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Guerra Del Paraguay y La Triple Alianza...

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UNIVERSIDAD TORCUATO DI TELLA

Departamento de Ciencia Política y Estudios Internacionales

TRANSICIÓN DE PODER: LA GUERRA DE LA TRIPLE

ALIANZA (1864-1870)

Aluna: Maria Cristina Rayol S. S. Lopes

Tutor: Francisco Corigliano

Firma del tutor:

Abril, 2020

1
ABSTRACT

This thesis analyzes, based on the Power Transition Theory, the causes of the Paraguayan attack
against the Brazilian Empire, which initiated the War of the Triple Alliance. The assumption that
countries attack only when triumph in a war is to be expected and the hypothesis that Paraguay
believed that it could become a great power in its region are tested. The analysis covers the 25
years that preceded the war, from 1840 to 1865, beginning with the death of Carlos Francia and
the opening and modernization of Paraguay, carried out by Carlos Antonio López, up to the
consolidation of the war against Brazil, Argentina and Uruguay. In that context, the main
interests in that region are taken into account, as well degrees of satisfaction with the status quo
and relative relations of power.

2
INTRODUCCIÓN

Las sombras del tiempo oscurecieron los vestigios del conflicto que, por un momento,
destrozó a Sudamérica, pero también fue decisivo para que sus naciones alcanzaran la adultez.
En cada una de esas tierras, varias marcas, como cicatrices, todavía son visibles para quienes
se disponen a observar con atención. Y el intento por comprenderlas será siempre relevante.1

Contradiciendo directamente la lógica y los preceptos más básicos de la Teoría de las

Relaciones Internacionales, desde los tiempos de Tucídides, la guerra más larga del continente

americano en el siglo XIX, superando incluso a la Guerra de Secesión en los EUA, y la de mayor

repercusión para las naciones involucradas fue iniciada por un país considerablemente pequeño y

sin ninguna posibilidad aparente de victoria.

A fines de 1864, un Paraguay “diminuto” atacó al Imperio brasileño y, posteriormente, a

la Argentina, a los cuales luego se alió el Uruguay, formando la conocida Triple Alianza. El

historiador brasileño Francisco Doratioto se refiere en colores vivos a la (aparente) disparidad de

poder entre los dos lados oponentes a mediados del siglo XIX en el siguiente pasaje: pese a la

aplastante inferioridad geográfica, demográfica y económica, el gobernante paraguayo

pretendió enfrentar al Imperio, el más poblado y rico de los Estados sudamericanos, aliado a la

Argentina y al Uruguay.2

En cuanto a los aspectos económicos, políticos, de movilización y pérdida de vidas,

ninguna guerra en Latinoamérica afectó tanto a sus participantes. En ese contexto, es

particularmente chocante el grado de destrucción de los recursos humanos y materiales de

Paraguay. Rarely has a society tolerated such losses before forcing an end to hostilities 3. Este

1 LUIZ OCTAVIO DE LIMA. A Guerra do Paraguai. São Paulo: Planeta, 2016. p. 11.
2 FRANCISCO DORATIOTO. Guerra Maldita: Nova História da Guerra do Paraguai. São Paulo: Companhia das
Letras, 2002. p. 93.
3THOMAS WIGHAM and BARBARA POTTHAST. “The Paraguayan Rosetta Stone: New Insights into the
Demographics of the Paraguayan War, 1864-1870.” Latin America Research Review, vol. 34, n. 1, 1999, p. 174.
3
conflicto también tiene la particularidad de ser parte de la minoría de las guerras en las que la

parte agresora resulta derrotada4.

El conflicto encuentra sus raíces más directas en abril de 1863, cuando el colorado

Venancio Flores dio inicio a la guerra civil en Uruguay, con el apoyo oculto de las tropas

argentinas5 y la protección declarada de Brasil. En respuesta, el Presidente Bernardo Berro

formalizó una alianza defensiva con Solano López y las provincias de Corrientes y Entre Ríos,

en caso de que hubiera agresiones externas de Argentina o Brasil. El 30 de agosto Solano López

emitió un documento en el que advertía que cualquier ocupación del territorio uruguayo por parte

de tropas brasileñas sería considerada una violación del principio de equilibrio entre estados en la

región del Río de la Plata. Sin embargo, el ultimátum paraguayo no fue tomado en serio, ni por

Brasil ni por Argentina. El país era considerado incapaz de representar una amenaza real, y los

soldados paraguayos eran vistos con desprecio.

Los eventos se precipitaron a partir de la intervención brasileña en Uruguay dos meses

después, en octubre de 1864, que brindó a Flores el apoyo militar que necesitaba para derrocar al

gobierno blanco. En respuesta, en diciembre de 1864, Solano López capturó el buque Marquês

de Olinda, invadió Mato Grosso y le declaró la guerra a Brasil. Paraguay le declaró la guerra a

Argentina tres meses después, en marzo de 1865, por haber negado a las tropas paraguayas el

derecho de paso por las provincias de Corrientes y Misiones -el gobierno argentino alegaba que

deseaba mantener la neutralidad en el conflicto.

El 1° de mayo de 1865, Brasil, Argentina y Uruguay -entonces bajo el liderazgo de

Flores- firmaron el Tratado de la Triple Alianza, que debía ser mantenido en secreto hasta que

sus objetivos fueran alcanzados. El documento aclaraba que la guerra no era contra Paraguay,

4 Del 1740 al 1974, se registraron a 336 guerras de larga dimensión; de esas, dos tercios fueron iniciadas por los
vencedores, y la misma proporción se terminó antes de completar los 4 años de duración. DORATIOTO, p. 17.
5 Venancio Flores había luchado junto al presidente Bartolomé Mitre durante la Guerra Civil Argentina, que había
terminado en 1861.
4
sino contra el “tirano” Solano López, y que una vez terminado el conflicto se respetarían la

independencia paraguaya y su integridad territorial. Las tropas paraguayas nunca llegaron a

Uruguay, y luego de perder entre el 60 y el 69% de su población a lo largo de cerca de cinco

años6, Paraguay fue derrotado el 1° de marzo de 1870, con el asesinato de Solano López por

parte de las tropas brasileñas en la batalla de Cerro Corá.

Ante esos hechos, automáticamente asoman preguntas como “¿por qué Solano López

tomó la iniciativa de empezar una guerra aparentemente suicida?”, “¿sería el presidente

paraguayo un loco?”. Todas esas consideraciones ya fueron planteadas en el ámbito académico

con relación a la guerra iniciada por el presidente López. La historiografía tradicional, formulada

con base en las impresiones de aquellos que lucharon durante la guerra, identifica el origen de la

misma en la ambición desmedida de López, en su carácter dictatorial y autoritario 7, tiránico e

incluso casi desequilibrado.8 Sin embargo, ¿sería la guerra de hecho suicida?

Al examinar la Historia, es posible identificar otros casos en los que países más pequeños

atacaron a rivales de mayor porte, contra los cuales aparentemente no tendrían ninguna

oportunidad. El más notorio de ellos es el ataque de Japón contra los Estados Unidos en Pearl

Harbor. Tal como resaltaron Organski y Kugler, “how incredible is it today that most of the

Japanese leaders believed they could win a war against the United States?” 9 Coincidentemente,

también en ese caso, al igual que en la Guerra de la Triple Alianza, el cálculo involucraba la

victoria en una guerra de corta duración.

No es aceptable recurrir a una explicación simplista de demencia de todos los líderes que

así procedieron. Partiendo del supuesto de que el presidente paraguayo es un actor racional –

6 WHIGHAM&POTTHAST, op. cit., p. 185.


7 LILIA MORITZ SCHWARTZ. As Barbas do Imperador. 2.ed. São Paulo: Companhia das Letras, 1998. p. 301
8 DORATIOTO, 2002, p. 19.
9 A. F. K. ORGANSKI and JACEK KUGLER. The War Ledger. Chicago: The University of Chicago Press, 1981.
p. 3.
5
descartando, por lo tanto, la tesis de que Solano López estaba “loco”– se imponen las siguientes

preguntas: “¿qué lleva a un país pequeño a iniciar una guerra de semejantes dimensiones contra

la mayor potencia de la región?” y “¿de qué recursos de poder creía disponer para ganar la

guerra?”.

Otra interpretación, asociada al movimiento “revisionista” de fines de los años 1960,

encuentra en la interferencia inglesa la raíz del conflicto. 10 Inglaterra, al temer la pérdida de

influencia financiera y de penetración comercial en la subregión, habría incitado la guerra con

miras a contener a Paraguay, inimigo inglês em razão do modelo mais autônomo que criava (...)

López apareceria, nessa perspectiva, como um paladino antiimperialista, vítima da conspiração

internacional11. Esa corriente, no obstante, explicaría un ataque por parte de Brasil, un país más

fuerte, pero no de Paraguay.

Una tercera corriente, menos personalista, se concentra en los procesos de formación

nacional de los cuatro países de la Cuenca del Plata y en los intereses geopolíticos existentes en

esa época.12 Se destacaban, en ese contexto, los procesos internos de consolidación argentino y

uruguayo, las disputas territoriales externas y el temor que el Imperio esclavista imponía a las

repúblicas sudamericanas. Sin embargo, el objetivo de López, según esa línea de raciocinio, sería

establecer (o mantener) el equilibrio de poder en la Cuenca del Plata.

Todas esas corrientes, sin embargo, son el producto de estudios historiográficos. En el

ámbito de las Relaciones Internacionales muy poco fue escrito sobre la Guerra de la Triple

Alianza13. También presentan inconsistencias fácticas groseras, como la alegación de que la

10 Entre seus autores mais célebres, estão León Pomer (“La Guerra del Paraguay: gran negocio!”) e Julio José
Chiavennato (“Genocídio americano: A Guerra do Paraguai”).
11 SCHWARTZ, op. cit., p. 301.
12 A esa corriente se asocian Alfredo da Mota Menezes, André Toral, Ricardo Salles, Victor Izecksohn, Juan Carlos
e María Isabel Herken Krauer, Leonardo Castagnino, Guido Rodriguez Alcalá, Ricardo Caballero Aquino e Diego
Abente.
13 Se identificó solamente un autor dedicado tema con un abordaje de Relaciones Internacionales, Diego Abente.
Este también menciona a Robert Burr (1955), pero que habría escrito de manera superficial. DIEGO ABENTE. “La
Guerra de la Triple Alianza: tres modelos explicativos.” Latin America Research Review. vol. 22, ed. 2, 1987. p. 47.
6
guerra era del interés de la Inglaterra, o fallas conceptuales más sutiles, como la aceptación del

equilibrio de poder como motivación de Solano López.

Teniendo en cuenta el beneficio que los conceptos propios de la ciencia de las Relaciones

Internacionales pueden aportar a la comprensión de esa guerra singular, este trabajo adopta la

teoría de la transición de poder, subsidiada por muchos de los conceptos geopolíticos de esta

última corriente, para buscar los motivos que llevaron al presidente paraguayo no sólo a

involucrarse, sino, de hecho, a iniciar una guerra que condujo a la destrucción de su país y de su

pueblo.

La teoría de la transición de poder, presentada por Organski en 1958, en el libro World

Politics, y perfeccionada posteriormente por el autor y sus discípulos, presenta un panorama

relativamente simple de cómo son gestadas las guerras y está empíricamente comprobada lo

suficiente como para merecer la atención académica. Esa teoría estructura de forma esquemática

las vinculaciones entre el poder, la satisfacción (o insatisfacción) de los Estados con respecto al

status quo y a la decisión entre la guerra y la paz. La misma busca establecer una plataforma

sobre la cual analizar el poder, las relaciones de poder entre las naciones y las características del

sistema internacional en el que interactúan las naciones. El sistema internacional es presentado

en forma de pirámide, en la cual los Estados se distribuyen de acuerdo con sus recursos de poder.

Dentro de un sistema establecido para beneficiar a la potencia hegemónica, los demás Estados

ascienden en la pirámide por medio de su desarrollo interno, con base en sus recursos nacionales

de poder.

El modelo adopta la misma suposición encontrada en algunas vertientes realistas

indicando que los Estados buscan maximizar su poder y atacarán en caso de que lo consideren

necesario y tengan los medios para hacerlo. No obstante, se destaca en ese contexto el peligro de

la ascensión de los países, a partir de un proceso endógeno, al sistema internacional, ya que


7
afecta directamente la distribución de poder entre los Estados. The manner and speed of national

growth and development change the pools of resources available to nations and (…) such

changes create the conditions in which international conflicts occur.14

La teoría de la transición de poder es innovadora también en la forma en que evalúa los

elementos que componen el poder nacional. Al enfatizar la capacidad política como uno de los

principales factores de potencialización del poder, revela que la distribución de poder entre las

naciones puede ser bastante diferente de lo que indica un análisis frío de los datos básicos de

poder, como población, PBI y fuerza militar.

Por lo tanto, son tres los motivos por los cuales la teoría de la transición de poder fue

considerada la más adecuada para el presente estudio: (i) no se sujeta a la tesis de que los países

buscan un equilibrio de poder y de que este es conducente a la paz en el sistema internacional;

(ii) hace hincapié en la importancia de las transformaciones endógenas de cada país como

potenciales catalizadoras de la guerra; y (iii) resalta la capacidad política como elemento de

poder. De esa manera, la teoría permite, por una parte, evitar la evaluación clásica de que Solano

López tenía en mente promover el equilibrio en la región y, por la otra, destacar el impacto de la

modernización paraguaya sobre la estabilidad de la Cuenca del Plata.

Más específicamente, se adopta el modelo de múltiples jerarquías, de Douglas Lemke,

que amplía la teoría de la transición de poder –elaborada para reflejar sólo las relaciones entre las

potencias hegemónicas mundiales– para aplicarla también a subsistemas de poder local,

geográficamente reducidos. De esa manera, dentro de la pirámide pueden identificarse varias

otras pirámides más pequeñas, que funcionan según la misma lógica: la paz es amenazada en

situaciones en las que hay Estados insatisfechos con el status quo y en situación de considerable

paridad.

14 ORGANSKI&KUGLER, op. cit., p. 8.


8
La tesis de este trabajo es la de Solano López atacó a Brasil porque creyó que tenía

recursos de poder (especialmente militares) suficientes para garantizar no el equilibrio de poder

en la región del Plata sino una reestructuración del status quo que fuera más favorable a sus

intereses. López se consideraba en condiciones de paridad (o, mismo, de superioridad) con Brasil

y este estudio revelará las razones de López para llegar a esa conclusión. Tal como afirma

Douglas Lemke, states are more likely to fight at parity because under such equality both are

more likely to expect they will not lose.15

En el primer capítulo, se presentarán las líneas maestras de la teoría de transición de

poder, status quo, satisfacción/insatisfacción, poder y paridad, así como el sistema de múltiples

jerarquías de Lemke, en cuyo ámbito coexisten diversos subsistemas de poder. En el capítulo

siguiente, se trazará la evolución del status quo en la Cuenca del Plata desde 1840 hasta 1865,

durante la cual las alianzas entre los cuatro países fluctuaron con una frecuencia inusual. En el

tercer capítulo, se estudiará el equilibrio de fuerzas (poder relativo) entre aquellos cuatro países,

especialmente entre Brasil y Paraguay. Finalmente, en el último capítulo, se analizarán más

pormenorizadamente las teorías existentes sobre la Guerra de la Triple Alianza y se introducirá la

tesis de este trabajo.

Se utilizaron fuentes primarias y secundarias y se realizaron entrevistas con especialistas.

15 DOUGLAS LEMKE. Regions of War and Peace. Cambridge: Cambridge University Press, 2002. p. 39.
9
CAPÍTULO 1

TEORÍA DE LA TRANSICIÓN DE PODER: CONCEPTOS

(...) the manner and the speed of national growth and development change the pools of resources
available to nations and such changes create the conditions in which international conflicts
occur.16

Why do major wars begin? What are the conditions that provoke the most powerful

nations in the world to fight one another? 17 Comprender y explicar la causa de las guerras es uno

de los grandes desafíos en el ámbito de las Relaciones Internacionales. Todas las corrientes

dedicadas a ese campo de estudio adoptan el tema “guerra y paz” como uno de sus ejes centrales.

Los realistas se conformaron con la expectativa de que siempre habrá guerra entre las

naciones, ya sea en función de la naturaleza humana (Morgenthau) o de la estructura del sistema

(Waltz). Tal como afirma Carr, el realismo tends to emphasize the irresistible strength of existing

forces and the inevitable character of existing tendencies, and to insist that the highest wisdom

lives in accepting, and adapting oneself to, these forces and these tendencies.18

Los adeptos del liberalismo, uno de los dos cuerpos teóricos más tradicionales junto con

el realismo, buscan identificar caminos para evitar la guerra. Algunos apuestan a un sistema con

una mayor interdependencia económica, donde los costos de una guerra superan a sus beneficios

(creando una especia de status quo donde todos están al menos parcialmente satisfechos), otros a

la paz entre democracias o, incluso, a la construcción de confianza por medio de la cooperación

colectiva en instituciones internacionales, donde fluirían el diálogo y el intercambio de

informaciones.

16 ORGANSKI&KUGLER, 1981, p. 8.
17 Ibid., p. 1.
18 CARR, E. H. The Twenty Years Crisis: 1919-1939. London: Macmillan, 1946. p. 10.
10
La teoría de poder, a su vez, utiliza los conceptos de satisfacción o insatisfacción con

relación al status quo y distribución relativa de poder para explicar la concepción de las guerras.

De acuerdo con el mencionado modelo, el sistema internacional está estructurado en forma de

pirámide, a lo largo de la cual los Estados se distribuyen de acuerdo con sus recursos de poder.

En la cima de la pirámide está la potencia dominante, que cuenta con las regalías que conlleva

esa condición –como el control de la mayor parte de los recursos– y desea mantenerlas a

cualquier costo. All nations recognize the presence of this hierarchy and the relative distribution

of power therein. The distribution of power is uneven and concentrated in the hands of a few.19

De difícil categorización, la teoría de la transición de poder no puede ser enmarcada en

ninguna de las corrientes antes mencionadas. Tal como afirman Organski y Kugler:

“In a theoretical sense, Power Transition defies traditional typecasting. It is


neither realist nor idealist, though some scholars have placed it in the former
category. (...) That is, it is structural, yet dynamic, since it recognizes that
policy interests are at the core of all disputes. Subject to empirical testing, it
meshes well with objective conclusions flowing from history. Thus it marries
empirical evidence with traditional scholarly research and sound political
advice.20

Organski recurre a un abordaje interdisciplinario para elaborar su modelo al entender que

la ciencia política es incapaz de proveer todos los conceptos necesarios para la plena

comprensión de las relaciones entre Estados modernos. De esa forma, además de la ciencia

política, recurre a la economía, a la sociología, a la psicología y a conceptos sociales de la

geografía. También descarta supuestos casi canónicos de la teoría de las Relaciones

Internacionales, principalmente en los años 1950, como el equilibrio de poder y noción de

anarquía entre los Estados en el sistema internacional. Entre sus estudiosos y herederos, es

considerada una teoría racionalista.

19 TAMMEN et al. Power Transitions. New York: Chatham House Publishers, 2000. p. 6.
20 Ibid., p. 6.
11
La teoría de la transición de poder señala que los períodos en los que prevalece el

equilibrio de poder son particularmente propensos a la guerra. Por otra parte, la primacía de un

lado sobre el otro favorecería la paz, for the greatly stronger side need not fight at all to get what

it wants, while the weaker side would be plainly foolish to attempt to battle for what it wants. 21

Tal como afirma Organski, el sentido común dicta que estados will not fight unless they believe

they have a good chance of winning 22, but this is true for both sides only when the two are fairly

evenly matched, or at least when they believe they are23. Esas afirmaciones se basan no sólo en la

lógica, sino también en una constatación empírica.

Organski argumenta que la teoría de equilibrio de poder llegó a conclusiones equivocadas

por estar basada en dos suposiciones falsas. La primera es que los Estados son unidades estáticas

whose power is not changed from within; la segunda, que las naciones tienen la libertad de

cambiar de aliados libremente, motivated primarily by considerations of power.24 Organski

critica la presunción de que el poder de un Estado crece solamente al sumar armamentos,

territorios y aliados. Observa que, por el contrario, nuevos aliados no aumentan el poder de una

nación individualmente, it merely adds their power together for certain common purposes.25

Afirma, además, que el nacionalismo y la industrialización son dos fuerzas que transformaron la

naturaleza de las relaciones internacionales, al crear unidades donde los ciudadanos pueden ser

movilizados into an awesome instrument of power by the ruler who is skilled in new

techniques.26 En las palabras de Organski, a theory which assumes that the major road to

national power lies in the waging of wars and in the formation of alliances has missed the most

21 ORGANSKI, 1960., p. 293.


22 Essa linha de raciocício também pode ser observada na literatura realista. Mearsheimer, por exemplo, afirma que,
apesar de tenderem buscar maximizar seu poder, estados não entrarão em guerra se não tiverem condições de vitória.
They will seize these opportunities if they have the necessary capability. JOHN J. MEARSHEIMER. The Tragedy
of Great Power Politics. Updated edition. New York: Norton, 2014. p. 3.
23 ORGANSKI, op. cit., p. 293.
24 Ibid., p. 287.
25 Ibid., p. 287.
26 Ibid., p. 288.
12
important development of modern times.27 En cuanto a la segunda premisa, argumenta que las

unidades están conectadas por más vínculos, especialmente económicos, que únicamente

cálculos de poder.

Con respecto a las conclusiones, destaca que la mencionada teoría sostiene (i) que el

equilibrio de poder es la situación más frecuentemente observada en el sistema internacional y

(ii) que el equilibrio entre los estados asegura la paz mundial. Una vez más, el autor cuestiona

esas afirmaciones. Empíricamente, Organski constató que, de 1800 a 1950 (década de

publicación de su libro), los períodos en los que predominó el equilibrio de poder (o al menos así

lo creían los estados involucrados) fueron la excepción, no la regla, y esos fueron períodos de

guerra, no de paz28. En ese marco, se destaca el contraste entre el siglo XVIII, considerado la era

de oro del equilibrio de poder, y el siglo XIX:

In the 18th century, the last century of the period called the Golden age of
balance of power, there were constant wars. In the 19 th century, after the
Napoleonic Wars, there was almost continuous peace. The balance of power is
usually given a good share of the credit for this peaceful century, but as we
have seen, there was no balance at all, but rather a vast preponderance of
power in the hands of England and France. (…) German miscalculation that
her power balanced that of her probable enemies resulted in World War I,
bringing an end to the century of peace.29

Hacia 1950, Organski advertía sobre el hecho de que una guerra de grandes proporciones

sería probable cuando se diera la próxima transición de poder, es decir, cuando la mayor nación

occidental fuera superada por la mayor nación del entonces mundo comunista en desarrollo. En

ese entonces, sostuvo que the time to worry about the dangers of a third world war is not now,

when the predominance of the West is so obvious, but in the future, when industrialization may

bring the Communist world abreast of us in power30. Ese es el reasoning del actual debate

27 ORGANSKI, 1960, p. 288.


28 Además, Lemke cita una amplia variedad de estudios que comprueban la relación entre la paridad de poder y la
incidencia de guerras “among great powers, major powers, or all dyads”, de la misma forma que la supremacía está
asociada a la ausencia de guerras. Para más información, ver LEMKE, 2002, p. 36.
29 ORGANSKI, op. cit., p. 292.
30 ORGANSKI, 1960, p. 292.
13
planteado por Graham Allison (“Thucydides’s Trap”) acerca de las probabilidades de guerra entre

China y Estados Unidos alrededor de los años 2030, cuando este se viera superado por aquella.

También según Organski, de acuerdo con la evidencia empírica, y contrariamente a lo que afirma

la teoría del equilibrio de poder, la agresión debe esperarse de parte de la nación más débil, en

ascenso, y no del poder hegemónico.31

A diferencia del supuesto básico de la mayoría de las teorías de Relaciones

Internacionales –de que las relaciones de poder en el sistema internacional son anárquicas, por la

falta de leyes internacionales con poder de enforcement–, la teoría de la transición de poder

destaca la existencia de relaciones jerárquicas, derivadas de la capacidad del poder hegemónico

de imponer sus reglas para el sistema. De esa manera, la teoría de la transición de poder reconoce

un orden internacional, asentado sobre estándares de comportamiento o reglas no escritas,

arquitectado –y “enforceable”– por la potencia dominante32. Organski llama de “status quo” a

ese orden creado por la potencia dominante, que abarca aspectos políticos y diplomáticos,

económicos y militares de las relaciones entre los estados.

El orden internacional es creado por el poder dominante para asegurar sus intereses de

largo plazo. Debido a su ascensión sobre los demás estados, la potencia dominante cuenta con

una cómoda posición para establecer lo que Lemke llama de “self-serving patterns of

interaction”33, a fin de maximizar sus beneficios en las relaciones interestatales.

Estratégicamente, establece reglas que favorezcan sus intereses y los de sus aliados, de manera a

asegurar su red de apoyo y la superioridad con respecto a sus rivales, en un esquema de

retroalimentación, que tendería a perpetuar el status quo. Por ese motivo, todos los estados

desean ascender a la situación de potencia dominante.

31 Ibid., p. 293.
32 LEMKE, 2002, p. 22.
33 Ibid., p. 22.
14
Los valores y modus operandi del país dominante son proyectados en el sistema

internacional como modelo de éxito y emulados por una cantidad expresiva de países. El

reconocimiento externo tiene el poder de, internamente, reforzar la legitimidad del régimen de

gobierno del poder dominante y, por consiguiente, promover la estabilidad nacional. Ese

principio es especialmente observable en las relaciones económico-comerciales, pero también

queda en evidencia cuando se observa, en el espectro político, la proyección de valores

universales como la democracia y los derechos humanos.

La teoría de la transición de poder también tiene la particularidad de resaltar, al contrario

de lo que profesa el realismo, que los beneficios provenientes de la potencia dominante no son

solo materiales. La creación de un status quo internacional a la luz de los estándares de

organización interna de la potencia dominante también funciona como factor de legitimación de

ese sistema de gobierno y, consecuentemente, favorece su estabilidad interna. Puede igualmente

tener el poder de conceder alguna legitimidad a su posición de liderazgo internacional y facilitar

en buena medida sus relaciones externas con los demás. Potencias democráticas intentan

“exportar” la democracia, es decir, presentarla (o imponerla) como el mejor –si no el único–

régimen político a ser adoptado; potencias económicamente competitivas defienden regímenes

liberales de comercio, pero en situaciones de crisis tienden a vender el proteccionismo como

estándar global.

