali Dominga. La comunidad se trasformo en pueblo pero aun as quedaba a media hora de camino de la ultima terminal del colectivo que los llevaba al distrito. El pueblo se haba dado el lujo de tener calle principal, no tena ni luz ni pavimento pero la calle tena nombre de hroe patrio. Un da y con el solo fin de hacerse perdonar una de las suyas la llevo a Dominga a la iglesia y frente a la virgen le prometi dos cosas. Dos que nunca cumpli, serle fiel y velar por sus hijos. Dominga acepto sin ms esa decisin como destino y de ah en ms el seor Fez , hizo lo que quiso sobre la vida y la persona de Dominga. El hombre estaba empleado en el departamento de limpieza de un banco de la ciudad. Un trabajo de pobre, pero que a los ojos de Dominga, no estaba del todo mal. Consegua ms que un changador y trabajaba en la ciudad. Adems la verdad, no saba si le hubiera dado para encontrar un hombre mejor. Crea que no. Ganaba poco, pero no tan poco como para por lo menos no darle a su mujer la mitad de ese salario que sala de la ventanilla de la importante empresa y llegaban a Dominga en un sobre lujoso que contena tres billetes con pocos ceros. De esos mismos salarios quincenales le llegaban tambin a Dominga tres borracheras de buena calidad y una bolsa de choclos sin pelar que haciendo alarde de su generosidad su esposo compraba cuando pasaba por el mercado antes de llegar a su casa. Dominga los limpiaba, los herva y condimentaba y sala a venderlos a la tarde, no se iba muy lejos En la esquina de la siguiente cuadra de su casa, ah pona un banco un brasero que mantena prendido y pasaba su tarde ensartando choclos en varitas de madera y ofreciendo diferentes sabores para condimentarlos. Queso, mayonesa, y ajo picado. Aos estuvo ah la seora Fez, como le decan a Dominga. Aos, sin darse cuenta de que se pasaba la vida en la misma calle, llena de das iguales. A tropezones creci a sus hijos, y le salieron buenos, un da le brotaron las primeras canas y otro le dolieron las rodillas. Cuando muri su marido, la seora Fez nunca haba visto ninguna de las cosas que el contaba existan en la ciudad. Nunca haba tenido fuerza, ni tiempo, ni dinero para caminar la media hora que la llevaba a la terminal del colectivo subirse y llegar a la ciudad, un lugar que estara a unos 60 kilmetros de distancia.
Haba empezado a tener hijos desde que el empez a entrar en ella, para eso nunca peda permiso. Viva embarazada, tena un nio gateando en sus pies y otro escondido detrs de su ombligo, as un hijo detrs del otro, como si vivera en otro siglo aunque viva en este. Ella era una mujer pequea, con un pelo renegrido y unas manos grandes que no por grandes eran toscas. Tena los ojos oscuros atontados de no ver lo que pasaba en realidad. Esos mismos ojos vieron a quien traa la notica de que por ah cerca en una cantina, haba muerto el Seor Fez. A ella le dio pena por l, porque dejara de ver lo que pasaba al otro da, justo iban a pavimentar la calle con nombre de hroe que separaba el pueblo en dos partes. No supo si darle pena por sus hijos que haban sumado 11. No saba si sentirlo por la barra de borrachos con los que se gastaba la salud y el dinero pagando una caa que embaucaba el sentido de la responsabilidad Hundido en el mismo alcohol de siempre, con la botella en la mano y un Dominga en la boca, haba cado muerto, as le haba contado el otro borracho con quien pasaba esa noche. Uno de ellos haba sumado. -Sabe doa Dominga el siempre la estaba llamando. Dominga pens -Algo querra ordenarmeY se quedo tranquila por no haber estado para escucharlo, tranquila por primera vez en 25 aos. Yo ya cumpl dijo al regresar del entierro y fue la tercera frase del da. NO estaba triste ni siquiera senta la necesidad de sentir que lo estaba. Alguien pregunto si quera ver tele y ella dijo, que no le gustaba la tele, todos se sorprendieron ya que ese era su mayor gusto antes. Dijo que antes la vea solo para darse cuenta que su vida no era tan mala como la vida de las de las telenovelas. De pronto sinti que saba lo que le gustaba, se paro, acaricio