Historia Diplom 03 Ques
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VICENTE
G.
QUESADA
el
la UnlverBidad,
plet,
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1S5;> loa
com-
doctorndose en derecho.
poltica
y actu en
el
periodismo, de-
En
ms
En
y en 1873
el
gobierno
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le
en
Espaa
copias
manustritos
a la
historia
co-
lonial.
En
En
Fu presidente de
la
Aca-
Ocupan un rango
'Memorias de un viejo"
(Vctor Glvez),
"La sociedad
hispanodi-
americana bajo
la
Diplomtica Latino-Americana",
tos,
etc.
por
mismo reunidos en
memorias
tres series:
cas", "Mis
polticas",
Falleci en
Buenos Aires
19
"LA
CUUTURA AROENTINA"
VICENTE
Q.
QUESADA
La
poltica
cuestiones de lmites
de
las
repblicas sudanieri(;anas
Aire
1920
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CAPITUILO PRIMERO
reino de Portugal por las tropas franceespaola?, la familia de Braganza emigi(S ai Brael
(1) El prneipe regente de Portugal estaba casado con la princesa doa Carlota Joaquina, hermana de Fernando VJI. y aquel crey po-scble unir a sus dominios americanos el Ro de la Plata, plan que su ministro Rodrigo de Souza Coutinho intent llevar a cabo, guardando sigilo respecto de la regenta, que a su vez quera ceirse la corona de los dominios de su hermano prisionero, de acuerdo con algunos argentinos distinguidos. Un incidente puso de manifiesto las miras ambiciosas
<lel
regente.
El conde de Liniers se haba embarcado en Lisboa bordo de un Ijuque melgante, ocultando su nombre baa jo el de Enrique Jos de hovera. Desembarc de incgnito en Eo de Janeiro, donde viva retirado, segn su
la declaracin de un testigo ocular de de Braganza a Ro de Janeiro. Dice "Que ei mismo da 19 estaban haciendo preparativos para el recibimiento de la familia real, desocupando el palacio del virrey, y las casas inmediatas; que el da 20 entraron en el puerto en lnea, a la ca l^eza un navio de guerra ingls de dos bateras: seguan . ste dos ])ortugneses a estos otros dos ingleses, de los que uno era de tre. puentes, y cerraba la lnea y adems dos bergantines de guerra portugueses con toda la familia real, excepto el prncipe regente. <le quien oy decir se haba separado en una isia cue hallndo-se el que declara enfermo ese da en la ziimaca Estrella, fondeada inmediato a los na\'s que haban entrado, ^i una porcin de lanchas y botes que rodeaban a los dos navios portugueses, viendo la familia real, y oy decir que la reina madre clamaba diciendo donde rae han trado! Que una fala pinta.da de oro, m.uy hermosa, con un farol a popa, est pronta y lista en el muelle con otras lanchas y botes que la acompaaban, prontos para la llegada del prncipe regente y desembarco de toda la familia. Que el da de su salida 21 de enero, vio que la citada fala fu sola y atrac a bordo del navio portugus. Que la entrada de los buques fu muy triste, pues slo el bergantn que entr el 19 con la soticia. tir unos cuantos caonazos; y que el 20 a la entrada de dichos cinco ]^a^'o8 la plaza tir tres o cuatro..." (Xotieias habidas por el cojreo de Montevideo del mircoles 20 de febrero de ISOg. S pSff. en 49, publicadas por la imprenta de Nios Expsitos, aunque no S! expresa. El ejemplar oue poseo est perfectamente conserrado.)
(i)
Es muy curiosa
la llegada de la familia
VICENTE
G.
QUESADA
propio testimonio. Pero habiendo sido conocido por algunos espaoles, lleg la noticia a conoeimiento del prncipe regente.
Rodrigo de Souza Continho conoca muy bien al conde die Liniers. Fu este llamado por el juez del crimen y conducido por l a presencia del .ministro. El mismo conde se expresa as: *'La conferencia comenz por protestaciones generales del deseo de vivir en paz con nosotros: a las cuales respond que nuestro deseo seguramente era el mismo. Entoncesi me dijo que esperaban pruebas de ello, y que S. A. R. haba resuelto encargarme de las negociaciones relativas a este objeto''.
(1)
tal confianza
era
un honor, y que trasmitira esas rdenes. Necesario es no olvidar que era hermano de Santiago Liuiers, a la sazn virrey del Ro de la Plata, y que el primero supona que le dejara partir confindole la misin indicada vagamente. Pero Souza Coutinho le expres que deba permanecer en Ro hasta recibirse la respuesta de dice el conde que ressu hermano. **Esta puedo darla, pondi ianticipadamente, y har todo lo que pueda paya 'Oonistervarla sin faltar ain embargo a sus deberes, ni comprometer la dignidad y los derechos de su soberano, ni los intereses y el honor de la nacin espaola". Souza Coutinho replic que su proclama del 13 de febrero de 1808, no anunciaba intienciones pacficas y haba causado inquieltud. Por indicacin del mnistro el conde de Liniers escribi a su hermano, entregle la carta, y asegura que ignora si lleg a su destino. Para hacer presin le expuso que el hecho de encontrarse de incgnito y sin pasaporte, constitua un delito que poda ser castigado muy severamente. Parece que en esa cojiferencia no se arrib a nada, sino a indicacioneis insidiosas. Entonces el conde escriba una Memoria datada el 20 de marzo de 1808 y dirigida al ministro portugus. En ella expresa que el virrey Liniers tiene las disposiiciones ms pacficas respecto de los portugueses y que de ello dar pruebas, protegiendo el comercio de los mismos en el Ro de la Plata, sus personas y propieda-
(1)
S.
por
el
el
Ro de Janeiro M.
'
HISTORIA
DIPLOMTICA
LATINOAMERICANA
II
des en 'todas las provnoiais de iSu miando; qoie prohibir toda igresin contra lois va,S'aiUos de S. A. R. que no inquietar a isu gobierno, reuniendo fuefrzas sobre la frontera ''Pero dice textualmente isi sie entienle por dar pruehas alguiina cesin o abandono de territorio, o bien un V. E. debe persuadirse que cambio de dominacin. esto est fuera de sus poderes, y mucho ms lejos de sus principios, y en este caso respondo firmemente en su nombre por una negativa formal. En esto me refieroi a la decisin del ms legal de los hombres, a la de Soujza Coutinho si su soberano le Mibiese oonfiaido tal gobierno de isus colonias cul sera sna eonducta en igual caso'if Se me dice la Espaa no existe. V. E, comprende bien
;
que esto no es ms que una metfora poltica Don Rodrigo le haba dicho en la entrevista: '^I^a Espaa ser dividida y V. ver que esto cambiar todo en sus coloniais". ''Tal eosa no pueidle suiceder responda e<l conidtei ^pero no anticiipemos los sucesos". Usted debe ser afecto a los miembros de la casa de Borbn ". Esta suposicin es superfina en un eanigrado francs; pero el rey de Espaa pienso tambin es de la casa de
.
'
'
Biorbn". Riepirodnaco textualmente stu exposicin. ''Si nos obligan a declararles la guerra reunidos con los ingleses, vean qu fuerza podramos dirigir contra ustedes, y ^i pior aumento agregamos los paiulistas...." As se expres don Rodrigo. El conde le expuso lentonces las fuerzas que po-
drian oponrsele, de esta manera. Supona que el virrey Liniers mandada 20,000 hombres efectivos, que poda doblar en caso de n.ecesidad. Tiene una artillera numerosa y excelente, tiene caballera ligera formada desde 1796 bajo el nombre de blandengues. En cuanto a los ingleses, deban recordar sus recientes descalabros en el Ro de la Plata. Conviene que reproduzca este fragmento: "Pero si tuvisemos la desgracia de tener la guerra, y suponiendo hacia ustedes los mayores sucesos posibles, qu sera adeliantar sus eonquistasi basta la orilla izquierda del Ro de la Plata, leiul sera para ustedes el resultado? Sus antiguas posesiones y sus tierras conquistadas enteramente destruidas, vastos desiertos que no podran ni poblar, ni icultivar, ni conserv^ar un comercio ventajoso perdido para siempre, la execracin de sus vecinos adquirida sin remisin Deseamo,^ sinee;
.
l2
VICENTE
G.
QUESADA
ramente la paz; pero no tememos la guerra, y todo lo que acabo de exponer la V. E. ee una evidencia tal que debe dar golpe a todo buen talento. Si al contrario, y como lo espero^ no se traitla isino ide piaz y de iciomeroio, me entregar con gusto y celo a seguir esta negociacin, pero declaro a V.E. que no ser una correspondencia secreta entre mi hermano y yo, y que al contrario, ser comunicada a todo el gobierno, cuya naturaleza voy a exponer a V. E" (1). Despus de ^elevado este Memorial, continuaron las conferencias desde el 23 al 26 de marzo del mismo ao. En la primera manifest el ministro que S. A. R. estaba satiistfieicho d|e la exposicin, por creer que haba en ella franqueza. Expuso que el prncipe regente no quera 3a guerra, ni fomentar divisiones, que por el contrario, deseaba borrar hasta las seales de las que pueden existir, y que por ello slo se tratara de relaciones amiga.
bles.
Don Rodrigo dijo: ''Todas nuestras proposiciones reducen a asegurar de un modo estable las relaciones comerciales, y a extenderlas tanto cuanto se pueda: a estableicer la seguridad de las posesiones e individuos poritU'gueses en los dominios espaoles: no mostrar ninguna ^eail ide h'olsttiiidad, asgurarlo todO' por un connio escrito en fin, a vivir con nosotras eomo buenos vecinos y aliados; y por su parte el prncipe interpondr J5U influencia para impedir que ustiedes sean inquietados por los ingleses, pudiendo ser sus ataques daosos para nuestro comercio con ustedes". El conde de Liniers dice que contest: ''Este ltimo artculo es satisfactorio y puede hallar muchas dificultase
:
des".
Souza Coutinho di jle: "No se nos concedera el portuguesa en algunas plazas?" El condie le manifest que l no era un ministro a<^reditado y menos un plenipotenciario, pero que crea que jams se permitiran guarniciones portuguesas en
recibir guarnicin
plazas espaolas.
Se convino entonces en que el conde escribira al gobierno de Buenos Aires sobre aquellas bases, menas la concesin de las guarniciones de tropas.
(1)
Kelacin
etc.,
antes citada.
HISTORIA DIPLOMTICA
LATINO-AMERICANA
Entre tanto el mnistro Souza Coutinho ya haba enviado un comisionado a Montevideo', Joaqun Javier Curado, y el conde tema que eso perturbase la secuela de la negociacin; pero el ministro portugus expuso que no era un negociador formal, que slo tratara por intermedio del conde.
He
aqu la
coimainiijcacin
''Carta oficio del coronel C. el conde Liniers al vicapitn general de estas provincias.
:
dq
S.
M.
Confirmo a V. E. con satisfaccin la seguridad de las disposiciones pacficas de S. A. R. el prncipe regente de Portugal, y, por orden de este soberano, voy a comiuncar sus intenciones tales cuales me lian sido trasmitidas por su ministro de la guerra y de los asuntos extranjeros, on Rodrigo Souza Coutinio. 1." S. A. R., desea que se
establezca entre
suia
vasallos
Ro de la Plata un comercio libre y franco, extendido y desembarazado de tiodas las trabas que pudieran retardar su marcha y detener las especulaciones respectivas. 2\ Que todojs los vasallos de S. A. R. residentes o comercianteis e^ las dichas colonias estn en lo sucesivo al abrigo 'de las espieculaciones o secuestros arbitrarios: que sus personas y sus propiedades sean( tratadas, protegidas y socorridas, al ii)gu!al ide las peirsonas y propiedades nacionaleis, mientras que dichos vasallos portugueses no contravengan en nada a las leyes del pas. 3." Que el gobieimo de Buenosj Aires evitar toda ocasin di icausar ninguna inquietud a las posesiones portuguesas, por demostraciones hostiles o junta de tropas sobre la frontera de los estados. 4. Que, para la seguridjad de la ejecucin de las condicionas arriba dichas, ser firmado por los ministros de S. A. R. y el encargado de los asuntos de
Buenos Aires (suficientemente autorizado a este fin) un convenio que subsistir con toda su fuerza hasta el restablecimiento de la paz general: poca en la que los sobcrianos de las maciones traitarn 'ellos mismios, y idie corona a corona, suis derechos respeictvos. Por su parte, y en virtud de dicho convenio, S. A. R. promete no solamente abstenerse de toda hostilidad por su parte por toda va, sino tambiln interpone su poderosa inftencia para impedir a los ingleses intentar algn ataque contra las colonias espaolas del Ro de la Plata, considerndolas en adelante como sus aliadas importando
j
14
nCENTE
G.
QUESADA
SU tranquilidad al bienestar de lia prosperidad de sus vasallos. Deseo que estas proposiciones sean admitidas por el gobernador de Buenos Aires y pudase asegurar Dios la felicidad y tranquilidad de las dos naciones. guarde a V. E. muchos aos. -Ro de Janeiro, 26 de marzo de 1808. El conde de Liniers. (1)
El papel que forzostamente desempeaba el conde de Liniers no era ui poda ser el de un agente diplomtico y la negociacin misma no tena estrdetamente tal carcter, puesto que el virreinato del Ro de la Plata era a la sazn posesin uteamiairina de la mioniairqua espaola, y icomo tal no tena el eijencicio de la soberana eminente, ni representacn como nacin independiente. Como iciolonjia no poda celebrar tratados internacionales, ni los eon venios mi alianzas que pudieran
pactar sus autoridades tenan otra fuerza que un acuerdo de hecho, por asutoridades incompetentes. (2). Pero sea de ello lo que fuere, era un proyecto de pacto internacional, porque eran eolonias de dos eoronas distintas; liaba la profunda y radical difereneia, que el prneipe regente de Portugal era el representante de la casa de Braganza, que estuvo reinante en Portugal antes de la invasin de los ejrcitos franceses, y la colonia espaola, reconocida la autoridad de sus monarcas depuestos de acto por el emperador Napolen, no haba jurado ni quea^a jurar al rey Jos.
Dada
es el
la siituacin
segundo convenio internacional entre las autoridades del Brasil y del Eo de la Plata, pues el primei'o firmado icon sus autoridades, por el orden eronolgico, debe consideraLrse el staU. quo de 1804, que pact una lnea
proviisional divisoria entre los dominios espaoles
y por-
tugueses.
El presentado por
(1) (2)
el
conde de Liniers
VI.
en'
nombre y
Ketacin,
etc.,
ya
citada.
S.
:
El primer convenio internacional celebrado entre el virrey de Buenos Aires y una nacin extranjera, es el siguiente Tratado definitivo acordado entre los generales en jefes de las tropas de 8, M. C. y S. M. B. segn los artculos siguientes. Este fu firmado en la fortaleza de Buenos Aires a 7 de julio de 1807 y lleva los nombres siguientes: Santiago Liniers BernarCsar Balbiani do de Velazco Publicado Jhon Whitelocke George Murray en 4o. en letra graiade por la imprenta de Nios Expsitos Cito solo el ttulo y las firmas, porque no me ocupo de s'a capitulacin y la aefialo por ser la primera que se firm entre las autoridades d* la colonia y las de S. M. B. representada por los jefes rendido.
HISTORIA
DIPLOMTTCA LATINO-AMERIOANA
por orden del prncipe regente tiene ya otfro alcance internacional es un tratado de comercio y de alianza segn sus clusulas, sin ms condicin que ser sometido a ambas coronas una vez celebrada la paz general en Europa; pero convenio recprocamente obligatorio, en caso de llevarse a cabo, entre las autoridades del gobierno de Buenos Aires y el prncipe regente de Portugal.
:
Ro de Janeiro exista un gobierno soberano con la verdadera representacin internacional, con su ministro de negocios extranjeros, puesto que transitoriamjente haba perdido lel icatrcter d!e colonia, tomiando en J815 el de reino unido de Portugual, Brasil y Algarbes, cerca de cuyo prncipe regente la Gran Bretaa tena acreditado un enviado diplomtico, como ms tarde lo tuvo ia misma Espaa, desempeando^ el cargo el seor marqus d Casa Yrujo desde mediados de 1809. Empero en este momento la negociacin que se iniciaba de una manera tan irregular y forzada, tena por objeto inmediato alejar las inquietudes de un rompimiento entre las autoridades de ambas comarcas, porque esas relaciones de vecindad eran muy tirantes por cuanto los portugueses no haban querido restituir los territorios que ocuparon con motivo de la guerra entre las dos coronas en Europa, y el statu quo celebrado en 1804 era frecuentemente violado por partidas sueltas lusio-brasileras, la que baca necesario que las autoridades del Ro de la Plata a su tumo aglomerasen fuerzas para contener las depredaciones en sois fronteras.
En
Y cosa singular El mismo ministro Souza Coutinho que iniciara de una manera tan sorprendente la negociacin con el conde Liniers, el 3 de marzo de 1808, es decir, pocos das antes, pinopuso a las lautoridades del Ro de la Plata tomar su territorio bajo la proteccin de S. A. R. sin menoscabar sus derechos y fueros, amenazando en caso contrario de que se unira a la Gran Bretaa. Segn Mitre, el texito de la nota reservada es el siguiente que en virtud de ser un hecho indudable la completa subjecin de la monarqua espaola a la Francia, y el hallarse comprometidas con la Inglaterra las "provincias del Ro de la Plata, que haban resistido triiunfantemente sus invasiones, el Portugal les ofreca tomarlas bajo su proteccin, guardndoles sus fueros, garantiendo su comercio y un olvido de lo pasado por parte
! ' :
.
.
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6
1
VICENTE
G.
QUESADA
de SUS aliados los ingleses teniendo por objeto estas proposiciones amistosas evitar la efusin de sangre; en la inteligencia que, de no iser a^ceptada, hara causa comn con su poderoso aliado contra el pueblo de Buenos Aires y todo el virreinato del Ro de la Plata, por ms doloroso que le fuese esto, tratndose de naciones unidas por los vnculos de la misma religin, por libitos y costumbres semejantes y por un idioma casi idntico, que se veran empleitas en una guerra". (1). El Cabildo contest indignado, que: '^establan prontos a derramar la ltima gota de sangre, antes que las provincias del Ro de la Plata fuesen usurpadas a la corona de Espaa".
;
El
jniesta
Catoildio,
de acuerdo
mend
encovirrey: ''tomase las medidlas conduicenite a Ja seguridaid de lais provincias, vengiand'o y eastigando el temerario arrojo con que un prncipe fugitivo, escita vo de]
al
como ya he expuesto y
segn Mitre
gabinete de Saint James, atacaba su honor y su lealtad, para vengar as los vejmenes irrogados al soberano' es-, paol y a su poderoso aliado el emperador Napolen". Parece que Ijiniers llev tan a pecho esta emiergencia, que medit una expedicin militar contra el Brasil, pero desisti en vista de las observaciones de Elo, que gobernaba en Montevideo. Eistos dotalleg que da Mitre, j^rueban la justsima alarma que deba tener el gabinete de Ro, y explica el procedimiento inusitado de obligar el conde de Liniers a iniciar una negociacin, que slo tena por mra capital impedir la guerra entre las dos colonias, y celebrar un convenio de comercio y alianza. Souza Coutinho en marzo de 1808 no poda prever ciertamente la respuesta del cabildo de Buenos Aires en abril, pero debera est'ar inf ormaido por sus agentes del estado ide la opinin. Por ello, icon previsin y eordura, se propona evitar la tormenta. Qu deca LinSers eiti su proiclama de enero de 1808V Hela aqu: "Acabamos de saber que la familia real de Portugal ha pasado al Brasil, y aaden las papeIotas que el general Berresford estaba aprontando xma expedicin secreta que se cree dirigirse a una nueva invasin al Ro de la Plata. Pero suponiendo por un moi?,
(1)
Hisloria dr Belfjrtmo,
3.a
erlicin,
t.
2o.
pff.
382-83.
IIISTOKIA
DU'LOJMTICA
LAT N-AMKKICANA
1/
por nuestros euvidiosos enemigos, pensase unir sus fuerzas con lais suyas para probar de nuevo la suerte de las armas sabis cul seHientio
que
ra
invicta protec-
tora no permitiese que lo efectuase, para que adquirisemos nuevas glorias: puteisi de su piadoso amor jams podra suceder, que si llegsemos a las manos, la victoria no fuese nuestra. Vamos ahora a echar una miirada sobre
liUiestro
actual
eatiado'.
"
(1)
Reciuerda kiego la invicta tix)pa que tfurvo do vietorias, la formidable y superior aTtillera a sus rdenes, manejada con destreza y con superabundantes municiones para los ms prolongados ataques, y por ltimo al
Per y todo el intetrior, de idonde si esperaba dinero, plvora y plomo, enumeracin de los elementos blicos en caso de una guerra. El virrey se muestra muy resuelto y anuncia que, de acuerdo con el cabildo, se pondr el armamento en el mejor estado. (2) Esta proclama revela que se tema un ataque de las
fuerzas britnicas unidas a las portuguesas, y los temores deban ser pblicos y muy serios, cuando la primera autoridad da la voz de alarma en los trminos decididos de los prrafos que acabo de citar. De modo que, encomendndose ahora al conde de Liniers la apertura de una negociacin pacfica, limitada nicamente a fines comerciales, imiportaba tranquilizar los espritus y cambiar la poltica que antes se haba iniciado, pretendiendo que el cabildo de Buenos Aires se sometiese al protectorado del prncipe regente de Portugal. En marzo no poda isaberse en Ro Janeiro cual iera la respuesta, y sin embargo ya Souza Coutinho cambiaba de poltica, renunciando al protectorado. Mientras tales ocurrencias tenan lugar en las colonias, la situacin de la Europa se haca aun ms grave. El Portugal haba sido sometido al ejrcito francs, la Espaa estaba ocupada por tropas francesas. Pero en el Brasil haba en la corte dos partidos el del prncipe regente y el de su esposa doa Carlota, apoyada por sir Sidney Smith, contraaimirante. El briga:
4o.
4o.
VICENTE
G.
QUESADA
cier
ir-epresen-
tando la influencia portuguesa. El gabinete de Ro hubiera querido impedir la jura de Fernando o el s'ometimiienito a Napolen, y, dlaida la situacin de la E(uropa, que el Ro de la Blata se sometera tranisitoritamente al protectorado poritugu, mientras que a. su turno la princesa Carlota hubiera querido venir a Buenos Aires y proclamarse regenta, dado el cautiverio de su hermano Fernando VII, invocando para ello sus derechos hereditarios y eventuales al trono espaol.
Liniers era francs de origen, y eso haca que los peninsulares temiesen que pudiera ser afecto a Napolen en dlao die la casa de Borbn de Espaa, pero Liniers saba mniy bien, coimo lo haba exprriesiado su hermano el conde a Rodrigo de Souza Coutinhoi, que nada poda hacer sin el apoyo del cabildo, y que la audiencia tena por la ley un papel importante en el mecanismo' orgnico de El virrey no era un dspota, ni un mandaa colonia.
taro absoluto.
Cuando Souza Coutinho, en m,arzo de 1808, obligaiba eonde de Liniers a abrir la referida negoeiacin internaeional con el sfobierno de Buenos Aires, no poda prever ni la Iletrada de Sassenay. enviado napolenico, ni tampoco el pronunciamiento de 2 de mavo' en Madrid, y los sucesos de la metrpoli y del Portugal. La situacin Doltica de Europa influa poderoisamente en el Ro de la Plata y en el gabinete de Ro, pues basta ver las mltiples ediciones que haca la imprenta de nios expsitos en Buenos Aires, con licencia, de las noticias que se traducan de las gacetas portuguesas, favorables a las armas de Napolen antes de mayo, victorias que deban refluir en e-l nimo del virrey, que mis^ de una vez se corjunic con el emperador. (1) De manera que francs era el agente de que se serva Souza Coutinho y francs de nacimiento el virrey de Buenos Aires, y lo que es ms, unidos por el estrecho vnculo de sangre, pues eran hermanos. No poda, pues, ^encontrarse negociador que inspirase mayor confianza al virrey, y no era fcil prever que esa negociacin pudiera fiiacaisaJr, desid-e que slo se trataba de una convencin
al
Historia de
HISTORIA
DIPLOMTICA LATINO-AMERICANA
del ao de 1808, no se saba en Ro JaMontevideo y Buenos Aires, cules seran las consecuencias de los sucosos europeos, pues fu recin en mayto que llegaron a Bu'enois Aires lias ndticias de la aibdicaicin die Garlos IV, el miotn de Ananjuez, la cada del
neiro,
En marzo
prncipe de la Paz,
el
comisionado Sassenay (1). Los sucesos se precipitan con tal celeridad, que sera necesario sealar la fecha de los das para estimarlos con
11/egaba el
criterio.
Resueltos el virrey y el cabildo a no someterse a las pretensiones del prncipe regente de Portugal, haba llegado a Montevideo como comisionado de esa corte, el
brigadier Curado, quien deca esperaba nSitrucieionleisi para pasar a la capital del virreinato; pero quien estudiaba sin duda alguna las disposiciones de los partidos, entre cuyos proceres deba tener vala Elo, como peninsular y monrquico. Segn Mitre, el virrey en agosto '^ recibe la noticia de que su hermano el conde de Liniers, vena del Brasil en calidad de parlamentario, conduciendo en una corbeta inglesa varios espaoles, a quines se haba ordenado evacuar el pas en trmino perentorio". Pero en marzo de ese ao, lejos de venir el conde de Liniers como parlamentario, el gabinete de Ro lo obligaba a iniciar una negociacin internacional, cuyo texto he reproducido, y Souza Coutinho lo retena como rehn, puesto que le intim permaneciese en la corte, asignndole un iSuelido para suis glastos. As lo dice el mismo 'conde de Liniers. No poda venir como parlamentario porque no haba guerra, y las tentativas de protectorado y aun las amenazas no constituan el estado de guerra, nico en que fuera permitido enviar un parlamentario. El papel del cende de Liniers era el de negociador, especie de intermediario entre el prncipe regente y el virrey Liniers. Qu causas
haban podido operar un cambio tan profundo? Bernard de Sassenay, enviado como agente confidencial del emperador, recibi instrucciones escritas y fu despachado acreditndole cerca del virrey de Buenos
(1)
Uartolom Mitre
Historia de Belcfrano y de la independencia argentina por 3a. edicin, vol. 1, pg. 212.
2o
VICENTE
G.
QUESADA
Entre sus papeles trajo las renuncias de Carlos IV y de Fernando VII, y de la prxima exaltacin al tvcno de Jos Bonaparte traa adems provisiones reales del consejo de Castilla y rdenes de los ministros espaoles Ofarril y Aranza para los virreyes de Amrica y
Aires.
:
Montevideo 'con sus piaipeles, po]*que el buque fu atacado por los cruceros ingleses y quemado, y l pudo ganar la costa con la tripulacin. lipez ha diclio, y extensamente lo confirma Mitre, riue el virrey Liniers liaba comunicdose dos veces con Napolen, dndole cuenta detallada de los sucesos ocurridos desde el 24 de junio hasta el 12 de agosto de 1806, y
Eimp:e']':o,
slo lleg'
posteriormente de la derrota del ejrcito ingls, del sitio de Montevideo, de su restauracin y de los tratados 7 'd.e julio de 1807. Estis icomunicaciioneg, que le haba i'eprobado Elo, lo hacan sospechoso a los espaoles, y eran ios antecedentes favorables con que deba contar el enviado diplomtico del emperador.
misin diplomtica? Prefiero ceder la palabna a Mitre: ''Requerido 'dice de exhibir sns documentos, puso en manos de Liniers ujia maleta que los contena, mandndosele retirar a la habitacin inmediata. Entre los papeles que entreg encontrse una provisin real del consejo de Castilla la misma autoridad que haba ordenado la jura de Fernando VII a la que se inclua la declaracin de nulidad de la abdicacin del re3^ padre y la voluntad manifestada por el hijo para que aquel volviese a ocupar el trono, que ya haba reasumido, dando en consecuencia contra rdenes respecto a la jura a todos los vinreyes y gobemadores. La junta, en vista de esto, acord hacer reembarcar al enviado para Montevideo, intimndole su inmediato regreso para Europa, y que guardase mientras tanto el ms profundo silencio respecto de las noticias de que era portador, bajo pena de ser tratado con el mayor rigor si no la obsiervaba, lo que le fu notificado". Cuando lleg a Montevideo, Elo lo puso preso junto con los otros franceses nufragos y les levant una sumalia dicindoles que los consideraba prisioneros, pues la guerra haba ya estallado en Europa, despus del pronunciamiento del 1." de mayo en Madrid. Este incidente hizo acentuar la lucha entre Elo, paresta
Cmo termin
HISTORIA
DIPLOMTICA LATINO-AMERICANA
21
iidario de la casa de
len,
mismo virrey crey necesario explicar al pueblo lo ocurrido, y lo hizo as por la clebre exposicin o proclama de 15 de agosto de 1808, en la cual reiere lo acontecido, revela las declaraciones de Napolen, sus promesas, que nada haba aun definitivamente resuelto la suerte de la casa reinante en Espaa, pero
aconseja esperar, siguiendo el ejemplo del procedimiento cuando la guerra de sucasin, es decir: "espertar la suerte de la metrpoli para obedecer a la autoridad legtima
que ocupe
la
monarqua".
ejemplar impreso de este documento que tengo, se lee al m'argen escritas; estas p>aiLabras: "proscriptios estos dos prrafos por indignos de la fidelidad de todo buen vecino de Buenos Aires". Este documento fu dice Mitre el que prepar la ruina de Liniers se crey ver en l ocultas simpatas al emperador, y los peninsulares y los criollos creyeron ([ue el mando no estaba en manos seguras. La llegada de Goyeneche a Montevideo, como agente de la junta de Sevilla, y la enemistad de Elo con Liniers, su impopularidaid eomo francs, todo preparaba sfu cada. La princesa doa Carlota Joaquina de Borbn escriba al cabildo de Montevideo: "Ha sido particular la satisfaccin que he tenido en saber el justo desprecio con que habis rechazado las insidiosas y falsas propuestas que por medio de su enviado os haca el usurpador, y el particular celo con que sostenis los derechos de mi real casa y familia acabis de dair la las habitantes de Amrica, a la nacin espaola y al mundo todo la 'ms relevante pi'ueba de vuestra acreditada fidelidad, y vivo en la esperanza segura que en breve tendris la satisfaccin de ver remunerada una tan fiel lealtad y constancia por vuestro soberano, cuyas armas ya se hallan coronadas de gloria con las victorias de Crdoba y Barcelona, y no puedo dudar por un momento que unnimes nuestros sentimientos con los de nuestros hermanos de la pennsula, y con los mos, cooperis al debido cum/plimento del manifiesto que os tengo dirigido para conservacin de la monarqua espaola y nuestra propia felicidad. Ro Janeiro, 16 de septiembre de 1808". La misma princesa, en la misma fecha, se dirigi a Liniers, dicindole " He tenido particular satisfaccin en
el
En
22
VICENTE
G.
QUESADA
saber la conducta que has observado con el enviado del usurpador; y el particular celo con que mantienes ilesos los derechos de mi real casa y familia. Yo vivo firmemente
". persuadida, etc. Esta carta fu publicada en Buenos Aires conjuntamente con la dirigida al cabildo de Montevideo en un pliego en 4." de cuatro pginas impresas. Entre tanto, el conde de Liniers haba llegado a Buenos Aires el mismo da que se embarcaba para Montevideo el emisario de Napolen por qu vino? cmo se encontraba su negociacin? qu haca Liniers respecto
. .
al giabiniet^
de Ro?
el
21 de
agosto de 1808. No debe olvidarse que durante los meses posteriores al pronunciamiento de 1. de mayo en Madrid, los franceses fueron vencidos y arrollados, el levantamiento fu general, y esas noticias llegaban a Ro y circulaban en el Ro de la Plata. El gobernador de Montevideo, despus de la llegada de Goyeneche el 24 de agosto de 1808, contest en estos ti'minos al virrey He recibido la circular reservada en que V. E. me da cuenta de la determinacin tomada a consecuenciia de Uos pliegos que la osada idjcl anas infame de los hombres ha renitido a ese superior gobierno con el objeto de sorprendernos. No se equivoca V^ E. en creer que los fieles habitantes que tengo el honor de mandar se sacrificaran conmigo por conservar estas provincias; para conservarais slo a Fernando VII, y no a ningn otro soberano. V. E. cree que para tomar su partido deba esperarse el xito de los sucesos de Espaa, y yo soy de muy distinto parecer jams dud de los generosos y fieles espaoles, los conozco mucho, he hecho con ellos la guerra contra la Francia, y hace poco tiempo que los perd de vista; por esto confo justamente en ellos; pero si por desgracia la Espaa, o alguna parte de ella fuese de distinto parecer, a la misma Espaa la declarara la guerra, a toda provincia, a todo individuo que no preste guerra y guerra contra el inicuo monstruo que ha " quebrantado hasta tal punto las leyes. Este lenguaje era el del desconocimiento de toda subordinacin, era hiriente, subversivo y atentatorio contra la autoridad del virrey. El 28 de octubre se publicaba en Buenos Aires, en
'
:
'
IllSTOKIA
DIPLOMTICA
LATINO-AMERICANA
23
rubro Justicia al mComienza as: ''Fidelsimos y valerosos hijos de Buenos Aires: el paso escandaloso que acaba de dar el gobernador y representantes de Montevideo, ha excitado todia miesitira indignaicin la negra oalumnia con que ha
escrito bajo el
riio.
;
cuatro pginas,
uu
decorado el acto primero de su lastimosa tragedia, en vez de disminuir el alto concepto que os merece el seor vi". ha ratificado Montevideo se cre una junta gubernativa, despus que rehusaron reconocer la autoridad del gobernador nombrado por Liniers en sustitucin de Ello. Este, apoyado por Goyeneche, sostena que Liniers, por su calidad de francs de nacimiento, no poda continuar como virrey, y desobedecindolo, enarbola la bandera contra su auto-
rrey, os lo
En
ridad.
La audiencia de Buenos Aires, en uso de sus cionas priv altivas, expidli una provisin real por
ordenaba la cesacin de la eludieron su cumplimiento.
atribula
Desobedecido este alto tribunal libr nueva real provisin sobrecartada, por acuerdo de 15 de octubre, pero fu tambin desobedecida. Elo constituy un gobierno independiente del rrey. Quin lo apoyaba? Tal vez sera necesario buscar en las maquinaciones Portugal o en la ambicin de la princesa doa Cariota, de
mvil de aquel procedimiento peligrossimo. Preciso es no olvidar que Belgrano, Castelii, ^'ieytes, los Pasos, Pueyrredn, Nicols Rodrguez Pea y otros, haban iniciado negociaciones cerca de la princesa doa Carlota para organizar una monarqua que no estuviera sujeta a las contingencias de la azarosa situacin de 1 era el partddo contrario al sometimiento a metrpoli Napolen. Esta negociacin concordaba con la ambicin de aquella princesa, tan desacordadamente ambiciosa e
el
: :
intrigante.
agente de aquella princesa, lo fu en Ro Janeiro de los monarquistas del Ro de la Plata. Mitre sostiene que loixl S-trangford, embajador de S. M. B. en Ro, protega este plan que deba arribar a la independencia. El plan de Rodrguez Pea, expuesto en carta datada en Ro de Janeiro a 4 de octubre de 1808, era que, habindose apoderado Napolen del rey de Espaa y su familia, era entonces i)reciso decidirse a admitir algn
Felipe Contucci era
el
VICENTE
G.
QXJESADA
gobierno, o establecerse bajo un sistema libre. Hace entusiastas elogios de la princesa doa Carlota, y aconseja que los americanos le dirijan una peticin para que S' traslade al Eo de la Plata, donde sera aclamada como i'egenta, convocndose a cortes. Cree que deban dirigirse circulares a todas las ciudades de los cuatro virreinatos
americanos (1). De modo que la venida del iconde Liniers en ajgoisito quiz responda ya a las evoluciones que proyectaba Rodrguez Pea, y de las cuales no habla la Memoria del conde ni los documentos, por ser muy secretas y pelig? osas.
Segn Jos
idaidio
su
consentimiento para que la princesa Carlota viniese a la princesa no daba paso alguno sin oir la opinin de sir Sidney Smith. Lord Strangford no aceptaba que fuese erigido un trono independiente en el Ro de la Plata, y parece que \iizo saber al virrey Liniers el plan que agitaba Saturnino Rodrguez Pea. Presas, secretario privado de la princesa, pretende que el virrey Liniers no apoyaba ese plan por no perder su elevada posicin, y cediendo a la presin moral de cierta dama galante, famosa en las crnicas de ese tiempo, Ana Perichon o Perison. ''El resultado de esta conferencia fu dice Mitre que Belgrano consigui persuadir a Liniers que abriese las puertas del comercio del Ro de la Plata al comercio de la Gran Bretaa, con el objeto de proporcionarse recursos para pagar las tropas y atraerse los pueblos del Per por los alicien-
Pero el prncipe regente, q^ie al prinicipio concedi permiso a la princesa su consorte para marchar a Buenos Aires y asumir el mando como regenta, retir la palabra que haba dado de dejarla ir al Ro de la Plata (3). Esto explicara la misin confiada sigilosamente al conde Liniers, de la cual no tuvo conocimiento la princesa. Quin decidi al prncipe regente? Dicen que fu6 lord Strangford, el minstro dte S. M. B. Este segn Presas tena instrucciones de su gobierno para trabajar por la independencia del Ro de la Plata, pero no bajo
Historia de Belg^'ano. Apndice, la. edicin. Historia de Belgrano, 3a edicin. Memorias secretas de la Princesa del Brasil, etc., escriBurdeos 1830, pgr. 38. tas por su antiguo secretario Jos Presas.
(1) (2) (3)
HISTORIA
DIPLOMTICA LATINO-AMERICANA
25
el mando de la prinoesia. Supone el mismo seiereftario Presas que el prncipe regente tema que si asuma su mujer
Li regencia del
siese al regente
Ro de
"y
pu-
donde no le diese el sol \ Mitre refiere que cuando el gabinete de Ro de Janeiro recibi la enrgica contestacin del cabildo de Buenos Aires, rechazando someterse al protectorado portugus, el pirncipe r'egenite, quie no tena eilementos blicos para hacer efectivas sus amenazas, anunci por medio de
permanencia en Ro Janeiro del conde d Liniers, hermano del virrey, se le indic que el objeto era arreglar un tratado de comercio, por cuanto hasta entonces el trfico entre el Brasil y el Ro de la Plata se haca con banderas simuladas a eausa del estado de guerra entre Inglaterra y Espaa, que aun subsista". (1) Esta exposicin no es correcta. El conde de Liniers fu obligado a abrir la negociacin; pero ya haba partido Joaqun Javier Curado, ocultando el nombramiento y comisin a la princesa, la que solicit y obtuvo despus la revociacin, por iCTiianito esfte propiiso al virrey: '*de que la margen oriental del Ro de la Plata se pusiera bajo la proteccin de Portugal". Entonces el virrey le intim salir y dio la proclama que origin el reclamo de la princesa Carlota. De modo que si el virrey hubiera aceptado la misin confiada al conde de Liniers y firmado el convenio con el prncipe regente, habra cedido tambin respecto
Mitre
la
dice
una carta 'al 'capitn general ide Ro Gnande, que miandara una misin cerca del virrey. Esto se haca, preciso es reconocerlo, ocultndolo a la princesa. "Aprovechando
del comercio britnico y de esta manera quitaba un pretexto para que se pudiera ayudar al gobernador disidente
de Montevideo. Causas complejas venan a facilitar la negociacin del conde de Liniers en cuanto al fondo, aunque no se redujo a pacto escrito. Pero, por una serie de hechos que no es posible narrar ahora, se volvi al plan de que la princesa Carlota viniese al Ro de la Plata y asumiese la regencia, para lo cual poda contar con hombres influyentes como Cornelio Saavedra, Belgrano y los jefes criollos. Entre tanto, desconociendo Elo la autoridad de Liniers, desobedeciendo las provisiones reales de la au(1)
Historia de Belgrano
3.
edicin, vol.
2o,
pg. 385.
VICENTE
G.
QUESADA
un gobierno independiente en
MoDitevideo, que hubo de ser aipoyiaido por el onotn que en Buenos iVires el 1.'' de enero de 1809, imponiendo la renuncia de Liniers; renuncia que fu desaprobada
por
los cuerpos patricios, es decir, por el elemento americano que qued preponderante sin arribar al someti-
Hiiento de Elo.
La princesa doa Carlota no permaneca ajena a las evoluciones ni a los sucesos en el Ro de la Plata. Con lecha 19 de octubre de 1808 escriba al virrey Liniers, acusndole recibo de su carta de 13 de sejitiembre en, la cual le daba ste cuenta del incidente con el emisario de Napolen: "El solo consuelo, dice la princesa, que poda aliviar mi afliccin dumnte ia desgraciada persecucin de mi familia, era ver la funanimidad con la cual se unieron con mis sentimientos, todos mis amados com-
y que los jefes trabajan de comn acuerdo para dar una direccin a sus esfuerzos contra loh? enemigos externos, dejando objetos de menos importancia para ocuparse enteramente en conservar la monarqua y sus dominios ilesos ..." La integridad del territorio de las colonias espaolas era, como se ve, el deseo y la voluntad de ia princesa ella no poda entrar ni entr en plan alguno que pudiese importar desmembracin de territorio de parte algui>.a de los dominios espaoles. Este es un punto muy importante. Manifiesta, por ltimo, que merece su plensima confianza el almirante de S. M. B. sir Sidney Smith, como aliado de las metrpolis en Europa contra Napolen, y por esta razn propone que sea arbitro entre Liniers y Elo por las disidencias y perturbaciones que se haban producido; le recomienda al virrey le someta sus rpiejas y acepte su fallo. Agrega que ella no puede dar la razn a ninguno por carecer de verdadero conocimiento de las cosas, y que en todo evento las fuerzas portuguesas haban sido puestas a la orden del referido almirante, cuyo celo en favor de los intereses de la dinasta espaola no poda ponerse en duda. Protesta por las propuestas de Joaqun J. Curado, las que ella asegura haber ignorado, y todo lo cual Jia producido serios disgustos con su esposo el prncipe regente, quien est conforme "con la conservacin y defensa de la monarqua espaola". Dice lo que voy a reproducir textualmente por su importancia y trascenpatriotas,
HISTORIA DIPLOMTICA
LATINO-AMERICANA
2J
dencia: ''En esta inteligencia, tu y los dems magistrados de tu jurisdiccin deben estar ciertos que no slo no tiendr parte en negooio alguno que mire la la disminucin directa o indirecta de los dominios y regalas de la nacin espaola, sino que estoy pronta a realizar los mayores sacrificios, y de ir yo en persona para mantener y conservar la independencia e integridad de m.i amad. nacin; porr lo quie tengo a bien en decirte qfue has procedido (conforme la mis isentmientos, opionindote la semejantes propuestas, con una tan clara negativa, que de nlecesidad exigan las circunsitan'ciials de aquella poca". (1). Cules eran esas propuestas? Se induce de la correspondencia de Liniers que Curado haba propuesto, insinuado, o conio rpiiera decirse, que se cediese la margen septentrional del Ro de la Plata, prometiendo quiz apoyo y recursos en el caso que fuerzas francesas vinieran a imponer el reconocimiento de la dinasta napolenica. Empero Curado astutamente no presentaba credenciales, que deca esperar. Toda esta negociacin era reservadsima, pues se ocultaba de la princesa doa. Carlota. Pero volviendo al contenido de la carta o despacho de 19 de octubre de 1808, la princesa ofreca al virrey toda clase de auxilios, procediendo, previa peticin, sin que ''sea necesaria la entrega de alguna propiedad, regala o privilegio". Asegura que el almirante Sidney Smith nada saba de la misin de Curado, hasta que ella misma le mostr la carta del virrey Liniers, y que con l debe ponerse de acuerdo para conservar y defender las costas
martimas y
la
fluviales.
En esta extensa carta no habla una sola palabra de misin confiada al conde de Liniers, que ya haba partido de Ro de Janeiro, lo que prueba que era una negociacin que se iniciaba con el ms estricto secreto, ocultndole a ella los mviles y sus alcances'. El 8 de noviembre del mismo ao de 1808, escribe al mismo virrey Liniers, dicindole que acaba de saber que el ministro de negocios extranjeros Rodrigo de Souza Coutinho, (que Lpez erradamente supone su agente)
(1)
Bartolom Mitre,
Historia de Belgrano y de la independencia argentina, por 8", edicin. Apndice, pg. 528 vol, \tI.
2S
WCENTE
G.
QtTESADA
(]) ha escrito una carta valindose de su nombre para ofrecer al virrey la proteccin de la princesa, que considera semejante modo de hablar poco decoroso al lugar que ocupa dicho ministro, y muy ofensivo a tu fidelidad, y a ms a la alta representacin de tu ministerio". Agre'
'
ga ''que se ha hecho digno no slo de su desprecio, sino de que exigir su condigno castigo '^ por usar de su nombre sin su conocimiento, ''En esta inteligencia, dice textualnenite, te propongo que ide lioy en adelante no debes tener en consideracin alguna cuanto se te escriba de esta corte relativo a los dominios de S. M. C. sino lo que vaya escrito y firmado de mi mano, a lo que contestalas directamente a m, como lo has hecho y puedes hacer siempre que se te ofrezca tratar de algn asunto pertene-
mi
real casa
Vuelvo a llamar
la atencin,
que ni
y familia". la ms remota
alusin se hace a la misteriosa negociacin oncoiiendada r.l conde de Liniers, ni ste expone haber vi^io ni hablado a la i)rincesa, ni menos que ella estuviera de acuerdo con
su comisin. La prnciesa desautoriza la deisin t'errit^)riai indicada por Curado. Estos antecedentes oficiales mestrt:n la profundsiiria Gvisin que exista en la corte de Ro d(^ Janeiro entre el partido espaol y el partido portugus el primero reconoca loom-o cabeza a la princesa dofja Carotia, consorte del prncipe regente, y el segundo \ este, qiie quera adquirir una desmembracin de territorio en las colonias espaolas en la forma que su agente haba solapadamente insinuado, tomando hasta el nombre de doa Carlota. El virrey Liniers contest a la princesa en 35 de no \iembre de 1808, rechazando la mediacin del almiranre bidney Smith, pues no poda concebir que se mediara entre el jefe superior del virreinato y un subalterno, revoltoso y anrquico, que se haba (alzado con el mando, como lo era Francisco X. de Elo: ique jams podra reconcili'aires icon este indaviduo, l que, loomo virrey, haba resistido las insinuaciones de Napolen. La carta de Li;
Su orif/en, sus jncVase La iuvolucin Argentina. (1) rras y su desarrollo eoltico hasta 1830, por Vicente Fidel Lpez, 'tomo .1, pg. 216, donde dice: "Doa Carlota teisa en Buenos Aires un agente especial, que se llamaba Souza Coutinlio, y que era muy conocido en la ciudad con el nombre de comisionado portugus". PJl hecho es equivocado, el agente de doa Carlota fu Felipe Contuccl: Souza Coutinho era ministro de relaciones exteriores de Ro de Janeiro.
HISTORIA
DIPLOMTICA
LATINO-AMEKICAiVA
29
un tono altanero c irritado, suponiendespacho de la princesa y sus manejos respondiesen a intrigas de Souza Coutinho. Termina dicindole que jams consentir en uua dominacin extraa, y que mantendr ilesa la integridad de e^tos dominios, y su legtimo rey y seor, bajo las sabias leyes que los rigen. El 30 de enero de 1809, vuelve Liniers a escribir a In princesa, muy extensamente, en cuya carta dice: ^'Consecuente a esto y en nombre del mismo gobierno soberano, debo hacer a V. A. R. las siguientes reclamaciones: l."^ Contra la conducta del ministro don Rodrigo Souza Con tinho, quien intent por unos medios que reprueba el derecho de gentes, encender en estos dominios del rey una espantosa sedicin, para trastornar la constitucin poltdcia y subsanar a estos fieles vasallos de la obediencia, que deben a su dueo, segn se manifiesta en la carta subversiva que- dirigi a esta ciudad, en 13 de raarzo 2.^ Que al mismo tiempo que el dicho ministro ltimo. tiraba lneas ocultas, para hacer saltar la mina de la conjuracin, pretenda alucinarme con una negociacin pacfica, aparentando que su objeto era consolidar los vnculos y buena armona de las dos naciones por medio de relaciones comerciales, cuya misin simulada fu confiada a don Joaqun Xavier Curado, ms en calidad de espa que de negociador, pues no trajo documentos ni carta alguna que lo autorice y si mi conducta se hubiera modelado por lia del seor Souza Coutinho hubiera sido vctima de su imprudencia y mala fe, y no hubiera tenido tiempo para derramar especies en Montevideo, que concitaron los nimos a la ejecucin del plan concebido por aquel ministro, ni le hubiera ocurrido el atrevido pensamiento de pedirme la margen septentrional de este rio, dn que sea satisfaccin competente, para reparar el atentado, la que V, A. R. me expiresa en carta de 19 de octubre le haba dado su augusto esposo, diciendo que esto fu 3.* El un error dimanado de antiguas instrucciones. insulto hecho al pabelln del rey mi amo, pretendiendo detener en ese puerto a la citada fragata y ejerciendo con su comandante unos actos de soberana completa, cuyos excesos no sabemos hasta dnde hubieran llegado, si la sincera y generosa amistad que nos profesa la nacin inglesa no hubiera salido al reparo por medio de su ilustre
niers est escrita en
el
do que
30
VICENTE
G.
QUESADA
embajador pero en qu tiempo se ejecuta esto ? Cuando Espaa est haciendo los mayores esfuerzos, para reconquistar el reino del Tajo y asegurarlo a su soberano. 4.^ Que el general don Pascual Ruiz Huidobro, que vena de transporte en la misma fragata a desempear varias comisiones, y a servir su gobierno de Montevideo, se le quiso obligar a regresar a Europa, cuyo incidente, parece favoreca abiertamente las miras de Elo, supuesto que prolongaba su mando interino, y por consiguiente la permanencia de los alborotos populares; estos y otros acontecimientos, que han tenido por base establecer en estas provincias la confusin y el desorden, deben mirarse como otras tantas infracciones de la fe pblica, y
que unen a
las
dos naciones, ni a los sacrificios que hace Ja Espaa en obsequio y seguridad del trono de Portugal". (1). Eiste lenguaje enrgico, decidido y firme, es notable en el virrej^ Liniers, acusado de indeciso y de dbil, y eso que se diriga a la que pretenda derechos eventuales a las colonias, por la prisin del monarca espaol. De modo que el partido monarquista criollo, de que formaba parte Belgrano, y de que era el alma y el inspirador en Ro de Janeiro Saturnino Rodrguez Pea, no obraba de acuerdo con el virrey ni poda contar con su apoyo. El partido ultraespaol era el que deba inspirar eista actitud al virrey ni someterse a Napolen, ni admitir la regencia dfe la pirincesa Carlota, sino gobernar y maJutiener los dominios en nombre de Fernando VII, aunque estuviera
:
prisionero.
medio de las intrigas no aparece el conde de Liniers nada se habla de su comisin, el virrey no lo nombra siquiera en su correspondencia- con la princesa, ni
;
En
sta lo menciona.
Segn Presas, el virrey Liniers se hallaba rodeado de franceses, como los hermanos de la clebre doa Ana Perichn o Perisn esto y el escndalo de sus amores pi'blicos con ella, le oblig al fin a desterrarla de los dominios espaoles. Al corriente de estas intrigas se tena al prncipe regente, quien crey entonces que convena tener un agente
(1)
Historia de Belgrano
etc., S.
edic,
tomo
III,
pg. 533-534.
HISTORIA
DIPLOMTICA LATINOAMERICANA
3I
mariscal de campo Joaqua Javier Ciurajdb, quie se hallaba (en Ro Grande, pasase a Montevideo y de all a Buenos Aires. Tom esta resolucin ocultndola a la princesa que quera intervenir en todo cuanto se relacionaba con las colonias espaolas. Cuando lleg al conocimiento de sta la comisin dada a Curado, e]]a escribi a su marido en 24 de noviembre de 1808, despus de recordar la disidencia entre el virrey Liniers y
suyo,
y orden que
el
el
En ella ver tambin mero sobre estos sucesos, le deca cuan sospechosa es la conducta de su mariscal don Joaqun Javier Curado para con el gobierno y pueblo de Buenos Aires. Cuando yo solicit de V. A. R. su consen'
timiento para pasar a aquellos dominios sin otro objeto que el de dirimir tanta discusin y discordia, y auxiliar con remisin de caudales y efectos a mis fieles y amados compatriotas existentes en la pennsula, dijo que no convena por cuanto mi presencia poda infundir miras sospechosas de ambicin a favor de la corona de Portugal si este pensamiento de S. A. R. fu suficiente para que no accediese a mi justa solicitud, espero que una sospecha fundada, existente y positiva, cual tiene el pueblo y gobierno de Buenos Aires de la conducta del expresado (urado, ser bastante para que V. A. R. lo mande retirar de los dominios de S. M. C. en donde no puede existir sin contravenir 'las lej^es de la monarqua espaola, por cuanto stas prohiben a los virreyes y dems jefes tener iu teligencias con potencias o prncipe alguno, debindose stos, en sus negocios a pretensiones, entenderse directamente con S. M. C. o con el que represente sus veces en Ui corte de Espaa. Por eso es que en las colonias de S. M. C, ni en las de soberano alguno, no se han admitido hasta ahora, ni embajadores, ni plenipotenciarios, ni enviados, y lo que an es ms, en la Amrica Espaola, ni los cnsules son admitidos. Yo espiero que, en aJtenlcin a esto y en cumplimiento de su respuesta dada a mi justa reclamacin, se servir acceder a esta mi solicitud, para dar uii pleno y entero efecto a las intenciones de V. A. R. de procurar la paz y la prosperidad de que son capaces y susceptibles aquellos habitantes. Este proceder mo debe mirarlo V. A. R. como un deber y como una obligacin que me exige, no slo el infeliz estado de mi familia de Espaa, sino tambin el cumplimiento de mi real pala-
32
tcente
G.
QUrSAD
en Amrica '^ (1). Termina pidiendo pronta providencia y que se ticie de ello.
tes
le
no-
Esta carta
oficial,
esposa, residente en la
tsima prueba de la discordia en que vivan, de sus ambiciones encontradas y del carcter altivo e imperioso de la mal poda drsele i:>rincesa. Ello prueba adems que
conocimiento de la comisin dada al conde de Liniers, que ella no habra permitido, de acuerdo con las doctrinas que expone en el despacho precedente. De modo que, respecto del Ro de la Plata, haba dos polticas en la corte de Ro de Janeiro: la del gabinete y el prncipe regente de Portugal, y la de la princesa, que defenda los derechos de la Espaa. (2).
Ningn cambio territorial pudo entonces operarse legtimamente, ningn ttulo de dominio pudiera aducir los portugueses que no se fundase en los tratados celebrados entre las coronas de Espaa y Portugal. De manera que la fe pblica obligaba a mantener la lnea provisional divisoria del statu-quo de 1804 la princesa doa Carlota no habra permitido que se conquistasen por la fuerza los diotmiiniois espaoles, ni que los liusitiamos avanzasen sobre las fronteras del reino que ella quera defender, por sus derechos eventuales a la corona de Espaa.
:
El hecho es, segn lo afirma Presas, que el prncipe regente, por intermedio del ministro de negocios extranjeros, hizo decir a la princesa que "se retirara ciarito antes de Buenos Aires el mariscal Curado y que lo tuviese as entendido".
Este incidente es
sumamente
caracterstico
revela
lig.
ya
citadas,
As, pues, haba dos eolticas en Ro de Janeiro: una por(2) tugesa, que era la del prncipe regente don Juan, y la de los ingleses Que lo dominaban con su influjo y proteccin y otra espaola, que era la de doa Carlota, quien nada quera menos que depender de su marido y vivir con l, o darle parte en una herencia que ella tena por suya. (Historia de la Revolucin Arpentina desde sus precedentes coloniales hasta el derrocamiento de la tirana Inthoduccin Buenos Aires, en 1852, por Vicente Fidel Lpez. ISSl, 1 V. pff. 278.
HITORIA
DIPLOMTICA
LATIN0-AME5I0ANA
33
misma
,
prince-
sa
doa Carlota.
que obligaban a guardar absoluto sigilo sobre la misin confiada al conde de Liniers; y queda evidenciada la doblez del
se
De manera que
prueban
as las causas
prncipe regente en todas estas emergencias con sus vecinos extranjeros. Puede decirse entonces que en las relaciones internacionales de una y otra colonia, los intereses territoriales influan poderosamente. La influencia britnica refleja en sus tendencias las diversas fases que la poltica europea asuma: cuando la Espaa era aliada del emperador de los franceses, el inters britnico era apoderarse del Ro de la Plata, como hostilidad y como coaccin para cambiar la actitud de la Espaa, y, en tiodo caso, como beneficio positivo a sus intereses comerciales. Por el iconitirario, as que illa Espiaa rompi ms tarde sa alianza con Napolen y aun sus esfuerzos con Portugal para la guerra llamada all de la independencia, la Gran Bretaa se alia con aquellos gobiernos y se ve obligada a cambiar su poltica respecto, del Ro de la Plata, No poda apoderarse de esta colonia, porque seri romper la alianza en Europa, ni menos poda contrariar las tendencias de la revolucin en el Ro de la Plata, porque daaba a su comercio. De modo que la ms grande neutralidad deba ser su mvil: impedir que la poltica por tuguesa se apoderase de la Banda Oriental, y, 'al mismo tiempo tiambin, que la princesa doa Oair^lota asumiiera la regencia del virreinato de Buenos Aires.
Lord Strangford
refleja
poda obrar contra sus inspiraciones por los intereses dinsticos europeos. Esto se ve claramente a medida que
pasa
el
Bueno
es
acontecimientos.
virrey quera acceder a lo que propona el prncipe regente por intermedio de su hermano el conde de Liniers? En esa negociacin no se comprometa la integridad de los dominios, era un pacto provisorio de comercio y un acuerdo de alianza contra el comn enemigo. Pero por ello mismo por qu se ocultaba a la princesa esa negociacin? Si ella ordenaba o recomenda-
Acaso
34
VICENTE
G.
QUESADA
ba que slo con ella directamente se entendiese el virrey cmo ste gu&rdaba secreto de la comisin que Souza Coaitinho, en nombre del prnioipe iregenite, haba icionfiado al conde de Liniers? Lord Strangfiord, tan decididamente influyente en la poltica del gabinete de Ro de Janeiro, tampoco figura en esta negociacin, a pesar de que el virrey le tributaba tan
altos
Dos
Sidney Smith apoyaba calurosamente a la princesa; lord Strangford, por el contiriairio, la hiostilizaba hasta el extremo de obtener que el prncipe regente pidiera al gabinete de Saint James cambiase al contraalmirante porque le era ''personalmente desagradable*'. La intriga tena por objeto quitarle ese apoyo, ese consejero, y a Ja vez los medios ide comuniiicaree por los buques ingleses que iban a Montevideo y Buenos Aires.
de Janeiro:
que Lpez no haga referencia a la negociacin del conde de Liniers, que si bien no tuvo consecuencias, es una de las primeras negociaciones internacionales en el Ro de la Plata entre el Brasil y Buenos Aires, sin que se intente alterar la integridad lerritorial, garantida por el statu-quo de 1804 y lgicamente por los tratados anteriores a la guerra de 1801,
la atencin
al vinrey, por despalacio de Ro de Janeiro a 8 de .''Las rielclJamaciones que me junio de 1809, diciendo: haces en la de 30 de enero, en nombre del soberano gobierno que legtimamente representa a la augusta persona de mi muy querido hermano Fernando VII, son dig-
Llama
Lia princesa
pacho dado en
el real
los
importantes objetos a
se dirigen, y por las fatales consecuencias, que necesariamente se seguirn de la malicia y mala fe con que se ha procedido en los hechos que ellas manifiestan. La primera que indica claramente la tortuosa y mala conducta de este ministro de los negocios extranjeros, don Rod'rigo de Sonza Coutinho... me paiietce, aade ^que por n parte y en tiempo oportuno, satisfice y di el ms cabal cumplimiento a la obligacin que como hermana de tu soberano, poda competirme, pues que, desentendindome en parte, de los respetos debidos a mi esposo, le reconvine por la eqnducta de su expresado ministro y por la
que
niSTOniA
DIPLOMTICA
LATIN0-AME3UCAKA
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de SU enviado Joaqun Javier Curado, como ya te escrib " en 19 de octubre pasado. Expresa que es bien sabido que ella no tiene bastante autoridad en los negocios pblicos de Portugal y Espaa, que ha reconvenido por las maquinaciones de ^^ouza Coutinho, por la conducta del emisario Joaqun Javier Curado, pero que no puede llevar su actitud hasta producir escndalos en su familia; que le previene que regule su conducta por las leyes y rdenes del soberano espaol *'sin guardar el ms mnimo respeto", pues deplorara que, por condesictenidenci'as mal entendidas, experimentase la monarqua espaola cualquier perjuicio. Esto importa desautorizar al prncipe regente y a su minis.
terio.
Termina diciendo que no se ha debido pensar que -Ua hubiera apoyado que ei almirante Sidlney Smith, coj sus fuerzas y las portiuguesas, puidiera inflar en negocio alguno interior de las provincias del Ro de la Plata, y
si
se
ha hecho,
agrega,
ello
ha,
sido sin
mi
notiiciia
ni mi
ico-
aparece olvid^adiza con el (contenido nocimiento. de su carta de 19 de octubre. Pide que se le indique cundo y dnde ha tenido lugar esa iatervieicin, que ella
ignora.
En
El virrey haba solicitado la extradicin de Saturnia rio Rodrguez Pea, agente de los monarquistas criollo!? del Ro de la Plata, que queran que la princesa viniese a Buenos Aires y asumiese la regencia. Ella excusa acceder y promete hacer lo posible por obtenerlo. Entre tanto, la jura de Fernando VII pareca que deba calmar las aprensiones de los peninsulares monarquis tas; pero stos queran y gestionaban en Europa la separacin de Liniers. Sin embargo, la suprema junta gubernativa de Espaa e Indias, ^a nombre de Fernando VII, confiri a Liniers "la gracia de ttulo de Castilla, libre de lanzas y de medias anatas para l, sus hijos, herederos y sucesores, y 100.000 reales de velln de pensil n anual sobre las cajas reales de Buenos Aires nterin se le asignan tierras en estos pases que produzcan igual renta".
(1). ''Y siendo esta la recompensa,
dice
la circular,
ms
un gobierno
justo
(1)
].
VICENTE
G.
QUESADA
Esta distincin debi exasperar a los peninsulares, pues ei*a prueba de que el virrey gozaba del favor y de la confianza de la Junta gubernativa, que en nombre del rey Fernando VII, que haba sido ya jurado, gobernaba la
Espaa y
las Indias.
jura circul una proclama dirigida por exento cahildo de Buenos Aires al vecindario y hahitantes!; de esta ciudad, con motivo de la proclamacin del seor don Fernando VII, rey de Espaa e Indias (1).
el
En
mismo da de
la
El virrey dio otra Proclama datada el 27 de agosto y publicada por la misma imprenta, y en la misma fecha otra del cabildo. En ambos documentos se esVimula al vecindario para levantar suscripciones con el objeto de lemitir fondos a Espaa para la guerra contra Napolen. En 9 de septiembre del mismo ao se public en 8 pginas en 4. el Manifiesto del superior gohierno y autoridades de Buenos Aires, a los espaoles. En ese documento se dice que la Espaa prefiere sepultarse bajo sus minas a reconocer el yugo infama de un dspota atreVIQO \
'
'
influir
dical en la poltica son fciles de concebir, no slo el honor que haba recibido el virrey de la junta de Sevilla, sino adems los sucesos que se desenvolvan en Europa haban modificado sus ideas. La imprenta de nios expsitos en Buenos Aires
(de Europa: el Manifiesto de la junta de Sevilla, la declaracin de guerra al emperador Napolen, hecha por la misma suprema junta, en nom-
En Buenos Aires, en la imprenta (1) Afio del 1808, en 4o, cuatro pg. impresas.
de nios expsitos
37
bre de Fernando VII, proclama a espaoles y portugueses en Europa. De manera que reimT)rimindose en 1808
tales
el
documentos y
Ir<
noticias, se
cambiaba profundamente
obje+ivo de
poltiVa
que aconsej
exposicin.
el
en Buenos Aires la Wntrada trmnfante y su ejrcito en Madrid, quin poda pretender que Napolen pudiese influir en
Cuando
se publicaba
nimo del virrey Liniers? Pero la suprema junta de Sevilla resolvi, a instigiaeJn de los peninsulares del motn del 1.** de enero de 1809, nombrar un sucesor a Liniers, que ejerca el car^o de virrey interino, por decreto de 3 de septiembre de 1807, y en sustitucin eligi en 1809 a Baltazar Hidalgo
el
de Cisneros. Nada haba que temer respecto de la Gran Bretaa, aliada a la Espaa en la guerra contra Napolen, con arreglo al tratado firmado en Londres a 14 de enero de 1809. ResTecto del Po^rtuiiOial, se encontraba urnidiO' con Espaa en Euroipa icontna 'pl enemigo wrmiTi de rmr>;^io' las pretensiones de la princesa doa Carlota no podan ser aceptadas, a pesar que, cuando se supo en Buenos Aires la llegada de Cisneros a Montevideo y su nombramiento de virrey, el partido que sostena las aspiraciones de la princesa doa Carlota propuso a Liniers desconocer al nuevo virrey y proclamar la regencia de la princesa. Pero esas r)retensiones eran combatidas por la real audiencia de Charcas, por Elo en Montevideo y necesariamente por el nuevo virrey; si se hubiera aceitado la protclamaicin, ise habA obtenido la guerra icivil. Lord Slran<Trford tampoco en esos momentos hubiera anoyado Tina situjBcin que contrariaba los intereses de los aliados de la Gran Bretaa en Europa. , Liniers, >en vez de riesistir la entrega del miandiO, se embarc furtivamiente y se dirigi a la Colonia, donde a la sazn se encontraba Cisneros, y ^all convinieron en que el mando sera entregado al mariscal Vicente Nieto, gobernador poltico y militar de Buenos Aires, segn el nombramiento que le expidi Cisneros. El 30 de junio de 1809 Cisneros hizo su entrada en Buenics Aires, y, no pud'iendo SRiifragiar losi gastos que idiemiaQidaba la ladminisstracin, resolvi, despus id largo
:
am
38
\'TrENTE
G.
QrF.SADA
examen y en
con
Moreno, declarar ei comercio franco Natural era que no deban (pedar ex-
Espaa en
Europa.
1810 la situacin de la pennsula haba cambiado las fuerzas napolenicas victoriosas se haban apoderado hasta de Sevilla, y la suprema junta tuvo que refugiarse en la isla de Len. Estas noticias hicieron que estallara la revolucin que vena preparndose. Despus del virrey Cisneros, se organiz el gobierno de la junta en nombre de Fernando VII, pero este mo^'imiento fu resistido por Montevideo. Apenas se supo en la metrpoli la deposicin del virrey, el consejo de regencia en Espaa nombr al general Vigodet gobernador de Montevideo, y a Francisco Jiavier Ello, virrey de Buenos Aires, recomendndole no hacer uso de la fuerza sino en el caso extremo. Lleg Elo a Montevideo e intimo a la junta de Buenos Aires su reconocimiento; sca eludi reconocerlo, y el 13 de febrero el virrey nombrado declar rebelde al nuevo gobierno y bloqueado el puerto de Buenos Aires. A mediados de 1809 haba llegado a Ro de Janeiro el marqus de Casa Irujo, nombrado ministro plenipotenciario de Fernando VII. Saturnino Rodrguez Pea, Aniceto Padilla y Manuel Sarratea, se hallaban bajo la proteccin de lord Strangford (1) quien '4os necesitaba, agrega Presas, para ejecutar el plan de independencia que muy de antemano tena proyectado su gobierno sobre Buenos Aires, para extenderse despus a todo el resto de la Amrica espaola. Cmo conciliar este aserto con la denuncia que algn escritor argentino dice hizo lord Strangford, respeeito idlel plan (de Saturnino Rodrguez Pea, de llevar a Buenos Aires icomo regenta a la pirincfesa? Parece que el partido criollo monrquico, cuando se convenci que la princesa no poda obtener el consentimiento y menos el apoyo del prncipe regente de Portugal, resolvi formar un gobierno independiente, plegndose al movimiento que depuso al virrey Cisneros y cre el gobierno de la junta. Despus, no queriendo recibir a
En
'
'
Memorias
HISTOBIA DIPLOMTICA
LATINO-AMEBIOANA
39
princesa se persuadi que la revolucin conduca y entonces apoy decididamente al gobernador de Montevideo, en tanto cuanto resistiese al gobierno de la junta. Pero a su turno lord Strangford no reconoca como legtimo el bloqueo que la escuadrilla de Montevideo quera poner en el puerto de Buenos Aires, y desde luego quedaban independientes, pero sin medios de agresin. Levantada la campaa, aquel gobierno qued reducido a la impotencia absoluta, y sitiado Montevideo.
a la independencia definitiva
La
El brigadier Vigodet, en 10 die julio de 1811, expidi una proclama como gobernador de Montevideo, en la cual
dice: ''S. A. R. el serensimo prncipe regente de Portu-
acorde con los generosos sentimientos de su augusta esposa nuestra infanta la seora doa Carlota, nos auxilia con tropas y vveres, y os reconoce como a los hijos ms benemritos de la Espaa y fieles vasallos de su hermano, nuestro amado monarca Fernando VII. Vuestra
gal,
g7*atitud
bierno
no puede olvidar jams esta distincin del goportugus, que desinteresadamente y sin otras
miras polticas, ajenas de su alto carcter, nos ajoida a purgar este fecundo suelo, haciendo desaparecer de ,l los
delitos
esta proclama^ las fuerzas portuguesas ib?in a operar en el territorio oriental, interviniendo en los negocios internos de las colonias que
aun no
se haban declarado independientes de la corona espaola. Para tomar tan grave resolucin, el prncipe
regente de Portugal quiso que su ministro le diese por escrito su dictamen, y el conde de linares, en 19 de febrero de 1811, expuso lo siguiente que contestase a Vigodet la princesa, diciendo que la junta de Buenos Aires haba mandado como diputado a Moreno (Mariano) para Londres, con comisiones secretas: ''Que igualmente V. A. R. est dispuesto, visto su propio inters, a socorrer los gobernadores de Montevideo y Paraguay con todas sus fuerzas, pues que desea impedir que los rebeldes de Buenos Aires se avancen, o pasando el Uruguay contra Montevideo, o por el Paraguay contra el gobernador del Paraguay, y que para este fin repetir rdenes al gobernador y capitn general del Bo Grande, para que de todo el auxilio de tropas que le fuese pedido por los sobredi:
^<''
VICENTE
O.
QTTEADA
chos gobernadores o por el virrey, las cuales podrn ir a rdenes de los generales espaoles siendo tropas auxiliaren, ms siempre en fuerza tal que no queden expuestas ^a ser destruidas por el enemigo, y con declaracin de que S. A. R. no puede consentir que sus oficiales obedezcan a oneiales de menor graduacin; que igualmente se debe declarar que por ahora no puede S. A. R. dar auxilio alguno de dinero o armas".
las
Agrega que la Gran Bretaa no puede quejarse del auxilio de tropas, por estar as estipulado ])or tratados que antes existan.
De modo que
con
la princesa,
estando en Ro de Janeiro
ministro
marqus de Casa Irjo; entraban, pues, como tropas auxiliares, no como enemigos, y el territorio que
espaol,
ocupasen para las funciones de guerra o en sus marchas, no era territorio que en caso alguno poda el Portugal pretender haber adquirido por el derecho de conquista. De modo que, en cuanto a sus fronteras, continuaba rigiendo el statu-quo de 1804 y la lnea provisional divisolia pactada entonces. Esta intervencin en los negociovS internos de las provinicias ddl Ro de la Plata es el leomienzo de una poltica
muy
tortuosa.
El gobierno de Bii'eniOiS Airesi, 'que tuvo conocimiento de esa invasin, pas la nota siguiente: "Ex'ivo. seor-. Esta junta provisional gubernativa de las pTOvincias del del Ro de la Plata por S. M. el seor don .Fiernando VIT, tiene positivas noticiis de que el gobierno portugus intenta invadir el territorio de S. M. bien que ignora cules sean las causas que puedan influir a una determinacin tan contraria a los tratadois que existen entre ambas naciones, y a los respetos que son debidos a la garanta ofrecida por el gobierno de la^ Gran Bretaa. Ser muy seusible a esta junta verse obligada a poner en uso sus fuerzas para rechazar las de Portugal, e introducir una guerra continental en la Amrica del Sur de la que tal vez se aproveiehe el tirano de l'a E-uropiai; y por esto es que ocurre a V. E. a fin de que, imponiendo la S. M. de estos teanoi'es, empee el cumplimiento de los tratados la S. M. y reine la paz y buena armona entre las naciones que con su unin ciebeu aspirar a recobrar ios derechos hollados y vejados en el continente europeo. No daida esta junta que V. E
HISTORIA
DIPLOMTICA LATINO-AMERICANA
que
le laisi^ten
que tambin deben retsoiltar de esta unin al reino nnido de la Gran Bretaa, coopere la la tranquilidiaidi y sosiego de Has ilaciones port-ugnesa y espaola y partic^ularmente a la guarda de los derechos y acciones de S. M. el seor don Fernando VIL Dios guarde. Buenos Aires, 14 de junio de 1810. (1) Exmo. seor ministro de negocios extranjero;^.". Me propongo demostrar la verdad, y para ello necesito recurrir a los documentos oficiales cuando estos ilustran la exposicin. No me preocupa la forma literaria de este estudio, sino sobre todo la exactitud de mis afirmaciones. Quiero llamar la atencin sobre este hecho fundamental, las cuestiones de lmites no son cuestiones de fuerza siino de disiciuisin. Es una poca de libre examen, en la cual la opinin pblica de propios y extraos debe ser bien infoirmadia, yo prefiero presienitlar ooordnados los antecedentes paira que ellos sirvan como ilustra<iin en las emergencias futuras. La historia diplomtica americana es la meiiOiSiconooidia, da ims obscura, y no la indago pa fa lagitar oddos interna cionales que no tienen razn de existir. Para combatir esta preocupacin de odios de raza y de fatalidades de luchas, preciso es darse cuenta
las conveniencias polticas
.
do de
tranquila de las cuestiones, de losi intereses y de los ttulos de dominio. Cualesquiera que estos fueran, no conduciran a la guerra porque los pueblos cultos no la buscan, slo la aceptan en casos extremos, y esta hiptesis no
(juiero suponerla.
ran eintar toda guerra entre los dominios portugueses y espaoles; y por ello ocurran a la ntervencin de la Gran Bretaa para que, haciendo respetar los trataidos, aconsejase no se invadiera el territorio espaol. Este precedente histrico muestra que no fueron las antipatas de raza tan profundas que cegasen a los hombres que gobernaban en Buenos Aires, y prueba adems con cunto inters defendan la integridad del territoirio que mandaban todava en nombre del rey de Espaa. De manera que, hasta el 14 de junio de 1810, no recurrieron los portugueses a la guerra para avanzar sobre la lnea provi(1)
42
VICENTE
G.
QUESADA
y parceme
fcil demos-
nunca jams la violaron en guerra leal. Totdo avance sobre esa lnea lia sido oculto, doloso, y por ello no da ttulo de dominio. Colocar estas cuestiones en su verdadeiro origen, iluistrarlas con la verdad histrica y a la luz del derecho de gentes, es la ardua empresa que intento, hasta donde me sea dado y mis conocimientos me lo permitan. Quiero deraostrar de esta manera que habra imprevisin culpable en tratar estas cuestiones graves, con el mismo desparpajo, falta de plan, de conocimiento de losi hechos y del derecho, con que se inici y se traioz la ruidosa cuestin de lmites con Chile. Elevar mi voz para despertar la opinin pblica, no para apasionarla, sino para, interesarla en la gestin de ia poltica internacional, te que hay algTinos incrdulos que suponen que los ttulos y los libros no inuyen en las relaciones de los gobiernos, I)ero- estos tales, vanidosos e ignorantes, pertenecen a aquequienes importa poco dividir la tnica de llos para
trar que
Cristo.
M:siico
G'Uiatemala
han
sotstendido
una
lucha
(aipaisio-
nadsima sobre cuestiones de lmites, y han pactado someterla al iarbitiajie iNioariagua y el balviaidior, Venezueija y el Ecuador, han tenido cuestiones de lmites y ninguna de ellas ha recurrido a la fuerza para resolverlas. El imperio del Brasil ha celebrado txatados de lmites con Bolivia y el Per, Venezuela, Nueva Granada y Colombia, y cada gobierno sostuvo su derecho y tranz o pact com.o
;
le
convino.
que, al estudiar lahora los primeros conveidos internacionales en esta parte de Amrica, quiero servir a las cuestiones que pueden alguna vez ventilarse, las
De modo
que han agitado la opinin ltimamente, y en cuya discusin no pueiden tomar piaaite los- que niOi nayan estiiiiaiado la ouestin. Algunos, que de nada se p/reocupan, se imaginan que toda la disputa posible es la situacin geogrca de un ro; pero estos no han abierto los libros ni conocen la hisitord^ de su pasi. Prudente fuera que puhubiera sieran punto en boca y estudiaran. Ojal as procedido antes de empezar la discusin de Iknitt-s con Chile Basta de pueriles imprevisiones.
HISTORIA
DIPLOMTICA LATINO-AMERICANA
43
ford que no se mezclara en los asuntos internos de los pa~ ses limtrofeSj y tema que la Gran Bretaa reclamase por esta intervencin armada. Diego de Souza parti con el ejrcito de su mando de^e Eo Grande, para obrar en el territorio oriental, como una fuerza auxiliar del gobierno de Montevideo. Pero la princesa doa Cariota Joaquina quena algo ms y escriba a su secretario Presas, las respuestas de Elio y Vigodet han de ir por el conaucto mas breve; Jiis posible conseguir del conde d^ Linares una orden para (jue don Diego, en caso de entrar Goyenecne en luenois Aires, coopere con l para acabar con estos dcimo: ' *
nios". (1)
Todo
se
haba hecho en
reclam del observancia del compromiso de no intervencin armada. Fu bajo la presin del embajador de S. M. B. que 'el conde de Linares, lord Strangord y el representante de Buenos Aires, Manuel de Sarratea, celebraron wi armisticio, y se dio cuenta al gobierno britnico por medio del embajador portugus en Londres, Uomingo de ouza Coutinho, despus conde de Funchal. En efecto, 8ouza Coutinho dn^igi ai marqus de Wellesley el siguiente despacho, dictado er Londres el 2 de agosto de 1811. Dice as:... ''S. E. sabe la misin del enviado Sarra1:ea a Eo Janeiro y de sxi entrevista con S. E. el ministro de negocios extranjeros, a la cual me conducido por lord Strangford. En esta conferencia es que se ha acordado proponer a la junta de Buenos Aires que esta pida la mediacin de los dos gobiernos portugus y britnico, y proponga a lois soberanos que, haicien-
mayor sigilo, pero apenas movan tropas para y apoyado por Casa gobierno portugus por una nota, la
el
do cesar inmediatamente la guerra civil y las hostilidades que de ella resmltan, establezcian la libertad idc comercio en Buenos Aires la junta en este caso ofrecer una suspensin de armas, y har proposiciones para unirse e incorporarse con la monarqua espaola, poniendo sus intereses en manos de ambos soberanos de quienes no puede desconocer la buena fe y el deseo que tienen de conservar la integridad de esta misma monarqua. Esta pro:
(1)
1S2.
del
Brasil,
etc.,
pg.
44
VICENTE
G.
QUESADA
posQ'cin, traisimitida a la junta de Buenos Aires por su enviado Sarratea, con aprobacin de lord Strangford, tuia vez que sea ladoptada y reaUmente hecha, por la Junta, ella 3}iisnia se combinar con la mediaciin ofrecida por S. M. B. al gobierno de Odiz, y apresurar la ejecucin de los \ivos deseos con que S. A. R. el prncipe regente ha ordenado al infraseripto que anuncie al gobierno britnico, para obtener e concierto las tres potencias, el acuerdo que es indispensable tener y proceder con la junta de Buenos Aires, lo cual ha ejecutado el infrascrito en sus notas de 30 de abril del ao prximo pasado y de 18 de enero ltimo". Despus de varias consideraciones agrega: " que el establecimiento slido de las innovaciones comerciales que se han hecho indispensables para las colonias de Espaa y la buena organizacin y disciplina de las tropas espaolas, harn inevitable la formacin de un consejo de regencia, el loual presiidir S. A. R. la seora pirincesa del Brasil." Que el reconocimiento directo o indirecto de los derechos ieven.tuales de S. A. R. a la 'corona de Espaa, j^roducir buen eecto en favor de la libertad de Fernando Yll.
. . .
Tai es la exposicin del ministro portugus Domingo Souza Coutinho. El marqos de Casa Irujo trasmiti (;1 tratado a los jefes de Montevideo, y Sarratea al gobierno de Buenos Aires, 3^ fu admitido por ambas par tes. Entreitanto la prinicesa, a quien se haba ocultado esta negociacin, qued muy descontenta. Pero es el caso que no se perfeccion en esto,s trminos el convenio.
En
el
20 de octubre de 1811
se celebr
un tratado de
Buenos Aires y
excmo. seor virrey Francisco Javier Elio, firmndose en la ciudad de Montevideo. Julin Prez represent a la junta y Jos Acevedo y Antonio Garfiais, al virrey.
;
dice: ''El excmo. seor virrey se ofretoe a que las tropas portuguesas se retiren a sus fronteras y ejen libre el territorio efpaol, conforme a las instrucslH.
El
XI
ambos
conde
largusima exposicin reservada hecha por el Funchal, embajador de la corte del Brasil en fiondres, en la que refiere una conferencia con el mini^-
En una
HTSTOBTA
DIPLOMTICA
LATINO-AMERICANA
45
tro
marqus de
Welleslej?', dice
que
naba con
las
diacin podida por la junta de Buenos Aires se combila mediacin ofrecida por S. M. B. en Cdiz, y a lo cual replic: ''V. bien ve que aquellas condiciones de
cortes son inadmisibles: quieren hacer artculos se-
cretos con el mediador. "Yo dudo mucho que los comisarios ingleses vajean a Buenos Aires; mas si fuesen, all,
de S. A. R. tratar con ellos; ms una comisin tres naciones os una cosa que no se podr j]unoa combinar, principalmente icon los celos que reinan
pueden
los
mixta de las
entro los portugaleses y espaoles '\ (1). Esta exposicin est datada en Londres a 11 agosto de 1811.
'
de
narracin que hago sigo astrictament/e lots sucesos, recuerdo las nogociajalones, establezco cules fueron los conven iois intent;ados y cul el tnatadb de paicificacin celebrado, porque pienso que es importanla
statti,
En
tsimo establecer este hecho traseindental diespus' del quo de 1804, que triaz iina lnea provisional divi:
dominios portuguCvSies y espaoles, nada ha legtimamente esa lnea; no hubo guerra paa'^ que se alegue el derecho de conquista, ni ha habido posesin de buena fe para que se alegue como ttulo para adquirir el dominio, de modo que quedaba vivo e ileso el diereehio que ambas cononas haban establecdO por leuestin resen-ada a amlois tratadois de 1777 y 1778 no la resolvieron, corresponde bas coronas, y como stas ahora a la Repblica Argentina y al Brasil. Pero se idir las tropas portuguesas, a pesar diel tratado celebrado entre la jaunta ejecutiva de Buenos Aires y el virrey Ello en 20 de octubre de 1811, quedaron ocupando el tei*ritorio eapaol de la Band'a Oriental. Sin embargo tal ocupacin, c'omto tropas auxiliares,
soria de los
alteradlo
:
no da
que rietuvierou: esto es cvidcntsiimo. De modo que este hecho no puede alterar el derecho. Tanto ms cuanto que el gabinete ele Ro y el jefe de las fuerzas portuguesas d'ecilararon que auxiliaban al gobierno de Monjtevidoo en garanta die los derechos eventuales de la prineosa doa C/arlota, primognita de Carlos IV y hei^edera eventual al trono
ttulo
\dis
doiminio
al
territorio
tle
Espaa
d)
e Indias.
Ulcmorias secretas,
etc.
46
VICENTE
G.
QXJESADA
exieil
gobernador
de
Montevideo
hiciera
evacuiar
territorio oriental.
El misnio marqus de Casa Irujo, embajador do Esp^aa ?n Eo Janeiro, no poda ver ni vio esa ocupacin tranquilamente, y apoyaba la evaouaicin.
gobierno de Buenos Aires en 10 die enero de 1812 dirige al capitn general Gaspar Vigodet, el signi no oficio: *'Se han realizado al fin los fundados temores de las miras hostiles de los pio^rtugueses, que ha manifestado a V. S. este gobdierno en su. correspondencia anterior. Por el oficio y partes del general Artiga.^ con fecha 24 de diciembre, y que isn copia se acompaan, se instruir V. S. d,e la 'eonducta es'candalos'a de las divi^iones portuguesas, que eioni sus agresiones han precipitado ya a nuestras arm'as a todas ias consecuencias de un rompimiento. El general Artigas ha batido uno de sus destaciamentos que tuvo la osada de insultar a miestras tropias, y, iencendido el fuego de l^ guerra contra las intenciones pacficas de V. S. y de este gobierno, sabe Dios 'cmles sern los resultados. Este inesperado suceso ha parailiz^ado las disposicones que se tomaban para enviar nuestro ejrcito a las provincias interiores, con la buena fe de que los portuguese-s retiraran a slt<3 fronteras con arreglo al tratado de :3|e
efecto,
el
En
que sera permanente la 'concordia y alia^iza de Montevideo y Buenos Aires. Pide el gemieral Ar ti gas todos JOS auxilios de este gobierno para resistir los ataques d}e una divisin, de que era piarte el destacamento derrotado, y que aceleraba ya sus marchas (Convencido de la necesidad do socorrerlo sin demora, ha de laquel general. El gobierno, sobre el campamento idictado las providencias 'correspondientes; p'orque ru sera justo abandonar aquellas tropas y familias que
pacificacin
:
siguen, a los furores de un extranjero empeado en realizar sus rnnquhfas sohre el territorio espaol contra todos los prineipios del derecho de gentes. Para contele
ner su orgullo slo resta que V. S., con arreglo al lart. 17 Vlel tratado de 20 de octubre -ltimo, nos franquee los auxilios necesarios, a no ser que el poder de su influjo
pueda conseguir d'el general piortugus que, suspendiendo toda hostilidad y retirando sus tropas de aqueillos puntos, deje a Artigas en libertad para pasar al Uru-
lIISTORfA
iiri.():\lATl('.\
\'l'!^()
-AAiKIMCWA
47
siluaree en el territoTO de esta jurisdccin <?OTao se halla estipulado. No dud;a el s^obierno que V. S. se preparar a una S'olietud en que est solemnegiiay y
la
de ]a nacin espafiola y lOiSi d'erechos quien heniois juradlo obedeeer. La tagtresin Ja extranjera es tan notoria como la obl'igiaein de V. S. de concurrir a rechazar con todos los esfuerzos de su poder, poniendo a disposicin d'e este .gobierno las fuerzas navales y cuanto necesite para la condiJieciin de su ejTCio, en el en so que el general portugus insista en oenpar nuestros campos, ataicar imestres divisiones y
del
llevar adela-nte la hostilidad
le
conqudsta.
De
otro
modo
gobierno 'la siatisf accin die haber he'cho cuanto estuvo de su parte para evitar los dieisas tres de una gueTra desoladora y numca t^uidr que 'responder de ?us resultados al tribunal de l*a nacin." (1). El 20 del mjsmo mes y ao responda el gobernador de Montevideo, Gasipar Vi'godet, por un ofierio lleno de recriminaciones, do cargos, de reconvenciones! y en trminos tan dui'os como hirientes. Es preciso seguir paso a paso esta? emergeneilas paira coiij prender con a-cderto las relaciones internaicionales' entre el Ro de la Plata y el Krasil, que se complicaban por una intierven'cin armada e/n los negocios internos de las Provincias Unidas. Si bien es cierto que el gobierno de Montevideo haba quedado independiente del de la junta pTovimcal gubernativa con arreglo al tratado de pacificaioin de condicin ex1811, no lo es menos que haba sido presa que lais fuerzas portuguesas se retinasen^ a -sus fronteras y dejasien libre et territorio espaol. De modo que exigiir ese ciimpHmient'o estaba en el perfecto derecho del gobierno de Buenos Aires. Vigodet dieca emipiero es intil que el gobierno de Buenos Aires se fatigue en reciamar quc yo disponga el reitiro de las fuerzas portuguesas a sus fronteras, puesto que apoya decididaimente al eaudilo Artigas en iis proyectos de hacer interminable la guerra de acuerdo con dicho gobierno". Acusa de que se ha quebrantado el tratado de pacificaioin. y dice: ''No se debi a la fuerza de ste,
quedar
sif^^upre al
mm
'
'
<1)
Doc.
(le
Arcliivo
18T!.
48
VICENTE
Q.
QT3ESADA
el
ej6rcdto
denomi-
patria levantase el sitio puesto a es)ta plaaa, sino al influjo irresistible de las fiieirzas por tu gruesas. S como V. E. la OTflen qne dio don Jos Kondean para quie se retirase con todia sn ^ente de esta bandia, al mo7nento que snpicS'e que nuestros amibos los porttiprueses
Maldonado, recelosioi con fnnd'amento de tin descalabro, cuya providencia la toim V. E., ^no antes al mismo tiempo quie nombr al diputadlo don Jos Julin Prez, piara que viniese a tr'atar los medios de
se 'aif^ercasen
De
consio^ente no que
da sincerado V. E. ni aun en el punto de la levaicnacin de sujs tropas, a que son referientes lois artculos 6 y 20, respecto de no deberse considerar aqulla como efecto del convenio, sino del temor que infundieron a V. E.
iiuesi^ros
auxiliares'.
Mucho menos
dems
puedie
justificarse
90 das que ratificiaciin, lejos de haber van vencidois deside el de su dado V. E, mi saIo pa.so favorable en obsequio die los artculos 2, 3, 4 y 5, se halla c^din vez v^k^ ^^mpeado en desacrediita.r a la naain espaola, atropelliar 'sus lejxtim.os d'erechos y burlarse de sus sabias leyes, tratando abolirais al pretexto infame de haber mudado de condicin los pueblos americanofi?.'' Keprocha que no se hayan enviado auxilios de daero a la metrpoli para continuar la Tierra que ''hacie al uisurpador de la Europa'^ Sostieme que no se han cumplido los artculos 7., 15 y 16 de que son comprobantes los oficios, ^dice, ^^de 28 y 31 de diciembre del ao
V. E. en orden a
los
artculos.
En
ltimo, pero que yo no conozco. Expresa iguales recriminaciones sobre inobservancia de los otros artculois. y dice * Por lo mismo no alcanzo cmo a vista de estos
*
:
incuestionables hechos, o, por mejor decir, procedimdentos hostiles, haya tenido arrogianicia V. E. as para representarme consideraciones y deseos (que jams ha puesto en planta) de conservar con este gobierno buena armona y eorrespondeneia sancionada, comjo para tratar que yo he declarado la guerra a V. B. y a las provincias sujetas a su jurisd'iiccin. Estos s son insultos
verdaderos y no las moderadas y conformis reconvenciones que comprende mi oficio del 16, y miiclio menos la prudente y precautoria providencia que di para impedir con mis fuerzas navales el paso de las tropas que
HISTORIA
DIPLOMTICA LATINO-AMEBICAlSrA
49
dispuso V. E. remitir al indicado Artiiga^. s^iempre qvp no vairiase de determinaicdn para que se lialla'ba V. E. pior s solo de^ant oriza do por virtud de lo estiipulado en el predielio arl-culo 7 a menos que qalsieise V. E. o qute yo sea un fro esneetador die este nuevo alropellamento a mi autoiiidiad, o .que el envo de los buques se vernficiase despus que se sur)iese que ya el inisurgent^^ Artigas haba recibido los refuerzos y auxilio de V. E." Afyreg'a que las quejas de Artio-as contra los pori:uffaeseg no ponen a salvo la conducta del ^obie'mo de Buenos Aires, pornue simone n'ue noda editar Ini? cboque?! de Artigas
fuerza.?, haiciendo evacuar tdot de la Banda Oriental con arreglo a la transaccin, teniendo Iue?o efecto, como lo haba garantido, la retirada del ejrcito portugus, en cuya buena fe, diioe, se ratifica a pesar de las desconfianzias del gobierno de Buenos Aires: '^Bajo de este comciepto, dice textualmente. ^y de lo que tengo lexnresiado a V. E. en mis antecedentes, lleno de sinceridad y deseos de que reine entre nosotros la paz y tranquilidad, debo ratificar a V. E, por eOnclusin mi conformiidad y buena disposi'cin p'ara allaniar sin tropiezos la evacuaoion de las tropas portuguesas del territorio espiaol, luego que por parte de V. E. se cumpla religiosamente l rjeferido tratado. Este partddo es el misino que be propuesto otras veces a V. B. consiguiente con mis pri'mleras sanas ideas, y con lo convenido por ambas partes
el territorio
unas y otras
contratantes. '
Acrimina luego en trminos sum^amente injuriosos la conduotla del gobierno die Buenos Aires, lo responsabiliza por la guerra, por la manera como fu acogido su enviado el capitn de fragata Jos Primo de Rivera: le expresa que siabe cules son las fuerzas con que cuenpero que l tiene a suis rdenes soldaidos valerosos, para destruir "en unin die nuestros fieles; amigos los portugueses, en cuya empresa tendr as mismo gran parte el resp'etable ejrcito del virrey de Limia. que manda.. el general Jos Manuel Goyeneche." Por estos documentos se ve claramente que la gueta,
.
.
el
de Montevida.
Tales sucesos dieron origen a que el gobierno de Buenos Aires diera un verdadero manifiesto en la larga
50
VICENTE
a.
QTTESADA
dirigi al
15 de enero.
ese
expresa que Buenos Aires ha sido bloqueado por los buques de Montevideo sin precedente declaracin de fierra, en violaen del tratado de paeficacin de 20 de ocitubre de 1811. Sostiene ese <lose
En
documento
eumento que
miientrasi se cumplan las estipulaciones del tratade, *'no daban los portugueses ni aun seal de retirarse, que era el objeto primordial de nuestras negocia-
Asegura que el sifcio de Montevideo fu levantado sin demora, que la mayor parte de la fuerza volvi a Buenos Aires y que unai pequea divisin al mando del general Artigas march a pasar el Uruguay para defender los piieblos de Misiones de nuevos insultos. ''LA animosidad de los portugueses lo puso en la dura precisin de recihazar uno tde sus destacajueniios, pidiendo auxilios a este gobierno para evadir el golpe con que amenazaban las divisiones extranjeras, que al efecto se reuna". Expresa entonces que, conociendo las disposiciones del gobernador de Montevideo, prepar los auxilios que peda el general Artigas, comunicndole a dicho general V^igodet, para que, apereibido de las causas urgentsimas que justificaban la medida, lo auxiliase a rechazar .. "una agresin extranjeriai, 'conforme a los artculos del tratado, dejndolo en libeHad para interponer su influjo para que los portugueses suspendiesen lais hostilif'ades y acelerasen la evacuacin, del territorio, como se haba pactado. Sorprndese el gobierno en recibir por respuesta un oficio lleno de insultos, y adems un hecho hosttiil, c-uyas consecuencias pudieran ser igravsinias para el inters de la nacin". Asegura que se tomaban eficaces medidas para que el general Artigas evacuase el territorio; que se trataba con toda clase de consideraciones al enviado de Montevideo, dndole pruebas del deseo y de la voluntad de estrechar las relaciones pacficas, conciliano la alianza ''con los intereses de la integridad territorial, pana prevenir cuialqu'ier Wontecimiento desgra<'iado en la pennsula". Pero que todo ha sido vano, y los enemigos han conseguido ^-onipronieter a ambos pases en una guerra exteriminadoii''a que, aniquilando las provincias, "tendr por resultado la conquisita del pas o su divisin en manos extranjems, con ])erjuieio irreparable de los derechos del rey".
ciones''.
.
HISTORIA DIPLOMTICA
LATINO-AMEBICANA
Insiste en que la melida dictada por el gobierno dte Montevideo es poico meditada, mal aconsejada por los que aspiran a algn premio de la icorfe del Brasil, ''no perdiendo ocasin de inclinar la balanza en favor de aquella potencia' \ Expone one aumentar el ejrcito de Artigas, no era con la mira de atacar a la plaza de Montevideo, porque bastara reflexionar, aun prescindiendo de las
obligaiciiiones
lai9
tugue:?ias
a
si
isuis
Artigas,
El gobierno repite
nue los portugueses ev^acnen el territorio, el general Artigas lo evacuar inmediatamente". ''Yearaos ahora los resultados y extremos por asentar que los portugueses han avanmdo en nuestro territorio de m.ala fe, a pesar del empeo qne muestra V. S. en sosten<^r lo contrario en su ltimo oficio. V. S. sabe que el diputai'l'O doctor Ju'an Jos Passo, que pas la esa plaza
sostiene,
que
en los prim^eros m.*omentos de nuesti"n?isi Icl^^piavprnpneias "momanifest por dos veces y con reiteradas protestas l seor Soria, -a don Juiam Crdistbal Sailvanajch y al comandante de miarina, los avisos originales del embajad'Ofr marquis de Ca?ia Yrujo sobre las miras de icionquisa con que se preparaban los portugueses a invadir nuestro territorio, cuya prevencin hizo tambin a la provincia del Paraguay. Sabe V. S. tambin las gestiones que hizo la infanta doa Carlota para que ese cabildo le enviase diputados y venir con ese pretexto, y el de sostener los dominios del rey su hermano, para ocupar esa plaza, cuya propuesta fu altamente rechazada por el gobierno de Espaa. V. S. sabe que ha visto los oficios originales del general Souza y del Tepresientiamite de la Carlota, don Jo-?? Contucci, en que se exigi de esta capital el reconocimiento de la soberana de aquella seora en este continente, ofreciendo unir sus fuerzas a las nuestras para rendir esa plaza en caso que se manifestase alguna oposicin al proyecto, interceptando la marcha del general Elio para entregarlo en nuestras manos. V. S. est fundamentalmente instruido de las familias que vienen con el ejrcito portugus, del robo que hacen de nuestras caballadas y haciendas, del em.peo con que se hace correr en Maldonado la moneda de aquella nacin, de los refuerzos que han recibiido, del inters que muestran en guarnecer nuestros pueblos y la eficacia que muestran
lticas,
52
VICENTE
G.
QITESADA
que en todas nuestras fuerzas pasen a esta capital. Y V. S. puede comprender que esa conducta es compatible con la buena fe? Puieide V. S. persuadinsle que tanto inters, tantos gastos nvei'tidos en conducir y sostener en nuesitria campaas un ejncito respetJaible, es' slo en obsequio a la plaza de Monteyidleo, o un comedimiento desi]\teresado en favor de la nacin espaola que, segn sus ffnismos papeles est ya en su ltimo perodo, asegurando la imposibilidad de que vuelva nuestro monarca a Espaa y 'la necesidad de desiconoccrlo, aun cuando se realizase este caso hipottico? Puede V. S. imaginar que U:na potencia, que ha sido isempre rval de nuestro (engrandecimiento, que ha solicitado con el mayor ardor ja posesin de la Banda Oriental, que insensiblemente nos ocup en las guerras anteriores, y aun en plena paz, una porcin ms preciosa, ha d dejar que se fe escape la jnejor oportunidad de satisfacer sus miras ambiciosas? Y es posible que el temor de estos sucesos no impongan en el nimo de V. S., cuando tanto se resiente de la existencia en el Uruguay de una pequea divisin de espaoles, acaso el nico respeto que contiene la ejecucin de los proj^ectos d'e los limtrofes 1 i Y quiere V. S. que se la deje abandonada para que, destruida por los portugueses, no tengamos despus otro arbitrio que sucumbir ala ley que tratan de imponernos? Desconocer estos principios sera cerrar los ojos a la luz'\ (1) Este es un vedadero manifiesto, exposicin de motivo)? para aceptar una guerra que de hecho declaraba el gobernador de Montevideo, blioqueando lois puertos de Buenos Aires. Termina el documento dicienlo que el gobierno reitera la seguridad de que en el momento que loa
portugueses se retiren, volvern todos a sus caisa^, evacuar Artigas el territorio y se evitar la guerra civil. El gobierno, juitstimamente alarmado por lia acritud del ejrcito portugus, dirigi al gobernador de la plaza de M;ontievddeo otra nota, datada en 14 de febrero de 1812, que juzgo de capital importancia para la ilustracin de estos sucesos. Dice as: "Na<da desea tanto este gobierno ;eomo la paz y a ningn objeto hai hecho mayores' sacrificios. Si V. S. se ha empeado en hostilizar esta capital, l se hace un deber en defenderla. Por su parte, ha cumUoc. del Archivo de Buenos Aires.
(,1)
"
HI6T0K1A DIPLOMTICA LATINO-AMERICANA
53
plido con toda'S las convenciones del tratado, poT la de V. S. con nin grua. Fiel .a las estipulaciones de sus pactos, retir sus tropias, devolvi los esclavos a los dueos que reclamaron, satisfizo sobre la necesidad de prohibir
Dtei^namente la extraiccin de dinero, reparti las rdenes para que pasase al Uruguay la divisin del general Artigas, -como en efecto se ha verificado, y represent los males de una nueva grierra, solicitando la reconciliacin en el aoto en que V. S., atropellando todos los respecto del interK nacional, bloqueaba sus puertos, apresaba sus buques, dispona expediciones martimas contra nuestras costas, persegua a los americanos patriotas y arrojaba proclamas incendiarias para preparar los nimos a los horrores de una giierra civil. Aom se ignora, el motivo len que ha podido V. S. fundarse para hostilizarnos, y la conformidad de su conducta con las protestas generales de concordia en que abundan sus oficios. S*e manifestaron a V. S. con hechos positivos las instancias de este gobierno, las miras ambiciosajs de los portugueses y las consecuencias de un^a divisin que expona visiblemente la integridad territorial y los derechos ms respetiables de los pueblos. Se hizo ver el efeietivo cumpfeiiento del tratado por sai parte, in-ien-tras r|ue V. S., mirando indiferente la existencia de un. ejrcito extranjero en las puertas de esa ciudad, no daba un solo paso para vsu retirada, que fu el objeto primero y eomio la base de la pacificacin. Se demostr la necesidad de intima a los portugueses el regreso a sus fronteras coano iinieo medio de restablecer las reiacioncts amistosas de ambos pueblos, tranquilizar el nimo exfaltado de mil familias errantes, y reparar los atrasos de nuestra industria naciente: pero todo fu en vano. Esperaba este gobierno una respuesta satisfactoria y capaz de reproducir nuestras relaciones tamisitiosas, y slo -recibe, en su oficio de 20 del ])rxino pasado, un einpeno insultante de cerrar los ojos a la evidencia de los hechos sobre la buena fe de mil palabras y protestas vagas y desmentidas por una agresin abierta y continuada. En e^^e caso el decoro y k dignidad del gobierno le dictaban guardiar silencio y sentir en la soledad de sus meditaciones los males hori'orosos de una guerra desoladora que amenazaba al pas, y de cuyos resultados deba estremecerle
i'
la naicin eiitera.
54
VICENTE
G.
QUESADA
el
todo,
diciiembre, 1."
contestacin al que acaba de recibir. De consiguiente, queda en manos de V. S. elegir la paz o la guerra, en el firme concepto de que no habr consideracin ni respeto que no fiaicritique este gobierno a la ireconcaiiiaicin y fraternidad permanente entre ambos pueblos, toda vez que se consulte de un modo seguro la integridad territorial y no se comprometan los dereicbos y la dignidad
de las
Jz-^rovincias
Unidas". (1),
Mientms reclamiaba as por la actitud del gobierno de Montevideo, se diriga ai mismo mariscal Diego cte Souza en estos trtminosi: "limo, y excano. sienor. DetiJje el momento en que las Provincias Unidas del Ro de la Plata tomaron la gloriosa resolucin de sostener su libertad, lia sido uno de los primeros cuidados de su gobierno conservar sus relaciones amistosas con la corte del hrasil, sm desatender por ello la integridad del territorio eipanoi. Asi es que deisde la invasin o entrada del ejrcito de V. iS. en nuestros campos, ha tenido por oojeto en sus correspondenciias eon el gabinete portugus, con V. IJ. y con los gobiernos ide Montevideo, activar la aesocupacion de las tropas extranjeras, protestando a ia faz del mundo las ms generosas consideraciones a los vasallos de . M. i\, respetando sus propiedades, y suscribiendo a la negociacin que propuso V, E. en oficio e Pero a pesar de tantas y que se contest en evidencias, parece que el ejercito ae V. ht., aunque entro con el titulo idie piacilcia'ao'r, ftiomia ei icaracier de eio'iiquiistador bajo las insinuaiciones de ios jefes de Montievideo y con ei pretexto de asegurar los derechos eventuales de la serenisiiiia seora anxaniia i)e cspiana, aoiia Oduilota. lodos los partes y avisos anuncian que V. . \avanza en nuestro territorio, trata como enemigos a nueisxros compairitas, hostiliza nuestras partiaas y se dirige a Daiiice con nuesitras divisiones, un: guerra, ex'ceientiiaiimio aeiior, puede ser funesta a ambos pases, y an estamos a tiempo de evitarla. IjSte goierno no solicita ae V. K, otra cosa que la desocupacan de las posesiones espaoia, y nadie puede desconocer la jusiicia de esta preten.
sin.
tes,
Entonces
ise
y
(1)
HISTORIA DIPIX)M TICA LATINO-AMEBICATiTA
55
Pero
si
V. E., desoibedeicdenido
eistas considenaciones,
da
un
pueblos irritados jurarn morir antes que reconocer derechos de quien los acomete los vasallos de S. M. F. sern tratados como enemigos en sus personas y propiedades: el odio de una guerra de opinin har interminables sus efectos y si la suerte variable de las armias se inclina en favor de nuestra causa, acaso no estar en manos del gobierno evitar lais consecuenciai de este aicontecimiemto, qu'e compromete los intereses ms importantes de las dos naciones. V. E. reflexione y avise dientro de 24 horas sus determinaciones, para que recaiga la correspondiente declariacin que ponga a cubierto el decoro de estas provincias y la conducta precisa de los dependientes de su autoridad, en la inteligencia de que el gobierno de Buenos Aires jams ser responsable de los resultados de una meMa precipitada y justifioair siempre sus prooediimientos con esitia intmacion, de que remite copia con sus antecedentes a S. A. R. prncipe regente de Portugal ^Dios guarde ^^Buenos Aires 28 de Manuel de Sarraiea Feliciano Antonio abril de 1812 ele CMclana. Be^nardino Rivadavia Nicols de Herretirlo: los
:
:
"
ra.
(1)
La profunda preoicupiaicdn era obtener que el teirTiBanda Oriental sea evacuado: la presencia de las tropas lusitanas era un verdadero peligro para, la
torio de la
paz del Eo de la Plata, y esa ocupacin no poda justiicarse desde que se haba celebrado el tratado de pacificacin con el gobierno de Montevideo en 1811. Por qu no evacuaban ese territorio Los derechos eventuales de doa Carlota no diaban lal gabinete diei Kio el dereicho de intervenir en los negocios interiores del Ro de la Plata, y la pretenisin de retiener el territioriio orientall como un depsito era resistida por las campaas del territorio oriental y por el gobierno die las pTovincias, que estaba resuelto a recuTrir a la fuerzja para obligar a xas tropas extranjeras, desalojar el territorio que ocupabiam, pretendindose auxiliares del gobierno de la plam; pretexto que ocultaba miras de anexin. El general Artigas tena su ejrcito situado en el Balto Chico Oriental del Uruguay, y el 12 de a-bril de Todo nos grita que no 1812, deca al gobierno general perdamos un momento me da una noticia exacta de los
'
: ' .
(1>
Doc.
del
56
^^CENTE
G.
QUESAA
Ya han
empezrado su
punto de reunin que h'an fijado sus panttidas 'es el paiso de Mapajo, en el Ro Negro. Para aserrar su objeto y contener mis operaciones, una fuerza respetable ha marchado con direccin la Beln pana llamar mii a/tencin y entretenerme. Las ma;rchas del resto de las fuerzas deben ser muy activas hasta el ro Negro para cortarme algunos pasos, si yo, con po^eifeirencia a otra leu'ailqiuiiera considleracin, marcho sobre aquellos destinos. Yo tengo la honra de haber ya hecho presente a V. E. que la actividad entra en tal manera en mi plan de campaa, que sin ella nada hare-
marcha y su direocin
es atacar el mo, el
eoneiliar toda nuestra atencin. Estas fuerzas, que los enemgos dirigen sobre Beln, ponen una nueva dificultad al proyecto imprescindible de ocupar los pueblos orientales de Misionis, y es aifiora tpa necesidad que todo mi ejrcito ise ocupe en esa expedicin, si el Paraguay no decide pronto sobre nuestra so"
licitud". (1)
plan del generail Aiiiigais' era previsor su pro]3sito ei'a salvar las Misiones Orientales, ese territorio codioiado poi- los poi'tugueses, que, al fin de una serie de intrigas, retienen los brasileros sin tituilo, y que lahora; ha llegado el caso de estudiar, tranquilamente a quin pertenece su dominio, por que la usurpacin no es ttulo hbil en el derecho de gente para adquirir la propiedad. Este es el punto serio de la cuestin de lmites y no la cuestin secundaria de averiguar cul es la situacin geogrfica de un ro, cjue es a lo que ciertos espritus ligeros y mal informados reducen el litigio, diciendo con un dogmatismo deplorable que no puede haber cuestin de lmites entre la Repblica Argentina y el Bi'asil. Si hubieran podido darse cuenta de esta cuestin compleja y muy impoi'tante, se persuadiran (jue slo concretan el debate a un solo punto y abandonan el derecho al territorio de las Misiones Orientales; la ese territorio que el general Artigas quera ocupar en 1812, y as lo peda al gobierno de Buenos Aires.
Eli
:
leal
Es un error gravsimo pensar que la defensa firme, y franca del derecho, sea ni puede ser jtams causa
d)
i>o'-.
del
Aichivu
lie
JJiicnot Aires.
57
dignidad de la nacin, precisamente consiste en desconocer sus dereclios en mastrarse pusilnime en su defensa, en temer, en una palabra, la. luz de la verdad. Preciso es convenir que la! guerras no se producen por capricho, que los pueblos no las aman, y que hoy no hiay, no es posible que haya, od^ios nternaiciionales. La rivalidad idie la Francia y de la Gran Bretaa durante el pirimer imperio, fu ventajosiamente reemiplazada por la armona de ambas naciones bajo el gobierno de Napolen III, con ventaja para todos. Pues bien, entre el Brasil y la Repblica Argentina no hay antiagonismo de intereses, y es esto lo que deben estudiar los gobiernos el inters de la monarqua y la conservacin d las repblicas unidas, las llama a armonizar sus erlaciones. Esta es la faz nueva, fecunlda y ventajosa, que prreisienita la poca actual. Errado et quien mina solo al pasado, preciso es estudiar el presente para comprender el porvenir.
ne' disculpa, lo
que humilla
la
Vuelvo a mi narracin. Artigas peda auxilios prontos, porque no tena fuerzas bastantes para resistir un ataque de los portugueses, Que so color de auxiliares queran ocupar la tierra que codiciaban y que era del indisputaclo dominio del gobierno espaol, como fu establecido en el statu quo de 1804, mientras las dos coronas no resolvan la cuestin del trazo de la lnea divisoria con arreglo a los tratados de 1777 y 1778, como pretendan los espaoles, o se reconoca que haban sido abrogados por la guerra de 1801. En 1812 no invocaban otro ttulo que el de auxiliares del gobierno de Montevideo y defensores de los derechos eventuales de la princesa doa Carlota Joaquina. El general Artigas instaba para que se le incorporasen los cuerpos del ejrcito y abrir la campaa antes que las lluvias hiciesen difcil el paso de los arroyos y ros. "Marchen, seor excmo. lovs cuerposi 'deca^ manche todo el ejrcito, yo aseguro a V. E. y juro a nombre de la patria, ponerlo aniny en bi^ve victorioso la su disposicin para emplearlo en la ltima empresa que d para siempre libertad a la Amrica del Sud/'. (1) El gobierno accedi a ese pedido, pues al margen de la nota original del genera'l Artigas se dice: "rdenes a los coroneles Prench y Fernandos para que redoblen sus
l)
5$
VICENTE
G.
QUESADA
marchas, otra al teniente coronel de Santa Fe y comandante de la Bajada (Paran) para que presten a dichos oueirpois todo auxilio". De moid'to que la iguerra estaba re. suelta. La invasin deba ser repelida por las armas, y la \ictoria sera Dios sabe de quien Recomendbase empero ai general Artigas evitase toda accin mientras no se le incorporasen estos cuerpos. Ms an, antes de esa fecha, el 10 de marzo prximo ai^terior, se le haba ordenado repasar el Uruguay, tomar las posiciones que l tena anteriormente y disponer el ataque de los pueblos de Misiones con las tropas de Corrientes y Yapey, bajo el supuesto de que estaban mal guarnecidos. Recomendbasele no comprometer la operacin sino con las probabilidades de un xito cierto. *'Bajo de aquellos mismos principios deca el gobierno reunidas todas las fuerzas, la artillera de batalla y de ls con que debe dotarse el ejrcito de la Banda Oriental, con presencia tambin de los planes del enemigo se emprendern las marchas del modo ms favorable que dicten las circunstancias, debindose arreglar estas segn las que ellos verifiquen. V. E. sabe bien la gran distancia CUG hay que vencer desde el Salto Chico a Santa Tecla y despus de Montevideo a Maldonado las serranas, ros, caadas, multiplicaran las dificultades de esas marchas y por consiguiente, reitairdara las de naiesitra particulpr emj^resa de posesionarnos de la plaza de Montevideo". (1) Fu empero lord Strangford quien impidi el derramamiento de sangre, y forz a la celebracin de la paz. Primeramente desconoci en el gobierno de Montevideo el derecho de bloquear los puertos de Buenos Aires, y
!
mucho ms
y a
los aliados
del gobierno espaol, en cuvo caso se encontraba el gobierno britnico. Desconoci el derecho y le intim se abstuviese de esa hostilidad contra los buques ingleses, que ya comunicaban con Buenof. Aires y Montevideo. De modo nue el gobierno de Montevideo, reducido a la plaza, qued impotente para atacar al gobierno de Buenos Aires y condenado a sufrir un sitio que terminara por la ineTtable renrlicin de la plaza. La infln enca benfica y la energa con que procedi lord Strangford en esta emergencia, sus buenos oficios vara, establecer la paz entre los beligerantes, su poderosa
(1)
HISTORIA DIPLOMTICA
I.ATl
NO-AMERICANA
5>
gabinete ambicioso de Ro de Buenos Aires, forman un cmulo tal de bechc .^uiportantsimos que prueban que el gobierno britnic'^ patrocinaba los verdaderos intereses de estos pases coz las ms altas miras, aunque se diga que en el fondo estaba su inters comercial. La influencia britnica fu Ifalmente favorable entonces para la formacin de los nuevos estados, y justo es reconocer su accin eficaz.
el
vn
el
britnica era poderosa con relacin a las naves de que poda disponer el gobierno de la plaza de iMontevideo, su actitud importaba una resolucin coercitiva e inevitable. De esa actitud dio conocimiento al gabinete de Buenos Aires.
La marina
El gobierno de la junta provisional contest en estos trminos Nada puede sernos de tanto agrado ni tan lisonjero, como ver en la comunicacin de V. E. satisfecho el empeo con que este gobierno se anticip a reclamar lo que interesaba al honor, justicia y honorable amistad de la Gran Bretaa. El bloqueo de Buenos Aires por Montevideo, a ms e sier incon'eebible con. las piroiteistass; de alianza estrecha y gratitud que ha jurado la Espaa en su apurada situacin a su protectora, preparaba necesariamente la aniquilacin de las ventajas del comercio britnico en estas provincias, mal que trat de prevenir este gobierno con sus reiteradas representaciones, firmemente Dersuadido de que la incomunicacin tanto ofenda al alto decoro e intereses de la nacin inglesa, como a la utilidad comercial de Buenos Aires. La retirada de las tropas portuguesas, en que asegura V. E. que ha empleado su corte toda la influencia, no pudo ser indiferente en los principios de la antigua y respetable alianza de las dos naciones, en cuya virtud no deba la corte del Brasil separarse de su verdadero inters, desatendido con la inopinada invasin a nuestro territorio ni puede dejar de empear la ms alta consideracin de adhesin firme de este gobierno a la Gran Bretaa, quden, por otros ttulos oniuy recomendables, le merece toda su admiracin 3^ respeto. Por lo mismo V. E. debe descansar en la segura confianza que el gobierno que se preparaba a repeler una invasii? que crey injusta y opuesta al inters comn, tiene demasiada sinceridad y espritu de conciliacin para faltar a su sagrado honor, obligado en el larmisticiio que ha restablecido la paz entre ambos territorios. V. E. habla incesante'
:
'
6o
VICENTE
G.
QUESADA
mente de la mediacin ofrecida por la corona de la Gran Bretaa para reconciliar los pueblos disidentes de Amrica y Espaa; y este gobierno siente hallarse en la precisin de renovar en el nimo de V. E. la desagradable impresin que debi causar el imperdonable desaire que acaba de hacer la Espaa a la legacin mediadora. La cesacin y el regreso de los mediadores ingleses en febrero de este ao, debe conviencer a todo el mundo cul ha de ser el resultado de la segunda mediacin que se ha proyectado, y que a pesar de las protestaciones del duque del Infantado en Londres, todo lo que puede esperarse de los espaoles corresponder siempre a los principios de su mezquina poltica, exaltado encono y despechada imprudencia. Por consecuencia V. E. acaso ver aue el Dueblo de Cdiz destruir por s solo la medida poltica en que V. E. inculca con tanto inters. Cualquiera que sea la conducta de Espaa con los pueblos de Amrica, no puede ya ofrecer venta.ia alguna de til reciprocidad, que mantenga su integridad poltica con ellos. Ni la Espaa es capaz de adoptar una proporcin justa y razonable, ni las provincias de la Plata pueden esperar proporciones que tengan el carcter de leyes dictadas exclusivamente por aqulla. Sin embargo Buenos Aires, fiel a sus principios, nunx'a desconocer lasi mledidlaisi db poltica que estn en contradiccin con las de justicia que ha proclamado y sostiene. Por lo dems V. E. debe disipar todo temor. Este gobierno no quiere prevenir el juicio de la asamblea general que acaba de convocar pero se atreve a anticipar a V. E, el seguro concepto de que la independencia de e.stas provincias no ser nominal, y que su elevacin a una nueva existencia y diignidad ofrecer, sobre tddb a la
;
Gran Bretaa, las miayores ventajas y proponciones paira sostener la coalicin contra el comn tirano de la Europa. Las disensiones que se dejan sentir entre los mismos
Amrica, nunca han pasado los lmites de la moderacin y justo celo de libertad con que se ha marcado nuestra gloriosa revolucin. Cuando el gobierno tome aquella forma correcta y meditada, que caracteriza toda institucin civil, que es el seguro garante de la voluntad general, y que consolida y establece el voto de aquello^ que han contribuido a la formacin a los sentimientos de temor y a los temores de proscripciones y horror sucedern las agradables impresiones de tranquilidad, unin y
^.iudadanos de
;
6l
no debiendo compararse nuestros movimientos que han sido justo resultado de una simultnea y prudente combinacin, con las terribles convulsiones die una nacin, en cuyos destinos ha presidido siempre la imperiosa furia de un espritu novador y verstil. El mejor comprobante de estas verdades lo tiene V. E. en la serie de nuestros mismos sucesos, y la invariable conducta de Buenos Aires en el seno mismo de sus mayores convicciones desde el primer instante de la rebelin. Si V. E. se sirve fijar una mirada reexiva sobre sta, advertir seguramente que siempre se ha manifestado el orden y dominado la razn, atacada por los espaoles europeos en el acto mismo de comprometer su amistad y reconciliacin, y aun cuando solo se trataba de sostener el alto respeto e inters de la Gran Bretaa; y concluir por lo mismo que la medida poltica que V. E. indica, ni llevara las justificadas y liberales miras de la corte de Londres, ni convendra a los intereses de las Provincias del Eo de '\ Buenos Aires, noviembre 13 de 1812. Juan la Plata. Rodripuez PeaDoctor Antonio Jos Passo Nicols Alvarez Jonte Toms Guido, (secretario). (1)
libertad;
. .
He reproducido este notabilsimo documento, clarsiexposicin del propsito de formar un nuevo estado independiente, porque es de suma importancia para comprender el mvil y las tendencias que guiaban al probierno de Buenos Aires. Deseos sinceros de paz y armona con el Brasil, conveniencia reconocida de establecer el libre comercio y de ligar y vincular el inters comercial britnico am las justas aspiraciones de formar una nacin responal mismo sable y libre, que se gobernase a s misma. leal para la antitiempo espritu prudente, equitativo y gua metrpoli, a la que se rehusaba sumisin por temer PUS ambiciones pretenciosas y sus rencores profundos.
ma
Plata declarasen ser independientes oficialmente, celebraron un armisticio indefinido que es importantsimo en la historia diplomtica del Ro de la Plata y del Brasil, y que no puede olvidarse cuando se trate de la cuestin de lmites
Ro de
la
entre
establece el derecho.
(1)
II
NEGOCIACIN RADEMAKER.
ARMISTICIO
DE
1812
misma
diplaniacia sirven para apreciar sus tendencias, para estudiar sus ambiciones, y con frecuencia para desvanecer
preocupaciones que lian producido las intrigas de una que las nuevas necesidades hacen insostenible, inadecuada y retrgrada. Las antiguas disputas entre las coronas ele Espaa y Portugal sobre sus colonias en Amrica, han hecho ya su evolucin fatal, y lo que era explicable en el pasado sera absurdo en el presente. La vieja ambicin portuguesa fu traer sus fronteras hasta el Ro de la Plata anexndose la Banda Oriental, ambicin que era un peligro para las colonias espaolas de la otra margen, que combatieron tal pretensin. Pero, desde el momento que ambas naciones americanas e independientes, convinieron en crear en el disputado y codiciado territorio una nacin neutral, que les sirviera de contrapeso y equilibrio, los antiguos odios y la vieja ambicin tuvieron su terminaicin ilgica.
poltica
grande imperio conquistar y anexar por la diplomacia o por la guerra una nacin inquieta, librrima y anarquizada profundamente, divergente por la raza y el idioma, que hara peligrar tal vez la integridad territorial del Brasil, pues Ro Grande,
Peligroso fuera para
el
buscara
constdituir
uma
nueva entidad internacional. Tan ciierto es esto, que territorio del imipierio est dividido ya profundamente en dos grandes porciones, el norte y el sur, y este hecho se revela hasta en las tendencias literarias, formando dos escuelas opuestas. De modo que hacer desaparecer tales divergencias por el desenvolvimiento de los intereses generales de la nacin es lo que debe preocupar al imperio, en vez de inocular en su sanleil
63
gve
la
sicin social
y dad del idioma es un vnculo poderossimo, necesario es no llevar otra lengua al seno del coloso la religin tam:
desmembramiento
bin ata a las diveirsas piarteis de una nacin; el pueblo brasilero es ciertamente liberal, no tolerara el predominio ultramontano, de lo que dio pruebas cuando se quiso expedir el exequtur a la bula pontificia contra los masones, y el pueblo oriental es tolerante y antiptico al
sometimiento de
del
los brasileros.
La
previsin
y prudencia
:
pero los homlas eventualidades la situacin econmica del imperio, el estado de las producciones agrcolas, el caf, el tabaco, el azcar, lucharn bien pronto con la competencia argentina, hija del trabajo libre; las clases aristocrticas estn all amenazadas por un descalabro, pues tienen grandes capitales empleados en la deuda interior del Brasil, de modo que la guerra ^era la ruina de la aristocracia y la perturbacin de su agricultura. El imperio no puede vivir sino a la sombra de la paz. La guerra con el Paraguay, a pesar de su alianza con las repblicas Argentina y Oriental, le cost ros de oro, que no ha pagado todava. Esa nacin no es guerrera, es preciso no equivocarse, auupie sus tropas sean valientes, las poblaciones son laboriosas y pacficas. Todos aquellos son grmenes nrbid(>s, revelan que la unidad imperial necesita ms pro rundas races y que deben darle unidad positiva y fecunda, y -no se consigue tal cosa por aventuras guerreras con sus turbulentos vecinos, Cuidado con encender la chispa cuando la casa es de paja El inters bien entendido del imperio est en la conservacin de la paz, pero no en la abrumadora y dispendiosa paz armada, sino en la paz que reposa en la armona de los intereses con los estados limtrofes. Estos a su turno estn comprometidos a vivir en paz, si no quieren exponerse a una crisis comercial que derribara su crdito, enormemente comprometido por emprstitos extranjeros, reproductivos en la paz y ruinosos en caso de guerra. De modo que es servir a los intereses de ambos pases estudiar sus relaciones diplomticas, su historia y sus tendencias, para combatir antagonismos imalos conflictos,
i
I
ginarios.
los
64 serios peligros
\1CENTE
G.
QTTESADA
que pueden producirse en la trasmisin el mando, y el imperio, asegurrado durante la vida d!e ^u prudente emperador, puede envolverse en una anarqua profunda en manos de la heredera del trono, a pesar de su talento, de sus mritos y eminentes calidades. Entonces, pues, en vez de buscar nuevos combustibles y nuevos peligros extendiendo desmesuradamente el territorio, deben preocuparse de dar el mayor vigor posible a las clases conservadoras y vivir en paz con sus vecinos, a cuya misma estabilidad conviene la duracin del coloso imperial. Con ese gobierno esencialmente conservador y cuya existencia est vinculada a la paz, no hay anarqua en sus fronteras, pero, despedazada la unidad del imperio, la rcA'olucin sera contagiosa y xauy terrible para los estados vecinos, que podran a su turno ser envueltos en las evoluciones que produce siempre todo cambio en la geografa poltica.
bien entendidos del Brasil a la paz y no a la gjuerra, piorque desapareci el moitiivo de iliais antigua rivalidades. Hoy la conveniencia de am'bos pases est on radicar el orden y en establecer en sus relaciones internacionales todos los medios que hagan ms estrecho y provechoso el cambio de sus producciones. Deben no olvidar, lo repetir hasta el cansancio, el ejemplo de la Gran Bretaa y de la Francia, rivales un tiempo, unidas despus con beneficio recproco por los vnculos del colos intereses
De modo que
la
y de
Eepblica Argentina
los llevan
mercio.
Creo que estudiar las relaciones diplomticas de estas dos naciones, analizando sus intrigas para arribar a la consecucin de sus ideales de entonces, es servir a desvanecer preocupaciones malsanas que suponen que actualmente existen las mismas causas que produjeron los antiguos conflictos. Por eso es que he emprendido estos estudios, con el propsito de establecer la verdad con toda imparcialidad y sin nimo preconcebido. La historia de estas relaciones diplomticas aleccionar a los hombres de estado para buscar medios prudentes de establecer el derecho territorial de ambos estados, trazando con equi(Uid lneas adecuadas divisorias y compensando por prudentes justiprecios las cesiones territoriales que pudieran ser necesarias. No es la falsa en los diplomticos lo que
65
consolidar la paz, sino por el contrario el conocimiento tranquilo de los intereses que estn llamados a servir y
armioni/jar.
Gomo
se
ha
diiicho,
comprende
tres partes
muy
oficio
tantes: la inforinaicin, el -consejo y lia nego'ciaicin. Los estados que no imponen por la fuerza, deben
estar
muy
Esta
propongo, pues, estudiar la negociacin Radeque evit la guierrta. en 1812, 'debido a la fi-one y enrgica mediacin de lord Strangford, representante de S. M. B. en Ro. La situacin entonces no poda ser ms vidriosa pero hubo prudencia y se evit el conflicto. La poltica portuguesa en el Ro de la Plata tuvo fluctuaciones y variantes profundas, pero predomin en
miaker,
;
Me
(1)
prncipe regente, como lo he referido antes intent su protectorado en las Provincias Unidas, amenazando con aliarse a los ingleses y atacar a Buenos irires en caso de negativa. Despus, no se opuso a que su esposa la infanta doa Carlota Joaquina asumiese la regencia del Ro de la Plata, viniendo personalmente a Buenos Aires. Ms tarde, apoy al gobierno de Montevideo en mi resistencia al provisional de la junta de Buenos Aires, y este fu eL pretexto del envo de fuerzas i^ortuguesas al mando del brigadier Sousa.
Al principio,
el
Pero esta poltica careca de unidad de miras y de propsito, porque en Ro Janeiro se disputaban la influencia y la direccin de los negocios relativos al Ro de la Plata la princesa doa Carlota, que representaba el partido espaol, y su esposo el jDrncipe regente, que re:
presentaba
el
partido portugus.
Las fluctuaciones, pues, se originaban precisamente, porque no era posible que hubiera en el gabineie de Ro un propsito definido para atacar los intereses espaoles, MU provocar un conflicto con la pri^ieesa doa Carlota y comprometer la alianza que haban ya celebrado la Espaa y el Portugal contra Nai^olen, ni podan tampoco apoyar los intereses espaoles contrarios a lo de las po
(1)
tomo
I,
p.
Sa.
etUc
66
tcente
6.
QUESADA
blaciones americanas limtrofes. La Gran Bretaa quo era antigua aliada de una de las potencias coaligadas en esa guerra europea, no permita que las cuestiones con las colonias pusieran en peligro los intereses comunes de los aliados en Europa; esto explica las contradicciones en la poltica y las intrigas a que se prestaba a su vez la poltica del Ko de la Plata, ora formando un partido monrquico a favor de doa Carlota Joaquina para crear una
si
la
metrpoli enviaba fuerzas contra los independientes pudiesen estas contar con la cooperacin portuguesa en el Ro de la Plata. (1)
Andrs Lamas (2) expooiie que, anite de lai icielebracin dei tratado de 2 de octubre de 1811, los gobiernos d(! Portugal j la Gran Bretaa haban ofrecido al de
Buenos Aires que interpondran su mediacin para que se levantase el bloqueo de Buenos Aires, se retirasen las fuerzas de aquel de la Banda Oriental y abandonasen
que se suspendieran las hostilidades con Goyeneche, que el gobierno del prncipe regente enviara un agente a Buenos Aiaesi paria rgiitar coin, la junta un armisticio bajo las bases anteriores, retirndose ^ji consecuencia ei ejercito portugus a la capitana del Ro Grande "... mientras no decida la regencia de Espaa y las cortes la suerte y gobierno de las colonias del tio de la Plata". Este convenio, prohijiado por loird Strantgfond, acteip. U'do por Manuel ele Sarratea, que haba tomado parte en la negociacin, desvaneca el peligro en que se encontraba el ejrcito que sitiaba a Montevideo, pero al caro precio de que las provincias del Ro de la Plata entregaran
eiite
territorio a Eio;
(1)
l'lata.
Si
gabinete de
iio,
hubo cambios en los mviles y en las tendencias no lo hubo menos en el gobierno del Ho de
dei la
Antonio Gonzlez Balcarca se diriga al soberano congreso nacional e las Provincias Unidas secretamente en lo de julio de 1816, diciendo: "La desconfianza que tiene nuestro diputado en Ro ae Janeiro de que no pueda guardarse el secreto de las negociaciones, le ha obligado a observarlo l mismo coii este gobierno, por no comprometer al gabinete portugus y exponer el xito de la negociacin". Leas negociaciones secretas de 1816 haban tenido ya sus precedentes en las intrigas para establecer una regencia en Buenos Aires y en otras mil combinaciones, que oran secretsimas, y naturalmente hacan vacilar la poltica del gabinete de Ro, que a sa xurno tena sus mviles secretos. Bernardino Rivadavia. Libro del primer centenario de (2) bajo la direccin de Andrs Lamas 811 nac-iniiento, publicado F.uenos Aires, 1882 1 vol. en folio, Imp. de Ostwald.
67
al
Portugal y a
la Inglaterra la decisin
de su futuro
destino.
En esta situacin tuvo el gobierno de la junta la habilidad de negociar directamente con Elo, precisamente .para evitar la intervencin extranjera, y cuando el gabinete de Ro y. lord Strangford tuvieron conocimiento del tratado de pacificacin de 20 de octubre de 1811, quedaron burlados. ''Este tratado desagrad a todos dice
general Artigas y a los orientales, colocados en la disyuntiva de someterse a Elo o de emigrar de su pas en presencia del ejrcito portugus, que ostensiblemiente haba venidlo contra ellos al gobierno de Portugal, cuya accin y cuya influencia se repela como un peligro al ejrcito pontugus, loon di icuial no se guardaba ninguna consideracin a la princesa doa Carlota Joaquina, cuya poltica se desairaba como la de Portugal: a Goyeneche y a los mandones &l Per, que, alentados por los desastres de las armas de Buenos Aires, se intentaba detener en el camino de una victoria definitiva, con que ya se Ijsonjeaban: a los espaoles de Buenos Aires, que ya crean posible una reaccin, la meditaban y la preparaban; y a los mismos espaoles de Montevideo, que participaban de los propsitos y de las esperanzas de sus correligionarios del Per y de Buenos Aires". (1) El gabinete de Ro en consecuencia orden al general Diego de Souza que permaneciese en el territorio oriental, ordenndole el ajuste de todas las dificultades que entonces existan y que han existido despus, sobre lmites, entrega de desertores, de esclavos, etc. Diego de Souza, len ciumplimiento de esttas rdenes, se dirigi al gobierno de Buenos Aires por oficio de 2 de .La demora enero de 1812, en los siguientes trminos " don Jos Artigas en los territorios de y la conducta de esta campaa, que por el convenio de pacificacin celebrado entre V. E. y lel exicmo, seor virrey don F. Javier Elo, deba haber evacuado hace mucho tiempo con las tropas de su mando, y los choques con que las dichas tropas, usanido de su mala fe, han trabado eon algunos destacamentos portugueses, desprevenidos en consecuencia de mis rdenes para observar en la parte respectiva lo estipulado por el mismo convenio, y la direccin 'djs sois marchas sobre diversas vecindades de mi gobierno, son
al
: : :
.
Lamas
(1)
to.,
pr A, Lamas,
py.
34.
68
VICENTE
G.
QUESADA
muy
poderosos, que, en
eji
Pedro, me obligan a rogar a V. E. que si el dicho Artigas obra en virtud de rdenes de ese gobieruo superior provisional, quiera expedirle inm,ediatamente oftiras, por imi icomdlu'.to o por el diel excmo. seor oapitai general don Gaspar Vigodet, para que dentro plazo se traslade al interior de la de un brevsimo jurisdiccin de V. E.; y si l procede por arbit propio, contra las determinaciones de V. E., tenga a bien declararlo rebelde e lyifractor al convenio que queda mencio7iado. Estimar que V. E., accediendo a mi proposicin sin demora, restriccin ni equvoco, ratifique el concepto que se form de su integridad y sentir la ocurrencia de alguno de estos motivos, sin poder dejar de convencerme de que V. E., al menos tolera con desaire de su superioridad tales procedimientos, a los que debo obstar hasta por it'.edio de la fuerza, si fuera ineficaz el recurso moderado que por la presente solicito".
;
:
Esta nota es un ultimtum. Pero ella aclara y explica los sucesos, los mviles, las contradicciones y lo que apareca como misteriosas intrigas de una y de otra parte.