Las variables clave para el desencadenamiento de una guerra, para la teoría de la

transición de poder, son el status quo, la insatisfacción y la paridad. Los estados pueden estar

satisfechos o insatisfechos con el status quo. Dissatisfied states are expected to be the initiators

of conflict in the international system.34

34 LEMKE, 2002, p. 65.


15
Status Quo: Satisfacción e Insatisfacción

El concepto de status quo es central para comprender la satisfacción y la insatisfacción.

De acuerdo con lo expuesto previamente, el status quo es el orden creado por la potencia

dominante para perpetuar su poder y contener a países rivales. Los estados satisfechos son

aquellos que se benefician del status quo, es decir, de la estructura de poder del sistema

internacional. Cuanto más similares en su conformación nacional e internacional sean los estados

con relación a la potencia dominante, más se beneficiarán del status quo.35

Una de las premisas básicas de la teoría de la transición de poder es la de que la toma de

decisión sobre si hacer la guerra o preservar la paz está directamente relacionada a la satisfacción

con las reglas del sistema internacional. Los estados satisfechos no tienen incentivo para hacer la

guerra. Were all of the states of the world satisfied with the status quo, power transition theory

hypothesizes, international wars would be especially unlikely to occur.36

En sentido contrario, los estados insatisfechos son aquellos que no se benefician del

status quo o que creen que podrían sacar mayor provecho de un status quo revisado. La

insatisfacción entre los estados puede surgir por diversos motivos. Esos estados pueden estar

siendo aislados o perjudicados a raíz de las reglas no escritas del sistema desarrollado por la

potencia dominante, lo cual puede darse por uno de los siguientes tres motivos: a) porque no

participaron de la construcción de ese sistema; b) porque no comulgan con los valores

establecidos por ese sistema; o c) porque creen que no obtienen los beneficios suficientes.37

Dentro del esquema de la pirámide de la teoría de la transición de poder, los pocos

estados insatisfechos existentes en la cima y los muchos asentados en la base consideran que el

35 ORGANSKI 1958: 326-333; in LEMKE, 2002, p. 23.


36 LEMKE, op. cit., p. 23.
37 LEMKE, 2002, p. 24.
16
status quo no está de acuerdo con sus expectativas e intereses de largo plazo. Evalúan que el

sistema es “injusto”, “corrupto”, “parcial” y “dominado por fuerzas hostiles”. La suspicacia es un

factor importante dentro de dicho escenario, puesto que los estados insatisfechos están siempre a

la espera de nuevas reglas, medidas o imposiciones, por parte de la potencia dominante, que

interfieran con sus intereses.

Los países insatisfechos, de manera general, se encuadran en la categoría de menos

poderosos (“small power category”), con una menor capacidad de influenciar la conformación

del sistema internacional y que a menudo se consideran “víctimas” de los países más fuertes. En

esos casos, no demuestran ser una amenaza para la potencia dominante. El status quo se ve

verdaderamente amenazado solo cuando un estado insatisfecho se vuelve lo suficientemente

poderoso.

El nivel y la calidad de la cooperación entre los países varían de acuerdo con su condición

de “satisfechos” o “insatisfechos” con el status quo. Entre los estados satisfechos, la cooperación

es la regla. Jointly satisfied nations are expected to be the most cooperative and to face the

lowest probability of conflict.38 En los raros casos de hostilidad armada entre naciones

satisfechas, la tendencia es que sean de baja intensidad y tengan pocas consecuencias. Ello no

significa que no haya enfrentamientos dentro de ese grupo; las divergencias ocasionales, no

obstante, tienden a ser solucionadas por medio de la negociación. La Unión Europea es el mejor

ejemplo de una coalición satisfecha, dentro de la cual nunca ha habido guerras y donde los (no

pocos) conflictos se resuelven de manera pacífica. El descenso del grado de cooperación puede

ser un fuerte indicio del deterioro del nivel de satisfacción de una o más partes, lo cual lleva al

aumento de la competencia.

38 TAMMEN et all, 2000, p. 11.


17
Las relaciones entre estados satisfechos e insatisfechos, en condiciones normales, tienden

a ser de competencia confrontativa. En un extremo, la misma puede ser amenizada o incluso dar

lugar a alguna forma de cooperación, ante la tendencia o señal de que un país insatisfecho está

efectuando la transición hacia un estado de satisfacción. En otro extremo, el antagonismo puede

darle espacio a la guerra, en los casos en que un país insatisfecho alcanza el nivel de potencia

dominante.

Las interacciones entre estados insatisfechos son las que más interesan para este estudio.

De acuerdo con la teoría de la transición de poder, si los estados comparten los mismos motivos

de insatisfacción y, por lo tanto, los mismos objetivos de cambio, pueden establecer una

asociación conspiratoria (“collusive partnership”), en la que estados insatisfechos forman

alianzas contra una “satisfied coalition”. Sin embargo, si los estados están insatisfechos con el

status quo por distintas razones –lo cual implica que desearían implementar cambios diferentes y

posiblemente incompatibles–, las relaciones son de extrema no cooperación y con grandes

probabilidades de derivar en una guerra.

La predisposición a la guerra del estado insatisfecho está directamente relacionada con su

poder. Como bien observa Lemke, el simple hecho de considerar negativo el status quo no tiene

el poder de llevar a un estado a utilizar la fuerza: their willingness to use force to achieve a

different status quo is immaterial to whether or not they are satisfied or dissatisfied within the

confines of power transition theory.39 El estado es incentivado a atacar únicamente cuando cree

tener buenas chances de desafiar con éxito a la potencia dominante, dada su condición de

potencia ascendente.

39 LEMKE, 2002, p. 43.


18
En palabras de Lemke, power transition theory’s empirical success demonstrates that the

constraints of relative power and the status quo are important structural bounds on behavior in

world politics.40 Ello implica afirmar que los dos factores centrales para determinar el

comportamiento estatal son el poder relativo y la visión que los estados tienen del status quo; si

están satisfechos o insatisfechos. Una vez respondida esa pregunta, el poder –no absoluto sino

relativo– entra en la ecuación como el medio para fortalecer el status quo o cambiarlo, siempre

que sea posible, es decir, siempre que haya suficiente poder relativo.

Existen, por lo tanto, cuatro categorías de países en el sistema internacional: satisfechos y

débiles, satisfechos y fuertes, insatisfechos y débiles, insatisfechos y fuertes. Solo esta última

categoría, según la teoría de la transición de poder, tiene grandes posibilidades de iniciar una

guerra.

Alianzas

De acuerdo con la teoría de la transición de poder, la estabilidad de las alianzas está

directamente relacionada al nivel de convergencia acerca del status quo y de la diversidad de

intereses compartidos. Mientras estados con intereses comunes forman alianzas estables, como la

OTAN, estados con posiciones incompatibles establecerán alianzas ocasionales, que tenderán a

romperse cuando los intereses que los aproximan fueren afectados y/o la amenaza fuere superada

–como es el caso del acuerdo entre los Aliados y Rusia durante la Primera Guerra Mundial– o

nuevos intereses se sobrepusieren.

En ese sentido, las alianzas a largo plazo, según la teoría de la transición de poder, no son

simplemente respuestas a amenazas contra la seguridad de las naciones. Para tener alguna

40 Ibid., p. 41.
19
posibilidad de prosperar durante períodos más extensos, deben estar asentadas también sobre la

compatibilidad entre las partes y una visión semejante (ya sea a favor o en contra) respecto del

status quo. Dadas esas condiciones, las naciones estarán dispuestas a cooperar entre sí, incluso

en los casos en los que ello implique pérdidas puntuales. De esas premisas derivaría, además, la

explicación de por qué, tradicionalmente, las democracias no luchan contra otras democracias.

Se cita, como ejemplo, la toma de posición de los Estados Unidos a favor de Inglaterra en

el contexto de la guerra de las Malvinas, en una contraposición frontal a los principios de la

Doctrina Monroe y del anticolonialismo en las Américas, y en detrimento de todos los beneficios

que la Argentina estaría dispuesta a conceder a cambio de ese apoyo. Según la teoría de la

transición de poder, los Estados Unidos se mantuvieron del lado de Inglaterra no por los

beneficios inmediatos, sino por los beneficios a largo plazo que la estabilidad de la alianza entre

los dos países permitía prever. De esa manera, las partes adquieren una confianza cada vez

mayor en la alianza; cooperation builds trust, and trust results in stable agreements.41

Ello no significa decir que la cooperación solo es posible entre países con la misma visión

del status quo. Como se dijo anteriormente, países con posiciones distintas respecto del status

quo también pueden aliarse, en circunstancias puntuales, aunque los lazos de ese compromiso

serán frágiles. En suma, alliances between nations that do not share common preferences but

nevertheless cooperate are far less stable and are consequently easy to unravel.42

Es en ese contexto donde se encuadran las alianzas formadas en la Cuenca del Plata.

Como se podrá observar en el capítulo 2, la subregión estaba compuesta por estados con

designios distintos sobre el status quo, que se alinearon más en función de las rivalidades

comunes que de los intereses compartidos. Dentro de esas relaciones, a mediados del siglo XIX,

41 TAMMEN et all, 2000, p. 14.


42 TAMMEN et all, 2000, p. 14.
20
predominaron la desconfianza –alimentada por la falta de información– y la fluctuación de las

alianzas.

Poder

El poder es considerado la variable más importante (aunque no la única) sobre las

posibilidades de victoria y, por lo tanto, una precondición para que un estado entre en guerra.

Shifts in the international distribution of power are often believed to create the conditions likely

to lead to at least the most of the important wars, and power is the most determinant of whether

a war will be won or lost 43. Por ese motivo, es esencial entender qué es el poder, de acuerdo con

la teoría de la transición de poder.

Como ya hemos visto, una de las premisas básicas de la teoría de la transición de poder es

que los países en ascenso insatisfechos (“dissatisfied challengers”) y sus aliados son propensos a

involucrarse en conflictos armados a fin de obtener mayores ventajas del status quo. Cabe,

entonces, preguntarse qué condiciones –es decir, cuánto poder y de qué tipo– garantizan a los

países la capacidad de movilizar un esfuerzo de guerra, con buenas posibilidades de victoria.

La respuesta a la primera parte de esa pregunta (cuánto poder) se da en términos relativos.

Para elevarse a la condición de “challenger”, el país en ascenso debe tener el 80% o más del

poder de la potencia dominante. En esa instancia, se considera que hay paridad y, por lo tanto,

grandes probabilidades de guerra.

En las palabras de Organski, power is a major determinant of the part the nation will play

in international relations.44 El autor subraya que el poder no es una “cosa”, sino algo que se

desarrolla en el marco de la relación entre individuos o grupos de individuos, 45 es decir, en el

43 ORGANSKI&KUGLER, op. cit., p. 4.


44 ORGANSKI, 1960, p. 93
45 Ibid., p. 96
21
marco internacional, el poder sólo existe como resultado de la vinculación entre los países. Hay

un componente de poder en cada relación, and the study of that aspect is the study of politics46.

Para perseguir sus objetivos, es imprescindible que un estado tenga poder. En las

discusiones sobre su concepto, se habla de la dimensión territorial y poblacional de las naciones,

sobre fuerza militar, entre otros criterios. Sin embargo, si esos recursos no son explotados para

que estén en condiciones de producir resultados, representan solo la expectativa de poder, for

power is the ability to determine the behavior of others, 47 o, mejor dicho, to influence the

behavior of others in accordance with one’s own ends.48

Organski subraya que to be considered a determinant of power, a social or natural

phenomenon must increase the ability of a nation to influence the behavior of other nations (…)

to persuade, to reward, to punish, or to apply force to other nations 49. De esa manera, introduce

los conceptos –muy ilustrativos para el caso en estudio– de “poder latente” y “poder efectivo” (si

bien no utiliza esa terminología). Tal como afirma, the physical possession of natural resources

is not a source of power unless: (1) they are developed; (2) the possessor maintains political

control over their disposition.50

Organski resalta que el poder es sutil, y tiene instrumentos tangibles, como la fuerza

persuasiva de los argumentos y la comunión de intereses, e intangibles, como la expectativa de

recompensa o temor de represalias51. There is power in ideals, in propaganda, and in the

granting of good will.52 Incluso la estimación correcta del proprio poder es una fuente de poder,

de la misma manera que la sobrestimación y la subestimación son fuentes de debilidad. En el

primer caso, the nation whose bluff is called will find its future power seriously diminished with
46 Ibid., p. 94
47 Ibid., p. 95
48 Ibid., p. 96
49 Ibid., pp. 117-118
50 ORGANSKI, 1960, p. 133.
51 ORGANSKI&KUGLER, 1981, p. 7.
52 ORGANSKI, op. cit., p. 99.
22
even its legitimate threats falling on deaf ears. 53 En el segundo, la nación corre el riesgo de

timidez excesiva que le impida utilizar incluso el propio poder que tiene. Se cita a continuación

un pasaje en el que Organski discurre sobre esa cuestión:

A good part of a nation’s power is seen to depend, not only upon its genuine
ability to influence the behavior of other nations, but also upon its own
estimation of its ability and upon the estimation made by other nations. (…) if a
nation guesses wrong about its power relative to other nations, it may actually
alter its relative power,54 [por ejemplo, la Italia de la década de 1930 fue tratada
como una grande potencia hasta su desplome durante la Segunda Guerra
Mundial]. A reputation for power confers power, whether or not it is justified. 55

Organski resalta, una vez más, la importancia de una correcta evaluación del propio poder

y de la reputación que se hace del mismo:

We see that much of a nations’ power lies in the mind. Material resources there
must be: land, men, raw materials, industries, and military forces. No amount
of bluff can take their place completely. But above and beyond these necessities,
a nation can increase its power by shrewdly estimating its exact power relative
to other nations, by knowing just what it can and cannot do, and by making the
most of a past reputation or a future promise of power.56(…) Power is not a
static characteristic. It is part of a nations’ relations with other nations, and it
grows and diminishes with use. The power of a nation depends in part upon
what other nations think it is, and it depends also on what a nation thinks other
nations think.57

Por último, también con respecto a la evaluación del propio poder y el del adversario,

Organski destaca que una nación más audaz que inicie una acción no esperada por parte de sus

enemigos puede tener una ventaja inicial, aunque, a largo plazo, la reacción debe ser esperada.

Con tiempo, las naciones con más recursos de poder pueden transformar poder potencial en

poder efectivo. Esa fue la situación observada tanto en el caso de las blitzkriegs alemanas como

del ataque japonés a Pearl Harbor, cuando the Axis nations miscalculated the response of the

53 Ibid., pp. 99-100.


54 Ibid., p. 101.
55 Ibid., p. 102.
56 Ibid., p. 103.
57 ORGANSKI, 1960, p. 103.
23
Allies. They overlooked the fact that a maximum use of Axis power would bring into being power

among the Allies that had not existed before.58

Hay cuatro medios fundamentales para el ejercicio del poder: (i) persuasión, (ii)

recompensa, (iii) punición y (iv) uso de la fuerza. La persuasión es utilizada por naciones

grandes y pequeñas de manera general, por ser barato y eficaz; es particularmente popular entre

naciones menores, que carecen de poder para coaccionar y con recursos limitados de recompensa

y punición. Los tipos de recompensa que una nación puede ofrecer a la otra son diversos,

pudiendo ser meramente el reconocimiento y la aceptación social, aunque generalmente toman

formas más concretas, como ayuda militar (material, soldados, bases, entrenamiento), económica

(préstamos o donaciones, acuerdos o concesiones comerciales, facilidades arancelarias o acceso

a material estratégico) o técnica. Rewards and punishments are closely related, for one of the

most effective punishments is to withhold a reward, just as one of the most effective rewards is to

abstain from some punitive action that would otherwise be taken. 59 Las formas más habituales de

punición son la propaganda desfavorable, el apoyo político a enemigos, la imposición de

dificultades en materia migratoria, comercio y transporte, así como de sanciones económicas y la

acción militar.

Organski subraya que la punición y el uso de la fuerza no son medios adecuados para

lidiar con naciones amigas. Indeed, the mere threat of force would probably be enough to

terminate effectively any international friendship. For this reason, force as a means of exercising

power is used where disagreement between two nations is most profound. 60 Concluye, de esa

forma, que la elección entre los medios de ejercicio de poder variará según el nivel de acuerdo y

de amistad entre las naciones involucradas. Según la intensidad del desacuerdo y de la enemistad

58 Ibid., p. 104.
59 Ibid., pp. 106-7.
60 ORGANSKI, 1960, p. 110.
24
crezca, la tendencia es que los recursos de poder pasen del espectro de la persuasión y

recompensa a la punición y uso de la fuerza.

Cabe destacar la profunda diferencia existente entre la fuerza utilizada como punición y

aquella empleada en la guerra, cuyos objetivos son distintos. En el primer caso, existe la

expectativa de que la nación atacada cambie su comportamiento de la manera esperada por el

agresor –es decir que aún está presente el elemento de la elección. En sentido diametralmente

opuesto, la guerra busca la eliminación del poder de elección61.

Organski observa, además, que la elección del método de ejercicio del poder dependerá,

parcialmente, del objetivo anhelado. Cuanto mayor sea la concesión que se quiere obtener, mayor

será la presión que tendrá que ser ejercida.

Autores adscritos a la teoría de la transición de poder son unánimes en subrayar que el

poder nacional, lejos de restringirse a los recursos militares, debe ser evaluado a la luz de tres

elementos: a) el número de personas que pueden trabajar y luchar; b) la productividad

económica; y c) la efectividad del sistema político del país para coordinar contribuciones

individuales a favor de los objetivos nacionales. Organski explica esta última de la siguiente

manera:

Efficient government is not only a core factor in the determination of national


power; a minimum degree of efficiency is necessary for national existence. (…)
Above this minimum, the degree of efficiency in government is a major
determinant of power. It is not hard to understand why it should be so. First,
government is the tool by which all the resources of the nation, both human and
material, are mobilized to influence the behavior of other nations. Second,
power that is wielded internationally is exercised through the agency of
government.62

De los tres factores antes mencionados, la capacidad política es considerada la más volátil

y con reales posibilidades de afectar el poder de un estado en el corto plazo. Para hacer

estimativas apropiadas de la potencia de las naciones, and of the kinds of effort they can make
61 ORGANSKI&KUGLER, 1981, p. 5.
62 ORGANSKI, 1960, p. 199.
25
when pressed (...), one must first understand the patterns of national growth that provide the

pool of critical resources necessary for a war and the capacity to deploy them usefully.63

Población

La población es considerada una condición sine qua non para la adquisición de status de

gran potencia en el siglo XXI. Without a large population, a nation cannot hope ever to become

either a great power or a dominant nation (…) the size of a population ultimately determines the

power potential of a nation.64 Países como Francia, Inglaterra y Alemania alcanzaron la

condición de gran potencia sólo porque tuvieron la ventaja de realizar previamente su propia

revolución industrial, pero jamás volverán a ocupar la posición más alta de la pirámide.

El padre de la teoría de la transición de poder explica la importancia del factor

demográfico de la siguiente forma:

Unlike balance-of power theories that highlight the important contribution of a


state’s allies to its power, power transition theory argues that the ultimate basis
of power is the demographic potential of a state. Those governments which
prove effective in organizing this potential, by both penetrating their societies
and extracting resources therefrom, will be the governments of developed
powerful states. In fact, the term “power transition” initially referred to the
domestic process by which a state’s population was mobilized and the state
went from “potentially” powerful to a condition of “power maturity65.

Sociedades desarrolladas, que ya pasaron por la transición de poder y alcanzaron un nivel

estable de expansión económica, difícilmente lograrán aumentar su población a punto de

alcanzar la condición de challenger. Ello implica afirmar que, dentro de la dinámica de poder

elaborada por la teoría de la transición de poder, es muy difícil revertir la superación de un estado

por otro (“power overtaking”). De esa forma, naciones como Francia, Inglaterra y Alemania

mantienen una posición en la parte superior de la pirámide, pero jamás podrán desafiar a

63 ORGANSKI&KUGLER, 1981, p. 9.
64 TAMMEN et all, 2000, p. 18.
65 LEMKE, 2002, p 26.
26
naciones como China y Estados Unidos, que tienen una amplia ventaja en términos

poblacionales.

El ascenso de los BRICS también parece corroborar la importancia del factor poblacional

para el ascenso en la pirámide. Los cuatro primeros, especialmente, son países con una gran

extensión territorial, diversidad de recursos y, lo más importante, población numerosa. La teoría

de la transición de poder atenta a que son países como esos los que pueden tener un impacto

sobre el status quo una vez que alcancen plenamente su desarrollo. Governments in developing

nations that can increase government capacity will take control of the population expansion,

accelerate investment in human capital, and attain self-sustaining growth.66

Sin embargo, hay una importante observación que explica por qué la ventaja poblacional

del Brasil imperial no se reflejó en una equivalente superioridad durante la Guerra de la Triple

Alianza: la dimensión poblacional no confiere per se la condición de gran potencia, sino que

debe ser movilizada como fuerza productiva a fin de que proporcione el aprovechamiento de los

vastos recursos potenciales que ofrece. Esa noción explica, también, por qué países como

Bangladesh o Indonesia no consiguieron –hasta este momento– utilizar su potencial para obtener

mayor poder. En el caso de esos países, la ventaja poblacional es lo que se ha convenido

denominar en este trabajo “poder latente”.

Crecimiento económico

La teoría de la transición de poder prevé, de manera general, dos trayectorias posibles

para los países con bajos índices sociales. Pueden dar inicio a un proceso de desarrollo endógeno

o sucumbir a la “poverty trap”, a depender de la capacidad política, considerada el factor más

66 TAMMEN et all, 2000, p. 19.


27
importante en esa ecuación.67 Las naciones que logran superar la “poverty trap” –con niveles

estables de acumulación de capital y de capacidad política– tienden a mantener un crecimiento

sostenible, aunque a ritmos más moderados que el observado en la fase inicial. When nations

achieve relatively high levels of capital accumulation and maintain political capacity at average

rates, output growth stabilizes and produces sustained growth at moderate levels68.

El concepto de desarrollo endógeno es un refinamiento de las ideas inicialmente

propuestas por Organski en World Politics. La asociación entre cambios políticos y revolución

tecnológica es considerada el camino para el desarrollo sostenible. No es suficiente, no obstante,

para mantenerse al frente de los países en desarrollo más acelerado. Países que alcanzan la etapa

de desarrollo sostenible tienden a ser superados por naciones ascendentes, con poblaciones

mayores y niveles razonables de capacidad política.

Capacidad política

La capacidad política es la habilidad de los gobiernos de aprovechar productivamente a

su población. Esa capacidad permite transformar el potencial económico en poder nacional.

Estados que posean un mayor control o influencia sobre los procesos productivos tendrán ventaja

en ese proceso:

Countries at the bottom of this growth trajectory, with low levels of economic
development, have difficulty extracting resources from their populations, since
individuals consume most if not all resources to support their daily existence.
(…) Among low and early growing nations, there is substantial variation in
national ability to extract resources. Nations with strong political controls have
leverage and can mobilize potential population resources into actual national
power69.

La teoría de la transición de poder demuestra que los cambios de poder resultantes de esa

dinámica de crecimiento endógeno pueden tener serias consecuencias para la estabilidad


67 Countries are either headed into the poverty trap or toward sustained economic growth.” TAMMEN et all, 2000,
p. 17.
68 Ibid., p. 16.
69 TAMMEN et all, 2000, p. 20.
28
mundial. Estados con poblaciones similares, en diferentes etapas de desarrollo, tienden a

organizarse de forma jerárquica, en un sistema de dominación. Cuando las etapas de desarrollo

convergen en el mismo nivel, se alcanza lo que se ha convenido denominar “paridad”.

El escenario más peligroso para la teoría de la transición de poder se da cuando la nación

dominante, con una población pequeña y que ya alcanzó la etapa de desarrollo sostenible (y, por

lo tanto, a ritmo más moderado) es superada por una nación en crecimiento acelerado, con una

población mucho mayor (se citan ejemplos como la superación de Inglaterra por Francia y de

Francia por Alemania).

Índice de poder nacional

En el libro World Politics, Organski buscó identificar una fórmula para evaluar

comparativamente el poder de los estados. Intuitivamente, notó que la medida ideal debería

incluir la capacidad política entre sus variables. No obstante, en ese entonces tuvo que

conformarse con utilizar el producto bruto interno (PBI) como el mejor índice de poder

disponible en aquel momento. El PBI fue seleccionado no como indicador de riqueza

propiamente dicha, sino también por reflejar la influencia de la población y el desarrollo

económico sobre los resultados del país:

A simple index of national power based on two of the three most important
determinants is national income, which reflects the contribution of both
population size and economic development as well as that of the other factors to
a lesser degree. The index would be much improved if a reliable quantitative
measure of political efficiency could be found.70

We are interested in the national income, not because the goods and services it
represents contribute to power directly, but because national income is
determined by so many of the same factor that determine national power.71

70 ORGANSKI, 1960, p. 216.


71 Ibid., p. 204.
29
Sin embargo, posteriormente, Organski y Kugler presentaron, en la obra War Ledger, de

1980, una fórmula capaz de evaluar más precisamente el poder nacional. Se utilizaron la

población total, como dimensión de la mano de obra disponible y potencial militar; el PBI per

capita, como medidor de la productividad; y el índice de “extracción gubernamental”, como

parámetro de la capacidad política72, representado por la razón de los impuestos reales y por la

capacidad de tributación estimada73. Tal como explican los autores, el cálculo del desempeño en

la recaudación de impuestos se realizaba con base en la razón de los ingresos totales recaudados

por el producto total. Con todo, para llegar a una medida más aproximada de la capacidad de

tributación de los estados, se consideró más adecuado tener en cuenta tanto la capacidad de

extracción como de asignación de recursos. Organski y Kugler así aclaran:

The conception of governmental extraction of resources includes two behaviors


that must be distinguished from one another: first, the actual collection and
aggregation of available resources into national pools; second, the distribution
and allocation of resources for purposes the government deems necessary.74 Y:

The capacity of the country to allocate resources is the critical variable in the
question (…).75

En la elaboración de la fórmula, se tomó en consideración, además, que el poder nacional

deriva de los recursos internos, pero también puede ser influenciado por la ayuda internacional.

Esta última, a su vez, sería mejor evaluada en términos de gastos financieros. Por último, se llegó

a la siguiente ecuación: (PBI x Tax Effortª) + (Ayuda Internacional x Tax Effort of Recipient). Se

estimó “a” en 1,75, con base en el supuesto de que la asignación es “ligeramente más fácil” que

la extracción76.

