Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Alai Garcia Diniz Cuerpo

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 32

1

El cuerpo de la Guerra del Paraguay


Alai Garcia Diniz - UFSC/USP (BRASIL) Ante todo debo aclarar que llamo cuerpo a una concretud efmera que el imaginario sudamericano de la regin platense produjo con respecto a la Guerra del Paraguay (1864-1870). La lectura de algunos bienes simblicos de los cuatro pases de la contienda: Brasil, Uruguay, Argentina y Paraguay juega como materia lquida que se mueve alrededor de lmites espaciales y temporales.

Hoy la ubicacin de la cultura en la esfera del umbral me invita a esa mirada transnacional del evento blico que en temporalidades distintas de la modernizacin carg los cuerpos con capas de recuerdos historicamente determinados. Hago hincapi en tomar la Guerra de la Triple Alianza como tema recurrente en la cultura regional del Rio de la Plata sin mistificar el momento en su aspecto destructivo. Ante una moda europea de la guerra de fronteras en el siglo XIX, no era del todo inconveniente un conflicto a esas nuevas comunidades recien imaginadas que luchaban por la creacin de un consenso ideolgico llamado nacin, aunque internamente esta cultura fuera cosida por discriminaciones, jerarquizaciones; en

2 resumen por exclusiones de etnias, de gnero, clases o dogmas: otras culturas. Pasada la independencia, las narrativas del Paraguay, Argentina, Uruguay y Brasil anhelaban estabelecerse con bienes culturales propios - fundamentales en la castracin interna de otras lenguas, sujetos y posiciones - que construan la idea de nacin. La perspectiva transnacional de la cultura abre una brecha para buscar cmo esos discursos se digladiaban, se asimilaban, dialogaban u orquestraban una milonga regional. Empiezo con las denominaciones referentes a la guerra como elemento distintivo en la discursividad del Rio de la Plata. As la construccin argentino- uruguaya llam al primer conflicto blico sudamericano de La Guerra de la Triple Alianza y la fech de 1865 a 1870. En el eje Buenos Aires - Montevideo la gran polmica fue la alianza de las repblicas con la monarqua brasilea a que Mitre justificaba llamndola democracia coronada. La otra explicacin era que la invasin al puerto de Corrientes por parte de Lpez no le haba dejado salida diplomtica alguna. Lo cierto es que cuestiones regionales entre Argentina y Brasil invitaban a una unin de los grandes en la divisin de los paises cuya soberana disputaban. La carta de Domingo Faustino

3 Sarmiento a Elizalde,ministro del Interior, ayuda a confirmar esta hiptesis.1 En Brasil el ttulo: Guerra do Paraguai sirvi para reforzar la idea de que la nica responsabilidad por el conflicto la tuvo la tirana de Solano Lopez y su deseo de poder. Con esto se olvidaba la disputa por lmites en tierras del Mato Grosso que venan desde la poca colonial. Sobre esto vale la pena traer a colacin un cuerpo de frontera: D. Senhorinha Lopes. 1. El cuerpo de frontera D. Senhorinha Lopes es uno de los raros personajes femeninos que en la escritura del teniente brasileo Alfredo dEscragnole Taunay sale del anonimato y entra en la historia aunque sea muy de paso. Aprovecho la referencia a ese personaje en la obra A retirada da Laguna (1869) para combinarlo historicamente a una disputa que hay en la regin entre la sierra de Maracaju oAmambahy y el rio Paraguay, como en la colonia de Miranda o ms arriba Nioac y el rio Apa. Esta zona de litigio que, en el tratado colonial de 1777, formara parte del virreinato de la Plata, el Brasil se negaba a ratificar a posteriori.2

...el Emperador estara dispuesto a abandonar la garantida independencia del Uruguay, permitiendo que se anexe a la Repblica Argentina, si sta procurase apartar la cuestin de amor propio que mantiene entre el Imperio y la Repblica: que est resuelto a llevar adelante la Guerra del Paraguay que es guaran, dejando entender que el Imperio aceptara compensaciones de territorio en el Paraguay ... La ocasin es bellsima para deshacernos de los brbaros del Paraguay, dominndolos, aborrecindolos y disolviendo este monstruoso Estado. Fechada en 5 de febrero de 1865 in Tjarks, German O. E. - Nueva luz sobre el origen de la Triple Alainaza - REVISTA HISTRICA, Asuncin, n.1. Ao 1, Outubre-Diciembre de 1977.

4 El cuerpo de frontera metafricamente tomado de la historia de D. Senhorinha Lopes confirma una pugna antigua. Adems de eso seala los desplazamientos espaciales y afetivos que una vida entre fronteras proporciona y da a conocer reglas de parentesco tpicas de esa regin de Brasil. Detenida por los paraguayos en 1853 por habitar en la zona contestada, la seora Lopes enviuda. Despus de largos aos de encarcelamiento y en virtud de reclamacin diplomtica del consejero Silva Paranhos logra volver a Brasil. Entonces, como sola ocurrir, la viuda se casa con el cuado Jos Francisco Lopes para seguir bajo proteccin de un hombre. En la invasin paraguaya de 1864, por segunda vez, D. Senhorinha es arrestada. Segn el narrador de la crnica de guerra, esta sera la razn por que Jos Francisco Lopes, su segundo marido, decidiera servir de gua al ejrcito brasileo en medio a los charcos y cinagas en la invasin malograda por el norte, descrita por Taunay em A retirada da Laguna. En muchas situaciones el gua se convierte en hroe de la hazaa pero el camino de vuelta se enferma de clera y mueren, tanto l como dos tercios
2

Sobre el tema hay varios artculos en la REVISTA AMERICANA( 1909-1919), en especial: 1.Diplomacia de la Triple Alianza por Ramon J. Crcano, Ano II, Maro 1911, ,n. 3, pag. 572 a 604. 2. Apontamentos para a Histria Militar do Brasil pelo Baro do Rio Branco , Rio de Janeiro, Novembro de 1916. 3.. Biografia de Jos Maria da Silva Paranhos (Visconde do Rio Branco) escrita por seu filho Baro do Rio Branco,fasc. III, Rio de Janeiro, Dezembro de 1916, p. 12 a 22.