El mismo Diego de Souza exiga en la misma nota otras estipulaciones que conviene tener presente. "1." Que
gobiernos de Buenos Aires y Montevideo reconozcan el desinters, dignidad y justicia con que S. A. R. el prncipe regente de Portugal mand entrar sus tropas en esta campaa, para el fin de conseguir una pacificacin consolidada; 2. Que los mismos gobiernos de Buenos Alies y Montevideo se obliguen a no intentar de hecho, agresin alguna contra los dominios de S. A. R. el prncipe regente de Portugal, salvo por orden expresa de la regenlos
de Espaa* \
El general portugus declaraba que luego que el gobierno de Buenos Aires aceptase su primera proposin (la relativa a Artigas) y fueren slidamente pactados los
otros puntos en ajuste solemne, sellados por l en virtud de los poderes que el prncipe regente, su augusto soberano, le haba dado, e igualmente por el gobierno superior
provisional de Buenos Aires y por el capitn general don Gaspar Vigodet, l se retirara inmediatamente a los doTninios de su soberano, como se estipul en el convenio
69
de 20 de octubre (el del gobierno de Buenos Aires con pero que si la resistencia a sus propuestas " .aumentaba sus fundadas desconfianzas a las otras que ya le causaran los movimientos de Artigas, y la afectacin del gobierno anterior de Buenos Aires, que no dio respuesta alguna directa a las propuestas y ofertas amigables del prncipe regente, hechas de buena fe, porque, laun despreciando las infames proclamaciones publicadas contra su paternal administracin, quiere que se consolide la futura tranquilidad de los estados confinantes, y se establezca la perfecta armona que debe existir entre los vasallos de las dos potencias tan ntimamente aliadas, l el general tomara las aedidas que permite el derecho de gentes, para mantener en seguridad los dominios de S. A. R. en los trminos que el mismo augusto seor le haha orde-, nado, y de que no poda prescindir". Por ltimo seala el trmino perentorio de tros das para la respuesta. Por el tenor de este documento oficial, se wc que el pretendido pacificador se torn en un interventor en los negocios internos del Ro de la Plata, rehusando ?vacuar el territorio que ocupaba, y cuj-a evacuacin se hab^ obligado a obtener Elo. Ahora, prescindiendo de los do5? gobiernos contrataaite'S, les impona condicones bajo la forma de un ultimtum, y, en vez de pacificador, se tomaba en interventor. Eist^e dociimento, que explca su aet^itud, ser la clave para comprender los sucesos posteriores, y porqu Diego de Souza asuma actitud tan decisiva a pesar de las aparentes declaraciones moderadas del gabinete de Ro.
EIo)
:
El gobierno de Buenos Aires y Vigodet se encontraban con un ejrcito extrianjero, cuyo general, en vez de auxiliar, im'p'ona repentinamiente condiiciones para evacuar el teritorio bajo la presin de un ultimtum. Aun cuando a Vigodet interesase tal intervencin extranjera, l saba muj'^ bien cuales haban sido las viejas preteusioportuguesas, las rivalidades de las coronas de Portuy Espaa en Europa y sus contrarias ambiciones en Amrica. Consentir en tal intervencin, sin orden del gobierno de la metrpoli, era asumir la ms grave responsabilidad y no pudo menos que mantenerse indeciso, apoyndola dbilmente. Esa aetdtud portuguesa, que era la provocaicin a la
r.es
gal
WGENTE
0.
QTTEBADA
guerra, estaba de acuerdo, segn Lamas, con el gobernador de Mioaiitevideo que, como reaccionardio y espaol, quera atacar a los insurgentes de las Provincias Unidas, pero en el fondo se mostraba irresoluto. Qu contest en tan gravsima situacin el gobierno de Buenos Aires?
Niega categricamente al general portugus personera para intervenir en el cumplimiento de un tratado en el cual su nacin no es parte. Expresa que el de Buenos Aires ha ejecutado lo pactado levantando el side Montevideo, retirando su ejrcito a su territorio y que las divisiones de Ar'tigas verifican el mismo movimiento con las demoras inevitables, por las circunstancias. Mientras que el gobierno de Montevideo no ha cumplido la obligacin de hacer evacuar el territorio por las fuerzas portuguesas, que era la primera y ms importante de las obligaciones que contrajo. ''Querer que este gobierno, dice, complete de su parte la ejecucin de las condiciones, cuando Montevideo no da la menor demostracin de realizar las que estipul, sera comprometerlo a su degradacin, faltando la reciprocidad esencial del convenio. Respecto al primer artculo de las reparaciones exigidas por el gobierno 'portugus, se manifest que aunque el de Buenos Aires tuviera la "condescendencia" de reconocer,
tio
como
justicia
con que S. A. R. el prncipe regente mand entrar sus tropas en nuestro territorio, el oficio del general portugus de 6 de septiembre de 1811, con el papel incluso, degradara su concepto en la estimacin de los pueblos de las Provincias Unidas, lexcitando sus justos reel gobierno no poagrega, sentimientos. Adems, contradiccin real, hacer da, sin exponerse a una aquella declaracin ''antes que el ejrcito portugus evac-e el territorio", en cuyo caso, disipadas las impresiones de una intimacin que miraron los pueblos con escndalo, como una violacin de la alianza entre Espaa y Portugal, como un atentado contra sus derechos originarios, no debe dudar de todas las consideraciones debidas a la buena fe de las intenciones de S. A. R. el prncipe regente."
71
iin
res
cuando
ya en l y se resnelve a defenderlo. Eso no importa provocar. la guerra, porque se busca tambin por el miedo, cuando se cede en todo y no se atreve a exponer el derecho por temor de desagradar al adversario, cuyo inters no se puede a veces conciliar tan fcilmente. Se ver, pues, que la manera como supo conducirse 'Cl gabinete de Buenos Aires, tan digna, tan circunspecta y tan firme, es la nica que corresponde a los gobiernos cultos, que no son tratados ni pueden serlo, como los gobiernos africanos, bajo la imposicin de la fuerza. El gabinete declara que la paz se habra restableeido en la Banda Oriental, si all no permaneciese el ejrcito portugus, inspirado en temores de una conquista que jams se habra consentido.
Fero conviene que reproduzca el documento que fragmentariamente publica Lamas y que viene a ilustrar estos sucesos: ''Si el gobierno no estuviera ntimamendice, te convencido, de la circunspeccin de V. E.
mirara la proposicin de este artculo (el 2) como ofensivo a su dignidad. El que no reconoce la regencia de Espaa, no puede someter la existencia de su derecho a sus resoluciones. V. E. debe vivir persuadido que este gobierno jams cometer ni permitir que se cometa por sus subditos agresin alguna contra los dominios de S. A. R. el prncipe regente de Portugal, si S. A. R. observa una conducta recproca. Pero si se atacan nuestros derechos directa o indirectamente, V. E. no dude que el gobierno usar de todos sus recursos para resistir la agresin, aiuique se oponga el gobernador de Montevideo y la regencia de Cdiz." No puede ser ms firme el lenguaje, ms sobrio ni ms categrico. Repito que estos son los buenos antecedentes diplomticos, los que debieran servir de escuela y de -ejemplo. "En cuanto a lmites, dice La'mias, de<lar que no eria oportoano tratar de las ^ctuestiones de lmites, mientras existieran en el territorio de Montevideo las tropas portuguesas; y que reservaba ese negocio para transarlo despus de la evacuacin sin esperar las resoluciones de S. M. C, cuya autoridad,
VIttiNTE
a.
QUESAQA
en medio de las dificultades que presentaba su redencin de la cautividad en que vilmente lo tena el usurpador de la Europa, ** haba retro vertido a los pueblos respectivamente ', y por consecuencia se hallaba refundida en el gobierno respecto al territorio de su jurisdiccin, como as lo haba reconocido S. A. R. en
'
Esta actitud pona las cosas en trminos tales que pareca inevitable una ruptura en momentos muy poco favorables para el gabinete de Buenos Aires; pero no era posible someterse al ''ultimtum" portugus sin mengua del honor de los pueblos de las Provincias Unidas.
En
haba batido con las tropas portuguesas y reclamaba auxilios para abrir la campaa de 1812. Diego de Souza avanz sobre el territorio oriental y situ su cuartel general en el Salto, a cuyo punto convergan diversas fuerzas de Ro Grande. En esta situacin el gobierno de Buenos Aires resolvi socorrer a Artigas y que el ejrcito de las i)rovincias repasase a la Banda
Oriental.
Entretanto se fraguaba en Buenos Aires una formidable conspiracin dirisrida en la capital T)or Martn de Alzaga haban reunido 500.000 pesos fuertes, armas y gente. Contaba icon 500 hombres 'de desembarco, que estaban en la escuadrilla sutil espaola, frente a Buenos Aires, esperando la seal, y adems con el ejrcito portuTus, aue ocupaba la Banda Oriental al mando d'el maris'Cial Souzai. el ^cuial tenm liistos 50 tranispoT''De modo. fres para traslad)airsie al teatro del oonflicto. - difCfe Mitre, que en un miomento diado Bulemos Ai. peis sera doiminadb por un nmeirioi de tropiaig miayo'r qu:e todois sus ejrcitos reunido." La situacin era crtica. Entretanto lord Strangford que no poda ignorar, por ms empeo que se pusi-ese len locultarle esta intiriga trgicia, los planes que e fraguaban, y que en caso de xito habra levantado el j>artido ultraespaol y retrgrado en el Ro de la Pla:
c)
37
etc.,
pff.
48.
73
ta,
enemigo de
la libertad
quicias con el extranjero, especialmente con los ingleses, resolvi conjurar la tormenta, y desde mucho an-
desembarazar de todo obstculo el camino de su accin. Sagaz, como dio tan relevantes
tes haba querido
pruebias,
resuelto
consolidar
iTa
gabinete de Ko, comprendi la princesa doa Carlota, para evitar las perturbaciones domsticas y polticas con el prncipe rerente, y con tal objeto era preciso y urgente quitar a la princesa su secretario particular, que era el alma y el instrumento de sus intrigas Jos Presas era quien le llevaba la correspondencia, la aconsejaba y
en
el
desarmar a
redactaba sus notas y sus cartas, dando formas a sus deseos; pues la princesa era lisrera, de conducta muy liviana y poco avisada, aunque muy ambiciosa. Onitarle el secretario era decapitar su partido, y quedaba entonces solo el prncipe resrente, sobre el rual ejerca lord Strangford verdadera influencia y predominio. En efecto, por sugestiones de ste, el gar bnete de Saint James exigi que Presas fuese separa-
do denltTo de 24 horas, para no T^ermitirlie que dlispusiera ni del tiempo preciso para dej'ar urdidas nuevas intrip-ais
Esia senaracin fu
como un
golpte
de estadio y la
cxq-
princesta
que
el
Portusral fnese neutral en los ne??ocios internos del Bo de la Plata, y nue inmediatamente se celebrase un Armisticio indefinido' con el gobierno de Buenos Aires. No haba tiemno aue perder: la conspiracin de Alzaga deba estallar de un momento a otro, y lo primero que exigi fu rdenes directas al mariscal Souza para retirarse, aun antes de aue se hubiera firmado el armisticio, secruro como estaba que el gobierno de Buenos Aires lo firmara en el acto. (1) Lpez sostiene que siendo el prncipe regente un
Mitre dice: "El embajador de la Gran Bretaa en Ro de (1) Janeiro, que lo era siempre lord Stranpford, baio el pretexto especioso de esa mediacin (la ofrecida en Cdiz) pero en realidad con el ohieto de asegurar a la Inglatrra nn g'ran mercado en el "Ro de la Plata, exigi y obtuvo que el Brasil se mantuviese neutral en la fruerra entre Buenos? Aires y Montevideo, y en conformidad de esta exigencia, fu enviado Bademaker para ajustar el armisticio. t. Historia de Belgrano, 3a, edicin. I. pg. 438-439
74
VICENTE
G.
QUESADA
hombre muy honorable, miraba a su esposa con antipata, y como supone que era honestsimo en sus tratos y de muy pocos alcances al mismo tiempo, lord Strangentender que la conducta de su gobierno era poco honrosa, desde que habiendo celebrado un pacto con los dos beligerantes para evacuar el territorio Oriental, persista en no cumplirlo, comi l'o mancliabia hacer la nelisn del honor. La verdad histrica comprobada por los documentos oficiales es, que lord Strangford exigi e impuso el envo de Eademaker, para impedir, precisamente, que las fuerzas portuguesas tomasen la parte que estaba convenida en la conspiracin de Alzaga. Lo exigi imperativamente, y el prncipe regente, incapaz de oponerse a las exigencias del representante de su antiguo aliado, se someti a lo pedido. "Las intrigas en que se refirimdodliice Lamas, haba dejado compromieter, lo llevaban a donde no quera se al prncipe regente, ni le convena ir, imponindole todos los sacrificios de una guerra que, en definitiva, le hara imposible la adquisicin de la Banda Oriental, que era el objetivo secular de su poltica. Slo poda conservar la esperanza y la posibilidad de anexar aquel precioso territorio, qTie le dara por lmite 1 ro de la Plata, dejndolo en poder de los r'evolucionarios.'' Entretanto la princesa, privada de su inteligente y astuto secretario, le escriba desde Ro de Janeiro, a Ahora acaba 28 de abril de 1812, lo siguiente: *' Linares) de enviar (refirindose al ministro conde de a Buenos Aires (no s debajo de qu ttulo), a Juan Eademaker, a tratar no s qu negocM: yo no he sabido nada sino despus de 48 horas de l haber s'alido por la barra afuera, que me lo dijo el mdico Aeevedo, pero no me dijo naida ms; creyendo que yo' lo saba
ford,
lo
le hizo
que
dominaba,
todo..." (1) El teniente coronel Eademaker era un personaje de mrito, segn Lpez, prudente y estoicamente entregado a la devocin de lord Strangford, que vino a servir ms a los intereses ingleses que a los de Portugal.
la
nota ''reser-
Memorias secretas de
75
vada" en que lord Strangford participaba al gobierno de Buenos Aires la misin conada a Rademaker, in-
un
teiiponiendo sus buenos oficios para que se celebrase armisticio, que era ventajossimo para Buenos Aires, puesto que le impeda que Portugal fuese su enemigo y le dejaba lexpeditos sus recursos para atacar la
plaza de Montevideo y aduearse de la Banda Oriental con sus elementos, pues la campaa estaba en armas en favor del gobierno de las Provincias Unidas: Excmo. seor: Tengo la honra de par** Reservada ticipar a V. E. que S. A. R. el prncipe regente de Portugal, animado por los sentimientos de perfecta e inalterable amistad que lo unen con S. M. B. y por los deseos que tiene de remover cualquier obstculo en la ejecucin del grande objeto de conciliar la Espaa y los estados de la Amrica Meridional (tan benficamente emprendido por su aliado que pueda nacer de la posicin relativa de las fuerzas del Brasil y de Buenos Aires,) fu servido acceder a las urgentes instancias que le hice, y ha resuelto proponer a V. E. un armisticio o convencin sobre la base de la retirada mutua de las tropas portuguesas y espaolas dentro de sus respectivas fronteras, esperando S. A. R. que en esta negociacin ser comprendida la plaza de Montevideo, y que en su virtud cesarn las hostilidades y se restablecer la paz. Para este tan saludable fin,..S. A. R. se ha dignado nombrar al teniente coronel don Juan Rademaker, para tratar con V. E. y para concluir una convencin amigable, pudiendo yo garantir a V. E. la completa ejecucin de sus condiciones por la parte que toea a S. A. R. La Gran Bretaa ha declarado a la faz
del universo, el inters que tiene en la felicidad y sosiego de los dominios -espaoles en esta parte del glo-
nombrando expresamente una comisin para este deseado objeto; y como la dicha comisin se puede esperar brevemente, es sumamente necesario que no habo,
lle
tar
absolutamente ajenas. Y aqu est el verdadero motivo de esta interposicin de mi parte; al cual se agregan tambin todos los sentimientos que pueda inspirar la humanidad, y el deseo de ver reservada aquella he-
76
VICENTE
G.
QUESADA
sino
contra nuestro enemigo comn. No puedo tampoco negar, excelentsimo seor, que a ms de mi disposicin a hacer desaparecer cualquier cosa que pueda impedir la pronta eficacia de la mediacin 'britnica, me queda siempre presente la obligacin en que se halla la corte de Londres (en virtud de un tratado solemne) de garantir por todos los medios y en todas partes la integridad de las^ posesiones de ;su ms antiguo aliado, el prncipe regente de Portugal, obligacin que est plenamente determinado a cumplir. No es este el momento de reconvenciones y acriminaciones mutuas, ni para discusin absolutamente infructuosa; por consiguiente, es excusado consumir tiempo indagando menudamente todas las circunstancias que han producido la posicin actual de V. E.'para con la corte del Brasil. La nica consideracin que nos compete as, que el prncipe regente de Portugal, deseando que de su parte no exista impedimento alguno a las vistas de su aliado, ofrece a V. E. del modo ms franco y leal el renovar las relaciones de paz que antes subsistan entre S. A. R. y la junta de Buenos Air.es, y que V. E. puede segura e implcitamente contar con la debida ejecucin de esta propuesta. Dios guarde a V. E. Ro de Janeiro, 19 de abril de 1812. Excmos. seoExcmo. seor Firmado: Strangford. res del superior gobierno de las Provincias del Ro de
la
Plata"
(1).
tenor de este despacho se> ve que la iniciativa de esta negociacin fu debida a la intervencin oficiosa de lord Strangford, de acuerdo con las miras del gobierno britnico. Coincida tambin con los deseos del gobierno de Buenos Aires, como se ha visto en el oficio datado en 1810 y que reproduje antes. La princesa doa Oarlota Joaquina, como ella misma lo deca a Presas, no saba cules eran los objetos de la misin confiada a Rademaker, ni el carcter que ste llevaba. Esta misin fu inspirada por lord Strangford, que era contrario a los planes de la princesa, y probablemente nada supo el marqus de Casa Irujo, embajador de Espaa. El ministro de S. M. B. quera establecer la paz .en el Ro de la Plata, para que la comisin briel
(1)
Por
77
tnica informase a su gobierno que estas provincias haban organizado un gobierno respetable, de modo que los intereses del comercio no pudieran nunca ser com-
prometidos ni perjudicados por el antiguo monopolio comercial de la metrpoli. Rademaker vena con un carcter diplomtico, encargado de negocios, como lo llama el mariscal Diego de Souza, o de enviado extraordinario, como lo designa el gobierno del triunvirato, y el solo recho de abrir esta negociacin y de celebrar un tratado, importaba reconocer al gobierno de las Provincias Unidas, que haba ya expuesto lealmente a lord Strangford su decisin de constituir un estado independiente, para cuyo objeto haba convocado un congreso general. El ministro britnico que garantiza la observancia del pacto que celebrara Rademaker, cooperaba a la vez por un medio indirecto a la independencia del Ro de la Plata, contribuyendo eficassimamente en su pacificacin.
Verdad que protesta de sus miras de procurar una reconciliacin lentre las colonias y la metrpoli, esperando un buen xito de la mediacin ofrecida en Cdiz, y por ello aconseja que en el armisticio sea comprendido el gobierno de Montevideo. Pero bien saba lord
Strangford que este gobierno, lejos de aceptar un armisticio, era, por el contrario, el alma de la tremenda conspiracin que se fraguaba, y una vez que no tuviese la posibilidad de ser auxiliado por las fuerzas portuguesas, la plaza de Montevideo no poda resistir al ejrcito de Buenos Aires, puesto que S. M. B. no le consenta ni el bloqueo de los puertos de las Provincias Unifa'dias. La neutralidad del Portugal en este momento voreca decididamente al gobierno de Buenos Aires. Rademaker lleg a Buenos Aires el 26 de mayo de 1812. Fu perfectamente recibido y alojado en el mismo fuerte en ese mismo da fu reconocido en su carcter diplomtico y acto continuo se firm el armisticio. Esto prueba que todo estaba ya convenido, no haba tiempo que perder ''ni para discusiones infructuosas", como deca lord Strangford. De mo(}o que lleg el enviado diplomtico, fu recibido y en seguida 88 redact y firm el armisticio.
;
78
tcente
6.
QUESADA
gobierno haca anunciar en la Gaceta extraordinaria ministerial, publicada en la maana del 27 de mayo, lo que sigue: **Ayer lleg a esta capital el teniente coronel don Juan Kademaker en clase de enviado extraordinario de S. A. R. el prncipe regente de Portugal. Fu recibido en el muelle por uno de los edecanes del gobierno superior, y conducido al palaeio de la fortaleza, en donde se le tena ya preparado el correspondiente alojamiento. A las 7 de la nocie pas el secTieitario de estad'O para cumplimentarlo, y anunciarle la audiencia que le acordaba el gobierno en la sala de su despacho. Pas inmediatamente el enviado y fu recibido por S. E. con las mayores demostraciones de estimacin y aprecio. Reconocidos sus ditplomas y abierta la sesin, expuso: que las miras de S. A. R. no tenan otro objeto que restablecer slidadamente las relaciones de paz, amistad y buena armona entre ambos territorios; que a este fin se haba anticipado S. A. en comunicar sus rdenes al general don Diego de Souza para que con todo su ejrcito y sin prdida de instantes se retirase a las fronteras portuguesas; que ]o supona ya en marcha, mediante a que haba remitido los pliegos en la semana anterior: y que para formjar y siancionar los tratados de la negociacin p'eda, a nombre de S. A. R. el prncipe regente, que cesasen las hostilidades entrie ambos ejrcitos, y no se embarace la retirada del portugus a su territorio. Al mismo tiempo present un oficio del embajador de S. M. B., cerca de S. A., en que interpona la mediacin y garanta del rey de la Gran Bretaa sobre la firmeza y validacin de los tratados que celebren. El gobierno, fiel a sus principios, y para dar una prueba positiva de que las armas victoriosas de la patria no tienen otro objeto que abatir el orgullo de los tiranos y defender con honor la libertad y la independencia civil de las Provincias Unidas, ha venido en conceder el armisticio mandar retirar nuestras tropas del territorio portugus, nterin se concluye la negociacin y se ratifican los tratados con intervencin de las autoridades respectivas, de que instruir inmediatamente a los pueel
,A1 da siguiente
'
'
'
'
Buenos Aiblos para su inteligencia y satisfaccin. Feliciano Antonio Chiclana-^ reK, 27 de mayo de 1812.
"
'
79
Herrera, seoretairio. Este doeumeato pblico, rmado por lel personal del gobierno y secretario, aice termmaniemence que ha tenido a bien conceder el armisticio. Laimas observa, con acierto, quie por los trminos en que el gobierno de Buenos Aires hizo saber este arreglo, los que ueron aceptados por el enviado portugus y no reclamados, ese no fu un (pacto diplomtico, desde que antes de su celebracin ya el principe regente haba mandado evacuar el territorio ae la j^anda Oriental, limitndose a pedir que esas fuerzas no fuesen hostilizadas, hiso explica los trminos altaneros con que el gobierno deca; he venido en conceder el armisticio.
Nicols de
Bernardino
Bivadavia
Mientras tanto, la verdad es que eso haba sido ya pactado por medio de lord Btrangford, quien en reserva, deca que l era el que haba decidido al prncipe regente^ que eran intiles las discusiones, y que garanta la buena fe del gobierno portugus. Lamas critica la frmula inusitada en que est redactado el documento, y su crtica es justa. "Bero el gobierno de Buenos Aires estaba, dice, en esta emergencia moralmente muy arriba del gobierno portugus; y de eso provena la superioridad de que us, y de que abus, en la forma externa que le dio al armisticio.
'
La Gaceta de Ro rectific este aserto, diciendo que prncipe regente haba cedido al embajador de S. M. B., deseoso de obrar de acuerdo con su antiguo aliado.
el
Antes de que ese armisticio se hubiera firmado, se com^unicaba directamente al mariscal Diego de Souza se replegase a las fronteras de Portugal y se abstuviese de toda hostilidad contra las tropas de las Provincias Unidas. Pues bien, la misma noche que llega Rademaker el gobierno de Buenos Aires dictaba iguales rdenes al capitn general Manuel de Sarratea, bajo de cuyas rdenes operaba el ejrcito de la Banda Oriental, para que en el momento de recibir el oficio y sin prdida de instantes diese rdenes de suspender las hostilidades. Se proceda con buena fe por ambas partes. Se juzg que la redaccin y firma del armisticio era una frmula, y se quera impedir que un hecho de armas pudiese comprometer la paz deseada con buena
8o
VICENTE
G.
QUESADA
fe
El 20 de mayo de 1812, por la noche, se escriba lo siguiente: ''Ha llegado a esta capital el teniente coronel 'portugus don J. Rademaker, como enviado de S. A. R. el prncipe regente de Portugal. El objeto de su misin se reduce a solicitar la paz, amistad y buena armona de estas provincias con los pueblos del territorio del Brasil, siendo base de la negociacin la retirada de las tropas portuguesas a sus fronteras y la evacuacin de sus posesiones por parte de las nuestras. Instruido el gobierno de las proposiciones del emisario y consultando las ventajas que resultan a la humanidad de terminar pacficamente las diferencias polticas, ha idetermiiniado preveniT a V. E, que, en 1 momento que reciba este ofi'cio y sin prdida de instantes, miande retirar todas las fuerzas, destacamentos o partidas que mandando se hallaren en las posesiones portuguesas, suspendan todas las hostilidades con el ejrcito que se portugus o divisiones de su dependencia, sin que se les oponga el menor obstculo en su retirada, entretanto se hacen las convenciones y tratados con aquella cor te que mejor convenga a los intereses sagrados de la patria y que comunicar inmediatamente. V. E. queda encargado de expedir las rdenes correspondientes al
gerueiral
Artiigas,
teniente coronel de
Corrientes,
ms autoridades a quienes corresponda, para que resolucin tenga el ms puntual cumplimiento por
venir as a la felicidad del estado yo 26 de 1812." (1)
. .
deesta
con-
Creo innecesario reproducir el texto de los tres artculos del armisticio, firmados en la misma noche de la llegada del en\(iado portugus, porque son conocidos.
de los dos ejrcitos tuviesen noticia oficial de la convencin, Tetiirndose las tropas ''dentro de los limites del territorio de los dos estadm respectivos entendindose estos limites, aquellos mismos Que se re-
(1)
conocan como
tales, antes
de
el
Aunque, por el tenor de este artculo, el retiro de las tropas deba verificarse cuando los generales de los dos ejrcitos tuviesen conocimiento oficial del armsticio, sin embarga la verdad es que Rademaker declar que el principe regente haba ya dado orden para que el general Souza con todo su ejrcito y sin prdida de instantes se retirase a las fronteras portuguesas, de manera que el retiro de sus fuerzas deba ser previo. Este proceder era bidaigo y una garanta de buen proceder y de decidido empeo en celebrar la paz. El gobierno del triunvirato fu ms desconfiado: dio tambin rdenes inmediatas de suspender las hostilidades, y de proceder segn lo hiciera el general Souza, lo que importaba evacuar simultneamente el territorio cuando ms. En la misma fecha en que se firmaba el armisticio, el ministro de Buenos Aires se diriga a Manuel Sarratea, adjuntando la comunicacin que el enviado Rademaker diriga al mariscal Souza, recomendndole la enviase '^sin prdida de instantes". Este oficio al general portugus era duplicado, y las especialsimas recomendaciones eontenidas en la nota dirigida a Sarratea, revelaban el positivo inters que haba en el exacto y pronto cumplimiento de lo pactado," tanto por parte del gabinete de Buenos Aires como del enviado portugus.
a Y, E. oficio comunicndole el armisticio celebrado con el teniente eoronel don Juan de Rademaker, como enviado al efecto de S. A. R. el prncipe regente, y la necesidad de retirar nuestras
**
Dice as:
Anoche
se dirigi
partidas del territorio portugus. Ahora tiene el gobierno por oportuno dirigir a V. E. el oficio adjunto, que sobre el particular remite al mariscal Souza el enviado portugus, piara que se lo encamine sin prdida de instantes, hax3ndole una iniciativa sobre las esperanzas que tiene este gobierno de la moderacin que se observar en las marchas para no despojar a vecinos de sus ganados, caballadas y carruajes, que constituyen su fortuna, pagndoles lo que tomen y lleven o dando las correspondientes seguridades para reclamanlo en tiempo de quien oorres-
'
res,
(1) art
Colsc.
39.
de tratados
edicin oficial
1860.
Buenos
Ai-
82
VICENTE
G.
QESADA
ponda. Es necesario que V. E. avise sin prdida de ins^ tantes, sobre los movimientos de los portugueses en sus marclias y el da en que lleguen a sus fronteras, sin cuyo requisito no puede entablarse la negociacin. Este accidente no debe embarazar la reunin de nuestras fuerzas para dirigirlas a Montevideo isi continua en su obstinacin o a donde convenga mejor a los intereses de la patria. El pliego adjunto es el duplicado de la orden comunicada al general de Souza, para que se retire al instante, y se remite en precaucin del principal. ^Bue1812.'' (1) nos Aires, 27 de mayo de
fe,
nes de su gobierno y segua las inspiraciones de lord Strangford, de evitar discusiones infructuosas. No poda dudarse que ese armisticio sera aceptado por el gobierno de Buenos Aires, pero parece muy singular
en la nota antes transcripta, que se avise del movimiento de los [portugueses y del da que lleguen a sus fronteras, "sin cuyo requisito no puede entablarse la negociacin". De qu negociacin se trata? Ciertaniiente que no eria idjeil armisticio, que baba sido ya firmado el mismo da 26. Puede inducirse entonces que se refera a la mediacin que se quera ofreciese el enviado portugus al de la plaza de Montevideo; porque una vez retiradas las fuerzas auxiliares portuguesas, era evidente que la plaza no poda resistir al ejrcito de la Banda Oriental. En prueba de ello es que se recomienda la reunin de todas las fuerzas para dirigirlas sobre Montevideo, si resista a un
que
ste dliga,
arreglo.
Lamas
ba recibido rdenes de su gobierno para evacuar el territorio, como lo haba asegurado el enviado portugus; pero que, mezclado en las eombinacones con el gobierno de Montevideo y los reaccionarios de Buenos Aires, quera ganar tiempo. Rademaker le exigi cumpliese esas rdenes, pero parece que l se escus bajo el
pretexto de no estar aun ratifioado el armisticio. Esto era un mero pretexto, desde que haba recibido rdeEl nes directas-para efectuarlo sin prdida de instantes.
' '
(1)
JJOc.
del Archivo de
Buenos
Aires.
83
que aguardaba de general portugus, dice Mitre, momento a otro el estallido de la conspiracin que un se preparaba en Buenos Aires, y que esperaba ver avanzar por el norte las columnas triunfantes de Goy eneche, contest de una manera evasiva, remitiendo a Rademaker las listas de inscripcin de los conjurados." Mitre dice que esa nota tiene fecha 17 de junio. El mismo autor (1) asevera que l encontr cerrada la contestacin de Sooiza a Rademaker, tial cual fu dirigida en su tiempo, y que abierta lera de fecha 26 d'e agosto de 1812 y quie en ella deca: " que se retiraba porque haba recibido rdenes al efecto, y con independencia del armisticio, al cual no esltiaba ligado por motivos que haba dadio al 'principe regente". Es decir, por estar de acuerdo para cooperar en la conspiracin de Alzaga. Entretanto, mucho antes de esta ltima fecha y
. . .
'
por comunicacin del mismo Souza a Rademaker, se saba que Souza no respetara el armisticio, como se induce del tenor del siguiente documento: *' Habiendo fundados motivos para creer que el general portugus trata de diferir su retirada cuanto le sea posible, y deseoso el enviado
extraordinario de laquella nacin de calmar los justos recelos de este gobierno y hacer -efectiva la capitulacin en todas sus partes, pasa a dicho general una orden terminante para la retirada de los ejrcitos con las ms solemnes protestas de las resultas en caso de omisin, que incluye el pliego adjunto. En esta virtud tratar V. E. de dirigirlo por expreso -'in prdida de instanitesi, observando si lem vista de esta intimacin hace el ejrcito portugus algn movimiento de marcha, dentro de tres o cuatro das, y consultando V. E. en caso que no lo verifique aquellas medidas que convendra tomar segn el estado de nuestra fuerza y las que tienen los portugueses, con lo dems que crea oportuno"... Jiulio 14 de 1812. (2). Esta nota demuestra la buena fe con que proceda el gabinete de Buenos Aires. Su actitud dependa de la que asumiese el general portugus, y solo en caso que ste no obedeciese a la intimacin del enviado del
(1)
(2)
Historia de Belgrano, pag-. 439. 3a. edic. tomo Doc. del Archivo de Buenos Aires.
I.
84
VICENTE
G.
QUESADA
prncipe regente, se recomienda a Manuel de Sarratea dicte aquellas medidas preventivas, para evitar una sorpresa. Publico los documentos para que se vea que
se negociaba sin doblez, de
Lo que
es difcil
en sus tratos polticos", respecto del *' honestsimo prncipe regente, como lo calific Lpez, cuando por los documentos oficiales se est probando que entr como auxiliar en la Banda Oriental, y ahora sus tropas se tornaban en conspiradoras, nada menos que para apoyar la conspiracin de Alzaga, en plena paz, con el gobierno de Buenos Aires, puesto que no haba precedido declaracin de guerra, y el general Souza protestaba que su misin era, simplemente, la de auxiliar al
gobierno de Montevideo, independiente del de Buenos Aires, en virtud del tratado de paz firmado en 20 de octubre de 1811. No es honestsimo quien tan deslealmente introduce tropas, y arma el brazo de una conspiracin para caer sobre un gobierno amigo y desprevenido. No era tampoco honestsimo quien deba haber hecho evacuar ese territorio, precisamente, como fu convenido por lese mismo tratado entre los gobiernos de Montevideo y Buenos Aires. Todo pudo ser el prncipe regente, tal vez de '* pocos alcances", pero honestsimo en sus tratos de carcter internacional, no lo fu. Recurdese si no cmo entraron en la Banda Oriental en 1816, cules fueron las declaraciones oficiales de su gabinete y cules las instrucciones dadas a Lecor. Ese no es proceder honestsimo sino desleal. Mientras tanto el gobierno de Buenos Aires haba lx>ro cedido y proceda con lealtad, y en sus tratos era
verdaderamente honestsimo. Quiero superabundar en comprobantes de la buena fe con que proceda el gobierno de las Provincias Unidas, y ninguna ms fehaciente que el documento siInformado por el excelenguiente: "Excmo. seor: tsimo seor presidente don Manuel de Sarratea en ofi-
de paz, amisentabladas entre V. E. y la corte tad y buena armona del Brasil, cuya base fundamental es la retirada de las tropas portuguesas a sus fronteras y la evacuacin de sus posesiones por parte de las nuestras y ordenandocio del 1 del corriente de las negociaciones
HISTOBIA DIPLOMTICA LATINO-AMEBICANA
85
me
al
hiciera
giendo
lo
mismo de su general en
el
el
virtud del
otro da al mariscal
Souza sobre
ayer, es aseorurarme impartir sus rdenes al respecto ipara identificar su conducta con
lai ma. Todo lo oue elevo a noticia de V. E. -para su conocimiento. ^Dios g\7arde a V. E. muchos aos. general Cuartel en
Ayu. 15 de junio de 1&12. ^Excmo. seor: Jos ArtiEyptuo. sroTn'erno sunrema nrovisional de las Proga.?. vincias Unidas del Ro de la Plata. '^ (1)
Mitre sostiene aue el mariscal Souza no acontaba ni reconoca el armisticio, seo-im la no+a aue l abri, y Que estaba cerrada con sohre para Pademaker, fechada en 26 de afirosto de 1812. Pues bien, ese mismo mariscal Souza, en 11 de junio del mismo ao, escriba al excmo. seor Manuel de Sarratea, lo sisfuiente ^'Acabo de recibir el oficio de V. E. del 1 del corriente mes, que acompaa por certificado leg'al la que V. E, dirige al superior gobierno de Buenos Aires, y en consecuencia voy a expedir las rdenes a los comanrlanties subordinados para suspender todas las hostilidfides contra
:
lais
tropas y territorios pertenecientes' al mismo gobierno, des-eando que ellas llesruen a tiempo para evitar alsi-unas operaciones aue estaban resueltas. Yo me propongo res-resar con mi eircito a las fronteras de Portural en el ms breve tiempo que pueda permitir la falta de transportes que experimento, y los grandes riscores de la estacin, esperando que V, E. igualmente a ese fin lo haga practicar respecto de sus tropas, en la forma que fu pactada en el convenio de 20 de octula retirada bre, como se debe entender propuesta, puesto que ni en unos ni en otros territorios portugueses ni en los del gobierno de Montevideo tiene V. E. un solo soldado ni fuerza alguna que intercepte su trnsito, en el cual, aunque se quisiese atropellar los
^principios de
humanidad aue se deben guardar en todas las marchas de un ejrcito disciplinado, me sera imposible practicarlo en este del gobierno de Monte(1)
86
VICENTE
G.
QUESADA
y despoblado por
las tro-
pas de Buenos Aire, lo que no dificulta poco los recursos para retirarme prontamente." (1) Esta nota est datada en el cuartel general en la barra del Arroyo de San Francisco. Diego de Souza remite tambin la respuesta a la carta que le haba mandado el teniente coronel Juan Rademaker, encargado de negocios del Brasil, como le llama. A esa nota contest el seor Sarratea en estos trminos: ^'La comunicacin de V. E. feclia 11 del corriente me instruye de su determinacin de regresar con el ejrcito de su mando a las fronteras del territorio portugus, con aquella brevedad que se lo permitan a V. E. las circunstancias en que se halla. El tratado de 20 de octubre del ao prximo pasado, a que se refiere V. E., y cuya observancia reclama, es absolutamente inconexo con las nuevas convenciones del da. Estas se han celebrado sin contraccin a aquel. Por lo tanto, no debe esperar V. E. que yo me preste a admitir sobre su ex|)r&o tenor la menor glosa o comentario. He dado la debidia direicctin al p'lieigoi 'que V. E. ise sirve incluirme para el teniente coronel don Juan Rademaker, encargado de negocios del Brasil cerca del gobierno de las Provincias Unidas del Ro de la Plata. Cuartel Manuel de Sarratea. Tengo el honor, etc. general del Ayu, sobre la costa occidental del Uruguay, 15 de junio de 1812. Excmo. seor don Diego de Souza." (2) El miarisc'al Diego de Souza, en 17 de junio del mismo ao, desde su cuartel general en San Francisco, se dirige a Manuel de Sarratea, exponiendo que acaba de recibir la nota fecha 15, probablemente la que he reproducido, y en contestacin dice, enva un prrafo del oficio de 27 de mayo, que le dirigi el teniente coronel Juan Rademaker, encargado de negocios del Brasil en la capital de Buenos Aires, para que vista por Sarratea su inconexin: ("visto achar V. E. inconexa a ilasao"), que fu causa del despacho del 11 del mismo mes, se sirva informarle como comprende ese documento al eual debe sujetarsie. Enva al mismo tiempo cartas para el coronel Rademaker.
(T) (2)
Doc.
HISTORIA
DIPLOMTICA LATINO-AMERICANA
87
El prrafo consultado dice: ''Juzgo por esta va deber informar a V. E. que el prncipe regente, nuestro seor, tuvo a bien mandarme a esta ciudad con una misin de paz y amistad, estableciendo como primer principio un armisticio ilimitado, debiendo, tanto el ejrcito bajo las rdenes de V. E. como recprocamente el ejrcito de este excelentsimo gobierno retirarse dentro de sus fronteras, tales cuales estaban reconocidas antes de la m'archa del ejrcito portugus." (1)
Este era el prrafo que no encontraba claro ni decisivo el brigadier Souza. Y, en efecto, no lo era. No se le ordenaba que cumpliera una orden, sino parece se le haca saber el alcance de una misin.
Resultan verdaderas contradicciones y desconfiande zas. Por qu Riademaker no envi copia textual los tres artculos del armisticio? Si en vista de su tenor <el mariscal Souza hiubiese contestado que no cumpla lo acordado, como dice Mitre, que resulta de la nota que no pudo llegar a sus manos, ni de cuyo contenido tuvo conocimiento Rademaker, entonces las desconfianzas habran quedado justificadas. Pero el general portugus remite a Sarratea copia certificada del prrafo referente a la misin que el gabinete de Ro confiaba a Rademaker. La autorizacin ptara proceder en tal o cual sentido, no es la obligacin acepta^ da por un tercero. Esa era apenas la aspiracin del gabinete portugus; pero si bien fu aceptada por el de Buenos Aires, ello no aparece de las palabras antes reproducidas. No poda tacharse al mariscal Souza de mala fe. Pudo, es verdad, forzado por sus compromisos, demorar la evacuacin del territorio pero era evidente que ya no poda prestar auxilio a la conspiracin, desde que saba que su gobierno deseaba la paz con el de Buenos Aires. Pienso, pues, que por el hecho de consultar los puntos dudosos de una correspondencia oficial, pidiendo explicaciones a quien parecera interesada darlas, no es motivo para inducir la mala fe. Este procedimiento concordaba con sius deseos? Eso parece evidente, pero como vasallo del prncipe regente, deba obedecerle hasta en los cambios en
;
(1)
88
VICENTE
G.
QTTESAD
El mariscal Souza no desobedece un armisticio, que no se le ha comunicado todava, y aun cuando tena rdenes perentorias para evacuar <el territorio oriental y volver a las fronteras portuguesas, esto lo ejecutara no en cumplimiento de las clusulas de un pacto, de cuyo texto no se le daba
la poltica
que aquel
diriga.
Es esa
conspiradores.
Empero, Sarratea dio otra importancia y otro alcance a esta nota, y en 24 del mismo mes y ao, deca al gobierno de las Provincias Unidas del Ro de la
Plata, lo siguiente: "El pliego adjunto contiene la contestacin original del general Souza a la ma del 15 del corriente, que acompa a V. E. en copia certificada
con
oficio de la
misma fecha
N.**
22.
He
ma con el indicado general, en atencin a que el problema debe resolverse entre V. E. y el enviado Rademaker. As es que yo he prescindido de reproducirle cosa alguna ni de hacerle las slidas reflexiones que no se ocultar a la penetracin de V. E. Nada, pues, me resta que practicar sino esperar la resolucin de V. E. y las extensa instrucciones que exig por mi enunciado ofi Dios guarde a V. E. muco que reproduzco ahora. Salto Chico Occid. del Uruguay, junio chos aos. 24 de 1212. Exemo. Seor' Manuel de Sarratea" (1) El gobierno de Buenos Aires, sin embargo, haba resuelto evitar todo conflicto con el Brasil, deseaba sin ceramente que el aimisticio fuese ejecutado con lealtad y que se establecieran relaciones de comercio, garantizadas por la buena fe recproca. Tena, adems, un inters muy marcado en (conservar la buena voluntad de lord Strangford y atraerse las simpatas del gobierno britnico, y por todo ello escriba la nota siguiente: *'Excmo. seor: ^Ha sido muy satisfactoria para este gobierno la recomendacin y garanta de V. E. que contiene la respetable carta del 19 de abril de este ao. El armisticio ha sido celebrado de un modo solemne, y crea V. E. que el gobierno quiere, como se ve por la adjunta copia, sinceramente conservar para
ciosa toda discusin ulterior por parte
(1)
HTSTOEIA
DIPLOMTICA LATINO-AMERICANA
89
siempre con S. A. R. el prncipe regente de Portugal todas las relaciones de una verdadera amistad, y acreditar en todos tiempos el aprecio que le merecen las insinuaciones de V. E. y cuanto desea complacer a la nacin britnica. Desde luego, hubiera sido para este gobierno igualmente satisfactorio haber comprendido en el armisticio a la plaza de Montevideo, pero el estado de las circunstancias y la conservacin de los intereses de esta capital con aquel pueblo hacen inoportuna por ahora aquella convencin. Sin embargo, V. E. debe persuadirse que el gobierno pondr en ejercicio toda su eficacia para concluir con Montevideo por medio del enviado de S. A. R. una transaccin poltica que sea compatible con ios interesen generales de las Provincias Unidas y restablecer por este medio la tranquilidad y el sosiego de estos pases, pudiendo Y. E. asegurar a S. A. R. el prncipe regente de Portugal, que este gobierno admite muy gustoso la oferta de renovar entre ambos estados las relaciones de paz que antes subsistieron y que tanto convienen a la felicidad de Buienos Aires, 8 de juilio de 1812" (1) los teirritoTOS A esta nota respondi lord Strangford lo siguiente: "He recibido la nota de V. E. de 8 de julio, en que V. E. se ha servido anunciarme la conclusin de un armisticio entre V. E. y esta cort, remitindome al mismQ tiempo copia del armisticio. Ofreciendo a Y. E. mis agradecimientos y felicitndolo sobre este asunto, debo, sin embargo, exprimir mi profundo dolor al ver que la restauracin de la paz entre Y. E y la corte del Brasil no produjese, como esperaba, semejantes relaciones entre Y. E. y el gobierno de Montevideo. Habiendo suscitado ciertas dudas, en consecuencia, de una inteligencia poco exacta, que tuvo esta corte sobre el resultado y trminos del armisticio, juzg portugus que era prudente labrir una el ministerio nueva negociacin. Estas dudas ya desaparecieron, y tengo la honra de comunicar a Y. E. que S. A. R. el prncipe regente de Portugal ha confirmado el ajuste hecho por su agente, aseg-urando a Y. E. al mismo tiempo, que el rompimiento del arDiisticio por cualquiera de las partes o sobre cualquier punto, no dejar de
.
.
(1)
JJoc.
del Archivo de
Buenos
Aires,
90
VICENTE
G.
QUESADA
la
mi coTttie, que tanto desea prosperidad de este continente. Ro de Janeiro, 13 de septiembre de 1812. Strangfor Excelentsimos seores del gobierno superior de las Provincias de la Plata." (1)
ser sujmam<ente desiaigradable a
paz y
la
Entretanto, en 18 de julio del mismo ao de 1312, el gobierno de Buenos Aires deca a lord Strangford lo siguiente: ''Despus de haber ajustado y sancionado el sulperior gobierno de estas provincias el armisticio que se dign proponer el seor don Juan Rademaker, en cumplimiento de la comisin de que se hallaba encargado por S. A. R. lel prncipe regente de Portugal, y que tuve el honor de dirigir a V. E. en copia con fecha 18 de agost(f del corriente, me orden S. E. tratase con el referido enviado sobre el asunto de comprender en el armisticio a la plaza de Montevideo, y, sin embargo de estar convencido de la imposibilidad de sancionar una convencin que resiste el inters general de estas provincias, el estado de las circunstancias polticas de ambos gobiernos y la reciprocidad de sus relaciones, se autoriz al enviado en toda forma, a fin de que, como inmiediato representante de la corte 'diei Brasil en esta capital, propusiese su mediacin para terminar las diferencias con Montevideo, bajo las condiciones equitativas que tengo el honor de acompaar a V. E., pero desgraciadamente no tuvo este paso el efecto apetecido, a causa de hallarse el seor Rademaker sin las instrucciones y poderes suficientes para intervenir en la mediacin propuesta. V. E. quedar persuadido de que el gobierno no ha podido hacer ms en obsequio de la humanidad, de las intenciones pacficas de S. A. R. y de la respetable interposicin de V. B. Si en presencia de la justicia y equidad de las caipitulaciones referidas, se digna S. A. de investir a su enviado de poderes bastantes, para intervenir en un negocio tan importante, se complacer altamente el gobierno de las Provincias de ver cuanto antes concluidas las diferencias tan sensibles que llevan este precioso continente a la ruina y la desolacin." (2).
(1) (2)
JJoc. del Archivo de Buenos Aires. Doc. del Archivo de Bueno Aires.
1 .
HISTOBIA
DIPLOMTICA LATINO-AMERICANA
17 de agosto se le enva nueva copia del armismo lord Strangford. El gobierno de Buenos Aires escriba al capitn general Manuel de Sarratea, lo siguiente: "Las marchas y movimientos que V. E. ha dispuesto en las divisiones de ese ejrcito, que comunica por oficio N. han merecido la superior aprobacin, pero teniendo el reflexiones gobierno en consideracin las poderosas hecho y le han obligado a detener el enque V. E. ha vo de ana fuerza que estreche a los enemigos de Montevideo y les corte la comunicacin con la campaa, por el afecto hostil que presenta el ejrcito portugus, situado en las puntas de Mataojo y evitar un compromiso funesto. En caso de no cumplir con el armisticio, me ordena S. E. preguntar a V. E. cmo lo ejecuto: que por la copia del oficio pasado por el enviado portugus transcribiendo el del general Souza y que se envi a V. E. con fecha 29 del mes anterior, se revela en el da toda duda acerca de la conducta que guardaran los portugueses; en cuya virtud proceder V. E. contra dicho ejrcito portugus, segn su estado respectivo de fuerza y consultando toda ventaja con la menor prudencia y acierto, siempre que el indicado ejrcito no cumpla exactamente con el armisticio. Bajo estos principios se hace urgentsimo que nuestro ejrcito marche reunido y en el mayor orden, que se apuren todos los arbitrios para facilitar toda conduccin de bagajes y todo traslado necesario y que se est muy a la mira de los movimientos de los portugueses, obrando conforme a las circunstancias y al decoro de las
misticio al
.
En
armas de
la patria.''
(1)
Mientras tanto don Hilarin de ila Quintana, lencargado del cuerpo de observacin situado en Peru" de cho Berna, deca en 13 de julio a Sarratea haberse puesto en movimiento el ejrcito portugus, que se hallaba acampado en la costa del arroyo de San Francisco, y por el nmero de carretas y coches infiere se haba puesto tambin en marcha el general Souza con su cuartel general, lo que se confirm por parte posterior. El 16 del mismo levantaron .tambin
:
.
(1)
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VICENTE
G.
QTTESADA
campo los que estaban ten el Salto Chico de la Banda Oriental del Uruguay; estos ltimos dirigan sus marchas a incorporarse con los primeros en las puntas del QuegTiay, y me persuadoi,-deca a su tumo Sarrartiea, ^que tomando la louchilla que divide aguas al ro Ni9gro y Eiviqui, entrarn en la de Haedo y en Santa Tecla distribuirn ya su fuerza en toda la extensin de su frontera". (1)
el
Esta nota est datada en el cuartel general del Salto, julio 22 de 1812, y firmada por Manuel de Sarratea y dirigida al gobierno de las Provincias Unidas del Ro de la Plata.
Difcil es darse cuenta de las intrigas que hacan imposible la recproca confianza, cuando se tienen en
vista los
documentos
deside
oficiales.
Samatea,
to de
co, escriba al
su cuartel general en el Salto Chigobierno de Buenos Aires en 15 de agos1812, con el carcter de rnuy .reservado, lo si-
Excmo. seor: He reguiente: ^^Muy reservado. cibido la reservada de V. E. de 4 del corriente, que instruye del nuevo aspecto que han tomado los asuntos polticos de la corte del Brasil en orden a nuestras relaciones. Ello puede ser solamente un aparato ostentoso para sacar bajo su influencia unas ventajas que aquel gabinete desconfe reportar por otros medios.
Pero ya sea una simulacin de las que no desconoce la poltica o una verdadera intencin de consumar aquellos actos a que manifiesta inclinarse, s necesario ponernos en una actitud imponente que en ambos casos haga refluir ms preponderancia en beneficio del sistema sagrado que sostenemos. Descanse V. E. sobre este 'particular. Conozco toda la fuerza y trlascendencia de esta neeesidlad. Mis piroviidenicias sern tan rigurosas que llenen los justos deseos de ese superior gobierno.
de alguniois cayos verosmiles que deben determinar nuestros movimientos, ser siempre la mejor garanta del acierto. Si no se realizan aquellos, mada se habr peirdidiO' icon preveniriois pero si se verifican, tendremos adelantado lo que no podramos prometernos esperando el momento del conprevisiin
Una
anticipada
(1)
93
flicto.
No
est
muy
en el nuevo orden de cosas la reciban para retrogradar a los puntos de que han salido sobre la costa oriental del Uruguay o para hacer un movimiento oblicuo hacia Montevideo o bien para estacionar&e en algunos parajes de nuestro territorio. Yo deseo que con la debida anticipacin me indique V. E. qu carcter debo considerar en cualquiera de estos actos, y si en caso de valerme por hostiles deber inmediatamente oponerme a la agresin. A la penetracin de V. E. no pueden ocultarse las ventajas que debe proporcionarnos una instrucin anterior en tiempo a los sucesos mismos. Por ello espero que a la mayor brevedad me comunique V. E. las rdenes superiores que deben reglar mi conducta en la hiptesis propuesta". (1) El mismo Sarratea daba cuenta al gobierno de Buenos Aires de los recursos que haba reunido, de haber dispuesto la salida del parque y del movimiento de las fuerzas que com^poan el ejrcito de las Provincias Unidas, el que se haba mandado reconcentrar para operar sus movimientos segn las eventualidades. En oficio datado len el cuartel general en marcha al campamento de Urquiza, capilla del Palmar, agosto 23 de 1812, deca: *'La mayor parte del ejrcito portugus se halla ahora en lais puntas de Mataojo y, segn noticias comunicadas por sujetos a quienes debe darse algn crdito, piensan establecer su cuartel general en la Cueva del Tigr^e, distante de la villa de Mercedes 19 leguas prximamente al occidente de Eo Negro. La presencia de los portugueses .en dicho punto produce un efecto hostil. Nosotros no pedemos aventurar un cuerpo volante de 600 a 1000 hombres, como lo reclaman las atenciones de los de la Banda Oriental, del ro Negro y aun de la misma plaza de Montevideo, sin exponernos a sufrir las consecuencias de una infraccin en caso que se precipiten a hacerla. V. E. comprende muy bien que no es prudente descansar en la
buena fe de los tratados y arrostrar los riesgos de semejante contingencia. La naturaleza de los convenios existentes nos atan las manos y, al tiempo mismo que no podemos mirar a los portugueses como lenemigos,
(1)
94
VICENTE
Q.
QXJESADA
sufrimos los efectos de una conducta que nos pone en de marchar consolidados. Esta es la razn que me obliga a no destacar solo el regimiento de dragones sobre la plaza de Montevideo hasta que el cuer po del ejrcito', en que debe apioiyiar laqui sus opieraciones, pueda marchar igualmente. En lo delicado de este conflicto no puedo menos que reiterar de nuevo el objeto de mi comunicacin para que aclare V. E. de un modo definitivo la conducta que deba guardar con los portugueses, en ciaso de mo cumipMr con loisi artculos del armisticio por estacionarse en el punto que se ha dicho sin retirarse a la frontera como lo han ofrecido". (1)
la precisin
Entretanto, la incertidumbre pona en verdadero La plaza de Montevideo estaba ocupada por fuerzas espaolas contrarias al gobierno de Buenos Aires, el ejrcito de ste se encontraba en la campaa detenido en sus operaciones por la actitud inexplicable de las fuerzas portuguesas, y los artculos del armisticio no se cumplan con la brevedad que exigan las circunstancias premiosas y sumamente crticas. Una idea fija dominaba empero al gabinete del Ro de la Plata, cumplir el armisticio, pero ponindose en guardia para el caso improbable de una felona. Eso explica las alarmas y las medidas que tomaban. En esta situacin se dirigi a lord Strangford en estos trminos: "El enviado de S. A. R. el prncipe regente de Portugal don Juan Rademaker ha pedido su pasaporte para retornar a esa capital, en virtud de haber recibido un oficio del capitn general del ejrcito portugus don Diego de Souza, en que le comunica su determinacin de no pasar por el armisticio por l celebrado solemnemente en 26 de mayo (de que acompao copia por duplicado), tomando sobre s las consecuencias de ese procedimiento como se advierte de la copia N." 2. Y como esta conducta del general compromete de un modo extrao los respetos de la garanta de V. B., la dignidad de estas provincias, los intereses de la nacin espaola, las consideraciones debidas a la humanidad, y el decoro mismo de la corte del Brasil, me ordena mi gobierno ponga en noticia de V. E. este inesperado acontecimiento para que en ningn tiempo, y sean cuales fueren los resulconflicto al gobierno.
(1)
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tados de esta violacin del derecho de gentes, no se dude de los sentimientos del honor y buena fe del gobierno de las provincias del Ro de la Plata, a quien le ha sido muy sensible ver desairada en estos trminos la muy respetable mediacin de V. E. en perjuicio de la felicidad de
ambos estados".
(1)
29 de septiembre el mismo ministro se dirige nuevamente a lord Strangford por nota oficial, dicindole que, no obs'tente el extrao suceso a que se refierie la nota antes transcripta, pone en su conocimiento por orden del gobierno que en la misma fecha se exige al' excimo. seor conde das Galveas, quie, elevando sa oicurrencia ai conocifmienito ide S. A. R., soliicite una explicaiciin de si la conducta de dicho general puede influir en 'algo en la validacin o nulidad de la citada convencin, y por ltimo si cualquier movimiento po^r piairt de e^tie jefe, contrairio a la solemnidad diel tratado, ehe juzgarse arbatrario y desautorizado. ''V. E. estar convencido dice que las operaciones de este jefe deben reglar las disposiciones de mi gobierno, y que cualquier infraccin por parte de dicho general compromete la respetable garanta de V. B., las consideraciones debidas a la humanidad y el inters recproco de ambos estados". Termina exponiendo que abriga la esperanza que lord Strangford interpondr su respetable inf uencia para allanar estas emergencias y afianzar la paz y la alianza entre las provincias y los vasallos de S. A. R. Lord Strangford contesta desde Ro de Janeiro en 6 de octubre, diciendo que ha recibido el oficio de 26 de agosto y las notas inclusas, y dice: *'Los oficios que, V. S. recibir por esta ocasin del seor conde das Galveas, mostrarn claramente a V. S. la buena f del gobierno portugus, y cunto le ha sido de^agiradabe y (sensible la inesperada circunstancia que V. S. refiere en su carta. Si el seor Rademaker hubiese cumplido con su deber, y no hubiera abandonado su puesto sin orden alguna, a esta hora ya habra sido V. S. informado, que S. A. R. haba ratificado enteramente el armisticio, y que las rdenes ms positivas se haban expedido al general Souza para ejecutar su retirada, sin un momento de demora. Espero bien sinceramente que la notable indiscrecin del coronel Radem.aker, y las dudas suscitadas por parte del general
En
(1)
g6
VICENTE
6.
QUESADA
don Diego de Souza, (por ignorar que el armisticio hubiese sido ratificado), no hayan producido efecto alguno
siniestro sobre la duracin del armisticio,
cuyo rompimiento, por cualquiera de las partes (como ya tuve la honra de declarar a V. E. en mi oficio del 13 del mes pasada) no deiarara de ser sumamente desagradable a mi corte. En abono de la buena f y de la escrupulosa sinceridad de esta corte, no puedo dejar de informar a V. S. que aun an+ips de hiaber yo co'mmnitcad'o al excmo'. seor conde das Galveas la carta de V. S. de 26 de as:osto, aquel ministro, con la Drontitud y ar^tividad propia de su carcter, va haba tomado las rdenes de su ^augusto amo, y ya haba firmado los oficios, que V. S. recibir por esta ocasin". (1) esta comunicacin en que tan franca y categricamente desaprueba lord Strangford la extraa conducta del enviado portT^^rus, y demtuestra a la vez la lealitiad con que haba procedido el srabinete de Ro, contest el secretario de R. E. en nombre del gobierno de Buenos Aires en estos trminos: ''Ha sido extremadamente lisoniero al superior robierno de estas provincias el oficio aue V. E. se sirvi dirisrir al secretario de relaciones exteriores don Nicols Herrera. Su obieto ha llenado las esperan7:as de S. E., ha afiianzado el .insto concepto aue mer^opt V. E. por el int^'T'ts oou Que se presta en obseouio del sosies-o y tranmiilidad de este coTrfi-nppte, y ha preparado un campo espacioso para la estabilidad v fi-rmeza de las relaciones de este pas con la corte del Brasil. Aunan e la renentina e inspirada partida del seor Rarlemaker deiaba pernleia la opinin pblica sobre el resultado que producira el armisticio celebrado en 26 de mayo de este ao, mi gobierno, fiado por una parte 'pn lai^ ventaiais recprocas que eran consiguientes a su ratificacin, y por otra f^n la buena f y consecuencia de principios de S. A. R, el prncipe recente de Portugal, no dud un momento del xito feliz de la convencin. Su ratificacin y el desasrrado con eme fu re'oibida la conirlnctni del seor Radlemial^er, promete a mi gobierno el entable de nuevas relaciones fi.ias aue, .sobre bases slidas d'e mtuia oonvenieinicia. hagan
duradera y
comsistenite la
entre dos naciones 'limtrofes y amigas. Protesitia a V. E. mi ?obierno del modo ms sincero que cuailquier impre(1)
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sin pooo favorablLe que hubiera diejaido' la inopinada circunstancia de la remirada del iseo-r Rademaber, queda desvanecida 'abisolutamente, y que por parte de S. E. se tomarn cuantas medidas estn lal alcancie de su poder para uniform'arse a las idea-s de S. M. B. y lia^cer inalterable l'a paz y armona que reina entre los habit antes de
las Provincias
lios
vasiallos
prncipe regente de Portn^ali". (1) El ministro de relaciones exteriores de S. A. R. el principie regente, poT oficio d|atado en el palacio de Ro de Janeiro a 13 de septiembre de 1812, deca al gobierno del triunvirato de Buenos Aires: ''Hace pocos das que por conducto de una embarcacin de guerra inglesa, recib la respuesta de V. E. fecha 17 de julio pasado sobre el resultado de la comisin del teniente coronel Juan Rademaker y habiendo entonces llevado a la presencia de S. A. R. el prncipe regente de Portugal, mi amo, la convencin del armisticio, que ah se ajust entre ese gobierno y aquel negociador portugus- en 26 de mayo, se dign S. . R. aprobar los trminos de aquella convencin, cuyos saludables eectois iiuvieron lueefo isu ejecaiicin pues que, habiendo cesado las hostilidades entre los dos ejrcitos, las troDas portuguesas comenzaron sin prdida de tiempo su retirada para dentro de sus respectivos lmites; del m.odo que el rigor de la estacin y alguna falta de transporte se lo han podido pe^'i^itir. Esperando, pues, S. A. R. que a este paso se sigan, por un efecto de la buena fe con que l se dio, todas las ventajas que con este arbitrio se procuraron a los dos pases, renovndose aquellas relaciones de amistad y buena inteligencia que tanto conviene a los recprocos intereses de dos naciones vecinas y unidas por vnculos tan sagrados, ha determinado que se retire el negociador portugus; y ordenndome que as lo participe a V. E.. .Conde das Galveas^\ Cuando esta nota lleg al gabinete argentino haba pedido sus pasaportes Rademaker y ya se haba embarcado para Ro Janeiro, sin esperar rdenes de su gobierno y sin que se hubiera cumplido el armisticio, que se ejerut despus de su retiro, como ya lo he referido. Diego de Souza, jefe de las fuerzas portuguesas, deca al gobierno de Buenos Aires el mismo ao de 1812:
de
S.
A. R.
idl
Historia da fondacao do imperio brazileiro por Pereira da (1) Silva Vol 3, pg. 312.
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3.*
VICENTE
G.
QUESADA
* ^
.
Conclusin
que
de
la
laguna Merim, a donde se dice que los portugueses han establecido algunas estancias as icomo al oeste, dondie los espaolis han piohlado muchas, no se promover duda alguna por parte de los gobernadores confinantes, y se dejarn estas cuestiones y las dems que puedan suscitarse sobre lmites de las fronteras desde la guerra de 1801, a la decisin de los gabinetes de S. A. K. el prncipe regente de Portugal y de S. M. C. para cuando despus de la paz general de Europa, o antes, puedan entrar pacfica y tranquilamente en semejantes exmenes: debiendo entre tanto conservarse en el estado
rios neutrales al ste
actual". (1)
Esta correspondencia oficial del general portugus que mandaba el ejrcito de ocupacin, establece con la ms evidente claridad: 1." que no se alegaba el derecho de conquista de los territorios ocupados militarmente en 801 2. que se dejaba a la resolucin definitiva de ambas cortes decidir sobre los lmites entre los dominios espao:
les
se explica el proceder de Rademaker? **E1 enviado portugus dice Mitre que era partidario de la poltica inglesa, hizo entender indirectamente al gobierno de Buenos Aires los peligros que le rodeaban, pero slo despus que fu sofocada la conspiracin de Alzaga, empez el ejrcito portugus su movimiento retrgrado". (2) Mientras tanto Lpez asevera que Kademaker fu quien dio lal gobierno los prdrmeros dlatos ide la eonsipdrtacin de Alzaga y dice: ''Doa Carlota tena eti lenos Aires un agente personal, que se llamaba Souza Coutinho, y que era muy conocido en la ciudad con el nombre del comisionado portugus. Doa Carlota era la mujer ms indiscreta y ms liviana que pueda concebirse, no tena
ningunas calidades serias para la intriga poltica a que era tan dada. Con una ligereza propia de su carcter,
escribi
lo
refirindole todo
que Alzaga premeditaba de acuerdo con los realistas de Montevideo, y la remiti con un sobre que deca: Al Jlustrisimo seor comisionado portugus. En vez de llevrsela a Souza Coutinho se la llevaron a Rademaker; y
(1) (2)
Silva. Vol. 3, pg. 312. Historia de Belgrano, pg.
t.
1.
99
ste crey
el
indicar al gobierno
Estas dos aseveraciones se contradicen. Mitre sostiene que fu indirectamente quien hizo entender al gobierno el peligro en que se encontraba, mientras Lpez sostiene que entreg al gobierno los primeros datos. Pero sea de una o de otra manera fu l quien puso al gobierno en el caso de averiguar la verdad? Debo empero rectificar un error; Souza Coutinlio no ha sido agente de la princesa Carlota era ministro en Ro de Janeiro su agente se llamaba Contucci.
:
Pero, todos los historiadores concuerdan en la profunda disidencia entre doa Carlota y su consorte el prncipe regente, con respecto a los negocios del Ro de la Plata. La princesa no quera que se modificase en nada la integridad de los dominios espaoles; ella aspir a la regencia del Ro de la Plata precisamente para defender osa integridad. Mientras que el prncipe regente quera retener en depsito la Banda Oriental o apropirsela solapadamente, proceder que no es honestsimo. Ahora bien cmo puede suponerse que ambos consortes estuviesen de acuerdo para apoyar la conspiracin de Alzaga?
Si esta triunfaba qu ventajas reciba el prncipe regente? Se qued;aba acaiso con la Bandia Oriental? Supngase la afirmativa. En esta hiptesis la princesa deba ser contraria a ese apoyo, por cuanto ella lo que quera era la regencia, y los conspiradores ni la soaban. No concordando, pues, los intereses de ambos consortes, cmo se supone que la Carlota diese a\iso a su agente? cmo se eonclia la participacin que deban tomar las tropas del ejrcito portugus? Conociendo la profunda disidencia de los dos partidos en Ro, el espaol y el portugus, no se puede explicar lAiiy fcilmente el acuerdo de ambos para cooperar a la conspiracin de Alzaga. Cierto es que nuestras historias han hablado poco de lo servicios que prest Rademaker. El proceso sobre la conjuracin de Alzaga comienza el 1.*^ de julio de 1812, nombrndose a Chicliana para f ornar la averiguacin, siendo uno de los triunviros. No se
(1)
La
revolucin Argentina,
etc.
tomo
I.
lOO
VICETTE
G.
QXTftRADA
hace mencin alguna a denuncia annima sino que conenza por una exposicin hecha al alcalde Pallavecini, ([ue es lo que sirve de cabeza de proceso. (1). Si Kademaker hubiese entregado al gobierno los primeros datos,
cmo no figuran estos como indicios, como revelaciones annimas? cmo no se dice que el gobierno sabe tal o cual cosa en la nota en que nombra a los jueces sumariantes ?
Por
espiacio
de
mieis
y y
meidlio,
^otros,
fueron
Mitre,
idiee
isiecuiestrandioi
propie-
dades
De manera que
raente puso en
si
manos
encontrarse
comunic al capitn general Manuel de Sarratea la conjuracin y los procesos que se seguan (2). La conducta singular y misteriosa de Eademaker, abandonando el lugar de su comisin aun antes de recibir el ltimo oficio que le envi el general Souza en 26 de agosto de 1812, prueba que estaba aterrado y completamente ofuscado. Tuvo miedo tal vez de alguna venganza. Lamas es el historiador que ha estudiado con ms id|etencin el tratado icon Raidemaker, y, al locupiairse de la leonjuTacin de Alza^ga, expone la profundla dvengencia en que se encontraba el triunvirato. Chiclana y PueyrreVase "revista de buenos aires"^ tomo 4 y 5. Causas (1) clebres por ^Miguel Navarro Viola. "Se acercaba el momento horrible en que iba a explotarse (2)
la ms funesta conjuracin tramada por un gran nmero de espaoles europeos para el da 5 de este mes, dirigida por don Martn Alxaga en clase de caudillo general, cuando, apiadado el cielo de los jilanes sangrientos que se haban concebido en ellos por niedios extraordinarios, fu descubierta felizmente tomndose las ms activas providencias para cortarla en la noche del 3. No es posible dar a V. E. idea exacta por la estrechez del momento, de las secreLas combinaciones con q\ie arruinan nuestros recursos de acuerdo con los de Montevideo para dejarnos totalmente envueltos entre las ruinas lastimosas del pavoroso proyecto, como ni tampoco del tierno espectculo que ofreca este gran pueblo. Slo para satisfaccin de V. E. y de todos los individuos de ese ejrcito, se le participa que el principal cabeza de la conjuracin ya ha sido ejecutado con otros tres complotados en ella, sin perjuicio de la prosecucin de la causa en castigo de los cmplices y expatriacin de mucho.s. Celebre V. E. este acontecimiento como el ms grande acaecimiento de la patria, en la inteligencia que su muerte prxima estaba decretada irremisiblemente. Dios guarde a V. E. muchos aos. Julio 9 de 1812. Bxmo. seor don Manuel de Sarratea.
lOI
pretendan recprocamente que conspiraban el uno contra el otro, y esto paralizaba la accin ejecutiva. De modo que cuando el triunviro Rivadavia tuvo las primeras denuncias de la conspiracin, l personalmente hizo prender a los acusados y los conden a muerte. Mientras c;ue Pueyrredn pretenda que l era vctima de una intriga, que los fusilados eran inocentes y que los verdaderos conspiradores eran los chiclanistas. tal extremo llev su preocupacin que haba declarado a Rivadavia su voluntad indeclinable de renunciar, cuando trajeron preso a Alzaga, lo que le hizo cambiar de actitud.
Clon
CMclaiia por su parte, para defenderse de las licusaciones de su colega, se separ de fado del gobierno para
dedicarse a la averiguacin de la conspiracin y para buscar a Martn de Alzaga. Estos detalles son autnticos puesto que Lamas posee el manuscrito de Florencio Vrela, que contiene las revelaciones del mismo Rivadavia, y que se haba credo perdido.
estos antecedentes
cmo pueden
Pueyrredn y no podan acusarse recprocamente de anarquistas y revoltosos. Entonces Rivadavia mismo no habra tenido que asumir solo la tremenda responsabilidad de condenar a dos conspiradores, porque sus colegas habran estado de acuerdo en averiguar la verdad de la conspiracin.
Rademaker ?
La verdad
mas, rectifica las aseveraciones de Lpez y de Mitre, v Rademaker. El no pudo ser quien dio los primeros avisos, ni menos quien entreg los primeros datos, como lo asegura Lpez porque si tal cosa fuese cierta no podra explicarse el proceder de Puej'-rredn ni de Chiclana. Rivada^Tja lo haba dicho, por ltimo, en las revelaciones secretsimas que leg a Florencio Vrela. Me inclino a creer que Rademaker supo que el general Souza estaba complicado en la conspiracin, que descubierta esta temi se descubriese la verdad, y se hiciese pblico el papel desleal que representaba en todo ello el gobierno que representaba. Si era un hombre de mrito, si conoca sus deberes de representante diplomtico, no puede suponerse que abandonase el lugar de su misin para ir a informar personalmente a su gobierno, quedando
justifica la inocencia de
;
I02
VICENTE
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eomprometida su reputacin por un pi^ocedimiento tan inusitado. Causas gravsimas debieron decidirlo. En efecto, en el mismo buque en que se embarcaba
iba la nota del gobierno del triunvirato quejndose al conde das Galveas de no poder cumplirse el armisticio por impedirlo Diego Souza, y no iniciarse negociacin con el gobierno de Montevideo, por ausentarse el enviado portugus. El gobierno exiga se reprobase ia conducta de Souza o se desaprobase el armisticio. Rademaker lleg a Ro Janeiro el 1. de octubre, y dos das despus, es decir el tres, su conducta era oficialmente desaprobada. Debi dar informes verbales y estos no seran satisfactorios y suficientes. No pudo justificar su proceder, cay en la desgracia del prncipe regente, y ya se ha visto que lord Strangford deca que haba faltado a su deber. Fu quiz una vcti-
Kademaker
ma
inocente.
>,
Impotente para dominar los sucesos, aterrado por los terribles castigos del gobierno de Buenos Aires, temeroso quiz de alguna venganza de los conspiradores descubiertos, lo abandon todo y huy a Ro de Janeiro. All no volvi a merecer la confianza del gobierno, y se oscureci para siempre. Dos das despus de su llegada a Ro, el ministro de relaciones exteriores deca al de Buenos Aires "... que no haba podido dejar de merecer la mayor desaprobacin de S. A. R. la conducta de su negociador, tanto por haberse retirado antes de recibir rdenes o permiso para hacerlo, cuanto por haber dado motivos de inquietud a ese gobierno por su prematura salida y por la siniestra inteligencia que dio a los trminos del general, a quien no poda censurar la expresin de no juzgar obligatorias las estipulaciones de armisticio, antes que ellas recibiesen la real apirobaciin mxime cuando no por eso dejaba de pro'. seguir en retirada para las fron1;eras portugueass. Evidente es que oficialmente no puede quedar rastro de aquellas tribulaciones de Rademaker, y en todo caso todos callaron un secreto que a todos convena guardar, porque todos lo haban utilizado. Pero otro incidente surgi luego, menos grave, pero asaz desagradable. Parece que ciertos jefes del ejrcito patriota intentaron (seducir la alguno* jefesi portugueses: estos procederes dieron lugar a que lord Strangford, por
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'
HISTORIA DIPLOMTICA LATINO-AMERICANA
103
nota oficial de 25 de noviembre de 1812, pidiese que el gobierno de Buenos Aires desautorizase oficialmente tal proceder. "Haciendo a V. E. esta recomendacin dice con toda urgencia y del modo ms serio, me haba animado por dos motivos igualmente poderosos. Uno de ellos, es el de acordarme que yo he sido el primer motor del armisticio tan felizmiente iconcludo, iconstituyndome, para as decir, garante de la buena te y de los sentimientos pacficos de ambas partes y el otro es la certeza lisonjera, que deseo conservar, de que V. E. quiere siempre mantener las relaciones ms estrechas de amistad con mi corte, lo que no podra tener lugar si sus agentes continuasen perturbando el sosiego y atacando los derechos del ms antiguo aliado de la corona britnica". (1) En lenguaje ieomeid|iida, pero maiy exipiresivo, lord Strangford exige una explicacin, rechazando la hiptesis desdorosa de ujia felona por parte del gobierno de las provinciais idel Ro de la Platia. Este, en efeeto, hizo puy.icar en la Gaceta ministerial una absoluta y terminante desaprobacin a los manejos de que se acusaba a ciertos jefes del ejrcito patriota. Esta era una satisfaccin solemne y pblica, que restableca la armona entre los poderes contratantes del armisticio y el gobierno mediador. Adems de esta satisfaccin, por oficio de 19 de enero de 1813 expuso al mismo lord Strangford que inmediatamente que tuvo conocimiento de las reclamaciones del conde das Galveas "... del exceso tan sensible como inesperado de varios oficiales subalternos del ejrcito de la patria cerca de las fronteras portuguesas, comprometiendo por ello el honor y la dignidad del gobierno, expresa que leisa conducitia, contraria (a las ordenis que les fueron comunicadas y a la buena fe de los tratados, fu ignorada por el gobierno hasta que tuvo lugar el reclamo del ministro portugus, y entonces fueron dictadas medidas ejecutivas para extinguir el mal. Aun cuando no estuviesen ligados, por la celebracin, con las tropas de S. A. R. el prncipe regente de Portugal los ms sagrados intereses do uno y otro estado, y la sinceridad y buena fe, bastara slo haberse interpuesto la respetable garanta de V. E. y los respetos de S. M. B. para su riatificacin, para habei*se cumplido fiel y religiosamente cuanto se hubiese sancionado '.
'
(1)
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G.
QUESADA
Ofrece por ltimo castigar a los culpables y como comprobacin acompaa la orden librada ai capitn general ivjLanuei ae barratea sobre este particular. Habia enviado un comisionado especial para el arreglo de este incidente, pero quiere anticiparse en esta explicacin leal, fr.an<c;a y cuiiipiaisimia, para mo'Strar que respeta las obligaciones cuntxaiaaS; que acaita la garanta del mediador y quiere establecer relaciones amistosas entre ia corte ae Kio y el gaomee de uenos Aires.
La
como
nuevos nacan que las ambiciones ae territorio no produjesen la guerra, y cmo se buscaba por temperamentos prudentes evitar todo conicto armado, dejando la cuestin de deslinde para ser oportunamente discutida discusin que, iniciada por la intierposicin de los gaOinetes europeos entre las aos mi8'td:opi0'iis, no -dio
los intereses
;
resultado definitivo.
Ahora
buena
fe, si
vivas todava las enemistades y, aun ms, si ocupado el territorio de la Banda Oriental por fuerzas portuguesas,
se celebr
un
armisticio indenido
narse nadie que estas naciones, despus de ia guerra de 1828 y de crear de comn acuerdo una nacionalidad intermedia y neutral, recurran a la guerra para resolver las cuestiones de demarcacin? La sola hiptesis supone malquerencia en los que pretenden que una ley histrica y
fatal arrastrar a estas dos naciones a la guerra. El escritor chileno Vicuia i^ackenna, ha dicho:
Tienen que acometerse no slo una sino cien veces en el curso de la vida, hasta llegar a una solucin estable que consulte el lmite de la conservacin, de la segundad y la ambicin recproca que las animan".
'
'
Pretende este escritor que ia ambicin brasilera es aduearse de Montevideo, y que a su turno ese es tambin el objetivo argentino, pero se conoce que no ha estudiado la historia y vive extraviado bajo las preocupaciones de
antao.
conviene anexarse una nacionalidad heterognea, que sera un virus idisolvente en el imperio; no lo hara sin provocar antes una guerra
El imperio no puede, no
le
sangrienta, puesto que violara tratados y desquiciara el equilibrio poltico de estas naciones. Aun suponiendo que
I05
disolucin de la unidad imperial. su turno, la Hepblica Argentina no podra provocar una guerra sangrienta para intentar esa anexin, porque violara los tratados e importara una conquista,
pielligrosa, porque a^enovara la cuesitiin de capital de la Repblica Argentina y se producira una lucha interna, dando vida nueva a los problemas de poltica interna que Lan sido resueltos por la designacin definitiva de la capital de la repblica.
Lejos de que estn condenadois los bnasleiros y argentinos a acometerse, los intereses del imperio y de la Repblica
obligan a consolidar la conservacin de la nacionalidad oriental. As como a la Francia no le <x)nvena pretender anexarse a la Blgica, a pesar de sois
los
Argentina
veleidosos deseos, porque sera provocar una guerra europea, as tambin ni el Brasil ni la Repblica Argentina pueden destruir la nacionalidad oriental sin provocar una guerra prolongada y desastrosa. Desde luego, como uno y otro gobierno estn dirigidos por hombres previsores y
que
intentien
provocar
Lo que buscarn es vigorizar esa nacin neutral como garanta del equilibrio entrie ambas naciones, y, separada as la cosa objeto de la imaginaria ambicin, el escritor chileno tendr que convenir en que no existe tal ley histrica que lleve a esos dos pueblos a la guerra. El trazo de la lnea de demarcacin y las cuestiones de dominio que estn pendientes no son causas de guerra, sino motivos y ocasin para discusiones diplomticas como se acostumbra entre gobiernos cultos. En lo que estn interesadas ambas naciones, a lo que estn condenadas, es a miantener la paz por la armoinia de los intereses comerciales.
III
He
prestar auxilio a los espaoles. Esa situacin poltica europea podia^ influir eficazmente en la suerte del Ro de La Plata. El directorio no haba podido somister a Artigas, ni atraerlo a formar un gobierino regular y dependiente del nacional. Corrientes y Entre Ros no obedecan tampoco al director, mientras tanto el ejrcito realista en el Alto Per amenazaba las provincias del norte. La capital sola, pOT graaies que fuesen sus esfuerzos, no poda preveerlo todo ni contrarrestar aquel cmulo de peligros. Esa
lo a
era la situacin.
El ncleo de hombres pblicos ms tmidos crey que era preciso buscar el apoyo de las naciones extranjeras: el director Alvear mendig el proteictorado de la Gran Bretaa, y 'aun hubiera optado por la anexin como colonia inglesa otros aspiraban a crear una monarqua independiente con un prncipe espaol, y poi* limo se busc el apoyo del Portugal toido, decan, antes de volver al dominio espaol. Habl.a confusin y desaliento en los directores polticos. Mientras tanto, las rela<iones pacficas entre el reino de Portugal, Brasil y Algarbs, rieposaban en el armis:
:
indefinido de 26 de mayo de 1812, pero 4 si lo rompa el gabinete de Ro? Se reunan a la sazn tropas portuguesas en Ro Grande, y Artigas no obedeca al
ticio
IO7
director
seere-t-a
supremo
M-anuel Jos Garca, con inistru'C'cdofnes veirbales, idce iso hijo. Lleg a Ro el 25 de febrero de 1815, y all se corra la vOiZ qne deba llegar Tina expedicin esrp'afola contra el Ro de la Plata, buscndose con empeo la 'alanza de S. M. F. piara la guerra.
a Ro de Janeiro
G-arca,
en esta
-gravsimiai situacin,
no
se atrevi a
por
el
"abinete portiLigus
solicit
enviado: '*Contesitme con un cumplimiiento lisonjero, coai protestas de su partdcnjlar inclinacdn a nuestro pas y "con frases vagas, acerca tde la buena disposicin que consideraba en su gobierno p;a.ra contribuir en cuianto lo permitieran los comproanisos con S. M. C. a fin de que las provinciajs' del Ro 'de la Plata obtuviesen todas aquellas mejoras a que tenan indudablemente derecho '\ (1) El icomisionado le insinu: 1. si poda interponer influjo piarla negociar una suspensin de hostilidades con Eispafa, 2. si en caiso negiaftivo, impedi'ra el bloqueo del TO de la Plata. Nada positivo pudo responder, pero le manifest que no tena facultades para oponerse al bloqueo ni sl otras hoetilidade que ise hicieran por parte de S. M. C. La Gran Bretaa haba celebrado ^;on Espaa el tira tado de 5 de julio' de 1814, pacto que a principios de 1815 se ignioraba en Buenos Aire, por cuya razn se crea posible obtener el apoyo de lord Sltrangford. Este empero expiuiso, en l isieno de la iconfideneia ntimai, que el gabinete de Ro era contrario a las ideas liberales y a los independientes. El marqus de Aguiar era conservador y m'onrquico, aferrado a las ideas que la sazn predominaban en Europa para la conservacin del principio dial
nstico.
All slo era liberal el conde da Barca, partidario de la independencia del Brasil, hombre de estado, y amigo personal del enviado de las Provincias Unidas, pero combatida su influencia por lord Strangford, que representaba las nuevas tendencias d^e su corte. 'Dados estos antecedentes que exipone, Manuel Jos
Revista del Ro de la Plata, nQm. 4 5 (1) artculo: El directorio de las Provincias Unidas del Ro de la i'lala y sus relaciones exteriores, por Maiuel Rafael Garca.
Io8
VICENTE
Q.
QUESADA
crey qne lo ms aicertiado eraiabrirse piaso por la misma legacin de Espaa, preisctindiir de toda etiqueta", entenderse con el conde da Barca, y buscar de gaGarca,
^'
nar
l'a
buena voluntad
refiere la entrevista de su luego con el encargado de negopadre con Salazar, cios de Espaa, Villalba, y con el ministro Araujo, con~ de da Barca. Convino en esa entrevista en presentarle un Memorial exposicin. No refiere el texto de ese documento, peo ro Mitre asegura que lleg a prd^oner hasta la sumisin de las provincias al soberano espaol. Villalba deca que ste estaba dispuesto a admitir en el seno de la nacin espaola a sus vasallos del Ro de la Plata, echando un velo sobre la conducta poltica de todos, que para esto el gobierno de Buenos Aires preparase la opinin, enviase luego diputados para implorar que la reina fidelsima (la princesa doa Carlota Joaquina) interviniese con su hermano Fernando VII para esta sumisin, debiendo bajar Pezuela a Buenos Aires, garantizando a los habitantes ^'del modo que el rey quiere".
Mitre cita los documentos y hace la crtica justa de este proieeder: ^'La restpuesta de Villalbiai, isigindficativa en extremo, contiene un testimonio explcito en favor del agente de las provincias, y merece citarse Yo dar textualmente: '^Es impoisible hacer ms. cuenta a la corte, y har ver con claridad cunto perjudican a los intereses de la nacin los que se jactan de ser sus meiores y ms celosos defensores". (1) Pero Villalba no poda negociar esa suspensin de hostilidades, que tanto preocupaba al agente.
escri-
reser-
Gregorio Tagile: ''La incomiprensibll'e obstinacin con que algunas provincias sostienen una divisin escandalosa y la dislocacin general de ese estado, excita la lstima de unos y la agresin de otros, y se calcula como muy fcil la subyugacin de un pas sin unidad, sin gobierno, y que slo cuenta con el furor des(1)
trega 46.
I09
Aqu
se
que se funda en aquedlas baises, y que, por otra piartie, parece propio para los tiempos de la andante caballera".
(1)
Garca expone que tal proyecto se hace a escondidas del prncipe regente y sin la intervencin de la legacin espaola. En esa empresa haba '^mucnos desesperados",' es decir, traidores que preferan la dominacin extranjera para libararse de la abominable tirana de Artigas y de sus partidarios. (2). Revela adems, icon el mismo carcter de resieirvado, que haba un sujeto muy iatroducido ^en el gobierno y con relaciones en Ro, espa o agente secreto, lo dir sin esbozo, en esos tiempos de tenebinosas intrigas, de envidias de todo gnero, en que se haba puesto detrs de la puerta la lealtad, convirtiendo la poltica en el engao recproco. La verdad es que, tanto el agente confidencial de Buenos Aires como Nicols Herrera, preferan una monarqua independiente y dun la anexin al Brasil, 'antes que la anarqua hubiera derribado los pocos elementos conservadores len el Ro de la Plartia. (3) P'or eso Garca aconsejaba a su gobierno el 27 de abril de 1815 ''no seguir la poltica turbulenta de los orientales", por cuanto nada deba temerse de la corte de Ro, en disidencia con la poltica .espaola. De manera que, disgustado Portugal por no haber obtenido en el congreso de Viema ni la restitucin de la plaza de Olivencia,
Hitoria de Belgrano, 3a edc. t. III Apndice, pg. 543. Herrera, por odio al caudillaje de Artigas y creyendo (2) servir mejor al triunfo de las ideas monrquicas porque se haba decidido se entreg en cuerpo y alma a la poltica del Brasil, contiDido ser el intermediario de futuros arreglos entre los portugueHistoria de Belgrano, t. II pg. 393, 3n. ses y los argentinos edicin.
(1)
"Igualmente demostrar cmo temeroso el directorio de (3) que no fuese ya posible impedir una paz conceptuada capaz de consumar sin dificultad la restauracin del odiado sistema colonial en las provincias anarquizadas, y alucinado el gobierno con el inters que atribua a la Inglaterra, autoriz aqul a su representante en eventualidad, solicitase ya el ei Janeiro, para que en semejante protectorado britnico (como Rivadavia estaba autorizado a recabarlo) ya la anexin, antes que aceptar una restauracin espaola a la cual todo era preferible". Revista del Ro de la Plata, artculo El directorio del Ro de la Pinta y sus relaciones exteriores, per Manuel Rafael Garca, hijo del diputado en Ro, fiManuel JoB Garca, pg. 6, entrega 45, t. XII.
lio
nOEiVTE
G.
QTTESAD
que Espaa haba incorporado a sus dominios europeos en virtud de la conquista y del tratado de ^az con Porobligado ste a j-estituir la Guayana francesa que conqnistM'a el Brasil, sin prestigio ni voz en Eui-opa, crey que era en Amrica donde se abra el teatro de su influencia, y el prncipe regente rehus trasladarse a Europa y cre el nuevo reino de Portugal, Brasil y Algarbes. Para vengarse de que la Espaa retuviese la plaza de Olivencia en Europa, resolvi a su vez apoderarse de la Banda Oriental, pero no en guerra leal. Evidente es que tal plan no poda ser consentido por el embajador espaol en Ro, ni por el de por teso es que astutamente disimul su obS. M. B. jeto, encubrindolo con el pretexto idle dominar la _ anarqua en el territorio oriental, para evitar fuesen contagiadas sus poblaciones y en ese sentido dio avi<^ a los gabinetes de la Gran Bretaa y de Espaa.
tugal,
;
Mientras tanto, en el ms grande secreto negociaba por intermedio de Herrera y de Garca para propiciarse los gobiernos del Ro de la Plata, halagndolos
con la independencia de la antigua metrpoli, cuya sumisin era profundamente resistida y temida. (1). En estos pases la anarqua lo minaba todo, era un momento de crisis, la tormenta apareca ms recia y los recursos casi estaban agotados. ^Cul era el plan del gabinete de Ro? El plan era que las fuerzas portuguesas, protegidas (por una poderosa escuadra, marchasen directamente a apoderarse de Montevideo, a la vez que un cuerpo de tropas paulistas y riograndeses penetrase por las fronteras terrestres y ocupara mililai-ment^ toda la Banda Oriental hiasta el Uruguay, (2). Esta ocupacin qu carcter tena? Cmo eniTh&n osas tropas?
Como
aliadas
como beligeran-
(1)
dre, dice
lirasil
que
Manuel Rafael Garca, poseedor de los papeles de su pael director le envi como agente secreto a la corte del
"a efecto de evitar a todo trance la temida alianza entre Eshubiera facilitado la lesturacin del coloniaje, cabiendo igualmente en los plenos poderes del enviado Manuel Jos Garca, la facultad de tratar directa protectorado o nrente con la legacin de S. M. B. acerca de un anexin, para evitar la restauracin espaola o la disolucin inminente de los pueblos" Revista del Ro de la Plata, t. XII. p. 37. Bistorla de Belgrano, 3a. edicin, t. II, p. 329. (2)
Cundo hubo
declaracin previa
'i
(1)
esitiado, en ooaieidiio die este eon. reservadamente ai congreso reunido en Tucumn, por oficio de 1/ de julio, diciendo; "La desconfianza que tiene nuestro diputado en Ro de Janeiro de que no pueda guardarse el secreto de sus comunicaciones, le ha obligado a observarlo l mismo con este gobierno, por no comprometer al gabinete portugus y exponer el xito de la negociacin. El resultado viene a ser que calecemos de toda brjula en la direccin de negocios tan delicados, y que la verosmil aproximacin de las tropas lusitanas nos encuentra absolutamente desprevenidos acerca de sus miras. Lo peor de todo es, que hasta dudamos de la parte que puede tener el general Artigas en aquel movimiento, sin atinar al caso que deba hacerse de las especies vulgarizadas y contradictorias que corren a este res-
El
dirieictor
suprenuo del
ieto, se dirige
len este laberinto, porque se basa en documentos del archivo secreto del congreso de Tucumn, y con esta contextura vigorosa de su exposicin, puede diferirse quiz en las apreciaciones, pero los hechos estn fuera de toda cuestin la verdad se aua histricamente probada. La conducta de los directores de la poltica puede explicarse, pero nunca alterarse los hechos mismos. La agitacin en Buenos Aires era extrema y se acu-
los
saba de traido<r al gobierno. Baldarce, confuiso e indeciso, peda al congreso le trazara la lnea de conducta, de modo que faltaba nervio en el gobierno, no haba unidad en la accin, gobernaba el congreso hasta en los secretos de gabinete, y desde el interior, en la entonces pequea ciudad de Tucumn, diriga sucesos que con celeridad pasAntes que los soldados portugueses hubiesen traspuesto (1) las fronteras de su reino, Tagle, Garca y Herrera, ministro el priraero y agente en Ro de Janeiro el segundo del gobierno de las provincias, opinaron que la nacin no poda de ningn modo defenderse con xito a la vez contra los ejrcitos espaoles y contra la anarqua sostenida y fomentada por Artigas que la invasin pro^HctiisL vena a agravar ia situacin de la Repblica Argentina de independencia tal manera que la inhabilitaba para conservar la porque peleaba desde el ao y que, como era un hecho inevitable, no quedaba otro arbitrio que el de tolerarlo explotndolo con el fin de vencer el enemigo interior, que era Artigas, y de crear un obstculo poderoso a la fuerte expedicin que Espaa preparaba contra el Ro de la Plata. Es decir, que se consenta en perder una provincia, con tal de salvar la independencia de la repblica. Es^ tuios histricos acerca de la Repblica Oriental del Uruguay, por F. A. Brra ijMontevideo 1832, pg. 107 - 108.
;
112
VIGENTE
O.
QTTfc^SADA
itiosa se desarrollaban en las fronteras de la nacin, que en 9 de julio de aquel ao se declar independiente. Entre el ministro Tagle y Garca haba mediado una correspondencia secreta, de la cual se dio cuenta al mismo
congreso.
'
Elegido Juan Martn de Pueyrredn director supremo del estado, en agosto de 18i6 (1) se dirige al congreso. l>a cuenta de las notas recibidas del enviado Garca, y dice "... como cada da debo contemplar ms cercano el avance de los tropas portuguesas sobre la Banda Oriental de este ro, y no alcance yo a deducir de las insinuadas 1 elaciones algn principio de seguridad para arreglar un comportamiento para que se digne prevenirme la conducta que debo observar en las diversas ocurrencias que espero se me agolpen, si, como no es por ahora dudable, se aproximan las tropas portuguesas llevando a ejecucin siis anunciados designios". Por esta nota se ve claramente que Pueyrredn no tena plan, ni saba como considerar la invasin: peda instrucciones, no insinuaba nada, quera dejar toda la responsabilidad al congreso. Mientras tanto el enviado Garca escriba desde Ro el 9 de junio de 1816, dirigindose ai director supremo de las Provincias Unidas, exponiendo sus vistas, declarando que estaba persuadido que se necesitaba la fuerza de un poder extrao, no slo para terminar nuestra contienda, sino para formarnos un centro comn de autoridad". Crea que lo esencial era no recaer en el sistema colonial. El poder que se ha levantado en la Banda Oriental es un tremendo contagio, y por ello asegura que extin
:
.
'
'
guirlo es necesario para la salvacin del pas. Examina el estado interior de la nacin, y dice De aqu proviene que alarmado este ministerio de los progresos que sobre
' : '
el
el
cau-
"Cambia el personal del directorio en julio de 1816, em(1) pieza a gobernar Pueyrredn, y modifica el pensamiento que pareca tener a su favor la simpata de sus predecesores, optando por repeler la invasin portuguesa, siempre que Artigas se sometiese a las autoridades nacionales y se verificase de hecho la unin de todas las provincias. Como Artigas rechaz la reconciliacin, el gobierno lo dej librado a sus propias fuerzas y asumi una actitud pasiva desde que Lecor ocup la plaza de Montevideo por manera que pesa sobre Artigas la responsabilidad de que los portugueses no se hubiesen encontrado desde los primeros momentos de su campaba con todas las fuerzas argentinas a su frente" EsUidios hiatrioa acerca de la Repblica Oriental del Uruguay , etc. por F. A.
;
}serra, pff.
108.
HISTORIA
DTPI.O AI TICA
LATIXO-AMEEICANA
II 3
de los anarquistas, no ha podido menos que representar a S. M. F. la urgencia de remediar con tiempo tantas desgracias, y S. M. parece haberse inclinado a empear su poder en extinguir hasta la memoria de esta calamidad, haciendo el bien que debe a sus vasallos y un beneficio a
di lio
buenos vecinos, que cree le sier agnideciMo". El mismo reconoce que siempre ha sido temible la ingerencia de un poder extranjero en las disidencias domsticas, pero se empea en persuadir que en este caso no hay nada que temer. Supona que haba que elegir entre la anarqua o la sumisin a Espaa o el riesgo de las ventajas que pueda obtener un poder extranjero. Observa que el hecho de haberse independizado el Brasil para formar una monarqua americana, lo constituye afin con sus vecinos, cuya prosperidad le conviene ayudar en su mismo inters. No se puede ser ms insinuante y favorable en pro de la invasin desea persuadir al gobierno que d!e todos los riesgos ese es el menor, de manera que, apoya al gabinete de Ro. Agrega en posdata que la escuadra est al nncla esperaiido viento, asegura que Leeor va bien instT'udo. "Las primeras medidas de ste, dice, pienso
sau9
:
inspirarn confianza,'*.
enviado argentino no conoca ni haba traslucido el alcance de esa expedicin, que l rmoreca. No es creble que le fueran conocidas las mstr'd,ccwciones dadas a Lecor y fechadas a 4 de junio de 1816 en nombre de S. M. y firmadas por el marqus de Ag^aiar, las que decan que se haba resuelto mandar ocupar la plaza de Montevideo con el territorio del Uruguay "y formar de l una capitana con gobierno separado e interino en cuanto conviniese a la segniridad de las fronteras" nombrando al mismo Leeor como gobernador y ciapitn generial: eso era la conquista y la anexin. De manera que de hecho ?e eliminaba la aquiescencia de las poblaciones, se las trataba como conquistadas y se les nombraba hasta quien las gobernase. Ms an, esas instrucciones dicen: ''Como por la adquisicin de la provincia y territorio de Montevideo, queda slo la frontera de Ro Grande reducida a Misiones, V. E. tendr atencin en asegurar el punto de contacto de " jas dos provincias en lamargen del ro. todava para que fuese ms explcita la voluntad de tratar como conquistada la tierra que se deca falsa
el
. .
Indudablemente
114
VICENTE
G.
QUESADA
aadan: '*Los lmites de la provincia nuevamente establecida, con los de Ro Grande, estn determinados en las instrucciones que fueron dadas al capitn general de aquella provincia, como V. E. ver tambin en la copia de ellas". bien, si este era el mvil de esa invasin cmo poda el enviado Garca adormecer al gobierno para que cruzara los brazos y dejara hacer? O ignoraba esos mviles, y en tal caso estaba mal informfado, o cooperaba a ellos en oposicin a los intereses de las Provincias Unidas que representaba. El misTTio Garca, T>or un extenso 'oicio de 25 de jnnio de 1816, deca al director supremo del estado: ''El objeto de este .armamento lo he indicado a V. E. as como tambin que las provincias de la dependencia de ese gobierno no tenan que recelar cosa alguna de l". En efecto, la comisin de Lecor estaba limitada a formar una nueva prrovincia en eil territiorio oriental, que l d'eba igobernar apoyado en sm ejncito', pero precisamente esto importaba anexarse una de las provincias unidas, desmembrar el territorio de la nacin, porque laun cuando Artigas no obedeciese al director supremo, no hiaba roto la integridad nacional, ni tal hecho poda lautiorizar a la naiein limtrofe para siuprimir al anarpacificarse, esas instrucciones
mente iba a
Es originalsimo el quista y apropiarse el territorio. miodo de concebir que tenan los partidarios de la invasin del Brasil!
Garca, cuya clara inteligencia no poda desconocer era una felona, no deba apoyarlo nii imenos aconsejar al gobierno que lo consintiese con su silencio. Su plan l miisimo lo traaa las: "1 suavizar las impresiones que un sistema exagerado de libertad popular haba hecho sobre el corazn de soberanos constiquie este proceidler
tuidos,
y apoyados adems por la opinin del mundo civilizado; 2 teoniservar la buena armona y las reilacio-
nes mercaintiles que, sien'db fruto de transaocionies celebradas en circunstancias totalmente diversas de las actuales, ideban naturaiDmente alterarse con eiUas; 3. idcsviar del gobierno de Buenos Aires el golpe que los procedimientos anrquicos del caudillo de la Banda Orien4. contribuir de este modo tal estaban preparando; para que las operaciones militares sobre esta provincia ^e modifiquen de maneona que 5ean tiles a las dems, por la aniquilacin del poder anrquico de Artigas como por
II5
preparacin de un orden de cosis mejor que el que jams pudo traer la anarqua, ni esperarse de una subyugacin irresistiblemente sin condicin alguna'*. Todava ms, aconsejia se nombre una persona de toda confianza "para recibir y trasmitir las ltimas comunicaciola
toda esta intriga no estuviese nn bien claramente convenida, deca el mismo G-arca: ^'A fin de ave no se pierda tiempo en propuestas que sean inadmisibles, por su naturaleza o T)or la razn en nue se hagran, me tomo la libertad de adelantar alemas observaciones aue be podido hacer durante mi residencia en esta corte".
si
Como
Esas observaciones se referan a hacer notar que el nuevo reino era actualmente potencia americana, y por ello sus tendencias e intereses podan divergir de los poderes europeos. Declara ''Que los principios puramente demiiocr ticos no eran all bien mirados, que teme que la anarqua haga inclinar el gabinete hasta apoyar la vuelta del sistema colonial que aunque desee el nuevo reino el engrandecimiento de Amrica, la dinasta de Braganza est ligada a las potencias europeas, y que esto no debe olvidiarse. De muirlo que, sesrun las circuuistanc'ais, puede
:
:
ser mediador, aliado o neutral, ora garante de sus vecinos, ora en fin, recibirlos e incorporarlos a sus estados, o hien desecliar esto mismo, si la imprudencia, el descuido
o la desgracia de aqullos no le deja medio honesto de hacerlo por ms que convenga a sus intereses '\ (1)
se consul-
hasta las preocupaciones de los pueblos, pero que eon los magistrados los que deben pronunciarse en estos
casos,
i
En
1*.
el
mismo comisiona-
do da cuenta de haberse celebrado una entrevista con el en cargado de negocios de S. M. O. en la cual se haba hablado *'de una sumisin voluntaria al rey, concediendo una laTnm'ista completa".
En
el
da siguiente
escribe al
director
Balcarce,
que Herrera se haba embarcado en la escuadra portuguesa, y Garca dice: ''Los primeros pasos del ejrcito en la Banda Oriental serarn a V. de gua. Me parece
Oficio de don .Manuel Jos Garca al directorio supremo (1) del estado Ro de Janeiro 25 de junio de 1816, Historia de Belgrano vol. III Apndice pg-. 550-51.
Il6
VJCEXTK
G.
QT^RfilAT>\
que V. entablar sin prdida de. tiempo sus relaciones con el general en jefe, el cual parece ser hombre de excelentes cualidades '. En su cori'^espondencia reservada- se manifiesta partidario de lia invasin, la aconseja, la apoya y pudiera
'
encarg"ado de negocias de Espaa? Manifiesta que est facultado para visitarlo a cualquier hora, y que trata de obtener
Isls
entrevistas con
el
algn documento
^
al
monrquica a la que sirve es peocupacin. Nada espera sin el apoyo de un poder extranjero y se nota que ba perdido la fe en sub
:
la idea
paisanos.
En octubre 4 de 1816, el director Pueyrredn deca congreso: "Laa comunicaciones del expresado Garca en toda su extensin se encuentran tan poco carcter zadiaiS, y abunidjan d^e tanto raistorio, que el gobierno se cree con motivo para aspirar a su mejora. Su empee^ en interpretar constantemente como favorable un paso de suyo tan equvoco, como la invasin de los portugueses, y de remitir sancin de los intereses de este pas ante un general de ejrcito, cuando l se halla a la vista del ministerio y comisionado para el intento, hacen lugar al deseo de un nuevo orden de relaciones que tengan aquel carcter 8atif actor io que se echa de menos en las que existen hasta aqu. E&to no es fcil logrfarlo por otro mediio que encargando de los negocios del pas a un ciudadano que, plenamente posedo del espritu y deseos de vuestra soberana, se esfuerce en conseguir comunicaciones directas del citado gabinete".
i
categricos trminos se manifiesta que el director supremo no est satisfecho con el enviado, pide sea reemplazado por otro, precisamente por el miembro de la junta observadora, Miguel de Irigoyen,
clarsimos
En
que debi haberse dirigido al ejrcito portugus, pero que se ha resuelto suspender esa comisin. Ciertamente que la correspondencia del enviado est llena de reticencias misteriosas, cuando el lenguaje para estos negocios debe ser sobrio y claro, para que se comprenda el pensamiento tal cual se ha concebido. Las reticencias hacen tan confuso lo que el comisionado quiere decir, porque pueden interpretarse en sentidos opuestos. En estas negociaciones la habilidad y la pru-
ll^
del negociador consisten en ejecutar el objeto die comisin tal cual le ha sido confiado. La irresolucin, su los temperamentos evasivos, perjudican el negociado. El director supremio juzga sin ambajes ai enviado y declara que uo le satisface.
ieiKiia
Con carcter de reservada escriba Garca al direcsupremo: lio Janeiro, 4 de septiembre de 1816. Transcribe las declaraciones que le ha hecho el ministor
tro de estado, a saber; '^Prianera: (sigue en cifra que traducido dice) S. M. F., ai mover sus tropas todas a la banda Oriental del Uruguay, no tiene otra mira que la de asegurarse contra el poder anrquico del caudillo don Jos Artigas, igualmente incompatible con su quiela de los dems gobiernos vecinos. Segunda: ninguna especie de tratado, comercio, ni compromiso entre S. M. F. y S. M. C. u otra potencia alguna, relativamente a la Amrica del Sur. Tercera-, El gobierno de Buenos Aires puede estar en plena seguridad de que S. AI. F. conservar la misma buena armona que hasta aqu, y, temenido dadaei al efecto las r-
tud y con
No
existe
denes ms positivas al general Lecor, ser luego desvanecida toda duda deil modo m^ satisf acitorio " Estas declaraciones categricas autorizaban a creer que la entrada de las fuerzas portuguesas era una medida militar sin otra mira que dominar la anarqua; pero sin nimo ni propsito de retener el territorio y mucho menos de anexarlo. Pues bien, esas declaraciones eran contrarias a las histrucciones que el marques de Aguiar haba expedido, precisamente para la adquisicin de la provincia y territorio de Montevideo. Es la
prueba ms palmaria de la doblez. Pero en la misma nota de Garca al director Pueyrredn, le enva un ejemplar de la proclama que deba dar el general portugus Lecor. Y, cosa singular! en esa proclama se lee: "El me constituye jefe de un gobierno interino en esta provincia, y yo protesto, por el honor de antiguo oficial y de vasallo fiel, que voy a cumpUr escrupulosamente la^ ndenes que reteibo del
mismo
cidad''.
august-o seor,
todas dirigidas
la
vuestra
feli-
Una de
de,
una
lnea de de-
marcacin entre
cmo
es posible
115
VICENTE
G.
QUESADA
esto,
'crea
con ese
mismo general Lecor, encargado de anexar parte del territorio nacional, desmembrndolo a su gusto? Sea
que fuere, no se concibe su proceder. S muy bien que ha habido un partido que ba profesado la fdoiotrinia de que era pref eiribil^e ser subdito de una nacin extraa antes que someterse a los enemigos domsticos: me consta que nucbos, que aparecen en la historia como eminentes patriotas, han lamentado en el seno de la confianza que los ingleses no nos hubieran conquistado definitivamente en 1806 y 1807; algunos golpearon muchas puertas en busca de un rey para colocarlo en el trono en el Ro de la Plata, y otros despus, en las tristezas de la emigracin, excitaron a Chile para que se apoderara del estrecho de Magallanes, que al fin es hoy chileno Solicitaron a la Francia y a la Gran Bretaa como aliadas en las contiendas ltimo, hasta para venoer a Rosas civiles, y, por recurrieron a una coalicin extranjera. De esta mezcla con los intereses extraos, de ^estos antecedentes de un cosmopolitismo singular, ha resultado la tibieza del espritu patrio, enfermo por ltimo por el mercantilismo y poT la sed de riqueza ahogado, como est, por una masa extranjera que slo quiere ganar y enriquecerse, y cuya patria no est aqu, sino en Europa.
lo
! :
Lecor, con una astucia venenosa, deca en sus proclamas que sus tropas ''no marchan para conquistaros**, Y yo pregunto qu es la adquisicin de una provincia por la fuerza? qu es la creacin de un gobierno portugus en el territorio oriental? Bien al contrario deca Lecor, "su nico objeto es el de sujetar al enemigo, libraros de la opresin, restablecer vuestra
tranquilidad, abolir las contribuciones extraordinarias
que se os hubiesen impuesto", y engaando a los unos, corrompiendo a los otros, y burlndose de todos, buscaron traer las lneas geogrficas del Brasil a las mrgenes del ro de la Plata, con el aplauso de un ncleo de traidores Esta es la verdad verdadera. Ya he reproducido el juicio que Pueyrredn emita al congreso sobre la conducta del enviado Q-arca;
!
U)
pues bien, a ste escriba -en 30 de septiembre de 1816 "Puedo asegurar a V. que sus ideas, como las de todos los que miran con juicio los intereses de este suelo (i liberales, que un partiddo de mutua ventaja y de seguridad no ser despreciado. Se extraa con razn la falta de comunicacin directa de ese gabinete, y no se grada bastante la representacin de un general al frente de un ejrcito para sancionar los intereses del pas, y mucho menos estando V. en esa corte ... Si esa corte quiere la paz por qu no lo dice? Entretanto empieza la guerra y estos pueblos arden ya en un racional resentimiento que los dispone a la venganza ..."
Pueyrredn le deca que hiciese la corte una declaracin de sus intenciones, porque a las que haca al enviado *Ues faltaba suficiente autorizacin"; y que si fuesen equitativas y convenientes, seran apoy^adas por la razn y en caso contrario i^batidas con la fuerza. Se ve claro el pensamiento del director del estado, y lo traza para que el tenviado abandone sus misteriosas evasivas y sus interminables disgresion'es.
ciue
convena nombrar una persona que se acercase ^Manuel Jas Ga^pca, com el carcter de res^rvadisimo, escriba d(sde el Ko die Janeiro el 26 die agosto de 1816, que convena (nombrar una ptersooia que se aoerear se al general Lecor, y leoai icuianto la dieciDaraciones positivas
djel
que
eonite-
ne lel oficio repi-oduicido en lia pgina 561 del Apndice e la Historia de Belgrano. Convienje no amti'Cipiairse e^ta correspondencia es la gua ms segura para ^^e^ cubrir la verdad. La nota del enviado, de fecha 26 de agosfto, contiene esta declaracin: ** Tambin debe tenerse presente que esta corte ha declarado nulos todos los tratados anteriores al ao de 1807 celebrados con la nacin espaola, como una consecuencia natural de la guerra sub^
siguiente". Es singular que tau gravsima declaracin no hubiese sido protestada por el encargado de negocios de
Espaa, y ms peregrina la manera y trminos cmo la noticia se comunica, tal como si se tratase de una emergencia que no ofendiese a los intereses del Ro de. la Plata. Esa declaracin en tales trminos habra sido empero casus helii respecto de la Espaa, y el director del estado tampoco poda aceptarla, ni el enviado ca-
I20
liarse,
VICENTE
G.
QUESADA
porque hubiera violado tratados perpetuos por la naturaleza de los pactos, como son los de lmites. Esa declaracin deba especificarse concretndola a qu tratados se refera y enviarse todos los antecedente, si el enviado se hubiera dado cuenta del ailcance de sus trminos generales y de la gravedad de silenciarlos sin protesta.
tena es verdad su encargado de negocios en Ro, p^ro precisamente con l estaba en buenos trminos Manuel Jos Garca y, confidencial y secretamente, poda talvez haber indagado cul era la actitud
La Espaa
asumir Espaa. Pero, lejos de 6so, quiz se feiiicitaba de un rompimiento entre el Brasil y Espaa sin preocuparse que la causa de tal rompimiento poda afectar el ttulo de dominio de las Provincias Unidas del Ro de la Plata. Mientras tanto, se haban celebrado los contratos matrimoniales con lais infantas, ''desipus de estableci-
pensiabia
das las bases de la poltica actual del Brasil", dice Garca. Pregunto despus de declarar abrogados todos los TRATADOS ANTERIORES a 1807 con la Espaa? La cosa pareca extraa, y necesitaba indagaciones ms detenidas: no poda ser exacta. Qu dice Garca? Se limita a aconsejar al director no rompa de un modo prematuro no se preocupa de otra oosia, no le aiarmjan los derechos compromietidos, o hace como si no lo preocupasen. La note reservada de Garca, iciomiienza as: *' Aunque las miras del gobierno ideil Brasil, con respecto a las Provincias del Ro de la Plata, podan conjeturarse con algn fundamento, as como tambin los motivos que le impedan hacer una explicacin oficiial de ellos, me de" termin a pedir al ministerio respuestas categricas. Precisamente eso era lo que exiga el director del estado, declaraciones terminantes, porque a las hechas a Garca *''les faltaba sunciente autorizacin," y en materias tan arduas no se puede estar a conjeturas, cualquiera que sea su fundamento, puesto que si un goberno ejecutia actos, sobre ellos no puede escusarse de dar explicaciones. Imprevisin gravsima era contentarse con conjetunas, que pudieran ser inocentes errores. En fin, el enviado pidi explieacionies, y las obtuvo de palabra} y llama la ateneiax que nunca hubiera querido obtener dedo:
121
raciin ofieiial escrita,. Obtiene de p-alaibra, repitO', aoitoirizacin piara trasmitr al director isupremo las declaraciones de que he dado ya noticia. La buena fe del enviada se (Contentaba con poco, porque esas declaraciones podan ms tande ser nterpretadas en otro sentido, puesto que de nada quedaba eomstancia escrita. Verdad es que Garca no tena earcter diplomtico, desde que no baba sido reconocida todava la independencia de las Provincias Unidas. Pero sea e<l que fuese el alcance de tale declaraciones que reproduje antes no era suficiente su eontesto.
Garca deca que el minist'ro le pregnint si quera que escribiese estas declaracones, y que contest que por entonces me parecan eficusadas oft-nas seguridades que la palabra del rey y de un ministro'
'
'
ofrecd hacerlas por deseaba el directoT de 'las Provincias Unidas. Ahora bien, en materia tan grave, en negocios de estado, la claridad no rie con la buena fe y precisiamente era el enviado argentino el que por su propia siatisfaocin deba haber aceptado que se escribiesen. Esa es la prctica diplomtica: de palabra no se airreglan Zas cuestiones internacionales, y por eso hay muchos medios de iconsignar por escrito una decliaraicin. La galantera en estos casos no se opone a la previsin la prudencia es escriescrito,
sii
bir, lo
fu
el
el
que
que no significa deseonfianza. Resulta, pues, que enviado de las Provincias Unidas el que no quiso ministro portugus hicese por escribo las antedi-
chas deelaraicdones.
En otra nota reservada, die 29 de agosto del mismo ao, expone Garca que S. M. P. se ha negado a regresar a Europa., que ha abierto sus puertos a todas las naciones, as que se hizo la paz general en Europa, y vuelve
a decir: ^'Esta eorte ha manifestado su resoluicin de no renovar las alianzas antiguas con Espiaa, aprovechando de la nulidad que caus en todas ellas el tratado de Fontaineble-au entre Carlos IV y Napolen".
Llamo
las
que aclaran
que contiene la nota reservada de 26 de agosto, y que antes reproiduje. En aquella deca que se haban declarado nulos todos los tratados anteriores a 1807, lo que era un casus helli. Ahora dice, que lo que rehusa el Bra-
k22
VCEJTE
a.
QUESADA
sil
Espaa abrogadas a
oausia
cosa.
Hay una profundsiimia difereneia entre una y otra La guerra hace caducar las alianzas, esto es un
primcipio de derecho de gentes, y es evidente que, al celebrar la paz, pueden o no celebrairse nuevias o revailidar las antiguas. Pero la guerra no abroga los tratados de lmites, que subsisten a pesar de la guerra. El tratado de paz slo estipula las modificaciones del dominio, porque siendo ste perpetuo la guerra no lo extingue.
No se comprende cmo un diplomtico tan hbil poda confundir cosas tan diversas, o descuidar del tecnicismo en sus notas reservadas,
Convenia al Ro de la Plata que el Birasil no renova-
Espaa; pero el idirector supremo no hubiese podido consentir en que se declarasen abrogados los tratados de lmites, porque eso afectaba al dominio de las Provincias Unidas. De manera que el enviado no poda confundir cosas tan diametralmente opuestas. Quiero ilamar la atencin sobre este tpico, para evitar lamentables confusiones en las negociaciones diplose las alianzas con la
mticas futurais.
Hay trminos tcnicos que un diplomtic'o no confunde por eso la claridad debe distinguir el estilo oficial, mucho ms en los negocios extranjeros.
:
El enviado hace una exposicin del estado del nuevo y de sus medios Si Portugal no de accin, y arriba a estas conclusiones procede con Espaa, ni con Inglaterra, ni con potencia alguna de Europa, sus proyectos no pueden extendferse isino contando con la cooperacin y ayuda de las mismas provincias americamais "
*
'
y las ideas demotema el contacto e inal gabinete, que fluencia disolvente: que si no hay medios para resistir contra todos, preciso es la mayor circunspeccin.
ertiicas
la anarqua de Artigas
Mientras tanto el director supremo el estado, en mensiaje dirigido al congreso en 18 de noviembre de 1816, expresaba que mientras tuvo la idea que el gabinete del
Brasil poda armonizar su ambicin y futuro engrandecimiento con el inters y gloria de las Provincias Unidas, le mortific menos que el destimo de la patria no depen-
1 23
diese de ''nuestras
liay
manos" y
fundamentos piara sospieiCiliar que el rey de Portiug'al quiere abusar de nuestria buena fe, y partir oon nuesitros enemigos naturales las ventajas que adquiriese por medio de una negoeiaciin doloisia, creo mi primera obligacin dirigir a vuestra soberana una explicacin de mis
verdaderos sentimiento sobre una materia tan delicada''.
Manifiesta que el plan idjeil gabinete de Ro consiste en mianitener con espectativas y esperanzas a los espaoles y a los americanos, oibiteniendo, paira decidirse, ventajas que aseguren "la tranquila posesin ide sus nuevas adquisiciones". Juzga que esperan llegar un momento en que exigirn lo que les convenga o se unirn a los espaoles.
la necesidad de dejar la poltica que tan afecto se mostraba el agente u^atrca, y vista la excitacin de los pueblos, indica: **E1 rey de Portugal, antes de entrar en cuialquier tratado con estias provincias, debe reconocer nuestra absoluta independencia, y nosotros debemos exigirlo como preliminar, en trminos que se haga pblico a todos los pueblos: cuando estos hubiesen recibido una tal prueba de la amistad del rey de los Brasilies, entonces recin deben tener lugiar las negociaciones, y entonces entraremos en ellas con el oaroter que corresponde a la declaracin solemne y jurada de nuestra emancipacin polticia".
inidecisa, a
El director insina
11 de enero de 1817: .V. E. afirma que el rey de Portugal, antes de entrar en cuialquier tratado, reoonoaca nuestra independencia, y que nosiotros debemos exigirlo como preliminar en trminos que se haga a todos los pueblos. Esto ia,caso no ser posible, y s, que sea el resultado ide la negociacin, cuando haya de surtir su ef ecito, lo que sera impruidencia perder, por slo no iconsegurlo (prelimin'ar. mente al tratado".
este tpico contestaba el congreso el
''
. .
tendr ocasin de observar que, si bien era justsima la observacin, lleg a celebrarse un proyecto de adicin al armisticio 'de 1812, que, aumque secreto, contena todas las garantas que deseaba el director Pueyrredn; pero no es posible anticiparse a la narracin cronolgica de los sucesos. Mitre expone la opioin de Garca, y agrega: ''Almismo tiempo que as discurra, adjuntaba Garca un
Ya
124
VTiENTK
G.
QC^ESADA
proyecto annimo, que deca ser presentado por un amigo de los argentinos, en ei que se contenan las siguientes proposiciones: ''1.'' que las provincias Unidas recouocie nm .por soberano al rey de Portugal; 2." que las tropas aigentinas y braslico-portuguesas se uniran para operar contra los dscolos promovedores de la anarqua 3." que el rey de Portugal allanara las dificultades que la Kspaa pudiese oponer a este proyecto 4 que se garantiran todos los derechos y privilegios de las provincias que se sometiesen, sobre la base de la ocupacin militar y nombramiento de un Yirvey'\
; ;
Remita este plan sin prohijarlo, pero insinuaba que no lo aceptara, que preferira ser antes mediador. Pero el pueblo de las provincias no lo hubiera tampoco tolerado.
erea que el rey
Garca,
cantado por la anarqua interna, no vea que fuera posible dominarla cuando amenazaban tantas complicaciones interiores. Era preciso resistir a la anunciada expedicin espaola, a la actitud de los portugueses que ocupaban ya la Banda Oriental, y el litoral se encontraba sometido a las perniciosas inuencias de Artigas. Desesperados, d-eiain, icomo creyeron parte ide los conservadores die Montevideo, que era preferible la anexin al Brasil orden y respeto a la propiedad, lleg a ser la nica aspiracin Pero el pueblo de las Provincias Unidas quera ser independiente, y ante ese deseo no encontraba obstculos.
:
opinin del director Pueyrredn era di vei*sa: concedi auxilio de armas al comisionado de Montevideo, Victorio Garca Ziga, procur atraer a Artigas, y trat con Biarreiro, que mandaba en Montevideo.
la
Empero
de los portugueses, el 10 que se leen dt septiembre public una proclama en la pueblo: *'las estas pialabrais paia llannar la atenicin del operaciones de la nacin limtrofe, que con mano armadla haba penetrado en el territorio oriental, ocultando sais futuros desigrios, los principios en que funda su jigresin, la connivencia que tuviera con nuestros enemigos naturales, afectando el tono altivo de dictar la ley a ios pueblos hermanos a quienes imponga su yugo. .'\ todo insse
Apenas
supo
la invasin
p:*ra
temores. Estas palabras revelan que el director no estaba de acuerdo con los invasores, cualquiera que fuese la opi-
25
nin del agente Garca. Si hubiera pensado consentir tal invasin cmo se explica esa proclama? Verdad que nc recurri inmediatamente a la fuerza, pero no lo hizo por la actitud de Artigas, que desconoca la autoridad del directorio. Esto explica equitativamente fl proceder. Artigas es, pues, el responsable de la actitud espectante del gobierno g'eneral. Pero yo no me propongo entrar en la apreciacin histrica de estas incidencias, deseo comprobar solamente que el gabinete de Eo declar oficialmente que esta invasin era una medida militar para pacificar p1 territorio, sin haber manifestado que haca la gnerrg^ para anexarlo. Y esto es lo que creo poder demostrar pal-
mariamente. Quiero adems demostrar que tampoco consinti el gobierno de las Provincias Unidas en que eJ ten-itorio de la Banda Oriental fuese incorporado al reino unido de Portugal y Brasil, pues reclam por los medios y modos que el derecho aconseja antes de recurrir a la
guerra.
que por la comunicacin de 30 de septiembre de 1816, que el director supremo dirigi caudillejo puesto por Artigas en al gobernador Vera, Santa Fe, le deca: ''Ms urge el tiempo de buscar re^ medio a estos males, no en nuevas empresas de hostilidad que aumentan su cmulo y que minoran la masa de fuerzas americanas que ha de oponerse a los enemigos que* pisan ya nuestro territorio, sino una i^econciliacin deficierto
es esto
Tan
nitiva \
'
nota, cuyo texto reproduce Berra, pirueba qu^ director no ocultiaba su opinin, de que lo portugu'e
Eista
ses invadan como enemigos, lo que prueba que no haba 'consentidlo en semejante auxilio, ni menos negoiciado esa
intervencin. Ms an, en esa misma fecha observa con acierto el el mismo directoir escriba al historiador anites citado Garca que '^se ocupaba slo de preparar otro agente ejrcito para recibir las proposiciones de Leeor en la misma actitud en que se haba puesto para traei-las'V ''Si esa corte quiere la paz, por qu no lo dice? Entre
arden ya en HM racional resentimiento que los dispone a la venganza el mismo bien no debe darse a los pueblos por los medios de la violencia. Que haga esa corte una declaracin de sus intenciones ..."
tanto, ella empieza la guerra
estos pueblo^c;
126
VICENTE
G.
QITESADA
que
el
Reproduzco nuevamente estas palabras para probar director Pueyrredn oficialmente no apoy ni con-
armada del Portugal en la Banda hay cabeza sensata, dice Berra, que 'dude, en presencia de este documiento, de que lois mviles de Pueyrredn eran verdaderamente hostiles a la la empresa de Portugal". Por la correspondencia oficial entre Pueyrredn y Banreiro sic prueba que el primero prefera la guerra consinti la intervencin
tra el Portugal, siempre que las autoridades de la Banda Oriental reconociesen la autoridad nacional, antes que
paz al precio de la desmembracin del territorio de Montevideo; pero es evidentsimo que no poda aceptar las contingencias de una guerra extranjera si Artigas no se someta, porque no haba unidad de accin posible contra el enemigo comn y no era racional una aventura de esta naturaleza para consolidar el poder anrauico e ese leaudiillo, que influa en el litoral die las Provincias Unidas, disminuyendo los recursos blicos del
la
;
comprar
gobierno general.
Pero an ms, el caudillo Artigas llev su insensatez hasta armar en corso buquecillos contra los puertos de las Provincias Unidas y en declarar la guerra al gobierno, imputndole que haba provocado la invasin povhiguesa. Una de las medidas que tom el di>*ector fu enviar al coronel Nicols de Yedia como parlamentario cerca del general Lecor, a la vez que trataba con Barreiro en Montevideo. El 19 de noviembre de 1816 sali de aquella ciudad para verse con el jefe portugus.
Segn Mitre, en
declaracioneis, que son sumamiente zo las siguientes graveg y -contrarias la las que oficialmienite haca el gtabinete de Ro al agente Giarca: ''El ejrcito ide mi mando, slo viene a tomar posesin de djole, la Banda Oriental, y finalizar sus marchas en el Uru-
guay. Ignoro si despus pasar a ocupar la provincia de Entre Ros pero tengo rdenes de guardar con Buenos Aires la ms perfecta neutralidad. El rey mi amo
;
Sin embargo, Mitre dice: "El Brasil invada la Banda (1) Oriental de acuerdo con el enviado argentino en Ro Janeiro, quien desde 1815 haba cooperado a este propsito, sin que en ningn tiempo hubiere sido desautorizado por su gobierno, y este antecedente era olvidado". Historia de Belgrano^ 3a, edic. t. II pg. 421.
1 27
se ha resueilito 'env'ar sus tropas para recobrar lo que .ya en otros tiempos posey, con juistos ttulos adquiridos desde la conquista, y que la corona de Castilla le arranel gabinete Rfo hizo, y es digno & que se ponga en relieve esta de
duplicidad.
El historiador brasilero Pereira da Silva, dice "Resolvise al fin a practicar una guerra ofensiva con-^* tra Artigas, visto que los medios de defensa no le bastaban para alejar los peligros latentes de la situacin y contener a los turbulentos que le rodeaban y lo inquietaban. Esigile esta providencia extrema su propia sesriiridad; sus intereses de economa de hombres y de dinero que all se malgastaban intilmente, la dignidad de su gobierno y el decoro de la corona. Sin que comunicase sus desisrnios y planes a ningn gobierno extranjero, contentndose con haber participado a Inglaterra y a Espaa la intencin de transportar una de sus divisiones militares de Portugal al Brasil, cuando la mand buscar a su reino europeo con el pretexto de fortificar sus posesiones americanas, pas el rey Juan VI rdenes terminantes al capitn general de Ro Grande, marqus de Algrete, para que hiciera guerra decidida contra los grupos de Artigas armados en la frontera..." (2). Cmo podra eonciliarse la fe pblica, si en plena paz con la Espaa en Europa, Ipactados los matrimonios con las infantas, recurriese ahora a apoderarse por la fuerza del territorio de la Banda Oriental, que la
Eispafa cionsideraba,
coimo
toidJais
llais
piosesiones ultra-
Ms aun: Manuel Jos Garlca, len nortlai datada en Ro a 29 de agosto de 1816, deca al director del estado ''Si los portugueses quieren favorecer a los emigrados, y usurpar a la Espaa la Banda Oriental, (enotro con ser aliados, tonces cmo se compone esto amigos y favorecedores suyos en la presente contienda?" Estos sucesos no pudieron dejar de sorprender al
:
(1) (2)
Historia de Belgrano, t. II, pg. 440 y 441, Historia da fondacao do impe7'io brazileiro,
3a. edic.
t.
IV, p. 7-10.
T28
VTCEWTE
6.
QUESADA
encargado de negocios de Esfpaa residente en Ro. y en efecto la nota de Oasa Flores, que extracta Garca en carta al director del estado, dice ''Termina con una intimacin que, estamdio a la verdad del texto, es un ultimtum, en ame el ministro esnaol dice: que par*a conservar la paz es preciso que S. M. F. convenga desde luego 1. en pblico de un modo solemne, que reconoce la soberana actual de S. M. C. sobre todos los pases que integran la monarqua espaola, y especialmente de los inv'^lidoig en la Banda Oriiental del Paran
:
las plazas
2 que promete entresrar luesro a S. M. C. que en esta parte ocupan ahora las fuerzas portuguesas, dando la raranta de alguna pofTUiQfuiay?)
:
tierras
tencia
respetable, o bien depositando algnna de us fnertp e EuiroT>a: 3 que entretanto tome EspliR^as paa sus medidas para recibirse de sus posesiones, las
M. F. conservndolas para aqulla pero enarbolando en Montevideo el pabelln espaol, recibiendo un gobernador espaol, y despachando todo dientro de la nrovincia a nombre de S. M. G. ane
mantendr
S.
;
..
'*(!)
Conviene que establezca con toda claridad las reclamaciones diplomticas de Espaa con motivo de esta invasin, como tambin la actitud del ministro de S. M. B. en Ro Janeiro, y estos hechos demostrarn la perfidia con que se conduca el gabinete del nuevo Es preciso reino, haciendo declaraciones fementidas. no reincidir en lanilogas inconocer la verdad, pai^a
sidias.
El encargado de negocios de S. M. C. en Ro Janeiro, Villalba, en SI de mayo de 1816 haba preguntado categricamente si las trollas porturuesas que estn a punto de entrar en el territorio del Ro de la Plata, son all enviadas con o sin consentimiento previo de S. M. C. y previene que la falta de acuerdo entre ambas cortes podr traer consecuencias peligrosas. El 2 de junio contestbale el marqus de Aguiar, ministro de relaciones exteriores en Ro Janeiro, que antes de la salida de las tropas que vinieron de PortuG:al, S. M. F. comunic amistosamente esta resolucin a la corte de Madrid, no pudiendo sta poner en duda
;
(1)
Historia
129
la
Que utilidad y la oiecesidad de semejante medida. despus del armisticio firmado con) los insurgentes,
los jefes
nunca
dejaron de amenazar perturbar la tranquiliy de dad ce los subditos portugueses. Que por consecuencia esta medida de justa represin, urgente p*ara los intereses del Brasil, sera igualmente ventajosa para ios de S. M. C, a qiuien el rey de Fortiugal desea dar sujs reiteradas pruebas de amistad. (1)
de los revoltsos
las familias portuguesas,
mm
plic en
El -enviado espaol no se dio por satisfecho, y re7 del mismo mes y ao, pidiendo se le diese conocimiento de la respuesta que su corte hubiese dado a las comunicaciones amistosas de S. M. F. a que se i^efiere la precedente nota, a fin de contribuir por su parte al objeto que pudiesen proponerse ambas cortes.
No
del
aparece la respuesta a
esta
exigencia, >pero
consta que
el mismo diplomtico, eui 18 de septembre mismo ao, insiste sobre el contenido de su ltima noti, y pde adems de tso que, en caso que entrasen
fuerzas portuguesas al territorio espaol, sea publicada una declaracin, en que se asegure que S. M. F. no tiene otro proyecto sino socorrer a S. M. C. y contribuir para el restablecimiento de su autoridad en
las
los pases sublevaidlos, sin
que la invasn de las tropas pueda servir de pretexto para alterar los derechos y las obligaciones recprocas, en vintud de los tratados anteriores. Pide tambin que las tropas portuguesas no enarbolen en el territorio espaol sino el pabelln de S. M. C. que no se establezcan all autoridades que no sean nombradas por el rey de Espaa; y que sea
;
declarado nulo todo cuanto los insurgentes tienen establecido. Propone que sobi^e todos estos puntos se establezca con l una negociacin directa.
Preciso es tener en cuenta estos antecedentes para apreciar la artera y la doblez del gabinete de Ro en estas emergencias. No se apresur a contestar el marqus de Aguiar, excusndose con pretendida enfermedad, y el 15 de octubre deca al enviado espaol, que si todas las explicaciones fuesen publicadas, produciran un resultado desfavorable; que despus de las comjunicacion^ pa(^i;
Despachos
gtc,
I30
VICENTE
G.
QUESADA
sadas a la corte de Madrid, cuando las tropas fueron llamadas de Portugal, y sobre todo, en presencia de las intenciones constantes y leales de S. M. F. (1) juzgaba intil agregar nada ms a su nota de 2 de junio. Astutamente elude una respuesta, y ya mostrar cules eran a la sazn las medidas oficiales y las intenciones declamadas del prncipe regente en las instrucciones dadas a Lecor por el mismsimo marqus de Aguiar, para la anexin de la Banda Oriental.
en 8 de noviembre declar die su corte, protesta solemnemente .contra la entrada de tropas portuguestas en el territorio sublevado de S. M. C. y contra todo lo que
tal situjacin, Villialba,
En
directa o indire<etamjente
ses;
pueda
agregando que no solamenite la corte de Madrid no estaba de .aicuerdo con la de Ro ide Janeiro acerca de la marclia de las tropas, ms que hasta gnonaba el tdiestino de ellas cuando siaiieron de Lisboa.
Ante actitud tan netamente definida, el marqus de Aguiar replic en 16 de noviembre que le sorprendan las asevenaiciones del envaaao espaol. Asegura que el ministro de Portugal en Madrid, en una nota datada en 25 de mayo dje 185, anunci al minisiterio de S. M. C. la determinacin en que se hadlaba la coirte del Brasil, de transportar a Amrica uma idivisin de 5000 hombres del ejroito portugus, y tambin el in para el cual eran liamiadas esas tropas, que no es otro que un sistema de
defensa, que se hace necesario para el BraaiL As, pues, habioitdose embarcado esa divisin en Lisboa en febrero die 1816, es un hecho que esta resolucin fu comunicada seis meses antes a la corte de Madrid. El miairqus de
Aguiar observa, como una prueba indudable de las leales intenciones de S. M. F., que el ao de 1812, viendo los rpidos progresos revolucionariosi en las provincias del B/io de la P'iata, S. M. tom la deliberacin de emplear las fuerzas de que poda disponer para pacificar esas provincias y restablecer la autoridad legitima, reservando del contagio a sus propios estados. Que pu^esto que tal empresa fuese enteramente en el inters de Espaa, y tomada de aiouerdo con el gobierno que lentonees rega en nombre de S. M. C, todava las autoridades espaolas,
(1)
Despachos
etc.
HISTORIA. DIPLOMTICA
LATINO-AMKBIOANA
tjl
el mismo fin, por el eontraro pusieron obstculos insuperab'ies, y acabaron por tratar con ios insurgentes, sin consiideTar lo qxue era debido a la propia seguridad de las tropas portuguesas, cuyo auxilio haban pedido. Que semejante procedimiiento coloc a S.
lejos
de cooperar pana
M. F. en
gentes,
el
caso de firmar
un
de llamar de Portugal considenables, y de mantener en armas sus provincias limtrofes en un pie de guerra sum^amente dispendioiso. Qe en estas cincunstancias, liabiendo anunciado S. M. C. la intenciin de enviar al Ro de la Plata una expedicin mandada por el general Morillo, el gobierno del Brasil supo con mucha satisfaccin esta resolucin, y anunci al de Madrid el deseo de prestarle su socorro y cooperacin. Con todo, lia expedicin de Morillo fu enviada para otra parte, y cambiado su destino sin que se diese aviso a S. M. F. conforme lo exigan las oireuni&tancias y las usuales latenciones (en semejiante caso. Por lo que acaba de exponerse jzgase autorizado el gobierno del Brasil, y basta obligado a no contar sino con sus propias fuerzas, para asegurar la tranquilidad die sus e^ tados; tanto ms que en estas circunstancias, temiendo Artigas usurpado el poder en el territorio de Montevideo, y hallndose completamente separado de la junta de Buenos Aires, con la cual se concluy el armisiticio, organizaba diariamente un pillaje el ms atrevido sobre los establecimientos portugueses de la frontera de Ro Grande, acumulaba fuerzas considerables, quie tena proporcin de organizar por medio de oficiales europeos emigrados, instruidos en el arte de la guerra, y reoina toda especie de armamento. Tales son los motivos que obligan a S. M. F. a una empresa calculada para su propia defensa, empresa que si el gobierno de Espaa
le demositr la necesidad
y uerzas ms
(no puede ocultarlo) tiene fuerzas, no ha podido tentarla, visto que hacie seis aos sus provincias estn en completa revuelta, sin mandar all tropas, ni oponerse de modo alguno al progreso de la revolucin. (1) Reproduzco el extracto textual de esta correspondencia tal cual se halla en la obra dlel duque de Palmella, porque son revelaciones diplomticas importantsimas, que servirn para establecer el juicio deisapasionado del
(1)
Despachos
etc.