72 Taxes are exact indicators of governamental presence. ORGANSKI&KUGLER, 1981, p. 74.


73(…) the measurement of tax efforts is obtained by calculating the ratios of real taxes to expected tax capacity.
Ibid., p. 77.
74 ORGANSKI&KUGLER, 1981, p. 82.
75 Ibid., p. 84.
76 Para informaciones más detalladas, ver el capítulo 2 de The War Ledger.
30
A fin de poner a prueba su validez, la fórmula fue aplicada a casos específicos,

seleccionados de acuerdo con los siguientes criterios:

1. We chose conflicts (involving pairs of nations) in which at least one of the


contestants scored poorly on all the variables usually considered important
ingredients of national power.
2. We also looked for conflicts in which the high scores received by the actual
winners for socioeconomic factors were nevertheless not sufficient to predict
their victories.
3. We selected conflicts in which the contending nations faced territorial loss
when the conflict was over, depending on its results. We felt that a real threat of
territorial loss would ensure that the contestants would fight with all their
might.77

A la luz de esos parámetros, se estudiaron los siguientes seis casos: a) tres de los cuatro

conflictos árabe-israelíes, de 1956, 1967 y 1973; b) el enfrentamiento entre Vietnam del Norte y

el Viet Cong, beneficiados por el expertise militar y por el apoyo financiero de China y la Unión

Soviética, y el gobierno de Vietnam, con la intervención directa de los Estados Unidos; c) la

guerra de Corea; y d) la guerra sino-india de 1962. Partiendo de la presunción de que ambos

lados lucharon hasta el límite de sus capacidades, las hipótesis evaluadas fueron que (1) el lado

victorioso debería tener un pool of capabilities al menos igual o superior al del lado perdedor

(the superiority should exist before rather than after the war begins 78); (2) si los dos lados

mantienen un nivel equivalente de capabilities (poder) el resultado debería ser el empate; y (3)

las national capabilities no están sistemáticamente relacionadas con los resultados de una guerra

(esta era la hipótesis que se deseaba descartar).

Con relación a los conflictos árabe-israelíes, se observa que el método tradicional de

Organski presentaría a Israel en clara desventaja en términos de PBI (además de población y

territorio) a lo largo de todo el período, no sólo con respecto a la coalición, sino también en

comparación solamente con Egipto. Sin embargo, con base en la fórmula elaborada por Organski

y Kugler, se reveló que Israel era el lado más débil en 1956, equivalente en 1967 y el más fuerte
77 ORGANSKI&KUGLER, 1981, p. 88.
78 Ibid., p. 89.
31
en 1973, comparado con los países árabes como un bloque. La victoria en 1956 debe ser

atribuida a la ayuda de Francia y el Reino Unido. En las últimas confrontaciones, cuando no

hubo intervención externa, los autores estiman que, a pesar de tener una condición solo

equivalente, Israel venció rápidamente la disputa en 1967 como resultado de la ventaja proveída

por el “factor sorpresa” del ataque. En 1973, el combate se extendió más allá de lo que se podría

esperar de un país que, según el índice de Organski y Kugler, tenía superioridad con relación a

sus adversarios. Nuevamente, los autores encuentran la explicación en la ventaja militar

concedida a los iniciadores de la guerra –esta vez los países árabes–, lo cual habría exigido de

Israel algún tiempo para recuperarse y revertir la desventaja inicial. El estudio sobre los

conflictos árabe-israelíes validó la hipótesis 1 de que el lado victorioso debería tener un pool of

capabilities al menos igual o superior al del perdedor.

Posteriormente, en el estudio de la guerra de Vietnam, a pesar de la expectativa de una

flagrante derrota de Vietnam del Norte, a la luz de los índices económicos de la región, se

observó una amplia ventaja del Viet Cong hasta el arribo militar de los Estados Unidos. Con la

presencia de ayuda externa, hubo paridad; al momento de la retirada estadounidense, el Viet

Cong retomó la superioridad. The reason the South Vietnamese could not resist the pressure from

the North was not a lower level of economic resources in the south but rather a political system

there that performed below average in extracting such resources.79 La evidencia apoyó las

hipótesis 1 y 2. Al igual que en Vietnam, en la guerra de Corea, hubo intervención directa

extranjera. Estados Unidos y China no sólo brindaron asistencia sino que también emplearon

tropas. En ese caso, se validó la hipótesis 2. El caso sino-indio, a su vez, fue el único en el que el

PBI de los países ya señalaría de antemano el lado más fuerte. No obstante, aplicando el método

de Organski y Kugler, la ventaja china, en términos de poder, que sería de dos o tres contra uno,

79 ORGANSKI&KUGLER, 1981, p. 97.


32
es aumentada a diez y quince contra uno. Esa amplia superioridad estimada por los autores es

corroborada por los resultados en los campos de batalla. Una vez más, las hipótesis 1 y 2

mostraron ser compatibles con las evidencias.

Paridad

Contrariamente a la teoría del equilibrio de poder, la teoría de la transición de poder

establece que son los períodos de paridad los que favorecen la gestación de las guerras. Ese

período de paridad se inicia cuando la nación ascendente alcanza el 80% del poder de la

dominante y termina cuando la situación se revierte, es decir, cuando el antiguo poder dominante

desciende al 80% del poder de la nueva potencia. El proceso de superación de un estado por el

otro es llamado “overtaking”.

Siempre que estén dadas las condiciones de paridad y el deseo de cambiar el status quo,

se considera que hay altas probabilidades de guerra. Por ese motivo, la teoría advierte sobre el

peligro de las dinámicas y procesos de variación de poder relativo. Dentro de esa lógica, en

sentido contrario, estados insatisfechos, pero débiles, no presentan peligro, ya que les faltan

recursos de poder que garanticen buenas probabilidades de éxito en un enfrentamiento militar

con la potencia dominante. Lemke argumenta que:

The probability a dissatisfied challenger will initiate a war to change the status
quo when it is dramatically inferior to the dominant state is hypothesized to be
very low, specifically because leaders of a weak challenging state are expected
to anticipate their effort will be unsuccessful given their power disadvantage.
Instead, they are more likely to bide their time until their loss to the dominant
power is not certain. This depiction represents dissatisfied challengers as
reasonably efficient foreign policy practitioners. They are hypothesized to be
unlikely to waste resources frivolously in struggles they are likely to lose 80.

Esa afirmación es especialmente importante para este trabajo porque confirma la

hipótesis adoptada desde el principio de que Solano López, como actor racional, atacó al imperio

80 LEMKE, 2002, p. 33.


33
brasileño porque creía tener buenas probabilidades de victoria. Tal como afirma el autor antes

citado, los estados no “desperdician recursos frívolamente en embates que tienden a perder”. Ese

supuesto se ve reflejado en las diversas teorías de Relaciones Internacionales desde los tiempos

de Tucídides. Los estados no entran en guerra si no creen que tienen condiciones lo

suficientemente buenas como para vencerlas.

Modelo de múltiples jerarquías

El modelo de múltiples jerarquías, de Douglas Lemke, transporta la teoría de la transición

de poder –elaborada para reflejar únicamente las relaciones entre las potencias hegemónicas

mundiales– a subsistemas de poder local, geográficamente reducidos. De esa manera, dentro de

la pirámide son identificadas otras pirámides más pequeñas que funcionan con la misma lógica:

la paz es amenazada en situaciones en las que hay estados insatisfechos con el status quo y en

situación de paridad.

Las relaciones entre jerarquías locales y globales también es jerárquica, en función de la

distribución de poder. Mientras aquellas son influenciadas por estas, no hay relación recíproca

verdadera, ya que jerarquías locales no tienen control sobre jerarquías globales –the distribution

of power clearly makes the regional hierarchies subordinate to the global hierarchy 81. Por ese

motivo, las guerras son difundidas en una única dirección, del global al regional.82

La definición de grandes y pequeños poderes, a pesar de intuitiva, desató un debate

académico importante. Martin Wight fue el primero en arriesgar una definición, con base en la

amplitud de los intereses de cada país: países con “intereses generales” serían grandes potencias;

países con “intereses limitados” serían pequeñas potencias 83. Lemke adopta ese criterio para

81TAMMEN et al, 2000, p. 7.


82Ibid., p. 8.
83 LEMKE, 2002, pp. 50-51.
34
caracterizar a pequeñas potencias, en el marco del modelo de múltiples jerarquías, como países

con intereses y capacidad militar geográficamente limitados:

Great powers have geographically general interests which lead them to be


active politico-militarily around the globe. The limited geographical interests of
the small powers, combined with their relative impotence and inability to exert
influence around the globe, lead them to be active politico-militarily within the
local hierarchy in which they are located.84

Uno de los prerrequisitos básicos para la aplicación de ese modelo es la indiferencia de

los grandes poderes (“great power indiference”), dado que la intervención externa de una

potencia hegemónica puede desequilibrar el sistema local. Un gran poder, a fin de satisfacer sus

intereses, puede influenciar a estados con intenciones conciliatorias a entrar en guerra o prevenir

la guerra entre estados en vías de enfrentamiento armado. Cuando cuestiones locales afectan de

forma significativa un poder dominante, la injerencia externa es de esperarse. Ante la ausencia de

tal interferencia, no obstante, las jerarquías locales funcionan exactamente como el sistema de las

grandes potencias mundiales, con base en las variables de la paridad y la insatisfacción. En

palabras de Lemke:

Of course, it is possible for great powers, perhaps most frequently the dominant
power, to interfere with relations within local hierarchies. Since at least the time
of Thucydides, it has been conventional wisdom that the strong do as they will
while the weak suffer what they must. Great powers are strong, while minor
powers are weak, so great power could anticipate some level of success in any
effort to interfere in local hierarchies. (…) When the dominant power or
another great power feels strongly about the issues at stake in dispute within a
local hierarchy, interference might be expected. However, in the absence of such
strong interest by external great powers, the local hierarchies are expected to
function in a manner parallel to the overall international power hierarchy.85

Estadísticamente, es baja la frecuencia de la intervención militar de las grandes potencias

en las jerarquías locales. Tal como subraya Lemke, in terms of disputes underway between minor

powers, great powers generally turn a blind eye militarily 86. De más de dos mil disputas

iniciadas en sistemas locales, sólo setenta tuvieron intervención externa posterior de grandes
84 Ibid., p. 50.
85 LEMKE, 2002, pp. 50-51
86 Ibid., p. 51
35
potencias87. Obviamente, se sabe de la existencia de las modalidades de intervención indirecta o

encubierta, que, sin embargo, al no poder ser medidas, no entran en las estadísticas.

Según Lemke, la estructuración del status quo en los subsistemas involucra temas que no

son de interés de las grandes potencias, sobre los cuales las potencias regionales pueden arbitrar

libremente. El autor subraya que sería problemático para una potencia regional confrontar las

“preferencias” de la potencia dominante, since such a local status quo might “invite”

interference by the global dominant power88.

El dominio territorial es señalado como el principal tema de conflicto en el ámbito de las

jerarquías locales, ya sea por la incapacidad de definir fronteras, o por la inhabilidad de

determinadas delimitaciones coloniales, que, con alguna frecuencia, ignoraron factores locales

relevantes. Lemke destaca, no obstante, que esa actividad de redistribución territorial, pese al

gran impacto local, por lo general es de poco interés para los grandes poderes, siempre que no

afecten sus intereses, especialmente comerciales y de suministro de materias primas. También

son temas importantes en la estructuración del status quo local la navegabilidad de las vías

fluviales, el acceso al agua para el riego, el acceso a lugares sagrados, entre otras cuestiones

étnicas, militares, económicas e ideológicas.89 Minor powers, according to the model, fight for

the privilege to write the rules governing important local elements or their relations with each

other.90 Para la Cuenca del Plata del siglo XIX, la demarcación de fronteras y la navegabilidad

de los ríos eran temas cruciales y, como se verá, en cierta medida, responsables por la Guerra de

la Triple Alianza.

87 Ibid., p. 51
88 Ibid., p. 54
89 Local issues of diplomacy, economics and/or security politics not addressed by the global status quo would most
likely compose the substance of a given local status quo. LEMKE, 2002, p. 54
90 Ibid., p. 68
36
El autor cita la Guerra del Pacífico, que tuvo lugar entre 1879 y 1883, entre Chile, Perú y

Bolivia, como ejemplo de un conflicto típico en el marco de las jerarquías regionales, sin interés

para las potencias globales. Las fronteras de los tres países se encuentran en el Desierto de

Atacama, región rica en minerales como cobre, nitratos, entre otros. En esa época, el sistema

local era definido por la supremacía de Perú, que controlaba la subregión y mantenía una alianza

con Bolivia. Chile, en la condición de potencia ascendente, entró en guerra con ambos países,

luego de alcanzar una relativa paridad con Perú. En el contexto de la reacomodación del status

quo, Chile redefinió las fronteras, negándole el acceso al mar a Bolivia e incorporando una

porción considerable del territorio de Perú. Dado que los chilenos siguieron exportando los

minerales de interés, las potencias occidentales se mostraron desinteresadas por los cambios

locales en el status quo.

A fin de identificar los límites de cada jerarquía local, Lemke utiliza como criterio la

relevancia o no que los países tienen en el desarrollo de la política exterior y en la planificación

militar del entorno91. De esa forma, los grupos son delimitados de acuerdo con el nivel de

interacción y relevancia mutua entre vecinos. De ese supuesto deriva el hecho de que los estados

pertenecientes a una jerarquía local deben ser capaces de interactuar militarmente entre sí, es

decir, de impactar militarmente el territorio del otro. Cuanto más poderoso fuere un estado,

mayor será el área sobre la cual tendrá la capacidad de ejercer influencia militar. Cuanto más

distante estuviere el objetivo, mayor será el esfuerzo. Como se sabe, el poder disminuye con la

distancia, en función del loss-of-strength gradient.92

De esa manera, Lemke define las jerarquías locales como sets of dyads with the ability to

reach each other militarily (…). Such states are virtually certain to take each other’s likely

91(…) the members of each local hierarchy consider each other when developing their foreign policies and
planning for various military contingencies. Ibid., p. 68
92 BOULDING, 1962 in: LEMKE, 2002, p. 70
37
courses of action into account when formulating military contingency plans.93 Es entre esos

estados, mutuamente alcanzables militarmente, que se desarrollarán los conflictos por el cambio

de status quo en el marco de las jerarquías locales.

Partiendo de ese concepto de “alcanzabilidad militar”, el autor usa cálculos matemáticos

–que no serán abordados en este trabajo– para establecer cuáles son las jerarquías locales

alrededor del mundo. Cabe mencionar solamente que esos cálculos contraponen el tiempo en

millas/día que un estado tarda en alcanzar el otro y el loss-of-strength gradient en la fórmula de

Boulding revisada por Lemke.94

Utilizando esos cálculos estrictamente, el autor encuentra de forma persistente cuatro

grupos en América del Sur: en la región Norte, Colombia, Ecuador y Venezuela; en la costa del

Atlántico, Argentina, Brasil y Uruguay; en la costa del Pacífico, Chile y Perú; en la región

central, Bolivia y Paraguay –esas son regiones extremadamente reducidas, pero el autor recuerda

que las jerarquías locales de hecho son menores de lo que se piensa. 95 Esa estimación es

corroborada por la historia diplomática de América del Sur. Al comparárselos con el mapa del

período colonial, se observa que los Virreinatos de Nueva Granada, del Perú y del Río de la Plata

corresponden aproximadamente a la división propuesta por Lemke.

Lemke argumenta, además, que varios textos importantes sobre la historia diplomática de

América del Sur, de autores como Davis y Wilson (1975) y Bethell (1984-1991), están

organizados en torno a esas cuatro regiones. Casi intuitivamente, distintos autores también

sistematizan las interacciones sudamericanas de acuerdo con las jerarquías locales de Lemke:

Burr (1955:40) se refiere a un sistema de equilibrio de poder en el Río de la Plata y de otro entre

93 LEMKE, op. cit., p. 71


94 Ibid., pp. 71-81
95 Ibid., p. 82
38
Chile y Perú; Ortega (1984:373) describe a la Guerra del Pacífico como el resultado de una

rivalidad característica de jerarquías locales, según la descripción de Lemke.96

Sin embargo, el autor reconoce que después de los años 1970, con la mejora del sistema

de transporte en el subcontinente, se consolidó una única jerarquía local, con Brasil como

potencia dominante. According to my calculations the ‘tyranny of distance’ separating South

American states from each other has largely been eroded owing to the shrinking world of

advancing technology.97

A los efectos del presente estudio y teniendo en cuenta el período estudiado, se

considerará la jerarquía local de la Cuenca del Plata, compuesta por Brasil, Argentina, Uruguay y

Paraguay; coincidentemente o no, los estados involucrados en la Guerra de la Triple Alianza.

96 LEMKE, 2002, p. 96
97 Ibid., p. 82
39
CAPÍTULO 2

STATUS QUO: SATISFACCIÓN E INSTATISFACCIÓN

Nations can be dissatisfied with the status quo for different reasons (...). In such cases their
relations will be very noncooperative, and there may be a high probability that they will resort to
war.98

Status quo en la Cuenca del Plata: 1840-1865

A la luz de los conceptos presentados en el capítulo 1, este capítulo será dedicado a

estudiar el status quo en la Cuenca del Plata de mediados de siglo XIX y la evaluación que de él

hacían los cuatro estados participantes de aquel sistema de poder local: Brasil, Argentina,

Paraguay y Uruguay.

La situación en la Cuenca del Plata en ese entonces no se encuadra en una premisa básica

de la teoría de la transición de poder en la que el poder predominante, por definición, está

satisfecho y defiende el status quo –by definition, the dominant power is satisfied (…). The

dominant nation is the defender of the status quo.99 Esa afirmación tiene sentido si ya existe, de

hecho, un status quo construido en función de los intereses del poder dominante que lo beneficie

materialmente, aumentando su poder, a la vez que legitima sus instituciones y valores

internacionalmente. Sin embargo, la Cuenca del Plata aún era un sistema en formación, en el que

había estados más fuertes que otros, pero no había todavía una jerarquía organizada conforme a

lo previsto por la teoría de la transición de poder. La región era una gran caldera donde se

cocinaban lentamente desconfianzas y disputas en el plano internacional, condimentadas por

alianzas inestables y crisis internas en el marco de la consolidación de los Estados-nación.

98 TAMMEN et all, op. cit., p. 11


99 Ibid., p. 9
40
A mediados del siglo XIX, el proceso de consolidación de los estados nacionales en la

porción austral de Sudamérica se dio en un contexto de intensas disputas territoriales,

comerciales y de influencia política. Thompson afirma que los países de la región mantenían

relaciones sólo en virtud de la ineludible proximidad geográfica, pero “se odiaban

cordialmente”100. La principal característica de los conflictos en la región durante ese período fue

la interpenetración de intereses y fuerzas políticas que actuaban en esos países, generando

sistemas de alianzas complejos y cambiantes. La fluidez de las alianzas durante aquél período es

sintomática de la inestabilidad de la impresión que los actores tenían con relación al propio

status quo -no había estados plenamente satisfechos.

Desde 1840 hasta 1865, Brasil, Paraguay y Argentina disputaron tierras, prestigio y poder,

en distintas etapas de desarrollo socioeconómico y consolidación como Estado-nación, sin un

conocimiento mutuo lo suficientemente grande como para que hubiera un consenso sobre la

posición que cada uno ocupaba en la estructura regional. El nuevo status quo de la región

poscolonial aún estaba por forjarse, a través de negociaciones y del uso de la fuerza. Pese a que

no había claridad sobre el rol que cada país ocuparía en ese contexto, ya había una buena noción

sobre cuáles eran más fuertes y tenían más posibilidades de sobreponerse: Brasil y Argentina.

Uruguay, a su vez, último país en conquistar su independencia, en 1828, ya sabía que le

correspondía un papel secundario en esas disputas. Paraguay, en ese contexto, era una incógnita,

desconocido por sus vecinos en virtud del aislamiento autoimpuesto luego de la conquista de la

independencia y considerablemente subestimado por sus vecinos.

Como bien sostiene Whigham, ante la falta de un nuevo status quo claramente definido,

las tradiciones heredadas de Portugal y de España mantuvieron un papel relevante en el

100 GEORGE THOMPSON. La Guerra del Paraguay. Asunción: Servilibro, 2014. p. 17


41
establecimiento de las conductas estatales después de las independencias en América del Sur 101.

Se heredaron las rivalidades y premisas sobre la posesión de la tierra, el imperio brasileño adoptó

el uti posidetis y las antiguas colonias españolas se aferraron a los tratados convencionales

firmados desde el siglo XVI. Brasil y Paraguay asumieron también el comportamiento de las

antiguas potencias ibéricas en las fronteras -en lo que diferían muy poco entre sí.

En un ambiente de competencia constante, estaban siempre atentos a movimientos

potencialmente desagradables entre ellos, armaban grupos indígenas hostiles, destruían

asentamientos rivales, falsificaban cartas y otros documentos. Incluso las áreas más aisladas eran

objeto de una profunda rivalidad.

Así como España y Portugal se hacían mutuos reclamos sobre sus posesiones
en Sudamérica, así lo hicieron sus estados sucesores para obtener ventajas
territoriales. (…) los españoles y luego los paraguayos basaban sus derechos
de soberanía sobre preceptos legal y divinamente sancionados. (…) En cambio,
los portugueses habían mostrado siempre mayor flexibilidad al interpretar
mandatos legales y diplomáticos que sus vecinos españoles o
hispanoamericanos. (...) La presencia física era lo determinante .102

Paraguay –que había conquistado su independencia en 1811 luego de la derrota militar de

las fuerzas argentinas dirigidas por Manuel Belgrano, en el marco de la disolución del antiguo

Virreinato del Río de la Plata, creado en 1776 por España–, inició su vida independiente

acechado por la amenaza de un intento de anexión por parte de Argentina, bajo el liderazgo de

Buenos Aires. La capital estaba fortalecida en el contexto nacional en virtud de su posición

estratégica como puerto de salida y recepción del intercambio comercial. Por ese motivo,

Paraguay se mantuvo cerrado hasta la década de 1840, cuando Carlos Antonio López asumió el

gobierno de un país lo suficientemente estructurado como para empezar a relacionarse con sus

vecinos de manera más estrecha y desempeñarse en la política regional del Plata más

101 THOMAS WHIGHAM. La Guerra de la Triple Alianza: Causas e inicios del mayor conflicto bélico de
América del Sur. 2v. v1. Asunción: Santillana, 2010. p. 93
102 Ibid., p. 93
42
intensamente. Es sintomático de esas circunstancias el hecho de que la proclamación formal de la

independencia paraguaya solo haya sucedido en 1842, pese a que el nombre del país había sido

alterado de Provincia a República en 1813. En un segundo momento, Paraguay pasó a sentir las

presiones por la indefinición de los límites con Brasil. Temía la pérdida de territorio con Brasil

en la región de Mato Grosso y por ese motivo creó obstáculos para el tránsito fluvial en la zona,

lo cual provocó el aumento de tensiones en las relaciones entre ambos países.

Ante lo expuesto, y dentro del cuadro teórico-esquemático de la teoría de transición de

poder, se puede afirmar que Brasil era una potencia dominante (o casi) insatisfecha, Argentina

era un actor mediano insatisfecho, Paraguay un actor mediano, en ascensión, insatisfecho y

Uruguay era un estado pequeño, insatisfecho.

Década de 1840

El año de 1840 creó condiciones propicias para la reintegración de Paraguay a su entorno

y para una participación más activa de Brasil en las cuestiones platinas. En Paraguay, la muerte

de José Gaspar Rodríguez Francia abrió el camino para una política exterior más activa con

Carlos Antonio López, quien encontró al país lo “suficientemente estructurado” como para

“articularse externamente en defensa de su independencia.” 103 En Brasil, el fin del conturbado

período de regencia (1831-1840), a raíz del adelanto de la mayoría de edad de Pedro II, creó las

condiciones para que se desarrollara una política para la región del Plata. 104 Brasil y Paraguay

empezaron a forjar una relación de estrecha confianza, establecida sobre intereses comunes,

mientras que mantuvieron relaciones dispares con Argentina y Uruguay, divididos entre

federalistas y unitarios y blancos y colorados, respectivamente.

103 DORATIOTO, 2002, p. 26.


104 Ibid., p. 25.
43
Francia, el primer gobernante de Paraguay, había mantenido al país estratégicamente

cerrado al contacto exterior, buscando evitar nuevos intentos de dominación por parte de

naciones vecinas y, en el plano interno, eliminó cualquier oposición a sus planes de gobierno. En

la década de 1830, los intentos de Juan Manuel de Rosas de reunir a las antiguas provincias del

virreinato bajo su liderazgo contribuyeron al mantenimiento de esa política de aislamiento.

Francia estableció un gobierno con absoluta centralización del poder político y económico. La

élite española (“peninsulares”) y parte de la élite local perdió poder luego del descubrimiento, en

1820, de una conspiración para asesinar a Francia, lo cual implicó la aplicación de una justicia

sumaria contra los insurgentes. La Iglesia, a su vez, fue expulsada de Paraguay y sus bienes

pasaron a estar bajo el dominio del Estado.

El aislamiento adoptado por Francia tuvo un profundo impacto sobre la forma de

organización económico-social de Paraguay. El Estado pasó a regular todas las actividades y

asumió el monopolio comercial de la yerba mate, de la madera y del tabaco. Además, la

confiscación de tierras de la élite tradicional y de la Iglesia le proporcionó mayor poder para

desempeñar el rol de gestor de una precaria economía nacional. Como excepción, se entabló un

pequeño flujo de comercio, bajo control estatal, con la provincia de Corrientes, a través del

puerto de Villa del Pilar, y con Brasil, por Villa de Itapúa, sin que existieran, no obstante,

contactos oficiales. De esa manera, dejó como legado a un país socioeconómicamente atrasado,

aunque mínimamente organizado, sin deudas y, principalmente, con su independencia asegurada.

Carlos Antonio López, al mismo tiempo en que mantuvo la estructura interna, política y

económica, de la dictadura francista, buscó poner en práctica una política exterior más activa e

inmiscuirse en las cuestiones relativas a la Cuenca del Plata. Como forma de modernizar la

economía, el presidente paraguayo implementó gradualmente lo que Doratioto llamó de una

44
estrategia de “crecimiento hacia afuera”.105 En 1845, Carlos López abrió el país al comercio y a

la inmigración. Luego del restablecimiento de la Confederación Argentina, en 1852, con sede en

Paraná, Paraguay tuvo su acceso al mar garantizado, por donde podría comercializar su

producción e importar productos. Como resquicio de los tiempos francistas, no obstante, el

presidente mantuvo las restricciones a sus nacionales con respecto a la compra de tierras y el

casamiento con paraguayas (en este último caso, sin embargo, dejó prevista la posibilidad de

excepción mediante la autorización del gobierno).106

El Estado se concentró en la exportación de productos primarios, a partir de la cual

financió la rápida modernización, especialmente militar, sin endeudamiento externo. Sin

embargo, en virtud de la concentración estatal consolidada en el largo período en el que Francia

estuvo en el poder, no había en el Paraguay de la década de 1840 un sector privado estructurado,

con experiencia administrativa y capital financiero, para llevar adelante ese proyecto. Le

correspondió a la burocracia estatal, por lo tanto, asumir tales funciones.