5 del contingente de la empresa fracasada que se llam la Campaa del Mato Grosso. Queda D. Senhorinha sin proteccin masculina por la segunda vez. Aun le toca a Taunay en otra de sus obras3 el eplogo de esa historia donde relata que al fin de la guerra, D. Senhorinha Lopes vuelve a edificar su casa junto al margen derecha del Rio Miranda, ahora sin ms riesgo de invasiones. En 1894 viva esta mujer casi centenaria que por fin pudo arraigarse en una zona de disputa que gracias a los acuerdos con la Junta Gubernativa de Asuncin ya no ofreca peligro a ese cuerpo fronterizo sobreviviente a prisiones, guerras, maridos,naciones y relatos. Del lado paraguayo, se crean otros cuerpos de frontera. En un ensayo reciente de Roa Bastos en que el autor cuestiona factores que obstaculizan la prctica de la democracia en el Paraguay, hay una problematizacin de los lmites: ...la existencia de ms de cien mil familias carentes de tierra y de albergue, en contraposicin al milln de colonos brasileos que, en una suerte de invasin consentida por las autoridades locales, desde el tiempo de la dictadura, estn formando un estado propio dentro del territorio paraguayo, con sus autoridades, su lenguaje y moneda propios, con su asentamiento en las tierras frtiles de la regin oriental.4

Taunay, Visconde de - Cartas de Campanha (1869-1870), S.P., Ed. Cia. Melhoramentos, 1921, pag. 174. 4 Roa Bastos, Augusto - Poltica, Poder y Democracia en el Paraguay in REVISTA PARAGUAYA DE SOCIOLOGA, Ao 31, n. 89 (Enero- Abril de 1994) pag, 23/30.

6 Hoy, en la bsqueda de un internacionalismo poltico del MST (Movimento dos Sem-Terra) del Brasil empieza a haber una articulacin con organizaciones campesinas del Paraguay para traer de vuelta a estos brasilguayos a luchar por el derecho a tierras en Brasil.5 En lugar de una invasin de fronteras se propone un pacto de solidaridad transnacional construda, no por representantes estatales, sino por los campesinos.!Gran leccin de diplomacia que reemplaza el universo histrico de disputas de cuerpos de frontera!

2. El cuerpo de la retaguardia La historia al revs, cara a cara con la memoria, revela seres annimos sin derecho a patente, a caballo o a comida que al fin de las tropas marchan hacia la batalla. Hay indgenas, comerciantes, hay mujeres con nios que tambin vivieron ese juego de fronteras que dibuj otros lmites, adems de los ya existentes que aislaban el cuerpo de la retaguardia, del ejrcito de cuerpos con la oficialidad en su vanguardia. La mirada hacia la retaguardia va a sealar en los discursos literarios distintas posiciones del sujeto del relato. Muy tnues son las huellas, sobre todo las que los excludos nos dejaron. En cuanto a las chinas, como se sola llamar a
5

Informaciones obtenidas por la conferencia de uno de los lderes del MST - Joo Pedro Stdile -, Florianpolis, Universidade Federal de Santa Catarina, CFH, 01/05/97.

las mujeres, se ocupaban en fabricar y alimentar a los seres que sustituyeron a los que yacan en los campos de Curupayt, Estero Bellaco o Tuiuti. No tenan ms que la escritura de sus cuerpos para subrayar los sufrimientos. Eso lo capt muy bien Alfredo dEscragnole Taunay que en A retirada da Laguna las utiliz a menudo para cargar con tintas fuertes el hambre o las enfermidades en la campaa. Un largo recorrido hay que hacer para hallar alguna mirada masculina que las notara, alguna sombra de falda en el medio de la iconografia de la batalla que el pintor argentino Cndido Lpez sugiere y que el brasileo Pedro Amrico, preocupado con la maquinaria pica, jams pint. Alguna memoria que, sin darse cuenta, revelara de paso la presencia de cuerpos indgenas, rostros femeninos o un acento extranjero que ofreciera perfumes. En la novela A retirada da Laguna ,basada en un informe de la campaa militar que no oculta el gran fracaso de la estrategia brasilea, el escritor expone los cuerpos en marcha por el Mato Grosso: un viaje que tard ms de un ao y en territorio paraguayo no sostuvo ni dos meses de lucha contra los enemigos, contra la carencia de vveres y por el ataque sin fronteras de un adversario mucho ms perverso: el escorbuto y el clera. La mirada del oficial obedece a una orden jerrquica grotesca:

8 No dia seguinte desfilou o corpo diante do comandante. J era a vanguarda, composta como era de homens de nossa cavalaria desmontada... Aps eles marchava o vigsimo primeiro batalho de linha, procedendo uma bateria de duas peas raiadas, depois o vigsimo batalho, outra bateria igual primeira... e afinal as bagagens, o comrcio com a sua gente,e as mulheres dos soldados bastante numerosas.6 La topografa del desfile configura el propsito de un cuerpo blico que enfrenta al enemigo unificado. El cuerpo masculino se manifiesta como un arma ligera, cohesivo, de material ms delicado que viene delante de otras pesadas, de hierro. En el siglo XIX la guerra an se haca con cuerpos o mquinas que dependan del cuerpo humano. La posicin del cuerpo femenino o no-blico se aisla despus de objetos, mercaderas o maletas. No causa sorpresa saber, por ejemplo, que en el lxico tpico de la regin de Mato Grosso, llamaban mala (maleta) a la mujer. 7 Se asemeja en la mirada a la posicin de las mujeres en el ejrcito brasileo, otro relato testimonial de un cuerpo de vanguardia: el coronel Len de Palleja del ejrcito uruguayo que, en una de sus crnicas epistolares, publicadas en el peridico montevideano El Pueblo comunica que: Yo, despus de armar mi tienda estuve complacindome en ver desfilar el bagaje y mujeres de los batallones brasileos...Es un espectculo bastante curioso el vel la desfilada de esta especie de romera; !pobres mujeres! !Qu
6

Taunay, Alfredo dEscragnole - A retirada da Laguna, dcima edio, S.P, Cia. Melhoramentos, 1935, pag. 32.
7

Vide Taunay, A. E. - Em Mato Grosso invadido, S. P. Cia. Melhoramentos, 1929, pag. 19.

9 cario tan entraable deben tener a sus esposos y amantes, cuando por ellos arrostran tantos trabajos y privaciones!8 Al tiempo que se sorprende, le agrada al coronel el encuentro de cuerpos femeninos en la retaguardia brasilea, sin embargo, su formacin militar europea le hace impactarse con la singularidad de esa presencia y vaticinar infortunios por tal osada. En el discurso de Taunay, escribano militar cuya tarea principal es el informe, la escritura se carga del rasgo jerrquico y burocrtico y la representacin de las minoras o excludos aparece como un apndice para registro de padecimientos que la guerra impone al cuerpo de la batalla. Hay simultaneamente, como en el caso de Palleja, un afn de revelar la anormalidad de una presencia femenina en la retaguardia, que es tanto cuantitativa como annima a nivel institucional y por ser semi-humana y desterritorializada de su espacio natural,sin derecho a cualquier clase de proteccin. El cuerpo de la retaguardia paraguaya: las destinadas y las residentas Al fin de la guerra en el lado opuesto de la trinchera es posible encontrar en distintos relatos la figura de dos clases de retaguardia femenina: las

Palleja, Len de - Diario de la Campaa de las Fuerzas Aliadas contra el Paraguay, tomo I, Montevideo, M.I.P.P.S., Biblioteca Artigas, 1960, pags. 63,64. Carta VII, dia 05 de agosto de 1865. Primera edicin en 1865 y 1866 en el peridico El Pueblo.

10 destinadas - mujeres que eran obligadas a acompaar a Lpez por haber tenido algun traidor en su familia y las residentas - mujeres que decidan seguir al ejrcito de Lpez por entender que la nacin se corporificaba en aquel cuerpo, tal cual un rey deba arrastrar a sditos fieles en su xodo. En la obra del historiador lopizta, Juan Crisstomo Centurin niega que hubiera mujeres luchando en el ejrcito, en la persecucin final de la Cordillera. Sin embargo, deja escapar que el 16 de agosto de 1869, el Mariscal orden que las innumerables familias que seguan al ejrcito volvieran a sus hogares: Muchas familias acataron esta disposicin; pero muchas otras prefirieron correr la suerte que la Providencia deparara al Ejrcito.9 La obra del historiador lopizta significaba una defensa al aspecto nacionalista del conflicto con algunas crticas al Mariscal por sus desmanes, pero presentando a Cerro Cor como un triunfo moral sobre sus enemigos internos y externos. Al vadear el ro de la contienda, en la obra Cartas de Campanha de Visconde de Taunay se halla ese relato significativo. Entre documentos abandonados por los paraguayos en Patio- Cue se encuentran:

Centurin, Juan Crisstomo - Memorias o Reminiscencias Histricas sobre la Guerra del Paraguay, Asuncin, Ed. El lector, 1987, vol. IV, pag. 83.

11 ...passes para duas mulheres sargentas frente de uma Companha de Companheiras.10 Las destinadas En el cruce de discursos que transpone fronteras nacionales se puede encontrar un imaginario oculto. El relato ms famoso de una destinada es la de Mme. Dorotha Duprat de Lasserre cuya edicin conocida trae una trampa editorial. En la portada se lee J. Arthur Montenegro, lo que presupone que la autora es del brasileo y el ttulo - Guerra do Paraguay, pero en una hoja interior todo se explicita con el ttulo siguiente: Guerra do Paraguay Memorias de Mme. Dorotha Duprat de Lasserre verso e notas de J. Arthur Montenegro Livraria Americana, Rio Grande, 1893 Queda claro que la intencin del editor es traer a colacin una de las vctimas internas del monstruo paraguayo, como el sujeto editorial llama a Lpez. La misin nada herica que tuvo el ejrcito brasileo entre 1869-1870 donde la lucha se haca en contra de nios de 12 a 14 aos de edad con barbas postizas hechas de crin de caballos exiga testimonios de vctimas internas que justificaran tal exterminio.

10

Taunay, A. E. - op cit. Pag. 42.