132
VICENTE
G.
QESADA
proceder y de la intri^ del gabinete de Ro de Janeiro. El encargado de negocios de Espaa, Villalba, en 21 del mismo mes replic diciiendo, que a pesar de las expliicaeiones dfel marqus de Aguiar, protesta solemnemente eontra la ent'mda de las tropas portuguesas en el territorio de Montevideo, lagregando que para la defensa del Brasil bastara que esas tropas tom^asien posiciones en las fronteras. Funda esta protesta en que, a pesar de la comuniciacdn hecha por S. M. a la corte de Madrid, se redu'ce solo a la venida, de las tropas salidas de Lisboa, y no lal destino de aqueUias, no pariece todava que S. M. C, por su parte, eonsintiese en la expedicin. (1) Y qu habra dicho si hubiese tenido eonocimiento de las instruecdones que el miismo don Juan VI y el marqus 'de Aguiar dieron al general Leeor, jief e de las fuerzas expedicionarias, para que organizase en la Banda Oriental una capitana general como gobierno separado, nombrndole como gobernador y capitn general, Lanse lesas instrucciones en el tomo II pg. 192 y siguiente de la obra: Apont amentos para o dereito internacional, etc.
Para seguir
la lgica
tas negociaciones,
me
es indispensable
correspondencia cambiada sobre ella. El marqus de Aguiar, en 2 de diciembre le contrareplicaba: 1. que eil ministerio espaol, habiendo contrastado oficialmente en 12 de junio de 1815 la nota del ministerio de Portugal, que le comunic la partida y el destino de las tropas portuguesas, leste documento puede ser consdenado como una prueba suficiente de que nada tena que oponer aquel ministerio a este proyecto; 2. que el consentimiento previo y expreso de S. M. C. 'Sieira indispensable, si las provincias del Ro de la Plata se hallasen bajo el dominio de S. M. C, que es su legtimo soberano, ms que las tropas portuguesas, no debiendo operar sino en el territorio actualmente ocupado por los insurgentes, que deben iser considerados como enemigos cm.unes de las dos coronas, y para repeler adems de eso iHia agresin hostil, el derecho de la guerra exoneraba de otras formalidades; 3. entnando' estas tropas en un territorio, que actualmente no obedece a su soberano legtimo, no se pueden considerar que ellas violan el terri(1)
Despachos
etc.
133
torio
-de
S.
M.
C.
y que por
tanto
no haba
iderecho de
protestar contra una supuesta violiacin. (1) Mientras que as eluda las verdaderas miras y los mviles de la ocupacin, negociaba con los mismos insur-
gentes por medio del diputado de las Provincias Unidas en Ro de Janeiro. Por otra parte, expresas, terminantes y decisivas son ias instrucciones dadas a Carlos Federico Lecor, jefe de las fuerzas portuguesas de ocupacin, datadas en el palacio de Ro de Janeiro a 4 de junio de 1816 y firmadas
marqus de Aguiar. Ahora bien, J. J. dos Reis e Vaseoneellos, que ha coleccionado y publicado los despachos y correspondencia del duque de PalmeHa, ha juzgado neeeisiario, en esita parpor
el
loomentar los extractos de la corresponidiencia a que me he referido, con lailgunaa observacaonea que cree expliquen honorable y dignamente ios sucesos que precieidieron y siu,bisiguieron a la ocuipacin de Montevideo. Expone que las hostilidades entre el Brasil y el Ro de la Plata comenzaron en 1811, en virtud de reclamos de las autoridades realistas espaolas, con el objeto de impedir que ios insurgentes de Buenos Aires ocupasen la
te,
plaza de Montevideo. Est^s miismias auitoridiades ide Montevideo, leiiianido sie convencieron del peligro que corran con sus auxiliares; cuando el gobierno de la junta les demostr que hasta el tmiarqu de Ciasa Trujo desaprobaba tal auxilio, ms peligroso que las disidencias con Buenos Aires; ese mismo
gobierno realista, de que era jefe el virrey Elo, celebr el tratado de pacicacin de 20 de octubre de 1811, obligndose a exigir la evacuacin del territorio por las_ fuerzas que mandaba don Diego de Souza.
Reis Vaseoneellos, al publicar la correspondencia del duque de Palmella, intenta explicar las intrigas del gabinete de Ro, exponiendo doctrinas verdaderamente peregrinas. "Por esta causa, dice, se vio obligada la corte de Ro de Janeiro a celebrar el armisticio por medio de Rademaker. De este hecho resulta que el gobierno del Brasil debe considerarse, con relacin a los insurgentes, como en estado de guerra y la invasin actual, no siendo sino una continuacin de la misma guerra, que fu pro-
el)
Despachos
etc.
134
VtCENTB
Q.
QXJBSADA
autoridades legtimas espaolas, no debe parecer a la corte de Madrid tan extraordinaria y tan inesperada como se ha procurado persuadir. El gobierno del Brasil, icontinuia,, se vio obligado a renovar la guerra que hiaba suispiendiidio eil 'armisticio, poT causa de la rebelin d'e Artigas contra la junta ide Buenos Aires (con la, cual nicamente se (celebr el anmisitAeio) por caiusa de la deso'rganizacn total '\ De esta exposicin resulta comprobado que los diplomticos espaoles en Ro de Janeiro pidieron explicaciones sobre la invasin, y que el gabinete de Ro no dijo nunca que iba a aniexar aquel territorio, como aparece de la declaracin del general Lecor al coronel Vedia, poniendo as en flagrante contradiccin las aseveraciones oficiales del gabinete, y las que haca Lecor en nombre de su gobierno. Queda adems probado que los diplomticos espaoles protestaron por esa invasin, que se realizaba bajo el pretexto de pacificar el territorio y restablecer las autoridades legtimas. Tan extraa pareca la conducta del gabinete de Ro cuando las ideas monrquicas en Europa haban producido la coalicin de los monarcas, que hasta su mismo antiguo aliado le exigi explicaciones. En efecto; '*Mr. Chamberlain, encargado de negocios de S. M. B., en nota dirigida al (marqus de Aguiar, ministro de relaciones exteriores del reino unido de Portugal, Brasil y Algarbes, datada en Ro a 19 de marzo de 1816, expone que, en cuanto a los preparativos militares, hechos por el Brasil, podan ser interpretados como puramente destinados a la defensa de las fronteras contra los ataques de los insurgentes de Buenos Aires, l juzg no deber dirigirse a la corte de Ro de Janeiro para pedir explicaciones; ms cuando los preparativos de una expedicin naval, y otros diferentes indicios, le han persuadido de que se trata de una expedicin, en la cual, el gobierno portugus ser el agresor, l se ve forzado a romper el silencio. Recuerda al marqus de Aguiar la parte que el gobierno britnico tom en el convenio concluido entre el gobierno del Brasil y la junta de Buenos Aires, en el ao 1812; y le asegura que este convenio tuvo lugar no slo bajo la aprobacin, ms en cierto modo con la garanta de su corte, y en virtud de representaciones del milas
vocada por
1 35
nistro ingls en la corte de Ro de Janeiro. Asegura en consecuencia de esto, que su corte no puede ser inaiferente a la inraccin de este armisticio. Declara finalmente, que si el gobierno de la Gran Bretaa no recibi comunicaciones ae ias miras hostiles del Jrasil contra los insurgentes del Ko de la Plata, es de S(u id^^ber, ^dice MJr. (JJiamberiaim, protiestair loontila todo aioto ide agresin de es,a natunaieza '. (1).
'
Chamberlain se sorprende de no haber recibido comunicaciones de las miras hostiles del reino de Portugal, Brasil y Algarbes, porque precisamente el gobierno britinaco, por nieio lie lord ttrianigifor, haibla orecido lagtarantia moral aei religioso cumpumienco ae lo paciaao en el armisticio indemcto de lbx'. Tenia, pues, justicia y periecto derecno Unamberiam en reclamar que nmgun conocimiento previo se le naDia dado en este caso, y protestar por esta violacin del tratado. Tan eviaente, reconocida y publica fu la mediacin ingies'a, que ei piublucasitia brasilero jf ereira Pu^to cita ias palabras de la (oroceta de Rio de Janeiro del 5 de julio de iisuamos aucoriziaiujs a desiinenl^ir dc5i:, que laiciexu: " el rexeriao anuncio en la parte en que se aice que xuera 8. 3l. It. quien solicitara ei armisticio, cuando el mismo Shor no hizo mas que condescender con las bencas vistas y deseos mannestados por su grande aliado el rey de Ju uran retana, laciiitanao en cuanto estaDa de parte de iS. A. . el feliz resultado del empeo en que se haiiaba cA,<juti monarca de conseguir, por su mediacin, la traix qu.iii.iuau. ueseada de las provincias del io de la Picit...^ impidiendo, oon la isiuispensin de hostiliidiadeis, la efusin de sangre, a que repugna siempre la conocida humanidad d^ S. A. R.". (2) Y sin embargo, en la obra antes citada del duque 'de Balmella, se dice que al contestar la protesta del enviado britnico en Rio, se expona que ni ei gooierno ni nmgun ministro britnico tomaron parte ostensible en el armisti.
.
.
cio de 1812, ni lo garantizaron: (3) "que ese a-rmisticio fu concluido con la junta de Buenos Aires, contra la
(1)
ll.'gidos
Dos VasconceUos,
t.
I,
Lisboa
1851,
pagina
(2) (3)
19.
Apontamentos para o dereito international, etc. Vanse las notas reservadas de lord Strangford, en
los ca-
pUulos anteriores.
'
136
VICENTE
G.
QUESADA
cual se sublev despus Artigas, ayudado por tropas de bandidos a sueldo, ejerciendo de hecho, aunque sin ningn ttulo, la soberana del territorio de Montevideo que este mismo Artigas no haba cesado de cometer hostilidades contra las familias del Brasil, y de hacer tentativas para comunicar el fuego de la insurreccin, principalmente entre los indios y las gentes de color. Aun cuando se niegue tan palmariamente la intervencin del gobierno britnico en la celebracin del armisticio, bastara la cita de la Gaceta de Ro de Janeiro y la declaracin autorizada, hecha precisamente en 1812, diciendo en presencia del mismo ministro de S. M. B., que ese pacto se hizo por la mediacin y empeo del rey de la Gran Bretaa, para demostrar que hubo inexactitud en el hecho afirmado al contestar la protesta de Chamberlain, y lo prueban las notas oficiales que he publicado por vez primera, que s 'difusia, ponqu neeeisito Esita exposiciqn^ fundar la verdad en documentos oficiales que establecen con claridad las relaciones internacionales, comprueba sin embargo hechos de capital importancia; 1.** que testando vigente el armisticio indefinido de 26 die mayo de 1812, el gabinefte de Ro Janeiro, sm previo aviso oficial al gobierno contratante del Ro de la Plata, rompe las hostilidades e invade el territorio 2." que ejecuta esas hostilidades sin previo aviso al gobierno de S. M. B,, cuyo embajador haba iniciado el armisticio y bajo cuya garanta y la responsabilidad de su gobierno se celebr, lo que oblig a que el ministro ingls protestase en Ro Janeiro por esa violacin de lo acordado 3. que igual protesta hicieron los agentes diplomticos de Espaa, porque se invada un territorio que perteneca a las colonias ultramarinas de la metr|poli y en guerra con ellas. En todas estas emergencias el gabinete de Ro Janeiro declara oficialmente que esa invasin no tiene otro alcance que pacificar el territorio invadido, para evitar los gastos a que estaba forzado manteniendo fuertes guarniciones en la fronteria: que era una medida de carcter transitorio. Esas declaraciones las hizo oficialmente a Manuel Jos Garca, agente del gobierno de las Provincias Unidas en Ro de Janeiro, y a los ministros diplomticos espaoles y al de S. M. B. Pues
: '
137
categricas, el gabinete de Ro haba firmado las Instrucciones de 4 de junio de 1816 para adquirir la pro-
vincia de Montevideo, constituir en ella una capitana general y fijarle los lmites con la capitana de Ro Grande, bajo -el dominio del ejrcito de ocupacin. Cmo puede clasificarse este procedimiento maquiavlico?
De
estos hechos se
deducen una
serie de importan-
tsimas conclusiones: los territorios retenidos y ocupados con motivo de esas operaciones, bajo la fe de de-
claraciones oficiales solemnes, no le dan ttulo de dominio, porque esa posesin es dolosa. No son adquisiciones fundadas en el derecho de conquista, porVjue las tropas se introducan como auxiliares para pacificar
cuestin de dominio entre los territorios portugueses y espaoles debe y tiene lgica y forzosamente que retrotraerse a los tratados celebrados entre las dos coronas, que son el verdadero ttulo de dominio. esto prueba por qu no es posible aceptar el uti possidetis actual como base de demarcacin, como lo ha sostenido ltimamente el barn de Aguiar d'Andrada, ministro del Brasil en Lislas
la
boa,
la
misma
lucha.
Andresito Artig^as, por oficio de 25 die septiembre de 1816 dirigido al brigadier Chagas, encerrado en San Borja, le deca: ''Rinda V. S. las armas y entregue el ltimo pueblo que me falta, pues vengo a rescatarlo, no habiendo otro fin que me mueva a derramar la ltima gota de sangre, sino nuestro suelo nativo, quitado con toda ignominia en 1801. pues estos territorios son de los naturales misioneros a quienes corresponde de dei'echo gobernarlos, siendo tan libres como las dems
naciones''.
La idiea}, en medio del ttuamilito de la guerrea, es v&stablecer la posesin al estado en que estaba antes de la guerra de 1801, puesto que al celebrarse la paz en Badajoz slo se modificaron las fronteras portuguesas en Europa, y es un principio de derecho de gentes que
los territorios
ocupados durante
la
guerra no se ad-
138
VICENTE
G.
QUESADA
quieren sino por las expresas estipulaciones del tratado de pa.z. Miustresie un solo artculo die lois itrataidosi celebrados desiDus de celebrada la paz de Badajoz, que autorice a Portugal para retener los territorios espaoles que ocup para sus operaciones militarles, muchos de los cuales ni ocupo de un modo efectivo sino despus de celebrada la paz, como consta por la correspondencia oficial cambiada entre los jefes espaoles y los por-, tusrueses, reclamando los 'primeros la evacuacin del territorio espaol. Ntese que Viana, jefe espaol, expone las verdaderas teoras del derecho de gentes para demostrarles que muchos de esos territorios no fueron ocupados antes de la paz de Badajoz, y sobre los cuales por consiguiente no se puede hacer valer ni el derecho de conquista.
Como una prueba de la doblez con que los portugueses procedan, me bastar dar otra ms clara y por
ello
)
ms
chocante.
copiado las palabras que el coronel Vedia reproduce como pronunciadas por el general Lecor; pues bien, al despedirse el comisionado y parlamentario de las Provincias Unidas, le enttireg el jefe portuigus lna nota oficial dirigida al director Pueyrredn y fechada el 27 de noviembre de 1816, publieaidia en la Gaceta Extraordinaria de 5 de febrero de 1817. En esa nota dice: ''Puedo asegurar que mis marchas slo se dirisren a separar de la frontera del Brasil el germen del desorden, y a ocupar un pas que se hallaba entregado a la anarqua. Esta medida en ningn sentido puede inspirar desconfianza a ese gobierno (el argentino) cuando ella es practicada en un terreno ya declarado independiente de la parte occidental. Se han guardado escrupulosaimiente lo^s larticulos del armi^ieio de 1812, y, siendo hostilizado, tomar medidas de precaucin hasta que reciba nuevas rdenes de mi rey".
He
39
Esta declaracin oficial reconoce vigente el armisticio de 26 de mayo de 1812, y sin embargo por haber sido violado protest el representante de S. M. B.
e Ko, como acabo de probarlo. La violacin era evidente, porque la sublevacin de una provincia o territorio no constituye la formacin de un estado soberano, es un acto de guerra civil que no autoriza a las naciones extranjeras' a incorporar a sus dominios el territorio, y por ello Portugal, que reconoce vigente el armisticio, no poda vlidamente ocupar con fuerza armada dicho territorio, con la mii^a de anexarlo a la corona.
'
-^
-^\rm^\'^.''
Los principios de derecho son tan conocidos, tan elementales y tan decisivos, que sera ofender el buen
criterio de los lectores si pretendiera desarrollarlos.
entonces pretendihecho idie estar sublevada, constitua un estado soberano, debi desenvolver esa teora en los reclamos que hicieron en Ro los diplomiiticios espiaoles Villalba y Casa Flores: lejos e eso, reciomiOCe que sle territorio es piairte de las poseisiiio. neis ultramarinas espaoais, que lo loiciuipa transitoriamente slo (pana evitar que la anarqua se pirop!a,gue en
Si el gabinete de Ro hubiera
la Baoiida Oriiental, pior el
do que
stuis
diominios.
Omo
misticio de
que
el
ar-
1812 no comprenda el mismio territorio? Oul es el p'rncdpo de derecho que autorizjara siu apropiacin y conquista?
evideniciado que esia oeupacin fu protestada por los ministros espaoles, por (el de S. M. B. y por el director supremo de las Pro^dncas Unidas: salvado
el
Queda
derecho,
me
ocupiair
ahora
ide
estudiarlo,
tomando
co-
mo
gua las mismas declaraciones del gabinete de Ro Jianeiro, posterdorieis a la oeupiaicn de Montevideo, lo
que
har,
ms
Lecor tom posesin de la ciudad de Montevideo el 20 de enero de 1817. Cuando el dineetor tuvo eonocdmiento, protest en estos trminos: ^* Espero no prosiga hostilizando ese territorio, y suspaada desde luego sus marchas, bajo los trminos de um armistic^ provisional. Si V. E., eeido a las irdenes ide su sobemano, icontiniuase la guerra, ser responsable de la sangre que se derrame,
140
VICENTE
G.
QUESADA
protestando <;oino lo hago de toda usurpiaicti territorial comprendida dentro de los lmites reconocidos, antes de abrir V. E. la eampaa fuera de ks fronteras de los do-
minios del Brasil". (1) Lecor contest: ''Aunque la vehemencia con que V. E. se ha expresado, podra expresares como una declaracin de guevrsi, he credo prudente replicar a V. E. antes de comprometer esos pueblos a renunciar a los beneficios de la paz con el Brasil." Agregaba, ^dice Mitre, que no violaba las esti pula oi enes del armisticio de 1812, ni la integridad del territorio argentno, por cuanto iba contra un pas anarquizado que se haba declarado indenendientes de las Provincias Unidas, y que stas no haban podido reducir al orden ni a la obediencia. [La nota de Lecor es de 6 de febrero de 1817, contestando la de Pueyrredn de 1* de febrero del mismo afio. La batalla de Chacabuco lel 12 de febrero, salvaba la revolucin de las Provincias Unidas, entonaba loa espritus y diaba prestigio aH darector, de modo que este, por un mianifiesto de 2 de marzo de 1817, con motivo de un brbaro edicto de Lecor, deca: *'Los oriientiles sostienen s-u independencia y la de los pueMos oeeidentales a un mismo tiempo, las es que han sido y sern constantemente auxildados de estta capital, ha^sta que V. E. desaloje el territorio de que se ha apoderado con violencia". Al mismo tiempo que esta tomaba actitud el director supremo, el 16 de marzo de 1816 las potenias representiadas en el congreso de Viena, se dirigan al marqus de Aguiar, prote^ando contra el Brasil y Portugal por la
invasin
la
la
Banda
*'
.
.
incompati-
ble con la tranquilidad del mundo, declarando que apoyaran a la Espaa en la justicia de su causa, para reivindicar sus derechos territoriales y obtener repairacin por sus ofensas". Porque en efecto, mientras el Portugal y la Espaa permanecan en paz en Europa, ^mo poda el gabinete de Ro apoderairse de territorios que la Espaa sostena eran parte integrante de la monarqua? De modo que las complicaciones diplomticas no hacan muy desembarazada la marcha del gabinete de Ro, lal que no debi dejar de imponer la victoria de
l)
Historia de Belgrano,
t.
11,
141
Chacabuco, desde que bden saba que las campaJQias orieatales no aceptaban con gusto la dominaicin extranjera, aunque abundarn ios traidores en ilia plaza y en el campo. Ahora bien, esa ooup acin y las consiecuencias que se produjeran, no subsanaran jams lo vicioso de su origen, que inhabilita la posesin para que funde el dominio, que ^es lo que deseo demostnar. Todava ms, las mismas declaraciones oficiales coetneas de los sucesos, les quitan el carcter de buena fe o eii ttuiio de conquista, piaira que pueda pretenderse que lesa ocupacin constuye el uti posstdeUs juns, pues el uti possidetis
actual es el dolo, la maia fe y el fraud^e. Por eso deca el director supremo; "Los portugueses no desean la guerra: quisieran que las Provincias Unidas se mostrasien in'diiferentes en medio de la agresin de una parte del territorio; pero la guerra ser inevita-
en breve no satisacen al gobierno sobre sus miras y si la incursin de tropajs extranjeras ms peligrosas por ser vecinas, no se demuestra compatible con nuestra libertad y nuestra ndepiendenoia". (1) Mientras tanto Manuel Jos Garca continuaba en dice Mitre, Ro de Janeiro "con tesn y con xito,
ble si
muy
enero de 1817 muri el marque de Aguiar, jefe del partido portugus, y lo reempilja'^. el conde da Barca: de ambos he tenido ocasin de ocuparme anteriormente. El enviado Garca encontr en el nuevo jefe del gabinete de Ko 'aciiidade de todo gnero. En abril, durante el ministerio 'del conde da Barca, Garca haba redaotiado un proyecto de tratado secreto, que suspendi la muerte del conde len el mes de junio: el 11 de octubre el mnistro Juan P. Bezerra le invit a una conferencia, para informar de las relaciones entre S. M. F. y S. M. C. con motivo dj la ocupacin de Montevideo, indicndole la necesidad de una resolucin prontsima y terminante sobre las bases para la armona presente y ayuda y cooperacin f uituira, en el caso eventual de un rompimieinto con Espaa. Este le 'dio conocimiento de las pretensiones del mismo espaol conde de Casa Plores. Fu on Bezerra con quien estableci y redact los 16 artculos adicionjales y secretos, que deban compleiDistoria de Belgrano, tomo
II,
En
pg. 467,
3a.
edic.
142
VICENTE
G.
QUESADA
tar el armisticio de 1812, y se despacli un bnqu'e de guerra para acelerar la negociaoin en Buienois Aires, los mismos que tena acordadois lantes con el loonde da Barea artculos que el gabinete conviino en reducr a tratado y firmarlo una vez que fuesen laprobados por el gobierno de las Provincdias Unidas.
:
El
-director
Pueyrredn
el 1.
de diciembre de 1817,
se dirigi al congreso remitiendo el piroyecto de tratado secreto y diciendo: *'E1 proyecto que tengo el honor de
soberana ser por este principio susitancialmente admitido por la corte del Brasil, y yo suplico a vnestra sobenanla quiieria considerar la importjaneia que laidquieren lias provincias, easi identificando sus intereses con los 4e un monarca, cuya sola vecindad era considerada como un peligro. Por nuestra parte no se hace otra cosa que no poner al gabinete portugus en la necesidad liumillante de retror::,e'Cler sobra sus propiios pasos, de lo que sera forzosa consecuencia el asociarse a nuestros enemigos por inteirs j por resentimiento. La intimacin del conde de Casa Flores, ministro de la corte de Madrid en Ro de Janeiro, a la de este ltimo, ni d lugar a esperar nuevas distracciones en nuestra revoluoin, ni permite equivocar el partido que debera tomar S. M. F. no teniendo nada que esperar de nosotros". Por estas palabras se ve que apoyaba la negociacin, porque en efecto ^por ella se salvaban los derechos de la integriidiad nacional, comprometida por la ocupacin portuguesa, y las declaraciones terminantes sobre las miras y (Cl alcance de tal intervencin armada, satisfacan las exigencias del derecho evitando recurrir a la fuerza. Era un triunfo diplomtico, y esa negociacin explica las aparentes contradicciones de la poltica del directorio, que quera obtener el fin por va de una negociacin y no por una guerra. Pero se comprende que no era posible dar publicidad a un negociado secretsimo, y por lo tanto la opinin ipblica se agitaba y desconfiaba del patriotismo del gobierno. Esa negociacin justifica que no se fluctu en defender la integridad del territorio y que el gabinete de Ro reiteraba sus declaraciones oficiales de que la ocupacin era una medida transitoria, que no era la conquista del territorio de la Banda Oriental su objetivo sino la pacificacin
incluir
de
a vuestra
1 .|
de un territorio vecino. Declaraciones oficiales contraeon lo que expuso Lecor al coronel Vedia y con las Instrucciones dadas en Ro al mismo general portugus: no por eso menos decisivas para demostrar que leisa posesn, siendo doHoisia, no da ttoxlo para pretender el dominio de los territorios ocupados. El di rector Pueyrredn deca, en la antes citada nota al congreso, estas palabras: *'Por lo mismo me dir^ijo a vuestra soberana para que con la posible brevedad se sirva sancionar por su parte los artculos comprendidos en el mencionado proyecto, para que no venga a suceder que, prestado el avenimiento por parte de S. M. F. como lo esperamos, se niegue la ratificacin por parte de las provincias que han tomado la iniciativa, lo que sera monstruoso, y para hacer a V. S. misma juez de la necesidad a que no podemos sustraernos de establecer estos nuevos pactos. El enviado secreto que se destine por este gobierno en tan grave Degocio, deber sin embargo ir autorizado para diferir a una u otra modificacin que no altere las bases fundamentales del convenio, dejando en caso 'preciso sujetas a la ratificacin posterior dichas variaciones'*. (1) Este proceder inusitado se texplica fcilmente. El congreso tena facultades omnmodas, ejerca funciones ejecutivas, daba instrucciones para las negociaciones, y el director le estaba subordinado. De manera que sie comprende eai este caso, que laun antes de haberse firmado un convenio se pidiese su aprobacin, porque ella no importaba sino las instrucciones par^a dar al convenio la forma escrita y definitiva de un tratado internacional. Garca lo haba convenido con el ministro de estado Juan B. Bezerra, (2) con la intervencin de un oficial de secretara de Ro Janeiro, quien nicamente
dictorias, es verdad,
Historia de Belgrano, t. 3o., pg. 397-398 del Apndice. aqu el texto: Proyecto de tratado adicional de armiatfdo de 1812. "Don N... por parte de S. M. F. y Don N... por la del gobierno de las Provincias Unidas del Ro de la Plata, en orden a reintegrar y mantener en toda su fuerza y vigor el armisticio de ZC de mayo de 1812, echando los fundamentos de relaciones m^ estrechas entre ambos estados, que sean de recproco inters a los mismos, establecen los siguientes artculos adicionales y secretos, Vajo las limitaciones que han de expresarse, y a cuyo cumplimiento quedan respectivamente obligadas las partes contratantea lo. El gobierno de las Provincias Unidas pondr inmediatamente en completa libertad a loe vasallos portugueses que por efecto del bando
(1) (2)
He
144
VICENTE
G.
QUESADA
estaba al comente de estas relaciones secretas. Aconteci, pues, que Bezerra muri antes de que el congreso de la provincias o el director hubiera aceptado el tratado secreto, y cuando recibi los despachos del 9 de diciembre aprobndolos con algunas modificaciones, se encontr con que era necesario abrir de nuevo la dice Gairea, sus idenegioieiaicn. "S. M. expres, seos de corresponder inmediatamente, pero el ministe-
el
da 2 de
marzo
ran sido removidos para la Guardia de Lujan, y levantar el embargo que hubiere hecho sobre propiedades portuguesas, de cualquier esoecit y dominacin que sean, 2. o S. M. F. declara nuevamente que la ocupacin hecha hasta aqu, y la que en adelante pueda hacerse, de puntos militares o territorios de la banda eetentrional del Paran, en persecucin del jefe Artigas, no tiene otro objeto, que su propia seguridad y conservacin y que no pretende deducir de semejantes actos derecho alguno de dominio, perpetua posicin ni mucho menos de conquisLa sino que, cesando aquel motivo, proceder por una transaccin UMJgable con la autoridad existente en Buenos Aires, por parte d las Provmcias Unidas, a tratar los trminos de su ocupacin, y hacer las convenciones que sean mutuamente tiles y necesarias a la futura permanente tranquilidad de ambos estados vecinos, 3o. El gobierno de las Provincias Unidas se obliga a retirar inmediatamente tocias las tropas que con sus respectivas municiones de guerra hubiese mandado en socorro de Artigas y de sus partidarios, y a no prestarle en lo futuro auxilios algunos, de cualquier especie y denominacin que sean y por ltimo a no admitir aquel jefe y sus partidarios armados en el territorio de la Banda Occidental que perteneciese al estado. Y cuando suceda que ellos se entren por fuerza y no haya medios de expulsarlos con la mayor celeridad posible, el dicho gobierno de las provincias podr solicitar la cooperacin de las tropas portuguesas para este efecto la que deber prestarse por las ltimas, cuando menos en una tercera parte de la.s fuerzas con que concurran las Provincias Unidas y constituyn;
;
.
dose las tropas auxiliares bajo la direccin del jefe principal de las fuerzas de las mencionadas provincias. 4o. El dicho gobierno se obliga a s nnismo a indemnizar, con subjecin a las leyes de corso y marina, a los dueos de todas las embarcaciones portuguesas, que se verificase haber sido capturadas desde el 26 de mayo de 1812, hasta ahora, por corsarios autorizados por patentes, que l hubiera expedido, o por las embarcaciones de guerra, quedando S. M. F. obligada a la recproca, y expidindose en su consecuencia las ms terminantes rdenes a los cruceros pertenecientes a ambos estados a los efectos de evitar la continuacin de tal hostilidad, sobre lo que se instruirn mutuamente ambos gobiernos. 5o. En consecuencia de esto continuar el referido armisticio en entera fuerza y vigor, tanto por parte de S. M. F. como del gobierno de las Provincias Unidas del Ro de la Plata. 6o. En orden a prevenir equivocaciones y embarazos en las operaciones de las tropas de S. M. F., queda recprocamente ajustado que ellas podrn perseguir a Artigas y a sus partidarios hasta la margen izquierda del ro Uruguay, cuya lnea, como que lo ser del subsistente armisticio en el caso del art. 2o., no podr ser traspasada sino con subjecin al art. 3o. En consecuencia, los territorios del Paraguay, Corrientes y Entre Ros, quedan comprometidos expresamente dentro de la lnea, que demarca provisoriamente la jurisdiccin de las Provincias Unidas. 7c. Ambos gobiernos se obligan durante el armisticio a no hacer, ni permitir tentativa alguna que directa o indirectamente pueda perjudicar la tranquilidad de los habitantes que ocupan los territorios demarcados en el artculo antecedente. 8o. En responsabilidad del art. 3o. a que se ha obligado el gobierno de las Provincias Uni-
145
juzg que, antes de poner en deliberacin el negocio de los artculos adicionales, era indispensable recibir las comunicaciones del excmo. seor barn de la Laguna, encargado ad hoc^\ La muerte del negociador portugus comprometa as el xito del tratado secreto, que nadie trasluca por las gravsimas complicaciones que- su revelacin hubiera producido. Garca expresa que la eorresponri
das, se obliga por su parte S.
M, F. a no emprender ni aliarse cori' ta ellas, a no prestar municiones, vveres, ni otro gnero de auxilioa a sus enemigoa, pero ni aun a permitirles paso o puerto en sus dominios o en territorio ocupados por sus tropas. 9o. Los subditos de ambos estados podrn entrar y salir libremente de loa territorios de uno y otro origen, como cualesquiera otros individuos pertenelu.o Se establece cienies a estados neutrales, igualmente que loa b ligues de guerra y comercio de ambos estados podrn estar librenrente en los puertos de uno y otro origen ; pero siendo general y extensiva a todos los buques extranjeros la prohibicin do internarse a los ros de nuestras costas, quedan comprendidos en ella los buques portugueses, si no es en los casos de perseguir los partidarios de Artigas, en los que se proceder con subjecin al art. 3o. iJ.o En el caso desgraciado de renovarse las hostilidades, queda recprocamente ajustado que el rompimiento del armisticio subsistente, ser oficialmente notificado seis meses antes, y solamente despus de concluido este plazo recomenzarn las hostilidades. Queda igualmente ajustado que en el decurso de estos seis meses, los subditos de cada una de las partes que estuviesen en el territoall una vez que no se rio de la otra, podrn permanecer hagan sospechosos, o salir libremente con todos sus efectos y capitales. 12.0. En orden a los criminosos, desertores y esclavos fugitivos, se proceder por ambos gobiernos con subjecin al derecho general de gentes, y prcticas recibidas de las naciones civilizadas neutrales. 13. Se declara que las convenciones de los presentes artculos producen el mismo efecto que un solemne tratado de paz. 14.o Como la conducta de S. M. F,, aunque justa y legal, se considera opuesta a las exigencias actuales de . M. C. lo que pudiera traer un rom^imiento, queda ajustado para tal caso por ambos gobiernos, que habr en ellos una alianza defensiva eventual, que ser publicada juntamente con el reconocimiento solemne de la independencia de las ir'rovincias Unidas del Ko de la fiata por S. M. F. en el niomento de sobrevenir el expresado accidente. 15. o Se guardar por ambas partes contratantes un inviolable secreto de los artculos cuya publicacin o divulgacin no se creyese conveniente, que slo se entendern serlo, los que se expresan a continuacin. Por lo oue, cuando a pesar de las precauciones que se adopten por parta de las provincias, llegasen a traslucirse algunos artculos de loa reservados, el gobierno de dichas se obliga a contradecir de un n do solemne y comprometiendo su dignidad si fuese preciso, la Los artculos 1, 2, 4, 5, y 11 existencia de tales artculos. sern desglosados de los presentes, y bajo la nueva forma que En el caso de que por ee considere oportuno, sern publicados. armados 1 la banda a incursin ae Artigas y sus partidarios ireridional, se hiciese precisa la cooperacin de que habla el artculo 3.0, ser libre al gobierno de la.-g provincias su publicacin de un modo ms o menos solemne. Los artculos restantes quedarn en el sigilo ms inviolable, mientras que el orden de los mismos sucesos, no aconseje otra cosa, pero siempre de acuerdo de las partes contratantes. 16.0 Los presentes artculos adicionales y secretos, tendrn la misma fuerza y vigor que si estuviesen insertos palabra ror palabra en la acta por la cual se concluy el armisticio de 26 de mayo de 1S12. En fe y testimonio de lo que, te. ... Es co<
pia.
Tagle".
J46
VICENTE
G.
QUESADA
dencia de Lecor, barn de la Laguna, slo se recibi el 18 de febrero de 1818, pero que en el intervalo trascurrido ya se haba persuadido que las opiniones del nuevo ministerio no eran del todo conformes a las de su antecesor; que ahora se tenan ideas confusas o enteramente equivocadas en puntos esenciales, por lo que algunos de los artculos del proyecto les sorprendan aun y otros les prevenan desfavorablemente.
al fin al consejero Pablo Francisco lasagurndome la invariabilidad de Viania *'para que, sus isentimiianitois, aiie informase de iais diiicutltades en que se hallaba el ministerio para la sancin del proyecto de artculos adicionales. En esta emergencia el agente de las provincias le explic la historia de la negociacin y puso en su manos un Memorndum que est publicado en el Apndice de la "Historia de Belgrano'\ la muerte de Bezerra, sucedi en el ministerio Fu con l con Toms Antonio Villanova Portugal. entendiera Ganca. "El piroyecto die 23 quien tena que se haba de abril sancionado simplemente, dice, reputado por un comt)romiso peligroso pero irreparable la insercin de las explicaciones de 30 de octubre le daba una forma ms alarmante y prestaba cuerpo a los fantasmas del miedo".
S.
M. comision
Despus de varias conferencias, cuando Garca se persuadi que era imposible negociar el convenio, acept la idea de declaraciones hechas oficialmente por el gabinete al contestar la nota del director, desde que tenan el carcter de obligatorias, aunque no tuviesen las formas de un pacto.
entra en mi propsito hacer la historia de la negociacin, sino recordar aquellos puntos que sirvan para comprender qu alcance legal tuvo la ocupacin de Mon'tervideo. El ministro de S. M., entre las muchas razones que expuso para eludir la celebracin del convenio, deca que la Espaa alarmaba a las cortes europeas con, la actitud del Brasil que se haca mucho ruido con la repulsa dada la la solicitud del conde de Ca^a Flores, para que se le entregara un buquie espaol, presa que se introdujo a Montevideo que sie haca valer que la ocupfaicin de la Banda Oriental importaba el insidioso proyecto de usur:
No
47
pacin. Revel por fin, que Males, encargado de negocios y cnsul general de Francia en Ro, haba asegurado de
ocio a su ministerio el ajuste de un tratado secreto entre S. M. F. y las provincias del Ro de la Plata, cuya noti-
produjo grande alarma en los ministros reunidos eu y que el duque de Palmella haba tenido que desmentir la afirmacin de Males. ''De todo esto aduca S. E. que era no slo imprudente sino contrario a los interese del Brasil, y aun a los de las Provincias Unidas, el firmar en esta sazn el convenio proyectado, en que se comprendan artculos quic, escritos y firmados iciotn formia idje convenen, eie tendran por otras tantas in)fra<Ciiones compromiso de mediacin ..."
cia
Pars,
El compromiso de mediacin era relativo precisariente a la reclamacin de Espaa para la restitucin de la Banda Oriental, que el Portugal y el Brasil no resistan sino que alegaban deba pagarse los gastos de la ocupacin, hecha precisa y exclusivamente para la pacificacin. De manera que se reconoca el dominio de Espaa, lo que es capital, puesto que el Brasil no desconoca su deber de evaicuar ese territorio, ocupado como una medida
provisional. Se ve, pues, que la cuestin estaba pendiente,
que el Brasil no alegaba ni derecho de conquista ni abrogacin de ios tratados de 1777 y 1778, y esto ante los mediadores de las primeras potencias europeas, reunidos en
Pars.
puede, pues, cambiarse el derecho y pretender ahora el imperio que la posesin actual cubre los defectos del ttulo de dominio y lo exime idie discfutirlos. Llamo ia atencin sobre este tpico, que leis fundamental. Eludir el debate, reabrirlo tomando como base el uti possidetis actual sera inhbil. Puede pactarse, sin perjuicio de discutir los ttulos de dominio, cul deber ser la frontera internacional, y convenir que el estado que posea territorios del otro, pagar la suma que un arbitro fije. As se concilia el derecho y las conveniencias; porque no se trata de provocaciones de guerra. As procedieron los Estados Unidos comprando a Mxico los territorios de Oa'li'f ornia, Texas y Nuevo Mxico y esta es la base para celebrar la paz en el Pacfico, que acaba de proponer el ministro norteamericano Logan al gobierno del Per,
;
No
148
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G.
QUESADA
Vuelvo a mi exposicin. I Quin revel el secreto de los artculos adicionales ? *'E1 congreso dio tanta importancia al asunto, dice Mitre, que en su primera sesin, adems de las pena establecidas para los que violasen el sigilo de sus deliberaciones secretas, aioord que ellas se rea^gnavasen con 10 aos de destierro. Los dipr.tados Zudez y Maza consignaron su voto por la pena de muerte, sin splica ei uno j con recurso graciable el otro. Por mocin del diputado Pacheco, se acord que las penas fuesen extensivas al supremo director, a sus ministros y a todos los que interviniesen en las relaciones secretas, sobre las cuales
al
dar conoicimiento
'
'
cidamente a V. S. quiera tomar las ms cauciones para impedir la relajacin del secreto en materia idie tanta impoTtancia". El hecho es que, revelado el secreto, el ministerio de Ro estaba en su derecho al declinar Un compromiso que le pona mal parado ante las potencias europeas. Garca se persuadi que sera muy ditcil en esas circunstancias reducirlo a rmar una con vencin, por lo cual crey prudente no insistir. " S. M. .
haba adoptado con calor la idea de insertar en su respuesta una declaracin que comprendiese lo ms sustan-' cial del proyecto, dejiando lugar a iia discrecin y buienia fe, para inferir de todo su contexto aquella que una ivencible necesidad prohibiese expresar en ella". Garca concentr, pues, todos sus esfuerzos en hacer
que el ministerio hiciese las declaraciones en la forma que el rey indicaba, lo que juzg ms fcil desde que quedaba libre de celebrar un convenio secreto.
En
sil
dirigi una nota al director supremo, datndola en Ko de Janeiro a 23 de julio de 1818. Toms Antonio de Yillanova Portugal desempeaba esa cartera, y sus declaraciones oficiales son explcitas y concluyentes. sas <leclaraciones las hace en nombre y por orden de S. M. ''Pases a quienes la natuarleza ha dotado de los dones ms ricos, merecen que sus habitantes puedan gozar de los ibenies que poseen; y por siu parte, hiabiendio convencionado el armisticio de 2G de mayo id)e 1812, ha de sosifcenerlo, pues para S. M. es inviolable su real palabra. En la pre-
149
ha de conservar la neutralidad pero no ha de cesar de apurar todos sus esfuerzos para que las desgracias de la guerra se acaben, para que se consiga la pacificacin, y vuelvan sus vecinos, que cordialmente estima, a gozar del bien inestimable de la paz. La ocupacin del territorio de Montevideo fu una medida provisoria para procurar este fin, aquietando lo que le quedaba contiguo, y oue la aictitud de Jos Aiitigas, y sius pirioyeeitos, no permitan demorarla por ms tiempo; y por lo tanto el general barn de la Laguna tiene orden de contenerse en la lnea del Uruguay, y en l con toda seguridad, siempre ha respetado a V. E. y con los pueblos ha conservado la armona y las consideraciones que se le recomendaron, y que positivamente se le ha ordenado".
sent guerra
;
Reconoce pues 1. la vigencia del armisticio indefinido de 26 de mayo de 1812: 2." que la ocupacin del territorio de Montevideo fu una medida provisional para evitar la anarqua 3. que el barn de la Laguna limitar esa medida hasta la margen o lnea del Uruguay. De manera que en vista de las clusulas terminantes del armisticio de 1812, las tropas portuguesas deban retrogradar, a las fronteras portuguesas, y cesara por ello la medida provisional de la ocupacin de Montevideo, desde que Artigas haba sido rechazado de ese territorio. As quedaba planteada la cuestin de dominio en el mismo terreno en que quedaba euanido e celebr el staiu quo de 1804. Si las clusulas adicionales y secretas del proyectado tratado no fueron firmadas, (1) las declaraciones de la
: :
Mitre da noticias completsimas sobre l negociacin de (1) este tratado, que fu discutido por el congreso y sancionado. Dice "El convenio as modificado por el congreso, fu devuelto a as Garca y recibido por ste (en marzo de 1818) en circunstancias Ciue acababa de fallecer el tercer ministro de don Juan VI, que hubiese entendido en este negociado, como si una fatalidad persiguiera a todos los que tomaban parte en l. El iniciador, que lo fu el marqus de Aguiar, muri en 1816, apenas ajustado el proyecto. El
:
Barca, que lo acord confidencialmente, muri a mediados del mismo ao. Por ltimo, el ministro Juan B. Bezerra, que lo formaliz, muri antes de conocer su resultado. El ministro de relaciones exteriores, Toms Antonio Villano va Portugal, que sucefu el primer escollo con que tropez Garca para di a Bezerra. obtener al menos que se ocupase del asunto. Agregese a esto que el conde de Arcos, jefe del gabinete brasilero, era un autoritario que miraba con horror toda revolucin, y e consecuencia el entenderse y tratar con los revolucionarios del Ro de la Plata. Por otra parte el Portusral haba aceptado la mediacin de las grandes potencias en su cuestin con la Espaa en la Banda Oriental, y negociaba a la sazn su entrega sobre la base de la devolucin de Olivenza y el pago de los gastos de su expedicin contra Artigas, lo que haca rehuir de todo compromiso con el gobierno argentino". Historia de Bel grano ; t. II, pfig. 125, 3." edic.
conde de
150
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6.
QUESADA
nota del ministro de negocios extranjeros son coneluy entes Y obligatorias. Por eso deca el agente Garca al director Pueyrredn: "La indemnidad del armisticio de 1812, devanada en esta macin, no slo oonseirva el statxi quo e 'aqaiiella convencin, espeoialmente importante por lo relativo a los lmites aieicjouocidos emtre
ambos
estados, sino
que reintegra iueondicionalmente la primera fuerza, que deba suponerse disminuida por la alteracin de circunstancias causadas por la vuelta del rey don Fernando y por la declaracin solemne de su independencia que hicieran positeriormeaiite la Provinicias del Ro d la Plata".
Observa con mucho acierto el agente de las provincias que por esas declaraciones quedaban reconocidas las Provincias Uxddas en su carcter poltico, pues ya
habanse declarado independientes. S. M. F. trataba as de poteneia a potencia, dndoles el darcitier de beligeranrefiene el seor ministe. "Seguidamente, ^dice Garca, tro Im eaiusais que impelieron a S. M. F. a oeuipar interi-
namente lel territoa'io de Monte vidleo, deiclara la nauraleza puramente p'rovisordia de esta ocup/acin y demarc^a
lmite en el ro Uruguay*'.
esto es tanto ms importante cuanto que esas <ieelaraeiones sern conocidas por las grandes potenciis euiropeas, emipteada-s en mediar (entre la Espaa y el Brasil y Portugal. '*La poltica del gobierno del Brasil ha dejado de ser un misterio'', deca. Y, en efecto, se compro-
mete a permianeeer neutral, de modo que no haba que temier que se aliaiste con los espaolis p!a,rta. conttinuiar la
guerra. Su actitud consolidaba la situaein poltica de las Provincias Unidas y debilitaba el poder moral de la Era venaderamente importante, dladiais las mietrpoli. circunstancias en que se hacan y las ideas que predominaban en ks grandes potencias europeas. *'E1 no satisfar, dice Garca, tan eompletamente los deseos del soberano Kiongres, leomo la sanicin de los artculos proyectados en abril y octubre, pero cuando una necesidad invencible obliga a suspenderla, estas declaraciones del ministro del Brasil podrn a lo menos calmar las inquietudes, mueho ms si se observa que ese respeto tributa-
do a las poteneias mediai5Joiiais, que nos 'deja perfeccioniar ahora la convencin adicional, puede asegurar el buen xito de la causa de S. M. F. contra las pretencionea del
rey catlico".
151
Garca hizo lo que era posible y se mostr hbil. De estos antecedentes resultan justificadas las coni'Iusiones siguientes: 1. que el gobierno del Brasil ha deekrado ofieialmente que la ocupacin de Montevideo era una medida de carcter transitorio, y por lo tanto tal oeupacin no da derecho de dominio a los territorio? que entonces ocupara; 2^ que la Espaa protest por por esa ocupacin, protesta amenazante del marqu'^ de Casa Flores hasta con la guerra, sino declaraba que devolvera ese territorio cuando su corte lo pidiera; 3"*. que pendan negoeiaiciones en Pars entre Espaa y Portagtal por la mediacin de las grandes potencias, para la devolucin de la Banda Oriental, que la Espaa rehus bonar los gastos de la expedicin portuguesa, aplazndose la decisin de la cuestin hasta la resolucin del 4**. (xsngreso de Aix-la-Cb^pelle que la cuestin de lmites entre los territorios espaoles que hoy forman la Repblica Argentina y los de Portugal, posteriormente im/nerio del Brasil, esit piendiente, y viva la cuetin que dio origen a la celebracin del statu quo de 1804.
;
Es evidente entonces que continuaron los brasileros en posesin precaria de las Misiones Orientales, cb
decir, de los 7 pueblos g^uaraniss de que se 'aipioderaron en 1801, que fueron transitoriamente recuperados por Andresito en 1816 hasta que fu vencido; pero la
laltiena
la euiestn
de derecho,
provisoriamente suspendida y aplazada por el sttu quo de 1804; el que fu teitamenitie reeonoicido visrente por el armisticio indefinido de 26 de mayo de 1812, y este, oficialmente revalidiaido y declarado obligaitoirio y vigente por la nota del ministro del Brasil, Toms Antonio Villanova Portugal, de 23 de julio de 1818.
Hasta esta fecha la corte de Ko Janeiro no hia pretendido alegar el ttulo de conquista sobre los territorios espaoles que ocupara despus de 1801, ni ha alegado la abrogacin del tratado preliminar de lmites de 1777 ni de 1778,
los braslico-portugueses
hayan
puesto dentro de la zona territorial de las Misiones Orientales, como lavS que se internaban desde el Daiman al Cuareim, fueron tenazmente hostilizadas por los chaTruas y espaoles. El territorio que fu del antiguo dominio jesutico sobre las mrgenes del Uruguay, fu di-
152
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G.
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putado por las autoridades del vira^eimaito, que no oesaron die creicaimiairlo, y, siLendo lia p'dsiesiion proteistada, resulta que )io es ttulo hbil para adquirir el dominio. Los pactos posteriores conservaron el statu quo y no se trat de resolver la cuestin de dominio. E^tos antecedentes historeos, base del derecho, no pueden ser desconocidos, ni desvirtuados. Se alegar la conveniencia? Pero entonces la cuestin tiene que ser tratada bajo otros aspectos. Reconocido el dominio, que es el fundamento en que reposa la paz de las naciones, os posible que se alegue con buenas razones la conveniencia de buscar los lmites arcifinios, por ejemplo. En este caso, cmo debera procederse habiendo buena fe? Debera discutirse cul es la lnea divisoria internacional que concilie mejor la independencia de cada estado, pero como el trazo de esa lnea puede comprender la propiedad de la otra nacin, es justo, equitativo y es racionlal, ipiroponer su adquisicin por compra. Y en ltimo y definitivo resultado, ser el derecho y la equidad
quienes decidan, sin violencias y sin guerra. Conviene, pues, que me detenga a estudiar aunque sea rpidamente, cules eran las relaciones entre las autoridades fronterizas espaolas y portuguesas, antes, durante y despus del statu quo de 1804. El virrey de Buenos Aires se vio forzado a retirar los destacamentos de la Colonia, Santa Teresa y hasta Santa Tecla en 2 de mayo de 1801, para reforzar la plaza de Buenos Aires.
esos terri-
sin todia la eficiaica deseiablie, porque las atenciones del virrey se absorban en otros puntos. Pero, el \Trey se resolvi al fin a poner remedio a esa situacin y nombr comandante al teniente coronel Francisco Javier de Viana. En 19 de f^eptiembre
de 1804, le pas la sigTiiente nota: ''Penetrado de la ur:gonte necesidad de proveer de remedio a los muchos y gnaves desrdenes que de aos a esta parte ise experiraientan en los campos de la banda opuesta de este ro, sin que hayan bastado a contenerlos las ms' eficaces providencias expedidas en diferentes tiempos por los excmo. i&eores virreyes mis predecesores, y convencidjo d que el nico miedio de ocurrir a elios es el de pro-
153
de guardias o puestos de tropa, y eonooimiento as sobre nuestros eonfines con los dominios fronterizos como en la vasta extensi(3n de la campaa, al propio tiempo que por la ms adecuada y conveniente ubioaein de unos y otros contengan las frecuentes entradas y usurpaciones dq nuestros vecinos, siempre ambiciosos de extender su dominacin al territorio espaol, sirvan tam-
y escarmienitar a ios indios brbaros, y a perseguir los muchos ladrones, homicidas y bianiddoe, qiue vagan por toda la expriesiaidia tciaanpaa. fu a&te el prianero de los objetos que, entre las moiltii-" piieaidas atencioineis djeil mando-, lla^ni desidje luiego mi dedieacin, celo y cuidaido, icomo que en l sie vertan los
bin
la
reducir, sujetar,
del
inters de la religin, del estado y de la prosperidad de estas provincias. Para poder llevar a debido efecto estas ultimis y benciais miras, ;hie apunado los medios y arbitrios de destinar a ellos una fuerza impo-
mayor
en que con el ttulo la campaa y las facultades correspondientes, salga a ella con la mayor posible brevedad a ponerlas en ejecucin al frente de 400 hombres, con tod.os los auxilios que, se han eredio
esicasiez
de
atropis
me
autiorizadio
autoridad y jurisdiccin y detallen en la adjunta instruccin y decreto, que he expedido en 13 del corriente despus de maduro y detenido examen y reconocimiento de los autos obrados en este isuperior gobierno y que se han tenido presente, incluyendo tambin fcopia de los artculos del ltimo tratado de paz celebrado en Badajoz a 6 de junio de 1801 entre el rey N. S. y S. M. F. y ejemplares impresos del prelioninar de lmites de 1." de octubre de 1777, de los pases pertenecientes a ambas coronas en esta Amrica, y del de amistad, garanta y comercio ajustado en 24 de marzo de 1778, por lo que estos documentos puedan conducirle a su gobierno en el ejrcicio de la eomisin, en la inteligencia de que quedan hechas las prevenciones convenientes y circuladas las rdenes oportunas al gobernador de Montevideo, comandante y jueces de campanecesarios, bajo las reglas de
se especifican
a"...
(1) tS04.
(1).
Aires.
Archivo de Buenos
Legajo:
Comisin
ele
Policas.
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VICENTE
G.
Q\7E8ADA
reproducido la parte principal del documento, porque l demuestra que el virrey sealaba eomo ttulo de dominio, que lo lja'b'a, entre las idos <eoroaas, los tratados de 1777 y 1778, que estaban en armona -con el de paz celebrado en Badajoz. Esa era y fu la interpretacin que dieron las autoridades? espaolas. Conviene
1)0
He
las
El virrey quera establecer nuevas poblaciones en campaas de la Banda Oriental, y para que el teniente coronel Viana no fuese a entrometerse en el territorio portugus, le aicompaabia
lois
lindaban
noti.,
el territorio.
que averguase ofi'oialmente noticia de las familias que haban venido para la costa patagnica y se hallan en Montevideo percibiendo el prest diario como socorro, para decidir qu nmero deban ocupar ias nuevas poblaciones proyectadas, dndoles auxilios y formndoles easas del propio modo que se haba practicado con las de Rocha.
indiiciando
Viana pas a cumplir su comisin. Entretanto los portugueses continuaban sus ataques y robos, invadiendo el territorio espaol. En efecto, por oficio datado en la villa de Beln a 28 de octubre de 1804, firmado por el comandante Justo Correa y diri^do al virrey, le deca que haba tenido aviso por dos naturales emigrados del pueblo de San Borja, perteneciente a las Misiones Orientales, que all se preparaba una partida portuguesa al mando de dos oficiales con destino a -atacar a BeJin. El oomiandianlie, con la fuerza que le haba quedado
praparaba a resistir el ataque. (1). El gobernador de Montevideo, Huidobro, por nota de 14 de noviembre del mismo ao, reiteraba el mismo aviso al virrey marqus de Sobremonte, dicindole que la partida portuguesa se propona robar la caballada de la villa de Beln, "o adelantar los establecimientos de Portugal", y dice: ''Desde que por disposicin de V. E. salieron de esta plaza los pocos dragones que formaban en ella parte de la guarnicin a la orden del teniente ayudante mayor del cuerpo de blandengues don Jos Artigas, a fin de contener con olios, y los pocos blandengues que para reunrsele vi-
los vecinos, se
<1)
Doc. dl ArcMio
<I
Bu9nos
Airee.
155
nieron de Maldonado, los indios charras y minuanes en los excesos que cometan en esta parte del Y y ro Negro, segn los partes recibidos en aquella poca: ha quedado sin arbitrio no slo para evitar la idea de la partida portuguesa que ha salido del pueblo de San Borja si se dirigieren a algniT punto del distrito de mi cargo, cuyos lmites aun no parece estn declarados, pero ni tampoco para mandar una partida que corriendo la campaa auxiliasie a los jueceis coimisionados ..." ( 1 Entro en estos detalles de administracin para probar cul era la posesin precaria de los territorios fronterizos, desde que no se haba podido trazar la lnea de demarcacin con arreglo a los tratados. El virrey, en 22 de novieinibre del anismo ao, die ca al gobernador de Montevideo que ya en 20 de octubre le haba ordenado que diese noticia al gobernador de Ro Grande de las nuevas disposiciones de la campaa ''que tienen solo por objeto, el dice arreglo de su poblacin y la persecucin de "vaqueras" de los indios infieles o de cualesquiera otros, igualmente de los "changadores", hallo ,por conveniente que le individualice V. S. sus noticias, manifestndole que las continuas hostilidades de los charras y minuanes, excesos de "vaqueras" y otros perjuicios que causan los delincuentes en esa campaa, me han obligado a elegir al teniente coronel Francisco Javier de Viana, en relevo idel icioronel Rociamora, p,ara que fuiese con competente nmero de fuerzas a contenerlos, situndose donde convenga a estos objetos y a los de arreglar y fomentar poblaciones en las fronteras y otros parajes convenientes." (2) Le recomienda que haga presente que se da este aviso por el inters de conservar la buena amistad que existe entre las dos eortes, tratndose de operaciones en terrenos limtrofes. La correspondencia entre las autoridades era frecuente, como los reclamos por invasiones de territorio. En prueba de ello el gobernador del ro Grande de San Pedro, Pablo Jos da Silva Gama, por carta de 26
*
(1)
ao 1804.
(2)
56
VICENTE
0.
QTTKSAnA
Conde septiembre, datada en Puerto Alegre, deca V. B. testando ms circunstanciadamente el oficio de de 17 dv^' julio precedente, cuyo recibo acus en el mo de 4 de agosto prximo pasado, expondr a V. S. que entre otras muchas rdenes expedidas por m con el fin de conseguir la tranquilidad y sosiego de ^esas fronteras confinantes, ver V, S. por copias adjuntas curecomendales han sido mis anteriores y posteriores ciones para cortar toda comunicacin y trato con los indios charras y minuanes; igualmente que para expulsar los intrusos y de una vez extinguir cualquier establecimiento o xmesto que hubieran formado fuera de las guardias portuguesas en campos pertenecientes a esos dominios. Y siendo el primer paso a que mand proceder, de resultas de las pro vito cias que V. S. exigi de m en su citado oficio de 17 de julio, la prisin y remisin del capitn Jos del Canto al cuerpo de guar'dia de la frontera de ro Pardo, como jefe de las faenas de cueros y vaqueras de que hace mencin el referido oficio de V. S., }', de la misma suei'te, la de todos indicada eullos individuos inclusos como l en la
:
'
'
PE..."(1)
Despus de protestar que
se cumpliran
exactamen-
del dicho Canto o Cauto y de otros portugueses tomados por fuerzas espaolas, para ser juzgados por las autoridades del territorio donde se haba cometido el delito. Quera sustraerlos as del juez del territorio. Ya en 29 de agosto del ao anterior de 1803, haba dirigido ai teniente coronel Jos Correa da Cmara un oficio, dicindole: "... en vista de la inadmisible pretensin con que los moradores de esa frontera queran adelantar sus establecimientos, nterin S. E. no toma las medidas que son necesarias para evitar semejante absurdo, determina que V. S. inmediatamente haga evacuar (prendiendo al que manifieste la menor repugnancia) todo aquel intruso que hubiese ocupado terrenos que no nos pertenecen por conquistados en la "tima guerra y se hallan fuera del distrito de nuestras guardias y puestos avanzados teniendo V. S. presentie, para su gobierno, que el trataido prohibe que nin;
(1)
157
la calidad que fuese, medio de las reclamaciones que el mismo tratado indica. As como no obstante a tener los indios de Misiones bastante derecho a los ganados de la campaa, fu S. E. servido determinar que los pueblos reunidos a Portugal no continuasen sus vaqueras o correras de dichos ganados, por cuanto stos pasaban en dominios de Espaa, siendo todo el fin de dicho seor en estas providencias evitar contestaciones y mantener con los espaoles la buena armona que le est en. .
cargada.
''
(1)
tenor de este documento se demuestra que eran incesantes las controversias, que los portugueses pretendan que los 7 pueblos dalas Mdsd'ones Orientales se haban reunido a Portugal cuando la guerira de 1801, y las autoridades del virreinato sostuvieron que deban ser devueltos en virtud del tratado de paz de Badajoz, que slo modific en Europa las fronteras portuguesas, garantindose los dominios americanos. De manera que stos estaban demarcados con arreglo a las tratados de 1777 y 1778, que eran perpetuos por su naturaleza. Pero como ambas coronas les recomendaban recproca armona, era necesario establecer un
el
Por
modus
statu quo que, sin comprometer los derechos de sus soberanos, les hiciese posible vivir en paz. Ese fu el origetn del eitaido statu qiiOy que traz una lnea provisional divisoria entre los territorios de las coronas, que deban decidir*; de la cuestin de fondo, es decir, del dominio.
vivendif
un
En efecto, por nota datada en Saya, a 10 de septiembre de 1804, vuelve a repetir el jefe "portugus Pablo Jos da Silva, la misma orden: *^ ahora vuelve a mandarme diga a V. S. que inmediatamente haga evacuar los terrenos poblados fuera de las tierras conquistadas en la ltima guerra, prendiendo y remitiendo a sta a aquellos intrusos que manifiesten la menor repugnancia en obedecer; no consintiendo de forma alguna que ningn vasallo de las dos naciones pueda pasar de un dominio a otro, como bien positivamente lo declara el tratado preliminar de lmites. Igualmente
. . .
(1)
158
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G.
QESADA
vuelve a mandar repetir a V. S. que de los pueblos de Misiones no continen las correras de ganados que " (1) pasten en campos espaoles. Como acaba de verse, se apela por las autoridades portuguesas a lo estatuido por el tratado preliminar como el virrey de de lmites de 1777, precisamente uenos Aires enviaba ejemplares impresos a sus subalternos para que conociesen cules eran los dominios espaoles. Luego reconocan que ese tratado estaba vigente, como lo lest, a pesar de la guerra de 1801. Veraad que el jefe portugus pretende ampararse en la conquista al retener las Misiones Orientales, pero n piretende que el tratado de 1777 hubieriai sido abrogada. Estas cuestiones, eran las dos cortes las que deban discutnias y decidirlas. Sin embargo, insisto en recordar que no se alegaba su abrogacin, porque no puede admitirsie que ahora-, pana butsicar en la posesin aietuial un ttulo de dominio, se pretenda sostener una tesis para cubrir un vicio de posesin, que lo hace incapaz de ser ttulo translativo de dominio. Equivocado estara quien supusiese que, dado el texto de los precedentes despachos, se haba restablecido la buena vecindad y la tranquilidad en las campaas. En efecto, el comandante Viana por oficio datado -en el arroyo Santa Luca a 14 de noviembre de 1804, y dirigido al virrey, le deca que l no poda en el momento contener a las partidas portuguesas que amenazaban la villa de Bieln, por encooiitrairse a 150 leguas de distancia, llevanidio un tren muy pe^aido de carretas con herramientas piara la form'aciin del cuarque no podra retel general y puestos militares; unir toda su gente ni expedicionar en menos de seis meses, pudiendo quedar^ comprometido Jos Eondeau, quien con blaoidenguieis conduea el igianado para el cuartel general. Observa que si subdivide sus fuerzas no le sera posible desempear la comisin de que fu encargado, por todo lo cual esperar nuevas rdenes en su marcha hacia Cerro largo. (2) El 17 del mismo, escriba al virtrey: "Excmo. seor Agitado mi espritu con las noticias que V. E. me
. .
(1) (2)
Doc. del Archivo de Buenos Aires. Doc. del Archivo de Buenos Aires.
HISTORIA DIPLOMTICA LAT NO-AMERIO ANA
1
59
oficio de 9 del corriente sobre los molidesignios de los portuguestes que han podido mientos y entreverse, segn lo que expuso a V. E. el comandante de la guarnicin de la Banda Occidental del Uruguay, he pasado las rdenes y prevenciones conducentes a evitar cualquier sor|presa que mediten los limtrofes, no sindome de poco sentimiento el hallarme tan distante de los puntos que pueden servir de objeto a sus miras, y no contrarrestarles por m mismo sus depravados intentos, teniendo por necesidad que atender a la reparacin y apresto de las carretas mal aperadas y bastantemente seriadas, con que sal de Montevideo, cargadas de tiles y herramientas, que dieron los hacendados para la poblacin del cuartel general y guardias adyacentes, pues aunque pudiera ponerme en marcha por aidelantadiO', pasar a la piarte de la fro'nitera en qiuie amenaza el oculto designio de los portugueses y ocupersonalmente a su contencin, no me resuelvo por el atraso en tal caso indispensable a los primeros objetos de mi comisin, que, verificada en el modo que lo deseO; podr, sin duda, contener cualesquiera arrojo de se los portugueses, cuyas invectivas no ser extrao alimenten y crezcan por el estado y sujiecin que les impondr mi celo y constancia en la guarnicin de fronteras, privndoles la libertad con qae hasta hoy se mueven sobre nuestros intereses y haciendas. .Arroyo de Santa Luca, 17 de noviembre de 1804. Francisco J. de Viana". (2) El comandante de la campaa, desde la estancia de Joaqun Paz, en 24 de diciembre de 1804, da cuenta que ha reclamado del comandante de la frontera portuguesa, que partidas de aquella nacin se dirigan a establecer guardias en el Yarao, reunir ganados y establecerse en el Ibicuy: consulta al virrey qu deber
comunica en
mr
hacer en esta situacin. Ahora pregunto esa ^posesin ten 1804 se fundara, acaso, en la guerra de 1801, en que se supone se ocuparon territorios que jams poseyerion los portugueses antes y eran baldos? El virrey deca al comandante principal de la campaa, teniente coronel don Jos J. de Viana; ''La ad(2)
Doc
del
6o
VICENTE
G.
QUESADA
junta copia impondr a Vd. de lo que he hallado por conveniente tratar con el seor general de la frontera portuguesa, para que le sirva de gobierno en la comisin, y segn contestare le comunicar las providencias que convenga tomar. Por la pretensin que ha insinuado el comandante de la misma nacin en el dd'partmento de San Miguel al gobernador de los pueblos guaranes, aspira a situar sus puestos a la parte oriental del Yaro y que los nuestros queden a la occidental de dicho arroyo y cerro; pero como esta sea una idea injusta, por comprender, stcgn se deduce, una parte del ro Ibicuy, es de recelar que al llegar Vd. a la confluencia con' el Santa Mara, conforme a lo prevenido en la instruccin para establecer el cuartel general, intenten su oposicin y por tiaaito loonviene que se laproximie; cuanto antes a aquel punto con precaucin, sin manifestar ideas de ejercer lais vais de hecho, y, fuiese reiconocido |}or la otra nacin, demostrar con las razones slidas que median, y las de mi citado oficio a aquel gobierno, que en ningn caso puede extenderse la solicitud de los portugueses a un lugar tan distante del pueblo de San Borja, y ^uis dems piosesionieis, y eomprendiendo que puede convencerse en l, sin llegar a una ocasin de armas, pues que los fronterizos respeten sus fuerzas, o porque no sostengan su opinin con empeo, lo har sin pasar ms adelante, siendo preciso tener la conviccin de no separarse a mayor distancia de la frontera de Cerro Largo, que queda poco guarnecida para cualquier caso que pueda ocurrir. El estado que espero de la tropa con que Vd. se hallar cuando se le rena don Jos Rondeau, me impondr de lo que falta para el completo de 400 hombres, segn se lo tengo prevenido, para determinar los medios que puedan elegirse parla su completo, que -es cuanto por ahora se me ofrece prevenirle para su cum|plimiento en la comisin que est a su cargo. Buenos Aires, 29 de diciembre de 1801. '^ (1) Esta nota oficial, dirigida por el virrey al (comandante principal de la frontera, indica con bastante claridad los puntos ocupados y los que deban serlo en los territorios espaoles, suscitndose necesariamente dudas mientras no se procediese al trazo de la lnea
:
isii
(1)
l6l
Pero hay nn hecho que aparele evidente, y es que no se acusa a las autoridades espaolas de invadir el dominio de Portugfal, mientras aquellas autoridades r^econocan que se haban avanzado sobre -el territorio espaol despus de 1801, y por ello reconocieron el deber de proceder al desalojo. Este es el derecho, pero el hecho es que avanzaron y adelantaban las poblaciones siempre que no hubiera fuerza que los contuvi*?e: ^' Punta de los Ceibales, 31 de diciembre de 1804. Al seor virrfey, marqus de Sobremonte.
divisoria.
al Yaguarn he sabido ciertamente que los portugueses tienen parte de las milicias sobre las armas, y la restante con la orden de estar prontas para el primer aviso, y que el brigadier Mrquez se halla con artillera en el arroyo Grande, bien que dicen que ha sido con objeto de estar a la mira de mis operaciones, v ya sea este u otro el motivo, lo pongo, etc. Francisco J. de Viana.'* (1) Los antecedentes que dejo establecidos, apoyndome en la con-espondencia oficial, comprueban que despus de la guerra de 1801 los portugueses avanzaban sobre los campos espaoles, aprovechando que stos no estaban poblados. Esto hizo preciso las medidas de ocupacin y poblacin, ordenadas por el virrey al coinandiantie Viana y, desde luegoi, todo iaiviance hedho poi* los portugueses despus de 1^, guerra de 1801 fu doloso y no puede sostenerse, porque no se trata de territorios que pertenezcan al primer ocupante. En cuanto al avance sobre el territorio espaol cuando la guerra de 1801, tampoco da ttulo de dominio, aporque la ocupaicin militar durante una guerra no ida la propiedad, si sta no es reconocida en el tratado de paz, y en el de Badajoz la sola modificacin de las fronteras se hizo en Europa y en contra de Portugal, que no pretendi que se le reconociese el dominio sobre lo que haba ocupado sobre los dominios esj^aoles en Amrica. Queda, pues, la cuestin de dominio regida por los tratados de 1777 y 1778, y es con arreglo a ellos que debe discutirse la cuestin de lmites. El statu quo de 1804 fu convenido entre el marqus de Sobremonte y el gobernador y capitn gene:
Excmo. seor
A mi llegada
(1)
62
VICENTE
G.
QUESADA
Juan Roscio. Posteriormente, el marqus de Sobremonte propuso aclarar esa lnea, como consta de su bien fundado oficio de 5 de julio de 1805, diriral Francisco
gido
lal
exorno,
seor
Paiuilio
Jos
dia.
Silvia
Jiaimia.,
go-
bernador portugus de
la frontera.
comprenda con toda claridad la situacin y relaciones entre esSpaoles y portugueses, voy a reproducir el oficio que el virrey de Buenos Aires diriPara que
se
gi al coronel Francisco Javier de Viana, en 14 de septiembre de 1805. Dice: *'Las principales miras que este superior gobierno se propuso cuando resolvi la expedcin, icuyo manido iconfi lal celo y conooimiento de Vd., fueron el contener las usurpaciones que rpidamente hacan los portuo^ueses sobre nuestros territorios hacia la parte meridional del Ibicuy a la sombra de su idieisip'oblaciin, ell obligartliei^ la ideisiailoiar aquellos campos, y el reprimir la osada y frecuentes irrupciones que cometan los indios infieles charras y minua11 es, sostenidos ^or los mismos portugueses. Por desrracia, las usurpaciones de stos se han extendido en medio de la ms profunda paz a mucho ms considerables i)or clones de terrenos que los que nos tomarV)n en viva guerra ya han ocupado los mismos puestos en que estaba resuelto el establecimiento del cuartel general y sus guardias avanzadas se han extendido por aquellas dilatadas campaas y cuasi llegan ya con sus poblaciones y estancias hasta cerca do Santa Ana por el Yarao. Para contener tan desmedidos pasos y facilitar el cumplimiento de aquellas interesantes miras con la presteza que exigen las circmistancias, vendran a quedar muy a tras mai)o los medios y fuerzas necesarias, si el cuartel genera] se interna a la parte meridional Tarariras y Pablo del ro Negro, entre los arroyos Pez, como Vd. propone. Por esta y otras graves consideraciones, despus de haber reflexionado la materia con toda la atencin que exige su importancia, y odo el informe de personas prcticas, he resuelto encargar a Vd., como lo ejecuto, que sin desatender la importancia de la frontera del "Yaguarn, pase eon la celeridad posible y reserva conveniente a que los fronterizos no trasluzcan sus designios, a ocupar el puesto donde antiguamente estuvo situada la capilla de Santa Ana, so;
;
1C3
bre la Cuchilla Grande, entr.e las juntas de los arroyos Tacuaremb, T\irapit y Quarey, que deber ser la gran guardia de la campaa por ahora y mientras se logre que los fronterizos desalojen los campos usurpacuidando dos, para tratar de la poblacin principal; Vd. escog'er paraje oportuno para resguardo de la caballada en los Tres Cerros o en Tacuaremb y de situar una guardia subalterna en Bato vi Chico en el concepto de que, para dilatar la lnea de aquella parto de la frontera y cubrir el ala izquierda de la gran
;
:
reservo -tomar idisposiciones oportunas, a fin de que, icon inmediaciin a la confluencia del. Ibicuy grande en el Uruguay, se funde una buena poblaciii de indios del departamento de Yapey, sostenida por
guiar dia,
me
laiquellas
milicias,
si
posible
prevengo al seor gobernador de los pueblos guaranes, que tambin se pondr de acuerdo con Vd. por la comisifi con que se halla. Asimismo encuentro conveniente que desde Santa Ana vayan adelantando las partidas hacia el Ibicuy cuando se pueda, y a proporcin de lo qae se consiga del gobierno portugus, cuya contestacin est pendiente, porque no ganen ms terreno en esa campaa durante la cuestin..." (1) Esta nota oficial de 1805 establece -el hecho fundamental ''de que los portugueses han hecho rpidas
lo
como
u^urpRciones sobre los territorios hacia la parte meridional del Ibicuy." El virrey lo repite con angustia "Por desgracia, las usurpaciones de stos (los portugueses) se han extendido en medio de la ms profunda voz a mucho ms considerables porciones de terrenos' que los que nos tomaron en viva guerra." Ahora bien; esta usurpacin clandestina "y dolosa en medio de la ms profunda paz, estas usurpaciones a la sombra de la despoblacin de las campaas pueden nunca jams ser ttulo hbil para adquirir el dominio? Apelo al testimonio del ms apasionado de los enemigos del derecho, y seguro estoy que nadie se atrever a fundar \in ttulo en la usurpacin y 1 fraiud'e, violianidlo la buena fe de la nacin limtirofe, que, en mediiio de lia ims profinida paz, no poda suponer que ocultamente invadie(1)
164
VICENTE
G.
QUESADA
sen sus fronteras, para pretender despus que esa dolosa usurpacin es ttulo
que justifique
el uti possidetis
actual.
Al penetrar en la historia de estas relaciones, mi nimo no es hacer cargos ni excitar? odios, sino averiguar las fuentes del derecho histrico. En efecto, basta para convencedse de esta necesidad palmaria, el principio brasilero del
iit
camente a cubrir el dolo de unas usurpaciones incalificables. El nico principio que la buena fe y la razn puede aceptar es el iiU possidetis juris, es decir, la posesin con ttulo, porque es la nica que garante la estabilidad legal de las propiedades linderas.
Ms
nar un principio inmoral: ms franco y leal sera ceel derecho histrico, tomar como base de discusin los hechos existentes y, para darles la subsistencia legal, justipreciar con equidad venel valor de las acciones o derechos controvertidos der el territorio usurpado. Pero lo que no tendra disrrar toda discusin sobre
;
punto del
litigio
en presencia de las usurpaciones que ha consumado el fraude y el dolo. Esto no sera prudente, decoroso ni
equitativo.
La paz de
ya no
moda
la di-
plomacia maquiavlica hoy, en esta poca de libre examen, en la cual la prensa analiza y discute desde los tratados internacionales hasta la vida privada de los hombres pblicos, pienso que es mejor marchar abiertamente y decir la verdad, sin temor y sin cobarda, para boisciair, en presencia de la realidiaid, soluciones prudentes y equitativas, que no sean futuros grmenes de disicordia, sino por el icontrario trianisiaiciciones radicales,
nnie,
airmoniziaiid
los
intereses,
no puedan
jiaic-
tarse de vencer ni de ser vencidos, sino de saber dar solucin racional a los conflictos del derecho y del inters de las naciones. He estudiado estos antecedentes, y estoy profundamente penetrado que dentro y fuera del pas, dados
los
165
slo
buscaran
los
medios
de
legalizar
lo
existente.
Cmo? Parceme tan sencillo el remedio, tan equitativo y tan prudente, que creo que enunciarlo bastara para que fuese aceptado. No es "posible pensar en una
solucin que contente a todos, sino en conciliar el derecho y la moral con los intereses que han creado los
hechos subsistentes. Profeso la creencia que la paz de la Amrica del Sud reposa en la armona entre el imperio y la repblica, y sostengo que esta- armona tiene por fundamenide la monarqua y dje la repiblica; cambio de gobierno en el Brasil sera el princique cambiara la pio de una revolucin continental, geografa poltica, cuando se necesita, ante ^odo y sobre todo, de la paz para aumentar la poblacin y la riqueza; pues toda guerra no slo idisminudir lia poblacin nativa, alejando la extranjera, sino que la crisis m.ercantil que producira arruinara a las clases conservadoras de ambas naciones. Entonces, pues, no es por el camino de la fuerza que debe buscarse la solucin del conflicto de derechos territoriales, sino por medio de la transaccin pacfica, que consolida y armoniza. Esta sera la direccin que con franqueza debera darse a las cuestiones internacionales, mientras no est en ellas comprometida la honra nacional.
to la conisierviacin
que
el
CAPITULO SEGUNDO
LA POLTICA BRASILERO-SUDAMERICANA
El Paraguay y el Brasil
Brasil, representado por Jos Mara da Silva Paraiihos, y la repblica del Paraguay, por el seor Jos Berges, firmaron en Ro de Janeiro a 6 de abril de 1856 una convencin que estipulaba el nombramiento de pienipotonciarios, dentro del plazo d& 6 aos, piara que examinen de nuevo y ajusten definitivamente la lnea
El imperio del
divisoria entre
el
ambos pases:
el
'*Art. 2."
Queda entendido,
respeel
en cuanto no se celebre
artculo antecedente,
Es un
de
statii
debate, bajo la
la celebracin
Pero a esta convencin precedieron una serie de eonerencias que es importante estudiar. Berges, en la conferencia del 9 de marzo de 1856, puiso al debate el tratado de 27 de abril de 1855, iimado en la Asuncin y no aprobado por el Brasil, y para facilitarlo propona la sustitucin de dos artculos relativos a la cuestin de lmites, as concebidos
'
'
Art.
'i
concuerdan en que se difiera y aplace la cuestin de lmites, obligndose a nombrar, lu'^gQ que lo permitan las circunstancias y dentro del plazo de este tratado, sjomisarios que reconozcan los terrenos contestados, levanten planos y expresen su juicio y opinin siobre las razones que alegan los gobieimos contratantes, a fin d'e que icon eisitos conocimiento, se pueda establecer pacfica y amigablemente los lmiites de ambos eisitados. Art. 22 Queda convenidlo que miemtrais no llega el caso de establecer diefinitivameinfte el arreglo de lmites, los gobicrnois diel Brasil y Paraguay no establern, ni consentirn que sus sbdiitos hagan nada que sie
altas partes contratantes
rpbas
parezca a ostablecimiento, ocupacini o posesin del terreno litigioso en la margen izquierda del ParagUiay, ni en la derecha del Paran".
JO
VICENTE
G.
QTJESADA
Ninguna
t:ido
i(/S
de amistad, comercio y navegacin, pero respecto a dos artculos adicionales sobre los lmites, que dejo
mianif Cist el plenipoteniciario bnaslero qnie cuestin deba discutirse separadamente, y en el caso de ser imposible el ponerse de acuerdo sobre una linea divisoria, entonces nicamente sera la ocasin de discutirlos, y en consecuencia, present un proyecto de tratado de amistad, comercio y navegacin. En la conferencia de 12 de marzo del referido ao, se entr ya en la discusin sobre la cuestin de lmites. El Brasil haba iniciado por medio del encargado de negocios Felipe Jos Pereira Leal, despus por el enviado extraordinario Pedro Ferreira Oliveira, y la ltima vez
tiian&cnip'tos,
rta
por lel ultimatmn de 8 de julio de 1855, que tena por nico objeto, segn la declaracin del plenipotenciario brasilero, instar por la pinonuta sollucin id'e um negocio que
interesa a ambos pases, estableciendo el mximum de las concesiones del Brasil para el reconocimiento definitivo
El territorio de lmites. Esa propuesta era la siguiente del imperio del Brasil se divide del de la repblica del Paraguay por el ro Paran, desde donde comienzan las Xjosesiones del Brasil, y por l arriba hasta la confluencia del Iguatemy, siguiendo por este ro arriba por el afluente principal (dejando al norte su confluente Escopil) hasta sus ms altas vertientes, y de ah por la lnea ms corta hasta llegar a lo alto de la sierra Maracaj, que divide las aguas del Paran del Paraguay. Sigue por las cumbres ide diichia stierra, siendo las ventieaites 'del (este idteflj Brasil y las del oeste del Paraguay, hasta llegar a las primeras vertientes del Apa; desciende por este ro hasta su confluencia con el Paraguay, desde donde la margen izquierda, u oriental, pertenece al Brasil, y la derecha, u occidental, a la repblica del Paraguay. De la confluencia del Apa sigue por el Paraguay arriba hasta la Baha Negra, en donde las posesiones del Brasil ocupan ambas mrge: '
nes del Paraguay '\ "Esta fu la lnea divisoria que propuso el Brasil y que sostiene ahora nuevamente. Los principios que sirven de base a este deslinde, son los mismos, dice el plenipotemciardio braisilero
^que
ha
observiaido
en
la^s
cuesitliones die
1."
el
HISTORIA DIPLOMTICA
uti possidetis;
I
ATTNO-AMERICANA
fjl
2 las e&tipsuilaicioneis celebraidias entre lais coronas de Portugal y Espaa, en aquellas partes en que ellas no sean contrarias a los hechos posesorios, y esclarezcan las dudas resultantes por falta de ocupacin efectiva. Si estas bases fuesen rechazadas, ninguna otra habra sino la fuerza o la conveniencia de cada pas". La doctrina de derecho internacional que sostiene Jos Mara da Silva Paranhos, es la regla jurdica del uti possidetis, principio de derecho pblico latino-americano; pero este principio tiene o debe tener, segn su opinin, dos excepciones fundamentales: los tratados celebrados entre las coronas de Espaa y Portugal, que reconoce vigentes esta vez, cuando el Brasil ha sostenido en las discusiones con Bolivia y Venezuela que esos tratados haban sido abrogados, y que slo puieran revivir por un pacto nuevo que les diese fuerza y subsistencia. Esta vez, los tratados sirven de ttulo en los territorios no posedos, pues en
los
aun cuando sea contrario el texto de aquellos tratados. Llamo la atencin sobre esta materia importantsima, y
sobre la doctrina contradictoria que los negociadores brasilieros han sostenido en las cuestiones de lmites con otras repblicas. Esta falta de fijeza en los principios de derecho, es verdaderamente sorprendente en un pas de las tradiciones parlamentarias del Brasil, y coloca a su diplomacia en la forzosa situacin de sostener el pro y el contra ora la abrogacin absoluta de los tratados celebrados entre las antiguas metrpolis, ora su vigencia y la
:
el hbil
nsigoeiador braisilero. ''El gobierno dice como el de la repiiblica, que los tratados de lmites
imiperial reco-nocei
concluidos entre las dos metrpolis, Portugal y Espaa, se deben considerar rotos y de ningn valor, porque nunca fueron llevados a efecto, por las dudas y embarazos que por una y otra parte surgieron en su ejecucin, y por efecto de las guerras que sobrevinieron entre las mismas
metrpolis".
tratado de 1750 fu revocado por el de 12 de febrero de 1761, a cuyos actos subsigui la guerra de 1762, que termin por el tratado de Pars de 10 de febrero de 1763. Siguise luego el tratado preliminar de
el
Expone que
1.0
tuvodicela misma
suerte
172
VICENTE
Q.
QUESADA
laqfuel ra,tifi<iair en grian piarte. Expresa dudas surgidas en este ltimo reconocimiento que las de las fronteras fueron causa de que no se llevase a debido efecto, y por fin la guerra de 1801 lo anul para siempre, ^segn su opiniin' ^por icuanto el tratado dle paz de Badajoz, de 6 d-e junio del misim'o ao de 1801 no ilo
deil idle
1750, que
restableci
ni
mand
-cjj.e
ante hellum. La doctrina sostenida por Paranhos no es recibida en ios trminos en que l la plantea; pero sea o no que se consideren abrogados sus tratados, conviene que tenga er-. cuenta las opiniones contrarias. "Algunos publicistas admiten que los tratados anteriores dice Bluntschli entran en vigor si no han isido confirmados por el trano tado de paz. Esta opinin se refiere estreciamente ai antiguo error de que la guerra suprime y abroga todas las convenciones anteriores concluidas entre los estados. Pero la paz no instaura un derecho y relaciones enteramente nuevas; no es sino un anillo en la cadena de la historia. La paz no es la fuente originaria de los derechos constituye una faz del desarrollo del derecho existente entre los dos pases. Las relaciones interrumpidas un momento du-
con
el
restableci-
Conviene apoyar siempre la teora del derecho internacional con la historia. "Un conflicto clebre se suscit, por ejemplo, entre la Inglaterra y los Estados Unidos de la Amrica del Norte, con motivo de la pesca costera en las aguas inglesas de la, costa americana. Por el tratado de 1783, la Inglaterra haba acordado a los pescadores de los Estados Unidos el derecho de ejercer su profesin sobre las costas inglesas de la Amrica con el mismo ttulo que los pescadores ingleses, y de servirse con este objeto de los golfos y bahas aun inocupados. Este tratado qued en silencio cuando la paz de Gand en 1814". La Inglaterra sostena que esta concesin, que importaba un privilegio, haba sido abrogada por la guerra, puesto que no haba sido ratificada a la conclusin de la paz. Estados Unidos, a su vez, sois<tena que el triaitado reconoca a^i'^tiguos derechos, y no haba creado un derecho excepcional, que tales derechos no se extinguan por la guerra; que la paz lo haca revivir en pleno vigor. El conflicto termin pn 1818 por la concesin del mismo privilegio. Bluntschli
173
cita
y enumera las condiciones para que los tratados sean 'brogados por la guerra, y profesa como regla general, que la guerra no extingue las obligaciones y pactos internacionales. (1)
"Si por
de acuerdo
eini
ello,
.contina,
con
el
gobierno imperial
lal
lest
este piunto
el da
repiblicia., entiiea:ijdle
tambin que
de esos tratados, como base auxiliar, para verificar lo que era territorio de Portugal y lo que era territorio de Espaa, as como tambin las alteraciones que el dominio de una y otra nacin sufrieron con el correr de los aos y de los acontecimientos. En los lugares en que uno de los do'S esi^iaidos iciuestiona el dominio idel otro, y leste no est asignado por la ocupacin efectiva o monumentos materiales de posesi?!, aquella base auxiliar aclara la duda y puede resolverla perentoriamente." (2) El raciocinio es capcioso los tratados fueron anulados, no tienen valor, segn l; pero lo tienen y deciden perentoriamente la duda, en los territorios en que no hay posesin efectiva. No es posible esta dualidad de la nulidad y de la vigencia, segn el caso lgico sera pactar, '"iue esos tratados servirn de ttulo de dominio para el deslinde, respetando empero las modificaciones del uti j)Ossidetis actual. Pero si se sostiene que son nulos, mal puede drseles fuerza decisiva para resolver la duda donde no haya posesin efectiva. Indudablemente es que, si se consideran nulos los
es preciso recurrir a las estipulaciones
: :
tratados celebrados entre las metrpolis, y no hay posesin efectiva cul sera el ttulo que decidiese del dominio? Dirse que el nuevo tratado que celebren los estados hispano-americanos y el Brasil; que el ttulo sern sus mismas clusulas y que para i)racticarlas puede ocurrirse como base auxiliar, como antecedente histrico, como lautoridad moral, a los mismos pactos cuya nulidad se reconoce, pero en ello no hay lgica ni exactitud. Llama la atencin que todos los diplomticos brasileros
is/us
tados celebrados entre Espaa y Portugal y por el contrario, todos los publicistas hispano-americanos, y muchos
Le doit international codifi, par Bluntschli. Anexo ao Rclatorio de Ministerio dos Negocios Estrangeros de 1857 I V. en folio 2 columnas de 76 pginas con un mapa,
(1) (2)
pgina
22.
iy4
VICENTE
G.
QUESADA
de sus gobiernos, sostengan y defiendan la vigencia de &os mismos tratados. Qu inters preconcebido hay en esta doctrina contradictoria? Su vigencia perjudica al Brasil ? i Favorece a los estados hispano-americanos ? Pero la conveniencia no influye en su nulidad o vigencia, y este punto debe decidirse precisamente en toda negociacin, antes de entrar al fondo del debate, para no inducir en errores perjudiciales y en contradicciones que parecen
Hialiciosas.
Si en todas las cuestiones de lmites entre el Brasil y las repblicas bispano-americanas se ha debatido este punto por qu recurrir siempre la las estipulaciones de sus tra.taidios? Rfesuelven o no resuiel'ven la:s cuestiones d'c lmites? Si lo primero, por qu no pactar que esos tratados sern la regla que decida esas controversias, modificadas sus estipulaciones, si as se pacta, por el uti pos,
que es la auntbiiJcn, bnaisilera, ttriunfante eo los tratados con Bolivia, el Pera y Venezuela? De esta mianera se isabra con toda iclaridad que el uti possidetis actual modificaba el deslinde de los tratados, y la "aerificacin del hecho posesorio dara resueltas todas las dificultades. Pero se dice que esos mismos tratados produjeron tales dudas que hicieron imposible la demarcacin; entonces, es ineficaz recurrir a ellos, porque sera reproducir las mismas dudas para obtener el mismo resultado que obtuvieron las metrpolis. No puede suponerse que el uti possidetis actual tenga la virtud de resolver todas las dificultades, y que estas no ocurrieron en los territorios no posedos ni por las metrpolis ni por los estados nuesidettis aetiuail,
vos e independientes.
que fuere, esta manera artificiosa de soistener el idebate por los diplomticos brasileros, ha causado siempre las naturales desconfianzas de una doblez m'aliciosa, y, comprometiendo la fasma de su lealtad, 'diefi-
Sea de
ello lo
eulta todo arreglo ho^ia fide. Creo, pues, preferible establecer con leal franqueza los principios, y luego aplicarlos con equidad, sin la mira
de aprovechar de las argucias para obtener deslindes faNo interesa al Brasil disputar pedazos de terri'torios desiertos, cuando tantos y tantos tiene dentro de
vorables.
los garandes lindios del vasitsiimio
miperio.
Para buscar una frontera estratgica, slida y con lmites arcifinios, no debe recurrirse a los amaos de una
75
embozo neen vez de trazar lneas divisorias imaginarias, que hacen difcil
el
contrario
sin
gociarlos de
buena
su guarda, facilitan los conflictos de jurisdiccin y perturban las buenas relaciones de pases vecinos obteniendo por cesin o compra los territorios que posea sin ttulo.
:
Paranhos deca Al Brasil pertenece incontestablemente en la Amrica del Sud lo que perteneca al Portugal, con las prdidas y adquisiciones que ocurrieron despus de los tratados de 1750 y de 1777 y recprocamente a los es'tados connantes que fueron colonias espaolias, pertenece lo que era el dominio de esta nacin, salvo las alteraciones que seala el uti possidetis^\
* *
:
que invocan
Si el ttulo de dominio que invoca el Brasil, como el los estados hispano-americanos, es el del descuhrimienito y canqn istia, de suis' Tespietctivas' matr'nolis. es evidente que para deslindar cul era ese dominio hay forzosa e inevitablemente que recurrir a los ttulos, y
stos no son, no pueden ser otros, que los tratados que celebraron Espaa y Portugal y por lo tanto, por ms que sostenga que esos tratados fueron abrogados, no es v.osible emanciparse de sus clsulas para la demarcacin. Si se conviene en dar por abrogados los tratados cmo se averigua qu es lo que perteneca a Espaa y qu al Portugal? El uti possidietis puede aplicarse en la posesin efectiva ; pero en los territorios no posedos real y positivamente es preciso reunir a la posesin legal, el ttulo,
;
^,
este
no
es,
no
que
los
mismos tratados
La propuesta hecha por el Brasil no haba sido dispor lel Paraguiay, y el plerpotenciario brasilero
paraguayo.
Berges expres que, antes de entrar al fondo del deque Paranhos tuviese a bien manifestarle los fundamentos de su gobierno para trazar la lnea divisoria por el Iguatemy, sierra Maracaj y ro Apa.
bate, deseaba
su consecuencia el minisltiro birasilero expuso que en la nota d'e 8 dle junio de 1855 estaban mianif estados sus fundamentos, que eraai ia aplicacin de los principios de derecho que acababa de indicar que la lnea del Igua;
En
temy y
del
Apa
es
conforme
al uti possidetis,
y que
con-
176
sidieiiaba,
VICENTE
Gi
QUESADA
en preseinicia diel traltiado ide 1777, o de 1750, es ins favorable a la repblica que al imperio.
''El seor plenipotenciario paraguayo comenz observando que todas las consideraciones que el seor pleiDjipioitenciario brasilero liaca derivar de los dos antgiuos tratados eran de ningn valor, desde que el Brasil, as
como nada
los tenan por caducos y nulos. Que adelantaba invocndolos en la presente cuestin, tanto ms cuanto que en vez de aclaraciones suscitaban dudas, como lo probaban las controversias entre las cortes de Espaa y Portugal. Que, admitiendo el gobierno de la repblica, y admitiendo tambin el gobierno imperial la base o principio del uti possidetis, era en la aplicacin de este principio que se deba^ buscar la solucin de la cuestin". Por esta razn era que su gobierno juzgaba indispensable el nombramiento de comisarios que examinasen los territorios disputados, verificasen las po-
la repblica,
se
sesiones o monum'entos ide uno y oitro pias, y, ooni leistois antecedentes, proyectasen la lnea divisoria. Pues de otra
manera
ticos.
tiene la discusin
Continu Berges de este modo Que, en tanto que el examen propuesto no demostrase lo contrario, su gobierno sostena que la divisoria entre los dos pases no poda ser otra sino, del lado del ro Paran, el ro Yoin}:eima o Igarei, y del lado del ro Paraguay y el ro Braulio, que corre al norte del Apa, unidos estos dos ros por
'
las sierras
Amambay
El pienipoitenciariio ibraisiiilero pirieguntle entonce, si del lado de la margen derecha del Paraguay aceptaba como lmite la Baha Negra, y cules eran los fundamenque basaba el derecho al territorio desde el Iguatemy hasta el Yoinheima, y desde el Apa hasta el ro Branco si all haba poblaciones, monumentos de posesin
tos en
:
efectiva.
El plenipotenciario paraguayo manifest que nunca hubo cuestin en cuanto al lmite de Baha Negra, en la margen derecha del Paraguay, que la controversia era sobre la frontera comprendida entre el Paran y la mar* gen izquierda del Paraguay. DeclaT que el gobierno del Paraguay no tena poblaciones ms all del Iguatemy ni
77
ms all del Apa, pero que hubieron all poblaciones espaolas, citando el fuerte Olimpo, antes llamado Borbn, entre el Apa y el ro Blanco, que est sobre la margen
derecha del Paraguay: que
ese fuerte fu un antiguo establecimiento espaol, y el territorio fronterizo est ligado a ese establecimiento, que entr al dominio de la
repblica despus de la ind-^ppudencia; que as lo consider el gobierno paraguayo, por cuya razn en 1850 manla (Oieup'acin brasilera del cerro Pan idie Azcar, y que fu en efeicto idesalojada a viva fuerza que no estando conformes uno ni otro gobierno en cual es el uii possidetis, insiste en el previo reco;
nocimiento de
los territorios
por comisarios."
controversia estaba, pues, limitada a la lnea del Yoinheima y djel ro Blanco, puiestio que ein cuianto a Baha Negra haba conformidad. Conviene empero que me
La
detenga en
la discusin sobre la inteligencia del principio del uti possidetis, y sobre la vigencia o no vigencia de los tratados entre las coronas de Espaa y Portugal, por el
carcter general que envuelven ambas fases de la cuestin y su aplicabilidad en las cuestiones anlogas con los
otros estados linderos con el Brasil.
Paranhos contest a Berges, que este no admite que el Brasil invoque las antiguas estipulaciones habidas entre las dos metriDolis, porque el tiempo y las guerras las rompieron y anularon quiere que el uti possidetis, y solamente el uti possidetiSf isea la base ii^guiladora idie la lnea divisoria entre los dos pases: que est de acuerdo en cuanto a la invalidez de los antiguos tratados y en cuanto a Ja adopcin de. la base del uti possidetis, puesto que sta slo beneficia a la repblica, visto que por ella nada gana el imperio con relacin al pasado, sobre la frontera de que se trata. Cmo, pues, reconocerr sobre el terreno el dominio de uno o de otro estadoen el territorio que se
'
extiende
de sus poblaciones o establecimientos, en los puntos extremos en que no se hallen pruebas materales de su posesin? Los antiguos tratados ofreceran una prueba clara y evidente, y es para llegar a este reconocimiieno que el gobierno imperial entiende que es preciso recurrir a lo que fu reconocido y firmado por las cortes de Espaa y Portugal". He aqu cmo el plienipoitienciaTO brasilero se erfoirsaba en sostener la autoridad de los tratados, como la
all
ms
178
VICENTE
G.
QUESADA
prueba clara y evidente de los dominios respectivos, y cuando el imperio trataba con Bolivia, con el Per, con Venezuela, entonces no consenta en que se invocasen ios
manera de sostener la nulidad siempre? Paranhos lo hace possideUs era favorable a la repblica por ello, cuando Berges, aceptando la teora brasilera, se atena a la exclusiva aplicacin de este principio, el negociador brasilero apelaba a los trase explica esta
la
prueba clara y evidente ahora, y antes y siempre juzgada como un semillero de dificultades. Me detengo en estos detalles para mostrar el peligro de que una nacin sostenga el pro y el contra, en principios y doctrinas cuya verdad no puede ser apreciada sino en absoluto, porque la escuela diplomtica acomodaticia, de que Chile ha dado en la Amrica tan perniciosas lectados, a esa
ciones, es
todo,
una escuela desacreditada y peligrosa, sobre para un gobierno hbil y serio como el del Brasil.
vez, todas las ventajas
en el debate estaban del lado del plenipioteneiario paraguayo, que, lacepitando el principio de uti possideUs, quera aplicarlo leal y lgicamente len todas isfus conseeueneiais, eHminiando, como medio de solucin y aun como base auxiliar, tratados internacionales que previamente se reconocan anulados. Pero encontrbase sin solucin posible la pregunta que haca donde no hay posesin brasilero: el plenipotenciario efectiva, qu regla jurdica servir de criterio para el deslinde? Era evidente que sobre el terreno mismo los comisarios demarcadores nada podran resolver; porque lio teniendo ttulo de dominio ni posesin efectiva, no ocurrira el medio equitativo de hacer la divisin territorial. El plempoitienciario brasilero deca con juisitiicia no
:
Esta
dominio de la repblica y el del imperio, conviene remontarse al origen de ese dominio, toda vez que las ltimias poblaciones o establecimientos de una nacin no se hallan en contacto con los de la otra, y estn separados por terrenos an despoblados, por su naturaleza, por la falta de poblacin o por otras causas que es excusado ejiumerar. La Tepbltijea diel Paraguay no poda heredar de su metrpoli un derecho ms extenso del que esta posea; ms all del territorio que perteneca a Espafa no puede pretender, sino lo que efectivamente
el
entre
"Para
decidir la controversia
79
bubiera tomiaido al dominio po'ntogfus, hoy brasilero. El en el mismo caso relativamente al territorio que en esta parte de Amrica perteneci a la corona de Portugal. Veamos, pues, cul era el derecho de Portugal, y icul el de Eispaa, sobre el territorio hoy disputado entre el imperio y la repblica. Este examen~clara la cuestin, y la resuelve con la mayor evidencia. El tratado preliminar de lmites de I.** de octubre de 1777 describi la frontera en cuestin en los artculos 8 y 9, que son cppias de los artculos 5 y 6 del tratado de 13 de junio de 1750, con ^Igunas explicaciones indicadas por las exploraciones que hicieron los demarcadores de este* ltimo tratado".
i^rasil est
la
cuando el plenipofteniciario bnaslero haba oomienzado- el por sostener la completa y absoluta abrogacin de los tratados de 1750 y de 1770, en tanto cuanto alterasen
el uti possidetis.
Ahora se vea forzado a recurrir a ellos, a sostener cuando menos su autoridad moral para resolver icon evidencia ^como l deca, icul era el itieirritorio sipaol y icul el p'Ofrtugus, que en aquiel diebate dispu-
taban
el
Paraguay y
el Brasil.
mo
que
''El tratado de 1777 dice Carlos Calvo fu el ltique se celebr sobre lmites en el continente america-
es
bien
puso trmino a
piairte
de
relativa al meridiano, con linmeinsa Portugal, dej sin embargo grmenes proventaja para fundos de futuras desavenencias. Los nuevos estados his3 siglos en la
p ano-americanos deben a la insaciable codicia de los lusitanos esa pesada herencia, no obstante los vastsimos tedritorios absorbidos, cuyo dominio ostenta el gran imperio del Brasil, y que haban sido comprendidos hasta entonces en los de la monarqua espaola". (1) Esta tendencia absorbente es el peligro que trae todo debate sobre lmites entre los estados hispano-americanos
el Brasil.
El mismo negociador espaol del tratado de 1777, conde de Florida Blanca, en una Memoria que pias a
Coleccin histrica de los tratados etc., Amrica Latina (1) Tomo 7. o, Pars 1865. Es sumamente imporpor Carlos Calvo. tante que se tenga presente el Repertorio de Manuscritos inditos, se encuentra en el tomo 10." de esta coleccin.
8o
\'TCENTE
G,
QUESADA
convencin de 1777 y el tratado definitivo qne la sigui, V. M. pudo adquirir esta Colonia (la del Sacramento), quedndose sin embargo con el Ibicu y el territorio cedido en el Paraguay, y extendi los lmites de sus estados hasta el lago Merim, desde el sitio de Castillos Grandes, a que qued reducido por el tratado de 1750, y adquiriienciio diel laidio djel Mia-iiann y del ro Negro todos los territorios necesarios para asegurar los estados de esta corona. Los que no conocen los verdaderos inteineses de la monarqua y que no suean sino en adquisiciones a cualquier precio, sin darse cuenta SI son o no de utilidad real, han censurado las condiciones ae nuestros ltimos tratados; nos han vituperado de haber abandonado la ciudad de Ro Grande con la laguna de los Patos, y devuelto as la isla de Santa Catalina, que habamos conquistado, sin considerar que no podamos conservar a Ro Grande contra el tenor del tratado de Pars, y que el mismo general Pedro Cebalios, que se haba apoderado de esta isla, la representaba sin utilidad para nosotros. .. " (1) Estos tratados, pues, suscitaron las pasiones desde la poca de su celebracin. C'onvenie, pues, que se teniga
S.
le
M.
deca:
''Por
la
a h,
visita los
artcelos citadois
por
la
el plenipotenicd;ao
traducir por no tener a la mano el texto espaol: ''Art. 8. Quiedandio ya demarcados los dominios de ambias icoronas hajsfta la entrada del ro Pequir o Perip-guiaa, en el Uruguay, convinieron lats dos altas partes iconifcriaitanties en que la lnea divisoria iseguir aguaos arriba el dicho ro Pepir-guaz hasta siu origen prdncipal y desde ste por lo ms alto del terreno, tcon airreglo a las reglas dadas en el art. 6., icontinuar a encontrar las corrientes del ro San Antonio, que desbr'aisilero, los
emboca en el grande Coritiba, por otro nombre llamado Tguaz, sig^uiendo ste aguas abajo hasta su entrada en el Paran por su margen oriental; y continuando entonces, aguas arriba del mismo Paran, hasta donde l se junta al ro Igurei por su margen occidental. Art. 9'.'' De la boca o entrada del Igurei seguir la raya aguas arriba do ste hasta su origen principal, y desde sta se tirara una lnea recta por lo ms alto del terreno, con sujecin a lo pactado on el art. 6., hasta llegar a la cabecera o veril)
el 6
Memoria de
de noviembre de 1781.
l8l
desage en el tonces bajar la raya por las aguas de este ro hasta su entrada en el Paraguay, desde cuya boca subir por el canal principal, que deja este ro en tiempo seco, y seguir por sus aguas hasta encontrar los pantanos que forma el ro, llamados laguna de los Xarayes, y atravesar esta laguna hasta la boca del ro Jaun''.
Tenemos, pues deca Paranhos que las corona de Portugal y Espaa reconocieron, tanto por el tratado de 1750, como por el de 1777, que la frontera de sus posesiones entre el Paran y el Paraguay era, del lado del primero >die esitois "ios, siu lafluen/je el Igurei, y, del iLajdp' del otro, la contravertiente ms prxima del mismo Igurel. La linea tirada por lo ms aito de la sierra que divide las aguas de los dichos anuentes completaba la frontera".
**
de la vigencia de este tratado, el plenipotenciario brasilero e detiene ne demostrar la razn de las desaveneneias que suscitara la duda de cul era el ro Igurei, a que se refiere el tratado de 17 O hace a hiisrtoria de ias clesavenenciias de iois demarcadores y por qu se suspendi la demarcacin.
se partiese
Como
de
la baste
Al demarcar
la lnea diivisoria
con arreglo
al trata-
do de 1777, la corte de Madrid /expidi instruoeiones al virrey de Buenos Aires, en 6 de junio de 1778, en las cuales se dice que unidas las icomisiones espaolas y portuguesas "en la boca del Teferido Igatim (Iguatemy), han de empezar en ste su demarcacin, tomndole por lmite (pues no hay ro alguno que s.e conoidea eu ei pas con el nombre de Iguray, y el Igatim (Iguatemy) es el primero eaudaloso que entra en el Paran por su banda occidental, pasado e Salto Grande), y saliendo a su origen, se ve no distante de l las vertieaiites de otro ro que, corriendo al poniente desemboca en el ro Paraguay, en que es conocido por el nombre de Ipam, el
cual deber tomarse por lmite".
nuevas desidenoias, por opoy Azara, eomisario espaol, propuso trazar la lnea divisoria por el Iguatemy, sierra de Maraoaj y no de Aquidan, segn Paranhos; pero, aunque esta lnea favoreca a Espaa, sta resolvi por real orden de 7 de abr de 1782, que se observase lo
suiseit
Este acuerdo
X82
VICENTE
G.
QUESADA
por la iiLstnmcdn de 6 de juaiio de 1778, salvando empero la poiblacin de Concepoin. Las dos cortes se ocuparon de arregilar el trazo de una nueva lnea, punto en que los comdtsarios espaoles y portugue(S.es no podan conciliar sus pretensiones. Azara propuso una lnea divisoria tirada del ro Yoinbeinm, llamado tambin Monici, Tres Barras o T'res Boicias, y descendier al Piaraguay po^r el to Apa en sus vertientes ms prximas al Yoinieimia. El plenipotenciario brasilero pretende que Azara sostena que el ro Yoinheima se llamaba tambin Yiaguarei o Yaguary, y que .el Apa era lo mismo que eH Corrientes.
reisuelto
Paranhos, despus de criticar las pretensiones de Flix de Azara, dice que las ointes de Espaa y Portugal haban reconocido el uti possidetis de entonces como, la base die la demarcacin, y que, aun admitidae las pretensiones de Azara, los dominios espaoles no podan
'Cixtenderse
ms
all
del lmite
que.
ste
sealara.
De
aqu quiere deducir que la repblica del Paraguay no puede pretender otros lmites que aquellos, y en cuanto a las poblaciones espaolas m^ all de la sierra de Maraque record el plenipotenciario eaj y del Iguatemy paraguayo, stas fu-eron ;di'ce repelidas por los por,
tuigueses.
Obsrvese cuantas distinciones introduce en su argumentacin pretende ahora la implcita validez de los tratados de 1750 y 1777, louyo cumplimiento supone debe ser la regla del dasilinde, y en cuanto al uti possidetis, die la poca de Espaa, la desconocie, mentnas que sostien-e el uti possidetis 'actual. Se colocaba as en un terreno falso y peligroso, del cual nacan contradiccio:
nes palmarias.
puarto Borbn, funjd|aidb en 1792 por inpara evitar que los portusinuacin de Flix de Azara, gueses se estableieiesen ms para el sud por la mrgien occidental del Paraguay, 'donde ya tenan los estableciidice Piaranbos mientos de Coimbra y Albuquerque pero ese era un acto de posesin real, que evidenciaba el derecho paraguayo para que se aplicase a ese territorio el principio aceptado para el deslinde, deil uti possidetis; pues de otra mianera esite principio era meficaz, si haba que cuestionar el ttulo de la posesin y no el hecho posesorio, desnudo de todo requisito, que justificase el doRaspecito
idel
'
'
'
',
.iiinio.
''Si el fuerte
Olympo,- dice
el
plenipotenciario
"
183
propiedad y ip>siesin sobne Ha miairgeai derecha del Paraguay, contra los antiguos tiriatadois, e independientemente de ningn establecimiento sobre esta margen del territorio de que se trato, ma^eiio mas fundado sera el derecho del Brasil al territorio adyacente a su establecimiento de Ooimbna. Y por tianto, mcutettable el uti possidettis &l Brasil m^ all del Apia y del Iguatemy. Reiconocido, oomo lo fu, por la iciorte 'de Espaa, no puede ser hoy desconoeidot por el Pasraguay... Equivocado eistabia el negoiciador brasilero con esta aseveracin, pues fu piactaao entre ambas cortes que el Portugal demolera el fuerte Coimbra, y este hecho
brasilero,
'dice
fu alegado eoi la negociacdn entre Boliivia y el Brasil, con todo detalle. Como posesin alega el plenipotenciario brasilero el establecimiento (de Miranda, mas all 4el ro Apa, desde euyo estabieciimiento sostiene se ejerce polica en 35 leguas iredlondias; que los indios iguaiours, que por all habitan, son subditos brasileros, a <uyas lautoridades obeaeoen.
la
Recuerda que en 4 de octubre de 1844 se firm en Asunciion entre los pleniponteciarios paraguayo y bra-
tratado ide atuaaiaa, eomiercio, navegacin y l, miles, que le ratieao por el presidente de la repblica, y cita ei art. 35. "Las altas partes icontratantes se comprometen a nombrar comisarios que examinen y reconozcan los lmites indicados por el' tratado de San Ildefonso de I."* de octubre de 1777, para que, stegn l, se estabiezican los lmites definitivos entre los dos essilero
un
tados".
glo
sa!
que no fu perf eccioniada con airrea las practicas lilternaeionaLes, prueba que e(l Braha cambiado de principios para decidir las cuestiioEsta
esitipiuilacin,
nes de lmites, pues si entonces reconoca por el citado artculo la vigencia del tratado de San Ildefonso, como tambin lo sostuvo el encargado de negocios del Brasil acerca del gobierno de Bolivia, Duarte da Ponte Eibeiro, en 1837 y 1838 al reclamar la extradicin de algunios en el tratado dfe brasileros fundndose precisiamente demostrar en todos los 177 V ; despus se ha esforzado en debates que estas cuestiones han originado, que ese tratado y ei de 1750 haban sido abrogacios, y no podan bien ni invocarse sin revalidarlos por un nuevo pacto.
l84
VICETTE
G.
QTJESADA
explcitas fueron las declaraciones qoie hizo el ministro Pereyra Leal con motivo del tratado de lmites celebra-
do en'tre Venezuela y el Brasil, idiciendo: "El tratado de 1777 fu roito y annilado por lia guerra supervnente en 1801 entre Portugial y Espaai, y as qued para siempre, no siendo restaurado por el tratado de paz firmado en Badajoz, en 6 de junio del mismo ao". El mismo Paranhjos, en los pirotocolois firm'ados en 12 de marzo de 1856, sostuvo la abrogacin de esos tra tadosj doctrina que en 1839 sostena el vizconde de San Leopoldo en lel Instituto Histaico bnaslero, diciendo "A pesar de mi ntima conviccin de jams deberse admitir Citas argumentos, aeduciaoiS del tratado de 11 Vi, " por eonsdderario roto y de ninguu valor. Cmo se explica esta falta de consistencia en las doctrinas legales en materia tan ardua? Desde cundo se ha persuadido el Brasil que los tratados de 1750 y 1777 -esitan aorogaaosi? iNo io eaiuvo uianjao siu geme ipim. tico reclamaba en Bolivia en 1837 y 38 la extradicin, fundado en articiuLo -expreso de ese uataao; lampoco (. estuvo cuando firm su plenipotenciario el tratado- con el Paraguay en 1844, qu nueva luz ha alumibrado el aebate y na liecao e\iiaence la abrgacion La mismja mconisistencaa se encuentra respecto de los nuevos estaos. Boiivia sosituvo en Ibl y 3b la abrogacin de los tratados entre Espaa y Portugal. Ei Paraguay, en 1844 sostuvo su validez, y en 1856 su abrogaciion. V enezuela sostena )&u validez en 1852, como consta ^el informe de ia comisin de la emara de repref^Mantes sobre ei tratado de lmites celebrado con ei
:
Brasil.
De
cia,
que expresa la
la creenel minis-
tro brasilero sostiene la iciaidiucidad del tratado die 1777 porque favorece a. Vieniezuela; y ei' minisitro brasilero
Parannos retornaba el argumento en la negociacin con Berges, plenipotenciario paraguayo, diciendo que ste fiosLenia la aorogaeion de ese tratado porque en eiio ganaba el Paraguay. Quin y cundo est en la verdad? Es indispensiable, pues, eai esta materia, como en toda negociacin diplomtica, establecer los principios de derecho intenacional, para evitar dudas y allanar dificuLtad^es
85
EsP'aa y Poi^tii^al >stn abrog-ados, eis preciso declamrlo al cofn enzar todo debate sobre demarcacin entre los estados Mgpano-americanos y el Brasil. Si los tratados de 1750 y 1777 se considieran obli-^aSi los tratados celebrados por las coronis
ide
torios
As como, si se quiere modifijcarlos y acepitiar icomo^^ base del deslinde el nti- possidetis aictnal, con Drescindencia absoluta ide todo ttulo, preciso^ ser tambin esitablebleccrlo,
pero
esto
Arg'entina
one compromete la seriedad de iks negoci accione? diplomticas, como el crdito y la fama de tin gobierno, es sostener la validez de .estos tratados cuando favorecen, V sil abropracin icmiando iDerjudiiican pioirque entoncies, s paTndoise de los principios intemaicionales que rigen las relaciones de lo^ estados indiependientes, -estos quedan expuestos a las veleidades del inters y de la conveniencia, que con frecuencia se ion vierten .en los lamentables
lyo
;
abusos de la fuerza Be e^a veleidad ha ido vctima el Brasil y los estados bispano-americanos, subordinando con frecuencia los prncipios al inters, expioniendo do'ctrinas acomodaticias, y saliendo as de las condiciones que prest srian y dan aaitbriidlaidl imioral a un buen tratado de lmite, cuaindo las seculares controveirsias de lais antipnias metrpolis obligaban ms la hidalgua y la buena: fe de las nuevas nacionaes, para haicer desiaparecer las preocupaciones que ha engendradoi atquel debate y los odios internacionales na.cidos de las rivalidades espiaolas y portuguesas. El Brasil y los estados hispan o-americanos no pueden, no deben, no les conviene mantener ms esos celos,
cuando los intereses del icomercio y de la industria, as como la facilidad en los transportes y comunicaciones,
tiende a borrar las barreras intemiatcionales levantaidas por el monopolio colonial. La isolidaridad de las naciones en el desarrollo de la riqueza, aumjentando las producciones y el consumo que idaot vida al comercio, han hecho cani3a,r las tendencias de los igobiemos; y lo que
era intei^s espaol y portugus) en el siglo XVII y XVIII no es inters sud -(americano actual. Pero, si los negociadores y sus gobiernos slo se pro-
l86
VICENTE
G.
QUESADA
tiefrra,
ponen
dispuitajr ia]giinos
palmos d^
cia desdertos
elilo ora*
con frecuenpara
de la argneia, ora de la idebilidaid, del ^contrario, esas cuestiones de lmites se han convertido y se convertirn en lo futuro en largtaiS y lamentables guerras internacionales, como por desgracia aconteci entre la Reesta es siempre la pblica del Para^iay y el Brasil.
consecuencia de los que no subordinan istus ambicion-pJ! ad derecliio, die los que creen que todlo eis liaeedero cu'anldo el xito corona la piretensin. Bien, pues, no habiend'o el 'gobierno imperial aprobado el'ti^atado de amistad, comiereio y lmites firmado en la Asuncin en 1844, el gobierno del Paraguay envi en 1847 un plenipotenciario al Brasil, Juan Andrs Gelly, para negociar un nuevo tratado.
El proyecto que este present, contena los siguientes artculos: ''Art. 5.* Deside la barra del Iguaz en el
Pairan, el cauce o canal de este ri0i entre el imiperdio idel Braisil
ro'
Salto Grrande del mism'o ro Paran. Desde el Salto Grande -se tirar la lnea divisoria basta dar con la cumiibre de la siierra dc Amambay, que se halla en la parte derecha del ro Paran, y dicha lnea
el
raguay, hasta
continuar po'r la expresada cnmbre, como tambin por la sierra de Maracaj, haista las vertientes del ro Blanco, y continuar el curso de este ro hasta su "concuencia con el ro Para^guay, cuya conflaiencda se encuentra sobre la margen izquierda del ro Paraguay por la latitud de 20** y minutos, un poco ms abajo del fuerte paraguayo Olympo, antiguamente Borbn. Art. 6." Para evitar toda disputa y cuestin entre las autoridades sabaltemas y subditos de tambas partes contratantes, se conviene que el terreno que se encuentra entre ^l ro Illanco, designiado en el' lartculo lanterioir como lnea diviso.
ria,
el ro
bladla
por
la repblica
tro entre los territoriosi de ambos estados, para servir de separacin, sin que ninguna de la;s dos naciones pueda
ocuparlo con fortalezas, puestos militares, o establecimientos permanentes, de modo que ni los brasileros pasen sus establecimientos a la margen izquierda del ro Blanco a mayor distancia que la db dos leguas de la :r.rgen .de este ro, ni los paraguayos sus establecimien-
187
margen derecha del Apa a igual distancia. Art. Sin perjuicio de lo convenido en el artculo anterior, si en el terreno neutro se encontrasen bosques de palmas, maderas nobles, o canteras de cualquier especie, los subditos de ambas altas partes contratantes podrn beneficiarlos, previa licencia temporal por escrito, concedida por la autoridad local, comunicada con anticipacin a la autoridad local de la otra parte, con designacin del nombre del agraciado, nmero de hombres con que se proponga trabajar, y punto en que piensan trabajar. Art. 8.** Sobre la margen derecha del ro Paraguay, conocida por el nombre de Gran Chaco, la lnea divisoria de los territorios de ambas altas partes contratantes ser el arroyo o ro Negro, qtie desagua en el ro Paraguay un poco ms arriba del fuerte Olympo".
tos a la
7.".
Fundado en
el
da que el uii possidetis de -entonces no lles^aba ms all del Salto Grande en el Paran, el cual queda ms abajo del Iguatemy y arriba del Apa; y, por tanto, sostena que el gobierno paraguayo no poda volver sobre su propia confesin o reconocimiento.
Este proyecto fu sin duda aceptado, pues en 1852 Manuel Moreira de Castro fu autorizado por el gobierno de la repblica para negociar la modificacin del tratado de 1850, debiendo comprender el ajuste definitivo de lmites.
se firm en la Asuncin alianza con el imperio, y el prembulo un tratado de de este pacto es la exposicin de los fines que se tuvieron en vista al celebrarlo. ^'S. E. el presidente de la repblica del Paraguay y S. M. el emperador del Brasil, deseando concurrir con todos los medios a su alcance "nara la paz y tranquilidad del sud de la Amrica Meridional, que solamente puede ser asegurada por la conservacin del statu quo de las nacionalidades que la ocupan, y preservar las naciones que dirigen contra cualquier tentativa para atacar iSu independencia, invadir su territo-
El 25 de diciembre de 1850
rio, o
destruir su integridad y entendiendo que la alianza de los dos pases, y la unin de sus fuerzas, es el medio ms poderoso y eficaz para conseguir un fin tan justo, y que en nada ofende lois derechos de los otros estados coterrneos, concordaron, etc."
;
l88
VICENTE
G.
QTTESADA
obliga a oontnuiar inque la.s iKaciones extranjeras T'econoTjean la independencia del Paraornav. Era evidente que intervena y protega esta desmembracin del territorio argentino, eontra la voluntad del robierno enear^ado de las relaciones 'exteriores: promova as, segn sn conveniencia, el cambio de la geografa poltica
Poi' el
lart.
I.*"
el imiperio se
ipaiia
te rponien do
su influenciia
de la independencia,
tas,
y alentaba
lais
tendencias localis-
que nrodncan el fracconamiernto de los nnievos estados. Polti'ca de intervencin -nelis^rosa, aiie poda tornarsie en la disolaein del vaistsimo imnerio, apenas en convalecencia de la revolucin republicana d'e Tlo Orande. El aiit. 2.", es todava ms decisivo, y tiene un mvil agresivo y fijo. Dice ais: ''Art. 2.** El presidente de la reT)bliica del Paraguay, y S. M. eli em'pieTador del Brasil, se obligan a prestarse muJtua asistiencia y socorro en. teaiso en que la repblica 'o el imperio sean ataicados por la Confederacin Argentina, o potr su aliado el Estado Oriental, coadyuvndoisie mnituamente con troipas, armas y municiones. Se ba de enitender atacado uno de Iok estados, -cuando su territ'o<riio fuese invadido o estuviese en peligro inminente de serlo '\ El art. 14.** expresa, que el Parasruav ''coadyuvar mantener la independencia de la Banda Oriental del a Uruisruay''. El inters d^el Brasil pT'ed ominaba 'en este tratado, revelacin clara y sin ambajes del temor de una guen^a con toda la Confederacin Argentina, a la que se propona debilitar por medi'o del fraccionamiento primiero,
y luego convirtiendo en
desmembrados
Je gobierno interior,
te
la
isus depravados medios no poda permanecer impasible anesta alianza ofensiva y defensiva, y anticipndoise a celebracin de este tratado, Imba puMicado en la Ga-
cin sancionada el 19 de hiciese uiso de todos lois recursos de Buenios Aires piara someter la pirovincia del Paraguay, iciuya inldlepenidencia jams quiso reconocer. La guerra se haca inminente, y el Brasil sostuvo entonices al gobierno de la ciudad de Montevideo, se ali
. .
89
de Entre Ros y Corrientes, y diCspues general Urqudza oblig a 'captnlar al general Oribe, Rosas fu vencido en Monte Caserosi el 3 de febrero de 1852. La independencia del Paraguay qued consumada y resuelta como ^compensacin de la alianza, la cuositin de lmites entre la repblica Oriental del Uruguay y el Brasil, naturalmente en beneficio de ste. La cronologa me ba 'obligado a esta digreisdn; contino exponiendo los antecedentes de la negociacin de ^ue me
iCon los gobiern'ois
que
el
ocupa ba, Berges no negaba ni poda negar iciertos antecedentes histilcos que expona Piairanliois, pio^r lo cuales resu'L taba el continuo empeo del gobierno paraguayo para celebrar un tratado que fuese la demarcacin de las ronteras paraguayas. Ese objeto tuvoi el tratado de 1844, que fu aprobado por el emperador; el mismo objeto el proyecto de Geily en 1847, que tampoco tuvo xito; y por ltimo el plenipotenciario enviado en 1852, despus que la independencia del Paraguay haba sido reconocida por el gobierno argentino. Kesultaba de estos auteceaentes que,
si
la ^controversia
mente
resuelta, el
interiS
d'eiCiiiiria
todas las circunstancias, estimular y apoyar la formacin de pe quenas repblicas que le sirviesen como satlites a su enorme territorio. ^o pudiendo retener la conquista de la Banda Oriental, loomio provincia brasiliieria bajo el noimbre de cisplatina, acept se formase en su territorio un pequeo estado soberano. Estimul del mismo modo las ambiciones localistas dd. Paraguay, cuyo aislamiento durante la larga tirana de Francia io haba constituido en un pueblo excepcional, S)in anidades> ni vmcujios con sus vecinos, cuyo crecimiento no le haba en manera alguna interesado. Ese pueblo quiso constituirse en estado independiente, y fu el Brasil el primero que reconoci su independencia en 1844. Pero esto no bastaba a la perspicacia y previsin de la diplom'acia binaisilera ; quiso interesar a estos .pequeos estados en la conservacin de su independencia relativa, negociando entretanto la demarcacin de sus fronteras en beneficio y provecho del inters general
El
del Brasil
y en
190
VICENTE
G.
QUESAD
en 12 de octubre de 1851 en Ro de Janeiro, entre Andrs Lamas, plenipotencialo del gobierno de la -ciudad de Montevideo, y Honorio Hermeto Carneiro Leao y Antonio Paulino ^impo de Abreu, plenipotenciarios del Brasil, se encuentra un artculo muy significativo, que dice as: "Art 16 Habindose comprometido lel gobierno de la repblica del Paraguay a -cooperar eon el de S. M. etl emperador del Brasil al mantenimiento de la independencia de la repblica Oriental del Uiruguay, e interesando la independencia del Paraguay lal equilibrio y seguridad de los estados vecinos, el gobierno de la repblica Oriental del Uruel
En
trataido ceilebrado
guay
cin de que trata ei artculo anterior, a cooperar tiaonbin por su parte conjuntamjente con el imperio del Brasil para la conservacin y defensa de la independencia de la repblica del Paraguay". De manera que el Brasil obliga a la repblica Oriental a sostener la independencia del Paraguay, de la misma manera que el ao anterior haba; obligado al gobierno piaraguayo a formar una alianza para sostener la independencia oriental. Formabia una iliga, de la cual el imperio era el director, y su tesoro, y su ejrcito el verdadero y decisivo ejecutor de sus miras, quedando como aliados dciles las dos pequeas repblicas, reconocidas
con las garantas de su independencia. Sin la adquiescencia del gobierno paraguayo, dos estados soberanos pactan en 1851 la conservacin de su independencia, que se tornaba en consecuencia en una imposicin internacional "para el equilibrio y seguridad de los estados vecinos." Antes de que el gobierno argentino se hubiera organizado, sin su acuerdo el Brar
sil
la repblica Oriental,
gabinete brasilero y la potenciario, pactaban la desmembracin del territorio argentino, porque as convena a sus miras ulteriores. La repblica Oriental, reducida a la sazn al precario gobierno de la plaza de Montevideo, viviendo del subsidio brasilero, era un mero instrumento, manejado por las influencias y las inspiraciones del gabinete imperial, lo
segua con docilidad, porque necesitaba hasta de su dinero para mantenerse Tal gobierno no poda ser la leal y genuina representacin de un pueblo libre, y no lo
!
era,
en
efecto.
19
por la convencin de alianza celeibrada noviembre -de 1851 entre el irnperio del Bnasii y los estados de Entre Xios y Corrientes, iinduiCa indarectamente a stos a separarse de la unin argentina y hubirase apresurado a reconocer siu independencia. Basta leer el art. 1. que es como sigue: "Los estados aliados declaran solemnemente que no pretenden hacer la guerra a la Confederaicdn Argentina, ni coartar de cualquier modo que sea la plena libertad de sus pueblos en el ejercicio de sus dereclios soberanos, que deriven de isus leyes o pactois, O' de la independencia perfecta de su nacin." Esperan que la alianza tiene por objeto "libertar al pueblo argentino de la opresin que sufre bajo la dominacin tirnica del gobernador Juan Manuel de Rosas"; auxilindolo para que se organce y iconsitituya slidamente en la forma que (Considere ms conveniente a sus intereses. Por el artculo 2.'' convienen las partes contratantes en invitar ai gobierno de la repblica del Paraguay a entrar n alianza, 'de manera que de modo implcito reconocan los gobiernas de Entre lios y Corrientes la independencia del Paraguay, pues no podran volver sus armas contra su propio aliado, ni pretender su reincorporacin a la Repblica Argentina, desde que con aquella pactaban como nacin independiente. Este antecedente induce a sostener que el reconocimiento de esa indepen:
Ms
todava
en 21
'de
dencia fu una condi'cin de la alianza, icomo el tratiado de lmites con la repblica Oriental lo fu tambin para hacer la guerra al general Oribe. Durante el gobierno de Rosas, ste haba declarado que el Paraguay era una provincia argentina desembarazado de la intervencin anglo-francesa, el Brasil tema que sometiera al Paraguay y reincorporase la Banda Oriental a la Confederacin, pues as lo expresa terminantemente el ministro de relaciones exteriores, Paulino Jos Soarez de Souza, en el Belatorio de 1852. Para impedirlo, celebr ios tratados de que he dado
:
cuenta, pactando en todos ellos el mantenimiento de la independencia de las repblicas del Paraguay y del Uruguay. La guerra contra Rosas tuvo el objeto de impedir pudiera hacerla al Brasil ms tarde. Y tan cierto es que el reconocimiento de la independencia del Paraguay fu una condicin impuesta por
192
VICENTE
G.
QUESADA
que el general Justo Jos de en 17 de julio de 1852, antes de conoci congreso constituyente.
el Brasil,
Ur quiza
la
la re-
reunin del
con
el
Brasil,
para acentuar
de
irrevocable el hecho de su independencia, antes que sta hubiera sido reconocida por la Re-
un modo ms
pblica Argentina
No hubo, pues, en la demora de este tratado, intenciones ni propsitos de avanzar las fronteras, sino complicaciones de un orden y naturaleza muy diferentes. El apuro del Brasil por este arreglo empieza preoisamente despus de lS'o2, en que, reconociaa la indepen-
dencia del Paraguay por el gobierno argentino, el nuevo estado entraba de lleno al pleno goce de su soberana como nacin independiente, pero a su turno, libertado el Paraguay de los temores de una guerra sobre su independencia, se encontraba ms desembarazado para gestionar su derecho al dominio de su territorio, y por ello no tuvo ya inters de precipitar el arreglo de la cuestin de lmites.
El Brasil, que en 12 de octubre de 1851, antes de vencer a Kosas, celebr un tratado de lmites con la
repblica Oriental, sin intervenir el gobierno argentino y violando por ello de un modo expreso la convencin preliminar de paz del 27 de agosto de 1828 tratado gravsimo, porque fija lmites no en territorio oriental sino en territorio argentino, para cohonestar la usurpiacin de las Misiones de la margen izquierda del Uruguay; el Brasil quera ahora terminar su controversia
j
de lmites con el Paraguay. Estos eran los galardones que cobraba por haber cooperado a desviar el dictador, cuando lo haba hecho para evitar, como lo reconoce el ministro Soarez de Souza, una guerra entre la Oonfederacin Argentina y el imperio.
Al Paraguay pareca convenirle la discusin detenida, reposada, sobre los lmites isu apuro haba cesado desde que conquist su independencia y fue reconocida por el gobierno argentino, y empezaba entonces la pre ocupacin de crear su poder militar, de formar un estado fuerte, aunque mediterrneo, que podra pesar e in;
las decisiones internacionales de sus vecinOiS. La poltica se tomaba cautelosa y prudente, y en sus rea-
fuir
en
193
Clones diplomticas se nota el deseo de evitar complicaciones internacionales, armando entretanto al pas,
polti-
co completamente autoritario, en el cual la voluntad del presidente Carlos Antonio Lpez no tena contrapeso constitucional de ninguna especie formas muy rudimentarias, salvaban apenas las apariencias de una tirana
:
ein freno.
hn
la conferencia de 21
de marzo de 1856,
el ple-
nipotenciario paraguayo contest la exposicin del brasilero, de que he dado ya cuenta suscmta. Kecord el empeo del Paraguay para terminar la controversia sobre lmites; el tratado firmado en 1844 con Pimenta liueiio, ia misin conaaa a Greiiy, la que ru despus encargada a Castro, y por ltimo la que desempeaba ei a ia sazn. Que haba juzgado su gobierno que la nota del 6 de junio de 1855 era un ultimtum*, por la exigencia del Brasil de establecer la lnea divisoria en el ro Apa, que
1^.
porque ella se presentaba como apoyada en una escuadra: 2." porque no y habiendo para el Paraguay prueba alguna de ese derecho, por parte del Brasil no se admita otra solucin en la cuestin de lmites sino el reconocimiento por la repblica de la lnea que le demarcaba, y que ^sto no tena, ni puede tener, otra denominacin sino la de ultimtum, aun cuando el Brasil juzgue hacer una concesin, visto que el Paraguay no reconoce ni aquello que
as la clasificaba:
''1.**
indeclinable
dice el Brasil desprenderse por su desinters, ni tampoco la lnea a que dice reducir sus proposiciones para conservar la paz, porque en la opinin del gobierno del Paraguay, son de la repblica esos terrenos, y lo son
porque
ios posee''.
lu-ego
Expone
dit-
no
tiene
ningn
dice,
tulo en que apoyarla. "No en los tratados celebrados entre las cortes de
-^
Espaa y
Portugal, porque, adems de que esos tratados desde el ao 1750 nunca aclararon las dudas, ningunos derechos territoriales pueden ellos conferir por estar rotos, no slo porque no fueron restaurados por la paz hecha gii 1801, cuanto porque tanto el Brasil como el Paraguay as lo han reconocido explcitamente. No la puede apoyar tampoco en el uti possidetis, porque el Brasil no tiene
'
194
VICENTE
G.
QUESADA
justificar sus preten-
Berges hace notar las contradicciones del negociador brasilero, en estos trminos: ''Que, en la incertidumbre en que est el Brasil de los derechos que pretende, se ve forzado a incurrir frecuentemente en contradicciones: invoca el ti possidetis como base nica, prescindiendo de los tratados antiguos celebrados entre el Portugal y Espaa, los cuales, por mutuo acuerdo entre el Paraguay y el Brasil, estn rotos, nulos y de ningn valor; y no obstante, recurre a esos mismos tratados nulos para ir a procurar, en las disposiciones que dejaron de existir, la prueba de su derecho dudoso". Expone que Paranhos, fundndose en la parte dispositiva de los tratados, afirma que tiene derecho a establecer la lnea divisoria sobre el ro Jejuy, y que, por condescendencia y como conccisin, slo pretende la lnea del Aquidavan o del Apa, que no le da un tratado cuya nuli-
dad est reconocida, ni tampoco la posesin efectiva, ni ningn documento. Demuestra as lo errado del raciocinio: sobre un pacto nulo, no pueden fundarse derechos, y por consiguiente, que no har ni puede hacer concesin de lo que no le pertenece. Que los derechos discutidos y controvertidos tien-en que fundarse en algn origen o antecedente,
indispensable aceptar bases ciertas, bases fijas, bases que no ofrezcan la mnima dificultad en el deslinde de los derechos respectivos; que esas bases son o los tratados o el uti possidetis, o una nueva
ello es
:
y para
convencin que estipule lo que una sana poltica aconseja, fijndose una demarcacin en la cual se consulte los intereses recprocos, que d seguridad y tranquilidad al estado, garantiendo la paz entre naciones vecinas. En su consecuencia, rechaza los tratados entre las coronas de Espaa y Portugal en la discusin, de que por mutuo acuerdo se les juzga nulos, puesto que precisamente la razn de la desaprobacin del tratado de 1844 por el emperador, fu el fundamento de aceptar como subsistentes los lmites convenidos en 1777, por cuanto en la opinin del gabinete brasilero este tratado estaba roto, haba caducado y era nulo. La argumentacin de Berges es concluyente: ''Que, por tanto dice pretender hoy, como pretende el seor plenipotenciario brasilero, poder alegar las disposiciones
I95
de aquel tratado coma razn, o como prueba, cuando se reconoce como nulo en su contexto, es pretender que lo que es nulo tenga simultneamente dos efectos diametralmente opuestos, a saber, el natural y esencial de no valer, porque es nulo:, y de valer y siervir, como si fuese vlido, para dar vida a estipulaciones que, por mutuo acuerdo, se han declarado muertas". Entra luego, por cortesa, a estudiar el tratado de 1777 y demuestra que por los arts. 9/ y 10. el lmite jado al Paraguay es hasta la embocadura del Jaun, pero que no puede sostener lo que el tratado establece, porque lo que es nulo no puede a la vez ser vlido. Que convencido de que esta controversia es hoy lo que era antes de la independencia de las colonias, juzgaba que lo mejor era celebrar una convencin preliminar, basada sobre la mutua conveniencia pero ya que el plenipotenciario brasilero no declinase de pretender que la lnea divisoria se establezca sobre la derecha del Apa hasta el ro Paraguay, y la lnea correspondiente hasta el Paran l sostiene a su vez como lmite paraguayo la lnea en el ro Blanco. No tiene por otra parte inconveniente en admitir como base el uti possidetis para pactar iin tratado definitivo de lmites, porque el inters de su gobierno es resolver la controversia. Expuso que, para que esta base, que es tambin insegura, no sea ilusoria y haga desaparecer todo obstculo, cree que conviene fijar ciertos hechos; 1 Que sera necesario probar si el Brasil posee o no la ribera derecha del Apa, donde pretende fijar la l;
nea divisoria. 2. Qup, respecto a la lnea que pretende el Paraguay, probar su posesin hasta el ro Yoinheima o al Guarey por el ro Paran, y por el lado del Paraguay o ro Blanco, que corre al norte del Apa, unidos estos dos ros por las sierras de Maracaj o Amambay desde sus cabeceras, donde nacen.