El primer país en reconocer la independencia paraguaya fue Brasil, en 1844, lo cual

favoreció el establecimiento de relaciones de amistad entre ambos países en ese primer

momento. En aquel año, José Antônio Pimenta Bueno, futuro marqués de São Vicente, fue

enviado a Asunción como encargado de negocios. El representante imperial utilizó con gran

éxito las representaciones diplomáticas de Brasil con miras a facilitar el reconocimiento de la

independencia paraguaya por parte de otros estados.

La iniciativa brasileña estableció bases favorables para conquistar la confianza de Carlos

López, quien hizo de Pimenta Bueno uno de sus más cercanos interlocutores, incluso para temas

de carácter interno del gobierno paraguayo, como la redacción de decretos y leyes, además de

tratar de los problemas internacionales de Paraguay. En una feliz luna de miel, de íntimo
105 DORATIOTO, 2002, p. 29.
106 THOMPSON, 2014, p. 26.
45
entendimiento, el ministro brasileño (…) se convirtió en un verdadero procónsul del Imperio,

con positiva gravitación en los actos del gobierno107. Durante un corto período, la influencia

brasilera en Asunción no tuvo límites.108

Con ese acercamiento, Brasil tenía como objetivos lograr la libre navegación de los ríos

compartidos por los dos países, esencial para la comunicación de la capital brasileña con el

interior del país, y mantener a Paraguay alejado de la Confederación Argentina a cualquier costo.

El emisario brasileño, Pimenta Bueno, había sido instruido “a emplear todos los medios para

evitar que Paraguay se aproximara a la Confederación Argentina”.109

Facilitó también el acercamiento entre Paraguay y Brasil la aversión común hacia Rosas,

que se negaba a reconocer la independencia de aquel país y buscaba crear obstáculos al tránsito

comercial paraguayo por medio del río Paraná, que estaba bajo su control. Brasil, a su vez, veía

con malos ojos el apoyo de Rosas a los blancos en la lucha contra los colorados en la Guerra

Grande de Uruguay (1838-1951), por temer que esa intervención escondiera intenciones de

dominación y anexión por parte de Argentina. Por lo tanto, Brasil y Paraguay tenían como

desafecto común a la Argentina.

Esas relaciones especiales con Paraguay se consagraron en la política de defensa de la

integridad territorial de Paraguay y de Uruguay, adoptada por el Partido Conservador, que

gobernó el Imperio desde finales de la década de 1840 hasta 1862. La estrategia tenía como

propósito defender intereses comerciales –la garantía de la libre navegación– y estratégico

militares –evitar la ampliación de la frontera entre Argentina y Brasil y, consecuentemente, el

área que debía ser defendida de un posible ataque de Rosas.

107 EFRAÍM CARDOZO. El Imperio del Brasil y el Río de la Plata: Antecedentes y Estallido de la Guerra del
Paraguay. Asunción: Intercontinental Editora, 2012. p. 56.
108 Ibid., p. 73.
109 DORATIOTO, 2002, p. 27.
46
El Imperio temía que la consolidación de un vecino poderoso en el Río de la Plata pudiera

costar la independencia de Paraguay y de Uruguay y, consecuentemente, la navegabilidad de los

ríos de la región. En el caso de anexión de esos dos países por parte de Argentina, no había

garantías de que los ríos platinos no serían nacionalizados. Resultaba imperativo, no obstante,

asegurar el acceso por vía fluvial a Mato Grosso, única forma razonable de mantener un contacto

entre la capital brasileña y aquella provincia en ese entonces.

Según Amado Cervo y Clodoaldo Bueno, desde 1843, cuando el Imperio se acercó

momentáneamente a Rosas, hasta su derrocamiento en 1851, la política platina de Brasil se

definió en función del caudillo argentino110. El establecimiento de relaciones con Paraguay y

Uruguay eran resultado de las intenciones brasileñas con respecto a la Argentina y, más

específicamente, a Rosas. La batalla de Monte Caseros, en febrero de 1852, representó, según

aquellos autores, a derrocada de Rosas, que se escapó para la Inglaterra, a derrota de uma

política inglesa para o Prata e a ascensão do Brasil como nova potência regional,

temporariamente hegemônica111. Para Carlos A. López, la caída de Rosas se presentó como una

oportunidad para deshacerse de la tutela brasilera, que ya no necesitaba, y trocó su benevolencia

por enemistad. Asunción fue desde entonces el sitio más ingrato para los diplomáticos del

Imperio112.

La estrategia del Imperio en la región del Plata se vio facilitada por los procesos internos

en desarrollo en Argentina y en Uruguay, que, a diferencia de Paraguay, todavía estaban

estructurando las respectivas bases nacionales. En los enfrentamientos entre las distintas

facciones de esos países, el gobierno imperial (a pesar de estar bajo dominio del Partido

Conservador) apoyaba a las élites brasileñas, que se manifestaban a favor del comercio exterior

110 AMADO LUIZ CERVO e CLODOALDO BUENO. História da Política Exterior do Brasil. 2.ed. Brasília:
Editora Universidade de Brasília, 2002. p. 110.
111 Ibid., p. 116.
112 CARDOZO, 2002, p. 73.
47
y, por lo tanto, de la libertad de navegación de los ríos. En ese contexto se formó la alianza entre

el Imperio del Brasil, la facción política de los colorados en Uruguay y el gobernador de la

provincia de Entre Ríos, José Justo de Urquiza. Fue esa alianza que permitió la caída de Rosas,

en 1852.

Paralelamente a la aproximación con Brasil, Paraguay formalizó relaciones también con

la provincia de Corrientes, con la cual mantenía un intercambio comercial desde la época de

Francia. En julio de 1841, se firmaron dos tratados: uno de Amistad, Comercio y Navegación, y

otro de Límites, por medio de los cuales se sentaron las bases para el libre comercio y relaciones

operativas hasta que se llegara a un acuerdo sobre las fronteras.

Década de 1850

La década de 1850 fue testigo del derrumbe de las bases que sostenían los vínculos entre

los cuatro países del subsistema de poder del Río de la Plata, los cuales se construyeron en el

período anterior. Las relaciones se tensaron, sospechas se profundizaron, aliados llegaron a

amenazar con la guerra y enemigos se aproximaron. En ese período, Carlos López revisó sus

alianzas inicialmente establecidas con Brasil y con la Confederación Argentina, en ambos casos

en razón de la indefinición de las cuestiones de límites y de la navegabilidad de los ríos.

En el caso de la recién restaurada Confederación, luego del inmediato reconocimiento de

la independencia de Paraguay, en 1852, los dos países firmaron un tratado de límites que

establecía que el territorio paraguayo llegaría hasta el río Bermejo, en la región del Chaco, y la

Confederación se quedaría con el área de Misiones. Dicho tratado, sin embargo, no fue aprobado

por el Congreso de la Confederación, en 1855, lo cual condujo al acercamiento entre López y el

Estado de Buenos Aires, en una flagrante demonstración de la fragilidad de las alianzas en la

región del Plata de mediados del siglo XIX.


48
Las relaciones se pondrían aún más tensas con la Confederación al año siguiente. En

1856, el gobierno de Paraná envió a un representante a Asunción, Tomás Guido, que, entre otros

temas, tenía la misión de revertir la demarcación de los límites a su estado del período colonial,

lo cual implicaría dejar todo Chaco, además de Misiones, en manos argentinas. El 29 de julio de

1856 se firmó el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, pero la cuestión de los límites

quedó suspendida durante seis años.

En el caso del Imperio, luego de una primera década de contactos positivos –fomentada

por la política del Partido Conservador de mantener la integridad territorial de Paraguay y de

Uruguay como forma de contener a la Argentina– Brasil y Paraguay empezaron a desarrollar

cierta rivalidad relacionada a cuestiones fronterizas, que había tenido desenlaces con respecto al

permiso de navegación de los ríos en territorio paraguayo, vital para el Imperio brasileño. Brasil

reivindicaba el establecimiento de los límites con Paraguay en el río Apa, de acuerdo con el uti

posidetis, y Paraguay proponía el río Blanco, con base en el Tratado de San Ildefonso, de 1777,

firmado por Portugal y España.113

En cuanto al tránsito fluvial, Carlos López creó dificultades para la libre navegación del

río Paraguay por parte de buques brasileños, condicionándola a la demarcación de la frontera

entre los países. El impase negociador perjudicó los intereses brasileños a tal punto que el

Imperio presentó la posibilidad concreta de ir a la guerra con Paraguay. En las palabras de

Doratioto, a vital importância dessa navegação para o Império levou-o a ameaçar o Paraguai

com uma guerra, para a qual este não estava preparado.114

La perspectiva de una guerra con Brasil convenció a aquel país a ceder y firmar, en abril

de 1856, un tratado que garantizaba la libre navegación. Las negociaciones sobre fronteras

113 El Brasil ocupaba el Pan de Azúcar, colina situada en el territorio disputado, de donde fue desalojado por los
paraguayos. Este asunto quedó pendiente y se concluyó un tratado dejando aplazada la cuestión de límites. Desde
aquel tiempo el Paraguay ocupó siempre este territorio. THOMPSON, 2014, p. 26.
114 DORATIOTO, 2002, p. 32.
49
quedaron postergadas durante seis años y se mantuvo la situación pendiente en el territorio en

litigio entre los ríos Apa y Blanco.

La suspensión del debate entre el Brasil y el Paraguay sobre fronteras aquel año fue el

embrión de la Guerra de la Triple Alianza. Durante los seis años en los que se suspendieron las

negociaciones diplomáticas, se mantuvieron, y posiblemente recrudecieron, las disputas in loco.

En 1862, cuando se retomaron los debates, el margen de maniobra para las diplomacias entre

ambas partes se encontraba muy reducido.

Además, el acuerdo de 1856 solucionó solo parcialmente el problema de la libre

navegación de los ríos. Aunque el acuerdo lo previera, Paraguay siguió encontrando argumentos

de carácter técnico para dificultar el acceso brasileño, por temor a que Brasil armara

militarmente a Mato Grosso y las regiones adyacentes. La inminencia de una guerra era vista por

Carlos Antonio López como algo que solo podría ser postergado, pero no evitado. Como

consecuencia, pasó a tomar medidas para proteger su territorio y ganar tiempo para fortalecer su

sistema de defensa.

La dilación de seis años para el arreglo de límites daba tiemplo simplemente a


que se implementaran nuevos recelos. Bajo la inspiración de su hijo Francisco
Solano, el viejo López empezó a armarse. Se fortificó a Humaitá; se aumentó el
efectivo del ejército permanente; fueron contratados expertos militares e
ingenieros europeos; se importaron armas y municiones. Ninguna de las partes
desplegaba el menor esfuerzo por alcanzar un acuerdo dentro del amplo tiempo
estipulado115.

Tanto Carlos López como Francisco Solano López estaban convencidos de que Brasil y

Argentina, a pesar de todas las rivalidades existentes entre ellos, no tardarían en entenderse para

atacar a Paraguay; esta con el objetivo de “atentar contra la independencia guaraní” y aquel en

virtud de las cuestiones fluviales. Según Doratioto, los preparativos de Carlos López –a

115 PELHAM NORTON BOX. Los Orígenes de la Guerra del Paraguay contra la Triple Alianza. Colección: Las
Guerras del Paraguay. Asunción: El Lector. p. 46.
50
diferencia de la postura que Solano López adoptaría en el futuro– no tuvieron una finalidad

ofensiva, sino defensiva.116

El impase con respecto a los límites y, especialmente, con respecto a la navegabilidad de

los ríos hizo con que Río de Janeiro también empezara a prepararse para la guerra comprando

armamentos.117 Paralelamente, el gobierno brasileño siguió insistiendo en una solución

negociada, a fin de evitar un enfrentamiento armado. En 1857, Brasil envió dos emisarios al

Paraguay (el segundo de ellos siendo el propio ministro de Asuntos Extranjeros José Maria da

Silva Paranhos), con el objetivo de revisar las reglamentaciones que restringían la libre

navegación de los ríos, lo cual era el centro de la preocupación brasileña.

Las instrucciones de Paranhos revelan el intuito verdaderamente pacífico de su misión:

Parece que el espíritu de intriga le ha infundido a López la desconfianza de que


pretendemos preparar la provincia de Mato Grosso para resolver la cuestión de
límites por las armas. Las instrucciones que tengo que dar a V. E. para disipar
tan infundada preocupación, importarían el desconocimiento de los medios que
tiene V. E. para convencer al señor López de los sentimientos pacíficos que el
gobierno imperial ha hasta ahora poseído, por esperar que el del Paraguay
procediese de igual modo en el cumplimiento de sus obligaciones. No es dudoso
para el gobierno imperial el triunfo de nuestras armas en una lucha con el
Paraguay, atento a las fuerzas de que podemos disponer; la guerra, sin
embargo, debe ser el último recurso entre los pueblos civilizados. 118

Sin embargo, las noticias del paso de Paranhos por el Estado de Buenos Aires y por la

Confederación despertaron sospechas en cuanto a una posible articulación militar e hicieron con

que Carlos López considerara más prudente ceder en las negociaciones con Brasil. El 12 de

enero de 1858, firmaron un protocolo –considerado “satisfactorio” por Paranhos– que facilitaba

la navegación de los ríos y delimitaba la parte occidental de las fronteras, definiendo la Bahía

Negra como el límite en el Chaco.

116 DORATIOTO, 2002, p. 35.


117 Paulino de Souza afirmou, em 1857, que ‘no caso presente tem toda a aplicação o princípio de que na paz
cumpre preparar para a guerra’ (...) Nesse ano, no almirante Marques de Lisboa foi enviado para a Europa, com a
missão de comprar 100 mil rifles e acompanhar a construção de seis navios de guerra. Enquanto isso, eram
enviadas tropas com numerosos oficiais para Cuiabá. Ibid., p. 33.
118 Instrucciones, setiembre 16, 1875, RELATORIO, 1858, Anexo c, doc. 6. In: EFRAIM CARDOZO, 2002, p. 70.
51
Las intransigencias de Brasil y Paraguay en la cuestión de los límites terminarían por

envenenar las relaciones bilaterales. Por su parte, Brasil veía crecer las posibilidades de perder a

Mato Grosso en la misma medida en la que se fortalecía y consolidaba la influencia del Paraguay

en aquella región, lo cual comprometería la integridad territorial del Imperio. Paraguay, a su vez,

acusaba a Brasil de promover el avance sobre el territorio en litigio, incumpliendo el acuerdo de

preservación del status quo.

Se cita, a continuación, un fragmento ilustrativo del impase vivido por Brasil y Paraguay:

Carlos López no escondía de Brasil su determinación de no ceder en la


cuestión territorial. Le manifestó al nuevo encargado de Negocios brasileño,
Carvalho Borges, que sería imposible llegar a un acuerdo sobre las fronteras
mientras los dos países se mantuvieran intransigentes. Acusó al gobierno
imperial de promover el avance sobre un área en litigio, incumpliendo el
acuerdo de mantener el status quo, y agregó que Paraguay no cedería
pacíficamente. Para Carvalho Borges, el presidente ‘nunca’ reconocería, por
medios pacíficos, la línea de frontera del Apa y del Iguatemi, salvo mediante
otras concesiones ‘sumamente onerosas’ para el Imperio. Por su parte, López
demostraba un ‘gran deseo’ de vivir en paz con Brasil, puesto que debía
preocuparse también con las reivindicaciones territoriales de la Confederación
Argentina.119

Al mejor estilo “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, la intransigencia paraguaya

terminó aproximando a Brasil y la Confederación Argentina. Desarrollaron iniciativas de

cooperación en diversas áreas, incluyendo una importante colaboración financiera que le

permitió a Urquiza la compra de “armamentos, municiones, víveres, objetos de arte y otros

artículos”120, y llegaron a hacer planes concretos para una cooperación militar contra Paraguay

(que no se concretó debido al impase en las negociaciones de fronteras). 121 Como gran beneficio

119 DORATIOTO, 2002, pp. 36-7.


120 Ibid., p. 34
121 En 1857, durante la visita del ministro de Asuntos Extranjeros José Maria da Silva Paranhos, se firmaron tres
acuerdos: el primero, para la extradición de delincuentes, de desertores y de esclavos fugados; el segundo, de
regulación de la navegación y el comercio por los ríos pertenecientes a los dos países; y, por último, un tratado de
límites, por medio del cual la Confederación “renunciaba a cualquier pretensión sobre la región de Misiones, al oeste
de los ríos Pepirí Guazú y San Antonio”. El Congreso de la Confederación, no obstante, se rehusó a ratificar los
acuerdos para la extradición de esclavos y el tratado de límites, al negar reconocimiento del principio uti possidetis.
Durante la visita de Paranhos, se concedió, además, un nuevo préstamo, por el valor de 300.000 patacones, con
intereses anuales del 6%. Ibid, pp. 33-4.
52
de esa misión, Paranhos negoció un protocolo que preveía que la Conferencia, junto con

Uruguay, reclamarían la apertura del río Paraguay a la libre navegación. El protocolo contenía,

además, una cláusula preventiva que preveía la posibilidad de cooperación en caso de guerra

contra el Paraguay.122

Posteriormente, el 2 de enero de 1859, se firmó un tratado de alianza entre el Imperio y la

Confederación, en el cual aquel reiteraba su apoyo a esta. Sin embargo, el Imperio no pudo

atender al pedido de apoyo de Urquiza contra Buenos Aires, debido a la presión inglesa en favor

de la neutralidad brasileña en la cuestión interna argentina. También le fue negado un nuevo

préstamo por el valor de 1 millón de pesos fuertes. En una clara evidencia de la fragilidad de las

alianzas en la región, la Confederación terminó recurriendo a Paraguay cuando la negociación

con Brasil no se concretó.

A esa altura, las alianzas de Carlos López eran tan volátiles como firmes eran sus

convicciones de que Paraguay tarde o temprano sería atacado. Cualquiera que estuviera

dispuesto a unirse a él sería aceptado como aliado.

Década de 1860

Doratioto destaca tres acontecimientos importantes a principios de la década de 1860,

más precisamente en 1862, que contribuyeron al recrudecimiento de la tensión regional. En

Argentina, la reunificación nacional, bajo el liderazgo de Buenos Aires, permitió que el país

volviera a tener una actuación más activa en la región. En Paraguay, la ascensión de Solano

López condujo al gobierno paraguayo a un gobernante con un perfil más propenso a la guerra.
122 À Confederação caberia, se o conflito se concretizasse, fornecer 6 mil homens, enquanto o Império
acrescentaria mais 8 mil soldados, além de forças navais que realizariam o bloqueio fluvial do país guarani,
atacariam as posições paraguaias e transportariam suprimentos e munições para as forças aliadas. O comandante-
em-chefe aliado seria o general Urquiza, governador de Entre Ríos. Caso não participasse do conflito contra
Assunção, caberia ao governo de Paraná permitir que as forças imperiais passassem pelo território de Corrientes,
enquanto o Brasil se comprometia, por seu lado, a impedir com sua Marinha um eventual ataque de Buenos Aires à
Confederação. DORATIOTO, 2002, p. 34.
53
En Brasil, asumió el gobierno el Partido Liberal, con menos experiencia en política exterior. En

pocos años las disputas se intensificaron de forma acelerada entre Paraguay y estos dos países, lo

cual llevó al Paraguay a declarar la guerra contra Brasil y Argentina. La autora agregaría que,

para este estudio, interesa notar que la situación política en el Uruguay de la década de 1860

actuó como catalizador de la resistencia federalista argentina en aquel país y desencadenó todo

un sistema de coaliciones que culminaría en la Guerra de la Triple Alianza.

En 1862 también venció la moratoria del acuerdo de 1856 con el Imperio en lo que

respecta a la cuestión de límites. En una carta, el canciller brasileño estableció los términos de la

negociación, asegurando, por un lado, que no solo respetaba la integridad de Paraguay, sino que

estaba dispuesto a respaldarla, además de manifestar su disposición al diálogo en el marco de

condiciones “justas y razonables”. Por otra parte, dejó claro que no cedería cualquier parte de su

territorio ni estaría dispuesto a sacrificar los derechos de terceros países (en referencia a la

disputa con Bolivia por el Chaco). No obstante, la estrategia del Imperio, según instrucciones a

Carlos Borges, era no insistir en las negociaciones de límites si no había señales de disposición

en ceder de la parte paraguaya, sino asegurar la vigencia de la Convención de 1856 –y

consecuentemente de la libre navegación– y la permanencia de hecho en el territorio que se

extendía hasta el río Apa, para la cual se consideraba respaldado “por títulos de posesión

‘incuestionables’”.123

El canciller brasileño –y buena parte de la clase política del país– estaba convencido de

que Paraguay no recurriría a recursos bélicos para resolver la disputa, lo cual consideraba una

“imprudencia” teniendo en cuenta la disparidad de poder existente entre los dos países. La

evaluación de Brasil, en aquel entonces, era que Paraguay era un país demasiado atrasado como

para representar cualquier amenaza real para Brasil. De esa manera, la opinión predominante en

123 DORATIOTO, 2002, p. 37.


54
los círculos políticos de Río de Janeiro era que la cuestión se solucionaría de forma pacífica, ya

que interesaba a ambos estados evitar el quiebre de la relación. La estrategia era, entonces, ganar

tiempo y consolidar la situación de posesión de hecho del territorio en disputa, al mejor estilo

portugués. El discurso del gobierno brasileño, formalmente, era de respeto hacia el territorio

paraguayo y, si fuera necesario, de apoyo al mantenimiento de su integridad.

A mediados de 1862, el canciller brasileño pronunció un discurso en la Cámara de

Diputados que confirmaba la intención del Imperio de resolver la cuestión de forma pacífica. Al

dirigirse a los parlamentarios, instó a la moderación, afirmando que cuando se trata de una

nación débil, no querramos resolver las cuestiones solamente a lo valentón, porque puede haber

también una nación fuerte que nos quiera aplicar la pena del Talión. Es necesario que seamos

moderados, prudentes y justos para con todos.124 Según Paranhos, el Brasil solamente debería

atacar si a esto llevado por el gobierno paraguayo. Creía, asimismo, en las intenciones pacíficas

de aquel país. El Paraguay no puede provocar una guerra con nosotros; no está en sus intereses,

no puede desconocer la desigualdad de recursos que hay entre uno y otro país 125. Sin embargo,

en ese entonces, Paraguay ya había empezado a movilizarse hacia la guerra.

A pesar de las intenciones pacíficas del Imperio, tanto Carlos López como Francisco

Solano López estaban alarmados “respecto de las intenciones belicistas que veían en Brasil”, con

base en suposiciones difundidas en las prensas carioca y porteña. El fortalecimiento de Buenos

Aires, de Bartolomé Mitre, después de la derrota de las tropas de la Confederación, de Urquiza,

estimuló la sensación de inseguridad del gobierno paraguayo. Por esa razón, los rumores

provenientes de Buenos Aires de que el Imperio se preparaba para atacarlo, tuvieron un impacto

más fuerte que lo normal, y, según declaró Carvalho Borges, Paraguay aumentó sus fuerzas en

124 ANNAES, DIPUTADOS, 1862, App., p. 76 in: EFRAIM CARDOSO, op. cit., p. 100
125 Ibid, p. 100
55
las regiones de frontera con Brasil. Es sintomática la declaración de Carlos López a Carvalho

Borges “de que no tenía la esperanza de vivir en paz con Brasil y que esa idea lo atormentaba”.126

Dado que el presidente paraguayo tuvo que recurrir a la prensa como fuente de

información primaria, sobresale la falta que hizo un cuerpo diplomático adecuado que

estableciera un contacto más próximo con Brasil y pudiera aclarar mejor cuáles eran las

intenciones entre las partes. Además, se percibió la fragilidad de la base sobre la cual los líderes

paraguayos establecieron su juicio sobre las reales intenciones de Brasil. De hecho, dada la

creciente sensación de inseguridad de Paraguay en los últimos años, las especulaciones de la

prensa brasileña, motivada por el deseo de incentivar la guerra o simplemente por la misión

sensacionalista de vender la noticia, encontraron un eco en el gobierno paraguayo mucho mayor

que cualquier gesto o declaración formal que le hicieran las autoridades brasileñas.

Se consolidó, a lo largo de los años, la misperception de los líderes paraguayos respecto

de las intenciones bélicas de Brasil, lo cual dio margen a la consistencia cognitiva que los llevaba

a interpretar bajo una luz siempre negativa los gestos del gobierno brasileño. A título de ejemplo,

se recuerda el caso de la condecoración de Solano López por D. Pedro II, cuando volvía de

regreso de su larga viaje a Europa, en 1855. Al ser informado, en Asunción, del estado de

beligerancia entre el Brasil y el Paraguay, el hijo del presidente interpretó las gentilezas (e

incluso la condecoración) que había recibido como “muestras de falsidad” y “se sintió apuñalado

por la espalda”. Por entonces, se refirió al monarca como “traicionero rei de los monos”.127

Desde el punto de vista paraguayo, el Imperio brasileño –antes su principal aliado– se

había vuelto una molestia. Los paraguayos consideraban una “provocación” el aumento de la

presencia brasileña en el territorio en disputa (a ejemplo de la fundación de la Colonia de

Dourados) y estaban convencidos de que la navegación brasileña era utilizada para enviar armas
126 DORATIOTO, 2002, p. 31.
127 LIMA, 2016, p. 63.
56
a Mato Grosso. El tiempo jugaba contra los intereses de Paraguay, una vez que paulatinamente se

iba consolidando la ocupación brasileña y, desde el punto de vista de Carlos López, la capacidad

militar de Brasil en la región. Ante ese nuevo escenario, asociado al fortalecimiento del poder del

general Mitre en Argentina, Carlos López, deseoso de limitar sus frentes de combate, llegó a

proponer reiteradas veces que Brasil y Paraguay dividieran el territorio en litigio, pero el Imperio

se mantuvo impasible.