12 Las destinadas eran mujeres condenadas a marchar al interior del pas por pertenecer a familias de traidores o que haban tomado parte en conspiraciones contra Lpez. Lasserre hace un relato como una desterrada y as lo justifica: Eu sou uma delas: vivo, escrevo, porm ainda no me cabe na mente como que ainda posso falar das crueldades e sofrimentos de que fomos vtimas.11 En la narrativa monocorde y lineal de los padecimientos, el sujeto femenino del relato se consolida en una mirada crtica a Lpez y con la superioridad de quin se considera privilegiada, no slo por mantener un negocio rentable en Paraguay y por lo tanto formar parte de la lite asuncena, como por el origen europeo de la familia. Describe el clima de espionaje domstico y confiesa el auxilio a vctimas del rgimen generando en el lector dudas con respecto a la neutralidad de tal sujeto en la guerra. Sin embargo, el odio mortal no se dirige directamente a Lpez sino hacia una mala mujer, tambin Madama y europea de sangre: Madama Lynch. Hay que subrayar la intromisin de otro sujeto( el editor) en el relato, cuando la materia le interesa particularmente, como es el caso del saqueo que se hizo en casas de Asuncin. En ese detalle est todo el empeo en traducir

11

Lasserre, Mme. Dorotha Duprat de - Memorias de Mme. Dorotha Duprat de, editado por J. A. Montenegro, Livraria Americana, Rio Grande, 1893, pag. 2

13 y editar el libro de Lasserre: limpiar la mcula que habran cargado las tropas brasileas por el asalto a los solares paraguayos de la capital. O testemunho de uma senhora estrangeira ilustre, de fina educao e elevados sentimentos - incapaz de uma calnia- prova que o saque fora dado em Assuno pelos agentes do marechal Lpez um mes antes de terem entrado as tropas brasileiras.12 Las residentas En el caso de las mujeres combatientes, el tema queda vivo en la literatura oral y camuflado en la documentacin oficial. Las residentas figuran tambin como las madres que seguan a sus nios, convocados al servicio militar por escasez de hombres, al fin del conflicto. Ya en nuestros das, la obra posmoderna13 de Augusto Roa Bastos - El Fiscal, condensa la memoria colectiva contenida en la escena mitolgica de la emulacin de Lpez, em Cerro Cor y saca a la luz la columna femenina para recomponer el cuadro final de la guerra: Las mujeres desnudas y espectrales vagaban por el monte masticando races y gordos gusanos silvestres, beba en los arroyos...cargaban las cajas de proyectiles y formaron un batalln que fue creciendo hasta formar un ejrcito redivivo de mujeres hirsutas, hambrientas y feroces, a las que estaba reservada una nueva guerra ms despiadada an que la anterior. Esas fueron las ltimas y terribles amazonas del Paraguay.14

12 13

Idem nota anterior, pag. 15,16. Trmino propuesto por John Kraniauskas en Retorno, melancola y crisis de futuro: El Fiscal de Augusto Roa Bastos in Las culturas de fin de siglo en Amrica Latina, coordinacin de Ludmer, Josefina; Rosario, ed. Viterbo, 1994, pag. 209-217. 14 Roa Bastos, Augusto- El Fiscal , Bs As, Ed. Sudamericana, 1993, pag. 34.

14 La representacin contempornea de las mujeres guerreras se abre hacia un campo textual de viejos mitos. Roa elabora, de modo antropofgico y cargado de crisis, uno de los relatos ms imperecederos del imperio hitita que el culto de la literatura griega haya trado a travs de la cultura eurocntrica. En la reelaboracin roabastiana del mito de las amazonas se derriba el imaginario de una identidad nacional. Sin embargo, a la cada del cuerpo de la nacin patriarcal bajo el eco de la frase histrica: !Muero con mi patria! el sujeto del relato, a la inversa, ataca con el cuerpo matriarcal de la comunidad.

3. El cuerpo de guerra Como otros conflictos, la Guerra del Paraguay produjo discursos, imgenes y voces para permitir que los cuerpos masculinos reclamados por el Estado para matar o morir consintieran en donarse a la patria y se conviertieran en parte de un colectivo:el cuerpo de guerra. Los movimientos estudiados y repetidos, los gestos de disciplina y las posturas representaban, al fin y al cabo, el aprendizaje de un consentimiento que el ejercicio de la obediencia impona hasta el momento extremo del combate. Hay voces que todava se escuchan en las memorias del Coronel Cerqueira:

15 - Companhia, sentido! Ordinario, marche! - direita, volver! - Alto!Suspender arma! Preparar! Fogo!15 Hasta hoy en el ejrcito argentino sobrevive la consigna, que refuerza al comps del cuerpo que marcha el compromiso abstracto de la donacin al Estado: - !Obediencia y valor! - !Para servir a la patria! - !Obediencia y valor! - Para servir a la patria! En el peridico del frente paraguayo Centinela, del ocho de Agosto de 1867 en su parte sria y no-jocosa deca: El ejrcito paraguayo es gobernado por una sola inteligencia, por una sola cabeza y ella imprime en sus soldados el valor, la abnegacin y el herosmo...16 Quien ordena necesita cuerpos que produzcan acciones fsicas como si el oficial fuera el cerebro y los mandados nada ms que miembros: brazos, piernas desparramados a lo largo del palco de la batalla. Cuanto ms cohesin del cuerpo en este particular, ms agilidad en la lucha tendr un pelotn. El cuerpo en su aspecto metonmico gana relevancia en la lucha. En la batalla de Paso de la Patria, por ejemplo, el informe oficial de Emilio
15

Cerqueira, Dionisio - Reminiscencias da Campanha do Paraguai- 1865-1870, 4 ed. , R.J., Biblioteca del Ejrcito editora, 1980, pag. 45. Centinela, (reproduccin), Bs As., Fondo Editorial Paraquariae, 1964, n. 1 -36, de 8/08/1867,pag. 1.