Entra luego en el anlisis de los hechos posesorios y voy a detenerme en esta parte para deducir de ellos la
;
doctrina internacional, puesto que, analizando los elementos constitutivos del derecho internacional, se establecen los principios de derecho que le sirven de fundamento: el derecho natural, la equidad, la historia, la geografa y topografa, y por ltimo la lamentable, pero
I9&
VICENTE
G.
QUESDA
evidente sancin de la fuerza: ia guerra. todos estos elementos forman el derecho internacional que, si no es ni ser jams un cdigo escrito, es sin embargo la regla y la norma de las relaciones de los estados, cuya sancin moral est en la opinin pblica, principalmente en la prensa, que es la ms poderosa y la ms eficaz de las sanciones. No hablo del derecho internacional positivo o convencional, cuya base son los tratados, las convenciones o las decisiones de los arbitrios internacionales, sino del derecho internacional general, de las reglas o principios que regulan los derechos y deberes, sin que pueda exigirse el cumplimiento de una obligacin escrita y perfecta; pero no menos obligatoria, dada la solidaridad de la civilizacin
moderna.
es cierto
que los portugueses se establecieron sobre el Iguatemy, que desagua en el Paran, pero que tal establecimiento fu abandonado hace ms de 70 aos, porque de all fueron desalojados por el gobernador del Paraguay Agiostn de Pinedo: que el Portugal fund en el Alto Paraguay, en la margen derecha del ro, las poblaciones de Corumb y Albuquerque y el fuerte Coimbra; y la Espaa a *u turno fund el fuerte Borbn, hoy Olympo, que est situado sobre la derecha del ro Paraguay, habiendo sido
respetada la posesin como legtima, como la repblica la tiene del mismo modo hasta Baha Negra. De modo que reconocidos estos dos hechos posesorios, no concibe cmo el Brasil niegue el derecho del Paraguay a la margen izquierda de este ro, y pretenda internarse hasta el ro Apa, en su embocadura con el Paraguay: que poseyendo Espaa el territorio demarcado por el fuerte Bornn en la latitud austral 20 54' 30", sobre la derecha del ro, y dentro de la misma latitud, la niegue ahora el
Brasil,
el
ro divide
ambas
mrgenes. Esta objecin, ^dice, ''no tiene valor alguno contra los derechos adquiridos por el Paraguay, porque no hay quien ponga hoy ten duda que los ros, as como los lagos y baas, etc., forman con la tierra firme el son territorio de los estados; cuando esos territorios todo. Que cuando res millius es poseedor y soberano del la Espaa tom esa posesin, el Portugal no ocupaba ni la derecha ni la izquierda de ese ro que por tanto,
HISTORIA DIPLOMTICA LATINO-AMERICANA
1
97
aquella metrpoli,
(por el fuerte
y hoy
:
el
de primer ocupante a todo el territorio comprendido Borbn que el Paraguay continu en esa posesin, hizo la polica del territorio hasta el ro Blanco, sin que nada le .estorbase el ejercicio de su soberana. Que contra estos hechos, que prueban elocuentemente la posesin del Paraguay y su derecho claro al territorio disputado, el Brasil no tiene ningn derecho que invocar. ''
Si se niega al Paraguay su derecho sobre la izquierda del ro Apa, porque all no tiene poblaciones, a pesar de haberlas tenido Espaa, y la repblica una posesin sobre la derecha del ro, como se prueba por el fuerte militar de Borbn, iqn derecho invocar el Brasil, c(u.e no tiene ni tuvo el Portugal seal alguna de posesin sobre la margen derecha o sobre la izquierda? Evidentemente ninguno, porque no es posible pensar que se niegue la posesin a un estado que ocup en un punto militar la margen de un ro, y se pretenda que la tiene la nacin que nunca jams ocup ninguna de sus mrgenes.
Estas teoras tan evidentes, son aplicables incon testablemente a favor de la Repblica Argentina en la dilatada controversia que sostiene sobre lmites con la repblica de Chiie; porque son las reglas del derecho internacional, que normalizan las relaciones de los estados, aunque no se podra invocar obligacin escrita. Segn Berges, el Brasil no tiene entre los ros Apa y Blanco aldea, fortificacin ni establecimiento alguno pblico que pruebe un acto posesorio a la ocupacin material. ''Que Coimbra sobre la derecha del ro Paraguay y Miranda sobre la izquierda, son las posesiones ms avanzadas hacia el sud, y se hallan a 54 leguas de distancia del ro Apa que fuera de stas, el Brasil no tiene ninguna posesin entre el ro Iguatemy y el Yoinheima que no es, pues, cierta la posesin alegada por parte del Brasil, como no lo es que el Paraguay carezca de derecho para Legitimar la posesin efectiva del territorio, ms all de la lnea que dice fuera ajustada entre las dos metrpolis. Que tampoco es -exacto ni legtimo desconocer la posesin que tena el Paraguay en la izquierda, por la razn de no tener
;
:
igS
,
VICENTE
G.
QUESADA
otro que Borbn en sta como el que tiene sobre la derecha, porque est patente, y a la vista de todas las
naciones que quieran observar las cosas en el terreno mismo, que el Brasil no tiene posesin ni en la izquierda ni 011 la derecha."
plenipotenciario paraguayo el tiM Possideiis. no por la posesin efectiva de todas y cada una de las partes del territorio, sino por la posesin de parte de ste y por la ;iurisdiccin ejercida, o, como deca el plenipotenciario brasilero en la nerrociacin con Venezuela, la posesin material en los puntos cardinales. en este caso, como en el qu sostiene la Repblica Arorentina con Chile, la posesin civil se entiende conservada desde que se ha ejercido jurisdiccin en parte del territorio disputado, puesto que, tratndose
el
As entiende
puede aplicarse el nti possidetis a la posesin efectiva de todas y cada una de las partes del territorio. El ttulo posesorio, cuando la cuestin versp. entre estados que pertenecan a una misma metrpoli, son las ltimas demarcaciones gubernativas del gobierno espaol,
coiio virreinatos, capitanas generales, presidencias, provincias o partidos, y entonces dice que esos territorios as demarcados, estaban en posesin civil del estado que se hizo independiente desnus de la guerra de emancipacin. No se ha pretendido en estos casos que fuese necesaria la posesin efectiva del todo, porque bastaba que sta estuviera fuera de toda discusin en una parte del territorio demarcado, para aplicar al todo
el titi
As han entrado en la formacin del derecho internacional americano todos los elementos cientficos que lo constituyen como cuerpo de doctrina obligatoria, cuando no ^e trata del derecho internacional convencional o jurdico. Esos elem^entos que lo ilustran y robustecen, son la historia de las antiguas colonias, su administracin bajo las mltiples formas del gobierno, la geografa que ha tenido como base para las demarcaciones administrativas y polticas que hizo el gobierno espaol, la topografa para los lmites arcifnios, y los principios del derecho natural, base inmutable de la
199
ciencia,
cambia.
debate entr'e las antiguas posesiones de Espaa^ y las de Portugal, no es posible emanciparse del eleni.ento histrico, y por ms que se declaren abrogados los tratados de 1750 y de 1777, esos tratados entran en el debate, influyen en l, como elemento histrico para ilustrar el ttulo de dominio, ya que no convensran en invocarlo como obligaciones de derecho internacional jurdico. As se v que en la presente controversia reconocen la abros*acin de los tratados, pero en el debate los recuerdan, analizan sus disposiciones, precisamente poraue esa <es y constituye la historia de la secular cuestin de lmites.
De manera que
mismo resulta que, vigenmetrpolis nq estuviei'on de acuertes esos tratados, las do en el trazo de la lnea divisoria; pero los estudios geogrficos y topogrficos que hicieron las comisiones demarcadoras, son antecedentes que no pueden equitativamente (desecharse: ilustran el debate, y ponen en el camino de encontrar soluciones ms o menos equitativas, pues sir^^en de punto de comparacin para estimar las variaciones que ha introducido el uti possidedel debate
tis actual.
Aun cuando
En
es decisivo
y capital es <el ttulo de dominio, y tratndose de deslinde de fronteras es evidente que es necesario conocer su historia, sus cambios, sus avances y retrocesos. Sin tener len cuenta estos antecedentes, los territorios no posedos, como hay muchos que no lo son real y efectivamente, o seran res nullius, o no habra otro ttude primer ocupante, y entonces se apresuraran los estados colindantes a avanzar sus fuertes y establecimientos, y slo la fuerza podra decidir en definitiva el debate. Colocarse en este terreno es salir de las condiciones del derecho aun cuando a veces, y desgraciadamente, la guerra funda derechos y la conquista extiende el dominio sobre el -estado vencido. No se trataba, empero, de legitimar la violencia: la cuestin debatida entre los plenipotenciarios brasilero y paraguayo, era la discusin del derecho que cada ^as pretende para que la lnea divisoria se trace en esta o aquelo
que
el
200
VICENTE
6.
QUESADA
aunque convenan en la base legal del ^'uti possidetis actual' ^ la discusin no arribaba a resultados prcticos, por la diversa manera como entendase el uti pOssidetis, y porque ste no existe real
lia direccin, y,
y positivamente
cuestionados.
sino en ciertos
puntos
territoriales
De modo que, mi-entras el plenipotenciario brasilero pretenda que la posesin del Brasil llegaba hasta
Apa, y alegaba para probarlo la poblacin de Mi el plenipotenciario paraguayo lo niega en absoluto, y pretende que no existen poblaciones brasileras que den derecho al Brasil para pretender uti possidetis, pues si existieron fueron por pocos das, o repelidas como en 1850, cuando la expedicin del comandante Ramos pas el Apa y oblig el comandante paraguayo Villamayor a la guarnicin brasilera de Pan de Azcar a su desalojo y abandono; y si as obr el Paraguay, era porque se considera con dominio y
el ro
randa,
soberana sobre los territorios situados entre el Apa y el ro Blanco, en el cual slo estuvo 15 das una guarnicin brasilera, que fu por la fuerza repelida por otra paraguaya, porque ese territorio siempre se consider como divisorio, tratando con el gobierno del emperador en el mismo ao de 1850, sin que aquel hecho se considerase una relacin del derecho brasilero, por cuya razn pactaron el nombramiento de comisarios para sealar los lmites, cuando las circunstancias polticas lo hicieran posible.
Respecto de la poblacin de Miranda, que se alegaba como prueba de posesin efectiva, observaba Ber ges que esa poblacin dista 56 leguas del arroyo Apa, mientras que la poblacin espaola Eteveg, llamada ahora Villa del S'alvador, est a pocas leguas del Apa, de 2nodo que si por poseer Miranda, a distancia de 50 leguas del Apa, pretende tener la posesin de ste, con mejor derecho la alega el Paraguay, que ipoisee la Villa del' Salvador, a slo 12 leguas del mismo Apa, y, en fin, tiene el fuerte Borbn, que desde cerca de un siglo domina la
ribera izquierda del ro. Bajo otra faz presenta laego la cuestin el plenipotenciario paraguayo la ha discutido bajo la base del
:
uti possidetis,
y hecho
notar los
resultados a
que
20i
llega; la
ha estudiado tambin considerando como abrogados los tratados de lmites entre las dos coronas, y aun n la hiptesis que se conviniese en revElidarlos, demuestra que nunca estuvieron acordes las dos cortes
en
trazo de la lnea divisoria, a pesar de las estipulaciones de los tratados.
el
Ahora,
la estudia
lmites arcifnios,
para que la lnea divisoria quede indiscutible y permanente. Dice que si la lnea divisoria se trazase en el Apa, como pnetende 'el Brasil, no se encontrara el grande objeto de un lmite natural seguro, porque el Apa no es propiamente un ro, sino un
arroyo.
por otro nombre Corrientes, El Apa, dice, baja de la sierra Maraca j, y desagua en la izquierda del Paraguay, en la latitud, 22 35'; el ro Blanco baja tambin de la sierra Maracaj, y ambos no son verdaderamente sino grandes arroyos, que en las secas prolongadas (Cstn cortados, y ninguno es navegable, de todo lo cual deduce que es inconsiderada la pretensin indeclinable del Brasil, sosteniendo una lnea que no
constituye una frontera slida, natural y segura, puesto que se trazara sobre un terreno bajo, anegadizo, que se inunda fcilmente; que si ese arroyo, llamado ro, lo fuese efectivamente y pudiera constituir un lmite arcifnio seguro, que garantiese la seguridad de la repblica, sta cedera su dominio territorial para constituir una frontera internacional fuerte, estratgica y estable, porque el territorio que se disputa hoy no merece en valor intrnseco ni los gastos que se hacen para su defensa. De manera que, cuando -el Paraguay defiende el lmite que ha propuesto, es para buscar un lmite arcifinio que le sirva de garanta, que sea estratgico, y conserve as el respeto, como base de la armona de los estados vecinos.
Los lmites arcifnios como medio de consolidar una nacionalidad, -es la teora que defiende con calor el diplomtico paraguayo, la gran necesidad que alegaba Bismarck para modificar las fronteras de la Prusia con el Austria; el mvil de los cambios en la geografa poltica
ln, la
de la Europa despus del congreso de Berteora que sostienen todos los publicistas moder
20a
VICENTE
G.
QTJESAU
nos, especialmente alemanes e italianos; en una pala bra, Berges se haca en 1856 el paladn de un principio cuyas ventajas se han ?ieconocido en todas pocas,
pero cuya conveniencia internacional acaba de triuni'ar en los consejos de las grandes potencias de la Europa.
ello
mostraba sagacidad
;
y previsin el diplomtico paraguayo porque sin fronteras arcitinias se duplican los contiictos internacionales, y si la necesidad de constituir una frontera slida, fuerte y estable, ha inducido a dictar las ltimas declaraciones del congreso de Berln, y la presin imperativa ejercida sobre la Turqua para dar a la Grecici ronteras arciiinias estratgicas, tanto ms prudente y previsor aparece el negociador de una pequea repblica mediterrnea, que quiere evitar conictos ponindose a la vanguardia de los principios y necesidades internacionales que la ciencia reconoce como una conquista d-ei derecho moderno.
que las consideraciones polticas que sobre este tpico expuso con mesura el plenipotenciario paraguayo.
Los ros Apa y Blanco y aun el Iguatemy, no son caudalosos como para servir de lmites divisorios, como conviene a dos estados: buscaba, pues, un lmite verdaderamente conveniente, y si no lo ofrecan esos
arroyos,
smo en
siendo posible arribar a una solucin que conpretensiones encontradas, por cuanto el Brasil sostiene como indeclinable la demarcacin que ha propuesto, y a su turno el Paraguay sostiene la que cree legal y equitativa, no hay otro medio sino el convenido por el artculo 15 del tratado de 1850, es decir, el nombramiento de comisarios que reconozcan so bre el terreno mismo el uti possidetis, por cuya racille las
No
zn ha presentado a
de Paranhos los dos artculos adicionales, que han dado origen a este debate, o bien "celebrar algn tratado, pr^ocurando otra base, otro principio, que no podra ser sino coala consideracin
2C
vencional, dictado por la sola razn de la equidad, de manera que en el trazo de la lnea no se perjudique ninguna de las dos partes, ni que queden expuestas a
perjuicios,
ms
menos probables."
olvidar que estas confei^encias tenan lugar bajo la presin del ultimtum de 1855, por parte del Brasil, y por eso se ve bien marcado el empeo de evitar un conflicto inmediato y aplazar el fondo de la cuestin por el momento. As termin la conferencia de 21 de marzo de 1856, que reproduce ntegra el Anexo ao Belatorio de 1857.
Conviene no
En la conferencia celebrada dos das plenipotenciario brasilero se hizo cargo de ciones expuestas y manifest Que, en la derechos, invocaba (el plenipotjenciario una teora errnea de ros, lagos e islas, y
'
: '
despus, el
las observa-
carencia de
paraguayo)
de "res nu-
para probar posesin y dominio sobre un ter'ritorio-, hace siglos, descubierto y poblado por dos naciones, cuyos lmites reconocieron y sealaron nada menos que dos tratados." Explica que no hubo tal "ultimtum", apoyado en una escuadra, por cuanto la propuesta de la lnea divisoria haba sido hecha por Pereyra Leal en 1853, y la
llius",
escuadra, al mando del plenipotenciario Ferreyra, fu para exigir el libre trnsito fluvial con arreglo al tratado de 25 de diciembre de 1850: "El gobierno del imperdo, dice, no pretende que sean vlidos los tratados abrogados. Eso sera no soilo oontraidociin, sinoi un contrasentido '. La base principal para la negociacin es el "uti 'possidetis", y donde existe debe ser respetado, pero donde no existe invoca como base auxiliar de decisin los tratados entre Portugal y Espaa.
'
Alega un antecedente histrico que conviene no olvidar. En 1845, con motivo de la intervencin de la Francia y la Gran Bretaa en los negocios del ro de la Plata, el presidente del Paraguay juzg que era posible que el Brasil tomase parte en dicha intervencin, y con ese motivo consign en un protocolo que firm Pimenta Bueno, como encargado de negocios del
^
"Esta cuestin de
la integri-
204
Vicente
q.
qtjesada
dad debe tener por base fundamental el statu quo ai tiempo de la independencia y los tratados posteriores. De esto resulta ser de incontestable derecho que el Paraguay contine su propiedad entera y legtima en todo el territorio que expresamente le fu sealado por ese nuevo gobierno (el de Buenos Aires), por cuanto 3a presuncin de derecho prevalece a su favor, y la traslacin del dominio es lo que necesita y exige plena
prueba.'*
el
uti possidetis
es
en esta
cuestin la base principal y los tratados entre Espaa la base auxiliar, que solo podr prevalecer cuando no haya posesin efectiva.
la
lnea divisoria en 1844, en 1847, en 1852 y en 1853; cita el texto del artculo 35 del tratado de 1844, que no fu aprobado por el imperio, pero ese artculo solo establece la base del uti possidetis con arreglo a los
tratados entre las dos metrpolis. Recuerda el artculo 2"* del proyecto de 1847, que dice: "Ambas altas partes contratantes convienen igualmente y se obligan a respetar y a hacer respetar la posesin actual de todo territorio donde hubiese establecimientos y poblaciones de una de ambas partes contratantes, y donde no las hubiese el lmite y lnea divisoria ser la que establezca y designe el presente tratado". Las proposiciones de 1844, 1847, 1852 y 1853 dice el seor Paranhos son otras tantas confesiones y documentos muy solemnes, de que la repblica nada posea ms all del Salto Grande y ms arriba del Apa. Que pretende hoy por la vez primera el territorio al norte del Apa que habla del Yoinheima, que queda muchas leguas arrba del Salto Grande del Paran, a fin de ver si consigue una lnea divisoria ms ventajosa que aquella a que tiene derecho por el uti possidetis".
. .
En
guayo sobre la conveniencia de que las fronteras estn marcadas por lmites arcifinios claros, seguros e indubitables, observa que esto no justificara la cesin del
territorio del Brasil.
''El
les,
muy
Iguatemy o el Apa, dice, son lmites naturamarcados indelebles. El primero de estos ros
20$
fu considerado por los gobiernos de Espaa y Portugal, y por sus emareaaores, como buena divisoria, y no se puede negar que io sea.'' Cue Azara sostuvo ia imea del Apa, no solo porque se aaa mas terricorio a Jblspana, sino porque es mas marcada que ia dei Jejuy o ei ipane-guazu. bcstiene que ei no Jt5ianco es propiamente un arroyo, como resulta, en consecuencia de los reconocimientos iieclios en 184:6, y ltimamente en estaciones diversas; que es una simple zanja, que alimentan las aguas uviales, que queda cortada en las secas, que no es caudaloso, ni tiene arboledas en sus margenes. iJemuestra, pues, que no es lgico sostener limite arciiinio que d gaiania conveniencia de un tias y constituya una frontera estratgica para reca2ar la linea' dei Apa, cuanao e sostiene la idel llamado rio Blanco.
Despus del detenido estudio que he hecho de las conferencias y protocolos en la negociacin de limites de ibob, entre i'arannos por parte del i5rasil, y Berges por parte dei Paraguay, resulta que no fu posible arribar ai arreglo directo de ia demarcacin de las fronteras de una y otra nacin; y entonces, en la coner enca de 6 de abr del mismo ao, firmaron la convencin para el ajuste de limites que he transcripto ai empezar, y el tratado de amistad, navegacin y comercio.
La cuestin de Inites quedaba en efecto aplazada reducido el convenio a nombrar comisarios por parce y de una y otra nacin para el reconocimiento de los territorios disputados, cuyos antecedentes serviran luego de base para el arreglo definitivo, conviniendo un siatu quo que no alterase la posesin, puesto que el uti possidetis era la base que aceptaron los negociadores. Este resultado pareca favorable al Paraguay, por cuanto le evitaba un conflicto, desde que su gobierno no se iialiaba dispuesto a una transaccin inmediata en la
materia. Los sucesos, que la previsin humana no alcanza a prever, deciidieron la cuestin en otra forma, y la guerra fu la solucin fatal de esta largusima
cuestin.
No
dentes
es
mi intento hacer
tnatado de
1
del
de
mayo de
1865,
entre
206
VICENTE
G.
QTTESATIA
Repblica Argentina,
blica Oriental del
Eiste
el
la
rep-
Uruguay.
alianza
trntaido
'd^e
dfefensva
con
tra el gobierno del Parlaguay, declara en el prembulo que tiene por mira ''hacer desaparecer ese gobierno,
respetando
la
soberana, independencia
integridad
Paraguay."
una de las ms cruentas y largas; la poblacin del Paraguay qued reducida, pues nios y ancianos formaron el ejrcito, que en terribles combates fu completamente destrozado. En la poca moderna no se cuenta cosa anloga las poblaciones en masa abandonaron la capital, las villas, las aldeas, y aquella preTiegrinaein forzada era ell hambre y la muieirte El presidente Lpez cay, y solo dej un desierto despoblado: su poblacin, empobrecida y reducida, es lo que ahora forma la actual repblica J)araguaya. Los aliados estipularon en el citado tratado lo siguiente: ''Artculo 16. Para evitar las discusiones y
Esa
guerria fu
:
guerras que traen consigo las cuestiones de lmites, queda establecido que los aliados exigirn del gobier"-
no del Paraguay que celebre con los respectivos gobiernos tratados definitivos de lmites, bajo las bases siguientes La Repblica Argentina ser dividida do la repblica del Paraguay por los ros Paran y Paraguay hasta encontrar los lmites con el imperio dol Brasil, siendo stos por la margen derecha del ro Paraguay l Baha Negra. El imperio del Brasil se dividir de la repblica del Paraguay: del lado del Paran, por el primer ro abajo del Salto de las Siete Cadas, que, segn la reciente carta de Mouchez, es el Igurey, y desde la embocadura del Igurey, po l arriba, has:
margen
iz-
quierda del Paraguay por el ro Apa, desde su embocadura hasta sus nacientes; en el interior, por las cumbres de las sierras de Maracaj, siguiendo las verftientes del este del Brasil, y las del oeste del Paraguay, y tirndose de la misma sierra lneas las ms derechas, en direccin a las nacientes del Apa y del Igurey." Por declaraciones de los plenipotenciarios se convino que el antecedente convenio no perjudica a cualquier reclamo que haga Bolivia a algn territorio de
207
margen derecha del ro Paraguay y que se refiera solamente a las cuestiones suscitadas por la repblica del Paraguay. Muerto Lpez, se form un gobierno provisorio, y los aliados exigieron para reconocerlo, que se '^ obligara a proceder de entero acuerdo con los aliados has ta la terminacin de la misma guerra/' En efecto, el gobierno provisorio del Paraguay, representado por dos de sus miembros, Rivarola y Loizaga, rma en la Asuncin, el 20 de julio de 187U, un protocolo, por el que consta propusieron como artculo 2' del tratado el siguiente: "Artculo 2. El gobierno provisorio de la repblica ratifica una vez ms las declaraciones que hizo al aceptar el protocolo de 2 d junio del ao prximo pasado, y por consiguiente, acepta en el fondo el tratado de la triple alianza celebrado en Buenos Aires, a 1 de mayo de IbO reservanaose, para los arreglos definitivos con el gobierno permanente, las modificaciones de este mismo tratado, que pueda proponer el gobierno paraguayo en inters de la repblica." Loizaga y Rivaroia dijeron que, por ese artculo, entendan dejar al Paraguay plena libertad para pro poner y sustentar relativamente a los lmites, cuando se tratase de los ajustes definitivos, lo que estime conforme con los derechos de la repblica, no pudiendo, de la aceptacin general que consagra el mismo artculo, deducirse que queda resuelta esta importante cuestin territorial en los trminos del tratado de la
la
'j
triple alianza."
argentinp, manifest cules eran las miras del gobierno al ocupar la Villa Occidental; "que el gobierno argentino no quera usar de su derecho de vencedor para resolver la cuestin de lmites
El plenipotenciario
ventilarla por
un acuerdo amigable y en
vista
El plenipotenciario brasilero dijo: "que no siendo intencin de los gobiernos aliados conquistar territorios por el derecho de la victoria, sino exigir solamente lo que es de su derecho perfecto, respetando la
integridad territorial de la repblica, como solemnemente lo declararon en su mismo tratado de 1 de mayo de 1865."
208
\TCENTE
G.
QTT:SADA
me
El ministro de relaciones exteriores del imperio en su Relatorio de 1872, 'consagria piairte dimiporttiante de su
Memoria a
paz con
y ajustes definitivos de repblica del Parayua,y, y de este importante documento oficial voy a tomar los antecedentes.
la^ Negociaciones
la
Recuerda Manuel Francisco Crrela, ministro de relaciones exteriores del Brasil, que los plenipotencia nos brasilero, argentino y oriental, celebraron un acuerdo previo, obligndose a observar en las negociaciones con el gobierno paraguayo disposiciones de inters comn que haba de comprender el tratado definitivo de paz. Goncuerdan en lo siguiente: ''Art. 2. Los lmites de la repblica del PaTaguay con el imperio del Brasil
definidlois
en
tratados especiales, de conformidad con el artculo 16 del tratado de alianza de I*", de mayo de 1865, y con el acuerdo preliminar de paz de 20 de junio prximo pasado. Los diclios tratados de lmites constituirn actos iistintois y separadiO'S d|eil preiseintie, pero sern firmados simultneamente con ste, y tendrn la misma fuerza y valor como si hiciesen parte de ella". (1) ''La -cuestin de lmites, 'dice, qued aplazada para ser decidida durante la negociacin con el gobierno paraguayo". De esta manera ningn resultado postivo e inmediato se siacaha de la cruenta guerra, puesto que, en vez de resol-
ver la, cuestin de lmites en los trminos pactados en el tratado de alianza, se convena en aplazarla despus de la victoria, y en dar voz y voto al vencido, para recomenzar la cuiestn que haba originado la guieirra mismia. cosa singular fu el gobierno argentino el que inici esta poltica, a pesar del empeo de Paranhos para que se umpliera en esta parte el tratado y se resolviese as la controversia, es decir, para obtener un resultado despus de la victoria. " El' aplazamiento fu propuesto por eJ gobierno argentino, dice el ministro de relaciones exteriores del imperio, por entender que no era solamente entre los aliados que el derecho territorial de la Rep-
Uelatorio da repavticao ^os Negocios txtrangeiros apre(1) sentado a Assetnla general legislativa na quarta sessao da dectna-quarta legislaturaj pelo Ministro Secretario de Estado, (MaTioel Francisco Corrcia Rio de Janeiro vrgb. i v, en folio.
2O9
Argentina y del Brasil deba ser debatido; que semejante discusin anticipada sobre hiptesis de aceptacin o no aceptacin por parte del Para^ay era prematura y no poda dejar de violentar a todos que habindose dado por el acuerdo preliminar de paz al gobierno paraguayo el derecho de entrar en la. discusin con los aliados sobre ese punto, y de proponer ]as modificaciones' que juzgase razonables o. justas, era lgico y prudente
blica
;
reservasen los 'aliados su resolucin definitiva, respecto de tan importante cuestin, para ser resuelta durante la negociacin con el gobierno paraguayo, despus de conocer las pretensiones de este y los ttulos en que se
fundaba".
acuerdo previo, quedaba la negoiciacin entre los aliados y el gobierno del Paraguay. El gobierno imperia'l inombr icomo plenipotenciario al barn de Cotegipiei; el gobierno argentino la Mianue Quintana, y el gobierno oriental a Adolfo Rodrguez. Los tres plenipotenciarios llegar'on 3. lai Asuncin del Panaguay en noviembre de 1871.
el
Hecho
En
radicial
eil
profunda y
divergencia entre el plenipotenciario argentino Este propuso un artculo respecto a garantir Illa indepenid^nicia y la neutralidad del Paraguay, obligndoise eista repblica a "\no> levantar robre su litoral
'bnaisilero.
e islas, fo'rtifietaciones
libre
O'
biateras qTie
pudiesen impedir
la
navegacin de los ros". El plenipotenciario a'rgentino sostena que las- estipulaciones idel protocolo deban ser aprobadas por el congreso argentino para fiue tuviesen fuei'za de ley y formasen parte del tratado, y que el artculo referente a las fortificaciones haba sido desaprobaido por la Cm'a ra de diputados. ''El plenipotenciario brasilero, manifestando el sentimiento con que vea surgir esta dificultad, que poda
tener consecuencias inesperadas, y estaba icierto no deseadas ipor ninguno de sus colegas, 'Oibserv que habiendo sido el protocolo ejecutado en parte, lo que probaba en favor de su validez, no poda lgicamente ser desaprobado en otra'\ El plenipotenciario orient'al opin de acuerdo con el brasileo, y ste ampli sus opiniones, exponieaiido que no poda prescindir de la plena ejecucin del protocolo
21 o
nC^NTB
Q.
QITESADA
-anexo al tratado de l.o de mayo, y lo haca eonvenciido de que los aliados tomaran por base de esta negociacin
mismo tratado. /Qu fin prctico, qn mira poltiea trascendente,, qn inters n'aconajl arsrentino se p.romova con esta disidencia ? Se li'aba heclio la guerra, y cuando se deba
las estipulaciones del
obtener un
reisailtaido poisitivo,
se eompTiometa la alcanza.,
para alentar en eil enemiofo vencido nuevas a^spira-ciones y eomplicaiciones e^raveg, euyas eonsecnemcias seran exclusivamente en periuiiCiio de la Eepblica Ar^pntima.
de^de ou>e los otnoi^ lvidos ob^^aTan de acuerdo, y desde entonces en su exclusivo intlers. /Se pensaba por ventura debilitar as la prenonderancia brasilera? ^,Pero con ou se contaba? con la diezmada e impotente poblacin del Para|2fuay? f,Era prudente buscar aliados en el enemisro, para entorpecer la neO'ciacin de los antignos aliados? Incomprensible poltica! que cost <Ta bumillacin de la epblica por la
?!
;.
.."'ondenaciin
del arbitro!
El plenipotenciario argentino, en
puso una serie de 'conclusiones^, en la conf eren ca que tuvo por objeto predisar con elaridiad y precsiin la posicin de los aliados entre s, y de todos ellos para con el robierno del Paragnay eon relacin a la cuestin de lmites Propuso, pues, entre otras de ciliarac iones, sta: 'M.' que estaban vigentes en todo su vigor las clusulas del tratado de alianza relativas a la integridad del Paraguay a los lmites de los aliados, y al casus foederis para su reconocimiento y conservacin." /'Sostuvo que, tratndose de cumnlir 'compromisos pendientes, esperaba que sus colegas haban de adherir a las conelusiones anunciadas, declarando que reconocan la solidaridiad de todos los aliados en materia de lmites, reservndose concordar en los medios de satisfacerla en los trminos del tratado de alianza y que esto no era desear que cualquiera de los aliados limtrofes no pudiese celebrar a sus respecto un ajuste amigable eon el actual gobierno del Piairaguay'' (1) El plenipotenieiario oriental declar quie por^'Sus iustruciciones no poda tomar parte directa en los ajus.
(1)
2X1
del Braisiil y de la Repblica Argentina respecto del Parasrnay. El plenipotenciario brasilero diio: ''conforme con lo one fil acordado en el protocolo 7 de las conferencias de 17 y 20 de enero del corriente ao ri871) celebradas en la cindad de Buenos Aires, los ajustes sobre lmites y sobre la clsnla del protocolo anexo al tratado de 1. de mayo qnedaron reservados para ser objeto de ulterior deliberacin entre los aliados, en el caso que se reconociese ser imnosible un ajuste amij?able sobre estos puntos o cualquiera de ellos con el gobierno naras-uayo". Arre^r el barn de Coteofinp ''siendo estos los tr:
minos en
fiue
Ita
cuieJ'tion
base colocada por el miismo srobierno larrentino, era evidente que ni este poda exidr de loig aliados el recono'cimi'ento previo de un derecbo-, que fu el primieiro en juzyar discutible, ni obliprar a lO'S mismos laliados a considerar caso fcederis el soistenimiento die lmites que la discusin tal vez probase no eran Oes^timiois y por tanto tuviese que spt devuelto al Para,guay parte dicl territorio *' disputado. Cul era, pues, el fruto que recos^a el gobierno arsrentino deisfDues de la sansrre derramaida y de lo gastos? /Qu ventaja le daba la victoria? L'a leuestin fu colocada, as por una poltica imprevisora del gabinete argentino, y cuando sn pl eni notenciario quiso reaccionar era tarde, y las declaraciones y conferencias baban com.prometido el xito, que se fu imprudentemente comprometiendo ms y ms. tan es as, que eil plenipotenciario brasilero deiclar: "que no era ni fu jams su intencin envolverse en la cuestin de los lmites argentinois, sino para prestarle todo el apoyo compatible con el mismo tratado e ideas expuestas".
;
^,
El plenipotenciario brasilero, r)or ltimo, manifest intencin de entablar con el Paraguay los ajustes o tratados pieiculiares al Brasil, en los cuales no tenan qu'C intervenir los aliados. Tal fu la extremidad a que llegaron las cosas la alianza no dio ningn fruto al pueblo argentino, y dessu.
:
pus de la victoria qued solo, abandonado por el Brasil y por la repblica Oriental. Tendr ocasin de estudiar esta faz de los sucesos a la luz de los documentos
212
VICENTE
G.
QUESADA
argentinos, colando
tre la Bep'blicia
limitis,
en
El
despiiis
pleniipoteaucjiario ^argentino se
del
Paraguay
;
pretensaber al gobierno y pairaguiayo, que siu retiro imipiortaba lapliaizar hasta nueva oportunidad la apertura de las negociaciones que los aliadlos deban entablar que luegio qu|0 llegaiSe, aquella oporeste
fraoaslo
dipl'omticioi
de
miidoso
(liO'
ieimipero,
(as
liizo 'oficiialmienifte
tunidad
lo participaira
el
ail
gobierno paraguiayo..
nifest, (Cuando el
plenipotenciario brasilero male pas ^copia de aquella nota, que 0I plenipotenciario argentino hablara sin duda en nombre de su gobierno, pero no en el de los laliados,
Mieintras tanto,
paraguayo
que
como
el
oriental
esitaban
negociaciones.
tad'O definitivo
'
el tra'
Del Salto Grande de las Sietl Cadas eontina la lnea divisoiria por la cumbre de la sierra de Moracaj hasta donde lella eoncluye. De ah sigue en lnea recta, o que ms se le aproxime, por los terrenos ms elevados a encontrar la Prosigue por lo ms alto de esta siierra idie Amabay. siiienia, hasta el nlacieinite principial idel ro Apa, y Ij'aja por el icanal de ste, hasftia su boea de la margen orientJal deil 'ro Paraguay. Todas la vertienites que tornen para el norte y oeste pertenecen al Brasil, y las que coirrfen La Isla de piar el sur y qeste pertenecen al Paraiguay. para el sur y oeste pertenecen al Paraguay. La isla de Fecho de Morros es del dominio del Brasil".
Siete Oadias del
mismo
ro Plairan.
213
Por el art. 2. coiiivienen en nombrar comiiisiarios demarcadores, 3 meses despus del canje de las ratifieaeones, ios
cuial'es
dem^anclacn
por lo
demsi
ste
trata de
l-
En
sa que
3. o se esta-blece
una de
y
las partes
bar vlidamente el trazo, mieidiante parecer de eomisarios nombrados por los gobiernos de la Repblica Argentina y de la Oriental del Uruguay; y si estos dos gobiernos no accediieisien a tomar esta intervencin, entonces se seala un plazo de 6 meses para que la otra parte observe o rectifique la
dor, el de la otra
el
la inspeccin
d;em!anc'aoin.
V'encidio
sitie,
quedar
inalterable.
En
el
convenente
icomisarios lelevarn
estudios topogrficos para que los gobiernos contratantes resuelvain lo que crean conveniente.
Ais
lmites.
ha terminado el largo debate de esta cuestin de El Bnasiil, despus de isus sacrificio's die sangre y
de dinero, resolvi la 'controversia directamente, desde que su aildado el gobierno de la Repbldca Argentina no se prest la ejecutan" el tratado' de alianzia en la parte quie sie refiere a las cuestiones de lmites con la nacin a cuyo gobierno hacan la guerra.
la
La lnea del Apa, com'o divisoria eon el Brasil, era misma que con tanto empeo sostuviera Piaranhos en 1856, dte manera que 1 Brasil en esta parte consumaba su pretensin, la que haba sostenido como indeclinable
;
en 1855 pero eisia lmea habia siido resistida por el Paraguay. La guerra, pues, se poda creer que resolva la cuestin de una mianera difinitiva; pero despus de los inmensos gastos, de los sacrificios que 1 Brasil y sus aliados se haban impuesto, convenan en declarar, como consta en el protocolo, que no era intencin de los Sillialdos conquistar territorios por el derechid dle la victoria, simo defender 1 dominio sobre los territoriois a que tena derecho perfecto, disicutienido este coai el v|en^ cido. Colocbase de nuevo la cuestin eu el mismo punto de partida anterior a la guerrai, si no se eontase con que el Paraguay, completamente deshecho, quedaba a
214
VICENTE
G.
QUESADA
merced del vencedor, y que de beelio obtendra por una negociacin directa lo mismo que los aliados hav)an pactado entre s. Es teora no comprensible la de liacer la guerra para no resolver las cuestiones que le han dado origen, porque no se justica ni el gasto, ni la sangre vertida, ni mucho menos la previsin de los hombres de estaao. Bi la triple alianza no haba de resolver las cuestiones de limites conjuntamente con las de navegacin y comercio, la guerra de tantos aos,
solo haoia heclio desaparecer un gooierno poltico, para sustituirlo por otro; intervencin que, aejando en pie las cuestiones que la produjeron y que los aliados ha-
ban propuesto no resoiver por las armas, quedaba sin resuitaaos dehnitivos a pesar de ios grandes sacriUcios con que compraron la victoria." i se vera as el hecho original, que el vencido obtuviera despus, respecto del gODierno argentino, un laudo en que le aicse a aquel un triunio sobre este en materia de limites.
cuando se escridice La Nacin, ''Algn da, en pievaencia de aocumemos la nistoria ue la diploba macia de aquella poca, se leer con asombro, que l'araiuios, ei primer ministro dei vecino imperio, mas poderoso que ei emperaaor, hacia antesalas en los ministerios ae la i:epuDiica Argentina, rogando a su gobierno recogiese los irutos iegitimos de sa victoria, uniiormando su poiitica en este sentido con la del Jirasii, y que, por no seguir sus consejos, perdimos un aliado eterno y pusimos en cuestin hasta nuestros propios
dereichos". (1)
Para apreciar cul ha sido lel criterio <xm. que el Brasil ha celebrado su tratado definitivo de lmites con el Paraguay, conviene recordar algunos antecedentes. huarte da Ponte Kibeiro public en el Jornal do
Commercio de Ro de Janeiro de 13 de febrero de 1872, un artculo annimo bajo el rubro Lmites do Brazil com
;
o Paraguay. (2)
Recuerda que
el
conoce la posesin o
estableca
adems
(1)
(2) I)uart
La En
Nacin, Buenos Aires 1880. el impreso que consulto, est la frmft autgrafa
rt
da Pont Ribelro.
215
la
permuta de
pontiuigiueses
en
''Amrica;
que ambas cortes nombraron una comisin mixta de gegrafos encargada de organizar un mapa, el cual fu aprobado y canjeado con las formalidades de ios tratados solemnes. De acuerdo con la lnea trazada en este mapa, se celebr el tratado, de manera que los demarcadores deban ajustarse a l en sus operaciones de deslinde y trazo de la lnea divisoria, colocando los marcos que la hicieron conocer.
trminos de los artculos 5. y 6. del j^eferido tratado y dice: "Vse, por tanto, que los plenipotenciarios descubrieron la frontera guindose por aquel mapa de 1749, que tuvieron a la vista, en el cual estaban bien explcitos los nombres ro Igurey, y solo era dudoso el de su contravertiente, cuyos orgenes deban buscarse en lnea recta desde la principal naciente del Igurey, que son incontestablemente los del ro Jejuy, y no los del Apa, que est ms de 40 leguas al norte. Por falsa e interesada negativa de no haber en el Paraguay quien die&e noticia del ro Igurey, y otros moti/os, como el de tf^ner la Espaa adelantado algn estable3miento al norte dtl ro Jejuy, acordaron lambois gobiiemojs en gsuistituip el Igurey por el Igual emy, y el Jejuy po^* el ipan-guaz. Este ultimo ro queda al norte del Jejuy, y por ello mucho m.ts
los
Recuerda
Apa". De manera que, segn este diplomtico brasilero, los comisarios espaoles y portugueses en 1754 demarcaron
al
sud que
el
el
Ipian-guaz 'en su confluencia con el iro Paraju, luego este hasta 3 leguas arriba de su Salto Grande, donde anuye el Iguatemy, y continuaron por este hasta sus nacientes, donde pusieron un marco divisorio en los 23 21'
latitud
y buscando
58 07' longitud oeste del meridiano de Pars, las de su contravertiente el Ipan-guaz, en-
contraron las que supusieron serlo de este, y ah colocaron otro marco, a 400 brazas del primero.
consecuencia los comisarios levantaron el mapa topogrfico en grande escala y lo enviaron respectivamente, los espaoles al marqus de Valdelirios, y os portugueses a Gmez Freir de Andrade. Estos trabajos fueron aprobados y qued demarcada la lnea divisoria de la frontera desde el ro Paran hasta las nacientes del
En
2l6
MCENTE
O.
QUESADA
Ipan-guaz, en la sierra de Maracaj, y de all por este rio hasta el Paraguay. Anulado el tratado de 1750 por el de 12 de febrero de 1761, que mand retrotraer expresamente las cosas al estado que antes tenan, restituir lo permutado etc., Duarte da Ponte Ribeiro pretende que, como el trazo de esta frontera era de acuerdo con el iiti possidetis, este no podr alterarse ni por la abrogacin del tratado de 1775. Las icosas quieidaban en el estado anterior a este tratado y la posesin por tanto no deba cambiarse. l<'undacto en este razonamiento, dice que el gobierno portugus mand edificar el fuerte dos Frazeres: esta posesin cambiaba empero el estado de las cosas, y por ella se haban colocado en la margen izquierda del Igwitemy. Sostiene que el tratado de 1777 reprodujo en el artculo 9 la misma frontera sealada en el artculo 6 del tratado de 1750. Otra comisin mixta deba proceder a la demarca*'y estancin. Llamo la atencin sobre estas palabras. do el gobierno portugus convencido de que fuera engaado cuando convino en sustituir el Igurey por el Iguatemy, por aseverarse que ninguno daba razn de aquel ro, habiendo adquirido la certeza de que existe en el lugar en que lo coloca el mapa de 1749, que fu descrito en el tratado de lmites de 1750 y repetido en el preliminar de 1777, orden a su comisario desconociese el acuerdo de la sustitucin de los ros, y tratase de demarcar aquella frontera en conformidad a la letra de los dos
.
tratados \
'
Duarte da Ponte Ribeiro acaba de decirlo bien claro un error de hecho no funda derecho, el convenio de los demarcadores del tratado de 1750, y la aprobacin de esta demarcacin fu objetada por el Portugal, y el plenipotenciario brasilero cree que obr en justicia.
Bien, pues, otro plenipotenciario brasilero, Silva Palanhos, en la memoria que present a los plenipotenciarios argentinos en 1857, sostiene la tesis diametralmente opuesta.
Desconoce la importancia legal del mapa aprobado por ambas cortes, y con arreglo al cual deba hacerse la emarcacin del tratado de 1750, y pretende que el acuerdo celebrado entre los comisarios espaol y portugus que convinieron en llamar Pepir-guaz a un arroyo aguas
217
abajo del Uruguay -pit, sealndolo como lnea divisoria, el mapa lo demarca aguas arriba, es un acuerdo obligatorio, aun cuando en 1788 se ha encontrado el verdadero Pepir-guaz, ro caudaloso, aguas arriba del Uruguay-pit, como lo seala el mapa, segn consta en la memoria de Oyarvide. Cmo se explica equitativamente esta profunda divergencia de criterio en dos distinguidos diplomticos
cuando
brasileros
Por una y por otra tesis el Brasil avanzaba territorio, por eso se sostiene el pro una vez, y el contra otra. y Si es cierta la doctrina de Duarte da Ponte Ribeiro, si descubierto el verdadero ro, el error de hecho no puede
ser base
die
una
que tendr razn en volver sobre la base del Igurey en vez del Iguatemy. Entonces Paranhos no podr negar que es insostenible la pretensin del art. 2." del tratado con la Repblica Argentina en 1857, conviniendo en que el Pepir-guaz j el San Antonio, como lmites divisorios, son los sealados en 1759, cuando en 1788 se ha encontrado aguas arriba del Uruguay-pit el verdadero Pepir-guaz, como lo prueba Oyarvide, siendo un error de los demarcadores al denominar un arroyo Pepir-guaz como la lnea divisoria.
que negociando con dos estados diversos, piero de origen comn, se eamenten de una manera /contraria los tratados y los hechos, y que, sin detenerse en esta chocante contradiccin, se pretenda nicamente avanes leal
No
zar la frontera.
Encontrara nobleza en sostener las mismas doctrinas, y en interpretar de la misma manera las obligacdones; pero no alcanzo a comprender la doblez que revelan e.slas dos negociaciones con dos estados vecinos, cuyos intereses conviene armonizar. Si los acuerdos celebrados por los demarcadores de los tratados de 1750 y 1777 fuesen obligatorios, no puede sostenerse la invalidez de esos tratados. Si solo se deben tomar como un antecedente histrico, como reglas para las demarcaciones, no hay razn de referirse a la demarcacin de 1759, tratndose de sustituir un arroyo aguas abajo por un ro aguas arriba del Uruguay-pit, como lmite divigorio: esto, tratando con la Repblica Argn-
2l8
VICENTE
G.
QUESADA
Mientras tanto, tratndose de los lmites con el Paraguay, se rechazan los errores de hecho, no se acepta la demarcacin de 1754, porque entonces se dijo no encontrarse el ro Igurey y se convino fijar la frontera en el Iguatemy, y en esta discusin se da al mapa levantado y aprobado por ambas metrpolis la importancia de un documento inteimacional y tratando con los ptenipotenoiarios argentinos se desconoce la importancia del mismo
tina.
;
mapa.
Resulta que Duarte da Ponte Ribeiro sostiene doctrinas opuestas a Silva Paranhos, en lo que nada hay de singular; pero tratndose de dos diplomticos representantes de un mismo soberano, las doctrinas contradictorias sobre hechos anlogos y sobre los mismos documentos, no muicho es posible encontrar expliciacin equdtatv>a. menos, cuando esa contradiccin sirve para justificis pretensiones de avance de fronteras, lo que dara lugar a sospechar que lo acomodaticio de las teoras tiende nicamente a sancionar las usurpaciones territoriales. No deseo empero colocar en este terreno la cuestin, ni mucho menos inducir miras interesadas, en contradicciones que quiz tienen origen en el mero y simple criterio
pensonail,
el
y mi persuado que, expiulesitia esita oontraidcicn, Brasil no sostendra oficialmente la legitimidad de teoras y juicios que recprocamente se excluyen, y que no pueden fundar derechos sosteniendo el pro y derechos sosteniendo el contra. Quiz es simple divergencia de cada plenipotenciario, en cuyas instrucciones oficiales no se ha previsto el caso, para uniformar la accin internacional de
un
tad, puesto
que tiene
gobierno, que debe hacer honra de su lealla fuerza que lo exime de los ardides
pequeos y desdorosos. Duarte da Ponte Ribeiro dice que el comisario espaol Flix de Azara lleg al Paraguay en 1783, para la demarcacin de los lmites del tratado de 1777, y supone escribiera al virrey de Buenos Aires manifestndole recelos de que el comisario portugus insistiese en demarcar la frontera por el ro Ipan-guaz o Aquidabangy, hoy llamado Aquidaban, y que Azara, se felicitara lo fuese por el Apa. i Cmo pudo nacer en la mente de Azara aquel temor, cuando 15 aos esper en vano a los comisarios portugueses? Francamente, la preocupacin que se su-
219
pone en Azara es inexplicable: l lia podido sostener opinin, como suya, pero no referirse a personas con
iu
las
comles nio habl. Azaa-a explor los teraitioiiios, y levaait planos de la rontera, en lo cual no atacaba derecno e
Por qu no concurrieron los comisarios portugueses? Por qu eludieron de hecho cumplir la obligacin contrada? Azara levant su plano, y he aqu cmo lo ju^ga Duiarte da Ponte ibeiro': 'No atendi la que el Igurey se precipita de la notable serrana que orma el Salto Grande del Paran, y se extiende por el medio de ella para el oeste, sirviendo de lmite natural hasta perderse en las cabeceras del Jejuy, en cuanto que el Yaguaray o Yoinheima est arriba del Salto ms de 30 leguas, y corre distante del ro Paraguay por extenso y vanado territorio, cuando en los tratados se tuvo en vista cruzar corto espacio de terreno entre el Paran y el Paraguay, como sucede entre las nacientes del Igurey
tercero.
Jejuy". Observa que si la mente de los negociadores hubiera sido que la lnea divisoria siguiese por el Yaguaray o Yoinheima, hubieran declarado que la raya segua por el lveo del ro Paran hasta donde entra arriba, o pasado el Salto, el ro Igurey por la margen occidental. Sostiene que Azara propuso al virrey de Buenos Aires dar esta interpretacin al tratado, pero que ste le orden que ejecutase lo convenido de seguir la fronterii desde el Paran por el Iguatemy hasta sus nacientes, o de stos por el Ipan-guaz. Azara haba entretanto levantado un mapa de la provincia del Paraguay, del cual dej copia en la Asuncin, cuando de all fu mandado retirar despus de haber esperado 15 aos a los comisarios- poirtugueses Este mapa, dice Duarte da Ponte Ribeiro, se conservaba en la casa de gobierno en la Asuncin, donde le vio en 1844 el encargado de negocios del Brasil, Pimenta Bueno, mostrndoselo el presidente Lpez para que viese cul era la frontera de 1777, que ste consideraba vigente. Pimenta Bueno firm um tratiado ide lmite^ en 1844 accediendo a la exigencia de Lpez, stos se sealaron y, de acuerdo y con sujecin al tratado de 1777, ''clusula, dice Duarte da Ponte Ribeiro, que dicho seor no poda- ladanitir, mas asenta por ser la frontera estipulada en los mismos trminos de aquel tratado, en un ar-
las del
220
TTOFIS^TE
(.
QT'RSAUA
tculo del nuevo, por entender que la letra y genuino del cado en nulidad poda confirmar d/ed Brasil a la frontera que ireclamaba loon
el
el
sentido
derecho
el
mejor
undamento
'
'.
Duarte da Ponte Ribeiro por qu no -aprob el gobierno imperial ese tratado, pretende que fu por ocurrencias sobrevenidas en el Paraguay, pero ha olvidado que este punto fu largamente discutido entre Berges y Paranhos en los protocolos de 1856 fu en gran parte porque el gobierno imperial no quiso reconocer la vigendice
:
No
Duarte da Ponte Ribeiro asegura que Lpez mand plenipotenciario en 1847, para celebrar en la corte |[ie Ro de Janeiro un tratado de lmites, por eil cual se divida "entre el Paraguay y el Brasil parte de la provincia de Corrientes, de las Misiones de Candelaria para el norte, quedando aquella repblica con un terri-
un
el
imperio con
lo
del
del ro Uruguay. Desde las nacientes del Iguaz continuaba la frontera del proyecto por el lveo del Paran hasta el Salto Grande de Guayr o de las Siete Cadas, y segua de all por la sierra de Mar acaj, despus por la Cordillera de Amambay hasta encontrar en elia la naciente ms septentrional del ro Apa, y desde sta segua en lnea recta a la boca del llamado ro Blanco, en frente al fuerte de Olimpo". Este proyecto fu rechazado, dice el diplomtico brasilero, sobre todo porque contena "una escandalosa apropiacin de territorio de tercer estado". En este proyectado tratado, segn lo asevera el citado diplomtico brasilero, Lpez reconoca la primitiva frontera del Brasil, que los tratados de 1750 y 1777 haban reconocido, y tambin el lmite del uU possidetis de los dos estados por lo alto de la cordillera de Amambay hasta las nacientes del Apa; mas exiga que le fuese cedido el territorio brasilero de este ro para el norte hasta enfrente del fuerte de Olimpo, como compensacin de aquello que ofreca en la provincia de Corrientes. "Semejante pretensin sirve pacontina ra confirmar que tanto Espaa durante su dominacin, como el Paraguay despus de proclamarse nacin independiente, han considerado el Apa como lnea de fron^tera del Brasil con el Paraguay. Espaa ya haba hecho
lado
221
dos fortines en la margen austral de l para divisoria y .seguridad de la frontera; la repblica estableci cuatro ms, con el mismo fin, hechos que el Brasil ha respetado en favor del principio del utis possidetis, que regla la divisin territorial en la deficiencia de tratados que la expliquen". Asegura que el presidente Lpez deca a Pimenta Bueno en 1845, que esos fortines estaban destinados a impedir a los paraguayos pasasen para el otro lado de la frontera y tuviesen comunicacin con los brasileros.
Esta exposicin histrica de Duarte da Ponte Ribeiro, mira demostrar que la lnea divisoria sealada en el tratado de la triple alianza era exactamente la misma de que estaba en posesin el Brasil. Por ella el Brasil no pretenda territorio al sur del ro Apa, desista de la lnea del Igurey, contentndose con la divisoria natural del Salto de las Siete Cadas del lado del ro Paran. He extractado y a veces reproducido con toda exactitud la exposicin de Duarte da Ponte Ribeiro, porque me propongo observar la ms severa imparcialidad al historiar los hechos, que sirven de fundamento al derecho
tiene por
internacional latino-americano.
^
22 de abril de 1872 el mismo diplomtico brabajo su firma en hoja suelta, que tengo ante mi vista, otra exposicin bajo este ttulo: ^* Apuntamientos relativos a fronteira do imperio do Brazil com a repblica do Paraguay. (1)
silero public
En
con la repblica que gran parte de ella fu demarcada en 1754, en cumplimiento del tratado de 1750, por una comisin mixta espaola-lusitana. Asevera poseer los mapas originales de esta comisin mixta, que comprenden las mrgenes del ro Paran desde la embocadura del ro Iguaz, donde comienza la frontera del Brasil, hasta el ro Santa Teresa, que desagua en la margen opuesta en latitud sur 24 48
la frontera del Brasil
Expresa que
del Paraguaj^
es conocida,
'.
que otra comisin mixta parti el mismo ao de la Asuncin para Curugu^ty, pas la sierra de Maracaj, baj por el Iguatemy hasta el Salto de las Siete Cadas, y descendi por la margen occidental del ParaRefiere
(1) biioteca
Impreso en folio a dos columnas, perteneciente a americana del ge^^eral Bartolom Mitre.
la
bi-
222
tcente
G.
QUESAD
n hasta distancia de 8 leguas, y puso un marco en latitud 24 28'; y otro prximo al Salto. Demarc luego la frontera por el Iguatemy, levant
plano hidrogrfico de este ro hasta sus nacientes, y el topogrfico del territorio de sus mrgenes, y que en el ltimo de la sierra de Maraca jii, llamada tambin Serrf Nanduracay, en que nace el Iguatemy, puso la comisin Un marco, y otro en la frontera contravertiente juzgando ser el frente del Ipan-guaz, y lo era del ro Aguarahy. Dice que en 1783 se mand reconocer si exista en la margen derecha del Paran, ms abajo de las Siete Cadas, el ro Igurey, como lo indicaba el mapa de 1749, con arreglo al cual se seal la frontera en el tratado de 1750, y que los habitantes del Paraguay dijeron entonces no hallarse semejante ro. ''El mapa geogrfico, dice, y la memoria presentada por dicho comisionado, confirmaron la existencia del ro Igurey en el lugar en que lo sealaba el mapa de 1749, y en justificacin de lo que la comisin de 1754 tena dicho de la sierra de Maracaj, y de los incidentes de la margen del Paran hasta 8 leguas abajo del Salto de las Siete Cadas". Asevera que la comisin mixta en 1789 subi desde la conuencia del Iguaz en el ro Paran hasta donde desacua el ro Santa Teresa: que explor la costa del Paran hasta la latitud 24 28', donde los demarcadores en 1754 colocaron en un tronco de rbol una erran cruz, para indicar que hasta all haban llegado, regresando en seguida. Empase en demostrar que la parte no explorada de la frontera lo fu con motivo de la fuga del general Francisco Solano Lpez, perseguido por las tropas de la triple alianza, quien atraves la sierra de Maraca j para el este, sigui despus la cordillera de Amambay por el norte hasta Chinguello, e hizo conocer el camino entre aquellas dos nacientes del Iguatemy y del Apa. Refiere que Elliett haba hecho conocer en un esbozo geogrfico el extremo septentrional, mostrando las nacienque tes de los ros Dorado, Santa Mara y Brillante, corren para el este, y de los ros Aqudaban, Apa y Miranda, que corren para el oeste que el Apa es conocido l>or los paraguayos, como lo prueba la serie de fortines o guardias que tienen en la margen austral desde su confluencia hasta sus nacientes en la cordillera de Amambay.
el
223
Expuestas estas noticias, sostiene que, siendo conocidos los territorios, poda sealarse con equidad y justicia las fronteras, con mejor razn y menos riesgo que con Bolivia y el Per, dos repblicas con las cuales el imperio celebr tratados de lmites. El mismo Duarte da Ponte Ribeiro organiz un mapa, publicado por la oficina de Remburg, que no tengo a la vista, que comprende la frontera del Brasil con el Paraguay, construido por la seccin topogrfica del ministerio
de agricultura del imperio, basado, se dice, en los antecedentes que refiere una hoja suelta impresa a dos columnas, bajo el rubro TAmites do Brazil com o Paraguay. Las citadas publicaciones, de que he dado impareial cuenta, fueron impresas cuando en los diarios del Ro de la Plata se deca que lel barn de Ootegipe, plenipotenciario del Brasil cerca del gobierno del Paraguay, abusaba de la vctima para obtener cesiones territoriales. Fu el negociador del tratado definitivo de lmites,
:
de que oportunamente voy a ocuparme. fu conveniente para Ocurre ahora preguntar la repblica del Paraguay celebrar el tratado firmado por Bergtes y Paranhos en 1856, aplazando la cuestin de lmites? cul de los dos pases ha obtenido mayores ventajas con lel aplazamiento? Hay un hecho que conviene rtecordar: no se cumpli lo estipulado en 1856, para que una -comisin mixta reconociese los territorios disputados, y, segn sus informes, pudiesen el gobierno paraguayo y brasilero fijar los lmites de sus fronteras. La guerra de la triple alianza haba dado diverso giro y diferente solucin a la controversia. Vencido el Paraguay, deshechos sus ejrcitos y muerto el presidente Lpez, lel plenipotenciario del Brasil, barn de Cotegipe, negoci directamente el tratado, pues por la guerra quedaba abrogado el de 1856. En el tratado de la triple alianza ya se sealaron los lmites internacionales del Brasil y de la Repblica Argentina con el Paguay, y estudiando el tratado oelebirado por el barn de Cotegipe, se ver si la guerra dio ventajas de territorios mayores que la frontera que haba propuesto Silva Paraiihos en 1856 o si el Brasil no modific sus pretensiones antes y despus de
la victoria.
II
BOLIVIA Y EL BRASIL
cuestin de lmite entrfe la repblica de Balivia imperio del Brasil prescindiendo! de la secular y cuestin entre las coronas db Espaa y Portugal puede decirse que s inici por las misiones diplomticas confiadas, primero al general Armaza en 1834, durante la administracin Santa Cruz, y la posterior al general Ensebio Guibarte, durante la administrael
La
cin de Ballivian. El general Armaza, en 5 de noviembre de 1834, propuso al gobierno del Brasil el siguiente proyecto de tratado: ^'Art. 1. La ratificacin y validacin del tratado preliminar de lmites celebrados entre las coronas de Espaa y Portugal en San Ildefonso a 1. de octubri de 1777. Art. 2 Que la frontera del imi>erio con la repblica comenzar desde el ro Barrique (Lateriquique?) a los 22 lat. austral, fronterizo al ro Apa, con la margen derecha del Paraguay, basta la Como concesin embocadura d'el Jaun. Art. 3. obsequiosa estableca que en vez dei la lnea recta de
embotcadura hata la 'del ro Sarar en el Guapor, establecida por el tratado de 1777, siguiese la frontera las aguas del Jaun y del Aguapey, hasta encontrar en la sierra del mismo nombre las cabeceras del ro Alegre, y bajara por ste hasta el Guapoaquella
r." (1)
este pro-
Conviene que me detenga en algunos antecedentes que muestran que el gobierno d'el Brasil sostuvo en Bolivia doctrinas opuestas a las que sostuvo el plenipotenciario Paranhos en las negociaciones con el miinistro Berges del Paraguay, sobre la no vigencia de los tratados
(1)
art.
2
La Paz
La cuestin de lmites entre BoUvia y el Brasil o sea el del tratado de 27 de nvar&o de 1867 por Jos R. Gutierres; 1868.
225
Espaa y Portugal, respecto de sus Amrica. dominios en Duarte da Ponte Ribeiro, encargado de negocios del Brasil en Bolivia, dirigi a este gobierno las notas oficiales de 8 de octubre de 1837 y de 27 de abril de 1838, reclamando la extradicin de <algunos crimiinales. La demanda se apoyaba en los artculos 1**. del tratado preliminar de lmites de 1". de octubre de 1777, que ratifica el tratado de 13 de febrero de 1688 y 19, que dispone la entrega de los criminales y la negativa de asilo. Tambin u citado por el ministro brasilero el tratado de 21 de HDarzo 1778, complementario del dje 1*. de octubre del ao anterior, por el cual estn detallados los casos de extradicin. El ministro de R. E. de Bolivia, Andrs Torrico, declar en 27 de abril y 16 de diciembre de 1838: "que no habiendo sido rectificados por la repblica y el imperio los tratados celebrados entre las colonas de Espaa y Portugal, y no encontrndose ellos en los archivos pblicos, Bolivia no se crea obligada a cumplirlos desde que no tena pacto alguno positivo con
entre las coronas de
el
Brasil".
Resulta, pues, y deseo fijar el punto con toda claridad, que es el ministro de la repblica de Bolivia el que desconoce la vigencia de los tratados celebrados entre En la nota de 26 de dilas dos antiguas metrpolis. ciembre de 1838, datada en Cochabamiba y dirigida al mismo ministro del Brasil, le dice Parece que al seor encargado de negocios no le ha sido dudosa aquella contestacin en la parte en que declara: que los tratados celebrados entre Portugal y Espaa no existen en los archivos de este gobierno que, no habindolos reconocido Bolivia, no pueden servir de regla para la entrega de
' :
'
hombres asilados en su territorio ..." El ministro del interior de aquella repblica, en nota dirigida al prefecto de Santa Oruz y datada en Ohuquisaca a 8 de julio de 1837, le dice: *'S. E. me ha prevenido decir que m> habindose celebrado tratado alguno positivo entre Bolivia y el imperio del Brasil, no pudiendo considerarse subsistente el d!e 1777, celebrado entre los soberanos de Espaa y Portugal, no es posible acceder a la reclamacin ..." del presidente de Cuyaba,
sobre entrega de 18 brasileros aislados. Resulta, pues, que oficialmente declara
el
gobierno
226
V1CK^"TK
G.
QUEDADA
de Bolivia que, en cuanto a l, no reconoce como vigentes los pactos celebrados por los soberanos de las mtetrpolis sostiene que sucede en el territorio, pero no en las obliSealo por ahora el beoho, gaciones internacionales. concordar con las deelaracioneis de que viene des^pus a ios plenipotenciarios brasilero y paraguayo. '*La admidice Jos R. Gutirrez, nistracin de Bolivia, dio un nuevo giro a la cuestin de lmites. En efecto, fu desde aquella poca (1838) que se empez a sostener en Bolivia que sus fronteras con el Brasil estaban definidas en el tratado de 1777". Es esta materia de inters general para todos los
estados limtrofes con, el Brasil, y aun cuando ste baya celebrado ya sus tratados con el Per, Venezuela, el Paraguay, la repblica del Uruguay, y con Bolivia, est aun pendiente la cuestin con la Repblica Argentina y Nueva Granada, y conviene estudiar los principios de derecho que se han tenido en cuenta al resolverla por tratados internacionales. "Sea lo que fuere, dice el citado escritor boliviano, la opinin de que la lnea divisoria entre ambas naciones se hallaba determinada por el tratado preliminar de 1777, y que Bolivia deba atenerse a l, lleg a ser popular ; vino b, ser el dogma de todos los estadistas bolivianos y nadie se ^atrevi a contradecirlos sino para invocar el tratado de 1750 ..." En 1B46 el congreso de Bolivia mand fundar una
en los terrenos del Marco del Jaun, y se levant una poblacin cerca de Corixa Grande, donde permanevilla
ci
el
mismo
Entre tanto, la legacin brasilera en Chuquisaca reclam por la fundacin de la villa del Marco, haciendo
derivar sus derechos de la primitiva ocupacin. El ministro de relaciones exteriores, Mndez, contest a estos reclamos, ''alegando por primera vez, dice Gutirrez, la subsistencia de los tratados de 1750 y 1777 y 'aadiendo que la cuestin del iH possidetis, derivada de la ocupacin, favoreca a Bolivia". En 1849 Bolivia reclama la libre navegacin del Mamor, pues era preciso a la sazn pedir permiso al gobernador brasilero de la fortaleza prncipe de Beira, situada en la margen oriental del ro. Entonces el Brasil insisti, como Bolivia en 1838, en que no haba tratado de lmites entre las dos naciones.
227
si se
dos opuestas bases partase ara ia controversia: el lUi possidetis del ao diez, era 'evidente era preciso prescindir de los tratado^ de 1777; y que si, por el contrario, stos eran los que deban cumplirse, la posesin posterior a esa fecha resultara insubsistente. Se ha visto ya que al principio Bolivia neg la vigeneia de los tratados, cuando un ministro brasilero los invocaba; cuando a su vez los invoc un ministro boliviano, fu el Brasil quien desconoci su vigencia.
De
tomaba
plenipotenciario del Brasil, Kjego Monteiro y el ministro de relaciones exteriores de Bolivia, Bustillo, en 17 de julio, celebraron una conferencia en la ciudad de Oruro para tratar la controversia sobre lmites, y en el protocolo que publica Grutirrez, se dice: '*se procedi desde luego a la discusin y al acuerdo sobre los puntos principales del tratado entre el imperio y la repblica, cuyas bases fueron presentadas por S. E. el ministro del Brasil, y habindose procedido al exa-
En
1863
el
la vista el
que
el art. 3.
veisa sobre la lnea divisoria entre los dos pases, no estaba conforme con los derechos que pretende y tiene Bolivia sobre los lagos Mandior, Graiba y Oberaba los cuaexclusivamente al Brasil, les, muy lejos de pertenecer son medianeros y de propiedad comn de los dos estados propiedad fundada en el descubrimiento de los antiguos espaoles y propiedad cuya comunidad y medianera, muy distante de daar al imperio, le es til y provechosa, si fuese fomentada y trabajada por los nobles esfuerzos de las dos naciones vecinas y amigas y llamadas por la providencia a dar vida a esos tan frtiles cuanto desier;
;
tos territorios
Que adems
el defrecho
incuestionable
que tiene Bolivia soibre los mencionados lagos, est de maniesto por el tratado preliminar celebrado en 1777 entre las coronas de Espaa y Portugal, para deslindar sus respectivos dominios en Asia y Amrica, y que siendo dicho tratado de un carcter indefinido, no puede ni debe aceptar las afirmaciones ^'de que ha caducado por falta de cumplimiento de la condicin esencial de la demarcacin, que la Espaa por su parte omiti efectuar", como tambin por la declaracin de guerra de la misma Espaa contra el Portugal en 1801. Eg fin, **que no
228
VICENTE
G.
QUESADA
puede convenir en que el gobierno imperial se arrogue .como suya la ribera occidental del ro Paraguay, desde la Baha Negra hasta la embocadura del Jaun, excluyndel iterritoirio de Boliyia los lagos ya citados". d(Ose "8. E. el ministro del Brasil, fundando su derecho en
su antigua posesin y ocupacin (segn deca S. E.) de ms de 80 aos, 20 de la tentativa ltima del capitn espaol, el gobernador del Paraguay, Lzaro de la Rivera, que en 1795 fu rechazado por el capitn portugus Ricardo Franco, y fundando adems su derecho en el mapa ingls de Mr. Arrowsmith de 1810; y en el uti possidetis reconocido por toda la Amrica en falta de tratados; visto que los de lmites de 1750 y de 1777 eran nulos, y, por n, alegando que estas eran las rdenes de su gobierno, no puede tampoco concordar con el plenipotenciario de Bolivia'\ El ministro del Brasil, J. da C. Reg Monteiro, dirigi en 10 de julio de 1863 una nota al ministro de relaciones exteriores de Bolivia, manifestando que, no habiendo podido e^elebrar el tratado de lmites por las exigencias del plenipotenciario boliviano, solicitaba sus pasaportes.
califica de injusta por cuanto el Brasil por medio del Portugal, a quien sucedi, tuvo siempre la incontestable posesin inmemorial de esos territorios, adquiridos por legtima ocupacin; posesin y ocupacin de ms de 80 aos, que nunca fueron interrumpidas por Espaa ni posteriormente por la repblica de Bolivia, y que tampoco ha podido S. E. fundar en tratados, desde que el de lmites entre Portugal y Espaa en 1750 fu anulado por el de 1761; y el preliminar de 1777 caduc por falta de cumplimiento de la condicin esencial de la demarcacin, que la Espaa nunca mand efectuar, y por la declaracin de guerra que aquella potencia hizo al Portugal en 29 de enero de 1801, y finalmente porque la repblica de Bolivia, por rgano de su ministro de negocios extranjeros en 1838, renunci
Analizaba
la
pretensin que
y confirm su caducidad''.
esta exposicin contest Rafael Bustillo, por nota datada en Oruro el 20 de julio del mismo ao, manifes-
tando
la
229
un tratado de amistad,
'
lmitCiS,
navegacin y comer-
cib,
expocaer.
Dice qu'e la pretensin boliviana e funda en el tratado de 1777, cuyo art. 9 contiene la designacin de linderos relativa a los territorios del Brasil y del antiguo Alto Per, hoy Bolivia: que esa zona de territorio e importantsima y est comprendida entre Baha Negra y el Jaun, a lo largo de la ribera occidental del
Paraguay.
''La posesin actual, dice, el uU passidetis del derecho pblico americano, que se invoca con justicia en las controversias territoriales de lois estados hispano-americanos que dependan de una metrpoli comn, y que en la vida colonial slo constituan sus diversas secciomes administrativas, no puede tener cabida ni
aplicacin al tratarse, como al presente, de colonias de divsrsas metrpolis, entre las cuales mediaba un pacto internacional para reglar los respectivos dominios, legitimando y confirmando la posesin que fuese eonf onme coaa l, y condenando la que le fu'c&e contradictoria u opuesta. Si no se admitiese esta -distincin, la prescripcin internacional carecera de toda regla, estara en pugna casi constante con el derecho, y no habra extral imitacin alguna, por injusta y tcmeraria qn'e fuese, que no se hallase a cubierto de toda eviccinNo desconoce mi gobierno que el tratado de lmites de 1750 entre Espaa y Portugal fu rescindido y anulado por el de 1761. Empero, <ell tratado preliminar de 1777 firmado por ambias cortes para satisfacer una necesidad tan imprescindible, como apremiante, cual era la de deslindar sus respectivos territorios, est y se halla vigente; y el Brasil, a ttulo de isucesor del Portugal, as como Bolivia de Espaa, no pueden dejar de reconocerlo e invocarlo. Y lo deben hacer por la misma razn de haberse abrogado de comn consentimiento el de 1750, y de haber quedado los dominios de las dos coronas, por testa anulacin, entregados en sus linderos a toda la incertidumbre, vaguedad e indecisin, que se senta cuando entre ellos no prevaleca otro medio de deijiarcacin que el clebr<e meridiano trazado por el Papa Alejandro VI y aceptado con una simple modificacin por el tratado de Tordesillas en
230
VICENTE
G.
QUESADA
1494. El preliminar de 1777 fu, pues, y no pudo dejar de ser en la intencin de ambas cortes, indefinido y permanente, as por la naturaleza misma de las estipulaciones, que son de lmites fcerritorialeis, como por la
garanta recproca que por el art. 3. del tratado de 1778 pactaron ambos altos contratantes para toda la frontera y adyacencia de sus dominios en la Amrica MteTidional, conforme se hallaban demarcados. Esta garanta recpraca de los territorios' as deliueaxios, muesitra evidentemente por su propia naturaleza la permanencia del tratado de 1777, mientras no fuese derogado por otros". Por stas razones Bustillo no acepta la afirmacin del plenipotenciario brasilero, que el mecoicionado tratado haiba caducado por falta de cumplimiento dfe la La no demarcondicin esencial de la demarcacin. resolutoria, dice, j si ella no cacin no es condicin se realiz, Bolivia, el Paraguay y los d'ems estados que sucedieron a la Espaa, tienen el derecho de exigir su dice, tampoco anula cumplimiento. "La guerra, los tratados entre los beligerantes, suspende su ejecucin y nada ms, y menos tratndose dei lmittes, cuyas estipulaciones no se relacionan con el fin legtimo de la gueiTa, " y en cuanto a que alguno de sus pr*edecehubiere considerado caduco, sera slo para sores lo habilitar a la repbjica a reivindicar los dereichos a territorios que fuesen cedidos por el tratado de 1777, pues este tratado sostiene favorables cesiones territoriales hechas por la Espaa a favor del Portugal. Despus de demostrar la necesidad que tiene Bolivia del territorio cuestionado, en el que se encuentran las lagunas Oberaba, Gaiba y Mandior, que si son par-
Paraguay en tiempo seco, deben ser medianeras con el Brasil, y sino lo son, deben pertenecer en totalidad a Bolivia, como lo expresa el art. 9."
te del caucJe del
dice se poda invocar, como lo haca el negociador brasilero para Bustillo, el caso en cuestin, el principio del wti possideUs que ha coiusagrado el derecho pblico americano. Este principio, en efecto, no puede ser recta ni legtimamente aplicado ms que a las controversias territoriales de los estados de una misma metrpoli, y que en una mis-
"No
ma
1 ;
23
ms no a colooias dependientes de diversas metrpolis, como lo han sido el Brasil y Bolivia, y entre las cuales mediaba un tratado internacional que reglaba los respectivos dominios bajo principios muy distintos de los de la posesin actual, que no puede tener cabida sino a falta de pactos explcitos y solemnes". Gutirrez critica la defensa de Bustillo, que slo defiende, dice, en parte los intei^eseis de Bolivia. Para que se forme clara idea del debate, conviene co-
Dice: ''Art. 3. La frontera del imperio del Brasil con la repblica de Bolivia principia en el ro Paraguay en la latitud 20 10', donde desagua la Baha Negra; sigue por el centro de ella hasta su fondo; va dfe ah en lnea recta a buscar las alturas que quedan un poco al oeste de la poblacin de Albuquerque-viejo o Corumb y de la baha de Cceres, de las lagunas Mandior, Caiba y Oberaba y acaba al occidente de esta ltima laguna con el nombre de Sierra dos Lmites; del extremo septentrional de esta sierra contina por una lnea recta hasta el morro de Buena Vista; sigue de all por una recta al morro de las Mercedes, donde principia el bajo oriental de Corixa da Cinza, y baja por ella hasta su unin con el brazo occidental; de esta confluencia va a buscar las nacientes del ro Verde, que son contravertientes del ro Paraga, y sigue por las alturas que separan las aguas (de estos dos ros hasta el lugar denominado Torres, en la margen izquierda del Guapor contina por el medio de este ro y del Mamor hasta la conflu'encia del ltimo con el Ben, donde principia el ro Madera sigu de ah para el o^ste por una paralela tirada de la margen izqierda en lat. aust, 10 20' hasta encontrar el ro Javar; pero si ste tuviese sus vertientes al norte de aquella lnea este-oeste, seguir la frontera por una recta tirada de la misma latitud a buscar la vertiente principal de dicho ro Javar". Este fu el artculo materia de la discusin, el cual, rechazado por el plenipotenciario boliviano, fu causa de dar por terminada la negociacin y del retiro del representante del Brasil. Parece, sin embargo, que fueron dbiles las observaciones de Bustillo, en la opinin de algn publicista de Bolivia. Jos R. Gutirrez dice haba incurrido
nocer
el
'
' *
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VICENTE
G.
QTTESAD
'
'
en craso pecado de ignorancia en no haber sabido sostetener con toda amplitud el derecho que anteriores publicistas adjudicaban a Bolivia, sobre las Cachuelas del Madera, sobre el territorio oriental de la sierra de Guanajos, sobre el ro Verde, sobre los llanos occidentales del Jaur, y sobre la ribera derecha del Paraguay ; quiso avanzar en lo posible su alegato con sutil maa y deslizando siempre, aunque ya no con insistencia, el derecho de medianera de los lagos, adelant la reclamacin de parte del gabinete de Oruro a la margen derecha del Paraguay, conforme al tratado de 1777, cuya vigencia sostuvo." Al sostener la medianera de los lagos Mandior,
Gaiba y Oberaba, ''olvid que stos, dice, aunque comunican con el Paraguay, se hallan al occidente del ro,
dejando por consiguiente en posesin del Brasil al ro, en el caso que fuese aceptada la medianera en los lagos". Jos R. Gutirrez sostiene que el tratado de 1777 fu abrogado, en cuanto a lmites, por el de 1801, doctrina que sostuvieron despus los plenipotenciarios del Brasil y el Paraguay, como lo he ya manifestado; pero doctrina muy combatida por numerosos publicistas bolivianos.
_^
vigencia de ese tratado de 1777 afectara a la repblica Oriental, a la Repblica Argentina, al Parael Per Ecuador, Nueva Granada y VeGutirrez, dice "Parcenos entretanto, bastantemente demostrado que el tratado de 27 de marzo adopta como principio en teora el iiti possidetis, es en el hecho una transaccin y que la repblica no ha podido, en una discusin desapasionada, exigir ms de lo que ha conseguido". El tratado de amistad, lmites, navegacin, comercio y extradicin, celebrado entre la repblica de Bolivia y el imperio del Brasil, el 27 de marzo de 1867, dice en lo
La
guay, Bolivia,
nezuela.
repblica de Bolivia y S. M. el emperador del Brasil convienen en reconocer como base para la demarcacin de la frontera entre sus respectivos territorios, el uti possidetis^ y de conformidad eon este principio, declaran y definen dicha frontera del modo siguiente: La frontera entre la repblica de Bolivia y el imperio del Brasil partir del ro Paraguay en la
relativo a lmites: ''Art. 2.
La
donde desagua la Baha Negra: seguir por medio de sta hasta el fondo de ella y de ahS
233
en lnea recta a la laguna de Cceres, cortndola por su mitad; ir de aqu a la laguna Mandor y la cortar por su mitad, como tambin (por las lagunaa Gaiba y Oberaba, en tantas rectas cuantas sean necesarias, de modo que queden del lado del Brasil las tierras altas de las Piedras de Amolar y de la Insa. Del extremo norte de la laguna Oberaba ir en lnea recta al extremo sur de Corixa Grande, salvando las poblaciones bolivianas y brasileras, que quedarn respectivamente del lado de Bolivia o del Brasil; del extremo sur de Corixa Grande ir en lnea recta al morro de Buena Vista (Boa Vista) y a los Cuatro Hermanos (Quatro Irmaos) de stos tambin en lnea recta hasta las nacientes del ro Verde bajar por este ro hasta su confluencia con el Guapor y por medio de ste y del Mamor hasta el Beni, donde principia el Madera. De este ro para el oeste seguir la frontera por una paralela tirada de su margen izquierda en latitud sur 10 20' hasta encontrar el ro Yavar". El gobierno del Per protest contra este tratado, por nota de 20 de diciembre de 1867, dirigida por J. A. Barrenechea, ministro de relaciones exteriores, al de igual clase de Bolivia. Me limitar nicamente a citar
;
lo relativo al iti possidetis, SiYivtieiido que se alegaba, entre otras causas, el hecho de estar pendiente la cuestin de lmites entre las dos repblicas, y no que esto importase entrometerse ni intervenir en los asuntos do una nacin independiente, aunque aliada. ^'Sin embargo, deca, cree de acuerdo con lo que en otra ocasin manifest el gabinete de Sucre, que el principio del uti possidetis, pactado en el primer acpite del artculo 2, si bien puede invocarse con justerritoriales de los estados ticia en las controversias hispano-americanos que dependan de una metrpoli comn y que durante el coloniaje no eran sino diversas secciones administrativas, no puede tener aplicacin al tratarse, como al presente, de diversas metrpolis, entre las cuales haba pactos internacionales que reglaban los diferentes dominios, legitimando y confirmando la posesin que fuese conforme a l y condenando la que fuese contradictoria u opuesta. Efectivamente, el principio de Aa posesin actual no puede servir de regla, sino cuando la propiedad no ha sido reconocida. As el uti possidetis
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QUESADA
el Brasil,
por cuanla
pases tienen
un derecho
escrito sobre
materia.
entre
el
el uti possidetis
formado ambas repblicas parte del mismo virreinato, no se puede definir con exactitud la posesin actual, respecto de territorios sobre los que no hay una verdadera
ocupacin''.
Por no haber tomado en consideracin estas observaciones, el gobierno del Per protesta contra esta estipulacin en cuanto ataca a sus derechos territoriales. El ministro del Per sostiene la vigencia del tratado preliminar de 1777, en violacin del cual se ha hecho la dese icede al imperio
marcacin entre Bolivia y el imperios sostiene que por l una zona de 10.000 leguas cuadradas, tales como el Punes, el Yuma, el Yatay, que son impor-
tantsimos.
Manifiesta adems que estando convenido entre el Per y Bolivia, por un tratado debidamente canjeado, el compromiso de arreglar definitivamente los lmites entre ambos estados, jirevio el nombramiento de una comisin
de las fronteras, cree el gobierno del Per que no hay urgencia en celebi'ar un tratado con el Brasil, respecto de territorios, que, cuando menos, debi contar como limtrofes con el Per. '^ dice Barrenechea, que el gobierno del Verdad es, principio del uti possidetis y Per acept tambin el sustituy a los tratados celebrados por la metrpoli la posesin actual, y, conforme a ella, el tratado de 23 de octubre de 1851, que la repblica se halla en el deber de respetar; pero el gobierno peruano habra deseado que el de Bolivia aprovechase de la experiencia que el Per ha adquirido a costa de algunos sacrificios". Se funda por ltimo en que, ratificado el tratado de 1851 por la convencin de 1858, la frontera debe seguir del ro Madera para el oeste, por una paralela tirada de su margen izquierda en latitud sur 10 20' hasta encontrar el ro Jarav. Si ste tuviese su margen al norte de aquella lnea este-oeste, seguir su frontera desde la misma latitud, por una recta, hasta encontrar el origen
la carta topogrfica
principal del Jarav. ^'Bn el primer caso, el Brasil, para fijar por ese lado sus lmites con Bolivia, invade nuesir
235
propiedad, dice Barrenechea, reconocida por l en los pactos de 1851 y 1838". Expone las consecuencias de las otra?^ hiptesis, para deducir el dao que trae la falta de acuerdo en materia tan grave, que obliga a la protesta contra el referido tratado por cuanto puede afectar a los derechos territoriales del Per. El ministro de relaciones exteriores d'e Bolivia, Mariano Donato Muoz, contest esta protesta por nota datada en Sucre a 6 de febrero de 1868, exponiendo que deploraba q'ue un acto internacional de la exclusiva atribucin de su gobierno, y sin relacin con la alianza d^el Pacfico, pueda dar motivo a una protesta dice: *^No quede Tin gobierno amigo y limtrofe. daba, pues, otra base para fundar slidamente los derechos territoriales de Bolivia y el Brasil, que el prineipio del uti possidetis, esto es, la posesin real y efectiva de Espaa y de Portugal, aun cuando fuese detentacin; no pudiendo tomarse por posesin verdadera aquella que pretendiese tener cualquiera de las dos coronas sin una ocupacin positiva y actual". Como se ve, retrotrae la poca de la posesin al tiempo colonial: es el uti possidetis del ao diez. Observa qu'e esa misma es la doctrina consignada en el tratado entre el Per y el Brasil de 23 de octubre de 1851, como se v<e por las palabras del art. 7. Recuerda que se estipul adems qu3 ^'una comisin mixta nombrada por ambos gobiernos reconocer, conforme al principio del uti possidetis, la frontera, y propondr el canje de los territorios que juzgasen apropsito para fijar los lmites que sean ms naturales y agreeonvenientes a una y otra nacin". **He aqu, como el principio del uti possidetis ha sido la ga, base primordial y nica que ha regulado el tratado enTermina por ltimo tre el Per y el Brasil en 1851". diciendo: "Como en esta parte asiste tambin a Bolivia un derecho incuestionable, que nace del mismo principio del uti possidetis, que al Per le ha servido de punto de partida para sus arreglos territoriales con el imperio, nada parece ms natural que lo estipulado entre Bolivia y el Brasil, qu!e disponan de cosa propia, esto es, de territorios que posean y donde la soberana y jurisdiccin del Per no poda alcanzar por impedir-
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QUESADA
sfelo el ro
el
tratado de
expl-
De
citamente establecido que es un principio de derecho pblico americano, reconocido en los tratados internacionales y en las discusiones diplomticas, el uii possidetiSf y que se seala la poca de 1810 cuando' ese principio s^e aplica a las demarcaciones de los estados his-^ pano-americano. Resulta, adems, que se ha sostenido alternativa y contradictoriamente la subsistencia de la vigencia de los tratados entre las coronas de Espaa y Portugal en las demarcaciones entre los estados de origen espaol y el imperio del Brasil, aceptando en los tratados entre el Per y el Brasil y entre Bolivia y el Brasil, el ufi possidetis actual, aunque el ministro boliviano Muoz retrotrae su poca al tiempo de la colonia. En el inters de la verdad histrica y de los diere ehos reconocidos por tratados, conviene que exponga "Por cul es la doctrina brasilera sobre la materia. posesin actual no se debe entender deca la legacin del Brasil en Lima, contestando a Antonio Leocadio Guzmn su nota de 30 de noviembire de 1854, un dominio que se extienda a todos los puntos de la superficie de que se trata basta que exista la posesin en los puntos cardinales, o sie haya ejercido all jurisdiocin, y esta haya sido tcita o explcitamente reconocida. Esta posesin existe en la Amrica del Sud, bien y notoriamente reconocida y en vista de ella, es bien fcil ligar dichos puntos cardinales, o aun los antiguos tratados, los cuales no hay inconveniente en que sean invocado como base auxiliar, cuamdo no se opon-
gan a
la postesin''. (1)
Outirrez, que ha defendido el tratado celebrado por Bolivia con el Brasil en 1867, cita la opinin de Andrs Bello, quien fu consultado por el plenipotenciario Silva con motivo de los tratados celebrados entre el imperio y las repblicas de Nueva Granada y Venezuela. '*Eu cuanto a la definicin del uti possidetis, deca Bello, soy enteramente de la opinin de V. (de Silva), porque esta conocida frase, tomada del dfi-
Documentos relativos a la cuestin de limites y navega(1) cin fluvial entre el imperio del Brasil y la repblica de Venezu..la-^Caracas 1859. i v en 8o de 165 pg. y un mapa.
237
dho iTomano, no se presta a otro sentido que el que V. le d. El uti possidetis a la poca de la emancipacin de las colonias espaolas, era la posesin natural de Espaa, lo que posea Espaa real y efectivamente con cualquier ttulo o aun sin ttulo alguno; no lo que Espaa tena derecho de poseer y no posea". Gutirrez crey conveniente entrar en mayores esclarecimietutos sobre la naturaleza de este principio; considero til transcribir sus mismas palabras: ;"El uti possidetis en el derecho romano era un interdicto retinendaef que se daba al que en la poca de la cuestin estaba en posesin pblica, y no precaria, de un fundo contra el que lo turbaba en su posesin: fundndose en la regla legal melior est conditio possidentis. Dbase este edicto, cuando se dudaba de la persona del poseedor, o cuando los dos contrarios haban hecho actos propios d)e posesin, y era forzoso terminar esta disputa en cuyo caso se prefera al que estaba en posesin en el momento de empezar la litis. El uti possidetis !en el derecho internacional es la ocupacin de un
1
territorio
en un momento dado; es lo que en el derecho comn se llama '^ posesin real". Adoptar el princifio es simplemente amparar en la posesin". Sin embargo, esta regla jurdica en el derecho internacional latino-americano tiene otro alcance, pues decide de la ptropiedad misma; no es un mero amparo posesorio, precario, sino por el contrario la decisin sobre el dominio del territorio disputado. Se toma el hecho posesorio como la prueba de un derecho, es decir, la posesin no equiyale al ttulo la posesin e^s la prueba del ttulo; en isu efecto sie supone implcitamente que el hecho de poseer importa el derecho a la posesin, sobrie todo tratndose de las demarcaciones entre La legislacin de los dominios hispano-americanos. Indias prohiba a los gobernadores y dems autoridades entrometerse en territorio de otro gobi'erno, bajo eeveras penas: tal posesin, no es, no puede servir de No se puede suponer que un gobernador u ttulo. otra cualquiera autoridad entraste a otros territorios o invadiese otras jurisdicciones, por que cometa un acto punible. De modo que el uti possidetis del ao diez implcitamente tiene la condicin de buena fe y justo ttulo: el derecho de poseer, en una palabra.
:
238
TIOEN-TK
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QTTKSAnA
Pero tratndose de posesin entr^e los dominios de Espaa y Portugal, tan cuestionado, origen de guerras, de disturbios y de conflictos; la posesin no tiene implcita la bufena fe: la que no est de acuerdo con los tratados, es viciosa por cuanto supone dolo. Tal es lo que la equidad aconseja. Bien, pues, la doctrina uniforme de los publicistas, de los plenipotenciarios americanos, y de los tratados, es que el uti possidetis es la regla jurdica internacional para dirimir y resolver las cuestiones de lmites y
;
si
algunOiS tratados,
como
han pactado
pblicas del Per y Bolivia con el imperio del Brasil, la posesin actual, la fecha de esta se refiere a la poca colonial y no altera la regla jurdica
aceptada por todos los gobiernois lano-americanos. Este principio garante actualmente la estabilidad de la geografa poltica del continente, y es profundamente conservador de la paz de los estados de Amrica
Meridional. El tratado de 27 de marzo de 1867, ha sido objeto de muchas publicaciones (1), y de ardientes ataques. Se ha dicho que desconoca la primera de las conveniencias de una lnea de fronteras internacional que sea estratgica, que consulte la independencia del estado, el desarrollo de los intereses del comercio, que sea, en fin, una buena lnea de fronteras: '*por eso tienden a buscar
que por los obstculos que oponen a de los ejrcitos, son otras tantas salvaguardias de su seguridad mutua y de su independencia". El tratado de 1777, se dice, celebrado entre las coronas de Espaa y Portugal, consulta los lmites natulmites naturales,
]a invasin
rales,
como
lo.
montaas; y cuando
(1)
"La cuestin de
sea
rrez,
el art.
S.
lmites entre Solivia y el Brasil o del tratado de 27 de marzo de 1867, por Jos Guti-
2\ edic. corregida La Paz, 1868" un vol. e 4o. menor de 79 pg, ap. 64 introduc. X. 2o. Bolivia y el Brfisil Cuestin de limites por nnos bolivianos Tacna, 1868, impreso a 2 columnas, 88 pg. 3". Cuestin de lmites entre Bolivia y el Brasil Defensa de Jiolivia, por el ciudadano boliviano Mariano Rej'es Cardona, diputado a la Asamblea, en contestacin al folleto del Brasil publicado en La Paz, Sucre, 1868, en 8o, de 123 pg. 4o. Memorndum sobre Escrito por elDr. D. Mariano Relim,ites entre Bolivia y el Brasil
yes Cardona, conjuez permanente de la Corte Suprema de Justicia. Paz de Ayacucho, 1867, in 8o de 32 pg. 5o. Memorial sobre el traPublicacin hecha ttdo de lm,ites etc., entre Bolivia y el Brasil por orden del presidente de la Asamblea general constituyente. No tiene lugar d impresin, er folio a 2 columnas, 9 pg. Impreso en
La
Paz.
239
dobles lineas imaginarias para dejar entre ellas territorio neutro en el cual es prohibido cultivar, establecer poblaciones, construir fortalezas, guardias o puestos de tropa. Igualmente se prohiben estas construcciones en las faldas de las montaas que sirven de lmite natural.
tratado, adelantndose a las exigencias de las naciones modernas, se anticipaba a impedir que en caso alguno pudiese alegarse para rectificar Jas fronteras, las razones que daba la Prusia en la guerra
este
no se pueden
De manera que
Austria en 1866, cuando Bismark manifestaba como una de las causales lo defectiioso de las fronteras prusianas para proveer a su seguridad en caso de guerra, por ser ^'poco estratgicas", y Napolen III reconoci que era valioso el argumento.
con
el
Si con poisteridad a -ese tratado se han avanzado poblaciones sin ttulo alguno, y comtra el tenor mismo del referido pacto, los nuevos estados hispano-americanos y
imperio del Brasil no pueden pretender que esa presin de mala fe constituya un ttulo de dominio y sea una base para la demarcacin internacional. La indlepeiudenjcia id)e las <otoim^ dej resp^ctvamente, en la una y las otras, las cosas en el estado en que se encontraban en tiempo de las metrpolis; y, desde luego, es de buena fe respetar ese tratado, que consulta adems los principios del derecho internacional moderno en materia de lmites. Expongo simplemente lo alegado por los opositores al referido tratado. Por otra parte: ''por el artculo 2., deja Bolivia al Brasil el dominio de las dos mrgenes del alto Paraguay desde la laguna Negra hasta el Jaun, cede unas 16.000 leguas cuadradas de su territorio; retira hasta la confluencia del Per con el Madera la lnea de su frontera, que corra de dicho Madera al Javar; y consiente, por ltimo, que el Brasil conserve sus fuertes de Coimbra y Alburquerque en el territorio mismo de la provincia de Chiquitos". (1) Agregan despus en el folleto citado en vez de un lmite natural que la providencia ha sealado entre Bolivia y el Brasil, cual es el ro Paraguay, lmite por otra
el
'
: '
(1)
'anos,
el
i,
Brasil
v,
Cuestin
holi-
columnas de 38
en
8o.
240
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QTJESADA
parte consagrado por el derecho de descubrimiento, de ocupacin y por pactos solemnes en lugar de ese lmite natural, decimos, lia consentido que a su lado mismo se je uno imaginario que atraviesa terrenos pantanosos y malsanos. Permite que el Brasil siente sus reales en el territorio mismo de la repblica, y que sus fuertes de Coimbra y Alburquerque sean un amago constante a su seguridad".
:
por
aibora
los
muy
San Leopoilid'o ley mm memoria en y Geogrfico del Brasil, en 16 de febrero de 1839, en la cual dice: "Ese tratado (1. de
El
vizconidle ide
el
Instituto Histrico
octubre de 1777) no provea a los fines que todos ellos deben tener en mira no promover el ms leve motivo de dudas y conflictos entre pueblos limtrofes, y afianzar la mayor suma de seguridad y tranquilidad ; imaginndose una lnea por un terreno llano y abierto, ms expuesta quedaba la raya; transaccin de tal manera embarazosa, que, comenzada a ejecutarse en 1784, todava continuaba despus de 20 aos por cuanto algunos de los artculos del tratado eran ininteligibles, contradictor ios, inejecutables, sealando ros que no existan, o no corran por aquellos sitios, o que tenan direcciones distintas; consiguientemente ningn paso era dado, sin que encontrase un tropiezo para no hacer aqu una refutacin fastidiosa, me refiero a lo que he dejado expuesto en el captulo X, tomo I, de los Anales de la provincia de San Pedro y, entretanto, segn las instrucciones se corra un expediente para suspender y aplazar el negocio a la deci:
:
sin die las respieetivais cortes; mas en esos im'tervalos, los virreyes de Buenos Aires, a despecho de todo, fueron apoderndose del territorio litigioso, erigiendo en ellos
poblaciones,
como
la villa de
la
de Saai Gabriel en Bato vi y otrais". (1). La imparcialidad que me he propuesto al referir brevemente estas cuestiones, me obliga a reproducir las
opiniones
de
Instiiitto
GeograpJiico
do
Brafnil,
tomo
lo.
24
Buenos Aires, Nicols Arredondo, San Leopoldo, en la informacin que dej a su sucesor Pedro de Mel, le instruye positivamente de que los portugueses haban hecho fundaciones iirtivas en las tierras propias de la Amrica Espaola, en la margen occidental del Paraguay, tales como los fuertes de Albur quer que, Nueva Coimlora y Prncipe de Peira, por lo que oportunamente haba dirigido reclamos y protestas al virrey del Brasil". El segundo comisario de
''El virrey de
dice el vizconde de
la demarcacin, Diego de Alvear, inform que los portugueses se haban usurpado las capitanas de Cuyaba y Matto-Grosso. Manifiesita el escritor citaido lo&i mamejois de parte del gobierno de Bolivia para anexar parte de la pit)vincia de Matto-Grosso, bajo la causal de estar comprendida en la frontera, que "imaginaria, dice, sirve de divisin entre las dos provincias el gobernador de ella ejerce desde ahora actos de dominio absoluto, en la concesin, entre otras, de dos (sermarias) y que unas se internan en nuestro territorio, una en la margen izquierda del Paraguay, bajo de la barra del ro Jaun; y otra sobre la margen izquierdia de este tUtimo rio; y contina reiteniendo en pesar, dice, " posesin las salinas del Jaun. de la ntima conviccin de que jams debe admitirse citas y argumentos, deducidos del tratado de 1777, por considerarlo roto, y de ningn vigor expone empero la imposibilidad material del trazo de ciertas rectas, dada la topografa de los lugares.
De manera que de una y de otra parte se hacen acusaciones de avances indebidos, de pretensiones ilegtimas, de violacin de la antigua posesin de esos territorios. No es posible sin un estudio muy detenido, emitir juicio propio, y me limito nicamente a exponer los cargos recprocos. El tratado de 1867 fu aprobado y canjeado: fu muy combatido, y tuvo por defensor a Jos R. Gutirrez
.
'
Ahona bien:
si
principio
dlel
uU
possideiis es la
base estipulada para el deslinde, es sumamente importante fijar la poca de esa posesin, que hace cambiar profundamente el deslinde. He hecho notar ya que, segn el ministro de relaciones exteriores de Bolivia, Muoz, se trata de la posesin de Espaa y Portugal, y si eso fuese lo ^tipTilaido, es evidente que sie trata de la poaa d la
4^
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emancipacin. Aun cuando en esa poca las posesiones brasileras haban avanzado sobre la frontera disputada,
el gobierno de Portugal haba reconocido que el fuerte de Allburquerquie, por ejemplo, deba ser eatregaldo a Espaa y se orden al virrey de Buenos Aires, en 1791, lo recibiera; pero es que, posteriormente a esa poca, las fronteras brasileras han avanzado, por cuya razn en 1825, siendo presidente el mariscal uere, protest por Jas nuevas poblaciones en Chiquitos fundadas por el gobernador de Matto-Grosso, y reclam ante el gobierno imperial; y en 1834, la misin Armaza tuvo por o'fegeto anlogos reclamos sobre avances en las posesiones fronterizas; y la misin de Guilarte, tuvo idnticos objeto^. Es esta la posesin actual, a que se refiere el tratado de 1857? Exponer los hechos basta para demostrar cuan fundiamen'tlal es led aicutendo sobre la poca idle la posiesin sise fija la de la emancipacin, son ilegtimas todas las po:
sesioinea posterioiries
y deben
iriestitluiirse 'a
Bolivia los
"berri-
ocupados; si, por el contrario, se seala la posesin en la poca del tratado, todas las usurpaciones tetorios
rritoriales
quedan
legalizadas.
tratado es una transaccin, dice Gutirrez; de manera que Bolivia, transando con el Brasil, le cede teiritorios y luego transando con Chile, le cede tambin otros territorios; y cediendo siempre, sin afirmarse en el ttulo de dominio, va en camino de disminuir considera-
Este
blemente
el
territorio
nacional,
segn
pretenden
los
bolivianos que
han atacado
estos pactos.
Reyes Cardona atac con vehemencia el tratado en un folleto publicado en Sucre (1) en el cual hace a su vez la crtica del publicado por Gutirrez. Este escritor sostiene que el uti possidetis no puede tener iluigar cuanldo hay ttulo: que ''el Brasil, dcie, no puede venir nunca a compartir con las repblicas espaolas su ttulo de familia el uti possidetis de 1810. En esta fecha la Espaa y el Portugal conservaban en toda su plenitud sus derechos en Amrica. Esos derechos estaban deslindados por tratados solemnes, no poda in vocarse el uti possidetis entre esas coronas. Luego la
(1)
1868.
BoUvia por
el
243
pudo
".
Los bolivianos autores del folleto Bolivia y el Brasil, '* Sabido es que al principio el uii possidetis ha sido objeto de diversos comentarios, cuando se ha tratado de su aplicacin a las cuestiones de lmites que desgraciadamente ban surgido entre las repblicas del continente. En efecto, mientras que unos, como Moncayo y Yillavicencio, han sostenido que debe entenderse por uti possidetis la simple posesin de la cosa sin relacin al ttulo; otros, como ^egers, sostienen que en el derecho nuevo los interdictos tienen el carcter de acciones extraordinarias, que se dirigen, no a la nuda posesin, sino a la posesin que por derecho fundado en ttulo se tiene a la cosa disputada".
decan a su turno
:
opiniones contradictolias de los publicistas bolivianos, con el objefo He mostrar el inconveniente de las doctrinas acomodaticias, es decir, sostener teoras para aplicarlas a un -caso dado; porque do esta confusin resulta la dificultad de fijar las reglas jurdicas del derecho pblico latino-americano.
las
el escritor boliviano Matienzo pretende: *'no habra podido jams Bolivia aceptar de un modo absoiT'uto y general ese principio de la posesin del ao diez; porque as se habra resignado a la usurpacin que el Brasil haca entonces de los territorios que perteneciesen a la corona de Espaa". (1). Olvidaba que en 27 de marzo de 1851, Bolivia y lel Briasil haban celebrajdio un tratado reconociendo el principio del uti possidetis actual. mientras predicaba esta doctrina en Buenos Aires en 1872, dos aos despus, en 1874, otro escritor boliviano, Julio Mndez, afirmaba hemos sostenido que el uii possidetis del ao diez es la constitucin de HispanoAmrica, y por consiguiente no es dado a ningn estado particular abrogar el principio comn y solidario de los dems estados". (2). La verdad incuestionable es que la regla jurdica del uti possidetis del ao diez ha sido admitida en toda*
Me
he detenido en citar
As,
'
Limites entre Bolivia 2/ ?^ RepJjlica Argentina, por (1) -Agustn Matienzo, Buenos Aires, 1872, en 12o, de 54 pgr. Realidad del eQuilihrio hispano americano y lierpetua (1) necesidad de la neutralizacin de Bolivia etc., por Jlillo '.Mndez, 1^74, Tacna, t v. de Bo de 88 pg-.
244
las naciones
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de origen espaol; y en cuanto al Brasil los tratados con el Per y Bolivia han reconocido el uti possdetis actual, pretendiendo empero algunos que se refiere a la posesin de las coronas de Espaa y Portugal y esta interpretacin importara el reconocimiento del uti possidetis del ao diez, o del momento de la emancipacin de las respectivas colonias, que probablemente es la mente del negociador brasilero, para legalizar las posesiones tomadas despus del ao diez y antes de la declaracin
la inidlepenjdenoita diel Bnasil.
de
gen a la protesta del gobierno del Per, de que ya he dado cuenta, sino que adems el gobierno de Colombia dirigi a los de Bolivia y el Brasil otra protesta, datada en Bogot a 26 de enero de 1869, de la cual voy a reproComo resulta de la confrontacin de ducir un prrafo.
'
'
y 11 del concluido de 1777 entre Portugal y Espaa) el tratado entre Bolivia y el Brasil reconoce implcitamente como territorio comprendido entre el paralelo o lnea esteoeste, o, segn los trminos del tratado de 1777, entre
el
punto de ro Madera, equidistante de su embocadura en el Amazonas, y aquella en que principia este ro, es decir, a la confluencia del Guapor y del Mapor, y de ah en direccin este-oeste hasta el ro Yavar, y bajando por ste, hasta su entrada en el Amazonas. Dicho reconocimiento es contrario a la soberana de los Estados Unidos de Colombia, nicos que pueden pactar acerca de su propio territorio, el que, en cuanto aun indefinido en convenciones respectivas con sus vecinos, debe de estar y est garantido por los actos pblicos vigentes, como justamente se sustenta, y entre los cuales se cuenta el tratado de 1777 celebrado entre la corona de Espaa y la de Portugal. Cuando la repblica del Per hizo con el mismo imperio del Brasil, en 1851, un ajuste sobre los lmites de sus territorios, tambin le cedi la parte entonces granadina, y hoy colombiana, en el ro Yavar y la hoya del Caquet, a 18^ y 2'' 30' de su embocadura, cesin que dio lugar a la protesta del ministro granadino en Lima. El imperio del Brasil en ningn tiempo podr considerar
que por esta o p'or aqueljla icesin iconsinti o teouisiente Colombia en despojarse de sus derechos a esas partes inFirmado: Santiago Prez", tegrantes de su territorio.
245
misin esEstados Unidos de Colombia, contest por nota datada en Bogot a 14 de febrero de 1869, lo siguiente: **La protesta se fundaba en que el artculo 2." delTratado entre Bolivia j el Brasil, de 27 de marzo de 1867, que establece la lnea divisoria entre los dos pases, atacaba los derechos territoriales de Colombia. Contra esta estipulacin es que reclama el gobierno de Colombia y ha reclamado tambin el gobierno del Per por nota de 20 de diciembre de 1867. Desconoce el infrascripto los ttulos en que se fundan !os derechos pretendidos por Colombia al ro Yavar, visto que por este lado confina el imperio nicamente con Bolivia y el Per. Con la liltima de estas dos repblicas ha sido celebrado el tratado de 1851, en virtud del cual quedaron salvados los derechos del Brasil a la orilla derecha de aquel ro, y del Per al territorio adyacente a su orilla izquierda. No poda haber cesin de territorio colombiano, no ha habido sino el reconocimiento del uti possidetis de cada uno de los dos pases. Lo propio sucede con lel ajusfe celeba'ado cion la repblicia de Bolivia en 1867, <?ioino lo expldica satisifaict|oTamentte la nota de 6 de febrero del ao prximo pasado del seor Muoz, minisftro ide Teila'cdone extieriores Ide aquella riepblica y uno de sus negociadores *\ Manifiesta que la protesta dirigida por el enviado de Nueva Granada en Lima, en guarda de los derechos al ro Yavar y al territorio de Caquet en la lnea divisoria del tratado de 1851, per-brasilero, sirve de fundamento a los derechos que ahora ejercita Colombia, y que, para contestarla, espera recibir rdenes del gobierno
ein
mismo
gobiernioi
de
los
imperial.
El mismo d'Asambuja, por nota de 10 de febrero del mismo ao 1869, dirigida al ministro de relaciones exteriores de Colombia, le haba dicho: '*E1 principio del uti
possidetis, como lo entiende y lo ha desenvuelto el gobierno imperial, explica el tenor de los tratados celebrados por el Brasil con las repblicas del Per en 1851 y ion la de Bolivia en 27 de marzo de 1867. El gobierno imperial no ha abrigado jams el pensamiento de perjudicar derechos eventuales de terceros en sus negociaciones respecto a lmites con los estados con quienes confina el imperio, siendo de todo punto inadmisible que le
24*
VICENTE
G.
QUESABA
Per o Bolivia cedido amplias extensiones de territorio de dominio de esta repblica, como resulta de la discusin oficial entre los dos pases, y ser mejor demostrado en la contestacin de la nota que a este
haya sido por
el
respecto
lie
recibido, etc.".
Las relaciones se fueron complicando entre Colombia, ci Per y el Brasil con motivo de la demarcacin de fronteras pero qued subsistente el tratado entre Bolivia y el
;
Brasil.
III
EL PER Y EL BRASIL
El o'obierno
nece'sidiaideiS
espaol,
AmriCfa,
a
asegii
las icion^eniencias
ciolonias;,
y
de
adiministrativas
de sus
otrais,
divida
em
sega^eig'ain'do
terirfiltorios
para
a.^^re^tarrlos
tirainsformiando la
geografa administraitiva de s-us (dominios!, atienidien^'do slo la sus coniveniencias y a las condieiones geogrficas y topogrficas 'd'e las eomfarcasc ''no cabe dnd'a len que a. su arbitrio poda, id'istiriboirlais en Xais partes, que cireyesie conveniente, reunir vairias en funa, hacier de eisitla dois o ms, atimentar unas, ioon distminnir cion de otras." As lo hizo icon la capitana ^general de Venezuela, con el nuevo reiruo GrainJadia, tcon la idle presideiicia de Quito, con el vdirreinato del Piem y con la capitana general de; Chile, al constituir con los ltimos el virreinato de Buenosi Aires. En 1776 feepiam die Chile la idlii'atada provinicia de Cuyo, y con; ella y las segregaciones del virreinaito del Per, forma el Vi.. meinato de Buenos Aires en. 1777: las Guayanas, MaKaiciaibo, Crm,ania y Margarita las segrega del virrei-
nato de Nueva Granada y liais inicorpiorai la l'a Capitana general tdie Venezuela. Por retal cdula de 17 de jiulio de 1802 separa de la pirtesid'enicia de Qfuito el gobierno y com-anldancia generaiT d Mainas., para incorporarlo al virreinato del Per. Estos cambios en la geografa administrativa colonial se explictan soin esffuerzo, poirque eran dominios de un; mismo sobera. no, que slo consultaba la geografa y la topoigrtafa pfaira resolver problemas gubemativos, y de aqu rela conveniencia idh coniseryar esas sulta, en general
,
Idemiarcaciones,
al
lo^ ojuevos)
estiaidjos
que constituyen el derecho hisitrieo y geogrfico en Amrica, ha sido reconocido el principio del uti possidetis del ao diez
como
el
jus,
como
248
VICENTE
Q.
QUESADA
damental de la personalidad legal de las asociaciones," que han formado los nuevos estados independientes.
"Todos
resreyra pectivas metrpolis, a fin de constituirse cada uno en un modo de sei* que le fuera peculiar y satisfaciera sus necesidades de libertad y de progreso, han reconocido y adoptado, para el deslinde de los territorios que hayan de pertenecerles, los lmites de aquellos que ocupaban al tiempo de su separacin. Todos han convenido en suietarse al nti possideUs de 1810, y no sin motivo poderoso, porque tal principio es el nico conforme con el sistema de gobierno denominado propio popular, emanacin de la soberana del individuo sobre s misiino T)up; ppna labsurdo exigir wiie pueblos que por su voluntad libre se han constituido en cierto cuerpo de nacin, hagan el sacrificio de esa voluntad, obligndose SL ser partes constitutivas de un estado diferente. El hecho por todas partes ha confirmado el derecho porque los habitantes que, en 1810, ocupaban cada una de las secciones de la Amrica E^p^aola, se proclamaron independientes de Espaa, nicamente con el territorio a que estaban sujetos, y todos han decl^ado en sus constitncinrie?? respectivas, como parte integrante de dicho territorio, lo aue posean de hecho en la noca de la independencia. La ley fundamental del Brasil contiene la misma declaratoria." (1)
Pe-
al
en la poca de la independencia es el fundamento racional y equitativo para demarcar el territorio de cada uno de los nuevos estados en que se fraccionaron los gobiernos de las colonias; pero ese uti possideUs no es *la posfesdn etetiva y TOal ide todas y cada una de las partes del territorio, sino la posesin civil del todo, y, para fijarla, la posesin efectiva de fearte del territorio sealado a cada gobernacin, cuya .iurisdiccin legal se deba extender dentro de los lmites territoriales que el rey de Espaa le sealara.
civil
La posesin
No
Memoria ofrecida a la consideracin de los honorables (1) senadores y diputados al prximo congreso y a toda la repblica, sobre el tratado de limites y navegacin fluvial ajustado y firmado por los plenipotenciarios del Brasil y Venezuela en 5 de mayo de Caracas 1860. 7859.
249
posesin material, cuando la Amrica estaba casi despoblada, cuando la poblacin, muy disminuida en relacin a la extensin del territorio, no constitua ni poda dfel titi Eil principio consftituir una piosiesain efectiiva. possidetis, fundado en la historia y en la geografa, importa la posesin civil del territorio que corresponda a la jurisdiccin de cada gobierno, y, tratndose de territorios de un mismo soberano, el ttulo de dominio era y es considerado el de la demarcacin gubernativa. Pero las colonias espaolas lindaban con los territorios de Portugal el virreinato de Buenos Aires, el del Per, el de Nueva Grana^da, la presidencia de Quito, la capitana general de Caracas, lindaban con las colonias portuguesas. Los nuevos estados independientes se encontraron, por tanto, con las mismas cuestiones secumietirpolis laigitado a sus lmiites que haban lares 'de respectivas, y de aqu han surgido dos diferentes sistemas jurdiciois de d'emiancaoiones, regidos por divieirBos principios legales. Los lmites de los estados hispanoamericanos, cuyo origen es comn como dominios de un mismo soberano: y las demarcaciones internacionales de las colonias con los dominios portugueses. El i^ey de Espaa poda dividir sus territorios como mejor conviniera a sus ideas; eran de su soberana y a este respecto sus reales cdulas y sus reales rdenes constituan leyes que nadie poda ni deba objetar. Pero tratndose de los lmites con otra nacin extranjera, es evidente que solo el derecho internacional, positivo o convencional, poda resolver las controversias a que diera lugar el ttulo de descubridores y primeros ocujpantes de Amrica. Las cuestiones entre las
:
de Espaa y Portugal fueron r'esueltas, en cuanto posible fu, por tratados internacionales que decortes
marcaron
La independencia de las colonias espaolas y portuguesas encontr sin solucin definitiva la controversia; porque del tenor mismo de los tratados surgieron dudas y disputas que, las comisiones demarcadoras no pudieron resolver. De manera que las colonias emancipadas se encontraron en presencia de los mismos problemas, modificada su solucin por la diversidad de las circunstancias y de los intereses; pero vivas las preocupaciones y los odios que la ti^adicin haba perpe-
250
VICEWTE
G.
QUESADA
'
tuado en las disidencias frecuentes de pneblos vecinos, cuya organizacin colonial se basaba en el monopolio y el privilegio, como murallas colocadas para impedir las relaciones naturales y frecuentes del intercambio de productos entre comarcas linderas. De manera que si sor obligatoriaiS' honu fide las demarcaciones del tey de Espaa, en cuanto se refieren a sus propios dominios, no lo son ni pueden serlo cuando se trata de lmites con antiguas posesiones por-
tuguesas, puesto que, en este caso, las cortes de Espaa tratados, y nombrado co-
misiones demarcadoras para poner las marcas divisorias entre los territorios de uno y de otro soberano. Los nuevos estados, gestaban obligados a cumplir las estimulaciones de estos tratados? Esta ha sido la primera cuestin que ha surgido entre el Brasil, estado independiente de la corona de Portugal, y los estados hispano-americanos. El debate ha sido prolongado, se ha reproducido en cada caso, y el Brfasil ha sostenido por ltimo, como regla de criterio, la abrogacin de esos tratados, por causas y razones que es ahora intil estudiar. Los estados hispano-americanos han sostenido doctrinas contradictorias; la mayora de sus gobiernos, y casi la totalidad de sus publicistas, han sostenido la vigencia de esos tratados, pero esta doctrina no ha triunfado en las negociaciones diplomticas. La repblica del Per fu la primera que celebr un tratado de lmites con el Brasil, y los principios de derecho internacional que han sido sancionados en este pacto, tienen, por la circunstancia de la prioridad, un grande inters histricoy aunque no sean sus conclusiones obligatorias para los dems estados del mismo
origen.
El Brasil ha tenido una grande ventaja en estos debates; l era solo, poda tener unidad de plan y de vistas, mientras los -estados hispano-americanos negociaban aisladamente, y cada cual tena un criterio propio, que poda ser o no contradictorio con el de otro estado igualmente soberano. Por eso, es el Brasil el que ha tenido la mejor piarte en lois resultados, debido a las circunstancias que dejo apuntadas, que han sido hbilmente utilizadas por sus hombres de estado, que han emprendido las negociaciones de lmites sucesivamente
25
con persistencia y propsito deliberado, en lo que han ejeiicido un derecho legtimo. El Brasil no sostuvo siempre la misma doctrina,' porque en cierta poca parta de la base de 4a vigencia de los tratados de 1750 y 1777 entre las coronas de Espaa y Portugal; despus cambi de tctica, y ha sostenido^ como noimia y regla de sus negociaciones, en materia de lmites, el uti posMetis actual como base fundamental, y los tratados solo como base auxiliar, cuando sus estipulaciones no estn en oposicin con el uti possidetis actual, o len otros trminos, los tratados para resolver las cuestiones en los territorios no posedos, y en estois el uti possidetis actual, como heaho y (corno derecho.
Prescindo de apreciar si esta manera de dirigir la discusin era justa y favorable para el Brasil; si al sostenerla solo pretenda legalizar lo que se ha llamado con insistencia sus usurpaciones territoriales; pero lo que no puedo negar es que el Brasil defenda sus intereses, y que en ello usaba un derecho, por el cual no merece ni puede ser tachado de desleal. Las naciones no obran ni se guan por el sentimiento en materias )olticas; el sentimentalismo en los negocios pblicos es simplemente la puerilidad y la ignorancia, disfrazada con el ridculo ropaje de una fraternidad afeminada, tratndose de los intereses y del porvenir del estado. Este rasgo pueril caracteriza a veces a la diplomacia hispano-americana, que obra sin plan, sin fijeza de miras, y buscando la populardaid fugaz del miomento; manera de proceder que revela carencia de las condiciones serenas y graves del verdadero hombre de estado. Bismark, despus de las victorias sobre la Francia, obr sin consultar los sentimientos fraternales, se preocup de los intereses de su pas, fu inflexible, y se le tach de cruel, pero resolvi a su manera los problemas polticos que haban originado la guerra. Cavour defendi, prepar y realiz en parte la unidad de la Italia, con prudente firmeza, con constancia, sin atender a los lamentos de los cados y a los reyes de los pequeos estados que eliminaba de sus tronos para
realizar la
unidad
italiana.
252
VICENTE
Q.
QUESADA
Los hombres pblicos del Brasil han mostrado que obraban con continuidad de miras, y han resuelto las cmestiones internacionales en su propio inters, para despejar los problemas futuros, segn sus miras. La secular contienda que foment la ambicin lusitana para traer las fronteras portuguesas sobre la
margen
se/ptentriona) del ro de la Plata, fu sacrificada hbilmente en 1828, cuando, de acuerdo con la Re-
el
Uruguay. Estimul y foment la inParaguay, que fu el primero en redependencia del conocer, para rodearse de vecinos pequeos, y luego ha pactado en tratados diversos la inmutabilidad poltica en la geografa del continente sudameric^ino, en cuanto se refiere a los estados limtrofes: ha sido hbil
y astuto como fueron a veces imprevisores y ligeros sus vecinos, cuyas ambiciones fugaces impiden la continuidaid ide plan y la serenidad de miras en la poiltca exterior. Pienso que, dados estos antecedentes, conservar por ahora esos hechos es Ja nica poltica internacional seria, que evita las aventuras y las veleidades
pueriles de engrandecimientos prematuros; pero pienso tambin respecto de mi pas, que la Repblica Argentina, no puede alterar sus lmites internacionales arcifnicos, cueste lo que cueste sostenerlos, defenderlos y conservarlos. Estudiar las negociaciones de lmites que el Bra-
ha sostenido, y los tratados que ha celebrado en consecuencia, a la vez que sirve de antecedente para la historia diplomtica latino-americana, sirve tambin de base para establecer los principios de derecho internacional latino-americano, con relacin al derecho convencional, en cuanto se relaciona con el principio del
sil
ocupar, pues, de la cuestin de lmites debaPer y el imperio del Brasil, de los tratados de 23 de octubre de 1851 y de la con-
Me
internacionales que en esta materia ha sostenido y ha hecho triunfar el Brasil, han suscitado oposicin ardiente en los publicistas sudamericanos, cuyas opiniones han encontrado eco en las poblaciones del mismo origen. ''El Brasil no puede alegar
253
^piordijce Mioiii'cia.yo, nidos por tratados pblioois, ellos son la base y el ttulo primor'dial de las conquistis que hicieron los poirtuigueses en la Amrica del Sur, con pleno conocimiento y autorizacin de la corona de Espaa. Esos tratados fijaron el punto de partida y la direccin que Portugal deba seguir en sus conquistas, la extensin y trmino que deban tener. Todo lo que se haya hecho fuera de esos trminos sealados por* Es-paa y aceptados por Portugal, es una verdadera violacin del derecho pblico, una usurpacin de la propiedad ajena, un despojo de los derechos que haba ofrecido reconocer y respetar solemnemente. El prinregir entre nacones cipio d{el uti possidetis no p'uede se hallan ligadias por tratiadois pbiieoisi, euyos deneque chos estn ideterminados y eTicunseriptiOis por ellos, piorquje '0l uti possidetis se ha inventado piara aclarar las dudas y srup-erar ciertas idificultades C/Utre pueblos qujei vivi)eron bajo una mismia asoiciacin ipolticia. Fuera de eiste icaso excep'cionail, el uti possidetis no hara sino jusitificar la usurpacin y patrocinar la mala fe y la perfi
ide-
que
dia.'' (1)
Chile, Florentino
Gonzlez, en nota dirigida a su gobiemo', datada en S'antiago a 16 de mayo de 1861, sostena la misma dottrina: "las cuestiones de lmites tentre los estados colombianos, deca, que eran colonias espaolas, con el im-
no pueden,
de
tan entre
Espaa y Portugal^ y ta laemarcaciones chas por los comifeonados de ambos pases''. (2)
:
he-
Briceo, a su vez, dice " cul es el lmite del Brasil con las colonias espaolas del Per, Quito, Nueva Gra nada y Venezuela? No puede ser otro que los tratados
mencionados (1750-1777). Las comisiones de lmites que ellos originaron nos proporcionan, adems, datos de cri-
(1)
cayo.
pg-.
Valparaso
La
744.
ColomMa y
(2)
Cuestin de lmites por Pedro Mon8o de 125 pg. Revista del Pacfico. Valparaso 1861. Volumen 1,
el Brasil.
1862.
volumen en
254
VICENTE
G.
QUESADA
que son de mucha utilidad al tratar hoy con el Brasil en materia de linderos", (1) E,s.tas idioiotrinas no han (preivialeciiido, empero, en los tratados celebradcis por el Brasil, y publicistas hispano[imerieanos sostienen la abrogacin de esos tratados, y principio del uH X-)or tanto, la necesidad de ocurrir al otros, a Jos R. Gutii^ez y Jos possidetis. Citar entre Berges, plenipotenciario del Paraguay.
terioi
La repblica del Per y el imperio del Birasil celebraron el tratado firmado en Lima a 23 de octubre de 1851, iciuyo artculo A^II, dice: ''Para preeavea? dudas a la frontera mencionada en las estipulaciones de ia presiente leonviencin,, aceptan lais altais. partes contratantes el principio del uti possidetis, conforme al cual sern arreglados los lmites entre la repblica del Per y el imperio d-el Brasil; por consiguiente reconotcen, irespectivamente, como frontera la pobllacin de Tabatinga, y de sta para, el noaite la lnea recta que va a eaicontrar de frente al ro Yapur en su confluencia con el Apaporiis, y de Tabatinga para el sur, el ro Yavair, desde su confluencia con el Amazonas. Una (comisin mixta nombrada por ambos gobiernf^s reconocer, conforme al principio del uti possidetis, la frontera y propondr, sin embargo, los cambios de territorio que crej^ere oportunos para fijar los lmites que sean ms naturales y convenientes a una y otra nacin".
El ministro de relaciones exteriores del Per, Jos Fabio Melgar, por nota de 19 de junio de 1861, manifest al plenipotenciario del Brasil que el gobiemo) de Lima haba nombnado al contraalmirante Ignacio Mairiategaii, ptara> qiue, unido a los comisarios brasileros, procediera a la idemiaTOaein ide kiSi froriite^ras oon arreglo al tratado. Y Lisboa contest, por oficio diatadio en Lim'a a 21 de enero de 1862; que su gobiierno haba nombrado al capitn de la armada imperial Jos da Costa Aoevedo y dems coonisarios para dicha demaircacin, debiendo encontrarse en Tabatinga el 4 de noviembre de 1861. Posteriormente lois comisarios peruanos fueron Ivlanuel Rouand, Paz Soldn y el coronel Carrasco. El demarcador brasilero fu tadhaido por haber excedido Eu cometido al dar cumplimiento al ar-tculo que
Lmites del Bi-asil con Venezuela, ( 1 ) por M. de Bricefio. Caracae, 1864.
255
dejo
taanscirito,
y Costa Acevedo
pnblliic
con
lestte miottivo
(1)
El
misoio
Duarte da Ponte Ribeiro, n quien lemiti el juicio a que me he referido, y naturalmente su misma gravedad y el earcter del que lo emita, puso al demarcador brasilero en la obligacin de
ciario del Brasil, el consejero
explicar su
gocio.
manera de proceder en
este
gravsimo ne-
Debe observarse que se celebr una convencin en 28 de octubre de 1858, fijando un plazo para dar principio a la operacin del deslinde de las fronteras ya convenidas, confirmando i)or 'el art. 17 la estipulacin de las fronteras sealadas en el tratado de 1851. De esta convencin fu negociador como plenipotenciario del
Brasil, Mii:guel
Mara
Lisboia. Coai
lel
fin
ide nedactair
las
instrucciones a que debera sujetarse el jefe de la comisin brasilera, present Duarte da Ponte Ribeiro una Memoria en 19 de enero de 1850, y Lisboa en 24 de marzo del mismo ao. Estas memorias, ^segn lo dice
Costa Acevedo no eran suficientes, visto que desconocan el territorio en que se deba ejecutar la operacin, y opin por una redaccin ms genrica, tenindose presente los protocolos de las conferencias para las negociaciones del tratado de cuyo cumplimiento se trataba: '' juzgamos entonces, dice, que solamente de esta suerte era posible terminar la demarcacin de las fronteras sin demora y con mxima ventaja para ambos pases, porque mucho nos impresionan el enorme peso de las ideas emitidts principalmente en una de aquellas memorias, no solamente afectando (afastando) los conceptos antiguos, desenvolviendo con decantada inteligencia nuestros intereses en frente de las necesidades palpitantes de la nueva isituaein, y esto ap-enas en respeto a los antiguos tratados que tantas veces habamos condenado, considerndolos sin fuerza internacional". Cito este prrafo de una polmica entre los mismos fuBoionarios del Brasil, para demostrar este hecho: que a pesar de sostener abrogados los tratados de 175U y 17/7, a ellos vuelve sin cesar, como fuente legal de decisin,
JJefesa da Coniisao mixta demarcadora (1) Brazil e Per Ro de Janeiro 1871. i folleto de lumnas, edicin muy compacta.
dos
9
pg-.
256
VICENTE
G.
QUESADA
el
mismo gobierno brasilero, oieiurriendo al lairldid de pre. tender que es base lanxiliar en la demarcacin, y que la
fundamental es el iiti possidetis aictual, enij^. contradiccin puso bien en relieve el plenipotenciario del Paraguay en la discusin con Paranlios en 1856. Empero, el minisfero acept las ideas de la Memoria del negociador del tratado (h 1851, y la instruccioaieis fueron, iptues, 'redactadas con arreglo a esa memoria, el
22 de diciembre de 1861. No se admiti, segn Costa Acevedo, l-as ideas de Lisboa sobre la frontera del ro Yavar, determinandO que la lnea divisoria siguiera su /curso. En este eaiso la exploiracin habra sido innecesaria, pues entonces no se baba arreglado la cuestin de la frontera entre Bolivia y el Per por Chiquitos y Moxos. De manera que en las instrucciones se determin que La exipToracin del iro Yavar fuese hasta el 10 porque ''all es la situacin que se supone caber en 1 paralelo del 'art. 11 del tratado entre Portugal y Espaa", declarndoise que solo se conoce su curso que va 5'' 10', donde se divide en dos
brazos.
las insCosta Acevedo, trucciones ponan un lmite a la frontera por el curso del cro; contra la letra del tratado, y en homenaje al que se deca abrogado de 1777. Esta revelacin pone moiy de relieve la manera cse pretenda sujetarse en el hecho a ese tratado, cuanmo do favorieciera al Braisil, y observar el uti possidetis cuando conviniese. Y puestas as do8 cuerdas al arco, siempre la ventaja del resultado serla en favor del Brasil, si el demarcador peruano no fuese competente y ad-
De manera
que,
observa
vertido.
^'El autor de las instrucciones, dice Costa Acevedo, puede con ellas mostrarse, y lo ha sido, genuino
representante de esos pleitos vivos y fogosios de los antiguos demarcadores de lmites, pues se encuentran en los empolvados papeles de esas pocas: pleitos siin importancia entre estados cuyos mutuos intereses rechazan el renacimiento de tales altercadois. La divisin racional y conveniente, convenida por el tratado de 1851 en su letra, en cuanto a la frontera del Yavar, noi fu aceptada las instrucciones slo admiten ser todo su curso, como en 6lla se declara, detenindose en el dcimo
:
257
grado
p'a'ra
el
uU
possidetis,
como
entendieran,
e'llos
detehace aquel
terri-
una zona
lost
mism.0is son
lal
primeros
paso que,
en' c^bservani-
cia de
aquel principio, dan como del Brasil una zona ail norte del 10?, entre el Madera y el Yaya^r, no dudando hacer (cesin de la faja que ooirresponde, en el caso
que ese ro no llegue liastiai all. Slo^ entoncietei, en d'espeiclio de la cesin de'l territorio, es que las mismas instrucciones se armonizan por esta p-arte con la letra de'l' tratado", Expone que respecto de la frontera de Tabatinga, y aqulla que sigue hasta Yapufr, tambin encuentra la misma contradiccin entre el texto del tratado y las instrucciones a los demarcadores. En 4 de agosto de 1866 los demarcadores firmaron un axuerdo. cediendo territorio al Per, en el caso de que ^1 ro Yavary no extendiese su euinso hasta los 9? y 30', y slo Ueigase tal 8, ''lo que iprobablemieinte soiicedeir ", deca Costa Acevedo. Este acuerdo est con s-ujecin a las determinaciones del gobierno. Fueron aie&ptiadas por ambos gobiei'nos las decisioneis de la's comisiones demarcadorais referentes: a Mi frontera d|e Tabiatiinga y la que sigue po:r el Yapur: el atuto de 28 die juliiio de 1866 es un documento internacional sobre las fronteras del Brasil y
el
Per.
poseisin
deil
territorio
al occidente de la in'airg'en deirecha ele (Igasape) San Antonio, y abri lois cimientois para un cuartel mlit-ar y fortifiea:ciones y jjor parte del Brasil fu pblicamente aceptada, declarndolo as la las cmaras. El tratado de 1851 estableca que, sin perjuicio de la lnea de fronteras iconvenida, debera respetairse la posesin lanterior, y esta poisesdn debera ser eistimada por la comisin mixta demarcadora, cuyas instrucciones, respecto de los comisarios braisileros, decan que, donde no hubiese poisesin, el trazo de la lnea divisoiria slo podra, sin duda, quedar sujeto la la letra ctea y terminante del tratado. Ahora bien, procediendo de esta manera, los territorios demarcados no eran cedidois por una u otra nacin: no hay, no haba cesin territorial, sino el simple cumplimiento de un tratado internacional. Costa Acevedo
;
.
258
vic:nte g.
quesaa
demuestra con toda claridad que obr de acuerdo con el tratado, y que por su parte no incurri en falta alguna, ni cedi territorio.
Se le acusaba al demarcador brasilero de que, sealndose en sus instrucciones el curso del ro Yavary hasta el paralelo 10, l haba convenido con el comisario del Per en fijar el 9 30' 'como el lmite en quie deba colocarse el marco divisorio si ese ro solo hubiera corrido hasta el 8 el territiOinio ciompTendiido hasta 9 y 30' importaba una cesin; pero como sus instrucciones le sealaban fijarse eise punto idlivsorio len el 10, la cuestin era entionees de una diferencia 'dje alguniaisi millas. En esas mismas instrucciones se expresaba que se ignoraba cual era el extremo del curso de ese ro, pues solo haba sido explorado hastia el piarailelb 5 rpor los icomisarios espaoles y portugueses.
:
Por qu
razn
1
preguntasera
indeclinable la
frontera haista el 10
dente hasta ese grado de latitud spoi* q"^6 las instrucciones permitan retroceder la frontera hasta donde se encuentra la frontera ms meridonal?
el
La fijacin del paralelo 10 no estaba estipulada en tratado, era una simple pretensin por parte del Brasil,
puesto que no se fundaba en la posesin; para obtenerla se necesitaba la adquiescencia del comisario peruano. Esto es evidente, puesto que el tratado habla de que la lnea divisoria seguir el curso del ro Yavary, hasta su confluencia con el Amazonas de manera que si esta pasaba el 10, hasta all debera llegar la frontera. La comisin mixta convino fijar el paralelo del 9 30' el extremo de la frontera, en el caso que el curso del ro siguiese ms al sud. ''Por tanto, pues, el nico punto en que el acuerdo se separ de las instrucciones retirando 30 millas el extremo de la frontera del Yavary, o la situacin del paralelo del tratado de 1777, no merece la acusacin que ahora se le hace, ni ese acto puede ser desaprobado por el 'gobierno que lo autorizara".