En 1862, Carvalho Borges estaba convencido de las intenciones bélicas de Carlos López,

a raíz de pequeños gestos del gobierno paraguayo. En febrero de aquel año, Paraguay llevó a

cabo una incursión con un pequeño grupo de entre 60 y 70 soldados rumbo a las colonias

militares de Dourados y Miranda, instaladas en el territorio en disputa al margen de los ríos de

mismo nombre. En respuesta a la nota de protesta de tono moderado presentada por Carvalho

Borges, el canciller paraguayo replicó con una firme defensa de la incursión militar. En esa

época, el enviado brasileño informó a Río de Janeiro que el presidente López de hecho planeaba

una acción militar contra el Imperio, siempre y cuando consiguiera, como mínimo, la garantía

del general Mitre de que Buenos Aires no tenía intenciones hostiles con relación al Paraguay.128

El análisis de Carvalho Borges sobre los preparativos bélicos del gobierno paraguayo se

encuentra ampliamente corroborado en la literatura especializada. Se cita, a continuación, un

pasaje de Doratioto:

Em 6 de fevereiro de 1862, reuniram-se em Assunção, com Francisco Solano


López, ministro da Guerra, os chefes militares vindos de diferentes pontos do
país. Nessa ocasião, elaborou-se um “orçamento de gastos com a guerra” e
iniciou-se a mobilização militar, convocando-se todos os cidadãos entre
dezessete e quarenta anos de idade para o serviço militar. O major Pedro
Duarte foi nomeado para comandar o acampamento militar de Cerro León, a
uns noventa quilômetros da capital e centro daquela mobilização, que já
contava entre 4 e 5 mil recrutas. Em 15 de abril desse mesmo ano, Duarte
recebeu ordens de Solano López para regressar a seu antigo posto, de
comandante militar da vila de Encarnación, na fronteira leste, para organizar

128 DORATIOTO, 2002, pp. 38-9.


57
uma força militar de 10 mil soldados. O Paraguai preparava-se para a
guerra.129

Además de los obvios beneficios políticos, la guerra también le interesaba a Paraguay en

términos económicos. Su única fuente de ingresos era el mate, que encontraba competencia con

el producto brasileño, en un escenario de demanda inelástica. De esa manera, la única posibilidad

de que Paraguay aumentara sus exportaciones era a coste del mate brasileño.

La Guerra de la Triple Alianza tuvo como impulso final las disputas entre los grupos que

se formaron en torno de la independencia uruguaya. Creado como “buffer state” – segundo

lorde Ponsonby, representante do Governo britânico no Prata, [o Uruguai cumpria a função] de

um algodão entre dois cristais, as Províncias Unidas do Rio da Prata e o Império do Brasil,

evitando que se chocassem130– Uruguay terminó siendo el catalizador de los conflictos. Por un

lado, Entre Ríos y Corrientes (que se negaban a aceptar la victoria de Buenos Aires) se

articularon con el gobierno de los blancos uruguayos, contrarios a Mitre, y el gobierno

paraguayo, que, al igual que la resistencia argentina, veía en el puerto de Montevideo la

oportunidad de una salida al mar.131 Por otro lado, se asociaron el gobierno argentino, los

colorados uruguayos y el Imperio.

El presidente Berro buscó limitar la influencia del Imperio en Uruguay eliminando

privilegios comerciales, cerrando determinados ríos a la libre navegación (Cebollatí, Tacuru y

Olimar) y transfiriendo a Gran Bretaña y a Francia las riendas de la aduana. Además, afectó los

intereses de los estancieros gaúchos al instituir un impuesto sobre las exportaciones de ganado en

pie hacia Río Grande y medidas para evitar el uso, en su país, de mano de obra esclava por parte

129 DORATIOTO, 2002, p. 38.


130 Ibid., p. 45
131 Bartolomé Mitre afirmaría, posteriormente, que, vencido o tirano do Paraguai com todo o seu poder,
desapareceu a néscia esperança de que viesse ele derrocar o governo argentino em prol e honra dos reacionários
da República. Ibid., pp. 44-5
58
de hacendados brasileños, lo cual hacía con que el precio de su producción (charqui) fuera más

competitivo que el de los estancieros uruguayos, que utilizaban mano de obra libre.

De esa manera, la caída del presidente Berro pasó a interesarle tanto a la Argentina,

deseosa de consolidar el estado unitario, como al Imperio, que sufría presiones de los estancieros

gaúchos descontentos en Uruguay y deseaba obligar a Paraguay a aceptar el río Apa como

frontera entre los dos países. En abril de 1863, el caudillo colorado Venancio Flores invadió

Uruguay con el apoyo militar y el beneplácito del gobierno argentino. Mitre y Flores habían

luchado juntos el año anterior en Pavón, lo cual le rindió a los colorados “dinero y ‘miles’ de

mosquetones”.132

En 1863, el nuevo ministro de Relaciones Exteriores del Uruguay, Juan José de Herrera

(1863-4), deseando implementar una política exterior distinta al movimiento pendular entre

Argentina y Brasil tradicionalmente practicada por el gobierno uruguayo, identificó en Paraguay

al socio ideal con el cual establecer una alianza que sentara las bases de un nuevo equilibrio de

poder en la región. Al nuevo “bloque” se le sumarían, naturalmente, las provincias argentinas que

deseaban la autonomía con respecto a Buenos Aires. El emisario oriental, que partió de Uruguay

hacia Paraguay con la misión de ofrecer apoio recíproco na defesa das soberanias, incremento

nas relações comerciais bilaterais e garantia de livre navegação no Prata 133, no llegó a su

destino antes de la invasión colorada. Mayor éxito tuvo el cónsul paraguayo en Paraná, José

Rufino, quien le transmitió a Solano López una propuesta de Urquiza para la formación de una

alianza ofensiva y defensiva entre Uruguay, Paraguay y Entre Ríos. La percepción colectiva

convergía hacia la formación de dos agrupaciones de aliados.

Sorprendentemente, puesto que en menos de dos años él mismo daría inicio a una guerra

y que, según sus cálculos, tendría como únicos aliados a Montevideo y Urquiza, Solano López
132 DORATIOTO, 2002, p. 46.
133 Ibid, p. 46.
59
evitó comprometerse taxativamente con cualquiera de las propuestas, a fin de evitar entrar en una

línea de confrontación directa con el gobierno argentino. 134 Le respondió al enviado uruguayo

que cooperaría “de algún modo” con la defensa de aquel país en caso de declaración de guerra

por parte del gobierno argentino. A Urquiza le envió, por medio de su cónsul en Paraná, el

mensaje de que el gobierno paraguayo estaba de acuerdo con la toma de Buenos Aires, pero no

apoyaría cualquier intento de separatismo –lo cual podría alterar el equilibrio de poder en la

región en favor del Imperio brasileño.

En julio de 1863, cuando ese intercambio sucedió, el gobierno paraguayo aún apostaba a

la neutralidad de Mitre respecto de los conflictos internos uruguayos. Calculaba que la situación

se resolvería sin la necesidad de intervención externa, lo cual lo eximiría de una toma de

posición. Esperaba, también, que la división interna argentina y los roces de Buenos Aires con

los blancos en Uruguay favorecieran una mayor paridad en el Río de la Plata, lo cual beneficiaría

a Paraguay en su condición de ascendente insatisfecho. El gobierno oriental y los federalistas

argentinos, a su vez, solo veían “indecisión” en la postura reticente de Paraguay, pero creían

poder contar con su apoyo en caso de ser ello necesario. De esa manera, Solano López

administraba una “alianza potencial” con los federalistas y el Uruguay, que le proporcionara un

mayor peso político en la región, pero sin implicaciones más incisivas en términos militares, a

fin de evitar posibles episodios de animosidad con Río de Janeiro y Buenos Aires.

No obstante, Paraguay pronto daría con el límite de su ascensión diplomática sobre sus

vecinos. El intento de mediación entre Montevideo y Buenos Aires, acusada de apoyar el

levantamiento colorado con el objetivo de anexar a Uruguay, fue solemnemente ignorada por

Argentina, que se dirigió al Imperio brasileño para dar explicaciones al respecto.

134 La propuesta uruguaya contenía un ítem sobre la neutralización de la isla Martín García, en el Río de la Plata, lo
cual equivaldría a una declaración de guerra a la Argentina.
60
Una vez más López fue pasado por alto en el marco de las negociaciones entre los

gobiernos argentino y uruguayo para firmar un protocolo que asegurara que los colorados

refugiados en territorio argentino estarían legalmente prohibidos de organizarse contra el

presidente Berro. Mientras Mitre propuso al emperador Pedro II como árbitro, Berro propuso a

Solano López. La negativa de Mitre a aceptar al jefe de Estado paraguayo como árbitro –que

terminó creando un impase que impidió la conclusión del protocolo– fue tomada por López

como una ofensa personal. A principios de 1864, Uruguay y Argentina rompieron relaciones

diplomáticas.

Como bien apuntan Amado Cervo e Clodoaldo Bueno, o Paraguai dos López ressentia-se

historicamente do minguado papel que lhe reservara em assuntos internacionais o subsistema

regional, desde que Carlos Antônio engajara sua abertura externa. A pesar del poco espacio que

les era regalado a los López, prevalecia uma vontade nacional de potência, amparada por uma

economia próspera e efetivos militares extraordinários.135

Las sucesivas “desilusiones” del presidente paraguayo lo llevaron a revisar su estrategia

de inserción en la Cuenca del Plata. Ante los indicios de que no era “respetado” o “relevante” en

el contexto geopolítico regional tanto como desearía, adoptó una política más asertiva. Con el

objetivo de presentarse como “parte legítima del cuadro regional y factor de pacificación y

estabilidad en la zona”, López dirigió a Mitre una carta en la que alertaba que la “tradicional

política de neutralidad de Paraguay en las cuestiones platinas” podría verse alterada “en caso de

necesidad para la defensa de la seguridad paraguaya”. 136 Mitre, no obstante, no se dejó alterar.

Reafirmó la neutralidad argentina en las cuestiones internas uruguayas, pero subrayó que tal

posición resultaba de los intereses nacionales argentinos y podría modificarse en cualquier

momento, sin que la Argentina tuviera que dar explicaciones al respecto.


135 CERVO&BUENO, 2002, pp. 120-121.
136 DORATIOTO, 2002, p. 50.
61
El gobierno imperial, por su parte, sufría fuertes presiones internas debido a

insatisfacciones diversas. A principios de 1863, el Imperio rompió relaciones diplomáticas con

Gran Bretaña debido al bloqueo naval que se le impuso a Río de Janeiro y a la captura de cinco

buques mercantes en la bahía de Guanabara, como represalia por la desaparición del Prince of

Wales mientras navegaba por la costa de Río Grande do Sul. El posterior pago de una

indemnización a los ingleses generó un nuevo descontento, incluso entre los miembros del

partido conservador, que había logrado resistir a las presiones británicas mientras estuvo en el

poder en la década de 1840. Doratioto cita el análisis, en 1864, del representante argentino en la

capital carioca, José Ignacio Garmendia (1864-1865), según el cual depois da questão inglesa, o

estrondo das armas se agita em seu seio.137

A ese cuadro de insatisfacción interna se sumaba la situación de los brasileños en

Uruguay, de donde provenían relatos de que nacionales estarían siendo decapitados y exhibidos

por los caminos con el documento de nacionalidad en la boca, así como reiteradas quejas de los

ganaderos perjudicados por las medidas del gobierno uruguayo. En ese marco, el gabinete

imperial temía que los estancieros gaúchos decidieran liderar la guerra contra Montevideo,

aliados a los colorados, lo cual representaría una posible amenaza a la integridad del propio

territorio brasileño, teniendo en cuenta el espíritu secesionista observado en el movimiento

Farroupilha, en la década de 1830.

El marqués de Caxias –futuro duque de Caxias, uno de los héroes brasileños de la Guerra

de la Triple Alianza–, conservador y pragmático, era de la opinión de que “Brasil no debía

involucrarse en las cuestiones internas de sus vecinos”, sino solo “reforzar las guarniciones en

las zonas de frontera”, lo cual ya sería incentivo suficiente para que el gobierno uruguayo

cambiara su conducta hacia los súbditos del Imperio. Sin embargo, Brasil resolvió interferir para

137 DORATIOTO, 2002, p. 51.


62
atender al clamor popular, recuperar el prestigio de los liberales y asegurar la coparticipación

(junto con la Argentina) en eventuales beneficios en caso de una victoria de Flores.

En abril de 1864, se envió una misión especial al Uruguay, encabezada por el consejero

José Antônio Saraiva, con el objetivo oficial de defender los intereses de los ciudadanos

brasileños, los referentes a su integridad física, además de comerciales. Se especula, no obstante,

que la verdadera intención de Río de Janeiro era justificar la intervención que seguiría después.

Era importante para Brasil asegurar que una eventual invasión del territorio uruguayo sería por

los motivos antes mencionados, sin que hubiera sospechas de cualquier intención anexionista, lo

cual podría provocar una reacción de Gran Bretaña, con la cual había roto relaciones, o de la

Argentina. Mientras Saraiva mantenía negociaciones en Montevideo, la fuerza imperial ya estaría

siendo posicionada a lo largo de la frontera.

La misión Saraiva estuvo acompañada por un escuadrón a cargo del vicealmirante

Tamandaré –que también se convertiría en una figura legendaria en el imaginario brasileño a raíz

de importantes victorias en la Guerra de la Triple Alianza– como forma de intimidación. Sin

embargo, la estrategia no surtió efecto ya que el presidente Berro creía contar con el apoyo

paraguayo. Al contrario, el ministro de Relaciones Exteriores, Juan José Herrera, responsabilizó

al Brasil y a la Argentina por la guerra civil uruguaya en curso y cuestionó la veracidad de las

alegaciones de que los brasileños residentes en Uruguay estarían sufriendo persecuciones.

La fluidez de las comunicaciones, cuya deficiencia afectó negativamente a Paraguay,

probó reiteradamente ser un factor positivo para las relaciones entre Brasil y Argentina. Poco

antes de la partida de Saraiva, el enviado argentino José Marmol informó que su gobierno

planeaba mantenerse neutro con relación a las medidas de opresión que el Imperio llegara a

ejercer sobre Uruguay y no pedir auxilio brasileño para la resolución de las diferencias entre

aquel país y la Argentina. Esa aclaración permitió establecer más precisamente el margen de
63
actuación que Brasil tendría en Uruguay y fue reciprocado con una misión brasileña a Buenos

Aires.

A mediados de 1864, la Argentina también envió a un representante –su propio canciller,

Rufino de Elizalde– al Uruguay, para negociar un acuerdo de paz entre el gobierno de aquel país

y Flores. La mediación argentina no logró su objetivo de pacificar a Uruguay visto que Aguirre

cambió de opinión a último momento sobre las condiciones que habían sido acordadas, pero el

proceso tuvo efectos muy positivos sobre las relaciones con el Imperio, en términos de

construcción de confianza, con repercusiones importantes para la posterior institución de la

Triple Alianza, tal como relata Doratioto:

A aceitação por Saraiva, de forma imediata e sem restrições, da iniciativa de


paz de Mitre, repercutiu favoravelmente em Buenos Aires. A relação leal,
durante a mediação, de Elizalde com Saraiva, contribuiu para afastar
desconfianças do governo imperial em relação à política argentina quando ao
Estado oriental. Posteriormente, Saraiva escreveu que a Tríplice Aliança (...)
foi constituída em Puntas del Rosario.138

Al mismo tiempo, el eje Uruguay-Paraguay también estrechaba sus relaciones. El 14 de

julio, Antonio de las Carreras fue enviado a Paraguay con el mensaje de que Brasil y Argentina

pretendían dividir el territorio uruguayo. De esa manera, Paraguay era llamado a asumir el

debido protagonismo, a fin de evitar que sus rivales obtuvieran más fuerza en la región. Según

Doratioto, a essa altura, Solano López estava persuadido de que o governo brasileiro e o

argentino atuavam em comum acordo, não só quanto ao Uruguai, mas também quanto ao

Paraguai, devido à questão de fronteiras.139

Cuando Brasil intervino militarmente Uruguay, lo hizo con el beneplácito de Argentina,

que, aunque invitado a realizar una acción conjunta, prefirió mantenerse neutral. El 4 de agosto,

se le presentó un ultimátum al presidente Aguirre, de tono moderado, en el que se le concedía un

138 DORATIOTO, 2002, p. 56.


139 Ibid., p. 58.
64
plazo de seis días para dar cumplimiento a las exigencias. Según lo dispuesto en el documento,

las fuerzas brasileñas intervendrían solamente para proteger agentes consulares y ciudadanos

brasileños. La acción no sería un acto de guerra. Asimismo, se dejaba una brecha para una

solución pacífica, siempre y cuando no hubiera nuevos agravios. La nota brasileña fue devuelta

el mismo día, en tono arrogante. Según todos los indicios, esta parecía ser la oportunidad

anhelada por el gobierno uruguayo para que Paraguay adoptara una posición más firme con

respecto a sus rivales.

El 22 de agosto, en Buenos Aires, Saraiva firmó con Rufino de Elizalde un protocolo

declarando que la paz en Uruguay era indispensable para la resolución de las divergencias de ese

país con Argentina y Brasil. A través de ese documento, el gobierno argentino y el brasileño

reconocían, mutuamente, la libertad de acción con respecto a Montevideo, siempre que fuera por

medios lícitos (por el “derecho de las gentes”) y se respetaran la integridad territorial y la

independencia del Estado Oriental. Argentina y Brasil prometían auxilio mutuo en los esfuerzos

de cada uno para solucionar las respectivas cuestiones con el gobierno de Aguirre. A cooperação

argentino-brasileira no Prata ganhava contornos concretos.140

140 DORATIOTO, 2002, p. 59.


65
CAPÍTULO 3

EL PODER

Relative power establishes the precondition for war and peace in the international system141

Status quo en la Cuenca del Plata: 1840-1865

Es notable, entre los autores que escriben sobre la Guerra de la Triple Alianza, la

percepción de que el poder paraguayo era ampliamente superado por el brasileño en la década de

1860. En efecto, los datos parecen respaldar esa convicción. En 1860, Paraguay tenía 400.000

habitantes, 560.392 libras esterlinas de comercio exterior, 314.420 de recaudación de impuestos

(fines de 1864) y 77.000 hombres efectivos en el ejército. La Argentina tenía 1.737.076

habitantes, 8.951.621 libras de comercio exterior, 1.710.324 de recaudación de impuestos y

6.000 hombres efectivos en el ejército. Brasil, a su vez, tenía 9.100.000, 23.739.898, 4.392.226 y

18.320; y Uruguay, 250.000, 3.607.711, 870.714 y 3.163, ambos respectivamente142.

Es justamente sobre la base de la (aparente) disparidad de poder entre los países de la

Cuenca del Plata que Abente descarta la teoría del equilibrio de poder como explicación de la

guerra143. Según aquel autor, no había una situación de equilibrio regional que mantener, como

alegaba Paraguay - no balance of power existed in the sense of equilibrium in the Rio de la Plata

in the 1860s (…) Brasil was the undisputed, albeit not unrestrained, first regional power by any

standard, and its power far exceeded that of all other regional actors combined.144

141 TAMMEN et all, op. cit., p. 8


142 DORATIOTO, op. cit., p. 91
143 Según datos de Abente, Brasil tenía una amplia ventaja en el dominio de los recursos de poder en la región del
Plata, en términos poblacionales (79,2%), territoriales (70,9%, aproximadamente, dado que muchas regiones
limítrofes estaban en disputa), militares (56% de las Fuerzas Armadas) y comerciales (64% del comercio exterior).
En segundo plano, Paraguay detenía un importante poder militar (en términos cuantitativos -27% del total- y,
especialmente, cualitativos), mientras que Argentina tenía ventaja en términos poblacionales (15%), territoriales
(23%) y comerciales (24%), contra 3,5%, 4,6% y 1,5% de Paraguay, respectivamente. Op. cit., pp. 54-55.
144 ABENTE, 1987, p. 59.
66
Sin embargo, en el capítulo 1, vimos que la fórmula (PBI x Tax Effortª) + (Ayuda

Internacional x Tax Effort of Recipient), desarrollada por Organski y Kugler –que logró incluir la

capacidad política para estimar el índice de poder nacional– revela que los datos observados

individualmente pueden llevar a conclusiones erróneas sobre el poder relativo entre los estados.

En este contexto, intentaremos demostrar, en el presente capítulo, que la diferencia entre Brasil y

Paraguay, en la década de 1860, no era tan amplia como se cree.

Puesto que no hay datos disponibles para calcular todas las variables previstas en la

fórmula y teniendo en cuenta que no single factor is responsible for power 145, analizaremos en

detalle las implicaciones de los principales componentes del poder de los países involucrados en

la guerra, con el fin de comprender cuál es la situación real del Paraguay frente a sus vecinos,

especialmente Brasil, a la luz de la teoría de la transición de poder. Tener una idea clara de la

distribución de poder en la Cuenca del Plata es central, dado que el poder relativo de los países,

sumado a la evaluación que realizan del status quo, es uno de los principales motivos que

impulsan la guerra y la paz en un sistema internacional.

Debe recordarse que la medida del poder de los estados nunca será perfecta, dada la

existencia de variables intangibles146. La evaluación de la distribución de poder en la Cuenca del

Plata en aquella época enfrenta dificultades adicionales debido a la falta de información

simultáneamente completa y confiable de todos los países. Lo que se logrará, como máximo, es

una estimación cercana de esa distribución, con el fin de comprender si estaba dada la condición

de paridad entre Paraguay y Brasil, es decir, si Paraguay podría calificar como un challenger.

Pasamos al análisis de los datos disponibles.

145 ORGANSKI, 1960., p. 117.


146 The measurement of international power is not an easy matter, since so many intangibles are involved. Ibid., p.
115.
67
Desarrollo económico

Si bien no se identificaron datos confiables sobre el PBI de los cuatro países en la década

de 1860, los volúmenes de comercio exterior disponibles revelan que Brasil –y la Triple Alianza–

tenían una amplia ventaja sobre Paraguay en términos económicos. En 1860, como se informó

anteriormente, la proporción era de 1 (Paraguay) a 41 (Brasil), 16 (Argentina) y 6.25 (Uruguay).

No se puede afirmar categóricamente que las diferencias entre los PBI sigan esta misma

proporción –en especial porque los países de la Triple Alianza tenían un perfil orientado a la

exportación– pero se puede suponer, con grandes probabilidades de estar en lo correcto, que el

producto bruto interno de esos países difería casi en la misma medida de su comercio exterior.

Para evaluar los beneficios de la superioridad económica, individual y colectiva de los

integrantes de la Triple Alianza cabe preguntar si la misma se tradujo en equivalentes (i)

desarrollo económico interno y (ii) recurso de poder. Pasaremos a evaluar esas hipótesis.

¿Cuál era el grado de desarrollo económico interno relativo de Paraguay en la década de

1860? Dentro de la extensa bibliografía relativa a este tema controvertido, se identifican registros

de varios autores sobre los avances tecnológicos de ese país 147. En palabras de Doratioto, el

Paraguay que Solano López recebeu para chefiar era uma nação unificada, sem dívidas e,

graças à presença de técnicos estrangeiros, com avanços tecnológicos em relação a outras

nações do continente148. El autor también afirma, además, que, con los ingresos obtenidos de las

exportaciones de productos primarios, Paraguay passou por uma rápida modernização,

147 “El país está en pleno progreso y desarrollo”. LEONARDO CASTAGNINO. Guerra del Paraguay: La
Triple Alianza contra los Países del Plata. 2. ed. Buenos Aires: La Gazeta Federal, 2012. p. 48.
“En conjunto, la administración de López fue ventajosa para el país (…). El pueblo no fue jamás sobrecargado con
contribuciones, pagándose todas esas obras con los tesoros amontonados por su predecesor”. THOMPSON, 2014,
p. 27.
“(...) não se poderia negar que tanto o imperador brasileiro quanto Carlos López tinham agenas positivas e
projetos ambiciosos para seus respectivos países”. LIMA, 2016, p. 58.
148 DORATIOTO, 2002, p. 44. Su registro es considerado especialmente equilibrado porque el autor es
extremamente crítico respecto a la exaltación, típica de los adeptos de la teoría revisionista, del Paraguay como una
nación extremamente desarrollada en todos sus aspectos. Doratioto niega, por ejemplo, que el analfabetismo estaba
prácticamente extinto en aquel país y subraya que las técnicas agrícolas eran atrasadas.
68
basicamente militar, sem o concurso de capitais estrangeiros, pagando à vista a tecnologia e os

especialistas estrangeiros que importava149. Rosendo Fraga, a su vez, afirma que, desde un punto

de vista económico, el Paraguay era una potencia regional e incluso se había adelantado en

temas como ferrocarriles, telégrafos e industria150. Quizás hoy sea difícil imaginar ese país

porque la relación de fuerzas actual no refleja ni de lejos la situación vigente en aquel momento,

pero no se pueden ignorar los registros históricos.

El ingeniero civil inglés George Thompson, que trabajó en Paraguay desde 1858 hasta

1868 señala evidencias concretas de ese estado de modernización, en uno de los pocos

testimonios de primera mano conocidos. Guido Rodríguez Alcalá, quien escribió el prólogo del

libro de Thompson, se refiere al trabajo realizado por técnicos extranjeros, especialmente

ingleses, contratados desde 1848 por Carlos A. López en los arsenales, altos hornos, vapores,

ferrocarriles, construcciones civiles, ejército y sanidad militar 151. También se menciona la

fabricación de barcos y cañones, minas y torpedos, así como la construcción y organización de

hospitales, trincheras y fortificaciones, además de la instalación de un telégrafo y de un

importante ferrocarril.

Se puede afirmar que la estabilidad política asegurada por la independencia temprana del

país y por su elección de no involucrarse en cuestiones bélicas, asociada al emprendedorismo del

presidente López, permitió una rápida modernización a partir de la década de 1850. La

conducción del país se vio facilitada por el hecho de que el propietario de todas las inversiones

importantes en el país era el propio gobierno, que, además, contrató mano de obra a precios

insignificantes. Por su poder despótico sobre las personas y propiedades de sus habitantes,

149 Ibid., p. 29.


150 ROSENDO FRAGA. Qué hubiera pasado si...? Historia argentina contrafáctica 2.” 1. ed. Buenos Aires:
Ediciones B, 2016. p. 98.
151 THOMPSON, 2014, p. 8.
69
podía construir grandes obras sin más gastos que la compra del material traído de la

Inglaterra152. De otra parte, su producción agrícola, de tabaco, cueros, yerba mate, salitre, azúcar,

arroz y mandioca excedía sus necesidades y era comercializada por el estado con grandes lucros.

Contraintuitivamente, la precariedad de la estructura productiva de Brasil en las primeras

décadas del siglo XIX, asociada a una considerable inestabilidad política 153, contrasta débilmente

con la situación en Paraguay. Brasil llegó a mediados de ese siglo como una economía atrasada,

con “estructuras arcaicas” 154, integrado de forma periférica en el sistema internacional, sin que

las enormes riquezas producidas en el país durante sus tres siglos de existencia colonial se

revirtieran a favor de su desarrollo socioeconómico155.