16

16

Conesa llama la atencin hacia los pies argentinos en contraste con los paraguayos: la rapidez que corra el enemigo, que descalzo y descansado se alejaba velozmente por un terreno cubierto de esteros y bosques, mientras que nuestros soldados, calzados, caminaban con la mayor dificultad.17 La costumbre civilizada del uso de los zapatos no se constitua en ventaja sobre los brbaros guaranes. Semejante preocupacin manifiest el coronel Cerqueira en sus memorias diciendo que raramente los soldados brasileos caminaban calzados. Observa l que las plantas de los pies resistan ms que las suelas de los zapatos oficiales y en eso los soldados de los ejrcitos enemigos se igualaban: marchaban descalzos. La representacin del cuerpo de guerra, en otro momento de la modernizacin, aos veinte del siglo XX va a atender a demandas especficas de tiempo y espacio en el proyecto de una subjetividad conservadora, como la de Manuel Glvez en su triloga Escenas de la Guerra del Paraguay. Tomo una escena del primer libro Los Caminos de la Muerte (1928) en la casa portea del senador de la Repblica, Dr. Carvajal. l comenta con el novio de su hija Dorila los sucesos de Corrientes y las

17

Partes oficiales y documentos relativos a la Guerra del Paraguay, Rio, Zelio Valverde, s/ data de impresso. Relato de la batalla de Paso de la Patria el 31 de Enero de 1866, destinada a D. Miguel Hornos.

17 posibilidades de que haya guerra, presenta detalles sobre el ejrcito de Lpez, de los aliados, con rellenos referenciales tpicos de la composicin de una novela histrica. A continuacin el senador dialoga con su hija y al ser preguntado sobre el mismo hecho y la inminencia del conflicto contesta con evasivas. Uno lee en esto el chich: hay asuntos de hombres y los hay de mujeres. La guerra no pertenece al mundo femenino. La pugna entre el amor individual, centro del universo femenino y el amor a la comunidad imaginada, motor del universo masculino, aparece en la omnisciencia del narrador que revela el problema psicolgico de Dorila ante la convocacin de su novio al servicio militar: ... no comprenda, mujer como era, que el amor a una cosa abstracta predominase sobre el amor a un ser humano. Pero nada deca de sus pensamientos, ni siquiera a Antonino.18 Esta representacin de la reflexin femenina sugiere una incapacidad del espritu de sacrificio del personaje a la causa colectiva, hecho que contribuye para recalcar la jerarqua de gnero en cuanto al grado de altrusmo y a la aptitud para la vida poltica. Esa estrategia discursiva crea una barrera entre la esfera privada - dominio de lo femenino y la esfera publica - dominio de lo masculino. El cuerpo de guerra en Glvez subraya la diferencia de gnero en los roles sociales. Tal imaginario refuerza las ideas
18

Glvez, Manuel - Los caminos de la muerte, Bs As, ed. La Facultad, 1928, pag. 47.

18 divulgadas por la revista Criterio en la cual contribua Glvez en esa poca. El perfil catlico, conservador y anti-comunista de Criterio buscaba tambin un control de la ciudadana femenina y ofreca un antdoto a ese momento en que las sufragistas luchaban por el voto femenino. El sujeto que manipula el material discursivo referente al pasado argentino anhela una galera de hroes y hazaas que puedan concretizar la idea de nacin, al tiempo que practica el culto a la guerra, tema tpico de los aos veinte, sobre todo en Alemania. Walter Benjamin comentando la riesgo de este cultivo alemn en su aspecto fascista escribi: En el paralelogramo de fuerzas constituido por la naturaleza y lor la nacin, la diagonal es la guerra.19 Glvez critica el desorden moral, el anticlericalismo y a la desorganizacin de la repblica espaola. Revela su anti-semitismo y condena a la yanquizacin de la cultura argentina, herencia sarmientina. Esos son algunos de los razonamientos galvezianos en la revista catlica Criterio que cont entre otros con Jorge Luis Borges como uno de sus colaboradores. Partiendo de Buenos Aires en Los Caminos de la Muerte, siguiendo con Humait y concluyendo con Jornadas de Agona, la triloga galveziana escrita entre 1928 y 1929 ensea la guerra como una cruzada civilizadora que

19

Benjamin, Walter - Teorias do Fascismo alemo in Documentos de Cultura, documentos de barbrie, S.P, Ed. Cultrixm 1986, pag. 136.

19 sale del puerto en direccin a la selva a caza del tigre guarani - la barbarie a ser dominada. En este punto se cruzan el proyecto de Glvez con el uruguayo Hctor Florencio Varela hecho en 1870, al fin de la guerra. Su obra Elisa Lynch haca la descripcin de un viaje simblico en un vapor que repasaba la historia argentina por la conexin con la biografa del autor, hijo de Florencio Varela, escritor exiliado y muerto por la dictadura de Rosas. 4.Un cuerpo como trofeo: Madama Lynch Al engendrar la muerte, la guerra se convierte tambin en madre de mitos. La obra de Varela, Elisa Lynch, funda el mito de La Lynch creando alrededor de la figura histrica un cuerpo de mujer fatal. Elisa Alicia Lynch, la bella compaera de Solano Lpez, de origen irlandesa, marcada por la diferencia cultural en la piel, ojos y pelo, no poda ser sino un trofeo blico a a ser disputado al fin de la pelea. Vale la pena empezar la lectura de la novela de Varela por la conclusin: - Me quiere usted dispensar un favor? - Ordene usted, seora. - Acompaeme hasta mi casa... - Con el mayor placer, Elisa. - Le ofreci mi brazo y salimos. 20

20

Varela, Hctor F. - Elisa Lynch, 2a. Ed. , Bs As, Ed. Tor, pag. 316.