;
aun cuando los negociadores del tratado de 1851 hayan dado implcitamente por abrogados los tratados
de lmites entre las antiguas metrpolis, isin embargo, en las instrucciones dadas a los demarcadores brasileros, se hacen referencias al tratado de 1777, lo que demuestra
259
que
en ma-
Dados estos antecedentes, conviene recordar qu es lo que estableca el art. 11 del tratado de 1777 entre Espaa y Portugal: "Bajar la lnea por las aguas de estos dos ros, Gruapor y Maimior, ya unidos con el nombre de Madera, hasta el paraje situado en igual distancia del ro Maran o Amazonas, y de la boca del dicho Mamor; y desde aquel paraje continuar, por una lnea esteoeste, hasta encontrar con la ribera austral; y bajando por las aguas del mismo Yabary hasta donde desemboca en el Maran o el Amazonas". Ahora bien: el tratado de 1851 Vleca: ''y de Tabatinga para el sur, el ro Yavary, desde su confluencia con el Amazonas", de manera que la lnea divisoria en esta ]:)arte era el curso del ro nombrado, y mientras no fijase el recioaioeimiiento cul eaia el p^airailelo de latitud en su confluencia con el Amazonas, ninguno., de los gobiernos tena derecho para fijarlo en este o aquel grado, a no ser cue el uti possidetis fuera la base del trazo de la demarcacin en esta parte, y hasta all estuviera posedo por el Brasil. Ambos comisarios, Costa Acevedo y coronel CaI rasco o la comisin mixta, convinieron en fijar el paralelo 9 30' como punto extremo ide lia lneas y este auto aprobado por los gobiernos, fu la base obligatoria del deslinde, presicindiendo de cul fuera el paralelo en que el Yavary desembocase en el Amazonas, punto fijado para la demarcacin en el tratado de 1851 y en el de 1777. El ro Yavary segn Coista Acevedloi no se extienal suidl 'de S'' de latitud quje el acuerdo' conviene en que tie la frontera llegue al paralelo 9** 30', si el ro tuviese su naciente al norte, como asevera la tiene; que el retroceso de 30 millas no fu un acto imprevisto y no aceptado por el gobierno que de las instrucciones no se deduce que fuese el intento que todo el curso del ro Yavary sirviese de frontera, puesto que se deba considerar y tomar en cuenta el uti possidetis, y por ltimo, que el acuerdo fu aprobado, aprobndose en consecuencia la demarcacin hecha con arreglo a tal convenio. La comisin mixta deba desempear su cometido con arreglo al art. 7. del tratado de 1851, confirmado por el 17 de la convencin de 1858, tomando como base el iiti possidetis actual en las fronteras, pudiendo proponer
26o
VICENTE
Q.
QUESADA
cambios de territorios para, buscar lmites arcifnios icooivenientes. De manera qu\e no podan ni deban tener en cuenta lo estipulado entre las coronis de Espaa y Portugal en su:s tratados de lmites, que se juzgaban abrogadols. Si para el desempeo de su comisin en los territorias donde no hubiera posesin y debiera demarcarse la frontera con sujecin a la letra del tratado entre el Per y el impeirio, era necesario tener en cuenta los tratados y reconocimientos de los demareadores eisp'aoles y portugueses, estos datos slo servan como antecedente histrico, como autoridad moral pero n oomo obligacin perfecta entre lais dos nuevas naciones. Costa Acevedo dice que la comisin brasilera ejecut los trabajos siguientes: 1 deslind todas las fronteras, conform.e al uti possidetk', o al tratado, observndose las iistnicciones por el jefe brasilero reconoci despus, y deslind y teirmin el trazoi de la frontera de Tabatinga, poniendo en toda ella padrones provisorios; 2 explor el Yavary, levantando su carta, en la extensin del ro, hasta 100 millas de su curso tiotal, en una extensin prxinuatmente de 1.200 millas. Adems, Costa Acevedo asegura que coloic Ids postis o mojones en el Yca y Yapur, que hzolo solo, y que deba sor rectificado con la presencia ded com.isario del Per. La demarcacin se termin habiendo nombrado el gobierno imperial otro jefe de la comisin brasilera. He dado cuenta de esta disicuisin, porque ella revela cul era el mvil del gobierno del Brasil kl pactar la abrogacin de los trl/tados-^ntre las metrpolis, y sustituirlos por el principio del uti jossidetis como base fundamental eu la dem'aircacin de lmites. Y esta polmica interna, es la revelacin de los propsitos qud sirven de gua a los negociadores brasileros de las demiarcaciioneis territoriales. Aun cuando niegan la vigencia de los tratados, cuyos lmites juzgan a veces desfavorables al territorio del imperio, ocurren a sus estipulaciones cuando les favorecen, y de esta manera se salva la apariencia de uniformidad de doctrina, haciendo que sean los demarcadores los que se encarguen de convertir en hech0( la lajspiracin de tal o cual lnea divisoria.
; :
En
beiro se colocaba en las corrientes de las viejas am,biciones, mientras que haba firmado el tratado die 1851, obteniendo
HISTORIA DIPLOMTICA LATINO-AMERICANA
'Ji6l
por vez primera la eliminacin de los tratados iceleibradoR por las metrpolis y cambiando a^ la balse de las negoi;
ciaciones desorientaba a los estiadosi vecinos, alarmados; con esta doctrina del imperio.
El mismo gobierno del Per confesaba, por medio de su ministro de 'relaciones exteriores, J. A. Barreneche^, en nota dirigida al de igual clase de Bolivia, en 20 de diciembre de 1867, que el olvido del art. 11 del triatado de San Ildefonso en 1777, haba hecho perder al Per y Bolivia cerca de 10.000 leguas cuadriadas, en las cuales se encuentran ros importantsimoa "V'eridiad es dice^ que el gobierno del Per acept tambin el principio del uti possidetis y susttuy a lois tratados celebrados por la metrpoli la posesin actual, y conforme a ella, el tratado de 23 de octubre de 1851, que la repblica se halla en el deber de respetar; pero el gobierno peruano habra deseado que el de Bolivia aprovechase de la expeTieneia que el Per ha adquirido a costa de algfunos sacrificios...". Segn ese pacto, ratificado posteriormente por la convencin de 1858, todo el curso del ro Yavary es lmite comn para los estados contratantes; y aunque los tratados no lo dicen, los comisarios de lmites Carrasco y Acevedo pactaron que se llegase haista la latitud; de 9 grados treinta minutos sur, o hasta el nacimiento de dicho ro, siempre que ste se encontrase en latitud inferior. La lnea paralela al Ecuador, trazada entre el Per y el Brasil por ese lado, quedando perteneciendoi al Per todo el terreno comprendido entre el sur de la enuaiiciada paralela, que debe terminar en el ro: Mlaidera. Tan cierto es esto, que' los gobiernos del Per y el Bnaisil, al confe-
en
ellas,
como punto
car-
y en
de dichos comisarios, que existen protocolizadas, las loomo en las instrucciones dadas a la comisin especial que se encomend a los secretarios para la exploiracin del Yavary, ise acord prevenir, de una manera expresa, lo que queda manifestado. Reasumiendo lo expuesto, ^resulta que segn el tratado en cuestin 1.'' la frontera debe seguir lel Madera para el oeiste, por una paralela tirada de su margen izquierda en la latitud sur 10 20' hasta encontrar el ro Yavary 2. si el Y avary tuviese sus mrgenes al norte de aqudla lnea este-oeste, seguir la frontera
: ;
262
VICENTE
G.
QUESADA
desde la misina latitud, por una recta, hasta encontrar el origen principal de dicho Yavary. He querido citar la opinin brasilera y la opinin peruana, lexpreisiaida oficialmente, y "^^^ miras completamente contradictorias; ambas recurren al art. 11 del tratado de San Ildefonso, y, por no sujetarse a ello, ambas creen perjudicar a sus pases respectivos. En las instrucciones que recibi el jefe de la comisin brasilera, Acosta Acevedo, se le recomendaba que fijase el extremo de la frontera en el ro' Yavar^ en la paralela del 10, por suponerse que era el paralelo a que se refiere el art. 11 del tratado de 1777. Y el ministro del Per, Barrenechea, sostiene que el no cumplimiento de ese artculo, ha hecho perder al Per y Bolivia cerca de 10.000 leguas cuadradas. Cmo puede explicarse esta contradiccin ? Segn Duarte da Ponte Riveiro, el convenio de la comisin mixta de demarcacin ha perjudicado al Brasil, que dice cede una extensin territorial ai Per, si el Yavary llega al 10 20 y Barrenechea protesta por la cele'
bracin del tratado de lmites que esta repblica celebr con el imperio el 27 de marzo de 1867, porque el art. 2." est en desacuerdo con la frontera demarcada en 1777. Resulta de estas contradicciones tan inexplicables, <me el referido tratado de 1777 no resolvi la controversia, piorque si la hubiera resuelto no intettaraoi recurrir a sus estipulaciones dos naciones vecinas, suponiendo que su no observancia le hace perder territorios considerables. Y sin embargo, los plenipotenciarios del Per y del imperio celebran el tratado de 1851, lo ratifican, por la convencin de 1858, dando por abrogados los tratados entre las dos metrpolis, y luego de verificada la demarcacin, juzgan que la abrogacin de estos tratados causa Ijerjuicio a una y otra nacin. Conviene tener presente este hecho histriico, porque l demuestra extravo en las apreciaciones, y en la inconsistencia en el punto de partida para las negoeia^cones <de lmites se irevela las preocultaciones tradicionales del debate secular entre Espaa y Portugal, de cuyas controversias apasionadas se Lacen herederos los hombres pblicos de los nuevos estados in-
dependientes. Una estipulacin no puede favorecer a los dos estados de tal manera que su inobservancia les haga perder teritorio: o era favorable al Brasil, o lo era al
263
no poda fiavoreoer a ambos pases simultPrecisamente partiendio de eiste error, los negociadores de los tratados de 1861 y 1858 convinieron en dar por abrogados y nulos esos traitados, piues isi ambos los hubieran juzgado como recprocamente favorables, por qu no pactaron su observancia?
Per;
pero'
neiamente.
En las cuestiiones de lmites entre los lestaidos hiispano-americanos y el Brasil, conviene emanicipars de las preocupaciones tradicionales, comiO lo deca lel jefe de la comisiin brasilera en la demarcacin diei la frontera con el Per. Estudiar sin pasin los tratados de 1750 y de 1777, las explicaciones que hiicieron los demarcadores espaoles y portugueses, las dudas y las dispiutas que tuvieron lugar e hicieron imposible la completa demarcacin de la frontera, y las modificaciones que haya podido producir ei uti possidetis, procfurando encontrar lmites arcifnios qoie constituyan una frontera buena, estratgiicta y segura, debe ser la mira que inspire a, los que tienen parte en las negociaciones que deben resolver las controversias pendientes en materia de lmites.
silero
Creyendo lobtener ventajis, el plenipotenci'ario bray el peruano, en 1851, convinieron en dar por anu-
nacin pierde territorio que le daba el tratado de 1777. De mianera que queda en pi la duda de la cul pas favoreca la vigencia de ese pacto, puesto^ que los dos contratantes se tarrepienten de no haberlo^ cumplido. Los publicistas no han iCiontribudo poooi a mantener vivas estas preoeup aciones, a exacerbar las pasiones, a irritar los rencores, y a apasionar un debate que es eminentemente prctico y de meras conveniencias. ''A joigar por la poltica tortaiosa y artera de la corte de Ro de Janeiro dice Moncayo^ debemois Creer quie; los portugueseis de Amrica no han degenerado en nada de lia raza de sus padres y fundadores". Rechaza con ardior el principio del lUi possidettis p^ra resolver las cuestiones de lmites con el Brasil, y pretende que todos los estados de la Amrica del Sud *'han reclamado el eumplimiento de lais estipulaeiones acordadas en San Ildefonso y esia es la niea solucin justa y razonable". Y sin embargo, aciabo de demostrar que la abrogacin de esos tratados, en el sentir diel mismo
204
VICENTE
G.
QUESADA
negociador brasilero del de 1851, ha hecho perder territorio al Brasil, y a su vez el gobierno del Per juzga que esa abrogacin le ha causado le prdida de miles de leguas. En esta materia es grande la confusin, porque son grandes las preocupaciones y las pasiones. "Solo el Per ha entrado en negociaciones con el imperio brasilero deca Moncayo aceptando y reconociendo las usurpaciones hechas por el Portugal: no sabemos si esto ha sucedido por la mucha perspicacia y sagacidad de su comisario o por un convenio recproco de do ut des, acordado de antemano. Pero la conducta del gobierno del Per no hace regla en esta materia, porque no teniendo nada que perder en la negociacin, y, al contrario, algo que ganar con la alianza y apoyo del Brasil, no tuvo embarazo para aceptar y reconocer esa base (el uti possidetis) que los estados colombianos rechazan abiertamente". Y sin embargo, en 1867 el ministro de R. E. del Per protesta por el tratado celebrado entre Bolivia y el Brasil en 27 de mayo del mismo ao; y en 1871 es separado el jefe de la comisin demarcadora por parte del Brasil, por haber convenido con el nombrado por el Per para la demarcacin, en fijar el extremo de la lnea divisoria del ro Yavary en el paralelo 9 30', y no en el 10 20', por haber icedido territorios brasileros al Per es tan grande la confusin de las ideas sobre esta materia que, mientras Jos R. Gutirrez defiende el tratado de 27 de mayo de 1867 precisamente por pactar que el uti possidetis sea la base y el principio jurdico de la demarcacin, sosteniendo la abrogacin de los tratados entre Espaa y Portugal, el ministro de relaciones exteriores del Per protesta por su celebracin, y manifiesta el error cometido por el Per en la celebracin del de 23
de octubre de 1851. Cundo y quin tiene razn? El tratado de lmites celebrado entre el Per y el imperio del Brasil fu muy mal acogido en las repblicas vecinas, suscit ardientes polmicas y fu causa de vehementes ataques, dentro y fuera de aquella repblica. El obispo de Cuenca, en la repblica del Ecuador, en un informe oficial de 9 de abril de 1853, dirigido al ministro del interior de aquella repblica, le deca: *' Quiero aprovechar de esta oportunidad para llamar la atencin del gobierno sobre un acontecimiento que tiene
265
relacin con nuestras misiones y que lo considero de grave trascendencia. He ledo un tratado de comercio y^ave-
gacin fluvial, celebrado entre el Brasil y el Per el da 23 de octubre de 1851, y aprobado y ratificado por el emperador del Brasil en 18 de marzo de 1852; y con sorpresa he visto que en el art. 7." se ha estipulado que queden en favor del primero los terrenos que yacen al oriente de una lnea tirada desde Tabatinga hasta la embocadura del ro Apaporis, en su confluencia con el Yapur. Por este tratado, seor ministro, se arrebata al Ecuador UlU territorio de casa 2.000 leguas icujaidiradas icefdddafi al Brasil y aun se da a entender que el territorio que queda al occidente de la lnea, entre Tabatinga y el Apaporis, pertenecer al Per, lo que causara al Ecuador una prdida incalculable, porque no se sabe hasta dnde se extendern las pretensiones de esa repblica. El principio que se ha invocado para arreglar los lmites de las rep;
ao diez: de que hablo, se invoca el principio sin fijar la fecha. Esta reticencia prueba, de un modo muy claro, que los gobiernos del Brasil y el Per no se consideran con un derecho perfecto sobre el territorio materia de sus convenios; y quieren nicamente hacer valedera sai acituial pioiseisin, extendiendo sus dominios, en virtud de la nuevia estipulacin, aun ms all de ios puntos que ambos gobiernos nos han usurpado. Hablo, seor ministro, con conocimiento perfecto de causa, y quisiera que por honor del gobierno ecuatoriano, de quien es un deber constitucional conservar la integridad de la repblica, y por los futuros destinos del pueblo en cuyos intereses est retener esta parte la ms bella de esas tierras baldas, destinadas para el pago de la inmensa deuda extranjera, se tomaran las medidas necesarias para que se impida con tiempo un mal, que de realizarse, nos perjudicara en extremo. ... Si he hecho las observaciones que preceden, es nicamente porque considero que nadie en el Ecuador posee un conocimiento prctico de esos terrenos mejor que yo, que he permanecido 50 aos por all. Hago hoy lo que en el ao 29 hice con el presidente de Colombia, general Simn Bolvar; y estoy cierto que si entonces se hubieran fijado los lmites de las dos repblicas del Per y Colombia, como se estipul en los tratados que se celebraron
blicas isiudamericanas
y observar
V^.
S.
ha sido el H. que en
266
VICENTE
la batalla
G.
QUESADA
de Tarqiii, habran sido muy tiles los diversos datos que suministr al libertador de aqujellia poca". (1) La iniciativa del obispo produjo su efecto, y tanto que ocasion la gTierra entre Per y el' Ecuador: tan grande es la pasin con que ios estados hispano-americanos defienden los derecbois: que juzgan corresponderas piara mantener la integridad territorial de su soberana, aun cuando esos territorios estn despoblados y ocupados por tribus indgenas errantes. De manera que este m-ismo' inters, y la importancia evidente que resulta de mantener la paz y 'armona entre las repblicas hispanoamericanas, obliga a meditaT! con serenidad sobre una imateria qtue tan hondas perturbaciones ha trado y tan lamentables guerras ha ocasionado. Oportunamente me ocupar de la cuestin de lmites entre el Per y el Ecuadol*. H<e querido reproducir el extenso prrafo de la nota deH obispo de Cuenca, comio unai prueba del efecto que produjo el tratado de 1851 entre el Brasil y el Per; -el primero que pact oin arreglo die lmites con el imperio vecino, adoptando como base jurdica piara la demiarcacin el nti possidetis de la poca de la indepencia, mientras dejaba subsistentes las controversiias sobre los lmites con Bolivia y el Ecuador. Pedro Moncayo, ardiente defensor de la vigencia de los tratados celebrados entre Esipaa y Portugal, hizo una orticia acerca del art. 7. del tra.tlado entre el Feri
despus de
el Brasil.
Exprelsa que
el
e^ablecimiento
de
Tiabatnga fu
y qued comprendido en el territorio que el Portugal deba restituir a Espaa con arreglo al tratado de 1777, el cual es la base oblig'atoria para resolver, segn sus opiniones, las controversias que existen entre los estados hispano-amerieianos y el Brasil, respecto a la demarcacin territorial. Expone luego qne la comisin denuarcadora en aquellas partes, icuyo jefe era Francisco Requena, por Espaa, ''pidi ante todo la entrega de la fortaleza de Tabatinga, por hallarse comprendida dentro de los lmites fijiados a las posesiones espaolas por el tratado de San Ildefonso.
posterior al tratado de 1750,
.
(1)
lmites,
el
Per.
Cuestin
de
267
sin desconocer la justicia de la reclamacin hecha por el comisario espaol, dio por excusa para r.etener la fortaleza de Tabatinga, que no poda entregarla sin recibir al mismo tiempo las fortalezas que pertenecan al Portugal y que posea Espaa en
las
mrgenes del ro Negro". (1) El escrito de Moncayo fu contestado por un folleto annimo (2) que es una defensa ardiente de los procedimientos del Brasil en la materia, y, sin poderlo ase-
nimo de;
Documentos
y navegacin fluvial
misma pluma del autor anrelativos a la cuestin de limites entre el imperio del Brasil y la
repblica de Venezuela Caracas, 1859 y de la Memonia ofrecida a la consideracin de los honorables senadores y. diputados, etc., Caa^acasi 1860, Pero sea de ello lo que fuere, ya sea el opsculo que contest a Moncayo de origen brasilero, escrito en los ocios de uno de los plenipotenciarios del Brasil ms activos en estas cuestiones de lmites, y preciso es decirlo, conocedor de la historia del secular debate de las antiguas colonias o bien sea el Sr. E\. P. un escritor de aquellas repblicas; sus juicios, sus doctrinas y los hechos que cita no valen menos, por no poder asegurar la nacionalidad del autor. "Bi el tratado de 1777, ^dice ^tuviera ms valor que el uti possidetis idel tiempo de la independencia, se veran tales absurdos como el de que toda la poblacin brasilera de esos territorios (del Yaguarn), que ha proclamado el imperio, deba pasar a ser oriental, entregndose en cambio, otro absurdo, al Brasil ms de la
:
mitad del Paraguay, poblada hoy por paraguayos. As, pues, por el simple hecho de la guerra de 1801 resultaron para el Brasil nuevos derechos de conquistas, de L.a guerra ide 1801 hizo, los cualeia l no pdda cejar. pues, caducar, de hecho y de derecho, para el Brasil y para otras naciones ms, lo;s tratados de 1777 y 1778. Los que sostieneil* lo contrario, como son en Nueva Gra. .
(1)
Colombia y
el
Brasil^
^Valparaso, 1862, en 8o de lmites, por Pedro Moncayo. Atn las cuestiones de limites del Ecuadorj p (2) Moncayo y su nuevo folleto, sus absurdos y su mala Opsculo escrito .a veces en su estilo, incluyendo curiosos
Colombia y
el
Per.
Cuestin 125
de
pg.
sea Pedro
fe, etc.
yos, y
acompaado de importantes documentos reales que por s solos deciden todas las cuestiones, por 33. P. I pequeo en 4o de 58 pg. y XVIII de documentos.
268
VICENTE
6,
QESADA
nada, Pedro Fernndez Madrid; en Vne23uela:, Mariano Brieeo; y en el Ecuador, Pedro Moncayo; lo haeien, a lo. que nos parece, ms por espritu de oposicin y para " (1) impedir todo arreglo posible.
.
.
tra,
Esta manera de expresar sus ideas, previene en cony hace necesario ecxaminarlas.
los tratados
ha sostenido la a;brogacin de de 1777 en sus relaciones diploimtiicais en En 1837 y 1838 un lias repblicas hispano-americanas. mini'Stiro del Brasil solicitaba del gobierno de BolTa la extradicin de ciertos criminales brasileras, fundndose previamente en el tratado de 1777, y fu el gobierno bor liviano -el que neg su vigencia. Otro ministro brasiloro firmaba un tratado die lmites con el Paraguay en 1844, nada menos que Pimenta Bueno, en el cual se convena Luego la abrogacin ei respetar las, fronteras de 1777. de estos tnatados no eis un hechoi tan evidente que eet fuera de toda controversia, si bien es icerto que (ahora esa es la doctrina internacional que sostiene el Brasil.
isiemspre el Brasil
No
De manera que en opinin de Madrid, de Brieeo, de Moncayo, y de muchsimos otados escritores' y hombres pblieOvS hispano-americanos, es unai doctrina discutible bajo. B aspeicito legal, y en cu'anto a la conveniencia de aceptar esa base en las controversiasi isobre demarcacin de fronteras entre los estados hispano-americanos y el Brasdl, pneciso es eonvenir que, hasta hoy, el principio que ha triunfado en las convenciones internacionales, es el del iiti possidetis de la po,ea de lai independenieia. Y ha isdo aceptadio este principio no slo en las convencioines o tratados con el Per, Venezuela y Bolivia,, sino que esa fu la base de la negociacin entre el Paraguay y el Brasil en 1856, sosteniendo el plenipotenciario Berges, con firmeza y decisin, la abrogacin de los tratados de lmites icelebrados entre las dos metrpolis tcomo consta de los protocolos de ]as conferencias.
Del tenor del art. 7. del tratado de 23 de octubre de 1851 entre el Per y el Brasil, ''se ve que las dos naciones, ^dice el seor E. P., no hacen msi que conslgnar el principio del uti possidetis, que se entiende ser el de la poca de 'la independencia, y fijar, para evitar
(1)
Aun
Ecuador,
etc.,
pg.
20
21.
269
Cedi Cion esto el Per algn terrieno? Nosotros por el oontrario, que si algunoi de los contratanparece en el ajfuste menos favorecidb no es ciertates mente el Per.
crecemos,
'^En vista del testimonio de Humboldt, adoptando en la Exposicin publicada en Bogtot en 1854, por ed ilustrado granadino Lotrenzo M. Llenis, la frontera brasilera en 1802 se extenda por el Yiavary, cubra Tabatinga, y segua a buscar muy al oeisitie el Salto Grrande del ro Caquet, en lia embocadura del de los Engaos; esto es, ms al oeste de la lnea fij'ada en 1851. Las aguas de Yavary^ dudante' la extensin de 2 grados de u emboidadura para arriba, esto es, hiatta un, piarage m*arcado por la lniea este-oeste, que "vena de un punto del ro Madera, a media distancia entre su embocadura en
Amazonas y la del Mamor en el Guapor, ya haban sido declaradas lnea de lmites o demarcacin por el
el
11 dtel tratado de 1777. En cuainjto al teirritoTio del Delta entre Tabatinga y la embociadura del Apopiari, jams lo ocup Espaa; estaba el Braisiil en ^antigua posesin de l, fue mandado respetar en te cdulas de 1802 cuiya validez "el Peir acata y siiis habitantes, descendientes de los portugueses, usandlc del dereiciho de soberana popular, se asociaron al pacto de la nueva nacin en 1822". (1)
art.
De estos antecedentes deduce el autor del folleto, que el Per no ha cedido territorio, cuya extensin indican los imjpugnadorles del traitado en 2.000 leguas.
El Ecuador pretenda que era suya parte de te territorios die Mainas, Quijos y Canelos, y comprendindose en la demarcacin entre el Per y el Brasil,
como lo' crey Bolivia cuando^ tratado de la triple alianza entre el Brasil, la Repblica Argenltina y la Oriental dlel Uruguay, pactaron cul sera la demarciacin de las dos primeras con el Paraguay, contra cuyo gobierno se ali/aiban para derroen
el
carlo.
el
No estando resuelta, la controversia de lmites entre Ecuadk)r y el Per, es claro que el tratado con el Bra(1)
Aun
Ecuador^
etc.,
pg. 23.
270
VICENTE
G.
QUESADA
bajo este aspecto, condicional: as como por de .revenales, los negociadores del tratado de la alianza de 1. de Mayo de 1865 tranquilizaron livia, que pretenda era perjudicada, por cuanto pendiente su demarcacin con dichos estados y el
sil
es,
medio
triple
a Botena
Para-
guay* Lorenzo M. Lleras, en la Exposicin que he citado por referencia, pues no he tenido ocasin de leerla, manifiesta los inconvenientes que resultaran para Colombia, hoy para los estados en que se ha subdividido su territorio, isi aceptase como base indeclinable de demarcacin territorial los tratados entre las antiguas metrpolis, que no pudieron ejecutarse, y la conveniencia de adoptar el principio jurdico del uii possedetis del ao diez, y por lo tanto, el tratado celebrado en 25 de
junio de 1853. Los ecuatorianos no han querido aceptar el principio del uti possidetis del ao diez, porque ese principio no los favorece para la posesin de los territorios del Cauca, que se incorpor al nuevo estado en 1830, en la anarqua de Colombia; pero a la vez aceptan ese principio jurdico para alegar sus derechos a la parte que hasta 1810 les perteneca y se incorpor al Per en 1821. al hacer estas referencias, se previene del peligro de las idoctrimas acomo'dlaticias, cuyas contradiioeiones extna-
va(n
'
lofusican.
El gobierno de los Estados Unidos de Colombia, fundado en la protesta que elev en Lima el representante de Nueva Granada contra el tratado celebra 3 o entre el Per y el Brasil, cuando la comisin demarcadora puso las marcas divisorias, promovi un incidente internacional-bastante grave, y del cual voy a dar somera
cuenta.
5]1
ministro de relaciones exteriores de los Estados Unidos de Colombia, por nota datada en Bogot a 28 de septiembre de 1869, dirigida al enviado extraorinario y del Brasil, Joaqun Mara ministro plenipotenciario Nascentes d'Asambuja, le deca: *'Ha llegado a conocimiento del gobierno colombiano que una comisin denominada ''demarcacin de los lmites del Brasil con el Per", en el mes de abril del ao prximo pasado subi el Putumayo hasta el punto donde desemboca una quebrada llamada Guequi, distante segn se asegura.
27
fij en dicho punentre esos dos pases, colocando a uno y ctTto lado idel ro, maideTois que, po'r a cara oriental tienen esta insicrrpiciin Brasil, y por la oiccidental esta otra: Peri. Tambin sabe el gobierno que dicha comisin se
por nota fechada en la ''Boca del Urav", conel 2. de mayo de 1868, al seor Hiplito Modesto Santa Cruz, entonces empleado colombiano en el territorio de Caquet, previnindole que se abstuviera de ejercer jurisdiccin en la boca de Yza desde su confluencia hasta donde hizo colocar, dice el comisionado, la seal de la extensin fluvial de este ro, que pertenece al Brasil. Como Colombia sostiene que el Putumayo, en todo su curso, se halla en su territorio, el ciudadano presidente de la Unin ha instruido al infrasdirigi,
crito,
isecretario
de
S.
lo
interior
relaciones
exteriores,
pana dirigirse a
E. el isieor enviado' extraordinario y ministro plenipotenciario del Brasil, manifestndole que el gobierno colombiano desconoce la facultad con que el Brasil haya ordenado la ejecucin de las actos que van referidos, y que en ningn tiempo admitir que se aleguen dichos actos para fundar derechos al territorio en
ellos
que
han
Contest el Sr. d'Asambuja ''Bogot de 14 de febrero de 1869 .... El infrascrito siente no tener informes de su gobierno sobre los hechos aludidos, que lo habiliten a contestar debidamente a la nota de S. E. Mientras tanto, por lo que se expone, no puede presumir que el emisario brasilero practicase acto alguno que pueda ser calificado como invasin del territorio colombiano. El territo-rio que ha ireciorrido eist compren'd&do dentro ide la juriisdiccin idel imperio, icomoi ise ha deducido de la discusin habida con este gobierno sobre el modo como 'debe ser fijiaidia la frontera lentre lois dos pases y todava mejor lo probar el infrascrito en sus ulteriores comunicaciones ^
'
si
un empleado
colombiano pretenda ejercer jurisdiccin dentro de los lmites que han sido pactados entre el imperio y el Per, "en la cual por el lado del Putumayo confijia el nicamente" cree que las autoridades brasileras han obrado bien y naidia hay que extraar que noi conisientan intromisin en los territorios brasileros.
272
VICENTE
6.
QUESADA
Asambuja obtuvo licencia de su gobierno para ausentarse de Bogot; haba solicitado audiencia con ste objeto, cuando en 25 de enero de 1870 dirigi una larga nota lai ministl^oi de R. E,, de la cual reproduicir lo que juzgo pertinente. Expresa que, pendiente ]ja> cuestin de fronteras entre Colombia y el Brasil, juzga'ba que el
incidente de que he diado cuenta slo importaba una i'esierva de derechos; ^'pero que con sorpresa ha visto en la memoria histrca sobre lmites entre Colombia y el
imperio del Brasil, escrita por Jos Mara Quijano Otero, bibliotecario nacional, la referencia de que el gobierno de Colombia ha dado rdenes a las antoridades del estiado soberano del Cauca para que inmediatamente procediesen a hacer volcar y destruir los postes eolocadots y borrar hasta las huellas del comisario que se permiti hollar el territorioi naeionar'.
La nota-protesta de que he dado cuentai, reeiba en el hecho la confirmacin, borrando el amojonamiento y destruyendo los mojones, aun pendiente el reclam.01. *'E1 gobierno de S. M. el empierador del Brasil, dice, tendr sin duda esta resolucin como un suceso' de que no hay Ninprecedentes en las relaciones entre los dois pases. guna protesta puede hacerse efectiva sin previa discusin de los hechos que la coinstituyen, y para su apreciacin en el presente caso no se poda prescindir de los eselareeimientos solicitados del gobierao imperial '\.
A
seos
en 31 de enero del mismo ao, sosteniendo la legitimidad del procedimiento, abundando en deriores, Padillla,
arreglo eqoitativo en la cuestin de lmites pendientes entre el imperioi y Colombia. ''El gabinete de Ro de Janeiro, dice, ^ha venido haciendo valer desde mucho tiempo atrs, eomo para autorizar las pjte;ten5ones quie no podan isostener de otra maniera en vista de los tratados celebrados entre Espaa y Poirtu-
y esperanzas de un
que a lo que debe estarse en el particular es al uU possidetis de hecho, o, lo que es lo mismo, a la ocupacin. De esta manera, la fijacin de los linderos o mojones,
gaJ,
que por s solo ha venido a poner en territorio colombiano, si le fuera tolerada, se alegara maana con atsos
de razn como un asentimiento de este gobierno; y en la materia conviene que se sepa que Colombia no consentir nunea en que se le haga violencia, ni prestar
273
No termin
el
tratado entre el Per y el Brasil, pues el minisitro d' la misma fecha contest: ''Siente el infrascrito que fuesen intiles sus esfuerzos para evitar los conflictos que no pueden dejar de resultar de la ejecucin de las rdenes expedidas por el P. E. de la unin al -estado soberano del Cauca, para hacer derribar las seales puestas en el ro Putumayo-, como lmite pior este lado entibe el imperio y la repblica del Per. El comisario brasilero subi aquel ro en abril de 1868 y procedi a lo actos en contra de loa que ^protest el gobierno de la unin, con el mismo derecho con que en 1866 al ro Solimoes y fij, de acuerdo con el comisario peruano, la lnea de Tabatinga con direccin a la bocia del Apapores''. Expone por ltimo que la destruccin de los mojones, contra cuyo acto ha protestado, no es el mediiot de buscar unu solucin a las cuestiones entre Colombia y Brasil, y que esa resolucin coloca las relaciones entre los tres estados en condiciones especiales.
Asambuja en
querido dar cuenta de este conflicto internacional, para mostrar las complicaciones que han surgido entape los estados hisp ano-americanos entre s y con el Brasil, al estipular la demarcacin de sus respectivias fronteras. Esas cuestiones han sido frecnentemente causa de guerras, de constantes perturbaciones, y cuando por medio de un tratado podra creerse resuelta la controversia, ms o menos ventajosamente, surgan complicaciones nuevas al realizar la demairoacin,_ la vieja historia del antiguo pleito entre las coronas de Espaa y Portugal El primer tratado de lmiiLCS que el Brasil celebra con el Per es caoisa de protestas y a-magan un conflicto con Colombia. Celebra luego otro con Bolivia, y protesta tambin el Per y Colombia. Se estipulaba el tratado de la triple alianza, y Bolivia se alarma. Las cuestiones de lmites, pues, forman la ms trascendente parte de la vida internacional de la Amrica latina, y son la historia de su diplomacia, de sus guerras y de sais
alianzas.
He
274
VICENTE
G.
QTJSADA
IV
NUEVA GRANADA Y EL BRASIL
En
la historia
de las cuestiones de
lmites
en
la
Anir*iea latina, sea respecto de los estados hispanoamericanos entre s, sea 'entre stos con el Brasil, se re-
nueva en cada caso la cuestin legal de cul es la base jurdica que debe servir de fundamento en las negoque todos ciaciones. Hay un principio internacional niega, -al cual recurren icomoi a la respetan, que nadie el uti posbase decisiva y resoilutoria die la dificultad del ao diez, tratndose de las demarcaciiones en^ sidetis tre los estados de origen espaol. Pero si ese debate se
con el Brasil, la cuestin se complica, puesto que generalmente se empieza por discutir sobre la abrogacin o subsistencia de los tratados de 1777 y 1778, celebrados entre las cortes de Espaa y Portugal. El Brasil sostiene su 'abrogacin y funda su 'deneicho territorial en el uti possidetis laotual, pero triaje siempre al debate como elemento constituyente y necesario del derecho histrico y geogrfico, las complicadas cuestiones de los demarcadores de esos tratados, que (oria juzgia idjecisvos, ora inaceptables y renovando la triaidiiicomal idisputa, lel uti possidetis es la sombra del icuaidro, cuando la idemarcaicin ide los tratado es ms favorable a iois limitis del imperio, poirque siostilene entonces que 1 tratado ide 1750 ,reconoicii 'Como origen del domnio el uti possidetis de laquellJlia fecha. Los estados hispanoamericanos, tratando aislados los unos T'espeeto de los otros, se han encontrado en presencia de la unidad de plan, de miras, y de tendencias, que ies opona ei imperio del Brasil, que hbilmente ha discutido con ellos sucesiva y separadamente estas cuestiones, pero coli una pertinacia verdaderamente notable. Subdivididas las antiguas colonias en estados soberanos, entre ellos mismos surgieron cuestiones de lmites, y su situacin se complicaba bajo este doble
refiere
la
los iniites
aspecto.
Venezuela, el Per, Nueva Granada, el Ecuador y Bolivia, se disputan entre s lmites que convienen, en tratados parciales, sean la frontera con el Brasil, y luego se suceden protestas y disputas, pero esa frontera no
275
efi
la
que coiresponde a
la repblica
que firm
el trata-
do,
Granladia, len su
mensaje
al
congreso de aquella repblica en 1858, deca: "Todos los tratadosi de lmites (concluidos, o sollmente iniciados, con cada una de las naciones que nos rodtean, han frajcasado, y nuestra lnea front'eriza no est en su mayor pairte debidamente reconocida por nuestros respectivos vecinos. Extensois desiertos, muchlos no explorados, nos separan de las naciones limtrofes, y con excepcin de las lneas que corren por territorio poblado en las fronteras de Venezuela y el Ecuador, en que la posesin aiotuial divisoriamente reconocida no deja lugar a duda, en todo el resto de los extensos lindes es necesario, para prevenir en lo futuro disputas y guerras, determinar con ip recisin la lnea de separ acin miedida por lindea^os naturales y f acales de reconocer.
adquieren importancia aquellos difcil su deslinde y ms peligrosa para la paz la determinacin de las fronteras. En laa vastas regiones del oriente las poblaciones de Venezuela y del Brasil han ocupado importantsiimas y dilatadas comarcas, que por el principio del uti possidetiSf reconoeido por tiodois los gobiernos de este continente, pertenecen inicuestionablemente a la Nueva Granada; mientraa que por nuestra parte no solamente no se ha dado un paso para traspasar los lmites que aquel principio 'determina, sino que naiestrla poblacin ms bien se aleja de aquellas fronteras. La continuaicin en tal estado de cosas nos es desventajoisa. Poseedora Venezuela de la nJavegacin del Orinoco, y el Brasil de la del Amazonas y ro Negro, tienen fcil y frecuente comunicacin con las poblaciones establecidas en las mrgenes de estos ros y de sus grandes tributarios', y sin dificultad ni esfuerzo atienden a su conservacin y adelanto. Basta all el inters privado para que aquellos establecimientos continen extendindose de da en da hacia occidente sobre nuestro territorio. Venezuela tiene ya un cantn poblado con el nombre de ro Negro, todo o la mayor parte, en terreno granadino, y en la posicin ms importante de aquella vastsima regin. Las ocupaciones verificadas por la poblacin brasilera no son menos extensas ni menos importantes".
que eorre
desiertos,
el
tiempo,
se hace
ms
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VICENTE
G.
QUESADA
Ahora bien, de esta exposicin oficial hecha en un momento solemne por' el presidente de Nueva Granaque las fronteras cuestionadas son territorios desiertos, no posedos efectivamente, y cuyo dominio debe ser resuelto y juzgado con sujecin al
da, resulta
<uti
de demarcacin de las gobernaciones coloniales de Espaa, o con sujecin a los tratados celebrados entre las antiguas metrpolis, tratndose de lmites con el Brasil. No pueide siostenerse que el prneipio' ^el uti possidetis no tenga una poca sealada, que fije con seguridad y equitativamente el punto de partida legal para las demarcaciones internacionales. Si se pretendiera que esa poca debe fijarse en la de la celebracin de los tratados, resultara ln estmulo para prolongar indefinidamente su celebracin y continuar avanzando ^siempre sobre la frontera vecinia,, hasta cundo? Hasta que la fuerza pusiera una barrera a los linderos de las fronteras vecinas, tendencia de que se ha acusado y &e aicusa al imperio idel Braisiiil; que avanza siempre, que avanza sin ruido, pero que se extiende y se aleja del lmite pactado entre las coronas de Espaa y Portugal. Hay, pues, como lo dice el presidente de Nueva Granada, un inters inmediato y urgente en resolver las cuestiones de lmites, '''para prevenir en lo futuro disputas
ttulo
guerras.*'
El imperio del Brasil y la repblica de Nueva Granada celebraron un tratado, que fu firmado <en 25 de
julio de 1853.
blica de
El artculo 1% dice: ''Teniendo la repcuestiones pendientes relativamente al territorio baado por las aguas del Tomo y del Aquio, as como relativamente al situado entre el Yapur y Amazonas, el ciudadano presidente de la misma repblica, a nombre de ella, declara que, en el caso de que le vengan a pertenecer definitivamente dichos territorios, se reconocer como lmites con el
Nueva Granada
titi
possidetis,
los:
es-
tipulados en el tratado entre el imperio del Brasil y Venezuela, de 25 de noviembre de 1852, y la eonvencin entre el mismo imperio y el Per, de 23 de octubre de 1851, a saber: por lo que toca al primero, una lnea que, pasando por las vertientes que secaran las aguas del Tomo y Aquio de los del Iguiare o Isana, siga hacia
277
el
San Jos, cercia de la piedra !d|el Ceetiii, situada poco ms o menos en el paralelo 1 38' de latitud boreal; y por lo que toca al segundo, una lnea recta tirada desde el
fuerte de Tabatinga hacia el norte, en direccin de la confluencia del Apaporis con el Yapur.''
informe presentado al senado neogradino sobre -este tratado en 1855, se dice: ''Estos tratados celebrados sin anuencia nuestra, pugnan abiertamente con nuestros derechos; y segn se asegura, uno de ellos, el concluido con Venezuela, ha sido ya virtualmente improbado por el congreso de aquella repblica. Es, pues, claro que no debemos obligarnos a estar ni pasar -por las lneas divisorias que en ellos se fijan; y lesextendindose to con razn tanto mayor, cuanto que, nuestra frontera con Venezuela hasta el Alto Orinoco, Casiquiare y ro Negro y con el Ecuador hasta el Coca, apo y Maraen, nos 'expondramos a perder, segn el primero de dichos tratados, alguna parte de la hermosa comarca adyacente al ro Negro; y segn el segundo, ratificaramos la cesin que ya hemos mencionado, de toda esa gran regin comprendida entre los ros Caquet, Amazonas, y una lnea tirada entre ste y aqul, desde Tabatinga, frente aj le boca del Yavary
el
En
hasta la boica del Apiaporiis. Adems, aidmitiendo. como admite en el referid.o artculo 7, que nuestros derechos son en esta parte hipotticos, nos expondramos tambin a perder el territorio que se extiende desde dicha lnea hasta las mr'genes del Coca y apo, que forman nuestra frontera con el Ecuador." Estas opiniones tan categricamente contrarias al tratado celebrado entre el imperio y la Nueva Granase
fueron una arma poderosa que el primero esgrimi para obtener de Venezuela la aprobacin del definitivo tratado de lmites en 1859. Servase as de las pretensiones de unos estados contra otros, y aprovechaba en propio provecho la anarqua de sus rivales o extraos. "Si as se piensa en Bogot, deca Leal (1) de la lnea ajustada entre Venezuela y el Brasil
da,
Memoria ofrecida a la consideracin de los Jionorables (1) senadores y diputados al prximo congreso y a toda la repblica, sobre el tratado de lnites y navegacin fluvial firm^ado por plenipotenciarios del Brasil y Venesiiela en 5 de mayo de 1859 Caracas 1866.
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QE8ADA
en 1852, qu sera de una que diese mayor espacio a este pas? Lo cierto es, que ni el informe de la cmara de representantes, ni las observaciones de Antonio Leocadio Guzmn, ni el folleto de Briceo, ni el artculo de Carmona, ni los argumentos del general Soublette, plenipotenciario venezolano, han tenido por objeto combatir ni alterar la demarcacin desde las bocas del Memach hasta los confines orientales de la repblica." Las ventajas en estas discusiones estaban, naturalmente, en favor del Brasil, que bata a sus opositores con sus pretensiones recprocamente excluyentes, y de esta manera arrancaba concesiones que se convertan en ttulos para las nuevas negociaciones, porque o eran un antecedente, o decidan sobre el punto de arranque de la frontera que se discuta. Prolongar la lnea divisoria entre Venezuela y el Brasil hacia el sur hasta el lugar donde la va ms occidental del Yapur entra en el Amazonas, no tena otro encontrase con la preresultado s^ino que Venezuleia tensiones de Nueva Granada, Ecuador y Per, que las creen suyas, y en vista de tal opinin, quin dirimir la disputa? ''Para el Brasil es igual colindar con todos estos pases o con uno solo de ellos. Logre Venezuela salir victoriosa en la contienda que mueva a estas naciones, y el imperio no tendr ningn inconveniente en substituirla en lugar de las ltimas?". Esta ha sido Ja tctica de la diplomacia brasilera. As, antes de 'formar la coalicin contra Rosas y Oribe, pone por condicin el arreglo de lmites con el gobierno de la ciudad sitiada de Montevideo, y sta se obliga, jaor medio da su plenipotenciario en Ro, a firmar esos arreglos una vez libertada del ejrcito sitiador. Ese es el origen del tratado de 12 de octubre 1851, por el cual el Brasil y la repblica Oriental se reparten territorios que disputa la Repblica Argentina, sin cuya intervencin no pudo entrarse a sealar la demarcacin
Sobre la anterior Memoria y sobre la que tiene por ttulo Dola cuestin de lmites y navegacin fluvial entre el itnperio del Brasil y la rejiblica de Venezuela, se expresa "fu el publicar varios foen estos t-rminos Michelena y Rojas. lletos con el pro y el contra de la cuestin de lmites, no para ilusno para exponer los hechos tal cual trarla sino para confundirla eran sino para tergiversarlos, a la vez tambin que con el cinismo de intimidar por una parte, y por la otra exhibindose el Brasil como la nacin desinteresada, amiga y protectora de las repblicas hispano-americanas. .*'
cumentos relativos a
279
de la provincia de Montevideo, erigida en estado independiente por la convencin de 1828 entre ^1 imperio del Brasil y el gobierno de Buenos Aires. Pereyra Leal expona hbilmente la ninguna conextender sus veniencia que obtendra V-enezuela en fronteras tratando con el Brasil, si el territorio sobre el cual se extenda lo disputaban terceros. El Brasil se exima de erntoar en el debatie, pero, negoiciando de este modo, obtena una ventaja efectiva, y sobre ella basaba las negociaciones sucesivas con Nueva Granada y el Ecuador. "As, en la suposicin ms favorable a Venezuela, ella no se perjudica sancionando lo que no ofredeca el diploce dificultad; porque. esto no le quita, mtico brasileao, ^su dereclio piara icomplietar (la obra en adelante, y entonces se subrogara, por ejemplo, a la Nueva Granada, del mismo modo que, si por compra, cambio, cesin, o cualquier otro ttulo, adquiere de ella la parte confinante con el Br'asil." Obtuvo, en efecto, que este tratado con Venezuela celebrado en 1859, fuese aprobado. Entretanto, el tratado celebrado entre Nueva Granada y el Brasil en 1853 baba sido diferido en una de las cmaras legislativas; pero de l hizo una defensa el ministro de relaciones exteriores, Lorenzo Mara Lleras, que lo haba negociado, refutando el informe de Pedro Fernndez Madrid, causa del aplazamiento. Siento no tener uno y otro documento, tan importantes para comprender y juzgar de la controversia. Para ilustrar la cuestin de lmites entre el imperio y Nueva Granada, el consejero Duarte da Ponte Ribeiro (1), public en 1870 una Memoriw y icomo anexo dos mapas con notas explicativas. Asevera el autor que la lnea de la frontera entre el Brasil y Nueva Granada est conforme con la poseisin reconocida por el tratado de 13 de enero de 1750."
'
'
me
Sin embargo, eso no sostiene ni en ello est conforgobierno de Nueva Granada, cuya argumentacn, dice Duarte da Pionte Ribeiro*, e basa en la
el
>
Memoria solare as questoes de limites entre o ionperio do (1) Brazil e a repMica d Nova Granada, pelo conseheiro Duarte da Ponte Ribeiro Ro de Janeiro, 1870 Razoes explicativas dos mappas anexos exposicao, etc.
28o
'
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QUESADA
errnea aplicacin que ha pretendido hacer de los tratados de 1750 y de 1777 para la solucin de las cuestiones pendientes con el Brasil. Mientras tanto, Michelena y Rojas ha dicho: ''ya que el Per y Venezuela, miserablemente engaados, han sacrificado a sus gobiernos los intereses nacionales, servir, decimos, a la Nueva Granada y Ecuador, a fin de que en vista de l, no consientan jams en celebrar tratado alguno con el gobierno d aquella nacin (el Brasil), bajo el pie de las del Per y Venezuela". (1) Obsrvese que Duarte da Ponte Ribeiro asegura dogmticamente que los lmites que el Brasil pretende en las fronteras; con Nueva Granada son los mismos del tratado de 1750, que el uti possidetis es ese; y, sin embargo, la Nueva Granada lo niega, segn la opinin del diplomtico brasilero, por errnea aplicacin de los tratados, quin garante que ese error no sea por parte de Duarte da Ponte Ribeiro? Cree acaso que l solo puede comprender la verdad de las cosas, y desprenderse del deseo de ensanchar las fronteras de su pas, dando una equivocada interpretacin a esos mismos tratados?
Duarte da Ponte Ribeiro, muy instruido en estas materias, a las cuales ha consagrado 30 aos de su vida, hasta su muerte, por encargo del gobierno imperial, es defensor ardiente de las pretensiones de su, pas, y hace a veces mistificaciones de la verdad histrica, que alteran esta base del derecho convencional. Sea de ello lo que fuere, el hecho es que gran nmero de publicistas hispano-americanos han dado la voz de alarma a estos estados, adormecidos y paralizados por
las incesantes
guerras civiles de una democracia turbulenta, y con frecuencia profundamente deprimida, dividida en facciones que se disputan entre s el poder con verdadero furor, mientras en sus fronteras se avanza lentamente el enemigo comn, al decir de esos publicistas, que va ensanchando sus lmites extraordinariamente extensos. De manera que faltos de previsin, sin propsitos en la manera de dirigir las relaciones internacionales, tratan y deciden las cuestiones sin regla fija. El Brasil entre, tanto ha establecido como doctrina
Exjiloracin oficial, etc. por E. (1) 1867.
Michelena y Rojas
Bru-
selas,
28
internacional la abrogacin de los tratados de 1750 y 1777, y la nica base sobre la cual pacta en materia de lmites es el uti possidetis actual, de manera que, avanzando siem-
mejorada hoy ms que ayer. Esa fu la base de los tratados con el Per y Bolivia, como lo dice terminantemente el art. 7 del tratado de 1853, celebrado con Nueva Granada, aun cuando en las discusiones diplomticas se ha lecho referencia al utis possidetis
pre, su posesin resulta
de la poca de la independencia. Esa base es perjudicial, dicen a los estados hispano-americauos, entre otros escritores, IMbncayo, Brieeo, Michel'ena y Eojas, Quijano, Otero, Martn, y muchos otros. El tratado de San Ildefonso es el ltimo arreg-lo, la ltima sancin escrita, en cuyo texto Colombia y el Brasil, segn Moncayo, tienen que buscar las bases y ttulos de los derechos pero a eso responde el Brasil, la guerra de 1801 abrog esos tratados, no estoy dispuesto a rivalidarlos Conviene que recuerde que por el art. 6 del tratado de 5 de mayo de 1859 celebrado entre la riepblica de Venezuela y el Brasil, quedaron expresamente salvados los derechos que pudieran corresponder a la repblica de
;
emperador del Brasil declara que, al traiar con la repblica de Venezuela relativamente al territorio situado al poniente del ro Negro y baado por las aguas del Tomo y del Aquilo, del cual alega posesin la rerpblica de Veneziilela, piero que ya lia sidb reclamado por la Nueva Granada, no' es su intencin perjudicar cualesquiera derechos que esta ltima repblica pueda probar a dicho territorio '\ Esta declaracin era equitativa y jtista el Brasil no
^'Art.
6.**
Nueva Granada:
S.
M.
el
poda resolver a cual de los dos estados hispano-americanos corresponda aquel territorio, colindante con el suvo y se celebr el tratado salvando expresamente el derecho del tercero qued as habilitado para negociar con Nueva Granada. No procedi as al celebrar el tratado de 12 de octubre de 1851 con la repblica Oriental y no salv los derechos argentinos. El proyectado tratado de 1853 haca la misma salvedad, respecto de Venezuela tratando directamente con Nuieva Granada. Resultaba, pules, que sitas dos repblicas, enoontrndose con su derecho recprocamente controvertido, debilitaban su accin para negociar con el Brasil. La razn es obvia, las ventajas que en esas partes les concediere el
;
282
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G.
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Venezuela no poda saber si en definitiva seran para Nueva Granada, y esta a su vez se encontraba en idntico caso. Esta situacin baca naturalmente ms fcil que las ventajas positivas las sacase el Brasil, ya fundndose en la posesin, ya por transacciones ms o menos directas; el territorio que reclamaba era para l, mientras los otros disputaban lo que en definitiva no saBrasil,
ban
si sera
declarado ajeno.
Aplicando este procedimiento es que obtuvo del negociador oriental en 1851 la demarcacin de lmites sobre territorios que disputa el gobierno argentino, y cuid de apropiarse los terrenos neutrales por la demarcacin de 1777, para dar en equivalencia a la reipblica Oriental, territorios de las Misiones del Uruguay, que pertenecieron al virreinato y nunca a la provincia de Montevideo. De modo que por estas arterias se ha ido quedando con tierras que fueron del dominio espaol, despojando a sus incautos vecinos, ms preocupados de devorarse entre s, como partidos polticos, que en la defensa de los intereses nacionales permanentes. El ministro de relaciones exteriores del imperio del Brasil, en su memoria al cuerpo legislativo en 1861, deca: ''Las pretensiones que el Brasil tiene con la repblica de la Nueva Granada se basan en el uti possidetis, y no entra en las cuestiones que tuvo Espaa con el Portugal en ese lado de lia frontera de sus dominios. Abriga, por tanto, el gobierno imperial la esperanza de que los mismos principios ya adoptados por las dos repblicas del Per y Venezuela, merezcan el asentimiento del congreso y gobierno granadinos, y que ese estado^ venga a participar, en comn con los otros, de las ventajas que le puedan lesultar del libre trnsito de sus embarcaciones por la va tiuvial que corre por el territorio del im^erio'^ (1) Es la opinin oficial expuesta por el consejero Antonio Coellio de S y Albuquerque, ante la asamblea brasilera: el principio del uti possidetis como base y norma en el tratado de lmites con Nueva Granada prescinden;
cia y alejamiento de las antiguas cuestiones de las coronas de Espaa y Portugal, es decir, sostener la abrogacin de los tratados de 1777 y 1778, y resolver la cuestin por la posesin como hecbo.
(1) 1S61,
Relatorio da reparticao
dos negocios
extrangeiros,
etc.
283
Cualquiera qu fuese, pues, la opinin de Moncayo, el Brasil no ireconocie la vigemcia del tr'aitado de 1777, y por tanto tampoco reconoce esas demarcaciones si la posesin actual no las confirma. Cuando la posesin coincide con las fronteras de ese tratado, las reconoce en virtud del principio del uti possidetis y no como fundada en un tratado internacional, que sostiene abrogado y anulado por la guerra de 1801. En la Memoria presentada por el ministro de relaciones exteriores a las cmaras brasileras en 1858, deca el vizconde de Maranguape, hablando de los tratados de lmites celebrados en 25 de noviembre de 1852 con Venezuela y 25 de julio de 1853 con Nueva Granada, lo siguiente: *^E1 gobierno imperial no puede admitir modi ficacin alguna en la determinacin de las lneas de fron lera, como fueron descritas por aquellos tratados. Esas lneas estn fundadas en los trabajos cientficos de Hrm boldt, de Sebomburgk y de Codazzi, y no pueden ser razonablemente rechazadas por los gobiernos de Vene
uela
y Nueva Granada".
el
(1)
celebr con Venezuela un arreglo definitivo de lmites por el tratado de 5 de mayo de 1859; y en cuanto a Nueva Granada el tratado de 1853 no ha sido aprobado, y el ministro de relaciones ex-
Sin embargo,
Brasil
Paranhos, en la Memoria a las cmaras en 18o9, en que esa lnea divisoria estaba fundada en doeu mentos del propio gobierno granadino. El imperio nombr al consejero Joaqun Mara Nascentes de Azambuja, enviado extraordinario y !nnistro plenipotenciario cerca del gobierno de los Estados [nidos de Colombia, en cuyo carcter fu reeonocidoi el 5 d^e octubre de 1867. Este plenipotenciario inici sus negociaciones solicitando la reconsideracin del proyectado tratado de 1853 ''y el examen y estudio de los protocolos" para reabrir el debate sobre la lnea de frontera de los dos pases. A esta nota oficial contest el ministro de relaciones exteriores del gabinete de Bogot de manera que, segn la exposicin de Azambuja, recel dificultades para el buen xito de su misin. El ministro del Brasil quera
t\3riores
insista
lo
Relatorio da reparticao dos negocios extrangeros (1) Visconde de respectivo ministro e secretario d'estado
guape
etc.
pe-
Maran-
.1858.
284
VICENTE
G.
QUE 8 ADA
era posible negociar un tratado de lmite-, sobre las mismas bases del de 25 de junio de 1853, y se le contest Que el senado granadino lo haba rechazado en las sesiones de 1855 *'y que sera intil reanudarlas sobre aquellas bases".
saber
si
siones,
Conviene que cite las teoras (en que basa sus pretenpor nota databa en Bogot a 26 de enero de 18<38. **Mi punto de partida fu el uti possidetis de la poca de la emancipacin poltica de la Amrica del Sur dice Azambuja dando a esa frase latina el nico sentido que podra tener segn el derecho romano invocando la autoridad de Andrs Bello y los precedientes diplomticos que ofrecan los tratados celebrados por el Brasil con la mayor parte de los estados con que linda, a fin de fijar sobre la misma base la lnea divisoria con esta repblica".
manera y con arreglo a esa teora, la lnea deba ser la misma del improbado tratado de 1853. ''Las posesiones brasileras contina aun teniendo en consiesta
De
deracin el tratado de de octubre de 1777, no podan dejar de ^erle garantizadas al imperio por el lado de Yapur hasta Tabatinga, en los trminos del tratado que celebr con el Per en 23 de octubre de 1851; y por el ro Negro hasta la isla de San Jos, cerca de la piedra de Cucuhy, en los trminos del que celebr con Venezuela en 5 de mayo de 1859. Las posesiones en los lextremos de esas fronteras eran seculares. El fuerte de Tabatinga fu fun1."
dado en 1766
estos
las
el de San Jos de Marabitana en 1668, y monumentos bastaban por s solos para legitimar pretensiones del imperio, como se reconoci por los
;
dos citados arreglos". Llama la atencin este raciocinio; partiendo de los tratados celebrados con el Per y Vtenezuela, deduce el derecho para demarcar los lmites con Nueva Granada o con los Estados Unidos de Colombia, cuando los territorios a que se refiere son recprocamente disputados entre las tres repblicas. El procedimiento es hbil es ms fcil obtener la cesin de un dominio litigioso que cuando se trata de una propiedad indiscutible. De manera que aprovechando del litigio, pactaba separadamente con los que disputaban, y con la cesin de uno quera obligar al otro y viceversa. ''No colindbamos dice por ese territorio, conforme al principio del uti possidetis, con los
:
285
Estados Unidos da Colombia y s con aquellas repblicas, en virtud de las cdulas de 15 de julio de 1802 y de 5 de marzo de 1768. Lo que nos competa era salvar los derechos eventualies que puidiese hacer valer esa repblilca a los mismos territorios y esta reserva qued consignada en documentos los ms solemnes y autnticos''. Expone que el plenipotenciario colombiano en vez de esta base, sostena el uti possidetis de derecho, lo que equivala a no reconocer otros ttulos que los tratados de 1750 y 1777. Y sorprndeme sobre manera que A^ambuja diga: "segn el propio testimonio del gobierno espaol, por la giierra que 9)bne\no en 1801, y por el tratadla de Badajoz, ya haba caducado evidentemente". El plenipotenciario del Brasil dice una inexactitud, y lo que es ms extrao, la dice a sabiendas para inducir en error. Es absolutamente equivocado pretender que el gobierno
espaol reconoci expresa ni tcitamiente la abrogacin de los tratados de 1777, y bastara recordarle al ilustre brasilero la aseveracin de su compatriota el distinguido historiador Varhagen, que sostiene que en el congreso de Aix-la-Chapelle, despus de la paz general de la Europa, ante las exigencias de Espaa para que el Portugal evacuara los territorios ocupados en violacin del tratado de 1777, el Portugal propuso hacerlo si le abonaban los gastos, que estim en 7.500.000 francos. No ignora adems, que Espaa amenazaba ocurrir a la violencia por la ocupacin portuguesa de la Banda Oriental, y que fu por la mediacin de la Gran Bretaa que se trat de resolver amigablemente la cuestin. El Portugal no sostuvo entonces la abrogacin de esos tratados, y es absolutamente falso que el tratado de Badajoz los anulase. Por el contrario, sabe bien que los tratados de lmites son perpetuos, y no se extinguen ni modifican sino por nuevos
tratjados.
repblica no celebrar ningn ajuste de lmites que no fuese bajar por el apo ha^ta el Solimoes o Amazonas por este ro hasta la boca ms occidental del Yapur, por este brazo hasta el Caquet ei mismo Yapur agUias arriba hasta el lago Cumap, y de ah en lnea recta, casi en direccin norte, a buscar el Cababur; continuando por la margen izquierda de este afluente del ro Negro hasta el Cerro Cupi, donde debera tomarse, atravesando el cao Matula
;
;
"V. E. me declar
dice
Azambuja
que
a86
VICENTE
G.
QUESADA
raca, la direccin del ro Negro, junto a la piedra Cuculiy, costeando la margen izquierda de este ro hasta su con-
liuencia con el brazo Oasiquiare que comunica con el Orinoco '. Esta era la misma rontera propuesta por nota del gabinete de Bogot de 3 de septiembre de lb6G.
'
Oponase a esta pretensin: 1."' porque ella no se fundaba en ios tratiadois, sino en cdai'las espaolas, que son leyes internas que no alectan ai cLerecho de na estado independiente. Esas cdulas serviran en la controversia entre los estados hispano-americanos, pero no en av. disputa con el Portugal antes, con el imperto del .Brasil
anoia.
acompa Azambuja un Memorndum. El principio jurdico dominante en eiste documento ia negociacin no ipiuiedei tener otra base sino ia del es que vti possidetis, posesin real y efectiva, heredada por jos
esta nota
'
'
dos
tiempo d,e ^u emanjcip acin poltica' Esta tesis conduce lgica y lorzosamente a este resultado conservacin de la usurpacin hecha en violacin del tratado de 1777, aprovechndose de las gucrcras en Europa, de la emancipacin de las colonias espaolas, de a anarqua posterior, que dejaron que los luso-brasileros avanzaran sus posesiones sin ttulo, aprovechndose de la imposibilidad material de los linderos para impedirlo. "Establecido este principio dice Azambuja queda tambin establecido como tesis que solo por l, y no por los tratados eqjebrajdos enitre Portugal y Espaa, pueden ser regulados los lmites entre el imperio del Brasil y las repblicas que con l confinan". Y pretende, que "es la nica barrena icontra las lusurpiacioneis " Esta teora es alarmante, injusta, importa sancionar el fraude, legalizar
pafies lal
:
mala fe. Por eso dice que la poltica imperial es "el uti possidetis donde este existe y las estipulaciones del tratado de 1777, donde ellas se conforman o no estn en contra las posesiones actuales reisipeictivas." Cion /cunto aplomo
el dolo, justificar la
:
razn y la justicia, y estn consagrados en el derecho pblico universal". Y a esto llama resolver las cuestiones Que uti possidetis sea por la amistad y la persuasin el de 1810, punto de partida aceptado por Colombia en su pacto fundamental para el deslinde de sus lmites con el imperio, que sea el statu quo en que quedaban las pose'
'
287
y espaoles despus del tratado de Badajoz de 9 de junio de 1810, que sea la poca de la independencia del Brasil en 1822, poco
importa".
doctrina que sostuvo el nie^ociador imipierial icton Lamas, ai celebrar el tratado de 12 de octubre de 1851? Si poco importa la feoha porqu no acept entonces el statu quo e 1804, que traz una lnea provisional divisoria entre el Portugal y la frontera norte de las posesiones espaolas en la Banda Oriental del ro de la Plata? El Brasil tiene una variante en cada caso, a fin de consolidar la poeesin de hectho,
la
Azambuja ha olvidado
es decir, la
usurpacin territorial. Muy equivocado est Azambuja al decir que esas diferentes pocas no alteran el estado de la posesin, porque el Brasil ha avanzado siempre, ha invadido sin cesar y continuamente las fronteras espaolas. El uti possidetis de 1810, que las repblicas hispano-americanas han aceptado como regla de derecho para sus demarcaciones, es el icti possidetis de derecho, es la posesin civil con arreglo a las demarcaciones territoriales de la poca de la colonia, tratndose de los lmites del dominio de un mismo soberano. Pero, cuando se trata de los lmites con el imperio, ese principio no es aplicable por la razn dada por el mismo plenipotenciario, a saber, que las leyes espaolas no obligan a Portugal ni
al imperio.
tratado de lmites con la repblica Oriental en 1851, con el Per en el mismo ao y con Venezuela <en 1859. Frgil memoria tiene
El negociador
briasiliero eita el
con los correspondientes artculos de los tratados de 1750 y 1777, se ve que predomin en ellos aquel principio, entendido del modo ms razonable, sin coalicin y sin herir la integridad y los intereses legtimos de las partes contratantes". Nelel tratado con la repblica Oriental cesito rectificar fu una imposicin para sostener la plaza de Montevideo, fu una condicin para la coalicin contra Rosas y Oribe, fu el abuso y la presin ejercida sobre un estado
estos arreglos
:
Azambuja. "Confrontados
pequeo y agonizante. En ese tratado se viol 1." el siatit quo de 1804 pactado entre los virreyes del Brasil y del Ro de la Plata, que ajustaron un niodus viveidi miea:
288
VICENTE
G.
QUESADA
ocupados contra
el
lo
estipulado en 1777
2.
fu
y
se-
contra
cretas.
Con posterioridad al sfatu quo de 1804 el Portugal continu avanzando sobre las fronteras espaolas en aquella parite, y el tnatado de 1851 tiom por base la posesin actual, es decir, la ocupacin de heclio de las Misiones Orientales, dividiendo territorio' argentino, para obtener del Estado Oriental la cesin de los campos neutrales
y el previiegio (de la ruavegaicin exclusivia de las aguas limtrofes del ro Yaguarn y de la laguna Merim. liSte es el ejemplo que propone para negociar con los Estados Unidos de Colombia"^ Es una leccin para precaverse de la habilidad y mala fe brasilera. Cita er ejemplo del Paraguay. Los tratados de lmites fueron el resultado de una guerra, la imposicin
*'
A la nota y al Menwrandum contest Carlos Maren 27 de marzo idje 1868, exponiendo que no aceptaba tn las teoras brasileras para la demarcacin, funclancLo la verdadera doctrina iniernacional en la materia con luciCelebrar un tratado de ilimit-es, deca, empezando por reconocer dereclios dimanantes de la posesin de heco, sera empezar socavando ios fundamentis del mismo pacto que se celebrar. Ninguna signiiq.ue, conforeaicin tendr un. convenio intemacionail m-e >al mismo, podra destruirse por hechos contrarios a sus estipulaciones pero de consecuencias legitimas". Y ms adelante agrega: "Acepta, pues, Colombia, como todos loisi estados de Amrica, para el airregio de sus lmites con el Brasil, el principio del uti possidetis de 1810, pero entendido rectamente, es decir, la posesin falta de diisipiosiciones fundada en ttulos legtimos. procedentes del antiguo eoberano comtn de las colonias espaolas, entre la unin colombiana y el imperio existen ttulos de otra clase, sin duda ms respetables que
dez y
'
eiiariad.
'
aquellos, que
no
pG:'iiici-
de derecho y
289
lebradlos entibe
ique V. E. icionoee, cree dnldsfputablemente vigentes el gobierno eolombiano en la parte que le corresponde, las nicas bases admisibles para Colombia, del arreglo de sus lmites con el Brasil. El gobierno colombiano no discute con el Brasil la frontera del apo ni la del CasiquiaTfe y el Orinoco., porque las ag-ua de estos ros no separan su territorio del imperio, sino que le sirven de lnea divisoria con otras naciones, pero sostiene contra las negociaciones del Brasil^ sus fronteras orientales al ro Negro y sobre elll Caquet conforme a aquellos tratados, y por ningn motivo renunciar a sus derechos sobre las mrgenes del Amazonas, desde Tabatinga hasta la va ms occidental del Yapur, que estos pactos, al fijar del modo ms claro el Amazonas como lnea divisoria, le reconocen terminantemente \ El trabajo verdaderamente erudito y notable de Martn, es el ipresientado al icougreisio en 1868. (1) En esta Memoria examina 1** la teora del principio del uii possidetis de 1810, y 'establece la verdadera, legtima y equitativa inteligencia; 2*^ los ttulos legtimois, estudio muy concienzmdo y xacto, demostrando la vigencia de los trata' dos, que siendo perpetuos por su maturaleza no sie extin'
:
por razones
guen
de ios mismos que de pieinpetuo vigor entre lais dos coronas, <aun en caso de guerra, y durante y desipus de ella, sin que sea preciso revalidarlos; 3" bajo el (rubro nuestros limites establece el hecho y el derecho, los lantecedentes de las demarcaciouieis, las marcas diviip'or
la guerra
establecen
que
lio
aicordadoi ser
otras
navegacin de los ros. Pocas veces se ha hecho una exposicin ms convincente, tocando empero con brevedaid,! lots (puntos capiles de la controversia; pero poniendo los hechos y el derecho bajo una luz imposible de ser obscurecida. En 1870 la cuestin se hallaba pendiente, a pesar de las expresas y categricas declaraciones de Azambu"Memoria del secretario de lo interior y relaciones extc(1) tcriores de los Estados Unidos de Colombia al congreso federal de 1868". Est tambin publicada en el '' Diario Oficial".
90
ja,
VICENTE
G.
QUESADA
y de
los ministros
i\io 'del
Brasil ^de ique la inca iregla que aceptaai es el ui possidetis de lieclio, por estar abrogados los tratados.
tin
embargo, a estos mismos recurren los diplompara buscar fundamento a gu derecho, en los territorios no posedos efectivamente. n ejemplo evidente de este proceder, se encuentra en la MemoHa de Duarte da Ponte iiibeiro, con motivo de lmites entre Brasil y Nueva Granjada o Estados Unidos de Colombia, Ha publicado tres anapias litografiados en la linografa imperial de Jd. f-eusuurg en Ko de Janeiro, y los precede de notas explicativas, como anexos a la exposicin hecha a la asamblea general brasilera por el ministro de relaciones exteriores. El primero de esos mapas, es especial de la frontera del Brasil con las repblicas del Per, Nueva Granada y Venezuela; tiene por base "los mapas, planos, diarios y memorias de las comisiones cientcas encargadas de explorarlos"; esos trabajos existen en los archivos del Brasil, dice Puarte da Ponte Iiibeiro. La parte que comprende los territorios de las repblicas del Per, Nueva Granada y Venezuela, ha sido sacada, segn el mismo autor, ide los mapas die cada xma de ella, que se tienen por
ticos brasileros
ms
exactos.
Concretndome a Nueva Granada, asevera que los imiites que esta ruaicin pretende tener estn demarcados con arireg.0 al mapa de esa repbiiica, organizado bajO la inspecicin del gmenal Mosqu^ena en 1864. Acompaa un segundo mapa de la parte eorrespondienite de la icaarta geogrfica levantaida por los gegra-
y portugueses, la cual fu organizada en 1749 y sirvi de base para los tratados de 1750. El tercero es copia del hecho en Madrid en 1778 para mostrar cul 'S'Tia la lnea divisoria a que se refiere el art. 12 del taiatado preliminar de 1*^ id^e octubre de 1777. Con estos antecedentes, cuya utilidad e importancia no puede ser puesta en duda, Duarte da Ponte Ribeiro se propone demostrar cul es la frontera que no est iconvenidia en el Aipaporis y el Memaichi, extremos de Ja lnea ya pactada con el Per y Veneauela, en los referidos tratados de 1851 y 1859. Loa otros los edita eomo auxiliares y; demostrativos
fos espaoles
29
de cual fu el pensamiento que tuvieron las coronas de Espaa y Portugal en la demarcacin de los lmites de sus posesiones en Amrica. El autor prescinde, y con justicia, de arrancar la controversia desde las bulas de los Papas y de los primeros ajustes, incluso el de Tordesillas, y considera que, es el tratado de 1750 el que, tomando coono base prudente y equitativa el uti possidetis de entonces, fu el que comenz a asenftlar las bases de una demarcacin positiva. En efecto, el artculo 1. de este tratado declara abolido cualquier derecho y accin que puedan alegar ambas coronas, con motivo de la bula del Papa Alejandro VI, y de los tratados de Tordesillas, de Lisboa y de Utrecht, de la escritura de venta de Zaragoza y de cualquier otro tratado o convencin, no aceptando en lo futoiro otro medtio de decsin de cualquier dificultad que ocurra sobre lmites, sino el referido tratado, y se basan por lo tanto en la posesin eomio ttulo. Terdad es que este tratado fu derogado y anulado por el de 12 de febrero de 1761 Tiomanjdo empero el tratado de 1750 como un antecedente del derecho histrico latino-americano, conviene recordar los antecedentes que cita Duarte da Ponte Kibeiro. Las cortes de Espaa y Portugal nombraron una comisin de gegrafos de ambas naciones para organizar una carta geogrfica que fuese el documento autntico sobre el cul pudiera basarse el tratado. El mapa fu levantado, y el ejemplar entregado al Miapa idie los confines del Porugail lleva esta leyend a Brasil con las tierras de la corona de Espaa en la Amrica Meridional: lo que est de amarillo se halla ocupado por los portugueses; lo que est de color rosa tienen ocupado los espaoles; lo quie quieda 'en blanco no est al presente oouipado. 1749'*. Con sujecin a esta carta, que como se ve es un documento importante, se convinieron los lmites en 1750, y para revestirla de un carcter aatntico, firmaron sobre ella esta declaracin: *'Esta carta geogrfica es copia fiel y exacta de la primera sobre que se form y ajust el tratado de lmites sealado en 13 de enero de porque en la dicha carta se bailla una lnea en1750. carnada que seala y pasa por los lugares por donde se
'
:
'
VICENTE
29
Q.
QUESADA
va a hacer la demarcacin, se declara que la dicha lnea sirve en cuanfto ella se confiotrma con el tratado referido; y para que en todo tiempo conste, nos, los minis*vos plenipotenciarios (de SiUis aniajestades icatlica y; fidelsima, lo tirmamos y sellamos con el sello de nuestras
Thoms da Silva Telles". Esta nota en espaol corresponde al ejemplar entregado a Portugal y otra ^gual len portugus llevaba el ejemplar dado a Espaa, pues se canjearon solemnemente ambos miapas, como un docaimentO' internacional. Se v en esta carta que la lnea encarnada, a que se referan los plenipotenciarios, sube desde la va ms ociciidental^ del Yiajpur por la margen austrial de este ro hasta donde confluye en el otro que viene del norte, y que /de ese punto sigue en id(ireccin al monte Cacuhy cubriendo las nacientes ide los ros lana Iz-a. Por la distancia en que estn las bocas de estos dos ros del punto en que confluyen en el; Yapur el que viene del norte, est claro que este es el Apaporis. Al este de la conde 3 grados, est el lago Memachi y entonces es por ah que se haca pasar la frontera de las dos coronas. (1) exactamente la frontera que dice, ''Yes sta, el Brasil sostiene ; dando a la lnea, tirada desde la confluencia del Apaporis al Cacuhy, la direccin exigida por el conocimiento de la naturaleza del terreno para cubrir las vertientes de los mismos ros Isana e Iza." Por el trazo de esta lnea, el Brasil avanza extraorroi
En Madrid
12
julio de 1751.
Joseph de Car-
fluencia de este
Yapur
ms
dinariamente su frontera sobre lo que pretenden los Estados Unidos de Colombia. Duarte da Ponte Ribeiro recuerda la memoria de Eequena en 1784, dirigida al comisario portugus Pereyra Caldas, y dice que despus de referirse a los artculos 9 del tratado de 1750 y 12 del de 1777, le expone cul es la inteligencia que l les daba, reconociendo como de der'echo y necesaria la lnea de frontera desde e^l Yapur por el Amaporis hasta donde le entrase otro ro viniendo del rumbo norte, y continuase hasta encontrar la cordillera de los Montes, dividiendo las aguas que caen para el Orinoco de las que corren ^ara
ejemplar impreso dice Yavur, pero manuscrito al margen, con letra de Duarte da Ponte Ribeiro, se lee Apaporis. En
(1)
el el
En
mapa empero
so refiere
como
dice el texto.
293
Amazonas. Sostiene que es-e ro es el Taraira y la cordillera de los Montes, que por ella se va a encontrar la tierra, de Zimbi o Aracuara, que viene desde el ro
el
de los En sf aos para el este y contina hasta ser atravesado por el ro Negro, siguiendo desde el otro lado de este ro por el monte Cuculiy y sierras Oiijni Ymeri, Guay, ITcurusiro, Taperapeco, Parima, Putuiberi, Machiate, Marevari, Arivana y Pacaraima.
Desde el Taraira hasta el Memachi, siguiendo las cumbres de esta serie de montaas, fu pactada la lnea de fronteras con Nueva Giranada por el tratado de 1853; y ide lais nacientes 'del Mem'aichi para el este, ^contina la lnea que fu convenida con Venezuela por el
tratado de 1859.
Los Estados Unidos de Colombia, empero, sostienen que su territorio se extiende hasta el ro Amazonas, por el terrd torio comprendido entre el Ya/nur y
Tabatinga; el Brasil alesra entonces el tratado celebrado con el Per en 23 de octubre de 1851, y de esta manera Nueva Gnanadia e encuentra en presencia de dos contendores, puesto que el territorio que sostiene como suyo lo pretende a su vez el Per.
Cuando
de Colombia, en 28 de septiembre de 1869, se dirigi al enviado extraordinario y ministro plenipotenciario del Brasil en Bogot, dicindole que ''la comisin demarcadora de los lmites del Biraml icon el Per'^ haba subido el Putum:ayo en la quebrada Ghiequi, haba coloca do all un mojn, intimando al empleado colombiano en el ..territorio de Caquet, desde la boca del Urari, confluente del Iza, que se abstuviese de ejercer jurisdiccin en aquellos parajes, y eomo Colombia sostiene que el Putumayo, en todo su curso, se halla en su territorio, protesta por tales hechos. Ms an, dio orden para que aquellas seales fueran destruidas y que se "borrasen hasta las huellas del comisario que se permiti hollar el territorio nacional.'' Joaqun Mara Nascentes d'Azambuja, ministro plenipotenciario del Brasil, dirigi una extensa nota, datada en Bogot, a 25 de octubre de 1870 y dirigida al ministro de relaciones exteriores, reclamando por
294
VICENTE
6.
QUESADA
haber recurrido a
las vas
como mojones
de los
Estados Unidos de Colombia, le contest -en el mismo Esperaba conmes y ao y entre otras cosas, le deca fiadamente Colombia que su poltica elevada y conciliadora sera debidamente estimada por ^el Brasil y da: '
de desinters y de franqueza que cumple a dos pueblos que se disputan algunas leguas de territorio, poseyendo ambos inmensas y desiertas comarcas... Sensible ha sido, desde luego, para el gobierno colombiano verse obligado a dar la orden a que alude S. E. pero de ello ha sido exclusiva causa el procedimiento irregular del Brasil, puesto que Coilombia no le haba dado a stei ni el ms ligero m'otivo de queja, y bien se comprende que no puede llevar su benevolenicia basta el extremo de tolerar un abuso de tam^aa trasoendenca como el que acaban de consumiar
ra a la negociacin el carcter
;
agentes brasilerois en territorio colombiano. La repno puede consentir en que se vulneren as sus derechos, aunque s est dispuesta a arreglar amistosamente las cuestiones [pendientes, como lo ha comprolos
blica
bado
ya.'*
Se ve, pues, que las pretensiones que sostienen los Estados Unidos de Colombia se apoyan en algo ms que en meros ttulos, puesto que aparece que tiene el ^lii possietmy d hechio, diesde que un empllieaido e los Estados Unidos de Colombia ejerca jurisdiccin actual en el momento en que los demarcadores per-brasileros d'emairciaban aquella frontera disputada.
Potr lo
la
menos
en
posesin territorial que se disputan Nueva Granada Per, hasta el Amazonas, por confesin misma del y demarcaJdjor brasileo, que tuvo que intimar al empleado colombiano no ejerciese jurisdiccin en ese territorio de Caquet, en la boca del Urar confluente con
el
el Iza.
Y^ mientras tanto, Duarte da Ponte Ribeiro sostiene que toda la argumentacin del gobierno de Nueva Granada se funda en una interpretacin errada, segn l, de los tratados de 1750 y 1777, en la refutacin que hace a la Memoria de Jos Mara Qudjano Otero, bi-
295
bliotecario
en Bogot, sobre
los lmites
entre Colom-
bia
ni
el
Brasil.
Maniifiesta que ni en l'ois mapas de 1749 y 1778, en las instrucciones dadas a los demarcadores espaoles-portugueses, no se habla del lago Memachi, para que de all se haga seguir la lnea de frontera con direccin a Cababoris, como lo indican los mapas de Nueva Granada o de los Estados Unidos de Colombia, y, considerndoTa d destruida de fundamento, ^eiree debe ser perentoriamente rechazada por el Brasil. Deplioro no tiener la Memoria de Otero, piara dar cuenta de sus razonamientos, pero por el antecedente diplomtico entre el ministro de relaciones exteriores de los E'Sftiados Unidos e Colombia en Boigot y el del Brasil all acreditado, induzco que algn fundamento digno de discutirse con imparcial criterio debe tener el gobierno, cuyos empleados ejercan en 1869 jurisdiccin en parte de los territorios que el Brasil reput del Per en el tratado de 1851 y si a pesar de ese acontecimiento Duarte da Ponte Ribeiro se limita a exicepcionarse con el tratado mismo, puede creerse que tampoco hay absoluta justicia en la manera como aprecia los ttulos legales al territorio que ^pretende Nueva Granada. Martn, ministro colombiiano, en su citada 31 eynoria ddice: Nuestra frontera, pues, sobre eil Amazonas, desde Tabatinga, o la desembocadura del Yavar haslta la boca ms occidental del Caqujet o Yapur, est tan bien establecida que no nos puede ser disputada. Veamos por donde debe seguir la lnea divisoria que una el Yapur con el ro Negro, en el cual empieza nuestra frontera con Venezuela." Compara luego los artculos 9 del tratado de 1750 y el 12 del de 1777, y dice que ocurren estas reflexiones: '^1* isuibiendo el Yapur y el ro de los Engaos no es posible encontrar el alto o cordillera de montes que median entre el Orinoco y el Maran aun siguiendo hasta las cabeceras del Yapur y de los Engaos, no se encuentran sino las cumlres que separan las aguas que van al Maran o Amazonas, de las que vierten al Magdalena, mas no al Oninoeo; 2^ los establecimientos portugueses en 1750 no alcanzaban ni a Loreto, cerca de la boca del Cababuri en el ro Negro; as lo de;
'
296
VICENTE
G.
QUESADA
traz el virrey del Per, Jos Femando de AlDascal y Souza, en el que aparece delineado el viaje de Jos Solano, quien, como agente esJ)aol, pacifico las tribus del ro Negro hasta el caudal 3" da comunicacin de CerO'CUi, cerca del Cababuri; que tenan enfonces los portugueses, resulta del mismo
el
muestra
mapa que
mapa: desde el Yapur entraban por la laguna de Cumap, y por ella al ro Yumbar, que desagua en el ro Negro, mucho ms abajo del Cababuri.'' ^Pueden alegarse los establecimientos posteriores? Resultairia una posietsin sin ttulo, invlida e instosteY, sin ^embargo, dice Martn, el Brasil niega la frontera colombiana en el Amazonas, y pretende extender su Idominio haista el alto Caquet y el alto re Negro, *'y nos disputa, por consiguiente, miles de hectreas de nuestro territorio, sin ms fundamento que la pretendida posesin de hecho."
nible.
a esos tratados,
es el ttulo
que se prevale el Brasil jpara la demarcacin frontera con aquellos estados. Son, por tanto, contina, improcedentes los argumentos de derecho que deduce el gobierno de los Estados Unidos de Colombia de tales ajustes, ya calificadois de nulos por la coronas
de de su
de Espaa y Portugal." Otero sostiene la vigencia de esos pactos, y fundndose en ellos la demarcacin en 1777, que modificaba en esta parte el trazo de las fronteras de 1750, en virtud del pacto en 1761 y la implciita abrogacin del de 1777, en virtud de la guerra de 1801. ''Estaba la guecuanto basta rra declarada en Europa, dice, ^y es para considerarla tambin declarada en la Amrica, y ella tena que correr las consecuencias que se tuvieran que liquidar al tiempo de la paz. En virtud de este principio no devolvi E^paa las conquistas que hizo a la corona de Poirtugal en la provincia de Alemtejo, y, en virtud del mismo principio, no fueron igualmente resportugueses en Amtituidas las conquistas de los
;
rica."
Tiene la argumentacin de Otero camente destruir los fundamentos con imperio del Brasil su derecho a las tentes al tiempo de su independencia;
'
297
origen de esas posesionies "La miisn brasilera las hace derivar de la expansin natural los pueblos, en una poca en que, en consecuencia la anulacin del tratado de 13 de enero de 1750,
el
:
Colombia
en e de
los
limiten de Espaa y Portugal se hallaban en la mayor esta aplicacin confusin y tambin las conquistas. adicionaremos breves explicaciones. Las posesiones que ueron tomadas por los portugueses desde el descubrimiento del continente americano, y en el correr de los tiempos, en los puntos no ocupados todava ppr la corona de Espaaa, fueron despus xeconoiidas como legtimas en ei tratado de 1750.' Este punto es muy importante, y puede excusarme que repita una cita que ilustra la materia. El ministro Martn ha dicho: " .ios mismos tratados suministran contestacin a este argumento. El traN tado de 1750 en sus artculos 21, 22, 24 y 2b, y ei de 1777 en los artculos I"*, 20 y 21, dan a los tratadlos el carct^r tle inaenios y permanentes, estipulndose expresamente que en nmgun tiempo y con ningn fundamento, ni con pretexto de cesin, pretenderan la Espaa ni ei
sus mutuos derechos. En ellos se dijo terminantemente que, aunque la demarcacin sobre ei terreno no se llevase a cabo, esto no perjudicara la validez y vigencia del tratado, el que quedar sirviendo de regla perpetua e inalterable para la demarcacin territorial ; que, aun en caso de guerra, los respeci'rmgcii otro resarcimiento
ele
tivos territorios
en Amrica se conBJd|erarn como territorio neutral ; y que todo lo acordado ser de perpetuo vigor entre las dos coronas, an en caso de guerra, durante y despus de ella, sin que sea precjso revalidarlo. En vista, pues, del tenor de los tratados, no puede sostenerse su abrogacin por la guerra. ''Conquistas propiamente dichas contina Duarte da Ponte Ribeiro ^no hay sino en las Misiones Orientales, en la guerra de 1801. Las que se hicieron en la margen
'
austral del ro Guapoir, durante la guerra de 1762, fueron devueltas en conformidad al tratado de 10 de febrero de
17 o3, que repuso las cosas de la guerra en Amrica al estado en que se hallaban antes de tomada la colonia del
Sacramento. Los fuertes de.Albuquerque, Coimbira, Prncipe, Tabatinga, etc., no fueron ocupados y guarnecidos durante la guerra de 1801 en contravencin del tratado
298
VICENTE
G.
QTJESADA
preliminar de 1777, fueron establecidos en territorio del Brasil antes de la celebracin de aquel tratado, y estaban con guarnicin cuando se rompi la guerra, y continuaban
del mismo modo desipus que sie liizo la paz. Estas posesiones o establecimientos entran en una especial clasificacin como pasamos a demostrarlo".
Otero, a juzgar por la refutacin, fundaba su razonamiento en la vigencia de los tratados, porque el que promete a alguien da derecho perfecto para exigir el cumpli-
miento de lo prometido el no cumplimiento de una promesa perfecta, estipulada en un tratado pblico, es violar el derecho de tercero, y una tan manifiesta injusticia es, como la de despojar de una propiedad. Y buemo es necoTidiar que el Brasil juizg vigente el tratado de 1777, cuando en 1837 y 38 su representante en Bolivda reclaun la extradicin id)e bnasiileros, fundndose en aquel tratado. Ahora bien, puede ahora negarse a su
:
cumplimiento 1 Otero sostiene la teora de que la guerra entre las coronas de Espaa y Portugal no poda extenderse a sus colonias en Amrica, y se apoya en el art. 21 del tratado del 3 de enero de 1750, en que expresa la voluntad de S. S. M. M. que en caso de guerra entre las dos coronas, se mantendrn en paz los vasallos de ambos, establecidos en toda la Amrica Meridional, prohibindoles toda hostilidad, bajo pena de muerte. Y esta estipulacin fu reincorporada al art. 2 de los agregados al tratado preliminar de 1777. Es obligacin o n esta estipulacin! Duarte da Ponte Ribeiro sostiene que la gera entre los soberanos se hace esencialmente extensiva a sus colonias. El escritor colombiano sostiene lo contrario. Esos artculos son excepciones al derecho de la guerra, son pactos que obligaban a los beligerantes, que no queran envolver sus colonias en Amrica en las guerras que la Espaa y Portugal se hicieran en Europa. En cuanto a los neutrales icmo podran considerar beligerantes a dos naciones europeas, y neutrales a sus colonias americanas? Las cuestiones de derecho internacional que pudieran comprometerse con estas doctrinas, la dificultad de distinguir el pabelln de las metrpolis como beligerantes en cierta parte del mundo, y como neutral en otras, traera complicaciones tales y exigira un examen tan dte-
299
nido de la materia, que me limito solo a citar las opiniones de estos dos publicistas. Si la soberana es la misma, la guerra de la metrpoli comprende sus posesiones, pues no hay dualidad posible en la personalidad internacional
del estado.
El
est.ado
obligaciones que afectan a los intereses y a las relaciones de ios otros estados, y no parece muy cil cambiar ese estado, modificando sus condiciones inherentes, aunque
asi lo
f,
hayan pactado
las
mismas naciones
beligerantes,
Qu regias se aplicaran al contrabando de guerra? El comercio quedarla indeciso', porque un msmo buque, si se diriga lal Portngal o Espaa, estara someitdoi, dado el estado ce guerra, a ciertos deberes, que no tendra comerciando en las colonias de las mismas naciones beligerantes. La discusin promovida por Otero y sostenida por Duarte da Ponte Eibeiro, no pudo reducirse a los estrechos lmites de este extracto de su debate. Para mi objeto basta establecer que el Brasil sostiene la abrogacin de los tratados de las antiguas metrpolis: los defensores de Nueva Granada, su subsistencia y validez, dice con acierto indisputable el ministro Martn. Concretndome al origen de la posesin que alega el Brasil, citar los antecedentes en que se apoya Duarie da Ponte Ribeiro: "La posesin que tomaron los portugueses en la margen setentrional del Amazonas desde Tabatinga hasta la boca ms occidental del ro Yapur fu tambin en represialia de haber los eispaoles formado en el ro Negro, en territorio de la corona de Portugal, en 1750, los establecimientos de San Carlos, San Felipe y San Agustn. E:ste es el punto di partida para deslindar los territorios del Brasil con los estados confinantes; los ttulos que de ah se derivan para la definitiva demarcacin de la frontera de cada una de estas naciones no se pueden considerar como un hecho desnudo, como simples ocu'paciones o posesiones clandestinas; la ocupacin, las conquistas, las represalias, tienen los mismos efectos que cualquier propiedad legtimamente adquirida, y estos hechos, hasta 'la emancipacin de lois. nuevos estados americanos, fueron siempre respetados por las metrpolis". Si se toma, pues, como base para el arreglo de lmites el uti possidetis de derecho de la poca de la independencia, la cuestin debe reducirse a establecer la prueba
300
VICENTE
G.
QUESADA
Hay
nuda
no posedos efectivamente, en
car
el
principio de la
civil.
El Brasil ha sostenido en caso anlogo que, donde no haya posesin efectiva, puede tomarse como regla jurdica para el deslinde el tratado de 1777, cuya validez en tal caso arrancara en virtud del nuevo tratado que a l se refiere, como a una autoridad en la materia, sin invocarlo como una obligacin internacional perfecta. Los demarcadores tendran, pues, este criterio el uti possidetis, determinndose en el tratado mismo los puntos posedos y, respecto a los territiorios no ocuipiados, ta fron:
Hay, pues, siempre que ocurrir a esos tratados, porque son el fundamento del derecho histrico y geogrfico americano, en materia de lmites. Por ms que se quiere
como autoridad moral, cuanquiere dnvocarla como .texto legal y do menos, si no se obligatorio, cuya vigencia es innegable. Segn Duarte da Ponte Ribeiro, Requena propuso 265 Hzole, pues, /observar que, segn el lo siguiente citado artculo 12, solo haba que continuar la frontera jpor las aguas del Yapur arriba hasta el punto en que pudiera trazarse a lnea, de modo que quedasen cubiertos los establecimientos portugueses de las orillas del mismo Yapur y del ro Negro. 266 ^De aqu infera el comisario don Francisco Ilequena que la demarcacin no deba contdmuar ms airriba djel Aipiaporis, respecto de que este ro se junta al Yapur por el rumbo del porte, y deja cubiertos Im expiresadoia establecimientos portugueses, que es el nico punto en que el artculo 12 del tratado de 1777 se refiere al 9 de 175."
rechazarlos, a ellos se ocurre
'
'
Difcil
me
es
comprender
i
"
u contrario y temo (as no darle el valor legal que tenga, nji menos alcanzar cul es su lobjetivo. Contina Otero: ''268 Aunque el comisario espaol don Francisco Requena no hubiera tenido tan slidas y fundadas razones en apoyo de su solicitud y para rebatir la del jportugus, jams habra condescendido a esto por los inconvenientes gravsimos que resultaran; pues en las inmediaciones del Yapur por
HISTORIA DIPLOMTICA LATINO-AMERICANA
301
grande o de Ubia, tiernei Espaa establecimientos y misiones; y por el curso de dicho ro no se encuentran otras cordilleras que la de los Andes, en que se hallan los gobiernos de Quito, Popayn, y otros de los ms poblados, teniendo dicho Yapur en la expresada cordillera su nacimiento en una laguna situada entre las ciudades de Almoquen y Pasto, de forma que trazando la lnea segn quera el comisario portugus, lejos de evitarse la comunicacin entre los vasallos de una y de otra corona, se facilitara en trminos que no sera posible impedir las discusiones y recprocos contrabandos." Opina, pues, que no deba aceptarse la demarcacin como lo propona el comisario portugus, sino como lo propuso Kequena, o en esta forma: ^'270 Desde la boca de Tonantins, que ha de quedar por la parte de Espaa, segn queda manifestado en la anterior disputa, se tirar y trazar una lnea que termine en la margen meridional del Yapur, frente de la boca del Apaporis; de forma que, initerceptandio aquel to, quede por la 'parte de arriba toda la boca de ste. 271 Desde aqu aguas abajo del Yiaipur, ser privativa de los portugueses su navegacin; y desde el mismo aguas arriba, de los espaoles, como' tambin de stos todo el ro Apaporis. De esta forma se salva por la parte de Portugal la comunicacin de que en el ao de 17G0 se servan los portugueses entre el Yapur y ro Negro, por un canal o cao, segn se dispone en los citados artculos 9 del tratlado del ao de 1750 y 12 del do 1777 pues, aunque, como se ha referido en la primera parte, no quisieron los 'portugueses manifestarlo al comisario espaol, lo averigu ste y es el denominado Puapu. 272 La lnea que debe tirarse desde la boca del Tonantins en el Maraen o Amazonas hasta la orilla meridional del Yapur frente de la boca del Apaporis, no podr ser recta por la grande vuelta o torno que forma en este paraje dicho ro Yapur... 273 La expresada lnea se dirigir de modo que el curso y cabeceras de Tonantins con las de todas las quebradas o arroyos que den agua al Maran por 'la parte de arriba, y al Putumayo o Iza-iparan-, queden por la parte de Espaa; y por la de Portugal las cabeceras de las quebradas o arroyos que desemboquen en el Yapur por
cima de
siu-
salto
302
VICENTE
G.
QUESADA
]
bajo del expresado punto frente de la boca* del Apaporis. De esta regLa^ se exce/ptinar solamente el ro Pureos que, por internartse mulcho, debe interceptarse en aquel paraje desde donde pueda continuarse (lo menos oblicuo que sea posible) la mencionada lnea hasta el citado punto de la villa del Yapur, frente de la boca del Apaporis procurando buscar la seal ms conocida que bay en dicho ro Pureos por aquel paraje, sin reparar en el poco ms o menos, o determinndose desde luego que se coloque marca a los 2 1|2 grados de latitud austrai. 274. Como no hay establecimientos espaoles en el terreno por donde, segn esta propuesta, d^be piasar la demarcacin, ni en un grande espacio inmediato a l, y queda extinguida la comn navegacin de los ros Maran o Amazonas y Yapur, no hay motivo de tener la comunicacin
recproca.
,"
Se funda para aseverar que es difcil esa comunicacin, en los inconvenientes de pasar el salto de Cupati y ser intransitables los dems que tiene el Yapur en la parte espaola pero /Como los portugueseS pueden fundar pueblos en la margen meridional del Yapur desde las bocas del Maran hasta el expresado punto, que en la misma orilla ha de sealarse frente de la boca del Apaporis, aconseja se prohiban semejantes poblaciones.
;
Propona, adems, que cuando la lnea divisoria se a algn establecimiento, se demarque una faja neutral. La preocupacin era incomunicar unos pueblos con otros, en vez de aproximarlos para su recproco proEste aislamiento foraado y perfectamente calcugreso. lado por ambas cortes, para conservar el monopolio comercial, ha influido no poco en acrecentar los odios y las
icercase
rencillas reciprocis.
Contina luego: ^'279. En cuanto a terrenos nada cede Portugal a Espaa, pero esta deja a beneficio de aqul todo lo que hay entre la lnea que ha de trazarse desde la boca del Tonantins a la del Apaporis, y la confluencia o reunin de los ros Yapur y Maran o Amazonas; y as aunque en la demarcacin propuesta en la anterior disputa, comparados entre s los terrenos que las dos coronas ceden respectivamente al tratado de 1777, result algn exceso por la parte de Portugal, queda ahora compensado en esta".
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En el siguiente nmero reconoce que Portugal tendra que levantar los puestos que tiene en la margen meridional del Maran ag'uas arriba de aquel punto que ha de fijarse en ella frente de la boca de Tonantins, a saNo se ha de Yavary, San Pablo y Matura. "281. ocultar que, trazada la lnea segn s proip'one en esta disputa, consigue Espaa cubrir mejor sus misiones y establecimientos, por la parte del virreinato de Santa Fe, 282. an en el caso de un rompimiento con Portugal. Tampoco se ha de ocultar el beneficio que conseguir Espaa en alejar de sus posesiones a los portugueses adoptando el medio propuesto, ni que el terreno que cede en esta disputa es de ninguna utilidad por ser anegadizo y enfermo, y que no le interesa la navegacin del ro Yapur desde la boca del Apaporis aguas abajo hasta el Maran o Amazonas y por ste hasta el Tonantins; pues nunca podran comunicarse por agua las ltimas misiones de May as con las de Popayn en las villar y quebradas del Yapur, respecto de los muchos saltos que
ber,
.
tiene este ro
y algunos
ms que los portugueses no puedan inspeccionar nuestros establecimientos del Putumayo y alto-Maran ..." Esta opinin, como de su tenor s comprende, era una nueva propuesta, separndose del texto estricto del tratado de 1777 puede servir empero para probar cules eran los establecimientos espaoles y portugueses en esos
;
territoriois,
y por tianto 1 uti pssidetis de esia po'ca. Duarte da Ponte Ribeiro puiblica, como un doicumenen 1738 por
el gobernador del gran Para, Joao de Abreo Castello Branco, al P. Andrs de Zraite, de la compaa de Jess, sobre las posesiones portuguesas en el ro Amazonas, territorios cuya posesin fu respetada por el Brasil, segn
l lo asevera.
Termina su memoria Cion estis palabrasi: ''Por tanto, cuando ces el dominio de Espaa en Amrica no haba tratado alguno que reglase la lnea divisoria de sus posesiones con las de Portugal era el uti possidetis, en actualidad, el nico derecho que poda ser alegado por ella; era ese uti possidetis, que ya exista en 1750, lo que hallaron los nuevos estados erigidos en esas posesiones, y deber ser por ellos respetado: an cuando fuesen herederos de Espaa, no se encuentran en el caso de reivin;
'
30.1
VICENTE
O.
QIIESADA
derechos que ella no pudo justificar durante siglos '\ Esta Memoria est datada en Ro de Janeiro a 30 de junio de 1870. Esta aseveracin no es verdica el statu quo de 1804 entre los virreyes del Ro de la Plata y del Brasil asi lo justifica. La cuestin sobre evacuacin de los territorios en oposicin del tratado de 1777, se aplaz para que la decidiesen las leortes fueron frecuenteis los reclamos de la corte de Madrid, y multiplicadas las evasivas de la de Lisboa. En 1818 y 1819 todava gestionaban aquel reclamo, y la controversia debe tomarse en el punto en que la dejan las metrpolis. Conviene adems que haga notar las inexactitudes histricas en que incurre el ilustrado diplomtico, cuando se ocupa del descubrimiento del Amazonas. Sostiene que fu J'rancisco Oreliana el descubridor del Alto Amazones en 1542 j pero el descubridor de su boca fu Vicente Yez Pinzn en 1500, comiO lo asevera el portugus Bernardo Pereira ele Berredo en sus Ana-^ les histricos del estado del Maratn, Despus en 1531 lo intent Diego Ordaz ideside sus cabecera. La expedicin que sall de i^uito en l''\) al cargo de Gonzalo Pizarro, tuvo por fin que este encomendara a Francisco Oreliana la conduccin del buque construido en el Alto Amazonas y descendi hasta el Ocano, violando las rdenes de su jefe: fu en efecto quien le dio nombre a este gran lo. De manera que fu un espaol quien descubri la desembocadura del Amazonas en el mar y fueron espaoles los que lo navegaron desde su origen hasta su desdi car
; :
embocadura. En 1560 parti del Cuzco la desgraciada expedicin de Pedro de Orzua, como conquistador del Amazonas, quien fu asesinado por Lope de Aguirre, quien con su
el Amazonas hasta el Atlntico. una tercera expedicin desde Quito, capitaneada por Juan de Palacios y religiosos franciscanos, para la catequizacin de las poblaciones del Amazonas; bajaron el apo hasta entrar en aquel ro, y por este descendieron al Para, de donde pasaron a San Luis de Ma-
gente baj
Sali
raen en 1637
llegada tde estos cfipaolea 4esde Quito, hizo qu Reimunel gobernador de San Luis de Maraen, Jacome do, hilese preparar una exploracin hacia aquellas mis-
La
305
mas regiones, nombrando como capitn a Pedro Texeira, acompaado de 2 ileoros y 6 soildadios castelllanos, icmi 'cierto y sesruro de los cuales sali del Para en 1637
*
que 'ha-ba a lado", la exploracin, como dice Pereira de Berredo; remont el Amazonas hasta el apo, y de all se fu a Ouiito, tomiando posesin en nombre del rey Felipe IV
de Espiaa, y no, como sostiene el escritor bra-silero, como pertenencia portngriiesa, a pesar de estar -anidas ambas coronas. El testimonio es dado nada menos que por un consejero de S. M. el rey de Portugal, siendo gobernador y capitn general del estado de Maraon. Kesulta, pues, oue el Amazonas fu descubierto en su boca y en sus cabeceras por espaoles, que estos fueron sus T)rimerot9 navegantes y que se tom posesin de { al uso de la poca en nombre de Felipe IV, (rey de Espaa, a cuya corona estaba a la sazn unida la de Portural. Corresponden, pues, a ttulo de descubridora las orillas de ese ro a la nacin castellana.
estas cuatro sucesivas exploraciones *' Segn del Amazonas, dice Michelena y Rojas, es de admirar que los portuigueses, como los brasiileros, funden su derecho de posesin actual sobre todas las tierras que reclaman en el Alto-Amazonas, lo Jmismo que en el Bajo, en la expedicin de Texeira y en la toma de posesin a nombre del monarca espaol; mucho ms si se tiene presente que la toma de posesin se hizo en nombre de este monarca comn de Espaa y Portugal, en 1639; y lo que es an ms positivo, incuestionable, de que an suponiendo que el Portugal no formase entonces parte integrante de la monarqua espaola, despus de las tres
exploraciones anteriores de los espaoles, sobre todo la ltima, en que sin el eficaz auxilio personal y prctico de los religiosos y soldados espaoles que acompaaron a Texeira no poda tener ya lugar de ningn modo la exploracin de Texeira". (1) Michelena y Rojas cita en su apoyo otras autoridades. Observa con fundamento que la exploracin de Texeira fu bajo el amparo de las autoridades espaolas, y c^L nombre de Felipe IV toma posesin de las comarcas, lecibe auxilios del virrev del Per y la audiencia de
(1)
Exploracin
oficinl,
etc.,
306
VICENTE
G.
QUESADA
Portugal, a la sazn, parte inte grante del dominio espaol, no puede fundar ttulo en semejante exploracin, despus que por la revolucin de 1640 se separ de la corona de Espaa. "En la guerra dice, tomaron la boca del Putudel ao de 1762, el ao de 1747 se hicieron dueos de la del mayo, y en Yavar, construyendo frente de ella, sobre la orilla austral del Maran, la fortaleza de Tabatinga, con la cual impidieron a los espaoles la nav^acin de estois ros. As continuaron los portugueses sus ilegtimas ocupaciones de territorios de Espaa; sin que sta, en el espacio de 136 aos que corrieron desde 1640 hasta 1776, hubiera tomado las correspondientes providencias ni hecho con el vigor que deba reclamacin alguna para atajar tan
Quito, de
el
manera que
i'pddos progresos^'.
gobierno espaol dio orden al prefeident de Quito, Jos Dibuja, para que laitacase ^a los portugueses y los desalojase de lo que tenan ocupado en el Amazonas, y creaba el virreinato del Eo de la Plata, poniendo al frente de una formidaiMe expedicin militar a Pedro de Cevallos, su primer virrey, para apoderarse de la iisila de Santa Catalina y da Colonia del Sacramento y recuperar todos los territorios y pueblos que en esta parte hubiesen conquistado los portugueses. La guerra se traa as sobre las mismas fronteras, y se trat de restaese
En
ao
el
blecer por las armas el dominio usurpado por las autoridades del virreinato del Brasil. El xitoi fu completo: Cevallois triunf, y celebrse entonces el tratado prelimi-
nar de paz de 1777, habindose mandado cesar las hostilidades en aquellas vastsimas fronteras. La expedicin que con grandes gastos prepar el presidente de Quito, qued as suspendida por ese tratado, oue no sancion ni pudo sancionar las violentas ocupaciones portuguesas sobre las comarcas descubiertas por Espaa, aunque no estuviesen realmente posedas. Despus de celebrado ese tratado, los portugueses, violando el statu quo y las clusulas que demarcaban su Espaa, frontera, continuaron avanzando sobre la de como isigue: "La poseisiin de los 7 pueblos de indios guaranes, y pas comprendido desde dichos pueblos hasta ei ro Ibiicu, y Cerro Largo, que est en las inmediaciones de Maldonado: las fortalezas de Coimbra y Albuquerque, en la parte occidental del ro P.ara.guay; el
307
establecimiento de Casalvasco y estancia del general, en la jurisdiccin del gobierno de Chiquitos el fuerte Prncipe de Beira, construido indebidamente en la boca del
:
Ma chupo que atraviesa las misiones de Mojosi: los destacamentos y puestos que han colocado en las bocas de los ros Yavar y Putumayo, que desaguan en el ro de las Amazonas los establecimientos que han hecho en el ro Yapur, por encima del saltoi de -Cuipat (los que hoy han desaparecido todos) las usurpaciones en el ro Negro hasta Mavalitana; y finalmente, los establecimientos que han formado y adelantado por las cabeceras deF ro Blanco, ro que desemboca en el Negro, los cuales estn en los' pases pertenecientes al gobierno de la Guayana espaola". De manera que, cuando se trat de proceder a la demarcacin de los territorios espaoles pertenecientes hoy a las repblicas del Per, Ecuador, Nueva Granada y Venezuela, las comisiones espaolas encontraron grandes demoras calculadas por los comisarios portugueses.
ro
:
:
Los espaoles solicitaron repetidas veces del capitn general de Matto Grosso enviase la partida portuguesa para proceder a la demarcacin, y que se demoliese el fuerte Prncipe de Beira, levantado despus de celebrado el tratado de 1777. La falta de los demarcadores portugueses no permiti el trazo de la frontera a que se refiere el art. 11 del citado tratado. La exposicin o memoria del brigadier Francisco Requena, gobernador de Minas y encargado de la cuarta partida del Amazonas, prueba los avances, y ya he reproducido la lnea que como transaccin propuso a los demarcadores portugueses. Se sabe empero que se levant un marco divisorio, en el terreno mejor ms prximo a la primera boca del Amazonas, con esta inscripcin: *'Para futura memoria, en la frontera de la real audiencia de Quito, virreinato de
Santa Fe, y del estado del Gran Para y Maran,
sus comisarios mandaron erigir marco, a 5 de julio de 1781 '\
etc.
.
provisionalmente
este
Bajaron el Amazonas hasta el cao del Avati-Paran. El portugus fij all un marco, con la fundada protesta del espaol.
art.
Deba procederse a la demarcacin prevenida en el 12 del tratado, dejando cubierto los establecimientos
308
VICENTE
G.
QUESADA
ro
Negro.
No
pudioroai en-
3^9
VENEZUELA Y EL BRASIL
':''
de
Para apreciar
la
importancia de
los tratados
l-
mites entre los estados latino-americanos, conviene estudiar cules son los principios de derecho internacional
qu^ han pervildo de base a sus estpulaciones porque no entra en mi plan 1 estujdio geogrfico de los deslindes, que no tendra verdadjero inters siino uese acompaado
;
de
los
mapas de
el
sealar
colos
Me concretar,
mero
anlisis
die la dis-
La constitucin federal de Venezuela incorpor en 1811 la provincia de Goiiayana, en la extensin que tena por los tratados entre las coronas de Espaa y Portugal la proclama en Angostura en 1819, la ide Colombia en 18^1, y la actual, segn Briceo, declararon como territorio nacional el die Xa antigua capitana general de Venezuela. De manera que se tom por batse la demiareacin de los territorios gubernativos hechos por el rey de Espaa, al asumir una personalidad colectiva y jurdica ante el derecho de gentes.
Cul era yenezuela ?
el
Briceo, por esta parte a Colombia del Per y del Brasil; peno sera temeridad pretender distribuir en porciones perfectamente delineadas, entre las tresi rapbiicas codueais, el territorio que la demarcacin de los tratados les concede en indisputable propiedad como sucesoras en los derechos de su comn causante, la metrpoli espaola. Si sta jams logr poner en claro los linderos de estos pases respecto del Brasil, menos podremos esperar obtener datos positivos sobre tierras que por estas ignotas regiones correspondieron a la capitana general de Venezuela,
separar,
dice
"Hemos podido
3IO
VICENTE
G.
QESADA
(1)
virreinato de
Se deduce, pues, que no hay deslinde expreso y claro, que haga fcil la solucin de la controversia. El ministro de relaciones exteriores de Venezuela, general Carlos Soublette, por comunicacin de 12 de mayo de 1859, comunic al plenipotenciario del Brasil, Felipe Jos Pereira Leal, que el ministro espaol haba ofrecido una copia de la cdula real de la ereccin de la capitana general de Venezuela con fijacin precisa de
sus lmites, y
vo estado, el lmites; pero Leal se dirigi al ministro espaol residente en Caracas, solicitando otra copia del mismo documento, y ste le dio por respuesta que no se encontraba tal documento en los Archivos de Indias en Sevilla; que por la real cdula de 10 de noviembre de 1536 previno al que gobernaba la provincia de Venezuela, que slo usase del oficio de capitn general cuando estuviese en guerra y no de otra manera alguna. ''Todas estas reales cdulas, deca el ministro del Braisil en si estuviesen vigentes, podran ser citadas para decidir las cuestiones Lima, de los estados hispano-americanos entre s; pero no las de lmites entre posesiones que fueron espaolas y portuguesas, porque a stas no se extenda la jurisdiccin de
como ste era el territorio nacional del nuedocumento pareca capital en la cuestin de
S.
M. C."
diel
Guzmn,
ministro
dte,
Venezuela
oeroa
a
(I'a
gobieraio
d!eil
legacin brasilera
como
han deiclair'ado comi prinprend,a de paz en m^ateria tde lmites dpio de justicia y el uti possidetis de 1810. Este %iii pmsides no ha pohispano-ameriicanos,
ni pu|e(de refenirse al faioto, porque se habraoi privado de todos ilos grandes territorios y desiertos ocupajllido,
salvia jes;
y porque
vaicanties,
pio, correran
de baMais y
un
peligro inmiinente de
aieudiierar.
ellias
con
.el
ttulo de pri-
Lmites del Brasil con Venezuela^ Nueva Granada, Ecua(1) dor y Per por M. de Briceo Caracas, 1854. Un vol. en 8o de
36
pg-.
Documentos relativos a la cuestin de lmites y navega(2) cin fluvial entre el imperio del Brasil y la repblica de Venezuela Caracas, 1859 1 vol. de 165 pg.
3II
idi'e
meros ocupantes civilizadores. Es, pues, el uti passidetis derecho ei que generalniente ha sido samicon'ado per
estaidos
uno ha llevaido su propio imperio y soberana hasta iais lneas que en e! rgimen colonial sepiarahan i'as juriisdlioconies de las audencias 'reales, nicias y legtmas representaciones del Estas jurisdicoiones se diemarcaron solo y soberano.
aquellos
amiericianos.
Oaidia
exKlusivamiente
^'Lais
repbliiCiaiS
hispano-aanieiricianas
el uti possidetis
ciomo
un
principio de conveniencia y transaocin paira salir del laberinto de las atutigu'as 'leyes y reales ccmuais. Si estas hubiesem ide ser la bajse pana la ideanaroacin, no sera neGesario adoptar pirincipio alguno nuevo, y sie dira simplemente que los esit-ados amierioanos adoptaban piara lademaxeacin de sus lmites la legislacin vigente en 1810.
tambin adopt el prineipio d^ uti possidetis como base para sus lmites, y est l, eomo tal, asentado en el tratado -con Venezuela, que u firmado el 25 de noviemb-re de 1852, y ya fu aprobado por el sienado de la repblioa, y in paxte por la cmara de representantes. Este uti possidetis no puede ser otro que el de heclio o Qtctual, porque a la posesin efetctiva o actual es a lo que ios publicistas llaman uti possidetis Ni de la adopcin del
E1 Braisil
base de lmites, se sigue que caeran grandes regiones aanaznieas bago la Glasificaoin de terrenos baldos ooax peligro de sier presia de Jios que aeutdiiesen a ellos con el ttulo id|e ocupiantes civiza dores. Por posesin actual no se debe entender un domasdo que se extienda a todois los puntosi d)e la snip^arioie de que se trata; basta que exista la piosiesin en los puntos oairidinaleis, o se haya ejercido all juriisdiocin., y sta haya sido tcita o explcitamente reconocida. Esta posesin existe en la Amrica del Sur bien notoriamente reconocida y en visita de ella, es bien fcil ligar dichos puntos card^inales po'r medio de lneas fundadas en balizas naturales, o aun en los antiguos tratados, los cuales no hay inconveniente en que sean invocados como base auxiliar, cuando no sie opongan a la poseisiin". (1)
;
uti possidetis,
contina, como
Enumera
' ^
luego las ventajas del uti possidetis, y dice Porque es un principio tdje transaccin indispensable
Documentos relativos a la cuestin de lmites y navegacin (1) fluvial entre el itnperio del Brasil y la repblica de Venesiuela. r-r
Caracas, 1859
vol.
de 165 pg.
312
VICENTE
G.
QtTESADA
Piara
ide<2tiidii'
diuidas
que
no han podido
deoiddrse en miDcilio ms (de 100 aots ide contiioversias. Porque es el nico medio die ideaniareamn leompatible on las leyeis fun^dame^atales de los eisitados ide la Amriea
del
Sur. Todos dios hain proiclamiaido que es parte integrante dte su territorio el que posean em la poca de su independencia: icualquier dem^o de esta regda canBaria una guerra para poderse fijar los limites reep'ec4;ivos'\
Entre
en
el folleto
la cuestin Umites
navagacin fluvial entre el Vien2ni]ela, que ya e tcitado, bajo lel N"' 15 se lee Principio adoptado por el gobierno brasilero en las cuestiones de lmites del imperio con las repblicas vecinas.
sobre Brasil y
entre el imperio del Braisil 'dice 'Los lmites, y las repblicas Veioin-ais que ciooi l confinan, no pueden ser regulados por los tratados eeliebrados entre la Es> piaa y Por'tugal, sus antiguis m;et[rpolis, salivo si amabas partes ^contratantes quisiieraai adoptarlos como base para la diemarcaicin de sus respeetivas flronteras. Los convenios con que lais coronas die Espaa y Portugal procuraron entre s dividir las tierras todav'a no descubiertas o conquistadas en Ainirica, y ionitar sus posesiones ya estalbLecidas en el mismo continente, nunca sur tieron d deseado efecto. Lias dTidae e incertitanbres de tales estipulaciones, los embarazos emergentes' de una y
otra piarte
y por
fiba
ron todos los ajustes y consagraron el dieirecilio del uH possidetis como el nico ttulo y la nica ibarrera entre las usurpaciones de una y otra nacin y sus colonias en Las ltimas estipulaciones ajusla Amrica Meridional. tadas y c'oncluidas entre las dos cioronas pana la demjarcaiciin dfe sus idemindos en el nuevo munido, son las del de octubre de 1777, distpoeiciotratado preliminar e parte copiaidas del trataJdo de 13 de lemero de nes en gran 1750, que aquel tuvo por fin que modifieiar y esclareicer. El tratado de 1777 fu roto y anuliado por lia guerra superviniente en 1801 entre Portugal y Esp'aa, y las qued por sieanpire, no siendo restauraido por el traftado d'e paz firmado en Batdajoz en 6 de junio del mismo ao. La Espaa qued con la plaza de Olivenza, que haba conquistado por el derecho de la guerrta, y Portugal con
todo
el territorio
perteniciente a Espaa,
que
eaa viirtud
313
Aimriea, pero lejosi de Espiaa ni Portugal podran invK)'c)air el tratado dle 1777, pioirque oontra seimejantfe pretensin pnotestara la evidencia del diereclio internaicional. El gobierno die S. M. 1 emperador del Bra-
del
Venezxneila.
qiue ni la
sil,
reconocienido la
faltia
de dereeio
esicrito piara la
de-
niiarcaiciai
de
sais T'aiyias
eom
ha
adlop-
tado j propuesto las nicas ba^es razonableis y equitativas que pueden ser invocadas, a saber: el uti possidHis, donde ste existe, y las estipulaciones idel tratado de 1777 donde ellais se conform'an o no son opuestas la las posesiones actuales de una y otra parte eon tratante". He heehio eista larguSiiana traniscriipicin por la impo;rtancia que encierra esta idecilaraicin de princiipios, que, aunque no aipaireee firmada, es de origen brasilero,
Espiaa y
linde
:
as la ouestin el Brasil vigencia d.e los tratados eelebrados entre Portugal, y propou^e dios medios para el des:
I"*
y donde no
2"^
exista
O'
no
el
convenio ex-
que
se obligasen a
adoptar
de
de esos tratados en m-at^ria fundiamento p'ara la dem'areaicin. Por este temiperamento, se revalidan los tratados por un nuevo pacto interai;aconal. Cul d'8 estas dos bases faiconsejia la pruldencia y la eqUiidiaid? Parceme difcil dieeirlo sin entrar en el [(largusimo debate, ya muy extendido, die si tales traitadios obligan o no (a l'as (colonias, si fueren abrogados por la guerra de 1801 entre ambas mietrpolis; pero como por la anteeodente d'eclaracn de prinicipiios, el Brasil propone uma base 'alternativa, cada estaido tdebe precisamiente iresolveir la base que haya de aceptarse. Las usurpaciones territoriales son acusaciones recprocas, que no puedo prohijar a priori, y que son materia de profundas indagaciones en dilatadsimas fronteras casi desiertas para el conocimiento imparcial de los
las prese^rip clones
iciomo el
lmittes,
hecli'os,
muchas veces
tengo preocupaciones internacionales, no me proestas averiguafijar con la posible claridad los principios ciones, sino de derecho internacional latino-americano, en una mate-
No
3f4
ria
VICENTE
G.
QUESADA
que tanto apasiona a los pueblos de este continente: no por cierto, por el valor de tal o cual territorio, sino por la necesidad id'e prever al idesarroHo futuro de las nuevas nacionalidades y al equilibrio orgnico de estos
estados.
'Conviene empero que reeuer|d(e a lo que sostienen la vigencia de ios tratados entre las aos coronas, como el medio ms sencillo de resolver el problema, lo que deca Briceo: ''Las fronteras que acabamos de recorrer, segn nuestro clculo, pueden tener aproximadamente una extensin de 900 leguas espaolas de 26 por gradov En esta dilatada linea, hemos expuesto siiistemas de lmites, todos diferentes, y todos procedentes de una misma base, en opdnn de sus autores ei sistema de Zea, publicado en lbl8 el sistema de Stanner, publicado en 1823 ; el sistema de Humboldt, publicado en 1826 el sistema de Codazzi, publicado en 1840; el sistema de Oolton, publicado en 18b3". (1) Considero innecesario hacer notar en qu difieren los unos de los otros segn la opimin de Briceo, pero l diice: ''la lnea ms ventajosa a Venezuela es lia determinada por Codazzi, al gurar las usurpaciones _del i5rasil, y por cierto la ms conforme a los tratados, por;
cumple lo que continuar la frontera por medio del ro Yapudicen de r y por los dems ros que se le junten, y se acerquen
que tomando
'
'
el
Cababury por
linde, se
ms
al
rumbo
la cordillera de los montes; empero la lnea tajosa es la determinada por Codazzi al figurar los lmites que el Brasil no disputa a Venezuela; porque cierra nuestro territorio en el IVIemachi y nos priva de todo
ms alto de ms desven-
acceso al Yapur y al Amazonas; y como esta misma lnea es la adoptada en el proyecto de tratado que ha
mos aceptarlo
cionales ''.
aceptado Herrera, claro es que ese tratado... no podesan perjudicar gravemente los intereses naSostiene Briceo que las repblicas hispano-america-
aeben recliazar
el
formaron
nipotenciarios Herrera y Lisboa, "que establece y da como supuesto que el principio del uti possidetis no se
(1)
Liviites del Brasil con Venezuela, por
M. de Briceo.
315
para 1810 por Espaa y Pornaturalmente se concibe; sino que obliga al contrario a respetar cuantas usurpaciones ha podido perpetrar el Brasil durante ms de un siglo".
refiere a los limitis fijados
tugal, codo
en una publicacin annima, pero de la cual es autor Leal, segn consta de la firma autgrafa que as lo declara en el ejemplar, que tengo ahora en mis manos Memoria ofrecida a la oonsideraain de los lionorabl^s senadores y diputados al pr^ximo congreso, y a toda la repblica, sobre el tratado de limites y navegacin fluvial ajustado y firmado por plenipotenciarios del Brasil y de Venezuela en 5 de marzo de 1859. Caracas, 1860 un v. en 4. de 210 pg. "Cualquiera, al leer las palabras preinsertas de Briceo, dice, se figurar que el Cababury se junta al ro Yapur, lo cual es enteramente inexacto. Con efecto, l es uno de los afluentes septentrionales del ro Negro. Que 'e acerca al rum.bo del norte, no tiene duda; pero no es ^slo esto lo que debe procurarse. Est bien, que se escojan por lmites los ros, despus que se haya sealado en el Yapur y el ro Negro, el punto que cubra los establecimientos de los portugueses en las orillas de ambos. Comprense los tratados de 1750 y 1777, y se hallar que son muy diferentes uno de otro, que no pueden sustituirse recprocamente, como sin pensar los confunde el seor Briceo".
escrito de Bricen o fu contestado
:
El
mi nimo dar detailladia coientia ide la discusin entre Brieeo y el autor de la Memoria; he qiierdo slo
es
No
citar la
prudente
se
rectificacin, a fuer
de imparcial.
la
Para que
comprenda empero
dificultad
que
ofrece esta demarcacin, recordar las palabras de Restrepo: "son igualmente inciertos, dice los lmites de Colombia con el nuevo imperio del Brasil y con la Guayana antes holandesa, pero no en las costas, sino por
el interior; en cuanto a los (lmiiites con el Braisil, nos hemos arreglado a los tratados entre Espaa y Portugal, y las divisiones que hicieron de estos desiertos, que en la maj'-or parte no podan recorrerse, y que an son desco-
nocidos".
de Colombia con Guatemala y el Per, dice el mismo Restrepo: "an estn inciertos hemos seguido^, pues, las lneas que nos han parcicido
de
los lmites
;
Y hablando
3l6
VICENTE
G.
QUESADA
ms arregladas a
las disposiciones
es^
puede deducir que demarcacin ofreca dificultades mltiples, pues aun tomando como ttulo de domiinio los tratados celebrados entre Espaa y Portugal, el deslinde no haba sido trazado en toda la extensin, si es cierta la aseveracin de Kestrepo y del mismo comisario de la comisin de lmites por parte de Espaa, del ingeniero y brigadier Francisco .Uequena, gobernador de Mainas.
estos precedentes
la
De
parceme
llama
disputas, entre los comisarios espaoles y portugueses, y las sealar en cuanto se relacionan a los lmites de que
se trata:
^'Novena disputa.
la
Sobre
el
punto que
el ro
naciones, para que desde l contine la demarcacin segn se previene en el artculo 12. Dcima disputa,
Sobre el punto que conforme al artculo 12 del tratado debe fijarse en el ro Negro por lmite de unos y otros dominios '.
'
La Memoria presentada en 1797 por Vicente Aguilar Jurado, oficial segundo de la secretara de estado, y y Francisco Requena, brigadier e ingeniero de los reales ejrcitos de S. M. C, y de la cual e citado el epgrafe del noveno y dcimo, puaito, que origin disidencias fundamentales entre los comisarios espaoles y portugueses en esta frontera, es una prueba bien clara de las dificultades que ya entonces ofreca la demarcacin. Prescindo de laveriguar quines las promiOivan, y si eran el resultado inevitable de trazar la lnea divisoria en territorio no explorado cientficamente basta entonces; pero refiero el iiecho para que quede justificado que los tratados no puaieron resolver las dificultades practicas que sobre el terreno ofreca la demarcacin. Y desde luego, no reconociendo el Brasil la subsistencia de sus estipulaciones; y no habindose, por oitra parte, g'cetiionado Xa revalidacin, se ha tenido que buscar otro medio jurdico como base
el uti possidetis. para practicar la divisin Si la adopcin de este principio favorece a Venezuela o al Brasil, no es cuestin que me atae ventilar. Esta base, que tan ardiente debate suscitara contra los tratados celebrados entre Bolivia y el Brasil en 1867,
:
317
vs
empero
la doctrina
transaccin en las
confinantes.
La
ave-
riguada sta, la divisin se practica dando al Brasil lo que ste posee, y a los otros estados lo que cada cual posea, haya avanzado, haya retrocedido la frontera; pero la posesin actual es todava materia muy compleja, porque por ella no entenda el Brasil la posesin efectiva de todos los puntos del territorio, sino -propiamente el ejercicio de la jurisdiccin la posesin de una parte, o como deca, la posesin de los puntos cardinales. De manera que no reconociendo el Brasil derecho escrito en la materia cmo poda probarse el ejercicio de la jurisdiccin en desiertos habitados por indios? Evidente es que
;
esta
misma
jurisdiccin debera
tener
un
lmite,
y no
habiendo derecho escrito, era ptrec'iiso un juico testimonial en cada caso piara probar el mero hecho, en la, hipesis de ser posible encontrar testigos en aquellos desierto. La posesin actual es, pues, tambin una dificultad, si ella no ise entiende por la nuda polsesin, efeictiva y real, y limitada ail punto poseid|o, y nada ms. Por leso priopiamientie tdeca Jos H. Ghiitiirriez, defendiendo el tratatdo ^celebrado entre Bolivia y el Brasil: que era una tiransiaiocin, una icesin de derechos. Verdadera traaisiaicicin driecta entre los eontratiantes sobre el territorio; no''e!g idivsiin ide la cosa comn, nto es deslindie
transacpiara
cn, piartcin,
arri-bar a la cuial
divisin o
como quiera
lllaananse,
estudian emipenoi los anteciedentes histricos y !lleig*a[Les, porque indfudablemente lois hay; sion territorios cuyo ttulo originairio fu e'l descubrimiento y la conquista espaola o portuguesa y lo tr'atados; clonquista niominal en kis tierr'as interiores, ocupadas todava ipor los saJlvajes no eultivaidais, no apriopiadas por el trabajo que justifica la proipiedfaid. De manera que, aun adopitando el principio del ufi pOssidetis iaotual, sin sealjar la fecha de la inderpenidenca, de Ta creacin de los (nuevos estados: atan apciando ese principio, que prescinde o parece (prescindir de todo
:
ttulo escrito,
siin embargo en la pirctiea es inevitable ocurrir al estudio de los anteceldentes histricos, y an, cuando ms no sea como basie 'auxiliair, a; los tratados celebrados entre las coronas de Esp'aa y Port^ugal.
3l8
VICENTE
G.
QUESADA
'Estos tuaiados
de lmites e que
me
oiciupo
ahora son,
pues, verrladeras tmn^aiociiones, icesiones de tenritorio que favoneicern probaiblemente a la naicn ms piaderosa; y diigo probablemeinte, porique piiede s^ipoiierse que ella sea quien haj^a avanzado ms sns fronteras interiores.
No eis el ideslinde estricto con subjedn a nn ttulo de idbminio, deside qiue el Brasil sioistiene que no hay dereicho escrito en su opinin, sdno oeupajcin material, uti possidetis en la fecha de la celebracin de la transaccin cion el estado vecino y siiai embairgo no estando dcupadios
;
todos sus tteirriitorios interiores, las posesiones, poblaciones o fueirties, estn situiaidos en p'Ujntois di^tatnttieis unos de los otros, ide manera que la misma posesin actual slo es el eilemento efectivo para la 'transaccin, que luego tendr que trazarse en el suelo, por medio del verdadero deslinde y demarcacin mateiriall, buscando los lmites arcifinios en cuanto sea ello concliable con la posesin
flictual.
de Vienezuela es la que ha tomado la Durante la unin de la antigUia Colombia, se gestion intillmente con el B>rasl una demarcacin internacional desde 1826. Desmem^ brada Colombia, Ven^zueilia inst al Brasiil en 1843, en 1844, y en 1846, pt^ra que se abriese la negociacin para fiiair por un p'actio intemajciional los lmtes divisorios de
repblicia
iniciativa en la negociacin.
La
amblas naciones.
El Brasil envi a Caracas en 1852 a Miguel Mara Lisboia, oon las instruiociones y poderes para entrar y ocuparse del negociiado. La irepbliica de Venezuela nombr como plenipotenciario al ministro de reiaciione? exteriores, Joaqun Herrera, y en 25 de noviembre de 1852 firmaron en Cai'acas un tratado de amistad y lmites; cuyo artculo 2" dice textuiailmente ''Art. 2 1/8 repblica de Venezuela y S. M. el emperador del Brasil, convienen en reconocer comi base para la determnacin
:
de la frontera
possidetis,
entre
<m<s
respectivos
territorios, el
itti
y de conformidad con este principio declaran y definen la lnea divisoria de la manera siguiente: 1" comentar la lnea divisoria en las cabeceras de^l ro Memiaichi, y siguiendo pior lo ms alto del terreno pasar por las cabeceras del Aqudo y del Tomo, y del Guaicia e Yquiare o Yssana, de modo que todas las aiguas que van al Aquio y Tomo queden perteneicendo a Venezuela, y las
3I9
que van al Ouaicia., Xiie e Yssianai al Brasil, j atravesar ro Negro en frente a la isiLa de San Jos, que est prximo -a (la pieldlra Ciiicxiy 2. dle la isliai de Slan Jols siegujir en lnea reicta, cortlandjo el icao Maitiur'aca en su imiitaid o sea en el punto qne acordiarein Ids 'eomsaros deimarcadores, y que divida eonvenientemiente el diclio eao y desde 'all pasando por los grupos de los cerros Cup, Yfmer, Guai y Umicusiro, atravesar el eiamino que domunicia por tiierra el ro Caistao con el Mariav y por la de Panina, de modo que iliais aguas que corren al Padavir, Marav y Cababur, queidien pertieineicienjdlo al Bnaisil, y lias S'ienras de Tiperapec tomar las crestas de 1'a.s serranas que van al Turaoo o Ydapia o Xiiaba 'a Venezuela 3.'' se. gudr por la cumbrie de la sierna Piarima. basta el ngulo que hace sta con lia sierra Paciarama,, d'e mioidio que todas las aguiaiS que corren al ro Blamico queden perteneciendio ail Brasil, y la^s que van al Oirinoeo, a Venezuela. eontiniuiair I/a lnea por los puntos ms elevados ide la dieba sierra Pacaraima, de moido que las que van al ro Blanco queden, como se ha dicho, perteneciendo al Brafeil, y las que corren al Esequivo, Cliyunii y Oaroni, a Venezuela, hasta idonde se extendiieren dos territorios d^e los estados en su parte oriental". Tal es literalmiente el traitado de lmites entre las dos naciones. Es una transaccin en la cual lambas partes ceden, sujetndose at]j uti possidetis. Eislte tratado fu sometido en 1853 a la apr oblacin del congreso da Venezuela, y fu aprobado en el sem,ado paisando a la cmara de representanties. Eista noanbr tuna comisin compuesta id'e Franoijsco Oriach, Mateo Trocnis y Jos A. Fernndez, la cual se expidi en 18 de 'abril de 1853. Eisie informe ciorre impreso (1) Esta oomiisn califica el tratado de desmembracin del territorio manifiesta que no es posible coinooer con exactitud la serie de ros, caos, cerros y cordilleras que se seailan en los tres incisos d^el aiit.. 2' del tratado, mientras no estn astronmiciamente fijados, ''que es lo que los hara indelebles'', o sin que fuesen la consacuent.'ia de expiloraciones ofijciiales y previa. Expone que el uti possidetis a que se refiere el trael
;
;
Documentos relativos a Ja cuestin de lmites y navega(1) vin fluvial entre el imperio del Brasil y la repblica de Venezuela, pg. 114., doc. No. 26.
320
VICENTE
G.