Las pocas industrias brasileñas de mediados de siglo utilizaban, en general, trabajo

esclavo y equipamiento primitivo. En todo el país, havia apenas 50 manufaturas qualificadas

como empresas industriais, com capital total de 7 milhões de Mil-réis, equivalente a 840 mil

Libras Esterlinas156. Eran fábricas pequeñas, con pocas máquinas, consideradas aún muy caras en

aquella época, de alcance únicamente local, sin comercio entre las provincias157.

Entre los factores que favorecieron el “atraso” brasileño están la formación deficiente del

mercado interno (dada la lógica colonial exportadora) y del contingente de consumo (debido a la

estructura esclavista) 158, además del bajo desarrollo manufacturero, resultante de la inserción de

152 THOMPSON, 2014, p. 53.


153 En el año 1808, la familia real se traslado a Brasil y lo convirtió en la sede del Imperio de Portugal. En 1822, el
rey D. João VI regresó a Portugal, dejando a su hijo, D. Pedro I, como imperador del Brasil independiente. En 1831,
D. Pedro I también regresó a Portugal, dejando a su hijo de cinco años, D. Pedro II, en su lugar.
154 REGO, José Márcio y MARQUES, Rosa Maria (org.). Economia Brasileira. 6.ed. São Paulo: Saraiva, p. 23.
155 Marcelo de Abreu Paiva afirma mesmo que a economia brasileira ficou “estagnada” entre 1822 e 1850, no
contexto particular da proclamação da independência, por D. Pedro I, naquele ano, e da assunção, em 1831, de D.
Pedro II, aos cinco anos de idade. MARCELO DE ABREU PAIVA. O Brasil Império e a economia mundial. Textos
para Discussão. Departamento de Economia da PUC-Rio. In: http://www.econ.puc-
rio.br/uploads/adm/trabalhos/files/td662.pdf.
156 MORSE, Richard. Formação histórica de São Paulo (da comunidade à metrópole). São Paulo: Difel, 1970.
157 LIMA, Heitor Ferreira. História político-econômica e industrial do Brasil. São Paulo: Companhia Editora
Nacional, 1976, p. 241.
158 A economia colonial do Brasil, na fase açucareira, era orientada apenas para o mercado externo. As
exportações de açúcar geraram enorme afluxo de receitas em direção à Colônia, mas a riqueza obtida acabou
sendo despendida com importações, ou seja, retornou às economias centrais, enriquecendo um seleto grupo de
70
la metrópolis (Portugal) en el sistema internacional como proveedor de materias primas. Se

recuerda que aquel país renunció al desarrollo industrial a través del Tratado de Methuen, de

1703, con Inglaterra, lo cual prácticamente extinguió la práctica de esta actividad entre sus

nacionales. Autores como Celso Furtado y José Márcio Rego y Rosa Maria Marques afirman

que, si hubieran llegado a Brasil inmigrantes con alguna experiencia manufacturera en el período

colonial, la industria podría haber prosperado aún en esa etapa o luego de la independencia. El

oro también es considerado un obstáculo para la industria brasileña, pois entorpeceu a

Metrópole, desestimulando avanços da dinâmica fabril159.

La llegada de la familia real a Brasil no trajo cambios sustanciales al sistema de

producción brasileño, dadas las relaciones preexistentes entre Portugal e Inglaterra –ao

contrário, o Brasil firmou-se definitivamente como dominação inglesa intermediada pelos

portugueses, afastando-se de uma economia capitalista dinâmica 160. En palabras de José Márcio

Rego y Rosa Maria Marques, el “país más grande del continente sudamericano” mantuvo su

“atraso estructural” durante su transición de colonia a estado independiente 161. Como excepción,

cabe mencionar a los emprendimientos del Vizconde de Mauá, cuyo astillero construyó 72

barcos entre 1850 y 1861, además de grandes piezas para la construcción civil. Sin embargo,

incluso ese emprendimiento tuvo que cerrarse por falta de incentivos gubernamentales.

El boom de la industria en Brasil solo tuvo lugar en las últimas décadas del siglo, cuando

se combinaron algunos factores favorables para su desarrollo. Por un lado, la abolición de la

esclavitud proporcionó el surgimiento de un mercado laboral asalariado, la liberación de recursos

colonizadores e comerciantes. (...) O país permanecia povoado por uma massa humana em sua maioria escravizada
ou vivendo de subsistência, impossibilitada de formar um contingente consumidor relevante que gerasse um
mercado local nos moldes daqueles dos países de capitalismo desenvolvido. REGO&MARQUES, 2018, p. 22.
159 Ibid., p. 23.
160 Ibid., p. 24.
161 Ibid. p. 23.
71
para la inversión en otros sectores y el desarrollo de relaciones monetario-mercantiles 162, y por el

otro lado, la inmigración masiva aumentó la disponibilidad de mano de obra y la demanda

agregada163. Hasta el final del Imperio, sin embargo, el país enfrentó limitaciones en su mercado

interno y en su economía financiera:

De modo geral, a envergadura do mercado interno e da economia financeira


eram ainda bastante limitadas, pois asseguravam condições mínimas para o
início da produção capitalista, mas insuficientes para abrir caminho a seu
desenvolvimento livre. No momento da queda do Império, por exemplo, o total
de papel-moeda em circulação era igual a apenas 211 milhões de mil-réis
(cerca de 23 milhões de libras esterlinas), valor 2,4 vezes inferior ao da
circulação mercantil externa.164

La disparidad en la eficiencia de la movilización de los medios de producción –en otras

palabras, la capacidad política– de los dos países queda en evidencia al observar el proceso de

construcción de infraestructuras locales. En Paraguay, en solo 10 meses se construyeron 430 km

de ferrocarriles, conectando Asunción y Paso de la Patria165. En Brasil, el emprendimiento vial

más importante de todo el siglo XIX, la Estrada da União e Indústria (Camino de la Unión y la

Industria), que conectaba Río de Janeiro a Minas Gerais, tardó 5 años (1856-1861) en llegar a

144 km166, y el ferrocarril Dom Pedro II, más tarde denominado Central do Brasil, tardó 20 años

(1855-1875) en conectar los estados de Río de Janeiro y São Paulo, con un total de 231 km167.

La capacidad política paraguaya también parece confirmarse por la eficiencia con

respecto a la recaudación de impuestos, al comparar los cuatro países. Como señalan Organski y

Kugler, los impuestos son indicadores de la presencia del gobierno, few operations of

162 “Os investimentos estrangeiros, cujo afluxo aumentou consideravelmente a partir de meados do século XIX,
também foram encaminhados, sobretudo, para a infraestrutura. No período de 1860 a 1889, por exemplo, foram
concedidas licenças para a abertura de 137 companhias estrangeiras, 111 das quais eram inglesas. A maioria
esmagadora das empresas foi criada na esfera financeira (bancos, companhias de seguros) e de serviços (estradas de
ferro, navegação, transportes urbanos, abastecimento de gás) e, mais raramente, na indústria mineira”.
REGO&MARQUES, 2018, p. 43.
163 Ibid., p. 42.
164 Ibid., p. 43.
165 THOMPSON, op. cit., p. 30.
166 BORIS FAUSTO. História Concisa do Brasil. São Paulo: Editora Universidade de São Paulo, 2001, pp. 108-9.
167 Ibid., p. 109.
72
governments depend so heavily on popular support – or on fear of punishment168. Teniendo como

referencia los datos informados al comienzo de este capítulo, aunque los montos recolectados por

Paraguay sean menos de 1/5 de los de Argentina y 1/12 de Brasil, se observa que representan,

respectivamente, el 56,1%, 19,1% y 18,5% del volumen de comercio exterior en esos tres países.

Al respecto, es importante notar, sin embargo, que la baja recaudación de Brasil no solo se debía

a dificultades internas de tributación, sino también a los estrechos vínculos de Brasil con Europa,

que limitaban su margen de maniobra para imponer aranceles aduaneros en los niveles que

desearía –con excepción de un corto período a partir de 1844.

Además, la calidad de vida del ciudadano promedio en aquella época era, en el peor de

los casos, equivalente en Paraguay y en Brasil. De acuerdo con el relato de Thompson, el delito

era casi desconocido en Paraguay, y el sistema de subsistencia, facilitado por el acceso a tierras

fértiles, garantizaba una vida confortable para la población. Cada familia tenía su choza o

terreno propio. Plantaban en pocos días el tabaco, maíz y mandioca necesarios para el consumo

proprio y aún esto mismo no exigía cuidado hasta la época de la cosecha. Todas las chozas

tenían su naranjal (…) y algunas vacas (…).169

Brasil, a su vez, era una sociedad esclavista, con pobreza extrema y altos niveles de

analfabetismo. Solo las zonas más pobladas del Imperio –casi todas en la costa y, entre ellas,

especialmente la capital– tenían un aire de modernidad.

La corte brasileña, no obstante, era más sofisticada, ofrecía proyectos urbanísticos y

opciones culturales dignas de la monarquía europea 170. Comparativamente, la alta sociedad

168 ORGANSKI&KUGLER, 1981, p. 74.


169 THOMPSON, 2014, p. 25.
170 Washburn también refiere preferir la vida en Buenos Aires.
73
paraguaya era menos atractiva, como se verifica en los informes del enviado estadounidense

Charles Ames Washburn171.

Luiz Octavio de Lima afirma que, a pesar de posibles fallas de método historiográfico,

Brasil y Paraguay estaban en un nivel bastante superior a Argentina y Uruguay, que, debido a

cuestiones internas, aún no habían podido explotar adecuadamente sus recursos. Se Mitre,

Urquiza e Flores naquele momento eram caudilhos lutando para garantir seu núcleo de poder,

de espada em punho, e governavam territórios ricos, mas caracterizados por grandes extensões

de pastagens, o paraguaio e o brasileiro buscavam ombrear suas nações como as mais

desenvolvidas do mundo.172

Es necesario tener en cuenta que la Argentina que se unió a la Guerra de la Triple Alianza

era bastante diferente de la que emergió de ella. Debido a que era el punto de abastecimiento de

las Fuerzas Armadas imperiales (Armada y Ejército), la Argentina tenía su economía (tanto la

agroindustria como el tercer sector) exponencialmente dinamizada y fue sin duda el país que más

se benefició de la guerra.

La respuesta a la primera pregunta es, por lo tanto, negativa. El tamaño de las economías

de los cuatro países no se tradujo, en la misma proporción, en desarrollo económico interno.

Paraguay, por su capacidad política, supo canalizar mejor los recursos materiales y humanos

internos. Asimismo, se puede especular que la concentración de poder en Paraguay impidió las

grandes malversaciones de fondos, que no eran infrecuentes en naciones con una burocracia más

compleja, como el Imperio brasileño. Esta conjetura corroboraría el testimonio de Thompson,

según el cual López no permitía sino a su familia el ejercicio de la tiranía sobre el pueblo173.

171 THOMAS WHIGHAM and JUAN MANUEL CASAL. La Diplomacia Estadounidense Durante la Guerra de
la Triple Alianza: Escritos Escogidos de Charles Ames Washburn sobre el Paraguay, 1861-1871. Asunción:
Servilibro, 2015.
172 LIMA, 2016, p. 58.
173 THOMPSON, 2014., p. 25.
74
En cuanto a la segunda pregunta (sobre la relación de riqueza x recursos de poder), cabe

recordar que las formas de ejercer el poder económico eran limitadas en aquella época. Como se

sabe, las contribuciones del desarrollo económico a la maximización del poder pueden tomar la

forma de (i) persuasión; (ii) recompensa, a través del comercio internacional, ayuda

internacional, préstamos de capital y prestación de asistencia técnica; (iii) castigo, a través del

quite de beneficios o incluso boicots; y (iv) compra de equipamiento militar, para el uso de la

fuerza174. Sin embargo, solo el cuarto elemento era ampliamente utilizado en la Cuenca del Plata

a mediados del siglo XIX.

La mayor parte de los mecanismos económicos de persuasión no era viable entre los

países de esa subregión porque el comercio estaba orientado hacia afuera. Dentro de la Cuenca

del Plata, había más competencia que cooperación. Brasil llegó a ofrecer cooperación financiera

a algunos vecinos, pero siempre de forma esporádica. Ese país también intentó un tipo de castigo

al retirar su apoyo político a Paraguay en la transición de la década de 1840 a la de 1850.

Paraguay, a su vez, trató de ejercer presión económica al tratar de restringir la navegabilidad de

los ríos. Sin embargo, luego de algunas décadas de impasse, esos estados pasaron al uso de la

fuerza, ya no como castigo, sino en la forma de la Guerra de la Triple Alianza.

De esa manera, la riqueza, como instrumento de poder, era especialmente relevante para

la compra de equipamiento militar. En este contexto, Paraguay tuvo el mérito de eludir sus

propias limitaciones, resultantes de una economía reducida, y modernizar las Fuerzas Armadas,

con el apoyo especialmente de Inglaterra, sin endeudarse –mientras Brasil se endeudaba, veía

que sus riquezas fluían hacia el extranjero y, como se verá, mantenía fuerzas armadas mediocres.

Esa cooperación se consolidó con el viaje de Solano López a Europa en 1854, cuando

estableció relaciones con Blyth&Co., una de las mejores empresas de aquella época en el rubro

174 ORGANSKI, 1960, pp. 148-159.


75
de tecnología. Se promovió entonces un flujo de armamentos y técnicos europeos (alrededor de

250, de los cuales 200 eran ingleses) al Paraguay y de jóvenes paraguayos a Inglaterra, para ser

entrenados en esa compañía175. A modo de ilustración, en noviembre de 1864, antes de que la

Armada brasileña bloqueara la región del Plata a los barcos que iban a Asunción, el gobierno

paraguayo recibió de Inglaterra 106 cajones con rifles y municiones, además de recursos

humanos representados por tres médicos y cuatro técnicos contratados, todos ingleses176.

La ayuda internacional, a su vez, fue un factor importante en el poder de la Triple

Alianza. Si en el período anterior al estallido de la confrontación armada no se puede decir que

había una política abiertamente favorable a uno de los lados, durante la guerra los préstamos de

bancos internacionales –considerados como resultado de un cálculo de riesgo meramente

económico y no político177– fueron esenciales para que el Imperio brasileño, principalmente,

pudiera enfrentar las necesidades del esfuerzo de guerra.

Conclusiones: (i) el tamaño de las economías de los cuatro países no implicó un

desarrollo económico interno equivalente; Paraguay, por su capacidad política, supo cómo

canalizar mejor sus recursos y modernizar el país; (ii) la riqueza de Brasil no representó una

enorme ventaja en términos de recurso de poder, porque Paraguay supo eludir las restricciones

presupuestarias para la compra de armas (principal forma de ejercer el poder económico en

aquella época); (iii) solo durante el transcurso de la guerra la ayuda internacional pesó sobre las

posibilidades de victoria de las partes.

Población

175 DORATIOTO, 2002, pp. 26-30.


176 Ibid., p. 93.
177 Durante a guerra, os aliados obtiveram empréstimos de banqueiros ingleses. (...) Fazer empréstimos ao
governo de Solano López seria, pela lógica empresarial, uma atitude arriscada, pois, desde o segundo semestre de
1865, era evidente a impossibilidade de o Paraguai vencer a guerra. Ibid., p. 91.
76
Como se mencionó anteriormente, la población es considerada el mayor asset de un

estado para elevarse a la condición de potencia, debido a su potencial tanto para el desarrollo

económico (como fuerza de trabajo y mercado de consumo, para productos nacionales e

importados), como militar. (…) the population size is the most important determinant of national

power. With it, a lack of other determinants of power can be overcome. Without it, great power

status is impossible.178

A primera vista, Paraguay –ampliamente superado en términos de población por Brasil,

individualmente, y por la Triple Alianza en su conjunto, más de 10 millones contra unos 400

mil– no calificaría para aspirar a una posición hegemónica en la Cuenca del Plata. Sin embargo,

un análisis de las circunstancias internas de cada país revelará el nivel de aprovechamiento de

esos recursos en aquel momento.

Si la población es un requisito previo esencial de poder militar por representar el material

básico para la formación de un ejército179, la fuerza militar de un país no es directamente

proporcional al tamaño de su población, sino que depende de la capacidad política de

transformar a hombres en soldados180. Desde este punto de vista, Paraguay también supo superar

su desventaja en términos de población y organizó el mayor ejército de la región en términos de

efectivos.

Los cuatro países de la cuenca del Plata tienen trayectorias militares bien distintas. El

desarrollo de las Fuerzas Armadas, forzado por los constantes conflictos en la región, fue un

instrumento por medio del cual las élites de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay pudieron

legitimar su poder, ofrecer empleo en zonas deprimidas, incorporar elementos de modernización

178 ORGANSKI, 1960, p. 198.


179 A nation may possess manpower in plenty but not mobilize it. A nation may be mobilized but reluctant to fight.
However, although a large population is not a guarantee, it is certainly a prerequisite for military power. A nation
cannot arm men it does not possess. ORGANSKI, 1960, pp. 141-2.
180 These depend upon many other factors as well, particularly upon the degree to which a nation has
industrialized and modernized its military forces and its productive machine. Ibid., pp. 142-3.
77
en sus economías y proyectar la política pública de manera concreta en una amplia extensión del

territorio. Ese fue, sin embargo, el único punto de convergencia entre los cuatro países.181

Las Fuerzas Armadas de Argentina y de Uruguay padecían la falta de sentido de unidad

nacional y carecían de modernización. En Argentina, donde cada provincia controlaba su propia

milicia, el Ejército contaba con apenas 6 mil efectivos y registraba una alta incidencia de

deserciones. Para el soldado argentino medio, a pesar de la dedicación y el coraje, era difícil

verse como parte de un proyecto nacional.

Ni la reducida Armada Argentina -que contaba con diecinueve buques, de los cuales

apenas tres cargaban armamentos- ni su Ejército tenían tradición o prestigio entre los políticos y

el público en general. Además, a diferencia de Brasil, que invertía en la profesionalización de sus

ingenieros militares, Argentina prácticamente descartaba esa vía. En Uruguay, la situación era

aún peor: cada partido mantenía sus propias fuerzas armadas, de forma improvisada y con

efectivos mal armados. La lealtad del soldado uruguayo se dirigía a su superior inmediato, lo que

facilitaba las fluctuaciones de hombres entre blancos y colorados dependiendo de sus

liderazgos182.

A pesar de su tamaño, Brasil no invirtió en las Fuerzas Armadas de manera proporcional.

Solamente a mediados de 1860, luego de décadas de funcionamiento precario, el Ejército

Brasileño adquirió formalmente una estructura más moderna, en los moldes europeos 183. Pese a

ello, la realidad, en términos de organización y equipos, todavía se mostraba distante de lo que

transmitían los informes ministeriales. Además, había en las élites brasileñas una desconfianza

181 WHIGHAM, 2010, p. 181.


182 WHIGHAM, 2010, pp. 188-191.
183 La artillería consistía en un batallón de ingenieros, un regimiento de artillería montada, cuatro batallones de
artillería a pie y doce otras compañías. La caballería tenía cinco regimientos, un cuerpo de cuatro compañías, un
escuadrón de dos, siete batallones de tiradores y cinco otras compañías. La infantería, que componía el grueso de
las tropas, incluía nueve batallones de tiradores y ocho compañías, otro batallón de seis, cinco cuerpos de
guarnición de cuatro compañías cada uno. El total de efectivos de reserva para el ejército permanente sumaba
17.600 hombres. Ibid., p. 183.
78
innata respecto al reformismo militarista -inspirado en las ideas de Auguste Comte- y a la propia

figura de los militares, a quienes consideraban individuos sin educación 184. Como reflejo de esas

reservas, el gobierno mantenía bajo el presupuesto militar.185 La Armada, no obstante, fue el

punto de inflexión de las Fuerzas Armadas imperiales. Tenía una fuerza naval considerable y

bien entrenada, con una flota de 42 barcos, aunque algunos de ellos, debido al calado, no eran

adecuados para la navegación fluvial.

Doratioto relata que, dada la ya mencionada desconfianza de las élites respecto de las

Fuerzas Armadas, el reclutamiento militar comenzó a realizarse sistemáticamente en Brasil solo

después de 1848, cuando se creó el voluntariado del Ejército, con una duración de seis años. A

pesar de esta medida, la insuficiencia de los hombres alistados llevó al imperio a recurrir al

refuerzo de tropas mercenarias para sus intervenciones en la región del Plata a principios de la

década de 1850. En 1862, dada la persistente falta de personal en el Ejército –que era

considerado poco atractivo–, se expandió el reclutamiento a la Guardia Nacional, hasta entonces

compuesta por todos los ciudadanos de élite, de 18 a 60 años, con ingresos mínimos de 200.000

reales anuales. Por las nuevas reglas, se eliminó la exigencia de ingresos del aspirante186.

Sin embargo, al comienzo de la guerra con Paraguay, el ejército imperial todavía estaba

desorganizado y desprovisto de efectivos (solo 18.000, según Doratioto 187 y Fragoso188, aunque

hay autores que estiman números aún más pequeños). Para sortear esa limitación, inicialmente se

consideró movilizar a la Guardia Nacional, que contaba con una reserva de 200.000 hombres.

Sin embargo, rápidamente se hizo evidente la inaptitud para la guerra de la Guardia, considerada

184 Cabe señalar que, a pesar de los prejuicios de la élite brasileña, las Fuerzas Armadas también tenían sus
defensores y había figuras de gran valor en el servicio militar brasileño.
185 WHIGHAM, op. cit., pp. 182-185.
186 DORATIOTO, 2002, pp. 111-112.
187 Ibid., p. 91.
188 AUGUSTO TASSO FRAGOSO. História da Gerra entre a Tríplice Aliança e o Paraguai. Volume 1. Rio de
Janeiro: Biblioteca do Exército, 2009, p. 141.
79
más como un entretenimiento y un signo de estatus que propiamente una responsabilidad en

términos de seguridad nacional y defensa189.

Autores como Thompson y Whigham sostienen que Paraguay, en contraste con la

situación de sus vecinos, disponía de un poderío militar superior -en prestigio interno, calidad y

número de reservistas- al de los países de la Triple Alianza 190. Según esos autores, Paraguay era

el único país donde las Fuerzas Armadas tenían real prestigio y a las cuales era otorgada

verdadera prioridad dentro del estamento nacional. Doratioto también enfatiza además la ventaja

numérica de las fuerzas paraguayas (de peso fundamental en aquella época) y la valentía de sus

soldados, a pesar de las deficiencias antes mencionadas191.

Ya en 1850, además de que gran parte del presupuesto estaba dedicado a la importación

de equipos militares, el país construía cañones y buques de guerra modernos 192. El entrenamiento

de los soldados comunes también se modernizó y se establecieron grandes campamentos

militares que contaban con 20 mil residentes hacia fines de 1864. Pese a que había certeza sobre

la dimensión de las tropas de Solano López, se estimaba que era de alrededor de 38 mil hombres,

además de 150 mil en la reserva, fácilmente reclutables. La figura paternalista de Solano López

contribuía a inspirar la construcción de un ejército verdaderamente nacional. Si bien aún sufría

189 A Guarda era composta por 440.972 homens, subordinados a 239 comandos superiores, sendo 48.607 na
cavalaria, 6.474 na artilharia, 310.585 na infantaria e, na reserva, 75.306. Apesar da sua grandeza, esses números
não se traduziam em força militar real, pois os guardas nacionais, embora considerados auxiliares do Exército em
caso de guerra, eram despreparados para o combate, pois desempenhavam apenas funções parapoliciais internas.
Ademais, estando os setores subalternos da população excluídos da Guarda Nacional, as classes superiores viam a
milícia como forma de ‘entreter sua vaidade e servir de engodo às [suas] ambições’. DORATIOTO, op. cit., p. 112.
190 Se registra que Francisco Doratioto niega la excelencia del Ejército paraguayo y afirma que el país aún se
encontraba en proceso de modernización de sus Fuerzas Armadas y que, si Solano López hubiera esperado algunos
meses, hubiera tenido mejores oportunidades en el combate. Ibid., p. 92.
191 DORATIOTO, 2002, p. 92.
192 Después de los 1850, las compras de armamento extranjero continuaron absorbiendo buena porción del
presupuesto. Pero más y más las armas eran producidas localmente en el arsenal de Asunción y en la fundición de
Ybycuí, donde se hacían cañones de 12, 24 y 32 libras y municiones de todos los calibres. Los paraguayos
construyeron vagones y carros para el Cuerpo de Intendentes junto con carruajes fijos y móviles para cañones.
Astilleros estatales también construyeron el Ypora y el Salto del Guairá (en 1856), el Correo (en 1857), el Apa (en
1858) y el Jejuí (en 1859), todos ellos vapores grandes, modernos y diseñados tanto para fines comerciales como
militares. WHIGHAM, 2010, pp. 198-99.
80
cierto atraso en términos técnicos y desventaja numérica, Paraguay era el único país de la región

que podía jactarse de su preparación militar y su disponibilidad de recursos en el tesoro193.

Relata Thompson que el ejército paraguayo contaba con cerca de 80 mil hombres, con caballería,

infantería y artillería bien organizadas y relativamente bien armadas.194

Sin embargo, las fuerzas paraguayas también tenían algunas debilidades. A pesar de estar

bien estructurado, el ejército paraguayo tenía poca o ninguna experiencia militar, debido al

prolongado período de aislamiento del país. Paraguay solo luchó en 1811, por su independencia,

y tuvo algunos enfrentamientos con las fuerzas brasileñas en Mato Grosso –en ambos casos con

amplia ventaja numérica. Thompson estima que, antes de la Guerra de la Triple Alianza, los

paraguayos ignoraban completamente la ciencia militar195.

Thompson también critica la baja proporción de oficiales superiores, la cual atribuye a la

falta de ascensiones por parte del gobierno paraguayo. En este mismo sentido, Doratioto subraya

que a organização militar do Paraguai era anacrônica 196. Destaca que el único general

paraguayo era el propio Solano López y que solo había otros 80 oficiales para comandar a las

decenas de miles de hombres en las fuerzas armadas de ese país. Resalta, además, que la mitad

de esos efectivos no tenía entrenamiento militar adecuado y se restringiam a fazer exercícios de

ginástica, aos domingos, com armas simuladas197.