20 Ese acto corporal - ofrecer el brazo a una dama - seala la inscripcin en una poca, en la costumbre de una clase social determinada, en un espacio cultural de las relaciones de gnero. La postura que ata los cuerpos a travs de un enlace de brazos convierte el sujeto del relato en sujeto de poder. Corrobora tambin con esto el uso del nombre de bautismo del personaje histrico: Elisa. Una seal de intimidad que va a indicar el tono de la escritura de Varela que oscila entre la seduccin y la condenacin moral de Lynch. La posicin del narrador simula una proximidad entre el sujeto masculino y su objeto femenino. La posicin de aliado que sale victorioso en la guerra le otorga el derecho a disponer de un trofeo blico: la biografa de la vencida. El Conde DEu, al fin del conflicto se apoder de 50.000 documentos paraguayos fechados desde el ao 1542. Por que no podra un periodista aliado explotar la vida de Madama Lynch? El oportunismo letrado del siglo pasado ya conoca la rentabilidad de la historia ambigua de esa mujer del antiguo rgimen guarani. Escribir sobre Lynch significaba tambin neutralizar el ltimo smbolo del poder enemigo y su descendencia. A La Lynch, sobreviviente, le tocaba el rol de chivo expiatorio de la Guerra del Paraguay. Smbolo de un poder vencido, ese cuerpo sin ley tendra que ser sacrificado en el imaginario platense. Derrotada pero viva,

21

Lynch tendra que ser violada ficcionalmente para no convertirse en amenaza. En el viaje simblico hecho a vapor se presenta el pasado argentino: La Junta de Gobierno en 1810; la Revolucin de Alzaga, los conflictos entre unitarios y federales; la dictadura de Rosas. La estrategia narrativa vincula siempre los hechos a alguna transgresin moral de un cuerpo femenino. El vapor llamado Uruguay sufre averas constantes y, gracias a esto la narracin sigue. Al paro tecnolgico sigue un impulso en el relato. Significativo tambin es el nombre del vapor Uruguay, una vez que una de las causas de la guerra fue la cuestin uruguaya21. Entre el puerto( Argentina) y la selva ( Paraguay) est el vapor (Uruguay). En lugar del mundo de la guerra:parte del universo masculino, el texto toma como paradigma el matrimonio: parte del universo femenino. A travs de esa torcin simblica( guerra/ matrimonio) los personajes sirven como una escalera ascencional hasta la mxima degradacin moral: Lynch. Primer cuerpo: Mara, la madre soltera, nacida bajo el signo de la mazorca de Rosas. Segundo cuerpo: Camila OGorman, Mater Dolorosa, la embarazada en el instante de su fusilamiento. ltimo cuerpo:
21

El apoyo directo de Brasil, con hombres y barcos, a la revolucin de Venancio Flores(1863-64) contra el gobierno legal de Bernardo Berro en Uruguay gener problemas con Solano Lpez que se propuso a ser el intermediario en la cuestin. Totalmente ignorado por la diplomacia brasilea, realiza la primera accin contra esa marina, aprehendiendo el Marques de Olinda en Asuncin. Vide Magnasco, Silvio- Guerra del Paraguay, Bs As, Argos, 1906.

22

La Lynch en el clmax de la novela que es la llegada del vapor a Asuncin centro de salvajes con su costumbre brbara de los baos desnudos. Las transgresiones de Lynch trazan el universo de un cuerpo sin ley. En ese cuerpo se dibuja un mapa occidental. Por la mano de la familia Lynch camina por Irlanda e Inglaterra. Con el anillo de matrimonio parte para Francia y de ah para frica con el marido militar. De amazonas en la selva africana seduce a un noble ruso. Un duelo y Lynch vuelve sola a Paris. A continuacin le toca el cuerpo de un lord ingls y por fin cae en las pequeas manos rechonchas del Mariscal que agarra a la pelirroja por los cabellos demonacos y la arrastra hasta Asuncin. De ah a convertirse en el chivo expiatorio solo faltaba ceder su brazo al periodista Hctor Varela, dueo de La Tribuna y explotador oportunista de mitos. Desde ese primer enlace fatal, La Lynch pas de brazo en brazo - insaciable. Visit al cronista brasileo Viriato Correia escandalizado en 1929. En los aos treinta subi al hemisfrio norte y desfil de amazonas en la obra William Barrett, el experto en biografas. Enemigos de Lpez como Hector Francisco Decoud la rebautiz con el nombre de casada:Quatrefages.El femenismo paraguayo la reivindic con pompa y circunstancia en los aos