QUESADA
tadiQ,
el
tatdos entre
Esipaa y Portuigal lal tiempo ide la imdlepenRecuerda que, entre los antecedemciia de VenezOTela'\ dentes que se le hian proporcionado a la comisin, se encuentra un ctaptuo 'de la comunieaicin que el representante de la lantigua Colombia iddrigi al gobierno del Brasil
en 4 de marzo de 1830, en l>a cual inldjieab'a el minis. tro 'coilombano lo 'oportuno de nombrar icuanto antes la comisin exploradora ,que se recomienda'^ piaira la demarcacin. Que en 1826 el gobierno de Colombia dd instru'C' cin a Leandro Palaciois, su arente diplomtcio, con este m;ismo objeto, y que la comisiin considera que debe ser previo el reconocimiento ide lois territorios, pues la posesin
de 1826 ha
isido aliteiradia
fronteras sobre
vil len tronca,
el
^dicie,'
en
de 1777, y que tommdlose p'orr baise el uti 12 d'pl possidetis de la poica de la indepiendencia debera ser la lnea diviisoria, incluyendo a favor de los esttados de la lantjisruia Colombia los territorios de que sie ha apoderado dice, el Brasil. Desde que se emancipaTon, de Eispaa los e'stados que formaron a Colombia, en sus letrataido
yes fujnidamentaleis o constitu'oiones fijaron paira sus territorios los lmites que 'la metrpoli tena demarcado'S; y
no pueden !ser otros que los de iderecho; y este derecho no puede deriyarse i^no de lois tratadows existentes y esos tratados son los que dan la delincacin del uti possidefis que todos esos ests^dos han invocado*'.
estos
lmites
Recuerda que Colombia lo consign en el art. 8. de su iconstiitueiini, y Venezuela en el 5**. Por eisto cree la comisin que se debe diemiaroar l'a lnea divisoria una vez aprobado el tratado con arreglo al art. 3. y en previsin de lo estipulado por el art. 4.*, debe empezar por hacer previamente la exploracin y reconocimiento y someterla luego a los gobiernos para que de aeueirdo estipulen la demajrcaicin definitiva. Onina. en fin, aconsejando el aplazamiento de la discusin hasta la prxima reunin del' congreso, y que se mande imprimiir el informe y eH trataido, piara que sean discutidos por
toda la prensa del pas.
Este informe fu contestado en el documento que bajo el nmero 27 se public en 1859 en Caracas, en el
IIISTOBIA DIPLOMTICA LATINO-AMERICANA
^.
321
reconocimientos a que se hubieran referido las instrucciones del ministro de Colombia en 1826, no era^ aplicables despus de los trabajos cientficos de Schomburg y Codazzi, cuyos mapas han sido publicados recuerda que en el gran mapa de Venezuela por Oadazzi, en la nioftia primetra, se dice: ''esitie miap'a ha sido sacado de los planos lorogrficos de las 13 provinm, miandados levantar por idecreto del icongreso constilos
:
Se observa que
tuyeiDte
ide 1830" qule all sie lee: "tiodos los puntos interesantes fueron situados por observaciones astronmicas y baromtricas, haciendo uso del sextante, cronj
metro, teodolito
y barmetro".
Objeta, pues, que los estudios estn hechos, y hechos con el tesoro de Venezuela, publicados bajo la misma proteccin oficial y muy estimados en el mundo cientfico: que es, pujes, innecesario el previo r^epruocimienit). Re^ ouerda los trabajos de Zea, igenienail Ajoosta, Llevas, AriCKS
y otros que se iciitan. L'ais lineas dtivisioirias eoCian, idee, como en el actual, trazadas en los tratados de lmites, en sus puntos cardinales; y la demarcacin ulterior es ne'
'
cesaria para describir minuciosamente esos puntos en los lugares donde no hay balizas naturales". que esto ex-
plica suficientemente la razn de las estipulaciones contenidas en los artculos 3." y 4. del tratado.
Habiendo
la
comisin de la cmara
respetado
el
principio del uti possidetis, que el tratado estipula, no ay ni puede haber desmembracin cLe territorio que la
misma reconoce como de Venezuela, de acuerdo con aquel principio. "Pero la comisin considere), contina, el uti possidetis, como derivacin de los tratados de 1750 y de 1777, y es en esta opinin que no puede conformarse el Brasil, pues que uti posstdetis llaman los publicistas a la posesin de hecho en una poca agrega, es decir, dada. El uti possidetis de 1810, el territorio que de hecho formaba la capitana general de Caracas en 1810, es, pues, el que segn el artculo constitucional formaba la repblica de Venezuela. Si este uti possidetis est de acuerdo con los /tratados anl^riores, pueden stos servir para facilitar la definicin de la lnea divisoria, pero isi no estn, debe pr^evalecer e! uti
constitucin
322
VIOEITPE Q.
QUKSADA
De no haber
la comisin
minadlo el uti possidetis bajo su verdadera intedigencia, de ihaber desconsiderando la. foirmal guerra que en 1801
hubo entre la metrpoli y el tratajdo firmado en Badajoz a los 6 das de junio de aquel lao, o quiz de haber juzgado que los trataido, que nunca llega,ron ,a ejecutarse, de 1850 y 1777, eran ms favorables a la reipblica, naci la afirmacin que eisos tratados son hoy; ley en Veneizuela y m'arican m, linde con el Brasil. El Brasil no sostiene la inv'alidez de los tratados de 1750 y id|e 1777 por. que en sus lmites con Venesniela le desfavorezcan est declarado en el protocolo por el plenipotenciario brasilero, y ite piruebta por los lartculos 9. del primero^ y 12 del segundo, que e'sas estipulaciones le dan ms territorio que el uti possidetis sancionado por las leyes iTundamentales de todos los estados de la Amrica del Sor, y por su propia constitucin, y en fin, por ser consiguient'3 con las repblicas con quienes ha fijado y discute sus l:
mites'\
Entra luego a demostrar en presencia del texto del artculo 9." del tratado de 1750 y 12 del de 17/7, y de los mapas de Requena, de Humboldt, de Zea, de Schomburg, de Acosta y de Codazzi, que aquellos daban al BraCasiquiare y todo el ro Negro, que son aguas del Amazonas, pretendiendo que antes de 1750 -haban sido explorados y navegados por portug-ab^cs el ro Branco, el Cababury, el Vauprs, el Yssana, el Tomo, el Aquio mientras que, siempre sey el Pimichn hasta Yavit
sil
todo
el
gn
espaolea slo haban iido Agusal ro Negro, donde fundaron a San Carlos y San comisin tn, como almacenes para los equipajes de la San Fernando en 1750 y en 1760, cuando Solano fund a avanz hastia Sian Carlois: 9 laos despus Atiablapo
el idloieumenitlo brasilero, los
de
igase ahora a Briceo: para formar juicio pienso que es equitativo y justo que ambas partes expongan su sin derecho. "La letra de los tratados del 50 y 77 nos da reicljama disputa teiTenos importantes, que el Brasil hoy como suyos sin ninguna especie de ttulo: nos da ULta (a lnea mayor de navegacin en el ro Negro: nos da nombre de Colombia) las dos orillas del Yapur desde Gumvaip o Mjaawhi, o, gU'S vertienit'eis hasitla la laguna cuando menos, hasta algunos ros o caos, Amovn, Pa-
323
ique, segji el iniapia idie Buimbolidt, desemboen la orilla boreal del propio Yapur: nos da nada menos que una parte de la orilla septentrional del Maraen o Amazones. Por los tratados, nada de esto es disputable. Las comisiones de lmites tan slo discreparon respecto de algunos puntos por donde deba pasar la lnea pero sus mismas controversias evidentemente manitiet^tian que, iCon ms o menos extensin tenemos libre paiso al Yapur y al magnfico Amazonas. Por el tratado proyectado en Venezuela, el Brasil adquiere i)ropiedad perpetua no slo sobre terrenos de posesin para l dudosa, equvoca o viciosa, sino sobre territorio que manifiestamente pertenece a las repblicas sucesoxas en los derechos de Espaa". , Sea de ello lo que fuere, la cmara de representantes en Caracas no se expidi sobre el tratado en las sesiones de 1858 y el ministro del Brasil, Lisboa, tuvo que ausentarse, sin haberse aprobado definitivamente el tratado, que lo haba sido por el consejo de estado, por el senado y en dos discusiones en la cmara de representantes, segn
paa O Caaiopo,
(.'an
Enviado Leal como plenipotenciario del imperio, y a solicitud cuya, segn el libro de que l es autor (1), obtuvo autorizacin imperial para mejorar las estipulaciones de los tratados pendientes en obsequio de Venezuela. El gobierno de la repblica nombr por su plenipotenciario 'al gemeral Carlos Souiblette, quien por servicio de guerra no termin el negociado u entonces nombrado plenipotenciario el licenciado Luis Sano jo, desempeando el ministerio de la repblica Pedro de Las Casas. Segn el referido libro de Leal, se arrib al resultado sigu'iiemite fu admitida la deimiarciaicn ^juisit^adla en 1852, aadindose en el propio documento los artculos de navegaetin fluviad, los icualefl tanto se aventajam los antiguos, que establecen enorme diferencia entre la obra de aquel ao y la del ltimo '. De manera que, en definitiva, la demarcacin" estipulada en 1852 es la misma que fu aceptada por el tratado de 5 de mayo de 1859, y como nicamente trato en el pre:
' :
'
'
Memoria ofrecida a la consideracin de los honoraJ)ls se(1) Viadores y diputados al prximo congreso y a toda la repMica, s6-Tios del Brasil y Venezuela en 5 de marzo de 1859, Caracas 1860. bre el tratado de lmites ajustado y firmado por los plenipotencia-
324
VICENTE
G.
QUESADA
sent estudio de lo que sea relativo a lmites, puede consiiderarse, pues, que es uno el traitaidio en eslta p'airte, y que esa transaccin, cesin o como quiera llamarse la estipulacin, adoleice de los ventajas.
mismos
vicios
tiene idnticas
Michelena y Rojas, en su conocida obra Exploracin oficial, (1) juzga en los trminos que voy a expresar el tratado de 1852. En nota oficial, cuya fecha no cita, deca " que el proyecto de tratado al ministro de Venezuela que estaba en discusin en las cmaras legislativas, que tan juiciosamente retir la administracin pasada por no llenar ninguna de las dificultades que pueden favorecer a Venezuela, insiste indebidamente el agente de aquella nacin en que el gobierno provisorio lo apruebe; y si al fin lo aprobase por las intrigas de aquel diplomtico sera una desgracia para Venezuela, y mengua para la adannB|tracin pa^estelnite de quien tamio ise espera. Desaquel oprobioso rtrtaltiado agirega, grlaciadanuente, piara Veniezuellai, imipuesito por ^ei Brasil san alitei^ar una letra idiel primero prieisent en 7 artiicuios, y quie hiaba sido rechazado, 4 aos ha, fu aprobado del moido' ms
. .
llegar', 'agregando
vial,
'el
otno artculo
sioibre
niavegiaicin
die
flu-
cual ciontiene:
''se ;permjitie
el
paso
lais niaves
debidamente registradas, al ro Negro, al Amiazonas y lan al ocano, por esas agua en viaje de ida y vpelita, sdiemjpre que ise somietian ai lo's riegiliamentos fisicales y de piolica que ididte el Brasil " Michelena y Rojas expone las grandes ventajas obtenidas con la fundacin del fuerte San Carlos, que es propiamente de Siaj Felipe ide ro Negro, fumdado en 1754 por la expedicin de lmites confiada a Iturriaga y a Solano, pues dice que ha servido para tener cubiertas las fronteras del sur, o impedir nuevos avances de los vecinos lusitaniois que lois piorttugueses, icon'dcienjdlo quie sus lmites en aquella parte slo llegaban al Cababuri con arreglo al art. 9. del tratado de 1750, fundaron en 1769 la fortaleza de San Jos de Marabitanos, a pesar de ia
venezolanas,
;
protesta de la comisin de lmites espaola. Cita los testimonios de Daz de la Fuente, de Flix
Exploracin
(1)
la
oficial
Amrica
F. Michelena y Rojas
por la primera vez desde el norte de tajada del Amazonas, etc., 1855-1859, por Bruselas 1867, un v. 8o. mayor de 684 pg.
325
plano que el primero levant, expresando que la nueva fointialeza portuguesa est a* 30 leguas de San Carlos, y otras trea fundaeiones espaoleas y puebilios de inidios en terpritorios ociailes, piara demiosttrar que los portugueses sie lian ntroid^uicidjo 150 legailas por encimia
Ferrera, con
el
dle
]Vl]airoia
(Baroelos), ''que,
ideicia
qaiie Siaioj Ciarlos fu poblada dentro de los lmites de la frontera espaola, sealada
por
el tratado.
Expresa
la inexactitud
de
barn
de Humboldt sobre poblaciones portuguesas, y dice que a pesar de haberse formado la ''provincia del Amazonas'^ estableciendo como capital la poblacin a la embocadura del ro Negro, sin embargo de todas estas ventajas a los ojos del viajero, la parte de Venezuela, sin contradiccin alguna, se halla hoy en mucha mayor prosperidad, no
relativa sino absoilutia, ique la (diel Brasil. Las ciones que entonces haba: San Carlos, Solano,
pioba-
San Mi-
y Moroa, se hau laumientado con 12 poblaicioinieta del bajo id|e ro Negro: ms y mejor ida^ero que las Firiquin, Tomo adentro. Tomo afuera, Victorino, Tabaguel
quen. Tigre, en el Casiquiare, Buenavista, Santa Cruz, Quirabuena, Ponciano en el Pacimoni, Custodio y Santa
;
Isabel.
La
poblacin, pues,
como
Moora
250
:
solo sostiene
ms
ide
dos poblaciones sin aspiraciones a llamarse ciudades y villas, pero que fuera de la Barra, son muy superiores a todas las dems. (1) Michelena y Rojas habla como testigo presencial: l ha explorado esos lugares, y ha publicado el fruto de sus viajes oficiales: su testimonio, pues, es digno de tomarse en cuenta, sobre todo cuando asevera hechos. Desde Piaran, datada en Beln a 12 de febrero de 1856, deca al ministro de Venezuela: "En cumplimiento a la segunda parte de la misin que se me ha confiado, sal do San Carlos para el Brasil el 20 de diciembre, y llegu el 22 a la lnea divisoria: la Piedra Cucuy al este, y la isla de San Jos al oeste, situada la primera remontando un cao como a una milla, a la maT:^gen izquierda, mo^ nolito de girianito de ms de 200 pies de elevacin.
Exploracin oficial, etc., por (1) selas 1S67.
jMichelena y
RojaBru-
320
VIOENTB
G.
QUESADA
un bosque impene-
trable".
Dice que a su llegada se haba encontrado con la novedad de que el Brasil, sin previo aviso al gobierno de Venezuela, haba avanzado sus puestos militares hasta la
misma
rior
muy
supe-
''Conviene por ahora dice que sea impuesto V. E. de que las rdenes que recibi de Ro Janeiro el antiguo ingeniero, fueron de situar la fortificacin, si posible fuese, a la orilla izquierda, en donde el sistema de defensa del imperio en todos sus ros exige ser colocada ms an, " que fuese situtaldia idle jando slo lia piiedra por medio. Expone que, aun siendo en la hiptesis que no hubiese violacin del territorio neutro, el hecho es grave por
:
.
.
ro Negro.
manera como se ha ajustado. Como se recordar, ya haba sido celebrado el tratado de lmites de 1852, y durante su discusin se haca aquel avance de modo que pactndose el iiti possidetis actual, el que ms avanzara de los estados sera el ms beneficiado, desde que prescindiera de la lealtad y buena f. El mismo testigo oficial expooie que la poblacin brasilera de San Jos de Miarabitano, eis inferior a las venezolianais en importanieia, en bieneisitiar y aun em el 'traje de loQ habitantes.
la
;
Eisitos hechos, que oficialm^einite refierle Michielena y Hojas, .haran verdaderamente impopular la aceptacin del principio del uti possidetis actual, si las nuevas poblaciones no respetasen ni la dominacin de los tratados entre las antiguas metrpolis, ni el statu quo en que se mostraba la posesin en la poca misma en que fu celebrado el tratado entre la repblica y el imperio. Los territorios neutros a que se refiere el explorador eran los convenios en los tratados, y como estos se declaraban tcitamente abrogados, no haba territorio neutro, ni otra
Fu
esta res-
'consiuimiaidio
es Ja
laipro-
tratado leeiLebrado el 5 e miayo de 1859, tratado que respecto a lmites era exactamente el mismo que el de 1852; habindose suprimido del artculo la acepta,n del principio del uti possidetis actual, que haba tenido por fundamento en la designacin de la lnea, rebaiciin del
sultaba una verdadera transaccin cuyo ttulo de dominio era el mismo tratado.
El
idjemjosftirtea^
quJeiel
tratado eira iconveniente piacra la repblicia idj Vleiniezufila, hiaca valer en la Memoria, que lie citado ya, la eonoesin que haca el Brasil (respecto a la niavegiacin d!e los ros;, quie corriendo en Timia tegia e ios tenrtorio exi?^'^
clusivamente brasilero liasitia ^^j.^^ g j,^ ^ al oioiaino, y reiservndose el imperio su exicil (,gg|)j,g^,;?egiacin, la 'oonicieida
por
el irataldlo
diamidlo ^as
rrnitorio'S
una
siaiidta
loisi
te-
de aquella repbGa, cooicesni igual a la que el Biraisil haba heolio ya ail Per, por Ija misma razn ide tener territiorios en el naoimenito de aquellos rosi. ** Estos limitis, idiioe Leal, ^on los msmos tj^azad'os en las cartas y .geog)raifa ide un ingeniero que tnabaj- ide loirdein diel con^greso y idel P. E. de Yenezuela, con datos obtenidos por las secretaras ide estado, y a fin de
paopa instruiecin
de los c*udadanos
habiendo la legislatura protegidoi de todas maneras al eomisonado sieor coronel Codazzi, y oostealcj/o la obra, que no significa otra cosa el haber recibido len pago de los prstamos a l hechos cuando la imprima, 1.300 ejemplares de ella. Eisitios mismos lmites fueron los que propuso el negoci'ador venezolano, al acudir el Brasil al convite que tantas veoes y tan lencareoidamente le halba hecho Venezuelia para resolver la cuesj
tin^'. (1)
de mayo de 1859 de lmites y navegacin fluviail, aprobado potr los cuerpos legislativoisi, fu debidamente ic anjeado, cuyo lartculo segundo os del tenor siguiente: "Art. 2 La repblica de Venezue'la y definen hi S. M. el empcradbr diel Brasil, ideciairian y linca divisoiria de la manera sigfuiente: 1, comenzar la lnea divisoria en las cabeceras (del fro Memachi, y siguiendo por lo ms alto d)el terreno, piasiar pior las ca-
El
tratadlo de 5
becoras del Aquio y del Tomio, y idel Guaicia e Iquiarc o Issana, de mordi que todas las ;aguas que van al Aquio y Tomo queden peirteneciendo la Venezuelia, y las que van lal Guaicia, Xix o Issana ^al Br'aisil; y atriavesiar el ro Negro en frente a la isila de San Jos que )et ptrxima a
(1)
Memoria ofrecida a
etc.,
la consideracin
nadores y diputados,
Caracas 1860.
'
'
328
VICENTE
G.
QUESADA
piedra diei Oare; 2. idle la sla de San Jos segiair en lnea Tecta cortando lel tcao Matuiiaicia en su mitad, o sea en el piunito que aiciordaran los eomisiarios demameadlores, y que divida convenientemente el dicho ciao, y idjeade laU, pa-sando po'r^^'^^^\,iipos de ta ceinros Cup, Imer, Gua y Uirueusd .^^of^^^l 2 ara el camno que comunica por tierra el ro Cat^jQ^Jf^g' i Marav y por Ra sierra de Tapirapeco tomiar.iQra dice- '^ '^^ 1^ serrana de Parimia, de miodo que las ^^q recib'' eonren al Padaviri, Maravi y
lia
Oabaiburi,
al
la
queden ,^;.+nrxeciendlo al Brasil, y las que van Turuaea o Idapa o Lilia a Venezuela; S.*" iseguir por cumbre de la sierra Parima, hasta el ngulo que hace
todas las aguas que corren al ro Blanco queden perteneciendo al Brasil y las que van al Orinoco a Venezuela, y continuar la lnea por los puntos ms elevados de la dicha sierra de
modo que
Pacaima, de modo que las aguas que van al ro Blanco queden, eoimo ise ha dicho, perteneciendo al Brasil, y las que corren al Eisequivo, Cuyuni y Caroni la Vene27uela, hasta donde se extendieren los territorios de los estados en su parte oriental. Por el artculo 3 se voMigan las partes contratantes 9 nomJbrar cada una un comisionado, para que procedan a la idJemaTcacin delniteis, tde acuciado con las nteriores estipulaciones; por el art. 4" se dispone que las dudas que pueidan ocurrir sern resueltas por amhois gobiernos.
'
Por
el inciso 3
del
artciuiLo
2"
ljel
referido tratado
se reconoce el pirincipio del divortia aquarum^ cuando son montaas las que dividen los territioirlios de ambos
estados
del tr atado estatuye: ''si para el fin de fijar, en luno u otro punto, lmites que sean ms naitiurales o convenientes a una u otra nacin, pareciere ventajoso un cambio de territorio, podr st^ verificarse abriendo para ello nuevas negociaciones, y hacindose no obs-
El
airtcuio 5.
como
si
no huKesie de efectuarae
el
tal
tratado el propsito de fijar lmites arcifnios, pues es el principio del derecho internacional que prepondar como una conquista nueva de la ciencia, despus del ltimo cambio en la geografa poltica de la Europa. Todos estos antecedentes histricos, todos los tratados de lmites de que me he de ocupar en-
39
nocimiento de este principio, lo que prueba la necesidad de reconocer el Inte 'arcifinlito id'e la cordillera entre la Repblica Argentina y Ohile; alterarlo sera desconocer las exigencias de una frontera slida, estratgica y segura, que es la preocupacin de los hombres de estado. He hecho la historia somera de la celebracin del tratado de lmites y navegacin celebrado entre la reipblica de Venezuela y el imperio del Brasil, el 5 de mayo de, 1859 he recordado la discusin de los principios de derecho pblico latino-americano, que tuvo lugar con este motivo; cmo han comprendido los negociadores el principio iiternacional del uti possideUs, y cual es la doctrina que el Brasil aplica en las cuestiomes de lmites con las naciones c'oMndiantes. De este est^uidio rieislulta: 1. qiueel Brasil sostiene la abrogacin de los tratados sobre lmites celebrados por las antiguias mietirpolis 2 qoie acepta el vM possidetis actual, como base para celebrar transacciones en la demiairicjaicin con soais veciin'os 3." qiue lots eisiciritores venezolanos sostienen la vigencia de los tratados celebrados entre las icorites id'e Eisiplaa y Portuigal 4." que el uti possidetis de derecho lo retrotrae de la emancipa: ;
;
cin, o al
ao
diez.
bases opuestas se ha considerado la cuestin de lmites, y partiendo de antecedentes tan encontrados, solo Doda arribarse a una transaccin dirieeta, o al arbitraje han 'Optado por el primer temperamento, y el tratado de 1859 debe considerarse como una transaccin. Si favorece o perjudica a sta o aquella de las partes contratantes no es materia que me encuentro habilitado para juzgar, porque es puramente el hecho, y solo me preocupo de indagar el derecho internacional latino-americano, y el papel que desempea el principio del uti pos^sidetis tomo regla jurdica para las demarcariones inJtemaeionales. La celebracin de este tratado dio origen a la protesta de Nueva Granada. El ministro de relaciones exteriores J. A. Pardo, por nota datada en Bogot, a 17 de noviembre de 1860, dirigida al ministro de relaciones exteriores de la repblica de Venezuela, le deca: *'El P. E. fundado en antecedentes que juzga justos, tiene la conviccin de que los lmites de la Confederacin en esos parajes son desde la bifurcacin del Orinoco, este abajo, hasta las bocas del Meta; y para el sud, desde la misma bifurGacin del brazo Casiquiare y el ro Negro. Por con:
De
330
VICENTE
G.
QUESADA
secuencia, cualquier ajuste entre otras naciones sobre el territorio y aguas que estn al occidente de esas islas, afecta los derechos de la repblica y es nulo; lo que de llevo respetuosamente al conocimiento del gobierno
V. E., para que el silencio de la Nueva Granada no pueda considerarse jams como asentimiento por su parte, con tanta mayor razn cuanto que S. M. el emperador
de dicha pacto: **que al tratar con la repblica de Venezuela relativamente al territorio situado al poniente del ro Negro y baado por las aguas del Tomo y del Aquio, al cual alega posesin la repblica de Vienezuela, ms que ya fu reclamado por la Nueva G-ranada, no es su intencin perjudicar cualesquiera derechos que esta ltima repblica pueda hacer valer al dicho territorio." Contest la protesta Pedro de las Casas, ministro de relaciones exteriores de Venezuela, en nota datada en Caracas, a 13 de febrero de 1861, en estos trminos: ''Same permiitido asegurar a V. E. que Venezuela, en la demarcacin de su frontera con el Brasil, procedi en virtud de sus derechos incontestables, y sin la idea de ofender los de ninguna otra nacin, y ni siquiera re6**
verdadera lnea divisoria en el tratado que hizo con Venezuela en 1833, art. 27; y si en 1844 pretendi otra cosa, el plenipotenciario Fermn Toro, mostir, de una manera que d*i. sipa toda duda, la absoluta imposibilidad de sustentarla ante el tribuaial ide la razn. Eil lart. 6 del tratado no pone en duda la extensin del territorio de Venezuela, porque, prescindiendo que no es sino una declaracin d|el emperador &l Brasil, en la cual no tene parte la repblica, su insercin se contrae a la hiptesis de que pueda la Confederacin probiar ttulo al territorio stuado al occidente del ro Negro. Y el cumplimiento de tal consideracin, ya se ha dicho, el gobierno lo tiene por imposible." Uno y otro ministro se abstinam de entrar al fondo de la cuestin, y se limitaron uno a elevar la protesta, y el otro a contestarla. Entretanto, el ministro de relaciones exteriores de Venezuela comunicaba a Francisco Adolfo de Vamliagen, plenipotenciario del Brasil, que tan luego como se restableciera la paz, el gobierno venezolano tratar de ponerse de acuerdo con 'el Brasil para que se efecte la
ferirse a ellos.
la
331
demarcacin de lmites entre ambos pases, de acuerdo con el tratado de 1859. Esta nota tiene la fecha die 31 de octubre de 1861. De manera que, a pesar de la protesta de Nueva Granada, tanto Venezuela como el Brasil estaban reI
sueltos
de estudiar en oportunidad
y tendr ocasin cuestin de lmites entre la Nueva Granada y Venezuela, limitndome ahora a dar cuenta de las notas cambiadas para completar la monografa de la presente controversia.
la
llevar
^a
efecto lo pactado,
VI
En
Brasil (1).
mand como
conres^/pondier al de Francia, plenipotenciarios al duque de Cadaval, al marqus de Algrete, al conde de Alvor, a los secretarios Acevedo de Foyos Pereira y Roque Monteiro Paym, y
re.y
El
de Potrtugal, paira
Poco,
Ma.tiiuel
Lpez de
Oliveiria
las negociaciones,
des-
muy
bajador francs, llamaron a Gmez Freir de Andrada, que haba >ai(do ciaipitn general dJel Marian, Para y Ro Amazonas. Las negociaciones fracasaron, segn el bistorilaidor brasil erio ante*;? icitiaido. Se aplaz la decisin piaora el comsrreso de Utreeh. En efecto, por un tratado entre S. M. F. y S. M. cris(tianeTna, conicludo el 11 'die abril de 1713, se estipul en el art. 8.". *'que la Francia ceda cualquier derecho o pretensin, que tenga o pueda tener sobre la propiedad de las tierras llamadas del Cabo Norte, y situadas entre los ros de las Amazonas y el Yapoc o Vicente Pinzn; sin reservarse ni retener porcin alguna de dichas tierras, para que estas sean posedas de aqu en adelante por
.
S.
o sucesores.
*'.
. .
geographico hraxileiro
Tomo
1839.
333
*'
Por el larit. 12 se dice, pairia prevenir disenusiomes, queda prohibido a los moradores de Cayena ir a comer-
ciar a dichas tierras o pasar el ro de Vicente Pinzn, para hacer el comercio o rescatar esclavos de las tierras del cabo Norte". El vizconde de San Leopoldo observa que las distintas denominaciones que se ha dado a este ro, han sido causa de confusiones graves, hasta que en el tratado de Viena se especific sealando el sitio junto a los cabos y a tantos grados de latitud. Por el tratado de Madrid, que sigui al de Badajoz de 1801, se restringi la Guayana portuguesa al fuerte de Ma'cap, prximo al Amazonas, para llamar a la Guayana Francia Equinoccial. En la paz ide Amjiens!, un tra tado definitivo en francs del 25, y en ingls el 27 de marzo de 1802, estableci por el art. 7.*. "Los lmites de las Guayanas portuguesa y francesa quedan fijados por el ro Aravar (escrito a veices AragTiair)^ en su d<eseimbocadura ms distante del cabo Norte, puerto de la isia Nueva, y de la isla de la Penitencia, casi un grado y un tercio de latitud septenltrional, seguir sfu origen, y de all tirar una linea reota hasta el rio Branco para el oeste ..." El Portugal no tuvo representante en el congreso, pero la Inglaterra gestionaba y defenda sus derechos. Bajo el mando del prncipe regente en Ro de Janei-
portugueses conquistaron la Guayana francesa, que fu gobernada por los vencedores. En el congreso de Viena, el reino unido de Portugal y el Brasil, ciomo se llamaba, estuvo repreBeitado, y el 9 de junio de 1815, se convino lo siguiente bajo el rubro Restitucin de la Guayana francesa. *'Art. 107. S. A. R. el prncipe regente de Portugal y el Brasil, para manifestar de una manera incontestable su consideracin particular a S. M. cristiansima, conviene en restituir a la dicha M. la Guayana francesa hasta el ro Oyapock, cuya embocadura est situada entre el cuarto y quinto grado de latitud septentrional: lmite que Portugal siempre consider como el que fuera fijado por el tratado de Utrecht". Y luego aade... "se proceder amigablemente a la fijacin definitiva de lmites entre las Guayanas portuguesa y francesa, segn el exacto sentido
ro,
los
del atrtcfulo
8.
del
tratiaidb
de
Uto^eicht^'.
'
334
VICENTE
G.
QUESADA
"^.
Eesultaba designado con claridad el ro y evitaba por este medio las dudas que haba causado la confusin de nombres anteriormente. Para fijar la entrega se reuni en Pars el representante del reino unido de Portugal y Brasil, Francisco Josi M-arJa de Brito, y el duqu^ de Riditliijeiu, por FTiant cia, y celebraron una convencin el 28 de agosto de 1817,
1."
S.
M.
fidels^ima,
de Viena, se obliga a entregar a S. M. cristiansima, dentro de tres meses o antes, si fuera posible, la Guayana francesa hasta el ro Oyapock, cuya embocadura est situada entre el 4" y 5^* latitud septentional, y a 322 grados longitud este de la isla de Fierro, por el paralelo de 2 grados y 24 minutos de latitud septentional".
al art. 107 del acta del congreso
las
tra-
El Oyapock, desde su desembocadura en el ocano hasta sus nacientes, separa las dos Guayanas, portuguesa y francesa: cerca de la sierra, que forma el lmite del Brasil, "liis momtaiiais, quie isirven d cabecera al Ko Branco, son unas grandes serranas, que desprendindose
de la alta (chapada) de Popayan y Quito, atraviesan la Amrica Meridional de oeste a este, casi paralelamente
ail
Elcfuador ide^de 3
las
cadena de
eo^ntdo llamaxia
La cuestin de lmites entre el imperio y la Guayana francesa tiene, pues, como antecedentes legales los tratados a que me he referido, y tendr ocasin, al examinar los protocolos de la negociacin, de establecer los principios de derecho internacional que sostuviera el plenipotenciario del Brasil.
El vizconde de Urugfuay, en representaon del emperador del Brasil, present en Pars el 15 de junio de 1855 una Memoria sobre la demarcacin de la Guayana francesa con el Brasil para ser 'presentada al seor conde Walewski, ministro de negocios extranjeros de S. M, el emperador de los franceses. (1)
:
Anexo do ministerio dos negocios estrangeiros de 1857 (1) Lmites com, a Ouayana Francesa Protocolos das conferencias havidas na corte de Pars, etc. Ro de Jneiro i. v. en folio de 175 pg.
335
opinin de Guizot, ministro de negocios extranjeros en Francia, en nota de 5 de julio de 1841, en la cual deca que no era lgico todava el nionubramiento ide comisiones mixfas, porque no se trataba de un trabajo comn de demarcacin, consecuenc>a de una negoaiacin en que se haya convenido en principio 1 lmite qu^^e debe sepiarar dos territoirios, isino, par el coinitrairdio, de la intertp rotacin idel artculo 8 del tratado de Utrecht, y de convenir una base para el deslinde; de ventilar antes la cuestin de los tratados y es'tablecer los derechos respectivos. Manifestaba, pues, que la negoiciaicn id6ba empie^sar por discutir los ttulos de propiedad y luego, como consecuencia, vendr la fijacin de la demarcacin, que sera despus trazada sobre el tteTreno por comisiarios frameesies y brasdljeros. El gobierno del Brasil encontr justas estas observaciones, y por nota de 18 de diciembre de 1841 orden a su ministro en Pars, Araujo Ribeiro, a quien envi insitruicciomes que iniciara el diebate, quedando ^n efecto el nombramiento de comisarios demarcadores. SI gobierno francs nombr como plenipotenciario para este negocio, al barn Deffaudis. Empero no se arrib a ningn
la la
;
Comienza
resultado.
Dado
ca
con sobradsima razn, la partiendo de estos antecedentes. En su consecuencia, examina con luminoso acopio de noticias histricas cual es el ro Yapock o Vicente Pinzn, a que se refiere el trataidio de Utrecht. No consddero pertinente a los fines de mis estudios entrar en ese minucioso debate histrico. Refiere que a ese ro le han llamado los gegrafos y los historiadores bajo estos nombres diversos Wiapoca, Tapoco, Fapoca, Oyapoque, Oyapoco, Ouyaporo, Wiapoco, Oyiapoil, Ooupapio, Yapoco, Oyapotck"De todo lo que acaba de decirse resulta dice el autor de la memoria como conclusin, que el Yapock o Vicente Pinzn del tratado de Utrecht es el Oyapock situado entre el 4 y 5** de latitud septentrional, y que es este ro el que ha sido establecido como lmite entre el Brasil y la Guayana francesa. Este es el verdadero sentido del tratado de Utrecht". Manifiesta que teniendo diversos afluentes este ro, conserva empero su nombre hasta sus nacientes, de lo
336
VICENTE
Q.
QUESADA
j
cual pueden surgir disputas o dudas, y para evitarlas convendra estipular que la lnea divisoria es el ro Oyapock, o el afluente ms considerable por sus aguas en
seco, hasta el orijgeni de este afluente^ Demuestra los inconvenientes de sealar lmites puramente astronmicos, pues pasando esta lnea astronmica por terrenos profundamente accidentados, debera cortar ros, cadenas de montaas, y tal lnea no tendra ninguna prueba visible, en una inmensa extensin de desiertos, como los TOS, las eadanias de mioltaais, . dworUa aquarum, que son seales permanentes, sensibles e irrecusables de una demarcacin. *'Por otra parte dice jara establecer una regla segura y permanente de deslinde, para evitar controversias en el porvenir, sera
tiempo
conveliente eiatipular quie el lmite entrte el Brasil y la Guayana francesa, de este a oeslte, continuara el origen del anuente o tributario Oyapock, de que se hablaren la primera parte de esta memoria, por las cordilleras, cadenas Me montaas, o terrenos ms elevados, que forman la divisin entre las aguas que van al ro Amazonas y
las
que van
ai
la Gniayiana franeeisia
ai ocano^'.
por biaise losi limites aircifinios, predominante en las demarcaciones internacionales. ''Esta demarcacin dice el vizconde del Uruguay Busititiuira ^ail paralelo estabiecildb por el tratado de 28 de agosto de 1817, y establecera un lmite permanente^ sensible, fijado por la naturaleza en el terreno, que ser mucho ms fcil de verificar cuando estos desiertos comiencen a ser penetrados".
'Eista piropu'Ciatia toimia
que
es el principio
Dos
(conisecruleiciais
se diddticen
l|ai
iconvenietnjcia incon-
el recon^cimienito del
dominio sobre tierras no posedas, no exploradas, y cuyo nico ttulo legal es la posesin civil que deriva del ttulo de los primeros descubridores. No puede, pues, sostenerse que se reconozca por el Brasil como nica base para las demarcaciones internacionales, el uti possidetis actual; puesto que su plenipotenciario reconoce que se trata de territorios desiertos, inexplorados y por lo tanto
no posedos real y
los cuales
positivaonente, y,
isiia
em/bargo, sobre
pretende dominio y lo defiende. esta exposicin, el conde Walewski, en 5 de julio ld|e 1855, icontesit: ''sobre la grlave ictuesltin que despus de largo tiempo est pendiente entre nuestros dos gobier-
337
nos", que se persiuiaidla que no lera postble idi^ciujtirKa po medio de notas, y que era mejor proseguirla por conferencias de plenipotenciarios, competentemente autorizados, y de cuyos resultados se labrarn protocolos. Manifiesta el deseo de terminar el estado provisorio y de arribar a un trmino definitivo y conveniente. Acompa a esa nota, una memoria bajo este ttulo Rponse prlimiadre au mmoire de M. le A)icomie de {Lmites de la Guyene), (1) 'Uruguay. Notar que el Brasil sostiene la vigencia de los tratados celebrados entre el reino unido de Portugal y el Brasil y la Francia, separndose de las doctrinas de derecbo internacional que ha sostenido con los gobiernos de Bo'liviai y de VenieKuda, sobre la abrogaicin idle loa tratados celebradlos entre las antiguas metrpolis de Es paa y Portugal. Verdad es que el caso no es absolu^ tamente idntico, porque los tratados cuya vigencia sos tiene fueron contrados en representacin del Brasil, antes de su independencia; pero pretendindose que la divisin de tun esitado en varios independientes, anuia los tratados preexistentes, podra iser discutible si el Brasil solo puede exigir que la Francia cumpla el tratado de Utrecht, en el cual el Brasil no fu representado, y el celebrado en 1817 entre la Francia y el reino unido de Portugal y el Brasil. precisamente estos tratados son el ttulo de dominio que invocan los contrayentes en la presente controversia, en la cual se prescinde en absoluto del principio
francesa toma por base el artculo 107 del tratado de Viena, y dice: *'He aqu tres elementos de resolucin ; el cabo Norte, el ro Amazonas, el de Yapock o Vicente Pinzn. De estos tres elementos, hay dos cuya situacin es perfectamente conocida, y que no dan lugar a ninguna incertidumbre: el cabo Norte y el ro
La Memoria
Amazonas.
Pero idjnde tcoloear el teToero, cuya denominacin hace problemtica la posicin, pues la geografa no conoce ningn curso de aguas sobre el litoral de la Ghiiayana, que lleve exactaimente el mombne de Yapock o el de Vicente Pinzn? Esta es toda la cuestin. El cabo Norte es conocido. Las cartas contemporneas al tratado
(1)
ya
citado.
338
VICENTE
G.
QUEfADA
de Utrecht le colocan sobre el mismo punto que los mapas modernos, salvo algunas rectificaciones debidas al progreso de los mtodos cientficos. El ro Amazonas no lo es menos. Ensayemos de suplir por el razonamiento la i-alta de noticias igualmente positivas sobre el Yapock o Vicente Pinzn". Entra luego a idemostrar cul es el verdadero ro que se ha sealado por lmite en ios predickos tratados, y ese estudio no se relaciona directamente con mi propsitio. '*Eil pensamiento del gabinete bmsileroi apaidioe! rece ser el buscar una lnea natural, como la de la divisdtti dfe las 'aguas, de preferiencia a ujnia lnea artifical, que constituira ms bien una separacin ideal sobre el papel que una frontera de un relieve bien marcado sobre el terreno. Renocemos sin esfuerzo que una frontera as fonmada es preferible. Sin embargo no s!e podra, por nuestra parte, contraer ninguna obligacin de este genero, con arreglo a noticias tan poco precisas como las que poseemos sobre el interior de la Gruayana en la direccin del oeste, ni reconocer, en principio, el beneficio de una lnea astronmica ms o menos paralela al Amazonas, que cortara algunos cursos de las aguas, anuentes directos o indirectos de la ribera izquierda de este ro". Para continuar la negociacin por medio de conferencias de plenipotenciarios, el gobierno francs nombr al barn de Butenval. La primera conferencia tuvo lugar el 30 de agosto de 1855, limitndose al examen de sois plenipotenciarios. La segunda se celebr el 20 de septiembre del mismo ao. Convienen en iniciar la discusin tomando por base las memorias respectivas, analizndolas y rectificando recprocamente los asertos. Expone el plenipotencianio brtasilero que, en la memoria francesa se sostiene que en la cesin que hizo la Francia al Portugal en 1713, se habla de las tierras del oabo Norte, cedidas efectivamente p'ara poner un cierto espacio neutro entre las posesiones francesas de la Guayana y la ribera septentrional del Amazonas, cuya navegacin queda prohibida a la Francia. De aqu se pretende deducir que todo curso de aguas que se encuentre en los parajes del cabo Norte, puede ser racionalmente considerado como el Oyapock o Vicente Pinzn, a que se refiere el tratado de Utrecht. Observa que aun admitiendo este raciocinio, no se obtendra el objeto, por
339
que est averiguado que en la estacin de las lluvias Hay una facilsima comunicacin por diversos' ros que estn ai norte del <iaibo del Norte, con el Ara^iary y el Amazonas, por una serie de lagos e inundaciones producidas por el desborde de los ros. De manera que el lmite sealado en uno de los ros que estn cerca del cabo Norte, abrira la navegacin que el tratado ha querido cerrar: fluQ slo el Oyarpiock es el que lliqna ios objeitos que fe tuvieron en mira en el tratado de iJtrecht. Y de todo lo cual deduce que no se puede dar a los trminos de las tierras del cabo Norte, el sentido de inmediatamente adyacentes a dicho cab.o. Se detiene en examinar lo que se ha extendido por las tierras del cabo Norte. El plenipotenciario francs a su turno interpreta el artculo del tratado de Utrecht en diverso sentido, entiende que la Francia cedi, y el Portugal adquiri, la ribera izquierda del ro Amazonas, de cuya margen se haba antes estipulado se demoleran los fuertes portugRieses, y que, por tanito, el lmiijte piactaidlo ^1 (cinmoi idje aguas ms prximo a dicho ro. En seguida Butenval comienza la lectura de la Memoria brasilera, y observa que la misin de los plenipo-
8."
del tra-
tado de Utrecht todo entero, y no su sentido nicamente. Muy largo sera seguir al negociador francs en su histrico idebate, piara probar cul es el ro Vicente Pinzn, de que habla el tratado, sacando por consecuencia, segn su razonamiento, que el ro Vicente Pinzn es el que ms prximamente desemboca arriba del cabo Norte. Observndose las diferencias entre diversas ediciones de una misma obra, convienen en no tomar en cuenta sino los documentos anteriores al tratado de Utrecht, respecto al lmite entre la Guayana francesa y el Brasil. Discutise largamente si estaba o no en discusin cul era o ideba ser el lmite (divisorio o smplemente averiguar histrica y geogrficamente cul era el ro que Entran con este motivo se haba sealado coano lmite. a. di^eiutiir loul fu el alcance del acta id^e Viena de 18141815 respecto a la devolucin por parte del Portugal de la Gruayana friamcesa: e]. plenipoteinicliardio birlasilero siostjene la lnea del Ayapock, sobre la cual no le queda haber duda, y por ltimo, que aun cuando el Brasil en 1841 haya aceptado la indicacin de Guizot y convenido
;
34
VICENTE
G.
QTJESADA
en una nueva discusin sobre lmites, empero cree de su deber recordar las estipulaciones existentes. El plenipotenciario francs sostiene que en 1814 y 1815, con el espritu y propsito de conservar el equilibrio general europeo, se trat de que fuesen devuelta a la Francia ciertas posesiones que haba perdido durante la guerra, entre otras la Guayana, pero sin pretender decidir la cuestin de lmites pienidienite antes de idiohia rasititucin, idtejndola tal cual se encontraba anteriormente, pues de otra manera sera preciso suponer que en el seno de aquel congreso se haba discutido y examinado y resuelto esa cuestin de lmites, lo que no eis histricamente exacto: termina demosi^iraiudo, a su m'amera, que la (cuestin se encuentra en los trminos del tratado de Utrecht, sin
modificacin ni resolucin posterior. Resulta, pues, que ambos plenipotenciarios reconocen que son obligatorios para el Brasil los tratados internacionales celebrados con la metrpoli, pues terminante-
mente dice el barn de Butenval: "el mismo Braisil despus que ha recogido la herencia de Utrecht, etc.''. Conviene que no se olvide este reconocimiento, pues en
Jas negociaciones con los estados hispano-americanos los plenipotenciarios brasilerois han. constantetmente defendido
la tesis
de que los 'tratajdas celebraidos por las metrpiolis no son obligatorios para las colonias emancipadas: debate que ha explanado especialmente en la negociacin del tratado ide lmites con Venezuela, Bolivia y Cion el plenipor parte de
la
Francia,
el ro
el lmite del
Oyapock
Amazonas por parte del Portugal, Pinzn. De manera que el nico terri;
comprendido entre
el cabo Norte. francs rectifica y contradice tales deduecones, reconociendo en la conferencia dietl 27 d;e octubre que el lmite noirtie es el Oyapock o Vicente Pinzn, pero rechaza que este ro est situado en la lati-
y no
Amazonas y
El plenipotenciario
tud que piretende el negociador brasilero. De manera que, en la eionferenicia de 10 de noviembre, se esfuerza en la investigaein de cul es el ro Yapock o Vicente Pinzn del tratado Utrecht.
La importancia de
formndose
el
ro
34
designar ul td'e estos es el lmite importa avanzar o retroceder la frontera, prescindiendo de la importancia poltica de fijar un lmite que no sea confluente al Amazonas, cuya navegacin se reserva el Portugal.
''El
plenipoitlenc'airi'O
fr<aoc!s
diiice
no
ha
Ide la oacpain ide los territopor la Enancia, umia pruiebia idie su de.
territorios, 'sino
misi
Men
de la corte
nes*'.
de Portugal,
respecto
de
(1)
As entiende el negociador francs el uti possidetis, no como prueba de un derecho, que ms bien hace originar del silencio del adversario. El Brasil ha sostenido por el contrario en todas las cuestiones de lmites con el Per, Bolivia, Venezuela, Paraiguiay y la repbliica Orienitial, que el uti possidetis actual debe sier la baise de la d'e. marcacin, porque no reconoce derecho escrito. Verdad que en la presente controversia con el gobierno francs:, se reconoce la validez de los tratados celebrados entre la metrpoli y la Francia, y es el derecho escrito lo qup forma el fondo controvertido.
Por
ltiimio,
el
plerp/otenciaro
br^asilero'
piropone
mente inadmisible.
En
vencido de los derechos actuales .de la Francia sobre la ribera izquierda del Oyapoek, sin embargo, por terminar una cuestin que dura cerca de siglo y medio, y para dar
espritu de conciliacin que lo anima, ofrece, por vTa de transaccin, tomar por lnea de divisin
del
la cresta
una prueba
de Tas tierras ms altas que determinan la divisin de las aguas entre Oyapoek y el Cassipure, de manera que la ribera derecha del Oyapoek y los ros que all desembocan, vengan a pertenecer a la Francia '\ El plenipoteniciario francs expresa que, pircisicindiendo de las razones generales que no le permiten aceptar "entre esta proposicin, observa que es un lmite ideal
tierras
su-
uno y
Annexo do Relatori
etc.,
ya
citado.
'
342
VICENTE
G.
QUESADA
cualquiera que sea
el
otro gobierno''
ciie
que ise lelija, idjdbe ser un ro eil lmite divisorio. Predomina, pues, la teora de los; lmites arcifinios, la frontera estratgica y slida, en vez de una lnea
ideal.
a^a
que por
ello,
curso
Proipione
'Cel
^el
negociiador ibrasilero
'
tjendiarrio
no la aicepitla El O'assipure no puede constituir una frontera. Es un curso de agua apenas encajonado y que se pierde de vista a algunas leguas en el interior del
Oassipuiie; pero
francs.
'
pas.
ri).
'
Propone
la
rama norte
el'
No
acepta
Suspndense as las eonferenci'as en la 12*, ique tnivo lugar el 12 de enero de 1856, para dar cuenta a sus gobiernos respectivos de las indioaciones hechas sin xito, conviniendo el barn de Butenval en tener otra conferencia, dentro de pocos das. La nueva conferencia tuvo lugar el 19 de enero 1856; el plenipotenciario francs expresa que, habiendo daidb cuenitia emperaJdlor y su leonsejo, y id'e^ug al de tornar len consildleraicin la pnoposicin y contra-propuesta, **ha sido resuelto que la Firancia no poda tanto en razn de los derechos que tiene por el tratado de Utrecht, como en vista del establecimiento de una buena y verdadera frontera entre ssu colonia de la Gkiayana y el imperio del Brasil ^aceptar ni reconocer otro lmite, del lado del n^ar, que el ro Vicente Pinzn, es decir, el curso de agua que se echa en la baha de este nombre, a menos de un grado al norte del ecuador, y que eis hoy ida conocido bajo el nombre re Ca/r'apapuri o rama norte idjel Araoudri, la navegacin ide cuya rama diebera en adelante ser comn a ambas naciones y la ribera izquierda debera pertenecer a la Francia.'' El plenipotenciatrio (brasilero expresa quie, habiendo dado cuenta a su gobierno del estado de la negociacin, ha pedido nuevas instrucciones y que tiene que limitarse a esperar sus rdenes; manifiesta que si antes se le hubiera hecho una declaracin tan categrica, habra dado por terminada la negociacin; pero que, ahora debe esperar lo que el emperador del Brasil le or-
dene.
En
M.
el
343
emperador del Brasil ha examinaldo con la ms escmpiiloiaa aiie-nicn, lia dislciisiia consignadla en Ids 13 p'riotocolos presentes,
y laprobando
todais
las disposiciones
conciliadoras de su plenipotenciario por una transaccin admisible, persiste en la conviccin que l ha sostenido. Es solamente esta conviccin lo que puede impedirle de
por el honorahle pleponer immieidiatamente termio a nipotenciaTo francs y la sola diferencia que el Brasil ha tenido hasta hoy con la Francia. El no puede ceder, sin razones convincentes, un derecho sobre el cual el Portugal ha insistido durante cerca de siglo y medio, desgraciadamente, sin buscar a esclarecerlo y demostrarlo, como lo est hoy da. En semejantes cuestiones se puede transigir solo para concluir, p>ara conservar relaciones de amistad que se aprecian, para no dar lugar a desinteligencias por objetos que no valen la pena, pero no es justo que una de las partes, que ha probado su derecho, lo ceda todo entero
acc^er a
a las pretensiones del otro". (1) Este juicio emitido en una icpestn "conno sitia, entre naciones como el imperio del Brasil y la Francia, justifica elocuentemente el inters con que el gobierno argentino sostiene su derecho, en cuestin de muchsima mayor importancia, por ms que estime sus buenas relaciones con la repblica de Chile. El gobierno imperial no poda ceder, segn su plenipotenciario, de su derecho evidente; precisamente tal acontece al gobierno argentino, y el ejemplo puede citarse con provecho. Agotalda la idjisiousn, el plenipotenciario brasilero propuso el Calsaene como lmite, declarando que era la ltima concesin que poda hacer. No siendo aceptada, dieron por terminada la negociacin. En la Memoria' que el ministro de relaciones exteriores del Brasil en 1858, elevaba laJ las cmaras del imperio, manifiesta que el gobierno francs invit al del Brasil a practicar una exploracin en los territorios cuestionados, en la Guayana, y al efecto fu nombrada una
comiisin.
^
I
-I
^i
'.
Se
ve, pues,
cir-
cunspeccin se tratan estas cuestiones, sin comprom^jter los derechos de la soberana territorial. Debo adver(1)
was francaise
Protocole de la conference sur la dlimitation dea Ouayaet bresllienne Annexo ao velatorio do ministerio o9 negocios eatrangeiros de ISS^.
344
tir
VICENTE
Q.
QUESADA
que esos territoriots no estaban efectivam'ente ocnpam, y se trataba slo de b!a,cer valer sus ttulos a la posesin icivil, ttulo o/riginairio de las naiciiones dlelsidubri.
dars.
Si se coimparaise esta cuestin de lmites con la que Argentina y Chile, se vera la diferencia que entre una y otra existe: lasi dificultades que ofrece la topografa de lo lugares en los lmites de la Guayana, no se encuentran respecto a lois lmites entre ambas repblicas, pues la cordillera es un lmite arcifinio estratgico, que forma una frontera slida e inaltera(
sostiene la Repblieai
que ha sido la gran aspiracin de los hombres de estado. Adems, el lmite arcifinio de las montaas entre l'ais naciones sie enitiiiende, y es un princpio intcmaicional que puede decirse (dje strioti juris, por el divortia quarum: lnea divisoria que no puede discutirse, que no debe cambiarse, que es derecho estricto. Por otra parte, este deslinde fu trazado por el soberano comn de nuestros territorios, y es con arreglo a l que nacieron las emtidaldes iciolectivas de una y ottira rerpbliicia, reconociendo la de Chile que ese es su lmite oriental con arreglo a sus diversias instituciones polticas, y adems con ^arreglo al tratado de paz; reconocimiento y cesin que hizo la antigua metrpoli en 1845. De m'aneina qu;e, como lo deca el ministro de S. M. el emperador del Brasil, no es posible ceder sobre un derecho evidente, por mayor y ms grande que sea el inters de transigir y de conservar las buenas relaciones entre uno y otro pas.
ble,
lmite arcifinio tan inalterable como una montaas, para substituirlo por lneas divisocadena de en riats ideales, sera proceder contra los antecedentes esta materia, tanto en Amrica como en Europa. Y como es un principio de derecho internacional latino-famerioaniO el, u pvssidetis del ao diez, no como poisieisin efecen territorios no tiva y real, sino como posesin civil posedos, en desiertos; el precedente del debate de los plenipotenciarios de Francia' y el Brasil justifica la manera cmo el gobierno argentino entiende y ha defendido el tratado de lmites con la repblica de Chile en
Cambiar un
1856.
El estudio comparativo de todos estos precedentes es un comentario tan irresistible, es una autoridad moral tan poderosa, que sera vanidad pueril pretender co-
345
tno-americano.
cuanto a la controversia relativa a los lmites de la Guayana, nombrada la comisin mixta franco-brasilera para TeiCionocer el iteritiittOTio entre el Amazonas y el Ayapock, el Brasil fu representado por el capitn-teniente Jos da Acosta Acevedo, y el gobierno francs por Carpentier y Peyron. En la memoria del mnistro de negocios extranjeros del imperio del Brasil, presentada a la asamblea general legislativa en 1861, se deca: ''Como sabis, no pudo el vizconde del Uruguay, cuando discuta en Pars los dereehois del Brasil al territorio de la Guayana, que se extiende haista el ro Oyapock del 4 15' de latitud norte, aceptar las propuestas que le hizo de Butenval, por cuanto exiga por ellas que le cedisemos ms de lo derechos que hasta hoy invariablemente sostuvimos en aquella lnea divisoria, concordando en una de las ltimas que desdamos ofrecenle, en el ro Calsoene, el cual tniene origfen en 2 32' d;e aqoel paralelo, y nos fu propuesto en primer lugar el ro Araguary, que est en el 1" 15' y desipuis el Carapaporis, en el 52'. Esitas dos propuestas no podan ser discutidas con esperanza de hallar una solucin definitiva a la cuestin de lmites, por cuanto, adems que afectaban los derechos que defendemos garantidos por tratados, tendra mayores difioultades en el ideslinde d'e frontera interior que li'miitase la GuJayana f rancesia. " De modo que, no aocptaedo el plenipotenciario francs el ro Oyapock como principio de la demiarcaciDj, rui el ro Calsoene ni el plenipotenciau rio brasilero las propiuestas por siu aldverslario "isie reconoce ahora bien claramente, idice el miinistro del Brasil en 'SU citaida miemoria. ^^por las exploraciones a que se ha procedido, que la ltima propuesta del ro CarapapoHs en el canal de Marac, era inadmisible." (1) Este era el estado de la negociacin en el ao 1861
En
l^a,
Kelatorio da repnrtico dos negocios estrangeiros apye(1) sfntado AsamTjlea General Legislativa. velo respectivo ministro secretario de estado, conselheiro Antonio Goelho de S Alhuquerqiie Pao de Janeiro, 1861. i vol. ea folio de 381 pg. de ap. de 100 de la Memoria, y 10 de ndice.
.
.
CAPITULO
III
ECUADOR Y EL PERO
ECUADOR Y EL PER
Las cuestiones de lmites entre lois estados hispianoamericanos han sido el origen o el pretexto de mnchas
guerras internacdonales entre naciones vecinas. No siempre ha tenido Tazn el lagresor, y en todas las ocasiones esas desavenencias debieron terminarse por transaccin es equitativas y prudentes, recurriendo en ltimo caso al arbitraje de un gobierno amigo. Cion frecuencia los territorios disputados han sido desiertos, y, no pocas veces, tierras inhabitadas e inhabitables. mientras tanto, por qu se han llevado al terreno de las armas, esas discusiones de las demaircaciones territoriales de los nuevos estados? Acaso son pueblos! cuya poblacin exige la expansin de territorio? Es para buscar lmites arcifi-
estratgieas ?
En
la controversi-a entre el
Ecuador y
el
Per cam-
bia el aspdcto de la materia del debate mismo, pues se trata de provincias pobladas oomio las de Jan, ]\Ianas y Quijos, que el primero aspira a Tcivindicar, fundado equivocadamente en el principio del uti possidetis del
buscando una excepcin al principio, que le era favorable en, cuanto a Maiuas y Quijos, pretendiendo que esa fecha sea la de la independencia de cada estado y no a del ao diez; pero respecto de Jan la cuestin es por m. naturaleza diferente.
ao
diez,
el
segundo
resiste
No
se trata, pues, de desiertos, de territorios no posedos, sino de provincias pobladas; y la cuestin se debate sin ser bien estudiada, sin conocer los antecedentes, puesto que la aplicacin de la regla internacional americana resolva la controversia.
El principio conservador del uti possidetis se presentaba en apariencia en este caso bajo una nueva faz, en cuanto se tnataba de provincias que haban sido incorporadas a una o a otra repblica despus de la independencia. Comenzar por historiar la cuestin mismia.
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VICENTE
G.
QUESADA
El gobierno del Per envi <30ino ministro plenipotenciario al Ecuador a Matas Len, con instrucciones para celebrar un tratado de amistad, alianza, K3omercio y lmites, que fijasen las fronteras de los dos estados. Las negociaciones empezaron en 1841,, y el plenipotenciario del Ecuador, Jois Flix Yaldivielsio, comienzo por declarar que su gobierno ''no quera la guerra y que su nico fin era 'afisanzar las relaeiones de amiistad y co mercio por medio de tratados". La derrota de Incahu y la muerte del presidente del Per cambi aquella disposicin, y dio aliento al proyecto del gabinete ecuatoriano, que en 1841 haba solicitado del congreso autorizacin para declarar la guerra lal Per, la que le fu denegada, y ''a cuya negativa se atribuye su disolucin." Bajo la presin de estas circunstancias, el Ecuador exiga se precipitasen las negociaeiones, de un modo imperativo. ''El tdtimtum supone una superiorda de parte de la nacin que lo propone, deca Len, dirigindose
de gobierno y relaciones exteriores del Per, al darle cuenta de su misin, y mucba exigencia o debilidad de la otra, a quien se dirige y no es esta la posicin respectiva del Ecuador y del Per. Por qu a,menazar al Per con la violencia, para arrancarle concesio-, nes injustas? Se tema acaso que, en mejores circunstancias, no se prestara a conceder lo que debiera? Nunca ha dado el Per el escndalo de querer laamentar su lerritorio con el del vecino, aprovechndose de las dificultades que la guerra civil le opusiera para defenderse de una invasin extraa. El Per nunca ha tomiado las armas con otro fin que el de defender su independencia y
al ministro
;
consiervaein.
*
'
'
ciembre de 1841
a la amistad y alianza entre los dos estado, y en la segunda, consta del protocolo respectivo lo siguiente: "Siguiendo por el orden de los tratados de amistad presentados por base, (1) se toe en el artculo 14 relativo a lmites, y el minisitro del Ecuador propuso que el artculo fuera redactiado en estos trmilos .artculos referentes
(1)
y que eran
Se refiere a los tratados de 1832 que no fueron canjeados muy rechazados en Ecuador.
35
nos: ''Las partes contratantes reconocen por lmites de sus respectivos territorios, los mismos que tenan antes de su independencia los anti^os virreinatos de Nueva Granada y el Per, quedando, en consecuenciaj, reintegradas a la repblica del Ecuador las provincias de Jan y Mainas en los mismos trminos en que las posey la presidencia y la audiencia de Quito, sin perjuicio de que por convenios especiales se hagan los dos estados recprocas concesiones y compensaciones de territorio, con el fin de obtener una lnea divisoria ms natural y conveniente piara la buena administracin interior y evitar competenciais y altercados entre los habitantes y autoridades fronterizas". El seor ministro del Per, dijo: que el artculo, en los trminos en que est redactado, sufre objeciones muy fuertes; que, desde luego, se ha convenido en que los lmites de las repblicas americanas ge juzguen por el uti possidetis del tiempo de los espaoles; pero que no est establecido sea el que tenan antes de
la independencia),
y que
es
ms seguro
el
que tuvie-
ron despus de conseguida sta; que todos los pueblos componan antes una sola familia, que era parte de la espaola, y que, cuando se trat de la independencia y de formar distintos estados, los pueblois se hallaron en el caso de elegir lo que ms convena a sus intereses y adherirse la ellos que los pueblos reclamados por el Ecuador han permanecido desde entonces componiendo una nacin en el Per, han tomado parte en sus dichas y azares, han convenido, por ltimo, en un pacto social que es el fundamento de que parte el establecimiento de las Diaciones: que muy lejos de desconvenir estos pueblos a esta asociacin, han mostrado su adquiescencia para pertenecer al Per, nombrando sus representantes al congreso, recibiendo los jueces y magistrados que se les han nombrado para su rgimen y direccin, y ocurriendo al gobierno peruano con la mejor voluntad para el remedio de todas sus necesidades. Si el uti pCssidetis, agreg ^pudiera entenderse en la forma propuesta, el ministro, el Per se habra credo con derecho a reclamar Guayaquil, que dependa del Per cuando se acometi la empresa de conquistar la independencia americana. El ministro del Per no puede convenir en que se considere la provincia de Mainas como dependiente del antiguo virreinato de la Nueva Granada; porque desde que abri sus ojos ha visto, odo y entendido que su. gobierno de;
352
VICENTE
G.
QUESADA
"?
penda del virrey del Per y que ste liaca los nombitimientos interinos mientras venan los propietarios de la corte de Madrid. Aadi que debe tenerse presente cuan difcil es separar de una asociacin para agregar a otra, pueblos que por una larga serie de aos han contrado hbitos y costumbres que no es posible abandonar desde luego. El ministro concluy que por estas razones no pareca resolver la cuestin de lmites en los trminos fijados por el ministro del Ecuador, y propuso por su parte la siguiente redaccin: *'Con el fin de obtener para las repblicas del Per y del Ecuador una lnea divisoria ms natural y conveniente a la buena administracin interior, y para impedir competencias y eiltercados entre los habitantes y autoridades fronterizas, convienen las partes contratantes en que ambos estados se hagan concesiones recprocas y compensaciones de territorio, fijando por base de esta operacin los antiguos lmites de los virreinatos del Per y Nueva Granada." El ministro del Ecuador repuso, que la objecin propuesta por el seor ministro peruano se hallaba victoriosa-
mente contestada por el tratado celebrado en Guayaquil entre las repblicas de Colombia y el Per; que por el artculo 5 de dicho tnatiado, ambas partes reconocieron por lmites de sus respectivos territorios los mismos que tenan antes de su independencia (y no despus, como propone el seor ministiro), los antiguos virreinatos de Nueva Granada y el Per; que ambas repblicas convinieron por el artculo 6 de d|ioho tratado en nombrar una comisin compuesta de dos individuos por cada repblica, que recorra, rectifique y fije la lnea divisoria conforme a lo estipulado; que esta comisin fu nombra^ da, en efecto, y que los acontecimientos polticos dejaron
inconclusos sus trabajos en el lao de 1830, sin habei'&e podido acordar posteriormente por las circunstancias particulares en que se han encontrado ambos pases; que constantemente se ha reconocido el derecho que tiene la repblica del Ecuador a las dos provincias reclamadas, pudiendo asegurarse que particularmente ' c(jn respecto a la de Jan la ha posedo la antigua provincia de Quito hasta la independencia; y que hasta muy poeo antes ha posedo igualmente la de Mainas, remitindose a ella desde Quito los misioneros para la propagacin del evangelio y reduccin de naturales, la fuerza militar para el resguardo de la frontera y las autoridades civi-
353
interinamente, hasta que se nombraban por la corte espaola; en trminois que hasta el tiempo del virrey nKarqus de Aviles los virreyes de Lima no tenan conocimiento alguno de la administracin y rgimlen d^ la provincia de Mainas en ninguno de sus ramos; que por ltimo, aunque estos derechos parecen incontestables, el ministro ecuatoriano deseaba propender por su parte a la indicacin del seor ministro del Per, con el fin de alejar toda clase de cuestin en materia de lmites, y que por tanto, coincidiendo en el fondo con los deseos del seor ministro del Per, presentara en la primera conferencia otra proposicin que pudiera conciliario todo, y acercar las cosas al avenimiento apetecido". (1) Expuesta la cuestin en los trminos claros en que la present el ministro del Ecuador, queda reducida a resolver: 1" la base jurdica para resolver la cuestin de lmites; 2. el hecho de cul era el uti possidetis del ao diez; 3" si a pesar de ese hecho, lais subdivisiones posteriores eran o no legtimas o podan ser reivindicadas. Si se acepta esta base jurdica, este principio de derecho internacional invocado, aceptado y respetado por todos los estados hispanoHamericanos, principio que haba recibido la sancin de un tratado entre el Per y Colombia en 1829, la resolucin de la controversiia quedaba limitada a averiguar los hechos, y aplicar Inego el principio. El tratiado de 1829 pact el reconocimiento de los
les
del
probar a cul de estos dos distritos correspondan las disputadas provincias. En ningn caso se ha indicado que fuese necesiairia la voluntad de las poblaciones, y que el voto de ellas hiciese la regla
ha partido de otra base los lmites obligaban a las poblaciones a someterse (a este o a aquel estado. Se ha obrado por el asentimiento tcito de las nuevas naciones y por ese espritu conservador que huye del caos y de la fnerza; un movimiento espontneo de pueblos y de gobiernos ha hecho respetar, y dir ms, amar el uti possidetis del ao diez, origen y fundamento de 'lois nnevols
se
:
estados.
Conferencias y comunicaciones tenidas en Quito entre los (1) istros plenipotenciarios del Per y del Ecuador^, nombrados para laicri'r las diferencias que existen entre una y otra repblica, setransigir Ida flif irp>nr5 a mo <iYstpn AntrA linn v ntra rpni'iVlir> sf-
guidas de iguales conferencias que han tenido lugar en Lima entre 1842. i vol. en los ministros nombrados con el mismo objeto. Lima 4o menor de 113 pginas.
354
VICENTE
G.
QUESADA
En esta materia debe tenerse presente el principio de derecho internacional positivo aceptado oficialmente por el libertador Bolvar en 1825, a propuesta de los plenipotenciarios argentinos, Alvear y Daz Vlez que reconocen anrquico el principio de que nn territorio, pueblo o provincia tenga el derecho de separarse, por su propia y exclusiva voluntad, de la asociacin poltica a que pertenece, para agregarse a otra sin el consentimiento de la primera.'' A este principio se ha sujetado siempre la Repblica Argentina: ese es el origen legal de Bolivia, de la repblica del Uruguay y del Paraguay. La cuestin revesta aparentemente, pues, aspectos nuevos y sumamenite graves. Poda el Eiculador reivindicar dos provincias, suponiendo que hubiera probado que hacan piarte del virreinato de Nueva Granada? Sera necesaria la adquiescencia de esas mismas provincias, o deberan ser sometidas por la fuerza, o eistaban obligadas a respetar lo resuelto por las. dos repblicas, sin que l pueblo de cuyo territorio se trataba tuviese parte en el debate? La Alsacia y la Lorena han sido incorporadas al imperio alemn por el derecho de conquista: la fiieraa, como hecho, hizo eallar el derecho. Niza fu cedida a la Francia, y el pueblo fu consultado por un plebiscito. La unidad de la Italia se ha verificado con la adquiescencia de las poblaciones de los mismoisl reinos o principados. TJltinuamente, en virtud de las conferencias de Berln, la Turqua deba eetder al Montenegro el puerto de Dulcigno, pero los albaneses se oponen a ser incorporados al nuevo estado, sin embargo, son obligados a obedecer eontra su voluntad; cul es la doctrina del dereeho internacional moderno? El principio de las nacionalidades se presentaba en teda de juicio: s los nuievos erados tienen derecho para conservar su unidad poltica y su integridad territorial, a pesar de las veleidlatdes de partidos internos que quieran separarse, la suerte de esas provincias deba ser resuelta irrevocablemtente por los gobiernos del Ecuador y del Per, y esas poblaciones tendran solo la libertad de optar por una u otra nacionalidad, individualmente, no como colectividades. Si fuese admitida la doctrina disolvente de que cada agrupacin ms o menos numerosa, puede segregarse Je este estado y anexarse a. aquel o constituir un mievo e;^
;
'
'
355
tado,
ai
bulentas ambiciones de la democracia embrionaria de las repblicas bispano-americanas. Losi Estados Unidos mantuvieron la tei^rible giuerra ide secelsiin precisamente para sostener el imperium de la nacin sobre numerosios estados federalCiS, que queran constituir una repblica diferente. El Brasil y la Repblica Argentina se han obligado por tratados pblicos a no consentir segregacin de su territorio, ni formacin dentro de ellos de otros estados. Por todas partes impera la doctrina conservadora de las nacionalidad eisi y la integridad nacional ise sostiene y se defiende por la fuerza.
;
'
bia
L provincia de Jan en 1821 se separa de Colomy ise agregia al Per, desde cuya poca forma parte
al
y isius habitantes se iconsideran iciudadanos peruanos. Ahora bien es legal y debe iser respetada esta separacin? Puede el Ecuador reivindicar esa provinprecisamente en el tratado de 1829, que reconoci el uti pmsidefis del ao diez como el principio jurdico para la demarcacin de lias; fronteras?
cia,
fundndose
opinin es afirmativa. Es, precisamente, un caso anlogo a lo sucedido respecto de la provincia argentina de Tari ja. Reconocidiai como parte integrante del gobierno-intendencia de Salta desde 1807, mandada entregar por el libertador Bolvar en virtud del uti possideUs del ao dieZf antes de que se formase legalmente la personailidad jurdica' -de la repblica de Bolvia, y despus de declaraciones solemnsimias de no consentir la anexin de territorios sin la expresa voluntad de la nacin a que
pertenecieren, fundado en un pronunciamiento militar que solicit la anexin a Bolivila, el congreso de esta repblica decreta en 30 de octubre de 1826 su incorporacin al nuevo estado, y el congreso argentino en 6 de noviembre del mismo ao la declara provincia argentina, con el derecho de las prerrogativas que le concedan
Mi
como
tal.
'
'
'"'I
-itl^l^'l^llMP
y vlidas tales anexiones, la integridad territorial de los estados quedara expuesta a los cambios frecuentes producidois por las revoluciones triunfantes, y un principio perturbador y disolvente habra reemplazado al gran principio conservador, aceptado y ptrocliamado em 1825 por el iibertado(r Bo-
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lvar,
VICENTE
G.
QTJESADA
a solicitud de los plenipotenciarios argentinos, Alvear y Daz Vlez. Si aquella doctrina prevaleciese, podra decirse con el diputado Passo, en el congreso general constituyente de la Repblica Argentina: ''en tal sieaitido, a mi juicio, est en contradiccin de la ley socilal de todos k-s estados del mundo"; o, como deca el general Alvear: ''que si un principio semejante se estableca, se echaba por tierriai la base de todas las sociedades y se metan en anarqua los estados; que tan pronto veramos a Potos baciendo un movimiento para agregarse a las Provincias Unida, como a Jujuy, quiz, haciendo otro piara unirse al Alto Per, que no habra estabilidad en ninguna par" te, ni ninguna lnea de demarcacin fija En el inters de todos est conservar la geografa poltica, garantir la integridad territorial, y observarla como regla jurdica invariable para decidir toda cuestin de front^eras y de anexiones inicuas, neouente origen de guerras y de odios entre las naciones limtrofes. El Ecuador se encuentra, empero, en el conflicto de sostener en este caso el uti possidet, que rechaza cuando se trata de los territorios del Cauca, separados revolucionariamente en 1830, y es por esto que pretende sealar dos pocas diferentes a la posesin, segn trate con el Per, o con el estado que juntos formaron la antigua Colombia hasta 1830. Por esto, sus negociadores se encuentran en situacin embarazosa y contradictoria. Sostengo que la paz y la armona en los nuevos estados, exige el respeto del principio del uti possidetis del ao d/eZy en cuya virtud el Per no puede retener la provincia de Jan, de Bracamores, ni el Ecuador los territorios del Cauca, que pertenecen a Nueva Granada, ni los pueblos de Quijos, de que est en indebida posesin y pertenecen al Per, como le pertenece la provincia de Mainas, como corresponde a la Repblica Argentina la provincia de Tarija, iniciua y deslealmente incorporada a la repblica de Bolivia. La geografa poltica del continente no puede estar expuesta a cambiosi bruscos, ni a conquistas audaces, que cambien el equilibrio poltico de los estados y los expongan a guerras desastrosas, o a la paz armada, que es ms deplorable que la misma guerra. La inmutabilidad de la geografa poltica del continente sudamericano es condicin de paz, y las grandes naciones a las cuales
!
.
357
aeeta
:
para conservarla el imperio del Brasil y la Repblica Argentina, en el Atlntico Chile y el Per, en el Pacfico. A Chile podra interesar, interesaba indudablemente, como a Bolivia tambin, debilitar al Per, y coadyuvar al fraccionamiento de su territorio. El Ecuador, pues, aprovechaba un momento histrico, y una situacin embarazosa para 6u vecino, para exigir la restitucin de las provincias de JVIainas, Quijos y de Jan; y Chile esperaba un momento oportuno, aprovechndose de la guerra civil o entre eisios estados, para asumir el papel de nacin conquistadora y nico poder martimo en Cuando la el mar Pacfico. ocasiin se present, puso en planta sus viejas y taimadas
ese
ms
;
equilibrio intervendran
ambiciones. La cuestin de lmites entre el Per y el Ecuador era muy importante no solo para esos estados, sino para todos los situados en aquella parte de la Amrica Meridional,
y ya tendr ocasin de
y complicaciones que produjo. Pero si esas provincias haban sido expresamente segregadas del distrito gubernativo del virreinato de Nueva Granada, y agregadas al del Per, qu ttulo legal poda invocar el Ecuador para pedir su restitucin? bastaba acaso el que en un tiempo hubiesen pertenecido a la residencia de Quito? Lo lgico era, ante todo, averiguar este hecho fundamental, y si as hubiesen procedido, se habra visto que el cumplimiento del tratado de 1829 favoreca al Per, puesto que desde 1802 el rey haba agregado esas provincias al distrito gubernativo del virrey de Lima. Desviados en el debate diplomtico, lo complicaron por incompetencia de los negociadores. En la conferencia de 6 de diciembre, segn consta del protocolo, el ministro del Per expuso: "En cuanto a la provincia de Mainas expuso que haba pertenecido en un tiempo a la presidencia de Quito, hasta la poca del virrey marqus de Aviles, que fu el ao de 1800 a 3805, y que por consiguiente la provincia de Mainas liaca parte del virreinato del Per cuando se trat de 1^ independencia. En cuanto al argumento sacado del artculo 5. del tratado de Guayaquil, debe tenerse presente que ha caducado desde la divisin de Colombia, porque lodo tratado tiene la condicin ele que conserven los
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VICENTE
G.
QUESADA
'
misma posicin poltica que tena tiempo de celebrarlo, posicin que contribuye mucho a las concesiones recprocas que se hacen. Un estado tres reces menor no puede prestar y conceder lo que haba prometido cuando era tres veces mayor, y no es justo tampoco que se le d cuando vale menos lo mismo que cuando estaba en el caso de dar ms. Es tan positivo esto que desde la divisin quedaron sin efecto los tratados, y en ocasiones que se han exigido por peruanos las consideraciones de colombianos que se declaran all para puntos de comercio, se han negado las autoridades de Nueva Granada, afirmando que no est vigente el tratado. En cuanto a lo primero, observ ligeramente el ministro ecuatoriano que aunque en la poca que se refiere tuvo lugar la real orden que vari la administracin de Mainas, esta fu reclamada por la presidencia de Quito y se hallaron las cosas en aquel estado cuando son el grito de independencia, sin que por lo mismo la presidencia de Quito hubiese perdido los derechos territoriales que dio a su audiencia real la ley de Indias que an est vigente. Tan exacto es esto que todos los gegrafos modernos de esa poca numeran a Mainas como una de las provincias de la intendencia de Quito, concepto en que firmemente
estados contratantes la
al
estuvieron los ministros plenipotenciarios al celebrar el tratado de Guayaquil, y en cuya virtud el reconocimiento que ha hecho la corona de Espaa de la repblica del Ecuador se extiende hasta la referida comprensin, que es su territorio natural, tan debido cuanto es a Quito, como se ha dicho antes, a quien se debe el descubrimiento, la poblacin y establecimiento. En cuanto a lo segundo, manifest el ministro que el tratado de Guayaquil, ratificado y canjeado, era una ley obligatoria de ambos estados, y que si bien haba dejado de existir la repblica de Colombia, los derechos territoriales de cada una de las secciones se haban reconocido en su totalidad, comprometindose la Nueva Granada con la repblica del Ecuador a sostener esta integridad de territorio, y que si bien de parte de aquella haya podido tener lugar para algn acto diverso la ocurrencia indicada por el seor ministro del Per, no es de ello responsable la nacin ecuatoriana y su gobierno, que ha reconocido constantemente la estabilidad y firmeza del tratado de Guayaquil. Que por ltimo la mayor o menor extensin de los estados no arguye
359
y antes bien de justicia para igualarse en lo posible, conservando lo que a cada uno
debido".
antecedentes expuestos se deduce que la cuestin no estaba bien estudiada en cuanto a los hechos histricos, base del derecho alegado, y tendr ocasin de rectificar oportunamente afirmaciones inexactas de Valdivieso. La real cdula de 1802 fu cumplida, y no poda dejar de serlo. Pero, como el seor ministro del Ecuador presentara un artculo de cesin y compensaciones territoriales, conviene reconocer su tenor. Dice: ''Los lmites perpetuos ad ulteriora entre las dos repblicas contratantes sern en la forma siguiente: la orilla izquierda del ro Amotape (o la Chira) desde su embocadura en el mar en el surgidero de Paita, siguindola hasta la conuencia del ro Quirs; la orilla izquierda del ro Quirs hasta su origen ms al sur en la cordillera, de modo que Ayabaca quede dentro del territorio del Ecuador; desde su origen ms al sur del rib de Quirs, seguir y marcar la lnea divisoria hasta encontrar el origen ms al oeste del ro lluancabamba, cuyo curso se seguir por su izquierda hasta donde conuye con l el ro Chota; desde la conlos
De
uencia del Chota con el Huancabamba, por la orilla izquierda de aqul, seguir la lnea hasta la confluencia del ro de Cujillo con el Maraen, de manera que queden del Ecuador todos los pueblos, territorios de las antiguas provincias de Jan y Mainas, situados en la orilla septentrional del Maraen, y que pertenecen al Per, todos los territorios y pueblos que a la gobernacin de Jan tena designados el gobierno espaol en la orilla meridional del Maraen y que la carta Arrowsmith denomina Luya y Chillaos. Por esta demarcacin, el Per cede al Ecuador con perpetuo y absoluto dominio todo el litoral y el territorio interior adyacente que se encuentran desde la embocadura del ro Amotape, al norte de la costa que contina hasta unirse con el golfo de Guayaquil, y los cantones de Ayabaca y Huancabamba con exclusin de sus pueblos y territorios que estn al oeste de los ro de Quirs y Huancabamba. Y por la misma demarcacin, y como indemnizacin de las predichas concesiones el Ecuador, cede al Per con perpetuo y absoluto dominio todos ios territorios y poblaciones que estn al sur u orilla
360
Vicente
g.
quesada
derecha del Mar ann, desde la confluencia del ro Cupicon dicho Maran. Renuncian recprocamente a toda reclamacin ulterior, de manera que en tiempo alguno y sean cuales fuesen las ventajas que el transcurso de los tiempos produzca a los gobiernos contratantes, por adelantamiento de la poblacin, artes, legislacin, industria, enajenacin o cualquier otra causa de progreso o
llos
mejora sobre los territorios cedidos, no sea lcita reclamacin alguna al gobierno cedente, ni aun so pretexto de lesin enorme o enormsima. Jams podr ninguno de
los gobiernos contratantes promover, acoger, ni patrocinar pronunciamientos populares de parte de los territorios recprocamente cedidos, sobre volver a la dominacin del gobierno cedente, y, por el contrario, ambos se obligan
a sostener
y hacer respetar estas recprocas concesiones '^ El ministro del Per, no creyndose autorizado por sus instrucciones para abrazar estos puntos y materias de cesin, por no haberse concluido la operacin por los comisario de ambos pases a causa de los sucesos de 1830,
cesin
expuso que solicitara ampliacin de instruccin sobre y compensaciones territoriales. La negociacin de los tratados continu en lo que se refiere a deuda pblica, como ya haban convenido los de amistad y alianza; pero en la conferencia del 14 de enero de 1842, Valdivieso expuso que, habiendo transcurrido el tiempo suficiente para que el plenipotenciario peruano hubiese recibido las necesarias instrucciones de su gobierno a fin de entrar en el debate de la proposicin que le haba sometido respecto al arreglo de lmites, le invitaba a proseguir la discusin, cuyo trmino interesaba a ambos pases, obligndoles en el interior a una actitud armada dispendiosa y alarmante; y en caso contrario suspendera la conferencia hasta fin de mes, en cuyo trmino crea habra ya recibido las rdenes convesi pasado el ltimo da del mes de nientes. ''Pero dijo la fecha se dijese an que el gobierno peruano no ha contestado la consulta hecha por el honorable seor Len, en vano sera ya perder un tiempo muy precioso en negociaciones intiles, que ms bien serviran para menguar el honor y dignidad de ambas naciones, y para resentiras, porque se dudase de la buena f de alguno de sus gobiernos. En tal caso, el del Ecuador se creera en perfecto derecho para ocupar los lmites que le pertenecen en
36
1829; y de su parte, dar por ofendido de un paso que es indispensable, y que de ninguna manera puede reputarse hostil, ni menos ofensivo a los pueblos del Per, que simpatizan con los del Ecuador y con su gobierno. Mas a fin de aclarar dudas que pudieran suscitarse, y evitar al Ecuador cargos injustos, el ministro que habla declara al honorable seor ministro del Perj 1. que la ocupacin del territorio que pertenece al Ecuador, se har pacficamente y con toda la prudencia que es propia de un gobierno civilizado; 2. que si a pesar de tan cautelosas precauciones se opusiese alguna resistencia por parte del gobierno del Per, ser rechazada con la fuerza; 3. que si el gobierno peruano se obstinase en hostilizar indebidamente a las tropas ecuatorianas, la guerra ser considerada y sostenida fcn el territorio del Ecuador contra invasiones del gobierno peruano 4. que en tan duro caso el Ecuador, despus de haberse defendido en su propio territorio, podr tomar la ofensiva, si as le conviniere, para vindicar la ofensa que hubiere recibido y tambin por la salud de su ejrcito y el bien de los pueblos 5. que sin embargo de que la nacin ecuatoriana tiene el sentimiento de sus propias fuerzas para defender su honor y sus intereses, llamar en su auxilio a las naciones aliadas para que cooperen a su defensa; 6. en fin, que habiendo transcuri'ido ms de 12 aos sin que se hubiese cumplido por parte del Per el tratado hecho en Guayaquil el ao de 1829, no obstante que fueron oportunamente canjeadas las ratificiones, el gobierno del Per y no el del Ecuador, ser responsable de los resultados y de los males que se originen por consecuencia de un rompimiento, a que no da lugar el Ecuador, y que al presente trata de evitar".
;
;
el art. 5.** del tratado del ao aunque con mucho sentimiento esperando, s, que el gobierno del Per no se
El ministro del Per expuso que no haba tiempo para recibir en Quito contestacin a la consulta que hizo a Lima, pues el lapso de un mes transcurrido es apenas d suficiente para que la nota llegue a su destino; que presume no sea an posible tener respuesta en el mes presente a causa de la situacin en que se encuentra el gobierno del Per, por la invasin boliviana y por las dificultades que le ha creado el gobierno del Ecuador, permitiendo otra invasin hecha por emigrados peruanos.
5(>2.
VICENTE
lo
G.
QESAA
inusitado del proceder de fijar trminos perentorios para celebrar un tratado, cuando se estn ciiscutiendo las bases que, no pudiendo ser comprendidas en las primeras instrucciones por tratarse ahora de cesiones territoriales, l se encuentra inhabilitado para manifestar sobre ellas opinin oficial: "El ministro del Peni declar que no se prestara a ninguna negociacin ya,
Maniesta
que tena hechas el honorable seor ministro del Ecuador; porque juzga indecoroso a una nacin celebrar tratados que se quieren exigir por la fuerza y no por la razn". Expres que la resolucin de Colombia en 1830 haba sido la causa de que no se llevasen a cabo los trabajos de la comisin de lmites de acuerdo con el tratado de 1829, y por ello pensaba que si el gobierno del Ecuador no retiraba sus declaraciones amenazantes, deban envirsele
si
no se suspendan
las declaraciones
sus pasaportes.
Suspendida la conferencia, continu el 15 de enero. El plenipotenciario del Ecuador expuso que el gobernador de Guayaquil ha tomado las medidas para imaludida invasin de los emigrados peruanos, que en efecto la impidi, pero dada la topografa de aquella regin, llena de bosques y ros, no era posible ni impedir el contrabando y menos que partidas aisladas hubiesen podido burlar la vigilancia del gobierno local; conducta diferente a la observada por el Per cuando en 1835 sali de su territorio una invasin contra la provincia de Guayaquil, que produjo trastornos, gastos y derramamiento de sangre. Para manifestar las buenas intenciones del gobierno del Ecuador record que, on 1837, el protector del Per y Bolivia ofreci al Ecuador Un tratado para el pago de la deuda a favor de Colombia y sealar los lmites que ahora reclama, y que el congreso ecuatoriano haba rehusado su aprobacin para evitar que pudiera sospecharse que se aprovechaba de los conflictos del Per. Por ltimo expuso que el ultimtum que ha hecho, es usado y permitido por el derecho de gentes, y entre otras razones, porque el gobierno del Per haba solicitado del consejo del estado autorizacin para declarar la guerra al Ecuador, sin otra causal que haber sido requerido para que cumpliese el tratado de 1829, pero que la guerra de Bolivia haba paralizado aquel propsito, obligando al Ecuador a ponerse en pie de gue]jedir la
363
ministro Len para tratai.* las origen de aquellas emergencias. En efecto, apenas haba llegado el plenipotenciario del Per, el jefe del P. E. del Ecuador le propuso arreglar los dos puntos cardinales que amenazaban un rompimiento, a saber, el arreglo de la cuestin de lmites y el pago de la deuda a favor de Colombia, proponindole bases en presencia del seor Cuervo, ministro plenipotenciario de Nueva Granada, artculos que acept el seor Len, prometiendo celebrar el tratado dos das despus de aquella fecba. Persuadido de este arreglo, se haba dado orden para reducir las fuerzas en Guayaquil, mas habindose retractado Len de su promesa, solicit una prroga para consultar a su gobierno, por manera que no siendo posible reducir en esta situacin el ejrcito, se v el gobierno forzado a hacer gastos extraordinarios; y para evitar la prolongacin de este estado de cosas se v obligado a poner un trmino perentorio a las negociaciones. Observa que las mismas objeciones que ha hecho Len sobre el no cumplimiento del tratado de 1829, y las causas que as lo han impedido, importan reconocer la vigencia del tratado mismo, cuyo cumplimiento ha exigido el Ecuador, pues despus de la batalla de Yungay mand al general Antonio Elizalde como agente confidencial con ese objeto, y ha recordado ya el propuesto por la Confederacin per-boliviana. Expone que no son ios conflictos del Per los que estimulan al Ecuador a resolver esta cuestin y promover sus intereses y aun los de Nueva Granada y Venezuela, puesto que cuando lleg Len en circunstancias que el Per se encontraba fuerte, invadi a Bolivia despus de amenazar al Ecuador, y entonces no haba tenido' lugar Ja jornada de Yungay; pero que despus de 12 aos transcurridos gin que se cumpla el tratado de 1829, desea an abundar en consideraciones de buena amistad, y peda al seor Len modificase las declaraciones o ultimtum en lo que pudiera creer que fuesen hostiles, y se sirviese sealar un trmino dentro del cual se celebre el tratado. El ministro del Per expuso que los cargos que le haba dirigido el seor Valdivieso eran infundados unos y equivocados otros, en demostracin de lo cual enviara una memoria para que fuese agregada al protocolo que dado el giro que han tomado estas negociaciones, l no
se envi al
lmites,
cuando
cuestiones de
364
VICENTE
Q.
QUESADA
'
puede continuarlas e insiste en pedir su pasaporte, puesto que califica de escandalosas las 6 declaraciones, que considera como una declaracin de guerra al Per, al cual ha hostilizado el Ecuador, pues la invasin parti del malecn en Guayaquil, con gente enganchada, con 1.000 y tantos fusiles, cuya denuncia hizo el que habla en oficio de 7 de enero del presente ao, expedicin al mando del coronel peruano Herselles. Present en efecto, con
fecha 17 de enero de 1842, dirigida a Valdivieso, la exposicin a que se haba referido en la conferencia del 15 insiste en demostrar que el gobierno no impidi la invasin de Herselles, y que esos actos constituyen una hostilidad contra el estado invadido demuestra la imposibilidad material de tener respuesta a la peticin de nuevas instrucciones, y manifiesta que el general Flores, en la conferencia a que se refiere, le propuso en efecto los dos artculos, pero que l los acept y no firm, declarando (ue esas no eran las formas diplomticas de una negociacin, en presencia de varias personas, ante las cuales llam a l no quiso discutirlas; que posteriormente se Cuervo, encargado de negocios de Nueva Granada, y que l tampoco pudo ni quiso entrar en discusin de carcter diplomtico. Tan es as, que el mismo Valdivieso le present de nuevo esos artculos, y es entonces que se inici la discusin sobre ellos.
:
La rplica de Valdivieso es extensa, y rectifica los hechos, los juzga y analiza segn su criterio. Recuerda que el Per declar la guerra a Bolivia despus de ocupar su territorio, y que el Ecuador ha temido igual proceder,
Las violaciones del deiecho de gentes, de las prcticas y de los usos de las naciones cultas, comprometen no solo la paz de los vecinos, sino los intereses de los neutrales. El Per, invadiendo
se
ha armado en consecuencia.
'
'
a Bolivia sin previa declaracin de guerra; Chile, actualmente bombardeando las poblaciones indefensas, destru-
de placer, como Chorrillos, los ferrolas mquinas, violando todos los rsos, somete a los neutrales a una posicin embarazadora; porque no han debido permitir la guerra pirtica, los asaltos para incendiar, destruir y empobrecer poblaciones indefensas, sin guarnicin; sol para vengarse del pas, como se ejecuta ahora en el Per. La poltica de no intervencin no importa dejar kaeer lo que los uso y las
yendo
los
sitios
carriles,
los
muelles,
365
prcticas internacionales han proscrito, humanizando !guerra, en vez de aquellas de los tiempos brbaros en que
se cortabpn las
?,
manos
esclavitud.
Hay
barbarie es intolerable, y los estados hispano-americanos oue ia han consentido pagarn dursimamente su egoscosa singular! el ejemplar que tengo en mis mamo '\ nos de las Conferencias (1), tiene una nota con lpiz en la pg. 38, como llamada, con motivo del aserto de que el Peni invadi a Bolivia sin preyia declaracin de guerra, oue dice Asi lo pagarn! Yungay primero, y la espantosa guerra actual despus, violatoria del derecho internacional consuetudinario, es una leccin que pueblos y solo la ley garante los derep,'obiernos no deben olvidar chos, la fuerza solo produce la fuerza Dejar que la barborie I]'"ve la palabrn, pea en las guerra"^ internacionales, 5ea entre vecinos privados, es exponerse a que al fin las
i
Tiacion^s
ms
cultas intervengan
como en Turqua, y
las
conferencias de Berln cam.bien la geografa poltica de la Europa, para poner a raya la ferocidad musulmana en su atroz persecucin contra las poblaciones cristianas.
La Amrica
f
del
Sud
est sorda
cando ultra-cordillera,
cismo
ay
Vuelvo a mi
relato.
Valdivieso deca que el ministro del Per haba olvidado que acept los artculos sobre lmites y pago de la deuda, propuestos por el general Plores, presidente del Ecuador. Le recuerda que en casa de Marco, ministro de
relaciones exteriores del Ecuador, se vio con el presi-
que este recapitul en amistosa conferenque el Ecuador tena contra el Per, originadas por la falta de cumplimiento del tratado de 1829, al extremo que el general G amarra haba intentado declarar la guerra al Ecuador slo por haberle exigido e) cumplimiento de ese tratado, (ms bien por la proteccin que daba a Santa Cruz) le record que el Ecuador labia desaprobado los tratados de 1837 con la Confederacin per-boliviana, y el general Gamarra ha faltado a sus promesas. Eecuerda que entonces Len ofreci j:)resentar las bases del tratado y no retirarse del Ecuador sin haberlo firmado. Que fu en la conferencia semi-oficial
fiente Flores;
cia
las quejas
(1)
Conferencias y comunicaciones,
etc.
Lima
1842.
366
VICENTE
G.
QUESADA
de 20 de noviembre de 1841, cuando Len encontr al presidente con el ministro de relaciones exteriores y el plenipotenciario para las negociaciones; entonces fu all que Len pidi se cumpliese el tratado de 1832, y el presidente el de 1829, porque no se canjearon las ratificaciones, present la carta topogrfica de Jan, Mainas y Piura para que mejor se conociesen los lmites del Ecuador, 3^ las mutuas compensaciones en que convino el
libertador Bolvar,
;
nada
se arrib
el
Pero recuerda, que habiendo manifestado Len qne Per tena que hacer reclamaciones a Colombia, -por
la cuestin de la
deu
el minisitro de relaciones exteriores coCuervo, encargado de neqfocios de Nueva Grana'la, haban hecho parte de la comisin que dividi la deuda entre los estados de la antigua Colombia, el presidente Flores les pidi le expusiesen qu es lo que haba sobre esas reclamaciones. Dijeron que nada se deba al Per, y que as lo haran saber al mismo Len. Result de esto que Cuervo juzgase posible un arreglo definitivo de todas las cuestiones, y que l podra, ser mediador oficioso; que as lo crea el mismo plenipotenciario del Per. Con este objeto fueron invitados a la conferencia, en la cual se pidi a Cuervo fuese l quien redactase los dos artculos sobre lmites y sobre la deuda; en efecto, redactados y no observados por Len, los acept ste, prometiendo que dentro de dos das firmara. el tratado.
y comi tanto
mo
Termina por ltimo diciendo, que habiendo Len aceptado los artculos del tratado redactado por Cuervo, y pedido plazo para resolver sobre la propuesta de cesiones, insiste el gobierno del Ecuador en poner trmino a este negocio, pidindole indique el plazo dentro del cual podr obtener las instrucciones que necesita.
El ministro de Nueva Granada, por nota de 19 de enero de 1842, manifiesta que, efectivamente, l redact los artculos sobre lmites y deuda, a peticin del general Flores y de Len, los cuales fueron aceptados por ambos iconfidencialmente. El testimonio es claro, sin ambajes ni reticencias. El da 21 se le enviaron los pasaportes, repitindose que el Ecuador no declara la guerra ,al Per, que no haga uso de los pasaportes y contine la negociacin, lo que en buenos trminos poda importar la retractacin
367
del ultimtum,
como opina
el
documento. El 24 del mismo mes Len pas una nota, en la que acusa recibo de la del 21, y, so prete5:to de reeticar, enValdivieso le reiplic el 26, y en esa tra en el debate. nota le dice: ''De lo expuesto se deduce, y no es poca fortuna saberlo acertivamente, que el honorable seor ministro del Per se crey y estuvo autorizado para combatir el artculo sobre lmites, esto es, el 5.^ del tratado hecho el ao de 1829, ratificado, canjeado y mandado cumplir; lo que equivale a declarar a nombre del obierno delPer, que no se reconoce ni cumTambin se deduce de lo que ha ple aquel tratado. expuesto el honorable seor ministro del Per, que no quiso admitir el artculo 59 del tratado de 1829, en que se fijaron por lmites los que dividan los virreinatos de la Nueva Granada y el Per, antes de la independencia, ni quiso tampoco que sustituyese el de las cesiones y compensaciones de territorio que l mismo propuso. Lo que ha querido el honorable seor Len, se^n lo que se descubre al fin, pues antes no lo ha propuesto, es que se " nombraran nuevas comisiones para ganar tiempo. La conducta oficial de Len fu aprobada ofi<?ialmente por el gobierno del Per poT nota datada en Lima, a 2 de abril de 1842. El gobierno del Ecuador nombr al general B-.^rnardo Darte en calidad d'e ministro plenipotenciario cerca del gobierno del Per. El 29 de m^ayo de 1842 envi al ministro de relaciones exteriores en Lima sus credenciales, y fu reconocido. En 5 de abril solicit se nombrase un plenipotenciario para entenderse en las cuestiones pendientes, que tiene orden de terminar, segn sus palabras; se entendi con el ministro de rela. .
ciones exteriores.
estudio de esta negoeiacin, 'Como en la que tuvo lugar en Quito, entre Len y Valdivieso, se nota la falta en. las formas cultas de la diplomacia, en los usos y en los hbitos, que tanto influj^en en la solucin tranquila de la.s cuestiones internacionales. El lenguaje irritante en las notas, el calificativo ofensivo de los hechos, de las intenciones, de los propsiitosi, y de las miras de uno j de otro gobierno, son absolutamente ajenos y contrarios a las prcticas diplomticas, al lenguaje severo, pero circunspecto y mesurado de las reclamael
En
365j
TICENTB
QUEDADA
eiones entre estada soberanos. Por este sistema, impoiible fu arribar a nn resultado, y la primera neg(>ciaem se aplaza. El gobierno del Ecuador acredita en se^ida al general Darte como plenipotenciario, y ste inicia sus negociaciones diplomticas por una reclamacin contra un artculo del Pernano, con motivo de la recepein del enviado del Eicuador; reclamacin hecha en trminos hirientes, deducdendo cargos contra la lealtad del gobieiTio del Per. Contesta el ministro de relaciones exteriores en trminos' no menos agrios y con acusaciones no menos irritantes sobre la conducta del general Flores, presidente del Ecuador. De manera que convenan sus descon.n el malsimo criterio de hacer pblicas fianzas, y de mezclar en las intrigas a los jefes de am-
bos estados. Esto revela la completa ausencia de la escuela severa, ceremoniosa, por ms firme que sea en el fondo, que caracteriza las relaciones internacionales, y es el sello que distingue al diplomtico, como al hombre social. En vez de benevolencia recproca, de discusin templada, se revela la ojeriza pendenciera, la malquerencia, y el deseo de humillar al adversario, discutiendo con una vivacMaci acalorada los ms graves negocios de los que dependa la paz o la guerra entre lasi dos na-
provocando por la forma dificultades en el fondo, pues na es dable declinar de los asertos mezclados
ciones,
en calificativos como ^^escandaloso ultimtum*'. La negociacin comenzada entre el general Darte y el ministro de relaciones exteriores del Per, Charun, pidiendo satisfaccin por un artcnlo de un diario, y devolviendo la reclamacin por imputaciones al presidente del Ecuador, termin por la nota datada en Lima a 10 de abril de 1842, diciendo ''que el ministro Charun cree conveniente no prosegiiir tratando la presente cuestin por medio de notas, cuyas expresiones estn expuestas a ser interpretadas en diverso sentido del qne se les dio al dictarlas." El general Darte contesmedios ms conciliatorias ta que desea emplear "los hasta donde estos medios pueden acordarse con el decoro del gobierno que representa." La primera conferencia tuvo lugar el da 13 de recprocas: abril, y comienza por formular los cargos pidiendo Darte ''quedase fijada la proposicin de que los agravios y cargos mutuos seran satisfechos recprocamente" y que este era el punto preciso del co-
369
mienzo de las conferencias. Chamn acepta, con la condicin ^'que el Ecuador, adems, proporcionase garantas bastantes a evitar repeticin de agravios e infracciones.
' '
la recproca
relacin ;t u J^^' gobiernos. Termina la conferencia solicitando ^'^^j ^'^^^que el Ecuador declare por no lieelias las priP, manaes a Len; Darte acepta, bajo la condicin de que el Per desapruebe la
presupone en
conducta de Len.
Debe recordarse que haba sido oficialmente aprobada sn conducta en el mismo mes de abril. En la segunda conferencia, formul Darte los motivos de quejas, ''en un agravio superior a todos: la retencin de las provincias de Jan y Mainas, de que deba por lo mismo ocuparse con toda preferencia; por
cuanto absuelto ste, sera muy fcil llegar a la satisfaccin mutua de todos los dems: que ya en calidad de agravio, como para ir facilitando la negociacin cardinal de que estaba encargado, y como el mejor medio de llegar cuanto antes a uno y otro objeto, crea de su deber fijar y fijaba, como acto previo a toda otra ulterior negociacin, arreglo y reparacin, que se estipule aqu la inmediata devolucin de las enunciadas provincias de Jan y Mainas, como el nico medio de hacer desaparecer el agravio, poniendo trmino a los perjuicios que ha sufrido y sufre el Ecuador a consecuencia de la retencin". Charun expres que luego se repeta la intimacin de Quito, slo variando en las palabras, y r,e iiifera un nuevo agravio al Per. Colocada en este terreno y en este tono la cuestin,
:
no era posible discutir, e interpelado el plenipotenciario del Ecuador si consideraba como derecho perfecto el que
alegaba sobre esas provincias, repuso afirmativamente, pero que oira y tomara en consideracin las observaciones. Luego, deca el plenipotenciario del Per, el derecho es cuestionable, hgase esta declaracin previa, y entremos luego al debate. El general Darte no acept este temperamento. Este protocolo es curiossimo por la actitud de los negociadores y la vivacddad del dilogo: voy a citar el prrafo siguiente: "El ministro del Per dijo entoncei:: yo no entrar a tratar de ningn punto, mientras no se
370
acla^re
VICEXTE
G.
QUESADA
bien la cuestin del seor Len, porque no dejar pendiente el crdito de un ministro peruano: el seor Len ha recibido un insulto en el hecho de habrsele obligado a pedir su pasaporte". Despus de un debate acalorado, el plenipotenciario peruano dijo: ''no entrar a tratar de materia alguna, mientr|is no se estipule aqu la satisfaccin de Xf^^ .^-^ravios que ha recibido el ^'^^ seguridades de no repetir mientras no c" Per,
esos agravios".
El
pt.^.^^^^jiciario del
Ecuador
se n^g porque no
convena en que el Ecuador hubiera agraviado al Per, y ''no poda continuar en las negociaciones". As terminaron estas malhadadas conferencias, por la imprudencia y falta de tacto en los negociadores, tan vehementes como poco flexibles a la razn, a la prudencia y, lo dir con franqueza, a la cultura social. El 19 de abril el general Darte pidi sus pasaportes y aprovech la ocasin para exponer los antecedentes de la negociacin. La 'rplica tiene fecha 22 de abril, y recordando a su vez el ministro de relaciones exteriores la "moderacin, el sufrimiento y an la generosidad del gobierno peruano" para con el Ecuador, califica de "escandaloso desprecio de la nacin entera" en la negociadicin malograda de Len: "estpido y cobarde ce no generoso ni benvolo se interpretara tal si-
lencio".
ticas, revela sin
de los plenipotenciarios. En la nota ya citada, al contraerse al verdadero fondo de la controversia, a los lmites disputados, deca el ministro de relaciones exteriores del Per: "La cesin inconsulta de un vasto territorio no es estudiada an en cuanto a sus ventajas y puntos de relacin con el Per para su comercio, seguridad, riqueza y poblacin, de que la nacin se encuentra en antigua posesn, y cuyos habitantes hacen parte de la asociacin peruana y han contribuido a los actos constitutivofi de sta, sera por s misma reputada como un hecho altamente punible en el gobierno, que sin examinar los ttulos de justicia y pesar maduramente los resultados, procediese a sancionar aqul". Qu habra contestado Darte si para proseguir en los tratados se le hubiera exigido la desmembracin, in-
37
mediata y sin examen, del territorio ecuatoriano en la devolucin de las provincias de Mainas y de Quijos, respecto de las que el Per puede alegar fuertes y antiguos derechos? Intimaciones de tal naturaleza, acompaadas de una absoluta negativa a sujetar las exigencias al dominio de la razn, nico medio 'Concedido a los hombres para deslindar sus derechos, hacen imposible la prosecucin de cualquier tratado, manifiestan que las pasiones ocupan el lugar del raciocinio. Lo singular es que por dos veces se repite el hecho, que despus de pedidos y otorgados los pasaportes, continan los plenipotenciaris una diiscusin que de hecho debi terminar oficialmente, o reabrirse nuevamente la negociacin. Pareca que queran detenerse y evitar la guerra, despus de conducir el debate con petoilante arro.
gancia.
*' Pnganse las cosas del modo Charun contina que le sean ms favorables, dando cuanto valor se quiera al tratado de 1829 y se ver que el Per no ha falta.
do a lo entonces convenido. Se estipul en su tratado con Colombia que los lmites fuesen los mismos que tenan antes de su independenoia los antiguots virreinatos de Nueva Granada y el Per, con las solis variaicipnes que juaguen
conveniente acordar entre s y a fin de obtener este resultado a la mayor brevedad posible, se convino en nombrar una comisin que recorriese, arreglase, rectificase y fijase la lnea divisoria. Del contenido de estos artculos del tratado que ms favorece al E'Cuador, resulta claramente que no es incuestionable su derecho a las provincias cuya inmediata devoluoin se ha exigido; que al es indispensiable el examen de si ellas estaban o no tiempo de la independencia entre los lmites del virreinato del Per, que para esto han debido nombrarse comisionados, lo que las circunstancias de ambas repblicas no han permitido hasta el presente, y finalmente, que no habiendo habido falta en este particular de parte del Per, aun euando fuesen subsistentesi los tratados de 1829, no es un agravio haberse mantenido en posesin de Mainas y Jan, qu'e cree pertenecerles pues en ese tratado son dos muy diferentes puntos los que deben 1. que los lmites sean los de los anconsiderarse teriores virreinatos; esto es lo en ellas convenido; 2.^ si entre los lmites del de Nueva Granada estn las provineia reclamadas: esto es lo ouestionable, aun admi;
372
VICENTE
G.
QXTESADA
tido d. tratado con Coiloimbia en vigor con la repiiblica ecuatoriana ". Termina con osta declaracin: ''qne el
por que Uegae la oportmiidad de transigir sus diferencias bajo mejores anspieios, por que nna buena y franca inteligencia haga desaparecer recelos entre dos naciiones que desean eficazmente restablecer la ms perfecta amistad que inevitables sucesos hacen apa-
Per
slo ansia
asombro por
de los hechos referentes a la negociacin, y termina as: '*No se alcanza a descubrir por qu misteriosa confusin de ideas, quiere darse
la d'esfiguracin!
a la devoluon de un territorio ajeno el mismo valor que a una cesin inconsulta de territorio propio. Los derechos del Eeuaidor sobre Jan y Mainas, soai: perfeietos y el Per se ha ligado, adems, por un tratado. bien sea que ste se considere o no vigente por S.E. el seor Charun, los derechos del Ecuador son y sern
;
siempre los mismos". El peruano juzgaba en estos trminos esta niota: **Ios trminos impropios, descomedidos y aun insultantes, en que est concebida, son un nuevo argumento de lo que podra esperarse de un negociador que no ha sabido contenerse en los trminos de la moderacin que le sealaba su carcter pblico". Se acusaba al general Flores de combinaciones con el mariscal Santa Cmiz pa-ra atacar al Per, que para intimaciones para producir mayor dese]lo procuraba contento, mientras se supona que Carvo negociaba con Ballivian para impedir inteligencias con el Per; se negociaba con mutua desconanza, y los negociadores eran apasionados, vehementes, y completamente ajenos a la prudencia y mesura que puede conducir a un arreglo. Conviene darse cuenta del ttulo legal en que poda fundarse la controversia. El Ecuador exiga el cumplimiento del tratado de lmites de 1829, el Per no negaba abiertamente su validez ni sostena con clarada d su abrogacin, ni entraba al fondo de la cuestin; es despus de rotas las negociaciones, que el ministro del Per coloca la cuestin en su verdadero terreno, a
saber: Mainas y Jan pertenecan al virreinato del Per c al de Nueva Granada, esto era lo que debi averiguarse, y establecida la verdad legal, se haba tratado de apli-
el
sealamiento de
373
las fronteras
al
trazo de !a
En inters de la verdad! histrica,, foindamento del derecho internacional latino-americano, voy a compulsar
documentos oficiales que sirven para resolver tranquilamente una disidencia, desviada de una solucin tranquila, por la pasin de los negodadores y por esas afinidades, que han sido tan perniciosas a los partidos de las repblicas interesadas, en ligarse y en intervenir en los negocios del estado vecino, como medio de asegurar la estabilidad en el poder. La real cdula de 15 de julio de 1802, es el documento capital de la controversia El rey se dirige al arzobispo de Lima, diciendo: "Para resolver mi consejo de las Indias el expediente sobre el gobierno temporal de las misiones de Mainas, en la provincia de Quito, pidi informe a don Franeisco Requena, gobernador y coma7idante general que fu de ellas, y actual ministro del propio tribunal^ y lo ejecut en 1. de abril de 1799, remitindose a otro que dio con fecha 29 de marzo anterior, acerca de las misiones del ro Ucayali, -en que propuso, para el adelantamiento espiritual y temporal de unas y otras, que el gobierno y comandancia general de Mainas sean dependientes de ese virreinato, segregndose del de Santa Fe todo el territorio que las comprenda, como aisimiismo otros terrenos y misiones confinanites con las propias de Mainas, exis lentes en los ros apo, Putiimiayo y Yapur: que todas Propaganda al colegio de estas misiones se agreguen laotualmente tiene las que estn fie de Oeopa, el cual por los ros Ucayali, Guallaga y otros colaterales con pueblois, en las montaas inmeidiiatas a estos ros, por ser
aquellos misioneros los que ms conservan el fervor de su destino: que se erdja un obispadlo que comprenda todas estas misiones, reunidas con otros varios pueblos y curatos prximos a ellas, que pertenecen a diferentes dicesis
y pueden ser visitados por este nuevo prelado, el cual podr prestar por aquellos pases de montaas los socorros espirituales que no pueden los misioneros de difereaojtes religiones y provincias, que las sirven los distintos superiiores regulares de ellas, ni los mismos obispes que en el da extienden su jurisdiccin por aquellos vastos
y dilatados territorios poco poblados de cristianos^ y en que se hallan todava muchos infieles, sin haber entrado
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VICENTE
G.
QUESADA
desgraciadamente en el gremio de. la santa iglesia. Sobre estos tres puntos inform el diciho minisitro Requena, se hallan las misiones de Mainas en el mayor deterioro, y que slo podran adelantarse estando pendientes de ese virreinato, desde donde podan ser ms pronto auxiliadas, mejor defendidas, y fomentarse algn comercio, por strr aiccesibles todo el ao los caminos de esta ciudad a Ijs embarcaderos de Jan, Moyobamba, Liamos, Playa Grande, y otros puertos, todos en distintos ros, que dan entrada a aquellas diversas misiones, siendo el temperamento de ellas muy anlogo con el que se experimenta en los vallas de la costa al norte de esa capital. Expuso tambin que era muy preciso que los misioneros de toda aquella gobernacin, y de los pases que deba comprender el nuevo obispado, fuesen de un mismo instituto y de una provincia, con verdadera vocacin para propagar el evanlos del colegio de Oropa las gelio; y que sirviendo ros Guallaga y Ucayali, sera muy conmisiones de los veniente se encargase tambin de todas las dems que propona incorporar bajo la misma nueva dicesis, de 'conformidad! que todos *lots pueblos que a sta se le asignasen fuesen servidos por los expresados miiisioneros de Oropa, y tuviesen stos variosi curatos y hospicios a la entrada de las montaas por diferentes caminos, en que poder descansar y recogerse en sus incursiones religiosas. LUtimamente inform el mismo ministro que, por la conveniencia de confrontar en cuanto fuese posible la extensin militar de aquella comandancia general de Mainas, con el espritu del nuevo obispado, deba ste dilatai^c no slo por el ro Maran abajo, hasta las fronteras de las colonias portuguesas, sino tambin por los dems ros que en aqul desemtboican y atraviesan todo aquel bajo y dilatado pas, de uniforme tempemmento, transitable por la navegacin de sus ^aguas, extendindose tampin su jurisdiccin a otros curatos que estn a poea distancia de los ros, eon corto y fel cammo de montaa, intermedio a los cuales, por la situacin en que se hallan,
los han visitados sus respectivos prelados diocesanos a que pertenecen''. Como se sabe, en estos casos se formaba expediente, los Qformes de las autoridades o de antiguos f-.e reunan empleados conocedori\s de los territorios, informaba la contadura de Indias, los fiscales en sus consultas y pareceres, y en vista de todo estos antecedentes, el rey
nunca
375
^ar
disposicin dictada dice: **He resuelto y mando a^rea ese virreinato el igobieraio y coanandaiiicia general de Mainas, con los pueblos del gobierno de Quijos, excep-
de Papayaeta, y que aquella comandancia general no slo por el ro Maran abajo hasta las fronteras de las colonias portuguesas, sino tambin por todos los dems ros que entran al mismo Maran por Ku mairgen septentrional, y meridional, como son: Morona, Gual'laga, Pastasa., Uicayali, apo, Ya,var, Putiumayo, Yaipur y otrois menos consiide rabies hasta el pasaje en que estos mismos por sus altos y ra<udales inaccesibles, no ipuedeu iser navegables, debiendo quedar tambin a la misma comandaneia general, los pueblos de Lamos y Moyobamba, para confrontar en lo posiMe la jurisdiccin eclesiistica y militar <de aquellos territorios. A>s)imismo h resuelto poner todos esos pueblos y misiones reun^d'os a cargo del colegio apostlico de Santa Rosa de Ocopa, de ese arzobispado, y que luego que les estn encomendadas las doctrinas de todos los pueblos que comprende la jurisdiccin designada a la expresada comandancia general, y nuevo obispado de Misiones que tengo determinado se erija, disponga mi virrey de Lima que, por mis reales cajas ms inmediatas, ge satisfaga sin demora a cada religioso... Igualmeute be resuelto erigir un obispado en dichas misiones, sufragneo de ese arzobispado, a cuyo fin se obtendr de Su Santidad el correspondiente breve, debiendo componerse el nuevo obispado de todas las conversiones que actualmente sirven las misiones de Ocopa por los ros Guallaga, Ucayali y por los caminos de montaas que sirven de entrada a ellos, y estn en la jurisdiccin de ese arzobispadc, de los curatos de Lamos, Moyobamba y Santiago de las Montaas^ pertenecientes ai obispado de Trujillo; de todas las misiones de Mainas; de los curatos de la provincia de Quijos, excepto el do Pallaeta de la doctrina de Canelos en el ro Bobonasa, servida por P.P. dominicos de las misiones de religiosos mercenarios en la parte inferior del ro Putumayo, y en el Yapur, llamada de Sucumbios, que estaban a cargo de los P.P. franciscanos de Popayan; sin que puedam por esta razn separarse los eclesisticos seculares o regulares que sirven todas las referidas misiones o curato el
eo extienda,
:
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tos,
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hasta que el nuevo obispo disponga lo conveniente...'' Termina por la sabida frmula: "Y os lo i)artiipo para que, como os lo ruego y encargo, diiisipongis tenga el debido y puntual cumplimiento la citada mi real determinacin, en inteligencia que para el mismo efecto comunica por cdula y oficios de esta fecha a los vi e rreyes de Lima y Santa Fe, s\ presidente de Quito, al comisario general de Indias de la religin de San Francisco, y a los reverendos obispos de Trujillo y Quito. Y de esta cdula se tomar razn en la contadura general del referido mi consejo, y por los ministros de mi real haicienda en las cajias de esa ciudad' de Lima. Dada en Madrid a 15 de julio de 1802. Yo El Rey. Por mandato del rey nuestro seor. Silvestre Collar^ Para corroborar aun ms la decisiva importancia de esta real cdula, y para probar que no as exacta la aseveracin de algunos publicistas ecuatorianos, de que esa real cdula no fu cumplida, voy a citar la siguiente El Bey presidente de mi real audiencia de la ciudad de Quito. Para resolver mi consejo de las Indias el expediente sobre el gobierno temporal de las misiones de Mainas en esa provincia, pidi informe a don Francisco Requena, gobernador y comandante general que fu de ellas, y actual ministro del propio tribunal, y lo ejecut en 1.*" de abril de 1799, remitindose a otro que dio con fecha 29 de marzo anterior, acerca de las misiones del ro Ucayali, en que propuso para el adelantamiento espiritual y temporal de unas y otras, que, el gobierno y comandancia general de Mainas, sea dependiente del virreinato de Lima, segregando del de Santa Fe y de la jurisdiccin de esa real audiencia todo el te-
'
'
rritorio
que
las
te-
y Yapur
que
" da fide de Ocopa. El expediente vino a ser completado con el referido informe de Requena, del cual se hace referencia en la real cdula antes reproducida, en mrito de todo lo cual el rey resolvi: ''se tenga por segregado del virreinato de Santa Fe y de esa provincia, y agregado al virreinato de Lima, el gobierno y comandancia general de Mainas,
.
377
<^on
gobierno de Quijos, exciepto el de Ppallaeta, por estar todos a las orillas del ro apo o en sus inmediaciones, extendindose la nueva comandancia ceneral, no slo por el ro Mar ann abajo, hasta las fronteras de las colonias portuguesas, sino tambin por todos los dems ros que entran al mismo Maran por '^ sus mrgenes septentrional y ijieridional.
los
puertos
'del
en que se hizo saber al virrey de Tiima la resolucin de S. M., se lee: ''a cuyo fin os m^ndo, me quedando como quedan agregados los gobiernos de Mainas y de Quijos a ese virreinato, auxiliis con cuantas providencias juzguis necesarias, y os pidiese el comandante general, y que sirva en ellos no slo para el adelantamiento y conservacin de los pueblos, y custodia de los misioneros, sino tambin para la seguridad de esos mis dominios, impidiendo se adelanten por ellos los vaj^allos de la corona de Portugal, nombrando los cabos subalternos, o tenientes gobernadores que os nareciese r-ecesario psra la defensa de esas fronteras y administracin de justicia".
la real cdula
En
Esas resoluciones son claras y terminantes. La desmembracin del virreinato de Santa Fe se hace en virtud de los informes que ilustran la materia, y que forma'n
el
se le segresraron dos
provincias,
ms
cuya demarcacin se indica. La medida dictada por el soberano se comunica al virrey de Santa Fe, a la real audiencia de Quito, a cuyo distrito
pertenecan precisamente los territorios segregados, y al virrey de Lima, a cuyo virreinato se mandan agregar. somo el rey resuelve a la vez formar un nuevo obispado, se comunica al diocesano de cuya dicesis se desmembran, al arzobisipo de Lima, del cual deba ser sufraigneo el nuevo obispado. No se trata de una comisin ad Ji^ sino de una demarcacin definitiva, dentro de cuyos lmites geogrficos coincide el gobierno militar y poltico,
l'a
jurisdiccin judiicial
eclesistica.
Siete cdulas, mutatis mutandis, se dirigen a las diversas autoridades, para que todas sepan cual es la voluntad soberana del rey.
De manera que
las provincias
nombradas y
los de-
ms, terrenos agregados formaban parte del disitrito del virreinato del Per, cuyos lmites reconoci el tratado
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Ecuador.
El virreinato de Nueva Granada qued, pues, disminuido, y aumentado el de Lima con los territorios que
se le
mandaba
agregar.
Se ha pretendido empero que esta real cdula no tuvo sancin legal por haber sido vicioso su origen y no llevar el pase del virrey de Nueva Granada, agregndose que el presidente de Quito, barn de Carondelet, haba reclamado de ella usando de la facultad que le acuerda la ley 24, tt. 2 lib. l.^Recopilacin de Indias, que permita suplicar los mandamientos, cdulas y provisiones, siempre que de ello se siguiese escndalo conocido o perjuicio irreparable.
Pero el Per ha expuesto que la autoridad del soberano no tena lmites, y que los virreyes y presidentes no podan legalmente suplicar de las desmembraciones de sus gobiernos, sino en casos graves-; que sus observa(vioues no tenan efecto suspensivo, sino meramente devolutivo, en el caso que el rey revocase expresamente su mandato: que esa facultad no puede equipararse a veto, ni menos supender para siempre una resolucin solemne. Los virreyes y presidentes eran simples delegados del soberano, por quien estaban investidos 3e autoridad la splica era un recurso de gracia, que no puede parangonarse a la suspensin de pase o exequtur, pues tal poder jams les fu, ni mido serles otorgado. La cdula de 1802. que tiene la fuerza de una ley, no poda ser derogada sino por el monarca mismo. Para desvirtuar, pues, la fuerza de esa resolucin, para pretender que fu abrogada, sera necesario probar que la splica del virrey de Nueva Granada y del
;
presidente de Quito, caso de ser exacto el hecho, fu fitendida por el rey, quien revio la cdula citada. Este liecho no se ha probado, pero ni intentado probarse. Por el contrario, en vez de ser revocada la cdula de
demarcaciones gubernativas fueron ratificadas de octubre de 1805, cuando se obtuvo vov la aprobacin pontificia para la ereccin del obispado de Madnas, sufra flaneo del arzobispad'o de Limai ''Ahora si desde 1802 hasta dice el gobierno de Lima, bien-, Is independencia de las colonias, los comandantes generales de la provincia de Main as, y por consiguiente las
:!802, esas
la cdula de 7
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autoridades subalternas obtuvieron nombramiento de los virreyes de Lima, y si tampoco en los aos subsiguientes fueron modificadas las disposiciones de la cdula de
1802, es claro que conforme a ellas ha sido establecida la jurisdiccin poltica del Per".
real cdula de 7 de octubre de 1805 concede al obispo de Mainas facultad para que, de acuerdo con el
La
gobernador comandante general de Mainas, asignase el territorio que debiera tener la mitra, levantase el plano y lo remitiese al rey. El oficio dirigido al marqus de Aviles, virrey de Lima, por Miguel Tadeo Fernndez de Crdova, pidiendo se le auxilie con libros para continuar la cuenta de Id expedicin de lmites de 1806, prueba la vigencia
de la cdula, y el virrey lo acuerda, as como remite medicinas; mandando se d aviso al gobernador de Mai actos de verdadera jurisdiccin gubernativa. En as b de mayo de 1809 fija el sueldo que debe gozar Toms de Cuestas, como gobernador interino de Mainas, distrito del virreinato de Lima. En 7 de junio de 1809, el virrey Abascal dicta el siguiente decreto: ^'Por cuanto, hallndose vacante el empleo de gobernador del partido de Mainas, jurisdiccin de esta capitana general. he provedo en 27 de mayo del presente ao confiriendo este cargo al teniente coronel del ejrcito de ingenieros, don Toms Costas, mandndole en su \rtud extender el presente ttulo; por tanto, en nombre de S. M. Q. D. G. y como su virrey f^obernador y capitn general, os nombro, elijo y proveo a vos el referido teniente coronel de ingenieros, don Toms de Costas, por gobernador interino del citado par" tido de Mainas. En 1810 el virrey Abascal pone el cmplase al nombramiento hecho por la junta de Sevilla en octubre de 1809, como gobernador militar y poltico de la provincia de Mainas a favor de Diego Calvo. En la relacin de gobierno dirigida por el virrey de Nueva Granada, Pedro de Mendiameta, en diciembre de 1803, dice: '^Otra novedad en punto a gobierno acaba de hacerse, segregando de la jurisdiccin de este virreinato el gobierno de Mainas y agregndolo al Per determinacin esta que por mi parte he cumplido terminantemente, sin que me haya ocurrido cosa alguna
:
. .
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representar cerca de ella; porque en efecto, la distancia de Mainas no slo con respe'cto a esta capital, retsidencia del virrey, sino de la presidencia de Qnito, a cuya comandancia general estaba subordinado aquel gobierno, la hacan poco accesible a las p-^ovidencias, y su
Ciue
dependencia era un verdadero gravamen para este erario, por la comisin que tiene anexa la divisin de lmitc^ con Portugal hacia el Maran". Estos documentos prueban que el Per no tena ra;^n alguna, ni siquiera inconveniencia, en negarse a cumplir el tratado de 1829 que por el contrario, si sus plenipotenciarios Len y Cha.nin, lail entenderse el primero con Valdivieso en Quito, y el segundo con el general Darte en Lima, hubieran aceptado aquel punto de partida, la cuestin se habra reducido a averiguar si Mainas o Jan pertenecan en la poca de la indepen;
dencia al virlreinato del Per o al ide Nueva Gratnada. Los antecedentes oficiales que he reproducido prueb'^n que fu desmembrado el virreinato de Santa Fe y la de Quito, para agregar al diatirito del del t: residencia provincia de Mainas v pueblos de Quijos luego, Per la pues, pactado que el lmite divisorio de estos virreinatos era el de las dos repblicas del Per y Colombia, es evidente que el Ecuador no poda intentar anular la real cdula que desmembr el distrito del virreinato de Nueva Granada, y que careca de accin y ttulo para nedir reivindicaciones de las provincias de Mainas y Quiios. Muy diverso era el caso respecto a la provincia de Jan, incorporada al Per en 1821, cuando formaba parte del territorio de la antigua Colombia, y por lo tanto dentix) dd dfistrito del virreinato de Santa Fe. La diacuin tena, pues, dos puntas diversos de partida, porque se trataba de hechos esencialmente diversos. Los plenipotenciarios peruanos ignoraban tal vez la existencia de los documentos oficiales de que podan hacer uso piara probar que las provincias de Madnais y Quijos haban sido expresamente incorporadas al distrito del virreinato del Per por la cdula de 1802, confirmada 3)or otra de 1819, y por tanto, amparndose en el uU j.ossidetis del ao diez, la cuestin deba resolverse a su favor. No deban, pues, resistir bajo este aspecto el cump:lmiento en este tratado; no tenan ttulo legal para retener la posesin de la provincia de Jan, que deba
;
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Ecuador. De manera que, embarazados en Ja negociacin, faltos de la lealtad con que deben observarse los tratados, complicaron una cuestin con otra, y por retener todos los territorios disputados, ni sostenan la validez, ni la abrogacin del tr altado d'e 1829. Encontrbanse en la mismsima situacin de los plenipotenciarios ecuatorianos: el tratado de 1829 les favoreca para reclamar a Jan, pero les impeda pretender la restitucin de las provincias de Mainas y de Quijos. El plenipotenciario Valdivieso, afirmando que la cdula de 1802 no haba sido cumplida, falseaba la historia^ pues basta el testimonio del virrey de Nueva Granada, Mendiameta, que reconoce baberla cumplido terminantemente, dando razn justificada de la excelencia de la medida. Y tan mal informado se encontraba el plenipotenciario del Kcuador, que apelaba a los gegrafos modernos que enumeran a Mainas como provincia de Quito; como si la ignorancia frecuente de stos en las demarcaciones en Amrica, hiciese ganar o perder derechos. Acaso porque los gegrafos pretenden que la Patagonia es un territorio independiente, ha perdido la Repblica Argentina los ttulos de su soberana con arreglo al uti possidetis del ao diez? Sorprndeme empero el poco bagaje histrico que posea Lien, quien habra iconfundido al plenipotenciario del Ecuador con la simple exhibicin de los documentos que publico, y que son ya conocidos desde que fueron impresos posteriormente en Caracas en 1859 y en 1860; y en Lima en 1862. "Tal rabin 'cree tener el Per, en esa disputa con el Ecuador, que una de las causas que le movieron ulteriormente a declararle la guerra, aun no concluida entre ambos estados, fu haber querido el gobierno ecuatoriano desprenderse por adjudicacin o venta, en favor de extraos poderosos, de importantes porciones territoriales situadas dentro del de las antiguas misiones de Mainas, y declarar universalmente libre la naveigaicin del Morona, Huallaga, Pastaza, apo y Putumayo, enumerados en la real cdula de 1802". (1). El Ecuador, pues, que pedia con vehemencia el cumplimiento del tratado de 1829, por el cual el Peni
Alemaria ofrecida a la consideracin de loa honoraVles (1) madores y diputados, etc. Caracas 3860.
se.
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y Colombia reconocan como lmites los de los virreinatos del Per y Nueva Granada, se encontraba en la imposibilidad de reclamar las provincias de Mainas y Quipuesto que al hablar de los lmites jos, pero no de Jan de los virreinatos implcitamente se entenda los que te;
nan en
poca de la independencia. La provincia de Jan, evidentemente, no est comI)rendida en la real cdula de 1802. Esta provincia confina al sur con los corregimientos del Piura y Lambayeque, al oeste con el de Piura, al norte con el de Loja y al oriente con el de Mainas. Este territorio haca parte de la presidencia de Quito, y como no fu expresamente comprendido en la desmembracin de la cdula ya citada, es indudable que continu formando parte del distrito de aquella real audiencia. Para probar el iti possidetis del ao dez, bastar recordar que desde 1803 a 1815, desempe el gobierno de Jan, don Jos Ignacio Checa, rindiendo sus cuentas ante la contadura de Quito. Ms an habiendo solicitado el referido gobernador fuese promovido a otro gobierno, el presidente de Quito inform en estos trminos: ''Seor: siendo ciertos y notorios los mritos del gobernador de la provincia de Jan de Bracamoros, don Jos Ignacio Checa, cons tantes de los docuientos que acompaa; igualmente que la fidelidad con que se ha conducido en las revoluciones de esas provincias y los clilatados aos que ha empleado en el servicio de V. M., le hacen desde luego acreedor a que se le traslade a uno dle los gobiernos del Per con el grado militar que solicita. Quito y febrero 7 Torillo Montes' de 1816. Este informe prueba que esta provincia dependa del distrito de la presidencia 3e Quito, y que el gobierno del virreinato del Per constitua otro distrito gubernativo diferente, segn el tenor literal del informe. De manera que ese territorio o provincia, con arreglo al iiti possidetis del ao diez, pertenece a la repblica del Ecuador. Fu en 1821 que Jan se adhiri al Per por un movimiento revolucionario este acto es contrario a lo pactado en el tratado de Guayaquil, y si esa provincia, o cualquier otro territorio se hubiesen desmembrado moi'U proprio, deben volver at estado a cuyo territorio perla
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pactado y esto importa el principio del uti possidetis del ao diez. Evidente es que el Per no poda <eder a los dos ultimtums que le exigan entrega de todos los territorosi disputados; porque el territorio de Mainas y Quijos le corresponda por Ta cdula de 1802 y le haba sido reconocido, menos la provincia de Jan, por el tratado celebrado con Colombia en 1829, cuya vigencia sostena el Ecuador y cuyo cumplimiento reclamaba. La guerra, pues, fu para deender parte del territorio de su soberana; 1-ero quiz esa guerra se hubiera evitado si sus plenipotenciarios hubieran conocido mejor la cuestin que deban tratar, y si en vez del tono irritante en que colocaron el debate, lo hubieran sostenido en el terreno tranquilo de la razn ambos tenan razn y a la vez pedan ms de lo que tenan derecho. Los documentos de que hago ahora referencia han sido publicados en Caracas y otros en Lima, y es proV .ble que el Ecuador haya declinado de pretensiones injustificables, y el Per no persista en retener a Jan. La cuestin quedaba planteada en el terreno en que la coloc el tratado de 1829, y la comisin demarcadora deba x^roponer el sealamiento de una frontera internacional que, tomando por base la demarcacin general de les virreinatos, propusiera lmites arcifinios y estratgi cc que concillasen los intereses recprocos, pudiendo permutarse lerritorics para obtener este fin. La historia de este debate prueba la ligereza con cue han sido dirigidas las relaciones internacionales de les estados hispano-americanos, pues resulta que lo^ dos estados se trabaron en una guerra por la mala inteligencia de un tratado.
:
Algunos escritores ecuatorianos, entre otros Villa \icencio y Moncayo, han pretendido sostener que las cdulas de 1802 y 1805 fueron anuladas, pero fu contestado el folleto del ltimo, en una publicacin annima
bajo
dice,
la(S
de los derechos del Ecuador en no slo de la cdula eclesistica de 1802 sino por la cdula poltica del mismo
esta cuestin por la publicacin
(1)
iniciales E.
P.,
Lima
1862.
(1). ''Batidos,
los defensores
Moncayo y su nuevo
Au7i las cuestiones de lmites del Ecuador, o sea Pedro folleto etc., por E. P. Lima. 1862.