193 Ibid., p. 206.


194 La caballería estaba dividida en regimientos, y la infantería en batallones; la artillería en escuadrones de
artillería lijera y de artillería de plaza. Cada rejimiento de caballería se dividía en cuatro escuadrones, compuesto
de 100 hombres cada uno. Thompson relata, aún, que cada batallón de infantería se dividía oficialmente en seis
compañías de cien hombres, pero podían llegar a tener ochocientos a mil hombres – tres batallones de infantería
estaban armados con rifles Witon (uno de estos permanentemente en Humaitá) y tres o cuatro batallones, con fusiles
fulminantes. Los demás tenían fusiles de chispa, que llevaban la marca de la Torres de Londres. Su única arma
blanca era la bayoneta, pero no la utilizaban porque la conservaban siempre armada. Solamente un batallón tenía
machetes, los cuales habían sido encontrados en los vapores tomados en Corrientes. THOMPSON, 2014, pp. 65-67.
195 THOMPSON, 2014, p. 18.
196 DORATIOTO, 2002, p. 92.
197 Assinala, ainda, que o Paraguai não dispunha de artilharia pesada (raiada) capaz de perfurar a blindagem dos
navios encouraçados (dos quais os países da Tríplice Aliança ainda não dispunham, vale observar) e grande parte da
infantaria paraguaia portava obsoletos fuzis de chispa que não funcionavam debaixo da chuva . Ibid., p. 92.
81
Conclusiones: (i) la capacidad política de Paraguay, una vez más, demostró ser esencial

para que el país llegara a la guerra con personal ampliamente superior y mejor entrenado y

equipado; (ii) la falta de experiencia y la concentración de poder, por otra parte, fueron las

desventajas de esa nación en términos militares.

Diplomacia y decision-making

Finalmente, la diplomacia (o la falta de ella), otro recurso de poder subsidiario y difícil

valoración, jugó un papel fundamental en la toma de decisiones de López. Como afirma

Organski, el poder de una nación está influenciado no solo por los recursos materiales de los que

dispone, sino también by the presence or absence of a coherent, definite and reasonable foreign

policy198. La diplomacia es, por lo tanto, uno de los factores intangibles del poder de un estado.

Según Organski, the first prerequisite for an effective foreign policy is that the nation be

united on a single policy199. Las diferencias internas de un país no pueden comprometer el

desarrollo de una política exterior nacional sólida. Bajo este aspecto, la concentración de poder

en Paraguay, asegurada por el modelo dictatorial adoptado desde la independencia,

proporcionaba la unidad necesaria en torno a la política exterior. También proporcionó una

velocidad considerable en la toma de decisiones, también importante para la conducción de la

política exterior nacional. Como afirma Organski, the speed and ease with which policies can be

formed also influences the effectiveness of a foreign policy200.

El sistema político paraguayo también favoreció la estabilidad de la política exterior de

ese país, apoyada por la continuidad interna (a pesar de todas las críticas que se puedan hacer al

régimen dictatorial). Esta, que es una de las características exaltadas por los defensores de la

198 ORGANSKI, 1960, p. 163.


199 Ibid., p. 163.
200 Ibid., p. 164.
82
monarquía, benefició a Paraguay, mientras que Brasil andaba con disputas internas de poder

entre liberales y conservadores y, durante más de una década, la existencia de un monarca menor

de edad. Argentina y Uruguay, en términos de estabilidad, como se vio en el capítulo 2, aún no se

habían consolidado como unidad nacional. Paraguay, a su vez, desde la independencia, tuvo solo

tres dirigentes, todos de la misma familia, que realizaron ligeros ajustes político-económicos en

el país. Incluso la apertura externa promovida por Carlos A. López fue absorbida internamente

sin mayores problemas. De esa manera, Paraguay también tuvo ventaja en este tercer aspecto que

menciona Organski cuando dice que a nation’s foreign policy should be stable and not shift with

every change in domestic politics201.

La concentración de poder en Paraguay representó otra ventaja más para el país. Los

López tenían una mayor flexibilidad para adaptar su política exterior a las contingencias de la

Cuenca del Plata, donde la acomodación de intereses de los estados en el proceso de formación

y/o consolidación, sin fronteras completamente definidas, causaba percances constantes.

Organski subraya que the ability to switch a policy abruptly is a great advantage, provided that

the shift is dictated by some external advantage to be gained and not merely by a shift in who is

making the policy at home202.

Sin embargo, la misma concentración de poder tuvo efectos negativos para el challenger

de la Cuenca del Plata con respecto a la calidad de la decisión. Mientras el cuerpo diplomático

brasileño era bien relacionado y reconocido por su excelencia, Solano López carecía de

representantes internacionales, instalados y con buen tránsito por las principales capitales,

capaces de proporcionar información de calidad, que le permitiera reducir el margen de error al

delinear su estrategia para la Cuenca del Plata:

201 ORGANSKI, 1960, p. 164.


202 Ibid, p. 165.
83
Nessa região, centro nevrálgico de seus interesses, o Paraguai não tinha
representantes diplomáticos, possuindo apenas um cônsul na cidade de Paraná
e agentes comerciais em Buenos Aires e Montevidéu. Na Europa, o país possuía
somente um encarregado de Negócios, Candido Barreiro, creditado junto aos
governos britânico e francês, e um representante comercial para Bruxelas e
Berlim, Alfredo Du Gray, que sequer era paraguaio. Enquanto isso, o Império
do Brasil possuía experientes diplomatas nos principais países europeus e
americanos, que, durante a guerra, cumpriram importante papel de reforço
político à ação militar.203

Los objetivos de política exterior deben ser potencialmente viables y los medios

seleccionados deben ser los más adecuados para lograr esos fines204. De lo contrario, la elección

de objetivos inalcanzables puede tener efectos nocivos sobre la política exterior de un país.

Organski afirma que una política exterior efectiva se elabora con base en una visión clara de lo
205
que “puede hacerse”, de lo que “no puede hacerse” –la autora agregaría también que es

importante identificar “cuándo puede hacerse”. Como se verá, el timing de Solano López

contribuyó a disminuir sus posibilidades de victoria.

Faltaban buenos asesores para promover un amplio debate, junto con Solano López, sobre

los desafíos enfrentados206. Faltaba masa crítica para procesar y comprender mejor las

circunstancias, intereses e intenciones de sus vecinos207. Las decisiones fueron tomadas por un

grupo muy reducido, sin la complejidad de instancias decisorias, típicas de un sistema

democrático, que proporcionarían el debate necesario, con diversidad de opiniones y riqueza de

análisis sobre el contexto regional208.

203 DORATIOTO, 2002, p. 70.


204 Nothing is more devastating to the effectiveness of foreign policy than the selection of goals that cannot possibly
be achieved through the use of any of the means the nation has at its disposal. ORGANSKI, 1960, p. 165.
205 Ibid., p. 165.
206 DORATIOTO, 2002, pp. 70-71.
207 Doratioto subraya que Paraguay siempre había vivido bajo dictaduras, aislados del exterior hasta el 1840, o que
resultou em uma errônea percepção de seu poderia nacional, em uma incapacidade de compreender a realidade
internacional e na ausência de instituições republicanas e de opinião pública. Ibid., p. 61.
208 Organski, embora não mencione diretamente essa questão, recorda que a política externa deve ter legitimidade
junto ao povo. However, it is also important that foreign policies be representative of the popular will. ORGANSKI,
op. cit., 164.
84
Esa falta también se notó en la falta de visión de López sobre el todo, sobre las alianzas

que se estaban formando, sobre los lados que tomarían las partes, sobre su propio poder relativo

y sobre las verdaderas intenciones de sus rivales y aliados. Para dibujar ese escenario, Organski

recomienda accurate evaluation of the relative strength of nations (including one’s own), and

understanding of the goals that other nations are pursuing, and correct prediction as to how

other nations will react in particular situations that may occur 209. Como recuerda Organski, the

policy adopted must also be specific enough to cover any situation where an actual choice is like

to arise210.

También se cita a Doratioto a este respecto:

(...) análise mais realista de qual seria a possibilidade de vitória militar


paraguaia sobre o Brasil e a relação custo/benefício desse conflito. Essa
avaliação foi feita basicamente por um homem, Francisco Solano López, o que
aumentava de forma dramática a possiblidade de erro, ainda mais ao ser feita
por uma personalidade acostumada a alcançar seus objetivos em uma
realidade simples, a sociedade paraguaia, na qual não havia jornais (exceto
um pequeno tablóide oficial); inexistia um intercâmbio de ideias com o exterior
e se desconheciam partidos políticos. O autoritarismo não só anestesiou a
população paraguaia, alijada de uma participação ativa nos destinos do país,
como também cegou o próprio Solano López: sua excessiva autoconfiança
levou-o ao voluntarismo, a superestimar o poder nacional paraguaio e a fazer
uma análise equivocada da correlação de forças militares e políticas no
Prata.211

Conclusiones: (i) debido a la concentración de poder, la política exterior paraguaya

cumplió con los cuatro requisitos previos formales de Organski (unidad, rapidez en la toma de

decisiones, estabilidad y flexibilidad); (ii) la calidad de las decisiones, sin embargo, se vio

afectada por la misma razón, la concentración de la toma de decisiones en la figura de Solano

López eliminó un proceso importante para la evaluación correcta de escenarios, intenciones,

riesgos y posibilidades de éxito o fracaso.

209 ORGANSKI, 1960, p. 165.


210 Ibid., p. 164.
211 DORATIOTO, 2002, pp. 70-1.
85
Conclusiones sobre la distribución de poder en la Cuenca del Plata

A partir de lo expuesto, se puede asegurar que la capacidad política de Paraguay, a

mediados del siglo XIX, era muy superior a la de otros países de la región:

- Paraguay era un país en rápido desarrollo, con importantes avances tecnológicos, una

economía sólida y sin endeudamiento externa.

- Las ventajas en términos de organización y movilización de fuerzas productivas le

dieron al país un poder relativo mayor a lo que hacen suponer los datos económicos.

- La desventaja en términos de población no representó un obstáculo para la formación

del mejor ejército de América del Sur –a pesar de fallas puntuales, que luego demostrarían ser

importantes en el contexto de la guerra.

- A pesar de la reducida dimensión económica, se logró armar y modernizar a las Fuerzas

Armadas y movilizar a gran parte de la población masculina, que reveló altos índices de national

morale.

- Como downside, se observa que Paraguay tenía grandes brechas en términos de

diplomacia y decision-making, lo cual seguramente tuvo un impacto sobre el poder que este país

podría haber ejercido –y conquistado– en la Cuenca del Plata en la época de Solano López.

No es imposible –aunque no se puede afirmar con seguridad– que Paraguay haya

ascendido a la condición de paridad respecto de Brasil en términos de poder total. Casos como

las guerras de Israel contra los países árabes en la segunda mitad del siglo XX demuestran que el

poder de un país puede ser fácilmente subestimado o sobreestimado en función de una

evaluación puntual de los datos, sin consideraciones sobre la capacidad política.

Teniendo en cuenta que Paraguay era un estado insatisfecho y posiblemente un

challenger, quedarían por responder entonces las siguientes preguntas: (i) ¿cuáles eran los reales

objetivos de Solano López?; (ii) ¿eran alcanzables? (iii) ¿cómo evaluaba el poder de sus vecinos
86
con relación al suyo? (iv) ¿cómo evaluaba las intenciones de sus vecinos, aliados y rivales?; (v)

¿anticipó correctamente la reacción de sus vecinos al ataque que lanzó contra Brasil?

87
CAPÍTULO 4

LA GUERRA

The motivation driving decisions for war and peace is relative satisfactions with the rules of the
global and regional hierarchy. While parity defines the structural conditions where war is most
likely, conflicts are generated by the desire of a nation to improve its political position in the
hierarchy212.

Objetivos y decisión de atacar

Ante lo expuesto, la aplicación de la teoría de la transición de poder nos permite afirmar

que Paraguay atacó a Brasil con los objetivos de (i) conquistar territorio 213 y (ii) preparar su

ascenso a la condición de principal potencia de la región.

Tal como subrayó Lemke, el control del territorio es el principal tema de interés (y el foco

de disputas) en las jerarquías locales. En el caso de la Guerra de la Triple Alianza, ese choque se

desarrolló sin la participación de potencias extrarregionales porque no llegó a afectar esos

intereses. La defensa de la independencia uruguaya (aunque también era de interés estratégico

para Paraguay) fue solo el motivo utilizado para legitimar una acción que tenía propósitos más

profundos.

Con respecto al primer objetivo, se recuerda que Rosendo Fraga afirma que Solano López

deseaba la formación de un ‘Gran Paraguay’ que incluye el territorio brasileño de Mato Grosso

y las actuales provincias argentinas de Corrientes, Misiones, Chaco y Formosa 214. Efraím

Cardozo también deja en claro que Paraguay tenía la intención de recuperar parte del territorio

perdido durante o periodo colonial. ¿No se decía que el general Francisco Solano López,

presunto heredero del poder, había regresado en 1855 de Europa con sueños imperiales de

expansión territorial? Había por lo demás un hecho cierto. El Paraguay estaba enclaustrado,
212 TAMMEN et all, 2000. p. 9.
213 Ibid., p. 115.
214 FRAGA, 2016, p. 115.
88
algún día querría volver al mar215. Ambos autores son corroborados por Augusto Tasso Fragoso,

según el cual el objetivo central del conflicto era la conquista militar del territorio216.

Por otro lado, con respecto al segundo objetivo, textos sobre la historiografía de la Guerra

de la Triple Alianza revelan la percepción de que el líder paraguayo deseaba alcanzar la

hegemonía regional (y no el equilibrio de poder). Doratioto relata que, cuando la Cancillería

paraguaya efectuó el reclamo ante la representación del Brasil en Asunción, los gobernantes de

Brasil y Argentina estaban centrados en reemplazar al gobierno de Aguirre para poner fin a la

crisis. Para Solano López, sin embargo, essa situação apresentava-se como a oportunidade de o

Paraguai impor-se como potência regional217. Los autores Amado Cervo y Clodoaldo Bueno

también dan a entender que López desea más que el equilibrio de poder en el siguiente

fragmento:

Francisco Solano López, mais que seu pai, estava determinado a marcar
presença efetiva no rumo dos acontecimentos regionais, construindo, em
conformidade com o pensamento blanco uruguaio, a teoria do “equilíbrio dos
Estados”. Significava, na prática, a intenção de preservar os pequenos,
Uruguai e Paraguai, das intervenções imperialistas do grandes, Argentina e
Brasil. Significava, em teoria, a possibilidade de construir o terceiro Estado, de
dimensão e potência similar aos dois grandes, reunindo Uruguai, Paraguai,
Corrientes, Entre-Rios e, quiçá, as missões riograndenses. 218

Boris Fausto adopta un tono intermedio al afirmar que Paraguay quería tener importancia

en la Cuenca del Plata, pero no llega a afirmar que quería la preponderancia. Aparentemente,

esperava neutralizar as ameças de seus poderosos vizinhos e transformar o Paraguai em uma

força no jogo político do continente. Contava para isso com uma vitório no desguarnecido Mato

Grosso – que levasse o Brasil a um acordo – e com o apoio dos ‘blancos’ uruguaios e das

províncias argentinas de Mitre219.

215 CARDOZO, 2012, p. 72.


216 FRAGOSO, 2009, p. 242.
217 DORATIOTO, 2002, p. 59.
218 CERVO&BUENO, 2002. p. 121.
219 FAUSTO, 2001, p. 119.
89
Hay evidencias históricas de que López anhelaba la invasión brasileña en el Uruguay

como una oportunidad para poner en marcha sus proyectos de poder en la región. En una

correspondencia del 28 de octubre, indicó su deseo de que fueran verdaderas las especulaciones

tanto de que las tropas brasileñas ya habían invadido Uruguay como de que las fuerzas

imperiales en Mato Grosso se estarían concentrando en la frontera. Además, según un informe de

la representación estadounidense en Asunción, o governo paraguaio buscava um confronto com

o Brasil. Solano López preparava-se para guerrear com o Império, enquanto o governo

brasileiro pensava em fazer uma fácil campanha militar contra os blancos uruguaio, um débil

adversário220.

Evaluación mutua del poder relativo

Ambas partes subestimaron el poder del rival y, en consecuencia, sobreestimaron su

propio poder en términos relativos. Esta fue, quizás, la principal misperception que precedió y

favoreció el estallido de la guerra. Ambas partes, como en tantas otras guerras, creían que se

trataría de una guerra rápida.

Argentina y Brasil dudaron de la capacidad de combate de Paraguay, dada la poca

experiencia de ese país en situaciones reales de enfrentamiento militar, puntualmente en 1811,

cuando se independizó, y en 1850, con motivo de la expulsión de soldados brasileños de la isla

de Pão de Açúcar, en ambos casos con amplia superioridad numérica221.

El propio cónsul general en Asunción, Amaro José dos Santos Barbosa, considerado el

funcionario brasileño mejor informado sobre la situación paraguaya, en funciones en esa capital

desde 1853, descartaba que Solano López fuera una amenaza real. En febrero de 1864, evaluó

220 DORATIOTO, 2002, p. 64.


221 Ibid., p. 60.
90
serem exageradas as notícias publicadas no Prata sobre o poderio militar paraguaio, seus

recursos e o tamanho de sua população 222. Estimaba que ese país tendría solo la mitad de todo lo

que alardeaba.

Dos meses después, el cónsul general brasileño registró la movilización de cerca de 7.000

hombres, como reação de Solano López à aproximação argentino-brasileira e à construção,

pela Argentina, de fortificações na ilha de Martín García 223. En mayo, informó que el ejército

paraguayo contaba con 16.680 hombres en servicio activo y cerca de 7 a 8 mil reservistas; y la

Armada, com apenas 190 homens e outros cem recrutas em treinamento. Sin embargo, estimaba

correctamente que la capacidad militar máxima, de acuerdo con el tamaño de la población, sería

de 100.000 hombres224. Nessas condições e considerada a posição geográfica do país, bem como

a situação política no Prata, onde também Mitre não simpatizava com o governo paraguaio,

parecia lógico concluir que Solano López não se lançaria em uma aventura militar na região.225

De forma recíproca, el lado paraguayo se consideraba extremadamente superior a sus

vecinos, no solo en términos militares, sino también civilizatorios. El sector más radical de los

blancos, a su vez, había perdido la noción del poder de las fuerzas que se unían contra el

gobierno de Aguirre226.

Incluso el inglés radicado en Asunción parece contaminado con ese espíritu y deja

entrever cierto desprecio en su evaluación de la capacidad militar de los miembros de la Triple

Alianza:

Los brasileros tenían en este tiempo una escuadra de veintiocho cañoneras,


armadas con ocho cañones cada una en término medio, que podían navegar el
río; su ejército constaba de cerca de veintiocho mil hombres y los
reconcentraban en la Banda Oriental. Flores había declarado su intención de
hacer una cruzada contra López, y que la población se levantaría como un solo
222 DORATIOTO, 2002, p. 63.
223 Ibid., p. 63.
224 Ibid., p. 64.
225 Ibid., p. 64.
226 Ibid., p. 59.
91
hombre. Sin embargo, solo pudo reunir tres batallones. Carecía de artillería y de
vapores. La República Argentina apenas tenía ejército y su marina consistía en
dos viejos y carcomidos buques mercantes, que apenas podían moverse de su
fundeadero. Uno de ellos era el ex paquete inglés ‘Camila’227.

Evaluación mutua de intenciones: sospecha y consistencia cognitiva

Paraguay alimentaba, por alguna razón, sospechas históricas con relación a Brasil.

Durante el período colonial, tuvo que defender militarmente sus territorios de la estrategia

portuguesa de apoderarse de toda la región del Plata, que tuvo a Colonia del Sacramento como su

punto focal228. Como resultado de la política uti possidetis, Paraguay había perdido Río Grande

do Sul, Santa Catarina, Cuiabá y Mato Grosso y, en consecuencia, el acceso al mar229.

Debido a la consistencia cognitiva forjada dentro y fuera de los campos de batalla, todas

las actitudes del emperador brasileño, por más amables y conciliatorias que fueran, eran

consideradas sospechosas y amenazantes. Por esta razón, Paraguay no se dio cuenta de que

Brasil no tenía intenciones bélicas en relación con su país. A diferencia de los portugueses, a

quienes no les importaba recurrir a la guerra porque las derrotas militares tenían escenarios

lejanos, y sabían convertirlas en victorias diplomáticas230, los brasileños, por confiar en su

habilidad diplomática, preferían resolver todos los problemas en las mesas de negociación, en

lugar de los campos de batalla, y así evitar la pérdida de recursos y, posiblemente, el prestigio

para el Imperio, en caso de derrota. La Argentina, a su vez, tenía el objetivo nada secreto de

restaurar el Virreinato del Río de la Plata.

Como se vio en el capítulo 1, la sospecha es algo común entre estados insatisfechos, que

consideran al status quo “injusto” y “dominado por fuerzas hostiles”. Con base en estos

227 THOMPSON, 2014, p. 70.


228 CARDOZO, 2012, p. 46.
229 El Paraguay, entre todos los países sudamericanos, era el que más vivamente había sufrido los embates de la
marea expansionista luso-brasilera. La pérdida del mar, el enclaustramiento, la destrucción de Guayrá y del Itatín,
el empequeñecimiento geográfico, fueron principalmente obra de los bandeirantes brasileros y de los diplomáticos
portugueses. Ibid., p. 72.
230 CARDOZO, 2012, p. 38.
92
supuestos, los estados insatisfechos están siempre a la espera de nuevas reglas, medidas o

imposiciones contrarias a sus intereses.

La diplomacia uruguaya desempeñó un papel esencial en la profundización de las

sospechas de López, a fin de movilizarla a su favor. Se puede especular, incluso, que en la

década de 1860 la diplomacia uruguaya tuvo casi tanta influencia sobre Asunción como la

brasileña en los años posteriores a la apertura paraguaya, luego de la muerte de Francia. La

acción uruguaya también puede ser parcialmente responsable de la decisión de Solano López de

atacar el barco Marquês de Olinda, al ser informado por el coronel del ejército uruguayo Juan J.

Souto, por carta, sobre el valor de la carga que transportaba, compuesta básicamente de

armamentos y dinero.

As informações contidas na carta, dando conta da preciosa carga, deixaram


sua mente agitada. Ele vislumbrou naquela oportunidade o momento de
empreender uma ação que mostraria a força de sua nação sobre o Império,
conquistando ao mesmo tempo uma vantagem estratégica, militar, financeira –
e também de imagem. Tomou, assim, a decisão mais infeliz de sua vida política
até então: sem perder tempo, enviou aos seus ministros em Assunção a ordem
de que o barco brasileiro fosse perseguido e capturado pelo Tacuari. 231

Por otro lado, la evaluación incorrecta del poder paraguayo llevó a Brasil y Argentina a

calcular mal la disposición paraguaya de intervenir militarmente en Uruguay. Os relatórios dos

agentes diplomáticos brasileiros em Assunção minimizaram a capacidade militar paraguaia e as

intenções agressivas de Solano López. A troca de representantes brasileiros no Paraguai, no

período da guerra, e seu isolamento da sociedade local impediram-nos de bem conhecer a

realidade paraguaia232. Además, la resistencia de Solano López a las propuestas uruguayas,

presentadas repetidamente a lo largo de años, para la formación de una alianza militar más

concreta, solo corrobora la percepción de esos países al respecto. La última negativa se dio en

agosto de 1864, solo tres meses antes de la declaración de guerra al Brasil, cuando el presidente

231 LIMA, 2016, p. 117.


232 DORATIOTO, 2002, p. 60.
93
paraguayo se negó a llevar adelante una acción contra las posesiones argentinas (la isla Martín

García y Entre Ríos).

Em 25 de agosto, Herrera pediu a Solano López essa intervenção, ao propor


ação comum contra a ilha de Martín García e apresentou o projeto de levar
Urquiza a sublevar Entre Ríos contra o presidente Mitre. A resposta paraguaia
foi negativa e utilizou como justificativa o argumento de que nem sempre o
governo uruguaio mantivera o Paraguai informado de todas as negociações
que fazia. O governo paraguaio argumentou que, se seus bons ofícios, como
intermediário nas negociações em busca da paz no Uruguai, tivessem sido
utilizados corretamente, outra seria a situação, em agosto de 1864. A Legação
brasileira em Assunção tomou conhecimento dessa repercussão no mesmo dia,
obtendo-a por meio de espião não identificado, e interpretou-a como prova do
desejo de Solano López afastar-se do governo de Aguirre.233

Posteriormente, a mediados de septiembre de 1864, se captaron los primeros indicios de

que Paraguay, de hecho, podría tener intenciones agresivas concretas contra Brasil. El enviado

brasileño recién llegado, Viana de Lima, relató a intensificação de uma “atitude hostil” das

autoridades paraguaias em relação à política do Império no Uruguai 234. Reportó una abierta

hostilidad de Solano López manifestada en fervientes discursos públicos a los que la población

era llamada a asistir obligatoriamente. Solano López manifestava estar disposto a enviar tropas

ao Uruguai, caso tropas brasileiras ali penetrassem, e, ainda, ocupar o território entre os rios

Apa e Branco235. Si, por un lado, Viana de Lima lo consideraba improbable, dada la supuesta

disparidad de poder entre Paraguay y Brasil, por otro lado consideraba que sería muy humillante

para el presidente paraguayo dar marcha atrás en sus declaraciones, si llegara a ser puesto a

prueba.

En octubre, Viana de Lima siguió advirtiendo sobre la continuidad de las amenazas de

guerra por parte de Paraguay. Aunque seguía teniendo dudas sobre la veracidad de las promesas

de López, estaba seguro de que las relaciones de buena vecindad con ese gobernante ya no eran

posibles. Calculaba que inevitablemente Brasil tendría que ir a la guerra contra Solano López,
233 Ibid, p. 60.
234 Ibid, p. 61.
235 Ibid., p. 61.
94
quer por dele sofrer alguma ‘ofensa’, quer para defender os interesses brasileiros 236, y era

consciente de que este probable enfrentamiento era visto por la élite paraguaya como una forma

de terminar con la dictadura lopizta.

Debido a la subestimación de la capacidad militar paraguaya, el ultimátum de Solano

López del 30 de agosto de 1864 no fue tomado en serio en Río de Janeiro, ni en Buenos Aires. A

través de dicho documento, el gobierno paraguayo protestou contra qualquer ocupação do

território uruguaio por forças de mar e terra do Império, a qual seria “atentatória do equilíbrio

dos Estados do Prata”, de interesse paraguaio, e afirmou não assumir a responsabilidade pelas

consequências de qualquer ato brasileiro237. Si en Paraguay hubo amplias manifestaciones

populares de apoyo (llevadas a cabo por orden del propio Solano López), en el Imperio brasileño

consideraba poco probable, incluso, que Paraguay estuviera dispuesto a romper relaciones

diplomáticas. El 20 de octubre, Tamandaré firmó el Acuerdo de Santa Lucía con Venancio

Flores, estableciendo la cooperación entre las fuerzas de ambos.