23 setenta. Fue actriz en una pieza australiana y best-seller con Graham Shelby en los aos noventa. Ese cuerpo fatal de memoria que es Madama Lynch se combina, y no solo en el sonido con el mito de Malinche de la Nueva Espaa de tres siglos antes. Malinche y La Lynch se acercan en sus diferencias: son mujeres dotadas del poder de lengua, pluriculturales, polglotas e intrpretes - transgresoras del modus vivendi femenino de sus pocas, por eso an siguen en la boca del pueblo. Son los cuerpos femeninos profanos y no la imitacin imperfecta de la Virgen. Un cuerpo femenino de poder se convierte en mito negativo. Vale la pena echar un vistazo al exiliado de El Fiscal (1993) por la conversin transnacional del mito de La Lynch. Felix Moral, el protagonista desterritorializado recuerda la trayectoria de la irlandesa. El espacio ya no se cierra en los lmites de la nacin. Lynch no aparece como un retrato en la pared. El sujeto reconoce bajo su propia piel las dificultades sociales enfrentadas por la mujer extranjera: la Otra. Sujetos pre-modernos no reconocan la diferencia. Transponer fronteras es reunir culturas. El sujeto cosmopolita al relatar su historia de desterrado va a articularla con la experiencia anterior de Lynch en el sentido opuesto. Ahora lo salvaje es la civilizacin. A Lynch le toca el rol de precursora. La transculturacin de Lynch se dio en el siglo XIX por amor. La de Felix Moral en el siglo XX

24

por ideologa. Ella vivi en el tiempo romntico y l en el fin de la utopa. Hay cumplicidad entre esos dos cuerpos intercambiables en el territorio del imaginario. As Roa Bastos reelabora el mito de Lynch porque lo actualiza. El fiscal de la poca final de la guerra era un agente del gobierno que juzgaba a los traidores del rgimen. El fiscal roabastiano juzga la cultura sin lmites espaciales, temporales o tnicos y a partir de un abanico de gneros: la biografa, el ensayo, la historia, la autobiografa e interroga un espejo roto donde estos discursos se cruzan en una huella de subjetividad: la ficcin de la memoria. 5. El cuerpo enemigo de la guerra Durante la Guerra del Paraguay, en medio a la turbulencia del combate hubo espacio para el desarrollo de la pintura en los grabados de peridicos del frente paraguayo Cabichu y Centinela. La tendencia caricaturesca se destaca en los grabados de Inocencio Aquino, Gregorio Bastazar Acosta y Gernimo Gregorio Cceres. Al margen de la retrica grandilocuente de un proyecto nacionalista, se manifiesta una cultura que abra camino a la expresin popular. Un ejemplo de grabado jocoso, trae el Centinela: A los negros con las nalgas Nuestros caones estn en guardia y los soldados han bajado los calzones para hacer carafeia al enemigo. Caxias que desde un aerosttico divis los nalgatorios a guisa de caones, hizo alto en Tuyucue, y ha dado parte al Generalsimo dicindole que desde el globo ha observado que todas las

25 trincheras enemigas estn protegidas por caones de nueva invencin, y que sera prudente suspender el ataque hasta no conocer los efectos de los nuevos proyectiles. Pues, seor, es preciso amunicionarnos con porotos y otras materias ventosas , para sacar al Marqus de su perplexidad, y darles fuego a los negros con la culata.22

22

Centinela, Bs As, Fondo Paraquariae, 1964, Ao 1, n.1, de 8/08/1867, pag. 2.

26

Contra la modernidad que el globo aerosttico de Caxias representaba en la guerra, los paraguayos enseaban sus cuerpos como mquinas que fisiolgicamente se armaban para la defensa. Sin embargo, esa simulacin en forma de stira,adems de ridiculizar con la ceguera el oficial enemigo, revela el cuerpo en serie del batalln, ganando la postura irreverente de ensear las nalgas. El cuerpo blico dispara, preparado colectivamente como aparato. La jocosidad libera la fantasa que combina la nocin colectiva del pelotn: mquina de matar, con la incorporacin de un nuevo instrumento de lucha: el rgano digestivo. El humor est en el hecho de tomar la funcin orgnica de la flatulencia humana como arma de combate, en contraste con la corrida armamentista que intenta realizar Brasil al importar de Europa el globo para la tctica de espionaje blico. Contra la modernidad del Otro, la sencillez aguda del aire orgnico, ms barato y creativo. Adems del efecto cmico es posible leer tambin en ese texto cmo el discurso blico opona dos cuerpos culturales de exclusin. El enemigo del paraguayo era, en general, el camb- el negro. A la inversa, el cuerpo enemigo de los aliados era el guarano simplemente el indgena.

27

Las denominaciones nacionales: brasileos, argentinos, uruguayos o paraguayos parecen ablandar el discurso. As cuando la intencin es la de difamar al adversario, el sujeto del relato se apropia del discurso hegemnico del blanco europeo cuya ciencia en aquel entonces descalificaba a las etnias indgenas o africanas. Una de las cartas de Taunay del 10 de Noviembre de 1869 apela tambin al insulto tnico: A inteno do ditador fugir sempre diante de nossa perseguio... e continuar a tanger o resto de gente que leva, e que, na qualidade de bons filhos de guaranys, como a matria - incapaz do movimento prprio ou de modificar o impulso recebido.23 El teniente amanuense que se convirti en Visconde y que polticamente siempre se postul como abolicionista, traiciona su condicin blanca y reacciona como cualquier naturalista europeo en la reificacin de la etnia guarani:cuerpo enemigo. 6. El cuerpo sobreviviente Me gustara todava recordar an otros nombres dados a la guerra en el Paraguay: Guerra del Paraguay contra la Triple Alianza o simplemente Guerra Grande. Ambas denominaciones revelan la desproporcin del conflicto y, en cierta medida, el adjetivo Grande puede leerse como la prdida de ms de 90% de la poblacin masculina en edad militar o ms

23

Taunay, A. E. - op cit. Nota 3, pag. 95.