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restituyendo los territorios de Quijos, Canelos y Mainas, al Per, 3^ formando de ellas la nueva provincia de Mainas, subordinada en lo eclesistico, civil y poltico a Lima, icambaron de tcitiica, y Viilavicencio, segundo adalid del Ecuador, afirm que las cdulas, a pesar de ser publicadas, no fueron jams cumplidas; que se reclam de ellas y que el virrey de Santa Fe no las obedeci. Desn^entidos tambin en estos puntos, por la publicacin de multitud de documentos impresos en el opsculo de Baladre, y en especial por el cmplase del presidente de Quito e informe del virrey de Bogot, han cambiado de argumento ... a saber que las cdulas fueron revocadas y anuladas". Para demostrar que no es exacto que esa cdula fuese revocada, adems de los documentos que he citado, voy a recordar otros, por los cuales se ver que el mismo barn de Carndelet le dio exa<3ito dunjpliimiienrto. ''Por la adjunta real cdula que en testimonio acompao, se impondr V. de haberse servido S. M. incorporar ese gobierno y misiones al virreinato del Per, separndolo del de Santa Fe, en los trminos que en ella se expresa y lo comunico a V. para su inteligencia y cumplimiento. Quito, 20 de febreDios guarde a V. miicho aos. ro de 1803. El harn de Carondelet, Recordar el auto de obedecimiento, cuyo tenor us como sigue: ''Quito, 19 de febrero de 1803. Por recibida la antecedente real cdula: Obedcese en la forma ordinaria y, para tratar de su cumplimiento, vista al seor fiscal. Corondelet. Olea'*. No es, pues, exacto que esa -cduila hubiese sido suplicada,y mucho menos que hubiese sido derogada por el rey. El presidente de Quito la obedeca, porque esa era la voluntad de su soberano el virrey de Nueva Granada la obedeci tambin, quedando desmembrado el distrito de su virreinato, como se encontr as en 1810. La vista fiscal dice: "Seor presidente superintiendente. El fiscal dice: que teniendK) V. S. obedecida esta real cdula, fechada en Madrid a 15 de julio de 1802, puede mandar se guarde, cumpla y ejecute: posndose a la real audiencia una copia legalizada para que all consit^ quedan segregados de la jurNdiiccin de distrito los territorios en ella expresados; y comunicndose a los gobernadores de Mainas y Quijos para su inteligencia y cumplimiento: que se tome razn en cay
ao,
:
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pueda convenir en justiEn Iriarte'\ Quito y febrero 19 de 1803. cia. deicretoi: la miisma fecha, dicto lel Presidente este >f Olea' Carondelet. /Como pareKe al seor fiscaii. Ms todava. El 'barn de Carondelet dirigie al gobernador Calvo, la siguiente carta: ''Quito, 22 de feMi estimado comandante general y sebrero de 1803. or: Despus de entregados los pliegos al portador, lleg el correo con la noticia que le comunico a V. de oficio, y siabiendo que haba demorado m. salida, me valgo del mismo para darle la enhorabuena, tanto de la ereccin de ese gobierno (al que se rene el de Quijos) ten comandancia general y obispado dependientes de Lima, como del arreglo de esas misiones, que tanto le han dado que hacer; ^celebrar que le prorroguen en ese mando y que consiga V. todas las satisfacciones y ventajas que le El barn desea su ms atento y seguro servidor, etc. Seor don Diego Calvo". (1) de Carondelet. Despus de reproducir estas constancias oficiales, queda demostrado el error histrico en que incurren los que pretenden que esa real cdula fu suplicada, no cumplida y derogada. Absurdo fuera que se hubiera sostenido que esa real cdula no hubiera sido cumplida por el virrey del Per; pero en el deseo de poner en evidencia los hechos histlicos, fundamento del uti possidetis del ao diez, quiero demostrar que el virrey del Per, le dio oficial obedecimiento. ''Lamia, 14 <de marzo de 1803. Por recibida la real cdula de^S. M. gurdese y cmplase segn y cmo en ella se contiene, y reservndose el original en mi secretara de cmara, saqese copia certificada de ella y trigase. El marqus de Aviles. Simn Rahago".
jas reales para los efectos que
Para mayor eselarecimiento, voy a reprodiueir la vista fiscal: "Exmo. seor El fiiscal, vista la real cdula de 15 de julio de 1802 sobre la ereccin del nuevo obispado de Mainas, dice: que para su ejecucin y cumplimiento y facilitar las providencias que convengan ha-
cer
ms
til
espiritual
(1)
Documentos encontrados ltimamente en el Archivo ofide la sub-prefectura de Moyoharnha, que ^acreditan la posesin del Per sobre los territorios de Quijo y Canelos y que forman el complemento de loa publicados anteriormente. Lima 1860. i v en folio de 107 pg.
cial
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brbaras a que se ha de extender la ouria episcopal y gobierno poltico de S. M., le parece al fiscal conveniente se levante y saque un plano topogrfico de la demarcacin y lmites del nuevo gobierno y obispado, con arreglo a ila real dula, y quie asimismo se forme un itinerario de todos los pueblosl de conversionesi, curatos y hospicios expresados en dicha real cdula. Y sin embargo de que los seores virrey de Santa Fe y presidente, de Quito, y los reverendos diocesanos, es regular hayan recibido las reales cdulas que con la misma fecha se los expidieron para el mismo objeto, considera el fiscal que V. E., siendo servido, les participe haber empezado a librar providencia en este negocio, a fin de que oportunamente concurran todos a su logro, y asimismo encargue V. E. al discreto provincial de San Francisco, la entrega del convento de Hu:nues a los padres misiion^!ros de Ocopa, de que ya le habr ordenado el reverendo padre comiisario general de Indias ..." Indica el mismo fiscal Correa la inconveniencia de encomendar la demarcacin al padre comisario y prefecto de misiones, fray J. Manuel Sobrevida, por el conocimienito que tiene en todio lo pjerteneciente a los territorios de Mainas hasta las colonias portuguesas, como se justifica por el plan y viajes que public en El Mercurio Peruano el ao 1791. El virrey Aviles, en virtud de lo expuesto por el fl^al y, "respeicto de tener S. M. resuelta la agregacin del gobiemo de Mainas a este virreinato", ordena que el gobenador d cuenta de cuanto necesite como ''tambiin para la seguridad de aquellos dominios, hiacienido se levante y forme el respectivo plano topogrfico de la cl^marcacin y lmites de dicho gobierno y obispado nuevamente erigido" con arreglo a lo que dispona la ya citada cd^a de 1802, entre otros objetoisi, piara proceder al nombramiento de cabos subalternos y tenientes del mismo gobierno, para defensa de las frontera y buena administracin de justicia. Despus de conocer estos documentos oficiales, no h^y posibilidad de negar que el uti possidetis del ao diez encontr a estas provincias formando parte integrante del virreinato del Per, y por consiguiente que la repblica del Ecuador no tena razn ni dei^echo para pretender que en virtud del tratado de Guayaquil, entre Colombia y el Per, por el cual se reconocan por
387
lmites respectivos el de los virreinatos, se le entreguen provincias y territorios que el rey, como soberano de estos dominios, segreg del virreinato de Santa Fe y agreg al del Per; resolucin que fu acatada, cumpli-
da y no revocada.
antes que el virrey Pedro Mendiaanetia y en la memoria de gobierno que dirigi a su suMusquiz, eeisor Antondo Arar y Borbn, le idi icuenta de esta novedad y segregaein de provincias y territorios de la jurisdiccin del virreinato de Santa Fe.
ciit
Ya
Y por ltimo, y oomio prueba comiplemientiaria, dir que hasta 1819 el rey consider la gobernacin de Maiuas y Quijos como dependencia dd virreinato del Per, pues la real cdula de esa fecha ratifica y confirma la de 1802. Testimonios numerosos en favor de los derechos Dodel Per pueden consultarse en la publicacin: cumentos de Moyobamha relatvvos a Quijos y Camelos, Lima, 1860. Sin embargo, Moneayo sostiene a su vez que la real cdula de 1802 fu revocada, y que fueron restituidas a la presidencia de Quito las provincias desmembradas. En 1816, dice, una real orden manda al virrey
'
'
de Lima devolver todo el distrito de esa provincia al gobierno de que haba dependido siempre, con los mismos lmites y territorios que posea al tiempo de la segregacin. El virrey, don Joaqun de la Pezuela comunic esa real orden al presidente de Quito, aadindole que le enviaba diversos expedientes relativos a esa provincia". Antes de reproducir el documento que copia Moncayo, debo observar que, cuando se segregaba o anexaba un territorio o provincia de un gobierno a otro gobierno, se proceda oyendo a las autoridades de uno y de otro, formndose expedientes ten lais Jnformaiciones requeridas, y se expedan luego diversas reales cdulas comunicando la desmembracin. En el presente caso no se hace referencia a tal expediente, no se encuentran o no se citan los antecedentes del caso, que debieron obrar en Lima y Quito y encontrarse en el archivo de Indias, y cuando se de la presidencia de Quito la sabe que para separar provincia de Mainas y territorios de Quijos se expidieren siete reales cdulas, se pretende ahora que to-lo eso fu revocado y anulado, citndose el siguiente doeumenExcmo. seor. Luego que se to, que analizar despus
^
:
'
388
VICENTE
G.
QUES^DA
S.
M.
de
de Samta Fe
el distrito^
mi antecesor al Je V. E. diversos expedientes relativos a ella, que se hallaban en la secretara de esta superioridad, y cuyo recibo acus esa pre^idencia en 22 de septiembre de 1816. Si aun quedaron algunos expedientes sin devolverse, provendra dicha falta de que estaran sustancindose en algunas de las oficinas o ministerios de esta capital y a fin de recogerlos ho dispuesto que con toda diligencia se soliciten, para dirigirlos a V. E. como es regular, y pide en su carta de 22 Dios guarde a V. E. muchos aos. de julio ltimo. Joaqun de la FezueW\ Lima, 23 de agosto de 1818.
esa provincia, remiti
Per insistieron eu que quedase vigente la desmembracin de la presioencia de Quito, y que en efecto Fernando VII expidi la
Moncayo
real cdula de 17 de junio de 1819 declarando la vigencia de la de 1802. Bastara esta confesin para demostiar la ninguna importancia radical dei documento pree imseparacin de territorios de un goportancia, como la biierno a otro, no se daban reales rdenes sino reales cdulas. Para devolver la provincia de Mainas al virreinato de Santa Fe debi expedirse una real cdula, en virtud de Un expediente formado con todos ios requisitos qiie las leyes de Indias exigan y no una simple orden, cuya fecha an se ignora. Adems, Pezuela dice el "distrito de
'
sente.
'
Moncayo y
sus
coadjutores se les antoja asegurar que la provincial referida es precisamente la de Mainas; quiere obligar a sus
lectores
que
as lo crean, sin
palabra infalible. Si orden que Mainas volviese a la jurisdiccin de Santa e por qu es que en junio 17 de 1819 se dirige por leal cdula al gobernador de esa provincia, Carlos Her doiza, y le dice 'Uo remitiris (el expediente de su referencia) a mi virrey de Lima para que con parecer del fiscal y A^oto consultivo de aquella mi real audiencia". y ms abajo dice: '^que lo verifiquen ese reverendo obispo y mi virrey del Per". (1).
.
.
Lima
Aun las c^^estiones de lmites del Ecuador, etc., por E. P, (1) 1862.
389
No puede, pues, racional y equitativamente suponerque en 1819 se declare vigente la real cdula de 1802, si en los anos de 1814 o 15 haBia sta sido derogada; porque las autoridades de la metrpoli jams procedieron con ligereza, y, antes al contrario, pecaron por un exceso de informiaciones y por lo tardio e 'las 'resoluciones del rey. ''En marzo de 1815 el rey de Espaa orden que el territorio de la audiencia real o presidencia de Quito dependieise inmiediiatamente de la autoridad del virrey de Lima (Moncayo, pg. 91) y Pezuela, al usar en agosto de 1818, las palabras... ''S. M. dispuso volviese a depender de Santa Fe el distrito de esa provincia", se refiere sin duda alguna al territorio de a provincia de Quito; pues as fu en realidad". (1). Luego, pues, no se ha demostrado como lo requiere el leaso, con docueentos oficiales, terminantes y claros, que se hubiere derogado la cdula de 1802, y, lejos de eso, la real cdula de 17 de julio de 1819 declara su vigencia. La interpretacin que debe darse por lo tanto al contenido del documento de Pezuela, debe ser la que da el 'autor antes citado, refirindose al distrito de Quito, y de nniguna manera al de Mainas, expiresaimente segregado del virreinato de Santa Fe. Por estos antecedentes resulta que si, antes de inise
los
docu-
mentos publicados posteriormente, habra estado habilitado para discutir con el plenipotenciario del Ecuador, tomando por base la que ste propona, es decir, el cumplimiento del tratado de 182?, segn el cual deba respetarse el uti possidetis de 1810, y por tanto las provincias de Mainas y Quijos eran en esa fecha dependencias
gubernativas del virreinato del Per. Slo sera cuestin Ja provincia de Jan, puesto que se incorpor al Per violando aquel principio en 1820, y como esta incorporacin, no puede fundarse en resolucin del monarca espacualquiera ol sino en un movimiento revolucionario, que sea su forma, es evidente que esa provincia no es territorio del Per. Pero sobre esta materia pudo negociarse una cesin o permuta de territorio, un pacto entre los gobiernos del Per y deFEcuador, que cortase la
(1)
Obra
^go
VICENTE
Q.
QUESADA
controversia,
hubiera razones polticas que Eagan prudente que esta provincia permanezca bajo el gobierno peruano. En vez de discutir el fondo de las cuestiones de lDiites, con buena fe recproca, eludieron el debate, sin oue Len reconociese explcitamente la vigencia del tratado invocado por el Ecuador, ni sostuviese tampoco su
si
abrogacin.
somero estudio que lie hecho de los antecedentes, mientras no se presenfen documentos: claros que los desvirten, pienso que el Per tiene pleno derecho a las provincias de Mainas y de Quijos, con arreglo al principio 'del iti possidetis; y que no lo tiene absolutaniente respecto a la provincia de Jan, que es ecuatoriana con
Por
el
nrreglo al
la controversia sobre esta ltima provincia, que no est comprendida en la cdula de 1802.
Jan se incorpor al Per, como he dicho, en 1821, desde cuya fecha enva diputados al congreso y hace parte del gobierno del Per. Este hecho, cualquiera que Fean las causas que lo produjeron, es posterior al uti possidetis del ao diez, no tiene por base un acto legal del soberano espaol fu producido popularmente, e importa un fraccionamiento del territorio del Ecuador, apoyado y sostenido por el Per. Bien, pues, si se ha de cumplir el tratado de 1829, por el cual tanto el Per como Colombia reconocieron como sus respectivos lmites los que el rey haba sealado a los virreinatos del Per y de Santa Fe, el Per no puede pretender que la provincia de Jan sea peruana, porque esto est en oposicin al tratado de Guayaquil. Si la provincia de Jan de Bracamoros perteneca al distrito del virreinato de Nueva Granada en 1810, el Per no tiene ttulo, razn, ni fundamento para faltar a un tratado, y violar el principio de derecho poltico americano del uti possidetis del mo diez. Los ecuattorianos tampoco podran legtimamente pretender derecho al Cauca, que se les uni en 1830 a consecuencia de la anarqua en la antigua Colombia. El uti possidetis del ao diez tiene precisamente la ventaja de impedir esas desmembraciones, temando como punto de partida la posesin del ao diez, de otro
;
39
las segregaciones, las conquistas, las usurpaciones, consecuencia de las guerras entre los limtrofes, quedaran sancionadas an sin tratados, slo porque se invoque la soberana popular; pero los estados del sur invocaron esa soberana, y la guerra de secesin en los Estados Unidos fu hecha para consolidar el principio de la integridad de los estados. El Per no tiene razn en ev<te caso, como tampoco la tiene el Ecuador tratndose del Cauca. Es necesario hacer triunfar en todas partes la doctrina norteamericana, si los estados hispano-americanos no quieren convertirse en naciones liliputienses. Observando eon buena fe el iiti possidetis de 1810, resolviendo con arreglo a esa base histrica las cuestiones de lmites, se e^ta mezclar en las controversias internacionales las doctrinas de la soberana popular, que haran muy difcil la conservacin de la personalidad
modo
jurdica dejos estados, si cada agmpacin, territorio o provincia, pudiera segrerfaree y unirse a su vecino. La geografa poltica estara expuesta a los cambios frecuentes que producen las revoluciones en pueblo tan po<o sumisos al principio de autoridad. Nada ms leal, porque es estrictamente justo, que se cumpla el tratado de 1829, y que los lmites legales de los virreinatos en 1810, sean la base que sirva para el sealamiento de las fronteras entre el Per y el Ecuador. Pero a quin pertenecen los pueblos de la Canela y Quijos? Son peruanos? Son ec-uatorianos El Ecuador funda su derecho en la historia, arrancndolo desde la cdula ereccional de su audiencia ,en 29 de noviembre de 1563, la cual establece que tenga los pueblos de Canela y Quijos; pero no poda el irey modificar ese distrito, des'membrarlo o anexarle otros, segn' conviniera a los intereses de la corona de Espaa? Parel derecho absoluto del soberano para demarcaciones giiibernativas de sus dominios, y desde luego es la posterior la que sirve de base y fundamento legal al uti possidetis del ao diez. De manera que, siempre que se alegue una resolucin real que modifique lais primitivas gobernaciones, esta es la que debe estudiarse; (pues la hisftioria anigua,, cualquiera que ella fuere, no puede derogar, abrogar o m;odificar e^l nuevo deslinde que el rey sealara. Esas indagaciones confunden en tal caso, extravan el debate, y tienden a enredar controversias cuya solucin debe buscarse con
ceme indubitable
fijar las
392
VICENTE
G.
QUESADA
aplicacin equitativa del principio del uti possidetis del ao diez, o de la poca de la independencia, si sie '''^\ \^v quiere.
la
'
>
territorio
de 15 de julio de 1802 desmembr el gubernativo del virreinat;o de Santa Fe, segregndo/1^ la proTincia de Mainas y Qujos.
real cdula
La
Segn Moneayo, esta cdula introdujo en la provincia de Quijos ''una completa anarqua, un trastorno de aquellos que hacen perder a los pueblos todas las tratina,
diciones de la autoridad. Desde 1806 la hallamos, conobedeciendo a diferentes magistrados, que se subrogan unos a otros, tomando por asalto el poder y ejer-
cindolo discrecionalmente. En 1810 hay tres autoridades la de Diego Mel de Portugal, que haba pedido su traslacin a otro gobierno al presidente de Quito, desde 1808; la de Juan Naves, juez de Santa R-osa, que se apoder del mando aprovechndose de los disturbios polticos de Quito; y la de Juan Miguel Mel, que proclam la independencia y se adhiri al movimiento revolucionario de la capital contra el gobierno de Espaa".
:
este tpico, cedo la palabra al impugnador de Moncayo ''El gobernador legtimo, dice, era Pedro Mel de Portugal, quien en un todo depeinda deil gobierno de Lima, como se ha probado. consecuencia de la resolucin de Quito, Juan Miguel Mel, quien como luego probaremos con documentos fehacientes, era gobernador interino por la enfermedad y ausencia de &u padti^e, y proclam la dndependencia en Quijos, pero fu batido por Fernndez Alvarez y fug. Alvarez dio cuenta de su expedicin al gobierno de Lima, por el cual fu nombrado gobernador de Quijos, y desempe ese destino desde 1812 a 1815. Si Quijos hubiera dependido de Quito, es cliaro que al gobierno de Quito era al cual se debi dirigir Alvarez y no al de Lima; y estos son los documentos que Monca^^o debiera presentar... Ya hemos diicho que el gobernador legtimo era Pedro Mel de Portugal; que este se hallaba enfermo en Qudto, y sai hijo desempeaba la gobernacin. Lo probamos con la nota de Mel, pg. 47 de los Documentos de Moijahanir ha. El mismo Juan Miguel Mel que firma la nota anterior, fu el que hizo la revolucin a favor de la independencia. Naves era interino; y Alvarez no se recibi del mando de Quijos, sino despus de sofocada la revolu-
Sobre
393
como premio de sus servicios en esa ocasin". Fernndez Alvarez fu reemplazado por Eudecindo
cin,
(1) del
Castillo Renjifo, quien, segn Moncayo, se entiende simultneamente con el presidente de Quito y con el virrey de Lima, y en 1816 esta provinicia entr a formar parte de la presidencia de Quito. Moncayo^ para probar esta afirmacin, publica la nota de este gobernador, datada en apo a 12 de mayo de 1816 y dirigida al presidente de Quito, dicindole que en cumplimiento de la orden superior ha franqueado auxilios para el descubrimiento
.
de los minerales de la provincia, lo cual continuar ejecutando ''con respecto a lo muy importante de este proyecto as al real erario como al pblieo, y se lo comunico a V. E. para su superior inteligencia".
Mientras tanto, la repblica del Per ha publicado una serie de documentos oficiales para demostrar ''la no interrumpida jurisdiccin que en ellas (Mainas y Quijos) ha ejercido el Per desde 1803, hasta la poca en que el
i
nombr arbitrariamen-
Antonio Lemius gobernador de Quijos". As lo dice Carlos F. Stevenson, subprefecto y comandante litoral de Loreto, en nota datada n Moyobamba a 30 de julio
de 1860, y dirigida al ministro de relaciones exteriores del Per. En efecto, en 19 de febrero de 1803 el presidente de Quito, barn de Carondelet, previo acuerdo del fis^ cal Triarte, puso el cmplase a la cdula de 1802, y ordena a la real audiencia, para que all conste, quedar segregados de su jurisdiccin los territorios en ella expresados: que se comunique a los gobernadores de Mainas y de Quijos para su inteiligenca y oumipilimentO'. Luego, la desmembracin de estas dos provincias del virreinato de Santa Fe, fu obedecida y cumplida. Estos doeumentos icontradicen la exposicin de Antonio Matta, ministro de relaciones exteriores del Ecuador, dirigida a Cavero, y datada en Quito a 30 de noviembre de 1857. El 12 'dle 1804, el gobernador ide Quijos' acusa recibo de la cdula de 1802, por la que segrega esta p.ro^'incia del virreinato de Santia Fe. En 15 de enero dle 1805, Blas Taboada oficia d#(1)
Aun
Beuador,
etc.,
por E. P.
Lima
862.
394
VICENTE
G.
QUESADA
de Trujillo a<ompaando copia de la nota del presidente de Quito, ex<?nsndose de remitir el situado a las provincias de Mainas y de Quijos de 26 a 27.000 pesos, a que asciende anualmente, por cuanto, segregadas del distrito de su jurisdiocin, los pago o remesas deben hacerse por el virreinato de Lima o intendencia de Truji11o. Y en efectO', el virrey del Per ordena que por la tesorera de Trujillo se remita el situado por Cajamiarca y Chachapujas. El virrey de Lima marqus de Aviles, por decreto de 12 de marzo de 1806, resuelve lo siguiente: "Visto con lo informado por la contadura general de tributos, contstese al gobernador de Quijos soibre sus repesen taciones nmeros 19 y 20 transcribindole dicho informe, y previnindole que el residuo del importe de este ramo, deducidos los snodos de los curas y dems pensiolo tenga a disposicin del gobernador de Mainas, nes. en parte del situado anual que debe remitrsele de las cajas reales de Trujillo". Este acto de jurisdiccin clara y evidente, prueba que el gobierno de Quijos haca parte integrante del distrito del virreinato del Per, por cuya razn era ante que el gobernador renda las la icontadura de Lima su administracin. Y tan subordinado estaba cuentas de a la autoridad del virrey del Per, que ante ste solicitala licencia para ausentarse del lugar de su residencia, y la conceda o negaba, como se prueba por la resolucin de 14 de marzo de 1800, por la cual el marqus de A\ls concede una prrroga por 6 meses a Juan Mel de Portugal, teniente gobernador de Quijos, para que atienda a su salud en la ciudad de Quito. De manera que, si dependan directamente del viiiey de Lima los gobernadores o tenientes-gobernadores de Quijos, si rendan cuentas en la tesorera de Lima, no puede ponerse en duda que ese gobierno, mandado agregar al del Per por la ya tantas veces citada cdula de 15 de julio de 1802, constitua en 1810 parte integrante de este virreinato. En 1.** de septiembre de 1806, Juan Miguel Mel dirige oficio desde apo al gobernador de Mainas, hacindole saber que el virrey del Per le ha nombrado gobernador de Quijos; y en 11 de noviembre, el virrey de Lima, Abascal, oficia a los gobernadores de Mainas y de Quijos para el reclutamiento de milicias.
.
395
Prescindo de enumerar
la
serie
de documentos que
comprende
la relacin o ndice
de
los
documentos
relati-
ros a la posesin y dominio que tiene el Per, de la provincia de Quijos, Canelas y otros puntos en cuestin con el Ecuador y que existen en el archivo originales (1).
Del examen de estos antecedentes oficiales resulta plenamente probado el uti possidetis de 1810, y desde luego que tales provincias y territorios pertenecen al Per, no slo en virtud de aquel principio, sino de acuerdo a lo expresamente pactado por el tratado de Guayaquil. "La poltica que prevaleci en ese tratado fu la de la concordia, dice Moncayo, la justicia y la magnanimidad de principios. Los negociadores de ese ti atado, colocndose a la altura de la situacin y la de iOS estados que representaban, dejaron a un lado todo sentimiento de ambicin y de egosmo, y fijaron como bese permanente para el arreglo de lmites, una lnea clara, invariable, justa y equitativa. Los dos estados quedaban resguardados con fronteras respetables, equilibrados en sus poderes por una extensin casi igual de territorio, con ros navegables en el oriente y con derechos comunes a la navegacin del Amazonas. Colombia guardaba para s lo que haba conquistado con su sangre
y sus tesoros, y el Per tomaba pacficamente aquello cue necesitaba para fomentar su comercio y su comunicacin con
el
Atlntico ..."
Sin embargo, Moncayo refiere cual fu la lnea de demarcacin propuesta por el plenipotenciario del Per y aceptada por el de Colombia, pero no cita el expreso convenio de 1829 de tomar como base la demarcacin de los virreinatos del Per y Nueva Granada, es decir, los trminos que el rey fijara a estos dos grandes gobiernos, fundndose as en el uti possidetis de 1810 y no en las necesidades y conveniencias actuales: tomaron una base que dictaba la preponderancia y alejaba la fuerza, como era la demarcacin hecha por el rey, y no la que las dos u pblicas independientes juzgasen convenir a su ambicin, a su preponderancia, a su codicia. Este pacto reconoca la subsistencia, el vigor y la obediencia de la real cdula de 1802, ratificada despus por Fernando Vil en 1819.
(1)
cial
ofi'
396
VICENTE
G.
QUESADA
Esta real cdula dice: ''Visto en mi consejo de las if?idias y teniendo presente lo resuelto por mis reales cdulas de 15 de julio de 1802 sobre segregacin de ese gobierno y comandancia general del virreinato de Santa Fe, agregndole al de Lima y ereccin de obispado en la comprensin de los territorios que en por menor se expresan: lo que informado por el comisario general de Indias de la religin de San Francisco, por estar a cargo del colegio de Oropa todas esas misiones"... Dice por ltimo... "Que as el reglamento, como toda disposicin que acordis con ese reverendo obispo para fijar el mejor gobierno en servicio de Dios y mo, de esas misiones sujetas a vuestro mando, con arreglo a lo resuelto en mi citada real cdula de quince de julio de 1802 y colocadas por tan varios y distintos separadas unas de otras por dilatados desierros, tos y compuestas de diferentes naciones, lo remitiris para que, con parecer del fiscal a mi virrey en Lima, y otro consultivo de aquella mi real audiencia, lo apruebe y disponga se observe enteramente, basta que, dndome cuenta con todos los documentos, recaiga mi real aprobacin, como se lo prevengo por cdula... Fecho en San Yo el Bey'\ Lorenzo a 24 de octubre de 1819.
El virrey don Joaqun de la Pezuela, por nota 12 de junio de 1816, dirigida al gobernador de Mainas, le dice: "Conformndome con la propuesta que V. S. ha hecho para la provincia de Quijos, he nombrado en decreto de 10 del corriente al capitn de milicias don Rudecdndo del Castillo Renjifo, mandndole expedir el correspondiente ttulo, en clase de inter-no, hasta la resolucin de S. M. en cuya virtud dispondr V. S. se posesione de dicho cargo".
.
gobernador de Quijos en la contadura de Lima, como consta del oficio que esta oficina pas a aquel magistrado en 2 de enero de 1817.
las
Las cuentas
renda
el
he detenido en citar algunos documentos oficiaque confirman lo dispuesto por la cdula de 1802, para demostrar el buen derecho que tiene la repblica del Per al territorio de Quijos, y por tanto, a sinrazn que asiste a la del Ecuador para pretender que ese territorio le sea reconocido como parte integrante de dicho estado, fundndose precisamente en el tratado de Guales
Me
397
j/aquil,
el uti possidetis
del ao diez.
el negociador del Per hubiera sabido utilizar documentos, parceme fuera de cuestin que no poda haber fracasado la negociacin confiada a Len, y de la misma manera, cuando el Ecuador reanud las ne-
Si
etos
gociaciones
al
general
Darte, ste no habra podido resistirse a la evidencia. La ligereza con que se procedi en estas dos negociaciones, explica su mal xito, y, lo que es peor, la guerra que fu su fatal consecuencia. Todava conviene que cite otros documentos, que confirman cuanto he expuesto. El obispo de Chachapoyas, en nota dirigida al ministro de relaciones exteriores de Lima, y datada en Chachapoyas a 7 de agosto de 1860, dice: '^ Aunque la real cdula dada en 1802 fu L'na ley observada y cumplida desde entonces sobre la divisin territorial entre el Per y el Ecuador, por lo que toca a las provincias de Mainas y Quijos, ley que se ha registrado diversas veces en nuestros peridicos, visit en meses pasados a uno de los seores .subprefectos de Mainas, que suministrar a V. S. los documentos de su En cuanto a m, cumarchivo relativos a la materia ]liendo con la respetable orden de V. S., fecha 2 del pa sado, recibida en este correo, he hecho sacar por ahora sin prdida de momiento;, las copias certificadas adjuntas. La primera, sealada, con la letra A, es una cdula real, fecha 24 de octubre de 1807, que corrobora con siu intachable testimonio la divisin de las regiones del Ama. .
y eclesistico por el monarca espaol. La segunda, marcada con la letra B, manifiesta que desde 1802 las autoridades poltica y eclesistica reconocan el gobierno del virrey de Lima y no el de Santa
Fe. ltimamente, Ila> tercera, que aparece con la letra C, es un censo que el obispo de Mainas form en 1814 de todos los pueblos de su dicesis, entre los cuales se enumeran los de Canelas y todos los de Quijos de que ha sido despojado el Per^ a saber: Archidma, apo, Napotoa, Santa Rosa, Cotapino, Concepcin, Avila, Loreto,
Los documentos
nota
^n
En
oficiales a que se refiere la presente terminantes y decisivos. efecto, citar la parte dispositiva de la real c-
"
398
VICENTE
G.
QUESADA
dia dada en San Lorenzo a 24 de octubre de 1807, dice as: ''Visto en mi consejo de las Indias, y teniendo presente lo resuelto por mis reales cdulas de 15 de julio de 1802 sobre segregacin de ese gobierno y comandancia general del virreinato de Santa Fe, agregndole el de Lima, y ereccin del obispado con la comprensin de los territorios que en ellais por menor se expresan ... he resuelto qu ese gobernador con nuestro acuerdo, como se lo prevengo en esta fecha, forme un reglamento sobre servicios personales que los indios deben prestar a las
misiones.
.
Por el tenor de esta eedula, se confirma, ratifica y corrobora, la segregacin de los territorios cuestionados del virreinato de Santa Fe, y su agregacin al distrito gubernativo del virreinato de Lima.
central suprema de gobierno de Espaa orden su jura y reconocimiento hasta el restablecimiento de Fernando VII en el trono espaol, celebrndose el correspondiente Tedeum laiidamus. El obispo mand se circulase a los viearios y enras de esta dicesis, de Moyobamba, Lamas y Quijos, de todo lo cual se dio cuenta al virey de Lima, Jos Fernando Abascal. Y es evidente que se comunicaba al virrey del Per, porque la dicesis perteneca al distrito de su mando vicoe Indias, real.
La junta
censo levantado en Moyobamba a 1." de marzo de 1814 de la poblacin de la provincia de Mainas, comprende los pueblos de iCanelasi, Archidme., apo-, No'potoa, Santa Rosa, Cotapino, Concepcin, Avila, Loreto, Payanino, Suno, San Jos y Capuc, pueblos que el Ecuador retiene bajo su mando, en contravencin del Mti possidetis del ario diez, reconocido en el tratado de
el
En
la
demarcacin de
las
un basta, pues, que el general Sucre nombraste gobernador de Quijos para pretender, con este hecho,
alterar la demarcacin de las fronteras eon arreglo al uti possidetis del ao diez. Los documentos a que me refiero prueban qne Quijos, como la provincia de Mainas, fueron agregados al virreinato del Per y expresamente
No
desmembrados del de Santa Fe, de modo que el derecho del Per parceme bien establecido. ''Muy pocas cuestiones se han debatido tan extensa detenidamente como esta, desde el deca Novoa, y
399
ao de 1858 a esta parte, ella ha sido la espeetacin de Amrica y an de algunos estados de Europa, cuyos agentes han tenido que intervenir amiistosajmeiite pgra ver si la podan terminar por las vas diplomticas y restablecer las relaciones interrumpidas entre el Per y
el
primiero por el Per y el segundo por el Ecuador, fueron los nombrados negociadores despus de las fracaisadas negociaciones, pero incurrieron en las mismas faltas de sus predecesores. "Dos beduinos, representando los intereses de sus dice Novoa, hordas isialvajes, habran usado de mejor lenguaje". La guerra era inminente, pero el senado del Ecuador protest contra la facultad concedida al presidente del Ecuador para declararla al Per. Fu esta repblica la que rompi las hostilidades, situndose el general Castilla en Moparingue con su ejrcito. Castilla, general en jefe del ejrcito, celebr el tratado de 25 de enero de 1860 con el presidente Franco de Ecuador, que slo dominaba las provincias de Guayaquil, Cauca, Memal y Esmeralda, que no constituyen la cuart.a parte de la poblacin de la repblica. El congreso peruano neg la aprobacin a ese tratado, segn Novoa, y el ecuatoriano en 8 de abril de 1861 lo rechaz a su turno. Este tratado abrogaba expresamente el de 1829, y haba sido celebrado como trmino de la guerra y icondicin para la paz, incluyendo en el pacto una alianza ofensiva y defensiva, y la fijacin de los lmites. El ministro de relaciones exteriores del Per, Melgar, exiga empero la ejecucin de aquel convenio, reclamando la propiedad y posesin de los territorios de Quijos y Canelas; pero el Ecuador pretenda que deba cumplirse el tratado de 1853, aprobado- por los congresos y oportunamente canjeado, olvidando que la guerra abroga los tratados ^anteriores, cuandoi no se pacta expresamente lo contrario. El Ecuador se comprometa a no disponer de los territorios disputadosi mientras no- se hiciese la demarcacin de fronteras. Sin resolverse la cuestin, el Ecuador dict una ley
sobre divisin territorial interior, y esto dio origen a nuevas protestas del gobierno de Lima. Melgar deca que
(1)
Valparaso,
1861.
vol.
5.
400
VICENTE
G.
QUESADA
los territorios
la
exclusiiva,
Per; y lo
del apo, Canelas y Quijos, etc. son de comprobada e incontestable propiedad del que es evidente, en mi opinin, es que tiene
derecho a ellos con arreglo al principio del uti possidetis del ao 1810, aunque de factO' no esitn hoy en su dosesin.
embargo, ''que los territorias dice han pertesobre que ahora protesta Melgar, necido a la presidencia ele Quito, (por documentos oficiales publicados dentro y fuera del Eicuador, poniendo en evidencia. nuestros derechoS( desde 1808, en que mandaba Toribio Montes y en 1821 Melchor Aymerich; y desde 1822 a esta parte, ya como partes integrantes' de Colombia, j^ despus de esta repblica constituida en 1830, han estado y estn bajo el dominio exclusivo, comprobado e incontestable del Ecuador los territorios del apo, Quijos
Novoa
sostiene,
sin
y Canelas"'. Los documentos oficiales a que me he referido antes, muestran si hay exactitud en esta manera de plantear esta cuestin, pues si en vez del uti possidetis de la poca de la independencia, se tena por base la posesin actual, entonces son completamente innecesarios los antecedentes histricos anteriores al ao diez: es una cuestin de puro heciho, cuya prueba la resolvera completamente por la fuerza sin duda alguna. Pero Melgar sostena, con razn a mi juicio, que ''hay un iprincipio admitido por el derecho pblico americano, que adjudica a las repblicas de Amrica la misma extensin territorial que tenan en la poca de su emancipacin". Esto es perfectamente cierto, mal que le pese al autor que tan vehementemente ataca a Melgar. Ese principio es el uti possidetis del ao diez, base de la demarcacin territorial de todos los estados hispanoamericanos. Hablo sin inters personal y directo en el debate, y slo pongo la controversia bajo sus aspectos
legales.
Si ese principio fundamental, conservador y equitano hubiese sido observado por los nuevos estados cul sera el crit;erio legal para las demarcaciones se pretender que es preciso ocurrir al plebiscto de las poblaciones cuyos territorios se disputan? se querr estivo,
tablecer
la conquisita, la fuerza,
3a victoria?
En
:
tal caso
el
nes dipilomticas
esitaido
4OI
rritorios
oniales
que
le
convenga, y
la
sera la situa-cin
aictual
poco poblados. Era necesario recnrrir a oitr'a fuente, y sta fu la de las demareac iones gubernativas lieclias poi el rey de Espaa, tal cual se encontraroin en la poca de Deside que la emancipai6in, es decir, el iiti posskleUs. por el consentimiento generail ide todos; los estados, ora por el derecho internacional convencional, ora por el asentimiento teiito, ise reconoci aquel principio como la regla para idinimir ftoda controversia sobre lmites, se alej la fuerza y la guerra como medios de encontrarles solucin. Melgar, pues, sostena la doctrina fldmitiid'a en el derecho internacional] latino-americano. Las leyes interiores que dictase en 1824 la antigu-arepblica <cle Colombia., piieiden servir para resolver las cuestiones entre los elstados en que se dividi en 1830; pero en manera alguna tales leyes obligan a otras nacioni^s limtrioifes, igualmente independientes. El hecho bstrico es que en 1829 Colombia ceJlcbr con el Per el tratado (die Guayaquil, precsamente reconocienidb el nismo primcipo legal que sostiena Melgar. Entonces no tuvo la peregrina idea de exceipcionarse con una ley de idivisin territorial, c'omo parece desearlo Novoa. Inexpilicable es el rdor^ la pasin, la vehemencia Ir-on; que se agitan estas^ 'Cuestionesi, con ique ,g;e i'^ritai <j1 pati-iiotismo de unas coritra orais de estas pobres naciones, a las cuales sobra tierra y falta gente L'a independlenciia *tuvo por mira que las colonias se gobernasen a s mismaiS, ''y no por querer apropiarse de terrenos inclementes, llamando ttulos las cdulas de nuestros opresores, y queriendo llevar a cabo entre repblicas
las divisionels
territoriales
irregulareis
monstruo-
no
naca
Cul es el criterio jurd,ico de Novoa T SI las demarcaciones que hizo el rey de Espaa, d(?s/iDus de prudentes estudios, para gobernar m'ejor sus dominios no son del agraido de NovOa; si el principio internacional laitlino-americano del uti possideUs el ao diez fuese abrogado cmo se resolveraai ilais cuestiones de deinarcaciones de fronteras? Desea por ventura que se
/,
(1)
tomo
V, pg.
6S6,-
Valparaso, 1^1.
402
VICENTE
G.
QUESADA
actan Enitonceg, por qu el Eenialcor reclaTna al Per la provincia de Jan? Esas cdnlas neales que 'djeimarcaban el territorio "de los fObiiei'no's coloniales, son providencal y equitati\iafmente a base jnrdicia y conservadora de la persoToidbs> los i^obiernos, sin naliidad de los niievois estfaldtos. eyciepciin, en la Amiriea latina y la- 'c-aisi un anlimidad de sus piiiblicistas, recon ocien que eil lti possidetis del ao diez es el punto d'e partida, p'ara proceder a las depacte
el
uM
possideiis
de lois nuevos estados, io que en mauerta algun'a impifde que se celebren modifcacdomes oonvenciitonales ide sus ideslindef, si la convenienVe;ro Nocia recproca de los codiiieos as To in^sja. voa preidca el caos, ealifiea .sin severo nd veridadcro criterio iliiisttnico las cdulas y el ^obierno colonial, y sin iniriar miiy lejos, limitando sin bioTzonte por su pasin, cree que todo debe darse al diablo, quedarse cada cual con lo aue mejor convenga. Novoa no es hombre de estado: olvidla que sii esta, doctrina fuesie sostenida. P'or el Brasil, el EcU*ador y Nueva Granada tend'ran mucbo no hablo del Per. Bolivia y Venezuela, CiUe perder. porque han celebrado ya siis tratados die lmites:. El Ecuador, tan profundamjente anaranizado, no debe, no le conviene sesfiir las extTaviadasi doctrinis de Novoa: el derecho hisitrdcoi y g-eogrfico es lo nico que puode evitarle p'rididas territoriailes y entonces el iitl possidetis del ao diez es la regla de que no debe semarcaicionies ide las
fronlterais
paraiTS^.
lugar antes y dur^'-'ne 1858, el Ecuador exhibi los ttulos en que a/poya su derecho histrico, y si la situacin anrquica impeda que se utlizasien los airchivos de lia. capital, stos lo haban sido ya en las negociaciones anteriores de Valdivieso, del general Dar^te. El tnatidioi de 25 de enero de 1860 era un pacto que terminaba una guerra, y es evidente qu*e el presidente del Pier no la termm sino obteniendo una isolucin faiVOirablc^ porque para eso precisamente se h'ace la guerra, y esa^es la dura ley del venlas neiprociaciones
tienan
cido.
En
que
de esta lamentiable cuestin, para diemostrar con el ejemplo la previsin con que todos los estados se acogen en esta materia al principio conservador del derecho internacional
la perip'ecas
He
querido detenerme
en
403
latino-americiano, al uti possidetis del ao diez. Si a pesar de esta '"base equitativa, se ha dado con la guerra solucin
a las controversias sobre lmites, la causa generadora ha sido el poco estudio de las cueistiones, la poca lealtad en los propsitos, el desieo de consrumar vierdaderas Tisurpaciones teirriitoriales oontra el principio internaoional del uti possidetis. Expongo en esta cuestin juicio que he formado, y Im fuentes en qne he tomado los anteced^entes, deploTanidb no conocer el esttiado actual del debate, que desteara hiiiblera terminado con equidad.
II
La
de
las asambleas pairlamentarias. Por lo tanto, los principios que sirvieron de base al rgimen interior, de un solo estado, no podan aplicarse (despus de la separacin) a dos estados indcDendientes en sus arreglos internacio-
nales". (1). El espritu local, las ambiciones, el militarismo pretencioso y triunfante despus de la guerra magna, no se someta sin resistencias a los usos y a las prcticas del ^obierno constitucional. No pudiendo mandar todos a la
prefirieron dividir la patria, y apoderarse de sus fragmentos para saciar sus aspiraciones sibarticas de mando, sin pensar en los intereses permanentes de la nacin. La independencia dio nacimiento al militarismo victorioso, y ste vivi en las revoluciones o la anarqua mal endmico que no ha sido curado todava en la Amguerra cilica espaola, cuya historia tiene dos faces guerras nacionales. vil El virreinato de Nueva Granada, de cuyo territorio se form Colombia, se fraccion en estados relativamente l)equeos y dbiles: el virreinato del Ro de la Plata fu Bolivia, la Repblica Oriental tfmbin despedazado
vez,
(1)
limites, por
Cuestin
de
405
Repblica Argentina forluaron estados indei^endientes, dentro de aquellos grandiosos lmites que Carlos III trazara para una gran nacin futura. Como este fraccionamiento fu siempre violento, dej grmenes de conflictos, y no pecas ve^^es motivos para nuevos combates. El Ecuador segn IMoncayo se quejaba de injusticias parlamentarias, y crea evitar esos males constituyendo un estado de menor poblacin que Nueva Granada, y muy inferior a su vecino el Per quiso gobernarse a si mismo, juzg que el aislamiento era fuerza. Las cuestiones territoriales fueron en todos los estados causa de ruidosas contiendas y debates: el Ecuador tena controversias sobre fronteras con el Per, con el Brasil, con Nueva Granada. Respecto del Per, sostena la vigencia del tratado entre Colombia y el Per en 1829, es decir, las demarcaciones de los dos virreynatos de Nueva Granada y el Per, como la fijacin de los lmites de las dos repblicas; pero tratando de sus deslindes con el estado que juntos haban constituido a Colombia, pretendi modificar la fecha del vti possidetis y sostuvo que la posesin deba ser la que tenan en 1830, separndose del principio general latinoamericano del ttti possidetis de{ ao diez. Esta modificacin deba afectar los intereses del estado que menos votos tuviera en el Congreso nacional de Colombia. Tres bases diversas servan a la discusin de sus tres frointeras: iCon el Per soistena el uti possidetis del ao diez, de la poca de la denominacin espaola, invocando con Nueva Granada el uti possiel tratado de Guayaquil detis de 1830 y respecto del Brasil, sostena el Ecuador el uti possidetis del tratado de 1777. Doctrinas diversas tenan que aplicarse en cada caso, complicando as la situacin del nuevo estado. Las demarcaciones de los virreinatos, con las modificaciones hechas por el rey hasta 1810, eran el fundamento histrico para aplicar el tratado de Guayaquil la posesin de 1830 haba modificado de hecho y de derecho las demarcaciones territoriales del ao diez, respecto de Colombia, y era preciso estudiar las leyes colombianas y la poisesin efectiva y civil en el ao 30, si esa base fuera aceptada por el Ecuador y Nueva Granada para el deslinde de sus fronael
el
Uruguay,
Paraguay y
la
406
teras.
VICENTE
G.
QUESADA
En cuanto al Brasil, la vieja contienda colonial se presentaba con sus tradicionales complicaciones que deban ser aplicadas a la parte de territorio que en definitivia icorrespondiese al Ecuador, una vez que hubiese terminado !sus cuestiones con 1 Per y con Nueva Granada. De otra manera gestionaba derechos territoriales, a cuyo dominio pretenda ttulos uno y otro estado vecino. Entre tanto el Brasil, conservando su unidad territorial y la inalterable forma de gobierno monrquico, exenta de las agitaciones electorales para la renovacin peridica del jefe d-el estado, era un colosoi que ha visto fraccionarse las colonias que fueron espaolas, y ha podido en cada caso, y con cada agrupacin, hacer pactos en que se re5'ervase la parte del len en la fbula con el cordero. La inmensa frontera del imperio se ha ensanchado, y reposa hoy sobre tratados internacionales con los estados hispanoamericanos, tan desgraciadamente trabajados y debilitatos por sus guerras internas 3^ su mala administracin. "Es probable que alguna vez hagan los gobiernos dice Moncayo lo que tanto quieren y desean los pueblos de uno y otro estado: transar sus cuestiones amigablemente sobre lais bases de la conveniencia mutua y legtima comn l>ensacin de sus respectivos intereses". La repblica del Ecuador linda por el este y el norte con Nueva Granada, y en cuanto al litoral su demarcacin no es clara, segn las aseveraciones de Moncayo.
El lmite
Caquet o Yupur,
hasta su entrada en el Annjazonas. Se apo3^a dice Moncayo este deslinde en el derecho histrico y geogrfico, en los descubrimientos hechos por las autoridades dependientes de Quito, en las poblaciones fundadas, y en la catequizacin y sometimiento de Jos indgenas. Antes de 1582 haba poblaciones entre el (..aqueta, el Putumayo y el Aguarico; pero la sublevacin o levantamiento de los cofanes, sucumbios y mocoas, pueblos indgenas, redujeron a cenizas varia pueblos, como Ecija, Mocoa y San Miguel de Sucumbios, situados en las
La compaa de Jess se encarg de establecer estas poblaciones, y fu de Quito que parti una exj^diccin
militar para somicterlas.
Esas misiones progresaroai, y ya el padre Ferrer pudo en 1602 dirigir.se a la provincia de Ibarra y atravesar las montaas hasta llegar a la
4O7
provincia de los Yumbos, donde hizo varios estabiecimienlos, descendi luego el ro Aguarico en su confluencia con
el
apo y fund
tres pueblos.
me
detallado de sus exploraciones a la audiencia de Quito, f:-olicitando se estableciesen misiones en aquellas comarcas Gue acababa de descubrir, recorrer y estudiar brevemente.
El P. Ferrer fu muerto
otros misioneros pidieron
por
los
indgenas,
los
ms sacerdotes y mayor
tropa,
para contener una sublevacin de los indios. El presidente de Quito mand toda clase de auxilios para asegurar la conquista y conservar los presidios situados en las mrgenes del Aguarico y Putumayo. En 1631 el capitn Juan de Palacios, gobernador a
la sazn de las misiones de Sucumbijos, pidi a la real audiencia de Quito mayor nmero de misioneros para continuar la conqu'ista, y la audiencia los solicit del convento de San Francisco, pues los jesutas estaban enteramente ocupados con las) misiones de Maicias. Los padres entraron en la parte eentral del apo, establecieron varios pueblos; pero la sublevacin de 1637 redujo a cenizas las nuevas poblaciones entre el Aguarico y el Caquet.
Esa guerra no concluida entre la raza conquistadoque someta por la violencia a los pobres indios, les obligaba al trabajo y los reuna en poblaciones con el objeto de que comprendiesen losi beneficios del evangelio, que evidentemente su inteligencia no alcanzaba a apreciar, no ha terminado an en eiertos territoro. D aqu nacan la dcil facilidad del sometimiento, la universal uniformidad de las sublevaciones: la lucha del poseedor de la tierra contra el conquistador que limitaba su goce y su dominio, y que le obligaba a conservarla cultivndola a pesar suyo y adoptando usos y formas externas de un culto que no era por eierto el de vsus mayores. ''En 1631, gracias a la actividad y perseverancia de los jesutas, se hallaban restablecidos los pueblos de Mocoa, Sebondoi, Santiago y Putumayo, en la hermosa meseta que se interpone y levanta en medio de al medioda. los ros, Caquet al note y el Putumayo Esos pueblos fueron regimentados ms tarde por los misioneros franciscanos del convento mximo de San Francisco de Quito, y -esos i^eligiosovs mantuvieron el crdito
ra,
40S
VICENTE
G.
QUESADA
y Hombrada que haban ganado sus predecesores, los venerables mrtires de 1637. Los padres Burrutieta, Aleano y otros misioneros, han dejado en esos lugares " (1) una memoria esclarecida.
. .
primeros oicu(p antes presidencia de QuitO', puesi las misiones esperteneca a la tuvieron a cargo de losi franciscanos ''bajo la inmediata inspeccin de los gobernadores de Quijos", segn Moncayo, y es bien sabido que el territorio de esta gobernacin ha sido materia de controversia para decidir a qu repblica corresponde, en virtud del principio jurdico del uU possidetis del ao diez, con arreglo a la real cdula de 15 de julio de 1802.
El
ttulo
de descubrido'res y
Los pueblos de San Pedro, San IMiguel, San EstaCorazn de Jess, Ante, San Jos de Abucaes, San Diego de los Palmares, San Francisco de Curienajes, San Cristbal de Yaguas y otros, "son otros tantois monumentos que representan el poder y seoro que ejerci en esa regin la audiencia real de Quito por medio
nislao,
de
los
Aun cuando Moncayo estaiblece cules eran los lmites de Quijos, parceme inconducente su referencia desde que el rey, en uso de sus prerrogativas, desmembr el virreinato de Santa Fe por la conocida real cdula de 15 de julio de 1802, ratificada en 1819, y los agreg al virreinato del Per. Cualesquiera que sean los ttulos que pudiera invocar la antigua real audiencia de Quito a los territorios de Quijos y Maicias, no tienen ahora valor legal ante la terminante resolucin de las cdulas citadas. Extrao me parece que Moncayo prescinda de ellas en esta parte, y entre en la historia antigua, cuando sta no puede servir de base del derecho histrico esta vez, en virtud de una resolucin real posterior, que prescindi de aquellos antecedentes; siendo la cdula la que resuelve la controversia.
Conviene, empero, que refiera cules son las consecuencias que deduce Moncayo. Sostiene que todos los documentos oficiales estn de acuerdo en sealar el ro Caquet por frontera de Popayan, dejando a las provincias de Quijos y Miaicias todos los territorios que se encuentran desde la orilla meridional de aquel ro, inelu'
:
'
(1)
(Jolombia y
el
Urasll
Colombia
el
Per
etc.,
por
P.
Moncayo.
'
409
Mocoa
o Sucumbios, que fu
despus incorporado a Quijos.'^ Cualesquiera que hayan isdo estos lmites, los nicos que legalmente pueden tomarse como base para la demarcacin, son los que seal la real cdula de 15 de julio de 1802, al segregarlos del distrito del virreinato de Nueva Granada, y agregarlos al virreinato de Lima. Partiendo de este antecedente histrico, que juzgo histricamente cierto, el Ecuador, como Nueva Granada, no tienen otras fronteras que las que el rey sealara ltimamente al virreinato de Santa Fe, y slo podran disputar entre ;s cul era el lmite que dividira en adelante a estos dos estados colindantes. Para resolverlo, pretenden que sirva de antecedente la ley de 25 de junio de 1824; parceme mejor dejar a Moncayo la exposicin de la materia. ''El uti possideiis de 1830 o lo que es lo mismo, la ley de 25 de junio de 1824, no ha alterado en esta parte del uti possidetis de Los cantones de que 1810. Artculo 11, prrafo 1. 1.^ Quise compone la provincia de Pichincha son 2. Maichachi, 3. Latacunga, 4. Quijos y 5. Esmeralto, Los cantones de que se compone la das. Prrafo 3. provincia del Chimborazo, son: 1. Kiobamba, 2.'' Ambato, 3. Guano, 4, Guaranda, 5. Alaceri y 6. Macaa Artculo 12, prrafo 3 Los cantones do la provincia de Jan y Maicias, son Jan, 2 Borja, 3 Jeberos. Es decir, que el Caquet es el lmite antiguo y moderno de la repblica del Ecuador, segn los documentos que acabamos de exponer. La ley de 25 de junio de 1824, al detallar los oantoues ide que se icomponen la pirovincias die Pasto y Popayn, no hace mencin de ninguna de las posesiones o provinoias situadas detrs del Ciaquet y de la rama oriental de la orilla de los Andes colombianos, porque todos esos pueblos quedaban comprendidos enQuijos, Macas, Jan, Borja y Jetre los cantones de
:
veros.
'
que pudiera tomarse como antecedente histrico para la demarcacin entre el Ecuador y Nueva Granada, si as lo pactan, no afecta los derechos del Per a los territoriois disputados de Quijos, Macas, Jan, etc., porque las leyes internas de un estado no obligan a otro estado independiente. Sin embargo, como esia ley fu dictada en la poca de la antigua Colombia, los esitados que se han fraccionado su territorio, pudieran, si
Esta
ley,
"
410
VICENTE
G.
QUESADA
en tomarla como punto de partida para la demarcacin de sus fronteras internacioas lo pactan, convenirse
nales.
disolucin de Colomibia no evit la anarqua que qued dominando en la piarte que constituye la: Nueva Granada, y, para evitar los desastres de aquella situa-
La
cin, todo el
sie
incorpor o ane-
x a lo que ha constituido la repblica- del Ecuador, cuyo gcybierno apoy y sostuvo esta an^exin. Este territorjo, pues, no es ecaiatoriano ni con arreglo al principio intemadional del uti possid&tis del afio diez, ni en virtud del de 1830 respecto al Ecuador y Nujeva Granada es un hecho, regido por los mismos principios en que se funda el Per para sostener que la provincia de Jan es peruana. ''El departamento (del Cauca), dice Moncasus representantes al congreso ecuatoriano, distinguieron por el hbito y la fecundidad de y stos se a palabra, la inteligencia de los negocios y la independencia de sus opiniones. El Ecuador no slo haba ganado en fuerza y poblacin, sino en ilustracin y moraliyo,
mand
dad poltica, porque el departamento del Cauca abundaba en talentos cultivados y en caracteres enrgicos y audaces, sinceramente adictos a las doctrinas republi^
'
canas.
'
Esto mismo podra sostener el Per, respecto de la provincia de Jan, y, sin embargo, el Ecuador exige su restitucin, fundndose en el principio del uti possir detis cmo podra sostener entonces que la anexin del Cauca es legal y subsistente? La lgica exige la aplicacin del mismo principio en uno y otro caso. Sin embargo, la conveniencia hace que el Ecuador sostenga doctrinas acomodaticias, y, por consiguiente, peligrosas. Vencidos, empero, los Urdanetas, que sucedieron a Simn Bolvar, los mismos militares que apoyaron la anexin del departamento del Cauca y se anexaron hasta el Juanamb, reclamaron la restitucin de este territorio, precisamente levantando como bandera la vigencia y el respecto a la ley de 25 de junio de 1824, que haba sealado los lmites a cada departamento de la antigua Colombia. Para evitar un conflicto blico, se reunieron en Iba-
]Ta
fin
comisionados ecuatorianos y granadinos en 1832, a de buscar una solucin a esta controversia. Dejo la palabra a MoncayO; que hifitoiria en los ii-
4II
gnientes trminos aquellas conferencias clebres: ''los comisionados granadinos trataron de probar, dice, que los lmites establecidos por la ley de 25 de junio de j 824 entre los departamentos del Cauca y el Eicuiador no liaban alterado en nada los que tenan en 1810 la presidencia de Quito y el virreinato de Nueva Granada, porque esos lmites eran, por la cordillera de Pasto, el ro Carchi y la parroquia de Tunes; y, por la costa del Pacfico, los confines meridionales del territorio del cabildo de Balbacoas." Y agrega que nada dijeron sobre los lmites' al oriente, porque Restrepo, mo de los negociadores, los haba fijado en el Caquet, en los pianos geogrficos de los antiguos departaimentos de Asuad, Ecuador y Cauca. ''Los ecuatorianos contestaron, contina Moncayo, que ia ley de 1824 slo ihaiba atendido al rgimen interior, incoriDorando indistintamente en el departamento del Cauca, pueblos y territorios que pertenecan a la antigua presidencia de Quito; que por tanto esa ley no poda servir de punto de partida para el arreglo de lmites entre los dos estados; que aun dado el caso de que esa ley estuviese de acuerdo (lo que no es exacto) con la cdula de 1739, que cre el virreinato de Nueva Granada, los lmtes de los estados no podran definirse claramente por una ley, porque la preisidencia de Quito y el virreinato de Santa Fe de Bogot haban formado, por decirlo as, un solo estado, confundindose y mezclndose de tal modo la jurisdiccin de Quito y Bogot en los negocios internos de uno y otro territorio, que era difcil, por no decir imposible, distinguir el punto donde empezaba o terminaba la expresada jurisdiccin; cjue tanto el cabildo de Quito como el cabildo de Pasto haban protestado contra la divisin hecha por la ley de 1824, porque rompa los vnculos de las dos provincias, que se haban mantenido unidas desde el momento mismo de su fundacin en los tiempos remotosi de la conquista; y que disuelta Colombia, nada ms natural, justo y conveniente, que volver al seno de esa asociacin de que fueron separadas sin su libre y espontneo consenti\ " ' '-^'^M miento." El diebate no se aigot, y sieaitto no eooioioer el texto de los protocolos que debieron redactarse, vindome forzado a ireproidueir la exposicin de Moncayo, en el imteris de dar pleno cono<!miento de la primera meigoci acin sobre
412
VICENTE
G.
QESADA
''La iconiisii granadina eonhaba ftest, que el virreinato de Siantia-F dle Bogot extendido semrpre la jurisdiccin civil y militar hasta el Cairchi y hasta el territorio del cabildio de Barbacoas, que ejerca esa jurisdiccin el 20 de julio de 1810, en que la eaipitiail ideTl virreynato proclam la independenesta euestin
d-e
lmites.
cia
las
la ley
colombiana
es-
taba de 'acuerdo con el uti possidetis del ano diez, adoptado por los gobiernos ameriicanos como un princpio conservador; que nunca haba habid'o confusin ni obscuridaid en el ejercicio de la juriisdiccin, porque aunque la audiencia real ide Quito entenda en lo contencioso en los tertritorios de Popayan, Baistto y Barbacoas, en maiteria de lmites no regan ni la autoridjad contenciosa ni la eclesistica, que correspondan a Quito, sino la civil y militar, que pertenecan a Nueva Granada. La comisin ecuatoriana hizo ver que era arbitrio establecer esta ms ben que aquella jurisdicicin, porque todas tenan el mismo origen y el mismo princpiio; que todos lois gegrafos, viajeros, hiistoriadores, jurisconsultos
y an
los
mismos documentos
oficiales,
empleaban
:
indiferentemente para dlesignar el territorio de la aiiditenoia real idie Quto las siguientes' denominiaciones presiidencia de Quieto, igobiemo de Quito, provincia o reino de Quito, lo que prueba clariamente que los lmites de la audiencia real, eran tambin los lmites del gobierno o presiden<i'a de Quito que el 20 de julio de 1810 el virreynato no ejeirca jurisdiccin sobre los territorios de Pasto y Barbacoas, porque haban sido incorporados a Quito dbsde 1809 en que sta ltimia ciudad proclam su independencia, y que, siendo esa incorporacin un hecho consumado al alumbrar la aurora de 1810, nada tena que rer con ella el principio aid'optado por las repblicas sud-amercanas para el arreglo de sus respeeitivos lmites, porque ese principio era" puramente suplement'airio para ca^os osicuros y dudosos, y no tan claros y terminantes como el presente; que las repetidas protestas y pronunciamiento de Paisto y Barbacoas haban demostrado de un modo claro y evidente la voluntad firme y diecidida de pertneoer ms bien a la comunidad ecuatoriana que a la granadina; que por tanto, 'la justicia, la conveniencia pblica y otras consideraciones, hablaban altiamtente en favor del E'cuador,
;
4I3
que no quera otra cosa que ha'OeT re^eitar sus lmites antiguos y la voluntad soberana de los pueblos que haban solictiado espontneamente feu apoyo y proteccin. Esta exposicin demuestra que los pleniipotemciarios
did
de fronteras el uti possidetis lactual, con absoluita prescindenca del principio del derecho pblico americano, que lo ja en 1810 como la base y la garanta de la geografa poltica del continente. Si esta doctrina triunfase en este debate, loul sera la Tazn que pudiese alegar la repbltica del Ecuador para, .reclamar a la del Per el territoiro d'e la provincia de Jan?
'la
ca
iniciaida
en Quito
la
re-
414
voliicin de 1809,
VICENTE
G.
QUESADA
departamento de poca la C'a*U'ca se adhiri a que debe fijarse al uti posddetis, solo para alterar las de'miarcaiciones teirrtoriales de la eoloaiia; porqtie enton<tuyai
en
poea
el
isie hace derivar de la revolnde la soberana poipiar, y desde cin, juez soberano para, dtecid'ir soluego si el piieblo es bre su propia (soberana como estado independiente, no hay razn para limitar ese derecho a una poca dada, y siiendo snsieen tibie de canilbiois la manifestacin ele esa A'olnntad por los pronunciamientos, estos seran en definiitiiva la baisie del derechio inltermaciional lo qme 'ciertamente imnortia sostener la anarqna y la revolucin perpetuas. Esta teora eminentemente desqinci adora, es
-el
contraria al principio
aTaerica.no,
dleil
pertnrba
el el
l^a
^eoiorrafa poltica
continenqrae
te
y 'comromete
sii
eniiilibro ide
<!onisentiran
naza
en propia
iiin
preidbminio
lexistencia.
te sostener
el
Pern, y otro
En
esta miatera
puedb
de derecho internacional positivo amjericano, como nn precedente a que debieran ajoistante precisiamente las repblicas que formaron la lantiguia Coilombiai y el Per mismo, puesto que fu proclamado oiando el Tibertadbr
Bolvar ejerca la preisidencia de Colombia y el mando sn.nremo del Per. Los pilend'ipOtenciarios del Ro de la Plata cerca del gobierno idel Aflto Per, gieneral don C)rloisi Mara de Alvear y Jos Mi,^uel Daiz Vlez, por oficio datado en Potos a 25 de otctubre dte 1825, solicitaron del libertador Simn Bolvar reiconoiciese y adoptase oficialmente dos principios. El 1. dice: ''Que reconoce anrqnioo el iprinciipio de qute nn territorio, pueblo o provincia tenga el derecho de separarse por stu propia y excltisiva voliuntad, de la asociacin poltiica a qne ipertenece, para agregarse a otra sin el consentimiento de la primera". El libertador declar, por nota ofic'al datadla en Chuquiiisaca, a 6 dte noviemjbre del mismo ao, y firmada por su secretiario general Esteno! ''Qne es muy conforme a los principios q-ue (profesa el libertador .el primer artculo, cuya declaracin por parte de S. E. desean los seores ministros del Po de la Plata".
:
415
acertada y oportimamente nprocliaimada, ise Tiu-bese observado como la base inialterable de la soberana ierritoiniaJ de ilois nuevos estaidos, Ttinebas giierrasi y conflictos se h 'abran impedido: Nueva Granalcija, y Ecniador no s?ostendr!an la presente 'Conti"oversiia, ni el Per preten-dera retener (la provincia de Maicas; pero en vez
de T>nsiear blaises estables a las nacionalidade's, prefirieron sin criterio bnsciairlaLs en las revolhiiCiones y los pro miniciamientos, y idje aqu la zozobra, la revoMoin y
el d'esiqnicio.
Colombia y el Per, se apoderaron de Santa Cruz de la Siien^a, intimaron lal g-obernador realista de la provincia de Chiquitos, Sebastin Pamos, el somfetimiento a los vencedores. Paimos rebnJsi y prefiri en'treg'ar el territorio de sn mando al imperio del Brasil, a cuyo objeto se dirigi al srobernador de la provincia de Matto Grosso. Este pact la incorporacin y aproxim las fuerzas,
pendientes. Pero apenas supo el emperador el proceder obernador de Matto Grosso, orden a sni ministro Luis Jos de Carvalho e Mello y este dat una nota en el palacio de Po de Janeiro a 5 de ao'osto de
del
1825, en la cfual se dice: ''Manda S. M. el emperador por la. secretara de eistado dte dos niegocios extranjeros,
desaprobar
gobierno la resioluicii'n que tomara no solo de aiceptar la reunin d)e 'la provinta e Chiquitos, como la de hacer salir tropas brasileras de los lmites del imperio para protegerla, cuanto que, aun cuando S. M. fiiera consultado previamente, eiomo convena, jams d^ra S. M. asenso a esa medida, por ser opuesta a Tos gerieToisos y liberales principios en qae el mismo augusto soberano afirm la poltica de su gabirtiete y su intencin de no intervenir en la contienldia actual de los habitantes de la Amrica Espaola <entre s y su metrpoli, eomio les conforme al derecho pblico de las naal
ciones civlizaidlais".
die
Imiporta este acto desconocer como vlidia la anexin una provincia de un estado vecino^, y apoyarla por la fuerza. Otro proceder importara, en efecto, abando-
\T[CENTE G.
QUESADA
el estado de p.az y colocarse en 'las vas de la fuierque llevan al estado de guerra. La paz de las naciones 'exige que nuncia jams aceipten tales lanexiones, por-
nar
za,
revolucin al dereclio, y la violencia en vez del recprooo respeto. S muy bien que <3n la Amiica espaola ia habido un poco cle (escrpulo ipara observar los princpios eonservadores de las sociedades polticais, y el inicuo ejemplo del decreto d>eil icongreso boliviano del 3 de octubre anexada a provincia argentina de lte 1826, declarando Tarija en virtud de un escandailoso motn militar, es el comienzo de esa serie de inacabable de at-entados, que terminaron por el asesinaito del mismo gran mariscal de
Ciue ^e sustituye la
Ay acuello,
l'c
7)'robijado
el
motn
Tarija.
Cuando
las pasiones
un
torrente
que ha roto los diques que lo contenan, desquician y arruinan las sociedades polticas. Por eso al emperador del Bras, aleccionado sin d!uda con la indisculpable anexin que haba hecho de la provincia cispilatina a la corona limperia!, anexin que dio por resultado la. guerra con la E/epblica Argentiina y la formacin de la repblica Oriental; el emperador, dig-o, proceida en el recordado caso de la provincia de Chiquitos con verdadera mesura y seriedad. El 30 de abril ofici el gobernador de Matto Grosso, acompaando la nota del gobernador realista llamos con el acta de lia solemne reunin de dicha provinoia al imperio, pronunciamiento a la mianera de los que siirven de base a la coutroversia entre Nueva G-r aada y el Ecuador, y el 13 de agosto de 1826, el ministro del interior, Esteban Riveiro de Resenid/e, dirigi un idespacho ofieial al gobernador de Matto Grosso, idiciendo: ''Aun cuando S. M. ya improbase por la reparticin de negocios extranjeros, con fecha 6 del corriente, el procedimiento de aquel gobierno en 'asunto de tiales revelanes consecuencias: Mamdja, por la secretarja de estado de los negocios del imperio, desaprobar y dfeclarar nulo
gobierno que le ha siido en extremo desagradable que l hubiese u.ltnapiasado los lmites de sus atribuciones, por ignorar que este negocio es por m. naturaleza /die la competencia exclusiva dpi soberano, y que tan mal supiere ^loel
referido acto,
y partieipar nuevamente
al
4I7
rar los sentimientos de su magnnimo corazn, que llegase a perstiadTSe que puidieTa aiprobar slo por ser til lo que es enteramente contraro a los principios del derecho pblico, reconocidos por todas las naciones ca'lizadas'\
No es posible que naciones limtrofes vivan en la perpetua alarmia del icambio 'de su geo^^afa poltica, resultanid'o que las revoluciones pdd^an alterar sin trmino la demarcacin de los estados, y que, para conservarla, se liara necesaria una paz armada verdaderamente rumosa. E'l ni'co principio 'conservador y razonable es el proclamado por los plenipotenciiarios argentinos y el libertador Bolvar en 1825, y a esas doctrinas eminentemente civilizadas, deben acogerse todos los estados y renunciar a tesos merodeos ide terrdtorios vecinos, indignos de pueblos que se precien de cultos. He entrado en esta digresdn, que justifica y explica por qu razn forzosa y lgica fraicasaron las negociaciones entre los pil^nipoitenciarios
tea.n:ada en agosto de 1832. pai estas: ^'... no sirvieron,
deil
Ecuador y Nueva
las bases pro-
En
efecto,
segn Moncayo',
ms
que para embrollar la cuestin y aumentar las pasiones, bastante inflamadas ya por los actos de traicin y corrupcin con qU se h'aban manicbado los dos gobiernos". Olm^edo y Valdivieso representan al Ecuador en esta negoieiacin, y Restrepo y Estoves a la Nueva Granada. No puede negarse la competencia de loiS negociadores, pero, <?omo dice Moncayo, si hubo habilidad hubo a la vez fa'lta de buena fe.
de Nueva Granada h'a sostenido siempre 'el principio del uti possidetis en todos los 'documentas oficiales sobre cuestiones de lmites. El clebre informe de Fernndez Madrid lal senado granadino y la
^repblica
La
resolucin de este cuerpo colegislador, es una prueba. Fija la poca de la revoluiein de la independencia en 20 de julio de 1810, precisamente para desautorizar los hechos consumadlos,- la doctrina perturbadora que sostiene el Ecuador, como si el xito, con todas las inmoralidades que son su consecuencia, pudieran jams hacer moral la mxima de que el fin justifica los medios. ''El verdadero princapio adoptado poi' las repblieajg sud-amerieanas es el uti possidetis de hecho, dice Mon-
4l8
VICENTE
G.
QUESADA
es-
cayo siempre que los ttulos de legtima aidlqoisiicdn tn unidos a a posesin real y efectiva'*.
Es
,es
ttulo legtimo
popular. Por qu, en caso atirmiativo, reclama -el Ecuador la provinciia de Jan al Per, y Moncayo so,stene la legitimidad del reclamo? Las doctrinas acomodaticias conducen a la inmoralidad, puesto que, no habiendo barrera alguna que contienga las ambiciones, slo queda 'el recurso de la fuerz^a. ''Laley de25d;e jiuno do 1824 fu una ley iciolombianiai, que en mianera alguna puede iser obligatoria a las idems naciones: vecinas. Eti 1811 se reimi el congreso id)el estado de Quito, en la segunda poca de 'la revolucin: en esta no estuvieron
la volu'Utad
los
diputad os por
Miatieiasi
nd
'se
torios
tampoico se hace menciiin de esa .provincia en el acta constitucional e la junta de Quito, de. agosto de 1810. La asamblea de Cartiajema ide 19 de iseptiempre de 1810,
de Angostura en diciembre 19 de 1819, y elde Ouc'ut el 12 de .iullio de 1821, no nombran ni consideran a Maicias comi territorio de Quito. La ley de 1824 fu, pues, promulgada, usurpando los territorios
el 'Congreso
al Per, en las circunstanciis ms crtilapremiantes, cuando Boldvia con las fuerzas eolombianais tena todo el poder ejecutivo del Per, y scuesitiioinados
cas
mismo autor contina: "Moncayo sostiene los derechos del Ecuador a los territorios del departamento
el
del Caucas porque los pueblos idle l, segn dice, libre hey espontneamente se dncorpo;raron al Ecuador
.
mismo derecho niega Moncayo ai Per, ta consecuencia de la verdadera, libre y espontnea anexin de Jan al gobierno dfe Limia: anexin que mos indicado que
ese
no .ha, sido disputada ni debatida despus de su consumacin en 1821, mientras que la del Oauca ha, sido continuiamente rechazada, y 'estos pueblos en la actualidad, dependen no en su (Caisi toatliad, sino 'en el todio, de
(2)
Aun
Ecuador,
etc.,
por E. P.
Lima, 1862.
(2)
ol>ra Citada, pig 57.
4I9
desorden en las idea^ y en las doctrinas, es porque se han separado del verdadero principio proel amaidio o aceptado por el mismo Bolvar en 1825. Con razn deca el general Alvear, en el protocolo de la conferencia del 27 de octubre de 1825, celebrada con el libertador Bolvar y el gran mariscal de Ayaciielio: '' que fuese cual fuese 1 defecto de las lneas de dleamarcacin estableoidas antes de la emancipaciin de los nuevos estados, era ms prudente partir de esta ba,se: que si se abandonaba esta, no teniendo un punto fjo de donde partir, todo sera pretensiones que, agriando los nimios, ilevarao las desavienencias hasta un punta el cual no era fcil caloular'\ son tan icxacitas las vistias que expona, qu-e el Ecuador, Nueva Granada y el Per, envueltos en conflictos y debates apasionados, se lian hallado en guerra por haberse sepiaraidio del nico p-rincipio salvador y jusel uti possidetis del ao ticiero para los nuevos estados
Esta
coiifiisiii
este
diez.
Cito esta controversia para demostrar el caos en que se eneontrairan los estados hispano-amierieanos si abrogasen el ipricipi'O conservador del titi possidetis legal del ao diez, el nico que, sin atesar a los derechos que constituyen la soberana territori{al de los nuevos estados, les da una base equitativa para la demarciacin dle sus fronteras, las que, repito, pueden ser modificadas por tratados de permuta o cesin db territorios. Si en vez de leise pTncipio, se ocurre a la soberana popular, sera preciso apelar a los plebiscitos, y las nacionalidades quedaran expuestas a una perpetua mudanza en la? deslinden con sus vecinos ms ricos o ms fuerte*?, o la guerra -cambiara la geografa poltioa, como lo pretende la repbilica de Chile aoiexndose el litoral boliviano y la provincia peruana de Tarapac, fundada en 1 derecho id!e la guerra. El mismo Momciayo se incliuia a favor de una transa<in sobre los territorios die Pasto y Barbiacoas, cuyos derechos supone son oscurois e indtefinibles. Parece desear los lmites arcifinios, que el Ecuador ceda al oriente los tierritoros intermedios entre el Caquet y Putumayo, y pida en compensacin al norte la
lnea de
te
los lmi-
420
VICENTE
G.
QUESADA
vez de eso, se ocurri a la violencia la guerra fUstituy a las negociaciones. La provincia de Pasto fu entregada al general Obando, y este suceso oblig al gobierno del Ecuador a firmar el tratado de 8 de diciembre da 1832; ''...que redujo a la repblica a los estrechos lmites del Carchi, y la parroquia de Tunes, despojndola oe sus justos e incontestables derechos al territorio perteneciente al antiguo corregimiento de Pasto". (1) En 1839 una revolucin cambi la faz de los sucesos. Los generales Herrn y Mosquera, no pudiendo dominar la revolucin en Pasto, pidieron auxilio al gobierno del Ecuador y ofrecieron el mando de sus tropas al general lores, quien puso como condicin de su cooperacin la lectificacinde las fronteras fijadas par ei tratado de Ji832. Firmse una exposicin entre ios tres generales, prometiendo tomar al Huaitara y el Paita como la frontera natural entre los dos estaidoe;. El general Flores se puso al frente de los ejrcitos, atraves las fronteras con fuerzas del Ecuador y, unidas a las granadinas, bati en Huilquipampa a Obando, quien huy y tuvo que salvarse en las repblicas del Pacfico. Herran y Mosquera dejaron la provincia de Pasto al jefe ecuatoriano, y marcharon ai interior de Nueva Granada para recomenzar los pronunciamientos, manifestaciones populares de la anarqua y del desorden, la sazn Kufino Cuervo era representante de NueGranada en Quito, y en virtud de aquella anarqua, va y despus de una protesta enrgica, se firm el convenio de 23 de junio de 1841, comprometindose el Ecuador en respetar el statu quo de 1835 hasta que ios generales granadinos pudieran cumplir lo pactado. En septiembre del mismo ao de 1841 se abrieron nuevas negociaciones, y h aqu lo que de ellas transcribe Moncayo 'El general Bernardo Daste, comisionado por el Ecuador, expuso que su gobiern? lo tiene autorizado para celebrar definitivamente el tratado de lmites territoriales entre las repblicas del Ecuador y Nueva Granada, bajo las bases ofrecidas por los generales Herran y Mosquera, que son dar por lnea divisoria el ro Huaitara, siguiendo el curso del Paita hasta su Hesemboeadura al mar: que este deseo razonable se aviva ms
.
En
'
Colombia y el Brasil rColomhia y el Fer. Cuestin de (1) limites, por Pedro Monpayo Valparaso, 18fi^, pAff. 116.
1 )
42
y ms,
al considerar que ya se nota en los pueblos del Ecuador algn desasosiego despus de los sacrificios que en el perodo de un ao, y despus de los 1 an hecho azares que han corrido para cumplir Jos compromisos que contrajo su gobierno con el de Nueva Granada: que a esto se agrega que, como lo sabe el honorable seor
Cuervo, el cantn de Tumaco se considera en depsito, por haber pertenecido al Ecuador antes del ao de 1810, segn se colige del artculo 1. del tratado adicional celebrado en Pasto, pertenencia que jams se ha disputado al Ecuador ni pudiera disputrsele, porque no era dable que con un mismo principio (el uti possiJetis de 1810) se ". exigieran dos cosas contradictorias El ministro granadino contest: '^Que por carta particular de S. E. el general Herran est impuesto do las promesas de que habla el honorable seor Daste, y que no vacila en asegurar que sern fiel y religiosamente cumplidas, estando a la cabeza del gobierno granadino el mismo general Herran que las hizo, y no pudiend ciudar un momento de su lealtad y buena f, ni tampoco de la de S, E. el general Mosquera: que si en el transcurso de un ao nada se ha adelantado y C3ncludo sobre el particular, debe buscarse la causa de ello en la situacin apurada y congojosa en que se ha encontrado la Nueva Gradana. El tratado de 29 de mayo de 1846 dej abierta la negociacin de lmites en su artculo 3. y, por ltimo, el artculo 28 del tratado de 9 de julio de 1856 dice lo siguiente: ''Mientras que por una convencin especial se arregla de la manera que mejor parezca la demarcacin de lmites territoriales entre las do^ repblicas, ellas continan reconocindose mutuamente los mismos que conforme a la ley colombiana de 25 ae junio de 1824 separaban los antiguos departamento^ del Cauca y Ecuador", Este tratado dice Moncayo anul expresamente el de 1832 y establece el principio de mutua caucin y garanta sobre las posesiones y territorios pertenecientes a la antigua repblica de Colombia, hoy divisi];le entre los estados que se formaron a causa de esa Junesta y malhadada separacin". (1) Este static quo se considera perjudicial al Ecuador, porque Nueva Granada lo amenaza por invasiones hacig
.
. .
(1)
limites,
el
Per.
Cuestin
de
422
la
VICENTE
G.
QUESADA
parte oriental. Verdad innegable es que en esta negoNueva Granada la que obtuvo ventajas, quedando estriles los sacrificios que hizo el Ecuador para j.'esolver por la guerra la controversia, y de hecho y de derecho eludida la condicin pactada con el presidente Jierran y con el general Mosquera. Tan cierto es que ,cuando un estado recurre al medio extremo de la guerra debe obtener las ventajas que la victoria le conquiste, para evitar los peligros en lo futuro. El presidente del Ecuador, general Flores, no supo o no quiso exigir el fiel cumplimiento de ese pacto, que habra terminado las cuestiones de lmites que perturban siempre las buenas 1 elaciones de los estados limtrofes.
ciacin fu
En
]o
cuanto a
' :
'
siguiente
lmtes del litoral, dice Moncayo Todos estos datos manifiestan que desde
los
de 1810^ en que Nueva Granada proclam su independencia, la jurisdiccein del gobierno de Quito se extenda sobre toda la costa de Atacama comprendiendo la isla de Tumaco y las playas de Husnial, lmite lado al gobierno de Atacama por la real orden referida. Veamos ahora si estos datos estn conformes con la ley e 25 de junio de 1824. Los lmites del antiguo departamento del Ecuador en el litoral segn el artculo 29 de esta ley, eran desde el puerto de Atacama hasta la boca del Ancn, excluyendo la isla de Tumaco y todo el territorio que se dilata desde la entrada del Paita en el* mar
.1747 hasta julio
^
^
Pacfico *'.
El objetivo de Moncayo
iis
es
probar que
el uti posside-
est de acuerdo con la ley referida, ^ero que l^norte son tan vagos los deslindes que es preciso recurrir a la
posesin de hecho de 1830 y al compromiso de Tuquerres en 1840, y en cuanto al litoral, el iiti possidetis y la ley de 1824 concuerdan y no ofrecen dificultad, segn lo dice. . abiertas las vas de Termina as su exposicin la negociacin por la anulacin del tratado de 1832 y la convencin adoptada en 1856, no hay dificultad alguna para que los dos estados arreglen esta cuestin de una manera fraternal, franca y amistosa, adoptando a uno y ctro lado fronteras naturales, permanentes e inalterables, y que estn conformes con las necesidades e intereses comerciales de los dos pueblos fronterizos. Esta lnea debe ser, en nuestro concepto al este, el thalweg del Putumayo desde su entrada en el Amazonas hasta su nacimiento en
'
:
'
423
cimas de
la
al norte, el
Huaitara y
irontera en el del sur". Me ha parecido conveniente reproducir la opinin de este autor, que aconseja la solucin amistosa, la transaccin en esta materia, indicando una frontera que juzga conveniente por los lmites arcifinios qu*^ la hacen inaltelable.
Andes colombianos: Paita cuyas aguas servirn de litoral hasta su desembocadero en el mar
oriental de los
el
;
rama
Michelena y Rojas, en el mapa de su apreciable obra Exploracin oficial, traza una lnea recta imaginaria paralela al Ecuador, que, arrancando del Apaporis hasta el i^o Ahuarica, se inclina al noirte de la equinoiccal ha2 grados latidad austral. Supone territorio granadino el ue Pasto, que es tambin materia de la controversia, y prescinde de referir los lmites divisorios que seala con el Brasil y el Per, porque puede fcilmente consultarse en su mapa. La recta imaginaria que supone, como divisoria entre las repblicas del
de
los
Andes
al
la controversia.
De
demostrado que
es ne-
cesario recurrir como regla equitativa de criterio en las cuestiones de lmites, al principio internacional latino americano del titi possidetis del ao die^ y rechazar las
modificaciones que la revolucin introdujera en la demarcacin de fronteras, mientras no se apoyen en pactos expresos entre las naciones limtrofes. T>.: otra manera los pronunciamientos seran la base del derecho, cambiable tanto como son o pueden serlo las revoluciones en estos e?>tados, sin encontrar una base fija para mantener el equilibrio poltico de las naciones del continente americano.
III
dos pueblos escasamente poblados y habitando inmensas regiones desiertas, disputen por la posesin de pedazos de tierra que ninguno sabe aprovechar. (1) Esa es, con pocas variantes, la historia de la mayor parte de las cuestiones oe lmites entre los estados hispano-amerieanos, y digo de lia mayor parte, porque hay easos en que tienen importancia trascendente, pues segn se resolviese podran cambiai? los lmites histricos y arcifinios, sin razn y sin derecho, produciendo perturbaciones en e^. presente y alterando la geografa poltica de algunas naciones del continente.
cuestin de lmites entre la Rep:iblica Argentina a esta categora. Hay otras empero que no tienen, ese significado y juzgo de esta naturaleza la mayor parte de las que tratan de lmites de territorios desiertos en el interior de la Amrica Meridional, como
La
Chile, pertenece
son las sostenidas entre Solivia y el Per, el Per y el Ecuador, Nueva Granada y Venezuela, salvo cuando se quieran alterar los lmites arcifinios o comprometer el condominio de ros navegables o las riberas de sobre el m.ar, o en el caso de la actual guerra entre Chile y las repblicas del Per y Bolivia, en que se trata de cesiones territoriales considerables, fundadas en la conquista, dejando a Bolivia sin litoral sobre el Pacfico.
(1)
la
1
Exploracin
Amrica
vol. in 8o
oficial por la primera vez dsete el norte de del Sur, etc., por F. Michelen^ y Rojas Bruselas, 1867,
mayor de
684
pg".
con mapas.
425
de esta cuestin de lmites, conviene tener presente lo expuesto en el protocolo (ie la 7.a conferencia, 6 de diciembre de 1833, en la cual se trat precisamente de los artculos 27 y 28, del tratado que se firm el 14 de diciembre del mismo ao. El plenipotenciario de Venezuela exnuso: ''Que, en cuanto a lmites, filaba el principio de la lnea fronteriza on el cabo de Chichibacoa de la Goag:ira habindose conA^encido por la lectura de las relaciones de los virreyes de S anta Fe, que Baha Honda estuvo siempre bajo la jurisdiccin del virreinato que de resto dich lnea quedaba trazada estrictamente con arreglo al prin.rpio del uti postidetis de 1810, y para acreditarlo exhibi varios extractos de reales cdulas relativas a los lmifce^: de las provincias de Maracaibo, Mrida. Barnas, Apure y Guayana, confinantes con la Nueva Granada; y fin tmente que esperaba que la cuestin sobre cambio o enajenacin del territorio de San Faustino, perteneciente a esta repblica, se volvera a tomar -en consideracin como lo haba ofrecido el gobierno granadino, tan luego como lo permitiesen las circunstancias, si el de Venezuela insistiese en Mo. "* ( 1
la historia
: :
Para comprender
de importante en esta exposicin, el acatamiento del principio de derecho internacional americano, el ui possidetis del ao diez, como base jurdica para la demarcacin de las fronteras entre los estados hispano-americanos; por que resulta que todas his nuevas naciones lo han as reconocido, como tambin la universalidad de los 7)ublicistas del continente, si se excepta algunos escritores bolivianos, que han pretendido fijar la fecha de la posesin de 1824, porque fu la de la bataUa de Ayacucho que asegur definitivamente la independencia. Tal pretensin no ha encontrado proslitos porque era perturbacor a e inconsistente, p^uesto que las otras naciones del continente, con anterioridad a aquella poca, haban asegurado y consolidado su independencia. El principio verdaderamente equitativo, conservador V prudente, es el que fija la posesin en el ao diez, que es el de la revolucin de la independencia, y de ese modo se
;
Hay
Ttulos de Venezuela en sus limites con Colombia, reuni(1) dos y puestos en orden por disposicin del ilustre americano y regenerador de Venezuela, general Antonio Quzmn Blanco, prsidn-te de la reimhlica, 3 tomos, edic. oficial, Caracas 1876,
426
VICENTE
G.
QtTBSADA
parte de la verdadera demarcacin icolonial, que, siendo un hecho, no perjudica ni mejora la condicin posterior de los nuevos estados, que por las armas adquirieron prepotencia y pudieron cambiar las demarcaciones, como pudo cambiarlas el mismo gobierno espaol, por las necesidades de la misma guerra. Si no se hubiera^ establecido tcita o expresamente este punto de partida, no habra
de los estaido, cuyos combatan conjuntamente contra el comn enemiero, y a veces el jefe no era nativQ del territorio en que r.e batallaba. El uti possidefis del ao diez fu aceptado ^cmo una regla conservadora, como un medio legal para alejar las fuerza, y- para que se reconociesen entre s como soberanos, los nuevos estados creados dentro de las antiguas demarcaciones coloniales. En el despacho del ministro de R. E. de Nueva Granada, se celebraba la conferencia. Este despus de oir la exposicin del plenipotenciario de Venezuela y la lectura de los a.rtcnilo,s 27, 28, 29, 30 y 31 del proyecto de tratajdb, dijo: "Que por los extractos de relaciones de mando de los vimeyes, de que s^e hiallaba ya sufieiientemente iimipiuciSito ei seor ministro venezolano, constaba claramenite que la
Kido posdb'ie conocer loul era el lmite
ejrcitos
jurisdicedn de aquellas autoridades se extenda diesfde muchois aos atrs a; t odia la costa del territorio denominado de la Goagirra, y aun al terrlitorio mismo a idonde se envia-
ron desde Cartagena y ro Hacha varias expedicione-s militares: que con vista de las mismas relaciones 'dle mando, de los diversos apuntamientios histricois de autores espaoles y otros idJiatOiS, se haba formiado y priesentado al senado de Nueva Granada, en isuis sesiones de este ao y por una comisin de su seno, un proyecto de decreto que fijaba en Punti Espada el extremo meridional dle la oosta de la repblica sobre el Atntico: que aunqae el cabo de la Vela era considerado como punto de lmite del antiguo virreynato, esa demarcacin se refera a la ltima provincia regularmente administrada, que era la de ro Hacha, lo mismo que la d'esignaien de Siniadimiaiciai, como punto de extremo de lia eapitiana geoiigiral idle Venemielai, se frefera a la provincia de Maracaibo, a pesar de que los capitanes generales celaban al contrabando en toda la costa del golfo con los buques de sus respectivos apostaderos, ejerciendo de este modo una jurisdiccin ms extensa que aun cuando se considerase como comn pro indiviso a las dos
:
427
el
de y geo^^rficamente, distribuyendo con iualdad la parte litoral, resultara tambin la Punta Espada como punto divisorio de la costa, lo cual es muy r.otahle. r>ern qve observaba oue no haba inconveniente en adoptar el ciabo d'e CMicihibaicoa, tamtoi por seor inisgni. ficante y notoriament-e poco abordable el espacio comprendido d'eside diebo icabo hasita Punta Esipada, coimiO porque l.ncia l se dirig-a el ramo de cordillera que divida por ". mitad la pennsula.
'la
Vela ba^t-a
Sniaini.a'cta,
se trataisie
laiborta,
dividirla geomtrica
Procedase, pues, en esta conferencia, con toda la pruc'encia y equidad que debe guiar a los plenipotenciarios de dos naciones limtrofes, ojie desean deslindar sus territorios en paz, y sin sas ventajas que hi^^ren e irritan la suceptibilidad de las poblaciones. La exposicin de los plenipotenciarios es tranquila, exenta de reproches y recprocamente respetuosa, como cumple negociar entre hombres educados y en el desempeo de tan elevado cargo pblico. No siempre ni en ^odas ocasiones mustranse tan circunspectos los plenipotenciarios,, y motivo tendr en hacer notar como son ellos, con no poca frecuencia, los ru comprometen por pueril vanidad la paz de las naciones.
El ministro de Nueva Granada manifest en esa conferencia que juzgaba aventurado especificar la lnea de demarcacin de un modo irrevocable, cuando no haban sido hechos los estudios topogrficos convenientes, ni havo cfi^-^nc; geogrficas 'suficientemfnte exactas, no pudiendo
,
merecer bastante confianza las cdulas reales dictadas sin ')H conocimientos locales, abusando de una nomenclatura ^aga para designar ros, cerros o puntos notables, puesto que un mismo nombre se daba a diversos parajes o un mismo sitio tena diferentes nombres: "en fin, cuando todo en esta materia era incertidumbre y oscuridad".
La prudente era, segn la opinin de su gobierno, aplazar la cuestin de lmites para la poca en que se tuviesen tales conocimientos topogrficos; pero que, por otras consideraciones, aceptaba proceder a estipular bases para la demarcacin, "resolvindose a no disputar por desiertos cuando eisto sirviese de embairazo en aRgn punto cuestionable '.
'
428
VICENTE
G.
QUE34.1)A
bonsecuencia propuso algunas rodificaeiones. El ministro de Venezuela convino en las a:laracioues propuestas,
En
y qued redactado
La
iciostias idlel Atlncon direccin al cerro denominado de las Testas: de ?C!U a la sierra de Aceites, y de esta a la Teta Goagira desde aqu rectamente a buscar las alturas de los montes de Oca, y continuar por sus cumbres y las de Perij basta encontrar con el origen del ro Oro, diferente d-el que corre entre la parroquia del mismo nombre y la ciudad de Ocaa: bajar por sus aguas basta "'a confluencia con el Catatumbo: seguir por las faldas orientales de las montaas, y pasando por los ros Tarra v Sardinata, por los puntos hasta ahora Conoeidolsi como lmites, ir rectamente a buscar la embocadura del ro de la Grita en el Zulia: desde aqu, por la cuirva reconoiciaia aemuialmente C'oono fronterizia, icontinuar hacia la quebrada de Don Pedro, y bajar por esta al ro Tebira por este seguir li?sta sus cabeceras desde aqu por las crestas de las montaas, de donde nacen los ros tributarios del Torbes y Urivante, hasta las vertientes del Nula, y continuar por sus aguas hasta donde se encuentra el desparramadero del
:
;
Lavtare, y, rOdiesnidola /por la piarte oriental, iseguiir cooi el deniaarue de isus aguas al ro Arauquta por este looniti:
Arauca, y por las aguas de este hasta el paso del Tiento; desde este punto rectamente a pasar por la parte ms occidental de la laguna del Trmino; de aqu al apostadero sobre el ro Meta y luego continuar en direccin norte-sur hasta encontrar con la frontera del Brasil. Art. 28. Para fijar esta lnea fronteriza con ms precisin y poner las seales que han de designar exactamente los lmites de las dos repblicas, ambas partes contratantes nombrarn comisonados, dadla una por la suya en nmero igual, cuando las circunstancias lo permitan y conveijgan en ello los respectivos gobiernos. Estos comisionados levantarn la carta del territorio fronterizo y llevarn diarios 'dle sus operaciones lois ciuales, lestiamido perf eetaimente acoirdleis, sern consdidlenaidlos partes del presenite tra-tado y tendrn la misma fuerza y validez que si estuvieren insertos en l".
al
;
nuar
este tratado
429
Santos MieJieleaa, por Vepezuela, y Lino de Poimbo, pw Granada. Sometido el tratado de 14 de diciemDre de 1833 a la aprobacin del congreso de la repblica de Venezuela, Ui comisin del senado se expidi en 10 de febrero de 1834. Ese dictamen nada observ respecto del arreglo de
lmites.
comisin de la cmara de diputados se espidi de abril de 1835, y he aqu lo que respecto a los lmites informa: ''La comisin siente que ni el P. E. haya acompaado al expediente de este tratado los motivos o datos que tuviese para la demarcacin da la extensa lnea limtrofe que se describe en el art. 27, el senado haya indicado los que obraron en su consideracin para negarlo El expediente en esta parte est enteramente desprovisto ce fundamentos para juzgar con acierto, y esta sola razn i.arece suficiente para suspender la decisin, y no comprometer los derechos de la nacin en un negocio de tanta gravedad y trascendencia, sin tener a la vista y examinar detenida y escrupulosamente todos los documentos que de ambas partes puedan producirse. En general es de observar por ahoina que la fijacin diei oabo de Chiohibacoa, como principio de la lnea, es notoriamente perjucial a la repblica que pierdei 62 millas de costa, y entre ellas una magnfica baha, y 3 puert/os regiulaires, a saber: Baha Honda, Bahia Ohicia, PiOteite, y el cabo de la ,A ela. Es indudable que la jurisdiccin martima de Venezuela antes de su transformacin poltica se extenda hasta este cabo, y si la conveniencia de no disputar terrenos incultos y ocupados por tribus salvajes debe influir para despreciarlos y cederlos al vecino, podra a lo menos haVerse fijado para esta cesin la base de dividir a prorata l territorio, o que se entendiese en compensacin de otros que fuese necesario adjudicar a Venezuela en otra parte de la lnea, piar<a i^eicitifiearla o aclanarla. gi se hubiese esblecido la pTmera de eistias bases habra la re>pblic)a. )cionservado la mayor parte de la pennsula de Goagira, porque teniendo Venezuela derecho para reclamar hasta el cabo de la Vela, y siendo la pretensin de la Nueva Granada reducirla a Punta Espada, que distan entre s 75 millas, resultara por trmino medio la Punta Gallinas distante 38 millas de la Espada y 37 del cabo de la Vela, lmite ms natural que Cbichibacoa, si b<5 atiende a que
el 7
La
430
es la
VICENTE
G.
QUESADA
punta ms septentrional de la pennsuila. Podra adems interesarse que el terreno cedido es el ms poblarieo
id|o,
iciomieir'cal,
idle
la
Goiaigiina. Lia
lmea demarciaidia
inconveniente de qu3 no termina las han asomado sobre los lmites en la vnica parte poblada de toda la inmensa ex+ensin que ella abraza. El pequeo territorio de la ciu.lad de San Faustino queda por ella enclavado en medio del territorio de Venezuela, causando grandes embarazos al comercioi y trfico de las poblaicioneisi que l isiepara. San Faustino situado en la parte oriental del Tcliira y Pauplonita, fu fundado por los vecinos de la villa de San Cristbal como una colonia militar contra las incursiones de los indios motilones. Todos STi i aeces, o lmenise gobernadores, fueron vecinos de aquella villa, y su autoridad nuuca se extendi ms all del recinto de la colonia. Estos hechos parecen comprobados por las declaraciones de \ecinos aiitiguos respetables de la misma ciudad en cuestin y otros de los cantones vecinos; pero en sentir de la comisin, no se r.ecesita de otra confirmacin para creer aquel territorio propio de Venezuela que su situacin misma; y el no haber exhibido la Nueva Granada los ttuhs de sus virreyes, puesto que no se han atrevido los ministros a sealar con precisin los lmites de la curva que dice el artculo debe seguirse, desde la confluencia del ro Grita en el Zulia hasitia la quebrada de Don Pedtro, ciirvia que, ciomo tal, bien podra hacerse venir hasta Mrida si se quiere. Aunque la demarcacin que hace el art. 27 noi tuviera Qtro delecto que este, l solo debera influir para desaprobarlo". / ^ ;
presenta tambin
el
diferencias que ya se
;,;
Igual opinin emite la misma comisin respecto al artculo 28, pero en caso de abrirse nuevas negociaciones, deberan nombrarse "... comisionados que recorran y levanten el plano topogrfico de las fronteras, operacin sumamente importante para fijarlas de un modo claro y
:
permanente
'
'.
entra en mi propsito el examen de todo el tratado de 14 de diciembre de 1833 me concreto a lo que se refiere a los lmites, y nada ms. Aconsejaba en consecuencia este despacho: ^^ Primero. Que algunos artculos del preinserto tratado no son del
;
tioido xjonfoirmeis
la
rep-
431
cuencia la negociacin empezada no puede tenerse por no presenta dificultad haber apurado los medios de avenimiento sm Decretan Artculo 1". Se suspende la prestacin del consentimiento y apnoibiaicin del (tratado preinsle'rto, hasta que lel P. E., len liso de sus atribuciones constitucionales, lo presente de nuevo en estado de ser consideirado. Por un mensaje separado se instruir al P. E. las razones en que se funda esta suspensin, para que con iconocimiento de ella pueda ejercer mis eficazmente sus funcione constitucionales." Lia ley en definitiva sancionada, dice as El congreso .'te \ enezueia niega su consentimiento y aprobacin a los artculos 6." 27 y 28: a la palabra ''lmites" del prrafo primero, art. S.*"; y a la misma palabra '-'lmites" e inci {o con que concluye el art. 31 que dice: "y las ratificaciones sctTan cianjeadiais em Bogot en el trmiojo id!e 6 meses contados desde este da, o antes si fuese posible"^ Dado en Caracas a 25 de febrero de 183G. El presidente del senado ngel Quintero El presidiente idie la cmara de representantes Juan Manuel Manrique.. El presidente Jorge Vargas le puso el cmplase y
vouciuda ni invalidarse la parte que
:
'
e^ta ley
qued promulgada.
relaciones exteriores del senado de
La comisin de
Venezuela, en 8 de miarzo tde 1838, volvi a idfictaminar obre el tratado de 14 de diciembre de 1833, desaprobado en virtud de la citada ley de 1836, y sobre la convencin complementaria de 1834. Dos abultados expedientes le fueron pasados sobre el
tuatajdo de ^aansitad, comercio, navegaiciin
lmites, fir-
a 14 de diciembre de 1833 por los plenipotenciarios de Venezuela y Nueva Grari.ada^ y convencin complementaria de 25 de enero de 1834, y la memoria del ministro de relaciones exteriores. No concibo ciertamente como pudo volver al estudio del cuerpo legislativo un tratado desaprobado en 1836 no +engo medios de averiguar si por un nuevo protocolo, pacto o cosa parec'.da, convinieron los plenipotenciarios o los gobiernos de tambos pases en dar nueva vida al antiguo y desaprobado proyecto. Tengo empero adelante de mi vista el informe, y ante un hecho, excuso observa; iones pera darme cuenta como fu producido. Sin embargo^ para que el
;
mado en Bogot
mdiSitierio sea
ms
**
tales
fueron
los tropiezos e
^j2
VICENTE
G.
QUESADA
te Telativa a lmites, qae a pesar de las reiteradas instancias del P. E., que siempre ha considerado como justo f quel acto diplomtico, aun est pendienNi su ramificacin
y canje".
era compuesta de A. Quintero y Juan Manuel Cagigal, y en disidencia Juan Bautista Calcao, que inform separadamente, deca: ''No se trata de examinar cules debieron ser los lmites entre Venezuela y Nueva Granada: si la demarcacin de 1833 es o no natuen caso de aprobarse, una o ms de nuestras 1 al; y si provincias qiiedarn perjudiciadas sino de saber hasta dnde alcanzaba en 1810 la capitana general de Venezuela y empezaba el virreynato de Santa Fe. Enunciada
La comisin
as la cuestin, no es difcil resolverla consultando los documentos exhibidos por ambas partes contratantes". Plamitebaisie la icoieisitin reconioiciendo como el pnn. to capital y decisivo el iiti possidetis del ao diez co:
mo
posesoirie
idie
la posesin cdvil
evidente es que la prueba escrita, deba resolver la condocumentos era toda la disi elloisi establecan con claridad la demarcaficultad cin, esa era, esa debe ser legalmente la reconocida, salvo el derecho de pactar nna rectificacin de fronteras o la eesin .de territorios. ''No era dable que entre dos pases dependientes de una misma metrpoli, ^dice el informe, y casi desiertos en una gran extensin de sus fronteras, se hubiera trazado una lnea clara y distinta que los separase; y si bien en tiempo del gol3erno espaol pudo juzgarse acaso til, dej de ser necesaria desde que ambos formaron parte de la repblica de Ct)lombia. No es, por tanto, extrao que los plenipotencia^ lios se limitasen a fijar como puntos limtrofes aquellos que parecieron menos controvertibles, conviniendo en que ms adelante se nombrasen comisionados para demarcar con exactitud y precisin la lnea fronteriza en toda su extensin, porque ste y no otro era el medio de
troversia. Estudiar, pues, los
;
llevar a 'cabo,
eon
leadtiaid
y fuenia
fe, luinia
negoioiaeiii
en la cual bien pudieran haber comprometido los intereses de sus respectivos gobiernos."
lo hicieron
Esta comisin opina en completa oposicin a las que en 1835, sobre el punto de partida de la lnea divisoria. El tratado estableca, como se recordar, que la lnea debiera parr del cabo Chichiibacoa en el Atlnti-
433
co, y en 'llo, decan lais comisiones, ise pieTJuidicta imruensia. mente Venezuela. Bien, pues, la comisin de 1838 opina, que no es menos cierto, en su concepto, que ella est basada en estricta justicia". La ipretensin de Venezuela, o idie las anteriores icomsionels, era que la provincia de Maracaibo se extenda hasta el cabo de la Vela, y despus de hacer brevsimo anlisis sobre los fundamentos de tal pretensin, dice: ''pero no puede menos de exponer en descargo de su conciencia que la Nueva Gra^ nada ha presentado documentos que prueban hasta la evidencia que el Prtete y Baha Honda les pertenecen, como que hasta ellos se extenda la autoridad de los vi'
'
rreyes.
' '
Cita la Relacin de gobierno del virrey Guirior en 1776, presentada a su sucesor Flores, y la del virrey Gngora al de igual clase Gil, ^en 1789. Fundndose en estos documentos oficiales, entiende que est bien probada la jurisdiccin de los virreyes hasta Punta Espada por lo menos, mientras que Venezuela no presenta prueba oficial que la contradiga.
El plenipotenciario de Venezuela, Santos Michelena, en la negociacin con Lino de Pombo, plenipotenciario de Nueva Granada, haba considerado que la pennsula Goagira era un territorio no posedo realmente por ninguno de los dos gobiernos, sino por tribus salvajes, y desde luego, que ese territorio deba acrecer el de uno y otro pasi, dividindolo entre s. As prescinda de los
y loomio se trataba de desiertos, de la lnea se pact partiendo del cabo Ohichibacoa, en el Atlntico, al eerro del Aceite, dirigindose a la Teta de Goagira, para buscar las alturas de los montes de Oca. Por esta lnea quedaba para Nueva Granada el Prtete y Baha Honda, pero la lnea dividira en partes iguales la penrasula, y la parte que no se apropia, (usa este vocablo) Venezuela no tiene, en la opinin de la comisin de 1838, la importancia que le diera la de
ttulos de la posesin civil,
el trapo
1835.
cuanto al pequeo territorio de San Faustino, nico poblado en la larga extensin de la frontera, las comisiones de 1835 sostuvieron que perteneca a Venezuela, mientras que la comisin de cuyo informe ma ocupo, opina en contrario. Expuso la del senado, dice, que habindose poblado San Faustino con vecinos de
'
En
'
434
VICENTE
G.
QUESA.n\
San Cristbal con el intento de isometer a los indios motiy de asegurarse nn punto de trnsito para las mercancas que introdujera por Maracaibo la compaa
lones,
Guipuzcoana, sin tener que pasar el territorio granadino se lextraiajr qae> obtiuviera entre dtros pirivdlegios el tt-ulo de ciudad, y la de ser mandada por un gobernador que ni dependiese del virreinato ni de la capitana general de Venezuela, sino directamente del rey de Espaa. Que en este estado permaneci hasta 1810, en que el general Pedro Tortoul, que mandaba entonces en los valles de Ccuta, vindose aeometido por las guerrillas espaolas, que a la sazn ocupaban a Mairacaibo, y no sabiendo qu hacer con aquella ciudaid, tom al cabo el p^artido de agregarla en claise de parroquia a su pas natal, mientras se decida por quin deba quedar: cosa que no hiciera, si como naci granadino, hubiera nacido venezolano. De modo que el uti possidetis de que se prevalen nueotroiS vecinois slo ha dependido, segn aquella comisin, del lugar que viera nacer al bueno del general
no,
Tortoul.''
Cita en isieguida la opinin de la comisin de la cel mismo ao de 1835. ''Pero, continua la comisin de relaciones exteriores del senado en 1838, ;ni la historia del general Tortoul, tejida por el senado, que acaso nuestros vecinos calificarn de romntica, es un mtotivo juisticado para aiproprnosla ni las ra25ones alegadas por ki cmara de representantes, llevan cons)igo aquel carcter de evidencia que se tiene derecho a exigir cuando isie ventilan cuestiones' de tamaa trascendencia." Esta comisin protesta no ser parcial a favor de Venezuela, ni injusta respecto de Nueva Granada, que procura enconilirar la verdad en documentos fehacientes, y no porque sea til la adquisicin del territorio, ha de faltar a la imparcialidad de que blasona. Expresa que en la negociacin de 1833, el plenipotenciario de Venezuela, obrando de acuerdo con el prinipio del uU possidetis del mo diez, reconoci el territo^o de San Faustino como del dominio de Nueva Granada, pero que propuso la permuta con otro situado al sudoeste de la provincia de Pamplona, o en la Goagira, para buscar lmites arcinios que alejen todo conflicto de jurisdiccin. Pombo, representante de Nueva Granada, no quiere aceptar esa permuta, por temor a la mu'-
mara de diputados en
'
435
muraciones que hacen flaquear con frecuencia los caracteres en las repblicas tumultuosas o anarquizadas. Esa negoci-aicin estaba en la pieza tercera del expedienta de la cmara de diputados de Venezuela, en 1835. Entonces no se tuvieron a la vista los nombramientos que Jos virreyes de Santa Fe hicieron de gobernadores de San Faustino en las personas de Ignacio Tortoul, Flix Sumalv y Gaspar Villet, porque esas prruebas se recibieron con posterioridad al informe de la comisin de relaciones de aquella cmara. Se ha probado', adems, que la junta superior de real haciemida de Sanitia Fe en 1808, adjuldic tierraisi en propiedad en la jurisdiccin de San Faustino, despus de integrar el interesado el importe en la caja de Pamplona.
El nombramiento de autoridades
superiores,
la
enajenacin de tierras fiscales, constituyen una prueba irrecusable de dominio. Acompa el gobierno de Nueva Granada otro documento, de gran valer en el debate. En diciembre de 1836 envi el testimonio de la posesin que Pedro Varela Fernjidez, gobernador die San Faiusitiino idie los Ros, dio a los indios del pueblo de San Jos de Ccuta de las tierras que formaban sus resguardos, a 5 de abril de 1718. Doc. inserto en la Gaceta de Caracas, nm. 313. dice, en que se apoya el ''Tales son los ttulos, gabinete de Bogot para sostener que la demarcacin de lmites estipulada en 1833 est basada en el principio godel uti possidetis de 1810, reconocido po'r nuestro bierno como el nico que pudiera conducir a un arreglo aimistoiso; ttulos que prueban, en comciepto de la comisin, que la parte del tratado que a ellos se contrae est fuera de toda objecin racional, y que basta presentarlos aun sin comentarios para hacer ver que nuestro pleniipoteniciiario, al convenir que Saai Faustino quedaise a nuestros vecinos, no hizo otra cosa que reconocer un de-, recho incuestionable. Juan de Dios Picn, desempeando el cargo de gobernador de la provincia de Mrida, inform en 1832 que el ro Tchira, que corre a orillas de San Antonio, ha servddo siempre de lmite entre ambas repblicas por la parte del sud, al paso que no son muy conocidos los que por occidente limitan las provincias de Mrida y Maft-aoaiibo qu/e Pamplonita, qu <3orre 'a a pi^ovln-
'
'
436
VICENTE
G.
QUES.\a\
de Pamplona, tributa sus aguas al Tchira, el que desemboca en el -Zulia, y ste en el lago de Maraeaibo que en vista de esta topografa parece natural que se escoja por lindero de la provincia de Mrida el ro Tchira hasta su confluencia con el Zulia, y despus ste hasta la laguna de Maraeaibo; y por ltimo, que, segn las noticias que ha logrado adquirir, no hay duda que la ciudad de San Faustino, situada del lado ac del Tchira, corresponde a la Nueva Granada." Este informe es afirmativo, no da margen a dudas no puede ni debe ser tachado el testimonio. y El jefe poltico del Tchira, Vicente Briceo, en informe de 14 de ma^^o de 1832, concuerda en el hecho que San Faustino no perteneci jams a Venezuela, l>uesto que estuvo sujeto al virreinato de Santa Fe. La comisin, pues, reconoce el derecho explcito y claro de la Nueva Granada, y es noble esta declaracin oficial, probablemente impopular en poblaciones que todo lo miran al travs de las pasiones y con. los celos de vecinos mal avenidos. Importa poco que ese territorio sea malsano y de escasa poblacin; se ventila una cuestin de derecho, y confesar que el contrario lo tiene cumplido, es digno de respeto, de imitacin y de encomio, Y este dictamen se daba, cuando esa comis'in tena
(:ia.
San
Cristbal,
Tariba,
Capaeho, Lobatera y San Antonio, diciendo que iran en decadencia, si el de San Faustino perteneciera a la
Nueva Granada!
ciliar el
Si esos lmites comproraetsn eji lo futuro la dicha y bienestar de esas pobleiones cmo con-
derecho y la necesidad? ''Que los lmites claros precisos demarcados por la misma naturaleza sean prey feribles a los puramente convencionales', dice la comi-
sin, es una verdad reconocida por todos los publicistas, porque no estn sujetos a controversia, se evitan con ellos las discusiones que no pocas veces han terminado con largas y desastrosas, guerras. El Tchira, segn el tratado, sirve de lnea divisoria desde su origen hasta la quebrada de Don Pedro, ctue lo corta en ngulo recto, y nada ms conveniente ni ms natural que el mismo ro contine sirviendo de frontera hasta S'i confluencia " con el Zulia. Expone la comisin las causas de la decadencia de los pueblos circunvecinos a San Faustino, desde que se oblig al comercio a traer la impo'tacin por el puerto
.
437
de los Cachos, cuando el de San Buenaventura, en la confluencia del Tehira con el Zalia, era un emporio en tiempo de la compaa ^ipuzcoana: que la navegacin por el Zulia, desde San Buenaventura a los Caclios es penosa, a causa de la poca agua y de los senos y corrientes: '''que perftieneciendo
San
Biien'aventuira,
a,
Vienezuela,
conducen podran mejorarse los caminos que desde a San Faustino y San Antonio, para mejorar y beneficiar el comercio de Maracaibo en los valles de Cuenta, y sobre todo, los cantones de San Cristbal y Tcliira tendran un puesto propio y prximo por donde extraer sus producciones, sin necesidad de mendi^ar esta franquicia de una nacin extraa." Y, sin embargo, la comisin se sobrepuso a todo ello, y dominada por el sentimiento de la justicia, y la verdad, deca: ''P ero estas razones de conveniencia y las dems que pudieran alegarse, por muy fuertes que parezcan, nunca sern baistantes en concepto de la comisin, para negar un acto diplomtico, basado en un principio justo, cual es el uti possidets con rcfetcnca a la poca para siempre memorahle de la transformacin poltica de ambas pases; y cuando ms servirn para proponer la permuta del pequeo territorio de San Faustino..." As debieran proceder siempre los varones Justos,
all
aquellos
dirigir
mm
:des-
tinos, disponen de su suerte y manejan las relaciones exteriores: as debi pensar el gran mariscal de Ayacucho antes de faltar a la fe prometida a la Repblica Argentina, y apoderarse y retener por la violencia la pro-
vincia de Tarija!
el .alto cniteirio
Llama
con que razonan los distinguidos venezolanos! Quintero y Cagigal. Pocos ejemplos tendr ocasin de citar que les sobrepasen en cordura, sino es la nobilsima conducta del libertador Bolvar en la memorable conferencia diplomtica de Potos, el 27 de octubre de 1825, mandando entregar Tarija al gobierno argentino. Rarsimos ejemplos de justicia internacional sudamericana! de previsin y templanza, tanto ms difcil, cuanto son las exageraciones guerreras las que ofuscan por la grita falaz de las turbas pa-
la pnuideneia,
trioteras
Reconocer que la nacin no tiene justicia, darla y pedirla amplia y cumplida para otra nacin vecina, es
^38
VICENTE
O.
QRSADA
en
venda'd ejeinijplo
digno de
respeito,
de imita.cia y de
alabanzas La transaccin era el recurso que proponan los seores Quintero y Cagigal: permutar ese territorio de Nueva Granada por otro cualquiera de Venezuela, tal era la prudentsima solucin que aconsejaban, siguiendo plenipola nobilsima iniciativa d Santos Michelena, tratado de tenciario venezolano en la negociaein del 1833. Juan Bautista Gaicano dictamin en disidencia, y su dictamen est datado en Caracas a 1 de abril de 1838. Preciso es escucharle: ''Dos cuestiones se envuelven en el presente, ^dice, la primera es si puede el congreso volver a ocuparse de la materia habiendo dispuesto de eUa; la segunda, ;si es conveniente o no aprobar
los lmites
como
se
han demarcado en
el
tratado, que es
el objeto de la excitacin que se nos hace.'' Colocaba la cuestin bajo su faz cfonstitucional y bajo su laspecto internacional, mientras que la mayora de la coinisin haba prescindido del estudio previo, es decir, si estaba o no en la facultad del congreso reveer un tratado rechazado, darle nueva vida y convertirlo en ley. Comi un tratado eis un convenio bilateral, es claro
lia 'ajdiquescenicia de para abrir nuevas negociaciones, aun cuando aceptase sin modificacin alguna la ley que pudiera sancionar el congreso de Venezuela, aprobatoria del tratado proyectado en 1833. Calcao examina la cuesitin icoinistitucioaalal del punto de mira de las instituciones de Venezuela. El tratado de 1833 ha sido aprobado, menos el artculo 6, que trata de intervenciones armadas, y en lo relativo a lmites. Esa resolucin fu promiulgada por el P. E. en 7 de marzo de 1836. De manera que aqu terminaba la accin constitucional de ambos pioderes, y no hay trmite alguno que pueda hacer posible vuelva al debate ese mismo tratado, deca. El nico medio era presentar un nuevo pacto con las mismas clusulas, pero necesitaba una nueva negociacin diplomtica.
que
neciesiiitaba
nuevamiente obttener
condicional de un tratado, la modifisupresin de clusulas o artculos, hace indiscacin o pensable obtener el reconocimiento expreso de la otra parte contratante. De modo que si los congresos aprueban o rechazan diversas clusulas qu queda? ^bases
La aprobacin
'
^39
para abrir otra negociacin, nada ms. Tan es ais que aun cuando un tratado s haya aprobado por uno y otro congreso, si no se verific el canje en el trmino convenido, queda este implcitamente aibrogado: sie necesita un nuevo acto diplomtico, un nuevo pacto, para revalidar
lo antes estipulado.
Gaicano sostiene: ''el qiuie Nuevia Grainiada haya aprobado artculos que Venezuela ha negado, no impide que el tratado subsista en todo lo dems que ambos e^ tados han convenido aprobar."
Esta doiotrina no os exiaxita. Un tnaitado tiene un m'ecanismo orgnico, armonioso y correlativo en sus clususer condiciones de otras: las, que unas son o pueden acepta una obligacin que pudiera ser desvenquiz se tajosa, en cambio del beneficio de otras concesiones que
compensan
el
perjuicio.
absoluto de su que est pactado, a todo; pero si ello se modifica, se requiere que exprese la otra piarte su asentimiento. La pretensin de perfeccionar la obligacin de una clusula o artculo, porque ha sido aprobada por el cuerpo legislativo de las dos naciones contratantes, no la constituye en obligacin exigiible; porque es el canje el que prueba la perfeccin de las obligaciones de los tratados internacionales. Ese acto es la prueba de la aceptacin de lo pactado antes, est un proyecto, que puede ser o no convertido en obligatorio por el libre consentimiento, que se prueba por ese medio ddplomjtico. Podra pretenderse canjear los artculos aprobados y negociar sobre las modificaciones? Eso tendra que constar por un nuevo
:
convenio.
Es
obligatorio
eil
canje?
siu
negativa comsti-
tuye la violacin de
nn derecho?
ratificaciones de
:
sealar un trmino un tratado vencido para el canje de las; ese trmino, se necesita nuevo consentimiento pana prorrogarlo. Si lo niega uno de los contrayentes, el tratado quieda abrogado. '*E1 que habla, ^dice el senador Calcao, cree que este (P. E.) no ha debido hacer otra cosa que cumplir el decreto legislativo de 7 de marzo de 1836, procediendo a canjear las ratificaciones en los trminos all prescriptos y, caso de hallar repulsa en el estado vecino, proceder a estipular un nuevo tratado, si lo crea conveniente.
Es de derecho consuetudinario
'
4^
VICENTE
G.
QUESAOA
Piero
el
cmo poda
cuando
congreso granadino haMa aprobado el tratado sin se anjean stos sino condicin ni modificaicin ? No c liando las dos partes contratantos estn conformes hasta con la redaccin de los artculos; petro si una parte ratifica todo lo pactado, y la otra lo modifica, es evidente que no hay eanje posible, porqne no hay conformidad
en
to
las obligaciones.
Entra en seguida a exponer sus objeciones en cuana los lmites del tratado de 1833, es decir, a lo que
fu desaprobado len 1836. En esta parto, es muy deficiente su bagaje histrico legal: recurre a Alcedo, autoridad nmy dudosa, aunque sea muy til y mieritorio su Bic^ionario geogrfico-Mstrico. La opinin de un autoi* no puede prevalecer ante las constancias de doouraentos Alcedo no puede dleibilitar las Relaciones de oficiales gobierno de loa virreyes de Santa Fie. No es exaoto tampoco que las expediciones sobre Goagira desde Cartagena, ordenadas por los virreyes, estableciendo fuertes y poblaiCiionPis en ella, no den dereicho ailguaiio. Oateo no poda olvidar las leyes de Indias, la prohibicin expresa de entrometerse en el territorio de ottiro gobierno, las penas en que iiicurre el que lo hiciere, y por lo tanto, no puede isoslteaiier ''que >5^iemdio ambos gobiernos d'e la corona de Espaa, y muy til la reduccin de los indgenas a la vida social, poda intentarse aquella sobre un territorio despoblado, desde cualquiera de los dos puntos, sin variar por eso Im demarcaciones establecidas por el monarca espaol." Por el icontrario, esas demarcaciones establecan el lmite dentro del cual se ejerca la jurisdiccin; fuera de ese lmite no tena autoridad legal y pblica el que no gobernaba el territorio; invada jurisdiccin ajona e incurra en penas. Esta materia est expresa y detenidamente legislada en la Recopilacin de hidas. Esa doctrina es contraria a las leyes, no puede sostenerse. Cuando el monarca daba comisiones especiales, se
:
comunicaba la autorizacin al gobernaidor territorial. Eto constitu.ye la excepcin expresa, y confirma la regla general. Quiere sostener que a Venezuela corresponde hasta
los
cabo de la VeDaf; poro saiis argrumentos soai dbiles, habindolos excelentes y legales. "No hay en
el
que
arohivos pblicos los documentos fehacientes, dice, debieran definir el derecho de ambos estados se-
44
?n el di possidetis
de 1810,
ladopjtaiclo pioT
bavse,
pues,
el secretario de relaciones exteriores SanMiehelena en 8 de abril de 1835, la la cmara del senado (pieza primera de la (cmara de representantes), no se han hallado en la siecretara, ni en el tribunal do ciijentas, ni en otra parte las reales edulas de 12 de abril de 1771, de 8 de septiemibre de 1778 y de 9 de marzo de 1791, sobre lmites de la capitana general de Venezuela y del virreynato de la Nueva Granada."
como
lo dijo
tos
Considera que ellas resolveran sobre el dominio del territorio de San Faustino qu^si es poco importante para Nueva Granada, interesa en alto grado a Venezuela. "Parece demostrado con evidencia que San Fauscontino no perteneca a la Nueva Granada en 1810, tina el sienador Gaicano, ni tampoco a la jurisdiccin civil de Venezuela, pues que tena su gobierno propio, cuyo timbre le a/segur el monarca para estimular el incremiento de su poblacin y contener a los indiovs motilones. Opone a esto la Nueva Granada, y alega como t'tiulo ide poisiesn, el que vario's vinreyes nomlbnaron gobernadores de San Faustino. Pero este nombramiento, segn el seor gobernador Picn, en su informe ant^s citado, lo hacan losi virreyes por una comisin especial, lo eual no le dat a Nueva Granada ttulo de posesin, puesto que no lo da el ejercicio de una comisin transitoria que puede revocarse en cualquier da."
deduce de estos antecedentes que habindole expedido el eongreao en su decreto de 1836, improbando los artculos sobre lmites y otros, no puede reveer esia resolucin, y, por el contuario, el P. E. debera
fCalciao
proceder con arreglo a ella; porque, si es incuestionable convenienjcia de fijar Jlmites. clarosi y precisos, para hacerlo conviene tener presente las cdulias de demarcacin de trminos de la poica, colonial y fijarse stos eon arreglo al ni possidetis del ao diez, "reconocido por las naciones americanas."
la
termin 'aqu este gran negocio, y aun cu-ando no las eausas que aplazaron la discusin, el hecho es que tengo ante la vista otro dictamen de la comisin de relaciones exteriores del senado en Caracas, de fecha 28 de febrero de 1839, fn^mado por Jos Vargas, Juan Manuel Cagig-al, Andrs Navarrete v Jos M.
No
puedo explicarme
Tellera.
442
VICENTE
G.
QUFSAOA
'"'
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Empieza
de las disensiones a que ha dado origen el tratado de 14 de diciembre de 1833, desaprobando algunos artculos en las sesiones de 1836, leuyo tratiado as modificado no, quiso canjear Nueva Granada, por no estar de acuerdo con el que haba aprobado el congreso de estia repblica. Por tal causa, el presidente de Vienezuela en 1837 solicit del congreso reconsiderase su anterior decreto y prestase su aprobacin a lia parte rielativa a lmites. Entonces se aicord nu'eva prrroga para el canje de las rafificaciones, a lo quje lac cedi el congreso granadino, en 1838, y negociado de nuevo por el plenipoteniciario de Venezuela, en Bogot.
Prescindo de las modificaciones que se refieren al ait. 6. del tratado de 1833, desaprobaido por ambos gobiernos, pues slo me interesa los artculos referentes a lmites, que (Son Ics 27, 28 y 29.
Expone luego
el
estado
die
la
cuestin de lmites,
y dice: ''Presentado de este modo el cuerpo de hechos y pruebas sobre lia miateria, la icomisin evitia el peligro de presentar conclusiomes infundadas, y atiende ^a establecer con lespecialidad el derecho de ufi possidetis, base de lo's arreglos de justicia del tratado; puesito que las concesiones de conveniencia recproca entrte los dos' estados nunca pueden ser isino objeto de mutuas y voluntarias preistaciones, a que ninguna ide las dos poiede forzar al totro por ningn ttulo de justicia".
El lexamen comfparativo de
t bien estudiada,
los ttulos
de dominio
'
La
cuestin es-
modelo de concisin. Concluye, en virtud' de todo ello, -oipnando por su aprobacin, pero aconseja ''... ise prevenga al P. E. que cuando nombre los comisionados que hayan de les d perfeccionar los lmites entre ambos estados, las instrucciones necesarias para negociar lo ms v?entajoso y natural a la provincia de Mridia, por lo que respecta al lmite por el territorio de San Faustino y la die la antigua Baninias, en icujamito deba obviar cuial. quiera irregularidad que el lindero entre ella y la de Casanare pudiera causar". El senador Antonio Febres Cordero dictamin en disidencia con la mayora de la comisin, y dat su exposicin en Caracas a 2 de marzo de 1839.
este informe es
443
La primera observacin general a la economa dfel tratado de 1833, es qnlo comprende imaiterias diversas por sai naturaleza, obligaciones permanentes, y perpetuias como el desunidle territ'onial, y otrasi id'e carcter tranisitorio coimo las que s'e refieren ail comercio: sostiene la necesidiad de hacer tantiof? pactoisi diferentes ciian*,s se-an lias dii visiones forzadas y lgicavsi que impone
lai
pn-diera incnrrii^se
tnatiaido,
y dejandb
lo
es.
La
-obiscr^^iaiein
diebieira
tenerse pne-
sente
de lmites con.stituyen obligaciones do .una naturaleza especial, que )es innecesiario mezclarlas con otras que son mudables, como lo relativo al comercio. Biasta apuntar ila objecin para rciconocer que es
Lo9 tratados
Intenta demostrar lujetgo qne bay perjujicio para Venezfuela en la proj^cctada demarcacin de fronteras, y en es't.a parte sius observaciones astn idesvirtuaidas por su mism.a conif csioini no ptoldio, no tuvo ticiipo para leer el vdlfuminoso expediente creado sobi^e la materia. Desde que no hia estudiado esois documentos- con qu prestigio y eon qu autoridad presenta sus observaeionas ?
:
Tratndose del examen de los ttulm de dominio, no pueid'e 'hablarse de sm mrito legal sin haberlos ledo ni estudiado; esto es de simple sentido' comn. Sin
esa lectura, siera necesiario tener el don de la clarovidencia ipana adivinar su eontenidio, y dictaminar sobre l.
Entra empero en
pecito
el
anlisis die
los
ttuil-os.
Ees-
a la resolucin dictada por el virrey de Nueva Granadla en 1789, cuando G-ngona en/tireg el mando a su suceso-r, ha^^e estas oteervaciones ^'El aeta que se
citia,
dice,
prneba
eia o en virtud de la suprema autoridad que ejercan dilatando su jurisdiccin territorial, se introducan en
un
que
por tribus salvajes, sin magistrados dte ac tiuvieseu noticia de talles hechos para reclamarlos. Pudo suceder tambin, que obedeciendo en aqaiel tiemipo ambos p aisles a ,un mismo gobierno, fuera indiferente el que de la capitana general o del virileynato se adoptaran medidasi para la goh-^
territorio desierto o habitado
los
444
VICENTE
G.
QUESAUA
goagiros m'as dejando a un lado estas conjeturaS', yo no autorizar con mi voto la desmembracin que se quiere hacer a la repblica, mientr^as que en lugaT de actas Tedactadas en Bogot, en tiempo de los virreyes, no se presenten las lodtulas en que se vaciaron
quista de
lols
;
los lmites
mencionados".
's
tener en cuenta que esta vez se promovi ddsipiuta sobre jurisdiccin en la pennsula de Goagira., cosa frecuente en la poca icolonial, y la decisiQ de esa tcontroversia seguida administrativamente, es lo contenido en la acta de 1789, que constituyiC la prueba de la resolucin idel virrey de Nueva Granada. Es, pues, un acto legal y obligatoirio, aunque sujeto a la aprobacin del rey; pero miieaitras no fuese derogado, a ello se sometaan las autoridades. Es ttulo hbil para probar el utis possidetis del ao dez, segn mi opinin; eomo lo es lo resuelto sobre San Faustino y su territorio. ''La
Necesairio
piosesin
de 1810, en estos
iciasous,
(dice,
teinai
idsputaidla,
y era lia simtple tenencia de la hasta que el rey decildese". Aun as: ese era el estado de las cosas: el uti possidetis del ao diez resuelve de f acto toda controversia. El que posea un territorio en ese ao, a l se le recoiioice, icualquiera que sea el (ttulo que se oponga. La ra^n es porque esa regla jurdica tiene por mira cortar j)re!cisamente las idsputas. beato el^ que posee, portratndosje ide los estados que de l es el dominio, que fueron colonias de un mismo soberano, que es a las nicas a las que se aplica la regla jurdica recor-
{ciadia.
El senador demuestra que el gobierno de Venezueia ha cuidado el estudio de esta cuestin, que ha debido proeurar, aun en los larchivos espaoles, las copias de las reales cdulas relativas a la demarcacin de los territorios disiputados, y para probar icail es esa negligencia, acompaa una copia de la cdula que desmembr la antigua Barnas, de Maracaibo, para constituirla en provincia separada: eisia iciopia, es el mismo senadbr quien
la sac del
antiguo tribunal
d'e
cuentas.
Esto prueba una gran verdad en la casi totalidiad de los estados sudnamericanos la poca atencin, la ligereza, el ningn estudio y la imprevisin de los ministros de relacione exteriores, o mejor dicho, la falta
:
445
de proposito serio en la gestin de las relaciones exterjores. Lo acontecido en Venezuela pasa en la Repblica Argentina con frecnenca, y lo que tes peor, se. reincida en el error. Recordar dos hechos.
Carlos Tejedor ejerca 'Cl cargo de ministro de R. E., icuando iba yo a emprender un viaje a Europa: me ofree gratuitamente a haci&r nna excursin por los archivos espaoles para buscar [ttulos sobre la cuestin
la Repblica Argentina sostena con Chile, me contest que todo estaba estudiado! Esto era inexacto, y lo prob publicando un libro a mi regreso: al ministro no se le haba ocurrido que dehia procurarse esos
que
comprometi despus por ligereza y petulancia. Ms tarde, con motivo de la malhadada cuestin con
el
Paraguay sobre la Villa Occidental, pendiente el arbitraje, se mandaron reunir y se renen los documentos que se encuentran en el archivo de Buencs Aires y nadie los consulta! El arbitro condena a la Repblica Ar-
gentina.
Insistir
en repetir que
la falta
de administracin
Que caracteriza a estos gobiernos, compromete las ms graves cuestiones internacionales, porque la ms indisculpable imprevisin, la veleidad, el acaso, la indolencia, son con harta frecuencia los rasgos prominentes de las relaciones internacionales en Sud- Amrica: poltica exterior sin
maana, porque
el porvenir.
olvid
el
pasado y no supo
prevenir
Otra .vez, el gobierno argentino adquiere copias de documentos, los paga con el tesoro pblico, y cuando un ministro de relaciones exteriores necesita hacer uso de tales documentos, se encuentra que estn depositados en peder de un particular, que se niega a entregarlos y no ios entrega! (1). Repito, no hay seriedai en la adminis tracin, ni responsabilidad efectiva para los aue ejercen
cargos pblicos.
extraa, pues, la justa queja del senador Antonio Febres Cordero, puesto que en Buenos A.ires acont^e como en Caracas, y en Bogot como en viene, sin embargo, que la opinin pblica
El ministro de relaciones exteriores M. A. (1) incidente con Flix Fras.
No me
Lima
.se
conaperciba
Montes de Oca
en
el
VICENTE
4/1
O.
QUESAHA
Febres Cordero dice: "...que de la simple lectura ae estos errores, ^e estas faltas que son a veces causa u ceasin de conflictos graves y de irreparables perjuicios. e la citada cdula se induce que hay antecedentes relativos a los lmites entre Apure y Casanare, cuya nueva demarcacin ha sido tambin desfavorable a Venezuela" No entrando en el plan de estos estudios ocuparme de la deuda de Colombia y de la convencin de 23 de diciembre de 1834, como medio de hacer aceptable el tratado de lmites, prescindo de dar cuenta de las opiniones de Febres Cordero sobre est tpico. La cmara de representantes de Ven3zuela escuch el informe de su comisin, el 4 de mayo de 1840. Dice que ha examinado los documentos relacionados cin el tratado de 14 de diciembre de 1833 "y abrir concepto con motivo del proyecto de decreto desaprobndolo, ltimamente acordado por la H. cmara del senado*'. No teniendo a la vista el diario de las sesiones legislativas, no es fcil comprender los resultados de la discusin, puesto que .el nico gua son ios ^.nfoj'mes dfe las
comisiones.
que resulta de lo expuesto e?i la cmara de representantes, se ve que el seiMido de Venezuela lejos de bceptar los lmites del tratado de 1833, al reconsiderar fu ms lejos el decreto de 1836, desaprob todo el pacto que entouces, no se icoiiitent con supaimiir laatciulos, sino c'ue desaprob todo el tratado. Este punto fu estudiado por la comisin de la cmara. "Tres son los puntos cuestionables en la lnea fronteriza que se j por el tratado rdice primero, el de partida de dicha lnea en la costa Goagira segundo, pertenencia del territorio de San Faustino; y tercero, pertenencia del desparramadero de Sasare. En cuanto al primero, la comisin de a H. cmara del senado que en 1838 opin por la aprobacin del tratado en todo lo referente a lmites, elstim como suficientes pruebas para concluir, que corresponde a N^ueva Gra)iada de derecho toda la extensin de la costa Goagira que l le conceda, y aun ms los informes que al entregar ei mando dieron a sus sucesores los virreyes de Santa Fe, Guirior y Gngora, el primero en lili y el segundo en 2789; pero reconocido por la otra comisin de la misma cmiara 'cle iguial dlictainen', que m^mm en 1839, que loe ^ctos jurisdiccionales ejercidos por el virreynato de Santa
Por
lo
447
de la Goagira antes de 1777 no prueban la extensin de sus lmites hacia Venezuela, por haber estado unida hasta entonces al virreynato la provincia de Maracaibo, la prueba toda se reduce a una simple expoisicdn del seor Gr6nigoi*a, en que icieintamente, hablando de los medios que a su juicio sera conveniente adoptar para la reduccin de los indios chimilas y goagilos, dice:... ''hacer una cadena de poblaciones en el camino que existe desde ro Hacha, y pasando por Pedraza llega hasta Sinamaica, que toca ya en los confines " de Maracaibo.
el territorio
. .
Fe en
Largo sera seguir a la comisin en el desarrollo de su tesis respecto de la Goagira, que es e\ primer punto que se propuso estudiar. "En cuanto ai segundo punto
cuestionable,
que
seis
el territorio ide
San
Fiaiustno,
idi-ce,
la Nuevia Granada^ se halla hoy en su. posesin y ha presientado dlocuimeutots que compiuueban que (desde 1790 hiaista 1808 ejercii el virTeynato de Santa Fe siu autori-
dad
gubeim;aitivia
suoesivos de cuatrp goberDadores en los aos 1790, 1798, 1802 y 1805, y el ttuljo de pirojpieidald idle un globo de
terna nealenga en ^un sitio idJenomniaido el Guaramito, jurisdiccin de San Faustino, que la juntia (Superior de
nai de
o la contaduira de ordenacin del tiribude San)ta Fe, libr a favorr de idion Juan ngel Noguena en noviiembre idie 1808."
real
hiaicdenidja,
ciuientiais
Esta posesin fu disputada por Venezuela desde 1781, fundndose en que tagiregada la provincia de Maracaibo a la capitana general e intendencia de Venezuela, quedaba comprendido San Faustino, come, situado dentro de la provincia de Maracaibo. Establecido el reclamo por el capitn general, no se ha demostrado cual fuese la resolucin definitiva. Pretndese que, si no la hubo, la posesin de Nueva Granada est reclamada, y no cae bajo la regla del ut possidetis del ao diez. Ya he dicho
antes
mi
opinin.
La separacin del virreynato de la proyincia de Maracaibo y su incorporacin a la capitana general, tuvo lugar en 8 de septiembre de 1777, y entraron en cajas reales el producido del remate de rentas de San Favstino
reclam el oficial real de Pamplona por ello, por oficio de 1. de febrero de 1778. Formado expediente, se pid
44^
VICENTE
G.
Qtjr'SAt)A
informe a los oficiales reales de Maraca] oo no Yi\ este docnmentOj ni la resolucin del virrey.