la olla vieja de hervir los choclos pensando que si no fuera por esa olla no hubiera tenido ni una moneda para enterrar a su marido. Al terminar el entierro, uno de los hermanos del seor Fez, uno de los tantos que l haba hecho creer que su familia viva gracias al fruto de su trabajo, le pregunto preocupado. - Y qu vas a hacer ahora? Vos nunca saliste de este pueblo, no conoces nada? -Todo ser aprender, dijo Dominga y se ato el delantal para buscar su olla y empezar con sus tareas. Al otro da, se levanto temprano, se puso sus zapatos de la iglesia y empez a caminar la media hora que la llevaba a la terminal del colectivo. Tena los ojos bien abiertos y en su cabeza solo se le repeta la frase que su marido borracho le haba dicho tantas veces No te preocupes yo valgo mas muerto que vivo. Ella lo saba desde haca aos, sabia del seguro de vida de la empresa, pero nunca ni cuando estaba tan borracho que pareca muerto se dejaba pensar en eso. Porque ella lo quera. Aunque solo fuera por lo mucho que lo haba querido al principio ella lo quera. No haba hablado de eso con nadie, pensaba que mejor la creyeran tonta, que heredera de tres pesos. Sus hijos no tendran problemas, el mismo padre que tuvieron vivo tendran muerto. El estaba en sus documentos pero no en sus vidas. As que con solo recordarlo bien frente a ellos les quedara
memoria de padre para toda la vida. Porque eso es lo bueno de ser viuda uno puede mejorar al hombre con el que vivi y volverlo a hacer el que haba soado. Cobro el seguro como pudo, fue vino hizo tramites y al fin con las monedas que le dieron fue compro dos ollas mas y pago por adelantado la renta de un lugarcito, un hueco chico que la resguardara de la lluvia y del sol. Nunca fue ms feliz como la primera vez que piso el mercado a comprar su propia bolsa de choclos. Andaba conversando con quien se encontraba, negociando precios y hacindose amigas y hasta encontr un taximetrista que la lleva a su casa, con las bolsas repletas de los choclos elegidas por la mitad de precio. Adems ahora le gusta cantar. Sus hijos le decan eso, eran buenos muchachos le haban salido trabajadores y hasta uno estudiaba, ella estaba segura de que el mal ejemplo, es una maldicin. Por eso barra a la maana el piso de tierra de su casa echando afuera los rastros, para que cuando sus hijos se despertaran solo olieran a tierra fresca y pisaran limpio. En honor a su marido la seora Fez, le puso a su local el nombre el buen marido, puso una foto de l en la misma repisa que tena el vaso de agua para Judas de Tadeo, la imagen de la virgen Mara, la de San Jos y la estampita de santa Rita. A la que cuando tena das de buena venta le rezaba santa Rita Santa Rita, lo que se da no se quita Bajo la pandilla de los santos entre los que estaba el seor Fez, que ah en la foto se le vea de lindo , callado, serio y sobrio como un bendito, todos los das y todas las noches. El negocio creci, tan as fue que sus hijos entre los ahorros y las recomendaciones de su madre abrieron otra Chocleria ahora en la ciudad y con la misma tenacidad que su madre, la sacaron a flote e hicieron un buen negocio. -Ojala esto pudiera verlo mi padre, dijo un da uno de ellos. Engaado en la idea de que todo lo que haban logrado tena que ver con el seguro de vida que haban cobrado de su padre y no con el seguro de por vida que haba sido y era su madre. Esto a su madre no la ofendi, ni se enojo de que pensara que la ayuda de toda la vida no haba venido de la olla vieja, sino de los tres pesos de su padre. Pero por las dudas, cuando quedo sola en su localcito miro a Santa Rita con ms devocin que nunca y con tono de advertencia le dijo en el odo de yeso de la Virgen. Escchame bien, ni chiste se devuelve lo que se quita, a este hombre no quiero verlo ms que en esta foto. Aclarndole tambin a San Jos, - San Jos San Jos no mal vuelva lo que mal se fue.
Despus de esto camino hasta su casa, cantando boleros, saludando a las vecinas, que al verla pasar susurraban Cuando el Seor Fez paso a mejor vida, la seora Fez tambin paso a mejor vida