28 de 50% de la poblacin paraguaya24.La guerra separ el caudal simblico en dos mrgenes que ya no se tocaron. Carcomidos los huesos pero vivo el imaginario que llena de nuevos discursos, antiguos cuerpos. As el canto fnebre en guaran - Nenia recuerda uno de los poemas ms populares creados sobre la guerra del Paraguay. No fue escrito por un uruguayo. Hay poetas paraguayos que escribieron poemas sobre la guerra como: Natalicio Talavera, Alejandro Guanes, Ignacio A. Pane, Juan OLeary pero entre ellos no se encuentra al autor de Nenia.25 Tampoco entre los brasileos, aunque Tobias Barreto en Dias e noites, Castro Alves de Espumas Flutuantes e incluso Machado de Assis hayan escrito versos sobre la guerra. Por lo general, retumban en esos poemas un nacionalimo exacerbado. El poema Nenia pertenece al poeta romntico argentino Carlos Guido Spano que supo transponer fronteras. l invoca el universo guarani para crear un dolor transnacional. El dolor no conoce fronteras.Por supuesto, el poeta no escribe como un paraguayo. Para quien sobrevive los lmites continuan. El poeta echa mano de un ritmo marcado en heptaslabos
24

Vide 1.Carrasco, Gabriel - La poblacin del Paraguay- Antes y despus de la guerra, Asuncin, Talleres Nacionales de H. Kraus, 1905 y Benitez, Manuel - El Paraguay- estudio comparativo de su poblacin, Asuncin , Imprenta l Pas, 1901. 25 de Vitis, Michael A. ( org.) - Parnaso Paraguayo, Barcelona, Casa Editorial Maucci, 1926.

29

con repeticiones de versos al estilo del rondel francs.Eso invita al lector a leerlo en voz alta y, segn Jorge Lus Borges, ese deseo de oralidad - de repeticin - es la mayor prueba de un gran poema porque la poesa como cosa esencial prescindira de definiciones Nenia posee, adems de la musicalidad de su ritmo regular, la inspiracn de repartir el dolor del vencido entre los vencedores. El poema trae en su seno una verguenza aliada. El poeta muestra la ruina humana que es lo peor de la guerra. El cuerpo que sangra. Aquel que no muri. Spano eligi con gran precisin un cuerpo femenino como sobreviviente: la mayora de la poblacin por muchas dcadas. La mujer que compartira con otras el mismo hombre. La que creara los hijos como lo not el cronista espaol Rafael Barrett en la Asuncin del comienzo del siglo XX. El hogar matrifocal en Paraguay hasta hoy se revela en nmero bastante elevado. Tanto que hoy se convierte en objeto de estudio antropolgico.26 Una tradicin oriunda de la Guerra Grande. Otro rasgo creativo del poema es la animizacin del pjaro uruta que no canta sino llora. Segn la mitologa de los Chamacoco, un grupo

26

Caballero Aquino, Olga y Vivar Prieto, Marina D. - Mujer Paraguaya - Jefa de Familia, Asuncin, CIDSEP, Univ. Catlica, 1992.

30 indgena del Chaco paraguayo, el canto del pjaro es siempre el lloro de un pariente muerto que aora la presencia de algn ser vivo. 27 Ese texto trae un saber indgena. La lengua que antes del blanco reson en la Amrica del Orinoco al Rio de la Plata: la lengua tupi-guaran. Un cuerpo que transgredi el Tratado de Tordesillas y que resiste a los lmites de las naciones. Una voz que an puede ser la de todos, por lo menos en el nombre del pjaro, de las palmeras o del ro. En el arte lo esencial. Llora, llora uruta En las ramas de yata Ya no existe el Paraguay Donde nac como t En idioma guaran una joven paraguaya tiernas endechas ensaya cantando en el arpa as. En idioma guaran. En el dulce Lambar, feliz era en mi cabaa, vino la guerra y su saa no ha dejado nada en pie, en el dulce Lambar.

Padre, madre, hermanos, ay! Todo en el mundo he perdido; en mi corazn querido, slo amargas penas hay; padre, madre, hermanos, ay!

De un verde ubirapit, mi novio, que combati como un hroe en el Timb,


27

Susnik , Branislava- El hombre y lo sobrenatural in Las culturas condenadas, org. Augusto Roa Bastos, Mxico, Siglo XXI, pags. 136-164.

31 al pie sepultado est de un verde ubirapit.

Rasgado el blanco tipoy tengo en seal de mi duelo en aquel sagrado suelo de rodillas siempre estoy, rasgado el blanco tipoy.

Lo mataron los camb no pudindolo rendir l fue el ltimo en salir de Curuzu y Humait. Lo mataron los camb.

Por qu, cielos, no mor cuando me estrech triunfante en sus brazos mi amante despus de Curupayt? Por qu , cielos, no mor?

Llora, llora, uruta, en las ramas de yatay! Ya no existe el Paraguay donde nac como t. Llora,llora, uruta! ________________________

32 Work in progress. No utilizar sin el permiso de la autora. Alai Garcia Diniz Direccin profesional: Universidade Federal de Santa Catarina CCE -Depto. de Lngua e Literatura Estrangeiras - Espanhol Campus Universitrio. Trindade- Caixa Postal 476 Florianpolis- CEP 88.040-970 - Tel: (048) 231-9288 FAX: (048) 231-9988 - Santa Catarina - Brasil 2829

28 29

Centinela, Bs As., Fondo Paraquariae, 1964, Ao !, n. 1, -36, de 8/08/1867, pag. 2. Taunay, A.E. - op cit. Nota 3, pag. 95.

También podría gustarte