;
se conoce
Queda
re
el tercer
punto*
el
y sobre todo pide nuevos antecedente s. Por tOdo lo eual opina por la desaprobacin de
lmites proyectados.
En el tratado de 1833 haba estipulado por el artculo 28 que se nombraran comisionados que estudiaran cientficamente la frontera, levantaran la car ja y propusieran el trazo de una lnea. cion exaetiitrf, ten cuainto sea, posible cuando los respectivos diarios del reconocimiento concordasen, eso se tendra como definitivo y pondran marcos divisorios, estipulacin que la comisin cree peligrosa. Upina, pues, por la aceptacin de la sancin del senado que desaprueba totalmente los tratados de 14 de diciembre de 1833.
De manera que este itiriaitatcllo, apnobadlo por lel iconigreso de Nueva Granada por decreto de 22 de mayo de 1835, menos el art. 6."; aprobado con variaciones y menos los) .rtculos 27, 28 y 29 por el congreso de Venezuela en 25 de febrero de 1836 fu (desaiprobaido in iohim por el senado de Venezuela en 1840 y del mismo sentir fu la comisin de la cmara de representantes. Lino de Pombo, enviado extraordi nidrio y ministro pleniDotenciario de Nueva Granada cerca del gobierno de Venezuela, pas una serie de notas a dicho gobierno instando por la aprobacin del tratado.
;
de 14 de enero de 1842, eon motivo de apraximiarse la reunin del congreso, deca "... el ihecho notorio y acreditado adems por loisi documentos de la poca idiel gobierno eispaol, qute sie tuvieron a lia, vista para la negaciacin del tratado, de que la lnea fronteriza demanoada por su artculo 27 (tiratado de 1833), es conforme en su totalidad con el justo y saludable principio del titi possidetis de 1910, a que el nuevo plenipotenciario de Venezuela declar en 28 de noviembre deberse ladherir con arreglo a sus intruieeiones, y que est reconocido eomo principio de derecho por todos los estados de la Amriica espaola. Si en algo se diferencia la denxarcacin indicada de la qiie en 1810 constitua la lnea divisoria entre el virreinato de Santa Pe .y la capitana gene-ral de Venezuela, es por la eesin que no tuvo dificultad en acordar el gobierno del infrasicrito del ,pela
:
En
449
queo trozo de costa martima compi''cndida desde el cabo Chiehibacoa hasta Punta Espada, en la pennsula Goagira... La cuestin del tratado de 1833. en lo relativo a lo-- lmites, lia tomado via. el ciaTcter e una cuestin de dignidad nacional a los ojos de los granadinos, que diseurren sol)re los negocios de inters pblico: el ijifras'crito lo manifest laa lal honorable seor Aranda, en la conferenicia ile 20 de septiembre, para que no dejaran
Siu
ide ser bien valorados los mvilas de la condu'cta de gobierno, y cien ig>ual franqueza (lo repite ^aqu: 8 aos d retardo en su ratificacin tddavra pendiente, la
i]nturalez3a
cmaiias
de
la
de las objecion'es presentadas 'dontra l en la-s el general convencimiento acerca justicia de aqulellas 'estipulaciones y de los derechos
legislativas,
inditfp'ensables
e/l!l'as
de
la
flemiarciad'o, la
al
territorio por
iridio
bien darros-
poindido'S
leales diel
el
gravsim'o negocio de la divisin de la deuda colombiana, todo esto y algo ms, hace laipareeer bajo tal aspecto la dicha cuestin del lado all del Tchira. Podr haber, si sie quiere, inexaetitud, exageracin, susceptibilidad excesiva en semejlaint'e modo de juzgar: o por eso sera racional o disculpable en el gobierno una pol-
ineonforme en el. De aqu se deduce, naturalmente, moral de convenir por ahora en otra demarcacin de lmites, aun cuando fuertes coinsiderac iones de otro gnero lo aconsejasen. U tratado nuevo con que se pretendiese reemplazar lal de 1833, estipulando cambio o cesiones de teirritorio, sera rechaizado en- la
tica
la imposibilidad
Nueva Granada
por
el
poi-
la
opinin pbli'oa
improbado
cuerpo legislativo, y quedara escrito como un monumento de peraianentei eieiisura contra la administracin que lo hatbla acieptado."
Aqu 'comienza el perodo de la pasin la larga y paciente discusin ser reemplaziada por los cargos, las
:
Lino dle Pombo '^ no es imposible, diesgraiciadlaimente, que corriendo el tiempo caiga de hecho el poder en cualquiera die las dos repblicas en manos de un usurpador ambicioso y osado, y que la cuestin indeioisa de lmitieis abm entonces campo la irregulares exigencias,- acaloradas recriminaciones, guerra y efusiii de sangre... No es regular ni justo, ^contina, dilatar el acto de reconocimiento de los
reciriminiaeione'S, y,
como
d'eca
450
VICENTE
G.
QUE!ADA
lmites temtoriales legtimos de la Nueva, Granada, por el deseo lcito e inofensivo en s, de adquirir para Vene zuela lestia o aquella portcin die territorio, en beneficio
de Tina industria o comercio. ' ^ Cuando el ministro de relaciones exteriores de Venezuela comunic al representante de Nueva G-ranada terminadas las funciones del P. L., respecto al tratado de 14 de diciembre de 1833, en virtud de lo cual se considera por Venezuela ''sin ningn efecto ni valor dicho tratado", y que lia llegado el casio de abrir nuevas negociaciones, Pombo, ministro plenipotencilario granadino, ''... protest solemne y re^etuosam'entl a nombre de su gobieimo contra cualquier acto del P. E. o del congreso de Venezuela, o de cualquier funcionario pblico o agente de eisa nacin, que directa o indirectamente vulnere o menoiseabe tales derechos (los de seoro y dominio), a que no renunciiar Nueva Granada sino por los trmites legtimos y justos, conformes con los principios reconocidos del derecho de gentes." asevera que entrar gustoso en la negociacin de nuevos tratados sobre los puntos generales a que se haba contrado el de 1833. El ministro de relaciones exteriores de Venezuela contest la antedichla protesta por nota datada en Caracas ;a 26 de abril de 1843, en estos trminos: ''Distante de los principios y de la conducta del gobiern'o de Venezuela toda idea de ofender O' atacar los derechos de otro gobierno, procurando siempre manifestar deferencia, consideracin y amistad al de la Nueva Granada, y siempre dispuesto a conservar las relaciones que ligan motivo alguno por los dos pases, no cr'ee haber dado aquella protesta y le es sensible entrever en ella una dispoisicin poco conforme con los sentimientos: y con la confianza que supona haban debido inspirar en el gobierno granadino sus leales procedimientos. No ha debido causar tiemiores la desaprobacin de los lmites territioiriales demardados en el tira/taidb de 1833; pues si el congreso de Venezuela no hla credo justos dichos lmites y ha manifestado as la necesidad de nueva discusin de nueva prueba, y de otra convencin O' tratado, nada hay que pueda ser ofensivo a los derechosi d la Nueva Granada. Venezuela no renuncia los suyo'S, los sostiene, pero no pretende que la Nueva Granada pierda cosa alguna. Una protesta pocrque se hla obrado de esa manera,
: 1
45
ha
sido, ciertamente,
un paso
no del
infrascrito.'^
Francisco Arand ejerca el cargo de ministro de relaciones exteriores, y el gabinete de Oaracas nombro oportunamente al plenipotenciarioi que deba negociar con Pombo, ministro de Nueva G-ranada. En efecto, el 30 de labril del mismo ao de 1842, se reunieron Juan J. Romero, por Ve(nie2uela, y Limo idk3 Pombo, por Nueva G-ran'adia, labtrianido el protidcolo iconsTuiente.
Se present a la diseuisn un artculo de este tenor "Art. 2. Mientras tanto que por medio de una convenrin especial pueda hacerse con tolda claridad y la debida exactitud la alsignacin de los lmites territoriales de las dos repblicas, conciHiainjdo del mejor modo posible los derechos, los intereses y las conveniencias de ambas. Jas -adtias partes contnatates los reconocen y se obliq;m
y comprometen a respetarlos tales como estn al presente y mutuamente se igaranitizan, conforme a este
lia
princtipio,
integridiad e inviolabilidjad de
sius
riesipec-
tivos territioriois".
plenipotenciario de Venezuela se opuso a ese artculo, e hizo dos observaciones: 1.* que no hay lmites actuales, porque no se puede considerar ni como provisoria la lnea proyectada en el tratado improbado por Venezuela: que ello dara origen a posibles conflictos, ci-eyndose autorizadlos a poseer los territorios en cuestin; 2.* que la inviolabilidad del territorio no disputado era nn deber y uma obligacin .de derecho internacionial, y por esto puede omlitirse su insercin en un
El
tratado. Propuso este artculo, que naidia deca, no resolva nada y era un simple recurso idlatorio, un ardid
como
una
convencin especial, en que se determinen y reconozcan los lmites territoriailes entre os dos pass".
de Nueva G^ranJaJdla expuso: *'que un principio de derecho de gentes muy conocido, convena recOindar su vigencia y darle fuerza niayoT por la convencin, a fin de impedir conflictos pcndienJtes de la controversia: que aun. cuando no haya lmtes perfectamente conocidos y recprocamente respetados, ese slo es exacto en los territorios desiertos que separan las provincias pobladas de Casanare y Guayaplemipoiteniciiario
El
452
VICENTE
G.
QUE3Ai>A
possidctis
.
y aeaitanidio el 'principio del ufi del ao diez, qne est en armona con la juterritorial
i'i>die'0n
de
los
nunciia
tratado de 1833, pu.es tal improbade dominio que aquella heEsipiaiai: quie 'a denaarcacin citiada en red de nada farorecie nii avoreci a la Nuieva Granada, pues lejos de granar se ha abstenido de hacer valer sus muy fimdados derechos sobre la pennsula Goagira desde el cabo Vela hasta Sinamiaica, y sobre una g*ran seccin d'e
los ttnilosi
. .
terneno. ba.sta
1
fl!a
mangen
que
co-
respondan
al
antiguo virreinato;
que
el artculo
oluido entre Colombia y Centro Amrica, euandb el gobierno colombiano reclamaba como suya toda la costa hasta el cabo de Gracias a Dios, era mu^^ razonable y conveniente en las actuales circiunstanicias y no p'oda ser reemplazado por el propuesto, sino como una adicin en
el senti'lo
clfe
lo princiipal
Romero
se
expresara Mis razones de su negativa si llegase la ocasin de celebrar un tratado de lmites: que Venezuela no renuncia ni pui^de renunciar, ni renunciar al territorio o territorios a que cree tenea^ muy fundados derechos. Colocada la disiousiin en este terreno peligroso y poco conciliador, difcil iera larribar a un arreglo. Desde que nno y otro plenipotenciario declaraba que no renunciara a los territorios a que crea tener derecho, cul era la basie' de la negociacin? No quedaba, al parecer, sino la fuerza.
el careca de autorizajcin para modificar tratado de 1833, respecto la lmites. PuestO' que tal era la situacin, Romero propuso en la eonfe reacia de 10 de junio del mismo ao de 1842, el siguiente lartculo: ''Ajrticulo 2. Tan pronto como sea posible se celebrar un tratado especial, en que se de1-erminen y reconozcan los lmites territoi'i'ales entre los dos pases; y mientras no' se celebre dicho traillado, las altas piartes contratantes reconoccirn y respetarn los que se sealaron en el tratado pendiente de 1833, eii los territorios poblados, y en los despobkidos sobre que no ha habido controversia, y se compromieten a no ejercer ac-
Pombo
453
tos permane-ntes
de soberana en los despoblados o habitados por tribus salvajes en que los lmites ban sido
^
'
disputadlos.
Este aTtculo eria una equitatva t.ransacicin, conoiliaba todos los intereses, no teompromeita dereeho alguSin diseusin. no, ni prejuzgaba sobre la materia en embargo, Pombo declar inadmisible ese artculo, poi* cuanto Nueva Giranadia no pdda; remmerar, ^decia., p'aircial ni temporalmente al ejeiiicicio de la. jurisdictciin que lie corresponda sobre el teriritiorio de que era soberana por la ley funidlameoiitial, ide 'aiCue,r!dlo en esta piarte eon el pa^oyectatd'o ar. la de Veniezuela pnopaiso redactar en eoncordancia eon las constituciones de los dos teulo piaseis, lo cual dijo que podli baecirss icontrayenidlo expresamente dicho artculo a los lmites que en IS.IO dividan el virreinato die Santa Fe de la eiapitana general de Veneizuela, ms all de los eujales la Nu'eva Granada ni deseaba ni pretenda un solo palmo de terreno'./'
*'
'
Esto impoirtaba dejar en pie la cuestin misma, porque, precisamente, la eonta-oversia dimanaba de no encontrar sealados con ptreicisin esos dieslindes. As es que Romero observ qoiie a nada eonduea insertar el artculo 5. de la eonstitiucin de Veneziuela, ni el 2.** de la de Nueva Granada. En efecto, si sie dijese: ^'Los territorios de las dos repbliicas comprenden, respectivamente, todo lo que antes de la transocTuacin poltiea die 1810 se denominabia virreinato de Santa Fe o capitana general de Venezuela"; nada se resolva en esta vaga designacin, desde que: "es innegable que durante la denominacin espaolai nunca se llegaron a deslindar ambos pases bajo, una demarcacin elara y general".
De modo que, mientras los actuales estadosi no fijen sus respectivas fronteolas, nadia se avanza en la resolucin de la dificultad. Reeoirid que el mismo Pombo haba reconocido lo vago de las demarcaciones del ao diez, en la eonfereneia de 6 de diciembre de 1833, eomo consta en el protocolo de su referencia.
Se abri la conferencia del 14 de julio del mismo ao de 1842, expresando Romero que, deseoso su gobierno de arribar a una equitativa, solucin en el debate, tena autorizacin para tomar por base de la discusin lo^s artculos no aprobados del tratado de amistad, comercio y navegacin de 1833.
454
VICEN
e.
QESAlA
nuevo comprometen a 'abrir dentro de 4 aos, contados desdiei el can je de \&b 'ratficlaiciones, lnia mxevsi negoci'acin en que se determinen y reieonozcian los limtes territoriales de amblas repblicas, y B nombrar luego coimisionados que efecten
artculo:
El
se
negociacin". opuso en absoluto a la admisin de ese artculo que juzgaba, empero, poco prctico por el simple aplazamiento de la dificultad, que convena dirimii*
la consiguiente
Pombo no
se
cuanto
lantesi.
En
dentro
mismo mes y
Los
ao,
Pom-
bo propuso
d'ei
[pedaecin: '^Art. 2.
dois gobiernois
como fuera
posible,
trmino de
aios,
iciontados
d'esld|e
hoy,
la exacta determinacin
y re-
conocimiento de los lmites territoriales entre ambas repblicas y su demarcacin en el terreno poo: medio de comisionados especiales; designndose desde ahora para la enunciada negociacin la ciudad de Bogot". El plenipotenciario de Venezuela acept la redaccin de la palabra especiales, pero sin perjuicio del derecho de Venezuela a alguna o algun.as piairtes de su comprendidas en el tratado de territorio que fueron en cuanto a la designacin de la ciudad para las 1833, y conferencias, dijo quie si Pombo no^ apeptaba la de Caracas, poda diferirse su designacin. Despus de variasi observaciones se convino en suprimir la clusula final, quedando el artculo hasta la palabra especiales,
Miehelena y Rojas, al dar cuenta de la cuestin de lmites entre Venezuela y Nueva Granada, se expresa en lois siguientes trminos: "Entre lois puntos principales sobre que versa el desacuerdo, figuHan la pennsula y territorio de Goagira, el territorio de San Faustino', el de la provincia de Barinas, los lmites con la provincia de Guayana, etc. Venezuela pretende la piarticin de la Goagira por iguales partes igualmente aspira a San Faustinoi, a lia villa de Arauco, y a que, tirndose una lnea recta imaginaria desde el ipaso d'el Viento en el Arauca que ati-aviesa el Meta len el Apostadero o Mata de Guanbano, corte el Vichada, el Guaviare, el Inirida, el Guaynia ms arriba de la boca del Napiari, hasta las cabeceras del ro Memachi, tributario del ro Guiaynia
.
455
el lmitie por aquella parte con Alto Orinoco y ro Negro; en ,siuma, pretende qne se ratifique la lnea que trazaba 'el tratado de 1833, y que ella misma desaprob entoneles". As ha sucedido ms de una vez eii estas intrincadas cuestiones: el estlad'o que ha improbado un tratado de lmites, arpepintese luego y quiere darle nueva vida, pero el estado liratTOfe a su veiz, coai esta hamlDre insaeiable por la ti-erra deserta, encuentra que sus ttulos le dan ms extensos territorios y cree perjudica a su derecho lo mismo que laintes sancionara sin idisgusto. En la Memoria pi^esentada al coaigr<eso de Venezuela en 20 de enero de 1846, por el ministro de relaciones exteriores, Juan Manuel Manrique, deca: ''Subsiiste pendiente todava la cuestin de lmites;, o sea la fijacin por comn acuerdo de la lnea divisoria que corresponda entre Venezuela y Nueva Granadla, siegun el derecho de cada parte. La misin de 1844 se confi al seor Fermn Toro para el arreglo de este punto importante no pudo tener ningn resultado, a pesar de isus ilustrados esifuer-
zos poT conseciuencia, prinicipialmente, d!e lia invencible resistencia del gobierno granadino a deisistir de una nueva pretensin que introdujo su plenipotenciario en el curso de La negoci acin coi el nueisitiro. Eista pireteaigin, tan extraa como inesperada, es nada tmenos que la de extender los Umitas orientales de la Nueva Granada, traspasando la lnea convenida por aquiella parte en el tratado de 1833, hasta el Orinoco, siguiendo las aguas de este ro desde su confijuienicia con el Meta, y por las del Casiquiare al ro Negro hasta las fronteras del Brasil; lo que equivale a privar a Venezuela dte un territorio de ms de 2.000 leguas cuadiradias que le pertenece elana y legtimamente, con el inconveniente adems de que una poitencia extranjera venga a dividir con nosotros el !dlerec:ho a la navegacin tde esos imjpiortfantsimos (rois, que son como otras tantas arteirilas atravesandoi por el corazn de la repblica. Las numerosas misiones que
durante el siglo pasado se establieicieron en la extensin de ese territorio para atraer y reducir a los indgenas y formar poblaciones, fueron agregadas en 1768 a la pno^ vincia die Guayana, a cuyo gohernador se confi por real cdiula de aquel mismo ao el m'andoi y direccin de ellas.
Ninguna variacin
hizo posteriormente sobre este punto, y desde que en 1777, laisi provincias de Guayana,
8e
456
]\IaraeaiT3o,
VICENTE
G.
QUESADA
Cuman y Margarita se segregaron del virreinato y quedaron unidas a la capitana general de V'Cnezuela, este pas lia estado en posesin legtima de todo el territorio ocujpado por las expresadas misiones,
v
ejerciendo sobre
risdiccin.
exclusiva, constante
tranquila ju-
El derecho de Venezsuela es, pues, claro e incuestionable en este particular, comi infundada la pretensin que interrumpi la negociacin para el arreglo de los lmites por medio de un trattado". (1) Y sin embargo, fu el congreso de Venezuela el que
desaprob el tratado celebrado por lois plenipotenciarios Santos Michelena y Lino Pombo en 14 de diciembre d'e 1833, por cuanto el artculo 27, que era el referente a lmites, mo estaba die laouerdo con lais ideasi que dominaron en aquella asamblea. Nueva Granada sie felicit de este recliazo, pues encontr posteriormente nuevos documentos en los cuales fuinda isu derecho la mayor extensin temtorial. En la Memoria del ministro de relaiciones presentada al congreso granadino en 1850, se expresaba respecEste tratado, to del tratado de 1833, en estos trminos aceptiado por el congreso de Nueva Granada, fu repetidas veces Rechazado por el congreso venezolano, y jams lleg a canjearse. Encargado posteriormente el mismo seor Pombo de la legacin granadina en Caracas, promovi la celebracin de un nuievo tratado de lmites pero apenas logr que en el de amistad, comercio y navegacin, firmiado en 23 de julio de 1842, amibos gobiernos sie compromietiesen la abrir dentroi de cierto trmino otra negociacin para la exacta determinacin de dichos
'
:
'
lmites \
'
hecho est'as citas para diemostrar la carencia de en la poltica ex'tieri'Or ide los estados hispano-amiericanos. Las cuestiones ms vitalesi se aplazan sin cesar, sea por la indolenjcia qu caracteriza a algunos ministros, sea por la frecuente dncompetencia con que se llama a los cargos pblicos simplemente a los partidarios ms vehementes del pantido en el poder, o sea por cualquier
fijezia
He
volmenes bajo el Venezuela en sus limites con Colombia, reunidos y puestos en orden por disposicin del ilustre atnericano y regenerador de Veneziiela, general Antonio Guzman Blanco Edicin oficial, Caracas, 1876, intil es reproducir e el texto documento de ningn gnero, puesto que all se encuentran los numerossimos que ilustran esta cuestin.
(1)
la publicacin de los tres
nombre
Despus de Ttulos de
457
el hecho es que la poli t Lea externa es generalmente incierta, vacilanlie y sin nimbos fijos. Es caracterstico el mal en todos los estados, por cuya razn, el Briasiil, que ha 'cliesenvuelto umla poltica fij'a, coin obje. tos determiniadiO'S, ha .siabidio utilaair las veleidadesi de
otra causa,
suis
vecinos.
quien aelpiria obitener lois miique su congreso rechazara repetidas veces, y la Nueva Gnanada, la siu .tUTn'oi, no quiere ipiaictlar bajo aquellas mismas bases que haba convenido. Ligereza de una y de otra parte, vacilaciones que ^comprometen, empero, la paz de dos estados limtrofes y que perturban naitun'al y forzadia-mienite la prosiperidiad de ambo. Al fin en 1844 se abrieron en Bogot las deseadas negociaciones, que no ofrecieron dificultad hasta llegar a discutirse los derechos de Nueva Granada a la frontera d'el Alto Orinoico, Ciasiquiare y ro Negrioi; pero
es Venezuiela
.su
Ahora
mos
lmites
fu imiposible un 'acuendo eomipilieito. gasie lal mnisir'o graniadino en isu icitada Memoria, quien dice as: '^Por lo expuestio Sie habr comiprenidido que los negociadores del malogrado tratado de 1833 procedieron sin tener a la vista datos exactos, y sin conocimiento suficiente sobre la verdadera lnea divisoria entre las dos repiiblicas. Seguramente fu por esto que el gobierrio granadino convino entonces en ceder a Venezuela la mitad de la Goiagira dleslde el cabio de Chiichivaicoa en renunciar tleguas cuac^itanieoQite un teiriritodiio de ms ide 2.000 dradas al oriente de la repblica, y lo que qoz importa todava ms, en desprenderse de la froutera natural y segura, y de la libre navegacin de los ros Orinoco, Casiquiare y Guaynia o Negro. Afortunadamente, el tratado de 1833 no fu aprobado por Venezuela,; y digo
;
abiertas las porque as quedaron afortunadamente, puertas pa^a que el pienipotenicdario graniadino pusiera,, como puso para siempre fuera de ^;0da duda, en la negociacin de 1844, que los vastos territorios de que estuvisemos a punto de deshacernos en 1833 pertenecen ntegramente a la Nueva Granada, y que Venezuela no alguna capaces' de ni razn tiene documento, ttulo, oponerse a los muchos que nosotros podemos presentar le; por manera que, si alguna vez llegara a someterse la cuestin a un arbitro imparcial, en lo cual no ha querido convenir Venezuela, sera seguro un fallo favora-
458
VICENTE
G.
QUESADA
Me para nosotros. Sin embargo de estj, el gobierno granadino, lejos de exigir perentoriamente ia demarcacin a que cree tener extricto derecho, se propone conducirse con tal moderacin que nadie pueda poner en duda sincero deseo que le asiste de terminar la azarosa el cuestin de lmites por medio de una compoFicir amigable, igualmente til
tes,
satisfactoria para
ambas par-
que evite por siemipre entre ellas los oonfdicitos' dfe imperio y jurisdiccin que ya han com^^zado a ocurrir, que tarde o temprano pudieran acarr-iar consecuencias desagradables '.
'
Las negociaciones se entablaron en efecto. El representante de Nueva Granada pretenda oue toda la Goagira le perteneca, y present los tralos de su doTuinio, por los cuales se probaba que hasta 1792 toda esa pennsula, inclusive la Sinamaica, corresponda al virreinato de Nueva Granada, y que en ese ao, Sinaj.aica, con una pequea extciisiu dr territorio, fu atgreigaida a la provincia de Maraciaiibo, -continu-anidlo el resto de la Goagira comprendida en el ro Hacha, El representante de Venezuela, segn Mich-^lena y Kojas, encontr exacta la prueba. En esa misma conferencia el plenipotenciario de Nueva Granad^ present los documentos que probaban el derecho a San Faustino, como fu reconocido en el tratado de 1833. Fu examiniada la prueba, y el plienipotenciario de Venezuela reconoci jastificada la pretencin, agregando: "que en las cuestioiu's de hecho, no haba podido oponer ningn ttulo al cmulo de documentos presentados por el de Nueva Gi-anada".
Vers la discusin prolongadamente sobre los ttulos al dominio die la provnlcia idje Barinas, y, poa* falta
de ttulos a favor de Venezuela, su plenipotenciario consuno en tomar por lmites de esa provincia los demarcados en la real cdula de 1786, es decir, el paso real de los Casanares y las barrancas del Savare, nombris vagas e indeterminados que casi no existen, agrega Michilena y RojatS: "si en los puntlos la sitjuar la lnea, tanto en el Goagira, San Faustino y Btarinas, fueron reconocidos como legtimos los ttulos presentados por Nueva Granada, como lo fueron, no sucede as con res^ pecto a lo que determina los que separan Jas dos naciones por el Alto Orinoco y ro Negro,- pues no apo-
459
yando aquella sus pretensiones sino en la interpretacin que le a a la real cdula de 1768, en la mism^
precisamente que sirve de ttulo fehaciente, irrecusable, a Venezuela, con otros no menos imjportantes que sirven para esclarecier, su derecho no es bueno, no tiene la ley o,ue necesita como en los anteriores". El gobierno granadino funda su derech a llevar la lnea divisoria desde las bocas del Meta, remontaudo la orilla izquierda del Orinoco, ro Negro y Casiquiare, en la real cdula de 1768.
Aun cuando
el
texto de los documentos en que apoyan las encontradas pretensiones, sin embargo, por la importancia de
reproducir su parte disposiciva "... y conformndome con esta disposicin y hallando conveniente a mi servicio que subsista invariable hasta nueva resolucin la expresada agregacin al propio gobernador y comandante de Guayana, como ms inmediato a los citados parajes, y por lo mismo hasta ahora ha estado encargado de la escolta de misiones destinadas a ellos: de suerte que quede reunido en aquel, siempre con subordinaciin a esa icapitana general, el tofdlo de la Tefe, rida provincia, cuyos .trminos son: por el septentrin, el Bajo Orinoco, lindero meridional d'3 las provincias Alto Oride Cuman y Venezuela; pon lel ocicidente, noco, el Casiquiare y el ro Negro; por si medioda, el ro Aniazonas! y por el oriente, el loicanio Atlnticio he ^ enido a declararlo as, y expediros la presente mi real cdula, en virtud de la cual os mando comuniquis las rfdenes conveniJentes a su cumplimiento a los tribunaes, gobernadores y oficinas a quienes coi r- .ponda su observancia y noticia que as es mi voluntad y que de pase a m consejo de las Indias, esta mi real cdula para los efectos a que pueda ser conducente en l, copia imbricada del infrascripto mi secretario de estado y del Dada en Aranjuez, a 5 de marzo despacho de Indias. Don Julin de Arri(ga'\ de 1768. Yo el Rey. previene, cdula, dice Michelena y Roj'as, Esta, misioics del Alto y segn su sentido natural, que las del Bajo Orinoco, sobre que ejarica miando el virrey, pasen al gobierno de Gruayana. Recuerda que con po^erioridad a esa fecha, gobernando Centurin, no slo tena bajo su mando y desta,
.:
eil!
,*
460
VICENTE
Q.
QTJESADA
pendencia las mdsiones exisitiefntes, sino que fund 8 pueblos die blancois y 40 idie inidlios, lailgunos la la niiai\ gen izquierda del Orinoeo, de los cuales existen Maypnres, San Fernando de Atabapo, San Baltaz,ar, Yavisegregadla ta, Maroa, etc. Recuerda que en 1777 fu del mando del virrey de la Guayana, cuya administra'cin dependa de la capitana general de Venezuela, no disputndosele esa autoridad antes ni despiis de
1810.
Como documento,
citar
la
carta
coreCi.'.Tfiea
del
gobernador de Guayana, Centurin, en 1777. Creada la provincia de Guaya na, el gobernador de ella Juan Antonio Peireilo, envi al virrey Flores, de
icaTtia
piovincia, con los mismos '^ordada cdula de 1768. ''Segn los lmites oficiaies del
nueva ya re-
virreinato en 1803, bajo el virrey Espeleta, parten del paralelo septentrional de la pennsula d? Goagira hasta
que est situado Juan de Bracamoros, que son como y del meridiano del golfo Dulce en la pennsula de Veragua, al meridiano que pasa por el Apostadero sobre el Meta, hay los 14 que aquel compu1a de este a oeste". Deduce este autor que por la c?.uld de 1768 las Guayana, referidas misiones quedaron agregadas a la por la de 1777 se sepiararon junto con la provincia y del distrito del virreinato de Nueva G/ai:adr. "Durante los 89 aos que han transcurrido ^.C!*de esta ltima ningn acto judice Michelena y Roja's, cdula, ejercido la Nueva Granada sobre aquerisdiccional ha llas regiones en disputa, ni bajo el virreinato, ni bajo la repblica; comprendindose en esto h.s nombramientos de empleados pblicos y el pago de sus igalarios Veel
19 norte a sur;
nezuela posee,
p'Uies,
publicacin costeada por el Brasil, y de que .supongo autor al ministro Pereyra Leail, se dice, hablando ide la real cdula de 5 ide marzo dje 1768, lo sigaente Se ve, pues, de donde procede y por qu razn momentnea la agregaicin de las mistiones dlel Alto Orinoco al f^^obierno de Guayana, y como es e\iidente que la lnea de demarcacin jurisdiccional entre ese gobierno y el virreinato de Nueva Granada eran las aguas del Alto Orinoco y del brazo del Casiquiare hasta su afluencia al Ne
En una
'
46
y queda tambin manifiesto que, cuando el negociagranadino propuso como lnea ^de transaccin la dor frontera marcada por el curso del Alt<) Orinoco y el de los ros Atabapo y Negro, realmente abandonaba a Venezu'ed'a las 800 legiuas cuiaidlnaidlaisi idle Iterritorio comprendidas entre aquellos ros, el C'asiquiare y una isiec. cin del Orinoico, y n'o hoifbo nazn para irechazar diclia propuesta, que concillaba las recproeaS pretensiones y daba una frontera natfUiral, clara y bien definidla a las
gro
;
dos repblicas". (1) Esta opinin, cuya verdad no discuto, tena por mira un interesado propsiito. La lega/ein del Bnasil en Venezuela haba empreinldido una verdadera campaa para obtener lia aprobacin del tratado firmado con laquella repblica en 5 d'e mayo de 1859, y le interesaba moistrar a los legisladores que deban ocuparse de este tratado, los graves perjuicios que carusaron al pas con la desaprobacin en 1836 de los tratados con Nueva Granada de 1833, habiendo perdido la cesin territoria;! a que se refieren las palabras transcniptas. Por estia razn public ese y otro libro pa.ra defender su tratado y como para resolver la demarcacin con el Brasil importaba conocer a cul de las dos repblicas, Venezuela o Nueva Granada, correspondlan los territorios linderos en
;
faqueilla
para qiiie la tuviesen presente, deca, futuros negociadores de lmites entre Venezuela y Nueva Granadla. 'Fermn Toro present una memoria en 25 de junio de 1844, para que fuese agregada a los protocolos de las conferencias que haba tenido en Bogot, sosteniendo la lnea pactada por el tratiado de 1833 entre Nueva Granada y Venez;iiela de esa memoria slo conozco el extracto pnbliteado por la legacin del Brasil en Caracas, y voy a indicar sus referencias. Las misiones lliamadais del Bajo Orinoco eran la^^ comprendidas en una y otra orilla ^de este ro y sus afluentes desde la boca hasta el raudail de Miaipures: llambanse del Alto Orinoco, desde tdicho raudal hasta Atabapo, y las del ro Negro las situadas a una y otra
citiada real cdula,
los
:
margen
JJocumentos relativos a la cuestin de lmites y navega(1) cin fluvial entre el imperio del Brasil y la repMica de Venezuela Caracas. 1859, 1 vol.
462
VICENTE
G.
QUESADA
Pijada
comprender
ls>
rgimen ms
mejor gobierno de tiaieis misones, para su aid'eciualdo, pana isu prosperidad y permagobierno espiaol que eirai 'convenienite nencia, crey el
el
Para
los encomenidla rilas a 'tres diversas rdenes religiosas padres observantes, los capuchinos y los jesutas. As lo hizo en 1734, y, paira eviitiar idisiputas, demanc con
claridad los territorios que la cada otrd'en le correspondan ''Los capuchinos catalanes deban ocupar el cspat:io que meda desde la costa del m;ar hasta la Angostura en el Orinoco, y len leste territorio a las mrigenos de este ro y d-el Parab^a, del Caroni, id)el Mamo, y id!e otiros afluentes del primero, ee fundaron ipor estos; miisioneros
autoridad de los gobernadores de la provincia' Muruicury, Aguacai^a, Caroni, los pueblos siguientes: Remedios, Barceloneta, San PedrO', Monte Calvario, Santa Ana, Panapiana, Murant6 y oti"os. Los observantes ocuparan el terreno que se compirende entre Aiigostaira y la boca del ro Cuchivero, y a las mrgenes de esta parte del Orinoco y de sois tribaitarios se estable oieron las misiones siguientes: Buena Vista, Arocopiche. Cari' Tapaquire, Borbn, Carolina, Guaraiparo, Muitaeo o Real Corona, Guanacaro, Platanal, la Piedra, San Pedro Alcntara, San Luis, San Viicente, la Concepcin, S'an Francisco, Guaipia, Ciud'ad Real, Cuchivero y varias otras. A los jesutas tiocabia, en fn, todo el it.6rireno que se .exti'ende desde la boca idel Cuchivero hasta confinar por el oeste con el nuevo reino de Granada. En este espaicio diel Ornoco, y de los ros qiu'e en l vierten, se establecieron las fundaciones siguientes: Oabruta, la Encaramada, Cacara, Vibana, Carichana, San Borja, San Ju an Nep omucen o El ternitoriio sealado en esta parte a, las misiones jesuMicas era vastsimo, y no fu posible que pudiesen atender a la iconversiin d,e los indgenas que lo habita^ desde ban. Informado el rey de esto, resolvi que: '' Maiipures en todo el Alto Orinoco y ro el raudial de Negro, hasta la frontera diel Brasil, ise encargase]! los capuchinos andaluces de las misiones 'dje indgenas''.
y por
la
'
'
estos padres, el
Pero como hasta 1779 no se hubiesen establecido gobernador de Guayana, Manuel Cen-
463
que Solano y
el
imsmo CentUL
y ro Negro: la memoria las enumera. lias de Baltazar y de Yarita, tenidas por portuguesas hasta San Solano, segn el extracto de origen la expedicin ide brasilero, a que ya me he ref einiidoi '^piara la admini^iraeion ciivil y poltica, estas mismas misiones tenan un comandante general que dep'enda directamente del vinrey ide Nueva Granadla, icl)e manera que, aunque la m'ar yor parte de estas nuevas fundaciones quedase entre los trminos de la antigua ,provinc,a die Cuman o Nueva
iiq'uiare
:
Aandailuca,
la jurisidicicn
del igoibernador
ellas*'.
tdte
esta pro-
En 1762 ise dividi la pTovincia de Cuman, y fu ejercido el mandjo por el virrey de Nueva Granada o
autoridad dependiente de
l,
del territorio
comprendido
entre las eostas del mar por el Oriente y el Alto y Bajo Orinoco, 'el Ctasiquiai^e y el ro Negro por el norte, el
octcidentic y el isur. En 1768 se agre'g al mandlo dei' gobernador de Guayaina el de todas las misiones del Bajo Orinoico y ro Negro, de las cuales las ms estaban dentro de los lmites de l'a provincia, las otras no: ^'dle esita manera quedaron dependientes del gobernador de Guavanas todas las fundaciones idenominadas del Alto y han inidicado', establecidas en Bajo Orinoco, que ya lado y otro d'e aquel ro, y disdiversos tiempos a un persas en una gran extensin entre sus numerosos afluentes; y de esita misma mianera pasaron al gobierno de la capitana general de Vene25uela, que ejerci sobre
y tranquila
jurisdiccin,
dcvsid'e
que en 1777 las provincias d Guayana, Maraicaibo, Cuman y Miairigarita, se segregaron del verreinatio de Nueva Granada". Segn Toro, se pretende por el plenipotenciario dfi Nueva Granada que los lmtesi 'de Venezuela sean los asignados a la provincia de Guayana en la poca de su ereccin, y que las misones segregadas posteriorrmente no sean ms que las 'comai mando de su gobernador prendiiclas dentro de los mismos lmites, que son el Orinoco por su orilla derecha hasta el Casiquiare, y por ks mrgenes de srte hasta el rot Negro.
.
464
VICENTE
G.
QUESADA
Oodazzi conoci los verdiaderos lmites de Venezuela Niueva Gran'aidJa, puesto que en la carta parcial de ellos, y quie levant por 'orden del gobierno de Venezuela para servir de base al tratado de 1833, los traz como fueroai estipuilaidos. Oodazzi dijo entonces: ''que le pareca natural prolonga!^ la lnea en aquel meridiano hasta el ro Guaviare, siempre que los establecimientois del cantn de Ataba po no fuesen ms all; mas si as fuere, entonces debera fijarse la lnea en el punto en donde aquellos terminan- to'rciendo entosmcfesi la lnea divisoria po,i' el terreno ms natural a buscar el punto ya fijado sobre el
Meta". El autor -de la memoria sostiene que todas las miones llamadas del Alto y Bajo Orinoco y ro Negro y sus trilbutarios, desde 1777 hicieron parte de la capitana geiieril de Venezuela, y que Cisos son los lmites que (desde 1830 eatiableci la irepblJica de este nombre. De modo que, funidindoise en el uti possidetis del no dieZf esos son y deben ser los verdaderotsi lmites. Por la coustitlucin poltica de Venezuela de 1830, artculo 5., el territorio de la repblica es el de la cacul es ese tepitana general de Caracas en 1810;
ro
rritorio ?
menos podremos esperar obtener datos positivos sobre las tierras que por estas ignotas regiones correspondan a la capitana general de Venezuela, virreinato de Nueva Granada y preisidencia de Quito. Hoy lo racional es que las dividan entre s, consultando sus respectivos interesesi y tomando en lo naturales de los \^alla'S posible por fronteras las
Briceo ha dieho:
''
, . .
tos".
(1)
Las cuestiones de lmites entre los estados hispanoamericanos que han reconocido como ba,^e decisiva en la materia el nti possidetis del ao diez, presentan empero grandes y comipilicaidas dificultades. "No es, pues, la judieca Monrisdiccin la miejor gua en esita materia, eayo, ni lo sern los vestigios que han dejado de su autoridad los virreyes y gobernadores dede 1739, por-
sistema de gobierno es tan confuso, tan complicaque lo establecen tan llenos esi, que e^ bien difcil, por no de errores y contradiccin
(!ue el
LUnites del Brasil con Venezuela^ Nueva Granada, Ecua. (1) dor y Per por el doctor M. de Briceo Caracas. 1854.
465
punto donde icomienzan y donde terminan los lmites de cada provincia. Los corregimientos y los cabildos estn envueltos en ia miiisma confusin y oscuridad la fuerza pblica no tiene linderos, oibedece
decir
nniposible, definii"
le
:
y marcha adonde
la corona.
la llevan las
necesidades e intereses de
Los lmites de la jurisdiccin contenciosa no estn siempre de acuerdo con los; del poder civil y militar; y l'a juirisdiccdn cclesiisltica, intrusa y arbitraria, vaga al antojo de los dioGesanois. Las audiencias reales ?ra.u en cierto modo cuerpos polticos, y los territorios que estaban sujietos a su jurisidiccin, llevaban indistintamente la,s denomiinaiciones die (gobierno o provinoias, como distritos enteramente independientes". (1) l^Ioucayo exagera el cuadro, lo oscurece arbitrariamente, y se olvida quie la tendencia de la corte de Madrid en sus ltimas tiempos, desde Carlos III, fu hacer desaparecer esa anarqua, haciendo coincidir el gobierno
dentro de los misConfusin existe, p'ues, eviLa dentemente, cuando se trata de territorios entonces no explorados, que digo entonces', muchos no explotados todava, pues se trata de comarcas desiertas o habitadas por indiois!. No es extrao que no conocindose, como no se conoce an, la geografa y la topografa de las comarcas interiores, sean confusos y aun contradictorios los lmites que fijara la metirpoli, si ahora, en las misniias controversi;as de lmites entre los estados indepeniien':es se nota la misma carenicia de estudio de su territorio, lo que a veces dificulta el trazo de las demarcaciones ms convenientes. Pero las grandes divisiones adniinistriativas de la colonia son, en general, acertadas, pues buscaron los lmites arcifnios y la situacin geogrfica para sealar trmino a los virreinatos. El de Santa Fe de Bogot fu creado en 1739 y sus grandes lineamientios no ofrecen la confusin que se encu'entra cuando se trata de la subdivisin territorial de los nuevos estados, que se han formado en aquel vastsimo territorio, que fu Colombia independiente. Y l mismo lo reconoce, eu'ando, hablando del tratado de 1829 entre el Per y Colombia, dice ^'que toniiaron como base fija y permanente de esa transacin int,ernacivil, 'militar,
judicial
ecdesisitico,
Colomhia j/ el Brasil Colombia y el (1) por Pedro Mon^cayo Valparaso. 1862. lmites
Per
Cuestin
de
4C6
VICENTE
G.
QtrES\DA
cional
lofe
lmities
de
losi
antiguios virreinjatos
idiel
Per y
Santa Fe de Bogoit. As es, en fin, oonno se liaH' constitudo la mayior parte de las repbliicas sdame rieanas, manteniendo bagioi su depiendencda todo el territorio posedo por sus antepasadoei". Ms aun, el miismo Moncayo dice, hablaaido de los
lmites Ide ColomMa tensos territorios de
los girandes y exy el Per: " que se comiponen, estaban organiza.
.
de ereietcini die las audienciaisi reallies', que se hacan eran pruramente acciy dentales y en nada alteraban lols dlerechos adquiridos por la p'osesin y la eonquistai, piuesto que ms temprano o ms tarde volvan a refundirse en losi mismos distritos a que deban su origen y prooedenicia". Tampoco hay verdiad histrica en eistas afirmaciones generales: no es ley que las primitivlas gobernaiciones preeiisianiente inalterables, por el conitrardo las f mesen ti.esmemlbracioaaes reconocieron siempre una causa justa,
icdiulais
las segregiaciones
de una eomarea que poda ser gobeimada mejor a aqulla o (a sta, y esas modific aciones por excepcin fueron corregidas.. Lio nico que confiesa a pesar suyo leste escritor, porque es una verdad evidente, es que los igrandeis territorios estaban bien 'divididos, no pneicisamente tomando como base el distrito de las reales auidienicias, siniO' el de loisi virreinatos, eapitanas generales y presidencias. Ese es el fundamento del uti possideiis del ao diez, porque es dentado (de 'esas grandes divisiones que se han formado lois nuevos estados, desgraciadamente subdividindose entre s y rompiendo laS grandles demaireacioneiS de aquelllbs virreinaitois, formados pa^ra que fuesen igrandes y poderosas naicionasi: y (olvidando que en la Amrica Meridional queda el coloso lusitano, ms girande hoy que lo que fuera en la poca de la don
fica
anexndtoila
rainacin del Poirtugal. Cul fu el principio legal que serva de barrera al militarismo de la primera poca? El uti possidetis del
oo
el
por
rey para
territorio de los
quie el tirazo
gobierno de sus coloniais: ese ha sido el nuevos estados, pero eso no quiere diecir de la lnea divisoria de las fronteras' no
ofrezca dificultades, as
como
la ofrecieron
an
las de-
marcaciones de las fronteras convenidas en los tratados internacionales entre Espaa y Portugal en 1750 y en 1777.
467
Por
icltuida,
Colombia y el Petr han debido ponei\;e de acuerdo y reunirse par,a tratar con el Brasil sobre
tres secciones de
lmites,
que, concluida
esitia
eodueas di jerritorio deslindando luego, ciomo lo estipulaba el tratado de 1829 entre Coiloimbia y el Per, el territorio de los virreinatos de Nueva Granada y Lima, subdividirlo entre los es'tados independientes formados dentro de sus propios deslindes virreinales. Agregia.: ''isiera temeridad! praitiemder 'distribuir en poirciiOL nes perfectamente delineadas, entre las tres repblicas codueas, el territorio qu la demiareacin de los tratados entre las metrpolis les concede en indisputable propiedad como sucesoras de los derechos de su comn cau-
el Brasil.
No habindose procedido as, y discutiendo sepaadmente los lmites con el Brasil, y disputndose las unas con las otras sus desilindes respectifvos, se ha com^lieado ms la materia y se han irritado los nimos, en
1
la pasin.
Qued aplazada la discusin sobre la demjaiTcaciii de fronteras, y en 1851 se abrieron nuevas coutercncias en Ciaracas sobre este dietmoraido negocio. El i^epresemtonte die Nueva Giraaiada, al tratar el piunto rcilativo a
pertenencia del territorio de ro Negiro, manifast lvas que su gobierno lo considera de la prv'piedad de Nueva Granada y slo convendra en ceder una parte de su preteujsin, limitndola al territorio situado' entre 1 ro Meta y el Orinoco hasta su confluencia loon el Guia. Viare, y entre ste y el Atabapo hasta ^u en.iuentio con el Baltazar, y pasando la serrana entre Varita y Manoa, de todo el que queda sejalado por el ro Negro, djesde donde tiene lel nomibre de Guaina hastta sfu entrada en las posesiones del Brasil. El plenipoienciario de Venezuela manifest a su vez que tiene tal confianza en la bondad d sus ttulos, que no poda ceder parte alguna de esos territorios.
la
En mayo
468
VICENTE
Cx.
(iUESADA
gociar
obtenido aprobacin
lel celebraidb en 1842. Entretanto lleg a Caracas Jos Mara Eojas Ga-
binete de Venezuela
qun
Hierirera,
Niuieva Gnamada'. El ganombr comisionado ad hoc a Joay luegot le reeanipilazQ Sitn Plaaiias'. A
nada
se arrib.
En 1868, en Caracas, se abrieron nuevas negociaciones entre Fernando Arvelo, plenipotenciario de los Estados Utniiidos ide Veniezuela, y Manuel Murillo, plenipotenciario de Colombia. Ambos estados haban cambiado o alterado sus respectivos nombres, pero formaban las mismas entidades internacionales, cuyas frontetas quieiran
ideimiarear
por un
tratiaido.
El
lnea
rida,
plenipotenciilario de
Vienezuela
eistableci
esta
ilnea nccta la buscar las del Maa la boca del Guayabero de esta boca aguas arriba por el salto Guaviare hasta la boca superior del cao Amanaveni: de aqu lna de sur a norte por las cabeceras de los caos de Ahota y Mateveri has-
y de aqu
ta atravesar el Bichada, abajo de la boca del cao Muco sigue por las cabeceras de los caos Juparro, Tomo y
Meseta, hiaisita atoavesar el Meta en el punto del apiosta. dero que tuvo Venezuela en el pueblo de Yaruros, nombrado Paruro, que ha existido y existe en cerro Pelado del apostaderto del Meta sie partir rieictamente hjasta los barrancos idieil Savare, que, fuido icion el Niuil, es el ro Apure, por encima del paso de los Casanareos en el
ArauKio:
ro
isie
sigue
idlesidie
'cl
punto de
incioriporacin del
Bochag al Savare el curso del primero hasta su entrada a la quebrada Tachirita, siguiendo por dicha quebrada hasta la cabecera en Tarmo del ro Tchira, y por todo el curso de ste hasta .su Teuniai con el Pa'inplonita: ambos ros reunidos, se sigue hasta entrar en el Zulia al pie del cerro de la Floresta, casi al frente del puerto amtiiguamiente llaimado de iSan Fiafuistino y hoy de San Buenaventura: del pi de la Floresta se sigue cortando el Zulia a pasar por las faldas de las montaas de su ribera izquierda, y atravesando los ros Sardiniata y Tarra, en 'los puentets quie die icom}im laeuerdo designen, se sigue a buscar la entrada en Catatumbo del" ro de Oro: se remontar el cauce de ^te hasta su or-
469
gen y de l se partir por sobre la eima de la serTa de Perij, descendiendo de ella lnea recta en busca dei cabo de la Vela en la ipiennsiula 'dte la Goagira".
El plenipotenciario de Colombia no la acept, y propuso la siguiente: ''El ro Negro (en su confluencia con el Cababuri) aguas arriba hasta la boca del brazo del Caisiq-iiiaire eBii& brazo len todo su cutso liasta su entrada en el Orinoco; el Orinoico aguas abajo hasta el Meta; ste aguas arriba hasta el punto llamado Aposta;
dero.
De
por la laguna del Trmino hasta encontrar con el ro Arauco, y por l, aguas arriba hasta el borde occidental de la gran laguna y desparramadero del ro Savare. De aqu lnea recta en direccin norte hasta encontrar e ro Nula; las aguasi die sfte arriba, 'oontnuando por la cresta de la serrana hasta las vertientes del Tchira; ste aguas abajo hasta la quebrada San o Don Pedro, y de ah por esta quebradia y la de la China hasta ia desembocadura de sta en el ro Guaranito; ste aguas abajo hasta su confluencia con el ro de la Grita, y por il haista el ZuMa. De este punto, lnea (reata hasta la confluencia de los ros Oro y Catatumbo el ro Oro hasta su origen; las crestas de las sierras de Metilones y Perij hasta frente a las cabeceras del ro Socui; las aguas diel Siooui hasta su (unin con l Guasare o Guasara, y ste hasta su lntrada en el ro del Limn, louyo curso se sigue hasta su desage en la laguna Sinamaica; de este punto hasta encontrar los bordes de la laguna colombiana del Eneal y siguiendo por ltimo una lnea recta hasta la boca del cao Par j ana en la ensenada de Calabozo".
;
Para apreciar con exactitud las diferencias de estos proyectos de demarcacin, se necesitara tener a la dos vista nn miapia detallado con el trazo de una y de otra lnea, y es extrao que el gabinete de Caracas, que ha
costeado la coiidada y muy icorreeta edicin en 3 volmenes en folio de los Ttulos de Venezuela en sus lirmtes con Colombia; es extrao digo, no ha3^a acompaado la edicin de las necesarias cartas geogrficas. No es posible aipriQciar
en
divergencias):
me
limito
'demiajncia-
7^
VlCEN'tE G.
QES.VDA
A
tiban
juiitcioi die
los negociaidiores,
muchos puntos de
tiempo en Caracas: se suspendi el negociado para continuarlo en Bogot, dndose como motivo que a la saKn se continuaba en aquella ciudad el trabajo de demarcacin con el Brasil, limtrofe tambin de Venezuela. Se continu la aplazada negociacin? Lo ignoro;
pero el 18 de noviembre de 1872 se reunan en Caracas Julin Viso, plenipotenciario de los Estados Unidos de Venezuela, y Anbal Galindo, ministro residente de los Estados Unidos de Colombia, y plenipotenciario ad hoc para la negociacin de lmites. El plenipotenciario de Venezuela empieza por esta declaracin que no acepta las confesiones y los reconocimientos hechos por los anterioTes plenipotencarios de Venezuela, len 'ouianto eilois ieontiraidigan los dea?echos de propiedad al territorio que sostendr como de la pertenencia de la repblica, estimando tales confe siones y reconocimientos solamente como opiniones personales de lois que lais emitieron' ni 'aun la forma en que alguna vez los dichos plenipotenciarios presentaron los fundamentos para defender el derecho de Venezuela..." Esta exposicin es perfectamente ajustada a la doctrina: las opiniones de los negociadores no obligan a los gobiernos que representan, no ligan irrevocablemente, mientras no se reducen a pactos, se aprueba por los congresios y se verifica al canje de las r'atdf icaicioines actos que perfeccionan una obligacin internacional. Eista doctrina es la misma que sostuvo el ^gabinete argentino en discusin con el gabinete de Santiago de Cihilie, nio aieeptaiidio las opiniones de Flix Fras, plenipotenciario argentino, al discutir la Patagonia, ni menos la propuesta, no aceptada de contrario, que hizo el ministro e relaciones exteriores Tejeidor de somerber
'
:
'
y extremidad austral, an (^oimpnendido el territoirio de mar miar. Tales aisertos, aunque fuesen materia de una negociacin, no han asual
arbitraje la Patagonia
lai
las
a un pacto internacional. Opiniones de funcionarios oficiales, en actos oficiales, pero que no ligan empero al
gobierno, porque no constitaiyen obligaciones perfeelaB.
47
exposicin del plenipotenciario de Venezuela es a mi como doctrina legal; creo simplemente que era inneocisara, mientras no se entirase al fondo mismo de la controversia: declarar que los protocolos y notas no obligaban al gobierno venezolano era improcedente, puesto que nadie exiga que ajustase a esas declaraciones el ejercicio de su derecho de dominio.
juicio inatacable
La
Conviene se tenga presente la declaraciin' contenida en el pro toclo die 18 de noviembre de 1872 y lo recordado por el gabinete argentino, porque recprocamente justifican los procieidereis, alejan todo espritu de
habilitan para "gratar las cuestiones internacionales con nim^o sereno. El plenipotenciario venezolano hizo otra djeiclaraciin, que deseo se tenga tambin piresente, porque robustece la do'ctrina del dereciho intemiatcional am.ericano el principio conservador del uti possidetis del ao diez. Dijo as: ** y que reclamar y sio^endr por propiequisquillosa,
mezquindad
dad de Venezuela
Ja
itiaroacin territorial,
territorio que conniprenda Ja debecha por el antiguo soberano a capitana (general de Venezuela en sus cdulas, reales
el
ridlenieis
trainis-
lia
misauia
que
sos-
tuvieron loa m'inistrois de relaciones exteriores de la Repblica Argentina, B. de Irigoyen y R. de Eliizalde, con De ei plenipotenciario de Chile Diego Barros Arana. modo que esta 'comunidadi ide principios en los debates dipioiitdicos, form^a, (con otros hecbos, los elementos del derecho intornaicional consuietu'dinario, qfue llegan a-icomstituir un cuerpo de 'doctrina pod'eroso piara casos anlogo.
Galindo, plenipotenciiario de Colombia, manifest que juzgaba "intil e incomduioente, en el lestado .a qoie ha llegado la cuestin, el que las mismas partes interesadas vuelvan a empearse entre s y ant,e s en una nueva contienda de alegaciones jurdicas e histricas sobre su respectiva lnea ide derecho, conforme al uti possidetis del ao de 1810, como la que tuvo liigar entre los seores Adosta y Toro; qiue, despus de 30 aos
de miadjura reflexin sobre aquel ilustrado y externo debate, oree que cada gobierno est en ie\l deber moral de declarar cul es su opinin defimtiva sobre la materia"
472
VICENTE
G.
QESADA
qu prnitos est o no dspueisitfo la tmnsigir. Agi^eg quiere empearse, porque ei^ee que ^q'Tie si Venezuela o a sus' intereses, en renoas iconTene a su dignidad var el debate jurdioo suspenso desde 1844, entoniees^ para que l conduzca a su( resultado prcti'co y para inspirar la confianza de que ise avoca con el propsito de llegar a una solucin efectiva, ese debate debe tenerse, (dieispus da 40 aois di intiles y largis id'iisputas;, ante un tribunal o comisin de arbitros elegidos de comn acuerdo y a euyo fallo se somietan ambos gobiernos sin apelaicin de ninguna eliase''. El gobierno de Colombia haba propuesto al arbitraje para la fijaein 'de la lnea en el territoriio de San Faustino por nota 7 de agosto de 1872, y ahora su ple(nipotenciario ampliaba la materia del 'arbitraje a toda la extensin de la lnea; y en el caso que no se aceptase en esta forma, propuso la demartcaoin por arbitraje ''siobre la base del uii possidetis del ao diez, de la from. tera poblada entre el eistado colonubiano de Santander y lel estado venezolano del Tcbira, dnde lois intereses de y
es
una
Ticia,
que no' mantengan de (un conMioto intemaicional: y finalmente, deca, que se entienda bien que no es q-ue Colombia esquiva la renovaiedn del debate jurdico sobre el uti possidetis de 1810 entre el antiguo
visin
de
virreinato
d|e
la
Nueva Granada y
la 'capitana general
de Venezuela; que d que idieseaba es evitar la prdida intil de tiempo -en alegaiciones de la mismiais parties interesadas, entre s
lante is".
El sometimientio
de
la cuestin
a arbitraje
es
un
tempieramento prudente, equitatiivo y que est de acuerdo en la;s tradioiones internacionail'es de Amrioa: est piactad'o por el tratado de 1856 entre la Repblica Argentina y Cliile, sin poderse constituir todava, y aunque se pact entre Bolivia y Ohiie, no ha impedido la, tremenda guerra en que ha cado vencido el Per.
Sin embargo, hay mrito en intentarlo, y ltimaha sido as pactado entre los Estaidos Unidos de Colombia y Chile, como regla general, y hian invitado a adiherirse -a este tratado a la Repblica Argentina, la O'riental del Uruguay y es de suponier que todas las dems, mientras Chile continuaba la guerra ms sanTiene
473
Per, tomanido al fin la oapital de Lim^i, caoneg y 15.000 rifles! Este hecho es una protesta cruenta contra la seriedad de tal paetoi: el principiio es bueno, pero no hay que soar con sustituirlo a la guerra, aunque se oblignien a ello por tratados internacionales. El arbitraje es la prudencia puesta en accin y al servicio del inters conservador de una nacin: la guerra e una terrible necesid'ad, de la cu^al es solo juez el estado que la inicia, y si recurre a ella, es porque cree agOitad|os los otros medios de obtener reparaciin o castigar una ofensa. Habr guerra mientras ia humianidaid suteista, pero conviene tratar de hacer lo posible por evitarla: el arbitraje e^
fj^rienta
en
el
las
un
recho
el deterri-
poirque as convenga, se'a.landio una frontera diferente de la que resulte con arreglo a, los ttulos vlitori'al,
dos y vigentes antes de 1810. Colociaba la cuestin en terreno resbaladizo^, pero Galindo tuvo la prudeneda die explicar ''que Colombia no limita la dis^cusin de la cuestin d|e lmites a la fijacin de una. lnea fronteriza convencional, diistinta de la que resulta con arreglo ^al uti possidetis del ao diez".
pone a Venezuela a escoger entre una transaccin de eonveniencia y la demarcacin rigurosa de la lnea conforme lal uti possidetis de 1810, pero que exige en tal cosa que el debate sea ante los rlejos de iLmitarla
bitirosf.
Que
Por .ai parte Viso expuso que tena instrucciones para celebrar un tratado, previa 'discusin de la materia., pero qnje no la tena para constituir un ar^bitraje; oue si Colombia piensa que haya ventaja en eludir ana
discusin sobre los ttulos, y cree que conviene constituir arbitros, porque las declaraciones ide los anteriores plenipotenciarios de Venezuela abonen sus pretensiones, creyendo as fcil pactar una permnita de territorios, est en error, porque VenezTuela no acepta* ni arbitraje ni transaccin, sin haber antes establecidjo con claridad io que considera su iderecho de dominio. La conferencia termin as: En 11 die enero de 1873, la legacin de Colombia en
noita
474
VICENTE
G.
QUESADA
bases qae S. E. asent >en nombre de su gobierno para comenzar el nnevo debate sobre nn tratado d)e lmites, y aprtiebia en t0datg> sus partes mi eornidiojcta
no
aciepta
lais
discxiisin sobre estas referido a mi ^obierno la trespiiesta contra la declaratoria de repnidiaicin de lais confesiones de los plenipotenieiariois de Vieneznela en las anteriores
al
bases,
y de haber
E/'
consecnencia, declaraba virtiiialmente suspendida la discusin sobre lmites; piero que poda y estaba habilitado paira idcuparse del tratado d'e lamistad, comlercio,
En
navegacin y otrais iconvenciioneis initemaieiionales. nue normalicen las relaciones entre uno y otro estado. ''Efecla falta de una lnea diviisoria en tivamente, dice. los desie'rtos del Alto Oi^ii^oco y de la Goaia^ra, no pueide equitativamlente servir de obi^t'enlo para aue dejemos entregado la todas lais velleidadeis de la anoirmalid'aid el extenso^ cnmencio de los pueblos fronterizos del Tchira
y Santander''.
Cita en su apoyo el tratado 'Celielbnado entre el Brasil y el Parasruay en 6 de abril de 1856, y entre la Eepblioa Arcrlentina y el Paraguay, antes de cielebr'arse el tratado definitivo de lmites. De aicuerdo oon estos precedenteis, insta
apMh
pada la cuestin de
plenipotencia otorgada a Viso, aprobando su iconducta or nota de 16 de enero d 1873. Antes d este acto, le haba aqul contestado idir*eict'amente a Galindo, diciendo que extraiaba se sorprendiese el gobierno de Colombia de su termd/ante declaracin de dar vov de ningn valor las conferencias o reconocimientos d'e los tantriiotres Dlenipotenciarios de VenezTuela, cuando^ bien saba que el congreso venezolano pn 1836 desaprob el tratado dte 1833, porque divida la Groagira por mitad y dejaba el territorio de San Faustino dentro de los lm)ites de Colombia, 'nmesto que as lo manifiesta la protlpsta oue elev sn gobierno con motivo del decreto granadino de 20 de mayo de 1851, que autorizaba a colon57ar la Goagira en virtud del reconocimiento que hizo Toro en 21 de mayo db 1844 de los ttulos en que Nueva, Granada fundaba su derecho.
El srobiemo venezolano
Una
vez
ms qued suspendida
la discusin.
475
Una
niiieva neg^cxciacin,
dos estudios de
Guzmn y
tin de lmites. Gruzmn, plenipotenciario de Vienezu'ela en la negociaiein iniciada en sieptiembre de 1874, contest" la mem^oiria de Murillo, plenipotiemciario ide Colombia, en cinprimera, contestacin a las obserco exposiciones: vaiciones z^enerales die Murillo: segunda, sobre lmites
Respecto de la lnea de Tchira, empieza la dificultad en la desembocadura del ro Grita en el Zulia y termina en la boca de la quebrada de Don Pedro, al desaguair en el Tchira. El territorio encerrado en estas lneas es de 13 legnas euiaidradias, entre las qniebradlas de la China y Don Pedro, con dos curvas imaginaria^i y el ro Tchira. Hay un resto de poblacin en lo que fu San Faustino. La extensin territorial no tiene importancia, pero hay ciertos intereses privados que pueden ser comprometidos en el deslinde. El lmiite desde el pramo Tama hasta las aguas del Meita, est resueljto eon arreglo a la cdiila die 1786, que ambos gobiernois reconocen como el ttulo,, debiendo
aplicarse el uti possidetis del ao diez. ''l uno y el otro punto extremos de esa lnea imaginaria estn en
Memorias del ministro de relaciones exteriores al congre(1) so de los Estados Unidos de Venezuela en 1876 Edicin oficial Caracas, 1 v. en folio de 157 pgs. y LIX de texto por el ministro
'
47^
^cente g.
quesada
disiputa.
Daido qu se fijaran, la lnea atraviesa sbanas de mniiCiliosi horizontes, 60 le^ajs, parttiendo tos, caos, propiedades, y exdigiendo 200 postes o iiiuo jones, y siu 'con.
se<rva'cin
peripeitiuja,
sin
quedar
pior
nezuela y Colombia, icnal lo reqnieiren sn herimandad y ms sagrados inteirese-s", Venezuela protpona om, lmite arcifn^o, desde el pramo Tama, siguiendo la icrestia orientiai basta el' naeimiientio d^l Ele, siguiendoi sus aguas hasta entrar en el Meta. En la regin del Orinoco, Venezuela aceptaba la corriente del Meta hasta su desiembocadura en el Orinoco, como lnea divisoria. Quedaban igualadas ambas repbliiCias en la niavegajcin del Orinojcio, y el ministro Blanco piensa que no haj^ inconveniente en asegurar igualdad de (banderas, ''en todas las aguasi navegables al sur do lia desembocadura del Vichada ". En este concepto quedara a Colombia, dice, em la lonja del Orinoco, el inmenso teri^itorio que come deslde la fallda de los Andes, un grado al oriente del meridiano de B'ogdt, hasta el quinto de la misma longitud; y desde el srexto gradio latitud norte, hasta los confines con el Brasir'. Esta lnea divisoria si una tranisaccin que asegura un puerto luvial a 4 leguas de Bogot, como lo hace notar Id, Memoria ministerial. "Todo esto significa, la oferta de Venezuela, de ceder, como se exdice puso al fin de la primera contestacin del ministro de Venezuela, la hermosa regin contenida entre los ros Meta
suis
'
'
margen misma
lotccidiental
del
Ori-
arregloisi
Guzmn, despus de demostrar as a bondad de los propuestos, en equidad y prudiencia, dice: 'Repues,
dl9
sulta,
demiostraciones que, lejos d existir una distancia conslid'erable entre las situaeioneis de Venezuela y Colombia en la cuestin de sus llas anteriores
mites,
no pudieron
eistar
ms
cercanas)
dado
quie se en-
cuienfran obligadas a delindarse por ttulios y documentio(s diel tiempo de la colonia, de cuya confusin, de cuyos errores y de cuya ignorancia, sloi puede formar idea el que estudie con una dedicacin martirizante los gruesos y numerosos volmenes formados con ellosi hasta ahora". En la Goaigia^a, el preslcindimiento de 10 (1).
(1)
Venezuela
ha.
reunido 24 tomos en
folio.
477
O 12 legfuias
tdle
(Oogta,
icada
una
ide
las dois
repib(li<iais,
a partir de lo que cada una estiima su derecho. En el Ttel inconveniente de un privilegio particular. Entre el Autea y el Meta, ciargar oon 'los inconvenientes de una lnea itoaginaria de 60 leguas, o prescindir de un pedazo de tierra msi o menos, para formar un lmite areifnio. En la lonja del Orinoco, contentarse cada una con la inmensa extien-sin que le toca, e igualando sus banderas en la navegacin de todas lasi aguas. ^(1) Despus de concretar Gruamn de una manera grchira, allanar
fica
que
la
gran
di-
ficuitadj
era encontrar cada uno los extremos de sus pretensiones, luiedni que puidera ^er tnmino que lellos mismos apreciaran las
de
ventajas de
un
a,rreglo
en equidad., que no dara el arbitraje, por cuya razn no haba sido aceptado, a pesar de la insistencia de Colomibia. Seala las dificultades de este juicio, el cmulo
de papeles quie originales o en copia sera necesario trasportar ante el tribunal arbitral, el estudio ique tendra que hacer site antes de su fallo definitivo, y por todo ello cispera que, conociendo los pueblos de una y idie otra repblica cul es la verdadera mateiria que se disputai, insten por el arreglo tranquilo y directo de la disidencia.
Snchez, ministro de irelaciones exterioreis en Bode 24 de junio de 1875, dipca al plenipotenciario de los Estados Umidos de Venezuela: '''Eat& terminado el estudlio de todos los ttulos y dems antecedentes que deben servir de base para la demarcacin de las dos naciones, ide acuerdjo con el priaeipio latinoamericano del iiti possidetis juris de 1810, es decir, de la lnea que en 1810 divida el territorio del virreinato de Santa Fe de la capitana general de Venezuela". Pero, tributando altos encomios! a Guzmn, dice que BUS propuestas no sion aceptadas, y que no hay razn que justifique su proyecto, y aceptndolo Colombia perdera millares de leguas. "En las lonjas del Orinoco y 'dice, ro Negro, -perdera las inmensas comiaricas com. prendidas desde el thaJireg del ro Negro, frente a la glorieta del Cocui, hasta el Casiquiare, este ro, el Orinoco haista el Vilchada, este y el meridiano que pasa por
got, en nota
(1)
Memoria
ya citada.
478
el apoistaidero
esite
VICENTE
G.
QTJESADA
el Meta.
No
puede
diBip-iitairse
a Colombia
expedida en Aranjiuez a 5 de marzo die 1768. En pramo de Tama se alteraVenezneila los lmite designaran en proiveclio nico idie dos por la treal icdoila de 15 de febrero de 1786, consentidos hasta abona p^or ambas naciones. Por la demarcacin en el Tchira y San Faoistino, Colombia tendra que ceder un territorio que, aunque pequeo e iaculto en parte, est poblado; y esa cesin anulara una empresa de ciudadanios colombianos, girantizada por el gobierno secciona)! de Santander. Por ltimo en la Goagira, que ntegramente perteneice a Colombia, conforme a la real orden de 13 de agoistioi de 1790, adquirira Veneisuela ms de la mitad de la pennsula y el puertol de Baha
cdlulia
Honda".
Propone entonces el sometimiento de la cuiestin al fallo arbitral de una potencia amiga; con arreglo al trataido vigente entre ambas naciones. Un incidente complic esta sitiuacin; se fund el pueblo *'Guzmn Blanco'' en el Guaiina, territorio Amazonas, distrto del centro en 1875, en territorio que Colombia sostiene es de u dominio, y en su consecuencia protest por este ataque a su soberana, esperando que el presidente de Veniezuela dicte una improbacin expresa sobre ese acto, que se calificaba de usurpacin. El plenipotenciario de Venezuiela contest por orden de su gobierno en trminos agrios, protest por la publicacin de esa pieza aislada del debate sobre lmites, aunque fuese incidental. Cdasifica la protesta como de la 'mayor gravedad de da ofensia, contenida en los inusitados y exitraivagantes trminos d la nota del 24 de junio"; y protesta hasta contra los trminos de la citada
*
cota,
la
dignidad y
al
decoro de
su nacin.
tranquilo, erudito, se levanta esta tarmienta die palabras descorteses y, po. niendo como eiscudo la dignid'adl nacional, se >oonverta
elevado,
Despus de un
en hiriente polmica, en la cual los palaidnes se irritaban alzand^o la voz con acritud. Aplcase momentneamente la lucha de palabra y Jess Mara Blanco, ministro de relaciones exteriores de Venezuela, dirige al de Colombia en 23 de diciembre de
75
notabilsimo 'despacho, erudiito, tfmplado, verdadero idoeiimento diploontieo, qiue le ihaee lalto honor, contestando directamente el oficio del pleniipotenciaTio
1875,
colomibiano.
un
Veinte y ocho volmenjeis de ttulos y idociimentos fu arsenal en que eligi sus arma, y ,a fe que lo hizo con d criterio y sensatez. "Corresponde a los fueros de la opiiditoe, as como se nin pblica de uno y otro' pas, debe al resipeto que ambos han ide tributar a los juicios
del
mundo
civilizado
y a
tan penosa de la nego'ciaein idie lmites, ,se ieinicuentre ya en este docunienito^ de una manera patente extractado el' abultado volumen del reciente protocolo, la verdad de los derechos que deben '* servir de fundamento para resolverla. En este debate se nota el empeo de poner a la opinin pblica coimo juez en ila contienda, en esta poicia de discusin, de libertad de examen, la exiiibicin de los ttulos ante el pueblo es un homenaje digno de gabinetes cultos. Es honroso para uno y otro gobiemo el empeo con que quieren llevar la convicciin a todos, para mio^trar cada uno la justicia de su causa y la bondad de su
americano, que, en
siitu acin
.
derecho. Blanco coloicaba d^e nuevo la di^cusiin en un lorreno templado y serio. Por eso deca hablando de los notabilsimos trabajos de los plenipotenciarios Cuzmn y Murillo: ''autorizaban a creer quie la actuajl administracin colomibiana hubiera tenido por conveniente esperar el juicio de la opinin pblica".
de una manera notable que Venie^niela en' la pennsula de Goagiria^ el cabo de la Vela: su prueba es completa, te documentos que alega son oficiales, y difcil sera exponer con ms clarid'ad Empero, preciso es no olvidar el derecho que defiende. lo aJegada por Colombia. Respecto de San Faustino tambin alega buenas razones en favor de Venezuela, pero necesario es oir a, la parte contraria, para no incurrir en error involuntario. En cuanto al lmite de Casanare, ambos pases convienen en el trazo de la lnea imaginiaria con subjecin a Tonvene ms un lmite arci finio? la cdula de 1786. Es indudable y eso fu propuesto. Pero no encuentro tan clara la prueba del uti possidetis del ao diez en cuanto ail Orinoco, Casiquiare' y
Etet'ablece
4^0
VICENTE
G.
QESADA
ro Negro, sin emibargo que es idigna die icoiislijderarse la cdula de 1777 que agreg a la icaipitaaia general de Vene2?uela la provincia de Ghiayana, de la que iiacan parto los territorios al mando de Iturriaga, comandante gene^ El mapia de Requena confirma esta ral del Orinoco. opinin 5 El incidente sobre la poblacin de Gnizmn Blanco 'vueive a tela de jmcio, por babeirla 'oaliificado el gabinete de Biogot de usurpacin; el amor propio herido,
I
a proteistar por el loalificativo. Exponiendo los ant^edentes de la poltica internaciofnal de Venezuela respecto a Nuieva Granada, hoy Estadiois Unidos de Colombia, a la lealtad icon que ha procedido el gabinete de En el acto mismo die la Caracas, recuerda lo siguiente divisin de Colombia, pidi Casanare al congreso constituyente de Yene2miela su incorpoi^acin a esta repblica, y el constituyente, protestando su eoirdialidad hacia aqueillos pueblo, neg la incioirporacin, aunque rieal y verdaderamente era pedida por la poiblaein entera de Caisanare alegando su. topografa, su nmediacin a nuestros 'Centros poblados, su condicin pecuniaria como' nuestros llanos, de los cuales eran una continuacin, y tras causas prolijas de Teferir, insisti Casana^re por segunda vez, y apesar de otra negativa, refoirz la solicitud tercera vez, obteniendo siempre la misma resolucin de Veinsiste
' : '
;
nezuela".
coQiducta de esta repblica fu honrosa y leal: estableca los precedentes conservadores idel principio de las nacionalidades, e impeda que pronunciamientos de pueMos o cabildos alterasen sin cesar las demareaciones de lais fronteras de los nuevos estados. En ello dio prueba de seriiedad y previsin. No obr as el gran mariscal de Ayaeucho, ni el congreso constituyente de Bolivia, cuando acogieron el pronunciamiento del cabildo de la provincia argentina de T arija, admitieron suis diputados, y declararon que rechazaran con la fuerza, si el gobierno argentino intentaba reivindicarla. Faltaron la la e prometida, a deolaraciones solemnes, y han dejado aun pendiente una, cuestin enojosa. Aun cuando los pueblos hisp ano-americanos conservan todava las tradiciones de la doblez y de la artera! de la poltica lusitana, justo es reoordar tambin quej cutando 1 gobctrnador realista Ramos pidi incorporar
La
48
imperio la provincia de Chiquitos paTa librarse del ejrcito independdente que se haba posesionado d Santa Ciuz de la Sierra, en 1825, el emperador deiclar que no admita slo por ser til lo que fuese contraro al derecho de geoites, y desaprob la eondueta del gobeimador de Matto Grosso, que haba entrado con fuerza armada para proteger a Kamos, Venezu^eia y el Brasil, en la reeoirdada circunstancia^ eisitablc<eron los nicos precedentes que gar'anten'la paz de las naciones, y qued mis n evidencia la fe punible con que procedS Sucre y el congrieso constituyente de Bolivia, respecto de la Repblica Argentina.
Cmo
ooirrespondi
Nueva Granada
al
buen y
leal
proceder del gabinete de Caradais? ^'A esta conducta dice el mismo correspondi el gobiernio' de Bogot, Blanco, no slo ocupando a Casanare, sino avanzando hasta la villa de Arauca, dejando! como granadino todo el terreno que entre el Arauca y el Meta pertenece a Venezuela, de conformidad con la real cidula ique una y (otra repblica reconocen como el uti possidetis de 1810". Esta conducta mo tiene excusa, como no la tendr jams el proceder del gran mardiscal de Ayacucho, tomando por la intriga lo que haba entregado el libertador l^olvar despus del protocolo de la confenencia con los
plenipotenciarios aTgenitinos, AlveaT y Daz Vlez, cuyo restultado fu la entrega oficial de Tarijia al gobierno argentiQO, para violar ms tarde la fe pblica, y declararla anexada a Bolivia! Las naciones no cometien impunemente estas maldades, y llega, llega un da en las (evoluciones histr'icas, en
se pagan las faltas, y los pueblos! sufren las consiecuencias de haber violado el derecho ajeno. Si en vez de esa fe pnioa, fuese el derecho la regla, cuando existe el estado de paz, las naciones veciaas no viviran fomentando esas rivalidades y celos que ipetnturban el desarro^ Mo provechoso de las relaeonjeis comerciales. Reci^rase cuando sea necesario a la guerra, y aprovchese entonces de los derechos de la victoria, como cumple a gobiernos honestos, pero no se viva en el perpetuo merodeo de retazos de territoios desietos, para gozarse del descuido
que
ajeno, o para utilizar el conflicto en quie se halle el vecino. bien, repite el miaiistro Blanco, a pesar del hecho
recordado,
482
ttCENT
6.
QTJESADA
de Colombiai,
procieder.
calificativo aplicado a la poblacin Grfuzmn Blanco. Termina as su extensa exposicin: ''que juzgiar y castigar como traidor a todo habitante 'dle la lonia de Orinoeo
qu'e atente directa
contenida en los lmites fijados en el ltimo protocolo, o indirectamiente al dominio de Venezuela en aquella regin; y que irechazar con la fuerza lodo hecho del exterior que tenga el 'mismo propsito' y que si tal hecho proviene del gobierno d'e Bogot,
eoniderndolo
una
nezolano y del tratado de 1842, lo habr de tener y tendr como verdadero casus delli^ provocado por la administracin actual de Colombia' suspende toda comunicaedn ofiieal hasta obtener repiaracin d^bidia al honor y dignidad de Veniezuiela, la por habetr sostenido el gabinete' de Bogot que haba usurpacin de territorio.
Y A
esta situacin se refiere la Memoria del mintro (1)" de relaciones exteriores al congreso en Cara)cas, cuiando informa en 1877 qiue confean cortadas ais relaciones: pues aunque extraoficialmente: se ha dado algunos pasoiS, se exige el retiro de la palabra iisurpacin. La eleccin de un nuevo presidiente en los Estados Unidos de Colombia parece una circunstancia que pueda facilitar el restablecimiiento'
1875, lel decreto mandando puibUicar los protocolos de la negociacin entre Antonio L. Guzmn, plenipotenciario de Venezuela, y Manuel Murillo, plenipotenciario de Colombia, ordenando se abra nueva negociacin contiriada a recprocas concesiones: ''respetar la posesin de Colombia en la deogira,, Sian Faustino y Arauca, para miaritener al mismo tiempo la nunca perturbada de Venezuela en la lonja de Orinoco, al oriente de la lnea descripta Ijor su plenipotenciairio len la conferencia de 28 de enero
de 1875 '^
En
3nites
la cuestin
el
de lgabinete de Bo-
Memoria (id ministerio de relaciones exteriores al con' l > Qreso de los Estados Unidos de Venezuela en 1877 Edicin oficial, Caracas. 1 v. de LXLI de la exposicin del ministro Eduardo Calcafio, 20 de febrero de 1877, y 190 pginas de documentos. Es un libro perfectamente impreso, excelente papel y correctsima edicin.
HISTORIA DIPLOMTICA LATINO-AMERICANA
483
ha por nota de 27 de marzo de 1877 expuso " tenido ya 'ocasin de dar las explicaciones y aclaraciones que el presidente de la repblioa ha credo se pmeden y deben dar, por cuanto son suficientes para fijar el alcance inofensivo del trmino usurpacin en el casio en refegota,
:
.
rencia \
'
Y termina con la expresin die la esperanza de seguir "busicando, lalo lasunitos no resueltos an entre los dos pases, el trmino que mejor consullifce sus respeotivos intereses y derechos comunes". Se ha arribado a un arregtlo? Se ha celebrado H deseado triaitaido en bien de amboa estados'^
de esas repblicas sabrn encontrar solucin lequitativa a tan prolongado y erudito dlebate; he ledo con inters memorias y notas que son en general modelo de claridad, de lgica, de mesuira y cortesa, salvo algunas rfagas de pasin, que pasan pronto. El incidiente fiinal es lamentable, pero en los trminos en que una y otra cancillerra se expidJen nada hay que sea desdoroso: abrigo la esperanza de un arreglo en equidadl El gobierno ide Venezuela mand se hiiiciese una edicin oficial en Caracas, en 1880, ide un Mlbro escrito por Antonio L. Gkizmn, bajo este ttulo: Lmites entre Ver.ezuela y Nueva Colombia, que es la ltima publicacin en la materia que llega a mi noticia. (1) La discusin se ha convertidlo len ardiente polmica, segn el autor de este libro, en Colombia se levanta y Ja cuestin de limitis como bandera de partido, y escribe: dice, para '' dirigir la opinin de amos y otros pueblos por el sendero de la justicia y de la nica conveniencia verdadera y comn a todos". Lia revolucin die 1830 que separ funestamente a Venezuela de la antigua Colombiai^ ha roto vnculos y despertado intereses contrario desde las becas del Orinoco hasta las del Tumbe. *' Qued el Ecuador bajo la presin del Per, dice, perdiendo a Mainas, a Jan de Bracamoros, y regiones privilegiadas del Amazonas. Qued Nueva Granada en forma jde saco, con
los ilustrados estadistas
Creo que
y Nueva Colombia por Antonio Publicacin ordenada por el ilustre americano, pacificador, regenerador y presidente de los Estados Unidos de Venexuela, general Guzmn Blanco. Edicin oficial Caracas 1880. 1 v en 8o de 326 pg-, datado en Caracas a 8 de marzo de 1880.
(1)
Liimites entre Venezuela
L.
Guzmn
484
VICEXTE
G.
QTJESADA
'
'"
el golfo
de
mayor casi initl sobre el Pajcieo y toda ella encarcelada y qued Veneziuela, si bien con todo el litoral til y toda la riegin fluviail, piequea pior pobre y despoblada, para servir de vanguardia de este continente sudamericano al frenite del fcioloso -d(el noirte, y de todo*: 'los
colosos ide lEuropa.
Qued
roto tambin el
De manera que, segn esta exposicin y este cuams alta previ'siin tiivo el gobierno espaol en las
demiarcaoiones de sus virreinatos, si bien la capitana general (de Caracas o VenezJuella formaba un gobierno autonmieo, sepiairadio del viiireiniato de Santa Fe. Lia lairga guieirra que s'ostuvo Venezuela deside 1810 a 1823, con desa:stres espantosos, engendr la pobreza y dji origen al militarismo: perdi basta sus anebivos, se borraron basta los rastros del gobierno *tJ*anqudlo, ordenado y regular del tiemipo ieolonial; le qued vivo el recuerdo de lo que fuera mi frontera, y los celos que ins-,
piran los vecinos. Nueva' Granada (conserv lal menos fuis archivos: la guerra magna fuie ms buman'a en su territorio. Fu Pez, el valiente -adalid caudillo, que aspiraba a su personal engraindecimiento, quien en 1829 hizo la re rolucin en Caracas, y le siguieron lo^ pronunciamien tos, eisa, fiebre anrquica que isuicedij la la guie(rra ele laj iindependencia, sin romiper la uniidjad' de la. antigua Co, lombia y slo para 'dlenribar al libertiadior no habiendo, ya enemigos exteriores, se idevoraban a s miismos, pero esta vez persisti el deseo, la voluntad idie mantener la m-\ tegridad territorial. El congreso que loonvocara Pez no quiiso disolver ila unidad nacional, 'conserv el escudo esitado de Ve y la bandiera de Colombia, llanindose nezuela, mite que coloc bajo el escudo, para dejar en. repblica de Coloimlo suiperor lugar para escribir
:
Ha.
el -congreso
de San
Fe
estado de Buenos' Adres, protestando formar piarte de la antigua unin. La Repblica Argentina salv al fin la umidad nacional, su constitucin fu reformada, jurada solenui'evintcia
disidente
se
llam
iuiego
485
mente en
ptresididas
la pl)'Za
'dje
lia
autoridaxie?!
por
lel
todava en la memoria de los contemporneos. Poco despus, la batalla de Pavn era el prinicipio del caanl'io poltico de la sitiiiaicin el prespjdietite Derqni, abandonado por las provincias qme reasumieron su soberaReorganizado el pas bajo la na, huy al extranjero. misma constitucin nacional, slo dtesapairecSieron los hombrea pblicos dte entonces, pero se salv la unidad de la patria
:
Ms feliz <en esto que la anitigua Colomibia, cuya divisin fu iconsiumiada crendose tres njuevos estados, la
Repblica Argentina
j^ular
ciuienta
ya 18 aos de gobieimo
re-
y 8 presidentes han cotncludo su' trmino lem^Colombia, a piesar de haber atiibudo a lo-s futuro congresos ia decisin de restablecer la integridaid, vive separada y en una ardentsima controversia sobre sus lmitefS. Pez fu el espritu diiSioEvente id!e la nacin colombiana, fu isii iiiisipirador y el brazo que coniSuim
aquetl atentado.
El Ecmiaidor, en.tretianto, com^ieT'v lai bamdiera y el escudo de la antigua Colombia con este mote significativo E Ecuador en Colombia, prote^tanto en alto que su voluntad era conservar la grande unidad nacional. Nueva Granada invit bien luego a Veniezuela para neiconstituir ia umin nacional y se mantfuvo dos aos en una angusf'
.
tiioisa
expectativa.
La antigua
disolucin envi
thta,,
a Bogot a Santos
tiratado
Micihelena, separa-
de
lmites,
que
ot
facto consuRiiaTa la divisin de la patria colombiana. Si Colombia hubiera conservado la creacin de Bolvar, (1) hoy sera una irepblica con 50 estados) federa-
dos desde el
Atflnticto
a Tumbes
"Era l dice Gervinus: quien haba depositado en el (]) suelo de su patria el germen de las ms grandes hazaas y fu l quien recogi la cosecha de los ms grandes honores era l Quien haba combatido ms largo tiempo por la libertad de Venezuela quien haba librado la Nueva Granada del yugo de la opresin ms pesada quien haba unido los dos pases en un slo estado central quien ms ^aba contribuido a decidir la libertad de los pases del Ecuador y reundolos a la gran repblica colombia,na...,"
;
: ; ; ;
486
VICENTE
G.
QUESADA
La desmemibraein se ejecut djividiend'o la deuda; comn de la antigua repblica-, (1) que obtuvo aprobacin y canje por los tres nuevos -estados: fracas empero
de 1833 y dio coaniienzo al larg-o, ruidoso y hoy apasionado debate sobre la diemarcacin entre Venezuela y Nueva Gnanada. Y bien, aun <uando en esa poica, Nueva Granada nada pretendiera en la r^egin tdel Orinoicio, del Casiquiare y del ro Negro, boy sus pretensiones ste extienden a es-tos territorios, y Venezuela que desiaprobara el tra/taido de 1833, porque se proyectaba el dieslinde desdle el cabo de Chicbibaeoa y no del de la Vela, porque dejaba a San Faustino como territorio granadino y porque Arauca y su territorio al suir no se declaraban vene:olanos Venezuela, digio, ha vistO' erecer las pretensiones de su vecino, y eomjplcarise la cuestin de demarcacin terriel trataido ide lmiites
torial.
En
rela-
ciones exteriores se propuso formar el arehivo de lmites ''Renense con patritica perseverancia, y recosriendo v examinando papeles ya olvidados!, y como perdidos, multitud de reales cdulas, reales rdenes, instrucciones rea-
y numerosos! documentos fehacienitesi, hasta formar volmienes y cuando en 1875 lleg a 0airaiCffli3 el seor doctor Manuel Murillo, dos veces presidente de la Nueva Granada, trayendo el earotier de ministro pleni-;
les,
24
js^randes
de la repblica hermiana, que deba supo-! ner y crea encooitrarse en la misma ventajosa situacin en que se haban encontrado por espacio die 45 aois' los seores ministros neo-granadiaois, tropieza con una cordillera de verdaderos ttulos de Venezuela..." (2) Esta repblica encomend la neg-ociacin a Antonio L. Guzmn, y se inici el debate dividindolo 1. examy?n 2.** iiti possidetis de la capitana general de ciel derecho Venezuela y del virreinato de Santa Fe en 1810. Una vez que se hubiera establecido el derecho estricto y el hecho, entrarase la buscar una rectificacin o modifieacin de las antipas demarcaciones coloniales.f
pottenciario
:
interior y exterior del pas se calculaba entonGervinus en 46.500.000 pesos: dos o tres aos antes, su Congreso de Colombia) estuvo a punto de desaprobar un emprsy sin embargo, ms tito de 2.000.000 de libras esterlinas (1822) tarde necesit contratar otro ms oneroso de 4.750.000 libras; y el pago de intereses de esta suma puso al pas en nuevos embarazos". Limites entre Venezuela y Nueva Colombia etc. 1880. (2)
ces,
dice
(1)
"La deuda
487
Cul fu el resfultado de este debate? Segn Gruzmn, Vienezuela prob 'cumiplidamiente su derecho: 1. en la provincia de la Goaigra hasta el cabo de la Vela: 2. que San Fausitimo', lonja de tierra de dos leguas y media de lancho y algo wim de largo, situado de de ambos gO'este lado del Tchira, verdadero confn 3. en fin, que la villa de Arauca biemos, era venezolano: y su vasto territorio al sur, perteneca a Venezuela en virtud de real cdula. Por el icontrarioi Miurillo que pretenda a su vez probar el derecho histrico dei Niueva Granadla, sostena
que la regiai occidental
idjel
Orinoco, del
^ai
Casiqfu'airie
del
piesar que el plenipotende Venezuela cree quie por cdula expresa tales terrioricis fueron seialados a la capitana general, y que as se hallaron en 1810. Convenidos ambos negociadores en los medios de prueba para comprobar eul era el uti possidetis del ao diez, los doicumentos dejaban evidenciada la posesin civil: la cuestin pareca eoloearse en el terreno del derecho estrieto, para venir al terreno de la equidad y de la transaecin. Entonces Murillo sei ausent de Caracas y regres a Bogot, sin esperar la lectaxra de las dos contrarrplicas del miinisterio de Venezuela, qne fueron llevadas por un ministro especial cerca del gabinete de
Bogot.
Poda el gabinete granadino extender y ampliar siis reclamos? Preciso es decirlo: el tratado de 1833 aprobado por el congreso graaiadinio, fu improbado por el venezolano, de m^odo quie, al iniciarse nuevas negociaciones, trajeron ambas partes nuevos fines y mayores pruebas. De ellas resultaba-, a jiicio del gabinete de Biogot, derecho a temtorios que autes no dispuitfara poda reclamarlos? Parceme que s.
;
Venezuela es
la
misma de
las
consecuencias de la improbacin del tratado de 1833; pero si tiene derecho a entablar !su reclamo, no se induce que sea tal, que no sea y pueda ser rfebatido por el gabinete de Caracas. El no ejercicio de un derecho putede causar su extinein, pior presioripcin pero Uio es bajo este aspecto que se ha idisicuitido. Se ha idioho que si en 8 aos el gabinete de Bogot no us de esos ttulos, ni reclam esas tierras, celebrando un tratadlo que aprob su eongreso,
;
483
VICENTE
G.
QUESADA
hoy no puede volver sobre su hecho y ampliar su .reclamo: Ignoraiban el ministro, el gobierno y el congreso granadinas, que al negociar, al firmar, y al aprobar y canjear el tratado Pombo de 1842, reconocan autntica*
'
mente, en la solemnidad de un tratado pblico, inxorablemente obligatorio, la soberana ide Venezuela sobre ambas regiones oriental
ro
Negro?"
(1)
con arreglo a estos documentos, Venezuela sostiene su derecho y ampla sus pretensiones, //por qu no pirocedler con el mismo criterio el gabinete de Bogot? Las pretensiones de Nueva Colombia, antee Nueva Granada, no podran ser diesechadas sin discusin, y en efecto., han sido detenidamente discutidas. Acaso puede perjudicarse el derecho de Venezuela porque Miiena declarase en Bogot que ca-reca de
Ahiojra bien, si
dajos sobre lmites?
;,No los alega nuevos ahora el gabinete de Bogot? Encuentro inexplicable que se pretenda recprocamente negar la necesidad de reponter la discuisin, cuando de una y otra parte '?ie priesentan nuevas pretensiones y documentos no discutidos antes. Pireguntaba el plenipotenciarioi de Nueva Colombia; *'Qu se entiende por derechos del uti posidetisf
Resiponde el de Veoiezuela: ^'Uti poSSidetis es posesin con tifalo vlido. No es la simple posesin de hecho y en la demfa.rcacin idlel viirreinatio con 'la caipitana ge. neral, el ttulo vlido es la real cdula de 1786". No es posible que ejitlre nuevamente al rpido examem de cuanto se alega por una o por otra parte, porque habindose escrito numerosos volmenes, no sera posible dar ciuienta de ellos sin referirse a los documentos mismos. Me baistar, pues, apuntar muy somerameoite las indicaciones del ltimo libro de Gruzmn. Debo lealmente decir que la exposicin documentada que hace este escrito^r, para demostrar el buen derecho de Venezuela al Alta y Bajo Orinoco, Casiquiare y ro Nesrro, me piarece muy lgica y muy convincente. Actos del soberano, de la capitana general, de la intendencia de Caracas, de los gobernadores de G-uayana, confirman el cumplimiento de la cdula de 8 de septiembre de 1777, por la cual el rey puso nuevamente bajo la ju^
(1) citado.
Lmites
entre
Venezuela y Nueva
Calomhia
etc.,
yn
4S9
de Venezuela la pnoivincia de Guayana con Cumian y Maracaibo, y las islas de Margarita y de Tninidiad, quedando como p'arte de GuiayaTiia todo lo qiue fu explorado y fundado par la coiarta comisin de lmites, gobernado por Jos de Itairriag-a y transferiido en
mando a Centurin.
'Se
(1)
la cuarta eom^isin
el
];lorado
y fundado por
el
demarcadora
la
Espaa y Porla
emitir
Orinoco y
jurisidccin
fcernaidor
del go-
de Guaj^ana y capitn general die Venezuela, pertieineca al distrito gubeirnativo de esta, capitana. !N"ereie5ario es decir que no poseo, mi ilie podido consultar, las lexposiciones de Murillo, ltimo pienipoitencia-
de Nueva Colombia pero, segn Goizmn, dividi su tobservaciones generales: 2.^ 4 ptartes: sinopsis de la provincia de Guayana; 3^ legalidad del imite arcifnio; y 4^ pretendlida posesin del Atabapo.
rio
;
rplica en
1.*''
podra apreciar ^el tirabajo' de Murillo, si hubiera de juzgarlo por el anlisis que hace Guzmn; porque por alta y franca que sea ila imipiarciailidad de ste, interesado en convenieer y natura'lmente en tnmnfar, presenta slo lois puntos vulnerables del escrito contrario. Muirillo, eminente en las letras, expicrto por larga experiencia en el ejercicio de funciones pblicas, e.g una auloridad en la m-aticria, y mi exposicin eis indispensable pana juzgar imparciailmente de la controversia
Agoitadia la discusiin d'e dereclio estricto,
No
fundada
en los documentos y en ell uti possidetis del ao diez, est todava pendiente la negociacin relativa a una transaccin que c'ontsJlte los Tntereses recprocos, y lent-onces es runa rectificacin de fronteras; tomando como iregla la
cquidac,
como
fin constituir
fuerte, estratgica y en cuanto sea poisible, sobre la b^aise de los deslindes arcifnos. La disciusin die derecho ha duraldo 1874.75: len la ltimia negociacin Murillo^Guzmin, nio entr la discusin en la nueva faz indicadia, pO)r cuanto el pil'enipotenciario de
Nueva Colombia
Caraca.s.
damente de
Ser posible
una
trati-
Puede verse la relacin de los pueblos en los territorioH a (1) que se hace referencia, pgs. 204 - 208 inclusive, en la obra citada. lAmites entre Venezuela y Nueva Colom'bia, etc. 1880".
490
sa'oein direeitia?
VIGENTE
G.
QTTESADA
Sii no lo fuese por qu resiste el gabinete de Canacas el someter al arbitraje de xina potencia amiga la decjain de esta ddsputa? Nueva Colombia ha propoiesto reiteradam^ente ese medio prudente de po^
trmino a um debate que, la veoe, proidiuice enairdecimieufto en lais pasiones popoilares, y pareice que amenaza con un rompimento, de que pudiera ser precursor e!. actual estado de suspensin de lais relacionies diplomticas, las notas exigentes del (gabinete dje Cairaeas, y el incidente sobre el calificativo de usurpacin de los territorios .disputados: 'calificativo que Mzo el gabinete de Bogot y que ha alzado el tono en el de Caracas, de cuyas resultas hay uit entredicho. Es prudente, dada estia isitoaicin tirante, limitarse 'a publicar los expedientes de este intrincado pleito, y apelar al gran jurado de la opinin pblica? Por halagadora que sea la idea, no es prctica. Los jueblos no gobiernan direotamente, lia gestin de la cosa pblica pertenece a ios poderes constituidos, y esa apen'er
lacin a la opinin, ese tributo pagado lal soberano, autoriza para tomar resoluciones definitivais y iprudientes. La
publicidad de los actos oficiales, /tiene por ol>jeto' habilitar a todos para juzgar y estfimar la m:anera como se adjmiinisftren los lintereses colectivos; en la gestin de las relaciones exteriores, liace cesar esas veleidiades y esos misterios es que pioltioois ladocenaidotei creen hbil, porque ocultan por ese mtedio isu f aiLta de plan misterio con que pretenden rodear la direccin de la poltiica exterior. Prefiero la poltica de Bismark o la persistente y conciliadora poltica de Cavour: pero es indispensable un plan,, un objetivo, y no la imprevisora manera como s gestionan en Sud ^mjrica las relaciones internacionales Dejar que la opinin pblica ifaille, es someter al azar la ms .grave y ms peligrosa de las cuestiones, la de de^ marcar el territorio. En vez de esperar en esas sosluciones imprevistas, en esas generalidades que seducen al vulgo, en la fraternidad y en las antiguas bases de unin los hombres de estadio deben prudente y equitativamente buscar trmino a un estado de eosas initollerables. Ningn inters directo me apasiona en la cuestin de estos dos estados del conttinente: me dominia el deseo de la paz, nico c>amino paira que las naciones hispano. imeri canas alcancen un porvenir sereno.
:
CAPITULO IV
LA CUESTIN DE MOSQUITIA
Iturbide acababa de formar el imperio de Mxico, algunas provincias del antiguo reino de Guatemala, y ya constituido en capitana general, se le haban incorporado, verificndolo la misma Guatemala el 5 de enero de 1822. Pareca que aquella efmera creacin ejerciera en tanto una atraccin singular, solicitando proteccin para que la provincia de Guatemala se uniera al imperio. Nicaragua, Honduras y Costa Rica, tambin se hicieron dependencias imperiales, y Centro Amrica qued absorbida bajo el mando del emperador Iturbide.
el ao de 1823, cuando era derribado del general que ambicionara ocuparlo; Guatemala y las otras provincias imperiales asumieron su autonoma y rompieron con la repiiblica mexicana el brillo de la corona las atraa, la modestia de la repblica las ech en otros rumbos. Haba sido tan efmera la unin, que Mxio no e opuso al fraecionamiento, y len Centro Amrica se crearon 5 estados soberanos; pero confederados: Guatemala, Nicaragua, Honduras, el Salvador y Costa Rica; Chiapas se incorpor a Mxico, separndose del grupo de la Amrica Central, y dando origen a una nueva cuestin de dominio, soberana y des-
Empezaba
el
trono
linde.
la conquista, ni despus que los espaenseorearon de la Amrica Central, exista entre los 'dos ocanos, reino ni rey de Moisquitia: el nombre y la cosa es nueva, y tanto que ha surgido como creacin espontnea, sin precedentes, sin historia, sin tradiciones, y ciertamente sin trono ni corona real,
Ni antes de
oles se
isin enite
(1)
hasta estos
iil-
Circular del ewcargado de negocios de los estados de Nicaragua y Honduras, de 8 de enero de 1848, datada n Parla por el seor J. de Marcoleta.
(1)
404
VICENTE
O.
QUESAD
timos aos, se contest a Nicaragua la legitimidad de su posesin, ni jams se haban suscitado dudas a tal respecto, hasta va de caza
qiiie
plugo al jefe idie una pueblada que vipesca, ILaimada los Moisquiltos, osar elevar
pretensiones imaginarias a la soberana de una porcin del territorio nicaraguano en donde, por decirlo as, no sie haba odo hablar de 'l". Esa piiieblada no constitraa un gobierno regular, no haba ejercido la soberana, ni pretendido siquiera que se le reconociese como una asociacin internacional independiente y soberana. Nmades, pertenecan a loa
ab'oirgenes,
quienes naicin alguna reconioci como estado, sino como poblaciones sometidas al dominio espaf>ol primero, y luego al de las repblicas que se formaron
la
en
el
nuevo mundo.
repente,
De
un muchacho
bernador de la Jamaica, se titula rey de los Mosquitos y icrea en:toinices el reino fantstico de la Mosquitia, sin
lmites conocidos, sin ciudades
ni poblaciones estables:
el jefe de una tribu errante se llama rey, y pretende el dominio de tierras que quiz conociena en las caceras d'^ En favor de estos salvajes, en obsequio de su ftribu. fete rey y e este reino, la Crrian Bretaa emprende una cruizaida contra una riepblica pequea y dbl, pero reconotcida comi estad'o inidependiente y soberano por las grandes naciones mairtimas. Esos salvajes que ocupaban un rincn de la repblica 'de Niciairagua, en cu,yo t-eirratorio los ingleses tenan esitablecmienrtios comerciales y agrcolas ms o me(Tios impOirtanteis, por bieneplcto dei igobierno espaol y consentimiento de los gobiernos indeijiendientes, se pretenden moradores del reino die Mosquitia y subditos de S- M. el rey de los Mosquitos. La 'crealin es una especulacin inglesa, un negocio inmoral y atentatorio; pero
un negooio.
En plena paz, a la miaijestad miosca le ocuirTe reivindicar el puerto y dudad de San Juan de Niciaragu'a, que pretende estar dentro de su rieno'; una fragata inglesa, la Alasma, conduce la intimacin salvaje, izando el pabelln mosca que saluda con 21 caonazos, y con tropas britnicas se apodera de la ciudad y puerto ya
nombrado. Marcoleta protest en nombre de su giobierno:
*'co-
495
mo
la
protesta de la
espleita,
id|e
ms
manera ms formal, la ms solemne y lante Dios y an1;e los hombres, -contra 'Cl
espoliacin que aoaba de ser consumado, <iontra ese abuso de la fuerza, contra ese menosprecio flagrante de los derechos de las naciones; acto, abuso, despreexto
mundo por un gobierno fuerte, grande y civilizado, en favor tde un jiefe y de una tribu salvaje, contra un pas y un gobierno inofencio
consumiad'os a la faz
idel
sivos que, aunque dbiles, no dejan de 'conoieer por eso toda la lexiensin y toda la grandeza de sus 'derechos, de la justicia y de la santidad de la causa". El puerto y ciudad de San Juan de Nicaragua, situado sobre el Atlntico, fu ocupado por fuerzas navales del gobierno britnico, que se de-ca aliado del rey de los Mosquitos, nacionalidad liliputiense djesconocida entre las naciones icuiltas^ y gobierno monrquico ignorado por los pueblos de la Amrica Central. El mvil Ko era favorecer al rey en miniatura, cacique de una tribu nmade, sino tomar posesin de un punto importante, para ontinuar domnando el comercio, como se haban apoderado d'e Malvinas en plena paz, para convertirla de apostadero martimo de las naves que navegasen en los mares del sur. El inters del comercio, apoyado en la fuerza, era toda la moralidad que eanao'yeriz Ja poltica britnica en los primeros tiempos de la for-
macin de los nuevos estados. Pitt, dominado por el deseo de asegurar el comer co ingls, estudi durante su ministerio la conveniencia de apodierarse ide aquel territorio, que podra ser el emporio de la navegacin entre los dos grandes ocanos en el potsible caso de un canal intier-ocenico', desde el puerto de San Juan en el Atlntico al de Eealejo en el
Pacfico.
La Revista de Edimburgo, de comienzos del siglo, se ocup del proyecto, y Roberts, en 1822, verific reconoeimientos y estudios que posea el gobierno britnico. Esta tentativa no era impremeditada, puesto que en 1780, durante la guerra de emancipacin de las colonias inglesas, el general Dalliiuig, gobernador de Jamaiioa, envi una expedicin bajo el mando de Niellson para apoderarse de la costa y ciudades de Granada y Len. Espaa tuvo isiempre temores de que la prdida de las colonia inglesas pusiese en; peligrio las suya, porque
496
^^CENTE
G.
QUESADA
Gran Bretaa
siertas
pretenidiese resarcir eu derrota a costa de las dominios espaoles. Bor eso se preocmp de las de-
del 'atentado de Dalling en la Amrica Central, haba formiadoi en el snr el nuevo Yirreinato del Ro de la Plaita. Los inglesen en 1806 tomaron Boienos Aires y Montevidjeo; jsn tentativa
icost'as paitiagnicas,
y aos
antieis
de conqiiista escoll ante las retsisitenicias die las poblaciones, pero dejaron el germen de la emancipacin de las
coloniiai^.
La Odupacin del pu'erto y ciudad de San Juan de Nicaragua no era sino la prosecucin de su antiguo plan, el proltect orado del rednio de los Mosquitos era un pretexto poco sarioi, y el rey era una fantstica tranormaein del salvaje cacique de una tribu errante. Este mionarca, vestido probablemente al uso de Adn, tena a la sazn 20 aos;, era un indio salvaje, de ''espeoie ijdiota a quien embrutieicen sistemadamente por medio de licores europeos". Tal era el real aliado del gobierno de la Gran Biretaa, en eayioi honor y benefieio se oreaba un reino, y las naves britnicas tomaban la antigua ciudad espiaola de San Juan dtei Nicaragua, reivindieacin territOral quie S. M. Mosca, tena el baien humior de poner bajo el protectorado de Los caones de las naves inglesas, contentndose l, para su uso personal, con los licores que usara la imsma lo-ficialidad britnica. En 23 de iseptiembre de 1847 el ministro de negon cios extranjeros en Nicaragua protest contra esta invasin, y el 11 ide oetubre del mismio ao el de San Salvador declar que su gobierno estaba resuelto a apoyar la resisteneia de Nicaragua icontra las injustas pretensiones de la Gran Bretaa el gobierno de Washington vea loon desagrado una tentativa de eolotriizacin inglesa en tierra americana. La doctrina de Monroe no lo con:
senta.
La
noitilciia
del atentado,
peisar
de
las lentasi
comu-
nicaciones de la poca, produjo indignacin en todas las nacione? americanas, que vean el abuso de la fuerza y la violacin del derecho, en el proceder de una nacin que se pretende libre y fuerte por Dios y su derecho. El Archivo Americano deea: '^ Entre los estados que se levantaron de las ruinas del rgimen colonial de Espaa, una de las ms privilegiadaisi es la repblica die Guatemala, sentada entre dos ocanos, y destinada, por su posicin central y la oonfigura'cin de su territorio,
497
principal de las comunicaciones coiiLercila el Asia. Inferior en lextension a alonas otras repblicas, es esiprfaible por la abundanciia y variedad de siiis' produdciones el algtoidn, el tabaco, el caf, la caa dfulce, el cacao, la vlainilla, el azul, la grana, la seda, y un gran nmero de yerbas, medicinales, die blsam'Ois y de resinas, figuiran en el cuadro asiombroso de las riquezas vegetales de un suelo que produce las maderaii
ft
Ser el focoi
de Europa con
ms
preciiosas,
lois
imeftaleis
ms
cfodciadosi".
(1)
dominalba nieameste al apodertarse del piuerto y ciiudiaid de Sian Juaui de Nicaragrua, pueis en cuanto al ^derecho, ni la sombra, de duda poda tener el gobierno brtnieo de que aquel fuera territorio espaol y, por lo tanto, de las repblicas que haban isuceddole en su dereclio. Pactos inlttemacionales lo establecan adems de un
Es indisputable
que
el inters
modo
terra,
explcito
decisivo.
el tratadO' celebrado! entre Eispaa y la Inglallamado la convencin de Londres de 14 de junio de 1786, artculo 1.**, confirmado ms taircfce por el trtaftiao de Miadrid de 5 de julio de 1814, se establece: *'Los subditos de S. M. B. y los dems colonos; qu? han disfrutado basta ahora de la proteccin de Inglaterra, evacuarn sin ninguna excepcin el Iterritoirio de Mosquitosi, y en general el territorio y las islas adyacentes que estn fuiera de la lnea desitinada a servir de frontera -al territorio conicedido por S. M. C. a los ingleses para el objeto expresado en el artculo III de la presente convencin, como adicin al pas; que le fu -aisignado por el to^atado
de
Por
1783^'.
El reconoicdmiiento de la sobenana y tdominio dle S. M. C. est expreso y labsurdo es piretender resucitar despus derechos al soado reino d)e Mosquitois en el mionarca beodo, el indio de 20 aos. La lnea de frontera airrancaba de la desembocadura del ro Sibun en la baha de Honduras, siguiendo hasta isus nacientes, desde donde se inclinaba hacia el ro Walles o Balise, corriendo por isiuis' >aguas hasta encontrar la lnea convenida en 1783. Adems de la faicultad de cortar el palo de tinte, se concedi a los pobladores ingleses ocuparse de agricultura y export-ar la caoba, con la prohibicin de ciertois
(1)
Archivo Americano,
de septiembre de 184S.
498
VICENTE
O.
QTTBSADA
cultivos,
caa de azcar, por estar reservados y pertenecer a la corona de Espaa. El artculo VIII deca que: ^'quedan confirmadas
como
la
todas las restricciones expresadas en el ltima tratado de 1783, para mantener en rtoda isu integridad el derecho 'de la soberana espaola sobre el pasi, del cual slo ee concede a los ingleses la facultad de servirse de masu estado naderas, frutois y oitras producciones., en
tural.''
dominio eminente qued expresamente reservado y reconocido a favor de la coronia de Espaa, y sta conceda el uiso de ciertios territorios' y el derecho de explotar determinados artculosi naturales. Ni el rey de Moisquitos figuraba, ni la Gran Bretaa puso en duda la soberana espaola.
el
De manera que
Ms
''S.
todava: el art.
XIV
del
mismo
tratadio
dice:
de humanidad, promete al rey de Inglaterra que no ejercer ningn acto de vigor contra los Mosquitos que habitan una parte del pas que debe ser evacuado en consiecuencia de la presente convencin, en consideracin a las relaciones que pueden haber existido entre dichos indios y los in:leses. Y S. M. B., por su parte, prohibir vigorosamenconistultando sus sentimientos
M. C,
a todos sus subditos de suministrar armas, o miuniciones de guerra, a los indios situados sobre las fronteras de las posesiones espaolas." Este artculo tena por objeto exonerar del castigo que lais leyes imponan a losi aborgenes que protegan la intix>misin de extranjeros, la ocupacin de territorios o el contrabando, y confirma el reconocimiento del dominio eminente en dicho territorio en favor de la corona espaola.
te
fe en el cumplimiento de no poda suponer que fuese un ardid para adormecer la vigilancia, siempre difcil en las dilatadas colonias espaolas; pero los ingleses, abusando de la buenai fe, maquinaron la isuiblevacin de los indios del Yucatn, y en vez de prohibir las relaciones con los indios mosquitos, las cultivaron ms, les daban uniformes ingleses y los mismos grados de su ejrcito, llevando la mala fe hasta hacer abdicar en Jamiaica al pretendido soberano mosquito. Eista tribu, en frecuente contacto con ingleses, hablaba este idioma, miientras no conoca el espaol, de cuyo contacto cuidadosamente se alejaban;
estos pactos:
4gf
odio contra la metrpoli y su autoridades, y les hala<?aban con nna indiepenidencia falaz, que no sera, sino la completa absorcin inglesa. La grwerra de la emianciipacin facilit los planes de
fomentaban
el
pobladores in<>:leses. Dei?pnc.s da la cada de Iturbide, como ya he dide cho, el congreso consitiHuyente dividi el territorio confederadois de GuateCentro Amrica en los estados maila, San Salvador, Hondniras, Nicaragua y Costa Rica, los cualeisi respetaron los tratado'S que la metrpoli haiba celebrado con la Grran Bretaa.. ** Ninguna jerarqua, ^dice el Archivo America/no, sobrevivi a la conquistia del continente americano. En el territorio, donde^ se fund despug el reino de Gruatemala, haba 3 lestados los de Quiche, Ka^chiquel y Zutiagil, pfobernaidois por familiais soberanas con todas las prerro!?ativag de emperadores o 'revs. Los que reinaban en Utablan, capital del reino dJei Quiche, y que eran los ms podero^os, contaban en la poca de la conquista generaciones de reyes, cuyos nombres ha conservado la his^toria, siagn Juianros. Todas esas dinastas acabaron en manos de Pedro de Alvarado, a quien Hernn Corts encarg la conquista de Gkra temala y como se ha tratado de ellas, se hubiera hablado de los reyes de Moisquitos, si hubieran existido.'^ SuponienidjO que tal dinasta taborgen huhiera existido, perdi sns dwechos por la cottiquista espaola, reconocida por la Gran Bretaa, como se ha demostrado con el texto dei tratados internacionales: los indios de esta, tribu eran moradores del territoro espaol, a \m cuales S. M. C. piromete no castigar ni perseguir. Habra quien sostuviera la dinalsta azteca o inca? Qu nacin europea se atrevera a celebrar tratados de alianza y protectorado, en favor del que se pretendiera descender de aquellos otrgenes? Ciertamente que la cosa no es seria, ni fuera tamjpoco tolerado' por las repblicas hi'spano-americanas. ''La declaracin del gobierno ingls a favor de los Mosquitos ha encendido la guerrai entre estai^i tribus fernces, v los moradores tranquilos de los eistados de Yucatn y Niearaguta'*. El hecho dio por resultaido que huyesen todas las poblaciones de Mrida, Valladolid y otros puntos, y los fuertes de San Juan de Nicaragua y de San Carlos, levantados a expensas y por orden de los monaroas espalos
500
VICENTE
G.
QUESADA
reclamadas porr un cnsiil ingls como propiedad del Tey de Mosquitia, aliado de la Gran Bretaa. El hecho aparece hoy como un absurdo fantstico, como una insiensatez inconciebihle pero ese
olc,
han sido
foriiiialmente
es el hecho, leccin doloroisa del abuso de la fuerza. El gobierno 'britnico procddi a bloquear las cos-
El cnsul general de S. M. B. connunic al comandante del puiei^to e San Juan ^^que haba recibido instrucciones del goibiemo britnico para designar a los estados de Oeoitro Amrica losi lmites) que el gobierno britnico (et.abai determinado a mantener co>tas de Ntieairaguiai
!
mo
derecho del irey de Mosquitia." Se dudara hoy de la exactitud histrica de esta aseveracin, tan inaudita y aitlentatoria, es en su forma y fondo contra lel derecho ide gentes, isi noi apoyase esta narrtaici-n en el texto de documlentos oficiales y en los peridicos de la poca, limitndose a hacer simples extractos, por cuanto se relacionan con la historia internacional americana; y porque, si es indudable que ahora la Eur0p'a respeta sus relaciones internacionales con las replois precedenites, blicas, conviene tener en la memoria
para
plicar
que han realizado y para extambin cmo la aociin europea desipus de la independencia, no fu siempre civilizadoira, sino con freajpreciair los progresois
cuencia agresiva y tirnica, aumientando as los inconvenientes y conflictos que rodean el nacimiento de todo estado nuevo, que de colonia sumisa se transforma en nacin soberana. Ante la extraa intimacin del cnsul ingls, el comandante del puerto se limit a ponerlo en conocimienito del gobierno de Nicaragua, el 'Ciual iprojtest contra la posesin violenta que Gran Bretaa tomaba del fuerte y ciudad de San Juan, nicoi ipuerto de Nicaragua en el
Atlntico.
El 23 de septiembre de 1847 comunic este atentado gobierno del Salvador, el cual prometi ayudar para defender el territorio de su, vecina. Curiosos son, emperO', ciertos detalles. El 25 de octiibre, lleg a San Juan del Norte la fragata de S. M. B. Alasmdy y puso en manos del comandante del puerto un oficio para el gobierno 'de Nicaragua, en que el rey de Mosquitos le intima cesar en la ocupacin de la boca del ro San Juan, contra la cual dice ha protestado en difeal
^ '
wntes
ocasiones.'*
50
Fija plazo para la evacuaca'n. de tantais invenciones ro4 Es esto serio, o es oina manescas ? Qu rey i^oto es ese, qu haee su repentiina aparien en el moindo internacionial, enviamdo intimaciofnes en fragatas de S. M. B. ? Cul es el reino desioonocido, cuyo itrono viiene a reelaiMar con los caones in/gleses? Eis un indoi, como lo he dicho, pteirterieciente a
una
trilbu salvaje,
que
la
Gran Bretaa
sac^a
luz, para;
ocultar su voluntad de proceder comi proicedi la Clio, al ocupar Malvinas y arriar el pabelln argentino, aprifionando en plena paz la guarnicin de la isla. En qu derecho se funda una nacin ipoderosa para violar as el derecho de gentes ? Se fa en la inidifeTiencia de las grandes potenciasi de la Europa, y cuenta con la idebilidad de las naciones agircolas: lel atentado pasiara inapercibido, si la prensa, ste poder nuevo de la civilizacin mo^ derna, no lanzase a todos los vientos la historia de eisto indisculpables abusos de la fuerza. iC'oimienzada de esta manera la intimacin del rey d Mofsiquitos, y no obedecida su orden soberana, la marna britnica bloque los fuert-es. de la Amrica Central. El peridico El Boliviano, deca: '*que izaroin a bordo el pabelln mosco y le hicieron un saludo de 21
caonazos
/
'
'.
en e^otsi hechos fa'rsaico y d comedia. Vade S. M. "... el r&y en consejo espieira que S. E. y el gobiemo, sobre, el cual preside, para aserrar aquellas buenas relaciones entre Mosquitia y Nicaragua, que son imipoirtantes para muitiuo beneficio, dar rdenes para quitar el establecimento nicaragensie de su presente posicin en la boea del ro San Juan." Hasifa el nomibre del reino es flamante! La Mosquitia aparece junto con su rey, euyo consejo lo componen sin duda, ingleses, pues firma la anterior nota George HusoTij que se titula, anfigwa miembro del consejo. Pero, se concibe esta fant'tica 'Corona, este reino, creacin espontnea internacional, deside q^ie en la poca contempornea, a un pobre visionario francs le ocurri crear 'otra monarqua, bajo el nombre de urelie 1er. rey de la Araucania El pobre loco muri en un hospital de Francia, sin haber encontrado aliados poderosos, como encontr S. M. el rey de Mosquitos, soberano y seor de la Mosquitia! El ministro de relaciones exteTiorea de Nieara|;ua,
es
Todo
se la nota
'
502
VICENTE
G.
QXJESADA
'
asunto sobre lmites territoriales y reeonocimientos del reno y rey MosCharfield, quitos, Be ventila actuabnente con Federico cnsul general & S. M. B. en Centro Amrica, que, segn ise asegura, est autorizado suficienteimente para concluirlo; pero que si los hechos sobre ocupacin del puerto se llevaraai adelante por la fuerza con que am^enaza, el gobierno de Nicaragua est dispuesto, como lo tiene manifestado a dicho seor cnsul en la comunicacin de 14 de octubre ltmo. ., a poner en accin todo BU poder para defender la dignidad del estado ..." Por extrao y extravagante que aparozca este epi. de estallar sodio, no debe sorprender desde que acaba recientemente la guerra civil en la liliputiense repblica de Andorra, formando ejrcitos de 180 hombres Si esto acontece en Europa, qu extrao es que en Amrica Central, un pobre indio se llame rey de Mosquitia? Lo incomprensible es que ese indio haya tenido por aliado a S. M. B., y es a causa del aliado que el suceso deja de ser cmico yse torna serio. Rafael Bermdez, comandante del puerto y ciudad de San Juan de Nicaragua, elev una protesjta al comandante de la fragata de S. M. B. Alasma ^* contra el abuso de las fuerzas navales y del nombre de la guarnicin a quien representa el seor comandante de la fragata Alasma/' La fragata llevaba el pabelln britnico y enarbol la bandera mosca. El gobierno de Nicaragua se prepar a repeler la fuerza con la fuerza. "Los moscos, por su agitarse. parte, dioe el Boliviano, han comenzado a Han despoblado un lugar llamado Yarique, llevndose todas las familias para fabricar lanchas, y pasar en seguida a la costa de Bluefield. En Yaracuas tenan disciplinndose un buen nmero de moscos, zambos, negros e ingleses, para asialtar a San Juan y a Trujillo, y caso de salir mal en esta empresa, recorrer la costa de algunos departamentos. Los subditos del flamante aliado de S. M. B. eran dignos del monarca: zambos, negros y desaliados. Era gozaban de tales garantas civiles y pola escoria social lticas, que obligaban a trasladarse poblacdones enteras para consitruir lanchas! La civilizacin inglesa no haba penetrado an entre la tribu del joven monarca moisca. Mientra as se proceda en la Amrica Central por
Siebastin Salina, le contest
:
'
que
el
'
'
503
ios cnsules o comjandantes' de navlea britnicias, Williams Meleswo'rth, en la sesin de la cmara de lo comtmes, de 25 idie julio de 1848, dieica: "Ocnmen aqu las
miserables islas Malvinas, donde no se da el trigo, donde no crecen rboles islas batidas de los vientios, que desde 1841 nos han .costado naida menos que 4.500 Mbras esterlinas, sin retomo die ninguna clase, ni beneficio alguno. Decididamente, soiy de parecer que esta intil potoesin se devuelva desde lueigo al gobierno de Buenos Aires, que juntamente la reclama.' Cul fu la opinin del pueblo ingls sobre el procedimiento del gabinete, y cul el juicioi que sobre esta
;
f.
alianza emitiera? No es posible decirlo, pero aquel pueblo sensato, no pudo justificar la ms d-eseabellada aventura; y por til que fuera al ciomiercio ingls apoderarse del puerto de San Juan de Nicaragua, la frivolidad del pretexto no poda ser popular en Inglaterra.
unnime. *^La clebre cue^dn de Mosquitos y el estado de las relacin nes del gobierno britnico -con una parte de Centro Amrica, (Como protectora del improvisado soberano que bajo la tutela de los ingleses parecei regir aquella mo!narqua de lmites inciertos, tenan exaltados los nimiO no solo en Nicaragua, con quien sie rozjan ms inmediatamente las cuestiones, sino icon otros estados que formala reprobacin fu
En Amrica
ban
painte
El gobierno de Honduras protest contra el proceder de los represientantes de S. M. B. por un extenso do"c^Limento datado es Camayaigua ^a 16 de junio ide 1848,
cuyos artculos dicen: Art. 1 La ocuipacin del puerto de San Juan de Nicaragua, ejecutada por fuferzas inglesas, a consecuencia del armisticio que el gobierno de aquel estado, bajo el influjo- dfe la fuerza, celebr el 7 de mayo prximo antierioir con Granville, comandante de dichas fuerzas, no se entender como reconocimiento directo ni indineeto del derecbo que se pretende en la costa del norte y pueirto de San Juan, por parte de los Mosquitos, a quienes tampoco [reconoce, ni han reconocido jiams como nacin; sino que debe ser dicha ocupacin como hecha por la fuerza, segn se verific el 1** de enero, porque actos posteriores de la misma fuerza no pueden legitimiar la primera ocupacin. Art. 2.*
(1)
"Comercio", d Valparaio.
504
VICENTE
G.
QITESADA
Mientras permanezcia el puiertio die San Juan en poder de los invasores, no se reooQOce por este esitado la aduana que en l se ha eta,blecido. Art. S" En consecuencia, el gobierno de Honduras, en nombre del estado, protesta no reconocer en dicho armistioio otra inteligencia quie la expresada en Is artculos precedentes, ni pasar pon si por l se desmembrase el arreglo que sie verifique, cualquier parte del territorio de Centro Amrica, y princpalmente"^ el puerfto de San Juan, reconocido siempre por todas las naciones, y por la Gran Bretaa, como propiedad de esta repblica." Por el art. 4 protesta por el proceder de la Gran Bretaa y por las emergencias a que tal proceder d lugar. Protest tambin el gobierno del Salvador. Al favor de esta alianza entre los salvajes y los inglese, la sublevacin de Yucatn estall biaandlo en mares de sangre aquiellasi comarcas. La ciudad de Izamal fu ^tomada por los indios, y ise supone, deca el New York Herald de la poca, que gran nmero de blancos han sucumbido: 11.000 fugitivos entraron a M-
huyendo de los indios sublevados. ''Los salvajes, agrega, se han apoderado ide la ciudad de Ticul, plaza bastante importante, situada en la inmediacin de Herida, y de all amenazaban invadir esta ciudad." En Morada ise haban iconeentrado como 60.000 almas, la mayor parte fugitivos, incapiaces de llevar laa armas. Las inmediaciones de Campeche estaban en vsperas de ser tomadas por los indios. ''La poblacin est hundida, tanto en lo moral icomo en lo fsico, en la ms horrorosa indigencia." Las iciudades peiqueasl fueron
rida,
la situacin de la pennsula de Yucatn, que su gobernador pidi auxilio al capitn general de Guatemala, que envi tropas, buques de guerra y miuniciones, eon humana generosidad y nobleza. Las protestas de los gobiernos de Honduras y el Salvador fueron contestadas por el cnsul general de S. M. B. por oficio idatado en Guatemiala a 7 de julio de 1848, "1. que no es verdad ouie expona estas loonelusiones que el puerto de San Juan siempre haya sido reconocido pertenecer a Centro Amrica 2 ni que el ro San Juan hasta el fuei^ie de San Carlos, est ocupado ni posedo por las armias de S. M. B. 3." que la tarifa estableeida
: ;
Tan angustiosa fu
5O5
en el puerto mosquito de San Juan el 1 de. 1848 sea obligatoria al comercio de Granada por el ro San Juan. En conclusin, debo decir, para el conocimiento del gobierno de Vd., que llevar este decreto al conocimiento
.
.
Por los hechos que nuevamente he extractado se demuestra la funestsma accin que ejerci la intervencin britnica, alzando las poblaciones salvajes contra los escasos habitantes blancois de una parte de la pequea repblica de Nicaragua: la sublevacin que co'mo un contagio cundi en la pennsulai yucateca, matando los indios lain piedad a la poblacin blanca, y todo esite desastre, solo por la codicia de apoderarse de un puerto para lasegurar el emporio comercial, fundando un absurdo reino de Mosquitia y consintiendo a un indio salvaje y beodo en el aliado de la Gran Bretaa! La despoblacin, la miseria, el hambre, fu el resultado de pqueil proceder violtador del dereicho de igestesi, y eso tratndose de pequeos estadois, pero poblados, que estaban impotentes para luchar contra las naves de guerra inglesas. El escndalo no pudo quedar oeuito. En coianto al cnstul general, las palabras que he citado de su oficio prueban dos cosas: ignorancia completa del derecho internacional y de la historia, y una descortesa insumante, que no abona en favor ni de su rang/> ni de su ilustracin. Por ello deca Juan Bonilla, ministro de relaciones de Ohat"exteriores del Salvador, -al contestar la nota sorprendido al gobierno del Salvador ni 4eld: ''No han el estilo, ni los conceptos nada comedidos de su. citada, porque, dirigindose a sostener proeedimientos de ignial regularidad y violencia, no poda ser de otra suerte."-
luego aade: ''Contra Centro Amrica, nacin pequea, se han empleado las armas de Gran Bretaa, nacin grande y poderosa, para qu? para desmembrarle su territorio."
En un
pas libre
a, era imposible que estos isaicesos no llamaran la atencin pblica, y se procediese a interpelar al gabinete. En efecto, Baring pregunt cul era la causa del
bloqueo por una fuerza britnica en la costa del estado del Salvador en Centro Amriea, si era por reelamaciones de subditos, cul su mrito, y si haba otras contra los dems estados de la. Amrica Central.
5oO
VICENTE
G.
QUESADA
Y,
Ni
el
interpe-
de los Mosquiitos, lante saiba la alian z^a con el ni ciil era la tomta de la tieirra, de San Juan de Nica^ ragTia, ni del bloqueo de los puertos del Salvador! Palmerston restponde ''que no haba reeiibido todava ningn aviso de que el bloqueo^ hubiese sido eisitablecido, que no poda dar ninguna explicacin."
rey
iiido
ocultando la alianza, la ocupacin violenta de un puerto, habla de reclamaciones contra el Salvador por 2.000 libras esterlinas. La mistificacin de la verdad,
para cubrir un atentaJdo Astutamente se desva la cuestin, se le da el carcter de presin para obtener el pago de reclamaciones, y olvidan al aliado, al rey de los Mosquitos, en cuyo' obsequio la marina de S. M. B. ocupaba puertos y ciudadea de la Amrica Central. Este hecho prueba que son lo^ estados dbiles los que ms tienen que cuidar sus relaciones exteriores y su diplomacia, pues si las grandes poteneas envan legaciones,, es a merced de sus informes que quedan expuesftas las relaciones de los pobres estados. Es de todas las economas la peor entendida, valiera ms economijsar en ejrcito y aumentar la representacin cieirca de las grandes potenr-ias martmlas. Verdad que aleccionadas isitas, hoy esquivan intervenciones armiadas, cuyo xito se ha convertido eil verdaderas aventuras a veces desastrosas, como el imperio mexicano y
el
Maximiliano. Pero, por qu ocultaba Palmerston la verdad? Quiz no influy poco la resolucin del presidente de Esttados Unidos, que en ese ao de 1848, en virtud de la intervencin pedida por el gobierno d|e Yuciaitn para dominar a los indiois suiblevadosi, basndose en la doctrina de Monroe, ^dice Carlos Calvo, y en el temor que el Yucatn cayese en poder de un estado europeo: ''cosa, ^dice, que no sera jams tolerada por el gobierno de la Unin, obtuvo que el congreso decretase la formacin de un ejrcito y tomase posesin temporaria del
sacrificio del desgractiado
Yucatn ..."
Este hecho trascendental fu el que conituvo las pretensiones del gabinete britnico, y en vez de revelar la alianza con el rey indio de los Moisquitos, quiere o aparenta dar rpor origen a em bloqueo, reclamaciones de subditos ingleses. Indudablemente, que el gobierno de Estados Unidos, que declaraba no consentir que Yucatn
507
cayera en ipoder de una nacin europea, no consentira en qne el puerto y ciudad de San Juan de Nicaragua se convirtiese en colonia briltnica, porque eso violaba la doctrina de Monroe.
de Adams: sistema colonial europeo es inaplca'bic a la situacin nueva de Amrica; porque todas las partes
diversas fueron las declaraciones'
1*
Muy
que
el
por naciones que tienen, respecto de su independencia y soberana por los otros, absolutamente el mismo ttulo que las naeiones europeas. 2" que las icuestiones de lmites entre los antigula establecimientos europeos y los nuevos estados americano'S no pueden ser resuelto sino eegnn los principios generales del derecho internaeional. 3 que el hecho de la [primera ocupaiciin o de primera exploracin no erea hoy derecho soberano sobre los territorios americanos, cuya posesin de derecho no pudiese resultar en el porvenir sino de un ttratado o die una guerra/'
civilizadas,
De manera que la petulante intimacin del cnsul general de S. M. B. en Guatemiala, manifestando que haba recibido instrucciones para designar los lmites del pretendido reino de Mosqutos, quedaba desvirtuada e ineficaz ante las deelaraiciones de Adams. Lia doctrina de Monroe no permita que Grran Bretaa se abrogara la facultad de creair reinoisi en Amrica y de sealarles territorios a costa de los estados limtrofes.
Esta actitud del gobierno americano eontuvo la insolente altanera del cnsul general de S. M. B. en Guateniiala, y el gobierno de S. M. B. coimfprendi que la doctrina de Monroe no era una mera teora, en vista de la sancin del congreso de Washington. Las naves britnicas no tendran que luchar con la guarnicin de ciudiades indefensas de la Amrica Central, sino que podran provocar una guerra martima con Eisttados Unidos, guerra que, dada la proximidad, el xito probable estabai en favor de la marina americana.
que el nombre del cnsul Chadfield qued en la obscuridad merecida, por su mal carcter y su ignorancia atrevida. S. M. el rey de Mosquitas, el ilus-
El hecho
es
5o8
VICENTE
G.
QUESADA
tre aliado de S.
sucumbira probablerajente con el ron de Jamaica, que en dosis suiperiores le enviaban sus nobles aliados; pero lo que qued sin remedio, fu laS destru'cen y la isangre vertida por los salvajes mosquiing'leses de to, estimulados en isu suiblevacin por los Jamaica. Poblaciones incendiadas, plantos abandonados, familias en la msieria, millares de blancos sacrifiicados por los mosicos, los zambos, los negros y algunos ingleses desalmados, tal es el rastro que ha quedado en la historia del microscpico rey de Mosquitia.
B.,
M.
res
Esa creacin fantstica y absurdsima de mercaidey agricultores, apoyados por un cnsul sin .conocique tiene
la
sus rdenes
{marina britnica paira (apoderarse de ciudad indefensa, reprodujo, simplemente, bajo ciertos cambiantes, laJS
a
y holandesea
XVII.
es conocido
el
Ese reino no
con
el
reclamo,
rey
isin
y sin poder, era el dcil instrumento de un crculo extraviado de explotadores: ese reino era una empresia mercantil para dividirse la tierra, explotar los bosques y eonvertir a San Juan de Nicaragua en un emporio co^ mercial. No sospecharon, quiz, que el gobierno de la Unin Americana en su propio inters, no poda consentir en una vecindad tan peligrosa por la eompetencia en el eomercio y en la influencia; fuerte eon la doctrina Monroe, no consentira en la conquista europea, cualquiera que fuese el pretexto, ni en la creacin de monarquag,
cois,
nmero
monarcas destronados, su nombre se ha extinguido historia como se borra de la memoria una repre-
sentacin de saltimbanquis.
Dos monarquas americanas se han formado sin comni disputas S. M. el rey de Moisiquitia, y S. M. Aurelie 1er. rey de la Patagonia y Arauoania este fu un pobre iluso, el otro un idiota beodo, pero el uno y el otro slo han merecido el desprecio de la historia. El
plicaciones,
:
509
rey de
Mosquitos tuvo po^r aliados a S. M. B., sus naves de ^uen^a conducan sus despachoig; mientras el pobre Aurelie visit ms de una vez la crcel en su carcter de rey de tribus aficionadas a lo ajeno.
lois
El indio no coimprenda ni el papel que representael otro no encontr ni preistamistasi para su reino ideal. Se parecen por sus subditos, se diferencian por su origen; isirve el uno de instrumento a algunos ingleses: el otro satisface su insana vanidad. Pero ni el de Sud Amrica, ni el de la Amrica Central, pudieron hacer otra cosa que saltear poblaciones y robar ganado?.
ba:
ndice
Pgs.
Captulo
I.
La
poltica braslero-piatense
i/ntermajcionales
9
armisticio
de
62
3.
armisticio
de
106
1816-1818)
Caiptulo
II.
L.a
poltica
brasilero-sudamiericana
.
1.
2. 4.
6.
Paraguay y Brasil Bolivia y Brasil 3. Per y Brasil Nueva Granada y Brasil Venezuela y Brasil Guayana y Brasil
5.
.
Captulo
1.
'2.
3.
Captulo IV.
1.
....
491
La
cuestin de Mosquitia
493
1920
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