El gobierno uruguayo, con miras a utilizar la situación para alimentar la intriga entre

Paraguay y el Imperio, envió una correspondencia al ministro Berges en la que apelaba a la

vanidad de López con las siguientes palabras: Cabe ao Paraguai a glória invejável de levar seu

poder e suas armas ao próprio teatro dos acontecimentos, para libertar o grande princípio da

independência e o futuro destes povos.238 En la carta insinuaba, además, que el gobierno

paraguayo estaria no seu direito se invadisse o Brasil em silêncio, consideraba que Mitre, siendo

republicano, no se uniría al monarca don Pedro II y sugería, además, que los esclavos brasileños

236 DORATIOTO, 2002, p. 62.


237 Ibid., p. 59.
238 LIMA, 2016, pp. 115-6.
95
podrían adherir a la causa paraguaya239. Solano López no atacó en ese momento, pero poco

después tomó el Marqués de Olinda.

Por qué atacó López: posibilidades de victoria, miscalculations y misperceptions

Solano López atacó porque creía que la guerra era el único camino para lograr sus

objetivos de conquista territorial y ascenso en el status quo regional. Su cálculo se basó en (i) la

superioridad militar paraguaya (correcta) y en una serie de (ii) circunstancias militares y

geopolíticas que no se confirmaron. Además, Solano López vivía atormentado por (iii) la certeza

de que Brasil estaba a punto de atacar (consistencia cognitiva) y deseaba tener la ventaja de hacer

el primer movimiento.

(i) superioridad militar paraguaya

Doratioto y Rosendo Fraga240 corroboran que Solano López tenía razones para creer en la

inferioridad militar del Imperio. La propia intervención brasileña en Uruguay, pocos meses antes

del inicio de la guerra, planeada por el gobierno imperial como una prueba de fuerza, fue una

demostración de debilidad, debido a la dificultad y la demora en movilizar las tropas. Un

informante del gobierno paraguayo estimó, en diciembre de 1864, que las fuerzas imperiales

tendrían, como máximo, 5.000 hombres y que el Imperio era incapaz de movilizar en dos o tres

meses a un ejército capaz de enfrentar a los paraguayos. También evaluó que el ejército brasileño

no excedería los 15.000 hombres y menospreció a la Guardia Nacional241.

(ii) circunstancias militares y geopolíticas

239 Ibid., pp. 115-6.


240 FRAGA, 2016, pág. 98.
241 DORATIOTO, 2002, p. 70.
96
López apostó a que la guerra sería más equilibrada, en la cual lucharían blancos

uruguayos, federales argentinos y Paraguay por un lado, y colorados uruguayos, liberales

argentinos y Brasil por el otro242. López también subestimó la voluntad del imperio de luchar por

el remoto y aislado Mato Grosso y la capacidad de movilización de sus oponentes.

López contaba con la capacidad de resistencia de los blancos ante las “débiles” fuerzas

imperiales. Se puede especular, por lo tanto, que la decisión de atacar en aquel momento estaba

relacionada no solo con la provocación uruguaya ya mencionada, sino también con la apuesta

por la incapacidad brasileña de dividirse en dos escenarios de guerra, en el sur del país y en Mato

Grosso.

De hecho, Brasil tuvo dificultades para movilizar tropas en el sur del país 243, pero aun así

logró derrotar rápidamente a los ejércitos blancos. De esa manera, con la asunción de Flores, el

gobierno uruguayo pasó de ser aliado de Paraguay a aliado de Brasil y las dos fuerzas se unieron

contra López.

La decisión de López de atacar Mato Grosso antes de dirigirse a Uruguay es un punto

controvertido entre los historiadores. Por un lado, se considera que ese tiempo perdido podría

haber sido utilizado para evitar la derrota de los blancos y, por el otro, se entiende que la

conquista de Mato Grosso tenía un valor estratégico para Paraguay que justificaba la

desviación244.

La declaración de guerra contra la Argentina, a su vez, es posiblemente uno de los

principales errores que López pudo haber evitado. Si hubiera mantenido la neutralidad, podría

haberse ahorrado un importante frente de batalla. Sin embargo, por iniciativa propia, lanzó a ese

242 FRAGA, 2016, p. 99.


243 Relato del presidente de la Província del Rio Grande do Sul: Faltava-nos tudo e tivemos de improvisar no meio
da agitação (...) Na realidade, colhíamos outra vez, como em 1851, os frutos do nosso descuido pela defesa
nacional. FRAGOSO, 2009, pág. 143.
244 DORATIOTO, 2002, p. 121; CASTAGNINO, 2014, p. 190; ABREU, 2016, pp. 320-2; ROMAÑACH, 2013, pp.
167-72.
97
país a los brazos del Imperio brasileño. Se puede especular que López ya estaba convencido de

que la Argentina tenía intenciones hostiles contra su país y que la reciente victoria en la campaña

de Mato Grosso había reducido su capacidad para evaluar los límites de las fuerzas paraguayas.

Sin embargo, al arremeter contra Brasil, López predijo que Urquiza permanecería a su lado, en

detrimento de Mitre, como una oportunidad para reavivar el separatismo argentino.

También parece razonable suponer que López no imaginaba que la rivalidad entre Brasil

y Argentina sería tan rápidamente superada. La rapidez con la que se formó la triple alianza fue

una sorpresa para López, aunque, como afirman Cervo y Bueno, não lhe faltassem informações

para perceber que essa aliança vinha sendo gestada, pelo menos, desde 1857 245. Box también

identifica el germen de la triple alianza en los acuerdos de 1856 y 1857 246, sin embargo, tal como

sostiene Doratioto, fue en 1864, con la superación de la desconfianza entre Argentina y Brasil,

que la alianza se hizo posible. No obstante, el líder paraguayo no disponía de los medios

diplomáticos para mantenerse al día con esa rápida evolución de los acontecimientos.

Así, Solano López apostó a una guerra corta, que tomaría a sus oponentes por sorpresa,

sin que tuvieran tiempo de movilizar sus recursos247. Sin embargo, debido a fallas militares y

errores de cálculo que llevaron a la prolongación de la guerra 248, el poder latente de la Triple

Alianza pudo desarrollarse y transformarse en poder efectivo. Así, terminó prevaleciendo el

mayor potencial en hombres y recursos de los aliados.

Aquí cabe recordar la diferencia entre el poder latente y el poder efectivo: los recursos de

poder de un país solo se convierten en poder real si se explotan de manera eficiente 249. El poder

245 CERVO&BUENO, 2002. p. 123.


246 BOX, Pelham Horton. Los orígenes de la guerra del Paraguay contra la Triple Alianza. Colección Las Guerras
del Paraguay. El Lector: Asunción. p. 26.
247 FRAGA, 2016, p. 98.
248 Doratioto corrobora que Paraguai tenía buenas chances en una guerra corta. Sin embargo, las derrotas en
Uruguay y en la batalla de Riachuelo. Até essas duas derrotas, havia um quadro de possibilidades para o desenrolar
da guerra. Doratioto, 2002, p. 476.
249 Power is influenced by the natural resources that a nation has at its command, not by the amount that lies
within its boundaries. ORGANSKI, 1960, p. 133.
98
latente de Brasil era mucho menor que el poder real porque sus recursos no se explotaban

adecuadamente. La prolongación de la guerra permitió que su poder latente, especialmente el

factor poblacional, se transformara en poder efectivo. El ejército creció exponencialmente, de

18.000 reclutas en 1865, a 67.365 en 1866, 71.039 en 1867 y 82.271 en 1869; y la Armada

duplicó su flota durante el período de la guerra, de 45 a 94 buques de guerra 250. A Argentina, por

sua vez, contava com um Exército pequeno em 1865 – 6 mil homens – mas bem treinado, e o

Uruguai com 4 mil soldados, que logo se reduziram a mil 251. Además de movilizar a la población

para las Fuerzas Armadas, el Imperio contó con apoyo externo en forma de préstamos.

(iii) inminencia de un ataque de Brasil

El timing de la guerra también fue perjudicial para Paraguay. López se precipitó por

sentirse en la inminencia de un ataque de Brasil. Si hubiera esperado unos meses, podría haber

enfrentado a la Triple Alianza con mayores ventajas en términos de armamento. Estaban por

entregarse armas, cañones rayados (capaces de perforar buques acorazados) y cuatro buques de

guerra modernos. Según Doratioto, si Solano López hubiera esperado, dicha incorporación lhe

permitiria alterar o equilíbrio militar regional, ao garantir a navegação para seus barcos e

tropas do Rio Paraná até, pelo menos, próximo de Buenos Aires.252

Contudo, o Exército paraguaio poderia, sim, ter-se armado bem, se Solano


López não se tivesse precipitado em invadir Mato Grosso. O Paraguai
comprara armamento na Europa e que estava prestes a ser entregue. Em
novembro de 1864, antes de a Marinha brasileira bloquear o Prata para navios
que fossem a Assunção, o governo paraguaio recebeu, da Inglaterra, 106
caixões com rifles e munições, além de recursos humanos representados por
três médicos e quatro técnicos contratados, todos ingleses. O representante
paraguaio na Europa, Cândido Barreiro, tinha ‘muito armamento e até
canhões raiados’ para enviar. Havia, ainda, quatro encouraçados em
construção, encomendados pelo governo paraguaio a estaleiros europeus. 253

250 SCHWARTZ, 1998, p. 303.


251 Ibid., p. 303.
252 DORATIOTO, 2002, p. 93.
253 Ibid., p. 93.
99
Tal como afirma Doratioto, la guerra era uma das opções possíveis, que acabou por se

concretizar, uma vez que interessava a todos os Estados envolvidos, los cuales previeron en una

victoria fácil la forma más eficiente (con menor costo) de alcanzar sus objetivos, tendo por base

informações parciais ou falsas do contexto platino e do inimigo potencial 254. Para Paraguay, era

una oportunidad para proyectarse como potência regional e ter acesso ao mar pelo porto de

Montevidéu255; para la Argentina de Bartolomé Mitre, era el camino para la consolidación del

estado centralizado argentino, por medio de la eliminación del apoyo de los blancos y de López a

los federales liderados por Urquiza256. Doratioto subraya, no obstante, que, para el Imperio, a

guerra contra o Paraguai não era esperada, nem desejada, mas, iniciada, pensou-se que a

vitória brasileira seria rápida e poria fim ao litígio fronteiriço entre os dois países e às ameaças

à livre navegação, e permitiria depor Solano López257.

254 Ibid., p. 93.


255 Ibib, p. 93.
256 Ibid. p. 96.
257 Ibid, p. 96.
100
Las explicaciones tradicionales para la Guerra de la Triple Alianza frente a la teoría de la
transición del poder

El imperialismo inglés

El abordaje imperialista, asociado al movimiento revisionista de los años 1960 y

ampliamente aceptado entre los estudiosos de la Guerra de la Triple Alianza, afirma que la guerra

habría sido causada por el deseo del imperialismo británico de impedir la búsqueda, por parte de

Paraguay, de un camino independiente y nacionalista de desarrollo, con el fin de someterlo a la

condición de colonia. Gran Bretaña habría provocado la guerra para tener acceso al mercado

consumidor paraguayo y a los productos primarios existentes en ese país, como el algodón, que

escaseaba debido a la Guerra Civil en Estados Unidos.

Sin embargo, para que ese modelo fuera aplicable sería necesario comprobar que

Paraguay era, al mismo tiempo, atractivo e inaccesible para el Imperio británico desde el punto

de vista económico comercial o como fuente de materias primas. De hecho, Paraguay era un país

autónomo -en la medida de lo posible- respecto de las grandes potencias, fuertemente estatizado

y la inversión extranjera era más perceptible en el sector comercial. Sin embargo, no existe

evidencia de que Gran Bretaña estuviera esperando una oportunidad para invertir en Paraguay o

invadir su mercado consumidor, lo que de hecho no ocurrió tras la derrocada de Solano López.

En 1880, Paraguay era apenas el 14° país latinoamericano en términos de inversiones británicas,

con solo 1,5 millón de libras esterlinas. El comercio bilateral, a su vez, jamás llegó a ser

significativo antes del siglo XX.

En la década de 1860, los dos países mantenían un comercio regular e Inglaterra

participaba activamente, con hombres y máquinas, en el proceso de modernización paraguaya,

que, en gran parte, estaba dirigido a los sectores militar y de infraestructura.

101
Se transcribe un comentario de Doratioto sobre la importancia de Inglaterra para el

proceso de modernización paraguaya:

É fantasiosa a imagem construída por certo revisionismo histórico de que o


Paraguai pré-1865 promoveu sua industrialização a partir “de dentro”, com
seus próprios recursos, sem depender dos centros capitalistas, a ponto de
supostamente tornar-se ameaça aos interesses da Inglaterra no Prata. Os
projetos de infra-estrutura guarani foram atendidos por bens de capital
ingleses e a maioria dos especialistas estrangeiros que os implementaram era
britânica. As manufaturas oriundas da Inglaterra chegaram a cobrir, antes de
1865, 75% das importações paraguaias, quase todas originadas de Buenos
Aires, em operações controladas por comerciantes britânicos ali instalados.
Esses comerciantes concediam aos importadores paraguaios um crédito de oito
meses para o pagamento das mercadorias.258

Amado Cervo y Clodoaldo Bueno agregan que:

Ideologicamente, a guerra do Prata podia-se justificar pelo lado do


liberalismo, cuja implantação sobre a região sob a forma modernizadora não
estava consumada. Pelo lado econômico, nada entretanto aconselhava seu
desencadeamento, embora posteriormente, como é natural, tenha se convertido
em grande negócio. A explicaçào da conspiração capitalista, reunindo
Inglaterra, Argentina e Brasil para destruir o sistema fechado e autônomo do
Paraguai deve-se tributar a distorções da análise histórica. A essas economias,
às quais já se integrava o Paraguai na época, interesseva o incremento das
relações, como desejado e encaminhado pelo governo dos López.259

Inglaterra hizo una importante contribución a los esfuerzos de guerra paraguayos.

Soldados ingleses lucharon del lado paraguayo e Inglaterra trató de negociar un ventajoso tratado

de paz a favor de Paraguay, dispensado por Solano López. Algunas victorias, como la de

Curupayty, se atribuyen en gran medida a las trincheras que los ingleses como George Thomspon

ayudaron a construir. Además, Inglaterra llegó a proponer, en 1867, a través del ministro Gould,

los términos de una tregua por medio de la cual se aseguraría el reconocimiento de la

independencia del Paraguay, arbitraje de naciones neutrales en las cuestiones de límites,

evacuación de los territorios militarmente ocupados, renuncia a las indemnizaciones de guerra,

retiro honroso de López, dejando al vicepresidente en el gobierno260.

258 DORATIOTO, 2002, p. 30.


259 CERVO&BUENO, 2002. p. 121.
260 THOMPSON, 2014, p. 8.
102
De esa manera, la teoría asentada sobre el imperialismo inglés puede descartarse por la

evidente falta de fundamento histórico.

Equilibrio de poder

En el siglo XIX, el argumento del equilibrio de poder era utilizado para justificar

cualquier medida de política exterior:

For statesmen, the theory of the balance of power often provided a good slogan and a
ready justification for what they did. Today we have a new slogan: “world peace”.
Whatever we do, we justify it in terms of its contribution to peace. If we disarm, the
action helps world peace. If we arm, that too will guarantee world Peace. If we
negotiate with others, is in the interest of world peace, and if we refuse to negotiate,
our firmness will also help bring peace. In its heyday, the balance of power was useful
in the same way.261

Tal como afirma Abente, la explicación de la guerra con base en el mantenimiento del

equilibrio de poder en la región solo tiene sentido mientras esa constituye la justificación de

Solano López, manifestada tanto en el ultimátum del 30 de agosto como en la declaración de

guerra a la Argentina. La declaración de apoyo del Congreso a la guerra llega a comparar la

situación en aquella región a la existente en el contexto de las Guerras Ruso-Otomanas, donde

Brasil sería la Rusia expansionista y la actitud de indiferencia de Argentina sería equivalente a la

adoptada por Austria y Prusia262.

Cabe destacar que Solano López había visitado Europa entre junio de 1853 y diciembre

de 1854, período en el que tuvo contacto con las ideas corrientes en el viejo continente,

particularmente la teoría del equilibrio de poder. Thompson corrobora la percepción de que el

viaje de López a Europa tuvo una influencia sobre su visión de mundo, pero desde el punto de

vista de la grandeza militar, al afirmar que probablemente el espectáculo de los grandes ejércitos

europeos le sugirió la idea de imitarlos, y de representar en Sud América el papel de

261 ORGANSKI, 1960, p. 293-4.


262 ABENTE, 1987, p. 59.
103
Napoleón.263 De esa manera, Paraguay simplemente abrazó la justificación vigente para legitimar

su deseo de maximizar el poder y ascender a la jerarquía de la región del Plata.

Mientras que la teoría de equilibrio de poder identifica al menos seis estrategias distintas

para promover la paridad –conquista de territorios; compra de armamentos; creación de buffer

zones; intervención; táctica de “dividir para conquistar”; y formación de alianzas– la teoría de la

transición de poder comprende esos elementos como métodos para que una nación pueda

aumentar su poder en términos relativos264. En la Cuenca del Plata del siglo XIX, se utilizaron

casi todas esas tácticas. En un ambiente donde el status quo no estaba plenamente definido, todos

los países de esa jerarquía local estaban buscando maximizar su poder por todos los medios

viables.

263 THOMPSON, 2014, p. 27.


264 ORGANSKI, pp. 275-8.
104
CONCLUSIÓN

“The critically important variables associated with war and peace within power transition theory are
thus relative power relations and status quo evaluations. Among satisfied states and between states with
appreciable differences in relative power, peace is generally expected. However, when a dissatisfied state
rises in power such that is roughly or actually the equal of the dominant state, its demands for change to
the status quo move from being passive to explicit. Should the dominant state resist these demands, the
probability of war increases dramatically. Such wars are anticipated to be especially violent, since the
stakes are so large. A great deal of empirical evidence (…) suggests that parity is a dangerous condition;
this is consistent with power transition’s expectations [el subrayado es nuestro]”265.

Las dos grandes contribuciones de la teoría de la transición de poder para la comprensión

del origen de la Guerra de la Triple Alianza son la desmitificación de que la misma tenía como

objetivo mantener el equilibrio de poder en la región y redimensionar el poder entre los estados

de la Cuenca del Plata, lo que reveló que la disparidad entre Paraguay y Brasil no era tan

profunda. Al demostrar la verdadera utilidad del equilibrio de poder (mantener la paridad), la

teoría permite ver más claramente las verdaderas intenciones de los actores involucrados.

Además, la teoría no solo introduce el concepto de capacidad política como un elemento esencial

del poder para comprender el equilibrio de fuerzas, sino también las nociones de poder potencial

y poder efectivo. Por lo tanto, la autora discrepa con Abente cuando éste afirma que la teoría de

la transición de poder no explica bien la guerra de la Triple Alianza266.

A la luz de la teoría de la transición de poder, el objetivo paraguayo, al atacar a Brasil, no

era promover el equilibrio de poder, sino modificar el status quo para su beneficio y,

eventualmente, allanar el camino para asumir una posición de superioridad en la Cuenca del

Plata. De hecho, si hubiera vencido al Imperio brasileño en una victoria rápida (que varios

autores reconocen que podría haber sido posible, si no fuera por imprevistos como la formación

de la Triple Alianza y derrotas por negligencia militar que podrían haberse evitado) y se hubiera

265 LEMKE, 2002, p. 26.


266 ABENTE, 1987, pp. 61-4.
105
negociado un tratado de paz ventajoso, Paraguay podría haber aumentado su territorio mediante

la anexión de Mato Grosso, que solo volvió al control brasileño en 1868 267 y tendría una

condición indiscutiblemente superior con relación a Uruguay y Argentina.

La guerra fue, de hecho, según lo declarado por Doratioto, resultado do processo de

construção dos estados nacionais no Rio da Prata268, lo cual condujo a una lucha de poder en el

contexto de la formación del status quo de esa jerarquía local. En ese contexto, se discrepa con

Abente cuando afirma que la guerra no se produjo directamente por motivo de disputas

territoriales269. Paraguay atacó a Brasil no solo para asegurar la independencia uruguaya (y por lo

tanto evitar que Brasil aumentara sus posesiones) sino para expandir su propio territorio (es

interesante observar que las fuerzas paraguayas avanzaron solamente sobre el área bajo litigio

del Mato Grosso). La afirmación de que buscaba mantener el equilibrio de poder fue la

justificación “legítima” utilizada para perseguir sus intereses nacionales de maximización de

poder y ascensión regional. Tal como afirma Lemke, los verdaderos motivos no están

necesariamente aparentes al comienzo de una guerra270.

Aunque ofrece la mejor explicación hasta la fecha sobre el origen de la Guerra de la

Triple Alianza, la teoría de la transición de poder también mostró algunas limitaciones. En

primer lugar, se basa en los supuestos de que siempre hay (i) un status quo establecido por la

potencia dominante y (ii) estados satisfechos e insatisfechos. En el caso de la Cuenca del Plata de

mediados del siglo XIX, el orden todavía estaba en construcción y todos los estados estaban

insatisfechos, en mayor o menor grado.

267 FRAGOSO, 2009, pp. 242-4.


268 DORATIOTO, 2002, p. 23.
269 ABENTE, 1987, p. 47.
270 LEMKE, 2002, p. 40.
106
El imperio brasileño, a pesar de su superioridad en términos militares, económicos y de

población, aún no había establecido un sistema común para la Cuenca de La Plata. Esto se

explica en virtud del contexto de formación de los estados nacionales de Argentina y de Uruguay

y del aislamiento de Paraguay durante buena parte de su existencia como estado independiente.

La volatilidad de los estados en formación y la falta de integración paraguaya dificultaron la

consolidación de relaciones entre esos países, que en su mayoría padecían de desconfianza y

temores mutuos. La teoría encuentra sus límites, por lo tanto, al basarse en sistemas donde existe

un sistema jerárquico con base en reglas establecidas por el poder dominante, sin prever la

existencia de situaciones en las que el status quo todavía está en formación.

En segundo lugar, se considera que la hipótesis de Lemke de que los intereses de las

potencias regionales son limitados geográficamente (modelo de múltiples jerarquías) –a pesar de

ser aplicable al siglo XIX, período estudiado por este trabajo– es incongruente con el escenario

internacional actual, donde los países están interconectados de tal manera que no es posible

considerar viable tal compartimentación de “intereses”. Dada la profunda interconexión entre los

países en el presente siglo, grandes potencias locales (o regionales), como Brasil, India y

Sudáfrica, están igualmente preocupadas con lo que sucede fuera de sus continentes,

considerando que las repercusiones pueden afectarlos con la misma fuerza. Por ese motivo, se

adoptó alternativamente solo la segunda parte del concepto de Lemke, de que el mejor criterio

para distinguir entre potencias regionales y globales actualmente estaría relacionado con su

capacidad para influir militarmente en otras regiones (alcance militar).

En resumen, en el capítulo 1 hemos visto que los supuestos para desencadenar una guerra

son la existencia de estados insatisfechos y en condiciones de paridad con el estado dominante.

Según la teoría de la transición de poder, el sistema internacional no es completamente

107
anárquico, sino que está formado por estados jerárquicamente posicionados dentro del status quo

establecido por el estado dominante para beneficiarse a sí mismo y a sus aliados.

En el Capítulo 2, se pudo confirmar que la Cuenca del Plata era un escenario en el que

todos los estados estaban insatisfechos con el status quo aún en definición y con poco margen de

convergencia sobre los contornos que el sistema debería asumir. Las fronteras estaban abiertas,

las alianzas eran volátiles (collusive partnerships) y la desconfianza prevalecía entre los cuatro

participantes en la Guerra de la Triple Alianza. En este contexto, Paraguay era un estado en

ascenso, insatisfecho con el status quo¸ que identificó en la coyuntura de mediados de la década

de 1860, aunque no fuese el momento ideal para atacar, la inevitabilidad de una confrontación

para la cual ya se consideraba suficientemente preparado.

En el capítulo 3, se observó que la disparidad de poder entre Brasil y Paraguay era más

pequeña de lo que los números llevan a creer, cuando se tiene en cuenta el factor de capacidad

política. Si bien no es posible asegurar que los países estaban en condiciones de paridad, se

puede afirmar que las ventajas en términos de organización y de movilización de fuerzas

productivas le daban al país un poder relativo mayor que el que se supondría con los datos

económicos y de población analizados de manera aislada.

En el capítulo 4, se concluyó que Paraguay (así como Brasil y Argentina) estaba tratando

de maximizar su poder por medio de la conquista de territorio y, en consecuencia, aumentar su

población. La controversia también implicó una disputa por el control de la navegación en la

Cuenca del Plata, cuyo dominio fue mantenido alternativamente por Brasil, Argentina, Paraguay

y Uruguay, en distintos momentos del siglo XIX. Todos estos son motivos señalados por Lemke

como desencadenantes de una guerra en el contexto de sistemas periféricos de poder.

En ese escenario, la práctica de equilibrio de poder existía no con el objetivo de mantener

la paz, sino de maximizar el propio poder. Además, López quería promover el equilibrio de poder
108
como una forma de asegurar que ninguna potencia se elevaría al punto de que perdiera las

posibilidades de superarla.

La gestión de la guerra tuvo lugar en un contexto de miscalulations y misperceptions -que

la teoría de la transición de poder analiza en el marco del poder de decision making, como se vio

en el capítulo 3- si los hubiera evitado, Solano López podría haber alcanzado sus objetivos. La

consistencia cognitiva desempeñó un papel importante en el recrudecimiento de las

desconfianzas y el comienzo de las hostilidades. El soberano paraguayo erró el timing,

malinterpretó las intenciones de sus rivales, sobreestimó rivalidades y lealtades. Su cálculo se

basó en la superioridad militar paraguaya (acertado), en una victoria rápida (que podría haberse

concretado si no hubiera sido por las fallas militares), en la incapacidad de movilización

brasileña, en la capacidad de resistencia de los blancos uruguayos y en la neutralidad de Mitre,

además de contar con la alianza de los federales, representados por Urquiza. Solano López vivía

atormentado por la certeza de que Brasil estaba a punto de atacar y deseaba tener la ventaja de

hacer el primer movimiento. Si hubiera esperado unos años, podría haber enfrentado al Imperio

brasileño y los demás vecinos en mejores condiciones.

Todo estudio sobre guerras es, en última instancia, un estudio sobre poder, cómo se

pierde, cómo es alcanzado. En la Guerra de la Triple Alianza, el poder que se esperaba proyectar,

en la Cuenca del Plata, terminó convirtiéndose en la lápida paraguaya.

109
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